Analisis La Candidatura de Sergio Massa

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ARGENTINA

La candidatura de Sergio
Massa avanza entre los
temores de hiperinflación
El candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, camina entre dos frentes: combatir los fantasmas
hiperinflacionarios que acechan a la Argentina y mostrarse como la opción más viable ante un
Javier Milei desencadenado.

Sergio Massa, en el centro, en un mitin electoral en el conurbano porteño. WIKIMEDIA COMMONS


Andrés González Flores

L
Raúl Cerro Fernández
@raulcerrof (https://twitter.com/raulcerrof)

17 OCT 2023 06:00

a Argentina es un país de conflicto presente, donde


el carácter antagónico de la política se muestra con
claridad y traza fronteras que delimitan identidades
visibles. No sólo pensemos en el fútbol o la religión,
las identidades políticas pesan, peronistas y
antiperonistas vienen tomando las calles de una
sociedad algo más plebeya con respecto a algunos de
sus vecinos. Cuando nos acercamos a la Argentina de
los últimos años nos encontramos con una traducción clara del
conflicto visible, la ‘grieta’.

La irrupción y construcción de la hegemonía kirchnerista en la dura


resaca del 2001 y la consolidación de una derecha aglutinadora, por
fin exitosa, alrededor de Mauricio Macri cavaron una profunda
hendidura. Kirchnerismo y antikirchnerismo como el eje ordenante de
la política argentina. Se han venido alternando victorias electorales
entre ambos bloques en los últimos años. Los primeros más exitosos
en las presidenciales y los segundos con una gran capacidad de castigo
en las legislativas. En medio de un marco general de una Argentina
con problemas económicos graves desde la crisis de las commodities,
pero mientras tanto cierta estabilidad política, éxito internacional de
sus músicos y hasta el mundial de Messi.
CFK y Macri ya no irradian
tanto como antaño. El sol de
mayo se va apagando en
estas dos figuras que ya son
parte viviente de la historia
política argentina

Cristina Fernández de Kirchner (CFK) y Mauricio Macri ya no irradian


tanto como antaño. El sol de mayo se va apagando en estas dos figuras
que ya son parte viviente de la historia política argentina. La
capacidad de liderazgo al interior de sus respectivos bloques
permanece, pero no así su capacidad para movilizar al electorado
necesario que les permita volver a la Casa Rosada. Habitamos un
momento de interregno, esto que es un espíritu epocal se da con
mayor fuerza en la Argentina. Se reconfiguran las cuestiones
progresistas, una Cristina proscrita que leyendo la coyuntura renuncia
a postular a sus dos pura sangre, Wado de Pedro y Axel Kicillof. El
cálculo que hacía la actual vicepresidenta se intuye que era el
siguiente: Kicillof debía quedarse en la Provincia de Buenos Aires
porque era la única opción competente con vistas a poder conservar
un bastión tradicional kirchnerista, mientras que quizás el problema
de De Pedro es que no había un convencimiento total por parte del
peronismo territorial, los cuatro años al frente del ministerio del
Interior no eran suficientes. De este modo, CFK posterga, pero no
renuncia, y ahí aparece la figura de Juan Grabois para mantener
activas a las bases del peronismo irredento y de más carga
justicialista.

Las internas presidenciales en el peronismo estuvieron destinadas a


contentar a esa militancia kirchnerista escéptica con la figura de Massa
y por ende para unificar a nivel interno. La inclusión de la
precandidatura de Grabois no era una anomalía, era un peaje que
había que pasar de cara a no avivar unas disputas en el seno de Unión
por la Patria, las cuales habrían sido demasiado costosas durante la
campaña presidencial. Asumiendo las contradicciones, tras las PASO
(Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias), quedó definida una
fórmula presidencial en la que no había ningún representante del ala
kirchnerista, algo que no ocurría desde hacía veinte años. Sergio
Massa, apoyándonos en palabras del propio Grabois, pasaba a ser
“alto, rubio, de ojos celestes... un tipazo”. El exintedente de Tigre no
debe despreciar al kirchnerismo porque en los momentos de
transición lo viejo todavía conserva fuerza y lo nuevo todavía no
ordena.

El Estado intervencionista en horas bajas, el momentum no es 2001.


Superar la grieta es la consigna de fondo y ‘lo nuevo y lo viejo’ el
nuevo eje ordenante. No es guerra de trincheras en horizontal, sino
una división temporal. El juego consiste en que si eres pasado,
pierdes. Milei es el que primero avanza, es el gran candidato de lo
nuevo. El primero pone las reglas, si eres viejo eres la «casta». Lo viejo
son las políticas estatistas. Lo nuevo es el liberalismo, la libertad, ir
despeinado o la dolarización. Massa, que es viejo, pero tigre viejo, con
olfato felino, pretende salirse de la grieta. Ni más ni menos que en el
país del conflicto presente, asocia lo viejo a la división, la fractura, a
las identidades marcadas y más veladamente a la propia Cristina. Lo
nuevo es el gobierno de unidad nacional. Hace un llamamiento no al
gobierno de los partidos sino al gobierno de los mejores, apela a
perfiles del PRO, radicales, de la izquierda, hasta liberales. Si bien los
grandes temas no quieren ser olvidados, por eso hay quien lo escucha
con nostalgia. Patricia Bullrich, la tercera en discordia, pone la música
de la grieta, antikirchnerismo aunado a través de las ideas de orden y
seguridad.

Un candidato infravalorado
En el vacío de poder existente en el último período presidencial,
mientras Cristina y Alberto ‘Ausente’ Fernández se peleaban, Massa
actuaba en silencio y se iba convirtiendo en el hombre fuerte del
gobierno. Ahora tiene la oportunidad que tanto ansiaba, pero no lo
hace en las condiciones que había imaginado. La gestión de los
próximos cuatro años va a ser un quilombo.

Podría parecer de primeras un oxímoron que un ministro de


Economía con un 124% de inflación sea candidato presidencial. Esto es
causa manifiesta de inhabilitación para candidatear en la gran mayoría
de democracias. Ocupar esta cartera ministerial le podría pasar
factura sobre todo en los debates, que son obligatorios por ley. Sin
embargo, no han acabado por poner en riesgo su campaña porque
“los debates no se pueden ganar, pero sí se pueden perder
(https://www.eldiarioar.com/opinion/debates-no-ganar-si-
perder_129_10579687.html)”.

En los debates del 1 y 8 de octubre se vio a un Massa de fácil oratoria,


consistente, sabiendo cuál era su base de votantes a activar y también
a quién debía interpelar para ampliarla (el electorado femenino o
aquel que reside fuera del conurbano bonaerense). Además, se pudo
apreciar, especialmente en el primer debate, que buscaba polarizar
con Milei. El rival que se encontró Massa no varió los ejes de sus
propuestas programáticas, pero sí mostró un mayor temple,
aparcando esa excentricidad característica de su figura. No es que
fuese más moderado, sino que moduló el tono y el estilo
comunicativo.

El principal riesgo que corre


la candidatura de Massa es la
frágil situación económica de
la Argentina con el fantasma
hiperinflacionario
acechando

Así pues, el principal riesgo que corre la candidatura de Massa es la


frágil situación económica de la Argentina con el fantasma
hiperinflacionario acechando. Su gobierno se halla gravemente
debilitado y los instrumentos para atenuar la devaluación pasan a ser
inútiles. El alto grado de incertidumbre en tiempos electorales se
traduce en un aumento de la devaluación
(https://www.celag.org/elecciones-ataques-especulativos-y-
devaluacion-en-argentina/). Si a eso se le suma que el candidato mejor
posicionado en las encuestas, quien busca una dolarización, incita a la
corrida cambiaria, se entra en una espiral que puede acabar
generando efectos demasiado perversos para el bolsillo de los
argentinos. En el instante que se diese un ciclo hiperinflacionario
Massa estaría fuera de la carrera presidencial y el triunfo de Milei sería
inevitable.

Todo esto lo que nos dice es que la economía es el principal issue de


las elecciones presidenciales argentinas que se llevan a cabo este 2023
y la gestión es el punto de representación más relevante. En Massa y
en Milei hay un claro enfoque en la economía, pudiéndose comprobar
en sus propuestas al igual que en el modo que abordaron los debates.
Tecnocracia como oferta representativa, es decir, la ‘gestión’ como
algo crucial para el votante argentino. Por eso, tanto en el candidato
tigrense como en el ‘león libertario’ encontramos esa insistencia en su
perfil de gestores. No pasemos por alto que la Argentina es ese país en
el que el candidato de ultraderecha es acusado de academicista y de
hablar di ícil en los debates, el político que te saca indistintamente una
motosierra o un libro en un mitin.

Si inmediatamente después de las PASO Pato Bullrich era proyectada


como la contendiente de Milei en un hipotético balotaje, a unos días
de la primera vuelta se perfila como la tercera en discordia. Al haberse
posicionado en la grieta y con la fuerte presencia del issue económico,
se percibe una Bullrich en posible fuera de juego. Nombrar a Carlos
Melconian, una figura de peso en el establishment, como su futuro
ministro de Economía no es suficiente. La cuestión no es delegar, sino
mostrarse como una candidata que sabe moverse sin complicaciones
por el terreno económico. “It’s the economy, stupid!”.
La insistencia de Milei por un
gobierno de unidad nacional
es una forma de proyectarse
como la alternativa al
mileísmo

Por otro lado, ese énfasis del presente artículo en evitar infravalorar al
actual ministro de Economía se debe a la capacidad de este para
potencialmente ocupar mucho espacio. Su insistencia por un gobierno
de unidad nacional es una forma de proyectarse como la alternativa al
mileísmo. Ahí está su exterior constitutivo, lo cual le permite acercarse
al consensualismo, novedad postgrieta.

Salida, voz y lealtad postuló el economista Albert O. Hirschmann. La


alta lealtad de la facción kirchnerista le permite disponer del voto
duro peronista, que podría estar pensando por la opción Myriam
Bregman o la abstención si hubiera optado por la salida crítica desde
fuera. La debilidad actual del kirchnerismo no implica su autopsia, y
apostar por la lealtad le puede permitir luego configurar una voz
crítica legitimada a la interna. Continúa siendo un suelo a tener en
cuenta, lo que en las elecciones pasadas fue bautizado “Con Cristina
no alcanza, pero sin ella no es posible”. Además de tener en cuenta su
poder en el legislativo, el voto que mueve CFK es un fenómeno todavía
considerable, pero hoy no es suficiente.
Igualmente, dada esa trayectoria y búsqueda clara por el peronismo
disidente más allá del kirchnerismo, Massa también puede llegar a
obtener el voto de los electores de Horacio Rodríguez Larreta y de la
Unión Cívica Radical, dos de los sectores de Juntos por el Cambio ( JxC)
que no están del todo cómodos con la candidatura de Bullrich. En el
escenario actual el titular de la cartera de Economía solo puede
conformarse con atraer a los votantes de dichos sectores. Eso sí, en el
supuesto de que llegue a la segunda vuelta contra el candidato de La
Libertad Avanza, el eje Milei−anti-Milei puede llegar a ser consistente y
será más fácil conseguir el apoyo de los políticos vinculados a las
‘palomas’, al radicalismo y en general a las facciones moderadas de
JxC.

Faltaría por mencionar una última pata que completa el dispositivo de


apoyos de Sergio Massa. Un punto importante que le permitió hace
algo más de un año ser nombrado por Alberto Fernández como
«superministro» de Economía fue su estrecha relación con el Fondo
Monetario Internacional y las instituciones gubernamentales
estadounidenses. En consecuencia, es algo que no iba a desaprovechar
en estos comicios, por lo que le convierte en el candidato del
peronismo y también paradójicamente, o no tanto, en un candidato
bien visto por Estados Unidos. Sumado a todo lo anterior, podemos
casi hablar de un establishment ampliado de base popular, aunando
dos elementos muy propios de la tradición peronista, vocación de
poder y espíritu plebeyo.
Los sondeos indican que Milei
ganará la primera vuelta y
enfrentará en una segunda
con el peronista Sergio Massa

Traslandándonos al panorama de los sondeos de opinión, se podría


decir que hay prácticamente un consenso entre los institutos
demoscópicos en señalar a Javier Milei como el ganador de la primera
vuelta. La fórmula Milei-Victoria Villarruel, con todo, no alcanzaría la
barrera necesaria que les permitiría ser electos en las elecciones del 22
de octubre. En este sentido, habría un balotaje y el rival que
competiría con el libertario por llegar a la Casa Rosada sería Sergio
Massa. Asimismo, no se debería obviar la encuesta más reciente de
Atlas Intel (https://www.perfil.com/noticias/politica/encuesta-
elecciones-2023-massa-primero-bullrich-milei.phtml) que dibuja un
escenario ciertamente diferente a la tendencia general: Massa primero
y Milei y Bullrich disputándose la segunda plaza. Desde este artículo,
se apuesta por la cautela y toca esperar a lo que suceda en la
contienda electoral.

Ecos del menemismo y horizonte Massa


Ganar o perder, esa es la cuestión. El futuro político de Sergio Massa
va a depender del desempeño que tenga en las elecciones
presidenciales. La organización del bloque peronista post-10 de
diciembre, día de la asunción del nuevo presidente argentino, puede
hacerse desde el oficialismo o en la oposición.

La pregunta aquí pasa a ser quién y qué sectores liderarán el


peronismo postgrieta, no solo como una candidatura electoral sino
como dirección hegemónica y potencial subidentidad peronista
principal. Asumimos la idea de que Massa no plantea un horizonte en
sentido progresista del espacio peronista, y retomamos al menguante
kirchnerismo hoy todavía como facción principal del mismo. En caso
de éxito electoral de Massa, el kirchnerismo, al ser condición de
posibilidad de la viabilidad de su candidatura como de su potencial e
incierto futuro proyecto, se presenta como candidato favorito para el
contrapeso interno. ¿Serán tiempos de componer una nueva canción
(https://www.letrap.com.ar/politica/axel-kicillof-lanzo-el-
poskirchnerismo-hay-que-componer-una-cancion-nueva-n5402886)?
Un fantasma recorre al
peronismo, son los ecos del
menemismo. No olvidarse del
pasado de Sergio Massa al
venir de la militancia de la
formación liberal
conservadora UCeDé

En tanto, un fantasma recorre al peronismo, son los ecos del


menemismo. No olvidarse del pasado de Sergio Massa al venir de la
militancia de la formación liberal conservadora UCeDé. Éste acabaría
en el peronismo después de que un núcleo destacado del partido
creado por Álvaro Alsogaray fuese absorbido por el menemismo.
Carlos Menem interpretó la partitura de los noventa y asistimos ni más
ni menos que a un paradójico peronismo neoliberal. Aquí, es donde el
fantasma parece recorrer toda la Argentina, ecos de menemismo, ecos
de los noventa, de la Puna a Tierra del Fuego. Milei entiende el primer
Gobierno de Menem como el mejor de la historia
(https://www.youtube.com/watch?v=28JM2FErqPk), lo cual le sirve en
su búsqueda de referentes históricos
(https://open.spotify.com/episode/6J5R8xSDbVL0UFcpvXTIIO) para
tratar de ir aterrizando un proyecto visualizado como desubicado
temporal y comparativamente. Por ello, cobra mayor fuerza la idea de
Menem como el primero (https://www.youtube.com/watch?
v=tVtr94qmLVk) en proponer su medida estrella: la dolarización. Así,
«león» y «tigre» nos preguntan al igual que la rapera Sara Hebe en El
juego de la luna (https://www.youtube.com/watch?v=nF0ejPDsueM):
“¿Que esperabas que sea si crecí en los 90?”.

Sigamos con el horizonte Massa, la opción de un peronismo dividido o


de construir desde fuera del mismo parece poco exitosa, por no hablar
del intento previo ya realizado en este sentido con el proyecto Unidos
por una Nueva Alternativa. La división del peronismo ya te obliga a
encender un fuego pero es que fuera de él hace realmente mucho frío.
Además, tenemos un precedente inmediato: la estrategia de Alberto
Fernández de tratar de marcar agenda propia solo ha servido para
generar tensiones improductivas en el seno del gobierno y para acabar
de apuntalar un mandato perdido. Un muerto por hipotermia.

Se vislumbra un gobierno di ícil, la ortodoxia neoliberal de ajuste fiscal


o directamente la neoliberalización del conjunto de esferas de lo social
mileísta dibujan un futuro di ícil que parte de una pesada herencia.
Vamos camino de otra década pérdida. Pero entre los carteles de
campaña aparecen unas palabras de memoria: “Neoliberalismo nunca
más”. Este ‘Nunca más’ es patrimonio de los cuarenta años de
democracia que este año celebra la Argentina. Es un ‘Nunca más’ que
puede funcionar en un sentido de defensa democrática ante los
peligros de encaminamiento autoritario del mileísmo. Ahora, también
puede cobrar este sentido económico de oposición frontal a un
gobierno de la dolarización o de contrapeso interno a un gobierno de
unidad nacional con ecos del menemismo.

En este artículo hemos buscado poner sobre la mesa que hay cierta
infravaloración de la candidatura de Sergio Massa. Aun así, esperamos
haber mostrado la ponderación suficiente que no lleve a su
sobrevaloración. De tal manera que la candidatura de Massa avanza,
pero va caminando por una campo de minas y a la que estalle la
hiperinflación, game over. Hemos elegido pensar 2023 más allá de la
figura de Javier Milei, entendiendo que se ha alcanzado un cierto
punto de saturación en su análisis. En economía se llega a la
saturación cuando el nivel de demanda de un producto o servicio
alcanza un punto a partir del cual no cabe esperar nuevos
incrementos. La saturación provoca cierto efecto pigmalión del
fenómeno estudiado. Cambiar el foco, permite ver otras aristas, que
además son relacionales y co-constitutivas del fenómeno saturado.

La victoria de Massa
supondría una excepción
(solo acompañada del
incombustible Partido
Colorado en Paraguay) a la
tendencia consolidada de
victorias opositoras en la
región latinoamericana
La victoria de Massa supondría una excepción (solo acompañada del
incombustible Partido Colorado en Paraguay) a la tendencia
consolidada de victorias opositoras en la región latinoamericana, tesis
apuntada por el politólogo Andrés Malamud, quien se enfoca sobre el
factor hartazgo como base explicativa de la nueva ola progresista. De
acuerdo con el pensador y exvicepresidente de Bolivia, Álvaro García
Linera, al no haber una propuesta ambiciosa y creativa que venga
empujada por el movimiento popular ni una floreciente renovación de
agendas y liderazgos, asistimos a una ola progresista más cansada. Así,
se produce el triunfo de la tecnocracia en los interregnos de la
democracia, que trata más de administrar y conservar que de
transformar y ampliar los horizontes de lo posible.

Los autores
Andrés González Flores es investigador doctoral en Ciencias Políticas y
Relaciones Internacionales por la UCM. Máster Internacional de Estudios
Contemporáneos de América Latina (UCM). Graduado en Ciencias Políticas
y en Derecho por la UC3M. Linktree: https://linktr.ee/andresgflores
Raúl Cerro Fernández es Graduado en Ciencias Políticas por la Universidad
Carlos III de Madrid. Cursando el Máster Universitario de Estudios
Contemporáneos de América Latina de la Universidad Complutense de
Madrid. Escribe artículos en una newsletter disponible en Substack.

Archivado en: Extrema derecha ‧ Argentina

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