La Dieta Vegetariana
La Dieta Vegetariana
La Dieta Vegetariana
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1º PARTE: VISIÓN GLOBAL DE LA DIETA VEGETARIANA
Que los alimentos adecuados para el ser humano están sobre nuestro
planeta desde que el hombre existe. Sería impensable creer que aparecimos
antes que nuestro sustento.
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Que nuestro metabolismo está diseñado para aprovechar los alimentos al
máximo, en las condiciones en que nos los entrega la propia naturaleza;
El fuego es un invento posterior que puede facilitar la ingestión de otros
alimentos que no podríamos incorporar crudos.
Que hay mecanismos que mantienen un equilibrio u homeostasis en nuestro
ecosistema exterior, del cual dependemos, y por lo tanto conseguir y
producir alimentos respetándolos es una garantía de supervivencia.
Que cuanto más cerca estamos de la fuente de energía (el sol) más
ordenada es ésta, y más vitalidad tiene un alimento. En la luz solar el orden
es máximo y el potencial energético el mayor. Las algas y vegetales (los
productores) crudos son los alimentos que contienen más energía y orden.
El calor y su consumo de “segunda mano”, a través de los animales que los
han ingerido, destruyen estas cualidades. Las semillas son el mejor ejemplo:
crudas germinan y se perpetúan, cocinadas o incorporadas a la proteína
animal ya no tienen vida potencial.
Que cuantas más transformaciones recibe un alimento, más energía se
pierde en el proceso. Esto se entiende perfectamente por la ley del “diezmo
ecológico” de Hardin: el contenido total de energía en cada nivel trófico
(cada piso de la pirámide alimentaria) es solo alrededor de una décima parte
del que tiene el nivel que le precede.
P irámide Alimentaria
Fuente: Pedro
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Resumiendo, podemos interpretar que nuestra dieta debe incluir básicamente
alimentos completos, integrales, poco elaborados, producidos de forma biológica o
ecológica, y fundamentalmente crudos. Todo ello con el objetivo de obtener la
máxima cantidad de energía con el mínimo gasto energético, con la calidad
necesaria, y sin agredir al medio que nos nutre.
La práctica nos dice que hemos de unir calidad y cantidad en los alimentos. Hemos
de tener tanto en cuenta su integridad (que esté completo), su vitalidad, su
procedencia, su forma de producción, conservación y consumo (crudo o cocinado),
como su composición nutricional.
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La experiencia también nos dice que el cuerpo es mucho más inteligente de lo que
alcanzamos a comprender. Los mecanismos de homeostasis o autorregulación
interna, los que procuran mantenernos sanos a pesar nuestro, son capaces de
absorber, según sus necesidades, más o menos cantidad de un mismo nutriente
con el mismo aporte. Esto ocurre constantemente en nuestro organismo con el
calcio, el hierro, el yodo, etc. en los distintos periodos de la vida. También es capaz
Un nuevo concepto que aparece en los años 90, a finales del pasado siglo, en
Estados Unidos y Gran Bretaña, es el de flexivegetariano o flexiteriano: aquella
persona vegetariana que consume puntualmente carne (de mamífero o ave) y
pescado.
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Vegetalianos, son aquellos que sólo comen alimentos vegetales, y no incluyen
ningún producto ni derivado animal en su dieta, con lo que se alimentan sin
sacrificar animales igual que los vegetarianos, pero además tampoco los “utilizan”
para conseguir sus productos. Es más, hay miembros de este colectivo, los
veganos, que tampoco hacen servir utensilios, ropas productos o calzado, que
procedan de la explotación de animales. Tiene menor impacto ambiental que las
dietas vegetarianas.
La dieta macrobiótica divide a los alimentos en yin y yang, y según este criterio
establece su consumo para lograr el equilibrio a través de siete niveles. En los
primeros estadios se consume pescado y carne de ave además de una proporción
importante de cereales, llegando al consumo casi exclusivo de cereales y algo de
líquido en el séptimo nivel.
En la dieta frugívora, sólo se incluyen frutos y semillas, aquellos alimentos que su
cosecha no causa la destrucción de la planta (tomates, legumbres, cereales como el
maíz, frutas frescas, frutos secos dulces y oleaginosos...), sino más bien al
contrario, puesto que en algunos (tomate, sandía) al consumirlos, sus semillas se
esparcen facilitando su reproducción. Esta dieta hoy en día es muy minoritaria.
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una dieta desequilibrada, pero sí insisten en que han de vigilar mucho lo que comen
y la frecuencia con que lo hacen, ya que podrían enfermar.
Y siendo ésta una buena recomendación, lo curioso y paradójico del caso es que
esos mismos profesionales de la nutrición no se plantean, ni se preocupan de
aconsejar, ni exigen los mismos conocimientos, a quienes siguen una alimentación
omnívora, digamos “normal”, cuando es de sobras conocido que hoy en día, en el
mundo “desarrollado”, exceptuando los accidentes, la mayor causa de mortalidad
(cardiopatías, cáncer, hipertensión...) está relacionada con los errores en la dieta
“normal”, fundamentalmente por el exceso de nutrientes de origen animal y de
productos refinados.
Es decir, se sobrevalora el riesgo de dietas más restrictivas mientras no se
considera el de la dieta habitual, cuando en realidad es la que produce más
estragos en la sociedad en que vivimos. Hay que aprender a comer bien,
equilibradamente, se siga la dieta que se siga.
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CUESTIONES ANTROPOLÓGICAS
CUESTIONES ANATÓMICAS
CUESTIONES ECOLÓGICAS
Las mismas tierras que se dedican al ganado alimentarían de ocho a diez personas
más si se dedicaran a la agricultura, puesto que la obtención de la proteína vegetal
es mucho más barata y ocasiona menos gasto energético que la de la proteína
animal. No olvidemos que el animal debe comer, además de para obtener energía,
para desplazarse y para hacer todas sus funciones, de forma que sólo aprovecha un
10% de la que obtiene para incorporarla a su propio organismo.
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El comer abundantemente crudo, al evitar el fuego, reduce también un importante
gasto energético.
CUESTIONES SOCIALES
CUESTIONES ÉTICAS
¿Es ético tener durante toda su vida a un animal enjaulado en un espacio que no le
permite ni andar, con la luz encendida las 24 horas para que no distinga el día de la
noche y pueda comer continuamente y engordarse rápidamente, con el único fin de
que se convierta en una pechuga para nuestro plato? ¿Es lícito matar a otros seres
vivos cuando su muerte resulta innecesaria? Es cierto que hay quien dirá que
también se matan las lechugas, pero hay que reconocer que la diferencia es
abismal en cuanto a la agresividad y al daño que hacemos. La dieta que realmente
nos permite vivir sin quitar ningún tipo de vida, es la frugívora, puesto que los
frutos son la ofrenda que los vegetales nos hacen conservando su propia vida. Así
se puede hacer realidad la frase de Buda que dice: “Comed para satisfacer vuestra
hambre y bebed para saciar vuestra sed. Satisfaced las necesidades de vuestra
vida como la abeja que liba las flores sin destruirlas ni quitarles su perfume”
CUESTIONES FILOSÓFICAS
¿Existiría plan más perfecto para la continuidad de la vida humana y del planeta en
que vivimos que la dieta que parece estar diseñada para nosotros, la que tiene
mayor colorido y aroma, la que apenas necesita preparación para hacerla
comestible, la que es más económica y ecológica puesto que consume menos
recursos naturales y, además, la que nos permite vivir sin destruir a ningún ser
vivo, fuera al mismo tiempo la dieta más saludable? Este plan permitiría que en la
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medida que uno respetase su entorno se mejorara a sí mismo, y en la mesura que
agrediera al medio en que vive se autodestruyera. ¿Cabría una estrategia más
solidaria y de mayor satisfacción personal para la coevolución de los que
compartimos este planeta?
Los estudios más recientes sobre alimentación van confirmando las bondades de los
alimentos de origen vegetal sobre los de origen animal. Todo el mundo habla de la
dieta mediterránea, fundamentalmente hortícola, como una de las más sanas. Los
estudios epidemiológicos dicen que los vegetarianos tienen un 40% menos de
posibilidades de padecer cáncer o enfermedades del corazón. El descubrimiento de
los antioxidantes, los bioflavonoides... nos habla de lo saludables que son los
vegetales y frutos de las plantas. No parece pues del todo incierta la hipótesis de
que cuando más nos acercamos a la alimentación vegetariana-frugívora, más
saludable es la dieta.
CUESTIONES NUTRICIONALES
Para acabar de confirmar esta idea creo que es interesante volver a situar al ser
humano en relación a su entorno. Veremos que al igual que existe una homeostasis
o mecanismo de autorregulación que mantiene el equilibrio en nuestro interior,
también está escrito este mensaje en nuestro exterior.
¿Por qué está tan limitada la absorción de hierro vegetal en relación al hierro de
origen animal? Sencillamente, porque hay tanto hierro en el mundo vegetal que si
se absorbiera en la misma proporción que el de origen animal nos intoxicaríamos
rápidamente.
¿Por qué las frutas frescas y jugosas tienen tan pocas proteínas? Para evitar el
exceso de proteínas que se daría al consumir la gran cantidad de hidratos de
carbono y vitaminas que necesitamos y que se encuentran en las frutas.
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¿Por qué los cereales integrales impiden la absorción de una parte del calcio que
consumimos? Por el mismo motivo que tenemos limitada la absorción de hierro: por
su alta presencia en los alimentos que consumimos. Los problemas de osteoporosis
son más problemas de fijación del calcio que de aporte.
Decididamente todo esto nos hace pensar que algunos inconvenientes que la
dietética tradicional atribuye a la dieta vegetariana, no son más que la expresión de
la armonía que reina en la naturaleza y que hemos de aprender a interpretar.
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Pitágoras, Hipócrates, Platón, Epicuro, Séneca, San Agustín, Leonardo da Vinci,
Spinoza, Newton, Voltaire, Franklin, Rousseau, Goethe, Hufeland, Bernard Shaw,
Letamendi, Tolstoi, Edison, Gaudí, Gandhi, etc.
Hoy en día el vegetarianismo, y aún más el veganismo, son movimientos en
crecimiento e instalados con fuerza en la sociedad moderna. Desde la creación de
las primeras asociaciones vegetarianas, en la primera mitad del siglo XVIII, lugar
de encuentro de reducidas minorías, hemos pasado en pleno siglo XXI a la
inmersión de los vegetarianos en todas las esferas de la sociedad, desde el mundo
artístico al científico.
El país con más vegetarianos es la India, con un 38%. Israel es el segundo con un
13%. Alemania y Reino Unido tienen un 9% de vegetarianos. En España, según el
informe “The green revolution” de 2017, habría un 1,3% de vegetarianos, un 0,2%
de veganos y un 6,3% de flexitarianos.
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sal y a ser posible marina, y una cucharada sopera de levadura de cerveza.
Las verduras cocinadas, hervidas, al vapor, al horno, en puré o en sopa,
tampoco deben faltar diariamente, al igual que los cereales integrales (pan,
arroz, mijo, quinoa, copos de avena, trigo o maíz...). Los frutos secos
oleaginosos, preferentemente crudos, es bueno tomarlos diariamente (doce
almendras, o doce avellanas, o treinta piñones, o cinco nueces...) en invierno
y unas tres o cuatro veces a la semana en verano. Lo mismo es válido para
las frutas secas dulces (veinte uvas pasas, o cinco higos secos, o cinco
ciruelas pasas, o cinco orejones...).
La pasta preferiblemente integral (fideos, macarrones, espaguetis...) puede
tomarse dos o tres veces a la semana, al igual que las imprescindibles
legumbres (lentejas, garbanzos, soja, judías secas...) y las algas si apetecen.
Puede consumirse también con esta frecuencia algo de bollería (madalenas,
galletas...) o pastelería (tartas de fruta...) integral.
Con esta dieta quedan cubiertas todas las necesidades diarias de nutrientes:
proteínas (legumbres o cereales integrales, frutos secos oleaginosos, semillas,
levadura de cerveza...), hidratos de carbono (fruta fresca y seca, verdura,
cereales, pasta integral, miel, bollería integral...), grasas (dos o tres cucharadas
soperas diarias de aceite de oliva, aceitunas, aguacate, frutos secos
oleaginosos...), vitaminas, minerales y fibra (fruta, verdura, cereales, frutos
secos...). El agua tan necesaria está presente en gran proporción en los alimentos
como la fruta y la verdura. El plus añadido que se ha de tomar diariamente, entre
uno o dos litros según haga frío o calor (se pierde mucho agua con el sudor), es
aconsejable ingerirla fuera de las comidas, puesto que si bebemos
abundantemente mientras comemos los jugos gástricos y digestivos se diluyen
más de lo necesario, con lo que se dificulta la digestión, y además podemos
arrastras hacia el intestino alimentos que deberían permanecer más tiempo en el
estómago.
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En cuanto a las proteínas ya no hay discusión sobre su carencia en esta dieta. Es
más, las últimas investigaciones en colectivos veganos han demostrado, en
contraste con las anteriores investigaciones en ratas, que no es necesario
suplementar cereales y legumbres para cubrir las necesidades básicas de
proteínas, pudiéndose tomar tranquilamente por separado sin miedo a déficits de
aminoácidos.
Requerimientos aumentados:
El hierro recomendado en un varón adulto es de 1 mg al día, en la mujer
1,5 mg y en el embarazo de 2 a 3 mg día. Para abordar esta cantidad se
necesita consumir unos 30-60 mg al día de hierro. Una dieta vegetariana
sin hierro adicional, cubre esta necesidad (manzanas, albaricoques, frutos
secos, legumbres, algas ,levadura de cerveza. ..), ya que la vitamina C
aumenta la absorción de hierro entre un 8 y un 11 %. En la dieta
vegetariana se consumen de 400 a 500 mg al día de vitamina C.
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La necesidad de calcio y fósforo (algas, levadura de cerveza, germen de
trigo, frutos secos, cereales integrales, legumbres...) también aumenta
durante el embarazo. Igualmente las necesidades de vitaminas A, C y D se
ven aumentadas.
Las necesidades de proteínas se incrementan entre un 10 y un 15%.
Durante el embarazo se ha de aumentar el consumo de alimentos ricos en
ácido fólico
o (levaduras, espárragos, germen de trigo, patatas, huevos...) y
vitamina B12
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Es importante evitar durante el embarazo el alcohol, el tabaco, el café y la
medicación.
La producción de enzimas
Es importante conocer que nacemos con un aparato digestivo inmaduro, ya que
todavía no disponemos de las diferentes enzimas necesarias para digerir los
alimentos. Es durante los primeros meses de vida que el organismo empieza a
secretarlas. La lactasa, enzima que digiere la leche, aparece a las pocas horas de
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nacer. La maltasa y la sacarasa que ayudan a la digestión de diferentes hidratos
de carbono de la dieta, se encuentran en cantidades suficientes para ser efectivas,
como muy pronto, a partir del tercer o cuarto mes de vida.
Las lipasas que desdoblan las grasas y las amilasas están a punto a partir del
sexto o séptimo mes.
Las enzimas proteolíticas, que metabolizan las proteínas, están presentes desde el
inicio pero sólo en pequeñas cantidades, de acuerdo con la escasa proporción de
proteínas de la leche materna, 0,9 grs/100 ml, frente a los 3,5 grs/100 ml de la
leche de vaca. Su nivel aumenta hacia el séptimo u octavo mes.
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4. Los cereales (trigo, arroz, avena, quinoa...), integrales a ser posible, entran
a formar parte de la dieta diaria del bebé hacia el octavo o noveno mes,
añadiéndolos a las sopas de hortalizas o verduras.
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Niños vegetarianos
La incorporación de alimentos como la carne y el pescado es optativa. Un niño
puede desarrollarse perfectamente sin ellos. Si se quiere, en este caso, puede
enriquecerse la dieta con levadura de cerveza, germen de trigo, el polen, o
concentrados de proteína vegetal como el tofu, el seitán etc.
El tipo y calidad de los alimentos adecuados para el adolescente son los mismos
que en el adulto. La diferencia está en la proporción de algunos. Al ser una etapa
de crecimiento importante y de mayor actividad, ha de incrementarse la cantidad
de nutrientes plásticos (proteínas) y energéticos (hidratos de carbono y grasas de
buena calidad).
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Consejos generales
La calidad de la alimentación no tiene que ver con las calorías sino con el
contenido en sustancias nutritivas y completas.
Es importante consumir alimentos vegetales e integrales para favorecer el
peristaltismo intestinal y evitar el estreñimiento por distensión abdominal.
Disminuir la sal de la dieta para prevenir la hipertensión.
Disminuir el consumo de grasas y proteínas para disminuir calorías (ideal
1.800 a 2.000 calorías) y depósitos de colesterol y lipoproteínas.
Disminuir el consumo de alcohol.
Conseguir una buena masticación. Si hay problemas de dentadura triturar
los alimentos.
Nutrientes recomendados
Proteínas de calidad fácilmente asimilables: cereales, preferiblemente
integrales, frutos secos (cremas, patés o licuados), purés de legumbres,
soja y derivados, algas, lácteos y derivados (cuajada, yogur...) y máximo
un huevo a la semana.
Grasas: aceites ricos en ácidos grasos poliinsaturados (semillas y frutos
secos)
Hidratos de carbono: cereales, preferiblemente integrales (pan
dextrinado, sopas de copos...), frutas dulces, miel. Evitar azúcar refinado.
Vitaminas, minerales, oligoelementos y fibra: Frutas frescas, hortalizas
crudas, frutos secos oleaginosos, algas, y verduras con poca cocción (al
vapor).
Agua: beber de 4 a 8 vasos diarios para prevenir el estreñimiento y la
deshidratación.
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1.13 ALIMENTACION PARA EL DEPORTISTA
La dieta equilibrada para el deportista debe cumplir los mismos principios que la
dieta en individuos sanos con pequeñas variaciones:
1. Debe ser algo más rica en hidratos de carbono (60-70%) para tener
buenas reservas de glucógeno, preferentemente carbohidratos complejos
(cereales, legumbres, hortalizas, frutos secos…)
Alimentación pre-competición
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glucógeno acelerando la fatiga o cansancio.
Lo más aconsejable es beber unos 600 ml. de líquido una o dos horas antes
del ejercicio, 300-450 ml unos quince minutos antes y de 90 a 180 ml, si
es posible, durante el tiempo que dure la actividad cuando esta es superior
a treinta minutos. Lo aconsejable es el agua algo fresca (los líquidos fríos
salen del estómago más rápidamente) porque se absorbe rápidamente en
el intestino y ayuda a disminuir la temperatura corporal.
Alimentación post-competición
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BIBLIOGRAFÍA
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