10-ARENA - Ficha Teórica, La Clase y Sus Momentos
10-ARENA - Ficha Teórica, La Clase y Sus Momentos
10-ARENA - Ficha Teórica, La Clase y Sus Momentos
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Gimeno Sacristan, J. y Pérez Gómez, A. Comprender y transformar la enseñanza. Morata. Madrid 1992 (pag 253)
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aprendizaje la orientación se atenúa para que el alumno asuma paulatinamente las
competencias y responsabilidades deseadas.
“El alumno no es abandonado a su propia capacidad de descubrimiento sino que se
pretende poner en marcha un proceso de diálogo entre el aprendiz y la realidad, apoyado en la
búsqueda compartida con los compañeros y con los mayores, siempre y cuando dichos apoyos
sean provisionales y desaparezcan progresivamente, permitiendo que el niño asuma el control
de su actividad”. 2
En el cierre también se puede proponer leer comprensivamente un texto, con el fin de
reestructurar los conceptos aprendidos, de establecer una red de interconexiones que
relacione experiencias y conocimientos previos con la nueva información. También puede ser
útil para comprobar el grado de avance de los alumnos; así el docente analiza la tarea
realizada retroalimentando el circuito de comunicación entre los elementos del sistema
didáctico.
Inicio, desarrollo y cierre, tres términos que han sido utilizados desde otras
concepciones; es menester investigar y reflexionar sobre ellos para definirlos desde un nuevo
marco teórico. El aprendizaje es una construcción personal que realiza el alumno
ayudado por otras personas. Esa construcción, a través de la cual puede atribuir
significado a un determinado objeto de enseñanza, implica la aportación de la persona
que aprende, de su interés y disponibilidad, de sus conocimientos previos y de su
experiencia. En todo ello juega un papel importante la figura del docente que ayuda a
detectar o provocar un conflicto inicial entre lo que sabe y lo que requiere saber, que
contribuye a que el alumno se vea capaz y con ganas de resolverlo, que plantea el nuevo
contenido de modo que aparezca como un reto interesante cuya resolución va a tener
alguna utilidad, que interviene de forma ajustada en los progresos y dificultades que el
alumno manifiesta, apoyándole y con la vista puesta en su realización autónoma.
Para que un alumno comprenda lo que hace es necesario que el docente lo guíe para ver el
sentido de lo que se le enseña, es decir, depende de cómo se presenta el contenido, de
cómo intenta incentivarlo para realizar una actividad, de la medida en que le hace sentir que
su aportación es necesaria para aprender. Que pueda establecer relaciones depende
también del grado en que el profesor ayuda a recuperar lo que ya se posee, señala los
aspectos fundamentales de los contenidos que se trabajan y con mayores posibilidades de
reestructurarlo con lo que los alumnos conocen; también de la organización de que dota a
los contenidos. Que el alumno pueda seguir el proceso y ubicarse en él depende también
del grado en que el profesor, con sus síntesis y recapitulaciones, con sus referencias a lo
que ya se hizo y a lo que resta por hacer, contribuye a eso. Los criterios que transmite en
las clases sucesivas acerca de lo que constituye una realización adecuada contribuye a que
los alumnos puedan ir evaluando su competencia, aprovechar las ayudas que se ofrecen y,
si fuese necesario, requerirlas.
Es el docente quien decide cómo secuenciar las actividades dentro de una clase y
ésta no se realiza al azar sino a partir de un marco teórico que la sustenta. Es necesario,
entonces, establecer este marco para luego realizar las observaciones y las críticas
pedagógicas.
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Gvirtz, S. y Palamidessi, M. Obra citada (pag. 137)
3
Gimeno Sacristán, J. y Pérez Gómez, A. Obra citada (pag. 258)
2
Existen múltiples formas de explicar la enseñanza y el docente actuará según la
conceptualización que sustente. Cada filosofía de la enseñanza supone un perfil de docente,
un modelo de intervención, una forma de pensar el contenido y la actividad de enseñar. Por
esto, en primera instancia, definiremos enseñanza. Lawrence Stenhouse explica que “es la
promoción sistemática del aprendizaje mediante diversos medios”. 4
Sostenemos que aprendizaje y enseñanza son dos procesos independientes pero no
hay duda que la función de la enseñanza es el logro del aprendizaje.
Podemos establecer ahora cuál es la función del docente como persona que interjuega
con el alumno, que guía y orienta, que cuestiona, pregunta y esclarece, que es observador e
interlocutor:
1. Facilita la participación activa y ordenada en el aula.
2. Presenta problemas adecuados al potencial de desarrollo actual de sus alumnos.
3. Ofrece contenidos que enriquecen el intercambio y provocan la reflexión. (...)
4. Analiza la marcha del proceso para proponer y efectuar reajustes.5
La tarea docente se desarrolla en un ambiente complejo y cambiante. Es por ello
imposible hablar de un único método de enseñanza, tendremos que acordar que el docente
implementa diversas estrategias metodológicas a partir de la decisión del cómo, por qué y para
qué enseñar. El concepto de estrategia de enseñanza nos permite referirnos a una secuencia
ordenada de todas las actividades y recursos que utiliza el docente en la tarea áulica
para el logro de los objetivos previamente determinados. Deben ser congruentes con la
estructura científica de sus contenidos y adaptadas a las condiciones psicológicas de
quienes aprenden. Tienen por objeto llevarlos a redescubrir por sí mismos los conocimientos
de la sociedad en que viven.
Hay muchas estrategias metodológicas, entre otras: investigación, clase magistral,
centros de interés, proyectos, solución de problemas, elaboración de fichas, enseñanza
programada, trabajo de campo, simulaciones, que comportan varias actividades didácticas. Las
actividades deben tener una secuencia determinada, un orden preciso y trabajar
simultáneamente conceptos, procedimientos y actitudes. La organización de contenidos y de
actividades en una determinada estrategia metodológica es flexible y permite al alumno,
individual o colectivamente, construir, relacionar y estructurar el conocimiento. Este proceso es
cíclico y los contenidos aprendidos sirven para iniciar nuevos aprendizajes.
Establecimos que el docente trabaja en situaciones complejas e indeterminadas, pero
ello no significa que no deba organizarse. Antes de actuar el docente planifica, prefigura el
marco en que se llevará a cabo la actividad escolar de acuerdo con las tareas que vayan
a realizarse. Cuando la acción está en marcha, el docente mantiene el curso de la misma
realizando los ajustes y las modificaciones necesarias.
No siempre una actividad tiene el mismo significado o se realiza con el mismo objetivo,
por ello será necesario centrarse en la sucesión de actividades. “Una tarea no es una actividad
instantánea, desordenada y desarticulada, sino algo que tiene un orden interno, un curso de
acción que, de alguna forma, puede preverse porque obedece a un esquema de actuación
práctica, que mantiene una prolongación en el tiempo al desarrollarse a través de un proceso,
desencadenando una actividad en los alumnos y que guarda una unidad interna que la hace
identificable y diferenciable de otras tareas”. 6
Las actividades son la manera activa y ordenada de llevar a cabo las estrategias
metodológicas. No podemos planificar las actividades o experiencias de aprendizaje de
manera arbitraria, se necesita un análisis previo de qué se quiere desarrollar y en qué
momento se introduce cada actividad. Una manera de organizar las actividades que se
proponen durante una clase es teniendo en cuenta los distintos momentos del proceso de
aprendizaje. En toda clase se distinguen: el inicio, el desarrollo y el cierre, para luego pasar a
la evaluación.
Durante la actividad inicial el docente procurará despertar el interés de los alumnos.
Indagará los saberes previos con el propósito de ponerlos en acto, y partirá de estos
conocimientos para avanzar en el nuevo contenido. Es necesario comenzar con un
4
Gvirtz, S. Palamidessi, M. Obra citada (pag 136)
5
Gvirtz, S. Palamidessi, M. Obra citada (pag 144)
6
Gimeno Sacristán, J. y Pérez Gómez, A. Obra citada (pag. 250)
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diagnóstico, sacando a luz lo que ya saben y presentando material introductorio. Es importante
destacar que no es éste el momento para que el docente conozca los saberes previos de sus
alumnos, ya los diagnosticó para planificar la clase; el recordar los conocimientos que ya
poseen favorecerá su relación con el nuevo contenido.
Las actividades de desarrollo comprenden la parte más extensa de la clase y
mediante ella se logran los objetivos propuestos, se trabajan y adquieren los contenidos. Es el
cuerpo de la clase, el momento central en el que el docente propone tanto actividades
individuales como grupales que permitan la reestructuración. Se han de formar nuevos
esquemas mediante los cuales se pueda organizar el conocimiento.
El cierre o actividad final tiene la función de integrar lo aprendido en una estructura
más amplia. Los nuevos esquemas se han de reajustar, sintonizar con la nueva información
para que sean eficaces. Para finalizar la clase el docente propone actividades que permitan
establecer la nueva secuencia y revisar los aspectos no aprendidos. La duración de esta
actividad es relativa y depende del tipo de trabajo realizado y del tiempo disponible.
Estableciendo una relación entre esta clasificación y los tres momentos de la clase
podemos decir que las actividades de introducción - motivación y las de conocimientos previos
son propias del inicio de la clase ya que es necesario despertar el interés e indagar sobre los
conocimientos previos de los alumnos, si importar si éstos son verdaderos o erróneos. Durante
el desarrollo se organizarán tareas que él mismo las denomina con el mismo nombre, y las de
consolidación ya que es en este momento se conceptualiza o institucionaliza el saber; estas
actividades son muy variadas según el grupo de alumnos y la disciplina de que se trate. El
cierre de la clase tiene varias funciones y la elección de las actividades depende
especialmente de la secuencia de los contenidos a trabajar durante esa unidad o proyecto. Es
por ello que en esta clasificación se diferencian actividades de refuerzo, de recuperación y de
ampliación. A partir de este análisis es interesante pensar que se pueden, y muchas veces se
deben proponer diversas actividades porque no todos los alumnos tienen, entre otros, los
mismos intereses, necesidades, habilidades, saberes previos.
Por último, y como parte del proceso de enseñanza, las actividades de evaluación
con el propósito de valorar lo aprendido y actuar en consecuencia.
La enseñanza supone trabajar en ambientes complejos, dinámicos, heterogéneos, con
problemas poco claros e intereses diversos; los docentes no podrán lograr sus objetivos si no
ponen en funcionamiento esquemas simplificadores de toda esa complejidad en la percepción
y en la toma de decisiones. Al decidir tareas, el profesor cumple con dos demandas básicas:
elige el alcance del contenido y cómo estructurarlo, y establece las reglas de juego para el
comportamiento de los alumnos dentro del aula.
Enseñar es organizar las tareas en las condiciones más favorables para que puedan
desarrollarse los procesos de aprendizaje adecuados con el propósito de lograr la apropiación
de los contenidos seleccionados. Las intenciones del profesor se logran de una forma u otra de
acuerdo con el escenario microambiental que configuran las tareas escolares.
Hay factores que inciden en la metodología elegida por el profesor y se deberán tener en
cuenta en el momento de analizar qué estrategias metodológicas son las más adecuadas: la
lógica interna de la disciplina, la madurez de los sujetos a quienes va dirigida la enseñanza,
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los valores que se pretenden desarrollar, los medios y recursos, el currículo vigente, y el
pensamiento del docente.
Todo ello sin olvidar que la estructura, la organización y los contenidos de las áreas se han
de adecuar a las teorías psicopedagógicas determinadas acordadas con anterioridad y que
definen los objetivos enunciados en el proyecto educativo. Así como también, las
estrategias metodológicas de un área han de ser congruentes con la estructura científica de
sus contenidos y adaptadas a la contextura cognoscitiva del sujeto que los recibe.
Parto del supuesto de que no hay métodos ni pasos universalmente válidos para una
buena enseñanza. En la práctica pedagógica no se aplican en estado puro los métodos
didácticos que describen las diferentes corrientes, puesto que se trata de modelos ideales y
teóricos basados en corrientes filosóficas y psicopedagógicas útiles en la práctica educativa
como referencia. Pero no es lo mismo una propuesta que otra sin fundamentos teóricos o un
marco que sustente la decisión. El docente adecua el modelo del método a su propia realidad,
innovando los aspectos técnicos de aplicación. Es el docente quien decide las estrategias
metodológicas a utilizar en cada caso determinado y en ellas se interrelacionan todos los
elementos de la planificación: objetivos, contenidos, actividades, materiales curriculares, etc.
El modelo de docente que se deriva de la concepción piagetiana queda definido como
un facilitador del aprendizaje; si conocer es hacer, el docente debe planificar y potenciar las
condiciones de la actividad de los alumnos. Se trata de la renuncia del rol del que „sabe‟ para
asumir otro más valioso, el rol del que „hace crecer‟; proponiendo y posibilitando una práctica
substancialmente constructiva, suscitando conflictos adecuados a los niveles de resolución de
los sujetos, potenciando desequilibrios y reequilibrios a través de los cuales el alumno adquiere
niveles más altos de competencia cognitiva.
Raths (1973) propone 12 principios para que el docente se guíe en el diseño de
actividades de aprendizaje, creo conveniente citarlos con el objeto de evaluar las actividades al
momento de diseñarlas:
A condiciones iguales, una actividad es preferible a otra...
1. si permite al alumno tomar decisiones razonables respecto a cómo desarrollar y ver las consecuencias de su
elección.
2. si atribuye al alumnos un papel activo en su realización
3. si exige del alumno una investigación de ideas, procesos intelectuales, sucesos o fenómenos de orden
personal o social y le estimula a comprometerse en ella.
4. si obliga al alumno a interactuar con su realidad.
5. si puede ser realizada por alumnos de diversos niveles de capacidad y con intereses diferentes.
6. si obliga al alumno a examinar en un contexto nuevo una idea , concepto, ley, etc., que ya conoce.
7. si obliga al alumnos a examinar ideas o sucesos, que normalmente son aceptados sin más por la sociedad.
8. si coloca al alumno y al enseñante en una posición de éxito, de fracaso o crítica.
9. si obliga al alumno a reconsiderar y revisar sus esfuerzos iniciales.
10. si obliga a aplicar y dominar reglas significativas, normas o disciplinas.
11. si ofrece al alumno la posibilidad de planificarla con otros, participar de su desarrollo y comparar los resultados
obtenidos.
12. si es relevante para los propósitos e intereses explícitos de los alumnos.
Respecto a las modalidades didácticas coherentes con esta propuesta es de destacar que,
como todo aprendizaje debe partir de un conflicto cognitivo, el docente debe facilitar la
actividad de los alumnos iniciando las clases con actividades que le permitan crear
disonancias cognitivas controladas y de resolución de problemas. De esta manera el
desarrollo de la clase será el momento en el cual se resuelven esos problemas, se
evalúan hipótesis, se busca información que les permita superar esa disonancia
cognitiva. En síntesis, se trata de una modalidad por la cual en el inicio se invita al alumno
a la acción; en el desarrollo se ofrecen oportunidades para que transformen y construyan su
propio conocimiento sobre la realidad. En el cierre se integran a partir de los conceptos
inclusores, y en la evaluación se constata el nivel de aprendizaje de cada uno de los
alumnos así como el de la buena enseñanza.
ACTIVIDAD INICIAL:
Una forma adecuada de ampliar y/o modificar las estructuras del alumno consiste en
provocar disonancias o conflictos cognitivos que supongan desequilibrios. El docente debe
explorar los conocimientos previos, el problema que se plantea no es tanto si existen o no sino
cuál es el estado de estos conocimientos. Si nos situamos en la perspectiva del alumno,
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siempre pueden existir conocimientos previos respecto al nuevo contenido que va a
aprenderse, de otro modo no sería posible atribuir un significado inicial al nuevo conocimiento.
El objeto de la indagación deben ser los conocimientos previos de los alumnos que son
pertinentes y necesarios para poder abordar el aprendizaje de los nuevos contenidos. Son los
objetivos del profesor y las actividades planificadas para el desarrollo lo que define los
esquemas de conocimiento que los alumnos tienen que actualizar y movilizar ante la nueva
situación de aprendizaje. Los aspectos que hay que explorar no pueden limitarse a un listado
de hechos, conceptos, procedimientos o actitudes, sino que deben ampliarse necesariamente
a la relación o relaciones que se han establecido entre dichos elementos.
Para evaluar los conocimientos previos se utilizan instrumentos que van desde pruebas más
o menos estandarizadas y cerradas hasta instrumentos de carácter más abierto y flexible. El
diálogo entre profesor y alumnos, a partir de preguntas más o menos abiertas , de
problemas o situaciones que hay que resolver, ejemplos u otras técnicas, permite una
exploración más flexible y consecuentemente más rica. Además permite preservar la
dinámica del aula y evita el riesgo de que los alumnos, y los profesores, vivan la exploración
de los conocimientos previos como algo más parecido a un examen que a una ayuda o una
preparación para el nuevo aprendizaje. aún cuando el instrumento de evaluación empleado
sea fiable, completo y riguroso, gran parte de su utilidad puede perderse si no conseguimos
articularlo como un elemento más en el proceso de enseñanza y aprendizaje, dado que es
en este proceso en el que tienen que jugar un papel los conocimientos previos del alumno
que pretendemos evaluar mediante dicho instrumento.
ACTIVIDAD/ES DE DESARROLLO:
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ACTIVIDAD DE CIERRE:
EVALUACIÓN:
BIBLIOGRAFÍA
Antúnez, S. y otros. Del proyecto educativo a la programación de aula. Ed. Graó. Madrid. 1997.
Contreras, J. Enseñanza, Currículum y Profesorado. Akal. Madrid. 1990. Páginas 64 a 78.
Ferry, G. El trayecto de la formación. Los enseñantes entre la teoría y la práctica. Paidós. 1990.
Gimeno Sacristan, J. y Pérez Gómez, A. Comprender y transformar la enseñanza. Morata. Madrid 1992.
Páginas 254 a 264.
Gvirtz, S. y Palamidessi, M. El ABC de la tarea docente: currículum y enseñanza. Aique Grupo Editor.
Buenos Aires. 1998. Capítulo 6,7 Y 8.