Presupuestos Básicos de La Ciencia y Cambio Científico

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Presupuestos básicos de la ciencia

y cambio científico

A) INTRODUCCIÓN

Nadie pone en duda la importancia de las tradiciones en la cien-


cia, pero las posturas que los filósofos de la ciencia han adoptado
frente a ellas han sido muy variadas y, a veces, incluso contrapues-
tas. Baste recordar que, frente a la actitud crítica que Popper y
Duhem mantienen hacia las ideas tradicionales, Kuhn considera que
la investigación científica únicamente tiene lugar en el seno de una
tradición y, sólo de tarde en tarde, se producen desafíos a esas tradi-
ciones, que pueden dar lugar a la aparición de nuevas alternativas y
a la ulterior constitución de una tradición nueva. Por otro lado, las
exigencias de una metodología de investigación y de justificación
pareció, durante mucho tiempo, a la mayoría de los filósofos de la
ciencia, una condición necesaria del conocimiento científico. Del
mito del marco conceptual (tal como Popper lo llama) se ha pasado
al mito del método. Cuando se analizaron las consecuencias no racio-
nales del mito del marco conceptual, se apeló al método científico,
que, a su vez, planteó nuevos problemas.
Aunque es verdad que no existe conocimiento sin asunciones
previas y que las tradiciones intelectuales son, sin duda, la sede den-
tro de la cual tiene lugar la ciencia, puesto que no existe la posibili-
dad de borrar enteramente nuestro pasado para empezar todo de
nuevo, sin embargo, ese conocimiento previo tal vez no pueda ser
considerado como algo inmutable, sino como algo cuestionable y sus-
ceptible de cambio. Desde el mito del marco y desde los postulados
rectores comenzó a plantearse la continuidad o no de la ciencia, la
inconmensurabilidad o no de las teorías y, por tanto, el problema de
cómo introducir criterios racionales de cambio de teorías que, proba-
blemente, suele ir acompañado por alguna forma de cambio concep-
tual. Las asunciones previas podrían ser consideradas las condicio-
nes de posibilidad de todo conocimiento, una vez rechazado el mito
de lo dado, para el que el mundo, nuestro conocimiento de él y nues-
tro lenguaje acerca del mismo, nos son inmutablemente dados.
El problema que discutiremos es si esos supuestos constituyen
condiciones cuasi inmutables o, por el contrario, situados en una
perspectiva antropológico-naturalista, esos supuestos científicos, filo-
sóficos, o de sentido común, cambian, al igual que cambian y evolu-
cionan los sujetos humanos como seres naturales que son.
Dos son las posturas que representan estas dos formas de enten-
der el cambio científico: a) la de Popper, que critica el «mito del
marco», al que no considera ni un principio lógico ni que esté basa-
do en ningún principio lógico. En efecto, el respeto que muestra
hacia la tradición no le hace caer en lo que llama la ortodoxia del
conocimiento, porque sería su muerte, ya que el desacuerdo actúa
como el motor del cambio científico y una de las conquistas más
importantes del método crítico ha sido la posibilidad de reconocer
hipótesis equivocadas. Es consustancial a la ciencia su carácter evo-
lutivo y su situación de fieri, de manera que, si alguna vez cesara,
habría perdido su dimensión racional y empírica. Para Popper, criti-
car la tradición es actuar racionalmente; b) y la postura de Kuhn, que
provocó y sigue provocando un debate acerca de la racionalidad de
la ciencia. Para él, a diferencia de Popper, la ciencia no se encuentra

1 K. R. Popper, The Myth of Framezuork, en J. C. Pitt and M. Pera (eds.), Rational


Changes in Science. Essays on Scientific Reasoning, Dordrecht, Reidel
en un estado de revolución permanente, pues el conocimiento sólo
se reorganiza cuando se ve obligado, porque se ha tomado concien-
cia de la gravedad del problema y hay un reconocimiento general
acerca de su resolución 2.
La actitud de crítica permanente defendida por Popper, que da
lugar a una concepción de la ciencia esencialmente revolucionaria, es
sustituida en Kuhn por el concepto de ciencia normal (estructura en
torno a un paradigma), que exige la preexistencia y presencia de una
comunidad de científicos, que actúan como jueces de los esfuerzos
intelectuales de otros, y único ámbito donde se da el progreso y el
éxito. En las ciencias maduras, sobre todo, donde existen estructuras
paradigmáticas bien establecidas, la crítica constante no es el modo
habitual de actividad intelectual. Por el contrario, la racionalidad de
la ciencia, cuando tiene éxito, es aquella que no pueda o no cuestio-
na su propia ideología.
Por lo que respecta al método, la mayoría de los filósofos de la
ciencia están convencidos de que la ciencia posee un método de con-
trol y comprobación que permite establecer una lógica de la investi-
gación, al margen de cualquier decisionismo personal. El método
científico sería concebido como el mejor procedimiento para conocer
el mundo y el que mejor garantiza ese conocimiento. Ahora bien, el
hecho de que el método científico sea único, no quiere decir que tiene
que ser uniforme. Como dice Toumela 3 , el método científico no es
algo que se nos dé de modo inmutable, sino, más bien, como una
colección de principios plásticos, dado que una de las características
de la ciencia, que conviene enfatizar, es que es capaz de corregirse a
sí misma, corrección que afecta tanto a sus métodos como a los resul-
tados o productos de esos métodos. La autocorrección del método
científico implica la no pretensión de infalibilidad. Frente a plantea-
mientos más intransigentes, como el de Bunge, para quien la pecu-

2 Th. S. Kuhn, La Estructura de las revoluciones científicas, México.

3 R. Toumela, Science, Protoscience and Pseudoscience, en J. C. Pitt, J. C. M. Pera


liaridad de la ciencia tiene que consistir en el método científico 4 , por-
que sólo desde él se puede ordenar y planificar la investigación, esta-
rían las exigencias del pluralismo metodológico y teórico de Feyera-
bend como condiciones del progreso y del desarrollo científico. El
anarquismo epistemológico no rechaza todo método, sino que admi-
te la existencia de criterios o ideas plurales y subraya el concepto de
imaginación creadora como camino a seguir en la investigación cientí-
fica. Kuhn califica de ambiguos e imprecisos los criterios comparti-
dos, los estándares y las reglas a las que los científicos, explícita y
públicamente, se refieren, al justificar sus elecciones de teorías y
paradigmas y, en consecuencia, éstas conllevan una mezcla de aspec-
tos subjetivos y objetivos. Según Laudan, Kuhn se equivocaría al exi-
gir que todas las reglas metodológicas son inevitablemente ambiguas
y al exigir que las metodologías científicas consistentes de todos los
grupos de reglas siempre o usualmente exhibirán un alto grado de
tensión interna 5.
Desde el mito del método se plantean una serie de interrogan-
tes que afectan, sin duda, al problema del cambio científico, tales
como, ¿existe un método racional del cambio teorético?, ¿los cambios
teoréticos racionales existen en la historia de la ciencia?, y un terce-
ro, ¿sobre qué fundamentos existe una metodología del cambio teo-
rético justificada como racional?
Dejando de lado el problema del método, ya tratado en otro
lugar 6 , vamos a hacer un análisis del cambio científico, del cambio
teorético o cambio conceptual y lo vamos a hacer tomando como hilo
conductor las tesis que, a este respecto, mantienen Kuhn, Popper,
Lakatos y, principalmente, L. Laudan, autor éste que pretende ofre-
cer una solución, tal vez de compromiso, y a medio camino entre las
tesis de Feyerabend y Kuhn, por un lado, y las de Lakatos, por otro.

4 M. BUNGE, La investigación científica, Barcelona, A r i e l .


5 L. Laudan, Kuhn's critique of Methodology, en J. C. Pitt (éd.), Change and Pro-
gress in Modem Science, Dordrecht, R e i d e l .
6 J. Martínez Velasco, La Unidad del método científico: explicar y comprender, con-
textos.
Paradigmas, programas de investigación y tradiciones de investiga-
ción configuran el marco en torno al cual hacen girar sus respectivas
concepciones del cambio científico y dentro de las cuales se produce
la construcción de la ciencia.

B) PARADIGMAS, PROGRAMAS Y TRADICIONES


DE INVESTIGACIÓN

Kuhn, Lakatos y Laudan estarían de acuerdo en que las unida-


des para comprender el cambio científico deben ser estructuras con-
ceptuales de gran escala, llámense paradigmas, programas de inves-
tigación o tradiciones de investigación, a los que, globalmente
y naturalmente Laudan llama guiding assumptions (postulados bási-
cos) 7.
Una característica común a todos ellos sería su resistencia al
cambio, una vez que han sido aceptados, a pesar de dificultades de
tipo empírico o de pruebas observacionales negativas. En cualquier
caso, sólo serán abandonadas cuando se tenga a disposición un
nuevo conjunto de guiding assumptions que reemplace a los hasta
entonces dominantes. Si en Lakatos y Laudan se admite, como regla,
la coexistencia de programas y tradiciones de investigación rivales
en una ciencia, en Kuhn hablaríamos más bien de excepción; lo nor-
mal sería el predominio de un paradigma durante un largo periodo,
sólo sustituido después de un proceso tortuoso de anomalías y cri-
sis, que daría lugar a la aparición de una revolución científica o cam-
bio paradigmático. Si, para Kuhn, la historia de la ciencia es una
sucesión de paradigmas, para Feyerabend, Lakatos y Laudan la cien-
cia sería la coexistencia de paradigmas, programas y tradiciones en
pugna. Pero existen, además, otros desacuerdos profundos que mar-
can las diferencias, a veces sustantivas, entre estas tres concepciones
del cambio científico, desacuerdos que afectan principalmente, como

7 L. Laudan y otros, 'Scientific Change: philosophical Models and historical


Research'. S y n t h e s e .
dice Laudan 8 , a su estructura y función, a las relaciones entre unos
y otros postulados básicos, a si el cambio está regido por razones
científicamente relevantes o no, a si son o no conmensurables y si es
posible o no la comunicación entre científicos que pertenecen a dife-
rentes marcos teóricos, al hecho de compartir o no las mismas reglas
metodológicas y los mismos objetivos, a si el cambio de guiding
assumptions conlleva o no necesariamente un cambio de estándares
metodológicos, etc. Pues bien, el llamado por Popper «mito del
marco» viene a decir precisamente que «es imposible una discusión
racional y fructífera sin que los participantes compartan un marco
común de asunciones básicas o, por lo menos, sin que estén de acuer-
do en un tal marco para el propósito de nuestra discusión» 9 .
En efecto, Kuhn, Lakatos y Laudan coinciden en afirmar que la
ciencia es una forma de investigación que utiliza conjuntos de gui-
ding assumptions 10 , para subrayar que la investigación científica es
inseparable y sólo se hace, como dice Kuhn, dentro de un sistema de
creencias, de valores y de técnicas compartidas por una comunidad o,
como dice Laudan, las guiding assumptions proporcionan criterios ade-
cuados para la solución de problemas y guías para modificar y trans-
formar las teorías, así como probar su eficacia en la solución de pro-
b l e m a s . La dificultad está en si, al situar la investigación científica
dentro de un marco, no se podría discutir racionalmente, como dice
Popper, nada que fuera fundamental o que afectara a los principios,
como si toda discusión exigiera partir de la aceptación dogmática de
algunos principios o axiomas. Visto así el problema, como dice Hat-
tiagadi 12, el descubrimiento de que la ciencia tiene tradiciones y que
se lleva a cabo desde unas asunciones básicas, parece desafiar la ver-

9 K. R. Popper, The Myth of Framework, p. 36.


10 L. Laudan, y otros, Scientific Change, p. 163.
11 L. Laudan, Progress and its Problems: Towards a Theory of Scientific Growth,
London and Henley, Routledge & Kegan, 1977, pp. 79 y 92.
12 J. N. Hattiagadi, Rationality and the Problem of Scientific Traditions, en
J. Agassi, I. Ch. Jarvie (eds.), Rationality: the critical view, Dordrecht, Martinus Nijhoff
Publihers,
dadera racionalidad de la ciencia. Desde luego, ni Kuhn, ni Lakatos,
ni Laudan, cada uno desde puntos de vista diferentes, están dispues-
tos a negar que la ciencia posea un carácter eminentemente racional,
aunque la posición de Kuhn ha dado lugar a muchas interpretacio-
nes que han puesto en tela de juicio y criticado la idea de racionali-
dad que atribuye a la ciencia; las críticas se han dirigido sobre todo
al hecho de que considere únicamente exitosa aquella racionalidad
de la ciencia que no cuestiona su propia ideología, de ahí su insis-
tencia en la perdurabilidad de las tradiciones, único ámbito donde
se puede llevar a cabo una investigación valiosa. A partir de aquí, se
ha acusado a Kuhn de haber hecho depender la racionalidad de la
ciencia, si no de la psicología individual, por lo menos de la psicolo-
gía social. En Kuhn, en efecto, un científico no puede desafiar su tra-
dición y esperar, además, que su trabajo sea reconocido como útil.
La necesidad de un marco teórico desde el cual realizar las
observaciones es admitida por la práctica totalidad de los filósofos
de la ciencia, ya que, como dice Popper, no se da una observación
no interpretada ni una observación que no esté impregnada de teo-
ría 13. La diferencia novedosa que Popper introduce es la posibilidad
ineludible de desafiar y trascender el marco desde la asunción de
una actitud crítica hacia las ideas tradicionales. Aun estando
de acuerdo con la idea de un marco general y con la necesidad de
que la ciencia posea un edificio y una estructura organizada y
comúnmente aceptada, lo decisivo para la ciencia no es permanecer
dentro de ese marco y continuar haciendo ciencia normal, sino inten-
tar romperlo mediante la crítica y la propuesta de conjeturas arries-
gadas. Las tradiciones intelectuales, más que un lugar común en el
que estar, deben convertirse en un centro de debate y de confronta-
ción, desde el cual, hasta las teorías más tenazmente defendidas, sean
susceptibles de ser sustituidas por otras, en un incesante y continuo
proceso de innovación teórica. La actitud crítica es, para Popper, la
condición necesaria de la racionalidad de la ciencia y si las tradicio-

13 K. R. Popper, The Myth of Frameivork


nes intelectuales se convierten en centro de discusión para la investi-
gación científica, en modo alguno la racionalidad de la ciencia se
debilita por su pertenencia a una tradición intelectual. Por el contra-
rio, cuando las tradiciones intelectuales se interpretan como sistemas
cerrados, únicamente capaces de filtrar aquella información que es
congruente con el marco teórico de esa tradición, se corre el riesgo
de caer en una educación dogmática y en el adoctrinamiento, verda-
dero peligro, según Popper, para la ciencia y para la civilización 14.
En esta crítica a Kuhn coincidiría Popper con Feyerabend, que
juzga a la ciencia normal de dogmática, autoritaria y proclive a la
cerrazón mental 15 , pero se distanciaría de Popper, ya que éste, a
pesar de afirmar que «no hay en la ciencia en general ninguna segu-
ridad» y que «el saber es conjetural, hipotético e inseguro» 16 , no
obstante, sigue pensando que la ciencia posee una situación privi-
legiada y que el método científico, en el que el carácter normativo
sigue jugando un papel esencial, es el único capaz de resolver los
problemas. Feyerabend, por el contrario, quiere renunciar a la situa-
ción de privilegio que, tradicionalmente, se ha otorgado al método
científico en favor de la expansión de una imaginación creadora, a
partir de la cual se pueden engendrar nuevos métodos, nuevos pro-
blemas y teorías, necesarios para el desarrollo y progreso de la cien-
cia. Su teoría de la ciencia no es, como dice Radnitzsky, una anti-
teoría de la ciencia 17 , sino una nueva alternativa que busca la
síntesis entre la concepción popperiana de la ciencia, basada en
la discusión crítica permanente de puntos de vista dispares, y la
idea kuhniana de la tenacidad de una tradición a dejarse suplantar
por otra. Se opone, no obstante, a la idea de Kuhn de que existen
largos periodos de tenacidad (ciencia normal), sólo rotos en perio-
dos de crisis cuando se produce un cambio revolucionario. Para

14 K. R. Popper, La ciencia normal y sus peligros, en I. Lakatos y A. Musgrave,


La crítica y el desarrollo del conocimiento, Barcelona, Grijalbo, 1975, p. 152.
15 P. Feyerabend, Consuelos para un especialista, en I. Lakatos y A. Musgrave,
o. c., p. 355.
16 K. R. Popper, Sociedad abierta, universo abierto, Madrid, Tecnos, 1984, p. 47.
17 G. Radnitzky, Entre Wittgenstein et Popper, Paris, Vrin
Feyerabend, la ciencia no es una sucesión temporal de periodos nor-
males y de proliferación, sino una yuxtaposición 18 , es decir, tenaci-
dad y proliferación se producen simultáneamente y están siempre
copresentes. Es la misma teoría que mantiene Lakatos con sus pro-
gramas de investigación cuando concibe la reconstrucción del pro-
greso científico como proliferación de programas de investigación
rivales y cambios de problemática progresivos y degenerativos, que
dan lugar a una imagen de la empresa científica que es diferente
de la imagen que da su reconstrucción como una sucesión de teo-
rías arriesgadas junto con sus dramáticos derrocamientos. Para
Lakatos, la crítica no destruye ni derroca tan rápidamente, como
cree Popper, la vieja teoría. Según Lakatos, «la crítica de un pro-
grama es un proceso largo y a menudo frustrante» 19 , pero es una
condición necesaria del proceder científico, en el que las tradicio-
nes son susceptibles de un cambio abierto, dentro del cual lo impor-
tante es, como dice Popper, la capacidad de ofrecer varias posibili-
dades para la solución de problemas, pues ahí reside la esencia de
la creatividad.
El pluralismo a secas de Feyerabend es sustituido por el plura-
lismo crítico en Popper, que no pierde nunca de vista el objetivo últi-
mo de la ciencia: su interés en la búsqueda de la verdad, aunque
para ello sea necesario echar mano de cualquier teoría, incluso de
teorías en competencia, pero, al final, la ciencia es una empresa racio-
nal normativa, de naturaleza crítica, lo que permite situar a Popper
entre los racionalistas a medias, puesto que hace compatible simul la
tolerancia con la responsabilidad intelectual. Por tanto, como ya
hemos señalado, Popper no acepta la tesis relativista o pluralista a
secas, sino la de un pluralismo crítico, compatible con un concepto
de verdad que le confiera a ésta un valor objetivo, a pesar de encon-
trarse la ciencia en una situación de revolución permanente, no ser
nada inmune al criticismo y requerir la exigencia de la testabilidad.

18 P. Feyerabend, Consuelos para un especialista..., p. 362.


19 I. Lakatos, La falsación y la metodología de los programas de investigación cientí-
fica, en I. Lakatos y A. Musgrave.
Como dice Nickles 20 , resulta a veces difícil poder precisar la postura
de Popper sobre el método. Por un lado, en efecto, defiende que
nuestra cultura es el resultado del desacuerdo y de la confrontación
entre marcos diferentes y, además, concibe la racionalidad envuelta
de dos componentes: la invención poética (inventar historias para
comprender el mundo) y la invención del criticismo o discusión crí-
tica de los diferentes mitos (paradigmas, tradiciones y programas de
investigación). Popper se queja a veces del «erróneo y equivocado
naturalismo y cientifismo metodológico», al igual que afirma que «el
científico objetivo y libre de valores no es el científico ideal» 21. Inclu-
so llega a manifestar, aunque no en el mismo sentido que Feyera-
bend, que no hay método y que es posible revisar las reglas más bási-
cas y abandonar las exigencias más fundamentales. ¿Es esto
compatible con la idea de la ciencia como una empresa racional? La
historia parece mostrar que los criterios metodológicos han cambia-
do y lo han hecho de acuerdo con los cambios que se han producido
en el ideal de conocimiento. Pero una cosa es decir que los métodos
han sufrido históricamente un proceso de transformación y otra afir-
mar que gracias al método crítico las teorías, tradiciones y los cono-
cimientos en general han estado sometidos y lo siguen estando a un
constante proceso de cambio. Popper dirá, finalmente, que el méto-
do de la ciencia es el método crítico, porque ésta es nuestra tradición
científica que, junto con el falibilismo, constituyen el rasgo central
del método científico. En el capítulo II de La lógica de la investigación
científica añade que él se compromete con una metodología en el sen-
tido de una teoría de las reglas de juego de la ciencia. Según Popper,
no hay lógica del descubrimiento, sólo hay lógica de la justificación.
Para Feyerabend, no hay ni lógica del descubrimiento ni lógica de la
investigación, es decir, la ciencia no está sometida a unos cánones
fijos ni la metodología de la ciencia debe ser concebida como una

20 Th. Nickles, Methodology, Heuristics and Rationality, en J. C. Pitt y M. Pera.

21 K. R. Popper, La lógica de las ciencias sociales, en Th. W. Adorno, La Disputa


del positivismo en la sociología alemana, Barcelona, G r i j a l b o .
disciplina normativa. Según Nickles, no existe una lógica o un méto-
do algorítmico de justificación más y mejor que el de descubrimien-
to 22 . Resulta, pues, difícil precisar la postura de Popper sobre el
método, pero sí opta por unos criterios normativos y no meramente
descriptivos, puesto que la lógica de Popper queda reducida a nivel
puramente deductivo y excluye cualesquiera relaciones lógicas induc-
tivas. El sólo juzga relevantes para la metodología las relaciones lógi-
camente necesarias, aunque rechaza tanto el absolutismo filosófico,
que afirma la posesión de una verdad absoluta, como la existencia
de un criterio de verdad absoluto 23 , y considera que los estándares
que aceptamos en un momento determinado sólo son fiables provi-
sionalmente. El mismo Popper dirá que «el racionalismo está lejos
de ser global o completo en sí mismo», pero, al mismo tiempo, una
sociedad intelectualmente libre sólo puede constituirse, a su juicio,
codificando un concepto de verdad que confiera a éste un valor obje-
tivo. Tal vez los métodos de la ciencia deban ser concebidos como
inseparables de los objetivos que la ciencia pretenda lograr, y su
grado de racionalidad dependerá del grado de racionalidad de esos
objetivos, porque, tal vez, no todos los objetivos de la ciencia tienen
carácter epistémico. La metodología, como dice M. Albert 24 , es un
tipo de tecnología relacionada con un objetivo presupuesto de activi-
dad cognitiva de solución de problemas. Tiene valor de instrumento
y, por tanto, debe estar interesada tanto en el proceso de investiga-
ción como en los resultados de la misma, o, como dice Nickles, es
más una teoría de la investigación que una lógica o epistemología en
sentido estrecho 25 . Se trata de encontrar los mejores métodos para
los mejores objetivos de la ciencia, porque la mayoría de las veces
las discusiones metodológicas se enfocan sobre los objetivos de la
actividad científica y sobre el significado y el valor de la ciencia en

22 Th. Nickles, Methodology, Heuristics and Rationality.


23 K. R. Popper, The Myth of Framework, p. 48.
24 M. Albert, Science and the Search for Truht, en J. Agassi y I. Ch. Jarvie.

25 Th. Nickles, Methodology, Heuristics and Rationality, p. 126.


el contexto y en la vida cultural, aunque sin olvidar los aspectos tec-
nológicos, ya que están implicados en el problema de lograr tales
objetivos. En cualquier caso, la metodología tiene que ser falibilista y
naturalística, en el sentido de no emplear criterios externos y sobre-
naturales de verdad.
La diferencia entre Kuhn y Feyerabend, por un lado, y Popper
y Lakatos, por otro, está en que así como los dos primeros conciben
la metodología a un nivel descriptivo, es decir, describen los méto-
dos de la ciencia después de haber analizado cuál ha sido su desa-
rrollo histórico, Popper y Lakatos establecen una metodología nor-
mativa, que formula reglas que regulan el comportamiento científico
y, en base al cual, ambos conciben el cambio científico como racional
o racionalmente reconstruible, aunque con la diferencia de que Laka-
tos sustituye la teoría de la refutación de Popper (falsacionismo dog-
mático o ingenuo) por el falsacionismo sofisticado, que prescinde,
por un lado, de los experimentos cruciales, para los que si el resulta-
do contradice la teoría, la teoría debe ser abandonada y, por otro, en
lugar de evaluar una teoría, trata de evaluar series de teorías. Por
tanto, el criterio de verdad de una teoría basado en el acuerdo o
correspondencia con los hechos observados es cambiado, en la serie
de teorías, por la producción de nuevos hechos 26. Si la falsación con-
siste en la emergencia de nuevas teorías que anticipen nuevos
hechos, ya no depende de una relación entre una teoría y la base
empírica, sino de una relación plural entre teorías en competencia.
Los experimentos cruciales dejan de tener un papel determinante en
la aceptación o derrocamiento instantáneos de un programa de inves-
tigación. Se asume, por el contrario, la necesidad de mirar a las cosas
desde diferentes puntos de vista, lo cual no impide una reconstruc-
ción racional de la ciencia, puesto que, al igual que Popper, Lakatos
acepta la existencia de una ciencia normal progresiva, pero se dife-
rencia de él al no concebir la crítica como el instrumento de destruc-
ción inmediata de un programa de investigación, ya que existe un

26 I. Lakatos, La falsación y la metodología de ¡os programas de investigación cientí-


fica, en I. Lakatos, y A. Musgrave.
cierto grado de tenacidad en las teorías. La racionalidad no está exen-
ta de una cierta dosis de dogmatismo, compatible con la posibilidad
de múltiples programas de investigación en competencia y con el
carácter progresivo de la ciencia, puesto que, en general, según Pop-
per, la ciencia se desarrolla hacia teorías sobre el mundo que tienen
mayor carácter explicativo y son más verdaderas, y, según Lakatos,
una serie de teorías es teóricamente progresiva si nos conduce al des-
cubrimiento de nuevos hechos 27. Por consiguiente, a pesar de la tena-
cidad y de la resistencia de las teorías a cambiar, el progreso de la
ciencia parece requerir Ta admisión de un marco general teórico que,
para Kuhn, es la ciencia normal, pero al que Popper critica diciendo
que constituye un marco cerrado, dentro del cual el diálogo se hace
imposible.
Para Popper, el paradigma y la ciencia normal de Kuhn repre-
sentan más la tradición que la innovación, el pensamiento conver-
gente que el divergente, la consonancia que la disonancia, y no res-
ponde a lo que, a su juicio, ha sido la historia de la ciencia y, en
general, la historia de nuestra cultura occidental, que ha transcurrido
a base de debates y confrontaciones entre marcos teóricos distintos,
donde la crítica ha constituido el principal motor de la creatividad
científica y ha permitido situar la investigación científica dentro de
un marco abierto que, aunque limita nuestra libertad de innovación,
permite una mayor expansión del pensamiento creativo que cuando
nos constreñimos a un marco cerrado, que opera como condición
previa de todo nuestro conocimiento del mundo. A diferencia de
Kuhn y de Feyerabend, para quienes los nuevos paradigmas o teorí-
as resultan ser inconmensurables con respecto a los anteriores, según
Popper siempre es posible establecer comparaciones entre teorías,
por muy distintas y opuestas que parezcan, pues siempre se pueden
comparar teorías que pretenden resolver el mismo problema 28 . La
ciencia basada en el dogma aceptado por una comunidad de científi-
cos es, para Popper, «el fin de la ciencia que nosotros conocemos»,

28 K. R. Popper, The Myth of Framework.


es decir, el fin de la tradición que se origina en la filosofía presocrá-
tica y es redescubierta por Galileo, y que es la tradición histórica de
la discusión crítica, de la confrontación y del desacuerdo que, junto
con lo que Popper llama el «carácter autocorrector» de la ciencia,
constituyen las condiciones necesarias de la racionalidad científica.

C) LAUDAN Y LAS TRADICIONES DE INVESTIGACIÓN

Junto con Lakatos, L. Laudan ha sido uno de los más notables


filósofos de la ciencia que, habiendo recibido una influencia innega-
ble de Kuhn, le han convertido, a la vez, en objeto principal de su
crítica. No obstante, la deuda de Laudan con Kuhn, como la de Laka-
tos y otros filósofos de la ciencia contemporáneos, está fuera
de duda, y lo está en un hecho que ha venido a marcar la diferencia
en la orientación de la filosofía de la ciencia a partir de la década de
los años sesenta. Con la aparición, en 1962, de La estructura de las
revoluciones científicas, comenzó el declive de la ortodoxia del positi-
vismo lógico, que confiaba en la lógica de la ciencia como el único
modelo para hacer filosofía de la ciencia. El filósofo de la ciencia,
preocupado más por lo que la ciencia debería ser que por lo que ha
sido y es, despreciaba acudir a la historia y a la sociología para
encontrar en ellas fundamentos y criterios metodológicos y concep-
tuales para la ciencia. Para la «posición heredada», la filosofía de la
ciencia debía circunscribirse a un análisis lógico-formal y su princi-
pal trabajo consistir en la construcción de modelos de axiomatiza-
ción y representaciones formales, en lugar de utilizar la investigación
histórica como forma de presentación. La historia de la ciencia no
era pertinente para la filosofía de la ciencia. Esta imagen de la cien-
cia, ofrecida al margen de cualquier vinculación con el contexto de
descubrimiento y al margen de su desarrollo histórico, es la que salta
hecha pedazos con la aparición en 1962 de la obra de Kuhn, que, en
el capítulo de Introducción, comienza diciendo que «si se considera
a la historia algo más que un depósito de anécdotas o cronología,
puede producir una transformación decisiva de la imagen que tene-
mos actualmente de la ciencia» 29.
Esta observación abrió la sospecha de que, quizás la ciencia real,
tal como se ha ido desarrollando y constituyendo históricamente,
poco o nada ha tenido que ver con la imagen de racionalidad desen-
carnada que el «punto de vista recibido» ha tratado de transmitir.
Para Kuhn, no sería posible hacer filosofía de la ciencia al margen de
la práctica científica y ello podría permitir el logro incluso de una
filosofía de la ciencia no distorsionada, que halle en los mismos pro-
cesos de construcción sus propios fundamentos normativos. Como
ha dicho Shapere, la profundización en la historia de la ciencia, los
descubrimientos de hechos y procesos que condujeron a un nuevo
descubrimiento científico, han hecho ver que teorías que fueron des-
tronadas y desplazadas contenían mucho más que los ingenuos erro-
res y supersticiones que los antiguos historiadores de la ciencia les
atribuían 30.
Lo que Kuhn vino a situar en el centro del debate es que la filo-
sofía de la ciencia, cuando se orienta históricamente, se constituye en
un género mayor para aproximarnos a las cuestiones filosóficas.
A fuer de ser rigurosos, habría que decir, sin embargo, que Kuhn no
hizo sino tematizar algo que ya A. Koyré había practicado en sus tra-
bajos sobre la ciencia del siglo xvn. A decir verdad, Kuhn siempre se
ha mostrado deudor y ha valorado positivamente la influencia que
Koyré ha ejercido sobre él, de la misma manera que ha supuesto un
punto de inflexión para la más reciente filosofía de la ciencia, enmar-
cada por lo que Pérez Laborda 31 llama la rebelión de algunos pop-
perianos (como Feyerabend y Lakatos, también Laudan), en los que
la influencia de Kuhn es innegable y que coinciden, según Giere, en

29 Th. S. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, p. 20.


30 D. Shapere, Significado y cambio científico, en I. Hacking, Revoluciones científi-
cas, M é x i c o .
31 A. Pérez de Laborda, El despertar de un sueño dulce: ¿realismo científico o ima-
gen de la ciencia?, en Reexamen del Neopositivismo, Sociedad Castellano-Leonesa de
Filosofía, Salamanca.
haber desarrollado una explicación alternativa de la ciencia que está
de acuerdo con Kuhn en considerarla como un proceso de desarrollo
histórico, aunque, en el caso de Lakatos y Laudan, aparece la discre-
pancia de que esa explicación es una explicación de progreso racio-
nal más que de simple desarrollo natural 32.
En efecto, para Laudan, la ciencia ofrece el espectáculo de una
disciplina en la que los puntos de vista más viejos sobre algunos pro-
blemas actuales son rápidamente sustituidos por otros nuevos, a
pesar de lo cual la ciencia constituye un campo en el que, más que
en ningún otro, es posible un último grado de consenso, que es lo
que la hace ser un campo estructural y metodológicamente distinto
de otros 33 . No obstante, Laudan insiste en que los filósofos de la
ciencia que se adhieren al nuevo programa kuhniano consideran que
una teoría filosófica de la ciencia, al margen de la historia, es inacep-
table 34 . Lakatos es también categórico al afirmar que «la historia de
la ciencia es siempre más rica que su reconstrucción racional», y
añade que «la filosofía de la ciencia sin historia de la ciencia es vacía,
y la historia de la ciencia sin filosofía de la ciencia es ciega» 35 , a pesar
de que, como Laudan, da una especial relevancia a la historia inter-
na (o reconstrucción racional) por encima y más allá de otros facto-
res que han podido coadyuvar al desarrollo de la ciencia, pero que
no constituye su entramado medular. Hablar de progreso científico
implicaría, tanto en Lakatos como en Laudan, adentrarse en la histo-
ria interna de los «programas y tradiciones» de investigación. Toda
otra cosa sería superflua para explicar el progreso científico.
Antes de particularizar la concepción de Laudan acerca de las
tradiciones de investigación, conviene decir que, en sentido global,
tanto los programas de investigación como las tradiciones derivan

32 R. N. Giere, Explaining Science. A Cognitive Approach, Chicago and London,


The University Chicago P r e s s .
33 L. Laudan, Science and Values. The Aims of Science and their Role in Scientific
Debate, Berkeley, Los Angeles, London, University of California P r e s s .
34 L. Laudan, Progress and its Problems..., p. 156.
35 I. Lakatos, Historia de la ciencia y sus reconstrucciones racionales, Madrid, Tau-
rus.
del concepto de paradigma de Kuhn, pero es interesante y, al mismo
tiempo, decisivo señalar que, como dice Giere 36 , los hacen derivar
de una visión global del concepto de paradigma, entendido en un
sentido abstracto, como incluyendo teoría, método, objetivos, metafí-
sica, etc. Se identificaría, pues, con conjuntos de afirmaciones, es
decir, con leyes empíricas y reglas metodológicas. Y no es esto lo que
a Kuhn le interesa, ni es el sentido primero que en él tiene el térmi-
no paradigma. Para él es, sobre todo, un ejemplar, donde, como dice
Pérez Laborda, los juicios de los científicos y la búsqueda de nuevos
modelos para ulteriores investigaciones es lo que cuenta 37.
Las insuficiencias que encuentra Laudan en las teorías tanto de
Kuhn como de Lakatos es lo que le sirve de justificación para desa-
rrollar su teoría acerca de las «tradiciones de investigación». En 1977,
con su obra Progress and its problems, ha intentado ofrecer un modelo
más adecuado de racionalidad científica, un modelo mejor de ciencia
que el proporcionado por el empirismo lógico, por Kuhn y por
Lakatos.
De acuerdo con los puntos de vista de Kuhn y Lakatos, Laudan
propone como unidad primaria de análisis racional «la tradición de
investigación», que incluye la evaluación de teorías dentro de un
conjunto de teorías más globales, que poseen algún grado de fami-
liaridad. En el capítulo tercero de la obra que hemos citado, Laudan
comparte con Kuhn y Lakatos la convicción de que, para evaluar y
comprender el progreso científico, los principales medios son las teo-
rías generales o globales, más bien que teorías específicas, pero no le
satisface la manera como ellos creen que tales teorías evolucionan,
amén de otra serie de defectos e insuficiencias que, a su juicio, se
encuentran tanto en los paradigmas de Kuhn como en los progra-
mas de investigación de Lakatos 38.

36 R. N. G i e r e .
37 A. Pérez de L a b o r d a .
38 Kuhn no analiza en serio la noción de problema conceptual y su conexión
con el progreso científico. No resuelve bien la conexión entre paradigmas y las teorías
que lo constituyen. Tiene una concepción demasiado rígida de los paradigmas, que
Para Laudan, en efecto, la tradición de investigación es el refe-
rente teórico y la unidad primaria de análisis racional para ver cómo
evoluciona la ciencia en un momento concreto, y las teorías científi-
cas representan ejemplificaciones de cosmovisiones más fundamen-
tales. La caracterización más global que hace Laudan de las tradicio-
nes de investigación es decir de ellas que constituyen «una ontología
general de la naturaleza y un método general para resolver los pro-
blemas naturales en un dominio dado», a diferencia de las teorías
que comprenden una ontología más específica y también un número
de leyes específicas acerca de la naturaleza 39 . Esos compromisos
metafísicos y metodológicos individualizan y distinguen unas tradi-
ciones de otras.
Las tradiciones son, por tanto, sistemas de creencias y de nor-
mas epistémicas y metodológicas acerca de los objetos que constitu-
yen el campo de investigación, y acerca de cómo se debe investigar
ese dominio, de cómo poner a prueba las teorías, etc. 40 Ontología y
metodología son hechos inseparables de una tradición de investiga-
ción, y proceder de modo distinto al indicado y exigido por tales
procedimientos, es colocarse fuera de ella y rechazarla. La tradición

no está en concordancia con el hecho histórico de la evolución de las teorías globa-


les. Los paradigmas de Kuhn son matrices disciplinares siempre implícitas y de ahí
deriva el hecho incierto de que si los sabios utilizan las mismas estrategias se adhie-
ren al mismo paradigma. A su juicio, también los programas de investigación de
Lakatos adolecen de ofrecer una concepción del progreso exclusivamente empírica,
los cambios de teorías dentro de un programa son muy limitados (adición de un
nuevo postulado o reinterpretación semántica de ciertos términos de la teoría prece-
dente). Uno de los principales defectos que señala es que los programas de investi-
gación dependen de las nociones de contenido empírico y lógico de Tarski y Pop-
per. Por otro lado, en Lakatos, aunque un programa pueda ser más progresista que
otro, no se puede deducir cuál debe ser preferido o aceptado. Además, la historia de
las ciencias desmiente que la acumulación de anomalías no tenga ningún efecto en
la evaluación de una programa de investigación. Y, finalmente, como en los para-
digmas de Kuhn, cree Laudan que los programas de investigación son demasiado
rígidos para admitir cambios fundamentales.

40 L. Laudan, Un enfoque de solución de problemas al progreso científico, en


I. Hacking, Revoluciones científicas, México, F.C.E., 1985, p. 286.
de investigación se presenta como un código ontológico y epistémico
que obliga a compartir un fondo de conocimiento común a todos
aquellos que están situados y siguen esa tradición, lo cual no es
incompatible, para Laudan, con la posibilidad de que, en cada tradi-
ción, pueden existir formulaciones distintas, a veces hasta contradic-
torias, que se han ido precisando en el transcurso de su larga histo-
ria constitutiva. La serie de teorías específicas asociadas con una
tradición pueden evolucionar y evolucionan, de hecho, en el marco
de la tradición, corrigiendo y mejorando a sus predecesoras. La
mayor perdurabilidad de las tradiciones está determinada por su alto
grado de generalidad que les impide poseer un cierto carácter expli-
cativo y predictivo y, además, no son susceptibles de ser sometidas
a prueba. Las teorías, por el contrario, tienden a ser abandonadas y
rechazadas como consecuencia de ser sometidas a un proceso de eva-
luación y contrastación. Por consiguiente, las tradiciones sobreviven
a los cambios de teorías y son las que permiten explicar la continui-
dad en la historia de la ciencia. Se podría decir que las tradiciones
de investigación son la parte dogmática, a partir de las cuales un
científico planifica, orienta y dirige su investigación y se sitúa dentro
de una concepción del mundo que, para Laudan, forma parte de la
historia interna de la ciencia, a diferencia de Lakatos, para quien las
concepciones del mundo responden a intromisiones de elementos
irracionales y subjetivos en la decisión de los programas de investi-
gación 41.
En efecto, Laudan acepta tanto que una tradición de investiga-
ción puede ser incompatible con una determinada concepción del
mundo, hasta poner en tela de juicio la tradición en cuestión, como
que una tradición de investigación fructífera puede dar lugar a una
nueva concepción del mundo compatible con ella 42 , a pesar de que,
en toda concepción del mundo, se produce una resistencia al cambio
ante las nuevas teorías científicas. Para Laudan, el espíritu del tiem-
po es plenamente compatible con la posibilidad de aceptación de

41 A. Estany, Modelos de cambio científico, Barcelona, C r í t i c a .


42 L. Laudan, Progress and its problems..., p. 101.
nuevas teorías que pueden dar lugar incluso a la aparición de una
nueva tradición de investigación. No se da sólo sucesión de tradicio-
nes de investigación diferentes, sino que pueden coexistir modelos
opuestos de hacer ciencia, lo cual no es óbice para que se pueda
hablar de una evolución dentro de la propia tradición e incluso de
reemplazamiento de una tradición. En principio, para Laudan, el
cambio o evolución no significa rechazo o creación de una tradición
nueva, sino que la misma tradición es susceptible de modificar algu-
nos de sus elementos en el transcurso del tiempo, sin que ello pro-
duzca una revolución científica en el sentido kuhniano.
Una teoría que forma parte de una tradición de investigación
puede variar y no afectar a la tradición como tal en su conjunto. No
está de acuerdo, por tanto, con Kuhn ni con Lakatos, para quienes, a
su juicio, las tradiciones constituirían un conjunto de doctrinas rígi-
das no modificables; de ahí que el tránsito de una paradigma a otro
suponga, en la concepción kuhniana, un proceso inconmensurable y
discontinuo que hace difícil poder hablar de racionalidad en la elec-
ción de una tradición de investigación en lugar de otra. Por contra,
Laudan está muy interesado en defender el carácter racional de la
elección entre teorías y lo hace en base a considerar que las diferen-
tes tradiciones de investigación en competencia comparten más pro-
blemas comunes que específicos, los cuales constituyen la base para
una evaluación racional de la eficacia relativa para resolver los pro-
blemas de las tradiciones en competencia 43 . Al mismo tiempo, el
hecho de que diferentes tradiciones de investigación compartan unos
problemas comunes permite que se puedan establecer comparacio-
nes entre distintas tradiciones y hablar de continuidad y de acumu-
lación, aunque parcial, en la ciencia. No comparte tampoco con Kuhn
la separación tan tajante entre ciencia normal y revolucionaria. El
interés de Laudan se centra principalmente en subrayar el carácter
cognitivo de la historia de la ciencia y en reafirmar que «todo debate
sobre los fundamentos conceptuales de un paradigma es un proceso
históricamente continuo» No obstante, reconoce, en su afán conci-
liador, que muchas revoluciones han tenido lugar porque se han
abandonado las tradiciones dominantes en una época para crear otras
nuevas, a las que se considera más capaces para resolver problemas
con más éxito, pero sin que esto suponga establecer una discontinui-
dad o ruptura total con la antigua tradición dominante. Cuando se
produce la ruptura es porque los elementos fundamentales que for-
man la tradición han sido abandonados y sustituidos por otros, pro-
ductos de una evolución a la que toda tradición está sometida. El
valor de una tradición depende de la mejor adecuación que posee
el conjunto de sus teorías con respecto a las que integran cualquier
otra tradición rival.
Sin embargo, la principal característica de Laudan frente a Kuhn
consiste en defender un alto grado de tolerancia, en admitir la pre-
sencia de teorías y tradiciones diferentes, que pugnan entre sí para
indicarse los puntos de debilidad conceptual o empírica de una y
otra. El desarrollo de la ciencia tiene lugar más en el debate y en la
rivalidad de los puntos de vista que en la ciencia normal. Dice Lau-
dan, «como la naturaleza, la ciencia tiene rojos los colmillos y las
garras» 45 .
Somete, pues, a juicio crítico la hegemonía de una tradición de
investigación en una época determinada, puesto que pueden coexis-
tir, al mismo tiempo y sobre el mismo dominio, dos tradiciones dife-
rentes. Su modelo de explicación científica, fundado en la competiti-
vidad y oposición de puntos de vista, pretende mostrar por qué la
proliferación de teorías contribuye, de hecho, al progreso científico.
Ahora bien, la asunción de una tradición de investigación y la expli-
cación racional del paso de una a otra, aunque no es fácil de explicar,
sí se podría decir que no depende, para Laudan, del mayor grado de
verdad, falsedad ni probabilidad. Laudan considera suficiente dar
buenas razones para poder hablar de racionalidad en el desarrollo,

45 L. Laudan, Un enfoque de solución de problemas


evolución y reemplazamiento de las tradiciones de investigación.
Cuando esto ocurre, acudimos a un cambio ontológico del campo
que estudiamos y a un cambio metodológico que facilita el reexamen
de los problemas y el establecimiento de teorías relativas a ese domi-
nio. Las buenas razones y los buenos argumentos consisten en maxi-
mizar el progreso de las tradiciones de investigación. Hacer elecciones
racionales es, para Laudan, hacer elecciones progresivas, que tienen
lugar cuando hacemos uso de su modelo de solución de problemas. Se
podrá hablar de progreso cuando se han resuelto los problemas empí-
ricos y evitado los anómalos y conceptuales.
Laudan se aleja de la tesis de Kuhn, según la cual revolución y
progreso son términos idénticos. Para Laudan, las revoluciones cien-
tíficas no desempeñan un papel predominante en el análisis históri-
co a menos que se entiendan como resultado del desarrollo de una
tradición de investigación, cuya novedad proviene no de sus ingre-
dientes revolucionarios, sino de la combinación de los viejos elemen-
tos. Por eso, a diferencia de Kuhn, para Laudan la discusión y el
debate sobre los fundamentos conceptuales de toda tradición de
investigación o de todo paradigma es un proceso históricamente con-
tinuo, en el curso del cual, y no sólo en ciertos períodos de tiempo,
como en Kuhn, van surgiendo constantemente problemas que exigen
y, a veces se logra, una solución. Por último, las cuestiones para eva-
luar una tradición de investigación son principalmente: en primer
lugar, la adecuación (evaluación sincrónica) de las teorías, que depen-
den de los problemas empíricos que resuelve y del número de
anomalías o problemas conceptuales que engendra. En segundo
lugar, el progresismo (evaluación diacrónica), consistente en deter-
minar si la tradición de investigación en cuestión ha ampliado la
capacidad de sus componentes para resolver problemas, o se la ha
disminuido en el transcurso del tiempo. Esta evaluación diacrónica
se puede hacer atendiendo al progreso global de esa tradición, com-
parando la adecuación de las viejas teorías con las más recientes, o a
la tasa de progreso de la tradición, que consiste en identificar los
cambio de adecuación momentánea de una tradición en periodos
determinados. En tercer lugar, la aceptación de la tradición determi-
nada por la capacidad de resolver problemas de sus teorías más
recientes. Y, por último, el seguir una tradición u otra depende de
su progreso (o tasa de progreso) 46 .
En síntesis, el valor racional de una tradición de investigación
es función de la efectividad de sus teorías para resolver problemas
y, en la medida que lo logra, se produce progreso. Pero se trataría, a
juicio de Musgrave 47 , de una concepción débil de la racionalidad,
que consiste sólo en una orientación general de solución de proble-
mas y que ha pretendido prescindir, sin lograrlo, de consideraciones
acerca de la verdad o falsedad de las teorías 48 . Laudan, no obstante,
reitera insistentemente que es poco convincente proponer como obje-
tivo principal de la ciencia una aproximación hacia un mayor valor
de verdad, puesto que, si así fuera, a la ciencia habría que calificarla de
no progresiva, «porque ni semántica ni epistémicamente tenemos
una caracterización adecuada del valor de verdad» 49 . Para Laudan,
el progreso está unido a la fijación de metas u objetivos alcanzables
y a su realización, siendo la meta prioritaria la mayor eficacia de las
teorías en la solución de problemas.

D) MODELO DE SOLUCIÓN DE PROBLEMAS

Así pues, Laudan, como Kuhn, pero a diferencia de Lakatos,


propuso como objetivo prioritario de una tradición de investigación
la solución de problemas. La ciencia es una actividad de solución de
problemas y las teorías y tradiciones de investigación hay que eva-
luarlas en términos de efectividad para resolverlos, efectividad que
es siempre relativa y sólo descubrible por comparación con otras teo-
rías o tradiciones que se han enfrentado a la resolución de proble-
mas. Participa, pues, de la idea de Kuhn y de Lakatos, de que todos

46 L. Laudan, Progress and its p r o b l e m s .


47 A. Musgrave, 'Problems with Progress', Synthese

49 L. Laudan, Un enfoque de solución de problemas


los juicios son comparativos, porque tanto los métodos como los obje-
tivos de la ciencia pueden cambiar con el tiempo y en función de los
diferentes paradigmas, programas o tradiciones, máxime cuando,
para Laudan, a diferencia de Kuhn, el conjunto dominante de tradi-
ciones no es inmune a la crítica y las alternativas son tenidas siempre
en cuenta 50. Por consiguiente, no existen criterios prefijados de racio-
nalidad, sino que se van elaborando conforme la unidad básica del
análisis racional (las tradiciones de investigación) evoluciona en el
transcurso de su proceso histórico, ya que, según Laudan, la influen-
cia racional no sigue una única dirección, sino que adquiere un valor
instrumental medios-fin. La historia de la metodología muestra, a su
juicio, sin ningún género de duda, que los estándares de evaluación
racional han sufrido transformaciones importantes, tanto si se trata
de criterios de explicación, de técnicas experimentales como de méto-
dos de inferencia inductiva. Laudan vincula los criterios de racionali-
dad a la cultura, a la época y al contexto, pero esto lo considera com-
patible con «ciertas características generales de las teorías de la
racionalidad que son trans-temporales y trans-culturales 51 .
El modelo transcultural y transtemporal que propone Laudan
hace consistir la racionalidad en la aceptación de las tradiciones
de investigación que son las más eficaces para resolver los proble-
mas, de modo que, en cualquier cultura «adoptar una teoría o tradi-
ción de investigación menos adecuada que otra presente en la misma
cultura, sería un signo de comportamiento irracional» 52.
La ciencia sigue siendo, para Laudan, la empresa que ha demos-
trado proceder de modo más racional que cualquier otra, a pesar de
que factores no científicos han podido introducirse en algunas tomas
de decisión. En el modelo de Laudan, la presencia en la ciencia de
elementos filosóficos, religiosos y morales, puede ser enteramente
racional 53 .

50 L. Laudan, Progress and its problems.


Laudan estaría entre aquellos que concentran su análisis de la
ciencia más en el proceso que en los resultados de la empresa cientí-
fica, de ahí que su concepción de la racionalidad (una concepción
débil, según Musgrave) consista en la elección de aquellas acciones,
por parte de un agente, que maximiza el logro de sus fines. Lo deci-
sivo es, pues, seleccionar los mejores medios disponibles (las mejores
teorías o tradiciones de investigación) para lograr un fin (resolver un
problema). La debilidad de la que Musgrave acusa a Laudan consis-
te precisamente en haber concebido la racionalidad como una orien-
tación general de solución de problemas y haber pretendido dejar de
lado consideraciones acerca de la verdad o falsedad (sin poderlo
lograr) cuando habla de la efectividad de solución de problemas por
parte de teorías o tradiciones de investigación En efecto, como ya
hemos dejado aclarado, para Laudan, el objetivo prioritario de la
ciencia es resolver problemas, y lo más racional es elegir el mejor
medio para lograr ese fin. No sería irracional elegir un medio que
fracase en el logro de ese fin, sino el no elegir el mejor. La instru-
mentalización medios-fin se convierte también, en Laudan, en el
modelo de racionalidad propio de la empresa científica.
Laudan rechaza en Science and Values el modelo jerárquico tra-
dicional de racionalidad, puesto que postula un proceso de justifica-
ción unidireccional. Las teorías se justifican desde unas reglas meto-
dológicas que, a su vez, son justificadas apelando a objetivos más
generales. Laudan mantiene los componentes de la estructura jerár-
quica, pero pone en tela de juicio el que la influencia racional siga
una única dirección y aboga por lo que él llama el modelo reticula-
do 55 , cuya diferencia estaría en la insistencia de que existe un proce-
so complejo de ajuste mutuo y de mutua justificación entre todos los
niveles del compromiso científico. En efecto, el modelo ofrece una
tríada interactuante de teoría, métodos y objetivos en relaciones de
dependencia mutua, sin que ninguno de los niveles del modelo posea
un privilegio sobre otro y aceptando el hecho de que tanto métodos,

54 A. Musgrave, 'Problems with progress


55 L. Laudan, Science and Values
como objetivos, como teorías, se encuentran en un proceso de recons-
trucción permanente y, en este marco, se puede y se debe seguir
hablando de progreso científico, porque es posible reconciliar la
noción de progreso científico con la tesis de cambio implicada en
el modelo reticulado 56 .
La ciencia se ha propuesto otros fines, como la explicación y el
control del mundo, la búsqueda de la verdad, el prestigio, el poder,
etc. Laudan se ha embarcado en la tarea de proponer como priorita-
rio para la ciencia algo que pertenece a una dimensión básica del ser
humano y que se prolonga posteriormente en los niveles más eleva-
dos de su actividad intelectual: dar respuestas adaptadas a las exi-
gencias de cada situación problemática, con lo cual la actividad cog-
nitiva queda engarzada con las funciones biológicas más elementales.
La ciencia, desde una aproximación cognitiva, no sería nada más que
la respuesta o serie de respuestas (teorías) que históricamente se han
ido dando a las sucesivas preguntas (problemas) que el hombre se
ha venido formulando acerca de las diferentes regiones de la reali-
dad. Así, la ciencia habría funcionado a base de preguntas y respues-
tas, desde las más simples, concretas y elementales, hasta las más
complejas y abstractas. La actividad científica no sería, pues, nada
más que un caso particular de las múltiples actividades cognitivas
que el hombre es capaz de realizar y cuyo objetivo último sería des-
pejar incógnitas, resolver enigmas, eliminar anomalías, explicar
hechos y clarificar conceptos. Pues bien, a mi juicio, este es el con-
texto en el que hay que situar la definición de Laudan de la ciencia,
como aquella empresa que se propone resolver problemas, y del pro-
greso científico, como el aumento en la efectividad de las teorías cien-
tíficas para resolver los problemas. Con lo cual, la perspectiva evolu-
tiva es inseparable de la dimensión cognitiva y ésta cobra su
auténtico sentido a través de su vinculación a un proceso genético,
en el curso del cual se van constituyendo marcos de solución (teorías
o tradiciones) cada vez más adecuadas a problemas o preguntas
siempre nuevos. Desde esta perspectiva evolucionada, la cuestión
epistémica fundamental es cómo aumentan los conocimientos, cómo
se pasa de un conocimiento inferior a otro superior, es decir, cómo se
produce el cambio científico.
Pero vayamos por partes. Laudan considera como unidades del
modelo los problemas (preguntas) que se plantean en un determina-
do campo de conocimiento y que requieren ser resueltos (respuestas,
teorías). A continuación formula dos principios: 1) hay que atender,
sobre todo, al significado de la teoría más que al número de hechos
que la confirmen o, como dice Laudan, habrá que ver si la teoría pro-
porciona soluciones satisfactorias a problemas importantes; y 2) habrá
que ver si esas soluciones son apropiadas a auténticos problemas,
más que entrar a considerar si son verdaderas, bien confirmadas o
corroboradas 57 . A este respecto, Laudan distingue seguidamente
también entre problemas y hechos para afirmar que resolver un pro-
blema no es explicar un hecho. Los filósofos de la ciencia han habla-
do y se han ocupado de explicar hechos, pero no de resolver proble-
mas. Sin embargo, hay muchos hechos que, por ser desconocidos, no
plantean ningún problema; sólo un hecho plantea un problema cuan-
do requiere una solución, aunque se dan también hechos bien cono-
cidos que no constituyen problema porque nadie siente la necesidad
de explicarlos. A pesar de esta distinción entre hechos y problemas,
Musgrave le acusa de estar dando una versión superficial de la pers-
pectiva tradicional y, además, cree que la diferencia entre el punto
de vista de Laudan y el tradicional es muy d é b i l .
¿Qué implica realmente un modelo de desarrollo científico ten-
dente a resolver problemas para la actividad científica? Ni que decir
tiene que Laudan plantea un modelo de cambio científico a base de
solución de problemas y es consciente de la dificultad que esta
empresa entraña cuando él mismo reconoce que no es fácil ponerse de
acuerdo acerca de lo que entendemos por problema, por los tipos

57 L. Laudan,-Progress and its p r o b l e m s .


58 A. M u s g r a v e .
de problemas que existen y por lo que constituye una solución a un
problema 59 . Lo importante, para Laudan, no es tanto la propuesta
que hace del objetivo de la ciencia (resolver problemas), cuanto el
análisis de sus consecuencias, porque probablemente de ello derive
una evaluación cognitiva de la ciencia y una imagen de su evolución
histórica distintas de si las concebimos, como otros legítimamente lo
han hecho, como el modo de conocimiento que busca explicar, con-
trolar el mundo natural y descubrir la verdad. De manera genérica
ya hemos recordado que un problema es una pregunta, la puesta en
cuestión de algo, y la solución es una respuesta expresada en forma
de teorías. Preguntas y respuestas, problemas y teorías constituyen
los dos polos de un continuo que viene expresado por el desarrollo
de la ciencia. Esto supuesto, Laudan distingue dos tipos de proble-
mas científicos: los empíricos y conceptuales y dedica los capítulos
dos y tres de Progress and its Problems al análisis y clarificación de su
papel.
Si nos ceñimos a los problemas empíricos (u objetos pertene-
cientes a un dominio específico de un contexto de investigación), es
conocida la distinción que Laudan hace de ellos: existen problemas
empíricos no resueltos (o potenciales), resueltos y anómalos. No hace
grandes esfuerzos por definirlos, porque piensa que es más fácil dar
ejemplos de ellos que definirlos, pero, de modo general, dice que
«todo aquello que se nos presenta, en relación con el mundo natural,
como raro o necesitado de una explicación, constituye un problema
de este tipo» 60.
Por otro lado, no todos los problemas tienen la misma impor-
tancia: ésta depende, sobre todo, de las teorías que compiten en ese
campo. Un problema es tanto más importante para una teoría cuan-
to más resiste la solución para esa teoría, de manera que uno de los
signos del progreso científico es el paso de los problemas empíricos
no resueltos y anomalías a problemas resueltos 61 . En esto consiste,

59 L. Laudan, Un enfoque de solución de problemas.


60 L. Laudan,-Progress and its problems
para Laudan, el movimiento del progreso científico. Pero hablar de
problemas empíricos implica necesariamente aludir a las teorías den-
tro de las cuales encuentran o no su resolución y que constituyen la
base sobre la que un conjunto asociado de presupuestos estructuran-
tes es valorado 62 . De las dos caracterizaciones que Laudan hace de
las teorías: como conjunto específico de doctrinas emparentadas (de
fácil capacidad predictiva y explicativa) y como conjunto de doctri-
nas o de hipótesis más generales (más difícilmente atestiguables),
Laudan, de acuerdo en este punto con Kuhn y con Lakatos, conside-
ra que son las teorías generales (teoría atómica, de la evolución, ciné-
tica, etc.) las que constituyen los medios primordiales para compren-
der y evaluar el progreso científico, aunque difiere en la forma de
entender cómo evolucionan 63 . Para Laudan, el valor de una teoría
está basado en su consistencia interna y con otras creencias preva-
l e n t e s . Al mismo tiempo, está basada en su trayectoria general para
la solución de problemas más que en su éxito específico para tratar
con problemas corrientemente bajo investigación 65. Con Feyerabend
y Lakatos coincide en considerarlo fundado en el éxito de las guiding
assumptions con las que la teoría está asociada 66 . Finalmente, subra-
yaríamos que, para Laudan, además de los criterios empíricos para
valorar las teorías, los científicos también emiten juicios sobre ellas
en función de su coherencia y claridad conceptual, de su consisten-
cia, de su compatibilidad con creencias metafísicas y con teorías en
otros campos 67.
Volviendo al objetivo prioritario de la ciencia (la solución de pro-
blemas), comenzaremos diciendo que la mayoría de los filósofos

66 I. Lakatos, The Methodology of Scientific Research Programmes, Cambrid-


ge, Cambridge University Press, 1978, pp. 33-35; L. Laudan,-Progress and its pro-
blems..., p. 107; P. Feyerabend, Against Method, London, New Left Books.

67 L. Laudan, Progress and its problems.


actuales de la ciencia (Lakatos, Kuhn, Feyerabend y, desde luego, Lau-
dan) creen que las soluciones que se han venido dando a los proble-
mas se han reconocido como simplemente aproximadas. Pero, por
encima de todo, el instrumento fundamental, según Laudan, para la
evaluación comparativa de las teorías científicas depende de cuántos
problemas ha resuelto y a cuántas anomalías se ha enfrentado 68 , de
modo que un signo de debilidad de una teoría es su incapacidad para
resolver problemas y, por el contrario, una señal evidente de progre-
so científico consiste en la resolución de problemas; de ahí que el pro-
greso científico y la credibilidad de las teorías se conciban como el
paso a los problemas resueltos.
Ahora bien, es importante precisar que, para Laudan, el que una
teoría resuelva un problema no resuelto no es algo que vaya en con-
tra de la teoría, porque no se sabe a priori si lo podrá resolver y, ade-
más, un problema no resuelto en sí mismo considerado no es algo
importante para la ciencia, porque no será verdadero problema nada
más que después de haber sido resuelto; mientras tanto, es un pro-
blema potencial, no real 69. Por tanto, el criterio de evaluación de una
teoría son los problemas resueltos, no los no resueltos.
Cualquier referencia a un problema resuelto presupone la exis-
tencia de una teoría, en cuyo marco es posible la solución del pro-
blema en cuestión. Decidir si un problema ha sido resuelto, aparen-
temente nada tiene que ver con el hecho de que la teoría que lo
resuelve sea verdadera o falsa, esté más o menos confirmada. Dice
literalmente que «no se pueden plantear (y los sabios generalmente
no lo hacen) la cuestión de lo verdadero o de lo falso cuando se pide
si una teoría puede o no resolver un problema empírico particular» 70 ,
a pesar de que reconoce la importancia del concepto de verdad para
la ciencia, pero no se puede confundir la solución de un problema
con la explicación de un hecho. Aquélla posee un carácter relativo y
comparativo, éste no. Por otro lado, Musgrave dirá que para poder
decidir si un problema empírico es un auténtico problema no queda
más remedio que tener en cuenta los conceptos de verdad o falsedad
y, apoyándose en la tesis de Laudan de que las anomalías refutantes
son indicios en contra de la teoría, concluye diciendo que son refu-
tantes porque muestran que la teoría, en su forma actual, no puede
ser verdadera. Es decir, según Musgrave, no se podría hablar de refu-
tación si no se estuviera interesado en la verdad o falsedad de las
teorías científicas 71. ¿Qué dice Laudan de las anomalías? Conviene
recordar que Popper ha hecho de la falsabilidad un criterio impor-
tante para la evaluación de las teorías científicas. Una teoría tiene
tanto mayor valor científico (está tanto más corroborada) cuanto más
resiste los intentos de refutación, de modo que Popper ha hecho de
la resolución de las anomalías la principal tarea del científico y la
virtud principal de la ciencia el carecer de anomalías 72 . Laudan dis-
tingue en las anomalías lo mismo que en los problemas; no todas tie-
nen el mismo peso. Las hay que constituyen simples excepciones que
se las puede ignorar, y nos encontraríamos ante la existencia de una
clase de anomalías no refutantes. Otras, en cambio, las menos, tienen
un cierto carácter amenazante para la teoría en cuestión y pueden
convertirse en refutaciones de la teoría. En esto se basa Musgrave
para replicar a Laudan, diciéndole que si realmente no estamos inte-
resados en la verdad o falsedad de las teorías científicas, no tendría
mucho sentido hablar de refutaciones 73 . Pero la distinción a la que
hemos aludido sí permite establecer una clara diferencia entre la con-
cepción de Laudan y la concepción tradicional, pues así como para
ésta la presencia de una anomalía en una teoría debería obligar a
abandonarla, para Laudan no; en todo caso, puede plantear dudas
acerca de la teoría. El mismo Laudan reconoce que la tesis que él
mantiene es más débil que la tradicional, pero más realista, puesto
que no hay teoría, por importante que sea, que no admita ninguna

71 A. Musgrave.
72 K. R. Popper, Postscriptum a la Lógica de la investigación científica. Realismo y
el objetivo de la ciencia, Madrid, T e c n o s .
73 A. M u s g r a v e .
anomalía. Si así fuera, tendríamos que dejar de dar explicaciones de
la mayor parte de los dominios de la naturaleza. Incluso puede ocu-
rrir que una teoría sea consistente con un problema empírico y cons-
tituir, a su vez, una anomalía para esta teoría, si ha sido resuelto por
otra teoría del mismo dominio. Las anomalías permiten y facilitan la
discusión dentro de la teoría, pero rara vez deciden acerca de su
abandono. Las teorías conviven con anomalías y, para Laudan, una de
las tareas más significativas del conocimiento es convertir una ano-
malía empírica de una teoría en un caso que la confirme. Además,
en contra de Kuhn, Laudan no considera que la cantidad de anoma-
lías sean razón suficiente para su abandono, puesto que ha habido
teorías con pocas anomalías que han sido abandonadas, y otras, refu-
tadas, con frecuencia que se han mantenido. Lo decisivo, para Lau-
dan, no es tanto el número cuanto el valor epistémico de las mismas.
De ahí la importancia en hacer una evaluación del significado relati-
vo de los problemas y anomalías, que Laudan hace depender de tres
puntos:
— del grado de amenaza epistémica (la anomalía carece de
valor para la teoría [TI] si no hay otra teoría [T2] que la pueda reem-
plazar);
— del grado de divergencia entre los resultados experimental-
mente derivados y la previsión teórica;
— de la resistencia a toda solución en el marco de una cierta
teoría 74.
Así pues, la presencia de anomalías en una teoría no es un signo
de debilidad de la misma, sino que constituye uno de los motores
principales del debate y de la discusión teórica, tendentes a la mini-
mización de las mismas, puesto que el objetivo de la ciencia es maxi-
mizar los problemas empíricos resueltos y minimizar los anómalos y
los conceptuales 75.

74 L. Laudan, Progress and its problems


75 L. Laudan, Un enfoque de solución de problemas
En efecto, otro de los rasgos que mejor definen la teoría de Lau-
dan y que, a su juicio, ha sido con frecuencia ignorado por la filoso-
fía positivista de la ciencia, es el correspondiente al papel importante
que cumplen los problemas no empíricos o conceptuales en la eva-
luación de la ciencia. La solución de problemas empíricos no puede
convertirse en el único criterio del progreso y de la racionalidad de
la ciencia, como si la ausencia de factores no empíricos fuera un signo
de madurez para la ciencia. Denominar a los factores conceptuales
no empíricos puede llevarnos a equívocos, porque factores no empí-
ricos son las creencias metafísicas y teológicas, las cuales, aunque
han ejercido y ejercen una influencia, incluso racional, importante en
el curso del desarrollo científico, no del mismo temor que la ejercida
por los llamados propiamente problemas conceptuales, que son
característicos de las teorías y pertenecen a lo bien fundado de las
mismas, inventadas para responder a las cuestiones planteadas en
un determinado dominio.
Para ser precisos en la interpretación del pensamiento de Lau-
dan, es necesario tener en cuenta la distinción que establece entre
problemas conceptuales internos y externos. Aquellos surgen por dos
razones: por la inconsistencia y por la ambigüedad conceptual de la
teoría, a pesar de que Laudan reconoce que un cierto grado de ambi-
güedad es siempre deseable con tal de que no se haga ni crónica ni
sistemática. Los externos son los que históricamente han jugado un
papel más decisivo y surgen cuando una teoría (T) entra en conflicto
o rivalidad con otra (TO que se muestra inconsistente con la primera,
que no pueden coexistir al mismo tiempo y que no se refuerzan
mutuamente. Este conflicto, rivalidad o contradicción de (T) con (T')
es concebido de una manera muy exitosa, puesto que (T) puede ser
desde otra teoría científica, a una teoría metodológica propia de la
comunidad de científicos, hasta, en sentido más genérico, una con-
cepción del mundo, creencia religiosa, moral, política o metafísica 76.
Pero incluso cuando el problema conceptual surge como consecuen-

76 L. Laudan, Progress and its problems


cia del conflicto con creencias de esa índole, no quiere decir que este-
mos ante la aceptación de factores irracionales o no científicos den-
tro de la ciencia, puesto que, para Laudan, la presencia de estos ele-
mentos puede ser enteramente racional y su supresión puede ser
irracional u objeto de algún prejuicio 77 . Además, la importancia de
los problemas conceptuales no es siempre la misma y, como ocurría
con las anomalías, también ahora se debe admitir un cierto grado de
tolerancia por parte de una teoría cuando ésta entra en contradicción
o se muestra inconsistente y ambigua con otra u otras teorías. No
obstante, Laudan subraya la importancia de los problemas concep-
tuales en cuatro direcciones: en primer lugar, el problema concep-
tual es tanto mayor cuanto mayor es la tensión entre dos teorías; en
segundo lugar, cuando surge un problema conceptual entre (TI) y
(T2), la importancia del problema dependerá del grado de confianza
que pongamos en (T2); en tercer lugar, cuanto (TI) y (T2) engendran
los mismos problemas tienen poco valor significativo, pero cuando
(TI) engendra unos problemas que no hace (T2), éstos comienzan a
tener algún significado para evaluar los méritos de (TI) y (T2); y, en
cuarto lugar, la persistencia de un problemas, a pesar de los múlti-
ples intentos de superación, hace más difícil la aceptación de la teo-
ría que lo ha engendrado 78.
Laudan se queja de la poca importancia que se ha dado a los
problemas conceptuales a la hora de evaluar la evolución real de las
teorías científicas, incluso por parte de aquellos filósofos de la cien-
cia que han valorado el proceso histórico en la construcción de las
teorías científicas (como Kuhn, Lakatos, Feyerabend, Hanson). Para
el modelo de solución de problemas, tan importante es, para el pro-
greso científico, la eliminación de las dificultades conceptuales como
un creciente apoyo empírico. De ahí que volvamos a recordar que el
objetivo de las ciencias, para Laudan, es maximizar el repertorio de

Según Laudan, hay que tener una concepción amplia de la


racionalidad que nos permita considerar que la presencia de factores aparentemente
no científicos en las tomas de decisión puede ser un proceso enteramente racional.
problemas empíricos resueltos y minimizar el espectro de anomalías
y problemas conceptuales. Si este es el objetivo de la ciencia, el pro-
greso científico se definirá en función de la eficacia creciente de las
sucesivas teorías para resolver los problemas.

JESÚS MARTÍNEZ VELASCO


Colegio Universitario de Soria

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