DDHH I-Unidad 1-Agostodiciembre2024

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CHIHUAHUA

FACULTAD DE DERECHO

DERECHOS HUMANOS I

Docente: María Elena Cárdenas Méndez

UNIDAD I. FUNDAMENTO FILOSÓFICO DE LOS DERECHOS


HUMANOS.

1. Dimensión filosófica de los derechos humanos.

(Germán Bidart Campos, citado por Humberto Nogueira Alcalá)


En el ámbito de los derechos humanos o derechos fundamentales es
posible reconocer una dimensión filosófica.

La filosofía de los derechos humanos implica el estudio de los


derechos humanos como valores fundamentales que concretan la
dignidad de la persona humana y las exigencias éticas de libertad,
igualdad y paz en la vida en sociedad. Esto contribuye
significativamente a bosquejar la democracia contemporánea como
forma de organización política. En efecto, la democracia de nuestros
días tiene su base fundamental y sustantiva en el aseguramiento,
respeto, promoción y garantía de los derechos humanos.

2. La fundamentación iusnaturalista.

Esta teoría sostiene la existencia de un derecho natural, consistente en


un ordenamiento universal que se deduce de la naturaleza humana, de
donde se derivan derechos naturales como facultades que ostenta la
persona.

2.1. Corriente del iusnaturalismo aristotélico-tomista o teológico.

Según esta corriente, la ley natural y la ley humana se encuentran


ordenadas a la ley divina o eterna, fundándose todo el ordenamiento en
la autoridad de Dios. Así, el ser del derecho natural, que es la
participación del hombre en el orden general instaurado por Dios, se
convierte en el deber ser del derecho positivo.

El verdadero derecho es el derecho natural; el derecho positivo lo es de


forma derivada, y sólo en la medida en que es coherente y armoniza con
el criterio de justicia instituido por el derecho natural. Así, las normas del

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derecho positivo que no se ajustan al derecho natural no es derecho
legítimo ni válido.

2.2. Corriente del iusnaturalismo racionalista y del contrato social.

Las teorías contractualistas constituyen construcciones teóricas que


tienen por objeto explicar la existencia de la sociedad política con base
en un pacto o un contrato que se concretaría en el origen de la sociedad
en forma de un acto jurídico revestido de conformidad voluntaria o
aceptación de las personas.

Existen dos tipos de contractualismo:


a. El contractualismo clásico (siglos XVII y XVIII). El contrato social
tiene por objeto proteger derechos naturales; el poder político
nacido del pacto social va a obtener la legitimidad de su origen y
ejercicio en el reconocimiento, defensa y protección de unos
derechos naturales cuya procedencia se encuentra en una
situación presocial o estado natural, y cuya justificación filosófica
se halla en la existencia de un derecho deducido de la naturaleza
del hombre, anterior en el tiempo a todo Derecho elaborado por
las sociedades políticas realmente existentes y superior
cualitativamente a las leyes positivas, tan superior que les otorga
su validez moral y jurídica. Son representantes del contractualismo
clásico Hugo Groccio, Samuel Pufendorf, Baruch Spinoza, John
Locke, Jean Jacques Rousseau, Emmanuel Kant, entre otros.
b. El neocontractualismo. Afirma que la legitimidad del poder político
se encuentra en el reconocimiento, defensa y protección de los
derechos humanos fundamentales; equivale a afirmar que el
contenido del contrato es siempre la mejor forma de articular (a
través de un orden jurídico, constituciones, instituciones sociales,
planes económicos, modelos de sociedad) el respeto, ejercicio y
garantía de los derechos humanos fundamentales, no los derechos
humanos mismos, que como derechos morales, son previos al
poder político y al derecho. Las concepciones neocontractualistas,
más que explicar el origen y existencia de la sociedad, tienen la
finalidad de fundamentar una determinada concepción de
sociedad. Representan a esta corriente Ronald Dworkin, John
Rawls, Norberto Bobbio, entre otros.

3. La fundamentación positivista de los derechos humanos.

El positivismo ofrece una gama de alternativas, todas las cuales tienen


en común el rechazo a la existencia de algún principio suprapositivo de
derecho. Positivista es toda filosofía que considera justo lo que está de
acuerdo con la norma establecida positivamente.

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El positivismo sostiene que los derechos humanos son los que decide la
voluntad del poder, con independencia de su contenido; centra su
fundamento exclusivo en el derecho estatal o en la voluntad del poder
estatal.

Para Georg Jellinek los derechos subjetivos públicos no representan más


que una autolimitación siempre revocable por el propio Estado. Para
Hans Kelsen este concepto no es más que un mero reflejo de una
obligación jurídica; su posición relativista es extrema en materia de
fundamentación de los derechos humanos, porque considera los valores
como subjetivos y relativos. Alf Ross también es partidario de esta
postura positivista.

4. El normativismo realista y crítico de Luigi Ferrajoli.

Luigi Ferrajoli asume una posición en materia de fundamentación del


concepto de derechos humanos que se alimenta del positivismo jurídico
de ascendencia kelseniana y una orientación analítica de raíz en la
concepción de Bobbio.

Señala una definición teórica puramente formal de derechos


fundamentales, sosteniendo que son “todos aquellos derechos
subjetivos que corresponden universalmente a todos los seres humanos
en cuanto dotados del status de personas, ciudadanos o capaces de
obrar”.

El mismo autor precisa que entiende por “derecho subjetivo” cualquier


expectativa positiva (de prestaciones) o negativa (de no sufrir lesiones),
adscrita a un sujeto por una norma jurídica, y por “estatus”, la condición
de un sujeto, prevista por una norma jurídica positiva, como presupuesto
de su idoneidad para ser titular de situaciones jurídicas y/o autor de los
actos que son ejercicio de éstas.

El carácter formal del concepto de Ferrajoli, en todo caso, es suficiente


para identificar la base de igualdad jurídica que identifica a los derechos
fundamentales; de allí que todas las personas son titulares de estos
derechos, constituyendo un rasgo estructural de ellos, que comporta
también su carácter inalienable. Al ser tales derechos inalienables e
innegociables, constituyen prerrogativas no contingentes e inalterables
de sus titulares, así como vínculos y límites insalvables para todas las
potestades o poderes públicos o privados.

5. La dignidad humana como fundamento de los derechos humanos.

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La dignidad de la persona humana es el valor básico que fundamenta los
derechos humanos, ya que su afirmación no sólo constituye una
garantía de tipo negativo que protege a las personas contra ofensas de
todo tipo, sino también una de tipo positivo relativa al pleno desarrollo
de los seres humanos. La persona conserva su dignidad desde el
nacimiento, hasta su muerte y es su cualidad más valiosa e importante.

Las personas no deben ser instrumentos, el respeto a su dignidad


implica que nunca sean objetos, sino sujetos; eso es parte del
reconocimiento a su personalidad jurídica. Adicionalmente, esta dignidad
de la persona implica reconocer al otro o a la otra, como “otro yo” en las
relaciones interpersonales.

La dignidad de la persona es una condición que emana de su naturaleza


de “ser moral”, de “ser libre” y de “ser racional”. Este valor jurídico
supremo es independiente de su edad, de su capacidad intelectual o de
su estado de conciencia. Ser persona es ser un fin en sí mismo.

La dignidad de la persona constituye una realidad ontológica


supraconstitucional, al igual que los derechos que le son inherentes; el
Estado y la Constitución no la crean, sólo la reconocen y garantizan. Esta
dignidad tiene un contenido integrador de los vacíos o lagunas
existentes en el ordenamiento jurídico y en la propia Constitución, de
reconocimiento de derechos implícitos.

Sin embargo, la persona humana no es una abstracción ni un individuo


aislado; la persona es un ser social, convive con las demás personas en
sociedad y actúa en el complejo mundo de la vida social y política. Por
ello, los derechos que emanan de la dignidad humana deben ser
examinados como parte de ese complejo sistema de derecho en donde
deben interrelacionarse y limitarse recíprocamente.

5.1. La conciencia universal de respeto a la dignidad humana.

Al término de la Segunda Guerra Mundial inició una etapa de


convivencia pacífica; el 1945, reunidos en la Conferencia de San
Francisco, 51 países firmaron y ratificaron la Carta o Convención de las
Naciones Unidas. En la actualidad son 193 países los miembros de esta
organización internacional.

En esa Convención, los países firmantes aprobaron la resolución de


“reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la
dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de
hombres y mujeres, y de las naciones grandes y pequeñas”.

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La Asamblea General de la ONU, en 1948 aprobó la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, que constituye el primer texto de
alcance universal que reconoce la dignidad de la persona y los derechos
esenciales o fundamentales que derivan de ella. A casi 75 años de su
proclamación, esta Declaración ha sido traducida en más de 500
idiomas.

El preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos


proclama su fe en la dignidad y el valor de la persona humana, y su
artículo primero determina que “Todos los seres humanos nacen libres e
iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y
conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

Sin embargo, esta declaración universal, la de mayor trascendencia


hasta entonces, se encontró con la falta de voluntad por cumplirla y la
ausencia de instrumentos jurídicos eficaces para garantizar los derechos
en ella contenidos. Con objeto de superar dichos problemas vinieron
luego los pactos o tratados internacionales de derechos humanos, en el
ámbito mundial y regional.

En la dignidad de la persona humana tienen su fundamento, entre otros:

1. Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre, del 2


de mayo de 1948, dada en la IX Conferencia Interamericana
desarrollada en Bogotá, Colombia, y por tanto, anterior en varios
meses a la Declaración Universal.
2. Convención Americana de Derechos Humanos, aprobada en San
José, Costa Rica, el 22 de noviembre de 1969.
3. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, aprobado en
Nueva York, Estados Unidos, el 19 de diciembre de 1966 (aunque
entró en vigencia hasta el 23 de marzo de 1976).
4. Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, aprobado en Nueva York, Estados Unidos, el 19 de
diciembre de 1966 (entró en vigencia el 3 de enero de 1976).
5. Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y
de las Libertades Fundamentales o Convención Europea de
Derechos Humanos, se aprobó por el Consejo Europeo en Roma,
Italia, el 4 de noviembre de 1950 (entró en vigencia el 3 de
septiembre de 1953).
6. Carta Africana de los Derechos del Hombre y de los Pueblos,
aprobada el 27 de julio de 1981, durante la XVIII Asamblea de
Jefes de Estado y Gobierno de la Organización de la Unidad
Africana, reunida en Nairobi, Kenya.
7. Declaración sobre la Protección de Todas las Personas contra la
Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes,

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adoptada por la Asamblea General de la ONU, el 9 de diciembre de
1975.
8. Declaración de los Derechos del Niño, proclamada por la Asamblea
General de la ONU, el 20 de noviembre de 1959.
9. Declaración sobre la Eliminación de la Discriminación contra la
Mujer, adoptada por la Asamblea General de la ONU, el 7 de
noviembre de 1967.
10. Convención Internacional sobre la Represión y el Castigo del
Crimen de Apartheid, adoptada por la Asamblea General de la
ONU, el 30 de noviembre de 1973.
11. Carta Social Europea, aprobada por el Consejo de Europa, en
Turín, Italia, el 18 de octubre de 1961.
12. Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación Racial, adoptada por la Asamblea
General de la ONU, el 21 de diciembre de 1965.
13. Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer, adoptada por la Asamblea General
de la ONU, el 18 de diciembre de 1979.
14. Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes, adoptada por la Asamblea General de
la ONU, el 10 de diciembre de 1984.
15. Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la
Asamblea General de la ONU, el 20 de noviembre de 1989.

Esta búsqueda de procedimientos eficaces que lleven a una garantía


real de los derechos humanos, que permitan hacer efectiva la dignidad
de la persona, es un esfuerzo de los más trascendentes en que están
empeñados los estados y la comunidad internacional, el derecho interno
y el derecho internacional de los derechos humanos, en un esfuerzo
complementario, convergente y progresivo.

La dignidad no solo tiene que ver con lo visto hasta ahora, es para que podamos
reconocer, es un valor intrínseco al ser humano, por lo que es cotidiano.

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