Transición

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 15

Alumno: Luis Dalmau Mestre

Transición y democracia en España


- Introducción

La Transición y la llegada de la democracia en España es un período de cambio en


España marcado por el pacto y el conflicto y la consecución de los intereses de grupos
ideológicos muy diversos. Así pues, realizaremos un estudio comparativo entre
Transición y cambio en España 1975-1996 de Álvaro Soto y España en democracia,
1975-2000 de Charles Powell para entender mejor este período histórico y poder
establecer las diferencias entre ambos autores.

Como explicó Javier Tusell, se debe de realizar una distinción entre historia del
«tiempo presente» e «historia inmediata». Mientras que para la transición nos
encontraríamos ante el primer caso, a la hora de analizar los gobiernos socialistas
estaríamos en el segundo. El “tiempo presente” «es aquel que un ser humano percibe
como memoria y vive como experiencia», mientras que la “historia inmediata” «cubre
el último espacio intergeneracional vivido en el que la frontera entre la experiencia
instantánea y el poso que deja el pasado sobre le presente resultan difíciles de precisar
y donde existe el peligro de que la Historia se confunda con el relato periodístico de
mayor o menor calidad o el análisis de urgencia».

La expresión “historia del tiempo presente”, como afirma Julio Aróstegui, no alude a
un periodo cronológico, sino a un procedimiento para historificar la coetaneidad.
Como todo análisis histórico es provisional. No obstante, ello no significa que tenga
menor rigor, aunque a veces hay una utilización limitada de las fuentes, pues algunas
de ellas no se encuentran a disposición del investigador.

El 25 de abril de 1974 se inició en Portugal «la tercera ola de democratización», en la


que más de treinta países de Europa, Asia y América Latina reemplazaron sus
regímenes autoritarios por otros democráticos. Esta «tercera ola» tuvo un segundo
impulso al final de la década de 1980 tras el hundimiento de la URSS, que afectó a
todos los países que se encontraban bajo su órbita, extendiéndose al continente
africano y acabando con las últimas dictaduras de América. Aunque en los casos de los

1
países comunistas (…) sería más correcto utilizar el concepto «revolución», ya que en
los mismos no sólo se produjo una transición política, sino también un cambio radical
en la forma en que se asignan las fuerzas productivas. (…)

Las transiciones a la democracia fueron fenómenos de naturaleza política, en los que si


bien incidieron factores económicos y sociales no tienen en estos últimos su explicación
principal. Robert Dahl ha presentado una idea completa sobre la democracia,
partiendo del hecho de que en las sociedades el poder está disperso, fragmentado y no
es acumulativo, sino competitivo. A partir de estos elementos, define la democracia
como un sistema de equilibrio entre élites o grupos de interés, que posee una alta
capacidad de respuesta para atender las preferencias demandadas por los ciudadanos
considerados iguales. La cristalización del Estado, por tanto, nunca es clasista sino
democrática, con un claro efecto igualitario. Por consiguiente, todo el mundo tiene
algún poder y ningún grupo de interés puede por sí solo dominar el Estado, porque
«todos los grupos activos y legítimos de la población pueden hacerse oír en algún
momento crítico del proceso de decisión».

Los atributos que caracterizan los sistemas democráticos (a los que Dahl denomina
«poliarquías», porque las democracias nunca son totalmente realizables) son: 1.º
autoridades públicas electas; 2.º elecciones libres y limpias; 3.º sufragio universal; 4.º
derecho a competir por los cargos públicos; 5.º libertad de expresión; 6. º información
alternativa; y 7.º libertad de asociación.1

Teniendo esto en cuenta nos ponemos a analizar los siguientes libros.

- Transición y cambio en España 1975-1996. Álvaro Soto.

Para Álvaro Soto las transiciones son procesos de naturaleza política en los que se
manifiesta un conflicto de intereses, que suele ser resuelto por acuerdos entre las elites
políticas, provenientes del régimen autoritario, y la oposición al mismo. En el caso
español, existió dicho acuerdo, forzado por la “sociedad civil” (porque la “sociedad
civil” obligó a que se realizase, por lo que la actitud de las elites políticas estuvo
condicionada por dicha presión). La “sociedad civil”, hasta las elecciones de junio de
1977, fue la auténtica protagonista del proceso. (…)

1
Álvaro, SOTO: Transición y cambio en España 1975-1996, Alianza Editorial, Madrid, 2005, pp. 25-27.

2
El concepto de “sociedad civil” implica la capacidad de los ciudadanos para auto-
organizarse al margen del Estado, sea éste autoritario o democrático, y la apelación a
una esfera pública independiente y no mediatizada por ningún estado ni partido.2

Sin embargo, las transiciones políticas no conducen al mismo tipo de democracia,


pudiéndose hablar de democracias corporativas, electoralistas, populistas o
consensuales, según el papel jugado en cada uno de los procesos por los actores
políticos, sociales y del Estado. En el caso español, existe una amplia coincidencia en
situarla en el tipo de “democracia consensual”, debido al predominio de la “sociedad
civil” y a la ponderación del proceso, fruto del control de los reformistas.3

Desde los años sesenta del siglo XX, impulsados por el crecimiento económico y la
transformación social que venía produciendo, se fueron conformando “espacios de
libertad y escuelas de democracia” en los movimientos sociales, los cuales impulsados
por la oposición a la dictadura se fueron construyendo en los barrios (Asociaciones de
Vecinos), las fábricas (Comisiones Obreras – CCOO -), los centros educativos, los
medios eclesiásticos, y en los ámbitos profesionales e intelectuales. Dichos
movimientos no fueron capaces de derrocar la dictadura, pero sí contribuyeron a
desarrollar una “cultura cívica” necesaria para crear una serie de valores, creencias y
actitudes compartidas, que apostaban inequívocamente por la participación, la libertad
de expresión, el disenso, el compromiso, la negociación y la tolerancia.4

El libro se divide en tres partes:

1. Transición a la democracia. 1975-1982.

2. Los gobiernos socialistas. 1982-1996.

3. Economía y sociedad. 1975-1996.

En el primer apartado, Transición a la democracia. 1975-1982, se trata primeramente de


la figura del rey como nuevo jefe de Estado. Juan Carlos I, pese a recibir poderes
formalmente similares a los de su antecesor, no poseía el mismo “poder político real”
que Franco, ni la misma capacidad de arbitraje y arbitrariedad en sus futuras
actuaciones. Esta nueva situación, ligada a la existencia de fuertes divergencias sobre
el futuro en el seno de la clase política proveniente de la dictadura, así como a la
2
Ibid., pp. 31-32.
3
Ibid., p. 87.
4
Ibid., pp. 31-32.

3
presión de una oposición democrática en alza, planteó un conflicto de intereses entre
distintos proyectos políticos, en los que “la sociedad civil” participó activamente e
inclinó, finalmente, la balanza por uno de ellos.

Si bien se pueden distinguir hasta cinco proyectos políticos diferentes (continuista,


pseudo-reformista, reformista, rupturista y revolucionario), tan sólo tres de ellos
(pseudo-reformista, reformista y rupturista) eran viables, mientras que los otros dos
condicionaban puntualmente el devenir político. El conflicto originado por el choque
entre dichos proyectos fue resuelto por la “sociedad civil”, que apoyó en cada
momento la opinión que entendió más adecuada para la consecución de su objetivo
central: la implantación de un sistema democrático sin ruptura con el pasado.

El Rey, al igual que las elites políticas, tuvo que ir variando su discurso y sus
actuaciones, guiado por un objetivo central: la consolidación de la Corona. En aras de
ese objetivo, apostó en un momento o en otro por proyectos político diferentes.5

Hasta (…) el 15 de junio de 1977, tras las elecciones generales, el Rey aún no jugó el
papel de “monarca parlamentario”, sino el de “monarca constitucional”. Sin embargo,
el Rey no jura la Constitución para ser rey, sino por ser rey”.

Además, la monarquía supo jugar bien el hecho que lo que se ponía en cuestión no era
“monarquía o república” sino “democracia o dictadura”. 6

El primer gobierno fue el de Arias-Navarro. Para éste, el gobierno debía continuar la


senda iniciada con el “espíritu del 12 de febrero” de 1974, sin renunciar a Franco. Se
veía la solución monárquica en el más puro sentido franquista (…) Se retomó la idea
de que el Movimiento debía ser un mecanismo para perfeccionar el sistema político
(alejado de todo proceso constituyente) y se refería a una extraña democracia
“española, no copiada, desarrollada por nosotros mismos”, admitiendo el
regionalismo, dentro de un estado unitario y fuerte. 7

Finalmente, el Rey lo destituyó y nombró a Adolfo Suárez. Con su nombramiento se


iniciaba una nueva etapa de la transición, no tratándose tan sólo de un cambio de
persona sino de política. En esta nueva etapa se plantearon de forma realista el método

5
Ibid., p. 32.
6
Ibid., pp. 50-52.
7
Ibid., p. 58.

4
y los objetivos. En cuanto al primero, lo determinante era que el proceso político fuera
controlado desde el Gobierno y no supusiera un corte a la legalidad.

El nuevo gobierno programó sus objetivos en tres etapas: 1.ª Lograr la aprobación pr
las Cortes de la “Ley para la Reforma Política”. Dicha etapa culminaría con un
referéndum con el que se trataría de obtener la legitimación del proyecto reformista.
2.ª Proceder al desmantelamiento de aquellas instituciones que suponían un obstáculo
para el desarrollo de las libertades, propiciar la reconciliación entre los españoles,
legalizar los partidos políticos y centrales sindicales, y publicar las normas electorales
que hiciesen posible la celebración de elecciones libres; y 3.ª celebrar elecciones
generales, las primeras desde 1936, que permitiesen conocer la voluntad de los
españoles. Para poder llevar a cabo este programa se dialogó con la oposición,
haciéndolo así no solo creíble, sino además factible.

Las diferencias entre el programa de Arias Navarro y el de Suárez eran evidentes. El


proyecto de Arias Navarro tenía fuertes anclajes en el pasado, al considerar que las
Cortes eran representativas manteniendo la naturaleza corporativa y creando dos
cámaras especializadas y colegisladoras con iguales derechos. Por el contrario, el
proyecto que iba a desarrollar Suárez soslayaba toda idea de continuismo. Suárez
hablaba con rotundidad de la democracia como “obra de todos”, por lo que trasladaba
la palabra al “pueblo”, creando los instrumentos necesarios “para que esa palabra
pueda expresarse con autenticidad. En suma, el objetivo de Suárez era devolver la
soberanía al “pueblo español”.8

A cambio de todo esto, según nos recuerdan José María Maravall y Julián Santamaría:

Se renunció a exigir responsabilidades a las personas comprometidas en actividades


represoras bajo el franquismo, y los nacionalistas aceptaron retrasar la devolución de
los derechos históricos hasta que tuvieran lugar elecciones. Los partidos de izquierda
diluyeron su republicanismo y admitieron determinados símbolos nacionales como la
bandera. Por último, se establecieron medidas correctoras al sistema proporcional que
favorecían abiertamente a los partidos conservadores.9

En las primeras elecciones ganó la UCD de Adolfo Suárez con un 34’6% de los votos
seguido del PSOE de Felipe González con un 29’3% , el PCE de Santiago Carrillo con

8
Ibid., pp. 63-65.
9
Ibid., p. 78

5
un 9’4% y AP de Manuel Fraga con un 8’6%. Además de los partidos nacionalistas
como el PNV y el PDC. La participación fue del 78’8%, un porcentaje alto si tenemos
en cuenta las posteriores elecciones. El triunfo de la UCD y el éxito del PSOE
convirtieron a ambas fuerzas en el eje de la vida política dura la legislatura
constituyente.10

El consenso tuvo su punto de partida en el análisis de la difícil situación económica


que atravesaba España. (…) Los primeros frutos del consenso fueron los Acuerdo de la
Moncloa, firmados por el presidente del gobierno y los máximos representantes de
todos los grupos parlamentarios. Entre los Acuerdos se contenían reformas en las
instituciones políticas y jurídicas (…); compromisos sobre el ejercicio de los derechos
y las libertades fundamentales, la revisión del Código de Justicia Militar y de la Ley de
Orden Público, y la Reorganización de los Cuerpos y fuerzas de Orden Público.

Posteriormente se creó el Estado autonómico respondiendo a un triple reto: histórico


(Estatuto de Cataluña, 1932 y Estatuto del País Vasco, 1936 y los inicios del Estatuto de
Galícia), político (identificando la democracia con la descentralización) y funcional,
unido al concepto de “modernidad”, que implicaba acercar el Estado a los centros de
decisión (descentralización).11

Otra consecuencia de la transición fue el fin del aislamiento internacional sufrido


durante la dictadura, que le impidió a España la integración plena en algunos
organismos internacionales y el reconocimiento político en el exterior..12

Mientras, la estrategia diseñada por la extrema derecha deseaba provocar la


intervención militar con el fin de quebrar el proceso de cambio político. Dicha
estrategia se intensificó tras sus continuos fracasos electorales. (…) En realidad, la
amenaza de una intervención militar siempre estuvo presente durante toda la
transición, debido a la fidelidad a Franco que había mantenido el Ejército durante la
dictadura, y a la ideología reaccionaria de la mayor parte de generales, jefes y
oficiales en activo. Finalmente, el 23 de febrero de 1981 cuando se debatía la
investidura a presidente a Lopoldo Calvo Sotelo se trató de secuestrar el Ejecutivo y el
Legislativo, movilizar las tropas en diversas capitanías para forzar la elección de un
nuevo presidente de Gobierno (Alonso Armada). El asalto al congreso corrió a cargo

10
Ibid., p. 90-91.
11
Ibid., p. 98-99.
12
Ibid., pp. 144-145.

6
de Antonio Tejero con 445 miembros de la guardia civil. Antonio Tejero informó a los
guardias civiles de que iban al congreso a “defender al Rey”. Valencia se ocupó a
manos del general Jaime Milans del Bosch. Dos hechos hicieron fracasar el golpe: la
división de los golpistas y su incapacidad para ocupar Madrid y la actitud del Rey frente
a los hechos.13

Respecto al terrorismo, fue una constante en el proceso de transición. Hubo tres tipos de
terrorismo: 1.º El procedente de organizaciones “revolucionarias”, producto de rupturas
con el PCE (FRAP y GRAPO); 2.º el terrorismo nacionalista: ETA; y 3.º el terrorismo
“vigilante”, en el que incluye, por un lado, a aquellos grupos cuyo objetivo es la defensa
del orden existente o el regreso al orden anterior y, por otro, el terrorismo
antiterrorista.14

Finalmente, en 1982 ganó el PSOE y la UCD se vio incapaz de llevar a cabo una
política de partido. El gobierno del PSOE representaba una generación política que no
había practicado la política en instituciones autoritarias, una parte de la cual había
militado en la oposición democrática.15

Si durante el gobierno de UCE se creó el Estado del bienestar en España, gracias al


consenso obtenido en los acuerdo de la Moncloa, va a ser durante la época socialista
cuando se consolide.16 La entrada en la OTAN, en la Comunidad Económica Europa fue
un avance para la internacionalización de España. En cambio, el terrorismo y la
creación de los GAL creó una inseguridad exterior. La derecha, durante todo este
periodo fue incapaz de convertirse en alternativa real.

En la década de los 90 se celebraron los Juegos Olímpicos en Barcelona y la Expo en


Sevilla cosa que muestra la internacionalización y el bienestar en España, pero sin
embargo, el PSOE golpeado por los casos de corrupción fue incapaz de regenerase y en
1996 el PP de José María Aznar con el pacto con CIU llegó al gobierno, afirmando la
alternancia en España.

Respecto al apartado de Economía y Sociedad, Fuente Quintana considera que el


proceso de transición a la democracia estuvo marcado desde el punto de vista

13
Ibid., pp. 161-170.
14
Ibid., pp. 171-172.
15
Ibid., p. 191.
16
Ibid., p. 207.

7
económico por una crisis profunda, grave y mundial. Comenzada en 1973, agravada en
1979 y con una tímida recuperación en 1983.

Los acuerdos de Moncloa definen un nuevo funcionamiento de la economía española al


crear y desarrollar instituciones fundamentales para el Estado de bienestar, y
posibilitar así la puesta en marcha de una política económica homologable con la
practicada en distintas economías europeas occidentales como consecuencia de la
crisis económica de la década de 1970. 17

Según Fernández Navarrete la crisis fue sectorial ya que el sector agrario y el de los
servicios lo padecieron en menor medida que el industrial. Mientras que el sector
financiero, básicamente la banca privada, se vio profundamente afectado. 18 Las etapas
socialistas se pueden dividir en cuatro fases: 1.ª Saneamiento y reformas (1982-1985)
con el Plan Cuatrimestral de Miguel Boyer y la Ley de Reconversión Industrial y
Reindustrialización; 2.ª La etapa dorada (1986-1991), por la recuperación de la
demanda interna, el favorable entorno internacional y la integración en la CEE.; 3.ª La
crisis corta y profunda (1992-1993), crisis de base internacional; 4.ª El inicio de la legra
recuperación (1994…). Eso sí, durante todo el período hubo una tasa de paro muy alta.19

Respecto a la sociedad, se evidenció el descenso de la nupcialidad y la natalidad. Se


desarrollaron nuevos modelos familiares, con un significativo incremento de los
hogares unipersonales. Una vez legalizado el divorcio, también se empezó a aceptar las
interrupciones voluntarias del embarazo. Todo ello en una sociedad que aceptaba
plenamente la secularización.

Con el Estado de Bienestar se pudo proceder a la universalización de la atención


sanitaria, a garantizar el sistema de pensiones, a aumentar la edad de la enseñanza
obligatoria, a mejorar la escuela pública y a prestar ayuda a los desempleados. España
pasó de ser un país de emigrantes a uno de inmigrantes y hubo grandes
manifestaciones.20

- España en democracia, 1975-2000. Charles Powell.

Powell divide el período en cuatro partes:

17
Ibid., p. 348.
18
Ibid., p. 352.
19
Ibid., p.358-375.
20
Ibid., p. 385-447.

8
1. El legado de un régimen autoritario.
2. La transición a la democracia
3. La era socialista.
4. La segunda alternancia.

Para Powell el fenómeno más importante de cuantos marcaron este último cuarto de
siglo fue sin duda la implantación, consolidación y desarrollo de la democracia, motivo
por el cual parece razonable que sean los acontecimientos políticos derivados de este
proceso los que proporcionen el hilo conductor de la narración.21

Para empezar, cabe destacar que la relación entre desarrollo socioeconómico y


democratización, no tiene un carácter lineal, ni a lo largo del tiempo ni entre países
con distintos niveles de desarrollo. En su análisis de la “tercera ola” mundial de
transiciones a la democracia, iniciada en 1974 con la «Revolución de los Claveles» en
Portugal, Samuel Huntington observó que las posibilidades de democratización
aumentaron cuando estos países salieron de la pobreza y alcanzaron un nivel
intermedio de desarrollo económico, momento en el cual ingresaron en una «zona de
transición política». Según José María Maravall a medida que una economía se
desarrolla, se hace también más compleja, y su administración a través de las
instituciones de la dictadura se hará más difícil.22

Tras la guerra la población española se empobreció enormemente y la distancia respecto


los países europeos se volvió más grande. En cuanto al interés por la política, no era
muy grande entre la población, pero entre las personas más progresistas encontrábamos
a la clase más alta, y las que menos, obreros y jornaleros.

La oposición franquista vino por parte del sector universitario, el nuevo movimiento
obrero y por sectores de la Iglesia Católica. Ésta última contribuyó enormemente a la
deslegitimación del régimen de Franco en los años 60 y 70. Además surgieron los
nacionalismos periféricos de Cataluña y el País Vasco.

Respecto a la naturaleza del régimen, en los regímenes autoritarios, la ausencia de un


partido único fuerte es suplida a menudo por el protagonismo de las Fuerzas Armadas,
sobre todo en los momentos iniciales, en los que todavía está reciente el recuerdo de su

21
Charles POWELL: España en democracia, 1975-2000., Plaza & Janés Editores, S. A., Barcelona, 2001,
p. 11.
22
Ibid., p. 18-19.

9
participación en la conquista del poder. Sin embargo, la consolidación del sistema
suele traer consigo una disminución de ese protagonismo. Debido precisamente al
papel del ejército en la sublevación del 18 de julio de 1936, y al hecho de que un
militar ostentara la jefatura del Estado a lo largo de su existencia, ha existido cierta
tendencia a exagerar el componente castrense del régimen franquista, que, salvo en sus
momentos iniciales, no puede considerarse una verdadera dictadura militar. El ejército
entregó «todos los poderes del nuevo Estado» a Franco el 29 de septiembre de 1936, y
a partir de entonces éste lo manipuló y dividió a placer, garantizando así su sumisión.23

La literatura sobre los procesos democratizadores ha solido distinguir entre (al menos)
dos fases claramente diferenciadas entre sí. Ésta suele referirse, en primer lugar, a una
fase de «transición» propiamente dicha, entendiéndose por tal el intervalo que se
produce entre la desaparición del régimen autoritario y la creación de uno
democrática. En el caso de España, si resulta controvertido fechar el inicio del proceso
democratizador, lo es más aún determinar el momento a partir del cual puede darse
por concluido.24

Con la proclamación del Rey Juan Carlos éste se enfrentaba a una paradoja por el hecho
que si bien la monarquía sólo podía afianzarse si adquiría una legitimidad de
naturaleza democrática, la única legitimidad de la que gozaba en aquellos momentos
era de orden franquista.25

En la ceremonia de proclamación del monarca ante las Cortes del 22 de noviembre de


1978 el monarca prometió “cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del
Reino y guardar lealtad a los Principios que informan el Movimiento Nacional” y
recordaba con respeto y gratitud la «figura excepcional» de Franco mientras a su vez
se refirió a la necesidad de efectuar «perfeccionamientos profundos» a fin de alcanzar
«una sociedad libre y moderna» que permitiese tanto «la participación de todos en los
foros de decisión». Se refirió a la Iglesia y al Ejército, pero no al Movimiento. 26

El primer gobierno fue el de Arias Navarro que vino con la reforma que al final no fue
porque como dijo Cabanillas quedó atrapado entre su lealtad al pasado y su vanidosa
ambición de protagonizar el futuro.27Finalmente en 1976 se optó por su dimisión y el
23
Ibid., p. 92.
24
Ibid., pp. 127-128.
25
Ibid., p. 134.
26
Ibid., p. 145.
27
Ibid., p. 146.

10
ascenso de Adolfo Suárez. Se impulsó la Ley para la Reforma y con esta el gobierno se
dirigió a unas elecciones

Una de las grandes paradojas de la transición fue que los sectores que se oponían a
una democratización pacífica mediante una estrategia de terror contribuyeron
involuntariamente a estrechar lazos entre el gobierno y la oposición. El posibilismo del
PSOE y la legalización del PCE ayudaron enormemente en este proceso.28

El nuevo gobierno de UCD encabezado por Adolfo Suárez tuvo que hacer frente a la
crisis económica que desde 1974 España padecía, con lo que surgieron los pactos de la
Moncloa, estabilizar el frágil consenso autonómico, normalizar las relaciones exteriores
y. realizar una nueva constitución.

Tras la descomposición de la UCD por no saber aglutinar sus distintos sectores internos,
se promovió la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo. El mismo 23 de febrero de 1981
se produjo un golpe de Estado fallido a manos de Antonio Tejero. El gobierno de Calvo
Sotelo casi idéntico al último de Suárez, ha pasado a la historia por haber sido el
primero sin presencia militar alguna desde los años 30.29

En las elecciones de 1982 entró al gobierno el PSOE en manos de Felipe González. Lo


más llamativo de su liderazgo durante estos años no fue tanto su innegable
pragmatismo ideológico, que algunos colaboradores desencantados no tardaron en
tildar de mero oportunismo, sino sobre todo la autoridad moral y política que adquirió
entre sus compañeros de partido.30

El gobierno formado por González en diciembre de 1982 era un reflejo fiel de la cúpula
del partido que lo había llevado al poder: no había entre sus miembros ni mujeres, ni
trabajadores manuales, ni miembros de la Izquierda Socialista, la única corriente
interna tolerada en el PSOE.31

El PSOE llegó al gobierno en 1982 con un doble objetivo: la consolidación de la


democracia y la modernización socioeconómica de España. Esto requería la plena
inserción de España en el bloque de países occidentales y democráticos más
desarrollados. 32

28
Ibid., p. 177.
29
Ibid., p. 300.
30
Ibid., p. 334.
31
Ibid., p. 337.
32
Ibid., p. 357.

11
En este período encontramos la reforma militar, garantizar la seguridad del Estado y del
orden público, sobretodo, después del golpe de Estado sufrido en 1981, establecer una
relación formal entre el estado de las autonomías y los nacionalismos periféricos y los
conflictos con los distintos tipos de terrorismos.

Si bien en la primera legislatura se dedicó a la consolidación del sistema democrático,


en la segunda se trató de modernizar y racionalizar el sistema económico para competir
en un mercado europeo y mundial a la vez que se debía garantizar el estado de
bienestar. 33

Con la única excepción de la huelga general de 1988, los gobiernos del PSOE no
sufrieron ningún revés importante a lo largo de la década de los ochenta. Sin embargo,
a principios de los años noventa tuvieron que enfrentarse a las consecuencias políticas
de la época anterior, a la crisis económica y a la corrupción dentro del PSOE. 34

Además, la oposición fue consolidándose en manos de Alianza Popular, que pasaría a


ser el Partido Popular (PP), finalmente encabezado por José María Aznar. El 1996 ganó
el PP y desde el punto de vista del desarrollo del sistema surgido de la transición,
supuso un paso decisivo en la legitimación de un partido que había vivido con
aprensión y cierto recelo el proceso democratizador (…). A pesar de que la dirección
del PP surgida del proceso de refundación no había participado en absoluto en la vida
política del régimen franquista, y no obstante la naturaleza impecablemente
democrática de su programa y objetivos de gobierno, algunos sectores de la sociedad
española todavía identificaban el partido de Aznar con la derecha autoritaria. 35El
principal reto al que hubo de hacer frente el ejecutivo de Aznar fue sin duda el de
posibilitar la participación de España en la tercera fase de la unión económica y
monetaria. 36

- Comparación de las dos obras

Respecto a la diferencia entre las dos obras y el distinto análisis que hacen los autores
para el período que analizamos cabe destacar que mientras Soto analiza el periodo de la
transición en sí y aparte, hace un apéndice a la economía y la sociedad de la época,
Powell se centra más en los antecedentes dentro del franquismo, la propia transición y
33
Ibid., p. 425.
34
Ibid., p. 500.
35
Ibid., p. 569.
36
Ibid., p. 576.

12
su culminación completa en la primera legislatura de José María Aznar (1996-2000)
sobre todo, por lo que tiene de segunda alternancia, y establecimiento de un sistema
democrático, con dos partidos estables y la recuperación de la derecha que no había sido
capaz de tener éxito por sus vinculaciones con el régimen anterior.

A continuación, analizaremos un seguido de elementos diferenciadores:

El Rey. Los dos autores coinciden con el hecho de que el rey actúa desde la herencia
recibida para dar impulso a la democracia y así mantener la Monarquía, ante todo. Sin
embargo, Powell pone más hincapié las palaras de Giuseppe di Palma cuando dice que
el rey obedecía a una legitimación retrospectiva (o «hacía atrás») y legitimación
prospectiva (o «hacía adelante»). Esta capacidad para sortear los icebergs que
representaban tanto el inmovilismo de los continuistas como la impaciencia de algunos
rupturistas es la que ha permitido caracterizar al Rey como el «piloto de cambio».37
Para Powell, el rey es el piloto imprescindible de la Transición.

Autonomismo en Cataluña. Powell le da más protagonismo al acuerdo entre Tarradellas


y Suárez para el restablecimiento provisional de la Generalitat en detrimento de la
Asamblea de Parlamentarios Catalanes. Además, lo considera uno de los elementos más
rupturistas de la Transición junto con la legalización del PCE. En el País Vasco, no se
pudo conseguir el mismo objetivo porque la amnistía no tuvo un efecto desmovilizador
y por la presencia de ETA.38

PSOE y Felipe González. Mientras que Powell diferencia el período socialista en tres
etapas y sólo en la última habla de profunda crisis económica y política39, Soto nos
habla de avances materiales, modernización y de consolidación de la democracia pero
incluyendo el análisis de la propia calidad de la democracia, donde se asistió a la
proliferación de abusos desde el poder, la corrupción y la «guerra sucia». Además añade
que en un balance del período, hay que señalar que las relaciones PSOE-gobierno
socialista no fueron buenas ni para el desarrollo de la democracia, ni para el de los
partidos políticos como cauce de representación de la voluntad de los ciudadanos, ni
con la relación con los sindicatos ni con la justicia. Parece como si el Gobierno no
entendiese que la teoría de contrapesos hace más justa la sociedad.40
37
Ibid., p. 136.
38
Ibid., p. 213.
39
Ibid., p. 333.
40
Álvaro, SOTO: Transición y cambio en España 1975-1996, Alianza Editorial, Madrid, 2005, p.

13
Es remarcable el hecho de que, a pesar de la mayor crítica por parte de Álvaro Soto al
período socialista, da por terminada la transición en dicho período. Sin embargo,
Charles Powell, a pesar de contemplar mayormente los avances producidos en el
período socialista, no da por terminada la transición del todo hasta la segunda
alternancia con la entrada del PP al gobierno en 1996.

Economía y sociedad. Soto trata aspectos de economía y sociedad del período de la


transición que nos ayudan a tener una idea mayor del período en sí (migraciones,
movimiento obrero, laicidad, etc.). Por otra parte, Powell, aunque no trata tanto estos
temas nos da una mayor amplitud de mira en lo que respecta al contexto, iniciando su
obra en el período final del franquismo.

- Valoración crítica

Los dos autores tratan el período de manera parecida, pero con diferencias notables.
Dentro del período y no tanto en sus antecedentes destaca la diferente óptica que hay
con respecto a la creación de las autonomías y el papel mediador de Adolfo Suárez y a
la etapa socialista.

En el primero, Powell expone el establecimiento de las autonomías como una gran


argucia por parte del gobierno de Adolfo Suárez mientras que Soto recalca más la idea
de que la descentralización era un elemento antifranquista y con mucho impulso en la
transición.

Respecto a la etapa socialista, es posible que la crítica al período socialista desde sus
inicios por parte de Álvaro Soto se deba a su vivencia personal del período, que, aunque
certera puede influir. En cambio, Charles Powell trata los problemas del corrupción y
desgaste del PSOE ya cuando florecen los problemas y no como un elemento
determinante del período, posiblemente por su distancia personal con esta etapa.

- Conclusiones

La transición se ha caracterizado por ser uno de los períodos más interesantes de la


historia contemporánea de España a la vez que convertidos en mito. Destaca la
transición de un régimen autoritario a otro democrático pasando por el asentamiento de
éste último por el gobierno de Felipe González. La sociedad civil condicionó el
comportamiento de los políticos a través de la movilización y el voto, a pesar del miedo
y la represión, erigiéndose como protagonista colectiva en un marco condicionado por

14
una fuerte y persistente crisis económica, el peligro del involucionismo militar y la
constante amenaza terrorista.

Se tuvo que hacer una apuesta por la democracia, que en la medida que Suárez hizo
creíble que realmente creía en la democracia, la gente tuvo que escoger entre
democracia con traumas o democracia sin traumas, escogiendo esta última elección.

En última instancia, se pueden criticar los hechos ocurridos en la Transición, pero lo


cierto es que la responsabilidad de la Transición en los problemas de hoy en día no son
más que la punta del iceberg de problemas que más adelante no se solucionaron.

15

También podría gustarte