Revoluciones de Rusia
Revoluciones de Rusia
Revoluciones de Rusia
ALUMNO: GRADO: 9
DOCENTE: LC. DIVER QUINTO HINESTROZA FECHA:19- 04.2023
Aspectos políticos
Aspectos sociales
Desenlace
La revolución de 1905 Los desastres sufridos por las derrotas en la guerra ruso-japonesa de 1904-1905, unidos
a un descontento social generalizado por la mala situación económica del país, derivó en fuertes protestas de
campesinos y obreros rusos. Las manifestaciones iniciaron el 22 de enero de 1905, cuando una multitud de
obreros se dirigió al Palacio de Invierno en San Petersburgo, la capital, para exigir al zar una mejora en las
condiciones de vida, un horario de ocho horas diarias de trabajo, mejores salarios y mayor participación
política. La respuesta del gobierno fue una fuerte represión que dejó como saldo cientos de muertos y
heridos, en el llamado “domingo sangriento”. Desde ese momento y hasta diciembre de ese año, las huelgas
se extendieron por toda Rusia, los campesinos y obreros se organizaron en consejos populares o soviets, y el
movimiento obrero fue adquiriendo más fuerza. Para aplacar el descontento, el zar emitió un Manifiesto
imperial en octubre, en el que reconoció algunas libertades, instauró el voto universal para elegir la Duma y
aceptó gobernar con esta. Sin embargo, al poco tiempo, el zar volvió a gobernar sin el Parlamento.
Rusia a comienzos de 1917 El panorama en enero de 1917 era desolador para la mayoría de los rusos. En el
campo, los campesinos se encontraban sumidos en la pobreza, pues aunque las reformas de 1906 y 1910 les
habían permitido ser propietarios de la tierra, en la práctica se presentó una gran concentración de tierra en
manos de unos pocos, los kulaks. Además, la participación política seguía restringida, y la Duma estaba
dominada por los kulaks y los burócratas. Todo lo anterior, sumado a las derrotas militares en la Primera
Guerra Mundial, al desabastecimiento general y al hambre en toda Rusia, provocó huelgas que fueron
reprimidas con violencia.
La revolución de febrero de 1917 El 23 de febrero se presentó una manifestación en San Petersburgo
exigiendo al gobierno pan y el retiro ruso de la guerra. La agitación social fue aumentando y dos días después
se inició una huelga general, con fuerte presencia de obreros, bajo el lema de “paz y pan” y la exigencia de
mejores condiciones laborales. El gobierno del zar ordenó dispersar a los manifestantes, pero el 26 de febrero
el ejército se amotinó y se unió al movimiento. Ante esta situación, el 27 de febrero se formó un gobierno
provisional, en el que se destacaba el social-revolucionario Kerensky, y el zar fue obligado a abdicar. Se creó
por todo el territorio una multitud de soviets, los cuales controlaban el poder local y, en algunos casos,
formaron cuerpos armados. Los mencheviques y los social-revolucionarios intentaron coordinar estos
consejos, sin embargo, fueron los bolcheviques quienes lograron mayor apoyo entre los soviets. El gobierno
provisional permaneció en la guerra y organizó una ofensiva militar en junio, sin embargo, el ejército se negó y
miles de soldados campesinos regresaron a sus aldeas. El gobierno fue perdiendo apoyo popular y sufrió un
intento de golpe de Estado, dirigido por el general Kornilov, el cual pudo ser conjurado con ayuda de los
soviets y de los bolcheviques.
La revolución bolchevique de octubre de 1917 Con una posición cada vez más consolidada, los bolcheviques
recibieron a Vladimir Ilich Lenin quien regresaba del exilio. Las propuestas de Lenin, en sus “Tesis de abril”,
eran el retiro de la guerra, el control obrero de las fábricas, el reparto de tierras a los campesinos y el traslado
del poder a los soviets. Con este programa, y el apoyo mayoritario de los soviets, los bolcheviques ocuparon el
Palacio de Invierno el 25 de octubre y asumieron el poder, conformando el gobierno de los Comisarios del
Pueblo, presidido por Lenin y otros dirigentes como Trotsky, Rikov, Lunatcharski y Stalin. El nuevo gobierno
declaró que el socialismo era su objetivo; ocupó los bancos; permitió a los obreros controlar las industrias;
repartió las tierras a los campesinos pobres, sin indemnización para los kulaks; reconoció las minorías
nacionales en territorio ruso; negoció el Tratado Brest-Litovsk con Alemania para salir de la guerra, aunque
Rusia perdió Polonia, las provincias del Báltico, Ucrania y extensos territorios del sur y el oeste. El nuevo
régimen aseguró el poder de los bolcheviques a través del Partido Comunista, luego de disolver la Asamblea
Constituyente de mayoría menchevique y declarar ilegales a todos los demás partidos. La capital se trasladó a
Moscú