Dos Borrachitos
Dos Borrachitos
Dos Borrachitos
Como cada fin de semana, en mi pueblo de Eten, ya era una costumbre que muchos
de nuestros paisanos se reúnan entre amigos para ir a una de las chinganas, de
aquellos tiempos, a tomar unos pomos de chicha (dama juanas) y jugar sus
respectivas tejas; las chicherías se conocían por sus nombres muy sugerentes y hacían
gala de ello, entre ellos estaban, por ejemplo “Bota humo”, “Los tres palos”,
“Mujeres de arena”, “Saca calzón”, “Las tres conchitas”, “José anita”, “Culón
Aguirre”, “Aquí está mejor que al frente”, ésta última por ejemplo tenía así el nombre
por que quedaba justo frente al cementerio.
Resulta que nuestros personajes de la historia, eran dos amigos y vecinos, dedicados
al oficio de la zapatería, y siempre se reunían los domingos para ir a alguno de estos
lugares a tomar unos vasos de chicha, conjuntamente con otros amigos que siempre
encontraban en estos lugares. Dígase de paso que en aquellos tiempos, en todas las
chicherías, siempre invitan sus “piqueos”, nunca faltaba el cebichito, el pescado frito,
el “apatadito”, y los días lunes el infaltable espesado, por lo menos el “combo”
estaba asegurado.
- Hola Juan, me han pasado el dato que la chicha de “Los tres palos” está
buenaza, y hoy domingo van a llegar unos amigos de Reque a jugar tejas –
dijo entusiastamente César.
- Que tal César, mira ya son cerca de las once de la mañana, ya podemos ir
caminando, para asegurar el almuerzo – respondió Juan con una fuerte
sonrisa.
Los dos amigos se despiden de los demás y casi tambaleando un poco, se dirigen de
regreso a sus casas. La chichería quedaba un poco lejos y tenían que atravesar la
plaza de armas, hasta llegar a la calle Bonilla y continuar hasta sus respectivas
moradas.
Por las calles polvorientas y veredas empedradas nuestros amigos venían caminando
y conversando sobre su encuentro de tejas con los recanos; habían dejado en alto su
prestigio también de buenos tejeros.
Cuando nuestros amigos se acercaban a sus casas, a media cuadra de una botica muy
conocida de aquella época, de la familia Villalobos, la misma que quedaba en una
esquina, distinguen a una persona parada allí…
- César, mira a esa señora en la botica – dijo Juan
- Caramba, quien será, no parece conocida – atinó a decir César
- Por la vestimenta no parece de Eten, y está sola a esta hora – replicó Juan.
- Verdad, no es de Eten, y con ese cuerpazo y sola…avanza para acompañarla,
vaya a necesitar ayuda – dijo César.
Nuestros amigos aceleraron el paso para dar encuentro a la persona, pero conforme
se acercaban más, la mujer giró por la esquina y siguió caminando; César y Juan
avanzaron un poco más de prisa y vieron que la señora seguía caminando y mirando
hacia atrás…
Conforme iban caminando más aprisa, la señora también hacía lo propio, y así ya iban
pasando varias calles y no lograban alcanzarla; las calles se tornaban más oscuras,
pues el alumbrado por esa zona era deficiente.
De repente la señora ingresa a una casa, en la que se veía una fuerte luz, y nuestros
amigos, se percatan que ese lugar era conocido, era un trapiche, donde se preparaba
la miel para endulzar la chicha de jora, la misma que horas antes habían disfrutado.
Pensaron que esa fuerte luz era por lo que seguramente estaban preparando y
quemando caña.
- Avanza Juan, esto no es normal, esa mujer nos ha estado jalando – dijo
tartamudeando César.
- Carajo, ya se me fue la borrachera, hay que llegar a la casa y frotarse con ajos,
esto no es normal – dijo temeroso Juan
Casi corriendo los amigos llegaron a sus casas muy agitados y con un tremendo
miedo…
Al día siguiente, César y Juan fueron a preguntar por el lugar donde se perdió la
señora y preguntaron a los vecinos si la noche anterior habían trabajado en el
trapiche…respondiéndoles que el trapiche estaba cerrado desde hace mucho tiempo.
Ya nadie trabaja allí…
Nuestros amigos, dijeron…”ha sido la diabla que nos ha querido llevar, carajo”
Así sucedió…!!!