IVJornadasdel Masteren Arqueologia
IVJornadasdel Masteren Arqueologia
IVJornadasdel Masteren Arqueologia
net/publication/360822829
CITATIONS READS
0 141
4 authors, including:
SEE PROFILE
All content following this page was uploaded by Eusebio Jesús Medina-Luque on 24 May 2022.
EDITADO POR
Eusebio Jesús Medina-Luque, Nieves Simón Martínez, Claudia Varela de Seijas Morales,
Elena Vallejo Casas, Miguel López Valdepérez y David Domínguez Fernández
IV JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA
MÁSTER OFICIAL CONJUNTO EN ARQUEOLOGÍA
EDITADO POR
Eusebio Jesús Medina-Luque
Nieves Simón Martínez
Claudia Varela de Seijas Morales
Elena Vallejo Casas
Miguel López Valdepérez
David Domínguez Fernández
ÍNDICE
PRÓLOGO………………………………………………………………………………………………....1
Eusebio Jesús Medina-Luque
Nieves Simón Martínez
Claudia Varela de Seijas Morales
Elena Vallejo Casas
Miguel López Valdepérez
David Domínguez Fernández
LA PRESENCIA DE ASTRÁGALOS EN LOS CONTEXTOS FUNERARIOS
PROTOHISTÓRICOS DEL MEDITERRÁNEO .............................................................................. 3
Lucía Tinoco Domínguez
LA EDAD DEL HIERRO EN GIPUZKOA: LOS EJEMPLOS DE INTXUR, MUNOAUNDI Y
BASAGAIN .......................................................................................................................................... 15
Antonio Villegas Vega
EL ARMAMENTO EN LA EDAD DEL BRONCE: CONSIDERACIONES SOBRE EL ARMAMENTO
EN LA CULTURA DEL ARGAR ........................................................................................................ 27
Luis Mosquera Moreno
LA SACERDOTISA DE SAN JOSÉ DE MORO. LA EVOLUCIÓN DE SU PODER EN LA SOCIEDAD
MOCHE A TRAVÉS DEL REGISTRO FUNERARIO Y LA ICONOGRAFÍA DE LA CERÁMICA
DE LÍNEA FINA ................................................................................................................................. 39
Emilia Chaves Cano
TINTINABULUM. REFLEXIONES SOBRE EL ORIGEN, FUNCIONALIDAD Y PROBLEMÁTICA
ARUQEOLOGICA DE LOS SONAJEROS EN LA ANTIGÜEDAD. ............................................... 54
Sandra Martín Martínez
LA PROMOCIÓN DE LAS ÉLITES HISPANAS AL SENADO ROMANO A TRAVÉS DE LA
EPIGRAFÍA: UN ESTUDIO PROSOPOGRÁFICO ......................................................................... 64
Alejandro Carmona Carmona
EL ORIGEN OCULTO DE MADRID: EL MAYRIT ISLÁMICO ......................................................... 73
Alejandro González Blas
LA REALIDAD MATERIAL DE LA FIESTA SED EGIPCIA ............................................................... 85
Alberto Sáez Gallegos
UNA POSIBLE BASÍLICA DEL S. VII CONSAGRADA A SANTA MARIA EN CISIMBRIUM,
ACTUAL ZAMBRA (RUTE). .............................................................................................................. 99
Luis Manuel Jiménez Cobos
María Paz Sanz Nadal
POBLADOS MORISCOS DEL NORTE DE LA PROVINCIA DE ALICANTE .................................. 105
María Paz Sanz Nadal
Luis Manuel Jiménez Cobos
LAS FORTALEZAS EN EL CAMPO DE MONTIEL. ORIGEN Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA. (SS.
XIII-XVI) ............................................................................................................................................ 116
Daniel Torres Rodríguez
Eduardo Vera Castellano
LA ARQUEOLOGÍA Y LA HISTORIA EN STAR WARS: LA TRILOGÍA ORIGINAL ..................... 129
Luis Francisco Roldán Fraile
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
PRÓLOGO
Las Jornadas del Máster de Arqueología de la Universidad de Granada es un espacio donde el alumnado
comienza su andadura en el mundo de la investigación arqueológica, siendo participe de organizar un
espacio de debate científico sobre como investigar el pasado o exponer ante la comunidad científica los
inicios en el estudio arqueológico. Este trabajo se ha podido desarrollar gracias a que nuestros
compañeros de Máster enviaron sus propuestas de comunicación, y los días 9, 10 y 11 de abril de 2019
compartimos unas jornadas donde debatimos sobre diferentes temas relacionados sobre sociedades
actuales y pasadas, todas ellas enriquecedoras y de gran nivel
En esta monografía encontraremos el trabajo de un grupo de jóvenes investigadoras/es que han
comenzado su andadura en el mundo de la investigación e interpretación arqueológica. Contamos en
esta con un amplio abanico de materias todas ellas ligadas al mundo arqueológico en sus múltiples
variantes, desde estudios relacionados con la prehistoria hasta la arqueología en el cine. La investigación
en Arqueología es un mundo donde se lleva a cabo una serie de propuestas metodológicas para recuperar
el pasado, nosotros hemos aprendido a analizar, interpretar y elaborar nuestras hipótesis sobre esta
temática en el Máster de Arqueología de la Universidad de Granada.
Para nosotros, fue una etapa muy importante poder desarrollar nuestros inicios en la Arqueología en el
Departamento de Arqueología y Prehistoria de la Universidad de Granada, donde realizamos nuestras
primeras investigaciones y publicaciones en el mundo académico. Durante esta etapa hemos aprendido
del personal docente, investigador y compañeras/os que forman parte de esta institución. Reflejo de lo
aprendido viene recogido en las siguientes líneas, pero también de compañeras/os que están
desarrollando su carrera profesional con la elaboración de Tesis Doctorales, como divulgadoras/es o
como docentes, entre otras profesiones.
Nos gustaría agradecer a las personas que participaron en el comité científico entre los que se encuentran
Francisco Contreras Cortés, Andrés María Adroher Auroux, José Andrés Afonso Marrero y Macarena
1|Página
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Bustamante Álvarez. Gracias a este grupo de personas que nos han asesorado y aconsejado en la
realización de este espacio de debate, que fueron las IV Jornadas, y en la publicación de esta monografía.
2|Página
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Como bien es sabido los astrágalos, más comúnmente conocidos como tabas, también fueron
utilizados como piezas de juegos de azar en Grecia y Roma entre otros lugares, y hoy en día
este juego ha perdurado con algunas variaciones en gran cantidad de países, como Irán, Iraq,
Siria (GILMOUR 1997:168,170) o Mongolia (HERNÁNDEZ GÓMEZ 2010:4), donde reciben
el nombre de shagai, homónimo del propio hueso. En el Cono Sur de Suramérica también es
un juego muy popular, vendiéndose incluso imitaciones de plástico o de otros materiales de
dichas piezas óseas. Este juego tradicional llegó a América del Sur con la conquista española,
y es posible que su presencia en entornos funerarios infantiles del sur de Estados Unidos datados
entre el 1350 y el 1700 d.C. fuese fruto del mismo contacto cultural (GILMOUR 1997:171).
3|Página
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Los ejemplos que acabamos de ver nos ilustran sobre tres usos básicos del astrágalo: como
elemento de adivinación, de juego y con un carácter ritual dentro del mundo funerario, aunque
seguramente este objeto pudo haber sido utilizado con otros fines que posteriormente
mencionaremos. Sea como fuere, en esta ocasión nos centraremos en el valor que tuvieron como
parte del ajuar funerario en el entorno mediterráneo durante la Protohistoria, por tratarse de un
ámbito notablemente interconectado en el que los astrágalos abundaron en gran cantidad de
escenarios. Con este trabajo pretendemos acercarnos al valor que estos huesos pudieron tener
en dichos contextos, tanto simbólico como funcional; además de demostrar o desmentir su valía
como diferenciadores sociales.
De este modo, una vez explicada la metodología seguida para la elaboración de este estudio
que, en esencia, se ha basado en una revisión bibliográfica, presentaremos una somera
clasificación taxonómica y tafonómica de los astrágalos y una recopilación de las numerosas
hipótesis acerca de los usos dados a estos huesos, ofreciendo así distintas perspectivas para su
interpretación en contextos funerarios. Así, nos adentraremos en los posibles empleos de las
tabas dentro de las sepulturas, e incidiremos en su faceta como diferenciadores sociales por
edad, sexo o estatus. Cerraremos con un resumen de los resultados y con unas reflexiones
finales.
METODOLOGÍA
El primer paso para llevar a cabo este trabajo fue la revisión de investigaciones generales sobre
el uso de los astrágalos en entornos arqueológicos dispares de la Protohistoria del Mediterráneo.
De este modo, fuimos recopilando la mayor parte de las hipótesis planteadas en estos estudios
para poder comprender de manera más acertada las realidades particulares de cada yacimiento
o región. Una vez revisada esta información decidimos enfocar más este estudio y centrarnos
en el análisis de los contextos funerarios, como venimos indicando, observando el empleo de
estos huesos como marcadores de desigualdad social. Para ello nos decantamos por
investigaciones en las que se analizan directamente estos restos arqueológicos en sus sepulturas
particulares, vistas a su vez conjuntamente dentro de sus necrópolis. Por desgracia, son escasas
las publicaciones de este tipo, por lo que hemos intentado obtener la máxima información de
los trabajos menos específicos. De igual modo, nos hemos valido de textos interpretativos
basados en dichas investigaciones y en trabajos experimentales. Por último, también hemos
aludido a algunas referencias literarias clásicas que mencionan la utilidad de estos huesos.
Tampoco hemos descartado las representaciones pictóricas de las tabas en obras de arte,
monedas, etc.
Antes de comenzar deseamos indicar que en este estudio aparecen ejemplos que se alejan un
poco del entorno mediterráneo y del periodo protohistórico, por tratarse de un fenómeno de
gran expansión espacial y cronológica. En cualquier caso, el grueso del artículo gira en torno a
este periodo temporal y marco espacial.
CARACTERÍSTICAS Y FUNCIONES DE LOS ASTRÁGALOS EN LA
PROTOHISTORIA MEDITERRÁNEA
Los astrágalos han sido usados desde tiempos remotos para numerosas prácticas, habiéndose
documentado algunos de estos huesos manipulados ya en el Paleolítico, si bien no de forma
diferenciada del resto. A pesar de que autores como G. H Gilmour o J. De Grossi Mazzorin y
C. Minniti han considerado que el origen de su empleo de manera particular se produjo en la
Edad del Bronce (GILMOUR 1997:167) (DE GROSSI MAZZORIN y MINNITI 2009:213-
214), otros han llevado su inicio un poco más atrás en el tiempo. A. Nacar recopiló en su artículo
4|Página
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
de 2019 seis sitios arqueológicos de Anatolia, algunos de los cuales datan del Neolítico, como
Çatalhöyük u Höyücek Höyüğü (Turquía). Existen otros ejemplos anteriores a la Edad del
Bronce en lugares un poco distantes del Mediterráneo, como los astrágalos encontrados en el
poblado calcolítico de Iepurești (Giurgiu Countyse, Rumanía) (KOGALNICEANU et al. 2014).
La variedad de contextos en los que aparecen estos huesos abarca desde espacios públicos hasta
religiosos, domésticos y funerarios. Su cantidad por agrupación varía en cada ejemplo, así como
su morfología y el origen animal del que proceden. En función de estas variables, entre otras,
se ha dado una determinada interpretación a su presencia. A continuación, describiremos
brevemente las características más significativas de los astrágalos en estos contextos y
mostraremos las diferentes hipótesis planteadas sobre su funcionalidad, información
fundamental para acercarnos a los astrágalos recuperados en entornos funerarios.
Características taxonómicas y tafonómicas de los astrágalos
La procedencia animal de los astrágalos documentados en estos contextos arqueológicos suele
ser el entorno inmediato del yacimiento, predominando su obtención de ejemplares de especies
domésticas. Sin lugar a duda, los ovicápridos encabezan la lista, aunque también están presentes
los suidos, équidos y bóvidos. En cuanto a la fauna salvaje destacan los ciervos, si bien se han
documentado otras especies destinadas a actividades específicas. Tal es el caso de los astrágalos
de lobo, empleados, según algunos papiros griegos, en prácticas mágicas (CALVO
MARTÍNEZ y SÁNCHEZ ROMERO 1987:134-135). Es probable que la elección del animal
no fuese una cuestión baladí y que esta decisión tuviese un significado determinado a nivel
ritual, económico, social, etc.
En algunas ocasiones estos huesos fueron realizados en otras materias primas: ágata, marfil,
fayenza, cristal de roca o vidrio (Fig. 2), metales como el bronce o el plomo, mármol, arcilla
moldeada, metales preciosos como el oro, a saber, el astrágalo de la necrópolis de Varna
(Bulgaria) del Calcolítico Final, etc. (GILMOUR 1997:170). Incluso han sido documentadas
copias realizadas sobre otros huesos, como los hallados en las tumbas 22, 43, 70 y 96 de la
necrópolis del Poblado de Coímbra del Barranco Ancho (Jumilla, Murcia) (GALLARDO
MARTÍN-POVEDA 2014:53).
Existen varios ejemplos de vasos cerámicos con forma de astrágalos. Uno de los más destacados
es el atribuido al pintor Sótades, una cerámica tipo figuras rojas datada entre el 470-450 a.C.
procedente del Ática y actualmente en el British Museum (Fig. 3)
(https://www.britishmuseum.org Visitado: 15/02/2020).
Fig. 2. Astrágalos griegos de vidrio fundido Fig. 3. Cerámica de figuras rojas en la que se
en molde bivalvo, s. III-II a.C. del Museo representa al dios Eolo dirigiendo a las nubes a
Metropolitano de Arte su cueva (https://www.britishmuseum.org
(https://www.metmuseum.org/ 18/2/2020). Visitado: 15/02/2020).
5|Página
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
En cuanto a marcas tafonómicas los astrágalos presentan distintas manipulaciones. Una de las
más comunes es el pulido de sus lados, que ha sido interpretado por J. De Grossi Mazzorin y
C. Minniti como un modo de imposibilitar su uso en el juego y dotarle de un carácter sacro, o
como piezas de un juego que desconocemos (DE GROSSI MAZZORIN y MINNITI 2009:219).
Otras de las transformaciones más habituales son las perforaciones, algunas de las cuales fueron
rellenadas de metal. En cambio, otras permanecieron huecas, tal vez para llevar este hueso
colgado a modo de amuleto (AFFANNI 2006:84), como posteriormente comentaremos, o como
un adorno personal, como podemos ver en la Fosa 31-V-46 de la necrópolis de Puig des Molins
(Ibiza) que presenta una doble anilla de bronce supuestamente para esta función (GÓMEZ
BELLARD 1984:138-139).
Muchos astrágalos aparecen alterados por la
acción térmica, sea de forma intencional o no.
Debemos destacar los 25 astrágalos recuperados
de un entorno doméstico del mencionado poblado
calcolítico de Iepurești (Giurgiu Countyse,
Rumanía), que habían sido quemados, perforados
y pulidos en sus cuatro caras dándoles una forma
final prácticamente de prisma rectangular (Fig. 4)
(KOGALNICEANU et al. 2014:300).
A veces estas piezas óseas fueron grabadas con
nombres de divinidades, y otras aparecieron
cubiertas de diversos materiales, como hilo de
cobre. Otro caso lo constituye el ejemplar cubierto Fig. 4. Astrágalos manipulados del poblado
con plata documentado en el santuario cueva de calcolítico de Iepurești (Giurgiu Countyse,
Rumanía) (KOGALNICEANU et al. 2014:286).
Idaia (Creta), datada entre el Periodo Geométrico
y el Arcaico. Por último, cabe destacar las habituales marcas de corte propias del despelleje y
desmembramiento del animal (GILMOUR 1997:169-171).
Es probable que este tipo de modificaciones tuviesen algún significado dentro de los contextos
funerarios, por lo que sería preciso realizar un estudio pormenorizado de dichas alteraciones.
Valor práctico y simbólico de los astrágalos
Posiblemente el uso más conocido de estos huesos es el lúdico. Algunas de las primeras
evidencias de este tipo de juego aparecen en el Neolítico en el entorno de Anatolia, como es el
caso del yacimiento de Çatalhöyük (Turquía). En la Estructura 67 de este asentamiento se
identificaron 129 astrágalos asociados a piezas interpretadas como fichas de juego; si bien este
conjunto también ha sido relacionado con la práctica adivinatoria (DALY 2006:155). Sea como
fuere, los astrágalos son bastante abundantes en este yacimiento y parece ser que en cada
contexto pudieron haber cumplido una función diferente (NACAR 2019:63).
6|Página
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
En cuanto al uso de este hueso como elemento de adivinación destaca su empleo por sacerdotes
griegos y romanos, quienes bautizaron esta práctica con el nombre de astragalomancia
7|Página
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
(HERNÁNDEZ GÓMEZ 2010:3). Los astrágalos eran utilizados, al igual que otros huesos,
palos o dados, por los adivinos (sortilegus) para averiguar el deseo de algún dios echando la
suerte (klêro, sortes) (JIMÉNEZ HIGUERA 2005:19). Según la hipótesis de C. Sebesta
(SEBESTA 1993, 1999), los astrágalos pudieron haber llegado a las manos de los sacerdotes
tras el sacrificio ritual de los animales, ya que en el reparto de la carne estos se quedaban con
la cabeza, tendones, patas y la piel (MINNITI y PEYRONEL 2005:19). Según G. H. Gilmour
el valor sacro de este hueso podría estar relacionado con el proceso de despelleje del animal al
coincidir el astrágalo con uno de los puntos por los que se comienza el desollamiento y, por
tanto, con el punto de acceso al alma de la víctima (GILMOUR 1997:172). En relación al acto
sacrificial, G. Affanni afirma: «Treasuring astragali means taking record of sacrifices.
Collecting the bone is a way to remember the wealth destroyed and the pious act which
transformed the animal into meat» (AFFANNI 2006:87). Un ejemplo de la asociación del
astrágalo con este acto lo tenemos en el contexto del Bronce Tardío de Fosse Temple I de
Lachish (Israel), donde se recuperaron una gran cantidad de estos huesos cerca del altar, aunque
las fuentes no especifiquen el número exacto (GILMOUR 1997:167).
Posiblemente el ejemplo más llamativo del uso ritual del astrágalo sea la Cueva de Korykeion,
un santuario dedicado a las Ninfas y a Pan cercano a Delfos (Grecia) utilizado desde el siglo VI
a.C. al III a.C. en el que se documentaron 22.781 tabas con signos de haber tenido una cobertura
dorada. 4.062 estaban modificados con perforaciones, grabados con los nombres de Heracles,
Nike, Thetis, Achilles, Ajax o Nyx, y con incrustaciones de plomo. Más de un 95% eran de
ovicápridos, pero también se documentaron astrágalos de ciervo, corzo, gamo, vaca, cerdo y,
tal vez, íbice y rebeco. Además, en este contexto se encontraron siete astrágalos de otros
materiales: bronce, vidrio, mármol y caliza. En este caso, como en otros santuarios, podrían
tratarse de exvotos personales de las personas que iban a visitar este lugar, y en específico
ofrendas a deidades determinadas en aquellos casos en los que presentan su nombre
(GILMOUR 1997:170).
P. Cintas consideró para el caso del mundo púnico que los astrágalos funcionaron como
amuletos protectores, lo que explicaría la perforación por la cual estos objetos serían colgados
(CINTAS 1946) (GARCÍA CANO 1997:254). Con el mismo fin, estos huesos podrían haberse
utilizado en las cimentaciones de algunas casas, como es el caso de una de las chozas de Tires
(Italia) de finales de la Edad del Bronce-I Edad de Hierro (DE GROSSI MAZZORIN y
MINNITI 2009:214) o las acumulaciones bajo las nuevas paredes de las estructuras domésticas
del yacimiento de Tell Afis (Siria) de la I Edad de Hierro (AFFANNI 2006:80).
Otra hipótesis plantea el uso de los astrágalos en los ritos de paso a la edad adulta en el mundo
griego, habiéndose representado pictóricamente como elementos de juego dentro de escenas
eróticas o nupciales (CARÈ 2006:146).
A parte de estos usos más simbólicos, existen otras hipótesis bastante plausibles sobre un
empleo más funcional de estos huesos. La primera de estas sería la aplicación de las tabas dentro
de un sistema de pesos. De este modo, el relleno de plomo o de otros metales de los astrágalos
perforados dotaría de un peso similar a todos ellos (DE GROSSI MAZZORIN y MINNITI
2009:214). Al respecto deseamos destacar la gran pesa de bronce con forma de taba hallada en
el yacimiento iraní de Susa que data del siglo VI a.C. Esta pieza de unos 93,7 kg presenta una
dedicatoria en griego a Apolo de Dydima. Actualmente se encuentra en el Museo del Louvre
(Fig. 7) (POTTS 2016:343).
8|Página
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Algunos investigadores han ido más allá y han comprendido estas piezas óseas como monedas
primitivas (AFFANNI 2006:85) (CUADRADO 1968:162), algo que podría justificar su
representación en numerosas monedas (TAHBERER 2012). R. Holmgren ha planteado su
empleo como medio de intercambio al realizar una comparativa etnográfica con algunas
comunidades ganaderas de mongoles modernos que utilizan estos huesos con dicho fin.
Además, este autor asemejó su función con las de algunas conchas como los cauris que sirvieron
como monedas de cambio, amuletos, piezas de juego, elementos de la práctica adivinatoria y
como símbolos de fertilidad; si bien debe tenerse en cuenta que el acceso a las tabas es más
restringido que a este gasterópodo marino (HOLMGREN 2004:217-218).
No son pocos los casos en los que los astrágalos se asocian con elementos usados en la
producción textil. Tal es el caso de la tumba 200 de la necrópolis ibérica del Cigarralejo (Mula,
Murcia), datada entre el 425 y el 375 a.C. y en la que se contabilizaron 300 astrágalos junto a
56 husos y un carrete, entre otros objetos. J. De Grossi Mazzorin y C. Minniti, así como C.
Rísquez y A. García Luque han planteado su empleo dentro de un sistema de contabilización
en este tipo de actividad productiva (DE GROSSI MAZZORIN y MINNITI 2009:219)
(RÍSQUEZ y GARCÍA LUQUE 2007:155, 161, 162). Otros autores han otorgado a estas piezas
óseas un uso a modo de pesas de telar, como vemos en el estudio experimental de los tres
conjuntos de astrágalos encontrados en tres casas (1/1972, 3/1972 y VIII/1956), del yacimiento
de Gomolava (Serbia) perteneciente a la cultura neolítica Vinča. Uno de estos conjuntos estaba
relacionado con una zona de pesas de telar de cerámica, y muchas de las tabas (todas ellas de
bóvido y cérvido) estaban perforadas, pulidas y desgastadas por el uso. El estudio concluyó que
podrían haber sido usadas como pesas de un telar vertical para la producción de hilo fino por
tratarse de piezas no muy pesadas, aunque cuando aún estaban frescas seguramente su peso fue
mayor. Al respecto, debemos hacer mención a las pesas de telar cerámicas “tipo violín”
encontradas en sitios arqueológicos de esta cultura, y que, morfológicamente, son muy
parecidas a los astrágalos (Fig. 8). En esta misma investigación pudo considerarse el uso de la
taba como bobina de hilo (GRABUNDZIJA y ULANOWSKA 2016:288, 299, 305).
Fig. 7. Pesa recuperada en el yacimiento de Susa Fig. 8. Pesas de telar “tipo violín” de
(Irán) con una dedicatoria en griego al dios Krševica (GRABUNDZIJA y ULANOWSKA
Apolo de Dydima por Aristolochos y Thrason 2016:303).
(https://www.louvre.fr/ Visitado: 18/02/2020).
9|Página
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Otros trabajos experimentales han intentado probar otros usos alternativos de este hueso, como
el de J. Meier, que demostró que podían ser utilizados para el bruñido de las superficies
cerámicas, sobre todo cuando los astrágalos ya presentaban las caras pulidas. En este estudio
también se evidenció que eran menos adecuados para pulir el cuero húmedo (MEIER
2013:171).
ASTRÁGALOS EN EL MUNDO FUNERARIO
Los astrágalos en el ámbito funerario no tienen un único significado o uso, sino que pueden
estar presentes tanto por un valor simbólico, más relacionado con los ritos mortuorios, por sus
supuestas propiedades mágicas o por su valía como distintivo de estatus; o bien pudieron haber
sido depositados por alguna de las utilidades funcionales descritas arriba u otras que hayamos
pasado por alto. Estas posibilidades no son excluyentes y cada hueso pudo haber tenido varias
finalidades. Es bien sabido que en el mundo de la muerte lo ritual y lo práctico se confunden y
combinan, y cualquier elemento puede estar dotado de un carácter sacro que ignoramos por
completo.
A continuación describiremos algunas de las interpretaciones dadas a diferentes contextos
funerarios, para posteriormente analizar si realmente funcionaron como un marcador de sexo,
edad o prestigio social.
Función de los astrágalos en contextos funerarios
Las interpretaciones sobre el valor o valores simbólicos
que pudieron haber tenido los astrágalos en el mundo
funerario son infinitas y posiblemente que nunca
lleguemos a conocer muchos de los verdaderos
significados que las personas del pasado le dieron a estas
piezas óseas. Una de las teorías plantea una relación
entre este hueso y el acto sacrificial del animal, lo que le
dotaría de un sentido de tránsito entre el mundo de los
vivos y el de los muertos. A este respecto, J. De Grossi
Mazzorin y C. Minniti comprendieron que en el caso de
la sepultura 101 de la necrópolis de Varranone (Poggio
Picenze, Italia) los astrágalos fueron depositados en
torno a la difunta para evitar que ésta retornase al mundo
de los vivos. En esta tumba del siglo IV-III a.C. la
fallecida, una mujer adulta, presenta 111 astrágalos no
modificados alrededor de su cuerpo, en la entrada de la
sepultura y en torno al lado derecho de su cabeza; junto
a otros elementos de ajuar no muy lujosos. Por el
contrario, estos autores otorgan un carácter protector a Fig. 9. Tumba 384 de la Necrópolis de
los astrágalos de la sepultura 348 de la necrópolis griega Contrada Lucifero en Locri (Italia) (DE
de Contrada Lucifero en Locri (Italia). En esta tumba del GROSSI MAZZORIN y MINNITI
siglo IV-III a.C., dos individuos inhumados aparecen 2009:218).
rodeados por su cabeza y lado izquierdo de su cuerpo por una línea de 1400 astrágalos (Fig. 9)
(DE GROSSI MAZZORIN y MINNITI 2009:217-218).
En ciertas ocasiones los astrágalos han sido vinculados con algunas divinidades, como los 23
procedentes de la sepultura M76-98 de Medellín (Badajoz), una tumba de un individuo infantil
en la que también se identificó un exvoto con forma de cabra. Este conjunto fue relacionado
10 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
11 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
de edad y con el sexo femenino ante a la ausencia de datos antropológicos concluyentes (ELIA
y CARÈ 2004:80, nota 32). Como hemos ido viendo en algunos ejemplos anteriores, las tabas
no están restringidas a las tumbas infantiles, e incluso en lugares como la necrópolis griega de
Locri el 53% de las sepulturas con astrágalos pertenecen a personas adultas, el 30% a niños y
el 17% a jóvenes (ELIA y CARÈ 2004:79).
De cualquier forma, esto no significa que en algunas necrópolis o regiones determinadas no
existan estas tendencias. En la necrópolis del yacimiento de la Edad del Hierro de Hama (Siria)
se han encontrado varios casos de sepulturas de cremación con tabas dentro de su ajuar
funerario, siendo las predominantes las infantiles. Igualmente, estos enterramientos presentan
asociadas cerámicas, recipientes de bronce, discos de oro, piezas de juego, punzones de hueso,
etc. (MINNITI y PEYRONEL 2005:15).
En cuanto a las necrópolis ibéricas, a pesar de haber sido relacionadas tradicionalmente con
enterramientos infantiles y femeninos (MALUQUER et al. 1973:6-7) (JIMÉNEZ HIGUERA
2005:19) lo cierto es que los estudios antropológicos de algunas de estas necrópolis han
evidenciado que esto no es del todo cierto. J. Gallardo Martín-Poveda mostró que en la
necrópolis ibérica de Coímbra de Barranco Ancho (Jumilla, Murcia) (siglos IV y II a.C.), existía
una mayor asociación entre individuos masculinos y tabas. En este sitio arqueológico se
identificaron un total de 576 astrágalos en 25 enterramientos, presentando un mayor porcentaje
para el siglo IV a.C. (45,62%). Las sepulturas masculinas representan un 52% de las tumbas
con astrágalos, teniéndose en cuenta que las masculinas suponen un 39,37% del total de
enterramientos y que un 35,62% no pudieron ser catalogadas por sexo. Además, las tabas
halladas en las tumbas masculinas suman un total de 428, lo que constituye un 74,30% del
conjunto. A pesar de ello, es curioso que las dos sepulturas más ricas estén asociadas con
mujeres, la número 70 y la 150, que a continuación analizaremos (GALLARDO MARTÍN-
POVEDA 2014:48-51).
Diferenciación social por estatus
Antes de comenzar queremos recordar que en el pasado protohistórico ya el propio hecho de
enterrarse podría ser una muestra de distinción social; no todo el mundo contaba con ese
privilegio. En cualquier caso, prácticamente en todas las necrópolis que hemos analizados
parece existir una clara relación entre la posición ocupada por el difunto en su sociedad y los
astrágalos, ya sea por la cantidad depositada en su sepultura, por el resto de elementos de ajuar
recuperados o por la riqueza de los materiales con los que las imitaciones estos huesos estaban
elaboradas. Volvamos al caso de Coímbra de Barranco Ancho, concretamente al siglo IV a.C.
en el que el nivel de ostentación alcanza el mayor porcentaje, 74,35%. Se ha observado que las
tumbas más ricas son las que presentan mayor cantidad de astrágalos. Podemos tomar como
ejemplo la tumba 70, la más ostentosa, con un índice de riqueza de 94, o la sepultura 75 que
muestra un índice de riqueza mayor que la media y que cuenta con la mayor acumulación de
astrágalos de la necrópolis, sumando un total de 230. Sin embargo, sorprende que la tumba 150,
la segunda en riqueza, no presenta ni un solo astrágalo (GALLARDO MARTÍN-POVEDA
2014:48-52). A pesar de esta excepción, observamos una clara asociación entre la riqueza del
ajuar de la sepultura y el número de astrágalos que en ella se presenta. Además, se trata de un
elemento destinado a un grupo reducido, estando tan sólo en el 15,62% de las cremaciones
exhumadas (GALLARDO MARTÍN-POVEDA 2014:46). Este porcentaje es incluso menor en
otras necrópolis ibéricas: 1,9% en la de la Albufereta (Alicante), 6,25% en Estacar de Robainas
(Cástulo, Jaén), 9% en la de los Villares (Hoya Gonzalo, Albacete) y 8% en la del Cigarralejo
(Mula, Murcia) (GARCÍA CANO 1997:252).
12 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Si nos centramos en esta última necrópolis, concretamente en la ya descrita tumba 200 (400-
350 a.C.) observamos cómo los 300 astrágalos y el resto de objetos del ajuar, nos muestran que
la difunta jugó un papel destacado en su sociedad. Esta sepultura puede servirnos como un
ejemplo de los astrágalos como propiedades de la persona en vida al aparecer asociadas a
objetos propios de la actividad textil (GALLARDO MARTÍN-POVEDA 2014:55). Como
vemos, aparte de observar el porcentaje de astrágalos que una tumba en particular supone dentro
de su necrópolis también es fundamental analizar las sepulturas de forma individualizada para
comprender el estatus que supuestamente esa persona pudo tener cuando vivía; teniéndose
presente que muchos elementos de materiales perecederos no han sobrevivido (GALLARDO
MARTÍN-POVEDA 2014:50). Ejemplo de ello es la tumba 251 de Megiddo adscrita al Bronce
Medio (c. 1800-1600 a.C.) presenta, además de 70 astrágalos de oveja, recipientes cerámicos,
un pendiente de oro, algunos objetos de adorno de bronce y hueso, escarabeos, una ficha de
juego de cerámica, un pequeño astrágalo de fayenza etc. (GUY y ENGBERG 1938:177, Lám.
155) (MINNITI y PEYRONEL 2005:13-14).
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Como hemos visto a lo largo de estas páginas, los astrágalos tuvieron diversas connotaciones
en numerosas sociedades del Mediterráneo protohistórico. Concretamente, en el mundo
funerario, en considerables ocasiones ejercieron un claro papel como diferenciador social.
Como hemos visto, no se observan relaciones generalizables con un rango de edad o un sexo
determinado, pero sí con tumbas de gran opulencia. En ocasiones, estos huesos fueron
depositados como posesión del difunto con un valor más funcional, pero seguramente también
simbólico; en otras es probable que desempeñasen un papel ritual, y en algunas otras con ellos
se pretendía evidenciar el estatus de la persona fallecida. J. Gallardo Martín-Poveda ha
considerado para el caso de Coímbra de Barranco Ancho que los astrágalos perforados servirían
como colgantes con los que se demostraría la capacidad de control del ganado por parte de esta
élite (GALLARDO MARTÍN-POVEDA 2014:53, 56).
El investigador J. D. Lowrey también aportó una teoría con la que afirmaba que el astrágalo
evidenciaba la riqueza del difunto, en particular para el mundo sirio-palestino. De este modo,
el hecho de que en ocasiones estos huesos aparezcan en basureros, que muchos hayan sido
manipulados como piezas de juego y que mayoritariamente procedan de ovicaprinos y, por
tanto, cualquiera pueda acceder a ellos fácilmente, llevó a este autor a afirmar que pudieron
haber funcionado como marcadores de estatus no transferible. De este modo, los astrágalos
serían un marcador personal de la posición social del individuo al que se asocian, pudiendo
haber reflejado el número de ejemplares ofrecidos para el sacrificio en un acto redistributivo.
Por lo tanto, los astrágalos a los que se otorga un valor destacado provendrían sólo de los
animales sacrificados, por lo que otros como los utilizados con un fin lúdico podrían no contar
con este significado (LOWREY 2014:78-79, 83). Este investigador también plantea otra
posibilidad, y es que estos huesos marcasen el número de animales sacrificados en el banquete
funerario del difunto; o bien su presencia podría responder a determinadas prácticas rituales
desconocidas (LOWREY 2014:88-89).
De todas formas, esta hipótesis, que podría ser aplicada a otros entornos geográficos, permite
explicar que algunos astrágalos tengan un significado elevado mientras que otros puedan
carecer de él. Además, la misma permite dar respuesta a la gran cantidad de astrágalos hallados
en agrupaciones en los templos, si consideramos que una parte de las tabas de los animales
sacrificados quedaría en estos lugares sacros (LOWREY 2014:83-85).
13 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Independientemente de los significados que pudieron otorgársele, lo que aún nos sorprende de
este fenómeno plural es su expansión temporal y espacial. Es probable que el inicio de algunas
de estas prácticas en determinados lugares sea fruto del difusionismo, como los astrágalos
recuperados de yacimientos orientalizantes de la península ibérica como la Mata (Campanario,
Badajoz), Cancho Roano (Zalamea de la Serena, Badajoz) o la Cruz del Negro (Carmona,
Sevilla). Según M. Almagro-Gorbea, estas costumbres tendrían un origen fenicio (ALMAGRO-
GORBEA et al. 2008:483). Sin embargo, estamos de acuerdo con G. H. Gilmour en que el
empleo distinguido de los astrágalos pudo haber surgido de manera independiente en algunos
lugares por su propia fisonomía. Se trata de un hueso pequeño, portable, consistente y fácil de
modificar (GILMOUR 1997:171) (AFFANNI 2006:85), características que pudieron resultar
atractivas a estas personas y que tal vez expliquen su perduración hasta nuestros días. Además,
al ser un hueso con poca médula hizo que en pocas ocasiones fuese fracturado para su
aprovechamiento bromatológico.
En definitiva, con este trabajo hemos pretendido realizar una puesta en valor de estas
manifestaciones, específicamente en el mundo funerario, y hemos llegado a la conclusión de
que en la mayoría de las ocasiones los astrágalos fueron empleados para marcar una posición
social elevada. No obstante, para poder llevar a cabo una investigación más sistematizada sería
preciso realizar un análisis del resto de ítems que configuran el ajuar, estudios espaciales de la
posición de estos huesos en relación al cuerpo, comparativas con las demás sepulturas,
comprobaciones de los otros ámbitos del poblado al que se adscribe la necrópolis para ver si en
ellos existe un carácter simbólico o de prestigio para estos huesos y, finalmente, realizar
comparativas entre yacimientos del entorno. Otra de las trabas a la hora de interpretar su
asociación con algún rango de edad o con un sexo es el rito de cremación, muy difundido entre
muchos pueblos mediterráneos de estas cronologías y que a veces imposibilita este tipo de
clasificación antropológica.
También resultaría de gran interés elaborar un estudio a fondo de los tipos de alteraciones de
las tabas en contextos funerarios. Es habitual encontrar las mismas manipulaciones en estos
huesos, como el pulido de los lados o la perforación, y puede que estas marcas tuviesen un
significado específico que pudiese extenderse por diferentes territorios. En cualquier caso,
debemos tener en cuenta que estas características y las interpretaciones previamente
mencionadas pueden ser regionalismos no aplicables a grandes extensiones de terreno o a
diferentes periodos, o incluso rasgos particulares de cada yacimiento. Además de existir
diferencias a nivel espacial, es posible que la mentalidad y, con ello, las prácticas y ritos de
estas poblaciones, se modificasen con el paso del tiempo. Por todo ello aprovechamos para
alentar al desarrollo de trabajos más exhaustivos sobre estos huesos, dentro de análisis
individuales de cada sitio arqueológico.
BIBLIOGRAFÍA
AFFANNI, G. (2006): Astragalus bone in Ancient Academia de la Historia, Junta de Extremadura,
Near East: Ritual depositions in Iron Age I in Tell Consejería de Cultura y Turismo, Medellín, 2008,
Afis, Proceedings of the 5th International Congress pp.482-483.
on the Archaeology of the Ancient Near East,
Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, 2006, BLASCO MARTÍN, M. (2016): Dados y fichas de
pp.77-92. la Edad de Hierro en la Península Ibérica, Archivo de
Prehistoria Levantina 31, Valencia, 2016, pp.241-
ALMAGRO-GORBEA, M., LORRIO 260.
ALVARADO, A.J., MEDEROS MARTÍN, A. y
TORRES ORTIZ, M. (2008): La necrópolis de CALVO MARTÍNEZ, J.L. y SÁNCHEZ
Medellín: II Estudio de los Hallazgos, Real ROMERO, M.D. (1987): Textos de magia en
14 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
GILMOUR, G.H. (1997): The nature and function of MINNITI, C. y PEYRONEL, L. (2005): Symbolic or
astragalus bones from archaeological contexts in the Functional Astragali from Tell Mardikh-Ebla (Siria),
Levant and Eastern Mediterranean, Oxford Journal Archaeofauna 14, 2005, pp.7-26.
of Archaeology 16, 2, Oxford, Malden, 1997, NACAR, A. (2019): Anadolu'da aşik kemiğinin rolü,
pp.167-175. II. Uluslararasi Sosyal Bilimler Kongresi, Nevşehir,
GÓMEZ BELLARD, C. (1984): La necrópolis de Turquía, 2019, pp.61-75.
Puig des Molins (Ibiza), Campaña de 1946, POTTS, D. T. (2016): The archaeology of Elam:
Excavaciones Arqueológicas en España 132, formation and transformation of an Ancient Iranian
Madrid, 1984, pp.138-139.
13 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
14 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
15 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
temperaturas en los valles bajos y las escasas heladas además de las frecuentes precipitaciones,
superiores en las zonas de montaña, favorecerán una vegetación abundante, caracterizada por
la presencia de bosques. En cuanto a este entorno vegetal, sabemos por los estudios
carpológicos realizados en el poblado fortificado de Intxur, el cual veremos más adelante, en
un nivel perteneciente a la Edad del Hierro, que debía de existir un bosque típico de un clima
de tipo oceánico, semejante al actual. Aunque con el tiempo, el bosque de robles fue dejando
paso progresivamente a un paisaje abierto con predominio de herbáceas y helechos, producto
de la acción antrópica (PEÑALVER y SAN JOSE 2003: 73-74).
PATRONES DE ASENTAMIENTO
Para poder hablar de la ordenación del territorio y de la organización de los poblados de la Edad
del Hierro debemos de partir de la etapa media-final del Bronce. En este periodo
inmediatamente anterior al que nos atañe, gran parte del territorio vasco estaría ocupado por
asentamientos de tipo estable, y sería precisamente a raíz de entonces cuando se empezarían a
levantar poblados fortificados, algo desconocido hasta entonces. Un ejemplo de esta forma de
hábitat sería la correspondiente a la primera ocupación de La Hoya, fechado en el año 1460 a.
n. e., ubicado en el sur de la provincia de Álava.
En cuanto a Gipuzkoa se refiere este fenómeno se producirá más tardíamente y tendremos que
esperar a la segunda fase de la Edad de Hierro, cuando contaremos con los poblados fortificados
de Basagain, Intxur y Munoaundi (PEÑALVER 2008: 41). Hasta 1990, los poblados estudiados
de la provincia, Murugain, Buruntza e Intxur poseían características comunes, murallas de
piedra realizadas con la técnica del muro gálico, viviendas rectangulares adosadas a dichos
muros, uso de la agricultura y hallazgos eventuales de hierro y otros metales (OLAETXEA, C.
et al. 1990: 161-165).
Partiendo de las características propias del territorio vasco, la elección de lugares para
establecer el asentamiento estará condicionada por diferentes factores relacionados con las
necesidades y objetivos de estas poblaciones. Pero todo este conjunto de condicionantes para
elegir el asentamiento idóneo tendrá que ajustarse a los deseos de seguridad y control del
territorio, así como un control o dominio de las vías de comunicación.
Una vez analizados todos los elementos anteriores, decir que estos asentamientos se encuentran
ubicados en estructuras naturales de fácil defensa, normalmente en altura, completadas con una
serie de sistemas defensivos tales como murallas, incluso fosos si las defensas no fueran
suficientes. En cambio, cuando estas poblaciones optan por zonas llanas para levantar sus
poblados, se verán obligados a realizar mayores esfuerzos de cara a la defensa de éstos.
Tanto en la vertiente atlántica como en la mediterránea, la práctica totalidad de los
asentamientos conocidos hasta la fecha corresponden a núcleos de población concentrada. Sin
embargo, estos poblados fortificados convivieron con otro modelo de hábitat disperso, que a
modo de granjas o caseríos ocuparían espacios diversos en función de las necesidades
particulares de estos pueblos, aunque el hallazgo de este tipo de enclaves resulta hoy día
complejo, debidos a diversos motivos tales como la densa masa forestal de la región y por ello,
entre otros factores, la complejidad de poder hallar vestigios materiales de estas construcciones
y por último a la orografía (PEÑALVER 2008: 41-42).
En cuanto a los rituales funerarios, los escasos datos conservados relativos a las creencias y
ritos de estas poblaciones hacen que apenas podamos profundizar en estos aspectos tan
importantes de cara a conocer la evolución de estos fenómenos en dichas poblaciones, a menos
16 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
que recurramos a establecer comparaciones con poblaciones de otros períodos mucho más
recientes, como pueden ser los pueblos primitivos actuales. A pesar de esta carencia de datos
relativos a las creencias de las poblaciones que ocuparon la actual Euskadi en la Edad del
Hierro, salvo algunos restos arqueológicos, podemos referirnos, de forma ligera, a algunos
elementos correspondientes a culturas como la celtibérica, que va a afectar a una parte del
territorio.
La práctica de sacrificios humanos y sobre todo de animales, también está documentada para
este periodo, tanto a través de las fuentes literarias como de la iconografía, y en ocasiones
mediante hallazgos arqueológicos. Así, Estrabón nos cuenta en referencia a estos pueblos del
norte de la Celtiberia que sacrificaban en honor a Ares machos cabríos y prisioneros. Sin
embargo, en la mayoría de las ocasiones las actividades rituales desarrolladas por las
poblaciones protohistóricas son difíciles de constatar.
A diferencia del resto de territorios vascos, en Gipuzkoa no se ha podido hallar testimonios
materiales arqueológicos que puedan arrojar luz sobre el desconocimiento que existe acerca de
los rituales y prácticas funerarias. Poco podemos decir acerca del tratamiento dado a los
fallecidos que nos acerque a las creencias y ritos practicados. La quema de los cadáveres junto
a vestimentas, adornos y otros elementos que puedan considerarse como ajuares, se desarrollará
en lugares específicos, en ocasiones no muy alejados de los lugares de depósito de las cenizas.
Pero los restos arqueológicos disponibles hoy día no nos permiten conocer estas actividades y
ceremonias. Tan sólo tenemos vestigios constatables en representaciones pictóricas
esquemáticas y abstractas existentes en algunas cuevas, pero que tienen más que ver con
poblaciones cercanas a la Meseta que al territorio guipuzcoano (PEÑALVER 2008: 195-199).
A lo largo de la Edad del Hierro la cremación de los cadáveres fue una práctica generalizada en
el continente europeo, a excepción de una serie de enterramientos, algunos de ellos de gran
relevancia, en los que perdura la inhumación de los muertos. La forma de llevar a cabo el ritual
funerario de la cremación es diferente según los lugares, aunque la base de todos ellos es la
quema de cuerpos y el posterior depósito de los restos de ese proceso. Las variantes se presentan
generalmente en la forma en que son recogidas las cenizas y en su colocación bajo la tierra. La
construcción de una pira funeraria a partir de considerables cantidades de madera es la parte
fundamental de ese ritual, desconociéndose en la actualidad los posibles tratamientos dados al
cadáver antes de ser cremado.
Este ritual se haría en un lugar próximo al lugar de deposición de los restos. En el caso de las
sepulturas 1 y 2 de Oianleku Ipar proporcionaron, respectivamente, 460 y 429 muestras de
restos de huesos calcinados, pertenecientes a dos individuos. Parece claro entonces que la
cremación del cadáver no tenía lugar en el interior del crómlech, dada la ausencia de las huellas
de combustión, aunque si preparaciones rituales del suelo para el depósito. Sin embargo, los
enterramientos infantiles recibían otro tratamiento, pues siendo inhumados en vez de
incinerados, eran depositados bajo el suelo de las viviendas próximo a los muros.
En cuanto al lugar empleado, aunque sin seguridad, se piensa que cada poblado tenía al menos
un espacio dedicado a depositar los restos de sus muertos. No obstante, si nos basamos en los
lugares documentados y en otros correspondientes a territorios relativamente próximos al área
celtíbera, podremos suponer que, al menos gran parte de ellos se situaban al exterior de los
espacios de habitación, aunque en sus alrededores, en puntos visibles desde el poblado y a los
que se les supone un carácter sagrado. Las distancias conocidas entre sus necrópolis y sus
asentamientos son inferiores al kilómetro, siendo lo más habitual entre 150 y 300 metros
17 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
aproximadamente. De igual forma, es habitual que estos lugares estén cerca de cursos de agua
(PEÑALVER 2008: 213-216).
En cambio, para la vertiente atlántica de Euskadi hasta la fecha solamente contamos con los
datos de carácter funerario que nos aportan los crómlech pirenaicos, así como algunos
enterramientos en cueva. Por un lado, en los crómlech se depositaban las cenizas procedentes
de la incineración de cadáveres. De un total de 558 conjuntos, 36 se han localizado en Gipuzkoa.
Normalmente están situados en cotas altas que aumentan paralelamente al de los cordales
pirenaicos, principalmente en lugares muy visibles, tales como lomas o collados.
A partir de las 23 dataciones de carbono 14 obtenidas de muestras de estos yacimientos, hoy
podemos decir que la práctica totalidad fueron construidos en el primer milenio a. n. e., aunque
abarcando un amplio abanico dentro del mismo. Estas dataciones confirman el hecho de que
nos hallamos ante un fenómeno uniforme no sólo en lo que se refiere a su distribución
geográfica y tipológica de su arquitectura e industria, sino también a su cronología. Pero el
mundo funerario que este hecho nos plantea es de un problemático interés si tenemos en cuenta
su distribución espacial y su relación con los hábitats conocidos correspondientes a ese mismo
periodo cronológico. Se trata de fenómenos contemporáneos y complementarios separados
geográficamente de los poblados fortificados (PEÑALVER 2001: 54-60).
Dentro de los territorios atlánticos de Euskadi conocemos hoy un total de 81 poblados
fortificados ubicados en altura, de los cuales conocemos sus características y costumbres
llevadas a cabo dentro, pero en ningún caso se ha podido localizar los lugares donde depositaban
los restos de sus muertos. Así pues, nos encontramos con una inmensa cantidad de
asentamientos localizados mayoritariamente al oeste de la divisoria del río Leizaran, y a cara
este, frente a otra vertiente, esta vez de alta montaña, con abundantes restos funerarios de tipo
crómlech y una ausencia total de hábitats que pudieran estar relacionados con ellos
(PEÑALVER 2008: 217-227).
INTXUR
Es el poblado fortificado más grande conocido hasta el momento en Gipuzkoa. Ocupa una
superficie de 17 hectáreas, defendido por todos sus ángulos, en primer lugar, por la pendiente
de la montaña y, en segundo lugar, por una muralla que refuerza la acción defensiva del desnivel
de la montaña. Aquí sus murallas alcanzan una longitud de 1.500 metros. Aunque, la
construcción de tal línea de muralla tuvo que requerir de personal especializado, una gran
organización colectiva y una larga dedicación temporal, en la actualidad no se conoce si
realmente tuvo carácter defensivo o de ostentación de poder, según Xavier Peñalver y Eloísa
Uribarri (2002).
En lo que a su cronología de poblamiento se refiere, disponemos de una temprana datación de
hacia el 2.720-2.780 a. n. e., que corresponde con una originaria ocupación del monte, obtenida
a partir de un fragmento de madera que pudiera pertenecer a un inicial sistema defensivo
anterior al formado por la posterior muralla de piedra. De cualquiera de las formas, las fechas
que proporcionaron los lugares más densamente habitados, las viviendas y su entorno, son las
más recientes: entre el 2.270 y el 2.030 a. n. e.
En cuanto a su línea de muralla, para su construcción, en primer lugar, se preparó el terreno que
iba a albergar la muralla con el fin de que adquiriera una mayor solidez y, así, evitar derrumbes
facilitados muchas en muchos casos por las fuertes pendientes de este monte. Así pues, tal como
hemos visto, las murallas están, de manera general, formadas por dos lienzos compuestos por
18 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
19 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
comunicación natural de la zona, situado al este del yacimiento (ORTEGA, L. A. et al. 2001:
51-71). En cuanto a la cronología, las dataciones con las que se cuentan por el momento sitúan
los niveles de ocupación del yacimiento en la II Edad del Hierro, concretamente entre el
2420±80 BP (I-18368) y el 2080 +/- 30 BP.
En las vertientes de un desnivel menos pronunciado es donde se sitúa la muralla que rodea el
poblado, sin grandes diferencias de cotas que salvar, puesto que está ubicada entre las curvas
de nivel del monte 351 y 355 metros. En la actualidad está arrasada y cubierta por el terreno,
por lo que solo se observa un gran terraplén. Esta muralla está complementada con dos
aterrazamientos paralelos a ella y con similar recorrido: uno en la parte superior, al interior del
poblado, y el otro a los pies de ésta. Por los trabajos arqueológicos realizados hasta el momento,
se deduce que el aterrazamiento superior se acondicionó para acoger las zonas de ocupación.
Sobre la finalidad de la terraza inferior, por el momento no contamos con muchos datos, ya que
las catas realizadas en la misma han sido en su gran mayoría estériles, pero al menos la zona de
la entrada principal parece que pudo estar relacionada con el camino de acceso al poblado.
Como se ha mencionado, el poblado está rodeado por una muralla, de 425 metros de longitud,
excepto por su vertiente que mira al este, aunque las últimas investigaciones realizadas,
utilizando sensores remotos, apuntan a que en esa zona también pudiera existir. Presenta una
anchura de 2 m desde el lienzo exterior al interior, es decir, de doble paramento, aunque por el
momento se desconoce la altura que alcanzó, aunque en algunas zonas el paramento interior
presenta al menos cuatro hiladas, y el exterior está prácticamente arrasado hasta los cimientos,
conservando mayoritariamente una hilada. Incluso, en la parte noroeste del yacimiento podría
haber más de una línea de defensa
La entrada principal del poblado se sitúa al oeste del yacimiento. La elección de este punto no
parece haber sido casual, ya que se ha ubicado en la vertiente sur de una vaguada, de fuerte
pendiente que, descendiendo desde la cima, forma una pequeña meseta, y a la altura de la
muralla se estrecha y se vuelve más escarpada, haciendo el acceso por su vertiente sur
sumamente difícil. Se trata de un sistema de acceso con un esquema básico de esviaje, en el que
se combina un control de la vía de acceso con la disposición de la puerta junto a una fuerte
pendiente para obligar a realizar el acceso mediante un giro en ángulo recto (Fig. 3. Anexo).
El camino, de unos 2 m de ancho, constituye la única vía de acceso y se ha dispuesto paralelo
a la muralla, a unos 8 m de distancia y con una diferencia de cota respecto a la muralla de unos
8 m. Parece que al menos, en su lado derecho, estaría bordeado por un segundo muro, del que
hemos encontrado la cimentación alineada, todo ello con el objetivo de que el tránsito se realice
por delante de la muralla y así facilitar su control desde la misma. De forma que el camino, a la
altura de la puerta, realiza un giro de 90º y sube en pendiente para salvar el desnivel existente
desde el aterrazamiento inferior al superior y así poder acceder al interior del recinto. A la
altura de la muralla, flanqueando la puerta, se situarían dos torres destinadas a optimizar dicha
defensa.
En la parte más al interior del pasillo de acceso delimitado por las torres se han documentado
restos de maderas carbonizadas, que posiblemente sean los restos de la puerta que protegería el
acceso. Los datos antracológicos realizados muestran que se trata de roble, Quercus robur,
datado por AMS en 2190 +/- 30 BP (Cal BP 2310 to 2120). Estos restos se relacionan con un
foco de incendio que ha destruido parcialmente la parte sur de la torre norte.
Por otra parte, las evidencias hasta ahora documentadas parecen confirmar que las estructuras
de habitación se situaron intramuros, perpendiculares a la muralla, utilizando el paramento
20 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
21 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
han hallado diferentes cereales como el mijo de cola de zorro, mijo de escoba (en escaso
número), trigo común, trigo einkorn, frente a la ausencia de cebada, el cereal más presente en
los poblados mediterráneos del periodo. Datos como estos ofrecen una información esencial,
pues se puede hablar tanto de ganadería como de una agricultura, incluso adaptada en el caso
de Basagain, pues debido a su situación altimétrica y de humedad, se sabe que su cultivo se
basó en una combinación cereales primaverales como el trigo descascarado y el mijo, de ciclo
corto y descascarado, y un minoritario trigo desnudo (MORENO-LARRAZABAL 2010: 165-
167).
En el campo metalúrgico, han ido apareciendo piezas de hierro, así como gran cantidad de restos
de escoria, que testimonia el trabajo del hierro en el lugar. Sin embargo, en la campaña XXIV
de excavación ha sido en el apartado del bronce cuando se ha obtenido la pieza más
significativa: se trata de una fíbula, casi completa del tipo iturissa, con una cronología tardía
que nos adentra en el inicio de la era actual. Su estudio, asociado al de determinadas piezas
cerámicas y a otros elementos destacados de adorno recogidos en campañas precedentes,
permitirá conocer más acerca de la ocupación de este recinto fortificado (PEÑALVER y
URIBARRI 2019: 131-132).
BIBLIOGRAFÍA
MORENO-LARRAZABAL, A. (2010): Gipuzkoa): hipótesis y reconstrucción virtual, Kobie
Archaeobotanical study of the Iron Age hillfort of Serie Paleoantropología, Bilbao, 2017, 35, pp. 169-
Basagain (Anoeta, Basque Country). First results, 182.
XXXe rencontres internationales d`archéologie et
d`Antibes (DELHON, C., THÉRY-PARISOT, I., PEÑALVER, X., URIBARRI, E. (2019): Campaña
THIÉBAULT, S.), Antibes, 2010, pp. 159-169. de excavación en el poblado fortificado de Basagain
(Anoeta) XXIV campaña, Aranzadiko berriak 2018.
OLAETXEA, C., PEÑALVER, X., VALDES, L. Aranzadiana, Donostia, 2019, pp. 131-132.
(1990): EL Bronce Final y la Edad del Hierro en
Gipuzkoa y Bizkaia, Munibe (Antropologia – SAN JOSÉ, S., RENZI, M., ROVIRA, S. (2007):
Arkeologia), Donostia, 1990, pp. 161-165. Caracterización de materiales férricos procedentes
del poblado protohistórico de Basagain (Gipuzkoa,
ORTEGA, L. Á., LARREA, F. J., TARRIÑO, A., Euskal Herria). Estudio preliminar, Acta VII
OLAETXEA, C. (2001): Análisis petrográfico de Congreso Ibérico de Arqueometría (ROVIRA, S.,
cerámicas protohistóricas de Guipúzcoa, Biblid, GARCÍA-HERAS, M., GENER, M., MONTERO, I.
2001, pp. 51-71. Orgs.), Quadro, Rivas Vaciamadrid, 2007, pp. 490-
499.
PEÑALVER, X. (2001): El Bronce Final y la Edad
del Hierro en la Euskal Herria atlántica: cromlechs y SAN JOSÉ, S., MARTÍNEZ, A., CALVO, J. (2015):
castros, Complutum, Donostia, 2001, pp. 51-71. Estudio preliminar del sistema defensivo del poblado
protohistórico de Munoaundi (Azpeitia – Azkoitia,
PEÑALVER, X., URIBARRI, E. (2002): Intxur. Gipuzkoa, Euskal Herria): entrada principal con sus
Burdin Aroko herrixka, Tolosaldea Historia estructuras defensivas, Fortificaciones en la Edad del
Bilduma, Tolosa, 2002. Hierro, Control de los recursos y el territorio
PEÑALVER, X. y SAN JOSÉ, S. (2003): Burdin (RODRÍGUEZ, O., PORTILLA, R., SASTRE, J. C.,
aroko herri harresituak gipuzkoan, Bertan 20, FUENTES, P. Orgs.), Glyphos Publicaciones,
Gipuzkoa, 2003. España, 2015, pp. 15-30.
PEÑALVER, X. (2008): La Edad del Hierro. Los ZAPATA, L. (2002): Origen de la agricultura en el
vascones y sus vecinos. El último milenio anterior a País Vasco y transformaciones en el paisaje:
nuestra era, Editorial Txertoa, Donostia, 2008. análisis de restos vegetales arqueológicos, Kobie,
Bilbao, 2002.
PEÑALVER, X., GARCÍA, G. (2017): La muralla
del poblado fortificado de Basagain (Anoeta,
22 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
ANEXOS
23 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
24 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
25 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
26 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
27 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
a las clases populares en caso de guerra y son estas las que luchan y mueren en la contienda,
pagando ellos los intereses de los poderosos.
El armamento de la cultura del Argar se ha trabajado desde esta perspectiva lo que ha hecho
que los estudios se centren en las espadas y alabardas objetos de prestigio vinculados a la élite
pero con este trabajo trataremos de ampliar esta visión y así incluir a los estratos inferiores en
ciertas dinámicas que hasta ahora han sido planteadas como exclusivas de la oligarquía,
extendiendo de esta manera a toda la sociedad los conflictos que sin duda todos sufrieron.
OBJETIVOS DEL TRABAJO
La cultura del Argar fue una cultura de la Edad del Bronce (2250 - 1500 a.C.) que se desarrolló
en el Sureste de la Península Ibérica. Uno de sus rasgos más característicos es la expansión
cualitativa y cuantitativa de la producción metalúrgica (LULL SANTIAGO et al. 2010: 327-
330). Parte de esta producción está relacionada con elementos de prestigio que nos permiten
ver diferentes clases sociales jerarquizadas reflejadas tanto en el ajuar como en los restos óseos
de los miembros de esta sociedad. Entre estos elementos pertenecientes a una oligarquía o elite
encontramos las primeras armas especializadas, productivamente inútiles, que además
funcionan como elementos de prestigio dentro de estas sociedades. Estos objetos no solo están
relacionados con los enfrentamientos entre comunidades humanas, también con la
conflictividad interna de las sociedades y mantener el orden del que se beneficia la oligarquía.
Es muy posible que el desarrollo del armamento esté más vinculado a la conflictividad
intracomunitaria que con los conflictos externos (LULL SANTIAGO et al. 2017: 375-380).
En este trabajo trataremos de abordar todo el armamento argárico, tanto el especializado,
monopolizado por la oligarquía, como otros útiles que son potencialmente aptos para ser usados
como armas o que aun siendo un arma se han considerado un útil de carácter más bien
productivo, así como de otros elementos que no aparecen el registro arqueológico de esta
cultura debido a su carácter orgánico y perecedero, pero si en otros contextos de la Edad del
Bronce o mediante comparaciones con su uso en otros momentos históricos. El objetivo de este
trabajo es dar una nueva visión de la conflictividad de la Edad del Bronce al incluir
potencialmente a toda la población en los conflictos externos e internos y su vez abrir la puerta
al debate de la necesidad un armamento especializado en manos de la elite para mantener un
sistema del que se beneficia frente a una mayoría social con un armamento de “menor calidad”
y sin el valor simbólico que tienen las alabardas y las espadas.
METODOLOGÍA
En este trabajo analizaremos los restos materiales que se han encontrado en los yacimientos de
la cultura arqueológica del Argar, tanto los que son armas así como otros elementos que pueden
ser utilizados potencialmente como tales, así como otros objetos que no han aparecido en estos
contextos debido a su realización en materiales orgánicos aunque sí en otros contemporáneos y
también consideraremos la información que nos aportan las fuentes históricas en los casos que
podamos extrapolarlo a la Edad del Bronce.
ARMAS DEL ARGAR: USOS Y VALORACIONES
Como ya hemos indicado en la introducción la producción metalúrgica en el periodo argárico
se disparó en comparación de la desarrollada en el calcolítico, tanto en cantidad como en
calidad, al mejorarse el proceso de manufactura. Los elementos metálicos que se hacen son
armas, herramientas y adornos aunque debemos tener en cuenta que en peso sobresalen las
28 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
armas y herramientas frente a las joyas ya que más mitad del peso total del metal empleado en
producciones está destinado a las primeras (MONTERO-RUÍZ y MURILLO-BARROSO
2010: 41).
El cuchillo/puñal
Los cuchillos en el registro arqueológico argárico son uno de los elementos más comunes ya
que se trata de una herramienta polivalente cuyo uso como útil de corte es una constante en las
sociedades humanas desde su aparición en el Paleolítico aunque la morfología del
cuchillo/puñal metálico argárico es heredera de las formas desarrolladas en el calcolítico.
Más allá de su uso como una herramienta productiva los puñales y cuchillos han sido utilizados
a lo largo de la historia también como armas aunque siempre relegadas a un papel secundario
debido a su escaso alcance en comparación con las lanzas y las espadas pero es reseñable que
siempre acompañan a las panoplias como podemos ver en caso celtibero en el que el puñal o
cuchillo es una constante, ya que aparece acompañando a las armas de asta, las espadas o en
ocasiones las sustituye (LORRIO ALVARADO 2002: 218), o en las panoplias romanas como
un elemento básico hasta el siglo II d.C. llegando a desaparecer en el siglo III d.C.
(FERNÁNDEZ IBAÑEZ 2003: 71-73) aunque sin duda el cuchillo seguiría utilizándose como
herramienta, y encontramos también su uso en el resto de épocas y territorios llegando hasta la
actualidad.
A lo largo de la historia su uso como arma de combate ha desarrollado múltiples formas de
utilizarlos lo que ha condicionado su morfología, al igual que ocurre con el caso de su uso civil,
y ha desarrollado diferentes agarres y esgrimas en los que pueden ser usados como armas de
corte, punzantes o incluso como arma contundente. En este aspecto para este trabajo nos parece
relevante resaltar el agarre “ice-pick” que en el caso de estos cuchillos no diferenciaremos el
lado hacia el que se dispone la hoja, interno o externo, ya que son de doble filo. Este agarre
ofrece importantes ventajas sobre otros a la hora de un combate cercano, donde es complicado
realizar movimientos amplios y maniobrar, y permite mejorar la penetración, lo que reduce la
eficacia de posibles elementos defensivos. Con este agarre se pueden realizar ataques verticales
contra zonas vitales como el cuello o la cabeza, o puede usarse como un arma contundente
contra el torso, donde son especialmente vulnerables las costillas flotantes, o el cráneo (JENKS
y BROWN 1978: 57-67). El motivo por el destacamos este agarre sobre otros es por su posible
evolución a la alabarda permitiendo al usuario de esta mayor potencia a la hora de impactar
además de aumentar la distancia de acción del arma.
Esta arma, así como otras armas empuñadas a una mano, podría combinarse con otras armas a
una mano o con algún elemento defensivo en los que profundizaremos más adelante.
El hacha
Las hachas metálicas de la cultura del Argar sustituyeron a sus antecesoras de piedra pulida
como ocurrió con otras herramientas de piedra y hueso a medida que se desarrolló la metalurgia
(ARANDA JIMÉNEZ 2018: 330).
El hacha es una de las herramientas básicas para la obtención de madera y su procesado aunque
también se puede utilizar en el procesado de alimentos, especialmente en el despiece de
animales. A parte de estos usos como herramienta el hacha también ha sido usada como un
arma a lo largo de la historia ya fuese la misma herramienta que usaban en el día a día, como
por ejemplo el caso de algunas hachas a las que recurrían los vikingos en los saqueos ya que
29 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
eran el objeto que tenían por casa y que podían utilizar para tal fin porque no tenían acceso a
un armamento especializado (BAENA JIMÉNEZ 2016: 4), o el caso de un arma especializada
y diseñada para el combate, como es el caso de las hachas de piedra pulimentada de la cultura
del Hacha de Combate a principios del tercer milenio (KRISTIANSEN 1989: 33) o el desarrollo
de las hachas especializadas en las actividades bélicas de los vikingos, diferentes a las
productivas, caracterizadas por su delgadez y ligereza, conocidas como þunnisleginn, lo que
facilitaba su manejo en combate además del tajo contundente característico de las hachas
permitía realizar cortes más suaves y punzar (FABRICIUS 2014: 4).
Sin duda las hachas realizadas por las sociedades argáricas eran multifuncionales pero con
relación al objetivo de este trabajo el hacha plana del fortín de Piedras Bermejas (Baños de la
Encina) (MORENO ONORATO y CONTRERAS CORTÉS 2015: 248) se presenta como un
objeto interesante debido a su localización en un espacio fortificado cuyo papel era el control
del territorio en torno al yacimiento de Peñalosa en el que debería estar acuartelada una
guarnición con cierta capacidad defensiva.
La alabarda
Las alabardas son las primeras armas especializadas metálicas que aparecen en Bronce Antiguo
y viven su apogeo a lo largo de este periodo siendo sustituidas más adelante por el desarrollo
de las espadas.
Su origen es complicado de establecer y diversos lugares han sido propuestos como lugar donde
comienza su producción siendo los principales la isla de Irlanda, la zona alemana de
Centroeuropa, la península ibérica y la península itálica. Las dataciones de estos cuatro lugares
son prácticamente coetáneos y aunque se tratan de culturas claramente diferentes tienen ciertos
aspectos en común; una potente e influyente industria metalúrgica, el acceso a grandes recursos
cupríferos, comparten su espacio con otras culturas arqueológicas conocidas y la presencia e
influencia de la cultura campaniforme. Cabe destacar que Irlanda es donde más alabardas se
han encontrado aunque los autores no creen que este sea el lugar de inicio de este arma ya que
la técnica está muy depurada desde su inicio y creen que su procedencia es probablemente
centroeuropea debido a que consideran que es una evolución del hacha de combate de la cultura
de Unetice siendo poco probable que se diesen desarrollos autónomos aislados.
En el caso de la península ibérica las alabardas tipo Carrapatas son las más “internacionales”
en su tipología, debido a estos arcaísmos posiblemente sean las más antiguas, mientras que las
argáricas y las tipo Montejícar serían adaptaciones locales (O’FLAHERTY 2002: 372-402).
Por otro lado, debemos tener en cuenta que el desarrollo de hachas de combate se da en
Centroeuropa si bien las alabardas se extienden por todo el continente y las islas británicas con
tipologías locales muy diversas como expresión del desarrollo del Bronce Antiguo
(O’FLAHERTY 2002: 9). Como hemos propuesto antes, es posible que este arma no solo
provenga del hacha de combate sino más bien una evolución del uso del puñal, común a todas
las culturas que desarrollan las alabardas, añadiéndole un mango largo con una hoja triangular
perpendicular. Con ello no descartamos la evolución desde el hacha de guerra sino más bien
planteamos un proceso de especialización aún mayor en el combate al crearse un arma
morfológicamente distinta a un hacha, más ligera que un hacha de combate de piedra, con una
mayor capacidad para perforar debido a su punta que sustituye al tajo contundente de las hachas,
mientras mantiene su capacidad de cortar debido a sus dos filos y la parte por donde no está la
hoja puede utilizarse como arma contundente. Por estas características consideramos las
30 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
alabardas como una evolución un puñal, basándonos en el agarre “ice-pick”, con un enmangue
diferente más que como un hacha con una cabeza diferente aunque coincidimos en que este
desarrollo sería más fácil que sucediese donde el uso de puñales y hachas como armas de
combates estuviese más arraigado y desarrollado facilitando su evolución lo que apuntaría a un
origen centroeuropeo.
Esta primera arma especializada estuvo cargada de un fuerte simbolismo ya que siempre está
asociada a las elites. Además de su funcionalidad se trata de un objeto de prestigio al que no
todo el mundo tiene acceso (LULL SANTIAGO et al. 2017: 376-380).
Las espadas
Las espadas de la Edad del Bronce son el resultado de la evolución de los puñales los que
aumentan sus dimensiones. El sistema de enmangue de las espadas del Argar es mediante
remaches al igual que en las alabardas y los puñales en los que este sistema de agarre viene a
sustituir en el Bronce Medio al de lengüeta (HERNANDO GRANDE 1990: 195).
La producción de las espadas supone un conocimiento técnico superior al de la realización de
un puñal debido a su mayor tamaño. Este proceso técnico parece refinarse a lo largo del Bronce
Medio llegando a su culmen en el Bronce Final cuando se dispara la producción de espadas y
la calidad de su fabricación (MORENO ONORATO y CONTRERAS CORTÉS 2015: 249). El
inicio de la producción de estas armas en la Península Ibérica es a día de hoy un debate abierto
ya que la adscripción tradicional de su inicio en el Bronce Medio ha sido ampliamente
cuestionada. Morfológicamente la espada más arcaica de la península ibérica sería la de
Cuevallusa I con una cronología relativa del final del Bronce Antiguo. En el caso de las espadas
argáricas más antiguas suelen fecharse en el Argar B aunque podrían ser coetáneas a las
meseteñas o más recientes (GÓMEZ RAMOS 2001: 22- 23).
Las espadas al igual que las albardas no son solo un arma sino que también son un elemento y
un símbolo de prestigio al ser un objeto que requiere una gran cantidad de cobre para
fabricación, además de poder llevar otros metales, en especial el uso de plata para los remaches
y decoración del mango como en el caso de la espada encontrada en el yacimiento de Peñalosa
(MORENO ONORATO Y CONTRERAS CORTÉS 2015).
Las puntas de flecha y el arco
El arco y la flecha es una tecnología que comenzó a desarrollarse en el Paleolítico Superior
para la caza pero también se usó para acabar con la vida de otros seres humanos, como en el
caso de la masacre del Lago Turkana hace unos 10000 años (GORMAN 2016).
En la Península Ibérica una de las primeras representaciones de enfrentamientos entre grupos
humanos con estas armas son las del arte levantino en algunas de las cuales es posible que su
distribución no sea aleatoria sino que responda a un despliegue táctico de las fuerzas enfrentadas
(JORDÁ CERDÁ 1975: 162-171). Ya a finales del neolítico y sobre todo en el calcolítico
comenzamos a encontrarnos los primeros poblados fortificados y una enorme producción de
puntas de flecha líticas realizadas mediante talla. En el sureste peninsular destaca el de los
Millares con un imponente sistema defensivo con una barbacana dotada de aspilleras y con
varios fortines que controlaban el territorio cercano, a los pies de sus murallas se encontraron
flechas líticas fracturadas por el impacto contra la fortificación (LIESAU et al. 2014: 20-23)
Todo apunta a que en la cultura del Argar esta tradición de guerra a distancia, donde el arco
tenía un papel hegemónico, sufre un cambio ya que desaparecen las flechas realizadas mediante
31 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
talla y el número de puntas de flecha metálicas es muy escaso (LULL SANTIAGO et al. 2017:
390). Aunque tenemos una representación en esta cultura de un arquero sobre una cerámica, la
figura es muy estilizada y se presenta de perfil, y podemos observar como el usuario está
realizando un disparo con el arco, además del arco lleva algún tipo de tocado y unos pantalones
(JIMÉNEZ LORENTE y AYALA JUAN 2004: 135-136).
Otro elemento que tradicionalmente se ha asociado al uso del arco es la pieza lítica llamada
“brazal de arquero” que comienzan a usarse entre el Calcolítico y el Bronce Inicial
extendiéndose su uso en contextos post-campaniformes llegando hasta el Bronce Pleno,
encontrándose varios de estos objetos en yacimientos argáricos. Entorno a este tipo de pieza
existe un gran debate entre su uso como protector de antebrazo a la hora de realizar un tiro con
arco, su uso como afilador o simplemente un elemento de adorno o prestigio (MUÑOZ MORO
2017: 11-13). Cabe plantearse cuál sería el papel de un brazal de arquero en una cultura en la
que el uso del arco es “residual” como en la argárica y por otro lado su cronología ya que el uso
del arco se extiende antes y después del periodo en el que se encuentran estos brazales de
arquero por ello creemos que su uso está más relacionado con el afilado o la corrección del filo
en útiles de cobre o bronce debido a la ductilidad de estos materiales en comparación con el
hierro por norma general. Por otro lado existen muchos ejemplos de arqueros sin brazal
representados en relieves y pinturas, como los relieves asirios del Brithis Museum (CURTIS y
READE 2000: 61) o relieves egipcios (D’AVENNES 2000: 81, 87), y casos actuales de arquería
tradicional en el que no se necesita el uso de un protector de antebrazo como puede ser el caso
de la arquería tradicional japonesa, kyudo (ONUMA et al. 1993), debido a la técnica con la que
se usa el arco evita el golpe sobre el antebrazo.
Quizás el retroceso del uso del arco puede estar relacionado con el descenso del peso de la caza
en la subsistencia de estas comunidades en comparación con otras comunidades prehistóricas
(LULL SANTIAGO et al. 2010: 18), esto haría que hubiese menos población que tuviese
práctica con el tiro con arco y por lo tanto eficacia en su uso. Además la caza desde que dejó
de ser una tarea de subsistencia comenzó a ser una actividad de prestigio, sobre todo el caso de
la caza mayor, y por lo tanto restringida a las capas sociales más altas cuya materialización se
dio en el siglo XVIII mediante su reglamentación, aunque ya antes se puede apreciar en la
fuentes históricas la importancia de la caza para nobles y elites tanto en los textos como en las
representaciones pictóricas debido a su relación con la guerra y el tiempo libre. En la
reglamentación del siglo XVIII es destacable también limitación el acceso de la población de
las armas de fuego lo cual está relacionado con el control del orden público (CARO LÓPEZ
2006: 997-1018). De esto último quizás sea muy arriesgado realizar una analogía pero quizás
se deba tener en cuenta el posible arranque en la cultura del Argar del carácter aristocrático de
la caza, dejando a las clases populares la caza menor, y, por otro lado, la restricción del uso del
arco a unos sectores sociales que tienen tiempo para perfeccionar su técnica y para practicar la
caza, lo que además mejoraría sus aptitudes físicas y tácticas de cara a un conflicto ya fuese
interno o externo.
El uso del caballo
La presencia de restos de équidos está atestiguada en muchos yacimientos que pertenecen a la
cultura del Argar. Hasta la fase III de esta cultura el caballo era consumido pero a partir de esta
dejan de ser explotados para su consumo lo que nos puede llevar a pensar que se utilizaron para
otros fines como la monta o el tiro. Pero la presencia del animal domesticado no es un claro
indicador de su explotación para el transporte y la locomoción, debemos tener en cuenta que
se necesitan una serie de elementos para someter al animal y si bien unas sogas pueden hacer
32 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
33 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Se trata de un arma que necesita espacio para acelerarse y por ello es más adecuado para
espacios abiertos en lugar de bosques o espacios selváticos. Por otro lado su fabricación es
extremadamente sencilla y barata, además de que pude adaptarse a diferentes materiales como
fibras vegetales, cuero o lanas. Otra ventaja que presenta son los proyectiles ya que son
abundantes y variados, cualquier elemento contundente que quepa en las palas o lengua de la
honda puede ser usado como tal, aunque a lo largo de la historia han destacado las piedras,
proyectiles de arcilla y el plomo. Un hondero podría lanzar estos proyectiles fácilmente a más
de 200 metros de distancia, especialmente los que tienen más masa en menor volumen como es
el caso del plomo, con una letalidad muy alta frente a un hombre desarmado (DIESSL 1979: 7-
20). Además la contundencia de los proyectiles haría que la protección más eficaz frente a ello
fuesen las armaduras acolchadas, escudos o elemento similares que frenasen el proyectil.
Queremos destacar el uso de esta arma en el Argar por dos motivos, por un lado el crecimiento
de las actividades ganaderas y por otro lado la abundancia de fibras vegetales en la región, en
concreto el esparto, lo que posteriormente en el tiempo seria el campus spartarius (BAÑÓN
CIFUENTES 2010).Estos factores posiblemente llevarían a una expansión del uso de esta
herramienta en la sociedad argárica y que continuaría siendo relevante en el mundo militar de
la Península Ibérica hasta la conquista romana siglos después.
Armas de asta y proyectiles de madera
Tenemos registro de lanzas consistentes en un vástago de madera con un extremo apuntado
desde el Paleolítico Inferior como son los ejemplares de Schöningen (Alemania) que tienen
entre 400.000 y 380.000 años de antigüedad entre las cuales encontramos tanto unas cuyas
características nos hacen pensar que serían para arremeter y otras para ser lanzadas (DENNELL
1997: 767-768) (MILISAUSKAS 2011: 45). También las encontramos en el Paleolítico Medio
lanzas de este tipo como la de Lehringen (Alemania) de dos metros de longitud y cuya punta
esta endurecida al fuego (MILISAUSKAS 2011: 54).
El uso de este tipo de herramientas no se limita al Paleolítico ya que sabemos por Estrabón que
los honderos baleares se equipaban con jabalinas cuya punta era la propia madera endurecida
al fuego y rara vez tenían puntas metálicas (Str. III, 5), si bien estos datos deben ser tratados
con cuidados ya que se trata de un griego dando su visión de unos “bárbaros”.
Por este motivo no nos parece descabellado considerar que parte del equipamiento en la Edad
del Bronce fuese realizado de la misma manera, en especial los casos de los estratos sociales
inferiores mientras que la élite tendría acceso a puntas metálicas ya fuesen de cobre o bronce,
en especial las enfocadas al combate cuerpo a cuerpo. Si bien en la cultura del Argar no
encontramos puntas de lanza ni de jabalina previamente encontramos en el registro
arqueológico las puntas tipo Palmela y posteriormente en el Bronce Final puntas de lanza
realizadas en bronce.
Mazas y garrotes de madera
Diferentes útiles de madera han sido usados como armas contundentes a lo largo de la historia.
Algunas de estas han quedado fosilizadas en la mitología como es el caso del garrote de
Hércules o en la cultura popular el palo de bastos de la baraja española.
Encontramos estas armas en Europa desde el Neolítico pero cabe destacar su uso en combate
en el yacimiento del valle de Tollense (Alemania) donde por primera vez se encontraron estas
armas asociadas a huesos humanos. Se trata de una batalla a gran escala que se dio en torno al
34 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
año 1230 a.C. donde también se encontraron armas de bronce (lanzas, hachas, puntas de
flecha…) y puntas de flecha de sílex además de numerosos restos humanos con huellas de las
armas que acabaron con sus vidas, entre ellas las de madera (JANTZEN et al. 2011: 417-433).
El uso de estas armas contundentes podría responder a ciertos tipos de lesiones atestiguadas en
el registro arqueológico argárico realizadas con objetos contundentes que responde a cierto
patrón bastante estandarizado (ARANDA JIMÉNEZ et al. 2009: 1045- 1047). Si bien esto
puede relacionarse con el conflicto también debemos tener en cuenta prácticas rituales o
deportivas como es la lucha con palos del antiguo Egipto, en la que en ocasiones vemos ciertas
defensas en el antebrazo que parecen ser otra vara o una placa de madera, o de los zulúes. En
ambos casos son prácticas relacionadas con el mundo bélico, especialmente como
entrenamiento para el combate, aunque también rodeados de un aspecto ritual y simbólico muy
importante del que conocemos en más profundidad el caso de los zulús donde en a través de
esta práctica reflejan la identidad de su comunidad y la suya propia (RIDDLE 2007: 1-7)
(COETZEE 2000: 97-113).
Armamento defensivo
En este último apartado trataremos diferentes elementos que son usados por los individuos para
defenderse de ataques de manera activa o pasiva teniendo en cuenta elementos que
históricamente han sido usados para ello a pesar de que esta no fuese su función principal.
El primer elemento que se nos puede venir a la cabeza podría ser los escudos realizados con
tablones de madera pero las primeras evidencias que tenemos de estos son del Bronce Final o
de la primera Edad del Hierro en las estelas de guerrero de suroeste (BENDALA GALÁN 1977:
177-205) aunque debemos tener en cuenta la existencia de escudos en oriente próximo en esta
época. Algunos de estos se realizaban con mimbre o materiales similares en el mundo antiguo
(DE SOUZA 208: 73) o cómo podemos ver en otras cronologías escudos fabricados de esta
manera en África (SERRA y SERRA 2006). También conocemos escudo realizados en cuero
de manera enteriza de la Edad del Bronce así como otros enteramente metálicos o
combinaciones de distintos materiales en estos (UCKELMANN 2011: 187-199).
Mediante el tratamiento de fibras vegetales y animales se pueden procesar textiles y otros
elementos útiles a la hora de defenderse de las acometidas de un rival, como puede ser el uso
de una simple capa o esterilla con fines defensivos como podemos ver en el mundo antiguo
(Caes, Civ., I, 75) (Tacit., Hist., V, 22) la esgrima española moderna (MOYA MONTES 2017)
y en Latinoamérica en la lucha gaucha (DOMENECH 2008). También es posible la fabricación
de armaduras con estas fibras vegetales como es el caso del linothorax griego y otras armaduras
de la antigüedad realizadas en lino (GLEBA 2015: 558-562) o ciertas armaduras que vemos en
vasos ibéricos cuyo patrón es muy similar a algunas esterillas de esparto de la Edad del Bronce
(JOVER MAESTRE y LÓPEZ PADILLA 2013: 151-157) (PÉREZ FERRANDIS 2013: 24) y
también debemos tener en cuenta otras plantas silvestres también pueden ser usadas para fines
similares como es el caso de la ortiga cuyas fibras una vez tratadas son similares a las del lino
(BERGFJORD et al. 2012: 1-4). El uso de estos materiales para armaduras de cuerpo completo
puede extenderse a cascos y defensas de brazos y piernas. Por otro lado las armaduras
acolchadas se realizarían con varias capas de fibras, tanto vegetales como animales, lo que
amortiguaría el impacto de las armas.
35 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
El cuero también sería un elemento clave a la hora de realizar armaduras pasivas de cabeza,
torso y extremidades, incluso acompañando a armaduras metálicas en fases posteriores o en la
propia Edad del Bronce (MÖDLINGER 2012: 28-42)
CONCLUSIONES
Mediante este trabajo hemos querido plantear una ampliación del armamento argárico más allá
de los recursos en manos de las élites y con ello incluir a toda la sociedad en los conflictos tanto
los externos como posibles conflictos internos surgidos a raíz de la estratificación social. Esta
ampliación se debe fundamentalmente a presentar los recursos con los que las clases populares
podrían armarse, elementos que encontramos en contextos arqueológicos contemporáneos o de
fechas próximas, los elementos que son extrapolables al caso argárico o que encontramos
reflejados en las fuentes clásicas que normalmente no son metálicos y cuyo carácter orgánico
hace que su conservación se complique. Además, la consideración de este armamento sería la
base para plantearse el porqué de la aparición de un armamento especializado metálico que sería
mucho más eficaz.
Además al considerar que muchos objetos cotidianos podrían emplearse en caso de conflicto
podemos considerar nuevas variables a la hora de afrontar el uso del armamento y la evolución
de este adaptándose a los nuevos desafíos que se presenten.
Este planteamiento no solo sería aplicable al caso argárico, también puede extrapolarse a
momentos previos, por ejemplo al periodo Calcolítico en el que se desarrollan los espacios
fortificados, o más adelante en la Edad del Hierro o al enfrentamientos de los pueblos
prerromanos contra romanos y cartagineses. Además esta conflictividad no sería solo externa,
cabe plantearse que aunque las élites tuviesen el acceso a las armas especializadas llegado un
momento de extremada tensión interna se diese el enfrentamiento contra las clases populares
armadas con herramientas y armas propias a estos estratos, como son el caso de las hondas,
garrotes o palos apuntados, y quizás algún arma especializada, o el propio conflicto entre la
elite secundado por la población ligada a esta mediante redes clientelares u otro tipo de
vinculación.
BIBLIOGRAFÍA
(2008): David contra Goliat, Diario de Atapuerca, of south-east Iberia, Antiquity 83, University of
2008, pp.11. Durham, Durham, 2009, pp. 1038-1051.
http://www.diariodeatapuerca.net/Unahonda.pdf
[Visto última vez 11/02/2019] BAENA JIMÉNEZ, I. (2016): Vikingos. La
importancia de las espadas en la sociedad
AGÜERA CARMONA, E. (2008): Domesticación y escandinava, Universidad de Barcelona, Barcelona,
origen de la doma y manejo del caballo, Solemne 2016.
acto de apertura del curso académico 2008-2009 de
las universidades andaluzas, Universidad de BENDALA GALÁN, M. (1977): Notas sobre las
Córdoba, Córdoba, 2008, pp. 1-32. estelas decoradas del suroeste y los orígenes de
Tartessos, Habis 8, Universidad de Sevilla, Sevilla,
ARANDA JIMÉNEZ, G. (2018): Untangling 1977, pp. 177-205.
Bronze Age Warfare: The Case of Argaric Society,
Prehistoric Warfare and Violence. Quantitative BERGFJORD, .C, MANNERING, U., FREI, K. M.,
Methods in the Humanities and Social Sciences. GLEBA, M., SCHARFF, A. B., SKALS, I.,
Springer, Cham, 2018, pp. 327-343. HEINEMEIER, J., NOSCH, M. –L. y HOLST, B.
(2012): Nettle as a distinct Bronze Age textile plant,
ARANDA-JIMÉNEZ, G., MONTÓN-SUBÍAS, S. y Scientific Reports 2, Nature, Londres, 2012, art.664,
JIMÉNEZ-BROBEIL, S. (2009): Conflicting pp. 1-4.
evidence? Weapons and skeletons in the Bronze Age
36 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
CARO LÓPEZ, C. (2006): La caza en el siglo XVIII: GORMAN, J. (2016): Hallazgo de una masacre
Sociedad de clase, mentalidad reglamentista, prehistórica en Kenia da pistas sobre los orígenes de
Hispania. Revista Española de historia, Vol. LXVI, la guerra, The New York Times, 2016.
CSIC, Madrid, 2006, pp. 997-1018. https://www.nytimes.com/es/2016/01/27/hallazgo-
de-una-masacre-prehistorica-en-kenia-ayuda-a-
COETZEE, M.H. (2000). Playing sticks: An estudiar-los-origenes-de-la-guerra/ [16/01/2019]
exploration of Zulu stick fighting as performance,
South African Theatre Journal 14:1, Taylor & HERNANDO GRANDE, A. (1990): Materiales
Francis Group, Stellenbosch, 2000, pp. 97-113. metálicos de la Edad de Bronce en la Meseta: armas,
Espacio, Tiempo y Forma, SERIE I, Prehistoria. y
CURTIS, J.E. y READE, J.E. (2000): Reliefs and Arqueología., t. 3, UNED, Madrid, 1990, pp. 143-
Sculptures, Art and Empire. Treasures from Assyria 201.
in the British Museum, British Museum Press,
Londres, 2000, pp. 39-91 HOWAR, D. (2011): Bronze Age Military
Equipment, Pen & Sword Military, Barnsley, 2011.
D’AVENNES, P. (2000): Atlas of Egyptian Art, JANTZEN, D., BRINKER, U., ORSCHIEDT, J.,
Zeitouna, El Cairo, 2000. HEINEMEIER, J., PIEK, J., HAUENSTEIN, K.,
KRÜGER, J., LIDKE, G., LÜBKE, H., LAMPE, R.,
DE SOUZA, P. (2008): La guerra en el mundo LORENZ, S., SCHULT, M. y TERBERGER, T.
antiguo. Una historia global, Akal, Madrid, 2008. (2011): A Bronze Age Battlefield? Weapons and
Trauma in the Tollense Valley, north-eastern
DENNELL, R. (1997): The world’s oldest spears, Germany, Antiquity. 85, Universidad de Durham,
Nature vol. 385, Nature, Londres, 1997, pp.767-768. Durham, 2011, pp.417-433.
DIESSL, W.G. (1979): La balística de la honda, JIMÉNEZ LORENTE, S. y AYALA JUAN, M.M.
Relaciones de la Sociedad Argentina de (2004): La representación pictórica en la cultura del
Antropología. Vol. XIII., Sociedad Argentina de argar, Cuadernos de Arte Rupestre nº1, Universidad
Antropología, Buenos Aires, 1979, pp. 7-20. de Murcia, Murcia, 2004, pp. 131-139.
DOMENECH, A.A. (2008): A Short Essay about JORDÁ CERDÁ, F. (1975): La sociedad en el arte
Gaucho Knives: Facón, Daga, Cuchilla and Puñal. rupestre levantino, Suguntum: Papeles del
The different knives used by gauchos, and some Laboratorio de Arqueologia de Valencia. Nº 11,
interesting coincidences and a common root between Universidad de Valencia, Valencia, 1975, pp.159-
puñales and Bowie knives, [18/11/2018] 184.
http://www.vikingsword.com/ethsword/facon/crioll
o.html JOVER MAESTRE, F.J. y LÓPEZ PADILLA, J.A.
(2013): La producción textil durante la Edad del
FABRICIUS, R. W. (2014): The Dane Axe, Combat Bronce en el cuadrante suroriental de la península
Archaeology, Society for Combat Archaeology ibérica: Materias primas, productos, instrumentos y
[17/03/2020] procesos de trabajo, Zephyrus LXXI, Universidad de
http://combatarchaeology.org/artefact-of-the- Salamanca, Salamanca, 2017, pp.149-171.
month-the-dane-axe/
KRISTIANSEN, K. (1989): Transformaciones
FERNÁNDEZ IBAÑEZ, C. (2003): Equipamiento sociales en el Neolítico Final de la Europa Templada
armamentístico del legionario altoimperial, Espacio, (4000-2000 a.C.), Trabajos de Prehistoria nº46,
Tiempo y Forma, Serie II, Historia Antigua, t. 16, CSIC, Madrid, 1989, pp. 65-74.
UNED, Madrid, 2003, pp. 41-81.
LIESAU, C., RÍOS, P., BLASCO, C., GÓMEZ, J.L.
GLEBA. M (2015): An experimental study of linen (2014): Indicios de violencia en yacimientos de la
versus metal armour. Journal of roman archaeology, región de Madrid en el marco del Calcolítico
Universidad de Cambridge, Portsmouth, 2015, peninsular, Gladius XXXIV, CSIC, Madrid, 2014,
pp.558-560. pp.7-36.
37 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
38 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
39 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
ancestrales para mantener el control de los diferentes estados (DONNAN 2011: 117; TICONO
CANO 2010: 118).
Por consiguiente, las élites se encargarían de gobernar unidades políticas diferentes con estilos
y derivaciones en su historia, como se muestra en las diferentes clasificaciones cerámicas,
estilos de construcción monumental, etc. (TICONO CANO 2010: 119). En contraposición a
esta heterogeneidad, la religión habría funcionado como un núcleo – las Huacas del Sol y de la
Luna, en el Valle de Moche – desde el que se proyectaría la ideología mochica, es decir, se
asemejaría a una especie de Vaticano católico, una sede de poder de una misma religión que
une a estados muy diferentes (TICONO CANO 2010: 120).
La división de su territorio en diferentes unidades políticas independientes unidas por la religión
que protagonizaba la élite (CASTILLO BUTTERS y UCEDA CASTILLO 2008: 707) tiene
como consecuencia la aparición de varios grupos de gobernantes repartidos a lo largo del
territorio (veáse figura 1, pág. 4). Es dentro de este grupo social donde se encuadran las
Sacerdotisas de San José de Moro, mujeres que a partir del periodo Moche Tardío según la
cronología de Moche Norte, que veremos más adelante, adquieren un papel fundamental en la
sociedad hasta siglos posteriores cuando desaparece de forma progresiva en el periodo
Lambayeque (CASTILLO BUTTERS y UCEDA CASTILLO 2008: 725).
La aparición de una sucesión generacional de mujeres que adquieren el poder durante este largo
periodo de tiempo, dotando a la cultura Moche de una figura femenina que ejerce su gobierno
en la sociedad, es el motivo primordial por el que deben ser estudiadas las causas de su acceso
al poder en ese momento y el desarrollo del mismo. De nuevo, gracias a las diferentes
excavaciones realizadas en el norte de Perú, junto a las Sacerdotisas hay que destacar también
el hallazgo de la Dama de Cao, los restos mortales de un individuo femenino de élite
perteneciente al siglo IV d.C., dentro
de una gran tumba en el complejo
arqueológico de El Brujo (Naharro,
Rodríguez y Luna, s.f.: 4). El hallazgo
de esta mujer junto con un gran ajuar
y múltiples tatuajes decorando su piel
(FRANCO JORDÁN 2015: 10)
potencia el papel de la mujer en las
más altas posiciones de la cosmología
mochica. Otra figura femenina que
está siendo estudiada desde su
hallazgo es la Sacerdotisa de
Chornancap, ya perteneciente a la
cultura Lambayeque (WESTER LA
TORRE 2015: 29), la cual se asocia
con la élite ceremonial por el ajuar
encontrado en su tumba que se
relaciona con la divinidad lunar
(WESTER LA TORRE 2015: 20).
Al ser esta una cultura fuertemente
jerarquizada que solamente se puede
estudiar a través de la arqueología, se Fig. 1. Mapa principales lugares mochicas (CASTILLO et al.,
ha procedido a establecer una 2009: 2)
40 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
correlación entre los tipos de tumbas y el papel del individuo que se halle en su interior. De esta
forma, y considerando los elementos de ajuar que acompañan al difunto la principal manera de
conocer los cambios culturales, se puede trazar una evolución entre los diferentes periodos de
la sociedad mochica, conociendo así que elementos culturales permanecen y cuales no son
replicados a lo largo del tiempo.
Junto a ello, otro de los elementos importantes que ayudan al entendimiento de los moches es
su cerámica de línea fina, en la cual se detalla algunos de los rituales en los que participaba la
élite (CASTILLO BUTTERS y UCEDA CASTILLO 2008: 727). Si aceptamos la hipótesis de
que los elementos artísticos transfieren ideas para legitimizar el poder de los gobernantes y para
difundir una ideología concreta, de la misma forma en la que cambia la élite social la cual tiene
el poder sobre la creación de estas obras, los rasgos culturales difundidos a través de ellas
deberían variar también.
En resumen, aquí yace la oportunidad de relacionar el cambio material que se observa en los
distintos enterramientos de las mujeres de élite con la iconografía, intentando de esta forma
justificar la reciprocidad existente entre los cambios producidos en el registro material y la
simbología con la posición social de estas mujeres. De igual manera, este trabajo puede servir
para desechar la idea de que el corpus teórico darwinista deriva en sus conclusiones hacia una
ideología machista (p.e. QUEROL, 2001; DÍAZ ANDREU, 2005; BERRROCAL, 2009). Se
intentará afirmar que la aparición de la figura de la Sacerdotisa a partir del periodo Moche
Tardío se debió a presiones selectivas del momento por el papel con el que se le identifica,
analizando objetivamente los procesos culturales y el registro de los ajuares hallados en las
tumbas de las Sacerdotisas.
Para poder conseguir los objetivos propuestos en este trabajo, desde el punto de vista
metodológico, se han analizado los ajuares de las tumbas a partir de la información disponible
en el Proyecto Arqueológico San José de Moro (PASJM), que tienen disponibles para consulta
los informes de excavación en su página web (http://sanjosedemoro.pucp.edu.pe). Para obtener
la mayor cantidad de datos posible, se ha completado esta fuente con la consulta de una serie
de artículos de temática variada relacionada con diferentes ámbitos de la cultura moche tales
como la iconografía, sociedad, política, diferentes sitios arqueológicos mochica, entre los que
destacan investigadores muy implicados en proyectos de estudio dedicados a la cultura Moche
como Luis Jaime Castillo, Christopher B. Donnan, Santiago Uceda, Walter Alva, Anne Marie
Hocquenghem y John Verano entre otros.
MARCO TEÓRICO
Para un mejor entendimiento de las propuestas que se van a realizar en este trabajo es necesario
explicar algunos de los razonamientos darwinistas más básicos. En primer lugar, como su
nombre indica, esta corriente de pensamiento teórico sigue la premisa de que al igual que la
selección natural funciona en la biología de todos los seres, incluyéndose el ser humano, es
aplicable a todos los campos que le conciernen. Como la cultura material también forma parte
de su ser, ésta debe ser también sometida a presiones selectivas (ESCACENA CARRASCO y
GARCÍA RIVERO 2009: 21).
Al igual que ocurre con los seres vivos, la cultura material se replica y muta, para la transmisión
de información cultural. Se ha aplicado la palabra “meme”, unidades básicas de replicación de
esta información. Es decir, el meme es una idea que se almacena y se comparte entre los
cerebros y puede recrear un comportamiento. De un conjunto de memes o “memeplexes” surge
una información de mayor tamaño, como puede ser la producción de un tipo de cerámica
41 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
concreto. Al igual que los genes, los memes pueden heredarse, variar y ser seleccionados,
aunque el mecanismo de variación de un meme se produce de forma psicológica (GARCÍA
RIVERO 2013: 44).
Para los darwinistas, la cultura es producto de una mejor capacidad adaptativa que surgió como
respuesta a los cambios ambientales en el Pleistoceno, ya que este sistema de herencia cultural
de aprendizaje acumulativo puede cambiar de forma más rápida que los genes (RICHERSON
y BOYD 2001, en SCHEINSOHN, 2008: 134). Llegados a este punto, la tecnología producto
de una cultura, debería ser entendida como un sistema complejo sometido a las operaciones de
variación al azar, selección y retención (SCHEINSOHN 2008: 135).
Según la teoría darwinista, la religión colabora en la reproducción de las estructuras sociales de
las que son parte, pero esto no demuestra que los beneficiarios de tales mecanismos de
replicación sean solamente los grupos más altos de la sociedad, ya que la existencia de la
religión refuerza la idea de unidad cultural para así poder competir contra otros grupos étnicos
dándose de esta forma el concepto propuesto por Wynne Edwars en 1963 llamado “selección
interdémica” (ESCACENA CARRASCO y GARCÍA RIVERO, 2009: 21).
Junto con los datos hallados en las diferentes publicaciones que se han trabajado en este texto,
desde la arqueología evolutiva se pretende dar una posible nueva explicación hacia el caso de
estudio con la intención de buscar la respuesta que sea capaz de dar una explicación a la mayoría
de los sucesos de la manera más simple.
TUMBAS DE LAS SACERDOTISAS
Gracias a los descubrimientos de las tumbas de élite de esta sociedad, se pudo observar que las
representaciones icónicas que aparecían en la cerámica de línea fina no representaban un
imaginario de deidades míticas, sino actividades ceremoniales en las que parte de la élite
reproducían lo que se observa en las cerámicas (DONNAN y CASTILLO BUTTERS 1994:
415).
Dentro del ideario de la llamada Ceremonia del sacrificio, se identificó como “Figura C” a la
sacerdotisa por primera vez en 1975, y posteriormente, Hocquenghem y Patricia Lyon en 1980
demostraron que era una figura femenina (DONNAN y CASTILLO BUTTERS 1994: 419).
Entre los atributos con los que se representa a esta figura destacan el cabello trenzado y largo y
una vestimenta con falda larga, junto con el tocado compuesto por dos plumas trapezoidales y
bordes aserrados y las grandes copas de las que beben las divinidades y que la sacerdotisa suele
ofrecer (DONNAN y CASTILLO BUTTERS 1994: 419).
Esta ceremonia de sacrificio (ver fig. 3, pág. 7) se componía de varios personajes – tanto
masculinos como femeninos –, entre los que destaca la figura de la sacerdotisa, en la que en un
total de 7 complejos funerarios aparecen cuerpos que encarnan su figura a lo largo de diferentes
etapas. Las tumbas – la primera de ellas comenzó a excavarse en 1991 – destacan por la riqueza
y variedad de ofrendas que poseen, entre los que destacan artículos exóticos y materiales
preciosos, además de estar acompañados por humanos o camélidos aparentemente sacrificados
(DONNAN y CASTILLO BUTTERS 1994: 417).
42 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
A partir de la identificación como “Figura C” de uno de los cuerpos en una de las tumbas
excavadas en SJM (ver fig. 2, pág. 5), se comenzó a realizar una investigación con el objetivo
de saber si eso era solamente un caso aislado o si por el contrario, existía una sucesión de las
mismas, cuyo sacerdocio se dedicaba principalmente a la Ceremonia del sacrificio. La respuesta
a esta cuestión fue que efectivamente, existía una sucesión de sacerdotisas, al encontrar en
Huaca Capilla dos tumbas con
individuos femeninos en los que sus
ajuares eran similares a los de la primera.
Las nuevas preguntas que se
cuestionaban los investigadores giraban
en torno a si este papel lo encarnaba una
después de otro, o si podrían convivir
varias a la vez; y si las mismas tenían
lazos de parentesco (DONNAN y
Fig. 2. La Primera Sacerdotisa (DONNAN y CASTILLO CASTILLO BUTTERS 1994: 421).
BUTTERS, 1994: lámina XV)
Es destacable también el hecho de que su
figura es particular dentro de la sociedad, por época y lugar, ya que por su papel en la sociedad
moche tuvieron acceso a una posición y privilegios muy exclusivos. Sobre ellas recaía la
responsabilidad de controlar el orden social y sostener el sistema político tan ritualizado del
momento, no solo como acompañantes o familiares de un hombre, sino con nombre y papel
propio, la imagen de una divinidad (CASTILLO BUTTERS 2005: 4).
Por lo que se muestra en la iconografía mochica, a lo largo de sus 700 años de historia, es hacia
la fase final de esta sociedad cuando encontramos una mayor evidencia de la presencia de
mujeres (ver fig. 4, pág. 9), en temas que se vuelven predominantes en el arte (DONNAN y
CASTILLO BUTTERS 1994: 424). Es por ello por lo que a continuación se va a realizar una
descripción de las tumbas estudiadas hasta la actualidad, para ver si los datos arqueológicos
corroboran los iconográficos. Sin embargo, es necesario mencionar la existencia de una tumba
femenina excavada en los años 50 del siglo XX en Huaca de la Cruz (San José de Moro), en la
que se menciona la existencia de una copa de arcilla y un ceramio con dibujos muy similares a
los que aparecen en otras tumbas de la sacerdotisa (CASTILLO BUTTERS 2005: 4).
Las tumbas analizadas han sido las siguientes:
- La tumba M-U41, la Primera Sacerdotisa;
- La tumba M-U30, la Sacerdotisa Niña;
- La tumba M-U103, la Sacerdotisa Joven;
- La tumba M-U1525, la Última Sacerdotisa Mochica;
- La tumba M-U615, la tumba colectiva de Sacerdotisas;
- La tumba M-U1045, la Sacerdotisa Transicional;
- La tumba M-U1242, la Sacerdotisa Ausente.
LA ICONOGRAFÍA EN LA CERÁMICA DE LÍNEA FINA Y OTROS ARTES
La iconografía mochica es el conjunto formado por imágenes moldeadas y pintadas sobre
material funerario o dibujadas en las paredes de los templos de dicha cultura de Perú
desarrollada entre los siglos 200 a.C. y 700 d.C. (HOCQUENGHEM 1989: 19).
43 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Como se trata del estudio de una sociedad que no cuenta con relatos orales o escritos que narren
su historia, es necesario realizar un estudio iconográfico para poder entender de qué elementos
se componía la cosmología y la vida real de este grupo humano.
El estilo cerámico de línea fina no tiene precedente en momentos previos del valle de
Jequetepeque, lugar en el que se han hallado la gran mayoría de vasos con esta decoración,
aunque previamente se habían obtenido en lugares de Moche Sur como El Brujo, Mayal o El
Carmelo; y en Pampa Grande en contextos ceremoniales y productivos (CASTILLO 2003: 95).
Según la hipótesis de Castillo (2003: 97), su aparición se relacionaría con un traslado de
población procedente del sur.
Aunque en el valle de Jequetepeque es donde han aparecido la mayoría de muestras de
elementos iconográficos, en las tumbas no aparece una gran cantidad de ellas, por lo que su
cantidad estaría relacionada con el estatus del fallecido (CASTILLO 2003: 98). Otro punto muy
interesante de la cerámica hallada en SJM es que cambian una serie de aspectos como la
reducción de temas iconográficos; aumento de temas marinos; mayor representación de la
Sacerdotisa o Mujer Mítica; y la desaparición de humanos en la iconografía. Los temas son muy
repetitivos y pocos: el Entierro, el Combate, la Navegación en balsas de totora (ver fig. 5, pág.,
10), Sacerdotisas sobre la luna creciente y la Ola antropomorfa, además de animales marinos
(Castillo, 2003: 101). La reducción de imágenes y temas permite potenciar la transmisión de
las ideas más importantes en detrimento de otras que no son consideradas tan importantes. En
casos de crisis, sería más necesario potenciar las imágenes que beneficien a la clase social
imperante (CASTILLO 2003: 103).
Como la iconografía a tratar es básicamente religiosa, es pertinente realizar una visión
darwinista de la misma. Todas las religiones tienen rituales, aunque estos sean costosos y en
muchas ocasiones perjudiciales para aquellos que la practiquen (DENNETT, 2007: 177) – en
este caso, es tan peligroso que produce la muerte de los vencidos –. La celebración de rituales
permite incrementar la memoria, copia y traspaso de los actos que se practica de forma más
fidedigna (Dennett, 2007: 178). Es por ello que las tradiciones se mantienen, a causa de la
replicación y repetición. De esta forma, la trasmisión oral en un mundo sin escritura permitiría
el avance rápido de esta información que aparece introducido en la persona como un meme
(Dennett, 2007: 179). Al igual ocurre con la iconografía dibujada, que resultaría ser el producto
de esa transmisión oral que queda plasmada en imágenes. Estas celebraciones tienen su valor
en la creencia de que lo mencionado o lo que se realiza en ella tiene como objetivo llamar la
atención de los dioses para el beneficio de la sociedad (DENNETT 2007: 187).
La correlación entre la aparición de tumbas de sacerdotisas y el incremento de este tipo de
cerámica en San José de Moro permite afirmar el aumento de la importancia de mujeres en esta
sociedad, siguiendo la concordancia entre el rol de la Sacerdotisa y la imagen iconográfica
(CASTILLO 2003: 102). Con esta hipótesis es posible justificar que la imagen que se muestra
en la iconografía sirve como forma de trasmisión de memes culturales que se transmiten entre
los miembros pertenecientes a la población. Se transmite la idea, a partir de la ausencia de seres
humanos en las escenas, de una estrecha relación entre la élite gobernante y los dioses
representados (CASTILLO 2003: 102). Otra explicación que se mantiene sugiere que el arte en
este caso también cumple la misión de legitimar a la clase gobernante y el sistema social
impuesto (CASTILLO 2003: 103).
44 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
45 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
marinas, al que solo ella puede acceder (ALVARADO ESCUDERO 2015: 21), para garantizar
la supervivencia de la sociedad.
Los datos procedentes del estudio arqueológico e iconográfico de la cultura moche parecen
indicar una diferenciación difusa entre las dimensiones pragmáticas y religiosas de las
confrontaciones violentas. Toda la violencia generada en los sacrificios humanos estaba
relacionada con la cosmología de esta cultura, que sigue un ciclo de reproducción dual social,
de agricultura y cosmológico (SWENSON 2012: 167). Las sacerdotisas de SJM ejercieron su
posición de autoridad durante el Periodo Moche Tardío (680 – 850 d.C.), como parte esencial
en los elaborados rituales de sacrificios humanos. Swenson (2012: 168) sostiene la hipótesis de
que los combates elaborados en el campo daban paso al sacrificio realizado por mujeres, donde
se legitimaba y simbolizaba la fuerza femenina de muerte, metamorfosis y renovación del
cosmos. Los datos arqueológicos que refuerzan esta visión se basan en la división rural y central
de los espacios, las formas arquitectónicas y los artefactos iconográficos. A partir de Moche
Tardío las élites rurales dominadas por las sacerdotisas igualan su poder al de las élites urbanas
masculinas (SWENSON 2012: 169).
Estos personajes femeninos aparecen asociados con elementos marítimos como el bote en
forma de luna creciente y la ola, motivos que se hacen más notables en el periodo Moche Tardío
(SWENSON 2012: 170). En el Moche Medio (400 – 550 d.C.), que se relaciona con Moche IV
del sur, se representa la figura femenina especialmente en la Ceremonia de Sacrificio o Tema
de la Presentación. La cerámica realizada por especialistas en SJM coincide con la fundación
del culto de la mujer supernatural en este asentamiento del Jequetepeque ya en Moche Tardío,
aunque tumbas como las del Señor de Sipán o la Dama de Cao se daten en Moche Medio
(SWENSON 2012: 171).
Es posible afirmar el incremento de poder en épocas post-Moche de estas mujeres a partir del
registro funerario, ya que las tres últimas tumbas contienen una mayor riqueza en cuestión
material; están enterradas en tumbas de adobe, con múltiples acompañantes (esencialmente
mujeres), objetos de metal y cerámica de línea fina con los temas principales de la religión
mochica, en la que aparecen guerreros, armas y combates (SWENSON 2012: 171). La fuerte
relación entre este pasaje y los objetos encontrados en los enterramientos de las sacerdotisas
sugieren que la concepción de muerte y regeneración se asociaban con las mujeres enterradas
en SJM (SWENSON 2012: 172).
A partir del periodo Moche Tardío SJM se convirtió en un lugar de culto para las personas del
valle de Jequetepeque, a partir de celebraciones en las que se consumía chicha. Hipótesis
propuesta a partir del descubrimiento de lugares para su producción (SWENSON 2012: 172).
La cronología de las tumbas de las sacerdotisas, los templos y los lugares de producción
coinciden con una época de cambios sociales, ecológicos y políticos. Por un lado, los datos
geoarqueológicos muestran una combinación de sequias, inundaciones por el fenómeno de El
Niño, tormentas de arena; todo unido al colapso de los estados sureños moche. Como
consecuencia de todo esto, se produce una reorganización de la población que pasa a vivir en
el norte, por lo tanto, la élite también se traslada. Todos estos sucesos coinciden de igual manera
con la intensificación de la aparición de la Sacerdotisa en la cerámica mochica (SWENSON
2012: 173).
Otros datos que corroboran el alzamiento de esta figura femenina es la construcción de templos
ceremoniales a partir de Moche Tardío, compuestos por plataformas y rampas similares a los
de Moche Sur, pero en mayor cantidad de ellos. Swenson (2012: 174) acentúa la importancia
46 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
de esta figura como unión de estos centros rurales descentralizados que tendrían como nexo
político y económico SJM dominados por mujeres, mientras que en los centros rurales tendrían
lugar ritos en los que las figuras principales serían hombres.
La arqueología refuerza la idea de la mujer con un poder fuerte en la sociedad Mochica como
puede observarse en los restos del periodo Transicional (850 – 950 d.C.) en SJM, lugar en el
que, en varias de sus tumbas, como son la M-U1221 y la M-U1045 o tumba de la Sacerdotisa
Transicional, se han hallado elementos relacionados con el chamanismo. En la primera, se
hallaron 7 cuerpos de dos generaciones diferentes con un ajuar en el que aparecían objetos como
amuletos, instrumentos musicales, cerámicas, morteros, cráneos; al igual que ocurrió en la
segunda tumba, donde además se encontró un envoltorio con el cuerpo de cuatro infantiles
(ALVARADO ESCUDERO 2015: 28).
No solo encontramos este tipo de enterramientos en San José de Moro, ya que en 2001 Santiago
Uceda halló dos tumbas en la Huaca de la Luna al parecer pertenecientes a dos entierros
complejos de Moche IV, varios individuos enterrados en distintos momentos, y entre los objetos
de ajuar, dos piezas cerámicas que parecen ser curanderas relacionadas con la Sacerdotisa
(GLASS-COFFIN; SHARON y
UCEDA, 2004: 82).
Por otro lado, siguiendo la hipótesis de
una sociedad que practica sacrificios a
partir de batallas rituales entre la élite,
la mujer tiene un papel muy
importante, ya que es ella la que porta
la copa con la sangre de los
sacrificados hacia el dios principal que
tiene el poder mayor (ALVARADO
ESCUDERO, 2015: 30). A parte de
esta implicación simbólica, la Dama de
Cao presenta en su ajuar elementos
para realizar la guerra y la caza del
venado – forma ritual de obtener Fig. 4. Imagen tumba M-U1045 (Castillo et al., 2009: 62).
sangre para los dioses –, como porras,
lanzas y propulsores, nunca antes encontrados en la tumba de una mujer, aunque asociado a la
nobleza masculina (ALVARADO ESCUDERO 2015: 31). El papel de mujer guerrera en este
sentido sirve como oráculo en el momento previo a la batalla, y posteriormente como aquella
que tiene el poder de ofrecer la sangre al dios principal o figura A (ALVARADO ESCUDERO
2015: 33).
El poder en la mujer de élite Mochica es tan potente debido a su vinculación con la fertilidad
en dos niveles, por una parte, su papel como curandera y partera al ayudar a otras mujeres a dar
a luz y al cuidado de otros. Dentro de su papel como partera, en el mundo andino la partera no
solo ayuda a otra mujer a dar a luz, sino que cubre todo el ciclo vital reproductivo, desde la
menarquía hasta la menopausia, al igual que al cuidado del bebé en sus primeros años (Chávez
Hualpa, 2000: 166). El otro plano es el sobrenatural, ya que su poder reside en la predicción y
control del fenómeno de El Niño, para así evitar catástrofes producidas en el litoral e impidiendo
el desarrollo de la vida mochica. En sus manos quedaba la responsabilidad de mantener el
equilibrio cósmico (ALVARADO ESCUDERO 2015: 35).
47 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
De esta manera, se presentan dos papeles de especialista que representan a la Mujer Mística de
la iconografía según Franco Jordán (2015: 9), siendo las Sacerdotisas aquellas relacionadas con
el bienestar de toda la población:
Los especialistas que realizaban servicios de curación o sanación empleando sus
virtudes psíquicas a través de gestos votivos o con las manos para la reparación física
y mental de los individuos de los cacicazgos o señoríos en cada uno de los valles, y el
especialista oficial del reino Mochica vinculado al servicio de los templos o líderes de
las ceremonias de los templos dedicados al bienestar general. Sin embargo, estos
especialistas tienen también la facultad de realizar la actividad del curanderismo con
conocimiento de mayores campos como la medicina, astronomía, astrología, etc.
Podríamos hablar de una diferencia de poderes entre
el Norte y el Sur a partir del colapso de Moche,
especialmente en la zona sur a partir del inicio de
Moche V (500 – 750 d.C.), periodo en el que se ha
podido documentar a partir de la arqueología varios
estratos que muestran periodos de inundaciones y
otras catástrofes producidas por la naturaleza
(SUTTER y CORTEZ 2005: 525). Es en este
momento cuando las presiones obligan a la
población a trasladarse al norte. He aquí el punto en
el que surgen lugares fortificados en zonas como el
valle del Jequetepeque y el valle de Zaña (SUTTER
y CORTEZ 2005: 525), misma época en la que se
encuadran las tumbas de las primeras Sacerdotisas
de San José de Moro.
Fig. 5. Figura C navegando en una balsa de
Otra de las hipótesis que explican el aumento de totora. Botella gollete asa estribo del Museo
poder de la sacerdotisa consiste en el abandono del de Larco (Alvarado Escudero, 2015: 21).
viejo templo de las huacas de Moche entre el 550 y
el 600 d.C., según la datación radiocarbónica, coincidiendo con la presencia del fenómeno de
El Niño. No obstante, la presencia de población continuó hasta dos siglos después. Para Uceda
(2004: 315), este fenómeno se correspondería con un colapso del modo político de Moche sur,
en el que la Huaca de la Luna deja de ser el centro político. De esta manera, surgirían figuras
de poder de estilo jefatura, en cada valle se formarían centros de poder independientes (UCEDA
2004: 316), que podría responder a la importancia y los cambios que sufre la Sacerdotisa, al
perder el sur sus dioses y secularizar el territorio (UCEDA 2004: 317).
Al igual que ocurre en muchas otras civilizaciones antiguas, donde la religión es tan importante
en la idiosincrasia, en momentos de crisis la sociedad ofrece a los dioses lo mejor que tiene para
poder aplacarlos y lograr así un clima apropiado para seguir con sus prácticas habituales de
trabajo y vida, como son buenas cosechas, sol, lluvia, salud en un acto considerado sagrado
(HILL 2003: 288). En este caso, la sangre, que representa un elemento fundamental para la
vida, es ofrecida a los dioses en un ceremonial grandioso en el que aparecen representados a
partir de la élite sacerdotal. Y, como se ha mencionado en puntos anteriores, es la Sacerdotisa
la que lleva en su copa la bebida al Dios Principal y se la ofrece, teniendo de esta manera un
papel esencial en el ritual.
48 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Ahora bien, si analizamos un poco más de fondo la cuestión, se puede observar que algo común
a la mayoría de sociedades humanas es la religión como parte de su corpus, es decir, la religión
es un fenómeno humano compuesto, según Dennett (2007: 45), de: eventos, organismos,
objetos, estructuras, patrones, y similares, todos los cuales obedecen a las leyes de la física o
de la biología y que, por lo tanto, no involucran milagros.
Al ser el humano un animal altricial – que es aquel que pasa una gran parte de su vida al cuidado
de sus progenitores – la información de unos a otros se pasa en mayor cantidad que los genes
(DENNET 2007: 161). Es por ello por lo que la religión basa en muchos casos su autoridad en
la figura del Padre o los ancestros, quienes lo saben todo (DENNET 2007: 165). Es aquí donde
ejemplificamos el poder de la élite como divinidad para gobernar, ya que adquiriendo el papel
de alguien que lo sabe todo, es capaz de guiar al pueblo.
CONCLUSIONES
La arqueología del norte de Perú presenta la oportunidad de reconstruir el pasado Moche a partir
de los restos que quedan bajo la superficie de los Andes, cuyas estructuras con fácilmente
reconocibles y normalmente presentan una buena preservación (QUILTER 2002: 186). Por otro
lado, también es cierto que muchos restos valiosos han sido objeto de huaqueo hasta época muy
reciente, perdiendo tanto el objeto en sí como la información que ofrecería en su contexto si es
posible recuperarlo.
Se ha podido comprobar que, en sociedades tan altamente jerarquizadas como ésta, los rituales
de la muerte reflejan las estructuras sociales y culturales más importantes, ya que bebe de los
sistemas de creencias, identidades y papeles de los individuos dentro de la sociedad, como el
género y la edad (CASTILLO BUTTERS 2000a: 2). Como el ritual de enterramiento es un
contexto intencional, los objetos depositados han sido seleccionados previamente bajo las
costumbres y tradiciones (CASTILLO BUTTERS 2000a: 3), por lo que, si cambian los
patrones, el meme o los memes han mutado. Los datos muestran que los patrones cambian a
partir de Moche Tardío con una mayor importancia recibida por parte del papel de la
Sacerdotisa, a partir de la existencia de grandes tumbas que previamente no existían,
especialmente, la tumba colectiva de las Sacerdotisas, la tumba de la Sacerdotisa Transicional
y la tumba de la Sacerdotisa Ausente.
En el mundo moche, la relación entre los diferentes gobernantes de los diferentes estados
comparten una misma religión bajo la explicación de que el estar agrupados ofrece una
protección entre grupos y seguridad económica, que también se transmite a los grupos de menor
poder al asegurar eficiencia en la construcción de obras comunes y el cuidado de la cosecha
(DENNET 2007: 218).
La cultura moche podemos decir que forma parte también de lo que se ha llamado “macro –
tradición” andina en el que se repiten preceptos comunes respecto a la visión cosmológica y
social en el que resaltan la dualidad de género, sacrificio y guerra como componentes
importantes (SWENSON 2012: 169). Que se demuestra en el registro arqueológico a partir de
las escenas mostradas en la cerámica de línea fina, el registro funerario de la sacerdotisa y los
restos humanos hallados en las Huacas de Moche.
No debemos olvidar que la Dama de Cao hallada en El Brujo presenta también elementos
semejantes a la Sacerdotisa y al Personaje D, por lo que actualmente existe un debate sobre si
son el mismo personaje que las mujeres de San José de Moro por los símbolos que presenta
tatuados en los brazos (ALVARADO ESCUDERO 2015: 23). Gracias al hallazgo de personajes
49 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
como ella, podemos afirmar que el papel ejercido por la mujer en el chamanismo o
curanderismo otorga de una complejidad mayor de lo que se pensaba a la Figura C, ya que su
identidad se divide en varias identidades en el mundo real.
Para Walter Alva (2000: 33), el papel de shamán no solo estaría reservado para el género
femenino, sino que a través de los restos cerámicos ha identificado la existencia de chamanes
que dentro de los clanes ejercerían este papel en la sociedad, al igual que un sacerdote pero con
la diferencia de que el sacerdocio era exclusivo de la casta real. Para él, la diferencia de un
sacerdote y un shamán consiste en la multifunción de este último como curandero, visionario y
la enseñanza de la cosmovisión del mundo (ALVA 2000: 34). Por otro lado, las mujeres, que
son identificadas por estar relacionadas con la Mujer Lechuza tienen el ámbito exclusivo del
parto, además de los otros roles que tiene el shamán (ALVA 2000: 29).
Aunque en Moche Sur se observa un declive de la sociedad mochica y sus personajes
principales, podemos concluir que la Sacerdotisa no reduce su poder ante los momentos de
crisis sino que destaca entre la élite de la sociedad, como se puede ver en los enterramientos de
San José de Moro, con un ajuar con piezas renovadas aunque manteniendo su legitimidad con
elementos típicos moche como símbolo de estatus (RUCABADO YONG y CASTILLO
BUTTERS 2003: 39).
Por similitud entre los trabajos que realizan ambos géneros en la sociedad moche, siguiendo los
anteriormente dicho, es posible hablar de distintos niveles de poder dentro del sacerdocio del
Personaje Mítico Femenino, en su papel como sacerdotisa, curandera, partera y guerrera se
podrían identificar mujeres con niveles socioeconómicos diferentes, entre los que destacarían
las Sacerdotisas de San José de Moro o la Dama de Cao, las curanderas de la tumba M-U1221
o las halladas en la Huaca de la Luna.
Es posible responder afirmativamente a la pregunta inicial sobre si existe una relación entre la
iconografía relativa al periodo de poder de las Sacerdotisas. En un periodo en el que la sociedad
se ve afectada por El Niño, el papel de la Sacerdotisa como símbolo de la fertilidad adquiere la
mayor importancia posible como necesidad para restablecer el orden y satisfacer a los dioses.
Aun así, hay que decir que esta respuesta necesita de un estudio más profundo. Por último, la
imagen de la Sacerdotisa como chamana es fundamental en la sociedad, ya que a través de la
magia y el conocimiento de medicamentos naturales se transmite un conocimiento que
beneficia a la sociedad. Estos memes se reflejan en la iconografía a partir de los elementos que
aparecen en ella, y que ayudan a facilitar el recuerdo, reproducción y transmisión de dichos
saberes.
BIBLIOGRAFÍA
ALVA, W. (2000): Sacerdotes, shamanes y Americania. Revista de Estudios Latinoamericanos,
curanderos en la cultura Mochica. En W. Alva, M. 2, 4 – 38.
Polía, F. Chávez y L. Hurtado (eds.) Shamán. La
búsqueda. (pp. 23 – 44). Sevilla, España: BERNUY QUIROGA, J. (2008): El periodo
SCRIPTORIUM. Lambayeque en San José de Moro: patrones
funerario y naturaleza de ocupación. En L. J. Castillo
ALVA, W., HURTADO, L., (2006): El señor de Butters, H. Bernier, G. Lockard y J. Rucabado Yong
Sipán: Misterio y esplendor de una cultura pre-Inca. (eds.) Arqueología mochica. Nuevos enfoques. (53 –
Alicante, España, Fundación Marq. 66). Actas del Primer Congreso Internacional de
Jóvenes Investigadores de la Cultura Mochica,
ALVARADO ESCUDERO, A. (2015): Universidad Católica del Perú, Lima, Perú, 53 – 66.
Sacerdotisas, curanderas, parteras y guerreras:
mujeres de élite en la costa norte del Perú Antiguo.
50 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
CASTILLO BUTTERS, L. J. (2005): Las Señoras de DEL CARPIO PERLA, M., & DELIBES MATEOS,
San José de Moro: Rituales funerarios de mujeres de R. (2004a): La Cámara Funeraria M-U1242 del Área
élite en la costa norte de Perú. En M. Castañeda 34. En L. J. Castillo Butters (dir.), Programa
Landázuri y G. Astete (eds.) Divina y humana, La Arqueológico San José de Moro. Temporada 2004
mujer en los antiguos Perú y México (pp. 18 – 29). (pp. 126 – 139) Lima, Perú: Pontificia Universidad
Lima, Perú. Católica del Perú.
CASTILLO BUTTERS, L. J. (2008): Prefacio. En L. DEL CARPIO PERLA, M., & DELIBES MATEOS,
J. Castillo Butters, H. Bernier, G. Lockard y J. R. (2004b): Excavaciones en el Área 34 de San José
Rucabado Yong (eds.) Arqueología Mochica: de Moro. En L. J. Castillo Butters (dir.), Programa
nuevos enfoques (pp. 13 – 16). Lima, Perú: Arqueológico San José de Moro. Campaña 2004.
Universidad Católica del Perú. Informe de Investigaciones (pp. 165 – 215). Lima,
Perú: Pontificia Universidad Católica del Perú.
CASTILLO BUTTERS, L. J., & DONNAN, C. B.
(1994): Los mochicas del norte y los mochicas del DENNETT, D. (2007): Romper el hechizo. La
sur. En K. Makowski, C. B. Donnan y I. A. Bullon religión como un fenómeno natural. España, Katz
(eds.), Vicús (pp. 143 – 176). Lima, Perú: Banco de Editores.
Crédito del Perú. DÍAZ ANDREU, M. (2005): Género y arqueología:
CASTILLO BUTTERS, L. J., & DONNAN, C. B., una nueva síntesis. En M. Sánchez Romero (ed.):
(1994a): La ocupación moche de San José de Moro, Arqueología y Género (pp. 13 – 51). Granada,
Jequetepeque. En S. Uceda y E. Mujica (eds.) España: Universidad de Granada.
Moche: Propuestas y perspectivas. (pp. 93 – 146). DONNAN, C.B. (2011): Moche substyles: Keys to
Lima, Perú: Insitut Français d’Etudes Andines. understanding Moche political organization. Boletín
CASTILLO BUTTERS, L. J., & UCEDA Del Museo Chileno De Arte Precolombino, 16 (1),
CASTILLO, S., (2008): The Mochicas. En H. 105-118.
Silverman y W. H. Isbell (eds.), Handbook of South DONNAN, C. B., & CASTILLO BUTTERS, L.C.
American archaeology (pp. 707 – 729). Nueva York, (1994): Excavaciones de tumbas de sacerdotisas
Estados Unidos: Springer. Moche en San José de Moro, Jequetepeque. En S.
CASTILLO BUTTERS, L. J. Y REGINFO Uceda y E. Mujica, E. (eds.), Moche: Propuestas y
CHUNGA, C.E. (2008): Identidades funerarias perspectivas (pp. 415 – 524). Lima, Perú: Insitut
Français d’Etudes Andines,
51 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
52 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
relación entre las tradiciones culturales Moche y VERANO, J. W., (1994): Características físicas y
Gallinazo. Anales del Museo de América, 18, 99 – biología osteológica de los moche. En S. Uceda y E.
123. Mujica (eds.) Moche: Propuestas y perspectivas (pp.
307 – 326). Lima, Perú: Institut Français d’Etudes
UCEDA, S. (2005): Los de arriba y los de abajo: Andines.
relaciones sociales, políticas y económicas entre el
templo y los habitantes en el Núcleo Urbano Moche WESTER LA TORRE, C. (2015): Chornancap:
de las Huacas de Moche. En Proyecto Arqueológico historia, género y ancestralidad en la cultura
Huaca de la Luna. Informe Técnico 2004 (pp. 283 – Lambayeque. Quingnam, 1, 9-34
318).
53 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
54 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
el estatus del que proviene el niño, reflejándose en la materia prima en la que está fabricado el
juguete.
Otra consideración a tener en cuenta es la cronología de estos artefactos, porque según las
fuentes clásicas, como Aristóteles, nos dicen que el creador de los sonajeros fue Arquitas de
Tarento, sin embargo, encontramos numerosos sonajeros en tumbas egipcias anteriores al
Imperio Nuevo, lo que suscitó un debate entre los investigadores aún sin resolver.
Por último, es interesante destacar la ausencia de estudios monográficos de estas pequeñas
figurillas, ya que hasta mediados del siglo XX no hay mención explícita de estas, y aun
existiendo, resultan contradictorias y poco aclaradoras. No será hasta finales del siglo XX,
principios del siglo XXI, cuando se empiece a dar cierta importancia a estos objetos, destacando
el estudio del investigador Blech en 1993 en Córdoba, siendo uno de las primeras personas en
acercarse más a estos objetos “menores”, como bien dice el profesor Vaquerizo Gil:
“habitualmente despreciados en beneficio de otros aspectos de más trascendencia para la
interpretación arqueológica de cierto alcance como es el urbanismo, la arquitectura, la escultura,
el mosaico, la cerámica…” (VAQUERIZO GIL 2004: 16) (Fig. 1).
Fig. 1. Mapa con los
puntos más destacados
donde encontramos estas
figuras (Base cartográfica
Google Earth).
ANTECEDENTES
Los registros arqueológicos en Anatolia
Remontándonos a los orígenes de estos pequeños juguetes encontramos un ejemplo muy
particular en Anatolia, siendo el área de Sogmatar representada como una de las zonas
arqueológicas más prometedoras de toda Turquía, tanto por sus características geográficas
como por el potencial de los restos arqueológicos, que puede llevar a futuros hallazgos
relevantes. Nos centraremos en el espacio geográfico concreto de Acemhöyük, siendo uno de
los lugares donde se han encontrado uno de los sonajeros más antiguos de la historia.
En el 2016, en el yacimiento de Acemhöyük, situado en Yesilova, Aksaray (Turquía) se localiza
un sonajero, el cual observamos en la Fig. 2, que tiene especial interés por su similitud con los
sonajeros actuales. Este sonajero fue descubierto en un estrato que databa en el año 2.200 a.C.,
55 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
pero no se tiene clara la cronología del objeto, requiriendo que se hiciera un estudio más
exhaustivo del yacimiento, como declara la profesora Öztan, directora de las excavaciones en
este yacimiento: “los investigadores desean examinar los estratos de principios de la Edad del
Bronce junto con otros estratos más antiguos, ya que el yacimiento alberga las murallas de una
ciudad que se remonta a principios de la Edad de Bronce” (ÖZTAN 2017:13).
Fig. 2. Sonajero descubierto en Acemhöyük, datado en la Edad del Bronce (GTU Gazeturka.com, 2017).
El Próximo Oriente
En el caso del Próximo Oriente, en concreto en Egipto, en torno a las fechas del Imperio
Antiguo, nos encontramos que estos artefactos recibieron el nombre de sistrum. Este término
lo podemos constatar en los textos de Plutarco, el antiguo historiador griego, que hace referencia
a él en las Moralias, en su ensayo sobre Isis y Osiris: “El sistro deja claro que todas las cosas
en la existencia necesitan ser sacudidas y nunca se tiene que detener el movimiento, sino que
tienen que ser despertadas y agitadas cuando crecen somnolientas y aletargadas. Dicen que
por medio de los sistros se evita y repele Tifón, indicando de esta manera que cuando la
destrucción aprieta y controla la naturaleza, la creación la suelta y la despierta gracias al
movimiento” (PLUTARCO Moralia, libro 5: 63).
La funcionalidad de los sistros estaba vinculada a determinadas ceremonias de fertilidad,
abundancia de agua, protección del Ka (espíritu) en el más allá y en la liturgias de los templos,
especialmente en el culto a Hathor (PÉREZ ARROYO 2001: 222-224). En definitiva, destaca
más como un instrumento musical con carácter ceremonial (Fig. 3) que como un juguete, por
lo que podemos apreciar (DRIOTON Y VANDIER 1983: 55).
56 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
A pesar de esto, como fue un instrumento que perduro a lo largo de toda la historia de Egipto y
que llego incluso a la Edad Antigua, encontramos varios tipos de sonajeros, destacando tres: El
primer tipo se llama “forma de horquilla”, se produce en el Imperio Antiguo y deriva de un
sonajero primitivo que, según Pérez Arroyo, se asemeja a la forma de un papiro que aparece en
la escena de danza de la mastaba de Nuneter, en Giza (PÉREZ ARROYO 2001: 22). El segundo
tipo, es el denominado “sistro de naos” o sesheshet. El tercer tipo, aparece en el Imperio Nuevo,
y se le denomina sistro de “arco” o de Iba debido al arqueamiento que presentaba en la parte
superior.
Muchos sistros estaban elaborados con metales preciosos: oro, plata, bronce, madera dorada o
decorados y vidriados sobre materiales que no eran de arcilla, como por ejemplo la cerámica
azul, denominada fayenza. Algunos, de pequeño tamaño, y elaborados con fayenza, tenían un
significado votivo, simbolizaban la encarnación de la diosa (QUIÑONES DE LEÓN 2016:
203).
Actualmente, conservamos dos sistros egipcios, probablemente los más antiguos hasta hoy: el
sistro de alabastro del rey Teti en el Metropolitan Museum de Nueva York, y el sistro de madera
en forma de papiro del Imperio Medio con forma de papiro depositado en el Museo Egipcio de
Berlin (PÉREZ ARROYO 2001: 228).
TIPOLOGÍAS ROMANAS: LOS SONAJEROS OCULTOS
Fascinum
El término fascinum proviene del latín, encontrando paralelo en la palabra griega baskanía, y
es el término que se usa para referirse al mal de ojo, o como dice Tuchmann: “la forma de
denominar el daño producido por la mirada de algunos seres” (TUCHMANN 1878: 193).
Además, parece que su utilización era más frecuente entre los niños, para tal afirmación nos
apoyamos en Varrón quien nos aclara que “los llevan los infantes para prevenirse de los
57 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
maleficios” (VARRÓN De lingua latina VII: 97). Este concepto se ve representado en la forma
de un falo con numerosas características y singularidades. Por lo tanto, podemos decir que
fascinum era el nombre de la representación del órgano masculino que llevaban, en un principio,
colgados los infantes del cuello para protegerlos del mal de ojo y que, además, solían llevarlo
hasta que recibían la toga viril a los diecisiete años.
En relación al sentido del falo en la Antigüedad, hay que decir que tuvo una doble
funcionalidad, como ha descrito el profesor Montero: “por un lado, fue poderoso instrumento
contra la fascinación o “mal de ojo”. Por otro lado, fue símbolo de la naturaleza creadora eran
considerados con religioso temor como veneración a las fuerzas misteriosas de la creación […]
La divinidad de la concepción privaba de toda malicia a los genitales” (MONTERO 1991: 69).
Poniendo estos fascina con los tintinnabula, vemos que la variedad de sus formas hace que sea
complicada su catalogación. En general, son falos erectos alados, cabalgados por una persona,
puede ser hombre o mujer (ALVAR NUÑO 2012: 169), que suelen ser representados de manera
simple o múltiple, del que cuelga una serie de campanillas de forma piramidal o de campana y
que indican la esencia etérea de la divinidad y servían de hechizos contra los demonios. Estos
amuletos, solían estar situados en la entrada de las casas o de las tiendas, donde sonaba cada
vez que un cliente o una persona entraban en el lugar. Pero nunca perdiendo de vista la función
de ahuyentar a los malos espíritus y atraer la buena suerte (DEL HOYO Y VÁZQUEZ HOYS
1996: 459).
Con respecto a los restos arqueológicos, destacaremos los siguientes ejemplos: en Sasamón, la
actual provincia de Burgos, en Herculano y en Pompeya.
En el caso de Sasamón, el tintinnabulum presenta un falo múltiple, erecto, de bronce de 14 cm
de longitud, terminando en los cuartos traseros de un perro, con un segundo falo entre las
piernas y un tercero de rabo. De las patas cuelgan unos sonajeros de forma piramidal. El objeto
esta cabalgado por una dama que le corona, la cadena de sujeción parte del moño de la figura
femenina. Las campanillas pertenecen a un conocido tipo de tintinnabula, de los que se pueden
recordar muchos bronces muy próximos unos de otros, como un tintinnabulum de forma de
caracol con falo erecto procedente de Herculano con tres campanillas circulares y un falo
múltiple.
Herculano, por su parte, ha proporcionado otro tintinnabulum semejante que es un falo alado
en postura de león rampante, con cuatro campanillas circulares. De Pompeya (Fig. 4), por
último, procede otro falo en postura similar. Todos estos objetos de igual uso, estilo y parecida
forma son piezas muy próximas a las de Sasamón y todas se fechan entre los siglos I a.C. –II
d.C. Sacando en conclusión que esto objetos estuvieron una especial atención en Pompeya y en
Herculano.
58 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Fig. 4. Tintinnabulum de Pompeya (sobre imagen de Blázquez, 1984-85, 4, figura8, retocado por el autor).
Sin embargo, a pesar de que su función era estrictamente protectora de los malos presagios y
mal de ojos, vemos como hay autores, como Grant que relaciona estos objetos con el culto a
Mitra, dándoles un carácter religioso, de origen oriental y más concretamente relacionándolos
con los cultos mistéricos. Montero hace referencia al culto de estos falos de la siguiente manera:
“el culto al falo tiene base religiosa. Los genitales, símbolo de la naturaleza creadora, eran
considerados con religioso temor como veneración a las fuerzas mistéricas de la creación, al
mismo tiempo que se les usaba como amuleto de carácter apotropaico para liberar al hombre
de toda fascinación, de todo mal humano o divino… La divinidad de la concepción privada de
toda malicia a los órganos genitales. Sólo la decadencia en las costumbres primitivas, convirtió
el falo en símbolo de placer” (MONTERO 1981: 15).
Por último, vemos que en los relieves y en pinturas murales, la cronología es la misma que en
los casos anteriores. Y la mayoría de los casos solo se representa un falo erecto y de perfil.
Encontramos tres ejemplos, todos provenientes de Pompeya, donde vemos que el miembro viril
está asociado a varias inscripciones: hanc ego cacaui, hic hábitat felicitas, ubi me iuuat asido,
este último perteneciente a una pintura mural (ALVAR NUÑO 2012: 169).
Cucullatus
El termino cucullatus procede del término latino cucullus y significa “saco de cuero”
refiriéndose a la capucha que cubría la cabeza de su portador, dejando entrever solo la cara.
Este hábito distinguía la posición social de su portador, sabemos, sin embargo, que solían usarlo
los personajes de la clase social alta para ocultar su rostro en situaciones incomodas como la
frecuentación de prostíbulos, tabernas y otros lugares de mala fama. También era la
indumentaria típica de los neonatos e infantes, así como de los niños de clase social baja.
Además de que esta vestimenta también fue usada por los sacerdotes. Y por último esta
vestimenta también era usada por los genios, genii cucullati, que son deidades menores que
protegen contra el mal, siendo muy característicos en el ámbito familiar. Estaban fabricadas
especialmente en terracota, pero también en bronce, mármol, alabastro e incluso ámbar, este
último solo para colgantes o amuletos.
Muchos de estos cucullati, tienen atributos fálicos que otorgaban la vida y protegían a los niños,
pero si nos vamos al plano funerario vemos que este cucullus recuerda a ese manto que cubre a
los fallecidos. Estrechamente relacionado con el mundo terrenal y el funerario, encontramos a
59 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Telesforo es el dios niño encapuchado de la vida y de la muerte que representa a uno de los
dioses de la fertilidad y la regeneración, tutela el sueño y la muerte.
Las representaciones de cucullatus tuvieron una gran difusión en Italia y en el resto de
provincias del Imperio, con gran incisión en la Gallia, Germania y Britania, y en menor medida
en Noricum y Egipto. En Hispania, según el investigador Salido Domínguez, encontramos 34
figurillas catalogadas de terracota y bronce de cucullatus romano. De todas ellas destacaremos
algunas en concreto:
En primer lugar, tenemos los diez cucullati que proceden de Clunia, en Burgos, de época
altoimperial, de los que solo se conocían cinco de ellos expuestos en el Museo de Burgos. Al
ser piezas que están huecas por dentro, entre otros rasgos, podemos suponer que serían
tintinnabula (SALIDO DOMÍNGUEZ 2015: 111). Paralelismo con este objeto lo encontramos
en Mérida, donde encontramos un tintinnabulum alejandrino de barro cocido, de color
amarillento, mide 13 centímetros de altura, es de forma acampanada y este coronado con un
sombrero picudo. Parece ser que se trata de un hombre de avanzada edad, de nariz aguileña.
Dos supuestas bolas fálicas cuelgan de las orejas y los pies le cuelgan del cuerpo (BLÁZQUEZ
MARTÍNEZ 1984-1985: 332).
En segundo lugar, vemos que de Augusta Emerita, procede el conjunto más numeroso de
cucullati encontrados en Hispania y que ha pasado desapercibido en algunos trabajos generales
sobre la cuestión. Están depositados en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida y allí se
han fechado a partir del siglo II d.C. (GIJÓN 2004:184-188). Siete figurillas de la colección
son huecas y conservan los orificios laterales, se trataría de un tintinnabulum, uno de ellos es el
ejemplo puesto anteriormente (Fig. 5).
60 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
parte inferior de las piezas para que colgaran las piernas de la figura (SALIDO DOMÍNGUEZ
2015: 115), que según el profesor Vaquerizo la aparición de piernas articuladas aisladas, pueden
informarnos sobre la presencia de otros cucullati y no siempre debieron de corresponder a
muñecas, marionetas o juguetes (VAQUERIZO GIL 2004: 252-253). Y a esto se le suma que
sus cuerpos son huecos, lo que nos da la opción de que pudieran ser tintinnabulum.
Por último, si nos acercamos a las representaciones hispanorromanas realizadas en bronce de
estos cucullati, encontramos que encarnan individuos encapuchados en diferentes actitudes sin
que fueran necesariamente niños. En Pollentia se localizó una figurilla que representaba a un
hombre muy delgado que viste el monto con capucha, es un hombre de avanzada edad, barbado
y portador de una antorcha (SALIDO DOMÍNGUEZ 2015: 118), y tras numerosas
suposiciones, recientemente se le ha relacionado con las tabernae de la ciudad y su relación con
atribuciones mágicas o supersticiosas (MORENO Y ORFILA 2014: 212).
CONCLUSIONES
En relación con la localización de estos sonajeros en zonas arqueológicas, concluimos que no
solo lo encontraremos en ámbitos funerarios, sino que además lo podemos ver en casas como
es el caso de Clunia. En consonancia podemos ver cómo, con la aparición del cristianismo y la
implantación absoluta de la inhumación, hay más posibilidades de que aparezcan sonajeros en
las tumbas infantiles porque se estima mucho más al niño. Sin embargo, hay que tener en cuenta
que no en todas ellas podemos encontrar sonajeros pues sabemos que no todos los niños eran
enterrados con todos los objetos que tenía en vida. Por lo tanto, enterramiento infantil no
implica que haya en la tumba un sonajero.
En segundo lugar, concluir que la funcionalidad de estos objetos, más allá de entretener y
calmar al niño cuando estaba inquieto, a lo largo de la historia hasta la Antigüedad no ha sido
otra que la de protección de los neófitos y de sus madres desde el momento en que se da a luz
hasta que el niño cumple los primeros años de vida; a excepción de la funcionalidad que se da
en el mundo egipcio, donde los sonajeros tienen la funcionalidad de instrumentos musicales en
los cultos a Isis. Otra diferencia se contempla en que, dependiendo de la época, en concreto el
periodo griego, estos sonajeros acompañaban no solo a los niños, las niñas y las madres, sino
que también acompañaban a los guerreros al combate para evitar los malos presagios y el mal
de ojo. En el caso de los fascina de época romana, se colgaban en las casas, en los talleres y en
el cuello del ganado, pero siempre con la misma función protectora.
En tercer lugar, en relación a la materia, concluimos que se podían dividir en dos grupos,
destacando los materiales perecederos, como son la madera, el barro, que no nos han llegado
hasta nuestros días y los materiales perdurables, de los cuales si nos llegan hasta hoy. En este
grupo destacamos tres materiales básicos: arcilla, cerámica, bronce. La elección de esta última
materia prima dependía de la clase social a la que perteneciera el niño.
En cuarto lugar, esta paulatina evolución, en cuanto a la tipología de los sonajeros, pudo deberse
o bien a una mayor especialización en su fabricación, permitiendo que cada se obtuvieran
figuras más perfectas, o bien se debe a un refinamiento en el gusto de las formas.
En quinto lugar, en relación con la época romana, por un lado, podemos decir que el elevado
número de pequeños amuletos fálicos encontrados y el extraordinario parecido entre unos y
otros parecen indicar que su uso entre los romanos estaba generalizado y para llevar a cabo este
parecido es necesario la existencia de moldes para su fabricación. Por otro lado, por la cual
concluimos que los sonajeros fascina tiene especial atención en época romana, es que
61 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
62 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Padilla del Duero (Valladolid), Memorias 6, TUCHMANN, J. (1878): La fascination, Les Livres
Valladolid: Junta de Castilla y León arqueología en de France, 1878.
Castilla y León, 1997.
VAQUERIZO GIL, D. (2004): Immaturi et Innupti:
SEIDEL, M. (2005): Arte y arquitectura de Egipto, Terracotas figuradas en ambiente funerario de
Könemann, 2005. Córduba, Colonia Patricia, Universitat de
SHAW, I. y NICHOLSON, P. (1995): Dictionary of Barcelona, 2004.
Ancient Egypt, Paperback, 1995.
WATTENBERG, F. (1959): La región vaccea.
SOLES, J.S. (2011): The Mochlos Sistrum and Its Celtiberismo y romanización en la cuenca media del
Origins. Metallurgy. Understanding How, Learning Duero, Consejo Superior de Investigaciones
Why, Philadelphia, 2011. Científicas y Diputación Provincial de Valladolid,
Bibliotheca Praehistorica Hispana, II, 1959.
SOLES, J.S. y DAVARAS, C. (1996): Excavations
at Mochlos 1992–1993, Hesperia 65, 1996. WILKINSON, R. (1992): Reading Egyptian Art: A
hieroglyphic Guide to Ancient Egyptian Painting
and Sculture, Thames & Hudson LTD, 1992.
TIRADRITTI, F. (1999): Egyptian Treasures from
the Egyptian Museum in Cairo, Hardcover, 1999.
63 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
64 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Esto produce fenómenos como el que en el siglo II la mayoría de los miembros del senado sean
provinciales, o que más adelante pocos sean los emperadores romanos que tengan su origen en
Italia, este proceso culmina con el edicto de Caracalla, por el cual el emperador dota a la
mayoría de los habitantes del imperio de la ciudadanía romana.
Este proceso de romanización llevaba asociado la construcción de una nueva sociedad basada
en elementos nunca antes vistos en las sociedades indígenas de Britania y la Galia por ejemplo,
tales como la configuración de las ciudades como núcleo, con la romanización cada vez más
gente pasó a vivir en las ciudades, este fenómeno viene dado por las comodidades y facilidades
que daban estas a sus habitantes, y es que está reconocido que los habitantes de las ciudades
podían acceder a un mayor número de bienes y servicios y por lo tanto gozaban de una mayor
comodidad que aquellos que seguían viviendo en el mundo rural. A su vez la implantación del
modelo romano en campos como la esclavitud y la agricultura introdujeron nuevas tecnologías
como el sistema de explotación agrícola romano o la acentuación de la esclavitud como
importante fuente de mano de obra para estas labores.
Otro ámbito donde se ve la acción de la romanización es en el del idioma, si bien es cierto que
numerosos pueblos indígenas perdieron su propia lengua debido al proceso de la romanización,
no es menos cierto que parte de su lengua perduró en el latín como préstamos lingüísticos, estos
idiomas no se perdieron en su totalidad y aun hoy en día las lenguas romances siguen teniendo
palabras indígenas no romanas, como es el caso del castellano y la pléyade de palabras de origen
ibero que lo pueblan.
Como vemos no se puede decir que el proceso de romanización ocurriera de la noche a la
mañana, fue un proceso largo y se considera que este proceso se inicia desde antes de la
conquista, es decir desde que los comerciantes y enviados romanos ya entablan relaciones con
los pueblos indígenas, este proceso naturalmente se verá acelerado con la conquista pero no
podemos verlo como un proceso de ruptura, sino un proceso que se llevaba viendo mucho antes
de que las legiones avanzaran por el territorio indígena.
EL PROCESO DE PROMOCIÓN POLÍTICA
Características generales
Ahora vamos a tratar de manera resumida las características generales de este proceso de
promoción política, sin duda hay que tener en cuenta que este proceso fue fundamental para la
integración de los territorios conquistados en el organigrama político romano, lo que hay que
tener claro es que a las elites indígenas subyugadas lo que más les interesaba era mantenerse en
su posición de poder y prestigio, y la colaboración con Roma era fundamental para asegurarse
este objetivo. Por ello mucha de la elite indígena anterior a la conquista romana siguió en sus
puestos de gobernadores una vez producida la ocupación pero ya asimilados a la cultura
romana, esto reforzó de manera muy notable el gobierno de Roma y por otro lado al tomar los
asientos de la vieja aristocracia republicana del senado, constituyeron un grupo de senadores
que apoyaban claramente el sistema del principado de Augusto, con lo cual el sistema de
gobierno romano salía reforzado en estos dos ámbitos, además al incluir a las elites indígenas
conquistadas en el sistema de gobierno romano se aseguraban que permanecieran leales.
Estos nuevos senadores provinciales accedían al cargo gracias sobre todo a que anteriormente
habían desempeñado cargos políticos en sus ciudades natales, aunque como bien remarca
Caballos Rufino, el proceso de ascenso era algo mucho más complejo y no se puede hacer una
generalización a la hora de explicarlo (CABALLOS RUFINO 1993: 8). Ciertamente en el
mundo romano para acceder al cargo de senador anteriormente se debían de haber realizado
una serie de magistraturas pertinentes que dan acceso a dicho organismo, pero también es cierto
que para poder pertenecer a este ordo senatorial se debía de tener una riqueza determinada y
65 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
un prestigio social elevado lo que hacía que muy poca gente, incluso de los más ricos de los
patricios, pudieran acceder al senado, esto es una característica fundamental pues el senado irá
derivando poco a poco en un organismo anquilosado y ocupado por las mismas familias
aristocráticas durante decenios.
Lo que si podemos ver es que para acceder al cargo de senador, antes había que cumplir una
serie de requisitos, a saber, tras las reformas de Augusto del senado, Calígula en el 38 d.C.
concedió la laticlave a miembros del ordo ecuestre lo cual configuró de manera definitiva el
conocido como ordo senatorial que pasaría a estar formado casi exclusivamente por los
caballeros que decidiera el emperador, por ello a partir de aquí la única vía de acceso al senado
era pertenecer a este ordo senatorial además de haber poseído la magistratura de la cuestura.
En resumen, para poder acceder al senado los caballeros antes debían de gozar de la laticlave,
y como esto era una prerrogativa del emperador, muchos de los caballeros se esforzaron en
ganarse el favor de este y así poder acceder al selecto grupo senatorial. De hecho, esta
prerrogativa imperial permitió a la mayor parte de los hispanos que fueron senadores llegar a
dicho cargo.
Sin embargo, este hecho no fue eterno, ya que el desempeño de la magistratura de la cuestura,
dejo de ser la única vía de acceso al senado en el 48, cuando el emperador Claudio creó la
adlectio, que consistía que el emperador, en calidad de censor, incluía en las categorías del
senado -cuestores, tribunos o pretores- a gente que anteriormente no había ejercido la
magistratura correspondiente. Como ejemplo clarificador de este proceso Caballos Rufino nos
cita que en el año 47-48 se incluyeron en este proceso a tres individuos adlecti inter tribunicios,
personas que sin haber desempeñado el cargo de tribuno de la plebe habían entrado en la carrera
senatorial habiéndoles eximido de tener que desempeñar dicho cargo (Caballos Rufino 1993:
10). Sin embargo Claudio no hizo demasiado uso de esta prerrogativa e incluso hizo leyes
encaminadas a evitar que los senadores provinciales desplazaran a los itálicos, por ejemplo,
obligó a aquellos que querían pertenecer al prestigioso organismo a invertir casi 1 millón de
sestercios en suelo itálico, con el doble objetivo de evitar la marea de provinciales en el senado
y por otro lado, que los pocos provinciales que accedieran a dicho organismo, tuvieran un apego
económico por la península itálica.
La provincia Bética
A la hora de explicar la importancia de la Bética en este proceso hay que señalar primero una
característica fundamental que tuvo un avance inexorable según el imperio evolucionaba, y es
que la península itálica se empobrecía, ya fuera por las guerras civiles o simplemente por la
decadencia, lo cierto es que las provincias del imperio romano se fueron enriqueciendo y
tuvieron un dinamismo mucho mayor que la península itálica, esto es ciertamente visible en las
provincias orientales, ricas y dinámicas desde cientos de años atrás, pero también es cierto que
las provincias occidentales empezaron a despuntar como verdaderos centros de riqueza, en este
apartado destaca la Bética que era una de las provincias más ricas de occidente, no es de extrañar
que con el paso del tiempo los provincianos fueran remplazando más y más a los itálicos de los
puestos de poder y gobierno del imperio, esta situación será especialmente destacable en época
de Vespasiano.
De hecho hay que tener muy en cuenta el papel que jugó el emperador Vespasiano a la hora de
promover a los provincianos Béticos a puestos de poder, tenemos numerosos ejemplos de
personas que accedieron al cargo en su época, en especial el caso de dos ciudades, Hispalis y
Siarum, la primera fue fundada por César y aportó en época de dicho emperador hasta 12
senadores pertenecientes a seis familias diferentes, mientras que Siarum aportó 7 senadores
pertenecientes a una única familia, los Messi Rustici. El ascenso de esta gente al senado iba
66 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
estrechamente ligado a las capacidades económicas de dichas familias y sobre todo al desarrollo
agrícola y comercial de ambas ciudades (CABALLOS RUFINO 1993: 9-15).
Sin embargo, si estudiamos el origen de los senadores provinciales promovidos al senado
romano es de destacar que en su mayoría provienen de ciudades creadas ex Novo, es decir, de
colonias creadas por los romanos cientos de años atrás, el mejor caso es el anteriormente citado
caso de Híspalis, ciudad creada por César en la que se asentaron en su práctica totalidad
poblaciones itálicas, en su mayoría, soldados retirados del ejército. Estos senadores procedían
de familias de un linaje muy antiguo y prestigioso, generalmente con una estirpe itálica, el
ejemplo nuevamente lo constituyen los emperadores Adriano y Trajano, que, aunque nacidos
en la Bética, sus orígenes eran de poblaciones itálicas asentadas allí.
Por lo tanto, no se nos debe escapar este fenómeno, pues puede llevarnos a error pensar que la
mayor parte de la gente que era promovida al senado romano era gente de origen indígena, nada
más lejos de la realidad, la prosopografía nos da muestras gracias a los apellidos familiares de
que la mayoría de los provincianos que accedieron al senado, al menos en esta época inicial del
imperio, tenían un origen itálico.
Un ejemplo es el caso de P. Aelius Hadrianus Afer, cuyos orígenes familiares se encuentran en
Hadria, en el Piceno, él sin embargo nació en Itálica y empezó su carrera durante el gobierno
de Vespasiano obteniendo la laticlave, esta persona es fundamental, pues es el padre del futuro
emperador Adriano y nos da buena muestra del fenómeno anteriormente explicado.
Excepciones hay en todos lados y en este aspecto no iba a ser lo contrario, por ejemplo, tenemos
el caso de M. Annius Herennius Pollio, que por el propio gentilicio Herennius nos deja entrever
que se tratase esta vez sí, de una familia de origen indígena. (CABALLOS RUFINO 1993: 17).
Aun así, nuevamente hay que recordar que lo más seguro es que estas familias indígenas se
acabaron mezclando con otras familias itálicas, en efecto el proceso de matrimonios entre la
elite indígena y la elite romana fue algo sustancial e importantísimo para entender la propia
romanización. Y es prácticamente imposible determinar la “pureza” indígena de las personas
que accedían al cargo senatorial.
En base al nombre del individuo podemos intentar conocer si era un indígena romanizado o un
descendiente de colonos romanos, también destaca la adscripción a las tribus, en la Bética
sabemos que las principales familias fueron la Galeria y la Sergia, tampoco no hay que olvidar
que los praenomina tienen un valor relativo pues muchas veces solamente ayudan para adscribir
al individuo a una familia del mismo gentilicio, y aquí evidentemente interviene el factor de si
dicha familia era o no conocida, por lo que no podemos hacer generalizaciones ya que la
mayoría de estos nombres son muy comunes (GONZÁLEZ ROMÁN 2001: 174-175).
Como se afirmó, las ciudades ex Novo eran sin duda alguna las principales aportadoras de
senadores, pero tampoco es justo no destacar que los municipios, anteriores ciudades indígenas,
aportaron también, el caso más relevante es el de Gades, que siguió siendo un centro comercial
y cultural y por ello consiguió aupar al senado a varias familias ricas de la ciudad, tales como
los Annii Veri, esta familia contrariamente a lo que se pensaría, basó su riqueza más en la
explotación agrícola que en la actividad comercial, y sea como fuese la inversión les salió
bastante bien. (CABALLOS RUFINO 1984: 335-339)
Si bien las anteriormente citadas ciudades pudieron aportar casi el 64% de los senadores de la
Bética, el resto también merecen su mención, en este sentido destacaremos las ciudades de
Tucci, Iulipa, Saepo, Carteia, Iliberri, Ucubi, Iulia y Siarum (fig. 1), aunque en su mayoría
solamente aportaron de media cinco senadores no hay que menospreciar su contribución, pues
nos da buena muestra de que en dichas ciudades existía una elite bien configurada y con un
poder y prestigio que llegaba a la propia Roma. Para finalizar también es curioso el dato de que
tenemos hasta 21 senadores de origen indeterminado, una cantidad bastante generosa y que de
67 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Este hecho fue fundamental para permitir que las elites provinciales accedieran a dicho
organismo, estas elites formaban parte del conocido grupo de homines novi, hombres nuevos
que tendrán su mayor importancia durante el principado de Augusto. Estos hombres nuevos se
caracterizaban por sus amplias cualidades, sus capacidades administrativas y sobre todo por su
cercana relación con los emperadores, normalmente estos hombres nuevos eran descendientes
del orden ecuestre y mediante la inclusión de este grupo al senado por parte de los emperadores,
se consiguió que las elites provinciales accedieran al mismo. A pesar de que en el principado la
mayoría de estos eran de origen itálico, en el siglo II la decadencia de la península itálica
propició que se reclutara cada vez más hombres nuevos de las provincias.
68 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Como datos tenemos que en época de Nerón solamente había 50 senadores de origen
provinciano, fundamentalmente de la Bética y el sur de la Galia, en época de Antonino Pio el
número de senadores provincianos e itálicos ya era parejo para culminar en época de Marco
Aurelio cuando los senadores provincianos eran clara mayoría en el senado (ALFÖLDY 2012:
172).
Este desplazamiento del eje del imperio hacia las provincias dentro del senado no acarreó por
sí mismo unos cambios sustanciales dentro del propio senado y su actuación, siempre se ha
entendido que los senadores provinciales tenían los mismos intereses que los senadores itálicos,
y básicamente haciendo una gran generalización esto era así, los objetivos de ambos colectivos
eran los mismos, aunque de diversos orígenes la gente que acababa en el senado solía compartir
los mismos intereses que sus compañeros magistrados, por lo cual no hay que pensar que este
suceso provocara cambios sustanciales en la ordenación del imperio a nivel político o
administrativo.
Respecto a este aspecto hay que tener claro que, durante el imperio, el senado fue un órgano
supeditado al emperador, que, aunque podían alcanzar cotas de poder mayores con ciertos
emperadores, lo cierto es que el senado era un falso espejismo para la aristocracia, una reliquia
del periodo republicano que apenas tenía libertad de actuación política o gubernativa en el
imperio. Ejemplos son:
Primero tenemos a Alfius Maximus, que gracias a su participación en los juegos seculares
sabemos que pertenecía al orden senatorial, su pertenencia a la familia de los Alfii nos hace
pensar en que su origen estuviera en Tarraco (CABALLOS RUFINO 1990: 48).
Seguimos con M. Annius Libo, originario de Gades, aunque su familia procedía de Ucubi, este
personaje destaca sobre todo por ser tío paterno del emperador Marco Aurelio al ser hermano
de Annia Galeria Faustina, esposa de Antonino Pio (CABALLOS RUFINO 1990: 59).
Como tercer ejemplo encontramos a P. Cornelius Anullinus (fig. 2), senador cuyo origen se
encuentra en Iliberi, la actual Granada, tuvo un fulgurante ascenso político durante los siglos II
y III, llegando su hijo homónimo incluso a ejercer el consulado, se trata sin duda alguna del
personaje de más renombre e importancia que aportó Iliberi al senado romano, siendo incluso
amigo del emperador Septimio Severo (PASTOR MUÑOZ 2013: 36).
Orden ecuestre
El orden ecuestre era numéricamente mucho más amplio que el anteriormente descrito ordo
senatorial, como dato, Dión Casio nos habla de que, para tiempos de Augusto, en Roma durante
la parada ecuestre anual, participaban hasta 5.000 miembros del orden, precisando de nuevo,
que solo se trataba de los
que se hallaban en ese
momento en Roma, se
estima que en estos
mismos tiempos su
número podía llegar hasta
las 20.000 personas en
todo el imperio
(ALFÖLDY 2012: 178).
69 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Hay que tener en cuenta que al contrario de lo que sucedió con el orden senatorial, en el orden
ecuestre al menos teóricamente, no se heredaba la condición de caballero del padre, de hecho
el ingreso en el orden era un honor individual, no familiar por ello no había ninguna regla escrita
que hiciese que los hijos del caballero fueran directamente incluidos en dicho orden, esta como
dije es la teoría, en la práctica tenemos datos de las fuentes que nos hablan de que la mayoría
heredaba el honor y que muy pocas personas descendientes de estos caballeros eran apartadas
de dicho grupo.
En cuanto a los requisitos para acceder al mismo, las fuentes nos hablan de que la renta mínima
para acceder al cargo eran 400.000 sestercios hay que aclarar no obstante que el orden ecuestre
era un grupo extremadamente heterogéneo en el ámbito económico, habría caballeros que
apenas tenían para subsistir, y al mismo tiempo podía haber caballeros que eran más ricos que
algunos senadores, por lo cual a la hora de analizar este proceso no podemos hacer
generalizaciones.
Otra característica del orden ecuestre era su extraordinaria movilidad social, es decir las clases
humildes podían acceder a dicho orden sencillamente si reunían los requisitos económicos, y
muchos caballeros pasaron a engrosar las filas de senadores.
Un dato especialmente relevante es que muchos líderes indígenas durante el principado de
Augusto pasaron a engrosar las filas de los caballeros, este suceso se verá aumentado en los
años posteriores conforme más y más provincianos accedan a este orden, esto es algo lógico
puesto que muchos provincianos reunían los requisitos económicos para poder acceder al orden
y como ejemplo tenemos que en la ciudad de Gades había no menos de 500 caballeros.
Una vez en el orden ecuestre, normalmente desempañaban un cargo relacionado con la
administración, en el caso de los caballeros procedentes del orden decurional estos
sencillamente seguían en sus cargos, siendo al mismo tiempo miembros tanto del orden
decurional como del orden ecuestre, el resto de caballeros que habían ascendido al orden
mediante la carrera militar como centuriones, ocupaban los cargos de prefectos y procuradores.
La norma general de todos modos era que inicialmente desempeñaran cargos públicos en sus
ciudades de origen, destacando sobre todo el ejercicio del cargo de praefectus fabrum, una vez
realizada esta parte de este particular cursus honorum, pasan a formar parte del estamento
militar mediante el desempeño del cargo de comandante de las tropas.
En cuanto a sus relaciones con el senado, hay que tener en cuenta que las relaciones iban
dirigidas de un lado a otro, no era nada extraño los matrimonios entre familias de estos dos
órdenes, y tampoco era nada inusual que miembros destacados del orden ecuestre acabaran
siendo senadores, a pesar de que los emperadores intentaron delimitar los dos órdenes lo cierto
es que la clase alta del orden ecuestre acaba formando antes o después del orden senatorial.
Algunos ejemplos son:
L. Alfenius Avitianus, ejemplo más que esclarecedor del proceso de promoción de los hombres
nuevos, que sepamos era hijo de un caballero y debido a sus cualidades administrativas estuvo
incluido dentro del grupo de los homines novis, hecho que le proporcionó el gobierno de la
recién reorganizada provincia de la Panonia Inferior por el emperador Caracalla (CABALLOS
RUFINO 1990: 45).
Otro ejemplo es L. Annaeus Seneca, el famoso filósofo, otro hijo de un caballero, nacido en
Corduba, el propio nomen nos informa de que podría tener raíces celtas, Seneca viajó muy
pronto a Roma donde destacaría en la corte de Nerón (CABALLOS RUFINO 1990: 55).
Un tercer ejemplo lo constituye C. Calpurnus, del cual Caballos Rufino nos habla que debido a
que ejerció una magistratura baja del vigintivirato nos es posible conocer que sería uno de los
primeros miembros de esta familia en acceder al senado (CABALLOS RUFINO 1990: 94).
70 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Por último, hablaremos de P. Acilius Attianus, famoso personaje de la época del emperador
Adriano, se cree que nació también en Itálica antes del 86 d.C., constituye uno de los casos más
enigmáticos, lo cierto es que fue adscrito al senado mediante el proceso de la adlectio por el
emperador Adriano, más por motivos políticos que por motivos de recompensa para así poder
despojarle de la prefectura (CABALLOS RUFINO 1990: 31).
CONCLUSIONES
Como podemos ver el proceso de promoción política de las elites indígenas al senado romano,
y en general, a las altas esferas del gobierno del imperio es un proceso que va íntimamente
ligado al proceso de la romanización, este proceso a su vez no es nada generalista y varía de
unas zonas a otras tanto cronológicamente como socialmente.
La romanización es un proceso íntimamente ligado al de promoción política por tratarse no solo
de la “transformación” de las gentes, sino también del espacio puesto que también conllevó la
implantación de numerosas colonias romanas en el territorio hispano, además de la
municipalización de centros indígenas, no hay que olvidar que la mayoría de los hispanos
promocionados a las altas esferas romanas, aunque nacidos en la península ibérica, sus
antepasados provenían de suelo itálico, por ello no se debe entender este proceso como una
promoción de las anteriores elites indígenas romanizadas a altos organismos, si no, al menos
en un principio, la promoción de elites locales de estirpe romana.
El papel de los llamados hombres nuevos fue fundamental, pues en este amplio grupo social
que en su mayoría sus miembros estaban encuadrados en el orden ecuestre los provincianos
encontraron una forma de poder acceder al organigrama romano de las altas esferas, estos
nuevos “burócratas” fueron la puerta de entrada de las elites locales a los altos cargos de poder
del imperio.
Puede solo fuera cuestión de tiempo que este proceso llegase a culminar, visto sobre todo el
proceso de decadencia de la península itálica antes referido, sin embargo, los otros fenómenos
aquí destacados ayudaron sin duda alguna a que un selecto grupo de la elite provincial viera
cumplidos sus sueños de poder acceder a las altas esferas romanas.
Efectivamente la provincialización del imperio era un proceso evolutivo que no podía
detenerse, la gran extensión del imperio unido a la basta heterogeneidad en sus dominios
provocó que el proceso de provincialización fuera algo que tarde o temprano acabaría
sucediendo, sobre todo y más teniendo en cuenta que en términos demográficos la población
de la península itálica apenas suponía el 10% de la población total de un imperio que en sus
puntos álgidos y con las estimaciones más generosas alcanzaría los 70 millones de habitantes.
Por ello es de entender que fuera totalmente imposible que solamente las personas de la
península itálica pudieran ejercer el control del imperio a lo largo de su extensa historia,
teniendo que servirse para ello de las provincias, donde, al fin y al cabo, había una gran cantidad
de población de origen itálico resultado de las anteriores colonizaciones, siendo estos grupos
los más influyentes y predispuestos a la hora de acceder a cargos de envergadura. Esto no quiere
decir que los indígenas romanizados no ejercieran estos cargos, lo hicieron, pero la verdad es
que es prácticamente imposible determinar solamente en base al propio nombre de la persona
si es de origen itálico o indígena, teniendo en cuenta además el amplio proceso de mezcolanza
entre romanos e indígenas durante las colonizaciones.
En definitiva, el proceso de la provincialización del imperio fue algo inevitable debido a la
amplia extensión geográfica y demográfica del propio imperio, esto unido a la progresiva
decadencia de la península itálica y a los intereses de los propios emperadores provocó que cada
vez más provincianos pudieran acceder a los altos cargos del imperio, estando en este grupo un
71 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
nutrido contingente de población procedente de la Bética, provincia que era sin duda alguna
una de las más ricas, urbanizadas, y romanizadas de todo el occidente imperial.
BIBLIOGRAFÍA
ALFÖLDY, G. (2012). Nueva historia social de provincia Hispania ulterior Baetica. En J. F.
Roma. Universidad de Sevilla, Sevilla. Rodríguez Neila (coord.), Actas del I coloquio de
Historia antigua de Andalucía vol. II (pp.7-40).
BLÁZQUEZ, J.M. y ALVAR, J. (1996). La Cajasur. Córdoba.
romanización en occidente. Actas, Madrid,
CABALLOS RUFINO, A. (1990). Los senadores
CABALLOS RUFINO, A. (1986). La romanización hispanorromanos y la romanización de Hispania
de las ciudades de la Betica y el surgimiento de (siglos I-III). Prosopografía. Graficas Sol. Écija.
senadores provinciales, Revista de Estudios
Andaluces 6, Sevilla, 1986, pp. 13-26. GONZÁLEZ ROMAN, C. (2001). Prosopografía y
romanización de las elites: a propósito de la Hispania
CABALLOS RUFINO, A. (1984). Introducción al meridional en época republicana. En J. L. López
estudio del origen local de los senadores Béticos en Castro (ed.), Colonos y comerciantes en el Occidente
el alto imperio. En O. García de la Fuente (coord.), mediterráneo (pp.171-184). Universidad de
Actas del II congreso andaluz de estudios clásicos. Almería. Almería. 2001.
Vol. I (pp. 335-342). Sociedad Española de estudios
clásicos. Málaga. PASTOR MUÑOZ, Mauricio (2013). La estructura
social de Iliberis según la epigrafía, CEHGR 25,
CABALLOS RUFINO, A. (1993). Los miembros Granada, 2013, pp. 29-48.
del senado de época de Vespasiano originarios de la
72 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
73 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Se conoce gracias a la crónica de Ahmad al-Razi que la ciudad fue construida bajo el mandato
del quinto emir de Córdoba, Muhammad I, quien gobierna el emirato desde 852 hasta el 886.
Se considera su reinado como un momento de revitalización del tejido urbano mediante la
fundación de nuevas ciudades y la reutilización de antiguas ocupaciones. Se ha considerado que
estos elementos estarían ligados a la lucha contra las diferentes amenazas que el poder cordobés
sufría en la Península, tanto cristianas como árabes (MAZZOLI-GUINTARD 2011b: 18; GIL-
BENUMEYA 2018: 5).
En cuanto a la fecha de fundación, pocos datos se tienen puesto que las fuentes no la mencionan,
sin embargo, se considera que la creación de esta nueva ciudad tendría lugar en los momentos
anteriores a la primera fitna, posiblemente entre los años 853 y 865, momentos de máximo
esplendor de las construcciones emirales (MAZZOLI-GUINTARD 2011b: 22).
Si buscamos las causas propuestas para la fundación de la ciudad, nos encontramos con una
serie de cambios historiográficos que nos han dado cuatro grandes teorías. La primera teoría,
surgida en los años 50, considera que la fundación de la ciudad se debió a las campañas de
Ordoño I, creándose la ciudad como un elemento de defensa frente a este. La segunda teoría,
aparecida en los años 80, considera que el objetivo de la construcción de la ciudad era recuperar
el control del territorio por parte de los Omeyas que habría sido perdido debido a una serie de
revueltas en Toledo. La tercera teoría, sostiene que su construcción se debe a un proceso de
reordenación territorial realizado por los Banu Salim, puesto que el Emirato no garantizaba su
protección frente a enemigos como podía ser Toledo o los Banu Qasi. La última teoría,
considera que la fundación de Mayrit sería una obra realizada por un rebelde y que sería
insumisa al poder de Córdoba hasta su entrega a Abd al-Rahman III (MAZZOLI-GUINTARD
2011b: 20 – 22).
De lo que si tenemos constancia sobre la fundación de la ciudad, es que en los momentos
posteriores a su fundación no se trataría de una ciudad propiamente dicha, sino de un hisn, algo
que podría indicar su mayor carácter militar, y posteriormente se convertirá en una madina.
Esto se conoce gracias al texto Muqtabis, donde en primer lugar se nos habla de Mayrit como
hisn para posteriormente, durante el gobierno de Abd al-Rahman III, en época califal, se la
defina como madina (MAZZOLI-GUINTARD 2011b: 23).
El nombre de Mayrit
El significado del nombre de Mayrit a día de hoy es desconocido para los investigadores, por
lo que únicamente se puede hablar de hipótesis. Al igual que con el origen de la ciudad,
podemos hablar de dos grandes hipótesis sobre el nombre de la ciudad
La primera hipótesis es la utilizada por los que consideran que los primeros pobladores de la
ciudad de Madrid no fueron los árabes, sino que hay que buscarlos en momentos anteriores.
Estos investigadores, como es el caso de Jaime Oliver Asín, considera que el nombre de Mayrit,
deriva del nombre visigodo de la ciudad de Matrice, la cual es concebida por estos como la
primera gran ocupación de la zona (CORRIENTE 1990: 88).
La segunda hipótesis considera que el término Mayrit es un nombre propiamente árabe, aunque
no se conoce su significado. Este nombre nacería de la unión de Mayra y el sufijo -it, algo que
haría referencia a los cursos de agua que se observan en la ciudad (GIL-BENUMEYA 2018:
24).
74 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
EL URBANISMO DE MAYRIT
El amurallamiento de la ciudad
Las murallas de la ciudad de Madrid han sido objeto de un continuado debate historiográfico
sobre cómo se articulaba, sus límites, la función de los elementos que se incluyen en cada una
de las murallas y la cronología de cada una de las murallas (MAZZOLI-GUINTARD 2011b:
23).
Para poder hablar del amurallamiento de la ciudad, hay que tener en cuenta un factor clave. Las
murallas existentes en la ciudad de Madrid no deben ser vistas como un único elemento, sino
que se debe considerar la existencia de dos cinturones de muralla.
De esta manera, nos encontramos con dos murallas, la primera de ellas rodearía a la Almudena
o alcazaba y parte de la ciudad, mientras que la segunda sería la encargada de rodear la gran
mayoría de la ciudad (MONTERO VALLEJO 1987: 67).
Hay que tener en cuenta que el segundo de los lienzos de muralla engloba al primero de ellos
reutilizando los lienzos del sur y este de la primera muralla. Esta diferenciación fue realizada
en primer término por la forma de sus torres, debido a que las de este primer recinto presentan
una forma cuadrangular, mientras que las del segundo son de forma circular (MAZZOLI-
GUINTARD 2011B: 23).
En la actualidad, se considera que la única muralla de origen andalusí sería la que rodearía la
alcazaba y parte de la ciudad. El origen de la segunda de las murallas se ha fechado en época
cristiana, aunque gran parte, sino la totalidad, de los edificios que quedaron en su interior
datarían de época andalusí, debido a la construcción de dos arrabales en torno a la ciudad
(MENA MUÑOZ et al., 2003: 32 – 34).
Si hacemos un recorrido por esta muralla partiendo de la Puerta de la Vega la muralla giraría
hacia el este hasta llegar a la actual Capitanía General de Madrid, volviendo a torcer esta vez
hacia el norte, lugar donde se situaría la Puerta de Santa María (entre el Palacio de Consejeros
y el Palacio de Abrantes), subiría por las calles Factor y San Nicolas hacia la Calle Bailén y
volvería a girar hacia el oeste hacia el Palacio Real. Aunque el recorrido desde este punto hasta
la Puerta de la Vega se ha perdido se conoce gracias a diferentes planos que la continuación de
la muralla se situaría debajo de la Catedral de Almudena (MONTOLIU 1996: 40 – 41; MENA
MUÑOZ et al., 2003:52 - 56).
Esta muralla estaría realizada en su parte inferior por grandes bloques de sílex mientras que en
su parte superior los bloques estarían elaborados en caliza. Además, se ha constado la existencia
de un total seis torres de planta cuadrangular (3.30 x 2.40 metros) que estarían separadas por
alrededor de quince metros (MENA MUÑOZ et al., 2003:52 - 56).
La Alcazaba o la Almudena
Como ya hemos dicho, podemos dividir la Madrid musulmana en dos grandes partes, una
alcazaba o almudena y la propia medina.
La presencia de una alcazaba se considera un elemento característico de las ciudades islámicas,
tratándose estas de un pequeño reducto fortificado el cual sería el lugar de residencia de las
grandes autoridades de la ciudad (MAZZOLI-GUINTARD 2011a: 100).
Aunque no se sabe a ciencia cierta la ubicación de la alcazaba debido a la escasez de fuentes,
tanto literarias como arqueológicas, se ha considerado la posibilidad de que estuviera situado
75 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
76 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
podría tener un pequeño lugar de culto, siendo posible que su alminar fuera reutilizado para la
construcción de la iglesia mudéjar de San Nicolás (CASTELLANOS 2011: 32).
El abastecimiento hídrico
Para las ocupaciones previas de la zona cercana a Madrid, el abastecimiento de agua se realizaba
con un sistema simple y directo que no necesitaba de modificaciones puesto que el arroyo de
San Pedro (actual calle Segovia) bastaba para abastecer estos escasos núcleos poblaciones y
huertas (JIMÉNEZ RAYADO 2011: 89).
Tres son los elementos documentados que servirían para llevar el agua a la ciudad.
En primer lugar, nos encontramos con los pozos los cuales serían una de las principales formas
de obtener agua debido a la elevada cantidad de acuíferos subterráneos. Es tal su importancia,
que nos encontraremos topónimos que indicarían la elevada cantidad de estas estructuras, como
el caso del Pozo del Tío Raimundo en Vallecas. Sin embargo, todos los hallazgos provienen de
la zona de extramuros, puesto que es donde más se ha excavado, sin embargo, hay que tener en
cuenta que posiblemente la gran mayoría de las casas del interior de la muralla tuvieran un pozo
privado en su patio (JIMÉNEZ RAYADO 2011: 92 – 93).
En segundo lugar, nos encontramos con las norias. En la misma Plaza de Oriente se
documentaron, entre los veinte pozos mencionados, seis que presentaban una forma
rectangular, lo que podría suponer la presencia en estos de una noria que trasladara a la
superficie el agua en grandes cubos. Posiblemente estas norias, al tratarse de agua de un acuífero
subterráneo estarían movidas por animales (JIMÉNEZ RAYADO 2011: 95 – 96).
Por último, nos encontramos con los canales, cuya existencia fue probada gracias a la
excavación en la Plaza de los Carros, sin embargo, y a pesar de que se ha mencionado la
existencia de una serie de qanats estos no se han llegado a documentar. Una de las principales
hipótesis considera que estos canales no transportarían agua destinada al consumo humano,
debido a su posible nacimiento como un asentamiento miliar dado que en un caso de asedio la
no existencia de cubierta en los canales podía hacer que el enemigo envenenara el agua o cortara
su suministro (JIMÉNEZ RAYADO 2011: 97 – 100).
LAS EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL MADRID ISLÁMICO
Durante los primeros años del siglo XVIII y durante todo el siglo XIX se realizaron en Madrid
las primeras excavaciones arqueológicas, llevadas a cabo en la mayor parte de los casos por la
Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas y por la Junta Superior de
Excavaciones y Antigüedades (MENA Y NOGUERAS 1990: 225).
La gran mayoría de las intervenciones se irían realizando, principalmente desde el año 1985, en
el casco urbano de la ciudad tendrían como objetivo el proteger las dos zonas amuralladas tras
el descubrimiento en 1954 de esta (MENA Y NOGUERAS 1990: 225 - 227).
Con el paso de los años, el crecimiento urbano de la ciudad y las actuaciones en el casco antiguo
han permitido el conocimiento de la riqueza arqueológica de la zona. Además, se ha pasado de
unas actuaciones arqueológicas que buscaban únicamente recuperar el mayor número de restos,
a trabajos de gran calado que aportan nuevos datos sobre la historia de Madrid (NOGUERAS
y MENA 1990: 247).
Uno de los grandes problemas a la hora de realizar estudios sobre el Madrid islámico, a través
de la arqueología, es la escasez de excavaciones que se han realizado a lo largo de la historia,
77 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
78 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
79 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Excavaciones extramuros
Al contrario de lo que ocurre con las excavaciones en el interior del recinto amurallado de época
islámica, en las zonas fuera de la muralla se han realizado una veintena de intervenciones en
las que se ha documentado materiales y estructuras de época islámica.
En este sentido, vamos a destacar alguna de estas intervenciones por su importancia.
En primer lugar, destacar la excavación llevada en la Plaza de los Carros, donde se documentó
un “viaje de agua” de época hispanomusulmana. Este viaje de agua presenta una sección
rectangular, andén lateral y canal forrado con piedras, permitiendo que el agua bajara de este a
oeste. Sin embargo, se trata de un sistema primitivo que carece de revestimiento. Además, en
esta misma intervención, se documentaron varios silos con restos de cerámica musulmana y
una cueva con su pozo de construcción en cuyo interior se documentaron igualmente restos de
cerámica musulmana. La cronología de las cerámicas, fechadas entre el siglo VIII y el siglo XI,
demuestran la existencia de un núcleo de viviendas que se encontraría fuera de los límites de
las murallas pudiendo hablarse de la existencia de un arrabal en esta zona (PRIEGO 1990)
Otra de las excavaciones a destacar es la realizada en 1983 en el número 22 de la Cava Baja.
Durante esta excavación se documentó parte del segundo amurallamiento y un torreón
semicircular trabado sobre el lienzo de muralla. La importancia de esta excavación reside en la
posibilidad de excavar las fosas de construcción de la muralla, pudiendo datar la construcción
de la muralla. Esta muralla fue construida sobre un nivel repleto de cerámica de época islámica,
pudiendo ser estos materiales de desecho que, en el momento de la construcción de la muralla,
al estar colmatados, serían considerados como suelo firme. De esta manera se ha podido
considerar que el segundo amurallamiento de la ciudad tendría un origen posterior a la conquista
de la ciudad fechándose entre finales del siglo XI y principios del siglo XII (SOLER y TURINA
1990).
Un tercer lugar destacable donde se llevaron a cabo intervenciones arqueológicas fue en el solar
de la “Casa de San Isidro”. Aunque la mayor parte de los hallazgos provienen de la
documentación del palacio de los Condes de Paredes, también se han documentado una elevada
cantidad de elementos islámicos. De época musulmana se han documentado un total de cuarenta
y cinco silos y pozos, de los cuales únicamente se conserva la parte excavada sobre el geológico
de la ciudad. Además, se ha documentado, en uno de los pozos, excavados materiales de
cronologías cristianas los que demuestra que estos fueron reutilizados en los momentos
posteriores a la conquista cristiana de la ciudad (VALLESPÍN et al, 1990).
Como ya hemos mencionado, no son únicamente estas tres las excavaciones realizadas en la
zona de extramuros de Mayrit. Sin embargo, por falta de espacio, no vamos a nombrar todas
aquellas intervenciones en las que se han documentado restos islámicos, sino que hablaremos
de ellas de una manera más generalizada.
Tal como hemos visto en la excavación de la “Casa de San Isidro”, los silos jugaron un papel
fundamental en el Madrid islámico. Es por esto por lo que serán las únicas estructuras
documentadas en el resto de las excavaciones realizadas en la zona de extramuros de la ciudad,
aparte del “viaje de agua” de la plaza de los Carros. De esta manera se llegan a contabilizar más
de cien estructuras de este tipo en los diferentes solares documentados (PÉREZ VICENTE
2004: 192).
En cuanto a las cronologías, estas vendrían dadas por las cerámicas, que, en la mayor parte de
los casos, provienen del interior de los silos excavados. Con las cronologías dadas se ha podido
80 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
mostrar la existencia de varias zonas habitadas a extramuros de la ciudad entre los siglos IX, ya
en momentos cercanos a su fundación, hasta los siglos XI y XII (PÉREZ VICENTE 2004: 193
– 194).
POLÍTICA Y CONQUISTA CASTELLANA
Mayrit en la política andalusí
Desde su fundación hasta la caída del Califato con la fitna, Madrid se encontraba en una
situación de dependencia frente al poder andalusí residente en Córdoba, algo que se puede
observar en que serán los califas de Córdoba los encargados de establecer y destituir a los
gobernantes de la ciudad. Sin embargo, a partir de la desaparición del poder califal, Madrid va
estrechando sus relaciones con la ciudad cercana de Toledo, algo visible puesto que en el
Madrid de la época taifa circulan monedas acuñadas en Toledo (MAZZOLI-GUINTARD
2011a: 189 – 193).
El asesinato del heredero de Almanzor, por los partidarios de al-Mahdi, el 3 de marzo de 1009
supuso el fin del califato dejando un gran vacío de poder. Aprovechando este vacío las elites de
las ciudades fueron asumiendo este poder como es el caso del cadí Abu Bakr Ya`is b.
Muhammad, aunque posteriormente el nuevo soberano de la taifa de Toledo sería Isma`il de la
familia de los Banu Di l-Num. El gobernante más importante de la taifa será su hijo al-Ma`mun
quien será el encargado de embellecer y revitalizar Toledo (MAZZOLI-GUINTARd 2011a:
195 – 197).
Madrid seguirá los derroteros de la Taifa de Toledo tras la finalización de una revuelta de
carácter política-religiosa. Las fuentes mencionan que esta rebelión tendría lugar durante el
gobierno del Muhammad III (1024 – 1025). Esta insurrección surgiría de la mano de un
personaje que intentaría hacerse pasar por el hijo del califa Muhammad II consiguiendo, tal
como muestran las fuentes, el apoyo de parte de la ciudad (MAZZOLI-GUINTARD 2011a:
197 – 198).
Es posiblemente tras esta revuelta cuando Madrid se incorpore completamente a la Taifa de
Toledo, considerándose que sería utilizada de retaguardia para las campañas contra Zaragoza.
Por tanto, nos encontramos con que desde el año 1025 la ciudad de Mayrit estaría ligada a
Toledo puesto que como nos indican las fuentes, se convierte en una de sus ciudades provistas
de mezquita y alminar (MAZZOLI-GUINTARD 2011a: 189 – 199).
Conquista castellana de la ciudad y fin de la ocupación islámica
Desde los momentos de su fundación, los habitantes de Mayrit se encontraban bajo la presión
de sus vecinos del norte, el reino cristiano asturleonés, a lo que se sumaba que, desde inicios
del siglo X, los cristianos se iban asentando poco a poco en la cuenca del Duero. Dos
acontecimientos marcarán el desarrollo del siglo X madrileño. En primer lugar, el intento de
conquista por parte del Conde de Castilla y en segundo, el asedio de Ramiro II entre los años
930-932 (MAZZOLI-GUINTARA 2011a: 199).
Será durante el reinado de Fernando I de Castilla (1035 – 1065) cuando la ciudad vuelva a ser
de nuevo asediada por las tropas cristianas tras las campañas llevadas a cabo en el oeste
peninsular que llevaron a la conquista de ciudades de gran importancia como el caso de
Coímbra, consiguiendo que el reino de Toledo le pagara a la corona el impuesto, denominado
parias. Sin embargo, la lucha entre sus hijos, tras su muerte, dio un respiro a la Taifa de Toledo,
llegando incluso a que el fututo Alfonso VI se refugiara en la ciudad de Toledo hasta la muerte
81 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
82 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
es que, en los años posteriores a su fundación, la ciudad tendría una función claramente militar
porque en las fuentes es definida como hisn.
En tercer lugar y en relación con el urbanismo, la arqueología ha demostrado la existencia de
un único cinturón de murallas de época islámica, puesto que la segunda muralla estaría fechada
en los momentos posteriores a la conquista cristiana (finales del siglo XI y principios del XII).
En cuarto lugar, y en consonancia con la idea anterior, el hecho de que la ciudad islámica este
bajo el Madrid actual, hace que no se hayan realizado una gran cantidad de intervenciones
arqueológicas. Además, nos encontramos con que se han efectuado más intervenciones
extramuros de la ciudad, puesto que, a intramuros nos encontramos con que en la actualidad
dos edificios ocupan gran parte del Madrid islámico, el Palacio Real y la Catedral de la
Almudena.
En último lugar, mencionar que la conquista de Madrid, tal y como nos muestran las fuentes,
tendría lugar en los momentos posteriores a la conquista de Toledo, teniendo que desechar la
hipótesis de una conquista anterior, puesto que esta teoría busca principalmente, agrandar la
historia de la futura capital de los Austrias dotándola ciudad de una mayor importancia en la
conquista cristiana de al-Ándalus.
BIBLIOGRAFÍA
CASTELLANOS, J.M. (2011): “La medina de MONTERO VALLEJO, M. (1987): El Madrid
Mayrit”, De Mayrit a Madrid. Madrid y los árabes, medieval, Avapiés, Madrid.
del siglo IX al siglo XXI (D. Gil Flores, Ed), Casa
Árabe, Madrid, pp. 30-39. MONTOLIU, P. (1996): Madrid. Villa y corte:
historia de una ciudad, Sílex, Madrid.
CORRIENTE, F. (1990): “El nombre de Madrid”,
Madrid del siglo IX al XI, Conserjería de Cultura de NOGUERAS, M.E y MENA, P. (1990): “Las
la Comunidad de Madrid, Madrid, pp. 87-91. excavaciones arqueológicas en el casco urbano de
Madrid”, Madrid del siglo IX al XI, Consejería de
GIL-BENUMEYA, D. (2018): Madrid islámico. La Cultura de la Comunidad de Madrid, Madrid, pp.
historia recuperada, Madrid: Destino, Cultura y 247-259.
Turismo, Madrid.
PÉREZ VICENTE, D. (2004): “Excavaciones
JIMÉNEZ RAYADO, E. (2011): El agua en el arqueológicas en el Madrid islámico”, Testimonios
origen y desarrollo de Madrid en la Edad Media, del Madrid medieval. El Madrid musulmán (A.
Almudayna, Madrid. Turia, Ed), Museo de San Isidro, Madrid, pp. 163-
197.
MAZZOLI-GUINTARD, C. (2011a): Madrid,
pequeña ciudad de al-Ándalus (siglos IX – XXI), PRIEGO, C. (1990): “Origen y evolución urbanística
Madrid, Almudayna. de la plaza de los Carros”, Testimonios del Madrid
medieval. El Madrid musulmán (A. Turia, Ed),
MAZZOLI-GUINTARD, C. (2011b): “La Museo de San Isidro, Madrid, pp. 267-276.
fundación de Madrid”, De Mayrit a Madrid. Madrid
y los árabes, del siglo IX al siglo XXI (D. Gil Flores, SOLER, A y TURINA, A. (1990): “Excavaciones
Ed), Casa Árabe, Madrid, pp.18-29. arqueológicas en el solar de la Cava Baja, 22”,
Testimonios del Madrid medieval. El Madrid
MENA MUÑOZ, P. et al (2003): Las murallas de musulmán (A. Turia, Ed), Museo de San Isidro,
Madrid. Arqueología medieval urbana¸ Dirección Madrid, pp. 283-285.
General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de
Madrid, Madrid. VALLESPÍN, O et al. (1990): “Excavaciones en el
solar “Casa de San Isidro”, Testimonios del Madrid
MENA, P y NOGUERAS, M.E. (1990): medieval. El Madrid musulmán (A. Turia, Ed),
“Excavaciones urbanas anteriores a 1985 y política Museo de San Isidro, Madrid, pp. 287-296
arqueológica urbana de la Comunidad de Madrid”,
Madrid del siglo IX al XI, Consejería de Cultura de
la Comunidad de Madrid, Madrid pp. 223-246.
83 | P á g i n a
IV JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA
86 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Fig. 1. Complejo de Djeser en Saqqarah con los principales elementos de la Fiesta Sed señalados. (Kemp, 2008:
73).
Dentro de este complejo destaca el patio a cielo abierto, conocido como Patio del Heb Sed, a
cuyos laterales se asentarían las diferentes capillas para albergar las divinidades, unas capillas
cuya tipología constructiva cambia realizando una división entre divinidades procedentes del
Alto o del Bajo Egipto. Tras este patio nos encontramos con dos edificios singulares, las
denominadas Casas del Norte y del Sur, que representarían las capillas arcaicas de
Hieracómpolis, el Pr-Wr y Buto, el Pr-Nw (WILKINSON, 2002: 127).
En el extremo sur encontramos un basamento que ha sido interpretado como la base sobre la
que se elevaría el trono en el que el rey aparecería entronizado. Asimismo, en el mismo espacio
podemos ver las marcas de los mojones territoriales entre los que el faraón realizaría la carrera
ritual. Saqqara, además, también nos ha aportado elementos cerámicos y escultóricos
relacionados con el jubileo real y que analizaremos posteriormente.
La segunda gran construcción es el palacio de Malqata (Fig. 2), construido bajo el reinado de
Amenhotep III. Este palacio, compuesto por gran diversidad de construcciones de carácter
residencial, productivo, administrativo e, incluso religioso; ha sido objetos de debates en cuanto
a su construcción. Por un lado, hay quien defiende que este palacio es construido con motivo
de la epidemia de peste que sacude Tebas en el año 8 del reinado de este monarca, como vía de
escape a la enfermedad, de ahí la aparición de todas las estatuas de la diosa Sekhmet, diosa
protectora frente a la enfermedad, ubicadas en el templo funerario de Medinet Habu. Por otro
lado, hay quien defiende que su construcción se inicia en el periodo de tiempo anterior a su año
30 de reinado y tendría como objetivo albergar la celebración de la Fiesta Sed de este monarca.
87 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
A la luz de los datos ofrecidos por este yacimiento, consideramos que es la segunda opción la
que tiene más visos de realidad (SÁEZ, 2019). La documentación de gran cantidad de
elementos cerámicos a partir del año 29 de este monarca, junto con el debido análisis
arqueológico de las construcciones, muestran que es un palacio que conoce diversas fases de
construcción destinadas a la celebración del jubileo real. El palacio de Malqata es un complejo
arqueológico compuesto de hasta cuatro palacios (Palacio del Rey, Palacio Sur, Palacio Norte
y) Palacio Medio), así como diversas zonas de poblado, edificios administrativos (las
denominadas Villas Occidentales), un templo, así como un gran puerto de carácter ceremonial
(Birket Habu) y lo que hemos interpretado como un baldaquino real (Kom el Samak). De todas
las estructuras presentes, es quizás la más interesante el puerto artificial de Birket Habu. Los
trabajos arqueológicos desarrollados en el puerto (KEMP y O’CONNOR, 1974; KEMP, 2008)
han llevado a la conclusión de que su función era más ritual que utilitaria, pues la mayor parte
del año permanecería inaccesible debido a la escasez de agua. Esta función ritual además se ve
complementada por la documentación de una serie de montículos artificiales junto al puerto
que han sido interpretadas con un sentido simbólico como la colina primigenia de la cual nació
el mundo según la creencia egipcia.
Por último, en cuanto a construcciones remarcables encontramos el templo en Bubastis. Bajo
el reinado de Osorcón II (c. 874-850 a.C.) se construyó un salón del Festival, cuya
documentación debemos a Naville ya a finales del siglo XIX (Fig. 3). Naville (1892) realiza un
trabajo ímprobo tratando de realizar una reconstrucción fidedigna de la construcción. Sin
embargo, numerosos autores han puesto de manifiesto las enormes semejanzas entre las escenas
del Festival de Osorcón y las de otros faraones, considerando que el jubileo representado en
estas paredes tiene un mayor sentido simbólico que real, ya que sería una mera copia
amalgamada de varios faraones anteriores.
88 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Fig. 3. Recreación del salón del Festival de Osorcón II por Naville. (Naville, 1892).
Decoración de templos
La información que nos proporcionan las construcciones elevadas con motivo del jubileo real
se halla complementadas a su vez por las representaciones que decoran algunos de los templos
del Antiguo Egipto. El ejemplo más paradigmático en este sentido es el templo solar de
Niuserra-Ini (finales del s. XXV a. C.) de la dinastía V, durante el Reino Antiguo.
El templo solar es característico de la V dinastía, donde el culto solar alcanza su cénit. Se tratan
de construcciones dedicadas al dios solar Re que se ubicaban junto a los complejos funerarios
de estos faraones. El de Niuserra-Ini es el mejor conservado. Dentro de estos templos solares
lo más destacable es el obelisco levantado sobre una plataforma, frente al cual encontramos un
patio abierto donde se localiza el altar. El templo también presenta una calzada que une al
templo en sí con un “edificio del valle”.
De este templo son remarcables decoración en las paredes. Lo más interesante desde el interés
de nuestro trabajo es que en el vestíbulo de entrada y el pasillo encontramos representaciones
de la Fiesta Sed. Lo más destacable sería el momento de la entronización del rey, que realizaría
con la Corona Blanca del Alto Egipto dentro del pabellón y baldaquino real. Asimismo, también
aparece la escena del lavatorio de pies del monarca con un jarrón con el signo jeroglífico sema,
que significa “unión”. Junto a estas escenas, también encontramos al rey acudiendo a la capilla
de Upuaut, donde unge su estandarte; tras lo cual acude al palacio ara cambiar su indumentaria
y sele del mismo con el documento conocido como imyt pr.
Durante el reino medio las principales escenas decorativas del festival provienen del reinado
de dos faraones, Sesostris I (c. 1971-1928 a.C.) y Sesostris III (c. 1889-1844 a.C.), de la
Dinastía XII egipcia.
De tiempos de Sesostris I ha llegado a nosotros la Capilla Blanca de Karnak (Fig. 4), conocida
también como la Capilla del Heb Sed. Realizada en caliza de Tura, su decoración se caracteriza
por representar diversas escenas rituales de la Fiesta Sed. Posiblemente su utilidad sería
semejante a la estructura Kom el Samak en el palacio de Malqata como baldaquino real (SÁEZ,
2019: 109) a juzgar por sus características.
89 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Fig. 5. Dintel de puerta del templo de Medamud. (Soutekh67 [CC BY-SA 4.0], via Wikimedia Commons).
90 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
del primero de los tres jubileos celebrados en vida del monarca (SÁEZ, 2019: 109). Asimismo,
sabemos que su sucesor Amenhotep IV, más conocido como Akhenaton (1353-1337 a.C.)
también actuó en Karnak. Conocemos la celebración de al menos tres de estas celebraciones en
su corto reinado (ALDRED, 1989; GRIFFITH, 1918; UPHILL, 1963), hecho de difícil
parangón y explicación. De cualquier modo, en Karnak Akhenaton, con motivo de su primer
Festival de Sed decide levantar una capilla en pleno corazón de Karnak, que será desmantelada
y utilizada como relleno en los pilonos del templo (GOHARY, 1992). Del reinado de Ramsés
II (c. 1279-1213 a.C.) en Karnak tenemos algunas escenas relativas a las festividades
desarrolladas en el contexto del jubileo. De época posterior, ya hemos hablado acerca del Salón
del Festival elevado por Osorcón II en el templo de Bubastis. Es una de las decoraciones
relativas al Festival de Sed más ricas pero que, como hemos visto anteriormente, no se
encuentra exenta de polémica por parte de los investigadores acerca de la realidad en la
celebración del mismo. Por último, en época Ptolemaica encontramos también representaciones
que nos hablan de la celebración de jubileos por parte de estos monarcas, como por ejemplo la
representación de Ptolomeo VI Filómetor (181-145 a.C.) y Ptolomeo VIII Evergetes II (170-
160 a.C. el primer periodo de reinado; 145-116 a.C. en segundo periodo). Sin embargo, a pesar
de la riqueza visual de las representaciones, podemos observar cómo la esencia del Festival de
Sed cambia en su concepción desde el punto de vista artístico, por lo que también podemos
suponer cierto cambio en la propia concepción egipcia acerca del festival motivada seguramente
por los nuevos gobernantes.
Decoración de tumbas
Los contextos funerarios nos han proporcionado una gran cantidad de datos relativos al Festival.
Estos contextos funerarios no solamente se adscriben al ámbito real, sino también a los
cortesanos. Respecto al ámbito real el ejemplo más importante es el de los relieves del faraón
Djeser realizando la carrera ritual (Fig. 6) que se encuentran en el complejo anteriormente
analizado de Saqqara. En los túneles inferiores a la pirámide se han hallado varias estelas que
representan al rey Djeser realizando la carrera ritual propia del jubileo real, lo que ha asentado
aún más la interpretación de este complejo de modo simbólico con motivo de favorecer un
renacimiento eterno del monarca en el Más allá, más que un lugar donde realmente tuvieron
lugar las celebraciones del mismo.
91 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Hay dos tumbas que merecen nuestro análisis. En primer lugar, encontramos la tumba de
Kheruef (Fig. 7), intendente y escriba real de la reina Tyi, esposa de Amenhotep III. En sus
muros encontramos magníficas representaciones del primer y tercer Festival de Sed del faraón
y es uno de los grandes apoyos a la hora de comprender el yacimiento de Malqata. Es una de
las representaciones más completas del jubileo. Es de destacar la representación de una
procesión en barcas, que nos ha permitido entender la funcionalidad de Birket Habu como
puerto y lago ceremonial utilizado durante las celebraciones del Festival (SÁEZ, 2019: 102-
103).
En segundo lugar, encontramos la tumba de Setau, sumo sacerdote de Nekhbet en el-Kab bajo
el gobierno de Ramsés III (c. 1184-1153 a.C.). En las paredes de su lugar de eterno reposo,
Setau representa su llegada junto con la estatua de la diosa buitre en su barca para participar en
la celebración del jubileo de este monarca, que recibe en persona a la diosa (GARDINER,
1910). Es muy interesante el hecho de que en esta escena apreciamos un evento de la
preparación del Festival, no un ritual central del mismo.
Estatuaria
La estatuaria nos ofrece una información parca, sujeta a diversas interpretaciones por parte de
los investigadores. Normalmente la representación prototípica del faraón durante la Fiesta Sed
se caracteriza por adoptar una posición sedente ataviado con la túnica del Festival, que es lo
que nos permite, junto con la inscripción que lo acompaña, identificarlo como relativos a esta
festividad. Ya en tiempos predinásticos nos llega un ejemplo muy interesante. Es una pequeña
estatua de marfil que representa a un faraón con la Corona Blanca del Alto Egipto (Fig. 8). A
simple vista, debido a su estado de conservación, no parece que la estatua adquiera gran
importancia hasta el momento en el que analizamos sus vestiduras. Es quizás la representación
más antigua que poseemos acerca del Festival, puesto que el rey se encuentra ataviado con la
túnica propia del mismo. Fue hallada en Abydos, lo que nos puede ayudar hasta cierto punto a
relacionar este centro religioso con las primeras celebraciones, posiblemente en relación con el
dios Osiris y su idiosincrasia.
92 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
En los tiempos de las primeras dinastías han llegado a nosotros gran cantidad de elementos
asimilables al jubileo real. Del reinado de Narmer se han conservado una serie de estatuas de
babuinos que algunos investigadores han asimilado a los dioses tutelares de los jubileos de este
monarca, o al menos dioses participantes en los mismos (HORNUNG y STAEHELIN, 1974).
Del reinado de Khasekhemuy (c. 2709-2682 a.C.) proceden dos esculturas en las que el faraón
aparece entronizado y ataviado nuevamente con la túnica del festival. Gracias a estas estatuas
sabemos que este faraón realizó al menos una de estas celebraciones, lo que ha permitido a
algunos investigadores a identificar en el recinto funerario de este monarca en Abydos algunas
estructuras que se relacionarían con la misma (KEMP, 2008). Sin embargo, los resultados no
son concluyentes y están sujetos a la interpretación de cada autor.
El rey Menkauhor (c. 2389-2380 a.C.), de la Dinastía V (Fig. 9), también ha legado a la
posteridad una representación ataviada con la túnica del Festival. A partir de este momento,
como podremos ver, todos los monarcas aparecen entronizados con la misma posición corporal
cuando aparecen ataviados con la túnica del festival. Una posición hierática sosteniendo el
cayado y el mayal, símbolos de su poder. La estatua del rey Pepi I (c. 2310-2262 a.C.), de la
dinastía VI, de muy bella factura, repite el esquema anterior, pero en este caso aparece como
añadido la representación del dios Horus tras la nuca del monarca.
93 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
En el Reino Medio destacan las estatuas del rey Mentuhotep II (c. 2061-2010 a.C.), en su templo
funerario en Deir elBahari (Fig. 10). En estas esculturas el faraón adopta una posición osiríaca,
diferencia notable en comparación con el resto de tipos escultóricos relativos al festival, aunque
también se han hallado otras representaciones con el rey entronizado. Es muy interesante el
hecho de que es de las pocas representaciones en las que el monarca aparece coronado con la
Corona del Bajo Egipto, posiblemente porque este tipo de representaciones no han llegado hasta
nosotros o aún no se han localizado.
Finalmente, son de destacar dos esculturas procedentes del II Periodo Intermedio y del Reino
Nuevo. La primera de ellas representa al rey Sobekemsaf I de la dinastía XVII (s. XVI a.C.),
que mantiene las características anteriormente mencionadas de rey entronizado con los atributos
de poder. Al no conservarse la cabeza, no podemos saber qué corona ceñiría el monarca en esta
representación. Al mismo tiempo, en el Museo Arqueológico de Florencia se conserva una
estatua de Tutmosis III, que mantiene, en ese rasgo arcaizante, la misma disposición corporal.
Como podemos ver, poseemos diversos ejemplos escultóricos de faraones ataviados con la
indumentaria del jubileo, o bien algunos elementos que pueden ser relacionados con el mismo.
94 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Sin embargo, los conjuntos escultóricos nos aportan una información muy pobre en sí, es
necesario atender a su contexto arqueológico en el momento de su hallazgo para poder
comprender o al menos profundizar en mayor medida en nuestro conocimiento de esta
celebración.
El registro cerámico El estudio de la cerámica es, sin lugar a dudas, el que nos aporta una
información que pasa desapercibida en los anteriores testimonios acerca del Festival. Bien es
cierto que los datos a menudo son parcos cuantitativamente, pero no así cualitativamente. De
todos los yacimientos, es el anteriormente mencionado palacio de Malqata construido bajo el
reinado de Amenhotep III en pleno apogeo del Imperio Nuevo egipcio, el que mayor cantidad
de restos cerámicos claramente relacionados con el festival. Sin embargo, este hecho no es
óbice para precisar la presencia de restos cerámicos anteriores y posteriores. La problemática
que plantean estos elementos cerámicos es el hecho de que se realizan con motivos
conmemorativos de la realización del festival. De estos, podemos destacar los maravillosos
jarrones de alabastro encontrados en el recinto de la Pirámide Escalonada del faraón Djeser o
un bellísimo vaso datado en el reinado de Pepi I (Fig. 11).
Es en Malqata donde la cerámica adquiere carta de naturaleza en un análisis efectivo que nos
proporcione información acerca del Festival de Sed. La cerámica es, dentro de la cultura
material de Malqata, el elemento que numéricamente supone un mayor porcentaje. El registro
cerámico nos confirma que la ocupación del Palacio se realizaría en torno al año 29 del reinado
de Amenhotep III (KOZLOFF, 2012: 149).
La cerámica en Malqata relacionada con el jubileo real respondía a una necesidad básica, ser
el lugar de almacenamiento de las provisiones necesarias para los banquetes desarrollados
durante las celebraciones. Una vez abiertos y consumido su interior, los recipientes eran
desechados, rompiéndolos y depositándolos en los vertederos, lo que nos permite conocer de
primera mano para qué fueron utilizados los más de 1000 fragmentos documentados en el
yacimiento, así como la realización de un análisis de su contenido, que al mismo tiempo nos
aporta información acerca de qué zonas de Egipto eran las más aptas para según qué tipo de
productos. Sin embargo, pocos han sido hasta ahora los acercamientos hacia esta cerámica
(HAYES, 1951a, 1951b, 1951c, 1951d; HOPE, 1989) estos estudios están aún en su germen.
95 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
La Piedra de Palermo es uno de los anales que se han conservado del Antiguo Egipto. En ella
se encuentran grabados acontecimientos desde el Dinástico Arcaico hasta la dinastía V. Es de
gran interés debido a que en estos anales también aparecen reflejados los años en los que los
gobernantes decidieron realizar una Fiesta Sed, constituyendo una fuente fundamental a la hora
de acercarnos a esta celebración en momentos tan antiguos.
En el Wadi Hammamat encontramos una de las fuentes más sorprendentes que podemos
relacionar con el Festival de Sed. Se trata de una inscripción realizada en tiempos de Pepi I, en
la que una expedición da detalles acerca de su finalidad. Una de sus tareas era Fig. 14. Cabeza
de maza de Narmer. (Adams-Cialowicz) Fig. 15. Placa de Den. (British Museum) proveerse de
materiales para la celebración de uno de los jubileos reales del faraón, lo que nos ayuda a
96 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
comprender la forma en la que se realizaban los actos preparativos para el buen desarrollo de
estos Festivales.
De enorme interés por su particularidad es una representación del jubileo real de Tutmosis III.
Se encuentra en el museo al aire libre de Karnak y es particular por el hecho de haber sido
reutilizada como piedra de molino, hecho que ha destruido gran parte de las escenas, pero que
mantiene los rasgos esenciales como la carrera ritual y las cartelas con el nombre del monarca.
Este ejemplo nos permite discernir hasta qué punto hemos podido perder información relativa
a esta celebración debido al paso y a los estragos del tiempo y del devenir histórico. Durante el
desarrollo de las principales ceremonias, el faraón obsequiaba a los asistentes con diversos
regalos como agradecimiento a su asistencia. Malqata es nuevamente la que mayor información
nos ofrece en este sentido, ya que se han documentado en el yacimiento gran cantidad de
pequeños amuletos y recuerdos con la forma del signo jeroglífico que representa el Festival de
Sed; así como también los espacios productivos de este tipo de objetos. Normalmente son
objetos realizados en fayenza azul que tienen grabado el nombre del monarca y señalan la
celebración del jubileo para el cual se ha fabricado. La información que nos aporta este tipo de
objetos es varia. En primer lugar, nos habla de las dinámicas que se desarrollaban en el seno
del Festival, tales como la entrega de regalos por el monarca; y al mismo tiempo nos informan
que en los momentos previos a la celebración de un jubileo se producían a gran escala este tipo
de objetos que posteriormente serían entregados.
Por último, queremos hacer mención a la Piedra Rosetta. Celebérrima por su papel en el
desciframiento de la escritura jeroglífica, este decreto de tiempos de Ptolomeo V (204- 181
a.C.) nos enseña que incluso en época ptolemaica el Festival de Sed egipcio mantenía su
importancia dentro de la idiosincrasia real. El faraón aparece mencionado como señor de la
Fiesta de los Treinta Años, tal y como se conocía al jubileo en este periodo. A pesar de que esta
celebración ha sufrido numerosos cambios, el propio nombre con el que se denomina ahora lo
indica, sigue manteniendo su importancia simbólica en el contexto áulico hasta dominación
romana.
CONCLUSIONES
El presente artículo ha tratado de remarcar las principales fuentes de las que disponemos en la
reconstrucción del Festival de Sed. Como hemos podido observar a lo largo del presente trabajo,
la Fiesta Sed egipcia es un festival de enorme importancia para la realeza, tanto por su
trascendencia política, como por su trascendencia espiritual y mágica. Es tal su importancia que
hasta época ptolemaica los faraones mantienen viva esta celebración, aunque con cambios
propios del paso del tiempo y el cambio de mentalidad de los nuevos gobernantes.
Sin embargo, nos encontramos ante una sorprendente falta de datos a pesar de poseer una
cantidad nada desdeñable de fuentes de este Festival. Sin embargo, las escenas se repiten y
ciertos elementos no nos aportan una información que nos permita hacer una reconstrucción
más profunda del festival. Estas fuentes que poseemos, aunque numéricamente importantes,
son dispersas y fragmentarias.
Es por esto por lo que la arqueología debe ser el campo de conocimiento que permita una mayor
profundización en el festival a través del descubrimientos de nuevas fuentes, tal y como está
ocurriendo actualmente en El Cairo, en el barrio de Matariya, donde ha aparecido el podio de
uno de los jubileos realizados por Ramsés II y, asimismo, también están apareciendo
representaciones relativas al festival que es posible que nos permitan conocer nuevos aspectos
hasta ahora silenciados del jubileo real egipcio.
97 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
BIBLIOGRAFÍA
ALDRED, C. (1989). Akhenaton, faraón de Egipto. HORNUNG, E. (1991). El faraón. En Donadoni, S.
Madrid: Edaf. (Ed.). El hombre egipcio. Madrid: Alianza Editorial,
pp. 311-340.
DONADONI, S. (2001). El arte egipcio. Madrid:
Istmo. HORNUNG, E. y STAEHELIN, E. (1974). Studien
zum Sedfest. Lausanne: Edition de Belles-Lettres.
FRANKFORT, H. (1976). Reyes y Dioses. Estudio
de la religión del Oriente Próximo en la Antigüedad KEMP, B. J. (2008). El Antiguo Egipto. Anatomía de
en tanto que integración de la sociedad y la una civilización. Crítica: Barcelona.
naturaleza. Madrid: Alianza Editorial.
KEMP, B. y O’CONNOR, D. (1974). University
GARDINER, A.H. (1910). The Goddess Nekhbet Museum Excavations at the ‘Birket Habu. En The
and the Jubilee Festival of Ramses II. En ZÄS 48, International Journal of Nautical Archaeology and
PP. 47-51. Underwater Exploration 3, no. 1, pp. 101-136).
GOHARY, J. (1992). Akhenaten’s Sed-festival at KOZLOFF, A. P. (2012). Amenhotep III. Egypt’s
Karnak. London, New York: Kegan Paul radiant pharaoh. Nueva York: Cambridge
International. University Press.
GRIFFITH, F. Ll. (1918). The jubilee of Akhenaton. NAVILLE, E. (1892). The festival-hall of Osorkon
En The Journal of Egyptian Archaeology, vol. 5, nº II in the great temple of Bubastis (1887-1889).
1 (enero), pp. 61-63. Londres: Kegan Paul, Trencil, Trübner & CO. Ltd.
HAYES, W. C. (1951a). Inscriptions from the Palace SÁEZ GALLEGOS, A. (2019). El Festival Sed
of Amenhotep III. En Journal of Near Eastern egipcio a través de la realidad material: el caso de
Studies, Vol. 10, Nº 1 (enero 1951), pp. 35-56. Malqata. En @rqueologia y territorio, 16, pp. 97-
112.
HAYES, W. C. (1951b). Inscriptions from the
Palace of Amenhotep III. En Journal of Near UPHILL, E. (1961). A joint Sed-festival of
Eastern Studies, Vol. 10, Nº 2 (Abril 1951), pp. 82- Thutmose III and Queen Hatshepsut. En JNES, 20,
112. pp. 248-251.
HAYES, W. C. (1951c). Inscriptions from the Palace UPHILL, E. (1963). The Sed Festivals of
of Amenhotep III. En Journal of Near Eastern Akhenaten. En JNES 22, pp.123-127. WILKINSON,
Studies, Vol. 10, Nº 3 (Julio 1951), pp. 156-183. R.H. (2002). Los templos del antiguo Egipto.
Barcelona: Destino.
HAYES, W. C. (1951d) Inscriptions from the Palace
of Amenhotep III. En Journal of Near Eastern YOYOTTE, J. y ČERNY, J. (1970). El Imperio
Studies, Vol. 10, Nº 4 (Octubre 1951), pp. 231-242. Nuevo en Egipto. En Los Imperio del Antiguo
Oriente II. El fin del Segundo Milenio. Historia
HOPE, C. A. (1989). The XVIIIth Dynasty pottery Universal siglo XXI, vol. 3. Madrid: Siglo XXI, pp.
from Malkata. En Pottery of the Egyptian New 193-259.
Kingdom. Victoria: Victoria College Press, pp. 3-46
98 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
RESUMEN
Después de una recogida sistemática de información, encontramos la posibilidad de ofrecer una
nueva hipótesis sobre dos inscripciones situadas en torno al S. VII, en el marco del Obispado
de Cabra. En estas se expresa la fundación de una basílica consagrada a Santa María que podría
localizarse en Cisimbrium después de evidenciar la existencia de un templo antiquísimo en la
documentación procedente del archivo de la actual Parroquia de Santa María de Gracia de
Zambra.
Palabras clave: Cisimbrium, Antigüedad Tardía, obispado de Cabra, epigrafía y
documentación de archivo.
ABSTRACT
After a systematic collection of information, it gives us the possibility of finding a new
hypothesis about two inscriptions located around the 7th century, within the framework of the
Cabra Bishopric. These express the foundation of a basilica consecrated to Santa María that
could be located in Cisimbrium after evidencing the existence of an ancient temple in the
documentation required from the archive of the current Parish of Santa María de Gracia de
Zambra.
Key Words: Cisimbrium, Late Antiquity, bishopric of Cabra, epigraphy and archival
documentation.
Zambra, actual pedanía de Rute, es una localidad situada al sureste de la provincia de Córdoba,
en plena subbética. Ocupa un valle fértil circundado por el río Anzur y cuenta con una buena
comunicación, debido a que se encuentra a medio camino tanto de Rute como de Lucena y
Cabra. Zambra al igual que muchos municipios cordobeses, tiene en su haber una dilatada
historia, a pesar de no haber sido estudiada en profundidad.
En los alrededores de la actual población se han realizado numerosos hallazgos arqueológicos
casuales, que nos permiten pensar en la probabilidad de localizar el primer asentamiento
humano durante la prehistoria reciente (JIMÉNEZ COBOS 2017: 5). Sin embargo, la noticia
más segura que tenemos hasta el momento, es gracias a la mención de Plinio el Viejo en el
tercer volumen de su Historia Naturalis, quien sitúa en este territorio un oppidum stipendiarium
denominado Cisimbrium perteneciente a los Bástulos. El pasado romano de este territorio es
mejor conocido por la existencia de un importante corpus epigráfico. En este se relata entre
otros sucesos, el ascenso jurisdiccional del asentamiento a municipio, gracias al edicto de
latinidad de Vespasiano. Pasando a denominarse desde aquel momento Municipio Flavio de
Cisimbrium, como recoge el término augustal hallado en el Cortijo del Torcal (Priego de
Córdoba).
99 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
100 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
“Vixit Eulalia annos XCIV / quiescet in pace dei die / Calendas Septembres indictione VI aera
DCC”.
Sobre la localización original de estas inscripciones antes de su traslado existen discrepancias,
principalmente por lo escueto de las descripciones ofrecidas, así como la escasa coherencia
que guardan. Morales a la hora de tratar este suceso explica que fue conducida desde un
despoblado no lejos de la ciudad de Cabra, igual tesis ofrece el erudito Juan de Vega. Algunos
autores han identificado esta localización con el posible convento de benedictinos antes
mencionado próximo a la actual Gaena, sin aportar más datos. Evidentemente el empleo de las
crónicas de Ambrosio de Morales y Juan de Vega, debe de tratarse con cuidado, ya que se ha
reconocido por parte de la comunidad científica la introducción de datos poco verosímiles en
sus descripciones.
Si viramos hacia la documentación de archivo encontramos un hilo de información que puede
ser muy interesante a la hora de discernir el origen de estas inscripciones. Desde la conquista
de Córdoba por parte de la Corona de Castilla en 1236, la zona de Rute-Zambra pasó a ser
frontera entre el reino cristiano y los reductos musulmanes, quedando prácticamente
despoblada por las continuas razias (GARCÍA JIMÉNEZ 2017: 211-213). Una vez solventado
este episodio con la conquista de Granada en 1492, la zona se pacificó y comenzó a atraer
pobladores. Hacia mediados del S. XVII tenemos documentada en la villa de Zambra, por
entonces propiedad del Duque de Sessa, un templo de pequeñas dimensiones, de planta
uniforme y de origen remoto, en un estado que podemos denominar ruinoso. Este llevaba
sirviendo para la asistencia espiritual de la población desde la pacificación del territorio. Todo
esto figura en el documento más antiguo de los existentes en el archivo parroquial de Zambra,
denominado “Libro de Quintas de la Fábrica de la Hermita de Santa María de Grazia” fechado
en el año 1646. También se hace constar que debido al estado que presentaba la ermita se
acondicionó para mantener el culto; debemos recordar que en esos momentos la “iglesia de
Zambra” era dependiente espiritual y jurisdiccionalmente hablando de la Abadía de Rute, por
lo tanto se consideraba como una ermita rural. En la documentación correspondiente a
años sucesivos encontramos como se vuelve a referir el estado de conservación del templo
y como se estaba quedando pequeño para la incipiente población de la villa.
Entre finales del S. XVIII y principios del S. XIX, debido a la secularización de la Capellanía
Mayor, mejor conocida como la Abadía de Rute, encontramos el ascenso jurisdiccional de la
por entonces ermita rural de Zambra a parroquia, suceso que provocó la ampliación y reforma
del templo. Concretamente en 1795 le fue concedida al Duque de Sessa dicha secularización
de manos de Pío VI, en el acuerdo se localiza la obligación de construir una nueva iglesia para
la villa de Zambra a sus expensas. Hacia 1797 se hizo constancia al por entonces capellán de
la antigua ermita, que esta secularización supondría la conversión de la por entonces ermita
rural en una auténtica parroquia. Quedando finalmente creada institucionalmente en 1799, tras
el acuerdo firmado por el obispado de Córdoba y el Duque de Sessa. Será en ese mismo año
cuando el notario mayor del obispado de Córdoba Francisco de Vargas Escamilla certifique el
contenido del documento “Señalamiento del territorio de la feligresía de Zambra”, donde se
localiza con minuciosidad los límites de la nueva parroquia, así como la ampliación que
sufriría la antigua ermita para acondicionar el culto hasta la inauguración del nuevo templo.
Dicha ampliación, que fue a costa de los vecinos de la población y debió de realizarse entre los
años 1799 y 1800, consistía en la creación de un cuerpo anexo de veintisiete varas en cuadrado,
donde se localizaría el altar mayor y la sacristía. El edificio se mantuvo en uso hasta el año
101 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
1832, ya que las obras de construcción del nuevo templo parroquial se retrasaron debido a unos
pleitos entre el obispado y el señor del lugar, por entonces el Conde de Altamira.
Después de la construcción del nuevo templo parroquial en 1832, la antigua ermita
quedó relegada a un segundo plano, manteniéndose en funcionamiento durante algunos años
como templo auxiliar. Será por estos momentos cuando los vecinos de la localidad comiencen
a referirse a ella como la “iglesia vieja”, quedando esta definición en el imaginario colectivo
hasta nuestros días. En 1839, el inspector de las antigüedades de Andalucía, Manuel María de
la Corte y Ruano Calderón, recupera una inscripción romana que se encontraba embebida en
los muros de la antigua ermita (CIL II2/5, 292). Asimismo, en el parte que da a la Real
Academia de la Historia, comenta que el edificio se encontraba en propiedad privada y en
estado de abandono. En este mismo documento ofrece datos sobre las características de los
elementos arquitectónicos que componían el edificio, que posiblemente fueran de época
romana; aunque en un estado deplorable.
Hacia 1845 surge entre los vecinos de Zambra la idea de crear un nuevo cementerio, ya que el
existente se localizaba anexo a la parroquia, en pleno corazón de la población y
sin posibilidades de ampliación. Para remediar esta situación se propuso que se
terminase trasladando a un paraje ventilado y sin vecindad, concretamente, donde se situaba
la “iglesia vieja”. La propuesta siguió su curso y el ayuntamiento de la población terminó por
cursar la solicitud a la autoridad competente, debido a que este nuevo emplazamiento se
encontraba en manos del Conde de Luque. Finalmente en julio de 1845, con todos los permisos
ya otorgados, se instituye el nuevo cementerio de la población. Este supuso la destrucción del
cuerpo más antiguo de la ermita rural para acogerlo, y el mantenimiento del más reciente como
templo auxiliar, es decir la ampliación realizada hacia 1799-1800.
La ampliación de la primera parroquia de la villa pasó desde entonces hasta unas décadas más
tarde, a utilizarse como ermita auxiliar y fue consagrada a San José, imagen que presidía el
templo. A día de hoy no conocemos con exactitud hasta que fecha fue mantenida esta ermita,
en nuestros días desaparecida. Sin embargo, conservamos un plano del año 1893 donde ya no
existe (lám. III). Al Igual que ocurrió con el cuerpo más antiguo, esta ermita de San José debió
ser destruida para permitir más espacio al cementerio, integrándose parte de sus muros como
límites del mismo; lo que explicaría la existencia de restos arquitectónicos, con unas
dimensiones exactas a las expresadas en el documento “Señalamiento del territorio de la
feligresía de Zambra”, en la zona sureste del actual complejo.
La existencia de este templo de origen remoto en Zambra, nos ofrece la oportunidad
de proponer nuevas interpretaciones en cuanto a su posible origen como basílica del S. VII y
lugar donde se albergaban las inscripciones anteriormente estudiadas. Como
primera circunstancia debemos tratar su localización, debido a que estos edificios llevan
adheridos un importante componente rural. El templo se encontraría lo suficientemente lejos
de los vestigios de la Cisimbrium romana, localizada por la comunidad científica en el
entorno del Castillo de la actual población (MORALES RODRÍGUEZ 2002: 173-178), así
como próxima a vías de comunicación que permitirían atender a otros núcleos
poblacionales dispersos por el territorio. La reutilización de materiales, es otro fenómeno que
se ha venido constatando en construcciones de este periodo y que en el caso que nos ocupa
se ha podido demostrar tras la extracción de la inscripción CIL II2/5, 292 por el
inspector Manuel María de la Corte y Ruano Calderón. Por otro lado, la clara influencia
egabrense en la fundación del templo queda patente por la proximidad e inclusión de este
territorio en los límites de dicho obispado; así como, por la posibilidad de la existencia de
102 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
DE MORALES, A. (1575): Las antigüedades de las RODRÍGUEZ NEILA, J. L. (1987): Perfil histórico
ciudades de España que van nombradas en de Córdoba en época visigoda, en Boletín Real
la Coronica: con la averiguación de sus sitios y Academia de Córdoba CXIII 1987, Córdoba, 1987,
nombres antiguo. 1575. pp. 141-153.
FLÓREZ, E. (1747): La España sagrada. Madrid, SÁNCHEZ VELASCO, J.; MORENO ROSA, A. y
1747. GÓMEZ MUÑOZ, G. (2009): Aproximación al
estudio de la ciudad de Cabra y su obispado al final
de la Antigüedad. Antiquitas XXI, 2009, pp. 135-
Fondo documental de la Parroquia de Santa María de
180.
Gracia de Zambra: Libro de Quintas de la Fábrica
de la Hermita de Santa María de Grazia y
Señalamiento del territorio de la feligresía SÁNCHEZ VELASCO, J. (2016): Las basílicas de
de Zambra. los antiguos obispados de Córdoba y
Egabrum: arquitectura, decoración y elementos
litúrgicos, en Cruce de culturas: arquitectura y
GARCÍA JIMÉNEZ, B. (2017): Origen de la su decoración en la Península Ibérica del siglo VI
Parroquia de Santa Catalina Mártir de Rute, al X-XI. (I. Käflein, J. Staebel y M.
una iglesia propia del Conde de Cabra, en La
Untermann, editores), 2016, pp. 457-485.
Subbética Cordobesa. Una visión histórica actual,
(J. Aranda Doncel, J. Cosano Moyano, J. M.
Escobar Camacho, editores), Real Academia STYLOW, A. U. (1998): Corpus Inscriptionum
de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Latinarum II: Inscriptiones Hispaniae
Córdoba, Córdoba, 2017, pp. 211-227. Latinae, editio altera, pars V. Conventus
Astigitanus. (R. Atencia Páez, J. González
Fernández, C. González Román, M. Pastor Muñoz
JIMÉNEZ COBOS, L. M. (2017): Retrato en bronce
y P. Rodríguez Oliva, editores). Nueva York, 1998.
procedente de Zambra. Trabajo de Fin de Grado,
Universidad de Córdoba, 2017.
VEGA Y MURILLO, J.; MORENO HURTADO,
A. (2018): Historia y antigüedades de la nobilísima
103 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Fig. 1. Vistas del píe de altar conservado en la Iglesia de San Juan del Cerro (Cabra), imágenes extraídas de
Moreno Hurtado 2018, 58,59,60.
0|Página
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
RESUMEN
Hemos realizado una pequeña introducción a la contextualización de los poblados moriscos del
interior de la comarca de la Marina Alta, territorio del Valle de Alcalà. Y, concretamente, los
poblados de la Roca y de l’Atzuvieta. Hacemos un recorrido cronológico desde su fundación
en 1356 hasta prácticamente la actualidad.
Además, realizamos una distinción de las diferentes técnicas constructivas que se emplearon en
estos poblados y su evolución estructural. Las construcciones hechas con mortero de cal,
piedras de distintos tamaños y cañizo, es decir, materiales pobres, que se localizaban en esta
zona.
Palabras clave: Moriscos, Vall d’Alcalà, Técnicas constructivas, Jaime I, Al-Azraq.
ABSTRACT
We have made a short introduction to the contextualization of the Moorish villages in the
interior of the Marina Alta region, territory of the Valle de Alcalà. And, specifically, the towns
of La Roca and l’Atzuvieta. We make a chronological journey from its foundation in 1356 to
practically today.
Furthermore, we make a distinction of the different construction techniques that were used in
these towns and their structural evolution. The constructions made with lime mortar, stones of
different sizes and reed, that is, poor materials, which were located in this area.
Key Words: Moorish, Vall d’Alcalà, construction techniques, Jaime I, Al-Azraq.
INTRODUCCIÓN
Este artículo se centra en el estudio de los despoblados moriscos. Que ocurrió con ellos una vez
que haya sucedido la expulsión de esta población, quién ocupa estos pueblos, si decretan cartas
pueblas, si cambian la función de sus viviendas o la orientación de estas, o si en vez de acoger
personas acogen animales, o si son abandonadas por parte de la población cristiana que no
puede repoblarlos.
Nos hemos centrado en dos despoblados moriscos concretamente: l’Atzuvieta y la Roca,
aunque situaremos y analizaremos un poco de todos los despoblados que hay en el término
municipal de la Vall d’Alcalà, Alicante. Con el buen grado de conservación les ha llevado a
obtener la calificación de BIC (Bien de Interés Cultural). Están situados en una de las zonas de
Levante con mayor cantidad de población morisca hasta el mismo momento de su expulsión en
1609. Se localizan en la comarca de la Marina Alta (Alicante), donde no solo existen estos dos
poblados en estas condiciones, sino que se conservan muchos más en toda esta comarca, por lo
105 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
que se podría ampliar en futuros proyectos, tanto de excavaciones arqueológicas como estudios
de archivo y documentación.
Supone una pequeña aportación a la investigación en cuanto a los despoblados moriscos y, en
particular, a los de l’Atzuvieta y la Roca. En el cual hemos realizado un pequeño análisis
arqueológico a partir de los restos de nuestros dos poblados, a partir del análisis de las
estructuras emergentes y un seguimiento de su evolución posterior. Para ello hemos realizado
un seguimiento fotográfico de las estructuras y técnicas constructivas, aunque solamente
añadiremos una pequeña muestra de los yacimientos, además hemos seguido un criterio
cronológico, en el que hemos pensado poner las fotografías donde hay una agrupación mayor
de diferentes técnicas constructivas en un largo periodo. Por lo que respecta al yacimiento de
la Roca vemos un cambio de distribución y orientación interna de las viviendas. Por otro lado,
l’Atzuvieta solamente destaca la variedad de técnicas constructivas.
CONTEXTUALIZACIÓN
La conquista del territorio valenciano comienza una vez consumada la anexión de las islas
Baleares por parte del rey Jaime I en 1229-1231. Una vez anexionadas las islas, se pasaría a la
siguiente fase de la conquista, está ya en territorio peninsular, que se dirigiría desde la línea
fronteriza de los condados catalanes en dirección al sur. Hacia 1238 se llegaría a la capital del
Reino de Valencia o su nombre musulmán Taifa de Balansiya, anexionada tras un largo asedio
a la ciudad de Valencia (UBIETO ARTETA 1976: 25-73). Su posterior objetivo sería llegar al
río Júcar, que centraría la tercera guerra, dirimida entre las tierras que rodean el Júcar en las dos
orillas entre los años 1244-45. Ambas orillas señalaban la división natural hecha por el río y
fijarían el límite entre el reino de Valencia y el territorio aún adscrito al gobierno musulmán de
Valencia. En la “orilla musulmana” quedaban ciudades como Alzira, Xàtiva, Ontinyent, Bairén,
Oliva, etc., que a partir de 1245 serían de nuevo objetivos de conquista, esta vez mediante
pactos. Valencia obtuvo todas las tierras hasta llegar a la línea Biar -Bussot, es decir, desde el
río Ulldecona hasta el puerto montañoso de Biar, y del río Albentosa hasta el mar así quedó
designado en 1239.
Después del destronamiento de Zayyan ibn Mardanis y la conquista de Murcia en 1243, se
suceden una serie de reacciones entre los poderes andalusíes, que se traducirían en pactos y
repartos del territorio restante, que pasaría en su mayoría a manos de los cristianos. Gracias a
estos pactos Jaime I alcanzó velozmente a conformar la frontera de su territorio en la línea Biar-
Bussot, según nos cuentan las crónicas de su reinado (Crónica del rey Jaime I o Llibre dels
Fets).
La perspectiva de estos hechos que se nos ofrece desde las fuentes musulmanas nos describe la
conquista como un proceso de avance por el territorio más lento y costoso para los cristianos.
En este contexto sabemos que las comarcas actuales de las Marinas fueron una resistencia fuerte
ante los ataques cristianos (GUINOT 2012: 46-48). El “Tractat del Pouet”, firmado el 14 abril
de 1245, único pacto que ha llegado hasta nuestros días (TORRÓ 1992), redactado en aragonés
y árabe, las dos lenguas de los protagonistas (el infante Alfonso, futuro rey Alfonso X el Sabio)
y Muhammad ben Huydal Abu Abd Allah, llamado Al-Azraq), llevaría finalmente a una
sumisión por parte de los musulmanes, que en todo caso no haría más que abrir un periodo
posterior de revueltas generalizadas.
La asfixia que pudo suponer el estar rodeados por huestes cristianas, la falta total de conexión
de la zona de Xàtiva ya con el resto del territorio andalusí tras la caída, pudo fortalecer su
106 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
107 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
108 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
La conclusión, si atendemos a estos listados antroponímicos, las gentes que vinieron durante
los siglos XII-XIII procedían de Aragón y Cataluña, según señalan esos apellidos alusivos
directamente a la toponimia de sus lugares de origen. Además de la toponimia, también
contamos como elemento de análisis con identificaciones a partir del idioma de origen utilizado
en la creación de estos apellidos. Esta distinción se ha podido llevar a cabo exhaustivamente
gracias a los registros que hay de la época, llegando a identificarse villas de origen, municipios,
comarcas, etc. en este sentido, podemos constatar que en la comarca de las Marinas, l’Alcoià y
el Comtat la migración fue de aragoneses y catalanes, pero con una mayor proporción de
catalanes (Fig.1).
109 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
la economía de esas alquerías y en las unidades sociales básicas, es decir, la casa (TORRÓ e
IVARS 1990).
Reorganización de la población. El caso de la Vall d’Alcalà
Como consecuencia de la expulsión de la población morisca se produjo el abandono de
alquerías o centros de población de menor tamaño, se produciría una concentración de
población en zonas más grandes y los colonos se trasladarían a centros urbanos de mayor
entidad y cercanos a lugares bien defendidos. Algunos de estos lugares abandonados se
utilizaron a partir de entonces como espacios de almacenamiento, tanto de alimentos como de
ganadería, ya que estaban situados cerca del campo (GUINOT 2008: 60-101). Eso adquiriría
especial relevancia en la zona objeto de nuestro estudio.
La Vall d’Alcalà (Tab. 1) se trata de un valle en el interior de la Marina Alta, una de las áreas
con mayor concentración de población musulmana y que a partir de las expulsiones forzosas
desde 1276, se fue despoblando y recibiendo a nuevos colonos, que forzarían una
reorganización profunda del modelo de poblamiento. A raíz de esto, fueron abandonadas las
alquerías antes pobladas y concentrándose la nueva población en dos núcleos Alcalà de la
Jovada y Beniaia (DONOSO I JIMÉNEZ 2007). El abandono de las alquerías comportó un
cambio de estas, que se tradujo principalmente en la reutilización de las viviendas como lugares
de almacenamiento. El nombre de las alquerías abandonadas perdura en el tiempo y en la
actualidad se reconocen a partir de restos de construcciones y a partir de la toponimia local,
dentro del término municipal. Es el caso de l’Atzuvieta, la Querola/Cariola, la Roca, el Benialí/
els Benialins, el Rafalot de Benixarcos.
1563 1602
ATZUVIETA 8 17
VALL D’ ALCALÀ
BENIALÍ 7 7
LA ROCA 10 -
QUEIROLA 9 13
ALCALÀ DE 23 44
LA JOVADA
Tab. 1. Tabla extraída de: Habitat morisc a la Vall d’Alcalà. Donoso i Jimenez, I., 2007. Se puede observar la
concentración de familias en algunas localizaciones como son Alcalà de la Jovada y Atzuvieta.
110 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
que la habitó. Y a partir de esta fecha se repobló con cristianos venidos de otros lugares del
Reino de Valencia, incluso de las Islas Baleares. Estas personas ocuparon el poblado hasta
finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII (TORRÓ e IVARS 1990; CASANOVA
1986, IVARS 1985).
No se conocen las circunstancias que llevaron al abandono de este poblado por parte de sus
habitantes, pero si se sabe que posteriormente a este abandono los edificios fueron utilizados
como corrales de ganado hasta casi la actualidad. Lo que suscita mayor interés es el grado de
conservación de las estructuras, fábricas y técnicas constructivas, ya que el poblado ha quedado
fosilizado desde su fundación hasta que fue abandonado para dedicarlo a la ganadería.
Desgraciadamente, en la actualidad su conservación cada vez es más precaria y los aparejos se
van destruyendo por la falta de inversión en su conservación.
En cuanto a la Roca (Fig.3) se trata de un asentamiento fundado en el año 1356 al igual que
l’Atzuvieta. Está situada a unos 3 kilometros de distancia aproximadamente. La Roca es el
nombre cristiano que recibió esta alquería por estar cercana a la montaña llamada Tossal de la
Roca. En ese momento su antiguo nombre árabe desapareció. Las casas se vieron afectadas a
causa de la guerra de las Germanías a lo largo del siglo XVI, sufriendo un incendio que llevaría
a posteriores demoliciones de algunas casas, aunque se reconstruyeron y a finales del siglo XVI
contaban con una decena de hogares. Tras la expulsión de 1609 fue repoblado, aunque en 1638
solamente quedaban ya tres familias habitando el lugar. Y al llegar el siglo XVIII terminarían
por abandonar el poblado definitivamente, aunque las casas que seguían en pie fueron
reutilizadas como corrales caballerizas hasta el siglo XX (TORRÓ 2009).
Las viviendas de l’Atzuvieta y la Roca reflejan cierta pobreza constructiva, realizándose con
piedra local y mortero, con tejados hechos de cañizo…, es decir, utilizando los materiales que
tenían más próximos a la zona de construcción. Muchas de ellas tenían solo una zona de
habitación y un patio, y solo crecía la vivienda si era necesario, porque el núcleo familiar se
ampliara, por ejemplo. La eventual ampliación se dispondría alrededor del patio, siendo este el
lugar central de la vivienda.
Fig.2. Extraída de: Ivars Pérez, J. “El despoblat de l’Atzuvieta (la Vall d’ Alcalà).
Introducció als análisis tipo-morfològics al País Valencià”. 1985, pp. 111.
111 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Fig.4. Realizada por María Paz Sanz. Vemos un ejemplo del tapial con mortero de cal, de l’Atzuvieta.
Grupo de viviendas IV solo se encuentra en este grupo y en el grupo V, tapial de mortero de cal sin
mampuestos.
El tapial de mortero sin mampuestos. Se caracteriza por la homogeneidad de la masa y la
intrusión en la misma de abundante grava y de diversa granulometría. A veces, pueden aparecer
rocas pequeñas o ripios de unos 10 cm de grosor. Este sistema constructivo solamente se
observa en l’Atzuvieta.
El tapial de mortero con mampuestos. Se caracteriza por estar compuesto de mortero, grava y
una importante proporción de piedras (esta proporción varía entre 1/3 y 2/3 del total). La
disposición de los mampuestos no obedece a ningún orden preconcebido, pero se tiende a una
horizontalidad en tanto que la colocación se realiza a medida que se van derramando las
tongadas de mortero dentro de los encofrados. Este tipo de fábrica se conserva en las casas de
l’Atzuvieta, solamente en el grupo V (conjunto de viviendas más antiguo situado en la zona
Oriental del yacimiento), (Fig.5).
112 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Con opus spicatum. Se puede observar en otro poblado de la Vall d’Alcalà. Actualmente,
debido a una pésima conservación, ya no se conserva. Este opus se compone de mampostería
113 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
con el sistema de hiladas horizontales pero con la curiosidad de que el aparejo está puesto a
espina, ocupando franjas horizontales en el paramento (Fig.8).
Mampostería a hiladas horizontales. Es una fábrica de mampostería asentada sobre una lechada
niveladora de mortero de cal, sin ningún tipo de mampuesto. Solamente se coloca mortero en
la parte inferior y superior. Predominan las piedras de tamaño medio, que no son regulares al
dar igual su forma porque van recubiertas por el mortero. Cabe la posibilidad de que aparezcan
fragmentos de fábrica en la colocación de los mampuestos y esto puede que nos lleve a una
confusión con el opus spicatum, por aparecer mampostería en posición oblicua. El sistema
constructivo parece ser el único realizado sin la ayuda de tapiales: no aparece ninguna huella
de agujas por ninguna parte de la fábrica. También es cierto que el acabado de la fábrica con el
aplanado del mortero rebosante entre las hiladas puede permitir que pensemos que se ha hecho
con encofrado de madera sostenida por la parte exterior, con lo que no harían falta la aguja para
cerrar el encofrado. El grosor de estos muros es de alrededor de unos 4 cm de anchura. Este
sistema es muy común en los despoblados de l’Atzuvieta, la Roca, Benialí, Queirola situados
en La Vall d’Alcalà (Fig.9).
114 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
BIBLIOGRAFÍA
DONOSO I JIMÉNEZ, I. (2007): Habitat morisc a TORRÓ ABAD, J. (1985): Aproximació a la historia
la Vall d’Alcalà. Actes del 4t Congrés d’Estudis de de la Vall de Gallinera. Dels orígens a la
la Marina Alta. Vol. 1. Ed. Institut Alacantí de senyorialització. Unió Cultural d’amics de la Vall de
Cultura “Juan Gil- Albert” y Institut d’Estudis Gallinera, 1985.
Comarcals de la Marina Alta, 2007. Pp. 177- 208.
TORRÓ ABAD, J. y IVARS PÉREZ, J. (1990): La
GUINOT, E. (2008): Una historia de la Huerta de vivienda rural mudéjar y morisca en el sur del País
Valencia. El patrimonio hidráulico del Bajo Turia: Valenciano. La casa hispano-musulmana,
l’Horta de València, Valencia, 2008ª, pp. 60-101. aportaciones de la arqueología. Patronato de la
Alhambra y Generalife, Casa de Velazquez, Museo
GUINOT RODRÍGUEZ, E. (2012): Los valencianos de Malllorca. Granada, Junta de Andalucía, 1990,
de tiempos de Jaime I. La formación de una sociedad pp. 73- 97.
feudal en el mediterráneo del siglo XIII. Universidad
de Valencia, Tirant Humanidades, 2012. TORRÓ ABAD, J. y SOLER ESTRELLA, A.
(2009): El mundo Medieval. Estudio del paisaje
IVARS PÉREZ, J. (1985): El despoblat de cultural y arquitectónico mediterráneo. Zona Vall
l’Atzuvieta (La Vall d’Alcalà). Introducció als d’Alcalà- Vall d’Ebo- Vall de Gallinera. Tesis
análisis tipo- morfològics al País Valencià. Revista- doctoral, Universidad Politécnica de Valencia. Junio
Sharq Al- Andalus, n2. 1985, pp. 101-114. 2009.
ROS I PARDO, H. (1995): La Vall d’Alcalà, Vall SANZ NADAL, M.P. (2019): Estudio evolutivo de
d’Al-Azraq. Ed. Esplaivall S.L. 1995. los despoblados moriscos del Norte de la provincia
de Alicante. Trabajo Final de Máster, Granada,
TORRÓ ABAD, J. (2009): Formas de poblamiento 2019.
y urbanismo. Cómo se organizaron los lugares de
habitación de los musulmanes del reino de Valencia UBIETO ARTETA, A. (1976): Orígenes del reino
(siglos XIII- XVI). Entre tierra y fe. Los de Valencia. Cuestiones cronológicas sobre su
musulmanes en el reino cristiano de Valencia (1238- reconquista. Valencia, 1976.
1609). Sala Estudi General- Universitat de Valècia.
26 de febrero- 28 de junio de 2009. Pp. 201- 217.
115 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
116 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Una vez realizado una explicación sobre lo que es el Campo de Montiel y lo que nos podemos
encontrar en él, hemos decidido, debido a la limitación de páginas, centrarnos de forma más
específicas en una de sus localidades, Montiel. No solo por su gran importancia como centro
histórico, llegando a ser cabecera del Campo de Montiel en el siglo XIII con la presencia, ya sí,
de la Orden de Santiago, sino también por ser donde los estudios arqueológicos son más
abundantes hasta la fecha. Sin embargo, aunque hay investigaciones anteriores, las
excavaciones sistemáticas en este lugar no comenzaron hasta 2012, siendo toda la investigación
muy reciente. Estos trabajos, aunque cortos en el tiempo han aportado gran cantidad de
información sobre el emplazamiento, pero al mismo tiempo han creado más incógnitas que
deberán ir siendo resueltas con futuras investigaciones.
ORIGEN Y DELIMITACIÓN DEL CAMPO DE MONTIEL
En primer lugar hay que aclarar que la posesión de una identidad concreta, en este caso el
Campo de Montiel, es otorgada si los habitantes de ese espacio se sienten identificados o
pertenecientes a él. Es importante remarcar este hecho porque hoy en día se han llegado a
considerar que una región o comarca solo existe si está en la conciencia de aquellas personas
que la habitan. La conciencia puede desarrollarse desde un punto de vista histórico, cultural,
geográfico o de todos a la vez.
Posiblemente una de las principales causas que ha contribuido de forma importante a la
consolidación del territorio del Campo de Montiel ha sido el papel que ha tenido la obra de
Cervantes, El Quijote (SERRANO DE LA CRUZ 2013: 53-55). Y es que esta obra ha
conseguido desarrollar una conciencia a la sociedad actual de pertenencia a un mismo territorio,
tanto histórico como cultural como geográfico.
Desde el punto de vista histórico el Campo de Montiel comenzó a considerarse una entidad
territorial a partir de la Baja Edad Media, desde el proceso de la reconquista, formando parte
del territorio señorial de la Orden de Santiago. Sin embargo, hay investigadores como Aurelio
Pretel (PRETEL MARÍN 2008) o Vicent Matellanes (MATALLANES MERCHÁN 1996) que
piensan que el territorio del Campo de Montiel tendría unos orígenes más antiguos y que ya en
época musulmana se podría ver un territorio unido, aunque no se definiera como Campo de
Montiel. Incluso estos investigadores defienden que el propio territorio que hoy conocemos
como Campo de Montiel formaría parte de una identidad más antigua aún como era el Ager
Laminitanus. Cervantes conocedor de la antigüedad del territorio llegó a mencionarlo en El
Quijote como “antiguo y conocido” (RUBIO MARTÍNEZ 2015: 280).
En realidad, después de un estudio intensivo sobre ello, territorio conocido como Campo de
Montiel formaría parte, en época musulmana, de un entorno mucho más grande liderado por
Alcaraz. Pero con la llegada de la Orden de Santiago al territorio, se produjo una división de la
zona quedando Montiel y su entorno separado y llevándose a cabo la repoblación de este lugar
por la Orden y no por el consejo de Alcaraz. Y es por tanto, que terminológicamente hablando
se utilizaría el termino Campo de Montiel para referirse, en un primer momento, a los dominios
del Castillo de Montiel pero con los años, al pasar el domino de los castillos de Alhambra,
Algecira y Eznavexor a los santiaguistas quedaría el territorio de la Orden ampliado, y se
formaría la comarca de Campo de Montiel con cabecera en Montiel, hasta que en 1573 Felipe
II, tras un breve tiempo siendo Membrilla cabecera, pasaría a Villanueva de los Infantes
(MOLINA CHAMIZO 2016: 15-17).
Esta concepción histórica fue el punto inicial que, con los años, fue asimilando las distintas
divisiones territoriales, primero provinciales y luego comarcales. Llegando a estar delimitado
117 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Desde el punto de vista morfo-estructural, el Campo de Montiel forma parte del Sistema Ibérico
a pesar de su cercanía con el Sistema Bético. Quedando, de este modo, definida toda la comarca
con unos rasgos topográficos, geológicos y geomorfológicos propios representados sobre todo
por materiales calizos y arcillosos. Y por último desde el punto de vista administrativo, el
Campo de Montiel, actualmente forma parte de la Comunidad Autónoma de Castilla La-
Mancha, en particular entre las provincias de Ciudad Real y Albacete, debido sobre todo a los
cambios limítrofes que se hicieron al crear las provincias. Aun así, el Campo de Montiel,
históricamente, siempre ha estado más vinculado a la provincia de Ciudad Real que a la de
Albacete.
FORTIFICACIONES EN EL CAMPO DE MONTIEL
El comienzo de la reconquista del Campo de Montiel en 1212 con la Batalla de las Navas de
Tolosa y el fin de ella con la caída de la última fortificación en 1227, el Castillo de La Estrella,
supuso un punto de inflexión para el territorio. La línea fronteriza quedaría a la altura de Sierra
Morena, sin embargo la inestabilidad que se estaba dando en los años anteriores no
desaparecería, y es que el vasto territorio del Campo de Montiel tenía una densidad de población
muy baja. Como solución se llevó a cabo una política de repoblación encomendada a la Orden
de Santiago y el Concejo de Alcaraz, lo que dio lugar a confrontaciones políticas, además de
tener que enfrentarse también la Orden con el arzobispo de Toledo por el control de las iglesias
de la zona.
A consecuencia de la inestabilidad política que se estaba dando en el Campo de Montiel, se
llevó a cabo, en los siglos siguientes a la reconquista, un trabajo de consolidación y
reorganización del sistema de fortificaciones. En un primer momento se aprovecharía las
antiguas fortificaciones islámicas, pero con una pequeña readaptación de las estructuras y
espacios, con un fin militar (GALLEGO VALLE 2016: 359). Posteriormente se modificó el
sistema defensivo mediante el derrumbamiento de algunas fortificaciones preexistentes y la
construcción de otras ex novo.
118 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Ya en época islámica se había creado todo un cinturón defensivo que fue respetado por los
castellanos. Éste estaba formado por dos líneas fronterizas: por el Este formada por el Castillo
de Albaladejo, Castillo de Paterno, Castillo de los Baños del Santo Cristo, Alcazaba de Meintixa
en Villanueva de la Fuerte y Torre de Gorgogí; la otra línea fronteriza estaría en el Oeste
integrada por el Torreón de Puebla del Príncipe, Castillo de Montizón, Castillo de Eznavexor,
Torre de Higuera y Torre de Juan Abad (BENITO DE LUGO y TORRES MAS 2012: 588).
Fig. 3. Fortificaciones del Campo de Montiel a principios del siglo XIII. Fuente: GALLEGO VALLE, D. (2016)
Controlada la frontera de la Sierra de Segura a finales del XIII el Campo de Montiel quedaría
en zona de retaguardia, sin embargo se producirían revueltas mudéjares y una invasión
benimerín en el 1282 (GALLEGO VALLE 2016: 361). A consecuencia de estos hechos se
decidió por parte de la Orden de Santiago llevar a cabo una actuación fortificadora al quedarse
las estructuras defensivas musulmanas obsoletas. La respuesta a ello fue la introducción de
modificaciones que adaptaran las
antiguas fortificaciones a la
nueva realidad geopolítica. Un
ejemplo de ello fue el abandono
del Castillo de Eznavexor en
favor de otra fortificación cómo
será el Castillo de Montizón. La
principal causa del abandono
sería sobre todo el cambio de
rutas e intereses estratégicos.
Otro ejemplo sería el de
modificaciones estructurales en
algunas construcciones como en
el Castillo de Terrinches y
Albadalejo o el Torreón de
Puebla del Príncipe. Fig. 4. Las fortificaciones del Campo de Montiel a finales del Siglo
XIII. Fuente: GALLEGO VALLE, D. (2016).
119 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Pero a pesar de estas líneas fronterizas que nos encontramos en época musulmana y que luego
serían aprovechadas por los cristianos, también encontramos fortificaciones que no se
encontrarían en la línea fronteriza pero tendrían una gran importancia. El mayor ejemplo sería
el Castillo de La Estrella en la localidad de Montiel, que junto al Castillo de Eznavexor se
convertirían en husun durante el Califato Omeya y sustituyendo a Villanueva de la Fuente y a
Almedina como centros de poder (GALLEGO VALLE 2015: 30). En esta reorganización del
poder quedaría la localidad de Alhambra al margen, manteniendo todavía su importancia como
nudo caminero y de control de la zona de las Lagunas de Ruidera.
A parte de estos principales centros de población, nos encontramos toda una serie de
fortificaciones secundarias que servían de apoyo a los grandes centros con funciones muy
distintas. Por lo general, estaban asentadas en su mayoría en las zonas más elevadas de las
pueblas y ligadas ocasionalmente a pequeños templos (MOLEGO GARCÍA y GALLEGO
VALLE 2013: 118-119). Entre sus funciones destacarían la de servir como control de las vías
de comunicación, sitios de refugio ocasional o como puntos de control de los recursos
económicos de la zona. De este tipo de fortificaciones podría ser el castillo de Alcubillas cuya
principal función sería la de controlar la vía de Mérida al Puerto de Almansa. Otra fortificación
sería la de El Salido que controlaría el vado del río Azuer que atravesaba el camino que iba
desde Úbeda hacia Toledo. Un último ejemplo de este tipo de recintos lo encontraríamos en la
zona de Las Lagunas de Ruidera cuya importancia se debía sobre todo por el control de los
recursos naturales, sin embargo hoy en día no se puede localizar, aunque se cree que estaría en
el entorno de la ermita de San Pedro, en Ossa de Montiel (GALLEGO VALLE 2015: 38-40).
De esta manera ser formaría toda una red comendataria entre los principales núcleos de
población junto con las fortificaciones secundarías que estarían a su servicio, que se
consolidaría en el siglo XIV. Este auge económico que se daba en el Campo de Montiel estaría
vinculado, sobre todo, con el transito ganadero, además de la agricultura. Este auge dio lugar a
la necesidad de ampliar los centros económicos y administrativos, así como el control de las
principales cabañas ganaderas (GALLEGO VALLE 2016: 363).
El fin de todo ello se daría en el siglo XV, debido a la perdida de las funciones administrativas,
económicas y militares que tendrían estos núcleos. Además varios edificios serían arrasados
como consecuencia de los enfrentamientos entre bandos nobiliarios, siendo especialmente
agresivo el que se produjo entre los Manrique y los de Álvaro de Luna. El proceso de abandono
se consolidará con la llegada de los Reyes Católicos y la conquista de Granada. Muchos castillos
serán abandonados, mientras que otros sustituyeron sus funciones militares por otras de corte
residencial (GALLEGO VALLE 2016: 363).
MONTIEL: EL CASTILLO Y LA VILLA MEDIEVAL
Los orígenes de Montiel: la medina musulmana
Antes de enfocarnos en Montiel en el periodo de repoblación cristiana, que pretende ser el
centro de este estudio, es necesario explicar brevemente el origen de esta localidad, para lo cual
hay que comenzar con su fase musulmana.
El castillo se encuentra situado sobre en cerro testigo de 960 metros en su cota máxima y el
cual posee un gran dominio visual del Valle del Jabalón. Este cerro estará formado
eminentemente por arcillas, siendo este el principal sustrato geológico, aunque poseerá también
algunos afloramientos de piedra arenisca, muy común en la zona y que en algunas de las fases
120 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
será utilizada como aparejo en el propio castillo, además de aprovecharse alguno de estos
farallones en determinados momentos como base para las construcciones.
El contexto de la creación de Montiel coincide con el de la primera fitna a finales del siglo IX,
en el que se produciría un importante encastillamiento de todo el territorio andalusí ante la
inseguridad del momento. Así aparecen los primeros restos de construcción en este lugar,
concretamente se levantará una gran torre cuadrangular y al menos un muro en la cara sur del
cerro. Esta primera fortificación se trataría un husum, cuya función sería de refugio de los
habitantes del territorio en caso de necesidad (GALLEGO VALLE 2016: 348).
Estos restos, aunque documentados son escasos. Se conoce su método de construcción, con
sillarejo de arenisca dispuesto a tizón, pero que en la mayoría de los casos ha aparecido
reutilizado en fases posteriores. Los restos de esta fase corresponden al lienzo de color rojo del
segundo recinto situado más al sur (Fig. 5).
Fig. 5. Planta del Castillo de la Estrella de Montiel con sus distintas fases constructivas diferenciadas. Fuente:
GALLEGO VALLE, D. (2016a)
Una vez pase este convulso periodo, se producirá una reorganización de todo el territorio
andalusí, que para el caso concreto del Campo de Montiel se manifestará en la constitución de
Montiel y Eznavexor como nuevos centros de poder en la zona. Este cambio supondrá la
ampliación de las fortificaciones, que ahora llegará a ocupar toda la parte alta del cerro, cerca
de 6000 m², aproximándose a la planta rectangular todo lo que la orografía del terreno se lo
permite (GALLEGO VALLE 2016: 352).
Esta fase es algo más conocida que la anterior, aun así, los restos de dicha fortificación se
limitan a los basamentos de las torres de flanqueo de la vertiente noroeste del cerro, realizadas
con mampostería dispuesta a espiga, así como varios restos del lienzo en las vertientes norte,
este y oeste, coloreados de rojo (Fig.17). Sin embargo, los pocos vestigios de la fortaleza se
121 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Fig. 6. Cara norte del cerro donde se sitúa el castillo y una de las posiciones donde mejor se aprecia las
diversas fases de su construcción, especialmente las de la época musulmana. Fuente: GALLEGO VALLE, D.
(2016a)
122 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
de la encomienda cristiana, tal y como serán los restos de una iglesia. Esta primera falta de
remodelaciones puede deberse a la inseguridad de que pudiese mantenerse la frontera
demasiado tiempo y que en caso de necesidad la fortaleza se encontrase en obras.
Montiel como encomienda de la Orden de Santiago
Esta situación fronteriza cambiará radicalmente con el gran avance cristiano del siglo XIII, de
tal modo que a mediados de este siglo el Castillo de la Estrella de Montiel ya no será un castillo
de primera línea fronteriza, sino que será un castillo de retaguardia con funciones de apoyo
hacia la frontera, siendo este periodo cuando se acometan las reformas más significativas
(GALLEGO VALLE 2016a: 172).
En esta fase, que es la que mejor se puede apreciar en la actualidad (Fig. 7), se construirá sobre
la anterior una fortaleza prácticamente nueva para adaptarse a las necesidades conventuales de
la orden. Se reducirá el perímetro de la muralla en la parte norte del cerro, mientras que en el
resto de direcciones se retrasarán ligeramente los muros, pudiendo buscarse que estos
cumpliesen una función de antemuros. La fábrica será de encofrados de piedra rellenos de
hormigón de cal, con muros que en ocasiones llegan a los 3 metros de grosor, para lo que se
usarán materiales locales, en especial piedra arenisca obtenida de canteras cercanas.
Fig. 7. Ortofoto del Castillo de la Estrella de Montiel con una vista general del mismo. Realizada por Global-
Hermes.
Dentro de las nuevas estructuras, y que hayan sido documentadas hasta la fecha, se puede
destacar en primer lugar la torre del homenaje, marcada con el número 3 (Fig. 7), situada en la
zona suroeste del cerro y hoy en día perdida en parte por un desprendimiento del afloramiento
rocoso donde se asienta. Sería de planta rectangular con dos pisos y una cubierta abovedada
con ladrillo que se remataba con una terraza. Además, entre la torre y el resto de la fortaleza,
aparece un pequeño patio de armas en el que se ha documentado la existencia de un aljibe.
Sin embargo, cabe la posibilidad de que esta no fuese la primera torre del homenaje, y que esta
se encontrase en la punta noroeste de la fortaleza cristiana, la cual encajaría en la misma
tipología constructiva y formal que la anterior, pero en tamaño más reducido. Además, gran
parte de esta no se ha conservado en la actualidad (GALLEGO VALLE 2016a: 184).
123 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Otro elemento destacable sería la puerta de acceso a la fortaleza, situada en la vertiente este del
cerro, marcada con el número 2 (Fig. 7) y que consistiría en una torre hueca en la que se hallaría
el portón, tras el cual se realizaría un doble codo, accediéndose finalmente a la fortaleza por
una escalinata. Además, para completar la defensa de la puerta se sitúa una torre más adelantada
que el lienzo y justo en frente del acceso, lo cual permitiría el disparo por la retaguardia de
cualquier supuesto atacante.
Fig. 8. Ortofoto de la puerta de acceso del Castillo de la Estrella de Montiel. Realizada por Global-Hermes.
En este momento será también cuando se desarrolle la puebla alrededor de la fortaleza y sobre
la medina musulmana, de la cual se conoce que estaba amurallada, pero aún no ha sido
excavada.
Pero de esta puebla cristiana sí que se ha excavado la Iglesia de Nuestra Señora de la Estrella,
la cual dará nombre al castillo, fechada en el siglo XIII, y que ha sido ya excavada en su
totalidad.
Los muros de mampostería no han
conservado el alzado completo y
mientras que en la zona oeste
conserva más de dos metros, en la
zona este apenas llega al metro,
además de que la esquina noreste
fue arrasada durante unas obras de
construcción de un camino de
acceso al castillo. Constaría de
tres naves con la particularidad de
estar aterrazadas para adaptarse a
la orografía de la ladera. La Fig. 9. Ortofoto de la Iglesia de Nuestra Señora de la Estrella de
entrada se haría por los pies de la Montiel vista desde el este. Realizada por Global-Hermes.
iglesia situados al sur y quedando
por tanto la cabecera al norte. Para
124 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
la puerta se cambia la mampostería por la sillería, pero también de piedra arenisca local. Esta
iglesia presenta ciertos elementos destacables como serán dos capillas en la nave más
occidental, habiéndose encontrado un altar en la más meridional y restos de los frescos
originales en la más septentrional y que a día de hoy permanecen tapados a la espera de poder
aplicarles los óptimos tratamientos de consolidación y restauración.
Pero quizá el elemento más destacado dentro de la iglesia sería un sepulcro monumental situado
en medio de la nave central y que poseería cuatro escudos heráldicos con leones rampantes.
Este sarcófago, en cuyo interior aparecieron los restos completos de una mujer ricamente
vestida, un niño de corta edad y género indeterminado y las extremidades de un varón adulto
de complexión fuerte. La cobertura original fue retirada en algún momento de la propia Edad
Media para retirar el cadáver del varón, por lo que la conservada hoy día es una puesta en ese
momento en sustitución.
Ha sido fechado en el siglo XIV mediante técnicas de C14 y todo parece indicar que tendría
relación con la Batalla de Montiel acaecida en 1369 entre Pedro I y Enrique de Trastámara
(GALLEGO VALLE y MOLERO GARCÍA 2017: 38). Esta datación, junto con los escudos
heráldicos parecen indicar que debía tratarse de algún personaje miembro o al menos cercano
a la familia real, mostrando este hallazgo la clara importancia de la villa de Montiel en la Edad
Media.
Fig. 10. Sepulcro nobiliario de la Iglesia de Nuestra Señora de la Estrella de Montiel. Fuente: GALLEGO
VALLE y MOLERO GARCÍA, (2017)
El último elemento, conocido hasta la fecha, de este periodo sería la necrópolis situada
alrededor de la Iglesia de Nuestra Señora de la Estrella, que, aunque se comienza junto con la
iglesia en el siglo XIII, será en el siglo XIV cuando tenga una mayor expansión.
125 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Aunque se extiende por todo el perímetro de la iglesia, sin que a día de hoy se hayan encontrado
los límites exactos, las excavaciones se han centrado en puntos concretos, de tal forma que se
han documentado varios enterramientos bajo el propio suelo de la iglesia, varios sepulcros de
sillería en el exterior de la cabecera, pero sobre todo donde más extensamente se ha excavado
ha sido en el exterior de los pies de la iglesia.
Tomando este sector como referencia se puede decir que la necrópolis se encuentra tallada en
la propia roca madre del cerro, disponiéndose de forma aterrazada para adaptarse a la orografía
y orientadas siempre las tumbas de norte a sur al igual que la propia iglesia. Las excavaciones
en esta parte de la necrópolis han permitido la recuperación de más de una treintena de
individuos completos, así como varios osarios con un número aún indeterminado de individuos.
Última fase y abandono
Una vez entrado el siglo XV no se volverán a realizar nuevas ampliaciones ni reformas en la
fortaleza, pues no se detecta que se realicen las mejoras pertinentes para defenderse de los
nuevos sistemas de artillería y poliorcética desarrollados a lo largo del siglo anterior, sino que
las únicas obras detectadas en el castillo serán pequeñas reformas de mantenimiento como las
calzas de algunas de las torres de tapial o la torre del homenaje que se había derrumbado en
algún momento indeterminado de este siglo. Estas obras se realizarán con sillería de una cantera
cercana, aunque no la misma que se usó anteriormente pues se ha detectado un cambio en el
tipo de piedra, que aun así no deja de ser arenisca. Además, el castillo ya desde el siglo XIV
estaba en un estado muy deficiente, habiéndose sellado y abandonado algunas zonas debido a
los constantes derrumbes.
Este mal estado de conservación, unido al cambio de contexto, en el que ya el Campo de Montiel
es una zona pacificada y bien integrada dentro del sistema encomendatario santiaguista, hará
que ya a principios del XVI el castillo se abandone y se construya una nueva casa de
encomienda a los pies del cerro, donde ya con anterioridad se había ido trasladando la villa.
De este modo, en el siglo XVI tanto la antigua villa de Montiel como la fortaleza han sido
abandonados, habiéndose detectado incluso que el castillo fue usado como basurero en estos
momentos y desde el siglo anterior. Solamente la iglesia tendrá un uso algo más prolongado en
el tiempo, pero aun así no llegará a seguir en uso una vez entre el siglo XVII, llegando incluso
a amortizarse parte de sus materiales en la construcción de una nueva iglesia en la nueva villa.
CONCLUSIONES
Como hemos visto a lo largo del presente trabajo, el Campo de Montiel experimentará un largo
de proceso de formación muy dilatado a lo largo del tiempo, pero que empezará a consolidarse
a mediados del siglo XIV gracias a la administración santiaguista, de tal modo que una vez
entrado el siglo XVI ya será algo presente.
Será por tanto durante este siglo XIV cuando cobre especial importancia estratégica y política,
habiéndose desligado de Alcaraz como estaba en la etapa musulmana. Una etapa musulmana
en la que, aunque tuvo importancia y un gran desarrollo, no alcanzará las cotas que alcanzará
bajo la administración de la Orden de Santiago.
Esta orden será la que configure en gran medida la Comarca de Montiel que hoy día conocemos
al elegir que antiguos asentamientos mantenían, cuales abandonaban y donde debían fundar
nuevos. Así, encontramos un gran proceso de repoblamiento unido a otro gran proceso de
encastillamiento, que ponen ambos en manifiesto el valor estratégico del Campo de Montiel.
126 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Pero dicho valor no era solo militar, sino también económico, pues se trata de una zona de paso,
tanto dentro de las rutas comerciales como de ganado, por lo que era de especial interés para la
orden asegurar dicho territorio y dejar clara su presencia y poder con la erección de fortalezas.
Dentro de esta fortaleza destacaba la del Castillo de la Estrella de Montiel, la cual funcionó
durante toda la Baja Edad Media como cabeza de la orden en este territorio y la cual hemos
tomado como estudio de caso de la construcción y funcionamiento de la Orden de Santiago en
el territorio del Campo de Montiel.
En efecto, la villa de Montiel presidida por su fortaleza tuvo una gran importancia en este
periodo, pudiendo ser un gran ejemplo de ello no solo el desarrollo que tuvo la propia villa,
sino también diversos acontecimientos como la culminación de la guerra civil entre Pedro I y
su hermanastro Enrique de Trastámara en 1369, y que no deja de estar enmarcada en el contexto
de la Guerra de los Cien Años.
Sin embargo, según avance la frontera de Castilla hacia el sur, Montiel se irá alejando de la
guerra y perdiendo parte de su valor estratégico, o al menos el valor militar, por lo que a lo
largo del siglo XV se irán abandonando las fortalezas para ser sustituidas por casas de la
encomienda, de tal forma que en el siglo XVI estas se encontrarán ya todas o bien derruidas
intencionadamente o en proceso de derrumbe debido a su abandono.
BIBLIOGRAFÍA
BENITEZ DE LUGO, L. y TORRES MAS, M. Espacio, tiempo y forma. Serie III, Historia
(2012). Fortificaciones en la frontera del Campo de medieval, Nº 29, pp. 337-376.
Montiel en el marco de las Guerras Civiles
castellanas. En Actas del IV Congreso de GALLEGO VALLE, D. y MOLERO GARCÍA,
Castellología: Madrid 7 a 10 de marzo de 2012. J.M. (2017) Fundación Castillo de la Estrella.
(RUIBAL RODRÍGUEZ, AM. coord.), Madrid pp. Fundación Castillo de la Estrella, Montiel.
205-208. MATELLANES MERCHÁN, J.V. (2016) La
colonización santiaguista del Campo de Montiel. En
GALLEGO VALLE, D. (2015) Del emirato a la Alarcos 1195. Actas del Congreso Internacional
conquista cristiana: propuesta de reconstrucción del Conmemorativo del VII Centenario de la Batalla de
paisaje histórico del Campo de Montiel (ss. IX-XIII). Alarcos. (IZQUIERDO, R. ed.), Universidad de
En Campo de Montiel 1213. Entre el Islam y el Castilla-La Mancha, Ciudad Real.
Cristianismo. Actas del Congreso del VIII
Centenario del inicio de la Conquista Cristiana del MOLERO GARCÍA, J. y GALLEGO VALLE, D.,
Campo de Montiel (1213-2013). (MOYA- (2013) El primer encastillamiento cristiano en el
Campo de Montiel (1213 c.-1250). En Alcaraz del
MALENO, P.R. y GALLEGO VALLE, D. coords.), Islam al concejo cristiano. (PRETEL MARÍN, A.
Centro de Estudios del Campo de Montiel (CECM), coord.), Alcaraz. Instituto de Estudios Albacetenses,
Ciudad Real, pp. 9-53. pp. 111-142.
127 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Montiel. En Campo de Montiel 1213. Entre el Islam SERRANO DE LA CRUZ, M.A (2013) La
y el Cristianismo. Actas del Congreso del VIII delimitación del Campo de Montiel. Principales
Centenario del inicio de la Conquista Cristiana del enfoques y problemáticas. En Revista de Estudios
Campo de Montiel (1213-2013). (MOYA- del Campo de Montiel, Nº. 3, pp. 51-84.
MALENO, P.R. y GALLEGO VALLE, D. coords.),
Centro de Estudios del Campo de Montiel (CECM) GLOBAL-HERMES ARQUEOLOGÍA (2016)
Ciudad Real, pp. 279-287. Castillo de la Estrella 2016.
https://sketchfab.com/models/2f73b0d10c9e4aa1a8
RUIBAL RODRIGUEZ, A. (1984) El enclave de ae36dc3f6b4dde?ref=related
Montiel: vestigios de los antiguos castillos de La
Estrella y San Polo y del lugar de Torres. Anuario de
Estudios Medievales, vol. 14, pp. 153-185.
128 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
129 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
necesidad de grandes disquisiciones al ser una serie de películas visionadas por gran parte de
los lectores. Aquellos que no hayan podido verlas, puede que se sientan interesados a partir de
lo que aquí se explica y decidan darles una oportunidad, ya no por ser filmes clave de la ciencia
ficción y la ópera espacial, sino por el curioso ejercicio de análisis que supone desentrañar las
influencias históricas y arqueológicas de estos, que son muchas más de las que parece. Dicho
esto, podemos pasar al desarrollo en sí de este artículo.
STAR WARS EPISODIO IV: UNA NUEVA ESPERANZA -1977-
Star Wars Episodio IV: Una Nueva Esperanza, estrenada en 1977 y dirigida y guionizada por
George Lucas, contiene bastantes más elementos basados en conocimientos arqueológicos e
históricos de lo que en un principio se podría pensar. Siguiendo la historia de la película, tras el
ataque de Darth Vader y sus tropas imperiales a la corbeta corelliana de la Princesa Leia, la
Tantive IV, los droides C-3PO y R2-D2 consiguen escapar en una cápsula que acaba cayendo
en el próximo planeta Tatooine. Tras sus aventuras por el desierto y su recogida por parte de
los jawas -que podría considerarse la primera referencia a los conocimientos históricos y
arqueológicos en lo concerniente a las tribus nómadas del desierto del Sáhara-, se nos presenta
la granja de la familia Lars, donde reside Luke Skywalker junto a sus tíos Owen y Beru Lars.
Al ser Tatooine un planeta desértico, la granja se ha especializado en la extracción de la
humedad de la atmósfera para su posterior transformación en agua. Es precisamente este clima
desértico el que propició el diseño del hogar de los Lars.
Este está basado en la arquitectura de tipo rupestre, es decir, es una casa excavada en la roca
pero no en horizontal hacia el interior de una gran masa pétrea, sino en el suelo. Todas las
habitaciones excavadas se disponen alrededor de un patio central igualmente excavado. La
única manera de reconocer la existencia de este refugio en mitad del desierto es por la cobertura
de las escaleras que descienden y dan acceso a la casa, cupulada. Durante la película podemos
ver un total de tres de los habitáculos: cocina, comedor y taller (PÉREZ BARREIRO 2015: 72),
debiendo dar por supuesto que existirán más habitaciones destinadas a dormitorios, aseos o
despensa. Este refugio no fue construido específicamente para la película, sino que se
aprovechó una de las denominadas ``casas trogloditas´´ bereberes de Túnez, concretamente de
Matmana. Al ser una estructura enterrada, permitía una fácil defensa de la misma debido a su
difícil ubicación por parte del enemigo, incluso puede que la cobertura cupulada de las escaleras
de acceso sea una licencia de la película, ya que rompe la lógica del camuflaje descrita
anteriormente.
Aunque no se puede obtener un mejor ejemplo de conocimiento y elemento arqueológico
reaprovechado, sí que podemos citar otras influencias y similitudes con este tipo de
construcción, que pudieron ser la base que usó George Lucas para la localización de un
escenario de las características que contenía el elegido en Túnez. Así, podemos citar otros
ejemplos de edificios surgidos de su talla directa sobre la roca: los templos hindúes de Elefanta
-s. IX a.C. – XIII d.C.- o Ajanta -s. II a.C. – VI d.C.-, Petra -culturas nabatea y romana, s. IV
a.C. – I d.C.-, la Capadocia y la cultura cristiana del valle de Göreme -s. XI-XII d.C.-, o Etiopía
con el ejemplo de Lalibela -s. XI-XIII d.C.- (PÉREZ BARREIRO 2015: 73). Actualmente, la
``casa troglodita´´ que se utilizó para el interior de la vivienda de los Lars se ha convertido en
el Hotel Sidi Driss, frecuentemente visitado por aficionados a la saga o por turistas curiosos por
ese tipo de modo de vida y alojamiento (MARTÍNEZ GARCÍA 2015: 50). En cualquier caso,
cabe reflexionar sobre el peligro que una sobreexposición como la que resultó ser la aparición
en Star Wars puede suponer para los elementos históricos y arqueológicos. Cabe la posibilidad
de que pierdan sus auténticos valores patrimoniales y culturales, en pos de los puramente
130 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
131 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
que se pretendía llegar. Para realizar este idioma se contó con el productor de sonido Ben Burtt,
que se basó en una lengua relacionada con los incas de Perú, el quechua. Esta investigación
sería supervisada y aprovechada por el lingüista Larry Ward, que fue quien realizó los sonidos
del lenguaje huttés que Burtt se encargó de encajar en la escena entre Greedo y Solo
(MARTÍNEZ GARCÍA 2015: 69). Por tanto, y aunque no haya sido la intención original de los
participantes en la producción de la archifamosa película, se puede decir que se contó con la
etnoarqueología como base para la elaboración de un elemento de la misma. Es decir, no solo
tenemos uso de elementos arqueológicos concretos y del método arqueológico dentro de la
historia, sino que se usa como herramienta de trabajo durante la producción del film, lo que
supone un uso más profesional que el ejercicio de imaginación pura anteriormente citado de
George Lucas con los jawas.
Tras el análisis del lenguaje de Greedo y su relación con la etnoarqueología, pasamos a estudiar
ahora la armadura de las tropas de asalto imperiales, vistas ya tanto al inicio de la película
abordando la Tantive IV como en Mos Eisley buscando a los droides C-3PO y R2-D2. En un
una galaxia como la de Star Wars, donde las armas de corto alcance han perdido su sentido ante
armas de largo alcance capaces de lanzar plasma que atraviesa casi cualquier tipo de material,
llama la atención la existencia de este tipo de armaduras. Aunque seguramente responda a una
mera función estética, pues hay un contraste entre el blanco de los soldados imperiales y su
afiliación con la maldad -así como con el traje de Darth Vader-, la base es totalmente medieval.
La parte exterior está realizada en un material plastoide -derivado del plástico pero con mayores
capacidades en todos los aspectos-, llevando debajo un traje interior que cubre del cuello hasta
los pies, de color negro. Aunque estas armaduras cuentan con todo tipo de avances -
herramientas, filtración de toxinas, respiración en el espacio, etc. (BARR et al. 2015: 249)-, se
puede identificar perfectamente al mono negro con la cota de malla, sobre la que se colocaba la
armadura metálica -plastoide en el caso de las tropas de asalto.
En la misma línea del elemento medieval evolucionado tecnológicamente encontramos el arma
de Chewbacca, la ballesta wookie. Esta arma es típica de Kashyyk, el planeta del que son
originarios los wookies, evolucionadas desde sus tiempos más remotos en las que se cargaban
con flechas y dardos venenosos. Sus características son superiores a la mayoría de las armas
bláster visibles en los medios audiovisuales de Star Wars, siendo además de las pocas que aún
pueden incorporar materiales como el hueso o la madera y tener un toque artístico si el armero
así lo desea. No disparan un haz de energía como las armas bláster normales, sino que
reinventan el sistema tradicional de la ballesta sustituyendo el impulso de cuerda por otro
magnético, y cargando el proyectil metálico de una energía parecida al plasma de los bláster
que hace que obtenga un doble poder destructivo (BARR et al. 2015: 253). Por tanto, la ballesta
wookie de Chewbacca no es más que una ballesta normal cuyo funcionamiento ha sido
reinventado de acuerdo a las bases tecnológicas de Star Wars.
Otro elemento a destacar dentro de Star Wars Episodio IV, y antes de llegar a la Estrella de la
Muerte, es el sable de luz o sable láser. Esta arma se ha convertido en uno de los aspectos más
famosos y representativos de esta saga junto con sus portadores comunes, los Jedi o los Sith.
Aunque es muy fácil señalar la influencia japonesa en la aparición de este arma, sobre todo a
través del cine de Akira Kurosawa -Los Siete Samuráis, 1954 o La Fortaleza Escondida, 1958-
, tampoco hay que dejar de lado la influencia de una de las series y personajes de ciencia ficción
más importantes de todos los tiempos: Flash Gordon, ya que en algunas de sus aventuras
aparecía una espada llameante (MARTÍNEZ GARCÍA 2015: 56). Pero mirando más allá de las
influencias fílmicas, podemos hallar cierto simbolismo en esta arma, más concretamente basado
132 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
en la religión cristiana. Según el Génesis, el primer libro del Antiguo Testamento, Adán y Eva
fueron expulsados del paraíso tras cometer el pecado original, por un arcángel llamado Miguel
que portaba una espada llameante. Haciendo el paralelismo, podríamos ver al pecado original
como al mal, el Lado Oscuro en sí mismo, mientras que Adán y Eva representarían a los Sith -
usuarios del Lado Oscuro de la Fuerza-. El arcángel Miguel encarnaría a un Jedi, usuario del
Lado Luminoso, que usa el sable de luz para enfrentar y expulsar de la República al Lado
Oscuro, intentando conseguir su erradicación. Seguramente esta sea una idea muy retorcida,
pero el propio George Lucas ha aceptado en varias entrevistas que para la historia de las
películas de Star Wars se basó en una medida importante en los mitos clásicos y las religiones,
sobre todo la cristiana, gustando de hacer simbolismos y referencias para que el espectador
comprenda mejor el trasfondo y desarrollo narrativo al serle familiar de manera inconsciente.
Ahora que afrontamos el paso de nuestros héroes por la Estrella de la Muerte, debemos sacar a
relucir la representación de los polos opuestos de La Fuerza: Ben Kenobi -Lado Luminoso- y
Darth Vader -Lado Oscuro-. Los dos personajes representan polos totalmente opuestos en
cuanto a la concepción del mundo se refiere, y esta característica queda patente en las
referencias tomadas para el diseño de las ropas del anciano maestro Jedi y su caído aprendiz.
En el caso de Ben Kenobi, sus ropajes están basados en las ropas ceremoniales samurái, lo que
de nuevo nos lleva al mencionado director japonés Akira Kurosawa. Por otra parte, Darth Vader
también está basado en el samurái japonés, aunque en su caso en sus ropajes más bélicos: la
armadura de combate. Esto evidentemente contrasta con la serenidad que puede ofrecer un traje
ceremonial, lo que ya nos traslada las bases tanto de los Jedi como de los Sith. Pudo existir otra
influencia más desconocida por el aficionado promedio de la saga para la máscara de Darth
Vader. Hablamos del casco de Sutton Hoo, casco con máscara incluida encontrado en el
yacimiento arqueológico correspondiente al cementerio anglosajón de Sutton Hoo, de alrededor
del siglo VII d.C. De esta manera, cobraría más sentido el origen medieval de los uniformes de
los stormtroopers y habría un hilo conductor que conectaría la apariencia de los antagonistas.
Tras el sacrificio de Ben Kenobi, Luke Skywalker, Han Solo y la rescatada Princesa Leia
consiguen escapar y llevar finalmente los planos de la Estrella de la Muerte a la base rebelde
de Yavin IV. La localización de la base vuelve a contener bastantes elementos arqueológicos
sacados de la realidad. El exterior del Templo Massasi, edificio donde se refugia la Alianza
Rebelde, se corresponde con las pirámides mayas de Tikal -Guatemala-, uno de los yacimientos
arqueológicos más ricos a la hora del estudio de esta civilización prehispánica (MARTÍNEZ
GARCÍA 2015: 61). Solo se observan las partes superiores de estas pirámides, en el momento
de despegue y aterrizaje de la flota rebelde antes del ataque y posterior destrucción de la primera
Estrella de la Muerte, mientras que los interiores se rodaron en lugares totalmente distintos. El
diseño del Templo Massasi varía la forma de las pirámides de Tikal en la parte del edificio
oculta por la vegetación en los planos de la película, adaptando la parte inferior para situar la
entrada al hangar mediante una gran abertura.
STAR WARS EPISODIO V: EL IMPERIO CONTRAATACA -1980-
Debemos avanzar ahora hasta el año de 1980, cuando se estrena la que posiblemente sea la
mejor película de la saga hasta la fecha. Star Wars Episodio V: El Imperio Contraataca -dirigida
por Irvin Keshner- contiene, al igual que su predecesora, bastantes más elementos de origen
arqueológico o histórico de los que en un primer momento se podría pensar. De nuevo, para
seguir un cierto orden en la presentación de estos elementos, se seguirá su orden de aparición
en la película, debiendo así comenzar por el helado planeta Hoth. No es el planeta en sí lo que
hay que destacar, sino la batalla entre la Alianza Rebelde y el Imperio Galáctico que allí tiene
133 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
lugar y, más concretamente, los vehículos de combate que este último utiliza. El AT-AT -All
Terrain Armored Transport, Transporte Blindado Todo Terreno- desentona en un principio en
una galaxia donde el transporte a través de vehículos de ruedas parece haber quedado obsoleto,
más aún si se trata de un transporte bélico. Sin embargo, en este caso no se trata tanto de seguir
una lógica para el desarrollo de este universo, sino, como se ha mencionado anteriormente,
introducir elementos que para el espectador serán familiares y facilitarán su conexión con los
hechos narrados.
En este caso, es más que evidente que los AT-AT están basados en los animales utilizados
especialmente en la Antigüedad en batalla, como el elefante de guerra. Este recurso fue utilizado
por el Imperio Persa, el Antiguo Egipto o Cartago -entre muchos otros ejemplos-, con varias
finalidades: transporte de armamento, intimidación del enemigo, realización de cargas para
romper las filas enemigas… Para su correcto uso en batalla muchas veces era necesario que
sobre el elefante hubiera al menos dos personas: un conductor del animal y alguien encargado
de la ofensiva con distintos tipos de armas -aparte de la fuerza del propio elefante-. En el caso
del AT-AT, su funcionalidad es prácticamente la misma: asustar a los rebeldes, transporte de
tropas y armamento y trabajo como armamento pesado encargado de abrir brechas en las filas
enemigas. Además, necesita también de varias personas para su manejo: dos pilotos y al menos
otros dos artilleros encargados de los láseres. Más allá de la búsqueda de un elemento dramático
al enfrentar a los rebeldes y sus pequeños snowspeeders contra el Imperio y su enorme poder
representado por los AT-AT, hay otro elemento que confirma que este vehículo bélico está
basado en el paquidermo. Para conseguir que estas ``enormes´´ máquinas tuvieran movimientos
lo más realistas posibles, se recurrió a la filmación de un elefante en el Marine World Africa
USA, estudiando sobre todo las patas del animal y el modo en que este cae al suelo (RINZLER
2016: 100).
Continuando con el desarrollo del Episodio V, las tropas rebeldes consiguen huir de Hoth y
escapar del Imperio. Luke Skywalker se dirige a Dagobah, guiado por el espíritu de Ben Kenobi
que le ha recomendado visitar al maestro Yoda. Por su parte, Han Solo y Leia Organa se dirigen
al planeta Bespin, donde el viejo amigo de Han, Lando Calrissian, se ocupa de la dirección de
Ciudad Nube. Comencemos por Bespin y su Ciudad Nube. Lo que más destaca aquí es la
arquitectura interior de los edificios, fuertemente inspirada en la tradición romana. La luz entra
por grandes óculos en la parte superior de los edificios, imitando al Panteón de Roma, pero
sustituyendo los casetones de la cúpula del vetusto edificio por una serie de radios que sostienen
el óculo acristalado. La luz incide directamente sobre los interiores totalmente blancos de
Ciudad Nube, que parecen recordar el uso del mármol blanco para la decoración interior de los
edificios, además de que es posible observar en la película una serie de bajorrelieves en las
paredes (PÉREZ BARREIRO 2015: 79). Si en el planeta Hoth teníamos la representación del
poder militar del Imperio Galáctico basado en parte en otro imperio como fue el Persa, en
Bespin se nos muestra el lado más estético y artístico basado a su vez en otro imperio, esta vez
en Roma.
Nos trasladamos ahora al cenagoso planeta Dagobah, donde el elemento más destacable es el
refugio del Maestro Yoda. Este está conformado por tres elementos: la cápsula que utiliza para
exiliarse tras la práctica extinción de la Orden Jedi en Star Wars Episodio III: La Venganza de
los Sith, el barro de la ciénaga y las raíces de un árbol. Dejando de lado el elemento más
tecnológico, nos encontramos con una cabaña compuesta por barro y la parte inferior de un
árbol, lo que recuerda a los que probablemente fueron los primeros refugios usados por el
hombre (PÉREZ BARREIRO 2015: 80). Es más, la cabaña y el árbol se han situado también
134 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
como los posibles elementos de partida de la arquitectura -podemos recordar ahora la cabaña
primigenia-, y entroncan bien con lo que se quiere representar a través del personaje de Yoda:
un Maestro Jedi sabio, que sabe escuchar a la Fuerza y mantiene una relación de armonía con
la naturaleza, que se refleja en su refugio.
El árbol del cual Yoda aprovecha las raíces para construir su vivienda es una gigantesca acacia,
situada al lado de la charca donde Luke estrella su X-Wing al llegar al planeta. El refugio cuenta
con tres partes bien diferenciadas: cocina, dormitorio -en un altillo- y sala de estar, pudiendo
acceder a ellas a través de dos grandes vanos circulares que actúan como puertas y obteniendo
algo de la poca luz que llega a las raíces de los árboles del planeta a través de ventanas. Una
arcilla blanquecina y depurada sirve como recubrimiento del interior, lo que denota cierta
preocupación por la higiene y la impermeabilización a tenor del constante clima húmedo de
Dagobah, lo que ayuda a que la construcción se conserve durante más tiempo. Yoda igualmente
se las ingenió para conseguir agua corriente y fabricar instrumentos variados de barro (BARR
et al. 2015: 215). Teniendo en cuenta que no llevaba pertenencias personales más allá de su
ropa cuando llega al planeta, los platos y vasijas de barro debieron ser fabricados por el propio
Maestro Jedi mediante un método artesanal, ya que la Fuerza tiene poca aplicación práctica en
aquellos elementos que requieren de tecnología o de una técnica concreta para su creación.
El tamaño del refugio de Yoda se corresponde con el tamaño de su habitante, estando su
tipología constructiva influenciada por los ejemplos de la arquitectura tunecina vistos en Star
Wars Episodio IV -granja de los Lars y refugio de Ben Kenobi (RINZLER 2016: 229)-, pero
con una relación aún más estrecha con la arquitectura que se nos presenta de Tatooine en
Episodio I: La Amenaza Fantasma. En cuanto al personaje en sí de Yoda, se corresponde
claramente con el arquetipo del guía o tutor inicial del héroe que se recoge en el libro El Héroe
de las Mil Caras -Joseph Campbell, 1949-. Las teorías de Joseph Campbell fueron de gran
importancia para George Lucas, debiendo reseñar que esa influencia se encuentra sobre todo en
la creación de los personajes y de los arcos argumentales. De esta manera, Ben Kenobi sería el
primer guía espiritual de Luke, mientras que Yoda sería el segundo, más poderoso aún al ser el
maestro del maestro inicial de Luke.
Aún hay otros elementos de Dagobah que se deben mencionar, que lo convierten en el planeta
más simbólico y de compleja construcción de El Imperio Contraataca. El primero es que Yoda,
al igual que los eremitas hindúes, budistas o taoístas pero especialmente los cristianos de los
siglos III al V d.C., se retiró a Dagobah -equiparable al desierto- para alejarse de cualquier
contacto con la galaxia y poder concentrarse en el estudio de la Fuerza -dios- y de sí mismo
hasta que llegara el momento de entrenar a Luke Skywalker. Dagobah es un planeta donde no
existe civilización o sociedad alguna, y que además tiene un fuerte vínculo con la Fuerza al
conservar su naturaleza por completo y no haberse visto colonizado ni afectado en su
ecosistema por razas alienígenas. Sin embargo, a diferencia de los eremitas del cristianismo
temprano, el retiro de Yoda fue forzado debido a la persecución que el Imperio Galáctico llevó
a cabo sobre los Jedi después de los hechos del Episodio III. Otra localización importante para
la trama situada en Dagobah es la Cueva del Lado Oscuro.
Esta Cueva se halla bajo un árbol, aprovechando las oquedades entre las raíces del mismo,
siendo un lugar que como todo el planeta tiene una alta concentración de la Fuerza, pero
especialmente del Lado Oscuro, lo que supone una ardua prueba para cualquier Jedi que se
atreva a adentrarse en su interior, ya que tendrá que hacer frente a visiones oscuras de sí mismo
o de su propio futuro (BARR et al. 2015: 202). Esta Cueva puede entenderse como una
referencia al funcionamiento de los oráculos en la Antigüedad, especialmente el de Delfos. El
135 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
mensaje que la Cueva del Lado Oscuro emite es ambiguo, puesto que adquirirá su significado
dependiendo de la percepción personal y subjetiva de cada individuo. Además, el lugar en el
que se emite este ``mensaje de la Fuerza´´ contiene ya en sí mismo cierto aire mistérico y
místico, ambiente que se buscaba recrear en el oráculo de Delfos mediante su disposición en un
lugar cerrado -como la Cueva- y que estaba en comunicación directa con grietas que permitían
la salida de gases del interior de la tierra -la Fuerza-, haciendo que los adivinos entraran en
trance -Jedi- y dieran su vaticinio –visión de la Fuerza influenciada por el Lado Oscuro.
Tras la exploración de los planetas, debemos pasar al estudio de hechos y personajes concretos
que nos siguen revelando cómo el conocimiento histórico y arqueológico se usaba en las
primeras producciones de Star Wars. Es en el Episodio V donde aparece por primera vez el
personaje del cazarrecompensas Boba Fett -a la larga muy querido por los aficionados a pesar
de las pocas líneas que tiene en la Trilogía Original, nombre que los aficionados a Star Wars
han dado al conjunto de las primeras tres películas estrenadas y que son el objeto de análisis-.
Contratado por Darth Vader junto a muchos otros cazafortunas, como IG-88 -cuyo modelo
droide hemos podido observar recientemente en la serie The Mandalorian como el
cazarrecompensas IG-11-, es quien consigue averiguar que Han Solo y Leia Organa se dirigen
a Bespin, haciendo que Darth Vader se adelante a ellos y obligue a Lando a traicionar a su viejo
amigo. Por tanto, es un personaje clave para el desarrollo narrativo argumental de esta y la
siguiente película, el cierre de la Trilogía Original. Al principio se pensaba que Boba Fett sería
una especie de supersoldado de asalto, un stormtrooper mucho más experimentado que sus
compañeros y con una serie de armas especiales, como lanzacohetes, cable con gancho y
mochila propulsora.
Por tanto, iba a vestir una armadura blanca similar a la del soldado de asalto estándar, para
luego modificarse y darle unos colores más verdosos, terrosos y envejecidos, que junto con
algunos desperfectos en la misma da una idea de su agitada vida debido a su profesión. Este
cambio tan drástico se basó en el género fílmico del Western, especialmente el Spaghetti
Western de Sergio Leone protagonizado en muchas ocasiones por Clint Eastwood
(MARTÍNEZ GARCÍA 2015: 105). Aquí podemos observar cómo se toma un estudio y
aplicación previos de un momento histórico concreto de los Estados Unidos para el desarrollo
estético y argumental de un personaje concreto. El problema que aquí reside es la utilización de
una visión estereotipada de la historia de Estados Unidos, lo que invariablemente va a trasladar
los estereotipos a las obras sobre las que ejerza influencia, por lo que se está perpetuando una
visión distorsionada de la historia por mucho que Star Wars se halle en un extremo
prácticamente opuesto al de la divulgación histórica. De manera indirecta, Star Wars colaboró
en la perpetuación de los estereotipos históricos.
Otro aspecto a destacar dentro de El Imperio Contraataca es su guionista. Aunque el primer
borrador fue realizado por Vivien Leigh, el guión definitivo fue realizado por Lawrence Kasdan
(RINZLER 2016: 54). Aunque este dato pueda parecer menor o carente de importancia, lo cierto
es que Kasdan trabajó posteriormente en el guión de Indiana Jones: En Busca del Arca Perdida
-1981, dirigida por Steven Spielberg-, por lo que podemos observar una conexión muy estrecha
entre la saga galáctica y la arqueológica, que cobra aún mayor relevancia cuando el propio
George Lucas también participó de la creación del personaje y de sus sucesivas películas -junto
a Steven Spielberg, en vez de sus colaboradores habituales en Star Wars-. Podemos ver cierta
inclinación por parte de Lucas al campo arqueológico que, al no poder explotarlo
completamente en su franquicia más famosa, pudo ser el desencadenante -junto con el aspecto
económico- para toda una nueva serie de películas donde un arqueólogo de principios del siglo
136 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
XX, el Dr. Henry ``Indiana´´ Jones, llevaba a cabo una serie de expediciones arqueológicas que
podríamos calificar mínimo de agresivas –la relación entre Star Wars e Indiana Jones llegaría
a ser aún más cercana.
George Lucas realizó una investigación más profunda que en la película anterior, motivada por
la presión y la necesidad de superar Una Nueva Esperanza y consolidar a Star Wars como una
saga de referencia para poder estrenar la tercera parte de la Trilogía Original y ampliar el
mercado ya no solo con novelas y cómics, sino con todo tipo de merchandising que incluye
nuevas aventuras adaptadas a medios como la televisión o los videojuegos. La investigación
citada se centró sobre todo en diversas religiones y folklore aprovechando Lucas su formación
como antropólogo (RINZLER 2016: 300) -de ahí su interés por la obra de Joseph Campbell-.
Es curiosa también la similitud con los autores griegos clásicos, como Sófocles o Esquilo -s. V
a.C.-, al mostrar la historia a través de una trilogía que solo cobra sentido una vez que se cuenta
con las tres partes de la misma. El Episodio V fue objeto de diversos estudios y análisis en el
momento de su estreno por prensa especializada en cine, filosofía e incluso teología, señalando
la gran influencia del budismo y el zoroastrismo en el concepto de la Fuerza para los Jedi, o las
religiones orientales en general como base para el desarrollo del Lado Luminoso. El propio
guionista Lawrence Kasdan confirma la influencia samurái en la concepción estética y
argumental de los Jedi, capaces de desarrollar al máximo sus habilidades físicas en conexión
con la Fuerza, para lo que se necesita una habilidad intelectual y espiritual a la altura y un
equilibrio total entre ambas (RINZLER 2016: 344).
STAR WARS EPISODIO VI: EL RETORNO DEL JEDI -1983-
Siendo la última parte de la Trilogía Original, y gustando George Lucas de los simbolismos,
no debe extrañarnos que Star Wars Episodio VI: El Retorno del Jedi nos lleve de vuelta a
Tatooine -pasando antes por la segunda Estrella de la Muerte, en construcción-, el desértico
planeta natal de Luke Skywalker. Sin embargo, en esta ocasión no se visitará la granja de los
Lars, el refugio de Ben Kenobi o el puerto espacial de Mos Eisley. En cambio, se nos traslada
al palacio de Jabba el Hutt -nombrado en el Episodio IV-, el señor del hampa del Borde Exterior
-la galaxia en la que se desarrolla la historia de Star Wars está dividida en cuatro zonas
principales: el Núcleo de la galaxia en el centro, el Borde Medio como un primer anillo
alrededor del Núcleo, y el Borde Exterior como último anillo alrededor del Borde Medio. La
cuarta zona son las llamadas Regiones Desconocidas, que ocupan parte del Borde Exterior y de
las que, como su propio nombre indica, no existen registros ni mapas de navegación que
indiquen su contenido- de la galaxia. La arquitectura del palacio no revela mucho, es
principalmente metálica y se combina con espacios excavados en la roca en horizontal. Ahora
se tendría un espacio más similar a la famosa arquitectura de la citada ciudad de Petra, pero
mucho más desarrollada en toda una serie de pasillos, habitaciones, mazmorras y almacenes
transitados por los huéspedes y guardias de Jabba. Algunos de los integrantes de este cuerpo,
de la especie alienígena gamorreana, poseen hachas para su defensa y la de su contratante, así
como para disuadir a los visitantes de cualquier tipo de acto sospechoso. Los que aparecen en
esta película son hachas simples, ya que existen otras que cuentan con vibromotores (BARR et
al. 2015: 247) que les confiere una película de energía a las hojas que permite el contacto directo
con el sable de luz sin que este destruya el hacha.
Es precisamente el diseño del hacha lo que debemos recalcar, puesto que no es un arma
demasiado recargada o eminentemente futurista. Podemos establecer un paralelo con una de las
armas más conocidas de la historia: el hacha vikinga o danesa. En este caso, se trata de una
variante en la que se recorta el mango de madera y se alarga un poco la hoja, que adquiere un
137 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
138 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
139 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Tras el análisis de la especie ewok y habiendo visto sus características, queda claro que
presentan algunos rasgos contradictorios que dificultan su posible identificación y ubicación
dentro del conocimiento histórico y arqueológico. Habiendo citado su dominio del fuego, del
curtido de pieles, del tejido, de la cocción de la cerámica o de la domesticación de animales, y
el uso de armas líticas los sitúa más allá de una sociedad del Paleolítico Superior, lo que se
confirma con su sedentarismo parcial. Los conocimientos naturales, que suponen un mínimo de
observación y estudio del entorno, nos lleva hasta el Neolítico como mínimo, pero de aquí no
podemos pasar debido a las citadas armas líticas. Desde aquí, el resto de características no paran
de evitar una posible ubicación estable de los ewoks dentro de nuestros conocimientos. El hecho
de ser semisedentarios y no completamente sedentarios y de no dominar la agricultura y seguir
dependiendo de la recolección, retrasa un poco su ubicación cronológica, posiblemente hasta
inicios del Neolítico.
Sin embargo, la razón de ese sedentarismo parcial -el mejor aprovechamiento de los recursos y
la búsqueda de una mejor habitabilidad en ciertas épocas del año-, así como la fabricación de
catapultas y todo tipo de trampas con madera -aparte de la complicada construcción de sus
refugios en los árboles- vuelven a adelantarlos a su tiempo. Viendo que se les puede ubicar en
un contexto histórico más exacto, diremos que deberían pertenecer al menos al Calcolítico, pero
que no podemos adelantarlos más del Neolítico Final debido a su uso de herramientas y armas
líticas. En cuanto a su organización social y religión, no nos transmite la información suficiente
para una clasificación razonada. El citado respeto a los ancianos se extrae durante el visionado
de la película, cuando un ewok de avanzada edad ordena silencio a su tribu y esta obedece sin
dudar, mientras que de su religión sabemos poco más que su adoración por un ser brillante o
dorado, que confunden con el droide C-3PO. Por tanto, no debemos descartar que esta supuesta
religión no actúe más que como una excusa argumental para introducir alivio cómico. A pesar
de los rasgos contrapuestos, el equipo creativo tras el diseño final de la sociedad ewok hizo un
buen trabajo para que fuera una construcción realista, auténticamente aislada del resto de la
galaxia, con una evolución lo más natural posible y que es testigo de algunas de las situaciones
extremas que se pueden dar al entrar en contacto con otra sociedad o cultura considerada como
``superior´´.
BIBLIOGRAFÍA
BARR, P., BRAY, A., WALLACE, D., PÉREZ BARREIRO, S (2015): Star Wars:
WINDHAM, R. (2015): Universo Star Wars. Arquitectura, Ficción o Realidad, Creaciones
Personajes. Criaturas. Localizaciones. Tecnología. Vincent Gabrielle. Madrid, 2015. ISBN:
Vehículos, Dorling Kindersley Limited. Londres, 9788492987559. Pp. 72, 73, 79, 80.
2015. ISBN: 9780241241295. Traducción al
castellano por Robert Falcó e Irene Oliva. Pp. 163, RINZLER, J.W. (2016): Cómo se hizo Star Wars: El
202, 215, 222, 223, 224, 247, 249, 253. Imperio Contraataca, Editorial Planeta Cómic.
Barcelona, 2016. ISBN: 9788416816729. Pp. 54,
CAMPBELL, J. (1977): El Héroe de las Mil Caras. 100, 229, 300, 344.
Psicoanálisis del Mito, Ediciones D.R., Fondo de
Cultura Económica. México D.F., 1977 (tercera Filmografía
edición). ISBN: 9681604229. Edición original KESHNER, I. (1980): Star Wars Episodio V: El
publicada en 1949, bajo el título The Hero with a Imperio Contraataca, 20th Century Fox, Lucasfilm
Thousand Faces. Ltd. Estados Unidos, 1980. Guión de Vivien Leigh y
MARTÍNEZ GARCÍA, F J. (2015): Star Wars, La Lawrence Kasdan, producida por Gary Kurtz y Rick
Creación de la Trilogía Original, Asociación McCallum. Duración: 124 min.
Cultural del Cómic. Mallorca, 2015. ISBN 978-84- LUCAS, G. (1977): Star Wars Episodio IV: Una
16436-99-6. Pp. 50, 56, 61, 69, 105, 156, 163, 164, Nueva Esperanza, 20th Century Fox, Lucasfilm Ltd.
202. Estados Unidos, 1977. Guión de George Lucas,
140 | P á g i n a
IV JORNADAS DEL MÁSTER EN ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
producida por Gary Kurtz y Rick McCallaum. SPIELBERG, S. (1981): Indiana Jones: En Busca
Duración: 121 min. del Arca Perdida, Paramount Pictures, Lucasfilm
Ltd. Estados Unidos, 1981. Guión de Lawrence
MARQUAND, R. (1983): Star Wars Episodio VI: El Kasdan, producida por Frank Marshall. Duración:
Retorno del Jedi, 20th Century Fox, Lucasfilm Ltd. 115 min.
Estados Unidos, 1983. Guión de George Lucas y
Lawrence Kasdan, producida por George Lucas y
Rick MacCallum. Duración: 132 min.
141 | P á g i n a