Resumen Utilitarismo
Resumen Utilitarismo
Resumen Utilitarismo
Según Rawls la justicia es una institución social. No es suficiente con que las leyes sean eficientes,
tienen que ser justas de lo contrario deben ser derogadas los derechos de las personas son
inquebrantables y este derecho no se puede suprimir por el beneficio a los demás es decir el
sacrificio de unos no se justifica por el bienestar de la mayoría, es posible aceptar una injusticia
solo si su objetivo es evitar una mayor.
La definición clásica de utilidad es lo bueno como la satisfacción del deseo racional, algo imparcial,
es muy importante a la hora de distribuir este deseo que sea de forma indirecta entre individuos o
de forma individual a través del tiempo y que se produzca la mayor satisfacción.Se puede distribuir
en forma de derechos y obligaciones, una sociedad de esta categoría y con la elección del
individuo permite que una sociedad este en equilibrio cuando sus instituciones se esfuerzan por
mantener un balance de satisfacción.
El texto analiza la relación entre el utilitarismo y las teorías éticas teleológicas, utilizando la
definición de Frankena. Rawls argumenta que el utilitarismo es atractivo porque comparte el
“atractivo intuitivo” de las teorías teleológicas, las cuales parecen incorporar la racionalidad al
maximizar algo, en este caso, el bien moral. Las teorías teleológicas definen el bien
independientemente de lo correcto, lo que implica que primero se determinan los valores
considerados buenos y luego se define lo correcto como la maximización de estos valores.
Además, estas teorías pueden juzgar la bondad sin referencia a lo correcto.
Rawls interpreta el utilitarismo definiendo lo bueno como la satisfacción del deseo racional, lo
cual, según él, proporciona una interpretación imparcial del principio de utilidad. En esta
perspectiva, la cooperación social debe lograr la máxima satisfacción de los deseos racionales de
los individuos. Rawls resalta que el utilitarismo es atractivo, pero también apunta que, según
Sidgwick y Mill, en esta visión de la justicia no importa cómo se distribuyen las satisfacciones entre
individuos, salvo indirectamente.
La distribución correcta es la que produce la máxima satisfacción. Así, la sociedad debe maximizar
la suma de satisfacciones, sin importar la distribución específica de derechos, obligaciones,
oportunidades y privilegios, a menos que una distribución más igualitaria rompa los empates. Los
preceptos de justicia del sentido común, como la protección de libertades y derechos, pueden
parecer en conflicto con el utilitarismo, pero desde esta perspectiva, estos preceptos deben
respetarse estrictamente solo si maximizar la suma de ventajas lo requiere.
Rawls critica que, para los utilitaristas, la violación de la libertad de unos pocos puede ser
justificada por un bien mayor compartido por muchos, aunque en la práctica esto no suele
producir la mayor suma de ventajas. El utilitarismo, según Rawls, erróneamente considera la
justicia y sus restricciones como derivadas de la maximización de la satisfacción, en lugar de
principios morales primarios.
Finalmente, Rawls comenta que aplicar el principio de elección racional individual a la sociedad
conduce naturalmente al utilitarismo. El "espectador imparcial" organiza los deseos de todos en
un sistema coherente, maximizando la satisfacción como si fuera un legislador ideal. Este
espectador, con "poderes ideales de simpatía e imaginación", se identifica con los otros y
experimenta sus deseos como propios, asignando la intensidad y el peso apropiado a estos
deseos. Rawls concluye que el utilitarismo funde a todas las personas en una sola a través de actos
imaginativos del espectador imparcial, ignorando seriamente la distinción entre individuos
John Rawls, en su crítica al utilitarismo, desarrolla su teoría de la justicia basada en tres aspectos
fundamentales: la prioridad de la libertad sobre otros valores, el contractualismo como origen de
los principios de justicia, y la adopción de una concepción deontológica que prioriza lo correcto
sobre lo bueno. Rawls defiende que esta prioridad de lo correcto es esencial para su teoría de la
justicia como imparcialidad.
Alasdair MacIntyre, en contraste, critica esta postura desde una perspectiva aristotélica y tomista,
argumentando que lo justo solo se entiende a la luz del bien, el cual es el fin hacia el cual las
especies, incluidos los humanos como animales racionales, deben dirigirse para alcanzar su
perfección específica. Según MacIntyre, las normas morales no son simples medios para un fin
externo, sino que son constitutivas de una forma de vida adecuada para los humanos.
El liberalismo contemporáneo, según MacIntyre, separa las normas morales de las concepciones
del bien humano, permitiendo desacuerdos en estas últimas mientras considera universales y
racionales las primeras. Esto refleja un dogma central del liberalismo: las instituciones públicas
deben ser neutrales respecto a las concepciones del bien humano, dejando a cada individuo la
libertad de seguir su propia concepción del bien.
Otros teóricos liberales, como Virginia Held y Ronald Dworkin, coinciden en que las decisiones
políticas deben ser neutrales respecto a las concepciones del bien y que la variedad en estas
concepciones es en sí misma valiosa. Rawls sostiene que el consentimiento sobre los principios de
justicia debe ser unánime, mientras que la planificación de la vida individual puede variar según las
propias concepciones del bien, siempre que sean coherentes con los principios de justicia.
MacIntyre critica a Rawls y al liberalismo por ignorar la pluralidad humana y la complejidad de la
vida moral, sugiriendo que la teoría de Rawls, al igual que el utilitarismo, falla en considerar
adecuadamente las diferencias entre las personas y sus diversas concepciones del bien.
A pesar de sus críticas en "A Theory of Justice", Rawls reconoce méritos en el utilitarismo clásico,
como su clara definición de los principios de justicia y derechos. La principal diferencia entre su
teoría de la justicia como imparcialidad y el utilitarismo radica en cómo se concibe una sociedad
bien ordenada: Rawls la ve como un esquema de cooperación regido por principios equitativos,
mientras que el utilitarismo la ve como una administración eficiente de recursos para maximizar la
satisfacción de deseos.
Rawls valora que el utilitarismo proponga un principio único y prioritario, el principio de utilidad,
evitando recurrir a la intuición. Tanto Mill como Sidgwick creían que este principio podía conciliar
criterios competitivos, lo cual Rawls considera atractivo porque aborda la cuestión de la prioridad
de los principios, fundamental para una teoría de la justicia que regule una sociedad bien
ordenada.
En última instancia, Rawls desarrolla su teoría de la justicia como una tercera posición que asimila
elementos del contractualismo clásico y evita las falencias del intuicionismo y el perfeccionismo,
emergiendo como una teoría ecléctica que ha dejado una marca significativa en la filosofía política
y ética mundial.