El Subsuelo de La Patria Historia Del Mo
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EL SUBSUELO DE LA PATRIA
Historia del Movimiento
de Trabajadores Excluidos
ISBN 978-987-8267-64-7
CDD 304.81
Los autores de este libro donan las regalías por derechos de autor al MTE.
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SANTIAGO LIAUDAT, MAGDALENA TÓFFOLI, JUAN MANUEL FONTANA
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Prólogo
Paula Abal Medina
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Introducción
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nadie. Son las periferias de los grandes centros urbanos, los barrios
populares, villas y asentamientos de emergencia donde habitan en gran
medida los trabajadores de la economía popular. Allí los movimientos
populares actúan como la última barrera frente a las manifestaciones
extremas de la descomposición social, tales como el narcotráfico y el
crimen organizado. Y, lo que es más admirable aún, no solo respon-
dieron a las urgencias del hambre, la miseria o la violencia, sino que
fueron capaces de formular intentos de superación del capitalismo
de descarte: a nivel micro, mediante respuestas locales basadas en la
organización colectiva; en un plano intermedio con la formulación de
distintas propuestas legislativas para atender diversos problemas; y a
nivel macro con la propuesta de desarrollo humano integral.
¿Qué tiene que ver el MTE con este fenómeno emergente? Todo.
No puede pensarse el surgimiento y la evolución del campo de la eco-
nomía popular sin considerar el papel central que el Movimiento de
Trabajadores Excluidos y su principal figura, Juan Grabois, tuvieron
en las distintas etapas. Fue uno de los grupos pioneros en plantearse la
necesidad de organizar sindicalmente el trabajo en la llamada “economía
informal”, mientras a su alrededor se masificaban las organizaciones de
desocupados y se multiplicaban las asociaciones cooperativas. Y, más
allá de ese aporte inicial fundamental, mantuvo a lo largo de veinte años
una iniciativa constante hacia el sector y cada vez más hacia el resto
de la sociedad. Por lo que, si usted quiere comprender la dinámica de
uno de los actores sociales más dinámicos de la última década, precisa
conocer la historia que se narra en este libro. Es también una forma
de entender a la Argentina oculta, cuyo funcionamiento es clave para
comprender la lógica del conjunto.
Por último, algunas palabras respecto a nuestro posicionamiento.
Por todo lo dicho, es evidente que no somos neutrales en lo axiológico,
en el posicionamiento ético-político. Pero sí buscamos la objetividad
en los datos que sustentan la reconstrucción histórica. En ese sentido,
queremos destacar que se siguió una estrategia metodológica acorde
a los estándares científicos aceptados. Luego, en el nivel de la expo-
sición se optó por un estilo narrativo favorable a un público amplio,
en detrimento del formato técnico propio de la escritura académica. A
continuación, se puntualiza en la organización de los capítulos y, más
adelante, se detallan las decisiones metodológicas.
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Orden de exposición
El libro se compone de seis capítulos en los que se reconstruye la
historia del MTE desde sus orígenes hasta la actualidad. Cada uno de
ellos fue delimitado de acuerdo a un criterio cronológico-temático. Es
decir, no se siguió exclusivamente un ordenamiento temporal, sino que
la evolución de un tópico sirvió también como pauta ordenadora en
algunos casos. Por lo que el seguimiento de un tema puede escapar al
período en años en que se centra un capítulo. No obstante, hay una línea
cronológica que subyace y permite leer el libro como una narración en
que los hechos se encadenan de principio a fin. Por otro lado, al inicio
de la mayoría de los capítulos se ofrece una contextualización básica
que permite enmarcar la historia que estamos contando en los sucesos
más importantes de la etapa. Por supuesto, no se pretende exhausti-
vidad en esas descripciones de coyuntura, sino destacar aquello que
resulta más relevante para esta narración. Dicho esto, a continuación,
ofrecemos un breve resumen de contenidos por capítulo.
El capítulo uno, titulado La organización, se desarrolla en ocho sec-
ciones que se centran en el período 2002-2004. El recorrido va desde la
descripción de los efectos del neoliberalismo sobre el entramado social,
económico y político nacional (i), la emergencia de nuevas formas de
participación producto de la crisis de representación del 2001 (ii), el
surgimiento de los cartoneros como sujeto social y su evolución desde
el ciruja y otras figuras anteriores (iii), la emergencia de la cuestión car-
tonera en la arena pública (iv), la conformación de un reducido grupo
de jóvenes militantes que dio comienzo al MTE (v), el encuentro de
clases sociales, los aprendizajes y desafíos que conllevó la construcción
en común entre cartoneros y estudiantes (vi), el entorno de organiza-
ciones en que debió desenvolverse el movimiento en su etapa inicial
(vii) y la referencia positiva y negativa de los piqueteros como línea
predominante en el campo popular en aquel momento (viii).
El capítulo dos, cuyo nombre es La lucha, se desenvuelve en ocho
apartados que se desarrollan en el período 2005-2009. El itinerario
comienza presentando los rasgos generales desde la asunción del kir-
chnerismo hasta la crisis del campo (i), el despliegue de la resistencia
cartonera frente al atropello policial (ii), la primera pelea ofensiva y
conquista parcial en torno a las becas para niños cartoneros (iii), las
idas y vueltas alrededor de la sanción de la Ley de Basura Cero y la
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Aclaraciones
Este libro fue pensado con un destinatario amplio, no reducido a
especialistas. Ese objetivo explica algunas resoluciones de estilo y me-
todológicas que es preciso exponer. Respecto a las primeras, podemos
destacar dos. Por un lado, la decisión de reducir al mínimo el uso de
referencias bibliográficas, citas textuales y notas al pie; estos recursos,
muy habituales en la literatura científica, obstaculizan la lectura de
parte de un público extenso. Por otro lado, y con la misma finalidad,
se buscó cierta fluidez en la narración, intercalando segmentos des-
criptivos, incluso microrrelatos, con otros de tipo teórico o reflexivo;
lo cual, en algunos casos, pudo ir en detrimento de las explicaciones
argumentales y discusiones propias de la investigación académica.
Desde nuestro punto de vista, el intento de llegar a lectores no espe-
cializados justifica estas limitaciones. Además, como ya se dijo, aun-
que en el orden de la exposición no se siguieron las pautas típicas de la
escritura científica, en el orden de la investigación se adoptaron todos
los recaudos que guían el trabajo de campo en las ciencias sociales. A
continuación, detallamos las cuestiones metodológicas que respaldan
los datos ofrecidos en este libro.
En primer lugar, se realizó una exhaustiva revisión bibliográfica, con
miras a delimitar el estado del arte. En la última década se ha desarro-
llado un considerable corpus de estudios sobre la economía popular,
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Agradecimientos
Este libro es la síntesis de dos años y medio de trabajo. En diciem-
bre de 2020 tomó forma la idea de escribir la historia del MTE de cara
a los veinte años de la organización, y en los meses inmediatamente
posteriores se conformó el equipo que lo llevó adelante. Entonces
comenzó un trabajo de campo que se extendió durante 2021 y 2022.
Como se mencionó, estuvo compuesto por decenas de entrevistas, visi-
tas a locales y unidades productivas, relevamiento de prensa y análisis
documental, entre otras tareas. Luego de lo cual, en el transcurso del
primer semestre de 2023 fue escrita la totalidad de los capítulos. En
todo ese recorrido, innumerables personas colaboraron indirectamente
con este libro en alguna de sus etapas. Aunque no quede registro de
sus nombres, tenemos una deuda de gratitud con cada uno de ellos y
ellas. Dicho esto, haremos mención explícita de quienes directamente
colaboraron en la realización de este libro. Agradecemos:
A los integrantes del MTE que gentilmente estuvieron predispues-
tos a brindarnos tiempo para responder nuestras preguntas, revisar
sus archivos, completar datos faltantes y acompañarnos en las visitas;
A Juan Tévez, por su inestimable apoyo al acompañar el proyecto
desde sus inicios en todas sus dimensiones y facilitar las coordinaciones
necesarias en la concreción del trabajo de campo;
A Paula Abal Medina y Juan Grabois, por las palabras que anteceden
este libro;
A la Agencia Paco Urondo y La Nación Trabajadora, por publicar
algunas de las entrevistas realizadas para este libro y contribuir con
financiamiento para su desgrabación;
A los grupos de investigación, cátedras universitarias y equipos de
trabajo de los que formamos parte, así como a los espacios de formación,
construcción colectiva de conocimiento e intercambio de ideas que, sin
dudas, enriquecieron las perspectivas y debates vertidos en este libro;
A la sociedad argentina, en especial al pueblo trabajador, que con
sus esfuerzos sostiene el erario que está en la base de nuestros salarios
como integrantes del sistema público nacional de ciencia y tecnología;
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A los excluidos y descartados,
trabajadores y trabajadoras de la economía popular,
en la esperanza de contribuir a visibilizar sus luchas,
conquistas y horizontes de cambio social
Capítulo 1
LA ORGANIZACIÓN
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El conteo de cortes de ruta de 1997 figura en La Nación, 3 de enero de 1998: https://www.lanacion.
com.ar/politica/en-un-ano-104-cortes-de-ruta-nid84535/
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Fueron pocas las excepciones dentro de las dirigencias de los partidos políticos más grandes de
la Argentina que se opusieron expresamente al neoliberalismo en los años noventa. Destacaron, en
particular, el “Grupo de los Ocho”, compuesto por un reducido conjunto de diputados del Partido
Justicialista que a inicios de la década decidieron romper la bancada oficialista en la Cámara baja
como forma de manifestar su desacuerdo con las orientaciones del gobierno nacional. Luego, en 1994,
se conformó el Frente País Solidario (FREPASO) con parte de esos diputados peronistas (entre ellos,
“Chacho” Álvarez, por el Frente Grande), el senador justicialista José O. Bordón y distintas fuerzas
políticas progresistas (Democracia Cristiana, Partido Intransigente, el Partido Socialista Democrático y
el Partido Socialista Popular). En 1995 se sumaron sectores provenientes del radicalismo “storanista”
(Carlos Raimundi, Dante Caputo).
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Frente a la impunidad de la que gozaban los genocidas, HIJOS enarboló la consigna: “Si no hay jus-
ticia, hay escrache”. Aunque adoptaba distintas metodologías, la forma de “marcar” el domicilio de
los militares era el uso de pinturas, aerosoles, carteles, volantes, altavoces, etc. Con ese antecedente,
la generación 2001 adoptó el escrache como parte del repertorio de acciones posibles. Aunque, por
supuesto, ya no se trataba de señalar donde vivía una persona, sino que comenzó a ser usado en
distintos escenarios y situaciones que estuvieran motivados por el descontento frente a la inacción
política, institucional y/o judicial. En este nuevo marco, el escrache, al igual que otras formas de
acción directa, solía articularse con el impulso a acciones por la vía institucional (denuncias en los
organismos correspondientes, impulso a reformas legislativas, etc.).
5
Sebastián Morreale, quien años después se convirtió en referente de la rama Vientos de Libertad
del MTE, terminaba su proceso de recuperación por consumo de drogas en 2001. En sus relatos apa-
rece explícitamente la mención al reviente y el aguante (Liaudat, Fontana y Tóffoli, 2023b). Sobre la
“cultura del aguante”, ver Alabarces (2004).
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De cirujas a cartoneros
Si aquel fue el escenario donde inició esta historia, los actores
principales fueron las cartoneras y los cartoneros. Al menos durante la
primera década de historia del MTE, el protagonismo indiscutido fue de
ellos. Luego, como veremos, otras vertientes fueron complejizando la
vida interna del movimiento en múltiples ramas. Pero falta para llegar
a eso. Y, definitivamente, fue durante este largo período en que “MTE”
fue casi sinónimo de “cartoneros” en que se construyeron buena parte
de los pilares constitutivos e identitarios del movimiento. De hecho,
las especificidades de este sujeto social explican algunos de los rasgos
diferenciales de la organización respecto a experiencias contemporáneas
como las del movimiento piquetero. Por lo que es de suma importancia
conocer esas características, para luego dar cuenta de cómo se tradujo
ello en este proceso organizativo en particular.
Para dar cuenta de dónde salen los cartoneros es preciso remitirnos
a la segunda mitad del siglo XIX. Por esos años, en la ciudad de Buenos
Aires por primera vez se asignaron lugares oficiales para la quema de
basura. Tiempo después, comenzaba a funcionar un sistema de reco-
lección domiciliaria de residuos. Nacían, de ese modo, los basurales
autorizados, legalmente establecidos, al tiempo que se expandía el
consumo con el auge del modelo agroexportador y la llegada al país de
bienes producidos industrialmente. Ya por entonces había personas que
quedaban por fuera de los beneficios, y apelaron a la recuperación de
basura como forma de vida, tanto para consumo propio como para la
reventa. El conflicto con quienes usufructuaban del negocio de la basu-
ra, gracias a la concesión oficial, apareció desde un inicio. Es notable,
cuando se repasan las fuentes en distintas épocas, la homogeneidad de
los comentarios críticos sobre la actividad de quienes rebuscan entre
los desechos como forma de sobrevivir. ¡Parecen descripciones de
cualquier periódico de hoy en día! Por ejemplo, la memoria de 1877
de la Municipalidad de Buenos Aires afirmaba que:
[…] gran número de individuos que recorren las calles extrayendo de los
cajones que deposita el vecindario en las puertas de las casas, todos los
residuos utilizables, de suerte que cuando llegan los carros al vecindario,
ha sido ya despojada la basura de la mayor parte de ellos. Para cortar este
abuso que priva de una renta que ayuda a satisfacer el gasto de la quema
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de esas basuras, solicité al señor Gefe de Policía [sic], que por medio de
los agentes subalternos de seguridad se prohibiese a estos rebuscadores
de residuos el extraerlos […]. (Schamber, 2008: 35)
Estos antecesores de los cartoneros, llamados originalmente “re-
buscadores”, pasaron a conocerse desde los años cuarenta del siglo
XX como “cirujas”. Con el paso del tiempo mantuvieron una presencia
constante pero marginal. Y este último adjetivo describe perfectamente
la situación de estas personas en la doble definición que dan los dic-
cionarios. Por un lado, “que está en el margen”. Por otro lado, “que es
secundario, poco importante”. Los cirujas, a lo largo de las décadas,
fueron marginales en ambos sentidos. Recorrían los márgenes de un
sistema y su función era considerada inferior. Ese estigma pesaba sobre
quienes, desde lo más bajo de la pirámide social, encontraron en esta
actividad un modo de supervivencia.6
No obstante, en los años en que el capitalismo local, con base en la
sustitución de importaciones, creaba empleos, eran pocos los que ele-
gían o se veían obligados a ese trabajo. La llegada masiva de migrantes
rurales a los conglomerados urbanos industriales dio un perfil específico
a los cirujas en este período. Eran paisanos llegados del interior con
cultura criolla y conocimiento sobre caballos. No eran pocos los casos
en que estos gauchos migrantes preferían la vida errante del carrero,
junto a su potrillo, antes que la disciplina rígida e impersonal de la
fábrica. Todavía hoy, en algunas regiones, se mantiene esta identidad
de origen rural en los cartoneros, visible en las vestimentas y viviendas
personales, en los aperos del caballo y en los juegos y costumbres.
El quiebre social, económico y político de mediados de los setenta
se vio reflejado también en relación con la actividad del cirujeo. Nos
referimos a las transformaciones ocurridas con el inicio de un proceso
de desindustrialización, aumento del desempleo, empobrecimiento y
cambio de rol del Estado en la sociedad y la economía. Mutaciones que,
como dijimos antes, requirieron del disciplinamiento social mediante
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Schamber (2008: 77-78) señala que existen dos hipótesis acerca del origen del término “ciruja”,
en ambos casos se afirma que es apócope de “cirujano”. La primera hipótesis se basa en que uno
de los objetos primordiales de recolección por entonces eran los huesos (actualmente, estos siguen
siendo un objeto valorizado, pero son retirados directamente de las carnicerías por los “hueseros”,
que los venden a plantas de procesamiento para su uso en alimentos balanceados, hamburguesas y
chacinados). La otra acepción, en cambio, se enfoca en el instrumento usado: la cuchilla (un tango
de 1926, titulado “El ciruja”, refiere a este sentido). En ambas hipótesis, la familiaridad de los cirujas
con estos elementos –huesos, cuchillos– los asemejaría a los cirujanos.
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gente que había sido expulsada del empleo formal se acercó al cirujeo
como forma de complementar ingresos o bien como su principal fuente
económica.
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El “transportista” no existía en el caso de quienes usaban carro a caballo para cartonear. Mientras
que entre aquellos que utilizaban el ferrocarril adquirió rasgos específicos, al ser brindado el servi-
cio de transporte por grandes empresas. Más adelante nos detendremos en la experiencia del Tren
Blanco o Tren Cartonero.
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Schamber (2008: 83-87) resume las diferentes estimaciones cuantitativas sobre el fenómeno
cartonero entre 2001 y 2005. Distintas dificultades metodológicas y la amplitud de los valores resul-
tantes de las estimaciones hacen muy difícil saber cuántos recuperadores había efectivamente en el
AMBA por entonces. El trabajo citado en La Nación era de Francisco Suárez (UNGS) y suele tomarse
como referencia al ofrecer una metodología consistente en el estudio en base a dos municipios y su
proyección al conjunto del AMBA. En cuanto al tiempo en la actividad, la información periodística se
quedó corta: los primeros registros oficiales, realizados entre octubre y diciembre de 2002, arrojaron
que un 76% de los cartoneros llevaban menos de dos años en la actividad.
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El ILSE está ubicado a metros del Teatro Colón. Es uno de los cuatro colegios de la UBA, pero el
único con cobro de arancel. Las luchas en torno a la LES marcaron al movimiento estudiantil durante
una década. Se iniciaron en 1994, pero continuaron a su sanción en el Congreso en 1995, ya que
cada universidad, en ejercicio de su autonomía, debía adecuar sus estatutos. La UBA fue uno de los
epicentros de un conflicto que perduró hasta los primeros años de la década del 2000. Sobre la etapa
de Grabois en el ILSE, ver Fontevecchia (2017).
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https://www.lanacion.com.ar/sociedad/vecinos-que-cocinan-para-los-cartoneros-nid437757/
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García Monticelli y Carpenco asumieron en 2019 en la gestión pública. Respectivamente ejercen
como Subsecretaria de Gestión de Tierras y Servicios Barriales de la Nación y Coordinador de Proyectos
de Economía Social y Popular del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Nejamkis ocupa un lugar
central en la Mesa de Relaciones, ámbito de dirección del movimiento. De Mingo retornó a su pueblo
natal en 2013, desde donde organizó al MTE en la región noroeste de la provincia de Buenos Aires.
Borghi no participa en el día a día, pero colabora en cuestiones específicas de formación. Y Grabois se
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convirtió en uno de los referentes sociales y políticos más destacados de la Argentina, postulándose
como precandidato a presidente de la nación en 2023 (datos actualizados a julio de 2023).
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Imagen 2. Olla popular sobre Av. Córdoba y Gallo en la ciudad de Buenos Aires
(c. 2002-2003). Fuente: archivo de Fernanda García Monticelli.
Con una historia laboral por detrás, el paso al cartoneo se fue dando
al ritmo del derrumbe de la economía argentina. Primero, en las épo-
cas de desocupación temporaria, como un medio transitorio de vida.
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Este grupo de cartoneros fundadores también se mantuvo organizado con el paso de los años. Zárate
coordina la planta de reciclado de Flores (CABA). Almeyra, su marido, y Frías estuvieron activos en el
MTE hasta sus fallecimientos en 2010 y 2018 respectivamente. Sánchez preside, desde su fundación
en 2011, la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR). Matos es parte del
Consejo de Administración de la Cooperativa Amanecer de los Cartoneros. Villordo, Soto, Villarreal,
Montaña y Franco siguen trabajando en el marco de la cooperativa (datos actualizados a junio de 2023).
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o camioneta en mal estado). Es decir, eran vistos como parte del pro-
blema de los cartoneros, como un eslabón más en la explotación de
esas familias. Los primeros panfletos del MTE evidencian esa lectura.
Sin embargo, cuando iban a realizar asambleas en las paradas de los
transportes, los cartoneros pedían “que vengan los choferes”. Y cuando
había que elegir delegados, muchas veces los elegían a ellos. Luego
de superadas las resistencias anteriores, los militantes terminaron por
aceptar que había liderazgos naturales, voces de mando que eran res-
petadas por los propios cartoneros. No debían oponerse externamente
a eso, sino orientarlo hacia un esquema superador.
Este es un punto de inflexión en la incipiente matriz organizativa
del MTE. Es el momento inicial en la construcción de un método de
trabajo que diferenció la evolución de este movimiento respecto a otros.
En lugar de forzar las cosas para que entren en los esquemas mentales
de la militancia, esta debía montarse sobre esa realidad, organizarla
y conducirla desde sus estructuras y liderazgos espontáneos. Rafael
Nejamkis lo reconstruye de este modo:
Lo de los choferes es clave. Nos costó entender que ahí había un grupo
de “kapangas” que tenían una organización popular propia y que el MTE
debía adaptarse a eso. Hubo un proceso de discusión muy grande sobre
cómo nos vinculábamos con los choferes porque los veíamos como unos
“garcas”. […] Años después, ese lugar de poder se modificó. Cuando en-
tramos al sistema de reciclado en la ciudad y el chofer pasó a ser uno más
que cobraba sueldo, con la única tarea de transportar, y el rol de organi-
zación lo empezó a tener la dirección de la cooperativa, con los delegados
de las rutas elegidos por los cartoneros, empezó una lógica de “ahora vas
a ver, chofer”. Los compañeros los bardeaban fuerte. Hubo un reacomodo
virulento cuando cambiaron las condiciones materiales y organizativas.
Pero lo clave es entender la metodología, que luego adoptamos en otras
ramas productivas. El acierto del MTE es encontrar esa metodología, con
una dirección hacia una situación mejor y de conquista de derechos, pero
laburar con lo posible, con lo que hay, con la realidad. Hay mucha bosta
en el pueblo, pero para armar la casa se necesita bosta.
Esta mixtura originaria de café con leche, cartoneros y “caras páli-
das” –como les dicen internamente a los militantes de clase media–, se
enfrentó al poco tiempo con duras pruebas que terminaron por amal-
gamar al incipiente MTE y dotarlo de una identidad específica. Pero
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El ecosistema organizativo
Las raíces del movimiento cooperativista, y el mutualismo en
general, llegan a fines del siglo XIX. Pero el clima social de 2001 fue
el contexto para que adquiriesen un renovado impulso y asumiesen
nuevas características. De manera espontánea, frente a la profundidad
de la crisis que atravesaba la Argentina, surgieron o cobraron fuerza
clubes de trueque, empresas recuperadas, cooperativas de trabajo, redes
de consumo, entre otras formas de autogestión solidaria. Desde esos
espacios se enfrentaba la pobreza, se recuperaba el valor del trabajo y
el esfuerzo, más allá de la pérdida del empleo. Es decir, frente a la falta
de referencias positivas en un país en descomposición, fueron ámbitos
constructores de identidades individuales y colectivas, además de ser-
vir a la resolución de problemas materiales. Estas iniciativas contaron
con magnitudes y complejidades muy variadas, y según el caso y el
momento fueron apoyadas o resistidas por el Estado.
Con ese trasfondo común, el impulso específico al cooperativismo
cartonero tuvo un doble origen. Surgió de los beneficios evidentes que
se seguían de reunirse para defenderse frente al hostigamiento policial
o vender de conjunto los materiales recolectados. Pero también provino
externamente desde figuras políticas, estructuras militantes, sectores de
la Iglesia Católica, académicos y organizaciones no gubernamentales
(ONG) nacionales e internacionales. Más adelante, el mismo Estado
promovió la formalización de cooperativas cartoneras como requisito
para ingresar a determinados programas. Los objetivos originales de
estas asociaciones eran eliminar intermediarios, obtener enfardadoras
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Por supuesto, es una descripción general que debe ser matizada de acuerdo a la referencia piquetera
en cada distrito. Por caso, en el ámbito de Villa Caraza y Villa Fiorito, tenía desarrollo el Movimiento
Independiente de Jubilados y Desocupados (MIJD), liderado por Raúl Castells. La percepción sobre
esta organización era mayormente negativa entre los cartoneros del MTE.
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Hasta entonces no había una participación en la gestión de la asistencia social de parte de las in-
cipientes organizaciones piqueteras. El primer plan de asistencia a los desocupados fue el Programa
Trabajar creado en 1995. Estaba gestionado por los municipios, era de pequeña escala y respondía al
recetario neoliberal de políticas focalizadas en materia de derechos (versus su universalización como
rasgo característico de los modelos anteriores). En lo alimentario, hay algunos antecedentes previos
a la dictadura de 1976. Pero los planes de asistencia nutricional se volvieron parte del repertorio
permanente de acciones sociales de los gobiernos desde los ochenta hasta la actualidad. En cuanto a
la provincia de Buenos Aires, destacó el Plan Vida, ejecutado por las “manzaneras”, con tareas sani-
tarias y alimentarias a nivel barrial. Iniciado en 1994, implicaba la participación masiva de mujeres
de los barrios pobres; muchas de ellas luego se incorporaron a los movimientos piqueteros cuando
la desocupación se convirtió en objeto de demanda y organización colectivas.
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Influencias y contrainfluencias
A partir de estos datos pueden identificarse cuatro factores que con-
dujeron a la crisis del movimiento piquetero. Primero, el adelantamiento
de las elecciones, el crecimiento económico y el creciente cansancio del
resto de la sociedad frente a los cortes de rutas y avenidas, comenzaron a
socavar la legitimidad de las organizaciones de trabajadores desocupados
y, sobre todo, de sus métodos. A partir de junio de 2002, momento en que
alcanzaron su pico de apoyo social ante la represión sufrida en el Puente
Pueyrredón, comenzó un declive en el apoyo a estas agrupaciones que
se acentuó a partir de la asunción de Kirchner a la presidencia en mayo
de 2003. Con el cambio de gobierno, casi todos los grupos piqueteros
identificados con el nacionalismo popular se fueron incorporando al
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La relación de los grupos piqueteros nacional-populares con los gobiernos kirchneristas distó de ser
lineal. Al observar los casos más emblemáticos vemos que: i) la CTD, ligada a Quebracho, se quedó
por fuera del gobierno, aferrada a los métodos de acción directa; ii) el Movimiento Evita se incorporó
al Estado, pero mantuvo un margen considerable de autonomía “desde dentro”; iii) Barrios de Pie,
vinculada a la Corriente Patria Libre –luego, Libres del Sur– se alejó del oficialismo a mediados del
ciclo kirchnerista y se pasó a la oposición; iv) la FTV, liderada por Luis D’Elía, se sumó activamente
al oficialismo, aunque en años recientes terminó distanciada del kirchnerismo. Este breve panorama
desmiente la idea simplista de una “cooptación”, sin más, de los piqueteros del nacionalismo popular.
Aunque, ciertamente, la tónica de buena parte de quienes se incorporaron al oficialismo fue la desmo-
vilización, excepto para acompañar actos, políticas del gobierno o acciones de protesta en su apoyo.
Lo cual pudo observarse incluso en grupos piqueteros de izquierda tras incorporarse al oficialismo,
en algunos casos diluyendo su inserción territorial y capacidad de movilización.
17
Los movimientos piqueteros que se mantuvieron en la oposición fueron básicamente los grupos
trotskistas (PO, MST, FTC, MTR, etc.) e independientes (MTD y otros) que configuraban el ala más
confrontativa en 2002, a los que se sumó la CCC (ya que tras la incorporación de la FTV al kirchnerismo
se había disuelto el bloque matancero).
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La cuestión del manejo de los recursos de parte de las organizaciones sociales, sobre todo cuando
se trata de fondos públicos, es un tema muy sensible y se presta al ataque malintencionado de las
usinas mediáticas de la derecha. El uso de una parte mínima de los recursos obtenidos en la lucha
reivindicativa para el mantenimiento de las propias organizaciones puede ser una práctica razona-
ble, ya que el Estado se desentiende del gasto que implica gestionar una porción significativa de la
asistencia social descansando en el trabajo impago de cientos de militantes. Los cuales, en muchos
casos, deben ser rentados por las propias organizaciones. Mientras esto esté dentro de determinados
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parámetros, no parece ser problemático. De hecho, en la enorme mayoría de los casos, los montos
de las “rentas” están muy por debajo de lo que se cobraría en un empleo formal. Otra discusión me-
rece el uso de esos recursos para favorecer el desarrollo de estructuras políticas, ajenas a la lucha
reivindicativa de los pobres. Finalmente, desde ningún punto de vista es justificable el caso en que
ocurra un enriquecimiento personal de los dirigentes.
19
El núcleo militante que dio nacimiento al MTD de Varela estaba impulsado por Roberto “Negro”
Martino, exmilitante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Al poco tiempo, Martino
se deslindó del MTD y creó el Movimiento Teresa Rodríguez (MTR), organización que adoptó una
posición de izquierda radical hasta la actualidad.
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Con ese nombre se conoce al modelo de partido revolucionario ideado por Lenin en el contexto de
la lucha contra el zarismo ruso, pensado para hacer frente a la represión y posible infiltración policial.
En ese marco, concibió una estructura piramidal con fuerte centralización en la toma de decisiones en
manos de una conducción política compuesta por los mejores cuadros militantes de la organización.
Este modelo fue muy influyente en la izquierda revolucionaria a lo largo del siglo XX.
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21
Los movimientos piqueteros han sido profusamente estudiados. Entre otros, pueden consultarse:
sobre el Movimiento Evita (Longa, 2019), sobre la FTV (Cross, 2007), sobre Barrios de Pie (Gradin,
2018), sobre los MTD y un panorama general de las distintas vertientes (Pacheco, 2010; Mazzeo,
2014; Svampa y Pereyra, 2003).
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Capítulo 2
LA LUCHA
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1
Ver, por ej., The 2023 Edelman Trust Barometer: https://www.edelman.com/trust/2023/trust-ba-
rometer
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Cabe aclarar que nos concentramos en los cambios normativos en la ciudad de Buenos Aires ya que,
si bien la gran mayoría de los cartoneros nucleados en el MTE vivían en Lanús y Lomas de Zamora, su
trabajo se realizaba en la Capital Federal. Además, fue el distrito pionero en introducir legislaciones
que cerraron el ciclo de prohibición del cirujeo y el reciclado establecido por la dictadura militar y
giraron hacia una nueva lógica basada en la reducción, valorización y reutilización de residuos. Como
veremos, ese cambio de mirada se debió mucho a la lucha cartonera.
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orgánica muy reducida, sin cuidado alguno por la estética de las movi-
lizaciones o de la prensa, sin contar siquiera con un local propio y con
poco espacio para la discusión teórica. Esto les dio un quehacer muy
ágil y con capacidad de adaptación a los cambios. Por supuesto, esta
fortaleza, que requiere de una alta confianza entre un grupo reducido
de personas, se transformó en debilidad cuando, con la expansión
posterior a 2011, se enfrentaron a un cuello de botella por crecimiento
y fue preciso adquirir mayores grados de estructuración (ver cap. 4).
No obstante, un rasgo antiburocrático sobrevive desde entonces como
parte de la cultura militante del movimiento.
Mientras tanto, entre 2003 y 2005 comenzaron a regularizarse las
reuniones entre los militantes y un núcleo de cartoneros que asumía
un mayor compromiso. La demanda sobre la guardia legal era muy
alta y gradualmente ese grupo comenzó a asumir tareas en ella. Luego,
cuando se generaron nuevas líneas de acción más y más complejas,
fueron parte en cada una de ellas con roles de protagonismo. Esto
también puede parecer una obviedad, pero no lo es. Suele haber una
desconfianza –consciente o inconsciente– de los militantes de clase
media que integran organizaciones populares sobre la capacidad de
que los pobres se hagan cargo de determinadas labores. Habitualmente
se reproduce hacia dentro de los movimientos la misma división del
trabajo que se da en el resto de la sociedad: las tareas intelectuales, de
prestigio, de conducción, de manejo de recursos quedan de un lado;
las faenas manuales, de fuerza, de menor exposición pública quedan
del otro. Un rasgo distintivo del MTE, conformado en aquellos prime-
ros tiempos, fue promover compañeros de base para que manejaran
personerías legales, hagan viajes internacionales, asuman cargos en el
Estado o sean voceros públicos. A dos décadas, la trayectoria del mo-
vimiento y una buena cantidad de cuadros militantes surgidos desde
la exclusión social da cuenta de esta vocación.
Finalmente, señalemos que un punto de inflexión en la resistencia
al abuso policial ocurrió el 30 de diciembre de 2004. Personal de la
excomisaría novena, en el barrio de Almagro, había secuestrado unos
transportes cartoneros que ingresaban desde la zona sur. Como otras
veces, se activó la guardia legal y se comenzó a concentrar el movi-
miento frente a la comisaría. Pero esa noche se desató en simultáneo
la Tragedia de Cromañón. Este lamentable suceso reorientó las prio-
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De acuerdo con los relatos de referentes del MTE, el funcionamiento de la mesa de diálogo dejaba
mucho que desear. Ante las problemáticas planteadas por los cartoneros, las respuestas de los fun-
cionarios solían ser mayormente negativas.
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Tanto las exigencias como el tipo de acción dieron cuenta del inicio
de otra etapa. Más allá del primer punto, propio de la fase defensiva
entre 2002 y 2004, contiene reivindicaciones concretas para mejorar
materialmente la vida de los cartoneros. Lo notable es que en menos
de cinco años todos esos puntos fueron logrados.
Mientras tanto, en agosto el Ministerio Público Tutelar volvió a
reclamar al gobierno porteño que seguía sin dar respuesta al fallo de
Kersman. Frente a la inacción del ejecutivo, la Unión de Trabajadores
Cartoneros (UTRACA), una agrupación cercana por entonces al MTE,
solicitó al juez Roberto Gallardo una medida cautelar. Contaron para
ello con el patrocinio legal de Facundo Taboada del Centro para la
Justicia Básica (CEJUBA), ligado a la agrupación estudiantil NBI de la
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Taboada siguió con los años colaborando con el MTE frente a distintos conflictos. Uno de sus últimos
aportes en ese sentido fue como abogado del Proyecto Artigas en el 2020 (ver cap. 6).
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Además de las entrevistas, las fuentes periodísticas y judiciales para reconstruir el devenir de este
conflicto fueron muy abundantes. Por un tema de extensión no podemos consignar las referencias
completas. Pero, básicamente, pueden consultarse los artículos al respecto en las ediciones de La Na-
ción (13/03/04; 11/08/05; 14/09/05; 15/09/05; 6/10/05; 21/10/05; 19/12/05), Clarín (10/06/04)
y Página/12 (06/09/2005; 13/12/2005). Entre las fuentes judiciales, las más importantes fueron
el expte. Nº 11.797/0 “Patricia Bullrich y otros c/ GCBA s/ amparo (art. 14 CCABA)” y el expte. n°
17.378/0 “Montenegro Patricia Alejandra y otros c/ GCBA s/ amparo (art. 14 CCABA)”.
6
La FECYR se disolvió al poco tiempo por disidencias entre MTE/El Álamo vs UTRACA/CERBAF. No
obstante, tuvo el mérito de ser el antecedente directo de la Federación Argentina de Cartoneros,
Carreros y Recicladores (FACCYR) (ver cap. 3).
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Idas y vueltas
A partir del conflicto en torno al trabajo infantil quedaron en evi-
dencia las falencias de la Ley 992 y la necesidad de una nueva legis-
lación. La discusión se abrió en la Legislatura en un contexto a todas
luces distinto al que rodeó aquella normativa en 2002. A nivel social,
el crecimiento económico y el proceso de normalización institucional
provocaban un clima de mayor indiferencia frente a la realidad de los
cartoneros. Incluso, para muchos porteños su presencia evocaba un
pasado traumático que se quería dejar atrás. Se pasó del apoyo y la so-
lidaridad extendida a un creciente descontento por el entorpecimiento
del tráfico automotor y, sobre todo, por la suciedad en la vía pública.
Este reclamo estético adquirió centralidad y se mantuvo como un tema
recurrente a lo largo de los años. Por supuesto, en el cambio de humor
social debe mencionarse el rol de los grandes medios de comunica-
ción, que amplificaban un discurso reaccionario. Un caso resonante
fue cuando en 2007 el periodista de espectáculos, Luis Avilés, dijo en
su programa televisivo que a los cartoneros “los educaría o pondría
una granada en la bolsa de basura”. A partir de esas declaraciones, el
MTE y el CEJUBA hicieron una denuncia contra él que concluyó en
una instancia de mediación judicial por daños y perjuicios. A pesar de
que Avilés nunca se retractó de sus dichos, luego de varias audiencias
tuvo que comprar libros para un colegio de Villa Fiorito al que asistían
los hijos de cartoneros.
Era evidente que una parte de los porteños, al menos, reclamaba
acciones represivas. Pero el accionar policial se había visto crecien-
temente limitado, tanto por efecto de la legalización de la actividad,
como por la resistencia organizada a su accionar mafioso. A lo cual
debe agregarse la política de derechos humanos y de no represión de
la movilización social adoptada por el gobierno nacional, de quien
dependía directamente la Policía Federal. Debido a estas restricciones,
el jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, tomó una de las decisiones
más repudiables de su gestión. En julio de 2005 puso a funcionar un
nuevo organismo llamado RECEP (Recuperación del Espacio Públi-
co). En los hechos, era un grupo que actuaba como fuerza de choque,
compuesto por personal del gobierno de la ciudad y barrabravas, que
tenía por función limpiar la vía pública de sujetos indeseables para la
“gente decente”. Indigentes, cartoneros, vendedores ambulantes y otros
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donde los jóvenes militantes y cartoneros del MTE, junto a las coope-
rativas y organizaciones ambientales, participaron de las negociaciones
para el diseño de la norma. Se lograron progresos significativos en dos
planos. En lo económico, se incorporó con prioridad a los recupera-
dores urbanos en la gestión de residuos y habilitó que las cooperativas
fueran contratadas por el gobierno para brindar el servicio de recolec-
ción de residuos secos domiciliarios y de grandes generadores. En lo
ambiental, se estipuló una reducción gradual de la disposición final
de basura, favoreciendo el reciclaje y la reutilización. De este modo, la
nueva ley concretó definitivamente el cambio de paradigma respecto
a las normativas de la dictadura que prohibían la recuperación de
residuos y los cartoneros comenzaron a ser protagonistas no solo de
una lucha gremial, sino como actores ambientales. Esta ampliación de
los alcances de su actividad tuvo implicancias en la construcción de
su identidad como sujeto social, así como en las estrategias de lucha y
organización que se desarrollaron en adelante.
Por lo tanto, con la Ley de Basura Cero se impuso formalmente la
opción de incluir y no criminalizar. Aunque para que los avances se
materializaran, debió ejercitarse una vez más el músculo de las organi-
zaciones populares. De hecho, si hasta 2004 el principal contrincante
fue la mafia policial, desde 2005 la polaridad se desplazó hacia el
ejecutivo porteño. Ya el conflicto en torno a las becas para niños fue
un clivaje en ese sentido. Luego siguió la lucha por la reglamentación
de la nueva ley y por la inclusión efectiva en el sistema de reciclado,
mientras se resistían los embates de la RECEP/UORCEP o de agencias
de control que exigían el cumplimiento de requisitos inalcanzables
para los pobres. Es decir, en los papeles estaban todas las condiciones
para que los cartoneros mejoraran significativamente sus condiciones;
pero, en los hechos, hubo que disputar con el gobierno de la ciudad
cada mejora.
Durante todo el 2006 el gobierno se resistió a reglamentar la ley que,
por lo tanto, no regía. Esta demora fue motivo de distintas acciones
impulsadas por las organizaciones cartoneras, algunas de ellas dirigidas
ya no solo al ejecutivo porteño, sino también al nacional. Por caso,
la movilización del 7 de febrero se dirigió al Palacio Municipal y a la
Casa Rosada. Sin embargo, los resultados fueron magros. Más bien, en
la práctica, se manifestaba un giro punitivo. El jefe de Gobierno, Jorge
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Un sueño cumplido
Desde la reglamentación de la Ley de Basura Cero se desarrollaron
algunas acciones, sin mayores resultados, para ser incorporados en el
sistema de reciclado de la ciudad. El contexto electoral no colaboraba
para entrar en la agenda de un gobierno que se estaba despidiendo. Y
las perspectivas no eran buenas. El ascenso irrefrenable del PRO en la
ciudad no auguraba buenas noticias. Estaba encabezado por el empresa-
rio Mauricio Macri, quien en 2002 había dicho aquella frase resonante
contra el robo de basura de parte de los cartoneros. Los pronósticos
parecieron cumplirse cuando, en diciembre de 2007, al poco tiempo
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Sobre la decisión de cancelar el Tren Blanco, referentes del MTE señalan que fue una forma del
gobierno nacional de trasladar el “problema cartonero” al nuevo ejecutivo porteño, al tiempo que se
respondía a una demanda de la empresa TBA. Políticas como esas favorecieron la postura crítica del
MTE respecto al kirchnerismo durante sus gobiernos.
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El MTE y cooperativas con larga trayectoria en el sector, como El Álamo y El Ceibo, plantearon un
doble juego: por un lado, movilizaron a la Sec. de Transporte de la Nación en reclamo por el retorno
del Tren Blanco; por otro lado, plantearon una mesa de diálogo con el gobierno de la ciudad para
lograr formalizar un medio de transporte adecuado de los pasajeros y las cargas (colectivos y camio-
nes). Mientras que los referentes ligados al Partido Obrero se afirmaron en el acampe y la consigna
de retorno del Tren Blanco. Tras la represión y la derrota de esta posición, los partidos de izquierda
perdieron la incipiente inserción que tenían entre los cartoneros. Sobre la historia de organización
y el conflicto en torno al Tren Blanco, ver Villanova (2014).
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Otra original respuesta de la organización popular para enfrentar la misma problemática fue el
proyecto “Tras Cartón”, que todavía continúa funcionando en plenitud. De la mano de Manuel Mateu,
comenzó allá por 2011 como un taller productivo destinado a los hijos de cartoneros de la Coope-
rativa El Ceibo. Al sumarse a las filas del MTE, Mateu profundizó la idea e impulsó, junto a otros
militantes, el Taller “Cartón Lleno” en el Centro Metropolitano de Diseño (dependiente del gobierno
porteño). Consistía en una capacitación en el oficio del trabajo creativo con materiales reciclados.
Fue allí cuando nació Tras Cartón, como un emprendimiento orientado a la elaboración artesanal de
productos de diseño a partir de distintos materiales recuperados (cartón, papel, vidrio, plástico y
otros). En 2013, Tras Cartón ganó el premio revelación en la importante feria “Puro Diseño” y desde
entonces no paró de crecer. Inicialmente destinado a los más jóvenes, el programa se fue ampliando
y robusteciendo hasta convertirse en una alternativa capaz de multiplicar y valorizar el trabajo de
los recuperadores urbanos.
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Por otra parte, la transición del viejo esquema cartonero –aquel que
se conformó espontáneamente durante los peores años de la crisis– a
un sistema organizado de trabajo no fue sencillo. Hubo que redefinir
roles, con sus consecuencias en términos de jerarquías al interior
del mundo cartonero, establecer una disciplina laboral y configurar
normas de conducta y sanciones que fueran aceptadas por todos. No
debe olvidarse que la base social de la que estamos hablando se nutre
del subsuelo de la patria, los invisibles, los excluidos, el producto de
décadas de descomposición social. Por lo que eran habituales altos
niveles de violencia, mucho consumo de alcohol y drogas y un fuerte
machismo en las relaciones. La mayoría no había tenido nunca un
trabajo estable. Ciertamente, había un crecimiento y una madurez en
el grupo cartonero que venía asumiendo responsabilidades desde hacía
unos años. Pero ahora se trataba de incorporar a miles sin experiencia
organizativa a un sistema laboral formal, gestionado en gran medida
por ellos mismos. Los innumerables conflictos que se sucedieron en
las rutas fueron parte de una necesaria transformación subjetiva e
intersubjetiva, una revolución personal y moral. En las entrevistas
realizadas abundan los relatos que destacan el cambio de vida a partir
de la incorporación al movimiento o a “El Amanecer”.10
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tanto en temas que luego se retoman con mayor fuerza (por ej., tie-
rra y techo), como en sectores que más adelante fueron organizados
como ramas productivas –textil– y en aprendizajes respecto a caminos
inconducentes.
Entre las primeras actividades del MTE hubo un trabajo barrial
similar al de otras organizaciones. Se realizaron actividades para niños
y adolescentes, tales como talleres de boxeo en Villa Fiorito, apoyo
escolar y excursiones a la piscina de la Facultad de Derecho de la UBA.
Asimismo, se editaron algunas publicaciones periódicas como “Nuevos
Aires” (2003) y “Noticias MTE” (2005). Esta incipiente prensa, precaria
y discontinuada, difundía las actividades internas del movimiento y,
sobre todo, era un instrumento para la organización gremial. Así, por
ejemplo, junto al número uno de “Nuevos Aires” venía un carnet de
adhesión para que los cartoneros manifestaran su interés en sumarse
al movimiento. Mediante ese carnet, quienes se inscribían ingresaban
en la base de datos de la guardia legal, lo cual implicaba, básicamente,
el acceso a los teléfonos de los abogados/estudiantes y la red de pro-
tección que se activaba si eran detenidos o violentados por la policía.
Imagen 6. Volante del Festival por Tierra y Trabajo en barrio Miró (noviembre
de 2006). Fuente: archivo de Martín De Mingo.
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Marita Verón fue secuestrada por una red de trata en abril de 2002. Su familia la buscó desespe-
radamente, pero nunca volvió a aparecer. En octubre de 2007, Susana Trimarco, junto a su esposo,
Daniel Verón (fallecido en 2010), impulsaron la Fundación María de los Ángeles para brindar asistencia
integral y gratuita a familiares y víctimas de la trata de personas. Gracias a sus esfuerzos, en abril de
2008 se sancionó la Ley 26 364 de Prevención y Sanción de la Trata de Personas y Asistencia a sus
Víctimas, y en agosto el gobierno nacional creó la Oficina de Rescate y Acompañamiento a Personas
Damnificadas por el Delito de Trata de Personas.
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Rara avis
Hacia el 2011, tras una década de existencia, el MTE había logrado
organizar a unos dos mil cartoneros de la Capital Federal y el conurba-
no bonaerense. Todavía mantenía un reducido núcleo de militantes de
clase media, parte de los que iniciaron la organización, más unos pocos
que se sumaron en los primeros años. Solo siete personas. Pero en el
recorrido se había consolidado un grupo de dirigentes cartoneros, con
Sergio Sánchez a la cabeza, y una estructura organizativa sostenida en
14
En el proceso judicial se comprobó que, en efecto, los prostíbulos existían, pero Zaffaroni negó
tener conocimiento de ello. En 2013, su apoderado para la gestión de los inmuebles, Ricardo Mon-
tivero, pagó una multa por violar la Ley de Profilaxis, asumiendo su responsabilidad por administrar
los departamentos.
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gran medida por ellos mismos. En ese lapso temporal, las otras asocia-
ciones del sector conservaban más o menos los márgenes de desarrollo
desde su origen. Mientras que los movimientos piqueteros, protagonis-
tas del auge de movilizaciones en torno al 2001, estaban en retroceso
(en particular, aquellos que se mantenían fuera del kirchnerismo). Es
decir, en tanto otros decrecían o se mantenían, el MTE se expandía.
Su emergencia como un actor de peso dentro de las organizaciones
populares argentinas –plasmado en la fundación de la CTEP– llamó la
atención a más de uno. ¿Cómo explicar este crecimiento a contrapelo
del entorno organizativo que trabajaba sobre los mismos sectores ex-
cluidos de la sociedad? ¿Qué características diferenciales tuvo que le
permitieron irrumpir en la escena pública y que sentaron las bases de
su expansión posterior?
Un primer elemento, indudablemente, fue la organización en
torno al trabajo y no a la desocupación. Ese factor fue decisivo en la
diferenciación con los movimientos piqueteros, articulados inicial-
mente alrededor de los planes de subsidio al desempleo. En ello y en
otros aspectos fueron determinantes las características de la base de
la organización: los cartoneros. Se trataba de un sujeto social con una
actividad económica clara. Desde esa evidencia, surgió el concepto de
exclusión como forma de dar cuenta de la existencia de trabajos no
reconocidos y, por tanto, fuera del alcance de los derechos laborales y
la representación sindical tradicional. Esa noción por la negativa aportó
el fundamento material, positivo, para la ampliación de la población
a organizar, ya que sobre esa base surgió el concepto de economía po-
pular que reorganizó a gran parte del movimiento popular argentino
en la segunda década del siglo y que dio lugar a una etapa nueva, de
mayor expansión, para el MTE.
Un segundo componente fue la definición del movimiento como
instrumento para la lucha reivindicativa. Las cuestiones de política
partidaria quedaron en buena medida fuera de sus discusiones durante
los primeros diez años de su formación: en parte, por ciertas marcas ge-
neracionales de la militancia de 2001 contra los partidos tradicionales;
en parte, por el rechazo a la política de la mayoría de los cartoneros.
Como sea, esto le permitió concentrar su energía y mantener el eje de
su acción en la defensa y mejoramiento de las condiciones de vida de
su base social. Cuando llegó la hora de establecer vínculos con la es-
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Entre la militancia argentina existía originalmente una cierta desconfianza hacia Chávez por su
origen castrense. Además, los primeros años de gobierno (1998-2001) no tuvieron la radicalidad
de los que siguieron al intento de golpe de Estado de abril de 2002. El documental “La revolución
no será transmitida”, dirigido por Kim Bartley, fue clave para cambiar la percepción sobre el proceso
venezolano. Estrenado en septiembre de 2003, tuvo una creciente circulación en los años posteriores
en contextos de formación militante (téngase en cuenta que el uso de internet estaba lejos de lo que
es hoy, por lo que el documental circulaba en buena medida de mano en mano). Finalmente, el No
al ALCA de noviembre de 2005 fue el momento en que la figura de Chávez se consagró como el líder
latinoamericano indiscutible de esta etapa (ocupando el lugar de un Fidel Castro ya envejecido).
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Capítulo 3
LA EXPANSIÓN
1
Por lo demás, el pico del empleo registrado (público y privado) no superó y se estancó en el 39 %
de la Población Económicamente Activa (PEA) (Grabois, 2022: 77). Y la generación de empleo en
ese período se estima en seis millones de puestos (el desempleo cayó del 23,3 % en 2002 al 7,3 %
en 2010). Por tanto, podemos concluir que en el cenit del período kirchnerista, la porción residual o
sobrante y la cantidad de trabajadores sometidos a las distintas formas del precariado, alcanzaba a
casi dos tercios de la PEA (incluyendo monotributistas de las categorías más bajas, economía popular,
empleadas domésticas, etc.).
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sea cierta y las cosas hayan ocurrido así, máxime teniendo en cuenta
la añosa vocación del MTE de avanzar en la sindicalización cartonera
(como se verá más adelante). Como sea, hubo varios acercamientos
entre ambas entidades, incluyendo reuniones para promover la fusión
o incorporación de la AGTCAP dentro de la CTEP. En alusión a ello,
con tono cansado referentes del MTE dirán que fue “un chichoneo
muy largo, muy desgastante”. Pero si bien estas iniciativas de unidad
no prosperaron, la CTEP encontró en la AGTCAP un aliado ocasional
tanto en la calle como en el planteo general –hasta diciembre de 2014,
cuando realizaron una última acción de lucha conjunta frente a distin-
tos casinos–. Finalmente, gran parte de las organizaciones que habían
conformado la asociación se terminaron incorporando a la CTEP (un
sector del Frente Popular Darío Santillán, el MTD Aníbal Verón, el
Movimiento 8 de abril).
Con el correr del tiempo, otros actores se sumaron a la confedera-
ción. Hacia el 2015, previo al momento más álgido de la lucha por la
personería gremial, la CTEP había experimentado un gran crecimiento
y destacaba por la capacidad de aglutinar en su seno diversas matrices
ideológicas y sociales. A esas alturas, además de las organizaciones
previamente mencionadas, se habían integrado el Movimiento Popular
La Dignidad (MPLD), el Movimiento Nacional Campesino Indígena
(MNCI), Comedor Los Pibes, Patria Grande, Movimiento Pueblo Unido,
Seamos Libres, el Encuentro de Organizaciones (Córdoba), Organi-
zaciones Libres del Pueblo (OLP), la Unión de los Trabajadores de la
Tierra (UTT), La Poderosa, Movimiento Misioneros de Francisco (MMF)
y Movimiento Carlos Mujica. Y solo habían sufrido el distanciamiento
de La Alameda, que se desvinculó de la confederación.
Como puede observarse, la CTEP congregó una diversidad de
organizaciones con alcance y desarrollo territorial en todas las provin-
cias del país. Bajo la premisa de la independencia político partidaria,
entre 2011 y 2015 pudieron articular movimientos que iban desde
la adhesión crítica a la oposición al oficialismo. Organizativamente,
se estructuró en distintas ramas de actividad, en las que se agrupa-
ron trabajadores de diversa procedencia. Desde su concepción, fue
pensada exclusivamente como una herramienta para agremiar, repre-
sentar y defender los derechos e intereses del heterogéneo grupo de
los trabajadores de la economía popular. Un sector territorialmente
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El excedente económico que producen los trabajadores de la economía popular es reapropiado
por el mercado capitalista mediante diversos mecanismos de explotación indirecta o bien a través
del consumo de bienes, servicios a precios corporativos o el endeudamiento con intereses usurarios
(Grabois y Pérsico, 2015).
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2/9/2014, CABA Inauguración de una ermi- CTEP, Obra Soc. Asoc. Mutual
ta de la Virgen de Luján en Obreros Católicos, Fed. Círculos
sede central Católicos de Obreros
3/12/2014, CABA Convenio con el Programa CTEP, SEDRONAR, Ministerio de
Enamorar Planificación
10 y 14/12/2014, Movilización y piquete CTEP, FACCyR, AGTCAP (gobier-
CABA y GBA en reclamo de un Bono no nacional, empresarios del
Navideño negocio del juego)
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Al que no le gusta…
Como vimos, en la década del noventa las fracturas de la clase obre-
ra reflejaron las violentas mutaciones del mundo del trabajo. Con el
repliegue obligado por la ofensiva neoliberal, los sindicatos experimen-
taron una crisis de representación y oscilaron entre la subordinación,
la supervivencia y la resistencia. A partir de 2002, en tiempos de pos
convertibilidad, el proceso comenzó a revertirse gracias a una recom-
posición de la situación de los trabajadores en relación de dependencia.
La reformulación de la política laboral y la sanción de leyes beneficiosas
para los trabajadores fortalecieron a los sindicatos y la CGT recuperó
su lugar central en aceitada alianza con el oficialismo (al menos hasta
2010). Fue un verdadero auge de la sindicalización, con tasas de afi-
liación en aumento y recuperación del poder de negociación de los
trabajadores en el marco de la puja distributiva. Pero la bonanza dejó
afuera el grueso de los sectores excluidos del trabajo registrado, no
amparados por la normativa laboral vigente. La revitalización sindical
encontraba sus límites en la forma tradicional de pensar y organizar el
trabajo. Y el debate entre los trabajadores que estaban cerca del techo
o del piso salarial no tomaba en cuenta a los del subsuelo. A esos a los
que vino a expresar la CTEP.
La relación entre la herramienta gremial de la economía popular y
la CGT se fue construyendo lentamente en los últimos años del ciclo
kirchnerista. Los entusiastas intentos de acercamiento de la central de
los excluidos, con miras a su integración en la CGT, no fueron corres-
pondidos; a lo sumo, obtuvieron respuestas a medias. Sin embargo,
no cayeron en saco roto. Gracias a los esfuerzos de esos primeros años,
la relación se consolidó luego del triunfo electoral de Cambiemos.
Las dificultades iniciales en parte pueden explicarse por una razón
exógena. El nacimiento de la CTEP coincidió con un momento de alta
conflictividad en el vínculo del gobierno con la conducción de la CGT,
en manos de Hugo Moyano; tensiones que terminaron perjudicando
tanto al oficialismo como a los trabajadores. Por un lado, provocó la
fragmentación y debilitamiento del sector más combativo de la central
obrera y, por el otro, redujo la base de sustentación del kirchnerismo.
Pese al contundente triunfo electoral de 2011, el Frente para la Victoria
comenzaba a perder aliados. Aún en ese marco, la CTEP nunca vaciló
en su línea: se mantuvo firme en la reivindicación del modelo sindi-
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En particular, el Convenio 87 sobre la libertad sindical y la protección del derecho de sindicación
(1948) y el Convenio 98 sobre el derecho de sindicación y de negociación colectiva (1949). En el
capítulo siguiente veremos que el MTE contribuyó a la ampliación del alcance de esta normativa, en el
marco del debate propiciado por la OIT en torno a la “transición de la economía informal a la formal”.
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El monotributo se compone de tres tipos de aportes: impositivo, previsional (jubilación) y obra
social. A diferencia del común, el monotributo social está subsidiado: el 100 % para los componentes
impositivo y previsional y el 50 % para la obra social. Para beneficiarios de programas sociales, tales
como el Argentina Trabaja, el Monotributo Social Agropecuario, Ellas Hacen y Potenciar Trabajo, el
total del importe corría o corre, según el caso, por cuenta del Estado.
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En momentos donde CTEP/Senderos ya estaba en marcha “[…] según los propios datos del Ministerio
de Desarrollo Social de la Nación, menos del 15 % de los afiliados logra activar su obra social y de
este 15 % menos del 50 % logra acceder a algún tipo de prestación médica. Es decir, tan solo un
7,5 % de los beneficiarios de obra social a través del régimen del Monotributo Social tienen acceso
efectivo a una cobertura de salud” (Grabois, 2016: 29).
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Mayormente afiliados de la Obra Social de los Empleados de Comercio y Actividades Civiles
(OSECAC). Con más de dos millones de usuarios en sus filas, cuatrocientos mil afiliados de OSECAC
eran monotributistas. Por detrás, venían monotributistas afiliados a Construir Salud (Obra Social del
Personal de la Construcción de la República Argentina).
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Estas ideas-fuerza se encuadran en la Declaración de Alma Ata (1978) –en donde se sintetizan
los principales acuerdos de la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud–, en la
medicina social latinoamericana y en la tradición del sanitarismo nacional referenciado en figuras
como Ramón Carrillo y Floreal Ferrara.
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Un ejemplo de articulación entre universidad y salud comunitaria en manos de movimientos
populares lo constituye la Diplomatura en Promoción y Gestión de la Salud Comunitaria. Impulsada
por referentes vinculados al Frente Patria Grande y al MTE y producto de la coordinación entre la
Universidad Nacional de La Plata y distintas organizaciones de la UTEP, comenzó a funcionar en
2021 en La Plata y alrededores, en 2022 en la provincia de Buenos Aires y en 2023 a nivel nacional
(alcanzando a 16 provincias). Cabe destacar que se trabaja bajo el concepto de “aulas abiertas”,
entendidas como espacios mixtos a cargo docentes de la organización social, el efector de salud
(hospital o centro de salud) y la unidad académica. Para ver la magnitud de esta iniciativa, señalemos
que solo en 2021 y 2022 se graduaron 760 promotoras de salud y que, a fines de 2023, culminan
sus estudios otras 750 promotoras.
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la tarea que los había convocado. Y así fue. A tan solo dos horas de ha-
berse dado cita allí, dejaron constituida la Federación de Cooperativas y
Entidades Afines al Reciclado. Aunque, como veremos a continuación,
nominalmente la federación sufrió no pocas mutaciones.
El grupo fundador fue compuesto por representantes de siete
cooperativas cartoneras, en su gran mayoría procedentes de CABA (a
excepción de una de Mendoza), y de la Asociación Civil “El Amanecer
de los Cartoneros”. En la sala sobresalía la figura de Sergio Sánchez, en
representación de este último espacio. Era la cara visible de las trascen-
dentales conquistas que, al cabo de casi una década ininterrumpida de
lucha, podía exhibir el MTE y “El Amanecer”. Después de todo, era la
cooperativa emblema del flamante sistema de reciclado con inclusión
social que venía funcionando en la Capital Federal, la que se había
ganado el orgulloso mote de ser la cooperativa más grande de Améri-
ca Latina. Para completar el contingente, que no llegaba a la veintena
de personas, el evento contó con la supervisión técnica de Fernanda
García Monticelli, una de las fundadoras del MTE, que se ocupó de
encauzar los aspectos formales en su condición de contadora pública.
Una vez conformada la federación, a primera hora del día siguiente
llegó el momento de distribuir los cargos directivos. En la asamblea
constituyente de la noche previa se había debatido y aprobado el esta-
tuto –ley fundamental por la cual la entidad habría de regirse– y luego,
como último punto del orden del día, fueron designados por votación
unánime los tres miembros titulares del consejo de administración junto
a los responsables de la sindicatura (encargados, respectivamente, de
las tareas de gobierno y fiscalización de la federación). Como era de
prever, la dirección quedó en manos de referentes cartoneros vinculados
a “El Amanecer”: Sergio Sánchez como presidente y José “chino” Frías
como secretario. Aquí destaca uno de los principales sellos distintivos
del MTE: son los trabajadores del sector quienes asumen las tareas de
conducción de las organizaciones que ellos mismos construyen.
Como dato de color, no deja de resultar curioso los sucesivos
cambios que sufrió el nombre de la federación como reflejo de los
debates a su interior. En febrero de 2012, volvieron a sesionar en el
marco de una asamblea ampliatoria del acta constitutiva y se resolvió
modificar “en forma definitiva” la denominación social original: pasó
a nominarse Federación de Cooperativas de Reciclado Limitada. Pero,
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de ello. Pero fue el MTE quien más la sostuvo. Incluso, con ayuda del
Sindicato de Trabajadores de la Industria del Papel, Cartón y Químicos,
presentó los papeles para gestionar el reconocimiento de un gremio de
trabajadores cartoneros bajo la denominación de Sindicato de Trabaja-
dores Recorteros, Ambulantes y de Depósito para el Acopio de Papel,
Cartón, Plásticos, Químicos y Afines para Reciclar. Pero al igual que la
mayor parte de las iniciativas de sindicalización previas, no prosperó.
El trámite, iniciado entre 2009 y 2010, fue “cajoneado” por el Ministe-
rio de Trabajo de la Nación. No obstante, este objetivo siguió estando
presente en el MTE. De hecho, en 2013, cuando la federación cartonera
y la CTEP se encontraban ya en funciones, volvieron a realizar algunas
presentaciones judiciales en pos de la figura sindical. Es interesante
destacar que, si el MTE hubiera quedado confinado tempranamente
en los límites de un sindicato cartonero, tal vez la historia hubiera
sido otra. Las puertas que, como veremos en los siguientes capítulos,
se terminaron abriendo con la diversificación y expansión nacional y
su correlativa proyección internacional, probablemente no se hubieran
presentado siquiera (al menos no del mismo modo).
Aunque todo esto pertenece a un terreno puramente conjetural, es
notable cómo los caminos de las organizaciones populares se abren y
cierran en función de posibilidades que acaban por realizarse, desper-
diciarse o abandonarse. En este caso, sucedió una mezcla virtuosa de
las últimas dos cosas. El hecho de que el sindicato cartonero haya caído
finalmente en saco roto no debe achacarse exclusivamente a la decisión
ministerial de Carlos Tomada, sino también a la resolución del MTE de
no continuar avanzando en esa dirección. Lo cierto es que simplemente
dejaron de pelear por ello. El movimiento entendió que no tenía sentido
multiplicar las expresiones sindicales de los trabajadores excluidos y
que la lógica de pelear reivindicaciones corporativas por rama los iba
a terminar dividiendo. Finalmente, llegaron a la conclusión de que,
en lugar de pelear por el gremio cartonero, debían fortalecer un gran
sindicato transversal de la economía popular donde confluyeran todas
las ramas con sus respectivas federaciones (para las cuales la FACCyR
sería el modelo a seguir).
En rigor, el proceso de construcción de la FACCyR se inició entre
2009 y 2010, momento en que empezó la expansión del MTE con el
ingreso al sistema de reciclado en CABA. Con base en ello, comenzó a
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Entre ellas, la Fundación AVINA, creada por el magnate del amianto, Stephan Schmidheiny (exdi-
rectivo de Nestlé, entre otras corporaciones). AVINA centraba su actividad principalmente en Latino-
américa. En el mismo momento en que se creaba la FACCyR, AVINA fue denunciada por “Ecologistas
en Acción” (con adhesión de más de doscientas organizaciones sociales y ambientales) por convertir
los desastres socioambientales en nichos de mercado. Tras la fachada de la cooperación internacional
y la Responsabilidad Social Corporativa, se las ingeniaba para penetrar en los movimientos sociales
y legitimar el agronegocio, la privatización de bienes comunes y el discurso de los “emprendedores
sociales” entre los pobres (Ecologistas en Acción, 2012).
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Un movimiento peregrino
A fines de febrero de 2012, poco después de haberse constituido,
la entonces Federación de Cooperativas de Reciclado se presentó en
sociedad en una movilización en que, por única vez, se utilizó públi-
camente ese nombre. La marcha se realizó en protesta por los precios
miserables que las empresas pagaban a cambio de los materiales reci-
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punto de ser desalojados y ante la falta de huéspedes por la pandemia, los trabajadores se retiraron
del hotel que durante 17 años había sido punto de encuentro para los movimientos populares.
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curso de esas mil batallas, el saber que los acompañaba desde siempre
pudiera venir con claridad a la mente, hacerse consciente. Recién en-
tonces, tras casi diez años de incansable lucha a cuestas, las conquistas
en flor y el saber adquirido cayéndose de maduro, entendieron que
la concientización no tenía el lugar que merecía dentro del proceso
productivo. Vieron que la educación ambiental debía convertirse en el
primer eslabón de la cadena de producción del reciclado. Así, gracias a
la organización de los cartoneros, ese aprendizaje empezó a difundirse
por toda la sociedad.
Pero en el incipiente momento que reseñamos, cuando la FACCyR
estaba dando sus primeros pasos, la premisa de la promoción ambiental
todavía no era una prioridad para el movimiento cartonero en plena
expansión, sino algo que comenzaba a instalarse. Aunque claro, las
cosas no iban a resultar tan sencillas. La agenda ecológica no llovería
del cielo. Hubo que luchar por ella, construirla como una necesidad,
incluso al interior del sector. Para advertir el peso de las dificultades,
es interesante señalar que, en el petitorio presentado por el MTE en el
MDS al finalizar aquella masiva movilización de mediados de 2012,
la promoción ambiental no figuraba explícitamente en la lista de las
demandas del sector.
Es cierto, en esa protesta callejera el movimiento cartonero exigía
avanzar en todo el país por el camino de las conquistas logradas en
CABA, que, pese a no haber resuelto el problema de la precariedad,
habían logrado mejorar su situación laboral. También es cierto que,
en ese marco, se impulsaba el reconocimiento del papel central que
jugaban (y podían tener) los excluidos en la solución al problema del
deterioro ambiental. Pero nada de ello constituía una novedad. Táci-
tamente, al menos, estas reivindicaciones integraban el núcleo mismo
de la formulación del Programa Argentina Recicla, presentado por el
MTE un par de años atrás: disminuir el impacto ambiental que genera
la basura, pero incluyendo a los recuperadores urbanos como actores
fundamentales del proceso de reciclaje.15 El punto es que el eje de la
pedagogía ambiental seguía ausente, no estaba abiertamente plantea-
15
El 14 de agosto de 2009, el MTE le presentó la propuesta del programa a la ministra de Desarrollo
Social de la Nación, Alicia Kirchner. El programa ya tenía una mirada nacional, pero en esa ocasión
y hasta la asunción de la cartonera María Castillo en el rol de funcionaria, no prosperó. La FACCyR
luchó desde 2012 a 2019 (año en que asumió Castillo) para que el Programa Argentina Recicla se
pusiera en marcha.
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da entre las demandas. Y en esa batalla cultural, las mujeres del MTE
jugaron un rol preponderante.
El origen de la pelea por incorporar en la agenda cartonera la pro-
moción ambiental se remonta a 2011. Con los aprendizajes acumulados
en el marco de la lucha por la Ley de Basura Cero, Jackie Flores, junto a
otras compañeras, empezaron a focalizarse en la importancia del tema
desde su lugar de trabajadoras del sector. Mientras sus compañeros
varones se preocupaban más por la cuestión de la productividad desde
una visión parcializada, advirtieron que ellas venían desarrollando una
mirada más integral del proceso productivo. La idea central a la que
arribaron tenía la virtud de lo simple: una correcta separación en origen
podría aumentar la cantidad de materiales reciclables y, al mismo tiempo,
reducir la cantidad de basura que se entierra. Por lo que no vacilaron,
y en lugar de bolsas se pusieron el proyecto al hombro. A partir de
allí, sus esfuerzos se concentraron en mostrar que la clave pasaba por
profundizar en la dimensión ambiental del oficio. De ese modo, las
reivindicaciones laborales del sector ganarían mayor legitimidad social.
En mayo de 2013 presentaron un proyecto muy sencillo en la legisla-
tura porteña (a través de Adrián Camps, legislador del Partido Socialista
Auténtico). En la propuesta, la prioridad de la promoción ambiental
recaería sobre las mujeres cartoneras en toda actividad que la ciudad
hiciera en relación con el tema. A los ojos de las autoras del proyecto,
se trataba de una necesaria discriminación positiva, a realizar con base
en la información suministrada por el Registro Único, Obligatorio y
Permanente de Recuperadores de Materiales Reciclables. Las aspere-
zas del oficio impactaban en la salud física de manera desigual entre
varones y mujeres. Con lo que el proyecto venía a equilibrar un poco
las cargas, mientras promovía un cambio de paradigma. El contexto,
además, venía siendo cada vez más propicio. Eran tiempos en que la
sensibilidad sobre el tema ambiental iba creciendo.
Sin ir más allá, a mediados del año previo, en CABA se había san-
cionado una ley que establecía la “Semana del Reciclado” y el “Día del
Recuperador”. Y fue precisamente en ese marco que se presentó el
proyecto, haciendo honor a la flamante efeméride. Lo importante era
que, a partir de entonces, todos los años esa semana daría nuevos bríos
al sector. Por un lado, generaba el incentivo para avanzar en campañas
de difusión en el espacio público “a fin de divulgar los beneficios y la
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Un segundo bachillerato popular se creó en 2019 en el Polo Productivo Atuel del MTE. Ubicado en Par-
que Patricios (CABA), absorbe población de distintas ramas del movimiento. Como señalan los docentes
Lof y Bortnik (2020): “Los Bachilleratos Populares surgen como experiencias político-pedagógicas
en la Argentina en las fábricas recuperadas (...) tras la crisis del 2001. Buscan dar respuestas ante la
lógica excluyente del sistema educativo y a la retracción del Estado como garante de este derecho.
A su vez, son espacios que nacen al calor de la Educación Popular, preguntándose qué, cómo y para
qué estudiamos. Irrumpen como forma de posicionarse críticamente ante la educación tradicional
buscando construir poder popular”. En cuanto al nombre “Anuillan” significa “mujer decidida” en
idioma mapuche (ver nota en Página12 del 19 de agosto de 2022, titulada “El plan es trabajar”).
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Capítulo 4
EL DESBORDE
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Una vez conformada, la secretaría de la CTEP quedó integrada por el MTE, el Movimiento Evita y Los
Pibes (una organización social y política surgida a mediados de los noventa en el barrio de La Boca).
A partir de entonces, junto a colaboradores de Patria Grande, se encargaron de decidir la política de
formación gremial a nivel nacional.
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2
En terminología nativa, el puelmapu es aquella zona del territorio ancestral mapuche (wallmapu)
que se encuentra al este de la cordillera, abarcando así la región pampeana y norpatagónica. Todo
ello siguiendo la cartografía occidental, cuyos puntos cardinales son construidos en perspectiva
eurocéntrica. Sin embargo, al situarnos desde la cosmovisión mapuche, el punto de referencia no
es el Norte, sino el Este, lugar por donde nace el sol y hacia al cual los mapuches dirigen la mirada
mientras rezan a sus deidades y antepasados. El lote 27 comprende una porción de 400 hectáreas
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del puelmapu ubicadas en las cercanías de San Martín de los Andes, que fueron anexadas en 1937 al
Parque Nacional Lanín y, en 1946, cedidas en comodato al Ejército Argentino.
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3
Desde el punto de vista jurídico y político, el camino hacia la ley nacional quedó despejado a partir
de lo establecido por la Carta Orgánica Municipal de San Martín de los Andes. Gracias al criterio
jerárquico que rige el ordenamiento jurídico del Estado y a la presión pública ejercida durante años
por la Mesa Política del Lote 27, en 2010 el municipio reconoció los derechos fundamentales del
pueblo mapuche en su Carta Orgánica (siguiendo lo establecido por la Constitución Nacional y Pro-
vincial). Con ese marco, oficialmente se reconoce a los pueblos originarios como legítimos poseedores
comunitarios de “las tierras que tradicionalmente ocupan”, comprometiendo a los gobiernos en la
tarea de garantizar el acceso a los recursos naturales y a los medios necesarios para el desarrollo
humano de sus poblaciones.
4
El enfoque surgió en interacción directa con el teólogo brasileño Leonardo Boff y se nutrió de la
“Carta de la Tierra”, cuyo lanzamiento oficial tuvo lugar a mediados del año 2000 bajo el auspicio
de Naciones Unidas. Se trata de una declaración de principios que asume la interdependencia del
problema ambiental y el desarrollo igualitario. Para más información: https://cartadelatierra.org/
lea-la-carta-de-la-tierra/
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capacidad para treinta personas, que en los años siguientes supo alojar
a centenas de militantes y trabajadores excluidos de todo el país. En
palabras de un referente fundador del MTE que evocan a Julio Cortázar
en “Rayuela”: el Barrio Intercultural y la ENOCEP andaban sin buscarse,
pero sabiendo que andaban para encontrarse.
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5
A partir de las conversaciones con Curruhuinca y viejos pobladores indios de la zona, Perón escribió
su Toponimia patagónica de etimología araucana.
6
En relación al bastón, se supo luego que había retornado inexplicablemente a Buenos Aires. Para la
restitución definitiva hubo que esperar dos años más, paradójicamente de manos de Sergio Bergman,
ministro de Medio Ambiente de Cambiemos. En cuanto al izamiento de la wenufoye, las autoridades
municipales se hicieron eco de una campaña de odio agitada por la población wingka (como denominan
los mapuches a los blancos), que logró reunir una veintena de hojas repletas de firmas para evitar el
gesto de reconocimiento intercultural. El acto del izamiento se realizó finalmente meses después, en
diciembre del mismo año y en la Plaza Central, lo cual constituyó un nuevo logro de la Mesa Política
del Lote 27, en pacífica respuesta a las violentas expresiones de discriminación recibidas.
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Cada uno de estos ejes terminó conformando un tramo específico del proceso formativo y tomó
cuerpo en los cuadernillos que pasaron a integrar los materiales de apoyo. En orden sucesivo, los
textos se titularon “Nuestra realidad”, “Nuestra organización”, “Nuestros objetivos” y “Nuestra lucha”.
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La asunción se daba tras el revuelo provocado por los Vatileaks, en alusión a la filtración de docu-
mentos secretos de Benedicto XVI en 2012, que comprometieron a la más alta jerarquía eclesiástica
en intrigas de poder y escándalos de corrupción (ligados en particular al lavado de dinero). A poco
de asumir, en 2015, el propio Francisco debió enfrentar la segunda edición de los Vatileaks: una
nueva filtración que puso al descubierto la malversación de fondos procedentes de donaciones y
los negocios inmobiliarios de la cúpula del Vaticano. A diferencia de los primeros, los Vatileaks 2
revelaban la podredumbre interna de un sector de la Iglesia en “guerra” contra el proyecto de reforma
que impulsaba Francisco.
11
Bergoglio abreva desde siempre en la Teología del Pueblo (TP), que suele ser identificada como la
rama argentina de la Teología de la Liberación (TL), con la que mantiene una discusión a propósito de
la comprensión de la categoría de pueblo. La TL surgió en América Latina al calor del Concilio Vaticano
II en los sesenta y la radicalización de las luchas sociales en el período. Se propuso un diálogo entre
cristianismo revolucionario (inspirado en el proyecto histórico de Jesús) y marxismo (como método
de análisis basado en la lucha de clases). En cambio, para la TP la categoría fundamental es la de
“pueblo” y su oposición con el anti-pueblo (oligarquía, etc.). Desde esta perspectiva, si bien el pue-
blo es la comunidad organizada, son los más humildes, o “sencillos”, los depositarios de los valores
históricos –éticos, culturales, religiosos– de un pueblo o nación particular.
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Con este antecedente a cuestas, Grabois comenzó a oficiar, siempre ad honorem, como consultor
del Vaticano en temas relativos a los movimientos populares. En junio de 2015, fue oficialmente
designado consultor del Pontificio Consejo de Justicia y Paz. Con las reformas de la curia, en abril
de 2021 pasó a integrar el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral (que había
comenzado a funcionar en 2017, integrando en su seno a Justicia y Paz junto a otros tres Consejos
Pontificios). Los Dicasterios son el equivalente en el Vaticano de los ministerios en otros Estados.
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En la mente de Grabois pesaban antecedentes con derivas que había que evitar. Ante todo, existía
la necesidad de diferenciarse del Foro Social Mundial (FSM), cuya primera edición se celebró en Porto
Alegre en 2001. Allí habían confluido diversos movimientos sociales en señal de repudio al Foro
Económico Mundial, bajo la orientación de construir una alternativa superadora del neoliberalismo.
Según Grabois, con el correr de las ediciones anuales la vocación de cambio real del FSM se había ido
apagando. En su explicación, el foro incurrió en uno de los mayores errores de la militancia progresista:
en lugar de reconocer real y efectivamente a los pobres “como sujeto social y político” de la historia,
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Se fundó con el propósito de expandir derechos laborales y a la vez contrapesar la peligrosa in-
fluencia de la Revolución Rusa, acontecida en 1917. Poniendo el foco en el último aspecto, la OIT
constituyó una estrategia del mundo capitalista para frenar opciones políticas más radicales, en
particular la “amenaza roja”. En cualquier caso, resulta claro que fue una institución funcional a la
expansión del modelo de acumulación fordista, asociada más tarde a los estados de Bienestar. En
los ochenta tuvo un papel clave, junto a la Iglesia Católica, en el apoyo al sindicato Solidaridad de
Polonia, cuya acción precipitó la crisis del comunismo en Europa del Este. Con el avance del neolibe-
ralismo y el deterioro de los derechos laborales en todo el mundo, la OIT viene impulsando convenios
y regulaciones basadas en los conceptos de “trabajo decente” y “globalización justa”, como forma
de morigerar, sin enfrentar, los efectos de la precarización del trabajo. Más allá de esto, al igual que
otros organismos internacionales, bajo determinadas circunstancias y relaciones de fuerza, pueden
servir al fortalecimiento de perspectivas emancipatorias.
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La ONG tiene su sede central en Manchester (Inglaterra) y comenzó a funcionar en 1997. https://
www.wiego.org/es/quienes-somos
18
La historia de este importante local es una novela en sí misma. Originalmente, en ese predio
funcionaban las oficinas de la firma estatal de electricidad SEGBA. En los noventa, en el marco de la
privatización y desguace de las empresas públicas, el gobierno de Menem le concedió el “uso precario
y gratuito” del inmueble a la Fundación Argentina de Lucha Contra el Mal de Chagas. Días antes de
finalizar el segundo mandato del riojano, el Senado transfirió gratuitamente a dicha fundación la
propiedad del inmueble. Dos meses más tarde, el poder ejecutivo nacional, ya a cargo de Fernando
de la Rúa, vetó la transferencia, argumentando una serie de irregularidades cometidas por parte de
la beneficiaria. Transcurridos quince años, un proyecto de Gabriela Michetti, por entonces a cargo
de la presidencia del Senado en calidad de vicepresidenta del gobierno de Cambiemos, ordenaba
restituir la transferencia del inmueble a la Fundación. Pero, finalmente, el proyecto no prosperó y en
2017 terminó archivado. Desde 2012, el espacio ha venido funcionando ininterrumpidamente como
sede central de la CTEP y, luego, de la UTEP.
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El Documento Conclusivo del Taller Latinoamericano de Recicladores contempla las siguientes
demandas: el reconocimiento efectivo de los derechos laborales (remuneración justa; cobertura de
salud; aportes jubilatorios) y sindicales (libertad de asociación; constituir organizaciones, federaciones
y confederaciones; negociación colectiva), la disposición de espacios e infraestructura adecuada,
políticas públicas para la gestión ecológica y socialmente sustentable de los residuos, programas
orientados al “cuidado de la infancia” (para que ningún niño se vea obligados a trabajar), la regu-
lación de los precios de los materiales reciclables para desalentar la explotación de intermediarios
y grandes empresas, y, por último, financiar la restitución de derechos y programas a través de una
“tasa de envases” coadministrada por los Estados y las organizaciones de recicladores (en el cap. 6
presentamos la lucha del MTE y FACCyR por la Ley de Envases).
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una condición que era negada por distintos actores en el ámbito local:
gobierno, cámaras patronales y sindicatos tradicionales), sino que
también enfatiza la necesidad de garantizarles “en la legislación y en
la práctica” todos los derechos históricamente conquistados por la
clase obrera y consagrados por la normativa nacional que hacen a “la
seguridad social, la protección de la maternidad, las condiciones de
trabajo decentes y un salario mínimo” (Recomendación 204, art.18:
7-8). En relación con este último punto, el pasaje aludido compele a
los gobiernos a tomar “en cuenta las necesidades de los trabajadores”
del sector a la hora de estipular y garantizar ese ingreso mínimo, algo
que resultó particularmente trascendente en la lucha por la conquista
del Salario Social Complementario durante el gobierno de Cambiemos
(y aún lo sigue siendo).
Mientras la CTEP venía presionando a nivel nacional para el otor-
gamiento de la personería gremial, la OIT lanzaba así una recomen-
dación que fortalecía su planteo. A partir de allí, sobre las espaldas
de Carlos Tomada, por entonces ministro de Trabajo de la Nación y
principal interlocutor en la puja, pesó la necesidad de hacer cumplir
lo que indicaba esta norma internacional, fundamentalmente, respetar
el derecho a la sindicalización de los trabajadores del sector. A fin de
cuentas, se trataba de una disposición en cuya elaboración el propio
Tomada había participado en representación del gobierno de CFK. En
lo formal, al gobierno no le quedaba mucho margen para mirar hacia
otro lado. Como país miembro, la Argentina se había comprometido a
respetar y promover los principios y derechos comprendidos en normas
fundamentales de la OIT, en particular el convenio núm. 87 sobre la
libertad sindical y la protección del derecho de sindicación (1948) y el
Convenio núm. 98 sobre el derecho de sindicación y de negociación
colectiva (1949). Ahora, la recomendación venía a complementar y
actualizar estos convenios previos, a proporcionarles directrices más
detalladas sobre las condiciones concretas de su aplicación. Sin embar-
go, para que todo esto sucediera, fue necesario que una cartonera de
Fiorito, que como muchos de los suyos nunca en su vida había tenido
un trabajo formal, pusiera el grito en el cielo de Ginebra.
A pesar de la enorme relevancia de su aporte, la segunda vez
Caviedes se volvió contrariada de Suiza, agobiada por sentimientos
encontrados acerca de su participación en la conferencia. Su balance
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simple papelito con apenas unas cuantas líneas escritas. De pronto ella,
el MTE y los más pobres quedaron bajo el defectuoso y selectivo radar
del referente nacional de la UOCRA. El breve mensaje decía algo así
como: “Soy argentina, soy del MTE, me llamó Paola Corina Caviedes y
vivo en Fiorito”. Incluso tenía la dirección de su domicilio… ¡Faltaba
el número de teléfono nomás! Por si alguna vez el hombre se dignaba
a conocer el barrio y la realidad de los trabajadores que lo pisan. Fue
la versión cartonera del “te espero en Segurola y Habana”. Algo que
tampoco debería sorprender demasiado, ¿o Diego Armando Maradona
no provenía de Villa Fiorito también? Mismo origen, mismo modus
vivendi.20
Lo cierto es que el papelito había sido escrito a los apurones, con la
tenue esperanza de hacerse visible. Quizás le diera la chance de “marcar
un poco la cancha”, pensó Caviedes. ¿O el tipo tenía la verdad absoluta
sobre el tema? ¿Acaso los más humildes no eran también trabajadores?
¿A cuento de qué venía tanta necedad? ¿Por qué les costaba tanto enten-
der que los laburantes excluidos también podían aportar conocimiento
desde su experiencia? En el fondo, el incidente estaba lejos de ser una
amenaza. En semejante escenario, más bien fue una maniobra legítima
para ingresar en la conversación. Tal vez la única disponible. Pero el
delegado no lo tomó así, se sintió profundamente agraviado y amena-
zado. Y denunció a viva voz la inaceptable intimidación. En medio de
tanto revuelo, y solo allí, los cartoneros se hicieron visibles. Fiel a su
historia, el MTE nuevamente lograba hacerse escuchar “poniendo en
riesgo la paz social” de los cementerios, que reinaba confortablemente
en el fastuoso salón de conferencias de la OIT. El sacudón puso en el
mapa de la discusión a Caviedes y con ella a la línea latinoamericanista
de la economía popular. Su intervención dejó en claro lo esencial de
las reivindicaciones que meses antes se habían consensuado en Buenos
Aires. Y la sala terminó aceptando de buen grado que el fondo de la
cuestión era irreprochable.
20
La frase “te espero en [las calles] Segurola y Habana” refiere a un cruce verbal entre Maradona
y Julio César “el Huevo” Toresani, durante y después del partido que Boca disputó contra Colón en
La Bombonera el 7 de octubre de 1995. La expresión es parte de la cultura popular argentina y es
utilizada por quien quiere invitar a una pelea.
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La historia de esta controversia en la OIT se reconstruye a partir de fuentes periodísticas, las actas
del organismo y testimonios de Paola Caviedes en entrevistas realizadas para este libro y en radio FM
Raíces Rock (La Plata): https://fmraicesrock.org/2015/06/21/paola-caviedes-cartonera-del-mte-que/
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Como ejemplo de esto puede verse la experiencia de Latitud R: https://latitudr.org/quienes-somos/#
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Durante muchos años y hasta su fallecimiento, la presidencia de la Red LACRE estuvo en manos de
Ezequiel Estay, un dirigente del Movimiento Nacional de Recicladores de Chile.
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Sobre GlobalRec, ver: https://globalrec.org/es/
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Capítulo 5
LA DIVERSIFICACIÓN
Un país neoliberal
La llegada en diciembre de 2015 de Cambiemos al gobierno nacio-
nal inauguró una nueva etapa en Argentina. Esta coalición de derecha
estaba liderada por el PRO, en alianza con la Unión Cívica Radical, la
Coalición Cívica y otros partidos de menor tamaño. La orientación neo-
liberal, expresada desde las primeras medidas adoptadas, fue advertida
claramente por parte de las organizaciones populares. Buena parte de
los malos augurios sobre el espacio político conducido por Mauricio
Macri pronto se hicieron realidad: ola de despidos en distintos niveles
del Estado, eliminación de los controles cambiarios, fuerte devaluación
y pérdida de poder adquisitivo del salario, quita o reducción de reten-
ciones a la exportación de productos agropecuarios y mineros, suba
de tarifas de servicios públicos y desregulación financiera, entre otros.
A nivel internacional, destruyó los avances en materia de integración
regional y alineó a la Argentina a los intereses de la política exterior de
los Estados Unidos. A todo esto, se le sumó la apertura de un nuevo
ciclo de endeudamiento externo y fuga de capitales, coronado con
el préstamo acordado en 2018 con el FMI por más de cincuenta mil
millones de dólares. Así, el país quedaba nuevamente bajo la tutela de
este organismo neocolonial.
En pocas palabras, la brusca reorientación económica significó un
acelerado proceso de transferencia de ingresos de los sectores popu-
lares a las clases dominantes y el capital internacional. En conjunto,
estas iniciativas implicaron un grave retroceso para los trabajadores
en general y para los de la economía popular en particular, más
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Un tercer suceso con menos repercusión nacional, aunque significativo para la economía popular, fue
el asesinato en octubre de 2017 de Rafael Nahuel, un joven de solo 22 años de edad perteneciente
a la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu e integrante de la CTEP. Al igual que en el caso de
Maldonado, el contexto fue una represión a una protesta mapuche de parte de fuerzas nacionales de
seguridad, pero esta vez en la provincia de Río Negro.
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Para profundizar en esta experiencia, ver entrevista a García Monticelli en Liaudat, Bilmes y Carbel
(2022).
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esa lucha. Este encuentro con los trabajadores en protesta sirvió para
construir un diagnóstico más preciso acerca de la realidad del sector.
En buena medida, producto de la visibilización mediática que había
adquirido la trata de personas con motivos de explotación laboral tras
las acciones de denuncia posteriores al incendio de 2006, estas formas
de trabajo marcadas por la precariedad más extrema habían sido despla-
zadas por la proliferación de talleres familiares indirectamente subordi-
nados a las marcas comerciales. Así, la tercerización productiva generaba
una explotación indirecta del trabajo, al no requerir la presencia de un
patrón ni la contratación fija de parte de una empresa. Bastaba con que
los costureros supieran que la entrega de la producción a tiempo era la
garantía de su subsistencia para internalizar la productividad capitalista
establecida por las grandes marcas. Era –y en buena medida todavía lo
es– la forma de ocultar las pésimas condiciones laborales sobre las que
se apoya esta cadena de valor en uno de sus eslabones.
A partir del proceso asambleario surgieron dos iniciativas. Por un
lado, en mayo de 2015 se realizó la Carpa por Trabajo Digno frente
al Congreso de la Nación. Se buscaba dar a conocer públicamente la
crítica situación de los costureros, al mismo tiempo que se impulsa-
ba un Proyecto de Ley de Protección Integral de los Trabajadores y
Trabajadoras de la Indumentaria, que pese a su relevancia no logró
ser encauzado por la vía legislativa. Por otro lado, junto al colectivo
Simbiosis Cultural, se planificó un relevamiento de talleres y trabaja-
dores textiles con el objetivo de tener un panorama más claro de la
situación. Este relevamiento fue difundido por una radio de la comu-
nidad boliviana y tuvo una convocatoria tan exitosa que los costureros
se acercaban espontáneamente para anotarse. En ese marco, además,
se recorrieron más de cien talleres familiares y realizaron encuestas a
sus integrantes, lo que sirvió para entender el rol de estas pequeñas
unidades productivas dentro del circuito productivo más amplio. De
este modo, el MTE se encontró con una puerta de entrada privilegiada
al sector textil, una oportunidad no menor para un rubro fuertemente
perseguido por trabajar y discriminado por su composición migrante.
Los resultados fueron reveladores. Juan Andrés Echeverri, militante
de la rama, señala que:
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con esa concepción a las políticas públicas. Así, las CAAC se resigni-
ficaron como centros barriales y adquirieron una impronta propia:
fueron pensados como espacios abiertos a la comunidad y orientados
especialmente a la contención, el acompañamiento y la recreación de
los jóvenes. Funcionaban como dispositivos complementarios a las
casas comunitarias, un nexo con el barrio donde captar situaciones
problemáticas de inmediato, hacer un seguimiento a quienes termina-
ron sus procesos en las casas, ofrecer un espacio que pudiera brindar
un sentido de pertenencia, aportar a la construcción de proyectos de
vida y prevenir, de este modo, situaciones de consumo. Asimismo,
quienes estaban en las casas comunitarias podían realizar sus tareas
comunitarias en estos centros barriales.
Por caso, algunos de los chicos que terminaron su proceso de acuer-
do al método político-terapéutico iniciaron la organización de un Área
de Jóvenes dentro del MTE. Adoptando el lema “Juventud despierta”,
originario de Vientos de Libertad, comenzaron por la organización de
campamentos con compañeros y compañeras de las distintas ramas
de la economía popular con la finalidad de discutir colectivamente las
problemáticas específicas que los atravesaban, formarse políticamente
y ver cómo contribuir a la estrategia de construcción definida por el
movimiento. En 2017, una delegación en representación del MTE,
en particular de Vientos de Libertad, participó del primer encuentro
nacional de la Juventud en Lucha, una coordinación nacional de or-
ganizaciones (a su vez asociada a una articulación internacional entre
más de cuarenta países). Entre las agrupaciones participantes, la ma-
yoría pertenecían al Tridente de San Cayetano. Ese mismo año, desde
la juventud del MTE se participó por primera vez de la Marcha de la
Gorra hacia el Congreso de la Nación. Se trata de una movilización,
nacida en Córdoba, que se realiza desde 2007 en rechazo al gatillo
fácil, la criminalización de la pobreza, la represión de las fuerzas de
seguridad y otras expresiones de violencia institucional. Y, ya al año
siguiente, este grupo juvenil impulsado desde Vientos de Libertad fue
incorporado a la comisión organizadora del segundo encuentro nacional
de la Juventud en Lucha.
Dos últimos saldos pueden destacarse en este período. Por un lado,
la ampliación de dos a seis casas comunitarias de Vientos de Libertad.
Una en 2016 en una isla de Tigre, tras una ocupación de un predio
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El programa, inicialmente creado en 1993, dependía del INTA y era financiado por el Ministerio de
Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación.
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temporal sobre las quintas, con fuertes ráfagas de viento, que arrasó
con la producción y los invernaderos. Estas situaciones generaron el
caldo de cultivo que propició la primera protesta masiva del sector. En
un evento sin precedentes en la región, los productores nucleados en el
MPP y otras organizaciones rurales fortalecidas en los años precedentes
realizaron, el 31 de marzo de 2016, un paro activo. Esto implicaba no
solo dejar de trabajar, sino bloquear la circulación de camiones que
intentaran salir de la zona con la producción. Una parte de las reivindi-
caciones fue lograda, siendo la primera conquista material significativa
de la lucha gremial y redundando en un mayor crecimiento para el
MPP y las otras organizaciones. La productora Elsa Yanaje, quien en
2019 asumió como funcionaria nacional en representación del sector,
lo recuerda afirmando que “era la primera vez que nosotros sentíamos
cómo la fuerza nuestra se estaba plantando”.
Tras el paro quintero de 2016, el foco del movimiento estuvo puesto
en encauzar la confluencia con el MTE. Desde Patria Grande se había
definido que ese año debía culminar el proceso de integración de todos
sus trabajos territoriales en el marco de la economía popular y del MTE
como instrumento organizativo. Por lo que a principios de 2016 se
inició la transición de ser MPP a convertirse en rama rural del MTE,
hasta que en los primeros meses de 2017 se oficializó el cambio de
nombre. Durante el período de acercamiento, los productores rurales
habían participado de reuniones y plenarios del MTE, así como de
cursos de formación de la ENOCEP. También se le dio importancia al
encuentro con otros trabajadores de la economía popular en la movi-
lización callejera. De hecho, durante el 2016 el MPP participó de las
acciones de lucha planteadas por el Tridente de San Cayetano para lo-
grar la Ley de Emergencia Social. Fue una novedad para el movimiento
rural salir de la pelea inmediata y de su territorio y movilizarse hacia
la ciudad de Buenos Aires. La perspectiva de lograr un Salario Social
Complementario facilitó ese salto, en un contexto de fuerte vaciamiento
de las políticas destinadas a la agricultura familiar y deterioro de las
condiciones de vida de los pobres.
Como corolario de la acumulación y los debates entre 2014 y 2016,
en febrero de 2017 se realizó el primer plenario nacional de la rama
rural del MTE en la ciudad de Concepción, provincia de Corrientes.
Como se evidencia por la locación, ya para entonces otros núcleos or-
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por medidas gubernamentales o la venta a precios populares, sin intermediarios entre el productor y
el consumidor. Uno de los sentidos centrales de estas jornadas es la visibilización pública del sector.
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dentes penales, tampoco lo van a ser al menos por diez años más luego
de cumplir su condena. Un detenido debe cumplir el mandato de la
“resocialización” una vez que salga en libertad, pero las herramientas
provistas para ello son insuficientes, cuando no inexistentes. Al des-
tino de la reincidencia es difícil darle batalla, aunque en los últimos
años desde la economía popular se construyó una salida creativa a
un problema al que no se le encontraba una respuesta. El proceso de
conformación de la rama de liberados y liberadas del MTE tiene mucho
que ver con esa solución.
Con 24 años, Luis “Araña” Magallanes salió en libertad y se puso a
buscar trabajo. Aprendió el oficio de albañil en una empresa de cons-
trucción en Córdoba, luego retornó a Buenos Aires y trabajó de operario
en un parque industrial. No lograba dar con un empleo estable, al igual
que la mayoría de los jóvenes atravesados por la vivencia de la cárcel. En
esa búsqueda viajó a Catamarca. Había conseguido una “changa” para
restaurar una casa. En la biblioteca se encontró con libros que hablaban
de sindicalismo, cooperativas y trabajo sin patrón. A su regresó a Barrio
Derqui, en el distrito bonaerense de Tres de Febrero, buscó cambiar
la historia. Corría 2014 cuando se juntó con otros jóvenes que habían
estado detenidos, y decidieron comenzar entre todos a realizar tareas
de construcción en el barrio. Así nació la Cooperativa de Trabajo “Los
Topos”. Luego consiguieron que el gobierno local los incorporara en
el plan de obras municipal. A partir del pago por el trabajo realizado,
compraron herramientas para equipar la cooperativa y se abocaron
solidariamente a mejorar la cancha de fútbol del barrio. Esta combi-
nación entre trabajo cooperativo y comunitario fue constitutiva de Los
Topos, lo que contribuyó a darle una gran legitimidad. De esa fusión
surgió con el tiempo un merendero para niños, una murga y el Club
Social Barrio Derqui. En 2016, en un paso importante para su conso-
lidación, lograron la inscripción formal como cooperativa. Mientras
tanto se habían incorporado un grupo de mujeres que constituyeron la
cooperativa de reciclado “Las Topas”. Así, más de setenta exdetenidos
y exdetenidas dejaron atrás la cárcel y la reincidencia y encontraron
una salida en el trabajo colectivo y solidario.
En simultáneo, en la ciudad de La Plata, otro grupo de liberados
hizo frente a la intemperie del pos encierro con la autoorganización.
Marcelo “Lupo” Magallanes, hermano de Luis, dio impulso a la Coope-
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Para conocer más sobre la rama liberados y liberadas, ver entrevista a José Ruiz Díaz (Tóffoli,
Fontana y Liaudat, 2023).
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Entre las varias apariciones de prensa, pueden mencionarse la nota en Página12 del 2 de febrero de
2019 (“El fútbol como integración social”) y en TELAM del 30 de noviembre de 2019 (“Tras Cartón,
una orquesta de hijos de cartoneros que postula un modelo musical federal”).
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Una de las condiciones que Los Sin Techo ponían en las negociacio-
nes es que las viviendas y las obras de infraestructura fueran realizadas
por ellos mismos. El municipio quería licitarlas a empresas privadas.
Pero los vecinos sabían que la negligencia empresarial había provocado
el abandono de construcciones a medio hacer. Además, era una posi-
bilidad para fortalecer la organización y ofrecer una salida laboral para
los compañeros y compañeras del movimiento. Así fue como nació la
Cooperativa de Construcción “15 de enero”; la que, finalmente, quedó
al frente de las obras del barrio bautizado con el mismo nombre. Fue
un triunfo que consolidó a Los Sin Techo y los llevó a soñar con hacer
crecer la organización más allá del núcleo originario. Además, desde el
15 de enero de 2010 comenzaron a realizar anualmente, junto a otras
organizaciones populares, la Caravana por la Tierra y la Vivienda. Esa
visibilidad y los contactos familiares y sociales les facilitaron la expan-
sión hacia distintos barrios. Como parte de ese proceso de consolidación
y crecimiento en 2014 fueron parte de la creación de Patria Grande en
la ciudad y, casi en simultáneo, se sumaron al MTE en el marco de las
definiciones de aquel movimiento.10
Desde el mismo espacio político provino el tercer afluente. Patria
Grande inició en 2015 un trabajo barrial en Villa Celina, partido de La
Matanza. Entre las actividades que desarrollaban estaban un comedor
comunitario, apoyo escolar y un espacio de radio. Se organizaban para
asistir a los encuentros de mujeres y realizaban talleres culturales como
una murga y danzas norteñas, en conjunto con la comunidad boliviana.
Sobre esta base de trabajos, que por entonces en Patria Grande se defi-
nían como territoriales, quedaron aglutinados dentro del MTE. Luego
de la realización del RENABAP entre 2016 y 2017 quedó en evidencia
la crítica situación habitacional de muchas familias de la zona y de la
infraestructura barrial. Ese fue el puntapié para que Gastón “Batará”
Reyes, con experiencia en albañilería, decidiera impulsar la confor-
mación de una cuadrilla destinada a participar de las posibilidades
de financiamiento para obras que se abrieron a nivel nacional tras la
conquista de la Ley de Integración Socio Urbana. Así fue como se inició
el proceso cooperativo de trabajadores de la construcción que, en poco
tiempo, logró crecer cualitativa y cuantitativamente.
10
Para conocer más sobre Los Sin Techo, ver entrevista a Cintia Romero y Gabriel Lema (Tóffoli,
Liaudat y Fontana, 2023).
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El trabajo no es delito
La última rama en conformarse en el MTE fue la de trabajadores de
espacios públicos, que incluye a artesanos, artistas callejeros, vendedo-
res ambulantes, feriantes y cuidacoches. Es decir, distintas labores que
se desenvuelven en la vía pública. Se trata de uno de los primeros secto-
res de la economía popular que se ofrece como forma de supervivencia
en situaciones de crisis económica. Aunque, más allá del contexto y
dado el aumento de la pobreza estructural, se consolidó como un cir-
cuito permanente de comercialización y, en algunos casos, producción.
Así pues, son miles y miles las personas en todo el país que encuentran
el ámbito donde desarrollar su trabajo en plazas, transportes públicos,
calles, avenidas y otros lugares de tránsito. Dada la irregularidad en
que se encuentran en la mayoría de los casos, han estado expuestos
repetidas veces a la violencia policial y el hostigamiento mediático.
Como si fuera un retorno a los inicios, estos aspectos asemejan a esta
última rama del MTE con la primera, la cartonera.
Entre los actores que la integran, artesanos, artistas, feriantes y, en
menor medida, vendedores ambulantes tienen antecedentes organiza-
tivos, sobre todo en un plano defensivo. Diversas formas asociativas
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y tras superar una crisis interna por malos manejos de dos exdirigentes,
comenzaron un proceso de democratización a través de elecciones in-
ternas. Fue entonces cuando, en 2017, y a partir del contacto con una
compañera de la rama rural, se integraron al MTE. En ese momento,
ATAVI tenía alrededor de cuatrocientos integrantes. Actualmente, ya
como regional del MTE, son más de mil los vendedores ambulantes
organizados en Jujuy.
Meses después de la incorporación de ATAVI, en enero de 2018,
cuatro vendedores senegaleses entraron corriendo a la sede central de la
CTEP, en el barrio porteño de Constitución. Por orden del juez Rodolfo
Ariza Clerici, habían allanado violentamente el hotel donde vivían,
llevándose la mercadería para vender, sus ahorros y objetos personales;
varias personas habían quedado detenidas. No era la primera vez que
ocurría un episodio de estas características. Estas situaciones han sido
recurrentes en la capital nacional, favorecidas por la inclusión en 2005
en el Código Contravencional de la ciudad de la venta ambulante como
una actividad punible. Frente a lo cual, el pedido concreto de aquellos
senegaleses era armar un sindicato que los defendiera. Entre ellos estaba
Alpha Mamadou Diallo, quien rápidamente destacó como referente e
impulsó un proceso organizativo inédito entre esa población migrante.
Antes se habían realizado movilizaciones, siendo la más importante la
de agosto de 2015 en protesta por la política represiva de la ciudad.
Pero, en parte, ese proceso quedó trunco tras el asesinato a golpes
en marzo de 2016 de Massar Ba, uno de sus principales referentes y
defensores. El crimen impune era una sombra temible sobre nuevos
intentos de resistencia organizada.
No obstante, enfrentando los temores, en 2018 se inició la lucha
sindical, junto a tareas de asistencia a la comunidad senegalesa (cursos
de español, ayuda en los trámites migratorios, etc.). La idea de econo-
mía popular calzaba perfectamente para su actividad y la experiencia
y el método organizativo del MTE –organizar el trabajo realmente
existente– era adecuado para este caso. Además, el marco de la CTEP
podría brindarles una cierta protección gremial. Lo que no quiere decir
que las cosas hayan resultado fáciles. Como pasó con los cartoneros,
la primera pelea fue enfrentar el hostigamiento policial y del gobierno,
con miras a garantizar el derecho al trabajo. Volvió a constituirse una
guardia telefónica que se activaba ante situaciones de emergencia. Fue
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Capítulo 6
LA PROYECCIÓN
Un país jaqueado
A fines de 2019, el Poder Ejecutivo Nacional cambió de manos
nuevamente. La victoria del Frente de Todos en las elecciones presi-
denciales puso fin a los años macristas. En cierto sentido, fue el retorno
del kirchnerismo al gobierno nacional, pero en condiciones políticas,
sociales y económicas muy distintas a las que tenía en 2015 cuando
lo entregó. En lo político, se destacó la conformación de una coalición
amplia, integrada por distintas vertientes del peronismo y la izquierda,
entre quienes había oficialistas y opositores durante las presidencias de
Cristina Fernández. Fue ella quien, a pesar de ser la figura con mayor
caudal de votos, cedió el primer lugar de la fórmula a una persona que
había devenido en opositora a sus gobiernos, Alberto Fernández. Se
trató de un movimiento audaz con miras a ampliar la base de apoyo
que le permitiera el triunfo en los comicios. Esta decisión fue acompa-
ñada por la extensión de la alianza “por derecha” hacia el justicialismo
referenciado en Sergio Massa y “por izquierda” hacia movimientos que,
o bien revalorizaron la experiencia kirchnerista durante la resistencia al
macrismo, o bien entendieron que la prioridad era unirse para derrotar
al neoliberalismo (entre estos, como veremos, el Frente Patria Grande,
liderado por Grabois).
Indudablemente, a la luz de los resultados de octubre de 2019,
la idea fue exitosa como táctica electoral. No obstante, las tensiones
internas afloraron en el Frente de Todos a los pocos meses de asumir,
provocando un desgaste enorme a la gestión propia. En especial, luego
de la contundente derrota en las elecciones legislativas de 2021, las
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Con antecedentes que se remontan a fines de los noventa, el Movimiento Popular La Dignidad surgió
en 2002 en la Capital Federal. Con el tiempo desarrolló un importante trabajo en villas y barrios
populares y se extendió al conurbano bonaerense y nacionalmente. En 2020 tuvieron una ruptura
entre un sector referenciado en Federico Fagioli, que adoptó la denominación de Movimiento Nuestra
América y se mantuvo en el FPG, y un grupo encabezado por Rafael Klejzer, que mantuvo el nombre
original y se alejó del espacio liderado por Grabois. En cuanto a la organización Tres Banderas, se
conformó en paralelo a la creación del Frente Patria Grande y fue presentada también a fines de
2018. Con base en la ciudad de Buenos Aires, reunió a sectores peronistas vinculados con la prédica
del papa Francisco. Su principal dirigente es Gabriela Carpineti, abogada de derechos humanos. Por
último, el Frente Popular Darío Santillán de Capital Federal, cuya referente es la periodista Carina
López Monja, provenía del viejo FPDS (al igual que Vamos, una de las tendencias de Patria Grande).
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¿Somos esenciales?
Con la gestión de gobierno del Frente de Todos se abrió una nueva
etapa de reconocimiento para la economía popular. Por primera vez
en la historia un presidente de la nación la mencionó explícitamente
en su discurso de asunción:
La economía popular y sus movimientos organizados, el cooperativismo
y la agricultura familiar serán también actores centrales de estas políticas
públicas. La cultura del trabajo se garantiza creando trabajos formales
con todos los beneficios de la seguridad social, no de otro modo. Por eso
pondremos en marcha acciones que faciliten que todos los titulares del
Salario Social Complementario, puedan insertarse en el mundo laboral
y cobrar por su trabajo (Alberto Fernández, 10 de diciembre de 2019).
Incluso en la etapa de armado del gabinete circuló públicamente
la idea de conformar un Ministerio de la Economía Popular. Esta pro-
puesta finalmente no prosperó, pero dio cuenta del grado de instalación
alcanzado por la problemática del sector. A los pocos meses este recono-
cimiento se expresó en una nueva línea de asistencia del Ministerio de
Desarrollo Social de la Nación. En marzo de 2020 se lanzó el Programa
Nacional de Inclusión Socio Productiva y Desarrollo Local “Potenciar
Trabajo”, que pretendió dar un nuevo impulso al componente laboral
en la economía popular y cambiar el enfoque puesto durante el ma-
crismo en la capacitación individual como condición para la mejora
de la empleabilidad.
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Imagen 17. Participación del MTE en la movilización feminista “Ni Una Menos”
(junio de 2021). Fuente: área de prensa del MTE.
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con los bagajes teóricos y conceptuales que puedan nutrir esos pro-
cesos. Además, se proponen una formación que no sea meramente
abstracta, sino que apunte a la resolución de los problemas a partir de
la intervención comunitaria y las políticas públicas. Es decir, se le da
una primacía a la praxis.
De ahí que se pretende un modelo universitario en el cual docencia,
extensión e investigación estén articulados detrás de las problemáticas
por abordar. Con estas premisas, se busca romper con el academicismo,
la tecnocracia, la formación de profesionales liberales –aquellos que solo
piensan en sus carreras y el éxito económico– y el eurocentrismo que
descontextualiza nuestra educación. En su corta trayectoria, ha avanza-
do fundamentalmente con una oferta de cursos y seminarios, algunos
con reconocimiento formal a través de convenios con universidades
nacionales. Las temáticas trabajadas al momento refieren a economía
popular, integración sociourbana, consumo, adicciones y cuidados,
acceso integral a la justicia, agroecología y producción rural comunitaria
y gestión ambiental orientada a ecología integral. Actualmente, la ULPE
se encuentra tramitando los pasos iniciales para lograr su formalización,
en primera instancia, como Instituto Superior de Formación Docente de
la provincia de Buenos Aires, con sede en La Matanza, mientras amplía
su oferta educativa a partir de la creación de tecnicaturas, seminarios
de posgrado, cátedras abiertas y otras actividades formativas a través
de acuerdos con distintas unidades académicas.
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Los Programas de Buen Gobierno están disponibles en: https://mteargentina.org.ar/wp-content/
uploads/2019/12/PBG.pdf
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Estas no son todas las áreas de gestión en que el MTE colocó funcionarios, pero fueron las más
importantes y tuvieron a representantes de la economía popular a cargo. En otros casos los lugares
fueron ocupados por militantes muy comprometidos, como Juan Martín Carpenco, al frente de la Coor-
dinación de Proyectos de Innovación Socioeconómica, o Agustín Burgos, con tareas en la Secretaría
de Economía (ambas dependencias del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación). Para profundizar
en los procesos de gestión pública encabezados por militantes del MTE, ver entrevistas en Fontana,
Liaudat y Tóffoli (2023), Fontana, Tóffoli y Liaudat (2023) y Liaudat, Fontana y Tóffoli (2023a, 2023b).
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igual que en aquel año, el apoyo de casi la totalidad del arco político
indica que se constituyó como una política de Estado; es decir, con
continuidad pese a los cambios de gobierno. Entre los avances conse-
guidos en esta oportunidad se contaron la prórroga por diez años de
la suspensión de los desalojos, la declaración de la utilidad pública de
los nuevos barrios relevados en el RENABAP, la adquisición de tierras
para la producción de nuevo suelo urbano y la promoción del acceso
a los servicios públicos a través del establecimiento de la tarifa social
para todos los barrios incluidos en el registro.
En segundo lugar, la Ley 27 654 para Personas en Situación de
Calle y Familias Sin Techo fue sancionada en diciembre de 2021 y
reglamentada en abril de 2023. Desde una perspectiva de derechos
humanos, la norma presentada por el diputado Fagioli estableció la
creación de una red nacional de centros de integración social de aten-
ción permanente y de un sistema nacional de atención móvil donde
la integridad física, la identidad personal, el acceso a servicios básicos
y a la vivienda sean derechos garantizados para personas en riesgo de
o en situación de calle. Asimismo, plantea la creación de un sistema
nacional de atención telefónica, la realización de un relevamiento
nacional con participación de organizaciones sociales para conocer
la magnitud de la problemática y la participación de los movimientos
populares en el desarrollo y evaluación de las políticas públicas. Su
muy reciente reglamentación no permite aún hacer un balance sobre
el alcance efectivo de su implementación.
En tercer lugar, el proyecto de Ley de Gestión Integral de Envases,
Responsabilidad Extendida del Productor e Inclusión de Trabajadoras
y Trabajadores Recicladores fue presentado en octubre de 2021 por
impulso, centralmente, del MTE, la FACCyR, las agrupaciones ecolo-
gistas y el Ministerio de Ambiente de la Nación. Se trata de un tema
que viene siendo abordado por el movimiento desde una década atrás
y que ha pasado por distintas reformulaciones en busca de lograr los
apoyos legislativos para la aprobación de la ley. En la actual versión, se
establece la implementación de una tasa ambiental para productores
y empresas que pongan en circulación envases en el mercado, con el
objetivo de utilizar este instrumento de recaudación fiscal para forta-
lecer la creación de sistemas de reciclado con inclusión social. Así se
obtendrían resultados favorables en tres planos: por un lado, se desin-
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Disponible en la página web del Proyecto Artigas: https://proyectoartigas.ar/
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Si bien no fue parte del Proyecto Artigas, cabe señalar que, en marzo de 2023, productores de la
rama rural del MTE junto a profesionales agronómicos y agrupaciones ambientales tomaron posesión
de un campo en Mar del Plata. El predio fue adjudicado formalmente por la Agencia de Administración
de Bienes del Estado (AABE), por lo que no se trató de una acción directa. Pese a ello, los medios de
comunicación opositores y referentes políticos de la derecha comenzaron un feroz ataque sobre esta
iniciativa destinada a la puesta en marcha de una unidad de producción agroecológica y tendieron a
identificarla con lo sucedido en Entre Ríos como forma de lograr su deslegitimación.
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Cabe señalar que la Ley 26 737 estableció el Régimen de Protección al Dominio Nacional sobre la
Propiedad, Posesión o Tenencia de las Tierras Rurales. Esta norma, conocida como ley de tierras, fue
sancionada en 2011 durante la presidencia de Cristina Fernández. Entre otras cosas, limitó para todo
el territorio argentino la cantidad de hectáreas rurales que podían ser de titularidad de extranjeros.
Pero en 2016 el gobierno macrista, a través del decreto 820 del Poder Ejecutivo Nacional, introdujo
modificaciones tendientes a flexibilizar las restricciones establecidas.
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Como dato complementario a estos hechos, puede agregarse que unos meses más tarde, en julio
de 2023, Joe Lewis fue detenido en los Estados Unidos. Se lo acusó de proporcionar información
confidencial sobre empresas –que cotizan en bolsa– a varios allegados, quienes obtuvieron bene-
ficios con la compra y venta de acciones. A las pocas horas, bajo una fianza de trescientos millones
de dólares, quedó libre nuevamente.
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Además de estas labores internacionalistas, hubo otra con participación del MTE. En junio de
2022, Sebastián Sánchez, uno de los fundadores de Vientos de Libertad, viajó a Haití para aportar su
experiencia en el abordaje de los problemas de adicciones. En el empobrecido país caribeño funciona
desde 2009 la Brigada Internacionalista Dessalines, que brinda asesoramiento técnico y organizativo
a los movimientos populares. Está compuesta por militantes de La Vía Campesina, principalmente del
MST de Brasil. Desde Argentina han participado con estadías de entre uno y dos años varios militantes
provenientes de Patria Grande y el FPG.
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Palabras finales
I
En este libro nos propusimos reconstruir la trayectoria del Movi-
miento de Trabajadores Excluidos desde sus inicios en 2002 hasta la
actualidad. Para ello tuvimos en cuenta su relación con el escenario
social y político y con el entorno de las organizaciones populares en
Argentina. En función de este objetivo, realizamos una investigación
exhaustiva que se nutrió fundamentalmente de la realización de en-
trevistas en profundidad a 45 militantes, referentes y dirigentes de
la organización, del análisis de fuentes documentales, legislativas y
periodísticas, y de visitas a espacios productivos, centros comunitarios
y plenarios.
Narrar las profundas transformaciones que atravesaron al MTE,
desde sus raíces en la experiencia cartonera hasta su paso por la ges-
tión gubernamental, pudo haber sido un recorrido lineal por aconte-
cimientos significativos y anécdotas relatadas por los integrantes de la
organización. Sin embargo, afrontar esta tarea nos expuso a un desafío
mucho más grande. Indagar en la singularidad del MTE, dentro del
prolífico mundo de las organizaciones populares de la Argentina, nos
permitió comprender la constitución de uno de los emergentes socia-
les más relevantes de los últimos tiempos: el movimiento en torno a
la economía popular. Desde sus orígenes, el MTE ya conceptualizaba
actividades hoy inscriptas en la economía popular como trabajo y a
quienes las realizaban como trabajadores; algo que aún hoy continúa
siendo mayormente mal enfocado, cuando no directamente ignorado,
en el debate político y mediático. En los momentos cruciales, el rumbo
seguido por el MTE fue decisivo para dar cuenta del modo en que se
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II
Los inicios del Movimiento de Trabajadores Excluidos se remontan
a un contexto de crisis social y económica sin precedentes como la
que se expresó en el estallido social de 2001 y en los meses inmediata-
mente posteriores. Situamos la emergencia del MTE en el marco de los
procesos de organización y movilización popular que proliferaron por
esos años con el objetivo de enfrentar la desarticulación del mundo del
trabajo y el profundo deterioro socioeconómico. Estos se expresaron
en distintas experiencias colectivas, entre las cuales la que se cristalizó
en el MTE adquirió rasgos específicos.
El trabajo cartonero fue una de las respuestas con la que miles de
personas buscaron hacer frente a la falta de trabajo y al deterioro de
las condiciones de vida. Las primeras acciones del MTE en torno a la
actividad de acopio y recolección de material reciclable tuvieron lugar
en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Estas fueron posibles gracias
a lo que caracterizamos como un “encuentro entre clases sociales”. Por
un lado, un pequeño núcleo de cartoneros y cartoneras que, como
tantos otros, se trasladaban diariamente desde localidades del conur-
bano bonaerense lindantes a la capital porteña –principalmente de la
zona sur– para poder recolectar material. Por otro, un reducido grupo
de jóvenes, en su mayoría estudiantes universitarios, interpelados no
solo por la creciente presencia cartonera en las calles de la ciudad,
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III
El pasaje desde la legislación prohibitiva de la actividad cartone-
ra –todavía vigente en 2002– hasta el establecimiento del sistema de
reciclado con inclusión social en la ciudad autónoma de Buenos Aires
(el primero en América Latina) estructuró una fase de la historia del
MTE. Al calor de este agitado recorrido el movimiento consolidó un
núcleo militante, una estrategia organizativa y una agenda reivindica-
tiva propia, así como también forjó algunos rasgos constitutivos de su
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identidad que se mantienen hasta hoy. Dicha etapa comenzó con las
luchas defensivas frente al hostigamiento estatal y la persecución poli-
cial, aun a pesar del reconocimiento al trabajo cartonero provisto por
la ley porteña 992, sancionada a fines de 2002. Junto a la movilización
cartonera, la intervención de “los abogados” –tal como eran conocidos
los jóvenes militantes entre los cartoneros y cartoneras– en la defensa
frente al accionar mafioso de la policía y la violencia de la unidad de
control del espacio público selló a fuego la alianza entre unos y otros.
La consolidación del movimiento cartonero se abrió paso en un
escenario todavía adverso al tratamiento integral y no punitivo de la
cuestión cartonera. Junto a una serie de logros en materia de gestión
de los residuos sólidos en la ciudad de Buenos Aires, aquellos avances
organizativos fueron una condición indispensable para el tratamiento y
sanción en 2005 de la Ley 1854 de Basura Cero. La reglamentación de
la nueva normativa en 2007, luego de mucha pelea, sentó las bases de
la coordinación entre Estado y cooperativas cartoneras para la gestión
de residuos sólidos urbanos, así como puso en evidencia la dimensión
ambiental del fenómeno (posicionando a los cartoneros como actores
relevantes también en ese plano). Como corolario de este proceso, en
2008 se inauguró una nueva etapa para el MTE: la puesta en marcha
del primer sistema de reciclado con inclusión social en la ciudad de
Buenos Aires. Fue un momento de franca expansión cualitativa y
cuantitativa del movimiento, a contramano del proceso de declive en
que se encontraban las organizaciones piqueteras que se mantenían
por fuera del oficialismo (al igual que el MTE).
Por último, de manera paralela al conflicto con el gobierno porteño,
a lo largo del período comprendido en el capítulo 2 el MTE desplegó
un conjunto de acciones que expandieron los límites de su agenda y
desbordó su anclaje inicial en la lucha gremial cartonera. Por un lado,
de manera similar a las organizaciones territoriales, el movimiento
desarrolló un incipiente trabajo barrial centrado en actividades edu-
cativas y recreativas para niños y adolescentes, asistencia alimentaria
e intervenciones en conflictos de tierras. Por otro, se involucró en
los escraches impulsados por La Alameda para denunciar la trata de
personas con fines de explotación laboral y la esclavitud laboral en
talleres textiles. Con el tiempo, el MTE se distanció de estas acciones
por diferencias conceptuales y metodológicas con esta organización.
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IV
La creación y posterior fortalecimiento de la Confederación de Tra-
bajadores de la Economía Popular capturó buena parte de las energías
del MTE entre 2011 y 2015. Los efectos de la crisis financiera global
de 2008 habían evidenciado los límites del modelo de crecimiento
con inclusión social impulsado por el kirchnerismo. En ese marco,
el movimiento se propuso contribuir a la creación de la organización
gremial de los trabajadores sin patrón y sin derechos garantizados. Se
trataba de una búsqueda por constituir un espacio de representación
de un sector de la clase trabajadora que, por la propia dinámica del
capitalismo dependiente, no iba a ser absorbido por el mercado formal.
Cabe destacar que la emergencia de la CTEP estuvo acompañada por
la maduración del concepto de economía popular, a lo cual contribuyó
particularmente el MTE.
Al horizonte indefinido del pleno empleo –compartido por la
conducción del movimiento obrero y la gestión gubernamental– se le
contrapuso la imperiosa necesidad de reconocer el trabajo realmente
existente y brindar, a quienes habitaban la economía popular, los de-
rechos que faltaban. Fue este acuerdo programático elemental el que
permitió aglutinar a organizaciones populares de distintas tradiciones.
Se trató de un proceso de articulación inédito hasta ese entonces para
el MTE. El movimiento encontró en la confederación la posibilidad
de amplificar algunos de sus principios fundacionales, tales como el
reconocimiento de las actividades laborales de la economía popular,
el trabajo como eje ordenador de la organización colectiva y el anclaje
en lo gremial (sin subordinarlo a lo político). Al mismo tiempo, vio
contenidas sus principales reivindicaciones en una agenda mucho más
amplia, que incluía a otros sectores que padecían las mismas proble-
máticas que el núcleo cartonero.
Por otra parte, la fundación en 2011 de la Federación Argentina de
Carreros, Cartoneros y Recicladores, junto a otras cooperativas y aso-
ciaciones cartoneras, puede leerse como otra expresión de la estrategia
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EL SUBSUELO DE LA PATRIA
V
Una década después del surgimiento del MTE, las articulaciones pro-
ducidas en torno al mundo cartonero y la economía popular ampliaron
los horizontes de la organización. Entre ellas, destacó el vínculo que
comenzó a gestarse entre la organización cartonera y La Mella/Marea
Popular a partir de 2012 y, luego, con Patria Grande, desde 2014.
Estas nuevas relaciones dieron aires al reducido núcleo militante que
mostraba claros signos de agotamiento por exceso de tareas. Entre los
frentes abiertos con la puesta en marcha de la CTEP, se encontraban la
Escuela Nacional de Organización Comunitaria y Economía Popular y
la Mutual Senderos. Ambas iniciativas centrales para el fortalecimiento
del perfil gremial de la confederación fueron firmemente impulsadas
por el MTE.
En sus primeros años de desarrollo, la organización de la econo-
mía popular no contaba con muchos adeptos en el mundo político
partidario ni sindical. Una de las primeras figuras en respaldar este
proceso organizativo fue el arzobispo porteño Jorge Bergoglio. La
construcción de este vínculo se vio expresada en la celebración de las
misas cartoneras desde 2008. La etapa abierta con la emergencia de
la CTEP –y, sobre todo, con la asunción en 2013 de Bergoglio como
papa Francisco–, profundizó el diálogo y la articulación con esta figura
eclesial en el marco de su apuesta por renovar el vínculo de la Iglesia
con sus seguidores (apelando a un acercamiento a los pobres desde la
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VI
En un contexto regresivo para las mayorías populares como el que
se abrió a fines de 2015 con la asunción del macrismo, la dinámica
reivindicativa de la CTEP y el Tridente de San Cayetano marcó en
buena medida el ritmo de la movilización callejera, en general, y la
agenda del MTE, en particular. En esta clave pueden enmarcarse luchas
y conquistas tan significativas como la Ley de Emergencia Social, el
Registro Nacional de Barrios Populares y la Ley de Integración Socio
Urbana que tuvieron lugar en este período. La unidad de acción y
de concepción al interior del sector alcanzó su pico y culminó con la
creación en 2019 de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular
(UTEP): la unificación de un vasto conjunto de organizaciones popula-
res bajo una misma estructura organizativa gremial. También permitió
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VII
La asunción del gobierno del Frente de Todos en 2019 inauguró una
nueva etapa de participación de los movimientos sociales en el Estado,
proceso en el que incorporó a diversas organizaciones de la economía
popular. En el caso del MTE, el peso adquirido en la resistencia al
macrismo, así como la participación de algunos de sus militantes en el
Frente Patria Grande (espacio político creado en 2018 y referenciado en
Juan Grabois), le posibilitó insertarse en lugares de gestión claves para
traducir reivindicaciones del sector en instrumentos de política pública.
Este acontecimiento supuso una revisión de aquella concepción que el
MTE había esbozado desde sus inicios en la lucha cartonera, permeada
por cierto rechazo y desconfianza hacia la política institucional.
La incursión en el Estado puede ser pensada no solo como disrup-
ción, sino también como continuidad en la organización. En efecto, los
funcionarios y funcionarias provenientes del MTE buscaron traducir
sus propios saberes y experiencias militantes y organizativas en insumo
para la elaboración de políticas públicas. Rasgos característicos han sido
el espíritu de misión, el cumplimiento de una agenda programática,
la ética de austeridad y la lógica antiburocrática, “anticuerpos” que
el movimiento produjo para replicar en la gestión pública un estilo
militante forjado al calor de las luchas sociales.
Otro de los aspectos más significativos de esta etapa tuvo que ver
con la creación de la UTEP como cristalización del proceso de unidad
de las organizaciones populares gestado durante la etapa macrista.
La confluencia del Tridente de San Cayetano y otros movimientos
en una misma estructura organizativa reeditó las tareas que la CTEP
había asumido desde su conformación en 2011: institucionalización
gremial, incorporación a la CGT y reconocimiento estatal. Además,
por supuesto, de proponer avances en las reivindicaciones del sector,
algunos de los cuales fueron logrados. El desafío más importante fue
procesar, sin paralizarse, las tensiones emergentes entre actores de la
UTEP por diferencias en relación con la valoración del gobierno.
La irrupción de la pandemia de COVID-19, pese a lo adverso del
contexto, generó un escenario favorable para visibilizar en el debate
público el valor social de las actividades de la economía popular. Para
el MTE fue el marco propicio para proponer discusiones y medidas
estructurales que permitieran revertir la crítica situación social y
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VIII
El itinerario recorrido nos permitió dar cuenta de un fenómeno
profundamente novedoso en el campo de los movimientos populares
de Argentina en seis sentidos. En primer lugar, se trata de un proceso
de construcción de poder popular sui generis, que no se canalizó ni
por la vía sindical tradicional ni por la territorial, a pesar del peso que
ambas formas organizativas tuvieron históricamente en el país. Los
cartoneros, sector originario en torno al cual se constituyó el MTE,
eran en buena medida invisibles para las centrales sindicales. Por su
parte, las organizaciones de trabajadores desocupados se propusieron
como un espacio de lucha, movilización y representación en torno al
problema del desempleo. En contraposición a ello, la problemática
central que aglutinó al MTE fue el “derecho al trabajo y el trabajo sin
derechos” en un sector estructuralmente excluido del mercado laboral,
y no ya desempleado por causas meramente coyunturales. Mientras que
las organizaciones articuladas alrededor de la desocupación tuvieron
como principal demanda la creación de puestos de trabajo, para el
MTE el objetivo era conquistar los derechos laborales sobre la base de
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IX
La evolución del MTE lo enfrenta a una serie de nudos problemá-
ticos que se encuentran en la base de los desafíos de la organización
en esta etapa. Como podrá evidenciarse en lo que sigue, se trata de
situaciones que, en buena medida, atraviesan a las organizaciones po-
pulares en su conjunto. El primero de ellos remite a la ambivalencia
de la economía popular: es tanto un estado de cosas existente como
una propuesta normativa donde se encuentra contenida la dimensión
emancipadora. Es decir, refiere a la precariedad más extrema que genera
el capitalismo contemporáneo y, al mismo tiempo, a la capacidad de
los excluidos por “inventarse el trabajo” y a la posibilidad de que –bajo
el paraguas organizativo– las unidades productivas y los circuitos de
comercialización popular estén permeados por una lógica comunitaria,
autogestiva y ambientalmente sostenible. En ese sentido, se combina
un aspecto de resistencia táctica (pelea gremial, lucha defensiva) con
un horizonte estratégico (nuevos valores, otra economía). Es decir,
el desafío es evitar retroceder casilleros en los pisos de dignidad y, al
mismo tiempo, correr el horizonte de lo posible hacia una economía
popular con derechos plenos en el marco de una sociedad organizada
en torno al desarrollo humano integral.
En efecto, la evolución de las organizaciones de la economía popular
durante las últimas dos décadas puede ser comprendida a partir del
esfuerzo por ampliar los alcances de la segunda dimensión frente a la
primera. Sin embargo, no es una tarea fácil, ya que no depende sim-
plemente de lo que los movimientos puedan lograr. Necesariamente
deben tenerse en cuenta las disputas entre proyectos políticos y sus
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X
A lo largo de estas páginas recorrimos la historia de organización
de la economía popular en Argentina siguiendo los pasos de uno de
sus protagonistas más destacados: el Movimiento de Trabajadores
Excluidos. Y, más allá de su itinerario particular, cruzamos la frontera
invisible y nos adentramos en el vasto universo de los marginados, de
aquellos a quienes se los suele señalar, con desprecio, como vagos,
violentos, planeros. Esos que, desde las situaciones más extremas,
enfrentan al capitalismo del descarte y se rebelan contra el triste papel
que este sistema les depara. Hemos visto cómo se organizan por tra-
bajo y vida digna, cómo construyen poder y políticas públicas, cómo
sueñan con un futuro deseable para todos y todas. Desde el campo de
la investigación social, pero también desde el compromiso político e
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Anexo metodológico
A continuación, se presentan en orden alfabético las personas
entrevistadas, con breve información relativa a su lugar en la orga-
nización, en la UTEP o en la función pública (al momento de hacer
la entrevista), fecha y duración de la conversación. En los casos que
fueron publicadas, se coloca la referencia bibliográfica entre paréntesis.
Aquellas entrevistas realizadas a más de una persona en simultáneo,
se presentan de conjunto.
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EL SUBSUELO DE LA PATRIA
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SANTIAGO LIAUDAT, MAGDALENA TÓFFOLI, JUAN MANUEL FONTANA
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EL SUBSUELO DE LA PATRIA
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EL SUBSUELO DE LA PATRIA
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Cronología
AÑO CONTEXTO POLÍTICO y ENTORNO MTE
NORMATIVO ORGANIZATIVO
2001 Anual: masificación carto- Anual: se multiplican las Diciembre: el grupo
nera. Diciembre: estallido cooperativas cartoneras. del ILSE asiste a las
social. Renuncia Fernando Alta conflictividad social. protestas del 19 y 20.
de la Rúa a la presidencia “Piquete y cacerola, la lucha
de la Nación. es una sola”.
2002 Enero: Eduardo Duhalde Anual: auge piquetero. Se Junio: jóvenes
presidente de la nación. multiplican asambleas ba- porteños inician olla
Fin de la convertibilidad rriales y otras experiencias popular en Abasto
peso-dólar. Marzo: Plan organizativas. Primeras ar- en solidaridad con
Jefes y Jefas de Hogar Des- ticulaciones entre coopera- cartoneros. Nace
ocupados. Abril: resisten- tivas cartoneras. Diciembre: el MTE. Relación
cia popular al golpe de ruptura de la Coordinadora con la agrupación
Estado en Venezuela. Se Aníbal Verón. Se forman CTD estudiantil NBI
radicaliza la Revolución Aníbal Verón y MTD Aníbal (Derecho UBA).
Bolivariana. Junio: Masa- Verón.
cre de Avellaneda. Mueren
Darío y Maxi. Crisis del du-
haldismo. Diciembre: Ley
992 formaliza el trabajo
cartonero en CABA.
2003 Enero: Lula asume la pre- Anual: fuertes reacomodos Anual: defensa de
sidencia de Brasil. Mayo: entre las organizaciones los cartoneros frente
Néstor Kirchner presidente populares a partir de las al hostigamiento y la
de la nación. Agosto: de- primeras medidas de avance coima policial. “Guar-
rogación de leyes de Obe- que toma el gob. de Kirchner. dia legal”. Marzo: 1er.
diencia Debida y Punto número de la revista
Final. Inician juicios por “Nuevos Aires” del
delitos de lesa humanidad. MTE.
Diciembre: Aníbal Ibarra
es reelecto jefe de gob. de
CABA.
329
EL SUBSUELO DE LA PATRIA
2006 Enero: Kirchner saca al Marzo: incendio taller textil Anual: pelea por la
FMI de la Argentina tras en Caballito (CABA). La Ala- reglamentación de la
pago de deuda. Evo Morales meda y la UTC inician denun- Ley de Basura Cero.
asume la presidencia en cias. Mayo: Ley de Expropia- Mayo: toma de tie-
Bolivia. Marzo: Ibarra es ción del Frigorífico SUBPGA rras en Barrio Gabriel
destituido. Jorge Telerman de Berazategui. Nace Coop. Miró (Lomas de Za-
asume como Jefe de Gob. de Trabajo. Agosto: nace la mora). Solidaridad
Abril: Plan Patria Grande Corriente Universitaria Julio del MTE. Junio: 1ra
de Regularización de In- Antonio Mella (UBA). Casa Comunitaria de
migrantes. Septiembre: Vientos de Libertad
desaparece Jorge Julio Ló- (Pilar). Diciembre:
pez, testigo en juicio por corte del MTE en ex
delitos de lesa humanidad. Puente Alsina. Re-
Octubre: Ley Educ. Sexual presión.
Integral (ESI). Diciembre:
Ley de Educación Nacional.
2007 Abril: Monotributo Social. Anual: acciones coordina- Febrero: insc. Coope-
Mayo: reglamentación das entre grupos cartoneros rativa “El amanecer
de la Ley de Basura Cero en el marco de la Federación de los cartoneros”.
(CABA). Diciembre: Cristi- Ecológica de Cartoneros y Marzo: ocupación en
na Fernández de Kirchner Recicladores (FECYR). Ante- el barrio ACUBA de
(CFK) asume como presi- cedente de la FACCyR. Villa Caraza (Lanús).
denta de la nación. Mauri- Solidaridad del MTE.
cio Macri asume como jefe Septiembre: denun-
de gob. porteño. cia de MTE a Lucho
Avilés.
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EL SUBSUELO DE LA PATRIA
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2013 Marzo: fallece Hugo Enero: ruptura del FPDS. Marzo: Sergio Sán-
Chávez. Jorge Bergoglio Nace FPDS-Corriente Na- chez viaja a la asun-
asume como papa Fran- cional. Mayo: CTEP moviliza ción del papa Fran-
cisco. Abril: Proy. de Ley masivamente al Ministerio cisco. Abril: surge
para el Uso Sustentable de de Trabajo en el Día del Trascartón diseño.
Envases y Gestión Integral Trabajador. Agosto: reunión Mayo: se rechaza el
de sus Residuos. Octubre: entre Emilio Pérsico, Juan Programa de Promo-
Sergio Massa se impone en Grabois y el Papa Francisco toras Ambientales
las elecciones legislativas en el Vaticano. Noviembre: en la Legislatura por-
en la provincia de Bue- Poder Ejecutivo porteño lan- teña. Agosto: 2da.
nos Aires. El oficialismo za Programa de Promoción casa comunitaria de
preserva mayorías en el Ambiental. Vientos de Libertad
Congreso. Noviembre: En- (Marcos Paz). Agos-
cíclica “Evangelii gaudium”. to: Jacky Flores par-
Diciembre: se lanza el ticipa como precan-
Programa Cambio Rural II didata a legisladora
del INTA con Marea Popular.
Septiembre: se crea
el jardín comunitario
Cartoneritos en Ba-
rracas (CABA).
2014 Enero: Programa PROGRE- Marzo: Taller Latinoame- Junio: Paola Caviedes
SAR. Abril: 2° paro general ricano de Org. de Trabaja- participa por prime-
de la CGT a CFK. Junio: dores/as Informales / Po- ra vez en la 103.a
Corte Suprema de EE.UU. pulares de cara a la 103 Conferencia Inter-
valida fallo de Juez Griesa conferencia de la OIT. La nacional del Trabajo
a favor de fondos buitres. CTEP moviliza al INAES en de la OIT en Ginebra,
En los siguientes meses el reclamo del reconocimiento Suiza. Julio: lucha
conflicto escala a distintas de cinco federaciones gre- cartonera en Bahía
instancias. Diciembre: Ley miales. Abril: Grabois y Pér- Blanca. MTE participa
de Agricultura Familiar. sico publican Cuadernos de por primera vez en un
Formación de la CTEP. Nace conflicto cartonero
el Movimiento Misioneros fuera de AMBA.
de Francisco. Julio: CTEP en
Enc. Sindical Internacional
Antiimperialista (Bolivia).
Nace el Movimiento Popular
Patria Grande. Octubre:
Primer Enc. Mundial de los
Movimientos Populares (Va-
ticano). Nace la ENOCEP.
Primera diplomatura. No-
viembre: CTEP realiza Foro
Nac. de Productores de la
Economía Popular. CTEP
realiza el 1er. Enc. Nac. de
Tierra y Techo.
333
EL SUBSUELO DE LA PATRIA
2015 Enero: muerte de Alberto Abril: incendio de taller tex- Marzo: 1er. polo
Nisman, fiscal involucrado til en Flores (CABA). Inicia textil (barrio Miró,
en la Causa AMIA. Oposi- proceso de lucha de traba- Lomas de Zamora).
ción acusa al gob. Marzo: jadores del sector. Junio: Grabois como
4to. paro general de la Productores hortícolas se consultor del Ponti-
CGT a CFK. Mayo: Encícli- movilizan a la Legislatura ficio Consejo de Jus-
ca “Laudato Si” del papa bonaerense. Mayo: Carpa ticia y Paz. Septiem-
Francisco. Octubre: refor- por Trabajo Digno frente bre: movilización “el
ma de la Ley de Educación al Congreso de la Nación. polo para trabajar, el
Superior. Gratuidad de la Junio: movilización por Ni hogar para habitar”.
enseñanza. Diciembre: Una Menos. Julio: 2do. Enc. Octubre: 1ra. partici-
Ministerio de Trabajo otor- Mundial de los Movimientos pación del MTE en el
ga la personería social a Populares (Bolivia). Sep- Enc. Nac. de Mujeres.
la CTEP. Mauricio Macri es tiembre: registro de la FAC-
presidente de la nación. CyR en el INAES.
Cambiemos asume el gob.
de los principales distritos
del país.
2016 Enero: Milagro Sala es Febrero: CTEP es inscripta Abril-Mayo: Trage-
detenida en Jujuy. Macri en el Registro de Organiza- dia de Time Warp.
deshace por decreto la Ley ciones Sociales de la Eco- Vientos de Libertad
de Medios. Abril: Proyec- nomía Popular y Empresas impulsa acciones de
to de Ley de Emergencia Autogestionadas. Marzo: lucha. Julio: 1er. ple-
social. 1er Paro de CGT 1er paro quintero en La nario de la rama tex-
al gob. de Macri. Agosto: Plata. Creación de la Obra til. Apertura de la 3ra.
Dilma Roussef es destituida Social de los Trab. de la Casa Comunitaria de
de la presidencia en Bra- Economía Popular (OSTEP). Vientos de Libertad
sil. Asume Michel Temer. Mayo: CTEP regional Cor- (Tigre).
Octubre: Paro de Mujeres. dillera Andina se moviliza
Diciembre: sanción de la al Lago Escondido. Agosto:
Ley de Emergencia Social. Marcha de San Cayetano.
Creación del Salario So- Conformación del tridente
cial Complementario y del CTEP, CCC y Barrios de Pie.
Consejo de la Economía 1ra Marcha Federal contra
Popular. las políticas del macrismo.
Se decreta la emergencia Inicia Relevamiento Nac.
en adicciones de Barrios Populares (RE-
NABAP). Noviembre: 3er.
Enc. Mundial de Movimien-
tos Populares (Vaticano).
Diciembre: lucha en contra
de la reforma de la Ley de
Ejecución Penal. Se decreta
la Emergencia Nac. en mate-
ria de adicciones.
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2017 Marzo: Marcha Federal Enero: Consejo para el Abor- Febrero: 1er. plena-
Educativa. Mayo: mani- daje Integral de las Políticas rio de la Rama Rural.
festación masiva contra el Públicas de Adicciones en Marzo: ataque poli-
beneficio del “2x1” para Contextos de Alta Vulnerabi- cial en comedor (La-
delitos de lesa humanidad. lidad (SEDRONAR). Febrero: nús). Abre el primer
Julio: Lula Da Silva es con- plenario nacional de la CTEP. Centro Integral de
denado a prisión. Agos- Participan miembros de la Recreación y Apren-
to: desaparece Santiago CGT. Marzo: Escuela de For- dizaje (CIRA) de la
Maldonado en el contexto mación para el Abordaje de rama textil. Junio:
de una represión policial. Políticas Públicas (SEDRO- Bachillerato Popular
Octubre: amplio triunfo NAR). Abril: CTEP moviliza Cartonero “Anuillán”.
oficialista en las elecciones al Ministerio de Agroindus- Julio: “Cebollazo”
legislativas. Noviembre: tria en el marco de una jor- (sur PBA) y “verdu-
hundimiento del submarino nada nacional de lucha en razo” en Jujuy. Pelea
ARA San Juan. Diciembre: defensa de los pequeños al aire entre Lana-
jornadas de protesta frente productores y las economías ta vs. Grabois por
al Congreso Nacional en regionales. Mayo: Tridente informe televisivo.
rechazo a la reforma pre- de San Cayetano marcha por Noviembre: Área de
visional. 2° paro de CGT al tierra, techo y trabajo con Juventud MTE par-
gob. de Macri. motivo del día del trabaja- ticipa por primera
dor. Registro Nac. de Barrios vez de la Marcha de
Populares y el Certificado la Gorra. Diciembre:
de Vivienda Familiar. Junio: Grabois publica “La
Secretaría de Ex Detenidos/ personería social”.
as y Familiares de la CTEP.
Agosto: Primer Enc. Nacio-
nal de la Juventud en Lucha
(Miramar). Octubre: nace la
Federación de Costureros,
Indumentaria y Textiles.
Noviembre: Rafael Nahuel
de la CTEP es asesinado
por fuerzas federales en el
marco de un operativo de
desalojo en Río Negro.
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EL SUBSUELO DE LA PATRIA
2018 Anual: Causa de los Cua- Enero: vendedores sene- Enero: vendedores
dernos contra CFK. Se in- galeses acuden a la CTEP a senegaleses buscan
tensifica el lawfare. Febre- pedir ayuda en la sindica- refugio en la sede
ro: masiva movilización lización. Marzo: 3er. paro de CTEP frente a un
impulsada por sindicato internacional de mujeres. Ju- violento allanamien-
de camioneros en rechazo nio: 2da Marcha Federal por to policial. Mayo:
a las políticas del gob. Ju- pan y trabajo. Paquete de Vientos de Libertad
nio: el gob. acuerda con el cinco leyes de la economía ocupa Instituto Al-
FMI un préstamo de más de popular. Septiembre: nace vear en Luján para
cincuenta mil millones de Frente Patria Grande (FPG) Casa Comunitaria
dólares. 3er. paro de CGT al liderado por Grabois. Octu- de mujeres y disi-
gob. de Macri. Septiembre: bre: nace la Alianza Global dencias. A g o s t o :
movilización y paro general de Recicladores. Diciembre: apertura del Centro
junto de las centrales sindi- se crea la Secretaría de Adic- de Jubilados en Villa
cales y economía popular. ciones de la CTEP. Fiorito. Septiembre:
4° paro de CGT a gob. de 1er plenario de la
Macri. Diciembre: Ley de rama de liberados.
Integración Socio Urbana. Intercambio Global
de Organizaciones de
Cartoneros. Octubre:
1er. plenario de la
rama sociocomuni-
taria.
2019 Abril: Proy. de Ley de Pro- Mayo: Primer Foro Nac. Enero: nace Club
tección de Cinturones Ver- por un Programa Agrario, Villas Unidas. Julio:
des Productivos. Mayo: Soberano y Popular. Agosto: 1ra. movilización de
5to paro de CGT al gob. de CTEP al Consejo del Salario la Rama de Construc-
Macri. Mayo: Proy. de Ley Mínimo, Vital y Móvil. Octu- ción. Septiembre:
Nacional de Emergencia bre: abre sede de la ENOCEP 1er. plenario nacional
en Violencia contra las en Jujuy. Noviembre: Pro- de Rama Espacios
Mujeres. Septiembre: Ley gramas de Buen Gobierno Públicos. Diciembre:
de Emergencia Alimentaria. del FPG. Misión de solidari- asumen funcionarios
Diciembre: Alberto Fernán- dad ante el golpe de Estado del MTE en SEDRO-
dez asume la presidencia en Bolivia. Diciembre: nace NAR y Agricultura
de la nación. la Unión de Trabajadores de Familiar.
la Economía Popular (UTEP).
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Acerca de los autores
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EL SUBSUELO DE LA PATRIA
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Quienes formamos parte del día a día de Prometeo Editorial creemos en la palabra escrita,
en la magia de las ideas y en el pensamiento crítico.
Soñamos herramientas que puedan ayudar a mejorar la humanidad
y hacerla más democrática, más justa y solidaria.
Pensamos que en el sur del mundo aún hay mucho por decir, por hacer y por cambiar.
Deseamos que este libro forme parte de hermosas bibliotecas que sabrán hacer de él
un sólido instrumento de reflexión.