Jesús Contemplativo

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JESÚS CONTEMPLATIVO

Fr. Iván Fernando Mej í a Correa, O. P.


El profeta bíblico
Jesús muestra la discierne el tiempo
Muestra Jesús una
originalidad del profeta: de Dios en el tiempo
sorprendente
tiene capacidad para histórico y
leer la palabra de Dios cronológico.
capacidad de ver
en la realidad presente con hondura el
del pueblo y, a la Escruta la palabra tiempo presente
inversa, contempla la de Dios en los como la gran
realidad presente del acontecimientos de oportunidad que
pueblo a los ojos del la historia del Dios crea en la
plan de Dios.
pueblo. historia humana.
A Jesús se le conmueven las entrañas al ver la situación de su pueblo. Lo
compara con ovejas que no tienen pastor. Se da cuenta de la urgencia del
momento.

Jesús aprendió a escuchar el clamor del pueblo. Siendo él mismo un


marginal, tenía una sensibilidad especial para percibir la suerte de los
excluidos, de los impuros y los pecadores.
Percibe con agudeza la necesidad de la gente; contempla de
cerca a los enfermos. Come con los pecadores.

Su mirada y valoración de las personas no está en referencia a la ley,


sino al Padre, que está más allá de la ley.

Durante su trayectoria histórica, Jesús revela una sorprendente autoridad


moral y personal. Enseña con autoridad.
SE PARECE TAMBIÉN A UN LÍDER CARISMÁTICO: LLAMA
CON AUTORIDAD AL SEGUIMIENTO; PROPONE EXIGENCIAS
RADICALES.

Muestra su autoridad en la forma de curar: manda a las


enfermedades con su palabra. Exorciza a los malos
espíritus.

Cree en las personas; las ama y las recrea; percibe


sus angustias y esperanzas. Confía en ellas.

Jesús vive desde el Padre, en y hacia el Padre. Jesús está


poseído totalmente por el Padre y su causa en el mundo.
Desde esa experiencia y esa conciencia, todo se convierte en parábola del reino de Dios y del Dios del
reino.

Su identidad más profunda reside en ser Hijo, proceder del Padre y ser enviado al mundo como mensajero y
realizador del reino.

La comunidad filial con el ABBÁ constituye la fuente de su gozo, de su libertad, de su amor. Por ser el Hijo
amado es el que comunica al Espíritu de su amor filial.
Cuando los discípulos de Jesús después de Pascua tratan de ver a
la luz del Espíritu las líneas principales de los acontecimientos de
su vida, descubren la originalidad de su relación con el Padre.

La vida del hombre y la mujer tiene como dinámica interior el


parecerse a la imagen que Dios tiene de sí mismo.

En Jesucristo se han revelado y realizado las aspiraciones de la


condición humana.
La tarea y vocación del hombre es Las necesidades y aspiraciones
aprender a verse con los ojos de Dios; humanas son el gran regalo de Dios
aprender a contemplar el rostro de Dios que nos mantiene en vilo hacia la
en el fondo de su propio rostro. plenitud.

Una forma de contemplar a Dios es


contemplarse uno mismo a través de los Seguir a Jesús es sintonizar con su
ojos de Dios. experiencia filial y, desde ella, vivir el
asombro, el sobrecogimiento, el
.Las necesidades, las aspiraciones, las estremecimiento de Jesús con
pasividades nos ponen en camino hacia respeto a Dios.
Dios.
Seguir a Jesús es vivir la experiencia religiosa, sin
la cual no hay auténtico encuentro ni
seguimiento de Cristo.

La contemplación de Cristo contemplativo es


parte integrante y primordial del
seguimiento.

Seguir al Jesús contemplativo implica entrar en


el movimiento del reino que viene a transformar
nuestra historia.

Contemplar al Dios de Jesús es dejarse


alcanzar totalmente por su causa. Es el Dios
de los pobres, el Dios del futuro, el Padre de
los perdidos y olvidados. Es el defensor de
las víctimas.
Seguir a Jesús, contemplador de su Dios, implica para el discípulo purificar sus imágenes de Dios,
aprender a comunicarse con él y consigo mismo, aceptándose como don de Dios y siendo
transparente para asimismo.

Seguir a Jesús es comulgar y participar de su filiación. La experiencia de Dios constituye


el corazón de la vida cristiana como exigencia religiosa.
El rostro del Dios que Jesús revela y sus seguidores
testimonian es el Dios de la vida, que hace pasar de la
muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad.

Seguir a Jesús es aprender a contemplarnos a nosotros


mismos desde el Cristo que vive en nosotros. Con él
hemos sido configurados por la fe y en el bautismo.

El arte de vivir es el arte de descifrar los signos de los


tiempos y de los lugares en los que va aconteciendo la
trama de nuestra vida.
A través de esos signos se va descubriendo la
trama con que Dios mismo va tejiendo nuestra
existencia como algo único, irrepetible, pero
inseparable de la trama que es la historia
colectiva.

El camino contemplativo en el seguimiento de Cristo es


el camino de los ojos abiertos, no el de los ojos
cerrados, como indica Buda; gracias a esa capacidad
de transparencia podemos ir construyendo nuestra
identidad, narrando una y otra vez la trama de nuestra
historia.
GRACIAS POR SU ATENCIÓN
Fr. Iván Fernando Mejía Correa, O.P.

Bibliografía: Bonifacio Fernández García. Jesucristo. Seguimiento y


contemplación. Madrid: Publicaciones claretianas.

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