6 Karl Marx
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4/8-Karl Marx (El Capital): teoría del valor trabajo y proceso de valorización (por Jan Doxrud)
Historia, Economía
“una mercancía cuyo valor de uso posea la peregrina cualidad de ser fuente de valor, cuyo
consumo real sea por sí mismo objetivación de trabajo y, por tanto, creación de valor…el
poseedor de dinero encuentra esta mercancía específica en el mercado: la capacidad de trabajo
o la fuerza de trabajo”[1].
Conviene recordar este concepto de fuerza de trabajo que consiste en “el conjunto de
condiciones físicas o espirituales que existen en la corporeidad, en la personalidad viviente de
un hombre y que éste pone en movimiento cada vez que produce valores de uso de cualquier
tipo”[2]. El trabajador se presenta en el mercado como una mercancía más, como un
poseedor de fuerza de trabajo que la vende a cambio de un salario. Marx señala que, para que
su poseedor la venda como mercancía, debe ser libre propietario de su capacidad de trabajo.
En el mercado se enfrentan el trabajador y quien posee el dinero, vale decir, dos poseedores de
mercancías jurídicamente iguales. El propietario de la fuerza de trabajo la vende por un
tiempo determinado, ya que de lo contrario, se convertiría en un esclavo lo que significría que
su persona sería en su totalidad propiedad del poseedor del dinero. Otra condición de
relevancia que debe darse para que el poseedor de dinero encuentre en el mercado la fuerza
de trabajo como mercancía, “en que su poseedor, no pudiendo vender mercancías en que se
materialice su trabajo, debe, por el contrario, ofrecer como mercancía su propia fuerza de
trabajo, identificada en su corporeidad viva”[3] . El obrero que el capitalista debe encontrar ha
de ser libre de disponer su fuerza de trabajo y no debe tener otras mercancías que vender.
Marx hace una precisión importante y es que este escenario donde se encuentra el poseedor
del dinero y el trabajador libre dueño únicamente de su fuerza de trabajo no es una relación
histórica natural ni social, común a todos los períodos de la historia. En un pasaje señala que la
aparición de un producto como mercancía requiere de una división del trabajo dentro de la
sociedad tan desarrollada que en ella se consuma el divorcio entre el valor de uso y el valor de
cambio, que sólo comienza en el trueque directo. Pero tal peldaño del desarrollo es común,
desde el punto de vista histórico, a las más distintas formaciones económicas de la sociedad.
Esta relación no es, por lo tanto, ahistórica sino que comienza un tiempo determinado, cuando
se dan una serie de condiciones que hacen surgir el sistema capitalista de producción. Tenemos
entonces en el mercado la fuerza de trabajo que constituye una mercancía particular ya que su
valor de uso tiene aquella característica especial que es la de producir valor.
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El trabajo presenta una doble utilidad: la de satisfacer una necesidad y la de crear valor. Esto
último hace que el trabajo no tenga valor por sí mismo, por lo que hablar de "valor de trabajo"
es inexacto, de acuerdo Marx. Una vez que el propietario de los medios de producción ha
comprado la fuerza de trabajo, este la posee. Lo que se le presenta al capitalista en el mercado
no es el trabajo, sino que el trabajador que vende su fuerza de trabajo. Como escribió Marx, lo
que le interesa al capitalista es producir un objeto útil que tenga valor cambiable, es decir, una
mercancía. Ahora bien, esta mercancía debe superar el valor de aquellas que fueron empleadas
para producirlas, esto es, a los medios de producción y la fuerza de trabajo en que invirtió su
dinero. En palabras de nuestro pensador, el capitalista no quiere sólo producir una cosa útil,
sino que un valor, y no bastando esto, también un sobrevalor o plusvalia. Por el contrario, si el
valor del producto es equivalente al valor del capital adelantado, aquel capital no ha
engendrado plusvalía. Tenemos así que el valor que la fuerza de trabajo posee y lo que puede
crear son diferentes en magnitud, vale decir, la fuerza de trabajo puede producir en un día mas
valor del que ha costado. ¿Cómo se determina el valor de la fuerza de trabajo? Ya lo señalé
anteriormente y la respuesta es: como el de cualquier otra mercancía. El valor de la fuerza de
trabajo se determina por el tiempo de trabajo necesario para su producción, en este caso, para
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la reproducción del trabajador. Así, Marx señala: “Para mantenerse, el ser viviente necesita una
cierta suma de medios de subsistencia. El tiempo necesario para la producción de la fuerza de
trabajo se reduce, por eso, al tiempo de trabajo necesario para la producción de estos medios
de subsistencia, o sea, el valor de los medios de vida necesarios para la subsistencia de su
poseedor”[4]. El trabajador gasta una cantidad determinada de músculos, energía cerebral,
nervios que debe reponer para realizar el trabajo durante los días que trabaja a la
semana. Cabe tener en consideración que las condiciones de trabajo de la Inglaterra del siglo
XIX era paupérrimas, con jornadas laborales extenuantes y sin ningún tipo de seguridad
laboral. Pero además el trabajador tiene otras necesidades como alimentos, calefacción,
vivienda y vestido, que varían de acuerdo a las condiciones climáticas, geográficas y culturales
de cada país. Marx agrega que, a diferencia de otras mercancías, “la determinación del valor de
la fuerza de trabajo contiene, por tanto, un elemento histórico y moral. Sin embargo, para un
país y una época determinada, está dada la suma promedio de medios de subsistencia
necesarios”[5]. El límite mínimo del valor de la fuerza de trabajo “está dado por el valor de
aquella masa de mercancías cuyo diario aprovisionamiento es indispensable para que el
portador de la fuerza de trabajo…pueda renovar su proceso de vida; es decir, por el valor de los
medios de vida físicamente indispensables”[6].
Por lo tanto, si el precio de la fuerza de trabajo cae por debajo de este mínimo, se traducirá
en que el trabajador no podrá desarrollarse de manera suficiente. Algo esencial para que el
sistema se mantenga y el valor continúe valorizándose es que los vendedores de la fuerza de
trabajo puedan perpetuarse en el tiempo, ya que el ser humano es mortal y por lo tanto llega
un momento en que la fuerza de trabajo abandona para siempre el circuito de intercambio y
debe ser repuesto por otro trabajador. Al respecto escribe Marx:
“La suma de los medios de subsistencia requeridos par la producción incluye también los
medios de subsistencia de los sustitutos, es decir, los hijos del obrero, de modo tal que esta raza
especial de poseedores de mercancías se eternice en el mercado”[7]. Marx también menciona
el hecho de que el trabajador debe adquirir ciertas habilidades y destrezas, lo que implica la
formación o educación de éste, lo que hoy se conoce como “capital humano”. En palabras del
pensador alemán: “Estos costos de aprendizaje, extremadamente pequeños para la fuerza de
trabajo común y corriente, entran en la suma de los valores invertidos en su producción”[8].
Continuemos con el encuentro entre estos dos sujetos que entran en contacto en el mercado.
Marx explica que en todos los países donde impera el modo capitalista de producción, la fuerza
de trabajo se paga después de que haya funcionado durante el plazo establecido en el
contrato de compra. De esta manera el trabajador adelanta al capitalista el valor de uso de su
fuerza de trabajo que es consumida por el comprador antes de que el trabajador reciba su
precio. Para una mejor comprensión Marx cree útil suponer que el poseedor de la fuerza de
trabajo, al venderla, recibe inmediatamente el precio establecido en el contrato. Marx termina
la sección segunda sobre la transformación del dinero en capital señalando que el proceso de
consumo de la fuerza de trabajo es simultáneamente el proceso de producción de mercancías
y de plusvalor, siendo este consumo llevado a cabo fuera de la órbita de circulación.
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solamente resultados sino que también condición del proceso del trabajo. La materia prima
puede ser la sustancia principal de un producto o simplemente participar como materia auxiliar
en su fabricación, que es consumida por medio del trabajo tal como sucede con el carbón que
es consumido por la máquina. La materia auxiliar puede ser igualmente incorporada a la
materia prima para producir en esta una transformación de tipo material. Por último, la
materia auxiliar sirve para ayudar a la ejecución del trabajo mismo. Así tenemos que cada
objeto posee múltiples propiedades y pueden ser utilizadas en diversas aplicaciones útiles. De
esta manera, de acuerdo a Marx, “el hecho de que un valor de uso aparezca como materia
prima, medio de trabajo o producto, depende exclusivamente de la función específica que
desempeñe en el proceso de trabajo, del lugar que en él ocupe; y al cambiar este lugar, cambia
su uso”[9].
Otro punto relacionado con esto es que si los productos no son meramente resultado sino que
condición de existencia del proceso de trabajo, entonces “su incorporación a este proceso…su
contacto con el trabajo vivo, es, por otro lado, el único medio de conservar y realizar como
valores de uso estos productos del trabajo anterior”[10]. El trabajo absorbe productos para
crear productos o utiliza los productos como medios de producción de otros nuevos. El proceso
de trabajo es una actividad específica orientada a la producción de valores de uso, una
adecuación de lo natural a las necesidades humanas. En este proceso no hay nada personal, no
se representa al trabajador relacionándose con otros trabajadores, sino que al hombre y su
trabajo por una parte, y la naturaleza y sus materias por otra. Marx añade que este proceso no
nos revela bajo qué condiciones transcurre, no nos revela tampoco si se ha desarrollado bajo el
látigo brutal del capataz de esclavos o bajo la mirada recelosa del capitalista. En el régimen
capitalista de producción el proceso de trabajo, en cuanto transcurre como un proceso de
consumo de la fuerza de trabajo por el capitalista, presenta dos fenómenos peculiares. El
primero es que el obrero trabaja bajo el control del capitalista quien vela para que el trabajo se
ejecute de manera racional y eficiente. En segundo lugar, el producto es propiedad del
capitalista y no del productor directo. El capitalista paga al obrero el valor de un período x de
tiempo por su fuerza de trabajo apropiándose de esta manera del valor de uso que le ha
vendido el obrero al entregarle su trabajo. El capitalista al comprar la fuerza de trabajo
incorpora el trabajo mismo como fermento vivo a los elementos muertos de creación del
producto. También tenemos que el capitalista, al consumir la fuerza de trabajo, añade a este
los medios de producción que son de su propiedad. Frente a este escenario, Marx señala: “El
proceso de trabajo es un proceso entre objetos comprados por el capitalista, entre objetos que
le pertenecen. Por tanto, el producto de este proceso le pertenece con el mismo derecho que el
producto del proceso de fermentación en su bodega”[11].
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Pasemos ahora al proceso de valorización. Aquí Marx explica que los valores de uso no se
producen porque sí, sino que por ser portadores de valor de cambio. El capitalista persigue por
una parte, producir un valor de uso que tenga un valor de cambio, es decir, destinado a la
venta, esto es, una mercancía. Por otra parte el capitalista busca producir una mercancía cuyo
valor sea mayor que la suma de los valores de las mercancías requeridas para su producción.
En pocas palabras, el capitalista no sólo quiere producir un valor de uso y valor, sino que una
mercancía que pueda darle plusvalor. Para responder a la pregunta sobre el proceso de
valorización hay que recordar que el valor de una mercancía está determinado por la cantidad
de trabajo materializado en su valor de uso o, para ser más preciso, por la cantidad de trabajo
socialmente necesario para su producción. Marx procede a explicar cómo se puede efectuar el
cálculo del trabajo objetivado en el producto. El autor nos proporciona el ejemplo del
hilandero quien, para producir el hilado, necesita de x libras de algodón por el valor de 10
chelines, y el desgaste de la masa de husos que representaría un valor de 2 chelines.
Suponemos además que en el hilado se objetivan dos días de trabajo.
Tenemos que, al determinar el valor del hilado o del tiempo de trabajo requerido para la
fabricación de este, debemos considerar “como distintas fases consecutivas del mismo proceso
de trabajo los diversos procesos de trabajo particulares, separados en el tiempo y en el espacio,
que es necesario recorrer para producir el algodón y la masas de husos desgastada y hacer
finalmente hilado del algodón y los husos”[12]. Así tenemos que los valores de los medios de
producción, esto es, el algodón y los usos por un valor de 12 chelines son las partes integrantes
del valor del hilado, pero bajo dos condiciones. La primera es que el algodón y los husos
realmente sirvan para la producción de un valor de uso. En segundo lugar, es necesario que se
haya empleado únicamente el tiempo de trabajo necesario bajos las condiciones sociales de
producción imperantes. Por ejemplo escribe Marx:
“Si al capitalista se le ocurriese, por un acto de fantasía, emplear husos de oro en lugar de
husos de acero, en el valor del hilado se contaría, sin embargo, sólo el trabajo socialmente
necesario, es decir, el tiempo de trabajo requerido para la producción de husos de acero”[13].
Tenemos ahora que responder cuál es la fracción de valor que el hilandero añade con su
trabajo al algodón. Si el precio de x libras de hilado equivale a 10 chelines (algodón), 2 chelines
(desgaste de los husos) y 3 chelines (valor de un día de la fuerza de trabajo) tenemos que el
capitalista tuvo que invertir o adelantar 15 chelines, por lo que no querrá obtener como
resultado de su inversión los mismos 15 chelines. Al respecto escribe Marx: “De nada sirve que
el valor del hilado se haya incrementado, pues su valor es sólo la suma de los valores antes
distribuidos entre el algodón, los husos y la fuerza de trabajo, y de la simple suma de valores
existentes jamás puede brotar un plusvalor”[14].
Frente a esta situación el capitalista no puede resignarse a comprar las mercancías ya listas en
lugar de producirlas, ya que tal decisión la podrían adoptar los demás capitalistas lo que
tendría como resultado el que los capitalistas no podrían encontrar mercancías en el mercado.
Tampoco puede contentarse con consumir productivamente los 15 chelines, ya que el objetivo
del capitalista es vender su mercancía y obtener una ganancia adicional. Frente a esta situación
se pregunta Marx, asumiendo el rol del capitalista:
“¿Acaso el obrero puede crear productos de trabajo, producir mercancías, con sus brazos
inermes, en el vacío? ¿Quién sino él, el capitalista, le dio la materia con la cual y en la cual el
obrero materializa su trabajo?...¿acaso no le presta a la sociedad un servicio inapreciable con
sus medios de producción, su algodón y sus husos, y no se lo presta también al obrero, a quien,
además, le suministra los medios de vida? ¿No ha de cobrar este servicio?”[15].
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Se genera una pugna de merecimientos entre el trabajador y el capitalista, ya que el segundo
podría cuestionarse si el primero en realidad también trabaja, es decir, el capitalista pagó 3
chelines y el trabajador le devolvió el equivalente en el valor de 3 chelines añadidos al algodón.
Pero luego el capitalista se pregunta si él mismo no es un trabajador, después de todo, este
vigila y dirige la actividad, por lo que él también es un creador de valor. Si el capitalista quiere
hacer su actividad rentable y obtener un plusvalor, entonces debe gastar trabajo en forma útil
para crear valor. Si sólo es necesario medio día de trabajo para mantener al obrero con vida las
24 horas, entonces nada impide que trabaje la jornada completa. Lo que el capitalista capta es
que en el proceso de trabajo, el valor de la fuerza de trabajo y su valorización son dos cosas
distintas, por lo que debe saber aprovechar esta mercancía particular y su valor de uso
específico que le permite ser fuente de un valor mayor al que esta misma tiene. El capitalista
tiene el poder de extender la jornada laboral, por lo que si en 6 horas los trabajadores
producen el equivalente a lo invertido por el capitalista, entonces este último los puede hacer
trabajar po 12 horas para obtener 6 horas de plustrabajo. Dentro de este contexto, señala
David Harvey, la ideología burguesa y sus conceptos de igualdad, libertad y propiedad, sólo
constituyenuna máscara que permite justificar la extracción de plusvalor del obrero. Respecto a
esto Marx escribió:
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