02 Monty Jay The Truths We Burn
02 Monty Jay The Truths We Burn
02 Monty Jay The Truths We Burn
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The truths we
burn
Monty Jay
A las Sage Donahue del mundo. No te atrevas a
disculparte por convertirte en lo que tuviste que ser para
sobrevivir. Te forjaste a ti misma a partir de las llamas.
No te inclines ante nadie.
“¡Abandonad toda esperanza, los que entráis aquí!”
Dante Alighieri
ADVERTENCIA
Me gusta que los lectores vayan a ciegas por el bien de la trama, sin embargo,
sentí que era necesario decir antes que este es un romance oscuro. Trata temas
delicados, agresiones sexuales, violencia gráfica, gore, cuestiones religiosas,
temas que algunos pueden considerar desencadenantes y otros. Si usted tiene
un problema con cualquiera de estos temas, por favor no continúe.
King of Fools- Rafferty
Devils Backbone- The Civil Wars
Gangsta’s Paradise- Coolio
Jungle- Emma Louise
Get Out Alive- Andrea Russett
Running (Dyin to live)- 2Pac
Animals- Living
Runaway- LilinPeep
Fiction
GO TO HELL- Clinton Kane
Talking Body- Don Vedda
Vedda
This is War- Matthew Raetzel
Red Roses-Lil Skies
She Thinks of Me- Landon Tewers
Lucifer, My love- The Templars
DiE4u- Bring Me The Horizon
Die With Me- Gemini Syndrome
FEEL NOTHING- The Plot in You
Pretty Poison- Nessa Barrett
Empty Slow- Lil Mavi
Play With Fire- Sam Tinnez
Without Me- Fame on Fire
Wolf in your Darkness Room- Matthew Mayfield
Bajo lo más profundo de Ponderosa Springs yacen secretos
secre tos que nunca
quisimos que se descubrieran.
La sangre ha empapado las manos de aquellos en quienes más confiábamos.
Intenciones decrépitas por fin salen a la luz.
Y ahora las verdades están listas para ser incineradas a la vista de todos.
Estaba preparado para ver cómo este pueblo que me convirtió en villano se
pudría ante mis ojos, pero parece que los fantasmas tampoco permanecen
enterrados aquí.
La novia favorita de todos ha regresado a Hollow Heights arrastrando tras de sí
nada más que preguntas sin respuestas
re spuestas y sombríos recuerdos.
Una distracción que no puedo permitirme con la policía husmeando.
husme ando.
Un error que quemó mi último pedazo de humanidad.
El pequeño y sucio secreto que ha regresado en busca de un cierre en torno a
la misteriosa muerte de su hermana.
Pero sé que la chica inocente y perdida es una actuación. En el fondo es sólo
otra parte de su espectáculo.
Todos están comiendo de la palma de su mano, son marionetas en su cuerd
cuerda.
a.
Pero yo no.
La veo por lo que realmente es, siempre lo he hecho.
Una farsante. Una manipuladora. Una mentirosa.
No dejaré que arruine todo por lo que hemos
he mos trabajado. Me niego a dejar que
descarrile nuestro plan de venganza.
Ya jugué tu juego una vez, Sage, ahora es tiempo de jugar el mío.
Y no vas a salir sin quemarte.
Acto I
Ruido blanco Los accidentes ocurren,
Génesis ¿verdad?
Diez de espadas
Y Acción Cuando Abel mató a Cain
Tu pasado te llama
El libro de los despechados Es hora de elegir un bando
Punto de ebullición
Terrores nocturnos Castigo
Respira
El que siembra, cosecha
Heridas autoinfligidas El Fénix
De cerca y en persona
El guante
Jardín del Edén Dolor y placer
Lo hecho, hecho está
Cuando se rompe el dique
La pesadilla de una noche de Ódiame pero hazlo sagrado
El fuego que nunca se apaga verano
Es increíble
pasado lo que
por lo que he
encuentras divertido
pasado. Las cuando
comedias con has
Sethvisto lo que
Rogan yo.Ferrell
y Will Cuando yahas
no
me hacen gracia.
—Te estás haciendo viejo —me ahogo—. Apenas puedo sentirlas. Deberías ir al
gimnasio.
1 Malebolge o Malabolsas (fraudulentos) es parte del Octavo círculo del Infierno, la primera parte de la Divina comedia de Dante Alighiern.
Grita con fuerza y se echa encima de mí, con las rodillas a ambos lados de mi
pecho, y su puño impacta de lleno en mi cara. Saboreo la sangre de mi labio
partido, el ardor metálico me calienta la lengua.
—Debería haberte matado. Deberías haber muerto, deberías haber sido tú.
—Bienvenido al club.
Le quito las manos de encima y él se baja de mi cuerpo, dejándome tumbado y
sin una mano que me ayude a levantarme. No es que pensara que me ayudaría,
pero valía la pena notarlo.
Incluso con diecisiete años, soy más alto que él cuando me pongo en pie. Un par
de centímetros me permiten mirarle fijamente, con el cabello cayéndome un poco
delante de los ojos.
—Al menos ten las bolas de terminar el puto trabajo la próxima vez.
Sus hombros se agitan mientras respira y vuelve a la realidad. Camina hacia la
cocina, agarra el vaso de whisky que hay sobre la mesa, se lo lleva a los labios
y se lo vierte en la garganta.
garganta.
La ironía de todo esto es que toma su Biblia del mostrador que tiene al lado.
—¿Crees que Dios te va a ayudar mientras ahogas tu hígado? La gula está muy
arriba en su lista de lo que no se debe hacer.
Puede que sea un cabrón, pero al menos no soy un hipócrita.
Ignorando por completo mi afirmación, afirma: —No pongas en duda mi fe, hijo.
Y no quiero que te juntes más con ellos. Quemar ese sauce fue la gota que colmó
el
devaso,
eso. Rook. No tienes ni idea de los hilos que hubo que mover para exculparte
Me río entre dientes y agarro la sudadera del respaldo del sofá. Me la pongo por
la cabeza, tirando de ella
e lla hacia abajo.
—La primera gota o la última gota que colmó el vaso. Da igual, viejo —Me giro
hacia él mientras camino hacia atrás y abro los brazos —. No puedes alejarme
de ellos. Nunca sucederá. Igual que no puedo evitar que te acabes toda la botella
esta noche. Recuerda, soy El Diablo. El Diablo hace lo que quiere.
q uiere.
No me molesto en negar lo del árbol. Él sabe que lo hice. Diablos, todos saben
que lo hice.
puedan Pero
hacer, sinesninguna
y esa la bellezaprueba,
de todo sin
esto.testigos, no hay una mierda que
Andar por ahí sabiendo que todo el mundo me ve como un pirómano caótico,
desde la policía hasta los profesores, todos saben lo que soy.
El Anticristo es como me llaman. Salido de las entrañas de Satán. El infierno en
el planeta Tierra, o en este caso, el infierno para Ponderosa Springs.
Me encanta.
Cómo se agarran a su rosario cuando paso. Susurran tres Ave Marías porque
mirarme es pecado.
Me encanta que sepan todas las cosas que he hecho y que no puedan hacer
nada para detenerme. Ni ahora, ni nunca.
No hay quien me detenga.
A ninguno de nosotros.
¿Y sabes qué? Que se joda ese árbol.
Me mira, con ojos muertos llenos de disgusto.
— ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte, Caldwell? —pregunto, aun mirando hacia
delante.
—Sí, tienes sangre en la jodida barbilla. Limpia esa mierda —Mete la mano en
la guantera, arrojando servilletas blancas en mi regazo.
Las agarro con facilidad, limpiándome la barbilla. El rojo las mancha casi de
inmediato. Mañana, el corte no será más que un dolor sordo y, en unos días,
probablemente despegaré la costra solo para volver a sentir el dolor.
A menos que me golpee de nuevo y lo abra de nuevo.
De cualquier manera.
—Practico contigo casi todos los días. Puedes devolverle el puto golpe.
Frotándome con más fuerza para asegurarme que no queda nada, respondo:
—Puedo con ello.
Niega con la cabeza, sale del camino de entrada y se dirige hacia el Peak para
reunirse con los demás chicos. Los últimos días del verano se desvanecen, el
último curso del instituto se acerca lentamente, y no tengo muchas ganas de
ver tantas caras.
Paso el noventa por ciento de mi tiempo rodeado de las mismas cuatro personas,
y me gustaría que siguiera
siguiera siendo así.
Busco en mis pantalones negros mi paquete de Marlboro Rojo y saco uno.
—No se trata de que puedas con ello. Soy consciente de que puedes recibir un
puñetazo. Es el puto principio, Rook. ¿Cómo vas a quedarte sentado mientras
tu padre te da una paliza?
Hago una bola con la servilleta, aprieto el puño y la arrojo al suelo, me
m e reclino y
cierro los ojos. Por costumbre, me paso el Zippo por los dedos, dándole unas
cuantas vueltas antes de encender el pedernal y poner la llama en la punta.
—¿Qué tal si me dejas preocuparme por mi padre, de acuerdo? Estoy bien. Un
año más y nos iremos a la universidad, lejos, muy lejos —Inhalo el humo hasta
el fondo de mis pulmones —. Llevo lidiando con esto desde que era un niño.
Puedo aguantar un año más. Así que déjalo,
dé jalo, hermano.
Un gruñido agravado llena el auto antes que le vea pisar más a fondo el
acelerador, y apenas pestañeo cuando llegamos a ochenta y cinco y subiendo.
Si morimos en un accidente, moriremos en un accidente.
Todos acabamos
acabamos en el mismo sitio en algún momento, a dos metros bajo tierra.
No importa cómo lleguemos allí.
Ya ves, todos sentimos lo mismo. Bueno, todos nosotros excepto el culo
enamorado de Silas.
Thatcher, Alistair y yo queremos salir de esta ciudad tanto que nos abriríamos
camino a través de alambre de púas para llegar allí. Incluso si eso significa
morir. Vamos a salir de este lugar. Cada uno de nosotros tiene diferentes
razones, pero todo se reduce a la historia que está unida a nosotros. Los
recuerdos de los que nunca podremos escapar porque esta ciudad es un ataúd.
Te asfixia con
con tu pasado, sin dejarte a
avanzar.
vanzar. Nunca te deja olvidar.
—Odio cuando dices 'hermano'. Es jodidamente molesto.
La chica rica con suficientes bolas para dejarse ver con nosotros y la única
persona que me llama por mis iniciales. La única persona que conozco dispuesta
a arriesgar su reputación por el chico que ama. Una hermana para todos
nosotros. Se infiltró en nuestro grupo antes que tuviéramos tiempo de darnos
cuenta de que había un intruso entre nosotros. La miro en el regazo de Silas,
ambos sentados en una silla junto a una pila circular de leña.
Su cabello castaño atrapa el viento, golpeándolo en la cara, pero sé que a él no
le importa.
—La falta de confianza en mí es un moretón para mi ego, Rosie —responde
Thatcher, sosteniendo una lata
lata de líquido para encendedores.
—Mentira —se burla Silas—. No hay moretones en ese enorme ego.
A Thatch se le dan bien muchas cosas -salir airoso de un asesinato en masa,
ganarse el corazón de millones de personas, apuñalar cosas-, pero provocar
incendios es demasiado complicado para este maniático de la limpieza.
—Siéntate, Thatch. No necesitamos que arruines tu cabello.
Recibo el dedo corazón mientras le quito el recipiente, dejando que pase junto a
mí hacia su asiento. Colocándome el cigarrillo entre los labios, rocío el líquido
en
quecírculo alrededor
cada trozo tengade la madera, arremolinándolo en el centro, asegurándome
combustible.
La emoción se acumula en mi estómago, sabiendo lo que va a ocurrir en cuestión
de segundos.
El fuego es un elemento clave de mi
m i existencia. Cada cerilla, cada llama, es una
compulsión. No hay quien lo pare. Siempre estoy pensando en él, soñando,
contemplándolo.
La forma en que algunas personas se sienten impulsadas a matar a otras,
obsesionadas con la limpieza o con cerrar la puerta ocho veces antes de
acostarse, ese picor espasmódico en las manos... eso es lo que me pasa a mí sin
ella.
El fuego es mi carne. Mis huesos. Es mi hogar.
Es mi forma de equilibrarme.
Que me den una paliza como castigo puede ser degradante, pero controlar uno
de los elementos más impredecibles de la naturaleza es una cantidad
desmesurada de poder.
Cada vez que arde, me siento satisfecho. Un calor que me recorre
re corre el pecho, baja
por los brazos y llega hasta los dedos de los pies. Me devuelve a una época en la
Somos malas personas que hacen cosas muy malas. Muy bien.
Suspiro, echándome las manos a la cabeza.
—Porque me necesitas —digo—. ¿Quiénes somos el uno sin el otro?
La pregunta se les mete en la piel. Aunque todos tenemos nuestros propios
secretos, unos que nos llevaremos a la tumba, hay un entendimiento mutuo que
nos conecta. Uno que otros nunca comprenderían.
Una oscuridad, un hambre que vive dentro de cada uno de nosotros.
Por separado, no somos más que niños nacidos con la tragedia goteando por
el que vivo. Superficiales hasta la médula, pero estupendas para proyectar cierta
imagen.
La mayoría de las niñas buscan amigas que tengan gustos similares. Disfrutan
con las mismas muñecas o les gusta jugar a disfrazarse, pero cuando te
preparan para que tengas buen ojo para saber cómo te perciben los demás,
buscas a las que tienen más que perder.
Mi madre me enseñó de muy pequeña que tu imagen lo es todo. Tu reputación
aquí te hará triunfar o fracasar en cualquier sitio. Haces lo que hay que hacer,
sin importar las consecuencias.
Sonríes,
a nadie lenoimporta.
importa lo que te hagan. No importa el dolor que te inflijan, porque
Ni siquiera la mujer que me dio a luz.
Me he vuelto muy buena ocultando mi yo interior a los que me rodean,
permitiéndoles ver sólo lo que yo quiero que vean, haciéndome lo
suficientemente digna de confianza como para convertirme en una especie de
coleccionista.
Una conocedora de secretos, huesos enterrados bajo las tablas del suelo de los
armarios de la gente. Tengo trapos sucios de casi todo el mundo aquí, y saben
que si me traicionan, no tardaré en sacarles a la luz.
En séptimo curso, Lizzy vino llorando, desahogándose sobre cómo su padre es
un alcohólico empedernido que pasa demasiado tiempo extra en sus viajes de
negocios, asegurándose de parar en todos los clubes ilícitos a la vue
vuelta.
lta. Estaba
tan colorada, tan frustrada de que su madre se quedara allí sentada, sabiendo
todo esto, al tanto de cada una de sus indiscreciones, y no murmurara ni una
sola palabra.
Esa noche juró que nunca dejaría que un hombre le faltara al respeto,
negándose a casarse con alguien que la pisoteara así. Lo que personalmente no
creo que sea un problema porque también sé que a Lizzy no le gustan nada los
hombres.
Durante una fiesta de pijamas borracha, mientras Mary estaba desmayada, Liz
sintió ganas de compartir más secretos. La respetaba por ser capaz de decirlo y
odiaba que supiera que tenía que ocultarlo. Pero aquí la crucificarían.
¿Y Mary? Oh, Mary.
Es muy lista, probablemente será neurocientífica algún día, si pasa los controles
de drogas. Porque la última vez que lo comprobé, está mal visto tener Adderall
en el organismo cuando no te lo han recetado.
Durante
encima detoda su vidaotra
cualquier se ha preocupado
cosa. por sus
¿Si eso alguna veznotas, por su inteligencia
era amenazado? por
Sentía pena
por la persona que amenazaba. En primer año, sacó una C en un examen de
matemáticas. No es gran cosa para algunos, ¿pero para ella? ¿Para sus padres?
Bien podría haber sido una expulsión de la escuela.
Así que cuando sus ojos se negaron a permanecer abiertos por las horas de
estudio, encontró su billete dorado. Ahora, desaparece durante los periodos
libres para encontrarse con los traficantes de mala muerte bajo las gradas del
campo de fútbol.
Todos tenemos un peso sobre nuestros hombros, cada uno de nosotros yace
bajo su propio péndulo que se balancea cada vez más cerca cada vez que
cometemos un desliz.
Es la razón por la que nunca intentarán destronarme como Miss Ponderosa
Springs. Están aterrorizados de que revele sus secretos. Porque la Sage que
conocen será despiadada cuando se trate de conseguir lo que quiero.
q uiero.
Hay un poder en eso. Conocer los secretos
se cretos de todos, todas sus verdades.
Más poder aun sabiendo que ni un alma conoce los míos.
Cuantos más secretos tenga sobre los demás, menos probabilidades hay de que
descubran los míos. Y los míos van a permanecer enterrados.
—Sí, tienes razón —Suspira, sonriendo con fuerza—. Es sólo un pequeño ataque
de nervios. Es angustioso —recoge su barra de pegamento y sigue pegando letras
de plástico en el fino trozo de cartón blanco, maquinando internamente cómo
matarme de alguna manera —. No saber si entraré en Hollow Heights.
Me burlo. —Pues vete a cualquier otra universidad de la Ivy League del país. No
es la única del mundo, Mary.
—Sabes tan bien como yo que podrías especializarte en actividades de
conserjería allí y salir ganando seis cifras. Entrar lo es todo, Sage.
Siento como
oculares parasievitar
tuviera
queque estirar físicamente la mano y agarrarme los globos
rueden.
Dinero, dinero, dinero.
Es el pasatiempo favorito de todos aquí. Es lo único que les importa.
Lo comen, lo cagan, lo respiran.
El dinero lo arreglará todo porque compra el silencio.
—Sí, sí, Hollow Heights esto, Hollow Heights aquello. ¿Nadie quiere ver el sol?
¿Todo el mundo está tan contento viviendo en un lugar siempre gris y húmedo?
—me quejo, rodando de la cama hacia el cuarto de baño contiguo.
Giro el dedo alrededor de unos rizos sueltos de mi cabello, abro el cajón, tomo
mi bálsamo favorito y me lo pongo en los labios. Aunque es de noche, mi
maquillaje sigue perfectamente en su sitio, el delineador de ojos negro como el
carbón crea unos ojos seductores a lo Marilyn Monroe. El color rojo mate se
asienta en mis labios, calentando mi piel. Todo queda ahí, como una máscara
bien pulida.
A las chicas les parezco engreída cuando miro mi reflejo en el espejo, pero es
sólo para ver si encuentro alguna grieta en
e n la fachada.
—Zorra, por favor, tu culo pelirrojo arderá en cuanto salgas de Oregón —bromea
Lizzy, haciéndome sonreír para mis adentros en el espejo.
e spejo.
—¿Qué quieres decir? —Me vuelvo hacia ellas y me pongo la mano en la
cadera—. Al fin y al cabo, el rojo
r ojo es mi color característico —les digo, guiñándoles
un ojo.
Todos compartimos una risa, una risa falsa llena de plástico. Y el sonido resuena
tan profundo dentro de mi pecho que empiezo a preguntarme si realmente es
tan hueco por dentro como la gente cree que es.
Se oye el fuerte
Ronronean zumbidoaldeotro
y retumban los lado
motores
de ladeventana
los autos
de deportivos de alta gama.
puertas francesas de mi
habitación, lo que hace que incluso Liz aparte los ojos de la pantalla de plasma
de la pared.
A Mary se le iluminan los ojos.
—Parece que tu lado delincuente está en casa —ríe, saltando del suelo y
corriendo hacia la ventana. La abre lo suficiente para oír lo que ocurre abajo y
mira a través de la abertura —. Y ha traído a sus amigos —canta.
Saco mi teléfono del bolsillo trasero y compruebo la hora.
—Whoa, ellos realmente pueden saber la hora. No llega tarde al toque de queda
esta noche.
Esto nunca deja de ocurrir, y nunca deja
de ja de molestarme.
Un recordatorio constante de todas las cosas de las que me he mantenido
alejada, las cosas que me vi obligada a evitar. Todas las libertades que Rosemary
tiene, porque yo soy la que está bajo el microscopio.
Yo soy la que intenta mantenerme en calma. De no desmoronarme.
Liz se acerca a la ventana junto a Mary y, como soy una cotilla vergonzosa, la
sigo y me asomo por encima de sus hombros para ver el jardín delantero y los
tres caros vehículos que han aparcado en línea recta junto a la acera.
—Maldita sea —susurra Mary mientras vemos a mi hermana salir del asiento
del copiloto, esperando a Silas que rodea la parte delantera de su Dodge
Challenger y llega a su lado. Le rodea el hombro con el brazo y la guía hacia la
puerta principal.
—Es realmente injusto lo bueno que está —se queja, admirando la piel dorada
de Silas Hawthorne que es impecable a cualquier hora del día, pero por la noche
con esa camiseta blanca, está para morirse.
—Ese hombre
desvían necesita
rápidamente una mí
hacia etiqueta
como de advertencia
para añade
asegurarse—que no Lizzy,
voy a sus ojos se
llamarle la
atención.
—Más bien una camisa de fuerza —murmuro, revolviéndome el cabello por
encima del hombro, molesta.
Verás, esto pasa cada vez que vienen a dejar a Rosemary. Como una manada de
perros hambrientos, nunca hay sólo uno de ellos. Todos se juntan como
vagabundos en busca de sobras. Sin embargo, mis amigas no pueden evitar
pararse junto a esta ventana, ansiosas por echar un vistazo a los criminales y
psicóticamente ardientes de Ponderosa Springs. Por supuesto, no nos pillarían
ni muertas hablando con ellos en persona, tanto por sus actitudes temerarias
como porque ser vista con cualquiera de ellos es un punto negro en la reputación
de cualquiera para toda su vida aquí.
Es un jodido suicidio social.
No son los chicos que llevas a casa con papá y mamá. Son divertidos de ver,
pero no se tocan bajo ninguna circunstancia.
Algo así como admirar a los animales salvajes en la naturaleza. Los observas,
los aprecias y los dejas en paz. No debes llevártelos a casa y tenerlos como
mascotas. Sin embargo, a mi hermana gemela no le importaría ser mutilada por
una de ellas
se puede cuando se
domesticar ponen nerviosas,
a algunas criaturas.porque todo el mundo sabe que nunca
Apenas podemos oír lo que se dicen en la puerta principal, pero ya han pasado
más de diez minutos y me estoy aburriendo. Por muchas veces que Rose ha
intentado explicármelo, nunca entenderé por qué él.
En realidad, no, es mentira.
Es porque es la única persona a la que se supone que no debe elegir, y ella
siempre ha intentado hacer exactamente lo contrario de lo que se espera de ella,
convirtiendo a su vez mi vida en un infierno. Mis padres se habían dado por
vencidos
su conseella,
atención decidieron
desplazó que no valía
directamente haciala mí.
pe na moldearla, así que hace años,
pena
—¿Y cómo crees que era su entorno, Mary? ¿Abrazos y noches de juegos en
familia? —digo— Todo el mundo sabe que Thatcher P
Pierson
ierson se convertirá muy
pronto en papi querido. Sólo estoy esperando a ver si alguien le pilla brillando
al sol.
Se ríen a carcajadas de mi comentario, sabiendo que tengo razón. No creo que
los asesinos en serie transmitan nada a sus hijos aparte del trauma. Pero sé lo
que es ser criado como si fueras un monstruo. Al final, te rindes y te conviertes
en uno.
Las ventanillas
el asiento del siguiente auto bajan y me permiten ver a Alistair Caldwell en
del conductor.
—Es una pena que odie tanto el mundo. Habría sido el novio trofeo
perfecto —digo sacudiendo la cabeza. Es decir, su familia es la dueña de casi
toda la ciudad... habríamos estado muy bien si él no hubiera estado tan jodido.
—¿Porque Easton Sinclair no es ya perfecto? ¿Ves a las chicas que le pululan
como moscas, dispuestas a quitártelo de las manos?
—¿Como tú, Mary? —Le arqueo una ceja bien cuidada, y ella se da la vuelta con
el rostro sonrojado, intentando pensar en una forma de echarse atrás y negar.
paintball
metros de hacia el marcador
él, el césped delme
artificial equipo de fútbol.
atraviesa Estamosy tumbados
los pantalones a unos
prácticamente me
quema el culo.
—Dije que sí al vandalismo. Nunca dije que se me daría bien —Doy una calada
al extremo del porro, dejando que el humo de olor fétido se impregne en mis
pulmones, dándome ese subidón que necesito de vez en cuando.
No se trata de adormecer nada, sino de frenar el impulso. Durante unas horas,
ese picor en la palma de la mano se calma lo suficiente como para permitirme
pasar el día sin hacer explotar a nadie.
Veo a un tipo haciendo el
e l imbécil o simplemente caminando por la calle con una
sonrisa arrogante en la cara, y sólo puedo pensar en lo que haría si estuviera
envuelto en llamas, ahogándose en gasolina. Eso me parece normal. Me extraña
que nadie más piense así.
La hierba evita que sea un homicida.
Además, llena el vacío durante un tiempo. Todo el humo me hace sentir
sent ir menos
vacío.
cuerpo.
—Hola, Rosie. —Me acerco a ella y le alboroto el cabello—. Vamos a buscar algún
problema en el que meternos, ¿ok?
Estoy bromeando, obviamente. Bromear es la forma que tengo de tapar el vacío
de mi pecho. Nadie sabe cómo resuenan las risas dentro de mí. Porque no me
queda nada.
Se oye un ligero
liger o carraspeo, seguido de un “delincuentes”. Es bajo, amortiguado,
y hace que el grupo se ría por lo bajo.
bajo.
Me paso la cerilla por la fila superior de dientes, sonriendo a su alrededor.
alre dedor.
—Lo siento, no podía oírte con esas pollas en la boca. ¿Quieres decirlo un poco
más alto, Sinclair? —Paso junto a mis amigos hacia su lado de la cabina.
Easton es tan pretencioso como las sandalias de Gucci.
Lo he odiado desde que lo conocí, todos lo odiamos. Esa mentalidad que tiene
de que es un dios entre los demás. La forma en que la gente piensa que camina
sobre el agua, y él alimenta ese tipo
t ipo de atención.
Jodidas felicitaciones.
felicitaciones.
Su padre
tierra es el decano
empapada. de una algo
Difícilmente universidad
de lo quesobrevalorada que
presumir. Pero se hunde
como en la
la mayoría,
Easton sabe cómo jugar con la gente de aquí.
Sonríe para los periódicos, gana partidos de fútbol, finge que está bueno.
Pero incluso lo perfecto tiene grietas, y él está
e stá lleno de ellas.
—Rook —Rose me agarra del antebrazo, haciendo lo que mejor sabe hacer e
intentando mantener la paz.
Me río de ella.
—No, Rosie, no pasa nada —empiezo, poniendo las manos sobre la mesa y
mirando a Easton—. Sólo estoy teniendo una conversación amistosa con mi
buen amigo Sinclair aquí. ¿No es así?
Mis ojos se clavan en los suyos, desafiándole a que me mire. Espero que lo haga
para que vea lo que todo el mundo ve: el
e l infierno. Cómo lo asaré vivo si vuelve a
insultarme a mí o a mi familia.
Excepto que hace lo que hacen los cobardes y ve a todas partes menos a mi
mirada.
—Dije... —Se aclara la garganta, sonriendo a través de esta incómoda
posición—. Que te diviertas —Se encoge de hombros como algo desenfadado.
Él y yo sabemos lo que dijo.
Atrevido por decirlo en primer lugar.
Inteligente por no repetírmelo a la cara.
—Eso es lo que pensaba, campeón —Le doy una fuerte palmada en la espalda,
haciéndole caer un poco hacia delante. Cuando se hace el silencio, decido darle
a Rose lo que quiere y marcharme.
—Vaya broma —Zumba en mis oídos una voz más suave y burlona—. Traer a la
pandilla de payasos locos en público, ¿en serio, Rose? ¿Podrías ser más
vergonzosa?
La presión cae sobre la cerilla en mi boca mientras
mient ras aprieto la mandíbula.
—Me pregunto qué dice eso de ti y tu pandilla de Abercrombie y perras.
Nos miramos directamente a los ojos, y sus iris azules como llamas luchan con
los míos. Ni por un segundo se inmuta, sin apartar su mirada de la mía.
Sage Donahue.
Qué divertido sería hacerte girar alrededor de mi dedo.
Se ríe burlonamente.
—Ja, eso es bueno. Sobre todo para un tipo que pensé que tenía la inteligencia
de alguien de quinto de primaria —Sus uñas azul pálido se arremolinan en su
vaso alto, lleno hasta el borde de un batido de color rosa —. El hecho de que ella
insista en defenderlos a ustedes cuatro, me pregunto, ¿es ingenua o
simplemente le gusta arruinarse la vida?
Rose y Sage son gemelas biológicamente, con un color de cabello y pecas
similares. Pero las de Sage son más esporádicas, esparcidas salvajemente por
su rostro, y las de Rose parecen más compactas en su nariz. Así como Rose
intenta pasar desapercibida, Sage hace todo lo posible por destacar.
Es raro que me enfrente a la novia de Ponderosa Springs. La chica con un notorio
don de la palabra. Por supuesto, nos conocemos; ¿cómo no? Es un pueblo
pequeño, además mi mejor amigo está saliendo con su hermana.
Pero nunca nos desviamos de nuestro camino para cruzarnos.
—Puede ser que no tenga miedo de vivir su vida fuera de su mundo envuelto en
burbujas. Quizá le guste no tener que fingir. El lado oscuro te permite hacer
cosas que nunca pensarías hacer en la luz.
Mi miradade
alrededor sigue sus labios
su pajita, pintadoseldematerial
manchando escarlata, la forma
blanco. enunos
Bebe que los envuelve
sorbos y se
retira para responder: —¿Se supone que eso es un insulto?
Sonrío.
—No —Me encojo de hombros, el sarcasmo cubriendo mi tono —. Cada par de
gemelos tiene una oveja. Nada de lo que avergonzarse. Me alegro de que lo
asumas, Sage.
—¿Oveja?
—Sí, ya sabes, la que se somete a las expectativas de todos. La mansa. La
endeble —Me tomo mi tiempo con cada palabra, inclinando un poco la cabeza
para ver cómo reacciona a ellas—. Impotente. Gemela débil.
Sage Donahue es capaz de acabar con todo y con todos con una sola frase de
esos labios rojos. Todos se inclinan ante ella, la siguen y nadie la cuestiona.
Easton Sinclair puede creer que dirige el espectáculo, pero ella siempre ha
estado moviendo los hilos.
La ira chisporrotea en sus ojos y mi sonrisa no hace más que crecer.
Arde de rabia ante mi respuesta, lucha por mantener intacto su exterior frío e
imperturbable, pero esa piel blanca como la nieve empieza a derretirse bajo la
presión de mis palabras.
El impulso me invade, algo que normalmente sólo ocurre cuando prendo fuego
físicamente, pero esta vez, la fuerza me invade, sabiendo que he prendido fuego
en la boca de su estómago.
—¿Y esa soy yo? ¿La oveja? —Arquea una ceja y se echa esa cortina de cabello
rubio fresa por encima del hombro.
—Si el zapato encaja, princesa.
Algo en su interior
de emociones. se rompe.
Su boca Lodispuesta
se abre, veo, las llamas setodas
a soltar transforman en unduras
las palabras incendio
que
se le ocurran.
Estoy listo, listo para verla estallar y explotar sobre mí, sólo para que lo arruine
su novio, que ha aparecido para salvar el día.
—De acuerdo, imbécil, ya basta. Lo estás llevando demasiado lejos —Easton se
levanta, pero no me molesto en moverme de mi posición encorvada sobre la
mesa.
Simplemente miro por encima del hombro, mirándole de arriba abajo,
3 Pirómano.
Terrores nocturnos
Sage
En la secundaria me molestaba mucho que me hicieran preguntas estúpidas
sobre Rose y yo. Sí, somos gemelas, pero eso no significa que pueda leer su
mente.
La constante ¿Dónde está tu gemela? Siempre se refieren a ti como “las gemelas”,
incluso cuando estás sola.
No fue hasta el instituto cuando nos convertimos
conve rtimos en nuestras propias personas,
ella viajaba en una dirección y yo me dirigía hacia la cima de la cadena
alimenticia. Ya no nos llamaban “las gemelas” Sólo Rosemary y Sage.
Y había veces, como ahora, cuando la luna estaba alta y la oscuridad cubría mi
dormitorio, que echaba de menos estar unida a ella. Echaba de menos estar
cerca de ella en público, que siempre me viera como una mitad de un todo.
Como un reloj, los suaves gritos de tristeza de Rose me habían despertado. Esto
ocurre casi todas las noches, y no me sorprende ver que el resplandor verde de
mi reloj marca las 3:34. Suelto un suspiro, me incorporo, estiro los brazos y, al
moverme, el guion de El crisol se desliza fuera de la cama. Con un hábil
movimiento de pies, atravieso mi habitación sin tener que encender la luz, abro
la puerta y me dirijo a la habitación contigua.
Una vez oí que nuestras habitaciones son un reflejo directo de lo que somos por
dentro, y si eso es cierto, mi hermana gemela y yo somos tan diferentes como la
gente cree.
La suya
color tiene
negro carteles
y una de grupos
lámpara musicales,
de noche plantas
que proyecta en macetas,
estrellas muchamientras
en el techo, ropa de
que la mía es rosa, organizada, con mucha luz natural y una mullida alfombra
blanca en el suelo.
Partes de mí que mantengo encerradas no quieren aceptar que nos hayamos
distanciado tanto la una de la otra.
Su voz me recuerda la razón por la que entré aquí en primer lugar.
Con facilidad, me desplazo hasta su cama, deslizándome en el espacio junto a
ella. Las suaves sábanas de algodón me envuelven, el olor a humo y colonia
Hay veces que envidio tanto lo amable y abierta que es Rose. Hay otras veces
que me odio a mí misma por intentar desmenuzarlo porque estoy celosa.
Celosa de que sea a mí a quien le han pasado cosas malas.
Celosa de que aún tenga la capacidad de preocuparse por los demás. De ver lo
bueno en ellos.
Mientras me sumerjo en una bañera de alquitrán negro que no parece dejarme
ir.
—Siento haber sido mala el otro día y en la cena —susurro, metiendo las manos
bajo la cabeza mientras la miro. La luz de sus estrellas se cuela por los huecos
de su manta, lo que nos da una luz mínima.
Rose sonríe, y me duele un poco el corazón por lo generosa y amable que es.
Con qué facilidad perdona. Es mi mayor preocupación con ella y Silas. ¿Qué
pasa si uno de ellos la lastima? ¿Y si él la lastima? Y ella sigue dejándolo porque
cuando Rosemary ama a alguien o algo, lo ama con tanta fuerza que no importa
cómo la traten.
Nuestros padres son el ejemplo perfecto.
—Está bien, Sage —responde—. Sé que es porque sientes que tienes que ser
mala para salir de este lugar sin que te hagan daño. Es que... no sé por qué.
Solías ser tan feliz y libre, y un día cambiaste. ¿Por qué no me dices qué te pasó?
—¿Podemos no hablar de mí? No puedo expresarte cuánto no quiero hablar de
mí en este momento.
—Echo de menos hablar de ti. De la antigua tú. Ya sabes, ¿a la que no le
importaba si era la reina del baile o lo que el mundo pensara de ella? La que
llevaba guiones hechos jirones y fingía que era Meryl Streep recibiendo un
Oscar. ¿Te acuerdas de ella?
La recuerdo,
a ser y un ydía,
la de antes, volveré
todo a ser
volverá esacomo
a ser chica.antes.
El díaElla
que no
meentiende
vaya de aquí,
que sivolveré
estoy
aquí, en esta ciudad de desechos tóxicos, me comerá viva.
Seré completamente consumida por el hollín, ahogada en el negro alquitrán de
la miseria que se filtra por las grietas de aquí.
—Está muerta, ¿bien? ¿Por qué no puedes dejarlo estar, Rose? —digo con una
rabia innecesaria que nunca era dirigida a ella. Siempre había sido hacia los
que me convirtieron en esto.
En estos momentos de hostilidad, me odio más a mí misma por desear que fuera
ella la que pasara por lo mismo que yo. Que fuera yo la que viviera sin
preocupaciones. La que no se había hastiado.
Y esos pensamientos me mantienen despierta por la noche. Me hacen odiarme
aún más. Porque nunca, nunca quiero que mi hermana pase por lo que yo pasé.
—Hablemos de ti, ¿ok? ¿Qué tal estás? ¿Lo estás haciendo bien? Tu pieza parece
que por fin está tomando forma.
Cuando digo “tomando forma”, quiero decir “n o tengo ni idea de lo que estas
intentando crear, pero te apoyo de cualquier manera”. A Rosemary le gustan las
esculturas hechas con cristales rotos, de cualquier tipo, pero la mitad de las
veces no tengo ni idea qué demonios se supone que son.
—Yo... —empieza—. Estoy bien. Las esculturas están bien. Aunque Silas y yo
discutimos mucho últimamente.
Mis cejas se disparan alarmadas.
—¿Por qué? ¿Qué ha hecho?
—Cálmate. No ha hecho nada malo —Exhala—. Te juro que sólo buscas razones
para odiarlo.
—¡Sage! —regaña, riendo más fuerte—. Sé que te cuesta creerlo, pero Silas me
hace feliz.
Me abstengo de poner los ojos en blanco. Llevaba diciéndolo desde que se
conocieron en el instituto, siempre intentando convencerme de lo manso que
era,
todode
el lo dulce que
infierno que podía llegar a ser. Tanto que le resultaba fácil pasar por alto
causaban.
—No se trata de que seas feliz. Se trata de que estés a salvo.
—¿Segura que no es por mi reputación?
Chasqueo la lengua.
—Tu reputación es una pa
parte
rte de estar a salvo. ¿Qué vas a hacer cuando
cuando Silas le
diga algo malo a la persona equivoca? ¿Qué vas a hacer cuando el ruidoso de
Rook empuje a alguien demasiado lejos?
Mi mente me envía flashes de la cara de Rook mientras miraba directamente a
Easton con una mirada tan llena de furia que por un segundo temí que se
prendiera fuego. Sus ojos verdes se habían convertido en un incendio forestal,
las copas de los imponentes pinos abrasadas por furiosas llamas anaranjadas.
Nunca había visto nada igual.
Rosemary sonríe. —Creo que podrías gustarle.
Retrocedo, no esperaba eso de ella. —Estuve a segundos de romperle una uña
en el ojo. Iba a desperdiciar un juego de acrílico perfectamente pulido por un
Hollow Boy. Estábamos peleando, Ro. ¿O es que no viste esa parte?
El rubor que me calienta el rostro me irrita.
Rook Van Doren no consigue hacerme sonrojar. Igual que no consigue
enfadarme. No consigue ver nada más que lo que yo le muestro.
Rook Van Doren no me afecta.
—No hay diferencia para él. Coquetear, pelear. Es todo lo mismo para RVD.
No debería importarme, y no me importa.
Esta es sólo una oportunidad para reunir más secretos, para descubrir más
trapos sucios sobre los chicos que son un misterio para todos. Las personas
Mi cuerpo se inclina con una curva, emergiendo a través de los altos pinos y
adentrándome en el pueblo de Ponderosa Springs. Es una especie de plaza, y
ahora mismo todo el mundo y sus madres están en el lado este de este pantano
de mierda.
El desfile dura hasta el anochecer, lo que significa que tenemos otros treinta
minutos para hacer lo que hemos venido a hacer y marcharnos antes de que
alguien nos vea.
Como los fantasmas, podías sentirnos en el aire, pero nunca serías capaz de
probarlo.
O demonios que se esconden dentro de tu armario y sólo salen cuando queremos
que nos veas.
Conduzco por la calle vacía en dirección al ayuntamiento. Confeti, globos y
caramelos cubren el asfalto, señal inequívoca de que por este lado ya se ha
pasado.
Mi moto derrapa hasta detenerse cuando me detengo frente al edificio. Lo que
antes era una iglesia católica se ha
h a convertido en el ayuntamiento. Había estado
aquí desde la fundación de la ciudad, mejorado
me jorado para resistir el paso del tiempo.
Allí trabajaba mi padre el cincuenta por ciento del tiempo.
A medio terminar mi cigarrillo, veo las luces de un flamante Range Rover que
viene hacia mí. Mi pierna empieza a rebotar y mis dedos zumban de
expectación.
Bienvenidos a las puertas del infierno. El espectáculo está a punto de comenzar.
—Odio las fiestas de regreso a casa —dice Alistair, saltando del asiento delantero
de un auto que no le pertenece. El maniático del control que lleva dentro no nos
dejaría a Silas y a mí manejar esto solos.
Además, tenemos mentalidad de mafia. Te metes con uno. Te metes con todos.
Me burlo de las cursis palabras blancas escritas en las ventanas, cosas como,
“QB14” “¡Estado!” “#7 Sinclair”
Nunca entendí la obsesión que tiene la gente con los deportes de instituto.
—¿Qué es lo que no odias? —responde Thatcher, deslizándose fuera del asiento
del copiloto. Lo conozco desde hace tiempo y sé que es mezquino, hace bromas,
toca el piano y disfruta cabreando a la gente.
Sin embargo, hay partes de Thatcher que nunca he entendido. Partes de él que
son más oscuras que las mías. Es cuando se queda callado que el mundo
necesita temerle.
El día en que finalmente ceda a su herencia será el día en que el mundo pagará
por lo que hicieron de él.
Incluso a mí se me pone la carne de gallina al pensarlo.
—Golpear a la gente —Alistair sonríe, chocando los hombros con Thatch
mientras se dirigen hacia mí. A los dos se les ha encomendado
e ncomendado robar el auto de
Easton y reunirse conmigo aquí, mientras Silas vigila el tráfico.
—Falso —empiezo, tirando el cigarrillo al suelo —. Odias el regreso a casa del
pueblo. La nuestra siempre es divertida.
—¿Tienes cigarrillos?
Me meto la mano en el bolsillo y le lanzo el paquete a Alistair, cuya chaqueta de
cuero se mueve al atraparlo. Abro mi mochila negra, llena de todo lo necesario
para que te metan en la cárcel por incendio provocado, y saco dos botellas vacías
de whisky que había agarrado del cubo de la basura de mi propia casa.
—¿Encendedor?
Levanto los ojos hacia mi amigo de cabello oscuro, Alistair.
Hundo los dientes en mi labio inferior, muriéndome por saber qué hay debajo
de esa falda.
Por naturaleza, está hecha a la perfección.
Diseñada para el engaño.
Te enseñan a mantenerte alalejado
ejado de las
las cosas hermosas en la naturaleza. Ranas
de colores exquisitos con dibujos de neón, impresionantes medusas que brillan
con su bioluminiscencia, orugas exóticas que parecen lo bastante amistosas
como para acariciarlas... todo está diseñado para llamar la atención y alejar el
peligro.
Otras criaturas saben que deben mantenerse alejadas de las cosas bonitas del
mundo. Los humanos sentimos la necesidad de ignorar esas advertencias,
sentimos la necesidad de tocar incluso cuando no deberíamos.
Deja las cosas hermosas en paz, te dicen.
Dicen lo mismo sobre el fuego.
Y, bueno, ya vemos lo bien que he escuchado esas advertencias.
De cerca y en persona
Sage
—¡Malditos desquiciados mentales!
Mi novio de elección grita mientras patea el neumático de su Range Rover
quemado. Para empezar, odiaba ese auto, así que esto casi me parece una
mejora.
Nuestro desfile de bienvenida se ha esfumado oficialmente.
La locura y la confusión se apoderan de la alborotada multitud que se ha
reunido para ver a sus alumnos de instituto celebrar antes del partido de fútbol
rival de mañana. Los niños gritan llamando a sus padres, los estudiantes se
alejan lo más rápido posible.
Claro, es sólo un auto en llamas, pero todo el mundo sabe quienes son los
responsables, y nadie, ni un alma, quiere esperar a ver si tienen más guardado.
Mis amigos, o la falta de ellos, me habían abandonado en cuanto detectaron el
peligro, y teniendo en cuenta que me había traído el blanco de su ira, voy a tener
que encontrar quien me lleve a casa.
Mientras la gente pasa corriendo a mi lado y los espectadores susurran, me
quedo aturdida viendo cómo el fuego naranja alcanza el vehículo, sintiendo en
el fondo de mi estómago las crueles intenciones de los que prendieron el fuego.
Esto es una advertencia.
Un mensaje.
Una que no debe tomarse a la ligera.
—Cuida tu lenguaje en público, hijo.
La voz de Stephen Sinclair habla en serio, como siempre. Tiene que hacerlo,
siendo el decano de una universidad de renombre mundial conocida por formar
a algunos de los adultos con más éxito del mundo. No hay muchas cosas que se
le escapen o que deje escapar a su hijo.
Salir con Easton hizo mucho por mi reputación, pero la misma energía no es
recíproca cuando se trata de algo ajeno a la imagen pública.
Se acobarda en situaciones en las que debería mantenerse firme. Siempre
desvaneciéndose en el borrón de la normalidad. Nada de lo que hacía me
emocionaba.
Me encendía.
Sí, es cegador a la vista, pero nunca me ha hecho saltar el corazón ni revolotear
re volotear
las mariposas entre mis muslos. Lo que significa que romper con él después de
la graduación será pan comido.
Hasta entonces, seguiré dejando que me lleve a todas partes como un Pomerania
metido dentro de un bolso de Prada.
—Papá, pero mi jo... —Easton comienza pero detiene su frase cuando los ojos
de Stephen lo atraviesan con un láser. Una mirada que dice que si dices otro
insulto, te arrepentirás.
La gente merodea, observando desde una distancia segura pero lo
suficientemente cerca como para escuchar cualquier forma de drama que
puedan captar. Su padre lo sabe; siempre está atento a las mir
miradas
adas indiscretas
y los oídos abiertos.
abiertos.
—¡Mi auto está destrozado, y no actúes como si no supieras quién lo hizo! No
voy a dejar que su padre lo saque de esta —Está furioso. El buen chico que lleva
corbata los días de partido se ha ido.
Hay un momento de silencio, uno que cuelga como un péndulo en el aire,
balanceándose de un lado a otro, acercándose a la garganta de Easton.
Stephen se lleva el teléfono a la oreja con una sonrisa tensa, mientras con la
otra mano limpia el polvo de la chaqueta de su hijo antes de apoyar allí los
dedos.
—Deja que yo me ocupe del auto y de quién es el responsable. Y no se te ocurra
tomar represalias, ¿entendido? —advierte con tono severo, apretando con más
fuerza el hombro de Easton.
Luego, como un interruptor, su sonrisa es genuina cuando se vuelve hacia el
resto de la multitud.
—Además, tenemos un partido de fútbol que ganar mañana por la noche, ¿no
es así? —dice en voz alta.
La gente aplaude y vitorea, el fuego completamente apagado y olvidado. Este
lugar es muy bueno encubriendo
e ncubriendo la mierda con falsa felicidad.
Mi novio se ve superado por su equipo de fútbol, todos le suben a hombros como
si fuera un cordero de sacrificio, le suben el ego y reavivan su ya enorme
complejo de Dios.
El sol se ha puesto casi por completo y me
m e empieza a picar el uniforme. Hay un
pote de helado de cereza García y una repetición de Dieciséis velas llamando mi
nombre.
Saco mi teléfono del bolso, sabiendo que Rose no conducirá hasta aquí, y que
mi madre está recibiendo un tratamiento de spa, así que sólo queda mi padre.
—Eh, ¿qué haces? —Easton se me acerca con una sonrisa, todavía riéndose de
sus amigos mientras le empujan en mi dirección.
—Bueno, considerando que tu auto se parece a los intentos de cocinar de mi
madre, voy a necesitar que me lleven. Le he mandado un mensaje a mi padre
para que me recoja —Le muestro el teléfono, sonriendo durante un breve
minuto.
—¿Te importaría dejar esa actitud? —dice—. Creía que las novias debían
consolar a sus novios tras sucesos trágicos, no actuar como mocosas
malcriadas. Creí que me habías dicho que vendrías a la fiesta.
—Tu Range Rover se ha incendiado,
incendiado, no es co
como
mo si tu perro hubiera muerto —le
contesto con tono insolente. Si quiere una actitud, eso es lo que le daré —. No,
Easton, ya te dije que no iba a ir. Tengo deberes y estoy
e stoy agotada.
—Nena, vamos —gime mientras me agarra de la cintura y me atrae hacia su
ceder a la
incluso tentación,
cuando llevapero
esa solo soy sudadera
gruesa humana, ycon
es difícil
capucha,teniendo en cuenta
se nota que
su cuerpo
musculoso por debajo.
—¿Has escuchado? —Cruzo los brazos delante del pecho — Oh, por favor, dame
un respiro.
Si cree que va a actuar como si no estuviera detrás de eso, se lo tiene que pensar
mejor. Soy la Reina en ver más allá de la mierda de la gente.
—Debe haber cabreado a alguien, parece. No es difícil de entender cuando se
piensa en ello, tiene una boca bastante grande. Probablemente se metió con la
persona equivocada esta vez.
—Corta el rollo, Van Doren. Los dos sabemos que fuiste tú y tus amigos del
manicomio. No hay necesidad de mentir.
Su cerilla se mueve a través
tr avés de sus labios, cambiando con su sonrisa.
—No estoy seguro de lo que estás hablando. Ni siquiera sabía que el desfile de
bienvenida era hoy.
Me muerdo el interior de la mejilla y me echo los rizos por encima del hombro
mientras me acerco a su cuerpo inmóvil.
—¿Te excita? ¿Por eso es que lo hacen todos? —le molesto, queriendo ver hasta
dónde puedo inclinar la balanza de su temperamento. Ver lo que se necesita
para entrar en el lado malo de uno de los infames Hollow Boys.
—Leí en alguna parte que causar daño es la única forma que tienen los
psicópatas de excitarse. ¿Vuelven todos a sus espeluznantes mansiones a
masturbarse pensando en toda la mierda esquizoide que hacen?
Hay un tic.
Es leve, yestá
También apenas lo cuadrada
e n su
en capto, pero su mano cerca
mandíbula, se sacude un pocosemientras
del pómulo; hablo.
tensa antes de
que la suelte, lo que significa que di en el blanco.
Paso de ser una chica que no le cae bien a una chica que realmente no le cae
bien.
Sigo con la mirada su lengua, que se desliza por delante de sus dientes, y su
pierna se balancea sobre la moto, de modo que se levanta en
e n toda su estatura.
—Cuidado, princesa —Levanta el casco hacia arriba, apunta en mi dirección y
lo baja antes de acercarse —. Tus amigos y tu novio no están cerca para
defenderte. Estás sola, al anochecer, cerca del bosque. No es un lugar ideal para
alguien como tú.
La forma en que sus ojos entrecerrados se fijan en mí, observando cada uno de
mis movimientos, la suciedad que cruje bajo sus zapatos... Si intentara correr,
me atraparía incluso antes que me diera la vuelta.
Y yo no corro.
No de él. Ni de nadie.
—No necesito que nadie me proteja. Puedo encargarme de ti yo sola.
Los pasillosaestán
dejándome solasvacíos, los alumnos ya están en sus pupitres para ir a clase,
con la voz.
Normalmente, seguiría andando, iría a clase y acabaría con la mirada.
Continuaría mi día como si nunca hubiera sucedido.
Pero hay algo en ese tono suave pero firme que me resulta familiar.
famil iar.
La sigo hasta el final del pasillo. Mi mano presiona con cuidado la puerta del
auditorio. Estos viejos cabrones crujen cuando respiras sobre ellos.
Varias filas de asientos vacíos de tela roja llenan el teatro. Todas las luces que
normalmente iluminan el escenario están apagadas excepto un único haz.
Se proyecta desde el balcón sobre el escenario de madera oscura, sin dejar ver
en ninguna dirección más que lo que alcanza la luz.
Sólo está ella.
Está sola, ella y la luz, con esta
e sta falda escolar a cuadros que hace que sus piernas
parezcan recorrer kilómetros.
En silencio, me acomodo en uno de los asientos del fondo, me reclino y me saco
el porro recién enrollado de detrás de la oreja. Lo enciendo con la cerilla,
procurando que mis movimientos no molesten a la actriz.
—¡Caramba, casi había olvidado lo fuerte que eres, John Proctor! —dice con
seguridad, con los ojos muy abiertos y algo soñadores, como una mujer
enamorada.
Decir que es una buena actriz sería quedarse corto, porque pensaba que era
imposible que Sage Donahue pareciera tan enamorada.
Hace una pausa para que su coprotagonista imaginario diga su frase antes de
que su cuerpo se mueva y continúe.
—Oh, sólo se ha vuelto tonta de alguna manera —se ríe literalmente.
Odio el teatro, y creo que he estado dentro de este quizás dos veces, pero no
habría mucho que me moviera de este asiento.
Sacude la cabeza con agresividad, como si su compañero hubiera dicho algo que
no soportara oír. Me inclino hacia delante en mi asiento y entrecierro los ojos
para ver las lágrimas que brillan en su pálido rostro.
—¡Busco a John Proctor que me sacó de mi sueño y puso conocimiento en mi
corazón! Nunca supe lo que era el fingimiento de Salem, ¡nunca supe las
lecciones de mentira que me enseñaron todas esas mujeres cristianas y sus
hombres pactados! —escupe, su voz chisporrotea de emoción, como una mujer
traicionada y dolorida.
—Me querías, John Proctor —Se acerca al frente del escenario, los ojos
suplicantes sin siquiera pronunciar las palabras—. ¡Y sea cual sea el pecado me
amas todavía!
Inhalo, el humo intenta hacerme toser, pero me contengo, apoyando el porro en
los labios mientras levanto las manos.
—¡Bravo! —grito, aplaudiendo despacio, resonando en la habitación que, por lo
demás, está llena de silencio—. Menuda actuación.
Se queda paralizada, atrapada en el acto de ser algo más que la abeja reina por
la única persona a la que no puede mandar.
Me levanto del asiento y avanzo por el pasillo hacia la parte delantera del
escenario con pasos pesados.
—¿Qué ha sido eso? —Pongo las manos en el escenario y me elevo hasta quedar
en la sombra mientras ella sigue mirándome desde el foco —. ¿Romeo y Julieta?
Tarda un momento en darse cuenta de lo q que
ue está pasando. La chica
chica vulnerable
que parecía estar disfrutando en este escenario se retira, y sale su protectora.
Todos nos convertimos
c onvertimos en algo aterrador para proteger nuestro verdadero yo y
a nuestros seres queridos.
Veo su máscara. Y estoy cansado que se la ponga cuando está cerca de mí.
Quiero ver el horrible dolor que hay debajo. Las cicatrices secretas que cubre,
los monstruos que devoran su carne. Son reales, y la vida es demasiado corta
para centrarse en lo falso.
—¿Qué haces aquí, Rook? —dice, doblando las páginas del libro en su mano
hasta cerrarlas, agitándolo para barrer el humo lejos de ella —. ¡No puedes fumar
aquí! Es un maldito peligro de incendio.
—Seamos sinceros, Sage. Soy un peligro de incendio —bromeo, pero no hace el
efecto que quería.
Un público duro.
—Hagamos como si no me hubieras visto aquí —murmura, se coloca un mechón
de cabello detrás de la oreja y se dispone a marcharse.
—Ah, ah, ah —empiezo—. No tan rápido. ¿Qué estabas haciendo? —Mi cuerpo
bloquea el suyo desde los escalones, impidiendo que se vaya.
—Realizando una cirugía a corazón abierto —dice—. ¿Qué te parece, idiota?
Chasqueo la lengua y vuelvo a inhalar profundamente la hierba antes de
apagarla con mis pantalones.
—No te habría tomado por una friki del teatro.
—No me llames así —sisea, apuntándome con sus uñas rojo oscuro—. Si le
cuentas a alguien lo que has visto, te arrepentirás, Pyro.
La testosterona me llena. El reto que me plantea es casi demasiado para mí. ¿Me
está amenazando? ¿Cree que puede hacerme lo que hace con los demás?
¿Cortarme el rollo con palabras amenazadoras?
Aparentemente, no se ha enterado de con quién está trabajando aquí.
—¿Sí? ¿Qué vas a hacer al respecto, FT?
FT. Me gusta. Friki del teatro. Se siente como un pequeño secreto en la parte
superior de un secreto que podría colgar sobre su cabeza.
Hace una pausa, intentando pensar qué podría decir para asustar a alguien
como yo y hacer que guarde silencio. Disfruto viéndola buscar algo, cualquier
cosa que pueda usar contra mí en esta
e sta situación.
—Ese es el problema. No tienes nada sobre mí. No tienes rumores, ni secretos,
nada que derramar sobre mí. Y ese es tu único poder en este lugar. Sin eso, no
color azul
está en no es tan
averiguar duro,
si todo pero
esto es siguen brillandoocomo
un espectáculo si estállamas
siendodesincera.
gas. El truco
—Bueno, tengo el anillo, y estoy de rodillas, así que... —Sonríe, asintiendo con
la cabeza.
Había estado impecable toda la noche. Mantuve la compostura, hice lo necesario
para pasar la cena, ¿pero esto? Esto es demasiado, incluso para mí.
—Tenemos dieciocho años, East. Ni siquiera hemos te terminado
rminado eell instituto. No
creo que este sea el... —Aprieto los dientes, se me escapa una risita nerviosa—,
el momento adecuado para esto.
—Nena, vamos. —Ignora todas mis señales de advertencia—. Hemos estado
juntos desde la secundaria.
secundaria. Esto no es gran cosa.
Entonces me toma la mano y la acerca a su pecho para ponerme el anillo en el
dedo, pero yo se la quito de un tirón como si hubiera intentado quemarme.
—Mamá, papá, no puedo —Miro a mis padres, observando sus rostros, viendo
la verdad frente a mis ojos en grandes, audaces y parpadeantes luces de neón.
—Sabían que esto iba a pasar hoy, ¿verdad? —Me dirijo hacia ellos, desviando
la mirada hacia los padres de Easton. Su madre parece nerviosa, y su padre
parece molesto por mi falta de entusiasmo.
—No puedo hacer esto ahora. No puedo hacerlo. Lo siento. —Mis palmas se
clavan en la mesa del comedor mientras me empujó hacia atrás, y el vómito se
asienta en mi garganta.
Casi me caigo cuando me levanto, me tiemblan las piernas, pero no me voy a
quedar aquí. No me voy a quedar aquí.
Esto no puede estar pasando ahora. ¿He interpretado tan bien este papel que
me he encontrado en esta situación? Queda todo un año de escuela, esto no
debería pasar tan pronto.
Habría podido decir que no sin problemas en la graduación, pero ahora no
puedo. ¿Por qué iba a hacerlo? Todo el mundo piensa que eestamos
stamos obsesionados
el uno con el otro, ¿no debería ser feliz?
Mis tacones ahogan el ruido de las sillas moviéndose y las voces alzadas, todas
menos la de Stephen, que pone la bala en mi ataúd.
—Será mejor que resuelvas esto, Frank. Teníamos un trato. No olvidemos que
tú necesitas esto más que yo.
Mis manos tiran de la puerta principal y doy gracias por haber conducido hasta
aquí esta tarde. El aire fresco casi me sienta peor. Estoy desesperada por salir
a la superficie, pero parece que todos se empeñan en mantenerme bajo el agua.
—Sage, detente —La voz de mi padre me obliga a hacerlo, como si me agarrara
de la nuca y me sujetara allí para morir.
Giro, la grava de la calzada cruje bajo mis pies.
—¡Me has engañado con esto! —acuso—. Mamá, no me habría sorprendido,
¿pero tú? Siempre has sido sincero conmigo.
La relación con mi padre no es muy buena. Hablamos de su trabajo y de la
escuela. No somos la viva imagen de una relación padre-hija, pero, como ya he
dicho, nunca me ha mentido.
Ni una sola vez.
Siempre ha sido brutalmente honesto en todo.
—Estamos arruinados —dice, pasándose una mano por el cabello canoso antes
de arrastrarla por la cara en señal de frustración —. En la quiebra. No tenemos
nada.
Arrugo las cejas.
—¿Y eso tiene algo que ver con mi compromiso a la madura edad de dieciocho
años?
—¡No tenemos dinero, Sage! —grita antes de darse cuenta de que todavía hay
gente dentro que podría estar escuchando y baja el tono —. No nos queda nada.
La única razón por la que podemos pagar la hipoteca es gracias a Stephen. Lleva
años
para financiándome comodealcalde.
sobrevivir. Estuvo acuerdo¿Pero
en ahora? Es dinero
continuar que estamos
la financiación usando
siempre y
cuando tu relación y la de Easton terminara en matrimonio
matr imonio
—¿Qué? ¿Por qué? Eso ni siquiera tiene sentido. A Easton no le faltarían
relaciones si le dijera que no.
—Stephen sabe lo que Easton necesita, y eso eres tú. Quiere que esté con
alguien... —Lo alarga, tratando de encontrar las palabras.
—Alguien a quien cree poder controlar —termino, negando con la cabeza con
incredulidad.
—No, no es...
—¿Cuánto hace que hiciste este trato? —Interrumpo.
Yo fui la que sacó el extremo corto de este palo. Todos los que estaban en esa
casa lo sabían y me dejaron fuera
fuer a en pleno invierno, con el culo desnudo.
Lo habían hecho a mis espaldas, quitándome el control.
Cuando no contesta, lo digo más alto.
—¡Cuánto tiempo!
—Hace cua-cuatro años. Tu madre y yo pensamos que era la voluntad de Dios
que acabaran saliendo, ¡que esto no sería un problema, Sage! Son jóvenes y
están enamorados; ¿qué hay de malo en estar prometidos, en casarse cuando
se está enamorado?
Le miró fijamente a los ojos, al mismo azul que se arremolinaba alrededor de
mis propios iris, y no puedo creer que yo haya sido creada a partir de alguien
así. Que esas dos personas hayan sido las que me hicieron. Que incluso yo, tan
joven como soy, sé que nunca haría esto a mis propios hijos.
Que esto, por más que lo giren o lo disfracen como lo disfracen, es otro agravio
que me han hecho.
—¡Cuál es tu problema! —grito—. ¡Merezco poder elegir! ¿Y si Easton me pega?
¿Y si no quiero casarme? ¿Y si no le quiero? Aun así me obligarías a casarme
con él, ¿verdad?
Las lágrimas corren por mi rostro y noto cómo el rímel me resbala por las
mejillas. Todo se desmorona, y lo peor es que a ellos les da igual.
Mi padre está ahí de pie, mirándome sin un ápice de arrepentimiento, dolor o
herido. Solo frustración y ansiedad porque no le estoy diciendo lo que quiere
oír.
Que ya no estoy interpretando el papel.
—No te importa, ¿verdad? —Toso, alejándome
alejándome de él y acercándo
acercándome
me a mi auto.
—Me importa, Sage. Quiero una buena vida para ti, y Easton puede
proporcionártela, pero...
Las olas suben, las criaturas de las profundidades roen mis piernas y eempiezan
mpiezan
a subir. Cuando te ahogas, tus instintos te dicen que des patadas, que saltes,
que hagas lo que sea porque estás desesperado por llegar a la superficie.
Me quedo quieta, dejando que ocurra.
—Si dices que no, entonces haré que Rose lo haga. Y sabes que lo hará. Rosie
tiene el corazón blando, no es calculadora como tú. Lo hará porque te quiere y
no quiere verte infeliz. Igual que sé que si quieres a tu hermana, no le harás lo
mismo a ella. Rose no sobrevivirá en un estilo
e stilo de vida así, pero tú, Sage, puedes
prosperar en él —La forma en que lo dice es tan tranquila, como si hubiera
practicado este discurso en el espejo. Como si este hubiera sido el plan todo el
tiempo.
Todo está ardiendo.
ardiendo.
Mis oídos, mis pulmones, mi piel.
Estoy fuera, pero me falta oxígeno.
Agarro el pomo
que necesito de de
salir la puerta
aquí. de mi auto. No tengo ni idea de adónde iría, pero sé
Abro la puerta del auto y meto las llaves en el contacto. Justo antes de cerrar la
puerta, miro a mi padre.
—Te odio —grito—. Te odio por usar en mí contra lo único que me importa en
este pueblo dejado de la mano de Dios. Jodidamente te odio —Me enfurezco.
Piso a fondo el acelerador, el velocímetro sube mientras me como la grava bajo
el auto, sin importarme si alcanzo una velocidad demencial y vuelco este
cacharro o lo envuelvo contra un árbol.
La muerte parece más fácil que esto ahora mismo.
Tiro del cuello de la camisa, abro los botones y me rasco la garganta mientras
intento recuperar el aliento. Me duele el pecho mientras la realidad de mi vida
me abre en canal con una hoja sin filo. Los pinchazos en los pies casi me
distraen del palpitar dentro de mi cerebro.
Llevaba teniendo episodios de este tipo desde la escuela secundaria, y una vez
utilicé el ordenador del colegio para buscar en Google mis síntomas porque
pensaba que estaba embarazada, solo para descubrir que se llamaban ataques
de pánico.
Se
Me detiene
mira el bruscamente, se baja
rostro, fijándose en miderímel
la moto y se yencuentra
corrido conmigo
mis ojos llenos de en medio.
lágrimas.
Algo cambia en su lenguaje corporal, que pasa de la satisfacción a la tensión.
—¿Qué hizo?
La forma en que se desplaza más hacia mí, examinando los contornos de mi
rostro. Vuelvo a ver de cerca esos ojos a los que todo el mundo teme.
Resulta casi poético ver cómo los bordes exteriores son de un verde puro, como
la tierra nueva, pero a medida que uno se acerca, la parte interior es un estallido
de fuego ámbar, que se arremolina y devora el verde, todo en espiral hacia una
sólida pupila negra.
Y eso es lo que vio Lucifer cuando fue expulsado del Cielo. El verde de nuestro
planeta antes de entrar en las llamas del Infierno. La historia detrás del
catastrófico apodo de Rook se relaciona cada vez más con él.
Sé que se refiere a Easton, y esa es la última persona del mundo de la que quiero
hablar ahora mismo. Intento reírme y me limpio el rostro.
—No, no, no es nada de eso. Yo-
—¿Entonces para qué mierda estás aquí?
Me sorprende la dureza de su voz, la forma en que atraviesa mi intento de ocultar
mi dolor, haciendo trizas mi fachada.
¿Hice algo mal? ¿He hecho algo para que se enfade?
¿Me equivoqué al venir aquí?
Suspiro, encogiéndome de hombros.
—Buscando un cambio de ritmo, supongo —Ofrezco una pequeña sonrisa
bromista, con la esperanza de que podamos pasar por alto la razón por la que
estoy aquí.
De todas las personas a las que acudir en esta ciudad, vine a buscarle a él.
—La verdad —me exige, igual que hizo en el teatro, negándose a dejarme
marchar sin robarme una parte de mí que nadie consigue.
—¿La verdad? Creo que no se la he dicho a nadie en mucho tiempo —digo,
sabiendo que no me dará nada a menos que sea sincera con él.
Mi corazón se agita dentro de su jaula, un animal salvaje cansado de estar
encerrado entre las paredes de mi propio pecho, dispuesto a enseñar los dientes,
a mostrar al mundo de qué está hecho.
Cuando no dice nada, sólo me mira expectante
e xpectante y le da otra calada a su cigarrillo,
le digo lo que necesita oír.
La verdad.
—Porque te necesito —Mis palabras se quedan atrapadas en una ráfaga de
viento mientras los motores rugen detrás de mi cabeza. Mi cuerpo
cue rpo empuja hacia
arriba desde el fondo de la superficie, emergiendo del agua con una bocanada
de aire mientras continúo.
—Necesito que me ayudes a quitarme la máscara. Eres la única persona que
conozco que no se esconde del mundo. Ardes por ello. Este lugar, me está
comiendo viva, convirtiéndome en una persona que no reconozco. Muéstrame
anarquía, muéstrame algo violento —Sacudo la cabeza, necesitando sentir esa
huida—. Muéstrame todas tus verdades,
ve rdades, Rook. Y yo te mostraré las mías.
Sus ojos se convierten en un infierno, ardiendo tan brillantes, tan verdes, que
hipnotizan.
—¿Quieres quitarte la máscara? —Agarra su casco y lo empuja hacia mí, el frío
material presionándome el estómago —. Entonces llévame al lugar que más odias
en el mundo, y te enseñaré cómo hacer que se ahogue con las cenizas de la chica
que dejaron arder.
Rook
Había visto mucha mierda cuando estaba drogado.
Sage Donahue saliendo de una licorería con una botella de vodka con sabor a
fresa le ganaba a cualquiera.
Se había desmaquillado en el baño de una gasolinera, los ojos de mapache lejos
de la vista, dejando al descubierto hasta la última de sus pecas color canela. El
resplandor de las luces artificiales rebotaba en su piel.
Esto era una completamente nueva, Sage. Una que, por mucho tiempo que
había vivido en Ponderosa Springs, nunca había visto antes.
Bonito veneno, Rook.
Una criatura hecha para el engaño. Hecha para matar.
Cuidado, me recordé a mí mismo.
El trayecto hasta la casa del lago de su familia fue rápido, teniendo en cuenta
que iba pegada a mi oreja, ronroneando: “Más rápido, más rápido, más rápido ”.
Pero los momentos parecían pasar volando porque lo único en lo que podía
concentrarme era en la carretera y en cómo la sentía envuelta contra mí.
Sentada en la parte trasera
t rasera de mi moto, con los brazos agarrándome tan fuerte
que podía sentir sus uñas clavándose en mi sudadera. La burla de su fuerza
contra mi abdomen tonificado me hizo agua la boca ante la perspectiva del
dolor.
Cuando llegamos a la entrada de la casa frente al lago, supe lo que iba a ocurrir.
Hay una razón por la que me trajo aquí. La pregunta es, ¿por qué este lugar?
¿Qué significa para ella?
Sage se había bajado de la moto, pidiéndome que empezara, mencionando algo
sobre el baño antes de desaparecer dentro, dejando la puerta abierta para que
la siguiera.
Me muevo en piloto automático. Mis acciones son las que he hecho muchas
veces antes, la compulsión supura en mis manos crispadas mientras me pongo
a trabajar. Los pasos están calculados; soy un cirujano experto trabajando
cuando abro la cremallera de mi bolso y saco la jarra de gasolina, el líquido para
encendedores y las cerillas de otras marcas. Nunca mis Lucky Stripes.
Es una pena, la verdad. La mansión de dos pisos parece genial para unas
vacaciones familiares. Todos los muebles caros, la vajilla, las fotos
cuidadosamente colocadas,
colocadas, todo se hará humo en
e n la próxima media hora.
Quemando lugares con fantasmas. Con recuerdos. Algo con sustancia: todo eso
es mi talón de Aquiles, ver cómo todos esos recuerdos suspendidos explotan en
un estallido de bruma anaranjada, sucumbiendo a nada más que cenizas que
se hundirían en el suelo.
decir
cuelloque
de laelbotella
sol podía
y la atravesar tanto
sujeta entre las las nubes —Se ríe, agarra de nuevo el
piernas.
Hacía mucho tiempo que no oía a nadie hablar de los buenos recuerdos de la
infancia. Hacía aún más tiempo que no sabía lo que se sentía.
Me había convertido en un extraño
e xtraño para mi propia crianza.
Hay veces que recuerdo ver a mi madre podar las rosas del jardín y cómo sabía
su limonada después de que yo me pasara el día corriendo por el patio. O el olor
a pan recién horneado en la cocina y el sonido de las rrisas.
isas.
Los recuerdo, pero es como si le hubieran ocurrido a otra persona.
Como si fuera un fantasma en el hogar, observando a mi yo joven, sin
experimentar nunca realmente esos momentos de alegría.
Ahora, ni siquiera parecen reales. Espejismos que inventé para que mi mente
consciente pudiera lidiar con mi vida hogareña actual.
—Cuando entramos, riéndonos, borrachas de sol, felices, mi madre nos miró
como si hubiéramos cometido traición —Extiende el brazo y señala el agua
sombría, con el ceño fruncido—. Decía: '¡Chicas! Las mujeres pagan millones
para que les curen las arrugas y la piel flácida por exponerse demasiado al sol.
Arruinan esa piel tersa. Y Sage, tú lo sabes bien. La piel de Rosie se va a poner
morena mañana y tú vas a parecer un tomate gigante durante semanas'.
—Así que tuve razón todo el tiempo. Tu madre es una perra.
—Ella lo es. Siempre lo ha sido —Sage se ríe, asintiendo con la cabeza. Se
tranquiliza y continúa—. Esa fue la primera vez que recuerdo haber sentido
celos de mi hermana. La primera vez que esa cosa verde y fea me hizo enfadar
con alguien a quien siempre he admirado.
La dejo hablar libremente, escuchando sus palabras mientras se desahoga y al
mismo tiempo se llena de licor.
—Los celos no hicieron más que crecer con los años. Después de lo que pasó
aquí, después de lo que le dejaron hacerme cuando se apagaron todas las luces
y se acabaron las fiestas, me volví mala y rrencorosa.
encorosa. Una vez le puse chicle en
el cabello mientras dormía. Cubrí sus zapatillas de barro. Dije cosas horribles,
todo el tiempo pensando por qué era a mí a quien él tocaba. Por qué pasó de
largo de su habitación, sólo para colarse en la mía —Su voz se ahoga en lágrimas
que no deja caer, negándose a ser tan vulnerable conmigo.
—Fue un círculo vicioso que me llevó hasta este punto de odiarme a mí misma.
En lugar de desear que nunca nos hubiera pasado a ninguna de las dos, estaba
furiosa de que no le estuviera pasando a Rose. Envidia de que ella fuera tan
felizmente inconsciente y feliz. Dios, ¿qué tan horrible es eso? ¿Qué tan horrible
soy?
Mis dedos se aprietan alrededor del Zippo en el bolsillo de mi sudadera al pensar
en una niña inocente condicionada a odiar a su otra mitad, acicalada y
profanada cuando sólo era una niña. Aunque no soy quién para hablar de
buenas acciones o decencia humana, hasta yo sé lo repugnante que fue. Lo
jodidamente repugnantes que son sus padres por permitirlo, por no estrangular
a ese hijo de puta con sus propias manos.
Sage vive una vida sin justicia. Sola.
—Amo a mi hermana, Rook. Sé cómo me sentí, lo que le hice estuvo mal, y haría
cualquier cosa en el mundo para retractarme. Haría cualquier cosa para
protegerla de que algo malo vuelva a suceder, para protegerla de nuestros
padres, de mí...
—No te compares con ellos —interrumpo, mirándola—. Tú eras una niña.
Se encuentra con mi mirada, con el cabello alborotado y anudado por el viaje en
moto hasta aquí.
—Pero ahora no.
—Y todavía hay tiempo para ser diferente, hacer las paces. Rose te ama, defiende
cada una de tus respiraciones. Ahí no hay puentes quemados —le digo.
Nunca les habíamos visto discutir en persona, aparte de en la cafetería, pero
incluso cuando Alistair hacía un comentario sarcástico sobre que Sage era una
zorra, Rose le arrancaba la cabeza.
Son gemelas, después de todo, no importa el dolor que perdure entre ellas.
—No sabría cómo ser diferente. Aquí no. Aquí siento que me ahogo
constantemente, que me asfixio justo debajo de la superficie. Estoy bajo este
lago gritando que alguien me ayude, que alguien me salve, y todos se sientan en
el muelle. Observándome.
La tensión me corroe, dispuesto a darle este pedacito de venganza por los
crímenes cometidos. Listo para destrozar esta casa y todos sus malos
recuerdos.
Tal vez entonces sea capaz
capaz de nadar hasta lla
a superficie.
Con un suspiro, se levanta y las piernas le tiemblan al intentar mantenerse en
pie. La agarro por la cintura mientras me levanto de mi asiento y la sujeto
su jeto para
que no se ahogue en el lago.
—Tranquila. El alcohol no convierte a la gente en las criaturas más coordinadas
coordinadas
del mundo, ya sabes.
La suavidad de su cuerpo se siente extraña bajo mis firmes manos. No se parece
a nada que haya sentido antes. Claro, he tocado a mujeres, pero todas eran
transeúntes buscando obtener su billete, allí por el
e l bien de decir: “Me follé a un
Hollow Boy”.
Puedo sentir realmente a Sage bajo mis palmas, respirar su aliento perfumado
a fresa, contar las pecas de sus mejillas. Para ser una chica que eell mundo creía
de plástico, Dios, es tan real.
—No creo que haya hablado tanto de mí o de mi pasado en, bueno, en realidad
nunca —Se ríe—. Esto parece un confesionario. Creo que has perdido tu
vocación, Van Doren. Deberías haberte hecho cura.
—Bueno, tengo malas noticias para ti, friki del teatro —Mis manos se crispan
por una razón diferente de repente, mi agarre se aprieta sobre ella —. Estás
confesando tus verdades a Lucifer. Quién sabe lo que haré con ellas.
Sus ojos son tan jodidamente azules que juro por Dios que brillan, la inclinación
de su cabeza deja al descubierto su cuello mientras el viento le atrapa el cabello.
Me muerdo el labio inferior, con pensamientos silenciosos y sucios subiendo por
mi espalda.
Me gustaría dejar ese cuello morado de marcas. Esa piel roja con la huella de
mi mano. Su interior temblando, lleno, consumido por mí y sólo por mí. La haría
correrse mientras gritaba pidiendo clemencia, suplicando que el placer se
detuviera porque era demasiado.
—Tú les crees, ¿verdad?
¿verdad? ¿A toda la gente
gente que te llama El Diablo?
Diablo?
Chica lista, intentando de cambiar las tornas hacia mí.
—Cuando te dicen las cosas tan a menudo, aunque no sean verdad, empiezas a
creértelas —Levanto la mano y le empujo un mechón de cabello detrás de la
oreja—. No te equivoques, Sage. No soy una buena persona. Será bueno que lo
recuerdes.
No soy un caballero de brillante armadura ni un dulce hombro sobre el que
llorar.
Yo podría ser su ajuste de cuentas, ayudarla a buscar venganza, incluso
mostrarle cómo se siente el dolor mezclado con placer, pero no soy el hombre al
final de su felices para siempre.
El fuego que nunca se apaga
Sage
No puedo dejar de pensar en él.
Mientras preparaba el desayuno, me quemé el dedo en la tostadora, pensando
en su tacto.
En la ducha, cuando cierro los ojos, veo su cara. Mandíbula cuadrada, media
melena, ojos vidriosos que a los demás les parecían sin vida, pero que para mí
encierran mucho más.
Cuando Easton me ha puesto hoy el anillo de diamantes en
e n el dedo, he pensado
en él arrancándomelo con cara de asco.
Sólo puedo pensar en lo terriblemente jodida que estoy porque sólo puedo
pensar en Rook Van Doren.
Debería estar pensando en un plan de escape, una manera de salir de este
matrimonio arreglado, uno del que no había sido informada. Uno en el que no
pude opinar, porque no puedo dejar que le hagan esto a Rose.
El único favor que Easton o su familia están dispuestos a hacerme es
mantenerlo en secreto hasta después de la graduación. El acuerdo está hecho,
pero esperaremos a anunciarlo para darme un poco más de tiempo.
Hacía dos noches que me picaba el gusanillo de tocar el cabello de Rook,
clavando las uñas en los deliciosos mechones castaños y tirando un poco, sólo
para ver si le gustaba.
No debería estar pensando en él, no así, no cuando sé que no puedo darle un
futuro. Diablos, no podré darle nada con esta joya en mi dedo.
Pensar en él sólo me llevará a cosas malas, lo sé, pero pensar es todo lo que
tengo.
Imaginar es todo lo que puedo conseguir.
En la vida real, tengo que seguir ignorándole. Lo cual es fácil teniendo en cuenta
que no tiene mi número de teléfono, pero en la escuela, Dios, es difícil evitarlo.
Cuando siento su presencia en el pasillo, me meto en el aula más cercana, corro
en dirección contraria, me escondo detrás de las puertas.
No quiero que me vea porque no quiero decirle la verdad.
Los
casa,gritos
y midecabeza
alegría cae
rebotan trasasientos
en los la puertareclinables
cerrada dede
nuestra
cuero sala de cine
negro, con en
la
esperanza de que, si presiono lo suficiente, desapareceré en su interior.
Lo último que quiero hacer esta noche es
e s organizar una fiesta de Halloween. Por
suerte para mí, Lizzie y Mary están compensando mi ausencia. Ni siquiera
quería organizarla, pero cuando mis amigas se enteraron que mis padres
estarían fuera de la ciudad con Easton y su padre, me rogaron que usara mi
casa.
Me quedé el tiempo suficiente para posar en Facebook e Instagram, pero
enseguida desaparecí en esta habitación del fondo de la casa. Está casi todo
tranquilo y sé que nadie vendrá a buscarme aquí.
Mi desgastado guion de Sueño de una noche de verano necesita un poco de
cariño, pero he hojeado tanto estas páginas que no hay mucho que pueda hacer
por ellas en este momento.
Feliz Halloween para mí.
Las luces de la habitación empiezan a parpadear y resuena el sonido del
interruptor. Entrecierro los ojos y miro a la puerta, confusa por saber quién va
a entrar aquí.
—Me has estado ignorando, FT.
Casi grito al oír su voz, una parte de mí piensa que es producto de mi necesitada
imaginación, hasta que mis ojos lo ven apoyado en el marco de la puerta.
No estaba segura de cuándo las viseras planas y las camisetas Thrasher se
convirtieron en algo que me atraía, pero está ocurriendo. Se trata menos de la
ropa y más de cómo la lleva.
Mechones de su cabello se asoman por debajo de la gorra, los brazos al
descubierto y mostrando sus impresionantes venas que probablemente hagan
que las enfermeras se desmayen.
—¿Qué haces aquí? —siseo, levantándome bruscamente para asegurarme que
nadie le ha visto entrar en la habitación. Casi me había olvidado de mi disfraz
hasta que me está comiendo con la mirada.
m irada.
—Silas está fuera follándose a tu hermana en alguna parte. Tengo unas horas
libres antes de reunirme con Thatch y Alistair. No quería perderme tu fiesta. Me
entristece no haber recibido una invitación —Ladea la cabeza, burlándose de
mí.
—No puedes estar aquí. No pueden vernos juntos —insisto, esperando que capte
la indirecta y facilite las cosas.
Vete, vete, vete, suplico en silencio. Vete antes de que esto empeore.
—¿Ah, sí? ¿Por qué? —No puedo evitar observar cómo su cerilla recorre sus
labios rosa oscuro.
—Sabes por qué, Rook. Escucha —Me quito el tocado de la cabeza—. La otra
noche estaba disgustada y me emborraché mucho. Dije algunas cosas que...
—No. —Se empuja del marco de la puerta—. No vas a hacer eso.
—¿Hacer qué? ¿Decirte la verdad? ¿No es eso lo que quieres? No puedo ser vista
contigo, no tienes idea del daño que hará. Lo arruinará todo.
—No vas a sentarte ahí y fingir que no viniste a mí la otra noche, llorando, rota,
buscando ayuda. Ni tu novio, ni tu amiga, ni siquiera tú jodida hermana...
viniste a buscarme. No puedes fingir que no me prometiste todas tus verdades.
No hay forma de volver a ponerse la máscara cuando ya he visto lo que hay
debajo.
Tengo el corazón en la garganta, obstruyéndome las vías respiratorias con
violentos latidos. Sé que tiene razón, pero Dios, si Easton se entera... ¿si su
padre se entera? Se desataría el infierno.
—Eso no importa. Sé lo que hice. Fue cosa de una sola vez. Si alguien se entera,
—Cierra la
cerrando malditadepuerta
la puerta la sala al
de menos —murmuro,
cine, que haciéndome
nos envuelve en una luz atenue.
un lado y
Se siente como en casa, se deja caer con un ruido sordo mientras ocupa mi
asiento original y agarra mi guion, hojeándolo.
—¿Y de qué se supone que vas disfrazada? ¿La mujer de Hugh Hefner?
Miro mi atuendo. El ceñido vestido de cuero negro y las mallas a juego
desprenden un aire de conejita de Playboy, pero la cruz que llevo al cuello y el
tocado que me he quitado lo hacen bastante evidente.
—Soy una monja. Liz es un demonio, y Mary es un ángel.
—¿No hay un sacerdote que te mantenga en orden? —Enarca una ceja y sonríe
mientras aparta la vista de las páginas.
—Era la actuación de Easton, pero está fuera de la ciudad con su padre.
Camino delante de él y luego tomo el asiento contiguo, asegurándome que haya
mucho espacio entre nosotros.
—¿Por qué no me sorprende que fuera a interpretar el santurrón?
Resoplo, intentando no reírme pero asintiendo sin pronunciar las palabras.
—Déjame adivinar, ¿vas vestido de imbécil? —pregunto, haciendo coincidir su
ceja levantada con una mía. Me tomo un segundo para mirar su atuendo de
arriba abajo.
Con maldad, se pasa la lengua por los dientes superiores, se lleva los dedos
índice a la cabeza y los mueve.
—Nacido con cuernos, FT, nacido con cuernos.
Intento no mirar demasiado mientras se quita la cerilla de la boca y toma el
porro enrollado de detrás de la oreja. Como por arte de magia, enciende el
extremo rojo de la cerilla con los dedos, algo que estoy
e stoy segura que ha practicado
durante años en su habitación antes de conseguirlo.
El humo sale de la punta al inhalar, su pecho se expande al llenar los pulmones,
el resplandor naranja arde con fuerza.
El olor de la hierba impregna mis sentidos, atrevido y fuerte. Siempre me habían
dicho que huele mal, pero es todo lo contrario. Huele floral y lleno de cítricos,
haciendo que me cosquillee la nariz y se me haga agua la boca por una comida
que no existe.
Espesas nubes de humo caen de sus labios al soltarlo, el humo blanco se filtra
hasta lo alto de la habitación.
—¿Has fumado alguna vez? ¿O sólo te limitas al vodka de fresa? —su voz es más
ronca, más atrevida, pero se siente suave contra mi piel.
—Nunca lo he probado, pero no me opongo. Sólo que nunca he tenido la
oportunidad.
Con movimientos lentos, me mira y se lleva el porro a la boca mientras me señala
con el dedo.
—Ven aquí.
Este es mi último pecado. La serpiente que atrae a Eva al Jardín del Edén para
que pruebe el fruto prohibido. Simplemente no puedo decir si Rook es la
serpiente o la fruta, tal vez ambas cosas.
Hay una razón por la que lo estaba evitando. Sabía que sería malo que
volviéramos a estar juntos. Había bajado la guardia, todos mis muros, y ahora
no tengo defensas contra él o de su mirada que parece atraerme.
Sabía que estar cerca de él me haría sentir bien, igual que en la casa del lago.
Que no querría ser la Sage que todos ven. Sólo querría ser yo.
Culpo a mis hormonas, a mi curiosidad y a cualquier deidad que haya bendecido
a Rook Van Doren con la cara
car a de un ángel y eell cuerpo de un dios.
El cuero gime cuando me acerco y nuestras rodillas chocan. Suponer que estaba
lo bastante cerca fue un error. En cuanto estoy a su alcance, me pasa un brazo
por la espalda y me sube a su regazo.
—¿Qué mierda estás haciendo? —Presiono las palmas de las manos contra su
pecho para despegarme de su cuerpo, pero su brazo se queda trabado alrededor
de mi cintura, presionando hacia abajo para que mi culo se clave en su regazo.
—Siéntate —ordena—. Cuando sople, abre esos bonitos labios, ¿ok, muñeca?
El agarre se afloja y mis caderas se relajan. Su mano recorre mi cuerpo, las
yemas de sus dedos rozan mis mallas, sub
suben
en por mi costado, me
me recorren como
fantasmas. Mantengo los ojos fijos en los suyos mientras me pasa la mano por
el cabello para agarrarme la nuca.
Da una calada, mantiene el humo dentro de su pecho y utiliza su agarre para
acercarme a su cara. Me muevo poco a poco, como un granito de arena
suspendido en un reloj de arena.
Veo una cicatriz en su labio superior y mi lengua lame el mismo lugar de mi
boca.
Sus labios se fruncen, una corriente de humo los atraviesa. Mi cuerpo actúa por
sí solo, abriéndose como él me dijo. Flotamos uno encima del otro, tan cerca que
casi puedo imaginarme cómo sería su beso. Soy tan consciente de lo cálido que
es, de lo ancho que se siente bajo mis caderas.
Mientras tanto, nos observamos mutuamente.
En cada cambio, en cada estremecimiento, nos respiramos mutuamente.
El humo empieza a llenarme la boca, y los pulmones me escuecen por la
intrusión mientras inhalo hasta que él termina. Lo retengo dentro hasta que no
puedo más, y entonces suelto una nube que envuelve su cara como niebla.
Siento un intenso impulso de apartarme y toser, pero los labios de Rook están
tan cerca, su mano me mantiene firme como si supiera que voy a intentar
apartarme de él. Pasa un rato antes que se lleve el porro a los labios con
movimientos perezosos.
Esto se llama shot-gunning5. Lo había visto en películas y una vez en una fiesta,
pero nunca supe que pudiera sentirse tan bien.
Cómo un acto tan simple, algo descrito como vulgar, puede estar cargado de
tanta tensión.
Nos sentamos a continuar el proceso, una y otra vez.
Y no puedo recordar una sola vez que me haya sentido tan despreocupada.
de spreocupada. Todo
Todo
en lo que estoy concentrada es en cómo se siente, cómo huele,
hue le, cómo se ve. Estoy
envuelta en el pequeño mundo de Rook, y no quiero irme.
Toda mi vida había girado en torno a relaciones inventadas que apenas
arañaban el nivel exterior de lo que soy. Vivía en un mundo superficial, como
Barbie atrapada en su caja de plástico.
Hasta esto. Hasta él.
6 La revista Thrasher es algo así como los Ramones, que vendían más camisetas que discos.
discos . De hecho probablemente haya algunos
despistados que piensen que ambas cosas son marcas de ropa
Mis uñas se clavan en su camisa.
—No podemos decírselo a nadie —termino, intentando levantar las caderas
hacia su tacto.
—Entonces será nuestro pequeño y sucio secreto —respira contra mí mientras
sus dientes me agarran el labio inferior.
Me rindo, me entrego. Siento que mi cuerpo se calienta de necesidad, deseando
algo más que sus hábiles dedos. Se me hace un nudo en la garganta cuando su
pulgar me presiona el sensible capullo con círculos perezosos que hace que los
dedos de mis pies se curven.
Presiono mis manos más allá de sus hombros, sujetando su cuello.
—¿Puedes hacer eso, Rook? ¿Puedes mantener la boca cerrada y ser mi pequeño
y sucio secreto?
Me agarra con fuerza por detrás de la cabeza y junta nuestros labios, sellando
el trato por el tiempo que sea. La sensación de su lengua aterciopelada
enredándose con la mía me hace gemir. Todo me parece caliente, como si
estuviera pegada a un calefactor. Me esfuerzo por mover la boca al mismo ritmo,
igualando su hambre.
Esto está mal, mal, mal.
Te harás daño a ti misma, le harás daño a él. Sabes que no hay luz al final de
este túnel. No hay forma de salir de debajo del pulgar de tus padres sin que se
lleven a Rose.
Excepto que soy egoísta.
Soy tan jodidamente egoísta por ceder a esto,
e sto, pero todo se siente tan...
Bien.
Aparta mis labios de los suyos con fuerza, mirándome con una mirada
acalorada. Sus labios rosados brillan y me dan ganas de más.
—¿Estas de acuerdo con esto?
Y es esta -esta razón exacta- por la que no puedo mantener mi corazón a salvo
de él. La razón por la que no soy capaz de separarlo de esta situación. Claro,
podría hacer que sólo se tratara de sexo, pero no cuando me pregunta cosas
así.
¿Cómo es que Rook ha sido el único hombre que me ha hecho esa pregunta?
Que sepa por mi cuerpo lo mucho que le deseo pero que aún quiera oír las
palabras.
¿Cómo él es el villano para todos los demás, pero ni un solo hombre
representado como héroe había pedido permiso? Sólo tomaron, tomaron,
tomaron, hasta que no quedó nada de la vieja Sage.
Rook no se daba cuenta, pero me estaba devolviendo esas piezas comentario
sarcástico a comentario.
—Sí, Dios, sí —susurro sin vacilar.
—Siempre supe que tenías un lado oscuro, Sage, ¿pero no llevar
bragas? —respira en mis labios—. Quién iba a decir que eras tan puta.
Al parecer, todo el feminismo ha abandonado mi cuerpo, porque la forma en que
gruñe ese crudo nombre hace que mis muslos se estremezcan de anticipación.
La represión sexual era algo con lo que había vivido durante mucho tiempo, pero
¿esto?
Se siente más como un despertar sexual.
Abro más las piernas para que vea mejor lo mojada que estoy.
—No quería líneas en mi vestido —ofrezco.
—Mmmhhh —tararea mientras deja besos a lo largo del valle de mis senos, su
lengua barriendo por debajo de la tela de cuero, un aviso antes de que sienta un
mordisco agudo a través del material cuando se lleva uno de mis pezones
perlados a la boca —. Admítelo. Querías que alguien te encontrara aquí. Sola,
sin nada que cubriera ese coño rosa. Querías que alguien viera lo expuesta que
estabas. Te gusta, ¿verdad?
La habitación empieza a girar, todos mis sentidos están completamente atados
a él. Sus manos me manosean el culo y lo utilizan como palanca para introducir
su longitud cubierta en mi centro. La deliciosa fricción aumenta y siento
mariposas en el estómago.
Dios, nunca me sentí tan bien.
Con ganas de más, sedienta de algo más que juegos pre
preliminares,
liminares, dejo caer las
manos sobre su regazo. Mis ágiles dedos trabajan sobre su botón y su
cremallera. Paso las manos por su pantalón, sintiéndole, sabiendo que lo desea
tanto como yo, pero se niega a ayudarme a quitárselos, o al menos a bajárselos
lo suficiente para quedar al descubierto.
—Rook, ¿algo de ayuda? —gruño, odiando lo desesperada que sueno, lo
necesitada.
—No voy a hacer una mierda hasta que me digas lo que quiero oír —Su boca
sigue asaltando mi cuello y mi pecho, el aire frío hace que se me ponga la piel
de gallina al chocar con los lugares calientes de mi garganta donde había estado
su húmeda lengua.
—Quieres que te diga...
—Confiesa —insiste agarrando un puñado de mi cabello—. Quiero que me digas
la verdad. Querías que te encontrara así, ¿verdad? Que te gusta ser mi sucio,
maldito secreto, mi sucia puta. Confiesa todos tus pecados a tu propio Diablo.
Esa palabra de nuevo, frotándome en todos los lugares que nunca supe que
necesitaba. Siendo degradada, empujada bajo su metafórico agarre sobre mí,
mientras también persigo su aprobación, queriendo decirle para hacer que me
desee tan terriblemente como yo a él.
Está todo tan jodido. Tan confuso.
Habría dicho cualquier cosa para tenerlo dentro de mí.
Se me corta la respiración cuando levanto la vista de su cintura y me sumerjo
en sus ojos de fuego infernal, que brillan y chisporrotean en la penumbra. Una
versión tan única del color avellana que me pregunto si su madre realmente lo
concibió con algo de otro mundo.
—Quiero ser tu puta, Rook —le susurro, presionando mi boca contra la suya
para darle un beso que me hace caer. Mi corazón se acelera dentro de mi caja
torácica, latiendo una y otra vez —. Me gusta.
El ruido de la tela al rasgarse se filtra en la habitación, y jadeo al mirar mis
mallas rotas, con una raja en el centro del material ya agujereado.
—Mi polla no cabe dentro de esos agujeros de la malla —gruñe, levantando las
caderas para bajarse los pantalones por la cintura lo suficiente para liberarse.
Ensancho los ojos y miro hacia abajo, donde su polla descansa sobre su vientre.
Mi asombro no procede de su evidente tamaño ni de las venas que envuelven su
tronco, sino de las cuatro esferas de metal brillante que rodean la cabeza: dos
barras atravesadas en la punta, una en vertical y otra en horizontal.
—¿Eso duele? —pregunto, mirándole brevemente.
Sólo he tenido relaciones sexuales con otra persona, y desde luego no tenía
piercing.
—No para ti —Guiña un ojo, sonriendo.
Palmeo su cuerpo, subiendo y bajando lentamente, pensando en todas las
sensaciones que voy a sentir.
—Dime que estás limpio —Irresponsablemente quiero que diga que sí para poder
informarle que tomo la píldora. Nunca lo he hecho sin protección antes, pero
quiero sentirlo.
Todo él.
—No tendría mi polla sin protección tan cerca de tu coño si no fuera así, Sage.
Es todo lo que necesito oír, mi cuerpo cansado de esperar.
Levanto las caderas, dirigiendo su polla hacia mi entrada.
Desciendo sobre él poco a poco y siento cada centímetro penetrarme a mi ritmo.
Gimo al sentir cómo me abre, forzando mis paredes chorreantes. No puedo evitar
mirar hacia abajo, observando el proceso. Viendo lo jodidamente bien que
estamos juntos.
Asiento con impaciencia. —Por favor, por favor, Rook. Dios, por favor.
Su mano se aferra a mi garganta, apretando.
—Dios no existe aquí. Sólo yo.
Me duele todo el cuerpo. Un fuego líquido se ha vertido directamente en mi
torrente sanguíneo y todo mi cuerpo es un infierno que me consume mientras
asciendo hacia el orgasmo. Las estrellas empiezan a girar en la esquina de mi
campo de visión.
Me estremezco, sin aire en los pulmones, mientras el éxtasis me recorre las
venas. Todo lo que sale de mí son gritos estridentes y entrecortados
e ntrecortados mientras él
sigue penetrándome, pálpitos y espasmos que me sacuden. El placer me recorre
el cuerpo, los dedos de los pies se me curvan mientras experimento el orgasmo
más intenso de mi vida.
—Preciosa —me dice con voz ronca. Ni siquiera estoy segura de haberlo oído,
demasiado aturdida por la felicidad para comprenderlo.
Mis miembros son gelatina, mis ojos se cierran con fuerza mientras él corre en
busca de su propia liberación, bombeando con implacables embestidas que
hacen que mi núcleo se apriete con un placer indescriptible. Necesito
desesperadamente un trago, pero no me atrevo a parar.
No cuando está viendo cómo mi culo rebota contra su pelvis mientras su polla
se desliza en mis profundidades con tanta fiereza. Los dedos de Rook se
introducen entre mis muslos, encuentran mi clítoris y lo presionan de
inmediato.
—Espera, espera, no puedo. Estoy t-tan sensible —gimoteo, mi mano baja hasta
su muñeca y la agarro para intentar evitar que me haga arder todo el cuerpo.
Es tan intenso que siento que se me humedecen los ojos.
Sus dedos no se detienen, ni tampoco sus caderas: —Uno más. Sé mi buena
putita, nena. Uno más —gime, y su pulgar se acelera al ritmo de sus
embestidas.
Ese impulso familiar me golpea el corazón, y un largo gemido sale de mis labios.
—Joder, no puedo —maúllo, pero mi cuerpo dice lo contrario y mi coño vuelve
a estrecharse en torno a él.
—Tú puedes. Puedes porque
porque yo lo digo.
digo.
Y así es.
Me corro de nuevo, succionándolo como un torno, tan apretado que apenas
puede empujar dentro de mí.
Mis gritos son ahogados mientras me hundo en la euforia por segunda vez. El
gruñido entrecortado de Rook, mezclado con un gemido, se desgarra en sus
pulmones mientras empuja más dentro de mí, permaneciendo enterrado
mientras se vacía por completo.
Mi cuerpo se siente pesado, el subidón del orgasmo aún me nubla el cerebro
mientras dejo caer la cabeza sobre su hombro, sintiendo su aliento en mi piel
húmeda y sonrojada. Sus largas pestañas me hacen cosquillas en el rostro.
Apenas noto sus dedos cuando empiezan a jugar con mi cabello, dando vueltas
alrededor de las hebras ya rizadas. Cada respiración está impregnada de su
aroma, que me encierra en este momento.
Tengo tantas ganas de quedarme en este estado de euforia sólo un poco más,
queriendo cerrar esa puerta para siempre y quedarme a salvo dentro, donde
Ponderosa Springs y sus monstruos no puedan alcanzarnos.
En lugar de eso, todo lo que hay es una sensación de terror.
Sabiendo que tendré que mentir a Rook sobre un detalle muy, crucial.
Nunca podremos estar juntos.
¿Y cuándo descubra por qué?
que
losdestella
y los abrazosen las espuelas
e spuelasLa
apasionados. brillantes,
gente se el
quhumo
edabade
quedaba loselesada
emb cigarrillos
embelesada confiltrado en sepia
la película, con
los sentimientos... —Se calla, esperando a que le llegue su siguiente
pensamiento sobre el cine, moviendo las manos en pequeños círculos como si
intentara enseñar a su cerebro cómo acelerar el proceso de recopilación de
pensamientos.
—¿Así que estás diciendo que prefieres ver estas que The Outsiders o esa con
todos los delincuentes del colegio? —Le ofrezco una frase, dándole otra idea con
la que seguir.
El moño que se había hecho en el cabello se le está cayendo por la cabeza, los
mechones sueltos rebotan mientras habla.
The Breakfast Club” Uno pensaría que ya la recordarías. Preferiría no elegir,
—“The
—“
me encantan las dos. Pero aquella era una época totalmente diferente para el
cine. El hecho de que hasta ahora no hayas visto algunas de ellas es una
tragedia, una auténtica tragedia. El viejo Hollywood es la base de todas las
películas que se han hecho desde que se extinguió esa era. Pueden cambiar
vidas y moldear sociedades. Quiero decir, Tiburón dio a luz a toda una
generación aterrorizada por el agua y les dio un miedo que llevarán con ellos
para siempre. Una película de terror de bajo presupuesto hizo de uno de los
mejores directores de todos los tiempos un nombre familiar. Hablando de bajo
presupuesto, Rocky, una franquicia monumental para cualquiera que tenga
ojos, sólo costó un millón de dólares y ganó el premio a la mejor película. ¿No
ven el poder de una gran historia? ¿De una gran película? —Espera mi respuesta
con la respiración contenida, sin darse cuenta de que está divagando. Detrás de
esta casa del lago, ha hablado más de las cosas que le apasionan que en toda
su vida.
Me llevo el labio inferior a la boca, saboreando la sangre seca de antes con mi
padre, y la miro con mi camiseta y leggings a rayas.
Sus habituales
En su faldas
lugar está a la moda
la camisa quey me
blusas
hayaa juego noese
puesto aparecen por
día. Me ninguna
encanta parte.
quitarle
esas prendas tan llamativas y ponerle un conjunto de braguita y sujetador a
juego.
Había pasado todo este tiempo notando pequeñas cosas sobre eella.
lla. Aprendiendo
de ella.
Aun no entiendo la razón de tener las uñas del mismo color durante todo un
mes antes de cambiárselas.
—Así que las películas, los guiones, ese es el futuro para ti, ¿no? ¿LA 7?
¿Hollywood?
Suspira, mirando los créditos.
—Los guiones son para teatro, que es un amor totalmente diferente para mí. Me
encanta estar en el escenario, encarnar las emociones de un personaje.
Transformarme en lo que la obra necesite que sea. Me encantaría hacer eso enen
la universidad, ¿sabes? Sacarme la carrera, licenciarme y quizás pasarme a la
interpretación en pantalla, llegando al punto de hacer mis propias películas o,
como mínimo, dirigirlas.
Hay una tristeza en su voz, que he llegado a reconocer cada vez que habla de lo
que le espera en el futuro. Como si nunca fuera a hacerlo, como si no fuera
capaz.
Este lugar la había tomado y le había cortado las alas antes de que supiera que
las tenía.
—Claro, podría ir a Nueva York, enamorarme de Broadway. Hacer carrera
dirigiendo en la jungla de cemento. Pero por mucho que lo intente, Nueva York
no es Hollywood. No hay un Paseo de la Fama ni años de historia incrustados
en las épocas doradas. Allí todo el mundo es actriz o cineasta, pero ¿hacerlo de
7
Los Angeles
En cambio, encontré a una chica que había estado enterrada viva en las
expectativas de los demás, y cada día que pasamos juntos, se descubre más y
más a sí misma.
Se está convirtiendo en lo que no necesito, haciéndome sentir cosas que no tengo
derecho a sentir.
¿Qué derecho tengo a verla así? Feliz, balbuceante y vulnerable. No he hecho
nada bueno en mi vida para merecer esto.
No merezco una felicidad así, y tomarla se siente mal. No se siente bien.
—No, no te vas a ir —Se pone delante de mí, bloqueando la puerta con su cuerpo,
cu erpo,
uno que no tendría ningún problema en apartar de mi puto camino, pero eella
lla lo
sabe—. No hasta que me des algo. ¿Por qué siempre apareces con moratones?
¿Por qué tienes el labio partido? —Ella continúa empujándome.
Me arden la carne y los huesos, este fuego abrumador que crece dentro de mi
pecho, cada vez más alto cuanto más me presiona.
—Muévete, Sage —grité con la mandíbula trabada.
—¡No!
—Pegar,
padre megolpear, a veces
pega. Gran le gustan
cosa. los látigos
Hay niños que se los fines de
mueren de semana.
hambre —Sí,Clásico
Sage, mi
de
Rook, hacer una broma de ello. Hacer una broma para poder sobrellevar lo que
le he hecho a mi propia familia.
Lo que podría hacerle a Sage si se acerca demasiado.
—¿Y las cicatrices en el pecho? ¿Eso también?
t ambién?
Asiento con la cabeza, sin querer decir las palabras en voz alta.
—Pero, él, él siempre está en la misa del domingo, y siempre parece tan...
—¿Tan qué? ¿Agradable? —Levanto las cejas—. ¿Un hombre piadoso cuya
esposa murió trágicamente? Claro que lo es, fuera de casa. Pero dentro, me hace
pagar por haber nacido. Las máscaras siguen siendo máscaras, por muy
pegadas que estén.
De todas las personas, esperaría que ella lo supiera.
s upiera. Por mucho que conozcas a
alguien por fuera, no tienes ni idea de lo retorcido que puede ser por dentro.
De lo que una persona es realmente capaz.
Y mi padre es capaz de cualquier cosa menos de asesinar. Estoy esperando
pacientemente el día en que ceda a eso.
e so.
Acabar con el dolor para ambos.
Las lágrimas caen finalmente por su rostro, mojando sus oscuras pestañas
mientras parpadea.
Niego con la cabeza y aprieto con más fuerza sus muñecas.
—No sientas pena por mí. No la necesito.
—¿P-por qué no se lo dices a alguien? —susurra, congelada frente a mí, tratando
desesperadamente de comprender qué hace que un padre odie tanto a su hijo.
Quiero creerle, y quizá alguna parte de mí que llevaba mucho tiempo enterrada
sí creyó que hay algo bueno en mí.
Que podía tener esperanzas y sueños. Que quizás podría tener a Sage
permanentemente. Que al final funcionaría.
Pero cuando matas a tu propia madre, todo lo bueno que te han dado muere
con ella.
Oh, cómo caen los caídos
Sage
Sólo se puede contar con West Trinity Falls para una cosa buena, y es para
organizar fiestas legendarias. El pueblo adyacente, a treinta minutos de
Ponderosa Springs, es nuestro mayor rival y nuestro polo opuesto, pero saben
cómo divertirse.
Mientras nosotros crecíamos en los tronos de familias ricas y nombres de años
que nos llevaban por la vida, ellos luchaban por cada gramo de dinero que
tenían. Son nuestra versión del lado equivocado de las vías.
Wastelands.
Un lugar donde las chicas buenas como yo nunca deberían ser vistas, pero
cuando creces rico, cuando lo tienes todo, siempre estás buscando más,
empujando los límites un poco demasiado lejos cuando se trata de drogas,
fiestas y bebida.
Venir aquí siempre acaba en algún desastre de pelea o redada policial, pero los
estudiantes siguen viniendo. Es difícil que los chicos que buscan problemas se
mantengan alejados de un lugar construido sobre ellos.
Fiestas, drogas y raves . Si era divertido e ilegal, West Trinity lo hacía.
8
Este es el último lugar sobre la faz de la Tierra en el que quiero estar esta noche.
8
Fiesta Electrónica.
Ver a mi “novio” meterse coca mientras estamos rodeados de sus amigos
bárbaros que están igual de jodidos. Ya había estado antes en una de estas
raves, en mi segundo año, y olía igual.
Hierba, alcohol y sexo.
Utilizan para el evento una casa de espejos abandonada, igual que antes. La
entrada principal está repleta de cuerpos en una pista de baile improvisada,
mientras que los pasillos están llenos de laberintos de espejos. Encontrar el
camino al baño estando borracho es básicamente imposible.
Me duele la cabeza por los láseres de colores del arco iris que recorren la sala,
un fino velo de niebla justo por encima
e ncima de los cuerpos en movimiento. La música
House y los gritos vibran a mí alrededor y, para colmo, estoy completamente
sobria, para disgusto de Easton. Me había traído aquí para que me relajara; me
había dicho que últimamente estaba demasiado estresada y que una fiesta rave
era justo lo que necesitaba.
En resumen, quería que estuviera borracha para poder echar un polvo, teniendo
t eniendo
en cuenta que no le había tocado desde antes de Halloween, y de eso hacía ya
cinco meses.
Aunque no es como si no lo estuviera consiguiendo en otra parte. Si cree que no
me doy cuenta
estúpido de quehe
como siempre sepensado.
acuesta con otras chicas a mis espaldas, es tan
Un rubor calienta mis mejillas, justo antes de sentir cómo me presiona la cabeza
hacia sus caderas. Empuja su polla más allá de mis labios, dentro de mi boca y
en mi garganta, tomándome completamente desprevenida. Sus piercings me
hacen cosquillas en la garganta y me ahogo, pero él no parece inmutarse porque
me sujeta.
Sin piedad a la vista, mueve las caderas hacia atrás mientras me pone la otra
mano en el cabello, acariciándome de nuevo hacia delante, creando un sonido
descuidado al meterme la polla en la boca.
Tiene la cabeza metida en la barbilla, el neón de la máscara ilumina nuestro
espacio. Incluso sin verle los ojos, sé que están clavados en los míos. Se me hace
un nudo en la garganta, lo expulso con resistencia y mi reflejo nauseoso se
acelera.
—Relaja la garganta, nena. Déjame entrar —gime por lo bajo y me empuja con
las dos manos hacia abajo, hasta que mi nariz se hunde en su pelvis. La
circunferencia obliga a mi garganta a expandirse, presionando dolorosamente
contra el tejido blando de mi tráquea.
Respiro entrecortadamente por la nariz, entrecierro los ojos y me concentro en
no hacer ruido para que no me oigan los de fuera. Trago a su alrededor,
succionándolo con los labios, creando un vacío hermético.
—Eso es. Tan buena puta para mí.
Por difícil que sea, se siente tan bien. Sentirle estirar mi boca, sentirle arraigado
dentro de mí, verle buscar placer en mí.
Soy tan egoísta, porque tomaré todo esto. Todo lo que me da, lo tomaré, lo
tomaré, lo tomaré. Porque podría ser todo lo que obtenga al final.
Cada vez que intento recuperar el aliento, me lo roba con otra fuerte embestida
en la boca, y no tengo más remedio que aguantarlo. Y todo empeora a medida
que pasan los segundos. Me agarra del cabello con fuerza y sus caricias se
vuelven violentas.
Lucho por respirar, tratando desesperadamente de mantener mis arcadas en
silencio. Aunque no puedo hacer nada contra sus suaves gemidos de placer y el
ruido húmedo de su polla llenándome la boca.
Finalmente, el destino decide darme un respiro, porque oigo que el grupo de
chicos empieza a salir en fila del cuarto de baño. Cuando la puerta se cierra, me
atraganto vergonzosamente, apretando las manos contra los muslos de Rook y
obligándole a salir para poder recuperar el aliento.
Un reguero de saliva de mi boca gotea de su pene, bajando por mi barbilla hasta
mi pecho. Noto el calor de mis mejillas enrojecidas, con los ojos llenos de
lágrimas que caen libremente por la fuerza de sus embestidas.
e mbestidas.
—¿Dije que habíamos terminado, Sage? —se burla, empujándome hacia atrás
para que mi cabeza y sus manos se presionen contra la puerta del baño.
Mi respuesta es nula. Soy incapaz de hablar una vez que vuelve a mi boca,
empujando dentro de mí más profundamente de lo que creía posible. Mi cabeza
contra la puerta le sirve de apoyo para que sus embestidas sean más fuertes y
yo no pueda retirarme.
retirarme.
Giro la cabeza de un lado a otro mientras su polla me asfixia, aplastando la
lengua para que masajee la parte inferior de su longitud, lamiendo la vena
abultada cada vez que me fuerzo a bajar.
Es una euforia caótica. El tipo de éxtasis doloroso que te hace cuestionar tu
cordura.
Mi vista se nubla con las luces LED de su máscara, se eempaña
mpaña con las lágrimas
mientras sigue encontrando placer. Ignorando por completo el dolor de garganta
y mandíbula, mi cuerpo me pide que, como mínimo, me tome un descanso.
Así es como siempre pasa con él. Presiona, presiona, presiona hasta que soy
incapaz de funcionar. Sin pausas. No hay nada fácil con él.
Cada vez me lleva al borde del placer incomprensible.
Quiero esto.
Quiero hacerle sentir bien, así que si no logramos quedarnos juntos, tal vez
piense en esto mientras está en la ducha, acariciándose la polla con la imagen
de mi rostro mientras me follaba la boca en este
e ste cubículo de baño.
Quiero este dolor.
Sabiendo que en los días venideros lo recordaré.
Pensaré en el dolor, y mis muslos estarán resbaladizos de calor, porque
recordamos las cosas que nos hacen daño.
La cantidad de gruñidos y gemidos que emite es suficiente para que yo siga
aguantando el dolor. Tengo arcadas y farfullo a su alrededor, la garganta se me
hace un nudo mientras subo la mano para apoyarla en su abdomen. Noto cómo
se le aprieta el estómago, cómo sus fuertes embestidas se vuelven descuidadas
y descontroladas.
Mi otra mano resbaladiza le toca las bolas, provocándole un siseo mientras
aspira aire entre sus dientes rechinantes.
—Joder, nena.
Con mi nombre en los labios, se empuja hasta el fondo de mi boca, vertiendo su
liberación en mi garganta. Trago con avidez, chupando hasta que ha terminado
conmigo. Noto que le tiemblan ligeramente las piernas mientras me acuna la
nuca.
Se separa de mí y me permite inhalar profundamente por primera vez desde que
esto empezó. Apoyo la cabeza contra la puerta, mis hombros caen mientras
relajo los músculos de la mandíbula.
Le oigo quitarse la máscara de la cara, dejando al descubierto esos ojos
brillantes y una fina capa de sudor en la frente. La tira al suelo detrás de
nosotros, se agacha y me toma en sus brazos.
Mi cuerpo se enrolla naturalmente alrededor del suyo, abrazándolo cerca de mí
mientras él empuja mi espalda contra la puerta, sujetándonos allí.
—Ahora, cuando te vayas, quiero que le des un beso de despedida a Easton para
que pruebe mi semen, luego te irás a casa y esperarás a que me escabulla para
que pueda comerte, ¿sí?
Me recorren escalofríos por la espalda, un calor frío me hormiguea entre las
piernas.
—Yo también te he echado de menos —resoplo, con la voz cruda y rasposa.
—Te he echado de
de menos. Es sólo que... —susurra suavemente—. ¿Te quedarás
conmigo? —Y se me parte el alma por ello.
Quiero que se quede conmigo. Siempre. Quedarme aquí, en este asqueroso baño
en una casa de rave porque me siento más segura, más adecuada, que en
cualquier otro sitio en el que haya estado.
No creía que hubiera un lado suave en alguien como Rook antes de conocerlo.
Siempre pensé que él era sólo bordes quemados e insultos abrasadores. Hasta
que vi la persona que era antes de que este lugar lo convirtiera en algo malvado.
Él no es malvado.
Se ríe y sonríe. Bromea y, literalmente, tiene un promedio más alto que yo. Odia
la lluvia, pero le encanta la niebla que deja porque le recuerda al humo. Odia
que escriba en el interior de sus paquetes de cigarrillos, pero le sorprendo
sonriendo cuando los lee.
Es un ser humano que fue herido por el mundo. Y todo lo que quiero hacer es
ser la razón por la que vuelve a creer en
e n él. Incluso si no puedo hacer lo mismo
por mí.
Aunque al final no terminemos juntos, tiene que saber que se merece algo más
que sufrimiento.
Se merece la felicidad.
Todavía hay algo que me oculta,
oculta, al
algo
go en su pasado que le hace sentirse
sentirse maldito.
Puedo sentirlo, que aún guarda partes de sí mismo en la sombra. Le impide
entregarse completamente a mí, pero no me importa.
Y quizá eso es lo que da tanto miedo de todo esto.
Que no me importa tener sus secretos.
Sólo lo quiero a él. La persona en él que me hace sentir viva y real.
Me empuja a afrontar la vida como soy y no como otros quieren que sea.
Cuando estoy con él, es como saber cada día que mañana cant
cantarán
arán los pájaros.
Mis dedos rodean los mechones de cabello de la base de su cuello, jugando con
ellos suavemente.
—Me quedaré contigo, Rook.
En ese momento me doy cuenta de que haría cualquier cosa por él. Tanto es así
que voy a contarle lo del acuerdo, a ver si puede ayudarme para que Rose no
esté igual de atrapada. Cualquier cosa que me pida, la haría.
Le deseo. Quiero estar con él y no sólo por unas semanas más.
Y ese es el verdadero poder que puedes tener sobre alguien.
Easton tiene el chantaje, que es algo que podría superar con el tiempo. No es
permanente ni duradero.
Pero el amor... Dios, qué poder sobre alguien. Esa es una verdadera
ver dadera perdició
perdición.
n.
Por eso me mantuve alejada de la gente durante tanto tiempo, por eso era
mezquina y amargada, manteniendo a todos a raya para que nunca tuvieran la
oportunidad de conocerme.
Porque le di al mundo una oportunidad de niña, y me destruyó.
Me prometí que no permitiría que esto volviera a suceder. No permitiría que me
hicieran daño, confiar en alguien como confío en él.
Me lo prometí, y lo he roto, porque ahora creo que me he enamorado del Diablo.
Extracción
Rook
—¿Dónde está Thatcher?
—La próxima vez que tu padre haga una visita a su madre, dile que mencione
que Easton es demasiado mayor para que su mami le vista —añade Silas.
Me hace gracia que Easton aún no tenga ni idea de que conocemos las
actividades extraescolares
extraescolares de su madre. Casi siento la tentación de usarlo en su
contra, sólo para ver cómo tiembla de miedo ante la destrucción de su perfecta
reputación familiar.
Porque si la verdad saliera a la luz, los Sinclair serían los únicos a los que les
importaría. Como si a Alistair le importara lo más mínimo lo que hizo su familia
de mierda o a quién se follaron.
Mis muelas rechinan entre sí, mi mandíbula se tensa hasta el punto de ser casi
dolorosa.
No importa cuánto tiempo llevemos juntos o cuántas veces haya visto este
mismo escenario, la punzada de fastidio nunca se atenúa. Cada vez, mi hambre
territorial por Sage se hace más fuerte, y le había advertido que ya no podía
esperar más.
Siento cómo me sudan las palmas de las manos al mirarla, esa sonrisa falsa que
deslumbra la habitación, obligando a todos los hombres a mirarla y a todas las
chicas a poner los ojos en blanco de celos. Esa falda de cuadros hace maravillas
con mi imaginación.
Una colegiala que viene a confesar algunos pecados más, al parecer.
Pasando la lengua y mordiendo con más fuerza
fue rza mi cerilla, prácticamente puedo
saborear sus jugos goteando en mi boca mientras me la comía por debajo de
aquel endeble material.
Desearla sexualmente no es anormal para mí. Pero sí lo es la necesidad de
protegerla.
No puedo evitar preguntarme si Easton conoce sus secretos. Si actúa en ropa
interior para él o si come Skittles hasta que le duele el estómago cuando está
cerca de él. Si conoce sus sueños y las cosas que la asustan.
En contra de mi buen juicio, me preocupo por ella. La quiero.
Y como a la vida le encanta
e ncanta recordarme lo despiadada que puede ser cuando no
prestas atención, todas mis preocupaciones son absolutamente ciertas.
Porque mientras sigo admirando a la chica en la que nunca debí confiar, veo su
dedo decorado con un brillante anillo de diamantes que le prometía un para
siempre.
—Ojalá pudiera ver lo mucho mejor que se merece, pero hablar con ella de esto
e sto
es como hablar con una piraña hambrienta. Sólo odio el hecho de que vaya a
ser mi hermano, aunque sea por matrimonio.
La voz de Rosie es como ruido blanco. Crepita y sisea dentro de mi oído, millones
de pequeñas agujas pinchándome el tímpano una y otra vez.
—¿Desde cuándo están prometidos? —pregunto, esperando que mi tono suene
plano y no molesto.
Se encoge de hombros, mordiendo una rama de apio.
ap io.
—Mi madre dijo que mucho antes de Navidad. Querían mantenerlo en secreto
hasta la graduación. Parece que se cansaron de esperar.
Asiento a su respuesta, pero también tomo nota.
Siempre había tenido razón. Nunca debí haber tocado
t ocado la bonita flor, nunca debí
permitir que sus dientes se hundieran en la carne de mi fruta prohibida.
Todo el mundo dice que El Dia
Diablo
blo es el corrupto; nadie piensa
piensa que pudo ser Eva
la que tentó al problema.
Ella había sido bastante venenosa todo el tiempo, y ahora estoy involucrado.
involu crado.
Mi mente está plagada de recuerdos de ella, de quien creía que era, mi cuerpo
infectado por su sensación.
Está dentro de mí, en todas partes, y la quiero fuera, ahora mismo.
Todas sus palabras, todas sus acciones, todas habían sido sucias y jodidas
mentiras. Hasta la última de ellas.
Estoy sudando, echando humo bajo la ropa, y mis manos tiemblan como nunca.
Estoy seguro que se pueden ver los gases que emanan de mí.
Estoy girando fuera de control, una espiral descendente que no lleva más que a
un final caótico, y necesito salir de aquí. Necesito irme. Necesito ser castigado
por confiar en alguien que sé que es una mentirosa.
—Olvidé mi trabajo de química en casa. Voy a buscarlo antes del próximo
bloque. Nos vemos luego —Dejo caer los pies al suelo, apartándome de la mesa
en la que me había sentado hacía unos instantes, y salgo de allí.
Me voy a ir, eso es lo que me digo mientras mis pies avanzan por el pasillo.
Necesito que me golpeen o hacer explotar algo antes de quemarme.
Excepto que, al pasar por delante de las puertas del teatro, me detengo.
Sé que Sage viene aquí después de comer todos los días por su periodo libre. Me
había sentado aquí muchos días a observarla en la última fila de la sala sin que
ella lo supiera, sólo para verla en lo que yo creía que era su elemento natural.
Me senté allí como un jodido cachorro. Un iluso. Un maldito tonto. Echando
espuma por la boca como si fuera una diosa o un ángel. Me senté y miré,
pensando en todas las cosas que le haría y le diría más tarde. Así pasaba
p asaba el día
sin destripar a su novio.
Eso me contenía hasta que volvía a verla, porque si he de ser sincero conmigo,
el único lugar real en el que había sentido algo parecido a la felicidad era cuando
estaba cerca de ella. No sólo comodidad, como con los chicos, sino verdadera
felicidad.
— Poresfavor,
esto joder,
lo que dime que
tus padres el compromiso
querían es unlaengaño,
para ti. Dime verdad yque no es
e sque
te juro verdad. Que
partiré el
mundo por la mitad para salvarte de esto, para protegerte —sigo—. Dime que el
tú que se aferra a mi sudadera cuando duerme es el verdadero tú. Dime que
tengo a la verdadera Sage.
Con la esperanza de que sea la gota que colme el vaso y la saque de su trance,
doy un paso adelante y pongo las manos a ambos lados de su cabeza.
—Sólo dime que es mentira, nena —susurro.
Ella se detiene,
que ha dicho. y que me jodan si pensaba que se iba a quebrar y retirar todo lo
Su risa resuena, pinchándome la piel como balas a corta distancia. Una tras
otra, recibo un impacto tras otro hasta que parezco un queso suizo.
De nuevo vacío y lleno de agujeros.
—No puedo creer que realmente cayeras en la trampa —Termina su risita,
secándose las lágrimas de alegría de debajo de los ojos.
Un nuevo odio fluye por mis venas como adrenalina, un apetito de venganza que
va en aumento. Creía que mi espíritu rencoroso había menguado desde que
estoy con ella, y esto no hace más que echar carne a las fieras hambrientas que
llevo dentro.
Es una mentirosa. Una zorra manipuladora. Una traidora.
El enemigo.
No hay nadie a quien odie más que a ella ahora mismo, y quiero que pague por
esto.
Quiero que le duela como a mí me duele.
Me chupo el labio inferior, sonriendo por la animosidad que llena mi cuerpo,
desbordándose en mí.
—Que sepas que cuando te quedes sola al final de esto, porque has utilizado a
todos los que te rodean, jodidamente te lo has hecho a ti misma. Nadie se
compadece de la zorra sin corazón.
Se burla y se aleja de mí para dirigirse al escenario.
—No necesito compasión, Pyro. Igual que no necesito esto.
e sto.
—Llevas tanto tiempo jugando a este juego, Sage, que no sabes si estás jugando
tú o está jugando contigo —le digo, y ella solo me mira por encima del hombro
y sonríe.
—No te enfades porque esta vez te la hayan jugado a ti, Van Doren. Estoy segura
que lo superarás. Después de todo, mañana cantarán los pájaros.
Dejo que sus palabras se impregnen en mi piel. Dejo que alimenten mi odio
hacia ella, aunque el único culpable sea yo mismo.
Tendrá su merecido.
merecido. Me aseguraré de ello.
Salgo de la escuela intentando arrancar las puertas de las bisagras. Sé
exactamente lo que voy a hacer, pero antes
ante s tengo que ocuparme de algo.
Acudo a la única persona que haría lo que le pido sin exigir respuestas.
¿De verdad había pensado que podría romper con todo esto? ¿Irme y obtener
realmente a Rook? ¿Realmente había permitido que el amor me hiciera tan
ingenua de nuevo?
—¿Sabes lo que me pone enfermo? —Se levanta del suelo y se limpia los
pantalones—. Saber que dejaste que ese maldito delincuente te tocara. Te hace
parecer patética. Deberías estar agradecida de que aún esté de acuerdo en
casarme contigo. Cuando podría fácilmente tomar a Ro...
—Ni se te ocurra, imbécil —le advierto, igualando su postura. Es curioso cómo,
aunque es más alto, su síndrome de polla pequeña hace que parezca que estoy
mirándolo hacia abajo—. Teníamos un trato y cumplí mi parte.
Unos días después de la fiesta rave, Easton me había robado el teléfono.
Imagíname descubriendo que el psicópata se había colado en mi casa mientras
dormía para hacerlo. Según él, estaba siendo un novio considerado y tomando
medidas.
No le fue difícil encontrar los mensajes entre Rook y yo o averiguar de quién
eran.
Cuando se enfrentó a mí al respecto, pensé, qué perfecto. ¿No es estúpido? Pensé
que esto significaba que podría mandarlo a la mierda antes de lo que esperaba.
Que Rook y yo estaríamos juntos públicamente antes de la graduación.
Corrí antes de poder andar. Me emocioné demasiado por el tiempo que nos
esperaba en lugar de centrarme en lo que teníamos delante.
No pueden obligarnos a Rose o a mí a hacer esto. Es ilegal, y ya tenemos
dieciocho años. Podríamos irnos y nunca mirar atrás. Silas lo haría por ella en
un santiamén, y yo había depositado toda mi confianza en Rook.
Que él estaría allí. Que cuando se lo dijera, se negaría a dejarme. Lucharía por
mí.
Easton asiente, frotándose la barbilla con la mano mientras mira a su alrededor.
—Sólo tengo que saber; ¿realmente pensaste que podrías salirte con la tuya?
¿Que no descubriría que te lo estabas follando?
—Lo descubriste porque estás loco y me robaste el teléfono —Le empujo y me
dirijo a mi desastre de habitación, buscando en el suelo de ropa una cosa en
particular—. No te atribuyas el mérito de haberlo descubierto tú solo. No eres
tan listo.
Quiero irme. Quiero que esta conversación termine para hacer la maleta e irme
a la casa del lago. Quedarme allí unos días y fingir que todo va bien.
Si me esforzaba lo suficiente, podía cerrar los ojos, hundirme más en su
sudadera con capucha y sentir que estaba allí.
Yo sólo... yo sólo...
Ojalá supiera que la última vez que lo toqué fue la última.
Que el lunes después de la fiesta rave, cuando me metió en la parte de atrás del
auto en el estacionamiento del instituto, fue la última vez que lo sentiría contra
mí. Sus caderas entre mis piernas, el humo de su porro y nuestra respiración
agitada empañando las ventanillas.
Me agarro el corazón, me meto la mano en la camisa, intentando reconfortar el
órgano que llevo dentro. El agua ya me llegaba al pecho, esperando hambrienta
a que se rompiera la presa para hundirme del todo. Llevaba todo el día luchando,
luchando por mantener la cabeza por encima de las olas, pero estoy tan cansada
de luchar.
El dolor de recordar era la presa, y acababa de romperse.
Aún puedo sentir sus dedos recorriendo mi clavícula mientras su oreja
descansaba sobre mi pecho. Su cabello largo me hacía cosquillas, pero no me
importaba. Me gustaba el calor que sentía al apretarlo contra mí, aunque eestaba
staba
pegajoso por el sudor que ambos habíamos producido.
—¿De qué es esta cicatriz? —Su tono perezoso rozó mi piel como terciopelo, las
yemas de sus dedos rozando la piel levantada.
Le conté que de niña me caí de un carrusel y que después mi madre dejó de
dejarme jugar en el parque. Temía que me hiciera daño permanente en el rostro,
y Dios no quiera que
que no tuviera un aspecto perfecto.
—Rosie cree que me dirá quién es mi alma gemela —terminé—. Creo que sólo me
lo dice para hacerme sentir mejor al respecto.
—¿Por qué piensa eso?
—Silas tiene una cicatriz en su dedo meñique exactamente en el mismo lugar que
su marca de nacimiento. Marcas del alma. Así las llama ella —Mis manos
rastrillaron su cabello, revolviendo algunos mechones, y presioné mis uñas contra
su cuero cabelludo, sabiendo cuánto le gustaba.
Se movió de repente, echándose un poco hacia atrás para que hubiera algo de
espacio entre nosotros. Con movimientos deliberados, giró el extremo encendido
del porro hacia él y me lo acercó a la
l a boca para que pudiera
pud iera inhalar.
Llené mis pulmones y, cuando terminé, clavó la punta en su piel. El chisporroteo
de la piel hizo temblar mi columna vertebral. Aunque estaba drogada, sabía que
lo que hacía era real.
Jesús, ni siquiera se inmutó. Apenas se movió.
—Sage, ¿dónde están las llaves de tu auto...? —Se detiene—. ¿Interrumpo algo?
Easton se aclara la garganta, bajando el brazo. —No, señor.
Me retiro de su espacio ahora que mi padre está aquí, envolviéndome en mis
brazos.
—¿Por qué necesitas mis llaves?
Suspira y se pasa una mano por la cara.
—Tengo que ir a Portland,
Portland, y tu madre quiere el auto co
con
n ella. Al p
parecer,
arecer, alguien
alguien
ha prendido
para fuego
presentar un ainforme
la casapolicial.
del lago.Quien
Los bomberos están obviamente
lo haya hecho esperando aquería
que llegue
que
supiéramos que no fue un accidente.
Y es entonces cuando todo se desmorona de verdad. Cuando toda mi alma se
derrumba en el suelo delante de mí.
Dejo que las lágrimas caigan libremente. Dejo que pasen por mis conductos y
cubran mis mejillas con su calor.
Ni siquiera podía dejarme tener esto.
Le había roto, así que me lo quitó todo.
t odo. Me dejó sin nada.
La casa del lago era mía antes de ser nuestra. Si alguien merecía quemarla,
debería haber sido yo.
Sé que no tengo
te ngo derecho a estar enfadada. Le dije cosas horribles; le dije lo que
tenía que decirle para que me creyera y no intentara volver.
Pero pensé... pensé que podría conservar la casa del lago. Podría usarla como
una cápsula del tiempo de nosotros, ir allí cuando necesitara recordar lo que se
sentía estar con él.
Y ahora ni siquiera puedo hacerlo.
No me queda nada.
Lo que había quedado de nosotros había sido incendiado dentro de esa casa.
Le odio por hacer eso, por tomar lo que éramos y hacer que dejara de existir.
Quemar todas las pruebas, todas las risas, todos los recuerdos.
Como si nunca hubieran ocurrido.
Le odio por esto.
Le odio.
Jodidamente le odio.
odio.
Pero no tanto como él me odia a mí.
Acto II
El ascenso de un dios del fuego
No sólo tiene ganas de fuego.
Es fuego.
Él es la llama, el mechero, la quemadura.
quemadur a.
Como el dios egipcio Ra, engloba todo lo cálido.
Es mi dios del fuego y vivo para arder por él.
Ruido blanco
Sage
—Abre.
Te sentarán en
se construyó susayudarte.
sus
para sofás d
dee plástico
Todo estoy te
esdiránt uque
por tu este bien.
propio psiquiátrico, este lugar,
Todo el tiempo te preguntan una y otra vez, una y otra vez, ¿por qué intentaste
suicidarte? ¿Tienes ganas de hacerte daño ahora? ¿Estás segura? ¿Estás
absolutamente segura que no tienes malos pensamientos?
Que Dios te ayude si dices que sí; incluso cuando me admitieron por primera
vez, sabía que no debía decir que sí a esas preguntas.
Por desgracia, los médicos y las enfermeras tienen razón.
Están ahí para mantenernos a salvo y seguros.
No para tratarnos realmente nuestra salud mental subyacente ni para hacer
nada que realmente requiera que se esfuercen por mejorar nuestras vidas.
Un cuervo surca el cielo matutino, las nubes grisáceas se enredan en sus alas
mientras se acerca en picado a los árboles. Me empieza a gotear la nariz por el
aire que me pellizca la piel. Aquí, enero siempre es el más frío.
Más allá de las puertas de acero que mantienen el recinto seguro, hay un río
que se puede ver desde el jardín. Bueno, es más bien maleza muerta y fuentes
rotas, pero seguro que en algún momento hubo flores plantadas aquí en alguna
parte.
—Tienes visita
visita esperándote en el comedor —Una de las enfermeras del turno de
día, Shonda creo que se llama, se inclina sobre mí donde estoy sentada en el
suelo húmedo.
El frío rocío se adhiere a mi uniforme azul descolorido, pero disfruto de la
sensación. Dentro no se siente nada. Ni siquiera la temperatura. Todo es
intermedio y adormecedor.
Por unos momentos por la mañana, me siento aquí fuera y realmente
r ealmente me siento
como un ser humano. Escucho el graznido de los cuervos, el lento murmullo del
río y el aullido del viento que hace gemir a los árboles.
Dentro de esos muros, no hay días malos ni días buenos.
Sólo días.
Sin propósito.
El tiempo es irrelevante. Es un borrón o una pista de carreras. Nunca sé cuándo
duermo o cuándo estoy despierta. Lo peor es que cuando estoy despierta, lo
único que quiero es dormir.
Si mi yo del último año pudiera ver la persona que soy ahora, se desmayaría.
Uñas mordidas, bolsas moradas permanentes bajo mis ojos.
Ya no soy quien solía ser y, sinceramente, nunca descubrí quién quería ser. Así
que eso me deja cementada en el e l limbo.
Perdida.
Olvidada.
Todo sentido del
del yo se ha evaporado.
Me he convertido en una especie de pozo hueco. Las únicas monedas que caen
dentro son píldoras que resuenan entre las paredes de mi núcleo, recordándome
que lo único que me llena es el vacío.
—¿Visitas? ¿Para mí?
Llevaba aquí ocho meses. Doscientos cuarenta y tres días. Treinta y cuatro
semanas. Y cinco mil ochocientas cuarenta horas.
Nunca ha venido a visitarme ni un alma.
Ni mi ex prometido arreglado, ni mis amigos maniquíes, mi padre seguro que no
había cruzado esas puertas, y mi madre, bueno, lo último que supe es que
estaba comprometida con alguien con más dinero y una pequeña esperanza de
vida.
Nadie se preocupó lo suficiente como para pasar a ver cómo estaba.
e staba. Una vez que
me metieron en este lugar, tiraron la llave.
Después de lo que había descubierto, por lo que sé ahora, me había preparado
mentalmente para pasar aquí toda mi vida. No me dejarán salir, e incluso si
salgo, me matarán antes de tener la oportunidad de hacer algo con mi vida.
La triste verdad es que me parece bien.
Mientras estoy aquí dentro, al menos puedo convencerme de que Rose está viva.
La muerte se había colado en nuestras vidas y había roto el vínculo que nos
unía.
Un segundo era una gemela y al siguiente, ya no.
Nadie te prepara para eso. Para lo que se siente cuando muere la otra mitad de
tu alma. Cuando la persona con la que viniste a este mundo se va antes que tú.
Es difícil de explicar, pero es como si hubiera un teléfono sonando
constantemente dentro de mi pecho sin nadie que atienda la otra línea.
Lo único que me queda es la culpa. Es lo que me atormenta por las noches,
manteniendo mi insomnio.
Culpa incesante por estar viva mientras ella se pudre bajo tierra.
Me sirven avena fría todas las mañanas, juego a las damas conmigo misma,
mientras los gusanos consumen lo que queda de su cadáver.
—Sage, ¿hola? Sage, ¿te encuentras bien? —La enfermera chasquea los dedos
delante de mí—. Dije que sí, tienes visitas. Tu padre y su amigo. Te han traído
el desayuno. Deberías estar emocionada.
¿Mi padre? ¿Y su amigo?
Es casi una contradicción.
Mi padre no tiene amigos y sabe que no debe visitarme. Aunque quisiera, sabe
que lo apuñalaría.
Fue lo último que le prometí. Lo último que le prometí a Rose aunque no hubiera
estado viva para oírlo.
Si alguna vez me dieran la oportunidad, no dudaría en acabar con su vida, y
sería brutal.
He tenido mucho tiempo para pensar cómo lo haría. Esos pensamientos son lo
único que me produce verdadera alegría.
Pensando en su mirada, suplicando por su vida mientras le presiono el cuchillo
en
ojoslamientras
garganta. Daría
mis cualquier
manos cosalapor
le aprietan ver cómo se desvanece la luz de sus
garganta.
Hay millones de maneras de hacerlo y reducirlas es prácticamente imposible.
Ninguna de ellas me parece correcta: la muerte me parece una recompensa
demasiado grande por lo que le hizo a Rosie.
Aunque nuestro acceso a Internet aquí está restringido, podemos leer, y yo había
hecho todo lo posible por utilizar la biblioteca de las instalaciones para averiguar
cuál es la forma más lenta de matar a alguien. La más dolorosa, la más gráfica,
la más agresiva.
Por muy oscuro o retorcido que fuera, nada de eso parecía ser la respuesta a lo
que había hecho. Incluso ser comido vivo por los perros parecía demasiado
humano.
—¿Segura que es mi padre y no te has confundido?
—Sólo hay un alcalde de Ponderosa Springs, y su cara está pegada en una valla
publicitaria en el centro. No hay forma de confundirlo con tu familia. ¿No
deberías estar emocionada?
¿Por ver al hombre que mandó matar a mí hermana?
—Contentísima —digo sarcásticamente.
Me lleva de vuelta al interior y mi uniforme azul desgastado me roza los muslos
mientras recorremos el aburrido pasillo.
Aquí siempre huele a esterilizador, a toallitas con alcohol y guantes de látex. Me
enfada que, de todas las cosas, sea a lo único a lo que no me acostumbro.
El vestíbulo es ruidoso hoy, algo caótico para un lugar destinado a promover la
tranquilidad.
Casi todos mis compañeros pacientes son más peligrosos para sí mismos que
Dos
este caras que no quería volver a ver, dos caras que quiero borrar de la faz de
puto planeta.
Me da rabia que incluso puedan respirar oxígeno ahora mismo.
Uno de ellos se levanta y se acerca un poco más, de modo que cuando extiende
la mano hacia delante, su dedo índice con el anillo de graduación hace girar un
mechón de mi cabello a su alrededor.
—¿Qué te has hecho en el cabello, Pip? —Su cara está llena de pena, y sé que
es porque realmente le importa. Recuerdo lo mucho que le gustaba mi cabello.
—Robé unas tijeras para vendajes de un carrito médico y me lo corté antes que
la enfermera me sedara —digo, con la mirada perdida—. Y si no me quitas la
mano de encima, te arrancaré el dedo de un mordisco.
Cain McKay era lo que algunos podrían considerar un tipo honorable. En su
tiempo fue agente de un pequeño pueblo, Ponderosa Springs, y había ascendido
hasta llegar al FBI. Todo el mundo aquí no podía estar más orgulloso, sin
embargo, el día que partió para el
e l entrenamiento había sido como despertar de
una pesadilla de tres años.
Un sueño lúcido que no controlaba. Era plenamente consciente de que estaba
atrapada en él y no podía hacer nada para despertarme.
—Te has hecho más grande
grande —murmura, haciéndome sentir viscosa por dentro.
Probablemente piense que estoy bromeando sobre arrancarle el dedo con los
dientes. Lo que no sabe es que esa no sería la mayor locura que he visto por
aquí. Sería otro día en el psiquiátrico del Monarch.
Me acaricio la mejilla con la lengua y me doy cuenta que los años han empezado
e mpezado
a envejecer su cara. La mayoría de las mujeres que no lo conocen lo
considerarían guapo con su camisa abotonada, su corbata bien anudada y sus
pantalones de vestir.
Observo cómo cambia su cara, cómo hace un momento estaba sereno y parecía
un familiar que venía a verme.
verme . Veo cómo la suciedad y las arañas que supuran
bajo su piel empiezan a salir.
El número de veces que había pensado en el momento de pura alegría que me
recorrería mientras lo castraban públicamente era infinito.
La máscara que llevaba era la que menos me gustaba.
Uno de los protectores, el guardián, el que se supone que te mantiene a salvo
del monstruo de debajo de la cama.
Sin embargo, el único hombre del saco al que me enfrenté en la vida fue él.
—¿Así es como va a ser? ¿Después de todo lo que he hecho? Me querías tanto
cuando eras pequeña.
Inclino la cabeza. —¿Esperabas que fuera diferente?
—Sage, puedes sentarte, por favor. Cain ha conducido mucho y tenemos mucho
de qué hablar.
Mi padre habla por primera vez desde que llegaron, ignorando mi anuncio de los
avances sexuales de Cain hacia mí. Pero no se inmuta, ¿por qué iba a hacerlo?
—Por favor.
Escalofríos decoran mi espina dorsal, pequeñas protuberancias de irritación a
lo largo de mi piel.
—¿Por favor? —Escupo—. Debería darte una patada en las bolas ahora mismo
por pensar siquiera que puedes decir esa palabra cerca de mí. ¿Por favor? No
mereces pedir nada.
—Siempre tuviste un don para el drama, incluso de niña —murmura Cain
mientras pasa junto a mí, volviendo a su asiento junto a mi donante de
esperma—. Siéntate. Es por tu propio bien.
Una cosa que este lugar me ha enseñado o, bueno, lo que he aprendido es que
ya no me importa una mierda. N
No
o me
me importa
importa lo que la gente piense
piense de mí, cómo
me ven los demás o lo que se espera de mí. No me importa nadie más que yo
misma.
Así que no me importa mostrar mi enfado o mi disgusto cuando se trata de estos
dos. No hay cámaras para las que actuar, y aunque las hubiera, haría lo mismo.
Golpeo la mesa con las manos, echando humo bajo mi fría apariencia. Me
asombra las agallas que tienen. El hombre que abusó de mí cuando era niña y
el que mandó matar a mi gemela para saldar su deuda, ¿cómo pueden pensar
que haría algo por ellos? No tienen nada que sostener sobre mi cabeza, nada
con lo que sobornarme.
Mis dientes empiezan a rechinar mientras escupo: —O me dicen qué es lo que
han venido a buscar o los mato a los dos a puñaladas con un tenedor de plástico.
No estoy jugando. No estoy inventando.
Mi padre me mira los brazos extendidos. Cohibida, miro también hacia abajo
para asegurarme de que mi horrible sudadera naranja con cremallera las cubre.
Entonces pienso: ¿por qué tengo que ocultar las cicatrices que me ha hecho?
Rosemary murió
en Monarch el veintinueve
tras sufrir depsicótico”.
un “brote abril y, casi un mes después, me ingresaron
Quería sorprenderme, pero no lo había hecho. Sabía que mi padre era capaz de
cosas corruptas. Dispuesto a hacer lo que fuera para mantener
man tener las apariencias.
Para mantenerse en la cima.
Con facilidad, eligió a Rose.
Como si ella no fuera un ser humano, su propia carne y sangre, como si ella
fuera sólo un nombre.
Ojalá me hubiera elegido a mí.
Mi hermana había sido asesinada para saldar la deuda de mi padre, y nunca
Pip.
Odio ese nombre.
—¿Cómo dónde, una red de tráfico sexual? —Me río, sin necesidad
ne cesidad de ocultarle
a ninguno de los dos que lo sé —. Sabes, ni siquiera me sorprende que estés
involucrado en esto, Cain —Me inclino más hacia él, el olor de su aftershave me
da náuseas. Es el mismo que se pegó a mis sábanas en la casa del lago—. ¿Les
compras niñas? ¿Hay algún vídeo tuyo chantajeándote por ahí también? ¿Es así
como tienen al agente malo del FBI en el bolsillo?
Que no puedo ser yo quien acabe con el hombre que me había dado la vida.
—Ahora tienes sabuesos del infierno viniendo por tu garganta, papá. Y no se van
a detener, hagas lo que hagas —Miro a Cain, haciéndole entender mi punto —.
No hasta que todos los que lastimaron a Rose estén muertos.
Ambos me miran fijamente, uno asustado por la muerte que sabe que le llegará
pronto y el otro con recelo, sin saber si mis palabras son verdaderas o estoy
jugando.
—Buena suerte —termino, retirándome de la mesa para pedirle a la enfermera
que me lleve a mi habitación por hoy. No hay nada más que decir.
—No tan rápido, Sage —habla Cain—. No matarán a nadie más. Porque vas a
ayudarnos a ponerlos entre rejas.
Niego con la cabeza. —Oh, ¿tú crees?
Deben ser jodidamente estúpidos para pensar que yo ayudaría a detenerlos.
Están haciendo el trabajo que me gustaría estar haciendo.
—Si quieres salir de aquí, entonces vas a volver a Hollow Heights y trabajar para
nosotros. Vas a conseguir que confíen en ti y descubrir su plan. Nos
proporcionarás las pruebas que necesitamos para condenarlos, y luego habrás
terminado. Eres libre de hacer lo que quieras con tu vida. Aquí podemos
Cuando en realidad,
de resentidas. Tengo tengo la oportunidad
la oportunidad de trabajar
de ayudarles, de con cuatro
ayudar personas igual
a Rosie.
El único problema es...
—No va a confiar en mí. Nunca va a confiar en mí.
—Eres una chica lista, Sage. Lo vas a resolver.
Diez de espadas
Rook
La paciencia nunca ha sido mi virtud.
Nunca he tenido activamente una virtud, si he de ser sincero. Me relaciono
re laciono más
con el lado opuesto que incluye cosas como la lujuria, la ira y el orgullo.
La espera es algo que detesto. Soy un animal que funciona por instinto y
adrenalina. Alguien que no se detiene a pensar en la acción, sólo funciona con
el impulso primario de destruir cosas.
Sin embargo, mi primer semestre en la universidad me ha enseñado menos
sobre ecuaciones químicas y más sobre que, a la hora de planear una cadena
de asesinatos y asaltos, esperar es la clave.
Especialmente ahora.
Todos sabíamos que una vez qu
quee esto empezara, no ha
habría
bría fo
forma
rma de
de parar
parar ha
hasta
sta
que cada una de las personas involucradas en la muerte de Rosie se desangrara
o se hiciera pedazos. También sabíamos el peligro, las consecuencias que eso
conllevaba.
El FBI ha estado husmeando mucho últimamente, haciendo preguntas,
reuniendo información. Aún no han entrevistado ni detenido a ninguno de
nosotros, pero no somos estúpidos. Sabemos lo que este pueblo piensa de
nosotros, y ante la pregunta : “¿Quién crees que es capaz de asesinar?” la
respuesta de todos seríamos nosotros. Es la reputación que nos hemos forjado
a lo largo de los años lo que nos ayuda y nos perjudica.
Incluso con el aumento de la concienciación policial,
policial, sigue sin importarme.
Durante casi un año, había visto cómo mi mejor amigo se parecía cada vez más
a un cadáver. Para empezar, Silas nunca fue muy animado, pero todos sabíamos
que había algo dentro de él, más de lo que aparentaba.
Ahora, todo ha desaparecido
de saparecido..
Arrancado directamente de su alma y triturado en una batidora.
Me muerdo el interior de la mejilla en carne viva, intentando no recordar cómo
fueron aquellos primeros meses. Aquellos en los que se negaba a salir de su
habitación y yo me pasaba días enteros tirado en el
e l suelo frente a su puerta.
Cuando oía llorar a su madre, aterrorizada de perder a su hijo mayor por
suicidio, porque la luz que llevaba dentro había muerto.
Ni siquiera tuve tiempo de llorar a Rose.
No de la forma que yo quería.
Estaba tan ocupado intentando mantener a Silas con vida que no había
aceptado del todo el hecho de que se había ido. Que se la habían arrebatado,
tanto a él como a mí. A todos nosotros.
No había nadie más que me llamara RVD ni nadie a quien pudiera despeinar.
Greg recibió su merecido. Había admitido ser quien le inyectó las drogas que le
causaron la reacción alérgica. Él había sido el causante de su muerte, y lo
habíamos manejado en consecuencia.
Pero Frank, sigue ahí fuera, respirando.
Caminando, sonriendo, actuando como si sus acciones no hubieran matado a
su hija. Él es la razón por la que toda esta gente tiene que morir.
Mis manos empiezan a crisparse por tentaciones irracionales. Si no tengo
cuidado, dejaré que mi rabia supure tanto que yo mismo me cargaré a Frank, y
sé que aún no puedo hacerlo.
Como dijo Alistair, tenemos que ser pacientes para estar seguros.
Hubo momentos en los que quise decirle que se lo metiera por su culo
controlador, sólo porque no me importaba mi propia seguridad. La cárcel no me
asusta, ¿qué podrían hacerme que no me hubieran hecho ya aquí?
Pero los chicos.
No quiero eso para ellos.
Así que guardo paciencia por ellos.
Mantenemos contacto visual directo durante unos dos segundos, y pienso que
podría encontrarse con mi confrontación. Me pregunto si me reprochará que la
mire constantemente. Si me dirá que en secreto le gusta.
En lugar de eso, hace lo que hacen todos. Retrocede, apartando la mirada de
mí.
—Yo... yo...
—Escúpelo —le exijo.
—Lo siento. Mi jefe odia el olor. No me importa, es ge-genial —Tartamudea sobre
sus palabras como si la respuesta fuera la diferencia entre la vida y la muerte.
—Dile a tu jefe que si tiene algún problema, puede hablarlo conmigo la próxima
vez, ¿ok?
Me pongo en pie, busco dinero en el bolsillo de atrás y tiro cincuenta sobre la
mesa para su propina.
Esto no es más que un brutal recordatorio de lo jodidamente vacío y aburrido
que me ha dejado este último año.
No puedo conservar nada. Parece que nunca puedo retener a la gente que me
importa.
lo volveréCada vez que dejo entrar a las mujeres, o mueren o me joden. Nunca
a hacer.
Rose siendo asesinada. El desastre con Sage. Matar a esos tipos.
No sé si soy sólo yo, pero cuanta más sangre derramamos, más vacío me siento.
No porque me importe, sino porque aún no ha desaparecido el dolor de perder
a Rose.
Cada vez que miro a Silas, es otro golpe en las tripas.
Está muerta y no va a volver, no importa cuántas gargantas o cuerpos cortemos.
Y odio admitir cuánto duele esa mierda.
Era demasiado buena para este mundo, demasiado pura, y la vida se la tragó
con sus desagradables dientes podridos.
Necesito hierba más fuerte.
Necesito otra cosa que me saque de mis casillas.
Para olvidar.
Atravieso las otras mesas y el humo, salgo por la puerta principal y me
encuentro con una lluvia fría que cae a cántaros.
Sostiene una carta decorada en dorado y negro, cuya imagen central representa
re presenta
a un hombre con cuernos sobre un trono en ruinas.
La confusión se apodera de mi mente hasta que mis ojos ven la tienda de la que
había salido. El letrero de neón dice Trinity Spiritually. Lecturas de manos, tarot,
necesidades espirituales.
Devuelvo la mirada a su cabello rubio y rizado que se desprende de su gorro y a
sus ingeniosos ojos que parecen saber exactamente cómo voy a reaccionar ante
lo que me ha dicho.
—No voy a pagar por una lectura psíquica —murmuro, recogiendo el resto de
sus
loca.pertenencias antes de dar un paso atrás, dispuesto a dejar en paz a esa
—No puedo evitar a quién o de quién hablan las cartas. No te preguntan, te
advierten.
¿Tengo un cartel en la frente que dice que fuerces tu religión y espiritualidad?
e spiritualidad?
—Bueno, puedes decirles que no me interesa nada de lo que tengan que decir.
Tal vez deberías guardarte estas cosas para ti de ahora en adelant
adelante,
e, ¿sí?
No debería estar entreteniéndome con esto. No quiero hacerlo.
La miro fijamente. Con el chal ceñido a los hombros, se mantiene impasible bajo
la lluvia.
—Chico testarudo —Arquea una ceja—. Te digo que la gran sacerdotisa —da un
golpecito a la carta del centro —, viene por ti. No puedes huir mucho antes de
encontrarte de frente con tu pasado. Tendrás que enfrentarte a ella,
e lla, a ese dolor,
a esa angustia. Pronto. Encubrirlo sólo es enterrarte más en tu tumba.
Enfrentarte a ella puede darte la redención que necesitas.
¿Cómo demonios he acabado aquí? ¿Por qué demonios atraigo mierda como
esta?
Me arde el estómago de irritación.
Ya oigo hablar bastante de estas cosas en casa, sólo que en un formato
diferente.
Espiritualidad, religión. Todo es lo mismo con sus profecías autocumplidas. No
se utiliza para el bien o para ayudar a la gente, sólo para controlar las mentes,
para mantener a la gente a raya.
Se creó para asustar a la gente y obligarla a seguir unas normas que no
acatarían si no temieran a un gran hombre en el cielo.
¿Viene por ti? Me estás tomando el pelo.
—He terminado con esto —Me alejo de sus ojos, colocando las manos sobre mi
moto y echando la pierna por encima del asiento.
Al parecer, no le ha llegado el memorándum, porque me sigue, caminando a mi
lado.
—No quiero tus tonterías de bruja. No me lo creo —digo con un poco más de
fuerza para que quede claro. Me pongo el casco de un tirón, jugueteando con las
correas.
—Y no estoy mintiendo —Con un movimiento tranquilo, extiende hacia mí la
última tarjeta junto con una tarjeta de presentación, dejando caer ambas sobre
mi regazo.
—Diez de espadas, chico. Si no te replanteas el camino que llevas, prepárate
para un final doloroso. Uno lleno de pérdidas, traiciones... será brutal y
desagradable. No saldrás de esta. Tómate esto con precaución, y si alguna vez
te curas de lo que te hizo la religión, pásate por aquí y deja que te lea la palma
de la mano. Tengo la sensación de que tienes una gran historia que contar.
Luego se va, como si no acabara de soltarme una sarta de estupideces
psicológicas, alejándose bajo la lluvia, con el chasquido de sus botas al
desaparecer.
Miro mi regazo.
El rectángulo blanco lleva impreso su nombre y un número de teléfono.
Bliss St. James.
Y la de al lado tiene el mismo patrón de negro y dorado que las otras cartas.
En ésta, un hombre se encuentra boca abajo en la tierra, con múltiples espadas
atravesándole la espalda y hundiéndole aún más en el suelo. Tiene los brazos
extendidos para pedir una ayuda que no parece llegar.
El viento se levanta y la lluvia empieza a caer con más fuerza. Escalofríos me
recorren los brazos ante el agua amarga que empapa
e mpapa mi ropa.
Rápidamente racionalizo que la única forma en que ella sabía lo que siento por
la religión era por mi lenguaje corporal. La gente como ella es buena leyendo ese
tipo de cosas, captando los pequeños detalles. Así es como consiguen timar a
sus clientes.
Pues no me lo creo.