Bogotá
Bogotá
Bogotá
PARTE
DEL MUNDO Antología de poemas
sobre Bogotá (1926-2022)
Montaje de la cubierta
Alcaldía Mayor de Bogotá
Leonardo Fernández Suárez
Claudia López Hernández
Alcaldesa Mayor Comité editorial
Ramón Cote Baraibar
Catalina Valencia Tobón
María Osorio Caminata
Secretaria Distrital de Cultura,
Andrés Ospina
Recreación y Deporte
ISBN: 978-958-5125-60-5
Rafael Eduardo Tamayo Franco
Director de Lectura y Bibliotecas Esta obra es una publicación para la
Biblioteca Digital de Bogotá y está bajo
Línea de Proyectos Editoriales
una licencia de Creative Commons.
Javier Beltrán
María Lucía Ovalle Pérez Atribución-NoComercial-SinDerivadas.
Santiago Villalba Hernández 4.0 Internacional (CC BY-NC-ND 4.0)
EN ESTA
PARTE DEL
MUNDO
Antología de poemas
sobre Bogotá (1926-2022)
I
Existen muchas maneras de compren-
der una ciudad. A partir de sus revisiones
históricas, de sus estudios políticos, de
sus análisis sociales, de sus monogra-
fías arquitectónicas o urbanísticas se nos
da una visión particular que nos permi-
te entender mínimamente ese organismo
vivo, dinámico y cambiante que no para
nunca de sorprendernos. Pero también
existe otra manera de apropiarse y de
entenderla, y es por medio de la literatu-
ra, ya que esta viene a ser, entre muchas
otras cosas, una síntesis de muchos aspec-
tos tratados en los diversos campos antes
mencionados. En el caso de Bogotá, por
su amplia difusión, la novela y el cuen-
to forman parte de ese necesario relato
de la ciudad que ya muchos conocen, a
través de libros clásicos como Sin remedio,
de Antonio Caballero; Opio en las nubes,
de Rafael Chaparro; Satanás, de Mario
Mendoza, o Perder es cuestión de método,
7
En esta parte del mundo
8
De amores y espantos
9
En esta parte del mundo
10
De amores y espantos
11
En esta parte del mundo
12
De amores y espantos
13
En esta parte del mundo
14
De amores y espantos
15
En esta parte del mundo
16
De amores y espantos
17
En esta parte del mundo
18
De amores y espantos
19
En esta parte del mundo
20
De amores y espantos
III
No deja de ser curioso el hecho de que
muchos poemas, ya de Jorge Gaitán
Durán o de Rogelio Echavarría, Fernando
Charry Lara, Fernando Arbeláez o el
mismo Nicolás Suescún, por citar solo
algunos poetas, no nombren específica-
mente a Bogotá. Quizás la explicación a
esto se deba a que una especie de prurito,
de ley no escrita, aseguraba que nombrar
a la ciudad le quitaba cierta «univer-
salidad» a la que aspiraba el poema,
temiendo el hecho de que al nombrar-
la fueran a ser juzgados por sus pares en
particular y por la literatura en general
como «provincianos». Los nadaístas, tan
rupturistas en sus posturas literarias y
sociales, resultaron un tanto tímidos al
hacerlo. Hablan de «calles», «esquinas»,
«plazas», «bares» sin atreverse del todo
a nombrarlas. Por supuesto que algu-
nas veces lo hacen, como son los casos de
Jotamario Arbeláez en su extenso poema
«Santa Librada College» o «Septimazo»,
o «Un recuerdo de Óscar Gil», de Eduardo
Escobar, ambos poetas aquí incluidos.
Sin lugar a dudas, fue Mario Rivero quien
no tuvo miedo al hacerlo y gracias a él,
así como a los poetas de la generación
sin nombre, eso que se consideraba como
un dato innecesario que le «mermaba»
su calidad por llegar a ser tachado como
«localista», abrieron las puertas y los ojos
21
En esta parte del mundo
22
De amores y espantos
23
En esta parte del mundo
24
De amores y espantos
69 Algunas calles
y tres plazas
de mercado
105 Almacenes
y oficios
224 Septimazo
248 Bogotá
fechada
282 Nostalgia
bogotana
GALER
DE
RETRA
RÍA
ATOS
En el velador
un vaso de agua
31
En esta parte del mundo
de tu propia invención,
y recomendabas la tibia dama de «Espectadores» y «Tiempos»
contra las excesivas noches bogotanas, saturadas
del frío que transita desde las constelaciones.
Aún estoy viendo las palmeras que había en tu peculiar
modo de andar,
aún recuerdo tu sombrero
con cierto arriscado de órbita,
¡oh! tú, habitante de tu sombrero de anchas alas
para imponerle al cielo su equilibrio,
tasarle su crudeza
y darle graduación a su intranquilo vuelo.
32
Galería de retratos
33
En esta parte del mundo
34
El capitán siembra
una espada
A Dionisio Ridruejo
35
En esta parte del mundo
ya transparente:
un soneto entreabriéndose en la mano
y el alma sobre el hombro como un águila.
36
Rivera vuelve
a Bogotá
Mas entonces
El trozo de papel el lápiz
Los lentos taciturnos ocios mudos
Sin la duda de para qué ni para quién se escribe
Sino la obstinación de un torrente verbal inundando
Llegando con historias que eran de carne y hueso
Mientras podía ansioso seguir su corazón
La llamarada oculta tras un frío ademán
37
En esta parte del mundo
38
Galería de retratos
39
En esta parte del mundo
40
Hoy es navidad
Hoy es navidad.
Como todos los años, la señorita Betty se ha acordado,
esta mañana me llega, escrita a mano,
su tarjeta de siempre.
41
En esta parte del mundo
42
Un vagabundo
43
Un recuerdo
de Óscar Gil
44
Galería de retratos
45
En esta parte del mundo
46
Galería de retratos
47
En esta parte del mundo
Pusieron su cuerpo
cerca de la tumba del excervecero masón
que hace milagros
de alemán muerto,
en el cementerio de la 26,
sobre cuya puerta,
contra la fama de irreversible de la parca,
estaba ya escrito, como se puede leer todavía:
expectamus resurrectionem mortuorum.
48
Al conquistador Gonzalo
Ximénez de Quesada
49
Rita Hayworth
(de paso por Bogotá)
A María Cristina y Luis Fernando Peláez
50
Galería de retratos
51
Poeta urbano
Aquel poeta
que calla cuando le escribo
que la tragedia más actual del hombre
es su guerra a la naturaleza
se escribe unos largos poemas
a una amada de papier maché
52
Galería de retratos
Poeta
A la naturaleza hay que ir
A contemplarla
A defenderla
53
Monólogo de José
Asunción Silva
54
Galería de retratos
Su voz ya pertenece
a las construcciones secretas del vacío.
Ese viento, mi alma es ese viento.
La aldea despereza su piel de adormidera,
filtra una luz en los costados de la plaza
a una hora en que la ciudad parece viva.
55
En Bogotá
En Bogotá
llamada de ordinario
Atenas Suramericana y
ciudad más insegura del mundo
es corriente decir
cuándo almorzamos
dame tu teléfono
que te llamo esta semana o
llámame o déjate ver
viejo qué milagro
entre el palmoteo
que inunda sus espaldas y
ahora sí no nos perdemos
anoto en mi agenda
una cita contigo y
más o menos así
en la fundamentación de esta nueva metafísica
de las costumbres
los bogotanos ríen su soledad
56
J. A. S.
57
Página roja
58
Retrato, o «para
contribuir a la
confusión general»
A Henry Luque Muñoz
59
Bogotá, después de una
visita a Helena Iriarte
60
Jueves de poesía
en Trilce 2016
A la memoria de Guillermo Martínez González
(1952-2016)
Cada jueves
la poesía pasaba frente a nuestras narices
Maestro del anticuario de libros
Poeta que canta el aire de los bosques de loto
Amigo que te reflejas en los vidrios de tu librería
61
En esta parte del mundo
y te vemos
ahí estás terminando de servir el café
con la humildad de tu escoba
a quien llamaste «huerfanita del árbol»
Con el mundo de jabón
que la lavandera regaba en tus camisas
Con la sonrisa transparente
de quien le declaró su amor a las ventanas
Ahí te vemos
con todos tus poemas y sueños de agua
Sales un momento a tomar aire
y no resisto las ganas de acercarme a hablar
—Guillermo
suena el jazz de bienvenida
son las siete y treinta
¿Comenzamos ya?
Pueden reírse
Guillermo
desde su ventana más amada
y sin ganas de hacer descuentos
también se ríe.
62
Páramo
A María Mercedes Carranza
Cuerpo accidentado
fracturado
inmerso
geografía extensa
preguntas.
En el altiplano, tu mente
fría, ingrávida
como un frailejón mudo.
Tu cuerpo accidentado
sin articulaciones vivas
golpea los nervios.
Recuerdas niña
ese lugar mágico
detrás de los cerros
gélido como una medusa lunar
donde nos paseábamos desnudas
inmersas en una geografía densa
—preguntas—.
Pá ra mo (rir)
63
En esta parte del mundo
Pá ra mo (rir)
Piedra y cielo.
64
policía que espera
(en la Plaza de
Bolívar)
65
En esta parte del mundo
cerdos cerdos
erre me copia erre oigo a lo lejos
al parecer ya dieron la orden lo de siempre
nos formamos nos despabilamos marchamos
en línea recta
golpeando los escudos asesinos asesinos
yo nunca he matado a nadie pero son gajes del oficio
algunos compañeros se encarnizan
es normal asesinos asesinos quién les manda
es que la carne es débil
la nuestra y la de ellos
pero son dos debilidades diferentes
una a cada lado del bolillo asesinos asesinos
además los jefes civiles dicen que todos son bandidos
así es más fácil desquitarse
66
Galería de retratos
67
ALGUNA
CALLES
PLAZAS
MERCAD
AS
Y TRES
DE
DO
He dirigido a la
calle mis versos
71
En esta parte del mundo
72
Algunas calles y tres plazas de mercado
73
En esta parte del mundo
emociones distintas,
los que se apresuran y los que se quedan…
¡Calles de desesperanza y desaliento!
Calles solitarias, sosegadas, canales de
los que ha desaparecido,
el agua que les dio la vida,
que te catapultan al hogar, para la espera
de otro día.
Un hormiguero que se rompe y hierve,
en mil instantes de vidas distintas…
74
La calle Diecisiete
75
En esta parte del mundo
76
Bogotá
I
Aquí voy yo, sin metas y sin rumbos,
odiándome en tu esquina sin sorpresas,
en el mezquino barrio donde habito,
en el precario verde que embellece
tu triste fealdad de puta vieja.
Aquí voy contra ti en la roja tarde,
sola voy, sola voy, entre ti, sola.
Ciudad hecha de trucos y azares,
inconsistente juego de escondrijos.
Necesito inventarte, recorrerte,
encontrarme en tus calles innombradas;
mirarme en la nostalgia de un postigo
que a la rudeza de tu luz se cierra;
enredarme en tus noches pederastas,
en el temblor de todas tus mañanas.
Pero te siento ajena y enemiga,
y yo sin asideros, yo perdida
y para siempre sola en tus entrañas.
77
En esta parte del mundo
II
En el pálido vendedor de cabeza encerada.
En cien mujeres que amamantan a las puertas de un hospital.
En la ventana que me pertenece
por haberla soñado antes de verla.
En esta luna recia y barrigona que solapadamente se
escabulle,
en tus custodias y tus incensarios,
en la parálisis de tus letrinas,
en el patio de ropas extendidas
que desde mi balcón yo veo hundirse
donde un hombre cansado grita ¡perra!
78
Tanguito para una
calle bogotana
79
Calle 72 con carrera 24
(Lamento por los troles)
Malheridos
como vientres apagados
como animales cansados
yacen los troles su abandono.
No esperan nada
quizá que el tiempo pase
y se apague definitivamente el cielo
no los toca la herrumbre
ni los toca el viento
no puede nada contra ellos
la ingratitud o el desaliento infinito de los hombres
porque son seres que la ciudad sigue viendo pasar
en el inevitable episodio del recuerdo.
Pero sufro su ausencia de esta vida
me duele verlos opacos, casi yertos
ocultos entre muros altísimos
solos para siempre solos.
Mi infancia está llena de esos seres enormes
yo esperaba feliz su eléctrica hermosura
su sonido de ballena en el aire
su paso de gigante ingrávido
yo era dichoso con solo presentir su llegada
puedo ver a mi madre levantando el brazo
y yo en medio de la gente
80
Algunas calles y tres plazas de mercado
81
La Plaza de Bolívar
no está tranquila
Nada es seguro:
ni la plaza
ni Bolívar
ni el pasado.
82
19
83
A las seis en mi casa
84
Algunas calles y tres plazas de mercado
Sí. Cuelgue.
Esa es mi casa.
Ese soy yo.
85
Me emociono y me
pongo cursi mientras
ustedes vomitan
sobre los charcos
Para mi madre con toda la tristeza del mundo
86
Algunas calles y tres plazas de mercado
87
Observar cómo
hierven las cosas
alimentamos al perro
y escuchamos tras la ventana
en la carrera novena
el edificio que se alza
33 pisos que se inundarán de humanidad
de música que no queremos escuchar
fiestas a las que jamás asistiríamos
pequeños ruidos familiares
y discusiones acerca de la bondad de las proteínas
y de la lama que crece en el estómago
si solo se alimenta a los hijos con legumbres
88
Algunas calles y tres plazas de mercado
89
Calle 17
desde acá
seis de la tarde
una vista panorámica del ring:
en sus respectivas esquinas
los dos guardianes
el uno, el pirata, que a veces se llama Carlos y a veces
Pedro
tiene una infección tan viva en el ojo izquierdo que está
a punto de perderlo
quiere ayudarme a cargar las bolsas del mercado
a abrir la puerta del edificio
quiere ayudarme hasta con mis hijos
yo no lo dejo
cuando se acerca inclino la cabeza
y el suelo me habla del contagio, de la impureza, de los
agujeros negros, del aullido
de los perros, de la compasión
90
Algunas calles y tres plazas de mercado
donde
91
En esta parte del mundo
92
Carlos Rojas
93
Brotar de la nada
94
Calle 45
95
En esta parte del mundo
96
La Plaza de Mercado
de la carrera Décima
Es como si fuese
una mujer campesina
en medio de esta ciudad
gesticulando con sus brazos de queso
y sus labios
de moras frescas
97
En esta parte del mundo
98
Paloquemao
Esto es la naturaleza
—si ella en esta ciudad no vive—,
—la negación más fértil de cualquier paisaje:
—no existiría si el barro no toca los costales
si la tierra no amenaza la tela de las ropas,
si la verdulera no te tira sus palabras y te sonríe
muecamente.
99
En esta parte del mundo
Dicha la plegaria,
las bolsas pesan arrobas en el interior de la talega
grande.
100
Algunas calles y tres plazas de mercado
101
San Victorino
Las palabras
tienen su medida,
un peso,
cierta longitud.
Somos hombres y mujeres
que padecemos el mundo en sus centavos,
mercaderes ambulantes
en esta plaza de largas vigilias.
Comerciamos con palabras como se comercia
con la sangre,
aunque tengamos poco plasma que ofrecer.
La palabra reloj, arete, sábana,
perfume, pulsera, calcetín.
Estas palabras sudan,
dan vueltas,
retozan,
vuelven a la garganta como pájaros
que saltan de sus nidos sin alcanzar el vuelo.
Cigarrillo, camisa, juguete, tela, sandalia.
Es la ausencia dicha en voz alta
para que el hambre de los globos y la escarcha
alcancen el centro de la fiesta
y estén limpias las tinieblas.
Hay acá un mensaje cifrado que glorifica la ciudad,
102
Algunas calles y tres plazas de mercado
103
ALMAC
Y OFIC
CENES
CIOS
Feria de
antigüedades
Museo «Art Deco» de Bogotá
Y de repente
encuentras el espejo
donde se reflejaron
tu rostro de veinte años,
la boina
de terciopelo azul
con una V de la victoria
hecha de estrellas
y la capa roja
que te hacía sentir
soldado de Montgomery
(eran los tiempos
de la Segunda Guerra Mundial).
107
En esta parte del mundo
La anciana no sonríe
y la muchacha de veinte años
que vive al otro lado del espejo
se marcha, con su capa roja
y su boina azul.
108
Un poco más abajo
por esta calle
109
En esta parte del mundo
110
Plaza de Las
Nieves 10 a. m.
111
En esta parte del mundo
112
Almacenes y oficios
113
Salón de té
Juan Gustavo Cobo Borda. (1983). Todos los poetas son santos
e irán al cielo. EL IMAGINERO, P. 21.
114
Ya nadie usa
sombrero
Un objeto
Ensimismado en otra edad (el sillón
terminó pareciéndose a mi abuelo)
o mi habitación un lugar o algo
—una presencia una aparición—
alumbra como un animal fosforescente
feliz extraviado en la noche
de sus pensamientos
115
En esta parte del mundo
116
La vendedora
de frituras
A Ligia, en esa esquina de La Candelaria
117
Bogotá, asfalto
y denuncia
Hay un mundo de ríos quebrados y distancias inasibles
en la patita de ese gato quebrada por el automóvil
FEDERICO GARCÍA LORCA
118
Almacenes y oficios
119
Premonición en
San Librario
Para Álvaro Castillo
120
Almacenes y oficios
121
Bogotá
Mauricio Botero Montoya. (2006). Revista Casa Silva, 19, PP. 45-46.
122
Subjetivismo
bogotano
De un título de Eduardo Castillo
123
Pastelería Metropol
Yo vengo sin idiomas desde mi soledad
LUIS GARCÍA MONTERO
Miro en la vitrina
el reflejo de mi cuerpo
Sobre el vidrio
Y me veo gordo, cansado, sobre aquellos pasteles de
vainilla.
124
El halcón negro
125
En esta parte del mundo
126
El vendedor
de minutos
Al hombre de la 53
que ha dejado parqueada
su sombra en el tiempo
127
En esta parte del mundo
Este pobre corazón que no la olvida repite mientras abre con los
dedos hinchados una caja de Pielroja y luego, con un palillo,
destapa las cañerías obstruidas de sus dientes
128
Para Elisa
entre codos
miradas
que alguien afila con rabia
y los minutos empujados
la música
es una manera
de tranquilizar al usuario
dice un estudio
del Banco Mundial.
ofrece calma
ameniza
ablanda
se derrite en la boca.
129
En esta parte del mundo
el cuerpo
y sus abolladuras.
Otros se empacan
y terminan
de esta forma procesados
130
pan nuestro
sea quien lleve la tierra, si la llevan,
o quien la espere, si la aguardan,
partiendo juntos cada vez el pan
en dos, en tres, en cuatro,
sin olvidar las sobras de la hormiga
que siempre viaja de remotas estrellas
para estar a la hora en nuestra cena
aunque las migas sean amargas.
EUGENIO MONTEJO
131
En esta parte del mundo
132
BUSES
TODOS
BARRI
SA
S LOS
OS
Contaminación
137
En esta parte del mundo
Y en su estructura de metal
aprisionar el beso
en tu ausencia
cuando la tarde se despide
Es una ofensa
y es un taladro
para mis oídos
y el firmamento
¿Cómo recuperar
mis colinas y el esplendor
de los atardeceres?
¿Y al arcoíris
que cumple su ciclo
en una extraña piedra
de aquellos cerros?
138
Buses a todos los barrios
Mientras suenan
flautas y tambores
quisiera detener
lo inevitable
y contemplar de nuevo
esa comarca arrebatada
al Infinito
Alcázar de mi palabra
139
El señor Alfonso
140
Teusaquillo
Del mismo
artesano
el cerco
del jardín
la silla
la reja
de la ventana
141
Pablo Sexto
Algunos despiertan
pero permanecen tendidos en sus camas.
Abren los ojos sin luz. Sin mirada.
Algunos como tú
no quieren levantarse y mirar por la ventana
porque saben que un bloque
de nubes estará oscureciendo a Monserrate.
142
Buses a todos los barrios
143
Demasiadas
cervezas
144
El virus en
Chapinero
145
Cementerio
de Suba
146
El mirador de la Paloma
A
Yolanda Guzmán Ortiz,
justo al cumplir los 23 en 1985,
mientras corría por el barrio Bochica.
En su mochila,
la lista de nombres de su grupo de teatro
y las llaves que ya no existen.
147
En esta parte del mundo
Abajo,
guardianes escondidos
en su sombra
apuestan por cuál de ellos se partirá las piernas.
148
La ciudad, tú
149
El Cuerpo
de Laura
150
Buses a todos los barrios
151
La noche en los
barrios del sur
Como los gatos, con las cuatro patas y las garras afiladas, cae
la noche sobre estas terrazas de los barrios de Usme. El cielo
nocturno del sur es un lote baldío del que emerge un ave enfer-
ma. En el sur sobrevivimos los más fuertes. Los que vivimos
siempre al día. Los que morimos siempre abrazados. Los que
llegamos siempre de noche.
152
Buses a todos los barrios
153
Tabogo
Oda sin pretensiones
poéticas
154
Buses a todos los barrios
155
En esta parte del mundo
156
Buses a todos los barrios
157
En esta parte del mundo
¡Ataquen!
¡Listos!
¡Fuego!
158
Buses a todos los barrios
159
En esta parte del mundo
160
TRANSE
EÚNTES
En el Parque
Nacional
165
En esta parte del mundo
166
Transeúntes
167
En esta parte del mundo
Devueltos a su identidad,
mientras que corre en torno la prisa de la hora,
son como una horda sorprendida que emprende la huida,
el mismo jadeo de marcha, el mismo rostro, el mismo tedio.
En la luz que quedó sola y pura cesó el ruido.
Holgazanea la eterna canción susurrante del viento.
De paso, desde los autos, a la orilla de la ruta,
observan todavía, como si comprendieran,
el collar de burbujas que repta y va a extinguirse.
Ese brazo de «La quebrada del Arzobispo»
asesinada, en su lecho mismo,
el hilo tortuoso que reaparece de trecho en trecho,
entre condones, latas oxidadas, ratas blancas y zapatos
sin dueño.
168
Bogotá en domingo
Para Oswaldo Osorio Velásquez
Quiero vivir
y no encuentro los labios
que indiquen la ruta.
No encuentro los brazos
que midan el tedio diciendo caricias.
Bogotá en domingo:
señora de gris
con los ojos sin iris
y los muslos trazando
perspectivas gélidas.
169
En esta parte del mundo
Bogotá en domingo:
señora anestesia
con los senos bajos
soñando Saharas.
170
Poética de los muros
171
Bogotá mía
20
Bogotá tiene ángel,
un ángel que no está en las calles desangeladas,
un ángel que no habita en su mezquina arquitectura,
un ángel que no ven los que conducen un monstruo
de dos mil kilos de metal
sin piedad quemando gasolina.
Bogotá tiene ángel,
un ángel que no se funde con las piedras,
un ángel que nunca ha sido de ladrillo,
un ángel verdadero y por eso invisible.
Aunque usted no lo crea,
Bogotá tiene un ángel,
un ángel que la mira desde el cielo azul o gris,
un ángel que seca el aire,
un ángel que refrigera el aire,
un ángel que es de aire,
inasible y presente,
un ángel que solamente sienten
aquellos que han amado esta ciudad sin atributos.
172
Lugares y encuentros
A Claire Teeuwissen
173
Nota para un frustrado
homenaje a Pessoa
174
Día libre
175
Ciudad de los vientos
Homenaje a Bogotá
176
Transeúntes
177
Cementerio
Central
Severa arquitectura
donde el polvo se asila
sobre estas breves casas y estos pinos inmóviles
es cegador el cielo
y la plegaria es ínfima.
178
Transeúntes
Pasamos pensativos
y es tan denso el misterio del aire silencioso
que un silencio más denso se repite en los labios
y las palabras yacen oponiendo a lo eterno
su metal de epitafios.
Ni la araucaria negra
que crucifica el cielo,
ni esas apasionadas contorsiones de mármol,
ni esa forma retórica
que lleva por los versos su filosa guadaña,
pueden nombrar los últimos palacios,
las costas intocadas por la espuma del tiempo
que solo ven los muertos y los dioses.
Insomnes, vigilantes,
vemos surgir de nuevo las lunas y las calles,
vemos volver la brisa que agrieta las pirámides
y alza nubes de pájaros,
y hora a hora pulsamos las cuerdas misteriosas,
sordos al sauce inconsolable.
179
Santa Fe de Bogotá
Cuando al caminar
por sus aceras
te asfixie el desorden
de sus menesterosos habitantes
y te invadan irresistibles deseos
de injuriarla, odiarla y maldecirla
como a una esposa fea
Cuando en el límite de tu hastío
aborrezcas su arquitectura
su llovizna eterna
su caos sin órdenes secretos
y anheles otros lugares
otras ciudades prestigiosas
con catedrales, puentes
y hermosos bulevares
Cuando a los dioses
reclames por tu suerte
no olvides aquel cuarto de hotel
situado en una calle sin historia
donde una noche te revelaron el placer
no olvides esos anónimos cafés
donde supiste
de la amistad sin sombras
del delirio del alcohol
180
Transeúntes
no olvides
que un lejano día de diciembre
sus altas torres
deslumbraron tus ojos provincianos
no olvides ante todo
que esta pobre ciudad sin abolengo
en una oscura tienda con música de tangos
te regaló el amor, el único, el memorable
el que te justificará a la hora de los inventarios
Cuando a los dioses
reclames por tu suerte
no olvides que ella
será la que al final
como una esposa fea
tierna y comprensiva
te acogerá en su tierra húmeda
con tus vanos sueños de otros cielos
181
Cuándo decidí que
esta fuera mi ciudad
A Luis García Montero
*
Nada nos quedará si perdemos nuestras ruinas
ZGNIEW HERBERT
182
Transeúntes
183
Home Sweet Home
184
Plaza sin nombre
A los hombres y mujeres que nunca volvieron
a casa en una noche de noviembre
Conciencias rotas.
185
Doppelgänger
186
Transeúntes
Es otro
quien se desarma una y otra vez en el mismo poema.
187
Todo calla
Todo calla
desde el cable aéreo
y no se sabe
porque no se leen noticias
solo se mira
iletrado
tanta casa de lata.
Se es bruto
no se sube esas lomas en moto
pero se siente
algo late
se es tenaz
pero el pecho
qué le hacemos, se apaga.
Se escucha
a la pareja de enfrente
«qué bueno este sistema de transporte»
toman selfies
pero se es mudo.
No se tiene nada
pero se tiene un poco
aunque
una imagen
sea también una persona
188
Transeúntes
que se va
devorando
a sí misma
se va
enroscando
todo el día
momento
a momento
por la cola.
Abajo una cosa es un vacío
como un cuerpo recién mordido.
Abajo
el sol lava las calles
y hace que las flores
sembradas en materas
de plástico
se estiren.
Pero se sabe, empecinado
una cosa está lejos, una cosa está
difusa
terca
pero ni siquiera es
un poquito de huella ni desierto escapado
es un soplo un vaho una neblina erizada
es la pluma que cae
en el fondo del naufragio
es un roto
(TransMiCable, 2020)
189
Camino a casa
bajo la luna
190
LOS CE
Y LAS
LLUVIA
ERROS
AS
Cancioncilla gama
195
En esta parte del mundo
196
Un buen
martini seco
Es el instante
del cristalino martini seco,
duro como el diamante,
diamante líquido en la copa de hongo
o breve seno de mujer.
Espejea en su fondo lo vano
al golpe en la garganta
de la ginebra aceitunada.
197
Bogotá mía
1
Tras la ventana del hotel
me sonríe tu aguacero,
me abraza tu penumbra,
Bogotá.
Bogotá lujuriosa,
borrosa Bogotá,
Bogotá bella,
oscilante como un ahorcado.
Bogotá siniestra como un callejón a medianoche,
Bogotá de sol rojo,
luminosa como una muchacha de catorce años,
Bogotá mía.
5
La noche ha sido decretada.
afuera el aguacero oscuro de las tres pe eme,
adentro cortinas corridas, discreta luz y silencio.
El domingo es una fiesta de silencio,
un delirio de silencio
en la penumbra.
198
Los cerros y las lluvias
7
Noche de domingo,
Helado y ventoso.
Ni un alma por la calle,
solo el ruido agitado de los árboles
anunciando la lluvia.
Arriba el cielo negro
y todos encerrados en sus casas.
8
El viento nos cuida, nos limpia, nos alumbra,
azul perfecto el cielo de las cinco,
el verde del cerro es el verde verdadero
y lujosamente el cielo es rojo y brilla sobre los rojos
ladrillos.
13
Bogotá siempre con ganas de llover,
aun bajo el sol amenaza la lluvia o cae,
llovizna o aguacero, siempre a punto,
parte del paisaje,
ciudad de los paraguas,
Bogotá del cielo gris, cielo de mercurio opaco,
Bogotá de velo
de aire sucio purificado por la brizna.
22
Una noche, una noche de luna,
una noche toda llena de blanco,
una luna blanca blanqueando la noche,
luna en la noche contra la oscuridad:
Bogotá mía irradiando en lo oscuro,
Bogotá mía con su olor de luna,
el cielo entero de la luna sola
la sola luna sin las nubes cerca.
199
En esta parte del mundo
200
Bogotá
I
Cielo frío
traduce su
color gris en
las ventanas.
El asfalto
camina por
los cerros y
la basura
se adueña
de las almas.
II
Todos crean la farsa.
Mimos venidos a menos.
Teatreros de la barriada
más triste,
de la más sórdida
esquina.
Habitantes
de la calle más sucia
de una ciudad sin nombre,
de una ciudad de cartón,
pomposa capital
de un país desgarrado.
201
Bogotá desde
el mirador
I
Vista desde la cumbre Bogotá prolonga su cenicienta deso-
lación, sus matices azulados. Lluvias adustas y recurrentes la
atraviesan de un lado a otro. Bajo la lámina de azogue el cielo es
un mar de brillos en el que emerge un oleaje de azoteas. Nubes
escarlata, púrpura, rosa, ejecutan singulares danzas. Como en la
infancia me extasío de nuevo ante sus variaciones.
II
En lo alto de los cerros la tarde comienza a disolverse. Sus
serenos ámbitos se desvanecen y se manchan de un cobre maci-
lento. Bogotá nace en la distancia. Junto a los árboles sube la
montaña hacia el cielo. Y de tanto en tanto gira el semblante
taciturno hacia su propia extensión. Tres pájaros distantes la
cruzan iluminados por el poniente.
III
Desde aquí me asomo a la bóveda radiante de estrellas. La
ventisca agita las agujas de los pinos. A lo lejos los rayos
presienten en sus resplandores Dios sabe qué sucesos. Me gusta
mucho observar Bogotá en la madrugada como a una mucha-
cha que duerme, ver el modo en que la acaricia su brisa húmeda
de lluvia, cómo la cubre la oscuridad con su abrigo intacto.
202
Este invierno
203
Bogotá
204
Sueña la casa
En la otra montaña,
la Guadalupe
en su esbelta blancura
205
En esta parte del mundo
206
Los cerros y las lluvias
a su palabra de tierra
de la frescura del agua misma de este alto valle andino
del misterio de la niebla misma de sus montañas dormidas
de la luz de las mismas piedras memoriosas
del canto del mismo viento loco que golpea en lo más alto
de la casa
mi pelo indio
y mi cabeza mestiza
y mis ojos amarillosos
que contemplan esta tarde
y su horizonte enrojecido de memorias.
i o é,
iré, iré,
i o é,
con mi perro guía,
i o é,
iré, iré,
i o é,
y en los ojos
y en los labios, i o é
este zumbar
de pajarito, i o é
207
En esta parte del mundo
en letras indias, i o é
iré iré,
i o é; o é,
o é o é.
En el cerro de la Guadalupe
una niña juega con la luna y extiende sus brazos a mi
ventana
y a la ciudad blanca cruzada de espejos de agua
y tumbas abiertas.
No estoy solo.
En el tejado una pequeña vaca
pasta en el huerto.
Llevo botas blancas
y en mi mano la cantina del ordeño.
208
Los cerros y las lluvias
209
En esta parte del mundo
La mañana es gris.
Mi bufanda en el aire aparta el humo y la niebla de las
calles.
Y al pedaleo memorioso de mi bicicleta vuelven los sueños:
la casa de la montaña guadalupana, la lejanía, el destierro,
lo perdido,
la añoranza del valle, el rumor de las cañas, el sol de
las garzas,
la casa de la infancia, un cielo escrito de jaguares y
colibrís,
de divinidades y música de estrellas:
una música de imágenes y palabras…
210
Bogotana
Ciudad bajo la lluvia repentina
FERNANDO LINERO
I
Ciudad siempre bañada por una lluvia súbita
imborrable ciudad novia del aguacero
prima del arcoíris que nace entre la niebla
II
Debajo de un paraguas se tirita
o se ora a veces
o a veces se maldice
este supo quién es entre las brumas
aquel cómo se llama o dónde está
todo bajo la lluvia repentina
III
Cerros que lanzan vaho de eucaliptos
graves piedras fumando contra el cielo
no es posible estar solo
no es posible no estar
todo se multiplica y se recoge
Silencio:
es ahora el eco de la vida
211
En esta parte del mundo
IV
Silencio dice un murmullo neblinoso
voz de los que duermen escuchando
correr por siempre el agua entre sus sueños
V
En la mañana fuiste aquel niño que ríe
tarde y noche el que canta enamorado
al otro día un viejo bajo la lluvia súbita
con toda su ciudad por reino en este mundo…
VI
Imborrable ciudad tras de una lluvia eterna
ciudad ensimismada entre aguaceros súbitos
los que saben tu idioma te saludan
212
Aviso de tormenta
Para Santiago Espinosa
213
Bogotá
214
Desde una
montaña en la
quebrada «La Vieja»
Nosotros aprendimos
a esperar lo que regresa.
Viendo bajo las huellas
el movimiento de la tierra.
215
Bogotá
(Correspondencia
con María Mercedes
Carranza)
El límite de esta ciudad está en los bordes de la montaña,
un sendero de luces alumbra su extensión,
pequeños astros anclados en la verticalidad de la tierra,
anunciando la fragilidad del risco.
Afuera hace frío, lo sé,
el aire permanece turbio en las calles,
el miedo es un cuerpo que no deja de habitar los rostros,
las avenidas conversan con el tono metalizado del cielo,
los pájaros no pesan en el aire.
Amanece,
la lluvia del cuarto mes
mantiene su golpe
en los tejados.
216
Coordenadas ulteriores
del Cantón Norte
I
Paso por ahí
las tardes de los miércoles, en carro.
Siempre hace bochorno
cuando paso por ahí.
Llevo puestas
las conversaciones del día
—Cordial saludo, Feliz semana—
en jerga institucional
todo justificado, las fechas y los asuntos
con negrilla.
En el tráfico de la intersección
aprovecho para memorizar
la dentadura del cerro,
la forma como el cielo acaba en pez
Y se clava entre los pinos.
Regreso en mí y
Me reprocho lo que tengo que cambiar
antes de los 30
la relación con la autoridad,
el trabajo, la comida.
217
En esta parte del mundo
S: F
A: 1,60
RH +
P: 57
IMC: 25
Reviso la hora
es azul.
Bajo el vidrio
arrojo la mirada sobre el sitio
y recuerdo
la tortura.
II
—La noche
fue sencilla
de reconstruir
en el render.
218
Los cerros y las lluvias
El primer render
muestra un punto
avanzando con luz propia
a trayectoria y velocidad constantes
sola, en la noche
como un planeta ensartado en un alambre
sin galaxia.
Después de varios kilómetros recorridos
«el objetivo»
desvía por el occidente
de la pantalla
a la altura de la calle 106
y se le ve andar así
durante un par de minutos, sin rodeos,
como quien se sabe
libre
en toque de queda,
como quien se sabe
muerto.
219
En esta parte del mundo
De una viga
de madera laminada
conformada por 300 bits
—astillada—
pende
un caballo
embalsamado en cal, que resiente
el contacto de mi ojo
con su panza y
220
Los cerros y las lluvias
por la gravedad
cae y se rompe.
De su crin
emanan 3 o 4 motas de lana roja
que ascienden
hacia el cielo
componiendo una columna
de luz, casi
una canción.
221
En esta parte del mundo
222
Los cerros y las lluvias
III
Paso por ahí
las tardes de los miércoles, en carro.
El sitio aún existe
por debajo de la tierra y por encima
la gente cruza la avenida, entra y sale del teatro, la
capilla
nunca vuelve.
223
SEPTI
IMAZO
Visioncillas en la
carrera Séptima
1
Yo estaba ante una vitrina
—preocupado—
sacando manos y manos
del escaparate de mi imaginación
y midiéndome a la Venus de Milo.
2
Pasaron dos señoritas
y por primera vez
desde tanto tiempo que venía preocupándome
vi cómo sus piececillos
iban desenvolviendo
el hilo de su andar
que habían dejado amarrado en casa.
3
Supe lo que decora el automóvil fugaz
a la mujer que va por la acera
elegantemente ataviada
y lo que realza una iglesia
a la mujer que pasa por junto.
227
4
Mucho antes
—fue en una visita de amor—
aquella mujer extraordinaria
—que ya no se puede olvidar—
al salir
pasó por todos los espejos
llenando la sala de mujeres.
5
Y tuve unos deseos locos
de llevarme a todas esas mujeres irreales
para formar mi compañía de títeres.
6
Cuando un hombre
pasó envuelto en un abrigo
con cuello de piel.
Y yo me dije
y aún me lo digo.
El Buen Pastor
fue quien introdujo en el mundo
la moda
del cuello de piel.
228
Camino ahora
229
Septimazo
230
Septimazo
231
En esta parte del mundo
232
Septimazo
233
Carrera Séptima
con mendigos
Me duele el hule
de la ciudad castigada
en su centro
en su plaza principal
mugre manchada
por el asco de los mendigos
zurcidos con promesas
mugre, barro aferrado
costra viva
caneca humana
sin cama cierta
dormir envuelto en otra costra
arrimado al quicio
sobre un andén
castigado por periódicos
abandonados.
Manchas humanas
dibujadas en la noche
lejanía, asco
de pieles barnizadas
por días de densa fatiga
sin lluvia.
234
Septimazo
Carrera Séptima
olor a ciudad maldita
sobaco antes del cine
miedo acorralado
en kilómetros de piel.
235
Jiménez con
Séptima
236
Instantáneas de
Jorge Gaitán Durán
A la memoria de Pedro Gómez Valderrama
237
En esta parte del mundo
238
He andado
He andado
tantas veces por la carrera Séptima
que todo me es familiar
puertas almacenes pordioseros
sin embargo cada vez
mi corazón siente el fragor
del camino desconocido.
Pero ayer
una mirada amiga
desde un cuarto piso
logró distinguirme
entre el torrente de hombres y mujeres
que van y vienen
y me entregó
el aroma de su café
el alma de sus palabras.
Hoy siento
que en torno a la luz
de esa mirada
he recompuesto el rompecabezas
de mi camino
colocando en el centro
esa luz que se proyecta
239
En esta parte del mundo
240
La mansa
muchedumbre
este es mi hombro:
apóyate en él,
no desfallezcas.
Yo también
cruzo
sola
la ancha Séptima,
la mansa muchedumbre.
241
Trapecista en ayunas
En el parque Santander 2 p. m.
Señoras y señores:
Ya comienza el espectáculo
me puedo quitar el pantalón la camisa
y hacer equilibrio con mi estómago vacío
Aquí arriba todo es diferente:
siento tocar las cartas que llegan a Avianca
y hasta puedo escuchar las conversaciones monetarias del
Banco de la República
No se asusten ustedes no se dan cuenta no es nada
Daré el salto mortal
es más peligroso estar vivo
Al general Santander le da miedo que me vaya a caer
Pero es más fácil que a él lo bajen de su pedestal y que lo
cambien pronto
por un busto de Turbay
El hombre negro —los negros trepan mejor a los árboles—
hace equilibrio pide permiso para respirar
la venia para su otro numerito
y se acuerda de su mulata que lo espera con las manos vacías
La función prosigue mientras llueve sobre su quieto pelo
242
Septimazo
243
Séptima con Jiménez
244
Septimazo
245
Torre
Viernes
seis de la tarde
nadie parece darse cuenta
la luz número catorce
de la Torre Colpatria está fallando
prende y apaga
el martes leí
que uno de los vigilantes
de ese edificio
golpeó a una mujer trans
le despedazó el rostro
alguien
pensé
está haciendo mal su trabajo
lo cumplió
piso 49
246
Septimazo
ayer el banco
le negó un crédito
a mi hermana
seis meses esperó la respuesta
perdió todo el dinero que invirtió en una casa
hoy me negaron la VISA
una oficina federal
me cerró la ventanilla en la cara
alguien
dios
yo
todos
nadie
parece darse cuenta
que está haciendo mal su trabajo.
Yulieth Mora. (2022). Para acabar con los días bruscos. EDITORIAL
HOJA EN BLANCO, PP. 16-18.
247
BOGO
FECH
OTÁ
HADA
Nocturno
en Bogotá
Llovía en Bogotá
en 1935.
Alternos vuelos de cristales
plúmbeos encuentros.
En la noche los pianos y las copas
van entrando en la música.
Armstrong camina por selvas de estaño.
La luna ha caído en el vino
como una tajada de neón.
Al final de la calle
la lluvia moja tus zapatos.
Se abren las profundas salas
de los espejos
y la trompeta desintegra
dibujos de Klee y de Miró.
El ceremonioso rey
de corbata blanca
camina entre minotauros.
Jazz.
Gimen los saxofones
en un aire de búfalos.
Los gringos de la compañía de petróleos
están borrachos.
A veces en la niebla del alcohol
251
En esta parte del mundo
encuentro tu rostro.
La noche acaba de ser inventada.
Entre los rombos de luz
brillan tus dientes.
Las pecas de tu mejilla
son un cuento
de mariposas.
Jazz.
Los gringos beben whisky
y bailan charlestón.
Amanece.
El viento es un activo huésped
y algunos pájaros
serían los acróbatas
en las alcándaras del amanecer.
252
Repertorio
de sombras
253
En esta parte del mundo
254
Nueve de abril
de 1948
255
En esta parte del mundo
256
Bogotá fechada
257
En esta parte del mundo
258
Oda a Bogotá
Homenaje 9 de abril de 1950
259
En esta parte del mundo
columna de tu cielo,
y el eucalipto de fragante altura
talado por la nube y por el humo.
260
Bogotá fechada
261
Monofonía en do
Santa Fe de Bogotá, años setenta
I
de espaldas a la ciudad
a sus crecientes edificios en torno
al Parque Santander
gira este espacio
/ cemento / vidrios / ascensores/ diminutos árboles
hora temprana de mañana de julio
se barren pisos se trapean orinales
se limpian las ventanas más altas
suspendidos sobre el abismo
—y el pueblo es lo único que existe
raudos buses
recorren la avenida Caracas en sus seis vías
paran en las bocacalles
semáforos sirven para detener el tráfico
también para que raponeros se aprovechen de los relojes
automóviles madrugadores circulan a su destino
se llenan los prados de rocío
por doquier esperan trabajadores
el transporte a fábricas oficinas despachos de cajas
pasan beatas desvaneciendo iglesias
—y el pueblo es lo único que existe
262
Bogotá fechada
263
Navidad 1980
Es por eso que el niño de plástico —el que debe nacer todos
los años—
se apresta desde ahora, de nuevo, para la noche de la agonía
y se apea delicadamente del pesebre y se va,
boca-abajo al fondo de su cajita.
Los pastores hacen sitio a los animales que se encuentran
fraternalmente.
264
Bogotá fechada
265
Bogotá, 1982
266
Bogotá fechada
267
Edificio en
ruinas: 1985
Preguntan
y el bufón
sorprendido y gracioso
abraza el pedestal con el señor caído
268
Bogotá fechada
269
Bogotá, 1986
270
Bogotá fechada
271
Bogotá 450 años
La ciudad te perseguirá.
CAVAFIS
272
Bogotá 400 pasos
50 pesos
1988
273
En esta parte del mundo
274
Bogotá, 1994
275
Elogio a la pobreza
276
Bogotá fechada
277
La confinada
Bogotá, 2021
I
He desgastado mis zapatos y lesionado los dedos de mis pies en
busca de tu centro. Le he dado vueltas a tu cuerpo, que desco-
nozco tanto como al mío, sin hallar si fue en la infancia donde
fuimos lastimadas y lo hemos olvidado; o si esas cicatrices
vienen de antes, cuando desgarraron nuestras faldas e hicieron
torniquetes para sanar las heridas de la guerra.
II
La espuma de este río, convertida en veneno inoculado, se riega
por las ramas de tus nervios cervicales. Todavía te queda espa-
cio en el vientre para nacimientos múltiples, aunque a veces los
engullas, los abortes o te niegues a recibir a los que llegan.
278
Bogotá fechada
III
El baile de las mujeres solas en la pista y la danza de los sones
con paredes y columnas. La alegría que se da en pocas fies-
tas. Los aleros y balcones. Los parques y las plazas. Las últimas
coperas, la más pequeña de todas las bodegas y los nombres en
las lozas de cerámica. La memoria misma en cada muro.
279
Bogotá 2022
280
Bogotá fechada
Si anclado en ti
mi corazón de brújula extraviada
aún persigue tu rostro
de antigua adolescente,
deja que vuelva
en rosa enamorada
a florecer el corazón…
Cuánto te odio,
cuánto…
¡cuánto te amo!
281
NOSTA
BOGOT
ALGIA
TANA
Visión
285
Bogotá
286
Nostalgia bogotana
287
Bogotá
288
El corazón
289
Bogotá D. E.
A Ernesto Volkening
Presa en la costumbre
rumia su ya largo pasado inexistente
y sobre tanto hollín
y tanta mugre centenaria
fija para siempre su contorno
seguida por la hostilidad y la ausencia
como ventanas y balcones ciegos de súbito a su paso.
Vendrán luego las piedras, perdurables por la inercia,
con inscripciones en latín y fechas vacuas
y luego las palomas zumbando enloquecidas
sobre ese pasado ramplón que en definitiva ya es el nuestro.
290
Nostalgia bogotana
291
Poema a partir del
exilio con variación
A Ignacio Ramírez y Guido Tamayo
292
Bogotá
293
Todo me
invita a partir
Para don Ernesto Volkening
(que habló de ecología cultural)
294
Nostalgia bogotana
[…]
[…]
295
En esta parte del mundo
[…]
296
Bogotá
297
En esta parte del mundo
298
Palacio Echeverry
299
En esta parte del mundo
300
Las tías ríen
301
Bogotá
Enero.
Hijos de una generación que desconoce la guerra
y la austera disciplina que imponen las tragedias
colectivas,
salíamos a la calle y dejábamos
que la ciudad nos impusiera su impaciencia.
Esperanzados,
todo lo dimos en busca de una mano abierta,
todo lo apostamos a esa ciudad que se hacía mujer
entre partos dolorosos y rojas invasiones.
Enero.
Comenzaba el año,
la vida era nueva en nuestros ojos.
Creímos en el hombre,
en su mano sabia para trabajar la tierra,
en su alegría.
Yo fui uno de los cegados
por la luz canicular de la ciudad nocturna.
Fui perseguido por los guardianes,
por duendes insolentes que patrullaban las calles
302
Nostalgia bogotana
en busca de la vida,
por los perros de la defensa
que querían robarme la sonrisa.
303
Desde un
vigésimo piso
Desde aquí
donde un capital se fragua
y se administra al bestiario
de elementos desconocidos,
vigésimo piso, ventanal de soplo zumbante,
Bogotá imagina otro destino,
deslustra sus calles bélicas
y cae en la nostalgia
de la que nunca fue.
304
Correo de la noche
En las noches vacías en que regreso,
todavía, me arrepiento
de haberte arrojado
tan lejos de mi cuerpo.
ISMAEL SERRANO
Bogotá,
el otoño se abre paso a través de la muchedumbre,
es hora del alumbramiento
y un tren herido se aproxima desde una esquina,
un tren —que es mi sombra o mi vacío— silba;
mientras una fina estela de humo
me recuerda tu cuerpo,
altar donde, años atrás,
oficiabas el Ritual de la Luna Llena.
Bogotá,
es la hora del deslumbramiento
y tu recuerdo viene a llenarme de preguntas,
a entorpecer mis palabras,
305
En esta parte del mundo
306
Avenida
Centenario
307
Un plano de una ciudad
construida sobre Bogotá
308
Nostalgia bogotana
309
En esta parte del mundo
310
Un niño de 3 años
pintó tu nombre en
el papel del cielo
Bostezo y la resaca
ya no tiene sombras en la lengua;
le sonrío a la muerte
en un buen viaje
esperando la hora
del café.
311
Gotas de luz
All day the stars watch from long ago
My mother said I am going now
When you are alone you will be all right
S. MERWIN
312
Índice de poemas
315
315
En esta parte del mundo
316
Índice de poemas
317
En esta parte del mundo
318
Índice de poemas
319
En esta parte del mundo
320
Notas
bibliográficas
321
En esta parte del mundo
322
Notas bibliográficas
323
En esta parte del mundo
324
Notas bibliográficas
325
En esta parte del mundo
326
Notas bibliográficas
327
En esta parte del mundo
328
Notas bibliográficas
329
En esta parte del mundo
330
Colección Bogotá
«Leer para la vida»
331
331
Colección Bogotá «Leer para la vida»
332
Encuentra aquí todos los títulos de la Colección
colección en la Biblioteca Digital de Bogotá
Bogotá o sus ediciones impresas en las
colecciones de BibloRed. LEER
PARA LA
VIDA
Este libro se terminó de editar en Bogotá,
donde los poetas andan en manada y el
viento del páramo de Cruz Verde les hizo
las tripas coloradas y la piel transparente;
son animales lunares con abrigos hechos de
lluvia. Rogamos para que sus lenguas sigan
redondeando el cerro de Guadalupe y no
desaparezca su saliva como desapareció la
cola blanca del venado en la montaña y el
vuelo lagunero del aguilucho cenizo.
Colección Bogotá
LEER
PARA LA
VIDA