RESUMEN PSICOSIS Hechos Por Mi
RESUMEN PSICOSIS Hechos Por Mi
RESUMEN PSICOSIS Hechos Por Mi
La clínica nos muestra que hay estructuras psicóticas sin desencadenar en las que “algo” ha
logrado la estabilización. Esto llevo a Lacan a plantear la pre psicosis y a la advertencia de no
poner a los sujetos sospechosos de psicosis en el dispositivo analítico tradicional a riesgo de
desencadenarlos.
“algo” ha funcionado a la manera de organizador. Para que puedan establecer algún tipo de
lazo social. Este recurso está dentro de lo posible de muchos psicóticos y en el tratamiento
debemos situar y estar atentos a los hilos que pueden dirigir el trenzado de la trama.
Entendemos por ESTABILIZACION: la posibilidad del sujeto de encontrar recursos para no
enloquecer, sin desencadenarse, para lo cual es necesario que opere algún tope, alguna
prótesis que mantenga el goce encauzado. La suplencia produce la estabilización, pero no toda
estabilización implica una suplencia, sino un primer acotamiento y reorganización del goce
supuesto del Otro. ¿Qué es lo que puede operar acotando el goce del Otro?
1- Las que operan dando consistencia al sujeto de forma tal que nunca se desencadena
2- Las espontaneas del proceso psicótico. (se apacigua y mantiene su delirio celosamente
guardado) ESTAS SON PROPIAS DE LA ESTRCUTURA ENTRE BROTE Y BROTE CON
INEVITABLE DETERIORO.
3- Las propias de la intervención del tratamiento psi por vía de la palabra y del acto,
operando en la sutura entre lo imaginario y lo Real. IMPLICA LA APARICION Y EL
AGREGADO DE ALGO NUEVO.
Las faltas de estructuración del psicótico pueden ser padecidas de la separación de su cuerpo y
el goce del Otro obsceno y feroz; a veces carece de hiancia, holofrase; carece de significante de
la falta que lo motorice. Las mismas faltas son suplidas por creaciones y a veces por
sublimaciones que van desde la actividad delirante hasta la creación artística. Allí opera alguna
chance desde el lugar del semejante. El alojamiento (que nunca se dio como metáfora fálica
para su madre) puede advenir del otro con minúscula en un intercambio de una producción
que circule y que ponga por fuera de él un acotamiento al goce. Esto es para cada uno no hay
fórmulas “para todo psicótico”. La historia y los acontecimientos que cada uno no puede
contarse es diferente. Cada delirio está hecho con retazos de historia, es singular como lo va a
ser cada estabilización.
INTERVENCIONES EN LA PSICOSIS
Tiene que esperar el momento en que para el paciente en cuestión podamos tener alguna
función. Buscamos instalarnos en el eje a-´a. la transferencia del psicótico es intensa y
lábil. Cada intervención está atravesada por una hipótesis de estructura, de tiempo, y de
posición del analista. Las intervenciones también tienen una dirección ¿Qué queremos
lograr en cada tratamiento? Esta es una cuestión ética.
Los psicoanalistas abocados al tratamiento de psicosis nos suelen ocurrir dos obstáculos: se
sabe más lo que no hay que hacer que lo que sí es posible; nos quedamos fascinados por las
intervenciones, pero carecemos del seguimiento y evaluación del efecto de esas
intervenciones en ese sujeto.
Ejemplo Klein con Dick. Funcionar de imagen virtual para un cuerpo fragmentado al ¿Cómo
me ve? del sujeto. El analista pone el cuerpo y no solo la voz.
2- Las que se dirigen a situar el adentro-afuera como construcción de una intimidad y
como diferencia y discriminación.
Piensa la autora que las suplencias son tan escasas como el atravesamiento del fantasma
en el análisis neurótico. Escuchar para que el paciente se pueda investir en una posible
suplencia no tenida en cuenta hasta ese momento. Suplencias del nombre del padre, que
el sujeto pueda hacer circular un objeto que tenga valor de cambio y por el cual pueda ser
reconocido y esperado dentro del lazo social y que esto lo nombre. Suplencia efecto del
trabajo del analista y del paciente de tejer esta trama desgarrada. RECURSO DE LA
INVECION. Lacan la articula con la interdicción del goce. Artificio. En el sentido de
construcción tendría como meta canalizar y hacer funcionar el goce fuera del cuerpo
incorporando el órgano del lenguaje.
Restitución
Intento de curación
Metáfora delirante
Portador de una verdad que encuentra un texto
Anudamiento precario de lo anudado
Signo autorreferencial siempre funciona dando ser y sentido
Los psicóticos han sido clasificados por la psiquiatría por sus delirios o por la ausencia de los
mismos. No suponían lugar para la escucha. Eran ubicados como objetos de estudio en una
casilla. Para el psicótico es un tesoro “porque es el sí mismo”. Imprescindibles los
psicofármacos en los momentos de crisis aguda, se vuelven pobres recursos frente a la
insistencia de estas construcciones de otra lógica. No existe fármaco que los haga desaparecer.
Es con los delirios que debemos trabajar. Son en sí mismos trabajos, de significación de dar
sentido a lo que irrumpe desquiciando al sujeto. Son trabajos de construcción subjetiva cuando
no hay sujeto del inconsciente. Es necesario esperar algún lugar señalado en el delirio por
parte de estos pacientes para poder intervenir. No interpretando sino INTERVINIENDO. Hay
una intervención posible del orden de la palabra y del acto. Operar en la lógica del delirio (no
desde la lógica del “supuesto normal”) confrontar allí al delirante con sus propios dichos.
Situar allí la imposibilidad, la ruptura, el agujero. No todos los psicóticos deliran, es importante
diferenciar la estructura psicótica del trabajo de la psicosis (aquí tiene lugar privilegiado el
delirio).
LA IMPOSIBILIDAD DE UN NO
Planteados los ejes fundamentales de la posición de la psicosis en la estructura estamos por fin
en condiciones de plantearnos los problemas relativos al tratamiento posible. La dimensión de
lo singular presente en neurosis y psicosis se planteará en las ultimas de modo diverso, ya que
ellas hay que contar con la ausencia del único universal posible, el Padre, que hace posible
mediante el falo la existencia de una común medida, y permite al neurótico recurrir a las
distintas respuestas (en particular el fantasma) que la estructura aporta a la falta en el Otro.
Posibilidad que no está dada en la psicosis. “tensión esencial” entre la singularidad de cada
solución puesta en obra en la psicosis y sus coordenadas lógicas. La dirección del tratamiento
pregunta que nos implica también éticamente (aunque no hablemos aquí de dirección de la
cura). Si el imposible es la cura renunciar a ella nos permite avanzar en la formulación del
tratamiento de la psicosis (¿Qué puede el psicoanálisis aportarle a los psicóticos?).
Proponemos dos ejes: relativo al analista (triples coordenadas: política, estrategia y táctica,
dimensiones inherentes a la acción del analista) y otro concerniente al sujeto.
Las intervenciones del analista (nivel de la táctica) en la cura de la neurosis tiene como
paradigma la interpretación, le otorga un grado de libertad y el cálculo de las mismas es
siempre parcial.
La estrategia transferencial supone un grado de libertad menor, ya que está condicionada por
los lugares que la persona del analista ha venido a ocupar allí, y toda maniobra de la
transferencia (sino quiere ser ciega) tiene que tenerlos en cuentas.
En el nivel de la política la libertad es menor, es la posición con respecto a la falta en ser la que
define al analista como tal. El analista es alguien que sabiendo de la falta (en el sentido de su
saber referencial y por haber hecho la experiencia de un análisis) está en condiciones de
operar con ella. Ese saber hacer con la falta determina la estrategia transferencial y las
intervenciones.
Reformularemos para el tratamiento posible de la psicosis estos tres ejes que marcan las
coordenadas.
Del lado del sujeto, interrogaremos los modos en que las psicosis se organizan luego del
desencadenamiento, por entender que estos modos condicionan la acción del analista (no
forzar los tratamientos en la dirección de la operación del delirio). Hay que insistir en la
singularidad de las soluciones psicóticas, lo cual impide un inventario exhaustivo de soluciones.
Tres posibilidades:
1- Las situaciones que se ordenan por el recurso al delirio. (la necesidad de intervenir
sobre el delirio se plantea a raíz de posibles consecuencias irreversibles amenaza la
vida del paciente o de terceros, o situaciones lo confrontan con la ley jurídica o tensión
con otros).
2- Aquellas en las que predomina la eclosión alucinatoria. (hay una menor distancia
respecto al goce invasivo que puede hacer aparecer el pasaje al acto como única vía de
fuga, se apunta a interpelar las voces, o al dialogo con ellas como posible intervención,
corporeizar las voces ilocalizables, mediación con respecto al goce intrusivo de la
alucinación y la producción de un margen del sujeto, que le permita en alguna medida
sustraerse de su presencia).
3- Aquellas en las que el rasgo distintivo es el arrasamiento subjetivo (las más comunes).
La política que concierne a la posición desde la que el analista dirige el tratamiento es una
coordenada ética. Determina las posiciones que podrán ocuparse en la transferencia y las
posibles intervenciones (deseo del analista). ¿Cómo hacer jugar en este campo donde no rige
la ley paterna y la extracción del objeto a, la política de la falta en ser propia del psicoanálisis?
El deseo del analista esta pues ligado al modo en que pone en juego en los tratamientos las
diferentes dimensiones de la falta, en la medida en que su propio ser esta afectado por esta. A
la altura del Seminario 11 Lacan articula la posición del analista como una posición que si bien
evoca la relación del sujeto a su Otro, no equivale a ocupar para ese paciente ese lugar, sino a
ubicarse como causa, lo cual supone una homología entre su posición y el lugar extimo del
objeto a. Noción de que el analista desde una posición de semblante (de apariencia), evoca
algo que causa el decir del analizante y permite leer en las fallas del enunciado, algo del orden
de la verdad desconocida de ese discurso. Caracteriza a la posición del analista situarse en el
lugar de semblante en posición de objeto que causa el decir del analizante y su división. Para
que esta condición de posibilidad se de las condiciones de la estructura tienen que ser tales. El
dispositivo presupone y va verificando las condiciones de la estructura. La posibilidad misma
del semblante presupone lógicamente la extracción del objeto a, y es lo que hace posible que
el analista lo evoque desde su posición, causando el decir del analizante y promoviendo el
desarrollo de la verdad, sostenidos ambos en la institución del amor. Si esto es así habría una
imposibilidad de sostener en la clínica de las psicosis la operación semblante, ya que no están
ordenadas por la incidencia del Padre. ¿Cómo se instauraría en este campo la política de la
falta en ser? ¿Cuál podría ser la injerencia del deseo del analista en un campo en el que no rige
la ley del padre, y no ha tenido lugar la extracción del objeto a como real operable? Replantear
la transferencia psicótica.
2-vertiente positiva, implica el uso bajo transferencia de la función del Ideal. Ideal que se
perfila en el relato del paciente y del que el analista se sirve.
Una de las principales condiciones de todo tratamiento posible (en ausencia del universal del
Padre) es una especial posición de apertura por parte del analista para trazar las líneas del
caso, y la estrategia y táctica con las que tomara posición.
Freud libido del yo vs libido de objeto. Si hay exceso de libido del lado del yo se llegaría a la
megalomanía, si el exceso se localizara del lado del objeto tendremos el enamoramiento.
“comenzamos a amar para no enfermar”. En 1923 el yo se articulará al cuerpo y la respuesta a
lo intolerable de la libido en el yo, la dará la dialéctica del falo y de la castración. Autoerotismo
fue relegado a un modo de satisfacción de la pulsión. “el goce del cuerpo enferma, el amor
cura”. La separación del goce del cuerpo será situada por Lacan como condición estructural de
los seres parlantes. (mecanismo simbólico interviniendo sobre lo real del goce, la castración) El
cuerpo adviene el verdadero lugar del Otro, primer lugar donde poner inscripciones, la cicatriz,
la marca, el primer gesto de amor. Un goce sustraído al cuerpo abra posibilitado acceder al
goce de otro cuerpo. Necesita creer en el Otro para dar tratamiento a su falta en ser.
La masturbación suele ser un intento privilegiado de rehusar a pasar al cuerpo del semejante,
además de ser un modo de extraer un goce autoerotico con el cual prescindir del partenaire.
Pero la localización del goce en una parte del cuerpo, al asociarse con los fantasmas que
comandan esa práctica masturbatoria determinan la culpabilidad en el sujeto. Freud destaca la
masturbación como “adicción primordial”. Pero pensar la existencia de un goce toxicómano
cuestionaría la seria masturbación-goce-fantasma-culpa, pues el sujeto no solo prescindiría del
otro, del cuerpo del semejante, sino asimismo del goce fálico que regula el fantasma. Solo se
trataría de un goce que se torna más y más solitario, remedo autoerotico que intenta lo
imposible infiltrar el goce en el cuerpo.
El verdadero toxicómano (producto de la ciencia) seria aquel para quien la substancia habría
perdido la dimensión de determinación significante, que alguna vez habría podido sostener su
elección del toxico. Se hallaría en una posición cínica respecto de la función fálica. El discurso
de la ciencia ha creado un sujeto universal, el consumidor ideal, para el que cualquier producto
puede servir para su goce.
El no cree en el Otro, solo lo necesita para abastecerse del toxico. Tampoco se trata de hacer
gozar al Otro, solo quiere un goce el de su propio cuerpo y eso es todo. La soldadura del objeto
de la pulsión y la fuente parece solidificar un circuito libidinal que remite claramente al
autoerotismo, es decir al goce imposible del Uno mismo. Un verdadero toxicómano puede ser
interpretado de un modo asimismo puntual y evanescente en cada flash toxicómano lo que
hace imposible generalizar la toxicomanía como estructura clínica.
c) La posición cínica del goce toxicómano se opone al saldo cínico del final de análisis
El goce autoerotico se opone al goce fálico, este último se sitúa fuera del cuerpo y configura
los escenarios que promueve el fantasma a partir de la creencia del sujeto en las figuras del
Otro privador. Posición cínica, la del verdadero toxicómano se produce el cortocircuito que
interrumpe la conexión entre el Otro, el fantasma y el goce fálico. Cortocircuito que conduciría
a un goce cínico (no habría serie masturbación-goce-fantasma-culpa) para este sujeto no existe
el Otro. un cínico verdadero no podría ser un perverso ya que su posición prescinde de Otro
goce que el goce del uno. El toxicómano, ya sea el “verdadero” producto de la ciencia, como
aquel que hace un flash de un modo puntual parece inscribirse en las coordenadas de la
posición cínica por este sesgo.
Cínicos que se transforman en canallas, en tanto cínico saben que no hay Otro, pero en tanto
canallas ellos deciden transformarse en ese Otro –del Otro que saben que no hay. Y ocultan
que solo les importa su propio goce.
Lo que Lacan caracteriza como el saldo cínico de un análisis, es el momento de caída del Otro
supuesto gozar de las desgracias del sujeto. Se oponen posición cínica y saldo cínico de un
análisis.
El fantasma consiste en la construcción de una relación sexual inexistente a partir del goce
fálico que por así decirlo sobre-existe en las neurosis, la ficción en la que consiste podrá ser
atravesada por extraer la causa real que aquel obturaba. Luego atravesar el fantasma singular
y aceptar la castración (la falta mortal de goce que nos afecta a todos por igual) tiene por
consecuencia la inexistencia de Otro goce que el goce de uno. Pero este goce de uno lleva
marcada no solo la inexistencia del Otro sino la inexistencia de la pretendida mismidad del
Uno. En la posición cínica la castración del goce alcanzara al Otro mostrando su inexistencia,
pero no al Uno al parecer (tiene que caer la creencia en el complemento en el Otro, pero
también en uno mismo). La imposibilidad del goce del cuerpo propio que metaforiza la
prohibición del incesto es el escollo último que cada cual debe atravesar.
La segregación del Otro, por un lado, esa segregación que sería ejercida por el Otro social
sobre el sujeto, al que se llama toxicómano y por otro lado esa otra segregación, aquella que el
sujeto al que se llama toxicómano hace del Otro, rechazando ubicarse bajo su determinación
inevitable.
La relación entre el toxicómano el otro social y el goce. Primera segregación la ejerce el otro
social sobre el sujeto que llama toxicómano. Define segregación como estructural, en la
sociedad. El otro social designa en el miren como gozan, y esa designación tiene efectos de
segregación. Lacan pone el ejemplo del racismo, ejemplo extremo del riego que puede tomar
no soportar el goce del otro. el otro intenta controlar el goce del otro, control y uniformización
como condición de ser aceptado (intento de reeducar). Las comunidades terapéuticas
promueven que el sujeto se identifique a esa frase, consintiendo a esa segregación. Corre
riesgo de no ser semejante sino ser anunciado por su forma de gozar.
Segunda segregación aquella que hace el adicto del Otro, rechazo del Otro del lado “yo no
pienso”. No fantasea con nadie. Goce no fracturado. Goce del Uno. Es una elección contra la
castración, contra la división del sujeto contra lo incc. El psicoanálisis se enfrenta con lo extimo
(centro exterior-falta contituyente).