Resumen 2
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Resumen 2
Psicología, desarrollo
humano y calidad de vida
La salud es “un estado de bienestar físico, mental y social que permite funcionar, y no sólo la
ausencia de dolencia o afección”. (Terris, 1992).
En el siglo XIX se produjeron notables avances en el estudio del cuerpo. Cuando se identificaron
lesiones en órganos y tejidos que podían ser asociadas con procesos patológicos, académicos del
mundo de la medicina, como, por ejemplo, el alemán Rudolph Virchow (1821-1902), establecieron
que toda enfermedad presuponía la existencia de una lesión subyacente comprobable. Se creó así un
modo de razonar el problema que subsiste hasta nuestros días entre algunos médicos.
Otras perspectivas han demostrado que ciertos daños morfológicos, e incluso ciertas disfunciones,
no implican siempre la presencia de una enfermedad. Tanto la salud como la enfermedad están
condicionadas por otras situaciones que rebasan los estrechos límites del cuerpo y que tienen que
ver con la subjetividad y el comportamiento individual, así como con el ámbito natural y social en
el que el individuo vive, y con los determinantes económicos de su propia realidad.
Según Hernán San Martín ha habido una evolución histórica en el pensamiento sobre la salud.
Mientras los griegos de la antigüedad hicieron de la salud un culto, a partir del momento en que la
ciencia helenística se implantó en Europa el interés se vuelca hacia la enfermedad y lo normal pasó a
ser la ausencia de síntomas patológicos.
Hubo dos momentos en el decursar del siglo XX que marcaron las definiciones:
1. En la primera mitad, cuando la subordinación de la medicina a la biología deviene
evidente, y se manifiesta la dependencia de la salud de las condiciones de vida y de la
ecología humana. Al final de ese período es que surge la conocida definición del organismo
internacional.
2. En la segunda mitad del siglo, la salud comienza a concebirse como un proceso dinámico y
variable de equilibrio y desequilibrio entre el organismo humano y su ambiente total,
haciendo resaltar entonces la influencia notable de las relaciones humanas, económicas y
sociales.
“proceso salud-enfermedad”
La medicina asume un papel más protagónico, como recurso para combatir la enfermedad y
devolver la salud a las personas. Se produce un notable avance en la disponibilidad de medios
tecnológicos para curar las enfermedades, se utilizan muchos indicadores para caracterizar, el estado
de salud, que realmente lo que permiten es caracterizar la enfermedad.
Se trata de indicadores de morbilidad y mortalidad, así como de incidencia y prevalencia de las
enfermedades en los grupos de población, mientras que no surgen paralelamente indicadores para
caracterizar la salud en términos “positivos”.
Definición de salud:
“noción relativa que reposa sobre criterios objetivos y subjetivos (adaptación biológica, mental, y
social) y que aparece como un estado de tolerancia y compensación físico, psicológico, mental y
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social, fuera del cual todo otro estado es percibido por el individuo y por su grupo como la
manifestación de un estado mórbido”.
San Martín
En este concepto la enfermedad es definida como “un desequilibrio biológico, ecológico y social o
como una falla de los mecanismos de adaptación del organismo y una falta de reacción a los
estímulos exteriores a los que se está expuesto; este proceso termina por producir una perturbación
de la fisiología y de la anatomía del individuo”.
Engloba aspectos subjetivos (bienestar mental y social), aspectos objetivos (capacidad para la función) y
aspectos sociales (adaptación y trabajo productivo). ideas como “normal” o “normativo” y la de adaptación
La enfermedad se expresa de manera más objetiva o, más estructurada y reconocible para el propio
sujeto, y para los que lo rodean.
Una contextualización ecológica facilita la idea de que existe un continuo desde la salud a la
enfermedad en el que se reconocen muchos puntos intermedios en la identificación de la situación
del sujeto en el marco de sus relaciones.
tiene su causa natural y que sin esa causa natural nada puede tener lugar. Creó la
doctrina de la influencia del medio externo en la producción de la enfermedad y
reconoció la importancia de características personales. Consideró la enfermedad
como un proceso que afecta al individuo integralmente, señalando que la existencia
del organismo está determinada por cuatro humores: la sangre, la flema, la bilis
amarilla y la bilis negra, y que la salud es consecuencia del equilibrio de los mismos
(Resik Habib, 1986).
2. Platón (428-374 a. C) encabezó la filosofía idealista en la antigua Grecia y estableció,
con respecto a la salud y enfermedad, que estas se determinan por un principio no
material, al alma divina o pneuma y que los procesos patológicos se producen por
las modificaciones del pneuma en los organismos y su influencia sobre los órganos.
La causa de la enfermedad consiste en un castigo enviado por el cielo, y por
consiguiente, no tienen ningún efecto sobre ella los medicamentos, sino sólo los
ritos, los himnos y la música.
En la Edad Media en Europa, la influencia de la religión trajo por consecuencia que muchos
de los aportes de las culturas clásicas fueran desatendidos.
Importantes procesos históricos, como las cruzadas y la concentración de muchas personas
en burgos y ciudades con pésimas condiciones sanitarias, produjeron grandes epidemias de
cólera, peste y viruela, entre otras. La ciencia, o más propiamente el saber de la época, estaba
bajo la dominación de la Iglesia Católica y la enseñanza escolástica, lo que hizo prevalecer la
interpretación mística de las causas de las enfermedades como asociadas a la ira de Dios o la
acción de los demonios. También surgieron las primeras ideas de lo que luego fue la teoría
“miasmática”, que atribuía la causa de algunas enfermedades a las impurezas del aire y del
ambiente.
Son muchos los factores que actuando a nivel del ambiente humano determinan que una
enfermedad se inicie y desarrolle en ciertos sujetos e incida, con mayor o menor peso, en
determinados grupos poblacionales.
La vida implica una interrelación permanente del ser vivo con el ambiente, en la que no
sólo se satisfacen necesidades básicas sino que a su vez está sometido a un conjunto de
situaciones que pueden serle afectivas o potencialmente perjudiciales.
Resik Habib
En el estudio de esta causalidad se ha postulado la pertinencia de un modelo de tres
componentes: el agente, el huésped y el medio ambiente:
● agente: factores responsables de la enfermedad.
● huésped: sujeto de una enfermedad.
● medio ambiente: sitio donde ocurre la interacción entre agente y huésped.
Los factores están relacionados con el agente (o los agentes) productor(es) de la(s) enfermedad(es),
aquellos factores del ambiente que favorecen su presencia y el análisis de las características que
determinan la mayor susceptibilidad del individuo a la acción de los agentes en un medio
determinado.
Es difícil aceptar totalmente este modelo en los casos en los que es el comportamiento del propio
sujeto que desarrollará la enfermedad el que asume el papel de agente causal o el que le da sentido
de agente causal a objetos o fenómenos del ambiente que de otra manera no resultan nocivos.
En epidemiología, se han utilizado durante mucho tiempo ciertos criterios para el establecimiento
de las relaciones causales; denominan “psico sociales” y que aluden a problemas de
comportamiento (Koop y Luoto, 1982, citado por B. L. Bloom, 1988):
● Consistencia de la asociación: debe ser observada repetidamente por diversos investigadores,
en diferentes lugares y situaciones, en diferentes momentos y utilizando diferentes métodos
de estudio. Mientras más consistencia haya entre los hallazgos que se observan, más
confianza se puede tener acerca de su validez.
● Fuerza de la asociación: la medida más directa de la fuerza de la asociación de algún factor
psicosocial y el riesgo para alguna enfermedad es la comparación de los índices de muerte o
morbilidad entre personas con el factor y sin el factor psicosocial presente.
● Especificidad de la asociación: la especificidad se evalúa por la extensión en la cual la
presencia de un factor causal se asocia con una y sólo una enfermedad.
● Relación temporal de la asociación: exposición al factor causal sobre el que se sospecha debe
preceder en el tiempo a la aparición de la enfermedad.
● Coherencia de la asociación: se basa en su grado de acuerdo con los hechos conocidos sobre
la historia natural de la enfermedad.
● Resultados de ensayos preventivos: el criterio final para el establecimiento de una conexión
causal entre un agente sospechado y una enfermedad.
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El modelo de Leavell y Clark permite una cierta organización de las medidas que se deben poner en
práctica para brindar servicios de salud.
Ellos establecieron dos momentos o períodos en el proceso de la enfermedad:
1. Se realiza en el medio ambiente, antes de ser afectado el ser humano, y comprende el
período prepatogénico.
2. Una vez que ha sido afectado, que es el período patogénico o curso natural de la
enfermedad.
Ambos períodos constituyen la historia natural de la enfermedad.
En el período prepatogénico es cuando se puede producir una situación de riesgo debido a
la relación que adopten el agente, el huésped y el ambiente. Ocurre en el medio ambiente,
antes de ser afectado el hombre o una población, y se da como parte del estado aparente de
salud o de equilibrio ecológico.
Los agentes que causan la enfermedad pueden ser:
● físicos (como las radiaciones, el calor, la humedad, el ruido, la energía eléctrica y los objetos
que actúan mecánicamente);
● químicos (como ácidos, combustibles, venenos);
● biológicos (como los parásitos animales y vegetales, las bacterias y los virus, y otros de
carácter “interno”, como defectos congénitos originados durante las fases del desarrollo
embriológico); sociales y psicológicos.
En el huésped se consideran son relevantes los siguientes elementos:
● la herencia
● la inmunidad
● el grupo étnico al que se pertenece
● la edad y el sexo;
● la ocupación habitual;
● los hábitos y las costumbres.
Para una comprensión apropiada del papel de la subjetividad y el comportamiento en la causalidad
de la enfermedad, es de suma importancia la comprensión de los procesos sociales en los que nos
vemos inmersos.
¿Cuál es la lectura que los psicólogos podemos hacer del complejo problema de la causalidad de la
salud y la enfermedad?
● Un buen estado de salud como la enfermedad se asocian a múltiples causas, entre las que
están las de carácter social y las relativas a la subjetividad y el comportamiento.
● La producción de una determinada condición de enfermedad requiere la presencia no sólo
de las causas necesarias, sino de que estas sean suficientes. Lo psicológico puede intervenir
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en la dinámica de las causas tanto como causa necesaria como contribuyendo a que las
necesarias de otro orden se conviertan en suficientes.
● El carácter activo del “huésped humano”, obliga a que lo entendamos en su dimensión
psicológica, en tanto personalidad inserta en el conjunto de sus relaciones sociales. El
huésped humano es una persona.
● El ambiente social no es sólo un “medio” en el cual se establece la relación entre el “agente”
y el “huésped”, es también un generador de causas que pueden afectar por su carácter
específico a un individuo o grupo de individuos.
● El grado de susceptibilidad o resistencia de un individuo ante la acción de los agentes
externos no está determinado solamente por sus cualidades biológicas. Las variables
psicológicas juegan un importante papel en determinar ese grado de susceptibilidad o
resistencia, no solamente por sí mismas sino por la influencia o modulación que pueden
ejercer sobre la condición biológica.
● La interpretación psicológica de las variables sociales del ambiente puede contribuir a la
modificación de su potencial agresivo sobre el individuo. Del mismo modo, desde la
psicología se puede contribuir a elevar la resistencia del sujeto tanto para no enfermar como
para favorecer la evolución de la enfermedad.
● Aunque todas las enfermedades tienen una determinación multicausal, las variables del
ambiente social y las psicológicas pueden ser más relevantes en el origen y evolución de
algunas enfermedades que en otras. Son esas precisamente las que deben recibir la atención
prioritaria de la psicología.
● Mientras el estudio y la caracterización de las causas naturales de todo tipo, y
particularmente de las biológicas, han sido realizados desde hace mucho tiempo debido a la
atención que recibieron a partir de los espectaculares descubrimientos del siglo XIX, el
interés por el estudio de las variables del ambiente social y del comportamiento es mucho
más reciente, de manera que el aparato de conceptos y categorías pertinentes está en franco
desarrollo, por lo que esto constituye un reto para las disciplinas sociales y en particular para
la psicología. La tradición biológica de la medicina opaca en ocasiones la comprensión de
estos elementos de la causalidad y frena el desarrollo de esta aproximación, debido a que se
tiende a simplificar su carácter o porque se plantean posibles explicaciones lineales que
resultan imposibles en este dominio.
● Por otro lado, durante mucho tiempo los psicólogos estuvieron interesados solamente en la
causalidad de las enfermedades que en su momento fueron denominadas “mentales”,
debido a su expresión predominante como problemas del comportamiento que se alejan de
la norma. Sin embargo, el papel de la psicología no puede limitarse a este tipo de problemas
de salud.
● Por último, si necesario es el estudio del papel de la subjetividad y el comportamiento en la
producción y la evolución de la enfermedad y ciertas enfermedades en particular, necesario
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Los antecedentes del pensamiento acerca de qué es la salud pueden encontrarse en diversos
momentos a lo largo de la historia.
● En la antigüedad clásica griega, han trascendido las ideas hipocráticas del equilibrio de
humores como base del bienestar de las personas y de las causas naturales como origen de
las enfermedades.
● Los textos ayurvedas de la India de los siglos iii y ii a.C. hablaban de la influencia del
entorno, del equilibrio entre lo corporal y lo espiritual y del papel de los hábitos personales
como fuente de salud.
● Los árabes de los siglos ix a xiii sostenían y renovaban las ideas y prácticas de la antigüedad
clásica en relación con la salud.
Desde mediados del siglo xv la modernidad trajo el interés por el estudio de la enfermedad y sus
causas naturales, llevando a la medicina a la condición de ciencia en las coordenadas,
fundamentalmente, del empirismo como base del conocimiento.
El cuerpo se hizo protagónico. Tener salud, quedó como una noción implícita de la condición en la
que se encuentran las personas cuando no están en la condición de enfermas, como si salud y
enfermedad fueran dos polos independientes, bien diferenciadas, contrarios o mutuamente
excluyentes.
La salud ha sido entendida, como ausencia de enfermedad del cuerpo, mientras que la enfermedad
presupone la existencia de un órgano dañado como sustrato.
Surge en ese entorno la clínica moderna (modelo biomédico) , como método de caracterización de
la enfermedad de individuos concretos y como guía orientadora de la atención para la búsqueda de
la curación. Se fue consolidando en la misma medida en que alcanza mejores resultados en el
manejo de las enfermedades, pero también en la medida en que se institucionaliza la profesión
médica, sus corporaciones, la formación en las universidades y se expandía la actividad de
investigación.
La OMS, como organismo multilateral, establece la salud no solo como la ausencia de enfermedad,
sino como un estado de completo bienestar físico, mental y social, considerándola un derecho
humano inalienable.
La definición tiene una fuerte carga política, es una referencia moral en la defensa del derecho a la
salud, enfrentándose a un paradigma predominante centrado en la biomedicina, donde la salud se
concibe principalmente como la ausencia de enfermedad y la responsabilidad individual.
“[…] la salud mental es un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz
de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su
comunidad” (oms, 2013, p. 42).
Pocos años después de que la oms proclamara una definición global e integral de salud que incluye
lo físico, lo mental y lo social, la propia organización lanzará otra definición que en rigor cuestiona
tal integralidad, dando carta de naturalización como asunto independiente a un segmento de esa
salud global (el mental).
La psicología, al integrarse en el ámbito de la salud pública, contribuye al desarrollo integral del ser
humano y desafía la centralidad de la enfermedad, promoviendo un enfoque más amplio y
preventivo.
las ideas de prevención que estaban emergiendo, inspiradas en los niveles de prevención propuestos
por Leavell y Clark en 1965. Esta integración de la psicología en el campo de la salud fue un avance
significativo en países como Cuba, donde se implementó un modelo de trabajo interdisciplinario
que incluyó la psicología en programas de salud pública, marcando un salto cualitativo en la
relación entre la psicología y la salud.
En nuestra región las reflexiones de psicólogos acerca de la noción de salud, han sido presentadas en
libros y artículos de revistas, donde las publicaciones al respecto se originan, mayoritariamente, a
partir de la década de 1990.
La psiquis en la determinación de la salud (Pérez, 1989). El autor plantea que su trabajo se refiere:
[…] al aporte de la instancia psíquica a las causas estructurales de todo lo relacionado con el estado
de salud de los individuos (y de los grupos de la sociedad como un todo) sólo en la medida en que se
componen de conjunto de individuos.
Considera a la salud como un conjunto de cualidades sistémicas, o una cualidad polisistémica, en la
que concurren diferentes realidades (biológicas, psicológicas, sociales, económicas, etc).
la salud sería al mismo tiempo: a) Ausencia de daño morfológico;
b) Ausencia de limitaciones funcionales;
c) Determinado nivel de bienestar subjetivo;
d) Determinado nivel de bienestar social, y
e) Determinado nivel de desarrollo de la personalidad, referido a la autorrealización de las
potencialidades productivas de la personalidad y su autodominio.
Se subraya la influencia de las condiciones de vida materiales y sociales, como el empleo, la vivienda,
los servicios de salud y otros factores, en el bienestar de las personas. También se menciona la
importancia del desarrollo económico en el bienestar, pero un alto nivel de vida no siempre se
traduce en una alta calidad de vida, ya que esta puede verse afectada por desigualdades sociales y
otros factores.
El bienestar y la calidad de vida están influidos por el estilo y modo de vida, los cuales dependen de
factores biológicos, psicológicos y sociales. El estilo de vida, entendido como la forma en que una
persona actúa y se comporta en su contexto social, afecta directamente su bienestar. La satisfacción
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con el estilo de vida personal y social es clave para la realización personal y, por ende, para la salud y
el bienestar general de una sociedad.
1. Tendencia objetiva: variables externas al sujeto, como el nivel de salud, la educación, los
ingresos, la mortalidad infantil y otros indicadores sociodemográficos. Este enfoque,
utilizado por organismos internacionales como el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD), busca medir la calidad de vida a través de indicadores objetivos que
reflejan las condiciones materiales de las personas.
2. Tendencia subjetiva: Define la calidad de vida desde la percepción del individuo sobre su
propia vida, en función de su satisfacción personal. Se considera que indicadores como el
ingreso y el consumo de bienes y servicios no son suficientes por sí solos para medir la
calidad de vida. En cambio, lo crucial es cómo el individuo percibe su realidad externa y el
nivel de satisfacción que alcanza en áreas importantes de su vida.
Los factores objetivos incluyen las condiciones externas, como el entorno económico, social y
cultural, que pueden facilitar o dificultar el desarrollo personal.
Los factores subjetivos dependen de cómo el individuo evalúa su vida, basándose en sus logros en
relación con sus aspiraciones y expectativas, lo cual se vincula con el bienestar psicológico.
Lo social influye en lo psicológico a través del significado que tiene para el sujeto, y lo psicológico
influye en lo social según la actitud del individuo. Esta dinámica es fundamental para comprender
la calidad de vida y su dimensión subjetiva, que se identifica con el bienestar personal.
Uno de los puntos clave es que el desarrollo y las necesidades humanas son inseparables. El enfoque
tradicional sobre el desarrollo, basado en teorías económicas y modelos mecanicistas, es insuficiente
y puede conducir a frustraciones si no se adapta a la creciente interdependencia y complejidad del
mundo actual. La propuesta es avanzar hacia un "Desarrollo a Escala Humana", centrado en la
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satisfacción de las necesidades humanas y que requiere una visión transdisciplinaria, que integre
diferentes disciplinas para abordar problemáticas cada vez más complejas.
Las políticas económicas y sociales no pueden centrarse solo en problemas específicos de cada área,
sino que deben reconocer las interconexiones entre la política, la economía y la salud. Las malas
políticas económicas pueden llevar a problemas de salud, demostrando la necesidad de enfoques
más integrados y transdisciplinarios.
El desarrollo se redefine como un proceso centrado en las personas, no en los objetos, lo que lleva a
preguntarse cómo se puede medir el éxito de dicho proceso. En lugar de indicadores tradicionales
como el Producto Geográfico Bruto, se propone que el mejor desarrollo será aquel que eleve la
"calidad de vida" de las personas, entendida como la capacidad de satisfacer adecuadamente sus
necesidades humanas fundamentales.
Las necesidades humanas son universales y finitas, mientras que los satisfactores son los medios
a través de los cuales se busca satisfacer esas necesidades, y pueden variar según las culturas, épocas y
circunstancias. Este enfoque es clave para entender que, aunque las necesidades fundamentales son
constantes (por ejemplo, subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio,
creación, identidad y libertad), los satisfactores son múltiples y contextuales.
Un punto importante es que no existe una correspondencia fija o biunívoca entre necesidades y
satisfactores: un solo satisfactor puede atender varias necesidades, y una necesidad puede requerir
diferentes satisfactores. Cada cultura define sus propios satisfactores, lo que no cambia las
necesidades, pero sí los medios para satisfacerlas.
Las pobrezas, cuando alcanzan niveles críticos de duración e intensidad, no solo representan
carencias económicas, sino que generan patologías individuales y colectivas. Este enfoque sugiere
que los problemas como el desempleo, la deuda externa o la hiperinflación trascienden lo
meramente económico, afectando la salud emocional, social y psicológica de las sociedades.
Las necesidades humanas no son solo carencias fisiológicas, sino que también representan
potencialidades.
Los satisfactores son las formas en que se viven y realizan las necesidades (como una estructura
política o una familia), mientras que los bienes económicos son los medios que potencian o limitan
esos satisfactores. Si se priorizan los bienes por encima de las necesidades, se genera una alienación
social.
Las necesidades también están condicionadas por prácticas sociales, organización política y valores.
La clave está en reorganizar los satisfactores y bienes para que promuevan una vida plena y
coherente, evitando que la sociedad se enfoque solo en la producción.
los satisfactores y bienes económicos varían con mayor rapidez, reflejando estructuras sociales y
coyunturas específicas.
La idea de una taxonomía de necesidades como herramienta para el desarrollo, sugiriendo que
esta clasificación debe ser comprensible, operativa, crítica y propositiva. Es decir, debe permitir
analizar la relación entre necesidades y satisfactores, identificar deficiencias en esa relación y
proponer alternativas más inclusivas.
Desarrollo a Escala Humana, donde se proponen varias categorías de satisfactores para entender
mejor cómo las necesidades humanas pueden ser satisfechas o frustradas, según el enfoque
adoptado.
Violadores o destructores: Estos satisfactores son paradójicos, aunque se aplican con la intención
de satisfacer una necesidad, impiden su adecuada satisfacción a largo plazo y generan efectos
negativos sobre otras necesidades. Su característica principal es que son impuestos, lo que los hace
autoritarios.
Pseudo-satisfactores: Generan una falsa sensación de satisfacción de una necesidad, pero en
realidad impiden su satisfacción adecuada a largo plazo. Estos son inducidos por medios como la
propaganda o la publicidad.
Satisfactores inhibidores: Al satisfacer en exceso una necesidad, dificultan la satisfacción de otras.
Son ritualizados, es decir, responden a hábitos o costumbres muy arraigadas.
Satisfactores singulares: Estos satisfacen una sola necesidad y no afectan otras. Suelen estar
vinculados a programas de desarrollo y son generados institucionalmente.
Satisfactores sinérgicos: Estos satisfacen una necesidad y, al mismo tiempo, contribuyen a la
satisfacción de otras. Son los más deseables porque estimulan un desarrollo integral y sostenible.