La contaminación del agua, un problema vital del siglo XXI

Introducción:

l agua es un recurso único e insustituible para la vida, las sociedades y las economías.

Se le considera como el recurso natural más preciado del planeta, por lo que es

importante conservar y mantener sus fuentes naturales para garantizar su sustentabilidad

y aprovechamiento para las próximas generaciones. Su importancia se extiende más allá

de satisfacer las necesidades humanas; pues es crucial para la biodiversidad, el

crecimiento de los cultivos, el bienestar de los ecosistemas acuáticos, etc.

De acuerdo con Jiménez en los últimos años los problemas de contaminación han

adquirido tal magnitud y diversidad que la sociedad ha ido tomando mayor conciencia

de los riesgos actuales, y más aún, de los potenciales… Por ello la contaminación del

agua es un problema actual que se conceptualiza como la presencia de sustancias

nocivas en un cuerpo de agua, como un río, lago, océano, acuífero u otro, que degradan

su calidad y la vuelven tóxica para los seres humanos y el medio ambiente. (Jiménez, B.

E., 2001).

Para abordar esta crisis, es crucial comprender las causas y las consecuencias de la

contaminación del agua, así como explorar soluciones y medidas preventivas para poder

evitar o disminuir tal problemática. Este escrito tiene la finalidad de analizar e

identificar las principales causas de la contaminación y como esta afecta la vida de la

población y los ecosistemas. Pues parte de la problemática que tiene México en sus ríos,

lagunas y acuíferos que presentan contaminantes como resultado de la actividad

humana, lo cuales alteran su composición y estado natural. (Becerril, 2009).

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Desarrollo:

En el siglo XXI, el censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía reflejo que

hasta 2022 había cerca de 20 o 21 millones de mexicanos sin agua potable diariamente,

que debe tener por tandas acarreándola de lugares lejanos. Según dicho estudio los

principales retos que afronta el agua en México son: la contaminación, la escasez, el

consumo excesivo en las actividades agropecuarias e Industriales debido a que estas

suelen liberar contaminantes químicos y desechos sin un tratamiento adecuado. (IMCO,

2023).

La falta de regulaciones estrictas y mecanismos de control tiene como resultado que

estos contaminantes lleguen a las fuentes de agua afectando la calidad de agua potable y

de los cuerpos cercanos a estos, por lo que las prácticas agrícolas inadecuadas, como el

uso excesivo de fertilizantes y pesticidas, contribuyen a la contaminación de estas áreas

rurales. Lo que ha provocado que la contaminación del agua se haya convertido en una

de las problemáticas ambientales más graves.

En los últimos años se ha observado una creciente preocupación mundial por los temas

referidos a la calidad del agua. Entre los numerosos contaminantes que afectan la

calidad del agua están: los biológicos, bacterias, virus y parásitos, los cuales pueden

causar enfermedades infecciosas y un riesgo significativo para la salud humana, también

se encuentran los contaminantes químicos que refieren a los metales pesados como el

plomo, mercurio, cadmio y arsénico, que son el producto de actividades industriales,

mineras, uso de pesticidas y los contaminantes inorgánicos los cuales incluyen

pesticidas, herbicidas y productos químicos industriales que son los disolventes y

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detergentes, estos componentes pueden ser altamente tóxicos y persistentes en el medio

ambiente.

La contaminación del agua se manifiesta de diversas formas y en distintos niveles. La

introducción de sustancias químicas tóxicas, como los metales pesados y los desechos

industriales, ha sido una de las principales causas de contaminación en áreas urbanas e

industriales. En particular, los desechos industriales que contienen componentes como

plomo, mercurio y otros químicos que, al entrar en contacto con el agua, afectan la vida

acuática e impactando también a los seres humanos. En áreas agrícolas, el uso excesivo

de pesticidas y fertilizantes contribuye al fenómeno conocido como eutrofización, que

es el crecimiento excesivo de algas debido a la gran cantidad de nutrientes, que se

encuentra en el agua. Estos contaminantes se acumulan en los ecosistemas acuáticos y

afectan la biodiversidad, reduciendo la cantidad de especies y alterando el equilibrio

natural. (Orta, 2002).

Además de los desechos industriales y agrícolas, que incluyen metales pesados,

productos químicos tóxicos y residuos no biodegradables. Estos contaminantes ingresan

a través de descargas directas o indirectas, el vertido de aguas residuales sin tratamiento

adecuado representa otro factor importante en la contaminación del agua. En muchas

zonas rurales y áreas de bajos recursos, la falta de infraestructura para el tratamiento de

aguas residuales hace que los desechos sean descargados directamente en ríos, arroyos y

lagos, lo que incrementa el riesgo de enfermedades en la población y daña gravemente

la fauna y flora acuática. Esta contaminación no solo afecta a las fuentes de agua

superficial, sino también a los acuíferos, lo que complica aún más el acceso a agua

potable segura principalmente para las poblaciones que presentan situaciones de

vulnerabilidad.

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La contaminación en las fuentes de agua dulce por residuos urbanos también es un

problema creciente. En las ciudades, los contaminantes provenientes de residuos sólidos

y vertidos no regulados van directo a cuerpos de agua cercanos, generando altos niveles

de toxicidad que terminan por afectar tanto a la vida humana como a los animales y

plantas que dependen de esas fuentes. Todo esto se convierte en un ciclo de degradación

que, si no es detenido, llevará a una mayor escasez de agua potable, afectando también a

las futuras generaciones. Es crucial entender que la contaminación del agua no solo se

origina en fuentes puntuales, como fábricas y plantas de tratamiento, sino también en

fuentes difusas, donde los residuos se filtran al agua de manera menos visible, pero

igualmente dañina.

Argumentación:

La contaminación del agua tiene un impacto devastador en la salud humana y el medio

ambiente. La Organización Mundial de la Salud, estima que millones de personas en el

mundo carecen de acceso a agua segura, lo que se traduce como una mayor incidencia

de enfermedades transmitidas por el agua, como diarrea, cólera, hepatitis, salmonelosis,

shigelosis, gastroenteritis viral y fiebre tifoidea. Estas enfermedades afectan

especialmente a poblaciones vulnerables, como los niños y los ancianos, y representan

una amenaza constante para la salud pública en comunidades de bajos recursos

(Jiménez, 2007).

Esto se traduce en condiciones de vida insalubres que dificultan el progreso social y

económico de estas comunidades. En México, por ejemplo, el uso de productos

químicos en la agricultura ha llevado a la acumulación de sustancias tóxicas en los

cuerpos de agua, lo cual afecta la biodiversidad y disminuye la disponibilidad de agua

potable (Villalba, et al., 2014).

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Por otro lado, los efectos de la contaminación del agua también se manifiestan en los

ecosistemas acuáticos. Las sustancias tóxicas y los desechos orgánicos alteran el

equilibrio de los cuerpos de agua, afectando la biodiversidad y reduciendo la calidad de

los ecosistemas. La pérdida de especies acuáticas es una consecuencia directa de estos

desequilibrios y representa una amenaza para la seguridad alimentaria, ya que muchas

comunidades dependen de la pesca como fuente principal de alimentos y sustento.

Estudios han demostrado que metales como el mercurio y el plomo pueden acumularse

en los peces y otros organismos marinos, los cuales, al ser consumidos por humanos,

transmiten estos elementos tóxicos al organismo.

Resultados:

Los efectos de la contaminación del agua han sido observados en múltiples ámbitos y

niveles, evidenciando el impacto devastador que esta problemática puede tener en la

salud humana, la biodiversidad y la sostenibilidad de los recursos hídricos. A nivel de

salud pública, el consumo de agua contaminada ha llevado a un aumento en

enfermedades gastrointestinales, problemas en el sistema nervioso y afecciones

crónicas. En comunidades de bajos ingresos, donde el acceso a sistemas de tratamiento

de agua es limitado, y el riesgo es aún mayor. En cuanto a los ecosistemas acuáticos, la

contaminación ha afectado severamente la vida de los organismos que dependen del

agua limpia para su supervivencia. Especies de peces, anfibios y plantas acuáticas están

desapareciendo o migrando a zonas menos contaminadas, lo cual altera el equilibrio de

los ecosistemas. Por ejemplo, el aumento de nutrientes como nitratos y fosfatos en el

agua, consecuencia de la actividad agrícola, provoca la proliferación de algas, lo cual

reduce el oxígeno en los cuerpos de agua y afecta a otras especies que necesitan un

ambiente oxigenado para vivir (Aragón, et al., 2022).

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En el ámbito económico, los países destinan cada vez más recursos para tratar el agua

contaminada y mitigar los daños ambientales. Esto representa un costo significativo

para las economías nacionales, ya que el deterioro de los recursos hídricos afecta tanto

la agricultura como la industria, dos sectores esenciales para el desarrollo económico.

La pérdida de biodiversidad y la reducción en la calidad del agua limitan las actividades

agrícolas y pesqueras, lo que tiene repercusiones directas en la seguridad alimentaria y

el sustento de muchas familias. Además, en el contexto del cambio climático, la

contaminación del agua agrava aún más los problemas de disponibilidad y calidad.

Como las sequías prolongadas y las inundaciones extremas que hacen que los

contaminantes se concentren o se dispersen de forma inesperada, dificultando su

control. Los resultados encontrados en diversas fuentes mencionan que en diferentes

regiones y ecosistemas confirman que la contaminación del agua es una amenaza

multifacética que afecta todos los aspectos de la vida y el desarrollo humano. Pues es

evidente que la acción conjunta de gobiernos, empresas y ciudadanos es imprescindible

para reducir los efectos de esta crisis ambiental y proteger la salud y el bienestar de las

generaciones futuras. (Montiel, et al. 2014), (Primelles, et al., 2005) y (Terraza et al.,

2015).

Conclusiones :

La contaminación del agua representa una de las crisis ambientales más urgentes y

complejas de nuestro tiempo, afectando no solo a las generaciones actuales sino también

comprometiendo la calidad de vida de las futuras. A lo largo de lo visto ha quedado

claro que la contaminación del agua tiene múltiples causas, desde las prácticas agrícolas

intensivas y el vertido de desechos industriales hasta el uso indiscriminado de productos

químicos. Cada uno de estos factores contribuye a degradar la calidad del agua,

impactando tanto la salud humana como los ecosistemas acuáticos.

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Frente a esta realidad, resulta evidente que la contaminación del agua es un problema

que exige un enfoque integral, donde las acciones de cada sector de la sociedad puedan

contribuir a soluciones efectivas. Las industrias y las empresas tienen la responsabilidad

de implementar prácticas sostenibles y reducir el vertido de contaminantes en el medio

ambiente. Por su parte, el sector agrícola necesita adoptar métodos de cultivo que

minimicen el uso de fertilizantes y pesticidas nocivos, evitando así la eutrofización y

otros daños que se extienden desde los suelos hasta las fuentes de agua. La comunidad

científica, en colaboración con los gobiernos, también desempeña un papel esencial en

la investigación y desarrollo de tecnologías de tratamiento de agua que sean efectivas y

accesibles, especialmente en áreas de bajos recursos. Asimismo, la educación y

concientización de la población son fundamentales para afrontar esta crisis. Cuando los

ciudadanos comprenden el impacto de sus decisiones en el medio ambiente, como el

manejo de desechos, están más dispuestos a participar en soluciones que protejan los

recursos hídricos. Programas de sensibilización sobre el uso adecuado del agua y la

reducción de contaminantes domésticos. La contaminación del agua no conoce

fronteras, y los cuerpos de agua que comparten distintos países requieren políticas y

regulaciones comunes que abordan el problema de manera global.

En conclusión, la lucha contra la contaminación del agua es una responsabilidad

compartida que involucra a cada nivel de la sociedad, desde los gobiernos y empresas

hasta los ciudadanos individuales. Si bien es un desafío complejo, pero es posible

revertir esta situación a través de una acción conjunta y sostenida, promoviendo

prácticas sostenibles, regulaciones efectivas y una educación ambiental que genere

conciencia en las nuevas generaciones. Solo mediante este esfuerzo colectivo se puede

asegurar que el agua, recurso vital para la vida en el planeta, sea accesible, limpia y

segura para todos.

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Bibliografía

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