Trauma en La Emergencia Modulo 1
Trauma en La Emergencia Modulo 1
Trauma en La Emergencia Modulo 1
Objetivos 1
Introducción 1
Trauma 4
• El trauma, una enfermedad 5
• El trauma, un incidente 6
Cinemática del trauma 6
• Evento traumático y sus fases 7
• Leyes de energía y movimiento 8
• Intercambio de energía entre un cuerpo sólido y el cuerpo humano 10
• Cavitación 12
• Física balística 12
Clasificación del trauma 15
• Traumatismo contuso 15
- Colisión por vehículos automotores 16
- Choques en motocicletas 25
- Lesiones en peatones 26
- Caídas 28
• Trauma penetrante 29
- Física del trauma penetrante 29
- Niveles de energía y lesión 30
- Heridas de entrada y salida 31
- Heridas por escopeta 32
- Lesiones por explosión 33
Evaluación inicial del paciente politraumatizado a nivel prehospitalario 37
• Distribución trimodal de la muerte 37
• El tiempo es vida 38
- Evaluación inicial 39
- Evaluación de la escena 39
- Evaluación de la seguridad 41
- Evaluación de la situación 43
- Evaluación y manejo del paciente 44
- Evaluación inicial del paciente 45
- Evaluación primaria del paciente 45
- Evaluación secundaria del paciente 58
Conclusiones 62
Bibliografía 63
INTRODUCCIÓN
La enfermedad trauma produce un alto impacto en la sociedad y es un problema central de salud pública en diver-
sos países. Casi 6.000.000 de personas mueren anualmente por lesiones en el mundo, representando alrededor del
9% de la mortalidad global.
Los traumatismos son la principal causa de muerte en personas entre 1 y 44 años (Figura 1). El 80% de las muertes
en adolescentes y el 60% en la infancia son secundarias a traumatismos.
Figura 1. Causas de muerte por edad, remarcadas con color las relacionadas al trauma.
El costo en salud en trauma es mayor que la suma de gastos por enfermedad cardiovascular y cáncer (Figura 2), y
los años de vida perdidos por trauma son mayores que los sumados por enfermedad cardiovascular y cáncer (Figu-
ra 3).
Las lesiones ocasionadas por incidentes de tránsito son un gran problema de salud pública y de países en desarro-
llo y son la causa principal de muerte dentro del trauma global (Figura 4).
Las cifras que presenta EE.UU. relacionadas al trauma son las siguientes:
• 60.000.000 de lesionados al año.
• 40.000.000 requieren asistencia médica en servicios de urgencia.
• 2.500.000 serán hospitalizados.
• 9.000.000 tendrán discapacidad.
• 8.700.000 sufrirán una incapacidad temporal y 300.000 una permanente.
Los incidentes de tránsito en el mundo matan cada año 1,3 millones de personas (3.242/día) y producen discapa-
cidad entre 20-50 millones por año. La mayoría de las lesiones por incidentes de transito afectan a personas de
países de ingresos bajos y medios, especialmente varones jóvenes.
El 90% de las muertes por incidentes de tránsito se producen en países de ingresos bajos- medios.
Se estima que para el año 2030, los incidentes de transito pasarán del noveno sitio al quinto sitio como causa de
muerte en el mundo, y más del 90 % de esas muertes ocurrirán en los países de ingreso medio y bajo. En Argentina,
se registran los siguientes datos:
• 40 mil personas mueren por año, 25% por colisiones vehiculares.
• 120 mil discapacitados permanentes.
• 3 mil discapacitados transitorios.
La atención prehospitalaria e intrahospitalaria adecuada puede determinar la diferencia entre la vida y la muerte,
la discapacidad temporal y otra permanente o entre vida productiva o vida en pobreza y con asistencia social.
Al trauma se lo define como el daño intencional o no intencional al organismo debido a la brusca exposición a fuen-
tes o concentraciones de energía mecánica, química, térmica eléctrica o radiante que sobrepasan su margen de
tolerancia, o la ausencia de elementos esenciales para la vida como el calor y el oxígeno (1).
Los daños intencionales se caracterizan por su carácter deliberativo y por la violencia que las genera. Son las le-
siones pueden ser producidas por:
• Homicidios.
• Suicidios.
• Guerras.
• Actos terroristas.
El daño no intencional se produce por inseguridad vial en la mayoría de los casos en países con diferentes niveles
de desarrollo, las caídas, las que se producen en el trabajo, en situaciones de recreación, en escuelas o en domici-
lios.
Además, la ausencia de calor puede producir hipotermia, ya sea localizada (pie de trinchera, congelaciones) o ge-
neralizada (exposición a frío ambiental, sumersión en aguas heladas), y la ausencia de oxígeno se observa en los
ahogamientos, ahorcamientos o casi ahorcamientos y en el síndrome de inhalación de humo en incendios.
El cuerpo humano se lesiona cuando expuesto a cualquier fuente de energía, ve superado su margen de tolerancia
o está privado de elementos esenciales para la vida. La magnitud y características del daño van a depender de:
• La intensidad de la fuente de energía.
• El tiempo de exposición a la misma.
• Las características del paciente.
En el año 1979 se inaugura el Curso de Soporte Vital Avanzado en Trauma (ATLS) y en el año 1983 se inaugura el
Curso de Soporte Vital Avanzado en Trauma Prehospitalario (PHTLS) con los siguientes objetivos:
• Brindar un sistema adecuado de respuesta en la atención.
• Generar la formación del recurso humano con una sistemática unificada con un mismo lenguaje a nivel mundial.
El abordaje del problema como una enfermedad obliga a abordar el problema con políticas públicas de prevención
con causas identificadas que disminuyan el impacto social de este terrible flagelo.
El trauma, un incidente
El accidente se define como “un hecho que sucede por azar o por causas desconocidas” y un incidente como “un
hecho desafortunado por falta de atención, despreocupación o ignorancia, que no es una parte inevitable de la vida
de las comunidades ni de las personas”. Entonces se puede decir que el trauma no intencional es siempre previsible
y prevenible.
Los hechos y las lesiones se producen como resultado de una cadena de acontecimientos y circunstancias en la
que siempre se puede intervenir para evitarlas o mitigar sus consecuencias.
Como la mayoría de las muertes por trauma son evitables se deben considerar como incidentes.
Los mecanismos implicados en el trauma sirven para sospechar y entender las lesiones que presentan los pacien-
tes. Hay que tener en cuenta que existen lesiones que no son evidentes, pero implican suma gravedad.
Las lesiones que no son evidentes (afectan órganos internos) pero si son graves pueden ser fatales si no se mane-
jan en la escena y en el traslado al centro de trauma adecuado.
En la escena del incidente y durante el traslado del paciente, se pueden manejar lesiones de las que se tienen
sospecha para brindar la atención más adecuada y evitar producir más daño. Se debe realizar una valoración en el
lugar del incidente (prehospitalario) para predecir lesiones del paciente y dar esa información en el sitio donde será
recibido.
Saber dónde mirar y cómo valorar las lesiones es tan importante como saber qué hacer después de encontrar las
lesiones. Una historia clínica completa y precisa del incidente traumático y una interpretación adecuada de los
datos proporcionará esa información.
La segunda fase del evento se inicia en el momento del impacto entre un objeto en movimiento, y un segundo ob-
jeto. Este último puede estar en movimiento o detenido y tratarse de un objeto o una persona. En todos los tipos
de choques se intercambia energía entre un objeto en movimiento y el tejido del cuerpo humano, o entre el cuerpo
humano en movimiento y un objeto inmóvil.
En la fase post-evento, la información tomada del choque y de la fase pre-evento se utiliza para evaluar y manejar
al paciente. Esta fase se inicia cuando se absorbe la energía del choque.
Dos aspectos fundamentales a saber son los mecanismos de intercambio de energía y la anatomía humana, que
permiten comprender los efectos de las fuerzas que producen lesiones en el cuerpo.
El conocimiento de la cinemática sirve para evaluar en la inspección de la escena que fuerzas y movimientos estu-
vieron presentes y que lesiones podrían esperarse por el resultado de esas fuerzas. Algunos principios fundamen-
tales de la física nos permiten comprender el intercambio de energía.
Cuando se produce un choque y el cuerpo del paciente está en movimiento, hay tres colisiones:
• La primera: el vehículo del choque que golpea un objeto en movimiento o estacionado.
• El segundo: el paciente golpea el interior del vehículo.
• El tercero: los órganos internos del paciente interactúan con las paredes de los distintos compartimientos del
organismo o se desgarran de sus estructuras de soporte.
Un ejemplo de aplicación de esta ley es cuando un paciente viaja en un automóvil sin ponerse el cinturón de segu-
ridad. Si el automóvil choca contra un poste y se detiene, el paciente sigue en movimiento, con la misma tasa de
velocidad hasta que golpea con las estructuras del habitáculo (tablero, volante y parabrisas). El impacto con estas
estructuras detiene el movimiento hacia delante de la cabeza y cuerpo, pero los órganos internos continúan en
movimiento hasta que golpean el interior de estructuras como el cráneo, tórax, abdomen y pelvis, que detienen su
movimiento.
La ley de conservación de la energía combinada con la segunda ley del movimiento de Newton escribe que la ener-
gía no se crea ni se destruye, sólo se transforma o cambia de forma.
Cuando un automóvil se encuentra en movimiento, para detener al mismo se deben aplicar los frenos. Cuando el
conductor presiona los frenos, la energía del movimiento se convierte en calor (energía térmica) cuando las pasti-
llas de frenos impactan contra los discos de freno y los neumáticos, contra la superficie por donde se desplaza. Así
se logra desacelerar y detener el automóvil.
Una persona de 68 kilos de peso que se desplaza en un vehículo a 48 kilómetros por hora tendría una energía de
78.336 unidades que tendría que convertir en otra forma cuando se detuviera. Ese cambio adquiere la forma de
daño al vehículo y lesiones en la persona que está en su interior, a menos que la disipación de energía pueda tomar
una forma menos dañina, como en el cinturón de seguridad o en la bolsa de aire del airbag.
En el segundo cálculo, si aumenta el peso de la persona (78 kilogramos) aumenta la energía a la misma velocidad,
pero si se incrementa la velocidad (64 Km /h) hay un aumento mucho mayor de la energía. Es decir, el incremento
de la velocidad incrementa la energía cinética mucho más que el incremento de la masa (la velocidad aumenta en
forma exponencial y la masa en forma lineal), por lo tanto, la energía cinética es velocidad dependiente. Un impacto
a alta velocidad produce un mayor intercambio de energía y por lo tanto mayor daño en el vehículo como en el ocu-
pante en comparación con uno de baja velocidad. En la anticipación de las lesiones ocurridas durante un choque a
alta velocidad, las fuerzas del evento son igual a la fuerza transferida o disipada al final del evento.
Otro factor importante en un choque es la distancia de frenado. Cuanto menor sea la distancia de frenado y más
rápida la tasa de ese frenado, mayor será la energía que se transfiere al ocupante y habrá mayor daño o lesión para
el paciente.
En el primer ejemplo, la energía se absorbe a una distancia muy corta y en un tiempo muy breve al deformarse la
estructura del automóvil. En el segundo caso, la energía se absorbe a una distancia y en un tiempo mayores por el
calor de los frenos. El movimiento hacia adelante del ocupante del automóvil (su energía) es absorbida en el primer
ejemplo por la lesión de los tejidos blandos y los huesos del ocupante. En el segundo caso, la energía se disipa, junto
con la energía del vehículo, en los frenos.
Esta relación inversa entre la distancia de frenado y la lesión se aplica a las caídas. Una persona tiene mayor proba-
bilidad de no lesionarse o sobrevivir a una caída si aterriza sobre una superficie compresible como la arena. La mis-
ma caída sobre una superficie dura como puede ser una vereda de material, puede producir lesiones más graves.
El material compresible como la arena aumenta la distancia de frenado y absorbe un poco de energía, en lugar de
que todo el cuerpo de la víctima absorba toda la energía.
Este principio se aplica a otros eventos traumáticos como el choque. Un conductor sin tener colocado el cinturón
de seguridad tendrá lesiones más graves que un conductor con sujeción del mismo. El sistema de sujeción (cinturón
de seguridad unido al vehículo), absorberá una porción significativa de la transferencia de energía.
Una vez que un objeto está en movimiento y tiene energía en la forma de movimiento, para que éste termine en
reposo total o se detenga, el objeto debe perder energía convirtiéndola en otra forma de energía o transfiriéndola
a otro objeto. Si un automóvil impacta a un peatón, este es lanzado lejos del vehículo. La mayor fuerza del vehículo
imparte una mayor aceleración al peatón, cuyo peso es más ligero, que la que pierde en velocidad debido a la di-
ferencia de masas entre los dos. Además, las partes más blandas del cuerpo del peatón versus las más duras del
automóvil también originan mayor daño en el peatón que en el vehículo.
El número de partículas del tejido afectadas está determinado por la densidad (partículas por volumen) del tejido y
el tamaño del área de contacto del impacto.
Densidad
Cuanto más denso es un tejido, mayor será el número de partículas golpeadas por un objeto en movimiento y, por lo
tanto, mayor será la tasa y la cantidad total de intercambio de energía. Golpear con el puño de la mano cerrado un
colchón a la misma velocidad que golpear una pared de ladrillo y cemento produce diferentes efectos en la mano.
Área de contacto
Para los eventos traumáticos, la energía impartida y el daño resultante se modifican mediante cualquier cambio
en el tamaño del área de superficie del impacto. La superficie de impacto de un choque de un automóvil con una
víctima es diferente a la superficie de impacto de una bala, en este último caso es mucho menor.
La cantidad de intercambio de energía que producirá una lesión al paciente depende de la energía del objeto y
la densidad del tejido en la trayectoria del intercambio de energía. Si todo el impacto de energía está en un área
pequeña y esta fuerza excede la resistencia de la piel, el objeto es forzado a través de la piel como sucede con un
impacto de bala. Si se disemina la fuerza contra una superficie más grande como ocurre entre el impacto de un
choque de un automóvil contra un peatón la fuerza se disemina a lo largo de la superficie.
Cavitación
El impacto en las partículas de un tejido acelera dichas partículas lejos del punto del impacto. Estos tejidos se po-
nen en movimiento y chocan contra otras partículas de tejido de modo que se produce un efecto “dominó”. Cuando
un objeto sólido golpea el cuerpo humano o cuando éste se encuentra en movimiento y golpea un objeto inmóvil,
las partículas del tejido del cuerpo humano son sacadas de su posición normal, lo que se crea es dicho sitio es una
cavidad y este proceso se denomina cavitación.
Este tipo de intercambio de energía se presenta tanto en el trauma contuso como en el trauma penetrante.
El tamaño, la forma y las porciones de la cavidad que se convierten en parte del daño permanente depende del tipo
de tejido, la elasticidad de éste y que tanto rebote haya tenido el tejido. La extensión de esta cavidad por lo general
no es visible cuando el paciente es evaluado en la atención prehospitalaria.
• Cavidad permanente
Queda después del colapso de la cavidad temporal, y constituye la parte visible de la destrucción tisular. Además,
se produce una cavidad por impacto directo del objeto contra el tejido. Estos dos tipos de cavidades permanentes
pueden ser vistas al evaluar el paciente en el prehospitalario. El tamaño de la cavidad temporal que queda como
cavidad permanente se relaciona con la elasticidad de los tejidos involucrados. Cuanto mayor elasticidad menor es
la cavitación que se va a producir.
Física balística
• La física balística se divide en 3 componentes:
• Interna.
• Externa.
• Terminal (herida).
De estos, la balística terminal es la principal preocupación de los médicos de emergencia, pero el conocimiento de
los otros componentes puede llegar a ser un recurso valioso para entender el patrón de lesión.
Balística interna
La balística interna describe el camino del proyectil desde la recámara al final del cañón del arma. El rango dife-
rente de presiones generadas desde la combustión de la pólvora es lo que distingue las diversas armas. Los rifles
pueden resistir más presión que una pistola, y una pistola puede resistir más presión que una escopeta.
El “rifling” o estriado, es un surco helicoidal tallado en la luz interna del barril, que imparte un giro en la bala para
evitar la desviación del camino de un proyectil. Clínicamente hablando, la balística interna tiene poca relevancia
para tratar el daño tisular aparte de notar que los avances tecnológicos han llevado a más rápido, más proyectiles
precisos que pueden permitir que el proyectil impartir más energía en su objetivo.
Balística externa
La balística externa describe el proyectil del punto cuando deja el barril hasta que golpea su objetivo, es decir el
estudio del proyectil en vuelo. Si bien este aspecto de la balística se presta a aspectos más tradicionales de la físi-
ca, se puede dividir en los dos componentes que tienen el mayor efecto en un proyectil: la gravedad y la resistencia.
Los efectos de la gravedad pueden ser visualizados por la trayectoria de cualquier objeto en vuelo (curva parabóli-
ca). Aunque todos los objetos caerán al suelo en la misma velocidad, las rondas más rápidas tienen una trayectoria
más plana, lo que hace son más fáciles de apuntar y, por lo tanto, son más precisos.
La resistencia al paso de un objeto que viaja a través de aire afecta el rango descendente de velocidad del pro-
yectil. La resistencia puede limitarse con una bala más aerodinámica, con una configuración alargada, estrecha y
puntiaguda.
Balística terminal
La balística terminal (o herida) es el componente de la balística que estudia la interacción de la penetración de pro-
yectiles con el tejido vivo, y por lo tanto es el principal interés de un médico de emergencia. La herida por misiles
ocurre por dos mecanismos primarios, descrito por las cavidades creadas por el misil:
• La cavidad permanente.
• La cavidad temporal.
Como una bala penetra la piel, aplasta y destruye el tejido en su camino (creando una cavidad permanente) mien-
tras imparte simultáneamente una onda de choque que se irradia hacia afuera desde este camino. Esta onda de
choque hace que el tejido se estire y corte hacia afuera, seguido por colapso posterior y reverberación.
El tamaño de la cavidad permanente está determinado por el calibre de la bala y sus fragmentos correspondientes.
La cavidad temporal es transitoria, que dura solo milisegundos, y su tamaño es determinado por la velocidad de la
bala.
A mayor velocidad se crean cavidades temporales más grandes, de hasta 10-30 veces el tamaño de la cavidad per-
manente originada por la bala (Figura 7).
Hay tres principios relevantes para apreciar la extensión del mecanismo de heridas:
• La energía de transferencia.
• Las zonas de lesiones.
• Las heridas secundarias.
Cuando una bala golpea la piel, el proceso de transferencia de energía comienza. La capacidad de la bala para
transferir su energía cinética es el principal determinante de daño tisular. Aunque importante, la velocidad del pro-
yectil no es el único ni el factor dominante en la transferencia de energía, como en las heridas vistas por escopeta
de baja velocidad y pistolas de punta hueca.
Las zonas de lesión están conceptualmente vinculadas a los mecanismos de herida por balística:
La primera zona es la cavidad permanente, que es la principal cavidad de la herida, con tejido muerto y aplastado.
La segunda zona es la de contusión, que consiste en tejido adyacente que rodea la cavidad permanente. El tejido
aquí está en un estado inflamatorio. Se forma edema y se rodea de un entorno inflamatorio con mediadores y de-
sechos celulares.
La tercera zona es la de conmoción o cavidad temporal. El daño aquí se produce por estiramiento, cizallamiento o
compresión y es dependiente de la cavidad en la que viaja el misil y el contenido del tejido. Tejidos inelásticos como
hueso, hígado y cerebro son muy susceptibles a las lesiones porque tienen poca capacidad intrínseca para disipar
la energía transferida incluso si están alejados de la vía de lesión primaria.
CLASIFICACIÓN DE TRAUMA
Los traumatismos se clasifican en general en contuso o penetrante. En ambos tipos de trauma el intercambio de
energía y las lesiones son en general similares. En ambos se produce cavitación; sólo el tipo y la dirección son di-
ferentes. La única diferencia real es la penetración de la piel.
Si la energía entera de un objeto se concentra en una pequeña área de la piel, es probable que la piel se desgarre
y el objeto ingrese al cuerpo y genere un intercambio de energía más concentrado a lo largo de la trayectoria. Esto
puede dar como resultado un poder destructivo mayor en un área. Un objeto más grande cuya energía se dispersa
sobre un área de piel mucho más grande podría no penetrar la piel. La lesión se distribuiría en un área más grande
del cuerpo y el patrón de lesión sería menos localizado.
La cavitación en el trauma contuso suele ser sólo una cavidad temporal y se dirige lejos del punto del impacto. El
trauma penetrante ocasiona tanto una cavidad temporal como una permanente. La cavidad temporal que se crea
se dispersa lejos de la trayectoria de la bala en dirección tanto frontal como lateral.
Traumatismo contuso
Aquí se analizará los efectos mecánicos y estructurales de un vehículo en un choque y luego los efectos internos
en los órganos y estructuras del cuerpo.
Las observaciones en la escena de las probables circunstancias que llevaron al choque que ocasionó un trauma
contuso proporcionan pistas claves sobre:
• Tipo de lesiones.
• Posibles órganos involucrados.
• Gravedad de las mismas.
Volcadura
• Impacto frontal
Cuando un vehículo golpea un poste de frente en el centro de la trompa del automóvil, el sitio de impacto detiene
su movimiento hacia adelante, pero el resto del vehículo continúa hacia adelante hasta que la energía se absorba
por la deformación del vehículo. Este mismo tipo de movimiento lo tiene el conductor que ocupa el asiento del au-
tomóvil.
El volante fijo por su eje es golpeado por el tórax anterior que sufre también una deformación absorbiendo energía.
Al detenerse la pared anterior del tórax su movimiento hacia adelante contra el volante, la pared posterior del tórax
continúa moviéndose deformándose y absorbiendo energía. Esto puede producir varias lesiones como fracturas
costales, compresión del corazón y pulmones.
La magnitud del daño del vehículo indica la velocidad aproximada de éste al momento del impacto. Cuanto mayor
sea la invasión del cuerpo por el vehículo mayor fue la velocidad en el momento del impacto. Cuanto mayor sea la
velocidad del vehículo, mayor será el intercambio de energía y habrá más probabilidad de que los ocupantes resul-
ten lesionados.
• Impacto trasero
Las colisiones por detrás se producen cuando un vehículo que se mueve más lento o que está parado es golpeado
desde detrás por un vehículo que se desplaza a mayor velocidad. Al vehículo que se desplaza más rápido lo llama-
mos «vehículo proyectil» y el objeto más lento o parado lo llamamos «vehículo diana».
En estas colisiones la energía del vehículo proyectil en el momento del impacto se convierte en daños para ambos
vehículos y aceleración del vehículo diana. Cuanto mayor sea la diferencia del impulso entre los dos vehículos, ma-
yor será la fuerza del impacto inicial y más energía estará disponible para causar daños y aceleración.
En el impacto, el vehículo delantero experimenta una aceleración hacia delante. Todo lo que esté sujeto al chasis
se desplazará también hacia delante a la misma velocidad. Los objetos que no estén anclados dentro del vehículo,
incluidos sus ocupantes, empezarán un movimiento hacia delante sólo después de que algo en contacto con el
chasis empiece a transmitir la energía del movimiento del chasis a los objetos u ocupantes.
Por ejemplo, el torso se acelera por el asiento después de que una parte de la energía haya sido absorbida por los
resortes de los asientos.
Si el reposacabezas está colocado detrás y por debajo del occipucio de la cabeza, la cabeza empezará a despla-
zarse hacia delante después que el torso cuando entre en contacto con el reposacabezas. Esto puede causar la
hiperextensión del cuello. (Figura 10).
El cizallamiento y la distensión de los ligamentos y otras estructuras de soporte, sobre todo de la región anterior
del cuello, pueden ocasionar lesiones. Si el reposacabezas está bien situado, la cabeza se desplazará aproximada-
mente al mismo tiempo que el torso con hiperextensión. Si el vehículo puede moverse sin interferencias hasta de-
tenerse poco a poco, será probable que el ocupante no sufra lesiones porque gran parte del movimiento del cuerpo
es soportado por el asiento, de una forma parecida a la entrada de un astronauta en la órbita.
Sin embargo, si el vehículo choca con otro vehículo u objeto o si el conductor pisa el freno y lo detiene bruscamen-
te, los ocupantes seguirán moviéndose hacia delante y se producirá el patrón característico de la colisión con im-
pacto frontal. En este caso, la colisión supone dos impactos, uno posterior y otro frontal. El doble impacto aumenta
las probabilidades de lesión.
• Impacto lateral
Los mecanismos del impacto lateral intervienen cuando un vehículo está implicado en una colisión en un cruce o
cuando el vehículo se sale de la calzada e impacta contra un poste, árbol o cualquier otro obstáculo del margen del
camino.
Si la colisión se produce en un cruce, el vehículo diana es acelerado tras el impacto en una dirección que tiende a
alejarlo de la fuerza creada por el vehículo proyectil.
La parte lateral o la puerta del coche serán empujadas contra el lado del ocupante y los ocupantes podrán sufrir le-
siones porque se aceleran en sentido lateral o porque el compartimento del acompañante se deforma hacia dentro
por la proyección de la puerta.
Las lesiones causadas por el movimiento del vehículo serán menos graves si el acompañante está fijo y se mueve
con el movimiento inicial del vehículo (Figura 11 y 12).
En los impactos laterales, cinco regiones del cuerpo son susceptibles de lesionarse:
• Clavícula: La clavícula se puede comprimir y fracturar si la fuerza se imprime contra el hombro (Figura 12).
• Tórax: La compresión de la pared torácica (Figura 13) hacia dentro puede causar fracturas de las costillas, con-
tusión pulmonar o lesiones por compresión de los órganos sólidos situados debajo de la parrilla costal por deba-
jo del diafragma, además de lesiones por exceso de presión (neumotórax). Las lesiones por cizallamiento de la
aorta pueden asociarse a una colisión lateral.
• Abdomen/pelvis: La intrusión del vehículo comprime y fractura la pelvis y empuja la cabeza del fémur contra el
acetábulo. Los ocupantes del lado del conductor pueden sufrir lesiones esplénicas, ya que el bazo está situado
en el lado izquierdo del cuerpo, mientras que los del lado opuesto tienen más probabilidades de sufrir lesiones
hepáticas.
• Cuello: El tronco puede moverse con respecto a la zona inferior de la cabeza tanto en las colisiones laterales
como en los golpes traseros. El punto de anclaje de la cabeza es posterior e inferior al centro de gravedad de la
cabeza, de forma que el movimiento de la cabeza en relación con el cuello es la flexión lateral y la rotación. Este
movimiento puede fracturar las vértebras o con más probabilidad determinar un desplazamiento de las carillas
articulares con luxación de las mismas.
• Cabeza: La cabeza puede golpearse contra el marco de la puerta. Los impactos laterales cercanos producen
más lesiones que los lejanos.
Estas bolsas absorben la energía lentamente, aumentando la distancia de frenado del cuerpo. Son muy eficaces
en la primera colisión con impactos frontales y casi frontales (del 65% al 70% de los choques que ocurren en un
abanico de 30° centrado en los faros delanteros). Dado que muchos airbags se desinflan inmediatamente después
del impacto, no son efectivos en las colisiones con impactos múltiples o con impacto posterior.
Un airbag se infla y desinfla en 0,5 segundos. Si el vehículo vira y entra en el trayecto de otro que llega o sale del
camino y choca con un árbol, el airbag no funcionará. Los airbags laterales aumentan la protección para los ocu-
pantes. Cuando el airbag se infla, puede ocasionar lesiones menores pero visibles que el profesional de la asisten-
cia prehospitalaria debe tratar. Consisten en abrasiones de brazos, tórax y cara, cuerpos extraños en la cara y los
ojos y lesiones de los ocupantes que llevan anteojos.
Choques en motocicletas
Los accidentes de motocicleta son responsables del mayor número lesionados y muertes relacionadas con ve-
hículos de motor cada año. Los mecanismos de lesión son algo distintos de los que ocurren en las colisiones de
automóviles y camiones. Estas variaciones afectan a diversos tipos de impacto: frontal o de cabeza, angular o con
eyección.
• Impacto angular
En una colisión con impacto angular, la motocicleta choca contra un objeto con el que forma un ángulo. La moto
cae sobre el motociclista o hace que este quede aplastado entre el vehículo y el objeto contra el que chocó. Pue-
den producirse lesiones de los miembros superiores o inferiores con fracturas, así como extensas lesiones de las
partes blandas. Debido al intercambio de energía, las lesiones pueden afectar también a los órganos abdominales.
Las lesiones producidas en los peatones varían según la altura de la víctima y la del vehículo. Los lugares de impac-
to en niños y adultos son diferentes: debido a su menor altura, los niños reciben el primer golpe en una parte más
alta del cuerpo, en comparación con los adultos.
En general, este primer impacto ocurre cuando el paragolpes golpea las piernas (por encima de las rodillas) o la
pelvis del niño, lesionando el fémur o la cintura pélvica.
El segundo impacto es casi inmediato y sucede cuando la parte frontal del capó del vehículo golpea el tórax del
niño. La cabeza y la cara chocan contra el frente o la parte superior del capó. Los tamaños y pesos menores de los
niños hacen que a veces no sean despedidos del vehículo, como suele suceder con los adultos (Figura 15). En estos
casos, el niño puede ser arrastrado por el vehículo mientras aún se encuentra parcialmente bajo su parte delantera.
Si el niño cae hacia un lado, una rueda anterior podrá pasar sobre sus piernas. Si el niño se cae de espaldas y que-
da totalmente bajo el vehículo podrá ocurrir casi cualquier tipo de lesión. Si el pie estaba apoyado en el suelo en
el momento del impacto, el niño recibirá el intercambio de energía en la parte superior de la pierna, la cadera y el
abdomen. Esta energía desplazará las caderas y el abdomen alejándolas del impacto. La parte superior del tórax
se desplazará después igual que el pie apoyado. La importante angulación en el lugar del impacto puede causar
fracturas en la columna y el fémur.
Para complicar las lesiones todavía más, es posible que el niño se haya desplazado hacia el coche por curiosidad, lo
que determina la exposición de la parte anterior del cuerpo y la cara a las lesiones, mientras que los adultos tratan
de escapar y suelen recibir el golpe en su parte posterior o lateral.
En general, los adultos reciben primero el golpe del paragolpes del vehículo en la parte inferior de las piernas, con
fracturas de la tibia y el peroné, y dirigen las piernas por debajo de la pelvis y el tronco. Cuando la víctima cae hacia
delante, la pelvis y la parte superior del fémur chocan contra el frente del capó del vehículo. Dado que el abdomen
y el tórax caen hacia delante, golpean contra la parte superior del capó. Este segundo impacto importante puede
provocar:
Las lesiones de la cabeza y la cara dependen de la habilidad de la víctima para protegerse con los brazos. Si la ca-
beza del atropellado choca contra el capó o si la víctima continúa moviéndose sobre este, de forma que su cabeza
golpee contra el parabrisas, podrá sufrir lesiones de la cara, la cabeza y la columna vertebral.
El tercer impacto tiene lugar cuando la víctima cae del vehículo y choca contra el pavimento. En ese momento pue-
de sufrir un golpe en un lado del cuerpo, la cadera, el hombro y la cabeza. El traumatismo craneoencefálico suele
ocurrir cuando la víctima choca con el vehículo o con el pavimento y ha de tenerse en cuenta en todos los casos.
Como los tres impactos producen movimientos violentos y bruscos del tronco, el cuello y la cabeza, el profesional
de la asistencia prehospitalaria debe suponer siempre una inestabilidad de la columna.
La valoración del mecanismo de lesión debe incluir la confirmación de si la víctima, tras golpearse con el asfalto,
fue atropellada de nuevo por un segundo vehículo que viajara próximo o detrás del primero. Al igual que en los
adultos, los niños atropellados suelen sufrir algún tipo de traumatismo craneoencefálico.
Debido a las fuerzas bruscas y violentas que actúan sobre la cabeza, el cuello y el tronco, se debe tener una elevada
sospecha de lesiones de la columna cervical. El conocimiento de la secuencia específica de los impactos múltiples
que ocurren en los atropellos de peatones por vehículos de motor y de las múltiples lesiones que en ellos aparecen
resulta esencial para realizar una valoración inicial y determinar el tratamiento adecuado de cada paciente.
El patrón de la lesión en la cual los pies por delante que contactan primero se llama síndrome de Don Juan. Este
síndrome se asocia a:
• Fracturas bilaterales del calcáneo.
• Fractura de los tobillos.
• Fractura de la parte distal de las tibias y los peronés.
Cuando se aterriza sobre los pies y el movimiento se detiene, la siguiente parte del cuerpo que absorbe la energía
son las piernas, lo que puede dar lugar a fracturas de las rodillas, los huesos largos y las caderas. El cuerpo se
comprime por el peso de la cabeza y el tronco, que siguen moviéndose, y puede provocar fracturas de las regiones
dorsal o lumbar de la columna vertebral.
En cada una de las curvas cóncavas de la columna en forma de S ocurre una hiperflexión, que puede dar lugar a
lesiones por compresión en el lado cóncavo y lesiones por distracción en el convexo. Se dice a menudo que estas
personas se han roto la «S».
Cuando una persona cae sobre las manos extendidas, el resultado podrá ser una fractura de Colles bilateral de las
muñecas, hombros y clavículas.
Si la víctima no aterriza sobre los pies, el profesional de la asistencia prehospitalaria deberá valorar la parte del
cuerpo que golpeó primero, determinar la trayectoria del desplazamiento de energía y establecer el patrón de las
lesiones.
Si la víctima cae sobre la cabeza con el cuerpo casi en línea, tal como sucede habitualmente en las zambullidas
en aguas poco profundas, todo el peso y la fuerza del tronco, la pelvis y las piernas en movimiento comprimirán la
cabeza y la columna cervical, que puede fracturarse al igual que sucede en las colisiones con impacto frontal as-
cendente y por encima.
El perfil se refiere al tamaño inicial del objeto y a si dicho tamaño cambia en el momento del impacto. El perfil, o
área frontal, de un punzón es mucho menor que el de una masa, que a su vez es menor que el de un camión. Un
proyectil de punta hueca se aplasta y deforma como consecuencia del choque con un cuerpo y, por tanto, adquiere
un área frontal mucho mayor que la que tenía antes de cambiar su forma. Las balas de punta hueca se aplastan y
amplían con el impacto. Esta modificación del perfil aumenta el área frontal, de forma que el número de partículas
golpeadas es mayor y el intercambio de energía aumenta. La cavidad que se forma es más grande y las lesiones
son mayores.
En general, cuando una bala viaja por el aire tras ser disparada por un arma, golpea menos partículas de aire y man-
tiene casi toda su velocidad cuando su área frontal se mantiene pequeña y aerodinámica gracias a su forma cónica.
Si el proyectil choca con la piel y se deforma cubriendo un área mayor, el intercambio de energía será mucho mayor
que si el área frontal no aumentara. Por tanto, el proyectil ideal debería conservar la forma mientras pasa por el aire
y sólo deformarse tras impactar.
La caída (voltereta o vuelco) describe si el objeto cae y adopta dentro del cuerpo un ángulo distinto al que tenía en
el momento de penetrar en él. El centro de gravedad de una bala en forma de cuña se encuentra más cerca de la
base que de la punta. Cuando esta golpea contra algo, reduce su velocidad rápidamente.
La fragmentación consiste en la rotura del objeto cuando penetra en el cuerpo. Hay balas que se fragmentan al salir
del arma (escopeta) y otras que se fragmentan al entrar al cuerpo. A su vez ésta puede ser:
• De fragmentación activa: explosivo dentro de la bala que se detona dentro del cuerpo.
• De fragmentación pasiva: balas de punta blanda o con cortes verticales en la punta, y las que contienen múlti-
ples municiones las cuales contienen muchos fragmentos pequeños que aumentan la lesión del cuerpo cuando
se rompen y separan tras el impacto.
El área frontal de la masa de fragmentos producidos es mucho mayor que la de una sola bala sólida y la energía se
dispersa con rapidez en los tejidos. Si el proyectil se rompe, los fragmentos se separarán, abarcando un área ma-
yor, con las dos consecuencias siguientes:
• Aumenta el número de partículas de tejido golpeadas por la mayor proyección frontal.
• Las lesiones se distribuyen en una porción más amplia del cuerpo, ya que el número de órganos golpeados es
mayor.
Los múltiples perdigones de un disparo de escopeta originan resultados similares. Las heridas por escopeta son un
ejemplo excelente del patrón de lesiones por fragmentación.
Las armas de baja energía son las que se manejan con la mano, tales como cuchillos o punzones. Estos proyectiles
sólo producen daños con sus puntas agudas o sus bordes afilados. Dado que son lesiones de baja velocidad, los
traumatismos secundarios suelen ser escasos (es decir, la cavitación es menor).
Las lesiones de estas víctimas pueden preverse trazando la trayectoria del arma en el interior del cuerpo. Los
varones tienden a clavar con el filo cortante de la hoja en el lado del dedo pulgar de la mano y con un movimiento
ascendente o hacia dentro, mientras que las mujeres tienden a clavar hacia abajo y manteniendo el lado cortante
de la hoja en el lado del meñique.
Es importante valorar la posibilidad de otras lesiones asociadas. El diafragma puede alcanzar la línea de los pezo-
nes en una espiración profunda. Una herida penetrante en la parte inferior del tórax puede lesionar tanto las es-
tructuras dentro del tórax como dentro del abdomen.
Las armas de fuego pertenecen a dos grupos distintos, de energía media y de alta. Las de energía media son las
pistolas y algunos rifles. A medida que aumenta la cantidad de pólvora en el cartucho, también lo hace la velocidad
de la bala y, por tanto, su energía cinética. En general, las armas de media y alta energía no sólo lesionan directa-
mente al tejido a lo largo del trayecto del proyectil, sino que también dañan los que se encuentran a los lados de la
trayectoria.
Las variables de perfil, caída y fragmentación influyen en la magnitud y dirección de las lesiones. La presión sobre
las partículas de tejido, que se desplazan separándose del recorrido del proyectil, comprimen y distienden el tejido
adyacente. Las armas de energía media siempre producen una cavidad temporal cuyo tamaño suele ser tres a seis
veces mayor que el área frontal del proyectil.
Las armas de alta energía son las de asalto, los rifles de caza y otras armas que disparan proyectiles de alta veloci-
dad. Estos proyectiles no sólo producen una trayectoria permanente, sino que también crean una cavidad temporal
mucho mayor que la asociada a los de velocidad menor. Esta cavidad temporal se expande mucho más allá de los
límites del recorrido de la bala y lesiona un área mucho mayor de la que resulta evidente en la valoración inicial. La
alteración de los tejidos es mucho más extensa con los objetos penetrantes de alta energía que con los de energía
media.
El vacío creado por esta cavidad arrastra la ropa, las bacterias y otros restos desde el área adyacente hacia la he-
rida. Un factor importante para predecir las lesiones originadas por un disparo de arma de fuego es la distancia a la
que el arma (de energía media o alta) se dispara. La resistencia del aire reduce la velocidad del proyectil; por tanto,
a mayor distancia, menores serán tanto la velocidad en el momento del impacto como las lesiones producidas.
La mayoría de los disparos se realizan a distancias cortas con pistolas, por lo que la probabilidad de lesiones graves
es alta.
La valoración de las heridas aporta una información muy útil para establecer el tratamiento del paciente y que debe
transmitirse al servicio al que se traslada.
¿Indica el hallazgo de dos orificios en el abdomen de la víctima que un sólo proyectil entró y salió o que hay dos
proyectiles en el interior del abdomen? ¿Cruzó el proyectil la línea media provocando lesiones de mayor gravedad
o permanece en el mismo lado? ¿En qué dirección se desplazó el proyectil? ¿Qué órganos pueden encontrarse en
su trayectoria?
La evaluación de la trayectoria es más importante que la evaluación de cuál es el orificio de entrada y salida. Las
heridas de entrada y salida suelen mostrar, aunque no siempre, patrones identificables de lesión de las partes blan-
das.
Una herida de entrada de un disparo está apoyada en los tejidos subyacentes, pero las de salida no tienen sostén.
La primera es redonda u ovalada, dependiendo del trayecto de entrada, mientras que la segunda es una herida
estrellada.
Dado que el proyectil está girando cuando penetra en la piel, deja una pequeña zona de abrasión (de 1 a 2 mm de
tamaño) de color negro o sonrosado, que no existe en la herida de salida.
Si el cañón estaba apoyado en la piel en el momento del disparo, los gases en expansión se introducen en el tejido
y ocasionan una crepitación a la palpación. Estos gases calientes provocan una quemadura de la piel de 5 a 7 cm
de diámetro, en una zona de 5 a 15 cm el humo se adhiere a la piel y en un área de 25 cm las partículas de pólvora
en combustión tatúan la superficie cutánea con pequeñas zonas (de 1 a 2 mm) quemadas.
No obstante, dado que muchos materiales volátiles se transportan en camiones o por vía férrea y que el gas domés-
tico y embotellado son habituales en los hogares, las explosiones pueden ocurrir casi en cualquier lugar.
Esta energía puede asumir varias formas y se generan ondas de choque diversas, donde la principal forma de lesión
está dada por los fragmentos acelerados que pueden llegar a miles de metros de distancia.
Se pueden producir diversos tipos de lesiones, incluido el arrancamiento de los miembros. La mayor parte de las
lesiones compatibles con la supervivencia suelen producirse en la superficie de contacto entre tejidos de distintas
densidades y suelen afectar principalmente a los órganos que contienen gas, como el tímpano, los pulmones y me-
nos frecuentemente el intestino.
Las ondas de presión rompen y desgarran los pequeños vasos y membranas de los órganos que contienen gas (ca-
vitación) y pueden lesionar también el sistema nervioso central; un signo clásico de las lesiones por explosiones
primarias es la rotura del tímpano.
Estas ondas provocan graves alteraciones o la muerte sin signos externos de lesión.
La cinemática de las lesiones por explosiones es especial y permite distinguirlas de otros tipos de traumatismos.
La explosión puede dividirse en tres fases iniciales: primaria, secundaria y terciaria, y dos posteriores cuaternaria
y quinaria. En cada una de ellas se producen lesiones de distintos tipos (Figura 16).
Lesiones primarias
Las lesiones primarias se producen por la onda expansiva de la explosión que se desplaza a una velocidad hasta de
3.048 metros por segundo. Si el individuo está suficientemente cerca, la onda de choque inicial aumenta la presión
en el cuerpo, produce estrés y ruptura en particular de los órganos llenos de gas como los pulmones y oídos.
Estas lesiones primarias son más frecuentes cuando la explosión se presenta en un espacio cerrado, debido a que
la onda de explosión rebota en las superficies, por lo que aumenta el poder destructivo de las ondas de presión.
Lesiones secundarias
Las lesiones secundarias o por fragmentación tienen lugar cuando la víctima es golpeada por fragmentos primarios
(partes del propio explosivo), fragmentos secundarios (partes del vehículo, cristales que vuelan, hormigón que cae
y otros restos producidos por la explosión) o ambos. Las lesiones de este tipo comprenden:
• Heridas penetrantes.
• Fracturas.
• Laceraciones.
La clasificación de la causa de estas lesiones viene determinada por la localización y la gravedad de las mismas. Se
suelen producir muchas heridas superficiales de la piel y las extremidades, pero las lesiones oculares y torácicas
determinan más morbilidad y deben recibir mayor prioridad. Las lesiones oculares por los restos de metal o cristal
volantes son una importante causa de morbilidad asociada a los fragmentos secundarios.
Lesiones terciarias
Las lesiones terciarias se producen cuando la víctima:
• Es empujada contra un objeto.
• Recibe un golpe por un objeto/s de gran tamaño propulsado/s por la explosión (lesiones por traslación).
• Es aplastada por el hundimiento de la estructura asociado a la onda expansiva (no por la propia onda de presión
de la explosión).
Estas lesiones afectan al punto del impacto y la fuerza de la explosión se transfiere a otros órganos del cuerpo a
medida que estos absorben la energía del impacto. Son similares a las que suceden en los pasajeros despedidos de
un vehículo y en las caídas desde alturas importantes.
Las lesiones terciarias suelen ser evidentes, pero el profesional de la asistencia prehospitalaria debe buscar lesio-
nes asociadas según el tipo de impacto producido.
Lesiones cuaternarias
Las lesiones cuaternarias son las producidas por el calor o el humo generados tras la explosión y pueden determi-
nar:
• Quemaduras.
Lesiones quinarias
Esta categoría es la más reciente e incluye los múltiples efectos sobre la salud derivados de aditivos presentes en
las bombas, como, por ejemplo:
• Bacterias.
• Radiación.
• Sustancias químicas.
• Restos de tejido humano (esta clase de lesión se incorporó tras un ataque suicida con bomba en Israel, en el cual
se identificaron fragmentos de hueso del suicida portador de la bomba, que quedaron incluidos en el cuerpo de
las víctimas).
Además de las lesiones provocadas, estos materiales pueden tener consecuencias psicológicas e infecciosas po-
tencialmente graves.
Hemos recorrido hasta aquí distintos conceptos de la cinemática del trauma que nos permiten comprender y rea-
lizar una valoración del paciente traumatizado para descubrir o sospechar lesiones graves o que ponen en riesgo
la vida.
A nivel prehospitalario, la sobrevida en trauma depende de una serie de factores, que son cruciales:
• La magnitud de la lesión inicial.
• El tiempo de trasporte desde el sitio de trauma hasta el lugar de atención definitiva.
• La existencia de personal de rescate y de traslado entrenados.
El tiempo es vida
Existe un “período de oro o dorado” en la atención del trauma, tiempo crítico entre que ocurre la lesión y el cuidado
definitivo que recibe el paciente.
Si un paciente presenta durante este período una o varias lesiones que ocasionen hemorragia con una inadecuada
perfusión y oxigenación tisular y no se resuelve rápidamente, disminuyen significativamente las posibilidades de
sobrevida.
Originalmente se hablaba de hora dorada, pero hay lesiones que dan menos tiempo y otras un poco más, por lo que
se habla de período de oro.
Cuando se realiza la atención prehospitalaria se debe reconocer la urgencia de una situación y trasportar al pacien-
te lo más rápido posible al lugar de tratamiento definitivo adecuado. Para llegar al lugar con el paciente se deben
identificar las lesiones que ponen en peligro la vida del paciente, dar el cuidado esencial para salvarle la vida en
escena y trasportarlo con prontitud.
El tiempo medio a nivel urbano entre el incidente y el aviso al sistema de atención prehospitalaria y su llegada es
de alrededor de 8 a 9 minutos.
El tiempo que se debe demorar en la escena en el lugar del incidente no debe superar los 10 minutos (llamado pe-
riodo o tiempo de platino).
El tiempo de traslado hasta centro de recepción del paciente traumatizado adecuado de 8 a 9 minutos.
Por lo tanto, se utilizan alrededor de 30 minutos del período de oro en toda esta fase de la atención prehospitalaria
cumplimentando estrictamente estos tiempos. En la práctica real muchas veces estos tiempos son mayores y per-
judican la evolución del paciente (Figura 18).
Evaluación inicial
Evaluación de la escena
La atención y evaluación inicial en el ámbito prehospitalario difiere al realizado en el hospital en varios aspectos.
Se realiza primero una evaluación llamada prepaciente. Cuando al médico de atención prehospitalaria le asigna el
radioperador información de un incidente que obtiene con lo reportado por el que realiza la llamada, se deben anti-
cipar los eventos y peligros potenciales asociados a las características aportadas con el llamado.
Evaluación de la seguridad
Si los miembros del equipo de atención prehospitalaria se convierten en víctimas, no serán capaces de ayudar a
otras personas lesionadas y se agregarán al número de pacientes a atender. Las personas sin entrenamiento no
deben hacer intentos de rescate por el riesgo de convertirse en víctimas o de causar más daño a los lesionados.
El mensaje es «no se sacrifican o se exponen vidas» y «los rescatadores no deben ser nuevas víctimas».
Para poder entrar en una escena, esta debe estar asegurada. Puede haber pistas de riesgos o peligros potenciales
evidentes como el sonido de disparos de arma de fuegos o fuego hasta otros más sutiles como vapor u olores.
La seguridad de la escena incluye la de los rescatadores y la del paciente. Los pacientes que están en situaciones
peligrosas deben ser llevados a un área segura, antes de realizar la evaluación y tratamiento.
Hay condiciones que son amenazas para los rescatistas y pacientes como:
• El fuego.
• Cables de electricidad caídos.
• Explosivos.
• Materiales peligrosos (sangre, líquidos corporales).
• Tráfico.
• Condiciones ambientales como inundaciones o caída de rayos en una tormenta.
• Situaciones de violencia con armas que requieren la presencia de personal policial para poder ingresar a la es-
cena.
Dentro de la seguridad de la escena se debe tener en cuenta que mientras el equipo de atención prehospitalaria
trabaja está expuesto a situaciones peligrosas como puede suceder con choques de vehículos contra la ambulan-
cia o contra los rescatistas. En muchas ocasiones se trabaja de noche donde hay mala iluminación junto a condi-
ciones climáticas desfavorables como lluvias y tormentas.
Para la prevención de estas lesiones de los rescatistas se deben tomar varias medidas. Los rescatistas deben tener
puesta ropa con chaleco reflectante para que puedan ser vistos en la noche.
El primer móvil de ambulancia que llega debe colocarse del mismo carril del incidente de tránsito en posición dia-
gonal para descender del mismo protegido del flujo del tránsito si este no está interrumpido (Figura 20).
Si se disponen de conos de señalización estos deben ser colocados manteniendo una zona de seguridad alrededor
de la escena del incidente y de acuerdo a la velocidad de la circulación y flujo de vehículos los carteles de alerta y
conos para la reducción de velocidad y desvío del tránsito a distancia del incidente (Figuras 21 y 22).
Evaluación de la situación
La evaluación de la situación se hace después de la valoración de la seguridad. Incluye tanto aspectos que afectan
de cómo se debe realizar la atención prehospitalaria así como las que están relacionadas directamente del inciden-
te con el paciente. Se evalúa aquí la historia del evento y responde a las siguientes preguntas orientadoras.
• ¿Qué sucedió realmente en la escena? ¿Qué circunstancias llevaron a la lesión?
• ¿Por qué se solicitó ayuda y quién lo hizo?
• ¿Cuál fue la cinemática del traumatismo?
• ¿Cuántas víctimas están implicadas, qué edades, hay que buscar a todas?
Hay aspectos de la seguridad y de la situación que se superponen y algunos son más específicos de cada uno.
• Trauma multisistémico
Un paciente con trauma multisistémico presenta lesiones que involucran más de un sistema, incluyendo los siste-
mas:
• Pulmonar.
• Circulatorio.
• Neurológico.
• Gastrointestinal.
• Musculoesquelético.
• Intertegumentario.
Un ejemplo podría ser un paciente que presenta un incidente de tránsito, manejando una moto sin casco que cho-
ca contra un poste y que presenta un traumatismo encefalocraneano con pérdida de conciencia con traumatismo
cerrado del tórax con contusiones pulmonares y fractura expuesta de tibia y peroné con hemorragia externa por
lesión vascular. Afecta menos del 10% de los pacientes traumatizados, pero obliga a actuar más rápido.
En los pacientes críticos con traumatismo de múltiples sistemas, la prioridad de la atención es la identificación y el
manejo rápido de las condiciones que ponen en riesgo la vida. En estos pacientes es probable que sólo se pueda
hacer la evaluación primaria para corregir sus alteraciones y transportarlo rápidamente al centro de cuidado defi-
nitivo.
Si se identifican condiciones que amenazan la vida al ir realizando la primera evaluación, se inician maniobras ur-
gentes para su resolución. Veremos luego, que, si la condición del paciente lo permite, se debe realizar una segunda
evaluación de las lesiones que no ponen en riesgo la vida o la pérdida de una extremidad. Esta segunda evaluación
llamada secundaria se puede realizar durante el traslado.
Todos estos pasos se realizan con suma rapidez para minimizar el tiempo de permanencia en el sitio del incidente.
Los pacientes críticos no deben permanecer en la escena para otro cuidado que no sea el necesario para estabili-
zarlo para el traslado, a menos que esté atrapado o existan otras complicaciones que impidan el traslado inmediato.
Si el paciente se encuentra en paro se deben tomar varias consideraciones al respecto. El paro de causa traumá-
tica es por:
• Exsanguinación.
• Lesión cerebral.
• Espinal grave.
En este tipo de casos, la probabilidad de supervivencia es <menor al 4% (con trauma penetrante), la mayoría con
secuela neurológica significativa.
Ante incidente de múltiples pacientes o víctimas múltiples, centrar la atención de los pacientes vivos y no del pa-
ciente en paro, dado la baja probabilidad de supervivencia del paciente en paro por trauma y la demora de la aten-
ción que se le ocasionaría a pacientes vivos en estado crítico.
En caso de iniciar reanimación cardiopulmonar en trauma (RCP), se debe considerar la causa del paro: es decir si
hay una condición médica que puede ser la causa y el trauma es un resultado secundario (ejemplo: paciente con
síndrome coronario agudo que secundariamente tienen una lesión traumática). Sospechar esto en victimas adultas
y en aquellos con un mínimo mecanismo de lesión o poca evidencia de trauma externo.
Si el paciente no se encuentra en paro, se debe realizar la evaluación inicial de 3 minutos:
¿Qué le paso?
Al lado del paciente lesionado se le debe preguntar: ¿qué le pasó?
Una explicación coherente con frases completas puede reflejar que la víctima tiene:
• Vía aérea permeable.
• Suficiente función ventilatoria para hablar.
• Perfusión cerebral adecuada.
• Función neurológica razonable y que posiblemente no existen amenazas vitales inmediatas.
Si el paciente no responde a la pregunta o está angustiado, se inicia la evaluación primaria detallada para identifi-
car los problemas que amenazan la vida.
Al valorar las funciones vitales, la evaluación primaria sirve para establecer si el paciente se encuentra en una
condición crítica o si esta es inminente.
El punto A de la evaluación inicial finaliza con la colocación de una máscara de oxígeno con reservorio y sistema de
válvula inspiratoria y espiratoria conectada a un tubo de oxígeno portátil (Figura 23).
- Perfusión
Se puede determinar el estado circulatorio general revisando la coloración, temperatura y humedad de la piel, el
pulso e indirectamente el estado mental. En esta fase se debe detectar la presencia de shock.
• Inspección: palidez o coloración azulada, sudoración, hemorragia externa.
• Palpación: frialdad y humedad en las extremidades.
• Pulsos: presencia de los mismos, regularidad y calidad. Evaluar radial, femoral, carotideo, en forma bilateral.
• Relleno capilar: mayor a dos segundos indica hipoperfusión, pero no es específico. Se lo considera en conjunto
con otros hallazgos del examen.
• Pelvis: cerrar, abrir, comprimir pubis: Si hay pelvis abierta por trauma se debe cerrar con algún dispositivo (sa-
bana, cinturón o faja pélvica) para evitar que prosiga la hemorragia interna.
• Palpar abdomen: SOLO para sospecha de hemorragia interna.
Si por la evaluación de la Escala de Glasgow el valor es menor a 15 se debe evaluar el tamaño pupilar. Se evalúan si
son redondas, iguales o simétricas y si responden a la luz (Figura 26).
E. Exposición /Ambiente
Uno de los pasos iniciales en el proceso de valoración del paciente es la de retirarle la ropa que permite exponer
al paciente con trauma permitiendo buscar las lesiones. Después de exponer el cuerpo cada parte del cuerpo, este
se debe cubrir dado el riesgo de desarrollar hipotermia que tienen en particular los pacientes con trauma. Sólo se
debe exponer lo necesario al ambiente exterior (Figura 27).
Cuando se realiza el traslado del paciente en ambulancia, el ambiente de la cabina de la camilla debe estar climati-
zado con el objetivo de que no pierda temperatura el paciente.
- Reanimación
Si durante la evaluación primaria se identifican condiciones que ponen en riesgo la vida, después de realizar la in-
tervención indicada en la escena, el paciente se debe “empaquetar” con rapidez e iniciar el transporte lo más rápi-
damente posible al centro de trauma para el tratamiento definitivo. El tiempo en escena debe ser breve, 10 minutos
o menos en pacientes críticos.
Las alteraciones que puede presentar un paciente traumatizado crítico pueden son:
• Alteración de la conciencia (D).
• Alteración del A, B o C.
• Herida penetrante en cráneo, cara, cuello, tórax o abdomen.
• Mecanismo lesional (cinemática).
• Amputación.
Evaluación secundaria
La valoración o evaluación secundaria sólo se debe realizar tras completar la valoración primaria, identificar y
tratar todas las lesiones con riesgo vital e iniciar la reanimación.
El objetivo es detectar lesiones o problemas que no se identificaron en la evaluación primaria, que por definición no
son lesiones con riesgo vital. Y no se debe realizar en los pacientes críticos.
La valoración o evaluación secundaria lleva alrededor de 5 minutos y se realiza de la cabeza a los pies del paciente,
mediante un examen físico: observando, escuchando y sintiendo.
- Observar:
• Hemorragia externa o interna (distensión abdominal, hematoma expansivo, tensión marcada de una extremidad).
• La piel, en cada región.
- Escuchar:
• Cualquier sonido anormal inspiratorio o espiratorio de la respiración.
• Sonidos anormales en la auscultación.
• Auscultación similar en ambos campos pulmonares o asimetrías.
- Sentir:
• Palpar todas las regiones del cuerpo (crepitación, dolor, movimiento anormal).
• Notar cualquier hallazgo anormal.
Toda la evaluación secundaria debe abarcar las siguientes regiones y sistemas:
• Cabeza
• Cuello
• Tórax
• Abdomen
• Pelvis
• Dorso
• Extremidades
• Neurológica
Se deben verificar los signos vitales cada 3-5 minutos y también realizar una historia clínica rápida considerando
en la anamnesis la regla SAMPLE:
S: síntomas.
A: alergias.
M: medicamentos.
P: antecedentes personales.
L: última ingesta.
E: eventos o sucesos que han ocasionado o precedieron la lesión.
El concepto fundamental a tener en cuenta es que se debe trasladar el paciente al centro adecuado. Por ejemplo si
un paciente requiere para el tratamiento definitivo un quirófano con cirujano y neurocirujano, no se lo puede tras-
ladar a un centro sin esa complejidad, aunque el centro sea más cercano.
En la práctica real actual se debe trasladar al paciente al lugar donde se pueda realizar el tratamiento definitivo
acorde a la organización regional y recursos disponibles.
- Método de traslado
Habitualmente el traslado es terrestre con ambulancia, pero en algunas circunstancias el trasporte aéreo puede
ser más rápido. Se debe valorar la situación específica, teniendo en cuenta que lo más importante es la llegada
rápida al centro adecuado.
- Monitoreo y reevaluación
Durante el traslado a la unidad de trauma receptora se debe monitorear en forma continua al paciente, repitiendo
la evaluación primaria para asegurar que las funciones vitales no se deterioren y si se produce alguna alteración
de la misma corregirla.
CONCLUSIONES
El trauma es un problema serio de la salud pública a nivel mundial, representando la principal causa de muerte en
personas jóvenes. En este contexto, tanto la atención prehospitalaria como la intrahospitalaria adecuadas son un
factor decisivo y pueden determinar la diferencia entre la vida y la muerte, entre una discapacidad temporal y otra
permanente, o bien entre una vida productiva o en pobreza y con asistencia social.
Comprender el concepto de trauma y la cinemática de cada traumatismo en particular, permitirá identificar lesio-
nes y abordarlas de una manera adecuada y eficaz .
El trauma contuso y el trauma penetrante presentan características que requieren diferentes abordajes, debido a
la gravedad y diferentes lesiones que puede implicar cada cuadro.
Realizar la evaluación inicial respetando cada uno de los pasos que la componen permitirá brindar una atención de
calidad al paciente con trauma, e identificar y tratar las lesiones que pueden poner en riesgo la vida, como también
las lesiones secundarias que pueden aumentar la morbimortalidad.