Guía 1 La Epopeya

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COLEGIO SUPERIOR DEL MAIPO

Comuna San Bernardo

Departamento de Lenguaje

Profesor: Felipe Núñez Fuentes

Guía Nº1
Unidad de Aprendizaje Nº4 “La Epopeya”
Nombre del estudiante: __________________________________ Fecha: ______ Curso: _________

Objetivo OA 6: Leer y comprender fragmentos de la epopeya, considerando sus características y el contexto en


el que se enmarcan.

OA 3: Analizar las narraciones leídas para enriquecer su comprensión, considerando, cuando sea
pertinente:

-El o los conflictos de la historia.

-Los personajes, su evolución en el relato y su relación con otros personajes.

-La relación de un fragmento de la obra con el total.

-La disposición temporal de los hechos, con atención a los recursos léxicos y gramaticales empleados
para expresarla.

-Elementos en común con otros textos leídos en el año

Habilidades Analizar

Contenidos Epopeya – Contexto de producción - Características

Indicadores OA 6

de evaluación - Al leer epopeyas, explican por qué una obra leída se clasifica como tal, fundamentando con ejemplos
del texto.

- Describen, en términos generales, el contexto en el cual surgió la epopeya leída

OA 3

- Explican el o los conflictos de una narración.

- Explican las causas del o de los conflictos presentes en una obra.

- Describen a los personajes a partir de lo que dicen, hacen y lo que se dice de ellos

- Explican qué temas de la obra se tocan en un determinado fragmento.

- Explican las relaciones que hay entre los personajes, en términos de parentesco, amistad, influencias
de uno sobre otro, etc.

- Señalan qué información, importante para entender la obra, se entrega en un fragmento seleccionado
por el docente.

- Describen temas en común presentes en dos textos y los explican

Tiempo 4 horas pedagógicas.


I. Lee el siguiente texto. Recuerda subrayar las ideas principales, personajes y lugares.

LA CÓLERA DE AQUILES

Diez años... ¡Pronto se cumplirán diez años desde que los griegos, bajo el mando de Agamenón, iniciaron el
sitio a la ciudad de Troya! De todos los combatientes, Aquiles es el más valiente. Nada más normal: ¡su padre
desciende de Zeus en persona y su madre, la diosa Tetis, tiene por antepasado al dios del océano! Pero esa
noche, el valiente Aquiles regresa extenuado y desanimado: Troyaparece imposible de tomar y, para colmo,
la peste, que se ha declarado hace poco, ataca sin perdón a los griegos.

Cuando entra en su tienda, ve a su mejor amigo, Patroclo, que lo está esperando.

— ¡Ah, fiel Patroclo! — Exclama abriendo sus brazos—. Ni siquiera te vi en el fuego de la batalla...
Espera: voy a saludar a Briseida y soy todo tuyo.

Briseida es una esclava troyana de la que Aquiles se apoderó, después del asalto de la semana anterior, tras
el reparto habitual del botín. La joven prisionera le había lanzado una mirada suplicante, y Aquiles sucumbió
ante su encanto. Briseida misma no parecía indiferente a su nuevo amo. Aquiles aparta la cortina, pero la
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habitación de Briseida está vacía.

¿Acaso la bella esclava huyó? Imposible: Briseida lo ama, Aquiles pondría las manos en el fuego. ¡Y,
además, los griegos están rodeando los muros de la ciudad! Confuso, Patroclo da un paso hacia su amigo:

— ¡Sí, Briseida ha partido, Aquiles! Venía a avisarte. Agamenón, nuestro rey, ha ordenado que la
tomaran...

— ¿Cómo? ¿Se ha atrevido?


Empalidece y aprieta los puños. Aquiles tiene grandes cualidades: es, lejos, el guerrero más peleador y más
rápido. Lo han apodado Aquiles de pies ligeros. ¡Sin su presencia, los griegos tendrían que haber
abandonado el sitio cien veces y deberían haber regresado a su patria! Por otra parte, un oráculo predijo
que la guerra de Troya no podría ser ganada sin él... Pero tiene también algunos defectos: es impulsivo,
colérico, muy, muy susceptible.

—Déjame explicarte —dijo Patroclo en tono conciliador—,¿Te acuerdas de Criseida?

—¿Quieres hablar de la esclava con que Agamenón se quedó cuando distribuimos el botín?

—Ella misma. El padre de Criseida, un sacerdote, quiso recuperar a su hija. A pesar del enorme rescate que
ofreció, Agamenón se ha negado.

—¡Ha hecho bien!

—El problema —prosiguió Patroclo suspirando—, es que ese sacerdote, para vengarse, ha suscitado sobre
nosotros la cólera Apolo. ¡Esa es la razón de la peste que diezma a nuestras filas! Va a cesar, pues Agamenón
entregó a Criseida a su padre esta mañana. Pero el rey quiso reemplazar a su esclava perdida. Y ordenó que
vinieran a buscar a Briseida.

Lejos de calmar a Aquiles, esta explicación aumenta su cólera.

Apartando a su amigo Patroclo, se precipita fuera de la tienda, en unos pocos pasos, alcanza el campamento
del rey. Se encuentran allí todos los reyes de las islas y de las ciudades de Grecia. Aquiles empuja a Menelao,
a Ulises y a tres soldados que no se apartan lo bastante rápido.

¡Agamenón! —clama plantándose ante él con las piernas separadas—. ¡Esta vez es demasiado!
¿Con qué derecho me quitas esclava que he elegido para mí? ¿Olvidas que tú lo has hecho antes
que yo? ¿Yque, además de Criseida, te has atribuido un botín diez veces mayor del que dejaste a
tus más prestigiosos guerreros?

Un anciano de larga barba blanca se interpone. Es Calcante, el adivino.

—Aquiles —murmura—, yo recomendé al rey devolver a Criseida. Los oráculos son implacables: ¡era la
única manera de calmar a Apolo y de terminar con la peste que nos diezma!

—No pongo en duda tu oráculo, Calcante —masculla Aquiles—. ¿Pero por qué Agamenón me ha sacado a
Briseida? Después de cada combate, siempre sucede lo mismo: ¡el rey se sirve primero, y a sus anchas! ¡No
deja más que cosas sin valor a los que combaten en la primera línea!

Agamenón empalidece. Dominando su irritación, saca pecho y lanza a su mejor soldado:

— ¿Olvidas, Aquiles, que le estás hablando a tu rey?


— ¡Un rey! ¿Eres digno de eso, Agamenón, que no sabes más que dar órdenes y apartarte de los
combates? Es sobre todo después de la batalla cuando te vemos, ¡para el reparto del botín!

— ¡Me estás insultando, Aquiles!


—No. ¡Tú me has ofendido robándome a Briseida! ¡Exijo que me devuelvas a esa esclava, me
corresponde por derecho!

— ¡De ninguna manera! ¿Te atreverías a desafiar a tu rey, Aquiles? Agamenón no tiene tiempo de terminar la
frase: Aquiles saca su espada... cuando se le aparece la diosa Atenea.

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— ¡Cálmate, ardiente Aquiles! — le murmura en tono conciliador—. Tienes otros medios para vengarte del rey
sin matarlo, créeme.

La visión se desvanece. Aquiles, que es el único que ha visto a la diosa, guarda su espada.

— ¡Bien! — decide con voz firme—. Quédate con Briseida. Pero sabe que, a partir de ahora, no me
involucraré más en los combates. Después de todo, ¿qué me importa esa famosa Helena que Paris ha
secuestrado a tu hermano? ¡Los troyanos nunca me han hecho nada a mí!

Y delante de Menelao, esposo de Helena, que le arroja una mirada estupefacta a Agamenón, Aquiles gira
los talones y se va.

Una vez en su tienda, no puede contener las lágrimas. Sí: Aquiles llora, tanto de despecho como de rabia.
Pues a la pérdida de Briseida se suma la humillación de haber sido desposeído de ella delante de todos sus
compañeros. ¡Eso no puede perdonárselo al rey!

Algunos días más tarde, Patroclo tiene una cara tan triste que, al entrar en la tienda de Aquiles, éste le
pregunta:

— ¿Tan malas son acaso las noticias?


— ¡Sí! ¿No oyes los estertores de nuestros guerreros agonizando a algunos pasos de aquí? Ay, vamos a
perder la guerra. Oh, Aquiles —agrega

Patroclo señalando, en un rincón de la tienda, la armadura y el casco de su amigo—, ¿me autorizarías a


combatir hoy portando tus armas?

— ¡Por supuesto! Lo que es mío te pertenece. ¿Pero por qué?


—Así vestido, sembraré el terror entre los troyanos: al ver tu armadura, creerán que has retomado el
combate.

—Ve... ¡pero te ruego que seas prudente! —responde Aquiles mientras abraza a su amigo.

Durante la tarde, la larga siesta del héroe es interrumpida: un guerrero griego entra en su tienda. Está
exhausto y anegado en lágrimas.

— ¡Aquiles! —gime—. ¡La desgracia se abatió sobre nosotros! ¡Patroclo ha muerto! ¡Héctor, el más
intrépido de los troyanos, lo atravesó con su lanza! Incluso, lo ha despojado de tu armadura. Nuestros
enemigos se disputan su cuerpo.

Con estas palabras, Aquiles se levanta para gritar a los dioses su dolor.

Se mesa los cabellos, rueda por el suelo y se cubre el rostro con tierra. Solloza a la vez que gime:

— ¡Patroclo, mi hermano, mi único amigo de verdad! Muerto. Patroclo ha muerto. El sufrimiento que
experimenta Aquiles duplica su cólera; desvía entonces su furor:

— ¡Maldito Héctor! ¿Dónde está? Ah, Patroclo, ¡Juro vengarme. No asistiré a tus funerales sin antes
haber matado a Héctor con mis propias manos!

II. A partir de la lectura anterior, completa la siguiente tabla para analizar textos.

Primera Lectura

Idea General:

4
Contextualización

¿Qué tipo de texto? ¿Cuál es su propósito? ¿Cómo está narrado?

¿Cuál es el contexto de ¿Quién es el autor? ¿A qué público dirige el autor su obra?


producción en que se escribe
la obra?

¿Quiénes son los personajes? ¿Qué tipo de personaje encontramos? Clasifíquelos según su tipo

¿Cuáles son las características de los personajes? ¿Qué acciones permiten afirmarlas?

¿Cuáles son las motivaciones de los personajes?

¿Los personajes evolucionan? ¿Cómo se manifiesta esa evolución?

¿Cuándo ocurre? (Tiempo) ¿En qué lugar ocurre? ¿Cuál es el conflicto de la narración?
(ambiente):

¿Cómo se resuelve el conflicto?

5
Segunda Lectura

Conclusiones Subtemas:

Resumen:

¿Qué propone el texto?

¿Cómo está influenciado el texto su contexto de producción?

¿Qué busca el texto?

¿Cómo se relaciona el texto con el lector actual?

III. Lee el siguiente texto y completa la tabla de análisis.


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La Odisea

Canto I

Háblame, Musa, de aquel varón ingenioso que anduvo errante largo tiempo, después de haber destruido la
sagrada ciudad de Troya; que vio los pueblos y conoció las costumbres de muchos hombres, y sufrió en su corazón
muchas penas, sobre el mar, luchando por su vida y la vuelta de sus compañeros. Y no pudo salvarlos a pesar de su
deseo: perecieron por su misma demencia ¡insensatos! pues se comieron los bueyes del Sol, hijo de Hiperión, y
este les quitó el día de su regreso. Musa, hija de Júpiter, cuéntanos algo de estas aventuras. Ya todos los demás
griegos que habían escapado del terrible desastre, estaban en sus casas, libres de la guerra y del mar, pero él solo,
-queriendo volver a su casa y reunirse a su esposa,- era retenido en sus vastas grutas por la augusta ninfa Calipso,
la más bella de las diosas, que lo deseaba por esposo. Cuando, corriendo los años, llegó el tiempo señalado por los
dioses para volver a su casa en Itaca, ni entonces se libró de luchar, aún entre sus amigos. Todos los dioses le
tenían compasión, menos Neptuno, que siempre estaba irritado contra Ulises, igual a un dios, antes de arribar a su
patria. Pero Neptuno había ido a ver a los lejanos etíopes, los más distantes entre los hombres, -a los etíopes, que
están divididos en dos regiones, unos hacia la puesta del sol y otros hacia el levante.- para presenciar una
hecatombe de toros y de corderos. Allí al menos se regocijaba sentado en un banquete; pero los otros dioses
estaban reunidos en el palacio de Júpiter Olímpico. El padre de los dioses y de los hombres les dirigió primero la
palabra, recordando en su corazón al noble Egisto a quien había dado muerte Orestes, hijo del ilustre Agamenón.
Recordando a Egisto, dirigió este discurso a los inmortales: «¡Grandes dioses! ¡Cómo acusan los hombres a los
dioses! Dicen que sus males les vienen de nosotros, cuando ellos mismos por su demencia se buscan dolores,
contra el destino. Así ahora Egisto, contra el destino, se casó con la esposa del hijo de Atreo, y mató a este a su
vuelta, aunque sabía el terrible fin que le aguardaba, pues se lo habíamos anunciado enviando a Mercurio, el
vigilante matador de Argos, para decirle que no diese muerte a Agamenón, ni solicitase a su esposa, pues le
vendría la venganza de Orestes, hijo del Atrida, cuando llegase a la juventud y deseara volver a su patria. Así habló
Mercurio, pero no persuadió el ánimo de Egisto, a pesar de su buena intención, y ahora ha pagado juntas todas
sus faltas». En seguida Minerva, la diosa de ojos brillantes, le contestó: «¡Oh padre, hijo de Saturno, el más
poderoso de los soberanos! Egisto ha caído por una desgracia bien justa: ¡qué así muera también todo el que
cometa tales faltas! Pero mi corazón se destroza por el prudente y desgraciado Ulises, que desde hace largo
tiempo padece lejos de sus amigos, en una tierra rodeada de agua, donde está el centro del océano: la isla tiene
árboles y en ella tiene su casa una diosa, hija del malvado Atlas, que conoce todos los abismos del mar, y sostiene
las altas columnas que separan la tierra del cielo. La hija de este retiene al desventurado Ulises, a pesar de sus
lamentos, y lo adula siempre con palabras tiernas y melosas, para que olvide a Itaca; pero Ulises, deseoso de ver
siquiera el humo de su tierra natal, anhela morir. Júpiter Olímpico, ¿no se conmueve tu corazón, teniendo en
cuenta que Ulises te agradaba, ofreciéndote sacrificios junto a las naves de los argivos, en la vasta Troya? Júpiter,
¿por qué estás tan irritado contra Ulises?» Júpiter, el dios que amontona las nubes, le respondió: «Hija mía, ¿qué
palabras se han escapado de tu boca? Después de eso, ¿cómo podría olvidar al divino Ulises, cuyo ingenio es
superior al de los demás mortales, y era el que más sacrificios ofrecía a los dioses que habitan en el vasto cielo?»
Pero Neptuno, el dios que rodea la tierra, estaba constantemente enojado, a causa del cíclope, a quien Ulises
había cegado de su ojo, el divino Polifemo, superior en fuerza a todos los cíclopes. La ninfa Toosa, hija de Forcis,
soberano del infecundo mar, lo había engendrado, uniéndose a Neptuno, en profunda gruta. Por esta razón,
Neptuno, el dios que sacude la tierra, no hace morir a Ulises, pero lo obliga a andar errante, lejos de la patria.
Vamos, tratemos todos de su vuelta, a fin de que regrese a su patria; y Neptuno depondrá su cólera, porque no es
posible que dispute solo contra todos los dioses inmortales». En seguida le contestó Minerva, la diosa de brillantes
ojos: «¡Oh padre nuestro, hijo de Saturno, el más poderoso de los reyes! si ahora agrada a los dioses
bienaventurados que el prudente Ulises vuelva a su casa, enviemos al momento a Mercurio, el mensajero matador
de Argos, a la isla de Ogigia, para que diga pronto a la ninfa de hermosa cabellera nuestra firme voluntad sobre la
vuelta del magnánimo Ulises a fin de que regrese a su patria. Entre tanto, yo iré a Itaca, para exhortar a su hijo y
fortalecer su corazón, a fin de que reúna en asamblea a los griegos de hermosa cabellera y prohiba la entrada en
su casa a todos los pretendientes, que le matan constantemente muchas ovejas y bueyes de lentos pies y torcidas
astas. Lo mandaré a Esparta y a la arenosa Pilos, para informarse de la vuelta de su querido padre, si es que oye
decir algo, y para que tenga buena fama entre los hombres»

Primera Lectura

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Idea General:

Contextualización

¿Qué tipo de texto? ¿Cuál es su propósito? ¿Cómo está narrado?

¿Cuál es el contexto de ¿Quién es el autor? ¿A qué público dirige el autor su obra?


producción en que se escribe
la obra?

¿Quiénes son los personajes? ¿Qué tipo de personaje encontramos? Clasifíquelos según su tipo

¿Cuáles son las características de los personajes? ¿Qué acciones permiten afirmarlas?

¿Cuáles son las motivaciones de los personajes?

¿Los personajes evolucionan? ¿Cómo se manifiesta esa evolución?

¿Cuándo ocurre? (Tiempo) ¿En qué lugar ocurre? ¿Cuál es el conflicto de la narración?
(ambiente):

¿Cómo se resuelve el conflicto?

8
Segunda Lectura

Conclusiones Subtemas:

Resumen:

¿Qué propone el texto?

¿Cómo está influenciado el texto su contexto de producción?

¿Qué busca el texto?

¿Cómo se relaciona el texto con el lector actual?

METACOGNICIÓN
¿Cuál de las luces del semáforo representa tu aprendizaje? Escríbela.

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¿Cuál fue la mayor dificultad que tuviste durante el desarrollo de la actividad?

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¿Cometiste errores? __________________

¿Cuáles?
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¿Cómo los solucionaste?

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¿Qué fue lo que más te gustó de las actividades? ¿Por qué?

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