Un Paseo Por El Mundo

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UN PASEO POR EL MUNDO

AUTOR Coca Ripoll

PROLOGO Romn Bono Guardiola

Un paseo por el mundo

Quedan reservados los derechos de este libro a nombre del autor, permitiendo su descarga gratuita y legal de la pgina Web www.cocuaexpediciones.es Tambin queda a disposicin del lector la descarga de los Mapas de Ruta y el lbum de Fotos para la mejor comprensin de la obra. Queda totalmente prohibida la especulacin con fines lucrativos de dicha obra por terceras personas, su reproduccin total o parcial para otros propsitos que no sean los de su divulgacin, como tambin impresiones masivas, ediciones particulares, modificaciones del texto, inclusin de publicidad, etctera, sin el permiso expreso del autor y titular del Copyright. Jos Mara Ripoll Gomis, 2010. D.L. A-151-10-2010 ISBN: 997-90-7547-278-3

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Prlogo para UN PASEO POR EL MUNDO de Coca Ripoll

Jos Mara Ripoll, Coca, es sin duda un personaje singular. Somos muchos quienes tambin lo consideramos una muy buena persona; algunos ms, un amigo y los que alguna vez hemos navegado con l sabemos que es un gran hombre de mar. Los lectores de este libro probablemente compartirn mi opinin de que se trata de un navegante que bien podra haber nacido en otros siglos. Igual da un siglo que otro, l se las ha arreglado para descubrir cosas, aunque ya no sea la edad de los descubrimientos. De eso trata este libro, de descubrimientos. Por supuesto, atlas en mano, todos sabemos llegar, mal que bien, a los sitios que nos describe el autor. Tambin podemos consultar cualquier gua para viajeros. Pero en este libro hay algo nuevo, y creo que refrescante. Me refiero a la descripcin bien documentada de lo que el marinero se puede encontrar en cada escala, de las trampas que acechan al navegante, de cmo algunos mitos se deshacen y, sobre todo, de las muchas maravillas que esperan a quien se atreva a correr la aventura. El principio de la historia es toda una leccin de resistencia a la adversidad. En efecto, no cabe mayor desconsuelo para un marino que el naufragio. Tener que abandonar su barco en un arrecife a merced de los elementos y, an peor, de los peeros dispuestos al saqueo, es una experiencia en la que lo nico que puede consolar es haber salvado la vida. Tiempo antes del infausto da, Merche y yo coincidimos con Coca en Ro de Janeiro. Nosotros habamos ido en avin, pero sabamos donde localizarlo y tuvimos la oportunidad de compartir mesa y sobremesa. Disfrutamos del relato de muchas aventuras y era evidente que estaba feliz viviendo la vida que a l le gusta. Nada haca presagiar lo que la mar le preparaba poco despus. La noticia del naufragio supuso un verdadero mazazo y, la verdad, llegu a pensar que sus aventuras marineras haban terminado. Me equivocaba. Afortunadamente, me equivocaba; aquello no era el final sino el principio. La gran aventura estaba por llegar. Lo primero que haca falta era una embarcacin que sustituyera al malogrado YA VEREMOS. El lector podr vivir en primera persona el largo proceso de seleccin de un nuevo barco. Tarea difcil: no vala cualquier cosa. Los requerimientos de Coca, basados en la experiencia anterior, hacan que la embarcacin que los cumpliera no estuviera expuesta en ningn saln nutico. Hizo falta infinita paciencia (y un poco de suerte), hasta que finalmente apareci. Bueno, lo que se encontr fue un barco olvidado en un rincn de un varadero, en excelente estado de abandono. Pero, eso s, construido en acero, lo cual prometa una lucha ms igualada con un futuro arrecife inesperado. Tras comprobar que el casco era de fiar, cientos de horas de trabajo y mucho conocimiento convirti lo que pareca
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chatarra (con perdn) en el ARCHIBALD, velero capaz de dar la vuelta al mundo. La descripcin de aciertos y errores cometidos en el proceso, y de cmo subsanar estos ltimos, debera de figurar en el manual de calidad de muchos constructores. Mencin aparte merecen las muchas pistas sobre equipos electrnicos a bordo. Los que hemos peleado, y no siempre con xito, con pilotos automticos y otras gentes de mal vivir, agradecemos las muchas indicaciones que ofrece la experiencia de Coca. Dos aos despus lleg el momento de zarpar. A partir de ah no quiero privar, a quienes se adentren en las pginas del libro, del placer de ir descubriendo por si mismos las muchas aventuras que se suceden, tanto en navegacin como en puerto. Solamente dir que el autor fue extraordinariamente disciplinado al tomar nota de todo y adems lo cuenta muy bien, con su peculiar sentido del humor. En mi opinin se trata de un libro de viaje y aventura que se lee con facilidad, y al mismo tiempo constituye una especie de derrotero mundial que considero muy recomendable para quien se quiera aventurar por esos mares de Dios. Por otra parte, estoy seguro, conociendo al personaje, de que habr nuevas singladuras y quin sabe, realmente as lo espero, nuevos libros. Romn Bono Guardiola. Febrero de 2010.

Romn Bono, Manchi es ingeniero naval, navegante veterano, pero sobre todo un gran amigo y compaero del mar.

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A mi padre, que de muy nio me ense a navegar. De la ceida a la empopada Siempre que sta se prestara... Yo tambin nac en el Mediterrneo... donde el viento siempre sopla de proa. Toda mi juventud la pas ciendo, bordo aqu, bordo all; para salir del puerto, para llegar a la baliza de barlovento, para regresar al Club de Regatas, para ir a Baleares, para volver de Tabarca... Hasta que, todava chaval, particip en mi primera regata ocenica. Aquello era extraordinario, casi rozando lo prohibido. Lanzados a favor de viento y mar, sin escoras, sin olas que mojan, mecidos con suavidad, veloces... un da y otro, y otro. Este libro va dedicado a los vientos que te impulsan, a las olas que te empujan, a las corrientes que te transportan... hasta las solitarias playas donde reina el cocotero.

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EL COMIENZO NAUFRAGADO (16 de octubre de 1997) Venga muchacho, aqu ya no hay nada ms que hacer! Toma la ltima foto y sube el ancla. Jess tena razn, desde la cubierta del PROTEUS ech un ltimo vistazo a mi destrozado velero YA VEREMOS, acostado encima del arrecife, con el mstil partido y las olas batiendo sobre el casco. Tres das antes navegaba alegre por las aguas del Caribe Venezolano; haba dejado los Roques para dirigirme al fondeadero de la isla de Aves, donde nunca llegara, al menos con el barco de una pieza. Una tormenta tropical me atrap navegando cerca de los rompientes, muy prximo a la ensenada protegida. El primer golpe de viento me destroz la vela de proa, arranqu el motor para separarme de las rocas y mientras luchaba por arriar la vela mayor el motor se par por llevar gasoil en mal estado. Las fuertes olas hicieron el resto, empujndome en unos pocos minutos al mortal arrecife coralino. El YA VEREMOS haba sido un velero de lneas finas, diseado para la alta competicin. Estaba construido en Kevlar y fibra de carbono; materiales ligeros que lo hacan veloz en navegacin pero frgil ante los impactos y el coral fue el enemigo que lo destruy. All terminaban los casi cuatro aos de vagabundeo por Brasil, Argentina y dems costa suramericana, para acabar en el arrecife de esta desierta isla caribea. Tras el primer impacto el agua hizo su aparicin en el interior de la cabina a travs de un boquete en el casco. Por suerte, con el agua por las rodillas, pude conectar a travs de la radio con Jess, otro navegante solitario que se encontraba con su velero por los alrededores y reclamarle auxilio, a partir de ese momento los aparatos dejaron de funcionar. Mis recuerdos se acumulan: balsa salvavidas, bsqueda de mis objetos personales, golpes por todos lados, y la ltima visin: en el interior del barco apareca un gran bloque de coral donde antes haba estado la mesa de navegacin. Jess tena razn; haba que marcharse de all. Cualquier cosa de valor haba quedado destruida, las olas entraban en el interior del velero expulsando de all cualquier objeto que flotara, desperdigndolo por el arrecife. Dos barcos de pesca venezolanos esperaban pacientes al otro lado del arrecife a que el mar calmase para comenzar el saqueo de lo que an quedara. Era lo habitual; la tradicin del mar, una ley no escrita.

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Por fin levantamos el ancla del PROTEUS y Jess dio la popa al arrecife donde abandonaba mi barco. Desenrollamos la vela de proa y comenzamos a navegar, ahora yo no era el capitn, sino un nufrago. Tardamos un tiempo en abandonar la isla, mi ltima visin que recuerdo de all fue la de uno de los peeros, pesquero venezolano, con el gnova tres de Kevlar, mi mejor vela, dispuesto sobre su cubierta a modo de toldo. Al da siguiente arribamos a la isla de Curazao, perteneciente a las Antillas Holandesas. Era un lugar ya civilizado, donde pude ponerme en contacto telefnico con mi familia, amigos y por supuesto, la compaa de seguros; si bien ya todos estaban al corriente del naufragio a travs de las ondas de radio de la Rueda de los Navegantes, el inestimable servicio que presta Rafael del Castillo y sus colaboradores. En Curazao tuve que visitar a los delegados de mi compaa de seguros para notificarles oficialmente del naufragio y ayudarles a elaborar el informe del siniestro. Aquella gente era competente; ya estaban al tanto de lo sucedido, hice mi declaracin, lo confirmaron estudiando los partes meteorolgicos e incluso sobrevolaron en avioneta la zona donde haba quedado mi barco, o lo que quedaba de l. Ya no tena mucho ms que hacer en el Caribe, pero el avin hacia Espaa va Venezuela no sala hasta diez das despus. Tendra que esperar a bordo del PROTEUS algo ms de tiempo. Al cabo de dos das lleg mi buen amigo Eduardo, que al enterarse de lo sucedido por la radio haba recorrido ms de doscientas millas para encontrarse conmigo y darme su psame. Eduardo Klenk es argentino, puro navegante solitario. l con su SAMSARA y yo con mi YA VEREMOS habamos navegado prcticamente juntos desde Buenos Aires, pasando por Brasil, Guayana Francesa, Surinam, Trinidad y Venezuela, separndonos en Puerto de la Cruz un par de semanas antes de mi naufragio. Fue reconfortante contar en aquellos das con la compaa de mis buenos amigos y compartir con ellos, algo entristecido, la celebracin de mi cuarenta aniversario. Pero los navegantes deben continuar camino. Eduardo regres a Venezuela para hacerse cargo de un yate que deba transportarlo a Estados Unidos; Jess quera reanudar su navegacin hacia Panam... Y fue entonces cuando conoca a Ron, un holands caribeo propietario de una pequea marina familiar en Spanish Water, la baha ms protegida de Curazao. Ron, tambin navegante, junto a su mujer Gourete y su hijo Zeno, me acogieron en su casa hasta el da de mi partida. Cuando vuelvas con tu nuevo barco sabes que tienes aqu un puesto de amarre, me dijeron al despedirme en el aeropuerto.

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EL REGRESO Fue realmente triste dejar el trpico y sobre todo alejarme definitivamente de la vida que haba estado llevando en los ltimos aos. El vuelo dur un da completo, haciendo escalas primero en Caracas y luego en Lisboa. En el aeropuerto de Barajas, ya en Madrid, esperaba mi amigo Lus Gil. -Vaya fro hace aqu! protest. -Claro! respondi mi amigo-. Nadie va por Madrid con bermudas y chancletas en el mes de noviembre. -Es que soy un nufrago! exclam-.Y los nufragos no vamos por ah hundindonos con trajecitos de Gucci como el tuyo. El despacho de Lus tena mejor temperatura y all esperamos a que llegara Fletcher de Santander, que como siempre vena con retraso. Nada ms abrir la puerta comenz a gritar: -Eres el peor navegante que existe! El YA VEREMOS destrozado en las rocas! Con lo que he trabajado yo en ese barco...! Y era verdad. Fletcher, que haba sido tripulante mo durante la poca de regatista, luego colabor y trabaj duro en el acondicionamiento del YA VEREMOS durante todo el verano y el otoo anterior a nuestra partida de Alicante, con el barco a medio terminar navegamos en psimas condiciones de confort desde la Pennsula hasta Canarias, donde poco a poco fuimos adecuando algo ms el YA VEREMOS. Cruzamos el Atlntico, recorrimos Brasil durante dos aos, llegamos hasta Argentina... pero desde all tuvo que regresar a Espaa, justo cuando el barco quedaba definitivamente terminado y ya era todo un placer navegar en l. Durante sus vacaciones vena a bordo, las ltimas fueron las del verano anterior, recorriendo las costas venezolanas. Un mes y medio despus de su regreso a Espaa el barco naufrag. -Bueno intervino Lus-, dejad de pelearos. Te he conseguido pantalones largos, un par de zapatos y una chaqueta de la empresa. Os invito a cenar. Qu quiere comer el nufrago? -Jamn! grit sin dudarlo-. Jamn y chorizo! Y salchichn tambin! Y vino para beber! Al da siguiente, muy nervioso pero armado de valor, fui a las oficinas de la aseguradora AXA para enterarme del trmite que seguira el expediente de mi siniestro. Me qued inmvil en la entrada de aquel enorme edificio. Haba perdido todo lo que tena, me senta como un pedigeo en la puerta de una iglesia, ni la ropa que llevaba era ma. No me haba planteado el futuro, mi cabeza an estaba a medias navegando por el Caribe, naufragando y caminando por las calles de un helado Madrid. Sent que estaba en manos de aquellos fros y calculadores administradores de los bienes ajenos. Nunca haba tenido cuestiones con seguros, y no confiaba demasiado en ellos. Una vez dentro, me atendi uno de los directivos:
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-Ya hemos recibido el informe pericial de nuestros agentes en Curazao en relacin a su caso. Lo lamento mucho dijo. -Lo lamenta?, qu es lo que lamenta? pregunt alterado. -Su naufragio, naturalmente. La prdida de su embarcacin respondi. -Y en cuanto a la pliza? inquir. -Bueno, segn el informe, se trata de un naufragio claro, es decir, sin mala fe por su parte y como la prdida ha sido total, AXA le abonar el valor estipulado en el contrato que tiene con la compaa explic el ejecutivo. Pasamos el resto de la maana comentando mi viaje, el desdichado final y mis supuestos planes futuros y al despedirnos aquel tipo me dijo: Espero que tengas buena suerte y por favor!, asegura tu prximo barco en nuestra compaa, tenemos que recuperar el dinero; pero, no vuelvas a hundirte! En unos das tendra dinero suficiente para comenzar una nueva vida, y surgi la inesperada pregunta: qu tipo de vida? Haba pasado los cuatro ltimos aos como vagabundo del mar y me haba sabido a poco. Me gustaba esa forma de vivir. Comprara un nuevo barco y continuara exactamente donde me haba quedado. Haba conseguido algo de dinero en efectivo, as que me compr ropa de invierno un poco ms alegre, ya que con la de Lus pareca un ejecutivo vendedor de alarmas, me desped de mis amigos y sub en el primer tren con destino a Alicante, donde esperaba mi familia. En Madrid ya no tena nada ms que hacer. Una semana despus recib una llamada, era mi amigo Miguel ngel Vzquez, mi agente de la aseguradora AXA en Alicante, que cuatro aos antes me convenci para formalizar la pliza con esta compaa. Sin su ayuda por este y por otros motivos, ahora no tendra aventura que contar. -Coca? Psate por la oficina, que tengo algo para ti. Escuchas? El champaa no hace falta que sea francs; un buen cava de etiqueta tambin puede valer... No tuve tiempo ni de responder, diez minutos despus llamaba al timbre de su puerta. BUSCANDO BARCO Era mitad de diciembre, bajaba en la estacin de tren en Torrelavega, Cantabria. Fletcher me estaba esperando. -Tienes todo listo? le pregunt. -Maana se cierra el instituto y comienzan mis vacaciones. Pasado maana nos pondremos en camino, la mquina est a punto respondi mi amigo.

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Haba convencido a Fletcher para recorrer la costa atlntica de Francia con la esperanza de encontrar el barco de mis sueos. Despus de los ltimos aos de navegacin y mi todava reciente experiencia, saba lo que buscaba. -Querido Fletcher: veo que tu neurona de cenutrio da muestras de desacierto le reprob-. Cmo quieres que recorramos las carreteras de media Europa en pleno invierno con esa porquera desvencijada de coche? -Ojito con lo que dices contest-. Mi to Nany acaba de hacerle una revisin y se encuentra en perfecto orden de combate. Te advierto que el Seat Panda es el orgullo de la ingeniera hispano-italiana; a pesar de sus aos todava hace puntas de noventa kilmetros por hora. Adems... el otro coche lo tiene mi hermano. Comenzamos el viaje con lluvia y fro, camino de la frontera con Francia. Fletcher empez preguntando: -Bueno, y ahora explcame: Qu es lo que estamos buscando?. Quiero un barco de doce metros de eslora, como el YA VEREMOS. Es el tamao ideal para navegar en solitario o como mximo dos personas, que tenga buena manga y bastante volumen interior; que est fabricado en acero y de pantoque vivo para que las reparaciones sean sencillas, con buen grosor de chapa, esta vez quiero que el barco sea ms duro que el coral. La orza ser abatible para poder navegar con poco agua debajo y poder varar en las playas; el mstil ha de ser fuerte y reforzado de jarcia... del resto ya me encargar yo. Los mejores especialistas en este tipo de barcos son los bretones, por eso vamos para all. Seguramente habr cientos de ellos... Y baratos! Durante veinte das visitamos docenas de puertos, marinas, varaderos, etctera, por toda la costa francesa, y an ms all. El destartalado coche, sin calefaccin, con los asientos rotos y desfondados, lo llevbamos lleno de revistas nuticas francesas con reseas de veleros en venta; bamos de un lado a otro sin encontrar el barco que se ajustara a lo que yo tena en mente. Regresamos desilusionados en ese aspecto, pero alegres por el divertido y desorganizado viaje que habamos realizado. Lleg el ao 1998 sin saber dnde conseguir mi nuevo barco, pero estaba seguro de que lo encontrara. Era mala poca para proseguir la bsqueda y el dinero empezaba a quemarme en el bolsillo. Me apunt a un curso de soldadura, pensando en las modificaciones que tendra que hacer en el casco de mi futuro barco. Pero cerca de casa haba un concesionario HarleyDavidson y cada vez me paraba ms tiempo mirando a travs del escaparate una Custom preciosa. Quiz haba llegado el momento de pasar de Vagabundo de los mares a ngel del Infierno. Le en una revista que unos barcos al estilo de lo que andaba buscando estaban a la venta en la isla de Mallorca. Tena que ir all. Saqu un par de
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billetes baratos en el ferry que hace la travesa Denia-Palma y telefone a un buen amigo y compaero de regatas: Chuchi? Soy Coca. Qu suerte tenemos!, Nos acaba de tocar un crucero de lujo por el Mediterrneo! Tampoco encontr all lo que quera; eran barcos grandes, caros y de concepcin diferente; veleros para el Mediterrneo. Al menos pasamos unos das inolvidables en compaa de antiguos compaeros de regatas. Corra el tiempo, ya saba el precio de la Harley, un poco cara, y llegaron las vacaciones de Semana Santa. Organic un viaje recorriendo la costa desde Alicante hasta el sur de Espaa. Mi amigo Chuchi sera el armador y patrn de una enorme furgoneta convertida temporalmente en chabola, propiedad de su fbrica; yo ira como tctico y navegante, sentado siempre a su lado; Fletcher, en todo momento acostado al fondo, sera el topo y encargado de cortar jamn que colgaba del techo segn nuestras demandas, el resto de la intendencia ira a cargo de la prima Eva. Una semana despus, tras visitar todo tipo de instalaciones nuticas, tabernas y garitos marineros, nos encontrbamos sentados alrededor de una mesa en la marisquera Romerijo del Puerto de Santa Mara; en ese momento Chuchi intervino diciendo: Hemos aprendido mucho sobre gambas y langostinos, pero del barco nada. Llevamos siete noches durmiendo en la furgoneta y creo que es momento de proponer una retirada. Lamentablemente yo tengo que currar y alguno ms tambin. Todos estuvimos de acuerdo. Para m este viaje no era sino la excusa para abandonar la bsqueda. Si el barco de mis sueos exista, no haba sido capaz de encontrarlo. La Harley se haba vendido, pero en la tienda me dijeron que en unos das llegara otra con mejores detalles. Tendra que verla; hay que tomarse estas cosas con calma. Fui a visitar a mi amigo Antonio en su velera, habamos navegado muchas millas juntos y siempre necesitaba alguna ayuda en su trabajo. Estando all me coment de pasada: -Ayer fui a llevar unas velas a Torrevieja y vi en el varadero del puerto el barco que ests buscando. -Antonio; no puedo creer que despus de todo lo que llevo viajado encuentre mi barco a menos de treinta kilmetros de casa le respond. -Esta tarde tengo que volver dijo-. Ven conmigo y de paso me echas una mano, pero te digo que si no es lo que buscas invito yo a los cafs. No tena nada que hacer y es divertido charlar con Antonio, as que le ayud a cargar en su furgoneta el material de trabajo y nos pusimos en camino hacia Torrevieja.

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Al terminar la faena fuimos al varadero y all, en seco, arrinconado, se encontraba el barco. Era una especie de tanque de doce metros, construido en acero, con orza abatible y timn bastante protegido; la pintura no estaba en buen estado pero tampoco se vea xido. No haba nadie por all, as que subimos a la cubierta; estaba muy sucia, con aspecto de abandono, pero me gustaba su disposicin y sobre todo se vea muy fuerte. Quise mirar en su interior y me di cuenta de que la escotilla de entrada estaba abierta, as que nos colamos dentro. Era increblemente espacioso pero el mobiliario estaba bastante deteriorado, pareca que nadie le haba hecho mantenimiento durante los ltimos aos; ola a humedad y podrido debido a la poca ventilacin, las colchonetas se deshacan al tocarlas y todo estaba lleno de porquera. Estuvimos revisando el barco hasta que se hizo de noche; el motor pareca nuevo y el mstil puesto en tierra al lado del barco era extremadamente slido y largo. Pero lo que ms llamaba la atencin era la extrema robustez de todo aquello: La chapa de fondo del casco tena diez milmetros de espesor! De la misma manera que entramos en el varadero nos fuimos. El barco tena el nombre medio borrado pero ya era tarde y no vi a nadie para poder preguntar sobre l. -Bueno, quin paga esos cafs? dijo Antonio. -De momento iremos a medias le contest-. Eso an no est claro. Al da siguiente me encontr por la calle a Miguel ngel, mi corredor de seguros. -Ya te has gastado el dinero de la prima que te he dado? me pregunt. -Err, No; todava lo tengo respond-. Hay una moto que me gusta... La verdad es que no encuentro barco. Bueno, ayer estuve en Torrevieja y quiz haya algo parecido a lo que busco... -En Torrevieja? interrumpi-. No ser en el varadero? -Pues s, all est dije-. Por qu lo preguntas? -El responsable de las instalaciones es muy amigo mo, tiene toda su infraestructura asegurada en la compaa. Vamos a llamarlo. Le di los datos del barco y Miguel ngel empez a telefonear. -S... s. Ya, claro, claro. Bueno, de acuerdo. Tomo nota. Yo se lo digo... cmo no iba diciendo mientras escriba en un papel-. Ms tarde te llamo. Hasta luego. -Bueno, qu te ha dicho? quise saber, ya nervioso. Miguel ngel sonrea. Se tom un tiempo antes de hablar. -Pagaras por el barco esta cifra? dijo a la vez que me pasaba un papel doblado. -No le falta algn cero? pregunt extraado al verla.

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-Est escrita correctamente continu diciendo-, si te interesa vete ahora al banco, saca el dinero y paga el barco cuanto antes. La duea est ahora en Torrevieja y quiere quitarse el barco de encima. Maana ser tarde. Aquello no poda ser, era demasiado rpido, no haba revisado el barco en profundidad. Las cosas no se hacen as; hay que meditarlas. Seguro que hay alguna trampa, el barco no estar en condiciones... Todo esto y mucho ms se agolpaba por mi cabeza mientras mi hermana y yo bamos camino de Torrevieja con una talega de billetes en el bolsillo. Mi hermana revis el contrato de compra-venta; todo correcto. Es bueno tener letrados en la familia. Formalic el pago, la reunin se disolvi y regresamos a Alicante. Volva a ser armador de un barco. Por cierto su nombre era ARCHIBALD. An tuve tiempo de ir a la velera de Antonio para invitarle al caf. EL ARCHIBALD Al da siguiente volva a Torrevieja. Por el camino pensaba: Ahora empezarn los disgustos. Al llegar al varadero un operario me pregunt: -Eres t el que ha comprado el barco de hierro? -Si seor le respond. -Pues dentro del hangar hay guardado bastante material suyo dijo el individuo. Fui a echar un vistazo y no pude creer lo que estaba viendo. Era realmente imposible que todo aquello cupiera en el barco: una Zodiac en bastante buen estado, dos motores fuera borda, una balsa salvavidas completa, otro bote inflable, una tabla de windsurf, dos sacos llenos de equipo para navegar en lugares fros, un montn de velas, cabos de todos los tamaos y colores, cartas de navegacin de medio mundo... pero sobre todo lo que ms me asombr era una caja llena de equipo electrnico de navegacin: GPS, radar, anemmetro, sonda, corredera, dos pilotos automticos, radios... slo aquello superaba por mucho lo que haba pagado por el barco. Le ped al responsable del varadero que enviara a un mecnico para que revisase el motor y luego echara el barco al agua. No saba cunto tiempo haba estado el motor parado, pero sonaba de maravilla, el barco flotaba y de momento aquello era ms que suficiente. Met todas aquellas cosas del hangar dentro del barco, entre todos los operarios pusimos el mstil en cubierta, soltamos amarras y junto con mi amigo Chuchi dejamos el puerto de Torrevieja camino de Alicante. Era la primera navegacin que haca con mi nuevo barco y la sensacin era como la de estar conduciendo un autobs. Llev el barco a las instalaciones del varadero MARINMED, que anteriormente haba sido un astillero donde se construan pesqueros en acero,

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sus empleados saban trabajar bien este material. Era, sin duda, el mejor lugar para hacer una revisin y posterior acondicionamiento. Una semana ms tarde supe que el varadero de Torrevieja haba hecho suspensin de pagos y cerrado sus instalaciones, los operarios estaban en la calle y los barcos que se encontraban all haban sido de momento confiscados. Por otro lado intent ponerme en contacto por carta con la antigua propietaria del barco, que al parecer haba enviudado poco tiempo atrs, para que me relatara cul haba sido la historia de mi nueva embarcacin; de dnde vena su chocante nombre, por qu lugares haba navegado, cmo haba llegado al varadero de Torrevieja... Pero nunca obtuve respuesta. Es ms, me devolvieron todas las cartas que envi. Era como si una nube de misterio hubiera envuelto el pasado del ARCHIBALD. Entre los papeles del barco, excepcionalmente todos en regla, no encontr ninguna factura, ni notas, ni recibos, ni ningn documento donde poder indagar algo. Tan slo saba que lo haba diseado un tal Caroff, acreditado en Francia por sus proyectos de embarcaciones para largas travesas y expediciones hacia altas latitudes, el modelo se denominaba Exploration y haba sido construido ocho aos antes en algn pequeo astillero de calderera de la Bretaa francesa. LOS TRABAJOS A BORDO En un principio quise cambiar el nombre del barco, pues no me gustaba mucho como sonaba, pero debido a lo complicado del trmite decid mantener el nombre de ARCHIBALD; era cuestin de acostumbrarse, sobre todo teniendo en cuenta su enigmtico pasado. Sin querer ser supersticioso, no pretenda romper aquella magia para que se volviera en mi contra. El barco fue sacado del agua y emplazado en las gradas del varadero. La primera tarea era comprobar si vala la pena invertir en renovar la embarcacin o si, por el contrario, se encontraba en situacin de firme candidato para la chatarrera. Hice arenar el casco para eliminar cualquier resquicio de xido y pintura antigua para poder observar el hierro vivo una vez pelado todo el barco. Existen modernos aparatos electrnicos para comprobar el grosor y deterioro de las chapas que forman el casco de una embarcacin de metal, pero yo eleg un sistema algo ms tradicional y, para m, de total confianza. Pepe, el contramaestre del varadero y encargado de la construccin de grandes pesqueros de acero que antao se haban fabricado en aquellas instalaciones, lleg con un pequeo martillo y fue golpeando distintos puntos del barco, escribiendo en ese mismo sitio unos jeroglficos ininteligibles con el lpiz que siempre llevaba sujeto en su oreja. Esta operacin se fue repitiendo durante casi dos horas sin comentario alguno. Al trmino Pepe dijo:
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Las chapas de la obra muerta son de cinco milmetros, igual que sta y sta otra. Las de la obra viva son de siete y la de fondo de diez, muy gruesa. Las soldaduras estn bien hechas, sin coqueras ni poros. Antonio, el soldador, tiene que repasar aqu, aqu y aqu, y echar un par de cordones para reforzar ah abajo, inform el contramaestre marcando la zona con su despuntado lpiz, devolvindolo de nuevo a su soporte habitual. -Pero... Y el hierro?, y las chapas?, el casco est bien? interrogu nervioso a aquel hombre tan seguro de s mismo. -Tiene algo de xido por el interior en esta parte de aqu, pero muy poco, entra en el barco y lo comprobars; es menos del cinco por ciento del espesor y la chapa es gruesa. Este barco t no te lo acabas. Mientras Antonio hace su trabajo que los chavales vayan preparando la imprimacin y que pinten el casco enseguida, antes de que el hierro empiece a oxidarse. Ahora vamos a tomar un caf concluy Pepe. El barco haba pasado su primer test tecnolgico de alta fiabilidad, esto me confirm que poda seguir invirtiendo en l. El siguiente paso era redisear el interior. La distribucin era bastante clsica: cuatro camarotes, saln, bao, cocina, mesa de navegacin y un pequeo paol para almacenar cabos y velas. Cuatro camarotes!, Estupendo!, podrs hacer chrter y ganar algunos durillos. Me coment un amigo. Chrter? Ya haba hecho charter y no quera el barco para eso. Iba a ser mi casa y no me gusta tener extraos en ella, as que para no albergar dudas sobre el asunto entr con un mazo y desmantel dos camarotes en menos de una hora, por suerte cuando iba a comenzar por el tercero estaba bastante cansado y no continu. Toda mi vida he navegado con tripulacin, sobre todo en regatas, entre siete y catorce personas, s lo que es la convivencia con varios individuos a bordo y los problemas que esto puede acarrear; esta vez sera distinto. Preparara el barco para navegar en solitario o como mucho con otro tripulante. Dejara slo dos camarotes para no tener la posibilidad de llevar ms gente a bordo. Hubiera seguido desguazando todo el interior, ya que no me pareca muy funcional su diseo y distribucin, pero decid hacerlo ms adelante, poco a poco. An no estaba seguro si el ARCHIBALD era el barco de mis sueos, realmente no lo haba probado en navegacin, sobre todo a vela, y tena mis dudas sobre su comportamiento. A lo mejor es una patata que no se mueve del sitio ni con un temporal pens-. Lo ms indicado sera hacer una navegacin de prueba antes de entregar toda mi energa y dinero a esta Caja Fuerte. En cualquier caso eran necesarias un mnimo de reformas, tanto en el exterior como en el interior, sobre todo reacondicionar el nuevo espacio al liberarme de aquellos dos intiles camarotes. Hara un espacioso almacn

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donde estibara todo tipo de repuestos, bicicleta y trastos esenciales para largas navegaciones y vida a bordo. En el otro espacio emplazara un gran taller, equipado con todo tipo de herramientas para solventar por m mismo cualquier eventualidad. La cubierta, ya despejada de la porquera acumulada, se vea en buen estado, pero la distribucin de la maniobra pareca diseada por un enemigo visceral de toda navegacin. Hubo que desmontar, replantear, simplificar e instalar de nuevo la ubicacin de poleas, molinetes, mordazas, arraigos, cornamusas, etctera, dndole, quiz, un aspecto ms... competitivo. En el interior, despus de limpiar todo y sanear el hierro de la zona del bao donde Pepe haba supuesto que haba algo de xido, comprob la gran amplitud de la cmara; Esto no es un barco, es una casa, me dije. En poco ms de una semana ya tena dispuesto el taller: una gran mesa de trabajo de casi dos metros de larga chapada en aluminio, con varios armarios y cajones donde ya se estibaba la herramienta y encima de ella, firmemente sujeto, un taladro de columna, un gran tornillo de banco y hasta un pequeo torno para fabricar y repasar piezas complicadas. Esto sera el alma del ARCHIBALD, de donde saldran los remedios a problemas mecnicos surgidos durante mi prximo viaje. Pero faltaba un detalle importante que no puede faltar en un taller de confianza. Dos das despus colgu con orgullo un viejo calendario, dos aos atrasado, donde apareca una foto de una chica rubia mostrando sus opulentos pechos desnudos, subida encima de un monstruoso motor. Debajo se poda leer: RECTIFICADOS DAV. Mi taller estaba completo y listo para comenzar a producir soluciones. All pasara una gran parte del tiempo durante los prximos aos. A continuacin haba que reformar la cubierta, hacindola ms cmoda y funcional, cambiando las ubicaciones de los herrajes y dotndola de un gran prtico de acero inoxidable en popa. All iran dispuestas las placas solares, generadores elicos, antenas de todo tipo y el arraigo para el toldo de baera, algo imprescindible en navegacin. Una tarde miraba al ARCHIBALD desde una ventana de las oficinas del varadero. Todo el barco estaba pintado de imprimacin gris a la espera de recibir las capas de acabado. -Una mole de hierro de doce metros, pintado de gris... es como un tanque pensaba-. Pero el prtico de popa y tanto molinete en cubierta le da un aspecto ms competitivo... y como ahora slo tiene dos camarotes... Soy el feliz propietario de un tanque deportivo de dos plazas! El verano de 1998 comenzaba y el barco segua bastante retrasado. De Cantabria lleg Fletcher para echarme una mano durante sus vacaciones, pero la lista de trabajos por hacer era interminable. Si no quera perder los vientos Alisios del Atlntico, en diciembre deba estar ya por los alrededores
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de Canarias. Mi obsesin era llegar a isla de Aves, Venezuela, para continuar donde me haba quedado un ao antes. A partir de ah... ya vera donde ir. En octubre botamos el barco con su mstil totalmente revisado. No se vea ni una gota de agua en la sentina y el motor funcionaba perfectamente. No se poda pedir ms. En noviembre llegaron las velas nuevas y se instal un segundo enrollador de gnova. La jarcia del mstil se haba renovado y reforzado con ms obencadura. Durante mi vida nutica y hasta la fecha haba perdido siete mstiles y conoca la grave situacin que se presenta cuando desarbolas; ya no estaba en mis planes volver a repetir, de hecho era un vicio que me quera quitar. Los equipos electrnicos, todos supuestamente revisados, daban problemas, sobre todo los pilotos automticos: uno funcionaba cuando quera, y era generalmente cuando el tcnico estaba presente, otro tena problemas de calibracin y un tercero, de escasa potencia y slo utilizable en caso de emergencia, ni lo haba probado. La radio BLU, nuestro contacto con tierra en mar abierto, no sintonizaba correctamente y las visitas de los tcnicos, por acumulacin de trabajo, cada vez se espaciaban ms. En diciembre tena ya tripulacin: Antonio, mi velero, solucionador de lo insolucionable, gran amigo y compaero de navegaciones vendra en esta primera travesa. Habamos cruzado juntos el Atlntico en una anterior ocasin a bordo del YA VEREMOS y saba que era un buen camarada de travesa. Tambin embarcara Vctor, otro colega de mar y tierra: Dormir en el saln, cocinar, har la peor guardia... me da igual, pero yo tambin voy, sentenci Vctor, inamovible, ya en la cubierta del ARCHIBALD. Las primeras semanas de diciembre pasaron rpidamente, como un suspiro. Antonio y Vctor dejaron temporalmente sus trabajos para echar una mano ante cualquier menester a bordo del ARCHIBALD. Herramientas esparcidas por cubierta, repuestos y accesorios sin estibar, bidones de gasoil por todos lados; y en el interior el caos era total, algo indescriptible. El quince del mismo mes fuimos a hacer la compra de la comida: la expresin Como para un regimiento se quedaba corta. Aos despus an rodaban por olvidados escondrijos latas de lentejas y fabada. Se marc el 17 de diciembre como la fecha de la partida. Tras las despedidas de familiares y amigos, vimos que los pilotos automticos principales del barco se haban puesto de acuerdo para dejar de funcionar a la vez. Suspendimos pues la partida y volvimos a telefonear al tcnico. Dos das despus y pasando de nuevo por las consabidas despedidas comprobamos con horror que una fuga en el depsito de agua potable haba inundado la sentina. No hubo ms remedio que repararlo.

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A veces la Divina Providencia nos indica el camino hacia una correcta eleccin, pero la energa e ilusin de Vctor nos oblig, tanto a Antonio como a m a continuar intentando la marcha. Tras otras dos tentativas fallidas, con las consiguientes despedidas y ya con muy pocos seguidores incondicionales, el barco se encontraba definitivamente listo, o casi. Por si acaso eran las despedidas lo que nos impeda partir, el veinticuatro de diciembre, Nochebuena, informamos de nuestra marcha precipitada, pero no fue as. Cenamos a bordo todava amarrados al muelle del varadero y al amanecer del da siguiente, Navidad, sin nadie que nos despidiera, soltbamos amarras para dirigirnos a... EN NAVEGACIN Un suave Levante invernal nos sac de la baha de Alicante poniendo rumbo Sur. Era la primera vez que navegaba a vela en el ARCHIBALD. No era rpido al ser de por s un barco pesado, pero tena un navegar seguro y potente, capaz de llegar hasta el Fin del Mundo. No tenamos planes, los tres estbamos descubriendo lo que el ARCHIBALD nos tena reservado. Navegaramos hasta que l dijera basta... La siguiente noche empez a hablar. Habamos rebasado Cartagena cuando anocheci. Estbamos los tres cenando algo en el interior cuando un ruido extrao nos hizo salir a cubierta: el pasador que une la botavara con el mstil se haba salido de su alojamiento, golpeando sta todo lo que tena a su alcance. Antonio desconect el piloto y se puso al timn, mientras que Vctor y yo aferramos la vela mayor y sustituimos temporalmente el inexistente pasador por un grueso destornillador, al da siguiente lo repondramos de manera definitiva, pero al volver al gobierno automtico, el piloto se declar en huelga. Pasamos al sustituto. Sobre la media noche Antonio me despert exaltado: -Coca, la sentina est llena, hay una va de agua! Vctor tambin estaba en pie, muy nervioso, a punto de echar al agua la balsa salvavidas. Ech un vistazo: realmente la sentina estaba llena de agua, pero antes de poner en funcionamiento las bombas la prob, Era agua dulce! Antonio diriga el barco a todo motor hacia el puerto de Garrucha y Vctor, muy nervioso, luchaba por arriar la vela mayor. -Tranquilos! grit-. No hay ninguna va de agua; o tenemos una fuente a bordo, cosa poco probable, o se han vuelto a vaciar los depsitos de agua potable. Estos depsitos eran de plstico flexible, de buena calidad y diseados especialmente para este fin, pero su ubicacin no era la adecuada y una de
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sus conexiones se separaba del depsito con el balaceo del barco, dejando escapar todo el lquido. Continuamos camino ya que tenamos agua de reserva al menos para llegar hasta Gibraltar, all repararamos definitivamente los depsitos. La noche era clara, fra y sin viento, por lo que seguimos a motor con la mayor izada para estabilizar el barco. Al menos tendramos una noche tranquila. A la maana siguiente, justo durante el desayuno, vimos como los rayos del sol daban un giro completo en el interior del barco. Salimos a cubierta y no era el sol el que giraba, sino el barco. El segundo piloto se haba rendido. Por suerte an tenamos un tercer piloto, pero decidimos reservarlo y gobernar a mano; ya que el da, aunque fro, era soleado y apeteca estar en cubierta, disfrutando de la costa y un mar en calma. Vctor fue timonel en la primera guardia. Cuando Antonio se puso al timn coment: -Parece que el timn va ms duro que ayer. Quiz sea el motivo por lo que los pilotos no quieran trabajar. -Ya ests buscando tres pies al gato, Antonio! repliqu-. T mismo fabricaste los casquillos de bronce para reemplazar los de nylon y evitar las dilataciones. El timn va bien! Pero no era cierto. El timn iba duro. Ya lo estaba en puerto y ahora lo senta an ms. Este ya era un problema grave. No podamos quedarnos sin timn, a pesar de ser un mecanismo sencillo y seguramente fcil de reparar. Mentalmente recorr toda la instalacin y llegu a la conclusin de que era necesario sacar el barco del agua para solventarlo. Otro trabajo quiz para Gibraltar. Lleg la tercera noche, con viento en calma y fro, mucho fro. Tres horas de guardia al timn, sin posibilidad de bajar un rato al clido interior para hacerse un reconfortante caf es tiempo ms que suficiente para meditar y al amanecer, frente a Cabo de Gata, hubo reunin de tripulantes a bordo. Creo que es el momento de replantearse el viaje comenz diciendo Antonio-. De momento y con el mar en calma todo es muy bonito, salvo lo del timn, pero, y si llegando a Gibraltar nos entra, que nos entrar, un fuerte temporal, aun viniendo favorablemente de popa? Qu problemas tendremos entonces? Pienso que lo mejor sera regresar ahora que an estamos cerca de casa. El barco no est todava preparado para una larga travesa. Vctor haca gestos afirmativos detrs de la rueda del timn, lleno de gorros, bufandas y con las gafas empaadas por su respiracin. Haba que rendirse ante la evidencia: lo ms sensato era dar media vuelta. La calma de mar y viento nos acompa durante todo el regreso, pero las calamidades no haban terminado. Dos das despus, de noche cerrada y

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llegando a las instalaciones del varadero, ya en el puerto, di marcha atrs al motor para disminuir la arrancada y poder amarrar la popa al muelle. El barco no paraba, as que met gas a fondo. Cul no sera mi sorpresa cuando, lejos de ir atrs, el ARCHIBALD arranc como una locomotora avante, direccin hacia la escollera de rocas que tenamos a escasos metros. Antonio y Vctor se me quedaron mirando como bhos sin decir palabra alguna y yo vi con horror y ante la imposibilidad de parar el barco, cmo ste, al tener su orza abatida y dentro de su alojamiento, suba por la escollera golpeando aquellos bloques de piedra hasta casi salir del mar para caer de nuevo al agua. En ese momento reduje las revoluciones y el barco empez a caminar ya ms lentamente. Salt hasta el motor y comprob lo que me tema: el cable del cambio de marcha se haba soltado quedando el motor en posicin de avante. Con la mano puse la palanca en posicin neutral y la hlice dej de girar. En silencio amarramos el barco y Vctor, que haba estado en proa durante la maniobra, rompi el hielo diciendo: Por un momento pens que me iba a dar la farola del puerto en la cabeza, hemos subido casi toda la escollera. Todos remos ya ms relajados. Este viaje por fin haba concluido. Al da siguiente me ech al agua para comprobar si haba algn desperfecto en el casco; ni un rasguo en el hierro, tan slo un raspado en la pintura de poco ms de medio metro. Esto me dio confianza, tal vez el susto haba valido la pena. Ahora saba con certeza que mi barco era muy slido. Lo que yo haba estado buscando: al contrario que el YA VEREMOS, mi ARCHIBALD con seguridad era ms duro que el coral. La Divina Providencia haba sido contundente con nosotros, nos demostr que no era momento de partir, creo que tal vez se excedi un poco, pero todos habamos entendido perfectamente el mensaje. Ya era tarde para reparar los desperfectos, tomar mejores medidas y volver a intentarlo. Todos estbamos ya muy cansados. Cerr el barco y nos fuimos a pasar el resto de las fiestas con nuestras respectivas familias. Dedicara el invierno a mejorar el ARCHIBALD en todos los aspectos, un ao ms no tendra importancia. Los tres nos comprometimos a intentarlo de nuevo en la siguiente temporada. Por suerte o por desgracia Vctor no podra venir; tantas despedidas frustradas haban dado como resultado el embarazo de su mujer. Bueno, la influencia de Coca y su barco ha servido para que Victoria haya sacado sus ojos azules, comentaba sonriente Dolo, su esposa, un ao despus. El quince de enero de 1999 un fuerte temporal castigaba duramente las Islas Canarias y sus alrededores, destrozando el puerto de Las Palmas y produciendo graves daos en las embarcaciones que por all se encontraban.
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No haba que hacer muchas conjeturas, con toda seguridad hubiramos estado en el peor sitio justo en el peor momento; ese temporal llevaba nuestro nombre. OTRA VEZ EN VARADERO A primeros de ao regres de nuevo al varadero donde se hallaba el barco y despus de las consabidas explicaciones entr en el ARCHIBALD. Todo haba quedado tal y como lo dejamos a nuestro regreso. Cmo podamos haber navegado as? Me pregunt. Dentro del barco la desorganizacin era total; repuestos de motor junto con latas de conserva, el motor fueraborda sujeto a la cocina, cajas y ms cajas llenas de cosas dispares ocupaban prcticamente todos los lugares de paso. Estaba claro que, ya ms relajado, vea de otra manera la locura que habamos estado a punto de hacer. Tena ahora casi un ao por delante, as que decid tomarme las cosas con calma. Durante dos das fui vaciando y reorganizando el ARCHIBALD, luego, con calma, redact una enorme lista de trabajos ordenada y lgica. Lo primero era encargar la fabricacin de dos grandes depsitos de acero inoxidable para el agua dulce, desmontar de nuevo los pilotos para que el tcnico los reparase definitivamente y luego... comenzar a trabajar e ir tachando cosas de la interminable lista. Habra tiempo suficiente. EN EL QUIRFANO A mediados de invierno me hice un chequeo mdico, todo estaba correcto, y hablando con un amigo de la profesin surgi el polmico ataque de apendicitis. Yo no estaba operado pero haba antecedentes en mi familia y siempre haba tenido un cierto recelo al respecto. -No es algo congnito ni hereditario y a tu edad es bastante improbable que tengas un ataque me explicaba mi amigo doctor. -Pero yo he ledo... me han dicho... si me pasa en medio del mar... argumentaba yo. -Te quieres operar? No te preocupes ataj el mdico. Un par de das despus llam mi amigo: -Coca? No cenes esta noche ni desayunes maana. A eso de las diez te presentas en Urgencias del hospital diciendo tu nombre y que tienes apendicitis. Al da siguiente, a la hora convenida llegu a Urgencias: -Buenas, me llamo Jos Mara Ripoll y... -Ah, s, el voluntario de apendicitis. Pasa, pasa; te estn esperando.

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Entr en una sala donde estaba mi mdico y otros colegas tambin amigos, todos muertos de la risa. Me prepararon y me hicieron tumbar en una camilla. -Adems del apndice qu ms quiere el seor? interrogaban con irona. Fimosis, amgdalas, menisco, un poco de liposuccin? -Yo... apendicitis... slo... La anestesia comenzaba a hacer su efecto. Tras un da en el hospital y quince de reposo en casa de mi madre ya estaba de nuevo listo para continuar las tareas en el ARCHIBALD, ahora con una preocupacin menos, tanto en mi abdomen como en mi cabeza. LA PREPARACIN Los trabajos en el ARCHIBALD siguieron como se haba previsto. En primavera saqu el barco del agua, desmont el timn y comprob que el problema estaba producido por un desajuste en la alineacin de los soportes, al parecer la dilatacin de la chapa derivada de una soldadura cercana haba variado la posicin de un anclaje. Lo rectifiqu y el timn ya giraba de una banda a la otra tan suave como la seda. Las reformas en el interior de la embarcacin concluyeron, mejor la estiba de los repuestos y accesorios y todo pareca ms cmodo y confortable. A principios de verano lleg Fletcher ayudndome a concluir detalles, instalar los pilotos bien revisados y acondicionando otra vez el barco para navegar. En los ltimos das de julio y antes de que cerrara el varadero por vacaciones el ARCHIBALD fue de nuevo al agua. Esta vez quera comprobar que las modificaciones y reparaciones realizadas daran el resultado deseado. No iba a ser una prueba definitiva, pues las condiciones en el Mediterrneo en verano, salvo contadas ocasiones, eran de poco viento o calma, pero tambin nos apeteca recordar un poco nuestra anterior vida de vagabundos con el YA VEREMOS, as que compramos algo de comida y el uno de agosto dejbamos el varadero poniendo rumbo a las Islas Baleares. A esta navegacin vino Eva, ya implicada antes en la bsqueda de barco, cuando todava me encontraba en la situacin de nufrago. Recorrimos Ibiza, Mallorca y Menorca, siempre con poco viento, usando bastante el motor. A mediados de agosto ya estbamos de regreso, sin haber tenido un viento digno de mencin. Tras algunos ajustes, compras y unos das de descanso el 18 de agosto de 1999 Fletcher y yo abandonamos Alicante poniendo rumbo Sur. Esta vez slo Eva vino a despedirnos.

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LA PARTIDA El buen tiempo veraniego con escaso viento nos fue acompaando por toda la costa espaola, camino del Atlntico. Tras un da de descanso en las costas de Almera, donde mi hermana, cuado y sobrino pasaban las vacaciones, pusimos rumbo directo al Estrecho de Gibraltar, a la espera de alguna gratificante brisa de Levante y poder dejar de or el montono ruido del motor, pero sta no llegaba nunca. A media maana del da siguiente, como siempre sin viento y la mar lisa como un estanque, Fletcher divis un punto en el horizonte, justo hacia donde nos dirigamos. -Qu ser eso de all? pregunt mi amigo. -Por esta zona? Una patera, seguro -respond en broma. Pero al acercarnos cada vez ms empec a tener dudas. De repente, aquella mancha fija en el mar se puso en movimiento y a toda velocidad se dirigi hacia nuestro encuentro. En efecto, era una patera. Una veintena de africanos, en su mayora mujeres y nios, abarrotaban una enorme Zodiac negra, provista de un potente motor. No dao, no dao, no polisia gritaban, mientras trataban de asirse a la borda del ARCHIBALD. De alguna manera les hicimos entender que el barco era propiedad privada. El que pareca responsable de la expedicin, un negro corpulento situado a los mandos del fueraborda empez a pedir gasolina. Dej caer por la borda un bidn de veinticinco litros que llevaba amarrado sobre cubierta a la vez que Fletcher hizo lo mismo con una enorme sanda y el contenido de una bolsa de fruta. Los ocupantes de la patera se entretuvieron en sacar del agua nuestros regalos, separndose del ARCHIBALD, para continuar nuestro camino a todo motor. -Qu haba en el bidn?, Gasolina? Quiso averiguar Fletcher. -No respond-, era agua. Seguro que les ser ms necesario, gasolina tienen de sobra. Nos habamos separado bastante de ellos, pero arrancaron el motor y empezaron a aproximarse de nuevo. Cuando se encontraban ya cerca cambiaron bruscamente de rumbo y a su mxima velocidad desaparecieron por el horizonte en unos minutos. -Qu se les habr pasado por la cabeza ahora? pregunt mi amigo. -Habrn pensado que hemos llamado a polica y estn poniendo millas por medio. -Y qu hacemos ahora? -Pues justamente eso expliqu. Llamaremos por radio al Servicio Costero e informaremos de lo que nos ha pasado dando nuestra posicin. Navegbamos a treinta millas de costa y la radio VHF no tena suficiente alcance para poder comunicar con la estacin de Almera, la potente BLU

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segua dando problemas y no la llevaba instalada, a la espera de repararla en Canarias, y por supuesto los telfonos mviles no tenan cobertura. Aquellos pobres diablos pasaran el da bajo el fuerte sol de agosto, alejados de la costa, esperando la noche, para desembarcar bajo la oscuridad en cualquier playa perdida de la costa almeriense. Pasamos el resto del da callados, meditando sobre lo ocurrido, sobre el futuro de aquellas personas cargadas de sueos y esperanzas pero con muy escasas posibilidades de subsistir dignamente en el mundo al que se dirigan. Al anochecer una densa niebla se cerr ante nosotros, algo tpico en verano dentro de la zona cercana al Estrecho, pero nos hallbamos en plena ruta de mercantes y pronto empezamos a or sus sirenas. -Es mejor que nos quitemos de en medio, no me gustara ver salir de la niebla la proa de un trasatlntico a un par de metros de nosotros -sugiri Fletcher. Variamos pues nuestro rumbo dirigindonos a costa. Al rato comenz a fallar el motor, pero el litoral ya estaba cerca. -Y tan cerca exclam Fletcher-. Si estoy escuchando msica de discoteca! Ech un vistazo a la sonda y marcaba Cinco metros de profundidad! Entre la niebla y la preocupacin por el motor no haba prestado atencin a la navegacin. Par el barco y dije a Fletcher: -No vamos a continuar; hay muy poco fondo, no se ve nada y el motor falla. Como el mar est totalmente en calma vamos a echar el ancla y maana ser otro da -conclu. Al da siguiente la niebla fue poco a poco levantando. Estbamos fondeados muy cerca de la playa, a pocas millas de Puerto Bans. Mientras Fletcher preparaba un caf revis el motor; el problema deba estar en la toma de combustible. Ech un vistazo a los filtros, purgu el sistema y el motor arranc como siempre. Levantamos el ancla y en aquel mar calmado seguimos camino. Al rato de nuevo empez a fallar el motor hasta que de repente se par. No soplaba ni una gota de viento, por lo que el ARCHIBALD se qued totalmente parado. -Qu hacemos ahora? Preguntaba Fletcher-. As no vamos a ningn lado y no parece que vaya a entrar viento. -El Problema seguramente est en el circuito de gasoil, hay que revisarlo completamente. No es serio pero no me parece buena idea desmontar todo aqu, en medio del mar. Podamos hacer una conexin directa a un bidn, pero antes voy a hacer una llamada de telfono. A los pocos minutos le dije a Fletcher:

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-Qu te parece pasar un par de das en Puerto Bans? Un buen amigo nos ofrece un puesto de amarre, en quince minutos viene a por nosotros. Y as fue. Nos encontrbamos frente a dicho puerto cuando Pepe Snchez, profesional de la nutica y buen compaero del mar lleg con una potente lancha remolcndonos hasta el mismo atraque. Podis quedaros un par de das, no hay problema. Reparad bien el motor, que os har falta. Nos vemos maana, dijo Pepe despidindose. Hay que tener amigos hasta en el infierno. Aquella tarde no hicimos mucho ms a bordo. Nos duchamos y salimos a cenar por el entorno, rodeados de famosos y coches de lujo, y tras unas cuantas copas en los bares de moda nos fuimos a dormir... un poco ms pobres. Al da siguiente revis el circuito de gasoil y descubr un pequeo poro por donde entraba aire. Sustitu todo el tubo y el motor volvi a funcionar de maravilla. Aquella tarde nos encontramos con otro navegante, Eugenio Pire, que con su barco TORO, un motovelero de quince metros, preparaba su nuevo viaje: -Dnde vas a ir ahora, Eugenio? pregunt. -Al Amazonas. Vamos a filmar un documental sobre la deforestacin. Y t? -Pues de momento a Canarias y luego al Caribe. An no tengo una idea concreta. -Entonces nos veremos en Las Palmas, estar por all en un mes. Pasamos la jornada con este amigo y buen navegante, echando una mano en su barco a la vez que compartamos unas cervezas. Al da siguiente fuimos a despedirnos de Pepe dndole las gracias por su ayuda. -Ha sido un placer. Escribidme cuando lleguis a Amrica. Y seguimos camino hacia Gibraltar. Tras dos das de escala en el Pen ingls, hacer las compras de rigor, llenar de gasoil y ante una buena meteorologa, dejamos la Pennsula para cruzar la puerta que deja atrs el Mediterrneo y adentrarnos en el ocano Atlntico. EN EL OCANO Un fresco Levante nos sac del Estrecho a buena velocidad y empezamos a bordear la costa africana hasta poner rumbo al archipilago canario. El viento segua acompandonos, ya algo ms suave, pero siempre empujando por popa. Arriamos la vela mayor y desenrollamos el segundo gnova, atangonndolo al igual que su gemelo. De esta manera, con las dos velas de proa desplegadas al igual que las alas de una paloma, empezamos a tragar

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millas hacia nuestro destino. No poda ser tan perfecto y aquella noche el primer piloto electrnico dej de funcionar, por lo que pasamos al segundo. Cinco das tardamos en llegar hasta nuestro primer destino, la isla de Lanzarote. El viento siempre nos acompa soplando a favor sin mucha intensidad. Las jornadas las disfrutbamos leyendo, pescando y durmiendo; acomodndonos de nuevo al casi olvidado ritmo de navegacin tropical. La tarde del ltimo da de agosto Lanzarote surgi por la proa. LAS CANARIAS Fondeamos en el puerto de Naos, en la ciudad de Arrecife, Lanzarote. Al da siguiente desembarcamos y como cualquier otro turista, alquilamos un coche para visitar la isla. Fletcher no la conoca, as que hicimos la tpica ruta que lleva a los lugares ms significativos: Jameos del Agua, Cueva de los Verdes, casa de Jorge Manrique, parque de Timanfaya, etctera. para terminar cenando en un buen restaurante y celebrar la primera travesa ocenica del ARCHIBALD. Dejamos Lanzarote para dirigirnos a la isla de Las Palmas, fin de la primera etapa de este viaje y final de las vacaciones de Fletcher, las clases iban a empezar y no tena ms remedio que ocupar su plaza de profesor. Esta ltima travesa no tuvo pormenores salvo la rotura del segundo piloto automtico que an quedaba en servicio. Esto era algo que empezaba a preocuparme. No poda cruzar el Atlntico con este dudoso material; o quedaba reparado con fiabilidad o tendra que comprar un piloto nuevo, algo que a la contabilidad de a bordo no le iba a hacer ninguna gracia. Una vez en Las Palmas fuimos a visitar a mi buen amigo Rafael del Castillo, buen marino y sobre todo gran radioaficionado, responsable de la Rueda de los Navegantes. -Bueno Coca deca Rafael-, ya tienes barco nuevo. Lo ms importante es que instales bien la radio, no puedes ir por ah sin contacto con tierra. En cuanto a los pilotos no te preocupes, Michel los reparar. Es el mejor. Yo albergaba serias dudas en cuanto a aquello, pero no haba ms remedio que intentarlo todo. Fletcher regres a su tierra y yo qued solo con los problemas de a bordo. De nuevo haba confeccionado una extensa lista de trabajos y compras por hacer, pero tena dos meses enteros por delante, tiempo ms que suficiente, o al menos eso pensaba. Lo primero que hice fue llevar a revisar la radio a la casa ICOM, en Alicante me haban dicho que funcionaba correctamente, pero yo no me fiaba ni un pelo. Lo segundo fue localizar al tal Michel para ver que poda hacer con los pilotos.
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Michel es un francs que lleg con su barco a Las Palmas, conoci a una canaria y ech races. Es un personaje fuera de lo comn, fue tcnico electrnico en submarinos nucleares, ha escrito varios libros sobre electrnica y acepta trabajar si a su pequeo perro Turbo le cae bien el cliente, por suerte a mi me gustan los perros y viceversa. Despus de tomar un caf a bordo le mostr los pilotos y relat todo lo sucedido al respecto. -S, bueno. Eso es de la placa... a ver este diodo... Vale. Psame el soldador... vamos comprobar con el tester... Este ya est. Vamos a ver el otro... Michel hablaba para s mismo, enfrascado con los terminales electrnicos al fondo de la popa. -Los pilotos ya estn funcionando y no te darn ms problemas, tenan unos circuitos en mal estado... Y ahora hazme caso, tanto para los pilotos como para la electrnica en general: No la apagues nunca!, lo que estropea los aparatos es el conectar y desconectar, -asegur Michel. Diez aos despus y miles de millas navegadas, los pilotos siguen funcionando como Michel los dej aquel da, y siempre encendidos. Despus de los pilotos revis el resto de la electrnica. Al trmino le pregunt cuanto le deba: - Mmmm... dame cinco mil pesetas. (En aquella poca an era la moneda en curso) -Cinco mil pesetas! me dije-. Y haba pagado cerca de cien mil a varios tcnicos para llegar hasta aqu, con los aparatos defectuosos! Ese da invit a comer a Michel, durante el tiempo que estuve en Las Palmas vino varias veces a tomar caf al ARCHIBALD e incluso le ayud en las reparaciones de otros barcos. De todo aquello surgi una buena amistad que dura hasta hoy y cada vez que voy a Las Palmas hago que Michel pase su mano por todos los equipos. Es un gur de la electrnica. El segundo problema pendiente era la radio BLU, un equipo caro pero necesario para las navegaciones de altura. A los pocos das me llamaron de los laboratorios electrnicos de la compaa ICOM para decirme que la radio estaba en mal estado; un fallo intermitente desajustaba el aparato, siendo imposible localizar el problema. La compra de un equipo nuevo estaba fuera de mi alcance, pero por otro lado dejar Canarias sin una radio BLU era una imprudencia por mi parte. La solucin vino por parte de los mismos operarios de ICOM Radio Pesca. Al verme tan abatido me ofrecieron un equipo de segunda mano en buen estado de funcionamiento; a cambio tendra que echar una mano en los montajes de nuevos aparatos a bordo de otros veleros. Desde entonces me ata una gran amistad con Antonio Marrero, responsable de la divisin nutica de Radio Pesca y sobre todo con Lacho Cabrera, el comercial que primeramente me atendi y ayud en todo lo que estaba en su mano. Nunca hemos perdido el contacto y siempre que arribo

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por Las Palmas no dejo de visitarle y compartir con l unas buenas y tpicas tapas canarias. El equipo que recib de mis amigos provena de un pesquero que renov su material de radio. Tras unos ajustes funcion con una gran potencia y nitidez a lo largo de toda mi travesa, incluso durante los contactos con Espaa desde las antpodas, no se poda pedir ms. La radio BLU, obligatoria por ley, es prcticamente imprescindible a bordo de un barco que realice largas singladuras. No solamente por seguridad, sino tambin por las comunicaciones con tierra, contactos con otros veleros, radioaficionados, amigos, emisoras comerciales, tales como Radio Exterior de Espaa, BBC, etctera. Llega a ser el centro de atencin durante un largo viaje ocenico y an hay ms: conectada a mi ordenador porttil reciba mapas e informacin meteorolgica, Avisos a los Navegantes y ya ms adelante, intercalando un modem, consegu tener e-mail a bordo. Durante los dos meses de estancia en Las Palmas recib varias visitas que animaban las montonas jornadas de trabajos a bordo, sobre todo la de Eva, que consigui sacarme de las instalaciones del puerto para conocer mejor la isla, baarme en varias de sus maravillosas playas, ir al cine y cenar en algunos de los tpicos restaurantes que rodean Las Canteras. Tambin agradec la compaa de mi padre, que aguant casi un mes la desorganizacin del ARCHIBALD, invitndome a comer mens caseros en lugar de pan duro y fuet seco o pat barato, usando un destornillador por tenedor, sin olvidar su inestimable ayuda econmica en el pago de algunas dolorosas facturas que llegaban de improviso... Entrado el mes de noviembre comenzaron a llegar un sinfn de veleros para tomar parte en la regata transatlntica ARC, entre ellos varios conocidos: ALDO, de Juan Manero, ARES de Paco Lled y TARTARUGA de Gabriel y Alberto, los tres barcos de Alicante. Ms tarde se unira a la pea el TORO, con el que antes haba coincidido en Puerto Bans. Otra vez volva a sentirme como en casa, con las tareas del ARCHIBALD ya prcticamente acabadas, pasaba el da mareando de un barco a otro, en todo momento dispuesto a aceptar la invitacin de una taza de caf, cerveza... o lo que fuese, salvo en el ALDO, que nunca haba de nada y por contra, Juanito siempre se las apaaba para saquear las reservas del ARCHIBALD. La ARC no es una regata pura sino un Raid, donde cada ao se inscriben cerca de doscientos veleros de todas las nacionalidades con intencin de cruzar el Atlntico en compaa, aunque siempre hay un grupo de participantes con ganas de llegar primero; este era el caso del ALDO, un buen barco con una magnfica tripulacin dispuesta a comrselo todo, empezando por un par de jamones que supuestamente estaban a bordo y que

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por cierto, Juanito, a pesar de toda la propaganda que les hiciste, yo nunca llegu a ver y mucho menos a saborear. Una maana Juan del ALDO vino al ARCHIBALD: -Coca, los de la ARC han empezado con las celebraciones!, ahora hay un pasacalles y luego una barbacoa. -Ya, pero hace falta invitacin y yo no estoy inscrito en la regata le contest. -No te preocupes!, tengo varias y hoy estoy slo en el barco. Toma, ponte esta camiseta del ALDO y vamos a la fiesta. Desde aquel da no me perd ningn evento de la ARC, todo muy bien organizado: verbenas, ccteles, ms barbacoas..., pero el 15 de ese mes lleg a Las Palmas Antonio Snchez, mi tripulante para el cruce Atlntico; de nuevo haba trabajo en el ARCHIBALD; se acercaba la hora de partir. Los cinco das siguientes los dedicamos a hacer una gran compra de vveres, combustible, comprobacin de todos los accesorios y equipamiento de a bordo, revisin de los artilugios de pesca... Hasta que el 20 de noviembre, unos das antes de la salida de la regata ARC, todo estaba dispuesto en el ARCHIBALD. Soltamos amarras y abandonamos el puerto de Las Palmas.

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EL ATLNTICO PRIMERA SINGLADURA Los primeros das fueron de adaptacin, tanto para nosotros como para el ARCHIBALD, corrigiendo pequeas anomalas que en puerto haban pasado inadvertidas y organizando el conjunto para hacer la navegacin y la vida a bordo ms placentera. El viento nos acompaaba tanto en direccin como en intensidad, unos suaves Alisios nos empujaban a una velocidad de cinco nudos con un rumbo prcticamente Sur, paralelos a la costa africana. Todas las noches, en conexin por radio con la Rueda de los Navegantes, Rafael del Castillo nos pasaba las previsiones meteorolgicas; ste nos deca: Continuad as, ganando Sur, en dos o tres das los vientos Alisios se reforzarn y rolarn al Estenordeste, entonces ya podris poner rumbo a cualquier isla del Caribe. La navegacin empezaba a ser una delicia, poco a poco fuimos habitundonos al balanceo del barco, saliendo del letargo de los primeros das. A bordo ya haba ms actividad; comenzbamos a sacar del agua los primeros pescados y de la cocina empezaron a salir platos elaborados con stos, reservando nuestras conservas para mejor (o peor) ocasin. La temperatura suba tanto de da como de noche y las guardias nocturnas, normalmente un duerme-vela gracias al piloto automtico, se hicieron ms agradables y llevaderas. Pero el viento, lejos de subir, fue bajando de intensidad hasta quedar en una brisa suave que nos haca navegar a menos de cuatro nudos. En las comunicaciones con Rafael, nos comentaba: Chicos, no tenis mucha suerte, ni los de la ARC tampoco, que por cierto ya estn muy cerca de vosotros. Se ha establecido un anticicln que de momento os va a generar calmas, as que tened paciencia y a esperar. -Bueno, mientras siga as no vamos mal -comentaba Antonio mirando la vela mayor y el spinaker, que seguan hinchados por el viento. Como nos haba anticipado Rafael, al da siguiente empezamos a ver velas de otros barcos que lentamente nos alcanzaban por popa. Primero una, luego otra ms hasta que decenas de veleros nos rodearon por todos lados. Esto parece Ibiza en verano! Exclamaba Antonio. Eran los barcos rpidos de la regata, los que se tomaban ms en serio la competicin. Aquella noche el viento dej de soplar por completo, teniendo que arriar el spinaker y, desconectando el piloto, nos dejamos mecer por las suaves olas del Atlntico. Habamos recorrido quinientas millas y nos encontrbamos totalmente encalmados en medio del ocano. La previsin deca que la meteorologa

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seguira as durante bastante tiempo, lo que empezaba a ponernos algo nerviosos. Ambos miramos la carta en busca de una solucin: Mira Antonio suger a mi compaero-: estamos justo aqu, a menos de cuatrocientas millas del archipilago de Cabo Verde. Qu te parece si arrancamos el motor y a bajas revoluciones nos vamos acercando a las islas? Si antes comienza el viento, cambiamos el rumbo y seguimos camino hacia el Caribe y si no, entramos en el puerto de Mindelo y esperamos tomando unas cervezas. -Creo que es la mejor solucin, Capi secund Antonio-. Ya conocemos las islas y esta vez sabremos desenvolvernos mejor. Era cierto; en el anterior cruce, Antonio y yo, junto con Fletcher, hicimos escala en el archipilago de Cabo Verde, camino de Brasil. En aquellos aos ramos un poco novatos y los primeros das nos tomaron algo el pelo, pero an as guardbamos buenos recuerdos. Dicho y hecho; arrancamos el motor y de nuevo a cinco nudos empezamos a hacer estela en un ocano en calma. Tres das despus divisbamos los picos de las primeras islas del archipilago. CABO VERDE A media maana del 29 de noviembre entrbamos en la ensenada portuaria de Mindelo, capital de la isla de Sao Vicente. Tras fondear en la rada junto a media docena de veleros, preparamos nuestro bote auxiliar y bajamos a tierra. Ya sabamos el procedimiento; en la playa haba un negrito corpulento, le hice una sea y nos ayud a sacar el bote del agua con mucho cuidado, pues la orilla siempre est llena de cristales, latas oxidadas, maderas con clavos... en fin, lo necesario como para dejar la hinchable como un colador. Haba aprendido portugus durante los dos aos que navegu por Brasil, un portugus da rua, ordinario y con acento brasileo, lo que gust mucho a todos los que se acercaron. Pact el precio por la vigilancia del bote con el que pareca el jefe, ms forzudo y tatuado que el resto y ya ms tranquilos nos dispusimos a realizar las formalidades burocrticas, documentos en mano. Siempre me ha parecido que por lo general en las islas se vive mejor que en los continentes, en stas lo malo llega, digamos, un poco ms diluido y Cabo Verde no es una salvedad. Aqu se puede encontrar lo necesario para reponer las carencias de a bordo y continuar viaje. Pero el archipilago pertenece a frica y, salvo pocas excepciones, en frica predomina la Miseria y Compaa y a Cabo Verde, en mayor o menor medida, esta indigencia tambin est presente; un par de das por las islas es suficiente para darse cuenta de ello. Por otro lado, despus de recorrer el mundo he aprendido a no comprometerme con los lugares que visito; soy viajero, un personaje de paso

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en cortos espacios de tiempo. Escucho, observo, forjo mis opiniones del lugar y cuando llega el momento me marcho intentando no quedar afectado, no me creo con derecho a pretender modificar el entorno del lugar donde llego; es la receta para viajar en velero. Se puede llegar muy lejos, visitar los rincones ms perdidos y lo nico que te une a ellos es el ancla; cuando el lugar empieza a influirte es tu decisin subirla para estar de nuevo libre y marchar hacia donde se te antoje. Tras legalizar nuestra situacin en el pas fuimos al bar de moda para tomar unas cervezas. Por desgracia nuestro amigo Pulu, radioaficionado, colaborador de la Rueda de los Navegantes y anfitrin para los marinos recin llegados no se encontraba en la isla, as que dijimos adis a una buena ducha en su casa y despus de aplacar nuestra sed seguimos ruta hacia el primer restaurante abierto, donde media docena de langostas a la plancha, un plato tpico de Mindelo, nos devolveran del todo la sensacin de estar de nuevo en tierra. Aquella tarde vimos un velero recin llegado a los diques del puerto, era el TORO y sin mucho ms que hacer fuimos a darle la bienvenida. Encontramos a Eugenio y su tripulacin en cubierta, llegaban con el enrollador de gnova averiado y problemas en el motor, Antonio empez a manosear el enrollador hasta que dio con el causante del fallo y lo solvent, lo del motor no pareca grave y un mecnico lugareo dej ste como nuevo. Con el barco de nuevo en condiciones Eugenio nos relat durante la cena el motivo de su viaje; adems del documental que quera realizar sobre la deforestacin amaznica llevaba un mensaje de ayuda para los nios pobres de la Amazona, a bordo haba un cargamento de juguetes, lpices, libros y qu s yo cuantas cosas ms y todo el exterior del barco estaba repleto de carteles con los nombres de las empresas que financiaban su aventura. -A ti no te patrocinan tu viaje? -me pregunt Eugenio. Mira -le responda-, llevo toda mi vida pelendome con sponsors para que me financien las regatas en las que he participado, a veces con suerte, otras no; ya lo intent en mi anterior viaje y he deducido que lo que yo hago no le interesa a ninguna entidad, as que cuento con lo que tengo y lo que buenamente pueda sacar haciendo cambalaches por ah. Dediqu toda mi energa a preparar el barco y no hacerme mala sangre buscando algo de colaboracin. Adems, esos adhesivos que llevas llaman mucho la atencin. Observa mi barco: casco blanco y cubierta azul, nada ms. No hay ni un dibujo, ni una raya, ni matrcula, ni siquiera nombre. La bandera que llevo es la europea y bastante pequea, slo hay un minsculo ARCHIBALD escrito con rotulador en un recoveco de la popa, por si acaso. He aprendido que en este tipo de viajes, por los lugares donde me muevo, lo mejor es pasar desapercibido. Eugenio rea, saba que tena razn. -Pues yo saco para los gastos y poco ms -aadi.

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Ms tarde conectados por radio a la Rueda De los Navegantes, nos enteramos de que tanto el ARES como el TARTARUGA estaban encalmados cerca del archipilago, les animamos a hacernos una visita echando mano de sus motores, los dos accedieron enseguida. Juanito Manero, participante con su ALDO en la regata ARC tena mejor suerte, haba optado por acercarse bastante a la costa africana para captar los vientos trmicos del desierto y ahora navegaba en el grupo de cabeza. -Tomaos una litrona por nosotros! exclam. Cuando nos levantamos al da siguiente encontramos dos nuevos vecinos en el fondeadero: ARES y TARTARUGA. Al rato los tripulantes de los tres barcos estbamos en tierra, juntos hicimos el Va Crucis habitual: Inmigracin-Banco-Bar. Una vez saciada la primera sed nos dirigimos en comitiva a nuestro restaurante favorito. Una mesa para catorce, por favor. Hoy tambin comeremos langosta. En el establecimiento se arm un gran revuelo, sobre todo porque no haba ni mesas ni sillas para todos, pero al final todo se solucion dejando temporalmente sin mobiliario las casas vecinas. Los recin llegados, algo escpticos al principio, no paraban de exclamar como buenos latinos: Qu barato, qu barato! Traiga dos ms! Esa tarde, las tres tripulaciones ms la del TORO, que festejaba su ltima noche en la isla, la dejamos pasar sentados en el bar de la plaza principal de Mindelo, subiendo su animacin conforme finalizaba el da. Cada vez se una ms gente al grupo, paisanos de la isla con los que entablbamos conversacin compartiendo alguna cerveza, chicas caboverdianas que nos sonrean mostrndonos sus bonitos dientes blancos... El TORO se haba marchado aquella maana y nosotros tenamos pensado zarpar al da siguiente. Invertimos la jornada en comprar todo lo que necesitbamos y tras reponer el gasoil consumido nada ms nos retena all, incluso la meteorologa pareca haber cambiado; segn nos inform por radio Rafael del Castillo los vientos Alisios comenzaban a restablecerse. Dejamos Mindelo navegando entre el canal formado por las islas de Sao Vicente y Santo Anto, pero la brisa deseada no haca su aparicin. -Parece que vamos a tener que empezar el cruce atlntico escuchando el motor, Capi -comentaba Antonio. -De eso nada contest-. El gasoil hay que reservarlo para alguna emergencia, el viento ha de llegar, lo dicen los partes meteorolgicos. -Y que hacemos?, quedarnos flotando hasta que aparezca? -Mira la carta nutica, en Santo Anto hay una baha perfecta para esperar, ves? Aqu, se llama Tarrafal seal. Aquel lugar no era precisamente el Paraso, pero anclado se estaba cmodo y en tierra podamos distinguir cocoteros y algo ms de verdor, un anticipo de lo que encontraramos al otro lado del ocano.

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No sabamos cuanto tiempo tendramos que esperar, as que bajamos a tierra con idea de hacer una excursin. Encontramos una pequea aldea detrs de la fila de palmeras, los lugareos eran simpticos y acogedores, nos regalaron algo de fruta e indicaron el camino hasta una fuente cercana. Ya de regreso comentamos por radio a los amigos que se encontraban todava en Mindelo lo bonito de nuestro paseo y aquella misma tarde ARES y TARTARUGA se encontraban de nuevo fondeados junto al ARCHIBALD. El da siguiente lo pasamos yendo y viniendo entre nuestros vecinos y tierra. Al atardecer los esperados vientos Alisios empezaron tmidamente a dejarse sentir. -Antonio, maana a la salida del sol nos largamos anunci a mi amigo. EL CRUCE ATLNTICO Los Alisios haban llegado, pero junto con ellos tambin hizo su aparicin el mal tiempo. Todo el cielo estaba encapotado y negros chubascos de lluvia amenazaban por el horizonte. Soplaba de direccin ENE, justo por popa, en rumbo hacia el Caribe. Desplegamos nuestras velas de proa como Alas de Paloma: los dos gnovas gemelos abiertos por sus tangones, uno a cada banda del barco, conectamos el piloto automtico y el ARCHIBALD comenz a navegar con una velocidad entre siete y ocho nudos hacia nuestro destino. Cuando concluimos la maniobra nos miramos uno al otro dicindonos: Bien, y ahora qu podemos hacer? Los primeros das siempre son los peores, ste era mi noveno cruce atlntico y lo saba por experiencia propia, empezaba el periodo de aclimatacin y la lluvia intensa recin llegada no ayudaba mucho. Saber que por la proa haba casi cuatro mil kilmetros, dos mil cien millas de agua hasta volver a ver tierra, encerrado en una especie de coctelera gigante durante un mnimo de quince das se haca no duro pero s algo espeso. Haba que empezar por habituarse al montono balanceo, relajarse y dejarse llevar. Para la travesa convert todo el saln, bajando a nivel la mesa central, en un gigantesco camastro al que yo llamaba la perrera, en uno de los rincones hice mi ranchito donde me recostaba acomodando pequeos almohadones a modo de cuas para no moverme, rodeado de todos mis juguetes: galletas, libros, papeles, bolgrafos, radio, saco de dormir, etctera, donde pasaba la mayor parte del tiempo. Antonio hizo lo mismo en el rincn opuesto y as transcurri aquel da, y el siguiente, y el siguiente... El mal tiempo segua acompandonos y no era agradable estar fuera si no era para hacer alguna maniobra o la revisin rutinaria del barco y su aparejo. Antonio llevaba la navegacin sobre la carta nutica y diario de a bordo: Hemos hecho tantas millas y nos quedan... primero cada seis horas, luego
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cada doce y al cabo de varias jornadas una vez por da Si el GPS no falla deca siempre. Yo le miraba de reojo murmurando no me seas gafe... y continuaba leyendo. La tensin por la monotona de la navegacin se hace cada vez ms insostenible, hasta que un da despiertas con una sonrisa de oreja a oreja pareciendo haber renacido; yo lo llamo La magia del Ocano. Tarda en llegar entre cuatro o cinco das a partir de la salida y desaparece un par de jornadas antes de ver tierra por la proa, cuando empieza a percibirse que la travesa toca a su fin. Mientras La magia acta casi se llega a perder la nocin del tiempo, que poco a poco empieza a ralentizarse, se olvidan los recuerdos de las anteriores escalas, incluso las relaciones personales de tierra. Se disfruta cada momento, cada accin, cada tarea. Slo existe el mar, el barco y uno mismo, hasta llegar a anhelar que esa sensacin, el viaje en s, durara hasta la eternidad. A partir del sexto da de navegacin el cielo comenz a despejar, la temperatura cada vez era ms alta y ya apeteca estar ms tiempo sobre cubierta. Mientras yo ganduleaba al sol Antonio empez a preparar los aparejos de pesca: -Antonio, Qu estas haciendo? le pregunt. -Preparando esta cucharilla para matar pescado -respondi. -Pe-pero Si eso es una cucharita de caf! exclam. -Cierto Capi, del ltimo cafetito que me tom en Las Palmas. -Olvida eso Antonio. Tengo ah unas Rapalas que pescan solas... -Eso es lo fcil! me interrumpi-. Hay que tener ingenio. Este artilugio nos dar de comer. Un par de horas despus de llevar arrastrando la sorprendente cucharilla, subi a bordo el primer dorado. El invento de Antonio funcionaba... ms o menos al diez por ciento de lo que pesca una buena Rapala o los pulpitos de colores, pero haba que tener en cuenta que por aquellas latitudes la pesca abunda mucho, a bordo slo ramos dos y era mejor espaciar las capturas. De nuevo le tuve que dar la razn a mi compaero. Las jornadas transcurran alrededor de la radio BLU. A media maana contactbamos con los amigos del ARES, TARTARUGA, ALDO y otros compaeros navegantes; por la tarde Rafael del Castillo nos pasaba lista, pidindonos nuestra posicin GPS, condiciones de navegacin y las novedades de a bordo, a cambio nos lea el parte meteorolgico, siempre el mismo: Viento del Eco-November-Eco, Este-Nordeste, entre veinte y veinticinco nudos, Alisios puros en toda vuestra ruta. Si no tenis eso, reclamad a los americanos. Un da le dije:

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-Rafael, siempre que estoy por aqu me das el mismo parte, Desde hace veinte aos! -Es lo que hay compaero, yo no me lo invento. respondi. Despus de la Rueda de Los Navegantes pasbamos a la Rueda Nauta, dirigida por otro querido radioaficionado, Lus Meneses de Barcelona, que nos informaba de las ltimas noticias en prensa, economa, los partidos de ftbol y haca de puente en comunicaciones con Espaa va telfono-radio. Luego pasaba a saludar a los amigos argentinos de la Rueda Gaucha, para terminar estas charlas radiofnicas con nuestro amigo Mariano, radioaficionado alicantino, que nos pona en contacto con nuestros familiares, alargndose las conversaciones de Antonio con Silvia, su mujer, hasta las tantas. Es que cuando estn en tierra no se hablan? me preguntaba. Evidentemente el consumo de energa producido por el piloto automtico y la radio era grande, pero suficientemente compensada por la carga que enviaba a las bateras nuestras dos grandes placas solares y el generador elico, junto con un par de horas de funcionamiento del motor en posicin neutral, justo antes de los contactos vespertinos. El resto funcionaba solo; las velas no las habamos tocado desde nuestra salida de Cabo Verde, por el momento no se haba producido ninguna avera a bordo, ni se producira durante esta travesa; la buena velocidad se mantena, y el tiempo, en camino hacia trpico, mejoraba por momentos. El viento Alisio era ya del todo estable, empujndonos con energa hacia las costas americanas. Los ingleses, durante la poca de los Clippers, bautizaron a los Alisios del Atlntico como los Trade Winds, vientos del comercio, que los trasportaban hacia sus colonias al otro lado del ocano, igual que ahora nosotros pero con objetivos sensiblemente distintos, el nuestro era disfrutar de todo aquello que nos rodeaba. Cmo me gusta esta vida!, exclamaba. Las guardias, gracias al piloto automtico, eran muy descansadas; por el da no estaban asignadas, ya que siempre alguno de los dos estaba despierto, echando algn vistazo de vez en cuando. Por la noche organizamos turnos de tres horas que transcurran entre un duerme-vela y un duerme-duerme, a no ser que apareciera alguna luz por el horizonte; en ese caso observbamos su trayectoria y si la veamos acercarse encendamos nuestras luces de posicin, que normalmente llevbamos apagadas, conectbamos el radar y seguamos atentos su evolucin. No sera la primera vez que se producen colisiones en mitad del ocano. Ciertamente navegbamos sin luces de posicin durante la noche; no son tan necesarias, sobre todo en mitad del Atlntico. Despus de las sesiones de radio, bien entrada la noche, las bateras quedaban bastante bajas, el piloto segua consumiendo, las placas solares no enviaban carga y en lugar de arrancar el motor resolvamos economizar energa encendiendo las mnimas
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luces a bordo. En cualquier caso volvamos a cumplir las estrictas normas luminarias en cuanto nos aproximbamos a costa. A veces me han reprobado tal decisin argumentando: Y si hay otra pequea embarcacin que piensa como t y colisionis? Entonces siempre respondo que mi velero es de hierro y existen muchas probabilidades de que el otro barco sea de madera o fibra. A cartas iguales, gana la banca. Llegado a este punto me gustara hacer una resea. Durante mis travesas a bordo del ARCHIBALD, muchas de ellas en solitario, he confiado ms que en las luces de posicin en una pequea luz electrnica de leds estroboscpica o de flash que siempre llevaba conectada; su consumo es mnimo y sus destellos se ven perfectamente a varias millas de distancia. Los das iban pasando, la montona pero dulce rutina diurna a bordo discurra entre duchas de agua, elaboracin de las tres principales comidas diarias y lectura, mucha lectura. La mayor parte del tiempo yo lo pasaba en mi perrera y Antonio recostado en cubierta, por lo que, salvo a la hora de sentarse en la mesa, el contacto verbal era lo justo y necesario, adecuada medida para la buena convivencia a bordo. Un da Antonio entr resuelto en el saln: Capi -empez diciendo-, hemos terminado nuestras existencias de pan. He decidido hornear un buen suministro. Fui panadero en mis aos mozos... y comenz a buscar los ingredientes. Existen tantas recetas de pan como panaderos hay en este mundo, yo tengo la ma propia, mezcla de varias que fui aprendiendo. No es que mis panes sean algo fuera de lo comn, pero al menos son blandos y comestibles, el secreto consiste en tener buena levadura y de eso llevbamos. Antonio manejaba la masa como un experto, amasndola de varias maneras distintas, comentando su arte: Hay que amasar as, la nica manera de evitar los grumos, de dentro para afuera, aadiendo la harina poco a poco... iba explicando-. Ahora se deja reposar para que levante durante una hora, tapado con un pao caliente y hmedo, en un lugar sin corrientes de aire... continuaba- y slo queda darle cuatro buenos cortes con un cuchillo mojado y meterlo en el horno cuarenta y cinco minutos, Ya vers; Capi, qu manjar. Concluy. A la vuelta de los tres cuartos de hora sacamos del horno el pan de Antonio; era una especie de bollo, pequeo, marrn y muy pesado. -Antonio, este pan est como comprimido, tiene mucho... fundamento coment -Le falta horno!, media hora ms asegur mi amigo. Al cabo del tiempo convenido sacamos del horno lo mismo que habamos metido, pero algo ms negro.

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-No te preocupes Antonio, seguro que est bueno. Vamos a probarlo anim. Pero conforme se enfriaba aquello iba adquiriendo la consistencia de un adoqun. -Creo, Antonio, que los cortes hay que hacerlos antes de que suba la masa... opin. -Imposible!, en el obrador se hacan los cortes antes de llevar la pieza al horno replic-, pero a esto le doy rpida solucin. Y mand su obra al mar, hundindose como lo que era: una piedra. -Bueno, ahora voy a intentarlo yo le dije. Un par de horas despus sacaba mi pan. No era como el de la panadera de la esquina pero al menos estaba esponjoso y se poda comer. -Ves Antonio? Y sin mancharme las manos conclu. Los contactos por radio se sucedan a diario, sobre todo entre los veleros que bamos hacia el Caribe. Paco del ARES, muy aficionado a la pesca, nos comentaba diariamente el parte de sus capturas: Hoy hemos pescado un atn de siete kilos, ayer un merln enorme, pero no pudimos subirlo... El ALDO mantena su buena posicin en la regata, sacando su tripulacin el mximo partido al barco, pero a la vez disfrutando de la travesa. La intendencia iba a cargo del padre de Juanito, tambin Juanito, que se lo pasaba a lo grande: Acabo de cocinar a los chicos un arroz En seba amb bacallar que est de... Quien le conozca sabr lo que dijo a continuacin. Cada da nos acercbamos ms a nuestros destinos. Tanto ARES como ALDO, ya ms adelantados, iban a la isla caribea de Santa Luca, nosotros a Tobago y Trinidad y el TARTARUGA... -Gabriel! comunicndome por radio-. Vosotros a qu parte de Amrica vis? -Pues mira -responda-; lo estamos decidiendo. A m me gustara ir a Brasil, pero creo que ya vamos fuera de rumbo, Omar quiere que vayamos a Miami, Alberto opina que sigamos rumbo a Santa Luca y los dems... as hasta siete opiniones distintas. -Hay, hay, hay. Capi me comentaba Antonio-, eso tiene pinta de acabar muy mal... Faltaban pocos das para que el cruce Atlntico concluyese. El ARES, un barco de mayor porte, estaba cerca de su destino, Paco, su hijo Jorge y el resto de su tripulacin estaban encantados con esta esplndida travesa. Llegaran a Santa Luca, donde les esperaban sus respectivas familias, desembarcando algunos tripulantes por motivos de trabajo. Paco y su cuado remontaran el Caribe hasta Miami y luego, contando con la ayuda de su hijo
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Javier y su mujer regresaran navegando hasta Espaa, concluyendo as su magnfico viaje. Juanito con el ALDO y su selecta tripulacin tambin arribaran a Santa Luca, obteniendo el primer puesto dentro de su categora en la regata ARC, todo un xito. Ms tarde Juanito con su barco se quedara vagabundeando por las aguas del Caribe. Y el TARTARUGA... -Eh! Gabriel, Os habis decidido ya? le pregunt por la radio. -Vamos a Santa Luca. respondi secamente. Era evidente que algo no muy bueno haba sucedido a bordo. Para cortar el hielo le pregunt lo primero que se me ocurri: -Oye Gabriel, Cmo te llamas de apellido? -Me llamo Gabriel Huete. -Cmo? Puedes repetir? interrogu de nuevo. -Huete, Huete! Como cacahuete pero sin la primera parte precis. -Ah, ya, ya. Entiendo. A ver, Juanito Manero, ALDO, estas a la escucha? -intent averiguar. -S, estoy aqu. -Cmo se va a llamar Gabriel a partir de ahora? le pregunt. -Cacagete, por supuesto! respondi Juan concluyente. Desde aquel momento Gabriel estuvo nuticamente bautizado. Ya estbamos cerca. Poco a poco La magia del Ocano fue desapareciendo para ser reemplazada por los nervios de la arribada. La navegacin sobre la carta nutica tom ms actividad, ajustando el rumbo hacia la parte norte de la isla de Tobago. Doscientas millas, cien, cincuenta, treinta... -Dentro de un par de horas veremos tierra, Capi -anunci Antonio. Y as fue. Estaba dentro, en la perrera, cuando mi compaero dijo: -Ya se puede ver el contorno de la isla. Ni siquiera sal a echar una ojeada. No haba alteracin a bordo del ARCHIBALD, la llegada era un trmite ms. As lo afirmaba, sin error, el GPS. Por suerte haba vivido justo lo contrario en mi primer cruce atlntico, cuando no exista la navegacin electrnica y la exactitud en arribada dependa de complicados clculos nuticos realizados por gente experta y a veces no tanto, albergando serias dudas que se disipaban al ver tierra, a veces con bastante antelacin o posterioridad. En ese momento la sequedad en los ojos producida por tanto observar el horizonte a travs del sextante era reemplazada por la humedad de alegres lgrimas. Un jbilo envolva el barco, el momento se celebraba por todo lo alto, se olvidaban las tensiones y desavenencias por los muchos das de navegacin y volva de nuevo la camaradera. Haba tierra a proa. Qu tierra? En aquellos tiempos no se saba con certeza, pero algo era

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evidente: Se trataba de Amrica!, el ocano Atlntico de nuevo haba sido vencido. Hoy, acomodados ante la precisin tecnolgica, ese entusiasmo ha quedado en el olvido. EN TOBAGO Nuestro cruce atlntico estaba a punto de concluir. Anocheca cuando bordeamos el de la isla de Tobago buscando una baha protegida que mostraba la carta de navegacin, se llamaba Man of War, Buque de Guerra en traduccin inglesa. Ya era de noche cerrada cuando llegamos a sus proximidades. El viento haba arreciado y tomamos todas nuestras precauciones antes de abordar la entrada a dicha baha puesto que la cartografa no estaba muy definida. -No se ve absolutamente nada, creo que sera ms conveniente esperar por aqu hasta que amanezca sugiri Antonio. -La noche en el trpico es de al menos diez horas y acaba de oscurecer objet-. Llevamos diecisis das de navegacin y esta noche la pasaremos fondeados y quietos, Antonio. Lo nico que quera era ver parada la coctelera. Ya a motor y con las velas enrolladas, navegbamos pendientes del radar y la sonda, mostrando en su pantalla la entrada de la baha y una profundidad cada vez menor, deba ser verdad porque las olas desaparecieron quedando el mar en calma. Mirando el radar me dirig a un recodo todava ms protegido, de repente la sonda marc tres metros de agua por debajo de nosotros. Deja caer el ancla, Antonio! Grit. El barco qued sujeto al fondo y totalmente inmvil. Seguro que estamos en la baha? nos preguntamos; pues no se distingua nada. Alumbramos los alrededores con un potente foco y descubrimos cerca de nosotros una exuberante vegetacin justo detrs de una pequea playa y al apagar el motor escuchamos el ruido de una cercana cada de agua. -Maana ser otro da. Estoy muy cansado y ya no hay nada ms que hacer -dije a mi compaero. La tensin de la llegada y el saber que el viaje haba concluido nos dej de inmediato extenuados. No hablamos nada ms y nos fuimos a dormir, reencontrndome con mi olvidado camarote. Me despert al amanecer y rpidamente sal a cubierta para ver donde habamos llegado, Antonio ya estaba fuera. Aquello era maravilloso; una neblina que empezaba a disiparse envolva la playa desierta de arena fina, rodeada de una espesa vegetacin tropical. Los inclinados cocoteros llegaban hasta casi a la orilla del mar y una pequea cascada de agua caa sobre la arena. Segn la carta de navegacin aquel rincn dentro de la enorme baha

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se llamaba Ensenada de los Piratas. Este panorama fue el mejor recibimiento que podamos haber tenido! Recuerdo que en la regata Ruta del Descubrimiento de 1992 tuvimos, como paso obligado, que doblar la isla de San Salvador en Bahamas, camino de Miami. Durante horas fij la mirada en el horizonte para intentar distinguir lo que avistara Rodrigo de Triana quinientos aos atrs. Qu desilusin cuando la esperada isla surgi ante mis ojos! Era pequea, muy baja y sin vegetacin salvo algn que otro arbusto; un secarral con charcas cenagosas sin ningn inters salvo el histrico. Muy distinto de lo que mostraron las pelculas que conmemoraron el clebre aniversario. Evidentemente nuestros antiguos descubridores se equivocaron de lugar. Era aqu, a la isla de Tobago, donde tena que haber llegado Cristbal Coln. Las ganas de bajar a tierra y correr por la playa eran enormes, tras un desayuno rpido echamos el bote al agua y a golpe de remo desembarcamos en la orilla. Despacio pusimos los pies en la arena y tambaleantes dimos los primeros pasos. Pareca que la playa se mova, era el Mal de Tierra, algo normal despus de tanto tiempo embarcado; al cabo de un par de carreras ya estbamos como nuevos. Nos duchamos bajo la cascada y dimos un paseo siguiendo un camino que se adentraba por la densa vegetacin hasta llegar a una pequea aldea de pescadores, por desgracia no se nos haba ocurrido bajar algo de dinero, en cualquier caso tampoco tenamos moneda del lugar, as que no tuvimos ms remedio que regresar sin podernos tomar un par de cervezas heladas. A la vuelta fuimos haciendo acopio de fruta tropical que los rboles nos ofrecan, llegando al barco con la mochila llena de mangos, papayas, guayabas, carambolas, cocos verdes, etctera. Pasamos la tarde buceando y pescando no lejos del barco, era el contacto renovado con los fondos del Caribe que tanto echaba de menos. Capturamos lo justo para hacer una buena parrillada de pescado, montamos nuestra barbacoa y al atardecer ya habamos despachado todo lo conseguido durante aquella jornada de pesca. Empezaba de nuevo la vida de vagabundo tropical. Al da siguiente abandonamos aquella hermosa baha para dirigirnos a la parte sur de la isla, lugar que otro navegante nos haba recomendado, ms turstica y con hoteles donde nos podan cambiar algunos dlares. All pasamos otra dura jornada, anclados en otra espectacular ensenada, rodeada por cocoteros y frente a un lujoso Resort, donde ni se molestaron en pasarnos la cuenta de nuestras cervezas, o tal vez nosotros no la pedimos, ahora no recuerdo... Al atardecer regresamos a bordo y tras calcular el tiempo de navegacin hasta nuestro prximo destino, decidimos continuar camino para llegar a la

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isla de Trinidad al despuntar el siguiente da. Preparamos de nuevo nuestras velas de proa en nuestra particular posicin de Alas de Paloma y tras levantar el ancla reemprendimos viaje. LA ISLA DE TRINIDAD Despus de una tranquila navegacin nocturna, llegamos con las primeras luces a la Boca de Monos, en el NW de la isla. En aquel momento cruzaba la estela que tres aos antes haba seguido con mi YA VEREMOS. El paso entre las islas de Trinidad y Monos es estrecho y con fuerte corriente, pero muy espectacular y nada peligrosa; con paredes cortadas a pico, cubiertas por frondosa vegetacin. Pronto estuvimos en aguas libres, cerca de la baha de Chaguaramas, nuestro siguiente fondeadero. Chaguaramas es el centro nutico en esta parte del Caribe. Aqu se puede encontrar de todo lo que a yates se refiere, siempre con precios muy razonables. Cientos de veleros, fondeados o en seco, procedentes de todas partes del mundo, estaban reunidos en esta baha y sus instalaciones. -Esto no es nada le deca a Antonio, que estaba ms que asombrado-. En verano hay ms del doble. Esto tiene su explicacin; Chaguaramas, adems de ofrecer todo tipo de servicios relacionados con embarcaciones deportivas, est situada en una zona relativamente libre de huracanes y es por esto que la mayora de los barcos pasan la mala poca protegidos en este lugar. Encontramos un hueco seguro donde echar el ancla, bajamos a tierra, hicimos los trmites de entrada legal en el pas, cambiamos algo de dinero y nos dirigimos a un restaurante que conoca; an quedaba pendiente la celebracin oficial de nuestra llegada al Nuevo Mundo. En la terraza de aquel bar, entre la copiosa comida y las bebidas tpicas de la zona simplemente dejamos pasar el da, casi sin hablar, sumidos en nuestros pensamientos presentes, pasados y futuros, hasta que la noche nos indic que empezaba a ser momento de regresar a bordo del ARCHIBALD. Me despert con una ligera resaca que Antonio se encarg de quitrmela en un instante: -Venga, despierta! Sabes qu da es hoy? -Hoy? Lunes, jueves, Qu ms da! protest. -Hoy es Nochebuena! anunci mi amigo. -Vaya!, pues maana ser Navidad y estar todo cerrado. -Maana y quiz esta tarde asegur Antonio. -Pues vamos corriendo a tierra para hacer las compras conclu. No precisbamos mucho; algunos accesorios y repuestos adquiridos en los grandes supermercados nuticos, unas guas de rutas del Caribe, un poco de comida fresca y algo especial para la sealada cena.
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Qu te parece si hacemos la salida y nos largamos? apunt-. No tenemos mucho ms que hacer aqu. -Por m de acuerdo contest Antonio-. Pero Dnde vamos a pasar la Nochebuena? La verdad es que no me apetece celebrarla dando tumbos navegando. -Haba pensado fondear en Baha Escocia, est muy cerca. Es un lugar tranquilo y solitario. Muy al estilo caribeo asegur. Dicho y hecho, al rato ya estbamos camino de nuestro siguiente destino. Era media tarde cuando terminamos la maniobra de fondeo amarrando nuestra popa a un cocotero. Baha Escocia es una ensenada muy protegida y rodeada de altas montaas cubiertas por la tpica y exuberante vegetacin. Ya conoca el lugar y an careciendo de playas saba que exista un viejo embarcadero. Como quedaban algunas horas de sol propuse a Antonio bajar a tierra para dar un paseo. No conseguimos avanzar mucho, pues la jungla era bastante espesa, pero regresamos al ARCHIBALD con una buena rama de pltanos ya empezando a madurar y varias hojas de bananero que nos serviran de mantel en nuestra tropical cena de Nochebuena. La cena fue, cuanto menos, singular; carne a la barbacoa, buen vino, cctel de fruta fresca y botella de cava, iluminados por un candil y en un silencio roto por los sonidos de la selva y nuestras conversaciones, todo envuelto en un aroma de flores silvestres mezclado con la clida humedad, repelente para mosquitos y puro habano de Antonio en los postres. El da siguiente nos obsequi un tpico chubasco tropical, pero con un aadido barullo fuerte y grave que envolva toda la baha. -Qu ruido es ese? Quiso saber Antonio. -Los monos aulladores de la selva, que protestan por la lluvia -respond. Antonio me mir extraado-. Es cierto, mira; est escrito en la gua. Realmente no era muy corriente ser despertado por aullidos de simios salvajes justo el da de Navidad. Tras el desayuno y ante las pocas posibilidades de actividad que, junto con la lluvia, haba en aquel lugar, decidimos cambiar de fondeo, dirigindonos a la vecina isla de Chacachacare. En el trayecto la lluvia ces, las nubes desaparecieron y volvi a lucir el sol, algo muy tpico en el trpico. Tras nuestra llegada a la siguiente isla el da se haba transformado por completo, todo haba cambiado a un entorno de vivos colores naturales. Por desgracia la pasada lluvia haba arrastrado al mar demasiado sedimento, enturbiando el agua y ante la imposibilidad de practicar el buceo decidimos dar un paseo por tierra. Caminamos hasta una pequea cala dominada por un gran embarcadero bastante deteriorado por el tiempo, en tierra se vean varias casas en igual estado.

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Chacachacare fue una antigua leprosera, abandonada hace unos cincuenta aos le comentaba a Antonio-. Aqu estuve con mi amigo Eduardo, un navegante solitario que pronto conocers. l me mostr todo esto: por all estaban las oficinas y las cocinas, aquello era el hospital, eso las residencias de las religiosas y los funcionarios... -Y porqu se abandon?- Quiso saber mi compaero. -No lo s, quiz perdieron su clientela... La isla, realmente un paraso, tuvo mala reputacin durante mucho tiempo por la leprosera, y an hoy sigue deshabitada. Antonio se mora por recorrer aquellas instalaciones y hacia all nos dirigimos. La selva haba invadido la mayor parte de las construcciones, pero an era posible visitarlas y hacer un recorrido por toda aquella comunidad, encontrando todo tipo de trastos y cachivaches a nuestro paso. Mira comentaba Antonio-. Eran totalmente autnomos; esto son los restos de un gran generador que llevaba la electricidad por aquellos postes a las residencias del otro lado de la baha; eso eran bombas que sacaban agua de aquellos aljibes... Poco a poco fuimos caminando hasta llegar a las puertas de una iglesia de buenas proporciones y en mejor estado que los edificios vecinos. En su interior se observaba una gran cmara oratoria, ahora desprovista de bancos y al frente un estrado de madera medio podrida separado del resto por una desvencijada barandilla. All an quedaban los restos de lo que pudo ser un altar. El recinto, curiosamente ms limpio de lo que se poda imaginar, haba sido sagrado, pero lo que ms nos llamaba la atencin era que an segua sindolo, quiz ahora un tanto alejado de sus creencias originales. Varias docenas de montculos de cera derretida nos indicaban que una gran cantidad de velas se haban consumido all recientemente, extraos dibujos en las paredes de la estancia y una gran mancha oscura tea aquel suelo entarimado. Todo indicaba que all se celebraban algunos ritos populares de estas islas. Antonio se qued impresionado, yo no tanto, pues ya haba visto algunas ceremonias religiosas muy variopintas extendidas desde Brasil hasta la costa sur de Estados Unidos. En cualquier caso nos envolvi una sensacin como de mal rollete, por lo que dejamos aquel asentamiento ruinoso y dedicamos el resto del da a pasear bajo el alegre sol los caminos que recorran la isla, haciendo a la vez acopio de fruta para nuestra despensa. Al da siguiente dejbamos por popa Trinidad y sus islas para dirigirnos, con un suave viento, al pequeo archipilago de Los Testigos, un paraso del

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buceo. Est constituido por tres islas y varios islotes y tan slo una de ellas, isla Iguana, est habitada. Con las primeras luces del siguiente da fondebamos frente a la capital del archipilago, habitado por algo ms de cincuenta personas. No distinguimos ningn otro velero a nuestro alrededor, por lo que ramos los nicos visitantes. Estas islas pertenecen a Venezuela y por lo tanto habamos cambiado de pas; no tenamos ms remedio que al menos visitar el destacamento militar e informar de nuestra llegada, como si no estuvieran ya informados de ello; los tenamos a menos de cien metros. Los habitantes de Los Testigos, incluidos los militares son gente sencilla y amigable. Dbamos por supuesto que all no podramos hacer la entrada oficial en el pas, pero nos permitieron estar todo el tiempo que quisiramos, nos advirtieron que el lugar es parque protegido, pero a la vez y tras dejar unas cajetillas de tabaco como obsequio, nos indicaron dnde se hallaban las mejores langostas. Tampoco hizo falta ir de pesca, otras dos cajetillas y media botella de ron fueron suficientes para que los pescadores isleos nos abastecieran de langostas y buen pescado como si quisieran que acabramos hartos de ello. Ya resueltos estos trmites y sin nada ms que hacer en el pequeo poblado cambiamos de fondeadero, dirigindonos a la isla de enfrente, totalmente desierta. All pasamos el da, buceando entre sus transparentes fondos y paseando entre dunas hasta llegar a una hermosa playa donde disfrutamos deslizndonos entre las olas con mi pequea tabla de surf. -Es impresionante la cantidad de peces que hay por aqu! exclamaba Antonio, que no dejaba de bucear por los alrededores-. Y sobre todo langostas! Era verdad, no en vano Venezuela se nutre de las langostas capturadas en Los Testigos. Pero no hay que preocuparse: dentro de poco no quedar ninguna. Es lo que imagino despus de ver por los alrededores del archipilago cientos de pequeas boyas marcando las trampas dedicadas a su pesca. El ritmo de esta etapa del viaje la marcaba Antonio, que quera ver el mximo de lugares en las escasas vacaciones que le quedaban, as que dejamos Los Testigos poniendo rumbo a Isla Margarita. -Adems del buceo, me ha impresionado la poca vegetacin que hay en Los Testigos comparado con Trinidad... comentaba Antonio. -As es. El verdor caribeo slo lo encontrars en las islas que forman el arco exterior, las de Barlovento y Sotavento; aqu, en el interior del Caribe, no llegan tantas lluvias y las islas, coralinas en su mayor parte, son secarrales; ya lo comprobars. Los cocoteros que tenas que ver, ya los has visto.

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VENEZUELA Aquella tarde dejbamos caer el ancla en la ensenada de Pampatar, perteneciente a Isla Margarita. No era el mejor fondeadero pero conoca la isla y era aqu donde se despachaba la entrada oficial en el pas. Ya de noche dimos una vuelta por la pequea ciudad paseando por las murallas de los antiguos fuertes espaoles y a la maana siguiente nos dirigimos a las oficinas de inmigracin y aduanas. Una vez en las dependencias, una agria funcionaria nos inform del trmite a seguir: Deben ustedes rellenar estos impresos para hacer la entrada internacional, general para Venezuela y pagar las tasas. Luego han de rellenar estas otras hojas de la entrada nacional en Margarita, tambin con tasas. Debern ir a Capitana a que les cumplimenten este papel y liquidar su impuesto y entonces les sellaremos sus pasaportes. -Pero es que vamos a estar un par de das aad-. Cul es el trmite de salida? Hay que rellenar los impresos de salida nacional y abonar las tasas, debern pasar por Capitana y volver aqu, entonces les despacharemos para viajar por Venezuela. Si quieren dejar el pas debern pagar el impuesto de salida internacional. Aquel complicado trmite no era el que yo recordaba tres aos atrs, por eso me haban advertido que lo mejor era contratar un agente que hiciera todo el papeleo, que segn vea, iba a subir un dineral. -Bueno, qu se va a hacer, pngame una entrada internacional y otra nacional, luego ya veremos suspir-. Espero que acepten dlares americanos... -Slo aceptamos bolvares venezolanos, seor! respondi tajante aquella seorita. -Est bien, cambiar el dinero mascull-. Dnde est el banco ms prximo? -En Porlamar. -En Porlamar!, pero eso est bastante lejos exclam. -Debern tomar un taxi. Tienen de tiempo hasta medioda, luego estar cerrado. Tendrn que volver maana concluy la funcionaria. Ya en la calle, Antonio suspiraba: -Vaya dos das de trmite tenemos por delante. Y cmo vamos a pagar el taxi? Adems maana es Fin de Ao, Fin de Siglo y Fin de Milenio Menuda forma de celebrarlo! -Esto lo vamos a solucionar de otra manera dije a mi amigo-. Vamos al barco, nos largamos de aqu! -Pero a m me hubiera gustado visitar Margarita... -protestaba. -No te preocupes Antonio, que la vas a conocer.
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Levantamos el ancla para dejarla caer, dos horas despus, en la siguiente ensenada: el fondeadero de Porlamar, rodeados por una docena de veleros. Lo primero que hicimos fue embarcar en nuestro bote y visitar un gran velero queche anclado cerca de nosotros. -Eduardo! Ests a bordo? grit. Coca! Ya pensaba que no ibas a venir exclam la persona que sali del interior-. Hace ms de una semana que estaba esperndote! Conoc a Eduardo Klenk varios aos atrs, en Argentina. A la par, l en su SAMSARA y yo en mi YA VEREMOS recorrimos gran parte de la costa suramericana y caribea, justo hasta unas semanas antes de perder mi embarcacin. Habamos estado en el carnaval de Ro de Janeiro, pescado langostas en Atol das rocas, Brasil, presenciado el lanzamiento de un cohete espacial en Kourou, cazado capibaras con ballesta en la Isla del Diablo, Guayana Francesa, asistido a las fiestas de Port Spain en Trinidad, incluso cazado cabras en la Laguna del Obispo y sufrido un terremoto de nivel siete en Cuman, Venezuela, que en 1997 asol la ciudad. En definitiva, un buen amigo y compaero de aventuras. Ahora Eduardo trabajaba como capitn en aquel gran velero dejando a su SAMSARA, como l deca, en boxes. Ni se te ocurra hacer los papeles de entrada! Exclamaba Eduardo al explicarle lo que nos haba ocurrido en las dependencias oficiales. Total por un par de das que vais a estar y con tanta fiesta por en medio... Adems, acurdate lo que nos ocurri la otra vez que hicimos juntos los papeles en Venezuela: un terremoto casi acaba con nosotros. No haba perdido el contacto con Eduardo, incluso consegu hablar con l por radio un par de veces durante el cruce atlntico. Ya con una taza de caf nos sigui relatando: Mirad: Venezuela ya no es lo que t conociste hace tres aos; una gran avalancha de lodo producida por las lluvias torrenciales arras casi todo el nordeste del pas y eso gener mucha pobreza y por lo tanto delincuencia, sobre todo en la zona costera, ms turstica. Tambin hay que aadir la subida al poder del golpista Chvez, que est creando intranquilidad y desestabilizacin en todo el pas. Pero lo vas a ver en cuanto bajes a tierra, y eso que Margarita es una isla que sobrevive gracias al turismo, que al menos aqu todava llega. En cualquier caso no te recomiendo que sigas viaje por la costa del continente; a Cuman ni te acerques porque es peligroso y en cuanto a Puerto de la Cruz, la alegra del paseo martimo frente a las playas y el fondeadero ya no existe; no estn aquellos chiringuitos, ni los puestos de artesana, ni los vendedores ambulantes; el gobierno ha hecho pasar por ah una gran carretera. En la zona de fondeo no quedan barcos, porque te roban desde que llegas, el nico lugar seguro es en las marinas del Morro, al Oeste

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de Puerto de la Cruz, la zona residencial para los ricos y est ms protegida que un bunker, lo s porque mi SAMSARA est all. Lo mejor es que sigas camino saltando de isla en isla hasta salir del pas, no tendrs problemas porque por all no encontrars a nadie. Eduardo tena razn; lo comprob nada ms desembarcar. Los bares y restaurantes de la playa, una de las ms tursticas, estaban abandonados, haba suciedad por todos lados y en Porlamar, una ciudad que recordaba alegre y bulliciosa, se respiraba tristeza, tensin y malestar. Era evidente que Venezuela estaba cambiando para peor. Aquello no iba con nosotros, estbamos de paso. Eduardo, Antonio y yo, junto con Roberto, otro navegante solitario italiano que haba hecho escala en Margarita, fuimos a comprar lo necesario para la fiesta del siguiente da; la celebracin sera en el barco de Eduardo, que en aquellos momentos se encontraba solo y adems haba mucho ms espacio que en los otros. La fiesta de Fin de Ao, Fin de Siglo y Fin de Milenio empez con las doce campanadas de la Puerta del Sol en Madrid, retransmitidas por Rafael del Castillo desde Canarias va radio, que coincida con Italia, cinco horas despus volvimos a celebrarlo esta vez con el horario venezolano, nuestro actual meridiano y una hora despus tocaba el Fin de Ao argentino, en honor a Eduardo. Corri el vino, el champaa, aperitivos, dulces y un enorme pollo cocinado al estilo internacional: un poco de sal y metido en el horno hasta que est hecho. Durante los postres le pregunt a Eduardo cmo le haba ido en los ltimos aos: No muy bien confes-. Las revistas donde escriba no me pagaban y me qued sin dinero. Tuve que dedicarme a elaborar artesana y venderla por mercadillos y tiendas de las islas ms tursticas. As fui recorriendo todo el Caribe; gastando lo justo y viviendo de la pesca. Pero empec a tener problemas en el barco; primero el motor, luego las velas... tuve que hacer cualquier trabajo manual para los dems y as poder comprar las piezas que necesitaba y seguir sobreviviendo, lo malo es que ya tengo sesenta y cinco aos y haba trabajos que no me atreva a aceptar, ya sabes: subir a los mstiles y esas cosas de jvenes; hasta que me ofrecieron el puesto de capitn en este barco. Dej el SAMSARA en una marina seca de Puerto de La Cruz y aqu estoy hace ya seis meses. Ahorrar todo lo que pueda durante un ao ms, recompondr del todo mi barco y cruzar Panam para navegar por el Pacfico, porque me estoy dando cuenta de que no voy a ser eterno y quiero visitar algunos lugares que tengo pendientes en mi interior. As era Eduardo, una especie de leyenda. Vagabundo hasta la mdula y desarraigado de todo, intentando vivir la vida intensamente pero siempre sin muchos recursos.

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Quedarse ms tiempo en Margarita era perder el tiempo, cosa que, por lo menos Antonio, no tena. As pues, nos despedimos de nuestros amigos continuando viaje hacia la siguiente isla, La Tortuga, donde llegamos tras un da de navegacin. Haba visitado varias veces esta isla con anterioridad. Para m es un paraso del buceo y la tranquilidad. Est deshabitada, salvo media docena de pescadores que espordicamente pasan algunas temporadas en la isla. Es baja y desolada, con escasa vegetacin, rodeada de antiguos y ms recientes naufragios. Paseando por sus blancas playas y arrecifes es posible encontrar cualquier cosa arrojada all por el mar Caribe, algunas interesantes, otras... no tanto. Le dedicamos a La Tortuga varios das, recorrimos los fondeaderos que conoca: Punta Delgada, los Palanquinos, para acabar en mi preferido; Cayo Herradura. La pesca era formidable y disfrutamos durante aquellos das de la vida de robinsones. Seguimos camino hacia la siguiente escala venezolana, Los Roques. Al amanecer ya se divisaba la alta montaa del Gran Roque. Este conjunto de islas forman un enorme atoln de forma circular con su laguna central de escasa profundidad, es Parque Nacional y una de las maravillas de Venezuela. Elegimos la entrada sur, llamada Boca de Sebastopol, algo complicada y peligrosa por sus rompientes, pero ya la conoca y saba que por el centro haba suficiente calado. Llegamos a la hora justa, con el sol a nuestras espaldas para distinguir bien los arrecifes de coral que se encontraban casi a ras de superficie. Las olas crecan conforme nos acercbamos al paso debido a la rpida subida de fondo. La corriente, en aquel momento entrante, nos empujaba cada vez ms deprisa, irremediablemente, hacia el interior. El motor iba en marcha para poder gobernar con mayor rapidez por si algn arrecife se nos acercaba demasiado. No haba posibilidad de rectificacin, las olas ya rompan en nuestra popa y el ARCHIBALD era lanzado hacia la supuesta entrada. Antonio, muy preocupado y con la gua nutica en la mano, exclamaba: -Esto no me gusta nada. Las profundidades de la gua no se corresponden con lo que marca la sonda Tenemos menos fondo! sta no es la entrada! -Tienes razn! grit-. Ya no hay casi agua debajo de nosotros, vamos derechos hacia el arrecife. Antonio, nos vamos a hundir! Justo en ese momento una ola rompi en popa, mojndonos enteros. A los pocos segundos nos encontrbamos navegando plcidamente sobre un mar totalmente en calma. -Qu ha pasado? Quiso saber mi amigo. -Pues que estamos dentro de la laguna, Antonio. respond. -Pero la olas, el fondo, yo crea...!

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-Siempre fuimos por el centro del canal, o te creas que iba a jugarme el barco? aclar-. En cuanto al fondo... Ya te haba dicho que en el libro las profundidades estn en pies y la sonda del barco marca en metros, hay una gran diferencia. Antonio dio un gran suspiro. Navegamos un trecho recorriendo el canal formado por dos barreras de arrecifes y cuando el sol dej de colaborar, es decir, cuando sus reflejos sobre el agua no nos permitieron distinguir los arrecifes, bajamos el ancla, concluyendo el da buceando y pescando en aquellas aguas cristalinas. Al amanecer del siguiente da reanudamos la marcha, siempre con el sol por al espalda, siguiendo un camino natural delimitado por los arrecifes, a veces bastante ancho pero otras tan estrecho que casi los rozbamos. La visibilidad era tan grande que pareca como si el agua hubiera desaparecido y nos desplazramos flotando en el aire. Cuando el sol pasaba su cenit, los corales desaparecan y no haba ms remedio que fondear y esperar hasta el da siguiente. As fuimos recorriendo Los Roques, hasta llegar a la ltima isla, Cayo de Agua, muy bella y para m muy significativa, pues fue la ltima escala que hara con mi anterior YA VEREMOS. Cayo de Agua es una pequea isla, tambin deshabitada, formada bsicamente por arena, algunos cocoteros y restos de coral, con alguna pequea playa, pero prcticamente rodeada de manglar, arbusto bajo y fuerte, caracterstico del trpico que llega a adentrarse en el mar, dando proteccin a gran cantidad de peces. Una especie de gran despensa donde hay que ir a recolectar una hora antes de preparar la comida. Cayo de Agua debe su nombre a que antiguos pescadores y piratas solan venir a esta isla donde, haciendo un profundo agujero, se encuentra agua ms o menos dulce y bastante verdosa, quedando restos de aquellos pozos por toda la isla; realmente no se trata de agua salada, pero tampoco agua fresca de manantial. Tal vez salvara de alguna emergencia en su da, pero por suerte no era nuestro caso. Un lugar con todos los atributos para ser la tpica Isla del Tesoro. ISLAS DE LAS AVES Dejamos Los Roques para dirigirnos a las cercanas islas de Aves de Barlovento, que por la prdida de mi anterior velero tan malos recuerdos me traan. En esta ocasin la navegacin fue impecable, entrando en el fondeadero por el paso correcto, flotando y con el barco de una pieza, no como la pasada vez..., dejando caer el ancla justo donde dos aos y pico antes lo hizo el PROTEUS, con un nufrago a bordo que era yo.

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La isla principal es distinta a las dems. Posee una gran vegetacin de altos rboles, donde viven, anidan y dan refugio a una enorme y variada cantidad de aves marinas, de ah el nombre de estas islas. Distinguimos cormoranes, pelcanos, pinzones... y sobre todo bubys, propias de esta zona. Tras fondear empezamos a ser visitados por estos habitantes voladores que acostumbrados a recoger lo que echan al mar los peeros venezolanos, empezaron a llegar de todos lados en busca de alimento fcil, soportando su constante bombardeo y gritero hasta que hartos de tanta algaraba decidimos darnos un chapuzn. Nadamos hasta un arrecife cercano; aquello era como bucear en un acuario, agua totalmente transparente, rodeados de peces por todos lados. A los pocos minutos Antonio lleg con la cena, un mero del mismo tamao que nuestro horno. Ya con el men resuelto dejamos pasar el resto del da buceando entre los corales y paseando por la playa desierta hasta la cada del sol. Poco antes del amanecer el fuerte gritero de los pjaros nos despert. -Aprovechemos el madrugn para sacarle provecho a la maana! exclama Antonio muy animado, pensando en una buena jornada de pesca, pero yo tena que resolver un asunto pendiente. Despus de desayunar metimos todo el equipo de buceo en el interior del bote. -Antes de empezar a pescar vamos a echar un vistazo por el arrecife donde se perdi el barco, quiz encontremos algn resto suger. -Mira! grit Antonio al poco tiempo-. All, entre los manglares! Son los restos de un naufragio! -S, parece la cubierta de un barco... -deca nervioso-. S, Es el YA VEREMOS! Nada ms llegar salt sobre la parte de cubierta que emerga y empec a saltar gritando: -Lo he encontrado, lo he encontrado! Senta como si un gran peso me hubiera desaparecido de encima. El mal sueo haba terminado. Aqu se trunc de golpe toda una ilusin y aqu la volvera a retomar; durante ms de dos aos haba imaginado este momento, ahora ya era libre de ir donde quisiera. Mi objetivo secreto se haba cumplido. El barco, tras golpear durante algn tiempo contra el arrecife, debi separarse de la orza, timn y restos de mstil. Ms tarde, ayudado por algn otro temporal y ya desprendido del lastre, pudo cruzar la barrera coralina y navegar entre dos aguas hasta llegar a la isla, escondindose literalmente bajo los manglares, dentro de una minscula ensenada. Buce por su interior; el fondo del casco haba desaparecido, comido por los cortantes corales, hasta ms o menos la lnea de flotacin, pero los costados y la cubierta an existan y tambin medio metro de mstil. El saqueo haba sido total, no

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quedaba nada aprovechable a bordo, cualquier objeto metlico haba desaparecido por obra de los pescadores venezolanos. Era normal, cuando tuve que abandonar el barco, supe que otros aprovecharan lo que all quedaba, me dio noticias de ello al cabo de unos das de mi llegada a Curazao el capitn de un velero que fonde en las islas poco tiempo despus del naufragio, relatando que haba visto a un grupo de personas con un bote trabajando intensamente en los restos del barco. YA VEREMOS era el nombre que le puse a mi barco; no fue el nico, pero s el definitivo. Se construy en Dinamarca, obra de los prestigiosos astilleros X-Yacht, modelo One-Ton de cuarenta pies, doce metros. En aquel tiempo fue la vedette del astillero, usando los materiales ms sofisticados para su fabricacin, como fibras de carbono y Kevlar, pues su destino era ser el mejor barco de regatas de su poca. Fue adquirido por el regatista Pedro Campos y con los nombres de Banco Atlntico y Cutty-Sark entre otros obtuvo, durante tres aos, un sin fin de victorias. En 1988 pas a manos de la Caja del Mediterrneo para seguir dedicndolo a la competicin, siendo yo su patrn y responsable. Las victorias siguieron sucedindose, hasta que en febrero de 1989, participando en la regata 200 millas a Dos de Altea, donde una desgracia alterara su trayectoria. Era una prueba clsica dentro del circuito de invierno, con las condiciones meteorolgicas tpicas de la estacin que de por s la endurecan, pero en esta edicin dichas condiciones se excedieron, llegando a registrarse en algunos observatorios rachas de viento de ochenta nudos. Una regata que pudo terminar en tragedia: Con ms de cuarenta inscritos, transcurrida la mitad de la regata, slo dos continuamos en competicin; el Swan de 52 pies ARIN y el CAJA DEL MEDITERRNEO. Se trataba de una prueba singular, pues la tripulacin de cada barco era de tan slo dos personas. El viento de Poniente cada vez suba ms de intensidad, navegbamos con toda la vela mayor izada, spinaker pesado y gnova cuatro de Kevlar. Los planeos eran impresionantes, nunca jams haba tenido ni tendra una sensacin de tanta velocidad. A la caa del timn bamos los dos, mi tripulante Pelayo y yo, uno a cada lado para as poder dominar el barco. El llevar tanto trapo izado no era por gusto, simplemente porque no veamos el momento de que uno de los dos dejara su puesto al timn para, de alguna forma, arriar las velas. -En estas situaciones las velas las debe bajar el viento destrozndolas comentaba Pelayo-, pero parece que no tienen intenciones de abandonar sus puestos.
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Al llegar a los Freus de Ibiza la situacin se hizo insostenible, con rapidez salt del timn y navaja en mano cort la driza del sp, cayendo al agua, bajando la velocidad del barco. Pude entonces arriar la vela mayor y hasta incluso pudimos recuperar nuestro sp, que llevbamos arrastrando por la popa. Doblada la isla quedaba el regreso, con un viento en contra de ms de cincuenta nudos y olas que pasaban sobre cubierta como si no hubiera barco. -Esto ya est calmando, Pelayo. Animaba, pero por el contrario las condiciones se mantenan e incluso empeoraban. Navegamos todo un da rumbo hacia las costas valencianas con la esperanza de encontrar olas menos formadas, pero una racha de ms de sesenta nudos arranc del estay el pequeo y robusto gnova cuatro, desapareciendo de nuestra vista. Envergamos, pues, la mayor de capa, vela que se lleva para nunca tenerla que usar, y continuamos penosamente, poco a poco, intentando remontar aquel fuerte viento Poniente. A primeras horas de la tarde, mientras Pelayo descansaba en el interior y yo timoneaba, o un tremendo ruido agudo, casi metlico, a mis espaldas; me gir y vi por mi costado una pared de agua de seis metros que amenazaba con desplomarse justo encima de nosotros. Lo siguiente que recuerdo fue que luchaba desesperadamente por desenganchar los mosquetones de los arneses de seguridad que me unan al barco, porque estaba bajo el agua ahogndome. No s cuanto tiempo permanec en aquella angustiosa situacin, pero la inmediata visin que tuve fue desde la superficie del agua, cerca del barco adrizado, flotando, pero sin vela, sin mstil, sin botavara y medio hundido; habamos dado un vuelco de 360 grados. Por suerte no haba conseguido soltar los mosquetones y an me encontraba sujeto al barco. Como pude sub a bordo y vi que todo sobre cubierta estaba destrozado o haba desaparecido. En ese momento surgi Pelayo del interior, todo mojado y sin poder articular palabra. Rpidamente nos pusimos a trabajar, haba que desembarazarse de los restos de mstil, que, an unidos al velero amenazaban con destrozar la banda del barco y hundirnos, como se suele decir, Con todo el equipo. Ya liberados del aparejo, quedaba sacar el agua del interior. Las bateras estaban sumergidas y ya no daban suministro elctrico y por tanto las bombas no podan trabajar, invertimos dos largas horas, a base de cubos y bombas manuales, en dejar el interior algo menos hmedo. Haba anochecido cuando dimos por concluida, de momento, nuestra labor. Era muy peligroso permanecer en cubierta, cerramos lo mejor que pudimos la entrada, ya que la escotilla haba desaparecido en el vuelco y nos preparamos para pasar la peor noche de nuestras vidas.

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Lo ms primordial era mantener bajo el nivel de agua en el interior; mientras flotramos tendramos posibilidades, pues era mejor quedarse a bordo que meterse en la balsa salvavidas y abandonar el barco. El agua se colaba dentro por las numerosas aperturas de cubierta, pues las olas seguan rompiendo encima de nosotros, tambin entraba por los pernos de la quilla; el vuelco haba movido sta, pero por suerte el problema del agua era relativamente controlable. Durante la noche fuimos haciendo turnos para bombear y aunque parezca imposible, pudimos dormir algunas horas, despus de dos das sin poder hacerlo. A la maana siguiente el tiempo segua igual, las olas eran monumentales y no tenamos ni idea de dnde nos encontrbamos. Desde el vuelco ningn aparato elctrico ni electrnico funcionaba, no podamos comunicar por radio ni mucho menos saber nuestra posicin GPS y como no albergbamos ninguna posibilidad de ser rescatados, al menos durante ese da, construimos un aparejo de fortuna con lo que an quedaba sobre cubierta, un tangn y usando los restos de una vela empezamos a navegar poco a poco hacia donde pensbamos que se encontraba la isla de Ibiza. Al da siguiente distinguimos la isla y ya ms cerca reconoc la baha de San Antonio, donde conseguimos arribar con mucha suerte y sin asistencia mediada la tarde. El barco nos haba salvado la vida. Despus de pedir ayuda, sin ser escuchado, a la radio costera de Castelln, el Swan ARIN, de Rafael Beltrn y Juan Rodrguez consigui, dos das despus, no sin penalidades y averas, arribar al puerto de Altea, siendo el primero y nico barco en concluir la regata. Un gran ejemplo de empeo y aficin por la vela. Para que luego digan que el Mediterrneo es un mar tranquilo. Despus de analizar los presupuestos que devolveran al barco su aspecto original, la Caja del Mediterrneo decidi adquirir una nueva embarcacin igualmente competitiva para continuar con el programa de regatas propuesto. Yo seguira siendo el patrn del nuevo velero hasta que en 1995, junto con mi amigo Fletcher, dej la competicin para dedicarnos a recorrer el mundo a bordo de nuestro velero. Al poco tiempo del suceso relatado, adquirira el barco que nos salv la vida y, poco a poco, tras dos aos de reparaciones y modificaciones, ayudado por mis buenos amigos de Astilleros Rico, surgi el YA VEREMOS, totalmente repuesto, mucho ms reforzado y confortable, preparado para largas travesas ocenicas. El resto de su historia est, poco a poco, relatada a lo largo de este libro. Una vez alguien me dijo que los barcos se crean para surcar los mares y su fin ltimo es descansar en el fondo del mar. Ahora el YA VEREMOS reposa en uno de los parasos ms bellos del Mar Caribe, quiz en el Nirvana que merece estar un velero tan especial.
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Durante un par de das estuvimos disfrutando aquel paraje deshabitado tan idlico como es Aves de Barlovento, recorriendo tanto sus fondos como sus pequeos islotes, siendo normal encontrar en sus playas altos montculos formados por los restos de grandes conchas y caracolas, a veces llegando a varios metros de altura. Esto no es un fenmeno natural, sino obra del hombre que durante aos y aos se ha dedicado a su extraccin indiscriminada del fondo marino por toda esta zona del Caribe. Los pescadores sacan al habitante del interior de su habitculo haciendo un pequeo agujero en la base del cono, metiendo dicho molusco en sal para su conservacin y posterior consumo, desechando y amontonando las vacas caracolas tal y como las encontramos. Por suerte y a punto ya de ser extinguidas, se limit la pesca de todo este tipo de caracol. Otra cosa es que la ley se cumpla. Las vacaciones de Antonio tocaban a su fin, y tras una visita breve al siguiente archipilago, Aves de Sotavento, llegamos a la isla de Curazao, donde concluira esta etapa del largo viaje que tena por delante. Entramos en una baha extremadamente protegida llamada Spanish Water, agua espaola, como la bautizaron sus primeros descubridores y nos dirigimos al lugar donde estaban anclados la mayora de los veleros de paso. En la zona de fondeo me encontr con algunos viejos conocidos, pero pronto llevaramos el barco a la pequea marina familiar de mi buen amigo Ron. Antonio regres a Espaa y yo qued solo, sin planes futuros y con varios trabajos pendientes que realizar a bordo de mi ARCHIBALD. EN CURAZAO Las Antillas Holandesas son un grupo de islas repartidas por el Caribe dependiente de los Pases Bajos. Curazao, junto con Bonaire son dos de ellas y bastante lejos de aqu, en el arco exterior caribeo hay tres ms: Sint Eustatius, Saba y la mitad de Saint Marteen. Curazao, donde me encontraba, es el ejemplo claro de secarral, donde la vegetacin predominante es el cactus y la mata de pinchos de toda la vida. Su fauna tambin es muy variada... en cuestin de lagartos, siendo la iguana el animal emblemtico de la isla. Un paraso si uno, en vez de persona, fuera escorpin. Pero Curazao tiene una gran ventaja con respecto a sus vecinos; ahora me encontraba en Europa, pero en su variante tropical. Aqu todo funciona, hay orden, limpieza, grandes supermercados con mucha variedad de quesos y sobre todo gente considerablemente amable y culta. Los enlaces con el Primer Mundo son muy rpidos y efectivos y por ello aqu poda encontrar todo lo necesario para realizar mis tareas. Si a esto se suma que llueve poco y las autoridades no ponen muchos problemas por la estancia de visitantes como yo, este lugar es perfecto para descansar y llevar a cabo las

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modificaciones que tras el cruce atlntico, tena pensadas realizar en mi ARCHIBALD. Me encontraba ya establecido en la pequea marina, bien amarrado a un pantaln, conectado a la electricidad, junto a la manguera de agua a presin y mi bicicleta al lado del barco; todo lo necesario para ser feliz durante una temporada. El ofrecimiento surgi de mi amigo Ron, al que haba conocido unos aos antes, justo despus de mi naufragio: Ven a nuestra marina -me invit Ron-, a mi mujer y a mi hijo les encantar tenerte otra vez en casa, as nos mostrars tu barco y podrs relatarnos tus planes futuros. Tal vez mi amigo no se hubiera mostrado tan generoso de haber sabido que mi estancia se prolongara durante cuatro meses. Pero a los pocos das, lejos de tirarme a patadas, decidieron adoptarme, pasando a ser uno ms de su unida familia. Trabajaba bastante en el ARCHIBALD, dando forma a todas las modificaciones que habamos ideado Antonio y yo durante la travesa, ayudaba a Ron en sus trabajos de mantenimiento de la marina, echaba una mano a Gourete, su mujer, con su enorme coleccin de orqudeas y muchas tardes me iba a pescar con Zeno, su hijo de trece aos. El tiempo pasaba dulcemente. Un par de veces por semana iba a la ciudad, Willemstad, para hacer compras, revisar mi correo en Internet y pasear por las estrechas calles estilo holands. La lengua popular es el Papiamento, mezcla de los pases que tuvieron influencia en la isla: espaol, portugus, holands, un poquito de ingls... todo unido bajo una estructura latina. Me compr un libro titulado Hablemos en Papiamento y tras escuchar durante un par de semanas las emisoras locales de radio, me senta capaz de discutir el precio de la fruta con las potentes vendedoras del mercado. De cualquier manera no tena mucho problema, en Curazao casi todo el mundo habla espaol. Los fines de semana no se trabajaba en KIMA KALKI, la marina de mis amigos y pasaba toda la maana del sbado preparando una gran paella para la familia adoptiva y algunos invitados, durando la tertulia hasta llegada la noche. El domingo, temprano, embarcbamos todos en el gran yate familiar, recorriendo la isla hasta los mejores lugares de pesca con lnea y terminar frente a alguna playa desierta para darnos un buen bao. La marina era realmente pequea, no albergaba ms de veinte barcos, la mayora de amigos y familiares. Cerca de mi barco amarraba un gran velero tripulado por una pareja de holandeses ya entrados en aos que por lo visto llevaban all bastante tiempo, pues siempre formaban parte de las comidas y tertulias familiares. Un da tuvieron invitados: una joven pareja, al parecer de vnculos familiares cercanos, procedente de la invernal Holanda. Sus semblantes eran color blanco folio que pronto pasara a tomate maduro.
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Al presentarnos, Derk, un hombre muy culto y educado, se interes mucho por mi vida de navegante y tal vez por mero inters o por practicar su no muy pulido espaol, no paraba de machacarme con las clsicas preguntas de nefito en las cosas de la mar: -Y cuando navegas por el ocano... Ves ballenas? -Errr, S, claro. Veo ballenas respond paciente. -Y de qu tipo; Jorobada, Rorcual, Azul...? -Mmm, Jorobada afirm con seguridad-, Jorobada Notredam -Jorobada Notredam? no conozco esa variedad... -Es que realmente existen muy pocas conclu. Por suerte aquel individuo no saba francs. Otro da, paseando juntos por los alrededores de la marina, les toc el turno a las aves: -Tienes mucha suerte de vivir tan en contacto con la naturaleza aseguraba el estudioso holands-. Yo slo voy de casa a la oficina y de la oficina a casa, pero no me pierdo ningn documental sobre naturaleza... Mira, all! Qu tipo de ave es esa? La ornitologa nunca ha sido mi fuerte, pero dada mi condicin de Maestro de Medio Ambiente, no me quedaba ms remedio que dar una respuesta plausible ante aquella cuestin: -Eso es un Pardal asegur tajantemente. (Pardal es pjaro en valenciano) -Oh!, un Pardaaal. Sern comunes en estas islas, no? -Cierto -manifest-. Los Pardales son aves bastante comunes... Pero nuestro amigo Derk tambin era pescador de ro. Las tardes las pasaba metido hasta la cintura en el agua de una pequea playa cercana a la marina haciendo soberbias exhibiciones de cmo lanzar y recoger el sedal con estilo casi profesional. Como ya he explicado, la mayora de las tardes sala a pescar al curricn con Zeno, mi hermano adoptivo, regresando ambos con al menos media docena de capturas que, sin prdida de tiempo, Zeno corra para mostrrselas al invitado holands. ste, colorado por el sol o por el desprestigio, sonrea a la vista de las piezas, pues l jams consigui pescar absolutamente nada. El da antes de la marcha de tan agradable pareja y para corresponder a sus constantes invitaciones durante aquella semana, ofrec un Vino Espaol, a mis anfitriones e invitados a bordo del ARCHIBALD. Evidentemente el barco, en fase de reestructuracin tanto exterior como interior, no se encontraba en su mejor momento de presentacin, pero como de lo que se trataba era de beber vino y no de superar un test de limpieza, acomod como pude a mis seis invitados en el saln y comenz la fiesta. Ron y Gourete lo pasaban en grande observando los remilgos que iban poniendo los dems asistentes, que no paraban de ojear cada rincn de mi personalizado barco.

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A base de vino la tensin comenz a relajarse, hasta que un ruido hizo mirar a todos hacia la cocina. De uno de los armarios sali lentamente una iguana de buen tamao, que al no gustarle la compaa, decidi volver sobre sus pasos y desaparecer por donde haba salido. En ese momento todos me miraron y yo no tuve ms remedio que dar una explicacin: -Ese lagarto se llama Juancho y lo tengo para que elimine de forma natural las cucarachas que hay por la despensa... Mi ecolgica respuesta tuvo su parte positiva: nadie sigui saboreando los aperitivos que haba sobre la mesa. Al poco rato, ya todos de nuevo confortados por el vino, tuvimos una visita inesperada; tal vez atrado por la luz interior hizo aparicin en la cmara, procedente de la noche, un enorme murcilago que tras dar varias vueltas sobre nuestras agachadas cabezas, desapareci de nuevo entre las tinieblas nocturnas. Despus de los gritos rein un silencio total. Si en ese momento la escalera de entrada se hubiera levantado bruscamente, haciendo su aparicin el mismo German Monster, ninguno de mis invitados se hubiera asombrado ni lo ms mnimo. No hace falta decir que la reunin no tard en disolverse. Media hora ms tarde, cuando ya haba dado cuenta de las sobras de mi fiesta, vino el amigo Derk para despedirse personalmente y disculparse por la vergonzosa actitud de sus compatriotas: -No comprenden la dureza de una vida como la tuya... Pero tambin vena por otra cosa; Eso que tienes ah es una mandbula de tiburn? -Eeeeh, pues s contest. -Lo pescaste t? Quiso saber. -Claro! afirm-. Se trata de las fauces de un tiburn blanco enano... pues la verdad es que era bastante pequea. Te doy cien dlares por ella! Interrumpi. Yo, que soy un poco gitano, supe al verle el brillo de sus ojos que fcilmente le hubiera podido sacar el doble, pero uno tiene su corazoncito y se la regal, ya sea porque era buena gente o en compensacin por el gran papeln que iba a hacer entre sus amistades y compaeros de oficina relatando la pesca del tiburn propietario de aquella mandbula o explicando sus nociones zoolgicas sobre la ballena Jorobada Notredam o el Pardal comn de Curazao. Envolv mi regalo con esmero porque aquello an despeda un fuerte hedor a podrido y tras un abrazo se march camino del barco de sus familiares. No me haba desprendido de un gran tesoro; haca unos das haba pagado dos dlares por ella a un venezolano en el mercado flotante de frutas y verduras de Willemstad. Juancho, el lagarto, no realizaba bien su misin, ensuciando ms de lo que depredaba por los armarios, incluso se mud de traje, encontrando un ftido
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pellejo entre las latas de garbanzos, as que fue despedido y regres al mismo rbol donde lo haba encontrado, siendo substituido por los efectivos sobres mata-cucarachas. Segua manteniendo diariamente los contactos por radio; as me enter del conflicto que hubo en el TARTARUGA. Al llegar a Santa Luca, Gabriel, Alberto y el resto de su tripulacin discutieron por las discrepancias que se fueron desatando a lo largo de la travesa. Todos desembarcaron dejando a Gabriel, propietario del barco, solo en Santa Luca. Gabriel, que no posea gran experiencia en navegacin comenz a desanimarse, pero ayudado por Juanito Manero y otros amigos navegantes logr reponerse y llegar en su compaa hasta la isla de Trinidad. Juanito Manero del ALDO me deca a travs de las ondas: -Ven para Trinidad, ahora empiezan los Carnavales, hay un montn de amigos y en unos das tambin llegar Eugenio del TORO... Pero el ARCHIBALD no estaba todava en condiciones, adems un da Lus Meneses, el coordinador de la Rueda Nauta me llam por radio dicindome: -Coca? Espera... Tengo un contacto para ti por va telefnica, te lo paso. -Coca, Coca...? Me escuchas?... Cambio. -Te escucho Quin eres? -Hola? Soy Esperanza. Sigues por Curazao? Esto... Cambio. -S, por aqu estoy. Por qu lo preguntas? -Porque voy a hacerte una visita. Ya te lo explicar por e-mail. Adiooos. Esta chica es increble pensaba. Haca aos que no saba nada de ella, le haba enviado una felicitacin de Navidad que me haba sobrado desde Trinidad y ahora estaba al corriente de los contactos por radio, haba averiguado el telfono de Lus y el horario de la Rueda Nauta, saba que me encontraba en Curazao y con toda seguridad ya tendra mi direccin de email. Todo esto viviendo en Holanda. Realmente una chica increble. A los pocos das reciba su correo: Esperanza trabajaba como ejecutiva en la General Electric de Holanda y como los vuelos msterdam-Curazao eran baratos vena a pasar una semana de vacaciones. Se lo coment a Ron y Gourete; Ron enseguida dijo que contara con l para recogerla en el aeropuerto, pero Gourete puso mala cara: -No puedes recibir a nadie teniendo el barco como lo tienes, hecho un asco! Tienes que limpiarlo! gritaba. -Pero estoy modificando cosas razonaba-. Ahora no puedo dedicarme a esas pequeeces. Tal vez cambiando temporalmente el nombre del barco... En vez de ARCHIBALD poda llamarlo Palo de Gallinero, eso matizara... -Haz el favor de no decir ms tonteras y ponerte a limpiar! me cort-. Yo lo revisar. Slo conozco dos personas que puedan vivir con tanto

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desorden y suciedad, uno eres t y el otro mi marido-. Gritaba Gourete mientras Ron intentaba mantener la risa a su espalda. Los siguientes das me transform en La Cenicienta, limpiando y limpiando a ritmo de la msica de Queen. En algunos sitios surgan los colores originales que casi no recordaba y en otros que ni siquiera conoca, lav sbanas, fregu suelos, sacud alfombras... hasta que le toc el turno a la cocina. Desde Canarias haba dejado su limpieza para el ltimo momento. Consegu poco a poco llevarla hasta casi su estado original usando fuertes disolventes y cidos procedentes de viejas bateras. La porquera desapareci, pero por poco tambin la cocina en s, por suerte puede anular a tiempo su accin devastadora entre toses, humos y lgrimas. El da de la llegada de Esperanza el barco estaba hecho un pincel. Fuimos todos al aeropuerto a buscarla en el Mercedes familiar. Durante la cena Gourete fue informando a Esperanza de lo sucedido y al llegar al barco lo primero que dijo fue: Qu limpio est todo! -Cierto contest-, as me gusta tenerlo, sobre todo la cocina. Todas las maanas t te encargars de darle un repasito... Pasamos unos das estupendos; fuimos a bucear por los arrecifes de corales, recorrimos la baha en el bote hinchable buscando playas desiertas, caminamos por el barrio de Punda, un lugar muy tpico holands en el centro de la ciudad; cenamos en pequeos restaurantes, navegamos con Ron y Gourete en su yate contorneando la isla... Lamentablemente la visita de Esperanza no dur ms que una semana, lo que a ambos nos supo a poco. Sentimos mucho que aquel encuentro acabara. Ojala se hubiera quedado ms tiempo pens-, mucho ms tiempo. Otra vez solo segu con mi rutina habitual hasta que un da vino Ron hasta el ARCHIBALD en compaa de otro individuo. -Te presento a Oskar, el propietario de ese velero grande que est al final de la marina. Quiere contratarte para que le hagas algunos trabajos. En efecto, Oskar era un alemn algo mayor que yo, que dos aos antes apareci por la marina KIMA-KALKI con su mujer y su velero, un bello Sloop de diecisis metros. Amarr en las instalaciones y la pareja desapareci. Ron fue recibiendo todos los meses el importe de la estancia hasta que transcurrido aquel tiempo Oskar volva a aparecer, divorciado, ms delgado y dispuesto a comenzar una nueva y apasionante vida. Lo primero que Oskar sinti al abrir la escotilla de su velero fue lo mismo que percibira Howard Carter cuando en 1922 franque por primera vez en muchos aos la tumba de Tutankhamn: un tufo a cerrado que tiraba de espaldas. Al echar el primer vistazo en su interior, Oskar no vio ninguna mscara funeraria, sino una gran coleccin de championes que invada moquetas, cortinas, tapiceras, etctera. El agua y la humedad haban
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conseguido abrirse camino por las rendijas de las escotillas durante meses y meses. Oskar se tom con filosofa aquella primera impresin, era cuestin de limpieza y sustitucin de algunas telas, nada ms. Luego carg sus bateras e intent arrancar el motor; ste no hizo ni el ms mnimo esfuerzo por emitir un leve ruido y eso ya no era cuestin de limpieza. Durante la siguiente semana desfilaron por la marina camino de su barco mecnicos y electricistas, hasta que el motor y las luces empezaron a funcionar. Yo trabajaba en cubierta, limpiando y engrasando molinetes, poleas, engranajes, etctera. desmont, aisl y volv a montar todas las escotillas, puse silicona en los lugares donde poda existir alguna entrada de humedad; Oskar quera tener el interior siempre seco. La labor de aquel alemn era ir y venir del barco a la basura y de la basura al barco, yo siempre observaba el material del cual se desprenda y llegada la tarde sala corriendo hacia el contenedor de la pequea marina, pero me haba salido una dura competencia: Gourete siempre se me adelantaba. Al final llegamos a un acuerdo: nos repartiramos el botn de acuerdo a nuestras necesidades. Por las noches Oskar siempre me invitaba a cenar en su barco. A cambio de suculentos manjares me sacaba informacin nutica y a la vez descargaba sus penas confesndome lo infeliz que haba sido con su esposa. Yo lo escuchaba entre bocado y bocado afirmando con mi cabeza. Haba encontrado en m, adems de un buen operario, su psiquiatra particular. Oskar, que adems de su idioma natal hablaba un poco de holands y perfecto ingls, por algn motivo siempre se refera a m en francs. Tal vez, al no saber espaol, tom el idioma del pas inmediato superior; en todo caso, lo que a m me interesaba de Oskar estaba ms relacionado con Estados Unidos: sus dlares. Era increble el material del que Oskar se desprenda: tablas de surf y windsurf sin estrenar, bicicletas, herramientas que segn deca no saba usar, ropa en estado impecable, una pequea moto e incluso un detector de metales. Deca que todo era capricho de su ex-mujer: quera dedicarse a descubrir tesoros perdidos por todo el Caribe, la muy ilusa! Oskar, hacindose el despistado, saba de mis incursiones al contenedor y en tono irnico me deca por la noche: -No me explico qu pasa, pero veo cada da que mi barco flota ms y en cambio el tuyo poco a poco se va hundiendo... Estaba claro que quera hacer desaparecer todo vnculo relacionado con su antigua mujer. Un da, cansado de sus constantes viajes o quiz por exceso de timidez, me dijo: Mira, en este saco hay cosas personales de mi ex... por favor, dselas a la mujer de Ron o tralas a la basura, yo no quiero ni verlas! Me fui con el saco, pero antes de entregrselo a mi cmplice ech un vistazo; separ una buena coleccin de gafas de sol unisex de las mejores

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marcas, algunos botes de crema, pinturas, perfumes, jabones, complementos... todo de la mejor calidad que luego me serviran para hacer trueque en algn pas pobre. Tambin haba una buena coleccin de bolsos, estos seran para Gourete, pero se me ocurri mirar en su interior. En uno de ellos haba medio oculto un monedero y Qu haba dentro? Seis billetes de cien dlares. Hay Oskar, Oskar. No hay que ser tan impulsivo, antes de tirar hay que revisar. Esa noche llev a mi amigo a un pequeo restaurante cercano, la cena corri por mi cuenta. (O por la de Oskar, segn se mire) A pesar de todo el alemn no daba muestras de querer suicidarse, sino todo lo contrario, incluso despus de comprobar que ningn equipo electrnico funcionaba. Otra vez empez el ir y venir de especialistas hasta que, a base de soltar billetes, renov totalmente el equipamiento de su barco. Es evidente que algn aparato supuestamente roto y desechado por Oskar, en vez de a la basura acabara en el ARCHIBALD, que sorprendentemente, tras unos ajustes y limpieza de terminales, volva a funcionar a la perfeccin. Yo segua con mis labores en el barco alemn, trabajando a ritmo tropical para que cundiese. No hablaba de dinero con Oskar, de eso se encargaba mi agente Ron, que era el Solucionador de los problemas de Oskar y ste jams discuta de dinero con El Jefe. Algo que pareca imposible, ocurri: Oskar anunci que su barco estaba listo, y para demostrarlo invitara a toda la familia KIMA-KALKI, yo incluido, a navegar y cenar a bordo. El cambio haba sido espectacular, todo funcionaba: motores, aire acondicionado, msica... hasta el ms mnimo detalle. Oskar es un claro ejemplo de alemn. Mi ARCHIBALD, diez aos despus y tras una dedicacin exclusiva, lo mximo que he conseguido es que las cosas funcionaran a medias. Coca es un claro ejemplo de... Jipi del Mar. Oskar anunci su marcha. Como haba suficiente confianza le pregunt a dnde pensaba ir: A Miami! Quiero vender el barco cuanto antes. Me divorci de mi esposa para quitarme problemas de encima y aqu me he encontrado con algo peor. Oskar y su hermoso velero abandonaron la marina. Todos estbamos tristes por la marcha de nuestro amigo pero a la vez contentos, sobre todo mi hucha, que despus de aquella relacin se encontraba en un estado boyante. Hablando con Gourete del Fenmeno Oskar, le deca: Se desprendi de todo lo que le recordara su pasado, mira esto: un Kit completo de limpieza bucal, tiene un montn de accesorios; varios tipos de cepillos, pastas de buen sabor... y est prcticamente nuevo, imprescindible

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para un navegante como yo. Ves? Es un producto alemn y si es alemn es que es bueno... -A ver, a ver? dijo Gourete-, djamelo un momento, yo s algo de alemn. Empez a leer ponindose cada vez ms colorada y estall en una tremenda carcajada. -Es, es... Para mascotas! Ahora recuerdo que cuando llegaron hace dos aos tenan un perro. Ya vers cuando se lo cuente a Ron...! LA LLEGADA DEL TARTARUGA La vida cotidiana volvi a su ritmo normal, yo tena el ARCHIBALD casi listo para continuar navegando, pero no tena ningn motivo para abandonar aquel lugar; all estaba bien, seguro, tranquilo, haciendo algn trabajo de vez en cuando y adems con familia... Qu ms poda pedir? Los contactos por radio seguan habitualmente. Un da comuniqu con Juanito Manero: Coca? Te voy a poner al corriente de cmo andan las cosas por aqu, en Trinidad. La mayora ya est de regreso para Europa y los que quedamos sacaremos los barcos a tierra durante la temporada de huracanes y volvemos a casa en avin. Gabriel, el Cacagete, se queda solo y lo hemos convencido para que vaya a verte. Ya te apaars t. Tal vez Gabriel fuera el motivo que andaba buscando para dejar Curazao y visitar un poco ms del Caribe. Gabriel venia solo, poco seguro de s mismo, por lo que durante su travesa establecimos un horario de comunicaciones por radio para que se sintiera ms acompaado. Sin muchas escalas, poco a poco, lleg hasta las proximidades de la isla, como la entrada a Spanish Water es algo estrecha, sal con la hinchable a recibirlo en mar abierto. All distingu al hermoso Ketch TARTARUGA, con Gabriel al timn; quemado por el sol, el cabello largo y descuidado, metido dentro de un chaleco salvavidas y sujeto al barco por su arns de seguridad. Cacagete!, qutate esos arreos, que ya ests llegando. Le dije nada ms subir al barco. Durante una semana estuvo tambin el TARTARUGA en la marina KIMAKALKI, hice mi ltima paella familiar, realizamos las compras de las vituallas necesarias, llegaron las tristes despedidas y por fin, cuatro meses despus de mi llegada, el ARCHIBALD soltaba amarras. El ltimo da a la partida lo pas insinuando el pago de mi estancia en las instalaciones, pero tanto Gourete como Ron evitaban cualquier comentario del asunto. Al final todo qued en el aire, y lo que queda en el aire se lo lleva

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el viento. Durante aos hemos mantenido siempre el contacto y una buena relacin, una relacin de autntica amistad, muy por encima del dinero. Tras abandonar la marina fondeamos junto con los dems navegantes dentro de la baha de Spanish Water, tena que amarinar el barco antes de emprender la navegacin y sobre todo: decidir hacia dnde nos dirigiramos. Nos encontrbamos a mediados de mayo y la temporada de huracanes en el Caribe estaba a punto de comenzar, por lo tanto no deberamos ir a la zona peligrosa, es decir, el arco exterior de islas y parte norte de este mar. Los lugares con menos probabilidades de mal tiempo eran: Trinidad y alrededores, justo de donde vena Gabriel; Venezuela y sus islas, poco recomendado o seguir la costa suramericana hasta llegar a Colombia. La decisin estaba clara: la siguiente escala sera Cartagena de Indias, capital turstica de Colombia, que adems ninguno de nosotros conoca. Los dos barcos dejamos la protegida baha y salimos a mar abierto. En Curazao haba adquirido un piloto de viento. Se trataba de un aparatoso y ya anticuado artilugio que gobierna el barco sin ayuda de la electricidad. Hoy en da son pocas las embarcaciones que lo usan, sobre todo en pequeas travesas, pues su calibracin es complicada comparado con los modernos pilotos electrnicos, que tras darle a un botn mantienen el rumbo del barco con precisin; eso s, a cambio de una buena demanda de electricidad. Tanto el TARTARUGA como ahora el ARCHIBALD posean estos robustos trastos, totalmente mecnicos, que utilizando el viento y la velocidad del barco, seran capaces de timonear hasta el fin del mundo. Mi piloto de viento era un ARIES, de igual modelo al que llevaba en mi anterior YA VEREMOS, por lo que conoca su funcionamiento. El viento soplaba de popa, con intensidad de unos veinticinco nudos, lo tpico en el Caribe. Conect el piloto electrnico y me dispuse a desenrollar los dos gnovas gemelos en la posicin clsica de Alas de Paloma. Ya terminada la maniobra desconect el piloto electrnico y embragu el de viento. Aquello iba fatal, el barco cambiaba de rumbo constantemente, teniendo que desembragar y corregir a mano. Ante tales situaciones, tengo por costumbre blasfemar en brasileo, ya que da una pincelada algo ms extica y los tacos suenan bastante ms suaves, pero aquel trasto segua sin querer llevar el rumbo... hasta que un instante antes de machacar a martillazos aquel trasto inservible y hacerlo desaparecer bajo las aguas me di cuenta de que la veleta estaba montada justo al revs. Una vez girada 180 grados el aparato pareca funcionar; hice unos ajustes y Mucho mejor! Afin un poquito ms y aquella obra maestra de la ingeniera mantena el rumbo como si lo dibujara con una regla. Salt corriendo a la radio y contact con Gabriel: -Cacagete! Cmo va todo?
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-Bien, muy bien contest-, perfecto y a rumbo. Y a ti?, qu tal te va con el ARIES? -Fantstico, chico! respond-. Lo puse y a la primera funcion de maravilla. Los dos barcos caminaban a una velocidad similar, superando los ocho nudos con corriente a favor. Al anochecer avistamos las luces de la isla de Aruba y el viento segua mantenindose constante. Las guas nuticas aconsejan dar cien millas de resguardo a la pennsula de La Guaira, parte ms septentrional del continente suramericano, donde hay gran influencia de fuertes vientos trmicos. Seguimos manteniendo rumbo NW separndonos de la costa en direccin a los puntos de referencia que previamente habamos marcado en las cartas. La primera noche fue fatigosa por la tensin de la navegacin que desde bastante tiempo no realizaba y por la presencia de mucho trfico mercante, al que haba que vigilar y algunas veces incluso maniobrar. El viento iba en aumento, pero por suerte segua viniendo por nuestra popa. Cada dos horas hablaba con Gabriel por la radio VHF: -Coca! Has visto cuanto trfico? Nunca haba visto algo igual exclamaba Gabriel. -Son petroleros que van y vienen del Golfo de Maracaibo a cargar y descargar crudo. Lleva cuidado porque son muy grandes aconsej. -Pero ellos se deberan apartar, nosotros vamos a vela y tenemos derecho de paso -replic mi amigo. -A ver Cacagete; Entre un petrolero y tu barco quin gana? -Ya... Entiendo reconoci Gabriel. -Ellos maniobran lentamente, es mejor evitarlos le dije. Pasamos la noche atentos, comunicando cada dos horas para darnos las novedades y animarnos a pasar el tiempo. Un par de veces tuve que maniobrar ante la proximidad de alguno de aquellos monstruos de acero, teniendo que pasar a gobierno electrnico y poder modificar la posicin de las velas. Al amanecer habamos superado la zona conflictiva y navegbamos ya solos en aquellas aguas caribeas, haba perdido de vista al TARTARUGA, pero no se encontraba muy lejos de m. Durante el desayuno se me ocurri echar la lnea de pesca y al instante se enganch un atn de tres kilos, ya tena comida para el resto de viaje. No haba mucho ms que hacer, ech un vistazo a todo el aparejo, pareca estar en orden, en vista de lo cual me fui a dormir. Me despertaron los berridos de Gabriel; haba dormido casi cinco horas: -Qu te ha pasado? Estaba preocupado, llevo tres horas llamando. Por dnde estas? -Estoy en Latitud... tal y Longitud... cual, al rumbo ms o menos WSW respond.

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-Te saltas todas las normas a la torera! No contestas a mis llamadas por radio y encima ya no vas hacia el punto de referencia! me censur el amigo navegante. -Es que me pareci mucho dar cien millas de margen, estamos bastante lejos de costa y el viento est bajando. -Pero tambin es por los piratas, lo dice el libro, hay que navegar a esa distancia por seguridad! repuso. -El nico pirata que hay por aqu est ms cerca de ti de lo que piensas. -Muy gracioso! exclam-. Y hacia qu punto de referencia hay que dirigirse? Al segundo? -El tercero est bien. Ah! Y a partir de ahora nos llamaremos cada cuatro horas Vale? esto ya no est tan concurrido -resolv. Habamos cubierto la mitad de las quinientas millas que nos separaban de Cartagena y el viento era ya ms suave. Por suerte la direccin de ste, al igual que nosotros, contorneaba el perfil del continente, mantenindose su entrada por popa. Dos das despus apareci la ciudad de Cartagena de Indias por proa, donde llegu a la vez que el TARTARUGA, usando el motor; el viento haba desaparecido por completo. COLOMBIA Por fin llegbamos a un lugar alegre y con ambiente latino, diferente a Curazao, demasiado...holands. Siguiendo las indicaciones dadas por un navegante colombiano que conocimos durante los ltimos das de estancia en Spanish Water, fondeamos frente a las instalaciones del Club Nutico y rpidamente bajamos a tierra en nuestro bote. -Esto es un club nutico? preguntaba Gabriel. -Bueno, -le contestaba-, por lo menos tiene ese aspecto; hay pantalanes con barcos amarrados, hay bar, hay duchas... incluso hay una televisin. Slo hay que llevar un poco de cuidado con las ratas, pero no te preocupes porque ellas acaban con las cucarachas, que son peor. -Y eso de ah? exclam mi amigo. -Vaya, debe ser la que acaba con las ratas... menuda serpiente. En ese momento lleg doa Candelaria, la seora que regentaba el club (Al parecer su marido, un australiano, estaba, mmm... huido, no por buena persona precisamente). Muy amable y sin hacer caso a la fauna autctona del club, nos explic los servicios que ofreca. Pese a su insistencia y buenos precios por amarrar nuestros barcos en sus instalaciones decidimos seguir en el fondeo, en cualquier caso y por poco dinero adquirimos los derechos para desembarcar con los botes en sus pantalanes, llenar nuestros bidones de

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agua, utilizar las duchas y tener cuenta en el bar. Este ltimo servicio fue el que primero utilizamos. Sentados en la terraza y con una cerveza fra en la mano disfrutbamos de la espectacular vista que ofreca la Cartagena colonial y a la vez la turstica desde aquellas instalaciones. Estbamos en Colombia! En ese momento se sent junto a nosotros un hombre gordo, ya entrado en aos, muy simpaticote, haciendo las tpicas preguntas de costumbre que rompen el hielo y hacen amistad: -Ah! Espaoles. S, ya s, vens en velero; La primera vez en Cartagena? Este es el mejor pas del mundo... lo sabr yo. -Y s lo que vosotros queris, y eso lo tengo yo: las mejores esmeraldas, las mejores... mujeres, y la coca, La mejor calidad! Y de marihuana... amigo, ni quieras saber. Cuando aquel tipo se larg, el primer comentario fue de Gabriel: -Creo que ese tipo es un pirata afirm con rotundidad. -Lo dices por sus ofrecimientos? -S, por eso y porque lleva un parche en el ojo. Realmente estbamos en Colombia. Ya con dinero del pas fuimos a pasear por la zona antigua de Cartagena. Caminamos por las estrechas callejuelas de adoquines, entre casas coloniales y viejas murallas, tomamos buenos cafs en los bares de sus plazas junto a esculturas de Fernando Botero... siempre seguidos por una tropa de pedigeos, cambistas, esmeralderos, camellos, limpiabotas, vendedores de artesana, de camisetas, de cigarros... Por la noche la animacin continuaba en los bares con sus pequeos restaurantes, donde se escuchaba msica latina entre las voces de la clientela pidiendo ms ron. Cartagena tena vida. No haba mucho que hacer en los barcos, y si haba... pues ya se hara. Pasamos la primera semana pateando Cartagena, comiendo en los tpicos y baratos restaurantes, durmiendo largas siestas en los desvencijados butacones del club... hasta que conocimos a Mara. Mara era un barranquillera con mucha mezcla de sangre: cabello claro, casi rubio; piel morena, tirando a mulata; con algn rasgo indgena y de cuerpo bien formado. Pese a lo que se pudiera creer, Mara no era precisamente Miss Universo, pero era una chica, cuanto menos, divertida. Se mova por el club nutico como si fuera su casa, conoca a todo el mundo, se saba todas las canciones de Shakira y no se perda ninguna telenovela en la televisin del club, como todos los dems asiduos. Siempre nos aconsejaba buenos sitios donde ir y casi siempre nos acompaaba. Un da la invitamos a navegar en uno de nuestros barcos:

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-A las islas del Rosario! Vamos unos das a las islas del Rosario, estn muy cerca, yo conozco gente all -De acuerdo -le dijimos- y si quieres invita a alguna amiga tuya. Al da siguiente dejbamos Cartagena a bordo del TARTARUGA, Gabriel y yo junto con Mara y cuatro de sus mejores amigas. Las islas del Rosario estn a escasas veinte millas de donde nos encontrbamos. Este archipilago, al contrario que el fondeadero de Cartagena, posee aguas increblemente cristalinas, donde tan slo vive media docena de familias de pescadores. Es Parque Nacional, sin embargo algunos influyentes poseen varias soberbias residencias de veraneo. En cualquier caso disfrutamos unos das de gran actividad frentica, sobre todo por parte de nuestras invitadas; sin parar stas de cocinar, cantar, bailar, baarse y prepararnos combinados de ron da y noche. Una maana, fuimos todos a visitar a la medio pariente de Mara, una seora muy mayor, arrugada y desdentada, que viva en una de las casitas de pescadores. Hablaba tan bajito que no se le entenda nada y en las despedidas, cuando le toc el turno a Gabriel, ste le plant a la buena seora un beso en cada mejilla, la seora dio media vuelta y murmurando desapareci para regresar con dos enormes langostas. De regreso Gabriel, orgulloso de aquellos dos presentes, comentaba: -No est mal, no est mal. Dos langostas por dos besos... -Si seor, Cacagete, nada mal asent-, pero imagnate lo que nos hubiera dado si le hubieras dado un buen besazo en la boca, imagnate si le... -Cllate! me interrumpi-. Por favor, cllate! Tienes la habilidad de desbaratar todas mis ilusiones. Ya de vuelta en Cartagena nuestras paseos por tierra se fueron espaciando, volviendo a la rutina del barco, cada uno en el suyo; leer, cocinar, contactos por radio, realizar mantenimiento de a bordo y siempre, a media tarde, nos reunamos, cada vez en uno de los dos barcos, para compartir la cena y charlar hasta altas horas. Haca un par de das que no reciba la visita de Gabriel, incluso lo vea poco por la cubierta de su barco. De repente apareci en la borda del ARCHIBALD subido en su bote: -Mira comenz diciendo-, me voy a tierra. Tengo un problema. -Qu te pasa Cacagete? quise saber. -Quiero visitar a un medico contest-. Es que tengo... mmm... hemorroides. -Que tienes qu? -Que tengo... hemorroides -repiti. -Mira Cacagete; ya sabes que estoy un poco teniente. O hablas ms fuerte o...

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-Que tengo almorranas, joder! Llevo dos das con almorranas y no puedo ms! Me voy a buscar un mdico. Por favor s discreto. -No te preocupes, ya sabes que soy como una tumba (abierta). Al atardecer vi a Gabriel que regresaba a su barco, lo llam por la radio VHF y me cont que el mdico le haba recomendado reposo, aplicaciones con hielo, pomadas... en fin, lo de siempre. A parte de este incidente la rutina continuaba. Al da siguiente, como era habitual, ambos contactamos por la radio BLU con los amigos del Caribe, Espaa e incluso ms all. El primero en hablar fue Rafael del Castillo desde Canarias: -Gabriel, Ests mejor? Quieres que llame por telfono a tus padres? -Mejor? respondi sin comprender. -Cacagete, soy Juan Manero, todava estoy por Trinidad... Jo to, almorranas, Vaya putada! -Aqu Altino desde Azores, nosotros tenemos un remedio... -Miguel, del OCANO, soy mdico. Te recomiendo... -Lo que te hace falta es un buen negro! Ja,ja, ja. (Annimo, pero me pareci la voz de Ricard de LA TORTUGA) -Julio, de la Rueda Gaucha, Buenos Aires. Yo de vos... -Aqu la Rueda de los Canguros desde Sydney, Australia... Y as sucesivamente. Yo estaba retorcindome de risa en la cubierta del ARCHIBALD, pero cre entender un rugido que deca algo as como: COCAAAAA, QU HAS HECHOOOO! Son las ventajas e inconvenientes de la radio. Pasado aquel incidente y hechas las paces con Gabriel, ste me comunic la intencin de regresar a Espaa por quince das y para su tranquilidad quera dejar el barco en un lugar realmente seguro. El divertido club nutico no era la mejor opcin, pues a pesar de comprobar que doa Candelaria vigilaba las instalaciones da y noche, sobre todo porque la veamos dormir encima de las mesas del bar cada vez que nos retirbamos un poco tarde, por all desfilaba todo tipo de personal a cualquier hora. Un poco ms all se encontraba el Club de Pesca, con unas elitistas y pulcras instalaciones, de acceso muy restringido y con servicios a nivel europeo. De alguna manera Gabriel supo mover las teclas adecuadas y fue invitado a dejar su barco en dicho club. Llevamos el TARTARUGA hasta el atraque designado, yo me quedara como responsable durante su ausencia a cambio de poder usar las duchas de las instalaciones. Gabriel se haba aficionado a la nutica desde haca poco tiempo, ms por los libros que por la prctica. Quera llevar la vida de los clsicos

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vagabundos del mar y despus de muchos esfuerzos por lo menos estaba en camino. Haba nacido en Madrid, de buena familia, estudi econmicas y pronto obtuvo atractivos cargos en fuertes multinacionales. Durante su estancia laboral en Sevilla conoci a Alberto, ingeniero de su misma edad, aficionado al mar, que introdujo a Gabriel en el mundo de la vela de crucero. Llegaron a un pacto: Cuando tengamos dinero suficiente dejaremos los trabajos, nos compraremos un barco y nos marcharemos a recorrer mundo. Al poco tiempo Gabriel fue trasladado a Per, luego a Brasil; pero aquel pacto se mantuvo hasta que por fin se dieron las condiciones. Gabriel regres a Espaa y junto con Alberto comenzaron a buscar barco. Cuando el TARTARUGA apareci en escena Alberto no llegaba a decidirse, era un barco demasiado especial, pero Gabriel qued cautivado y resolvi comprarlo. La situacin se mantendra de la misma manera; los dos seran responsables del barco, compartiendo trabajos, navegaciones y tambin gastos... hasta que en Santa Luca, aquella relacin concluy. El TARTARUGA era un hermoso velero de dos mstiles, construido en Suecia, con casco de acero y cubierta de madera, sus lneas eran clsicas; de popa estrecha y demasiado calado. Su confortable interior, fabricado en caoba y cerezo, era el sueo de todo navegante. No se trataba un velero rpido pero s el complemento que un buen fotgrafo reclama cuando intenta plasmar la esencia de una bella costa paradisaca. Tras la marcha de Gabriel todava espaci ms mis paseos por la ciudad, ya conoca toda Cartagena, los acosadores de turistas no slo ya no me perseguan, sino que algunos incluso me saludaban: Adis Doctor!. Si quera conocer Colombia tena que agarrar mi mochila y subirme en el primer autobs, cosa que normalmente hago, pero esta vez tena la responsabilidad de dos barcos y sobre todo mi ARCHIBALD, fondeado en mitad de la baha, no se encontraba en el lugar ms seguro del mundo precisamente. No haba muchas ms tareas que hacer a bordo y resolv que para empaparme de Colombia lo mejor era leer sobre ella. Fui hasta una librera de viejo y compr todo lo que haba del escritor Garca Mrquez, incluso libros que ya haba ledo, volvindome a sumergir en Macondo, la pequea aldea de Cien Aos de Soledad. El tiempo a bordo pasaba entre Hojarascas, Coroneles a quienes nadie escribe, Crnicas de Muerte y asuntos similares, slo recordando que viva en un barco cuando un Culo de Pollo viento fuerte local, zarandeaba el ARCHIBALD, saliendo a cubierta para comprobar que todo segua en su sitio, para volver a introducirme entre Otoos de Patriarcas, crteles, secuestros, guerrilleros y narcotraficantes. Una noche sal a cenar con Mara y de regreso al barco, ya bastante tarde, vi un haz de luz que barra la cubierta del ARCHIBALD y una estridente bocina que no dejaba de sonar. La luz y el fuerte sonido provenan de un
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velero cercano y pronto uno de sus tripulantes lleg en su bote hasta mi barco: Te estaban robando! -empez a explicar mi vecino-. Eran dos tipos en un cayuco. Primero vinieron a mi barco, me pidieron gasolina, luego una cerveza y al final un cigarro, como no les di nada se fueron, pero segu vigilndoles hasta que llegaron a tu barco. Se pusieron a trabajar sobre tu cubierta, comprueba todo por si te falta algo. Era cierto; la entrada al interior estaba cerrada, pero haba signos de haberla forzado. En cubierta todo estaba revuelto, siempre pongo una cadena uniendo al barco todas las cosas de cierto valor que quedan en el exterior, pero aquellos individuos haban conseguido forzar el candado. Por suerte, gracias a las alarmas de mi vecino, no pudieron llevarse nada importante, tan slo ech en falta un balde y una vieja colchoneta. Al da siguiente, ya con luz, fui a agradecer a mis vecinos su labor de ayuda. Gracias a ellos mi barco segua completo. As conoc a Paul y Vivian, una pareja poco convencional, como todas las que ejercen este tipo de vida. Paul, holands, de unos treinta y cinco aos, haba sido un buen tcnico en informtica, uno de esos gafotas magos que quitan virus, recuperan discos duros y dems cosas inauditas, hasta que un buen da lo dej todo para dedicarse de lleno a su pasin secreta: tocar el saxo. Su aficin a los barcos vino de rebote; viajando por California vio un velero en venta y pens que sera un buen lugar donde ensayar sin molestar a nadie. Como la mayora de los holandeses, tena nociones de navegacin; compr aquel barco, puso rumbo a Panam, cruz el Canal y se dirigi a Costa Rica, donde conoci a Vivian. Vivian, costarricense, regentaba un pequeo restaurante en su tierra y es una apasionada y estudiosa de la cocina a cualquier nivel. As naci esta pareja tan singular, una unin msico-gastronmica que recorre el mundo, uno recogiendo melodas y sonidos y otra, recetas y sabores. Su barco, el WATERGEUS, es pequeo, pero tiene todo lo necesario: una buena cocina para Vivian y la coleccin de saxos y partituras de Paul. Trabajo tocando el saxo en algunos restaurantes de Cartagena contaba Paul-. Ven esta noche a escuchar buena msica y te invitaremos a cenar. Est incluido en mi contrato. Aquel restaurante era muy selecto, despus de la cena Paul y su saxo empezaron a trabajar, realmente aquel tipo era bueno, muy bueno. Interpretaba de maravilla e incluso improvisaba jazz como el mejor. Al trmino de su actuacin y ya pasando al habitual consumo de cervezas me coment que tanto Vivian como l queran ir a Cuba, para empaparse de sus esencias y sensaciones. A partir de aquel da no me perd ninguna de sus interpretaciones ni ensayos a bordo de su barco, degustando a la vez las excelentes recetas de Vivian.

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Durante esos das lleg al barrio el velero italiano MAGIA, de Alberto y Manuela, creando un tro nutico culinario entre los exquisitos platos de Vivian, las pastas del MAGIA y mis humildes pero alabadas paellas. Lleg Gabriel protestando de las tensiones del Primer Mundo: No hay quien viva en Madrid, todos estn locos! Qu ganas tena de volver! El TARTARUGA dej los pantalanes del Club de Pesca para integrarse en nuestro barrio, pero Cartagena ya no daba ms de s y tanto Gabriel como yo tenamos ganas de cambiar de escenario. Unos das antes de la salida lleg Fletcher con sus flamantes dos meses de vacaciones que gozan los profesores y tras una vuelta turstica por la ciudad y alrededores nos despedimos de todos nuestros amigos que habamos hecho durante aquellos meses y ambos barcos dejamos Cartagena por popa. Colombia es un pas extraordinario, a pesar de la idea tan distinta que pueda tener el Mundo en general: ser colombiano es sinnimo de narcotraficante, o al menos as nos lo ha impuesto la prensa sensacionalista y las pelculas americanas. Parece que hemos olvidado las obras de sus artistas, que todos hemos admirado; los libros de sus escritores, que todos hemos ledo; aplaudido a sus deportistas, incluso en Frmula 1; cantado y bailado sus canciones; elogiado sus pelculas; Quin no se ha quedado pegado a la tele viendo sus telenovelas? Colombia tiene incluso cientficos; pocos saben quin fue el doctor Patarroyo, un inmunlogo colombiano precursor de la an no descubierta vacuna contra la malaria, con resultados ms que positivos, pero perdi la confianza (y las subvenciones) de las grandes potencias al no crear una vacuna de total efectividad, ya hablaremos de esta enfermedad. Nadie reconoci su trabajo, quiz por ser colombiano. Bueno, s; un pas bastante alejado de Colombia reconoci su labor e incluso le otorg un premio. Por cierto, ese premio tena un nombre: el Prncipe de Asturias de la Ciencia. Parece que los nicos nombres colombianos que suenan son el de los hermanos Ochoa, el de Pablo Escobar, las FARC, el ELN, los Crteles... Hay tantas posibilidades de ser raptado por las calles de Medelln, Bogot o Cali como de morir por bomba terrorista caminando por San Sebastin o Bilbao. Es cierto que en Colombia se cultiva la coca, como en la mayora de los pases suramericanos, pero nos olvidamos de algo mucho mejor: el caf colombiano, el mejor caf del mundo; recordad a Juan Valds... S, la imagen que tenemos de Colombia no es muy buena, pero, amigo, si viajas ya vers la imagen de Espaa que hay, o al menos ha habido, por ah fuera: terrorismo y bombas por todos lados; si eres del norte, etarra; si eres del sur, bailaor o torero; paleto si eres gallego, catalanes tacaos; levantinos vagos... eso s, todos futbolistas. Pero afortunadamente, desde hace algunos
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aos, ms bien pocos, la imagen de Espaa y sus habitantes est cambiando para mejor. Esperemos que dure. Dejado esto claro, sigamos con el viaje. La primera escala fue en nuestras conocidas islas del Rosario, primero para limpiar los barcos de incrustaciones formadas en las polucionadas aguas de Cartagena y segundo para decidir nuestro siguiente destino. Era julio, plena poca de huracanes, ni pensar en ir a la parte alta del Caribe. Slo nos quedaba una opcin, seguir camino hacia las costas de Panam. Existe all un grupo de islas que nos llamaba mucho la atencin, las islas de San Blas, gobernadas y administradas por los indios Kuna. Nos haban hablado mucho y muy bien de aquel lugar y sus gentes, tenamos una gua nutica de la zona y nos encontrbamos a menos de doscientas millas de aquellas paradisacas islas; no haba que meditar mucho. Despus de varios das en el Rosario viviendo de nuestra propia pesca, ya que Gabriel, pese a nuestras insistencias, se negaba en rotundo a volver a presentar sus respetos a la buena seora de las langostas, dejbamos definitivamente Colombia para, otra vez, cambiar de pas. SAN BLAS La navegacin fue de viento variable al principio, seguido de calma para terminar con fuertes chubascos de lluvia y viento de todas direcciones, el tpico chubasco tropical. A bordo del ARCHIBALD, Fletcher y yo desde el interior nos turnbamos para controlar la navegacin por medio de los equipos electrnicos. El viento no era fuerte, pero sus cambios de direccin nos obligaban a salir fuera de vez en cuando para modificar la posicin de las velas. A bordo del TARTARUGA pocos turnos poda haber, Gabriel siempre se encontraba en cubierta durante la navegacin y si a esto sumamos la fuerte lluvia y el viento variable... evidentemente estaba pasando una mala noche. Era su primer mal tiempo en solitario. Esto curte, deca Fletcher. Al amanecer del segundo da, entre chubasco y chubasco, se empezaron a distinguir por el horizonte las primeras islas. El viento era ya mucho ms suave, al igual que las olas. Escuchamos la primera llamada de Gabriel desde la tarde anterior: El piloto automtico dej de funcionar al atardecer y llevo toda la noche timoneando, el viento est calmando y el motor a veces se para... El TARTARUGA estaba a treinta millas de nosotros; marcamos un punto de referencia cerca de las islas hacia donde l se dirigira y nos comunicaramos por radio cada hora. En el caso de que su motor se parara definitivamente cerca de costa, iramos a su encuentro para remolcarlo hasta un lugar seguro.

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A medio da vimos aparecer una columna de humo negro por el horizonte que vena hacia nosotros, era Gabriel. Cuando lleg a nuestra altura le ofrec un remolque pero se neg rotundamente, ya que en la ltima comunicacin le haba advertido que segn la Ley Internacional de Salvamento Martimo, si aceptaba mi ayuda tendra que cederme una buena parte del valor de su barco. Pero no te preocupes le dije-, ya se pondrn de acuerdo nuestros abogados. Llegamos ambos barcos al fondeadero elegido y echamos nuestras respectivas anclas. Gabriel, todo empapado, pareca haber empequeecido despus de aquella noche. Como aquel lugar era muy protegido, abarloamos los dos barcos para no tener que usar los botes en las visitas. Prepar un buen almuerzo para los tres y ya ms relajado Gabriel me pregunt: Oye, lo de los abogados y todo eso, era broma No? Lo primero era echar un vistazo al piloto y al motor del TARTARUGA. Reparamos el piloto haciendo una chapucita, pero no era muy de fiar y tendra que comprar un pequeo impulsor elctrico en cuanto llegramos a la civilizacin; ya tenamos un motivo par ir a Coln, la ciudad ms importante de Panam en el lado caribeo. En cuanto al motor, realmente no trabajaba bien, todo sealaba a un problema en el circuito de gasoil. Limpiamos y cambiamos los filtros, revisamos todos los conductos y encontramos dos poros por donde haba prdida de combustible y por tanto entrada de aire. Reparado aquello arrancamos el motor, que sonaba bien pero segua echando humo negro. Si quieres navegar sin problemas tendrs que cambiar los picos de los inyectores y hacer revisar la bomba de inyeccin le dije-, pero sobre todo debers limpiar los tanques de combustible, porque los filtros que cambiamos tenan mucha porquera. Si no lo haces me chivar a Rafael del Castillo de la Rueda de los Navegantes, que siempre est amenazando a los marineros descuidados con los depsitos sucios y no parar de machacarte por radio hasta que los dejes como una patena, as que ser mejor que empieces cuanto antes. En ese momento el cielo despej dejando salir los rayos del sol, iluminando el lugar donde nos encontrbamos, Cayo Holands, rodeados de pequeas islas de arena blanca totalmente cubiertas de verdes cocoteros; habamos llegado al Paraso. -Venga, vamos a dar un paseo por tierra! Resolvi Fletcher -Yo me quedo repuso Gabriel-. Hace dos das que no duermo y no puedo ms. San Blas es un archipilago formado por infinidad de pequeas islas, perteneciente a Panam. Estas islas y la parte costea del continente forma
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parte de la regin Kuna Yala; est gobernada de una manera un tanto autonmica por la comunidad de indios Kuna, primitivos habitantes del lugar. La sociedad Kuna es tribal; cada jefe, llamado Saila en dialecto Kuna, es el cacique de su comunidad, todos le respetan y a la vez trabajan en el mantenimiento de su sociedad y su territorio. Los Kuna son gente muy humilde, amable y agradecida a los presentes que se le ofrece, correspondiendo normalmente con lo poco que puedan dar. Sus escasos ingresos se generan por la recoleccin de cocos para la elaboracin de copra, producto basado en la pulpa de este fruto, materia prima para la fabricacin de aceites, jabones y perfumes, y tambin la fabricacin de molas, una tpica artesana que luego intentan vender al visitante. Esta labor es exclusiva de la mujer Kuna, tanto la confeccin como su venta. Ataviadas con ropas muy llamativas de tonos chillones, con las piernas y brazos totalmente cubiertos de pulseras de colores, recorren remando en frgiles cayucos las islas y fondeaderos a la bsqueda de yates para ofrecer estas elaboradas molas: conjunto de telas de fuertes colores entretejidas y bordadas entre s, creando dibujos y contrastes realmente increbles, algo exclusivo de esta regin. Los Kuna provienen de antiguas culturas precolombinas y todava poseen una fuerte personalidad, por eso an siguen siendo los dueos de sus territorios. Pese a ser gente afable y complaciente, los Kuna son totalmente reacios a abrirse al turismo masificado, no aceptando los ofrecimientos y ventajas de las grandes multinacionales hoteleras para dotar a esta regin de la infraestructura justa y necesaria como para llevar al desastre uno de los pocos Parasos Perdidos que quedan en el mundo. Poco tiempo durar, ya lo vers. Cayo Holands, el lugar donde nos encontrbamos, es una protegida ensenada rodeada de pequeas islas salvajes y arrecifes de coral, con fondos de buena arena donde el ancla queda firmemente agarrada, un sitio tranquilo y seguro donde restablecerse de la anterior travesa, y as lo hicimos. Al da siguiente, ya con nuevos nimos, decidimos hacer una visita a los Kuna que vivan en Cayo Holands. Habamos visto un pequeo cayuco en una isla cercana y tambin se distingua una pequea choza entre los cocoteros. Como ya nos haban informado, hicimos acopio de presentes para regalar a nuestros anfitriones; no sabamos como eran los Kuna ni como iban a reaccionar ante nuestra visita, as que un poco nerviosos bajamos a tierra. Una vez all nos acercamos tmidamente a la choza poniendo siempre a Fletcher delante, tal vez porque es ms grande o tal vez porque es profesor de idiomas, pero en el fondo, fondo, tanto Gabriel como yo pensbamos: si se tienen que comer a alguien, que sea a ste. De la cabaa sali un hombrecillo moreno vistiendo un mono de trabajo y unas altas botas de agua. Nuestro intrprete inici la comunicacin. -T-Hablar-Espaol? dijo Fletcher.

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-Claro! respondi el indio-. Soy Kuna, pero tambin panameo. Me llamo Pedro, s un poco de ingls, Vosotros hablis Kuna? Aquel tipo nos haba visto llegar el da anterior, saba que el TARTARUGA tena problemas en el motor por el humo negro que haba visto salir de su escape, no le pareci bien que hubiramos bajado a tierra sin permiso, pero sonri al ver nuestros regalos: una bolsa de arroz, otra de harina de mandioca, azcar, galletas, dulces para los nios, camisetas, pantalones, un rollo de cabo... Otros presentes los ofreceramos ms tarde, segn viramos sus reacciones; tampoco queramos traspasar los lmites de la cortesa llegando a incomodar a aquella buena gente. Pedro nos cont que l y su familia estaban temporalmente encargados de aquellas islas, donde recogan los cocos cados para obtener la pulpa y dejarla secar; en un mes regresaran a su poblado, en otra isla ms alejada, de all tenan pensado viajar a la ciudad de Panam para hacer unas compras y de regreso visitar unos familiares en la parte Kuna Yala del continente. Pedro nos mostr su casa, nos present a su mujer, su cuado y sus hijos; ese da seramos sus invitados a comer, y mientras la seora haca la comida usando ya parte de lo regalado, Pedro y su cuado nos hicieron un dibujo en la arena de todo el cayo indicndonos los arrecifes donde podamos conseguir la mejor pesca: -No olvidis traer algo para nosotros record. La comida fue excelente; un guiso de iguana, plato tpico, con pescado y arroz. En los postres sacamos nuestros regalos reservados: unas revistas de actualidad, una botella de licor y un paquete de tabaco. Nuestros anfitriones, al igual que nosotros, nos servimos un vaso y Pedro, al probarlo, coment: Mmmm, no es mal ron. Nos quedamos con las ganas de escuchar el clsico: Agua de Fuego, cabeza tonta de los indios de Hollywood. A nuestra marcha, nosotros tambin tuvimos regalos; varios cocos verdes, una papaya y un racimo de pltanos recin arrancados del jardn de Pedro, y sobre todo: permiso para desembarcar en las islas de Cayo Holands y pescar por sus arrecifes. Con las ltimas horas del da dos barcos llegaron al fondeadero, eran WATERGEUS y MAGIA, ahora ya estbamos en familia Y con msica de fondo! Al siguiente da decidimos estrenar nuestro flamante permiso de pesca, echamos en uno de los botes todos los equipos: gafas, aletas, plomos, fusiles... y nos dirigimos hacia el arrecife indicado. All haba pesca, tanta que no sabamos por donde empezar. Regresbamos ms tarde con lo necesario para hacer un buen arroz para las tripulaciones de los cuatro barcos: dos buenas langostas, cuatro meros, un pargo grande y un cubo lleno de pescado variado para Pedro. Gabriel discuta con Fletcher:
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-Ese lo he pescado yo, y ni siquiera llevaba puestas las lentillas! La cena, a bordo del ARCHIBALD, junto con dos botellas de vino italiano aportada por los amigos del MAGIA, fue insuperable. Sali el caf, los licores y el inevitable tabaco. Gabriel, triunfante, no dejaba de hablar de la jornada de pesca, no en vano haba sido su iniciacin. -Cacagete, Un cigarrito? invit. -No gracias respondi con su habitual educacin-. Ya sabes que desde Cartagena ya no fumo. Alberto, el italiano, no paraba de echarle el humo a la cara y al pobre Gabriel se le iban los ojos detrs de la cajetilla. -Pero hombre! insist-. Un par de caladitas no te van a hacer nada, y despus de una comida as... -Bueeeeeno, pero slo dos caladitas, el resto que se lo fume otro. Gabriel no pudo dar dos caladas, ya con la primera casi lleg hasta el filtro. Al rato ya se encenda otro cigarrillo. Por la maana del da siguiente encontr a Gabriel agarrado a la banda del ARCHIBALD: -Oye Coca, Te queda algo de tabaco? -Pero Cacagete, No habas dejado de fumar? repuse. -Y no fumo, es para matar el gusanillo antes de irnos de pesca... -Vale, vale precis-. Pero ya sabes que este tabaco lo utilizo para los regalos... -Ya empiezas otra vez! protest-. No te preocupes, te lo pagar. -No quiero dinero, somos amigos le dije-. Slo quiero que por cada cajetilla t me devuelvas dos. -Eso es un robo! sigui protestando-. Y t eres mi amigo... -Tienes razn, no quiero que fumes. Si necesitas tabaco ves al estanco ms prximo dije sealando hacia el horizonte. -Deja de hacer el payaso y dame un paquete. Ya te dar dos cuando lleguemos a un sitio civilizado. -Toooma. -Le ofrec. Pero si falta la mitad! -grit. -Faltan los que te fumaste ayer. Mralo de esta manera: mientras t y yo sigamos haciendo tratos, siempre, en cualquier lugar, tendrs tabaco para fumar. Ves? Ya tienes una preocupacin menos. Venga!, prepara tu equipo que nos vamos de pesca -conclu. Ya de mejor humor, camino del arrecife Gabriel exclamaba: Cmo me gusta pescar! A ver hoy cul es la oferta...! Y aquel da la oferta fue de... Centollos!

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Por algn motivo el arrecife estaba repleto de aquellos enormes bichos, ni el da anterior ni los siguientes veramos ninguno ms, pero esa maana, como haba dicho Gabriel, estaban de oferta. Para la cena Vivian prepar de primero una sopa de marisco y de segundo autnticos espaguetis italianos con salsa de centollo. La sobremesa estuvo animada por el recital de Paul y su saxo. Aquella vida no poda ser real. Tercer da de pesca; Gabriel gritaba desde su barco: Nos vamos ya o a ver qu hacemos! Nos habamos quedado solos; WATERGEUS y MAGIA se haban ido a recorrer otros cayos, as que ese da la pesca deba ser menor, salvo el tributo a la familia de Pedro, que consuman todo el pescado que le llevbamos. Fuimos hacia otro arrecife para probar suerte. Gabriel fue el primero en echarse al agua, pero al instante ya estaba de nuevo en el bote. -Aqu hay tiburones! Largumonos! exclam. Fletcher meti la cabeza en el agua, al sacarla dijo: -Son nodrizas, de los que no tienen dientes, pero... Qu grandes! Yo no me tiro. Ya sabamos la oferta de aquel arrecife y nos fuimos a otro que tuviera propuestas ms atrayentes. Llevbamos ya un buen rato en el agua, a punto de concluir la jornada de pesca, cuando de pronto algo grande se me acerc; era una barracuda enorme, mayor de metro y medio y bastante rolliza de tronco. Se qued quieta a un metro escaso de m, sin hacer nada ms. Esta quiere mi pescado pens y tir despacio de la lnea donde tena ensartadas mis capturas hasta dejarlas cerca de ella, pero ni se inmut. Lo normal es que diera una dentellada a uno de los pescados y desapareciera, como otras veces me haba sucedido, pero aquel animal slo se fijaba en m, al parecer ese era su territorio y yo lo haba invadido. El fusil lo tena descargado, pues acababa de disparar a una pieza justo antes de verla, no quera hacer movimientos bruscos, as que lo solt y comenc a nadar de espaldas, muy despacio pero sin perderle ojo, hasta un arrecife cercano. Tard una eternidad en llegar y la barracuda siempre mantena su distancia, abriendo la boca de vez en cuando para mostrarme sus afilados dientes. Por fin llegu al arrecife, subindome en l de un salto; en ese momento poda haberme atacado, pero no lo hizo, salvando por suerte el pellejo. Fletcher ya estaba en el bote y grit: Eh!, ven a por m, que aqu abajo hay una barracuda que me quiere comer! Cuando lleg Fletcher me dijo que l tambin la haba visto, por eso estaba subido en el bote -Y dnde est el Cacagete? le pregunt.

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-Ah esta buceando, feliz de la vida, hoy tambin se le han olvidado las lentillas y lleva las gafas de bucear totalmente empaadas, no me explico cmo puede pescar algo... Recogimos a Gabriel, todo de una pieza, recuperamos mi fusil y mi pesca, tambin intacta. Esa noche volvimos a cenar como marqueses, pero despus de la experiencia de aquella maana, Cayo Holands no nos pareca tan insuperable y decidimos cambiar de isla al da siguiente; total... tenamos trescientas para elegir. Las siguientes semanas recorrimos lugares como Ro Diablo, Corazn de Jess, Islas Iguana, Coco Bandero... la mayor parte pequeas islas deshabitadas de arena y coral con densa vegetacin de palmeras y manglar. Nos habituamos perfectamente a la presencia de tiburones, abundantes en estas aguas tropicales. El estar habituados no quiere decir que compartiramos el mismo medio marino; en cuanto detectbamos su presencia subamos a la hinchable como rayos, a eso tambin nos habituamos. En estas ltimas islas, Coco Bandero, nos encontramos con otro barco que habamos conocido en Cartagena, se trataba de un velero francs llamado MA-OH, su tripulacin constaba de un matrimonio, Patrik, Christine y sus dos hijos: Steve de trece aos y Lenka de diecisis. Los dos chavales hablaban espaol perfectamente, Aprendido en tan slo tres meses de estancia en Cartagena! Quedamos para salir a pescar juntos al da siguiente y antes de amanecer ya estaban dando golpes en nuestros barcos: -Venga, arriba! gritaba Steve-. Lo bueno slo se ve cuando sale el sol. -Pero a las once tambin hay pesca repliqu con cara de sueo. -Ese pescado no lo quiere nadie! insista, mientras Patrik y Lenka se partan de risa desde su bote-. Deprisa, o llegamos tarde! No s si por el sueo o la luz de los primeros rayos de sol, pero ni yo ni mis compaeros veamos nada interesante, en cambio Steve y su padre no paraban de sacar buenos pescados y grandes langostas. Con dos depredadores como esos, hoy no pienso esforzarme, pens y segu disfrutando del buceo y de aquellos claros fondos marinos. Al momento Lenka, que estaba cerca de m, me grit: Mira, mira ese que grande es!, mientras nadaba y se sumerga detrs de algo. Fui donde ella estaba y la vi, con horror, persiguiendo a un tiburn de dos metros. Es un Limn de arrecife, no hace nada... deca la chica-. Pero de qu te asustas? si hace un rato te ha pasado uno ms grande a medio metro de tu espalda...

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Ms tarde, acabada la pesca y para divertirse, vi a Steve agarrarse a la cola de un enorme tiburn nodriza hasta hacerlo salir disparado, mientras su padre lo miraba muerto de la risa. Estos gabachos estn locos!, deca Fletcher. Esa noche toc hacer paella, Los MA-OH nos contaron que se quedaran unos meses ms por esta zona de Panam y luego cruzaran el Canal. En poco ms de un ao deberan estar en Nueva Caledonia, casi al otro lado del Pacfico, por motivos de trabajo para el matrimonio y de estudios para los chicos. Al da siguiente se marcharon, segn dijeron, en busca de mejores zonas de pesca. Nos volveramos a ver. La siguiente escala sera Ro Sidra, otra pequea isla donde, segn relataba nuestra gua, exista una aldea. Cuando llegamos no lo podamos creer; ciertamente haba una aldea pero sta ocupaba literalmente toda la isla!, no caba ni una cabaa ms. Nada ms fondear, fuimos literalmente asaltados por una flota de canoas tripuladas por nias Kuna, ataviadas con sus pulseras y trajes tpicos de vivos colores. No!... Nosotros somos muy pobres! Id al otro barco, l es rico, tiene dlares, compra todo! gritaba Fletcher, desviando aquel trfico martimo hacia el barco de nuestro compaero. Al momento el TARTARUGA se convirti en una especie de Club Nutico para cayucos. Cuando fuimos al rescate Gabriel ya estaba lleno de collares, pulseras, adornos para sus gafas, trenzas con bolitas de colores y por supuesto, un buen surtido de molas Fuimos los tres a tierra y nada ms desembarcar vino un hombre que muy amablemente nos dijo: Buenas tardes, mi nombre es Miguel; lamento deciros que hoy no podis desembarcar, el Saila y otros jefes estn celebrando una asamblea y todo el mundo est presente, pero venid maana temprano y os mostrar nuestro pueblo; lo siento mucho y os pido mil disculpas. No haba ms que hablar, maana sera otro da. De regreso vimos con alegra que otro barco fondeaba cerca de los nuestros, era el MAGIA. A la maana siguiente, cada cual con sus respectivos presentes, bajamos las tres tripulaciones a tierra y como haba prometido, Miguel nos esperaba en el embarcadero: Siento lo de ayer se disculpaba-, pero hoy os mostrar todo, incluso el Saila est informado de vuestra visita y os espera. Miguel era algo as como el relaciones pblicas del poblado. Lo primero que hicimos fue visitar al Saila. Miguel nos iba diciendo: Esta cabaa es nuestro congreso, donde el Saila y otros caciques deciden cuales son las soluciones a las necesidades de nuestra comunidad. Esperad
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un momento, desapareciendo tras una cortina de caas. A los pocos segundos se asom y nos dijo: Ya podis pasar En la penumbra interior, poco a poco fuimos distinguiendo una docena de figuras recostadas en hamacas colgadas de varios postes formando un crculo. Miguel se acerc a una de ellas y habl unas palabras en dialecto Kuna. Al momento aquella persona se incorpor y bajando de su hamaca vino hacia nosotros, era el Saila. Nos dio la bienvenida a Ro Sidra, acept gustoso nuestros presentes y regres a su hamaca hablando unas palabras otra vez en Kuna con Miguel. Fletcher sali exclamando: Nada ms regresar a Espaa voy a escribir al Ministerio de Educacin para exigir que a partir de ahora los congresos y seminarios de profesores se hagan en hamacas en vez de en las incmodas sillas que tienen. Estos s que saben! Miguel nos inform que habamos tenido suerte, normalmente el Saila del poblado no reciba a los forasteros; nos conceda permiso para visitar toda la aldea y quedarnos en el fondeadero todo el tiempo que quisiramos. Lamentablemente estbamos obligados a pagar una tasa de un dlar por persona, a cambio nos regalaran fruta y pescado. Durante el paseo, Miguel nos fue presentando a los respetables del pueblo y mostrando las construcciones ms emblemticas: Esto es la escuela, eso la cabaa de la televisin, la iglesia, la cancha de baloncesto... -Oye Miguel, y aqu en Ro Sidra... Tenis algn bar? quise saber. -Por supuesto afirmo-, con buen ron y cervezas fras, ahora os iba a llevar. Aquello ms que un bar era un minsculo centro comercial donde tambin haba supermercado, panadera, restaurante, mercera, confeccin... y justo al lado, una cabina telefnica. -Miguel, Eso funciona? Pregunt Manuela, la italiana. -Claro, -dijo nuestro anfitrin-, opera va satlite, pero es un poco caro. Manuela y luego Gabriel consiguieron hablar con sus respectivas casas Incluso a cobro revertido! Ya sentados en una mesa, Miguel nos relataba: Las cervezas estn fras gracias a las cmaras frigorficas que funcionan con los potentes generadores propiedad de la comunidad; todas las cabaas tienen electricidad. No estamos tan atrasados como la gente se piensa, todos los nios van a la escuela salvo los periodos en que se van con sus familias a recoger los cocos de nuestras islas. Aqu todava no, pero en la isla de Porvenir, la capital Kuna Yala, hay un aeropuerto e incluso una central de ordenadores donde Kunas que saben informtica actualizan constantemente nuestras pginas Web para que el Mundo sepa que existimos. No queremos que el turismo masificado nos invada, como ha pasado en otros lugares, no

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nos negamos a ser visitados, queremos que venga gente de fuera... pero no toda de golpe; vosotros estis aqu y creo que nadie os ha tratado mal. Somos un tanto orgullosos y no queremos ayudas que desbaraten nuestra frgil sociedad, nosotros mismos nos bastamos para educarnos, mantener la salud, nuestra propia economa... bueno con un poco de apoyo exterior, pero queremos ser NOSOTROS SOLOS los que vayamos evolucionando sin perder nuestra distintiva identidad. Somos felices as. No haba mas que hacer en la pequea Ro Sidra; habamos visitado todo el poblado, sacado fotos a las mujeres Kuna, que haban posado para nosotros; hecho algunas compras... Nos despedimos de nuestros nuevos amigos y partimos para Cayo Chichime, aconsejados por Miguel. A primeras horas de la tarde los tres barcos llegamos a nuestro siguiente Lugar de Reposo. Al igual que los anteriores, era otro tranquilo paraso con una ensenada rodeada de arrecifes y pequeas islas de arena y cocoteros. All se encontraba un nico barco, nuestro viejo conocido WATERGEUS. Por la noche cenamos a bordo del MAGIA, cada uno aport lo que pudo: Vivian un par de langostas que Paul haba conseguido aquella maana, Manuela la pasta italiana, la receta y sus condimentos; y los espaoles nuestras tres enormes bocas para engullir todos aquellos suculentos manjares. Los das siguientes se sucedieron con la dulce rutina a la que obligatoriamente nos habamos acostumbrado: desayuno, buceo y pesca a horas decentes; paseo por la isla y recolectar cocos ya maduros para, una vez despojados de sus fibras, practicarles un pequeo agujero en su cscara, introducir ron en su interior y reservarlos para su maceracin. Pocos fueron los que reposaron ms de cuatro das. Una tarde vimos que arribaba otro velero, pero en vez de dirigirse al paso libre de corales, navegaba feliz y contento en rumbo directo hacia los amenazantes arrecifes. Nadie responda a la radio, salimos a su encuentro en la potente Zodiac del MAGIA, llegando justo antes de que se estampara contra el coral. Se trataba de un alemn, navegante solitario. Le ayudamos a fondear cerca de nuestros barcos y una vez terminada la maniobra y ya ms tranquilos, Frank, que as se llamaba el alemn, un tipo alto y flaco de unos cincuenta y pico aos, con grandes gafas y cara de despistado pero siempre sonriente, chapurreando ingles nos relat su historia: Sal de Alemania con el propsito de ir a Italia, donde vive mi novia, pero entre unas cosas y otras, aqu estoy. Por eso no llevo mucha informacin de la zona. Y era verdad, sobre la mesa slo haba una carta de navegacin muy general del Caribe, una especie de Gua Micheln y algunas notas con dibujos de la costa. Acabamos un par de botellas de vino que Frank haba descorchado y nos retiramos a nuestros respectivos barcos.
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Al da siguiente Frank nos llam; quera continuar camino pero l solo no poda subir el ancla y necesitaba ayuda. El barco del alemn era un bello clsico de madera, de unos quince metros de eslora y muy estrecho de manga; el mstil, muy alto y tambin de madera, tena un aparejo complicado y en general no estaba equipado para la navegacin en solitario, mucho menos para travesas ocenicas. Careca de molinete para subir la pesada ancla, le prestamos ayuda y por fin, empujado por el motor y con algo de vela izada desapareci de nuestra vista. De dnde habra salido este personaje y cules serian sus verdaderas intenciones? Me pregunt. -Un tipo extrao comentaba Gabriel-. Al final tendr problemas... -Si no los ha tenido ya coment-. Mira: la gente as prefiero que est lejos de m. Haca ya un mes que recorramos San Blas y Fletcher nos dio el motivo para continuar camino: Estoy a la mitad de mis vacaciones y me gustara ver otra cosa que no sea islitas y palmeritas, como por ejemplo bares con msica, chicas guapas, coches que echen humo... un poco ms de actividad. Mrate Cacagete, se te est haciendo cara de Kuna... Era verdad, las provisiones de verdura ya casi no existan y todos tenamos ganas de zamparnos un buen filetn con huevos y patatas, as que decidimos seguir remontando la costa panamea. En San Blas se qued el MAGIA, que tena previsto ir a la isla de Porvenir para comprar lo necesario y regresar a Cartagena. Aqu nos despediramos de estos buenos amigos. WATERGEUS nos acompaara, poco a poco, esperando el final de la poca de huracanes para hacer camino hacia Costa Rica y luego...ya decidira. Fletcher navegara en el TARTARUGA; el piloto automtico volva a fallar y Gabriel necesitara ayuda en la maniobra de las velas, y a mediados de agosto dejamos por popa la ltima isla de aquel bello paraso. PANAM La primera travesa fue bastante aburrida, con muy poco viento. Decidimos pasar la noche en un lugar llamado Isla Grande, donde llegamos a media tarde. Fui a hacer una visita a los chicos del TARTARUGA y lo primero que me dijo Gabriel fue: -Mira; hemos pescado un tiburn! Ah!, un cazn de un par de kilos, buena pieza... le dije. -Un cazn? Yo crea que era un tiburn... -Bueno, es lo mismo pero con una diferencia: cuando es cazn t te lo comes a l; cuando es tiburn l te come a ti le expliqu.

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-Entonces, Este... cazn se come? pregunt. -Claro! Haremos una Moqueca, un plato brasileo con leche de coco y aceite de palma, Est buensimo! Hay que despellejar este bicho y hacerlo rodajas. Fletcher, tienes trabajo...! Cerca de Isla Grande se encontraba la baha de Portobelo, un smbolo colonial que no nos queramos perder y hacia all nos dirigimos. Al llegar a esta protegida baha nos impresionaron los numerosos emplazamientos de antiguas fortalezas espaolas. No en vano este defendido puerto natural fue una de las bases ms importantes del Caribe en la poca del colonialismo espaol. Descubierto por Coln durante su cuarto viaje, Portobelo lleg a ser durante el final del siglo XVI y todo el XVII, base de la flota mercante espaola. Aqu se almacenaban las riquezas procedentes de Per a la espera de ser embarcadas rumbo a La Habana y posteriormente a Espaa. Portobelo, junto con Veracruz en Mjico y Cartagena de Indias en Colombia, fue uno de los lugares ms representativos del poder y riqueza de la corona Espaola en aquellos tiempos. Cuentan que el oro y la plata se amontonaban aqu por toneladas a la espera de ser transportadas a su ltimo puerto de destino: Cdiz. En cualquier caso, parte de esta riqueza, ya fuera en lingotes o en moneda acuada; doblones, piezas de a ocho... nunca llegaba a su destino. Naufragios, robos, pirateo... diseminaron dichas incalculables fortunas por este mar Caribe tan saturado de leyendas. Portobelo tambin fue punto de mira de los ms famosos piratas de aquellos das. Francis Drake y Henry Morgan saquearon repetidamente la poblacin en ataque desde tierra a dentro, pues por mar el enclave se encontraba fuertemente defendido. En 1739 la ciudad fue expoliada y destruida por el corsario ingls Vernon, en represalia al no haber podido conquistar la plaza de Cartagena de Indias. A partir de aqu Portobelo entr en una decadencia que ha durado hasta nuestros das. Hoy slo podemos encontrar un pequeo y msero pueblo con algunas ruinas de lo que fue un enclave importantsimo del antiguo imperio espaol. Gabriel, Fletcher y yo recorrimos los lugares donde antiguamente estuvieron emplazadas estas fortalezas, palacios y hasta incluso cementerios espaoles, pero el expolio no termin en aquellos das, Hace escasos cien aos los americanos despojaron a los antiguos fuertes de sus bloques de piedra para la construccin de las esclusas en el Canal de Panam, por lo que incluso ya las ruinas son escasas. Se cuenta que en los fondos de esta baha se halla un fretro de plomo con los restos, joyas y armas del corsario ingls Sir Francis Drake. El agua, muy turbia por los sedimentos que arrastra el ro que desemboca cerca del pueblo, no deja mucho que hacer a los submarinistas buscadores de recuerdos del pasado, pero nos estremeci pensar que debajo de nosotros pudiera estar el
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cadver del que, al servicio de Inglaterra, fuera uno de los mayores enemigos que tuvo Espaa durante su poca colonial. Al menos la irona del destino pudo con l, pues no fue muerto con honor de lucha bajo la hoja de una espada, sino por la picadura de un mosquito portador de la malaria. Aquellos das nos empapamos de historia; paseamos por los restos de los castillos de San Lorenzo y San Felipe, el fuerte de San Jernimo e incluso hicimos una visita a la iglesia de la localidad para admirar la imagen del venerado Cristo Negro Nazareno, al parecer muy milagroso, pues por todos lados se vean ofrendas y exvotos. Nos impresion mucho una aparatosa tnica purprea para vestir al Cristo en sus procesiones, donada por su ferviente devoto y a la vez famoso boxeador panameo Manodepiedra Durn. No me poda quitar de la cabeza la visin del seor Manodepiedra, postrado en la capilla, rogando con fe y recogimiento poder reventarle la cara de un puetazo a su siguiente adversario del cuadriltero. Menudos encarguitos le deban de caer al pobre Cristo Negro Nazareno. Muy cerca de all estaba la ciudad de Coln, donde daba paso la entrada a las esclusas de Canal de Panam. Nos dirigimos a aquel puerto para aprovisionarnos, reparar el piloto de Gabriel y hacer algunas compras en la zona franca, libre de impuestos, famosa en aquella ciudad. La zona de fondeo se llamaba Los Flats y como estbamos fuera de temporada, no haba nadie a nuestro alrededor. Cerca de all se encontraba el Yate-Club, no muy selecto, con pocas y ruinosas instalaciones, pero tena un divertido bar, muy animado por el da, lleno de navegantes ya afincados en aquel puerto. Por la noche una parte de las instalaciones quedaban cerradas, pero otro sector de aquel Yate-Club se transformaba en... Puti-Club, donde simpticas seoritas panameas, pero tambin puertorriqueas, dominicanas... buscaban hacer algn honorable servicio. Y quin era el dolo de todas ellas? Nuestro buen amigo Frank, el navegante alemn! CANAL DE PANAM Coln era una ciudad mediocre pero vivaracha, al estilo de la Habana Vieja, todo medio desvencijado y habitada por gente de escasos recursos. Habamos cubierto nuestras primeras necesidades y tras hacer los ajustes necesarios en el piloto del TARTARUGA nos disponamos a abandonarla. -Y ahora hacia dnde vamos? pregunt Gabriel. -No podemos ir muy lejos porque Fletcher tiene que regresar a Espaa desde aqu en menos de un mes -empec a decirle-. Ms hacia el norte tenemos Bocas del Toro y Bocas del Drago, no tan bonito como San Blas

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pero una zona muy interesante; luego est Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Belice y... Mjico! Casi Nada! -Oye... y por qu no cruzamos el Canal de Panam propuso tmidamente Gabriel. Hubo silencio. -Gabriel le dije, llamndolo por su nombre-; ese camino no tiene vuelta atrs. -Mira Cacagete intervino Fletcher-: creo que la Divina Providencia no est muy de acuerdo en que te metas en los gordos; el piloto est roto, el motor no va bien, ests solo, y tienes mucha voluntad, pero an te falta... un hervor. -Pues la Divina Providencia va a tener que demostrrmelo con ms contundencia! Yo voy a cruzar el Canal! zanj Gabriel. Vale, vale intermedi-. No se hable ms, pasaremos el Canal. Por otro lado yo no las tena todas conmigo. El Canal, despus de casi un siglo, acababa de pasar de manos norteamericanas a panameas y tras haber visitado la ciudad de Coln dudaba del personal responsable. Al siguiente da, vestidos de punta en blanco, nos presentamos en las oficinas de la direccin del Canal. Buenos das. Somos los capitanes de los buques espaoles ARCHIBALD y TARTARUGA, este es mi primer oficial le dije al oficinista sealando a Fletcher-. Queremos solicitar una audiencia con el comandante del Canal. Increblemente a los diez minutos nos hicieron pasar a un despacho de grandes cristaleras donde se distingua con total visibilidad las primeras esclusas. Vino hacia nosotros el comandante en persona. Con sutileza le trasmit nuestras serias dudas al respecto, escuchndome en todo momento serio y en silencio. Cuando conclu mi monlogo esperamos su respuesta. Las normas del Canal no han cambiado en absoluto comenz diciendo-, y la seguridad incluso ha mejorado. El nico cambio que hemos impuesto es el idioma oficial, del ingls al espaol. Estamos matizando un proyecto de ampliacin para poder admitir barcos de mayor porte, pero en cuanto a sus buques... Son de carga o de pasaje? Cul es su tonelaje? De qu eslora estamos hablando? -Mmm... De doce metros, mi Comandante respond. -Ni siquiera era el autntico comandante! protestaba Fletcher a la salida-. Era slo el comandante de este lado del Canal. -S le respond-, pero nos ha tratado muy bien, dndonos todo tipo de explicaciones; ha dicho que nos dara un trato preferencial... incluso nos ha ofrecido caf y galletas.

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-Pero si se mora de la risa...! -aadi Gabriel-. Seguro que ahora se lo est contando a todo el mundo. -Nosotros hemos ejercido nuestro derecho a recibir la informacin como futuros transentes del Canal, eso no nos lo puede quitar nadie! O es que no vamos a pagar? conclu. -Creo que lo que hay que hacer ante todo comenz sealando Fletcher-, es legalizar nuestra estancia en el pas. Llevamos ms de un mes en Panam totalmente ilegales. Luego rellenaremos los formularios, pasaremos las revisiones y cruzaremos el Canal. As fue; tras complicados papeleos, propinas, mediciones y el pago de quinientos dlares, tenamos fecha y hora para el paso. Habamos cumplido todos los requisitos, nos quedaba conseguir una buena cantidad de viejas cubiertas de neumtico para proteger los costados de los barcos y lo ms importante: completar la tripulacin. Era obligatorio durante el cruce llevar cinco personas a bordo, sin contar con el piloto que enva la direccin del Canal. Nosotros ramos tres, ya que los barcos pasaran en das distintos, pero... -De dnde vamos a sacar dos tipos que quieran pasar al otro lado? nos preguntbamos Gabriel y yo. Fletcher nos dio la solucin: Hay que buscar en las tabernas del puerto, como siempre se ha hecho No fue exactamente en tabernas, sino en un pub de la zona rica donde conocimos a Alejandro, un vasco que estaba estudiando piloto privado de avin en la capital, l y su novia seran los tripulantes del primer barco. Todo estaba dispuesto a bordo del ARCHIBALD, el primero en transitar. A primeras horas lleg el piloto con la lancha oficial, toda la tripulacin estaba dispuesta, levamos anclas y pusimos rumbo a la primera esclusa. Lo de pasar el Canal de Panam es tan fcil como subir tres escalones, pasearse por un lago y bajar otros tres escalones hasta el Pacfico. As, tan fcil, te ahorras doblar Amrica por Cabo de Hornos o el Estrecho de Magallanes. Dicho de esa manera parece sencillo, pero esta obra descomunal, ms que faranica, de las pocas cosas hechas por el hombre que se ven desde la Luna, cost muchos aos de duro esfuerzo, cobrndose la vida de miles de trabajadores. Es algo de lo que podemos estar orgullosos, porque, adems, su funcionamiento es prcticamente natural. Nuestro piloto nos comentaba: Esperaremos al segundo turno de entrada, me han dicho que pasaremos sujetos a un remolcador del Canal, esto es un privilegio porque nos evitaremos hacer todas las complicadas maniobras. Debis conocer a alguien de los de arriba. -Este es primo del comandante dije sealando a Fletcher e insinuando: As que ojito o te mete un paquete.

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Por fin entramos en la primera esclusa junto con un petrolero y nuestro remolcador, nos abarloamos a l y esperamos. De repente dos descomunales puertas comenzaron a cerrarse a nuestras espaldas. Eran las Puertas del Atlntico, que quedaba atrs. La etapa de este ocano haba concluido como concluye cualquier otra etapa de la vida: dando un portazo. La entrada de agua se haca sentir bajo el barco, como hirviendo todo a nuestro alrededor. El nivel suba a gran velocidad movindonos como si furamos un corcho dentro de un vaso de agua, sin embargo estbamos bien sujetos a nuestro remolcador, donde sus marineros iban templando las estachas de amarre conforme nos alzbamos; pronto llegamos a la parte alta de los diques y todo qued en calma. Se abrieron las otras compuertas y unas grandes locomotoras elctricas arrastraron hacia su interior de la siguiente esclusa primero al petrolero y luego al remolcador junto con nosotros. De nuevo se volvieron a cerrar las puertas y se repiti la misma operacin, as hasta superar los tres escalones y poder entrar en el Lago Gatn. Este lago es artificial narraba nuestro piloto-. Antes era una zona pantanosa con escaso nivel de agua, el francs Lesseps y sus ingenieros idearon la forma de contener aqu el agua de los ros, creando este lago de suficiente profundidad como para navegar por l. Las esclusas de ambas partes se nutren de su agua y todo a su vez necesita una gran frecuencia de lluvias tropicales para mantener un buen nivel. En varias ocasiones de sequa hemos tenido que restringir el paso por el Canal, porque bajaba tanto el nivel del lago que dejaba de ser navegable. Ahora, por suerte, est en una cota alta; al final todo el transito depende de que tengamos una buena poca de lluvias. En navegacin por el lago Gatn, nuestro piloto nos condujo por canales alternativos, dejando el principal para el trfico pesado. -No tenemos prisa nos deca-. Recorreremos esta parte del lago que aun siendo ms larga es mucho ms bella y salvaje. Las pequeas embarcaciones como las vuestras no pueden navegar de noche y a esta velocidad es imposible cruzar todo el Canal en una sola jornada; os dejar en el fondeadero de Gamboa, al otro extremo del lago y maana temprano continuaremos la ruta. Llevad cuidado con los mosquitos, que aqu son peligrosos. La experiencia fue nica. A medio camino nuestro gua nos llev a una ensenada donde nos dimos un bao, siempre atentos ante la aparicin de algn caimn y almorzamos bajo una maraa de vegetacin bastante ms alta que el mstil de nuestro barco. Al atardecer, cruzado el Gatn, nos llev hasta las instalaciones de una zona habitada:

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Aqu slo traemos a los recomendados nos informaba nuestro piloto-. Esto es Gamboa y all mismo tenis un buen restaurante. Vendr maana temprano. Recordad lo que os he dicho de los mosquitos y caimanes. Al amanecer ya estaba el piloto a bordo: -Venga, seguimos la marcha, Qu tal habis dormido? -Bien, pero los mosquitos nos han acribillado, y eso que pusimos las mosquiteras... Contest. Ya os avis, espero que no os hayan infectado con las fiebres. Ahora vamos a navegar por la parte ms impresionante: el Corte Culebra o Corte Gaillard, un canal de diecisiete kilmetros de largo hecho a travs de la pura roca. Este fue el trabajo ms duro dentro de la ejecucin del Canal. Aqu muri mucha gente, vctima del ambiente insano, el calor, Fiebre Amarilla, Malaria y tambin por ataques de reptiles y bestias salvajes... Realmente aquello era un tremendo corte recto en medio de las yermas montaas, las paredes suban cientos de metros sobre nuestras cabezas y el canal se estrechaba tanto que a veces nos tenamos que apartar hasta tocar prcticamente la orilla para dejar paso a buques que venan en direccin contraria. Cuando concluimos el paso por el Corte entramos en la esclusa llamada Pedro Miguel, de dos escalones. Esta vez pasaramos amarrados a un barco de paseo donde los turistas hacen el recorrido desde el Pacfico al lago Gatn y vuelta. Aqu, ms que la esclusa, fuimos nosotros la mxima atraccin. Uno de los pasajeros entabl conversacin con Fletcher; al enterarse aquel individuo de que ramos espaoles, en un alarde de generosidad le pregunt si quera tomar algo y como Fletcher siempre acepta cualquier alimento que se le ofrezca, al momento tena entre sus manos un bocadillo y una cerveza. La noticia corri como la plvora: Son espaoles y tienen hambre! y al instante fuimos literalmente bombardeados con refrescos, bolsas de patatas fritas, bocadillos, fruta, trozos de pizza, dulces, galletas... ms o menos como si estuviramos en el zoolgico pero en el lado de los animales, aunque Fletcher lo llamaba La Solidaridad del Canal; dos puntos distintos de vista igualmente respetables. En la siguiente esclusa, llamada Miraflores, de un slo escaln, ya no fuimos tanto el centro de atencin, quiz por haberse agotado la municin, pero llegado el momento, tanto los turistas como nosotros, nos quedamos con la mirada fija en aquellas enormes puertas que se nos abran; el mar apareca ante nuestros ojos, un mar de ocho mil quinientas millas, quince mil kilmetros en lnea recta hasta el otro lado. Acabbamos de entrar en el Pacfico.

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El Canal de Panam es un logro de la ingeniera en todos los sentidos, sin embargo, como todas las cosas provechosas, acarre y acarrea sus polmicas. Las obras se iniciaron en 1881 de la mano de Ferdinand de Lesseps, que vena muy ufano despus de haber realizado el Canal de Suez. Pero una cosa es cavar en la arena del desierto y otra en la pura roca; y a los ocho aos, enfermo, sin financiacin y sin trabajadores, abandon el proyecto. Los americanos aprovecharon la situacin para hacerse con los derechos de explotacin del futuro canal, pero Colombia, en aquella poca duea de Panam, se neg a aceptar aquella cesin. No muy alegres los americanos ante aquella contrariedad, apoyaron al Movimiento Independentista Panameo, reconociendo luego su soberana... A cambio de qu? Los militares estadounidenses concluyeron las obras y en 1914 se inaugur el canal bajo la bandera americana, como se dijo en aquellos das: Un Canal Americano, en suelo Americano y realizado con dinero Americano. Ahora su flota armada podra pasar en muy poco tiempo de una costa a otra para defenderlas llegado el caso, sin la necesidad de contornear Suramrica. Pero el Canal se hizo pblico, siendo beneficioso bajo todos los puntos de vista: econmico para sus explotadores y para los armadores de los barcos que lo utilizan, por el ahorro de combustible y tiempo, pero tambin beneficioso para la ecologa, por la menor emisin de gases de los grandes buques al acortar sus recorridos. Esta vez, quiz sin saberlo, los americanos haban realizado una buena accin. Despus de casi cien aos de aprovechamiento, el Canal ha pasado a manos panameas. Hay proyectos de ampliacin, de creacin de otro canal en un pas vecino utilizando modernas tecnologas, incluso los japoneses le tienen el ojo echado a estas antiguas instalaciones para ser ellos los que nuevamente manejen su explotacin, y es que los panameos todava no se han dado cuenta del chollito que tienen en casa. Dejamos el ARCHIBALD entre varios barcos anclados, cerca de las instalaciones del puerto de Balboa, nos despedimos de nuestros invitados y regresamos a Coln en tren para volver a hacer la misma operacin con el TARTARUGA. De nuevo volvamos a tener el problema de completar la obligatoria tripulacin, Alejandro y su novia no disponan de ms tiempo, pero all estaba nuestro buen amigo Frank, el navegante alemn, con sus grandes gafas y cara de despistado, que acept encantado nuestra proposicin de cruce, incluso nos procur un amigo suyo para completar el equipo. El paso del Canal result igual que el anterior, ahora los dos barcos estaban ya en el Pacfico. Frank no quiso ninguna gratificacin, incluso invit a todos a una comida de despedida.
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Un ao despus recib un correo de Paul, el msico del WATERGEUS, dndome novedades del alemn: Frank est en una crcel panamea. Al parecer se vio envuelto en un asesinato un tanto complicado; la polica, al registrar su barco lo encontr repleto de paquetes conteniendo cocana. Saba que Frank no era trigo limpio, me dije.

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EL PACFICO-Primera Parte BALBOA Estbamos en el otro lado, el ARCHIBALD fondeado en la ensenada de la pennsula de Flamingo, junto a otros navegantes de paso y el TARTARUGA amarrado a una boya en las instalaciones del Club Nutico de Balboa: Gabriel no haba solucionado los problemas del motor y su piloto electrnico volva a fallar; desde el club le sera ms fcil buscar soluciones. A Fletcher se le acababan las vacaciones y quera navegar un poco por las aguas del Pacfico, as que dejamos a Gabriel que comenzara a resolver sus problemas y nosotros recorrimos las escasas treinta y cinco millas que nos separaban del cercano archipilago de Las Perlas. Llegamos a Contadora, una pequea isla turstica, con su diminuto aeropuerto, hoteles, restaurantes, supermercados y grandes mansiones como la que discretamente posee el Sha de Persia. Fue fantstico volver a navegar y bucear en aguas limpias, el archipilago de Las Perlas no llegaban a la altura de San Blas pero tenan su encanto; haba buena pesca cerca del barco y pasamos las tardes en la terraza de un restaurante, repantigados en sus mullidos sillones, con un combinado entre las manos y disfrutando de la visin del ARCHIBALD y la bella puesta de sol justo detrs de l. El tiempo pas rpido, estbamos a primeros de Septiembre y a Fletcher le tocaba emprender el regreso a Espaa. Volvimos pues a Balboa y encontramos bastante avanzadas las reparaciones del TARTARUGA: Gabriel haba remitido a la fbrica de Estados Unidos el piloto electrnico, revisado ya los inyectores y la bomba de inyeccin y estaba a punto de comenzar la limpieza de los depsitos de combustible. Tomamos un da libre para pasear por la Ciudad de Panam y despedimos a Fletcher cuando se fue camino del aeropuerto. Ya nos veramos durante sus prximas vacaciones. Gabriel me empez a contar sus impresiones sobre este lado de Panam; estas no eran muy halageas. Le cobraban casi cien dlares al da por usar las instalaciones del club. No es de extraar que un club de lite cobre un buen dinero a los barcos transentes, pero el Club de Yates de Balboa no tena nada que ofrecer: un ao atrs un incendio haba acabado con el edificio social y sus instalaciones, slo quedaban las boyas donde amarrar los barcos y un pequeo embarcadero con una gasolinera flotante. Estaba prohibido bajar a tierra con el bote particular, era obligatorio usar la lancha del club con su barquero, que vena cuando quera, y este servicio no estaba incluido, haba que pagar por viaje.

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Ayud a Gabriel a sacar las cubiertas de neumtico con las que habamos protegido los costados del TARTARUGA durante el paso por el Canal y las bajamos a tierra para dejarlas en un lugar donde haba otras tantas, pero cul no sera nuestro asombro cuando un empleado del club nos inform que haba de pagar tres dlares por cada una que dejramos. En ese momento lleg un sueco justo buscando ruedas para proteger su barco, pues iba a subir el Canal y nosotros se las ofrecimos gustosos, pero el empleado salt como una fiera, diciendo que l era el encargado de las ruedas y haba que hacer las cosas como l dijera: pagar por dejarlas y pagar por llevrselas. Nosotros siempre tenamos la ventaja del idioma y nos era fcil discutir, conseguimos dejar las ruedas all y marcharnos disimuladamente; el pobre sueco, chapurreando el espaol, tuvo que pagar como un bendito. Siempre es igual me deca Gabriel-. Llevo una semana peleando por asuntos similares; acabo agotado. La poblacin panamea, sobre todo la vinculada al Canal, sigue estando muy marcada por la influencia norteamericana, que al ostentar durante casi un siglo el monopolio del Canal, dominaron de alguna manera la sociedad y la economa del pas, mostrando siempre su imagen de superioridad de la que, al parecer, se sienten orgullosos. Los panameos, con un fondo de sangre latina aunque a algunos les pese, encasillan a la gente en dos grupos: el panameo, propiamente dicho, gente de su misma sangre y el gringo, sinnimo de yanqui, Red Neck, de piel blanca y cogote colorado, poseedor de los fabulosos dlares, base de toda la economa, pudiendo conseguir con ellos prcticamente todo. Nosotros, al no ser panameos, entrbamos automticamente en la otra categora, siendo, al parecer, nuestra obligacin repartir dlares a diestro y siniestro. Esta diferencia social la tena patente el personal y allegados de aquel pseudoclub. Entre Gabriel y yo habamos renovado todo el circuito de gasoil del motor de su barco y ya slo quedaba la desagradable tarea de limpieza de los tanques. Gabriel tuvo que alquilar dos grandes bidones para transvasar el combustible dejando los tanques vacos y as realizar la limpieza concienzudamente. Una pequea furgoneta nos dej aquellos enormes bidones al principio de las instalaciones del club, los subimos a un carro y comenzamos a empujar hasta el embarcadero. Sali a nuestro encuentro un mozo de los que siempre estaban merodeando por all, nos apart suavemente y hacindose responsable de la maniobra nos dijo: Soy el encargado del carro y yo lo empujar; son dos dlares. Hasta ah todo correcto, el tipo era un habilidoso conductor del carro y a pesar de que la carga no llegara a los treinta kilos, se manejaba con destreza, sin salirse ni un milmetro de la lnea recta.

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Cuando quedaban escasos cincuenta metros, otro individuo se sum al manejo del carro, alegando que era el segundo responsable del carro y por tanto quera su parte. Al trmino del viaje, Gabriel sac los dos dlares convenidos y se los entreg al primer conductor, ante las protestas del segundo, mi amigo respondi: Habla con tu jefe, sealando al primero. Embarcamos los bidones en la lancha y desaparecimos de aquel escenario. Gabriel siempre fue paciente y educado en cuanto a las relaciones sociales concernientes al club, slo una vez le vi perder la paciencia, algo que pareca inagotable. Una maana llegu hasta el barco de mi amigo con mi bote inflable, esta vez cargado con bidones vacos. Una vez limpios los tanques del TARTARUGA, la tarea del da era llenarlos de combustible, tanto los de ste como los del ARCHIBALD. Bajamos a tierra en la lancha, fuimos hasta la gasolinera flotante del club y Gabriel fue a hablar con el operario que se encontraba vegetando junto al pequeo surtidor: -Buenas, quisiera comprar aproximadamente ochocientos litros de gasoil, cunto vale el litro? -Eeeeh, un momento dijo aquel individuo y ponindose en contacto por radio con su superior, le comunic: Oye, aqu hay dos tipos que quieren gasoil para su barco y me piden el precio por litro, les doy el panameo o...? No. Hazle el precio gringo ms diez dlares por cada cien litros dijo el altavoz instalado en la puerta de la gasolinera. El tipo, sin inmutarse, hizo el clculo, que era alrededor de tres veces ms caro que en una gasolinera normal. Gabriel respondi: -Demasiado caro, no me interesa; ir a comprarlo a una gasolinera de tierra. -No puede hacer eso, est prohibido. Si est en el club tiene que comprar el combustible aqu. -Y pagar precio de gringo? Interrog mi amigo, a lo que el otro afirm encogindose de hombros. Lo que pasa es que yo no soy gringo, soy espaol empez diciendo, un poco subido de tono-. Ya sabes, aquellos chicos malos que hace quinientos aos vinimos a conquistar todo esto, aunque no sirvi de mucho. Pero al menos os dejamos nuestra sangre, nuestra cultura y nuestro idioma. No te olvides de eso. Y si tengo que ir a la crcel por comprar gasoil dnde quiera... Adelante! Y agarrando unos cuantos bidones comenz a andar hacia la salida. Yo eche un vistazo a aquel tipo, que se haba quedado helado y con el resto de bidones segu a mi nuevo hroe conquistador.
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A partir de aquel da nadie nos ayud con los carros, nadie nos pidi propina, pero Gabriel las daba si eran merecidas, incluso nos saludaban llamndonos Espaoles. Tambin he de decir que durante nuestra permanencia en aquel pas tambin conocimos gente que nos ayud a resolver importantes problemas tcnicos y a la vez mostrndonos todos los ambientes de la ciudad de Panam, hacindonos de aquella escala una de las ms agradables. Los barcos estaban listos, todo pertrechado, las despensas llenas, pero faltaba que Gabriel recibiera de la fbrica su piloto reparado. La cuestin de adnde dirigirnos nos la aclar Ricard, un cataln que tambin en solitario, con su barco LA TORTUGA, haba pasado al Pacfico hacia unos meses y se encontraba en las Galpagos: Venid aqu y saldremos juntos hacia la Polinesia, pero daos prisa, porque la temporada de buen tiempo se termina dentro de poco... Nos deca por radio. Pero el piloto automtico no llegaba. Ya no tenamos nada ms que hacer en Panam salvo esperar, los dos barcos estaban listos para seguir la marcha pero a Gabriel segua faltndole el imprescindible piloto. -Da igual! declar Gabriel-. Nos vamos ya, estoy harto de este club. El piloto me lo podrn enviar al primer sito civilizado que lleguemos. -Nunca lo recibirs, y adems es un aparato necesario; no puedes confiar slo en tu piloto de viento le dije-. Pero no te preocupes, esperaremos los dos hasta que lo tengas en tus manos. De todas formas te propongo lo siguiente: aqu al lado, a diez millas, hay una islita llamada Taboga, tiene un pueblecito y un par de ensenadas protegidas, adems hay una lancha que une Taboga con la ciudad de Panam varias veces al da. Podramos esperar all, el agua estar limpia y ser ms tranquilo que esto... No hizo falta nada para convencer a Gabriel, al cabo de un da, despus de haber despachado la salida del pas y bajo una fuerte lluvia tropical, el ARCHIBALD y el TARTARUGA ponan rumbo a la pequea isla. Habamos cruzado la frontera que separa los dos grandes ocanos, pero hay aqu otra frontera psicolgica mucho ms difcil de superar. Al pasar al otro lado haba que concienciarse de que una vez dejado Panam era prcticamente nula la ayuda exterior que podamos recibir en muchas millas a la redonda, por lo tanto debamos ser autosuficientes y de momento ambos carecamos de experiencia en ese sentido. A popa quedaba la ciudad de Panam y el colosal Puente de las Amricas, por donde discurre la autopista Transamericana, que supuestamente une Alaska con Tierra de Fuego, en el extremo del Cono Sur. Supuestamente, porque unos kilmetros ms all la extensa autopista se corta, para renacer en Colombia. Aqu, en la regin del Darin, las dos amricas quedan

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literalmente incomunicadas, al menos por tierra. En toda esta vasta extensin de bosque selvtico, escarpadas montaas y peligrosos pantanos, no existe carretera alguna, tan slo habitada por jaguares, ocelotes y algn que otro indio Kuna, sin olvidar a los queridos mosquitos portadores del Dengue y la Malaria. Polticamente este territorio es frontera entre Colombia y Panam, pero en la actualidad sus reales propietarios son los guerrilleros de las FARC, aqu totalmente incontrolables. Tal vez esta barrera natural sea el mejor muro de contencin para evitar que Colombia recupere sus anteriores territorios. Es indudable que americanos y panameos estn as mucho ms tranquilos. Quien quiera ir de un pas a otro no tendr ms remedio que subirse en un barco o tomar un avin. Fondeamos en una pequea y solitaria baha en la isla de Taboga. Una vez en tierra visitamos el simptico pueblecillo con su panadera, tienda de ultramarinos, un par de bares donde cocinaban comida casera... justo lo necesario para esperar despreocupados la llegada del piloto. Aquellos das aprovech para hacer conservas de verdura y carne, en previsin de una larga travesa. Las tardes las dejbamos pasar caminando por la isla y su pueblo, normalmente bajo intermitentes chaparrones que no paraban de caer sobre toda aquella regin, signo que nos indicaba el cambio de estacin. Gabriel telefoneaba regularmente al comercio donde tena que llegar su piloto y diez das despus le dijeron que por fin ste haba llegado y funcionaba correctamente. A la maana siguiente fue a Panam en el pequeo ferry y a ltima hora de la tarde el tan esperado piloto electrnico ya estaba de nuevo instalado a bordo del TARTARUGA. Nada ms nos retena en Panam. Esa tarde hicimos en tierra una cena de despedida y ante la insistencia de Ricard, que amenazaba con dejar Galpagos si no llegbamos en un tiempo record, a medianoche arrancamos los motores y navegando en medio de un tiempo en calma dejamos la isla. Las previsiones meteorolgicas no eran las ms ptimas, pero ya Rafael del Castillo nos haba advertido que la travesa desde Panam hasta Galpagos no era de las mejores. Navegbamos bajo un cielo encapotado y sin viento alguno, teniendo que avanzar a motor, pero al atardecer del primer da empez una ligera brisa del SW que presagiaba lo peor. Durante los habituales contactos por radio, recib una llamada de Antonio, mi compaero en el cruce atlntico, al que no oa desde haca bastante tiempo. -Antonio! Qu es de tu vida?, por dnde andas?
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-Aqu estoy Capi, en casa, cenando y viendo la tele, como todo el mundo a estas horas. Y a ti, qu tal te van las cosas? -Pues navegando solo por el Pacfico y con unas nubes negras con rayos que se acercan muy rpido, casi, casi como t. Respond con resignacin. La previsin meteorolgica de Rafael confirmaba nuestros temores: se acercaba una baja presin con lluvia y vientos contrarios de fuerte intensidad. En ambos barcos empezamos a achicar velas y navegar dando bordadas, el ARCHIBALD se mantena bastante equilibrado, gobernado por el piloto de viento, pudiendo estar en el interior resguardado de la lluvia. En el TARTARUGA las cosas no iban tan bien, Gabriel tena problemas para regular su piloto de viento, no quera forzar el electrnico y gobernaba l mismo al timn, aquella situacin no poda mantenerla indefinidamente. Dos das despus de nuestra salida, no habamos conseguido avanzar ni cien millas en direccin a las Galpagos, el tiempo segua malo, con viento de proa y Gabriel pasaba la mayor parte del tiempo al timn, totalmente calado por la lluvia; pero no protestaba, haciendo avanzar su barco lo mejor que poda hacia uno y otro bordo. Durante el contacto por radio del tercer da Rafael del Castillo nos dijo: Tenis mala suerte chicos; la baja presin se va reforzando y estar por ah bastante tiempo, el viento y las olas van a aumentar, as que empezad a prepararos... El viento vena justo de Galpagos, por lo que avanzbamos lentamente dando bordadas. Yo navegaba con dos rizos en la mayor y con el gnova enrollado casi al cincuenta por ciento, en estas circunstancias, con las olas y corriente en contra, casi no haca un ngulo de ceida decente. Gabriel no estaba lejos de m, pero era imposible distinguirlo bajo la llovizna: -Cacagete, Cmo va todo? le preguntaba a travs de la radio. -Pasado por agua y muerto de fro, como siempre. Cuantos das crees que nos faltan para las Galpagos? En ese momento un golpe de viento junto con un fuerte chubasco de lluvia torrencial me hizo salir a cubierta para comprobar que todo se mantena en orden. No haba pasado nada, pero... Regres a la radio: -Mucho tiempo Cacagete, Para las Galpagos an queda mucho, mucho tiempo, porque yo as no sigo ni un minuto ms. Voy a dar la vuelta ya! -Por fin razonas como un ser inteligente! grit a travs del micrfono-. Hace dos das que sueo con hacer esa maniobra. La alegra volvi a los dos barcos en cuanto cambiamos el rumbo ciento ochenta grados; el viento llegaba por popa, navegbamos adrizados a siete nudos de velocidad, incluso para darnos ms nimos la lluvia remiti. Ic toda la vela mayor y desenroll al mximo el gnova. Aquello s era

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navegar! Me hice una buena comida y nada ms echar por popa el aparejo de pesca tuve a bordo un hermoso atn. Qu diferencia! La vida volva a sonrernos. Acordamos poner rumbo al archipilago de las Perlas. Esta vez el mal tiempo nos haba vencido, pero slo una batalla, an quedaba mucha guerra por delante. Ricard, el solitario cataln, al saber nuestra decisin, dej las Galpagos para dirigirse al sur de la Polinesia; la poca de buen tiempo tocaba a su fin, dejando paso a la temporada de huracanes en el hemisferio sur. Ya nos encontraramos en cualquier otro lugar. Efectivamente, para nosotros la puerta abierta para cruzar el Pacfico se nos haba cerrado de golpe, dndonos en las narices. Habra que esperar seis meses para volverlo a intentar. Y qu! No tenamos prisa. LAS PERLAS El archipilago panameo de Las Perlas est formado por ms de un centenar de pequeas islas e islotes, la mayora deshabitados. Nos dirigimos, pues, a la de mayor tamao, Isla del Rey, donde llegamos a su extremo sur dos das despus. Con las ltimas luces fondeamos en una baha protegida para pasar la noche, durmiendo ocho horas de un tirn. A la maana siguiente proseguimos camino hasta la isla de Contadora, la cual haba visitado un mes atrs y saba que exista infraestructura suficiente como para despachar una copiosa comida en un buen restaurante. Fondeamos frente al pequeo pueblo y tras dejar los barcos listos embarcamos en la neumtica para dirigirnos a tierra y corriendo ir al restaurante que ya conoca, acomodarnos en sus confortables sillones de la terraza cubierta y viendo los barcos anclados en la baha pedimos, para empezar, dos grandes cervezas heladas. En ese momento comenz a llover de nuevo. -Djala que caiga! exclam Gabriel-. Ahora que llueva todo lo que quiera...! Como ya saba de antes, la isla Contadora es la que ms servicios posee del archipilago, a pesar de tener menos de dos kilmetros de largo y poderla contornear a pie en menos de tres horas. Est comunicada diariamente con el continente tanto por barco como por avin y existen varios hoteles de lujo y, como no, opulentas residencias pertenecientes a polticos y gente acaudalada, nada que ver con nosotros, unos pobres navegantes, pero a la vez sabiendo sacar justo partido a todo aquello que nos rodeaba.

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Una tarde, viendo llover, refugiados bajo el techo de la veranda de nuestro bar favorito, ya amigos de su propietario y por lo tanto pagando precios ms que razonables, surgi la pregunta esperada: Bueno... Y ahora qu hacemos? El Dolce Far Niente de los ltimos das se haba convertido en rutina ms que habitual que ya empezaba a pesar sobre nuestros hombros. Aquella islita empezaba a parecernos demasiado pequea, pero seguamos sin hacer planes. Haba llegado el momento de plantearse tomar alguna decisin. -Vamos a seguir aqu el resto de nuestros das? arranc Gabriel a la vez que daba un buen trago al raro cctel que haba pedido. -Vamos a ver, querido Cacagete comenc a decir-. La Polinesia nos est vedada hasta la prxima temporada, ya oste a Ricard por radio, se tiene que ir a las islas ms australes intentando alejarse lo ms posible de los huracanes que pronto se formarn por aquella zona y esperar all la poca de buen tiempo. -Pues vamonos poco a poco hacia las Galpagos y visitemos aquel archipilago, ser mejor que estar aqu mano sobre mano... -dijo Gabriel apurando las ltimas gotas de su combinado. -Imposible le respond-. El permiso de estancia en las islas es de veinte das, podramos alargarlo un mes, ya ilegales, pero no cinco, seguramente tendramos problemas. Por otra parte el permiso de estancia ya de por s es caro, no te cuento la multa que nos caera por clandestinos... -No puedo creer lo que estoy oyendo argument Gabriel-. Ahora mismo estamos ilegales en Panam, te recuerdo que hicimos la salida del pas hace ya casi un mes. Estabas ilegal en Curazao cuando llegu, estuvimos quince das ilegales en Colombia, la entrada oficial en Panam la hicimos cuando ya estbamos hartos de patear este pas... as que no hables de legalismos, yo slo digo estar un poquito al margen... -La multa, Gabriel le interrump-. Me refera a la multa. -Ah!, ah tienes razn concluy. -Ahora en Galpagos no debe haber ningn velero y nos trincaran seguro, no habra ms remedio que salir huyendo hacia Suramrica, donde ya estamos, o adentrarnos en el Pacfico en plena poca de huracanes le razon-. Hay que esperar cinco meses de nada y podremos seguir la ruta hacia el Oeste. -Cinco meses de nada! exclam-. Y cmo piensas llenar esos cinco meses de nada? -No te estreses muchacho, el tiempo pasa rpido. De momento vamos a pedir otra ronda porque la oferta de la Hora Feliz se acaba dentro de cinco minutos, eso es ahora lo ms importante, luego reljate y mientras saboreas poco a poco tu brebaje, observa la playa mojada por la lluvia, el verde brillante de los cocoteros, los dos barcos fondeados en esta segura baha, el

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color plomizo de la mar en calma... y sobre todo: la bonita sonrisa de nuestra camarera mulata suger. -Hay, estos espaoles...! se oy a nuestras espaldas. Y ahora, mucho ms relajados, te voy a proponer un plan activo para los prximos das... siempre y cuando deje de llover. La lluvia ces dos das despus de aquella conversacin, empezando a lucir un sol radiante. Los barcos estaban dispuestos para navegar y las despensas llenas de comida, as pues, levamos anclas y nos dispusimos a recorrer, de momento, aquellas islas paradisacas. Empezaramos por la Isla del Rey, la mayor del archipilago. A media tarde llegamos a una hermosa baha en el norte de la isla, de aguas cristalinas y rodeada totalmente por cocoteros, terminando el da buceando y pescando la cena hasta que desaparecieron los ltimos rayos de sol. Esa noche, bajo una espectacular luna llena, en la cubierta del ARCHIBALD y con un ron en la mano, Gabriel comentaba: -Me encanta volver a hacer vida de Jipi, como t dices... -Tienes razn Cacagete, esto es vida. Por cierto, te apetece un cigarrito? pregunt. -No, gracias. Hace ms de dos semanas que dej de... No empieces, por favor no empieces! Protest. -Pero Gabriel, si por uno no pasa nada Argument. La semana siguiente la pasamos recorriendo poco a poco la costa de aquella isla, en su mayor parte deshabitada, pescando, lavando ropa en algn riacho costero, recolectando fruta y verdura silvestre, leyendo los das de lluvia, paseando por sus largas playas o de tertulia en alguno de los dos barcos. Una maana, despus de la ya habitual lluvia torrencial, se me ocurri mirar el calendario. Carajo, hoy es mi cumpleaos!. Exclam. Cierto, era veintiuno de octubre. Sal a cubierta, el da se mantena nublado con viento en calma. Me encaram al balcn de popa y tras unos segundos de meditacin salt al agua dando una voltereta hacia atrs. No est mal, no est mal Me dije. Sub al barco y una vez en cubierta sub hasta la primera cruceta del mstil, una vez all tom impulso y salt de nuevo al mar. Eso ha estado bien! exclam-. Cuarenta y tres aos y sigo ms loco que una cabra. Despus de esta comprobacin fsica y mental volv contento al barco para prepararme un buen desayuno, en ese momento me llam Gabriel por radio: -Te he visto hacer el mono -comenz diciendo-. Quieres que te recuerde dnde se encuentra el traumatlogo ms cercano?
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-Es que hoy es mi cumpleaos quise excusarme. -Por fin una celebracin de verdad! exclam-. Vamos a organizar una buena comida, an me queda una botella de vino autentico. La lluvia volvi a hacer su aparicin, as que pasamos la maana preparando la comida del aniversario, a los postres nos entretuvimos observando la gua nutica y la carta de navegacin para decidir cul sera nuestra siguiente escala. Anda, mira! grit Gabriel excitado-. Cerca de donde estamos hay un pueblo, vamos a seguir celebrando tu cumpleaos en el bar ms cercano; adems, hace ya tiempo que no hablo con personas normales... A media tarde la lluvia ces y pocos minutos despus ya nos encontrbamos subidos en el bote dirigindonos a donde al parecer se encontraba el pueblo. Aquello no era Nueva York precisamente, no haba ms de una docena de chabolas dispuestas en lnea a escasos cien metros de la playa. Al desembarcar un grupo de nios vino corriendo a nuestro encuentro y ellos nos acompaaron hasta la pequea aldea donde pudimos preguntar por el bar ms cercano de Gabriel. Se trataba de un pequeo colmado, pero de colmado tena ms bien poco; unas latas de sardinas, algo de legumbres, arroz, harina de mandioca, un poco de fruta y poco ms. Dentro se encontraban cuatro hombres bastante curtidos y de piel muy oscura. -Tienen cerveza? pregunt amablemente Gabriel. Uno de aquellos parroquianos sac de algn lugar secreto una sobada botella de cerveza panamea y la puso sobre el mostrador. Gabriel la toc y exclam: -Est muy caliente, No tiene otra ms fra? -Lo siento seor, el generador se par hace una semana y desde entonces no hay electricidad en la aldea se excus aquel buen hombre. -Bueno, pues... Y qu es aquello de ah? pregunt Gabriel sealando una botella sin etiqueta. -Ah! Es licor, lo hacemos aqu en la isla y lo llamamos Fuerte nos aclar. --Mmm, Fuerte... Pues nada, nada; vamos a probarlo, y sirva tambin una ronda a estos compaeros insisti Gabriel. -Joer! Esto s que est fuerte! Exclamamos a do cuando aquel liquido infernal entr raspando nuestra garganta-. Tendra por casualidad una Cocacola para mezclar, aunque sea caliente? casi rog mi amigo. Por suerte haba Coca-cola para poder rebajar aquel aguardiente casero. Ya reducido no estaba tan fuerte y despus de la primera ronda vino una segunda, luego una tercera... No hace falta decir que de aquel garito salimos todos a cuatro patas, creo recordar que de all fuimos a casa de uno de nuestros nuevos amigos, por

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suerte la de al lado del colmado, donde an trasegamos algunos Fuertes ms. Nos perdimos varias veces al intentar llegar hasta nuestro bote hinchable, a pesar de encontrarse a escasos metros del poblado, no fuimos capaces de arrancar el motor fueraborda, por lo que tuvimos que llegar a golpe de remo hasta el TARTARUGA, Gabriel se cay al agua al intentar subir a cubierta, perdiendo sus gafas, yo, de alguna manera, consegu llegar hasta el ARCHIBALD, pero no sub a bordo obsesionado con la idea de que tanto vmito podra llenar todo el interior, hundiendo mi barco, as que opt por quedarme en el bote, echando la pota sin cesar y cantando Cumpleaos Feliz. Amanec recostado en el piso de la cocina, al parecer haba sido abducido desde el bote hasta el interior del barco, no caba otra explicacin. Por las escotillas entraba sol a raudales, lo que anunciaba un da esplndido. No quera hacer ningn movimiento por miedo a que la gran resaca hiciera su aparicin, pero no; me encontraba bastante bien. Me incorpor, sal a cubierta y vi a Gabriel en el agua, saludndome con una mano y mostrndome sus gafas en la otra. Bueno, la fiesta no ha sido tan mala, despus de todo. Me dije. Ese da no bajamos a tierra, cada uno se qued meditando en su barco y al amanecer de la jornada siguiente reemprendimos la marcha visitando todos los recovecos que ofreca aquella mgica isla. Los das pasaban y cada vez encontrbamos lugares completamente distintos a los anteriores; playas desiertas, bosques de cocoteros, ensenadas muy abrigadas, donde La Naturaleza nos ofreca todo lo que pudiramos necesitar, pero volvamos a echar en falta la compaa de personas normales. Un buen da, estando ya casi al sur de la isla, hizo su aparicin un cayuco hecho con un tronco ahuecado, tripulado por un negrito que a remo se nos acerc y a la vez que nos daba los buenos das nos dej sobre la cubierta del barco un par de pias, unas papayas y un buen montn de mangos maduros. Aquel gesto nos pareci simptico e invitamos a aquel individuo a tomar caf con nosotros. Amarr su destartalada chalupa y de un salto se plant en cubierta. Aquel negrito era un tanto piltrafilla, muy enjuto, desdentado, de cabello desaliado y con un ojo en blanco, vistiendo unas bermudas y una camiseta muy sucias y destrozadas; pero aquel tipo result ser muy simptico y dicharachero. -Y cmo te llamas, chaval? quisimos saber. -Mi nombre es Robustiano y vivo en Esmeralda, una aldea que est muy cerca de aqu. -As que Robustiano... La verdad es que el nombre te va que ni pintado le dijimos.

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Pasamos la maana con nuestro nuevo amigo, que haba salido a pescar sin mucha suerte, preparamos una comida para los tres mientras nos contaba vivencias cotidianas de su aldea, luego le regalamos un paquete de tabaco, algo de ropa usada: unas camisetas, pantalones, un chubasquero fino para los das de lluvia y un jersey negro de lana de cuello vuelto que por algn raro motivo llevaba desde haca tiempo dando vueltas por el saln, tambin le procuramos un par de aparejos de pesca ms actuales que aquellos que utilizaba. -Mira Robustiano le aconsejamos-, eso que usas para pescar est pasado de moda desde que Nez de Balboa vino por estas tierras, ya vers como a partir de ahora atrapas algo decente... Nuestro amigo negrito se deshaca en elogios y de repente coment: -Hoy es sbado y esta noche hay baile en mi aldea. Por favor, vengan conmigo, sean mis invitados...! Fiesta, palabra mgica. Por supuesto aceptamos, aquella misma tarde fondearamos frente a su pueblecillo, Esmeralda, y muy contento Robustiano se fue remando, desapareciendo de nuestra vista a los pocos minutos. A la hora convenida los dos barcos dejamos caer nuestras anclas frente a la playa de la aldea, de mayor tamao que la de mi cumpleaos, con al menos cincuenta chabolas y varios cayucos varados en la arena. Ya anocheca cuando bajamos a tierra y de nuevo escoltados por una comitiva de nios nos dirigimos hacia la zona urbana. Robustiano sali a nuestro encuentro vistiendo elegantemente con parte de las ropas que le habamos regalado. -Hay que engordar ms, Robustiano le aconsej-. Si quieres que esto te siente bien tienes que engordar ms... ste nos mir con resignacin como diciendo: Ojala pudiera... Nuestro anfitrin nos mostr primeramente su pueblo; el grifo comn de agua corriente, su casa, el emplazamiento del viejo generador que provea de electricidad a toda la comunidad, la escuela, la pequea capilla, el campo de ftbol y, en fin, todo lo necesario para ser felices y olvidados por el mundo y el tiempo. Cuando por fin nos dirigimos al bar ya todo el pueblo saba que Robustiano tena dos gringos invitados y la mayora se encontraban en dicho local para vernos de cerca. Hubo presentaciones, cortas charlas, hasta que lleg el momento de beber. -Desean tomar algo? pregunt nuestro anfitrin. La eleccin no era complicada, pues en aquel chiringuito no haba mucho para elegir; vi alguna cerveza sobre la barra, al parecer incluso fra, pero no podamos defraudar a nuestro amigo, que nos presentaba como Grandes Navegantes Espaoles, ech una rpida ojeada y descubr lo que buscaba. -Bueno -comenc a decir-, creo que tomar... Fuerte, s, eso es; un buen vaso de Fuerte.

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Los presentes, siempre pendientes, aprobaron mi eleccin asintiendo con la cabeza bajo un murmullo general, como diciendo: Qu hombre, un rudo marino! Gabriel secund: -Muy buena eleccin!, yo tomar otro, con un poco de Coca-cola caliente. T, Robustiano, pide lo que quieras e invita a tus amigos, esta ronda va por nuestra cuenta. Los ojos se le empaaron de alegra y orgullo a nuestro buen amigo y tras una lluvia de agradecimientos todos comenzaron a pedir. Aquellos espabilados beban cerveza fra, que deba estar deliciosa, mientras que nosotros, disimuladamente, dbamos bruscos movimientos a nuestros vasos, esperando derramar parte de su contenido. El Fuerte de Esmeralda era todava ms imbebible que el que ya conocamos, ni mezclndolo se poda trasegar, as que solapadamente lo fuimos hacindolo desaparecer, hasta que un buen samaritano, al vernos con los vasos vacos, nos proporcion otra ronda. No podamos luchar contra aquella adversidad. Conversando con la gente nos enteramos de que aquella aldea era autosuficiente, vivan de la pesca, del cultivo de frutas y hortalizas y de vez en cuando de alguna matanza de cerdos y pollos, procurndose as suficientes protenas. Esmeralda estaba incomunicada del resto de la isla por carecer de rutas practicables y su nica conexin con el mundo civilizado era por va martima utilizando las pequeas canoas. Esta forma natural de vida la veramos repetirse constantemente a lo largo de todas las islas del Pacfico. Llegado el momento le pregunt a nuestro amigo por el comienzo del baile y algo triste, nos inform: -Tenemos un problema; en la aldea hay un viejo que se est muriendo y ahora no debemos poner msica. Voy a ver lo que pasa y sali del bar. A los diez minutos volvi. -No falta mucho, hay que esperar. Al rato desapareci de nuevo para regresar unos minutos ms tarde vistiendo el jersey negro de lana con cuello vuelto que le haba regalado: -Bueno, ya est concluy. -Ya est? Cmo qu ya est? quise saber. -El viejo; ya se ha muerto, puede empezar el baile me aclar. -El viejo...? Por eso te has vestido de luto? Oye, t no habrs hecho algo para acelerar el trmite; a ver si por lo del baile nos apuntan el muerto a nosotros y vamos a tener problemas argument. -No se preocupen, de verdad que ya ha pasado, pero tengan en cuenta que era justo en la casa de al lado y la msica poda molestar...

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-Que el fiambre est al otro lado de esta pared...? Interrump, pero no hubo caso, en ese momento apagaron todas las luces y la msica empez a sonar. Todos salimos a un gran patio con varios rboles y suelo de arena, donde un estridente equipo de msica intentaba sin mucho xito reproducir una cancin salsera. -Hay que elegir entre la msica o la luz, porque si hacemos funcionar ambas cosas se corta la electricidad nos explic Robustiano-. Pero no hay problema, hay buena luna. Aproveche la oscuridad para deshacerme del Fuerte, deslizarme hasta la barra y pedir dos fras cervezas, lo que Gabriel tambin agradeci. El baile era tpico de pueblo, igual a los que conoc aos antes, cuando vagabundeamos Fletcher y yo con el YA VEREMOS a lo largo de toda la costa brasilea; las mujeres, formando grupos, a un lado y los hombres al otro. Gabriel y yo ramos los nicos blanquitos del lugar y junto a la tenue luz de luna yo ya no distingua a nadie. La gente se fue animando, los movimientos de baile eran sencillos; dos pasos a un lado, dos al otro, pero el hielo lo rompi Robustiano, presentndome a mi primera pareja de baile. Aquello empez a animarse, los bailes se sucedieron al igual que las cervezas. Recuerdo ver desaparecer a Gabriel entre las sombras llevando de la mano a una de aquellas negritas... En fin, como se suele decir en los ambientes taurinos En peores Plazas hemos toreado y siempre hemos salido a hombros y por la Puerta Grande. Aquella Plaza fue de categora, no sal por la Puerta Grande, sino por una puertecilla de una de aquellas barracas que filtraba los primeros brillos del alba, al abrirla intent distinguir la cara de mi compaera nocturna que dorma plcidamente en el camastro, pero no pude, no haba luz suficiente, nunca sabra cmo era ni siquiera cmo se llamaba aquella reina de la mgica noche. Mejor as. Me dirig hacia la playa sin encontrarme con nadie y una vez all localic nuestro bote hinchable con un par de piernas que sobresalan de l, eran las de Gabriel. Me acerqu despacio y le di una patada, mi compaero abri un ojo, me mir y dijo: -Hay Coca, ltimamente no hacemos ninguna a derechas...! -Ninguna Gabriel, ninguna, Gracias a Dios. Aquel da lo pasamos reflexionando, esta vez con una horrible resaca, a bordo del TARTARUGA; Gabriel no paraba de decir: -Nos han dado Fuerte de Garrafn, Qu dolor de cabeza tengo! A media tarde vino a visitarnos nuestro amigo Robustiano, le dijimos que no tenamos pensado bajar a tierra y que a la maana siguiente continuaramos nuestro camino. Se entristeci porque quera preparar una comida en su casa y rpidamente empez a remar hacia la playa.

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-Se habr ofendido? Pregunt Gabriel. Pero no, al rato volvi cargado de frutas: bananas, papayas, limones, mangos... y una bolsa de plstico anudada. Nosotros correspondimos a aquello con ms tabaco, ropa, alguna herramienta y tiles de pesca, nos despedimos dndonos un fuerte abrazo al que nuestro anfitrin correspondi con lgrimas en los ojos y sin parar de decir Mis amigos... Al irse empezamos guardar sus presentes y reparamos en la bolsa de plstico. -Qu habr ah dentro? quiso saber Gabriel. -Pues vamos a verlo... Mmm Vaya! Est lleno de cogollos de marihuana! Es inslito encontrar hoy en da gente humilde que ofrece con gratitud lo poco que posee. No me era del todo extrao, ya lo haba experimentado viajando por frica y Sudamrica, en lugares generalmente deprimidos pero poblados por individuos de gran corazn y a partir de ese momento este tipo de sensibilidad sera algo habitual en prcticamente todos los pases que visitara durante los aos siguientes. A veces me pregunto si la sociedad actual est preparada para aceptar personas con estos sentimientos o por el contrario debern seguir al margen, como gente que no cuenta. Para los ms curiosos: Qu hicimos con la marihuana? Pues evidentemente fumrnosla. Y ms que hubiera habido. Al amanecer del siguiente da reemprendimos la navegacin. Poco a poco llegamos a la parte sur de la isla. Era medioda cuando fondeamos en una protegida ensenada que en algunos libros se le denomina Baha de las Mantas, un lugar resguardado del constante viento sur por un brazo de costa llamado Punta de Cocos, sitio perfecto para relajarse por tiempo indeterminado. Nos llamaba la atencin el nombre de la baha hasta que esa misma tarde descubrimos el motivo: faltaba poco ms de una hora para la puesta de sol cuando escuchamos un chapoteo en la superficie del mar en calma, se trataba de una raya de algo mas de medio metro de envergadura que tomando impulso saltaba sobre el agua, poco a poco otras compaeras le imitaron, docenas de rayas saltaban por todos lados y cada vez se unan ms a aquella bella exhibicin que dur hasta que el sol desapareci por el horizonte, un asombroso espectculo que nunca haba observado. A la maana siguiente nos pusimos los equipos de buceo y fuimos a visitar a nuestras amigas dentro de su medio, pero increblemente no estaban all. Registramos la arena del fondo, las rocas de la costa, la ensenada vecina... sin encontrar ni rastro de las rayas. Sin embargo esa tarde, puntuales a su cita, regresaron todas a saltar en su baha preferida. Esta vez nos echamos al agua para verlas subir como flechas hacia el exterior de su hbitat, caer y volver a saltar de nuevo. Bajo el mar el espectculo era todava ms extraordinario que en superficie, all se reunan cientos de rayas

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con seguridad para aparearse y de paso dar aquellos saltos de alegra, como si quisieran de ese modo agradecernos nuestra visita. Habamos ledo que justo en Punta de Cocos se hallaba una pequea pista de aterrizaje abandonada que databa de la II Guerra Mundial y durante uno de nuestros paseos fuimos a visitarla. Comprobamos que todava se encontraba en buen uso, al menos lo que era la pista en s, no en cambio el resto de instalaciones, ya derruidas, salvo un par de ellas, fuertemente cerradas con puertas metlicas. Quin necesitara usar este pequeo aeropuerto tan alejado de la civilizacin? Nos preguntamos. Al da siguiente, a la hora del Salto de las Rayas omos un fuerte ruido de motor y pudimos observar como una avioneta tomaba tierra en el pequeo aeropuerto para volver a despegar a los escasos quince minutos Estaran haciendo prcticas? Media hora ms tarde, cerca del anochecer, un avin de mayor tamao hizo lo mismo, desapareciendo por el horizonte del mar tras una corta parada. -Ya lo dije comenz a decir Gabriel-. Estn haciendo prcticas. Panam tiene varias escuelas de vuelo... -S, posiblemente le interrump-, pero yo no me quedo aqu ni un minuto ms. Ahora mismo subo el ancla y me voy a otro sitio con menos trfico areo. -Qu quieres decir? -Piensa mal y con la cabeza; ya sabes: Colombia aqu cerquita, Mjico y Estados Unidos un poquito ms arriba, un aeropuerto clandestino... Le razon. -Tu crees que...? -Yo no creo nada le interrump-, pero si tienes dudas puedes ir all y preguntar al piloto del prximo avin. -Con lo poco que me gustan ese tipo de los? Ya estoy subiendo el ancla! Y terminamos nuestra estancia en la Baha de las Mantas. LA NADA Nos encontrbamos fondeados en una calmada baha. Aquel da tena planeado hacer algo especial: no iba a hacer nada, es decir, iba a hacer La Nada. Me levant algo antes del alba, me acomod en la hamaca que llevo siempre colgada a popa del ARCHIBALD y comenc a observar. Las estrellas empezaron a desaparecer dejando paso a una tenue claridad que poco a poco fue en aumento. La negrura de la noche dej paso a los tonos azulados, cada vez ms claros, distinguindose lentamente el perfil de

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la costa y el bosque de cocoteros. El mar se encontraba en perfecta calma, quebrada de vez en cuando por ondas que formaba algn pez de superficie. Los colores fros, azulados, dejaron paso a los clidos; primero violetas, luego rojizos, anaranjados, amarillos, hasta que apareci el primer rayo de sol. Todo era ya visible desde mi hamaca; el barco con toda su arboladura, la playa, la lnea de cocoteros, la densa vegetacin del interior de la isla... incluso el sereno mar, de un tono plido indefinido, fue cambiando a un suave azul, al igual que el cielo, sin poder distinguir dnde acababa uno y empezaba el otro. Las aves marinas comenzaron a dejarse ver tmidamente, revoloteando primero entre las copas de los rboles tropicales, como intentando despejarse del descanso nocturno, para luego dar pequeos planeos sobre la lisa superficie del mar buscando su desayuno. El amanecer en el trpico es rpido, pero yo a penas perciba el paso del tiempo, porque hacer La Nada es dejarse llevar por la armona que te rodea, sin pensar, sin sacar conclusiones, sin recordar, reteniendo la imaginacin para conseguir exactamente eso: no hacer absolutamente nada. La labor en s consiste en dejar la mente en blanco evitando que la imaginacin se nos escape. Alguien dijo que la Imaginacin era La Loca de la Casa. Bueno, alguien no, lo dijo Santa Teresa de Jess, aquella monja Carmelita de hace quinientos aos, mstica y asceta, que algo sabra de todo esto y la verdad es que tena ms razn que un santo, nunca mejor dicho. Y as observando e intentando que mi imaginacin no se me fuera por las ramas, poco a poco me dorm. Cuando despert el sol ya estaba alto, el cielo era de un azul intenso con alguna nubecilla blanca, algodonosa, smbolo de buen tiempo. Una ligera brisa rizaba la superficie del mar, de color turquesa, donde de vez en cuando saltaba algn pequeo pez llamando la atencin de las gaviotas y algn pelcano, que se lanzaban como flechas intentando su captura. En la costa minsculas olas acariciaban la desierta playa, mientras que las verdes palmas de los cocoteros se movan despacio, merced al viento. El sol lleg a su cenit, siendo ahora protagonista el mar. Su color turquesa fue desvaneciendo hasta hacerse casi transparente, se distingua perfectamente el fondo arenoso, las estrellas de mar, los peces nadando lentamente... todo un espectculo armnico que la Naturaleza me ofreca simplemente por estar recostado en mi hamaca. Las aves marinas, muy atentas a cualquier movimiento en el agua, revoloteaban por todos lados, haciendo increbles piruetas y planeos rasos tocando con la ltima pluma de sus alas la superficie del mar. En el cielo distingu mucha actividad; las grandes gaviotas se disputaban sus capturas y mucho ms arriba observ como poco a poco las pequeas nubes eran absorbidas por otras mayores y a la vez, de un leve vapor se formaba otra pequea nube algodonosa.
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Lleg la tarde y el viento calm por completo, el mar se transform en un espejo perfecto, inalterable, las nubecillas fueron alargndose hasta desaparecer en la lejana. Las aves, sin prisa, fueron dirigindose a la frondosidad del cercano bosque en busca de una buena rama donde pasar la noche y el azul del horizonte fue variando a tonos ms claros con algunas pinceladas rojizas; se aproximaba la puesta de sol. Yo segua en mi hamaca, luchando por no imaginar cuando todo mi entorno fue invadido por rayos color prpura. Con los ojos casi cerrados vea como el sol se acercaba despacio al mar, que pareca de plata bruida, fundindose el cielo en l. Al fin el sol lleg al horizonte marino, comenzando su bao diario en aquella despejada tarde tropical. Todo era rojo en aquel bello atardecer, en el cielo no quedaba ninguna nube y despacio el sol se hundi en el mar hasta que un destello verde anunci su despedida. Muchas conclusiones se podan sacar en ese momento, pero mi trabajo continuaba; no pensar, no imaginar... as pertenecera por entero a todo aquel prodigio natural. Estaba triste, el da haba acabado, pero pronto aparecieron, primero los grandes planetas y posteriormente las estrellas que alegraban con su resplandor aquella penumbra en aumento. -Joer, cmo me gusta esta vida! dije. Yo, desde mi hamaca, haba sido el nico testigo de aquel milagro que todos los das nos ofrece la Naturaleza, pero eso era sacar conclusiones y an deba trabajar un poco ms; sujet de nuevo a mi imaginacin y segu observando. La noche era negra, no se vean luces por ningn lado, salvo la de las estrellas. Distingu, ya en el horizonte, la Osa Mayor, por lo que pude localizar la Estrella Polar. Al otro lado, todava algo tenue, la Cruz del Sur, que me acompaara todas las noches durante los prximos aos, tambin estaba Orin... -Eh t, gandul! Vaya da de perro llevas, no te he visto salir de la hamaca ni un solo instante... Era Gabriel que haba venido nadando desde su barco y suba por popa en aquel momento. -S, es cierto; hoy no he hecho nada... Bueno, no es verdad; he hecho La Nada... -No me vengas ahora con abstracciones me interrumpi-. He hecho croquetas con el pescado de ayer, tambin hay arroz. Te apetece comer? o sigues de ayuno. -Vamos, estoy hambriento! exclam-. Pero en el bote, hoy estoy cansado y tampoco quiero acabar en la barriga de algn tiburn. La Isla del Rey se nos haba terminado, ms all slo haba ocano. Poco a poco navegamos de nuevo hasta el fondeadero de Contadora, nada ms echar el ancla salimos disparados, perdiendo el zapato, hacia nuestra terraza

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favorita. Marln, la camarera mulata, contenta al vernos de nuevo, nos trajo rpidamente nuestros combinados preferidos, relatndonos las novedades de la isla mientras comenzaba a preparar la mesa para la cena. -Han vuelto ustedes muy delgados! increp-. Hoy racin doble. Estos espaoles... Era como volver a casa, sentados en los sillones de la veranda, con los barcos frente a nosotros, viendo la puesta de sol. Gabriel rompi la magia con su constante pregunta: -Bueno, y ahora qu hacemos? -Cacagete, eres el mejor. Le respond. TRABAJOS A BORDO A los pocos das de nuestro regreso le dije a Gabriel: -Tengo que hacer un trabajo en el ARCHIBALD y necesito tu ayuda; los fondos del barco estn sucios y ya es momento de vararlo para limpiar y pintar. -Pues como no regresemos a Balboa ya me contars, por aqu no hay muchos varaderos respondi. -Bueno, esa es una posibilidad argument-, pero ya sabes: el varadero es caro, los panameos demasiado vivos... Adems, tendramos que hacer de nuevo entrada y salida en el pas, con el consiguiente papeleo, pago de tasas... en fin un lo. -Y si lo hacemos ilegal? -Nos trincaran seguro repuse-, aparte del puro que nos meteran por estar tanto tiempo sin papeles. -Pero podramos decir... -Calma Cacagete le interrump-. Vamos a hacer otra cosa; aqu hay buenas mareas y como la orza del ARCHIBALD es abatible vamos a varar en una playa desierta. Las mareas son ms fuertes cerca del continente y por la costa del Darin, en tierra de nadie, he descubierto en la carta marina una islita perfecta para hacer el trabajo, se llama Chepillo y seguramente estar deshabitada. -Bueno, pues si lo tienes todo planeado vamos para all. Pero... t no dijiste que por el Darin estaba las FARC? cuestion mi amigo. -De verdad dije eso? Llegamos a Chepillo a media tarde, fondeamos los barcos en la baha y bajamos con el bote para inspeccionar la playa. Distinguimos varias personas y algunas casas sobre la costa. -Anda, pues est habitada! dijimos a do. Al llegar a tierra un grupo de personas vino a recibirnos.

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-Buenas tardes amigos empez diciendo el que pareca el jefe-. Tienen ustedes unos veleros muy bonitos, nunca vienen yates por aqu. El tipo era simptico y amigable al igual que sus compaeros, sobre todo al comprobar que hablbamos espaol. Le contamos nuestros planes de varada, a lo que nos contest: -Este es un lugar perfecto, las mareas suben y bajan casi sin formar ola, incluso les echaremos una mano, ahora tenemos poco trabajo... Y a qu se dedican? quise saber sin mucho nfasis-. Son pescadores...? -No respondi-, aunque no vayamos de uniforme esto es un destacamento militar. Por esta zona pasa mucho ilegal desde Colombia y esto el gobierno panameo lo lleva muy a rajatabla; no queremos clandestinos en nuestro pas. Tambin es paso de narcos, guerrilleros de las FARC..., ojal viniera ms gente como ustedes. Pues esta vez se os ha colado el enemigo en casa me dije, intentando que no me temblaran las piernas. -Nos vamos y en paz! gritaba Gabriel ya en su barco-. Seguro que por Las Perlas hay una buena playa donde varar tu barco. Lo nico que nos faltaba era acabar en el talego de Panam. -Gabriel, piensa un poco le razonaba-, si nos vamos ahora sospecharn y vendrn a buscarnos, ya has visto que tienen una buena lancha y entonces s acabaremos en la trena. Son buena gente, nos han invitado a cerveza en su bar... No te conmueve eso? -Conmover? segua protestando-. A ti lo nico que te conmueve es su ofrecimiento a trabajar gratis en tu barco. Pero bueno, mi TARTARUGA est flotando y listo para salir cortando hacia donde sea. Me quedar a ayudarte, pero a la mnima... Al da siguiente, con la marea alta, Gabriel y yo empezamos a acercar el ARCHIBALD hacia la playa. Suelta ya el ancla de popa le deca a Gabriel-. Cuando la proa toque la arena yo paro el motor y t saltas y llevas el cabo de proa hasta aquella piedra de costa, amarras y regresas, el barco no tardar en quedar varado en la arena, hay que darse prisa y poner unos troncos debajo... La maniobra result perfecta y cuando comenzamos con la limpieza y el cepillado lleg nuestra ayuda militar. A media tarde, antes de que la marea comenzara a subir, el barco ya estaba totalmente limpio y dispuesto a recibir la pintura, ese trabajo lo realizaramos a la maana siguiente, ahora llegaba el momento de las invitaciones; cerveza del ARCHIBALD, cerveza en el bar, cena en casa de Manuel, nuestro comandante de la isla y regreso a trompicones, como ya era habitual. A la maana siguiente, al empezar a bajar la marea comenc a lavar con agua dulce toda la superficie a pintar, ya lo tena todo listo cuando Gabriel

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hizo su aparicin y nada ms empezar con la pintura llegaron los militares. Media hora despus el trabajo estaba terminado, quedando tiempo suficiente para que la pintura secara; una labor bien hecha. Cuando el barco volvi a flotar lo sacamos de la playa para anclarlo en aguas ms profundas. -La operacin se ha concluido con xito, Cacagete, y an seguimos libres. Vamos a despedirnos de nuestros amigos y volvamos a Contadora. Hoy, ms que nunca necesito la cena de Marln conclu. De nuevo estbamos repantigados en los sillones de la veranda en nuestro bar favorito, la lluvia haba hecho de nuevo su aparicin y otra vez el Dolce Far Niente se haba apoderado de nosotros. -Esto no da ms de s, Gabriel comentaba-. O nos quedamos aqu para siempre o continuamos camino hacia donde sea. -Pues el camino hacia las Galpagos est como siempre; lluvia y viento de proa determin mi compaero. -Todava no es momento para hacer el cruce hacia las Galpagos, hay que esperar al menos cuatro meses para que el Pacfico se vuelva transitable y dejen de atizar los huracanes le record-. Podemos ir hacia el norte y visitar la isla de Coiba, Costa Rica e Isla de Cocos y luego hacer la ruta de Galpagos por la isla de Malpelo, pero cuatro meses es mucho tiempo, La isla de Coiba es un penal y las autoridades nos pediran los papeles de entrada en Panam, as pues esa opcin queda descartada. En cuanto a Isla de Cocos, pertenece a Costa Rica; habra que ir primero al pas para sacar el permiso de visita, los catalanes del DRAKAR perdieron all su barco, as que no debe ser un lugar muy seguro y lo peor de todo: es parque nacional y cobran mucha pasta por la estancia, por lo que... -Tambin descartado! interrumpi Gabriel-. Pues hacia el Sur tampoco hay mucho; la costa colombiana es poco recomendable y luego queda Ecuador, no s... -Pero Ricard estuvo por all antes de saltar hacia Galpagos y la Polinesia, le gust mucho, adems, es un pas tranquilo y barato apunt. -Bueno, iremos al Sur confirm mi compaero-. Adems, estaremos ms cerca de las Galpagos. Marln, por favor, trenos otra rondita gratis, que nos vamos para siempre! -Pero seor, es la tercera que me pide por ese motivo! De verdad que se van...? les echar mucho de menos... -Marln, eres muy buena con nosotros. Cuando vengas a Espaa te regalaremos un palacio... -Hay, estos espaoles...! Y dejamos la isla de Contadora. El plan el navegar hasta la parte sur de la Isla del Rey, concretamente a la Baha de Las Mantas y esperar all una ventana de buen tiempo y vientos favorables que nos empujara hacia el pas
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de Ecuador. Y de paso, ya que estbamos all, echar un vistacillo a la pista de aterrizaje y a los cobertizos cerrados, por simple curiosidad. Llegamos a media tarde, las rayas seguan saltando, pero ya no tan frenticamente como en nuestra anterior visita, el resto de la baha se vea tan desierta como siempre. A media maana del da siguiente, paseando, nos dejamos caer por el aerdromo, tan vaco como de costumbre pero con los dos cobertizos cerrados a cal y canto. -Mira dije a Gabriel-, este se ha abierto recientemente, aqu hay gato encerrado. -Ah dentro puede haber cualquier cosa menos gatos increp-, adems, la puerta es metlica y no hay quien la abra. -De eso nada, monada!, tengo yo en el barco un soplete, una radial a bateras, un gato hidrulico de diez toneladas y una pata de cabra de profesional; esa puerta me dura a m medio asalto. -Y luego qu! Sabes tan bien como yo que de haber algo ah dentro va a ser fardos de cocana dispuestos para ser transportados a Estados Unidos! Te los vas a llevar? Esta vez s vamos a acabar en el talego, y eso con mucha suerte... -Eh, para! Yo slo habl de venir para echar un vistazo quise atajar. -Pues el vistazo est echado! Regresemos concluy. Empezamos en silencio la bajada del pequeo promontorio y de repente nos quedamos paralizados al ver a dos individuos armados en la playa, justo al lado de nuestro bote. -Y esos quienes son? -preguntaba Gabriel tartamudeando mientras nos escondamos entre la maleza. -No lo s respond-. Parece que llevan M-16 y van vestidos de militares. -Sern del ejrcito? -Es posible, pero del ejrcito de Pancho Villa, cada uno va uniformado de manera diferente. -Pues yo de aqu no me muevo hasta que se vayan! -No seas tonto! Saben que estamos aqu y vendrn a por nosotros, va a ser una cacera. -Y qu hacemos? -Vamos a bajar hasta la playa, buscaremos antes un par de cocos verdes y nos haremos pasar por gringos; hacerse el tontito siempre funciona. Adems, he trado compaa. -Que has trado...? Me cago en tu estampa! Has trado la pistola, joder! Ests como un cencerro...! Hay Seor, lbranos de sta...! -Venga Cacagete, Andando! Al cabo de unos minutos pasebamos por la playa con unos cocos bajo el brazo, dirigindonos hacia la pareja de militares.

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Tras los saludos de rigor, comentario sobre el tiempo, lo bonito del lugar, uno de los militares nos pregunt: -Y de dnde vienen? -Pues venimos de Contadora... respond. -Y nos vamos hacia Balboa esta misma tarde, all nos estn esperando ataj Gabriel. -Bueno, pues que tengan un buen viaje contestaron. -Una pregunta, Esas instalaciones de all...? aventur. -Ah!, el aerdromo respondieron -Pero Coca intervino Gabriel-, no molestes a estos seores, que tendrn mucho que hacer...! -Es de uso militar, del Servicio Martimo Nacional, estos das el destacamento de vigilancia lo formamos nosotros. No habrn subido all verdad? informaron. -No, no. Slo hemos dado un paseo por la playa... -Cocuuua, te estoy esperando en el booooteeee cantaba Gabriel. -Pero no debe ser grande continu-. Que tipos de aviones vienen por aqu? Gabriel ya no hablaba, haba empequeecido hasta casi la mitad de su tamao. -Uh! Pues, aviones militares pequeos, de reconocimiento. Hay varias pistas de aterrizaje en las islas del archipilago... Y despus de las despedidas regresamos a los barcos. Una vez en el TARTARUGA y ante la mirada asesina de Gabriel le expliqu: -Era curiosidad, sin otras intenciones... -Vale, no ha pasado nada suspir-. Te has credo sus explicaciones? Qu vamos a hacer? -Ya es la segunda vez que ven los barcos merodeando por aqu. Tanto si es verdad lo que dicen como si no, no habr una tercera. Nos vamos! -Vale, pero a dnde? quiso saber mi amigo. -A otro pas! Es la ventaja de viajar en velero. Lo nico que nos una a Panam era el ancla, una vez arriba ramos de nuevo libres de ir donde quisiramos. RUMBO HACIA EL SUR Por primera vez en mucho tiempo el viento nos era favorable, hacamos rumbo Sur, paralelo a la costa panamea con buena velocidad. Despus de la noche perd el contacto visual con el TARTARUGA pero no estbamos lejos uno del otro. Ya por radio Gabriel y yo seguamos siempre comunicados:
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-Qu propones como prximo destino? quiso saber Gabriel. -Pues... Creo que Ricard coment algo sobre un puerto en Ecuador donde estuvo una temporada le respond-, no recuerdo su nombre, pero hablaba muy bien de l. -S, yo lo tengo por aqu apuntado... a ver... Ya est, se llama Salinas, muy cerca de Guayaquil! -Perfecto, ya tenemos destino! anunci-. Psame las coordenadas exactas para meterlas en el GPS, supongo que tendrs buenas cartas nuticas de toda esta costa... -Pues... yo lo nico que tengo es una general que va desde Panam hasta Per. T no tienes cartas de aqu? -Pues si que andamos bien! Yo lo nico que tengo es una fotocopia de la tuya respond-. Tampoco tenemos guas nuticas de la zona pero creo recordar que vi por tu barco una especie de Gua Micheln de Suramrica... -Y vamos a navegar por esta parte del mundo con slo la Gua Micheln? Pero de nuevo se puso en funcionamiento la fraternidad de los radioaficionados; Rafael del Castillo, de la Rueda de los Navegantes nos puso en contacto con unos pescadores suramericanos que conocan muy bien aquella parte del mundo. Recabamos todo tipo de informacin, destacando el consejo general de no acercarnos a la costa colombiana, no muy recomendable. Ms tarde conseguimos contactar con Ricard que estaba en las islas de Gambier, ya en la Polinesia; nos dio todo tipo de detalles sobre Salinas: se trataba del balneario pijito de Ecuador; el puerto, realmente, era una marina deportiva y social bastante exclusiva, pero era posible fondear en la entrada y usar sus instalaciones; la villa tena buena infraestructura y en un pueblo cercano se poda encontrar todo tipo de servicios. El lugar es muy tranquilo nos deca-. Durante el mes y medio que yo estuve nunca sopl ni gota de viento, as es Ecuador. Aquello pintaba bien, ya tenamos planes futuros, slo restaba navegar seiscientas cincuenta millas, como mximo seis das, y otra vez a gandulear. El viento, suave, nos haca avanzar a cuatro nudos de velocidad, a una media de cien millas por da, el cielo segua despejado y la pesca era buena. De nuevo suba a bordo grandes dorados, una parte fue directamente para la cazuela, con otra fabriqu conservas y el resto, rebozado en sal, lo puse a secar para tener una reserva de emergencia, para futuras pocas de Vacas Flacas. La rutina del navegante vagabundo llegaba de nuevo al ARCHIBALD. Habamos hecho la mitad del camino cuando poco a poco el viento comenz a rolar hacia proa, debiendo hacer un rumbo que nos acercaba a la costa colombiana, el cielo se encapot y aquello no auguraba cosa buena.

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Volvis a tener mala suerte chicos Nos comunicaba Rafael-. Se os acerca otra borrasquita, no muy profunda pero no vais a tener una plcida navegacin. Lo siento. Navegbamos de ceida, intentando no acercarnos a Colombia y como el viento no era fuerte, casi lo conseguamos, pero la moral decaa en ambos barcos: -Puaj! Otra vez escorados y seguramente tendremos que dar bordadas. Con lo bien que navegbamos con el viento por la aleta! Se lamentaba Gabriel. -Ten Fe Cacagete le deca-. Ya vers como vuelve a rolar... Pero no. El viento segua de la misma direccin y junto con la corriente nos echaba contra la costa colombiana. La tarde siguiente vi por popa una lancha con un potente motor que se acercaba rpidamente saltando contra las olas. Vaya, vaya. Parece que voy a tener compaa. Pens. En menos de un minuto la embarcacin lleg a mi costado. Se trataba de una lancha tosca, de fibra, con un motor fueraborda de cuarenta caballos, la tripulaban cuatro individuos, con seguridad colombianos, bastante desaliados, al igual que la embarcacin. Con habilidad se sujetaron al barco y uno de ellos comenz a decir: -Hablas espaol? -Soy espaol le respond. -Vas solo? Continu. -No, mis compaeros van dentro, descansando. -Llevas tabaco? -Algo tengo segu contestando. -Llevas ron? -Tambin hay un poco declar. El tipo se me qued mirando y propuso: -Si me das un poco de tabaco y ron yo te doy un pescado de estos dijo, apartando con el pie unos plsticos para mostrarme un enorme dorado. -De acuerdo repuse-. Aqu tengo dos cajetillas de tabaco y media botella de ron. -Es poco, dame dos cajetillas ms. -Esto es lo nico que tenemos precis. El tipo aguard unos eternos segundos en silencio. OK respondi, lanzndome el pescado a cubierta. Agarr el tabaco y la botella, se soltaron del barco y a todo motor se fueron por donde haban venido. Ya me imaginaba algo as, por eso siempre tengo un kit de regalos a mano, adems de mi herramienta disuasoria.

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Rpidamente llam a Gabriel para informarle de aquello y se preparara por si acaso. -He virado y me dirijo a mar abierto para separarme de costa todo lo que pueda! empez a gritar por la radio-. Sabes lo que me ha pasado? -Que has tenido visita le respond. -Cmo te has enterado? -Porque aqu tambin han venido. Gabriel me relat su encuentro, mucho ms alarmante que el mo: La lancha lleg casi sin darme cuenta, cuando la vi ya estaba al lado del barco. La tripulaba una sola persona, pero de repente, de unas bolsas de plstico que estaban sobre cubierta empezaron a salir individuos, cinco en total. Se agarraron a la borda y uno de ellos subi a bordo Pidindome tabaco! Le dije que no tena, luego me pidi alcohol, le di una botella de gisqui, pidieron algo para comer, le di un paquete de galletas; se subi con todo aquello en el bote y se marcharon -Y no te ofrecieron pescado? -S, un dorado medio podrido, pero le dije que no lo quera. Tena con la boca seca, casi no les poda hablar...! No saba si habamos tenido suerte o aquello formaba parte del Folklore Martimo Colombiano, pero Gabriel haba tomado una buena decisin al virar y poner agua entre la costa y nosotros, yo hice lo mismo y convinimos seguir separndonos de tierra hasta el da siguiente. Al amanecer volvimos a recuperar nuestro antiguo rumbo, pero ste nos llevaba inevitablemente de nuevo hacia la costa. -Nos quedan trescientas millas hasta Salinas y as vamos a tardar una eternidad protestaba Gabriel. -Bueno, echa un vistazo a tu gua y comprueba si existe algn lugar civilizado donde poder descansar unos das le propuse. -Parece que hay una ciudad con puerto comercial, se llama Esmeraldas, pertenece a Ecuador, pero est muy cerca de la frontera con Colombia. -Y a qu distancia se encuentra de nosotros? le pregunt. -Pues calculo que a menos de cien millas, lo bueno es que siguiendo a este rumbo casi nos damos contra ella, no hay que dar ms bordos. -Pues no hay ms que hablar; el nuevo destino es Esmeraldas. Esta vez nadie de los radioaficionados conoca el pueblo de Esmeraldas y tras relatar nuestra anterior experiencia aconsejaban seguir camino, esa zona estaba muy cerca de Colombia, una zona bastante conflictiva. Tuve una idea, esper hasta la tertulia de la Rueda de los Navegantes e hice una llamada: -Manero, ALDO, Ests a la escucha?

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-Aqu estoy, nabo; en Cartagena de Indias. Ya he odo que os lo estis pasando muy bien por la Colombia Pacfica... -Ya te tocar... Oye capullo, acrcate a un caf Internet y saca toda la informacin que puedas sobre un pueblo que se llama Esmeraldas, al norte de Ecuador. -Vale, dentro de un rato te llamo. Hasta luego mariquita. -No decir tacos por la raaadio... se oy la voz de Rafael. Al cabo de un par de horas se oy por radio: -ARCHIBALD, TARTARUGA, aqu ALDO, Estis por ah? -Adelante Juanito, estamos a la escucha. -He tenido que trabajar toda la tarde para vosotros, no he dormido la siesta, me he gastado un dineral en Internet, luego he tenido que ir hasta el barco de un amigo remando... -Al grano, Manero, al grano. -Bueno, pues tengo todo lo que queris: he visto una foto del puerto, no es grande pero haba un par de buques de carga, o sea, hay calado suficiente. Justo al lado hay un puerto pesquero con muchos barcos y el pueblecito no est mal. A m me parece un sitio moln... Luego un amigo me ha enseado una carta nutica con bastante detalle, he anotado la posicin de la entrada al puerto, es latitud... Hay tambin un canal de entrada balizado y he sacado unos Way Points de recalada, estos son... Bueno, ahora queda el pago de mis servicios, que asciende a... -Manero, Manero, he copiado el mensaje pero ahora te estoy perdiendo, no escucho nada. Vamos a dejarlo para otro da, a ver si hay mejor propagacin... -Y una leche! Me debis el favor, uno t y uno el Cacagete, tenis mucha jeta... Muchachos, por favor... Volva a decir Rafael. Durante la tarde del siguiente da llegu a las primeras coordenadas que me haba dado Juanito Manero, eran perfectas; justo all se encontraba la primera boya de recalada del canal. El TARTARUGA se hallaba casi cinco horas retrasado, demasiado tiempo para esperar, as que arri las velas y a motor comenc a adentrarme por el canal, siempre bien balizado. Con los ltimos rayos de sol llegu a la bocana del puerto, era ms bien pequeo y no haba ningn buque en el interior. No me amarr al muelle, pues desconoca la amplitud de las mareas y no quera quedar colgado de mis amarras a la bajamar, as que eche el ancla justo en el centro del puerto, como un seor. Rpidamente me puse a la radio para explicarle la entrada a Gabriel. -Ya estoy cerca de las boyas me responda-, pero voy a entrar de noche.

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-No te preocupes animaba-, est todo muy bien balizado y quedo a la escucha por si tienes alguna duda. Te espero en el puerto. Al rato o un grito por radio: -Coca, estoy embarrancado! -No pude ser! Por el canal hay fondo mas que suficiente, entran barcos mercantes le precis. -Pues estoy tocando fondo, menos mal que parece fango. Iba cerca de la boya roja... -Por Dios, Gabriel! En esta parte del mundo las luces son al contrario que en Europa: verde babor y rojo estribor es que no te acordabas de eso? -Eeeh... se me haba olvidado. Pero mira, parece que gracias al motor estoy saliendo de la embarrancada, sigo para all. A ver, la roja por mi estribor... Al rato el TARTARUGA haca su entrada en el puerto, se amarr a mi costado y pas al ARCHIBALD para despachar juntos la cena que haba preparado. Despus de cuatro meses en Panam habamos conseguido cambiar de pas y los dos barcos por fin se encontraban en un puerto ecuatoriano. ESMERALDAS A primera hora del da siguiente recibimos la visita de una lancha militar. -Buenos das. Lamento decirles que no pueden seguir ms tiempo aqu nos deca un joven oficial-, dentro de unas horas est prevista la llegada de un buque mercante... -No se preocupe, lo entendemos y pedimos disculpas -intervino Gabriel-. Slo entramos para descansar unas horas, enseguida subiremos el ancla y continuaremos camino... -No les estoy echando, nicamente que este no es lugar para yates ataj el militar-, pueden ustedes amarrar aqu al lado, en las instalaciones de la capitana y estar todo el tiempo que deseen. Son ustedes bienvenidos. Entrbamos en Ecuador con buen pie y mejor suerte, de la mano ni ms ni menos que del comandante militar de aquella zona. Tal vez se hubiera pensado mejor esta invitacin de haber sabido que la estiraramos por ms de dos meses, hacindola extensible a varios amigos navegantes. Dichas instalaciones estaban formadas por varios pontones flotantes que tampoco flotaban demasiado, algunos de ellos ocupados por embarcaciones militares con seales de deterioro, en tierra se distinguan tinglados y algn taller de servicios, todo ello al estilo que podamos definir como... ecuatoriano. Una vez con los barcos amarrados en el lugar donde nos designaron, fuimos con nuestra documentacin en busca de nuestro comandante protector, l mismo se encarg de resolver todos los trmites. Estbamos legalmente en este nuevo pas.

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No puedo creer la suerte que hemos tenido le deca a Gabriel-. Un amarre seguro, el pueblo cerca, agua y electricidad gratis... Aqu podemos hacer todo los trabajos pendientes en los barcos y salir hacia el cruce pacfico con todo listo, adems, a pesar de no ser lo ms bonito que hemos visto en el viaje, este lugar me gusta. Esmeraldas es una pequea ciudad costera muy cerca de la frontera con Colombia y ubicada justo en la desembocadura del ro Esmeraldas, uno de los ms importantes del estado y utilizado para transportar desde el interior del pas hasta la zona portuaria cargamentos de caf, cacao, madera y sobre todo bananas. La flota pesquera es pequea y ms bien local. Por la tarde veamos llegar a toda velocidad cientos de peeros de escasos siete metros de eslora, repletos de dorados para venderlos esa misma jornada en la lonja portuaria. Gabriel y yo empezamos a ser habituales en el entorno, pasando las tardes viendo el trasiego de pescado, compartiendo alguna cerveza con nuevos amigos del gremio para regresar a los barcos casi a media noche llevando una bolsa de buen pescado fresco y sobre todo enormes huevas de atn y dorado que al da siguiente salara y secara, para ofrecerlas a los invitados del ARCHIBALD como aperitivo durante los siguientes... dos aos. La ciudad era pequea, como olvidada en el tiempo; con la mayora de calles sin asfaltar, muchos pequeos comercios de todo tipo y mercadillos ambulantes. La gente, la mayor parte mulatos muy oscuros, paseaba sin prisa y el bar de moda, uno de los pocos que existan en la ciudad, estaba siempre repleto. Muy pronto confraternizamos con los operarios del puerto, estos nos presentaron a sus amigos, pescadores, mecnicos, tenderos... y al poco tiempo ya casi formbamos parte de aquella comunidad, que tanta ayuda nos prest durante nuestra estancia. Una tarde, mientras reparaba una pieza de mi generador en el taller de Lus, el mecnico de Capitana, lleg Carlos, patrn de una pequea lancha militar que patrullaba la cercana costa fronteriza del norte. -Qu tal ha ido el servicio? pregunt Lus. -Como siempre respondi el marino-. Nos dispararon cuando llegamos a las Bocas del ro San Lorenzo, ametrallamos un poco y regresamos para estar aqu antes de la puesta de sol. Y t, espaol, qu ests destrozando? -Eh, nada, nada. Estoy puliendo esta pieza... Pero, estis en guerra con Colombia? pregunt. -Qu guerra! intervino Lus riendo-. Lo que pasa que a estos vagos los mandan de vez en cuando a hacer prcticas de tiro por all arriba, sueltan todo lo que llevan y regresan. -Pero las balas son de verdad? le pregunt.
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-Claro! respondi Carlos-. Hemos tenido que reforzar la lancha con ms planchas de hierro, antes casi nos atravesaban el casco. -Y contra quin disparis? quise saber. -Contra los guerrilleros de las FARC me aclararon los dos-, hay varios reductos por ese lado de la frontera, ya nos conocemos y en cierto modo nos respetamos. -Os respetis... a tiros? exclam. -Si, pero casi nunca disparamos a dar me aclar Carlos. -Oye, podra ir con vosotros algn da...? pregunt. Esa tarde, tomando unas cervezas con estos amigos, Carlos me pregunt: -Escucha espaol, llevas armas en tu barco? A lo que respond negativamente poniendo cara de angelito. -Pues deberas llevar alguna aconsej-, no slo esta zona es peligrosa, el Mundo entero est cada vez ms violento. Si quieres, yo podra... tengo un primo... bla, bla, bla. Una tarde le dije a Gabriel: -Cacagete, me voy a la ferretera del pueblo a comprar algunas cosas. Te vienes? -Claro! Yo tambin necesito algo. Era un antiguo comercio, de los de toda la vida, con estanteras hasta el techo repletas de artculos de lo ms variado, lleno todo de polvo y telaraas. -Buenas le dije al dependiente-, quisiera un bote de pintura negra, un martillo pequeo, un revlver del treinta y ocho especial, una escopeta de caones recortados como esa que tiene de muestra, una buena carabina del veintids, dos cajas de municin para el revlver, otras dos de cartuchos de postas del doce, y cuatro cajas grandes de balas del veintids; por favor, que sean de calidad. Ah! Y un rollito de alambre fino. -Ustedes deben ser los espaoles amigos de mi primo! los he reconocido por el acento, Espaa, Qu bello pas! La hija de la sobrina de mi nuera est all trabajando... encantada! En cuanto a las armas... yo les recomendara que al menos el revlver y la recortada se las llevaran cromadas, de mucha ms calidad. Miren este revlver!, hecho en Cuenca, fabricacin nacional. Y en voz baja, acercando la cara hacia nosotros, dijo-: en confianza; ste es el que se lleva todo el mundo... -Muy bien! En cuanto a las armas... Tienen documentacin? quise saber. -Documentacin? Qu documentacin? Si quieren les puedo hacer una nota de venta, as podrn justificar que son suyas... Y usted, caballero, desea algo? refirindose a Gabriel. -Yo... yo... Con la pistola y la recortada me apao tartamude mi amigo.

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Cuando concluy la operacin le dije al tendero: -Y ahora que las armas ya son nuestras, podramos probarlas? -Claro que s!, pasen por aqu al patio trasero... Y a golpe de tiros pasamos la tarde. -Ests loco! me recriminaba Gabriel-. Y lo peor es que me vas a volver loco a m! Dnde estn nuestros principios, nuestros ideales? Cre que ramos jipis, Paz y Amor! Y ahora tengo armas, y las he disparado... -se lamentaba. -S, de acuerdo, pero no me negars que veinticinco dlares por el revlver y dieciocho por la recortada es un chollo... le argumentaba. -Un chollo... A veces me dan ganas de dejarlo todo y volver a mi antiguo trabajo; que me exploten, como a un ser normal. Y para qu quieres la carabina del veintids? -Para cazar. All donde vamos la carne te la tienes que procurar de esa manera le dije, recordando las escabechina de cabras que fuimos haciendo Eduardo Samsara, Fletcher y yo por las perdidas costas de Venezuela, varios aos atrs. Pero Gabriel sigui fiel a su conciencia. Meses ms tarde me confesara que no pudiendo soportar la idea de poseer armas, se deshizo de ellas arrojndolas al mar. En cuanto a portar armas a bordo, un tema polmico, he de hacer una reflexin. Muchas veces me han preguntado al respecto y ante tal duda slo cabe una respuesta negativa. Un arma es una herramienta especial que, salvo las especficas de caza, quiz la excusa, tienen un fin directo, y todos sabemos cual es. Un arma es, cuanto menos, conflictiva. Si se lleva hay que ser discreto con ella, siendo consciente de la responsabilidad que ello conlleva y sentirse seguro al usarla llegado el caso, lo que implica conocer su funcionamiento a travs de la prctica, mantenimiento, trmites burocrticos, etctera. Por lo que repito mi consejo: es mejor no llevar armas a bordo. Aclarado esto y salvo alguna que otra divertida ancdota o de inters general, no volver a retomar dicho asunto. Aprovechando aquellas instalaciones, uso de electricidad, agua, etctera; como ya he dicho todo ello gratuito, seguimos con los trabajos en ambos barcos. Yo estaba atareado en pintar de nuevo los alrededores de la cocina, Gabriel, ahora haciendo de carpintero, reparaba una parte de su cubierta, a la vez que hacamos planes para las ya cercanas Navidades. Aquella tarde hizo entrada en el puerto un velero, se trataba del MA-OH, de la familia francesa con la que coincidimos en Cartagena de Indias y San Blas, le hicimos seas
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y a los pocos minutos llegaban a los pontones militares. Patrik, el padre, nos comentaba: -Este es un sitio estupendo, no me imaginaba algo as! Pasaremos aqu las fiestas. Mis hijos tienen que examinarse a primeros de ao en la embajada francesa de Quito, dejaremos el barco aqu, un lugar seguro y haremos juntos el viaje. Todas las maanas vea a Steve y Lenka, los chavales, estudiando con inters en la cabina del barco. Patrik y Christine me comentaron que desde su salida de Francia, haca ya cuatro aos, haban mantenido un riguroso horario de estudios y estaban muy contentos. Es un mtodo internacional que existe en toda Europa, est dirigido a nios en el extranjero, sin muchas posibilidades de recibir buena educacin me relataban-. Es muy bueno, pero es necesario ser perseverante, a veces nos cuesta animarlos, sobre todo a Steve, que prefiere bucear o navegar en su tabla de windsurf, pero siempre saca buenas notas, su nivel escolar supera al de los chicos de su edad, hoy en da muchos nios lo siguen, incluso viviendo en su pas de origen. Nuestra hija Lenka termina este ao sus estudios y en unos meses ir a Francia, a la universidad... relataba la madre, algo triste. Ya conoca varios casos as, chavales con escasos diez aos que hablaban y escriban ms de cuatro idiomas, devoraban libros, sacaban notas excelentes, mezclando las enseanzas escolares con las que le ofreca una vida viajera, dejando stos impresionados a los adultos por sus amplios conocimientos, pero tal vez tuvieran una carencia, la de relacionarse con gente de su edad. A los pocos das lleg otra embarcacin, un velero clsico de madera, robusto, cuyo nombre era HERNANI, que no me era del todo desconocido. Su tripulacin estaba formada por Claudio, un italiano corpulento que hablaba cualquier idioma con tal de mantener una charla, Nadia, una negrita brasilea, de Baha, muito engrasadinha y Chiara, hija de ambos, de ao y medio de edad. La comunidad nauta de Esmeraldas haba crecido, Y justo para las fiestas! Claudio, cincuentn, siempre dispuesto a entablar conversacin y compartir unas cervezas, nos relat su vida; haba trabajado en la prospeccin de pozos petrolferos y acuosos por todo el mundo, cuando consigui bastante dinero compr el barco de sus sueos y solo, naveg hasta Brasil donde conoci a Nadia. Tenamos amigos comunes: Paolo, del TENERA LUNA... contaba-. Menudo tipo! El mejor navegante italiano...! Y su cara me segua siendo familiar... Conoc hace varios aos a un espaol por Brasil, en Itaparica relataba Claudio-, navegaba en un velero muy bonito, de regatas. Era muy rubio, de

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pelo largo, flaco, de piel muy morena y, No te lo vas a creer! Llevaba como tripulacin a dos chicas, una blanca y otra negrita, Lesbianas! Imagina! No s qu fue de l, creo que se hundi, no me extraa... De repente record quin era Claudio. Traje a la memoria la imagen de Silvia y Rosal, que navegaron durante varios meses a bordo del YA VEREMOS, desde el sur de Ro de Janeiro hasta Salvador de Baha, mis mejores compaeras. Aquello era, sin dudar, otra poca totalmente distinta. Entonces el tiempo, definitivamente, no contaba. Llegu con Fletcher a Brasil para un mes y medio y cuando nos dimos cuenta llevbamos all ms de dos aos. Continuamos viaje hacia Argentina, regresando Fletcher a Espaa pasado un tiempo. La Saudade me hizo volver a Brasil en compaa de un amigo argentino. Pronto qued solo pero conoc a las chicas y en compaa de mi nueva y flamante tripulacin femenina, navegamos sin prisas por las aguas de Angra dos Reis, baha de Gunanabara, Buzios, para llegar a Camam, Morro de San Pablo y terminar en Salvador e Itaprica, en el estado de Baha. Como deca Claudio, haba pasado mucho tiempo. -Pues no s, Claudio le deca-. No s de quien me hablas... Y llegaron las Navidades. En Nochebuena preparamos una cena sobre la cubierta de un viejo remolcador militar cercano a nuestros barcos, hubo comida internacional: brasilea, francesa y cmo no, la inevitable tortilla espaola. A los postres, Cangrejito, como familiarmente llamamos a Steve, nos sorprendi con una montaa de crpes, como l deca: al ms puro estilo bretn. Toda una celebracin familiar. El da de Navidad, Gabriel y yo fuimos invitados a casa del comandante militar, nuestro benefactor. Pasamos un da inolvidable, quiz ensombrecido por una buena noticia para nuestro amigo, pero que tanto a Gabriel como a m nos afectaba en cierto sentido: el comandante haba sido ascendido y destinado a Guayaquil, donde tendra que presentarse a comienzos de febrero y nos aconsejaba que preparramos nuestra salida para esas fechas. Todava no s quin me sustituir deca-, pero ms vale ser precavidos, aqu nunca se sabe... Y nosotros entendimos el mensaje. Antes de Fin de Ao hubo escampada general en nuestra pequea comunidad. Los MA-OH se fueron hacia Quito, los HERNANI volaron a Brasil y quedamos slo Gabriel y yo como nicos responsables de la fiesta; preparamos una buena cena a bordo del TARTARUGA, celebramos todos los Fines de Ao posibles, felicitamos a todos nuestros amigos a travs de la radio y nos fuimos al pueblo donde encontraramos por la calle a los operarios y conocidos del puerto, la fiesta dur hasta el amanecer.

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Durante los primeros das del ao advert que Gabriel se encontraba un poco pachucho, pasaba el da en la cama y casi no sala del barco. Creo que he pillado la gripe deca. Lo convenc para que se hiciera unas pruebas en el hospital del pueblo y acert con mis sospechas: Gabriel tena Malaria. La provincia de Esmeraldas es zona muy endmica, sobre todo la ciudad, de mucha vegetacin tropical y contorneada por un ro. Gabriel no haca caso a mis consejos preventivos, como usar siempre las mosquiteras y usar repelentes. Por suerte su malaria era suave, la cepa local era la Vivax, poco agresiva, nuestros amigos ecuatorianos no le daban ninguna importancia. Tiene Las Fiebres, una semana en cama y luego a trabajar. Por suerte as fue, en el dispensario le recetaron unas pastillas y en pocos das estaba casi recuperado, pero... ya tena una Malaria en su haber. Gabriel segua sintindose debilitado y pens que era un buen momento para tomar unas vacaciones y viajar un par de semanas a la casa de sus padres en Madrid. Le anim a ello, me quedara al cuidado de su barco y l se podra recuperar con ms atencin. Una ltima reflexin le hice antes de su partida: Escucha Gabriel: sigo pensando que no deberas adentrarte solo en el Pacfico, lo que tenemos por delante puede ser muy duro y vas a necesitar ayuda. Ahora vas a tener ms tiempo, piensa lo que vas a hacer y si quieres continuar bscate a alguien. Esa fue mi despedida, sin contar con una larga lista de encargos sin importancia. -Quieres que haga todo esto...? protestaba-. No voy a tener tiempo ni para respirar... MALARIA Aqu es necesario hacer un inciso y examinar algunas particularidades sobre esta enfermedad tan comn en las zonas tropicales: hoy en da an no existe una vacuna eficaz, por lo que hay que basarse en la prevencin para no caer en sus garras. La Malaria o Paludismo es, junto con el Dengue, la ms letal de las enfermedades tropicales, cada ao infecta a ms de quinientos millones de seres humanos, un milln de los cuales morir. Se trata de un pequeo protozoo llamado Plasmodium, transmitido por la hembra del mosquito tropical Anopheles, previamente infectado por dicho parsito. Una vez presentado al individuo vamos a conocer su historia. La Malaria es casi tan antigua como la misma Humanidad. Parece ser que comenz en frica, ella misma se propag por Asia y fue importada a Amrica por los espaoles, como tantas otras enfermedades, en la poca de

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Los Descubrimientos. Lleg a invadir todo el mundo conocido; aparece en los escritos de Hipcrates, se cuenta que Alejandro Magno muri victima de ella, al igual que el mismo Atila y el emperador Gengis Kan. Varios Papas sucumbieron a sus encantos y fue el peor enemigo en la Guerra de Secesin Americana y Segunda Guerra Mundial, incluso se habla de ella en la Guerra Civil Espaola. Hoy en da ms de cien pases son endmicos, su mayor parte tropicales Existen bsicamente cuatro tipos de Plasmodium: el Falciparum, es el ms virulento y el que ms muertes provoca, degenerando en la temible Malaria Cerebral y est presente en los tres grandes continentes, sobre todo en frica. El Vivax, relativamente benigno y se encuentra en Amrica del Sur y parte de Asia; es el que le toc a Gabriel. Y quedan el Ovale y el Malariae, no tan letales como el primero pero igualmente peligrosos Su forma de trabajo es el siguiente: entra en el torrente sanguneo inyectado por el mosquito infectado, navega felizmente por l, reproducindose y hacindose cada vez ms fuerte, hasta su llegada al hgado, que al filtrar las clulas sanguneas infectadas queda daado. Si algunos de estos protozoos tienen de apellido Falciparum trepan al cerebro para continuar all su trabajo de destruccin celular. Con el hgado inutilizado y el cerebro empezando a estar hecho polvo, los pulmones casi no se mueven y el corazn apenas late; sobreviene el estado de coma y de ah a la muerte slo queda un paso. Desde la aparicin de los sntomas hasta la ltima fase es posible que slo transcurran unas pocas horas. Estos sntomas son parecidos a los de la gripe: dolor de cabeza, vmitos, sarpullidos, fiebre intermitente, malestar general, debilidad, etctera. Algo a tener en cuenta: no dudar; en zonas endmicas estos sntomas son SIEMPRE de Malaria, tras un exhaustivo reconocimiento se podr determinar si se trata o no de una gripe. Su tratamiento es lento y complicado. Si no se dispone de asistencia mdica inmediata es necesario buscarla, ya sea transportando al paciente o consultando va radio. El tratamiento de choque ser a base de antihistamnicos, sulfamidas, Paracetamol y medicamentos especficos como Cloroquina y Malarone, adems de hidratar constantemente al paciente. ltimamente se estn obteniendo buenos resultados con novedosos medicamentos provenientes de la sntesis de clsicos remedios, como la Quina, corteza de un arbusto suramericano o derivados de la Artemisa, remedio chino de hace casi dos mil aos. La lucha contra este parsito comienza prcticamente en la antigedad, pero fue en los aos cincuenta del siglo pasado, con el descubrimiento del DDT, cuando se consiguieron resultados verdaderamente positivos. Este pesticida, en pocos aos, consigui erradicar definitivamente la enfermedad en Amrica del Norte, Europa y Australia, es decir, en los pases del primer mundo. La enfermedad descendi en toda la franja tropical, sobre todo en
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India, China y los pases sudamericanos, pero en el continente africano apenas se utiliz el pesticida. Aquella campaa promovida por la OMS se qued sin financiacin, se descubri que el mgico producto tena efectos patgenos y unido al abuso de ste para todo tipo de fumigaciones dio como resultado la prohibicin del DDT. En 1990 la Malaria surgi con mucha ms fuerza y virulencia en la India, frica y pases de la franja tropical. El nico camino que queda abierto es el desarrollo de la vacuna. De momento y mientras escribo estas lneas, a las puertas del ao 2010, la batalla la gana el parsito. Nuestro enemigo Plasmodium sigue siendo ms listo que los epidemilogos, reproducindose, mutando y hacindose cada vez ms fuerte. Las financiaciones para la lucha contra la Malaria, como la de Bill Gates, ese que hace que nuestros ordenadores funcionen, son cuantiosas... pero no suficientes. Varios mdicos epidemilogos de fama internacional trabajan para ello, ya he citado al colombiano Patarroyo, el espaol Pedro Alonso intenta avanzar en este campo, con algunos grandes progresos, en su laboratorio de Mozambique, pero un diseo general de la vacuna que eliminase todas las variedades y subvariedades de la enfermedad es, hoy en da, casi imposible. De conseguirlo ste sera el mayor logro de la medicina en toda su historia. Si estamos en zona endmica y no se quiere contraer la enfermedad, manteniendo nuestro hgado sanote, la mejor profilaxis es la prevencin, es decir, evitar que el mosquito te pique. Para ello hay que seguir estas normas: Conocer a tu enemigo, ste tiene sus horas de trabajo; el atardecer y el amanecer. La Hora del Mosquito. Hay que mantenerse en un lugar seguro y protegido durante ese espacio de tiempo. Dormir bajo una buena tela mosquitera, sta debe ser amplia, sin agujeros y que cubra completamente la zona de reposo, sin olvidarse fumigar con repelente al menos las partes ms bajas de la tela. Vestir, sobre todo de noche, ropas de tonos claros y de algodn o vestimentas especiales contra el mosquito, que las hay. Impregnarse siempre de repelente, a ser posible fabricado en el lugar donde nos encontremos, a veces ms persuasivo que los que podamos traer, comprados el da antes de comenzar nuestro viaje en la farmacia de enfrente de casa. Rociar las estancias con spray antimosquitos, encender inciensos especiales, espirales, etctera. Por ltimo queda la ingestin de medicamentos preventivos, Pero ojo!, hay que empezar a tomarlos un tiempo antes de llegar a la zona endmica y mantener la dosis recomendada hasta un tiempo despus de abandonarla; hay que leer bien las especificaciones, sobre todo en lo referente a efectos secundarios. Estos frmacos no llegan a ser cien por cien eficaces, por lo que no hay que confiarse y seguir tambin los anteriores consejos y sobre todo,

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tener en cuenta que pueden llegar a enmascarar los sntomas, por lo que si nos encontramos mal y ante la duda, hay que pensar que hemos contrado Malaria. A los pocos das de la partida de Gabriel regresaron los franceses y ms tarde la tripulacin del HERNANI; de nuevo tena vecinos. Una tarde paseaba por los alrededores del puerto cuando me llam la atencin un grupo de gente que gesticulaba de un modo extrao. Como soy curioso por naturaleza me acerqu y vi como un par de policas se llevaban esposado a un negrito que gritaba: Yo no he sido, yo no he sido...! al parecer se trataba de un robo. La vctima se encontraba all mismo contando el caso a los escuchantes y yo me acerqu todo lo que pude para enterarme, como buen cotilla. -Fue l quien me rob el anillo hace tres das, aprovechando que me haba tomado unos tragos y estaba un poco enfermo...! relataba el individuo. -Pero est seguro? preguntaban los presentes. -Por supuesto! Fui a consultar no a uno, sino a dos brujos y ambos coincidieron en su descripcin. La polica no dud... En mi calidad de observador y viajero ocasional slo puedo limitarme a eso mismo: observar. No puedo ni debo emitir opinin alguna en asuntos que no me conciernen. Pero hay ocasiones que me asombra la capacidad deductiva de algunas personas... y sobre todo los mtodos utilizados. A mediados del mes de enero regres Gabriel rebosante de salud. -Ests ms gordo! le dije nada ms verlo. -De tanto jamn, queso y buena comida respondi-. Mira, te he trado un poco de cada cosa para que recuerdes. He conseguido hacer todo lo que tena en mente, todos tus recados y adems he trado una sorpresa. Toma! Era un paquete envuelto en papel de regalo, lo abr y... -No puede ser! exclam-. El video de Torrente, de Santiago Segura, toda una joya de la cinematografa espaola! Por fin algo puramente espaol! aprenderemos mucho de esta pelcula. Gabriel tena en su barco una televisin con reproductor de video, pero en cuanto a pelculas, slo estaba sta. La vimos muchas, muchas veces, hasta llegar a aprendernos todo su dilogo; incluso tiempo despus, en Nueva Zelanda, era tradicin ver una parte de ella mientras comamos, estilo Monjes Benedictinos. Un da ya deteriorada de tanto uso, un saboteador la rompi o quiz ella misma se autodestruy, encontrando sus restos desperdigados por la cmara del TARTARUGA. Le hicimos un honorable Entierro Vikingo, quemndola mientras flotaba sobre una madera en aguas del Pacfico Sur.

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Pero Gabriel traa otra sorpresa, no vena solo. Siguiendo mis consejos haba contactado por Internet con una chica norteamericana para que le acompaara en su viaje compartiendo gastos. Fue a travs de una bolsa internacional de tripulantes comentaba Gabriel-. Parece que tiene un poco de experiencia, quiere recorrer el Pacfico y es Jipi. Ser buena compaera. Aquella tarde lleg Tania, la marinera californiana tripulante de Gabriel. Era una chica grande y curtida, muy simptica y dispuesta. Aquella noche nos prepar para cenar un combinado de verduras y fruta. Tania era vegetariana. -Pues pocas berenjenas vais a encontrar cruzando el Pacfico manifest. -No te preocupes respondi la moza-. Las cultivaremos. No supe qu responder. Llegaba el momento de emprender la marcha, nuestro comandante ya haba sido trasladado y su sustituto no nos daba buena espina; sugiri cobrarnos una tasa por la estancia y sta era demasiado elevada. Aquel lugar era ideal para abastecer los barcos con vistas a la prxima travesa. Ecuador, aun siendo el Dlar Americano su moneda local, es un pas muy barato y en Esmeraldas podamos encontrar casi de todo y a buen precio. Yo, por mi parte, empec a hacer acopio de latas de conservas y productos poco perecederos. Gabriel y Tania, por la suya, adquirieron artculos tpicamente vegetarianos, sorprendentemente, al menos para m, de gran variedad. Una tarde le dije a Gabriel: -Deberamos comprar una buena cantidad de ron, aqu es barato y lo podremos usar como medio de trueque en las islas del Pacfico... cambindolo por fruta y verdura fresca dije, mirando a Tania de reojo. -Por m de acuerdo, es buena idea. Encrgate t, te dar la mitad del dinero. Estamos ahora ocupados organizando un plantel de tomates y pimientos enanos en la popa del TARTARUGA... Me encamin hacia un viejo comercio que haba visitado otras veces. Una vez all me dirig al dependiente: -Buenas, quisiera comprar unas cuantas botellas de ron ecuatoriano. -Pues mire; tengo ste, de muy buena calidad, cuesta tres dlares con cincuenta, este otro, tambin de calidad y ms barato... comenz diciendo aquel individuo. -Sigue siendo muy caro le ataj-. Tenga en cuenta que quiero llevarme varias botellas... -Bien, ste es de calidad inferior, y el precio es de un dlar y medio ofreca el tendero-, tenga, pruebe, pruebe...

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-Muy bueno, pero si tuviera otro ms barato... insista. Mire dijo el hombre ya un poco alterado-, tengo este otro, a setenta y cinco cntimos de dlar la botella, viene en cajas de diez... -A ver, a ver... Puedo probar? solicit para tambin saborearlo. Aquel ron estaba buensimo. -No est mal, Qu precio me hara si le comprara veinte? -Veinte botellas? Quiso saber el vendedor. -No, veinte cajas precis. -Ests loco! me recriminaba Gabriel-. Dnde vamos a meter doscientas botellas de ron? No creo que quepan en los dos barcos, sin contar que tal cantidad es ilegal. Ya s que sesenta cntimos por botella es buen precio, pero Nos van a detener por traficantes...! Bla, bla, bla... Yo no prestaba atencin a mi amigo, con una gran sonrisa miraba como se pona el sol por el horizonte. Por fin iba a hacer realidad mi gran sueo y el de cualquier otro buen navegante: SER CONTRABANDISTA DE RON. Lleg la furgoneta con el cargamento, en cajas no pareca tanto pero al sacar las botellas en la baera del ARCHIBALD... doscientas eran muchas. Pero por increble que parezca, entre los dos barcos cupieron. La ltima compra de categora que hice en Esmeraldas fue dos mazos de veinticinco puros cada uno Por tan slo tres dlares! Esto s que me va a abrir puertas!, me dije. HACIA SALINAS Estbamos a principios de febrero del ao 2002, la poca de buen tiempo para cruzar el Pacfico se acercaba. Todos los veleros de Esmeraldas soltamos amarras el mismo da. MA-OH navegara directamente hacia las Galpagos, quera ser el primero en hacer el salto hacia la Polinesia. HERNANI, al igual que nosotros ira hacia Salinas, todava en Ecuador, pero el italiano lo hara ms lentamente, haciendo una escala en el puerto de Manta para recoger a un familiar. Gabriel y yo fuimos los ltimos en zarpar, la despedida de nuestros amigos ecuatorianos se hizo larga y casi triste. De nuevo dejbamos buenos compaeros por popa. La travesa hasta Salinas, lugar recomendado por nuestro amigo Ricard, fue tranquila y casi aburrida, teniendo que navegar siempre a motor por la total ausencia de viento, algo normal en sta poca del ao. Una cosa digna de mencin ocurri durante dicha singladura: el paso al hemisferio sur. De nuevo volva a cruzar el Ecuador y esta vez estara en el Otro Lado bastante tiempo. Lo celebramos navegando, con los barcos muy juntos, hacindonos pasar comida, regalos, para terminar con una guerra de huevos. Todo un clsico.

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El fondeadero de Salinas estaba cerca de un puerto deportivo, donde se ubicaba el club nutico que nos haba aconsejado Ricard. Ya en las instalaciones, su responsable nos dio la bienvenida ofrecindonos los servicios del club: Podis usar el muelle para desembarcar con vuestro bote, usar las duchas, aprovisionaros de agua, consumir en nuestro restaurante. Lamentablemente no tenemos lugar para ms embarcaciones... Con esa propuesta nos sobraba. El lugar de fondeo, a pesar de ser poco abrigado, los barcos no se movan en absoluto, aquello pareca una piscina. Este es un lugar muy seguro. Nos deca el Comodoro del club, refirindose a la zona de anclaje-. En sta poca del ao nunca hay viento, muchos socios tienen sus barcos ah fuera... Y era verdad, tenamos a ms de treinta vecinos a nuestro alrededor. Salinas, en realidad, es un balneario para ricos. En el aparcamiento del club haba varios Ferrari con matrcula colombiana y ecuatoriana, en el bulevar paralelo al paseo de la playa vimos hoteles de lujo, caros restaurantes, selectas cafeteras, boutiques de moda y, cmo no, Mc Donalds, Hard Rock, etctera. Pero a escasos dos kilmetros se encontraba el pueblo de La Libertad, donde volvimos a encontrarnos con la realidad ecuatoriana, muy distinta a la lujosa Salinas. Un par de das despus de nuestra llegada hizo su aparicin Claudio con su HERNANI, ese mismo da nos present a Franco, otro italiano que regentaba una bonita cafetera en primera lnea de la playa. A espaoles e italianos les hago siempre precio especial! dijo nada ms conocernos, como si tuviera muchos clientes de estas nacionalidades, al menos nosotros no conocimos a ninguno. Pero Franco, quiz por su nombre, nos hizo gracia y de nuevo tenamos Cuartel General. Las tardes las pasbamos en su establecimiento gritando: Franco, otra cerveza! Segua manteniendo los habituales contactos por radio, sobre todo con la Rueda Nauta del cataln Lus, que casi diariamente haca de intermediario para comunicar con mi familia. Una noche recib una llamada poco habitual: -Capitn Coca -llamaba Lus-, tienes un contacto por lnea baja (vulgarmente una llamada de telfono) A ver, a ver... Ya puedes hablar. -Coca, Coca... Me escuchas? Soy Esperanza... Cambio. -Hola Espe. Cunto tiempo sin orte! Qu es de tu vida? -Qu es de mi vida? No lees los correos de Internet? Mmm... Cambio. -Pues... la verdad es que ando muy liado ltimamente. -En el ltimo te lo explico todo. Todava sigue en pie lo que me propusiste en Curazao? Eeeh... Cambio. -Esto... bueno... Qu te propuse?

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-Pues acompaarte a cruzar el Pacfico. No te acuerdas? Pareces tonto. Llego a Guayaquil el cinco de marzo a las diez de la noche, hora ecuatoriana, claro... Todava llegu a tiempo de encontrar un Ciber-caf abierto. Era cierto, en el correo me lo explicaba todo: Esperanza haba cambiado su trabajo en la General Electric de Holanda por un alto cargo en una famosa consultora de Madrid y a los tres meses haba dejado boquiabiertos a sus jefes cuando les dijo que se marchaba de la empresa para cruzar el ocano Pacfico en velero. Ya tena tripulacin para la siguiente travesa. Quedaba escasamente un mes y tena planes para ese tiempo. Reforc el fondeo del ARCHIBALD con dos anclas ms, dispuestas en serie; revis motor, grifos, electricidad, etctera; hice la mochila y me fui al TARTARUGA, donde prosperaba el huerto de popa. -Mira explicaba Gabriel-, ya estn brotando los tomates Cherry. En proa tenemos compost para abonar la cosecha de pimientos... -Oye Cacagete, me largo de viaje le dije. -Te vas a los Andes? Dijimos que ese viaje lo haramos juntos...! protest. -No puede ser, alguien se tiene que quedar al cuidado de los barcos le razon-. Pero no te preocupes, volver con tiempo para que tambin vosotros podis viajar. Por favor, recoge mi bote cuando vayas a tierra. -Otra cosa le grit mientras me alejaba-: Ya tengo tripulante para el Pacfico! VIAJE POR ECUADOR Un autobs me llev a Guayaquil, ciudad costera que ya haba visitado con Gabriel para realizar algunas compras. Me interesaba ms perder de vista el mar y adentrarme en el interior del pas en busca de sus montaas. A bordo de un maltrecho autobs, por carreteras infernales, manejado por un ser totalmente irresponsable, llegu a la ciudad colonial de Cuenca, donde primeramente me dirig a un templo, dndome igual de qu religin, para dar gracias por continuar vivo y entero. En Cuenca ya se respiraba aire fresco y seco de montaa. La ciudad en s es una belleza artstica, Patrimonio de la Humanidad, pero de estilo similar a municipios espaoles que ya conoca, si no tenemos en cuenta que sta ciudad est separada de su hermana espaola ms de un cuarto de mundo. Continu camino hacia mi siguiente destino; Riobamba, otro ncleo urbano andino donde me apunt para realizar un viaje en tren hasta mi siguiente objetivo, la pequea villa de Baos.

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La diferencia en este medio de transporte es que el interior de los vagones se destinaba para mercancas y los pasajeros, casi todos turistas, viajbamos en el techo. Durante varias horas pasamos de frondosos bosques a peladas gargantas andinas que remontbamos lentamente y en zigzag, el fro comenz a hacerse intenso y pude observar las primeras cumbres nevadas; estaba en la regin de Chimborazo, la ms alta de Ecuador. Desde el techo de aquel viejo tren la vista era magnfica, el corazn de los Andes Ecuatorianos, por donde la pequea va frrea discurra entre hendiduras escavadas en la roca, casi invisibles desde donde me hallaba. El tren pareca suspendido en el aire avanzando despacio hasta el siguiente barranco, trepando por aquellas peladas montaas. Una experiencia literalmente irrepetible. La llegada a la villa de Baos fue un alivio para todos los pasajeros, abandonando aquel incmodo transporte como ratas ante un naufragio. Baos es un pequeo pueblo enclavado en el valle de su mismo nombre, por donde discurre un enrgico ro de montaa. Famoso por sus termas de origen volcnico, es un lugar turstico. Desde aqu se organizan todo tipo de excursiones, siendo posible visitar las ms altas montaas o la jungla tropical en la parte Este de la cordillera. Despus de localizar posada y recuperar el nimo con una buena comida, me encamin hasta una agencia de viajes para apuntarme a un recorrido con la posible ascensin al volcn Chimborazo. All me proveyeron del equipo necesario, quedando citados dos das despus. No era mi intencin hacer cumbre ni mucho menos, pero s tratar de emular el reto de uno de mis hroes de juventud: Alexander von Humboldt. Humboldt fue un naturalista e incansable viajero alemn que vivi entre los siglos dieciocho y diecinueve. Gracias a tener fortuna pudo llevar una vida dedicada al estudio del Mundo en multitud de facetas. Viaj por toda Amrica Central y Amrica del Sur, explorando las fuentes del Amazonas y descubriendo su vnculo de ste con el Orinoco a travs del ro Negro. Recorri la cordillera de los Andes y en Per se dedic al estudio del fenmeno marino del Nio. Intent la ascensin al Chimborazo, cosa que con los medios de entonces no pudo conseguir, quedndose a menos de mil metros de la cima. A su vuelta a Europa explor, por orden del zar Nicols I, toda Rusia, recopilando ms notas que daran como fruto docenas de tratados sobre geologa, fsica, meteorologa, climatologa, etctera; aportando gran cantidad de nuevos datos sobre zoologa y botnica a un nivel mundial. Por todo ello se le considera como uno de los fundadores de la geografa moderna. Se le reconoci su labor poniendo el nombre de Humboldt a un pico de Venezuela, un glaciar en Groenlandia y la corriente fra que sube frente Per, curiosamente poco o nada relacionados con su activa vida.

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Al igual que Humboldt, yo tampoco llegu a coronar el Chimborazo. En la cota de los 4.200 metros decid, junto con un grupo de gente consecuente, descansar durante un buen rato, admirar aquel maravilloso paisaje para luego bajar hasta el ltimo refugio donde tenamos la comida. En el bello pueblo de Baos disfrut tambin de sus termas, platos tpicos andinos y paseos por sus empedradas callejuelas, hasta que decid continuar camino recorriendo la Gran Cordillera. La siguiente etapa de mi viaje fue Ambato y de all ira a Quito, capital de Ecuador. Me hosped en un hotel cercano al casco antiguo, smbolo de la poca Colonial Espaola en este pas. Una vuelta por sus intrincadas calles hace retroceder al caminante hasta el siglo XVI, admirando la arquitectura de la poca, en su mayor parte catedrales, iglesias, conventos y algn que otro palacio, donde se mezclan estilos de lo ms variado: mudjar, gtico, renacentista, barroco, decoraciones recargadas de policroma rozando lo churrigueresco, cuadros y esculturas religiosas, tristes, oscuras y perversas, casi amenazantes, que daban al Poder ms poder, usando el Miedo Eterno para oprimir al vasallo, tal como pude comprobar en la Iglesia de la Compaa de Jess o en el Palacio de la Santa Inquisicin, dos buenos ejemplos. La parte moderna de la ciudad es alegre y bulliciosa, con grandes avenidas, parques de arboledas tropicales y altos edificios, museos contemporneos e histricos mucho ms alegres que los lugares antes citados. Pero algo ms me haba llevado hasta esta ciudad. Haca un tiempo que en la radio BLU del ARCHIBALD haba detectado algn fallo de comunicacin y quera saber si me podan revisar el equipo. Me dirig a la casa central de ICOM, que justo se encontraba en esta ciudad. Era un amplio edificio de varias plantas y al tomar el ascensor para dirigirme a las oficinas coincid con un seor muy amable que me pregunt por el motivo de mi visita. Se interes mucho por mi forma de vida y tambin por el problema en mi equipo de radio, al llegar a la planta donde me diriga, el caballero me acompa hasta las oficinas hacindome entrar en un despacho donde continuamos la conversacin empezada en el ascensor. Aquel tipo pareca estar entusiasmado por mi vida de navegante, por lo que tard un tiempo en presentarse, al fin dijo: Perdone, pero no le he dicho mi nombre. Me llamo Rodrigo Romo y soy gerente general de ICOM Ecuador, por el equipo no se preocupe, envemelo y aqu, lo revisaremos y se lo enviaremos donde nos diga, por supuesto sin cargo alguno, es lo menos que podemos hacer por una persona como usted. Y ahora voy a llamar a mi hijo para que mientras almorzamos contine relatndonos esa peculiar vida que lleva. Otra vez haba tenido una suerte enorme; iba a solucionar un problema grave casi sin esfuerzo, ya que adentrarse en el Pacfico sin radio era como
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hacerlo a ciegas y adems, haba conocido a una de las personas ms gratas de todo mi viaje. As es la Familia Icom, donde siempre he encontrado ayuda en todos los sentidos, pero tambin as es el ecuatoriano; persona humilde y abierta, voluntariosa, siempre dispuesta a echar una mano en lo que fuera necesario. Gente de buen corazn. Este fue el mejor recuerdo que me llev de aquel bello pas. Dej Quito algo triste y segu ruta hacia el norte por carreteras cada vez ms estrechas camino de un lugar simblico, el pueblo de Otavalo que, segn decan, era la capital Inca del pas. Otavalo se encuentra enclavado entre valles y montaas y es el centro artesanal del indgena andino. Todos los sbados se organiza un enorme mercado de artesana. Aqu artistas de casi todo el pas exponen sus trabajos: ropa hecha a mano, tapices, cuadros, bolsos, collares, tallas en madera y piedra... bellas manualidades con muchos aos de tradicin. Estuve en Otavalo unos das rodeado de todo este ambiente, pero segu camino un poco ms, hasta un minsculo pueblo cercano que creo recordar se llamaba Catacache, al pie de un lago, totalmente rodeado por montaas, donde la tranquilidad entraba por todos los poros. Me indicaron una casa familiar donde aceptaban huspedes y all me instal, dejando pasar el tiempo entre lectura, largos paseos por la orilla del lago, comida casera y poco ms. Haca ya tres semanas que haba dejado el fondeadero de Salinas y era tiempo de regresar, as pues, con el espritu renovado, cargu con la mochila, me desped del lago y de la familia con la que haba convivido esos ltimos das y regres primero a Otavalo, de all y sin un minuto que perder tom el autobs hacia Quito y una vez en la capital embarqu en un tren nocturno hasta Guayaquil. Al amanecer tom el primer coche de lnea hasta Salinas, a la hora del caf ya estaba en compaa de Gabriel y Tania. El viaje, o mejor dicho, la desconexin con el entorno nutico me haba venido fenomenal. Ahora me senta mucho ms relajado y con nuevas fuerzas. Gabriel, por el contrario estaba al borde de la histeria, harto de barco, del fondeadero, del pueblo, de los tomates enanos... No hizo falta insistir mucho para que al da siguiente, a primera hora Tania y l se marcharan camino de la desintoxicacin. Desde hace das te estbamos esperando con todo preparado para tomar el relevo me deca Gabriel-. Durante este tiempo no ha soplado ni gota de brisa y supongo que seguir as, toma las llaves del barco y chale un vistazo de vez en cuando... Y por favor, riganos el plantel cada dos das. Le ped a Gabriel que llevara mi radio hasta Quito y as lo hizo. El seor Rodrigo Romo cumpli su palabra y a los pocos das recib en la marina de

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Salinas mi equipo totalmente remozado con todo tipo de detalles sobre las modificaciones y una nota personal de mi amigo desendome la mejor de las travesas, algo que siempre agradecer. Me quedaba poco ms de una semana para la llegada de Esperanza. Haba elaborado una lista de trabajos para hacer durante este tiempo y me dispuse a ello; tenamos por delante una larga travesa y haba que acondicionar el ARCHIBALD. Al cabo de unos das recib un correo de Espe confirmndome su llegada y el da 5 de marzo, a las diez de la noche, fiel a su cita, la vi entrar en la terminal de llegadas del aeropuerto de Guayaquil. ESPERANZA Llegaba con un par de bolsas de viaje y una mochila, pero tambin traa su pelo enmaraado junto con su persuasiva sonrisa. El comienzo fue un tanto desconcertante, nuestro ltimo transporte desde Guayaquil hasta Salinas haba partido y no tuvimos ms remedio que esperar hasta las seis de la maana para tomar el primer autobs, pero el tiempo pas volando, ponindonos al da sobre lo que ocurra a este y al otro lado del mundo. Pero qu pinta llevas! exclamaba Esperanza-, con esos pelos tan largos y desaliados y... Aah! Qu es ese pendiente que te cuelga de la oreja? Qu asco! Un diente de tiburn. Me va a costar ponerte en orden... Bromeaba. Bromeaba? Al amanecer embarcamos en el coche de lnea y dos horas despus llegbamos al fondeadero de Salinas, donde se encontraba el ARCHIBALD. Todo el da lo dedicamos a organizar el barco para nuestra mejor comodidad, hacer planes, repartir tareas... Haba bastante por hacer, confeccionamos la lista de compra, pero fue Esperanza la que se auto adjudic la cocina de a bordo, por lo que tuvo que familiarizarse con todo el material a su disposicin, la mitad fue desechado, segn ella, por cochambroso y no hubo ms remedio que reemplazarlo. Esperanza, diez aos ms joven que yo, tena mucha experiencia nutica. La conoc varios aos atrs participando en una regata transmediterrnea, ms tarde regateamos juntos en vela ligera y fue tripulante ma en varias competiciones de crucero, es licenciada en Ciencias Fsicas, miembro de la Federacin Espaola de Vela y de la ISAF (Federacin Internacional de Vela), pero fue su pasin por el mar la que le hizo dejarlo todo y venir hasta Ecuador. Como adems de esto posea titulacin nutica le ofrec el puesto de navegante, es decir, ocuparse de todo lo referente a la teora de la navegacin: cartas nuticas, rumbos, posiciones, GPS, libro de ruta, diario de navegacin, etctera. Siendo yo un desastre para ello y Esperanza una persona sumamente meticulosa, pens que sera la mejor opcin. El
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ARCHIBALD careca de cualquier organizacin al respecto, Espe se encarg de seleccionar las cartas de navegacin, localizar el transportador, el comps, aprenderse el funcionamiento de los GPS, comprar los libros y libretas necesarias para llevar la rutina diaria de a bordo... incluso ajust el olvidado sextante, consigui un almanaque nutico y las tablas elementales. Del resto me ocupara yo; lo nico es que no ya haba resto. S por experiencia que en navegacin, con el movimiento del barco, poco mantenimiento se puede hacer salvo lo imprescindible, por eso es tan importante zarpar con el barco al cien por cien, (o casi). Mi misin a bordo sera pescar de vez en cuando, leer buenos libros y comunicar por radio un par de veces al da, sin olvidar que el capitn segua siendo yo. S, Esperanza estaba preparada para esta aventura. Realmente estaba preparada? Una noche, tres das despus de su llegada, despert sobresaltado; un movimiento extrao agitaba al ARCHIBALD como si estuviera dentro de una coctelera. Esperanza, a mi lado, tena los ojos abiertos como platos. -Te iba a llamar ahora mismo exclamaba-. Hay treinta nudos de viento y unas olas enormes. -No puede ser respond-, estamos en la poca de buen tiempo y aqu nunca hay viento... Pero era verdad: el anemmetro marcaba treinta nudos constantes y fuera haba olas de buen tamao. Este mal tiempo vena del NW, por lo que el fondeadero se encontraba totalmente desprotegido, por el tamao de las olas, cada vez mayores, supuse que el temporal se haba originado bastante lejos y ahora llegaba aqu. Me extraaba que no hubiera habido ningn aviso de mal tiempo, quiz por exceso de confianza haca das que no consultaba los partes meteorolgicos, pero en las oficinas del club nutico no haba visto notificacin alguna al respecto. Mir el reloj: Las doce de la noche, y hasta las seis no amanece, vaya nochecita nos espera! Revis el fondeo, la cadena estaba tensa como la cuerda de una guitarra, tirando casi a la horizontal; las tres anclas, de momento, aguantaban el barco, pero, hasta cuando? Pens en soltar ms cadena, toda la que me fuera posible, pero a escasos metros de mi popa se encontraba un velero de bandera polaca que, como nosotros, intentaba aguantar el temporal. Si suelto ms cadena me lo trago seguro me dije, as que no quedaba ms remedio que quedarnos como estbamos. Arranqu el motor y embragu la marcha avante para liberar un poco la tensin de la cadena, pero esto, junto con las olas, haca bornear de un lado al otro el ARCHIBALD, con el peligro de chocar contra el costado del HERNANI, muy prximo a nosotros. Era necesario, pues, permanecer al

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timn para evitar lo ms posible ese borneo. Y para mejorar la situacin empez a llover. Esperanza estaba siempre a mi lado, en baera. Yo le iba explicando la situacin y cmo la bamos resolviendo, de momento. De repente un yate de motor sin nadie a bordo nos pas rozando el costado camino de la playa. Ah va el primero! grit. Aquel barco haba roto su fondeo e iba camino de naufragar. No sera el nico. Claudio estaba de viaje junto con su familia y su barco, el HERNANI, se encontraba sin nadie a bordo; las olas cada vez lo acercaban ms hacia nosotros. Espe me pregunt porqu no bamos a puerto, pero la maniobra no era tan sencilla; con la presin del viento y las olas no iba a ser posible sacar del agua las tres anclas, slo caba la posibilidad de soltar toda la cadena y a motor intentar buscar la proteccin de dique de la marina, pero con tan mal tiempo y mi motor, de escasa potencia, no crea posible poder llegar hasta el refugio, acabando irremediablemente en la costa. No, era preferible quedarse y aguantar. El viento subi a cuarenta nudos con rachas superiores y las olas crecieron de tamao. Era impresionante ver al HERNANI meter su proa bajo el agua para luego levantarla creando una ola que llegaba hasta la misma popa, quedando el barco momentneamente sumergido, lo malo es que eso mismo nos pasaba tambin a nosotros. Esperanza, sin decir ni palabra, acurrucada en la baera y enfundada dentro de su traje de aguas, miraba a su alrededor como si aquello fuera irreal, una pesadilla de la que no poda despertar. De repente escuchamos cerca de nosotros un fuerte chasquido y vimos al TARTARUGA alejarse a toda velocidad de su lugar de fondeo. No haba duda: haba roto la cadena. Aquel barco intil, en lugar de ser un buen chico y derivar hasta la playa, por alguna maligna razn navegaba feliz y contento en direccin a la zona de arrecifes, donde con toda seguridad quedara destrozado en pocas horas. Tom rpidamente la decisin: -Bueno, ya sabes lo que hay que hacer, ponte al timn. Me voy a por el TARTARUGA antes de que llegue a las piedras. Esperanza no tuvo tiempo a reaccionar. Rpidamente entr en la cabina, busqu las llaves del barco que me haba dejado Gabriel, salt al bote, arranqu el motor fueraborda y mientras me iba le grit: -No te preocupes, no pasa nada! Mantn separado el barco del de Claudio, que es muy duro y puede hacernos dao! No quera ni pensar en lo que dejaba tras de m. Corra en medio de la noche a todo lo que daba el motor del bote, saltando sobre una alfombra blanca de espuma y olas, pero aquel velero navegaba mejor solo que cuando lo llevaba su dueo.
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A veces casi no distingua al TARTARUGA entre la oscuridad y la lluvia, llevndome una eternidad darle alcance, ya muy cerca de la costa. Salt a bordo sin perder tiempo en amarrar el bote, que pronto desapareci de mi vista. Rpidamente met la llave en el contacto e intent arrancar el motor, pero no lo consegua. Has de calentar el motor como mnimo veinticinco segundos record lo dicho por Gabriel, los veinticinco segundos ms largos de mi vida. Por fin arranqu el motor, pero ya era tarde; de repente not un gran golpe seco bajo mis pies, bajo el barco. Eran las rocas llamando al naufragio. Detrs de ese golpe vino otro y otro ms, golpes secos, duros, que hacen cimbrear el mstil y su jarcia, que cortan sbitamente el balanceo del barco en el mar; golpes que daan, que duelen hasta en el alma. En esos momentos pasaron por mi mente todos los malos tragos, embarrancadas, la prdida de mi anterior barco... mientras tanto con el motor, al mximo de revoluciones, intentaba zafar el barco de aquellas garras de piedra. Los golpes se repetan, pero ya con la proa mirando hacia alta mar, observ que cuando llegaba una ola, en lugar de acercar ms el barco hacia los rompientes, ste volva a flotar y empujado por el motor, se alejaba un poco de la costa. Al principio eran escasos centmetros, luego casi un metro y al cabo de un tiempo, imposible de medir, el TARTARUGA pona agua entre las piedras y l, separndose a todo lo que poda dar el motor. ste ya le ha visto las orejas al lobo pens. Sin ancla, slo me quedaba la opcin de meterme en el puerto y amarrar el barco donde pudiera y as lo hice, a duras penas, navegando contra el viento y las olas, casi sin poder distinguir las luces de entrada, pude alcanzar el resguardo del espign, vi un hueco y all met el barco. Justo en ese momento lleg un operario, el vigilante nocturno, que empez a decir: -Este es un amarre privado! No puede dejar su barco aqu...! -Mire le respond-: Este barco no es mo, ha perdido su ancla y lo acabo de librar del naufragio, as que aqu se va a quedar. Mi barco est fondeado ah fuera, con una chica sola a bordo y no s si todava est donde lo dej, as que me voy a subir al primer bote que vea y voy a buscarlo. -Eso no puede ser! me gritaba aquel tipo-. Con lo que hay fuera! Si usted intenta algo... -Escuche le razon-; esto lo resolvemos enseguida, porque yo soy ms de pegar que de discutir... Aquel hombre me debi ver bastante alterado, porque al instante respondi: -No se ponga as, yo lo llevar hasta su barco. Hay una persona en peligro. Que sea lo que Dios quiera. Distingu al ARCHIBALD, que mantena su anterior posicin, tambin vi a Esperanza en el timn; todo segua como lo haba dejado. Pasar al barco desde el bote con aquellas enormes olas era imposible, as que le di las

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gracias a aquel buen samaritano y me lanc al agua para llegar a nado hasta la popa del barco. Una vez en cubierta Esperanza empez a hablar con un punto de histerismo en su voz: -He pasado todo el tiempo rezando y llorando, las olas son cada vez ms grandes y en varias ocasiones el barco de Claudio se me ha echado encima, por suerte justo cuando iban a chocar se formaba una ola entre los dos barcos y los separaba, pero ya no poda ms...! Y a ti que te ha pasado? -Consegu llegar a tiempo y he llevado el TARTARUGA hasta el puerto... pero djame el timn y descansa. El ARCHIBALD se mantena en su posicin, pero el barco de Claudio cada vez estaba ms cerca y ambos barcos amenazaban con empotrarse uno en el otro. Un chasquido metlico nos hizo volvernos hacia el HERNANI, que acababa de perder su fondeo, dirigindose hacia nuestro costado. Puse a tope el motor, gir el timn hacia toda la banda y en el momento que el ARCHIBALD reaccionaba vi pasar el botaln de proa del barco de Claudio a escasos centmetros de nuestro backstay; de no haber maniobrado en ese instante, con seguridad el botaln hubiera echado nuestro mstil abajo. El HERNANI se alej en la oscuridad derivando camino de la playa donde, al encontrar aguas menos profundas, toc fondo, recostndose en la arena. No pude hacer nada, no tena sus llaves ni saba cmo se arrancaba el motor, pero el barco no estaba perdido ni mucho menos, esperaba paciente a que el temporal remitiese y alguien lo sacara de su lecho de arena... junto con otros cinco barcos ms. Pero el temporal se mantena fuerte. Ya sin vecinos peligrosos la tensin baj un poco, pero el peligro no haba pasado ni mucho menos. Mir el reloj, eran las cuatro y media, an faltaban dos horas para el amanecer. Esperanza, ya ms relajada, sentada en la baera, pregunt: -Quieres que te prepare algo? -S, por favor respond-. Haz caf, treme ropa seca y pon msica. -Quieres que ponga msica? preguntaba incrdula. -S, un disco de un grupo que se llama The Cramps, lo encontrars en el cajn de la mesa de cartas... La noche segua infernal; el viento pareca descender, pero todava llegaba a ms de treinta nudos y las olas an barran la cubierta; el cielo, ya sin lluvia pero muy encapotado, no dejaba ver ninguna estrella. En tierra la cosa no estaba mejor, a pesar de estar cerca, casi no se distinguan luces. En ese momento comenz a sonar la msica. The Cramps, un grupo musical por suerte ya desaparecido era manejado por su creador, un tipo que se haca llamar Lux Interior, fallecido y no residente del Cielo precisamente, que concibi un estilo musical entre Heavy Metal y Punk imposible de escuchar... salvo en determinadas ocasiones; yo, al menos, nunca haba conseguido aguantar ms de medio minuto seguido. Esa noche haba
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encontrado el momento ideal para or el disco completo. Si en el Infierno suena msica, sta, sin lugar a dudas, ser de The Cramps. El viento comenz a disminuir al igual que las olas sobre las cinco y pico de la madrugada. Ya pasadas las seis, cuando empezaba a despuntar el da, apagamos el motor y un cuarto de hora despus consideramos que el peligro casi haba pasado; quitamos la endiablada msica, tomamos un poco de sopa caliente y nos fuimos a dormir. Sobre las diez de la maana un berrido a travs de la radio me hizo saltar de la cama: -Coca, soy Gabriel! Acabo de llegar y me he encontrado el TARTARUGA amarrado en las instalaciones del club nutico! Qu ha pasado? Le relat lo sucedido. -Ya me imaginaba algo as esta maana, cuando de regreso hemos empezado a ver por la carretera carteles destrozados, rboles cados... Hay un mercante embarrancado en la playa un poco ms all! -explicaba Gabriel. Pero lo peor ha sido cuando he visto el velero en la playa y con mis gafas empaadas... tema lo peor, pero luego me he dado cuenta que era el de Claudio. Y ahora qu hacemos? -De momento id a buscar el bote de goma entre el arrecife y la playa, lo perd ayer rescatando tu barco y luego ya veremos, necesitamos dormir un poco ms. Pero el calor ya no nos dej volver a la cama. Todava agotados preparamos el desayuno para tomarlo en cubierta. Increblemente el da era esplndido, no haba ni rastro del temporal nocturno; luca el sol, no haba ni rastro de nubes y el mar estaba como un espejo. Un numeroso grupo de gente observaba en la playa los barcos varados, se distingua el HERNANI, recostado sobre la arena, al parecer sin desperfectos visibles. Cmo podra localizar a Claudio?, me dije. Esperanza se mantena ms callada que de costumbre y despus de desayunar rompi su silencio diciendo: -Oye Coq, lo de anoche... pasa muy a menudo? -No. Esto no es normal -le respond-, pero ya sabes; en el mar, de vez en cuando, ocurren cosas un poquito desagradables. -Ya... Imagin que en ese momento estaba pasando por la cabeza de Esperanza la pregunta que muchas veces nos hacemos los navegantes: Pero qu pinto yo aqu? Con lo bien que estara en mi casa! Por suerte tambin hay buenos momentos, y compensa; de verdad que compensa. Si no fuera as me dedicara a criar tomates y cultivar gallinas... o es al revs?

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Al rato llegaron Tania y Gabriel con el bote en perfecto estado: Increble, lo recogieron los vigilantes de un hotel que vieron todo tu rescate, te mandan su enhorabuena relataba-. No sabes lo que hay montado en costa! Se ven desperfectos por todos lados, no se recuerda nada igual, y fjate qu da ms bueno hace! Estn intentando poner a flote los barcos varados. Vamos all a ver qu hacemos con el de Claudio. El da mejoraba an ms por momentos. La actividad de todo el pueblo aquella maana se centraba en ayudar a la labor de rescate de los barcos. Franco, muy amigo de Claudio, estaba nervioso, pues se haba quedado como responsable del HERNANI. Los yates y lanchas pequeas salieron de la playa fcilmente arrastrados hacia aguas ms profundas por un par de potentes motoras del club nutico, el barco de Claudio qued para el final. La marea comenzaba a subir pausadamente, eso beneficiara la maniobra pero las dos motoras, jalando con sus lneas de cabo no podan hacer girar el barco y encararlo hacia fuera. Franco trajo un ancla enorme y yo llev las gruesas maromas con las que habamos maniobrado en el paso el Canal de Panam, unimos el conjunto y fondeamos el ancla en el lugar idneo. Desde la cubierta del HERNANI todos comenzamos a bracear pero el barco no se mova. Al ver nuestros intiles esfuerzos, un grupo de mirones subi al barco para ayudar. A la vez otro montn de gente empujaba el barco desde la playa y en menos de diez minutos ya estaba en la posicin correcta. Slo quedaba sacarlo de la arena; entre las motoras y ms de treinta personas empujando conseguimos a base de mucho esfuerzo poner el barco a flote. Lo primero que hice fue meterme en el interior y buscar una posible va de agua producida por el accidente, pero aquel barco de madera, muy robusto, con ms de cincuenta aos en sus cuadernas, no daba signos de desperfectos; todo estaba en su sitio, como si no hubiera pasado nada, Franco se llev una gran alegra. Como el HERNANI segua careciendo de ancla lo remolcamos hasta las instalaciones del club, dejndolo en otro amarre libre y nos fuimos a despachar una comida italiana prometida por el amigo Franco. En el club nutico nos dieron un ultimtum: o sacbamos ese da los barcos de all o lo haran los militares y aquella gente influyente era capaz de hacerlo. La labor de aquella tarde consisti en recuperar las anclas y cadenas de ambos barcos. Fue cosa fcil; prepar dos botellas de buceo con todo su equipo, transform unas tablas de madera en dos planeadores submarinos y arrastrados por el bote que manejaban las chicas, Gabriel y yo inspeccionamos el fondo de la pequea ensenada. En una hora ya tenamos marcadas las anclas y antes de la puesta de sol los dos barcos estaban correctamente fondeados como si nada hubiera pasado. Llegaba el momento de pedir cerveza a Franco. Claudio lleg con su familia pocos das despus. Franco se encarg de relatarle lo sucedido en aquella fatdica noche. Claudio inspeccion a conciencia su barco, no encontrando ningn desperfecto pero sutilmente me
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ech en cara no haber actuado con el HERNANI como hice con el TARTARUGA. Le expliqu lo imposible que me hubiera sido, pero a partir de entonces se enfri la relacin. En cualquier caso toda la familia volvi a marcharse al cabo de unos das y ya no volvimos a vernos. Un par de aos despus Juanito Manero se los encontr en Papeete, Tahit. Claudio y Nadia, su mujer, tenan un trabajo estable, Chiara iba al colegio, seguan viviendo en su HERNANI y me mandaban muchos recuerdos. Se acercaba el da de la partida. El huerto del TARTARUGA haba desaparecido con el temporal y tanto Gabriel como Tania se afanaban en rehacerlo. Esperanza y yo no parbamos de hacer viajes al supermercado del cercano pueblo llamado La Libertad, ms barato que Salinas, para abastecernos de lo necesario. Y lleg el da. Espe y yo fuimos a despachar los papeles. -Hemos hecho salida internacional de Ecuador le deca a Gabriel. -Pero crea que la intencin era visitar las islas Galpagos! exclamaba Gabriel-. Me he informado por Internet y la salida internacional se hace all, aunque es ms cara. Aqu se hace una salida nacional y se solicita el permiso de visita a las islas... -Que cuesta doscientos dlares! le cort-. Yo tambin he estado en Internet. En Galpagos primero hay que hacer entrada nacional, contratar un gua por barco para visitar las islas ms interesantes, darle manutencin, pagar unas tasas, propinas... y al final soltar ms dinero por la salida del pas. De eso nada! Hemos estado viendo por Internet todo sobre las Galpagos Todo! Sabas que fueron descubiertas por un sacerdote espaol en 1535?, ms o menos cuando Espaa se anexion los territorios que estamos pisando y esta situacin se mantuvo hasta su independencia en 1822, que pas a formar parte de la Gran Colombia. Esto dur hasta 1830, que se constituy el estado independiente de Ecuador... -Perdona, pero no entiendo lo que me quieres decir... repuso Gabriel. -Cacagete, pareces tonto! repliqu-. Las Galpagos han sido espaolas ms tiempo que de ningn otro pas! -Y qu! exclam. -Pues que yo, en mi casa, no pago! -Hay Coca, que esta vez nos van a pillar... se lamentaba mi amigo. -No te preocupes y hazme caso animaba a mi compaero-: haz como yo, quita los letreros de TARTARUGA pegados a los costados de tu barco, ahora las islas estarn repletas de barcos gringos, cuando lleguemos nos metemos en el fondeadero y nos diluimos entre ellos, si los carabineros no ven ningn nombre no sabrn que acabamos de llegar. Piensa en los ms de mil dlares que nos vamos a ahorrar. -Y la multa que nos caer, y todo el ron que llevamos... Espero que todo salga como t dices.

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El da 16 de marzo, con nuestra flamante salida internacional, con un terico destino a la Polinesia, ambos barcos ponamos proa hacia las islas Galpagos. CAMINO DE LAS ISLAS El da era calmado, como corresponda a esa poca del ao. En el extremo del cabo de Santa Helena, la punta ms occidental del pas, coincidimos con otro velero muy diferente a los nuestros; se trataba del GUAYAS, el buqueescuela de la armada ecuatoriana, similar al JUAN SEBASTIAN ELCANO e igual que nosotros iba camino de las Galpagos. Mejor, ste llamar ms la atencin que dos pobres veleros vagabundos sin nombre me dije. La puesta de sol por el horizonte ocenico nos ilumin la lnea de costa que quedaba por popa. Era un atardecer limpio, rojizo, reflejado en el mar de cristal. Le dijimos adis al continente suramericano. Pasara mucho tiempo en volver a pisar el siguiente. Empezaba el perodo de vida en Las Islas. Tenamos ms de quinientas millas de navegacin por delante, mil kilmetros de agua en calma y con una previsin de muy poco viento; Rafael del Castillo as nos lo confirmaba: Mucho motor, chicos; si queris llegar algn da a las Galpagos tendris que usar mucho motor nos informaba-. Por cierto, ya he estado hablando con Guido Rosillo, nuestro corresponsal en la Rueda de los Navegantes all, en la isla San Cristbal. Es un gran radioaficionado y muy buen anfitrin; ya os est esperando. Llamadlo esta noche por la frecuencia de la Rueda... Disponamos de un contacto en las Galpagos. Saber que alguien conocido nos esperaba alegr mucho a ambas tripulaciones. Esa noche, en la soledad del mar, contactamos con Guido, nuestro nuevo amigo, l y su familia nos aguardaba para ayudarnos en lo que necesitramos. Ms tarde apareci Ricard, que ahora se encontraba en las islas Marquesas, Polinesia. Qu suerte tenis! nos deca-. Con lo bien que cocina la mujer de Guido...! Os vais a poner moraos! La primera noche de navegacin result ser deliciosa; mar totalmente en calma, reflejadas en l todas las estrellas del firmamento. Seguamos navegando a motor con la vela mayor izada a modo de estabilizador, el barco pareca estar en puerto, no se dejaba sentir ni el ms leve movimiento. Esperanza, para celebrar la primera jornada de navegacin y siguiendo con su protocolo, organiz una cena por todo lo alto; brindamos, nos deseamos una feliz travesa y acabamos tumbados en cubierta imaginando todo lo que tenamos por delante. Al rato Espe se fue a dormir y poco tiempo despus yo segu sus pasos. El ARCHIBALD y el piloto electrnico se encargaran de velar nuestros sueos.
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Esa noche me despert varias veces para comprobar que todo marchaba correctamente. En el exterior no se vea ni un alma, si siquiera las luces del TARTARUGA o del GUAYAS, pero como seguamos a motor y por lo tanto con las bateras a tope, conect toda la electrnica de ayuda a la navegacin: luces exteriores, radar con sus alarmas de aproximacin, avisadores de cambio de rumbo, etctera. Estbamos en manos de la nueva tecnologa. Despert poco despus del amanecer, ech un vistazo por cubierta y todo pareca estar bien, el tiempo segua estable; ni gota de viento y nada de ola, todo indicaba que iba a ser un da montono y muy caluroso. Espe segua dormida y empec a preparar un buen desayuno antes de que el sol comenzara a calentar de lo lindo. Tostadas, una buena ensalada de frutas, caf y, cmo no, algo de msica que nos llenara de energa. -AAAAAH! Por Dios qu es eso! Grit Espe desde el camarote. -El desayuno respond asustado-. El desayuno amenizado con un poco de msica que nos anime... -Msica que nos anime?! Por favor quita eso, me vas a volver loca...! No tienes msica clsica? Posiblemente Iron Maiden y Led Zeppelin no era lo ms indicado para despertar a una chica recin llegada de la ciudad, a m me gustaba, pero de vez en cuando haba que ceder... A ver, a ver, algo clsico... Mmmm... -OTRA VEZ?! volvi a gritar-. quieres que entre en depresin y me suicide?! -Pero Espe -le deca suavemente-, es la Sex Machine de James Brown, todo un clsico del Soul... -Me refera a msica clsica de verdad: Mozart, Bach, Vivaldi...! algo que nos d alegra... o mejor; no pongas nada, lo prefiero. -Mmmm, msica de esa... le respond. Algo tena, pero no estaba dispuesto a escuchar Misereres de buena maana para que me entrara un muermazo de horas y horas; evidentemente no tenamos los mismos gustos musicales, seguira su ltima recomendacin: no pondra msica, mejor dicho, la pondra slo para m, la escuchara con auriculares. Todo solucionado. Esperanza tena un despertar lento, al contrario del mo, levantndome rebosante de energa que segn ella se la robaba por la noche. As pues los desayunos correran por mi cuenta, al menos hasta que se amarinara un poco ms y as yo podra escuchar un poco de buena msica. Y esta chica estuvo ms de tres horas escuchando a los Cramps sin protestar? No me lo puedo creer... -deca a m mismo. A medioda el calor se haca insoportable y resguardados bajo los toldos, parbamos el motor para dejarlo descansar, dejndonos flotar y aprovechar para darnos un bao y preparar la comida. A eso de las cinco volvamos a

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poner en marcha el montono motor y reemprendamos la marcha a poca velocidad, gobernado por el piloto automtico y ambos, como en los das anteriores, esperbamos pacientes el atardecer por proa. El TARTARUGA no se encontraba lejos de nosotros, pero fuera de nuestro alcance visual. Tania y Gabriel se afanaban en el cuidado de su nuevo huerto, que no pareca prosperar. -Hay demasiado sol y necesita mucha agua, -nos contaba por radio Gabriel-. Estamos tratando de organizar un pequeo invernadero... pero lo que va creciendo muy bien son los brotes de soja y alfalfa. El plantel del TARTARUGA era la comidilla de la Rueda de los Navegantes, Juanito Manero le deca: Yo no s mucho de eso, pero... Alfalfa no es lo que comen los burros? Un velero no es buen lugar para cultivar un huerto, pero Gabriel no estaba falto de razn en cuanto a germinar semillas adecuadas. En largas travesas es posible ir obteniendo fcilmente esta base vegetal y nutritiva a partir de un recipiente hmedo y un trozo de tejido algodonoso, procurndose un aporte vitamnico difcil de conseguir en pleno ocano. Pasado ya la mitad de la travesa y en medio de una calma espectacular observamos un fuerte chapoteo cerca de nuestro barco, se trataba de un grupo de delfines que curiosos y alegres comenzaron a hacer piruetas a nuestro alrededor. El calor era sofocante y decidimos parar el motor para que bajara su temperatura, quedando quietos observando a nuestros amigos recin llegados. Comenzaron a dar vueltas al barco, prepar la escalerilla de bao y con las gafas de bucear puestas baj por ella para ver bajo el agua los movimientos rpidos de los delfines. No estaban solos, a escasos diez metros tambin haba media docena de enormes tiburones makos haciendo guardia por si alguna cra despistada se separaba del grupo. Poco a poco estos depredadores se fueron desplazando hasta desaparecer, siendo entonces sustituidos por enormes ballenas calderones de casi ocho metros de largo. Lentamente iban acercndose hasta el casco del ARCHIBALD, los delfines las sorteaban con habilidad pero estos grandes cetceos parecan ms interesados por m que los juguetones delfines y a los pocos minutos slo haba Calderones a m alrededor. Sal del agua para contarle a Espe lo que haba visto cuando me la encontr ya con las gafas de bucear puestas, dando saltos en popa y chillando: Ahora yo! Ahora yo! Los calderones, como los delfines, no son animales agresivos pero siempre hay que llevar precaucin con ellos, ya que a veces tienen reacciones imprevisibles. Se han dado casos de sujetar al baista impidindole salir a respirar o propinarle fuertes golpes con su cola. At a la cintura de Esperanza un largo cabo para poder recuperarla en un momento de supuesto peligro y se ech al agua. Suelta ms cabo! me gritaba mientras poco a

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poco nadaba hacia nuestros visitantes, pero no hizo falta, ellos fueron hacia ella. No saba lo que ocurra bajo el agua pero desde el ARCHIBALD el espectculo era increble; Poco a poco estos calderones la fueron rodeando hasta hacer un crculo perfecto, mantenindose una distancia de pocos metros. Por todos lados se vean a estos enormes cetceos que nadando muy despacio observaban los torpes movimientos de aquella nueva compaera acutica. Con una mano sujetaba fuertemente el cabo que me una con Espe y con la otra no paraba de hacer fotos de aquella fantstica experiencia. Ms de dos horas estuvo Espe en el agua, de la que slo sacaba la cabeza para volver a gritar: Suelta ms cabo!. Poco a poco nuestros amigos se fueron marchando y antes de que regresaran los enemigos tir del cabo para recuperarla. Al subir a bordo empez a hablar y gritar a lo loco: Estaba totalmente rodeada... Queran que yo hiciera lo mismo que ellos... Les poda tocar... Me empujaban suavemente con su cola.... Esa tarde Esperanza escribi en su particular Diario de a bordo: Hoy, a bordo del ARCHIBALD, hemos vivido una experiencia fantstica. En medio de la calma, con el mar como un estanque, vimos a lo lejos unos delfines. Chapoteamos en el agua para llamar su atencin y poco a poco nos rodearon ms de cien delfines y enormes calderones. Impresionante espectculo! Comenzaron a juguetear sin cesar y nos metimos en el agua, tmidamente al principio, ya que unos tiburones merodeaban a lo lejos, pero desaparecieron al poco rato. Los delfines nadaban junto a nosotros sin hacernos demasiado caso, pero los calderones parecan estar esperndonos. Se ponan en fila, mirndome con sus enormes ojos a menos de dos metros de distancia, yo me quedaba quieta, observando a travs de mis gafas de buceo, sin poder hacer ningn movimiento, siempre sujeta a la popa del ARCHIBALD por un cabo; se adelantaban a menos de un metro de m, rozndome. Uno enorme me guiaba un ojo y mova la cabeza como invitndome a nadar con l. Buceamos juntos, haca piruetas debajo de m ensendome toda su blanca panza, suba, resoplaba y comenzbamos de nuevo una y otra vez moviendo su enorme cabezota, como rindose por mi torpeza. Nos hicimos amigos y me sonrea con su gran boca llena de pequeos dientes blancos y volvamos a jugar, con todos los dems mirndonos a nuestro alrededor. Poco a poco se fueron despidiendo de m hasta que todos se marcharon, sub rpidamente al barco cuando en el transparente azul infinito vi una sombra extraa que con rpidos movimientos que no reconoca apareca y desapareca en las profundidades. Un da

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inolvidable, haba estado ms de dos horas en contacto con estos alegres y juguetones cetceos. El viento segua sin dejarse sentir. A veces una ligera brisa de popa nos haca trabajar para poner el sp y conseguir arrastrarnos a un par de nudos dejando descansar el motor, pero aquella brisa desapareca lentamente, tal y como haba llegado, para volver a flotar parados en aquel mar en calma. Tardamos una semana en avistar tierra por proa, se trataba de la isla de San Cristbal, la ms oriental del archipilago. En la punta sur coincidimos con el TARTARUGA y juntos los dos barcos, nos dirigimos al fondeadero de la ciudad Baquerizo Moreno, capital de las islas. Como imaginaba haba ms de cincuenta yates de todas las banderas, encontramos un hueco entre ellos y all echamos nuestras anclas. Al cabo de un rato, tras terminar con las labores de arranchado y organizacin de los barcos, los cuatro navegantes nos dirigimos a tierra en uno de los botes de goma. Llegamos al pequeo embarcadero de la ciudad, muy cerca de capitana; dejamos all nuestro inflable y nos dirigimos a la ciudad pasando por delante de la zona militar. -Que tengan buenos das, seores dije cuando pasamos frente a los carabineros. -Lo mismo para ustedes nos respondieron. -Bueno coment a mis compaeros-, pues ya estamos en Galpagos. Y nos dirigimos en busca de nuestro nuevo amigo Guido.

LAS GALPAGOS Encontramos a Guido en su casa del pueblo, muy cerca de la zona portuaria. Tena una familia muy numerosa, a parte de su mujer, nos present a un buen montn de hijos, nietos, sobrinos, yernos, primos... todos vivan en casa de Guido. Os estbamos esperando empez diciendo-. Espero que ya hayis hecho el papeleo de entrada en las islas, porque ahora nos vamos todos a mi otra casa que tengo en la montaa. Embarcamos todos en una furgoneta descubierta y emprendimos viaje hacia el interior de la isla. All Guido posea una gran casa, o mejor dicho, una enorme estacin de radio, llamada El Junco, rodeada de altsimas antenas direccionales. La planta baja era la residencia de la familia y el primer piso, todo difano, era una central de radiocomunicacin repleta de todo tipo de equipos y computadores. Guido nos explicaba:

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La isla de San Cristbal tiene unas condiciones muy propicias para la transmisin y emisin de ondas de radio. Hace aos yo posea aqu una pequea casita con un equipo humilde de radioaficionado pero la recepcin era tan buena que un da llegaron unos americanos y me propusieron construir esta central para que ellos realizaran sus concursos y pruebas de radio; ellos correran con todos los gastos, yo disfrutara de la vivienda, podra utilizar sus equipos y a cambio nosotros les atenderamos cuando ellos vinieran. Mira, esas dos personas sentadas frente a los equipos susurraba Guido en la planta de radiocomunicaciones-, estn intentando batir el record del mundo en conseguir contactos con otros radioaficionados, llegan a hacer tres por segundo y llevan as casi dos das, apenas paran para comer algo y no duermen, terminarn en cinco horas y entonces podrn descansar. Era verdad, aquellos tipos con cara de zombi, llenos de auriculares, micrfonos, con un zumo en una mano y la otra sobre un ordenador, no paraban de murmurar cosas a travs de los aparatos y anotarlos en su computadora. Lo ms interesante se encontraba en el piso de abajo, donde la esposa de Guido no paraba de moverse por la cocina rodeada de mejores utensilios que los del piso de arriba. Puso a hervir unas enormes langostas y cangrejos, en el horno se doraban un par de gigantescos pescados, otras mujeres hacan salsas, pelaban patatas y cebollas y el aroma de todo aquello me haca la boca agua -No s cmo los de arriba no se dejan de zumitos y bajan corriendo aqu le murmurarba a Gabriel. -Imagino que estaris deseando comer carne nos deca Guido, excusndose-, pero hoy es viernes y no hay ms remedio que comer pescado. Maana ser diferente. Aceptamos sus disculpas de la mejor manera que podamos demostrar: comiendo hasta casi reventar. Ricard tena razn: Qu bien cocina la seora de Guido! Esa tarde Guido nos baj al puerto en su furgoneta, quedamos en vernos al da siguiente para repetir el atracn. Tambin nos dijo que l y su familia se dedicaban al servicio de mantenimiento de las embarcaciones que llegaban a la isla y aprovechamos el ofrecimiento para lavar ropa, conseguir combustible, encargar compras y reparar algunas cosillas estropeadas. En los ratos libres que nos daba Guido, recorrimos parte de la isla, vimos nuestras primeras iguanas de mar y lobos marinos que intentaban por todos los medios subir a la cubierta de nuestros veleros. Cada tarde, antes de ir a los barcos, nos tocaba desalojar del interior de nuestros botes la comunidad

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de enormes focas instaladas all sin ninguna intencin de largarse, slo a base de fuertes golpes con los remos logrbamos convencerlas. Ms fuerte, dadles ms fuerte! Nos gritaban, muertos de la risa, nuestros amigos militares de capitana. Al quinto da de estancia, ya recuperados, tal vez demasiado, nos despedimos de aquella familia que tan bien nos haba acogido. Hubo regalos para todos, pero el mejor recuerdo nos lo llevamos en la tripa: Qu bien cocinaba esa seora! La siguiente escala en las Galpagos fue la isla de Santa Cruz, a una noche de viaje, dirigindonos al fondeadero de Puerto Ayora, el lugar ms recomendado de todo el archipilago. He de comentar que desde su descubrimiento en el siglo XVI, las islas estuvieron deshabitadas durante ms se trescientos aos, salvo espordicas visitas de piratas, exploradores y balleneros en busca de agua y comida fresca, normalmente de tortuga. Estos navegantes iban cambiando los nombres de las islas segn les pareca, as pues a las Galpagos tambin se les conoce como Islas Encantadas o archipilago de Coln; los ingleses llamaron a San Cristbal, Chatham; Santa Cruz puede aparecer como Indefatigable; Santa Fe, Barrington; Santa Mara es tambin Floreana o Charles; Isabela, Albemarie; y as hasta las trece islas que forman dicho archipilago. Dependiendo de dnde estn editadas las guas, mapas o cartas de navegacin, tendrn un nombre u otro, cosa que a veces nos liaba un poco, pero hoy en da son los nombres espaoles los que normalmente predominan. Una vez desembarcados en Puerto Ayora comprobamos que ste era el centro turstico de las islas; encontramos tiendas de artesana, restaurantes, hoteles, agencias que organizaban excursiones martimas y terrestres... y una multitud internacional proliferaba por todos lados. En el fondeadero nos volvi a suceder lo mismo que en San Cristbal; casi no encontramos hueco para los barcos, lo cual nos vino bien para nuestra situacin de sinpapeles. Durante nuestro primer paseo por Puerto Ayora algo me llam la atencin: aqu todo era Darwin. Despus de tomar un buen desayuno en el bar Darwin, Gabriel y yo fuimos al supermercado Darwin a comprar algo de fruta mientras las chicas se metieron en la boutique Darwin para comprar unas camisetas con dibujos de tortugas, la otra figura que compite con la de Darwin. Una vez reunidos nos dirigimos al Centro de Investigacin Charles Darwin, una especie de parquemuseo famoso en las Galpagos.

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El archipilago es Parque Nacional, Patrimonio de la Humanidad, Reserva de la Biosfera y algn ttulo nobiliario ms; todo eso genera subvenciones, asistencias, colaboraciones... en fin, una pasta gansa que aqu, en vez de distraerla, lo normal y a lo que estamos acostumbrados, se invierte en su cometido, al menos una gran parte. El Centro de Investigacin es un buen ejemplo. All pasamos todo el da, empapndonos de su historia, muy bien documentada, recorriendo el completo museo, atentos a las explicaciones cientficas, escuchando el viaje de Darwin en el BEAGLE y su teora sobre el origen de las especies y por supuesto paseando por el gran jardn botnico, donde se hospedan un buen nmero de las famosas tortugas tamao SEAT 600 para su estudio y recuperacin de este linaje. All estaba una gran tortuga, como no llamada Darwin, que ya andaba dando vueltas por la isla cuando su tocayo humano apareci por el archipilago. Esa noche, paseando por la calle Charles Darwin decidimos cenar en el restaurante Darwin, muy bien decorado con fotos de tortugas y litografas del famoso naturalista Darwin, regentado por un ingls llamado... George, muy simptico, aficionado al mar y al parecer muy comprometido con el ecosistema del archipilago. Pregunt a nuestro nuevo amigo si de primero haba sopa de tortuga; casi tuvimos que cambiar de restaurante. Al da siguiente volvimos a tierra con la idea de tomar parte en alguna excursin organizada por la isla, Espe y Tania se encargaran de informarse mientras Gabriel y yo traspasaramos la Zona Darwin para comprar algunos repuestos que necesitbamos. Ms all comprobamos que el pueblo era normal, con talleres, tiendas de todo tipo, viejos bares... como habamos conocido en el Ecuador continental. Al regreso nos encontramos con las chicas, que llevaban un montn de papeles en las manos: No hace falta apuntarse a ninguna excursin, lo que podemos ver est muy cerca. Y pasamos el da recorriendo la playa, bandonos en un estanque de agua dulce, transparente, rodeado por paredes de roca volcnica, persiguiendo iguanas... Unos turistas ms en Galpagos. Das despus dejamos Puerto Ayora para dirigirnos a la isla Santa Mara, tambin conocida como Floreana, una isla casi deshabitada y fuera de la ruta turstica normal. Mi inters por la isla comenz bastantes aos atrs, cuando le un libro titulado Floreana, lista de correos, de Margaret Wittmer. Narra la historia de una familia de colonos alemanes que se estableci en la isla all por la dcada de los aos veinte del siglo pasado, una historia normal, sin muchos altibajos a no ser por su entorno geogrfico: las perdidas islas Galpagos. Anteriormente le haba preguntado a Guido por ello:

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Claro que s! me respondi-. Doa Margarita, la del libro!, por supuesto que la conoc, una seora encantadora, lamentablemente muri hace un par de aos, pero all sigue su hija y su nieta. Id a visitarles, se alegrarn mucho...! Su hijo tiene un barco de paseo, si vais por all lo conoceris. Floreana tiene tambin algo de mgico, con leyendas de piratas, de tesoros, de misterios e incluso maldiciones. En una pequea baha al norte de la isla, llamada la Baha del Correo, existe un viejo tonel de ron donde hace casi trescientos aos navegantes de paso por las islas dejaban en su interior cartas dirigidas a sus familias y recogan las que segn su ruta, pudieran ser entregadas en mano. En los ltimos tres siglos por aquella baha han desfilado miles de marinos; desde corsarios, balleneros, hasta modernos navegantes; porque aquel antiguo sistema de correo An sigue funcionando! Llegamos a la parte occidental de la isla, donde exista el nico asentamiento humano, un pueblecillo llamado Velasco Ibarra, con no ms de cincuenta personas. Aqu ramos los nicos visitantes, por lo que no haba ms remedio que ir a presentar nuestros respetos a la Autoridad. -Nos van a pillar! se lamentaba Gabriel-. No tenemos escapatoria. El viaje se nos acaba. -Deja de decir tonteras, que todo tiene solucin le increpaba-. Yo de aqu no me voy sin visitar la isla, es el motivo por el que estoy en las Galpagos. Las chicas me apoyaban, pues todos habamos ledo el libro de doa Margarita. Los cuatro bajamos a tierra y nos dirigimos directamente a la Casa de la Oficialidad. Buenos das Comandante empec diciendo-, somos espaoles y venimos de... tal, con destino a... cual y decidimos anclar en su isla para descansar un poco. Bla, bla, bla... Y como agradecimiento a su hospitalidad le hemos trado como presente una botellita de ron y unas cajetillas de tabaco... -Te ha salido bien porque a ese to le gusta la chupanda ms que a un tonto un lpiz! exclamaba Gabriel. -Y qu quieres si el tipo est destinado aqu seis meses y no tiene nada ms que hacer! le respond-. Ya viste cmo se relama cuando empec a sacar la botella... Ya estbamos legales en Floreana nos dirigimos donde segn nos haban indicado se encontraba la residencia de los Wittmer. Se trataba de una casa grande, la mayor de las veinte que formaban la aldea. Nos recibi una joven mujerona, bastante morena y de rasgos germanos: Soy Erika, nieta de Margaret nos relataba tras las presentaciones-. Vivo aqu con mi madre Inge. Subsistimos con lo que nos da la tierra, los derechos del libro de mi abuela y dando de comer a navegantes como vosotros que
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vienen por aqu de vez en cuando. Mi to nos trae en su barco todo cuanto necesitamos de la ciudad. En ese momento lleg Inge, una seora entrada en aos que irradiaba fascinacin por todos sus poros. Hablaba espaol pero con un fuerte acento alemn: -Sentaros a la mesa. Hoy sois nuestros invitados. Era la pequea nia rubia que sala en la foto de mi libro, pero con setenta aos ms. La vida en esta isla mgica la haba dotado de un magnetismo enorme. Inge hablaba poco en comparacin con su hija, que ya nos haba convencido para hacer una excursin en coche por el interior de Floreana. En un momento dado, la madre me agarr la mano y me dijo: -Has trado el libro? Cmo saba que tena el libro de Margaret Wittmer en mi mochila? Lo saqu y se lo entregu. Ella tom un bolgrafo y garabate unas cosas, luego trajo unos viejos sellos de caucho y los estamp en l, despus de repasarlo, susurr: Ahora est bien y me lo devolvi. Esa tarde volvimos temprano a los barcos, no haba mucho que hacer en el pueblo y habamos quedado con Erika a primera hora del da siguiente para ir de excursin. Estbamos los cuatro en el ARCHIBALD cuando se nos acerc una lancha, eran los militares de la isla. A Gabriel le cambi el color de la cara. -Comandante! Sea bienvenido! comenc a decir-. Suba a bordo! Aquel tipo, mxima autoridad en la isla pero que no pasara de cabo empez a decir: -El problema es que si no tienen los papeles... -Pero mi Comandante ataj-, sintese primero y comparta con nosotros un vasito de buen ron!, y mire, como agradecimiento a su visita se va a llevar estas dos botellitas. Y qu nos estaba contando? Pero Gabriel, ofrece tabaco a nuestro invitado!... -Bueno le deca a Gabriel mientras despedamos a Nuestro Comandante que regresaba en su lancha-, pues ya le has odo; podemos estar aqu todo el tiempo que queramos. -A cambio de tres botellas de ron ms la de esta maana. -Y otra ms que le daremos cuando nos vayamos, total tres dlares! recalqu-, no es mal negocio si lo comparas con el precio para gringos; adems, hemos hecho un nuevo amigo. Es nuestra ventaja sobre los anglosajones; primero dominar el idioma y lo ms importante: todos somos latinos; sobre todo nosotros, espaoles, inventores de la picaresca. Pero si esta forma de vida se la hemos enseado

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nosotros!, muchas cosas buenas y algunas malas tambin. En este caso particular todos salimos ganando. Al da siguiente Ingrid nos llev al centro de la isla, donde primeramente se haban establecido sus abuelos cuando a principios del siglo XX llegaron aqu. Esa casa en ruinas fue su primera vivienda, la hizo mi abuelo con sus propias manos, aquello era el huerto, all el pequeo manantial.... Poco diferente a la aventura de los cientos de miles de colonos repartidos por todo el mundo durante aquella poca. Pero por mucho que me esforzaba no consegua captar la esencia de la isla mgica, aquello que me transmiti Mam Inge nada ms conocerla. La excursin result ser interesante, Ingrid nos mostr lo agreste que era la isla, llena de zarzas y afiladas rocas volcnicas, un lugar extremadamente duro para llevar adelante una familia en semejantes condiciones. -Oye Ingrid le pregunt-, Sera posible ir con el coche hasta la baha del buzn de correos? -Imposible, no hay carretera. La nica manera de llegar es en barco respondi. -Pero no est lejos insist-, quiz podramos ir andando... -No respondi tajante-. Os perderais, ha habido varias personas que lo han intentado y nunca se ha sabido ms de ellas. Os repito que la nica forma de llegar es por mar, pero si queris ir debis sacar antes un permiso especial en Puerto Ayora... Nuestro gozo en un pozo. La comida en casa de las Wittmer result deliciosa, un guiso de pescado con legumbres de la isla. Luego Inge nos mostr dos viejos y voluminosos libros: Estos son nuestros libros de visita nos relataba-, casi todas las notas son de barcos que pasaron por aqu, hay algunas muy interesantes, echad un vistazo y al final escribid las vuestras. Haba bastantes anotaciones de los ltimos aos, algunas de barcos conocidos, pero las ms interesantes estaban al principio del primer libro, como una del ao 1935, de una goleta inglesa de treinta metros de eslora, en navegacin alrededor del mundo y donde viajaban el propietario, su esposa, la suegra, dos hijos, su institutriz, dos personas para el servicio y tres marineros. Fue un verdadero honor dejar nuestros nombres y los de nuestros barcos en aquellos libros casi sagrados. Las Wittmer insistieron en que nos quedramos a cenar con ellas y ya Inge, con la lengua ms suelta, nos relat historias cotidianas de la vida en la isla. Fue como estar dentro del libro de doa Margarita reviviendo sus experiencias; empezaba a tener conciencia de la magia de Floreana.

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La maana siguiente, por consejo de Ingrid, dimos un paseo por una larga playa de arena negra hasta Punta Lobera, unos kilmetros ms all. La marea estaba baja y en dicha punta de arena y piedra volcnica se haba formado una piscina natural de unos diez metros cuadrados, all jugaban tres pequeos lobos marinos. Nos acercamos despacio para poder hacerles unas fotos, y ellos, a pesar de sus recelos, no abandonaron la piscina, incluso cuando nos metimos en el agua para compartirla con ellos. El protocolo de presentacin dur poco, diez minutos despus saltaban por encima de nosotros, se dejaban agarrar por las aletas traseras, incluso nos daban pequeos mordiscos en los pies. El juego A que no me pillas dur varias horas en aquel estanque de escaso medio metro de profundidad, hasta que escuchamos unos fuertes gruidos justo tras nosotros. A no ms de diez metros una gran loba marina de ms de trescientos kilos de peso haba salido sigilosamente del mar y alzada sobre sus aletas delanteras lanzaba unos terribles ronquidos en tono de regao. Todos, incluidos nuestros pequeos amigos, quedamos paralizados, aquella bestia era capaz de destrozarnos en menos de un suspiro, y se le vea un tanto alterada. Poco a poco salimos del agua con la intencin de salir a toda velocidad, pero los pequeos se nos adelantaron, corriendo en busca de la que al parecer era su madre. La reprimenda dur sus buenos cinco minutos: Es que no os puedo dejar solos..., En seguida os juntis con extraos..., Ya no s qu hacer con vosotros... Y dando media vuelta, todava gruendo, se dirigi de nuevo al mar seguido de sus jvenes retoos, que de vez en cuando se giraban hacia nosotros emitiendo un pequeo ronquido a modo de excusa. Increble! Esto ha sido increble! repetimos todos a la vez. El resto de la maana lo pasamos recorriendo la costa hasta donde pudimos, recolectando raras conchas y unas gruesas pas de erizo que segn Tania eran las mismas que usaban los indios norteamericanos para confeccionar sus collares. Ms tarde fuimos al pueblo, visitamos el cementerio, donde se encuentra la tumba de doa Margarita y acabamos en la casa de las Wittmer, habiendo pactado de antemano un excelente almuerzo. Por la tarde intentamos furtivamente recorrer los escasos seis kilmetros que nos separaban del famoso buzn de correos, pero Erika tena razn; era imposible. Por costa unos agrestes acantilados nos impedan el paso y por tierra las terribles zarzas de ms de dos metros de altura, afiladas y puntiagudas, nos hicieron la ropa jirones en menos de diez minutos y casi perdemos el camino de vuelta. Ms tarde nos despedimos de Nuestro Comandante que con lgrimas en los ojos y abrazando nuestro ltimo regalo nos dijo adis. Visitamos a Inge y Erika, que tambin entristecieron cuando les comunicamos que a la maana siguiente partiramos, les ofrecimos unos presentes y tras los rigurosos besos y abrazos, ya anocheciendo, regresamos a los barcos.

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Algo tena Floreana que la diferenciaba de las dems islas, un poder indescriptible que la haca nica, pero hace falta mucho tiempo para comprenderlo y asimilarlo, tal y como le haba sucedido a Inge, que formaba ya parte de este embrujo. Al despertar el da dejamos Floreana para dirigirnos hacia nuestro siguiente destino, Isabela, la isla ms grande del archipilago, a media jornada de navegacin. El viento, como de costumbre, segua flojo, teniendo que usar el motor para cubrir la distancia que nos separaba del siguiente fondeadero. La travesa comenz montona, pero se anim cuando comenc a escuchar un extrao sonido en el motor. Tras un buen rato de revisiones, Arranca!, No, no! Para, para! y dems pruebas, llegu a la conclusin que algo no estaba bien en la caja inversora: no caba otra posibilidad que separarla del motor y desmontarla por completo. Puse a Gabriel al corriente; yo seguira navegando a vela aprovechando la leve brisa, l se adelantara hasta el fondeadero de Isabela, esperara a que nos encontrramos en las inmediaciones para venir con su hinchable y echar una mano en la maniobra de fondeo. As lo hicimos. Ya cerca de la isla lleg Gabriel con su bote, lo amarramos fuertemente al costado del barco y usando su propulsin y el timn del ARCHIBALD conseguimos maniobrabilidad suficiente para entrar en la dificultosa baha de Villamil, una ensenada muy protegida frente al pequeo pueblo, nico lugar habitado de la isla. El ARCHIBALD se encontraba en lugar seguro, de momento lo ms importante; aparqu temporalmente el problema del motor y acabadas las tareas habituales los cuatro nos dirigimos a tierra. En el fondeadero haba una docena de veleros, con certeza esperando y acondicionando las embarcaciones para realizar el salto hacia la Polinesia. Gabriel argument: -Esta vez no quiero los como los que organizas normalmente, lo haremos a mi manera; evitaremos a los militares. En vez de bajar a tierra por el muelle de capitana desembarcaremos por la playa, como hemos hecho otras veces. -Pero Gabriel... -No discutas y hazme caso! insisti-, ser ms sencillo. Poco a poco, a golpe de remo, fuimos camino de la costa, direccin hacia la playa. Las olas fueron creciendo hasta que Gabriel grit: Qu hacemos...?! La nica respuesta que se me ocurri fue la de cantar a coro alguna cancin de los Beach Boys, pero antes de proponerla una ola enorme nos engull.

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El primero en llegar a la orilla fue nuestro bote inflable, luego Tania, un remo, yo, Espe y en ltimo puesto Gabriel con otro remo. Por suerte no llevbamos nada que se pudiera estropear al mojarse. Creo que la prxima vez ser mejor bajar por el muelle. Coment Gabriel. Visitamos la pequea aldea de Villamil, algo mayor que la de Floreana pero exceptuando una pequea tienda de ultramarinos y un bar, careca de infraestructura alguna. De momento tomaremos una cervecita mientras decidimos cmo organizarnos. Propuse. All hicimos amistad con uno de los vecinos del fondeadero, que al parecer conoca bien el lugar: Este es un buen sitio para hacer los ltimos preparativos nos contaba-. Los militares saben que todos hemos hecho ya la salida en Puerto Ayora y no preguntan. Los viernes viene un barco desde Guayaquil con todo lo necesario para abastecer al pueblo y tambin a los veleros que preparan el cruce ocenico, y en lo referente a la isla... es la mejor; aqu todava hay muchas tortugas gigantes salvajes, iguanas marinas, loberas, la laguna de los flamencos... en aquellos arrecifes hay una grieta que est siempre repleta de tiburones, casi los puedes tocar desde las rocas... Y de aves ni te cuento!; albatros, pelcanos, cormoranes, alcatraces, fragatas... incluso pinginos. No podis perderos el Muro de las Lgrimas, ms all de la Playa del Amor... Entre varios hemos organizado una excursin a caballo hasta la cima del volcn, Tenis que venir...! Aquel tipo llevaba cuatro meses recorriendo el archipilago, era un enamorado de las islas, sobre todo de Isabela, donde llevaba casi un mes. En cuanto a un taller mecnico... aqu no hay nada informaba-. Si no podis solucionar vosotros mismos el problema no tendris ms remedio que regresar a Puerto Ayora. Ya estbamos al corriente de todo. Esa noche, durante la cena trazamos los planes a seguir. Yo no me atreva a abrir la caja inversora en aquellas condiciones, sin saber lo que me encontrara, y a pesar de tener mucha herramienta tal vez careciera del utillaje especfico, necesitara construir una prensa hidrulica y quiz tornear alguna pieza daada. Por otro lado las bateras del TARTARUGA ya no aceptaban carga y era necesario sustituirlas. Propuse lo siguiente: separara la inversora del motor y la embarcara en el TARTARUGA, dejara bien anclado el barco, con el motor listo para arrancar y as al menos tener energa suficiente. Las chicas se quedaran al cuidado del ARCHIBALD pudiendo apuntarse a la excursin del volcn, mientras tanto Gabriel y yo navegaramos en el TARTARUGA hasta Puerto Ayora para solucionar all todos los problemas y de paso reponer el gasoil

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consumido durante los ltimos das. Las chicas no estuvieron muy de acuerdo, pero no hubo ms remedio que hacerlo as, era lo ms seguro. El da siguiente lo pasamos Gabriel y yo separando la caja inversora del bloque del motor y al alba partamos hacia la isla de Santa Cruz. La travesa fue apacible, todo el tiempo a motor, viendo la pelcula de TORRENTE dos veces seguidas, llegando al fondeadero hacia el atardecer, con el tiempo justo de prepararnos una buena cena, repasamos algunos dilogos de la pelcula que no habamos entendido del todo y nos fuimos a dormir. Nos levantamos temprano para comunicar con las chicas por radio; se iban de excursin pero antes Espe me pas una lista de compras y encargos que quera que hiciera con vistas a la travesa del Pacfico. Lo primero que hicimos en tierra fue buscar el deseado taller mecnico, encontrndolo sin dificultad. Ahora tengo mucho trabajo, pero os puedo dejar un buen operario que os ayude nos deca su propietario-, y de herramienta... ya veis, aqu no falta de nada. Era el lugar idneo. Regresamos al TARTARUGA, bajamos la inversora a tierra y en un carrito del taller la llevamos hasta la mesa de operaciones. La abrimos y enseguida nos dimos cuenta de que una chaveta del eje se haba partido, el eje estaba salido de su alojamiento y haba deformado una de las arandelas de ajuste. El operario me mir, gui un ojo y sonriendo me dijo: Esto antes de comer est listo. Gabriel y yo desmontamos con los extractores todos los componentes del eje mientras el tipo fabricaba una chaveta nueva, luego agarr la pieza deformada, busc en su chatarra algo parecido, tom sus referencias con el calibre, la meti en un viejo torno sin control numrico y a ojo, minutos despus, tras un par de comprobaciones, tena en sus manos la pieza exacta que necesitbamos. Venga, vamos a montarlo todo, que ya son las doce! Anim el tipo. Llev todas las piezas a la prensa y primero esta, luego esta otra, ahora esa, un par de golpes de martillo, un poco de ajuste, ahora le ponemos la tapa... Ya est! Como nueva! Era la una del medio da y el problema de la inversora estaba solucionado. Mientras tanto el encargado nos haba conseguido las bateras de Gabriel, los filtros de repuesto, llenado los bidones de combustible... Echamos la inversora en su furgoneta con todo el resto de material y a las dos en punto ya estaba todo embarcado a bordo del TARTARUGA. Todo un record! Aquella tarde, en el bar Darwin, saturados de tanta cerveza pero todava con la cabeza en su sitio, comentaba:

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En lugares as, con pocos medios y escasas comunicaciones la gente todava repara las cosas. En los pases del Primer Mundo es ms barato tirar lo roto y comprar uno nuevo, pero aqu... Treinta dlares ha costado la reparacin de la inversora!, mas cinco de propina al manitas y en menos de tres horas. Haba hecho los encargos de Espe, ya no tenamos nada que hacer en Puerto Ayora y Gabriel empez a plantear el regreso a Isabela para el da siguiente... -Por m de acuerdo le respond-. Pero como hemos hecho todas las gestiones tan rpidamente... podamos acercarnos otra vez hasta Floreana, a la Baha del Correo... slo para echar un vistazo. -Coca!, ya nos han dicho por todos lados que hace falta un permiso especial y esa zona s est vigilada. -Un vistazo, Cacagete le repeta-, echar un vistazo tan slo. Si no bajamos a tierra no nos pueden decir nada, eso tambin nos lo dijeron. -Claro! Como vamos en mi barco a ti te da igual protestaba-, yo voy a la crcel y tu a la Polinesia... Al amanecer subamos el ancla del TARTARUGA poniendo proa hacia la Baha del Correo, isla de Floreana. Llegamos a primera hora de la tarde. Era una baha poco protegida y con escasa vegetacin, salvo las agresivas zarzas, pero no estbamos solos, una Golondrina de turistas embarcaba y desembarcaba a stos para que visitaran el famoso barril-buzn. No puede ser! protestaba-. Un servicio exclusivo para navegantes que ahora slo pueda ser utilizado por una marabunta de turistas gringos! Ahora mismo bajo a tierra y me llevo el buzn...! Cocuua, mira lo que vieeeene. Me cort Gabriel con su clsico tono musical. En efecto, una lancha con tres hombres a bordo procedente de la Golondrina se acercaba al TARTARUGA. La lancha par el motor a menos de un metro de nosotros, tras unos segundos de silencio el ms viejo de los hombres comenz a hablar: -Vosotros sois los espaoles, Dnde est el otro barco? -En Villamil, con el motor roto -respondi rpidamente Gabriel. -Y habis dejado a las chicas solas all? Con lo brutos que son en Isabela? Menos mal que son ms espabiladas que vosotros... Ya me lo dijo mi sobrina. Efectivamente, era el hermano de Inge. Le contamos lo que nos haba pasado y el motivo por el cual estbamos all; slo para echar un vistazo. Sabis que no podis bajar a tierra sin el permiso nos dijo-, y el vigilante de la zona soy yo. Mirad; son las tres y media de la tarde, en menos de una

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hora saldr hacia Ayora con los turistas. Hoy no vendr ningn barco ms. El sol se pone a las seis y media. Habamos entendido el mensaje. Antes de regresar nos volvi a repetir: -Est prohibido ir a tierra sin permiso, si os veo hacerlo os denunciar, y s dnde vais a estar. Y este Medio Alemn era muy capaz. Nos quedamos en la cubierta del TARTARUGA haciendo labores habituales de a bordo, tales como escribir cartas, preparando sobres, consultando direcciones... A la hora acordada la Golondrina dej el fondeadero y al poco rato ya era un punto en el horizonte. Por mucha vista de lince que tenga, ese ya no nos puede ver exclam-. Al bote! La playa era pequea, de arena gris, muy removida por los turistas. Un poco ms all se abra un camino de pocos metros donde se distingua el famoso buzn. Evidentemente el barril de ron no tena trescientos aos de antigedad, a lo largo de ese tiempo haba sido renovado conforme al deterioro natural, pero su filosofa se mantena intacta. Abrimos la pequea portezuela practicada en su panza y como mandaba la tradicin revisamos el correo para ver si haba alguna carta cuyo destino coincidiera en algn punto de nuestra ruta; no encontramos ninguna, las direcciones eran todas europeas. Depositamos en su interior nuestro correo, cerramos la portezuela, hicimos unas fotos y dedicamos el resto de la tarde a pasear por las inmediaciones de la playa. Descubrimos un tosco camino, casi impracticable, que se perda en el interior de la isla. Tal vez Erika no nos lo mostr evitando as que nos perdiramos o para que no tuviramos problemas con las autoridades, nunca lo sabramos, pero habamos hecho realidad nuestra ilusin de usar este antiguo servicio de comunicacin. Una semana despus, a travs de la Rueda Nauta, mi padre me dijo: He recibido una carta tuya. Con matasellos de Alemania! Al rato me llam mi hermana: Oye, no estars por casualidad en Suiza? Evidentemente el correo de Floreana funciona Y mucho mejor que el actual! Llegamos a Isabela y encontramos a Esperanza sola en el ARCHIBALD, haca ms de dos das que Tania se haba ido de excursin y no saba nada de ella, tenan personalidades distintas y al parecer tampoco eran muy compatibles. Esperanza haba ido a la excursin a caballo y subido hasta la cima del volcn: -Es impresionante, An est activo!, vimos tortugas salvajes, cientos de iguanas... -Y has tenido problemas con la gente de aqu? quise saber. -Qu va! Son muy amables, han venido varias veces a preguntarme si necesitaba algo.
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Esa tarde encontramos a Tania, vena caminando por la larga playa del Amor con su mochila a la espalda; haba recorrido la costa de media isla sin encontrarse con nadie. Ha sido una experiencia fantstica deca, con una sonrisa que iba de oreja a oreja. Los das siguientes Gabriel y yo los pasamos instalando la caja inversora, alineando de nuevo el motor, instalando sus bateras, cambiando aceites, filtros, revisando las velas, mstiles, cabos... en fin, el control necesario para hacer frente a una larga travesa como la que tenamos por delante. Ya slo restaba hacer las ltimas compras de comida y eso poda esperar. A Esperanza no le vea el pelo; se haba hecho amiga de dos chavales, hijos de una pareja de navegantes vecinos y se pasaba el da con ellos, buceando, pescando, corriendo detrs de las focas (y a veces delante)... Tania con su mochila haba vuelto a desaparecer, esta vez con intencin de recorrer la costa este de la isla. Ya era viernes, Gabriel y yo fuimos a la tienda de ultramarinos para comprar alguna cosa con vistas a nuestro viaje, pero la tienda estaba prcticamente vaca de gnero. Nuestro informador del primer da nos dijo: Es normal, todo lo que traen se lo llevan los navegantes, en la isla poco necesitan; lo mejor es que hagis una lista de todo lo que os haga falta y se la deis al responsable de la tienda, l la har llegar a Guayaquil y el prximo viernes lo tendris aqu. As lo hicimos, el tendero nos asegur que en una semana tendramos nuestros pedidos completos, ahora nos tocaba vacaciones. Tania segua con sus solitarias excursiones, a Esperanza venan a recogerla muy temprano para seguir con sus correras y por la tarde organizaba interminables timbas de parchs en el ARCHIBALD. Mientras tanto Gabriel y yo dbamos los ltimos repasos a los barcos o nos bamos a hacer largos paseos por la isla con la intencin de hacer fotos a todos los bichos autctonos. El primer da, en un roquedal costero cercano al pueblo, vi un ejemplar de iguana marina enorme tomando el sol encima de las piedras. Me acerqu sigilosamente hasta una distancia de menos de dos metros, despacio prepar la cmara y... -Oye Coca... interrumpi Gabriel. -Shhhh, he descubierto una iguana marina y voy a intentar fotografiarla murmur. -Pero, pero, escucha... insista. -Qu te pasa Cacagete, es que no la ves? Est ah... Y en ese momento desapareci. -Mierda...! Ya me has fastidiado la foto...!

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Al volverme vi a Gabriel con otra iguana mucho mayor levantndola por el rabo y rodeado por cientos de ellas, que al ser negras se confundan con las rocas volcnicas, claro ejemplo de Adaptacin al Medio. -Son lentas y se dejan agarrar deca Gabriel a modo de disculpa-. Me lo dijo Tania; crea que lo sabas. Esa semana consegu hacer una enorme coleccin de fotos, tanto de las feas iguanas como de las impasibles tortugas, pasando por focas, tiburones, albatros, cormoranes de buche rojo... en fin, la fauna de las Galpagos. Se acercaba el viernes. Esperanza haba hecho ms amigos: un grupo de pelcanos que todos los mediodas venan a recibir su aperitivo directamente de su mano, las tardes las pasbamos divirtindonos en la playa del Amor con una pequea plancha de surf, por las noches siempre tombamos algo en el bar del pueblo ya como clientes habituales. Nosotros tambin nos estbamos adaptando al medio, quiz furamos los precursores de una nueva especie, el nombre que lo imagine cada cual. Lleg el da sealado y recogimos nuestras compras. Ya nada nos retena en las Galpagos, excepto... Podamos quedarnos una semana ms y recorrer otras islas. Coment alguien. -El tiempo que estemos aqu es tiempo que le restaremos a la Polinesia, y no tenemos mucho argument-. Estamos a mediados de abril y a ms tardar en noviembre, cuando comience la poca de huracanes, deberemos estar fuera del trpico. Hay tiempo ms que suficiente... -El ARCHIBALD pasado maana se va, quien quiera quedarse que se quede precis. -Y el TARTARUGA tambin! aadi Gabriel, haciendo uso de la Seleccin Natural, teora tan extendida en las Galpagos. Nadie argument nada al respecto. El da siguiente organizamos los cuatro una cena de despedida en el TARTARUGA, donde planeamos la ruta a seguir, el horario de comunicaciones entre ambos barcos y nuestras futuras escalas. Ms tarde comentamos nuestros puntos de vista y experiencias en Galpagos. A Esperanza le llam mucho la atencin el haber visto muchas cabras sueltas durante su excursin al volcn, Tania lo confirm: -Parecan no tener dueo, y estaban por todos lados. Es algo normal empec a relatar-, y llevan aqu desde hace ms de trescientos aos. No slo en Isabela, sino posiblemente en todas las Galpagos y con seguridad en la mayor parte de islas en el Pacfico, ndico e incluso en las del Caribe. Adems de cabras salvajes podemos encontrar cerdos, gallinas, burros y a veces caballos. Estn ah desde que vinieron los primeros exploradores y piratas, que iban dejando parejas de estos animales
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en distintos lugares. Al ser especies forneas introducidas por el hombre carecan de depredador y se reprodujeron muy rpidamente. As los capitanes de estos grandes veleros saban que podan disponer de carne fresca tanto aqu como en otros lugares con vistas a futuras travesas. Conocer dnde haba provisin de comida era informacin privilegiada en aquella poca. Por eso llevo una carabina del veintids, en algn momento tendremos que obtener la protena a tiros. Y record a Fletcher varios aos atrs, recorriendo con l y Eduardo Samsara la olvidada pennsula de Araya, en Venezuela. Le reprenda: Cabritos, Fletcher, dispara a los cabritos. No a esa cabra vieja ms dura que una piedra que acabas de liquidar... cuando en ese momento lleg Eduardo cargado con un macho cabro, casi tan grande como l y con ms aos que nosotros tres juntos. Es que de lejos slo veo piezas de buen tamao se excusaba. Tania pona mala cara; normal, era vegetariana... pero por poco tiempo. A esas alturas el plantel del TARTARUGA se reduca a dos macetas conteniendo unas hierbas mustias, en cambio el ARCHIBALD dispona de un pequeo jardn donde creca hierbabuena, perejil, y alguna otra especia que Espe cuidaba con esmero. Con la primera ola del Alisio todo desapareci. EL CRUCE PACFICO Una clara maana a mediados de abril, ambos barcos suban sus anclas dispuestos a afrontar la mayor travesa del viaje alrededor del mundo. Tres mil millas, casi seis mil kilmetros de agua nos separaban de nuestro siguiente destino; las islas Marquesas. Atrs quedaban veintinueve das de inolvidable experiencia en las islas galpagos, pero ya no pensbamos en ellas, el enorme reto al que nos bamos a enfrentar acaparaba todas nuestras impresiones; un mes de soledad en la inmensidad del mayor desierto del mundo: el ocano Pacfico, sin la posibilidad de poder recibir ayuda exterior y contando tan slo con un viejo aparato de radio para unir nuestras voces con las de otros seres humanos. El da era radiante, como de costumbre, pero la ausencia de viento nos hizo avanzar lentamente a motor bordeando la costa sur de Isabela. Segn los libros de navegacin y los relatos de otros navegantes era necesario alejarse bastante de la influencia del archipilago, a veces algunos cientos de millas, para encontrar el viento Alisio del SE; pero Esperanza traa suerte al ARCHIBALD y la misma tarde de nuestra partida, cuando el volcn de Isabela se difuminaba a nuestra popa, una leve brisa comenz a dejarse sentir, era del Sur.

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Antes de que nos envolviera la negrura de la noche el ARCHIBALD navegaba a vela, despacio, pero sin el montono ruido del motor, empujados por aquel leve suspiro que muy poco a poco ira incrementndose. Dudbamos: Ser posible que sea ya el inicio del Alisio? Al amanecer del siguiente da no albergbamos la menor duda: navegbamos con viento que nos llegaba entre la aleta y la popa, de una intensidad entre diecisiete y veinte nudos; El Alisio perfecto. Algunos navegantes llaman a esta situacin La Alfombra Mgica, viento y corriente a favor que suavemente te transporta hacia lugares maravillosos. A nosotros nos serva cualquier nombre con tal que nos llevara hacia la deseada Polinesia. Aquel da fue de trabajo, acondicionando el barco, adaptndolo para la larga travesa. En el interior suprimimos la mesa del saln, convirtiendo todo este habitculo en mi querida perrera, una superficie difana y cmoda de dos por dos metros llena de colchones y almohadones, siendo la parte de popa para Espe y la de proa para m. Estibamos bien los objetos que iban de un lado a otro del barco y Esperanza, siguiendo las labores pactadas, se instal en la mesa de navegacin para organizar todos sus libros, cartas de ruta, aparatos y dems trastos nuticos. Dedicamos bastante tiempo en cubierta, para ajustar las velas al viento que nos empujaba; arriamos la vela mayor y desenrollamos las dos gnovas de proa, abiertas por ambas bandas usando los tangones, creando as una gran pantalla para recibir el viento que nos llegaba justo por popa; eran las Alas de Paloma del ARCHIBALD. -Vamos haciendo un rumbo incorrecto observ Esperanza-. As no vamos direccin a las Marquesas... Y qu ms da! Este es el rumbo ms cmodo argument-. Tenemos tres mil millas por delante para rectificar. Lo ms importante ahora es navegar confortablemente y poner el toldo de popa para que nos proteja del sol. No te preocupes que a algn sitio llegaremos. Pero yo tena un As en la manga: saba que el Alisio poco a poco ira rolando, llevndonos exactamente hasta nuestro destino. Pero claro, todos los trucos no se los iba a contar... El siguiente trabajo fue embragar y ajustar el piloto de viento para que fuera l quien gobernara el ARCHIBALD y as poder desconectar el piloto electrnico, teniendo adems un considerable ahorro de energa. Media hora despus el barco ya estaba totalmente amarinado, despachando sus buenos ocho nudos de velocidad, empujado por viento, olas y corriente. Toda la fuerza de la Naturaleza a nuestro favor. Me preocupaba la adaptacin de Esperanza frente a tantos das de mar en un lugar tan reducido como es un velero de doce metros. Durante la navegacin hacia las Galpagos se haba mantenido activa y alegre en todo
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momento, pero no es lo mismo una semana que un mes y he conocido casos, demasiados, de personas serenas y con experiencia nutica que han acabado angustiadas y desquiciadas durante este tipo de travesas. Esperanza no fue uno de estos casos. Desde el primer da se habitu al ritmo de a bordo, llenaba la jornada de tal manera que casi le faltaban horas para cumplir todo lo que se marcaba. Los deberes de a bordo los llevaba a rajatabla: muy ordenadamente anotaba en los libros las incidencias rutinarias de meteorologa y navegacin, apuntaba las posiciones del barco cada cuatro horas y pasaba a la carta general del Pacfico la ruta que iba haciendo el ARCHIBALD. Adems de llevar el diario oficial del barco impuesto por ella misma, escriba un minucioso diario personal que transformaba en artculos para revistas. Puntualmente, a las doce del medioda, hora del ngelus, preparaba un aperitivo en cubierta, tomaba varios baos a base de cubos de agua, preparaba deliciosas comidas, cenas... Los desayunos, como ya es sabido, corran de mi cuenta. Podras fregar los cacharros tambin! protestaba. Y an sacaba tiempo para leer, jugar con el ordenador, aprender el manejo del resto de los aparatos, relajarse en cubierta, escuchar sus Misereres en el Walkman y regaarme por mi poca, casi nula, actividad. Yo, por mi parte, trabajaba ms con la mente que con el cuerpo; al amanecer revisaba concienzudamente todo el barco sobre cubierta; el estado de las velas y los cabos, desgastes, rozaduras, engrase de poleas, mantenimiento y lubricacin del piloto de viento, etctera; trabajo que repeta siempre al atardecer. En el interior comprobaba peridicamente el estado de las bateras, echaba un vistazo a las sentinas ante la posibilidad de alguna entrada de agua, arrancaba el motor para generar electricidad y a la vez producir fro en las neveras, ya que stas no eran elctricas sino mecnicas, funcionando a travs de un potente compresor unido al motor principal, una de las maravillas del ARCHIBALD. El resto del tiempo lo dedicaba a mis tres actividades favoritas: comer, leer y dormir; alteradas de vez en cuando por la pesca, muy escasa, baos en popa y disimulados vistazos a las anotaciones nuticas de Espe, para cerciorarme de que realmente la navegacin era correcta. Peridicamente algo cambiaba el relajado ritmo de a bordo: la radio. Siempre, a la hora convenida, estbamos atentos a las noticias del TARTARUGA, Ricard y sus travesas por las islas de la Polinesia, Rafael del Castillo y su Rueda de los Navegantes, los comentarios habituales de Lus en la Rueda Nauta, conversaciones con otros navegantes, radioaficionados y sobre todo los contactos con nuestros familiares. Aquellos momentos siempre despertaban nuestra atencin, era como esperar la llegada del diario, repleto de noticias interesantes. El TARTARUGA, como su nombre indica, navegaba ms despacio que nosotros, por lo que poco a poco nos bamos distanciando de l. Reducir

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nuestra velocidad implicaba incrementar el bamboleo del barco, ya de por s un tanto desagradable, alargando tambin la duracin de la travesa. El ARCHIBALD tena su forma ptima de navegar y eso no lo debamos modificar. Gabriel y Tania, al parecer por motivos de seguridad, navegaban con poca vela, lo que les haca avanzar ms lentamente. No haba duda, llegaramos nosotros primero. No te apures, as te ir preparando el terreno le animaba. En cualquier caso conectbamos va radio tres veces diarias y dejbamos permanentemente encendido el equipo en un canal determinado para darnos mutua confianza. La ltima maniobra del da era enrollar un poco ms de la cuenta ambas velas de proa para evitar sobresaltos ante la inesperada llegada de algn chubasco nocturno, cosa que iba a empezar a ser habitual. La noche nos la repartamos en turnos de cuatro horas, pasndola normalmente dormitando en el saln. Navegbamos sin luces, intentando ahorrar al mximo el consumo de energa, llevando tan slo conectado el pequeo dispositivo de aviso de ondas de radar; si saltaba la alarma es que un barco andaba cerca y haba que prestar atencin, pero nunca se dio el caso, hasta tres das antes de nuestra arribada no nos cruzamos con ninguna otra embarcacin. El viento se mantena estable, veinticinco nudos de popa, girando de direccin poco a poco, segn lo pactado con el dios polinesio Tawhiri. De vez en cuando algn chubasco nos haca una visita, generalmente slo de lluvia, con muy poca variacin de viento. Aprovechbamos entonces para refrescarnos con el agua dulce y recoger lo que pudiramos para rellenar nuestra piscina, como llambamos a un gran barril de plstico que llevbamos amarrado en popa, usando su contenido para quitarnos la sal despus de nuestros baos diarios. Espe haba encontrado su lugar ideal de relajacin en la plataforma baja de popa, donde constantemente las olas mantenan esa parte llena de agua; segn ella era su Spa personal. Por precaucin fabricamos con cabos una especie de red en la parte exterior y all, recostada, se pasaba las horas baada por las olas, pero siempre y por obligacin bien sujeta al barco por su arns de seguridad. Una tarde contactamos por radio con un viejo amigo, Pedro FURCA, ahora Pedro DRUS. Coincid con l hace ya bastantes aos en Canarias, cuando comenzaba su viaje de vuelta al mundo en su velero FURCA, de nueve metros de eslora. Nos relat sus experiencias por esta parte del mundo y nos previno contra la Malaria, enfermedad que contrajo en las islas Vanuatu, ya dentro de lo que podamos llamar El Pacfico Profundo. Lamentablemente perdi su barco remontando el mar Rojo, durante la ltima etapa de su gran

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aventura. Ahora navega a toda felicidad en su catamarn DRUS por aguas del Caribe. Pedro nos dijo: Os voy a hacer un regalo; carga un poco ms tus bateras y deja una luz en cubierta toda la noche; maana me cuentas Hicimos caso a Pedro y durante la revisin rutinaria matinal encontramos la cubierta de proa llena de Calamares!, ms de dos docenas de pequeos calamares que dieron como resultado culinario un excelente arroz. Esos y otros consejos de Pedro, tanto para el Pacfico como para el ndico fueron de mucho valor. As es la solidaridad de los navegantes, compartiendo informaciones y experiencias, siempre de gran ayuda para los dems. Y sin lugar a dudas, la radio es el mejor medio para su difusin. Llevbamos ms de una semana de navegacin, y ya estbamos totalmente envueltos en la Magia Ocenica. Como siempre, la vida se haba hecho ms lenta, ms natural y mucho ms feliz. La pesca era prcticamente nula, llevbamos cinco das sin or cantar al carrete, pero haba comida suficiente. Esperanza, entre sus libros, mapas y aparatos, grit: -Estamos en Latitud... tal y Longitud... cual y vamos haciendo una media de ciento cincuenta y cinco millas por da! -Mmm... Mira, hoy me siento un poco de letras. Qu me quieres decir con eso? quise saber. -Pues que si todo sigue igual pasado maana estaremos justo a mitad de camino! Vamos muy por delante de las previsiones casi tres das...! Y todo iba a segur igual. Las previsiones meteorolgicas que nos llegaban a travs de la Rueda de los Navegantes as lo confirmaban. Yo, por mi parte, tena informacin adicional obtenida por fax desde la estacin meteorolgica de Hawai, muy fiable; los mapas que nos llegaban coincidan con la informacin de Rafael: viento Alisio claro hasta Marquesas. Cada tres das rompamos la dulce rutina de a bordo con una suculenta actividad: hacer pan. Durante un buen rato amasbamos harina, la dejbamos reposar para acabar en el horno junto con un buen bizcocho. Esta vez la levadura de Isabela nos haca unos panes enormes y esponjosos, la alegra rebosaba en el ARCHIBALD: Hoy comeremos con pan recin hecho! Una de aquellas tardes, recostados en la hamaca con un buen trozo de bizcocho cada uno, Espe, con un libro sobre la historia del Pacfico, me lea: Las Marquesas fueron descubiertas en 1595 por lvaro de Mendaa... Conoca bien la historia; esa expedicin de Mendaa la concluy Fernndez de Quirs a la muerte del primero, un ao despus en Filipinas. Dos grandes navegantes del siglo XVI al servicio de Espaa, pero de ah a

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afirmar que descubri las Marquesas... Estas islas, como el resto de la Polinesia y prcticamente todo el pacfico fueron realmente descubiertas mil aos antes por una estirpe de grandes marinos al parecer procedentes de Asia; consiguieron llegar a las Hawai y de all se extendieron por casi todas las islas el ocano. En mi modesto entender, creo que Mendaa no descubri las Marquesas. Un territorio ya habitado se puede visitar, explorar, colonizar, invadir, conquistar e incluso comprar, pero nunca descubrir; a no ser que se considerase seres no humanos a dichos habitantes, como pudiera haber sido el caso. Llegamos a la mitad de la travesa. Espe se empe en celebrar este Paso del Ecuador con el resto, ya escaso, de alimentos frescos. As dimos buena cuenta de los ltimos pimientos, tomates, cebollas, col, huevos... todos los ingredientes necesarios para elaborar lo que bautizamos como La Ensalada Final. Tena un trabajo previsto llegado a este punto medio del viaje: revisar todo el mstil, desde su base hasta la perilla y de paso realizar alguna foto del barco estando all arriba. La mejor manera era en navegacin, a mayor velocidad menor movimiento. Me coloqu el arns de escalada, amarr una driza de seguridad que Esperanza tendra siempre en tensin y me encaram al mstil trepando por los pequeos peldaos que hay dispuestos en toda su longitud. No tard en llegar a la perilla, desde all la vista era magnfica; el mar, de un azul oscuro muy intenso, haca destacar el blanco del casco del ARCHIBALD. El horizonte, muy ntido, invitaba a mirar lejos, muy lejos, como intentando alcanzar a ver la lejana costa; casi lograba distinguirla... en mi imaginacin, pues se encontraba a casi tres mil kilmetros de distancia. Todo era maravilloso desde la punta del mstil; el barco navegaba sublime, con sus alas desplegadas y su estela por popa se perda a lo lejos. Saqu la cmara de mi mochila y empec a disparar hasta terminar el carrete (la era digital an no haba llegado al ARCHIBALD). Revis luego los anclajes de los cables, las poleas, las conexiones elctricas, las salidas de los cabos, las drizas, los amantillos... todo en perfecto orden. Fui poco a poco descendiendo, inspeccionando cualquier elemento con posibilidad de deterioro hasta regresar a cubierta. -Has visto algo malo? -pregunt Espe nada ms aterrizar. -Todo est como para volver a empezar le respond sonriendo. Una noche me despert sobresaltado, como intuyendo un mal presentimiento. Mir el reloj; casi las cuatro de la madrugada. Le tocaba guardia a Esperanza hasta llegar la hora en punto pero no la vi en su lugar habitual; la mesa de navegacin estaba como siempre, repleta con sus libros y enredos pero el silln se hallaba vaco. Estar fuera pens. Termin de
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despejarme y sub la escalerilla hasta la baera; tampoco se encontraba all. Ech un vistazo a popa sin localizarla, tampoco estaba en las bandas, ni arriba de la cubierta central; me acerqu al mstil llamndola pero tampoco la distingu ni all ni en proa. Estar dentro, en el bao me dije y volv a la cmara. Fui hasta el bao, a proa del barco; no estaba all. Revis el camarote principal, luego en el camarote de popa, en la cocina; la llam sin obtener respuesta; definitivamente Esperanza no se encontraba en el interior del barco. Sent un leve mareo, un escalofro me recorri todo el cuerpo y las piernas empezaron a temblarme. De un salto volv a cubierta corriendo hacia la popa, dndome un fuerte golpe en la frente con la botavara; Ser capaz de estar en su Spa? pens, pero tampoco estaba all. Un sudor fro me invadi por completo. Grit varias veces su nombre pero no respondi. Volv a la cmara para comprobar... ciertamente su arns de seguridad no se encontraba en el lugar habitual, Esperanza no estaba a bordo. La cabeza me iba a cien por hora, no paraba de sudar, las gotas caan por mi cara hasta que me di cuenta de que era sangre!, el golpe me haba abierto una brecha en la ceja y sta no dejaba de sangrar; me at fuertemente una camiseta alrededor de la cabeza y trat de serenarme. El primer impulso fue correr al timn y dar la vuelta al barco, pero no, haba que actuar con conocimiento, no a lo loco... El GPS! He de anotar la posicin del barco!, y el rumbo!, y la velocidad!, y tambin la hora! Garabate aquellos nmeros y empec a mirar en los cuadernos de Esperanza, donde llevaba muy estrictamente los datos de navegacin. Bien! Aqu estn escritas las coordenadas de hace menos de cuatro horas, con todos los dems datos!, confeccionar una carta en blanco justo de toda esta zona en papel cuadriculado, ser fcil; tan cerca del ecuador la Longitud es prcticamente igual a la Latitud... Dios...! Cmo se lo voy a decir a sus padres...! Calma, calma, va a estar ah, la corriente y el viento es a favor, viene hacia ac... slo hay que seguir la lnea, son menos de... treinta y dos millas! No, no la voy a encontrar... la hipotermia, los tiburones... No, el agua est caliente; no, si no hay pescado, no hay tiburones... Estaba a punto de amanecer, ya tena la carta hecha; el punto de partida sera un poco antes de la posicin que yo haba anotado, quizs el haberme despertado sbitamente se debi a haber odo un grito de ella. Arranqu el motor; no haba ms remedio que desandar lo andado sin velas para no separarme de la lnea terica que haba marcado. Empec la maniobra de enrollado de velas. El flameo de stas produca un ruido ensordecedor, pero pude escuchar: -Coq... Qu pasa? Porqu estas enrollando? Rpidamente dej todo y me gir deprisa; vi Esperanza, con su arns de seguridad puesto, el Walkman en la mano y los auriculares en sus odos.

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Me tuve que sentar sin poder articular palabra alguna. Esperanza haba estado todo el tiempo en cubierta, acurrucada delante de los grandes rulos de cabo, a proa del mstil, disfrutando de la estrellada noche, escuchando uno de sus Misereres. -Ests lleno de sangre! Qu te ha pasado? me pregunt nerviosa. Nunca le cont lo que haba sucedido, todo lo achaqu al golpe de la ceja; volvimos a poner las velas en orden y el ARCHIBALD continu su camino. Espe me ayud a limpiar la sangre y curar la herida. Sin que me viera, disimuladamente, hice una bola de papel con la carta en blanco y el resto de anotaciones y lo tir todo al mar. Quise olvidar lo sucedido, pero tard varios das en volver a dormir tranquilo. Nos encontrbamos a menos de tres das de las islas Marquesas cuando, estando los dos dentro, recostados en la perrera, empez a sonar la alarma del detector de radares. Mmm, el cacharro funciona, pensaba que estaba roto pens. Salimos a cubierta y vimos a lo lejos un barco que se aproximaba, el primero que veamos en tres semanas. A travs de los prismticos comprobamos que se trataba de un yate; un yate precioso, enorme. -Fjate! exclamaba Espe-, hasta lleva un helicptero en popa. Conforme se acercaba nos dimos cuenta de que aquel bello barco no era un yate, sino un pesquero, un pesquero con la ms alta tecnologa, usaba el helicptero para localizar los grandes bancos de peces, sobre todo atunes. Le llamamos por radio respondindonos de inmediato. Les preguntamos en ingls a qu pas perteneca: -We are Spanish... -Espaoles...? De verdad...? Nosotros tambin! grit Espe al micrfono, muy nerviosa. Era un barco de Conservas CALVO, con casi toda la tripulacin de Vigo, pero tambin de Laredo y Bilbao. Estuvimos hablando bastante tiempo, no se podan creer que una pareja de espaoles, navegando en un tapn de doce metros hubiera llegado tan lejos, incluso se ofrecieron a dar media vuelta para darnos comida. Tenemos de todo, id haciendo la lista... pero declinamos la oferta, ya nos encontrbamos muy cerca de nuestro destino y la maniobra hubiera sido bastante arriesgada, sobre todo para nosotros. Una maana, tras veinticuatro das de navegacin empezamos a distinguir tierra por proa. Los clculos de Espe haban sido exactos, llegbamos a nuestro destino. Estuvimos bastante tiempo viendo como aquella isla iba creciendo, mantenindonos en silencio, tristes por un lado porque la Magia del Mar nos haba dejado, pero alegres por otro porque llegbamos a uno de los lugares ms bellos del mundo: la Polinesia. Esperanza murmur:
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-Hemos cruzado el Pacfico... Pero no. Tan slo habamos recorrido la tercera parte; tendra que pasar un ao y medio para que el ARCHIBALD dejara por su popa este gran ocano, el mayor del mundo. MARQUESAS Habamos adelantado nuestra previsin de llegada en cinco das, todo un record personal. Arrancamos el motor, desembragu el piloto de viento y poco a poco fuimos enrollando nuestras Alas de Paloma, que tan buen trabajo haban hecho; casi un mes de navegacin sin dar el ms mnimo problema. La isla en cuestin se llamaba Fatu-Hiva, la ms oriental del archipilago. Poco a poco fuimos rodeando su punta norte para dirigirnos a la baha protegida que recomendaba nuestra gua nutica: Hanavave o baha de Las Vrgenes. Fatu-Hiva, como el resto de las Marquesas son islas jvenes, con montaas altas y abruptas de origen volcnico, con estrechas gargantas por donde discurren riachuelos de aguas cristalinas. La costa es alta y escarpada, formada por arrecifes que de vez en cuando dejan espacio para albergar alguna playa de arena coralina. Tal vez fuera por haber estado tanto tiempo en el mar, pero aquella baha nos pareci la ms bella del mundo. Conforme entrbamos veamos a ambos lados enormes farallones verticales con cadas de agua procedentes de riachuelos que iban a parar al mar. La exuberante vegetacin tropical invada cualquier espacio donde sta pudiera crecer, la hiedra trepaba por las rocas y ah donde cupiera, un cocotero creca frente a la costa. La baha acababa en una playa blanca y tras ella la inevitable lnea de cocoteros, donde se distinguan diseminadas algunas casitas blancas. Pero la isla no terminaba all; detrs de todo aquello un verdor plido exuberante dejaba paso a una alta pared vertical de roca basltica con ms de cien metros de altura. Un corte perfecto a modo de puerta en esa monumental barrera dejaba paso a un estrecho desfiladero, donde continuaba la lujuriante selva tropical mostrando toda su gama de tonos verdes. Ms all altas montaas negruzcas, afiladas como colmillos, contrastaban con la blanca nube perenne que la humedad de la vegetacin siempre mantena encima de la isla. Esperanza y yo quedamos fascinados ante aquella maravilla de la naturaleza. Salimos de aquel trance cuando murmur: -Si ahora apareciera King-Kong subido en aquellos riscos dndose puetazos en el pecho, me quedara igual que estoy. Y es que aquello era de pelcula.

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Llegamos al lugar de fondeo, frente a la playa, donde ya se encontraba una docena de veleros, algunos conocidos de las Galpagos, todos transmundistas. Nada ms fondear, mientras Espe ordenaba la maniobra de cubierta, me puse las gafas de buceo y me zambull en el agua cristalina para comprobar si el ancla estaba agarrada al fondo, pero ste era losa, no muy bueno; ms all encontr una buena grieta donde pude engancharla firmemente. De aqu ya no nos vamos me dije. De repente not una presencia detrs de m, una sombra que se me acercaba a toda velocidad... era Esperanza, que no haba podido resistir y ya estaba en el agua. Nadamos juntos hasta un arrecife cercano donde cada uno vio cosas distintas; segn Esperanza estaba lleno de maravillosos peces tropicales de todos los colores... segn yo, meritos de racin, pargo tamao horno, langostita de cuarto... Ese da no bajamos a tierra, los dedicamos a ordenar, limpiar, airear y organizarnos para nuestra nueva vida terrcola. Al atardecer Espe organiz una cena de postn, donde haba embutido ibrico, pats, mejillones en escabeche, esprragos... vino de Rioja y unos pastelillos de postre -De dnde ha salido todo esto?! pregunt. -Lo traje de Espaa, estaba escondido para que no te lo zamparas antes de tiempo aclar-, lo guardaba para celebrar algo as. Al da siguiente, mientras preparbamos el bote para bajar a tierra, una piragua tripulada por un lugareo se acerc a nuestro barco. Ia Orana (Buenos das) y ya en francs nos pregunt de dnde venamos, de qu pas ramos, nos dio la bienvenida, Maeva, regalando a Espe unas flores y dejando en cubierta unos cuantos mangos y pltanos maduros. Era la hospitalidad de la Polinesia. Ya en la playa nos encontramos con un grupo de jvenes marquesanos que amablemente nos mostraron un grifo de agua dulce donde podamos rellenar nuestros bidones de agua y lavar la ropa, nos invitaron tambin a visitar sus casas, pero declinamos el ofrecimiento, queramos andar ms de diez pasos seguidos, cosa que no hacamos desde haca mucho tiempo. Dejamos atrs la zona urbana y por un pequeo camino fuimos adentrndonos en el verdor de la selva tropical. Haba muchos rboles frutales silvestres; naranjos, papayos, mangos... devorando sus frutos a gran velocidad. Ms all escuchamos el murmullo de un riachuelo, que localizamos detrs de las races de una especie de higuera enorme, un poco ms arriba se formaba una piscina natural, donde iban a parar pequeos torrentes de agua; nos metimos dentro y no salimos en toda la maana. Era nuestro nuevo Spa. Por la tarde regresamos al pequeo pueblo con intencin de comprar algo de comida. No tenemos francos polinesios, Crees que nos admitirn los dlares? Preguntaba Espe.
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Pero ni admitan dlares ni haba tienda donde comprar nada. Un marquesano nos inform: Nuku-Hiva es una isla poco comunicada por no tener aeropuerto, cada semana viene un barco y nos trae lo necesario; aqu el dinero no sirve de mucho. Yo os puedo ofrecer lo que tengo, pero... no llevis nada para cambiar? El trueque era la moneda oficial en las pequeas islas de la Polinesia, por suerte haba bajado en mi mochila una botella de ron de nuestra cosecha particular, por si acaso... y result ser mejor que un buen fajo de billetes. Esa noche cenamos huevos fritos, pescado al horno y taro cocido, similar al boniato; todo un festn. El tercer da en Fatu-Hiva emprendimos una larga excursin siguiendo antiguos senderos entre jungla y acantilados, alternando baos en riachuelos y recoleccin de frutas silvestres. Al regreso negociamos nuestra mercanca de trueque, esta vez ms variada, llenando nuestro bote de fruta y verdura tropical, un par de latas de carne en conserva, ms huevos, pescado tipo lubina y adems Espe consigui una talla de madera tpica marquesana llamada Tiki, que simboliza a un feo dios polinesio de figura humana y gran cabezn. Cuatro das despus de nuestra llegada arrib el TARTARUGA. Fuimos a su encuentro en el bote, con collares de flores, mucha fruta y un paquete de tabaco, que Gabriel rpidamente despach. Nos pusimos al corriente de todo lo sucedido durante la travesa, bajamos a tierra y acabamos en le piscina natural rodeados de fruta flotando. Esto es el Paraso! Gritaba Gabriel. Dedicamos las siguientes jornadas a lavar ropa en el grifo colectivo, llenando el interior del bote inflable a cubos, echando jabn, la ropa y dejando todo macerar varias horas. Mientras tanto Espe iba haciendo su coleccin propia de artesana marquesana a base de trueque, ofreciendo cualquier cosa que pudiera interesar: sus colonias, pintalabios, jabones, ropa, etctera. Los barcos ya estaban dispuestos para seguir la marcha, todos nosotros descansados de la larga travesa y despus de una semana en aquel bello paraso recorrimos las pocas millas que nos separaba de la siguiente isla, Tahu-Ata. Por recomendacin de Ricard nos dirigimos a la baha Hana-Tefau, o de los delfines, el fondeadero result ser magnfico y los barcos se mantenan quietos como si estuvieran varados. Fuimos a bucear en el cercano arrecife y de paso a obtener la comida para ese da; a esas alturas, Tania ya coma pescado. Al atardecer, con el mar en perfecta calma, empezaron a verse lomos de delfines recorriendo toda la baha, de ah su nombre.

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Venga Espe, ah tienes a tus amigos; Al agua! le deca. Pero stos no se acercaban tanto como los de la travesa a Galpagos; adems, durante el buceo ya nos haba puesto nerviosos algn que otro tiburn de buen tamao, a pesar del comentario que nos haba hecho Ricard: No preocuparos; en las Marquesas los tiburones son Buena Gente. Por esta vez el bao lo dejamos pasar. A la maana siguiente los cuatro bajamos a tierra por el pequeo embarcadero del poblado. Un fuerte olor dulzn invada toda la zona, que se incrementaba conforme nos acercbamos a las casas; comprobamos que vena de un gran cobertizo y una vez all vimos que se trataba de un gran secadero de copra. La copra es el medio de subsistencia en la mayora del trpico. Se obtiene de la pulpa del coco maduro, que se deja secar para luego extraer el aceite de coco o aceite de Monoi, muy apreciado en cosmtica. Tahu-Ata es una de las islas con mayor produccin de las Marquesas y all tenamos el ejemplo; en aquel cobertizo habra ms de una tonelada de pulpa en proceso de secado. Encontramos a un viejo marquesano sentado en la puerta de su casa sacando brillo con un pao a un Tiki recin acabado. Espe rpidamente comenz la negociacin con una botella de ron en sus manos y a los pocos minutos el caballero sostena el ron y Espe el Tiki. Tania, con su especial visin de la vida, enojada por lo que ella consideraba un fraude, quiso razonar con el viejo argumentando que l haba invertido mucho tiempo en crear aquella hermosa talla para cambiarla por una simple botella de alcohol barato. El hombre repuso: El Tiki ya lo he terminado y ya no saba qu hacer con l; lo que ahora quiero tener es esta botella de licor. Maana empezar un nuevo Tiki. Empezbamos a descubrir la Polinesia. Nuestra siguiente escala fue la isla de Hiva-Oa, la capital de las Marquesas del Sur y una de las pocas islas con aeropuerto del archipilago. El puerto de Atuona, la ciudad principal, est muy protegido y varios veleros de paso se hallaban tras su espign. Encontramos un hueco y all fondeamos. Ya en tierra encontramos algunos amigos que habamos hecho en las Galpagos, nos informaron de algo muy importante: era sbado y los bancos estaban cerrados hasta el lunes; seguamos sin tener moneda local. Tania pudo conseguir cambiar algunos dlares, al menos tenamos para unas cervezas... Pero a qu precios! La Polinesia es un lugar caro, prcticamente todo viene de Francia y los artculos de lujo se pagan a un precio ms elevado que en Pars, por eso aquella misma tarde Esperanza hizo buenos negocios con sus cachivaches de maquillaje y un par de botellas de ron, lo mismo que Gabriel y yo con unas cajetillas de Marlboro y parte de la municin del veintids. Ya tenamos comida suficiente para varios das.
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Tania protestaba: -No podis contaminar a esta gente con alcohol, tabaco y balas! Hay que pagar un precio justo por sus productos y si queris hacer trueque, por favor, ofreced algo... digno. Pero Tania se equivocaba. Como buena Yanqui le pesaba el mal trato que recibieron los indios de su pas, pero ste no era el caso. Los polinesios, sobre todo de la parte francesa, no son como los Masais africanos o los Aborgenes australianos; Agua de Fuego cabeza tonta. Todos estos polinesios son franceses, con una educacin y unos conocimientos totalmente europeizados, de eso ya se encarga y bien el gobierno francs. De hecho la primera pelcula en DVD que vi en mi vida fue en un pueblecillo aqu en las islas Marquesas! Pero en esta parte del mundo hay artculos que al no ser imprescindibles llegan de Francia con cuentagotas y por lo tanto se venden a precios desorbitados. Justo los productos que nosotros traamos! Resuelto el problema alimentario aceptamos la invitacin del propietario de uno de los puestos de venta y embarcamos en su camioneta camino de su casa. Viva en un bungalow a las afueras de Atuona, junto con su mujer, sus dos hijos y tambin dos hermanos. La casa era grande, rodeada de jardines donde tranquilamente pastaban tres enormes cerdos. Nuestro anfitrin sac unas botellas de Hinano, la cerveza de la Polinesia y comenz a contar divertidas ancdotas de su bello pas. Al grupo se unieron los dos hermanos de nuestro amigo nada ms abrir una botella de ron que nos quedaba, nico presente que podamos ofrecer. Al rato la seora de la casa sac una bandeja con picatostes tpicos de la isla, realmente deliciosos. Despus de estar ms de una hora en casa de esta amable gente y ya con ms confianza, les preguntaban si saban bailar la Danza del Cerdo, propia de las Marquesas. La danza del cerdo? Claro! respondi-. Es el baile tradicional de nuestro pueblo. Y los tres mozos, ya algo chispas, se levantaron y empezaron con el espectculo. Era impresionante ver a aquellos tres tipos, con ms de cien kilos de peso y casi uno noventa de altura, con las piernas un tanto flexionadas y el tronco encorvado, con todos sus poderosos msculos en tensin, dando pequeos pasos, produciendo a la vez unos aullidos y gruidos ininteligibles. Las venas del cuello parecan a punto de estallar y sus ojos, inyectados en sangre indicaban que aquellos individuos estaban a punto del paroxismo. La tensin iba en aumento, con algn brote de pnico entre los asistentes, y no me refiero slo a nosotros, sino tambin a los pobres animalitos del jardn, que estaban al borde de la histeria porque tal vez algo intuan. Esta danza era un

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ritual polinesio ancestral que se realizaba antes de la matanza del cerdo y tal vez, en pocas anteriores, antes de la matanza de... en fin, ms vala no pensarlo. El baile pareca no tener fin y los pobres cerditos estaban cada vez ms paralizados de terror; Como esto siga un poco ms me dije-, esta noche vamos a cenar chuletas. Al da siguiente Esperanza y yo bajamos a tierra temprano. Era domingo y Espe, como buena catlica, quera visitar la Iglesia. El edificio era suntuoso, de estilo colonial, y la misa se celebr bajo la antigua tradicin; el sacerdote de espaldas a los fieles y luego, subido a lo alto de un plpito, sermone a voz en cuello y durante ms de media hora a los asistentes de la abarrotada iglesia, en francs y polinesio!, para que todos entiendan! Mas tarde fuimos al Marae, otro lugar de culto pero de distinta religin, donde antiguamente se veneraban a los dioses de la Polinesia realizando all sus particulares ritos paganos. Pero lo que yo buscaba estaba un poco ms alejado, en un pequeo cementerio improvisado. All se encontraba la tumba de Paul Gauguin, el famoso y polmico pintor impresionista francs de finales del siglo XIX y principios del XX. Fue un ntegro agente de bolsa que influenciado por los relatos sobre la Polinesia de otro francs, el escritor Pierre Loti, dej su trabajo, abandon a su familia (mujer y cinco hijos) para viajar sin rumbo fijo visitando varios pases hasta llegar a esta parte del mundo, donde finalmente se estableci. Vivi primeramente en Tahit, pero harto de tanta influencia francesa que criticaba su singular modo de vida vino a esta isla, donde a los dos aos, alcohlico y enfermo de sfilis, muri. Pero estos hechos quedan eclipsados por su faceta como pintor, creativo y prolfico; sus obras son admiradas en todo el mundo. Cerca de l tambin yace otro artista controvertido ms contemporneo: el cantante belga Jacques Brel, que durante los aos cincuenta y sesenta del pasado siglo revolucion a toda la juventud francesa. Brel, tambin navegante, recorri durante una parte de su vida estas maravillosas aguas a bordo de su velero ASKOY, cosa que enorgullece a los que a bordo de nuestros barcos conseguimos llegar a las Islas del Paraso. Dimos una vuelta por el mercado dominical con la intencin de adquirir una litografa reducida de uno de los cuadros de Gauguin, algo que me haca ilusin. Descubr la pintura que quera en uno de aquellos puestos y el supuesto marchante, al verme interesado, me insinu su precio... una barbaridad. Le dije que no llevbamos dinero pero que podamos llegar a un acuerdo intercambiando mercancas. -Qu puedes ofrecer? pregunt. -Alcohol, tabaco o balas respond en voz baja.

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Aquello, aunque no sonaba muy bien, hizo saltar chiribitas en los ojos del comerciante. -Qu tipo de municin tienes? quiso saber el vendedor. -Cartuchos del doce y balas del veintids. Minutos despus tena mi litografa debajo del brazo. Antes de marcharnos aquel tipo hizo una segunda oferta: -Tienes una carabina del calibre veintids? -Mmm, es posible le respond. -Te la cambio por un Gauguin original! Evidentemente aquel marchante no tena ni por asomo un Gauguin original, pero aquella proposicin me dio una idea del valor de mi carabina en la Polinesia. Por supuesto rechac la oferta. Das despus, en otra isla, acept mil quinientos dlares por el arma, diciendo mientras la entregaba: Est hecha en Cuenca, Ecuador. En confianza; es la que tiene todo el mundo... intentando no rer. El valor de armas y municiones en la Polinesia es tan elevado porque son artculos prcticamente imposibles de conseguir. No las quieren para dispararse unos a otros, como relatan algunas guas de viaje americanas con alguna influencia Evanglica; no son salvajes, como ya he explicado antes. Estas armas las usan para cazar. En todas las islas hay infinidad de cabras, cerdos, pollos... cimarrones y su carne es muy apreciada. Ms de una vez, comiendo en un restaurante, nos hemos encontrado algn plomo incrustado en la pechuga de un pollo o dentro de una chuleta de cerdo. No haba mucho ms que hacer en Atuona; necesitbamos abastecernos de agua y la del puerto era de una tonalidad verdosa un tanto sospechoso. Nos informaron que un poco ms all, en una baha cercana llamada Hanamenu, haba un manantial de agua cristalina, de pureza totalmente garantizada y hacia all nos dirigimos. La baha era preciosa, como todas las de la Polinesia. No haba ni rastro de gente por los alrededores y nada ms bajar a tierra vimos el manantial. No nos haban mentido; el agua era fresca y pura, formando ms abajo un estanque rodeado de plantas y flores tropicales. Empezamos con el trasiego de bajar nuestros bidones, llenarlos de agua y regresar al barco para transvasar su contenido a los depsitos. La labor, siempre a ritmo polinesio, nos llev toda la maana. Comimos la fruta que nos ofrecan los rboles cercanos y nos metimos en el estanque donde pensbamos estar el resto de la tarde, pero en ese momento una racha de viento de mala direccin nos indic que ese no era buen lugar donde pasar la noche. Tristes regresamos a los barcos a plantearnos nuestra siguiente escala. Gabriel me dijo: Yo ya estoy un poco harto de hacer el jipi, necesito ir a un lugar algo ms civilizado donde pueda comer en un restaurante, comprar cosas que ya voy

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precisando e incluso si el barco est seguro, pasar un par de das en algn pequeo hotel donde pueda dormir en una cama fresca, darme una buena ducha, lavar la ropa y leer un peridico; propongo que vayamos a NukuHiva, la isla principal de las Marquesas y fondear frente a Taioae, la capital. Volv la vista hacia Esperanza, que me miraba con los ojos tristes que conoca muy bien. Nosotros todava seguiremos unos cuantos das ms por aqu, hay un par de islas ms que queremos visitar antes de ir a Nuku-Hiva La cara de Espe se volvi de nuevo resplandeciente y tras las despedidas y el compromiso de vernos en unos das, levantamos nuestras anclas tomando cada barco rumbos distintos. Esperanza y yo regresamos a la isla de Tahu-Ata, poniendo rumbo hacia una baha que habamos descubierto unos das antes, de camino hacia HivaOa. Era pequea y muy protegida, con una minscula playa al fondo y sin nadie a nuestro alrededor. Estbamos solos en aquel diminuto paraso tropical. Pero todo no poda ser perfecto; en la anterior baha habamos tenido compaa. Nada ms llegar, Espe comenz a sentir picores por todo el cuerpo, comenzaron a aparecerle granos por todos lados que rpidamente crecan de tamao. El picor era cada vez ms insoportable; se aplic cremas, aceites, pero lo nico que le aliviaba un poco era estar metida en el mar, sujeta a la escalerilla de bao. Espe haba sido victima de los No-nos, pequeas mosquitas tambin llamadas Sand-Fly que habitan en la mayora de las aguas estancadas del trpico, sobre todo aqu en la Polinesia. Son unos insectos minsculos que al carecer de agujn, literalmente muerden a sus vctimas, inoculando a su vez en la herida un lquido anticoagulante bastante txico. A m tambin me haban picado, pero tal vez porque soy medio gitano no me haba hecho reaccin. Ms tarde me dijo Gabriel que Tania haba sufrido el mismo problema y casi dos aos despus, en el Territorio del Norte, Australia, Fletcher haba tenido que beberse ms de media botella de whisky a la salud de estos bichitos para poder conciliar el sueo. Esperanza rabiaba de picor y los granos le invadan todo el cuerpo... En fin, nada que no pudiera remediar un buen chute de Urbason y un Valium 15. Al da siguiente se encontraba como nueva. Los siguientes das fueron como estar en el edn. Las maanas las dedicbamos al buceo y a la pesca submarina; pero siempre llevando el bote con nosotros, para escapar rpido si de repente apareca alguna compaa no muy deseable. Por las tardes pasebamos por la playa o explorbamos los arrecifes en busca de bellas conchas, caracolas y corales, para aumentar nuestra todava reducida coleccin.

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Cuatro das estuvimos all, totalmente solos, hasta que decidimos cambiar de isla; la prxima parada: Ua-Huka, recomendada por Ricard. Tras una jornada de navegacin llegamos a la isla de Ua-Huka, la ms pequea del distrito de las Marquesas. La baha ms protegida se llamaba Vaipaee, que quiere decir Baha invisible y era cierto, hasta no estar muy cerca de los altos acantilados no descubrimos la grieta que mostraba un estrecho fiordo abrindose paso hacia el interior de la isla. Al fondo se distingua una playa con varias casas diseminadas y a la derecha un pequeo malecn. Dejamos caer el ancla pensando: Esto es muy estrecho, como venga otro velero... pero no hubo problema; al rato lleg el buque de aprovisionamiento que literalmente tapon la salida, amarrndose a ambas paredes de la angosta ensenada. De aqu ya no podemos salir, pero tampoco nadie puede entrar dijimos. La lancha de embarque nos inform que el buque estara all al menos dos das, as que tenamos asegurados al menos dos das de estancia en la isla. Nada ms desembarcar encontramos un mango copado de frutos, poco a poco lo fuimos liberando de semejante peso, enormes mangos rosados, hasta llenar nuestro bote. Transportamos la mercanca al ARCHIBALD diciendo: Bueno, de mangos ya no nos tenemos que preocupar durante una buena temporada. Volvimos a tierra justo cuando lo haca una pequea canoa con tres personas a bordo que abrindose paso entre el buque y las rocas, llegaba desde mar abierto; eran pescadores locales. Amarrados al pequeo muelle les ayudamos a bajar a tierra sus capturas; casi veinte kilos de buen pescado y un buen montn de huevos! A pesar de tener pinta de brutos, enormes y de marcadas facciones, eran tipos abiertos y simpticos; entablamos conversacin, nos contaron cmo conseguan los huevos, de ave marina, al estilo polinesio que ms adelante relatar. Al poco rato lleg a por ellos un moderno cuatro por cuatro y antes de irse nos regalaron un pargo de aproximadamente un kilo, diciendo: -aaa cest bon! (Eeeste es bueno!) -nos dijo uno de ellos en francs con acento polinesio. -Ce nest pas poissooon empoisonn (No es pescaaado envenenado) habl otro en tono ms serio. -Qu querran decirnos con lo del pescado envenenado? preguntaba Espe-, no he entendido a qu se referan... -Yo s, ms o menos. Te lo comentar dentro de unos das, cuando llegue el momento. -Pero qu es...! insista. -Se trata de la Ciguatera. Y no dije ms.

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Al da siguiente nos fuimos de excursin llevando a nuestras espaldas un par de grandes mochilas vacas. Emprendimos camino hacia el jardn botnico de la isla, un lugar recomendado por nuestro amigo Ricard. Se encontraba a cinco kilmetros de all, pero gracias a la amabilidad polinesia, a los pocos minutos de empezar a caminar un coche nos par, llevndonos hasta la misma entrada del jardn. Seguamos sin dinero del pas y a pesar de tener que corresponder a la visita con una pequea cantidad de francos polinesios, el responsable de la entrada nos dijo: Ya pagareis otro da haciendo el ademn de paso. Comenzamos a caminar por aquel vergel lleno de orqudeas y flores de todo tipo, dirigindonos hacia los rboles frutales. Siguiendo las instrucciones de nuestro amigo cataln abrimos nuestras vacas mochilas y empezamos a llenarlas discretamente de jugosas frutas que bamos encontrando: naranjas, pias, pequeos limones, papayas, pomelos, carambolas, guayabas, etctera. Los pltanos djalos! -recomendaba Espe-. He visto plataneras cerca de donde tenemos el barco. No tan maduras segua diciendo-, que se nos van a estropear! Prueba esto, parece una ciruela... Cuando tuvimos las mochilas a rebosar las escondimos tras unas matas y seguimos disfrutando de aquel bello lugar...a la vez que seguamos degustando lo que aquel jardn tropical nos ofreca. Era media tarde cuando decidimos regresar, al ver aparecer un grupo de turistas de piel blanquecina-amarillenta dirigindose hacia nosotros. En la puerta, con nuestras abultadas mochilas a la espalda, nos despedimos de los vigilantes y emprendimos el camino contrario. -No puedo ms protestaba Espe a los cinco minutos-. A ver si viene ya un coche... Y el coche apareci, era uno de los vigilantes del jardn. Pusimos nuestras mochilas en el maletero y continuamos viaje en un confortable Citroen. Al llegar, intentando sacar las pesadas mochilas del maletero, una de ellas se abri, dejando caer parte de su contenido al suelo. -Vaya!, no podis dejar perder esta fruta tan buena... deca sonriendo nuestro conductor, mientras nos ayudaba a recuperarlas. Nosotros, colorados y sin querer mirarle, murmurbamos: -Gracias, gracias... Tenamos el ARCHIBALD lleno de fruta, Espe se encarg de la seleccin: Este montn ms verde en las cestas; este ms maduro en la red interior, las consumiremos primero; pondremos este otro montn ms grande en la nevera, para que dure ms; ese en la red de fuera... Al despertar del cuarto da vimos que el barco que nos impeda la salida ya no estaba. Haca un sol esplndido y una buena brisa para navegar. Una hora despus recorramos el estrecho fiordo para salir a mar abierto y poner
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rumbo a Nuku-Hiva. Despus de... Cuntos meses? tambin nos apeteca un poco de civilizacin. Nuku-Hiva es la isla principal de las Marquesas y Taiohae la capital. Dicha cuidad se encuentra situada al fondo de una gran baha muy protegida, un verdadero puerto natural. Fondeamos cerca del TARTARUGA, entre ms de cincuenta veleros de todas las banderas posibles. Rpidamente Gabriel y Tania vinieron a visitarnos: Aqu hay de todo lo que necesites; gas butano, Internet, supermercados, bancos, gasolineras... todo para volver a abastecerse de nuevo. A los dos se les vea con ms energa, por fin repuestos de su largo viaje. Me fij en un tatuaje que llevaba Gabriel en el antebrazo y le pregunt al respecto. Marquesas es el paraso del tatuaje me responda-, todo el que llega se tiene que hacer uno con un motivo polinesio, es la tradicin. Mira, yo me he hecho una tortuga en el antebrazo y un Tiki en la pierna y Tania se ha hecho uno en la espalda y otro en el tobillo, son originales... Realmente eran bonitos, pero originales... igual a los que hacen en todo el mundo. Quiz fuera una tradicin hacerse un tatuaje cuando llegas a Marquesas, pero Esperanza y yo tuvimos una idea mucho ms extravagante: seramos de los pocos que visitaramos Marquesas sin llevarnos tan original recuerdo. Gabriel, ya gran conocedor de Nuku-Hiva, nos aconsej hacer el visado de entrada: Slo es vlido para Marquesas aclar-, en Tahit se hace la entrada oficial, pero es un trmite muy sencillo, son muy amables y pronunciando la palabra mgica, dijo-: Es gratis! Tena razn; fue rpido y simple, siempre tranquiliza saberse dentro de la legalidad, pero slo por el hecho de que al concluir las formalidades, aquel polica uniformado se pusiera de pie, nos tendiera le mano y nos dijera Sean bienvenidos a la Polinesia, vali la pena. Los primeros das se los llev la rutina de siempre: bancos, compras, correos, etctera; siempre de la mano de Gabriel. La ciudad, ms bien tirando a pueblo, era pequea e impersonal; careca de muchos servicios, pero tena lo necesario. Hicimos varias excursiones en autobs, comimos un par de veces en restaurantes tpicos, volvimos a tomar buenas cervezas... pero de nuevo A qu precios! Gabriel estaba encantado, habamos hecho buenos negocios como estraperlistas de nuestros productos tanto panameos como ecuatorianos y vea a mi amigo disfrutar de la vida. Desayunbamos todos los das en una cafetera cercana, buen caf expreso, cruasanes recin hechos, zumo de frutas... almorzbamos en restaurantes, visitamos museos, pasbamos las

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tardes en el Marae, lugar sagrado rodeado de frescos jardines y situado en lo alto de una colina cercana, a la vez que Espe y Tania se volvan locas comprando pareos en los mercadillos locales. Una tarde, caminando sin prisas por la calle principal, conocimos a una catalana que desde haca aos resida en Marquesas; se haba casado con un marquesano y viva felizmente vendiendo artesana. Llevaba colgando del cuello una enorme perla negra. -De dnde la has sacado? quiso saber Esperanza. -De las Tuamotu nos respondi-; hay muchas all. Esperanza me mir de reojo; era buen momento para continuar camino. Ambos barcos dejamos la ciudad de Taiohae para dirigirnos a una ensenada situada al Oeste de la isla llamada Hakatea, ms conocida como La baha de Daniel. Era un lugar precioso, rodeado de vegetacin, con una playa dividida en dos por un pequeo arroyo. En una de las partes haba una casona grande y antigua, donde al parecer viva Daniel, un polinesio dedicado a la creacin artstica y a la contemplacin, algo nada fuera de lo comn dentro de este entorno singular. Al llegar a la playa en nuestro bote vino a recibirnos un viejo enjuto, calvo y con algo de barba, vestido con ropas viejas, pero su sonrisa eclipsaba todo a su alrededor. Se acerc a nosotros y nos dijo: Ia Orana, amigos; bienvenidos a mi playa. Soy Daniel. Aquel hombre era un ser carismtico, con un magnetismo especial que me record a Inge Wittmer. Nos invit a su casa donde nos ofreci unas infusiones. Daniel era viudo, pero comparta su vida y su casa con sus hijos, nietos y otros familiares. Haba preciosos cuadros y tallas de madera por todos lados; Esperanza le pregunt: -Vendes la artesana? -Esta no respondi-, ya no es ma, la he regalado; pero puedo hacer algo para vosotros... -No te preocupes, vamos a estar poco tiempo (Daniel tambin era famoso por sus altos precios), slo queremos un poco de agua para nuestros barcos, dicen que aqu est la mejor de la isla. -Cierto, el manantial est aqu, en casa; pero tenis que hacer el camino hasta la cascada de agua, es lo ms bonito de Nuku-Hiva y no est lejos. No preocuparos, mis nietos os llenarn vuestros bidones mientras estis fuera. Tomad, un poco de fruta y Uru (rbol del pan) ya cocinado para que os de fuerzas durante vuestro paseo. Y empezamos a caminar siguiendo el curso del riachuelo, adentrndonos en el bosque. Por suerte la ruta estaba marcada muy intuitivamente por mojones y antiguos Tikis de piedra, pasamos por bvedas naturales de espesura formada por rboles centenarios cubiertos de verdes enredaderas y un sinnmero de
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plantas desconocidas para nosotros, cubriendo totalmente el cielo y oscureciendo repentinamente todo el entorno. Descubrimos olvidados Maraes y antiguos Tikis medio ocultos por la hiedra, viejas construcciones invadidas por la selva... hasta que empezamos a escuchar el murmullo del agua al caer. Conforme nos acercbamos el ruido se haca ms ensordecedor hasta que detrs de la frondosa vegetacin tropical apareci la cascada; un impresionante salto de agua con ms de trescientos metros de altura y enormes piscinas naturales de agua fresca. Durante un buen rato estuvimos disfrutando del bao y ya ms relajados emprendimos el regreso, impregnndonos de los olores, la luz velada, la humedad y la magia de aquel camino repleto de antiguos enigmas. A nuestro regreso ya tenamos embarcados en el bote los bidones llenos de agua, junto con dos cestos de mimbre repletos de fruta. Daniel sali a recibirnos: Qu os ha parecido el paseo?, bonito verdad? Era algo que debais hacer. Mirad; slo me ha dado tiempo de hacer estos dos colgantes con madera de Miki-miki, sern para las chicas... Daniel no quiso cobrar nada por sus regalos y tampoco quiso aceptar los nuestros, se excus diciendo que no le hacan falta. Pero A qu se refiri cuando nos repiti con empeo que debamos hacer el camino a la cascada?, nunca lo sabramos. Meses despus, estando en Tahit, otro navegante nos inform que Daniel haba fallecido, lleno de paz, en la casa de su baha. A la maana siguiente Gabriel quiso regresar a Taiohae y nosotros pusimos rumbo hacia nuestra ltima isla de Marquesas: Ua-Pou La navegacin entre islas era siempre sencilla, el Alisio constante nos transportaba con suavidad de un lugar a otro prcticamente sin percibirlo, cambiando de paraso cada cual ms fascinante que el anterior. Ua-Pou era de una belleza sin igual, con montaas altsimas y escarpadas sujetadas por extensas nubes blancas, enfatizando la gama de verdes que envolva toda la isla. Fondeamos en la caleta elegida, de nombre Hakahau, muy cerca de un pequeo embarcadero. Ya con el ARCHIBALD asegurado bajamos a tierra a la vez que llegaba un potente todoterreno al pequeo malecn. Del coche sali un hombre grande, ya entrado en aos, bien vestido y acercndose nos dijo: Me llamo Etienne y soy embajador, alcalde y maestro de Ua-Pou. Habis llegado justo para la comida. Subid al coche y vamos a casa. Etienne fue nuestro perfecto anfitrin. Viva junto con su mujer en un precioso bungalow, rodeado de palmeras y flores, con unas vistas magnficas a toda la costa norte y oeste de la isla. La esposa ya estaba cocinando dos grandes Uru o rbol del pan, bananas y varios pescados. Durante la comida y parte de la tarde, Etienne no dej de hablar, narrando historias de la

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Polinesia, describiendo ancdotas de la isla, su relacin con otros navegantes... Era como una enciclopedia andante. Esperanza se qued maravillada con la vajilla, fabricada con madera de cocotero, incluidos los cubiertos. La seora de la casa nos mostr su coleccin de Tapas: pinturas polinesias realizadas sobre tejidos vegetales, normalmente de cocotero, confeccionando tambin con estos materiales vestidos tpicos para los bailes tradicionales de las islas. Por la tarde Etienne nos llev hasta la pequea ciudad para mostrarnos su novedoso museo y luego nos llev a conocer el resto de la isla, comprometindonos al da siguiente para cocinar en su casa una tortilla espaola. Esa tarde Etienne tuvo gestiones personales que realizar y por lo tanto nos dio libre, quedando en vernos temprano a la maana siguiente para continuar con sus enseanzas. Este era un caso claro de adopcin polinesia, algo que se ira repitiendo a lo largo de todo el Pacfico. Espe quiso volver con urgencia al ARCHIBALD, donde llen su mochila con artculos de cambio. De nuevo en tierra le pregunt cuales eran sus planes y me contest: Voy a empezar mi coleccin de Tapas. El da de nuestra marcha Etienne y su esposa se pusieron tristes. Bajamos hasta el muelle en su coche casi en silencio, nos ayudaron a embarcar en el bote una cantidad enorme de fruta variada que nos haban regalado y tras las despedidas, casi con lgrimas en los ojos, o sin el casi, remamos hasta el ARCHIBALD, preparamos el barco, subimos el ancla y poco a poco nos fuimos separando de la costa. Hasta el ltimo momento vimos a Etienne y su mujer agitar su brazo dicindonos adis. Casi dos meses habamos estado en las Marquesas y pareca como si siempre hubiramos estado aqu. Habamos conocido una nueva cultura, una nueva civilizacin, todo rodeado de un entorno semejante al Paraso. Nosotros tambin estbamos melanclicos y comprendamos perfectamente a los viajeros de todos los tiempos que llegaron aqu y nunca pudieron marchar. Al menos nuestro viaje continuaba, estbamos seguros que por nuestra proa apareceran lugares muy bellos, pero tambin sabamos que no podran ser comparables a esta minscula parte del mundo... o quizs si. Tal vez esa pequea duda fuera el motivo al que nos aferrbamos para seguir separndonos de aquellas islas. Fue un triste atardecer, viendo en el horizonte el perfil difuminado de la ltima Marquesa. Por algn extrao motivo no dejaba de sonar en mi cabeza la cancin de Jacques Brel Ne me quitte pas. No me dejes...

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LAS TUAMOTU Cuatrocientas cincuenta millas nos separaban de nuestro nuevo destino: los atolones de las Tuamotu. Este distrito de la Polinesia francesa est formado por aproximadamente ochenta islas coralinas, distribuidas en un permetro superior al doble de la Pennsula Ibrica, la mayor parte de ellas deshabitadas. Un atoln es un anillo de arrecife coralino creado a partir de un antiguo volcn y que alberga un pequeo mar interior, tambin llamado laguna. Este anillo de coral pocas veces sobrepasa el nivel del mar y en ocasiones se ve alternado por pequeas islas llamadas motu, compuestas bsicamente por arena blanca y restos de coral. Su vegetacin es escasa, reducindose a palmeras de cocotero, manglar, pndanos y alguna acacia. En muchos casos los anillos coralinos estn totalmente cerrados, dejando pequeas aberturas en el arrecife de muy escasa profundidad, por donde la laguna renueva su agua gracias a las mareas y corrientes marinas. Hay atolones cuya barrera est interrumpida por cortes ms anchos y profundos, dejando la posibilidad de paso a medianas embarcaciones hacia el interior de su laguna, la mayora de estos estn habitados por pequeas comunidades de polinesios, cuya ocupacin es la contemplacin, cra de ostras perlferas y ocasionalmente la recoleccin de cocos, por ese orden. Tambin existe otra clasificacin de atolones que el navegante debe considerar por razones obvias; los que tienen aeropuerto, que implica hoteles, resorts, control policial, precios desorbitados, playas saturadas de turistas, etctera; y atolones donde se realizan pruebas nucleares. Ambos tipos los trataramos de evitar. Pero Tuamotu es mucho ms; estos atolones forman un pequeo cosmos particular muy diferente al resto de sus hermanas del Pacfico, como pudimos comprobar durante nuestro breve paso por aquella olvidada parte del mundo. Era evidente que no podamos visitar todos los atolones que hubiramos deseado, por lo que optamos por seguir una de las antiguas rutas que efectuaban las goletas de la copra en viaje desde las Marquesas hasta Tahit. Nuestro primer atoln sera el de Raroia. Navegbamos hacia el Sur con buen viento que nos entraba por la aleta de babor, haciendo una velocidad de ocho nudos. Los das seguan siendo magnficos, totalmente despejados y con una luminosidad fuera de lo comn, algo caracterstico de esta parte del mundo. La actividad principal en el barco volvi a ser la pesca, muy abundante en estas aguas. Al da siguiente de dejar las Marquesas sentimos el primer picotazo. -Rpido Espe, frena el carrete! -Uff!, tira mucho...

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-Deja, deja... Qu floja ests, si no tira nada. -Pues se habr escapado..., era muy grande. -No. Sigue enganchado, es pequeo. Ah viene; pero... Qu es esto? -Slo est la cabeza! Ah, ya s!, como esto es el Paraso, aqu los peces slo tienen cabeza, como los ngeles de Murillo -dedujo Espe. -No digas tonteras! Este bicho tena cuerpo hace unos pocos segundos. Los tiburones nos han robado un atn de tres kilos! As era; haba mucha pesca, pero ms de la mitad no llegaba al ARCHIBALD de una pieza, era necesario recoger hilo a toda velocidad para llevar el pescado a la superficie y traerlo hacindolo saltar de ola en ola, siempre perseguido por enormes aletas grises. Esto slo lo podamos hacer con peces menores de un kilo, aun as conseguimos buenas piezas de atn y dorado, aqu llamado Mahi-mahi. Durante nuestra tercera jornada de navegacin Gabriel, que haba dejado las Marquesas haca cinco das, nos llam por radio: -Estoy en el paso del atoln de Rangiroa y aqu no hay quien entre, la corriente es demasiado fuerte y no me deja cruzar el arrecife. -Pero Cacagete, los libros dicen que es el atoln ms grande, entran hasta los barcos de pasaje le responda. -Mira, no sabes lo que es esto, lo hemos intentado tres veces y casi acabamos en el coral; hemos llegado muy lejos para perder el barco haciendo el tonto; si Tania quiere ir que se tire al agua y vaya nadando. Yo me voy directamente a Tahit! Espe y yo nos quedamos confusos Tan complicado era franquear el paso y entrar en la laguna del atoln? Al da siguiente divisamos por proa una lnea de costa muy baja abarrotada de cocoteros, llegaba nuestro turno. Arriamos velas y a motor, con ms maniobrabilidad, nos dirigimos hacia el paso indicado. Cuando estuvimos cerca unas olas rompientes empezaron a zarandear el ARCHIBALD para todos lados, la corriente no slo nos impeda el avance, sino que nos desplazaba hacia donde le apeteca y de no llevar la orza abatida con seguridad hubiramos tocado el coral del fondo. Las olas, muy altas, venan de todos lados, rompiendo en cubierta y empujndonos de nuevo hacia mar abierto. Era de locos volverlo a intentar; Gabriel tena razn. Esperanza, sin hablar, me mir con sus ojos humedecidos. -Bueno le dije-, lo hemos intentado y ya has visto lo que hay. -Entonces... Nos vamos a Tahit? pregunt con voz triste. -En estas condiciones no podemos entrar, el motor no tiene potencia suficiente para luchar contra la corriente y las olas y como habrs visto, lo que hay en el paso es una corriente de marea; en estos momentos la laguna interior se est vaciando. -Y cuando parar de vaciar? pregunt.
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-No lo s, hay muy poca informacin sobre esto y por aqu las mareas son muy caprichosas, pero una cosa es cierta, cumplen el horario estrictamente. -Qu quieres decir? -Que si ahora est saliendo, dentro de seis horas, obligatoriamente estar entrando, es decir, igual pero al revs. Y vamos a esperar aqu seis horas? -No exactamente le respond, podemos navegar despacio a vela a un rumbo cmodo durante tres horas y luego dar la vuelta para estar aqu dentro de seis a ver qu pasa; como no tenemos prisa... A Esperanza se le ilumin la cara, desenrollamos la vela de proa y con una enorme sonrisa se puso a preparar un buen almuerzo. Seis horas despus estbamos de nuevo en la entrada del paso, como suponamos todo estaba igual pero en sentido contrario, aquello era una especie de gran embudo que poco a poco nos iba engullendo, de repente unas enormes olas empezaron a formarse a nuestra popa llenando de agua toda la baera y cubierta del ARCHIBALD, el timn y el motor poco participaban y literalmente, como un tapn de corcho, fuimos lanzados hacia el interior de la laguna. Segundos despus nos encontrbamos flotando en un remanso de aguas totalmente calmadas; habamos entrado a nuestro primer atoln. Raroia es un anillo coralino en forma de elipse, de cuarenta kilmetros de largo por diez de ancho, con varios motus o islas arenosas, albergando una de ellas, la ms cercana al paso, un pequeo pueblo. Avanzamos con prudencia, sorteando los numerosos arrecifes coralinos que nos rodeaban y dejamos caer el ancla frente al pequeo grupo de casas. Raroia es un atoln famoso, pues fue aqu donde arrib Thor Heyerdahl, el impulsivo antroplogo noruego, que en 1947, con su balsa KON-TIKI, quiso demostrar que la migracin humana hacia las islas del Pacfico se haba producido casi mil aos atrs desde Suramrica. Para ello naveg de forma muy rudimentaria desde Per hasta la Polinesia, poniendo as en entredicho la teora colonizadora de toda esta zona por pueblos asiticos. Nada ms bajar a tierra vino a recibirnos un buen mozo, regordete, de unos veinte aos. Tras las palabras de recibimiento nos dijo que su nombre en francs era Gastn y era el sacristn de la comunidad. Dicho esto puso en la mano de Esperanza una hermosa perla negra en seal de amistad. Espe se qued mirndola fascinada. -Os gustan las perlas? Si queris podemos hacer algn cambio insinu nuestro nuevo amigo. A Espe empezaron a brillarle los ojos. Yo no saba qu ofrecer al sacristn de una comunidad de no ms de cincuenta personas, no llevaba nada religioso a bordo, tampoco cre que estuviera interesado en perfumes y pintalabios, tal vez algo de ropa, alguna

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herramienta, recordaba haber visto por algn sitio una botellita de vino dulce, para la misa... pero Espe fue la primera en ofrecer: -Te gusta el ron? Llevo varias botellas. Gastn nos llev a su casa, all tena un cubo con un montn de perlas negras. La proposicin fue la siguiente: un puado por botella, con la posibilidad de cambiar las ms feas por otras mejores; tres botellas, tres puados. Terminando la transaccin lleg a la casa un hombre maduro, de edad indeterminada, que Gastn nos lo present como su padre. Hablaron entre ellos en polinesio y luego aquel tipo nos mir y ya en francs nos dijo: -Soy Pap Tohau, A ver qu os ha dado mi hijo? Espe le mostr tmidamente el provecho de su negocio. -Bah! No tenis mucha idea, habis elegido demasiados keishis. Y mirando en el cubo eligi cinco perlas -Estas son mucho mejores; os las regalo. Gastn, guarda las botellas y dile a tu madre y que cocine unos pescados y pasteles para nuestros invitados. De nuevo habamos sido adoptados. Nos sentamos en una gran mesa de madera de cocotero junto con Pap Tohau y Gastn. Tras unas palabras polinesias la seora de la casa, siempre sonriendo, nos sac unas cervezas y un poco de pescado seco, delicioso. La vara de mando ya la portaba Pap Toahu, nuestro anfitrin. Conseguimos que me dejara acercarme hasta el ARCHIBALD y traer algo para compartir en la mesa y de all no pudimos levantarnos hasta bien entrada la noche. Pap Toahu y Gastn nos contaron que las familias de Raroia vivan de las perlas; la nuez de coco ya casi nadie la cosecha: -Las perlas dan mucho ms beneficio y menos trabajo; cada familia tiene su granja de ostras, nos dedicamos a cuidarlas, limpiarlas y extraer la perla cuando es el momento contaba. -Pero cmo se sabe que una ostra tiene perla y si sta se puede extraer? le preguntamos. -Veo que no sabis nada sobre perlas manifest Pap Toahu-, os explicar cul es el proceso: Ya nadie recolecta perlas como hacan mis antepasados, buscando ostras una a una, abrindolas y con mucha suerte encontrar dentro alguna perla deforme y de tamaos diferentes. Hace bastantes aos vinieron unos japoneses a cultivarlas, porque en las Tuamotu se dan las condiciones ideales para que las perlas obtengan esos tonos oscuros.A al principio nosotros hacamos casi todo el trabajo y a cambio nos daban una miseria por su explotacin, pero con el tiempo aprendimos el proceso y nos quedamos con el monopolio. Durante una poca del ao las ostras desovan, llenando toda la laguna de minsculas ostras, el alimento preferido de la mayora de los peces coralinos; nosotros aprovechamos para reunir las que nos parecen mejores y ya en un lugar protegido las cuidamos y dejamos que crezcan.
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Peridicamente las limpiamos de incrustaciones y cuando ya tienen un buen tamao, con aparatos especiales abrimos la ostra sin causarle dao y delicadamente depositamos en su interior el nucleus, una pequea bolita de madreperla perfectamente redondeada, exactamente en el lugar preciso donde sabemos que poco a poco la ostra va a crear una bella perla negra. Con el nucleus ya en su interior la ostra empieza a trabajar, hacindolo girar y cubrindolo de una capa de ncar. A la ostra le practicamos un pequeo agujero en la parte de la bisagra, le pasamos un cordel y la colgamos en boyas junto con las dems ostras, a este vivero le llamamos la granja. Peridicamente limpiamos la superficie de las conchas para que nada se introduzca en su interior y aproximadamente a los dos aos las volvemos a abrir para sacar la perla ya formada y a la vez introducirle un nuevo nucleus. Una ostra puede llegar a producir tres perlas consecutivas. -Y luego qu hacis con la ostra? quise saber. -Pues nos la comemos, Qu otra cosa se puede hacer? -Entonces no hay perlas redondas naturales? quiso saber Esperanza. -No. Las perlas redondas siempre son cultivadas, partiendo de un nucleus perfecto y no siempre salen redondas, muchas veces tienen forma de peonza, de lgrima o con alguna imperfeccin; eso son los keishis o como llaman en Tahiti, barrocas. -Y cuanto tiempo debe estar el nucleus dentro de la ostra para que sta haga una buena perla? seguimos preguntando. -entre dieciocho meses y dos aos. Si se extrae con menos tiempo la perla tiene una capa de ncar demasiado delgada y poco a poco pierde su brillo, es cuando se dice que la perla muere. -Y hay distintas calidades dentro de las perlas negras? Por supuesto, independientemente de su tamao est el brillo y los reflejos; una perla gris plido, sin brillo, es una perla muerta, las normales son de color gris oscuro con su brillo caracterstico, las de buena calidad tienen brillos grises pero con destellos verdosos y las ms cotizadas, muy raras, los brillos son rojizos, como berenjena. Pero basta de perlas! Ahora vamos a comer y despus habr sesin de msica. Si tenis tanto inters maana os mostrar nuestra granja de ostras. Despus de la comida lleg el postre, un gran bizcocho empapado en ron. A media tarde empezaron a venir las visitas, salieron ms cervezas; Pap Toahu dio unas instrucciones a su hijo Gastn y ste apareci cargando con un piano electrnico Yamaha, lo puso encima de la mesa y Pap Toahu comenz a tocar canciones que todos a su vez cantaban. Con voz baja Gastn nos coment: Mi padre es el organista de la iglesia. Al da siguiente Pap Toahu y Gastn vinieron con su lancha a recogernos al ARCHIBALD; ya lo tenamos todo preparado: nuestros equipos de buceo,

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la cmara submarina, incluso unos bocadillos y algo de fruta por si la visita se alargaba. Recorrimos la laguna paralelos al arrecife durante aproximadamente una hora, hasta llegar frente un pequeo motu, echamos el ancla y los cuatro nos pusimos a nadar hasta unas boyas cercanas, all haba unas maderas unidas con cabos a modo de bateas donde colgaban ensartadas las hileras de ostras. Gastn empez a limpiar algunas con un cepillo metlico, sin mostrar atencin a varios tiburones de aleta de punta negra que merodeaban cercanos. Yo haca fotografas, Espe iba de un lado a otro y Pap Toahu elega ostras que iba guardando en una red. Una hora despus todos regresamos a la lancha. Mientras tombamos el refrigerio Pap Toahu fue abriendo con su cuchillo las ostras una a una; de quince, diez tenan perla, redondas, perfectas, con mucho brillo y destellos verdosos, salvo una, la ms grande, con el claro destello berenjena. Nuestro anfitrin prepar los moluscos para comerlos, limpindolos antes con agua de mar, un bocado delicioso y luego, antes de emprender el regreso regal la cosecha del da a Esperanza, dicindole: Hoy hemos tenido suerte, las perlas son de buena calidad Durante el regreso le pregunt a Gastn porqu si todas las ostras tenan nucleus, como era posible que en algunas no hubiera perla. El nucleus es un cuerpo extrao y durante todo el proceso las ostras intentan expulsarlo de su interior, consiguindolo en muchos casos. Me explic. El resto del da lo pasamos de nuevo en casa de nuestros amigos; la comida fue a base de langosta y cangrejo de cocotero; durante la tertulia le pregunt a Pap Toahu si saba la historia de la balsa KON-TIKI: Claro! Nos relataba-, hace ms de cincuenta aos de aquello. Yo, en aquella poca era un joven fuerte, uno de los diez remeros de la canoa de mi padre, el jefe de Raroia, cuando aqu vivan casi quinientas personas. La balsa KON-TIKI naufrag al otro lado del atoln y nada ms saberlo casi todos los hombres cruzamos la laguna y fuimos a su rescate. Encontramos a Thor Heyendahl y su tripulacin en el arrecife poniendo a salvo sus cosas personales y a la vez muy contentos por haber llegado hasta la Polinesia: les ayudamos en todo, incluso trasportamos los restos de la balsa hasta aqu. El seor Heyerdahl vivi en nuestra casa durante bastante tiempo, luego parti hacia Tahit, pero volvi a visitarnos en varias ocasiones, incluso una vez vino en un paquebote para llevarse los restos de la balsa hasta su pas Y era cierto, la KON-TIKI se encuentra expuesta en el museo de Oslo. Pap Toahu nos ense varias deterioradas fotos de la poca en las que se distingua al famoso investigador y continu relatando: S, el seor Heyerdahl era un buen hombre, pero un poco loco en sus teoras, como ese compatriota vuestro que hace unos aos hizo el mismo
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viaje pero en una balsa hecha a base de caas, lo vi en televisin... (Refirindose a Quitn Muoz y su balsa URU), fjate, y todo para demostrar que procedemos de los indios de Suramrica. Qu locura! Ja, ja,ja... -S, -dije rindole la gracia-, sobre todo ahora que parece demostrada la migracin desde Asia... -Desde Asia? interrumpi-. Pero qu dices! Es que me ves cara de chino? -Entonces...? murmur. -Pero, an no te has dado cuenta? Ya conoces las Marquesas, espera a visitar Tahit y las dems islas de la Sociedad, mira a tu alrededor... Qu ves? -Algo bello, un paraso, pero no entiendo... -Exacto! me interrumpi-. T lo has dicho, un paraso; Esto es el Edn! No procedemos de ningn sitio, Dios puso aqu a nuestros Primeros Padres Y fue a partir de este lugar donde comenz a extenderse la humanidad! Todos los presentes, incluido su hijo Gastn afirmaron sonrientes moviendo sus cabezas. Luego cit: Y Dios cre el Edn y en l puso al hombre que haba formado. Dios hizo brotar del suelo toda clase de rboles hermosos de ver y buenos para comer, as como el rbol de la vida y el rbol del conocimiento del bien y del mal... Gnesis, captulo dos versculos ocho y diez. Sigui explicando su teora mezclando la Biblia con antiguas leyendas polinesias, estaba convencido de que todos estos conjuntos de islas son los restos de un gran continente idlico. Tras el Pecado Original de nuestros Primeros Padres, Dios hizo que las aguas lo cubrieran, quedando tan slo las cumbres de las ms altas montaas. Al parecer Adn y Eva tuvieron que abandonar el Paraso a golpe de remo. Las ideas de Pap Toahu daban que pensar, si yo hubiera sido Dios no hubiera podido crear un paraso mejor que este, pero nosotros no tenamos ganas de entrar en divagaciones teolgicas, as que intentamos cambiar el tema de conversacin. En ese momento Gastn trajo el piano y Pap Toahu empez a cantar una cancin polinesia en la que apareca la palabra Kon-Tiki varias veces. Una maana, paseando por la playa, encontramos a un grupo de jvenes de unos veinte aos con varios cangrejos de cocotero, eran unos bichos feos, ms parecidos a la langosta que a un cangrejo comn y con una pinza enorme. Eran muy simpticos y entablamos conversacin. Uno de ellos llamado Fiu, con rastas en el pelo y un porro entre los dedos, empez a preguntarnos: -Vosotros sois los del velero, De dnde vens? -De Espaa respondimos. -Ah!, sois los espaoles! Ya dijo Ricard que posiblemente vendrais.

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-Conocisteis a Ricard? -Claro, estuvo aqu casi dos meses, el barco lo tena justo donde tenis ahora el vuestro. -Y vienen muchos barcos por aqu? quisimos saber. -No muchos contest Fiu-; americanos que nunca bajan a tierra, franceses y poco ms. Paolo el italiano, estuvo aqu el ao pasado. -Paolo del TENERA LUNA? -S. Todas las noches haba fiesta en su barco. Tambin pas por aqu... Por lo visto Raroia era un punto de paso de un montn de barcos amigos. Fiu y sus colegas nos llevaron a su casa para cocinar los cangrejos, sta era grande, limpia, con electrodomsticos, televisin y una gran antena parablica; a pocos metros haba un cobertizo que albergaba dos potentes generadores para suministrar electricidad a las casas de alrededor. -De donde sacis el dinero para pagar todo esto? quisimos saber. -La mayor parte nos lo da el gobierno francs, el resto lo conseguimos vendiendo nuestras perlas... salvo la marihuana, que la cultivamos aqu, en un motu cercano. Ja, ja, ja. -Y os pagan bien las perlas? pregunt Espe. -Bah! respondi uno de ellos-, nos dan lo justo para vivir, no necesitamos ms. Fiu y sus amigos nos informaron que una vez al mes entra en el atoln un paquebote procedente de Tahiti, con alimentos, bebidas, encargos, y todo lo necesario para hacer llevadera la vida en el motu, con el barco llegan visitantes, familiares y los negociantes de perlas. Al regreso el barco transporta la copra recolectada, siempre el mnimo estipulado para que la subvencin francesa se mantenga. -Siempre hay que enviar un poco de copra para que las autoridades no se enojen Bromeaba Fiu. -Y porqu no vais vosotros a Tahit a vender vuestras perlas? Seguramente os pagaran ms apunt Esperanza. -S contestaron-, pero luego habra que esperar un mes para regresar y nos lo gastaramos todo... Luego sigui el ritual de costumbre: regalamos una botella de ron, nos regalaron unas cuantas perlas, ofrecimos unas cajetillas de tabaco y Fiu nos mostr algo que no habamos visto nunca: una concha de ostra que en su parte interior se haba formado un relieve en forma de tortuga: Las hacemos nosotros relataban-. Nos aburramos realizando siempre el mismo trabajo; poner el nucleus dentro de la ostra y empezamos a meterle otras cosas: primero un botn, luego una cruz... y comprobamos que al cabo del tiempo la ostra al no poder voltearla como hace con las perlas, formaba una capa de ncar por encima y la incorporaba a su concha. Poco a poco fuimos labrando figuras polinesias e introducindolas suavemente en su interior, despus las devolvamos al mar y tras unos meses las
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recuperbamos y este es el resultado; ahora falta recortar y pulir su contorno y tenemos un bonito colgante. No hay duda de que el polinesio tiene alma de artista. Fiu nos mostr otras piezas ya acabadas, con pequeas perlas engarzadas. Aquello era toda una obra de arte, algo realmente original de las Tuamotu. -Las ostras son muy semejantes al ser humano deca Espe de regreso al ARCHIBALD-, antes llevaban una vida cmoda y aburrida y ahora no paran de trabajar duro y ser explotadas por sus patronos... -S, es un buen tema para un nuevo libro: La rebelin de las ostras Nuestra adopcin por parte de Pap Toahu pareca ir para largo, pero queramos conocer otra parte del atoln y decidimos ponerle fin. Nos despedimos de nuestra familia de acogida con la promesa de regresar en unos das y nos dispusimos a navegar hacia la parte opuesta del atoln. La laguna en s es poco profunda, pero suficiente para el ARCHIBALD, que con su orza levantada cala poco ms de un metro, pero la navegacin es peligrosa, ya que no existe carta nutica ni mapa de la zona y en este mar interior proliferan mucho las patatas de coral, formaciones coralinas a modo de columna, entre cinco y veinte metros de dimetro, que llegan desde el fondo hasta casi el nivel del mar. Slo hay una manera de poder sortearlas y es que alguien suba al mstil y vaya avisando. As pues, le encasquet una gorrita a Espe, le puse su arns de seguridad, unas buenas gafas de sol polarizadas y la mand para arriba. La vista desde aqu es maravillosa! gritaba-. El agua alrededor del barco es transparente y ms all azul oscuro, se ven los tiburones! y... cuidado!, despacio, est todo lleno de patatas...! Cae un poco a babor... as, ahora a estribor... vale... Cuatro horas despus, al caer la tarde, por fin anclamos al otro lado del atoln, frente a unos pequeos motus plagados de cocoteros. Tengo que aclarar que para este tipo de navegaciones es importantsimo tener en cuenta la posicin del sol; siempre ha de estar o sobre nosotros o a espaldas nuestro, de lo contrario su reflejo sobre la superficie del mar hace invisibles los peligrosos corales, esto lo aprendimos al principio de nuestra pequea travesa interior. Navegbamos de Oeste a Este y eran las diez de la maana hora local, Esperanza vea perfectamente las patatas a nuestra popa, pero los reflejos, a pesar de llevar gafas polarizadas, le impedan ver las patatas de proa y tras unos cuantos golpes contra ellas decidimos echar el ancla y esperar hasta medio da para continuar nuestro camino. Por suerte el ARCHIBALD es de acero. Toda aquella parte del atoln estaba deshabitada, el agua, como en el resto de la isla, era de tono azul turquesa y la arena de una blancura sin igual. La noche se acercaba a toda velocidad y decidimos aprovechar la poca luz que

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nos quedaba para darnos un bao. La transparencia del agua era como nunca antes habamos visto. En una patata coralina cercana al barco descubrimos infinidad de vida, desde meros grandes hasta diminutas langostas, corales que abarcaban toda la gama de colores y... regresamos al ver aparecer un numeroso grupo de tiburones de punta blanca y punta negra, tpicos de los arrecifes. A la maana siguiente, tras un buen desayuno y el bao matinal, bajamos a tierra en nuestro bote. El motu que tenamos frente al ARCHIBALD era grande, con un frondoso bosque de cocoteros donde una vieja cabaa ya destruida por los aos indicaba que aquella zona haba estado temporalmente habitada por recolectores de cocos. En la costa interior del motu, donde habamos desembarcado, una larga playa blanca totalmente virgen rodeaba esta parte de la isla, baada por el calmado mar de la laguna; en su cara exterior, ms all de la vegetacin, ya mirando a mar abierto, rocas de coral muerto daban paso al talud que formaba la barrera de coral, de unos cien metros de ancho, extendindose hasta donde alcanzaba nuestra vista. Era marea baja y fuimos a pasear por el arrecife exterior. Aquella parte estaba llena de vida, toda clase de peces tropicales nadaban en pequeas piscinas, protegidos de sus depredadores, esperando que la marea subiera para regresar a aguas libres y poder alimentarse. Con el agua por el tobillo conseguimos atrapar con la mano! dos pequeos meros, la comida la tenamos resuelta; Espe segua haciendo acopio de bonitas caracolas para su coleccin, hasta que sugiri: -Vamos a bucear ms all del arrecife, en mar abierto. El agua estaba bastante calmada, llegamos hasta donde haba ms profundidad y ya con parte de nuestro equipo puesto nos zambullimos en el agua transparente. La visibilidad era increble, tal vez demasiado, porque entre aquella maravilla distinguimos a lo lejos dos grandes tiburones makos que patrullaban al zona, invitndonos a regresar hasta el arrecife protector. -Uff!, esos s que eran grandes... comentaba Esperanza. De regreso a la laguna, cerca de la playa donde tenamos el bote, observamos que la corriente marina haba creado un nuevo motu, muy pequeo, de unos cincuenta metros de dimetro, con alguna vegetacin incipiente, pero sin cocoteros. -Mira esa islita de arena dijo Espe-, crees que se har grande como las dems? -Seguro que no respond-. Cuando lleguen los temporales las olas superarn el arrecife de coral y barrern la arena, necesitara ms vegetacin, sobre todo cocoteros, para consolidarse y que la arena coralina que transporta el viento y la corriente hiciera aumentar su altura; es el trabajo de la Naturaleza... -Pues vamos a ayudar un poco anim Espe-, traeremos cocos germinados y los plantaremos aqu, tan slo adelantaremos un poquito el trabajo natural.
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Pasamos el resto del da trayendo medio centenar de nueces de coco ya germinados, sacados del motu vecino y trasplantndolos en aquella pequea porcin de arena. Al acabar parecera una isla propia de un Beln. -Ahora hay que buscarle un nombre, cul se te ocurre? -Pues... ya que este motu lo hemos proyectado nosotros... Yo lo llamara Motu Propio -Me gusta... es original. Pensaba que ibas a llamarle Esperanza... pero Motu Propio est bien, en latn sera Proprio... Tuve la precaucin de anotar la posicin de Motu Proprio con bastante exactitud. Varios aos despus unos amigos navegantes llegaron a este mismo lugar y me escribieron: Vuestro motu se ha hecho muy grande, lleno de cocoteros jvenes y vigorosos, con mucha vegetacin alrededor. Nosotros hemos hecho lo mismo en otra islita cercana... Durante los siguientes das continuamos explorando aquella costa hasta llegar donde supuestamente haba naufragado la balsa de Thor Heyerdahl, frente a un motu que lgicamente tena de nombre Kon-Tiki. Pap Toahu nos haba hecho en la arena un dibujo muy claro del sitio y prcticamente todos sus datos coincidan. Ya en tierra un antiguo monolito hecho con bloques de coral nos confirm que nos encontrbamos en el lugar que buscbamos; cincuenta aos atrs la balsa KON-TIKI terminaba aqu su viaje de ms de tres meses, uniendo Per con la Polinesia. Las maanas las pasbamos buceando, ya ms confiados, jugando al escondite entre las patatas coralinas de la laguna y las tardes pasebamos por el arrecife y las playas. Inventamos otro juego al que Espe lo llamaba Yo aguanto ms y consista en meterse en el agua hasta que nos llegara por las rodillas, moviendo los pies simulando un pez herido; al cabo de unos minutos empezbamos a ver acercarse las aletas con manchas negras y blancas de los tiburones de arrecife, de aproximadamente un metro de envergadura. Lgicamente ganaba el que resistiera ms tiempo en el agua sin dar un salto hasta la orilla. Esperanza, aguantando sus nervios, consegua que los pequeos tiburones dieran vueltas a su alrededor. Tenamos alguna norma: si la aleta era ms grande de lo normal o era toda gris sin manchas, ya peligroso, haba que gritar Este me come!, la partida quedaba anulada y haba que salir inmediatamente del agua. Otro juego era andar por el arrecife exterior con dos palmos de agua arrastrando un cabo en cuyo extremo habamos atado los restos de algn pescado. Las cras de tiburones llegaban como salidas de la nada y en un instante lo devoraban, era como jugar con gatitos, incluso llegaban a saltar fuera del agua si se levantaba el reclamo de pescado.

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Una maana, buceando, Esperanza me dijo: -Mira!, debajo de ese coral hay un mero gordo! Podas pescarlo. -No, es mejor dejarlo le respond. -Porqu? Ms vale uno grande que tres medianos... -Al contrario dije-, el grande tendr mucha Ciguatera y nos podra envenenar demasiado rpido. -Cmo dices? Lamentablemente no todo es perfecto en el paraso de la Polinesia. La Ciguatera es una toxina del coral que se encuentra en los mares tropicales. Es muy conocida en el Golfo de Mxico, mar Caribe, Hawai y lugares en desarrollo turstico, pero es tambin muy extendida por esta parte del Pacfico y en otras partes del mundo dentro de su franja tropical. Est toxina natural entra en la cadena alimentara a travs de los peces que se alimentan de coral, el pez grande se come al chico, de ah pasa a los grandes depredadores y acaba en la barriga de los comensales humanos. Es casi imposible detectarla y se concentra en las vsceras, cabeza y piel de los peces, tambin influye su tamao, que es directamente proporcional: cuanto ms grande es el pez ms concentracin de ciguatera tiene. Todo esto se lo expliqu a Esperanza y con semblante de preocupacin comenz su bombardeo de preguntas: -Pe... pero, habr alguna forma de saber si un pescado tiene Ciguatera... No, no la hay, o al menos yo la desconozco. Hay que seguir unas normas; lo mejor es preguntar a los pescadores locales, ellos por experiencia personal saben qu pescado es bueno o es malo, esa no nos sirve porque aqu estamos solos. Otra forma de determinacin, segn dicen, es darle a probar el pescado a un gato, si no come es que hay veneno; esa no me la creo y de todas maneras no hay muchos gatos en este motu. Las normas que hay que seguir son: nada ms pescar, limpiar la pieza inmediatamente para evitar que la toxina de las vsceras pase a la carne, eso lo cumplimos, Si el pescado se hierve, desechar el caldo; nunca cocinar la cabeza; las capturas deben ser pequeas, mximo de un kilo, por eso no pescamos peces grandes. Venimos a por nuestra comida a este lado del atoln, en mar abierto, donde las olas oxigenan el coral y el nivel de Ciguatera ser menor que dentro de la laguna, donde el agua tiene menos movimiento. Por ltimo hay que cocinar bien el pescado, nunca comerlo crudo... -En Marquesas comimos mucho pescado, varias veces crudo en los restaurantes, el famoso Poisson cru! exclam Esperanza. -Cierto, pero las Marquesas son islas volcnicas con poco coral; imagin que si haba Ciguatera sta sera de muy poca concentracin. -Tambin comimos atn y mahi-mahi (dorado) de camino a las Tuamotu! -No hubo problema: los peces de alta mar, atn, bonito, dorado, etctera no tienen Ciguatera, pero es una buena regla dejar de pescar cuando se navega ya cerca de costa... por si acaso.
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-Entonces, qu tipo de pescado est envenenado? pregunt. -Pues de los que a nosotros nos interesan... los merso, pargos, pez soldado, pez loro y sobre todo la barracuda, el mayor depredador, esa nos puede dejar secos antes del postre. -Quieres decir que la Ciguatera mata? -S, aunque slo tengo noticias de casos en Florida, Martinica y Hawai, lugares tursticos del Primer Mundo. De hecho ya se sirve poco pescado local en los restaurantes de las zonas tropicales donde haya coral. -Y qu vamos a comer? pregunto Espe nerviosa. Mira contest-, no hay que obsesionarse. Como no podemos saber si el pescado tiene Ciguatera o no, hay que asumir que s la tiene; de hecho nos estamos envenenando desde hace casi dos semanas. La acumulacin de la toxina en nuestro organismo depende de cmo la vayamos ingiriendo; si seguimos las normas sta ser lenta; la eliminacin es ms lenta an, as que habr que llevar cuidado. He calculado que an no habremos llegado a la saturacin cuando tengamos que abandonar el trpico, dentro de cinco meses; luego haremos una cura de desintoxicacin, sin comer nada de pescado durante otros seis y listo. Otra vez como nuevos! -Ests loco! Exclam Esperanza-. Y cmo sabes todo eso? -Pues... de siempre. Llevo toda mi vida navegando y esto es algo sabido en el mundo de los transmundistas; sale en conversaciones, en artculos... preguntando, como se ha hecho toda la vida. Y me puedo morir de alguna otra cosa que no me hayas contado? Bueno le respond-; pues adems de lo que ya conoces, tenemos la Marea Roja, la serpiente de mar, el pez piedra, el pez escorpin, el cocodrilo de agua salada, la araa Migala; tambin te podra comer el monstruo Gonzilla o pisotearte King-Kong; sin contar las bombas radiactivas, bombas qumicas, napalm, minas unipersonales, contaminacin del medio ambiente... y por ltimo el cambio climtico. En definitiva, si maana seguimos vivos y nos podemos comer un mero a la plancha aliado con un peln de Ciguatera es que se ha producido un milagro. Esa noche Esperanza hizo de cena espaguetis a la boloesa. Es necesario hacer un inciso para relatar lo siguiente: Meses despus nos encontramos por una calle de Papeete, la capital de Tahit, con el hijo de nuestro mejor informador de pescados durante nuestra estancia en las Tuamotu. Despus de una jornada de pesca, le mostrbamos nuestras capturas y l, muy ceremoniosamente, se encargaba de hacernos la seleccin: a cest un bon poisson! (Este es bueno) a cest bon aussi! (Este es bueno tambin) a ce nest pas bon! Empoisonn! (Este es malo, envenenado). Le pregunt al joven qu haca por la ciudad y ste me respondi: He venido acompaando a mi padre que est ahora en el hospital recuperndose de un ataque de Ciguatera

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Pedimos una entrevista en el Instituto de Enfermedades Tropicales para que un especialista nos informase sobre este asunto. Nos atendi uno de los mximos responsables: Todava no existe un reactivo que detecte al cien por cien si un pez tiene Ciguatera explic-, los americanos estn ensayando con algo referente a esto en Hawai, pero slo es fiable en un sesenta por cien y es muy caro para particulares como vosotros. Como siempre la prevencin es lo mejor: si no comes pescado no tendrs Ciguatera. Le expliqu mis mtodos y me respondi: Son buenos y estn dentro de lo razonable, seguid as y tardaris mucho tiempo en saturaros Los sntomas aparecen cuando el individuo llega al punto de saturacin y son los siguientes: Empieza con entumecimientos y hormigueo en la boca, pasando al cuello y extremidades; siguen vmitos, diarrea, fiebre, malestar general y fuertes calambres, dolores articulares y musculares sobre todo en las piernas. La accin de choque recomendada es la de siempre: chute de Urbasn, un poquito de cortisona, reposo, mucha hidratacin, no ingerir absolutamente nada de pescado y llevar al paciente con urgencia al hospital ms cercano, pero yo siempre pregunto lo mismo: y si ese hospital est a dos mil millas de distancia? Nunca me dan una respuesta. Este problema es ms serio de lo que parece. Con la subida de la temperatura del agua del mar mueren los corales sanos y proliferan nuevos tipos con mayor concentracin de toxinas, ampliando su hbitat a las zonas templadas, pero esta enfermedad dejar de preocupar a los pobladores de las Tuamotu y al resto de los atolones tropicales, porque dentro de poco tiempo estas islas habrn desaparecido por el rpido cambio en la climatologa mundial. Ah!, se me olvidaba; hay un par de excepciones: parece ser que ni la langosta ni el tiburn tienen Ciguatera; la langosta vale, pero el tiburn, no se... Mientras haya un buen mero... La conmocin de Espe slo dur esa noche, a la maana siguiente ya paseaba por el arrecife con su pequeo arpn, escudriando cualquier grieta o cueva en el coral para conseguir la comida del da. Seguimos explorando los motus deshabitados de la parte opuesta del atoln, a veces en los bosques de palmeras encontrbamos grandes cangrejos de tierra y cangrejos de cocotero, animando un poco ms nuestra dieta de fruta y pescado. Una noche Esperanza me despert: -Venga levanta, ya est el caf preparado! -Pero si son las dos de la madrugada! protest mirando el reloj. -Me dijiste que haramos una excursin nocturna al arrecife para pescar langostas!
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-Pero tiene que ser esta noche? Tengo sueo... -Bah!, pero si ya ests despierto. Mira, ya estn preparadas las linternas, los arpones, las bolsas de red... No haba posibilidad de discusin, pusimos el material en el bote y nos dirigimos hacia la playa. Ya en el arrecife exterior observamos que haba mucha ms vida que con la luz solar; vimos muchos ms meros y peces de coral, las morenas se retorcan fuera del agua al ser alumbradas con nuestra linterna, pequeos tiburones nos seguan de cerca, teniendo que apartarlos con la punta de nuestros arpones, Esperanza, con su pequeo salabre, no paraba de sacar del agua bichos raros y caracolas de distintos tamaos, todas ellas preciosas. Dejamos los pescados para el da siguiente, pero tan slo vimos dos langostas. Es que aqu ya no hay de nada! protestaba. Luego me dijeron que en veinte centmetros de agua hay pocas langostas, hay que buscarlas por lo menos en medio metro. Recorrimos el arrecife hasta el amanecer, ser los nicos testigos de aquel microcosmos que cada noche se repite desde hace miles de aos fue una experiencia inolvidable; ramos muy afortunados por estar all, contemplando todo aquel milagro de la Naturaleza. Lleg el da en que decidimos regresar, y poco a poco, navegando sobre nuestra antigua estela, siempre con el sol de espaldas, volvimos al fondeo del pueblo, donde nuestros amigos ya nos echaban de menos. De nuevo empec a preocuparme por el cruce del paso a nuestra salida del atoln. Varias tardes fui andando hasta all para comprobar su horario, pues quera salir sin mucha ola. Le pregunt a Pap Toahu si tena impreso algn horario de mareas para la zona, me respondi: Horario impreso? Aqu desde siempre hemos seguido el mismo mtodo; slo hay que observar la salida de la luna, la corriente empieza... y luego, cuando la luna est arriba... Pero bueno, todo no voy a contarlo. El tiempo pasaba y se acercaba el da de nuestra partida. Llevamos a Pap Toahu unos presentes muy especiales: tres tabletas de chocolate que encontramos en la despensa del ARCHIBALD y unos cuantos puros de los que haba comprado en Esmeraldas, Ecuador. El pobre hombre se deshaca en lgrimas de agradecimiento. Ms de veinte das habamos estado en Raroia y empezbamos a estar justos de tiempo, las escalas deban ser ms cortas para poder visitar todo lo que tenamos planeado o mucho ms largas eligiendo tan slo los lugares ms recomendados, pero de la manera que fuera tenamos que estar en Nueva Zelanda antes del comienzo del verano austral, es decir, a finales de noviembre.

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Muy a nuestro pesar levantamos el ancla y nos dirigimos hacia el paso, esta vez, siguiendo los consejos de nuestros amigos, con la mar en calma. Meses ms tarde nos enteramos que Pap Tohau y su familia, por motivos de salud, haban trasladado su residencia a Tahit; Gastn colaboraba all muy activamente en la Iglesia Catlica e iba espordicamente al atoln para recolectar las pocas ostras perlferas que le quedaban. Un ao despus, Juanito Manero me cont que Fiu segua con sus rastas, siempre sonriente, experimentando con sus ostras y cultivando marihuana. Nuestro siguiente atoln tena el nombre de Makemo y se encontraba a una distancia de ochenta millas, unos ciento cincuenta kilmetros; era mayor que Raroa y tena un pequeo aeropuerto, pero por suerte no estaba en la lista de atolones tursticos recomendados. Era un buena opcin, necesitbamos reabastecer un poco el ARCHIBALD y all encontraramos lo preciso. Era tambin un atoln perlfero, por lo que podramos continuar con nuestros negocios; pero haba otro motivo, muy importante para m, que guardaba en secreto. Tras una noche de tranquila navegacin nos encontramos frente al paso del nuevo atoln. Nuestros clculos, a pesar de no ser exactos, nos permitieron franquear la entrada y dirigirnos al lugar donde nuestro libro-gua indicaba el fondeo. Una vez arranchado el barco, comido algo y tomado un buen bao, bajamos a tierra para encaminarnos hacia el pueblo, bastante ms grande que el de Raroia. Nos dirigimos a un pequeo supermercado bien surtido, donde compramos pan, algunas verduras frescas, bananas, productos tpicos y un par de vasos de agua de coco. Fuimos atendidos por un joven muy amable, demasiado, quiz empalagoso; era a todas luces homosexual... un mariquita, vaya. Se trataba de lo que en Polinesia llaman rae-rae o mahu, una persona muy considerada y querida por toda la comunidad. Hace labores tanto de mujer como de hombre y a veces lo que no quiere hacer ni la una ni el otro, pero sobre todo se dedica a trabajos domsticos: cocinero, lavandero, niero, etctera, adems de tener un don especial para los cantos y bailes tradicionales, todo ello con alegra y buen humor, siendo muy apreciado tener un rae-rae en la familia. Al tipo se le vea muy desenvuelto; nos dio todo tipo de informaciones e incluso nos ofreci a probar sus deliciosos pasteles y acept muy gustoso uno de los pintalabios que le ofreci Esperanza. Ya sabamos perfectamente dnde tenamos que ir: a la casa de una familia de perleros donde viva la madre con sus cinco hijos, dos de ellos algo maleducados pero en el fondo gente encantadora y con seguridad les gustar vuestro licor, garantiz nuestro informante.

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Llegamos a la casa en cuestin; era grande, al lado del mar y con dos potentes lanchas amarradas a un pequeo embarcadero. Llamamos a la puerta y nos abri uno de los hijos, un mocetn de uno noventa de altura por aproximadamente ciento veinte kilos de peso; buena pieza. Afortunadamente no era uno de los maleducados. Le explicamos el motivo de nuestra visita y nos hizo pasar al interior. All estaba la madre, del mismo calibre que el hijo, enfrascada en la clasificacin de perlas de distintos tamaos. Hablaron entre ellos unas largas frases en polinesio y luego Madame se refiri a nosotros en francs: -Qu queris comprar? -Queremos cambiar perlas por ron dijimos, mostrando un par de botellas. Cruzaron otras frases en polinesio que no entendimos y la gran seora volvi a tomar la palabra: -Cinco perlas por botella, ese licor servir para aderezar buenos pasteles. -Seis! dijo Esperanza incrementando la oferta de salida. La dama mir a su hijo-pupilo y a los pocos segundos nos tendi el cubo donde an quedaban cientos de perlas sin clasificar. Fuimos muy cuidadosos con la eleccin, tomndonos nuestro tiempo; habamos decidido no elegir ms aburridas perlas redondas, prefiriendo grandes keishis con formas raras y buenos destellos. Al cabo de casi un cuarto de hora sin levantar la vista del cubo ya tenamos nuestra estudiada coleccin: trece originales piezas, una de ms que sin querer se nos haba colado, separndolas del resto. -Listo! anunci Espe. Nuestro conocimiento perlero deba seguir siendo un desastre o en ese momento camos en gracia, porque aquella enorme polinesia de repente nos sonri mostrndonos sus rodos dientes negros, meti su gran mano dentro del cubo y aadi un puado de perlas a nuestra elaborada seleccin. A la reunin se haban incorporado dos hijos ms y todos rean, como si hubiera terminado la representacin teatral. Ya roto el hielo nos ofrecieron un refresco de cola local, demasiado dulzona y empezamos a conversar sobre el tema favorito de todos: las perlas. Nos hablaron de su elaboracin, el proceso, las calidades. Aquella familia se dedicaba exclusivamente a su produccin; nos contaron que tenan ms de veinte mil ostras repartidas en siete granjas y deba de ser verdad, porque nos mostraron un maletn con varias separaciones conteniendo ms de mil perlas perfectas, ya clasificadas por tamaos, de la mejor calidad, todas con destellos verdosos o berenjena. Me era imposible calcular cuanto costara aquello pero aos despus, cuando averig el valor real de las perlas negras de mxima calidad como aquellas, deduje que el precio de aquel maletn pasara sobradamente del milln de dlares. Es la seleccin de los ltimos tres meses, maana dos de mis hijos viajarn a Tahit en avin semanal para tasarlas y venderlas, nos relataba la seora con gran seguridad, como sabiendo bien lo que haca.

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Esa tarde la pasamos en casa de aquella familia, ayudando a clasificar las perlas, hacindolas pasar por una galga para determinar su tamao, aprendiendo a distinguir su pureza y calidad. Tambin comprendimos demasiado tarde que no habamos estado muy acertados en nuestra anterior eleccin. La Matriarca era una experta en grifar, colocar el nucleus en el punto exacto de la ostra para que no fuera expulsada de su interior y a la vez hiciera perlas perfectas y con los mejores destellos. Durante aos tuvimos que aguantar a los japoneses relataba-, al principio recibamos menos de un cinco por ciento de las perlas obtenidas y por supuesto las peores, haciendo nosotros todo el trabajo, pero cuando aprendimos los echamos a patadas. Admiti que ahora llevaban una vida prspera, con todas las necesidades cubiertas, incluso uno de sus hijos, el ms listo, estudiaba medicina en una prestigiosa universidad de Francia. Estaba orgullosa de su familia; los dos hijos que viajaban a Tahit al da siguiente eran muy responsables y trabajadores... No quise chivarle a aquella buena seora el juergote de una semana que se iban a correr sus cndidos benjamines de ciento veinte kilos en Tahit nada ms vender las perlas... Quedamos para el da siguiente con el nico varn de la familia que quedaba en la isla que quedaba en la isla para salir a pescar con lnea en una de sus lanchas al otro lado del arrecife. Al minuto de salir por la puerta, ste nos dio alcance, preguntndonos: -Os queda otra botella de licor? Tengo aqu tres perlas muy buenas... Este debe ser un garbancito negro, el hijo borrachn me dije. La maana siguiente la pasamos en grande pescando enormes pargos, segn nuestro patrn, sin Ciguatera, pero no queramos volver a ser adoptados y despus de la comida dimos las gracias y seguimos nuestro camino paseando por el pueblo. Llegamos frente a la gran iglesia de la comunidad, era catlica y Esperanza quiso entrar. Aquello era una maravilla de arte polinesio; la pila bautismal era una gran concha gigante, todas las figuras de santos haban sido realizadas con de ncar de ostras, al igual que un gran crucifijo, repleto adems de bellas perlas incrustadas; tanto el plpito como el altar eran parte de una canoa de madera y la columnata troncos de cocotero; la decoracin general del templo contemplaba motivos marineros: redes, caracolas, pinturas representando faenas cotidianas de pesca...el lugar ms sorprendente y original que vimos en todo nuestro paso por el Pacfico. Antes de abandonar la isla quera realizar una ltima gestin, quiz el autntico motivo por el que estbamos aqu. En Raroia me haban hablado de un viejo polinesio de Makemo que realizaba trabajos miniaturistas en perlas, una labor nica. Este hombre labraba en el contorno de la joya leyendas
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polinesias a golpe de aguja y buril; nos informaron dnde viva y fuimos a visitarlo. De la casa en cuestin sali un viejo demacrado, le preguntamos pero nos dio a entender que no hablaba francs; en ese momento sali del interior un nio que hizo de intrprete entre el viejo y nosotros. Le dijimos que habamos venido desde muy lejos a por uno de sus trabajos, pero a travs del chaval, nos dijo: Lo siento, ltimamente he perdido mucha vista y no puedo seguir haciendo esa labor Ms lo sentamos nosotros, porque nadie en Makemo haba seguido con tal oficio, pero al vernos marchar tan abatidos, exclam: -Todava me queda una ya grabada, es muy bonita, y cuenta la historia de un barco velero que lleg a las Tuamotu...! -Me la quedo!-conclu. Dimos a cambio una botella de ron y varias cajetillas de tabaco, aunque esa perla no tena precio; el viejo polinesio haba conseguido concentrar toda la esencia de las Tuamotu en aquella pequea obra de arte. Tena lo que buscaba, algo que me recordara intensamente aquel efmero rincn del mundo; las playas, los atardeceres, las historias de Pap Tohau, la pesca en los arrecifes, los motus plagados de cocoteros, la luminosidad... Perd el inters por el resto de las perlas, le dije a Espe que ya habamos hecho demasiado negocio y estuvo de acuerdo. Aquella perla me acompa durante todo el resto del viaje; no slo en la travesa del Pacfico, sino en mi solitario cruce a travs del ndico, mar Rojo y Mediterrneo. Muchas veces la miraba, la frotaba y la vea resplandecer, observando a travs de ella las maravillas de aquellos lejanos atolones. Aos despus, ya en Espaa, la hice engarzar en oro blanco y con un fino cordn descans en el lugar donde deba acabar: luciendo toda su belleza sobre el pecho de Esperanza. De camino a la playa donde tenamos el bote sali a nuestro encuentro un joven muy delgado vestido con un pareo, era simptico y empez a preguntarnos lo de costumbre: de qu pas procedamos, cual era nuestro destino, si nos haba gustado Makemo... Al despedirse sac una perla de una bolsita que llevaba atada a la cintura y se la entreg a Espe dicindonos Maeva, bienvenidos. Me qued mirndole a los ojos, stos estaban brillantes y entornados de satisfaccin; esper un momento, el chico dio media vuelta y sin esperar nada a cambio comenz a andar, le dijimos que parara y le dimos todo lo que llevbamos en nuestras mochilas. Esa fue nuestra ltima perla de las Tuamotu. Makemo es uno de los pocos atolones que posee dos puertas; habamos usado una para entrar y decidimos usar la otra para salir.

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Subimos el ancla, pero la tuvimos que volver a echar despus de dar varios golpes contra en coral; navegbamos hacia el Oeste y debido a los reflejos del sol era imposible ver las cabezas o patatas de coral sumergidas. Maana ser otro da dijimos y empezamos a preparar la cena. Al da siguiente, cuando el sol comenz a separarse de su horizonte, Espe subi al mstil: Ya se ve bastante bien y comenzamos lentamente a navegar. Justo despus de medioda tuvimos que parar, de nuevo el fondo del mar se haca invisible a nuestros ojos; era necesario esperar hasta la siguiente jornada. Cuatro das tardamos en recorrer los escasos cuarenta y cinco kilmetros que separa un paso del otro, cuatro das deliciosos navegando por las maanas e invirtiendo las tardes en bucear, pasear por los arrecifes o disfrutar de los atardeceres con un buen libro entre las manos. Por fin llegamos al paso. La corriente era contraria, por lo que tuvimos que esperar su cambio. Bucear en las entradas de los atolones es excitante pero tambin peligroso, no slo por las corrientes, sino porque all se concentran los grandes tiburones, donde encuentran una gran cantidad de comida; atunes, caballas, barracudas, etctera que entran y salen del atoln. Antes de bucear en estos lugares, siempre me deca: Bah! Estarn saciados y no repararn en m, pero cuando llegaba al sitio, me preguntaba: Habrn comido lo suficiente? En uno de las riberas del paso distinguimos una vieja choza, al parecer habitada por varias personas. Nos dirigimos hacia all en nuestra hinchable y al desembarcar vimos que se trataba de una pareja de ancianos sonrientes. A pesar de lo deteriorada que estaba la casa, tenan su parcela muy cuidada y limpia, rodeada de flores, un pequeo huerto de verdura y algn rbol frutal. No hablaban francs pero nos dieron a entender que vivan de la pesca, a juzgar por las trampas a modo de pequeos laberintos sin salida que haban construido en las orillas del paso, aadiendo a su dieta lo poco que deba producir sus escasas plantaciones. Tambin deban trabajar la tradicional copra, a juzgar por el pequeo secadero de cocos que distinguimos unos pocos metros ms all. No supimos de que manera transportaran su produccin hasta el pueblo, porque no se vea bote alguno, tal vez una barca hiciera el recorrido por todo el atoln de tanto en tanto, cargando lo que estas personas y otras igual que ellas iban cosechando. En cualquier caso, an en el ocaso de sus vidas se les vea felices, derrochando paz en su mirada, una paz ya extinguida en el mundo. La corriente cambi y abandonamos Makemo. La ruta que nos habamos marcado llegaba al siguiente y ltimo atoln, totalmente deshabitado y por lo cual desaconsejado en las guas nuticas cuyo nombre era Tahanea, a una noche de viaje. Fuimos transportados hacia all de forma natural, empujados por el clido Alisio y bajo vigilancia de la

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gran luna tropical, que iluminaba nuestro alrededor casi tanto como su hermano el sol. A esas alturas ya nos habamos formado una idea del polinesio como persona. Fsicamente no era como nos lo habamos imaginado o como habamos visto en las pelculas americanas: hombres delgados, elsticos y atlticos de no mucha altura y mujeres esbeltas, de finas lneas, cabello largo y lacio, con dientes blancos de ncar. El habitante de Polinesia, tambin de Melanesia y Micronesia, en definitiva la etnia maor que coloniz todo el ocano Pacfico, por lo general es mastodntico, tanto los hombres como las mujeres; de potentes msculos, panzudos, con piel seca de tono aceitunado, pelo encrespado y dientes corrodos. La imagen ya est hecha, y todo lo que nos ofrece el cine son actores californianos con algo de sangre oriental, quiz una pizca de maor, ms bien poca, y residentes en las soleadas Hawai para obtener ese brillo meloso de piel. Pero el autentico maor, todo lo que tiene de grande lo tiene de sensible y afectuoso, a pesar de los cambios que ha sufrido a lo largo de la historia, desde que Magallanes y Elcano empezaron a navegar por estos mares. El Pacfico y sus islas, y por tanto sus habitantes, pasaron constantemente de unas manos a otras, soportando todo tipo de influencias externas; primero por parte de Espaa, all por el siglo XV a cuenta de los dos grandes navegantes arriba nombrados y de alguno ms, como fueron lvaro de Mendaa y Pedro de Quirs, que durante el siglo XVI y por cuenta de Espaa, exploraron pero sin colonizar una buena parte del Pacfico. Por aquellas fechas tambin anduvieron por all los portugueses para ver qu pillaban, pero la supremaca espaola los releg hacia el sur de la costa asitica donde formaron sus colonias, quedando Espaa como nico pas soberano de aquella parte del mundo, a la vez que instauraba la primera lnea comercial transpacfica, llamada El Galen de Manila. A partir de la mitad del siglo XVII y durante doscientos cincuenta aos export desde Filipinas hacia el puerto de Acapulco en Nueva Espaa, preciadas mercancas procedentes del Lejano Oriente: sedas, especias, porcelanas, marfiles... embarcando de regreso hacia el otro lado del ocano a sacerdotes, mercaderes y colonos, monedas de plata para pagar a los funcionarios, adems de transportar armas y herramientas para estimular el buen trabajo en esas ricas colonias. Espaa tena la exclusiva en aquella concreta parte del Pacfico Oriental y el resto de territorio desperdigado en pequeas islas qued olvidado. Durante la segunda mitad del siglo XVIII, el gran navegante britnico, James Cook, se interes por esa parte relegada del Pacfico Central y por cuenta de la Corona Inglesa recorri y explor lo que quedaba por redescubrir al mundo occidental. Naveg desde Australia hasta las islas Hawai, pasando por Nueva Zelanda, Tonga, Nuevas Hbridas, Tahit... sentando las bases para una futura colonizacin. Aquella poca debi ser

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buena para pasearse por el Pacfico, porque a Cook le siguieron los marinos ingleses John Byron, Samuel Wallys y, como no, el capitn William Bligh, que dio una pincelada de color y posteriormente de cine con su famoso motn de la Bounty. Este siglo termin con una gran expedicin espaola, la ltima, al mando del oficial de la Armada Alejandro Malaspina, rodeando todo el Pacfico: las costas de las dos Amricas, Filipinas y las costas asiticas, Australia y Nueva Zelanda, islas de la actual Melanesia y Polinesia... aportando a su regreso una valiosa, extensa y actualizada informacin geopoltica de los territorios espaoles en ultramar, rivalizando, de paso, con sus eternos enemigos en estas cuestiones, los chicos del Almirantazgo Ingls. Pero a partir de ese momento la hegemona Espaola empez a caer en picado. Pero y los franceses? Qu hacan mientras tanto esos buenos muchachos? Pues tambin andaban por ah haciendo de las suyas y descubriendo cosas! Durante en la segunda mitad del siglo XVIII dos navegantes franceses, Louis de Bougainville y un tiempo despus el conde de La Prouse, recorrieron durante aos el extenso Pacfico; el primero, adems, circunnaveg el Globo, publicando a su regreso un gran libro titulado Viaje alrededor del Mundo. El segundo tambin realiz un largo viaje, prcticamente la misma ruta que hara aos despus el ya citado Malaspina. Lamentablemente dicha expedicin desapareci sin dejar rastro... Por cierto, hace unos aos descubrieron sus restos en una pequea islita del Pacfico Profundo llamada Vanikoro, pero ya os digo que no queda nada de valor. La Prouse debi haber tenido una premonicin porque dej para que fueran enviados a Francia todos sus diarios, mapas y anotaciones en la ltima escala que realiz antes de desaparecer. stos junto con el libro de Bougainville cayeron como una bomba en la cursilonga alta sociedad francesa, en pleno Periodo de La Ilustracin, finales del siglo XVIII o Siglo de Las Luces. Dichos navegantes relataban el descubrimiento de unos lugares donde vivan seres primitivos en un estilo de vida natural, un tanto asilvestrados pero sonrientes (todava sonrean), amigables y pacficos, a pesar de ser un poquito canbales, rodeados de un entorno de paz, armona y belleza cercano al Paraso. El gran filsofo, socilogo y escritor de la poca, Jean-Jacques Rousseau, basado en estos escritos, dise su teora del Buen Salvaje, de donde se sintetiza que El ser humano es bueno por naturaleza y es la sociedad y la cultura quien lo corrompe. (A pesar de las advertencias de James Cook, tambin buen conocedor de la zona, que deca que s, que el entorno era bonito, pero sus moradores unos ladrones, embusteros, carentes de escrpulos y que slo entendan el jarabe de palo para entrar en razn. Y no me extraa que opinara as, porque el pobre almirante acab siendo plato fuerte en una tpica caldereta hawaiana).
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Pues bien, las teoras del filsofo calaron hondo sobre todo en el gremio religioso; miles de predicadores cristianos vieron un filn espiritual en todas aquellas islas llenas de paganos bondadosos, pacficos y deseosos de abrazar la Verdadera Fe. La guinda la puso Darwin cuando a principios del siglo XIX regres de aquel ocano infiel con su flamante Teora sobre la Evolucin de las Especies debajo del brazo. Los pobres polinesios no saban lo que se les vena encima. En el siglo XIX la totalidad del ocano Pacfico estaba ya cartografiada y por lo tanto conocida para el occidental, y fue en la segunda mitad de este siglo cuando por motivos religiosos, estratgicos y econmicos, esta parte del mundo empez a colonizarse. El reparto fue sencillo: esto para ti, aquello para mi... donde intervinieron Francia, Inglaterra, Alemania y la joven potencia Estados Unidos. A Espaa ya no le toc ningn lote en aquella particin. Los polinesios y en definitiva todos los maors dejaron de sonrer. Empezaron a llegar barcos de todos lados para establecer colonias y construir iglesias catlicas, evangelistas, presbiterianas, adventistas, mormonas... y poco a poco ir sometiendo al original propietario del territorio. De todo aquello llegaban noticias al Mundo Civilizado a travs de la pluma de buenos escritores y a la vez navegantes y aventureros, como fueron Herman Melville, Robert Louis Stevenson, Jack London, Pierre Loti, entre muchos otros. Las imgenes las dieron pintores que atrados por las Historias del Paraso viajaron hasta aquellos remotos lugares y plasmaron en sus lienzos escenas de la bella vida cotidiana, como hizo el artista Gordon Frazer en su cuadro Festn Canbal, que dej boquiabierta a la rancia sociedad europea. El siglo XIX termin con el convencimiento por parte de toda la etnia maor de que un gran cambio se haba producido, y dejaron de resistir. Estos nativos eran buenos en los nuevos rezos, pero vagos a la hora del trabajo y no hubo ms remedio que importar mano de obra barata, de esto se encargaron los americanos llenndolo todo de chinos, que ms adelante y a su estilo se haran con la parte econmica de todo este territorio en pleno desarrollo. Durante el siglo XX, los pases soberanos empezaron a abrir la mano favoreciendo poco a poco a los oriundos, otorgndoles ciertos derechos, ciudadanas, incluso llegando a ofrecer autonomas. Los ingleses fueron ms lejos: dieron la independencia a sus territorios, constituyendo nuevos pases, pero siempre y cuando pertenecieran a la Commonwealth, lo que se llam Estados Libres Asociados, es decir, que se quedaron igual o peor que estaban. Al fin de todas esas reformas los polinesios volvieron a sonrer... quiz por no llorar. Y qu pas con aquel Paraso Terrenal bendecido por la Naturaleza?

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Pues hombre, tuvo sus cambios: explotacin de recursos agrcolas, extensas minas de superficie, pesca indiscriminada, deforestaciones... Slo eso? Podemos aadir un poco de devastacin durante la Segunda Guerra Mundial; bombazos, saqueos... en fin, nada irreparable. Y como toque final, en plena Guerra Fra, all por los aos cincuenta del pasado siglo, los americanos dieron muestras de su podero convirtiendo en top-less el atoln de las Bikini, en el archipilago de las Marshall, borrndolo del mapa a base de misilazos nucleares, lo que llamaron pruebas atmicas y consiguiendo que fuera la zona del planeta con mayor contaminacin radiactiva. La respuesta del gobierno francs fue inmediata: hicieron lo mismo en el atoln de Mururoa, perteneciente al archipilago de las Tuamotu. Hoy en da es un rea de navegacin prohibida por motivos de radiacin. El Paraso casi haba dejado de serlo, o al menos as debieron entenderlo los integrantes del movimiento hippy, nacido en California durante los aos sesenta, extendido por toda Amrica y Europa, porque situaron el nuevo Paraso en la India y aledaos; tambin muy bonito pero ms tranquilo, ms espiritual y con ms droga. A la Polinesia se le haba despojado de su merecido ttulo, quiz porque hasta aqu no se poda llegar con la floreada furgoneta Wolksvagen California o con el viejo Citroen Dos Caballos. Por supuesto hubo muchos ms navegantes, escritores, pintores y mala leche, pero lo aqu relatado dar una idea global y suficiente de la historia del Pacfico Llegamos al paso de Tahanea, nuestro siguiente atoln, justo al amanecer. La entrada era grande y clara, la corriente a favor, as que encaramos la proa justo al centro y... Dentro y diez!, como en el parchs. La laguna era grande, ms o menos como la de Raroia, pero con la diferencia que all no haba nadie; ni pueblo, ni barcos... estbamos solos. Empezamos a recorrer el interior de la laguna paralelos a los motus de la manera habitual; Esperanza encaramada al mstil vigilando las patatas de coral. A medio da echamos el ancla frente a un gran motu lleno de cocoteros. Despus de comer bajamos a tierra para recolectar algunos cocos verdes y as aumentar nuestra reserva de agua potable. Entre la maleza del bosque vimos algunas viejas cabaas ya destruidas, lo que indicaba que aquel atoln haba sido explotado por los copreros pero en la actualidad estaba abandonado. Aquella noche admiramos algo inusual que nunca antes habamos contemplado. En Tahanea el agua era todava ms clara y transparente que en nuestros anteriores atolones, esto junto a la luz proyectada por la enorme luna llena tropical situada sobre nuestras cabezas y la total carencia de viento hizo desaparecer literalmente la visin del agua. Se poda observar
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perfectamente como descenda por proa la cadena de nuestro fondeo, llegaba la arena, haca su sinuoso recorrido para terminar en el ancla semienterrada en el blanco fondo, tambin se distinguan los peces, inclusive los ms chicos, nadando en grupos o solitarios; un gran tiburn cruz la proa, pasando entre sta y la cadena; peces de muchos tamaos abandonaban una cercana cabeza de coral para regresar veloces a ella... Todo pareca estar flotando en el aire, sin que nada estuviera sujeto a las leyes de la gravedad. Cada da nos movamos un poco ms all, cambiando de lugar para descubrir sitios nuevos y maravillosos. Una tarde, paseando por el arrecife, llegamos a un pequeo motu pelado, formado tan slo por bloques de coral, pero plagado de aves marinas; por alguna razn todos los pjaros de la zona haban elegido aquel apartado lugar para anidar y nosotros lo habamos encontrado. -Mira!, Est lleno de nidos! le dije a Esperanza-. Podremos recoger huevos como nos ensearon aquellos pescadores de Ua-Huka, en las Marquesas. -T crees? Es un poco brbaro... responda, pero yo ya haba comenzado a trabajar. Hicimos unos mojones para delimitar un rea de aproximadamente diez metros cuadrados, una vez terminado fuimos sacando todos los huevos de su interior, ya fecundados, con cuidado de no estropear los nidos hasta no dejar ninguno, y los echamos al mar. -Bueno le dije a Esperanza-, cuando volvamos dentro de dos das todos los huevos dentro de las marcas sern frescos. Esto, a primera vista, puede parecer una crueldad, pero es el mtodo que tradicionalmente han seguido los polinesios durante miles de aos. Solamente hay una cosa a tener en cuenta: estos huevos hay que consumirlos en tres das como mximo, pues su periodo de conservacin es muy corto, con lo cual hay que calcular con buen juicio el nmero de huevos que nos podemos llevar. Todas las maanas bamos al arrecife a por nuestra asignacin diaria de pescado fresco, el resto del da lo pasbamos buceando, leyendo o paseando. Algunas noches hacamos incursiones por el arrecife en marea baja, en busca de bellas caracolas y alguna que otra langosta. Dejbamos pasar el tiempo sin querer pensar en que tarde o temprano deberamos abandonar aquel remoto lugar tan diferente del mundo civilizado. Una maana, intentando arrastrar el bote desde la playa hasta aguas algo ms profundas, Esperanza me grit: Cuidado! Ataca un tiburn! Salt al interior de la hinchable a la vez que vea de reojo una gran sombra negra que velozmente se acercaba. Aquel monstruo no se march, sino que se qued quieto al lado del bote y cuando el agua se calm comprob que no

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se trataba de un tiburn sino de un gran mero que abriendo y cerrando su enorme boca y moviendo sus aletas a modo de saludo segua mirndome. Los meros no suelen atacar, pero digamos que tienen una fuerte personalidad. He visto varias veces a un solo mero mantener a raya a varios tiburones de buen tamao que por casualidad paseaban cerca de su morada, incluso golpearles hasta hacerlos desaparecer. Un maana quise bucear justo en uno de los pasos del atoln para fotografiar con la cmara submarina a los grandes tiburones. Para ello esperamos a que la marea fuera ligeramente entrante, Esperanza me seguira de cerca con el bote, para arrastrarme de nuevo hacia el canal si la corriente me desplazaba del paso y a la vez me podra rescatar en el caso de que se iniciara algn ataque no deseado. De todas maneras, adems de la cmara llevara mi pequeo fusil de pesca submarina de aire comprimido, un poco tuneado. Lo haba modificado para que usara toda su carga de aire en un solo disparo; la flecha careca de punta, en este lugar iba enroscada lo que se denomina una lupara, un artilugio que alberga un cartucho del doce que previamente haba hermetizado y cargado con gruesas postas de acero. En caso de ataque haba que apuntar bien, esperar hasta el ltimo momento y apretar el gatillo con la mxima probabilidad de acierto; al chocar la lupara contra el tiburn se producira el disparo del cartucho. Este fusil no serva para el uso de pesca, era defensivo, capaz de partir por la mitad un agresivo tiburn de ms de tres metros, pero no era posible errar el disparo, dando tan slo una oportunidad. Las fotos salieron muy buenas y por suerte en esa ocasin no tuve que hacer uso del destructivo artilugio. Seguimos dejando pasar los das dentro del microparaso de Tahanea, bandonos, jugando con las tortugas marinas, viendo maravillosos atardeceres... sin querer mirar el calendario, hasta que poco a poco se nos agot la fruta y verdura fresca; era la seal para despertar de nuestro letargo natural y continuar el viaje hacia otros lugares. La corriente en el paso era ms fuerte que de costumbre, nos subimos en la primera ola y como una plancha de surf dejamos nuestro ltimo atoln; de nuevo estbamos en mar abierto. Sacamos nuestras velas y empezamos a navegar. Tenamos por delante tres das de travesa hasta la isla de Tahit, capital de la Polinesia Francesa. Dejbamos atrs casi dos meses de estancia en los atolones, el lugar ms idlico de nuestro viaje. Si en las Marquesas es el verde el color predominante, en las Tuamotu los azules impregnan todo su entorno; desde el ms claro turquesa del agua en calma hasta el marino ms intenso del ocano profundo e infinito ms all del arrecife, aadiendo suaves pinceladas blancas de playas coralinas y olas rompientes. All donde
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pequeas y rpidas nubes contrastan en un cielo de atmsfera limpia, separndolo de la tierra por una raya verde-violeta de cocoteros que se pierde de vista en el horizonte de la laguna. Cada atoln, cada motu, es una obra de arte naturalmente creada y navegbamos tristes, porque esta vez sabamos que ya no encontraramos nada ms bello. Estbamos excitados porque llegbamos a la civilizacin, la civilizacin del primer mundo, donde podramos conseguir todo lo que quisiramos... con tal de poderlo pagar. Todo? bamos escasos de comida, iremos a un buen restaurante francs y pediremos un gran plato de carne, y pats, y quesos, y sufls, y buen vino, y crpes... pero de momento haba que pescar. El carrete empez a sonar Ya ha picado! grit Esperanza. Poco a poco fuimos recuperando sedal; la captura era grande. Cuando estuvo cerca de la popa exclam: -Oh, no! Es una barracuda. -Hay que dejarla, tendr Ciguatera dijo Esperanza. -Pues no hay ms remedio que subirla para quitarle el anzuelo; est muy bien enganchada. Pesara alrededor de quince kilos, una pieza enorme y de afilados dientes. Como pudimos la izamos hasta cubierta y la dejamos caer a la baera; la barracuda se defenda dando fuertes coletazos y dentelladas a todos lados. Le ech por encima una vieja toalla y salt sobre ella sujetndole la cabeza para desenganchar el anzuelo de su boca. En ese momento dio un fuerte coletazo, la mano se me resbal y uno de los anzuelos libres se me clav profundamente en la palma, quedando unido al gran pez, con mi mano muy cerca de la boca de aquel monstruo que luchaba desesperadamente por sobrevivir. Intentaba aplacar la furia del animal, sujetando su cuerpo y sobre todo su cabeza con la toalla, para que en sus sacudidas el anzuelo no me desgarrara la mano, mientras que la sangre de ambos llenaba toda la baera. De prisa! Trae la botella de alcohol! Le gritaba a Esperanza mientras, sin poder levantar la vista, notaba como el anzuelo penetraba ms en mi carne. Vaca la botella en las agallas!, ms, ms, todo lo que haya! segua gritando mientras Esperanza, muy atenta, haca lo que le indicaba. El Pescado qued inmediatamente inmvil, paralizado. Un viejo truco que me ensearon los pescadores de Brasil. Aquella situacin durara pocos segundos, pero la aprovech para pedir a Esperanza el cuchillo de caza, siempre afilado, que se encontraba en la escalerilla de entrada. Con un rpido movimiento le reban la cabeza a la barracuda, poniendo punto final a aquella angustiosa situacin.

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El anzuelo no me haba desgarrado la carne, pero la nica manera de sacarlo era seguir introducindolo hasta que, por su forma curva, saliera por otro lado, para luego limpiar y desinfectar lo mejor posible y vigilar, cuidando la herida hasta que hubiera cicatrizado. Por suerte Esperanza haba estado all para alcanzarme el alcohol y el cuchillo que necesit, de otro modo hubiera tenido que esperar echado sobre el pescado a que ste muriera, ms de quince minutos de extrema tensin que con seguridad me hubiera producido, cuanto menos, una fea herida. Aquella tarde conseguimos capturar un hermoso mahi-mahi (dorado) que nos dio alimento suficiente para llegar a nuestro destino. Nos encontrbamos frente al puerto de Papeete, la gran capital de Tahit, el Pars tropical. Poco a poco fuimos entrando por los arrecifes siguiendo el canal balizado, dirigindonos a la zona de fondeo recomendada para yates, muy cerca del gran aeropuerto comercial. Veamos altos edificios modernos, coches y autobuses por todos lados entre altas palmeras y gigantescos ficus. Llegbamos a la ciudad, con sus ruidos, tensiones y prisas; en el fondo algo que ya echbamos un poco de menos.

TAHIT Y LAS ISLAS DE LA SOCIEDAD Gabriel se haba encontrado aqu con Ricard y juntos haban seguido camino recorriendo las islas de la Sociedad y ahora se encontraban en Raiatea; en algn momento nos juntaramos todos. De momento nosotros tenamos una larga lista de trabajos por realizar, pero antes de eso haba que hacer el papeleo de entrada, gratis para los europeos, cambiar dinero en el banco, revisar nuestros correos de Internet y por fin visitar el restaurante prometido. Papeete, a pesar de ser uno de los destinos tursticos ms deseados, es una ciudad moderna e impersonal, con aire francs pero ambiente y temperatura tropical, donde conviven, adems del europeo y el polinesio, todas las dems razas del mundo. Hay suciedad mezclada con olores a curry y dems especias exticas, donde las buganvillas y los hibiscos dan por todos lados una particular nota de color. El centro de la ciudad es una mala copia al ambiente parisino, abarrotado de lujosas boutiques con todo tipo de carsimos artculos, donde no podan faltar los collares, pendientes y colgantes de las exclusivas perlas negras. Has visto? Exclamaba Esperanza-. Las llaman perlas y son keishis de mala calidad! Y esos pendientes!? Ja! Esas perlas estn llenas de imperfecciones...! Y los precios...?

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Tenamos mucho trabajo por delante y por lo tanto nos repartimos las tareas. Esperanza no paraba de realizar viajes desde el barco hasta una lavandera cercana, ordenaba y haca inventario de nuestra menguada despensa mientras yo revisaba y limpiaba los motores del barco, cambiaba sus aceites y filtros, reparaba algn desperfecto en las velas, engrasaba molinetes, poleas y dems mecanismos agarrotados por el salitre. Al medioda el calor se haca insoportable, pero el agua del fondeadero dentro de la laguna estaba sucia y la barrera de coral, donde podamos tomar un refrescante bao, estaba demasiado lejos, por lo que las primeras horas de la tarde las pasbamos en el gran Euromarch, bajo la proteccin del aire acondicionado, paseando por sus largos pasillos empujando un vaco carro de la compra, asustados por los elevados precios de los artculos. El dinero se nos iba a chorros; intentamos alquilar un vehculo y recorrer parte de la isla pero el viaje se qued en un pequeo tour turstico en un autobs de lnea. Haba solucionado el problema que ms me preocupaba, la reparacin del molinete del ancla, uno de los mecanismos ms importantes del ARCHIBALD, que nos haba dado problemas en los ltimos fondeaderos. Ya nada nos retena en Tahit, pero una maana, en vsperas de nuestra partida, una lancha militar lleg hasta el costado de nuestro barco. -Buenos das. De que nacionalidad son ustedes? Nos pregunt un joven oficial, pues al haber perdido recientemente la ltima bandera espaola y a la espera de sacar nuestra mquina de coser y fabricar un nuevo surtido, habamos izado una pequea bandera europea de cortesa. Temindome una reprimenda y la consiguiente sancin, contest tmidamente: -Mmm... Somos espaoles. -Perfecto! respondi sonriente el militar-. Imagino que sabrn que dentro de unos das es 14 de julio, la festividad ms grande de Francia, y vengo a proponerles que participen en un desfile nutico que recorrer toda la laguna hasta el puerto comercial de la ciudad. Si toman parte en ella les dar un paquete de invitaciones para que asistan gratuitamente a todos los eventos: barbacoas, bailes, pasacalles... -Por supuesto! Cuente con nosotros oficial le contest. -Magnfico! Por supuesto tendrn que engalanar su barco; aqu tienen una buena bandera francesa mejor que esa pequea que llevan, imagino que tendrn la de su pas -Psss, s le responda -Y tambin el cdigo internacional de seales continu preguntando el marino. -Esss... varias refirindome a las dos nicas que llevbamos. El oficial empezaba a dudar si seguir manteniendo su ofrecimiento. -Por lo menos tendrn el pabelln caracterstico de su barco.

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-Eso s que tenemos, y bien grande! -Perfecto! suspir el joven-. De todas maneras aqu tienen unas cuantas banderas de plstico para complementar las suyas, maana vendremos para darle las instrucciones y su puesto en el desfile. Buenos das y muchas gracias. No tuvimos tiempo de hacer las banderas prometidas, las que nos regal el oficial eran muy pequeas y pasaban desapercibidas, pero con toda seguridad el ARCHIBALD fue el barco que ms comentarios desatara al portar con orgullo en lo alto del mstil, frente a su paso por la tribuna presidencial, su enorme bandera blanca de tres por dos metros con el dibujo de Mickey Mouse disfrazado de pirata con dos sables cruzados debajo. Los das que siguieron fueron inolvidables. Tenamos libre acceso a todos los eventos oficiales, desde la degustacin de la cocina tpica a desfiles polinesios, concursos de Tamure, la danza remota y tradicional de la polinesia, muy expresiva y sensual al ritmo frentico de los tambores, que durante varios siglos estuvo prohibida por la recin llegada religin cristiana. Ese ao el gobierno francs haba accedido por primera vez a que su ejecucin se hiciera de la original forma primitiva; es decir, vistiendo las vahines, danzarinas polinesias, nicamente la clsica falda de flecos vegetales. Los gritos y aullidos se oan por todo el pblico. Tres das duraron las festividades en donde todo Papeete se transform en alegra y colorido. Al lado de nuestro asiento en una de las tribunas haba un simptico polinesio con cara de intelectual, tras intercambiar unas frases protocolarias le pregunt: -Oye, Y qu tenis que ver vosotros con el da de la Toma de la Bastilla? -Somos franceses respondi con orgullo-, y tenemos todo el derecho a celebrar La Revolucin Francesa. Adems, esta fecha coincide con otra muy especial, es tambin el Festival de Tahit y conmemora el paso de la administracin de las islas del ltimo rey tahitiano a Francia; a partir de aquel da todos los polinesios de estas islas fuimos franceses. No segu hurgando en el asunto, pero me llam mucho la atencin que los tahitianos celebraran con tanto bombo y justo en este gran da de la Libertad, su sometimiento al imperio francs. Pero el polinesio, a pesar de algunos triviales movimientos independentistas, quiere realmente ser francs. Todo son ventajas para ellos. Pueden viajar a Francia y por lo tanto a toda Europa sin ningn tipo de visado; la vida en las islas es fcil, subvencionada por el gobierno francs que les anima a no marchar y mantener las colonias; no existen carencias de ningn tipo y sus trabajos son relajados, corriendo la Administracin con la mayor parte de los gastos bsicos. Un amigo y navegante francs me deca con mucho nfasis: Por fin s dnde est el dinero de los impuestos que he estado pagando durante toda mi vida!
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Una tarde, paseando por el puerto de Papeete, vimos un velero amarrado al muelle. -Mira coment Esperanza-, ese barco tiene bandera espaola... No poda leer bien su nombre. -A ver... NICOLE...NICOLE SPAIN; Eh, Kurt! Kurt, sal a cubierta! empec a gritar como un poseso. De repente sali el enorme alemn del interior de la embarcacin y mirndome dijo impasible: -Hola Coca, otra vez nos encontramos. Kurt, el alemn, es un viejo lobo de mar. Tiene su residencia en Altea, Alicante, pero durante una poca fue vecino de mi padre cuando vivi en el campo, cerca de un pequeo pueblo llamado Trbena. Habamos coincidido en Brasil y posteriormente en Buenos Aires; a partir de all cada uno haba seguido rumbos distintos hasta volvernos a encontrar. Kurt navegaba con Elena, una chica alicantina bastante ms joven que l. Elena y Esperanza hicieron buenas migas y las siguientes tardes las pasamos a bordo del NICOLE SPAIN, intercambiando historias, cenando como reyes y escuchando las canciones compuestas por el creativo alemn. Kurt y Elena fueron los mejores anfitriones que tuvimos en Tahit. De nuevo tenamos todo dispuesto para la marcha y de nuevo tuvimos que aplazarla por la llegada del velero MA-OH, la familia francesa Cangreja que no vea desde Esmeraldas, Ecuador. Christine, la madre, estaba triste y Patrik nos explic porqu: Lenka, nuestra hija de diecisiete aos, ha terminado sus estudios en el barco y se marcha dentro de unos das a Francia para empezar su carrera en la universidad, nunca nos hemos separado y es por eso que estamos todos as, pero no queremos que Lenka se d mucha cuenta Nos quedamos con ellos unos cuantos das animndoles, acompaando a la familia a todos lados, celebrando fiestas de despedida en ambos barcos, hasta que la hija se march. Incluso luego Esperanza se quedaba con la madre, muy deprimida, mientras que Patrik, Cangrejito y yo nos bamos al centro de la ciudad para comprar alguna cosa necesaria y de paso tomar una buena cerveza Hinano junto con una deliciosa hamburguesa, muy barata por increble que pareciera. Patrik, que haba cumplido su servicio militar en Tahit y por lo tanto conocedor de su cultura y tradiciones me comentaba: Pues mira; no poda imaginar que te gustara tanto la hamburguesa hecha con carne de perro...

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Por fin conseguimos dejar Tahit, dirigindonos a la cercana Moorea, tantas veces descrita y pintada por Paul Gauguin. Moorea, la isla con forma de corazn. Esta isla es de una belleza sin igual; toda rodeada por un arrecife coralino que pone la blanca cenefa tradicional a la isla en s. En el interior, altas montaas que fcilmente superan los mil metros conforman la gran masa volcnica, repleta de enormes agujas de lava, adornadas desde su base por la arrogante vegetacin tropical. Su arrecife deja varias entradas seguras hacia su interior, pero la mejor, la que nosotros utilizaramos sera la de Avaroa, en su parte norte, que deja paso a la que es sin lugar a dudas la baha ms bella del mundo: Pao-Pao o baha de Cook. Nos encontrbamos anclados en una ribera solitaria de la gran baha, rodeada de altsimos picachos que nos protega de cualquier tipo de viento, amarrados por popa a un cercano cocotero, dispuestos a bajar a tierra para explorar el interior de la isla, y as lo hicimos. Alquilamos una motocicleta y comenzamos a recorrer la vieja carretera que circunda toda su costa, sabiendo que no podamos dejar el barco en mejor situacin. Despus de nuestra estancia en la gran Tahit, aquello fue como una desintoxicacin. Era volver a nuestra vida cotidiana; llenar de nuevo nuestra despensa de fruta silvestre, de ames, de urus, paseando por los campos de vainilla... pero la buena pesca haca tiempo que haba desaparecido de la baha de Pao-Pao, tal vez huyendo de la cada vez ms desarrollada civilizacin. A los pocos das dejamos aquella hermosa isla para encaminarnos con buen viento hacia nuestra siguiente escala: la isla de Huahine. La navegacin fue placentera, como ya era habitual cuando nos desplazbamos entre islas. La travesa nos llev una jornada, realizndola en su mayor parte de noche, calculando estar en la entrada del arrecife a primeras horas de la maana. A las pocas horas de dejar Moorea divisamos por nuestro costado de estribor el cercano atoln de Tetiaroa, famoso por ser propiedad particular del clebre actor Marlon Brando desde haca treinta y cinco aos. En 1977 Brando cedi su explotacin a sus hijos, reservndose un pequeo motu, donde se hizo construir un reducido bungalow. El actor principal en el Motn de la Bounty, ya en precaria salud, pasaba largas temporadas en aquella isla, sin prcticamente contacto con el resto de la sociedad y bajo un mnimo de comodidades. Hoy en da es posible visitarla en su totalidad... previo pago de un buen importe.

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Huhaine es una isla majestuosa, menos desarrollada que sus hermanas de la Sociedad pero igualmente bella, rodeada como todas por el gran arrecife de coral. Una vez franqueado el paso, fondeamos muy cerca de un pequeo pueblo que result ser el centro turstico de la isla, detrs de las casitas rsticas se escondan modernos hoteles y lujosos resorts. Recorrimos durante un par de das su laguna, pero casi sin querer, salimos a mar abierta por otro de los pasos, para poner rumbo a la cercana Raiatea. Entramos a la laguna de Raiatea por su paso del Este para navegar cmodamente en su interior dirigindonos al lado oeste de la isla, donde nos esperaba la tripulacin del MA-OH. Amarramos en el pequeo puerto un pueblo llamado Apooiti, un lugar muy recomendado para todos los navegantes, habilitado con todo tipo de servicios necesarios a esta altura de viaje. Aqu se haban pasado una buena temporada reparando sus barcos Gabriel y Ricard, esperando ahora nuestra llegada en Bora-Bora. En esta isla estuvimos casi una semana, comprando repuestos, haciendo pequeos arreglos, cargando agua y gasoil, etctera; pero siempre permitindonos algn respiro y junto con la familia Cangreja ir a bucear y pescar en algn recndito arrecife. Nos quedaba hacer nuestra ltima escala en el archipilago de las Sociedad, la princesa de todas estas islas, la ms bella, la ms deseada: la mgica Bora-Bora. Navegamos por el interior de la laguna de Tahaa, la isla pegada a Raiatea, hasta salir a mar abierto. El viento era fuerte y el ARCHIBALD volaba hacia su nuevo destino. Tres horas despus bordebamos el arrecife exterior de Bora-Bora, ya cerca del paso Teava-nui, la nica entrada a la laguna. No podamos dejar de admirar aquella isla, diferente a las dems de la Sociedad. En su interior slo existe una montaa de dos grandes picos, donde mora su perpetua nube blanca. Su laguna interior es de mucha mayor anchura que las anteriores, dejando un calmado mar entre la isla principal y los motus del arrecife. Es como si aqu se concentrara toda la belleza de las Marquesas, las Tuamotu y sus hermanas de la Sociedad. Bora-Bora define la perfecta isla de los Mares del Sur. Entramos en la laguna y conforme nos acercbamos a la isla veamos enturbiarse el agua cada vez ms, el coral del fondo era opaco, sin vida y lujosos hoteles tropicales aparecan por todos los rincones, medio ocultos entre los bosques de cocoteros. Ese es el tributo que tiene que pagar BoraBora; es la isla ms bella, pero tambin la ms visitada.

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Nos dirigimos hacia el fondeadero que nos haban indicado Gabriel y Ricard; un pequeo estrecho entre la isla y un arrecife cercano; y all, en un verdadero refugio para navegantes, se encontraban anclados juntos el TARTARUGA y LA TORTUGA, los barcos de nuestros dos amigos. Todava no habamos acabado de terminar nuestra maniobra cuando ambos amigos llegaron en una pequea chalupa de madera, tanto Ricard como yo exclamamos a la vez: Pero qu feo eres! Ms de dos aos hablando a travs de la radio prcticamente todos los das y era la primera vez que nos veamos fsicamente. Ricard es uno de esos gafotas inteligentes, con pinta de monaguillo revoltoso, pero ms listo que el hambre, un verdadero experto en todo tipo de computacin, hardware y software, que cambi su trabajo bien remunerado en una importante empresa de informtica por la vida de vagabundo del mar. Junto con su novia compraron LA TORTUGA y unidos en el proyecto comenzaron a navegar poniendo rumbo al trpico. Ricard adems es cataln; ve negocios hasta debajo de las piedras, es la nica persona que conozco que gan dos mil dlares instalando y reparando ordenadores En las islas Marquesas! Al parecer la relacin entre la pareja de navegantes no pasaba por sus mejores momentos y tal vez por eso Ricard haba cruzado solo el Pacfico hasta llegar a Tahit. Ese da Ricard organiz en su barco un concurso de productos espaoles, con los restos que quedaban en los tres barcos; no pudo faltar la tortilla espaola por parte de Espe, alguna lata perdida de mejillones, otra de aceitunas... pero tambin aparecieron artculos con trampa, como una mortadela vagabunda con la chapita de Chorizo Ibrico, o botellas de Rioja rellenas con vino local. Mi As era una botella de autntico brandy Insuperable, pero todos estuvimos de acuerdo en que Ricard fuera el campen. ste lleg ms all de los clsicos productos alimentarios y en el ltimo momento puso en su radio-casete una cinta con la voz de Carmen Sevilla presentando el Telecupn de la ONCE, sin dudar no haba nada ms tpicamente espaol que aquella grabacin. LA TORTUGA, el barco de Ricard, era como los nuestros; construido en acero, con una eslora de doce metros y cmo no, con los tpicos churretones de xido que manchaban el casco por todos lados, seal inequvoca de un barco transmundista. Pero Ricard ahora no se encontraba solo, a bordo estaba tambin su exnovia y a la vez copropietaria del barco. Haca unas semanas que haba llegado a Tahit para hacer uso de su mitad, al parecer por tiempo indefinido; se poda decir que el ambiente a bordo de LA TORTUGA era un poco tenso. En el TARTARUGA, el barco de Gabriel, tampoco iba mejor la cosa. Mi amigo se quejaba de que Tania, su ciber-tripulanta, al ser americana y no perteneciente a la Comunidad Europea, haba tenido que ingresar un
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depsito de casi trescientos dlares en las oficinas de inmigracin a modo de visado temporal de entrada en la Polinesia, dinero que podra rescatar a la salida del pas. Como a ella le quedaba muy poco, esa cantidad se la haba tenido que prestar Gabriel. All en Bora-Bora, con la excusa de la prxima partida, Tania haba recuperado el dinero, pero de momento no se lo haba devuelto alegando que lo necesitaba para sus gastos. A esto haba que aadir que la ex de Ricard y Tania se haban hecho muy amigas, pasando los das en tierra o en uno de los barcos con un par de tahitianos que haban conocido. Aquella situacin no era demasiado atrayente, por lo que al da siguiente a la fiesta decidimos navegar por nuestra cuenta; visitar la ciudad y recorrer el interior de la laguna. En Vaitape, la pequea ciudad de Bora-Bora podamos encontrar casi de todo, pero pagando los precios ms altos y ms escandalosos de todo el viaje. No en vano esta isla es el destino turstico ms codiciado del mundo; en el intervalo de unas horas vimos pasear por la misma calle a dos James Bond, el agente 007: Roger Moore y Pierce Brosnan. Evitamos hacer las compras en los prohibitivos supermercados, teniendo que acabar el los colmados regentados por los chinos, de tanta o mejor calidad que los primeros pero sin tanta limpieza, sin el fuerte aire acondicionado y sin la aburrida msica de ascensor. Esperanza y yo seguimos divirtindonos, recorriendo la laguna y navegando en windsurf o kayak que los simpticos encargados de Club Med nos prestaban, tal vez pensando que ramos sus huspedes. A travs de la radio los tres barcos nos pusimos de acuerdo: el cinco de agosto, juntos, dejaramos Bora-Bora. Poco a poco regresamos a la temida, por sus precios, Vaitape, donde hicimos la salida del pas, compramos gasoil, revisamos nuestros correos de Internet y gastamos nuestros ltimos francos polinesios; adquiriendo por ellos una pequea bolsa de galletas. El da anterior nos habamos encontrado con el MA-OH que en ese momento parta, l ira por delante, estando en contacto por radio para coincidir en nuestra siguiente escala. El da sealado el TARTARUGA, LA TORTUGA y el ARCHIBALD se juntaron en el paso Teava-nui, el Alisio empujaba fuerte y juntos empezamos a adentrarnos en el gran ocano. Prxima parada: el reino de Tonga. Durante el rojizo atardecer se dibujaba Bora-Bora por popa, de lejos era infinitamente ms bella que desde el interior de la laguna. Las infraestructuras tursticas, respetuosas a su manera con el entorno, marchitaban un tanto su delicado ecosistema. Tanto en sus motus del arrecife

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como en la ladera de su montaas cientos de lucecillas blancas delataban las pequeas residencias y lujosos resorts, que se iran multiplicando siempre que hubiera gente dispuesta a pagar sus elevados precios y stos seguiran generando buenos ingresos para el gobierno francs. Es la imagen que dan las islas de la Sociedad: grandes, esbeltas, idlicas, dominantes; mil veces bendecidas, superiores a sus pequeas hermanas las Marquesas y siempre codiciadas. Ahora que las conozco puedo decir que FUERON las islas ms bellas del planeta. -Qu tal va la cosa, Ricard? le preguntaba por radio. -Fantstico! me responda-, con toda la mayor y la gnova atangonada caminamos a ocho nudos. Y vosotros cmo vais? - De maravilla! Con las Alas de Paloma desplegadas, a la misma velocidad le responda-. A ver Gabriel, TARTARUGA, y vuestra navegacin? -Fatal! -deca-. Vamos slo con la mayor, dando unos bandazos impresionantes y no pasamos de cinco nudos. Tania y yo ya estamos mareados. -Pero Gabriel, eso es falta de vela aconsejaba Ricard-, saca tu gnova grande y deja que el barco se equilibre y camine... -Eso es! Para que luego venga un chubasco y me pesque con todo arriba! le responda-. Deja, deja, que as vamos bien. Despus de varios das sin conseguirlo, pudimos contactar con Rafael del Castillo en su Rueda de los Navegantes: -Hay un problema, Coca me deca-. Nuestra diferencia de horario es ya muy grande y en vuestro meridiano a esta hora hay muy mala propagacin. El momento ptimo de comunicar sera las cinco de la maana hora canaria, pero como comprenders yo no voy a levantarme a esa hora todos los das... -No te preocupes Rafael interrumpi una voz grave-. Tu me pasas su informacin meteorolgica por la noche y yo se la leo por la maana; ya sabes que soy muy madrugador. -Gracias Mario dijo Rafael. Y as comenz la Rueda ms divertida de todo el Pacfico. Mario era radioaficionado y colaborador de la Rueda de los Navegantes, que desde Tenerife segua de cerca la labor de Rafael; La rueda de Mario era ms informal que la de Rafael, hablando cuando queramos, diciendo barbaridades, pero a la vez uniendo a travs de las ondas a toda la desperdigada flota espaola: Juanito Manero, del ALDO, estaba en Costa Rica, el OCANO camino de la isla de Pascua, CIBELES en Nueva Caledonia, ISLERO cerca de Galpagos, CYPSELA... MALI-MALI... y as hasta casi una docena de barcos.

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A media maana del segundo da de navegacin recib un mensaje del MAOH: Coca, Esperanza! Soy Steve, Cangrejito! Estamos entrando en la laguna de un atoln perdido, Es precioso! Como los de Tuamotu pero mucho ms pequeo. Se llama Mopelia, Venid! Mir en la gua y tena buena pinta, pero se desaconsejaba su escala al tener una difcil entrada y ningn tipo de servicio. Para qu ir all si adems de peligroso no hay nada? lemos en sus comentarios. Pero la gua era americana, hecha a su estilo. Si aconseja no ir, all no habr nadie y por lo tanto ser otro paraso dijimos. Llam a Gabriel y Ricard y les propuse visitar el atoln: -Nosotros seguimos dijo Ricard-. Tenemos mil trescientas millas por delante y no es cuestin de ir parando en todo lo que tengamos por delante. -Nosotros seguimos tambin secund Gabriel-. Ya nos estamos acostumbrando a este maldito balanceo y no queremos volver a empezar de nuevo. Cada uno tena su punto de vista. Variamos el rumbo y nos dirigimos hacia el atoln Mopelia, muy cerca ya de nosotros. MOPELIA Un viajero nunca sabe realmente cual es su destino; ese era nuestro caso, horas antes navegbamos veloces hacia Tonga, ahora buscbamos desesperadamente una pequea abertura en el arrecife del atoln. -Parece que es por ah, pero no estoy segura! gritaba Espe desde el mstil. -Pues hay que cerciorarse, se nos est haciendo de noche! le responda. -All, all, un poco ms all! Es muy estrecho! Por suerte el paso se encontraba a sotavento de la isla y la mar estaba en calma. Realmente era muy angosto, casi no caba el ARCHIBALD y mucho menos dar la vuelta en su interior. -A babor!, a babor! Hay una patata a proa iba informando Esperanza. -A babor?! Pero si no hay sitio! Hay Seor... Tras un par de roces contra el coral, minutos despus nos encontrbamos en la laguna. El atoln era pequeo, no ms de cinco kilmetros de dimetro. Seguimos las instrucciones que nos haba dado Cangrejito: seguir paralelo al arrecife de la parte norte y luego bajar un poco al sur. En uno de los motus vimos las ruinas de un pequeo poblado. Esto deba ser el antiguo pueblo antes de que sus habitantes abandonaran el atoln, pens. En ese momento Cangrejito volvi a llamar: Estamos al sur del atoln, frente a las casas del pueblo... Vaya, pues se habrn trasladado a un lugar mejor me dije.

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Efectivamente all se encontraba el MA-OH, fondeado justo en frente de unas diez chozas hechas con madera y palma. Fondeamos nosotros tambin all y al momento, en una vieja lancha de madera vinieron a recibirnos Patrik, Cangrejito y dos grandes polinesios. Maeva dijo uno de ellos, entregndonos dos grandes pargos y unos cocos verdes. Y ya en francs, continu muy formalmente: Mi nombre es Kalami y al igual que a Patrik y su familia, os doy la bienvenida. Aquello era la autntica polinesia. Una vez en tierra Kalami nos invit a su casa para degustar lo que l llamaba cerveza local, un refresco dulce, espumoso y con un punto de alcohol, bueno de sabor que se fabricaba a partir del agua de coco. Kalami era el tpico polinesio: bonachn y enorme; haba perdido a su mujer y viva con su hijo de quince aos, de ms de uno ochenta de altura y noventa kilos de peso. -Es enorme! me susurr Esperanza. -Pues espera que pegue el ltimo estirn le respond. Antes vivamos aqu en Maupihaa o Mopelia, como queris llamar a mi isla, ms de cien personas, en un pueblecillo al norte del atoln, viviendo en nuestras casas hechas de bloques coralinos unidos con la cal extrada de las conchas. Tenamos una iglesia y buenos huertos, ramos una comunidad feliz. Vivamos de la pesca, algo de cultivo, la copra y un poco de las perlas. Dos veces al ao vena el barco de abastecimiento que anclaba al otro lado del arrecife y nos traa lo que necesitbamos, a cambio entregbamos langostas, perlas y nuestra cosecha de copra. Hace un par de aos un huracn pas por encima nuestro y arras todo, las olas eran de siete metros y el viento fortsimo. Sobrevivimos los que pudimos aguantar sujetndonos a las palmas de los cocoteros ms altos durante dos das; casi todos los ancianos, mujeres y nios pequeos desaparecieron, cuando por fin todo pas slo quedbamos veinte supervivientes. Aquella historia era impresionante, una lucha por la supervivencia sin igual, donde resistan los ms fuertes y adaptados. Kalami sigui su relato andando por el pueblo: Todo haba quedado arrasado, no tenamos de nada pero los que quedbamos luchamos para mantenernos vivos. Un avin de reconocimiento vio la gran devastacin en los alrededores del pueblo e inform a Tahit que era imposible encontrar seres vivos en aquel tremendo caos. Cuando un mes ms tarde vino un barco a inspeccionar, estbamos al borde de la muerte. Varios no quisieron quedarse y aceptaron una nueva vida en Tahit que les ofreci el gobierno francs, pero otros nos quedamos. Ms tarde vinieron polinesios de otras islas a establecerse aqu y poco a poco, con algo de ayuda, la comunidad fue creciendo; ya somos veinticinco.

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Caminando entre las cabaas, bajo el bosque de cocoteros le pregunt a Kalami: -Porqu abandonasteis el antiguo pueblo y os establecisteis en el sur? En el norte la franja de tierra es muy estrecha y las olas de los huracanes la barren con facilidad, aqu es mucho ms ancha y los cocoteros crecen ms altos y fuertes; mira, ves esos cortes en los troncos? Es para facilitarnos la subida en caso de peligro. -Vienen muchos huracanes por aqu? segu preguntando. Cada tres o cuatro aos pasa alguno cerca, pero nunca como aquel. Continuamos el paseo, saludando a los vecinos que salan de sus casas para conocernos, dndonos la bienvenida en un chapurreado francs. Repar en una estructura distinta a las chozas del poblado, estaba inacabada, pero fuertemente construida con cemento, elevada varios metros sobre unos altos pilares. Lo llamamos la iglesia dijo Kalami al ver nuestro inters-, porque la estamos construyendo con el material que nos envan para ello, pero en realidad es un refugio para huracanes, los pilares son fuertes y estn bien cimentados, para que las olas pasen por debajo, arriba hay una gran plataforma, pero nos falta ponerle el techo. En cualquier caso yo sigo prefiriendo una alta palmera flexible. Kalami y su hijo nos invitaron a ambas tripulaciones a cenar en su casa el plato tpico de Mopelia: pescado y langosta a la brasa. Al banquete vinieron varios isleos, ente ellos Bernard, otra persona importante de la isla, estando a cargo de la cocina su simptica mujer. Entre Langosta por aqu, cerveza local por all, chupitos de ron... me compromet a hacer una paella gigante de langosta para todo el mundo. Y es que en estos casos siempre tengo una boca demasiado grande! Al da siguiente, paseando por la playa, vimos por la ventana de una de las casas a un joven que manipulaba una gran ostra, al vernos nos invit a pasar y tras las presentaciones nos dijo: Me establec aqu despus del huracn, soy de Raiatea y cuando termin mis estudios no encontraba trabajo, acept la proposicin del gobierno de venir aqu y aqu sigo. Soy perlero y ya tengo una buena granja, cada ao viajo tres meses a Tahit, vendo mis perlas y para el prximo viaje espero regresar con mi novia Lionnel, que as se llamaba el muchacho, en ese momento estaba utilizando unos extraos aparatos para grifar una ostra, abrirla delicadamente e introducir un nucleus hecho por l en el lugar exacto. Le pregunt si poda fotografiar la operacin, lo que acept encantado. Mas tarde le llevamos algunos regalos a los que correspondi con lo nico que tena para ofrecer: un puado de perlas negras. Nos encontramos con Kalami por la playa y ste nos dijo:

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-Maana hars tu paella, nos har falta langostas. Esta noche iremos a por ellas. -Y esas de ah? dije sealando una gran jaula de mimbre medio sumergida. -Esas son de la comunidad, esperan al barco que las llevar a Tahit, es mejor ir a por las nuestras. Esa noche, ya de madrugada, lleg al ARCHIBALD Kalami en su lancha junto con su hijo, Patrik y Cangrejito. -Vamos, que se nos hace tarde! Gritaba Cangrejito, el nuevo jefe de la expedicin-, Que no se os olvide llevar linternas y guantes! Yo, adems, llev mi cmara submarina con el flash, aquello prometa ser muy interesante. Kalami nos llevo a toda velocidad en aquella noche oscura como la boca de un lobo a algn arrecife secreto del atoln. Nada ms desembarcar, Kalami y su hijo se pusieron a la espalda unos barreos a modo de mochila y linterna en mano empezamos a pasear por el arrecife con el agua por la cintura. Los polinesios eran unas mquinas de atrapar langostas, en el tiempo en que Patrik, Cangrejito, Espe y yo habamos conseguido tres, ellos ya tenan dos... docenas. La pesca termin al despuntar el da. Ya en la lancha, Kalami relataba: Hace aos, lo que ahora nos ha llevado toda la noche, lo hacamos en una hora, cada vez hay menos langostas. De todas las que llevamos, la mitad sern para la comunidad, espero que con el resto tengas suficiente S pensaba mirando los barreos-, con el resto podra hacer ms de diez paellas. -Kalami, donde nos llevas ahora? pregunt Cangrejito. -Al motu de las aves, ya que estamos por aqu llevaremos unos cuantos huevos respondi-. Cada tres das uno de nosotros ha de venir a por ellos. Y al estilo polinesio llenamos un par de bolsas para la comunidad. Esa noche prepar un buen fuego con madera de cocotero detrs de la casa de Kalami, cuando se formaron las brasas empec a preparar las paellas, varias, porque tenamos muchos invitados. Sofre con aceite de oliva los ajos, el tomate de bote y el arroz; ech el caldo caliente, previamente hervido con varias cabezas de langosta; aad el azafrn, alguna especia secreta y puse el resto de langostas por encima partidas por la mitad. Simple; toda una obra de arte. Ahora hay que quitar unas brasas para dejarlo a fuego lento y a esperar me dije. En ese momento lleg una seora con dos langostas en la mano, sonriendo y diciendo unas frases polinesias me las dej encima de una madera y se fue. Bueno, siempre hay sitio para dos ms pens. Al minuto lleg la esposa de Bernard con su hija trayendo dos langostas ms.
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No le puedo decir que no a esta buena seora y haciendo hueco consegu meterlas. Unos minutos despus dos mujeres y tres langostas hicieron su aparicin -Muchas gracias, pero ya ven que no caben, es imposible... Las dejaron en la madera y sin mediar palabra dieron media vuelta y se fueron. Con gran esfuerzo consegu meter una de las colas, pero el resto... si hubieran estado vivas las hubiera devuelto al mar, pero muertas... hice disimuladamente un agujero en la arena y las enterr. No hubo pasado ni un minuto cuando dos nios me trajeron otras dos langostas. Esta gente se ha propuesto arruinar mi arroz! -Mirad, os lo digo en francs, en ingls, en espaol y si queris en turco: No quiero ms langostas...! Los chiquillos dejaron caer las langostas en la arena y salieron corriendo, yo hice dos agujeros y las enterr. As empez el primer cementerio de langostas de Mopelia, donde yacen ms de media docena. La comida result todo un xito, el arroz estuvo exquisito y por supuesto hubo para todos. Todava se recuerda en el atoln mi arte culinario, lo s porque lo le en un artculo de una revista hace un par de aos. No haba ms remedio que seguir camino. Entre los dos barcos hicimos una donacin a la comunidad; una caja que contena herramientas, utensilios de pesca, cabos, trozos de alambre, latas de conserva, ropa, medicinas bsicas y a nuestro buen amigo Kalami el bien ms preciado, toda la gasolina que llevbamos de reserva; aquella gente la necesitaba ms que nosotros para continuar con su subsistencia. Ambos barcos dejamos el fondeo del pueblo y poco a poco, cerca de costa, fuimos dirigindonos hacia el paso de salida, pero a medioda el sol nos impidi continuar. Esperaremos aqu hasta maana propuso Patrik. El agua estaba transparente y despus de la comida me di un chapuzn. Justo debajo del barco, entre dos cabezas de coral, haba un lecho con cientos de enormes ostras, sub algunas al ARCHIBALD y al abrirlas, en varias de ellas encontramos perlas. Las conchas, con incrustaciones exteriores, se vea que haban sido cuidadas, incluso descubr el pequeo agujero por donde haba pasado el hilo para sujetarlas en las bateas. Aquello era los restos de alguna antigua granja ostrera arrasada por el huracn. Aquella tarde, Espe y Cangrejito la pasaron buceando, sacando y abriendo ostras, mientras yo, cuchillo en mano, limpiaba las pulpas, envasndolas para hacer una buena produccin de conservas, a la vez que oa gritos en popa que decan: Otra!, aqu hay otra!, pero ni siquiera llegaron a sacar ni el uno por ciento de las ostras que haba en el fondo.

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All quedaron todas aquellas ostras perdidas a la espera de que alguien otra vez las encontrara. Ese tesoro no lo guardamos en secreto, el lecho de ostras se halla exactamente en Latitud: 16 47,216 Sur y Longitud: 153 56,594 Oeste, all encontrareis una fortuna. Pero una vez llegados ya habris aprendido que el verdadero Tesoro, la verdadera Perla Negra, se encuentra en todo el atoln, en su natural belleza, en conocer a sus gentes, compartir su amistad, sentir su fraternidad. Y dejamos por popa nuestra ltima isla de la Polinesia Francesa. CAMINO DE TONGA Cangrejito propuso hacer una regata hasta Tonga. El que llegue ltimo paga una comida!. En mar abierto el Alisio segua soplando fuerte, volvimos a desplegar nuestras Alas de Paloma y el ARCHIBALD pareca volar. De nuevo navegbamos hacia un pas diferente, con mil doscientas millas por la proa y dos semanas para cubrirlas. Ricard ya estaba a mitad de camino y Gabriel, con algn problema, bastante ms retrasado. Queramos recuperar la semana de estancia en Mopelia y la nica manera era navegar lo ms rpido posible, adems de ganar la comida apostada. Durante los habituales contactos por radio, Mario nos coment: Tengo un mensaje importante de Rafael para vosotros; al parecer se ha formado un tifn en Filipinas y es tan profundo que algo va a llegar por ah, as que estad preparados Aquello era una sorpresa a medias, durante los ltimos das ya haba visto algo de esto en los mapas meteorolgicos hawaianos y australianos. La influencia del tifn no se hizo esperar, el viento se hizo ms duro, rolando bruscamente hacia el Norte, que poco a poco fue cambiando al NE, luego al Este para seguir rotando hacia el Sur, siempre con mar gruesa, con olas que barran constantemente la cubierta y una fuerte lluvia constante nos mantena todo el tiempo en el interior del barco con todo cerrado, soportando un calor hmedo y pegajoso. Al menos el ARCHIBALD coma millas al igual que una locomotora, a razn de doscientas diez por jornada. Cinco das despus vimos el primer rayo de sol, el viento se estabiliz y pudimos desayunar en cubierta. Con precaucin abrimos alguna escotilla de ventilacin, pues las olas todava saltaban sobre cubierta, y poco a poco recuperamos nuestro normal ritmo de a bordo: baos en el Spa de popa, pesca, pan recin hecho y sobre todo tranquilidad. Estbamos a mitad de camino, Esperanza estaba enfrascada en su habitual lo en la mesa de navegacin; libros y libretas por todos lados, cartas de ruta, apuntes, etctera, cuando de repente dijo:

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Estamos muy cerca de otro atoln solitario perteneciente al archipilago de las Cook, se llama Palmerston, podamos descansar all aunque slo fuera un da. Est habitado y todos descienden de un predicador llamado William Marsters, que se estableci all hace ms de ciento cincuenta aos Con sus tres mujeres y quince hijos! -A ver el mapa de la zona... Y cundo llegaramos all? le pregunt. -Mmm... Pues, esta noche respondi. No poda ser, esta vez tuvimos que dejarlo pasar. No podamos visitar todas las islitas del Pacfico, al menos no en este viaje. Palmerston estaba bastante mal cartografiada, el paso ms grande tena muy poco calado, incluso para el ARCHIBALD y en el caso de poder encontrar un fondeadero decente en el exterior, desde luego no podamos buscarlo de noche. No haba ms remedio que seguir camino y dejar algo por conocer para la siguiente vuelta al mundo. El MA-OH navegaba ms o menos a nuestra altura pero bastante ms al Sur, la cola del tifn de Filipinas nos haba alejado de la ruta proyectada. Cangrejito y Esperanza se haban confabulado para hacer una meta volante en la isla de Niue, pero dicha isla careca de arrecife protector y tanto Patrik como yo decidimos seguir camino hacia el norte de las Tonga, a tan slo dos das de camino. El destino elegido fue la isla de Vavau, la mayor del grupo norte, donde ya nos esperaba Ricard, de Gabriel no tenamos noticias. Trece das despus de haber dejado Mopelia volvamos a ver tierra, Una gran montaa empezaba a crecer por el horizonte, a la vez que distinguamos dos velas por nuestro costado, una era el MA-OH, habamos quedado empatados y la otra... El TARTARUGA, batiendo todos sus rcords de lentitud. LAS TONGA Fuimos contorneando la parte norte de la isla, muy verde y montaosa. El da estaba feo, nublado, con lluvia intermitente y algo fresco, lo que contrastaba con lo que imaginbamos: un pas soleado y alegre, habitada por gente sonriente y amable, pues a Tonga tambin se le conoce como Las Islas de los Amigos, pero aquel da desapacible cambi a las pocas horas, volviendo a lucir el sol, seguamos en la zona del Paraso Tropical. La capital de Vavau es Neiafu y se encuentra al fondo de un verdadero fiordo, igual que los de Noruega pero ste rodeado de cocoteros. Justo en la entrada vinieron a recibirnos... no una canoa con isleos, sino una enorme ballena rorcual con su cra. MA-HO y nosotros nos acercamos poco a poco hasta casi rozarla con el casco, deba ser la atraccin turstica de

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la zona, porque ambas se mantuvieron quietas hasta que poco a poco se sumergieron hasta desaparecer. Esta vez los osados submarinistas, Esperanza y Cangrejito, no tuvieron el valor de darse un bao, alegaban que haca un poco de fro, pero en cualquier caso fue una bienvenida inolvidable. Despacio fuimos recorriendo el estrecho desfiladero hasta llegar a la zona portuaria donde, siguiendo las instrucciones de Ricard, debamos hacer el trmite de entrada en el pas. Nada ms amarrar al muelle lleg el oficial tongano para hacer la inspeccin. Aquel tipo era una especie de cerdo epicreo, de ms de ciento cincuenta kilos de peso, embutido dentro de un uniforme azul oscuro que le daba aspecto de una gigantesca morcilla de cebolla. Como pudo y con ayuda consigui subir a cubierta, calzado con unas enormes botazas negras y sudando, con muchas dificultades consigui introducirse en el interior del barco y tomar asiento. El oficial era simpaticote y tras las presentaciones y sorber de un trago una taza de caf, empez a sacar formularios, impresos, a la vez que nosotros aadamos pasaportes, documentacin del barco, certificados de salida, etctera; con la mesa llena de papeles. Empezamos a rellenar: de donde venimos, a donde vamos, fecha de salida, fecha de llegada... El tipo me par bruscamente y en su rudimentario ingls, me dijo: -La fecha est mal, hoy es veintitrs de agosto dijo sonriente. Mir mi reloj y marcaba claramente veintids. -No. Est equivocado oficial; hoy es veintids le rectifiqu. -Lo siento, hoy es veintitrs repeta aguantando la risa-. A ver... vienen de... Aj! De la Polinesia. El gordito no pudo ms y empez a rer al ver nuestras caras de desconcierto. Acababa de darnos una clase sobre meridianos. La noche anterior habamos cruzado el huso horario de cambio de fecha, y nosotros sin enterarnos. El veintids de agosto de 2001 nunca lo vivimos. No pudimos ms y remos nosotros tambin, al parecer este dilema era un clsico entre los veleros recin llegados y el oficial se recreaba en ello. Hay que leer ms a Julio Verne nos deca. Seguimos con los formularios. No est permitida la entrada en el pas de fruta y verdura fresca, conchas y caracolas, bicicletas usadas, tabaco y bebidas alcohlicas de marcas extranjeras, armas de fuego, libros subversivos, pornografa... lea el tipo a la vez que miraba el calendario de la chica desnuda colgado en el taller. No se preocupe, es el trmite. Usted ponga que no lleva nada de eso y firme. Sugiri. Tras cumplimentar estos trmites acept otro caf y nos inform del resto de diligencias para legalizar nuestra situacin en Tonga: polica, inmigracin, aduana... el clsico estilo del Tercer Mundo.

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Esperanza, siempre tan cumplidora y antes de despedirnos, seguramente sin ver mi expresin de espanto, le hizo entrega de la bolsa conteniendo los regalos que con antelacin habamos preparado: botellita de ron, unas cajetillas de Marlboro, un folleto turstico de Espaa con chicas en bikini... Aquel buen hombre mir en su interior, luego sonri y termin diciendo: -Gracias, muchas gracias. Le ayudamos a volver al muelle y desapareci. Durante todo el da fuimos de un lado para otro presentando de nuevo nuestras documentaciones, rellenando ms impresos, hasta que por fin concluimos todas las formalidades, ramos legales. Con tanto ir y venir nos recorrimos casi toda la ciudad; ya sabamos dnde estaba el mercado, correos, los bares de moda, el banco. Lo que ms nos llam la atencin fue el tamao de los tonganos, de mayor envergadura inclusive que sus hermanos los de Polinesia francesa. No en vano Tonga es el nico pas del Tercer Mundo que su gobierno, es decir, su rey, tiene verdaderos problemas con la obesidad de sus sbditos, porque aqu, ms que en ningn otro lado, la gordura es smbolo de opulencia y bienestar social y al parecer todo el mundo quiere aparentar. Fuimos con el barco al fondeadero donde se encontraban las dems embarcaciones, un lugar sumamente protegido al fondo de aquel fiordo, cerca de una pequea casa flotante que reciba el nombre de Club Nutico, que tambin era bar, restaurante y punto de encuentro para navegantes. Junto a estas instalaciones estaban las oficinas de una compaa de chrter martimo, que a la vez se dedicaba a surtir de todo lo necesario a las embarcaciones recin llegadas; el tpico microcosmos al margen del resto del mundo y, como no, lleno de gringos. Ya cerca Gabriel nos gritaba: -Puedes agarrarte a una boya del Club!, Slo cuesta diez dlares por da! -Y si echo el ancla? le pregunt. -Pues imagino que ser gratis, pero yo creo... Gabriel fue el primero en visitarnos: A mitad del viaje romp un obenque (uno de los cables que sujetan el palo) y an tuve que llevar una navegacin ms precavida, cuando apareci el viento fuerte cre que se iba a partir el mstil; adems el molinete del ancla ya no funciona y tambin tengo problemas con la refrigeracin del motor. Gabriel haba tenido suerte, acumulando a la vez ms experiencia. Una rotura de obenque como la suya hubiera causado, como haba reconocido, la rotura inmediata del mstil, pero l haba actuado rpido, evitando el desastre, reforzndolo con cabos y siendo comedido durante el resto de su navegacin. Haba trabajo que hacer en el TARTARUGA. A la reunin se agreg Ricard: -Oye Coca, se me ha roto el enrollador de la vela de proa, pero creo que t sabes como repararlo...

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Luego vino Patrik: -T tienes una mquina de coser Verdad? Justo ayer por la tarde se rompi una parte de la vela mayor... Las siguientes jornadas, mientras Esperanza y Christine visitaban la isla en bicicleta, todos los capitanes estuvimos ocupados en los trabajos de uno y otro barco, cinco das despus, por fin pude visitar la ciudad. Habamos regresado al Tercer Mundo. En Tonga los precios eran mucho ms baratos que en la Polinesia Francesa, pero tampoco haba mucho que comprar. La verdura y fruta convencional era escasa y de baja calidad, pero la cerveza era buena y la gente, excesivamente amplia, se comunicaba con nosotros en un bsico y relajado ingls, mostrndose amable y afectuosa en todo momento. Ricard, que llevaba una semana ms que nosotros en Vavau, nos present a Mara Pilar, valenciana y Eduardo, vasco, que aos atrs haban llegado en su viejo velero a estas islas y no se quisieron marchar. Cambiaron su vida de navegantes por la vida en una isla, la suya, llamada Tapana, muy cerca de donde nos encontrbamos. Construyeron una casa que es a la vez su residencia y restaurante!, llamado La Paella. Aqu la vida es barata contaba Mara Pilar-, y no necesitamos mucho para vivir. Nuestra isla es pequeita pero tenemos de todo: aljibe para el agua de lluvia, huerto que nos da fruta y verdura fresca... y clientela no nos falta; vienen navegantes como vosotros, turistas que captamos por la ciudad a travs de nuestros contactos locales y los gringos que alquilan veleros aqu, en la compaa de charter. Hacemos buenas comidas, sobre todo paellas valencianas, y luego Eduardo toca la guitarra y yo bailo vestida de gitana mientras los clientes se divierten y siguen consumiendo En ese momento Patrik coment: -Coca hace un arroz muy bueno. -Pues el prximo te toca hacerlo all! resolvi Mara Pilar. Vavau no daba para mucho ms, habamos repuesto lo necesario y empezaba a llegar el momento de cambiar de lugar. Una tarde, tomando una cerveza en un bar cercano, fuimos testigos de una escena un tanto desagradable; un enorme tongano, a todas luces muy excitado y borracho, la emprendi con el propietario del establecimiento, empezando a pegarle y a destrozar el local al ms puro estilo Far West. El tipo, a pesar de su agresiva fuerza y agilidad se llev lo suyo por cuenta de los amigos del dueo y se larg algo amenazante, los que quedaron se excusaron ante nosotros diciendo algo as como: Tiene mal de amores Esa noche, estando ya en el ARCHIBALD, omos un ruido en proa y al ir hacia all encontramos sujeto a la cadena del ancla, ms borracho todava, al

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fulano con problemas de amoros agitando la cadena y sin parar de farfullar incoherencias. Para evitar recorrer demasiada distancia con el bote, haba anclado el ARCHIBALD cerca de tierra y haba sido ste el barco elegido para seguir con su desahogo, posiblemente al caerse al agua desde el malecn. Nada ms verme, y sin pronunciar palabra empez a trepar por la cadena hasta agarrarse al tubo que forma el balcn de proa. No poda de ninguna manera dejar subir a cubierta a aquel ser fuera de sus cabales y le apoy mi afilado cuchillo de caza sobre su mueca. Durante un instante, al verlo, qued inmvil, pero reaccion intentando el siguiente movimiento para definitivamente alzarse arriba. Yo apret el filo contra su carne y la sangre comenz a brotar rpidamente por todo su brazo, empapando tambin su cuello. Aquel energmeno emiti un fuerte aullido y se dej caer de nuevo al mar. El tipo, sonriendo y con los ojos inyectados en sangre, no paraba de mirarme ni de murmurar y tras un largo minuto empez a nadar muy despacio rodeando el barco, dirigindose a popa. Esperanza, que al principio estaba paralizada, haba reaccionado al decirle claro y despacio: Treme la recortada y dos cartuchos. Tras unos segundos encaonaba al sujeto con el arma amartillada y dispuesto a utilizarla en el momento que fuera preciso. El tipo ya se encontraba a la mitad del costado del barco, dej de nadar quedando inmvil, flotando, tan slo mirndome con sus ojos llenos de odio y de repente, haciendo un brusco movimiento con su brazo y su mano dio un golpe al agua, mojndome entero y en ese momento comenz a nadar rpidamente hacia la costa. Nada ms reponernos de aquella situacin levantamos en ancla para dejarla caer de nuevo en otro lugar ms alejado, detrs de todos los barcos del fondeo. A la maana siguiente hicimos los papeles de salida y abandonamos Vavau Este incidente era aislado, se poda haber producido en cualquier otra parte del mundo y no debe ser excusa para discriminar a Tonga y sus habitantes, uno de los lugares ms bellos del planeta, ocupado por personas de gran corazn, al igual que el resto de su cuerpo. Durante mucho tiempo he tenido la imagen de aquel individuo en mi mente, reflexionando e imaginando cmo hubiera reaccionado en distintas situaciones. Era evidente que de haber llegado a cubierta hubiera destrozado todo como horas antes lo haba visto hacer en el bar; nosotros en aquel momento ramos el centro de su odio. Repasando ahora mis notas, sentado cmodamente en casa y a pesar de que esto pueda parecer una atrocidad, de haber conseguido subir hasta cubierta trepando por el balcn de proa, quiz le hubiera acuchillado. De haber continuado nadando junto al barco hasta llegar a la plataforma de popa, intentado subir a bordo, quiz hubiera

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disparado. Despus no hubiera quedado ms remedio que levantar el ancla y abandonar el pas y quiz tambin el Pacfico durante una larga travesa hasta llegar a las costas asiticas, cambiando radicalmente todo el esquema de nuestro viaje, pero al menos con el barco y nosotros de una pieza. Los cuatro barcos coincidimos en Tapana, la pequea isla de Mara Pilar y Eduardo, un pequeo reducto espaol justo al otro lado del mundo. Pasamos toda una maana pescando hasta conseguir la materia prima suficiente para elaborar el arroz prometido. Un variado de buenos pescados, una langosta, un par de calamares y los ingredientes adecuados dieron como resultado otra obra de arte, y para muestra, lo que dijo Eduardo: Yo que soy vasco y no me gusta el arroz... ya llevo dos platos. Los tres das siguientes continuamos en la isla, pasando las maanas buceando y las tardes haciendo de ganchos en el restaurante, pasando por seudoclientes, para acabar como animadores y palmeros de Eduardo en sus personales interpretaciones a la guitarra para deleite de los comensales australianos. El MA-OH sigui camino hacia Fiyi, Esperanza y yo queramos ver algo ms de Tonga antes de abandonar el archipilago y al enterarnos que tanto Ricard como Gabriel haban decidido quedarse en Tapana durante algn tiempo, nos despedimos de nuestros amigos hasta una siguiente escala, continuando nuestro viaje. Esperanza tena ilusin por visitar una isla totalmente desierta y eso, en la parte norte de las Tonga, es lo ms fcil del mundo. Elegimos una de las ms alejadas de Vavau, su acceso era algo complicado pero a la vez no demasiado peligroso para llegar con el ARCHIBALD. Era la isla que buscbamos. Durante tres das no vimos a nadie, en tierra no haba ningn rastro de haber sido habitada y en costa no hallamos signos de pescadores, ni siquiera espordicos; era una isla totalmente virgen de no ms de un kilmetro cuadrado. Entre su frondosa vegetacin encontramos frutas silvestres, localizamos una cueva con un pequeo manantial de agua dulce, que su interior perfectamente podra haber albergado el tesoro de algn romntico pirata, vimos tortugas salir del agua y adentrarse en la arena de la playa al anochecer, incluso hicimos de robinsones durmiendo en tierra bajo un improvisado tejadillo... Pero de los nueve meses que tenamos por delante cuando Esperanza lleg a Ecuador quedaban sesenta das escasos antes de abandonar el trpico y todava queramos visitar las Fiyi. Muy a pesar dejamos nuestra isla y seguimos navegando. Esta corta estancia en Tonga nos haba mostrado uno de los parajes nicos en el mundo, pequeas islas perfectamente formadas, autosuficientes para sus moradores, incluido el ser humano, diferentes a las que habamos conocido en la Polinesia Francesa.
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Tambin dejbamos atrs Vavau, la gran isla hermana mayor de este numeroso archipilago del norte de las Tonga, con su gran fiordo totalmente protegido de todo tipo de vientos... Realmente protegido? Meses ms tarde, pasando el verano austral en la isla del norte de Nueva Zelanda, lemos un fax emplazado en el tabln de anuncios del club nutico donde nos encontrbamos; deca ms o menos as: El da uno de enero de 2002, a las tres de la madrugada hora local, el ojo del tifn Waka pas por encima se la isla de Vavau arrasndolo todo a su paso. Su capital Neiafu qued prcticamente destruida, todos los barcos deportivos y buques de carga que se encontraban en el puerto quedaron seriamente daados, la flota de veleros de la compaa Mooring de chrter hundida en su mayora y sus instalaciones arrasadas. El propio rey de Tonga ha pedido ayuda humanitaria a la Commonwealth y a Naciones Unidas... Das despus conseguimos tener noticias de Mara Pilar y Eduardo; lo haban perdido todo, pero al menos haban salvado la vida y estaban volviendo a reconstruir... Este hecho vuelve a demostrarnos que ante un huracn, cicln, tifn o como queramos llamarlo, no hay lugar seguro ni nada que hacer salvo poner mil millas de distancia entre l y nosotros. El cruce hasta nuestro siguiente archipilago fue fcil, cuatro das de placer, buen viento y buena pesca, hasta avistar las primeras islas fiyianas, ya pertenecientes a la Melanesia. Nos dirigimos al puerto de Suva, donde habamos quedado con nuestros amigos franceses. FIYI Este extenso archipilago est formado bsicamente por dos grandes islas: Viti-Levu, la Gran Isla del Sur, hacia donde nos dirigamos y Vanua-Levu, la Isla del Norte, rodeadas por una infinidad de pequeas islas e islotes. La capital de todo el archipilago se llama Suva, y all, entre varios veleros conocidos, dejbamos caer nuestra ancla para empezar de nuevo a entrar en contacto con otro lejano pas. Nada ms fondear lleg la Zodiac del MAOH, Cangrejito gritaba: Los rabes han estrellado dos aviones comerciales contra las Torres Gemelas de Nueva York y han cado al suelo, hay miles de muertos! Seguro que empieza una guerra mundial! Ese fue el da de nuestra llegada a Fiyi. Empleamos toda la jornada en realizar los trmites de entrada, todo el mundo estaba nervioso por lo ocurrido, pendientes de la noticia y la burocracia se ralentizaba, vimos en las televisiones de todos las administraciones el choque de los Boeing contra las Torres, y cuando concluimos el papeleo estbamos agotados, pero an tuvimos fuerzas para ir

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hasta la embajada americana a expresarles nuestro pesar ante el brutal atentado. Lo agradecieron y nos regalaron una bandera americana que por solidaridad mantuvimos izada en el lugar indicado hasta que tiempo despus por natural deterioro desapareci. Una nueva palabra haba que aadir a nuestro diccionario de viajero: Bula. Esta expresin fiyiana tiene un significado general de saludo; Hola!, pero tambin bienvenido, buenos das, buena suerte... e incluso alguna expresin religiosa. Es la palabra clave para entrar en cualquier sitio con buen pie. Pues con el Bula va y Bula viene, comunicndonos en un ingls descuidado, tpico de las colonias, una vez resueltos nuestros deberes burocrticos, empezamos a pasear por la ciudad. Nuestra primera impresin al empezar a conocer Suva fue la de una gran capital cosmopolita, donde se vean los inevitables chinos (pocos), los hindes (muchos), los nativos de piel bastante oscura y rasgos orientales (fiyianos) y los blancos (turistas o burcratas internacionales), todos conviviendo en paz y armona... Paz y Armona? Vosotros los blancos sois buenos y nos ayudis mucho nos deca un fiyiano empleado del Club Nutico donde tenamos nuestro barco-, sobre todo los norteamericanos. Continuaba, sonrindonos tras haber visto nuestra nueva bandera. Pero los hindes, Esos s que son malos! Quieren quitarnos nuestro pas! Como siempre, el grave problema con que se encontraban los occidentales al querer colonizar las islas del Pacfico era que ninguno de sus nativos quera trabajar: Es un pueblo ocioso y holgazn deca el capitn Cook refirindose al los isleos en general-, que vive de la bondadosa naturaleza, no slo proporcionndoles lo necesario, sino tambin lo superfluo A finales del siglo XIX, los ingleses no tuvieron ms remedio que llevar a Fiyi mano de obra de la India para trabajar en los extensos campos de caa de azcar, creando una industria incipiente en aquella poca pero que hoy en da ha arrasado la mayor parte de la flora autctona del archipilago. Evidentemente, los hindes eran ms inteligentes, ms trabajadores y se reproducan muy rpido. -Adems segua relatando nuestro amigo fiyiano-, son ms listos que nosotros, se matan a trabajar y ya hay muchos ms hindes que fiyianos, siendo nosotros los autnticos dueos del pas! -Ya veo; tenis un grave problema dije, para intentar simpatizar con aquel melanesio que me doblaba en tamao. -Problema? J! Ellos sern ms listos, pero nosotros somos ms fuertes. Quisieron hacerse con el poder, creando un gobierno compartido... eso fue demasiado. Hace quince aos, nuestros militares dieron un golpe de estado y ahora somos los fiyianos quienes mandamos, ellos han pasado a ser
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ciudadanos de segunda, pero lo que queremos es que empaqueten sus budas, sus elefantes con cara de mono, sus figuras de ocho brazos... Y se vayan a su casa! Fiyi es Cristiana! -Su casa? increp-. Ellos estn aqu desde hace ms de ciento cincuenta aos, creo que sta es su casa... -A la India! Se tienen que ir a la India! No hay nada ms desagradable que tener a un fiyiano furioso a dos palmos de distancia. Eso, eso! A la India! Todos a la India! Fui diciendo mientras poco a poco me alejaba. Ahora el poder es nuestro... murmuraba alegre mientras barra. Levant la vista hasta llegar a la gran cristalera de las oficinas del Club. Vi en su mesa de despacho al director de las instalaciones; hind, por supuesto. Tambin haba que ver la otra cara de la moneda, sta nos la mostr claramente un resignado taxista hind: Nosotros slo queremos el bienestar para este pas que es tambin el nuestro, pero en los ltimos aos nos han rebajado, denigrado e incluso apaleado. Durante generaciones hemos trabajado estas tierras como bestias y ahora quieren expulsarnos como Idi Amin hizo en Uganda. Pero dnde podemos ir? Nosotros ya no pertenecemos a la India. Mi familia y yo estamos pensando marcharnos a Canad o a Australia, pero esto tambin es un problema. Nosotros mantenemos el pas, no s que ser de l si realmente nos echan. Mi hija est estudiando en la facultad de medicina, Saben cuntos fiyianos llegan a la universidad? No llega al tres por ciento... Ante estas situaciones por lo general me escudo en mi condicin de humilde viajero sin derecho a opinin, pero siempre veo que tanto la religin como la economa se repiten indefectiblemente como factor comn en todas las grandes disputas durante la historia de la humanidad. Esto siempre me hace recordar los das en que Esperanza y yo estuvimos en la isla desierta de Tonga, inmersos en un universo muy distinto al que vivan esos mismos das los rabes fundamentalistas maquinando su fatal atentado. Tal vez no estn tan equivocados Mara Pilar y Eduardo, haciendo las Paellas de la Felicidad en su pequea isla del Pacfico y que slo sean las fuerzas de la Naturaleza las que intenten modificar su efmera situacin. La ciudad de Suva es enorme, moderna y a la vez llena de antiguas tradiciones. Esperanza se volva loca recorriendo las innumerables tiendas de artesana, pero yo prefera pasear por los mercados locales, enormes, donde se ofreca todo tipo de productos tropicales, autctonos, asiticos, europeos... en una mezcla de colorido y perfume sin igual. Indudablemente Fiyi era la primera puerta de paso a Oriente.

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El producto rey de todos los mercados populares es el Kava. Se trata de la raz de un pimentero silvestre que crece en las islas de este lado del Pacfico. Es la base de un rito ancestral originario de los primitivos pobladores melanesios y que ha perdurado hasta nuestros das. La raz de Kava es la mejor ofrenda que se le puede hacer a un fiyiano, no tanto en las grandes ciudades como en las islas aledaas, por lo tanto es recomendable llevar una buena cantidad de ella a bordo. Tras la ofrenda se procede a su consumo, la preparacin es sencilla: se tritura dicha raz hasta hacerla polvo y mezclando lo obtenido con agua, se bebe haciendo algn tpico ritual antiguo y recurrente. Hay variaciones sobre su forma de elaboracin, como las que conoc posteriormente en las islas Vanuatu y que ahora no vienen al caso, pero s los efectos que produce tras su consumo. La ingestin de Kava da al que lo bebe poderes mgicos, fortaleza corporal, espiritual y sexual, visiones del ms all e infinitas propiedades teraputicas. Por supuesto, tanto la tripulacin del MA-OH como la del ARCHIBALD, en nuestro afn por experimentar nuevas sensaciones, adquirimos una bolsa de raz ya molida de la mejor calidad. Recuerdo que estbamos en el saln del barco de nuestros amigos, con cinco vasos llenos de la mezcla, realizada tal y como nos haban recomendado. Saltndose el procedimiento tradicional, Patrik agarr su vaso, echndose todo su contenido al coleto. Poco a poco los dems hicimos lo mismo. Su sabor era una mixtura entre regaliz, ans y tierra, y en cuanto a las visiones... cre tener una, pero bastante fugaz. El silencio lo rompi Cangrejito, diciendo: -Esto es un mierda...! Quiz haba que seguir intentando. Hubo una segunda ronda y luego una tercera. Lo nico que aumentaba de tamao era la vejiga despus de ingerir ms de un litro de aquella mezcla por persona. Tras el cuarto vaso empec a notar un sentimiento de paz y relajacin... que curiosamente coincidi con mi regreso del aseo. Esperanza deca: -No est malo, hay que poner un poquito de nuestra parte. Yo ya tengo una sensacin rara en la boca y en el estmago. Pero para Kava, Kava... el mejor es el Cava Cataln, tan fresquito... con sus burbujitas... No tuvimos ms remedio que darle la razn a Cangrejito y en compensacin ir todos a cenar al Mc Donalds. No quiero con esto echar por los suelos los antiguos rituales de estos extraordinarios lugares, pero quizs para unos embrutecidos europeos como nosotros, hubiera sido mejor eleccin optar por la tradicin que sugera Esperanza.

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Dejamos Suva para recorrer las pequeas islas del sur: el atoln de Beqa, el del Astrolabio, la isla de Kadavu, volviendo otra vez a la vida de navegantes vagabundos. Llegamos a la parte este de la gran isla Viti-Levu, recorrindola paralelos a costa. Mirando hacia tierra nos dbamos cuenta que, salvando la lnea de playa, se haba producido una salvaje deforestacin que an continuaba ms all de nuestro alcance visual. Grandes columnas de humo se elevaban hacia el cielo; no eran incendios, sino fuegos controlados para eliminar el improductivo manto de bosque tropical y aumentar la zona de cultivo de caa. Ms cerca se vean extensas reas de tierra yerma, gastada, seca; pues tras mltiples cosechas masivas, sin tregua ni reposo, la tierra se hace estril, totalmente exprimida por la planta, quedando entonces abandonada. Tendrn que pasar muchos aos para que este suelo recupere sus nutrientes y pueda volver a dar fruto, pero la produccin de caa de azcar no slo no puede esperar, sino que ha de seguir aumentando. Llegamos a un fondeadero seguro, protegido por arrecifes y frente a uno de los prestigios hoteles Sheraton, con su playa dorada, refrescante piscina de agua dulce y relajantes campos de golf, dejando pasar tanto las maanas como las tardes disfrutando sus instalaciones de igual modo que cualquier otro cliente privilegiado. Otro motivo de importancia nos retena all: esperbamos la visita de Joaqun, el hermano de Esperanza, que vena a pasar unas semanas a bordo del ARCHIBALD. Una vez llegado y tras la entrega y rpida degustacin de los tan aorados productos ibricos, le ofrecimos una cena de bienvenida en uno de los restaurantes del lujoso hotel. A los postres, Joaqun coment: Oye, Os habis credo que he venido desde el otro lado del mundo para encerrarme en un hotel de lujo lleno de australianos gordos? Al amanecer dejbamos el protegido arrecife del hotel para dirigirnos a una pequea islita del sur, llamada Mamanuka, casi el mismo nombre que sus cincuenta vecinas. Por suerte all nos esperaba el MA-OH, pasndonos por radio su posicin GPS, de no haber sido as, todava estaramos buscando. La navegacin por esa extensa zona de las Fiyi es complicada y bastante peligrosa, llena de peligrosos arrecifes sin sealizar y muy mal cartografiada, por lo que con total seguridad en todas aquellas islas no encontraramos muchas embarcaciones. Llegamos a la isla en cuestin, pequea, pero con buen abrigo y antes de echar el fondeo llegaron Patrik y Cangrejito en su Zodiac, diciendo ste en voz baja: No vive nadie y est llena de cabras

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Se design por unanimidad Jornada de Caza la maana siguiente. Y al amanecer: -Venga gandules, Todava no estis preparados? La caza no espera. -Por Dios Cangrejito!, Que es una isla y las cabras no se van a escapar...! All estaban, padre e hijo, completamente ataviados de verde, gorro incluido, armas listas, cuchillo desollador a mano, dispuestos a no dejar cabra sana. -Id vosotros por delante levantando la caza, que en cuanto terminemos de desayunar nos uniremos a la montera. -Les dije. -Yo me voy con ellos! -Grit Joaqun mientras a toda prisa se vesta. Terminando mi caf estaban de vuelta con dos cabritos ya despellejados en el fondo de la Zodiac. Esa noche organizamos una barbacoa en la playa para despachar los cabritos y dos enormes pargos que de rebote se haban unido a la fiesta. Joaqun, adems de un gran deportista es un apasionado de la pesca submarina y en ahora se encontraba en su Paraso. Desde primera hora el hermano de Espe y los chicos del MA-OH se dedicaban a barrer de peces los cercanos arrecifes y, teniendo por lo tanto la comida resuelta, Christine, Esperanza y yo nos dedicbamos a pasear por la isla, tomar fotos o a tumbarnos a la sombra dejando pasar delicadamente el da; mi especialidad. El tiempo terminaba para los MA-OH. La familia Cangreja no tena ms remedio que partir hacia Nueva Caledonia, donde tenan pensado establecerse. Steve, Cangrejito, necesitaba ir al colegio, sobre todo para relacionarse con adolescentes de su edad y algo tambin importante; el dinero, cada vez ms escaso, empezaba a serles un problema y era imprescindible que ambos adultos encontraran un lugar seguro donde poder trabajar. Con tristeza nos despedimos. Los vimos alejarse hacia poniente hasta perderlos de vista. Al menos esta vez dicha tristeza era compartida. Tenamos un mes escaso para recorrer Fiyi antes de abandonar el trpico. Aquel pas era inmenso, rodeado de miles de pequeos islotes, con altas montaas repletas de bosques tropicales en el interior de las grandes islas... Hubiramos necesitado ms de un ao para tan slo echar un vistazo a todo aquello. Esperanza estaba enamorada de este pas: Seguro que Fiyi es mucho ms barato que Nueva Zelanda deca-, y aqu hay de todo. Podamos dejar el ARCHIBALD en un refugio para huracanes, alquilar una caravana y dedicarnos a recorrer al menos las dos islas grandes... No le faltaba razn, en una marina cercana al fondeadero del Sheraton, llamada Vuda Point, habamos visto estos refugios para huracanes a los que se refera Espe. Se trataba de unos fosos donde con una gra se introduca el barco, dejando tan slo la cubierta a la intemperie. Esto poda ser ms o
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menos seguro pero implicaba mucho trabajo y bastante deterioro en todo el casco, adems, Esperanza no contaba con algo importante: empezaba la poca de lluvias y aquello no era como los chubascos de costumbre; un poquito cada da, lo justo para ir llenando nuestros depsitos. Las lluvias durante el verano tropical son torrenciales y caen sin parar durante semanas y semanas. Lamentablemente de all haba que largarse en un mes a lo sumo. Haba que decidir cmo invertir el tiempo que nos quedaba. Esperanza empez a sacar sus cartas de navegacin, guas nuticas, mapas, libros, etctera. Esta isla s, esta zona no... empez a hablar sola. Yo record que revisando la biblioteca del TARTARUGA en Cartagena de Indias, haba visto un cuaderno manuscrito de unas islas de Fiyi, con muchos esquemas, mapas, consejos, de algn navegante que al parecer las haba visitado. Entonces no saba de qu islas se trataba, pero por alguna razn me hizo gracia y todo aquello lo fotocopi. -A ver... eso debe estar al fondo de este armario... Aqu est! Grupo de las Yasawa, islas Fiyi. -Pues est aqu cerca deca Espe-. Todo este montn de islas, dentro de la zona restringida a la navegacin por estar incompleta la cartografa. Tenamos la llave y el tiempo necesario para conocer una de las zonas menos visitadas del archipilago. La suerte estaba con nosotros. Las Yasawas son una cadena de islas al oeste del archipilago, con una distancia aproximada de cien kilmetros entre la primera y la ltima isla. No es una regin olvidada, en Suva habamos hecho acopio de todo tipo de informacin turstica y en estas islas existan pequeas aldeas tradicionales y a la vez algunos lujosos resorts, donde se poda llegar en pequeos hidroaviones e incluso en alguna lancha local con tripulacin experimentada, pero por su mala cartografa, se desaconsejaba esta zona para la navegacin deportiva. Hacia all fuimos. Empezamos a hacer rumbo hacia la primera isla, de nombre Waya, a veinticinco millas nuticas de donde nos encontrbamos. Esperanza, estudiando su carta de navegacin, dijo: Ya me he quedado sin trabajo, hemos entrado en una zona blanca con un letrero que pone: Zone Non Hidrophiee, Unsurveyed Area. Ahora dependemos slo de tu gua. Es como volver a las Tuamotu, Me encanta! Aquellos apuntes eran bastante precisos, pero no findonos mucho y fuimos despacio, sorteando los pequeos arrecifes, dando algn golpe que otro, hasta llegar a la isla, justo cuando caa la tarde. Fondeamos en una gran baha recomendada, bastante protegida del habitual viento del NE y con un pueblo ms all de la playa. Cuando bajamos a tierra una multitud de nios vinieron a nuestro encuentro,

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corriendo y gritando. Entre ellos haba un adulto que se present como su profesor: En este pueblo se encuentra la escuela de todas las comunidades de la isla nos relataba-. Ahora tenemos ciento cincuenta nios para tres profesores. Los reunimos todos aqu el domingo por la tarde y estn hasta el sbado por la maana, que regresan a sus aldeas para estar con sus padres y participar en los oficios religiosos. Viven en una gran residencia que a la vez es escuela, dormitorio y comedor. El mantenimiento tanto de los nios como del recinto corre por cuenta de familias de la isla que se van turnando constantemente en los trabajos. Aqu no hay vacaciones, al menos para los chavales. Si ms adelante quieren seguir con los estudios han de ir a Suva, pero prcticamente ninguno deja las islas; aqu tienen de todo para vivir. El pueblo estaba limpio y bien organizado y sus moradores tenan lo necesario, un arroyo cercano provea de agua fresca a la comunidad y a la gente se le vea feliz. Nos regalaron una buena cantidad de fruta y verdura de sus huertos sin querer aceptar nada a cambio. Una fuerte lluvia, seal de que nuestro tiempo en el trpico tocaba a su fin, nos hizo regresar al barco. Esperanza empez a preparar una cena a base de pescado y Uru, rbol del pan, al estilo polinesio. -Esto est buensimo! exclamaba Joaqun refirindose al novedoso Uru-. Incluso ms bueno que las patatas!, es grande, fcil de cocinar... quiz sera buen negocio intentar cultivarlo en Espaa... -Lleva cuidado con esas ideas le responda-, que por ellas ha habido peleas, sublevaciones y asesinatos. Refirindome al clebre motn de la Bounty. Dejemos las cosas como estn. Seguimos recorriendo las Yasawas guiados por nuestros apuntes annimos. Ahora nos dirigamos a otra islita, supuestamente deshabitada, donde intentaramos reponer nuestras reservas de pescado. Joaqun no sala de su asombro: -Hay tanto que no s a qu dispararle, pero la mayora de peces no los conozco... -Y ese te suena de algo? Le pregunt sealando a un gran tiburn que lentamente se acercaba. Prcticamente a la vez salimos del agua como un rayo, saltando al interior de nuestro bote. El hermano de Esperanza se pasaba el da buceando, sobre todo cuando le ense la tcnica de ir arrastrando el bote para dejar la pesca o como refugio en caso de peligro. Con l la comida estaba asegurada. Mientras tanto Esperanza y yo bajbamos a tierra a explorar las islas, buscar algo de fruta y seguir con nuestra coleccin de caracolas. Una maana, paseando por el arrecife en marea baja, Esperanza exclam: Mira; una piscina llena de salmonetes!

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Se trataba de un pequeo charco donde una docena de grandes salmonetes aguardaban apelotonados la subida de la marea. -Vamos a capturarlos y luego haremos un arroz! sugiri. Pero los salmonetes no estaban solos, tambin haba dos buenas morenas, ya nerviosas por el reducido espacio y lo peor, una serpiente de mar, amarilla, muy peligrosa, cuya picadura es mortal. -Y cmo podemos sacarlos? pregunt Espe. Tuve una idea; corte una palma de cocotero y junto con mi camiseta hice un salabre, una especie de red donde poco a poco, achuchando Espe con un palo, fueron metindose nuestros queridos salmonetes. Ese da hubo un buen arroz de men. Advert a Joaqun sobre estas peligrosas serpientes: -Unas anguilitas de colores? Claro! He visto varias: amarillas, rojas... Van despacio por el fondo. No hacen nada. Las pequeas serpientes de mar son las ms venenosas del planeta, mucho ms que la cobra asitica. Su mordedura es mortal y casi imposible conseguir su antdoto. Fiyi es una zona donde proliferan varias especies de ellas, cada cual ms peligrosa, pero son pacficas y no suelen atacar. Hay tambin un secreto que poca gente conoce, sus dientes son pequeos y la mayora no desencajan las mandbulas como sus primas las serpientes terrestres, por lo tanto slo puede llegar a morder en algunos pliegues del cuerpo, sobre todo entre los dedos de las manos o de los pies. En cualquier caso, como no hacen buen caldo, lo mejor es dejarlas en paz. Siguiendo nuestra ruta por estas islas, un da camos en una baha donde se distingua un pequeo poblado nativo. Bajamos a tierra con nuestros regalos y al desembarcar vino a nuestro encuentro uno de los habitantes. Tras los saludos le expresamos nuestro inters por entregar al jefe los obsequios, nos acompa hasta una choza donde nos hizo pasar. En su interior haba varias personas ancianas, nuestro interlocutor pronunci algunas palabras fiyianas y uno de los presentes vino hacia nosotros apretndonos ambas manos uno a uno, luego todos nos sentamos sobre unas esterillas e hicimos entrega de nuestras races de Kava. La ceremonia dur varios minutos, entre cnticos religiosos, batir de palmas, reverencias a las sagradas races... Luego, el jefe, de un manotazo las apart a un lado, quedando en una postura esttica durante un buen rato. -Ahora entregad el resto de vuestros regalos susurr nuestro acompaante. La sonrisa hizo su aparicin en la imperturbable cara del jefe cuando de mi mochila empezaron a salir las cajetillas de tabaco, los infumables puritos de Ecuador, la botella de ron... Pasebamos todava por el poblado, recriminndome Joaqun por pervertir a aquella gente con mis viciosos regalos cuando de repente apareci una

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enorme lancha llevando a una treintena de gringos cargados con todo tipo de aparatos de fotografa y filmacin. Su gua los fue acomodando alrededor de lo que pareca ser la plaza de la aldea y al momento unos cuantos fiyianos hacan su puesta en escena ataviados con trajes tpicos, lanzas incluidas. Se nos acerc rpidamente nuestro interlocutor susurrndonos: -Si queris quedaros tenis que pagar diez dlares americanos cada uno. Tras reponernos, le dijimos que no llevbamos dinero encima y al cabo de un minuto de silencio nos dijo: -Est bien, habis acertado con la marca de tabaco del jefe y os podis quedar, pero no acercaros a la ceremonia y por supuesto no tomis fotografas ni vdeos, eso cuesta mucho ms. La danza tena buena coreografa. Seguimos recorriendo las islas. Estaba solo en el barco, fondeado frente a otro poblado, cuando Esperanza y Joaqun llegaron de tierra muy eufricos: -Mira lo que hemos cambiado por una botella de ron! Dos pollos enormes! Ahora mismo encendemos la barbacoa y los hacemos a la parrilla... Les mir un poco escptico, pero no quise quitarles la ilusin; saque el poco carbn que quedaba y empec a encender el fuego en la barbacoa de popa mientas ellos limpiaban y preparaban las aves. -As; bien partiditos, con una buena salsita por encima, ahora la vuelta... iba describiendo Espe-, un poquito ms, sin que se pase. Listo! Para chuparse los dedos! Joaqun puso la mesa y entre los dos sirvieron los platos. Me qued esperando. -Qu te pasa Coca? No tienes hambre? Si esto va a estar... Cmo una piedra! No hay quin le hinque el diente! -Pues claro! les dije-. Qu queris? Estos bichos vuelan como gaviotas, siempre corriendo delante de todas las alimaas que quieren comrselos, por eso estn ms fuertes que Arnold Schwarzenegger. No son pollitos de granja. -Y qu hacemos? -Pues de momento meterlos en la olla a presin un par de horas para ablandarlos un poco, ya veris qu caldo sale. Hubo cambio de men, pero ese da en el ARCHIBALD se comi como marqueses. Una noche, anclados en una cala, ya en las islas del norte, se levant de repente un viento terrible. Por mucha prisa que nos dimos no pudimos hacer nada, el ancla, cada sobre un fondo malo de alga y arena, no nos sujet y el ARCHIBALD acab a los pocos minutos embarrancado encima de un arrecife de coral. Esto hubiera supuesto el fin de la aventura si se hubiera tratado de un barco convencional, pero el ARCHIBALD es una bestia de
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acero y a pesar de los fuertes golpes no sufri dao alguno, quedando posado sobre el coral, cada vez ms en seco conforme bajaba la marea. -Y ahora qu hacemos? Pregunt Joaqun sobresaltado. -De momento nada le respond-. El barco est derecho y sigue entero, de aqu no se va a mover, as que lo mejor es ir a dormir hasta que se haga de da. Maana veremos. El sol nos mostr un da esplndido, sin nada de viento ni ola. El ARCHIBALD se encontraba totalmente en seco, lo que aprovechamos despus de desayunar para limpiar la lnea de flotacin, revisar la hlice y el timn; nada, ningn deterioro. -Hay que esperar la subida de la marea expliqu a Esperanza y Joaqun-, echaremos unas anclas all y ms all, bien sujetas al fondo y llegado el momento daremos un tirn y pondremos el barco a flote. De momento podemos pescar algo por el arrecife para la comida. Faltaban tres horas para la pleamar cuando aparecieron varios fiyianos de algn pueblo vecino, se acercaron al barco preocupados y nos preguntaron qu haba pasado, le explicamos la situacin y enseguida se prestaron para ayudarnos. -No hace falta les expliqu-. Dentro de un rato la marea nos habr sacado. No hubo caso. Uno de ellos se fue a avisar a un par de amigos y entre siete consiguieron empujar las diecisis toneladas del ARCHIBALD los tres metros que haba hasta el lmite del arrecife, y descalzos! Estos brutos van a conseguir raspar toda la pintura del fondo del barco me dije, y vaya si lo consiguieron. Con el barco ya en el agua, no hubo ms remedio que invitar a toda la cuadrilla de mastodontes a un caf en el barco. Eran tipos simpticos, devoradores de cualquier cosa que les sacara Esperanza y esponjas ultrasecas al contacto con las botellas de licor. Con el barco en un lugar ms seguro aceptamos sus invitaciones de visitar el cercano poblado, y all pasamos la tarde, de una casa a otra, conociendo a todos sus parientes, bebiendo cerveza, que traan casi a diario de la Gran Isla y comiendo un extrao tipo de pescado seco. Kava? decan medio riendo-. Pero si eso no le gusta a nadie! Al da siguiente nos invitaron a pescar: -Trabajamos para los japoneses y la vez pescamos para nosotros nos decan. -Cmo? -Maana lo veris. A una hora decente llegaron al ARCHIBALD con su destartalada barca. En su interior haba acoplado un herrumbroso y mal mantenido compresor de aire, acoplado a un viejo motor de gasolina con muchos metros de manguera a su lado. Tambin vimos unos fusiles de pesca submarina de casi dos metros de largo fabricados en madera de forma artesanal, realmente bonitos.

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Por todas partes aparecan gafas de buceo, aletas y dems equipo bastante deteriorado. -Y ese compresor? les pregunt. -Es de los japoneses respondieron-, pero subid, que se nos hace tarde. Llegamos al lugar indicado, echaron un pedral a modo de ancla y uno de ellos dijo: Bajo yo primero. Arrancaron de un tirn de cuerda el motor del compresor, echaron toda la manguera al agua y el voluntario, ya con el equipo de buceo encasquetado, un saco bajo el brazo y la punta de la manguera en la boca, de donde sala aire a borbotones, empez a bajar por el cabo del pedral arrastrando otro cabo consigo. El compresor haca un ruido ensordecedor, otros dos se pusieron parte de los rudimentarios equipos y con fusiles en mano tambin fueron al agua; Joaqun los acompa. A poco rato regres jadeante, subi a la lancha y me susurr: Estos animales pescan en apnea a casi treinta metros y el del compresor est mucho ms abajo Dos de ellos se haban quedado al cuidado de la mquina, pero poco hacan, uno de ellos se li un porro de marihuana, lo encendi apoyndolo en el escape, que estaba al rojo vivo y tras darle un par de caladas dio otra aspiracin fuerte expulsando todo el contenido de sus pulmones en el agujero por donde entraba el aire al compresor: Eso es para que no se aburra el de abajo! Ja, ja, ja. El cabo que haba bajado el buceador empez a dar tirones. Ya est el saco lleno! Arriba! y empezaron a recuperar cabo. Un par de minutos despus estaba en la superficie el saco y el buceador: -Como est la cosa ah abajo? pregunt uno de los de la lancha. -Bien contest el buceador-, hay para dos o tres sacos ms. -Pues toma, sube otro! Y el buceador volvi a descender. Mir el interior del saco y vi que estaba lleno de holoturias, lo que conocemos como pepinos de mar, pero de casi un metro de largo. -Eso es lo que quieren los japoneses, luego se lo comen dijo uno de los fiyianos. -Y os pagan mucho? le pregunt. -Lo normal; tenemos para comprar cervezas, algo de comida, un poco de ropa, chicas... y el resto es para pagarles el alquiler de su lancha, el compresor y la gasolina. -Y a cuanta profundidad bajis? segu preguntando. -No lo s, pero entre cuarenta y cincuenta metros. -Y cunto tiempo estis en el fondo? quise saber. -Tampoco lo s, no tenemos reloj, pero cada uno tiene que subir dos sacos; es lo que nos dijeron los japoneses. -Y no hacis paradas de descompresin?

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-No. Los japoneses las hacan porque ellos son ms pequeos, eso nos decan, pero que a nosotros no nos haca falta y que si nos picaba mucho las piernas, que bajramos unos metros con el tubo de aire y que nos quedramos all hasta que se nos pasara, pero nunca nos pica nada. No aguantbamos ms el ruido del compresor y fuimos a bucear a un arrecife cercano. Me gusta el submarinismo y soy buceador profesional; no poda dejar de pensar en las barbaridades que acababa de or y en consecuencia lo poco que iban a durar estos chavales, con toda una vida por delante que podran disfrutar. Llegamos al final de las Yasawa, una pequea isla al norte llamada Nanuya. Haba un minsculo poblado de cinco chozas fabricadas con restos de caa y techo de palma. En una de ellas encontramos una mujer mayor, o casi se poda decir de edad indefinida, tejiendo una estera con hojas de pndano con una destreza y velocidad inusual. La buena seora segua con su labor mientras miraba sonriendo nuestra cara de embobados. Entre seas y palabras en fiyiano nos invit a entrar en su casa. Una vez en su interior nos mostr una gran estera, con un bonito dibujo simple, pero ms bonita que las que habamos visto en los mercadillos de Suva. Nos seal la mochila y luego la estera. -Qu quiere esta seora? pregunt Espe. -Seguro que quiere las races de Kava que llevamos dentro sugiri Joaqun Nada ms darle nuestras races, las mir y las arroj por la ventana. -Saca alguna cosa ms a ver qu quiere. Pero no pareca mostrar inters por el resto de nuestros regalos. De repente ca en la cuenta: -Esta seora quiere la mochila! Y de esa manera fuimos los felices propietarios de una estera de dos por dos metros. Habamos invertido veinticinco das en subir las Yasawas, demasiado tiempo y por lo tanto el regreso fue ms rpido, parando en alguna isla que se nos haba escapado durante la ida, evitando los lugares supuestamente tursticos. Slo una pequea isla nos llam la atencin. Era muy boscosa y al caer la tarde miles de enormes murcilagos salan de ella, donde pasaban las horas de sol refugiados en sus ramas, para luego ir a los huertos y plantaciones vecinas a atiborrarse de fruta. Aquellos animales no eran en absoluto peligrosos, pero daba un poco de aprensin pasear entre ellos, sobre todo si empezaban a chillar y a batir sus alas negras de ms de un metro de envergadura. Pues no hubiera estado malo un arrocito hecho con este conejo volador.

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Regresamos a la Gran Isla, Viti Levu, directamente a la marina de Vuda Point, muy cerca de las ciudades de Nadi y Lautoka, en la parte oeste de la isla. All nos despedimos de Joaqun, que regresaba a Espaa con trasbordo en Nueva York. Se llevaba el mejor de sus recuerdos: uno de los enormes fusiles artesanos de pesca submarina de nuestros amigos buceadores. -Y crees que te van a dejar pasear por los aeropuertos americanos con eso debajo del brazo conforme est el panorama? le preguntaba. Pues lleg l y eso a Espaa, sin haber hecho ni siquiera una pernocta en Guantnamo. Ya se notaba el ambiente ms caluroso y las lluvias eran frecuentes; el verano austral se acercaba y era el momento de escapar a latitudes ms bajas. Aprovechamos nuestra estancia en la marina para limpiar y ordenar el barco, organizar la navegacin, comprar comida, combustible y por fin despachar la salida del pas. Navegamos hacia el Sur de la isla para desde all dar el salto hacia Nueva Zelanda, pero la meteorologa no acompaaba. La navegacin no era muy larga, algo ms de mil millas, pero s complicada, porque salamos del trpico y por tanto de la influencia de los vientos Alisios. Los mapas meteorolgicos no eran nada halageos, las altas y las bajas presiones estaban mal posicionadas y enviaban vientos contrarios en dos tercios de la travesa, haba que esperar a que la situacin meteorolgica cambiase; an tenamos una semana de margen. Ricard segua en Tonga, esperando lo mismo que nosotros acomodado en la isla de Tapana y Gabriel y Tania igual pero en Tongatapu, al sur del archipilago. Dos veces al da conectbamos por radio para decidir las mejores opciones relacionadas con la travesa, yo sacaba fax meteorolgicos a toda hora, de Hawai, Nueva Zelanda, Australia y todos coincidan; iniciar la partida en estas condiciones era darse una paliza monumental, haba que esperar. Intentbamos dejar pasar el tiempo buceando por los arrecifes cercanos, cosa que ya no podramos hacer durante los siguientes meses y tambin recorriendo a toda velocidad con nuestra neumtica un pequeo ro cercano, totalmente cubierto por una densa vegetacin tropical, dejando tan solo un estrecho pasillo que llegaba hasta un pequeo pueblo, donde gastbamos nuestro ya escaso dinero fiyiano en su nica tienda-bar. Pero el tiempo segua pasando, el calor cada da era mayor y el riesgo de que se formara un cicln tropical aumentaba. Por fin, al cabo de otra semana, el anticicln inamovible situado al oeste de Nueva Zelanda tuvo la gentileza de desplazarse poco a poco al otro lado de las islas. La puerta se estaba abriendo.

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Los tres barcos, desde los tres puntos distintos salimos hacia el Sur, de momento empujados por los vientos tropicales y luego... esperbamos tener suerte. Dejbamos nuestro ltimo pas tropical. No habamos tenido tiempo de conocerlo como nos hubiera gustado, pero haberse quedado hubiera sido una locura. Ir a Nueva Zelanda era la mejor opcin: eliminaramos nuestra acumulacin de Ciguatera, visitaramos un pas del primer mundo, descansaramos del sol tropical, haramos las ya necesarias reparaciones y revisiones al ARCHIBALD en las mejores condiciones... Pero en el fondo hubiramos querido explorar ms aquel pas, profundizar en sus tradiciones, saber algo ms de su cultura, descubrir el interior de las grandes islas; sus ros, valles, montaas, bosques tropicales milenarios... y el resto de las pequeas islas: el grupo de las Koro, de las Lau, y la gran Isla del Norte, Vanua Levu, la ms salvaje de toda la melanesia. Dejbamos las Fiyi sin conocerlas, tan slo habamos dado una vuelta por uno de sus suburbios. Navegbamos sacando todo el partido al barco. En previsin de que el anticicln volviera a su anterior posicin, no hacamos rumbo directo al norte de Nueva Zelanda, sino hacia el centro de Australia, para tener as mejor posicin en el caso de que un cambio meteorolgico nos enviara vientos contrarios del Sur. Al segundo da notamos que el Alisio rolaba un tanto de direccin, cambiamos nuestro esquema de velas y empezamos a navegar con mayor y sp asimtrico, manteniendo la ptima velocidad. Durante las siguientes jornadas el viento continu bajando de intensidad, el barco avanzaba cada vez ms lentamente, ahora con toda la vela mayor y sp ligero, sacando el mayor partido al escaso viento, pero poco a poco el viento calm, teniendo que seguir a motor e intentar conseguir una posicin ventajosa, porque nuestro anticicln haba disminuido hasta desaparecer y otro se estaba formando en el lugar equivocado. Al atardecer de la sptima jornada una ligera brisa del Sur nos anunciaba das de navegacin poco confortable. Al menos ya habamos cubierto ms de la mitad de la singladura. Ricard nos llam esa tarde: Estoy fondeado en mitad del ocano! Ayer navegaba cerca de un sitio llamado Minerva Reef y de repente vi como quince barcos, todos juntos y quietos en mitad del mar. Llam por radio y un francs me contest diciendo que estaban dentro del un pequeo arrecife con forma de herradura, muy protegido y con la ola totalmente en calma. Me dijo que si quera entrar an haba espacio para un barco ms. El buen hombre incluso sali con su bote para indicarme la entrada, porque el arrecife est sumergido un par de palmos y no se ve. Y aqu estoy, descansando un poco y pescando la cena

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Otra vez el anticicln inamovible daba viento de proa para toda la zona hasta Nueva Zelanda, pero al menos no era excesivamente fuerte y dando bordadas de doce horas hacia un lado y otro bamos avanzando. Los tres barcos nos apoybamos en la radio para animarnos mutuamente, pero la peor parte se la llevaba el TARTARUGA, que an habiendo salido mucho ms al sur que nosotros, se haba metido de lleno en una borrasca y navegaba con mal tiempo, ya por detrs de nosotros. Tanto Esperanza como yo navegbamos relajados, relativamente cmodos, prcticamente todo el tiempo en el interior del ARCHIBALD, porque el viento Sur, procedente de la Antrtida era fro, sensacin que se nos haca bastante extraa. As navegamos cinco das ms, hasta que a una jornada de nuestra arribada el viento volvi a cambiar, alegrando los nimos al poder soltar velas y ver al ARCHIBALD navegar alegre hacia las primeras montaas del horizonte. Nueva Zelanda, la Isla de la Gran Nube Blanca, ya se divisaba por proa. Nuestro primer destino era Bay of Islands, al norte del pas, un lugar muy resguardado y donde las guas recomendaban hacer la entrada al pas. Llegbamos a esta extensa baha junto a una veintena de veleros que, como nosotros, haban decidido pasar en este pas la temporada de verano austral. El TARTARUGA y LA TORTUGA se encontraban entre ellos. NUEVA ZELANDA Estbamos cansados; el piloto de viento nos haba dado problemas a causa de los desgastes naturales por su largo uso, necesitaba nuevos ajustes. Los pilotos electrnicos haban cumplido con su misin de gobernar el barco, pero a cambio de una buena dosis de electricidad y los ltimos das, nublados y con vientos suaves, ni las placas solares ni el generador elico haban ayudado mucho en la produccin de energa, teniendo que echar una mano, timoneando nosotros la mayor parte de esta ltima etapa. La tierra se extenda alrededor nuestro, pero ya no veamos palmeras ni vegetacin exuberante, esta haba cambiado por bosques de pinos, abetos, enormes extensiones de verdes prados, donde tranquilamente pacan vacas y rebaos de ovejas. Para los sajones era como llegar a Escocia, para nosotros era pasear por las ras gallegas, dulcemente melanclicas, casi tristes, donde pareca casi imposible que algo perturbara aquella paz. El da era lluvioso, fro y con escasa visibilidad, como mostrndonos lo que iba a ser corriente durante nuestro tiempo de estancia en aquel pas. Nos dirigimos al puerto del pueblo de Opua, donde un muelle de cuarentena albergaba a un par de docenas de veleros recin llegados. Vimos a Ricard que nos haca seas mostrndonos una plaza vaca. Nada ms amarrar subi a bordo y eufrico empez a hablar:

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Llevaba doce das solo y nada ms llegar, sin haber hecho los papeles de entrada, he bajado a tierra para dar una vuelta por la ciudad, y es fantstico. Esto s es un pas del Primer Mundo!, la gente es amable y siempre te sonre, todo est limpio, sin cerdos ni pollos paseando por la calle, las cabinas de telfono funcionan, no hay ruidos desagradables, todo est sealizado, las personas de los comercios son eficientes, sus productos tienen el precio escrito y no hay que regatear... Aqu hay civilizacin! Bueno, esto era justamente lo que nos esperbamos. Llegaron dos agentes de inmigracin, pidieron permiso para subir a bordo y una vez en el interior del ARCHIBALD sacaron un solo formulario. Deben darnos todo lo que aparece en esta lista: cualquier tipo de comida, plantas y animales vivos para someterlos a cuarentena y en definitiva todo lo que pueda acarrear algn trastorno ecolgico; en referencia a los alimentos... todo lo que nos den lo vamos a destruir, quiz ustedes puedan sacarle ms provecho, pero bajo ningn concepto debe salir del barco, Nueva Zelanda tiene un ecosistema muy delicado y todos los neozelandeses intentamos mantenerlo en las mejores condiciones, les pedimos su colaboracin. Aquellos oficiales se les vea sinceros, hablaban de una forma suave y educada, en un ingls correcto y fluido, al contrario que el tosco anglosajn con el que nos habamos comunicado en los dos anteriores pases. Les entregamos lo que cremos que no bamos a consumir y tras firmar un par de papeles nos entregaron nuestro pasaporte con el sello neozelands estampado. En cuanto a las armas, las declaramos; esta era una nacin seria y era mejor hacer las cosas legalmente. Las revisaron, tomaron nota de sus tipos, modelos, cantidad de municin y dndome una copia del documento las metieron en una bolsa, dicindonos: Presenten este recibo cuando vayan a abandonar Nueva Zelanda en la delegacin policial de la ciudad donde se encuentren y en dos das se las devolvern en perfecto estado. Sean bienvenidos a nuestro pas nos dijeron sonriendo educadamente y siguieron haciendo su trabajo a bordo de otra embarcacin. Nuestra situacin legal en el pas estaba resuelta. En ese momento hizo su llegada el TARTARUGA, con su tripulacin bastante desquiciada: Por fin hemos llegado! Exclamaba Gabriel de forma algo exageradaDurante todo el tiempo hemos tenido lluvias y vientos contrarios, ha sido la peor travesa desde que sal de Espaa Cumplimentada la burocracia fuimos todos al primer restaurante que encontramos. -Has hecho solo la navegacin, Ricard? le pregunt. -Si, mi ex se cans del barco en Tonga y regres en avin a Espaa; por fin hemos llegado a un acuerdo econmico y pronto LA TORTUGA ser mo del todo.

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Estuvimos hablando de los planes futuros y todos estuvimos de acuerdo en navegar hasta Whangarei, la ciudad ms importante de esta parte norte, ubicada en el estuario de un ro y por lo tanto muy protegida, contando adems con una gran infraestructura nutica; el mejor lugar para dejar descansar los barcos durante la temporada estival y realizar tambin los trabajos necesarios con vistas a las navegaciones futuras. Whangarei no estaba lejos, a menos de una jornada de navegacin y tanto Ricard como Gabriel dejaron el puerto de Opua al amanecer del siguiente da para llegar cuanto antes al destino: Quiero amarrar el barco definitivamente en un lugar seguro y no volver a preocuparme hasta dentro de seis meses! Dijeron a do. Esperanza y yo nos tomamos con calma el traslado del barco hasta Whangarei, empezando por hacer cortas navegaciones por el bello paraje de Bay of Islands, paseando por el intrincado laberinto de pequeas islas de verdes prados y playas de arena gris, siempre envueltos en una ligera neblina que pareca formar parte natural del entorno. Hicimos escala en la ensenada de un pueblecillo llamado Russell. Pareca sacado de la costa de Gales, con su pequeo embarcadero de madera, casas pequeas, su estructura muy bien organizada, gente amable... casi rozando el aburrimiento. Dejamos la gran baha para seguir la costa neozelandesa con rumbo Sur. A las pocas horas de navegacin nos sorprendi una lluvia intensa y nos guarecimos en otra protegida baha que segn lemos en nuestra gua de la zona, se encontraba una gran factora dedicada al procesamiento de ballenas, hoy en da abandonada. Era cierto, all quedaban los restos de aquella industria tan fructfera cien aos atrs: la rampa de descuartizamiento, las grandes cubas de hierro para la fundicin de la grasa, almacenes para su envasado y transformacin en productos consumibles y por supuesto los edificios de oficinas, residencias, etctera. Toda una infraestructura que hoy en da y por suerte es poco rentable. Seguimos recorriendo la costa sin perdernos cada recoveco, ya sea para refugiarse del mal tiempo constante o para admirar de cerca los extensos bosques de conferas, tan distinto a la vegetacin tropical que estbamos acostumbrados. Tardamos ms de una semana ms que nuestros amigos en llegar a Whangarei, tomndonos nuestro tiempo para comprender y conocer la naturaleza de este pas, tan diferente al trpico. Remontamos el estuario del ro muy bien canalizado y balizado hasta llegar a la ciudad, donde dicho ro dejaba de ser navegable terminado en unas amplsimas instalaciones nuticas, aqu descansaban muy seguras ms de mil embarcaciones, la mitad de las cuales eran, como nosotros, veleros de paso que esperaran aqu la llegada de la siguiente estacin.
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Siguiendo los consejos de nuestros amigos nos dirigimos a la marina llamada Town Basin, ubicada en la misma ciudad y gestionada por gente muy competente. Una vez amarrado el ARCHIBALD en su atraque correspondiente, los chicos nos mostraron lo ms emblemtico de la zona portuaria: el bar. Y estis de suerte, esta tarde tenemos Happy-Hour nos dijeron. Tanto Ricard como Gabriel parecan neozelandeses de toda la vida, ya conocan a todo el mundo: camareros, encargados, marineros, habituales del bar y a todos los navegantes en general. Ellos estaban en su salsa y nosotros... un poquito desplazados, de momento. Los siguientes das fueron de organizacin: preparar el barco para los seis meses de inactividad en lo que a navegacin se refiere, detallar la larga lista de trabajos pendientes y por supuesto, empezar a conocer la ciudad, muy completa y de gran actividad... hasta las cinco de la tarde. Despus de esa hora las calles de Whangarei quedaban totalmente desiertas, semejante a los efectos producidos por una bomba atmica, salvo el bar de la marina. Se me haca un poco espeso el pensar que esta rutina montona se ira repitiendo da a da durante seis meses, haba trabajo, s, pero no tanto como para llenarlo con todo ese tiempo. Le propuse a Espe: -Qu te parece si hacemos un viajecito antes de enfrascarnos en el trabajo del barco? A Esperanza se le ilumin la cara: -Sera estupendo, incluso podramos alquilar un coche, e incluso una caravana y recorrer al menos la Isla del Norte. Nos planteamos seriamente la idea; viajar ahora y hacer los trabajos ms tarde, incluso Gabriel y Ricard podran echar un vistazo al ARCHIBALD durante el tiempo en que estuviramos fuera. Empec a explicarles estos planes a mis amigos mientras Esperanza consultaba los precios de los Renting-car en la ciudad. -Estaremos fuera una semana charlaba con ellos en la puerta de la marina-, dos a lo sumo. Supongo que alquilaremos un cochecito barato... Cuando de repente escuchamos un claxon, nos giramos y asombrados vimos a Esperanza asomndose por la ventanilla de una furgoneta, gritando: -Coca, mira lo que acabo de comprar! Era ms barato que alquilar un coche destartalado intentaba convencerme-, y lo mejor es que si nos vamos ahora, cuando regresemos la podremos vender a cualquiera que quiera hacer lo mismo... pero da igual, ya est hecho, tenemos furgoneta y adems; la he pagado con mi dinero! No haba discusin posible. La siguiente semana la pasamos acondicionando nuestra furgoneta para un largo viaje, era como un ARCHIBALD en miniatura; con un pequeo camarote, su depsito de agua,

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su despensa, incluso adaptamos la cocina del barco. El toque final lo dieron unas cortinas de flores multicolores que confeccion con la mquina de coser del barco. El motor fue revisado, Esperanza contrat un buen seguro y el catorce de diciembre, diez das despus de nuestra llegada a Whangarei, ponamos de nuevo rumbo a lo desconocido, ahora por tierra. Esta vez invertiramos los papeles, Esperanza sera la capitana, en tierra la conductora, y yo llevara los mapas de ruta, el copiloto. Era evidente, por el precio que haba pagado Espe, que los mejores aos de la furgoneta haban pasado haca ya bastante tiempo, esto unido a que en Nueva Zelanda se conduce por la izquierda, el inters que tenamos por no perdernos ninguno de sus bellos paisajes... no pasbamos de sesenta kilmetros por hora, teniendo que parar en le arcn de tanto en tanto para dejar pasar a la ristra de vehculos con impacientes conductores que nunca nos miraron con buenos ojos. Estos son de los que no sonren deca. El primer da fue de toma de contacto, logrando hacer ciento treinta kilmetros, la distancia que une nuestro punto de partida con la mtica Auckland, la ciudad ms grande del pas y el mayor centro nutico de todo el hemisferio sur. Auckland es una ciudad cosmopolita, de aspecto moderno, centro de la industria y a la vez del turismo y la cultura. Alberga todo tipo de impresionantes museos, bellos jardines y plazas, alternando clsicos edificios coloniales con impactantes construcciones futuristas; todo envuelto en un entorno armonioso de organizacin y limpieza, donde la nutica juega un papel muy significativo. La navegacin a vela es deporte nacional e incluso asignatura relevante en diversos centros educativos. Pero Auckland estaba de luto. Durante esos das lleg la noticia que uno de sus grandes navegantes neozelandeses haba sido asesinado en Brasil. Peter Blake era uno de los hroes nacionales que lleg a ostentar el ttulo honorfico de Sir por sus logros nuticos. Cosechaba en su haber varios campeonatos de nivel mundial, haba ganado la mtica regata alrededor del mundo Whitbread, vencido dos desafos Americas Cup, cuyo codiciado trofeo se hallaba en un club de esta ciudad y como escalafn consigui superar la marca de Philias Fogg al batir la incitacin que un diario internacional lanz llamndolo El record de Julio Verne. Blake, junto con una reducida tripulacin de expertos navegantes, logr circunvalar el Globo a bordo del catamarn ENZA en un tiempo record de setenta y cinco das, usando slo la propulsin del viento y superando la marca establecida en el libro del afamado escritor: La Vuelta al Mundo en 80 das. Ya retirado de la competicin, Peter Blake se dedic a recorrer el mundo a bordo de su gran velero SEAMASTER realizando documentales con fondo ecolgico, intentando sensibilizar a la Sociedad Consumista de los riesgos que conlleva un desarrollo mal encaminado.
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Blake fue asesinado en uno de sus viajes, remontando el Amazonas, por unos rufianes cuando trataban de asaltar su barco. No llegu a conocer al seor Blake, pero habamos coincidido un par de veces en recepciones y presentaciones de grandes eventos nuticos. Era muy alto, rubio, con su gran bigote perfilado, vistiendo siempre con gran estilo... un perfecto gentleman y me da que eso en plena amazona no est muy bien visto. He vivido en Brasil el tiempo suficiente para conocer un poco aquel pas y sus habitantes, hacindome una idea, quiz errada, de lo que pudo haber pasado: un superyate remontando el Amazonas camino de Manaos, con potentes Zodiac que llegaban a los pequeos malecones de las aldeas a toda velocidad, desembarcando un grupo de hombres blancos, pulcros, limpios, bien equipados, tal vez con Rolex de oro en sus muecas y hablando tan slo ingls. Una buena oportunidad para los piratas del ro, donde no existe la ley, la vida no vale nada y cualquier material venido del mundo civilizado tiene un alto precio en el Mercado Negro. No es difcil imaginar el resto. Tal vez sir Peter Blake y sus compaeros tuvieron un simple problema de integracin que lamentablemente concluy con muerte. Al margen de toda esta reflexin, lament mucho el trgico final de uno de los grandes mitos de la vela y del que siempre ser un gran admirador. En Auckland visitamos entre otros el increble museo oceanogrfico, el de arte maor, como no, el gran museo naval y asistimos al fin de etapa de la regata Volvo Ocean Race, donde distingu antiguos compaeros de navegacin, pero ahora nos encontrbamos en mundos distintos. Escapando de la multitud embarcamos en nuestra pequea furgoneta y proseguimos viaje. Nuestra ruta segua hacia el Sur, recorrimos la costa oeste de la Isla Norte, visitando las extensas playas deshabitadas, acampando entre dunas salvajes y conociendo los pequeos pueblos ribereos hasta llegar a Wellington, ciudad ms meridional de la isla y capital del pas. Esta pequea ciudad de estilo colonial es el centro administrativo y financiero del estado, poco inters tena para nosotros, salvo poseer el puerto de salida para poder llegar a la Isla del Sur. Tras un duro trmite muy bien llevado por Esperanza, embarcamos con nuestra furgoneta en un viejo ferry a medio desguazar, que por muy poco dinero nos transportara hasta los muelles de Picton, en la otra isla. El viaje dur toda la noche, sacudidos por las olas del estrecho de Cook y del mar de Tasmania, pero el amanecer nos sorprendi entrando por un estrecho fiordo con el deseado puerto frente a nosotros; llegbamos a la salvaje Isla del Sur.

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Nueva Zelanda fue descubierta por los maors procedentes de las islas Sociedad en el siglo X, cuando Europa estaba inmersa en plena Edad Media. Estos primitivos colonizadores tuvieron que adaptarse al fro clima, teniendo que cambiar sus costumbres y luchar entre ellos disputndose los mejores territorios. Hubo que esperar hasta mediados del siglo XVII a que un holands, Abel Tasman reconociera estas costas y posteriormente, un siglo despus, el capitn Cook las adjudicara a Inglaterra. Estas islas siguieron siendo territorio maor, salvo algn asentamiento aislado procedente de naufragios, balleneros o cazadores de focas, hasta que en el siglo XIX lleg un gran nmero de colonos ingleses junto con evangelizadores anglicanos para tomar posesin de aquella tierra bendecida por Dios. Las condiciones ofrecidas a los nativos no les eran muy beneficiosas, lo que dio lugar a unas guerras no demasiado equilibradas, lanzas contra caones; esquilmando a ms de la mitad del ya condenado pueblo maor, quedando los supervivientes relegados a unas reservas en la inhspita Isla del Sur. La mala suerte les persegua, porque justo all encontraron oro y estos pobres chicos tuvieron que volver a hacer las maletas para rehacer su vida, ahora en las regiones menos frtiles de la Isla Norte. Poco a poco estos maors se fueron integrando en la sociedad occidental, convirtindose en ciudadanos de segunda y aceptando los trabajos ms serviles; eso s, con representacin indgena en el Parlamento. Tengo que aadir que durante mi estancia en el pas, casi seis meses, no llegu a ver ni una docena de estos individuos de sangre polinesia. Empezamos recorriendo el parque natural Abel Tasman, de una belleza inigualable, con bosques de cedros, abetos y enormes helechos entre torrentes de agua cristalina que llegaban hasta alguna playa perdida dentro de aquel laberinto de islas y cerradas bahas. Dejamos la furgoneta para hacer una excursin a pie hasta un mirador aconsejado y nos llam la atencin que el intrincado camino estaba perfectamente delimitado, limpio, con papeleras cada pocos metros, carteles informativos con el tiempo y distancia de la ruta restante, consejos en caso de peligro o accidente, incluso un telfono para demanda de auxilio. Realmente este era un pas organizado. Aquel da lo dedicamos a la visita de este parque maravilloso, siguiendo siempre las sugerencias de los letreros que constantemente encontrbamos, en caso contrario siempre haba un buen turista samaritano o un guarda responsable que nos adverta de nuestro error invitndonos a la enmienda: Aqu no podis parar a almorzar, la zona de lunch est a quinientos metros. Seguimos nuestra ruta dirigindonos a la ciudad de Nelson, donde repostamos gasolina y compramos lo necesario para sobrevivir en lo que

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nuestra gua del pas llamaba la costa desierta, el lado oeste de la isla, baada por el inhspito mar de Tasmania. El fro se dejaba sentir cada vez ms y a pesar de estar en verano la temperatura diurna no pasaba del los quince grados. El cielo se mantena constantemente cubierto, envolvindolo todo en un halo de misterio y desolacin. La costa era realmente agreste, tal y como nos la imaginbamos, tanto en acantilados como en playas, recorrindola por una estrecha carretera durante los das siguientes, sin encontrar a nadie que nos advirtiese de los peligros por acampar frente al mar o reprendiera por interrumpir nuestro camino y admirar el panorama en lugares no habilitados con miradores pblicos. La carretera costera poco a poco se fue desviando hacia el interior del pas, a la regin de los Alpes Neozelandeses. Ahora toca montaa! dijimos. Pareca que viajbamos por Suiza, entre altas montaas nevadas y valles con lagos, rodeados de verdes bosques. Llegamos a una pequea ciudad y una vez instalados en un buen camping y tomado una larga ducha, recorrimos las calles buscando primero un restaurante y luego informacin sobre aquella regin. No permiten el paso por las rutas de montaa a los vehculos convencionales comentaba Esperanza leyendo uno de los folletos-, el nuestro no es muy convencional, pero creo que no se refiere a eso, y Mira!, cerca de donde estamos hay dos enormes glaciares, el Franz Joseph y el Fox, eso s los podemos visitar. Haba todo tipo de opciones para realizar la visita a los glaciares: guiada a pie, en todo-terreno, en helicptero, avioneta, etctera; nosotros optamos por la ms sencilla: solos y andando; total, el glaciar se encontraba a menos de un kilmetro del aparcamiento. Al camino slo le faltaba tener una banda de msica; tena tablazn de madera en el suelo, barandillas, escalones para subir algn repecho, urinarios prefabricados... Delante de nosotros caminaba un grupo de jvenes neozelandeses con equipo suficiente como para culminar varios ochomiles sin descanso, iban calentando el mango de los piolets y preparando ya sus brillantes crampones. A escasos cincuenta metros del frente del glaciar el camino termin, un cartel anunciaba PELIGRO y una cinta plstica en el suelo marcaba el final del recorrido. Los dispuestos excursionistas pararon en seco y empezaron a comentar: Bueno, pues ya no podemos seguir ms, Ha sido una experiencia maravillosa... pero todos enmudecieron cuando los adelantamos pasando por encima de la cinta, continuando camino, ya pisando tierra con nuestras buenas chanclas todo-tiempo direccin a las primeras morrenas, diciendo Que no vamos a poder sacar una foto subidos a un pedazo de hielo?! Evidentemente tomamos nuestras precauciones, pero tambin disfrutamos de la experiencia, el contacto con aquellas enormes masas de hielo, ver de

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cerca sus grietas, subir por uno de los laterales para admirar su larga lengua; algo extraordinario y digno de recordar. A nuestro regreso vi de reojo a uno de los jvenes expedicionarios dando muestras de queja ante uno de los responsables del parque, pero en ese momento arrancbamos nuestra furgoneta poniendo tierra de por medio, diciendo: Que nos echen un galgo! Continuamos viaje de nuevo hacia la costa, con el firme propsito de seguir al pie de la letra los consejos e indicaciones que encontrramos en nuestro camino, siempre, claro est, que fueran razonables. Nuestro siguiente destino era una colonia de focas y pinginos a pocos kilmetros de distancia, otro parque natural. Como buenos turistas hicimos cola junto a medio centenar de japoneses para acceder al recinto protegido donde podramos admirar la vida salvaje neozelandesa. Un poco caro, treinta dlares por persona le deca a Espe- y me da que esto va a valer la pena.... Nos llevaron a una plataforma de madera construida a ms de cien metros de la playa, nuestra experta gua nos ilustr sobre la vida de las focas, para terminar diciendo: Y all las tienen ustedes! a la vez que sealaba unos puntitos negros al final de la distante playa. Los japoneses empezaron a disparar sus cmaras como locos. -Y no nos podemos acercar un poco ms? pregunt tmidamente Espe. -Imposible, las focas son unos animales muy tmidos y sensibles y ante nuestra presencia desapareceran para siempre nos respondi-, pero pueden alquilar unos binoculares en la tienda de enfrente. -Vaya me lament-, hace poco estuvimos en las Galpagos... -Las Galpagos! interrumpi-, conocer esas islas es la ilusin de mi vida... -Pues all tambin hay focas y las tenamos que sacar de nuestro bote arrendoles con el remo en la cabeza para convencerlas de... No pude terminar, gir sobre sus talones y se march murmurando incoherencias que no entendimos. La segunda parte de la atraccin eran los pinginos. Esta vez nos llevaron a una playa cercana, donde a pocos metros de la orilla haba una ristra de pequeos chalecitos adosados de veinte centmetros de alto, numerados y claramente construidos con ladrillo y cemento; eran sus nidos-residencias. Ms all vimos una tribuna a modo de gradas, donde nos invitaron a acomodarnos. Un joven vistiendo el uniforme del parque, micrfono en mano, nos relat la excitante vida de los pinginos, para terminar diciendo: Hoy se esperan entre cincuenta y cinco y sesenta pinginos que llegarn al atardecer, saldrn del mar y se dirigirn muy rpidamente a sus nidos, as que estn atentos. No se permite hacer ruido alguno y mucho menos
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fotografiarles, pero pueden adquirir una coleccin de variadas fotos y videos en nuestra tienda. Muchas gracias. Mir el reloj, an faltaba ms de dos horas para la puesta de sol, la mayora de los japoneses vaciaban la tienda de recuerdos; mir a Esperanza, ella me dijo: -Mejor nos vamos Verdad? Esta vez la promesa que nos hicimos fue la de no aceptar ningn consejo ms, a partir de ese momento navegaramos por nuestra cuenta. La carretera de nuevo se separaba de la costa, evitando as la regin de Fiordland, quiz la ms espectacular de Nueva Zelanda, como no, lugar protegido, pudiendo ser visitada en ruta guiada o por avin. Unos das despus llegamos a Queenstown, tal vez la ciudad ms original de la isla, a la orilla de un gran lago, rodeado de altas sierras, con embarcaderos, edificios coloniales y en definitiva con aires tursticos; ms todava entonces, pues en aquellos parajes se estaba rodando la pelcula El Seor de los Anillos. Tanto bullicio nos anim a continuar nuestro camino hacia el Sur. Llegamos a Waipapa Point, en la parte meridional de la isla. Ms al sur no podemos ir dijo Esperanza-, al menos no en coche. Cerca de all se encontraba un hotel, a donde nos dirigimos para tomar caf. Un cartel informaba que desde su terraza se podan observar con total comodidad el vuelo de los enormes albatros, previo pago de veinte dlares. Uno de los camareros se apiad de nosotros y nos dijo en voz baja: Seguid la carretera estrecha a la izquierda durante diez kilmetros, llegareis a una playa deshabitada. All no va nadie, hay muchos albatros y podris acampar donde queris. Es el lugar ms bonito de todo el sur; y no le falt razn. El fro era ya muy intenso, la siguiente tierra ms all del mar que contemplbamos era la Antrtida y el viento soplaba de aquella direccin. An as durante dos das permanecimos en la playa recomendada, sin cansarnos de ver tan de cerca los largos planeos de este prncipe del mar y cielo, de casi dos metros de envergadura, evolucionando a nuestro alrededor sin ver nunca batir sus alas. El viaje haba valido la pena tan slo por haber sido el nico pblico en aquel espectculo sin igual. Emprendimos el regreso, celebrando el Fin de Ao a las orillas de un lago perdido, festejando el primer da del ao en la ciudad costera de Dunedin. Ahora recorramos la costa este, mucho ms poblada que la opuesta, con ms recursos para el viajero, adecuados campings y mejores carreteras. En una de las ciudades vimos un letrero que nos llam la atencin: Kiwi Experience.

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La palabra Kiwi engloba diferentes denominaciones: puede ser la fruta tpica del pas, pero de origen asitico, de piel marrn y pulpa verde. Es tambin el apodo que recibe la persona originaria de Nueva Zelanda no maor y tambin un ave no voladora parecida a la gallina, endmica de estas islas y smbolo nacional. A esas alturas ya encontrbamos imposible ver un Kiwi silvestre paseando por los bosques y lo que propona el cartel era poder contemplarlo en su estado natural. -Seguro que nos vuelven a engaar... aseguraba Esperanza recelosa. -Imposible le rebata-, aqu pone que muestran Kiwis vivos, no creo que sean capaces de ponernos unos dibujos animados del Correcaminos y tal vez sea nuestra nica oportunidad de ver uno en persona. Pagamos un buen dinero por las entradas, nos hicieron pasar junto con otro grupo multirracial a un pequeo teatro, donde primeramente nos mostraron una filmacin donde se entrevistaba a un seor calvo que desde su mesa de despacho y durante quince minutos nos habl de lo importante que es para Nueva Zelanda preservar su naturaleza, luego una serie de diapositivas de puestas de sol, montaas nevadas, y algn que otro Kiwi al fondo de la espesura de un bosque. Por fin lleg el momento esperado, se levant la pantalla dejando a la vista un gran escaparate donde en su interior se haba simulado una porcin de hbitat del tan querido pajarraco. Todos fijamos nuestras miradas al otro lado del cristal, cuando de repente se apagaron las luces a la vez que durante una fraccin de segundo se distingui difuminadamente una sombra oscura cruzar a toda velocidad el pequeo escenario; volvieron a encenderse las luces, abriendo a la vez las puertas de salida. La Kiwi Experience haba concluido. Antes de dejar el teatro expuse una queja a la azafata de la puerta, diciendo: -Oiga seora; yo no he visto el Kiwi. -Pues ha cruzado todo el escenario en el ltimo momento respondi. -Pero si han apagado las luces! protest. -Es que el Kiwi es un ave nocturna me aclar. Ya en la calle, Esperanza, con la mirada perdida en el infinito murmuraba: te lo dije... Unos das despus llegamos a la ciudad de Christchurch, la segunda en importancia del pas y capital de la isla del Sur. Nos encontramos en una poblacin tranquila, con poco trfico, amplias avenidas y viviendas de poca altura, donde sus habitantes parecan exentos de problemas, envueltos en un halo espiritual, tal vez porque esta ciudad es el centro del anglicanismo neozelands. Pasamos unos das inolvidables visitando las excepcionales iglesias de madera, sus variados museos, como el de la Colonizacin o el de Historia Natural de Nueva Zelanda, ambos sorprendentes.
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Y tras estas buenas dosis de cultura, proseguimos nuestro camino. No podamos terminar el viaje sin visitar la zona de actividad volcnica, ver los lagos de barro, tomar un bao en piscinas sulfurosas o ver escupir agua y vapor a un gran geiser. Nuestra furgoneta nos llev estoicamente hasta los complejos tursticos termales, donde por no mucho dinero pasamos todo un da de piscina en piscina, embadurnndonos con distintos lodos sulfurosos o relajados en burbujeantes baos calientes. Al da siguiente asistimos al espectculo del geiser: Este geiser a las doce en punto del medioda expulsar una columna de vapor de agua de veinte metros de altura explicaba el cartel cercano. De todos es sabido la enorme puntualidad de estos fenmenos volcnicos, del que yo me mantena escptico. Quince minutos antes de la hora sealada docenas de curiosos fuimos rodeando las vallas de seguridad que delimitaban el pequeo crter. Apareci el jefe de pista, que con atuendo tpico circense y tras las presentaciones dio una breve explicacin del fenmeno, diciendo: El geiser va a escupir... Bla, bla, bla. Mir su reloj, doce menos tres minutos e inmediatamente ech por el agujero un saco de lo que poda ser sosa custica. Ms que escupir lo van a hacer vomitar coment a Espe. A la hora en punto y tras varias toses un increble chorro de vapor y lquido amarillento sali a toda presin durante un par de minutos, para luego escuchar una especie de eructo terminando con unos pequeos espumarajos. A pesar de ser mi primera contemplacin de un geiser activo, aquella actitud no me era del todo desconocida. El cruce hacia la Isla del Norte fue mucho menos anecdtico que el anterior y tras visitar el impresionante lago Taupo y sus parques forestales llegamos de nuevo a Auckland, de donde no nos podamos ir sin echar un vistazo al centro de Americas Cup y las grandes tiendas nuticas, donde adquir diverso material para el ARCHIBALD. Regresamos a Whangarei, donde nos esperaba nuestra pequea casa flotante, poniendo as fin a nuestra larga excursin de casi dos meses por estas islas. Al menos habamos adquirido una idea de cmo es Nueva Zelanda, un pequeo pas sobreexplotado pero a la vez dando una imagen de preservacin y ejemplo de ecologismo. Un estado con pocas carencias excepto de sol, tan alejado del resto de la civilizacin que los conflictos mundiales llegan, quiz, un tanto amortiguados. Una tierra donde el neozelands de clase media lleva una vida cmoda, sin altibajos, al ms tradicional estilo anglosajn. Echbamos de menos la luz, esa luz clida, alegre, que presenta un entorno brillante y envuelve a las personas en un halo de euforia y diversin. Aqu el sol, incluso en das despejados, llega

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velado, triste, melanclico; invitando al recogimiento, a matizar los sentimientos. En definitiva a ser neozelands. Encontramos el ARCHIBALD tal y como lo habamos dejado, con la larga lista de trabajos encima de la mesa, lo que nos hizo volver a la realidad. Los primeros das hubo zafarrancho de limpieza y organizacin, Esperanza consigui vender la furgoneta a una pareja de navegantes recin llegados por el mismo dinero que le haba costado, tal vez algo ms, alegando que no iban encontrar otro vehculo similar, con unas cortinas tan bonitas. A la semana de nuestra llegada, Esperanza hizo que nos sentramos y me dijo: "Creo que ha llegado el momento de que regrese a casa. Hace un ao que navegamos de un lado para otro y echo de menos a mi familia. No se si me gustara continuar para siempre con esta vida, tal vez debiera retomar lo que he dejado; volver a tener un trabajo estable, pelearme con los clientes, recuperar mi cargo en la Federacin de Vela, ir a las convenciones... pero por supuesto sin dejar de navegar. La vida en el ARCHIBALD es maravillosa, intensa, pero muy inestable, con demasiados cambios, tantos que no me llego a relajar. Ha sido una experiencia increble que nunca podr olvidar y de la que de ningn modo me arrepiento, pero de momento hay que ponerle final. En cualquier caso mi planteamiento inicial fue venir durante un ao y eso ya lo he cumplido, ahora hay que dejar que el tiempo haga madurar lo vivido. No discutimos, ayud a Esperanza a hacer las maletas, no nos peleamos demasiado por el reparto de las perlas, pas un da entero escribiendo cartas y preparando regalos para mi familia que Esperanza les entregara... demasiado ajetreo para una persona que funciona a ritmo tropical como yo. Una maana Espe fue a tierra temprano en el bote, dos horas despus la o gritar, sal a cubierta y vi que regresaba Con una Zodiac nueva! No puedes seguir por ah, recorriendo mundo con ese bote cochambroso y siempre lleno de agua como el que tenas! me gritaba. Lleg el da de la partida. Alquilamos un coche para poder llegar hasta Auckland con todos sus brtulos. Nos fuimos un da antes del vuelo para recorrer juntos una vez ms aquella mgica ciudad. A la hora sealada fuimos al aeropuerto, esperamos tristes y en silencio la llamada al embarque. Yo nunca he sido bueno para las despedidas ni mucho menos para las poesas, pero en ese momento, sujet las manos de mi compaera y recit: Esperanza. Si te vas y me dejas... Dime adis con las orejas. Tal vez no fuera muy romntico, pero al menos rompimos el hielo. En ese momento llamaron por los altavoces y Esperanza tuvo que pasar a la zona

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internacional. Arrastrando dos grandes bolsas de viaje, entre lgrimas y risas, me miraba y deca: Co... con... con las orejas? El regreso fue triste... y peligroso; era la primera vez que conduca en Nueva Zelanda, por la izquierda y con un coche automtico, adems llova. Tard casi cuatro horas en recorrer los ciento veintiocho kilmetros que separan Auckland de Whangarei. Todava llegu a tiempo de devolver el coche a la compaa de alquiler y de nuevo solo, me dirig andando hacia la marina. Desde el paseo martimo pude ver a LA TORTUGA, el barco de Ricard con su chalupa y el bote de Gabriel amarrados a su popa. Los chicos estn a bordo me dije, compr una enorme pizza y fui hacia all. -Pero qu estis haciendo? exclam cuando llegu al barco. -Claro!, como desapareces cuando te da la gana meses y meses, sin querer saber nada de nosotros... recriminaba Gabriel-, ahora que ests solo vienes a ver que te cae. -Estamos terminando nuestra primera produccin de cerveza ilegal deca Ricard, entre bidones, botellas, embudos y probetas-. Encontramos una tienda que venda todos los componentes; llevamos casi un mes enfrascados en este asunto. -Y de cunto es la produccin? quise saber. -sta es de prueba, nos ha salido alrededor de treinta litros, la siguiente esperamos que sea de cincuenta segua informando Ricard-. Pero como no lleva estabilizantes ni conservantes... hay que consumirla en un mximo de cinco das. Vengaaa, prueba un poco, ya vers qu buena est ofreca Gabriel acercndome un vaso. -Mmm, s est buena, con gas y todo, incluso un poquito fuertecilla les deca-. Cuntos grados tiene? -Pues... creo que se nos ha ido un poco la mano en los fermentos, lpulos y todo eso responda Ricard-, creo que rondar los quince, quiz algo ms. Preparamos la mesa para despachar la pizza junto con un garrafn de cerveza ilegal, hablando de planes futuros. -Yo tengo mucho trabajo en el ARCHIBALD les comentaba-: revisar las velas, ajustar el piloto de viento, llevar a cargar las bombonas de gas butano... -J! me interrumpi Gabriel-. De eso nada! En este pas slo recargan bombonas de gas fabricadas por ellos! Intent que me rellenaran un par de Camping-gas y me dijeron que estaba prohibido, incluso me hicieron firmar un papel comprometindome a no intentarlo o incurrira en un grave delito contra la sociedad. -Pero si las bombonas azules de Camping-gas son internacionales! Las cambian por llenas o las recargan en cualquier parte del mundo! exclam.

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-Pues aqu no -continu Gabriel-. A m casi no me queda, tengo ocho Camping-gas vacas y maana tendr que comprar un par de bombonas neozelandesas. -Calma Cacagete, se te ha olvidado quin es el pirata ms pirata de todos? Ya tengo un plan y maana empezaremos con l. -Por fin el Coca que yo conoc! Grit Gabriel. -Si tuvierais una cocina de keroseno como la ma no tendrais esos problemas comentaba Ricard. -Pero si es una mierda! le respondimos Gabriel y yo a do. Esa noche, despus de trasegar los primeros cinco litros de aquella cerveza inventamos un nuevo juego: el bote-choque, haciendo lo mismo que los autos de feria pero en el agua con nuestras neumticas, entre las instalaciones de la marina y muertos de la risa. A la maana siguiente, Gabriel y yo fuimos a una enorme tienda de segunda mano, muy populares en este pas, y compramos una vieja bombona neocelandesa de gas butano y su correspondiente regulador, luego conseguimos en un almacn de fontanera, manguera de presin, vlvulas, terminales metlicos, abrazaderas y en definitiva todo lo que lleva una compra estilo terrorista. Ms tarde fuimos al taller del ARCHIBALD, donde ya tena preparado un viejo regulador de Camping-gas y empec con el tuneado. Un poco de taladro por aqu, unos martillazos por all, conexiones de manguera... y en menos de una hora ya tena listo el artilugio de trasvase. -Ves Cacagete? le explicaba-. He roto todas las taras de presin de los dos reguladores, ahora el gas pasar de un envase a otro A toda leche! -Y cmo sabremos cundo est llena? pregunt Gabriel. -Pues por el peso, con este dinammetro. Ves? Una bombona vaca pesa alrededor de dos kilos. Le podamos haber intercalado al artilugio un manmetro de presin, pero hubiera sido sofisticar mucho un ingenio artesanal. -Y cunto pesa una bombona llena? quiso saber Gabriel. -Pues no lo s le respond-. A mi no me queda ninguna para comprobarlo y a ti tampoco, pero chale cinco kilos en total, yo creo que por ah estar bien. Ahora hay que llenar nuestras neveras de bombonas de Camping-gas vacas para enfriarlas al mximo, llevar a que nos rellenen la bombona legal, ponerla delante de una estufa para calentarla todo lo que podamos y despus de comer empezaremos con el trabajo. Pura fsica! conclu. A primera hora de la tarde ya tenamos todo montado: la bombona grande neozelandesa amarrada a la botavara, boca a bajo, con nuestro artilugio conectado y colgando del dinammetro la primera bombona pequea, unida al otro extremo del ingenio artesanal.

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-Venga Cacagete, abre la vlvula de abajo! le deca-. Yo abrir la de arriba! El gas empez a pasar de un envase a otro, produciendo el fuerte y tpico sonido. -Qu marca el dinammetro? pregunt a Gabriel. -Pues... Est cerca de ocho! -Ocho!? exclam-. Cierra la vlvula, cierra! Ya tenamos nuestra primera bombona llena y a la vez comprobamos que se poda llenar a ocho kilos sin que ocurriera nada desagradable. Empezbamos a preparar la segunda carga cuando lleg Ricard: -Se os ve desde todos lados y por aqu hace un olor a gas que tumba de espaldas. He venido a ayudaros y de paso a que me llenis dos bombonitas de mi cocina de emergencia, tambin he trado cinco litros de cerveza de nuestra produccin para animar el trabajo. -Vamos a poner unas lonas para cubrir la baera y la popa y as evitar miradas indiscretas -les dije-. Ricard; srvenos unas cervecitas y t Cacagete, aydame y Por Dios! No fumes ahora! Esa tarde tuvimos que llevar a recargar una vez ms la bombona neozelandesa, pero a cambio conseguimos llenar cinco de las nuestras. Toda una produccin! Lo celebramos con una cena a bordo del ARCHIBALD y nuestra ya habitual partida nocturna de bote-choque. Los tres das siguientes los pasamos de butaneros, rellenando diecinueve bombonas de Camping-gas. Ms tarde recuperamos la inversin vendiendo todo el Kit: bombona neozelandesa, reguladores tuneados, artilugio, dinammetro y cinco litros de cerveza propia, endosndoselo a unos franceses con nuestro mismo problema, sacando por todo ello ms dinero de lo que habamos empleado en toda la operacin, incluso sobr lo suficiente para pagar una buena fiesta de celebracin en el bar de la marina. Le pregunt a Gabriel por Tania, su tripulante. Me dijo que haba regresado a Estados Unidos. No haban acabado demasiado bien, Tania no le haba devuelto el dinero que Gabriel le prest para el depsito de la visa en Polinesia, argumentando que lo hara cuando encontrara un trabajo en Nueva Zelanda. La chica intent buscar un empleo digno, pero tan slo encontr un puesto de camarera en un bar Top Less, no tuvo ms remedio que dejarlo a los pocos das y Gabriel volvi a prestarle dinero para pagar su pasaje de regreso a casa. Mi amigo, al igual que yo, se encontraba de nuevo solo. Tambin era socio del club de los solitarios Ricard, que desde Tonga estaba sin compaa; Whangarei corra peligro, se haba unido el Tro de la Muerte. Siendo un buen visionario de la supervivencia, nuestro amigo cataln al poco tiempo de su llegada ya manejaba el monopolio del mantenimiento informtico de todos los navegantes de la marina y raro era el da en que no

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llegara alguien a LA TORTUGA diciendo: Ricard, mi ordenador hace cosas raras en cuyo grupo me incluyo. El tiempo volaba y tena mucho trabajo por delante. Empezaba las labores al amanecer y terminaba con el ltimo rayo de sol. Pintaba, cuando la lluvia me lo permita, las partes ms deterioradas del barco; desmont el piloto de viento, encasquill todas sus partes mviles y lo volv a montar, quedando como nuevo; comprob el molinete del ancla, encontrando el problema que me haba estado preocupando durante los ltimos fondeos y reparndolo. Realic una completa revisin a las mquinas del barco, tanto al generador como al motor principal, dejndolos en perfecto orden con vistas a las largas travesas que tena por delante... Un da vino Gabriel muy eufrico, mostrndonos a Ricard y a m una bolsa de plstico con algo en su interior: -Mirad lo que he comprado en el supermercado! Echamos un vistazo en su interior y comprobamos que estaba lleno de pequeos calamares. -Bueno, son calamares. Y qu? le dijimos. -Pues que son muy baratos! -No puede ser intervino Ricard-. Cualquier producto del mar es carsimo, sobre todo los calamares. -Pero estos los encontr en la seccin de pesca! Los venden como cebo! -A ver, djamelo curiose-, pues tienen buena pinta. Vamos a probarlos. Y as instauramos una nueva tradicin: el arrocito de los domingos; de calamares, por supuesto. El bar de la marina era por lo general un garito medio vaco y bastante aburrido excepto los martes por la tarde, cuando colgaban el cartel de Happy Hour. Con este reclamo de descuento se llenaba no solo de transmundistas y navegantes, sino de todo tipo de personajes relacionados con el mar y la naturaleza. Nuestra mesa siempre estaba repleta de amigos, la mayora latinos, y amigos de estos amigos, gente de lo ms variopinta. Una de aquellas tardes me presentaron a Sue, una joven biloga neozelandesa muy interesada en nuestro singular tipo de vida. Nos visitaba a menudo, le encantaban los barcos y ms an nuestras experiencias. Una de aquellas tardes le pregunt a Sue en qu trabajaba: -Estoy dentro de un programa estatal de preservacin de la Naturaleza; mi especialidad son los Kiwis. -Ah! Esas gallinitas que nadie sabe realmente cmo son le dije. -Pues son preciosos segua relatando-, el orgullo de nuestra tierra... -Pues mira Sue; podas traer dos o tres Kiwis un da de estos y hacemos una paellita, como muestra culinaria Hispano-Neozelandesa, as nuestros pueblos quedaran unidos...

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No pude terminar. Sue recogi sus cosas y se march. Nunca ms volvimos a verla. As eran los neozelandeses, metidos dentro de su cascarn protector estilo britnico, sin saber distinguir una broma... o tal vez no era broma del todo. Lleg el momento de sacar los barcos fuera del agua para limpiar y pintar los fondos. El primero en salir fue el TARTARUGA, Ricard y yo ayudamos a Gabriel en la maniobra, un tanto complicada, porque el barco de Gabriel siempre era complicado, como su dueo. Ya fuera del agua, los operarios comenzaron la limpieza con el aparato de hidropresin, pero al aplicarlo sobre el casco la pintura protectora saltaba, dejando el hierro al descubierto. Ricard y yo empezamos a rer: Vaya trabajo te hicieron en al isla de Trinidad! Esa pintura no ha agarrado le decamos-. Ahora vas a tener que lijar todo el casco y pintarlo de nuevo con varias capas de imprimacin y luego otra tantas de Antifouling (refirindonos a la pintura antiincrustaciones). Menudo curro tienes! Pero la hidropresin tambin dej ver numerosos pequeos agujerillos, inferiores a un centmetro cuadrado, pero desperdigados por todo el casco de hierro; aquello no era gracioso. -Qu es eso? pregunt Gabriel. Mientras nuestro amigo continuaba la inspeccin del casco, Ricard y yo subimos a cubierta y nos colamos en le interior del barco, levantamos el piso de donde supuestamente se encontraba el problema pero haba un segundo forro de madera, conseguimos separarlo y encontramos todo el hierro interior totalmente oxidado, miramos un poco ms all y lo mismo; sacbamos con la mano lminas de xido de ms de dos palmos. -Esto no me gusta nada dijo Ricard-, el casco est muy mal -Ya veo le respond-. El xido cubre casi toda la obra viva. -Y qu le decimos al Cacagete? pregunt. -La buena solucin sera rehacer medio barco con planchas de hierro nuevas, pero Gabriel no se va a meter en un trabajo as, el problema es que si se entera se puede cortar las venas. Cunto tiempo crees que podr durar el barco si se deja como est ahora? -Dos aos, tres a lo sumo contest Ricard. -Lo mismo pensaba yo, ms o menos lo que aguantar Gabriel navegando. -Entonces qu hacemos? sigui preguntando Ricard. -Lo mejor es no decirle nada y restarle importancia. Animarle para que disfrute lo que le quede. Antes de que el barco se destruya se lo habr quitado de encima. Pues nada Gabriel le deca una vez abajo-. Esos agujeritos los saneas un poquito por fuera y se rellenan con soldadura. Aqu y all, que hay varios agujeros juntos, se recorta el trozo de chapa en mal estado con la radial y se suelda un pedazo de hierro nuevo. Eso un soldador profesional te lo hace en

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dos tardes y el TARTARUGA se quedar de estreno. Para m lo quisiera, chaval! -Pues no sabes el peso que me quitas de encima... El siguiente barco en salir fue el ARCHIBALD. El lavado con hidropresin tambin se llev la mitad de la pintura, quiz no habamos hecho un buen trabajo el la varada de la isla de Chepillo, tal vez la humedad no haba dejado secar la pintura suficientemente... Los chicos se partan de risa. Al da siguiente le toc a LA TORTUGA; tanto Gabriel como yo habamos comenzado nuestros trabajos y no vimos su lavado, pero al rato fui a echar un vistazo. Encontr a Ricard con su narizota pegada a la orza, todava hmeda, murmurando: Ese aparato echa el agua con demasiada presin... slo unas pequeas islas de pintura cubran la superficie de su casco de hierro, el resto haba desaparecido. Me fui corriendo para contrselo a Gabriel. Lo que al principio iba a durar tres das se alarg ms de dos semanas. Charles, el responsable de estas instalaciones llamadas Dockland 5, se imagin la escandalera que bamos a montar con lijadoras y radiales y con buen criterio nos separ todo lo que pudo de los yates de lujo, cuyos propietarios, jubilados americanos, ingleses o alemanes, buscaban un lugar de paz y tranquilidad en este varadero. An as tuvimos problemas; todos los das vena alguien a protestar, a lo que respondamos: Seora, si le molesta el ruido o se pone orejeras o se lleva el barco al parking de su asilo preferido; yo aqu he venido a trabajar! Charles nos impuso un horario de uso de las mquinas, bajo la promesa de un descuento sustancial en la factura final si lo cumplamos. Pero por favor!, terminad cuanto antes nos rogaba. Durante aquellos das estuvimos muy unidos; cada uno trabajaba en su barco, pero cuando alguno necesitaba ayuda los otros dos siempre estaban dispuestos a prestarla. El ARCHIBALD se convirti en el taller general, LA TORTUGA en la central de electricidad, electrnica y computacin y el TARTARUGA, siempre con su interior tan limpio y pulcro, en el saln-comedor y lugar de descanso. Para las comidas se nos ocurri hacer lo que llamamos una Olla de Recurso, que consista en ir echando dentro de una gran marmita todo lo que se nos ocurra: arroz, espaguetis, pimientos, una lata de atn, calamar de cebo y cualquier cosa que nos viniera a mano: De camino a la ferretera he comprado unas alitas de pollo o en la tienda frente al almacn de pinturas haba una oferta de latas de carne en salsa. Una hora antes de terminar el trabajo Gabriel repona de agua y condimentos la marmita y la dejaba a fuego lento, llegado el momento nos reunamos todos en el barco-comedor, ponamos la mesa, conectbamos el vdeo y en compaa de Torrente disfrutbamos de nuestra buena cocina.

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A ltima hora de la tarde, cuando en el varadero cesaba toda actividad, Ricard y yo dbamos un paseo por los contenedores de basura de la lujosa Zona Gringa, en el otro extremo del varadero, donde se encontraban los grandes veleros y que al parecer todo les sobraba; regresbamos a nuestro suburbio cargados de maderas, cabos, herrajes, herramientas en buen estado y en definitiva lo que llambamos cosas importantes si no para nosotros, con seguridad lo eran para los habitantes de los lugares que en un futuro visitaramos. Sentados en unos bidones frente a nuestros barcos a medio pintar, Ricard me preguntaba: -T crees que somos recuperables? -A qu te refieres? -A que si despus de lo que llevamos vivido y de todo lo que nos queda, llegaremos a casa y seguiremos donde lo habamos dejado como si nada hubiera pasado explic. -Pienso que el ser humano se adapta a todo, pero lleva su tiempo; lo mismo que te habituaste a esta forma de vida, que te habr costado lo tuyo, podrs afrontar cualquier reto, inclusive la vida que dejaste y por supuesto con ms firmeza debido a toda la experiencia que has acumulado, porque ahora te conoces a ti mismo. Es cuestin de voluntad. -Yo pienso que no -deca-. Antes crea que jugaba en el margen, ahora s claramente que he pasado la raya. Fjate en el Cacagete; lleno de pintura, trabajando como una bestia en un barco que tiene los das contados, l lo sabe pero mralo, ahora es feliz. Nunca podr volver a ser el ejecutivo de una multinacional. Qu ser de su vida? Yo no s qu hacer y me da miedo ponerle fin a esto. -Creo que hay algo que todava no has aprendido del todo le respond-. Llevamos una vida demasiado inestable para hacer planes a largo plazo y preocuparnos del futuro lejano. No estamos al otro lado del mundo, estamos en el mundo, las referencias las ponemos nosotros; el pasado lo olvidamos, el futuro no lo sabemos y qu nos queda?, pues terminar la pintura, echar el barco al agua y en cuanto soplen buenos vientos regresar al trpico; eso es lo que deseamos y no es poco, el resto ya vendr. La vida va a seguir para ti, para m e incluso para el Cacagete, con los problemas de su barco y si una ola no nos engulle seremos felices, porque sin demostrarlo sabemos un poco ms que el resto. En cuanto a ser o no recuperables... mejor nos la replanteamos dentro de unos aos, cuando sepamos la respuesta. Al fin los barcos quedaron listos. Hice pequeos negocios con la venta de algunas perlas a un relojero belga que conoc en la ciudad y pude afrontar sin

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problemas el pago de la considerable factura del varadero, a pesar del descuento prometido por Charles. Las botaduras se efectuaron sin complicaciones y regresamos a la marina. Yo eleg el lugar ms apartado, amarrado a unos postes que emergan del agua, cerca de la rivera del ro, que al ser tericamente incmodo era mucho ms barato. Pero no lo hice por el dinero, sino por quedarme un poco al margen del ambiente social de la marina. No aguantaba las hermticas pandillitas de gringos, con sus borracheras y bromas sin gracia, tampoco aguantaba a los gabachos jipis, con sus monotemticas conversaciones y siempre matndose a porros, pero los que ms insoportables se me hacan eran los propios neozelandeses; gente neutra, sin querer exteriorizar sus emociones, siempre sonriendo pero que jams les vi rer; esa risa profunda, sincera, que tanto echaba de menos. Hablaban susurrando, sin altibajos en sus expresiones, nunca se alteraban salvo en sus cansinos partidos de criket, gentes costumbristas, corteses y educados al ms aburrido estilo ingls. Cuanto aoraba los pases tropicales que haba conocido!, con su alegre desorganizacin, los cerdos y gallinas corriendo por las calles, gentes riendo, mostrando sus blancos dientes, el verdor de los cocoteros, el azul puro del mar, su luz, su sol; contrariamente a este lugar, Whangarei, tambin llamado Whangarain por su constante llovizna. No ramos un claro ejemplo de rectitud; en el varadero habamos sido los facinerosos de la radial; en el supermercado me invitaron a no volver por gamberreo e ingerir artculos no enfocados para el consumo alimentario (gracias a un desafortunado comentario sobre mis deliciosas paellas de calamares). En la sociedad nutica de la marina la cosa no iba mejor, corra el rumor que nosotros habamos sido los instigadores de una supuesta carga ilegal de gas... entre otras cosas. Si algo sobra en Nueva Zelanda son los neozelandeses! exclamaba, pero en el fondo saba que el nico que sobraba en este pas era yo. Al da siguiente de abandonar el varadero tuve una buena noticia: mi amigo Fletcher estaba concluyendo las diligencias oportunas para conseguir una excedencia en su trabajo y venir nada menos que cinco meses a navegar a bordo del ARCHIBALD. Aquello me alegr mucho, iba a tener compaa conocida a bordo, juntos podramos aventurarnos un poco ms y recorrer lugares mucho ms atrayentes y quiz un tanto complicados para la navegacin en solitario que hasta ese momento pensaba realizar. Estaba de suerte. De los chicos cada vez saba menos; Gabriel haba empezado una fase algo mstica y le vea poco, refugindose en su TARTARUGA o dando largos y solitarios paseos por los prados y bosques vecinos. Ricard haba conocido una chica italiana en el bar La Iguana Roja, el nico tugurio decente de toda la ciudad y tampoco se le vea el pelo. Yo, por mi parte, decid autoexiliarme
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en el ARCHIBALD los quince das que restaban hasta la llegada de Fletcher. Compr comida suficiente y todo lo necesario para realizar aquella esttica navegacin y me reclu en mi pequeo castillo flotante, no sin antes hacer un ltimo pirateo, conectando un cable elctrico desde el barco a una de las cercanas farolas del poco transitado paseo martimo; tena electricidad gratuita, al menos desde las ocho de la tarde hasta las seis de la maana. El trabajo en el barco no faltaba, saqu la mquina de coser y los siguientes das los dediqu a reparar velas, toldos y fundas, que por supuesto necesitaban un buen repaso. Llevaba una semana sin bajar del barco cuando vino Gabriel con su bote a visitarme: -Veo que sigues sin querer bajar a tierra comenz a decir. -Es el castigo que impongo a las gentes de este pas; privarles de mi presencia. Le respond en tono sarcstico. -Son buenas personas, pero diferentes a nosotros, estuve varios aos viviendo en pases britnicos y los conozco. Yo tampoco me relaciono mucho con ellos... ms bien ltimamente no me relaciono con nadie, Ricard y yo tuvimos alguna discusin, adems sigue con la italiana, y los otros amigos... Pero bueno; he venido a despedirme. Aquello fue una sorpresa. -Ya te vas ya hacia el Norte!? -No. El TARTARUGA se queda aqu, bien amarrado en la marina y con un empleado que de vez en cuando le echar un vistazo. Me voy en avin. -A Madrid, supongo dije. Tampoco -respondi-. He conseguido a muy buen de precio un billete de vuelta al mundo, tiene una validez de un ao y puedo hacer siete escalas. Quiero alejarme del TARTARUGA una buena temporada y aclarar mis ideas. Primero volar hasta California, Tania me ha escrito y dice que ha conseguido el dinero que me debe, luego ir a la Costa Este americana, donde viv hace aos y de all viajar a Madrid, quiero estar con mi familia algo ms de tiempo que las otras veces. Antes de regresar aqu quiero viajar por la India y Nepal, y gastar las escalas que me queden por oriente: Tailandia, Vietnam, ya sabes, pases que nunca visitar con el barco. Me gustara estar de vuelta para la siguiente temporada, con fuerzas renovadas y espero que con algo ms de dinero; ahora me encuentro realmente cansado y con la cartera temblando, pero lo que realmente necesito es cambiar de aires. Esto slo lo sabes t, porque contigo nunca he tenido problemas ni discusiones. Los mejores recuerdos del viaje fueron cuando navegbamos juntos y si meta la pata t me decas: Cacagete, eres el mejor. Ya tengo las bolsas hechas y maana salgo para el aeropuerto de Auckland, te he trado la

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comida que ya no voy a consumir, algunas cosas ms y estas cajas con el ron ecuatoriano que me ha sobrado, seguro que t le sacars mas partido. Bueno, me largo. Ha sido un honor haber compartido este tiempo contigo. Espero que alguna vez volvamos a navegar juntos. Me haba quedado sin palabras, recog sus regalos, nos despedimos y cuando se iba le grit: Eh Cacagete, sigues siendo el mejor! Durante siete aos no supe nada ms de l.

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EL PACFICO-Segunda Parte FLETCHER El 9 de Abril de 2002 mi amigo apareci por Whangarei como siempre haca; protestando por todo, vistiendo ropa desastrada, con su vieja bolsa de viaje bien amarrada con antiguas maromas de barco y reparada con cinta americana adhesiva; Fletcher segua siendo el mismo. Antes de venir al ARCHIBALD haba aprovechado unos das para visitar Auckland y aquella noche, despachando unas cervezas en el pub La Iguana Roja, me coment: Este es otro pas de gringos, muy bonito pero hay que largarse de aqu cuanto antes. En muy poco tiempo haba llegado a la misma conclusin que yo en seis meses. Durante la semana siguiente arranchamos el barco, lo llenamos de comida barata... tal vez demasiado barata, Fletcher adquiri un lote de conservas en no muy buenas visibles condiciones visitando los almacenes del Ejercito de Salvacin, y tras despedirnos de Ricard, que tena planeado seguir visitando el Pacfico durante todava mucho tiempo... el martes 16 de Abril en el ARCHIBALD todo estaba dispuesto a excepcin del papeleo, muy riguroso en este pas. Quedamos citados por la Administracin a las ocho en punto de la maana en las instalaciones de la marina, dos oficiales uniformados, uno perteneciente a aduanas y otro a la polica, cumplimentaron con calma toda nuestra documentacin y a su trmino, muy seriamente, nos comunicaron: Tienen que navegar directamente a mar abierta en ruta hacia Nueva Caledonia sin la posibilidad de hacer escalas en territorio de neozelands. Ustedes no tienen excusa, pues han formalizado ya la salida de este pas. Dentro de poco habr marea alta, no se demoren y aprovechen la vaciante, la previsin meteorolgica es buena. En 24 horas debern estar en aguas internacionales. Hay aviones que patrullan la costa, si ustedes incumplen la ley, sern procesados. Vayan a la central de polica, recojan sus armas de fuego y salgan lo antes posible, buen viaje seores, Tras recitar estas solemnes palabras, giraron sobre sus talones y un, dos; un, dos... se marcharon. Fletcher estaba receloso, antes de salir coment: -Creo que deberamos haber pedido un da ms y partir maana; hoy es martes y ya sabes: En martes, ni te cases ni te embarques. No puedo imaginar que an te creas esos refranes sentenciosos y retrgrados. Vas de intelectual, pero siempre sers un pasiego de aldea cntabra. Recuerda que vivimos en el siglo veintiuno Suelta las amarras! Nos vamos! Ya no hay remedio conclu.

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Una hora despus estbamos varados en un banco de arena, la marea bajaba rpido y al rato el ARCHIBALD, ms que un barco pareca un bonito chalet; el agua haba desaparecido totalmente de nuestro alrededor. -Esto es increble! Exclam- Cmo hemos podido separarnos tanto del canal? Seguramente debe haber algn error en la informacin que le llega al piloto automtico desde el GPS a travs de las cartas del ordenador, adems esas boyas estn mal puestas... Por qu me miras as? No me vengas con que es cosa de brujas! Fletcher, serio y levantando la ceja izquierda deca: -No estamos tan mal, por lo menos el barco no se mueve y no creo que vengan hasta aqu para meternos en la crcel. Podemos ir a buscar almejas; es lo que hacemos en Cantabria cuando baja la marea. -Est bien, t llevas el cubo -agregu. Justo pasada la medianoche, suavemente, el barco volvi a flotar. Ya estbamos a mircoles. Echamos el ancla en un lugar ms profundo y dormimos all hasta el amanecer. Si nos iban a llevar al presidio, mejor ir descansados. Al da siguiente de nuestra accidentada partida nos dirigimos hacia el Norte, costeando las escarpadas costas neozelandesas, haciendo furtivas escalas en bahas protegidas donde refugiarnos y pasar la noche. Tal vez para nuestros amigos militares la meteorologa era buena, pero nuestro criterio era muy distinto; viento fuerte, fro, lluvia constante y mar picada no son las mejores condiciones. Finalmente dejamos la costa por popa camino de lugares ms tropicales. Pero lleg ms fro, ms lluvia, olas enormes y viento contrario. Los mapas meteorolgicos que recibamos anunciaban una fuerte depresin: malo; muy mal tiempo para la prxima semana como mnimo. Qu hacer? Esto no hay quien lo cia! Y con ms de ochocientas millas por delante! Regresamos! No se debe luchar contra los elementos. Llegamos a Bay of Islands donde nos refugiamos durante cinco das en una pequea ensenada oculta. El tiempo en lugar de mejorar empeoraba y ya empezbamos a hartarnos de leer y mirarnos la cara durante todo el da, as que decidimos jugar un farol y dirigirnos a la marina de Opua, el mismo lugar donde seis meses antes lo hiciramos Esperanza y yo. Al momento llegaron las autoridades, un oficial entrado en aos y su ayudante, algo ms joven: -De donde vienen ustedes? -comenzaron a preguntar. -Pues... del mar -repuse-. Llevamos das navegando, pero la tormenta nos ha hecho regresar... Adems, el motor se calienta... Verdad? Fletcher afirmaba. -Me puede ensear el Cuaderno de Bitcora? -Cuaderno...? Mmm... No. No llevo ningn Cuaderno -contest. -Y el Diario de Navegacin? siguieron interrogando.
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-Pues... me temo que no; tengo algunas notas en estos papeles, pero escritas en espaol. -Puede mostrarme la carta nutica con la ruta que han seguido? solicitaron ya con aburrimiento y cara de estar pensando: Estos latinos son la leche -Ver, -alegu un poco ms confiado-. Navegamos con cartografa electrnica, mucho ms fiable que las obsoletas cartas de papel, tan incmodas. Lamentablemente la ruta que hemos hecho se ha borrado... por error. -Y si se avera el ordenador? inquiri el ms viejo. -Pues... Justo se lo deca a mi compaero! respond-. Debemos comprar una carta nutica que alcance desde aqu hasta Nueva Caledonia. -Bien; les vamos a dar quince das por arribada forzosa comunicaron-. Espero que tengan su motor listo para entonces, el mecnico est all, pediremos un informe de su reparacin. Y ahora, si son tan amables: sus pasaportes y las armas... -Por supuesto, pero... cmo saben que llevamos armas? El ms joven sac un papel y ley: -Velero ARCHIBALD, bandera de la Comunidad Europea, tripulado por dos personas de nacionalidad espaola cuyos nombres son... Dej Whangarei el da 16 de abril, con destino... Recuerden seores que Nueva Zelanda no es ninguna Repblica Bananera. El mecnico, casado con una brasilea, result ser un tipo afable que tras una pequea revisin, unas cervezas y pocos dlares facilit un buen informe. A finales de abril dejamos definitivamente la Tierra Kiwi por popa. Atrs quedaban seis meses de estancia en este bello pas, especie de Disneylandia particular que haban creado sus habitantes. S, tena ganas de regresar al trpico, no solo para volver a ver mis palmeritas, sino tambin para disfrutar de la hospitalidad de la gente. Tal vez sea mi manera de sentir la vida, en definitiva de sentirme vivo. La meteorologa haba cambiado por completo: sol, viento de popa y mar tendida, al menos para los prximos das. El ARCHIBALD remontaba lanzado el camino hacia las altas temperaturas. NAVEGANDO HACIA EL NORTE Casi mil millas nos separaban de nuestro nuevo destino: Nueva Caledonia y la vida a bordo transcurra de maravilla, por supuesto favorecida por el buen tiempo. El piloto de viento ARIES se encargaba de llevar el rumbo del barco, que por cierto lo haca impecablemente. Los ajustes hechos en Whangarei daban ahora beneficios. El ARCHIBALD, con sus Alas de Paloma desplegadas, pareca volar, saltando de ola en ola. A bordo el fro se

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dejaba notar dado el incipiente invierno, pues el viento, proveniente del sur, vena recin importado de la Antrtida, sin embargo no haba queja; avanzbamos, eso era lo ms importante. Fletcher lea y ganduleaba. Era su periodo de adaptacin a la vida en navegacin. Yo me dedicaba a jugar con mis nuevas cartas nuticas para ordenador, recepcin de los meteo-fax, conexiones por radio... todo envuelto en un ambiente de humedad y aburrimiento. A bordo no era posible mayor actividad, el barco se zarandeaba como una coctelera y realizar cualquier otra labor era ms que difcil, como por ejemplo cocinar. Una maana Fletcher, con su cara aburrida pero algo ms dinmico sugiri: -Podamos echar una lnea a ver si pescamos algo, ya estoy harto de comer galletas saladas y conservas caducadas. -Buena idea! respond-. Demos un vistazo a los aparejos de pesca. Mira, este es el de Esperanza; nunca consigui sacar nada. Ese pescadito no puede engaar ni al tonto del pueblo, es lo ms feo que he visto nunca. chalo si quieres, para que le de el aire mientras preparo el carrete con la nueva Rapala, sta no falla nunca. Antes de la puesta de sol vamos a tener... -Oye, puedes venir un momento? interrumpi Fletcher. -Qu te pasa, ya ests molestando? Estoy ocupado preparando el aparejo... -Es que ya he pescado -volvi a interrumpir. -Qu? -Un atn de kilo y medio, ya est en el cubo -inform mi amigo-. Lo limpias t o lo limpio yo? Quince minutos despus el aburrimiento haba regresado. Al menos en el horno se doraba un suculento manjar. Las jornadas se sucedan montonas, la pesca diaria era demasiado rpida para llegar a ser divertida, pero la temperatura suba sensiblemente y el viento segua empujando. Llegbamos al trpico. A tres das de nuestro destino, recib un parte meteo no muy agradable: Se acerca una depresin profunda y por sus trazas nos va a alcanzar de lleno; como nosotros tambin ella se dirige a Nueva Caledonia inform a mi compaero. Un da despus el tiempo empeor; la mar y el viento arreciaron, la lluvia empez a caer y la visibilidad se redujo considerablemente, al menos no haca fro. El ARCHIBALD, empujado por el fuerte viento, siempre escapaba en el ltimo momento de ser engullido por las enormes olas que amenazaban a nuestras espaldas. Navegbamos a ms de ocho nudos, buena velocidad para nuestro pesado velero, teniendo en cuenta que, siendo conservadores, no llevbamos mucha vela izada. Intentbamos cumplir las reglas de oro cuando se navega con temporal de popa: Nunca mires hacia atrs y tambin Con tiempo duro, una mano para ti y otra para el barco, adems de estar
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siempre unidos al barco por nuestros arneses de seguridad. Pero a veces esas enormes montaas de agua nos hipnotizaban, paralizndonos, sin poder apartar la vista de popa, hasta que alguna nos alcanzaba empapndonos enteros; entonces reaccionbamos y maldiciendo, de un salto, nos metamos en el interior del barco cerrndolo todo lo ms hermticamente posible. Dormir se haca difcil, cada vez ms zarandeados, con un viento que soplaba con ms fuerza conforme nos acercbamos a Nueva Caledonia, pero al menos nuestra velocidad raras veces bajaba de nueve nudos. Fletcher comentaba: -No estamos lejos de costa, no deberamos hacer guardias de vigilancia? -Con lo que hay fuera? Mira: el radar est funcionando con sus alarmas, la radio en escucha permanente, el flash de la luz estroboscpica conectado da y noche. Qu ms quieres? Fletcher segua dudando: -Pero puede haber troncos, redes a la deriva, incluso un contenedor flotando... vamos muy rpido y el impacto puede llegar a ser demasiado fuerte. -Colega... le responda- este barco no es el YA VEREMOS. El ARCHIBALD es de hierro, ya sabes; hierro, como los tanques, como los destructores, como los portaaviones. Te crees que en los portaaviones mandan un viga a la proa para que vea si hay troncos por delante? -Me parece que el ARCHIBALD no es un portaaviones. replic Fletcher. -Cierto!, no llevamos aviones exclam-. Automticamente se te acaba de adjudicar la primera guardia, pero te advierto que la noche va a ser la peor de todo el viaje y adems... Justo en ese momento saltaron las alarmas del radar; haba barcos cerca, contamos hasta tres ecos en pantalla. No hubo ms remedio que hacer guardias en cubierta y el mal tiempo sigui acompandonos hasta tener prxima la costa. Nueva Caledonia es una isla rodeada prcticamente en su totalidad por una barrera de coral. Los pasos de entrada estn debidamente marcados con boyas pero en estas condiciones meteorolgicas la abertura principal se encontraba muy mal orientada con respecto al viento y las olas, por lo que elegimos una puerta secundaria secundaria, la de Boulari. Nuestro objetivo era entrar en la laguna lo antes posible y ya, un poco ms resguardados y protegidos por el arrecife, continuar la navegacin hasta el puerto de Noumea, la capital. Ya prximos al paso desconectamos el piloto de viento, pasando Fletcher al timn. Yo estaba dentro, estudiando la ruta en el ordenador y comparndola con la carta de papel que habamos conseguido en Nueva Zelanda. Tanto la una como la otra eran muy detalladas y todo discurra segn lo previsto. Fuera, debido al mal tiempo y a la escasa visibilidad, no se distingua el paso, slo una franja de enormes rompientes. El radar no era de

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gran ayuda, pues los arrecifes eran tan bajos que ni siquiera se distinguan en la pantalla, slo se vean los ecos de las violentas olas, apareciendo por todos lados. Nos fuimos acercando a lo que tericamente era el paso, se trataba de algo estrecho y complicado, haba tan slo un faro en una roca, algo ms alejada. Con buen tiempo su franqueo hubiera sido cosa de nios pero en estas condiciones se haca complicado; y para ponrnoslo an ms difcil el viento increment su intensidad e incluso cambi de direccin, viniendo casi en nuestra contra. Fletcher, desde el timn y totalmente empapado, me gritaba: -Vamos bien por aqu?, no distingo la entrada... -Perfecto, perfecto. Sigue as, que vas muy bien le responda. Quedaba menos de media milla; a esas alturas no paraba de observar la sonda, dicindome que profundidad tenamos por debajo, el GPS, dndome toda su informacin, el ordenador con la ampliacin ms detallada de la zona, la carta de navegacin y el libro oficial de ruta que comenta las distintas entradas del arrecife. -Estamos ya cerca y no distingo el paso. Seguro que es por aqu? preguntaba Fletcher desde su puesto. Mir un GPS, navegbamos a un nudo y medio; la corriente casi no nos dejaba casi avanzar. Sal y puse el motor. -Vamos bien, vamos bien. Con el motor entraremos antes asegur a mi amigo. -Mejor!, ya estoy un poco harto de estar calado. Pero an no veo el paso... murmuraba el timonel. Era cierto que la entrada an no se distingua a pesar de nuestra proximidad. Hice ms comprobaciones. Horror!, al trasladar la posicin del GPS a la carta de papel obtena que bamos directos hacia el paso, pero segn la carta del ordenador, tambin en conexin con el GPS, indicaba que bamos derechos hacia el arrecife. Comenc a tener sudores fros. Verifiqu los datos con el segundo GPS y confirm que ambos daban exactamente la misma posicin. El error estaba en alguna de las dos cartas. Fletcher gritaba: -El viento est subiendo, las rachas pasan de cuarenta nudos; la profundidad es cada vez menor y los rompientes estn muy cerca. Qu hago? Ampli al mximo la pantalla del ordenador, segn ste realmente nos encontrbamos demasiado cerca del arrecife y el fondo suba peligrosamente. Haba que hacer algo. -Mete treinta grados a babor! -chill a Fletcher. Al maniobrar, la profundidad comenz a hacerse mayor y transcurridos unos largos minutos distinguimos una zona donde haba menos oleaje, poda tratarse de la tan esperada entrada. Nos dirigimos hacia all.

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Era el paso. Los rompientes anteriores nos lo haban estado ocultando. Ahora haba que franquearlo: treinta metros de ancho, con viento contrario y muy fuerte. Atentos a la velocidad del barco, que a vela y con la ayuda del motor raras veces pasaba de dos nudos, bamos avanzando. Justo en el centro del canal el viento cambi unos grados de direccin pero lo suficiente para hacernos virar sin previo aviso, llevndonos peligrosamente hacia los corales amenazadores. -Corrige, corrige! le gritaba a Fletcher a la vez que amollaba la vela de proa y pona a tope el motor. Poco a poco el ARCHIBALD volvi a su anterior rumbo. Tras unos interminables minutos, a la increble velocidad de un nudo, fuimos entrando en la laguna, ya bajo la proteccin de los arrecifes y libres de corales peligrosos. Fui al interior del barco, pero al instante sal rpido gritando: -Peligro! Malas noticias, malas noticias! Fletcher, blanco y todo mojado me mir espantado sin poder articular palabra. En ese momento le hice una foto. Ms relajados y cerca del puerto, Fletcher coment: Vaya rato he pasado! Prefiero dar clase, es ms aburrido pero cuento con ms posibilidades de salir vivo. Tengo necesidad de visitar una iglesia urgentemente. Por esta vez habamos salvado el barco y tal vez el pellejo, si hubiramos confiado en la clsica carta de papel nos habramos visto seriamente comprometidos, ya que las olas ocultaban el paso y ste estaba desplazado casi quinientos metros con respecto a la carta, al contrario que las moderna cartografa digital, que mostraba dicho paso con total exactitud. La carta de papel era americana y los parmetros de la publicacin correspondan con los del GPS; no haba lugar a dudas: este paso secundario estaba mal situado en la carta, no as la ubicacin del puerto y faros cercanos. Por suerte la decisin que tom, confiar en las del ordenador, fue la correcta. Por otro lado he de reconocer que en posteriores ocasiones los errores en las cartas digitales llegaron a ser increbles, dando situaciones del barco en medio de los campos de cocoteros e incluso fondeados frente a una pequea isla que nunca supimos si estbamos realmente donde nos imaginbamos o en la isla ms al sur, o quiz ms al norte. La experiencia nos ensea que toda informacin es poca; distintos tipos de cartografa, libros gua de la zona de navegacin, apuntes y consejos de otros navegantes, aparatos electrnicos... y confianza en nuestras decisiones es lo que nos dar la posibilidad de llegar a nuestro destino sin correr demasiados riesgos.

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NUEVA CALEDONIA Unas horas despus llegamos a la zona de fondeo del puerto de Noumea, totalmente agotados. Lentamente dejamos caer el ancla en lugar seguro, organizamos un poco tanto el exterior como la leonera interior y mientras nos preparbamos algo caliente para comer, escuchamos por radio en perfecto espaol: ARCHIBALD, ARCHIBALD, estis a la escucha? Bienvenidos a Francia, ya era hora de que llegarais. Llevamos varios das aguardndoos. Necesitis que os echemos una mano? Cambio. Era Julio, del CIBELES. El nico barco espaol en estas aguas, una esperada alegra. Nos disculpamos por no aceptar su ayuda, pero slo pensbamos en meternos en nuestras literas y dormir hasta que el cuerpo dijera basta. Muy bien, hasta maana fue lo ltimo que omos por radio. Nueva Caledonia es una de las tantas colonias francesas diseminadas por el planeta. Noumea es la capital de esta isla, una ciudad desarrollada al estilo del primer mundo, sobre todo en lo referente a sus precios, increblemente altos. Pero su clima es tropical; de nuevo pasearamos entre cocoteros encontrndonos con gente alegre y afectuosa. Seramos invitados junto con otros amigos a una fiesta de bailes tpicos polinesios y melanesios, degustaramos sus exquisiteces culinarias y admiraramos sus bellas artesanas. Pero los franceses no mantienen Nueva Caledonia para dedicarla al turismo, como sus otras colonias en el Pacfico y Caribe. El principal recurso de la isla es la explotacin minera. Este lugar, perdido en el gran ocano, es el tercer productor de nquel del mundo. Sus primitivos moradores, los Kanaks, se han visto despojados de tierras, bosques y casi de sus tradiciones; viven apartados en reservas financiadas por el gobierno francs, donde dejan pasar su tiempo. Los ms jvenes intentan la integracin, aceptando los trabajos ms serviles y protestando por los abusos contra su raza; algo nada novedoso. Las autoridades francesas obsequian a los veleros recin llegados con un par de das gratis en las instalaciones de su lujosa marina deportiva; el papeleo es sencillo, gestionados por oficiales sonrientes y eficaces y, como punto culminante, invitan de un cctel de bienvenida en la barra de un suntuoso restaurante. Al acabar y tras una larga ducha, algo ms presentables, nos encontramos con nuestros amigos del CIBELES, Julio y Maribel. Haca cinco aos que no nos veamos; fue entonces durante una escala en la isla de Trinidad, en el mar Caribe y en otras condiciones: yo navegaba en solitario a bordo de mi YA VEREMOS y desde entonces, salvo algunas conexiones espordicas por radio, habamos perdido todo contacto.

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Julio y Maribel haban construido ellos mismos su velero CIBELES en Espaa a comienzos de los aos ochenta. El barco, de doce metros de eslora, estaba fabricado en acero y aparejado con dos mstiles, es decir, en Ketch, con una distribucin y ambientacin interior realmente genial. Dejaron los trabajos de arquitectura y decoracin casi veinte aos atrs para cambiar radicalmente sus vidas por la de navegantes. Residieron en Canarias y Cuba, recorrieron Brasil, Caribe; cruzaron Panam y a ritmo lento viajaron primero hacia el norte, luego hacia el sur, ms tarde otra vez al norte...poco a poco, dejando pasar el tiempo y saboreando todo lo que iban conociendo; como se han de hacer las cosas. Hay dos preguntas que nunca hay que hacer a un navegante: De qu vives y Qu proyectos tienes, si l quiere ya nos lo dir y si no ese ser su secreto, como es el caso de los CIBELES y de tantos otros, en donde tambin me incluyo. Lo que en seguida tuvimos claro fue que esta tripulacin era muy animada; Maribel cocinaba de maravilla, sobre todo el bizcocho, Julio era un manitas que reparaba lo irreparable, prescindiendo todo lo posible de cosas que otra persona las vera como necesarias, para luego invertir en caprichos, segn l mucho ms gratificantes. El tiempo en Nueva Caledonia segua muy lluvioso, la estacin seca no llegaba, pero no nos aburrimos; acompa a Fletcher hasta la catedral de Noumea, ya que tena que cumplir su promesa religiosa hecha en el paso de los arrecifes un par de das atrs. Tambin localizamos a la familia cangreja y su velero MA-OH, que no vea desde que nos despedimos en Fiji. Ya haca ocho meses que estaban establecidos en la isla, pero seguan viviendo en su velero. El matrimonio haba conseguido empleo: Patrick, pap cangrejo, gran navegante y deportista, experto submarinista, ciclista semi profesional... haba encontrado aqu su ocupacin preferida: florista. Trabajaba en una importante floristera haciendo complicados ramos y segn l no daba abasto; ya en la Bretaa francesa era conocido por sus composiciones florales y la empresa no dud en contratarlo. Christine, mam cangreja, desempeaba el papel de secretaria en una agencia inmobiliaria, su hija Lenka segua en Francia estudiando intrprete en la universidad y Cangrejito, Steve, la estrella de la familia, iba al colegio. Patrick nos contaba: Aqu la vida es muy cara, pero nos la ganamos bien; hemos tenido suerte. Los estudios de Lenka en Francia son costosos, aunque de momento podemos mantenerlos; Steve va a la escuela, el nivel aqu es ms bajo comparado con los estudios a distancia que ha mantenido hasta ahora, pero es necesario que se relacione con chavales de su edad. Ahora tiene catorce aos y estaba madurando demasiado deprisa. Era verdad; Cangrejito hablaba correctamente tres idiomas, poda mantener una conversacin racional sobre cualquier tema serio, adems se le vea madera de lder: era delegado de clase, discuta con sus profesores y sobre todo, corra como un diablo detrs de las chicas mayores que l.

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Patrick nos llev en su floreado coche a hacer una excursin por la isla, bastante devastada por la explotacin minera. Durante el viaje nos contaba: El nquel se extrae en minas abiertas al exterior, la tierra es excavada en la superficie y cuando la veta se hace ms profunda abandonan la mina, buscando en otro lado. Lo malo es que en la tierra removida no vuelve a crecer vegetacin alguna, posiblemente por la oxidacin de otros metales que antes estaban bajo la superficie. Poco a poco la isla se va quedando sin sus primitivos bosques. Era cierto, por todos lados se observaban extensas superficies de tierra yerma de un tono fuerte rojizo, carentes de todo verdor. Envueltos en lluvia llegamos a la parte sur, la ms bella de toda Nueva Caledonia, Patrick nos mostr la baha de Prony, un gran puerto natural rodeado de selva tropical y playas con sus cocoteros, era uno de sus lugares favoritos. Esto se mantendr as, es una de las pocas zonas protegidas. Siempre que podemos nos escapamos con el barco y venimos aqu, es un lugar muy seguro, un verdadero refugio para huracanes. Y mira, aquella isla del fondo, es la Isla de Pinos, un paraso para el buceo, siempre que haga sol y el tiempo sea bueno; uno de los parajes ms bellos que conozco... Durante la comida nos cont sus proyectos futuros: Estaremos aqu tres aos ms, luego Steve ir a Francia para estudiar medicina y entonces mi mujer y yo volveremos a navegar. Pensamos recorrer otra vez el Pacfico, pero esta vez sin prisas. Los hmedos das, a causa de la lluvia, iban pasando. En estas condiciones era mejor esperar en puerto que navegar. Las tardes las pasamos a bordo del CIBELES, intercambiando noticias de amigos comunes: Jess, del PROTEUS, anda por Malasia; Al MOLOKO lo hundi una ballena cerca de Azores; Gerardo y Cato se salvaron por los pelos; el VULCANO ya est por el Mediterrneo, del TENERA LUNA hace mucho que no sabemos nada; creo que est por China.... Por fin el tiempo mejor, era el momento de continuar viaje. Hicimos una enorme paella a bordo del ARCHIBALD, con las tripulaciones del CIBELES y MA-OH como invitados. Al da siguiente, tras cumplimentar los papeles de salida, abandonamos el fondeadero de Noumea. Los siguientes das visitamos Prony e Isla de Pinos, lugares recomendados tanto por Patrick como por Julio, realmente espectaculares. Pero las vacaciones de Fletcher tenan un fin y haba que aprovecharlas al mximo, intentando conocer lugares ms alejados. Poco a poco dejamos Nueva Caledonia atrs. Casi un ao despus, en febrero de 2003, el cicln Erika pas por la isla, destruyendo Noumea. Prcticamente todas las instalaciones portuarias haban desaparecido, sobre todo la marina deportiva. Las fotos que me mostraron, ms de cien, eran terribles, todos los veleros se encontraban hundidos o seriamente daados; la lujosa cafetera no exista, al igual que las
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oficinas de capitana, el mercado del pescado, los pantalanes deportivos, incluso el reforzado dique anti-huracanes fabricado con miles de neumticos unidos entre s. Las fotos revelaban yates destrozados en las rocas, arrojados sobre las instalaciones de un parking, incluso un buque mercante acostado en medio de la carretera... un verdadero desastre. Desde nuestra partida no volv a saber nada de los MA-OH, pero tampoco vi el barco en ninguna fotografa. Patrick es perro viejo, con toda seguridad estara fuertemente amarrado a los manglares de la protegida baha de Prony. Aos despus recibira una escueta felicitacin de Navidad, sin remite, con el matasellos ilegible, en la que slo se poda descifrar las palabras Feliz Ao y MA-OH. En cuanto a los CIBELES... ya se encontraban a miles de millas del cicln. NAVEGACIN POR EL TRPICO Emprendamos ruta hacia el archipilago de las Vanuatu, antiguas Nuevas Hbridas, la travesa result ser placentera, tal vez demasiado, a causa de un fuerte anticicln que estaba sobre nuestras cabezas. Nos arrastrbamos a escasos tres nudos de velocidad, ayudados por la vela mayor y el spinnaker, levemente hinchados por una suave brisa de popa. De repente el carrete de pesca empez a sonar, escupiendo hilo a toda velocidad: Llega la comida! Poco a poco conseguimos recuperar hilo hasta tener la pieza justo a la popa del barco, el viento haba cado por completo y el ARCHIBALD se encontraba totalmente parado. Era un dorado, el ejemplar ms grande que haba visto nunca. El animal luchaba por liberarse del gran anzuelo que lo apresaba, consegu ensartarlo con el gancho de pescador y ayudado por Fletcher logramos subirlo a bordo. Cay al fondo de la baera, pero golpeaba con su cola de tal manera que no haba forma de acercarse a l. Le echamos alcohol a las agallas y momentneamente qued paralizado, lo que aprovech Fletcher para saltar sobre l y rebanarle la cabeza, nuestro recin llegado no sufrira ms. Aquel monstruo pesaba ms de veinticinco kilos, el tope de nuestra balanza. Mir a la Rapala, llena de mordiscos, con los anzuelos doblados, y su cable de acero todo retorcido; No te hubiera dado igual habernos trado uno de medio kilo?, le dije. Pasamos toda la maana desollando el pescado, trocendolo y haciendo conservas, luego limpiamos de sangre la baera y para terminar nos lleg el turno a nosotros, dndonos un buen bao... a cubos; tanta sangre y despojos haban llamado la atencin a otros moradores del ocano poco amigables. Continuamos el camino a motor ya que el poco viento que quedaba haba desaparecido por completo; dos das ms tarde divisamos tierra por proa; llegbamos a las islas Vanuatu.

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VANUATU Qu puedo contar de las Vanuatu que an no se sepa? Pues prcticamente todo, ya que este lugar de Melanesia es bastante desconocido. El archipilago est formado por un puado de islas de origen volcnico y coralino, que fueron redescubiertas y olvidadas varias veces a lo largo de la historia. El primer europeo en llegar fue Fernndez de Quirs a principios del siglo XVII, el ya nombrado navegante portugus al servicio de Espaa, o sea, que en un principio las Vanuatu fueron nuestras. Siglo y medio ms tarde las redescubri Bouganville, pasando a manos francesas. Unos aos despus volvi a redescubrirlas el navegante ingls James Cook, que las bautiz como Nuevas Hbridas. Francia e Inglaterra se repartieron el pastel, administrndolas conjuntamente formando a la vez un pseudo gobierno nativo sin mucha potestad... hasta que lleg el To Sam. Los americanos, durante la Segunda Guerra Mundial, instalaron bases militares donde les vino en gana para que las islas no cayeran en manos japonesas, lo que influy bastante en todo el archipilago. Seguramente y con anterioridad, holandeses y alemanes merodearon sus aguas con vistas a adjudicrselas, pero imagino que llegaron tarde al reparto. En 1980 sus habitantes consiguieron la independencia, constituyendo la Repblica de Vanuatu. Cmo es posible que ninguna potencia occidental u oriental explote el archipilago hasta dejarlo sin nada provechoso? Pues por la sencilla razn que, econmicamente hablando, aqu no hay nada rentable. Este pas, tan alejado del Mundo Civilizado, carece de minera; la pesca costera es complicada, el clima es insalubre a causa del alto porcentaje de humedad, lo que facilita el desarrollo de numerosas enfermedades tropicales y la densa vegetacin tan slo permite un escaso cultivo. Si a estos condicionantes aadimos que salvo en un par de islas, la construccin de puertos y aeropuertos seguros, base para un buen desarrollo turstico, es casi imposible, obtenemos que el archipilago de las Vanuatu sea uno de los pocos lugares naturales y salvajes que quedan en el mundo, adems de un paraso para el navegante. Comenzamos nuestro recorrido por la isla de Tanna, al sur del archipilago. Lugar un tanto maldito y bastante ignorado en las escasas guas nuticas de la zona y es que esta isla es realmente algo siniestra. Fue aqu donde la mano dura del cristianismo evangelizador barri casi al completo las ancestrales tradiciones. Tambin fue aqu y durante la Segunda Gran Guerra donde lleg un americano, John From, con ideas Neopaganas, creando junto con sus seguidores una nueva religin llamada Custom (Costumbre), variante del Culto al Cargo. From predicaba: Volved a vuestros antiguos ritos, vuestras antiguas canciones, vuestras antiguas creencias. Volved a recordar las olvidadas danzas, bebed kava, vestos como
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vuestros antepasados. No creis al misionero blanco, su magia es mala. Echadlos de vuestras tierras! Muchos nativos lo escucharon y siguieron sus directrices. John From desapareci sin dejar rastro... tal vez olvid que una de las antiguas costumbres de sus seguidores y que tanto predicaba era el canibalismo; de lo que s hay constancia es que echaron a varios religiosos y gobernantes... dentro de la olla. La antropofagia se erradic de Vanuatu en 1960, eso dicen, pero la tradicin Custom an perdura. Y all estbamos nosotros para comprobarlo. Llegados a Tanna fondeamos en Port Resolution, una bella y protegida baha en su estado ms natural, tal cual la encontr Cook en 1774 y bautizndola con el nombre de su navo. Desembarcamos en una pequea playa, cerca de una pequea misin catlica. Tmidamente se acercaron unos lugareos, que en buen ingls nos dieron la bienvenida: Hola, mi nombre es Thomas y somos de aquella aldea, -dijo el individuo sealando con su largo dedo-. Esta cabaa es el Club Nutico pero est vaca, hace ms de seis meses que no viene ningn velero. Os puedo conseguir lo que necesitis: fruta, legumbres, kava... incluso alguna cerveza. Tambin soy un buen gua. Contratamos a Thomas un par de das, mostrndonos una buena parte de la isla. Nos llev hasta el volcn Yasur, enorme y todava en activo, rugiendo constantemente a la vez que escupa una gigantesca columna de humo llenndolo todo de ceniza, que llegaba incluso a la cubierta del ARCHIBALD. A veces el volcn se enfada y arroja piedras candentes por todos lados; es cuando hay mayor peligro. Comentaba nuestro gua. Thomas nos llev a una aldea radical Custom, de las que ya quedan pocas, conservando tal vez una pizca de su antiguo carcter y un mucho de teatro dirigido a los pocos turistas que visitan la isla. La suciedad y el desorden se revelan por todos lados. Sus moradores no trabajan, salvo lo ms imprescindible; visten un pequeo taparrabos o sencillamente: no visten. Los nios se ven enfermizos y desnutridos... Esta gente reniega de todo lo que sea evolucin, salvo del dinero; y qu precios! Un plato de comida Custom tiene el mismo precio que en cualquier buen restaurante, para sentarse con el jefe hay que ofrecer regalos, pero en forma de billetes; por admirar sus primitivas danzas hay que pagar, lo mismo que por visitar sus chozas o pasear por el poblado. Medicinas, ropa u otros presentes son aceptados de mala gana y si no das dinero, como fue nuestro caso, te invitan rpidamente a marcharte. Antes de irnos, oculto detrs de una cabaa del poblado, descubr un flamante Toyota 4x4, no muy Custom precisamente. Durante el regreso Thomas nos comentaba: Hay varios coches en la isla, los desembarcan desmontados en un pequeo malecn que tiene el poblado de la costa oeste. Tambin hay varias posadas; los turistas vienen en hidroaviones

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o pequeas avionetas desde Port Vila, la capital y aterrizan en nuestra baha o en un pequeo aeropuerto abandonado que construyeron los americanos. En la isla existan varias aldeas Custom, pero al parecer ninguna de ellas poda ser visitada por turistas salvo la que nos llev Thomas, quiz slo habamos visto una pequea muestra de la extraa tradicin, pero en todo caso no habamos quedado muy satisfechos. Muchos lugareos hablaban ingls o francs con bastante buena pronunciacin, interrogamos a Thomas al respecto: Lo aprendemos de pequeos en las misiones y el idioma depende de la procedencia de los misioneros y sus religiones. Yo hablo ingls, me lo ensearon los adventistas, en cualquier caso todos nos sentimos Custom. -Y en qu idioma os comunicis vosotros? interrog Fletcher. -En Tanna hay veintinueve dialectos, -responda Thomas.- Evidentemente yo conozco slo unos cuantos, pero el idioma oficial es el Bismala. Una tarde le pedimos a Thomas que nos indicara una buena playa para darnos un bao: -Hay que pasar el bosque de cocoteros y la encontrareis; es muy bella y con buenas olas, pero no podis ir al final de la parte izquierda, esa zona es tab nos advirti. -Tab? exclamamos los dos a la vez-. Qu quieres decir? - Tab es lugar prohibido, sagrado. Antiguamente all se hacan sacrificios humanos. Nadie se acerca, no es buen sitio, hay malos espritus. Vamos, os acompaar hasta la playa. Despus del bao, ya solos, poco a poco, como el que no quiere la cosa, llegamos hasta la misteriosa parte izquierda. La playa terminaba dando comienzo las rocas y arrecifes, de un salto nos ocultamos entre ellas adentrndonos por un bosque tropical muy viejo y enmaraado. Realmente el lugar era lgubre, quedando la luz del sol casi oculta por la densa vegetacin, pero salvo unos montones de restos coralinos que formaban pequeas torres, no encontramos esqueletos, ni siquiera calaveras empaladas propiedad de los antiguos predicadores. Dimos la vuelta y salimos por donde habamos venido. Estos no dejaban ni los huesos se quejaba Fletcher desengaado. Abandonamos la bella baha de Port Resolution en Tanna para ir a la siguiente isla. Erromango. La navegacin, aunque corta, result ser dificultosa, pues ahora eran las cartas electrnicas las que tenan error; segn la situacin del GPS navegbamos por el centro de las islas, cosa bastante improbable. En Erromango, el mejor fondeadero se encuentra en la desembocadura de un ro en cuya rivera se halla una pequea aldea. Nada ms echar el ancla llegaron al costado del ARCHIBALD varias canoas, ofrecindonos frutos tropicales, aceptando por ellos anzuelos, sedal de pesca, ropa, comida

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enlatada... artculos para ellos de gran valor, pues eran muy pocas las visitas que reciban. En tierra un grupo de nios corri a nuestro encuentro, siendo cada vez ms numeroso gracias al reparto de dulces por parte de Fletcher, que repeta sin cesar a sus jvenes amigos y en perfecto Bismala: Yu tok-tok Inglis? (Hablas Ingls?). En ese momento escuchamos justo detrs de nosotros: Je parle franais. Era un tipo ya mayor que segn nos explic ms tarde haba aprendido este idioma en una misin catlica al norte de la isla haca ya muchos aos, sin embargo su pronunciacin era ms que correcta. Result ser una persona muy afable, nos mostr los jardines de la comunidad, como los isleos llaman a sus huertos, terreno ganado a la selva, donde plantan ames, rbol del pan, papayas, bananeras, calabazas... alimentos necesarios para su subsistencia. Luego dimos un paseo por el pueblo, muy limpio y cuidado, haciendo hincapi en la nueva escuela y en la iglesia local. Poco a poco se fueron uniendo ms parroquianos al grupo, quiz tambin para conseguir alguno de nuestros dulces regalos. Entablamos conversacin con nuestros nuevos acompaantes, ahora en ingls, Fletcher interrog: -Ustedes son seguidores de John From? -No. Atestigu uno de los negritos con cara de inteligente- Aqu todos o casi todos... a la vez que miraba de reojo al francfono- somos presbiterianos; el Reverendo John Williams trajo la religin a la isla hace muchos aos. Era un hombre muy bueno, pero tuvo un desgraciado final... Imaginamos a qu se refera; am, am, am, as que de momento no insistimos sobre el asunto. Aquel tipo se llamaba Stanley, pareca el lder del grupo y el ms espabilado; comenz a bombardearnos con preguntas de todo tipo, las cuales aclarbamos como podamos, hasta que volvi a salir el tema de los Customs y del Reverendo. Ante nuestras demandas Stanley se puso colorado sin que supiramos por qu, apartndose poco a poco de los presentes, hasta que otro de los asistentes, con una gran sonrisa nos aclar: Fue la familia de Stanley la que se comi al Padre Williams. La siguiente escala fue Port Vila, capital del pas, en la isla de Efate. Aqu se encuentran todas las comodidades de la civilizacin y es la base turstica del archipilago, si bien aplicando este trmino exclusivamente a la ciudad y alrededores, no al resto de la isla; tan virgen como las dems. En Port Vila, despus de hacer el trmite burocrtico habitual, nos dirigimos al Club Vanuatu, un moderno recinto que nos haban aconsejado donde se poda tomar cerveza helada, comer elaborados platos y ver televisin en pantalla gigante con aire acondicionado; teniendo los extranjeros acceso libre, incluso al bingo local. All conocimos a David, un simptico lugareo que haba realizado sus estudios en Holanda, o al menos eso deca. Tras engullir

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unas cervezas nacionales nos llev a un Kava-bar, donde slo se serva esta bebida tpica, nativa y original. Se elaboraba all mismo, siempre de una manera tradicional, machacando la raz del pimentero, mezclndola luego con agua para obtener finalmente el ya conocido lquido terroso. Por lo menos aqu el bebedizo se lograba de forma ms higinica que en Tanna, donde se obtena de forma folclrica y primitiva: el ritual comenzaba preparando el brebaje a base de mascar la raz y una vez bien mezclada con saliva se escupa dentro de un cuenco dejando un tiempo para su fermentacin, realizada toda esta labor por uno o varios hechiceros acreditados. Cuando la cantidad de Kava era suficiente el cuenco pasaba de mano en mano y de boca en boca, para la degustacin de los asistentes Todo un Kava Custom cinco estrellas, un rito popular del cual nunca tomamos parte. Animados por David pedimos unas tazas, que en realidad eran cscaras de coco partidas por la mitad llenas del brebaje, bebindolas de un sorbo, luego tomamos otra, y otra ms... El sabor era similar al de Fiji, amargo y terroso, pero un poco ms fuerte. Comenc a tener una sensacin rara, primero en la boca y luego en el estmago; insensibilizados, como dormidos. Pero lo mejor de todo era el precio, que barata sala la ronda! Tras varios convites nos despedimos de nuestro amigo, que con una sonrisa de oreja a oreja pareca encontrarse en comunicacin con sus antiguos dioses. -Habra que ver a ste yendo de vinos por mi tierra, acabara en Urgencias. Que poco aguante!- Comentaba Fletcher al marcharnos. -Querido amigo, tienes menos sensibilidad que un pedazo de corcho repliqu-. Has de poner un poco de imaginacin, es la bebida de sus antepasados, con ella entran en contacto con el ms all... -Mis antepasados beban aguardiente, mucho mejor que tomar tierra con agua y para ver cosas raras lo mejor es mirar la tele!- Afirm mi compaero. Port Vila ya nos empezaba a aburrir; fuimos al mercado, compramos lo necesario y proseguimos viaje cerca de costa, haciendo escalas en otras islas tanto o ms salvajes que las anteriores. Llegamos a Espritu Santo, donde se encuentra Luganville, la segunda capital del pas. El tiempo empeor, comenzando a llover torrencialmente, por lo que decidimos guarecernos en las instalaciones para yates de un hotel cercano, donde previo pago de una discreta retribucin los veleros transmundistas eran bien recibidos; una decisin muy acertada. Sus propietarios, unos simpticos australianos, nos presentaron a sus escasos huspedes con los que alternbamos en la veranda del bar, saboreando diversos ccteles a veces invitacin de la casa. Agradecimos el cambio de ambiente, pero la lluvia ces y al cabo de un par de das degustando las comidas y cenas del restaurante en grata compaa y tras una rpida visita a la pequea ciudad, poco original, continuamos nuestro recorrido en busca de lugares ms atrayentes.
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Nos llama la atencin el tipo de cultura que existe en esta parte del mundo. Ya he contado que la inmensa mayora de los nativos chapurrea al menos ingls o francs, lo suficiente como para mantener una conversacin y tras las presentaciones, invariablemente, los dilogos discurran de la siguiente manera: -De qu pas sois?- nos preguntaban -De Espaa contestbamos-. Os suena el nombre? -Espaa!, desde luego, muy buena gente -respondan nuestros amigos -Y cmo no! -Exclambamos con orgullo-. Elcano, Cervantes, Hernn Corts... -Er... s, esos son buenos, pero... Ronaldo, Figo, Roberto Carlos, Zidane... son los mejores. -Y Ral, Hierro, Lus Enrique... por lo menos Ral, algn espaol! Que todo no va a ser La Macarena y Paquito el Chocolatero! -Replicaba Fletcher, protestando. -S, si; Ral, Ral; muy bueno... No tendris una camiseta del Real Madrid o del Bara para regalarnos...? Al parecer el ftbol es la base de la cultura universal. Durante la Segunda Guerra Mundial, Luganville fue la sede militar americana en Vanuatu. Por todos los rincones de la isla existen restos de la contienda, algunos poco utilizables otros totalmente inservibles. En navegacin hacia el norte de la isla pasamos cerca de un pequeo cabo cuyo curioso nombre era Punta del milln de dlares. Extrao nombre pens. Fletcher, encargado de la parte cultural del viaje, me lo aclar: Al parecer, cuando la guerra acab, quedaba un gran excedente de material blico en la isla. Los americanos intentaron vendrselo al gobierno nativo por un milln de dlares, pero los Vanuatenses, con el pas esquilmado y en bancarrota, no aceptaron. Los yanquis decidieron entonces arrojar al mar todo aquel material, incluyendo Jeeps, camiones, excavadoras... Todo esto se encuentra aqu, a cuarenta metros de profundidad. En la parte ms oriental de la isla encontramos un buen lugar donde pasar la noche, una especie de ra profunda, protegida de todo mal tiempo. El da siguiente, con un brillante sol, lo aprovechamos para hacer un poco de pesca submarina, variando un poco nuestra dieta, ltimamente escasa en pescado. Al principio todo fue bien, hasta que un par de grandes tiburones hicieron aparicin y a causa de una razonable incompatibilidad de caracteres acabaron nuestras pretensiones subacuticas. Al menos tenamos ya dos meros en la Zodiac, pero decidimos completar nuestra dieta del da mariscando por el arrecife costero. Las rocas estaban plagadas de caracolas y cangrejos, empezando rpidamente la recoleccin. Al rato, cuando ya tenamos la bolsa casi llena, o gritar a Fletcher:

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-Aaaaah!!, ese cangrejo me ha mordido. -Apretndose el dedo ndice con la otra mano. Deba de ser un buen ejemplar, con una buena pinza, pues le haba hecho sangre, poniendo luego sus seis patas en polvorosa para desaparecer rpidamente del escenario. -A ver?, A ver? inquir-. Buen tajo. Como era el cangrejo? -le pregunt. -El Cangrejo? Pues marrn, como todos. No va a ser a cuadros... respondi. -Marrn?, Ests seguro?, No me puedo creer que te hayas dejado morder por un cangrejo marrn!, Es que no sabes que son peligrossimos? advert a Fletcher. -Peligroso...? -balbuce. -Mucho!, el cangrejo marrn de estas aguas es ms venenoso que la cobra de la India, que el escorpin africano, que la araa Migala... -Y qu hago?, me duele... -deca tmidamente mi amigo. -No me extraa, es el veneno. Ya se te est poniendo azul... -le comunicaba. -Pues yo lo veo un poco colorado... -Est azul!, lo colorado es la sangre infectada, mucho me equivocara si estos no son los sntomas de la lcera de Buruli -afirm-. Del dedo ya te puedes ir olvidando, y seguramente de la mano. Tendrs suerte si salvas el brazo. -Pero... Habr que ir a un mdico. -Sugera el tembloroso Fletcher, que cada vez estaba ms blanco. -Los mdicos estn lejos de aqu y no creo que llegramos a tiempo conclu-. Pero... Qu haces? No te lo chupes!, el veneno pasar a tu organismo por la saliva y ser peor; morirs entre fuertes dolores y convulsiones... -Y qu podemos hacer? Preguntaba mi desfallecido amigo. -Lo primero es mantener el dedo caliente y fuera del contacto ambiental. Creo que deberas metrtelo en el c... ya sabes, un poco guarro, pero... -En ese momento, al ver la cara de Fletcher, la risa me delat. -Eres un cabrn! -gritaba- Siempre me gastas las mismas bromas pesadas! Esto duele y seguramente se me infectar de tanto tocrmelo. Vamos al barco, ya no quiero saber nada ms de cangrejos. Fletcher, exagerado hipocondraco, se hizo una cura desmedida en su dedo, revisndola diariamente, dejando slo de preocuparse cuando, quince das ms tarde, un doctor le examin la ya cicatrizada herida. Dentro de lo poco conocidas que son las Vanuatu, es la parte norte del archipilago la menos visitada, incluso por sus vecinos de las islas sur, ms desarrolladas. El contacto que sus habitantes tienen con la civilizacin es
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casi nulo, sin ser por ello ms salvajes y agresivos, sino todo lo contrario; son tmidos, acogedores y sumamente agradecidos ante cualquier insignificante ayuda. Este perdido distrito del norte comprende dos grupos de islas; Banks y Torres. Hacia all nos dirigimos. El primer problema con el que nos encontramos fue la mala cartografa, tanto en papel como en electrnica, dudando a veces en qu isla habamos fondeado. Era necesario, pues, navegar con cien ojos, atentos a los cambios de profundidad y escollos rocosos parcialmente ocultos. Como ya empezaba a ser habitual el tiempo no acompaaba, volviendo de nuevo la lluvia intensa, reduciendo mucho la visibilidad. Al fin descubrimos en la primera isla de Banks, de nombre Santa Mara, una abrigada caleta donde pudimos anclar y que para nuestro asombro no la ubicbamos en ningn mapa, el lugar estaba bien protegido del viento habitual, aguardamos a que dejara de llover y cuando ces llegaron cuatro hombres en dos piraguas. Uno de ellos comenz a hablarnos, esta vez en francs: -Bienvenu!, Este es el primer velero que nos visita en mucho tiempo. -No nos extraa -respondimos- Es difcil llegar aqu. -Eso dicen, pero este es un lugar seguro y muy bonito. Mi nombre es Henry y estos son familiares mos. Soy el jefe de ese poblado que est detrs de los cocoteros, all en la playa. Tomad, os hemos trado fruta. As es la hospitalidad en el pacfico tropical, pero la tradicin obliga a corresponder, por lo que repartimos unos cigarrillos y prometimos bajar a tierra con otro surtido de presentes un poco ms tarde, tras haber descansado un rato. Esperaron en silencio subidos en sus canoas y sujetos a la borda del ARCHIBALD durante quince minutos, tiempo que a nuestros anfitriones les pareci suficiente reposo y tras ayudarnos a echar nuestro bote al agua nos fueron indicando el paso entre un complicado laberinto de arrecifes que nos llevara hasta la playa. All una comitiva de recibimiento formada por nios y adultos nos condujo hasta una choza sin paredes que deba ser el Ayuntamiento, tras sentarnos en cmodas esteras ofrecimos nuestros regalos: anzuelos de pesca y camisetas usadas. Al parecer aquello saba a poco, pero los semblantes se alegraron cuando dijimos: Maana mucho ms. Queramos regresar al ARCHIBALD cuanto antes, pues se acercaba la hora del mosquito y la Malaria en esta zona es de las peores, pero antes echamos un vistazo al poblado; ya de vuelta Fletcher comentaba: Joer, to, estos s que son pobres! Al da siguiente por la maana volvimos a tierra, esta vez con las mochilas llenas a nuestras espaldas. Nos recibi el jefe Henry, acompandonos a la choza comunal. Una vez sentados y rodeados por los asistentes, todos hombres, abrimos nuestras mochilas entregando al jefe nuestros obsequios, que ms tarde l repartira entre la comunidad. Se trataba de ms anzuelos e hilo de pesca, ropa, alguna herramienta, tornillos, alambre, utensilios de

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cocina, cabos usados, latas de conserva variadas, galletas, jabn, antiguas revistas... y como regalo especial para el jefe, una botella de ron ecuatoriano. Todos quedaron encantados. Al terminar, el jefe nos dijo: Ahora los hombres debemos ir a trabajar a los jardines, pero el ms viejo de la aldea se queda con vosotros, l ya no puede trabajar. Habla buen ingls, lo aprendi en la misin de Espritu Santo, os llevar donde le digis. Nosotros volveremos para comer. Seris nuestros invitados. El vejete result ser un tipo simptico y excelente anfitrin. Primero nos mostr el poblado, formado exclusivamente por pequeas chabolas fabricadas con paredes de caa y techos de palmas de cocotero, estaba todo limpio y ordenado, pero ms que pobreza, estos individuos vivan en la ms absoluta miseria. Su contacto con el Exterior se reduca a la arribada de un barco del gobierno cada ocho meses, que cargaba la copra y les dejaba utensilios bsicos para la subsistencia. Tambin reciban la visita cada mes, aunque no siempre, de un sanitario, que reparta pastillas para la Malaria, visitaba a los enfermos, haca las curas de urgencia en heridas recientes, dejaba algn frmaco junto con material de primeros auxilios y, cmo no, certificaba defunciones. La radio, nico contacto con La Administracin, estaba averiada desde haca ya bastante tiempo. Una pequea escuela mantena junta a toda la chiquillera, Fletcher, buen profesional de la enseanza y sabiendo cuales iban a ser sus necesidades, adems de algunos dulces, llev una bolsa llena de lpices, bolgrafos, libretas, aadiendo un montn de papel en blanco, al menos por una cara. Imparti una clase con ayuda de la maestra, una joven del lugar, primero en Bismala: Mi Fletcher, Mi blong Espain (Pertenezco a Espaa), Mi tok-tok inglis (Hablo ingls), explicando luego algo de vocabulario ingls y terminar repartiendo sus inagotables caramelos de regaliz entre los chavales, golosinas que haba comprado en grandes cantidades para estos menesteres en el almacn del Ejercito de Salvacin durante nuestra estancia en Nueva Zelanda. Luego el viejo nos llev a la pequea iglesia de la villa; muy cuidada y organizada, pero sin prroco que la atendiera. Nuestro gua, cuyo nombre era Samuel, nos explic cmo se haba solucionado el problema: Mi hijo Willy, de diecisis aos, es ahora el sacristn. Willy es buen muchacho, sabe todas las canciones y oraciones pero le gusta ms el ftbol que la iglesia. El jefe religioso de Willy, residente en otra isla ms importante, haca alguna visita al poblado muy de vez en cuando, comprobaba la buena marcha religiosa de la comunidad y atenda alguna boda o bautizo pendiente. Nuestro joven sacristn tena un problema; el pabilo (mecha) del nico candil de la iglesia estaba gastado y no saba con qu substituirlo, casualmente a bordo del ARCHIBALD llevbamos algo parecido a lo que Willy necesitaba, ms tarde lo sustituimos y el candil funcion de maravilla. La iglesia tena de nuevo luz, un pequeo detalle que dio alegra a todo un pueblo.

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El viejo Samuel, ya jubilado estaba gil, llevndonos por las sendas de la jungla a toda velocidad, pero... Qu edad tena nuestro gua? Esa fue una de nuestras primeras cuestiones: -Ya soy viejo y no sirvo para mucho -nos relataba-, pero he llevado buena vida. Tengo cincuenta y un aos. Y vosotros? -Nosotros?, pues... rondando los veinte, ms o menos... -le respondimos, quitndonos ms de la mitad de nuestra edad para no herir sus sentimientos. -Bueno, es lo que pensaba. No sois muy mayores, pero tampoco unos chiquillos -contest. El viejo solt su lengua para responder sin coaccin a todas nuestras preguntas. En la aldea todos pertenecemos a la Iglesia Presbiteriana, pero yo soy Custom nos confes bajando el tono de su voz y mirando antes para todos lados, continu: Venid, os voy a mostrar algo, pero no debis contrselo a nadie y volvi a salir zumbando por las pequeas sendas. Al rato llegamos a un pequeo estanque, rodeado de flores, distinguindose una especie de repisa en piedra donde descansaban pequeas figuras talladas en roca, muy pulidas y al parecer bastante antiguas. Samuel acarici un par de ellas, dicindonos: Custom, muy Custom. Este es lugar sagrado, Tab. Me qued con las ganas de preguntarle: Slo piedras? No hay nada ms? Fletcher continu hacindole preguntas sobre su vida, Samuel nos relat: -Tom a mi esposa en la isla vecina, pagu veinte cerdos por ella; muy caro, pero era grande, muy bella. -Y los misioneros aceptaban que se pagara por una mujer? quiso indagar Fletcher, a lo que Samuel contest: -Ha sido la costumbre desde siempre, ellos no decan nada si luego ibas a la iglesia. -Y t mujer te amaba? pregunt Fletcher con sarcasmo. -Claro que s respondi-. Me dio nueve hijos, muri estando embarazada del dcimo. Y vosotros? interrog por sorpresa-. Dnde estn vuestras misses (esposas)? -Eh?, Pues... La ma muri al caerse de un cocotero all en Espaa, mi pas, y la de ste... pues ms o menos igual -relat Fletcher, saliendo bastante airoso de la comprometida pregunta, pues la soltera no se asume en esta parte del mundo, a no ser que seas Rae-Rae. Seguimos el paseo hasta llegar a los Jardines, el pequeo huerto d la comunidad donde los hombres y algunas mujeres trabajaban arrebatando a la selva ms terreno de cultivo. El Jefe Henry nos salud: -Qu tal el paseo?, no hay que hacer mucho caso a Samuel, est ya viejo y dice muchas tonteras. Aqu el trabajo es muy duro y hay que venir todos

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los das. Si abandonramos un par semanas nuestro Jardn la jungla lo invadira de nuevo. Los Vanuatenses son negros como el azabache, por eso nos extra ver por el poblado algunos adultos y varios nios con el pelo rubio, correteando entre los cocoteros. El viejo adivin nuestra siguiente pregunta y anticipndose, nos respondi: -La guerra, amigos mos. Fue la guerra. Al parecer el Soldado Smith haba hecho de las suyas en la isla. Un poco de sangre renovada nunca viene mal... Acabado el trabajo diario en los jardines los agricultores regresaron al poblado para reunirse con nosotros. Sentados en la mesa del Ayuntamiento, junto con el alcalde y concejales compartimos unas cervezas que habamos trado del ARCHIBALD, esperando la llegada de la comida. Era un da especial y haba carne de cerdo con legumbres, papaya, coco y rbol del pan, todo muy sabroso. Al terminar, Samuel sac un cigarrillo muy artesanal, liado con papel de revista y le prendi fuego. Nada ms empezar a fumarlo le pregunt: -Eh viejo! Qu ests fumando, Pakalolo? (Marihuana en polinesio) -A lo que me respondi-: Esto es tabaco local, hojas y flores de una planta salvaje. Es fuerte, pero est bueno. Quieres probarlo? me pregunt, pasndome el liadillo. Di una calada, todos miraban. Sencillamente estaba repugnante; tos y todos rieron. -Eso es una porquera! protest-. Voy a darte algo bueno. Busqu en mi mochila y saqu un puro envuelto en su celofn original, uno de los famosos cigarros tan baratos que haba comprado casi dos aos antes en Ecuador. Slo una palabra poda definir aquel tabaco: infumable. Samuel, ante la admiracin de los presentes, le quita el envoltorio, lo huele, se lo pone en la boca y comienza a saborearlo. En ese momento saco un mechero y le doy fuego. Todos quedamos en silencio, con las miradas fijas en el puro de Samuel, que aspirando fuerte lo enciende. Miro su expresin de placer. No puede ser! pens-. Este to no es humano. Una calada, otra, otra ms..., soltando una gran bocanada de humo. Saca el cigarro de su boca y en perfecto ingls manifiesta: EXCELLENT! Todos sonremos. A continuacin volv a meter la mano en mi mochila y comenc a repartir ms puros ecuatorianos; todos queran al menos probar. Al rato una nube de humo envolva la choza comunal. Hombres, mujeres e incluso algn nio fumaba, repitiendo, entre toses

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la ya conocida expresin: EXCELLENT! Dudaba que alguien se tragara el humo sin caer fulminado al suelo despus. En ese momento Fletcher saca de su mochila una botella de ron parcialmente llena, da un trago y se la pasa al jefe, ste sorbe y la vuelve a pasar. Todos estn agradecidos. Tras un rato de conversacin alguien avisa al jefe Henry. Se levanta y nos dice: -Ahora vamos a la playa, las mujeres van a realizar La Danza del Agua! Todas las damas jvenes del poblado ya estaban con el agua por la cintura, al vernos llegar formaron una media luna, comenzando a golpear el agua con las manos ahuecadas, produciendo un sonido rtmico igual que si se tratara de tambores, cada vez ms fuerte y siempre acompasado. Unas bailarinas comenzaron a danzar frente a las percusionistas. Las ms jvenes arrojaban agua sobre ellas. Atardeca, era una puesta de sol entre nubes de un rojo muy intenso. Fletcher y yo no podamos decir nada, quietos, inmviles; como hipnotizados. No intent hacer fotos para no romper la magia del momento... Al oscurecer la danza termin. Nos despedimos de nuestros amigos y regresamos al ARCHIBALD remando en silencio; maana proseguiremos con nuestro viaje. * Escrito ese mismo da, 16 de junio de 2002, en mi diario personal. Esta gente, al igual que sus vecinos prximos, no puede imaginar cul es su nivel de pobreza ya que la posibilidad de comparacin es bastante escasa. Sus recursos son muy bsicos y en cuanto a la pesca son pocos quienes la practican; sus endebles piraguas, pequeas y fabricadas de forma totalmente artesanal a partir de troncos ahuecados, no son lo suficientemente seguras como para alejarse de tierra, a todo esto hay que aadir que carecen de artes de pesca: lneas, anzuelos, redes, etctera, y sobre todo, pocos de ellos saben nadar. Hemos visto en algunos lugares de las costas trampas y empalizadas hechas de caizo, formando laberintos donde los peces entran pudiendo luego atraparlos fcilmente, pero estos artilugios son demasiado frgiles y a menudo se quiebran, quedando inutilizados. Su mxima energa la ponen en sus Jardines de cultivo, una antigua tradicin que junto con una ganadera menos que familiar obtienen lo justo para la subsistencia. Durante nuestro recorrido por las Banks fondeamos en otras ensenadas, encontrando generalmente ms de lo mismo. En una ocasin, durante un breve fondeo en una de las islas, estando a bordo y lloviendo a cntaros, recibimos la visita de una piragua tripulada por un hombre avejentado pese a no tener mucha edad y dos nios pequeos, con algunas frutas y hortalizas para ofrecernos. Al llegar al costado del ARCHIBALD los chavales subieron

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a bordo con la facilidad de un par de gatos, sobre todo al ver los dulces que Fletcher les ofreca. El adulto les llam la atencin, pero ante el persistente chaparrn invitamos al hombre a refugiarse bajo nuestros toldos. Acept encantado. Una vez a cubierto y ante una taza de caf humeante, nos relat en un ingls rudimentario un resumen de su vida. Viva con sus dos hijos en una choza junto a la playa, su esposa haba muerto haca dos aos y l, adems de buscar comida para los tres, tena que ejercer las funciones de madre. Su Jardn era pequeo y ya no tena animales de granja, pero era una persona orgullosa y no pidi nada, aunque acept con una gran sonrisa nuestros obsequios, algo de comida y un poco de ropa, siempre dicindole que era a cambio de sus presentes. Este no es un caso aislado que deba entristecernos y deprimirnos, por el contrario tiene que servirnos para intentar comprender el mundo que nos rodea. Una buena parte de la humanidad vive en semejantes condiciones e incluso peor, pero hace falta verlo realmente para tomar conciencia de ello. En cualquier caso, a este hombre no se le vea infeliz, pero s resignado. Algo diferente nos ocurri en el siguiente fondeadero. El trpico es muy caprichoso y ese da nos obsequi con un sol resplandeciente, sin rastro de nubes por el horizonte. La ensenada donde nos encontrbamos era muy segura, en la playa se distingua un arroyo junto a varios rboles frutales, por lo que bajamos a tierra para pasear, lavar ropa e incluso a nosotros mismos, cosa a veces necesaria. La fruta era salvaje, aquello no daba muestras de estar habitado ni vimos a nadie por los alrededores. Nos servimos algunas papayas, naranjas y limones silvestres y tras un largo bao en el riachuelo regresamos al barco dejando nuestra ropa en maceracin dentro de una pequea piscina natural hasta el da siguiente. Por la maana temprano vino a despertarnos un joven en su piragua: Buenos das, me llamo Jo -dijo el tipo sonriente, de cuidado aspecto, hablando en casi correcto ingls-. Vivo al otro lado de la baha y les traigo la lista de precios. Mostrndonos un papel enfundado en plstico, con una evidente lista de precios escrita en letra impresa, realizada por ordenador, en ingls y al mejor estilo de unos almacenes comerciales, incluidos colores y dibujos. Nos quedamos de piedra. -Y esto lo has hecho t? -Quisimos indagar. -No -respondi-. Yo no s escribir as. Lo hizo una pareja de norteamericanos, muy amables, que llegaron con su velero hace ms o menos un ao. Dijeron que esta es mi tierra y tengo derecho a cobrar por cada viajero que la visite. Ustedes son los primeros. -Muy bien Y cunto debemos pagar? interrogamos. El amigo Jo contest de memoria, sin pestaear ni mirar la tarifa escrita: -Son quinientos Vatus (moneda del pas) por anclar, mil por bajar a tierra con el bote, mil quinientos por la fruta y mil ms por baarse en el ro. Si hoy quieren bajar a tierra sern mil, otros tantos por visitar mi casa...
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Fletcher y yo nos miramos, mi compaero le respondi: -El problema es que no tenemos Vatus, ya los gastamos todos, puesto que de aqu nos vamos directos a Australia... -Oh!, no importa, tambin acepto moneda australiana e incluso dlares americanos -nos manifest. -Y cunto subira la cuenta en dlares? Quise saber para comprobar si su nivel de aritmtica en cambio de moneda era tan bueno como el mercantil. -Pues el mismo -inform impasible nuestro amigo-. Quinientos dlares por fondear, mil por bajar a la playa... -De acuerdo le interrumpimos con calma-. Hasta ahora te debemos cuatro mil dlares americanos. El problema es que no llevamos esa cantidad de dinero encima. Supongo que aceptars tarjeta de crdito. -Qu es eso? exclam Jo, a la vez que se le borraba la blanca sonrisa de su rostro, intuyendo que el lucrativo negocio se vena a bajo. -Si hombre! le aclar Fletcher-. Vienes con tu maquinita, sacas un faximil de la tarjeta, escribes el importe, nosotros lo firmamos y luego llevas el original a la sucursal ms prxima de tu banco. No te preocupes, lo ingresarn en cuenta. Es que eso no te lo explic tu amigo americano?, Pero si ellos son los expertos...! -No... No s... balbuceaba nuestro visitante-. Una vez fui a Luganville, nunca entr en un banco... -Mira, haremos una cosa le dije al fracasado comerciante-. Te doy un par de buenas camisetas, unas latas de comida, mecheros y una buena cuerda; nos olvidamos de la lista de precios, bajamos a tierra y mientras nosotros nos damos un bao en el ro t nos traes algo ms de fruta. A cambio de ella te daremos tabaco del bueno y unos alicates. La amplia sonrisa volvi a surgir de oreja a oreja en el rostro de Jo. Todos quedamos contentos, l con sus nuevas pertenencias y nosotros con una buena cantidad de fruta. Ya en tierra y charlando amigablemente, Fletcher le aclar Esa lista de precios es slo para barcos norteamericanos, los dems te darn cosas como nosotros, pero recuerda que t debes dar fruta a cambio. Continuamos camino al amanecer del siguiente da, costeando estas bellas islas Banks, de esplndida y salvaje naturaleza, casi rozando con nuestro barco las altas cadas de agua que llegaban al mar, o anclando para pescar la comida de la jornada en tan slo unos pocos minutos. As llegamos a la parte ms septentrional de las Banks, continuando luego hacia las Torres durante una preciosa noche de navegacin. Tanto a Fletcher como a m nos sorprendi mucho la actitud del amigo Jo, pero ms an la de los americanos que confeccionaron su lista de precios. A nuestro entender, hay que pasar por estos lugares sacando un natural provecho del entorno, pero sin influir en el especial desarrollo evolutivo de sus habitantes. No podemos ni debemos acelerar tal proceso, evidentemente

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en camino directo hacia el mal del consumismo y la comercializacin. Nuestro paso tan slo deja un poco de alegra, alguna efmera comodidad, quiz un poco de resaca alcohlica... acabando todo un par de das despus, para volver de nuevo a sus tradicionales rutinas. Esta rudimentaria forma de vida quiz se mantenga un par de generaciones ms, pero est destinada a desaparecer. La informacin llega cada vez ms lejos y el afn de superacin por parte de los jvenes abrir las puertas a un nuevo estilo de vida, sueos de grandeza que con seguridad se convertirn en pesadillas de necesidades y desesperacin, como tristemente ya sucede en gran parte del mundo. Tal vez, si alguna vez regresamos, el lugareo Jo nos cobre con tarjeta de crdito la estancia en un lujoso hotel; sin embargo nos inclinamos ms a pensar que ser el negrito de la limpieza al servicio de una fuerte empresa multinacional. Por proa divisamos el grupo de las Torres, las ms alejadas del resto del archipilago. Est formado por cuatro islas, donde tan slo en una el fondeo es resguardado, siempre de acuerdo con nuestro libro-gua australiano, el cual dejaba mucho que desear. Llegamos a la nica baha de la isla de Tegua donde, para nuestra sorpresa, fondeaba otro velero. Nada ms terminada la maniobra fuimos a visitarlo porque haca ya tiempo que no tenamos relacin con ningn Hombre Blanco. Se trataba de una pareja de americanos, muy viejos y muy graciosos; su barco, de unos once metros, lneas clsicas, fabricado en fibra de vidrio, se llamaba PEGASUS. Ambos navegantes rondaran casi los ochenta aos, operados de cncer varias veces, la mujer con algo de parlisis facial... siempre estaban riendo. Su vida haba transcurrido en la mar, PEGASUS era su cuarto velero, la seora nos saludaba al estilo de los jugadores de baloncesto cuando llegbamos de visita a su barco y el hombre siempre afirmaba rotundamente: Regresar a Amrica cuando Bush haya sido destituido.... Sus ancdotas se remontaban a tiempos bastante remotos: Vivimos algunos aos en el atoln de Suvarov... S, conocimos a Moitessier, era buen muchacho... -relataba la seora-, ... pero tambin un joven desastrado, le prest unas herramientas y me las devolvi en mal estado correga su marido. (Bernard Moitessier, famoso y polmico navegante francs (1925-1991). A los pocos das de nuestra llegada el PEGASUS zarpaba: -Vamos hacia el norte de Papua-Nueva Guinea informaba su capitn. -Pero no es un lugar seguro, all estn siempre de guerrillas... le coment Fletcher. -Cierto respondi-. Seremos el primer velero que la visita desde hace veinte aos. La baha, de nombre Lonakwarenga, era impresionantemente bella. La playa, abarrotada de cocoteros daba paso a la jungla. Al bajar a tierra vino a
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recibirnos un muchacho alto y fuerte, de unos dieciocho aos. Su ingls era muy limitado, pero con el lenguaje internacional de las seas nos llev a su casa, una pequea choza que comparta con dos perros. Casi sin darnos cuenta nos llen la neumtica de papayas, mangos, ames, pltanos, pias, fruto del pan... Queris cocos Verdes? nos pregunt y sin esperar respuesta comenz a trepar, cuchillo en mano, por una palmera de unos veinte metros de altura, dejando caer desde la copa una docena de cocos. Ms tarde le ofrecimos nuestros ltimos regalos, ya escasos, el buen mozo eligi la ropa y herramientas, pero rechaz los anzuelos y aparejos de pesca; al final dedujimos que lo haca porque no tena canoa ni saba pescar. Aquella ensenada estaba repleta de peces y el agua totalmente transparente. Propuse a Fletcher hacer una buena captura conservndola ya cocinada con vistas a nuestra prxima travesa. Nos pusimos los trajes de buceo y fusil en mano nos echamos al agua, nadando por las inmediaciones y siempre arrastrando nuestro bote neumtico. Aquello era una maravilla, y la pesca... Pronto empezamos a subir meros entre uno y dos kilos junto con alguna langosta, asegurando las capturas dentro de la Zodiac. En ocasiones apareca algn tiburn, pero una vez que nos controlaba se mantena alejado. De repente el agua pareci oscurecerse, acercndose los tiburones y aumentando su nerviosismo. Mir en superficie y vi a Fletcher, subido al bote, todo manchado de negro, por suerte no muy alejado de m; gritaba: Esto se come?. En la punta de su fusil llevaba ensartada una monstruosa sepia de unos cinco kilos de peso y que no paraba de echar tinta al mar. Nad hasta el bote lo ms rpido posible, subiendo a l an ms deprisa. -Ya no pescas ms? pregunt mi compaero. -Pescar? Ah debajo est lleno de tiburones y ahora no se ve un carajo!, hay que largarse de aqu lo ms rpido posible! De dnde has sacado eso?, parece un monstruo de Harry Potter. -Estaba encima de una roca, yo no lo haba visto y de repente se me enrosc en la punta del fusil, slo tuve que apretar el gatillo... -Y lo has puesto todo perdido de tinta, ahora tenemos una bonita Zodiac negra! protest. -Piensa en los arroces que vamos a hacer... -suspir Fletcher. Haba pescado ms que suficiente y en cuanto a la sepia... deliciosa, en todas sus variantes; frita, encebollada, con tomate, con arroz... Todo estaba listo para un largo viaje. No visitamos las otras islas de Torres, ahora el tiempo era bueno, pero los partes anunciaban un empeoramiento y era mejor empezar cuanto antes a acortar distancias rumbo hacia nuestro prximo destino: Australia. Los Alisios soplaban bien, favorables con respecto a nuestro rumbo. A la maana siguiente, despus de un buen desayuno, desplegamos las Alas de Paloma del ARCHIBALD, que comenz a volar, dejando rpidamente las Vanuatu por popa.

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Atrs quedaba este ltimo Paraso, un pas joven, en el que humean los volcanes, de fondos marinos vrgenes, selvas inexploradas; donde su gente danza desnuda y pintarrajeada se lanza al vaco desde altas torres de bamb atada por los pies con frgiles lianas. Pero sobre todo volv a encontrar la tan aorada alegra despreocupada de vivir. Es evidente que en ste pas tambin se crean necesidades. Junto con el resto del mundo avanza lentamente hacia un nuevo desarrollo tecnolgico, de momento bsico, enfocado hacia un tmido turismo. Su gobierno ha constituido un nuevo Paraso Fiscal en espera de captar capital exterior para poder mantener as sus expectativas de desarrollo. La tradicin popular quedar como reclamo para el visitante. Las ideas de John From fracasaron en el mismo momento en que apareci por las islas el primer dlar. NAVEGACIN HACIA EL FIN DEL PACFICO Ante nosotros tenamos mil cuatrocientas millas de mar. Nuestra intencin era alcanzar la parte norte de Australia, dejar atrs el Pacfico y entrar en un nuevo ocano: el ndico. Los dos primeros das de navegacin fueron una delicia, pero despus el viento baj de intensidad hasta convertirse en una ligera brisa de direccin variable, la cual nos haca trabajar combinando velas para seguir avanzando bajo un calor sofocante, hasta que la calma lleg. Durante un da flotamos en un mar de cristal a la espera del viento que anunciaban los partes meteorolgicos. Unas nubes aparecieron por el horizonte y con ellas el viento; muy fuerte. La informacin del tiempo anunciaba cambios bruscos en esta zona del Pacfico. Se estaba formando un cicln al norte del Ecuador, cerca de Filipinas y nosotros, que nos encontrbamos a casi mil millas de distancia, bamos a sufrir algo de su influencia. El viento provena del SE favorecindonos en su direccin, pero su intensidad, cuarenta nudos, junto con la fuerte marejada y lluvias torrenciales, hacan la navegacin muy incmoda. Las olas se paseaban por la cubierta como Pedro por su casa, pareca que estbamos ms tiempo sumergidos que en superficie. Dentro de la cabina, cerrada hermticamente, el calor y la humedad eran insoportables, el barco se zarandeaba sin parar, pudiendo estar slo acostados o bien sujetos a alguna parte slida de la estructura. Fuera, el ARCHIBALD, envuelto en espuma, con una mnima porcin de gnova expuesta al viento y gobernado por el piloto de viento ARIES, navegaba a ocho nudos de media; por suerte hacia nuestro objetivo. En esta situacin reconfortaba pensar que el ARCHIBALD era de hierro, slido, seguro; con mstil y jarcia sobredimensionada, velas reforzadas, abrindose camino entre la mala mar; lejos, muy lejos de cualquier lugar civilizado y en condiciones que cualquier

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problema, por mnimo que fuese, nos acarreara complicaciones desmedidas muy difciles de resolver. Esta vez va a hacer guardias Rita la Cantaora afirmaba Fletcher-. Enciende todas tus luces raras y pon en marcha los aparatos. Fuera no hay quien aguante. Navegamos cuatro das en estas condiciones, entonces el viento empez a remitir, el cielo se despej y las olas disminuyeron algo su tamao. Nos encontrbamos a ochocientas millas del Estrecho de Torres; paso natural entre Australia y Asia, que comunica los ocanos Pacfico e ndico. Esa noche fue de luna llena y la navegacin casi plcida; podamos salir fuera, siempre manteniendo las debidas precauciones. Estando Fletcher de guardia me llam alterado: Sal rpido, mira esto!. Una gran nube cargada de agua se acercaba, la luna tropical, inmensa, consegua producir con su luz un fenmeno de refraccin extraordinario, el Arco Iris nocturno, con una asombrosa gama de tonos grises; una visin casi irreal. Este regalo tambin anunci el empeoramiento del tiempo, los tres barmetros de a bordo bajaron de golpe y los mapas recibidos por el meteofax eran deprimentes: -Has sacado el mapa de los Kiwis? Preguntaba Fletcher. -S le responda-. Una previsin bastante chunga, lo mismo que el mapa de los Canguros. Y el de los Gringos? segua interrogando. -Ese es el ms peor, como siempre, pero tambin ms fiable. Segn ellos el cicln de Filipinas se ha reforzado, ahora es un Supertifn que incluso tiene nombre, se llama Chataan le comuniqu. Durante los das siguientes ya no volvimos a ver la luna, tampoco el sol. El viento volvi a arreciar, las olas a crecer, las escotillas a cerrarse... Al menos continubamos navegando rpidos y en buena direccin. En el interior el desorden haba llegado a su grado de normalidad en estas condiciones; todo era un caos. Ante su imposibilidad ya no se cocinaba, por todos lados se vean restos de galletas, ropa sucia, libros, papeles, etctera, el fregadero de la cocina estaba repleto de platos grasientos, tazas y cubiertos sucios. Se respiraba un fuerte perfume dulzn, mezcla de humedad, sudor rancio y comida en descomposicin. Fletcher, sentado en el suelo, engulla una lata de pat barato mientras yo sacaba el ltimo mapa del tiempo. De repente exclam: -Lo que nos faltaba! Esa mala bestia filipina ha generado un cicln al norte de Papua-Nueva Guinea, a tan slo trescientas millas de aqu, en el hemisferio sur, totalmente fuera de temporada! Ahora nos crecen los enanos! Rebaando con los dedos en resto de la lata, Fletcher pregunt: -A cuanto estamos del Estrecho de Torres? -A un poco ms de doscientas millas -contest.

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-Y de Port Moresby, la capital de Papua? continu interrogando mi compaero. -A cien, pero no querrs ir a ese pas, la gua dice que es poco civilizado y no tenemos visado de entrada. En un par de das estaremos en el Estrecho... le manifest. Escucha colega; quedan doscientas y pico millas para llegar al Estrecho de Torres, hay que aadir algo ms de cien en navegacin por todos esos peligrosos canales coralinos antes de llegar hasta el ndico y luego casi setecientas hasta llegar a Darwin. Mil millas, como mnimo diez das ms de navegacin, si al cicloncito ese que tenemos encima no le da por gastarnos alguna bromita, sin contar lo escasos que vamos ya de fruta y verdura fresca. Papua-Nueva Guinea es un buen pas, esa gua que tienes est escrita para pijos; nunca acierta nada y si quieres ver a alguien poco civilizado... Mrate al espejo! Cunto tiempo hace que no te lavas o te afeitas? Echa un vistazo a tu alrededor! Si llegamos a Australia as nos metern directamente en el crematorio con barco incluido. Y por el visado no te preocupes, tengo unos papelitos verdes con la foto de Benjamn Franklin por los que nos darn todas las visas que queramos. No te gustara comer maana un buen trozo de carne con patatas, en una mesa con mantel? cerveza fra, recin duchado, camisa limpia... Ante tales argumentos no pude negarme. Hice clculos y confirm: Maana por la maana estaremos all. Hay que variar el rumbo unos grados, el viento nos empujar ms y subiremos de velocidad. Vamos a desconectar el piloto de viento y dejaremos que gobierne el electrnico, hay arrecifes en las proximidades de costa... Fletcher me haba abierto los ojos. Me encontraba sumido en la apata del navegante, todo me daba igual y slo pensaba en seguir navegando, al mismo ritmo, sobre las mismas olas, sin destino concreto, sin lmite de tiempo; malcoma, dormitaba, me dejaba llevar... No s que hubiera pasado si Fletcher no me hubiera sacado del letargo. Ni siquiera se me haba pasado por la imaginacin la posibilidad de ir a Port Moresby... PAPA-NUEVA GUINEA Al amanecer del siguiente da ya navegbamos frente a la costa, franqueamos los arrecifes y nos dirigimos al puerto. Al ampliar las cartas electrnicas tuvimos una sorpresa: haba un moderno Club Nutico cerca de la ciudad. La precisin de estas cartas era excelente, no poda haber error alguno; hacia all nos dirigimos. Papua-Nueva Guinea, es uno de esos pases que suena mucho pero que nadie sabe exactamente dnde est. Pues bien, se encuentra al norte de Australia, un poquito a mano derecha. Est formado por una gran isla dividida en dos partes; pero si piensas que una es Papua y la otra Nueva
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Guinea, te equivocas. Una se llama Irian-Jaya y pertenece a Indonesia, la otra... bueno, da igual; yo tampoco lo tengo muy claro, pero no importa mucho, supongo que pronto volvern a cambiar de nombre; las guerrillas persisten en un nuevo golpe de estado, lo que hace que sea un lugar ms interesante. En cuanto al barco y su tripulacin; de repente el ARCHIBALD se encontr amarrado en una marina de lujo asitico, nunca mejor dicho, con las mejores instalaciones que he visto nunca, rodeado por grandes y suntuosos yates. Nosotros, ya duchados, afeitados y con ropa limpia, despachbamos un suculento filete que se sala del plato en el magnfico restaurante del Club, atendido por una guapa camarera. Nuestro estilo de vida haba cambiado drsticamente en pocas horas. Ayudados por el director social, el papeleo result fcil y las autoridades no pusieron muchos inconvenientes a nuestra falta de visado; siempre existe un mtodo, nos deca nuestro amigo director. El mundo cambiaba de una manera radical fuera de las instalaciones nuticas, separadas de ste por una doble verja metlica, donde guardias de vigilancia patrullaban da y noche. Una cosa nos llamaba la atencin: todos los socios del Club eran blancos, la mayora australianos y sus residencias eran los propios yates. En la barra del bar, uno de los miembros nos dio la posible explicacin: Aqu casi todos tenemos trabajos en empresas extranjeras, ya sea en explotacin de minas, madera u otras especulaciones, los sueldos son buenos, pero fuera del Club la vida es imposible. En este pas la poltica es muy inestable y en cualquier momento puede estallar una revolucin, por eso vivimos en los barcos, con los depsitos llenos y los motores a punto. En pocas horas podemos llegar a aguas australianas... Nuestro amigo nos aconsej no abandonar bajo ningn concepto las protegidas instalaciones deportivas, echndose las manos a la cabeza cuando al da siguiente nos vio salir andando por la puerta, camino de la ciudad. Port Moresby es una ciudad como tantas otras, con un centro desarrollado, de grandes edificios para oficinas, instituciones bancarias, incluso un centro comercial. Detrs comienzan los suburbios, donde ya no hay blancos y sus moradores viven rayando la miseria. Quiz manteniendo la diferencia, la gente se mostr amable con nosotros, indicndonos dnde estaba el mercado, las paradas de taxi y hasta incluso un restaurante local. Como en otras ocasiones no notamos nada extrao, salvo los rojizos escupitajos que la gente echaba, producido por el constante mascar del Betel, una pequea nuez que en esta parte del mundo todos llevan dentro de la boca. Una vez el barco ordenado y limpio, aguardbamos una mejora del tiempo para seguir nuestra ruta, pero el viento segua excesivamente fuerte y el restaurante increblemente barato.

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Hasta entonces ramos el nico velero visitante, pero al cuarto da de nuestra estancia arrib un nuevo barco, el SAPUMAKI, con un solo tripulante a bordo; un personaje muy singular... Pierre, un francs de unos sesenta y muchos aos, vena desde Nueva Caledonia sin haber hecho escalas. No recordaba cuntos das llevaba de navegacin pero se le vea sonriente y nada cansado. Su barco, de doce metros de eslora y fabricado en acero, tena una evidente falta de mantenimiento; la cubierta, bastante oxidada, estaba llena de trastos en su mayora intiles. Pero lo ms llamativo era sus dos mstiles; se trataba de dos troncos de eucalipto, tipo poste telefnico, por donde izaba unas velas semejantes a las utilizadas por los juncos chinos, sableadas por decenas de gruesas caas de bamb. El interior del barco era un desastre, mucho peor que el ARCHIBALD en sus ms bajos momentos, pero su capitn no estaba solo; cientos de cucarachas compartan con Pierre aquel habitculo, al parecer en perfecta armona. Queris un Pasts? Ofreci nuestro amigo francs, poniendo tres vasos de cristal no muy transparente sobre la mesa. Seguidamente trat de abrir un pequeo armario, del que tras un leve zarandeo cay su puerta al suelo, sacando de su interior una pringosa y medio vaca botella de... Martini. Sirvi el bebedizo, tocndome a m el poso, pero en una hbil y cautelosa maniobra cambi mi vaso por el de nuestro amigo francs. Aqu debera estar Santiago Segura tomando apuntes, menuda pelcula le iba a salir coment a Fletcher discretamente. Brindamos por haber arribado a puerto y al beber Pierre exclam: Oh!, creo que he servido Martini... Lo siento. Realmente en el armario se encontraba la botella de Pasts, ms pringosa si cabe, pero no haba confusin posible, en una la etiqueta se vea el nombre de Martini y en la otra el de Pasts... Volvimos a insistir en nuestra pregunta anterior: -Cundo saliste de Nueva Caledonia? -Pues, la verdad... No me acuerdo; quince o veinte das atrs contest lentamente el francs. -Pero lo tendrs anotado en algn sitio repuso Fletcher. -No... Es que se me ha olvidado escribir. Pierre nos relat su extraordinaria historia: haba sido ingeniero industrial en Francia y al jubilarse compr el barco en la isla caribea de Martinica unos aos atrs. Cruz Panam y en compaa de un amigo naveg hasta la Polinesia, de all y en solitario lleg a Nueva Caledonia... donde sufri un ataque cerebral. Por suerte unos navegantes lo encontraron inconsciente en la cubierta de su barco y lo llevaron al hospital de Noumea. Ms tarde fue trasladado a un centro especializado en Australia, donde estuvo internado cuatro meses, prcticamente en coma. Los especialistas le abrieron la cabeza, transplantaron un par de venas, suministraron varios chutes de fuertes
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frmacos... y consiguieron recuperarle. Lo malo es que no recordaba nada; para entendernos: se le haba borrado el Disco Duro. Fsicamente fue restablecindose, pronto recobr el habla, hacindolo slo en francs. Cuando pudo coordinar los movimientos bsicos lo devolvieron a Nueva Caledonia y unos meses despus ya estaba en la calle. Cuando se vio algo ms fortalecido, con la negativa de sus amigos pero tambin ayudado por ellos, subi el ancla y comenz a navegar. Este hombre acababa de hacer mil trescientas millas en unas condiciones muy poco comunes. Algo increble. Pierre, siempre alegre, nos relataba: Ahora me encuentro en fase de reaprendizaje comentaba-. Es fantstico, como si de repente se encendiera una luz y recuerdo otra cosa ms; me pongo muy contento. An no puedo escribir, ni mucho menos leer, pero me valgo de una grabadora que me regalaron para registrar lo que necesito saber, como por ejemplo el funcionamiento de los aparatos. Lo que ms me falla es la coordinacin de los movimientos: veo un tornillo suelto, s que el destornillador es la herramienta que necesito para ajustarlo, pero cuando lo tengo en la mano y lo acerco al tornillo... no s qu debo hacer. No tuvimos ms remedio que adoptar a Pierre: durante el resto de nuestra estancia en Port Moresby le ayudamos con los trmites burocrticos (Pierre an no recordaba su ingls), le limpiamos su barco, revisamos el motor, conseguimos nuevas caas de bamb para sus velas... incluso le sacamos dinero de un cajero automtico con su tarjeta de crdito (sin quedarnos comisin, de verdad). El tiempo haba mejorado, los barmetros haban subido y el en Club nos facilitaron todo tipo de informacin meteorolgica: todo tranquilo desde aqu hasta el Estrecho. Ya estbamos a principios de julio y debamos proseguir camino. Pierre nos invit a cenar en el restaurante del Club junto con una pareja de franceses recin llegados, a quienes pasamos el marrn. Slo le pedimos a nuestro amigo una cosa: que nos escribiera, como pudiese, unas lneas en nuestro libro de navegantes. Tard media hora, pero consigui garabatear siete palabras. Un grato recuerdo de aquel encuentro tan especial. Con el primer rayo de sol abandonamos la marina de Port Moresby. Supimos que el SAPUMAKI zarp del puerto cuatro das despus que nosotros, pero nunca tuvimos ms noticias de l. Su intencin era pasar el Estrecho de Torres y dirigirse directamente hasta Isla Mauricio, en el centro del Ocano ndico; durante un ao interrogu a otros navegantes que venan de la zona, incluso contact por radio con veleros que atravesaban aquellas aguas rumbo a Surfrica; nadie haba visto aquel extrao barco aparejado con velas chinas. Pierre es feliz navegando en su velero, en medio del mar no perjudica a nadie, mejor as que en una residencia para descerebrados, pero si todava sigue por ah y lo veis... Por favor, echadle una mano.

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ESTRECHO DE TORRES Estas aguas del Pacfico tienen de nombre Mar del Coral y terminan en el Estrecho de Torres, un laberinto de islas y peligrosos arrecifes perteneciente a los australianos, donde ejercen su autoridad y mximo control. La navegacin hasta all fue tranquila, llegando a la boca del estrecho, llamada Entrada de Blight, durante el atardecer del siguiente da. Era nuestra obligacin ponernos en contacto va radio con los guardacostas australianos dndoles un sinfn de datos precisos para tenernos bajo control. Nos recitaron todas las normas y prohibiciones que debamos cumplir durante el transcurso del paso, repitindolas de forma regular durante toda la noche, porque segn ellos estbamos bajo su responsabilidad. Durante la navegacin nos encontramos con varias patrulleras que nos aconsejaron seguir una u otra ruta a la vez que comprobaban nuestra identificacin. Nos sentamos controlados, pero a la vez seguros, en nuestro paso por aquellas complicadas aguas. El viento result ser favorable, del Este, pero lo mejor era la corriente, que a veces empujaba al ARCHIBALD con una fuerza impresionante: Fletcher le deca a mi amigo-, el GPS dice que navegamos a dieciocho nudos!. Las cartas del ordenador eran absolutamente fiables, al igual que las de papel, pero no eran necesarias, aquello pareca el Juego de la Oca: de una boya a otra, de un faro a otro. Por radio los guardacostas nos informaban: Si estn ustedes en tal lugar, dirjanse al siguiente punto manteniendo un rumbo de GPS de tantos grados durante tantas millas, o Vayan atentos, dos grandes petroleros se dirigen hacia ustedes en sentido contrario, respeten las normas de trfico martimo. Al amanecer nos encontrbamos cerca del Pasaje del Prncipe Eduardo, ltimo sector del Estrecho de Torres, el Pacfico haba quedado atrs, teniendo por delante todo el ocano ndico. La corriente segua empujando con fuerza, era impresionante dejar por popa a una velocidad increble las rocas y arrecifes cercanos. Al llegar a aguas libres nos despedimos por radio de nuestros amigos los guardacostas australianos, agradecindoles su completo servicio de seguimiento, a lo que nos respondieron: No se preocupen, les tendremos controlados hasta su llegada a Darwin, lo cual fue una total realidad.

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OCEANO NDICO. Primera parte. EN RUTA HACIA DARWIN Estrenbamos ocano, el primero en felicitarnos fue Mario, el radioaficionado y corresponsal de la Rueda de los Navegantes, que diariamente y desde nuestra salida de Nueva Zelanda nos haba estado acompaando a travs de las ondas, animndonos y ponindonos en contacto con nuestros familiares y amigos. Luego siguieron los navegantes del Pacfico: Manero, Ricard, CIBELES, OCANO, CYPSELA, ISLERO, MALIMALI... Ms tarde fue Lus, el cataln de Tarrasa, que con su Rueda Nauta haca el seguimiento del ARCHIBALD desde su partida: Coca, espera, no te retires; tengo a tu padre al telfono... Estando tan lejos, con todos estos amigos, nunca nos sentamos solos. Al final entramos en contacto con la Rueda de los Canguros, un grupo de radioaficionados espaoles, la mitad de ellos residentes en Australia, pero diariamente unidos por las ondas, ofreciendo su compaa y sobre todo su ayuda a los navegantes que de vez en cuando nos metamos en sus conexiones. Esta vez Adolfo, el gitano de Adelaida nos informaba: Ya tenis un amigo esperando en Darwin, os ayudar en todo lo que le pidis, lo conozco bien y es buena gente. Se llama Jos Lus, llamadlo al llegar a puerto; su telfono es... As es la cordialidad entre los radioaficionados. Efectivamente, Darwin era nuestro siguiente destino; una moderna ciudad australiana, capital del Territorio del Norte, ltimo centro nutico del Primer Mundo durante bastante tiempo. La travesa por aguas australianas dur seis das, navegando con viento y ola suave del Este, siendo visitados a diario por aviones y patrulleras del servicio aduanero australiano, pidindonos datos sobre nuestra navegacin e informando de la situacin meteorolgica local, gente muy servicial y eficiente. DARWIN Ya cerca de Darwin contactamos por radio con las autoridades de aduana e inmigracin, nos estaban esperando: Vayan al muelle de control para yates, amarren y aguarden. No bajen a tierra, mantengan la basura a bordo, no hablen con nadie. En quince minutos nuestro equipo les visitar. As sucedi; al rato de nuestra llegada dos gorilas militares, enfundados dentro de unos monos verdes distintivos y provistos de guantes sanitarios subieron a bordo: -Pasaportes, visados, documentacin del barco. -Si, Seor; aqu estn respondimos. -Animales, plantas, comida, bebida siguieron reclamando.

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-No hay animales ni plantas, Seor. La comida est aqu, Seor mostrando dos patatas podridas, una lata de judas, un coco maduro y un paquete de espaguetis abierto. Sabiendo que esto iba a ocurrir, habamos dado cuenta del resto. Impasibles, los funcionarios metieron los alimentos en un saco negro para proseguir con sus demandas: -Basura? -Esa bolsa, Seor. -Armas y municin? -Aqu las tiene, Seor. -Los tipos las miraron fijamente volviendo la vista hacia nosotros, como si furamos miembros del ejrcito de Pancho Villa. -Todo correcto, ahora vamos a proceder a realizar el primer registro. Uno puede quedarse dentro, el otro que salga fuera. Fletcher, que haba sido sargento de IMEC, se qued con los gorilas para responder militarmente a sus cuestiones. El registro fue estilo Tercer Grado y si bien todo lo que vean les llamaba mucho la atencin, no encontraron motivo suficiente para condenarnos a la Silla Elctrica. De repente, el que pareca de grado superior se dirigi a mi amigo: -Todos los espaoles sois tan desastrados? -No, Seor respondi Fletcher-. Somos un caso aislado, Seor. -Bien prosigui el oficial-. De momento no hemos hallado nada que os comprometa. Ahora voy a realizar el segundo registro y mi compaero saldr fuera para analizar el contenido de vuestra basura. Tu amigo puede acompaarle o si lo prefiere puede entrar. Dicho esto sac una pequea servilleta impregnada en glicerina y la fue pasando por todos los rincones del saln, tom unas notas y la guard. A continuacin sac otra haciendo lo mismo por la cocina. Ahora nos pescan! pens-, aqu van a encontrar hasta radiactividad. El otro tipo, al que ya le habamos apodado Avispado, no por inteligente, sino porque la expresin de su cara era semejante a la del toro que mat a Paquirri, se afanaba hurgando por la basura que habamos estado atesorando desde nuestra salida de Port Moresby. Al terminar se quit los guantes de goma, arrojndolos dentro de la bolsa. En ese momento le pregunt: Oiga, No me podra regalar esos guantes?, los poda utilizar para pintar... El Avispado, con expresin de paciencia y sin hacer caso a mi demanda, anud bruscamente la bolsa, dicindome algo en un slang australiano que no entend nada. Al terminar, el jefe se refiri a nosotros, dicindonos: A falta del anlisis de las servilletas, no hemos encontrado nada sospechoso en su embarcacin, sean bienvenidos a Australia. Aqu est su documentacin. Y ahora, si pueden mostrarme su Diario de Navegacin y Cuaderno de Bitcora... -Lo sentimos, Seor -contest marcialmente Fletcher-. No tenemos esos libros, Seor.
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-Me lo imaginaba -murmur el australiano-. Y la carta de navegacin? Desplegu nuestra carta general, ya un poco deteriorada con algunas manchas de caf y confeccionada a base de pequeas fotocopias, unidas entre s con cinta adhesiva. -Con esto navegan ustedes? -exclam el oficial. No mostr nuestras cartas electrnicas, ya que el fondo de la primera pantalla del ordenador era la fotografa de una chica desnuda y no quera que nos acusaran de trfico pornogrfico. Una ltima advertencia -termin diciendo el agente-, aqu tienen la lista de material de seguridad y navegacin que debern presentar en la revisin de salida; incluyo un Diario de Navegacin, un Cuaderno de Bitcora y cartas suficientes en buen estado. Buena estancia en m pas, eso es todo. Ah!, se me olvidaba; pueden permanecer un da amarrados al muelle de control. Ah tienen una manguera con agua a presin y en esa tienda pueden comprar artculos de limpieza. Pues preprense para cuando llegue el SAPUMAKI, me dije. Al desembarcar nuestros amigos, Fletcher se despidi de ellos diciendo: See you later, Alligators (Hasta luego, Cocodrilos). Sonrieron; en el fondo eran buenos chicos. Llegamos al fondeadero de Darwin, una amplia baha protegida por un largo arrecife coralino. En su interior se hallaban cientos de veleros anclados y en la playa podamos ver las instalaciones de un gran Club Nutico. Fondeamos junto al SOLO, el supervelero de nuestro amigo Jean-Ives, que habamos coincidido por ltima vez en el puerto principal de Vanuatu. Al vernos nos inform: Debis ir al Club, all os informarn de todo. Yo me tengo que ir urgentemente a declarar en la Corte; hace tres das que llegu y ya tengo problemas con la Justicia. Bajamos a tierra en nuestro bote y en el Club nos comunicaron que podamos desembarcar en sus instalaciones y usar las duchas gratuitamente, un buen detalle, el resto... En cualquier caso no necesitbamos ms; buscamos un telfono y llamamos a Jos Lus, nuestro contacto radiofnico en Darwin. Jos Lus es un emigrante madrileo que lleva ms de treinta aos establecido en Australia. Haba trabajado de todo hasta conseguir una acomodada posicin. Est casado con una rubia australiana, tiene un buen bungalow, dos coches y ya jubilado se dedica a su gran pasin: la cra de pjaros tropicales. Nuestro amigo result ser un anfitrin de lo ms capacitado, gracias a l llegamos a adquirir un buen conocimiento de este inslito Territorio del Norte australiano. Hicimos varias excursiones por el interior de la regin, mostrndonos canguros y dingos en estado salvaje, pero lo que ms nos impresion fue ver cocodrilos de agua salada, primero al natural y luego en granjas, crindolos

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para la comercializacin de su piel y su sabrosa carne. Visitamos la mayor de aquellas factoras, que adems de producir cocodrilitos mantenan una reserva con individuos de lo ms llamativos. Uno de los cuidadores nos relataba: Los cocodrilos de agua salada son mucho mayores y ms peligrosos que los de agua dulce. Prcticamente carecen de depredador, pero ellos depredan todo lo que encuentran a su paso. Aqu, en el Territorio del Norte, han llegado a ser una plaga, en los aos sesenta se les cazaba, pero los ecologistas protestaron y ahora... cran como ratas, habiendo ya demasiados. Anualmente se retiran de la baha de Darwin alrededor de ciento cincuenta adultos que pueden llegar a ser peligrosos (justo donde se encontraba fondeado el ARCHIBALD). Mirad ese de ah, nos deca mientras pasebamos entre las jaulas- Le conocis? Se hizo famoso en la pelcula Cocodrilo Dundee. Lleva varios aos con nosotros. Mide seis metros y pesa varias toneladas. Hubo que drogarlo fuertemente para llevarlo a los estudios y an as nadie quera acercarse. Ese otro es peor, de las mismas proporciones que Dundee pero ms peligroso, cuando lo atrapamos haba matado media docena de ovejas y una vaca. No puede tener compaa, ataca incluso a las hembras; tiene un doble muro de cemento alrededor de su jaula porque destroz la antigua verja de hierro para comerse el perrito de un visitante. Son animales muy agresivos, incluso nada ms salir del huevo lanzan su primer ataque al cuidador. Mirad all: -Un hombre estaba haciendo reparaciones en el interior de una enorme jaula, el operario estaba provisto de gruesas botas altas y a sus pies cientos de pequeas cras no paraban de morder el recio calzado-. Ahora podis ir a almorzar prosigui diciendo el gua-. Os recomiendo la carne de cocodrilo rebozada, es deliciosa. Ms tarde les tocar el turno de comida a los lagartos, no debis perdroslo. La carne result ser exquisita, incluso repetimos. Fletcher comentaba: Me siento Pedro Picapiedra comiendo una costilleja de Brontosaurio, qu bien se viva en la Prehistoria! Ms tarde proseguimos el paseo hasta un gran estanque fuertemente cercado, all tres cuidadores iban a dar de comer a los hambrientos saurios. Uno de los profesionales llevaba un barril lleno de pollos muertos, otro un largo palo y el tercero una buena carabina Rmington de caza mayor. Todos pensbamos que la exhibicin iba a ser bien peliculera, prepar mi cmara y... Uno de los tipos, sin abrir la verja, agit un pollo, y en respuesta sali del agua una bestia enorme que a toda velocidad se abalanz contra la verja de acero, hacindola tambalear, el del palo empez a sacudirle fuertemente en el hocico, mientras que el del fusil no dejaba de apuntarle. Todos nos echamos hacia atrs. El primero de los guardas lanz uno de los pollos al interior, otro gran cocodrilo salido de la nada lo engull en menos de un segundo, plumas incluidas. As fueron apareciendo casi una docena de monstruos, dando cuenta de los pollos en un santiamn. Ese da el primero
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no comi; su inters no estaba por los pollos, sino por el que los llevaba, acechndole en todo momento desde el otro lado de la verja. A ese un da le voy a dar un tiro -protestaba el guardin-. La tiene tomada conmigo, ya ha intentado romper tres veces la valla, una vez casi lo consigue. La exhibicin haba sido impresionante, an con la verja cerrada. Me dej muy sorprendido la actitud de estos cocodrilos, incluso en total pasividad transmiten terror al que los observa, no creo que haya criatura en el mundo con mayor crueldad y tan carente de sentimientos. Me gustara estar equivocado, sobre todo estando cerca de uno, pero al mirarlos, ya sea en movimiento o totalmente inmviles, se advierte que frente a ellos no se tiene ninguna posibilidad, incluso estando armado; no digamos ya en el agua. Prefiero mil veces estar entre tiburones. El principal motivo de nuestra escala en Australia era la renovacin de mi pasaporte, cuya vigencia estaba a punto de concluir. Ya en Nueva Zelanda, junto con Ricard que se encontraba en las mismas condiciones, comenzamos las gestiones pero en el consulado de Sydney, el nico espaol en toda esta parte del mundo, nos dijeron que la renovacin slo tendra una vigencia de seis meses, en nuestras circunstancias un tiempo demasiado escaso, y as lo expusimos. Era un caso bastante atpico, sin embargo nos indicaron cuales eran los trmites que debamos seguir, algo laboriosos, pero... una semana despus de nuestra arribada a Australia ya tena en mi poder un pasaporte Con diez aos de validez! Espaa funciona en el extranjero. Jos Lus nos ayud en todo lo que pudo: compras en los grandes supermercados, adquisicin de repuestos, visitas a centros comerciales... no solamente a nosotros sino tambin a nuestro amigo Jean-Ives, que volva a ser una persona libre y sin problemas con la Administracin. Nos relat su asunto frente a una cerveza en la veranda del Club: Al registrar el barco encontraron una caja que haba escondido llena de comida, productos importados de Francia que haba adquirido en Nueva Caledonia: pat de foi, salamis picantes, confit de pato, buenos quesos..., todo se lo llevaron; un dineral!, ms otro tanto de multa, y menos mal que tena amigos en este pas... Jean-Ives es una persona singular. Navega en solitario a bordo de su SOLO, un enorme velero de alta competicin, fabricado en aluminio, de veintids metros de eslora! y un mstil de casi treinta. Nuestro amigo francs fue un gran regatista profesional, su ltima competicin la hizo unos aos atrs con su actual velero, entonces un diseo ultra extremo, se trataba de la Vendee Globe, vuelta al mundo en solitario y sin escalas, la misma prueba en que participara nuestro gran regatista espaol Jos Lus Ugarte, logrando el francs una muy buena clasificacin. Ya concluida la regata decidi modificar su barco, acondicionndolo para crucero, pero manteniendo sus lneas agresivas. Habamos coincidido con Jean-Ives en varios puertos, tenamos amigos comunes, pero lo que ms nos una era

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nuestra pasin por Brasil, la cual Fletcher tambin comparta. Tanto es as que entre nosotros hablbamos en portugus, mejor dicho, en brasileiro. Finalizaba el mes de julio y nuestro amigo se haba comprometido a pasar las Navidades en Ro de Janeiro, pero antes quera conocer Indonesia... -Vo nao pode se demorar muito le deca. -Nao ten problema nao, meu bicho. O SOLO veleja rapidinho... vo sabe contestaba. Compartimos en Darwin unos das muy divertidos con nuestro amigo Bicho do Mato, como cariosamente llambamos a Jean-Ives. Paul y Sabrina se unieron a la banda, una pareja de franceses que navegaba en su velero AZENON. Se dedicaban a la recoleccin de conchas marinas, al parecer un oficio muy lucrativo. Estos expertos en caracolas se enorgullecan de llevar en su barco varios miles de ellas. -Y dnde las metis? vuestro velero no es muy grande... -le preguntaba. Ya en su barco y ante mi insistencia, Paul me dijo: -Te ensear una muestra para convencerte -y sac una caja llena de pequeas bolsas de plstico. -Esta es una coleccin muy valiosa -continu diciendo-. Las ms grandes miden alrededor de tres centmetros, pero estas -mostrando una bolsa que pareca no contener nada-, miden menos de un milmetro, aqu tienes una lupa. Era cierto, en la bolsa haba unas cincuenta conchas, diminutas pero perfectas. -Incluso aqu tenemos una que ni siquiera est catalogada, si consigo que la registren y clasifiquen se llamar AZENON, como nuestro velero. Nuestros amigos Jean-Paul y Sabrina continuaron diciendo: Las caracolas grandes no nos interesan, las conoce todo el mundo y como t dices ocupan mucho lugar, el mayor espacio en el barco es para los libros sobre conchas. Ha sido nuestra pasin desde siempre y ahora es nuestra profesin. A la vista estaba que no vivan mal, el barco lo tenan muy bien acondicionado, acababan de instalar un motor nuevo y anualmente viajaban a Suiza, con los bolsillos llenos de caracoles marinos, para tomar parte en una convencin internacional de coleccionistas y a la vez hacer negocios muy provechosos. Personalmente me deprimi el saber que los ms de cincuenta kilos de conchas que guardaba en el ARCHIBALD no valan nada. Durante los paseos con nuestro amigo Jos Lus, nos extra la actitud de los aborgenes, primitivos moradores de Australia, totalmente marginados de la sociedad. Jos Lus nos relataba: Lamentablemente los aborgenes slo tienen dos caminos: la integracin o la extincin; el primero muy duro por ser como son, el segundo... ms fcil. En cualquier caso la inmensa mayora ha elegido la No Integracin. Mralos, metidos dentro de ese jardn, viviendo
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en la miseria, sucios y borrachos, pidiendo dinero a todo el que pasa... El Gobierno les concede ayudas; organiza reservas, trabajos artesanales, gozan de subsidios, sanidad... pero ellos prefieren vivir vagabundeando. Cuando montan alguna escandalera llega la polica, los mete a todos en un camin y los lleva a la reserva, de donde vuelven a escaparse unos das ms tarde... Fsicamente el aborigen es de piel muy oscura, y al contrario que sus primos del Pacfico, son enfermizos y de mala constitucin; La mayora de las veces los veamos en grupos, bebiendo alcohol barato, muy poco aseados, ajenos al mundo que les rodea. Sus facciones, tal como dijo James Cook varios siglos atrs son poco evolucionadas, es decir y para entendernos: feos con ganas, siempre siguiendo nuestros personales cnones de belleza. En resumen, lo opuesto a la pulcra sociedad australiana, siempre educada y comedida. La idea que nos llevamos durante nuestra corta estancia en Darwin fue clara: el hombre blanco desprecia al aborigen, por otro lado antiguo propietario del pas. Este sentimiento no parece preocupar a ninguna de las partes, contrariamente a los polinesios y melanesios, que en la mayora de los casos luchan por sus derechos. Aborigen es sinnimo de salvaje autctono, siempre que no se entre en un pub a la hora del partido de rugby, lleno de puros blancos australianos, donde este concepto puede cambiar, sobre todo en lo referente a salvaje. En cualquier caso esta raza se encuentra en claro camino hacia la desaparicin Nuestro buen amigo Bicho do Mato, se haba inscrito en la regata DarwinBali, segn dijo para que le facilitaran los trmites de entrada en Indonesia. Nuestro plan era diferente; quedndonos en Darwin unos das ms y admirar los famosos atardeceres de aquel Territorio del Norte, realmente espectaculares. Una maana, a bordo del ARCHIBALD, organizando todo para nuestra partida, descubr a Fletcher en cubierta con un cubo en las manos... -Qu haces, so guarro, meando en el cubo? le grit-. Por qu no lo haces por la borda, como todo el mundo? -Acabo de ver un cocodrilo a pocos metros del barco y ya viste en la granja como saltaban. No quiero quedarme sin... respondi. La comunidad censada de cocodrilos libres era de doscientos mil, igual nmero que habitantes tiene la regin. En el mar haba que aadir una fuerte proliferacin de medusas ponzoosas, adems esta zona era el hbitat de los peligrosos Peces Piedra; si queramos darnos un bao, lo mejor era emigrar hacia lugares ms seguros. Unos das despus nos despedimos de Jos Lus y su familia, cargamos el barco de vituallas; sobre todo de carne de canguro, muy buena y lo ms importante: muy barata!, en su versin Special dog food, ignorando esto ltimo. De nuevo nos dirigimos al Muelle de Control, otra vez vinieron los Gorilas Verdes, registraron el barco de proa a popa, realizaron la prueba de

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la servilleta y comprobaron si cumplamos las normas de seguridad para la navegacin: -Mustrenos el Cuaderno de Bitcora. -Aqu est Seor -dijo Fletcher enseando una libreta escolar, en cuya tapa estaba rotulado el ttulo que ellos pedan. -Ahora queremos ver el Diario de Navegacin. -Aqu lo tiene, seor repiti mi compaero girando la misma libreta, mostrando la tapa posterior, donde estaba escrito el ttulo de Log book. Giraron lentamente la cabeza de izquierda a derecha y dijeron: -De acuerdo, cumplen todos los requisitos, aqu tienen su documentacin y sus armas, espero no tengan que usarlas. Buen viaje. -Gracias Seor. -Una ltima cosa, al igual que sus amigos franceses, sern vigilados durante el transcurso de su navegacin, espero que no hagan ninguna tontera, por lo menos antes de su llegada a Indonesia. Una vez all lo que hagan ser bajo su responsabilidad. Est claro? -Of course, Dad (Por supuesto, pap) le respondimos. Al final los tipos sonrieron, nos ayudaron a soltar amarras, incluso se quedaron despidindose hasta que salimos del pequeo puerto... quizs para comprobar que nuestra partida era real. EN NAVEGACIN Era cierto, nuestro nuevo destino era Indonesia. De nuevo estbamos navegando, esta vez lo hacamos por el Mar de Timor, con quinientas millas de agua por delante. Un viento suave nos acompa durante la primera jornada, pero al atardecer, al admirar la extraordinaria puesta de sol, que empez con amarillo intenso, degradndose a naranja, rojo sangre para terminar en violeta y oscurecer rpidamente... la brisa tambin desapareci. Arrancamos el motor y lentamente seguimos camino rumbo al Sureste Asitico en total tranquilidad, rota sta en ocasiones por los aviones del servicio aduanero australiano. La calma dur cinco das, al amanecer del sexto un viento costero nos llevaba hacia las cercanas montaas de Timor. Navegamos prximos a las islas, pero sin hacer escalas, aprovechando los vientos trmicos que nos acercaban hacia Rinka, isla muy cercana a la de Komodo, reino del famoso Dragn.

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ENTRE LAS ISLAS DE INDONESIA La isla de Rinka es pequea y deshabitada. Tan slo la visitan algunos pescadores y muy pocos veleros. El paraje es muy seco, con algunos parches de bosque tropical, hbitat del Dragn de Komodo. Fondeamos en una ensenada de arena blanca, sin nadie ms a nuestro alrededor. Al poco tiempo de llegar, estando todava a bordo, vimos pasearse por la salvaje playa el primero de los grandes lagartos. Se desplazaba lentamente por la orilla y al momento se le uni otro y luego otro ms. Rpido botamos nuestra Zodiac dirigindonos despacio hacia su encuentro, tomando grandes precauciones como aconsejaba nuestro libro-gua australiano, clasificando estos animales como muy peligrosos (Dos das despus ya corramos detrs de ellos, achuchndoles con un palo). Dos de los individuos eran hembras, muy parecidas a las tpicas lagartijas, pero con ms de metro y medio de largo. El otro, de mayor tamao, era un buen varn. Menudo fardacho!, Y qu feo! Medira alrededor de los tres metros, con la cara chata y azul. Escarbaba afanosamente en la arena y al acercarnos nos observ durante un rato y luego desapareci entre la arboleda. Comprobamos que el buen dragn haba descubierto un ponedero de huevos de tortuga, dndose un fenomenal atracn. -No toques nada dijo Fletcher-. ste volver para continuar su festn y entonces podremos hacerle buenas fotos. No hizo falta esperar, durante los siguientes das encontramos lagartos por todas partes. El Dragn de Komodo es un animal tmido y esquivo por naturaleza, pero al verse acosado puede echar mano de su potente cola, garras e incluso dientes y atacar al instigador, sin embargo y por lo general prefiere evitar problemas y huir. Como adversarios me refiero por ejemplo a perros salvajes, nunca al hombre. Ni los pescadores de Rinka ni los habitantes de Komodo se refirieron nunca a ataques contra humanos, como siempre sin contar excepciones de poca veracidad. Su alimentacin se basa principalmente en carroa y animales enfermos o heridos, siendo parte necesaria en la competitiva seleccin natural de la fauna. Lo que ms nos impresionaba era ver como al ser acosado, levantaba su vientre del suelo sobre sus cuatro patas y metiendo el cuatro por cuatro, sala zumbando a una velocidad al menos diez veces superior a su paso normal. Solamente el gigante ladrn de huevos me plant cara haciendo un ademn de ataque al intentar fotografiarle tal vez demasiado cerca, pero segn me dijo Fletcher, a la vez que yo sala corriendo, el haca lo mismo pero en sentido contrario. Durante el tiempo de travesa desde Australia hasta Rinka, mi amigo y yo aprendimos algo de vocabulario y las principales frases del idioma Bahasa, hablado en toda la zona de Indonesia y Malasia, lo que me vendra muy bien para los siguientes meses de recorrido por todo este territorio.

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Abandonamos Rinka para anclar frente al pueblo de Komodo, isla cercana a la anterior, entrando as en contacto con nuestro primer pueblo oriental. Las casas formaban una lnea frente al la playa, construidas en madera y adobe, alzadas del suelo por pilares de troncos; este tipo de viviendas se las conoce como palafitos, la residencia comn de la clase baja en toda la costa asitica. Nada ms desembarcar fuimos rodeados por un grupo de nios, que fue aumentando a medida que Fletcher iba repartiendo sus golosinas. Al momento llegaron los adultos. Comenzaron las prcticas de Bahasa y con la chuleta escondida en la mano al mejor estilo estudiantil, empezamos a decir: -Selamat siang (Buenos das. Entre las 11 y las 15 horas-) -Selamat sore nos corrige el recin llegado, con expresin alegre, pues ya eran las cuatro de la tarde y el saludo haba cambiado -SjfyIh8bfrh#&kj7?? continua diciendo. -Saya tidak mengerti (No entiendo) respondemos-. Siapa nama anda? (Cmo te llamas?) -Dy2hdb6n%d04lnvuvujdju?? -dice el amigo, sin poder contener la risa. -Saya tidak mengerti, -continuamos-. Mmm, Bisa berbicara bahasa Ingris? (Hablas ingls?) -Sldfj3j0&!ldui??....Ja, ja,ja,ja,ja,ja,ja Llegan ms indonsios, todos quieren hablar con nosotros, Fletcher y yo respondemos invariablemente, sonrientes pero sin entender nada: Saya tidak mengerti, Saya tidak mengerti. Vemos a un joven que llega corriendo y gritando: -You espeak english? A lo que contestamos: -No, only Bahasa. Im sorry. Al principio no asimila nuestra respuesta, luego, riendo, la traduce a los asistentes; todos lloran de risa. Hoy en el pueblo no se hablar de otra cosa. Visitamos la aldea junto con el intrprete; tiene un ingls psimo. Todo el mundo nos invita a entrar en sus casas, pero somos guiados directamente hasta la del jefe. All nos ofrecen t; no hay bebidas alcohlicas, puesto que son musulmanes. Entregamos nuestros obsequios de siempre, salvo el licor, el jefe nos muestra una hermosa talla de madera, es la figura de dos Dragones de Komodo en lucha, nos pide diez dlares. Besok, besok... (Maana, maana), le decimos. Proseguimos el paseo junto con los importantes de la villa, mostrndonos los lugares ms significativos: una fuente de agua dulce en el centro de la plaza, haciendo mucho hincapi en el buen funcionamiento del grifo; la

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caseta del potente generador elctrico que da luz a todo el pueblo, la nueva escuela, cerrada por falta de maestro... Le preguntamos al intrprete: -Y vosotros de qu vivs? -Sobre todo de pescado y arroz, pero tambin criamos monos... contesta. -Monos?... Qu interesante! -Es muy normal, -prosigue Cada familia tiene varios en su vivienda... Vaya gente rara pienso-; todos con su monito en casa, como Tarzn. Vuelvo a interrogar: -Nos podras ensear algn mono? El tipo nos mira extraado. Responde: -Es que no los conocis? -Pues s, claro est, pero hace tiempo que no vemos ninguno... -Que raro... Mira! Por ah vienen varios. Agrega nuestro acompaante. Tanto Fletcher como yo empezamos a rer con ganas. Ya ms calmado, mi compaero explica al intrprete: -Tu ingls no est mal, pero te falta un poco de vocabulario; el nombre de ese animal no es mono, sino cabra. La aldea de Komodo estaba dividida por un pequeo ro, creando una natural rivalidad entre sus habitantes. La parte izquierda se vea ms pintoresca, incluso los mozos eran los mejores jugando al ftbol y al baloncesto; la derecha estaba ms desarrollada, sus casas eran de cemento, con diseo casi occidental. Existan tiendas estilo colmado, con mucha variedad de artculos. En esta parte habitaban los artesanos, en todo momento produciendo laboriosas tallas de madera destinadas al turista. Nuestro amigo indonesio nos relataba que muy cerca de all estaba la entrada al Parque Nacional de Komodo, donde mensualmente llegaban cientos de visitantes para contemplar al famoso Dragn. Exhibicin por la que, evidentemente, haba que pagar un buen dinero. En las inmediaciones de la puerta un nutrido grupo de artesanos locales vendan sus obras de arte, siempre referentes al famoso dragn y realmente admirables. Nosotros no fuimos una excepcin y compramos algunas de estas tallas, puesto que el artculo ciertamente vala la pena. Empezbamos a tomar conciencia del brusco cambio cultural. Realmente nos encontrbamos en Asia; la forma de pensar de la gente ya era muy distinta a la nuestra, nos sentamos totalmente extranjeros entre estas personas de rasgos orientales: delgados, ojos achinados, cabello negro bien peinado, bigote recortado... muy parecidos a los Kamikazes de antiguas pelculas blicas. Antes de nuestra marcha insistimos en preguntar a nuestro acompaante sobre la agresividad de los famosos Dragones:

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-Muy peligrosos. Exclam Mirad estas fotos, ocurri hace un ao, en la plaza del pueblo. En ellas se vea dos grandes dragones zampndose una vieja cabra atada a un poste por las patas. Tambin se distingua una fuerte empalizada donde se refugiaba el alegre pblico asistente. -Terrible, Verdad? continu diciendo. Os vendo las fotos, Muy baratas! Empezbamos a comprender al asitico. Proseguimos camino navegando de una isla a otra, a veces llegbamos a lugares solitarios, pero de repente, como salidos de la nada, recibamos la visita de numerosos pescadores con la intencin de vendernos sus capturas. Indonesia, un pas formado exclusivamente por islas, las cuales albergan Doscientos millones de personas!, teniendo que comer todos los das. Por suerte el arroz y el pescado, en cualquiera de sus variantes, no escasean; de momento. La pesca es uno de los mayores recursos para el sustento del asitico, pero al bucear en sus aguas nos sorprendimos por la carencia de peces. Sus capturas son indiscriminadas, miles de pequeos alevines caen en sus redes a diario, lo que en un futuro producir... todo eso ya lo sabemos contestan-, pero de momento comemos Las verduras y frutas empezaban a escasear a bordo, por lo que decidimos anclar en la rada de Sape, gran puerto pesquero perteneciente a la isla de Sumbawa, donde podramos adquirir dichos alimentos. Desembarcamos en nuestro bote, pasando cerca de extraos barcos de pesca, con amplias plataformas repletas de pescado puesto a secar. A bordo vive toda la familia, desde los abuelos hasta los nios ms jvenes. Ya en tierra preguntamos a un mozo: -Passar?...Passar?. (Mercado...) -El mercado est a cuatro kilmetros en esa direccin nos responde en buen ingls. -Gracias, pero... no hay otro ms cercano? preguntamos. -No, pero pueden ir en Ben-Hur, es rpido...-contesta el joven sealando un grupo de pequeos carritos decorados con vivos colores, tirados por esculidos caballos enanos. Como pudimos, embarcamos en la parte trasera de uno de los carros a la vez que el conductor arrancaba, achuchando a la bestia para llegar cuanto antes a su mxima velocidad. Aquello se convirti realmente en una competicin de carros Ben-Hur, todos queran adelantarnos, pero nuestro cochero se negaba en rotundo. Fletcher no encontraba la manera de colocarse en un espacio tan reducido, dndose golpes contra todo, gritando: Eh t, Charlton Heston, como no vayas ms despacio te bajo del carro a palos! Pero el carretero afirmaba con la cabeza a la vez que sonrea, dando ms ltigo al animal. Al fin llegamos al supuesto mercado, muy del Tercer
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Mundo, pero bien abastecido, donde encontramos todo necesitbamos. El regreso, muy a mi pesar, lo hicimos andando.

lo

que

Al atardecer del da siguiente, fondeados en una calmada ensenada, me encontraba tumbado en la hamaca, realizando mi actividad favorita: NADA. Fletcher me interrumpi bruscamente: -Sabes qu da es hoy? -S. Contest- Hoy es viernes, lo he mirado hace un rato, no estoy tan perdido como te piensas... -Pues yo creo que s lo ests manifest-. Hoy es diecisis de agosto! -No me lo puedo creer! exclam-. El da del aniversario! -Cierto! Tal da como hoy, hace veinticinco aos, mora en su residencia de Memphis, Elvis Presley; el Rey del Rock -pronunci Fletcher con voz grave. En ese momento comenz a sonar por los altavoces la msica de nuestro hroe. -Casi se nos pasa!, de momento voy a servir un par de tragos de buen Burbon que tengo para celebrar estos acontecimientos, es un lstima que slo tengamos un disco. -Bueno, lo escucharemos varias veces, nicamente se pone en este da... Nos colocamos sendos pauelos sureos al cuello y pronto se vaci la media botella de buen licor. Fletcher saba mucho sobre la vida de Elvis, haba visitado su mansin en Tennessee, o por lo menos haba estado cerca, quiz en el estado vecino. -Dnde naci Elvis? -En Tupelo, Mississippi. -Cuntas pelculas hizo?, Cul fue su mejor cancin?, Su empleo antes de ser cantante? -Camionero, Red Neck! -Cmo se llamaba su manager? -Coronel Parker. Todos los aos las mismas preguntas, pero Fletcher siempre me asombraba con nuevas ancdotas, posiblemente ninguna cierta. Navegamos de isla en isla, bajando a tierra para pasear por las bellas playas indonesias, plagadas de cocoteros que a su vez ocultaban los inmensos arrozales; un paisaje tpico oriental. Una tarde, durante el crepsculo, anclados en una solitaria baha, comenzaron a llegar barcas de pesca; unas de gran tamao, otras ms pequeas. Al rato aquello se llen literalmente de pescadores, pareciendo incluso que estbamos cercados por ellos, algunos muy prximos a nosotros. Decidimos tomar algunas precauciones. Una hora antes de amanecer escuch pasos por cubierta, no se trataba de Fletcher, pues su andar era inconfundible. Me asom al exterior y vi un tipo delgado, semi desnudo, de

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pie sobre la cubierta de popa, mirando hacia el interior del barco. Comenz a hablar en su lengua, pero call al verse encaonado por la escopeta recortada; empez a moverse despacio y luego de un salto baj hasta su pequea embarcacin que se encontraba amarrada al ARCHIBALD, comenzando a remar a toda velocidad hasta desaparecer. Con las primeras luces levantamos el ancla, y sorteando docenas de redes dejamos por popa aquella ensenada lo ms rpidamente posible. Esta fue una mala accin por mi parte, un error inaceptable. Poda echar la culpa a los engaosos comentarios de otros viajeros, malos consejos e historias inciertas, pero yo era el nico responsable. Durante los siguientes meses de navegacin, tanto los pescadores indonesios como los malayos demostraron ser SIEMPRE gente muy tmida, educada y de gran corazn, haciendo todo lo posible por congeniar con el viajero, ayudando en toda necesidad. Lo que ocurri en aquella ocasin fue que durante el cambio de marea nuestro barco alter su posicin, enredndose la pala del piloto de viento en la red del pescador y ste slo intentaba liberarla sin molestarnos; de aquello me di cuenta slo en el momento de nuestra partida. BALI Tras nuestro paso por la isla de Lombok llegamos a Bali, el final de esta etapa. Era tiempo de parar, tomar contacto con Oriente, hacer compras, revisar el barco, y despedir a Fletcher, que ya regresaba a Espaa. Amarramos en las instalaciones de la Marina Deportiva, donde nos visitaran las Autoridades para formalizar los trmites de entrada en el pas, de nuevo estbamos legales. Esta vez los trmites resultaron sencillos y gratis, pero ya a partir de aqu cobraran buenas cantidades por ellos; el inconveniente de la burocracia en los pases poco desarrollados. Cerca de nosotros se encontraba el SOLO, Jean-Ives nos esperaba en el bar con las cervezas preparadas: -ste es un buen lugar, y muy barato. Voy a quedarme un mes por aqu relataba nuestro amigo. -Y qu tal la regata? quisimos saber. -Bien; llegu primero, delante de un barco grande con diecisiete tripulantes y eso que las ltimas noches estaba cansado, arriaba las velas y me pona a dormir hasta el da siguiente. Lo mejor es que no me han cobrado nada por los papeles de entrada, tampoco por la estancia en la Marina y me han invitado tres veces a cenar. Esa noche nos fuimos de juerga a la playa de Kuta, la zona turstica de Bali, muy a lo occidental, con buenos hoteles, discotecas, Mc Donalds, Hard Rock, Planet Hollywood, Pizza Hut, pubs de todos los ambientes... Siempre al clsico estilo de Benidorm, Cancun, St Tropez o Copacabana. Abarrotado de turistas para todos los gustos, de nuevo estbamos en la civilizacin.
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A los pocos das se formaba una buena pea en el bar de la Marina: adems de Jean-Ives, haba llegado el CIBELES, tambin el velero argentino SUPER NOVA, con Alberto, un gaditano muy salao, viajero del mundo y tripulante en ms de veinte barcos; un Quillo Malo con el que nos moramos de la risa en Nueva Zelanda. Tambin estaba el GUARDIAN, de bandera brasilea, tripulado por padre e hijo: Sombra y Atila; con una diferencia de edad de cuarenta aos, era difcil saber quin era ms gamberro. Los ltimos en llegar fueron los franceses del UNE AUTRE HISTOIRE, Jean-Michle y Delphine, una pareja con la que me ira encontrando a lo largo de todo el ndico. Con una familia como esta era imposible aburrirse. La capital de Bali se llama Den Pasar, muy diferente a la zona de Kuta. Todo est abarrotado de gente, pequeas tiendas, mercadillos, puestos ambulantes de comida... Hordas de ciclomotores se abalanzan por las calles haciendo imposible su cruce, procesiones hinduistas que colapsan todo a su paso... De compras con los CIBELES por esta ciudad tan divertida, Julio preguntaba a un comerciante en claro ingls: Estoy-buscando-un-lugar-donde-comprar-bombillas-halgenas. Tsabes? El balins, sonriente, afirmaba con la cabeza. -Ves? -me deca-, si hablas despacio todos entienden, no hace falta aprender su idioma, el ingls lo habla todo el... -Bueno, aqu bueno... interrumpi el oriental- T querer con arroz o tallarines...? A Fletcher se le haban terminado las vacaciones. Unos das antes de su marcha hicimos una excursin por el interior de la isla, con parajes bellos y extremadamente verdes, alternando bosques de pinos con grandes lagos, templos budistas e hinduistas y pequeos pueblos tpicos. La vspera de su partida organizamos una buena despedida. Despus de la cena, donde corri abundante cerveza, nos fuimos a Kuta para tomar una copita. No s a qu hora llegu al barco, pero al despertar Fletcher no estaba a bordo. A las nueve de la maana, tres horas antes del vuelo, apareci mi amigo junto con Alberto, sin parar de rerse, aguantndose uno en el otro y tropezando con todo lo que haba a su paso. Recogi su equipaje diciendo: Qu ganas tengo de llegar al colegio para dar clases! Siento la cabeza como si fuera un bombo. Llvame al aeropuerto cuanto antes! Esa noche, una chinita no paraba de preguntar en el bar de la Marina por un tal Manuel Fletcher. Nadie le conoca.

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ESPERANZA DE NUEVO Otra vez me encontraba slo en el barco; tena bastante trabajo por realizar: reparar algunos desperfectos, revisar el motor, comprar alimentos, organizar la nueva ruta... Ese mismo da recib una noticia inesperada: Esperanza vena a hacerme una visita. Estupendo! Pero... lo primero ahora ser limpiar, decid. El barco estuvo en perfecto orden a la llegada de Espe. Ella, por su parte, trajo dos regalos importantes: un buen surtido de embutido y los aparatos necesarios para poder conectarme a Internet desde el barco. Ahora el ARCHIBALD estaba a la ltima en nivel tecnolgico y su despensa abastecida al mejor estilo gastronmico espaol, por desgracia esto ltimo dur poco. Inicialmente los planes de Esperanza eran de cortas vacaciones, pero el mismo da de su llegada empez a cambiar billetes, fechas... Me quedo a bordo hasta que lleguemos a Singapur! De nuevo tena tripulacin. El equipo que trajo Espe constaba bsicamente de un modem de tipo Pactor que se intercalaba entre la radio BLU y el ordenador, y que, a travs de un servidor llamado Sail-Mail y unas frecuencias especficas se lograba tener acceso a correo electrnico, servicio meteorolgico, servicio mdico y poco ms, pero bueno, algo es algo. Durante una conversacin con Julio, que llevaba instalado el mismo sistema en el CIBELES, comentaba: Esto est bien, pero con tantos gafotas tcnicos en informtica que hay en el mundo... cuando sacarn de una vez el Internet completo va satlite con tarifa plana, barata, y un equipo sencillo para que todos pudiramos estar conectados? Te imaginas cuanta informacin necesaria podramos disponer? La navegacin sera mucho ms segura! -Ten paciencia Julio le deca-, todo llegar, a lo mejor es que todava no les interesa... Antes de zarpar, las dos tripulaciones espaolas hicimos un viaje terrestre de varios das por la isla de Bali. Visitamos varios templos budistas, primera religin de la isla, trada por mercaderes indios siglos atrs, mientras que en el resto del pas, la mayora de los habitantes es de religin musulmana. La visita a dichos templos est permitida a los turistas, siempre que vistan un Sarong o falda larga, pudindola alquilar en los comercios cercanos, pagando siempre precios desorbitados. Los comerciantes siempre protestaban al ver que yo llevaba mi Sarong personal, quiz algo pasado de moda, pero ni sacerdotes ni dioses de los templos se quejaron. Unido al turismo, la artesana es uno de los principales recursos de la isla. Increbles figuras en madera eran all mismo talladas a mano y puestas a la venta, que previo largo regateo podan adquirirse a precios realmente bajos.
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Generalmente los latinos somos bastante expertos en el arte de regatear, pero hay que estar acostumbrado porque resulta agotador. Para conseguir los mejores precios comenzbamos la lucha Julio y yo, para terminarla Espe y Maribel, diestras en mercadillos. Luego no podamos creer lo que habamos conseguido por tan poco dinero. Por contra, era gracioso ver negociar a un Gringo: -Cunto vale esto? -Tanto. El tipo pagaba dicha cantidad sin rechistar y se marchaba con el paquete bajo del brazo. Pero lo mejor era ver la cara de los vendedores un minuto despus, comentando la venta muertos de la risa. Es otra mentalidad; tiempo atrs recib severas reprimendas por parte de Tania, la tripulante de Gabriel ante mi regateo: Son pobres y necesitan el dinero que te piden! recriminaba. Tal vez su buena accin hubiera sido pagar de su bolsillo la diferencia, pero a pesar de sugerrselo cada vez jams lo hizo. La hora de partir haba llegado, todos los dems ya lo haban hecho: SOLO desde hacia das navegaba rumbo hacia Surfrica, en los contactos por radio comentaba: El viento es bueno, voy tranquilo. Ayer hice doscientas noventa millas; como ves el SOLO navega rapidinho. Alberto, Lisandro y Nacho, con el SUPER NOVA iban camino de Isla Mauricio, el brasileo GUARDIAN se diriga hacia Java... CIBELES y ARCHIBALD, juntos, ponamos rumbo hacia el Mar de la China. Tres das despus de nuestra partida una bomba terrorista explosionaba en la turstica playa de Kuta, a un par de kilmetros del Club Nutico, donde habamos estado amarrados. La destroza fue terrible y los muertos numerosos. No es necesario recordar los detalles ni hacer publicidad gratuita de un acto semejante. Bali me pareci una isla extraordinaria, con gente simptica y sonriente, siempre de buen humor. La playa de Kuta, como ya he dicho, muy bella y con mucha animacin: bares con msica, tiendas de artesana, restaurantes iluminados, discotecas... hasta que la bomba fundamentalista acab con toda esta alegra. Porque a parte de las vctimas, son los balineses los ms perjudicados. Bali es una isla que vive a expensas del turismo y ahora nadie quiere ir all... con todo el dao que esto puede llegar a ocasionar a sus gentes; una verdadera lstima. RECORRIENDO EL MAR DE CHINA Con Esperanza a bordo todo cambiaba en el ARCHIBALD, mucho ms ordenado y limpio. Lleg con gran energa, sobre todo en lo referente a la cocina. Espe es muy creativa en tcnicas culinarias y mi barriga lo agradeca, aumentando de volumen. A los pocos das de navegacin me dijo: Ahora te

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toca a ti, no puedes seguir llevando esas greas, pareces un pordiosero. Dicho esto y antes de que yo reaccionase ya me haba pasado la moto por media cabeza. Al terminar coment: Ves? Mucho mejor!, casi como una persona normal... mientras imaginaba que slo me hubiera faltado una camisa a rayas con nmero en la pechera para tener el perfil completo del clsico presidiario. Nos encontrbamos en la estacin seca; tanto la lluvia como el viento escaseaban, avanzando la mayor parte del tiempo a motor. En la zona por donde navegbamos, llamada Mar de Java, existen innumerables islas, prcticamente todas habitadas y junto con el CIBELES hacamos escalas en las ms cercanas a nuestra ruta. Una de las islas donde desembarcamos camino hacia Singapur se llamaba Bawean, un lugar remoto, perdido en el rosario de islas que llenan este mar indonesio. Tanto nosotros como la tripulacin del CIBELES guardamos un grato recuerdo de esta escala, por un lado debido a su esplendorosa vegetacin; bosques de rboles de teca, enormes conferas, castaos salvajes y una gran variedad de frutales. En el centro de la isla una espesa vegetacin cubra las laderas de un antiguo volcn, en cuyo crter se haba formado un gran lago de agua dulce y cristalina. Pero lo que en realidad nos llam la atencin sobremanera fue la increble hospitalidad se sus habitantes. Por algn motivo que desconocamos y an estando alejada de la civilizacin, la isla goza de un alto desarrollo: vehculos todo-terreno, motocicletas, lujosas viviendas... La alegre expresin de la gente derrochaba amabilidad a nuestro paso, creando un ambiente de bienestar. Todos nos saludaban, todos nos invitaban a visitar sus hogares, a comer con ellos, a compartir unas tazas de t... una calidez personal que desde nuestro paso por la Polinesia no encontrbamos. Bawean es un importante centro musulmn donde la religin establece la base de la vida cotidiana. Era un lugar poco frecuentado, sobre todo por europeos y quiz este fuera el motivo de la grata acogida con que fuimos recibidos. Los barcos quedaron repletos de fruta y verduras, asistimos a fiestas y bailes tpicos, nos llevaron de excursin, nos mostraron sus escuelas e incluso impartimos unas clases de ingls a los alumnos. Un fuerte contraste con los das vividos en Bali; el bullicio, la suciedad, oleadas de ciclomotores, personas totalmente ajenas a sus semejantes... ahora volvamos a nuestro trpico. Tras esta reparadora escala continuamos el viaje ambos barcos, empujados por una brisa bien recibida por nuestras velas. De nuevo desfrutbamos del placer de navegar rumbo hacia el prximo lugar de fondeo. No todo fue favorable durante nuestra travesa por el mar de Java. Las singladuras saltando de isla en isla a veces duraban varios das y el trfico por estas aguas era bastante intenso. Flotas de pesqueros y buques de medio
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porte nos obligaban a estar ms que atentos durante el transcurso de la navegacin. Una noche, bastante oscura y con viento fresco, distinguimos las tenues luces de una embarcacin que navegaba con rumbo casi paralelo al nuestro, acercndose hacia nosotros. No era algo extrao, se trataba posiblemente de un pequeo mercante que realizaba una navegacin de cabotaje entre islas, puls las teclas del piloto automtico para cambiar nuestro rumbo y pasar por la popa de la ya prxima embarcacin. Estbamos muy cerca de ella cuando distinguimos con horror un grueso cable de acero frente a nosotros, pero no era eso lo peor; a escasos cien metros de aquel barco y por popa de l remolcaba una enorme gabarra, oscura y sin luces, que se abalanzaba directamente hacia nosotros. Salt primero a los mandos del piloto para desconectarlo y de all otro salto hasta alcanzar la rueda del timn para meterlo todo a una banda, mientras que Esperanza arrancaba el motor para intentar separarnos como fuera de aquella mole de hierro que se nos echaba encima. Las velas se acuartelaron y gracias al motor a su mxima potencia conseguimos pasar a menos de un metro de la gabarra, medio hundida, con una carga de bloques de piedra y sin portar siquiera una pequea luz. Las olas que produca inundaron la baera del ARCHIBALD. Por suerte todo haba acabado en un buen susto, pero... Unas horas ms tarde, ya ms relajados, Espe dormitaba en cubierta. Distingu de nuevo luces por el horizonte y me puse a observar el radar programando sus alarmas, no quera tener de nuevo otro encuentro como el anterior. Por muy raro que pareciera no se distingua eco alguno en la pantalla del aparato, ni siquiera en la escala de ms alcance... De repente Espe empez a gritar: ARRANCA EL MOTOR, QUITA EL PILOTO, SE NOS VIENE ENCIMA...!! De nuevo bamos al encuentro de un remolcador-cable-gabarra, con la diferencia que esta vez las luces del remolcador eran mucho ms tenues que el anterior y la gabarra iba vaca, y era ENORME. El radar no avis porque estaba demasiado cerca, las luces, debido a su baja intensidad parecan lejanas, pero estaban al lado nuestro. Soltamos las escotas de las velas y dimos atrs toda con el motor, las olas del remolcador nos separaron de l pero nos gir en redondo, cambiamos marcha avante para huir del cable y la gabarra pero sta lleg a golpearnos en la popa, por suerte el casco de hierro del ARCHIBALD slo sufri un rasguo. De nuevo habamos tenido suerte. An hubo un tercer remolcador aquella noche, pero esta vez lo distinguimos perfectamente en la pantalla del radar, quitamos las velas quedando parados a bastante distancia del convoy y no volvimos a arrancar hasta que no estuvo muy alejado de nosotros. Al amanecer no se vea a nadie por el horizonte.

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Durante la noche no pudimos contactar con los CIBELES por radio, estaban algo alejados de nosotros, y fuera del alcance visual. Cuando conseguimos comunicar nos dijeron: ...una noche esplndida, no hemos visto ni un alma, casi la hemos dormido de un tirn... Das despus, ya en Malasia, le comentamos lo sucedido a un profesional del mar, ste nos inform: En estas aguas los marineros son muy supersticiosos y aseguran el mal agero si otra embarcacin les cruza por su proa, por eso tratan siempre de ser ellos los que pasen por delante de los dems, a veces tardan un da en conseguirlo, desvindose de su ruta si es necesario... Una tradicin que, segn informes reportados le ha costado caro a muchas embarcaciones. A buena hora nos llegaba esta informacin! Al margen de estos imprevistos encuentros, la navegacin por estos mares orientales transcurra en perfectas condiciones; suave viento a favor, mar llana, algo de pesca... pero cada vez que apareca un barco en el horizonte no le quitbamos ojo de encima hasta averiguar de qu tipo de embarcacin se trataba, si vena o se separaba de nosotros y sobre todo... Si era un remolcador con su gabarra! Navegando por el mar de China y en un fondeadero cercano a la gran isla de Borneo coincidimos con un grupo de barcazas de pesca, pintadas con vivos colores, tpicas de la zona. Bajamos a tierra para tomar un buen bao en un arroyo cercano y al regreso fuimos a saludar a nuestros vecinos, que descansaban en sus casas flotantes. Ya saba que tanto los pescadores indonesios como los malayos son gente extremadamente corteses y hospitalarios, a la vez que muy tmidos con los extranjeros, a los que no estn nada acostumbrados, quedando muy extraados por nuestra inesperada visita. Inmediatamente nos invitaron a subir a bordo ofrecindonos una taza de t. La conversacin transcurri usando nuestro bsico Bahasa y su escaso ingls, entendiendo que se dedicaban fundamentalmente a la pesca del cumicumi. Qu es cumi-cumi? No haba forma de comprender, hasta que el ms espabilado nos llev hasta la bodega de proa, la cual estaba abarrotada de... Calamares! Nos hicieron entender que los haban pescado la noche anterior, no tuvimos tiempo de pedirles unos cuantos, segundos despus ya tenamos preparadas dos bolsas de aquellos fresqusimos calamares, a cambio regal mi vieja gorra al que pareca ser el capitn, puesto que no tena nada ms que ofrecer. Dos horas despus, estando nosotros a bordo del ARCHIBALD y justo en plena siesta, escuch unos ruidos en cubierta. Por las escotillas pude ver que
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nuestros vecinos nos devolvan la visita. Al salir vi que su pesquero estaba amarrado al costado del barco, lo haban hecho con mucha suavidad, poniendo trapos envueltos en madera a modo de defensas para que las embarcaciones no se rozasen. La tripulacin, siete personas, esperaban oficialmente ser invitadas a venir a bordo. Al menor gesto que hice saltaron sobre cubierta y como caa una ligera lluvia un momento despus todos nos encontrbamos acomodados en el interior del ARCHIBALD. Con el mayor respeto todos ocuparon un sitio alrededor de la mesa del saln mientras les ofreca dulces y galletas y Esperanza preparaba caf para todos. A la mayora de los occidentales acomodados tal situacin hubiera supuesto un motivo claro de histeria y prdida de la razn, pues verse invadidos de repente por una banda de chinos salvajes y desarrapados no era para menos. Por el contrario nuestros invitados se mostraron educados en todo momento, casi avergonzados, pidiendo perdn y dando las gracias a la menor ocasin. La conversacin discurri bsicamente como siempre: Ests casado? Cuntos hijos tienes? Dnde vives?... Luego lleg la parte de los regalos: ropa, alguna herramienta, paquetes de galletas, tabaco, caramelos... de lo cual siempre hay que llevar un buen cargamento a bordo para estas ocasiones. En las despedidas observ que el tripulante ms joven tena una herida en el brazo y me ofrec a currsela, un minuto despus todos mostraban sus dolencias esperando tratamiento. Fue el capitn quien tras aplicarle una pomada aromtica en su dolorida espalda se mostr ms agradecido, la parrafada que solt fue tremenda, todos asintieron con sus cabezotas, discurso del que lamentablemente no pudimos entender nada en absoluto. A los pocos minutos uno a uno regresaron a su pesquero siguiendo con sus agradecimientos, inclinando su testa al estilo oriental. Les ayud a soltar sus amarras y partieron de nuevo a su faena pesquera. De repente observ un bulto sobre cubierta, era un viejo saco conteniendo en su interior... Calamares!, ms de diez kilos de calamares, algunos frescos pero la mayora ya secos, aquello era lo nico que podan ofrecer. Son pocos los viajeros que se adentran por estas aguas y menos los que entran en contacto con sus lugareos. La fama de sanguinarios piratas, indonesios o malayos, ha recorrido la literatura clsica y contempornea con una certeza inmerecida pero muy sugerente para realzar esta recndita parte del mundo. Las guas de navegacin, por cierto americanas, advierten de los peligros y aconsejan evitar la proximidad de costa, hacer breves escalas y navegar en conserva junto con otras embarcaciones. A veces he coincidido con alguna de estas pias nuticas; pocos bajan a tierra por temor a la Malaria, no entran en contacto con los habitantes ribereos por recelo a contraer infecciones, siempre fondean lejos de los pescadores por miedo a robos y violaciones... No cabe duda que existe gente con malas intenciones en cualquier lugar del planeta y siempre hay que tomar las debidas

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precauciones, pero a veces el correr algunos riesgos, proporciona una visin personal del mundo mucho ms amplia. Quiz est equivocado pero mientras otros viajan con gran sensatez y absoluta seguridad yo seguir comiendo calamares a la vez que ofrezco mi amistad. La ruta hacia Singapur nos llevaba ahora por un entramado laberinto de islas, todas habitadas, que invitaban a escalas para aprovisionarnos, descansar y relacionarnos con sus habitantes. El viento volva a escasear y tanto CIBELES como ARCHIBALD deban avanzar a golpe de motor. Durante aquellos das, al llegar el atardecer buscbamos una caleta segura donde fondear para pasar la noche y a la maana siguiente continubamos camino o visitbamos el lugar, segn nos apeteciese. Una de estas escalas fue la isla de Karimata, mayor que las dems y algo ms desarrollada. Ya cerca distinguimos una carretera sin asfaltar que bordeaba la lnea costera de cocoteros en direccin al supuesto pueblo. Desembarcamos en un viejo malecn y los cuatro comenzamos a caminar hacia donde pareca estar la pequea villa, pero al momento un grupo de chavales subidos en ciclomotores se ofreci a llevarnos hasta lo que ellos llamaban su ciudad. Maribel y Esperanza embarcaron de paquete en sendas motocicletas y tras una nube de polvo desaparecieron de nuestra vista... al igual que la mayora de los motoristas. Julio y yo conseguimos plaza en una vieja Vespa, cuyo conductor, ms bien despacio, hizo avanzar su mquina, pero en sentido contrario. -Julio, las chicas se han ido por el otro lado dije. -Ya me he dado cuenta respondi-. Eh t, campen!, por aqu adnde vamos? interrog a nuestro piloto. -BINTANG, BINTANG, beber cerveza! respondi el indonesio. Y as fue; al rato, despus de infinitos baches y un par de cadas llegamos a un chiringuito en medio de la selva donde, adems de mil y un artculos de todo tipo, tenan cerveza marca Bintang, calentita, por supuesto. Parte del grupo motorista estaba esperndonos y todos aceptaron gustosos nuestra invitacin a una ronda. Los menos musulmanes, es decir, la mayora, pidieron cerveza, el resto limonada, acompaado de una fritura de pescado vagabundo. -Oye Julio; Qu habr sido de las chicas? -No s, espero que no monten ningn folln, estos pobres chinitos no tienen ninguna culpa. Ves pagando y vamos a decirles que nos lleven al pueblo. -Pagar? Pero si el dinero lo lleva Espe... le respond. -Vaya contratiempo, mi dinero tambin lo lleva Maribel. Bueno, les diremos que paguen ellos y que cuando encontremos a las chicas les devolveremos el dinero, as nos llevarn ms rpido.

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Tardaron un poco en comprenderlo, pero nos llevaron al pueblo como si se tratara de una carrera de motocross, incluyendo unas cuantas cadas. Todos los habitantes se amontonaban en la calle principal formando un gran corro muertos de la risa, en el centro se encontraban nuestras compaeras con las mochilas llenas de compras y Maribel, desgaitndose, regateaba como una posesa el precio de un enorme meln que mantena debajo del brazo. Al vernos grit: Julio, dile a ese chinito del bigote que no voy a pagar lo que me pide por este meln podrido! Ese da fuimos invitados a comer por el maestro del pueblo y el t lo tomamos en casa del que pareca ser el alcalde, todo gracias a las relaciones establecidas por Espe y Maribel en nuestra ausencia. El uno de octubre, a las tres de la madrugada, navegando despacio, empujados por una ligera brisa en una mar llana, Esperanza me despert con apuro: -Coca! levntate, rpido. -Qu pasa, hay algn remolcador cerca? pregunt an medio dormido. -No, todo va bien, pero mira la pantalla del GPS respondi. -Bueno, vamos un poquito despacio, pero por lo dems... -Estamos a punto de cruzar el Ecuador, -me interrumpi-, tienes el tiempo justo para disfrazarte. -Disfrazarme...? -S, de Neptuno. Tienes tu disfraz ah encima. La fiesta es en cubierta. Date prisa! La noche era preciosa, increblemente estrellada; la mesa de baera estaba repleta de elaborados manjares tropicales, incluyendo una botella de champaa fro, de dnde habra salido? Era el primer paso del Ecuador para Espe, al menos en velero y la fiesta toda una sorpresa. En el momento en que el GPS dud cul era su latitud brindamos, el flojo viento ces hasta que el barco qued parado, entonces aprovechamos para tomar nuestro primer bao en el hemisferio norte; no podamos haber elegido un lugar ms extico, en pleno mar de la China, distinguindose por todo el horizonte los tenues candiles de los pescadores indonesios. Haba navegado por Los mares del Sur durante diecinueve meses casi sin haberme dado cuenta, de nuevo me encontraba en la parte Norte, en el lado del progreso, de las prisas, del gento, de las rivalidades; de las luchas. Con toda seguridad el dios Neptuno, con su squito de Nereidas y Tritones, tendra su lujoso palacio marino en las aguas que habamos dejado atrs.

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EXTREMO ORIENTE: MALASIA Y SINGAPUR Unos das ms tarde, navegando a motor entre los canales formados por las numerosas islas de Indonesia se abri ante nosotros un espectculo increble, enfrente tenamos Singapur, la isla ms evolucionada del mundo, que contrastaba con las cercanas a la vez que salvajes costas de Indonesia y Malasia. Desde la cubierta del ARCHIBALD y en tan slo un golpe de vista podamos contemplar los tres grandes pases asiticos. Singapur es un pas muy pequeo y la ciudad ocupa la totalidad de su territorio que se cie a una nica isla. Desde aqu se controla la economa oriental; ser el centro comercial y financiero de esta parte del mundo le otorga el ttulo de Tigre Asitico. Es lugar obligado de paso para buques entre oriente y occidente; miles de gigantescos mercantes, superpetroleros, etctera, aguardan su carga fondeados frente a la costa, aquello se asemejaba a un inmenso parking acutico. El canal formado entre Singapur e Indonesia es constantemente cruzado en todas direcciones por naves de todos los tamaos, atravesarlo fue tan peligroso como navegar entre remolcadores y gabarras sin luces. Una vez a salvo, en la zona de fondeo para buques fuimos costeando la isla buscando un lugar donde echar el ancla, en ese momento escuch la voz de Julio por la radio: -Acabo de leer en la gua nutica que el fondeo para yates en Singapur est prohibido, hay que ir a un club nutico y ni te cuento cuales son los precios... -Ni hablar! Nosotros estamos cansados, en el primer sitio bueno se me va a caer el ancla, ya puede venir quien sea... repliqu. -Tranquilo, tranquilo, que hay ofertas, mira la carta de navegacin. Un poco ms al norte, en la costa de Malasia, encontrars el estuario de un ro, all hay un buen fondeadero. Nos vemos por all esta tarde. Cuando llegamos, el CIBELES deba llevar un buen rato anclado. El sitio era tranquilo y en Malasia no haba tantas restricciones como en Singapur. Al terminar nuestra maniobra recibimos la visita de Julio y Maribel en su pequeo bote. Ya a bordo y frente a unas cervezas el capitn del CIBELES comenz a explicar: -Desde aqu, a unas cuantas millas ro arriba hay un lugar que se llama Sebana Marina, no viene en la gua pero me dio las coordenadas hace algn tiempo Pedro del FURCA. No hay que hacerse muchas ilusiones porque Malasia, en fin, no es Singapur, pero imagino que al menos estaremos tranquilos. Otra cosa, este ro es un laberinto, as que hay que navegar atento a las cartas electrnicas, son ms precisas que las de papel. Si os parece maana temprano nos ponemos en marcha. Poco despus del amanecer los dos veleros empezaron la navegacin. La selva tropical invada las dos riberas del ro, suficientemente ancho y profundo para cualquier tipo de embarcacin. Una neblina vaporosa cubra la
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superficie del agua junto a una fina lluvia que caa del cielo encapotado; exactamente como en las pelculas, pero esta vez nosotros estbamos all. La navegacin fluvial comenzaba a ser montona, doblbamos un recodo para ver un trecho ms de ro con otro recodo al fondo, existan afluentes, pequeas islas y el manglar, comienzo de la impenetrable jungla. Pasaban las horas sin encontrarnos con nadie, estaba ya cuestionndome si por all pudiera haber algo civilizado cuando una construccin enorme semejante a un palacio surgi en medio de aqul denso verdor -Julio! Crees que eso es la marina? interrogu va radio. - No lo s, la posicin ms o menos es esta, pero no veo barcos... bueno, alguno hay. Lo mejor ser acercarse y preguntar. Aquello no tena aspecto de instalacin deportiva, pero poco a poco distinguimos unos pantalanes donde se encontraban amarrados media docena de veleros. El edificio era enorme, de construccin moderna y estilo colonial, la mayor parte en madera de buena calidad. Los muelles estaban desiertos, as que amarramos donde mejor nos vino en gana, sin salir todava de nuestro asombro. Al rato lleg, caminando despacio, lo que pareca ser un operario de las instalaciones: -Buenos das! Bienvenidos a Sebana Coves Marina nos dijo en perfecto ingls. -Hola machote; acabamos de llegar y hemos amarrado aqu sin preguntar, si quieres nos podemos cambiar... comenz explicando Julio. -Oh!, no se preocupen -interrumpi el operario-. Aqu estn bien, los pantalanes se encuentran prcticamente vacos puesto que estamos en temporada baja... Aqu tienen las conexiones de agua, luz y telfono, pero si quieren televisin e Internet tendrn que cambiarse a la ltima fase, est un poco lejos... -No, no... Aqu estamos bien, muchas gracias. -Estupendo, y ahora, cuando se desocupen por favor psense por las oficinas. Muchas gracias. concluy el tipo. Julio y yo nos dirigimos a las oficinas mientras Espe y Maribel aprovechaban al mximo el agua corriente para lavar todo; endulzar la cubierta, hacer colada, llenar los depsitos... por si acaso. -Mira qu sitio! me comentaba Julio-. Aqu nos van a dar un palo de los gordos, pero bueno, nos quedamos hoy y maana tempranito nos largamos a fondear en el ro, luego ya veremos qu hacemos... A nuestro regreso la primera cuestin la plante Maribel: -Qu!, hay que irse ya? porque a mi me falta algo de ropa por lavar y... -Nos quedamos quince das, -interrumpi Julio-. Esta marina es la ms barata del mundo! Y adems escucha -comenzando a leer el folleto informativo que nos haban proporcionado-, podemos hacer uso de las piscinas, gimnasio, sauna, hidromasaje, sala de reuniones, televisin, Internet... dos veces por semana hay un autobs gratuito que va al pueblo y

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todos los das un ferry hace el trayecto hasta Singapur ida y vuelta, pero... Mmm... Para eso hay que pagar. Cinco minutos despus ya habamos reservado mesa en el restaurante para la noche y nos encontrbamos sumergidos en la gran piscina de hidromasaje. Empezbamos a tener conciencia de lo que era el Lujo Asitico; disfrutamos de una exquisita cena oriental en las terrazas del restaurante anotando su importe a nuestra cuenta, hicimos varias excursiones por los alrededores y nos percatamos que la marina formaba parte de un gigantesco resort con campos de golf, hoteles y urbanizaciones de lujo... en medio de la jungla malaya. Esperanza tena que regresar a Espaa, su vuelo ya no poda ser retrasado, as que un par de das antes de su viaje, con las maletas ya hechas, tomamos el ferry que una la marina con la isla de Singapur. Aquel pas era impresionante, el metro elevado transportaba a sus pasajeros por una ciudad futurista, que de repente cambiaba a colonial y luego al mejor estilo de oriente, alternando con los ms bellos parques y jardines. Singapur quiere ser centro de todo: centro arquitectnico, centro del comercio asitico, mayor puerto mundial... pero limitado a la superficie de la isla. En cierto modo me recordaba a los poblados Cuna de las islas de San Blas; no quedaba sitio para una nueva choza. Aqu gente de todo el mundo convive en armona, unidos por la competitividad especulativa a todos los niveles. Visitamos la bulliciosa China Town y Little India, mercadillos enormes donde todo se compra y se vende, iglesias catlicas frente a mezquitas rabes y templos budistas, gigantescos almacenes con la ltima moda en electrnica; 3D, realidad virtual, cmaras, ordenadores, videos... y por supuesto la palabra de moda: DIGITAL. Al parecer lo ELECTRNICO estaba en franca decadencia. Por la calle gente de todo tipo corra de un lado a otro maletn en una mano y telfono mvil en la otra; encontramos tambin pequeos negocios tradicionales, vendedores ambulantes, minsculos altares hinduistas rodeados de ofrendas florales... todo envuelto en un aroma de sndalo mezclado con curry. Al da siguiente acompa a Espe al aeropuerto, llegbamos tarde y casi no hubo despedidas. De nuevo quedaba solo, triste; pero viajar es as, entre bienvenidas y despedidas de lugares y personas, pero tena el presentimiento de que no pasara mucho tiempo antes de volverla a ver. An continu un par de das ms en la gran ciudad, necesitaba unos repuestos para el barco y aprovech para gandulear un poco por los barrios ms tpicos, sin prisas, visitando almacenes tiendas, restaurantes y
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observando el bullicio que se montaba desde el amanecer hasta ya bien entrada la noche. En Singapur la palabra Raffles, nombre del famoso gobernador ingls de la poca colonial, es sinnimo de lujo; el clebre hotel as lo demuestra. Dos veces lo visit, la primera por no llevar pantaln largo slo pude contemplar algunas dependencias, la segunda lo recorr entero, inclusive me atrev a tomar un aperitivo sentado en una mesa de la veranda principal, todo un despilfarro. La marina deportiva ms elitista de la Isla, que por supuesto se llama Raffles, gracias a mi aspecto nutico y europeo, pude acceder a ella sin problemas y pasearme por sus instalaciones como Pedro por su casa. Haba Internet gratuito, a las doce del medioda la direccin ofreca un cctel en la piscina, en los aseos siempre haba toallas, jabones aromticos y colonias para quien quisiera tomar una refrescante ducha, incluso exista una lnea gratuita de autobs para desplazarse hasta cualquier parte de la ciudad. Fuera de lo mencionado el precio de los diferentes servicios eran abusivos, sus instalaciones nuticas las peores que he visto nunca, al contrario que sus gimnasios, canchas de tenis, salas de juego...; pero era un lugar privilegiado para establecer relaciones sociales, lo que aprovech para recabar informacin sobre las escalas de mi prxima ruta junto con alguna recomendacin personal. El ltimo ferry que parta hacia mi marina en Malasia lo haca a ltima hora de la tarde, aprovech para ir al almacn de nutica donde haba encargado unas piezas del motor para reponer. Una vez all pregunt a una empleada por el encargado responsable de mi pedido, ella me respondi: -En estos momentos no se encuentra disponible, pero sintese y aguarde un poco, en quince minutos le atender. -Pero seorita, tengo prisa repliqu-. No podra localizarle para que le dijera dnde est mi encargo? -Lo siento, pero en estos momentos no puede ser molestado. -Ah! Entiendo, est reunido... aventur. -S afirm la seorita-. Se encuentra reunido... con Al. Es la hora de sus rezos, est en la Mezquita. Realmente no tena prisa, esper pacientemente y a los quince minutos exactos apareci aquel hombre amable, me entreg el paquete, todo en perfecto orden, le pagu y me despidi con una amplia sonrisa. No iba a ser yo quien le interrumpiese su comunicacin con su Jefe de Arriba. En Espaa hubiera sido distinto y seguramente hubiera compartido con aquel operario un delicioso cafetito en el bar de la esquina. Aquella tarde, cuando regres a mi marina de Malasia me asombr no ver al CIBELES junto a mi barco, ech un vistazo general por todas las instalaciones y no haba ni rastro del velero. Al llegar al ARCHIBALD me

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encontr una nota de Julio, en ella me comentaba que l y Maribel haban empezado a agobiarse, estaban ya hartos de piscinas, saunas, y sobre todo de aquella soledad, rota de vez en cuando por el personal de mantenimiento. Era verdad, aquello era una especie de crcel, una jaula de oro en medio de la selva. Ahora si que me encontraba solo de verdad. Tena trabajos que realizar a bordo, mucho ms cmodo hacerlos amarrado en la marina, as que comenc a poner a punto el barco alternando con sesiones de gimnasio, natacin y sauna. Aquello era vida... hasta que varios das despus yo tambin empec a desesperarme. Estar all encerrado era distinto de navegar solo, difcil de entender pero as es, incluso pens en terminar los trabajos fondeado en algn recodo del ro... pero ese da recib un correo del CIBELES: Estamos anclados frente a Johor Baru, una ciudad grande y muy divertida, un buen sitio para hacer las ltimas compras. No est lejos; sal del ro y pon rumbo Norte, navega entre la costa de Singapur y Malasia hasta que un puente te corte el camino, all estamos nosotros. Si sales por la maana temprano, al atardecer estaremos frente a unas cervezas. Saludos. Era lo que estaba necesitando; un poco de compaa. Fui a las oficinas para despedirme y al da siguiente, muy temprano, con el ARCHIBALD repleto de agua y gasoil, descenda el ro bajo la eterna lluvia fina. El da se fue aclarando, despejando todo el horizonte, sin embargo pareca que las nubes cubran nicamente la zona de la jungla. Ser posible que slo llueva encima de la marina? Pens. Los CIBELES tenan razn, tras una navegacin sencilla y sin viento distingu el puente que une Malasia con Singapur. Las dos costas estaban repletas de edificaciones, algo ms destartaladas en la zona malaya, donde varias lanchas y dos veleros se encontraban fondeados, uno era el CIBELES sin duda y el otro... Conforme iba acercndome lo vi mejor, era grandote, un poco descuidado y ya ms cerca... Con bandera espaola! No poda creerlo, era el PROTEUS, el salvador, quien me rescat al naufragar con mi YA VEREMOS, haca varios aos que le haba perdido la pista. Empec a darle vueltas gritando, hasta que de su interior surgi un tipo enjuto, quemado por el sol y con cara de despistado tras unas enormes gafas. No haba duda, era Jess. -Hola! Vaya barco tienes ahora dijo-. Psate ms tarde y tomaremos caf. Dicho esto volvi a desaparecer. Segua siendo el mismo. Tras fondear ech el bote al agua y visit a los CIBELES, me pusieron al corriente de aquel lugar: -En Johor hay de todo, es muy fcil desplazarse en autobs, -explicaba Maribel-. Hay mercadillos locales y chiringuitos de comida por todos lados,
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hemos localizado un supermercado enorme cerca de aqu y si quieres ir a Singapur no tienes ms que ir al puente y subirte en el primer autobs; media hora despus te deja en el centro. Nosotros ya hemos ido cuatro veces, vamos por la maana y regresamos por la tarde... pero que no se te olvide el pasaporte. Cuando les coment que el barco vecino era Jess no lo podan creer. -Jess del PROTEUS! exclamaron-. No puede ser!; lo hemos visto llegar esta maana temprano, ha fondeado lejos, creamos que sera algn gringo... -Vamos inmediatamente a verlo! concluy Julio. Desde Curacao, en las Antillas Holandesas, haba perdido todo contacto directo con Jess. Por unos y otros, a travs de la radio, supe que haba navegado por todo el Pacfico prcticamente solo y que al llegar a la zona del ndico haba tenido problemas... Es cierto -nos relat Jess frente a la taza del caf prometido-. Cruc Panam y pas dos aos por el Pacfico: Polinesia, Fiji, Vanuatu, Australia... Lo que hace todo el mundo. Ms tarde tuve un percance por esta zona, romp el palo mayor y tard mucho tiempo en conseguir que el seguro me mandara uno nuevo, mientras tanto navegu a motor de aqu para all... Cuando el nuevo mstil qued instalado ya estaba acostumbrado a vivir en esta regin y... ya llevo por aqu ms de dos aos y estoy preparndome para el tercero. Una temporada subo hacia Tailandia y la siguiente voy por el otro lado hasta Vietnam. Mi barco es grande y con las escasas rentas que tengo no podra mantenerlo en Europa, en cambio aqu vivo como un Pach, saco algo haciendo algn chrter y sobre todo gastar poco; ya sabis. La verdad es que no me veo otra vez con bata blanca trabajando en un hospital. Jess era mdico. El PROTEUS es un Amel Maramu, un ketch que ronda los quince metros de eslora, destartalado pero grande y espacioso, muy al estilo de Jess, personalizado despus de tantos aos de navegacin. Quedamos en comer todos juntos al da siguiente. Al rato vi a Jess bajar a tierra, no regres hasta entrada la noche... y en compaa. Mmmm, maana veremos pens. Pero no hubo caso, al amanecer el PROTEUS haba abandonado el fondeadero. Emma y Vctor del VULCANO tenan razn, Jess es como el Guadiana: aparece y desaparece. LLEGADA DE EL LARGO Haca das que no miraba mi correo electrnico y al abrirlo una avalancha de mensajes llen la pantalla. Todos eran de mi amigo Fernando Quiles, Quiln o tambin el Largo, que con un flamante mes y pico de vacaciones vena a verme, dispuesto a comerse el mundo, rodearlo veinte veces,

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cruzarse los Siete Mares y sobre todo, compartir conmigo los cinco kilos de embutido que ya haba comprado. Bienvenido! La semana siguiente fue un bombardeo constante de e-mails, hasta que un da fui al aeropuerto de Singapur para encontrarme con mi amigo. Durante la espera comenc a recordar; estudiamos juntos en los Hermanos Maristas hacia ya... Treinta aos? Luego habamos coincidido en varias fiestas, muchas juergas en la poca surfera y... desde la ltima vez que nos habamos visto haba pasado no menos de cinco aos! Lo reconocer? Bueno, espero que l lo haga, era de los primeros de clase, pens, an tendr buena memoria. Mir a mi alrededor y me dije: no lo va a tener difcil, por aqu todos son medio chinos. No hubo problema, al rato tena frente a m un tipo alto, sonriente, mitad explorador mitad jugador de baloncesto, arrastrando una Samsonite que tras los abrazos comenz a hablar: Alumno Ripoll; le traigo recuerdos del Hermano Inocencio y sus compaeros de clase... Terminando su grata pero larga conversacin un mes despus, el da de nuestra despedida. Quiln vena del mundo donde lo cotidiano era los nervios, las prisas, las tensiones; el dinero lo ms importante y la perdida de tiempo, sencillamente impensable. Muy diferente a mi forma de vida, como se puede entender. Pero Quiln segua siendo de los primeros de la clase y a pesar de que nunca se amold totalmente a mi ritmo tropical disfrut al mximo del tiempo que estuvo a bordo, lo mismo que yo. Con mucho placer, goc de su compaa y de la coleccin de productos ibricos que mi buen amigo contrabande desde nuestra tierra. A los pocos das de la llegada de Quiln y en compaa de los CIBELES abandonamos el fondeadero de Johor Baru para rodear la isla de Singapur y adentrarnos en el estrecho de Malaca, bordeado por la isla de Sumatra y la costa malaya, clebre por antiguas leyendas de la poca colonial y con ms de una historia de piratas. Este amplio y largo canal tiene el mayor trfico mercante del mundo; lo cruzan ms de dos mil navos semanales y alguna noticia de pirateo pone la nota folklrica a la zona. No es algo que incumba a los yates; los ataques se concentran en los buques mercantes de costoso cargamento y est gestionado por mafias organizadas. Las guas nuticas sugeran a las pequeas embarcaciones costear muy cerca de Malasia para no tener problemas y as lo hicimos; demasiado aburrido para mi gusto. Quiz la costa de Sumatra hubiera sido ms agradable, pero estaba desaconsejada y lo realmente peligroso era cruzar el estrecho esquivando los enormes monstruos de hierro que formaban varias interminables filas, tanto direccin Norte como Sur. La navegacin result ser montona y de ritmo muy lento, para desesperacin de Quiln. El viento era casi nulo, el agua oscura y con mucha
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sedimentacin procedente de los numerosos ros malayos, aadiendo adems una constante bruma tropical que nos impeda ver el paisaje ms all de la costa. Desde el amanecer navegbamos, la mayor parte del tiempo a motor, rumbo Norte, hasta la puesta de sol, donde buscbamos algn lugar seguro para echar el ancla y pasar la noche. Haca ya tiempo que no escuchaba a nadie por la radio, no tena contacto con ninguna rueda; ni la de los Navegantes, ni la de Lus, ni siquiera con los Canguros tena conexin; era un problema general de la zona, pues ni CIBELES ni otros veleros lo conseguan. El nico contacto con el Mundo Exterior lo tenamos a travs de Internet; el nuevo aparato funcionaba de maravilla y cada da Fletcher y Esperanza nos enviaban noticias y la tan esperada meteo, pero invariablemente este mensaje se repeta con demasiada frecuencia: el Monzn an no est establecido, calmas en todo el estrecho Si algn lugar de la ruta mereca ser visitado, dejbamos los barcos bien fondeados y las dos tripulaciones bajbamos a tierra para estirar las piernas y comprar algo de fruta y verdura fresca. Julio, que era el empolln de las guas, propuso: A pocas millas de aqu, en Port Klang, hay un club nutico con buenas instalaciones. Qu os parece si dejamos los barcos all y viajamos hasta Kuala Lumpur, la capital? Aceptado por unanimidad! El club en cuestin tambin estaba en el estuario de un ro, era muy lujoso y sus servicios excelentes. El primer da lo pasamos entre la piscina y el bar. Al anochecer, sentados en la terraza, Maribel exclam: -Mirad! Ese de ah no es Jess? Realmente lo era. Se acerc a la mesa y comparti con nosotros una cerveza. -Acabo de llegar nos coment-. Maana viajo a Kuala Lumpur para renovar la visa y solucionar unos asuntos... -Estupendo! Nosotros tambin vamos a la ciudad exclam Maribel-. Podemos ir juntos. -Muy bien, nos vemos maana. Bueno, me voy al barco concluy nuestro amigo. A Jess no lo vimos hasta... Al da siguiente embarcbamos en un moderno tren con destino a la capital. Maribel protestaba: -Casi perdemos el tren por esperar a Jess, ese chico es una anguila! Dnde se habr metido? La ruta discurra entre la jungla y los enormes arrozales, siendo amenizada por la continua conversacin de Quiln. Mi tripulante haba congeniado

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mucho con Julio, pero ste a veces me comentaba: Es buen chaval, pero Vaya cuerda tiene! El contraste al trmino de nuestro viaje fue enorme; pasamos de ver humildes aldeas campesinas, campos de cultivo trabajados con mtodos medievales a una urbe futurista, con decenas de rascacielos, autopistas elevadas, fuentes y jardines de diseo ultramoderno y al fondo, como smbolo del podero asitico, las Torres Petronas; dos edificios gemelos de 452 metros de altura, miles de toneladas de hormign, todo forrado de cristal y acero inoxidable que durante unos aos mantuvieron el ttulo de ser las torres ms altas del mundo. Estuvimos admirando la construccin desde su base un buen rato sin decir palabra, cuando el cuello nos empez a doler, Quiln exclam: -Vamos a subir arriba del todo! Ya... te van a dejar. -contest Julio. -Te crees que eres Sean Connery? La visita a las Torres es posible, pero con muchas restricciones. Al final conseguimos hacer un pequeo recorrido interior gracias a la persuasin de Quiln, que ya hablaba Bahasa casi de corrido y por supuesto a la infinita paciencia de los guardias de seguridad. Continuamos la navegacin frente a la costa de Malasia, cubriendo poco a poco los ms de ochocientos kilmetros que tiene de largo el estrecho de Malaca. Cuando hallbamos algn lugar que mereciera la pena, como en el caso de las islas Penang y Pangkor, hacamos la escala un poco ms larga para realizar las excursiones por tierra recomendadas por Julio, muy bien informado a travs de sus guas. Y as, con poca vela y mucho motor, despus de quince das de navegacin, llegamos a la isla de Langkawi, ltima tierra de Malasia y fin de esta interminable etapa. Efectivamente Langkawi fue una isla especial, aqu nos despedamos de Malasia, pero tambin de Julio y Maribel. sta viajara a Espaa por unos meses y Julio tena pensado hacer unas reparaciones en el CIBELES quedndose por esta zona hasta el regreso de su mujer. El fondeadero principal era seguro y estaba muy concurrido, entre tantos barcos distinguimos uno conocido: el PROTEUS. Ms tarde Jess nos contara que sta era su poca de chrter y realmente su barco estaba lleno de gente: Ya han venido otras veces, estarn a bordo casi un mes, navegando entre Malasia y Tailandia, luego vendr otro grupo y con lo que saque podr vivir el resto del ao. Crees que haciendo esto podra mantenerme en Espaa? Langkawi es una isla turstica, sobre todo para los japoneses, por sus bajos precios. Tambin es puerto franco, por lo que Quiln y yo aprovechamos para llenar el barco de comida y bebida, sobre todo cerveza; muy barata. Por mi parte hice una gran compra de alcohol (una especie de whisky malayo, muy malo pero tambin muy barato) y, cmo no, de tabaco; el internacional
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Marlboro, hecho en el pas y libre de impuestos, una ganga. Fundamental para los regalos que debera hacer durante mis siguientes escalas. La ciudad no tena nada que mostrar, salvo el mercadillo tpico y algunas cafeteras modernas. Era una ciudad bastante aburrida y montona, sobre todo al caer la tarde. La inmensa mayora de la poblacin perteneca a la religin musulmana, Quiln, que an no se haba acostumbrado, protestaba: Son muy lentos para todo. Adems, mira las mujeres, todas iguales, bajitas y con velo. Parecen primas! Haba llegado el momento de nuestra partida, mi compaero vea nervioso el fin de sus vacaciones y yo quera llegar a Tailandia cuanto antes. Nos despedimos de los CIBELES con una gran cena preparada por Maribel; sin picante, al mejor estilo espaol. Durante mucho tiempo iba a echar de menos sus exquisitos guisos. Era final de noviembre, levantamos el ancla y pusimos rumbo Norte. El CIBELES, la isla de Langkawi y toda Malasia quedaban atrs. Tanto Quiln como yo estuvimos largo rato mirando hacia popa. TAILANDIA A las pocas horas de navegacin divisamos por nuestro horizonte la primera isla de Tailandia, nos encontrbamos en un nuevo pas. El agua, ya fuera del estrecho de Malaca, pareca ms limpia y en la superficie cientos de pequeas boyas de pesca se extendan hasta el horizonte. Esto nos obligaba a ir muy atentos para sortearlas, pues la escasa brisa nos haca tener que avanzar a motor, corriendo el riesgo de sufrir una avera grave si varias de estas boyas quedan atrapadas en la hlice, siendo por lo tanto imposible la navegacin nocturna. Decidimos pues avanzar con precaucin, de nuevo saltando de isla en isla y pasar las noches anclados en alguna ensenada protegida. El viento Monzn segua sin aparecer a pesar de las estadsticas, que aseguraban la llegada de estos vientos constantes. En cualquier caso y para desesperacin de mi amigo, nuestro avance prosegua con calmada lentitud. Poco a poco el paisaje martimo fue cambiando. Empezaron a aparecer pequeos islotes puntiagudos, con una vegetacin espesa y verde, surgiendo en donde sta consiguiera aferrarse y crecer. Eran las tpicas islas tailandesas que salen en los reportajes y pelculas, realmente bellas e impresionantes. En poco tiempo estas peculiares formaciones crsticas surgieron por todos lados, un espectculo increble. Aquel da fondeamos entre unas pequeas islas llamadas Ko Rok Nok, frente a una playa de arena blanca. Nada ms terminar la maniobra me ech al agua para echar un vistazo al ancla, Quiln rpidamente me interrog: -Qu tal es el fondo? El agua se ve transparente, parece coral, Has visto algo interesante?

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-He visto buena pesca! respond. La dieta a base de tallarines y verdura se haba acabado. Esa noche cenamos pescado al horno. Durante dos das disfrutamos de aquel espectacular paraje, Quiln no paraba de admirarlo todo: -Has visto qu playas? La arena es blanqusima! Y los bosques de cocoteros?... Tena razn, estbamos entrando en un nuevo Paraso, cada vez nos asombraban ms las islas que iban apareciendo... hasta que llegamos a Ko Phi Phi. -Bueno, creo que no puede haber nada que supere esto comentaba Quiln. No me imaginaba que en el mundo hubiera algo as; por primera vez en mi vida no tengo palabras que puedan explicar tanta belleza... Y realmente era inaudito. No las islas en s, bellsimas, sino que Quiln se quedara sin palabras. Desde su llegada a Singapur no haba parado de hablar; antes de venir se haba estudiado esta parte del mundo desde sus orgenes hasta nuestros das, era como una enciclopedia parlante, recitando de carrerilla todo lo que haba ledo, con algunas cuas sobre recuerdos del cole y derecho fiscal, que no venan al caso, junto con otras de asuntos familiares y laborales. Definitivamente con Quiln era imposible aburrirse, sin embargo tambin era imposible hacer otras cosas. Pero su conversacin era siempre amena e interesante y nunca me cans de escucharle. Al anochecer, cuando ya se me cerraban los ojos, no tena ms remedio que interrumpirle diciendo: -De acuerdo Largo, dejmoslo todo en este interesante punto para maana retomarlo de nuevo y con ms energa. Quiln sonrea y agregaba: -Cierto, yo tambin estoy cansado, pero... a que tengo razn? Alargamos nuestra estancia en las Ko Phi Phi varios das ms de lo previsto. Al margen de su belleza natural, inigualable, haba que aadir el ambiente humano. Estas islas se han convertido en centro turstico de primer orden, pero manteniendo la armona de Paraso Tropical. Gente de todo el mundo llega a este lugar atrado por el buceo, escalada libre o simplemente para admirar sus maravillosas playas al fondo de sinuosas calas. Las Ko Phi Phi estn capacitadas para acoger a todo turista visitante; existen desde hoteles de gran lujo hasta sencillas residencias para mochileros, con todo tipo de restaurantes, bares, tiendas, centros de turismo donde organizan cualquier actividad deportiva, sesiones de masaje, etctera. Todo al mejor estilo tailands e internacional. Pero lo que ms nos llam la atencin fue el gran nmero de turistas occidentales que paseaba por la calle, sobre todo a partir del atardecer. Desde haca varios meses eran pocas las personas con rasgos europeos que vea, salvo los tripulantes de veleros en trnsito, como yo. Incluso visitando
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un pueblo indonesio en compaa de Fletcher nos paramos a conversar con una pareja de alemanes simplemente por el hecho de ser occidentales, los nicos que vimos en bastantes das. A diferencia de esto, durante las noches de Ko Phi Phi slo se vean rubios y rubias con muchas ganas de fiesta, sobre todo las chicas vikingas. Una noche, en mitad de un ruidoso bar alguien nos empez a decir: -Hablis espaol! Sois espaoles! Nos giramos viendo a un tipo sonriente que deca: -Llevo un montn de tiempo por Tailandia y sois los primeros espaoles que encuentro... vamos a celebrarlo. As conocimos a Xavi, un cataln mochilero que trabajaba seis meses al otro lado del mundo, pasndose los otros seis por esta zona... para ahorrar. Enseguida hicimos pandilla, pasndolo en grande en aquel paraso, pero una vez saturados de este ambiente decidimos los tres navegar hasta la isla de Puket, parada obligatoria, donde tena pensado realizar los preparativos y acondicionamientos necesarios para la travesa del Ocano ndico. PUKET El fondeadero de Ao Chalong, al sur de la isla de Puket, estaba repleto de veleros, la mayora preparando la travesa del ndico, unos hacia la India, otros hacia Surfrica y otros, como yo, con destino al mar Rojo. Encontramos un hueco para echar el ancla y bajamos a tierra. Nos enteramos que la ciudad de Puket estaba lejos y adems careca de fondeadero. Este es el mejor lugar para dejar el barco -nos explicaba un navegante italiano-, lo sabr yo, que llevo tres aos aqu. Llegu para comprar algunas cosas y seguir camino; ahora estoy casado y con dos hijos. Llevad cuidado con las tailandesas, son demasiado dulces y cuando te das cuenta... Pero bueno, si queris ir a la ciudad podis tomar el autobs o alquilar un ciclomotor, cuesta lo mismo. Comenc elaborando la lista de trabajos en el ARCHIBALD con vistas a la prxima travesa ocenica, haba calculado no menos de un mes para realizar los trabajos, por supuesto a ritmo tropical, el Monzn an no estaba establecido y era necesario esperar; adems, aprovechando la escala, quera viajar por tierra y conocer un poco este interesante pas. Quiln, que haba ampliado algo ms sus vacaciones, empezaba a ponerse nervioso. -Es evidente que a tu ritmo no voy a poder viajar mucho en el barco deca-. He pensado que podamos hacer un viaje por el interior y conocer el pas, luego yo tendra que regresar a Espaa. Empiezo a echar de menos a mi mujer y a mi hija...

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-Mira Largo -le respond-, me parece bien, pero en este oficio lo primero es el barco y luego todo el resto. Necesito un par de semanas para dejarlo listo, despus vendrn las vacaciones. -Me lo imaginaba. Yo no puedo esperar tanto. Xavi se va maana hacia Bangkok, creo que voy a ir con l; es una buena oportunidad, sabe moverse por estos pases, pero siento dejarte solo. -No te preocupes, estoy acostumbrado dije-. Yo tambin creo que debes aprovechar al mximo tus vacaciones. Hazme una redaccin como las del colegio de los mejores sitios de Tailandia y me la envas, as ir planeando mi ruta. -Eso est hecho, todos los das tendrs por Internet un informe completo asegur. Al da siguiente ayud a Quiln a cargar su enorme maleta en una desvencijada moto y con un Suerte capitn, nos veremos pronto! desapareci junto con Xavi carretera arriba. De nuevo quedaba solo y esta vez sera hasta el final de mi viaje. Siempre me quedo algo triste cuando despus de las despedidas regreso al ARCHIBALD, un sentimiento de vaco lo invade todo. Esta vez no tena tiempo para meditaciones; puse msica y empec a organizarme, un mes pasa muy rpido. Al rato me prepar una buena comida y sintonic la BBC, pareca que en Irak iba a montarse una buena, los americanos estaban desplazando all sus tropas junto con los pases aliados. Bueno pens-, Irak est lejos, de momento estoy seguro aqu, pero vaya! me dirijo hacia aquella direccin... Espero que la guerra no salpique mucho, pero hay que estar atento por si conviene hacer un quiebro hacia zonas ms al Sur. Los problemas a bordo no eran graves, pero s molestos: el molinete de subida del ancla estaba fallando; si bien tena otro motor de repuesto quera llevarlo todo en orden y este aparato es indispensable para fondear sobre todo si navego solo y sin ayuda. El compresor de la nevera haba dejado de trabajar y necesitaba que funcionase para mantener la comida fresca durante las prximas travesas, sin embargo llegado el caso, poda prescindir de ella. Haba estado en contacto con mis amigos de FRIGOBOAT y llegamos a la conclusin de que el problema se encontraba en el electroimn, Eso te lo solucionarn rpidamente en un taller que reparen aire acondicionado para coches fue el ltimo mensaje que recib. Por otro lado el alternador del motor no estaba dando toda su carga y tambin quera darle un repaso al motor de arranque de la mquina principal. Necesitaba un buen taller electro-mecnico y... cmo se pregunta eso en tailands? Haba escuchado que cerca del puerto comercial de Puket haba un varadero para yates con algunos servicios; bueno -me dije-, all al menos

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hablarn algo de ingls. Lo ubiqu en el plano de la ciudad, alquil una moto, dlar y medio por un da! Qu barato! y me puse en camino. Las instalaciones del varadero no eran las mejores que haba visto, ms bien las peores. Al preguntar, un ingls me pregunt a su vez: -T de dnde eres? -Er...Espaol. Le respond. -Ese de ah tambin es espaol; vasco. Lleva aqu mucho tiempo, l te podr ayudar, sabe de todo. Me encontr con un tipo de pelo corto quemado por el sol que estaba enmasillando el timn de un velero. Me puse a su lado y le dije: -Kaixo, estas lejos de casa, no? -Kaixo, s, es verdad, muy lejos. T tambin eres vasco? -respondi. -No, soy de Alicante y mi conocimiento del vasco no llega ms all. Pero podamos tomar unas cervezas. Carlos, mi nuevo amigo, haba viajado a esta parte del mundo junto con su mujer brasilea. En Bali haban encontrado, en no muy buen estado, el que iba a ser su barco; lo compraron por poco dinero y como pudieron llegaron a Puket. El barco ya est casi listo comentaba Carlos-. Faltan unos ajustes en el motor y vamos al agua, he hecho muchos trabajos a bordo y ya tengo ganas de estar flotando. Aqu la gente es muy amable, trabajan bien y la mano de obra es muy barata. Me encanta este pas, pero son un poco lentos. En cuanto a tus problemas continu-, no te preocupes. Conozco el mejor sitio. Los tailandeses lo reparan todo, siempre encuentran la solucin. Te acompaar. Por cierto, slo hablan tailands. Pero llegamos tarde, el taller estaba cerrado. De todas maneras ocupamos el resto de la jornada de la mejor manera posible: bebiendo cerveza y comiendo cosas raras tpicas tailandesas, muy picantes. Jess, el mdico del PROTEUS, Claro que lo conozco! Tambin es vasco, viene por aqu de vez en cuando -deca Carlos-, qu buen barco tiene... pero l es un poco raro, desaparece de repente... A la maana siguiente, temprano, estaba en la puerta del taller con todas mis piezas defectuosas. Me dirig al que pareca el jefe y le dije lentamente: -Good mornig, sir. Is possible -Soly, no Inglis me interrumpi. -No problem. Y dicho esto saqu un papel y un lpiz y con el primer motor en el suelo le dibuje el problema. -Ya, ya, okey, okey... deca afirmando con la cabeza. De esta manera fui describiendo los inconvenientes de cada aparato y al concluir me llev a un calendario sealando una fecha. Dentro de tres das! Este to me dice que en tres das estar todo reparado. Se lo hice repetir varias veces, me confirm que tres das ms tarde todo estara listo. Bueno,

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esto va viento en popa, pens. Si todo va as de bien voy a terminar antes de lo previsto. Regres al cabo de los tres das acordados con las esperanzas perdidas, imaginando que aquellos orientales empezaran con las tpicas excusas y nada estara arreglado, como normalmente ocurre en El Mundo Civilizado, para terminar diciendo: Esto no tiene solucin, lo mejor que puede hace es comprar uno nuevo. Entr en el taller y en el ms puro espaol exclam: Hola Kamicazes! Habis reparado mis cosas? total, no iban a entender nada de lo que les dijera... Se me acerc uno de ellos riendo y afirmando con la cabeza. Puso en el suelo el compresor de la nevera, lo conect a una batera y... El electroimn funcionaba! Lo mismo hizo con el motor de arranque, que giraba como si fuera nuevo; el alternador lo haban limpiado, cambiado las escobillas y un cojinete, que al parecer estaba en mal estado; el motor del molinete tena un bobinado nuevo. Aquello era increble, todo estaba reparado. Carlos tena razn. Le pregunt a aquel tipo el precio de las reparaciones frotando los dedos de la mano y pronunciando la palabra Bat, moneda del pas. Riendo tmidamente dijo algo parecido a zoulsen bat Thousand Bats?, Mil Bats?, Si eso es menos de veinticinco dlares! Le escrib la cantidad en un papel, pero el tipo no comprenda. Saqu mil Bats de la cartera y el tipo los tom haciendo reverencias. Conozco talleres que cobraran eso para no reparar nada y mandarte al cuerno despus. No les dej propina, pero al da siguiente regres con una bolsa llena de ropa en buen estado, herramientas, una radio bastante usada y mi viejo calendario de la chica desnuda, cosas importantsimas que siempre ha de haber en un taller de reconocida categora. Aquellos flacos no paraban de rer y todos salieron a despedirme. Definitivamente los Tais son gente estupenda. Todos los motores quedaron instalados y funcionando a las mil maravillas; termin algunas tareas pendientes a bordo, cambi aceites y filtros del generador y motor principal, llen a tope los depsitos de gasoil... a falta de las cosas de ltima hora, el ARCHIBALD estaba listo para zarpar y en un tiempo record: semana y media. Alquil un ciclomotor y me dirig al varadero para darle las gracias a Carlos, pero no estaba ni l ni su barco. No volv a encontrarme con l, espero que tenga siempre buenos vientos. A mi regreso, cuando pasaba frente a un bar cercano al fondeadero, escuch una voz de ultratumba que deca: -Alumno Ripoll!; no puede usted eructar durante el rezo del Rosario... -Largo, Xavi! Qu hacis aqu? -Cambiamos los planes explicaba Quiln-. Hemos estado recorriendo la isla de Puket y esta noche salimos para Bangkok; venimos a invitarte a cenar. Fue una buena despedida, Xavi, pero sobre todo Quiln, me dieron informacin detallada de la isla, del pas y, si la cena hubiera durado ms,
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del resto del mundo. Gracias a ellos tena una idea clara de qu visitar. Nos despedimos y al da siguiente busqu el mejor lugar donde dejar el barco, protegido pero no muy alejado, fonde con tres anclas y cerr todo. No hagas el tonto y no te muevas de aqu le dije al ARCHIBALD mientras remaba hacia la playa. Mochila a la espalda me dirig al alquiler de motocicletas. -Quisiera alquilar una moto, pero algo ms potente que el ciclomotor expliqu. -Lo siento, slo tenemos este tipo de motocicletas, tambin podemos alquilarle un coche... -Y esa Yamaha 125 de todo-terreno? le interrump. -Lo siento, es de mi hermano. No puedo alquilarla. -Qu casualidad! exclam-. Mi hermana tiene una igual... Te doy cincuenta dlares americanos por diez das. Eso es mucho dinero... Los Tais, cuando quieren, tambin saben llorar. Al final pagu sesenta pavos pero tena la moto, el depsito lleno, la mochila a la espalda y toda Tailandia por delante. Easy Rider! Grit, saliendo del aparcamiento sobre una rueda y sin mirar atrs. Tailandia es un pas diferente a sus vecinos del Sur, posiblemente debido a la religin que se practica en el pas: el budismo. La gente es mucho ms abierta y simptica, siempre sonriente y dispuesta a ayudar y conversar, intercambiando las pocas palabras de su ingls aprendido en la calle. Un pueblo alegre y espontneo a pesar de su pobreza y muy amante de su rey. El hurto no se conoce salvo en las grandes ciudades. Me llam mucho la atencin su cultura y arte oriental, sus bellas costumbres, sus maravillosos templos, las divertidas fiestas religiosas... sin olvidar los prestigiosos masajes tailandeses, muy relajantes y que, pagando un poquito ms pueden acabar en... Final Feliz. En cuanto a su armoniosa naturaleza, no hay ms que ver algn documental o folletos de agencia de viajes para darse cuenta de ello. Regres del viaje cansado y con todo el cuerpo dolorido, entregu la moto y rem hasta el barco. Todo estaba en orden. Me di un bao y me met en la cama, necesitaba dormir bien. De madrugada me despert con un fuerte dolor de riones, me tom un par de Aspirinas pero no me hicieron mucho efecto, por la maana el dolor era casi insoportable. Un clico nefrtico aqu, donde no tengo ayuda ni conozco a nadie? Pas el da entre el dolor y sedado por los analgsicos, pero aquello no ceda. Por la tarde escuch unos ruidos en cubierta, me levant a la vez que escuchaba: -He llegado esta maana, mi barco est fondeado aqu cerca. No lo has visto? -Jess!... necesito un mdico.

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Si bien un poco especial, en definitiva Jess era mdico, justo lo que necesitaba. Otra vez acuda en mi ayuda. Dos das estuve bajo sus cuidados, atiborrado a analgsicos, relajantes musculares y bebiendo agua de lluvia, segn l muy ligerita. El tercer da, a pesar de encontrarme todava dbil, los dolores haban desaparecido por completo... al igual que Jess. El viento haba cambiado y en el fondeadero se estaba incmodo; adems, tena demasiados vecinos. Quera recuperarme en un sitio tranquilo, as que como pude levant las tres anclas y me march a otra ensenada no muy alejada pero totalmente vaca de barcos. Ya empezaba a aburrirme de tanta tranquilidad cuando una maana lleg un velero. No lejos de m arri las velas y dej caer su ancla, al parecer se trataba de un solitario. El barco era pequeo y al mirar por los prismticos vi... No puede ser! exclam-. Lleva bandera espaola!. Me zambull en el agua y nad hasta el barco de mi nuevo vecino. La matrcula era de Vigo y el velero se llamaba SIN RAZN. No haba nadie en cubierta as que llam en espaol. Del interior sali un tipo grande, con el pelo cortado al cero. Nada ms verme dijo: -Hola, me llamo Santiago, soy gallego. T quin eres? Nos pasamos el da charlando. Evidentemente Santiago es un navegante clsico en total extincin. Me mostr su barco, construido por l mismo y a su medida, fabricado en fibra de vidrio; bastante sencillo, incluso dira que demasiado. -Oye Santiago, dnde est el motor? pregunt. -Ah!, no llevo. Los veleros han de navegar a vela contest. -Pero el motor es necesario para entrar y salir del puerto, cargar bateras... objet. -No, no lo necesito argumentaba el navegante-. Mi barco maniobra bien a vela. Bateras? No, no llevo. No llevas bateras? exclam asombrado-. Pero bueno, chico; la electricidad es necesaria, aunque sea para luces, radio, GPS... -Tampoco tengo de eso, -respondi- llevo candiles y un sextante. No poda creerlo y sin embargo as era. All estaba el candil y un poco ms all el sextante; un fogn, unas cacerolas, algunos libros y pocas cosas ms. -Pero... Qu tipo de navegacin haces? Porque en estas condiciones... quise saber. -Sal de Galicia en 1994 rumbo Sur comenz a relatar Santiago-. Llegu a Canarias y all decid dar la vuelta a frica, hacindolo en cuatro aos, no sin problemas; unos sin importancia, otros... -Ya me acuerdo de ti! interrump-. Yo tambin sal de Canarias en enero de 1995 rumbo a Brasil. Tuviste problemas en un puerto de Guinea y acabaste en el talego. Estabas de moda en la Rueda de los Navegantes, nadie saba nada de ti, tu familia estaba muy preocupada, contact con Rafael del
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Castillo y l te localiz a travs de unos radioaficionados. Qu fue lo que te pas? Bueno, yo nunca llev radio, por lo que no poda dar muchas seales de vida; tampoco llevaba bote para bajar a tierra y al llegar a un fondeadero de Guinea, ya de noche, se me ocurri ponerme el traje de neopreno y nadar hasta la costa; necesitaba algo de fruta y verdura. Result que era zona militar y al verme vestido de negro los soldados de guardia pensaron que era un espa y empezaron a perseguirme. Al atraparme casi me rompieron un brazo y acab en un calabozo. All estuve durante unos das hasta que se aclar el malentendido y me sacaron de la crcel, me devolvieron el barco, que estaba confiscado y al final todos nos hicimos muy amigos. -Y la Rueda de los Navegantes? le pregunt. -No s -respondi Santiago-, pero imagino que algo tendra que ver en todo aquello. -Y despus de aquella experiencia, seguiste costeando frica? segu preguntando. -Mira, frica es as; o te tiene como un hermano o te tiene como un enemigo, no hay trmino medio. Pero es increble; sus gentes, sus paisajes, su fauna, los atardeceres, los olores, su ritmo... No es fcil dejar frica cuando ests all. Durante un buen rato me estuvo relatando las peripecias de su viaje por las costas africanas. Santiago dobl el cabo de Buena Esperanza, remont la costa ndica pasando por Mozambique, Tanzania, Kenia, Somalia, hasta llegar a Eritrea ya en el mar Rojo. Pero al ver que frica se le acababa dio media vuelta y puso rumbo hacia la pennsula arbiga. Pas por Maldivas, la India, para terminar en las costas de Tailandia y Malasia. Desde hace unos aos trabajo en Espaa como diseador naval y las vacaciones las paso por aqu, donde tengo mi barco relataba-. Esto es mucho ms bonito y barato que la costa del Cantbrico o Mediterrneo. Santiago, sobre todo, es un gran navegante, con muchos ms conocimientos que todos los dems, donde me incluyo. No tiene GPS, pero no por falta de dinero, pues para su trabajo utiliza potentes ordenadores y siempre lleva consigo una complicada cmara digital... simplemente comenta: Si con darle a una tecla s dnde estoy... entonces me aburro. Durante unos das acompa a Santiago en sus paseos y compras por la zona, luego lleg su novia y el SIN RAZN continu su crucero por las islas tailandesas. Unos das despus comentaba el caso de Santiago a un amigo italiano, a bordo de su hermosa goleta de dieciocho metros, donde navega en compaa de su mujer y su hijo de corta edad. l exclamaba: Eso es navegar, nosotros somos los que estamos equivocados! Mira yo: uno de mis generadores est dando problemas, tengo que cambiar el

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desalinizador porque la lavadora demanda ms agua de la que puede dar, el hidrulico del segundo enrollador tiene una prdida de aceite, el motor principal tiene fallos en la inyeccin, el ordenador no va... Esto es slo sufrir, no navegar! Quedan muy pocos como Santiago, sacndole todo el placer a esta vida de vagabundo del mar al ms puro estilo Julio Villar. Yo no sera capaz. Slo puedo decir: Santiago; TO-RE-RO! Las Navidades llegaban. Recib un correo de Julio CIBELES: Langkawi es muy aburrido y no me gusta estar solo aqu. Voy para Puket, llegar en un par de das. Le di las coordenadas de mi tranquila ensenada y a los pocos das estaba fondeado cerca de mi costado. -Ya no recuerdo la ltima vez que navegu solo. No me gusta. He echado mucho de menos a Maribel... comentaba Julio a su llegada. -No te preocupes -le deca-, aqu no te vas a aburrir. Por cierto, ya que has llegado, me podras ayudar a hacer un trabajito en el barco, nada complicado... -Lo que quieras... si luego me llevas de fiesta -negoci Julio. A la maana siguiente, con la marea bien alta, Julio y yo navegbamos despacio a bordo del ARCHIBALD direccin hacia la playa. -Suelta el ancla por popa, cuando toquemos fondo yo saltar al agua, me das el cabo de proa y lo amarrar a una palmera. Le explicaba a Julio. -La orza est bien levantada? Esto nunca lo he hecho, espero que no haya problemas... -No te preocupes le confirmaba-, cuando la marea baje, el ARCHIBALD en vez de un barco parecer un chalecito. La varada result perfecta; no haba viento y el mar estaba totalmente en calma. El ARCHIBALD qued en seco como cualquier pesquero tailands. -Ahora tenemos doce horas antes de que la marea est de nuevo arriba inform a Julio-. Hay que limpiar el casco de algas conforme vaya bajando el agua, echar agua dulce para quitar la sal y cuando todo est seco, pintar con la pintura anti-incrustaciones. Sencillo! -Claro! -Protestaba mi amigo. Menudo curro! Espero que luego la juerga est en consonancia con el trabajo. No fue para tanto, cuando la marea comenz a subir la pintura estaba ya seca. Un trabajo perfecto. Ahora el ARCHIBALD estaba ya totalmente dispuesto para el cruce del ndico. Dejamos la tranquila caleta para fondear nuestros barcos en Ao Chalong, otra vez entre el bullicio de los casi doscientos veleros que all se encontraban; botes que iban y venan ensordecindonos con sus ruidosos motores fueraborda, pesqueros y lanchas de excursionistas navegando a toda velocidad casi rozando los barcos... Encontramos un hueco al lado del
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GUARDIAN, el velero brasileo que dejamos en Bali y que tambin acababa de llegar. -Oi, Sombra!, e la nevegaao, tudo bom? le pregunt a su barbudo capitn. -Oi Coca, tudo perfeito... bueno, hemos roto la vela mayor, el motor no arranca y el bote lo perdimos. Por lo dems... Bueno, si necesitis ayuda... hacer los papeles de entrada en el pas, buscar un buen mecnico... me ofrec. Muito obrigado meu amigo, de momento una carona en tu bote para bajar a tierra y beber unas cerveijinhas. Una semana ms tarde la vela del GUARDIAN segua rota, el motor sin reparar y su tripulacin sin haber hecho los papeles de entrada. Haba mucho que celebrar; a Julio le deba una noche de juerga y Atila, el hijo de Sombra, cumpla aos. Alquilamos un par de ciclomotores y los cuatro nos fuimos a la playa de Patong, al otro lado de la isla de Puket. Patong es exactamente igual que el resto de playas tursticas del mundo; con sus hoteles, restaurantes, tiendas de artesana, bares discotecas, boutiques, etctera. Cientos de turistas recorren sus avenidas a todas horas, luciendo nuevos diseos de Lacoste, brillantes Rolex en las muecas... naturalmente todo ello trucho. Despus de cenar nos metimos en un bar-terraza, provisto de muchas barras. Nada ms entrar fuimos literalmente atacados por una horda de seoritas que decan: Venid a mi barra!; No, venid a la ma...! al final conseguimos abrirnos paso y conseguir algo de beber. Seguamos acorralados por las chicas tailandesas hasta que de repente entr un grupo de nrdicos altos, rubios, supuestamente con buena cartera, abalanzndose todas sobre ellos y dejndonos en paz. Al principio aquel bullicio pareca gracioso, pero luego empec a aburrirme; al rato Sombra, como su nombre indica, desapareci en la oscuridad, su hijo, que acababa de cumplir veintitrs aos, dorma plcidamente en una butaca, deba de estar acostumbrado; a Julio lo vi con una copa en la mano, controlando desde un ngulo de la terraza. Se me acerc una de las chicas, muy insinuante, dicindome: -What is your name, please? No me encontraba muy inspirado y lo que realmente me apeteca era marcharme de all as que le respond: -My name is... No Name. -Really? Exclam. -Sure le dije. Al or esto dio media vuelta y se larg. Yo hice lo mismo; sal a la calle y comenc a dar un paseo. Era las dos de la madrugada y por la calle haba ms gente que nunca; bares, comercios, restaurantes, discotecas... todo

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abierto, casi a rebosar. Llegu andando hasta la playa, al menos all haba algo ms de tranquilidad. Di una vuelta para respirar el aire del mar y regres de nuevo a la zona animada. Ahora el gento era increble, me fui abriendo paso hasta entrar de nuevo en el bar, a empujones intent llegar al lugar donde haba dejado a mis amigos pero no los vi all, ni tampoco encontr nuestra barra, las camareras no eran las mismas, ni siquiera las luces ni la decoracin se parecan. Me haba equivocado de bar! Sal fuera y tampoco la calle era la misma. Recorr la zona, abarrotada de multitud y todos los bares, incluso las calles, se parecan. Baj hasta la playa para tomar de nuevo referencias pero nada, me haba perdido totalmente; no encontraba el bar, tampoco a mis amigos y lo peor; no saba dnde habamos aparcado las motos; de todas maneras Julio tena la llave... Caminando por la calle principal vi un autobs de lnea que se detena en su parada, me asom por la puerta y pregunt al conductor: Ao Chalong? el tipo afirm con la cabeza. De un salto sub a bordo Qu suerte! pens. Este autobs me lleva muy cerca del fondeadero, de aqu dentro no me saca ni Blas. El viaje fue largo, con muchas paradas, pero antes del amanecer ya estaba durmiendo en mi cama del ARCHIBALD. Estbamos en plenas Navidades; el PROTEUS volvi a aparecer para sumarse al barrio de los latinos. Una noche Jess invit a todos los amigos navegantes en su barco a una cena estilo tailands, realmente exquisita. A los licores surgi el tema de qu hacer el Fin de Ao. Yo propongo ir a Patong con los barcos, deca Sombra. Julio no quera mover el suyo y sugera apuntarse a alguna fiesta organizada, el hijo de Sombra ya tena novia oficial y no quera tomar parte, Jess... ya se saba. Yo no deca nada. Todos ellos iban a quedarse una temporada en Tailandia, pero dentro de mi cabeza maduraba la idea de marchar pronto, muy pronto. Esta vez el que hizo de anguila fui yo. Al da siguiente baj a tierra, hice los papeles de salida del pas, compr toda la fruta y verdura que pude, sub el ancla y me march a mi playa solitaria. Necesitaba unos das de tranquilidad y ultimar los detalles para mi prxima navegacin. El 31 de diciembre recib un correo de Julio, slo deca Buen Viaje. El ARCHIBALD estaba listo; el bote arriba, varias rutas alternativas trazadas en la carta de navegacin, el piloto de viento engrasado... Me prepar una buena cena, intent sintonizar Radio Exterior de Espaa pero no hubo suerte, segua sin escuchar nada, ni siquiera a los radioaficionados. Cerca de medianoche me prepar un buen bebedizo y me tumb en la hamaca. De repente todo el cielo se ilumin de fuegos artificiales, un espectculo increble. Ser que los chicos han montado esto para despedirme, o quiz

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sea la celebracin del Ao Nuevo? Y viendo aquella maravilla poco a poco me dorm. El primer da del ao amaneci soleado, una brisa del Este soplaba ligera. Los partes de Fletcher eran inmejorables: Buen viento en todo el ndico oriental. Despus del desayuno sub el ancla y me dirig hacia mar abierto. Un da excelente para navegar por el ndico, pens. Me cruc con la goleta de mis amigos italianos que iban en direccin opuesta. -Adnde vas? me preguntaron. -A la India! respond. Aquella deslumbrante respuesta reson como un eco dentro de mi cabeza durante bastante tiempo...

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OCEANO NDICO. Segunda parte. NAVEGANDO POR EL SUR DE BENGALA El Monzn me separaba poco a poco de las costas del Sureste Asitico. De nuevo navegaba a placer, con las Alas de Paloma desplegadas por un mar de color azul intenso. Algo ms de un mes de estancia en este pas no es tiempo suficiente para aprender mucho de l pero es necesaria una reflexin sobre las mujeres tailandesas. Hay bastante prostitucin en Tailandia, pero no hay que generalizar, no todas las tailandesas son prostitutas. Tal vez en lugares tursticos como Patong haya una mayor concentracin, pero es un nmero insignificante si tenemos en cuenta la cantidad de chicas que se ganan la vida decentemente. Tal vez por su cultura o religin sean ms abiertas y alegres de lo que el occidental est acostumbrado o tal vez sea la necesidad lo que les impulsa a ello, pero no por esto hay que meter a todas dentro del mismo saco. Conoc tailandesas simpticas y con gran nivel de educacin, superando en ocasiones a muchas intelectuales occidentales. Pronto perd la costa de vista, el rumbo me llevaba hacia el estrecho que existe entre la isla de Sumatra y el archipilago de las islas Nicobar, pero todos los informes lo desaconsejaban su visita; una de las ms prestigiosas guas de navegacin inclusive adverta de la prohibicin para navegar cerca de sus costas, aliando la ensalada con alguna historia de piratera y la fuerte hostilidad de las tribus vecinas, citando como remate la palabra Antropofagia. Vaya paraso! aquello deba ser una maravilla, estilo Vanuatu y sin funcionarios que incomodaran... me dije. Pero no iba a visitarlas; esto es lo malo de la navegacin en solitario, no es posible contar con ayuda a bordo en las maniobras cerca de costa, vala la pena navegar seguro; esta vez no hara escala. Adems, tena ganas de hacer una larga navegacin. Hice una lista de obligaciones que me comprometera a cumplir durante el tiempo que navegara solo; la primera y ms importante era el uso en todo momento del arns de seguridad. Para ello dispuse cables de enganche por la cubierta e incluso en la baera, as siempre me encontrara sujeto a alguna parte fija y slida si por algn motivo perdiera el equilibrio o simplemente resbalase, con peligro de caer al agua; ya haba tenido alguna experiencia desagradable sobre este asunto. La segunda norma fue la de usar el inodoro de a bordo y no el balcn de popa siempre que el cuerpo me lo pidiese y sobre todo por la noche; deba minimizar los riesgos. La tercera fue una promesa que hice a Jess del PROTEUS: beber al menos un litro de agua de lluvia al da, a parte del agua de los depsitos, leche, zumos, infusiones, etctera. El agua de lluvia, al no tener sales, se elimina rpidamente,
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manteniendo limpio el organismo. Esta prctica la llev a cabo durante todo el tiempo que tuve lluvia a mi disposicin, y su resultado fue siempre ptimo. Otras obligaciones fueron: hacer un buen desayuno y al menos una comida completa al da; mantener el interior y sobre todo la cocina, ordenada y limpia; revisar diariamente la cubierta, es decir, comprobar el estado de velas, mstil, jarcia, cabullera, etctera; en el interior tendra que supervisar el estado de las bateras, funcionamiento de los aparatos, arrancar el motor para su mantenimiento y generar el fro para la nevera; llevara la clsica navegacin en una carta nutica de papel paralelamente a la que llevaba en las cartas del ordenador... por si acaso; tambin la higiene personal diaria era un aspecto a tener en cuenta en mi salud y nimo. Haba una cosa importante que le en algn sitio: cantar a voz en cuello al menos diez minutos al da; no sera el primer caso en el que un navegante solitario pierde la voz. De noche navegara sin luces de situacin, por lo que tendra que estar atento y acostumbrarme a echar un vistazo al menos cada media hora, pendiente de cualquier resplandor; esto sera penoso durante los primeros das, en pleno ocano podra espaciar los tiempos de sueo. Con tales propsitos cruzaba el mar de Sumatra; el viento continuaba soplando a favor de manera estable, navegando a una media de ocho nudos. Haba elegido un rumbo ms al Norte, evitando la ruta habitual de los mercantes, que suelen entrar al Estrecho de Malaca por el norte de Sumatra, cruzando el llamado Great Channel. Mi intencin era pasar entre el archipilago de las Nicobar por el Sombrero Channel, un pequeo paso, poco frecuentado, entre dichas islas. Llegu a este canal durante la tercera noche de navegacin. Por all no se vea ni un alma, ni siquiera una luz en costa; no haba luna, por lo que tampoco distingu el perfil de tierra. En cualquier caso el canal tena ms de quince millas de ancho y la ruta que iba marcando el GPS en la pantalla del ordenador situaba el barco en el centro del paso. Al amanecer ya me encontraba en aguas libres y suficientemente alejado del archipilago. Los canbales de Nicobar se han quedado sin desayuno pens-. La prxima vez intentar compartirlo con ellos. Ahora tena todo el ocano por delante. No me haba hecho una idea cierta de hacia dnde dirigirme. La primera tierra por proa era Sri Lanka, el antiguo Ceiln, a algo menos de mil millas de navegacin, ms all se encontraba la India, donde se hallaba un puerto que me haban recomendado llamado Cochin; tambin exista la posibilidad de navegar rumbo a las Maldivas... De momento lo que me interesaba era seguir comiendo millas direccin Oeste. El Monzn soplaba de lo lindo, los partes meteorolgicos para los prximos das eran excelentes, con algn chubasco que de vez en cuando llenaba mis reservas de agua dulce y refrescaba el barco; por ese lado todo iba perfecto, pero por otro... Segua vigilando el horizonte da y noche, no se

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distingua a nadie, ni siquiera a un lejano mercante. Los mensajes por Internet, ahora slo con Esperanza, eran diarios, pero al ser escritos los senta muy impersonales; echaba de menos los contactos por radio, sin embargo por mucho que lo intentaba no consegua comunicar con nadie. El equipo funcionaba perfectamente, tal vez fuera la propagacin, el efecto de la luna, las manchas solares o alguna de esas cosas que cuentan los radioaficionados, el caso es que por mucho que me esforzaba del aparato no sala ninguna voz. Realmente llegu a sentirme SOLO. Durante la noche del sexto da el piloto de viento ARIES empez a gobernar mal el barco; tras echarle un vistazo y no ver nada anormal lo desconect ponindome yo al timn. Enseguida me di cuenta que el problema no se encontraba en el ARIES, sino en el timn: algo haba en el sistema de gobierno que lo endureca hasta el punto de bloquearlo. Analic la situacin: era grave quedarse sin timn en pleno ndico; por otro lado, al no estar cerca de costa no exista un peligro inminente. Conoca la timonera perfectamente y saba que poda reparar cualquier avera o buscar alguna solucin alternativa, pero era de noche, las olas zarandeaban demasiado el barco y ponerse a buscar el problema en esas condiciones poda traer mayores dificultades. Decid, entonces, enrollar las Alas, ponerme a la capa, a son de mar y meterme en la cama hasta el da siguiente. Con luz clara se vera todo mucho mejor. Amaneci un da despejado con un sol brillante, perfecto para el trabajo. Empec a desmontar el sistema de gobierno preguntndome dnde estara la avera. Haba revisado y engrasado todo el mecanismo antes de salir de Puket, dejndolo en perfecto estado... As era, despus de varias comprobaciones observ que el bloqueo del timn lo produca la parte motriz del piloto electrnico principal. Lo desacopl del sistema y el timn volvi a responder con suavidad. Desplegu las velas, embragu de nuevo el piloto ARIES y el barco comenz a navegar rumbo al Oeste. Tena un problema urgente por resolver; este piloto era fundamental para navegaciones costeras, sobre todo con mal tiempo, pues era el ms potente de a bordo. Desmont la parte averiada y antes de enfrascarme a desmontarlo, envi varios E-mail: el primero a Esperanza, pidindole las direcciones de los distribuidores de RayMarine para Sri Lanka, India y Omn, mis posibles escalas; El segundo iba dirigido a Michel, mi Gur de la electrnica, en la isla de Las Palmas. Le explicaba el problema pidindole algunas soluciones. Un tercer correo iba dirigido a Fletcher, que casualmente se encontraba de vacaciones en Canarias persiguiendo alemanas, para que se pusiera en contacto con Michel por si tena que hacerme llegar algn repuesto. Esa tarde pesqu un dorado. Buen augurio.

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Al da siguiente, despus de mi sesin de canto, revis el buzn del Sailmail, tena tres correos: el primero de Espe; me enviaba todos los datos que le haba pedido adems de otros tambin importantes: Se haba puesto en contacto con los agentes de RayMarine en Sri Lanka y tenan capacidad para solucionar cualquier problema. El segundo correo era de Michel; haba elaborado un cuestionario de control con los posibles problemas y soluciones. El tercer mensaje era de Fletcher: ya estaba al corriente del asunto y segua corriendo detrs de las alemanas. Me prepar en el taller y comenc a desmontar piezas haciendo las comprobaciones que sugera Michel. El motor elctrico trabajaba correctamente, adems llevaba otro de repuesto; el problema se encontraba en la parte mecnica. Empec a desmontar engranajes, arandelas, correas, tornillitos... cada vez de menor tamao; todo en buen estado. Siguiendo las indicaciones de Michel, al final di con el problema: nada estaba roto; el ltimo eje, una especie de tornillo sin fin por donde se deslizaban unas bolitas de acero y que supuestamente deba encontrarse bien lubricado, estaba envuelto en una pasta terrosa casi slida. La grasa se haba descompuesto impidiendo que esta parte del mecanismo trabajara. El ltimo consejo de Michel era: Limpiar y engrasar de nuevo. As lo hice; volv a montar todo otra vez, lo comprob conectndolo a la batera y funciona perfectamente! exclam-. Ahora hay que volverlo a instalar en su sitio, pero lo dejar para despus. Voy a hacer un buen pastel para celebrarlo. Aquella tarde recib dos correos ms: uno bueno y otro malo; el bueno era de Vctor y Emma, los VULCANO. No los conoca personalmente, pero como haban navegado por estas aguas un ao antes les haba pedido consejo y acababa de recibirlo: tres pginas de un valor incalculable. La mala informacin me la mandaba Espe: Se est formando una depresin profunda en el golfo de Bengala: vas a tener mal tiempo El noveno da de navegacin amaneci nublado, el tiempo fue empeorando, las olas creciendo y el viento cada vez ms fuerte. En estas condiciones no poda montar la pieza del piloto, una lstima! Por la tarde tuve que enrollar a la mitad las velas y algo ms al anochecer, Caray, este Bengala ms que un golfo es un tigre! me dije. El viento rondaba los cuarenta nudos, pero el ARCHIBALD navegaba sin problema aparente, esta vez encend las luces de navegacin para no tener que salir tanto al exterior y tambin porque ya no me encontraba tan alejado de tierra; la ruta de mercantes hacia Sri Lanka estaba cerca, pero aquella noche no dorm mucho. Al amanecer el tiempo segua malo, no obstante la previsin era de mejora, las olas rompan por popa inundando la baera, pero el interior se mantena confortable. A medioda sal para echar un vistazo, todo estaba

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bien salvo el tiempo. Algo tena que hacer ya que la moral empezaba a decaer. Decid poner buena msica, por los altavoces exteriores, empez a sonar, a todo volumen Jumpin Jack Flash, de los Rolling Stones. Empieza el Rock roll! Yo me encontraba en la baera, mojado por las olas y sujeto al barco por dos arneses, cantando y bailando al estilo Mick Jagger. Siguieron Chuck Berry, Jerry Lee Lewis y todos los clsicos del Rock; luego siguieron temas de Queen, Led Zeppelin, Eric Clapton, Bruce Springsteen... e incluso Angus Joung, el gran hroe de AC/DC tuvo su lugar en este improvisado Woodstock ocenico. El viento pareca ceder, pero el golpe final lo dio Miguel Ros, nuestro Jefe espaol, machacando con su genial Rockn Rios. El atardecer fue rojo, distinguindose por el horizonte los ltimos rayos de sol amenizado por un incomparable recital a cargo de Santana. El viento volvi a ser suave, al igual que la mar; las nubes se disiparon y esa noche brillaron las estrellas ms que nunca. Los viejos rockeros habamos vencido. A estas alturas ya tena decidido hacer escala en la isla de Sri Lanka, estando tan cerca era una pena perderse este pas. Me encontraba a un par de das del puerto de Galle, en el sur de la isla, cuando distingu en el horizonte un pequeo punto que se acercaba muy lentamente. No le quit ojo y al cabo de dos horas vi que se trataba de un pesquero. El viento era flojo y navegaba a baja velocidad, en poco tiempo lo tendra al costado. Para mi asombro se mantuvo a una distancia de cien metros, continuando al mismo rumbo y velocidad que el ARCHIBALD. Una hora despus empec a ponerme nervioso, el viento segua demasiado suave, era evidente que aquellos tipos tenan un motor ms potente que el mo y en cualquier momento podan darme alcance as que decid adelantar los acontecimientos, enroll un poco las velas para ir ms despacio y les empec a hacer seas para que se acercaran. A los pocos minutos ya los tena a mi costado. Se trataba efectivamente de un pesquero de hierro, grande y desastrado, con una tripulacin de ocho hinds enflaquecidos. Empezaron a gritar y gesticular sin que yo entendiera lo que decan. Estaban a escasos cinco metros del barco cuando uno de ellos dijo algo parecido a tabaco. Les mostr una cajetilla de Marlboro y todos empezaron a aplaudir y a gritar de contentos, luego les mostr una botella de Whisky malayo y volvieron a repetir los ademanes. Estaba claro lo que queran. Empec a gesticular para averiguar qu me iban a dar a cambio; me ensearon un par de pequeos atunes, les hice entender que quera algo ms, aadieron al lote una pia y un par de cocos verdes. De acuerdo. La transaccin se hizo sin problemas; me arrojaron a bordo sus productos y yo les arroj los mos al suyo: tres cajetillas de tabaco, dos botellas de whisky y una revista de moda femenina que llevaba a bordo dando vueltas desde Nueva Zelanda. Nada ms recibir la mercanca dieron la vuelta y se marcharon por donde haban venido. Algo no entenda, haban
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estado navegando detrs de m casi todo el da tan slo para pedirme tabaco? As deba ser; no volv a verlos, al menos a estos pescadores en concreto. Haba tenido suerte o as eran realmente los clebres piratas del golfo de Bengala? Hay mucha psicosis de pirateo entre los navegantes que cruzan esta zona, las guas nuticas tambin advierten de un posible riesgo, incluso he ledo relatos de navegantes que empiezan a abrir fuego con sus potentes carabinas antes de poder hacerlo los supuestos asaltantes... Quizs por eso mi visita se mantuvo tanto tiempo algo alejada de m. Por suerte yo estaba advertido; los VULCANO, en su correo me describan exactamente lo que me haba pasado, porque a ellos les sucedi lo mismo en varias ocasiones. Hay que desconfiar lo justo. Tampoco pongo en duda que por estas aguas haya tipos desalmados en busca de un buen botn y tal vez por esto durante todo el tiempo tuve mis armas a mano. SRI LANKA Dos das ms tarde me hallaba en las inmediaciones del puerto de Galle, al sur de la isla de Ceiln. Llegaba a un nuevo pas, Sri Lanka; otro tipo de cultura, de gentes, de fauna... Repasaba la gua Lonely Planet y comenc a apasionarme. Quiero llegar cuanto antes! exclam. Al rato comenc a hojear la gua nutica, que deca textualmente: Queda totalmente prohibido entrar en el puerto de Galle de noche; ste se cierra con una lnea de gruesas boyas. A veces los militares hacen explosionar bombas submarinas en las inmediaciones de la baha e incluso dentro del puerto como medida intimidatoria contra los terroristas Tamiles, que en ocasiones han tratado de sabotear el puerto por la noche. Si se llega despus de la puesta de sol es aconsejable esperar hasta despus del amanecer a no menos de tres millas del puerto. Me qued de piedra al leer esto. Hacia qu pas voy?! volv a exclamar. Hice cuentas y comprob, como ya era habitual, que la llegada la hara sobre las dos de la madrugada; necesitaba frenar el ARCHIBALD para llegar a una hora prudente, cosa que no cost demasiado trabajo. La arribada la hice a las diez de la maana. Al contactar por radio con las autoridades me dijeron que deba fondear frente al puerto y esperar la visita de los oficiales de guardia. Al rato vino una lancha con dos chavales que lucan sendas y enormes gorras de plato, eran los oficiales de Marina. Mientras rellenaban los formularios les ofrec un buen desayuno, algunas golosinas y un paquete de tabaco para cada uno, eso suaviz la situacin y terminamos hacindonos fotos los tres juntos. Me ayudaron a entrar en el puerto por el intrincado laberinto de canales y boyas, y comprob que no estaba solo; ms de treinta veleros se encontraban amarrados a los muelles. Me asignaron un buen sitio entre un grupo de bonitos veleros americanos. Al verme solo a bordo, mis vecinos enseguida me adoptaron, ayudndome a

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amarrar el barco, poner las defensas, invitndome a la cerveza de bienvenida, tomando incluso parte en su habitual tertulia de medioda. Por la tarde y siguiendo sus consejos, fui a hacer los papeles de entrada. Los americanos haban contratado los servicios de un agente, que haba cobrado 170 dlares por barco. Yo me dispona a hacer los papeles por mi cuenta y ahorrarme tal cantidad de dinero, una importante suma en este pas. Pas por delante de la oficina del agente y me dirig a la salida de la zona portuaria. En el momento de cruzar la verja un militar me pregunt: -Me muestra el pasaporte? as lo hice. -Lo siento, no tiene visado, no puede salir del puerto concluy el oficial. -Acabo de llegar expliqu-. Me dirijo a las oficinas de Inmigracin dije sealando la puerta de dichas oficinas que se encontraban a menos de diez metros. -Lo siento, sin el visado no puede salir del puerto repiti aquel tipo bigotudo. -Y qu puedo hacer? repliqu. Era la pescadilla que se muerde la cola. El oficial sonri y levantando el brazo seal las oficinas del agente, que se encontraban a escasos dos metros de la verja, pero en la parte interior. Sri Lanka 1, Coca 0! me dije. Ahora tena 170 dlares menos, pero a cambio poda pasearme por todo el pas durante un mes. Decid andar hasta el centro de la ciudad, el viaje haba durado doce das y necesitaba estirar las piernas, adems de cambiar dinero, comprar fruta y comer en algn restaurante tpico. Empec a caminar y al poco tiempo escuch un ruido a mi espalda junto a una voz que me deca: -Taxi, mister? Me gir y vi a un hind enorme dentro de un motocarro minsculo, pintado con colores indefinidos y un pequeo asiento en la parte de atrs. -No, gracias, prefiero caminar un poco contest. -Pero la ciudad est lejos! Es mejor ir en taxi. Suba mister argument el taxista. -Mira, llevo mucho tiempo sin andar. Quiero ir caminando repliqu. -Ningn sahib camina concluy el conductor. Yo le llevar en mi taxi. Me haba adelantado cortndome el paso con su motocarro. Decid dialogar: -Cul es tu religin? pregunt. -Soy budista contest-. Devoto de Siddartha. -Y no crees que Siddartha se enojara si despus de haberte regalado dos hermosas piernas no las utilizaras? argument. -Siddartha ha querido que te encontrase al principio de tu caminata para llevarte donde desees, sahib. Tienes que subir a mi taxi.

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El viaje no fue caro a pesar de que mi chofer me llev al banco, al mercado, a comer por la zona de puestos ambulantes y a dar una vuelta turstica por la ciudad de regreso al puerto. Empezaba a comprender la forma de actuar de los indios. No tena muchas ganas de estar en el barco y por la tarde me dediqu a pasear entre los veleros del puerto. Me encontr con varios viejos amigos, un de ellos fue Philippe Jantt, famoso regatista solitario francs que haba ganado dos veces la Vuelta al Mundo. Ahora navegaba en su gran catamarn PRIVILEGE junto a su mujer y sus dos hijos. Habamos coincidido en alguna regata, pero la ltima vez que nos vimos fue hace aos, en la isla caribea de Tortuga, cuando yo navegaba en mi anterior YA VEREMOS. -Y despus del naufragio, con todo ese dinero... Cmo no te compraste un catamarn? me preguntaba. -Mira Philippe, -le responda-. Creo que un barco de hierro es ms seguro. Tu mismo tuviste uno. -Coca... no evolucionas suspir-. Un catamarn es el doble de seguro que tu barco, porque va al doble de velocidad, tarda la mitad del tiempo en hacer una travesa y mientras t ests en medio del mar, con posibilidad de riesgo, yo estoy dentro de un puerto o en un fondeadero protegido. Era un punto de vista a tener en cuenta. Tambin me encontr con otros amigos franceses; Jean-Michle y Delphine del UNE AUTRE HISTOIRE, hacan mi misma ruta y vena coincidiendo con ellos desde Bali. Llevaban en Sri Lanka algo ms de tiempo y haban hecho un recorrido por el interior del pas. Deberas hacer un viaje por all dijeron-. Vale la pena. Tena un mes de estancia permitida en Sri Lanka, con plena libertad para ir donde quisiera. En un principio slo pensaba estar unos das, organizar el barco, hacer algunas compras, recorrer un poco los alrededores de Galle y continuar camino; pero despus de pagar tanto dinero por los papeles quera sacar algn partido. Era cuestin de organizarse. Esa noche mis vecinos americanos me llevaron a una cena en casa de un hind, cerca del puerto. No entend bien de qu se trataba, ramos ms de veinte extranjeros y todos nos sentamos formando un crculo en el patio de la casa. Nuestro anfitrin, de nombre Marlin, nos ofreci whisky local, refrescos y algo de picar e hizo pasar a las mujeres a una estancia dentro de la casa. A la media hora sali el grupo de seoras y Marlin nos indic a los varones que pasramos al comedor, donde una gran mesa estaba repleta de platos tpicos del pas. En compaa de nuestro anfitrin y su familia masculina dimos cuenta de la comida, y tambin de los pasteles de postre. Quise saber cunto me iba a costar la fiesta y para mi asombro me dijeron que aquello era gratis. Marlin era el responsable de una empresa de servicios

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nuticos para yates y haca esto para captar clientela. Dicha empresa era familiar y sus servicios se limitaban a lavandera, confeccin de banderas, algunos repuestos bsicos, transporte de provisiones en su pequeo motocarro y poca cosa ms. Al acabar la cena todos le dimos las gracias y regresamos a nuestros barcos. El tal Marlin tena cara de buena persona y su desinteresada invitacin haba movido mi fibra sensible; evidentemente yo no iba a ser su mejor cliente, no precisaba ninguno de sus servicios, pero quera corresponder de alguna manera a su generosa recepcin. Al da siguiente regres a su casa para entregarle un obsequio: un jersey polo rojo, todava envuelto en su original celofn, de una compaa de transportes, que a su vez me haban regalado cuatro aos atrs, por fin haba encontrado salida a tan apreciado presente. Marlin qued encantado con el obsequio, es ms, tambin me adopt; fui invitado de honor en las dems cenas que organiz y siempre me llev en su motocarro, gratis, hasta la ciudad. Sin prisa pero sin pausa comenc los trabajos a bordo. La lista era larga, pero a estas alturas del viaje no slo el ARCHIBALD, sino todos los barcos que haban salido de Europa o Amrica aos atrs dispuestos a navegar por todo el mundo, comenzaban a dar seales generales de fatiga. Era necesario revisar, reparar o sustituir cualquier elemento desgastado para evitar que ms tarde diera lugar a un problema mayor. An me quedaba mucho viaje por delante y encontrar tcnicos o piezas especficas para veleros en la ruta que haba elegido era poco menos que imposible. Unos meses ms tarde, me encontrara a un amigo remontando despacio el mar Rojo con sus desgastadas velas. Su motor, relativamente nuevo, no funcionaba. El tipo deca con gran pesar: El problema es que en estos pases saben mucho de camellos, pero nada de turbocompresores. El motor haba que mimarlo al mximo; aceites, filtros, lquidos refrigerantes, bombas, correas, manguitos, etctera. Pero lo ms importante era que el combustible llegara lo ms limpio posible al motor. Para m esto era ms que una obsesin; nada ms adquirir unos cuantos bidones lo filtraba tres veces y lo dejaba reposar para despus transvasarlo lentamente al depsito del barco; luego an pasara por otros tres filtros ms antes de llegar al motor y an as la suciedad llegaba hasta el ltimo filtro, pero al menos el motor nunca se me par. Revis minuciosamente el barco de arriba abajo, desde la perilla del mstil hasta la parte sumergida, tan slo para hacer una lista definitiva, de un folio de larga! Al da siguiente comenc el trabajo duro: cabos rozados, molinetes y poleas endurecidas, tornillos flojos, conexiones elctricas sulfatadas, pasadores a punto de soltarse, engrase en los puntos de friccin, reparaciones en las velas, instal y comprob el piloto electrnico... para terminar con la revisin de Mr. Perkins, que al ponerlo en marcha segua rugiendo como un len. Slo quedaba reponer el gasoil gastado en la travesa anterior, ms bien

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poco, y el ARCHIBALD estara listo y sobre todo, mi confianza en l estaba a nivel mximo. Haban transcurrido diez das desde mi llegada, el barco estaba en orden y yo tena va libre para conocer el pas, pero mis vecinos americanos haban contratado un viaje organizado dejndome a m responsable de sus barcos. Tardaran un par de das en regresar. Pase por la parte colonial de Galle, sus fuertes militares, su mercado y admir las bellas puestas de sol, tan extraordinarias en esta parte del mundo. Organic la ruta que iba a seguir y cuando aparecieron los gringos yo ya lo tena todo dispuesto para mi viaje por el pas. Ellos cuidaran ahora de mi barco. Y te vas solo? Es muy peligroso. Advirtieron cuando me despedan. Encontr a Marlin y le ped que me llevara hasta la estacin de ferrocarril en su Tok-tok, como llaman a estos pequeos taxis; saqu un billete y me sub en el primer tren con destino a Colombo, la capital del pas. Ceiln se independiz de la India en 1972 adoptando el nombre de Sri Lanka. Es un pas pobre con una fuerte superpoblacin y mantiene una guerrilla constante contra los Tigres Tamiles, pero no es peligroso si no se visitan las zonas conflictivas. El medio ms popular de transporte es el tren, y all estaba yo, recorriendo los cien kilmetros que separan Galle de Colombo en un vagn lleno de gente, pero estilo indio, tan abarrotado que me tapaban la vista de la ventana; haba llegado tarde al vagn y tuve que ir de pie. Tenia que ser ms espabilado la prxima vez. En Colombo estuve dos das, visitando todo lo que un turista puede visitar; contrat un Tok-tok para ver la ciudad, con sus templos, museos, etctera. No me impact mucho y continu la ruta hacia el interior del pas. Mi prximo destino era la ciudad de Kandy, justo en el centro de la isla. Esta vez fui listo y entr de los primeros en el vagn, la distancia era de aproximadamente doscientos cincuenta kilmetros, pero el viaje duraba todo el da y no era cuestin de hacerlo de pie y en equilibrio. Tom posesin de mi asiento y observ como el vagn de llenaba. Ya est a tope, pens. A tope? All segua entrando gente; unos con sacos, otros con jaulas de gallinas, cros en brazos... y an entraban ms. Yo era el nico extranjero e intentaron quitarme el asiento empujndome, pero resist. La gente segua subiendo al vagn, llegando a colgarse de los barrotes de la puerta y de los marcos de la ventana y seguan entrando... ahora invadan el techo del vagn, que cruja sobre mi cabeza. Los revisores protestaban por no poder hacer su trabajo, incluso la polica trataba de desalojar a los que no tenan billete, y en estas condiciones el tren empez a caminar. Cada poco tiempo el tren realizaba una parada, pocos eran los que bajaban y muchos los que suban. A esto haba que sumar los vendedores ambulantes que con sus cestas de productos de todo tipo y ante mi asombro conseguan

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abrirse camino entre la gente, a estos tambin haba que aadir pedigeos, lisiados, cantores... que lucan sus habilidades, algunas muy desagradables a cambio de una moneda. Recuerdo en especial a un tipo que teniendo literalmente un ojo colgando, recitaba poesas a los sones de una pandereta. Estoy convencido de que Groucho Marx hizo un viaje en tren a Kandy antes de que se le ocurriera su famosa escena del camarote. Por nada del mundo me hubiera perdido esta... singular experiencia. Kandy result ser lo que buscaba; un valle florido en plena meseta de Ceiln, era la capital religiosa del pas. Me instal en un pequeo hotel, estaba harto de tanto arroz con fuertes especias, sal a comprar algo de fruta y empec a percatarme de que este lugar era distinto a los dems, aqu se respiraba la paz de la India. Al da siguiente fui a visitar la ciudad. En Sri Lanka predominan dos religiones; la ms sobresaliente es la budista, que cuenta con ms de un setenta por ciento de la poblacin como fieles seguidores. La segunda es la hinduista, cuyos templos son como una especie de pastel de cumpleaos gigante, abarrotados de muequitas con muchos brazos, caras de elefantes, figuras de monos, casitas en miniatura, etctera; todo decorado con jarroncitos, flores naturales, velas, inciensos... teniendo en su interior altares an ms recargados. El Hinduismo es una de las religiones ms antiguas de la humanidad y en ella se basan otras ms modernas. Los templos budistas, en cambio, son sobrios, parecidos a una campana gigante pintada de blanco, cuyo interior recoge, evidentemente, la gran figura de Buda junto a otras de histricos santones. Las casas de la ciudad contornean un pequeo lago, donde hay formadas algunas islas que albergan msticos templos. Una barrera de altas montaas limita todo el valle, envuelto en un ambiente de serenidad y armona. Durante mi estancia recorr toda Kandy; me pase por las ms estrechas callejuelas, por los mercados, repos en las terrazas de sus bares saboreando diferentes infusiones, asist a un festival de danza hind, pero lo que ms me llam la atencin fue su enorme templo budista. Este monasterio es uno de los mayores y ms sagrados santuarios budistas, pues en su interior se custodia la reliquia ms preciada por sus devotos: el Diente de Buda. El templo es inmenso; una enorme ciudadela formada por diferentes naves abovedadas alternando estanques y jardines, donde se observan enormes rboles, infinidad de aves, monos e incluso elefantes sagrados. El acceso a su interior es libre, pero siempre descalzo. En las diferentes estancias se admiran pinturas y grabados narrando los diversos momentos de la vida de Buda, siempre rodeados de flores y velas. Cientos de peregrinos lo recorren calladamente, envueltos en el inevitable aroma dulzn del incienso.

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Visit los largos corredores, templetes, jardines y fuentes interiores, rodeado por fieles y otros tantos fervorosos aclitos, que con sus cabezas afeitadas y vestidos con la clsica tnica de color azafrn guan, aconsejan, ordenan a la vez que mantienen velas e incensarios constantemente encendidos. Llegu a una inmensa sala dominada por un Buda de proporciones colosales. Este debe de ser el del Diente! pens. Una larga cola de devotos con ofrendas florales en las manos se diriga lentamente hasta los pies de la enorme figura. De alguna manera me vi metido dentro de la fila y antes de darme cuenta uno de los fieles haba puesto en mis manos la mitad de su ofrenda. Yo era el nico occidental de la estrecha procesin que poco a poco me llevaba hacia la estatua, todos los ojos estaban fijos en mi persona y llegado ese momento era imposible desaparecer de la escena. Empec a ponerme nervioso a la vez que observaba el ritual que cada individuo haca al llegar frente a la Deidad. La primera parte era siempre la misma: depositar la ofrenda a los pies de Buda, luego, individualmente y frente a la estatua unos recitaban una pequea oracin, otros hacan aspavientos, otros se arrodillaban y gritaban algo ininteligible... Oh, Buda, por favor, scame de aqu! implor. Se acercaba mi turno, ya nadie abandonaba la sala, todos queran ver al pobre infiel postrarse ante su dios, De acuerdo, vale! Pero qu carajo tengo que hacer? clam. Mi antecesor comenz su debut, yo deba esperar a que concluyera. Se postr y gesticul como... Ya lo tengo, acabo de recordar...! Era mi turno; despacio pero con paso firme deposit mi ofrenda, los nervios me recorran toda la espalda al sentirme tan observado, y al pasar frente a Buda me par y cara a la gigantesca estatua hice una rpida genuflexin santigundome a gran velocidad, exactamente la misma maniobra que durante aos vi realizar a los hermanos Maristas a su paso por el interior de la capilla del colegio. Dej mi ofrenda y desaparec de all a paso ligero, difuminndome entre la gente que deambulaba de un sitio a otro. No importa cual sea el tratamiento que se le d a los dioses siempre que sea con reverencia y humildad pens. En el momento que estuve frente a Buda formul una peticin, ya que estaba en su territorio: Jefe, haz que concluya este viaje sin grandes percances y as fue. Kandy me resultaba un paraso, emanaba paz y tranquilidad. En el hotel me informaron de que exista una corta peregrinacin hasta un Buda situado en las montaas, a menos de diez kilmetros, donde al parecer viva o haba vivido un santn muy milagroso. Como me senta en deuda por mi nerviosismo en el templo, decid caminar hasta dicha estatua. La ruta era cmoda, distrada y muy transitada por peregrinos y tambin por turistas, pero conforme iba llegando, rodeado del fervor religioso de los creyentes y ascetas, un estremecimiento me invadi por completo, con mucha emocin y

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enorme placer me sent junto a ellos compartiendo un mismo sentimiento. Ahora, casi siete aos despus, repasando mis notas y escribiendo estas lneas, veo como algo iluso el hablar de divinidades que habitan en los montes e inclusive pareciendo que en algn momento haya credo en ellas. Casi me avergenzo al recordarlo, pero entonces, cuando anduve solo, entre aquellos fieles asiticos, en un lugar donde el magnetismo religioso es tan potente, me sent dispuesto a arrojar por la borda mi arrogancia y escepticismo occidental y ceder ante la evidencia de que existen cosas que escapan a nuestra capacidad de creencia y comprensin. Continu mi viaje en tren hacia las altas mesetas del interior y all, bajo un clima hmedo y fro, se encontraban las enormes plantaciones del famoso t de Ceiln. Valles y laderas de las montaas se cubren de un manto verde formado por estos pequeos arbustos, cuyas hojas, recogidas a mano son, junto con el caucho, la base de la economa del pas. Pase por los frondosos bosques de Heveas, rbol que produce la codiciada goma y que fue introducido de contrabando por toda Asia Meridional procedente de las selvas amaznicas. Me llen de la naturaleza de este bello pas, pero la llamada del mar empez a murmurar dentro de mi cabeza... El tiempo haba pasado volando y ya en el lento tren de regreso a Galle iba haciendo mentalmente los preparativos de mi prxima salida. Una vez en el puerto comprob que muchos de los barcos ya haban partido, inclusive alguno de los vecinos americanos. El ARCHIBALD lo encontr en perfecto orden, incluso la cubierta estaba ms limpia y ordenada que nunca. Mis vecinos explicaron, casi excusndose, que haban tenido que reforzar mis amarras a causa de un fuerte viento que dur varios das, baldeando luego todo para quitar el polvo y la tierra depositada sobre la cubierta. Buena gente estos gringos. Me desped de mi amigo Marlin, gestion los papeles de salida y con el barco en orden de combate, repleto de alimentos frescos, sal por los canales del puerto, Galle quedaba por popa. Sri Lanka fue uno de los pases que ms me impresionaron. NAVEGANDO POR EL NDICO Ya estaba otra vez en ruta, pero a dnde? Me habra gustado dirigirme hacia la India, pero haba invertido demasiado tiempo en Sri Lanka y quera avanzar un poco ms rpido hacia la ruta del mar Rojo. Los VULCANO haban hecho escala en Uligamu, un atoln al norte de las Maldivas, recomendndolo y hacindome llegar bastante informacin del lugar. Bueno, pues... Rumbo a las Maldivas! Exclam.

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Las previsiones de mis meteorlogos particulares eran inmejorables: buen tiempo en todo el sur de la India, el Monzn soplando ligero del Este. Poco a poco me adentraba en el ndico, las Alas del ARCHIBALD conseguan mantener una buena velocidad y yo, tumbado en la hamaca de popa, inmvil, observaba el devenir de la vida. Tena quinientas millas por delante Eso est hecho! Cuatro o cinco das y estar en un lugar diferente Esto es increble! Exclam. Pero el viento baj de intensidad y las velas quedaron colgando, flcidas, sin poder atrapar la floja brisa que quedaba. Tuve que ponerme a trabajar; no quera cubrir las millas que quedaban a motor, el gasoil haba que preservarlo al mximo por aquellas latitudes. Enroll las dos velas, demasiado pesadas para el leve soplo de viento que quedaba, substituyndolas por dos ligeros sps asimtricos; al abrirlos con sus tangones se hincharon inmediatamente. El ARCHIBALD volva a tener suficiente velocidad. Esta situacin se mantuvo durante los das siguientes; viento suave de popa y mar en calma, siendo una delicia el navegar en estas condiciones Durante la maana del cuarto da el viento comenz a subir de intensidad, decid quitar los sps y entangonar de nuevo los gnovas; la tierra estaba cerca y era mejor llevar velas algo ms manejables. Los clculos sobre la carta de navegacin daban la hora de llegada a la boca del atoln al atardecer. Mmmm, con la ayuda de Buda, el viento podra subir un poco y llegar antes... Me dije. Pero no fue as. La religin en Maldivas es ciento por ciento musulmana; me haba equivocado de dios. El viento baj y llegu a la entrada del atoln justo a medianoche. Tena dos opciones: quedarme las seis horas que restaban de oscuridad flotando por las inmediaciones a merced de las corrientes o arriesgarme y entrar en la laguna. Sopes las posibilidades de riesgo y opt por la segunda. Las cartas del ordenador me parecan suficientemente fiables; adems, tena el radar y la sonda. Desconect el piloto de viento y puse el electrnico, con central de mando tanto en el exterior como en el interior del barco. Desde cubierta slo se vea la blancura de los rompientes, que me ponan nervioso. La noche era oscura y sin luna, por lo que estuve a punto de dar media vuelta. Al bajar a la mesa de navegacin comprob que todo all pareca estar en orden: la ruta del ARCHIBALD discurra por el centro del canal en la pantalla del ordenador, las profundidades que daba la sonda correspondan con las de la carta, los perfiles de costa en la pantalla del radar eran semejantes a los de la cartografa digital. Fui gobernando el barco con los botones del piloto electrnico y cuando pareci que ya estaba dentro volv a salir a cubierta. Efectivamente, me haba colado sin problemas, las olas haban desaparecido y tambin el viento. Enroll las velas, arranqu el motor y me dirig hacia lo que se supona era el fondeadero: un lugar frente a

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una isla con muchas luces alrededor. Al llegar vi algunos reflejos de otras embarcaciones, pero estaba demasiado cansado para distinguirlas. Dej caer el ancla y me fui a dormir. ATOLN EN MALDIVAS A la maana siguiente, nada ms despertarme sal a cubierta y vi que estaba fondeado entre unos cuarenta veleros, todos ellos conocidos de anteriores escalas; aquello pareca un club nutico. Ms all, en la playa, se distingua un pequeo malecn y varias casas entre rboles y cocoteros. El agua era totalmente transparente; a la profundidad de quince metros poda verse con toda claridad el fondo coralino, peces de distintos tamaos e incluso el recorrido que haca la cadena de fondeo entre los corales hasta llegar al ancla. Al rato lleg un vecino con su bote y tras darme la bienvenida, informndome: -Has de poner la bandera amarilla, llamar por radio a los funcionarios y esperar a que vengan. No bajes antes a tierra. Est prohibido. -Tanta burocracia aqu, en un atoln casi deshabitado? contest. -Son pocos pero muy estrictos advirti. Ya vers cuando vengan, pero imagino que ya sabrs lo que hay que hacer concluy guindome un ojo. Una idea ya tena; los VULCANO me haban advertido, as que llam por radio y esper pacientemente. Un par de horas ms tarde se present una lancha con siete funcionarios vestidos de uniforme. Con mucha cortesa subieron a bordo para dar comienzo el trmite, casi cercano a un ritual. Rellen una docena de impresos, firmando y estampando mi huella dactilar en todos ellos; hacan preguntas relativas a mi viaje mientras otro, en silencio, elaboraba un informe escrito. Acabado el papeleo me dijeron: Ahora, por favor, permtanos inspeccionar el interior de su barco. Ni siquiera en Australia el registro fue tan exhaustivo Qu buscaban aquellos agentes? Revisaron armarios y cajones, levantaron suelos, husmearon detrs de los libros, tantearon depsitos e incluso los colchones, hicieron recuento de las cervezas y botellas de alcohol que llevaba a bordo poniendo mala cara al ver que llevaba algo ms de lo que haba declarado... Ni me acordaba de que eso estaba ah! exclam. Aquellos tipos eran intachables musulmanes y no vean con buenos ojos el consumo de alcohol. Al terminar dijeron: -Ha infringido usted alguna de nuestras normas, pero son leves y las dejaremos pasar, no lleva usted armas de fuego ni fusiles de pesca submarina; eso es importante. Sabe usted que la pesca con arpn es un delito grave en nuestro pas?
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-S, -respond-. Lo advierten las guas y los folletos informativos, pero yo soy una persona no violenta y odio pescar clavando flechas a los pobres peces. -Otra pregunta: por qu lleva varias botellas de buceo? El submarinismo autnomo est prohibido en Maldivas, a no ser que tenga un permiso especial del gobierno advirtieron. Ya empezaba a desesperar. Estaba en un atoln en medio de La Nada, frente a una islita con media docena de casas y aquellos individuos me estaban haciendo una inspeccin propia del Tercer Reich. Con paciencia segu respondiendo: -Llevo las botellas para solucionar alguna emergencia bajo el agua y tambin porque me gusta el submarinismo. -De acuerdo. Pero sabe que no podr usar sus equipos de buceo durante su estancia en el atoln informaron las autoridades-. Una ltima advertencia: cuando baje a tierra evite llevar consigo bebidas alcohlicas, est totalmente prohibido. Es la Ley Islmica, ya sabe. -No se preocupe, as lo har respond. Aquellos funcionarios me extendieron un visado de treinta das de vigencia, slo vlido para aquel fondeadero, si quera visitar el resto del pas necesitaba solicitar un permiso de estancia en Male, la capital, a 200 Km. Aquella meticulosa visita no fue una sorpresa, los VULCANO ya me la haban descrito con pelos y seales en su informe particular: ...y sobre todo, si llevas armas lo mejor es que las escondas muy bien, an si las declaras no te las devolvern; lo mismo pasa con los fusiles de pesca submarina, los confiscan y ya no los vers ms.... En un barco hay muchos pequeos espacios casi inaccesibles donde se puede ocultar algo comprometido. Por suerte estos funcionarios no tuvieron la ocurrencia de registrar entre los pliegues de la vela mayor, donde bien ocultos, se encontraban cinco fusiles de pesca, junto con empuaduras de repuesto, bombines de carga, flechas de acero y carbono, arpones especiales, etctera. En definitiva el material que hasta ahora me haba proporcionado una buena parte de mi alimentacin y del cual no estaba dispuesto a desprenderme. Con los papeles en regla y antes de bajar a tierra me dediqu a revisar concienzudamente el barco. Cada vez ms no poda dejar pasar nada por alto y... observando la jarcia comprob que uno de los obenques que sujetan el mstil se estaba rompiendo por el prensado de cubierta. Tres hilos del cable estaban sueltos y los otros en bastante mal estado. Se trataba de un obenque bajo, un cable de acero inoxidable de ocho milmetros de dimetro, el mismo que un ao antes haba roto Gabriel en su TARTARUGA durante su travesa hacia las Tonga y casualmente uno de los pocos cables que haba renovado antes de salir de Espaa. Tambin comprob que la placa de anclaje de dicho obenque en el mstil estaba deteriorada, pero an poda aguantar. Ech la

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culpa de la avera al esfuerzo sufrido durante todo el viaje y no al material, supuestamente de buena calidad. Es evidente que los obenques bajos aguantan ms tensin que los dems, por lo que deben ser los ms reforzados. Para mi prximo viaje aumentar a diez milmetros su seccin me dije. Durante mi vida nutica he visto caer ocho mstiles de barcos en los que he navegado y es una experiencia en absoluto agradable. La peor rotura es cuando falla un obenque bajo; el mstil se rompe en varios trozos y su reparacin es prcticamente imposible. Por suerte llevaba a bordo todo tipo de piezas para resolver estos problemas; opt por cortar el cable por la parte sana, cerca de la rotura. Reemplac el terminal daado por otro, tipo Norseman de instalacin rpida, alargu con un fuerte Toggle los centmetros de cable que haba cortado y aquello qued como nuevo. Segu revisando el barco, ahora le tocaba el turno a todo el sistema de gobierno. Quizs era obsesin, pero durante los ltimos das haba notado una ligera holgura en la rueda del timn, tal vez algo sin importancia, un cable un poco destensado... No me gusta trastear la timonera estando fondeado porque siempre, a mitad de la faena, suele entrar un temporalito y te encuentras con el timn fuera de servicio, pero el da era radiante, sin gota de viento y no haba ninguna nube por el horizonte. Bueno, slo ser un momento me dije. Desmont la bitcora y pareca que all dentro todo estaba correcto, pero la holgura persista, el culpable era un tornillo flojo. Al intentar apretarlo se parti como si fuera de mantequilla. Como suele decirse aquello estaba a punto de caramelo, un movimiento algo ms brusco a la rueda y me hubiera quedado sin timn, tal vez justo en el paso de los arrecifes durante la noche anterior. La reparacin fue complicada; tuve que desmontar el eje, rectificarlo para quitar las rebabas, rehacer el agujero y la rosca, fabricar un tornillo a la medida... trabajando con precisin pero rpido. A las dos de la madrugada el timn quedaba listo, todos los engranajes y ejes lubricados y la bitcora montada. Me di un bao, com unos espaguetis rpidos y me met en la cama pensando cmo poda haber solucionado aquel problema durante la navegacin; hubiera sido sumamente complicado... Me levant a las diez de la maana al or el ruido cercano de un motor fueraborda. Sal a cubierta y vi que se trataba de la lancha oficial con los funcionarios militares en misin de vigilancia. Desayun y me di un chapuzn para bucear hasta el ancla y comprobar cmo haba trabajado durante la noche; estaba bien sujeta. Me extra sobremanera ver que todo el coral a mi alrededor era gris opaco, apagado, como muerto. Muy diferente del que encontr en los atolones de las Tuamotu, lleno de vivos colores. Segu buceando; haba una gran cantidad de peces tropicales, tortugas e incluso hizo aparicin una raya gigante, de ms de tres metros de envergadura. Era indiscutiblemente bonito pero el aspecto monocromtico
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del coral daba una sensacin de tristeza al entorno. Baj hasta una gran patata coralina justo debajo del ARCHIBALD y efectivamente comprob que el coral estaba muerto, pero tambin descubr una pequea cueva con un nido de langostas al fondo. Tena vecinos bajo del barco. Fui a tierra para pasear, recoger unos cocos verdes y visitar el pueblo de Uligamu. Aquello era muy parecido a los atolones de la Polinesia; cocoteros, acacias, manglares, etctera. Las playas de arena blanca eran fascinantes y el agua del mar, fresca y transparente obligaba a darse un bao cada pocos pasos. Contorne la isla hasta llegar al pueblo, muy limpio y organizado. Paseando por una de las pocas calles me encontr con Jean-Michle y Philippe que acababan de terminar sus trmites de arribada. Ellos tambin haban buceado y se extraaban del estado del coral, en ese momento se uni al grupo un simptico oficial nativo y le preguntamos al respecto: -No es un problema slo de este atoln nos relataba-, sino de todo el pas. Por algn motivo, ya sea la corriente del Nio, el cambio climtico, la polucin, etctera; el caso es que la temperatura del mar ha subido unos grados y ese es el motivo por el que el coral se est muriendo, sus condiciones de vida se reducen a un margen muy estrecho. Hay bilogos estudiando el fenmeno en todo el archipilago y no podemos hacer nada. Tal vez cambie durante la prxima estacin o tal vez sea el fin de las Maldivas. Al da siguiente recib la visita de Jean-Michle; yo acababa de salir del agua y le ped que hiciera caf mientras terminaba unas labores sobre cubierta. Ya sentados y ante las humeantes tazas, el francs me dijo: -Maana har los papeles de salida y pasado seguir camino. Aqu ya no hay mucho ms que hacer; no es posible recorrer otros atolones, es necesario otro permiso y estos tipos no paran de vigilar. Mira, ah estn! -exclam. Efectivamente, la lancha de los funcionarios haca su recorrido matutino entre las embarcaciones, tal vez pasando lista. -Es verdad dije-. Pero no siempre vigilan. Empiezan a partir de las diez de la maana le correg. -Y qu se puede hacer! protestaba mi amigo-. Me gustara cambiar de fondeadero, pero no voy a marcharme para estar aqu a las diez, antes del recuento de barcos. Es demasiado pronto! -Para algunas cosas, Jean-Michle. Demasiado pronto para algunas cosas. -Por cierto continu-, esta noche podamos hacer una cena todos los amigos juntos; a partir de aqu posiblemente nos separemos y no volvamos a encontrarnos hasta dentro de mucho tiempo. -Por m de acuerdo afirm-. Justo hoy iba a hacer un pastel con las verduras demasiado maduras. T que vas a cocinar? -Yo haba pensado hacer una paella... de langosta. -De langosta? exclam-. De dnde vas a sacar langostas?

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-Las tengo desde antes de las diez de la maana le confi. -Eres un pirata dijo con una sonrisa. -No del todo le respond-. Haba cuatro, he dejado dos pequeas por si algn da regresamos. An se vea caer un poco de agua de uno de los pliegues de la vela mayor, tal vez deba haber dejado escurrir un poco ms el fusil submarino. La fiesta fue a bordo del MEKTUB, el barco de otra pareja de franceses. La comida fue buena y corri abundante licor. Cantamos, remos e incluso bailamos; era como estar en familia, a pesar de habernos conocido haca relativamente poco tiempo y con muchas posibilidades de no volvernos a ver nunca ms. Al da siguiente de nuevo nos encontramos en tierra, todos con semblante resacoso dispuestos a cumplir el trmite de salida. Pareca que todas las tripulaciones haban decidido dejar el fondeadero al da siguiente. Haba que ir de oficina en oficina recorriendo casi todas las casas del pueblo; rellenar un formulario aqu, llevarlo all, firmar esto, sellar lo otro, hacer colas... pero despus de toda la maana haciendo el papeleo tena va libre para continuar viaje. El barco estaba listo, saldra al da siguiente junto con los dems veleros con rumbo Norte. Ahora mi destino era el emirato de Omn, en la pennsula Arbiga. El resto del da lo pas buceando por los alrededores del fondeadero. La variedad de peces era impresionante y tambin su cantidad; aquello era como estar en un acuario. En un par de ocasiones los vigilantes se acercaron a comprobar si llevaba fusil de pesca, pero se marchaban al ver que tan slo iba armado con una cmara fotogrfica. Pude observar que entre los enormes bloques de coral muerto surgan pequeos brotes rojizos, intentando abrirse camino hacia la luz. Tal vez fuera el nacimiento de una nueva generacin coralina que pudiera dar vida y color a los fondos de este paraso. NAVEGANDO POR EL MAR DE ARABIA Desde el amanecer se observaba mucha actividad en los barcos del fondeadero. Por alguna razn la mayora de los veleros dejaban el atoln para dirigirse a sus nuevos destinos, donde yo tambin me inclua. El da era soleado, tranquilo pero sin viento; Philippe fue el primero en subir el ancla, puso su catamarn a rumbo Sur dirigindose a Male, la capital; se quedara algo ms de tiempo por las islas para regresar ms tarde a Sri Lanka. Dej el fondeadero dirigindome al paso del norte. A mi lado navegaba Jean-Michle con su barco UNE AUTRE HISTOIRE. Jean-Michle iba el solitario; su mujer estaba recientemente embarazada y decidi volar desde

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Sri Lanka a Francia para... en fin, esas cosas de mujeres, como explic mi amigo. Volveran a reunirse en Djibouti. Casi tuve que pedir la vez para franquear el paso. Llegue a contar veinte veleros con mi mismo rumbo. El viento segua muy flojo y todos navegbamos a motor. Los ms potentes enseguida se alejaron, Jean-Michle opt por poner sp, empezando a arribar hasta casi desaparecer en el horizonte. La flota se fue disgregando y por la tarde tan slo distingua unas pocas velas en la lejana. Otra isla quedaba por popa, la nica diferencia con otras partidas era que en esta ocasin no podra regresar al mismo lugar para encontrarlo como lo dej. Un ao despus, el famoso tsunami arrasara no slo el atoln de Uligamu, sino tambin Galle, con la casa de Merlin y su familia, las playas de Puket, incluso devastara la bella isla de Ko-Phi-Phi, donde tanto nos divertimos Quiln, Xavi y yo. Eran los morbosos caprichos de la Naturaleza, quiz en seal de protesta. Estaba preocupado; quedaban mil trescientas millas por delante hasta llegar a tierra y los partes meteo que me enviaba Fletcher eran de poco viento en todo el mar Arbigo y calmas generalizadas, aconsejaba tener paciencia, hacer rumbo directo hacia Omn y usar el motor slo si en barco se paraba completamente. Las calmas no duran siempre, me animaba. Tras el primer da de navegacin ya no vea a nadie por el horizonte, pero no me encontraba solo; hablaba con mis amigos franceses por la radio, pero sobre todo volv a contactar con los radioaficionados espaoles. Primero fue Mariano, de Alicante, que gracias a l pude hablar en directo con mi familia; luego Lus, el cataln de la Rueda Nauta, que tambin contact con mi familia y amigos; Ms tarde fue Mario, de la Rueda de los Navegantes: -Coca, qu alegra! Por dnde andas? -Voy camino de Omn, entre el golfo Prsico y el mar Rojo le inform. -Lleva cuidado, dentro de poco habr guerra por all... Rafael est enojado contigo, hace tiempo que no sabe nada de ti. Lo mejor ser que le llames ms tarde. Quiere tenerte controlado. -De acuerdo respond-. Intentar conectar en el horario de la Rueda. Y de los chicos del Pacfico qu sabes? -Pues mira: Juan Manero est en Nueva Zelanda, Gabriel tambin; Ricard en la isla de Tapana, como siempre; MALI-MALI en la polinesia, CYPSELA anda por Fiji, OCANO por... Del que no sabemos nada es del ISLERO, pero ya aparecer. Seguimos charlando un buen rato, me di cuenta de que haca bastante tiempo no hablaba el espaol y, adems, me serva para ejercitar mi garganta.

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Estaba contento; todo funcionaba de maravilla y volva a tener contactos por radio, lo nico molesto era el motor, no tena gasoil suficiente ni para la mitad del viaje, no tendra ms remedio que pararlo en poco tiempo. Si viniera aunque slo fuera una brisa... Dos das despus navegaba a vela. Un viento suave del travs llevaba al ARCHIBALD hacia su objetivo. Ahora todo era perfecto. El piloto ARIES haca bien su trabajo de mantener el rumbo, la mayor y el gnova daban una velocidad de cinco nudos... Simplemente haba que dejarse llevar; las tensiones de la salida y de los primeros das de navegacin haban desaparecido, lo mismo que las ansias de ver el GPS y la carta de navegacin para comprobar la distancia hasta el destino, cuantas millas haba recorrido... Tambin desapareci la molestia que produce el constante balanceo, que casi impide cualquier actividad. Desaparece la desgana, la apata y poco a poco nace una nueva sensacin, un placer por el nuevo ritmo de vida, un sentimiento en el que slo cuenta el mar, el barco y yo. Volva la magia del navegar. Todo se ralentiza. A partir de ese momento ya no importa el tiempo, el pasado se olvida y poco se piensa del futuro; la vida se concentra en el presente, disfrutando al mximo del momento, en una maravillosa rutina de navegacin: admirar las salidas y puestas de sol, controlar las velas, pasear por cubierta, leer, hacer un delicioso pan, un esponjoso bizcocho, disfrutar del mar, navegar bajo las estrellas... Siempre igual pero distinto a la vez. Ahora puedo navegar durante aos porque formo parte del barco; y del mar, y del cielo... El Monzn del NE soplaba con una intensidad entre quince y veinte nudos, el ARCHIBALD navegaba de maravilla, equilibrado por sus velas, a siete nudos de velocidad. Al amanecer sal a cubierta pero no vi a los delfines que me haban estado acompaando durante toda la noche. No lejos del barco distingu una aleta negruzca. Se han retrasado un poco pens. Pero aquella aleta creca conforme se acercaba y de repente un monstruo superior a siete metros saltaba del agua dejando ver todo su cuerpo. Orcas! grit. Efectivamente, su contraste entre blanco y negro no daba lugar a dudas, un grupo de orcas acompaaba al ARCHIBALD en su navegacin. Instintivamente enganch en mi arns un segundo mosquetn de seguridad, cualquier golpe que una de estas criaturas diera al ARCHIBALD, incluso jugando, me podra lanzar lejos del barco. Haca aos que no vea orcas, la ltima vez fue en el Atlntico Norte, no imaginaba que me encontrara con ellas en esta zona tropical. Me alegr de tener un barco de acero e inmediatamente me acord de Philippe Jeantt y su catamarn; seguro que en esta situacin estara ms nervioso que yo; el acero es ms elstico que la fibra de vidrio, se abolla pero no se rompe con tanta facilidad. Mis acompaantes nadaban al costado del barco a igual velocidad, pero
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manteniendo las distancias. En ocasiones alguna daba un espectacular salto saliendo completamente del agua. Qu maravilla! gritaba-. Otra vez, otra vez! Pero sin acercarte ms... Las orcas me acompaaron durante toda la maana y de repente dej de verlas. No regresaron, pero dejaron su grato recuerdo. Un buen regalo por navegar en el mar de Arabia. Otro da pens lo bueno que sera tener pescado fresco; el viento haba bajado de intensidad y quiz la travesa se alargara unas cuantas jornadas ms de lo previsto. Ech el seuelo al agua, dej salir hilo del carrete y esper a que trabajara. Al rato o la carraca, seal de que ya tena la captura en el anzuelo. La tena? El carrete escupa hilo a toda velocidad y de manera imparable. Como pude consegu frenarlo cuando ya casi el hilo estaba acabndose, pero unos segundos despus y tras una violenta sacudida que estremeci todo el barco el hilo se parti desapareciendo bajo el mar. Era de Spectra, recin estrenado y se supona que deba aguantar ms de una tonelada, y la Rapala, nueva, con sus anzuelos brillantes, y lo que me cost...! Al menos haba salvado el carrete. Aquella maana haba visto un par de aletas de tiburn rondando cerca del barco, seguro que alguno de ellos llevara atragantada mi nueva Rapala. Que le aproveche!, de todas formas esos bichos lo digieren todo... El viento fue desapareciendo poco a poco hasta encontrarme totalmente encalmado. La tierra no estaba lejos, arranqu el motor y calcul que en un par de das como mximo estara en puerto. Avanzaba lentamente como si lo hiciera sobre un espejo. Aquella noche ya divis las luces de algn barco costero de pesca, pero an me quedaba una grata sorpresa. A primeras horas del ltimo da, cuando el sol comenzaba a despuntar, vi un movimiento extrao en la estela que iba dejando el barco. Comenc a mirar y al momento emergi el lomo de una enorme ballena que nadaba hacia mi popa, unos segundos despus apareci su aleta caudal a menos de veinte metros, quiz me haba confundido con alguno de su especie y quera entablar relaciones. Par el motor quedndome totalmente quieto, vi la sombra de aquel monstruo cmo se acercaba, not cmo su cuerpo rozaba el casco del ARCHIBALD y me sujet fuerte esperando un violento coletazo, pero no ocurri. Al menos con violencia. La ballena empez a desplazar el barco con suavidad hasta desviarlo de su rumbo ms de noventa grados, luego, al darse cuenta de su error, se separ, manteniendo su lento nadar hasta que de nuevo levant su gran aleta para desaparecer en las profundidades. Tard un buen rato en reaccionar, arranqu de nuevo el motor continuando mi navegacin. Aquello haba sido excesivo. Empezaba a tener ganas de llegar a tierra. Al anochecer divis por proa las luces del puerto, aquella intensa travesa tocaba a su fin.

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SULTANATO DE OMN Entraba en Salalah, principal puerto del sultanato de Omn, en el mar Arbigo. Me sorprendi su infraestructura, propia de un pas desarrollado; enormes y modernas gras operando en gigantescos mercantes, instalaciones de diseo actual rodeaban los muelles, camiones ltimo modelo iban de un lado a otro cargando y descargando mercanca, muy diferente a los ltimos puertos de mis anteriores escalas. Como siempre llegaba de noche. Siguiendo las indicaciones de la gua nutica llam por radio para avisar mi arribada. Una voz me contest en perfecto ingls, pidindome mis datos y dndome permiso para ir hasta la zona de fondeo. Me advirtieron que no deba bajar a tierra hasta que me visitara la autoridad portuaria, tambin me dijeron que el lugar destinado para los veleros transentes estaba casi al completo, el ARCHIBALD sera la ltima embarcacin a la que permitiran el acceso; los que me precedieran tendran que continuar camino o esperar anclados en mar abierto. Al da siguiente, nada ms despertarme, saqu la cabeza por la escotilla. Me encontraba en una pequea drsena interior repleta de veleros que a estas alturas prcticamente a todos los conoca. Tras mi desayuno lleg la lancha de la Administracin; dos agentes perfectamente uniformados subieron a bordo. El trmite fue sencillo, resolvindolo mientras tombamos un caf. Al trmino pregunt: -Cunto debo pagar por mi estancia? -Nada, por supuesto contestaron-. Es gratificante para nuestro Sultn su visita al pas, siempre y cuando respete nuestras costumbres, y para que as sea le entrego este folleto informativo con unas cuantas normas que debe seguir. -Muchas gracias dije despidindome-. Que tengan un buen da. -InshAlah, (Que Al as lo quiera) respondieron. Al poco tiempo tuve la visita de Jean-Michle, que haba arribado el da anterior. -Bueno, aqu hay que trabajar explicaba mi amigo-. Entre toda la Mafia francesa hemos contratado un camin cisterna de gasoil y otro de agua, t ests incluido. Ves sacando tus bidones porque estn a punto de llegar. Hoy hemos de tener todo terminado porque maana temprano nos vamos de excursin. Fue duro; sobre todo despus de quince das de calma y tranquilidad. Pero ya tena mucho trabajo adelantado. Esa noche lo celebramos con una buena cena en un restaurante estilo europeo, incluso corri el vino por la mesa. Al amanecer del siguiente da lleg la furgoneta contratada para nuestra excursin, ramos diez personas y lo primero que hicimos fue una visita a la ciudad.
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Salalah, a pesar de tener nombre de cancin de Eurovisin, es una ciudad pequea pero progresista, con edificios muy modernos con algn aire rabe; arcadas en herradura y motivos cornicos en las fachadas. La ciudad discurre por amplias avenidas entre parques, jardines, fuentes, etctera. El conductor nos mostr grandes supermercados, centros comerciales, y altas construcciones para oficinas; una urbe claramente del siglo XXI. Sus calles eran recorridas por coches europeos de lujo y ltimo diseo, pero nos llam la atencin el poco gento caminando por las anchas aceras. Nuestro chofer, un oman de clase media nos explicaba: El pas tiene menos de dos millones de personas, poca poblacin si se compara con nuestro vecino el Yemen, de igual tamao pero con ms de doce millones de habitantes. Por eso estamos ms evolucionados y aqu no existe la pobreza. La ciudad de Salalah fue un capricho de nuestro amado Sultn... Y deba ser cierto, porque detrs de una densa arboleda nos descubri su lujoso palacio; con extensos campos de golf, instalaciones para equitacin, pistas de polo, etctera; en extremo cuidadsimo y sin embargo residencia no habitual de su Majestad. Hace aos que por aqu no viene... Relataba nuestro informante. La otra cara de la moneda se encontraba a escasos quince kilmetros de la ciudad, donde comenzaba la desolacin. Carreteras en lnea recta de enormes distancias en donde slo se puede ver tierra y piedras. Era el desierto. Por estas carreteras apenas transitan vehculos relataba nuestro gua-. La siguiente ciudad importante est demasiado lejos y la gente prefiere viajar en avin. Slo cabras, camellos y burros, todos ellos salvajes deambulan de un lugar a otro, cruzando la carretera y adentrndose en el desierto infinito. Un poco ms all distingu una pequea chabola rodeada por unas cuantas ovejas y cabras, distinguindose entre ellas dos andrajosos pastores. -Oye, esos de ah parecen pobres... Dije, intentando corregir a nuestro informador. -S -admiti el tipo-, son los nmadas; recorren el pas con sus rebaos, penetran en el desierto y cruzan las fronteras llegando hasta Arabia y Yemen. No se sabe con certeza a qu pas pertenecen. Ellos no cuentan. Evidentemente Omn es un pas rico y todo se lo debe a su nico recurso; el petrleo. No era difcil imaginar el territorio que haba sido y lo que podra llegar a ser si algn da el oro negro faltara. No slo los nmadas, sino el pas entero No contara. Nos impresion mucho nuestra excursin por el desierto; yo conoca el Sahara, pero este era ms agresivo, donde no existen los sentimientos. El desierto invita a no pensar, quizs la nica manera de sobrevivir. Nuestro conductor gui su furgoneta hasta un pueblo de pescadores, con sus pequeas casas pero de buena construccin, un puerto bien protegido y

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robustas barcas de pesca. Aqu tampoco haba seales de pobreza. Nuestro gua tena razn. El viaje termin con la visita a Lul, un supermercado de gran superficie. Aqu pudimos encontrar de todo salvo bebidas alcohlicas y carne de cerdo. La higiene, tanto en sus productos como la de los dependientes era extrema, algo excepcional en esta parte del mundo. Todos hicimos una buena compra. Ya lo recomendaban los VULCANO: Aprovchate en Lul, porque ya no vers un supermercado as hasta que llegues a casa. Mis amigos franceses se marchaban; Jean-Michle quera llegar cuanto antes a Djibouti, justo en la entrada del mar Rojo, para reunirse con su mujer Delphine. Otros veleros de la misma nacionalidad, algunos con problemas tcnicos, haran su misma ruta. Djibouti es un pas hermanado con Francia decan-. Navegaremos juntos hasta all, donde podremos solucionar mejor nuestros asuntos. Yo decid quedarme en el puerto unos das ms, los ltimos haban sido demasiado ajetreados. Quera hacer una revisin general al barco, pasear tranquilamente por la ciudad y sobre todo esperar una buena previsin meteorolgica. Ahora tena nuevos informadores; el puerto comercial estaba prcticamente ocupado por buques militares americanos con destino al golfo Prsico; la guerra era ya inminente. El acceso a los barcos americanos estaba restringido, pero s era bien recibido a bordo de una fragata francesa que deba patrullar estas aguas y ahora le tocaba el relevo; de all reciba diariamente los partes meteo: Espera cuatro das y tendrs buen viento para llegar al mar Rojo me dijeron. Todas las tardes nos reunamos en el restaurante estilo europeo las tripulaciones de los veleros que an quedbamos en puerto, donde compartamos alguna cerveza y a la vez se organizaban los convoyes de yates con destino al mar Rojo. Segn decan era conveniente navegar en conserva como medida de seguridad y proteccin contra ataques piratas, a veces frecuentes en la zona. Intent formar parte de uno, pero me rechazaron por no dar la talla. Un americano con aspecto de jefe Boy Scout, poniendo cara de lstima, me dijo: Tu barco es lento a vela, incluso con la ayuda del motor no creo que consiguieras hacer los ocho nudos de media que exigimos, aadiendo que al ir en solitario no podrs estar atento las veinticuatro horas del da y nosotros no podemos navegar esperndote ni estar pendiente de ti; lo siento. Deberas haber salido a la vez que tus amigos franceses. Luego celebraron una reunin privada donde decidieron las coordenadas secretas para los puntos de reunin en alta mar, misteriosas frecuencias de radio para reportarse y dar las posiciones de los veleros, por supuesto en clave, y todava ms secreto era el lugar de arribada, aunque realmente slo haba uno, el puerto de Massawa, en Eritrea.
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Sal preocupado de aquel bar. Era tan peligroso navegar por aquellas aguas? No haba barcos como el mo para formar un convoy algo ms cutre y tampoco era fcil organizar algo entre los anrquicos navegantes latinos que todava quedaban en puerto. En este aspecto los anglosajones son mejores. Me anim una conversacin que mantuve con un oficial del barco militar francs al ir a pedir el parte meteo: No te preocupes, ahora todo el mar de Arabia est lleno de buques militares americanos, la guerra empezar en unos das y todos van para el golfo Prsico, adems hay cuatro patrulleras francesas vigilando por la zona, incluso vienen para ac unos cuantos compatriotas tuyos. Vas a estar como en casa. Por cierto; a partir de maana tienes viento favorable hasta la mitad del mar Rojo. Aprovecha! Hice los papeles de salida y an dudando fui hasta las oficinas militares locales para pedir consejo. Un oficial, muy amablemente, me puso delante de una carta de navegacin, diciendo a la vez: Si no quieres tener problemas navega frente Omn a treinta millas de la costa pero has de separarte hasta cincuenta antes de llegar a la frontera con el Yemen. Por la noche navega sin luces, no tendrs problema porque los piratas no llevan radar y no te detectarn, pero t s has de llevarlo pero, por favor, cuando veas una patrullera enciende todo lo que tengas y ponte en contacto con ellos por radio en el canal 16. No te aproximes a la isla de Socotora, en Somalia; es la base de los piratas, navega justo por la mitad del canal entre Somalia y el Yemen. Una vez hayas entrado en le mar Rojo dirgete a la costa africana y habr pasado el peligro. Por cierto agreg el militar-, eres el nico navegante que ha venido a pedir consejo; slo a ti Al proteger. InshAlah le respond. A la maana siguiente dejaba Salalah, ese da slo el ARCHIBALD abandonaba el puerto. Bueno, un barco solo pasa ms desapercibido me dije. Al rato vi un barco militar que se diriga hacia las instalaciones portuarias, al observar a travs de los prismticos me percat de que llevaba... Bandera Espaola! Qu rabia! -protest-. Seguro que lleva chorizo a bordo... HACIA EL FIN DEL NDICO El viento era suave y variaba de direccin, pero al ir separndome de la costa se fue al Este, empujando el barco a cinco nudos. Esto va mejor de lo que pensaba! Exclam.

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El tiempo era magnfico; sol radiante, ni una nube por el horizonte... algo se me haca extrao. Era el clima desrtico; desde Maldivas las nubes haban desaparecido del cielo. No volvera a tener las refrescantes lluvias tropicales que casi diariamente limpiaban la cubierta y me provean de agua para el consumo. El sol caa a plomo y era necesario protegerse constantemente. Empec a echar de menos los cocoteros en las playas del atoln de Uligamu. No volvera a verlos, stos haban sido substituidos por las palmeras datileras. Haba cruzado la frontera climatolgica y deba adaptarme a ello, era necesario restringir el uso de agua dulce; conseguirla sera a veces incluso ms difcil que el propio combustible. Tena por delante ochocientas millas nuticas, alrededor de mil quinientos kilmetros de navegacin poco fiable hasta el mar Rojo y deba estar atento. No paraba de pensar en los ataques piratas; cada ao se denuncian unos cuantos, quiz otros ni siquiera tuvieron oportunidad de comunicarlo pens. Empec a repasar los informes que me haba trado Quiln sobre pirateo en el golfo de Adn: Los yates y pesqueros pequeos son los ms atacados, pero tambin hay noticias de ataques a grandes buques... Evidentemente estaba dentro del grupo. Acechan durante el da, atacando al atardecer... Bueno, de momento no veo a nadie al acecho. Portan armas automticas y sus actos son imprevisibles si no se hace lo que ordenan... Tal vez estallen de risa al ver mi pistola made in Cuenca, Ecuador y me dejen en paz. Lo mejor es no ofrecer resistencia y dejar que saqueen... Bueno, Basta! -exclam, tirando por la borda aquellos papeles subversivos-. Nadie me va a atacar, no veo ningn pirata por aqu. El polvo del desierto que trae el viento hace que la visibilidad sea escasa, dentro de un rato se har de noche y estar an ms a salvo. Lo que hay que procurar es que el barco vaya lo ms rpido posible y llegue cuanto antes al mar Rojo. Y tras esa reflexin empec a prepararme una buena tortilla. Por la noche el viento amain del todo y segu camino a motor. Ya estaba alejado de la costa, por lo que no se vea luz alguna, ni tampoco embarcaciones. De momento todo iba bien y empezaba a tranquilizarme. Puse la radio y enlac con mis amigos los radioaficionados; todos me animaron y mi sentimiento de soledad casi desapareci. en unos das dejar el ndico y entrar en un nuevo mar... me dije, a la vez que poco a poco se me cerraban los ojos. Me despert una voz que sala de la radio VHF, provena de una patrullera francesa que peda los datos a un buque mercante que al parecer navegaba no lejos de donde me encontraba. Al terminar llam por la radio para reportarme, tal y como me haba aconsejado el militar oman.

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Al decir que era espaol, el oficial de la patrullera empez a hablar en mi idioma como si fuera de mi barrio, y casi lo era. Su madre provena de un pueblo de la provincia de Alicante y... bueno, me cont casi toda su vida. Aprovech la situacin y hacindome el simptico empec a preguntarle sobre la guerra y, como no, sobre el pirateo. Mira, relativo a la guerra slo te puedo decir que la cosa viene dura, los yanquis van a por todas. Y en cuanto a los piratas... Pero si est toda la flota de la OTAN delante de ti! No te preocupes chaval, si tienes problemas manda un SOS y les tiramos un misilazo. De todas maneras tomo nota de tu posicin y rumbo para hacerte un seguimiento. nimo, que ya te queda poco! Me desped dndole las gracias y ya mucho ms tranquilo continu mi navegacin nocturna. Era un consuelo saber que los barcos de la OTAN se encontraban cerca, no confiaba mucho en que realmente me hicieran un seguimiento, pero al despuntar el da un helicptero militar sobrevol el ARCHIBALD, hizo un par de crculos y se march por donde haba venido. El viento, siempre suave, empezaba por la maana, extinguindose al atardecer. Por la noche empezaban a observarse luces de grandes navos, seal de que me acercaba al Mar Rojo, y constantemente, por la radio, sala la voz de algn militar controlando a los buques mercantes. Tuve la sensacin de que la navegacin por estas aguas era ms segura que en cualquier otra parte del mundo occidental. Los das pasaban montonos, dedicndome la mayor parte del tiempo al mantenimiento del barco; revisin de las velas, que ya daban signos de deterioro; lo mismo le ocurra a toda la cabullera: drizas y escotas desgastadas, igual que los cabos de los enrolladores, amantillos, etctera. Las poleas y molinetes empezaban a trabajar mal debido al salitre y al polvo de arena, teniendo que limpiarlos y engrasarlos a menudo. Las noches eran un constante duerme-vela; cada veinte minutos miraba el radar y sala a cubierta para controlar si alguna luz se acercaba ms de lo debido. Un grave percance ocurri durante la quinta noche de navegacin. Una ligera brisa haca avanzar al velero a escasa velocidad, pero en cualquier caso suficiente. No llevaba motor para ahorrar combustible, quiz eso me salv de tener una avera de mucha consideracin. De repente y pese a que la brisa segua soplando, el ARCHIBALD qued totalmente parado. Salt al exterior y a la luz de una linterna vi que el barco se encontraba completamente rodeado por una gruesa red de deriva, sujetada por boyas y cables, perdindose ms all de donde llegaba la luz de mi linterna. Comenc a cortar por donde poda con ayuda de afilados cuchillos e incluso de la cizalla, pero aquel amasijo de cabos se mantena fuertemente

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enganchado al barco, tal vez al timn o la hlice, imposible de averiguar en aquellos momentos. Poco a poco fui cortando red, gruesas lneas, soltando boyas... durante ms de dos horas, hasta que el ARCHIBALD, poco a poco, comenz a ganar algo de velocidad. Ni pensar en poner el motor!, todava llevaba arrastrando gran parte de aquella maraa enganchada con toda seguridad en la hlice y dems partes sobresalientes del casco. As discurri la noche, con lenta navegacin y preocupado ante el riesgo de colisin contra algn buque que viniera hacia mi posicin, pues me encontraba en plena ruta de mercantes, navegando con viento flojo, aadiendo el freno suplementario que arrastraba y sin la posibilidad de usar el motor; en estas condiciones hubiera sido muy difcil maniobrar para evitar un abordaje. Por suerte la noche pas sin ms acontecimientos desagradables. Al amanecer arri las velas y ya con luz me ech al agua para liberar el resto de la red an sujeta al barco. Ms de una hora tuve que luchar contra aquel lo de cabos enredado en la hlice, timn, nodos de cinc, etctera hasta que el casco qued limpio de todo aquello. Sub a bordo, comprob el funcionamiento del motor, no haba desperfecto y la hlice giraba sin vibraciones. Desenroll de nuevo las velas y me intern en el golfo de Adn; el viento suba de intensidad. Llegaba al llamado Cuerno de frica. El Golfo de Adn es una especie de Embudo geogrfico formado por las costas de Yemen y Somalia, que se estrecha hacia en el pas africano de Djibouti y entrada al mar Rojo, donde me diriga. Llevaba ocho das de navegacin y mi objetivo era el puerto de Massawa, Eritrea, ya dentro del Rojo. El viento se aceleraba por el efecto del embudo, si continuaba soplando as en un mximo de cinco das llegara a puerto. Cada vez ms el trfico martimo procedente del mar Rojo se intensificaba, teniendo que navegar vigilante todo el tiempo. Las noches las pasaba en cubierta, durmiendo slo de vez en cuando, lo que me dejaba cada vez ms agotado. El dcimo da de navegacin ya pona rumbo directo al estrecho Bab-el-Mandeb, la entrada sur del mar Rojo. El viento soplaba fuerte y a favor; como era de esperar en unas horas dejara por la popa el ocano ndico. Pero conforme me acercaba al estrecho el viento descenda en intensidad, al medioda me encontraba inmerso en una calma total. Arranqu el motor y al poco tiempo empez a llegar una ligera brisa que cada vez tomaba ms fuerza. Vena del Norte Exactamente de la proa! Aquello no era justo, los partes decan que iba a tener viento a favor hasta las proximidades de Eritrea, bien entrado en el mar Rojo, a partir de ah llegara el viento contrario Pero no aqu donde me encontraba! El viento se haca cada vez ms intenso, el anemmetro marcaba treinta nudos, reduje la mayor tomando
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rizos, el barco empez a pantoquear y la marcha se hizo an ms lenta e incmoda. Me niego a ceir las cuatrocientas millas que me quedan! Esto se har eterno grit. Qu poda hacer? Fui al interior a ver en la carta de navegacin qu posibilidades de refugio haba por los alrededores, en ese momento observ que en la pantalla del Sail-Mail haba un correo de Fletcher; en l deca: Tendrs vientos contrarios y fuertes en el sur del mar Rojo para la prxima semana como mnimo, prepara el traje de aguas... A buenas horas...! Protest-. Y ahora, Dnde me meto? Somalia quedaba descartado, era como meterse en la boca del lobo; Djibouti poda ser una solucin, pero el puerto estaba al final del golfo, y tendra igualmente que ceir de regreso al mar Rojo si en unos das se restableca el viento del Noreste. La mejor solucin era dirigirme al Yemen; el puerto de Adn estaba a sesenta millas, relativamente cerca, y navegara con viento a favor. As pues, cambi de rumbo, amoll las velas y sal disparado hacia mi nuevo destino. Por algn motivo Al no quera an dejarme entrar en el mar Rojo, al parecer me quera mostrar su ltimo puerto del ndico. Le cuidadosamente lo que explicaba la gua nutica sobre Yemen y el puerto de Adn, aquello no tena mala pinta. Tambin repas la informacin que me haba mandado Esperanza de este pas: A pesar de encontrarse normalmente en guerra, ahora no estaba en conflicto... Eso est bien, no me gustara que me recibieran con bombas me dije-. De vacaciones al Yemen, comer un buen Cous-cous! El ARCHIBALD navegaba a ocho nudos, una velocidad inusual. Tal vez no quera faltar a su costumbre de llegar a los puertos siempre de noche. No tuve ms remedio que navegar cerca de costa conforme me aproximaba al puerto. Ya de noche encend las luces de navegacin porque docenas de barcos de pesca hicieron aparicin y no quera que ninguno me abordase; pero... Seran realmente pescadores? Record los avisos sobre pirateo y volv a ponerme nervioso. Rpidamente apagu las luces. Y si ellos van tambin sin luces? Podra colisionar con algn pobre pescador; el radar no detectar una pequea barca. Volv a encenderlas. Pero ahora saben que estoy aqu! De nuevo las apagu. En un momento de lucidez, algo extrao en m, di con la solucin. Encend todas las luces sobre cubierta: posicin, fondeo, navegacin a motor, foco del mstil... y tambin la luz estroboscpica; sus flashes intermitentes son siempre sinnimo de polica. A la vez conect tambin mi potente foco manual, dirigiendo su haz luminoso a toda luz que se me acercaba. Aquello funcionaba, muchos de los barcos cambiaban de rumbo al instante e incluso apagaban toda su iluminaria. No creo que todos fueran piratas, pero con toda seguridad algo tendran que ocultar a la Autoridad.

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Como ya empezaba a ser tradicin, llegu a las inmediaciones del puerto de madrugada. La gua explicaba que estaba prohibido llegar a puerto de noche. No vala la pena saltarse la primera norma de un pas que normalmente est en guerra, as que eleg una baha protegida cercana al puerto para fondear y esperar hasta el amanecer. La luna sali justo en el momento de la maniobra, pude ver una playa con lo que pareca un hotel en el fondo; aquel no era mal sitio. De repente me vino encima todo el cansancio y las tensiones de la navegacin y a duras penas pude llegar hasta la cama. Si vienen los piratas que se lleven lo que quieran, pero que me dejen dormir! Mascull mientras se me cerraban los ojos. YEMEN A primera hora de la maana me adentr en el puerto de Adn. Desde una torre de vigilancia me hicieron seales a la vez que un rumor profundo sala de la radio VHF. Se trataba del retn de vigilancia portuaria, demandando el nombre del barco y los motivos de mi arribada. Luego me indicaron dnde estaba la zona de fondeo, advirtindome que hiciera cuanto antes el despacho de papeles en sus oficinas. Me encontr en una drsena bastante protegida, con varios barcos locales, bastante ruinosos y ocho veleros transentes, alguno de los cuales ya conoca. Nada ms fondear y asegurar el barco ech el bote al agua para dirigirme a las dependencias oficiales y tramitar mi entrada en el pas. Conforme llegaba al muelle empec a darme cuenta del estado de las instalaciones portuarias; todo estaba devastado, como si aquel lugar hubiera sufrido una cruenta guerra; lo que efectivamente haba pasado. Las oficinas se hallaban en un edificio ruinoso, casi peligroso, apuntalado con gruesas vigas, donde varios rabes y un oficial militar con cara de pocos amigos ocupaban sus sillas alrededor de una pequea mesa. Detrs de m se cerr la puerta. Aqu se termina mi aventura pens-. Si salgo de esta ser un milagro Me equivocaba al cien por cien. Debajo del bigote de aquel rudo militar se abri una amplia sonrisa, cambiando su semblante al de un guardia bonachn. Aquellos tipos hicieron su trabajo con eficacia, no tuve que pagar ninguna tasa, me extendieron un visado para quince das que poda prorrogar, me proporcionaron un mapa de la ciudad y todo tipo de informacin que les solicit. Entraba en Yemen con buen pie. Ya en regla visit a mis vecinos, todos ellos estaban encantados con el pas y su gente. Habl con Michel y Catherine del MEKTUB; ellos, como las tripulaciones de los dems veleros haban navegado desde Omn recorriendo la costa, incluso visitando algunos puertos.

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-Hicimos escala en la ciudad de Al Mukalla narraba la pareja-, es maravillosa, como de Las mil y una noches... -Y con los piratas? quise indagar-. No tuvisteis ningn ataque? -Nada de eso contestaron-. Por la costa no hay piratas. Las agresiones ocurren cuando se navega mar adentro... Casi se me salen los ojos de las rbitas al escuchar aquello. Yemen es el pas ms castigado de la pennsula arbiga, no slo por sus vecinos, tambin por sus guerras internas del norte contra el sur, llevando este ltimo siempre la peor parte, justo donde me encontraba. En 1990 se unieron las dos mitades formando la Repblica del Yemen, aunque con rivalidades y guerrillas entre ellas hasta 1994. Adn es el puerto principal y la capital del pas, sin embargo todo se encuentra bastante deteriorado, provocado por los constantes bombardeos en las pasadas guerras. Exceptuando las ltimas construcciones, la mayora de los edificios que todava siguen en pie muestran las cicatrices de metralla y rfagas de ametralladora en sus muros. Por supuesto se est llevando a cabo su reconstruccin, pero... a ritmo rabe, es decir, lenta y concienzudamente. Yemen es un pas singular. Hace cuatro mil aos, mientras sus vecinos del Mundo Conocido no eran ms que unos beduinos nmadas con rebaos de media docena de cabras, aqu todo era opulencia y esplendor; sus reyes construan ciudades mgicas y palacios de oro. La abundancia corra por todos lados. Ahora el oro tiene color negro y este pas carece de ello, o al menos de su explotacin. La pobreza, suciedad y el polvo invaden todo el entorno de este territorio, cuyo pueblo intenta dejar poco a poco su largo ciclo de Vacas Flacas. El pas me pareci fascinante y agradezco a Al el haberme permitido visitarlo. Por todos lados se detecta su antiguo esplendor y sus gentes, en su totalidad ntegros islamistas de la Arabia profunda, son personas abiertas de buenos sentimientos y un gran corazn. Lo primero que me llam la atencin al pasear por las calles de Adn fueron las mujeres. Todas, desde la pubertad hasta el ltimo da de su vejez, han de vestir, siguiendo la ley islmica, una negra tnica desde la cabeza a los pies llamada Chador. A esto hay que aadir guantes y un pao sobre la cabeza del mismo color, dejando slo al descubierto los ojos que, tatuados con gena, ser lo nico visible de su cuerpo y que en ocasiones tambin ocultan tras un ligero velo o el tradicional Burka. Pero tambin algunas, las ms osadas, se permiten vestir a la manera occidental, sin faltar el obligatorio Hiyab o Velo Islmico. Los hombres visten una amplia blusa llamada Futa, con un turbante o el tpico Fez en la cabeza, siempre sonriendo mostrando sus carcomidos dientes. Otros llevan largas chilabas blancas, cindose un grueso cinturn

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de cuero colorido donde sujetan una Jambilla o daga curva, distintiva de la regin; no como muestra de violencia, sino como seal de tradicin rabe. Y todo esto envuelto en una capa de polvo desrtico, que el viento iba derramando sobre todos y sobre todo. Conforme caminaba miraba de reojo a las mujeres y me preguntaba: Qu llevarn bajo ese largo sayo, negro y sin ningn tipo de forma? Una rfaga de viento me descubri el secreto. Un remolino polvoriento envolvi a un grupo de jvenes levantando sus oscuros mantos, dejndome ver... Zapatos de plataforma, pantalones vaqueros de corte moderno, botas altas... E incluso minifaldas! As son los contrastes en Yemen. Al lado de un establecimiento donde slo se despachaban estos negros ropajes obligatorios, se encontraba otro que mostraba una llamativa y actual moda occidental para mujeres. Es ms; en la misma calle admir comercios donde en sus escaparates se exhiba la ms completa gama de pcara, insinuante e incluso ertica lencera ntima de mujer!, algunas prendas incluso ms propias de un Sex-shop. Un extraordinario pas que cada da me sorprenda con algo nuevo e inusual que me impresionaba sobre manera. En estos territorios poco frecuentados por el turismo, se hace necesario ms que en otros lugares ser respetuoso con sus tradiciones, sobre todo en el vestir. Con esto tampoco quiero decir que tengamos que disfrazarnos como si furamos mercaderes de camellos o sacerdotisas del orculo de guardia, pero el llevar pantalones largos y una camisa holgada de colores claros para el hombre y una falda larga, una blusa que cubra los brazos y un pauelo en la cabeza para la mujer no ser nada fuera de lo comn. Pese a que siempre llevaremos colgado el cartel de TURISTA, podremos movernos por casi todos los ambientes pblicos sin despertar recelos ni comentarios soeces por parte de los naturales del lugar visitado. An recuerdo una ocasin que junto con Fletcher paseaba por una pequea aldea costera de Indonesia, cuando nos encontramos en mitad de la calle con dos pobres nrdicas vistiendo tan slo unos minsculos bikinis y siendo acosadas por la mayora de la poblacin; hombres, mujeres y nios. Conseguimos unos pareos, les prestamos nuestras camisetas y a duras penas las sacamos de aquel embrollo social. Estas muchachas pertenecan a un grupo que haca una excursin nutica por la zona y aprovechando una parada del barco haban decidido nadar hasta la costa y visitar el poblado, haban sido retenidas durante ms de dos horas y teman que la embarcacin se hubiera ido sin ellas, por suerte todava las esperaban muy preocupados cuando llegamos en nuestra Zodiac.

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Mis vecinos de fondeadero contrataron los servicios de un conductor de autobs para que organizara un par de excursiones por los alrededores de Adn. Fui uno de los primeros en apuntarme. Nuestro gua nos hizo un recorrido por el mercado de camellos, las mezquitas ms representativas, el zoco, los barrios tpicos, el puerto comercial, la parte antigua de la ciudad... Despus de despachar unos platos tpicos de Yemen nos condujo hasta la puerta de un gigantesco hangar, de donde sala un estruendoso barullo producido por la muchedumbre que se concentraba en su interior. Esto es lo ms tpico de todo Yemen explicaba-. Aqu es donde se compra y se vende el Qat. En su interior cientos de hombres rodeaban a los carros, coches e incluso camiones repletos de unas plantas de hojas verdes. Todos gritaban, pagaban, discutan..., moviendo gran cantidad de dinero a la vez que montones de aquellas hojas verdes iban de ac para all. Las hojas de Qat son primas hermanas de las hojas de Coca cultivadas en Suramrica. Su consumo produce un efecto narctico y sedante parecido tambin al del Kava, en el Pacfico oriental. Es ingerida por la inmensa mayora de los hombres yemenes, mitiga el apetito y potencia la sexualidad. Su sabor, algo amargo, no es en absoluto desagradable; no est calificada como droga, al menos en este pas y es, en definitiva, un smbolo de tradicin. La hierba ha de adquirirse en el da, ya que pierde sus propiedades muy rpidamente; el consumidor va arrancando hoja a hoja introducindolas dentro de la boca, acumulndose en sus carrillos, donde lentamente las va mascando, engullendo su jugo mezclado con saliva. El almacenamiento de hojas dentro de la boca es constante, evitando tragar la hoja en s, por lo que poco a poco se va formando una bola de considerable tamao que va creciendo, deformando la cara del mascador de Qat A la maana siguiente le pregunt a Omar, que as se llamaba nuestro conductor y gua, cul iba a ser hoy nuestro itinerario y me contest: Vamos a visitar los baos de la Reina de Saba. No lejos de la ciudad de Adn nos desviamos hacia el interior de las montaas, apareciendo ante nosotros los restos de antiguas fortalezas. Dejamos el destartalado autobs, entrando en unas dependencias donde varios funcionarios controlaban el paso de los visitantes. Omar discuti con ellos el coste de la visita y tras llegar a un acuerdo, nos dijo: El acceso ser gratis, aunque esperan de todos ustedes una humilde donacin... Un mtodo habitual rabe para sacar el doble de su precio. Finalizado este trmite Omar comenz a explicar: Estn ustedes ante el mayor legado de nuestra ms insigne reina. Hace ms de tres mil aos mand construir una de las ms grandes obras

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arquitectnicas del mundo; los baos de la reina de Saba. Lo que ahora ven como un desierto antes era un inmenso vergel... Aquel tipo empezaba a aburrirme, as que me desligu del grupo, caminando hacia lo que pareca una especie de barranco seco y yermo. Poco a poco empec a distinguir las estructuras de unas antiguas construcciones dentro del cauce de aquel primitivo ro, ahora totalmente seco. Lo que estaba contemplando era el comienzo de varios kilmetros de antiguas piscinas, supuestos saltos de agua, estanques, secuencias de cascadas, canales, fuentes, desniveles, etctera. Todo hecho artificialmente, entre puentes, escalinatas, pasadizos detrs de presumibles cortinas de agua, tneles subterrneos que conectaban las dos laderas de aquel barranco... Me imagin aquella gigantesca obra de ingeniera baada por un caudaloso torrente de agua cristalina, envuelto por lujuriosos jardines, frondosos rboles, gigantescas palmeras, grandiosas estatuas a su alrededor. Y en una de aquellas perfectas playas artificiales estara tomando un bao la Reina de Saba junto con todo su squito. De eso haca ms de... Tres mil quinientos aos! Todo aquello an se mantena en pie y bien conservado, no creo que gracias a la labor de sus actuales guardianes, sino a la calidad de los materiales usados para su construccin. Pasamos todo el da recorriendo aquel antiguo complejo acutico realmente impresionados; no se distinguan signos de deterioro en sus originarios muros ni en las cimentaciones, pero s en cambio en las modificaciones ms recientes. Aquello superaba por mucho nuestros ms conocidos y modernos parques de diversiones. Cunto tiempo hubo que invertir en crear todo aquello? Cuntas vidas, cuantos esclavos...? Slo por halagar la grandiosidad de una reina caprichosa? Tal vez fuera por amor -deca mi amigo Michel, historiador adems de navegante-. El Antiguo Mundo funcionaba as. Nosotros no podemos comprenderlo. Como ya se haba acordado, regresamos al puerto antes del atardecer. Todos convenan que Aquella ciudad se tornaba an ms peligrosa de noche y generalmente volvamos temprano a nuestros barcos para aguardar, mucho ms seguros, la venida de la siguiente jornada. Pero cuando llegaba la oscuridad, embarcaba en mi bote y solo o en compaa de Michel y Catherine remaba silenciosamente hacia tierra para gozar de otra ciudad muy distinta y ms tradicional que la diurna. Con la luz matinal, la muchedumbre de Adn se agolpa en el gran mercado y sus alrededores, entrando y saliendo de los bazares, discutiendo los precios de las viandas con unos mercaderes casi ocultos detrs de sus productos. Todo el entorno envuelto en una mezcla genuina de olores y fragancias; desde la podredumbre hasta el penetrante aroma de los perfumes arbigos.
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Por la noche, con el mercado cerrado, esta antigua medina adquiere vida de nuevo pero de forma diferente; multitud de personas con escasos recursos vive a la intemperie, de algn lugar secreto estas gentes sacan enormes camas, esteras, colchones, y a la luz de cientos de velas y candiles de petrleo, invaden la calle. Por todos lados se ven grupos de individuos jugando a las cartas, bebiendo t, escuchando la montona msica rabe salida de algn viejo aparato de radio y por supuesto mascando Qat. En fin, poco ms o menos lo que ahora llaman en Ibiza el Chill Out. Al final todas las nuevas tendencias tienen apolillados orgenes pasados. Los bazares y pequeos bares continuaban abiertos, pocos cerraban, y siempre era bien recibido en alguna de estas reuniones donde todos bromeaban al ver a un infiel como yo que sentado entre ellos beba de sus infusiones y masticaba su Qat. Paseaba hasta la madrugada sin ser molestado y sin percibir violencia alguna. Muchas de aquellas personas me miraban extraados, pero rpidamente giraban sus cabezas para seguir enfrascados en sus asuntos, olvidando mi presencia. Aquello era como vivir dentro de un mgico cuento de oriente. Un par de das antes de mi partida, visitando unas enrevesadas callejuelas de la ciudad, me top con un bazar donde un viejo beduino venda las cosas ms inverosmiles que haba visto nunca. El comercio, casi en estado ruinoso, estaba atiborrado de todo tipo de objetos: armas antiguas, tapices, animales disecados, raros colgantes, bolsos de cuero labrado, etctera. Poco a poco fui entrando en aquel lugar donde, con toda seguridad, era el primer extranjero que atravesaba su umbral. Aquel tipo con turbante puso su mejor sonrisa y ayudado de gestos y un mnimo de ingls fue invitndome a observar sus mercaderas. Con calma me mostraba artculos cada vez ms extraos: figuras y objetos labrados en cobre y bronce, frases del Corn escritas en piedra y metal, lmparas de aceite que con toda seguridad llevaban incorporado su propio genio... Aquel lugar pareca no tener fin; en su interior las luces eran tenues, casi nulas y de repente lleg un olor a podrido detrs de un recodo lleno de viejos cachivaches, ech un vistazo y... Aquello estaba lleno de mandbulas de tiburn, cientos y cientos de enormes fauces todava con algunos restos de carne putrefacta! Aquello era increble, tal es as que hasta hice algunas fotos. No tena ninguna gana de abandonar aquel autntico bazar, el beduino me ofreci un vaso de t y acept. Nos sentamos en unos pequeos taburetes y con calma lo bebimos. Los dos sabamos que haramos negocio. Me interes por alguna artesana para llevar como regalo y despus pasamos a discutir el precio de las pestilentes mandbulas. No pude entender cmo haban llegado hasta all, aquel tipo se explicaba con dificultad, pero deban estar almacenadas desde haca mucho tiempo, a juzgar por las telaraas que las envolvan. Empec a seleccionar algunas realmente

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grandes, que con holgura las poda meter por mi cabeza y sacarlas por los pies, no queriendo ni imaginar cmo sera su anterior, propietario. Volvimos a tomar t; era el ritual, yo pensaba hacer negocio con aquellas mandbulas y el rabe conmigo. Discutimos el precio, primero por unidad, luego por lote; de nuevo otro t. En estos casos siempre gana el que tiene mayor vejiga, puesto que el local careca de bao. El acuerdo fue que me llevara veinticinco mandbulas y pagara aproximadamente un dlar por cada una de ellas. Llegado a este trato el comerciante me indic dnde poda aligerar mi hinchado vientre. Ya aliviado seleccion la mercanca entre aquel nauseabundo montn. Al finalizar pagu lo estipulado y obsequi al comerciante con un par de cajetillas de tabaco de las que siempre llevaba para regalar. Aquel tipo desapareci, regresando con cuatro mandbulas ms! Como smbolo de amistad. Pas la maana siguiente limpiando y envolviendo hermticamente mi adquisicin. No tena ni idea si poda llevar aquello legalmente de un pas a otro; por supuesto en Australia hubiera tenido ms que problemas por ello, pero saba que poda sacar algo sustancioso por aquellas terribles fauces. Las guard en un lugar seguro y me dediqu a otras labores. El asunto quedaba archivado hasta que necesitara echar mano de ello. Al medio da fui con Michel y Catherine al mercado para hacer las ltimas compras. Por la tarde me dirig a las oficinas del puerto para tramitar mi salida; el viento era excelente y deba continuar camino. HACIA EL MAR ROJO Dej el puerto de Adn a primeras horas de la maana. Me encontraba a principios de marzo, la mejor poca para subir el mar Rojo, pero no haba que despistarse, en mes y medio el calor se hara insoportable y para poder mitigarlo necesitara estar lo ms al norte posible. Eran mis ltimas millas por el ocano ndico, despus de ocho meses de navegacin. Ahora me arrepenta de no haber invertido ms tiempo en conocerlo mejor. Ya no haba solucin. El viento me empujaba con fuerza hacia su lmite occidental. Al haba querido mostrarme su ltimo pas y esperaba que siguiera as de benvolo durante mi paso por sus nuevos dominios. Tena por delante setenta millas hasta Bab-el-Mandeb, que ahora me reciba con sus brazos abiertos. Navegaba con la mayor y el gnova desplegados, sacando el mayor partido al viento; el ARCHIBALD casi volaba en direccin hacia el famoso estrecho, donde arribara al anochecer. Empezaba a observar bastante trfico mercante procedente del mar Rojo, tena que mantenerme cerca de la costa del Yemen, pero ya no tena nada que temer, El que manda aqu me protega.

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EL MAR ROJO Estaba de nuevo en el estrecho de Bab-el-Mandeb, la puerta Sur del mar Rojo. Esta vez el viento empujaba fuerte por popa y la sensacin era como si el mar Rojo absorbiera al ARCHIBALD hacia su interior. Haba anochecido, la oscuridad era total por la ausencia de luna. Tan slo se distinguan algunos faros y las luces de los mercantes, como haba previsto. Mis ojos se encontraban dentro del barco: cartas nuticas, tanto en papel como electrnicas, radar, sonda, GPS, radio y dems aparatos. Cada tanto echaba un vistazo al exterior para comprobar que todo segua en orden y las luces de m alrededor estaban donde deban estar. Los partes de meteo anunciaban fuerza 7 con rachas de 8 en esta parte del mar Rojo, y es que por aqu el viento se acelera por un efecto embudo; las dos costas se encontraban muy cercanas una de la otra, a no ms de diez millas de distancia. Navegaba con poca vela, y an as haca entre ocho y diez nudos de velocidad, ayudado por una buena corriente a favor. La entrada iba a ser rpida. Distingu un trfico de mercantes bastante intenso, cada diez minutos observaba las luces de una de esas moles de acero pasar no lejos de mi costado, navegando por su dispositivo de trfico; una imaginaria carretera en el mar por donde los buques cubren sus rutas, tanto de subida como de bajada, a toda velocidad. Lo malo es que necesitaba cruzarlo para navegar por aguas solitarias y por tanto seguras de la parte africana. El viento llegaba cerca de los cuarenta nudos, por lo que arri la mayor, dejando tan slo el segundo gnova, enrollado a la mitad, que tiraba del ARCHIBALD a una media de 9 nudos de velocidad. En menos de quince minutos estara fuera de esta ruta endemoniada, incluso al maniobrar para variar el rumbo la velocidad se incrementara. Mir a un lado, mir al otro, No viene nadie! Puedo cruzar. Cambi mi ruta y puse proa a la costa oeste. Todo iba bien, segn lo calculado. Empezaban a verse de nuevo las luces de buques que se acercaban, pero ya estaba casi a la mitad de la supuesta carretera, ahora el riesgo se reduca al cincuenta por ciento... Un batir extrao me hizo iluminar la vela y descubr que una parte de ella se estaba descosiendo. De momento no era excesivamente grave, decid aguantar as hasta llegar al otro lado y entonces decidira qu hacer. Un mercante bajaba rpidamente desde el norte hacia donde yo estaba, por sus luces deba ser enorme y con buen motor, detrs venan dos ms y del otro lado ya se distinguan otros cargueros que suban, no tena ms opcin que continuar, el ordenador deca que en siete minutos me encontrara en aguas seguras, pero por alguna razn aquel tipo navegaba casi por el arcn de su va. La maniobra estuvo apurada, pero consegu adelantarme y salir de la zona peligrosa con tiempo suficiente, incluso me sobraron un par de minutos! Una vez ms calmado pero con las piernas an temblando, enroll la vela

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daada y desenroll el gnova principal lo justo para navegar ms tranquilamente paralelo a la costa africana de Eritrea, mi nuevo destino. En cuanto a la rotura, no me cogi por sorpresa; lo estaba esperando. Anteriormente haba detectado unas zonas en las que el hilo de costura estaba bastante quemado por el sol. Aprovechara la siguiente escala para dar un buen repaso a la vela, haba zonas donde empezaba a dar muestras de desgaste y necesitaba algunas reparaciones; la iba a utilizar muy a menudo y deba quedar en las mejores condiciones. El trabajo no era complicado pero s laborioso y evidentemente no haba ms remedio que hacerlo en puerto. De momento quedaba suspendida de empleo. El viento continuaba fuerte pero al menos de direccin favorable. Al aparecer los primeros rayos de Sol el viento pareci reforzarse, por lo que decid buscar un refugio en la costa para hacerme una comida caliente y descansar unas horas. A medioda llegu a una caleta muy protegida del fuerte vendaval, all fonde, com algo y poco a poco empec a notar el agotamiento acumulado. Antes de meterme en la cama ech un vistazo a los alrededores; no se vea ni un alma y pareca que jams hubiera habido alguien por all. Empezaba a conocer esta costa africana. A la maana siguiente, muy temprano, reanud camino hacia el Norte. El viento segua soplando muy duro, pero quiz no tanto como el da anterior. Ms descansado puse rumbo al nuevo destino, el puerto de Massawa, en Eritrea; a una distancia de 250 millas. Tuve buen viento durante todo el da, pero cuando el Sol dej de calentar las fuertes rachas ventosas desaparecieron hasta calmar por completo, teniendo que continuar a motor. La siguiente jornada amaneci con buena brisa, que desapareci al atardecer. Esto ya me sonaba a familiar; era igual que en el Mediterrneo. Los buenos vientos constantes se haban terminado. Con las primeras luces del da distingu la escollera de Massawa, hacia donde me dirig; era mi primer puerto en el mar Rojo. ERITREA Una vez en la zona de fondeo baj el ancla entre los dems veleros transentes, como tantas otras veces haba hecho. En esta ocasin en particular me encontraba muy bien situado, alejado suficientemente de las dems embarcaciones. Tena tiempo de descansar un rato antes de dirigirme a las oficinas de las autoridades para tramitar los papeles. Los ltimos das haban sido algo duros. A bordo de un barco vecino de bandera australiana, un seor gordo haba observado mi maniobra de fondeo. Cuando hube concluido los trabajos y en el momento en que me preparaba el desayuno se acerc en su bote:

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Eh! -grit el australiano mientras se sujetaba al costado del ARCHIBALD. Tu barco est demasiado cerca del mo, si el viento cambia y tu ancla no est bien sujeta te echars encima de m. Lo mir extraado, su barco estaba a la misma distancia que todos los dems; el viento era suave e incluso separaba los barcos, el ancla haba agarrado bien y no haba motivo de preocupacin. Al tipo se le vea muy guiri, con sombrero vaquero y pauelo al cuello. Su barco era casi nuevo, lleno de funditas, tolditos y con varias banderas de su pas y de sus clubes. Como mucho haba navegado desde Australia hasta aqu, unas 5.000 millas. Yo en este viaje llevaba ms de 25.000 y supuestamente con bastantes fondeos de ventaja sobre aquel individuo. Pero no quise discutir; estaba bastante cansado y tampoco me agradaba la idea de tener un vecino merluzo, as que levant mi ancla, sujeta al fondo como una lapa y cambi de lugar, pero me qued con la copla, el barco se llamaba SEA BIRD y al parecer haba tenido problemas con su enrollador de gnova, pues lo tena medio desmontado. Una vez terminada la nueva maniobra me fui a dormir. Hice los papeles de entrada en Eritrea y me fui a estirar las piernas por el pueblo y tomar uno de sus famosos cafs. Cuando regres al barco para comenzar las tareas de costura, cual no sera mi sorpresa cuando vi, en el mismo lugar donde yo haba estado fondeado al principio, un barco de porte similar al mo, y su bandera... australiana por supuesto, la misma que mi anterior vecino. Dediqu tres das por entero a coser y revisar la vela daada, reforzndola en algunos puntos donde el sol y el rozamiento la haban deteriorado. No quedara como nueva, pues llevaba bastante uso, pero s lo suficiente como para tirar del ARCHIBALD otra temporadita. Una tarde, mientras luchaba con la vela, que se negaba a pasar por debajo de la mquina de coser, escuch voces en cubierta. Cuando me asom vi el gorro vaquero del australiano gordo. Eh!-Empez diciendo nada ms verme-. Me han dicho que llevas repuesto de todo. No tendrs dos trozos de perfil de enrollador? El mo est algo torcido y es de la misma marca que el tuyo. Al parecer mi fama de barco-taller era ya bastante conocida y efectivamente tena lo que el australiano peda, lo haba encontrado en la basura de una marina en Nueva Zelanda. -Pues algo tengo -respond humildemente. -Cunto dinero pides? -inquiri bruscamente. -Trescientos dlares americanos por cada pieza -respond ms bruscamente todava. -Trescientos dlares! -exclam el tipo-. En Australia cuesta menos de cien...

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-Pero en Eritrea el precio es de trescientos -contest-, es un repuesto que a m tambin puede hacerme falta, el mar Rojo es largo, los vientos pueden llegar a ser muy fuertes y las averas son bastante comunes. Estos anglosajones no discuten los precios, en cualquier caso no hubiera rebajado ni cinco cntimos. Sin ms dio media vuelta, puso en marcha el motor del bote y regres a su barco. Fue una lstima; me hubieran venido muy bien esos seiscientos dlares, pero el australiano no volvi a insistir. Normalmente intento ayudar a quien me lo pide y mi taller ha estado a disposicin de muchos navegantes con problemas, incluso en este caso ofrec una solucin... algo cara. Existan otros remedios, quiz chapuceros, para que el barco australiano pudiera seguir navegando hasta lugares donde poder resolver definitivamente su problema; el tipo debi optar por alguno de ellos porque dos das despus ni el SEA BIRD ni su barco vecino se encontraban en el fondeadero. Cercano al ARCHIBALD se encontraba un barco de bandera canadiense, el BLUE ALLIGATOR, tripulado por una pareja muy... peculiar. La seora, ya mayorcita, era la propietaria del barco. El hombre, Salvatore, siciliano de cuarenta y pico, con buena facha, era el tripulante. Christianne, francesacanadiense, llevaba varios aos navegando por el mundo; buscaba tripulacin cuando se quedaba sin ella, o navegaba sola cuando as lo decida. Era algo introvertida, sin embargo un da consegu que me contara su historia: Chris y su marido vivan en Canad y como tantas otras parejas a su edad tenan el proyecto de jubilarse, comprarse un velero y dar la vuelta al mundo. Gozaban de una buena pensin, los hijos ya eran mayores... y siguiendo sus planes compraron el barco, un moderno balandro de once metros de eslora. Pero no todo suele salir como se proyecta; unos meses ms tarde el marido de Chris mora repentinamente. Tras una temporada de reflexin Chris decidi seguir con la idea original; equip el barco siguiendo los consejos de amigos y profesionales, dando as comienzo su aventura. Baj el Atlntico hasta llegar al Caribe, cruz el canal de Panam y atraves el Pacfico, sin prisas, cambiando en ocasiones de tripulantes o navegando con antiguos conocidos. En Nueva Zelanda, de nuevo sin tripulacin, le presentaron a Salvatore, un italiano viajero del mundo, con suficiente experiencia nutica. Embarc con ella en el BLUE ALLIGATOR y juntos recorrieron el ndico durante tres aos, hasta decidir remontar el mar Rojo en ruta hacia el Mediterrneo. Su relacin es estrecha, pero limitada a los asuntos del barco, ellos son capitana y tripulante, manteniendo normalmente este grado de distincin. Una vez en tierra la cosa cambia; Salvatore es un hombre de mundo, no hay idioma que l no hable, muy extrovertido y desenvuelto en todos los ambientes. Chris es ms tmida, solitaria, pasando a menudo casi

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desapercibida... lo contrario que cuando ejerce de capitana a bordo de su velero. Hice buena amistad con Salvatore, pues su espaol era bastante bueno y salvo los escasos minutos de radio, haca ms de tres meses que no escuchaba a nadie hablar mi idioma. -Dnde lo aprendiste?- le pregunt refirindome al espaol. -En Mjico contest-. Estuve all ms de tres aos buscando sentido a mi vida. -Y encontraste a don Juan? inquir. -T tambin has ledo los libros de Castaneda? exclam. -Algunos, pero no has contestado a mi pregunta-. Dije. Bueno, pues en parte s... Explicaba Salvatore-. En aquella poca haba mucha gente como yo y los Naguales (brujos) estaban muy solicitados, pero lo pas bien. De all me fui dos aos a la India, desde donde me repatriaron a Italia por loco, ya me entiendes; y luego, despus de un ao en manos de psiquiatras, qued como nuevo. A partir de entonces viajo en barcos y busco sirenas. Evidentemente el italiano era un personaje un tanto... mstico, pero muy gracioso en sus ancdotas; desenvuelto, caprichoso y despreocupado, no llevaba ni dos das en la ciudad y ya conoca a todo el mundo. Su compaa era buena para relajarse y dejar de pensar el barco y la navegacin. Una vez concluidas las inevitables labores de a bordo, que principalmente fueron la reparacin de la vela y una buena revisin general, de nuevo hice la mochila y me dirig a Asmara, la capital del pas. El viaje dur seis horas, embutido dentro de un viejo autobs atiborrado de negritos, que no tardaron en marearse, con todas sus consecuencias. La primera parte del viaje discurri en pleno desierto, donde slo se vean matojos, camellos y los restos de algn camin militar destrozado, producto de guerras no muy lejanas. Ms tarde llegamos a las montaas, el autobs comenz lentamente a subir cuestas pronunciadas, tomar curvas cerradas, inevitables baches... a bordo las vomitonas surgieron por todas partes. Por suerte yo llevaba un buen surtido de bolsas de plstico, repartindolas a toda velocidad entre los mareados ms cercanos a mi asiento. A partir de aqu el paisaje cambi totalmente. Era como si en medio del rido desierto alguien hubiera atornillado fuertemente una verdosa serrana apenina; y en un frtil valle, a 2500 metros de altitud, a la vez se hubiera importado una completa y tpica villa italiana; as era Asmara, la pequea y bella capital del pas. Una imponente catedral catlica preside el centro de la ciudad, formada por recios edificios bien construidos, amplias avenidas con anchas aceras por donde pasea la gente sin prisas; cafeteras con sus clsicas terrazas, lujosos restaurantes, comercios... todo al ms puro estilo italiano de los aos sesenta, incluso no faltan los Fat 500 y 850 en lenta circulacin. Ms an, la gente

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sentada en los bares o caminando por la calle, habla y discute...En italiano!! Ninguna diferencia con la clsica Italia de las pelculas de hace cuatro dcadas, excepto... que en Asmara todos sus habitantes son negros. Cmo es posible que exista un lugar as en mitad de un pas africano sumamente pobre? Todo tiene su explicacin; cultura y forma de vida italiana, tal fue el legado de Mussolini hace ms de medio siglo. Il Duce puso su punto de mira en este extrao pas, por entonces una provincia perteneciente a Etiopa. En sus sueos de grandeza, Mussolini quiso que Eritrea fuera la cuna de un nuevo Imperio Romano en frica; la hizo independiente, poniendo mucha energa y dinero hasta conseguir crear el pas ms evolucionado del continente africano, construyendo carreteras, puentes, vas frreas, puertos, ciudades, sin descuidar parques, jardines y monumentos dedicados al fascismo; dio educacin y formacin militar a sus habitantes, naturales o inmigrados... Lamentablemente Don Benito Mussolini tuvo un desagradable despertar de este anhelante sueo, recibiendo ms palos que una estera durante la Segunda Guerra Mundial; el ambicioso proyecto fue olvidado, sin embargo Italia nunca descuid del todo su relacin con este pequeo pas africano. Despus de la Gran Guerra llegaron los ingleses, desbarataron todo un poco y devolvieron el joven pas a Etiopa, pero los eritreos poco contentos con el cambio, se enzarzaron en otra guerra separatista que dur un montn de aos. Al final consiguieron la independencia, si bien el pas acab un poquito roto. La capital, que originariamente era Massawa, el puerto donde ahora descansaba el ARCHIBALD pas a ser Asmara, porque en la costa, literalmente, no haba quedado ttere con cabeza y este pequeo reducto italiano an se mantena bastante entero. Al igual que otros pases en sus mismas condiciones, Eritrea comenz su lento restablecimiento, pero a son africano; un poco de ayuda exterior, un gran esfuerzo por parte de sus habitantes, siempre contando con sus escasos recursos pero empeados en mantener vivo su territorio, que sigue latiendo a ritmo de supervivencia; Pero bueno, esto no es una excepcin si se compara con los pases vecinos. El ejemplo de incongruencia es la calle principal de Asmara, como si al pasear por ella se consiguiera estar excluido de los problemas de este precario pas. Pues exactamente paseando por dicha avenida escuche a mis espaldas: Capitn, mis primas quieren conocerte...! Gir sobre mis talones y vi a Salvatore en compaa de tres bombones, en el mximo sentido de la palabra incluido su color, que con amplias sonrisas se acercaban hacia donde me encontraba. Durante los das siguientes Salvatore y yo recorrimos Asmara de la mano de nuestras expertas acompaantes, saboreando la mejor cocina italiana y el insuperable caf expreso en selectos restaurantes, reposando en las terrazas de clsicas cafeteras. Graziella, una de nuestras escultricas anfitrionas a la que llamaba Gacela por sus armoniosas curvas, me mostr una ciudad
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anclada en el tiempo, pero tambin la tradicional Asmara africana, donde tambores ancestrales estremecen el corazn al son de sus acompasados ritmos y remotas canciones. Sin duda Asmara es un oasis en el Gran Desierto del Mundo. Regres al barco. Pase durante algunos das por el destrozado puerto de Massawa, donde por todos lados se distinguan buques hundidos y abandonados, presa de la herrumbre, victimas de no muy lejanas contiendas, pero a la vez me iba mezclando con los olores y sabores de frica, visitando los mercados, abasteciendo el ARCHIBALD, hasta que las previsiones meteo que Fletcher me enviaba fueron aceptables, al menos para los das siguientes. As pues hice el despacho de salida y prosegu camino hacia el Norte. Dejaba Eritrea, pas pobre y de escasos recursos a pesar de la ayuda exterior, pero a la vez contando con un pueblo luchador; gente noble, orgullosa, discreta y amable; diferente a sus vecinos. El mejor pas que conoc en mi viaje a lo largo de este antiguo mar. No exista refugio seguro hasta las costas de Sudn, a unas 300 millas de donde me encontraba y tras un buen da de apacible navegacin el viento se volvi duro y en contra, lo habitual de la zona. Bienvenido al Mar Rojo!!! EN NAVEGACIN No haba ms remedio que remontar la costa africana. Todas las guas nuticas desaconsejan la navegacin por el lado arbiga, con bastantes ms refugios naturales pero prohibida al turismo nutico. El nico visitante aceptado en Arabia Saud es el viajero en peregrinacin a La Meca se poda leer en los libros. Particularmente nunca di total crdito a aquella aseveracin y por otro lado tampoco me hubiera importado hacer una visita a la Ciudad Santa, a pesar de mi escasa pinta de peregrino musulmn, pero algo cierto deba de haber, porque nunca tuve referencias de ningn velero que se aventurara por aquellas costas. El viento subi de intensidad para estabilizarse alrededor de los 25 nudos, la direccin era clara del Noroeste, justo de proa. Las olas ya estaban bien formadas y barran constantemente la cubierta. Era el inevitable viento contrario del mar Rojo del que hablan todos los libros de navegacin. La travesa se presentaba dura. Cac las velas al mximo, la mayor izada con dos manos de rizos y el gnova mediano enrollado a la mitad. No era la mejor combinacin, pero no haba otra cosa; la trinqueta era demasiado pequea y no me fiaba mucho de ella. Las velas en uso ya estaban bastante deformadas por el trabajo constante de los ltimos aos y si quera sacar algo de partido a la ceida tena que ayudarme de vez en cuando con un poco de motor. Comenc haciendo bordadas de seis horas cada una, intentando no

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alejarme mucho de la costa ni llegar hasta la zona de trfico mercante. El piloto electrnico se defenda ms o menos bien, lo cual me permita ocuparme de la navegacin, las velas, cocinar algo y en ocasiones descansar un rato. Pero el viento era caprichoso, variando a menudo de direccin, lo que me obligaba a estar siempre atento para maniobrar segn se prestara. Durante dos das avanc de esta manera, remontando lentamente en zigzag la costa de Eritrea. Esa noche hice clculos para averiguar cuanto me quedaba para llegar al primer refugio de la costa sudanesa y observ la necesidad de sacar el mximo partido al barco si quera llegar al un fondeadero protegido con las ltimas luces del da siguiente. Desconect, pues, el piloto electrnico y me puse a la rueda del timn. Los pilotos automticos llevan o intentan llevar el barco en una aproximada lnea recta o manteniendo una terica entrada de viento, pero les falta la intuicin de negociar bien una ola o aprovechar una inesperada rolada o racha de viento. La mayor parte de mi vida nutica me la he pasado ciendo, por eso me gusta navegar en popa, con vientos portantes que empujan el barco a buena velocidad, pero en aquella poca del ao en el mar Rojo era imposible, o al menos eso decan las estadsticas. Durante casi veinticuatro horas estuve timoneando, al principio molesto por tener que estar all, preso, zarandeado y mojado por los rociones, luego, conforme llegaba el cansancio me fui relajando y me sent mejor. La noche fue muy estrellada y el amanecer fascinante, el mar y el viento llegaban con potencia y el ARCHIBALD saltaba de ola en ola, avanzando unas veces hacia la costa, hasta que viraba, poniendo entonces rumbo a mar abierto. Llegu a comparar el Mar Rojo con un caballo rabe, arrogante y caprichoso, imponindome una dura prueba que deba ser superada, demostrando mi habilidad y as permitirme llegar a su final. Por la tarde, estando todava algo alejado del lugar elegido, dicha prueba se dio por superada; el viento cambi de direccin hacindose algo ms favorable, ganando as velocidad y entrando en el fondeadero an con buena luz. El Mar Rojo me haba aceptado, ahora saba que respetndolo podra navegarlo. EN LA MARSA Fonde en un lugar protegido, junto a dos veleros que se encontraban en mi misma condicin, al parecer, tambin recin llegados. En las costas del mar Rojo se llama marsas a estos pequeos puertos naturales semejantes a pequeas lagunas, siendo un buen resguardo para pequeas embarcaciones, empezando a ser frecuentes a partir de ese momento y a lo largo de todo el litoral africano. Algunas marsas estn habitadas por pequeas aldeas, pero otras, como en la que acababa de entrar, llamada Khor Nawarat, no se vea ser viviente por los alrededores, tan slo desierto.

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El cansancio de los ltimos das lleg de golpe, pero an tuve que sacar energas para arranchar y plegar velas, adujar cabos, bucear el ancla para comprobar que estaba bien sujeta al fondo... y ya con todo en orden me fui a la cama para descansar todo lo que el cuerpo necesitase. Puse la radio para escuchar algunas noticias antes de dormirme pero lo que o me desvel por completo; la guerra con Irak haba comenzado, no saba que repercusiones podra tener en el mundo rabe, sobre todo porque el problema no estaba muy lejos de donde me encontraba. Al da siguiente el viento se hizo muy fuerte y totalmente en contra, con previsin de continuar as durante una semana. Aprovech estas obligatorias vacaciones para hacer pequeos trabajos a bordo, pasear por las solitarias playas a la bsqueda de tesoros, encontrando una buena linterna, un remo de aluminio, una defensa nueva, varias conchas raras... Por las maanas, temprano, me dedicaba a hacer pesca submarina en un arrecife cercano, haba una buena oferta de meros y langostas; con tiempo justo para sacar lo suficiente antes de que llegara el primer tiburn grande. En ese momento suba al bote con todos los enseres y regresaba al barco. La pesca haba terminado. Con el paso de los das la gente de los otros barcos empez a ponerse nerviosa, el viento segua soplando fuerte, a veces superando los cuarenta nudos y en esas condiciones no era posible continuar camino; haba que seguir aguardando sin saber por cuanto tiempo. Esperar, quiz la gran filosofa del Desierto a la que los occidentales no estamos acostumbrados. Si algo bueno se aprende en el mar Rojo y a lo largo de sus pases ribereos es a saber esperar y tener paciencia; tanto en el mar como en tierra: Paciencia. Un da, al despertar, comprob que estaba solo, los otros veleros haban partido, posiblemente al amanecer. El viento era ya algo moderado, pero de la mala direccin, decid esperar un poco ms. A la maana siguiente, despus de desayunar sub tranquilamente el ancla, ic las velas y me dej llevar por una favorable brisa del Sur. Mi paciencia haba dado resultado. SUDN El ARCHIBALD avanzaba rpido hacia el Norte, pero los partes meteo anunciaban de nuevo viento contrario y de fuerte intensidad; se haca necesario buscar refugio. A unas millas de donde me hallaba exista un antiguo puerto, hoy medio abandonado, llamado Swakin, segn mis informaciones muy abrigado e incluso con un pequeo pueblo donde abastecerse; me dirig hacia all. Al llegar vi que se trataba de una marsa bastante profunda, con una isleta en el centro, que albergaba una antigua ciudadela, ahora totalmente en ruinas. No haba nadie por los alrededores, fonde el ancla y me dispuse a preparar una buena comida con el resto del ltimo pescado. Al rato o unas voces, me asom y vi que llegaban dos

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veleros: el BLUE ALLIGATOR de Chris y Salvatore y el ketch sueco OLINA, al menos tengo amigos cerca, pens. Rikard, el propietario del OLINA, navegaba con su amigo Bertyl, los dos retirados y presumiblemente sin muchos problemas econmicos. Rikard, ingeniero, tres aos mayor que yo, es una persona de mundo. Ha vivido en muchos pases, habla seis idiomas y es un tipo muy gracioso, con un humor irnico cercano al sajn. Un da decidi endosar su alto cargo empresarial a otra persona con ms ansias de llegar al Reventn Laboral, compr un velero por Internet y haciendo como el ro Guadiana, desapareci de la helada Suecia para volver a aparecer en zonas tropicales. Su frase preferida es: Yo no quiero estar sueco, hace mucho fro all. Bertyl, diez aos mayor, es ms simple, con su habitual sonrisa, a l nada le importa; tiene una poderosa razn: ha sufrido tres infartos, est lleno de vlvulas, marcapasos, transplantes... un da me confes: Ya llevo siete aos de regalo.... El OLINA es un velero de dos mstiles, doce metros de eslora y lneas clsicas, construido en acero. A bordo la comodidad, el orden y la limpieza son factores inevitables y por alguna extraa razn las cervezas nunca llegaban a agotarse. Media hora despus de nuestra llegada se acerc una lancha, al parecer oficial, tripulada por unos agentes portuarios. En aquel momento nos encontrbamos todos a bordo del BLUE ALLIGATOR tomando el aperitivo. Uno de los individuos, grandulln de afable aspecto, comenz a hablar en perfecto ingls: Buenos das, mi nombre es Mohammed, bienvenidos a Sudn y cmo no a Swakin. Les ofrezco mis servicios para formalizar la entrada en el puerto. Soy el mejor agente. Tambin soy el nico que habla su idioma. Antes de que reaccionsemos sac un montn de papeles y empez a rellenarlos. -Comencemos por usted -prosigui-. Su barco se llama ARCHIBALD, de unos doce metros por cuatro; parece construido en acero, por lo que pesar unas once toneladas, cierto? He visto que navega solo, cul es su nombre? -Es que no lo ha adivinado todava? respond. -Al no me ha dado tanta sabidura, necesito un poco de ayuda. Una vez cumplimentados los formularios, Mohammed dio paso al clculo de las tasas. Ms o menos las cuentas fueron as: Tanto ms cuanto, multiplicado por la constante sudanesa, menos cuatro y me llevo dos; pitos, flautas, te aplico el descuento... redondeamos... Justo!, has de darme setenta dlares, puedes estar en Swakin una semana sin ningn problema, est todo incluido. Alguna duda? -S interrogu-, qu es todo incluido? -Ah!, pues... mis servicios, claro est. Pasemos al siguiente...

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Al finalizar el trmite, Mohammed despleg una amplia sonrisa bajo su tupido bigote y pronunci una nueva palabra que a partir de aquel da la oiramos casi constantemente: Bakshis, la forma rabe de pedir propina al extranjero, una costumbre muy arraigada, tal vez demasiado. Mohammed result de gran ayuda, era un caradura simptico que nos ech una mano en todo cuanto pudo, incluso organiz una comida en su casa y una excursin a la ciudad de Port Sudn. Siempre pagando, por supuesto. Tenamos permiso para bajar a tierra, si bien tampoco se vea a nadie por los alrededores que nos lo pudiera impedir. Esta vez fue el cansancio acumulado lo que nos hizo quedarnos esa tarde en nuestros barcos. De nuevo poda dormir toda la noche de un tirn. Al da siguiente, muy temprano, Salvatore me haca seas indicando un pequeo malecn en la playa cercana a nosotros. El tiempo de tomar un caf, echar el bote al agua y unos minutos ms tarde las tripulaciones de los tres barcos nos encontrbamos en tierra firme. Comenzamos visitando la parte habitada de Swakin, algo ms metida tierra a dentro, formada por un abigarrado grupo de chabolas construidas por bloques coralinos unidos con argamasa, bastante deterioradas, reparadas con tablas de madera y yeso; las calles eran de tierra o arena, como lo haban sido desde tiempo inmemorial. Hay una frase comn que se suele pronunciar cuando se llega a algunos pases tercermundistas, sobre todo en frica y Oriente Medio: Es como retroceder mil aos en el tiempo! Yo la he repetido varias veces, pero en esta ocasin era verdaderamente as; la electricidad no exista, era evidente que tampoco el agua corriente, rebaos de cabras ocupaban las calles, beduinos subidos en camellos iban de un lado a otro, hombres vestidos con las tpicas blusas largas, armados con dagas y sables rabes y tocados con el turbante moro llenaban las estancias donde, sentados a la sombra, beban t, hablaban y fumaban el tabaco de una pipa de agua que iban pasando de mano en mano, de boca en boca, despacio, casi sin moverse; como si el tiempo no tuviera relacin con ellos. Todos nos miraban como si fusemos extraterrestres; los nios salan corriendo, las mujeres, completamente vestidas de negro, se cubran el rostro a nuestro paso; los hombres, algunos sonrean, pero todos nos atravesaban con sus miradas. Salvatore rompi el hielo comenzando una conversacin en rabe con uno de los beduinos pero ste no pareca entender nada. De uno de aquellos grupos surgi un individuo que hablaba un ingls suficiente como para mantener un dilogo bsico. Tras unos vasos de t y degustar unos pasteles demasiado dulces, nuestro amigo, ya en conversacin ms fluida, comenz a narrar la leyenda del lugar donde nos encontrbamos: Swakin fue una de las ciudades ms importantes del mar Rojo. En la antigedad tuvo fama de gran puerto comercial y hasta aqu llegaban productos de toda frica con destino a Oriente, maderas preciosas, marfiles y cientos de esclavos esperaban a las naves que les trasportaran hacia los

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pases de Arabia y ms all... Pero la gran importancia de esta ciudad era su ubicacin; punto clave para los peregrinos musulmanes en ruta hacia oriente, La Meca; eso le vali a Swakin el calificativo de Ciudad Santa. Durante siglos fue creciendo y prosperando hasta que un da la desventura abati el lugar; la favorita de un importante sultn fue raptada de uno de sus palacios por unos diablicos duendes alados, ste maldijo a la ciudad y a toda su gente por no haber impedido la grave tragedia. Poco a poco el lugar fue cayendo en desgracia llegando a ser definitivamente abandonada, tal vez por temor a sus malos espritus. A travs de los siglos aquella ciudad hecha de piedra y coral, ubicada en una isla dentro de la ensenada, fue deteriorndose hasta quedar tan slo sus ruinas. Las ltimas construcciones no tienen ms 150 aos de antigedad, pero sus cimientos albergan palacios antiqusimos, hoy definitivamente olvidados. Aquella noche, totalmente despejada y con una enorme luna llena como tan slo se puede observar en esta parte del frica desrtica, el mstico Salvatore me propuso dar un paseo por las ruinas de la vieja Swakin. Fue una experiencia inolvidable; caminar entre los viejos palacios derruidos, sombras de lo que en un tiempo lleg a ser lugar sagrado, oyendo tan slo el aullido del viento... la imaginacin iba mucho ms all. Durante nuestra estancia en Swakin la meteorologa fue desfavorable, el fuerte viento del Norte invitaba a continuar en el fondeadero, pero poco a poco su intensidad baj hasta quedar en una brisa ms manejable. Decidimos entonces proseguir la escalada del mar Rojo y acortar distancia en ruta hacia Suez. Las siguientes etapas que marcamos no eran complicadas, pues se trataba de navegaciones diurnas por el interior de canales costeros formados por arrecifes coralinos, de buena amplitud y protegidos de las olas exteriores. Al caer la tarde, an con buena visibilidad, era ms que conveniente entrar en una de las muchas marsas y pasar all la noche bajo su proteccin, para continuar al amanecer de la jornada siguiente... a no ser que Al decidiera abrir de par en par las puertas del viento, en cuyo caso haba que esperar. A estas alturas la paciencia ya era un don plenamente adquirido. El tiempo pasaba lento; unos das avanzaba lo suficiente, otros algo menos. Protegido a veces del fuerte viento en algn fondeadero seguro, en ocasiones solo, otras en compaa de algn velero amigo. Poco a poco, a ritmo de caravana del desierto, de marsa en marsa, dej Sudn para entrar en aguas egipcias. La costa era siempre igual; baja y arenosa. Las marsas, muy bellas, como un oasis en el desierto, de aguas cristalinas y corales luminosos, mayormente deshabitadas y que ofrecan parte de su fauna para mi necesaria dieta diaria. Las previsiones del tiempo que Fletcher me enviaba casi a diario y que generalmente eran muy similares cambiaron repentinamente, se esperaba una
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condicin meteorolgica inusual: dos das de calma y tres de viento suave del Sur; Colega, psale fuerte, aprovecha y remonta todo lo que puedas!, me aconsejaba. Fue el mejor regalo que Al y el mar Rojo podan hacerme. Durante cinco das navegu rumbo Norte por aguas libres con el mar calmado como un estanque, empujado por una leve brisa de popa y ayudndome con el motor para hacer el mximo camino posible. Los comentarios por radio con otros veleros eran de jbilo. Los libros de ruta que tratan esta zona siempre hacan referencia a los habituales temporales de viento Norte, advirtiendo una dura la navegacin hacia Suez. Un milagro semejante no se vea desde los tiempos de Moiss, alguien declar. Llegu al puerto egipcio de Hurghada cuando poco a poco el viento volva a soplar suave del Norte. El fondeadero no era muy bueno, pero al ser puerto oficial de entrada en Egipto era obligacin hacer aqu todo el trmite burocrtico. A pocas millas se encontraba la lujosa marina de Abu-Tig, donde tena pensado llegar para descansar y esperar en sus cmodas instalaciones otra ventana de buen tiempo y recorrer las 150 millas que restaban para alcanzar Suez. De nuevo el viento del Norte empez a soplar con ganas, como si quisiera recuperar el tiempo que haba estado ausente, y all tuve que esperar, en compaa de los ya inseparables OLINA y BLUE ALLIGATOR. Casi una semana estuvimos retenidos en Hurghada, a la espera de un hueco en el temporal para recorrer las escasas diez millas que nos separaban del paraso nutico; por suerte el lugar donde nos encontrbamos era lo suficientemente seguro como para poder bajar a tierra y tomar alguna cerveza en un bar cercano. Una maana lleg nuestra oportunidad, el viento estaba calmado y pese a que ms tarde volvi a soplar con fuerza, tuvimos tiempo suficiente para llegar hasta la marina de Abu-Tig. Una vez con los barcos bien amarrados en sus instalaciones portuarias celebramos la arribada con una buena cena en el mejor restaurante. Todos tenamos planes distintos, los mos, que en un principio eran continuar hasta Suez a la menor oportunidad, haban cambiado radicalmente. EGIPTO Durante la estancia obligada en el fondeadero de Hurghada haba recibido noticias de Esperanza; tena intencin de hacerme una corta visita y de paso conocer algo de este extraordinario pas. La ocasin me vena al pelo; el puerto era totalmente seguro, el ARCHIBALD se encontraba amarrado como para aguantar un huracn, tena dos barcos amigos como vecinos... As pues, pagu por adelantado un mes de estancia, ya que el precio, comparado con las marinas del Mediterrneo, era insignificante; llen la mochila con lo necesario y me sub en el primer autobs con destino a El Cairo.

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Tras siete interminables horas recorriendo las carreteras que atraviesan el desierto llegu a la capital egipcia. En la terminal de autobuses, nada ms bajar, una nube de personajes muy variopintos cay sobre m ofrecindose como guas, porteadores de mi mochila, vendedores de golosinas, de artesana, de ropa tpica y por supuesto ganchos para llevarme a restaurantes, cafs, hoteles... muy baratos. Luego llegaron los taxistas, ofreciendo todo tipo de servicios de transporte... Literalmente sal corriendo de aquel caos sin saber a donde me diriga. Ya ms tranquilo no tuve ms remedio que ponerme en manos de uno de los taxistas, explicndole muy claramente mi intencin de ir a un hotel econmico y no muy alejado del centro. El tipo hablaba un buen ingls y entendi perfectamente mi demanda. Embarqu en el vehculo y despus de dar tres vueltas seguidas a una gran plaza con intencin de despistarme, par el taxi en la puerta principal del hotel Hilton, a escasos cien metros de donde habamos arrancado. Nada ms abrirme la puerta un ordenanza del hotel, agarr mi mochila y volv a salir corriendo durante un buen rato sin volver la vista atrs, hasta perderme por las calles, siempre abarrotadas de gente. El Cairo es una de las ciudades con ms densidad de poblacin del mundo, es desagradable andar perdido por aqu, sobre todo con mochila y cara de despistado, pues todo el mundo intenta ayudarte a su manera. Por suerte reconoc a un trotamundos europeo de aspecto inconfundible, que caminaba con paso seguro, lo que significaba que posea alguna experiencia cairota. Se trataba de un noruego de vacaciones que llevaba dos semanas en la ciudad. Me indic donde se encontraban los hoteles de precio medio, las agencias tursticas ms baratas y hasta incluso me regal un plano de la ciudad. Mi suerte haba cambiado. Aquella noche me encontraba en el aeropuerto, atento a la llegada de Esperanza, con la reserva de hotel en el bolsillo y el contrato de un tour turstico para dos personas y diez das por todo el Egipto clsico. La primera jornada la dedicamos a visitar las Pirmides de Giza, la Esfinge y los templos cercanos a El Cairo, dentro de nuestro compacto programa turstico. Mantuve una lucha a brazo partido contra los profesionales de las propinas, vendedores de artesana Made in China, falsos guas y dems agregados al entorno, que por otro lado es su nica forma de subsistencia. Algo hay que dar, es evidente, aunque lo que yo crea justo al otro le pareca una miseria, y siempre ser as. En cualquier caso, cuando el agobio llegaba a ser apabullante, segua siendo muy efectivo escapar corriendo sin mediar palabra, nunca vi a ninguno de estos beduinos salir en mi persecucin. Otra tcnica que desarroll cuando la fuga era imposible, teniendo frente a m a un grupo de rabes frotando el dedo ndice contra el pulgar y repitiendo sin cesar la palabra Bakshis (propina), fue la de repartir a cada individuo un

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delicioso caramelito de menta; el desconcierto era suficiente como para poder evadirse. Tras una jornada de visita al museo de la capital, viajamos en un tren nocturno hasta Assun, al sur del pas, donde emprendimos un extico crucero remontando el Nilo durante dos das, hasta la ciudad de Luxor. Cuando contrat el Tour nadie habl de barcos lujosos, pero tampoco me dijeron que el crucero iba a ser a bordo de una patera, aqu llamada Faluca, de nueve metros de eslora, sin motor, impulsada por una enorme vela latina y gobernada por dos beduinos viejotes, simpticos pero bastante caraduras. La cubierta era corrida, no existan camarotes ni aseo; all tuvimos que acomodarnos, junto a una familia de cuatro franceses y la notable tripulacin. La mayor parte del tiempo lo pasamos amarrados a la orilla del ro, unas veces por falta de viento, otras por lo contrario; cuando las condiciones eran favorables era tiempo de oracin, o de descanso, o la hora del bao... Al trmino de los dos das habamos conseguido remontar el Nilo unas cinco millas, teniendo que hacer las ciento cuarenta y cinco restantes en una furgoneta. No obstante reconozco que este crucero fue la parte ms divertida de toda la excursin egipcia. Visitada la regin de Luxor, sus templos y el Valle de los Reyes, Esperanza regres a El Cairo y de all a Espaa. Yo segu an unos das recorriendo las partes menos conocidas del pas, para regresar al ARCHIBALD con fuerzas renovadas y emprender camino hasta la Puerta del Mediterrneo. A mi entender, la visita turstica por los lugares ms representativos del pas, a no ser que seas un apasionado de la egiptologa, no sirve ms que para percibir uno mismo las gigantescas proporciones de sus obras, por otro lado realmente admirables. La mejor y ms precisa informacin sobre el arte y antiguas costumbres egipcias se puede obtener visitando ciertos museos europeos, todo en perfecto estado de conservacin, o tambin en los elaborados documentales de televisin, donde queda su historia magnficamente descrita. Nadie va a descubrir una mausoleo repleto de tesoros durante unas cortas vacaciones en Egipto, ese es trabajo reservado para los ladrones de tumbas, profesin an hoy en da muy arraigada entre los habitantes del Valle de los Reyes, sin embargo, uno regresar a casa con gran cantidad de recuerdos intiles e inevitables de comprar, la mayora hechos en los pases del Extremo Oriente. Tal fue mi experiencia como turista de nivel medio. A mi regreso comprob que el fuerte viento de los das anteriores haba cubierto de arena todo el exterior del barco; haba arena entre los pliegues de las velas, dentro de la Zodiac, en los molinetes, cabos, toldos, poleas, placas solares... Toda la cubierta del ARCHIBALD era de color ocre-amarillo. Sin embargo lo peor estaba en su interior; el fino polvo del desierto haba

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encontrado la forma de entrar, incluso estando todo perfectamente cerrado; no haba lugar donde no hubiese arena. Tena dos soluciones: dejar la cosa como estaba, comprar un par de camellos, una chilaba y convertirme en beduino nutico o limpiar todo aquello a fondo. Me haca ilusin lo de los camellos pero comprend que me iban a ocasionar ms de un disgusto, pues no son animales muy dciles, por lo que me decid por la segunda opcin. Aprovechando que tena a mi disposicin electricidad y agua abundante, me disfrac de profesional de la limpieza, puse msica de los Queen y a fuerza de aspirador, agua a presin, detergente, estropajos... devolv al barco su estado original, ms o menos. Fue una lucha terrible, pues la arena haba hecho pandilla con el salitre y la humedad nocturna, formando una costra adhesiva casi imposible de quitar, pero al final sal victorioso, las torrenciales lluvias del Mediterrneo haran el resto. Por cierto, no tuve lluvias hasta mi llegada a casa. Los trabajos a bordo, a ritmo egipcio, duraron una semana. En ese tiempo desfilaron por la marina antiguos amigos navegantes con diferentes problemas a los mos, quiz algo ms complicados de solucionar. La navegacin por el Indico y sobre todo la subida por el mar Rojo haba sido dura en todos los sentidos; motores rotos, velas en mal estado, jarcias, mstiles y sistemas de gobierno con serios problemas, sin contar con las averas en los equipos electrnicos... pero lo que ms me llam la atencin fueron las relaciones deterioradas en las distintas tripulaciones. La convivencia durante los ltimos meses haba sido demasiado tensa, sobre todo bajo las presiones de la mala meteorologa, desperfectos, obligatorias permanencias en las solitarias marsas, desesperacin por llegar hasta el inalcanzable Suez, siempre tan lejos... haba ocasionado rupturas en lo que parecan slidas amistades. Fui testigo de situaciones bastante desagradables a bordo de barcos conocidos. Comprenda bien el problema y me alegr de navegar solo, era evidente que en el ARCHIBALD no poda darse ese tipo de circunstancias. Dos noticias me impactaron a mi regreso; la primera no era muy sorprendente, pues ya haba escuchado algunos comentarios. Se trataba de ataques piratas a unos veleros entre las aguas de Yemen y Somalia. Nunca he hecho mucho caso a las historias de piratas modernos, dirigidas a poner nerviosos a los navegantes y dar una nota de colorido romntico y folclrico a las narraciones de barra de bar tras unas rondas de buen licor. No cabe duda que el pirateo existe en zonas especficas del mundo, la mayor parte evitables. Parto de la base que navegando por las rutas aconsejadas y a veces no tanto, nunca hay problemas, salvo honrosas excepciones. Despus de escuchar alguna de estas terribles historias siempre pregunto Y eso a quin le pas? La repuesta es siempre parecida a Al amigo del amigo del vecino de mi prima. Esta vez contestaron a mi cuestin de manera distinta: Eso

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me pas a m. Se trataba del velero ingls BAMBOLA, que junto con el JESSICA navegaban desde Omn hacia el mar Rojo. Haban zarpado del puerto de Shalal un da despus que yo, navegando no muy alejados de la costa de Yemen. Dos das despus de su partida, a media tarde, se les acerc una lancha tipo militar pero bastante deteriorada y tras varias rfagas de ametralladora y gestos violentos de sus ocupantes, ambas tripulaciones decidieron arriar las velas y detener sus embarcaciones. La lancha lleg hasta los veleros abordndolos, dos individuos fuertemente armados subieron a ambos barcos golpeando a sus ocupantes y disparando algn tiro de vez en cuando, en la lancha pirata quedaron una veintena de ocupantes, desarmados y con cara de terror, como ajenos a lo que suceda. Se trataba, posiblemente, de emigrantes ilegales en ruta desde frica hasta Arabia. Al parecer los traficantes rematan su labor pirateando los veleros que aparecen en su ruta. Una vez a bordo de los yates, estos individuos atemorizan a las tripulaciones a veces hirindoles pero en muy contadas ocasiones matndoles, pues no es su cometido. Rompen las radios de a bordo para evitar cualquier tipo de contacto con las patrulleras y a continuacin comienza el pillaje, empezando por el dinero, joyas, cmaras, ropa, comida, alcohol, siguiendo con cualquier cosa que luego puedan vender en el mercado negro. Terminada la faena abandonan la presa y desaparecen lo ms rpidamente posible, despidindose con ms gritos amenazantes y algn tiro al aire. Al tripulante del BAMBOLA an le temblaba el cuerpo cuando concluy su relato. Despus siempre se plantean las mismas cuestiones: Qu hacer en estos casos?, Actuar como el BAMBOLA?, que por suerte no tuvo que sufrir desgracias personales graves, Hay que hacer frente a los piratas?, Hay que llevar armas a bordo?, Qu tipo?, Cundo hay que utilizarlas?...Evidentemente nunca se llega a ningn acuerdo, cada cual ha de hacer lo que crea conveniente segn su criterio. Yo me reservo la opinin, algo demasiado personal para expresarla en el libro. Sigo pensando que la piratera en los veleros es muy escasa, el BAMBOLA y el JESSICA tuvieron mala suerte y se trata de casos aislados. Ese ao se dirigieron al mar Rojo ms de trescientos yates y slo ellos dos sufrieron agresiones. En definitiva, no hay que obsesionarse, ni navegando por estas aguas ni por otras partes del mundo; es mejor tomar lgicas precauciones y si es posible evitar las zonas dudosas. Otro asunto que llam mucho mi inters fue la confirmacin de prdida del navegante solitario espaol Isidoro, que realizaba una impecable vuelta al mundo a bordo de su velero ISLERO y que desapareci en aguas del Atlntico Sur no lejos de concluir su reto. No conoca personalmente a Isidoro, a pesar de haber hablado con l repetidas veces por radio. Siempre arrastraba algn problema en su barco, como cualquiera de nosotros,

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resolvindolo como poda para continuar navegando. Qu sucedi realmente?; Abandon su barco en el ocano? Perdi la razn en medio de una tormenta? Quiz cay por la borda? La respuesta hay que buscarla navegando en solitario. En estas circunstancias extremas se puede llegar a comprender ciertas cosas imposibles de explicar una vez en tierra. La realidad cambia en el mar, diferente a la que estamos acostumbrados y no por eso menos real, es cuestin de interpretacin. Lo nico verdadero que podemos constatar es que Isidoro fue un gran navegante que lucho por cumplir su sueo, llegando hasta las ltimas consecuencias. DE NUEVO EN NAVEGACIN Con el barco listo slo restaba hacer las ltimas compras y preparativos para realizar la navegacin del tramo final hasta Suez. El recorrido transcurra por el estrecho de Gubal, uno de los dos cuernecillos que el mar Rojo tiene en su parte norte, navegando con con el desierto del Sahara a un lado y la pennsula del Sina al otro. Muchos barcos ya haban partido, slo quedaba el ketch sueco OLINA, tambin a punto de zarpar. Juntos dejamos las comodidades de la marina Abu-Tig, comenzando la ruta hacia una marsa donde pensbamos llegar al atardecer, con intencin de pasar all la noche para continuar camino al da siguiente, pues la navegacin nocturna por aquellas aguas, entre plataformas petrolferas, algunas sin iluminar, grandes buques marchando en ambos sentidos y vientos contrarios que obligan a avanzar en zigzag, no nos atraa demasiado. Llegamos a la a la marsa en el momento en que el Sol se pona, justo a tiempo de poder echar dos anclas y aguantar las primeras rachas duras de viento del NW. Esa noche el anemmetro no baj de cuarenta nudos. La ventolera dur una semana, teniendo que permanecer en el mismo lugar, sin poder bajar a tierra, ni siquiera hacernos visitas mutuas, tal era la fuerza del viento. As es el mar Rojo, imprevisible; comenzamos navegando con una suave brisa, buena previsin y a las pocas horas se desata la tormenta. El lugar ofreca seguridad, al menos frente a las olas. Paciencia, reposo y mucha lectura era la receta para no perder la calma, estando ya tan cerca del final. Una maana el viento desapareci por completo, la puerta se abra, imposible saber por cuanto tiempo, las previsiones egipcias, francesas, incluso americanas no acertaban en absoluto. Subimos rpido las anclas poniendo proa direccin Norte. A Suez!! gritaba Rikard desde la cubierta del OLINA. Empezamos la navegacin a motor pero pronto lleg la brisa, remontndola de ceida, dando bordadas, en zigzag, de costa a costa, evitando plataformas petrolferas, mercantes, pesqueros, boyas... El viento

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era estable, algo fuerte pero navegable, los barcos hacan buena velocidad y poco a poco avanzbamos hacia el deseado Canal. -Dnde vamos a pasar la noche? -pregunt a Rikard por radio. -Dnde? En la mar y navegando! -me respondi-. Fjate lo bien situadas que estn las plataformas en los mapas electrnicos, estas cartas son exactas. Vamos a navegar juntos, avsame cuando vayas a dormir y hazlo cerca de la radio, nosotros estaremos vigilando, si se aproxima algn carguero o hay algn peligro en las inmediaciones te har una llamada. Sube el volumen al mximo, que tienes el odo un poco duro. Hay que llegar a Suez! Rikard no tena problema, navegaba con su amigo y se turnaban para vigilar, mi caso era diferente. Estaba acostumbrado a dormir a cortos intervalos, pero aqu la distancia entre las dos costas era escasa, no ms de diez millas y muchos los peligros. No sabamos cunto poda durar el viento manejable, y pese a encontrarnos a menos de cien millas de Suez, stas podan ser las peores del viaje. Por el da la navegacin era algo complicada, pero muy entretenida, el viento se mantena estable entre los 20 y 25 nudos, lo cual era un regalo, comparado con lo que habamos soportado en el fondeadero. La ola no era muy alta permitiendo avanzar a los veleros con velocidad ms que aceptable. El contacto por radio era casi permanente, comentando por donde dejar los campos de plataformas petrolferas o evitando ser arrollados por algn gigantesco buque mercante en claro rumbo de colisin. El piloto electrnico guiaba el barco con toda exactitud, permitindome estar atento a los dems aparatos. Poco dorm aquellas dos noches, pendiente exclusivamente de las pantallas del computador, radar, sonda, rumbo, viento, velas, luces que se movan en todas direcciones, radio, maniobras de virada... aun as consegua dar alguna que otra cabezada. Durante las horas de sol la cosa cambiaba, la navegacin era ms relajada, pero entonces no tena sueo, me dedicaba, pues, a contemplar ambas costas del estrecho. La parte africana era baja y desrtica, con alguna edificacin aislada; bastante montona. Pero la zona costera de la pennsula del Sina era en realidad impresionante. Totalmente despojada de vegetacin, una cadena montaosa la recorra de norte a sur, alta y muy escarpada, llegando a caer casi verticalmente hasta una franja arenosa cercana al mar. El aspecto de estas moles ptreas era imponente, pero algo ms impactante era el efecto de la arena sobre ellas. De haberlas fotografiado en blanco y negro estas montaas hubieran pasado por los clsicos picos nevados del centro de Europa, tal era la consecuencia producida por la arena del desierto que durante milenios y en combinacin con el fuerte viento habitual haba sido arrastrada y depositada en sus gargantas y barrancos, cubrindolos por completo, al igual que el manto de nieve hace en las montaas de lugares fros, dejando a la vista tan slo las puntiagudas crestas rocosas. La semejanza entre unas y otras es increble, la

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nica diferencia es que en este lugar la temperatura media supera los 40 centgrados. En algn lugar de esta costa, aqu, hace miles de aos, Moiss separ las aguas y cruzando el mar Rojo gui al pueblo Hebreo hacia la Tierra Prometida. En alguna de estas agrestes montaas recibi de manos de Dios la Ley de su pueblo, y tambin ms all, tierra adentro, se encuentra el antiqusimo monasterio de Santa Catalina, donde se veneran estos y otros Hechos Bblicos ocurridos en esta inmemorial pennsula del Sina. Sobrecoge a uno el pensar que este yermo paraje fue testigo de las ms grandes Historias Sagradas. SUEZ Y llegu a Suez, final del mar Rojo. Dejaba por popa este Mar de Simbad que tanto me haba mostrado y del que tanto haba aprendido. Quedaba el cruce del Canal y despus el Mediterrneo, navegar ya por aguas conocidas hasta llegar al mismo lugar de donde haba partido. Qu extrao se me haca! Lo primero que deba hacer era contratar un agente para gestionar el paso por el Canal de Suez. As pues comenc a negociar con los responsables de la primera agencia que me sali al paso. Salir al Paso tomado literalmente, puesto que an navegando me abordaron con su lancha y tres de estos agentes rabes, saltado a la cubierta del ARCHIBALD formularios en ristre. Me pareci buena gente y sus precios aceptables, ms baratos que los de la competencia. Pero una vez amarrado el barco en las instalaciones del Suez Yacht Club y a punto de consolidar el contrato, lleg efectivamente La Competencia, otro grupo de cinco rabes bigotudos. Algn fro saludo entre los componentes de las agencias rivales, insultos leves, pasando a insultos duros (por supuesto en su idioma), mesa volcada, empujones, un par de buenos tortazos por aqu y por all... para acabar comprendiendo que automticamente acababa de cambiar de firma gestora. El jefe de la banda... perdn, de mi nueva agencia se haca llamar Capitn Heebi, ms conocido como El Prncipe del Mar Rojo, un moro entradito en aos, grandote y desdentado, simptico, alegre y servicial. Realmente me hizo buenos favores, a pesar de tener que ir repartiendo Bakshis (propinas) por todos lados, ayudndome en todo cuanto le ped. Por extraas razones acabamos haciendo buena amistad y en lo que respecta al tema laboral aquel tipo era un profesional excelente, lo recomiendo. A la firma del contrato dicho gestor me invit a una cerveza, aclarndome: Mi agencia es la que se encarga de los yates, no vas a tener queja pues yo soy El Prncipe, esos otros impostores son unos mafiosos... El trmite no acab con aquel papeleo, al da siguiente me visitaron los funcionarios del Canal, para corroborar que cumpla con los requisitos
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exigidos. El primero en llegar fue el oficial encargado de revisar todo lo concerniente a seguridad. Como era natural el Capitn Heebi, El Prncipe, actuaba de intermediario e intrprete. -Tiene extintores a bordo? pregunt el oficial. (El Prncipe me miraba afirmando con su cabezota) -Por supuesto, Quiere verlos? respond. -Luego, luego. Bombas de achique manuales? Nueva afirmacin del Prncipe -S declar-. Se las muestro? -Luego, luego. Bengalas, botes de humo, seales de emergencia reglamentarias? No entenda muy bien a que se refera, mir a mi Prncipe que segua moviendo la cabeza lentamente de arriba abajo -Claro!, se las...? -Luego, luego. Comida y agua suficiente para dos das y dos personas?, Cabos de amarre y anclas en orden de trabajo? De nuevo afirm. -Qu velocidad desarrolla su barco a motor? Me fij en las manos del Prncipe que las abra y cerraba repetidas veces. -Diez nudos -manifest, esperando no tener que demostrarlo, pues difcilmente el ARCHIBALD supera los cinco. -De acuerdo continu el oficial-. Cigarrillos? No entenda la pregunta ni tampoco las seas de mi interlocutor, que no paraba de mostrarme dos dedos. De repente ca en la cuenta, saqu dos cajetillas de Marlboro y el tipo las guard en su bolsa. -Licores? prosigui. Lo mismo pas con dos botellas de ron, las cuales ya empezaban a escasear. -Muy bien, ha pasado la revisin. Firme aqu concluy el tipo. Al marcharse vi como el Capitn Heebi y el oficial intercambiaban papeles, sobres cerrados y palabras en rabe. Mi agente me lanz un OK con su dedo pulgar; saba que estaba en buenas manos. Ms tarde llegaron otros pseudo-funcionarios, que sin saber la funcin que desempeaban se llevaron algunas cajetillas de mi tabaco, pero yo segua cumpliendo las rdenes del Prncipe y segn parece todo iba saliendo a pedir de boca. Por suerte haba comprado en Langkawi, Malasia, varios cartones de Marlboro a muy buen precio, de los de promocin, ya algo resecos. Al final de la maana lleg el Prncipe en compaa del ltimo funcionario del Canal, el responsable de la medicin del barco, un viejo rabe bastante antiptico. Por extrao que pudiera parecer, el Oficial de Medicin no llevaba cinta mtrica, ni calculadora, ni siquiera bolgrafo, tampoco papel... Le prove de cuanto necesitaba conforme lo peda y el tipo, siempre gruendo, hizo como si midiera una parte de la cocina y luego otra del saln,

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hasta donde poda llegar los dos metros de mi cinta mtrica. A partir de ese momento empez a hacer garabatos rabes. -Cunto mide de largo este barco? -pregunt secamente. Esta es la ma!, pens. -Diez metros respond. (Los dos que faltaban me los guard de repuesto) -Y de ancho? -Tres! (uno menos de la cuenta) Sigui haciendo sus clculos sin pedirme siquiera la documentacin oficial del barco, donde constan todas las medidas y pesos del ARCHIBALD. Segua haciendo cuentas en silencio, usando de vez en cuando mi calculadora, si bien estaba seguro de que no saba manejarla. Yo miraba al Prncipe que afirmaba con la cabeza, pero sin otra seal confidente. De repente el funcionario dijo: -Su barco tiene 65 toneladas de desplazamiento! -No puede ser -protest-, en los documentos de la embarcacin consta que tiene doce! Mi agente habl con el tipo y ste volvi a seguir con las cuentas. -Se lo puedo rebajar a treinta y cinco dijo el seor medidor. -Pero no es posible segu protestando-, esto es un velero, no un buque de carga! El nmero de toneladas est estrechamente relacionado con el dinero que hay que pagar a los responsables del Canal; segua siendo una cantidad demasiado elevada para mi bolsillo. Mi agente intervino a favor de ambos, discuti con el medidor en rabe y luego se volvi y me dijo: -Va a revisar las cuentas de nuevo, pero es trabajo extra y tendremos que compensrselo... El medidor sigui emborronando papeles, cuando acab declar: -Veintids toneladas, ni una menos! Tenga en cuenta que se trata de Toneladas Suez, nada tienen que ver con las que figuran en los papeles del barco... Me dieron ganas de sacarlo a patadas del ARCHIBALD y regresar por donde haba venido, mar Rojo hacia abajo, camino de Surfrica; ya estaba harto de tanto choriceo, pero recapacit y segu aguantando... Paciencia Seor, paciencia. Al final no tuve ms remedio que aceptar las Elsticas toneladas Suez, calculadas por medio de aquella frmula mgica que tena la propiedad de agrandar o contraer el barco al aplicar en ella unas constantes monetarias. El seor medidor, siempre con mal genio, empez a salir del barco y justo en el momento que suba por la escalerilla vi que en uno de los bolsillos de su chaqueta sobresala mi calculadora. Protest enrgicamente y el Prncipe lo convenci para que me la devolviese, hacindolo de mala gana y

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protestando en su idioma, comprobando ms tarde que mi bolgrafo nuevo, regalo de Esperanza en su ltimo viaje, me haba desaparecido. Consegu finalizar el trmite del Canal con xito pero sin dinero, el coste haba superado mis expectativas. Por suerte, inexplicablemente, la tarjeta de crdito an mantena su confianza en m, as que me fui con Rikard, el sueco, hasta la ciudad para darle un sablazo a la VISA y celebrar nuestra llegada a Suez. La ltima cerveza la tomamos en la terraza de un hotel de lujo, desde donde se vea el ltimo tramo del mar Rojo. Brindamos por l, recordando los buenos y malos momentos. Dos meses y medio habamos invertido en navegarlo, ahora sabamos que este antiguo mar, caprichoso, severo, terco, pero no indomable puede ser navegado siempre que se respeten sus leyes, pese a que en ocasiones albergu serias dudas sobre el asunto. EL CANAL Al da siguiente, muy temprano, lleg un egipcio joven y sonriente, era el piloto que las autoridades me haban designado para remontar la primera parte del Canal. Varias veces le pregunt cmo se llamaba, el muchacho hablaba un mal ingls, o mejor dicho, no hablaba nada de ingls, a mi pregunta respondi algo as como Sadn, o tal vez dijese Jussein, en cualquier caso ambos eran nombres muy de moda pues la guerra en Irak continuaba en franco apogeo. El caso fue que con los nervios de la salida, soltar amarras, barqueros pidiendo Bakshis, etctera. no recordaba cual de los dos apelativos era el correcto, pero no import, ya que fuera cual fuese la manera en que lo llamase siempre responda con una amable sonrisa. Nada ms comenzar la travesa el mozo encontr su lugar en el barco; se sent encima de un bidn de gasoil y casi ni se movi durante la mayor parte del viaje. No comi, no bebi, no fum... tampoco llev el timn, navegando todo el tiempo a motor y manejado el barco por el piloto automtico durante la travesa entre aquellos largos y aburridos canales. Empezaba a pensar que el coeficiente mental de este funcionario estaba cercano al de una almeja, cuando de repente, nervioso, me hizo seas para que desconectase el piloto y de un salto se puso al timn para dirigirse hacia una pequea lancha que se encontraba cercana a la rivera del Canal. Ya prximos a ella el muchacho intercambi con sus ocupantes unas frases en rabe, al principio no comprend nada pero a los pocos minutos supe lo que haba preguntado: En qu direccin se encuentra la Meca? porque velozmente se dirigi al fregadero de la cocina, hizo sus abluciones llenando todo de agua, sali a cubierta, se descalz y mirando hacia el lugar convenido comenz sus oraciones. Al menos era un respetuoso y ferviente musulmn, repitiendo sus rezos tres veces ms durante la travesa.

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El Canal de Suez, muy distinto al de Panam, es todo a nivel y sin esclusas, siendo su panorama durante todo el recorrido desrtico y montono. Al caer la tarde llegamos a la ciudad de Ismailia, situada en mitad del canal y final de la primera etapa del cruce. Una vez amarrados en las instalaciones del Club Nutico el funcionario, con una amplia sonrisa, recit tmidamente la palabra mgica: Bakshis y tras las despedidas le di diez dlares americanos de propinilla, la cual acept sin protestas, cosa poco habitual. La ciudad de Ismailia se cre en mitad de la nada a raz de la construccin del Canal y es, por lo tanto, relativamente moderna. Tiene mucha actividad portuaria e incluso posee un amarradero para yates de paso, mal llamado Club Nutico. Tanto Rikard como yo encontramos en Ismailia todo lo necesario para aprovisionar los barcos antes de continuar viaje y concluir el paso del Canal. La estancia aqu dur seis das y junto con mis amigos suecos recuper fuerzas en el restaurante Georges, saturndonos de buena carne y delicioso vino a un precio realmente barato. Rikard era un personaje simptico y muy especial, buen compaero de viaje y sobretodo un campen en reacciones chocantes. Una tarde, comprando combustible en una gasolinera de Ismailia empez a protestar porque deca que le estaban dando menos gasoil de lo que marcaba el contador de la mquina, hizo venir al responsable del establecimiento y medir en una probeta calibrada un litro exacto del surtidor. El resultado fue que... El contador era exacto y por lo tanto Rikard estaba equivocado! Yo no paraba de repetirle que estaba discutiendo por menos de dos cntimos de dlar por litro, teniendo en cuenta adems que en estos pases el combustible es muy barato. l me rebata diciendo que dos cntimos multiplicado por trescientos litros era mucho dinero; al final tuvo que disculparse. Esta ancdota no tendra mayor importancia si no estuviera acompaada de la siguiente: Durante una de las ltimas cenas en Georges y despus de trasegar un par de botellas de vino entre Rikard y yo, con la lengua un poco ms suelta, le hice a mi amigo en un exceso de confianza, una de las preguntas prohibidas. -Oye Rikard, Y t de dnde sacas el dinero para viajar? Mi compaero de mesa empez a sonrer, luego me mir fijamente y empez a hablar: Soy ingeniero, como mi padre y mi abuelo. He trabajado mucho, pero adems mi familia es en parte propietaria de un invento que nos da para vivir; se trata un envase llamado Tetra-Pak, lo tenemos registrado en todas sus formas, tamaos y variaciones de nombre, por eso hablo espaol, trabaj en tu pas introduciendo lo que vosotros llamis Tetra-brick, para envasar vuestra leche, vino, aceite... Ahora estamos vendiendo la patente en algunos pases, porque estamos hartos de pelearnos con otros fabricantes que copian

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nuestros productos... adems, como t bien sabes, la vida es para disfrutarla. No poda creer lo que estaba oyendo, el tipo que discuta por dos cntimos de dlar perteneca a una de las familias con ms fortuna de Europa. Aquello no deba de ser cierto, pero algo de verdad haba, sobre todo cuando me mostr una foto de la casa familiar, una mansin enorme, donde apareca Rikard saliendo de su coche, un lujoso Bentley descapotable. Una tarde, discretamente, tom la decisin de hacer un beneficioso negocio por mi cuenta. A partir de mi entrada en el Mediterrneo las armas que llevaba a bordo slo me podan acarrear complicaciones, no slo posea los cacharros ecuatorianos, sino que a lo largo del viaje haba ido adquiriendo un poco de artillera algo ms seria, totalmente ilegal. Resolv deshacerme de ellas trocndolas por algo ms interesante. Me dirig hacia un vetusto almacn de bebidas y conservas tipo colmado, regentado por un viejo turco con cara de facineroso y con el que Rikard y yo habamos hecho cierta amistad al comprar all los vveres necesarios para proseguir viaje. Le expliqu sutilmente mi proposicin aadiendo que por aquello no quera dinero, sino productos de su establecimiento. El cambalache result beneficioso, canje mi material blico por varias cajas de cerveza y vino egipcio. Me haba quitado un gran problema de encima y a cambio tena bebida suficiente para concluir mi viaje; un trabajo gratificante el de estraperlista de armas. El ARCHIBALD estaba listo, repleto de agua, combustible y comida. Comenzaba mayo, la primavera estaba entrando en el Mediterrneo y segn los partes de Fletcher el tiempo en esta parte del mundo empezaba a ser bonancible. No haba excusa para retrasar ms la salida, as que tanto mis compaeros del OLINA como yo confirmamos nuestro propsito de completar el paso por el Canal de Suez. El piloto que me toc para cubrir este segundo tramo era un rabe entrado en aos, bastante ms espabilado que el anterior y que hablaba hasta por los codos en un ingls poco inteligible. No paraba de pedir refrescos, t, caf, galletas, dulces... Me mostr las fotos de sus dos esposas, hijos, amigos, fotos dedicadas de otros veleros a los que haba prestado sus servicios, si bien la mayor parte del tiempo lo pas hablando por radio con otros compaeros de trabajo. Al llegar a Port Said, trmino del Canal y por tanto de su servicio, pidi su Bakshis; yo, al igual que con el anterior piloto, le ofrec los diez dlares, pero esta vez el tipo puso mala cara: No, no, dame ms, dame cien, todos dan cien! deca el piloto, a lo que yo, sonriendo, negaba con la cabeza. -Tabaco, tabaco... Dame Marlboro -continu pidiendo el individuo. -De verdad quieres tabaco, buen tabaco? -le pregunt.

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-S, s, Marlboro, muchos Marlboro! -contest nervioso. -Marlboro? -le dije-. Quita, quita... Mejor, hombre, mucho mejor. Tengo unos cigarros puros, casi Habanos, la mejor calidad... El piloto abri los ojos todo lo que pudo al ver el manojo de cigarros que le ofreca, se trataba todava de mis famosos puritos ecuatorianos bien envueltos en papel de estao y con su vitola; garanta de calidad. -Sukram, tank you, sir, tank you, meri... -repeta justo en el momento en que una lancha llegaba hasta nosotros para transportarlo a tierra -InshAlah Colega -le contest-, y que Al te coja confesado...

MEDITERRANEO Una vez solo a bordo navegu en compaa del OLINA por las inmediaciones de Port Said camino hacia la salida al Mediterrneo. Me desped de Rikard y su compaero, pues llevbamos rutas diferentes; mis amigos tenan intencin de ir hacia Israel y yo hacia Creta. Durante una buena temporada habamos navegado juntos, compartiendo fondeaderos, marinas, restaurantes y cervezas, cada vez ms compenetrados, como viejos amigos. Ahora nuestras vidas tomaban cursos distintos, tal vez nunca nos volveramos a ver... Quin sabe? Como ya he dicho otras veces, es el trago amargo del vagabundo navegante. El OLINA puso rumbo hacia su nuevo destino, el viento soplaba favorable para l, en cambio para m era contrario, de proa, con olas bastante formadas y como ya oscureca decid pasar la noche en algn lugar de aquel gran puerto para emprender viaje al da siguiente. Me encontraba solo, otra vez solo y en una parte del mundo donde no conoca a nadie. No descans mucho, recib la visita de pescadores por si necesitaba remolque, lanchas de agencias ofreciendo pilotaje por si quera pasar de nuevo el Canal, polica advirtindome que me encontraba fondeado en un lugar peligroso... y todos pidiendo su Bakshis. Al amanecer levant el ancla y comenc a adentrarme en el Mediterrneo. EN NAVEGACIN Ya no estaba acostumbrado a navegar por este mar. El viento cambiaba de direccin e intensidad con frecuencia y eso me haca trabajar mucho, cambiando la posicin de las velas, combinndolas de distinta manera... para terminar arrancando el motor por la falta de viento. Las olas tambin estuvieron a tono, subiendo a la cubierta del ARCHIBALD cada vez que les apeteca, zarandeando el barco a su placer.

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Hubo momentos en que me deprima e intentaba poner rumbo hacia otro destino, tan slo por tener mejor navegar, pero volvan a cambiar las condiciones. Pareca que el Mediterrneo quera jugar conmigo. Bien -dije-, ya nos conocemos; vamos a jugar los dos. Voy a llegar a Creta. Lamentablemente tanto las previsiones de Fletcher como las de Rafael del Castillo coincidan: Durante los prximos das el viento har la peonza con algunas calmas y rachas fuertes. Por suerte el viento nunca subi demasiado. Una maana descubr que una parte del gnova se haba descosido a tres metros de altura. Era la baluma, no era un problema grave de momento pero poda generar complicaciones y el trabajo de reparacin en s no era difcil. En ese momento me encontraba en buenas condiciones meteorolgicas; viento suave de proa con poca ola despus de una calma nocturna. Por diferentes motivos decid hacer el trabajo con la vela izada; me coloqu un arns de seguridad, otro de escalada y con un complicado sistema de cabos y aparejos sub al mstil para luego deslizarme por la vela hasta llegar al descosido, provisto de los tiles de costura. Nunca se me ha dado muy bien la profesin de velero-equilibrista, pero no haba ms remedio que realizar el trabajo. La labor dur algo ms de una hora, la mayor parte del tiempo intentando no separarme de la vela. En esta ocasin el Mediterrneo colabor, mantenindose estable hasta el final del trabajo. Quince minutos despus el viento subi a veinte nudos y las olas volvan a pasearse sobre la cubierta del ARCHIBALD. CRETA Seis das despus de dejar Egipto avist la isla de Creta. Estaba en Grecia; ms an, estaba en Europa, mi continente; algo es algo. Empec a sentir que el fin del viaje estaba cercano, faltando todava 1300 millas para concluir la travesa del Mediterrneo. El viento segua contrario y la aproximacin a tierra result un tanto dificultosa. Repasando la costa en las cartas electrnicas, donde obtena mucho detalle, descubr una ensenada protegida del viento y cercana a la posicin donde me encontraba; poco a poco me dirig all. Se trataba de una cala solitaria y carente de signos de civilizacin. Perfecto para descansar!. Baj el ancla zambullndome despus en el Mediterrneo por primera vez en ms de cuatro aos. El agua, cristalina, era fresca y de un azul puro marino, con fondo rocoso, muy bello. Buce acomodando bien el ancla para no tener problemas al levantarla, explorando luego los alrededores; todo era fascinante pero no perfecto, faltaban... Los peces! Durante la hora y pico que estuve buceando slo vi rocas y algas. Estaba en el Mediterrneo, el ms antiguo y ms esquilmado de todos los mares. Qu diferencia con el Caribe, Pacfico... incluso el Rojo! No habra pescado para comer.

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Durante un par de das me dediqu a limpiar y ordenar el barco, haciendo una buena revisin al motor por todo lo que haba trabajado en el mar Rojo y lo que le quedaba por delante, pues, ya se sabe, el motor es la vela principal en el Mediterrneo. Cambio de aceites, filtros, estiba general, airear todo... y por ltimo mi persona: buen bao, mucho jabn, incluso detrs de las orejas, afeitado, camiseta sin manchas; restando slo comer y dormir a pierna suelta. Fsicamente repuesto y a la vista de la recin llegada buena meteorologa, sub el ancla abandonando aquella tranquila ensenada. Creta, la patria del Minotauro, la tierra ms meridional de Grecia, miles de aos de leyendas, antiguas tradiciones, mitologa, ruinas de clebres palacios, monasterios, santuarios; centro arqueolgico mundial... Morada de los dioses. Bella como sus hermanas pequeas del Jnico y Egeo, rida, seca y agreste como la mayora de las islas del sur mediterrneo, pero tan diferente a lo que haba visto durante mi viaje. La navegacin discurra por la costa sur, donde no existen puertos oficiales de entrada, ya que los ms importantes slo se encuentran en la parte norte. As me evitaba el hacer este engorroso trmite. Creta y Grecia en general es un bello pas que vale la pena visitar, pese a que sus tasas de entrada para yates llegan a ser excesivamente altas, incluso para los hermanos comunitarios europeos. Evidentemente stas hay que pagarlas si el tiempo de estancia va a ser largo, lo cual no era mi caso. Mi intencin era continuar viaje lo ms rpido posible; la caja de a bordo sonaba a hueco y la estacin de los Meltemi, vientos muy fuertes, tpicos de esta zona, estaba a punto de comenzar. Prosegu pues la navegacin con un da soleado y sin viento, observando esta zona riberea tan semejante a la nuestra, tpicamente mediterrnea. Campos de cultivo que se alternaban con bosques de pinos y peascos yermos; alguna casita de campo, algn chalet; tan familiar como el Levante Espaol... hace treinta aos o ms. Mi intencin era navegar durante el da y parte de la noche para llegar antes de las primeras luces a las inmediaciones de un pequeo puerto de pescadores que me haban recomendado. La travesa discurri sin incidentes, pero tras un hermoso atardecer llegaron unos densos nubarrones negros que no descargaron agua, pero daban un mal aspecto a la noche. El viento subi, viniendo de todos lados y el mar comenz a hacerse incomodo. Al amanecer, ya cerca de mi prximo fondeadero el viento vena claro del NW, justo contrario a mi rumbo, subiendo de intensidad cada vez ms. Se trataba de un Meltemi? Efectivamente, el primer MELTEMI, con todas sus letras, adems en maysculas. Cuanto ms me acercaba a tierra ms duro soplaba, el anemmetro marcaba una velocidad de viento superior a cincuenta y cinco nudos, rcord de todo mi viaje. Las impresiones no eran del todo buenas,
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teniendo en cuenta que el pequeo motor del ARCHIBALD no poda luchar contra aquellas rfagas tempestuosas y Para qu? A esas alturas la protegida ensenada donde me diriga se haba convertido en una ratonera peligrossima, adems... Justo en ese momento el tornillo que conecta la rueda del timn a la pala de ste se haba salido de su alojamiento sin previo aviso, es decir, me encontraba sin gobierno manual, aunque poda dirigir el barco accionando el mando del piloto automtico; por suerte no tena rocas cerca de sotavento, sino todo el mar Mediterrneo. Un discreto alivio. A esas alturas ya tena puesto mi flamante tormentn, la vela especial para vientos duros y a la vez ayudado por el motor consegua mantener el rumbo y desarrollar la velocidad suficiente como para avanzar algo sin separarme demasiado de la costa. Continu navegando en estas condiciones, paralelo a tierra, intentando descubrir algn lugar protegido donde guarecerme. Dos horas despus, totalmente empapado, hall una gran baha, rodeada por montaas cortadas a pico a pie de costa, de tal suerte que el viento pasaba por encima, creando en su interior una relativa calma. Como pude me dirig hacia all para comprobar que el viento bajaba considerablemente de intensidad, al igual que las olas. A poca distancia de aquellos riscos encontr buena profundidad para fondear; y all me qued, algo zarandeado por una incmoda mar de leva y repentinas rachas de viento que llegaban de todos lados, pero en cualquier caso soportables. El lugar era temporalmente seguro, el ancla qued bien agarrada pero no haba mucha opcin para relajarse y descansar tranquilo. Estaba agotado, sin embargo era primordial reparar el timn por si tena que escapar de all apresuradamente. Una hora despus qued listo, pudiendo entonces ordenar el interior del barco, prepararme algo de comida y descansar algo ms tranquilo. Varias veces me despert, saliendo a cubierta para comprobar que todo segua en orden, incluso el viento comenzaba a bajar de intensidad, pese a que los partes meteo anunciaban que el mal tiempo durara al menos una jornada ms. Amaneci un da esplndido, y aunque el viento todava soplaba fuerte, lo peor ya haba pasado. El barmetro suba y tras un buen desayuno segu camino hacia un lugar ms seguro. La isla se me acababa y no quera dejar Creta sin haber desembarcado; consult un libro con informacin actual sobre la isla que daba las coordenadas de un puerto en nueva construccin. Hacia all me dirig. Realmente el puerto era ms que nuevo, pues an no estaba acabado. Tampoco ninguna empresa constructora trabajaba en l, las instalaciones eran muy bsicas, no haba ni oficinas ni ningn tipo de control, incluso los amarres se encontraban vacos, salvo unas pocas barcas de pesca. Tena trazas de haber sido un gran proyecto de marina deportiva que por algn

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motivo se haba quedado sin concluir. A m me pareci perfecto, un puerto para mi solo. Ocup el mejor sitio y amarr el barco fuertemente, entonces mir hacia las montaas y dije: Sopla ahora todo lo que quieras, pedazo de...! A poca distancia de estas instalaciones portuarias se encontraba un tranquilo pueblecillo, posiblemente de pescadores, pero que ahora despertaba hacia el turismo, de nombre Palaiochora. Puse los pies en tierra europea y me dirig hacia all, resultando ser una simptica tpica villa cretense, por desgracia para m ya encarecida por la llegada del Euro. En sus calles encontr todo lo que necesitaba: ferreteras, supermercados, verduleras, tabernas,... pero tambin buenos restaurantes, algunos hoteles de cierta categora y varios comercios lujosos. Saqu dinero con la VISA y me zamp un gran filete con patatas acompaado del tpico vino, pero... Qu precios!!! Sin lugar a dudas estaba en Europa. El viento sigui soplando fuerte durante los siguientes cinco das y dado que mis informadores meteorolgicos me aconsejaban aguardar, permanec en aquel agradable puerto sin que nadie me preguntara nada, Al contrario, consegu hacer amistad con algunos pescadores, que me indicaron en buen francs los lugares baratos donde hacer mis compras. La verdad es que no me apeteca nada cocinar a bordo, as que una tarde fui al pueblo con intencin de hacer un buen negocio. Entr en un restaurante tpico y dirigindome al encargado, que le haba odo hablar en francs, le dije: -ste es un restaurante muy bonito, pero falta algo para que la decoracin sea perfecta. Saqu entonces de la bolsa que llevaba una gran mandbula de tiburn de las que haba comprado en Yemen. El tipo sonri, comenz a mirarla y antes de que dijera nada le propuse lo siguiente: -No quiero dinero por ella, te la cambio por un men. Es del gran tiburn tigre, asesino de hombres. -De acuerdo, acepto. Sintate en esa mesa. Y aprovech la oferta. Ped doble racin de patatas, otra jarra de vino y dos postres. Cuando estaba terminando de despachar la ltima guinda se acerc el tipo. ahora me echar la bronca, pens, pero dijo: -Gozas de buen apetito, si tienes ms mandbulas podemos seguir con el mismo trato. A lo que le contest: -Podramos incluir un caf? Resuelto ya el asunto de la comida y con el barco dispuesto para zarpar en cuanto el viento amainase, me dediqu a hacer excursiones por la isla, si bien no para ver monumentos histricos y viejas ruinas, de eso ya me haba saturado en Egipto. Lo que buscaba era el ambiente rural, tan cercano a mi tierra levantina; no quera ver ms playas con cocoteros, desiertos o bosques
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tropicales. Ahora caminaba entre olivos, viedos, chumberas, higueras, pinos, cipreses... encontr tomillo y romero, la vegetacin de la costa mediterrnea que desde haca cuatro aos no contemplaba. Todo un placer. Rafael me anunci buen tiempo para las siguientes jornadas, as pues me desped de Creta abandonando aquel puerto algo fantasma sin que nadie me hubiera pedido documentacin alguna ni motivo de mi arribada y mucho menos de mi partida. Mi prximo destino sera Sicilia, otra isla bien tpica en ruta hacia Espaa. El Mediterrneo ya me haba recordado quin era y de lo que poda ser capaz. Haca tiempo que no nos veamos pero ramos viejos amigos, entend su mensaje y ya no hubo ms necesidad de que me demostrara su violencia. Las quinientas millas que me separaban de la costa italiana las recorr apaciblemente, con vientos ligeros y favorables, mar llana, sol luminoso, noches estrelladas y de vez en cuando obsequiado con algn pequeo atn mediterrneo, tan sabrosos como escasos. Una deliciosa travesa que se me hizo ms bien corta y de nuevo apareci tierra por proa. SICILIA Comenc a recorrer el litoral siciliano sin pena ni gloria; con poco viento y mucho motor. La navegacin por estas aguas deba ser un mero trmite, acortando el camino hacia el fin de mi viaje. Las escalas eran cortas, pero tomndome el tiempo suficiente para conocer y saborear algunas villas tpicamente sicilianas y cmo no sus gentes; amables, alegres y siempre sonrientes. Poco a poco llegu a la parte ms occidental de la isla, desde aqu slo quedaba un ltimo salto para alcanzar aguas espaolas. La primavera empezaba a dar paso al verano y ya se dejaban sentir las calmas estivales tpicas mediterrneas. Me encontraba en el puerto de Marsala, disponiendo el barco para la ltima travesa; combustible, alimentos, revisin de velas y aparejo... cuando escuch por la radio local una mala noticia: se acercaba mal tiempo a la isla. El correo que diariamente me enviaba Fletcher as lo confirmaba y a la hora de la Rueda de los Navegantes lo mismo me comunic Rafael: Amarra bien el barco, porque la cosa va para largo, es una baja presin bastante profunda que te traer vientos fuertes y contrarios, tiene trazas de quedarse por ah como mnimo diez das, as que aprovecha y conoce Sicilia. Cerca de donde me encontraba fondeado haba una pequea marina deportiva; me dirig all, las instalaciones eran suficientemente seguras, habl con el gerente y llegamos a un acuerdo razonable; tena estancia para quince das. Solucionado el problema de la seguridad me dije- pero ahora... Qu hago durante esos quince das? Con estos precios! En cualquier caso me alegr de estar bien amarrado, a las pocas horas el cielo se encapot, comenzando a soplar con violencia.

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La meteorologa del Mediterrneo cambia rpidamente, pero al da siguiente el viento segua duro, todos los pesqueros estaban en puerto y en la capitana me confirmaron el parte de Rafael. Me quedaban escasas seiscientas millas para llegar a casa, tal y como estaba el barco poda hacerlas en cualquier condicin sin necesidad de tomar ms precauciones, incluso ya a estas alturas slo tena ganas de llegar, pero sobre todo quera navegar de forma tranquila y sin problemas. En el barco no haba nada ms que hacer o reparar y estaba en un lugar seguro. Tena dos opciones, aburrirme durante un par de semanas o... una posibilidad entre un milln. Me fui a un locutorio telefnico; -Quiero hacer una llamada local, por favor. Marqu el nmero telefnico y esper respuesta. -Pronto? escuch por el auricular. -Salvatore? pregunt-. Soy Coca, del ARCHIBALD... Tres horas ms tarde me encontraba a bordo de un potente BMW recorriendo las estradas sicilianas camino de Palermo. Haba tenido suerte; Salvatore y Christianne, se haban dado mutuas vacaciones al entrar en el Mediterrneo. El BLUE ALLIGATOR estaba amarrado en un puerto de Israel y ambos haban viajado a sus respectivos hogares. Salvatore result ser un excelente anfitrin. Me mostr Sicilia todo lo bien que sabe hacerlo un siciliano, pero sobre todo Palermo, su capital. Fui husped de excepcin y tratado a cuerpo de rey. Por las maanas alternbamos en playas privadas, navegando en Hobbie Cat y motos de agua, con buena compaa y heladas cervezas; por la noche fiestas en los mejores antros sicilianos; a la hora de comer la mamma preparaba insuperables caneloni, lasagnas, pizzas... al ms puro estilo artesanal italiano. El tiempo pasaba de nuevo en un Dolce Far Niente casi sin percibirlo. Un da le pregunt a Salvatore: -Existe todava la Mafia Siciliana? Mi amigo casi ri ante la cuestin que le haba hecho. -Caro Coca, a esa pregunta cualquier siciliano te responder que la Mafia es pura leyenda negra de nuestra isla. Nunca ha existido. Una maana Salvatore coment: -Hoy vamos a hacer algo diferente; te voy a llevar al cementerio, quiero mostrarte donde se encuentran mis familiares fallecidos. La veneracin que los italianos y sobre todo los sicilianos profesan a sus muertos es algo fuera de lo comn, si se compara con el resto de pases occidentales. As pues nos dirigimos al cementerio, no sin antes haber adquirido un gran cargamento de flores.

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Quiz el hecho de morir no sea tan importante como la solemnidad del pstumo descanso. Los mausoleos son verdaderos palacios, impolutos, bien ordenados, siempre familiares, unidos hasta la eternidad. Figuras hechas en mrmol, capillas particulares semejantes a pequeas a catedrales gticas, jarrones repletos de rosas, gente vestida de negro por todos lados... tradicional respeto por sus difuntos, nunca olvidados, a la espera de su regreso; cuestin, para ellos, totalmente indiscutible. Despus de la labor floral y tras haber recitado el Padre Nuestro, algo olvidado por mi parte, recorrimos el Campo Santo, admirando las maravillas arquitectnicas. -Mira! me relataba Salvatore-. A este lo mataron por no cumplir ciertos requisitos... A ese otro lo encontraron dentro de su coche un poco torturado... Aquel se suicid; fue un delator. El de all lo envenen su padre al mejor estilo Csar Borgia, era confidente de la polica; una vergenza... -Pero... No habas dicho que la Mafia no exista? coment. -Shhhhh!, No debes mencionar esa palabra en lugares pblicos y mucho menos aqu aconsej mi amigo. Ya puestos quise visitar la tumba de Salvatore Giuliano, un idealista siciliano con pretensiones separatistas. Robaba a los ricos para drselo a los pobres, no demasiado original pero muy querido por todos... aunque muri acribillado a balazos. Le un libro sobre su vida, muy bien relatada por un escritor siciliano, que incluso fue tema para una pelcula interpretada por Christopher Lambert. Su tumba es bastante sencilla y se encuentra en el cementerio de un pueblecillo prximo a Palermo. Cerca hay un restaurante que explota su memoria, donde se puede adquirir libros, fotos, medallas, grabados... para el recuerdo de este singular personaje. Los das pasaban nada aburridos, haciendo excursiones, conociendo lugares tpicos y sobre todo atiborrndome a helados, los ms deliciosos que haba probado nunca. A veces le hacamos una visita al barco para comprobar que todo estuviera en orden, lea los mensajes recibidos por Internet y hablaba va radio con Rafael: -Pero cuando quieres salir? increpaba-. Hay buen tiempo en todo el Mediterrneo desde hace das; viento suave del Este desde Sicilia hasta Baleares. -Ests seguro? -le deca-. Creo que el barmetro est un poquito bajo, No habr aviso de temporal? Ser mejor esperar un poco, hay un celaje raro por el horizonte... -Las condiciones son perfectas responda Rafael-. Adems tu familia est preocupada, no sabe nada de ti. Haz el favor de llamarla por telfono!

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EN NAVEGACIN No haba ms remedio que concluir mi estancia en Sicilia y poner rumbo a Espaa; realmente el tiempo era magnfico. As que me desped de Salvatore y sus amigos, y tras tomar mi ltimo helado, solt amarras y puse rumbo Oeste, all donde se oculta el sol. Eran algo ms de quinientas millas las que deba cubrir para llegar a las islas Baleares. Reanud mis contactos diarios habituales con el mundo exterior: Mariano, Lus y Rafael va radio, Esperanza y Fletcher por Internet; de los navegantes del Pacfico e Indico ya casi no tena noticias. El viento result ser demasiado suave, casi nulo, avanzando a motor sobre una mar lisa como un espejo, rota de vez en cuando por los delfines o el salto de algn que otro atn. La noche era tan aburrida como el da; navegando con piloto automtico y radar, cuya alarma me avisaba ante la proximidad de algn buque, que empezaban a ser numerosos. Un da antes de mi arribada decid echar un aparejo de pesca por popa. La comida a bordo no escaseaba, pero ante la vista de atunes saltando a mi alrededor me entraron ganas de comer pescado fresco. Aquello no funcionaba, o los atunes eran demasiado listos o no les tentaba mi pequeo pescadito con plumas. Transcurri la jornada y al caer la tarde son el carrete. La cena!, pens. Aquello no era un atuncito de los que haba estado viendo durante todo el da, cuando consegu subirlo a bordo vi que como mnimo pesara veinticinco kilos, la lucha dur casi una hora, me haba dejado agotado y haba sangre por todos lados; ahora no tena ms remedio que limpiarlo, filetearlo, hacer conservas, baldear la cubierta y luego hacerme la cena. A la maana siguiente llegara a Formentera. No hubiera podido ser algo ms pequeo? Era el regalo que me haca el Mediterrneo por casi haber completado su cruce.

BALEARES A medioda del 29 de junio de 2003 dej caer el ancla en la ensenada de Espalmador, Formentera, entre un montn de veleros y motoras. Aquello estaba a rebosar. Baj a la playa para estirar las piernas, como un turista nutico ms. Estaba contento; el ARCHIBALD, que ahora pasaba desapercibido entre los dems barcos, haba dado la vuelta al mundo. Cuatro aos atrs Eva, Fletcher y yo habamos fondeado en este mismo lugar, cortando as su estela viajera. La alegra dur poco y tuve que regresar a toda prisa; un llad recin llegado, matrcula de Ibiza, lleno de gente, haba anclado muy cerca del ARCHIBALD, tal vez demasiado, estando a punto de colisionar. Me dijeron de todo: que mi barco estaba mal fondeado, que me faltaba experiencia, que
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ese era su sitio de toda la vida y que me marchara a otro lado. No tena ningunas ganas de discutir, sub en ancla y me march en busca de otro lugar menos concurrido. Al menos haba odo hablar espaol de corrido. Aquella tarde, en un tranquilo fondeadero descorch una botella de de buen champaa que ms de cuatro aos antes me haba regalado mi buen amigo Chimo Guardiola, Para que celebres algo importante me dijo; y qu mejor momento que ese. Regu primero el ancla, que haba sujetado el barco a los fondos de todo el mundo, luego al mstil y las velas, que me haban empujado durante todo el largo camino, luego al piloto de viento, que gobern con mano firme el barco sin pedir nada a cambio... as fui dando las gracias a todas y cada una de las partes del velero, reconociendo su colaboracin. Reserv los ltimos tres dedos para el ARCHIBALD en su conjunto y para m, echndomelos por la cabeza, sentado en el balcn de proa. La tripulacin de un barco vecino estaba boquiabierta viendo a un loco desnudo bailando y regando con champaa toda su cubierta. Al amanecer comenc lentamente a navegar hacia San Antonio de Ibiza, donde iba a encontrarme con mi padre. Navegu cerca de la costa, como tantas otras veces haba hecho, pasando entre Es Vedr y Vedranell, cruc el freu de la Conejera, con el agua cristalina y fonde en un pequeo hueco que encontr, en la zona de los indigentes, ya en San Antonio. Baj a tierra, confirm la llegada del barco de lnea en donde vena mi padre Cuatro horas de retraso! Tena en el bolsillo ocho euros, mi tarjeta VISA estaba en huelga, as que invert el capital que me quedaba en un libro y me sent a esperar bajo una farola del puerto. A las once de la noche lleg el barco, vi bajar a mi padre, bastante despistado; me fui hacia l: -Eh!, Adnde va usted? le grit. -Eres t, Coca? respondi-. No te haba reconocido, ests ms calvo... -Y t ms viejo! repliqu. Durante una semana navegamos por la isla, de cala en cala, recordando viejos tiempos, antiguos amigos, olvidadas travesas. Tenamos mucho que contarnos y el tiempo pareci volar. Fueron das felices a la vez que muy esperados. El regreso se iba convirtiendo en una realidad y empezaba a tener conciencia de que el viaje tocaba a su fin. De Ibiza navegamos hasta el puerto de Altea, ya en la Pennsula. All nos reunimos con mi buen amigo, adems de tripulante, Antonio Snchez y Silvia, su esposa; cenamos en el club nutico y al trmino regresaron a Alicante junto con mi padre.

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LA LLEGADA Ahora iba a emprender la ltima travesa en solitario, corta, pero definitivamente la ltima, al menos en lo que se refiere a este largo viaje, un viaje de veintiocho mil millas. Sal de madrugada y al amanecer me encontraba ya por las inmediaciones de Alicante, la noticia de mi llegada se haba extendido y mucha gente estara esperndome. Comenzaron a llegar barcos de amigos que me acompaaran hasta las instalaciones del Club de Regatas. O que me llamaban por radio: -Coca, Ests a la escucha? Aqu la lancha del Club. Salimos a recibirte; tienes un buen sitio de amarre, hay mucha gente que desea saludarte... Conforme llegaba al puerto se iban uniendo ms y ms barcos dndome la bienvenida, en uno de ellos pude distinguir a Esperanza gritndome y agitando sus brazos. Nada ms amarrar el barco en los pantalanes, Mximo Caturla, el presidente del Club, me ofreci una copa de champaa que compart junto con mi familia y amigos, rodeado de periodistas, cmaras, caras conocidas... Todos estaban all, Yago, Joaqun, Alfredo, Antonio... A partir de ese momento lo recuerdo todo confusamente: los periodistas, mi madre, mi hermana, mi primo, compaeros, saludos, abrazos, entrevistas, la televisin, cuntame esto, cmo pas aquello, toma una cerveza, este es mi telfono, llmame maana, y ahora que piensas hacer?, bebe otra copa de cava... El Club de Regatas organiz un recibimiento por todo lo alto y me sent muy dichoso por tener tan buenos amigos cuando pensaba que ya nadie se acordara de m. Hubo una rueda de prensa que dur hasta bien entrada la tarde, teniendo que responder a un montn de preguntas sobre el viaje; una de ellas me dej al principio sin saber qu contestar: -Y cual fue el objetivo de semejante travesa? El objetivo? Nunca me haba planteado nada parecido, no saba que decir. -EEEh... Pues sal a probar el barco, a pasear, s, eso es, un paseo largo, muy largo. Un Paseo por el Mundo respond.

Este libro se concluy en Torrelavega, Cantabria, el 20 de diciembre de 2009. Ms informacin en: www.cocuaexpediciones.es www.cocuaexpediciones.com

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Navegar en solitario es el mximo placer que un navegante puede alcanzar. Viajar solo a bordo de un velero es la forma ms ignorante y absurda de conocer mundo.

Coca Ripoll

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EPILOGO HASTA EL DA DE HOY A causa de una virtud que fui adquiriendo durante bastante tiempo, de la cual estoy orgulloso y a la que denomino Vivir la vida a Ritmo Tropical, tard varios aos en dar forma a este libro; seis, para ser exacto. Al contrario de las novelas, lo que aqu se cuenta ocurri de verdad y por lo tanto las personas que aparecen en este relato existieron y siguen existiendo. Seis aos puede parecer una minucia o no, pero el tiempo ha pasado y mis personajes siguieron el curso de sus vidas, evolucionando de tal o cual manera. Quiero resumir en breves renglones qu fue de ellos, al menos de los ms notorios, porque si bien el sol fue saliendo para todos igual, experimentaron grandes cambios que tal vez modificaron sus ya singulares tipos de vidas. Gabriel, del velero TARTARUGA. Navegamos en compaa desde prcticamente el comienzo de la aventura hasta Nueva Zelanda, donde al cabo de unos meses nos separamos, l en avin y yo en mi ARCHIBALD. A mediados de 2007 me lo encontr por Alicante. Estaba flaco, curtido por el sol y con ms tatuajes; le pregunt qu haba sido de su vida y ste me relat: Regres a Nueva Zelanda diez meses despus, repar y acondicion el TARTARUGA lo mejor que pude y me fui de all. A veces solo, otras en compaa, recorr durante varios aos las Fiyi, Vanuatu, Salomn, PapuaNueva Guinea, Torres, viviendo exclusivamente del trueque y la pesca, hasta que llegu a Australia. En aquellos das tena una compaera australiana y unas veces en mi barco y otras en su furgoneta fuimos recorriendo la costa hasta llegar a Sidney. Una vez all comprend que el TARTARUGA ya no daba ms de s, estaba literalmente carcomido por el xido. Lo vend por lo que vala en ese estado y con el dinero viajamos poco a poco hacia Europa utilizando cualquier medio de transporte. Estuvimos una temporada viviendo en la isla canaria de Fuerteventura, haciendo algn trabajillo que otro, hasta que hace unos meses nos contrataron como capitn y tripulante en un catamarn de lujo, por eso estoy aqu. Gabriel, a base de empeo y constancia, haba dejado de ser el Cacagete para convertirse en un distinguido navegante transocenico. Despus de aquel encuentro, de nuevo volvi a desaparecer sin dejar rastro. Hace unos das, pasados ya ms de dos aos, recib noticias suyas:

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Al poco tiempo dej aquel catamarn, fui saltando de yate en yate hasta que me hart de navegar con gente anodina y colgu mis galones de capitn. Desde hace casi dos aos vivo al norte de la India, cerca de los Himalayas, a poca distancia de la frontera con el antiguo Tibet, donde tengo organizada una especie de comuna formada por gente como yo. Por Espaa voy muy poco, pero me gustara navegar algunas millas contigo y volver a orte decir: Cacagete, eres el mejor Ricard, del velero LA TORTUGA. A pesar de conocernos durante ms de un ao a travs de las ondas de radio, no nos vimos fsicamente hasta coincidir en una de las ltimas islas de la Polinesia Francesa. Volvimos a reunirnos en Nueva Zelanda, donde convivimos durante casi seis meses. A partir de aqu cada uno naveg llevando rutas distintas. Regres solo a la isla de Tapana, en las Tonga, transportando todo el material que pudo para la reconstruccin del restaurante La Paella de Mara Pilar y Eduardo, devastado por un cicln, trabajando y ayudando a estos amigos durante una buena temporada. A la llegada de la mala estacin, en vez de regresar a Nueva Zelanda, decidi continuar por el trpico y viaj hasta Samoa. En Apia, su capital, se encontr con Laia, una catalana viajera que ya haba conocido en anteriores escalas. Juntos navegaron por Fiyi, Vanuatu, Tonga de nuevo, hasta que poco a poco dejaron el Pacfico adentrndose en Indonesia. El dinero empez a escasear y buscaron trabajo el la isla de Bali. All empezaron a rehacer su economa, pero tambin encontraron el lugar ideal para iniciar una nueva vida. La pareja comenz un tmido negocio de exportacin de artesana y como buenos catalanes lo hicieron prosperar. Hoy en da, tras cinco aos de trabajo duro, son residentes legales en el pas, tienen dos hijos, una hermosa casa, una gran agencia de exportacin de productos asiticos e importacin de gneros espaoles y varias tiendas de orfebrera y joyera oriental. Hace tres aos recib un correo de Ricard diciendo: Al habernos establecido definitivamente en Bali y no pudiendo ver el deterioro que poco a poco va sufriendo mi barco LA TORTUGA, he decidido ponerlo a la venta por el precio simblico de un Euro, siempre que el comprador me garantice que lo conservar en buen estado y lo har navegar por todos los mares del mundo Ricard y su familia tienen ahora una nueva y estable vida y muy de vez en cuando viajan de visita a Espaa. Quiz ahora sea un buen momento para volver a plantearle a mi amigo la pregunta que ocho aos antes, en Nueva Zelanda, qued sin respuesta: Todava somos recuperables?

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Julio y Maribel, del velero CIBELES. Nos conocamos desde haca aos. Durante este viaje coincidimos en Nueva Caledonia y de nuevo en Bali, navegando conjuntamente hasta Puket, Tailandia. Esta pareja de madrileos llevaba ms de veinte aos dando la vuelta al mundo en su velero, nos separamos en la isla de Puket, donde se quedaron un ao ms, sufriendo la dura experiencia del famoso tsunami del ao 2004, por suerte sin sufrir daos. La pareja sigui camino en su lento navegar por las aguas del ocano ndico. Graves problemas de familia les oblig a concluir su viaje a un ritmo ms acelerado del que estaban acostumbrados. En tan slo cuatro meses cruzaron el ndico, remontaron el mar Rojo y atravesaron el Mediterrneo hasta llegar a las costas valencianas, poniendo fin a sus largas andanzas marineras. Durante dos aos, a la vez que resolvan sus cuestiones terrestres, revisaban y modificaban su viejo CIBELES, construido casi un cuarto de siglo antes por ellos mismos. Concluidas las diligencias, sin que ya nada que les atara y con el velero de nuevo en condiciones, volvieron a hacerse a la mar iniciando un nuevo viaje hace ya ms de un ao. En estos momentos, finales de 2009, se encuentran recorriendo la costa de Brasil camino de Argentina. Eduardo Klenk, velero SAMSARA. El gran navegante argentino, viajero de los Siete Mares, que desde hace casi medio siglo recorre el mundo en solitario, timoneando uno u otro velero. Hace varios aos remont junto a l la costa suramericana, navegando en su compaa hasta unos das antes de mi naufragio con el YA VEREMOS. Volv a encontrarlo ya con mi ARCHIBALD en Isla Margarita, Venezuela, celebrando all juntos el Fin del Milenio. Pasado el tiempo, cansado de vagar por el Caribe, con pocos recursos econmicos, Eduardo decidi cruzar el Atlntico en su SAMSARA, dirigindose a Espaa. Naveg desde Galicia hasta el Mediterrneo, donde sobrevivi un par de aos patroneando motoras de mediano porte. Desengaado y aorante del trpico puso de nuevo rumbo al Caribe, con tan mala fortuna que cerca de las costas venezolanas rompi el mstil, quedando tambin maltrecha la embarcacin. Consigui llegar a Isla Margarita, donde subsisti unos meses con sus escasos ahorros. Entre unos pocos amigos navegantes le hicimos llegar el dinero suficiente para solventar sus deudas, pertrechar su barco y navegar con un aparejo de fortuna hasta la cercana isla de Curazao. All retom su vocacin de pintor, consiguiendo vivir a duras penas con la venta de alguna de sus pinturas a los turistas holandeses. En el ao 2007 conoc en el Caribe a una pareja de gallegos, Fran y Eva que a bordo de su catamarn ZARPAS comenzaban su viaje alrededor del

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mundo. Su ruta pasaba por Curazao y les ped que se interesaran por mi amigo Eduardo. Al poco tiempo estos compaeros me relataron: Encontramos al SAMSARA apartado de los dems barcos transentes, sin mstil y en gran estado de abandono. A bordo, detrs de viejos cachivaches y olores a pintura estaba Eduardo, viejo, descuidado, deprimido. Entre varios amigos navegantes le ayudamos a limpiar el barco, parchear su deteriorado bote hinchable, reparar el motor y con ms compaeros solidarios localizamos un mstil procedente de un antiguo naufragio, lo recuperamos y arbolamos de nuevo el SAMSARA. Ajustamos la jarcia, conseguimos una vieja botavara e incluso adaptamos unas velas usadas para que Eduardo pudiese volver a navegar; el resto ya era cosa suya, y a partir de aqu proseguimos nuestro viaje Hoy en da y desde hace varios aos Eduardo y su SAMSARA, de nuevo majestuoso, surcan el Caribe. Durante las pocas de huracanes Eduardo se refugia en las perdidas islas venezolanas y Antillas Holandesas dedicado a la pintura; a la llegada del buen tiempo navega hasta el otro lado: Martinica, Guadalupe, Les Saints, Antigua, donde vende sus obras, ya cotizadas, disfrutando de la vida en el trpico de una manera digna. Este ao la cosa no ha venido mal me relataba Eduardo hace unas semanas-. Como siempre sigo sin plata, pero estren bote hinchable y motor fueraborda, pint mi SAMSARA y No lo vas a creer!, voy a tener compaa femenina!, espero que no pierda las ganas de estar en el Caribe al compartir su vida con un viejo como yo. Veremos qu pasa y si no seguir solo, qu carajo. Paul y Vivian, velero WATERGEUS. Estos amigos, l holands y ella costarricense, msico y gastrnoma; unidos por el entusiasmo de navegar y descubrir nuevos lugares, nuevas tendencias, tanto musicales como culinarias. Los conoc en Cartagena de Indias, Colombia, coincidiendo con ellos en las islas de San Blas y costas de Panam. Recorrieron varias veces el Caribe en su pequeo velero WATERGEUS, refugindose en lugares seguros de Costa Rica y Guatemala durante la poca de huracanes. Remontaron la Costa Este de Norteamrica y en alguno de sus puertos decidieron vender su barco y cambiar de vida. Ahora navegan en su granja de cinco hectreas, ubicada en Los Lagos, Valdivia; sur de Chile, alternando sus pasiones con el cuidado de ovejas y la elaboracin de buenos quesos; al mejor estilo holands, por supuesto. Familia Cangreja, velero MA-OH. Esta familia francesa cambi su estable vida en la Bretaa por otra ms itinerante en el mar. Durante varios aos Patrik, Christine, Lenka y Steve (Cangrejito) recorrieron unidos medio mundo. Los conoc en Cartagena de

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Indias, coincidiendo con ellos en las islas de San Blas, Ecuador, Polinesia y ms tarde en Nueva Caledonia, lugar donde se haban establecido. Por mucho que lo intent no volv a recibir noticias suyas, pero hace unos meses, a travs de Fran y Eva del catamarn ZARPAS, me lleg el siguiente mensaje: He localizado en Nueva Caledonia a tus amigos del MA-OH. No se encuentran muy bien, anmicamente hablando. Christine est depresiva y triste, y a pesar de ser la nica que tiene un empleo estable no entiende porqu siguen en la isla. Patrik dej su trabajo de florista y ahora hace reparaciones y chapucitas en barcos, coches, casas, etctera, ganando entre los dos lo justo para sobrevivir, porque la vida en Nueva Caledonia es muy cara. El hijo, Steve, ahora con veinticuatro aos, lleva su vida independiente, salvo por la noche, que regresa al MA-OH para dormir. Sobre la hija me comentaron que termin sus estudios de intrprete y se estableci en Francia, slo la han visto dos veces en todos estos aos, porque el viaje es demasiado costoso. Sal un par de veces con Patrik a navegar y bucear, me confes que aora mucho la vida de trotamundos del mar, pero que todava no era momento de dejar a su hijo volar solo. Juanito Manero, velero ALDO. Este alicantino que conozco desde siempre dej nuestra ciudad a la vez que yo, en el ao 1999, patroneando su barco ALDO, un Drac de escasos once metros con ms de treinta aos en sus costillas, o mejor dicho, en sus cuadernas. Llegamos al Caribe en la misma poca, pero l pas all un ao ms que yo, por lo que nunca llegamos a coincidir, salvo en las ondas de radio. Cruz el Canal de Panam junto con su novia neozelandesa, Jane, en 2001 y ambos marcaron prcticamente la misma ruta que seguimos Esperanza y yo hasta Nueva Zelanda. A su llegada a este pas dedicaron una buena temporada a revisar exhaustivamente su barco y una vez todo dispuesto se dirigieron de nuevo a la Polinesia por la ruta del Sur, con vientos muy fuertes y bajas temperaturas. Visitaron las mticas islas Australes y repitieron su anterior travesa ya por aguas tropicales, haciendo escalas en las Sociedad, Cook y Tonga. Desde el restaurante La Paella, en Tapana arrumbaron a Samoa, Kiribati, Marshall y dems archipilagos de Micronesia y Melanesia. Navegaron durante bastante tiempo por Filipinas, aprovechando las pocas de ciclones para dejar su ALDO en lugar seguro, viajar a sus respectivos hogares y de paso casarse. Visitaron Indonesia y desde Bali pusieron rumbo al corazn del ocano ndico, haciendo escalas en Cocos, Mauricio y Madagascar. En estos momentos se encuentran en el Canal de Mozambique camino de Surfrica. Juan y Jane llevan invertido en esta aventura diez aos, y lo que les queda, lo que les convierte sin lugar a dudas en unos de los grandes navegantes transocenicos de la actualidad.
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Fletcher, tripulante del ARCHIBALD. Manuel Balbs, Fletcher, cntabro y profesor de ingls, ha sido tripulante mo desde hace ms de veinte aos. Corrimos infinidad de regatas a bordo del velero Caja del Mediterrneo y fue mi compaero en la aventura del YA VEREMOS, hasta que por motivos laborales, dos aos despus de nuestra partida, tuvo que regresar a Espaa. Trabaj en las modificaciones del ARCHIBALD antes de la partida, y todas sus vacaciones las pas a bordo, independientemente de dnde se encontrara el velero, aadiendo siempre a stas algunos meses de excedencia. Trabaj durante un ao en Estados Unidos y dos en la Consejera de Educacin, pero eligi regresar a su antiguo instituto de Torrelavega, Cantabria, teniendo as ms tiempo libre para dedicarlo a nuestros proyectos de navegacin. Seguimos surcando mares y visitando lejanos pases siempre que nos es posible, y en las pocas en que no navegamos trabajamos en la puesta a punto del ARCHIBALD con vistas a los siguientes viajes y aventuras. Su casa, enclavada entre las montaas de Cantabria, es tambin donde me escondo durante largas temporadas para organizar nuevos objetivos, dar forma a futuros planes, escribir este libro, y entre cocido y cocido, buena carne y exquisito pescado, revivir ancdotas tropicales junto a bosques de hayas y robles, con el cielo nublado, bajo la incesante cortina de lluvia aguanieve. Esperanza, tripulante del ARCHIBALD. Esperanza, como muestra este libro, recorri durante un ao la parte ms bella del planeta a bordo del ARCHIBALD, desde Ecuador hasta Nueva Zelanda, repitiendo una siguiente navegacin por aguas de Indonesia y Malasia. Al trmino del viaje ambos nos enfrascamos en unos trabajos de modificacin del barco con vistas a un nuevo proyecto, su cruce atlntico en solitario a bordo del ARCHIBALD, que culmin con xito a finales del ao 2006, siendo la primera mujer espaola en conseguirlo, cuya aventura se encuentra perfectamente relatada en su libro A Solas en el Atlntico. A partir de su regreso a Espaa fuimos perdiendo contacto, pero su vida sigue unida estrechamente al mar y la navegacin, manteniendo sus vnculos con las federaciones de vela nacionales e internacionales, colaborando al mximo para fomentar este deporte de competicin. Coca Ripoll. Un servidor. Por ultimo no tengo ms remedio que relatar la continuacin de mi vida, que por suerte no acab al fin de esta aventura. Durante tres aos trabaj contando con la ayuda de Esperanza en las modificaciones del ARCHIBALD, alternando estas labores con mis servicios

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que de vez en cuando prestaba al varadero donde se encontraba el barco a cambio de su estancia. Los veranos los dedicaba a colaborar con el Patronato de Turismo de mi ciudad, promocionando Alicante por las costas levantinas y mar balear a bordo del ARCHIBALD y en compaa de mi amigo Fletcher. Llegado el momento y con el barco en condiciones, acompa a Esperanza hasta las islas Canarias, donde comenzara su solitaria aventura atlntica. A la vez realic la misma travesa a bordo de otro velero, un rpido sloop de treinta metros llamado WIND-PAT, en compaa de una cualificada tripulacin, llegando con tiempo de antelacin suficiente para preparar el recibimiento que la gran navegante se mereca. A los pocos das de su llegada Esperanza regres a Espaa, quedando solo en el Caribe, con buen dinero y cuatro meses de vagabundeo por delante, saltando de isla en isla, conociendo nuevos amigos, disfrutando de buena comida, impresionantes buceos y excursiones... hasta que el flaco grosor de mi cartera indic el momento de regresar. Dej por popa la caribea isla de San Martin con buena meteorologa inicial, afrontando mi undcimo cruce atlntico, esta vez en solitario. Decid realizar la travesa sin escalas, pues tampoco tena mucho sentido parar en los puertos habituales si no dispona de dinero. El cruce por el Atlntico Norte result duro, tormenta tras tormenta, fro intenso, con vientos muy fuertes y de caprichosa direccin. Cuarenta das despus de haber dejado el Caribe amarraba el ARCHIBALD en las instalaciones del Real Club de Regatas de Alicante; mi club. Rehice parcialmente mi economa a base de conferencias y artculos publicados, pero fue mi buen amigo Lus en el que realmente encontr apoyo al ofrecerme el puesto de patrn y responsable del velero de regatas que patrocinaba su empresa Securitas Direct. Durante dos aos me dediqu a la competicin, cosechando algn que otro triunfo, divirtindome con mis tripulantes y navegando al estilo que casi tena olvidado; predominando el viento de proa. Ahora, de nuevo sin trabajo estable pero con ahorros suficientes, este libro acabado y el ARCHIBALD en su ltima fase de renovacin, me dispongo a afrontar la siguiente aventura con intencin de recorrer la costa suramericana; Brasil, Uruguay y Argentina; descender hasta el extremo Sur, visitar la Antrtida y posteriormente navegar por Tierra de Fuego, canales patagnicos y chilenos, para despus perderme de nuevo rumbo hacia las islas del Pacfico. Quiz tema suficiente para un nuevo libro... Velero ARCHIBALD. El velero ARCHIBALD es un sloop de doce metros de eslora por cuatro de manga, de slida construccin en acero naval, dotado de orza abatible y aparejado con un mstil de quince metros de altura. Fue diseado para

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expediciones polares, por lo que su casco est reforzado en sus partes ms expuestas. Adquir dicha embarcacin en 1998, reestructurndola durante ao y medio para su manejo con poca tripulacin o en solitario. Su aparejo se redise con vistas a la navegacin con vientos portantes y obtener as mejores rendimientos, tanto en velocidad como en seguridad y confort. La embarcacin est dotada de las ltimas tecnologas, tanto mecnicas como electrnicas, varias de ellas duplicadas o triplicadas, haciendo hincapi en los sistemas de gobierno y comunicacin. En 1999 el ARCHIBALD comenz un viaje alrededor del mundo, de aproximadamente veintiocho mil millas nuticas y cuatro aos de duracin, visitando ms de treinta pases, experiencia que entre otras cosas han originado este libro. Tras este viaje se verific que el ARCHIBALD, aun no siendo un velero rpido es una embarcacin notablemente segura para todo tipo de navegacin, sobre todo en singladuras ocenicas y bien acondicionada para su manejo en solitario durante largos trayectos. En la actualidad se est llevando a cabo una nueva adaptacin en el velero para poder soportar las condiciones extremas de mal tiempo y muy bajas temperaturas que hallar en su prxima ruta hacia el continente antrtico.

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PLANOS DEL ARCHIBALD

Baera Piloto de viento Plataforma Rueda Timn Tambores cabo Escotilla

Molinete

Camarote

Saln Camarote principal

Bao Paol repuestos Motor principal Cocina Taller Mesa de navegacin

Generador

Cadena ancla

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Luces y antenas electrnicas

Gnova 1 enrollable Vela Mayor Gnova 2 enrollable Poste antenas comunicacin y generadores de electricidad

Stay foques de viento duro Stay de trinqueta y tormentn Radar

Antena radio BLU

Tambores para cabos Orza abatible Piloto de viento

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AGRADECIMIENTOS

Quiero dar las gracias a las personas y entidades que me ayudaron y apoyaron antes y durante la realizacin del viaje, sin ellos esta aventura hubiera sido mucho menos satisfactoria. En primer lugar al Real Club de Regatas de Alicante, mi club, junto a todos los socios y amigos que siguieron siempre muy de cerca mis aventuras y desventuras a lo largo del viaje, animndome directa e indirectamente en todo momento. En Especial agradecer a su presidente D. Mximo Caturla y Junta Directiva la inesperada bienvenida que me ofrecieron en dichas instalaciones al trmino de mi singladura. A la Rueda de los Navegantes y todos sus componentes: Rafael del Castillo y Mario Bordo desde Canarias Alberto Sixto desde Argentina, Altino desde Azores, Pulu desde Cabo Verde, Guido desde Galpagos..., cuya inestimable labor a travs de las ondas nunca ser suficientemente reconocida. A Lus Meneses, de la Rueda Nauta, Barcelona, cuya voz nos acompa da a da por todos los mares del mundo, animando siempre con sus consejos y noticias. Al resto de amigos radioaficionados, tanto particulares como organizados: Rueda Gaucha, Rueda de los Canguros... agradeciendo sus informaciones y preocupacin durante nuestras largas navegaciones. A la Familia ICOM, sin cuyas gestiones y ayudas me hubiera sentido mucho ms solo en la inmensidad del ocano; en especial a Lacho Cabrera y Antonio Marrero de Radiopesca Canarias y Rodrigo Romo de ICOM Ecuador, unos grandes profesionales y por encima de ello buenos amigos. A Tomeu Darder y Lluis Sirvent Diplo, de FRIGOBOATACASTIMAR, veteranos del mar y grandes profesionales de la nutica, que fueron me resolviendo las dudas y problemas sobre la instalacin y funcionamiento de mi nevera, uno de los mejores equipos del ARCHIBALD. A mi buen amigo lvaro Campos, prestigioso abogado y reconocido PlayBoy, proveedor oficial de msica ligera y pesada, sin cuyas aportaciones el ARCHIBALD se hubiera hundido... en la monotona.

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Al gran profesional del mar, tripulante del ARCHIBALD y sobre todo gran amigo Antonio Snchez, que dedic horas, das y semanas a la preparacin del barco durante los das anteriores a las diferentes partidas... a la espera de que siga manteniendo tan honrosa actitud. A Juan Calvo y familia, propietario del varadero MARINMED, permitiendo la estancia del ARCHIBALD en sus instalaciones durante la preparacin del viaje sin coste alguno, ayudndome en todo lo que fue posible. Persona de gran corazn de los que el cuentagotas hace tiempo se qued vaco. A Michel Henri, de Columbus Navegation, Canarias. Mi Gur de la electrnica, con el que guardo una buena amistad y confianza, ayudndome con sus inestimables consejos a lo largo de esta aventura. A la familia Kima-Kalki de Curazao, Ron, Gorette y Zeno, que me adoptaron como uno ms de ellos durante mi estancia en esta isla perteneciente a las Antillas Holandesas. A Kika Cuenca, por el buen trabajo que realiz elaborando la pgina Web. Es creadora de la original portada y maquetacin del libro, mapas y fotos. Sin su ayuda no hubiera sido posible la difusin de esta obra. Por ltimo a ti, estimado lector, por haber compartido conmigo estas andanzas a lo largo del mundo, a la espera de tus nimos para que haya de nuevo ms ancdotas que relatar en los prximos viajes.

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INDICE PRLOGO, por Romn Bono.......................................................................3 EL COMIENZO NAUFRAGADO...........................................................................................7 EL REGRESO...............................................................................................9 BUSCANDO BARCO.................................................................................10 ELARCHIBALD............................................................................................14 LOS TRABAJOS A BORDO.......................................................................15 EN NAVEGACIN......................................................................................19 OTRA VEZ EN VARADERO......................................................................22 EN EL QUIRFANO...................................................................................22 LA PREPARACIN.....................................................................................23 LA PARTIDA...............................................................................................24 EN EL OCANO..........................................................................................26 LAS CANARIAS..........................................................................................27 EL ATLNTICO PRIMERA SINGLADURA..........................................................................31 CABO VERDE..............................................................................................32 EL CRUCE ATLNTICO............................................................................35 EN TOBAGO................................................................................................41 LA ISLA DE TRINIDAD.............................................................................43 VENEZUELA...............................................................................................47 ISLAS DE LAS AVES..................................................................................51 EN CURAZAO..............................................................................................56 LA LLEGADA DEL TARTARUGA............................................................64 COLOMBIA..................................................................................................67 SAN BLAS....................................................................................................74 PANAM......................................................................................................84 CANAL DE PANAM.................................................................................86 EL PACFICO-Primera parte BALBOA.......................................................................................................93 LAS PERLAS................................................................................................99 La Nada........................................................................................................108 TRABAJOS ABORDO...............................................................................111 RUMBO HACIA EL SUR..........................................................................115 ESMERALDAS..........................................................................................120 Malaria.........................................................................................................126
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HACIA SALINAS.....................................................................................131 VIAJE POR ECUADOR...........................................................................133 ESPERANZA............................................................................................137 CAMINO DE LAS ISLAS........................................................................145 LAS GALPAGOS..................................................................................149 EL CRUCE PACFICO.............................................................................164 MARQUESAS..........................................................................................172 LAS TUAMOTU......................................................................................186 TAHIT Y LAS ISLAS DE LA SOCIEDAD...........................................213 MOPELIA.................................................................................................222 CAMINO DE TONGA..............................................................................227 LAS TONGA.............................................................................................228 FIYI............................................................................................................234 NUEVA ZELANDA..................................................................................249

EL PACFICO-Segunda parte FLETCHER...............................................................................................272 NAVEGANDO HACIA EL NORTE........................................................274 NUEVA CALEDONIA.............................................................................279 NAVEGACIN POR EL TRPICO........................................................282 VANUATU................................................................................................283 NAVEGANDO HACIA EL FIN DEL PACFICO...................................299 PAPUA-NUEVA GUINEA.......................................................................301 ESTRECHO DE TORRES.........................................................................305 OCEANO NDICO-Primera parte EN RUTA HACIA DARWIN....................................................................306 DARWIN....................................................................................................307 EN NAVEGACIN...................................................................................313 ENTRE LAS ISLAS DE INDONESIA......................................................314 BALI............................................................................................................319 ESPERANZA DE NUEVO.........................................................................321 RECORRIENDO EL MAR DE CHINA.....................................................322 EXTREMO ORIENTE: MALASIA Y SINGAPUR...................................329 LLEGADA DE EL LARGO........................................................................334 TAILANDIA...............................................................................................338 PUKET........................................................................................................340

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OCEANO NDICO-Segunda parte NAVEGANDO POR EL SUR DE BENGALA........................................351 SRI-LANKA..............................................................................................356 NAVEGANDO POE EL NDICO.............................................................363 ATOLN EN MALDIVAS.......................................................................365 NAVEGANDO POR EL MAR DE ARABIA...........................................369 SULTANATO DE OMN.........................................................................373 HACIA EL FIN DEL NDICO...................................................................376 YEMEN.......................................................................................................381 HACIA EL MAR ROJO.............................................................................387 EL MAR ROJO ERITREA....................................................................................................389 EN NAVEGACIN....................................................................................394 EN LA MARSA............................................................................................395 SUDN.......................................................................................................396 EGIPTO.......................................................................................................400 DE NUEVO EN NAVEGACIN...............................................................405 SUEZ...........................................................................................................407 EL CANAL.................................................................................................410 EL MEDITERRANEO EN NAVEGACIN....................................................................................413 CRETA........................................................................................................414 SICILIA.......................................................................................................418 EN NAVEGACIN....................................................................................420 BALEARES.................................................................................................421 LA LLEGADA............................................................................................423 EPILOGO. Hasta el da de hoy...................................................................425 PLANOS DEL ARCHIBALD......................................................................433 AGRADECIMIENTOS...............................................................................434 LEEME........................................................................................................441

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Estimado lector: Espero que hayas disfrutado esta narracin; ahora una parte de ti se encuentra vinculada al ARCHIBALD y a su reducida tripulacin y as seguir durante los prximos viajes y aventuras que sucedern a las que acabas de leer. El prximo ao 2011 volveremos a hacernos a la mar a bordo del ARCHIBALD con un nuevo proyecto que culminar con la visita al continente antrtico, pero habr mucho ms. El ARCHIBALD recorrer las costas brasileas y argentinas, los canales patagnicos, Tierra de Fuego, canales chilenos y de nuevo el Ocano Pacfico. La financiacin a estos proyectos, si no cuantiosa, es un apartado trascendente para su realizacin al no contar con patrocinios comerciales ni otro tipo de subvenciones pblicas. La asociacin COCUA EXPEDICIONES te ofrece a travs de su pgina Web www.cocuaexpediciones.es la oportunidad de donar a dicha asociacin una simblica cantidad de dinero la cual ser obligatoriamente destinada a sufragar los gastos de estos futuros viajes para que as UN PASEO POR EL MUNDO pueda llegar a tener una segunda parte, adems de su intento por alcanzar otros objetivos divulgativos. Estas aportaciones podrn hacerse efectivas mediante sencillos y seguros sistemas informticos, por transferencia bancaria o giro postal. Cualquier ayuda o respaldo, por mnimo que sea, ser para nosotros de un valor incalculable, pues adems de poder continuar con los futuros programas nos sentiremos unidos y apoyados por personas con nuestros mismos ideales. Comentarios al respecto puede expresarlos en el foro creado dentro de nuestra pgina Web. Con seguridad el viento continuar soplando a favor. Coca.

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