Teoría Tema 2. - La Era de Las Revoluciones (1770-1871)
Teoría Tema 2. - La Era de Las Revoluciones (1770-1871)
Teoría Tema 2. - La Era de Las Revoluciones (1770-1871)
Las reformas ilustradas no solucionaron los problemas del Antiguo Régimen. Por eso, el
final de este sistema se produjo por la vía de la revolución, entendida, en general, como
un cambio rápido y profundo respecto a una situación precedente.
Las revoluciones burguesas fueron, ante todo, revoluciones políticas. Pero otros
aspectos de la vida también resultaron influenciados por el deseo de cambio y de ruptura
con la situación precedente.
A finales del siglo XVIII, las trece colonias británicas de la costa este de América
del Norte se independizaron de Gran Bretaña y protagonizaron una revolución
política.
Estas nuevas cargas no fueron aceptadas por los colonos, alegando que no habían sido
votadas por ellos al carecer de representantes en el Parlamento británico y dieron lugar a
distintos actos de protesta. El más importante fue el llamado motín del té de 1773 en
Boston. En él, un grupo de colonos disfrazados de indios arrojó al mar la carga de té de
tres buques británicos.
Al final, con el apoyo francés y español, los británicos fueron derrotados en Yorktown
y en la Paz de Versalles de 1783 reconocieron la independencia de las colonias
americanas. Nacían así los Estados Unidos de América.
Durante la guerra, los colonos protagonizaron también una revolución política. Así, la
Declaración de Independencia de 1776 reconocía la igualdad de todas las personas,
los derechos a la vida, a la libertad y a la felicidad y la soberanía nacional como
medio de garantizarla.
Tras la guerra se creó un nuevo Estado cuyo sistema liberal y funcionamiento se regula
por la Constitución de 1787, la primera escrita de la historia. En ella, el nuevo Estado
se organizaba como una república federal y se establecía la soberanía nacional y la
división de poderes entre el Presidente, el Congreso y el Tribunal Supremo.
La revolución americana demostraba así que era posible llevar a la práctica las ideas
ilustradas, de ahí su enorme influencia en Europa.
3.- La Revolución Francesa (1789-1799)
La chispa o causa inmediata que encendió la revolución fue una doble crisis
económica: una crisis alimentaria debida a las malas cosechas de los años anteriores
que hizo que el hambre se extendiera por amplias zonas del país y una crisis
financiera motivada por el endeudamiento del Estado por los altos gastos militares y
de la corte.
La única solución frente a este último problema era que los privilegiados pagasen
impuestos. Ante su negativa, el rey Luis XVI convocó en 1789 los Estados
Generales, una asamblea de origen medieval que llevaba sin reunirse desde 1614 y
estaba formada por representantes de los tres estamentos. Era la única institución con
poder para aprobar nuevos impuestos.
Antes de su reunión, cada estamento redactó sus “cuadernos de quejas” para ser
expuestos por sus representantes.
En su corta existencia tuvo que enfrentarse a varios problemas. Los más importantes
fueron la oposición de los nobles exiliados (que conspiraron desde el exterior contra la
revolución), la oposición del rey (que fue detenido cuando intentaba huir del país en
1791) y la guerra contra Austria y Prusia (países que apoyaban a los
contrarrevolucionarios temiendo que la revolución se extendiese a su territorio).
También se produjeron enfrentamientos entre revolucionarios moderados (girondinos)
y grupos radicales (jacobinos) que agitaban a los sans culottes (grupos populares
compuestos por trabajadores independientes, pequeños comerciantes y artesanos). Para
resolver estos problemas, la Asamblea Legislativa nombró una nueva asamblea
denominada Convención.
Estos logros otorgaron a Napoleón una gran popularidad. De ahí que fuera nombra
cónsul vitalicio en 1802 y, más tarde, emperador de los franceses en 1804, con la
aprobación popular expresada en un plebiscito o consulta al pueblo.
Al año siguiente, Napoleón escapó de la isla y recuperó el poder durante cien días. Pero
los aliados lo derrotaron definitivamente en Waterloo en 1815 y lo desterraron a la
isla de Santa Elena, donde murió en 1821.
Entre 1814 y 1815, las potencias vencedoras de Napoleón (Reino Unido, Austria,
Prusia y Rusia) se reunieron en el llamado Congreso de Viena. Sus objetivos fueron
cuatro:
En todas ellas, los revolucionarios levantaron barricadas en las calles y exigieron más
derechos, soberanía popular, sufragio universal masculino e igualdad social. Estas
exigencias asustaron a la burguesía que reprimió las revoluciones e implantó un
liberalismo conservador.
El nuevo Estado adoptó una constitución que establecía el sufragio universal masculino
y un sistema político federal formado por estados con amplias competencias.