Control Judicial de Las Leyes en Base A Los Tratados
Control Judicial de Las Leyes en Base A Los Tratados
Control Judicial de Las Leyes en Base A Los Tratados
SUMARIO: I. Introducción. II. El control judicial de las leyes con base en tratados
internacionales de derechos humanos como imposición del ordenamiento jurídi-
co. III. El valor democrático de la ley y el control judicial de la ley con base en
tratados regionales sobre derechos humanos. La necesidad de una regulación jurí-
dica. IV. En busca de un modelo de control conciliador de principios contrapues-
tos. V. Doctrina del acto claro (inoperatividad de la objeción contramayoritaria).
VI. Doctrina del acto aclarado y tutela judicial efectiva. VII. Escenario 1: Existen-
cia de un tribunal internacional encargado de la interpretación autorizada del tra-
tado sobre derechos humanos (el caso interamericano y europeo) VIII. Escenario
2: Falta de previsión de un tribunal internacional autorizado para interpretar el
tratado de derechos humanos: el control judicial como poder reactivo al condi-
cionamiento jurídico, político y económico del Estado. IX. Conclusión.
I. INTRODUCCIÓN
El presente estudio de Derecho comparado tiene por objeto examinar en qué
medida la proliferación de tratados internacionales sobre derechos humanos ha ge-
nerado la posibilidad de un control judicial de las leyes tomando como base su con-
tenido, por parte de todos los jueces nacionales en los Estados respectivos. Ese fe-
nómeno no es nuevo. El profesor Cappelletti hizo referencia al tema en el
Congreso Latinoamericano de Derecho Constitucional llevado a cabo en Bogotá en
noviembre de 1977, llamándolo “justicia constitucional trasnacional”.1 En Europa,
aun en Francia, se ha llegado a interpretar que el Consejo Constitucional y la Corte
231
232 • Fernando Silva García
de Casación han dejado abierta esa posibilidad.2 Por otro lado, en Latinoamérica, el
caso Barrios Altos resuelto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH) generó una situación interesante a ese respecto.3 En ese sentido, en Méxi-
co, por ejemplo, los litigantes han comenzado a formular en sus demandas viola-
ciones constitucionales por motivo de la contradicción entre una ley y un tratado
internacional de derechos humanos.4
Centraremos el estudio del tema, de un lado, en relación con aquellos sistemas
jurídicos nacionales en que los tratados internacionales prevalecen sobre las leyes
nacionales y, de otro, en relación con los sistemas nacionales en que se ha excluido al
juez ordinario o a ciertos jueces del control constitucional de las leyes (Holanda, Ale-
mania, Francia, España,5 México, por ejemplo). En nuestra exposición, reconocere-
mos la predicada capacidad jurídico reconfiguradora6 de la incorporación de los tra-
tados sobre derechos humanos en el ámbito de las relaciones entre Poder Judicial y
Legislador, con el fin de proponer una forma de articulación que conduzca a la con-
ciliación de la eficacia interna de dichos instrumentos internacionales y las institu-
ciones jurídicas nacionales en conflicto, partiendo de dos hechos: la sujeción del
Estado al Derecho7 y la interacción generada entre los derechos convencionales y el
derecho constitucional a la tutela judicial efectiva, en el ámbito del discurso argumen-
tativo judicial, a propósito de la justificación jurídica de las sentencias nacionales.
de viejos apotegmas del Derecho Público “que se tenían por inconmovibles”, en GARCÍA DE ENTE-
RRÍA, Eduardo, Prólogo a PIZA ROCAFORT, Rodolfo E, Responsabilidad del Estado y Derechos Humanos,
San José, Universidad Autónoma de Centro América, p. 7.
7 La soberanía interna del poder legislativo de la mayoría ha quedado disuelta a partir del Estado
constitucional y la eficacia de los derechos fundamentales. Asimismo, la soberanía externa del Estado
ha alcanzado su trágico fracaso a partir de la Carta de la ONU, la Declaración Universal de derechos
del hombre y los dos Pactos sobre derechos creados en ese marco. FERRAJOLI, Luigi. Derechos y garan-
tías. La Ley del más Débil, Madrid, Trotta, 1999, pp. 141.145.
8 La causa práctica más clara es la inexistencia en casi todos los sistemas europeos de una Corte
Suprema equivalente a la de EUA, por la división de la misma en secciones especializadas, que impedía
atribuir a una de ellas o a todas el control constitucional de la ley. CAPPELLETTI, Mauro, La Justicia
Constitucional…, op. cit., pp. 221-223.
9 Las razones históricas en Europa y algunos países Americanos tendentes a concebir la Consti-
tución como norma programática y al poder judicial como poder nulo han desaparecido en el mo-
234 • Fernando Silva García
tificaron la exclusión de los jueces ordinarios del control constitucional de las leyes
en los sistemas centralizados de justicia constitucional, podría pensarse que, ac-
tualmente, la razón principal que es capaz de fundar dicha exclusión en tales siste-
mas guarda una relación muy estrecha con el valor democrático de la ley o, si se
quiere, con la objeción contramayoritaria, en conjunción con el principio de seguri-
dad jurídica.
La inaplicación de una ley con base en un tratado sobre derechos humanos
conlleva un enjuiciamiento autónomo de la ley, pero no con base en la Constitu-
ción. Por ende, es dudoso si los sistemas concentrados de justicia constitucional ex-
cluyen esa posibilidad. En estricto sentido y en términos generales, el juez ordinario
no está impedido para inaplicar una ley con el fin de dar preferencia aplicativa a un
tratado internacional, si no se ha substraído de su potestad jurisdiccional esa facul-
tad a través de disposiciones constitucionales expresas o de un pronunciamiento
vinculante en ese sentido, en aquellos sistemas en que los tratados gozan de una
primacía o superioridad constitucional jerárquica sobre las leyes nacionales.10 Por
ende, en esos sistemas, en principio, podría pensarse que la inaplicación de una ley
contraria a un tratado es una consecuencia impuesta por el ordenamiento jurídico,
en razón a que las normas constitucionales que precisan la primacía o el rango de
los tratados obligan al juez ordinario a resolver un conflicto de esa índole en tal
sentido.
Desde cierta óptica, el problema del control judicial de las leyes con base en
tratados de derechos humanos, en relación con los sistemas en que existe una cen-
tralización en el ámbito del control constitucional de las leyes, es que la estructura-
ción, principios y garantías del juez constitucional, no son aplicables al juez ordina-
mento actual. La falta de un sistema jurisprudencial en los Estados de tradición continental tampoco
puede sostenerse en nuestros días. “(…) Se ha ido creando, así, un marco favorable para la revisión
teórica del dogma tradicional que, en los ordenamientos continentales, niega a la jurisprudencia la
condición de fuente del Derecho (…)”. PIZZORUSSO, Alessandro, Lecciones de Derecho Constitucional.
Tomo I, Madrid, CEC, 1984, p. 408 (trad. por Javier Jiménez Campo). Ver STONE SWEET, Alec, Gover-
ning with Judges. Constitutional Politics in Europe, UK, Oxford University Press, 2000.
10 Excluiríamos de nuestras principales ideas a los sistemas nacionales en que los tratados y las
leyes tienen la misma jerarquía en los casos de conflicto entre una ley nacional posterior y un tratado
sobre derechos humanos.
Control judicial de las leyes con base en tratados internacionales • 235
Se nos ocurren tres posibles alternativas para regular el control judicial en estu-
dio: 1) Exclusión del juez ordinario;13 2) Centralización en la Corte Suprema o
equivalente y 3) Medidas para racionalizar el control judicial de las leyes con base
en tratados internacionales de derechos humanos.
1) Exclusión del juez ordinario del control judicial de las leyes con base en tratados interna-
cionales de derechos humanos:
La primera alternativa consiste en excluir al juez del control de la ley con base
14 Por ello, en los juicios nacionales, los particulares no se interesan tanto en demostrar la con-
tradicción de la ley con el tratado (por falta de poder del juez para dejar de lado la ley), sino en expo-
ner una interpretación coherente de la ley conforme al tratado sobre derechos humanos. A pesar de
ello, la ley prevé un procedimiento acelerado para modificar las leyes declaradas contrarias al CEDH.
BRADLEY, Anthony W. (et al.), European Human Rights Law, 2º ed. UK, Oxford University Press, 2000,
pp. 499-505.
15 En España se ha sostenido que aunque el CEDH “(…) obliga al juez a inaplicar la ley posterior
contraria a sus contenidos, en base al principio de competencia (…) parece más respetuoso con el sistema
de fuentes establecido en la Constitución (…) señalar el deber del juez de plantear cuestión de incons-
titucionalidad cuando considere que un precepto legal puede ser contrario al Convenio (…)”. BAN-
DRÉS SÁNCHEZ-CRUZAT, José Manuel, Derecho Administrativo y Tribunal Europeo de Derechos Humanos (Co-
mentarios a la última jurisprudencia administrativa del Tribunal de Estrasburgo), Madrid, Civitas, 1996, p. 135.
Control judicial de las leyes con base en tratados internacionales • 237
16 Véase FERRERES COMELLA, Víctor. “Integración europea y…”, op. cit., pp. 118-119.
17 En el amparo en revisión 432/2004, resuelto por la Segunda Sala de la Suprema Corte de Jus-
ticia en sesión de 27 de agosto de dos mil cuatro, el quejoso planteó que los artículos 109, frac-
ción XXVIII, 121, fracción VIII y 127, último párrafo de la Ley del Impuesto sobre la Renta, son
violatorios de diversos tratados internacionales que protegen los derechos de autor y, por ende, del ar-
tículo 133 de la Constitución, en relación con los artículos 14 y 16 constitucionales. La Suprema Corte
de Justicia consideró que dichos planteamientos: “(…) se refieren a cuestiones de legalidad y no de
constitucionalidad, ya que el quejoso pretende demostrar la inconstitucionalidad de los artículos 109,
fracción XXVIII, 121, fracción VIII y 127, último párrafo, de la Ley del Impuesto sobre la Renta, en
vigor a partir del primero de enero de dos mil dos, así como el artículo 109, fracción XXVIII, del or-
denamiento legal en comento, pero vigente a partir del primero de enero de dos mil tres, por contra-
venir el contenido de diversos tratados internacionales que ha suscrito México y, no así, de su oposi-
ción con un precepto constitucional, por lo que procede reservar el conocimiento del asunto a los
Magistrados integrantes del Octavo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito
para que se pronuncien en torno a dichos planteamientos (…) dicho planteamiento escapa de la com-
petencia de este Alto Tribunal, por tratarse de un aspecto de mera legalidad, mas que de constitucio-
nalidad (…)”.
238 • Fernando Silva García
nados bajos dos tipos de argumentos. Por un lado, el fundamento de los preceden-
tes se encuentra en los beneficios que con ello se obtienen: la uniforme aplicación
del Derecho, la economía procesal, la predicción de las decisiones judiciales y la se-
guridad jurídica. Por otro lado, la razón para seguir los precedentes se ha encontra-
do en el principio de igualdad en la aplicación del Derecho.25
Parte de la doctrina académica ha entendido que la interpretación de una nor-
ma indeterminada (especialmente las normas sobre derechos y libertades)26 requiere
una asignación de contenido por parte del agente jurídico respectivo, y que esa de-
finición viene a constituirse, paulatinamente, en el equivalente de la norma corres-
pondiente.27 En ese sentido, se ha dicho que los contenidos de cada derecho que el
tribunal regional extrae de su formulación en el tratado se proyectan como conteni-
dos concretos de dichos instrumentos internacionales sobre todos los ordenamien-
tos nacionales, no sólo sobre los de las partes implicadas en cada proceso.28 Esas
apreciaciones podrían llevar a definir a la jurisprudencia como el resultado de la ac-
tividad interpretativa de carácter jurisdiccional, por un órgano autorizado en ese
sentido, que proyecta el contenido concreto de las normas respectivas en un mo-
mento histórico determinado.
Como ya se ha dicho, la CIDH y el TEDH han resuelto los casos que se les so-
meten mediante una técnica similar a la que utilizan los jueces del common law en re-
lación a la construcción de precedentes judiciales. Una de las similitudes radica en
la construcción de una línea coherente de casos, una cadena de decisiones que pau-
latinamente va perfilando el alcance del concepto o principios indeterminados que
son objeto de interpretación jurisdiccional. La actividad jurisdiccional del TEDH y
la CIDH muestra el denominado back y forward looking en el razonamiento judicial,
puesto que deciden los asuntos atendiendo a razones brindadas con anterioridad en
relación a ciertos aspectos planteados en casos pasados similares y, además, cons-
truyen el caso de su conocimiento de forma tal que revela una planificación jurídica
rigurosa y metódica en lo relativo al tema correspondiente, con miras a su aplica-
25 Véase MCCORMICK, Neil; SUMMERS, Robert, Interpreting Precedents. A Comparative Study, Ashgate,
Dartmouth, 1997. ALEXY, Robert. Teoría de la argumentación jurídica, Madrid, CEC, 1989 (Traducción de
M. Atienza e I. Espejo). MORAL SORIANO, Leonor, El precedente judicial, Madrid, Marcial Pons, 2002,
pp. 125-135.
26 Sobre las distintas dimensiones de abstracción, ver ALEXY, Robert, “La institucionalización de
los derechos humanos en el Estado constitucional democrático”, Derechos y Libertades. Revista del Institu-
to Bartolomé de las Casas, Año V, no. 8, 2000, p. 30.
27 ALONSO GARCÍA, Enrique, La interpretación de la Constitución, Madrid, CEC, 1984, p. 1-3.
28 En relación con el TEDH, SAIZ ARNAIZ, Alejandro, La apertura constitucional al derecho internacio-
nal y europeo de los derechos humanos. El artículo 10.2 de la Constitución española, Madrid, Consejo General del
Poder Judicial, 1999, pp. 144-145.
242 • Fernando Silva García
ción futura (tengo que decidir los casos del presente según las razones que querré adoptar para
las decisiones de futuros casos similares).29 A partir de ese método, por un lado, los tribu-
nales regionales han dejado claro el valor de su jurisprudencia; por otro, han hecho
más previsible la forma y la dirección en que resuelven los casos que se les some-
ten, lo cual tiende a incidir en la legitimidad de dichos órganos jurisdiccionales en el
ejercicio de sus funciones.30
Es patente la importancia que la Corte Interamericana ha otorgado a los prece-
dentes jurisdiccionales, incluso de diversos tribunales internacionales. En el caso
Viviana Gallardo y otros,31 la Corte citó el asunto De Wilde Ooms resuelto por el
TEDH; en el caso Velásquez Rodríguez32 citó como precedente el asunto Viviana Ga-
llardo y otras; en el caso Aloeboetoe y otros33 hizo referencia a sus determinaciones en el
asunto Godínez Cruz, así como al caso Usine de Chorzow de la Corte Permanente de
Justicia Internacional. Igualmente, en el caso Cantos34 la CIDH hizo mención al caso
Barcelona Traction de la Corte de Justicia Internacional, por ejemplo. En ese sentido,
la CIDH ha indicado también que el Estado solicitante de una opinión consultiva
no es el único interesado en ella, que aun cuando puede desistir de su petición, di-
cho desistimiento no resulta vinculante para la Corte, que podrá decidir continuar
la tramitación de la misma.35 Asimismo, la CIDH ha dejado claro que, en algunos
supuestos, sus decisiones jurisprudenciales tienen efectos generales.36
Desde luego también el TEDH ha dejado entre ver que sus sentencias tienen
valor de cosa interpretada, incluso en una dimensión horizontal.37 Igualmente, el
TEDH ha citado casos anteriores para realizar distinciones (distinguishing) en relación
con el asunto de su conocimiento (caso Sramek).38 También ha dejado claro en sus
29 MACCORMICK, Neil., Legal Reasoning and Legal Theory, Oxford, Clarendon Press, 1997. Ver MO-
RAL SORIANO, Leonor, El precedente judicial, op. cit., p. 137.
30 “(…) judicial legitimacy does not turn on consent to be governed by the written Constitution
(and it alone), as is often thought, but on contemporary acceptance and the reasonable justice of the
prevailing regime of law”. FALLON, Richard H. Jr., “Stare Decisis and the Constitution: An Essay on
Constitutional Methodology”, New York University Law Review, Vol. 76, no. 2, may 2001, pp. 586-596.
31 SCIDH Viviana Gallardo y otros. Costa Rica. Excepciones preliminares, 13 de noviembre de 1981.
32 SCIDH Velásquez Rodríguez. Excepciones preliminares, 26 de junio de 1987.
33 SCIDH Aloeboetoe y otros. Reparaciones, 10 de septiembre de 1993.
34 SCIDH Cantos. Argentina. Excepciones preliminares, 7 de septiembre de 2001.
35 OCCIDH 15/97, 14 de noviembre de 1997. OCCIDH 14/94, 9 de diciembre de 1994.
36 SCIDH Barrios Altos (Chumbipuma Aguirre y otros c. Perú), 14 de marzo de 2001. Interpretación de
la sentencia de fondo, 3 de septiembre de 2001.
37 Silver y otros c. Reino Unido, 25 de marzo de 1983, Irlanda c. Reino Unido, 18 de enero de 1978,
Golder c. Reino Unido, 21 de febrero de 1975, X c. Reino Unido, 5 de noviembre de 1981, Handyside c. Rei-
no Unido, 7 de diciembre de 1976, por ejemplo.
38 STEDH Sramek c. Austria, 22 de octubre de 1984.
Control judicial de las leyes con base en tratados internacionales • 243
of government (…)”. JAYAWICKRAMA, Nihal, The judicial application of Human Rights Law. National, Re-
gional and International Jurisprudence. UK, Cambridge University Press, 2000, pp. 96-97.
48 Ver MORAL SORIANO, Leonor. El precedente judicial, op. cit., p. 18-21.
49 Sobre este tema, véase COLOMER HERNÁNDEZ, Ignacio, “La motivación de las sentencias.
Aproximación a un modelo”, Revista de Derecho Procesal, No. 1-3, Año 2001.
246 • Fernando Silva García
anuló las leyes de amnistía respectivas, aceptándose, más bien, una técnica similar al
control difuso que se ejerce mediante la judicial review.52
En cierto sentido, la inaplicación de la ley contraria al tratado sobre derechos
humanos tendría lugar únicamente en el asunto concreto, por un lado, porque la
declaratoria general de invalidez de la ley nacional no podría fundarse en una nor-
ma de producción externa, por su pertenencia a distintos sistemas jurídicos; por
otro, porque el poder para expulsar una ley erga omnes es una facultad con tintes le-
gislativos que se ha encomendado al legislador y, en algunos casos, al tribunal cons-
titucional o equivalente, de acuerdo a las formas y en los casos establecidos a esos
efectos.
Ahora, en principio, podría señalarse que el control judicial de la ley inconven-
cional es posible, tanto por los jueces del Estado demandado, como por aquéllos
de otros Estados miembros, toda vez que si bien los efectos de cosa juzgada única-
mente vinculan a los poderes públicos del Estado que fue parte en el proceso, los
efectos de cosa interpretada condicionan la actuación pública en todos los Estados
del sistema, según hemos visto. Sin embargo, es preciso reconocer que puede resul-
tar más común y justificable el control judicial de la ley concretamente declarada in-
convencional por el tribunal regional dentro del Estado demandado, que el despliegue
de un control judicial en otros Estados, tomando en cuenta que es menos probable
la existencia de una ley de contenido análogo y cuya aplicación e interpretación ge-
nere también efectos equivalentes a aquélla que fue específicamente materia de la
jurisprudencia regional. Por ende, en esa tarea, al desplegar el control judicial que
nos ocupa, el juez nacional, en el proceso de comparar el asunto que dio vida al
precedente regional (caso A) y el asunto de su conocimiento (caso B), deberá ex-
traer un principio que explique las razones por las cuales el caso A ha sido tratado
de esa forma, para luego analizar si las características comunes de ambos permiten
hacer extensivas al caso B las razones relevantes correspondientes. Serán las cir-
cunstancias fácticas relevantes tomadas en cuenta por el tribunal regional, cubiertas
por el supuesto normativo contenido en la ley nacional, junto con el holding o ratio
decidendi de la sentencia regional, que muchas veces sólo es apreciable luego de va-
rias decisiones,53 lo que brindará las pautas a todos los jueces ordinarios para anali-
zar si el supuesto normativo del caso que tienen enfrente es idéntico o análogo a
aquél declarado anticonvencional. Es decir, el juez nacional tendría la facultad de
analizar la aplicabilidad del criterio jurisprudencial al caso de su conocimiento, de-
52 SCIDH Barrios Altos (Chumbipuma Aguirre y otros c. Perú), 14 de marzo de 2001. Interpretación de
la sentencia de fondo, 3 de septiembre de 2001. Ver GARCÍA BELAUNDE, Domingo, “Amnistía y dere-
chos humanos. A propósito de…”, op. cit., p. 255.
53 STONE, Julios, “The Ratio of the Ratio Decidendi”, Modern Law Review, Vol. 22, 1959, pp. 602-610.
248 • Fernando Silva García
jando de lado la ley respectiva sólo en cuanto se trate de aplicaciones que puedan
ser consideradas iguales o análogas por la ausencia de elementos diferenciadores re-
levantes.54
En toda esa tarea jurisdiccional podría surgir, de manera semejante a lo que ha
sucedido en las tradiciones del common law, el problema relativo al grado de generali-
dad que debe atribuirse al precedente vinculante. A ese respecto, existen principal-
mente dos posturas: minimalista y maximalista. En términos muy generales, podría
decirse que la primera aboga por atribuir un nivel reducido de generalidad al prece-
dente judicial, considerando que lo contrario implicaría afectar el principio demo-
crático y un mayor margen de error en la actividad judicial. La segunda posición
aboga por un nivel más amplio de generalidad del precedente, ya que de esa forma
se logra un mayor grado de previsibilidad en la aplicación del Derecho, procurando
mayor seguridad y certidumbre jurídica.55 El juego de esas dos posiciones incluso
puede llegar a relativizar, de alguna manera, el valor del precedente vinculante.56
Por regla general, lo más razonable y prudente en el ejercicio del control judi-
cial de la convencionalidad de las leyes parece ser un acercamiento minimalista al
precedente regional por parte de los jueces ordinarios,57 considerando el valor de-
mocrático de la ley en juego y las particularidades de los sistemas regionales de de-
rechos humanos. El alcance minimalista es acorde a la naturaleza regional del fenó-
meno en estudio, considerando que dichos conflictos normativos rebasan las
fronteras nacionales y, por ende, sería común que la ley problemática que tiene en-
frente el juez ordinario se halle en un contexto jurídico y social distinto de aquella
ley que originó la sentencia regional de inconvencionalidad, en los casos en que di-
chos conflictos se hayan formulado en distintos Estados parte. Por ejemplo, en re-
54 En relación con EUA, se ha dicho que la declaración de inconstitucionalidad tiene efectos erga
omnes, pero sólo en cuanto se trate de aplicaciones que pueden ser consideradas iguales por la ausencia
de elementos diferenciadores relevantes. Ver RUBIO LLORENTE, Francisco, “La jurisdicción constitu-
cional como forma de creación del derecho”, Revista Española de Derecho Constitucional, Año 8, no. 22,
1988.
55 En relación con los precedentes de la Corte Suprema de EUA: “(…) the relationship between
judicial minimalism and democratic deliberation (…) the answer has a great deal to do with costs of
decisions and costs of error (…)”. SUNSTEIN, Cass R. “Leaving things undecided”, Harvard Law Re-
view, Vol. 11º, num. 1, 1996, pp. 4-101.
56 El caso Brown v. Board of Education, 347 U.S. 483 (1954) generó ese tipo de problemas. MAGA-
LONI KERPEL, Ana Laura, El precedente constitucional en el sistema judicial norteamericano, Madrid, McGraw-
Hill, 2001. Ver BICKEL, Alexander M., “The original understanding and the segregation decision”,
Harvard Law Review, Vol. 69, num. 1, 1955.
57 La excepción a dicho acercamiento minimalista podría operar en los casos de acto claro y
aquéllos que impliquen la contravención de un derecho que suponga una afectación a la vida, a la in-
tegridad física y, consecuentemente, a la dignidad de las personas (caso Tyrer).
Control judicial de las leyes con base en tratados internacionales • 249
lación con el caso Sigurdur antes referido, el juez ordinario tendría que distinguir los
casos de asociación forzosa a los taxistas, en el sentido analizado, de los casos de
asociación forzosa a Colegios profesionales,58 teniendo únicamente la posibilidad
de dejar de lado la ley idéntica o análoga a la enjuiciada a través de la sentencia del
TEDH, atribuyendo, de esa forma, un alcance limitado a la generalidad o grado de
abstracción del precedente respectivo.59
De esa forma, los precedentes regionales tendrían que ser puestos a prueba por
los jueces en cada nuevo contexto; a ellos correspondería analizar su nivel de gene-
ralidad y abstracción, partiendo, por regla general, de un acercamiento minimalista,
así como decidir sobre su aplicabilidad o no (distinguishing) en el caso de su cono-
cimiento, de manera motivada, según lo impone el derecho a la tutela judicial
efectiva. Esa especie de comunicación jurisdiccional, en cierta medida, podría dotar
de dinamismo la definición de los niveles de los derechos humanos en la jurispru-
dencia constitucional y regional; de un lado, por la continua ampliación y reducción
del ámbito normativo de los holdings por los jueces internos;60 de otro, por la incor-
poración de la jurisprudencia regional a la deliberación judicial ordinaria, conside-
rando la posible inevitable interacción de las Cortes Supremas o equivalentes en ese
diálogo.
Desde cierta perspectiva, a partir de esta alternativa no se produciría un rompi-
miento absoluto de los modelos de justicia constitucional concentrados, porque la
necesidad de un respaldo jurisprudencial para, motivadamente, dejar de lado una ley
nacional podría equivaler, en cierta medida, a una especie de exclusión del juez or-
dinario para realizar dicho control de manera autónoma, evitando, en principio, el des-
pliegue de un control judicial injustificado, con base en tales límites jurídico-consti-
tucionales en el plano argumentativo. En ese sentido, la objeción contramayoritaria
no sería del todo aplicable,61 considerando que el control judicial propuesto no im-
plicaría plenamente un enjuiciamiento autónomo de la ley con base en una asignación propia
Parece un poco más claro y justificable el control judicial de la ley ante la exis-
tencia de jurisprudencia internacional del intérprete supremo del sistema, porque
ésta es susceptible de aclarar el contenido de las normas sobre derechos y libertades
respectivas, habida cuenta que, finalmente, el ejercicio de jurisdicción de ese tipo de
tribunales ha sido autorizado por el Estado a través de ramas representativas. Pero,
¿qué sucede cuando el tratado internacional no prevé la figura de un intérprete su-
premo? ¿Puede, en esos casos, el juez ordinario inaplicar la ley para dar preferencia
al tratado internacional?
En esos términos, con mayor claridad, el control judicial de la ley con base en
tratados internacionales de derechos humanos podría dar lugar a la objeción refe-
rente al valor democrático de la ley: la ley democrática es dejada de lado por un
agente (juez) que no responde políticamente ante nadie y que no ha sido electo
democráticamente. Por ende, en tal supuesto, podría pensarse que la motivación
adecuada y racional de la sentencia del juez ordinario que controle la actuación del
legislador nacional requiere acudir también al material autorizado tendente a desa-
rrollar y a delimitar el contenido de las normas sobre derechos y libertades, con el
fin de justificar cabalmente su actuación.
Ahora bien, aun en ese supuesto, una visión más amplia del estado de las cosas
permite entender que la difusión del control judicial de la ley tiende a equilibrar las
relaciones entre particulares y poderes públicos. Gran parte de la doctrina académi-
ca ha sido coincidente en estimar que existe, actualmente, un condicionamiento po-
lítico y económico del Estado. La posición de algunas empresas y organismos inter-
gubernamentales, como centros decisorios, ha ido restando campo de intervención
Control judicial de las leyes con base en tratados internacionales • 251
IX. CONCLUSIÓN
La incorporación nacional de los tratados internacionales sobre derechos hu-
manos es el germen de una obligada reordenación del sistema jurídico nacional,
cionalización de la política interior, tiende a favorecer las soluciones de tipo autoritario más que las de-
mocracias (…)”. BOBBIO, Norberto, El Futuro de la Democracia, 3ª ed., México, FCE, 2001, pp. 191-212.
66 Por ejemplo, la sentencia 20 EuGRZ 429 (1993), 12 de octubre de 1993, del Tribunal Consti-
tucional alemán. Véase WEILER, Joseph, H. H., “The State ‘über alles’ Demos, Telos and the German
Maastricht Decision”, Harvard Jean Monet Working Paper, No. 6/95.
67 CAPPELLETTI, Mauro. La Justicia Constitucional…, op. cit., p. 276.
68 ZAGREBELSKY, Gustavo, El derecho dúctil. Ley, derechos, justicia, 4ª ed. Madrid, Trotta, 2002, p. 152.
69 Se habla de un “Senado virtual”, que simplemente transfiriendo fondos tiene la posibilidad de
controlar muchos ámbitos de dirección estatal, incluyendo la posibilidad de decidir sobre políticas so-
ciales y económicas. CHOMSKY, Noam, “Finanzas y silencio”, Le Monde Diplomatique, Edición española,
diciembre de 1998. CHOMSKY, Noam, Dos horas de lucidez. Ideario del último pensador rebelde del milenio, reco-
gido por Denis Robert y Weronika Zarachowicz, 2ª ed., Barcelona, Ediciones Península, 2003, p. 87 (Trad.
Zoraida de Torres Burgos). En sentido contrario, se ha opinado, aunque en forma simplista, que las
organizaciones de comercio internacional tienden a democratizar al Estado. Ver MCGINNIS, John O.;
MOVSESIAN, Mark, L., “Commentary: The World Trade Constitution”, Harvard Law Review, Vol. 114,
no. 2, 2000, pp. 512-514.
Control judicial de las leyes con base en tratados internacionales • 253
tanto en los niveles de tutela de los derechos y libertades, como en los mecanismos
procesales nacionales tendentes a garantizarlos.70 Particularmente, es fuente de nue-
vos derechos, y obligaciones, que los agentes jurídicos deben ir descubriendo, arti-
culando y asimilando paulatinamente.71 Dentro de esas transformaciones puede
ubicarse el control judicial de la ley en estudio, como mecanismo que ha brotado
de la nueva disposición jurídica en muchos Estados, el cual, a su vez, ha supuesto
la necesidad de equilibrar nuevamente las relaciones entre Poder Legislativo y Po-
der Judicial.
Como se ha visto, uno de los elementos capaces de aumentar la vitalidad de los
tratados de derechos humanos lo constituye la interacción entre los derechos con-
vencionales y los derechos constitucionales, particularmente por el juego que brinda
el derecho constitucional a la tutela judicial efectiva, que es susceptible de dar co-
bertura y eficacia jurídica nacional al contenido de dichos instrumentos internacio-
nales, en el ámbito del discurso argumentativo judicial, a propósito de la justifica-
ción jurídica de los actos y sentencias nacionales.
En particular, podríamos concluir que la incorporación del juez ordinario en el
control judicial de la ley, por un lado, supone una forma posible, no excluyente,
para la eficacia interna, hacia el futuro, de las sentencias internacionales sobre dere-
chos humanos, implicando un mecanismo de presión para el legislador en su labor
purificadora de las leyes contrarias a la jurisprudencia internacional y un mecanismo
de contención en la aplicación continuada de leyes declaradas inconvencionales por
parte del Ejecutivo; por otro lado, supone un medio de retroalimentación del en-
tendimiento nacional e internacional de los derechos humanos, que puede conce-
birse como un instrumento más para necesaria la deliberación jurisdiccional inter-
nacional e interna sobre los contenidos de los derechos y libertades, dada la
posición de los jueces ordinarios como puente de diálogo.
70 De ahí que, por ejemplo, Saiz Arnaiz hable de la: “(…) necesaria revisión de muchas de las ca-
tegorías sobre las que está construido el Derecho Público (…)”. SAIZ ARNAIZ, Alejandro, “Presenta-
ción: Los derechos fundamentales en la nueva Europa, entre la autoridad normativa y la judicial”, Re-
vista Vasca de Administración Pública, 58 (II), 2000, p. 13.
71 En relación al CEDH, García de Enterría ha reconocido que ha supuesto: “(…) un formidable
revulsivo en todos los sistemas nacionales de Derecho Público (…)”. GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo,
“Prólogo”, en BANDRÉS SÁNCHEZ-CRUZAT, J. M. Derecho Administrativo y…, op. cit., 1996, p. 13.