Asia Meridional
Asia Meridional
Asia Meridional
El siglo XX fue un periodo de cambios radicales para Asia Meridional. De una sociedad
colonial, basada en la agricultura y la exportación de materias primas, la región evolucionó
hacia un conjunto de megaciudades, con una industria moderna y sistemas de transporte
más desarrollados. Este cambio trascendental fue impulsado, en gran medida, por el declive
del imperialismo europeo, lo que transformó áreas como la educación, la salud y las
expectativas de vida, modificando lo que los ciudadanos esperaban de sus gobiernos.
El Imperio Indio, con un amplio territorio, debía su extensión a las grandes civilizaciones que
allí se asentaron. En el siglo XIX, India se volvió crucial para Gran Bretaña, no solo por su
fuerza militar, sino también porque representaba el 10% de las inversiones británicas fuera
de la metrópoli. Sin embargo, la administración británica en la región no era tan fuerte,
organizándose jerárquicamente en provincias, gobernadores y un virrey.
A principios del siglo XX, se empezó a percibir la necesidad de consolidar una identidad más
allá de la impuesta por Occidente. En India, esta identidad se apoyaba en las tradiciones
hindúes y musulmanas, mientras que en Ceilán, resurgió el budismo. A medida que los
nacionalistas entendieron la explotación británica de su territorio y recursos, surgieron los
primeros movimientos nacionalistas, impulsados por la economía agrícola gestionada por
los propios habitantes.
Tras la Primera Guerra Mundial, la economía de estos territorios quedó debilitada, lo que
desató una fuerte agitación social. Esto dio lugar a concesiones por parte de los británicos,
como el derecho al voto universal en Ceilán y el retorno del poder político a las provincias
indias. Sin embargo, la situación no se estabilizó, y la Segunda Guerra Mundial profundizó el
proceso de separación, surgiendo nuevos problemas internos, como la cuestión de
identidad. Un claro ejemplo de esto fue la creación de la Liga Musulmana, que exigía un
estado separado para la población musulmana.
Con la retirada británica de Asia Meridional, la región quedó dividida entre una India
predominantemente hindú y Pakistán, en un proceso tan violento que aún hoy no se conocen
con precisión las cifras de víctimas. En 1947, India y Pakistán lograron su independencia, y
en 1971 se consolidó la división territorial actual con la separación de Bangladesh de
Pakistán.
Los conflictos entre los estados de la región se debían a disputas territoriales y rivalidades
regionales, lo que generaba altos gastos gubernamentales y complicaba la construcción de
una identidad nacional. Los nuevos gobiernos tenían como meta el desarrollo económico,
buscando mejorar el nivel de vida e incrementar las inversiones estatales. Sin embargo, el
rápido crecimiento demográfico y las dificultades para integrarse en el mercado
internacional obstaculizaban este objetivo, mientras intentaban equilibrarlo con un
crecimiento económico sostenido.
Aunque herederos de un pasado colonial bajo la influencia democrática británica, cada país
tomó diferentes caminos políticos. Bangladesh y Pakistán estuvieron bajo regímenes
militares, mientras que Sri Lanka (anteriormente Ceilán) adoptó un modelo inspirado en
Francia. India, por su parte, mantuvo un sistema más cercano a la democracia, aunque vivió
un periodo de autocracia bajo Indira Gandhi. La pluralidad cultural y las enormes
desigualdades sociales dificultaban la consolidación de una nación unificada.
El crecimiento poblacional a mediados de siglo fue favorecido por los avances médicos y el
control de las hambrunas, lo que redujo drásticamente la tasa de mortalidad, mientras la
natalidad se mantenía constante. Esto sometió a los gobiernos a una mayor presión para
implementar políticas públicas eficaces en áreas como educación, economía y la
industrialización, en un contexto de disparidades entre regiones y grupos sociales.
Estas características han generado una sociedad profundamente dividida, pero en constante
desarrollo y "occidentalización", visible en la moda, el acceso a la educación y los medios de
comunicación. Esta apertura ha sido bidireccional, ya que el mundo también ha comenzado
a apreciar la rica cultura de Asia Meridional, lo que ha incrementado tanto el turismo como
la inversión en la región.