Historia 9

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Presentación.

Sustentado:
Smarlin Cohen Rivas.
Matricula:
21-EDRN-6-021.
Materia:
Historia Dominicana.
Practica.
La Segunda República. Naturaleza del despotismo Baecista. Proceso político tras la
Restauración. El régimen de Báez. La Inestabilidad política del 1874 a 1879. El
Capitalismo local. La acumulación Originaria de capital. La Industria Azucarera.
Sección.
231 (DR)
Profesor:
Francia Tiburcio Aquino.
Para entregar.
14/8/2021

1
La segunda República.
La Segunda República Dominicana empezó con la restauración del país en 1865 y
culminó con la intervención estadounidense en 1916.

En el período de la Segunda República sigue la pugna política, ahora entre el último


gobierno restaurado por el general Antonio Pimentel, quien se negaba a gobernar desde
Santo Domingo, como lo mandaba el Congreso, y el general José María Cabral quien tuvo
que comandar desde Santo Domingo, respondiendo a la no diputación de Pimentel. Cabral
logró quedarse con el poder y remodeló la Constitución.

En el gobierno de Cabral, los partidos de colores se hicieron dueños del escenario político
siendo estos: Rojo y Azul, siendo el Rojo al mando de Buenaventura Báez, y el partido
más poderoso quien gobernó por seis años.

Luego durante los años siguientes hubo una sucesión de gobiernos hasta 1889, cuando
comienza la dictadura de Ulises Heureaux, Lilís, que duró hasta 1899.
Presidentes de la Segunda República.

1. Pedro Antonio Pimentel


2. Pedro Antonio Pimentel.
3. José María Cabral
4. José María Cabral.jpg
5. Pedro Guillermo
6. Pedro Guillermo guerrero.
7. Buenaventura Báez
8. Buenaventura Báez.
9. Cabral
10. José María Cabral.
11. Báez
12. Buenaventura Baéz.gif
13. Ignacio María González (Santín)
14. Ignacio María González.
15. Ulises Francisco Espaillat
16. Ulises espaillat.jpg
17. Santín
18. Ignacio María González.
19. Marcos Antonio Cabral Báez
20. Buenaventura Báez.
21. Cesáreo Guillermo y Bastardo
22. Cesáreo Guillermo B.

2
Naturaleza del despotismo Baecista.
Desde el exilio, Báez preparó bases para la confrontación abierta con Santana. Afloraba
así una división profunda dentro del bando conservador, lo que no tenía precedentes, pues
hasta entonces Santana había sido reconocido como su jefe indiscutible. Las
contradicciones de Santana con algunos conservadores no habían conllevado la formación
de una corriente rival. Báez, en cambio, reunía una voluntad política férrea, inteligencia
y dinero, y gozaba del ascendiente de haber realizado una gestión gubernamental muy
superior a la de Santana. Por lo tanto, todos aquellos que repudiaran las acciones de
Santana no tuvieron otra salida que alinearse detrás del liderazgo de su enemigo.

Como político profesional, Báez se preocupó por ampliar lo más posible la base de apoyo
que le debía permitir regresar al poder. Por una parte, cuestionó el dominio de la reducida
oligarquía que acompañaba a Santana. Tal vez por su condición de mulato, hizo saber que
se consideraba representante de los intereses de la población de color, en contra del
exclusivismo de los blancos, y se proclamó abanderado de la mayoría pobre, sobre todo
los campesinos. Lo cierto es que, pese a tales proclamas, nunca dejo de ser un conservador
que utilizaba la defensa de la población pobre como un recurso demagógico. El no creía
en la realización soberana del conglomerado nacional, sino en un progreso llamado a
beneficiar fundamentalmente la porción superior de la sociedad.

En su lucha contra Santana, además de postularse como un tribuno del pueblo, Báez
procuró atraerse el apoyo del mayor número de sectores. Fue muy hábil en presentar su
propuesta como compatible con todos, por lo que su popularidad fue creciendo.

Primeramente, ofreció al clero compensaciones y un trato distinto del que le había estado
dispensando Santana. En segundo lugar, procuró obtener el apoyo de los cónsules
europeos, con el fin de cuestionar la posición pro-norteamericana de Santana.
Adicionalmente, atrajo el apoyo de la juventud liberal y culta de la Ciudad de Santo
Domingo, que abominaba el absolutismo de Santana.

De paso hacia Santo Domingo, Antonio María Segovia, primer cónsul español, se
entrevistó con Báez en Saint Thomas, isla donde este se encontraba exiliado. El
diplomático llegaba con la misión de entorpecer el avance de la influencia de Estados
Unidos. Al instalarse, Segovia anunció que todos los dominicanos que lo solicitaran
recibirían la nacionalidad española, lo que aprovecharon los baecistas para oponerse a
Santana; este, ante una oposición creciente de tinte popular, opto por renunciar cuando
los cónsules europeos impidieron el arrendamiento de Samaná a Estados Unidos.

3
Proceso político tras la Restauración.
Desde el 14 de septiembre de 1863, fecha en que toma posesión el primer gobierno
provisional de la Restauración, hasta el 11 de julio de 1865, ocasión en que salen de
nuestro país las últimas tropas españolas de ocupación, el período de la Guerra de la
Restauración tuvo cuatro gobiernos.

Dos de ellos surgieron no a consecuencia de acuerdos previos tomados entre los diversos
sectores que participaban en lucha, sino a causa de golpes de Estado, lo que indica el nivel
de las contradicciones llevadas a cabo en el movimiento opuesto a la anexión de nuestro
territorio a España.

El caldo de cultivo de esas luchas se encontraba en la composición clasista de la mayoría


de los que dirigían la Revolución Restauradora. “…Desde los primeros días de febrero de
1863 –explica Juan Bosch en la Guerra de Restauración – comenzó a levantarse una ola
de agitación armada que en siete meses más iba a estar barriendo en toda la región del
Cibao, donde los cosecheros de tabaco, en su mayoría pequeños propietarios, y juntos con
ellos, el alta y la mediana pequeña burguesía comercial, les habían arrebatado la
supremacía social de los hateros”.

De manera que en los casi dos años de vida de la Republica en Armas tuvimos gobiernos
que proporcionalmente correspondían a seis meses de mandato, cuando en realidad, si
esta Republica en Armas hubiese estado organizada en base a las directrices de una
sociedad como los que aspiraban formar las que la dirigían, que era la burguesía, apenas
habría tenidos dos gobiernos: el juramentado el 14 de Septiembre y el que habría de salir
de la Convención Nacional, convocada para el 27 de febrero de 1864, la cual estaba
llamada a darle nuevos gobernantes a la Republica, así como a votar una nueva
Constitución.

El primer gobierno, encabezado por el general José Antonio (Pepillo) Salcedo, inicio su
mandato el 14 de septiembre, como ya se dijo, y lo termino el 10 de octubre de 1864,
luego de haber sido derrocado por un movimiento de generales encabezado por Gaspar
Polanco,

El historiador Roberto Cassá explica la naturaleza y características de la figura histórica


de Polanco:

“La Guerra de la Restauración (…) tuvo por principal característica su contenido popular.
Es lo que explica que un provinciano de origen rural, como Polanco, ganara tanto
protagonismo en ella. Resumía la visión popular contra los dominadores, al tiempo que
estaba dotado de los instrumentos profesionales para encabezar una acción que se
disputaba en el terreno de las armas.

En tal sentido, el personaje resume las fortalezas y las debilidades de la Guerra de la


Restauración: sin dejar de ser analfabeto, fue un estratega de la lucha armada; asumió un
radicalismo que lo elevó a figura preponderante del hecho nacional (…)”.

4
Cassá también refiere las altas condiciones de Gregorio Luperón, como militar y político:

“Luperón fue un hombre salido del pueblo pobre, que ganó un estrellato en la historia
dominicana y antillana. Dadas las condiciones en que se debatía el país, tuvo que formar
su intelecto como autodidacta, lo que logró gracias a un enorme tesón. Sobresalió ante
todo como guerrero, por lo que su capacidad de incidencia en los procesos históricos de
sus

atributos de jefe militar. Pero no fue cualquier hombre de guerra, al estilo de los caudillos
de su época, puesto que estaba orientado por la búsqueda de principios elaborados (…)”.

Por su parte, Polanco sería expulsado del poder por una acción golpista dirigida por los
generales Pedro Antonio Pimentel, Benito Mención y Federico de Jesús García. Ese
hecho tuvo lugar el 23 se enero de 1865.

Benigno Filomeno de Rojas, que había sido Vicepresidente del Gobierno de la


Revolución del 7 de julio (1857) en Santiago, y el de Salcedo, pasó a sustituir al general
Polanco, pues encabezó la Junta Gubernativa Provisional cuyo mandato se extendía hasta
el 27 de febrero de ese año, fecha en que se celebró la Convención Nacional.

En esa asamblea sería electo Presidente de la Republica en Armas el general Pedro


Antonio Pimentel, que gobernaría hasta el 13 de agosto, lo que equivale a un mes después
de la salida de las tropas españolas, luego de que los pueblos del sur y del este
desconocieran y proclamaran para la presidencia al general José María Cabral.

En las luchas de los pueblos por su liberación, y la Revolución Restauradora correspondió


a esa categoría, se produce de manera natural lo que Juan Bosch llama la postergación de
las contradicciones entre los criollos que luchan contra un enemigo común, que en el caso
de la Restauración eran las tropas españolas.

5
El régimen de Báez.
Presidente de la República en cinco oportunidades, 1849-1853; 1856-1858; 1865-1866;
1868-1873; 1876-1878. Nació en Azua, el 20 de octubre de 1812, hijo de Pablo Altagracia
Báez y Teresa de Jesús Méndez.

Luego de la renuncia del general Manuel Jiménez en 1849, y de un breve período de


gobierno provisional del general Pedro Santana, y no habiendo aceptado la Presidencia
de la República el señor Manuel Jiménez, fue elegido presidente constitucional
Buenaventura Báez, quien asumió el poder el 24 de septiembre de 1849.

Báez, comerciante azuano educado en Francia, con una vasta experiencia como
legislador, durante su primer gobierno fortaleció el ejército, enfrentó a las tropas haitianas
del Emperador Faustino I y buscó la anexión de la nación, sin lograrlo, a alguna potencia
extranjera. Fue Diputado por Azua a la Constituyente haitiana, habiendo, con
anterioridad, participado activamente en el movimiento reformista que derroco a Boyer.

Como alcalde de Azua al momento de la proclamación de independencia en Santo


Domingo, se opuso a la proclamación de la plaza, postura que luego varió al ver la
magnitud del movimiento separatista y la cantidad de comprometidos que había en Azua.
Se destacó en la Batalla de Azua del 19 de marzo de 1844.

En su primer gobierno, el general Buenaventura Báez entró en contradicciones con el


general Pedro Santana, que lo había ayudado para que llegara a la presidencia, pero a
quien traicionó una vez electo. Esto originó lo que se conoce como la pugna entre el
Santanismo y el Baecismo, que duraría muchos años.

El presidente Báez terminó su primer periodo presidencial en el año 1853, siendo


sustituido por su rival Pedro Santana, quien, luego de investirse como presidente, declaró
a Báez traidor a la patria, deportándolo a perpetuidad. Báez se estableció en Saint Thomas.

Dedicado a la conspiración contra el gobierno, el ex presidente Báez logró la renuncia del


presidente Santana, y luego la del vicepresidente De Regla Mota, quien le había sucedido.
Estos cambios hicieron posible que el general Buenaventura Báez fuese elegido
presidente, por segunda ocasión, el 8 de octubre del 1856.

En su segundo período, llamado Régimen de la Evolución, el presidente Báez, motivado


por la revancha y la pasión política, declaró traidor a la patria al ex presidente Santana y
lo envió al exilio. Otra medida que tomó fue la eliminación del cargo de vicepresidente y
el control monetario.
El segundo período de gobierno del general Báez empezó a colapsar a partir de la emisión
de dinero, lo que causó una profunda devaluación monetaria, afectando a los cosecheros
de tabaco, a los comerciantes del norte y a los militares y ex militares, que luego de ser
licenciados en gobiernos anteriores, se habían dedicado al cultivo en las tierras del Cibao.
A esto debe sumársele las presiones de los grupos santanistas, desde el interior de la
República.

6
La crisis originó que el país se dividiera, estableciéndose, el 7 de julio, el gobierno
provisional del Cibao, en la provincia de Santiago, paralelo al de Báez, y que el general
Pedro Santana regresara del exilio.

Debido a la Revolución del 1857, Buenaventura Báez se vio obligado a capitular el 12 de


junio de 1858, y fue enviado al exilio en Curazao.

Buenaventura Báez volvió al país para ejercer su tercer período presidencial, el 8 de


diciembre de 1865, luego de que sus seguidores hicieran renunciar al presidente Cabral.

Báez permaneció en el poder hasta el 29 de mayo del 1866, cuando, presionado por sus
opositores, se asiló en el consulado de Francia, en compañía del general Pedro Guillermo.

El general Báez, líder del Partido Rojo y exiliado en Saint Thomas, regresó para gobernar
por cuarta ocasión, permaneciendo en el poder desde el 2 de mayo del 1868, hasta el 2 de
enero del 1874.

El cuarto gobierno de Báez es conocido como el Gobierno de los seis años, y se destacó
porque fue enfrentado desde el principio por sus opositores, quienes desarrollaron una
guerra igualmente conocida como la Guerra de los seis años.
En su cuarto gobierno, Báez buscó la anexión de República Dominicana a los Estados
Unidos de Norteamérica. En esta ocasión, convencería al presidente estadounidense
Ulysses S. Grant de enviar barcos de guerra al país caribeño y firmar un tratado de
anexión; pese a lo anterior, el Senado no ratificó dicho tratado, lo cual significó una
vergüenza para el presidente estadounidense. Báez arrendó a los Estados Unidos de
Norteamérica la bahía de Samaná; aplicó una política económica de endeudamiento;
además, trató de permanecer en el poder mediante la reelección, lo que trajo como
resultado su desplazamiento y cuarto exilio.

Luego de un periodo de crisis e inestabilidad, Buenaventura Báez asumió la Presidencia


de la Nación, por quinta y última ocasión, el 27 de febrero de 1876, y fue desplazado del
poder el 2 de marzo de 1878, luego de pretender anexar de nuevo la nación, reprimir a
sus opositores y salir huyendo hacia el exilio con parte de las finanzas del país.

7
El Capitalismo local.
Desde el surgimiento de la sociedad moderna se han debatido en la teoría y las luchas
políticas diversas nociones acerca de los beneficios y perjuicios del capitalismo. El
mercado como espacio de generación de riqueza es uno de sus atributos; la explotación
de la mano de obra es su mancha indeleble.

En los últimos 150 años la economía mundial ha experimentado una gran expansión
capitalista, y al inicio de este siglo, en vez de desaparecer, el capitalismo ha resurgido con
más bríos. Sólo China bastará para escribir nuevos tratados sobre el desarrollo del
capitalismo a principios del siglo XXI.

Una de las transformaciones más importantes de las sociedades capitalistas desarrolladas


a mediados del siglo XX fue la incorporación de demandas públicas que extendieron
beneficios socioeconómicos a amplios sectores de la ciudadanía.

En los países más industrializados, con democracias electorales y burocracias más


eficientes, se mejoraron sustancialmente las condiciones de vida de los trabajadores con
mejores salarios y otros beneficios laborales, y la expansión de servicios públicos de
mayor calidad.

Se expandió la clase media y se consolidó una burguesía que aumentó sus ganancias, no
por la sobreexplotación de la mano de obra, sino por un aumento en la productividad y la
modernización tecnológica. Europa Occidental, Estados Unidos y Japón tipificaron este
tipo de capitalismo.

En los llamados países en vías de desarrollo, como la Republica Dominicana, la situación


es diferente. Ni el mercado ni el Estado han cumplido con su cometido de aumentar
significativamente la producción de riqueza y mejorar su distribución. Ha predominado
un capitalismo concentrador de riqueza, donde un pequeño grupo empresarial y político
captura amplios beneficios.
El obstáculo inicial para la expansión capitalista en países como la República Dominicana
fue la carencia de una revolución liberal que transformara la clase terrateniente,
obligándola a producir más y mejor, para con el excedente apoyar la transformación
industrial. El capitalismo agrario perduró con atraso tecnológico y social hasta el día de
hoy, y por eso depende tanto de la mano de obra barata haitiana.

Con un sector agrario rezagado, la industrialización tardía dominicana se impulsó


mediante un fuerte proteccionismo estatal en perjuicio de los sectores trabajadores. Las
leyes de incentivos fiscales, cambiarios y salariales han constituido un paquete de
generosa ayuda pública al empresariado dominicano desde la década de 1960,
beneficiándose fundamentalmente las grandes empresas familiares dominicanas o el
capital transnacional.
Durante los últimos 50 años estos grupos económicos han incidido de manera
determinante en el diseño de políticas económicas que les benefician y han sido

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copartícipes de la corrupción pública vía la evasión fiscal y las prebendas, imposibilitando
el desarrollo de una economía más competitiva, eficiente y distributiva.

Indispuesta para desarticular este capitalismo concentrador e impulsar un Estado-Nación


de cobertura más democrática, la clase política dominicana, que se aloja en sus cada vez
más desteñidos partidos políticos, ha optado por desfalcar sistemáticamente al Estado con
el fin de construir su propia base económica y consolidar su poder político.

Así, la corrupción y el clientelismo han sido herramientas esenciales de los políticos


dominicanos para acumular riqueza y establecer su relación de poder con el empresariado
y la población. Como resultado, en el país no se ha forjado una burocracia estatal que se
interese más por el Estado como ente organizador del desarrollo capitalista.

Con Pacto Migratorio o sin él, en la República Dominicana hay muchos haitianos no solo
porque están mal en su país, sino también porque aquí los emplean con bajos salarios en
la agricultura y la construcción.

9
La acumulación Originaria de capital.
En el marco de la recuperación de los aspectos ontológicos e histórico concretos del
trabajo, se aborda el estudio de la "cuestión social" a partir de las contradicciones que se
generan como consecuencia de la coexistencia contradictoria de las clases antagónicas
que representan al capital y al trabajo. De este modo, se considera que la "cuestión social"
presenta cuatro características fundamentales: es producto de la instauración del modo de
producción capitalista; supone una tendencia total que afecta de manera particular y
diferenciada a distintos sectores de la población; implica el empobrecimiento de la clase
trabajadora en relación con el enriquecimiento de los sectores capitalistas, y es
consecuencia de la movilización y reivindicaciones de distintos sectores y fracciones que
suponen el pasaje de una clase trabajadora con conciencia en-sí a para-sí, es decir, la
conformación de un actor político fundamental en la sociedad burguesa (Mallardi, 2015).

Sobre esta base, se afirma que la sociabilidad burguesa genera un marco de


contradicciones y antagonismos capaz de desarrollar en un mismo proceso el
enriquecimiento de unos y el empobrecimiento de otros, por lo cual, se ubica la génesis
de la "cuestión social" en la sociedad burguesa en el carácter colectivo de la producción
en contraposición a la apropiación privada de la propia actividad humana (Iamamoto,
2007).

El sistema capitalista, a diferencia de los modos de producción anteriores, requiere la


presencia de dos clases sociales: los poseedores del dinero y de los medios de producción
y subsistencia, por un lado, y los dueños de la fuerza de trabajo, por el otro: "trabajadores
libres" dispuestos a insertarse cotidianamente en el mercado de trabajo. Esta exigencia
del modo de producción capitalista, predominante en las sociedades contemporáneas, no
es natural ni histórica, sino el resultado de procesos económicos, sociales y políticos que
Marx denominó como acumulación originaria. La conquista, el sojuzgamiento, el
homicidio motivado por el robo, en síntesis, la violencia, tuvieron un rol fundamental en
el punto de partida de la sociedad capitalista y constituyeron la base para instalar
relaciones de producción y reproducción fundadas en la alienación y la explotación del
hombre por el hombre.
Recuperar estos análisis y enriquecerlos a la luz de aportes de autores que han
profundizado la indagación en torno a las particularidades de la acumulación originaria
se torna fundamental para comprender las múltiples determinaciones de la explotación
capitalista y su contradictoria articulación con mecanismos de opresión de género,
vinculado al patriarcado, y al racismo, heredero de la esclavitud en las sociedades
precapitalistas.2 En este sentido, se recupera la articulación dialéctica entre la
explotación, aquélla relación entre las clases que hace referencia a la apropiación del
producto del trabajo excedente de las masas trabajadoras por parte de la clase capitalista,
con la opresión, en tanto sometimiento basado en razones culturales, raciales o sexuales
(D'Atri, 2004; Souza, 2015).

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En este marco, el texto que aquí se propone persigue la finalidad de establecer los trazos
generales que permiten comprender cómo mecanismos de opresión preexistentes al
capitalismo adquieren una funcionalidad determinada en el proceso de acumulación
originaria y establecen una subsunción de los mismos a la lógica del capital. En tanto
aproximación a tales fundamentos, en primer lugar, se establecen los principales rasgos
de la acumulación originaria y las implicancias de la ley general de acumulación
capitalista para la reproducción de la explotación, para luego puntualizar en los
mecanismos de opresión patriarcal y las implicancias de la conquista americana,
identificando las tendencias que articulan uno y otros procesos.

Para Marx, el capital requiere la separación de los trabajadores y la propiedad de los


medios de producción, por lo cual la acumulación originaria es el proceso histórico que
realiza dicha escisión y expulsa a los trabajadores a enfrentarse sin más elementos que su
fuerza de trabajo a los designios del capital. La base de esta acumulación la constituye,
para el pensamiento marxiano, la expropiación que despoja de la tierra al trabajador,
proceso mediante el cual se separa a grandes masas de la población de sus medios de
subsistencia.
Mientras que durante los siglos XIV y XV predominaba la presencia de campesinos que
cultivaban la tierra, en el marco de las relaciones propias del modo de producción feudal,
como así también hacían usufructo de tierras comunales, a inicios del siglo XVI se
produce un proceso de expulsión de la tierras feudales y usurpación de las comunales,
provocando la emigración de los campesinos a las ciudades y, en consecuencia, se
aumentan las filas del proletariado. Paralelamente, ante la imposibilidad de producir los
bienes necesarios para la reproducción, un número mayor de la población se ve obligado
a adquirir dichos bienes en el mercado, generando mayor demanda de manufacturas.

La consecuencia directa de estos procesos se expresa en una creciente pauperización de


la población, en tanto que ante la expulsión de las tierras no existía la posibilidad de ser
absorbidos de manera inmediata por la naciente industria, como así tampoco podían
adaptarse inmediatamente a las nuevas exigencias de la ciudad. Frente al aumento del
número de mendigos, ladrones y vagabundos, las respuestas de los sectores dominantes
profundizaron la coerción y la represión, con penas que iban desde el trabajo forzado, el
castigo físico a quitarle la vida al acusado de "delincuente voluntario". Al respecto,
sintetiza Marx

la población rural, expropiada por la violencia, expulsada de sus tierras y reducida al


vagabundeo, fue obligada a someterse, mediante una legislación terrorista y grotesca y a
fuerza de latigazos, hierros candentes y tormentos, a la disciplina que requería el sistema
del trabajo asalariado.

11
La Industria Azucarera.
Nuestra industria azucarera nació en un ciclo de apogeo del comercio internacional.
Desde los principales centros industriales se demandaban materias primas y se exportaban
mercancías y bienes de capital, estimulando en las economías periféricas la producción a
gran escala de bienes agropecuarios y mineros de exportación.

Unos de los factores que favorecieron el auge de la producción azucarera en nuestro país
fue la guerra de los diez años en Cuba (1868-1878), atrayendo hacia el país a empresarios
y técnicos del sector. Otro factor que incidió en la industria azucarera local fue la guerra
franco-alemana de 1870, siendo estos de los países mayores productores de azúcar de
remolacha y la Guerra de Secesión Norteamericana entre 1861-1865, que provocó efectos
devastadores sobre las plantaciones de caña en Luisiana.
En el país, el fin de la Guerra de la Restauración en 1865, el gobierno de los 6 años de
Báez (1868-74) y los gobernantes azules que dominaron el último cuarto del siglo XIX,
favorecieron esta industria.

A todos estos acontecimientos se sumó el ambiente favorable creado por las autoridades
con la creación de leyes para incentivar la inversión de capital en el fomento de
explotaciones agroindustriales en gran escala. Entre estas leyes están, exoneraciones de
pago de arancel a las maquinarias, implemento de trabajo e insumos productivos,
franquicias temporales que eximían el pago de derecho de exportación y concesiones de
terrenos estatales.

A los empresarios que decidieron fomentar los ingenios azucareros a gran escala se les
dieron facilidades adicionales. Otro elemento a destacar fue la existencia de comerciantes
locales vinculados al financiamiento del tabaco y los cortes de madera, dispuesto a invertir
en éste sector. Por encima de todo esto el país poseía las condiciones naturales ideales,
abundante tierra de excelente calidad con amplia red de irrigación fluvial.

La encomienda consistía en la asignación, por parte de la corona, de una determinada


cantidad de aborígenes a un súbdito español, encomendero, en compensación por los
servicios prestados.

A partir de 1520 se instalaron los primeros ingenios como centro de producción con su
primera exportación hacia la metrópoli en 1521 por los puertos de Santo Domingo Y
Puerto Plata. Iniciando de esta manera el comercio y auge de la industrialización del
azúcar. Para la primera década del siglo XVI se van insertando cambios cualitativos en la
sociedad tales como, la introducción de negros esclavos, el levantamiento de los
aborígenes, el maltrato, el hacinamiento, las cimarronadas, la disminución de las
ganancias, la formación de diferentes estructuras sociales, el mestizaje, el sincretismo, la
elevada mortalidad y el surgimiento del hato ganadero
Los padres Jerónimos durante su gestión dentro de la industria azucarera tomaron una
serie de medidas favorables para el desarrollo de la misma tales como: la exoneración del
pago de los impuestos por la importación de las maquinarias, reparto de tierras e indios,
importación de negros esclavos entre otros. La mayoría de los ingenios del siglo XVI
12
estaban concentrados en la región sur, entre Santo Domingo y Azua, tratando de mantener
un control sobre los ataques de piratas y cimarrones.4. Un trapiche es un molino, se
utilizaba para extraer el jugo de determinados frutos de la tierra. El trapiche es un molino
movido por la fuerza animal. Lleva tres rodillos amarrados a una rueda, los animales
mueven la rueda y así se mueven los rodillos y un hombre va metiendo las cañas de
azúcar. El ingenio es un molino movido por la fuerza del agua. El agua con su fuerza,
mueve una rueda con palas y esa rueda mueve todo el mecanismo y eso hace que un
hombre pueda meter la caña en los rodillos y así se extrae el jugo y lo que sobra se lleva
a la prensa y allí se saca lo último que queda. Las primeras noticias sobre la presencia al-
Ándalus de este cultivo se remontan en el siglo X en las costas granadinas. Desde entonces
la caña de azúcar se extendió por buena parte del litoral mediterráneo aprovechando las
condiciones climáticas y medioambientales. TRAPICHE: Se utilizaba la fuerza animal
para la extracción del jugo. INGENIO: Se utilizaba la energía del agua para la extracción
del jugo. Su proceso era similar al del trapiche, pero ya era más rápido, porque utilizaba
la energía del agua.

5. A fines del Siglo XVI eran conocidos varios de los minerales más importantes de oro
y plata; los centros mineros más importantes fueron: Zacatecas, Sombrerete, Fresnillo,
Nombre de Dios, Santa Bárbara, Guanajuato, Tasco, Tlalpujahua, Pachuca, Oaxaca, etc.
En el Siglo XVII las minas más importantes que se descubrieron fueron las de San Luis
Potosí, y en el Siglo XVIII, las de Real de Catorce. Ganadería. La caballada y el ganado
vacuno, traídos de España, se propagaron rápidamente. Lo mismo ocurrió con la cría de
ovejas, cerdos y gallinas, aún entre los conquistados. A fines del Siglo XVI existían
manadas de toros y caballos sin dueño. Se inició también un comercio muy intenso de
ganado vacuno y de productos de los mismos. Los cueros se enviaban a España con el
objeto de aprovecharlos en las industrias. La agricultura. La base de la alimentación en
esta época fueron los cultivos indígenas: el maíz, el fríjol y el chile, que se producen en
casi todo el país. Muy importante también fue el cultivo del maguey de pulque, pues la
embriaguez se extendió de manera alarmante entre los autóctonos después de la
Conquista. En cambio, los conquistadores aclimataron nuevas plantas: el trigo, que
prosperó en las tierras templadas y frías; el plátano, el arroz y la caña de azúcar se
extendieron en la tierra caliente. La plantación de árboles frutales traídos de España se
difundió rápidamente, aun entre los nativos, debido a los misioneros. El cultivo de la
morera y la cría del gusano de seda adquirieron enorme importancia en el Siglo XVI, pero
luego fueron prohibidos, así como el cultivo de la vid y el olivo. Otros cultivos coloniales
preferidos fueron los de la cochinilla, insecto que se cría en los nopales y produce un color
púrpura; el de la vainilla, el añil y el tabaco. Las causas del atraso en la agricultura en la
época colonial mexicana fueron las siguientes: La mala distribución de la tierra, que
originó el latifundismo; los mayorazgos, cuyos poseedores estaban ausentes o no tenían
interés en sus propiedades; los bienes de manos muertas, que dejaban sin cultivar grandes
extensiones; la falta de buenos sistemas de irrigación, y la prohibición para ciertos
cultivos. Aunado a esto, los españoles, los mestizos y los criollos consideraban a la
agricultura una ocupación inferior, por esta razón las haciendas estuvieron en manos de
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capataces negros, los dueños se conformaron con tener una renta anual sin que les
interesara realizar mejora alguna. El comercio. Los artículos principales que España
enviaba a México, por medio de flotas que anualmente hacían su recorrido, eran aceites,
aguardientes, objetos de hierro, lencería, telas manufacturadas en Holanda e Inglaterra,
jarcias, papel, vajillas, etc., además de los productos procedentes de las Filipinas que la
Nao de China traía al puerto de Acapulco. Este último acontecimiento fue motivo de
interesantes ferias, a las que concurrían comerciantes de distintas partes de la Nueva
España para comprar perlas, especias, muebles, perfumes, ámbar, telas de seda, seda
cruda, floja y torcida. Las prohibiciones al comercio exterior impidieron el comercio
directo entre Nueva España y las Filipinas, entre nueva España y Buenos Aires, entre Perú
y Nueva España, pues el comercio autorizado sólo podía efectuarse a través de los únicos
puertos habilitados de España: Cádiz y Sevilla; y los de América: Veracruz, Panamá y
Cartagena.

Decadencia de la industria azucarera.


Para 1580 se inició la decadencia de la industria azucarera en la colonia debido a varios
factores como serían: el monopolio que ejercía la Casa de Contratación de Sevilla, la
crisis de la navegación por el atlántico, la reducción de la mano de obra esclava, y la
competencia que generó la producción de jengibre. Así se va deteriorando la industria
azucarera del siglo XVI. La muerte del Cardenal Cisneros, quien fue sustituido por Carlos
I en España y la ruptura entre los jerónimos y el padre Las Casas, fueron los factores que
provocaron que el gobierno de los padres Jerónimos fuera sustituido por el de Rodrigo de
Figueroa.

La industria azucarera colonial decayó a finales del siglo XVI por la concurrencia de
distintos factores. La lucha de clases era intensa en torno a la industria azucarera, tomando
a veces forma de enfrentamientos sangrientos que hizo que la inseguridad se adueñara de
los ingenios. Los esclavos rebelados se hacían participes de los mismos para aumentar
sus fuerzas y servirse de las provisiones que les eran necesarias.

La competencia desigual entre los azucares que producía la colonia y los procesados en
Europa que se obtenían a menor precio y el contrabando con los holandeses, portugueses,
ingleses y franceses afectaron significativamente la industria azucarera colonial. En todo
estoy hay que tomar en cuenta el monopolio comercial que mantenía España con sus
colonias porque limitaba las posibilidades de obtener mejores mercados para su
producción.

El siglo XVII fue considerado un periodo de generalización de la pobreza en la colonia.


La decadencia definitiva de la industria azucarera, las despoblaciones de Ozorio, la
presencia de epidemias, fenómenos naturales de gran espectro, el monopolio comercial
agravado, los corsarios y piratas, el inicio de la perdida de la parte occidental de la isla,
que fue quedando en manos de Francia, las migraciones de las personas con mayor
posibilidad económica en su mayoría, el incremento de los mestizos, y la imposición del
situado fueron las características de este siglo.
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