Reseñas Historicas

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Túpac Amaru II: símbolo en la

lucha por la Independencia del


Perú
José Gabriel Condorcanqui, más conocido como Túpac Amaru II.
Descendiente de la realeza inca, José Gabriel Condorcanqui,
curaca de Surimana, Tungasuca y Pampamarca, adoptó el nombre
de Túpac Amaru II y encabezó la más formidable revolución
indígena de la época colonial, en protesta por el maltrato que
recibían los indios por parte de los corregidores. Entre sus
exigencias figuraba la supresión de los corregimientos y la
creación de una Real Audiencia en el Cusco para una rápida
administración de justicia, ya que solo existía la Real Audiencia
de Lima para todo el territorio del Virreinato. A estos reclamos,
se unió posteriormente su deseo de separarse del yugo español;
es decir, su rebelión, originalmente de tendencia reformista, se
convirtió en separatista. Para algunos analistas, fue el iniciador
de la lucha por la emancipación política del Perú.
La rebelión estalló el 4 de noviembre de 1780 en el pueblo de
Tinta (50 leguas al sur del Cusco) y puso en movimiento a todo el
sur del Virreinato del Perú, hasta la región de Charcas.
Repercutió, además, en el resto de los dominios españoles de
Sudamérica.
El primer episodio de la revolución fue el apresamiento del
odiado corregidor de Tinta, Antonio de Arriaga, quien fue
ejecutado públicamente. Acto seguido, Túpac Amaru se puso en
marcha hacia el norte contando con la simpatía y adhesión de los
pobladores que, en su mayoría, estaban armados de picos, palos,
hachas y sólo algunas armas de fuego. En estas condiciones, ganó
la batalla de Sangarará, librada el 18 de noviembre de 1780. Pero
no quiso todavía dirigirse al Cusco y prefirió retirarse a Tinta,
donde el día 27, lanzó un manifiesto explicando las causas que le
habían llevado a la sublevación. Poco después, a inicios de
diciembre se dirigió al sur, atravesó la cadena del Vilcanota, pasó
por Lampa, Pucará y penetró en Azángaro, extenso recorrido con
el que pretendía ganar adeptos a su causa.
El virrey Agustín de Jáuregui envió al Cusco al visitador José
Antonio de Areche, con poderes extraordinarios para sofocar la
rebelión, teniendo como ejecutar inmediato al mariscal José del
Valle. Es así como los españoles, con refuerzos llegados desde
Lima, enfrentaron a Túpac Amaru, que ya por entonces (enero de
1781), se había decidido a atacar el Cusco. Sin embargo, este no
pudo doblegar el poderío de las fuerzas realistas y sufrió sendos
reveses en las batallas de Checacupe y Combapata, por lo que se
vio obligado a retroceder. Los realistas, en su persecución,
ingresaron a sangre y fuego a Tinta, que fue totalmente
destruida. El inca, su mujer y sus tres hijos huyeron a la villa de
Langui donde fueron apresados por la traición de un partidario
suyo. Enseguida, fue a parar a manos de Areche. Sufrió atroces
torturas, para que delatara a sus colaboradores cusqueños, pero
permaneció hermético. Finalmente fue sentenciado a muerte.
El 18 de mayo de 1781, en la Plaza de Armas del Cusco, Túpac
Amaru II fue descuartizado a hachazos, luego de un intento
fallido de desmembrarlo usando la fuerza de cuatro caballos.
Previamente, se le obligó a presenciar la muerte de su
esposa Micaela Bastidas, de sus dos hijos mayores y de otros
familiares y partidarios suyos. Su hijo menor, Fernando, fue
enviado a los presidios de África. Sus miembros mutilados fueron
enviados a distintos puntos del sur del virreinato y clavados en
picas, para que sirviera de escarmiento a las poblaciones
rebeldes. Sin embargo, el espíritu de lucha se mantuvo entre sus
partidarios, quienes, encabezados por Diego Cristóbal Túpac
Amaru (primo suyo), se mantuvieron en pie de lucha hasta
principios de 1782.

Micaela Bastidas: Ícono De La


Historia Peruana
Micaela Bastidas Puyucahua se casó a los quince años con José
Gabriel Condorcanqui Túpac Amaru II. Micaela Bastidas y Túpac
Amaru II tuvieron tres hijos: Hipólito en 1761, Mariano en 1762 y
Fernando en 1768. Juntos, entre 1780 y 1873, lideraron la más
grande rebelión en las zonas colonizadas de lo que hoy
conocemos como Perú, Bolivia, Chile y Argentina. José Gabriel
Condorcanqui, bajo su seudónimo Tupac Amaru II enfatizando sus
raíces incaicas, fue un arriero y curaca cusqueño. Micaela, por su
lado, fue quien organizó todo el desplazamiento y planteó la
estrategia de avance para hombres y, sobre todo, mujeres
durante la rebelión.
La sublevación oficial se desata tras el apresamiento del
Corregidor Arriaga. Es en este punto que Micaela Bastidas
convocó ejércitos, organizó grupos y lideró a rebeldes para
movilizarlos por todo el territorio. Estas agrupaciones de
convocados reunían principalmente a indígenas, mestizos,
criollos, afroperuanos, entre otros. Gracias a su dominio del
quechua, mientras avanzaba por el sur andino, fue reclutando
más personas. Les detallaba la situación, les explicaba lo que
estaba en juego y les convencía de sumarse a la lucha indígena
Mientras Túpac Amaru II se encontraba marchando en Puno,
Micaela se encargó de las operaciones militares en Cusco. Se
convocaron caciques, vecinos, clérigos, dirigentes,
terratenientes, líderes comunitarios, militantes y más. Lo
importante para esta operación fue fortalecer a la capital del
Virreinato e impedir su comunicación desde fuera.
El rol de Micaela Bastidas no solo era partícipe de una rebelión
sino también reivindicativo para las mujeres andinas, quechuas y
aimaras. Ellas sentaron las bases de la organización del
levantamiento. Además de hacerle frente a la explotación
española por años, con esta rebelión, se le daría otra mirada a la
mujer indígena. Ya no se le limitaría a actividades domésticas o
de acompañamiento; sino que, en esta ocasión, también era el
frente de la lucha y, de esta manera, le daba otro valor a su
participación en la vida social y política de la época. Un claro
ejemplo fue su cargo de jefa interina de la rebelión luego del
triunfo de Sangarará.
Lamentablemente, su final fue sumamente violento. Tras diversas
torturas, y pese a resistir hasta el último minuto de su vida,
Micaela falleció. Ella fue asesinada junto a Túpac Amaru II, pero
esto significó que viviría en la historia de todos y cada uno de los
peruanos.
A pesar de todo, el legado de Micaela perduró. El primo de Túpac
Amaru II, Diego Cristóbal: Mariano Condorcanqui, hijo de Micaela;
y el hermano de Micaela, Miguel Bastidas continuaron una
segunda etapa de la rebelión. Esta fue más radical. Se pudo
controlar buena parte de Cusco y Puno hasta 1783.
Con el tiempo, la vida de Micaela Bastidas es recordada como una
que lo dio todo por su pueblo y por su país. Fue la principal
estratega de la rebelión más importante de la época liderando
agrupaciones, militares y comunidades. Su rol como mujer la
colocó como un ejemplo para niñas y jóvenes hasta el día de hoy.
Además, esta rebelión fue de las más importantes y
reivindicativas en nuestra historia. Es un orgullo que el legado de
Micaela y Túpac Amaru II continúe hasta nuestros días. Sobre
todo, en este año que celebramos nuestros 203 años de
independencia.

María parado de bellido:


Heroína Peruana
Nace en la ciudad de Huamanga, el año 1761. Heroína
peruana de la época de la independencia. Se cree que fue
hija natural, y lo único que se sabe de su padre es que
procedía del Alto Perú. En 1776 contrajo matrimonio en
Huamanga con Mariano Bellido, de quien tuvo siete hijos.
En 1820 parte de su familia se integró al grupo de patriotas
organizado en Paras (Cangallo), con el fin de colaborar con la
guerrilla auspiciada en la sierra central por el general
Álvarez de Arenales, que obedecía a la estrategia del general
José de San Martín encaminada a desgastar al ejército
realista. Mariano Bellido y sus hijos actuaron como correos
del ejército patriota en la región de Huamanga, y su misión
principal consistió en dar cuenta de los movimientos de las
tropas realistas.
En 1822 el virrey José de la Serna ordenó a las tropas del
general José Canterac, acantonadas en Jauja, que se
combatiera la insurrección popular organizada en Huamanga.
Canterac encomendó a la compañía al mando del general
Carratalá la tarea de reprimir el movimiento ayacuchano. Fue
en esa coyuntura que uno de los hijos de María Parado,
Tomás Bellido, fue hecho prisionero y fusilado por los
realistas ya acantonados en Cangallo. Este hecho motivó que
María Parado de Bellido se integrará al movimiento patriota
y colaborará con su esposo en las tareas de espionaje.
Debido a su condición de analfabeta, dictaba las cartas
dirigidas a Mariano Bellido a un amigo de confianza que, a su
vez, se encargaba de trasladar la información al cuartel del
guerrillero patriota Cayetano Quiroz. Gracias a ello, los
patriotas fueron avisados a tiempo de la planeada incursión
del ejército realista al pueblo de Quilcamachay el 29 de
marzo de 1822, y la localidad pudo ser evacuada a tiempo.
Su actitud motivó que fuera condenada a morir fusilada. El 1
de mayo de 1822 fue paseada por los alrededores de la plaza
de armas de Huamanga, al tiempo que se voceaba su delito
de traición, y luego murió ante el pelotón de fusilamiento en
la Pampa del Arco. Sus restos fueron sepultados en la iglesia
de la Merced.
Cuando la independencia fue consolidada por el general
Simón Bolívar, el Libertador otorgó a las hijas de María
Parado de Bellido una casa que había pertenecido a un
soldado realista en Huamanga, mediante un decreto de 1826.
Poco después fue declarada mártir de la independencia. Un
importante colegio nacional para mujeres de Lima lleva en la
actualidad su nombre.

José Olaya balandra: Mártir de


la independencia del Perú
Nacido en Chorrillos y pescador de oficio, José Silverio Olaya
Balandra fue hijo de José Apolinario Olaya y Melchora
Balandra; en una familia numerosa, indígena y humilde. Su
padre fue pescador y le enseñó a su hijo todos los gajes del
oficio. Vivieron en la Villa de San Pedro de Chorrillos,
ranchería de pescadores al sur de Lima.
La labor de Olaya fue fundamental en la Independencia,
puesto que cuando Lima fue ocupada por el Ejército Realista
en junio de 1823, se ofreció como emisario secreto y así
mantener informado al Gobierno republicano independiente
del Perú, con el presidente José de la Riva Agüero, por
entonces al cargo y refugiado en los castillos del Callao.
Sus trabajos como informante consistieron en cargar y
transportar las correspondencias que el gobierno
independiente mandaba a los patriotas, a cargo de Antonio
José de Sucre, en la ciudad de Lima. Este servicio de correo
secreto aprovechó la fachada de un pescador, para
transportar por mar las cartas de los patriotas.
Esta hazaña a favor de la independencia significaba un gran
riesgo, puesto que su oficio no dejaba de despertar
sospechas. Hasta que finalmente fue capturado,
posiblemente a raíz de una traición, el 27 de junio de 1823
en la calle de Acequia Alta (actualmente en el cruce de la
cuadra 5 de los jirones Caylloma y Moquegua) con una carta
dirigida a Narciso de Colina de parte del general Sucre.
El destino que le esperaba fue la tortura, una de las
prácticas comunes de la época, con la finalidad de que
confesara sus trabajos y delatara a los patriotas
involucrados en esa operación de correspondencia
clandestina. Sin embargo, las torturas no obtuvieron
respuestas favorables ni quebraron la voluntad del humilde
pescador, a quien se le atribuyen una de las frases célebres
más emblemáticas y emotivas de la historia del país.
“Si mil vidas tuviera gustoso las perdería, antes de
traicionar a mi patria y revelar a los patriotas”.
Debido a la negativa de delatar a sus compañeros patriotas,
José Olaya Balandra fue sentenciado a morir fusilado dos
días después, un 29 de junio de 1823, en el callejón de
Petateros, cerca de la plaza de Armas de Lima. Un callejón
que hoy en día fue rebautizado como el Pasaje Olaya, en
honor al valiente hombre.

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