Stiff - Thea Masen

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Tabla de contenido

Dedicació n
Nota del autor
Epígrafe
1. Capítulo uno
Epígrafe
2. Capítulo dos
Epígrafe
3. Capítulo Tres
Epígrafe
4. Capítulo cuatro
Epígrafe
5. Capítulo Cinco
Epígrafe
6. Capítulo Seis
Epígrafe
7. Capítulo Siete
8. Capítulo Ocho
Epígrafe
9. Capítulo Nueve
Epígrafe
10. Capítulo Diez
Epígrafe
11. Capítulo Once
Epígrafe
12. Capítulo Doce
Epígrafe
13. Capítulo trece
Epígrafe
14. Capítulo Catorce
15. Capítulo Quince
Má s de Thea Masen
Sobre el Autor
Rígido
Un romance de cambiaformas de objetos inanimados
Teresa Masen
Prensa dudosa LLC
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Copyright © 2023 por Dodgy Press LLC
Reservados todos los derechos.
Ninguna parte de este libro puede reproducirse, distribuirse o transmitirse de ninguna forma ni por ningú n medio
electró nico o mecá nico, incluidos sistemas de almacenamiento y recuperació n de informació n, sin el permiso escrito del
editor o autor, excepto para el uso de citas breves en un libro. revisió n y otros usos no comerciales permitidos por la ley
de derechos de autor de EE. UU.
Este libro es un trabajo de ficcion. El parecido con personas y cosas reales, vivas o muertas, lugares o acontecimientos es
totalmente coincidente.
ISBN: 979-8-9892432-3-5
Publicado por: Dodgy Press LLC
Diseñ o de portada por: Dodgy Press LLC
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Contenido
Dedicació n
Nota del autor
Epígrafe
1. Capítulo uno
Epígrafe
2. Capitulo dos
Epígrafe
3. Capítulo tres
Epígrafe
4. Capítulo cuatro
Epígrafe
5. Capítulo cinco
Epígrafe
6. Capítulo Seis
Epígrafe
7. Capítulo Siete
8. Capítulo Ocho
Epígrafe
9. Capítulo Nueve
Epígrafe
10. Capítulo Diez
Epígrafe
11. Capítulo once
Epígrafe
12. Capítulo Doce
Epígrafe
13. Capítulo trece
Epígrafe
14. Capítulo Catorce
15. Capítulo Quince
Má s de Thea Masen
Sobre el Autor
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Para las mujeres que han soportado la brecha del orgasmo en silencio, pensando que no
podían hacer nada al respecto. Las mujeres que creían que su propio placer no era tan
importante como el de sus parejas. Las mujeres que nunca han probado un juguete sexual.
Este es para ti.
***
"Tu pareja no es responsable de tu placer, pero debe invertir en ello".

Cita de Cassie Rattray, educadora sexual y fundadora de Radical Love (usada con
permiso)
***

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Nota del autor
Soy un escritor caó tico, impaciente y con TDAH y dedicar demasiado tiempo a la
investigació n me pone de mal humor (lo que hace que mi familia se ponga de mal humor).
Así que no espere que la investigació n contenida en este libro sea 100% precisa. No es una
investigació n seria. Proviene de bú squedas rá pidas en Google.
Tome el libro con cautela y aprecielo por lo que es: obscenidad ridícula con un poco de
corazó n. Nada mas.
***
Ademá s, una pequeñ a advertencia... la premisa de este libro es que el personaje principal
masculino se convierte en un consolador como parte de una maldició n. Por eso, lo utilizan
en forma de consolador sin consentimiento. Por lo tanto, el libro contiene tanto el
consentimiento dudoso como el no consentimiento, con suerte de una manera que resalte
lo importante que es que ambas partes estén comprometidas, involucradas y consientan al
participar en cualquier tipo de encuentro sexual. Pero reconozco que estaba caminando por
una línea muy estrecha y que tal vez haya fallado.
Como siempre, lee con responsabilidad y cuídate.
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Segú n el Oxford English Dictionary, el primer uso documentado de la palabra coño data de
1230. En ese momento, no era un término vulgar o despectivo, sino que simplemente se
usaba como una palabra de jerga para los genitales femeninos.

Notas de investigació n de Felicity Stiff

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Capítulo uno

W.
LORD RICARDO DE NORTHUMBRIA EN EL AÑ O 1341

Apenas salimos del banquete cuando la presiono contra la pared de


piedra y le levanto la falda . ¿Por qué está de moda que las mujeres usen
tanta tela? Es como si estuvieran tratando de hacernos trabajar para
lograrlo.
Encaje, tul y satén, levanto alrededor de su cintura, sosteniéndolos en su lugar con una
mano, mientras saco mi polla con la otra. Le doy unos cuantos golpes firmes antes de
alinearlo en su entrada.
"Lá mame primero, mi señ or", dice con un brillo malvado en los ojos y una sonrisa tímida.
Pequeñ a zorra traviesa. Ella presiona mis hombros, tratando de guiarme hasta ponerme de
rodillas. Como si me arrodillara ante su coñ o.
"Después."
Detengo su boca parlanchina con un beso y la presiono. Ella gime, se retuerce contra mí,
jadea cuando la lleno. Golpeo fuerte, le bajo el corsé, le saco los pechos y acaricio sus tetas.
Mi placer crece como una tormenta. Lleva semanas tentá ndome y ahora que la tengo
tomo todo lo que quiero. Incliná ndome hacia atrá s, muevo mis caderas con movimientos
rá pidos, contemplando sus pechos rebotando.
“Necesito…” jadea, pero no escucho el resto de lo que dice porque justo en ese momento
la tormenta me alcanza. Salgo disparado como un rayo, á spero y brillante. Chocando
profundamente contra ella, la lleno con mi semilla. Tal como debería ser.
Cuando el trueno se detiene, dejo caer mi peso contra ella, presioná ndola contra la pared.
"Joder, eso estuvo bueno".
Ella murmura algo que suena como para ti, luego se mueve como si todavía estuviera
tratando de montar mi polla que se ablanda rá pidamente.
"Pequeñ a trompeta ansiosa, ¿no?" Me río, salgo de ella y me subo los pantalones. "Tal vez
te encuentre de nuevo, si estoy de humor, pero por ahora, estoy satisfecho".
“¿No vas a devolverme el favor?” Se sube má s la falda, dejando al descubierto su coñ o
reluciente, goteando mi semilla.
"¿Favor?"
“Aú n tengo que venir, mi señ or. Dijiste que me ayudarías… después”.
Me río entre dientes. "No deberías creer todo lo que dice un noble".
Se baja las faldas. “¿Y qué pasa con los nobles que dicen que se casará n? ¿Debería creer
eso?
"¿En este caso?" Me aliso la camisa y luego paso una mano por mi cabello, asegurá ndome
de estar presentable. "No, mi señora ".
Su cara está tan roja como la sangre. Es casi como si le saliera humo por la nariz y los
oídos. Me doy vuelta para alejarme, pero una fuerza invisible me detiene y me mantiene en
el lugar.
"Lord Richard", su voz suena diferente. Ha perdido su inocencia y ha ganado algo oscuro
y sensual. Resuena en mis oídos como si fueran tres mujeres las que pronunciaran las
palabras en lugar de una. “De ahora en adelante, será s una herramienta para el placer de
una mujer. Dará s placer, sin poder tomarlo por ti mismo. Estará s jodido, en lugar de joderte
a otro. Te ahogará s en la excitació n que te negaste a probar. Te maldigo."
Quiero gritarles a los guardias que una bruja se ha infiltrado en nosotros, pero mi voz no
funciona. Mi cuerpo se siente extrañ o y tenso, como si mi piel se encogiera, se tensara cada
vez má s, exprimiéndome la vida. Un destello de luz, una bocanada de humo y me quedé en
el suelo completamente inmó vil.
Voy a matarla.
Ella se eleva sobre mí, pero parece diez veces má s grande que hace un momento. Su
mano se extiende y me levanta. ¡En una mano! Intento mover brazos y piernas y me doy
cuenta de que no tengo ninguno. Me lleva hasta un trozo de vidrio pulido en el pasillo y me
sostiene.
Ella me ha convertido en un puto consolador.
Su mejilla roza la suave superficie de mi nueva forma. Intento hablar, maldecir, gritar,
pero estoy atrapado en mis pensamientos, incapaz de emitir ningú n sonido.
"Probablemente te estés preguntando si hay una manera de romper esta maldició n", dice,
pasando su lengua brevemente sobre mi punta. "Dado que te negaste a darme la
estimulació n que necesitaba, a brindarme cualquier tipo de placer, y en particular, te
negaste a usar tu boca en mi coñ o, debes permanecer en esta forma hasta que alguien
decida ponerte en su coñ o" . boca y chuparte como está s ahora”.
¡Mierda! Nadie se va a meter un consolador en la boca. Ahí no es donde van. Para
demostrar mi punto, se recuesta contra la pared frente al espejo, se levanta la falda y me
sumerge profundamente en su calor hú medo. Ella me envuelve. Pensé que estaba agotado,
pero inmediatamente estoy muy excitado. Lo cual es una sensació n extrañ a porque ya
estoy duro. Todo mi ser es duro. Mientras ella se folla a mí, mi propia necesidad aumenta,
pero no llega a ninguna parte. Ella grita, se tensa y sufre espasmos, estrechá ndome en un
abrazo parecido a un vicio.
Se siente increíble, pero no lo suficiente. Quiero venir. Necesito venir. Pero ella me saca,
me limpia con sus faldas y me arropa entre sus amplios pechos. Lo que aumenta aú n má s
mi necesidad.
Ella me usa para su placer tres veces má s durante la siguiente hora. Puta insaciable. Al
final, mis pensamientos son un largo grito de frustració n sexual. Mi cuerpo fantasma anhela
la liberació n, mis bolas inexistentes palpitan. Necesito llegar al clímax. Y aú n así no puedo.
Nunca má s podré hacerlo.
¿Quién chuparía un consolador?
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En la antigua Grecia, la gente creaba consoladores u olisbos metiendo lana en cuero
ablandado y luego puliéndolo. También hay registros de mujeres que elaboraban
olisbokollix, o consoladores de pan.

Notas de investigació n de Felicity Stiff

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Capitulo dos

t
FELICITY STIFF, LA ACTUALIDAD

La mejor parte de escribir un libro es escribir las palabras “ el fin”. “ Metafó ricamente,
por supuesto, porque ya nadie escribe eso en la ú ltima pá gina de sus libros. Estaría
especialmente fuera de lugar para un libro de no ficció n sobre la historia de los
juguetes sexuales.
Aú n así, llegar a esa ú ltima pá gina es la mejor sensació n del mundo, y ahora mismo
parece que faltan siglos para hacerlo. Tengo tres textos originales extendidos sobre la mesa
de la sala de estudio de la biblioteca y cerca de veinte pestañ as abiertas en mi
computadora, pero todavía no puedo encontrar el camino hacia este capítulo. Entonces,
cuando suena mi teléfono, me apresuro a contestar, aunque me dije a mí mismo que no me
distraería.
Atornillarlo.
"Hola", digo, sin molestarme en mirar el identificador de llamadas.
"Felicity, bien, te atrapé". Mi agente, Regina, suena má s nerviosa que nunca. Ella suele ser
la má s tranquila y serena. "¿Tienes un minuto?"
"Seguro." Aparto mi silla y me levanto. Sentarme mientras hablo por teléfono es una de
esas cosas raras que no puedo hacer, como darme palmaditas en la cabeza y frotarme la
barriga al mismo tiempo. Pero pasearse por la sala de estudio de la biblioteca no es fá cil.
Apenas es lo suficientemente grande como para dar tres pasos antes de llegar a la pared y
tener que darme la vuelta.
“Acabo de hablar por teléfono con Megan en la editorial. Quiere el libro antes de fin de
mes”.
"¿Qué? No hay forma."
“Aparentemente, se está inaugurando un nuevo museo del sexo en Nueva York que
atraerá mucha prensa. Quiere aprovechar esa emoció n y publicar el libro al mismo tiempo.
Tienes que terminar antes de fin de mes”.
Es una medida de marketing inteligente y realmente quiero que este libro tenga
cobertura. Esta podría ser la oportunidad que necesito para obtener suficiente
reconocimiento que me solidifique como experto, lo que con suerte me conducirá a un
puesto de tiempo completo en un museo.
"¿Qué tan lejos está s?" pregunta Regina.
"Estoy atrapado en el renacimiento".
"¿Cuá l es la soporte?"
"No sé. Simplemente no... lo estoy sintiendo.
Su carcajada paraliza al hablante. “Bueno, empieza a sentirlo. Haz lo que tengas que
hacer. Necesitas hacer esto”. Mi cerebro todavía está tratando de ponerse al día con el
cambio en mi fecha límite cuando ella agrega: “¿Has pensado má s en mi idea? Tal vez te
ayude a sentirlo .” Se ríe de su propio chiste.
"Parece un poco engañ oso, ¿no?"
“Dame trucos, Felicity. Es lo que quieren los lectores”. Escucho escribir de fondo. "Te los
pediré yo mismo".
"No tienes que hacer eso". Odio aceptar ayuda de la gente y sé que lo superaré por mi
cuenta. Só lo necesito má s tiempo.
“Ya está hecho”, dice. "Tendrá s los tres de los que hablamos mañ ana y tienes la receta del
pan, ¿verdad?"
No voy a confesar que ya hice un consolador de pan usando esa receta, pero me acobardé
antes de probarlo. Meterme pan con levadura en mi vagina parecía una mala idea.
"Haz esto por mí, Felicity". No es una pregunta. "Las cuentas de primera mano venden
libros".
"Bien."
"Bien. Envíame los pró ximos dos capítulos antes del final de la semana”. Ella cuelga antes
de que pueda discutir.
Bueno, supongo que estoy a punto de ser follada por algunos de los consoladores y
vibradores má s famosos de la historia.
Voy a necesitar un poco de vino. O, mejor aú n, vodka.
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El falo má s antiguo se encontró en el suroeste de Alemania. Está hecho de piedra muy
pulida y data del Paleolítico. Existe un debate sobre si se usó o no como consolador,
herramienta o algú n tipo de ídolo.

Notas de investigació n de Felicity Stiff

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Capítulo tres

t
FELICIDAD

Dos vodkas con tó nica y todavía me estoy mentalizando. Pensé en saltarme el


capítulo del renacimiento e ir directamente a los vibradores de manivela de la década
de 1880. Pero el artilugio frente a mí parece demasiado intimidante. Es una
imitació n, no real, pero sigue el modelo de uno auténtico utilizado en hospitales para
mujeres "histéricas " .
Me río, sintiéndome bastante histérica en este momento. Uno pensaría que, dado que
estoy escribiendo un libro sobre la historia del sexo, y sobre los asistentes sexuales en
particular, sabría manejar un vibrador, pero soy virgen en cuanto a juguetes sexuales. La
cultura en la que crecí consideraba que los juguetes sexuales eran desviados y una afrenta
para los hombres .
Solo elegí este tema para mi pró ximo libro porque a mi agente le gustó má s de las tres
ideas que le presenté. Dijo que era el má s comercializable y que podría aumentar la
conciencia de mi anterior libro histó rico de no ficció n.
Entonces, aquí estoy, sentada en el sofá de mi sala con nada má s que mi bata de seda,
mirando una réplica de un vibrador de manivela del siglo XIX, una imitació n de
Chattanooga del siglo XX y un auténtico consolador de marfil del Renacimiento. No tengo
idea de có mo. Regina lo consiguió .
Mejor empezar por lo má s bá sico. Cojo el consolador de marfil y lo peso en la palma de mi
mano. Es fuerte. Super suave. Y muy duro. No puedo imaginar que me sienta muy bien. Algo
parecido al miedo se acumula en mis entrañ as y envía un escalofrío por mi piel.
Aunque la idea de insertarlo me resulta intimidante, la sensació n del frío marfil me da
ganas de frotarlo en mi mejilla. Quizá s mis pezones. Vale, el vodka está haciendo efecto.
Me levanto y pongo algunas canciones sexys, esperando que ayude. No es así.
Está bien, lo sé. Leeré uno de esos libros obscenos de los que mi hermana siempre me
habla. No estoy seguro de có mo ambos crecimos en la misma familia pero salimos con
actitudes tan diferentes hacia el sexo. A veces desearía poder sentirme tan có moda con mi
sexualidad como ella, pero… simplemente no soy yo.
Muy bien, ¿qué libro recomienda hoy en su librería? Al abrir la aplicació n, me desplazo
por su cuenta durante un minuto hasta que encuentro una que parece interesante. Por
ahora, ignoraré los consoladores y simplemente leeré. Una vez que me sienta excitado, los
probaré. Eso será mejor.
Al poco tiempo, me veo arrastrado por la historia. En realidad es una lectura bastante
divertida. Cuando llego a la primera escena de sexo, mi cuerpo responde de inmediato. Dos
hombres monstruosos trabajan a esta mujer con habilidades que no existen en la vida real.
Mi ritmo cardíaco aumenta. Me siento agradablemente sonrojado. Hay humedad entre mis
piernas. Miro el consolador. No, todavía no tengo ganas de meterme esa cosa.
Sigo leyendo. La siguiente escena de sexo me lleva má s lejos. Esta vez la mujer está en la
posició n sesenta y nueve, con un hombre boca arriba debajo de ella. É l lame su clítoris con
su lengua monstruosa mientras ella chupa su enorme polla. Ese rubor que estaba sintiendo
se extiende por mi cuerpo y me desabrocho la bata en un intento de refrescarme.
Este autor tiene una manera de hacerte sentir como si te estuviera pasando a ti. La
escena lo está haciendo por mí. Mis bragas está n empapadas y todo mi cuerpo hormiguea.
Nunca me había excitado tanto el solo hecho de pensar en hacerle sexo oral a un chico.
Luego, el otro chico se coloca detrá s de ella y se desliza dentro de su coñ o mientras el
primer chico sigue arrastrando su lengua sobre su clítoris y medio amordazá ndola con su
polla en la boca.
Joder, ahora estoy sudando. Siento el pecho como si alguien hubiera encendido un fuego
dentro de mis costillas. La habitació n se siente espesa y sofocante. El oleaje de la mú sica, un
ritmo de fondo sensual. Necesito contacto. Manos en mi cuerpo. Mi bata de seda roza mi
piel y se siente increíble. Mi mano se arrastra sobre mis senos y juego con mis pezones, con
las miradas tensas ansiando má s.
Debería usar el consolador. Estoy abierto y mojado. Tan necesitado. Pero no quiero
marfil frío en mí y quiero correrme. No puedo imaginar que ninguno de estos artilugios
funcione. ¿Có mo salían las mujeres de algo así? Sería mejor simplemente usar mis dedos.
Pero cuando dejo mi teléfono, donde estaba leyendo el libro, y me toco, el placer
disminuye lo suficiente como para dejar que mis pensamientos internos me distraigan. El
estrés de escribir acecha mis pensamientos y la excitació n que sentía se esparce como
guijarros en la playa.
Necesito algo para mantener esa imagen del libro en primer plano en mi mente.
Miro el consolador renacentista, tal vez… ya lo limpié. Lo froté con vodka puro. Estoy
seguro de que no es la forma está ndar de usar un consolador, pero… aú n podría
considerarse una investigació n. Que demonios.
En lugar de ponerlo en mi vagina, me reposiciono de modo que estoy sobre mis manos y
rodillas en el sofá . Sostengo el consolador debajo de mi boca e imagino que es el chico del
libro. Los dedos de una mano se sumergen en mi calor mientras circulo la suave polla de
imitació n con mis labios. Con los ojos cerrados, me imagino la escena que acabo de leer.
Hundiéndome en la imagen, me imagino siendo trabajado por la lengua de un hombre y la
polla de otro, mientras le doy mamada a un hombre.
Casi puedo saborear el almizcle masculino salado en mi boca. Con los ojos cerrados,
ajusto mi posició n y ya no tengo que sostener el consolador para mantenerlo estable. La
fricció n de mi sofá de cuero debe ser suficiente para mantenerlo en pie. Hay la presió n
fantasmal de una mano en la parte posterior de mi cabeza, empujá ndome má s
profundamente. Gimo alrededor de la dura polla, que ya no se siente como una piedra. Hace
má s calor. Probablemente de mi lengua.
De repente mi boca se llena. Chorros calientes de líquido empapan la parte posterior de
mi garganta. Me atraganto, escupo lo que sea que sea esto en mi boca y me quito el
consolador mientras mis ojos se abren de golpe.
"¿Qué carajo?" Grito, saltando del sofá y enrollando mi bata a mi alrededor. “¿Dó nde
carajo…? Có mo hizo-?"
Hay un hombre acostado en mi sofá . Un hombre desnudo. Un hombre guapo. Se
reposiciona, apoyando las manos detrá s de la cabeza como si estuviera tumbado en la
playa. "No tienes idea de cuá nto tiempo he esperado por eso".
"¿Qué?" Giro la cabeza y observo mi pequeñ o apartamento. Las ventanas está n cerradas.
Mi puerta de entrada está cerrada. Un sueñ o. Debo estar soñ ando. ¿O alucinando? Me froto
los ojos.
"No está s aquí", murmuro.
Una risa profunda sigue a mi afirmació n. "Oh, estoy muy aquí".
Parpadeo hacia él. No hace ningú n esfuerzo por cubrir su desnudez. Su polla todavía dura
sobresale con orgullo. Se parece muchísimo a... no.
Miro frenéticamente alrededor de la habitació n, luego me arrodillo para mirar debajo del
sofá . Nada de esto tiene sentido. ¿Có mo llegó aquí? Lo estoy perdiendo. Totalmente
perdiendo el control. Envuelvo mis brazos alrededor de mi cintura para controlar los
nervios estremecedores que me invaden por dentro.
"Si está s buscando el consolador, está aquí". Una mano recorre su cuerpo y la otra aprieta
su polla, dá ndole un fuerte tiró n. "Ahora, he estado jugando con esto durante siglos, así que
si fueras tan amable de volver aquí..." Sus ojos revolotean hacia su polla con la implicació n.
"¡No te voy a follar!"
"Estabas a punto de hacerlo hace un minuto".
"No eras real entonces". ¿Que estoy diciendo? É l ya no es real. “Esto no está sucediendo.
Me estoy engañ ando”.
Se levanta y cruza la habitació n. "Te lo aseguro, soy muy real". Toma mi mano y la coloca
sobre su polla. Se siente exactamente como el consolador, del mismo tamañ o y peso,
aunque no es tan frío ni tan suave como el marfil y está revestido de venas gruesas llenas
de sangre. Boca seca, mi garganta se aprieta al tragar. El calor en sus ojos hace que mi pulso
se acelere. A pesar de mi sorpresa y confusió n, todavía estoy excitada. Tal vez debido a mi
sorpresa y confusió n, estoy aú n má s nervioso.
Con el coñ o mojado por la excitació n, aprieto mis piernas y trato de no mirar hacia donde
él sostiene mi mano contra su longitud.
"Ahora, sé una buena chica y hazme una paja", dice. "Tengo siglos de esperma
almacenados y tengo la intenció n de cubrirte con él como agradecimiento".
Un escalofrío placentero calienta mi nú cleo al imaginar una imagen tan eró tica, pero me
obligo a apartar mi mano. “¿Esa es tu idea de agradecerme?”
Estoy a punto de preguntar qué diablos está pasando cuando una nube de humo llena mi
sala de estar, acompañ ada de un estallido.
El hombre gruñ e cuando el humo se disipa, revelando a una hermosa mujer. Es alta y
musculosa, y lleva un vestido morado que parece má s propio de un club nocturno que de
mi apartamento. Tiene el maquillaje de ojos de gato má s perfecto que he visto en mi vida y
su cabello largo parece sacado de un comercial de champú .
"Señ or Ricardo". Ella inclina la cabeza en señ al de deferencia, pero la mueca de desprecio
en sus labios deja claro que se está burlando de él.
"Bruja." Dice con una tensió n en la mandíbula que no estaba allí antes. "Parece que te
equivocaste al pensar que nadie jamá s me liberaría".
"Tenía razó n al pensar que nunca aprenderías la lecció n". Por primera vez, ella se gira y
me saluda. “Lamento mucho que hayas tenido que lidiar con este cerdo. Quizá s en eso
debería convertirlo ahora”.
Me pellizco. Sin soñ ar. Cierro los ojos y los abro de nuevo, pensando que todo esto
desaparecerá , pero no es así. Bueno. Bien. Esto esta bien. Hay un hombre desnudo en mi
apartamento. Una mujer a la que llamó bruja y que amenaza con convertirlo en cerdo. Sí,
todo normal. "¿Alguien puede explicar qué está pasando?"
Ignoran mi pregunta. El hombre, Lord Richard, supongo, cae de rodillas. “Por favor,
Lucinda. He cambiado. He aprendido. De verdad que sí. Pero no puedes imaginar lo que
siglos de excitació n sin liberació n le harían a un hombre. Estoy medio loco”.
Ella lo mira. "¿Que has aprendido?"
"Có mo complacer a una mujer". É l responde rá pidamente.
“Entonces, ¿por qué hay una mujer aquí, claramente excitada, que aú n no ha llegado al
clímax mientras tu semilla está por todo su sofá ? ¿Sin mencionar el hecho de que le exigías
que puliera tu madera sin ofrecerle pulir la perla a cambio? Explícamelo”.
“Iba a retribuir. Después de que me liberé un poco de la presió n”.
" Después ..." Ella lo rodea como un buitre rodeando a su presa. "He oído eso antes". Se
detiene frente a mí y dice: "¿Qué piensas ? "
“Um… ¿yo? Creo que me estoy volviendo loco. Só lo estaba tratando de investigar un poco.
¿Qué carajo está pasando?
Mira alrededor de la habitació n y nota los libros de sexología y los dos vibradores
restantes, pero también el vodka. Sus cejas se levantan. “Bueno, este hombre, Richard, que
es un imbécil, tenía fama de disfrutar sin darlo. Cuando pensó que podía salirse con la suya
haciéndome lo mismo, lo maldije a vivir como un consolador, con la esperanza de que
aprendiera un par de cosas sobre el placer de una mujer. Lo liberaste de esa maldició n,
aunque sin darte cuenta. Parece que aú n no ha aprendido la lecció n y debería permanecer
bajo la maldició n. ¿Qué opinas?"
"Um... bueno..." Miro desde los duros rasgos de la mujer hasta el hombre todavía
postrado suplicante a sus pies. Parece saber que no debe suplicar abiertamente, pero la
mirada en su mirada es pura, torturada, suplicante.
"Um... creo... lo que necesita aprender no es cómo complacer a una mujer, sino el
beneficio de la reciprocidad".
Se golpea con un dedo el hoyuelo de la barbilla varias veces, pensando. “Puedo ver lo que
quieres decir. Todavía me gustaría volver a convertirlo en el idiota que es, o tal vez en un
cerdo al que llevar al matadero”.
La cabeza del hombre cae sobre su pecho. La derrota total pinta sus hermosos rasgos. De
hecho, me siento mal por el tipo. Hacerlo azul durante siglos tiene que apestar. Estar
constantemente duro pero nunca poder correrme... sí, no se lo deseo a nadie. No es de
extrañ ar que casi me ahogue en su liberació n.
“¿Qué tal una prueba en su lugar?” Camino detrá s del sofá , necesito moverme para
sacudirme el shock y pensar con claridad.
“Sí…” dice, pero la bruja agita su mano y aunque su boca continú a moviéndose, no sale
ningú n sonido.
“Estar conmigo en 1341 fue su prueba”, dice. "Verifiqué los rumores y lo maldije por su
exactitud".
"Eso fue hace mucho tiempo. Todo el mundo merece una segunda oportunidad."
"Seguir."
"Necesita demostrar que no es un cerdo egoísta, ¿verdad?" Ella asiente. "Creo que la
mejor manera de lograrlo es que él muestre un interés genuino en una mujer, sin la
motivació n de obligarla a ir a la cama". Estoy formando este pensamiento a medida que
avanzo, lo que significa que son tonterías saliendo de mi boca, pero no quiero que ella
lastime a este tipo... ni a mí. Quién sabe qué me hará só lo por saber que los dos existen. Esa
magia es real. ¿Qué carajo? Magia . Esto es una locura. No puedo creer que esté de acuerdo
con esto, pero no sé qué má s hacer.
"¿Qué tal si necesita salir conmigo?" Lamento las palabras tan pronto como salen de mi
boca. Sus ojos se abren y sonríe como el diablo. Mierda . ¿En qué me estoy metiendo?
“Quiero decir, digamos que necesita… invitarme a cenar, conocerme, ese tipo de cosas, y…”
¿Realmente estoy a punto de sugerir esto? El dolor entre mis piernas todavía late. Ha
pasado mucho tiempo desde que estuve con un hombre dedicado a mi placer; esta podría
ser una oportunidad para asegurarlo. Sería una tontería de mi parte no aprovecharlo. “Y…
complacerme, sin” —su expresió n se vuelve de pá nico, y niega con la cabeza— “sin venir
ante mí”.
Su respiració n chisporrotea como si la estuviera conteniendo demasiado tiempo.
“¿Pero le dejarías terminar?”
"Parece cruel no hacerlo".
Sus ojos se estrechan ante mi acusació n involuntaria. Mi mano vuela hacia mi boca. No
puedo creer que acabo de decir eso. "Solo quiero decir, parece que la mejor manera para él
de aprender sobre un toma y daca apropiado es modelarlo, ¿verdad?"
"Interesante." Su dedo vuelve a tocar su barbilla mientras estudia a Richard. "Muy bien.
Aquí está n los términos. É l se queda aquí y realmente llega a conocerte, hasta el punto de
que puede responder cualquier pregunta sobre ti que pueda hacerte cuando regrese. Si se
disfrutan... delicias carnales , deben suceder en tus términos, só lo porque tú las deseas, y él
debe complacerte hasta tu plenitud antes que el suyo propio", levanta un dedo, "sin buscar
ninguna otra compañ ía femenina antes de que yo lo haga". devolver. Entonces lo dejaré
libre para que viva su vida”.
"¿Cuá ndo regresará s?" Pregunto.
Sus mejillas se levantan con su sonrisa, tallando líneas profundas en su impresionante
rostro. "Cuando quiero." Ella me sorprende entregá ndome una tarjeta de crédito. “Esto se
usará en la ropa y en la comida, para que el costo de su pecado no recaiga sobre tu
misericordia”.
"¿Quién eres?"
Ella sonríe. "Un simple benefactor de las mujeres".
Después de que ella desaparece, me doy cuenta de que su respuesta fue lo
suficientemente confusa como para que pudiera estar ausente por mucho tiempo. Estoy
sola con un hombre desnudo que hace una hora era un consolador del 1300 que tenía en la
boca. Y ahora se supone que vivirá conmigo indefinidamente.
¿Qué demonios estaba pensando?
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En el siglo XIX, se desarrolló un vibrador de manivela, llamado Vibrador de mano Pulsocon
de Macaura. Podría producir hasta 5.000 vibraciones por minuto.

Notas de investigació n de Felicity Stiff

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Capítulo cuatro

t
RICARDO

En el momento en que la bruja se va y puedo hablar de nuevo, suspiro en voz baja:


"Gracias".
La mujer que me salvó me arroja una manta, lo cual es decepcionante. Cubrir es lo ú ltimo
que tengo en mente. Lo coloco casualmente sobre mis hombros, sin intentar ocultar mis
mejores rasgos.
"¿Podrías?" Agita una mano en direcció n a mi polla.
"Ahora somos tímidos, ¿verdad?" Me acerco a ella, todavía de rodillas. "¿No acabas de
tener esta polla en la boca?"
“¿No escuchaste lo que dijo la simpá tica bruja?”
"Creo que el acuerdo fue só lo que yo tenía que complacerte primero" . No es que no
pudiera encontrar mi propia liberació n. Mirá ndola, le doy la sonrisa que solía hacer que las
mujeres se subieran las faldas por mí. Mis manos rodean sus pantorrillas y la acerco. “No
estaba mintiendo. He aprendido un par de cosas en mis siglos como... Me estremezco al
recordar mi encierro. "Consolador."
Arrastro mis manos por la parte posterior de sus piernas, deteniéndome justo por
encima de sus rodillas. Para mi sorpresa, ella no se aleja. La bata que usa se abre lo
suficiente para ver los rizos que ocultan su coñ o, provocá ndome.
Uno pensaría que me habría saciado de coñ o, pero ni mucho menos. Por primera vez en
siglos, tengo la autonomía para disfrutar por mí misma de la forma de una mujer. No planeo
desperdiciarlo.
“Déjame mostrarte lo que he aprendido”. Deslizo mis palmas má s arriba, en la parte
posterior de sus muslos. La acció n la saca del estupor en el que la dejó su shock y ella se
retira, se aleja de mí y murmura algo acerca de que está loca.
“Loco es estar atrapado en marfil con una erecció n durante má s de 700 añ os”.
Ella se ríe (un sonido adorable) y se hunde en su sofá . Sus dedos agarran su bata para
cerrarla. "¿Es esto real?"
Aparto los artilugios de su mesa de café y me siento en ella, de modo que estoy
directamente frente a ella. "¿Me siento real?"
Mis manos van hasta sus rodillas, pero ella se estremece. Puede que haya sido un amante
egoísta, pero nunca fui alguien que fuerce a una mujer, y no seré ese hombre ahora, no
importa lo desesperado que esté por liberarme, así que retiro mis manos y me siento
derecho, poniendo distancia entre nosotros. "Perdó name. Parece que no puedo dejar de
tocarte”.
Suspira y se pasa una mano por la cara. "Supongo que si pudiera usar mis manos por
primera vez en siglos, también querría tocar todo".
No quiero tocarlo todo . Quiero tocarla . Pero no creo que le agrade que la corrija.
"¿Có mo te llamas?" Pregunto.
"Felicidad. ¿Y supongo que el tuyo es Richard?
"Lord Ricardo de Northumbria Segundo, para ser exactos".
Ella sacude la cabeza y se echa hacia atrá s, dejando caer la cabeza sobre el respaldo del
sofá y mirando al techo. "No puedo creer esto".
"Quizá s podría convencerte". Arriesgá ndome, vuelvo a tocar su rodilla. Esta vez ella no
retrocede. "Creo que todavía le debo un orgasmo, mi señ ora". Mi palma se eleva má s arriba,
rozando el dobladillo de su bata corta. "Tal vez te aclare la cabeza".
Ella me da una sonrisa iró nica. “¿Eras realmente tan bastardo como dijo esa bruja?”
Un encogimiento de hombros me levanta los hombros. "Probablemente má s". Tuve
mucho tiempo para pensar durante mi encierro. Mucho tiempo para contemplar mis
pecados y agravios.
“¿Y aprendiste la lecció n?”
Otro encogimiento de hombros. "Probablemente no."
Mi mano roza má s arriba su muslo, sumergiéndose debajo de la tela de su bata antes de
regresar inocentemente a su rodilla. Noto la piel de gallina que se le pone en la piel cuando
la toco y los pezones nacarados que sobresalen a través de la seda.
Abriendo sus piernas, me arrodillo entre sus muslos. Ella no discute ni intenta escapar.
“Un maldito Señ or del siglo XIV”, dice, sacudiendo la cabeza, claramente todavía tratando
de entender todo esto. En su lugar, quiero que ella me rodee con su boca, pero no voy a
correr el riesgo de que me conviertan en una cá scara de marfil nuevamente.
Levanta la cabeza del respaldo del sofá y sus ojos se encuentran con los míos. El hambre
allí es aguda, aunque no tan intensa como la mía.
"La historiadora que hay en mí quiere hacerte un milló n de preguntas", dice.
“¿Es usted historiador?” Froto el dobladillo de esa horrible bata que la mantiene oculta,
deseando poder arrancá rsela.
"Actualmente estoy trabajando en un libro sobre la historia de los juguetes sexuales". Al
decir esto, se ríe de sus labios deliciosamente rosados. "De ahí las tarjetas de notas y...
bueno..." Hace un gesto hacia los vibradores anticuados en la mesa de café y luego mueve su
mano en mi direcció n.
"Yo", digo con una sonrisa.
"Sí tú ." Ella esboza una sonrisa y extiende la mano para girar un mechó n de mi cabello
entre sus dedos. Una buena señ al.
"Bueno, historiador", digo. "¿Qué preguntas tiene usted? Estoy bastante seguro de que lo
he visto todo hasta este momento”.
Los dedos que juegan con mi cabello van hasta mi mejilla y luego bajan hasta mi
mandíbula. "Después."
Una vertiginosa oleada de anticipació n inunda mi cuerpo. Finalmente. Le abro la bata, lo
que provoca un chillido de consternació n por parte de ella. "Quise decir después... nos
conocemos un poco".
Ahora es mi turno de reírme. "No te mientas a ti misma, Felicity". Beso su muslo. "Ambos
sabemos que quisiste decir algo mucho má s carnal que preguntar el color favorito del otro".
Dejé que mis manos subieran por sus costados. "Ademá s, creo que la bruja dijo..." Mis
palmas enmarcan sus costillas, mis pulgares rozan la parte inferior de sus senos. “¿Está
bien esto?”
"S-sí".
Levanto las manos, sopesando su pecho lleno y ahuecá ndola sobre su sujetador. "¿Y
esto?"
"Sí", susurra.
Sonriendo, le pellizco los pezones con fuerza. Agresiva, sí, pero se arquea ante el
contacto, haciéndome saber que le gusta.
"La bruja dijo que necesito darte má s orgasmos de los que tengo para mí y tengo la
intenció n de recuperar el tiempo perdido". Mis dientes muerden su muslo. "Estaré
encantado de ayudarle con su investigació n en el proceso".
Su mirada se dirige a los antiguos vibradores sobre la mesa. Después de haber pasado
algú n tiempo en la colecció n de una viuda con un apetito insaciable a principios del siglo
XX, he visto una buena cantidad de vibradores de manivela, así que elijo ese primero.
Los ojos de Felicity se abren como platos. "No sé…"
Giro la manivela mientras arrastro la punta por el interior de su muslo.
"Oh", jadea. "Es diferente."
Con mis ojos fijos en su montículo reluciente, deslizo el vibrador a lo largo de su clítoris.
Ella gime, lo paso por sus labios hinchados y luego lo arrastro por su muslo nuevamente.
Repito el camino, pero esta vez, me sumerjo en su coñ o. Usando el vibrador de la forma en
que vi a Madame Horish usarlo, lo giro un poco má s rá pido, poniendo má s mú sculo
mientras me deslizo dentro y fuera de la entrada de Felicities.
Quiero invocar a la bruja nuevamente para que pueda presenciar todo lo que he
aprendido. Es una pena que esto requiera ambas manos, porque mi polla es tan dura como
el marfil en el que estaba encerrada. Quiero masturbarme mientras la complazco. No,
quiero exigirle que me toque mientras la follo con este vibrador, pero dudo que a la bruja le
guste eso, y lo ú ltimo que quiero es que arruine mi diversió n.
"Ven aquí", le gruñ o a Felicity mientras continú o excitá ndola.
Ella me mira confundida, como diciendo, ya estoy justo frente a ti.
“No, te quiero má s cerca. Necesito tus tetas en mi boca.
Ella se endereza, con una mirada vacilante en su rostro. Rodeo un pezó n con la lengua y
luego el otro. Volviendo al primero, lamo el pico rígido, lo chupo en mi boca y succiono su
pezó n.
"Tus pechos son divinos". Cambio mis cuidados al otro lado y ella me agarra los hombros
con las uñ as.
Ella es tan callada. Nunca he tenido un amante tan tranquilo, al menos no en mi forma
física. Las mujeres a menudo se quedaban calladas cuando me usaban como consolador.
Disfrutando de su placer de la misma manera que yo recibí el mío como Lord Richard,
usá ndome de la misma manera que los usé a ellos. En secreto. Sin cuidado ni consideració n.
No es que pudieran haberlo sabido, pero… No. No pensaré en eso ahora. No cuando tengo a
esta encantadora mujer frente a mí.
Su silencio me hace sentir inseguro. ¿Le gusta esto o no? Redoblo mis esfuerzos, girando
el mango del vibrador má s rá pido, chupando sus pezones un poco má s fuerte. Aun así, ella
no emite ningú n sonido. Pero arañ arme los hombros es una buena señ al, ¿verdad?
Dudo y finalmente ella rompe su silencio. "No. No. No pares”.
Una sonrisa aparece en mi cara. "Nunca. Voy a trabajar tu coñ o tan a fondo que olvidará s
todos los cuidados y preocupaciones que hayas tenido. Vas a correrte tan fuerte que
romperá s este maldito vibrador. Muerdo su pezó n y hago girar la manivela má s rá pido.
“Ahora, ven por mí, cariñ o. Mi polla está lo suficientemente dura como para romperla.
Necesito que vengas. Ahora."
"No puedo... simplemente venir... cuando me lo pidan". Mueve las caderas como si
intentara conseguir el á ngulo correcto. “Ademá s, esto es… raro. ¿Las mujeres realmente
salieron bien con esto?
"Todos somos diferentes". Tiro el artilugio infernal sobre el sofá y lo reemplazo con dos
dedos, deslizá ndome dentro de ella con movimientos suaves, enganchando mis dedos con
cada golpe hacia adentro.
Hubo un tiempo en que fui propiedad de una mujer que prefería darse placer
manualmente, pero le encantaba mirarme mientras lo hacía. Como si ver una polla la
calentara, pero no sentirla dentro de ella. Aprendí mucho viéndola tocarse. Deslizando mis
dedos completamente, pinto un círculo alrededor de la parte superior de los labios de su
coñ o, trazando mi dedo índice a lo largo de la sensible abertura. Después de hacer esto
varias veces, su respiració n se vuelve pesada y se retuerce bajo mi tacto. Cuando levanto la
vista, ella está ahuecando sus pechos. Cabello despeinado. Enrojecimiento de la piel.
Impresionante. He visto a muchas mujeres en medio de la pasió n, pero esta me deja sin
aliento. Por supuesto, podría ser que tenga que respirar por primera vez en cientos de
añ os.
Ahora que está excitada, presiono la yema de mi pulgar en su clítoris y froto círculos
apretados y firmes. No haría falta mucho para sacarla del sofá y empalarla con mi polla. La
tentació n es casi insoportable. Pero sé que en el momento en que esté dentro de ella, me
correré y luego ¿dó nde estaré? Atrapado de nuevo por la bruja. No gracias.
Así que mantengo mi atenció n en Felicity y observo có mo su placer aumenta. ¿Có mo es
que nunca me he dado cuenta de lo excitante que puede ser excitar a otra persona? Ver a
Felicity montar mi mano con tal abandono calienta algo en mi pecho. Un orgullo delicioso y
satisfecho.
Con mi pulgar presionado contra su clítoris, deslizo mis dedos dentro de ella,
encontrando esa zona á spera que he visto desde adentro tantas veces. Allá . Se muerde el
labio y reprime un suave gemido.
"Eso es todo", susurro. "Déjalo ir."
Sus piernas se tensan, apretando mis costados. Su rostro se contrae en una expresió n de
puro éxtasis mientras vuela hacia atrá s contra el sofá , con la boca abierta en un grito
silencioso.
"¿Viniste?" Pregunto, necesitando asegurarme de que no esté fingiendo, no cuando mi
vida está en juego. Aunque no veo por qué haría eso. A ella le importó lo suficiente como
para discutir con la bruja en mi nombre. Fingir un orgasmo desharía el acuerdo que
acababa de concertar.
Su sí es apenas má s que un suspiro, pero es suficiente.
Agarro sus caderas y la arrastro hacia mi polla.
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El término consolador proviene del italiano diletto , que significa deleite o placer.

"Mi pequeño consolador... que no se dobla


y se mantiene tan rígido como si estuviera hecho de acero..."

“[su amigo de cristal] la refresca bien


y nunca hace que su tierno vientre se hinche”.

De The Merie Ballad of Nashe His Consolador de Thomas Nashe, publicado en 1592

Notas de investigació n de Felicity Stiff

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Capítulo cinco

METRO
FELICIDAD

Mi cuerpo toma la polla de Richard


como si estuviera hecha para mí. Ya
estoy tan excitado que se desliza casi sin
resistencia.
Normalmente, estoy contenta después de un orgasmo, pero tal vez su desesperació n está
alimentando la mía, porque ahora mismo estoy lista para empezar de nuevo. Con las manos
agarrando mi cintura, me levanta y baja sobre su polla.
“Joder, Felicity. Mira esos pechos, rebotando como cerezas maduras en una rama”. Se
encorva, envuelve sus labios alrededor de mi pezó n derecho y toma largos tirones de mi
carne. Luego repite lo mismo a mi izquierda, inundá ndome de sensaciones.
Cada vez que me golpea contra su polla, quiero gritar de placer, pero me muerdo los
labios. Siempre me ha parecido demasiado incó modo hablar durante el sexo. Me preocupa
que quienquiera que esté conmigo simplemente se burle de mí o se desanime. Así que
mantengo la boca cerrada.
Otro clímax se construye como un tsunami. Ganando velocidad. Empujando contra mi
piel, como si mis mú sculos temblorosos intentaran liberarse.
Antes de que choque y me aplaste, Richard golpea profundamente y grita su propia
liberació n. “Sí, joder, sí. ¡Finalmente!"
É l me llena, semen caliente goteando por mi muslo mientras su polla sufre espasmos una
y otra vez. Entonces. Mucho. Semen.
Cuando entró en mi boca antes, cuando pensé que todavía era só lo un consolador, estaba
demasiado ató nita para darme cuenta de lo masiva que fue su liberació n. Pero ahora… lo
siento todo como una avalancha de calidez dentro de mí. Lleva mucho tiempo ahorrando.
Su liberació n goteando por mis piernas es má s caliente de lo que jamá s hubiera
imaginado. Me siento sucio y caliente como el pecado. Me excita aú n má s, pero también
minimiza la fricció n, haciéndome demasiado há bil para conseguir lo que necesito. Me
retuerzo, giro mis caderas, trato de perseguir la ola que venía hacia mí antes de que él
viniera.
Completamente agotado, se desploma, con la cabeza apoyada en mi pecho. "Eso fue
increible."
Quiero quejarme, no he terminado . Necesito má s. Aunque parece trillado decírselo.
Quiero decir, ya tuve un orgasmo. Sería egoísta pedir otro.
Me aparto de él y me levanto, con las piernas doloridas un poco. El coñ o todavía palpita.
"¿A dó nde crees que vas?" É l me mira con los ojos entrecerrados.
“Voy a limpiar y luego pensé que probablemente deberíamos comer algo. Me imagino que
también te perdiste la comida”.
"No he terminado contigo". Se levanta y camina hacia mí, con la polla medio dura y el
fuego en sus ojos, puro deseo. "Y la comida no es lo que quiero comer".
Por un momento, casi siento miedo de la potencia de su pasió n. Como si me fuera a joder
los sesos sin pensarlo dos veces y me dejara una muñ eca de trapo usada, incapaz de
moverme. Pero mi cuerpo canta una melodía diferente. Quiero que me agote. Para
devorarme con toda esa intensidad. Fó llame hasta que esté demasiado débil para caminar,
demasiado dolorido para volver a hacerlo. Completamente arruinado y profanado.
Aprieta su polla con un puñ o, dá ndole un tiró n firme mientras avanza, apoyá ndome
contra la pared. "Te dije que iba a recuperar el tiempo perdido". La punta de su polla roza
mi clítoris mientras se acaricia.
“Pero… pero… no sé si podré volver”. Todavía bastante alterado, siento que podría, pero
no sería normal para mí. "Podría tomar un tiempo."
"Tengo tiempo". Empuja su antebrazo sobre mi clavícula, sosteniéndome en su lugar
mientras usa su polla para acariciar círculos alrededor de mi clítoris. Está duro otra vez.
Totalmente erecto. Si esta es la frecuencia con la que querrá tener sexo, nunca terminaré mi
libro. Nunca haré nada.
Por mucho que me sienta excitado, también me siento un poco incó modo con la idea de
que él só lo me está complaciendo para ganarse el derecho a su propio orgasmo. Realmente
no había pensado en eso cuando negocié con la bruja, pero ahora no puedo dejar de pensar
en ello. Necesita que vuelva antes de que pueda hacerlo. Lo que significa que soy só lo un
aro que tiene que superar.
Aparto sus caderas. "No."
Se detiene inmediatamente y da un paso atrá s con una expresió n de perplejidad en el
rostro y su sonrisa arrogante borrada. Curiosamente lo extrañ o.
Envolviéndome con mis brazos, cierro mi bata abierta. "Um, no se siente bien hacerte
trabajar tan duro para complacerme".
É l se ríe. “Estoy bastante seguro de que eso es exactamente lo que la bruja quiere de mí.
Paciencia y voluntad de trabajar por ello”.
"Pero só lo lo harías para poder volver". Mi voz suena lastimosamente quejosa y lo odio.
“Sí, quiero volver. Ya hemos establecido que soy un bastardo egoísta y que me siento má s
có modo recibiendo que dando. Se acerca a mí, acaricia mi cuello con su nariz y arrastra sus
manos arriba y abajo por mis costados, haciendo que mi bata se levante con cada golpe.
“¿Sabes lo que anhelé durante añ os?” É l dice. “No se trataba só lo de liberarme del hechizo
o de mi propio orgasmo (aunque Dios sabe que ansiaba ambas cosas), también era
participar. Tocar." Desliza sus manos hacia arriba y pasa sus pulgares por la parte inferior
de mis senos. "Probar." Besa la zona donde mi hombro se encuentra con mi cuello y lo sigue
con una lamida. "Para moler." É l mete su muslo entre mis piernas y mueve sus caderas
contra las mías.
La fricció n contra mi centro hú medo hace que mis ojos se pongan en blanco y mis manos
luchen por agarrar algo, cualquier cosa. Se envuelven alrededor de su cuello mientras
instintivamente me muevo, frotá ndome contra su grueso muslo.
"Te equivocas al decir que no quiero hacer esto", dice. “Quiero hacerte correrte de nuevo,
Felicity. Por mi propio bien, sí. Pero también como un bastardo egoísta que quiere
saborearte y tocarte hasta que te hagas añ icos”.
Sus palabras encienden un fuego en mí. Nunca antes me había sentido tan deseada, nunca
había tenido un hombre tan desesperado por tener sexo conmigo. Incluso si se trata de este
deseo que ha albergado durante añ os en lugar de mí , sigue siendo tentador.
Esa ola que antes venía hacia mí me golpea ahora. Construyendo má s rá pido de lo que
podría haber imaginado mientras seco su pierna. É l pega sus labios a mi garganta y chupa,
lo suficientemente fuerte como para estar seguro de que mañ ana tendré un serio chupetó n.
Se siente increíble. No recuerdo la ú ltima vez que monté el muslo de un chico.
Probablemente no desde la secundaria, pero la forma má s consistente en la que logro
excitarme no es tan diferente a esto. Frotá ndome la palma de la mano de arriba a abajo
sobre mi clítoris, o frotá ndome contra una almohada o mi colchó n. ¿Por qué la gente no
hace esto má s a menudo?
El vello de su pierna me hace cosquillas en el clítoris mientras lo empapo con mi
excitació n y la suya, encontrando exactamente el ritmo y la fricció n que necesito. El
orgasmo me golpea con la fuerza de una tormenta, arrancá ndome de mi cuerpo. Es incluso
má s intenso que el anterior. Mis mú sculos fallan. Me dejo caer contra la pared, sostenida
só lo por las manos de Richard y su muslo todavía encajado entre mis piernas.
"La bruja podría tener razó n". Su sonrisa arrogante ha vuelto. "Hacer que te pongas tensa
y te corras así, bueno, se siente jodidamente increíble".
Antes de que pueda ponerme de pie, me levanta sobre su hombro y me lleva a la mesa de
la cocina, colocá ndome sobre la superficie de madera.
"¿Mencionaste algo sobre la comida?" Su ceja se arquea justo antes de dejarse caer en
una silla justo frente a mí y lamer mi coñ o.
"Tú ... no tienes que hacer eso". Mis caderas se mueven hacia atrá s, tratando de alejarme, a
pesar de que mi nú cleo me ruega que me quede donde estoy y lo deje darse un festín.
Sé que a los hombres no les gusta mucho hacerle sexo oral a una mujer, y como no me
gusta cuando la persona con la que estoy hace algo que no le gusta, el sexo oral me hace
sentir incó modo.
Antes de que pueda alejarme, envuelve ambos brazos alrededor de mi espalda baja y tira
de mí hacia adelante para que su frente quede contra mi vientre y quede atrapada en su
fuerte abrazo.
"¿Sabes lo que pienso?" dice, mirá ndome. “Creo que necesitas aprender a recibir tanto
como yo necesito aprender a dar”.
Sus palabras golpean como un martillo en mi corazó n. Nunca he sido muy bueno
recibiendo nada ni dejando que nadie me ayude. Mi enfoque de la vida ha sido
generalmente el de hacerme lo menos gravoso posible. Demostrarme a mí mismo a través
de logros e independencia. ¿Có mo se ve permitirme relajar y recibir?
"¿Sabías que en la literatura ayurvédica existía la firme creencia de que los fluidos
sexuales tenían beneficios para la salud?" Dice, lamiendo sus labios brillantes. "Los
emperadores chinos incluso utilizaban el semen de los jó venes, mezclado con hierbas,
como medicina". Frota sus manos hasta mis caderas y besa el suave bulto de mi vientre.
"¿Es esta tu manera de pedirme que te la chupe de nuevo?"
Su mirada es dura cuando responde: “No. Simplemente pensé que al investigador sexual
le gustaría saberlo.
“¿Y có mo sabes todo eso?”
"He estado por aquí, ¿recuerdas?" Los dientes romos me raspan el muslo. “Incluso pasé
algú n tiempo con Kinsey. Y Benjamín Franklin”.
Tiro de su cabello, obligá ndolo a mirarme. "No lo hiciste".
"Hice. Era jodidamente pervertido”.
"¿Cuá l?" Me río.
"Ambos." É l sonríe.
“Vas a ser muy bueno para mi investigació n. Incluso fortuito”. Si puedo quedarme en mi
escritorio y alejarme de su polla.
"¿Sabes có mo se referían al cunnilingus durante la Gran Depresió n?"
Sacudo la cabeza con una sonrisa y coloco las manos detrá s de mí sobre la mesa. Besa la
parte superior de mi muslo, mi cadera, luego coloca su cabeza entre mis piernas, pero no
hace nada, solo respira en mi coñ o. Es como un cá lido abrazo en mis partes má s sensibles.
Un abrazo que se siente como una invitació n a algo má s. Algo decadente y delicioso.
"Agredir a una mujer era estornudar en su bolso ".
"¡No!" Me río, una mano se lleva a la boca y la otra vuela para cubrir mi bolso . "Esto es
horrible."
"Y verdadero." Aparta mi mano y resopla un suspiro que es casi como un estornudo.
Curiosamente me hace derretirme como el chocolate caliente. Lo sigue con un golpe suave
y frío que recorre los labios de mi vulva. Un escalofrío recorre mi centro y le sigue un calor
delicioso.
“Voy a lamer tu oráculo ahora, Felicity. O si lo prefieres, tu atrapamoscas .
Me río. “¿De dó nde saca la gente estas cosas?”
É l simplemente sonríe y continú a: "Y una vez que hayas tenido tu pequeña muerte , voy a
meter mi Jasper en tu nony nony ".
No recuerdo la ú ltima vez que me reí tanto. "Necesito escribir esto". Girando, busco el
bloc de notas que uso para notas de libros. Está en el mostrador de la cocina, lo
suficientemente cerca como para que pueda alcanzarlo, pero cuando lo intento, Richard me
mantiene en mi lugar.
"Después", dice con una sonrisa. Y luego lame desde mi perineo hasta mi clítoris.
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Las primeras referencias al sexo oral provienen del mito egipcio de Osiris. Su hermano lo
cortó en pedazos y su hermana lo volvió a armar. Pero perdieron su pene en el proceso, por
lo que ella creó un pene artificial (un consolador) y lo devolvió a la vida "soplado" en él.

Notas de investigació n de Felicity Stiff

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Capítulo Seis

I
RICARDO

Lo admito, nunca me gustó acostarme con una mujer en mi vida anterior. Para
empezar, es lo que me puso en esta situació n. Pero después de pasar tanto tiempo
metido en el canal de una mujer, me siento má s que có modo con la idea. De hecho, se
siente extrañ amente como volver a casa.
Por primera vez en siglos, estoy bastante contento donde estoy. Me atrevo a decir,
incluso feliz. Estoy disfrutando mucho de estar aquí, en este momento exacto, con mi
lengua en el coñ o de Felicity.
Por alguna razó n, me encuentro enamorado de ella. Quiero beberla, consumirla, darle
placer y sentir sus muslos apretarse alrededor de mi cabeza, hacer que mi pequeñ a
historiadora silenciosa grite de éxtasis y sepa si se corre con má s fuerza con mi lengua o
con mis dedos.
Resistiendo la tentació n de acariciarme, concentro toda mi atenció n en conocer de cerca
su coñ o. Lamo un labio y luego el otro. Muevo la punta de mi lengua de un lado a otro sobre
su clítoris. Lamo la tierna piel entre su entrada frontal y su agujero trasero, ya que me he
sentido bastante có modo con ambos a lo largo de los siglos. Me pregunto qué haría mi
pequeñ o historiador si le metiera la lengua en ese capullo apretado. Una pregunta que
responderé otro día, porque no creo que esté preparada para eso todavía.
Ella todavía está tan silenciosa como un libro viejo, pero sus manos agarran el borde de la
mesa como si estuviera colgando de un acantilado, revelando su tenso placer. Quiero
hacerla caer por el precipicio. Ella se mueve y muele, y es tentador redoblar mis esfuerzos y
acelerar, pero he aprendido algunas cosas a lo largo de los añ os. A veces lo mejor es lento y
constante, una fricció n continua e ininterrumpida. Eso es lo que ella necesita. Pero ella se
está moviendo demasiado para entenderlo.
Le llevo una mano al pecho y la empujo hacia abajo sobre la mesa, luego agarro sus
caderas mientras me doy un festín. Respira profundamente y su cuerpo se relaja, gracias a
un esfuerzo concertado de su parte. Esta mujer siempre está en su cabeza.
La tensió n aumenta. Sus mú sculos, tensos. Sus piernas, apretadas. Muevo mis manos
hacia sus muslos para mantenerlos abiertos. Mirando hacia arriba mientras sigo
comiéndola, noto las hinchazones y caídas de su cuerpo, tan sonrojado y tembloroso.
Espléndido. Me encanta ver el efecto que tengo en ella, saber que la estoy deshaciendo.
Mi excitació n crece junto con su placer. Polla apretada y pulsante. Bolas flexionadas y
levantadas. La necesidad de sumergirme en su calor es casi insoportable, pero me
contengo. No es só lo por el edicto de la bruja. Quise decir lo que dije acerca de que Felicity
necesitaba aprender a recibir, y quiero que ella lo aprenda conmigo. Quiero que ella reciba
su ració n.
El deseo de hacerla perder el control, hacerla gritar, hacerla jadear y jadear y correrse
por toda mi cara es tan fuerte como mi deseo de sentir su coñ o alrededor de mi polla.
Cuando cae por el borde, sus piernas sufren espasmos y salen disparadas. Siento sus
paredes internas vibrar y presiono la parte plana de mi lengua contra su clítoris para
acariciar sus réplicas.
Aú n así, el ú nico ruido que hace es un suave jadeo. Un hermoso suspiro musical.
Mi nueva misió n es arrancar a esta mujer de sus inhibiciones y de su control, escucharla
gritar mi nombre mientras cae.
Le doy un momento para que se recupere y luego, cuando está flá cida y flá ccida, le doy la
vuelta, boca abajo sobre la mesa de madera.
Con mis manos en sus caderas, me paro detrá s de ella y la levanto sobre mi polla,
hundiéndome profundamente en su capilla de tranquilidad . Y joder, ¿es fá cil? Está tan
mojada y lista para mí.
"Te sientes tan bien, Felicity". Está abierta, pero todavía abraza mi polla como un guante.
Y ella es tan maleable que me deja maltratarla donde quiera. Levanto sus caderas un poco
má s. Y deslizarse dentro y fuera.
Me muerdo la mejilla, preguntá ndome si quiere que su silencio se extienda hasta mí, o si
secretamente anhela una lengua sucia que la azote con palabras como un lá tigo. ¿Quiere ser
degradada o alabada? ¿Quiere una descripció n sucia de todas las formas en que quiero
contaminarla? ¿O cosas dulces en su oído? Joder, quiero dá rselo todo.
Reviviéndose, me mira por encima del hombro y me ofrece una sonrisa deliciosa. Esa
mirada casi me deshace. No puedo contenerme má s.
"Te gusta ser mi pequeñ a zorra desesperada, ¿no, historiador?"
"Creo que, después de siglos de uso, tú eres la puta aquí". Ella sonríe, empuja la mesa y
me clava el culo.
Gimo. “Oh, mi linda historiadora, no tienes idea de cuá nto me encantaría ser tu puta. Para
follarte en todos los sentidos, cuando quieras. Mi resistencia es mejor después de descargar
unas cuantas veces, pero todavía estoy luchando por no correrme. Podría soltarme. Ya le he
dado algunos buenos orgasmos, pero creo que quiero sacarle uno má s. Y sospecho que se
necesitará algo má s que una sensació n física para lograrlo.
“Déjame ser tu libertino, tu sinvergü enza, tu diablo desviado”. Paso una palma firme por
su columna y la enrollo en su cabello. “Voy a hacer realidad tus fantasías má s obscenas”.
"Tú ... realmente... no..." Ella está sin aliento mientras saqueo su bolso. Y por un momento,
creo que me va a decir que no es necesario. Quiero borrar ese pensamiento de su mente. A
la mierda, sá calo de sus pensamientos. Pero luego ella cambia de direcció n.
"Realmente… no quieres volver a ser un consolador, ¿verdad?"
Es más que eso. Disfruto esto, complacerte. El pensamiento errante surge
espontá neamente, y lo sofoco antes de que las palabras crucen mis labios, forzando una
risa en su lugar. "No."
Separo sus nalgas con mis pulgares para ver mejor dó nde nos unimos, dó nde entro en
ella y ella me devora. “Mírate, todavía está s fuerte después de recibir tal paliza. Todavía tan
mojado. Goteando por todas mis bolas. Llevá ndome tan profundo”.
Mis piernas arden. El sudor gotea por mi espalda. Ardiente de necesidad, digo: "Ven por
mí, Felicity".
"No puedo…"
Ella piensa que es demasiado, pero no conoce los límites de su propio cuerpo. He visto
mujeres darse placer cinco o seis veces seguidas. Nunca he presenciado tantos orgasmos
con una pareja, pero sé que ella puede hacerlo. Só lo tengo que darle lo que necesita.
Deslizo una mano alrededor de ella y presiono mi palma contra su clítoris, firme, pero no
fuerte, dejando que la fricció n de cada embestida sea suficiente. Mis dedos rozan mis
pelotas cada vez que la golpeo.
"Ahora, sé una buena chica y aprieta mi polla con tu apretado coñ o".
Ante eso, el pequeñ o y silencioso coñ o de historiadora aprieta y corta el alfiler mientras
rompo mi flecha, gritando su nombre.
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En la Edad Media, un zapato con punta puntiaguda llamado poutaine se utilizaba como
juguete sexual en las cenas. Los hombres que usaban los zapatos complacerían a la invitada
frente a ellos, levantá ndole la falda con la punta puntiaguda y luego usá ndola como un
consolador para completar a la mujer allí mismo, en la mesa.

Un escritor á rabe medieval, Ali ibn Nasr al-Katib, escribió : “Si ella tarda en correrse, él
puede tallar una sandalia de madera con la forma de un pene y excitarla con esto o con sus
dedos antes del coito”.

Esto le da un significado completamente nuevo a jugar con los pies .

Notas de investigació n de Felicity Stiff

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Capítulo Siete

A
RICARDO

Después de la espera que he tenido , probablemente podría volver a ir, pero


Felicity está agotada. Cuando intenta levantarse de la mesa, sus brazos fallan y
sus manos tiemblan como un vibrador. Ella yace postrada sobre la mesa, sin
fuerzas para levantarse.
Mi corazó n se retuerce. "¿Está s bien? ¿Te lastimé?"
Hubo un tiempo en el que no me hubiera importado. Cuando me habría jactado de haber
tenido tantos orgasmos en tan poco tiempo, y habría dejado a cualquier mujer con la que
me hubiera follado nada má s que un superficial adió s. Tal vez si ella estuviera tan agotada
como Felicity, podría haberla ayudado a sentarse en una silla antes de despedirme,
alardeando ante mis camaradas de mi destreza, de có mo había jodido a una mujer hasta
dejarla en estupor. Pero ahora… he visto los efectos secundarios que ese tipo de
insensibilidad tiene en una persona. A nadie le gusta que lo utilicen para el sexo sin
pensarlo dos veces. Yo deberia saber.
"¿Está s bien?" —Pregunto, sentá ndola en mi regazo. "¿Te lastimé?"
"Solo..." Ella bosteza y murmura: "Cansada".
Ella mantiene los ojos cerrados mientras me levanto, su cabeza arrullá ndose contra mi
pecho. La llevo al bañ o y la ayudo a limpiarse antes de volver a tomarla en mis brazos y
llevarla a su cama.
Es la primera vez que veo su dormitorio y, aunque no conozco bien a Felicity, se siente
exactamente como lo hubiera imaginado. Hay un pequeñ o escritorio en la esquina, cubierto
de pilas de libros, que también se alinean en una estantería tan llena que temo que pueda
caerse. Al lado hay un silló n muy usado, con el estampado floral desgastado en el centro. En
su mesa de noche, hay otra pila de libros y una lá mpara al estilo de una vieja lá mpara de
biblioteca. Una cama tamañ o queen descansa contra la pared en el medio de la habitació n,
cubierta con almohadas y mantas gruesas y mullidas. Parece un sueñ o.
Después de acostarla encima de la cama y cubrirla con una manta, regreso a la cocina,
lleno un vaso de agua y lo trago, maldiciendo la delicia de algo tan simple como el agua del
grifo. Vuelvo a llenar el vaso y lo llevo al dormitorio.
Se necesita un poco de esfuerzo para despertar a Felicity y hacerla beber, pero sé que se
alegrará má s tarde. Una vez que ha bebido la mitad del vaso, cae en un sueñ o profundo. Por
primera vez me siento consciente de mi desnudez. Qué fuera de lugar estoy en esta
habitació n, en este apartamento, en este momento.
He estado en contacto con có mo los siglos y las décadas han cambiado las cosas. Escuché
a la gente hablar, escuché cambios de lenguaje, vi estilos ir y venir. Pero esta es la primera
vez que interactú o con un entorno tan diferente al de mi juventud.
Estoy demasiado excitada para dormir y, ademá s, se siente demasiado íntimo meterme
en la cama con Felicity, desnuda y vulnerable como está ahora. Así que vuelvo a la sala y
paso unos minutos intentando encender la televisió n. El maldito dispositivo no es tan fá cil
de usar como la gente hace parecer. Me rindo y busco las notas de investigació n de Felicity,
que está n esparcidas por toda la mesa de café, y me ocupo leyéndolas.
Es extrañ o ver la historia que he vivido reducida a garabatos en fichas. Algunos de ellos
solo contienen preguntas, probablemente algo que ella todavía necesita investigar para
poder responderlo. ¿Qué mejor manera de responder una pregunta de investigació n que
con una fuente original?
Mirando hacia la puerta de su habitació n, tomo un bolígrafo y espero que no esté molesta
por lo que estoy a punto de hacer mañ ana.
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Capítulo Ocho

I
FELICIDAD

Si no estuviera dolorido , pensaría que lo que pasó anoche fue un sueñ o. Espera, ¿qué
estoy pensando? Por supuesto, fue un sueñ o. Probablemente solo me duele entre las
piernas porque hice lo que Regina quería y usé un maldito consolador prehistó rico
hecho de marfil.
Gimo y me doy la vuelta, tapá ndome la cara con la almohada para bloquear la luz y mi
enorme dolor de cabeza. Quizá s el vodka estaba drogado o algo así. La gente alucina cuando
está drogada, ¿verdad? No estoy seguro de por qué alucinaría con un libertino señ or
medieval que pasó siglos usando un consolador, pero supongo que las mentes son cosas
divertidas.
Quiero quedarme debajo de las sá banas y dormir todo el día, pero tengo que orinar, mi
boca está tan seca como el papel y tengo una fecha límite, así que me levanto de la cama,
con las piernas temblando, como si hubiera hecho un trabajo duro. ejercicio. ¿Qué diablos
había en ese vodka?
Llego al bañ o y me siento como un cervatillo recién nacido todo el camino. Decidiendo
renunciar a una ducha, me ato la bata y entro a trompicones en la parte principal de mi
apartamento, desesperada por tomar un café.
Lo que encuentro es a un hombre desnudo durmiendo en mi sofá con fichas esparcidas a
su alrededor. Grito, salto y tropiezo contra la pared. Se mueve, pero no despierta.
Mierda. ¡Mierda ! El hombre de mi sueñ o—no, no era un sueñ o—el hombre del
consolador está dormido en mi sala, tan desnudo como en el momento en que apareció e
igual de duro.
Me acerco má s y lo estudio má s libremente. El sueñ o lo envuelve en una paz que no vi
anoche cuando estaba todo tensió n sexual y calor. Me pregunto si dormía cuando estaba en
su forma de consolador, o si simplemente estaba perpetuamente despierto.
Su cabello castañ o cae sobre sus hombros, sedoso con suaves ondas. Tiene un poco de
pelaje creciendo en su barbilla que no estaba allí cuando apareció por primera vez anoche.
Como si estuviera congelado en el tiempo, y ahora, se está despegando y cambiando de
nuevo.
Recojo una ficha del suelo. Hay una escritura elegante garabateada, difícil de leer, pero
después de examinarla un poco, descubro lo que dice:
Las Merkins son pelucas púbicas que se utilizaron por primera vez en el siglo XV, cuando las
mujeres tenían que afeitarse el vello púbico por razones sanitarias. También se utiliza en
producciones teatrales para designar a un actor masculino como femenino, o para que una
stripper no esté técnicamente desnuda. En el siglo XVIII, las mujeres los decoraban con cosas
como cintas y flores de tela.
É l estaba haciendo mi investigació n por mí. Espera, ¿es investigació n si ya sabes cosas
porque las has vivido?
Su conocimiento de la historia probablemente se limite a lo que se puede aprender
estando en la habitació n de alguien o guardado en un cajó n. Hubo un tiempo en el que la
gente exhibía con orgullo falos en sus espacios vitales, pero creo que eso habría sido antes
de su situació n particular.
“¿Listo para má s, pequeñ o historiador?” Richard dice sin abrir los ojos.
"Estas despierto."
Una sonrisa divertida levanta las líneas de su rostro. "Es difícil hablar con alguien cuando
está s dormido".
Haciendo caso omiso de su descarada respuesta, saludo las cartas y digo: "No deberías
haber hecho todo esto".
Abre los ojos y se encuentra con los míos con intensidad pecaminosa. "Pensé en ganar
algunos puntos de bonificació n".
"Bien. Bueno…” La habitació n es un desastre, fichas por todos lados, todas desordenadas.
Por eso hago las cosas yo mismo. Aunque fue muy amable de su parte. "Gracias."
"Hay otras maneras en que podrías agradecerme". Una mano se dirige a su madera
matutina, dá ndole un golpe lento.
“Eh”. Mis mejillas se encienden y mi interior dolorido protesta suavemente incluso
cuando la humedad se acumula entre mis piernas y los latidos de mi corazó n truenan en mi
coñ o. Está actuando como el cerdo que la bruja cree que es, pero por alguna razó n, a mí me
funciona. Me trago el entusiasmo. "Creo que voy a necesitar un poco de tiempo para
recuperarme".
"Eso no tiene por qué ser un obstá culo". Se sienta lentamente, abriendo las piernas
mientras se apoya en el respaldo del sofá . "De rodillas, historiador".
"¿Qué pasa con..." Saludo al lugar donde estuvo la bruja anoche.
Su mirada acalorada se clava en mí mientras acaricia su polla. "Creo que está s por
delante en este momento".
Bien. Porque cada orgasmo que me dio anoche fue só lo una cuenta. Un requisito de la
bruja. Un aro por el que saltar para conseguir lo suyo. Una carga.
Me pregunto có mo reaccionaría si me niego. ¿Se quejaría? ¿Mendigar? ¿Demanda?
¿Amenazar? De repente me doy cuenta de que estoy a solas con él. Lo ú nico que sé sobre él
es que es lo suficientemente egoísta en la cama como para ser maldecido y que ha estado
sexualmente frustrado durante siglos. No le resultaría difícil dominarme.
Un estudio cuidadoso de su expresió n perezosa me hace pensar que no llegará tan lejos.
Pero supongo que só lo hay una manera de saberlo. Sería bueno saber si puedo confiar en él,
ya que se quedará conmigo por un período de tiempo indefinido.
Doy unos pasos hacia un lado, acercá ndome a la puerta de entrada, antes de decir: "No".
Sus cejas se levantan, sorprendido. Luego se juntan mientras me lanza una mirada
intensa. "Bueno."
Mantengo sus ojos durante unos segundos, la respiració n coincide con el ascenso y
descenso de su pecho. Está claro que no le gusta, pero no está presionando ni forzando el
asunto. Decidiendo confiar en él, doy un suspiro de alivio y me dirijo hacia la cocina.
Definitivamente necesito café esta mañ ana.
Detrá s de mí, escucho un suave gemido. Cuando me doy vuelta, encuentro la cabeza de
Richard recostada en el sofá , los ojos cerrados y micromovimientos provenientes de su
hombro. Está claro lo que está haciendo. Su cabeza cae má s profundamente sobre el cojín
del sofá y sus ojos se abren y atrapan los míos. Su expresió n es de pura seducció n, sensual y
acogedora. Retá ndome a volver al otro lado del sofá y mirar. “Ella nunca dijo que no podía
disfrutar de mi propio placer. Só lo que no puedo estar con otra persona. O dejarte atrá s”.
Trago, lucho contra el impulso de ir hacia él y le doy la espalda. Mientras vierto café
molido en la cafetera, escucho pasos detrá s de mí. ¿Ya terminó ? Realmente está en apuros.
"¿Quieres café?" Pregunto.
“No lo sé”, dice. "Nunca lo tuve".
Siento su presencia como un horno a mi espalda y miro por encima del hombro. Está
apoyado contra el mostrador opuesto, su polla sobresaliendo con orgullo, envuelta en un
puñ o apretado. Sus ojos entrecerrados se desvían hacia mi trasero.
Es un espectá culo digno de contemplar. Polla en mano. Expresió n arrogante. Seguro de sí
mismo. Emitiendo una intensa energía de gran polla. No puedo apartar la mirada, así que
me giro para mirarlo, agarrá ndome del mostrador detrá s de mí para mantener el equilibrio
y evitar arrastrar mis uñ as por su pecho desnudo. No le daré la satisfacció n. No cuando esto
es só lo una cuenta para él. De hecho, de ahora en adelante, haré que espere y trabaje para
lograrlo. No me rendiré a menos que pueda demostrar que me quiere , no só lo un cuerpo
cá lido.
Pero eso no significa que no pueda disfrutar de la vista ahora mismo.
Su polla se tensa contra su mano, retorciéndose mientras sus abdominales se tensan. Su
mano libre se apoya en el mostrador. Me lamo el labio inferior y paso los dedos por el
cuello abierto de mi bata. Su mirada sigue el movimiento.
"¿Está s seguro de que no quieres jugar?" Pregunta en voz baja. "Parecías disfrutar de mi
polla en tu boca cuando era un consolador".
Aprieto los dientes para evitar que mis palabras traicionen mi resolució n. El deseo de
ceder en las batallas con mi deseo de ser má s que el precio que tiene que pagar para
conseguir su pró ximo clímax. Tal vez necesito mejorar en la recepció n, pero este momento
no se trata de eso. É l sabe que tiene muchos orgasmos y puede aceptar cualquier cosa que
le ofrezca sin corresponder, así que si me rindo, lo hará .
Mantengo mis pies en la tierra.
Sus ojos se oscurecen con desaprobació n, tal vez incluso con un poco de enojo y
frustració n. Su mano se mueve má s rá pido. Se muerde el labio inferior. Su piel se sonroja de
calor. Su mirada es castigadora y feroz. É l se acerca.
Sin tocarme, una mano me atrapa contra el mostrador mientras la otra mueve su polla de
arriba a abajo. É l gruñ e, gime y se suelta. Chorros de semen cubren mi fina bata y empapan
hasta mi vientre.
Debería enojarme por el acto dominante, pero todo lo que puedo hacer es temblar y
luchar para evitar frotarme contra él.
Con un suspiro final, se aleja, me da la espalda y entra tranquilamente al bañ o.
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El Karma Sutra habla de hombres que usan muñ ecas, calabazas ahuecadas y bambú
engrasado como juguetes sexuales cuando no hay una pareja sexual disponible.

Notas de investigació n de Felicity Stiff

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Capítulo Nueve

I
RICARDO

Disfruta jugando con Felicity. Haciéndola retorcerse. Una vez que hemos desayunado
y tomado café, lo cual me produce un zumbido desconcertante que no me gusta,
Felicity saca su computadora portá til para que podamos pedir ropa en línea. Estoy
familiarizado con el concepto, pero todavía me maravillo. Todo lo que pueda desear o
necesitar está al alcance de mi mano.
"¿Qué te gusta?" Ella pregunta. “Espera, esa es una pregunta tonta. No has usado ropa
desde que los hombres usaban medias”.
Me río y tiro de la manga de su suéter. "¿Qué tipo de ropa te gusta?"
"Esto no se trata de mí".
"Se supone que debo llegar a conocerte, ¿no?"
Ella mira pensativamente la pantalla. “Supongo que llamaría académico a mi estilo. Me
gusta la ropa suave, acogedora, con tonos tierra cá lidos. Un poco má s elegante, pero aú n así
có modo”.
Só lo la he visto en bata, pero me la imagino con un estilo de vestir elegante e intelectual.
Algo como lo habría usado Audrey Hepburn. Sería un buen vistazo a ella. Aunque
personalmente prefiero la bata.
Mi polla se hincha de nuevo, recordando có mo se veía anoche con esa fina seda abierta,
con los pechos y el coñ o a la vista.
Su mirada cae brevemente antes de volver a fijar sus ojos en mi cara y comenzar a
divagar nerviosamente. “Muchos escritores prefieren andar con sudaderas y pantalones de
pijama, pero encuentro que hago má s cosas cuando me visto elegante. Supongo que me
hace sentir como Virginia Wolf o algo así. Aunque no soy Virginia Wolf. Soy má s un hack
que eso. Y escribir sobre la historia de los juguetes sexuales no es precisamente
prestigioso”.
“¿Por qué lo haces entonces?”
Ella se encoge de hombros. “El sexo vende. A veces tienes que escribir algo que atraiga a
las masas antes de poder obtener el reconocimiento para escribir lo que quieres”.
“¿Qué quieres escribir?” Me acerco un poco má s al sofá , lo suficientemente cerca como
para que mi cadera desnuda presione la tela sedosa que cubre la mitad superior de sus
muslos.
Se aclara la garganta y vuelve a centrar toda su atenció n en su computadora portá til. No
estoy seguro de por qué se resiste a mí esta mañ ana, pero eso la hace aú n má s atractiva.
"Bueno", comienza. “Me gustaría escribir sobre la historia de las mujeres a lo largo de los
tiempos. Derechos de las mujeres. Políticos y de otro tipo. La brecha del placer entra en esa
categoría, de ahí los juguetes sexuales”.
Hago una mueca, le quito el portá til y empiezo a buscar entre la ropa. "Quizá s deberías
hacerte amigo de la bruja".
No quiero que mis palabras suenen amargas, pero lo son, y desearía que no lo fueran. He
aprendido mucho sobre las mujeres a lo largo de los añ os. No son del sexo inferior que
pensé que eran en mi juventud. Lejos de ahi. Han sido abusados, menospreciados,
reducidos y aprovechados a lo largo de los siglos. Y aú n así se elevan por encima de él,
proporcionando la columna vertebral de la sociedad. Sin agradecimiento, reconocimiento o
placer. Puedo ver el valor de querer que eso cambie, de educar a la gente sobre có mo son,
fueron y podrían volver a ser las cosas si no tenemos cuidado.
Pero sus palabras caen tan cerca de las de la bruja que se me ponen los pelos de punta.
"Oye", dice, poniendo su mano sobre mi hombro. “No estoy de acuerdo con lo que hizo,
aunque entiendo algunos aspectos. Convertirte en un objeto para ser utilizado puede ser
justicia poética, pero no es justicia en absoluto. Es abuso”.
Hago un ruido con mi garganta, sin confiar en mi voz, ni siquiera en sus palabras.
“Lamento que todavía tengas que demostrar tu valía. Lamento no haber podido pensar
en una mejor manera de salir de esto”.
Me giro para mirarla por completo. "No es tu culpa, Felicity".
"No. Pero desearía haberte liberado de ella”.
“Me está s ayudando. Eso es suficiente." Muevo las cejas. "Bueno, eso y el placer de follarte
de nuevo".
Ella se ríe un poco torpemente y me da un fuerte empujó n. "Voy a ducharme. Tú eliges la
ropa”.
Se levanta y camina hacia el bañ o del pasillo.
"¿Felicidad?"
"¿Mmm?" Su cuerpo se inclina para mirarme.
“¿Có mo crees que alguien cambia, aprende a ser menos… bueno, ya sabes?”
Hay un momento de reflexió n mientras cambia su peso y mira sus pies. “Creo que…
poniéndose en el lugar de otra persona. Imaginar lo que la otra persona podría sentir o
querer. Luego… abrirse a cuidar de esa persona… incluso si eso significa que podría
resultar herido”.
Después de que Felicity cierra la puerta del bañ o, me meto sigilosamente en su armario,
reviso las etiquetas de su talla y rá pidamente agrego al carrito algunas cosas que creo que
le gustará n antes de pagar con la tarjeta de crédito de la bruja. Me mueve una mezcla de
despecho hacia la bruja y algo má s ligeramente desconocido. No recuerdo la ú ltima vez que
le compré un regalo a alguien. Quizá s algunas flores para mi madre, recogidas
apresuradamente al costado del camino.
Quiero hacer esto por Felicity. Una especie de agradecimiento, aunque muy inadecuado.
Se siente bien comprarle algo. Imaginar su sorpresa y deleite al abrirlo.
Pero, como realmente soy un bastardo egoísta, agrego algunas cosas extra al carrito.
Regalos que son tanto para mí como para ella.
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El primer eufemismo registrado para pene es "alfiler". Data de la década de 1460.

Notas de investigació n de Felicity Stiff

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Capítulo Diez

W.
FELICIDAD

uando Richard sale del bañ o después de ducharse, todavía está desnudo.
A pesar de que le di una camiseta extra grande y unos pantalones
deportivos que podía usar.
Cuando se da cuenta de que lo fulmino con la mirada, dice: “Está n demasiado ajustados.
Ademá s, no estoy acostumbrado a usar ropa”.
"Al menos podrías envolverte con una toalla".
"¿Por qué habría de hacer eso?" Se pavonea hacia adelante con las manos en las caderas,
llamando aú n má s la atenció n sobre su erecció n. “Disfruto la forma en que te sonrojas
cuando intentas fingir que no está s mirando mi pipa gospel. ¿Se te hace babear la boca
cuando ves mi cañ ó n de clara de huevo?
No puede mantener la cara seria y se echa a reír antes de terminar la frase.
Me uno a él, apenas logrando pronunciar palabras entre mis risitas. "Esos no pueden ser
reales".
"De hecho lo son". Señ ala una carta sobre la mesa. "Enumeré todos los que puedo
recordar".
Su sonrisa es contagiosa, má s que un poco orgullosa, y sus eufemismos funcionan para
distraerme de su polla.
Aun así, cuando se sienta a mi lado en el sofá , le tiro una manta. Lo deja caer sobre sus
hombros, dejando su frente completamente expuesto.
"Eso frustra el propó sito". Le quito la manta de la espalda para poder colocarla sobre su
regazo. En el momento en que lo hago, me agarra y me hace cosquillas en el costado. Me río
y me retuerzo, intentando só lo a medias escapar. Me inmoviliza, sin darme má s la opció n de
liberarme, haciéndome cosquillas lo suficientemente fuertes como para hacer que me duela
el costado de tanto reír.
No recuerdo la ú ltima vez que bromeé así con alguien. ¡Y ahora un lord inglés del siglo
XIV me está haciendo cosquillas! ¿Có mo es esta mi vida?
Hay un trasfondo eró tico en la diversió n, y cuando ya no puedo reírme, juego sucio y le
doy un tiró n a sus pelotas. Inmediatamente deja de hacerme cosquillas y gime.
"No tientes a un hombre que ha estado cachondo durante tanto tiempo como yo, a menos
que quieras estar bien y só lidamente jodido".
"Quizá s lo haga." ¿Que estoy diciendo? ¿Dó nde está la resolució n de hace apenas unas
horas?
É l mueve su firme longitud contra mí y trago fuerte.
Mi teléfono suena, devolviéndome a mis sentidos. Salgo de debajo de Richard y me lanzo
hacia él. Mi agente. Esto es bueno. Una interrupció n es buena. Pero mi cuerpo presenta un
doloroso argumento mientras me alejo de Richard y respondo la llamada.
“¿Los probaste?” Regina dice en lugar de saludar.
Mi mirada se dirige al hombre que descansa en mi sofá y a la enorme polla que se ve
exactamente igual a la de color marfil que ella me envió . "Um... sí." Mi voz suena demasiado
alta y chillona.
“¿Fueron horribles? Estoy seguro de que son horribles. Esos dos ú ltimos parecen má s
bien dispositivos de tortura. Nunca entenderé por qué las mujeres no se contentan con sus
dedos. Quiero decir, hay muchas cosas que puedes hacer con los dedos y una buena
almohada”.
Se me escapa una risita. Definitivamente no creo que mis dedos o una almohada pudieran
hacer lo que hicimos anoche.
Regina pasa los siguientes diez minutos sermoneá ndome sobre la importancia de
enviarle pá ginas lo antes posible. Al parecer, la editorial está muy entusiasmada con la
promoció n de este libro. Está n respirando en su cuello, así que ella está respirando en el
mío.
Cuando cuelgo, le doy a Richard una mirada severa. “Esto es lo que va a pasar. Te
quedará s allí y organizará s el desastre que causaste anoche. Agito mi mano sobre las fichas
esparcidas. “Mientras me voy a sentar allí y terminar este capítulo. Mantendremos la
distancia y usted se comportará de la mejor manera”.
É l frunce el ceñ o. "Bien. Pero esta noche te llevaré a cenar.
“No sé si tendré tiempo para…”
"No me condenarías al matadero, ¿verdad?" Sus cejas se levantan. "Después de todo,
todavía tengo que aprender todo sobre ti".
Con un suspiro de resignació n, me siento en mi escritorio. “No se puede salir de casa sin
ropa. Pero podremos salir mañ ana una vez que todo llegue”.
Nos pusimos a trabajar, pero es difícil concentrarse cuando escribes sobre juguetes
sexuales y hay un hombre desnudo haciendo alarde de su apartamento.
La entrega de ropa de mañ ana no puede llegar lo suficientemente rá pido.
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En los añ os 1800 y principios de 1900, cuando una mujer tenía síntomas médicos o
problemas de salud mental que los médicos no podían diagnosticar, el tratamiento
consistía en “masajes pélvicos” hasta el punto del orgasmo.

Notas de investigació n de Felicity Stiff

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Capítulo once

I
FELICIDAD

Nunca antes me había alegrado tanto ver cajas de entrega. No es que no haya
disfrutado comerme con los ojos la polla de Richard, pero me ha resultado difícil
concentrarme en escribir. Aú n má s difícil es mantener mi trato conmigo mismo de no
volver a follarlo. No quiero ser una conquista para conseguir su propio orgasmo. Pero mi
determinació n se está debilitando.
Cuando traigo las cajas, las lleva a mi habitació n y cierra la puerta.
"¡No revises mi ropa interior!" Grito, dá ndome cuenta de que no ha estado en mi
habitació n antes. Al menos, no que yo sepa.
"¡Demasiado tarde!" É l vuelve a llamar.
Puedo escuchar la sonrisa en su voz y no estoy segura si solo me está tomando el pelo o si
realmente está buscando en mis cajones. Mierda . Dejo mi computadora y voy al dormitorio.
No es como si entrar a él fuera a revelar algo que no haya visto antes.
Pero la puerta está cerrada. "Richard, esto no es gracioso."
"Só lo un segundo. Prometo que valdrá la pena”.
Me apoyo contra la puerta y espero. “¿Te queda bien la ropa?”
"Dímelo tú ", dice, abriendo la puerta y haciéndome tropezar con él antes de darme la
vuelta. Dejé vagar mi mirada, admirando el nuevo look. Es como un profesor atractivo. El
suéter marró n oscuro que lleva incluso tiene parches en los codos. Su atuendo es un buen
complemento al vestido suéter color canela que llevo hoy. Juntos parecemos una pareja que
debería estar paseando por una librería o sentados en un café comiendo croissants.
No se ha afeitado desde que volvió a ser hombre, por lo que tiene una barba de dos días
que complementa perfectamente su apariencia. Me pregunto có mo se sentiría entre mis
piernas.
En sus manos tiene una de las cajas má s pequeñ as. "¿Esto es para reciclar?" Pregunto.
"Puedo eliminar a los demá s también".
"No." Me pasa la caja. "Esto es para ti."
Con una mano apoyada en la parte superior del marco de la puerta, se inclina hacia
adelante, esperando que abra la caja. Hay un entusiasmo en su expresió n que es diferente
de cuando quiere tener sexo. Es casi infantil y algo adorable.
"¿Qué es?" Levanto la parte superior de la caja y veo un montó n de ropa cuidadosamente
doblada.
"Es un regalo." Se acerca má s y me rodea con el aroma cítrico de mi champú , aunque en él
huele diferente. Coge el objeto superior y lo sostiene en alto. Es un jersey de mujer de color
burdeos oscuro, bonito, suave y claramente caro. Colocando el suéter sobre su brazo, toma
la siguiente prenda. Un vestido camiseta en color marró n tostado. Luego, un par de
pantalones de un verde tan oscuro que casi son negros y una bufanda con una mezcla de
colores otoñ ales. Cada artículo es algo que habría elegido por mí mismo.
"Escuchaste", le susurro, mirá ndolo a él en lugar de a la ropa ahora. "¿La bruja se enojará
porque gastaste su dinero en mí?"
É l sonríe. "Ella no me dio un presupuesto y se supone que debo aprender a preocuparme
por otra persona, ¿verdad?"
La dulce calidez que estaba sintiendo se retira como una cierva que huye de un cazador.
“¿Así que esto es só lo un truco para demostrarle que no eres tan egoísta como ella cree?”
"No, Felicidad." Sus nudillos rozan mi mejilla. "Esto se debe a que quería hacer algo
bueno por ti".
“¿Para meterme en los pantalones?”
É l se ríe. “¿Siempre eres así de desconfiado? ¿Recuerdas cuando hablamos de recibir?
Sostiene la pila de ropa en su brazo. “Todo esto fue só lo un agradecimiento. Porque quería
darte algo”.
Vuelve a meter la mano en la caja. Hay má s que aú n no ha revelado. Antes de levantarlo,
se inclina tan cerca que sus labios rozan mi oreja. "Pero estas cosas, bueno, las compré con
la esperanza de que me dejaras poner mi pin en tu bolso".
Si no estuviera tan excitado en este momento, me reiría de su ú ltimo eufemismo, pero
todo lo que puedo hacer es tragar y lamerme los labios mientras deja la caja en el suelo y
saca tres cajas má s pequeñ as. "Primero, te conseguí algunos amigos".
Dos vibradores diferentes y un plug anal. "Por favor, dime que esos no son realmente
amigos tuyos".
É l se ríe. “No hay manera de que permita que otro hombre se acerque a este coñ o. De
ninguna forma”.
Su pulgar roza el hueso de mi cadera, frota el pliegue de mi muslo sobre mis pantalones y
se mueve hacia adentro para apenas rozar mi clítoris, observando mi cara para evaluar mi
reacció n.
Nos quedamos encerrados en el lugar por un minuto, una batalla de voluntades y deseos.
"Algú n día pronto, me rogará s que use uno de estos vibradores en tu clítoris y el otro en tu
trasero, mientras follo tu carcaza".
"Engreído", susurro, con la respiració n ronca.
"Pasé cientos de añ os como tal".
Pone un poco má s de presió n sobre mi clítoris con su pulgar. Mi cuerpo canta una nota
aguda de necesidad. Contengo la respiració n, tratando de resistir el balanceo contra la
fricció n, pero no me alejo.
Se retira demasiado rá pido y mi cabeza da vueltas. Un tornado de deseos encontrados.
Volviendo a colocar los vibradores en la caja, usa ambas manos para sostener una
pequeñ a pieza de lencería de encaje. Es una especie de traje, del color de los labios
mordidos y los moretones recientes. Tirantes finos en la parte superior. Un escote que llega
hasta la pelvis. Una entrepierna apenas visible. Todo de encaje y transparente.
Nunca había usado algo así antes, pero la idea de usarlo para él inmediatamente me pone
caliente y resbaladiza. Toma una de mis manos y la pasa a través de la manga con tirantes
finos, luego la otra, de modo que la tela apenas visible cuelga sobre mi frente.
"¿Pruébalo por mí?" Su voz es ronca y profunda. Se hace a un lado y me indica que vaya al
dormitorio.
Pego mi espalda al marco de la puerta. "No sé si debería".
"¿Por qué no?"
"Um... no estoy... seguro." Mis razones para reprimirme de repente parecen endebles y
trilladas. Ha demostrado ser considerado, ayudá ndome con mis notas de investigació n e
incluso comprá ndome ropa que me encanta pero que no gastaría dinero en mí. La lencería
es má s atrevida de lo que elegiría, y claramente tanto para él como para mí, pero también
es hermosa. Me sentiría hermosa usá ndolo. Especialmente con la forma en que me mira
ahora.
Durante los ú ltimos dos días, me preguntó sobre mí y realmente escuchó mis respuestas.
Hemos hablado de nuestras familias, de mis escritos e incluso de mis relaciones pasadas.
Nunca me hizo sentir que no estaba prestando atenció n o que no quería salir de la
conversació n. Creo que simplemente está agradecido de tener alguien con quien hablar,
ansioso por aprender má s sobre el mundo que extrañ a.
Está claro que quiere otro orgasmo para él, pero ¿qué chico no lo quiere? Diablos, ¿qué
persona no lo hace? Con mucho gusto tomaría otro. Especialmente después de tanto culo de
hombre desnudo en exhibició n. ¿Está tan mal que tenga razones egoístas para querer hacer
esto? Todos lo hacemos, ¿no?
Paso a su lado de lado, sin molestarme en mantener la distancia, dejando que mis pechos
rocen su pecho. É l sonríe y me agarra de la cintura. "Tal vez debería ayudarte a ponértelo".
"Ve a sentarte en el sofá como un buen chico y saldré en unos minutos".
"Primero", dice, sosteniendo la parte superior del marco de la puerta y bloqueando el
camino hacia el dormitorio. “No soy un buen chico. Y segundo, no iré a ninguna parte sin un
beso”.
A pesar de todo lo que hicimos esa primera noche, nunca nos besamos. Se sintió
demasiado íntimo. Pero ahora... "Hazlo".
No se lanza como lo hizo las otras veces que hemos estado físicos. Esta vez se demora.
Sus labios revolotean sobre los míos como una suave brisa. Sus manos permanecen en el
marco de la puerta, mientras las mías se deslizan por su pecho.
El rastro de su lengua en mis labios es terriblemente lento. Cuando trato de profundizar
el beso, él se retira y besa mi nariz antes de regresar a mi boca, sus labios se abren para
envolver mi labio inferior y chupar. Una larga sensació n de deriva recorre mi cuerpo en
ondas. Utilizo mis manos en puñ os en su camisa para acercarlo hasta que sus caderas
presionan contra las mías.
Me duelen los pechos al ser tocados, así que los empujo contra su pecho. El beso cambia,
la intensidad aumenta como su polla rígida contra mi vientre. Sus manos abandonan la
puerta para agarrar mis hombros, inmovilizá ndome en mi lugar mientras su lengua se
introduce en mi boca. Jadeo, pero el ruido es amortiguado y robado. Sus dientes rasgan mi
labio inferior y calma la sensació n con su lengua. Cuando me levanta, lo rodeo con mis
piernas mientras él me lleva al dormitorio y cierra la puerta de una patada detrá s de
nosotros.
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Uno de los primeros vibradores se llamó The Manipulator. El motor era tan grande que
intimidaba a los pacientes, por lo que lo guardaron en una habitació n separada y solo la
punta vibratoria sobresalía por un agujero en la pared.

Notas de investigació n de Felicity Stiff

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Capítulo Doce

F
RICARDO

Elicity sabe a fresas que desayunó . Dulce y agrio. Quiero saborear cada pedacito de
ella.
Bajá ndonos a la cama, dejé que mis manos vagaran debajo de su suéter ajustado para
recorrer su suave piel. Arrastro un pulgar debajo de la parte inferior de su sostén y sonrío
durante nuestro beso cuando ella curva su espalda, presionando sus pechos má s cerca.
"Qué hambre", murmuro.
Ella no responde, pero la urgencia de su beso se intensifica y lucha por levantarse la
camisa mientras está presionada entre la cama y yo. Me retiro para ayudarla, rompiendo
nuestro beso, lo que la hace hacer pucheros. Me río y beso la punta de su nariz.
"Me permitirá ." La lencería que todavía estaba puesta sobre ella va primero y luego su
suéter, dejando al descubierto un brasero de encaje debajo. Es un rojo brillante y travieso.
El color del pecado y la sensualidad. “¿Te pusiste esto por mí, historiador? ¿Esperabas que
lo viera?
Ella traga y mira hacia otro lado, tratando de evitar mi mirada. Le engancho la barbilla y
le devuelvo la atenció n. "Palabras, Felicity".
"Tal vez." Su voz es suave y tímida. Me pregunto si mi pequeñ o historiador está nervioso.
"¿Quieres esto? Podemos parar ahora mismo. En cualquier momento que desee."
“No quiero parar”.
El alivio que me llena es tan dulce como su sabor. "Bien."
Salto de la cama, vuelvo a la caja junto a la puerta y saco los vibradores. Sus ojos se abren
como platos y un pequeñ o escalofrío recorre su cuerpo.
“No he…” comienza, luego se interrumpe.
"¿No tienes qué, Felicity?"
Se sienta, mira al suelo y frota la tela de sus pantalones entre sus dedos.
"La manivela fue la primera vez que usé un juguete sexual". Las palabras salen una tras
otra sin un respiro entre ellas.
La idea de que mi historiador sea un novato en juguetes sexuales provoca que una nueva
excitació n impregne mi ser. Mi polla se tensa dolorosamente contra la cremallera de mis
pantalones. ¿Quién pensó que las cremalleras eran una buena idea? Los cordones eran muy
superiores. Ahora entiendo la necesidad de los boxeadores. Quizá s debería haberme puesto
algunos después de todo.
"Quédate ahí y quítate la ropa", le digo. "Regresaré enseguida".
Llevo los vibradores al bañ o y rá pidamente les doy una limpieza profunda. Una vez hecho
esto, regreso con Felicity. Está completamente desnuda, como le pedí, pero está acurrucada
de costado formando una bola protectora, temblando encima del edredó n.
"Ven aquí", digo, pará ndome al lado de la cama y colocando los vibradores sobre una
toalla que traje del bañ o. Ella obedece maravillosamente y se acerca, todavía tratando de
cubrir lo má s posible de sí misma. Me acuesto en la cama y la rodeo con mis brazos,
acercá ndola a mi costado e ignorando mi polla enojada.
"Podemos simplemente abrazarnos", le digo, acariciando su espalda.
"No." Ella se aleja y me mira, con una nueva determinació n en su voz. “Quiero… solo
estoy…”
"¿Nervioso?"
"Mmm no." Tira de mi camisa y vuelve a evitar mis ojos. Maldita sea, quiero sacarle la
timidez a esta mujer.
"Creo", dice ella. "Estoy... bueno, avergonzado".
"¿Sobre el uso de juguetes sexuales?"
"Sobre lo que quiero."
Oh . Una nueva pieza del rompecabezas que es Felicity encaja en su lugar. Mi nuevo
objetivo no es só lo hacerla jadear, gemir y gritar de placer, sino apropiarse de ello , tomarlo
para ella, disfrutarlo, descubrir exactamente lo que quiere y pedirlo. Entonces puedo
dá rselo.
Aunque puede que sea necesario un poco de persuasió n.
“¿Crees que hay algo que no he visto o en lo que no he participado, Felicity? No me
asustará s”.
"¿Qué pasa si... qué pasa si los juguetes me hacen correr má s rá pido... o má s fuerte que,
bueno, quiero decir..."
"¿Que lo que hiciste conmigo?" Termino por ella con una sonrisa y ella asiente
cautelosamente. Me río y beso su frente. Es dulce que esté preocupada por mi ego, pero es
innecesario. Mi comprensió n de los juguetes sexuales ha cambiado mucho a lo largo de los
añ os. “¿Labra la tierra la azada o el agricultor?”
Su cabeza se inclina hacia un lado. "El granjero."
"¿Y quién usará estos juguetes contigo, Felicity?"
"Tú ."
"Bien. Entonces, ¿quién te hará venir? ¿Un poco de plá stico o la mano que lo suelda?
"Tú ", dice con un poco má s de confianza. " Vas a hacer que me corra".
“Puede que sea un bastardo egoísta, pero estoy dispuesto a utilizar todas las
herramientas a mi disposició n. Voy a hacer que te corras con mis dedos, mi lengua, mi polla
y todos los juguetes sexuales que pueda tener en mis manos. Joder, te haré montar en una
zanahoria si eso te excita; no sería la primera vez que las mujeres utilizan la comida en su
beneficio.
Su risa rompe la tensió n en su cuerpo. Ella se inclina y me besa. "Vas a ser muy bueno
para mi investigació n".
"Voy a ser muy bueno para tu coñ o". La pongo boca arriba y la beso por su cuerpo hasta
el tesoro escondido entre sus piernas. Después de só lo unas pocas lamidas de su clítoris,
está empapada y temblando. "¿Está s lista, Felicity?"
Ella asiente.
"Palabras", ordeno.
"Sí. Estoy listo."
Enciendo uno de los vibradores y lo paso sobre su clítoris. Sus piernas se doblan y su
espalda se arquea. "Eso es todo. Que respuesta tan hermosa. Tan perfecto."
Lo apago de nuevo y lo introduzco lentamente en su apretado centro, dividiendo mi
mirada entre su cara y el juguete que desaparece en su coñ o. Mi polla celosa protesta
pateando mi cremallera y haciéndome maldecir el artilugio infernal que mantiene subidos
estos modernos pantalones.
Felicity se muerde los labios con fuerza, como si no quisiera dejar escapar ningú n sonido.
Por ahora, dejaré que se salga con la suya, pero eso só lo solidifica mi determinació n de
doblegarla.
Manos codiciosas alcanzan mi suéter, pero las aparto. "Si quieres tener algo que hacer
con tus manos, lubrícalas".
Le entrego una botella de lubricante y el tapó n anal. "Un poco en mi dedo también".
Dejando el vibrador dentro de ella, lo cambio a la configuració n má s alta. Felicity reprime
un delicioso chillido.
"Recuerda lo que se supone que debes hacer, pequeñ o historiador".
Parpadea un par de veces, respira profundamente y rocía un poco de lubricante en mi
mano y luego sobre el tapó n anal. Enciendo el segundo vibrador y lo hago girar sobre sus
pezones. Sus ojos se ponen en blanco. Siento una profunda sensació n de satisfacció n por la
forma en que se convierte en masilla en mis manos.
"Sostén esto donde quieras". La cambio por el tapó n anal y ella vuelve a colocar el
vibrador en sus pezones. “Eso es todo, mi pequeñ o historiador provocativo. Te gusta que te
molesten los pezones, ¿no?
Ella no responde. Ella todavía se está conteniendo. Pero no por mucho. Haré que haga
tanto ruido que los vecinos se preocupará n. Pero seré paciente al respecto.
Redirigiendo mi atenció n, provoco su entrada trasera con mis dedos. Al principio se
tensa, pero las sensaciones de los otros vibradores pronto la distraen. Cuando deslizo un
dedo, ella presiona hacia atrá s, tomando má s por su propia voluntad. Cuando estoy seguro
de que está abierta y relajada, le coloco el tapó n anal. Apenas está dentro de ella antes de
que tenga un orgasmo.
Ella cabalga en silencio los hermosos temblores de su placer mientras la arrastro por los
hombros hasta el borde de la cama.
Cuando sus mú sculos se relajan, saciada por el orgasmo, va a sacar el vibrador de su
coñ o.
"Oh, no, pequeñ o historiador". Tomo su mano y la llevo a su pecho, acariciá ndola con su
palma debajo de la mía. "Aú n no hemos terminado con eso".
"Pero te quiero."
Sus palabras hacen que mi corazó n se acelere y se acelere. Quiero darle lo que quiere.
Pero ella aú n no se ha derrumbado y tengo planes para ella.
"Primero, vas a meter mi polla en tu garganta y luego, cuando te atragantes con mi
semilla, se la daré a tu coñ o".
Finalmente me bajo la cremallera de los pantalones, liberando mi agradecida polla.
Quitá ndome la camisa y los pantalones, disfruto de mi desnudez. La ropa es realmente
incó moda.
A Felicity se le cayó el vibrador que estaba usando en sus pezones durante su orgasmo,
así que lo levanto de la cama. "¿Sabes a dó nde va a llegar esto, Felicity?"
Ella niega con la cabeza. Sonrío y vierto un poco de lubricante en mi mano, aplicá ndolo
sobre el vibrador. Desde mi posició n al lado de la cama, con su cabeza justo frente a mí y su
cuerpo estirado, me inclino sobre ella y la beso mientras meto el juguete sexual en mi
trasero.
Una vez que está completamente dentro, lo dejo allí, como una especie de tapó n anal, y lo
enciendo. Choques de placer recorren mi cuerpo, suben por mi polla, suben por mi
columna, vibran en mis dientes y hacen que mi corazó n lata con fuerza. Gimo y echo la
cabeza hacia atrá s, luchando contra el impulso de correrme demasiado rá pido.
Cuando mis ojos se encuentran de nuevo con Felicities, ella me mira con gran y salvaje
entusiasmo. Pero só lo para estar seguro, pregunto: "¿Está s bien para continuar?".
“Sí”, dice con un gemido entrecortado, que inmediatamente cubre mordiéndose los labios
nuevamente.
Tiro de sus hombros, tirando de ella para que su cabeza caiga sobre el borde de la cama
alta, con el cuello apoyado en el colchó n mientras su cabeza cuelga libre.
Toco mi polla en su barbilla. "Abierto."
Ella duda por un momento, sus ojos brillan con algo parecido al desafío, pero abre la
boca. Interesante. ¿Mi pequeñ o historiador quiere ser un mocoso? En este momento, estoy
demasiado ansioso por saberlo.
En el momento en que su boca se abre, me inclino sobre ella, casi en una posició n 69,
pero con su cabeza un poco al revés y mi torso levantado. Gimo de placer mientras la
alimento con mi polla. Ella se siente increíble.
"Eso es todo. Lleva mi polla tan profundamente hasta tu garganta. Hago una pausa y
retrocedo cuando tiene arcadas, dejá ndola recuperar el aliento. "Toca mi muslo si necesitas
que pare".
Con una mano apoyada en la cama como apoyo, tomo el vibrador que todavía está en su
coñ o y lo arrastro completamente sobre su clítoris antes de empujarlo nuevamente hacia
adentro. Arrastres lentos y constantes que golpean su clítoris, las partes profundas del
interior y luego su clítoris nuevamente.
Mientras tanto, un placer eléctrico y caliente se dispara desde mi culo hasta mi polla. Ella
me chupa como una profesional, incluso en la posició n incó moda, y no puedo apartar la
boca de ella. Conduciendo el vibrador profundamente dentro, llevo mis labios a su clítoris y
lo chupo. Ella se tensa maravillosamente mientras se separa. Apenas tengo tiempo de salir
de su boca antes de correrme, derramá ndome por todo su cuello y pecho.
Es el mejor orgasmo de mi vida.

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A medida que las baterías se hicieron má s pequeñ as y los vibradores se volvieron má s
accesibles, se anunciaron como “cura para todo”, desde el cutis hasta el estreñ imiento.

Notas de investigació n de Felicity Stiff

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Capítulo trece

METRO
RICARDO

La tensió n y la ansiedad crecen cada día


que la bruja no regresa. Pensé que
aparecería de inmediato y me tomaría
desprevenido antes de que supiera algo sobre Felicity. Quizá s por eso traté de tener la
mayor cantidad de sexo posible esa primera noche. Si iba a pasar el resto de la eternidad
como un consolador (o morir como un cerdo), quería salir con fuerza. Totalmente gastado y
agotado.
Pero han pasado dos semanas sin que haya señ ales de la bruja. Y cada día me apego má s
y má s a esta vida. Aquí. Con Felicidad. En este siglo de maravillas modernas como la pizza
estilo Chicago, la cerveza fría y los refrescos carbonatados, es posible que haya extrañ ado la
comida má s de lo que pensaba.
Cuanto má s quiero quedarme, má s se activa mi instinto de autoconservació n. Cuantas
má s horas pasan, má s nervioso me siento, preocupá ndome de que la bruja vuelva a
aparecer en cualquier momento. Cualquier ruido repentino me hace saltar de temerosa
anticipació n. ¿Por qué se burla de mí así? ¿Mostrarme la vida que quiero, só lo para que ella
pueda arrebatá rmela?
Debería estar agradecido por cada momento que tengo con Felicity, pero cuanto má s la
conozco, má s quiero. Como soy un bastardo egoísta, no quiero renunciar a ella. Es
inteligente, divertida, reflexiva y tan sexy como una orgía envuelta en una sola persona.
Só lo necesito estar seguro de que la bruja no pueda dejarme perplejo cuando regrese.
“¿Recuerdo favorito?” Le pregunto a Felicity.
Ella levanta la vista de su escritorio en la esquina. "Esa es una pregunta imposible de
responder".
Que no es. Sé mi respuesta inmediatamente. Es anoche. Tuvimos sexo acurrucados
debajo de una manta en el sofá . Fue diferente a nuestros encuentros anteriores, relajado,
pero intenso. La follé lentamente, sin quitarle los ojos de encima. Después vimos un
documental sobre Egipto, todavía có modamente desnudos. Tenía su cabeza sobre mi pecho
y su pierna sobre la mía. El momento era tan normal y, al mismo tiempo, tan má gico. Hizo
cosas en mi corazó n que nunca antes había sentido.
"Solo elige", le digo en respuesta a su cobertura.
Sus mejillas se vuelven de un hermoso color rojo. "Bueno, tal vez, cuando nosotros... ya
sabes".
"No." Camino hacia su escritorio y me arrodillo a su lado. "No sé. Dime cariñ o."
“Eh”. Ella se aclara la garganta. “Cuando me compraste ropa y nosotros… hicimos cosas”.
Mi pecho se hincha de orgullo. Utilizo sus rodillas para girar su cuerpo hacia mí.
"Fue alucinante", susurra.
"Acordado." Le desabrocho el botó n y la cremallera de sus pantalones. “¿Y tu peor
recuerdo? Elevar."
Ella hace lo que le digo y levanta su trasero de la silla para que pueda bajarle los
pantalones.
"Probablemente el día en que me gradué con mi maestría".
Eso me detiene en seco. "¿No debería haber sido un día feliz?"
“Lo habría sido, pero también es el día en que mi novio universitario de mucho tiempo
rompió conmigo. Lo hizo inmediatamente después de la ceremonia. Salí del escenario
eufó rica y lista para celebrar con él, pero él estaba hablando con otra chica. Parecía una
conversació n intensa, así que retrocedí porque no quería interrumpir”.
Mi estó mago se retuerce mientras anticipo hacia dó nde va esto.
"Había algo en ello que me hacía sentir mal", continú a. “Qué cerca estaban. La forma en
que sus cabezas se inclinaban juntas. La forma en que le tocó la mejilla. Pero le di el
beneficio de la duda... hasta que la besó .
"Estú pido."
"Sí", intenta reír, pero sale ahogada. “Hablamos, bueno, gritamos y peleamos, allí mismo,
en medio de la multitud. Me dijo que estaba demasiado necesitado y que no estaba lo
suficientemente disponible. Que él necesitaba má s de mí y yo siempre le quitaba”.
Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y la jalo hacia mi regazo. Ahora solo lleva
una camisa y ropa interior, pero lo que había planeado es lo má s alejado de mi mente. Todo
lo que quiero es consolarla.
“Repetí muchas veces nuestro ú ltimo añ o juntos, tratando de descubrir qué había hecho
mal. Yo estaba ocupada con mis maestros, pero él también. Vivíamos juntos, así que todavía
teníamos relaciones sexuales con regularidad. No fue genial. Pero no es que no haya venido.
Fingí má s de unos pocos orgasmos, pero sé que él no lo hizo porque me hizo limpiar el
condó n cada vez”.
"É l no te merecía, Felicity". Paso una mano por su espalda.
“Pero creo que tenía razó n. Estaba necesitado y no di mucho. Rara vez limpiaba el
apartamento, la cena normalmente era para llevar. Estaban sucediendo tantas cosas que
era difícil equilibrarlo todo. Fui egoísta”.
"No. Tú también mereces que te cuiden”. Le doy un ligero beso en los labios. “Estabas
obteniendo un título. Tiene sentido que no puedas satisfacer todas las necesidades que
tenía. Debería haberlo entendido”.
Ella suspira y realmente no parece creerme. "No importa. Quiero decir, fue hace mucho
tiempo. Lo superé."
¿Pero lo es ella? Quizá s esta sea una de las razones por las que le cuesta recibir, por las
que no quiere ser una carga.
La levanto de nuevo hacia la silla del escritorio. “Vuelve a escribir. Te traeré un
bocadillo”.
“No tienes…”
Me pongo detrá s de ella y le tapo la boca con la palma. "Yo quiero." Deslizando mi mano
por su cuello, hasta llegar a su coñ o, agrego: "Pero no te atrevas a volver a ponerte los
pantalones. Quiero mirar estas hermosas piernas mientras trabajas. Y una vez que termines
tus pá ginas del día, te extenderé y lameré tu coñ o cubierto de algodó n hasta que te corras y
tus piernas cedan. Aprieto un poco má s fuerte. "Ni se te ocurra fingir".
Ella traga, tiene los ojos muy abiertos y susurra: “Yo no lo haría. No contigo."
Eso hace que una gran sonrisa llene mi rostro mientras me alejo para traerle algo de
comer.
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En China, en el añ o 1200, los hombres usaban pá rpados de cabra con pestañ as adheridas
como anillos para el pene con el propó sito de prolongar las erecciones y aumentar el
placer.

Má s tarde, en la Europa medieval, los anillos para el pene se hacían de marfil o metales
preciosos y se utilizaban como forma de joyería. En ocasiones, fueron creados con añ adidos
que estimulaban el clítoris.

Notas de investigació n de Felicity Stiff

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Capítulo Catorce

R
FELICIDAD

Ichard está nervioso. Sé que está preocupado, pero no estoy segura de có mo


calmarlo, aparte de mucho sexo. Má s sexo del que he tenido nunca. Mejor sexo
también. La bruja se equivocó con él; Nunca he tenido un amante má s generoso.
Sé que es só lo por el edicto de la bruja, pero trato de dejar esos pensamientos a un lado y
pretender que él sería igual de generoso en otras circunstancias.
Está paseando por la sala de nuevo, así que cuando termino el pá rrafo que estoy
escribiendo, pregunto: "¿Hermanos?".
"¿Eh?" É l pide.
Giro la silla de mi escritorio para mirarlo. “Te estoy interrogando en caso de que sea una
pregunta que hace la bruja. ¿Cuá ntos hermanos tengo?
"Pregunta capciosa." Me rodea con sus brazos por detrá s, se inclina sobre mí y me planta
un beso en la mejilla. “Eres hijo ú nico, lo que siempre te entristeció , no só lo porque querías
un hermano, sino por la lucha que tus padres tuvieron para darte uno”.
Beso su antebrazo, que está justo debajo de mi barbilla. Ninguno de nosotros habla de
eso, pero sé que él no cree que pase la prueba de la bruja cuando ella regrese.
Personalmente, tengo que mantener la esperanza.
"¿Mi programa de televisió n favorito?"
Se retira y apoya su trasero contra mi escritorio, mirá ndome con una sonrisa que está
entre divertida y disgustada. "El bachillerato."
Sacude la cabeza y va a la cocina. Está claro que está buscando algo que hacer cuando
seca los platos limpios en el lavavajillas, a pesar de que hay una configuració n de secado
con calor.
A veces desearía que la bruja viniera y acabara con esto de una vez. Pero su regreso
significará que Richard se marchará y seguirá con su vida. Sin mi. No tiene motivos para
quedarse aquí una vez que esté libre. Estoy seguro de que no querrá seguir trayendo café y
haciendo el papel de mi asistente de investigació n para siempre.
Después de esa primera noche, cuando me hizo tarjetas, me convenció para que le dejara
ayudar con el libro. Ha sido un socio invaluable en el trabajo desde entonces. Estoy
haciendo el doble de lo normal, incluso con las frecuentes pausas sexuales. Sé que la bruja
cree que no ha aprendido la lecció n, pero no creo que alguien que sea puramente egoísta
sea tan ú til.
"¿Cuá ntos añ os tenía cuando tuve relaciones sexuales por primera vez?" Llamo. Mi
apartamento es pequeñ o, así que aunque tengo que levantar un poco la voz, es fá cil
mantener una conversació n con alguien que está en la otra habitació n.
"Veinte."
“¿Y dó nde sucedió ?”
Se gira y me mira por encima de la pequeñ a isla, su mirada se vuelve oscura y un poco
peligrosa. Da unas palmaditas en la superficie lisa frente a él. “Ven aquí y te lo mostraré.
Podemos recrearlo”.
Cruzo la habitació n hacia él, deslizá ndome entre sus manos apoyadas en el mostrador y
tomando su rostro. “Lo vas a hacer bien. Y cada día te da má s oportunidades. Ya sabes má s
sobre mí que la mayoría de mis amigos”.
"Mmm." No parece convencido, pero me levanta sobre el mostrador con una suave
sonrisa. "¿Juguete sexual favorito que hemos probado esta semana?"
Sonrío y deslizo mi palma sobre su entrepierna a través de los pantalones deportivos.
"Prefiero lo real".
"Responde la pregunta". É l sonríe y retuerce mis pezones. Grito de sorpresa y le doy un
empujó n juguetó n en el pecho.
"Si quieres saberlo, soy partidario de lo que intentamos anoche".
Después de un largo día escribiendo y de una só lida ronda de orales para los dos, Richard
me sorprendió con otro regalo. Un vibrador a control remoto que parecía una U. Un
extremo insertado hacia adentro y el otro apoyado sobre mi clítoris. Tenía un control
remoto, que mantenía bajo su control. No hizo nada con él durante la primera mitad de la
película, lo que aumentó mi anticipació n, ya que no sabía cuá ndo lo encendería.
Luego jugó conmigo. Encendiéndolo por un rato antes de apagarlo. Subiéndolo y luego
bajá ndolo. Manteniéndolo apagado mientras él salpicaba mi cuello con suaves besos, luego
lo volvía a encender y tocaba mis senos. Todo mientras me susurraba ó rdenes para ver la
película y me hacía preguntas al respecto para asegurarse de que estaba prestando
atenció n.
"Me gusta tu elecció n", dice, desabotoná ndome los pantalones. Estoy usando la lencería
que nunca me puse la semana pasada, y cuando ve la fina franja de encaje revelada entre la
cremallera de mis pantalones, gime e inmediatamente me quita la camisa para revelar todo
el conjunto.
"Joder, Felicity". Me sostiene con el brazo extendido para mirarme. "Te ves increíble".
Mis mejillas se calientan cuando él me da un suave beso.
"¿Estoy interrumpiendo algo?" La voz de la bruja es como una piedra que me cae en el
dedo del pie. “Puedo volver. O mira, si quieres”. Su sonrisa es diabó lica y salvaje.
Richard se coloca frente a mí y dice: "Sigue adelante, bruja".
Me esfuerzo por volver a ponerme la camisa mientras ella saca una silla de la mesa de mi
cocina y se sienta como una reina en un trono, lista para emitir un juicio. "Te haré una
pregunta".
"Esperar." Salto del mostrador y paso alrededor de Richard. "No es justo. Debería ser el
mejor entre tres o algo así. Con una sola pregunta, no hay margen de error”.
Sus ojos se estrechan hasta convertirse en rendijas, dando la clara impresió n de una
serpiente. "Exactamente."
Richard respira hondo y me agarra la barbilla, indicá ndome que lo mire. Su mano se
desliza en mi cabello, apretá ndola cá lida y fuerte.
“Felicity…” Traga. “Pase lo que pase, quiero que sepas que me preocupo mucho por ti.
Estas ú ltimas dos semanas han sido las mejores de mi vida. Eres la vaina de mi espada, el
arco de mi flecha. Su sonrisa se abre amplia y traviesa, pero hay una pizca de tristeza en sus
ojos mientras intenta bromear: "Eres el coñ o de mi polla".
La alegría desaparece y se convierte en una tranquila seriedad. "Eres el corazó n en mi
pecho, Felicity".
Me besa antes de que pueda decir algo en respuesta. Un beso duro, conmovedor, lleno de
despedida.
Luego se vuelve hacia la bruja. "Hazlo."
"¿Cuá l es el segundo nombre de Felicity?"
De todas las cosas que le he dicho, ¿por qué no le dije la má s bá sica? É l no lo sabe. Sé que
él no lo sabe.
Sus hombros se tensan. No me mira mientras adivina: "Anne".
"Bien", digo, saltando rá pidamente. "Así es." No está bien. Pero no puedo dejar que ella lo
sepa. Ella lo matará . O peor.
"Mentiroso." La bruja se levanta y camina hacia nosotros. “No deberías proteger a un
asno. Quizá s en eso lo convertiré esta vez. Algo así como un culo. Oh, lo sé." Ella chasquea
los dedos. Sus ojos brillan con intenció n traviesa mientras levanta una mano brillante. "Un
anillo para el pene, para ser follado por toda la eternidad".
"¡No!" Empujo a Richard fuera del camino y la fuerza del hechizo de la bruja cae sobre mí.
Mi piel arde como si alguien la estuviera tirando y empujando al mismo tiempo. El dolor
blanquea mi visió n. De repente, la intensa sensació n cesa. Caigo al suelo con un ruido sordo,
incapaz de moverme.
Richard cae de rodillas, me levanta, me acuna en la palma de su mano y me tiende hacia
la bruja.
Hay lá grimas en sus ojos cuando dice: “Dale la espalda. Por favor, por favor, dale la
espalda. Felicity es lo mejor que me ha pasado en la vida. No puedo verla sufrir como yo lo
hice. Por favor, dale la espalda”. No oculta el temblor en su labio ni la humedad en sus ojos.
“Llévame a mí en su lugar”.
Durante un largo momento, la bruja se queda mirando a Richard, en silencio. Entonces su
labio se mueve. Su dedo gira alrededor de la punta de mi superficie y tiemblo internamente.
No pasa nada.
Los ojos de Richard brillan de ira. "Deja de jugar y cá mbiale la espalda".
"No puedo." La bruja sonríe. "Pero puedes."
Con ese mensaje críptico, ella desaparece.
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Capítulo Quince

I
RICARDO

Tengo una idea de lo que quiso decir la bruja, pero no estoy cien por ciento seguro.
Felicity me trajo de vuelta chupá ndome, así que tal vez si me follo el anillo del pene
con la lengua, Felicity recuperará su forma humana.
Me coloco el anillo alrededor de la lengua y lamo alrededor del círculo, pero no pasa
nada. Me lo metí todo en la boca, chupando el metal frío. Nada.
¡Mierda! El pá nico aprieta mi pecho como una soga. El requisito de la bruja de liberarme
había sido algo que nadie había pensado en hacer en siglos. Así que tal vez tenga que hacer
algo que nadie haría con un anillo para el pene. ¿Qué diablos podría ser eso?
Camino por la habitació n, incapaz de pensar en nada má s que el uso típico. Quizá s fue tan
simple como eso. El uso típico. Corriendo a la cocina, tomo un poco de aceite de oliva y
cubro el metal liso con suaves pinceladas. “Perdó name, Felicity. Sé que puedes oírme y voy
a sacarte de esto. Lo siento mucho."
Sentá ndome en el sofá , deslizo mi polla dentro del ring, esperando…
Tal vez…
¿Cambió ? Crecer…
No.
Yo espero.
Y espera.
Nada.
¿Necesito llegar al orgasmo usá ndolo? Se siente como una traició n, follarme a Felicity de
esta manera, excitarme cuando ella no tiene nada que decir, cuando ni siquiera tiene la
opció n de su propio clímax, cuando no es la persona plena y exuberante que conozco y que
me importa. Quiero decir, ya estoy dentro de ella, pero disfrutar de ella cuando no puede
participar se siente... mal.
"No puedo hacerlo", susurro. “Oh, cariñ o, lo siento mucho. Encontraré otra manera.
Pero… no puedo hacerlo”.
En el momento en que las palabras salen de mis labios, el anillo del pene vibra y, entre un
suspiro y otro, Felicity aparece ante mí, su coñ o apretando mi polla y sus piernas a
horcajadas sobre mi regazo.
Un grito ahogado sale de ella y mueve las caderas. "Vaya, eso se sintió raro".
"Oh, gracias a la mierda". La rodeo con mis brazos y la beso con fuerza.
Ella se ríe durante el beso como si todo fuera nada, pero hay un tono tembloroso en el
sonido y sus ojos está n hú medos de lá grimas.
"Lo siento mucho", digo contra su mejilla. "Lo siento mucho".
"Tengo un aprecio completamente nuevo por có mo pasaste los ú ltimos cientos de añ os".
"Me alegra mucho que no hayas tenido que experimentar eso". Mis labios se encuentran
con los de ella en un beso lento y ardiente. La levanto y me deslizo hacia atrá s con la
intenció n de salir de ella. Que la follen no es lo que necesita en este momento. Me alegro de
que esté bien, de que esté aquí conmigo, sana y salva.
Ella agarra mis caderas y detiene mi retirada, apretando sus paredes alrededor de mi
polla. "¿A dó nde crees que vas?"
Quiero darle espacio, no hacerla sentir incó moda por el hecho de que le metí mi polla
cuando era un anillo para el pene. Pero Felicity, la mujer perfecta que es, me mantiene
firme dentro de ella y arquea su espalda, empujando sus pechos hacia adelante. Mi chica
quiere ser buena y follada.
"No voy a ir a ninguna parte, cariñ o". Le doy una amplia sonrisa. "Só lo me estoy poniendo
un poco nervioso". Cuando solo mi punta toca sus labios, la jalo hacia abajo sobre mi polla y
la empujo de nuevo. Felicity gime.
"Acabamos de vencer a una bruja". Ella se ríe con sus labios contra mi pecho.
Con otro empujó n largo y completo, agrego: "Y derroté una maldició n".
Agarro sus muslos con má s fuerza, justo debajo de su trasero, me levanto y la llevo hacia
la pared. Cada empuje es lento y constante mientras uso mi agarre sobre ella para levantar
y bajar su coñ o resbaladizo a lo largo de mi polla rígida. Dulce carajo, se siente bien.
Mis mú sculos arden y el sudor se pega a mi piel. Felicity acaricia mi cuello, tan silenciosa
como siempre.
"¿Te gusta eso?" Pregunto. "¿Ser follada contra una pared con tus piernas alrededor de mi
cintura y tu coñ o alrededor de mi polla?"
Ella asiente con la cabeza. Le muerdo la barbilla. “Dime, Felicity. Abre esa dulce boca y
dilo”.
"Sí." Sus labios forman la palabra sin apenas emitir sonido. Muy silencioso. Muy suave.
Demasiado tímido. Estoy decidido a lograr que ella se abra a mí. No só lo su coñ o, sino su
mente. Su corazó n.
"Dilo", ordeno. "Dime que te gusta."
Ante mi tono agudo, sus ojos se dilatan, los círculos oscuros se expanden en sus
hermosos iris azules. Su sexo revolotea a mi alrededor.
“¿Te gusta mi polla en tu coñ o? ¿Quieres mas?" Dejo de empujar, la inmovilizo contra la
pared con mis caderas y levanto una mano para ahuecar su mandíbula, deslizando mi
pulgar dentro de su boca. Ella chupa el dedo y me dejo deleitar con la llamarada de calor
que sube por mi brazo y baja hasta mi polla antes de tirar de su mandíbula hacia abajo y
abrirle la boca. "Dilo. Grítalo. Dime qué carajo quieres, todos tus secretitos má s sucios. Me
pertenece. Todo ello. Déjame escuchar lo que quieres. Déjame dá rtelo”.
Ella gime, pero ahora tengo cuatro de mis dedos metidos en su boca, manteniendo
abierta su mandíbula, impidiéndole hacer lo que le pido.
“Cuando saque mis dedos de tu boca, dirá s cada pequeñ o pensamiento que tengas en la
cabeza. Vas a gemir, a lloriquear y a dejar de reprimirte, a dejar de guardar todo dentro.
¿Entender?"
Las lá grimas se acumulan en las comisuras de sus ojos mientras asiente con la cabeza.
"Buena niñ a." Beso su frente.
Cuando saco la mano, ella traga. Su boca se abre y luego se cierra de nuevo. Muevo mi
pelvis contra la de ella, observando su expresió n con atenció n. En su mirada brilla la
desviació n, algo casi travieso, mezclado con una fuerte dosis de dudas e inseguridad. Me
doy cuenta de algo en ese momento. Mi pequeñ a historiadora no quiere ser una buena niñ a.
Ella quiere ser una mocosa. Quiere liberarse de ser la mujer inteligente, capaz,
independiente, que no recibe bien, que no quiere ser una carga y siempre agrada a los
demá s.
No, mi pequeñ o historiador quiere ser malo . Lo sospechaba antes, pero ahora estoy
seguro. Si le doy lo suficiente, la empujo lo suficiente para que supere su incomodidad e
inseguridades, gritará . Estoy seguro de ello. Ella gritará tan linda por mí. Ella só lo necesita
un empujó n.
Le tiro el pelo. "Te dije que me dijeras lo que quieres".
Ella traga de nuevo, nerviosa, y luego se aprieta los labios con valentía entre los dientes.
Palo de golf. Yo sonrío. Pequeñ o mocoso perfecto. Suelto la pierna que estoy sosteniendo y
aflojo la presió n de mis caderas contra las de ella para que pueda deslizarse sobre sus pies.
Suavemente, acaricio con la mano el borde de la línea del cabello, hasta la mandíbula y
hasta la boca. Esta vez no fuerzo la entrada. Necesito que ella sepa algo antes de ir a donde
voy a llevarnos. Mis dedos rozan sus labios. Ella sostiene mi mirada.
“Voy a darte lo que quieres y vas a ser muy amable y ruidoso conmigo, pero primero
necesito que sepas que si quieres que esto termine en algú n momento, solo dímelo. Tienes
el poder aquí. ¿Bueno?"
Ella respira temblorosamente. "Bueno."
"Bien." El fuego arde en mis venas, ardiendo en la punta de mi polla donde se acumula
toda la sangre. Juro que me hago má s grande só lo de pensar en có mo podría resultar esto.
“Ahora dime lo que quieres. Sin reprimirse”.
"Quiero…" Ella respira profundamente antes de terminar con "chuparte la polla". Quiero
que seas contundente. Para mandarme”. Otro respiro profundo. “Quiero pelear contigo y
que me lleves. Quiero… ser tu puta sucia”. Su cara se contrae de nerviosismo. “Finge, por
supuesto. Y só lo si quieres. No es necesario, yo só lo...
“Entiendo, cariñ o. Te tengo. Sea sucio, sea necesitado, sea vulgar. Sin juicio. Quiero tu
sexualidad salvaje, lasciva y descarada. Déjame volverte salvaje”.
Siento el cambio en ella mientras me da una sonrisa coqueta y se pone de rodillas.
"Esa es mi chica. Ahora, abre esa boca sucia y trá gate mi polla”. Agarro su cabello, acerco
su cara a mi entrepierna y uso la punta de mi polla para abrir sus labios. “Qué chica tan
sucia, metiéndome entre tus labios. Rogando por una polla para llenar cada uno de tus
pequeñ os y estrechos agujeros. Tal vez debería volver a sacar el vibrador y el plug anal,
trabajar duro mientras me atragantas. Te gustó eso, ¿no?
Ella gime, maldita sea. Las vibraciones suben por mi eje para apretar mis bolas.
"Eso es todo. Mi pequeñ a y sucia historiadora, sé una trompeta para mí, una ramera
llorona y mendiga”. Tiro de su cabello, inclino su cabeza lo suficiente para llamar su
atenció n. "Ruega por mi. Ruega que te folle la boca, el coñ o y el culo.
Ella habla alrededor de mi polla, palabras incoherentes, pero ya no se contiene por
completo. La baba le gotea por la barbilla. Le palmeo el crá neo y le muestro el ritmo que
quiero, luego lo suelto y apoyo mis manos en la pared mientras ella me da la mejor mamada
de mi vida. Mi sangre zumba como mil abejas. Juro que vibro lo suficiente como para
rivalizar con uno de los juguetes sexuales que hemos estado usando.
"Joder, eso es todo", grito. “Llévame por tu garganta. Tan desesperado. ¿Está s mojada,
Felicity? ¿Está s empapado por mí?
Justo antes de correrme, agarro su cabello, lo envuelvo alrededor de mi puñ o y lo uso
para levantarla y ponerla de pie. "Gime por mí, seductora".
En el momento en que se pone de pie, reclamo su boca, frotando mi polla contra su
clítoris. Esta vez gime un poco má s fuerte.
"Sí", jadea. "Sí."
Sonrío tan grande que me duelen las mejillas. "Ahí está ella. Ahi esta mi chica."
Usando su cabello como una especie de correa, la tiro suavemente hacia el dormitorio y
la tiro sobre la cama, lo suficientemente fuerte como para que se queje, pero no lo
suficiente como para que le duela. La fuerza suficiente para hacerla sentir que no es la
buena chica que todos creen que es, como si fuera la mujer traviesa, lasciva, deseada y
sexual de sus sueñ os. De mis sueñ os también.
Avanzo hacia ella. Besa la planta de su pie. Chú pale el dedo del pie. Mordisquea el interior
de su pantorrilla. Lame el interior de su muslo. Giro mi lengua alrededor de su clítoris.
Muerde su vientre. Amamanta un pecho. Pellizca al otro. Cambiar. Raspo mis uñ as a lo largo
de sus muslos. Pongo su labio inferior entre mis dientes. No puedo tener suficiente. No
puedo tocarlo todo lo suficientemente rá pido. Quiero cada parte de ella a la vez. Para
probar cada pedacito de ella.
Otro gemido se convierte en un gemido. Seguido de uno má s fuerte. “Por favor, señ or
Richard…”
Joder, eso es suficiente para mí. Ella está jadeando y jadeando y llamá ndome señor . Una
oleada de victoria baila en mi pecho. Presiono mi polla contra su abertura, tan mojada y
resbaladiza por la excitació n. Un coñ o que quiere ser follado. "¿Qué tanto quieres mi polla?"
Un gemido se abre paso a través de sus labios y entra en mi boca. La punta de mi polla
presiona su clítoris y ella balancea su pelvis, buscando má s fricció n.
Me sumerjo dentro de su honeypot lo suficiente para pintar su abertura con líquido
preseminal, luego abro un camino con la cabeza de mi polla desde su clítoris hasta su
perineo. Una y otra vez.
Hace ruidos que son francamente salvajes. Cada sonido hace que mi pene palpite. Tan
hermoso.
"Te gusta eso, ¿no?" Envuelvo mi mano detrá s de ella y aprieto la nuca. "Quieres que te
folle con mi polla de marfil. Quieres que derrame mi semen dentro de ti, sobre ti. Pequeñ a
descarada sedienta, ¿no? Dilo."
"Por favor, por favor, usa tu polla dura para hacerme correr". Ella estalla en una risita y
entierra su rostro en una mano. "No. Esto es horrible. No puedo hablar sucio. Es demasiado
incó modo”.
La empujo y muerdo el punto del pulso en su cuello. "Apó yate en ello".
Dá ndonos la vuelta para que ella esté encima, gimo. Gruñ o. Maldigo. Le muestro lo que
quiero decir. “Mó ntame como si fuera tu sucio secreto. Como si yo fuera tu profesora de
historia y no deberías haber venido aquí, pero eres una chica tan traviesa que no pudiste
resistirte. Como si fueras una maldita sú cubo enviada para enviarme a una muerte
temprana. Como si fueras mi amante que sabe que es el mejor polvo de mi vida. Fó llame,
Felicity. Sé la mujer sexualmente poderosa que quieres ser”.
Ella gime, levanta las caderas y luego se empala en mí. Su ritmo se acelera. Se mueve y se
retuerce hasta que encuentra el á ngulo que necesita.
"Joder, sí", jadea. "Te necesito. Arruíname”.
Finalmente, ella se está rompiendo.
Mi piel se calienta y se tensa. Mú sculos tensos. Se necesita todo mi control para mantener
la compostura mientras las malas palabras se escapan de la boca de Felicity, palabras
sucias mezcladas con ridículos eufemismos histó ricos, como si estuviera buscando un
vocabulario que no puede encontrar. Nada lo suficientemente bueno para describir el
sentimiento.
Ella mueve sus caderas, apretá ndome con fuerza para que estemos unidos todo el
tiempo, la polla follando dentro de ella. Nunca alejarme de donde ella me necesita.
"Tó cate", ladro, sin aliento por la hermosa mujer que rebota en mi polla como si fuera un
consolador hecho especialmente para ella. “Dije que te toques, Felicity. Ahora. Toma lo que
quieras."
Parece un poco nerviosa, pero con sus ojos puestos en mí, desliza su mano hacia su coñ o,
bifurca mi polla y frota su palma contra la perla entre sus piernas.
"Oh", gime ella. "Sí", gime ella. "Joder", se queja ella. “Sí, mi señ or, sí”, grita.
Un calor relá mpago me golpea, pulsaciones rá pidas y aleteantes, golpean y retroceden.
Los espasmos de su coñ o me llevan con ella. Pierdo el control, golpeo, golpeo mis caderas
hacia arriba y hacia abajo hasta que ella rebota como si estuviera montando un toro. Tetitas
meneá ndose. Cabeza echada hacia atrá s. Jadeando mientras continú a apretando y
corriéndose.
"¡Joder, Felicity!" Grito mientras me derramo dentro de ella, hinchá ndome con una ola de
placer seguida por un profundo charco de gratitud por estar aquí con ella.
"Gracias por salvarme, Felicity", le digo, poniéndola encima de mí.
Su sonrisa es suave y satisfecha. "Gracias por salvarme, Dick". Ella se ríe. "Me acabo de
dar cuenta de algo".
"¿Qué?"
"Durante cientos de añ os, fuiste un idiota llamado Dick". Su risita se convierte en risa
total. No creo que sea tan divertido como ella, pero le doy una suave risa antes de apretarla
con fuerza. “¿Te parecería bien si me quedara aquí un rato má s?”
Ella suspira y acaricia mi cuello. "Má s que bien".
"Bien", es todo lo que digo, aunque creo que es un pensamiento mucho má s peligroso y
convincente. Quiero quedarme para siempre.
***
Muchas gracias por leer Stiff . Esta idea se me ocurrió con fuerza y rapidez, después de leer
algunos otros romances sobre objetos inanimados este añ o (a saber, Desquiciado y Relleno
, ¡ve a verlos!). No podía sacarme de la cabeza la idea de un hombre condenado a ser un
consolador, simplemente seguía frotá ndose contra mí, exigiendo venir al mundo.
No soy un escritor particularmente divertido por naturaleza, pero espero que este libro
te haya hecho sonreír y reír tanto como lo hice yo cada vez que pensé en este proyecto.
También espero que te haya dado una erecció n femenina, o que te haya puesto rígido, como
puede ser el caso de cualquier hombre que esté leyendo (*cara de guiñ o*).
Si esta historia hiciera alguna de esas cosas por usted, ¿se tomaría tres minutos para
dejar una reseñ a ?
Muchas Gracias Por Leer!
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Má s de Thea Masen
Serie Rose Rising Alien Romance:

CHOCAR
FURTIVO
BESTIA
TUYA
COMPAÑ EROS
OTRA VEZ
FIEBRE
OTRAS

Serie especulativa de Quickies navideños:

Una noche del 4 de julio


Una noche de Halloween
Una noche de Acció n de Gracias
Una noche de Nochebuena
Una noche de Nochevieja
Una noche del día de San Valentín

Y má s pró ximamente

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Sobre el Autor
TERESA MASEN

Thea Masen nunca pensó que escribiría un romance eró tico. La primera vez que leyó un
libro picante, se sintió tan avergonzada que no pudo terminarlo. Ahora, pasa sus días
ocultando la pantalla de su computadora a sus adolescentes y sus noches leyéndole
fragmentos picantes a su esposo.
En sus libros encontrará s sexo interesante, profundidad emocional y finales felices. Si
quieres historias de amor con un toque má gico e imaginado, has venido al lugar indicado.
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trabajo, recomendaciones de libros que está leyendo y otras cosas librescas.
***
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