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Presencia de epidemias

en el pueblo de Iztapalapa (1760-1810)

Rosa Estela García Chanes

Escuela Nacional de Antropología e Historia

Resumen

Se analizan las crisis demográficas que sufrió la población de Iztapalapa en 1760-


1810 y se relacionan con variables socioculturales y ecológicas desde el enfoque de
la antropología demográfica. Se utilizaron como fuentes de información cuantitativa
las partidas de bautizos y defunciones del registro eclesiástico de la parroquia de
San Lucas, la cual fungió como cabecera de esta comunidad. Las crisis demográficas
son indicadores importantes en la comprensión de la dinámica de poblaciones del
pasado, ya que impactaron en su monto, distribución, composición y crecimiento.
En la época colonial en México, las epidemias fueron las principales causantes de
estas crisis y su impacto fue diferencial en las poblaciones antiguas no sólo por su
proceso infeccioso, sino por su vinculación con los procesos sociales y las estructuras
económicas, la aplicabilidad del conocimiento sobre la prevención de las enferme-
dades y su cuidado en la vida cotidiana, las condiciones de desigualdad social, así
como la ecología del lugar y la época del año en que se presentaban, pero es muy
difícil identificar todo el proceso de salud-enfermedad de sociedades pasadas a través
de las fuentes escritas. Sin embargo, a partir de mi propio análisis y con ayuda de la
referencia histórica de lo ocurrido en el valle de México a finales del siglo xviii, sólo
se identificaron en Iztapalapa las siguientes epidemias: matlazáhuatl (1761-1762),
sarampión (1768), hambruna (1783-1785) y viruela (1779 y1797), aunque para el
inicio del siglo xix no fue posible detectar los brotes con exactitud. El impacto de
esta crisis incidió en el lento crecimiento natural de la población, sobre todo para
finales del siglo xviii y sólo se identificaron los brotes y su efecto en la composición
y estructura de la población.

Palabras clave: epidemias, Iztapalapa, crisis demográfica.

Estudios de Antropología Biológica, xvi: 395-411, México, 2013, issn 1405-5066.


396 R. E. GARCÍA CHANES

Abstract

The objective of this research is to analyze the demographic crises suffered by the
people of Iztapalapa in the period of 1760-1810 and relate sociocultural and eco-
logical variables from a demographic anthropology approach. For this study were
used as sources of quantitative information, the headings of baptisms and deaths
registration of the Parish Church of St. Luke, which served as the head of this com-
munity. Demographic crises are important indicators in understanding the dynamics
of past populations, and that impacted the amount, distribution, composition and
growth. In colonial times in Mexico, epidemics were the main causes of these crises
and their impact was different in ancient populations not only for its infectious
process, but by its relationship to the social processes and economic structures,
the applicability of knowledge about disease prevention and care in everyday life, the
conditions of social inequality and the ecology of the place and the time of year
they were presented, but it is very difficult to identify all the health-disease process of
past society through written sources. However, from my own analysis and using the
historical reference of what happened in the Valley of Mexico in the late Eighteenth
Century, in Iztapalapa were identified only the following epidemics: matlazáhuatl
(1761-1762), measles (1768), famine (1783-1785) and smallpox (1779 and 1797),
although for the early Nineteenth Century, it was not possible to accurately detect
outbreaks. The impact of this crisis affected the slow natural population growth
mainly by the late Eighteenth Century and could only be identified outbreaks and
their effect on the composition and structure of the population.

Keywords: epidemics, Iztapalapa, demographic crisis.

Introducción

El propósito de este trabajo es analizar la presencia de epidemias en el


pueblo originario de Iztapalapa a finales del siglo xviii y conocer el impacto
en su población. La mortalidad es uno de los factores responsables del
cambio en el tamaño y la estructura de las poblaciones (Pressat 1977: 53).
Las sociedades preindustriales campesinas se caracterizan por un régimen
demográfico determinado por alta mortalidad y la ausencia de control
eficaz de la natalidad (Canales 2006: 28). Por ello, la mortalidad tenía
un papel más importante en el crecimiento poblacional que la natalidad
y la nupcialidad. Este patrón fue similar en las poblaciones novohispanas
en México, las cuales sufrieron crisis demográficas, es decir, intensos y
frecuentes incrementos en los fallecimientos. Sin embargo, la muerte se
ha vivido de manera diferente, es decir, se debió a distintas causas, y su
PRESENCIA DE EPIDEMIAS EN EL PUEBLO DE IZTAPALAPA (1760-1810) 397

distribución, frecuencia y perfil epidemiológico (González 2000: 679) se


definen en la profundidad de realidades particulares.
En el estudio de poblaciones pasadas, se considera que las epidemias
y las crisis agrícolas son los sucesos que desencadenaron el alza en la mor-
talidad, aunque la desigualdad social, cambios en la dieta y la carestía
favorecieron los brotes en poblaciones subalimentadas, definiendo así la
mortalidad como uno de los indicadores más importantes para conocer
las condiciones de vida de un grupo social. Durante el periodo virreinal,
estas catástrofes se presentaban de manera cíclica y para el siglo xviii
continuaron afectando seriamente a la población. El impacto de estos
embates sobre el crecimiento demográfico está determinado tanto por
su frecuencia como por su duración e intensidad; sin embargo, su análisis
se dificulta por la falta de información que no permite determinar clara-
mente el impacto en la población total, sólo ofrece tendencias generales
de los fenómenos demográficos.
El estudio de la mortalidad a partir de archivos parroquiales presenta
diversas limitantes, como son: el retraso en el registro de las defunciones,
sobre todo durante las epidemias, omisión de la edad cronológica, subregis­tro
de los fallecimientos infantiles, entre otros. Sin embargo, hay que tomar en
cuenta que las fuentes parroquiales no fueron hechas con fines demográfi-
cos sino para contabilizar tributarios. A pesar de ello, el archivo parroquial
ha servido para conocer la conformación y dinámica de las poblaciones
pasadas, enmarcando un espacio social y siendo una expresión clara de la
cosmovisión y la importancia de los eventos religiosos para una comunidad.
El pueblo originario de Iztapalapa lleva tras de sí una historia de gran
importancia, no sólo prehispánica sino también colonial. Aunque los es-
tudios sobre su pasado han sido pocos, en comparación con su presente y
tradiciones, es importante que se enfatice en los primeros para contribuir
a su historia colectiva. Para este análisis se utilizaron como fuentes de in-
formación los registros de bautizos y defunciones de la parroquia de San
Lucas, que fungió como cabecera parroquial del pueblo de Iztapalapa,
para identificar algunas crisis demográficas y su impacto en la población.

Mortalidad y su estudio

Demográficamente, la mortalidad se define como el número de defun-


ciones ocurridas en una población o área geográfica en un periodo deter-
398 R. E. GARCÍA CHANES

minado (Valdés 1999: 104). Si bien la muerte es un hecho inevitable, la


probabilidad de que ocurra en un tiempo determinado está relacionada
con distintos factores, como la edad, sexo, la ocupación, las condiciones
sociales, económicas, ambientales y culturales que vulneran, de manera
individual, a cada ser humano. La mortalidad está vinculada también a los
procesos sociales y a las estructuras económicas, ya que no sólo depende
del conocimiento científico sobre las enfermedades sino de su difusión
en los distintos estratos, contar con la infraestructura y el desarrollo social
necesario para bajar la mortalidad (González 2000: 681). La importancia de
un estudio sobre mortalidad radica en acercarse al proceso epidemiológico
y su relación con condiciones sociales y estructurales de la vida poblacio-
nal, además de identificar factores de riesgo que actúan como elementos
entre el proceso de enfermedad y la muerte, así como determinantes que
propician el desequilibrio, creando las condiciones desfavorables para
la propagación de la enfermedad (González 2000: 681-682).
La estructura, composición y evolución de la población depende de
la trayectoria de la fecundidad, mortalidad y movilidad, fenómenos demo-
gráficos que interactúan en la dinámica poblacional (Tuirán 2000: 33).
A la muerte, llevada a su representación demográfica como mortalidad,
sólo se le ha cuantificado en función de las transformaciones económicas
del país y se ha determinado su comportamiento en relación con otras
variables (González 2000: 687). El análisis de la mortalidad no se debe
acotar a lo cuantitativo, es necesario observarla como un proceso donde
interactúan diversos factores. Por ello, es pertinente que este tipo de tra-
bajos se enmarquen dentro de la antropología física, la cual considera a
la población como una entidad biológica y cultural donde interactúan
aspectos biológicos, como la reproducción y la muerte, permeados por
factores sociales, culturales y ecológicos. Específicamente, la antropología
demográfica busca conocer el impacto demográfico de las condiciones y
modos de vida de los grupos humanos a través del tiempo, identificando
y explicando los procesos y tendencias poblacionales.

Crisis demográficas en Iztapalapa

En el fenómeno de la mortalidad se distinguen dos comportamientos: la


estabilidad relativa y las crisis demográficas (Malvido 1972: 106). El primero
PRESENCIA DE EPIDEMIAS EN EL PUEBLO DE IZTAPALAPA (1760-1810) 399

se refiere a periodos de mortalidad “normal”, en la cual un conjunto de


factores positivos (ecológicos, sociales, políticos, biológicos y culturales,
sanitarios, entre otros) posibilitan una evolución demográfica con cierta
regularidad en la mortalidad, es decir, no existe un aumento sorpresivo en
las defunciones ni se ven afectados sectores vulnerables de la población,
como párvulos o ancianos, y se observa un aumento en la natalidad que
impacta en el crecimiento positivo de la población. El segundo se carac-
teriza por su brusquedad, su intensidad y su breve duración, como malas
cosechas, epidemias, hambrunas, inundaciones, sequías que impactan
directa o indirectamente el crecimiento de la población. En estos periodos
se presenta un alza en las defunciones por encima de los nacimientos,
que se refleja en un crecimiento negativo, característica de las sociedades
preindustriales-agrícolas que se asocia con la baja esperanza de vida al
nacer y el lento crecimiento de su población.

Iztapalapa y su contexto histórico

Actualmente, el pueblo originario de Iztapalapa sólo es una parte de


la delegación política con el mismo nombre. Se localiza al sureste de la
ciudad de México. El proceso de urbanización transformó el entorno,
pero se le puede ubicar desde la época prehispánica en el borde donde
se unían los lagos de Texcoco y Xochimilco (figura 1). Era una ciudad
lacustre, habitada por la gente de las chinampas que hablaba náhuatl en
el siglo xvi (Nolasco 1981: 357). Iztapalapa era un señorío del imperio
mexica y miembro de la confederación nauhtecutzin(unidad política),
junto con Huitzilopochco (Churubusco), Mexicaltzingo y Culhuacan.
Estos señoríos formaban una unidad política semiindependiente que te-
nían como función y obligación proteger a la capital mexica, abastecerla
de alimentos y rendirle tributo. La población se dedicaba a la agricultura
en chinampas donde producían maíz, frijol, chile, tomate, chía y algunas
legumbres (Nolasco 1981: 361), la explotación de la sal, productos del
lago y los artefactos de tule (Jiménez 1988: 13). Además, eran convocados
a las guerras, la construcción de obras públicas y a las festividades políticas
y religiosas (Salazar 2008).
En las sociedades preindustriales, el medio rural constituía el centro
de las actividades agrícolas con un patrón de población disperso, conside-
400 R. E. GARCÍA CHANES

Figura 1. Lagunas de Texcoco y de Chalco.


Fuente: Archivo General de la Nación, Desagüe, vol.7, exp.10, f. 224 (sin fecha).

rados como pueblos, como lo fue Iztapalapa. Compuesta en su mayoría por


indígenas que residían en barrios con escasa población española, mestiza
y de castas (García 2011: 144), en la Colonia se convirtió en un poblado
rural con poca importancia social y económica, situación que marginó a su
población (Ramírez 1999: 24). A mediados del siglo xviii aproximadamente
tenía 500 habitantes en su cabecera. El pueblo estaba compuesto por una
iglesia, rodeada de algunas chozas indígenas y chinampas de cultivo. En
esta misma época, con las obras de Enrico Martínez para el desagüe de la
PRESENCIA DE EPIDEMIAS EN EL PUEBLO DE IZTAPALAPA (1760-1810) 401

ciudad de México, se inició una lenta, pero continuada desecación del


lago, por lo que sus habitantes tuvieron que dejar sus actividades lacustres
y sus canoas, para dedicarse sólo a la agricultura (Nolasco 1981: 363).
Iztapalapa dependía económicamente de la ciudad de México, ya que
ahí los nativos vendían sus productos, compraban lo que no producían y
se empleaban como remeros y artesanos. A mediados del siglo xix, Izta-
palapa contaba con 3 416 habitantes, y para principios del xx continuó
siendo una pequeña aldea de agricultores de chinampas y de temporal,
productores de sal y comerciantes de productos lacustres, que cada vez
escaseaban más (Nolasco 1981: 364).
En el contexto global, a finales del siglo xviii la Nueva España experi-
mentó un fuerte cambio debido a las reformas borbónicas, que buscaban
remodelar tanto la situación interna de España y sus relaciones con las
colonias como la reorganización de los pueblos tributarios (García 2011:
41). Entre 1786 y 1804, la ejecución de estas disposiciones se obstaculizó
por una serie de calamidades naturales y demográficas (crisis agrícolas
en 1779 y 1785-86, epidemias), además de las guerras entre España e In-
glaterra que produjeron un bloqueo naval y el cese de intercambios entre
la colonia y la metrópoli, lo que afectó a la agricultura de exportación.
Estos acontecimientos provocaron la baja en la producción y la caída del
tributo indígena. En la Nueva España, las crisis agrícolas originadas por la
reducción violenta de las cosechas fueron mucho más intensas y dramáticas
porque la mayor parte de la población dependía de un solo producto (el
maíz) debido a su pobreza y a que la estructura de la propiedad era muy
desigual (Florescano y Menegus 2000: 370-375).

Iztapalapa y las epidemias

Iztapalapa era una población rural compuesta en su mayoría por indíge-


nas, algunos españoles, mestizos y castas. Aunque la mayoría residía en
barrios, se observó la fuerte movilidad con sitios aledaños. Esta afirmación
se sustenta en dos fuentes: el padrón del arzobispado de México de 1777,
en el cual se cuantificó la población de Iztapalapa, donde había 3 176
indios (87.3 %), 180 mestizos (4.9 %), 155 españoles (4.3 %), 68 castizos
(1.9 %) y 58 mulatos (1.6 %) (Sánchez 2009: 88); y de acuerdo con la
información del registro parroquial de San Lucas Iztapalapa, entre 1760
402 R. E. GARCÍA CHANES

y 1810 se registraron 3 741 defunciones, de las cuales 91.8 % correspon-


den a población indígena, 4.8 % española, 2.9 % mestiza y 0.5 % otras
(García 2011: 100).
El comportamiento general de la mortalidad entre 1760 y 1810 se
observó a través de las series anuales, registrándose en el periodo de
estudio 3 741 defunciones. En la figura 2 se presenta la evolución de los
decesos, en donde se distinguen los dos movimientos: aquellos en que la
mortalidad se identifica en forma de altos picos (crisis) y su recuperación
o tendencia a la disminución al año siguiente (estabilidad relativa). En
este comportamiento fluctuante sobresalen aumentos correspondientes
a los años 1760-1762, 1768, 1779, 1784 y 1797; y aquellos menos graves
en los años 1764, 1774, 1789, 1804 y 1808, asociados con epidemias y
hambrunas, principalmente. En tiempos de “cierta estabilidad en la
mortalidad” morían al año cerca de 54 individuos, pero en los de crisis
se duplicaba la mortandad.
En Iztapalapa se identificaron brotes epidémicos que coincidieron
con los ocurridos en el valle de México, como: matlazáhuatl (1761-1762),
sarampión (1768), viruela (1779), hambre (1784) y nuevamente viruela
(1797). En los picos menos pronunciados se identificaron los siguientes
desastres: leve sequía (1764), hambre (1774), tabardillo (1789-1790),
viruela (1790-1793) y sarampión (1803-1804).

Frecuencias
300
Viruela
(1779)
250
Matlazáhuatl
(1762)
200
Sarampión
(1768) Viruela
Hambruna
150 (1784)

100

50

Figura 2. Defunciones por año. Parroquia de San Lucas, Iztapalapa (1760-1810).


PRESENCIA DE EPIDEMIAS EN EL PUEBLO DE IZTAPALAPA (1760-1810) 403

El análisis de las crisis demográficas es un elemento muy importan-


te en la constitución de la dinámica demográfica de las poblaciones del
pasado. Las crisis no sólo son una violenta alza de la mortalidad, sino una
completa alteración en las curvas de concepciones, nacimientos y matri-
monios (Pescador 1992: 90). En el contexto de la crisis social y política del
siglo xviii se inscribe la aparición de sucesivas epidemias que vulneraron
todavía más la situación de los pueblos y que se reflejaron posiblemente
en la huida y la evasión del pago del tributo. Las epidemias que asolaron
a la población del valle de México y que se observaron en la comunidad
de Iztapalapa fueron:
Matlazáhuatl (1761-1762). Esta enfermedad era una combinación
de fiebre tifoidea y tifo murino, causada por continuas crisis económi-
cas, malas cosechas, alza en los precios del maíz y bajo ingreso de los
indígenas que los llevó a consumir alimentos en mal estado. En general
era una enfermedad epidémica que se acompañaba de otras infecciones
gastrointestinales, pulmonares y eruptivas. Se desconocía entonces que
la terapia esencial para este tipo de enfermedad era el reposo, la buena
alimentación y sobre todo higiene personal y de los alimentos (Malvido
1972: 50).
Sarampión (1768). Enfermedad infecciosa, exantemática como
la rubéola y la varicela, bastante frecuente, especialmente en niños o
adolescentes, causada por el virus paramixovirus. Se caracteriza por típicas
manchas en la piel de color rojo (exantema), así como fiebre y un estado
general debilitado. El virus infecta las células epiteliales y se pueden repli-
car en el tracto urinario, en el sistema linfático, en la conjuntiva, en los
vasos sanguíneos y en el sistema nervioso central provocando la muerte.
Se transmite por vía aérea y es letalmente contagioso (oms 2013).
Viruela (1779 y 1797). Enfermedad infecciosa grave, contagiosa, cau-
sada por el Variola virus que ocasionaba erupción y fiebre. El mecanismo de
contagio era de persona a persona, con el contacto directo y prolongado,
así como con fluidos corporales infectados y con objetos contaminados,
tales como ropa y utensilios(Departamento de Salud de Minnesota 2005).
Hambruna (1784). Es una combinación de hambre con enferme-
dades pulmonares y gastrointestinales contagiosas (epidemia de “bola”),
causada por escasez, carestía y el mal estado de los alimentos. Fue una
de las crisis epidémicas más graves del siglo xviii (Malvido 1972: 100).
Durante la Colonia, en el campo, los efectos de las crisis agrícolas fueron
404 R. E. GARCÍA CHANES

más graves. Al saber de la pérdida de cosechas, los campesinos eran ase-


diados por los acaparadores de la ciudad, quienes los presionaban para
que vendieran las escasas reservas que se habían salvado. Así, el campo
se quedaba asolado en los primeros días de la crisis. En las zonas más
afectadas los campesinos vendían sus propiedades y emigraban hacia
regiones menos afectadas, pero en el camino propagaban las enferme-
dades del pueblo de origen o adquirían otras, a lo que se les unían los
peones y jornaleros. En efecto, cuando la mayoría de la población padecía
por el hambre, la inseguridad, la muerte y la parálisis total o parcial de
las actividades económicas, los hacendados y acaparadores obtenían las
máximas ganancias al vender a precios altos los alimentos necesarios. La
recurrencia de años de buenas y malas cosechas, con sus consiguientes
alzas y bajas de la producción y de los precios, impidió la formación de
un nivel de precios estable y ascendente y la existencia de ganancias se-
guras y progresivas, definiendo a la agricultura como una actividad muy
inestable(Florescano y Menegus 2000: 370-175).
El análisis del movimiento mensual de las defunciones es un indi-
cador que muestra cómo a lo largo del año existen condiciones ambien-
tales que favorecen ciertos brotes epidémicos, así como la presencia de
enfermedades estacionales que vulneran a la población. En la figura 3 se
observan las crisis demográficas y el mes en donde alcanzaron el clímax;
se identificó que el matlazáhuatl (1761-1762), sarampión (1768) y el perio-
do de hambruna presentaron mayor mortandad entre los meses de mayo
y agosto, lo que hace suponer que hay asociación con la temporada de
calor, haciendo más propicia la descomposición de los alimentos, esto en
el caso del matlazáhuatl. El sarampión se relaciona también con la escasez
y su diseminación por las altas temperaturas. Referente a la hambruna, la
desnutrición aumenta la susceptibilidad al contagio y gravedad de cualquier
enfermedad, principalmente en infantes, mujeres embarazadas y ancianos
(Landers 1987). En el caso de los brotes de viruela de 1779 y 1797, am-
bos tuvieron su mayor crisis en los meses de noviembre y diciembre. Esta
enfermedad afectó más a la población indígena, ya que no contaba con
elementos inmunológicos contra este padecimiento que se presenta con ma-
­yor frecuencia en la infancia. Razzell (1977) considera que los infantes
al nacer cuentan con cierta inmunidad materna que los protege de un
contagio entre los cuatro o cinco meses después del nacimiento, protec-
ción que disminuye con la edad.
PRESENCIA DE EPIDEMIAS EN EL PUEBLO DE IZTAPALAPA (1760-1810) 405

%
100

90
Matlazáhuatl 1762 Sarampíon 1768
80 Viruela 1779 Hambruna 1784
Viruela 1797
70
60.9%
60
51.5% 46.6%
50
37.8%
40

30 27.1%

20

10

0
DIC ENE FEB MAR ABR MAY JUN JUL AGO SEP OCT NOV

Figura 3. Distribución porcentual por mes de las defunciones en cada crisis demográfica
(1762-1797). Parroquia de San Lucas, Iztapalapa.

Para tener un panorama sobre el impacto diferencial de las crisis en


la población, se definió a la población infantil a partir de la denominación
de párvulos1 y a los solteros, casados y viudos como adultos, ya que en los
registros no se contaba con la edad cronológica. En la figura 4 se muestra
la distribución porcentual de las defunciones por tipo de población en
cada crisis. A diferencia del matlazáhuatl que afectó de forma similar a la
población adulta y a la infantil, el sarampión, la viruela y el periodo de
hambre afectaron en mayor medida a los párvulos. La hambruna de 1784
está relacionada con la reducción violenta de las cosechas, sobre todo de
maíz, principal fuente de alimento. Al saberse de una mala cosecha, los
acaparadores y grandes propietarios ocultaban los granos, aumentando
artificialmente la escasez y produciendo la elevación de los precios. El
efecto de esta situación se convertía en hambre y vulnerabilidad de en-
fermar y/o morir. En efecto, cuando la mayoría de la población tenía
hambre aumentaba la inseguridad, la muerte y la parálisis total o parcial
de las actividades económicas, en donde los hacendados y acaparadores
obtenían las máximas ganancias al vender a precios altos los alimentos
necesarios (Florescano y Menegus 2000: 370-175).
1
Se denomina párvulo a todos los niños desde su nacimiento hasta la primera comunión.
406 R. E. GARCÍA CHANES

Al analizar cada epidemia entre el tipo de población (adulta e in-


fantil) se encontró asociación significativa (p < .05) entre esta variable y
el año de crisis, por lo que se infirió que la diferencia en la edad era un
factor importante de susceptibilidad en periodos de crisis. Los párvulos
representaron la mayor parte de la mortalidad general. Las causas de las
crisis de mortalidad son tanto sociales como biológicas; sin embargo, no
es posible hacer una delimitación ni ver un predominio entre ellas, pues
generalmente estos factores se entrecruzan. La importancia de conocer
la estructura por edad y sexo se debe a que en cada enfermedad, los
grupos de riesgo pueden estar relacionados con estas variables y con las
condiciones de vida y salud (Márquez 1994: 77). Sin embargo, no hubo
asociación significativa (p > .05) entre el sexo y el año de crisis, por lo que
la mortalidad no incidió de forma diferencial entre mujeres y hombres.
La población que murió en estas crisis era en su mayoría indígena, este
comportamiento se debió a que había más población de este grupo social
y por ello era la más afectada; en cambio, la población española, mestiza y
de castas tuvo mayor posibilidad de emigrar por las epidemias, ya que no
se mostraron altas frecuencias de estos grupos durante el evento.

% Adultos Párvulos
100

90 16.1%
30.0 % 32.6 %
80 36.4 %

70 55.4%

60

50

40 83.9%
70.0 % 67.4%
30 63.6 %

20 44.6 %

10

0
Matlazáhuatl 1762 Sarampión 1768 Viruela 1779 Hambruna 1784 Viruela 1797

Figura 4. Distribución porcentual de las defunciones por tipo de población para cada
crisis. Parroquia de San Lucas, Iztapalapa.
PRESENCIA DE EPIDEMIAS EN EL PUEBLO DE IZTAPALAPA (1760-1810) 407

La población novohispana, a pesar de sufrir numerosos embates


de epidemias y catástrofes naturales, se recuperaba, pues su número se
triplicó entre 1646-1810, aunque durante la segunda mitad del siglo xviii
e inicio del xix sólo se duplicó por la presencia de crisis consecutivas.
Para el caso de Iztapalapa, se calculó el crecimiento natural restando
las defunciones de los nacimientos en cada año, y así se identificaron
los periodos de “crisis” (crecimiento negativo) y de “cierta estabilidad”
(crecimiento positivo). En la figura 5 se observa disminución en los años
1762, 1768 y 1779, 1784 y 1797, causadas por las epidemias y crisis agríco-
las durante el periodo de estudio. Los bautizos (natalidad) cayeron por
la fuerte mortalidad, sobre todo de infantes y mujeres embarazadas. El
periodo de estudio (1760-1810) se caracterizó demográficamente por un
crecimiento oscilante, después de una crisis se daba una recuperación como
si se quisiera recuperar el número de niños muertos y los hijos acumulados
de los matrimonios que se suspendieron. Para la primera década del siglo
xix se observó menor incidencia de los brotes epidémicos, reflejándose
en la recuperación de la población.
150

100

50

0
1776

1782

1802

1808
1760
1762
1764
1766
1768
1770
1772
1774

1778
1780

1784
1786
1788
1790
1792
1794
1796
1798
1800

1804
1806

1810

-50

-100

-150

-200

Figura 5. Crecimiento natural (1760-1810). Parroquia de San Lucas, Iztapalapa.


408 R. E. GARCÍA CHANES

Conclusiones

En la historia de México, la época virreinal marcó la transformación de


la sociedad en términos étnicos, sociales, culturales, ideológicos, polí-
ticos y económicos que impactaron de forma particular en las distintas
regiones y pueblos, modificando sus tradiciones y formas de vivir. Este
periodo forma parte sustancial en la historia de las sociedades actuales.
Específicamente, en la segunda mitad del siglo xviii, la mayoría de la po-
blación estaba constituida en comunidades rurales con cierto aislamiento
en términos geográficos, políticos y sociales, donde se reafirmaba la cohe-
sión interna y el trabajo en tierras comunales. La mayoría de la población
indígena se entregaba al trabajo, dedicándolo al pago del tributo y a su
propia subsistencia.
A partir del análisis del registro parroquial de San Lucas, se identifica-
ron variables que intervinieron en la dinámica demográfica de Iztapalapa
y se profundizó en el comportamiento de la natalidad, mortalidad y parte
de su movilidad.
La dinámica poblacional de Iztapalapa se describe con niveles de alta
natalidad y mortalidad, donde la tendencia general de los nacimientos
mostró ligeras fluctuaciones en comparación con las defunciones, con
un comportamiento más oscilante, debido a las crisis demográficas. Por
lo que se puede reafirmar que la mortalidad es el factor de cambio en
el tamaño y la estructura de las poblaciones pasadas. El crecimiento na-
tural se caracterizó por la recurrencia de crisis (crecimiento negativo),
seguidas por la recuperación (crecimiento positivo), sobre todo en la
segunda mitad del siglo xviii. Para principios del xix, la tendencia fue
hacia el aumento. Los principales factores que determinaron los cambios
en el crecimiento fueron las epidemias de matlazáhuatl (1762), sarampión
(1768), viruela (1779 y 1797) y la crisis agrícola (1784).
Los cambios en el movimiento mensual de las defunciones fueron
causados principalmente por las condiciones climáticas que favorecieron la
proliferación de enfermedades infecciosas y estacionales, la escasez de ali-
mento que afectó la nutrición, aumentando su susceptibilidad y provocando
mayor incidencia de afecciones y epidemias, lo que refleja la fragilidad
de estas poblaciones en la época virreinal. Si bien durante las epidemias
muchos morían de otras enfermedades, lo valioso de este análisis radicó
en la posibilidad de identificar estos brotes y su letalidad.
PRESENCIA DE EPIDEMIAS EN EL PUEBLO DE IZTAPALAPA (1760-1810) 409

La mortalidad fue el fenómeno con mayor impacto en la dinámica


de la población, por ello se analizaron los factores biológicos y sociales
relacionados mediante la elaboración de estadísticas específicas con las
variables de sexo, tipo de población (adulta e infantil) y estado matrimonial
(solteros y casados). Los factores de riesgo que posiblemente influyeron
en los procesos salud-enfermedad y muerte en Iztapalapa fueron: la edad,
aunque no se definió cuantitativamente, se aproximó con las diferencias
entre población infantil y adulta. Los niños eran los más afectados por su
mínima resistencia, lo que refleja las condiciones precarias, aunque para
conocer las condiciones de vida era necesario contar con los restos óseos.
Finalmente, en la reconstrucción de la dinámica demográfica de
Iztapalapa, el registro parroquial de San Lucas fue fundamental, ya que
contaba con información bastante homogénea, abarcaba periodos muy
largos y la población bajo su jurisdicción enmarcó un espacio social
ciertamente definido, con una cobertura casi total, aunque no se recono-
cieron los límites y los poblados que le pertenecían como tal. Cuando se
utiliza este tipo de fuentes, que no fueron hechas con fines demográficos
sino para el control social y econ�����������������������������������
ómico de la población, se puede���� en-
contrar no sólo información cuantitativa sino también se deja plasmada
parte de la vida social, así como las mentalidades comunitarias frente a
hechos como el nacimiento y la muerte, que son algunos de los sucesos
más significativos en la vida del ser humano, que se desenvuelven en el
contexto cultural, social y ecológico particular que sirve para reconstruir
la evolución histórica, demográfica y epidemiológica.

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