Trabajo de Trastorno Neurosis y Psicosis
Trabajo de Trastorno Neurosis y Psicosis
Trabajo de Trastorno Neurosis y Psicosis
Criterios diagnósticos
Patrón dominante de grandeza (en la fantasía o en el comportamiento), necesidad de
admiración y falta de empatía, que comienza en las primeras etapas de la vida adulta y
se presenta en diversos contextos, y que se manifiesta por cinco (o más) de los
siguientes hechos:
1. Tiene sentimientos de grandeza y prepotencia (p. ej., exagera sus logros y
talentos, espera ser reconocido como superior sin contar con los
correspondientes éxitos).
2. Está absorto en fantasías de éxito, poder, brillantez, belleza o amor ideal
ilimitado.
3. Cree que es "especial" y único, y que sólo pueden comprenderle o sólo puede
relacionarse con otras personas (o instituciones) especiales o de alto estatus.
4. Tiene una necesidad excesiva de admiración.
5. Muestra un sentimiento de privilegio (es decir, expectativas no razonables de
tratamiento especialmente favorable o de cumplimiento automático de sus
expectativas).
6. Explota las relaciones interpersonales (es decir, se aprovecha de los demás para
sus propios fines).
7. Carece de empatía: no está dispuesto a reconocer o a identificarse con los
sentimientos y necesidades de los demás.
8. Con frecuencia envidia a los demás o cree que éstos sienten envidia de él.
9. Muestra comportamientos o actitudes arrogantes, de superioridad.
Características diagnósticas
La característica esencial del trastorno de personalidad narcisista es un patrón general
de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía que se inicia en la edad
adulta temprana y que está presente en una variedad de contextos.
Los individuos con trastorno de la personalidad narcisista generalmente tienen falta de
empatía y dificultades para reconocer los deseos, experiencias subjetivas y
sentimientos de los demás. Asumen que los demás deben estar totalmente
preocupados por su bienestar y tienden a hablar de sus propias preocupaciones e
intereses de una forma inapropiadamente larga y detallada, sin reconocer que los
demás también tienen sentimientos y necesidades. Son a menudo despectivos e
impacientes con los demás cuando éstos les hablan de sus propios problemas y
preocupaciones.
Estas personas pueden ser ajenas al dolor que suscitan sus críticas (p. ej., pueden
decirle a una expareja eufóricamente "ahora tengo la mejor relación de pareja de toda
mi vida", o jactarse de su buena salud frente a alguien que está enfermo). Cuando
reconocen las necesidades, los deseos o los sentimientos de otras personas, los
suelen ver con desprecio, como signos de debilidad o vulnerabilidad. Los que describen
a las personas con trastorno de la personalidad narcisista les tildan emocionalmente de
fríos y con falta de interés mutuo.
Características asociadas que apoyan el diagnóstico
Esta autoestima tan vulnerable hace que las personas con trastorno de la personalidad
narcisista sean muy sensibles al "daño" de la crítica o la derrota. Aunque pueden no
demostrarlo externamente, la crítica puede perseguir a estos individuos y hacerles
sentir humillados, degradados, minados y vacíos. Pueden reaccionar con desdén, rabia
o contraatacar de manera desafiante. Tales experiencias a menudo conducen a un
retraimiento social o una apariencia de humildad que puede enmascarar y proteger la
grandiosidad. Las relaciones interpersonales se ven afectadas por los problemas
derivados de los derechos auto percibidos, de la necesidad de admiración y del
desprecio con respecto a las sensibilidades e intereses de los demás.
El trastorno de la personalidad narcisista también se relaciona con la anorexia nerviosa
y los trastornos por consumo de sustancias (sobre todo los relacionados con la
cocaína). Los trastornos de la personalidad histriónica, límite, antisocial y paranoide
pueden ser comórbidos con el trastorno de la personalidad narcisista.
Prevalencia
Las estimaciones del trastorno de la personalidad narcisista, en base a las definiciones
del DSM-IV, oscilan entre el O y el 6,2 % en las muestras de población general.
Desarrollo y curso
Los rasgos narcisistas pueden ser particularmente frecuentes en los adolescentes y no
indican necesariamente que el individuo vaya a desarrollar un trastorno de la
personalidad narcisista. Los individuos con este trastorno pueden tener dificultades
especiales para adaptarse a la aparición de limitaciones físicas y ocupacionales que
son inherentes al proceso de envejecimiento.
Diagnóstico diferencial
Otros trastornos de la personalidad. Otros trastornos de la personalidad se pueden
confundir con el narcisista, ya que tienen ciertas características en común. Por tanto, es
importante distinguir estos trastornos basándose en las características diferenciales.
Sin embargo, si un individuo tiene características de personalidad que cumplen los
criterios para uno o más trastornos de la personalidad, pueden diagnosticarse todos. La
característica más útil para discriminar el trastorno de la personalidad narcisista de los
trastornos de la personalidad histriónica, antisocial y límite es que sus estilos de
interacción se caracterizan por la grandiosidad, la coquetería, la insensibilidad y la
necesidad, respectivamente. Muchas personas de gran éxito muestran rasgos de
personalidad que podrían ser considerados narcisistas. Sólo cuando estos rasgos son
inflexibles, desadaptativos y persistentes, y causan un deterioro funcional significativo o
un malestar subjetivo, constituyen un trastorno de la personalidad narcisista.
Manía o hipomanía. La grandiosidad puede surgir como parte de los episodios de
manía o hipomanía, pero su asociación con el cambio del estado de ánimo o con las
alteraciones funcionales ayuda a distinguir estos episodios del trastorno de la
personalidad narcisista.
Trastornos por consumo de sustancias. El trastorno de la personalidad narcisista
también debe diferenciarse de los síntomas que se pueden desarrollar en relación con
el consumo persistente de sustancias.
Características diagnósticas
La característica esencial del trastorno de la personalidad antisocial es un patrón
general de desprecio y de violación de los derechos de los demás que comienza en la
infancia o en la adolescencia temprana y que continúa en la edad adulta. Este patrón
también ha sido denominado psicopatía, sociopatía o trastorno de la personalidad
disocial. Debido a que el engaño y la manipulación son características centrales del
trastorno, puede ser especialmente útil integrar la información adquirida en la
evaluación clínica sistemática con la información recogida de fuentes adicionales.
Los comportamientos específicos característicos del trastorno de conducta se agrupan
en estas cuatro categorías: la agresión a personas y animales, la destrucción de la
propiedad, los fraudes o los hurtos, o la violación grave de las normas.
El patrón de comportamiento antisocial continúa hasta la edad adulta. Los individuos
con trastorno de la personalidad antisocial no se ajustan a las normas sociales en lo
que respecta al comportamiento legal. Pueden perpetrar reiteradamente actos que son
motivo de detención (aunque no se les llegue a detener), como destruir una propiedad,
el hostigamiento o el acoso a otras personas, robar o involucrarse en actividades
ilegales.
Estas personas pueden culpar a las víctimas de ser ingenuas, de estar desvalidas o de
merecer su destino (p. ej., "se lo merecía de todos modos" o "de todas formas le
hubiese ocurrido"). Pueden minimizar los efectos dañinos de sus actos o simplemente
pueden manifestar indiferencia. En general, no compensan o reparan las
consecuencias de su comportamiento. Creen que todo el mundo está para "ayudar al
número uno" y que uno no se debe detener ante nada para evitar que lo zarandeen. El
comportamiento antisocial no debe aparecer exclusivamente durante el curso de la
esquizofrenia o del trastorno bipolar.
Prevalencia
Las tasas de prevalencia del trastorno de personalidad antisocial a los doce meses,
según los criterios del anterior DSM, son del 0,2 y del 3,3 %. La prevalencia más alta
del trastorno de la personalidad antisocial (superior al 70 %) se encuentra entre la
mayoría de las muestras de varones con trastorno por consumo de alcohol grave y en
las muestras extraídas de las clínicas de tratamiento de abuso de sustancias, de los
centros penitenciarios o del ámbito forense. La prevalencia es mayor en las muestras
afectadas por factores como la adversidad socioeconómica (esto es, la pobreza) o la
sociocultural (esto es, la emigración).
Desarrollo y curso
El trastorno de la personalidad antisocial tiene un curso crónico, pero se puede tornar
menos evidente o remitir con la edad, sobre todo hacia la cuarta década de la vida.
Aunque esta remisión tiende a ser particularmente evidente en lo que respecta a la
implicación en actos delictivos, no es probable que se mitiguen los otros rasgos del
espectro de los comportamientos antisociales y del consumo de sustancias. Por
definición, la personalidad antisocial no puede ser diagnosticada antes de los 18 años.
Diagnóstico diferencial
El trastorno de la personalidad antisocial no se puede diagnosticar a las personas
menores de 18 años y se realiza sólo si hay antecedentes de algunos síntomas de
trastorno de conducta antes de los 15 años. En las personas mayores de 18 años, se
puede diagnosticar el trastorno de conducta sólo si no se cumplen los criterios de
trastorno de la personalidad antisocial.
Trastornos por consumo de sustancias. Cuando el comportamiento antisocial en un
adulto se asocia con un trastorno por consumo de sustancias, no se realizará el
diagnóstico de trastorno de la personalidad antisocial salvo que exista evidencia de que
éste estuviera presente en la infancia y de que haya continuado en la edad adulta.
Cuando el consumo de sustancias y el comportamiento antisocial hayan comenzado en
la infancia o la adolescencia y continúen en la edad adulta, se deberían diagnosticar
ambos trastornos si se cumplen los criterios para los dos, aunque algunos actos
antisociales se hayan producido a consecuencia del trastorno por consumo de
sustancias (p. ej., la venta ilegal de drogas, los robos para obtener dinero para las
drogas).
Esquizofrenia y trastornos bipolares. La conducta antisocial, que se produce
exclusivamente durante el curso de la esquizofrenia o un trastorno bipolar, no se debe
diagnosticar como un trastorno de la personalidad antisocial.
Otros trastornos de la personalidad. Otros trastornos de la personalidad se pueden
confundir con el antisocial, ya que tienen ciertas características en común. Por tanto, es
importante distinguir estos trastornos basándose en las características diferenciales.
Sin embargo, si un individuo tiene características de personalidad que cumplen los
criterios para uno o más trastornos de la personalidad, deben diagnosticarse todos. Los
individuos con trastorno de la personalidad antisocial y trastorno de la personalidad
narcisista comparten la tendencia a ser obstinados, simplistas, superficiales,
explotadores y carentes de empatía.
Comportamiento criminal no asociado con un trastorno de personalidad. El
trastorno de la personalidad antisocial debe distinguirse del comportamiento criminal,
cuyo objetivo se centra en obtener algún beneficio, pero no se acompaña de rasgos de
la personalidad característicos de este trastorno. Sólo cuando los rasgos de la
personalidad antisocial son inflexibles, desadaptativos y persistentes, y causan un
deterioro significativo funcional o un malestar subjetivo, constituyen un trastorno de la
personalidad antisocial.
Prevalencia
Se estima en un 1,6 % la prevalencia del trastorno de la personalidad límite, pero
podría ser tan elevada como un 5,9 %. La prevalencia en la atención primaria es de
alrededor del 6 %, del 10 % entre los individuos que acuden a los centros de salud
mental, y del 20 % entre los pacientes psiquiátricos hospitalizados. La prevalencia
suele disminuir en los grupos de mayor edad.
Desarrollo y curso
Existe una considerable variabilidad en el curso del trastorno de la personalidad límite.
El patrón más frecuente es una inestabilidad crónica en la edad adulta, con episodios
de grave descontrol afectivo e impulsivo y altos niveles de utilización de los recursos de
salud y de salud mental. El deterioro de la afección y el riesgo de suicidio son mayores
en los adultos jóvenes y disminuyen gradualmente con la edad. Las personas que
acuden a intervención terapéutica muestran a menudo una mejoría en algún momento
del primer año. De todos modos, la tendencia a experimentar emociones intensas, a
actuar de forma impulsiva y a vivir las relaciones con gran intensidad suele perdurar
toda la vida. Durante la década de los 30 y 40 años, la mayoría de las personas con
este trastorno logra una mayor estabilidad en sus relaciones y funcionamiento
profesional.