T.7.manuel González Prada y El Pensamiento Social

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MANUEL GONZÁLEZ PRADA Y EL PENSAMIENTO SOCIAL

El desastre de la Guerra del Pacífico (1879 – 1883) impulsó a los intelectuales


peruanos a hacer una revaloración agónica de todo aspecto de la vida nacional,
un proceso encabezado por Manuel González Prada, manifestados en una serie
de discursos y ensayos.
Asimismo, no perdamos de vista que, a pesar de la vasta producción existente
sobre el movimiento libertario peruano, algunos tópicos de esta rica experiencia
han sido relegados o escasamente trabajados. En general, la atención de esta
historiografía se centra sobre tres grandes ejes: la labor editorial, el activismo
sindical y el proyecto cultural. Pero relega, la importante presencia de algunos
intelectuales radicales y anarquistas y el papel que cumplieron en la difusión y
surgimiento del anarquismo local en el tránsito del siglo XIX al XX: Manuel
González Prada, Christian Dam y Gliserio Tassara, por mencionar a las figuras
más destacadas. Es decir, no se ha estudiado en profundidad, en clave de historia
intelectual, el aporte conceptual que estos realizaron, pensamiento que
lógicamente construyeron de forma dialogada, entre ellos y con su época. Dicha
historiografía sí ha insistido en el rol relevante que tuvo González Prada en ese
proceso; sin embargo, pocos han sido los autores que se dedicaron a estudiar cuál
fue su aporte en concreto.
DATOS BIOGRÁFICOS
José Manuel de los Reyes González de Prada y Álvarez de Ulloa nació en
Lima, el 5 de enero de 1844, en el seno de una familia aristocrática. Sus
padres fueron el político Francisco González de Prada Marrón y Lombera y
María Josefa Álvarez de Ulloa y Rodríguez de la Rosa. Entre sus ancestros
estaba el general Jerónimo Marrón de Lombera. Su padre fue alcalde y vocal de
Lima. Cursó estudios en Santiago de Chile y luego en el Seminario de Lima.
Aunque empezó las carreras de Derecho y Humanidades, no llego a terminarlas,
ya que tras la muerte de su padre decidió dedicarse a la escritura.
Durante sus primeros años trabajó en El Comercio. En los sesentas recorrió gran
parte de la región andina para luego establecerse en la hacienda familiar ubicada
en el sur. Allí dedicó su tiempo a la lectura y el aprendizaje. Fue entonces que
entro en contacto con la cultura indígena y las necesidades de este pueblo. A
pesar de estar alejado, González Prada continuó colaborando con diferentes
publicaciones periódicas, entre estas El Nacional y El Comercio.
Tras el estallido de la Guerra del Pacífico, se uniría al ejército, llegando a
ostentar el grado de capitán. Perdida la guerra y ocupada Perú, González Prada
se recluyó en su hogar en señal de protesta; criticó entonces al gobierno y la
iglesia católica. Una vez retirados los invasores, reinició su labor periodística y
política. Inicialmente se asoció al Ateneo de Lima, pero su tradición literaria
termino decepcionándolo.
Estudioso, seguidor de las nuevas formas, en 1886, se uniría a otros ilustres
peruanos para crear el Círculo Literario, asociación que se convertiría en el
símbolo de la nueva literatura peruana. Alejado del Partido Civilista y cada vez
más radical en sus postulados, en los noventas, fundaría junto a los miembros del
Círculo, el partido Unión Nacional (1891). A partir de entonces se dedicaría a
denunciar los males que atacaban al país, convirtiéndose en la imagen de la
nueva generación de jóvenes peruanos.
Falleció el 22 de julio de 1918, en Lima, a causa de un ataque al corazón.
PRODUCCIÓN LITERARIA
Su primera obra, Pájinas libres, fue publicada en 1984. Años después vieron la
luz Minúsculas (1901) y Nuestros indios (1904), obra en la que González
ahonda sobre la situación del indígena en Perú. En 1908, retomó la prosa
con Horas de lucha y en 1909, la poética con Presbiterianas. Su último
poemario publicado en vida fue Exóticas de 1911. Tras su muerte se
publicaron: Trozos de vida (1933), Baladas peruanas (1935), y Adoración
(1946).
EL SINUOSO RECORRIDO DE GONZÁLES PRADA
Mucho se ha escrito sobre la trayectoria intelectual de Manuel González Prada.
Distintas fueron, y siguen siendo, las preocupaciones y los enfoques de los
autores de esta extensa bibliografía. Sin embargo, hay entre ellos consensos
comunes, lugares casi ineludibles. Primero, destacar el compromiso de Prada con
la realidad política y social que le tocó vivir, que hizo de él una figura central,
precursora en la historia del pensamiento crítico peruano. Segundo, señalar la
transformación de su producción literaria y la variación de su identificación política,
distinguiendo más o menos sistemáticamente cuatro períodos o momentos en la
"evolución del pensamiento y la acción" del intelectual.
El primero de ellos remite a los años de "formación". Perteneciente a una familia
católica y conservadora de la oligarquía limeña, González Prada estudió durante
un breve lapso en el Colegio de San Carlos y luego continuó haciéndolo de forma
autodidacta. En este período, se desarrolló y afirmó como escritor, realizando
traducciones y escribiendo piezas de distinto género (prosa, obras teatrales,
poesías, letrillas y baladas). En poco tiempo, pese a no haber publicado ningún
libro, se convirtió en un poeta reconocido. Ayudaron a ello, su admisión en la
Sección de Artes y Letras del Club Literario y sus colaboraciones regulares en el
periódico El Correo del Perú. Surge aquí, en este momento, el anticlericalismo que
lo caracterizará durante toda su vida, a la vez que se acerca, tímidamente, al
pensamiento liberal. Entre 1871 y 1879 González Prada se radicó en la hacienda
familiar Tútume, ubicada en el Valle de Mala, al sur de Lima. Allí, se dedicó a
actividades agrícolas. Siguió leyendo y traduciendo. También "el hombre de
ciudad, se encontró, de cerca, con los indígenas. Un contacto que fue físico e
intelectual, pues descubrió al Inca Garcilaso, una influencia literaria directa en su
texto Baladas
Peruanas (1935) que habrá de componer en la hacienda", siendo esta la primera
de sus múltiples reflexiones acerca de la problemática cuestión del indio.
El segundo período del escritor, el "radical-positivista", comienza en 1879 con un
hecho trascendental: la Guerra del Pacífico, librada entre Chile, Bolivia y Perú
(1879-1883). El capitán de compañía González Prada, luego teniente coronel y
segundo jefe del batallón N°50 de la novena compañía, participó en las batallas de
San Juan y Miraflores en enero de 1881. Al producirse la toma de Lima por los
chilenos, se encerró en su casa hasta la firma del Tratado de Ancón en 1883. Tras
el resultado adverso del conflicto bélico, que determinó la ocupación de las
provincias peruanas de Tacna y Arica, en lo sucesivo González Prada no podrá
escindir su producción intelectual de la actividad política. Esta nueva orientación
se manifestó, por ejemplo, en el abandono del Club Literario, núcleo de los
literatos consagrados y conservadores, y la fundación en 1886 junto a otros
jóvenes escritores del Círculo Literario, asociado al pensamiento radical y
anticlerical, del que llegará a ser primero vicepresidente y luego presidente.

1888 fue un año muy importante en su vida: "pronunció entonces sus famosos
discursos en el teatro Politeama (...) y en el teatro Olimpo (...), y escribió el artículo
'Propaganda y ataque' (...) Estos textos lo convirtieron de un líder literario en un
líder político". En el primero de ellos, González Prada cuestiona el curso de la
historia peruana, desde la colonia hasta el período independiente. La república
carece de una nación; su sociedad atraviesa una profunda crisis moral y
terminal. La metáfora organicista que encuentra para caracterizarla en el último
escrito, es la de un "organismo enfermo: donde se aplica el dedo brota pus". La
guerra, Tacna y Arica, se habían perdido por ese motivo.El futuro era entonces de
las nuevas generaciones, los "árboles nuevos (...) ¡Los viejos a la tumba, los
jóvenes a la obra!"

Los "años europeos", el tercer período en la biografía del autor, transcurren entre
1891 y 1898, en tres ciudades del viejo continente: París, Barcelona y Madrid. El
trayecto que recorre, los libros que lee, las conferencias a las que atiende, las
personas a las que conoce, serán decisivas para el viraje ideológico que se
produce en la que podríamos caracterizar como una "etapa bisagra", entre el
"radical-positivismo" característico de la anterior -que todavía cultiva y que, en
algunos aspectos, no abandonará nunca- y el "radical-anarquismo" -con el que
entra en contacto y se identificará hasta su muerte. Ambas vertientes ideológicas
lo nutren durante su estancia europea. A Prada lo fascinaba la figura de Ernst
Renan, a quien escucha disertar dos veces a la semana en París, pero también
capturaron su atención los escritos de Joseph Pierre Proudhon, Mijail Bakunin y
Piotr Kropotkin, "padres" de un anarquismo que emergía de la propia realidad con
la que se topó el peruano: de las cenizas de la Comuna de París y de la futura
experiencia libertaria que, con la organización de trabajadores y campesinos,
comenzaba a gestarse en aquella que en un artículo posterior llamó, la "nueva
España"
La vuelta de González Prada, da inicio al cuarto y último período, el "radical-
anarquista". Los hombres de la Unión Nacional, más preocupados en establecer
alianzas con el Partido Liberal o mismo en concretar sus ambiciones políticas, no
acompañaron a Prada en su reconversión ideológica, más bien lo dejaron solo.
Fue así como, tras el intento fallido de reorientar dicho partido en una dirección
más radical, en 1902 rompió sus vínculos con él y comenzó a tender nuevos lazos
con el mundo de los trabajadores y artesanos libertarios.
ACERCA DE LA TRIADA Y EL POSITIVISMO
Gonzales Prada planteó adecuadamente el problema de nuestro país en términos
de nación. Realiza una crítica radical del concepto conservador de nación, propio
de los sectores oligárquicos, consistente en identificar como lo peruano a lo
blanco, occidental y costeño. Frente a ello, Gonzales Prada planteó lo siguiente:
“…No forman el verdadero Perú las agrupaciones de criollos y extranjeros que habitan la faja de
tierra situada entre el Pacífico y los Andes; la nación está formada por las muchedumbres de
indios, diseminadas en la banda oriental de la cordillera. Trescientos años ha que el Indio rastrea
en las capas inferiores de la civilización, siendo un híbrido con los vicios del bárbaro y sin las
virtudes del europeo: enseñadle siquiera a leer y escribir, y veréis si en un cuarto de siglo se levanta
o no a la dignidad de hombre. A vosotros, maestros de escuela, toca galvanizar una raza que se
adormece bajo la tiranía del juez de paz, del gobernador y del cura, esa trinidad embrutecedora
del indio.”

Filosóficamente Gonzales Prada se adscribió al Positivismo de Comte. Lo


animaba una profunda fe en el potencial que la ciencia tiene para liberar al hombre
de las cadenas de la ignorancia y la explotación. La ciencia positiva, era para él, el
fanal que habría de alumbrar a las generaciones venideras. Su rechazo a España
no nació de una vulgar xenofobia; sino de la metafísica e ignorancia que
imperaban en ella. En este sentido, Gonzales Prada veía la occidentalización del
Perú como la posibilidad de ser benéficamente afectados por la ciencia europea.
La ciencia era, para nuestro insigne escritor, nuestra tabla de salvación. Al
respecto dijo:
“Si la Ignorancia de los gobernantes y la servidumbre de los gobernados fueron nuestros
vencedores, acudamos a la Ciencia, ese redentor que nos enseña a suavizar la tiranía de la
Naturaleza, adoremos la Libertad, esa madre engendradora de hombres fuertes.
No hablo, señores, de la ciencia momificada que va reduciéndose a polvo en nuestras
universidades retrógradas: hablo de la Ciencia robustecida con la sangre del siglo, de la Ciencia con
ideas de radio gigantesco, de la Ciencia que trasciende a juventud y sabe a miel de panales
griegos, de la Ciencia positiva que en sólo un siglo de aplicaciones industriales produjo más bienes
a la Humanidad que milenios enteros de Teología y Metafísica”.
PENSAMIENTO POLÍTICO
Gonzales Prada es el crítico más radical y lúcido de finales del siglo XIX y
principios del XX en el Perú y tal vez en toda América, Para él la república había
fracasado porque se había visto arrastrada por los apetitos personales de una
oligarquía decadente y sin visión de país y por una acción política que
simplemente reflejaba esta realidad social. Esta situación, a decir de Gonzales
Prada, encontró su consumación durante la guerra con Chile. Más allá de culpar a
los indígenas por la derrota, como lo hacía la oligarquía peruana, él culpó a la
oligarquía peruana y a sus políticos por tan desastrosos resultados. Al respecto
mencionó lo siguiente:
“Sobre el Civilismo gravita una responsabilidad menos eludible que la
bancarrota; dándose un nombre que implicaba el reto a una clase social,
partiendo en guerra contra los militares, olvidó que si las capas inferiores de
la Tierra descansan en el granito, las sociedades nuevas se apoyan en el
hierro. Este olvido contribuyó eficazmente a nuestro descalabro en la última
guerra exterior. Chile tuvo la inmensa ventaja de combatir, en el mar contra
buques viejos y mal artillados, en tierra contra pelotones de reclutas a
órdenes de militares bisoños, cuando no de comerciantes, doctores o
hacendados8. Castilla, soldado sin educación ni saber pero inteligente y
avisado, comprendió muy bien que al Perú le convenía ser potencia marítima.
Cuando los chilenos construyan un buque de guerra, decía, nosotros debemos
construir dos. Pardo prefirió las alianzas dudosas y problemáticas a la fuerza
real de los cañones, y solía repetir con una ligereza indigna de su gran
suspicacia: Mis dos blindados son Bolivia y la República Argentina. Con todo,
puede también disculpársele de no haber aumentado nuestra marina: tuvo
que malgastar en combatir contra Piérola el oro que debió invertir en buques
de guerra.”

Con respecto a los Partidos Políticos planteó lo siguiente:


“¿Qué fueron por lo general nuestros partidos en los últimos años? sindicatos de ambiciones
malsanas, clubs eleccionarios o sociedades mercantiles. ¿Qué nuestros caudillos? agentes de las
grandes sociedades financieras, paisanos astutos que hicieron de la política una faena lucrativa o
soldados impulsivos que vieron en la Presidencia de la República el último grado de la carrera
militar.

LA UNIÓN NACIONAL
La aparición del Partido Unión Nacional se dio en el contexto de una marcada
represión impulsada por el entonces presidente Andrés A. Cáceres. Este buscó la
eliminación de toda oposición a su gobierno y a sus medidas. Los Liberales, con
Quimper a la cabeza, debieron ir al exilio. Los radicales, entre los que encontraba
Gonzales Prada, acordaron unificarse en torno a un partido que les permitiera
resistir la arremetida Cacerista. Fue así que nació el Partido Unión Nacional.
Los radicales reunidos en torno a la figura de Gonzales Prada le encargaron a
este la redacción de una declaración de principios programáticos. En ella,
Gonzales Prada propuso la desconcentración del poder a través de un gobierno
federal. Fue pionero al plantear el tema de la responsabilidad del presidente de la
República y la creación de mecanismos de control ciudadano sobre los
congresistas de la República. Buscó dotar al Estado de las rentas necesarias a
través de una efectiva reforma Tributaria. En el campo social buscó la redención
indígena a través de la devolución de las tierras que les habían sido arrebatadas
por los hacendados. Asimismo, fue el primer líder político que planteó mejores
condiciones de trabajo para los obreros, así como la creación de milicias urbanas
que reemplazaran al ejército.
Una crisis familiar, motivada por la muerte de su segundo hijo, lo hizo decidirse a
dejar el país. Su partida a Europa presumiblemente iba en concordancia con su
deseo de no ser un caudillo más en un país que estaba sobrado de ellos.
A su retorno al Perú la situación política reinante en el país había cambiado
significativamente.
A MANERA DE COMENTARIO
González Prada, a partir de 1885 empezó una tarea revolucionaria, de
propaganda y ataque como reza el título de una de sus obras, destinada a
denunciar la corrupción e injusticias dominantes en la sociedad peruana. La
derrota en la guerra del Pacífico había servido para demostrar palpablemente el
estado en que se encontraba el Perú; el marasmo intelectual y el aventurerismo de
los partidos y caudillos que disputaban la presidencia y las curules parlamentarias,
la pobreza, la pobreza de los credos y las tradiciones, la podredumbre de la
iglesia, en fin, todos los males del Perú. González Prada fue un espíritu positivista,
de un popularismo esencial evoluciona rápidamente hacia el anarquismo y el
socialismo.
González Prada, vale en todo caso, como un precursor, como un pionero en el
camino de la revolución social y es admirable que en la chatura de la época se
yerga a tan notable altura espiritual; dueño de una acerada pureza moral puede
combatir, prácticamente solo contra la miseria del ambiente que lo rodea.
González Prada, es el primero que ve en su exacta dimensión el problema del
indio, como una clase social explotada y de la cual proviene la riqueza de las
clases dominantes.
Además de la profunda penetración de su pensamiento, que le permite señalar
como nadie lo había hecho antes, la condición real y verdadera de la sociedad
peruana, hay que destacar la perfección de su estilo: Es un gran artista de la
prosa, él abandona las viejas tradiciones retóricas españolas, pomposas y huecas
y le da una belleza escultórica.
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Delgado Washington (1984) Historia de la literatura republicana. Lima: Ediciones
RIKCHAY PERÚ.

TAREA ACADÉMICA

Leer un discurso de Pájinas libres u Horas de lucha y emitir su opinión crítica


a través de un texto ensayístico, teniendo en cuenta la época y en extensión
comparar con la actual.

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