Resumen Derecho Canonico

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Universidad Católica de Honduras

“Nuestra Señora Reina de la Paz’’

CATEDRATICA:
Laura Córdova

ALUMNA:
Genesis Marbelly Rodriguez Corrales

N° DE CUENTA:
0601-2002-03084

ASIGNATURA:
Derecho Canónico

CAMPUS:
Dios espíritu santo

Choluteca, 9 de noviembre del 2024


SACRAMENTO DEL BAUTISMO
De la celebración del Bautismo
Art. 7.- El Bautismo, puerta de los sacramentos, cuya recepción de hecho o al menos de
deseo es necesaria para la salvación, por el cual los hombres son liberados de los
pecados, reengendrados como hijos de Dios e incorporados a la Iglesia, quedando
configurados con Cristo por el carácter indeleble, se confiere válidamente sólo mediante
la ablución con agua verdadera (natural y limpia) acompañada de la debida fórmula
sacramental
Art. 8.- Prepárese al adulto que será bautizado, con un debido catecumenado, conforme
a lo estipulado por la Iglesia; considerando como adulto a quien ha cumplido 7 años.
Art. 9.- En el Bautismo de niños, prepárese a los papás de tal manera que entiendan el
significado y la trascendencia del Bautismo. Instrúyase también adecuadamente sobre la
obligación que adquieren los papás y los padrinos para este fin. Síganse el número y
modalidad de las catequesis señaladas en la Diócesis.
Art. 10.- En la medida de lo posible, busquen los papás un nombre para sus hijos
conforme al sentir cristiano
Art. 11.- Establézcase en cada parroquia el día y la hora de la celebración del Bautismo,
privilegiando el día domingo durante todo el año

Del ministro del Bautismo


Art. 16.- Son ministros ordinarios del Bautismo el Obispo, el Presbítero y el Diácono.
En caso de necesidad administra el sacramento cualquier persona que tenga la debida
intención, con agua verdadera (natural y limpia) acompañada de la debida fórmula
sacramental
Art. 17.- Ofrézcase al Obispo el Bautismo de aquellos que han sobrepasado los 7 años,
particularmente los que han cumplido ya los 14 años, para que lo administre él mismo,
si lo considera conveniente; si no lo considera oportuno, por derecho lo puede hacer el
párroco o cuasi párroco.

De los que van a ser bautizados


Art. 18.- Todo ser humano, aún no bautizado, tiene derecho a recibir el Bautismo, sin
importar la situación canónica o espiritual de los padres.
Art. 19.- Sólo debe bautizarse al adulto cuando haya manifestado el deseo de recibir el
Bautismo y que haya sido convenientemente preparado
Art. 20.- En peligro de muerte bautícese a un adulto cuando haya manifestado su deseo
de recibir el Bautismo
Art. 21.- Cuando se bautiza a un adulto mayor de 14 años, adminístrese la Confirmación
y la Eucaristía inmediatamente después del Bautismo; a no ser que exista una razón
grave que justifique lo contrario, situación que debe valorar el párroco.
Art. 22.- Los primeros responsables de presentar al sacramento del bautismo al niño son
sus papás o los que hacen sus veces, lo cual deberán hacer lo antes posible.
Art. 23.- §1. A los hijos de esposos no casados por la Iglesia, de ningún modo ha de
negárseles el sacramento del Bautismo, antes bien, aprovéchese el deseo de los papás y
exhórteseles con caridad y respeto a que, si no tienen impedimentos canónicos y si
creen conveniente, regularicen su situación conyugal Nunca se ponga por condición
para el Bautismo de su hijo, que los padres se casen por la Iglesia, porque el sujeto del
Bautismo es el niño.
Art. 24.- Cuando el niño está en peligro de muerte, los papás, o los que hacen sus veces,
deben bautizarlo sin demora.
Art. 25.- Para la validez del sacramento del Bautismo no es necesario el consentimiento
de los papás (Cfr.cc.97.852.868); sin embargo, asegúrese el párroco que, quien lo
presenta a bautizar, dé testimonio de vida cristiana y garantice la educación en la fe.
Art. 26.- Cuando hay duda sobre si alguien fue bautizado, o si el bautismo fue
administrado válidamente y la duda persiste después de una investigación cuidadosa, se
le ha de bautizar bajo condición.
Art. 27.- En la medida de lo posible se deben bautizar los fetos abortivos, si consta que
viven.
Art. 28.- Cuando se tenga duda sobre si vive o no el sujeto del Bautismo (feto, niño,
adulto), bautícese bajo condición.

De la prueba y anotación del bautismo


Art. 32.- §1. Para que exista la prueba formal-documental, el párroco del lugar en que se
celebra el Bautismo debe anotarlo diligentemente y sin demora en el libro de Bautismos.
§2. Todas las parroquias y cuasi parroquias deben tener un único libro de bautismos13,
haciendo coincidir los datos con el acta del registro civil. §3. Las parroquias y cuasi
parroquias que tengan hospitales en su jurisdicción, tengan en estos, un libro donde se
anoten los datos de los bautizados en ese lugar y luego diligentemente pasarlos al libro
de Bautismos de la parroquia14. §4. No se debe alterar el cuerpo del documento
enmendando, corrigiendo y/o tachando.
Art. 34.- Cuando se trata de un hijo de madre soltera, se ha de inscribir el nombre de la
madre, si consta públicamente su maternidad o ella misma lo pide voluntariamente por
escrito o ante dos testigos; y también se ha de inscribir el nombre del papá, si su
paternidad se prueba por documento público o por propia declaración ante el párroco y
dos testigos; en los demás casos, se inscribirá solo el nombre del bautizado, sin hacer
constar para nada el del papá o de los papás.
Art. 35.- Si se trata de un hijo adoptivo: 1º cuando es presentado a bautizar antes de
darlo en adopción, en el libro aparecerán los nombres de los papás naturales, y sólo en
la nota marginal, con el número de documento de adopción, el nombre de los papás
adoptivos. En el caso de que los papás adoptivos, por circunstancias graves, quisieran
modificar la fe de Bautismo es posible hacerlo por decreto del Obispo transcribiendo
una nueva acta, permaneciendo las notas marginales correspondientes, 2º Cuando lo
bautizan después de adoptado, en el acta de Bautismo de los hijos adoptivos, se
inscribirán solamente los nombres de los papás adoptivos. Se exigirá, para esto, el
documento civil de la adopción y, en su defecto, el permiso de la Curia. Si los papás
adoptivos lo solicitan, se hará un documento de identificación de personas, cuyos
antecedentes se guardarán en una sección especial del archivo secreto de la Curia.
Art. 36.- Cuando falta el padrino debe existir un testigo por el cual se pueda probar la
administración del bautismo.
Art. 37.- Después de una diligente investigación, en caso de que no se encuentre el acta
de Bautismo, se puede probar la existencia del Bautismo por el testimonio juramentado
de uno o dos testigos.

SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN
Art. 39.- El Sacramento de la Confirmación, que imprime carácter indeleble y por el que
los bautizados, avanzando por el camino de la iniciación cristiana, quedan enriquecidos
con el don del Espíritu Santo y vinculados más perfectamente a la Iglesia, los fortalece y
obliga con mayor fuerza a que, de palabra y obra, sean testigos de Cristo y propaguen y
defiendan la fe
Art. 40.- El Sacramento de la Confirmación se administra por la unción con el crisma en
la frente, que se hace con imposición de la mano y por las palabras prescritas en los
libros litúrgicos aprobados
Art. 41.- §1. Ordinariamente celébrese la Confirmación en una iglesia;
extraordinariamente en un lugar digno valorado previamente por el Obispo. §2.
Extraordinariamente sólo se confirmarán en la sede episcopal cuando se encuentren en
las siguientes circunstancias: 1° próximo matrimonio, 2° enfermedad o imprevisto que
le haya impedido la celebración en su parroquia, 3° que viva en el extranjero.
Art. 43.- §1. Es ministro ordinario de la Confirmación el Obispo; §2. Son ministros de
la Confirmación por derecho: 1° el Vicario General en razón de su oficio, 2° el
Presbítero que, por oficio o mandato del Obispo, bautiza a quien ha sobrepasado la
infancia. 3° en peligro de muerte el párroco o cualquier otro presbítero. §3. También
administra válidamente la Confirmación el sacerdote delegado por el Obispo.

De los que van a ser confirmados


Art. 45.- El párroco investigue diligentemente la existencia del Bautismo, porque sólo
es capaz de recibir la Confirmación quien ha recibido válidamente el sacramento del
Bautismo
Art. 46.- §1. Quien recibirá la Confirmación ha de estar debidamente preparado
conforme al proceso catequístico de la Diócesis (Cfr. c.890). §2. Dedíquese tiempo a
una preparación profunda antes de recibir el Sacramento de la Confirmación. Siendo el
último Sacramento de Iniciación que se recibe en el proceso catequético, no debe estar
en función de la celebración de Sacramento del Matrimonio, sino al proceso de madurez
cristiana. Las escuelas o colegios que tienen catequesis, sujétense al proceso diocesano
de catequesis, en coordinación con su párroco. §3. Atiéndase con especial cuidado y con
caridad a las personas con capacidades diferentes, de tal manera que no queden
excluidos de la gracia del Sacramento de la Confirmación.
Art. 47.- La edad mínima de quien ha de ser confirmado es de doce años cumplidos al
momento de la recepción del sacramento
Art. 48.- En la organización de la administración de la Confirmación, procure el párroco
que sea un acontecimiento comunitario, mas no masivo, que permita la participación de
los confirmandos, padrinos, papás y la comunidad. Si es muy grande o considerable el
grupo de los confirmandos, celébrense las tandas que sean necesarias.

Padrinos
Art. 49.- §1. En la medida de lo posible, téngase un solo padrino o una sola madrina;
pueden también ser uno y una, pero nunca dos varones o dos mujeres

De la prueba y anotación de la Confirmación


Art. 51.- El párroco de la parroquia donde se celebró la Confirmación debe escribir el
nombre de los confirmados, de los papás, padrino(s), el ministro, lugar y fecha en que se
celebró, y los otros datos que aparecen en el libro de la Confirmación.
Art. 52.- Cuando el confirmado haya recibido este Sacramento en la misma parroquia
donde fue bautizado, el párroco anote con diligencia los datos en el libro del Bautismo.
En cualquier otro caso, el párroco del lugar donde se celebró la Confirmación notifique
a la parroquia donde se bautizó para que se realice la anotación pertinente.
Art. 53.- Anótese como ministro de la Confirmación quien haya presidido la celebración
de la Confirmación.

SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA
Art. 54.- El Sacrificio Eucarístico, memorial de la muerte y resurrección del Señor, en el
cual se perpetúa a lo largo de los siglos el Sacrificio de la cruz, es el culmen y la fuente
de todo el culto y de toda la vida cristiana, por el que se significa y realiza la unidad del
pueblo de Dios y se lleva a término la edificación del cuerpo de Cristo.
DE LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA
Art. 55.- La celebración eucarística es una acción del mismo Cristo y de la Iglesia, en la
cual Cristo Nuestro Señor, substancialmente presente bajo las especies del pan y del
vino, por el ministerio del sacerdote, se ofrece a sí mismo a Dios Padre, y se da como
alimento espiritual a los fieles unidos a su oblación
Art. 56.- Dispóngase de forma digna la celebración (liturgia de la Palabra y liturgia
Eucarística)20, la distribución y la recepción de la Eucaristía, de manera que todos los
que participen en ella perciban frutos abundantes.
Art. 57.- §1. Al celebrar la Eucaristía y administrar la Comunión, los sacerdotes y los
diáconos han de portar las debidas vestiduras litúrgicas limpias y dignas
§2. De igual manera dispóngase dignamente de vasos sagrados, lugares y objetos para
uso litúrgico. Art. 58.- En cuanto al ministerio del canto y la música en la liturgia,
cuídese que se ejerzan con calidad y dignidad ayudando a la participación y fomentando
la vivencia del Misterio que se celebra.
Del ministro de la Palabra y de la Eucaristía en la celebración eucarística
Art. 59.- §1. Es ministro de la celebración eucarística el sacerdote válidamente
ordenado. §2. Todo presbítero incardinado puede celebrar lícitamente la Eucaristía en
todas las parroquias de la Diócesis, a no ser que esté jurídicamente impedido.
§3. Todo sacerdote que no sea conocido por el párroco o encargado de comunidad, debe
presentar sus licencias ministeriales vigentes.
Art. 60.- §1. El ministro ordinario de la distribución de la Eucaristía es: el Obispo, el
Presbítero y el Diácono.
§2. Son ministros extraordinarios de la comunión: el acólito y otro fiel llamado a
ejercer temporalmente el ministerio de la comunión en su comunidad. Corresponde al
párroco la elección, preparación, presentación y acompañamiento de los ministros
extraordinarios de la comunión.
§3. El ministro extraordinario de la comunión ha de ser persona de oración, vida
ejemplar, amor por la Palabra de Dios y a la Eucaristía, disponer de tiempo para los
enfermos, sin menoscabo de sus deberes familiares.

De la participación en la Celebración Eucarística


Art. 63.- A ningún fiel se le puede prohibir asistir a la celebración de la Eucaristía.
Art. 64.- §1. Todo bautizado a quien el derecho no se lo prohíba26, puede y debe ser admitido a
la sagrada comunión.
§2. A quienes están impedidos para confesarse y comulgar, invíteseles para que aprovechen los
otros medios de santificación que tiene la Iglesia
Art. 65.- Puede recibir la Primera Comunión:
1° quien tenga suficiente conocimiento y que haya recibido una preparación adecuada27, de
acuerdo a las disposiciones diocesanas, 2° quien tenga nueve años cumplidos (siguiendo el
criterio de la escuela) y conforme al proceso diocesano de catequesis28. Las escuelas o colegios
que tienen catequesis, sujétense al proceso diocesano de catequesis, en coordinación con su
párroco. 3° quien se encuentre en peligro de muerte y quien tiene uso imperfecto de razón, basta
con que distingan el Cuerpo de Cristo de un alimento común. De este último, el párroco valore
el juicio que de él o ella haga su catequista.

Del lugar de la celebración de la Eucaristía


Art. 72.- §1. La Eucaristía ha de celebrarse en un lugar sagrado, con un altar dedicado o en caso
de necesidad en un lugar digno35, utilizando todo lo necesario para la celebración.
§2. No se debe celebrar en lugares que contradigan la comunión, la piedad de los fieles y que
puedan generar escándalo37.

De la reserva y veneración de la Santísima Eucaristía


Art. 73.- §1. Téngase un lugar digno y seguro, dentro de la iglesia, para la reserva y veneración
de la Sagrada Eucaristía. Nunca se conserve la Sagrada Eucaristía en casas particulares, ni se
porte consigo si no es para llevar la Comunión a un enfermo.

SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Art. 79.- En el Sacramento de la Penitencia, los fieles que, examinada su conciencia, confiesan
sus pecados a un ministro legítimo, arrepentidos de ellos y con propósito de enmienda, obtienen
de Dios el perdón de los pecados cometidos después del Bautismo, mediante la absolución dada
por el mismo ministro y, al mismo tiempo, se reconcilian con Dios y con la Iglesia a la que
ofendieron pecando.

De la celebración de la penitencia
Art. 80.- La confesión individual e íntegra y la absolución constituyen el modo ordinario de la
Penitencia, celebrándolo conforme al Ritual de la Penitencia.
Art. 81.- En nuestra Diócesis no se dan las condiciones necesarias para la absolución general,
previstas a tenor del c. 961, §1°,2°; por tanto, no se pueden dar absoluciones generales.
Art. 82.- §1. El lugar propio para la celebración del Sacramento de la Penitencia es el
confesionario dentro de una iglesia u oratorio. Corresponde al penitente y no al sacerdote elegir
si desea confesarse frente al confesor o por la rejilla. §2. Por causa justa se puede celebrar el
Sacramento de la Penitencia fuera o sin confesionario
Art. 83.- Los confesionarios han de ser funcionales, dignos y limpios. Favorézcanse capillas
penitenciales adecuadas.
Art. 84.- Establézcanse lugares, días y horarios de confesión concretos. Para favorecer la
práctica del Sacramento de la Reconciliación se puede administrar también durante la
celebración de la Eucaristía.
Art. 85.- Téngase en las capillas penitenciales una guía práctica (en momentos especiales
ofrézcase una catequesis y háganse celebraciones penitenciales), para que el penitente se
prepare convenientemente a la celebración del Sacramento de la Penitencia.

Del ministro del sacramento de la penitencia


Art. 87.- §1. Los sacerdotes ejerzan con celo pastoral y amor de padre misericordioso el
sacramento de la Reconciliación, de tal manera que puedan ofrendar, junto a la cruz de Cristo,
su tiempo con calidad y caridad en tan necesario ministerio.
§2. Quien se sabe ministro de la misericordia divina debe expresarlo con actitud de compasión,
comprensión, caridad y paciencia.
§3. El confesor muéstrese siempre disponible a confesar a los fieles, cuando lo piden
razonablemente. El sacerdote dele prioridad a este Sacramento sobre otras actividades
pastorales.
Art. 88.- Para absolver válidamente de los pecados se requiere que el ministro, además de la
potestad de orden, tenga facultad ordinaria de ejercerla sobre los fieles a quienes da la
absolución; esta última le es concedida por el Derecho o por el Ordinario del lugar.
Art. 89.- §1. Solo se dará o renovará la licencia para oír habitualmente confesiones cada cinco
años; y se le dará una credencial, después de una valoración en su actualización teológico-moral
promovida por la pastoral del clero, y después de una valoración psicológica, en los casos que
sea necesario. §2. Si se comete algún abuso, particularmente contra menores, el Obispo habrá de
considerar cada caso para la cesación, limitación o renovación de dicha licencia.

Delitos contra el Sacramento de la Penitencia


Art. 92.- Los delitos contra el Sacramento de la Penitencia son: 1° quien absuelve al cómplice
en pecado contra el sexto mandamiento, el cual tiene como pena la excomunión latae sententiae
reservada a la Sede Apostólica, y la absolución es inválida.
2° quien viola el sigilo sacramental directamente incurre en excomunión latae sententiae
reservada a la Sede Apostólica. Quien lo viola indirectamente, la pena ha de ser en proporción a
la gravedad del delito.
3° grabar y difundir material de la confesión o con ocasión de ésta49, cuya pena será según la
gravedad del crimen, sin excluir la dimisión o la deposición, si es clérigo, la cual está reservada
a la Congregación para la Doctrina de la Fe.
4° la solicitación durante la confesión o con ocasión o pretexto de la misma, en la que solicita al
penitente a un pecado contra el sexto mandamiento del decálogo. La pena será según la
gravedad del delito: suspensión, prohibición o privación, sin excluir la expulsión del estado
clerical.
Art. 93.- Al celebrar el Sacramento de la Penitencia, el confesor, como ministro de la Iglesia,
debe atenerse fielmente a la doctrina del Magisterio y conforme a esta Normativa
Art. 94.- Al interrogar el sacerdote debe comportarse con prudencia y discreción, atendiendo a
la condición y edad del penitente y ha de abstenerse de preguntar sobre el nombre del cómplice,
El clérigo que incumpla será acreedor a una pena administrativa impuesta por el Obispo, según
la gravedad del caso.
Art. 95.- §1. No debe negarse ni retrasarse la absolución si el confesor no duda de la buena
disposición del penitente y éste pide ser absuelto.
§2. Si el confesor concluye que el penitente, más allá del pecado, ha cometido un probable
delito, remítalo al Obispo o al Vicario General. §3. No hay pecados reservados sino penas
reservadas; en cualquier caso, la pena se ha de remitir y/o absolver dependiendo de cada caso.

Del penitente
Art. 97.- El fiel está obligado a confesar todos los pecados graves cometidos después del
Bautismo y aún no perdonados ni acusados en confesión individual.
Art. 98.- Todo fiel, que haya llegado al uso de razón, está obligado a confesar fielmente sus
pecados graves al menos una vez al año. Sin embargo, se recomienda confesarse con cierta
frecuencia, aún sin pecado mortal, sólo con pecados veniales.
Art. 99.- Ténganse celebraciones comunitarias de la Penitencia, con confesión y absolución
individual, en los tiempos que sean propicios y de provecho para los fieles.
Art. 100.- La primera Reconciliación siempre debe hacerse en una celebración comunitaria de la
Penitencia con confesión y absolución individual; de ser posible con la presencia de los papás y
padrinos.

SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS


Art. 101.- La Unción de los enfermos, con la que la Iglesia encomienda los fieles gravemente
enfermos al Señor doliente y glorificado, para que los alivie y salve, se administra ungiéndoles
con óleo y diciendo las palabras prescritas en los libros litúrgicos.

La celebración del Sacramento de la Unción de los enfermos


Art. 102.- Además del Obispo, puede bendecir el óleo que se emplea en la unción de los
enfermos cualquier presbítero en caso de necesidad, pero dentro de la celebración del
sacramento.
Art. 103.- §1. Úsese el ritual de la Unción de los enfermos y su atención pastoral §2. En caso de
necesidad, basta una sola unción en la frente, o también en otra parte del cuerpo, diciendo la
fórmula completa.
§3. El ministro ha de hacer las unciones con la mano, a no ser que una razón grave aconseje el
uso de un instrumento
§4. Se debe usar el aceite bendecido por el Obispo en la Misa Crismal y sólo en caso de urgente
necesidad, cualquier presbítero puede bendecir el óleo que se emplea en la Unción, pero
siempre dentro de la celebración de ese Sacramento
Art. 104.- §1. Los pastores de almas, los familiares del enfermo y los ministros extraordinarios
de la Sagrada Comunión, deben procurar que sea ungido en tiempo oportuno50 con este
sacramento

Del ministro de la Unción de los enfermos


Art. 106.- §1. Todo sacerdote, y sólo él, administra válidamente la Unción de los enfermos.
§2. Téngase respeto para el óleo, que debe estar en un lugar limpio y digno. Está permitido a
todo sacerdote llevar consigo dignamente, el óleo bendito, de manera que, en caso de necesidad,
pueda administrar el sacramento de la unción de los enfermos.
§3. No se les puede dar el óleo a los diáconos ni a los laicos para que unjan a los enfermos, por
no ser ministros de este sacramento.

De aquellos a quienes se ha de administrar la Unción de los enfermos.


Art. 107.- Todo sacerdote tenga solicitud y prontitud en la atención pastoral a los enfermos, de
tal manera que, en tal circunstancia, acompañe como buen samaritano, evangelizando y
catequizando a la familia.
Art. 108.- 1° Sólo se le administra la Unción a los bautizados que tienen suficiente uso de razón,
“gravemente enfermos”, y a quienes han llegado a la vejez “y sus fuerzas estén muy
deterioradas” 2° No se administre a niños y equiparados56, pero siempre aproveche la
oportunidad para hacer oración con la familia, incluyendo la oración de bendición de enfermos.
Art. 109.- Puede reiterarse este Sacramento solamente si el enfermo, una vez recobrada la salud,
contrae de nuevo una enfermedad grave, o si solamente, durante la misma enfermedad, el
peligro se hace más grave.
Art. 110.- 1° En la duda sobre si el enfermo ha alcanzado el uso de razón, sufre una enfermedad
grave o ha fallecido ya adminístresele este Sacramento.
2°en la duda sobre si el enfermo ha fallecido ya, adminístresele este Sacramento bajo condición
de que esté vivo
3° si ya ha muerto, sólo hágase oración y pida a Dios que lo absuelva de sus pecados, pero no
administre la Unción
Art. 111.- Debe administrarse el Sacramento sólo a los enfermos que, cuando estaban en
posesión de sus facultades, lo hayan pedido al menos de forma implícita.
Art. 112.- No se administre la Unción de los enfermos en las siguientes circunstancias
1° a quienes persisten obstinadamente en un pecado grave manifiesto, 2° si el enfermo en algún
momento manifestó de alguna forma no querer recibirlo y no se ha retractado de tal decisión, 3°
si es única y exclusivamente por iniciativa de los familiares o del sacerdote, contra la voluntad
del enfermo, 4° cuando existe la certeza de que está muerto.

SACRAMENTO DEL MATRIMONIO


Doctrina sobre el Sacramento del Matrimonio
Art. 113.- §1. La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un
consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la
generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Señor a la dignidad de sacramento
entre bautizados. §2. Antes de realizar el matrimonio, particularmente el matrimonio mixto y el
de disparidad de culto, investíguese con diligencia si el contrayente fue bautizado; dónde fue
bautizado; y si el Bautismo es válido. §3. Cuando fue bautizado en la Iglesia Católica latina
asegúrese que, después de haber estado en alguna otra iglesia, su regreso a la Iglesia sea
verdadero.
Art. 114.- El matrimonio lo produce el consentimiento de las partes legítimamente manifestado
entre personas jurídicamente hábiles, consentimiento que ningún poder humano puede suplir

La forma canónica
Art. 115.- Solamente son válidos aquellos Matrimonios que se contraen ante el Ordinario del
lugar o el párroco, o un sacerdote o diácono delegado por uno de ellos para que asistan, y ante
dos testigos
Art. 116.- Asistente eclesiástico es aquel que, estando presente, pide la manifestación del
consentimiento de los contrayentes y la recibe en nombre de la Iglesia; no basta estar presente y
ser clérigo
Art. 117.- §1. El párroco es asistente eclesiástico por oficio dentro de su jurisdicción; el vicario
parroquial es asistente por delegación general del Ordinario del lugar en la Diócesis; y es
asistente eclesiástico por delegación particular, al que se le concede para un matrimonio
concreto.
§2. Pueden delegar por oficio el Ordinario del lugar y el párroco; y por delegación general el
vicario parroquial, nunca un delegado para el caso concreto, puesto que afectaría la validez del
matrimonio
§3. A fin de que la delegación para celebrar un matrimonio sea válida, si es para el caso, debe
otorgarse expresamente a personas determinadas, para un matrimonio concreto; cuando la
delegación sea general, debe darse a una persona concreta y por escrito
Art. 118.- El párroco o el vicario parroquial, antes de conceder la delegación ad casum, debe
constatar la habilidad y capacidad de los contrayentes, asimismo el lugar, la delegación y
jurisdicción del asistente eclesiástico.

Elementos precedentes a la celebración del Matrimonio


Art. 119.- §1. Antes de que se celebre el Matrimonio debe constar que nada se opone a su
celebración válida y lícita. §2. El responsable de la celebración del Matrimonio prepárese para
que conozca y haga saber los impedimentos y vicios del consentimiento, incapacidades y
defecto de forma, para que señale razonablemente aquello que no permita una celebración
válida y lícita.
Art. 120.- Los católicos aun no confirmados, deben recibir el Sacramento antes de ser admitidos
al Matrimonio, si ello es posible sin dificultad grave.
Art. 121.- Para que reciban fructuosamente el Sacramento del Matrimonio, se recomienda a
quienes han de recibir el Sacramento del Matrimonio, que tengan la disposición previa de
participar en los Sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía.
Art. 122.- §1. Siendo, en la práctica, la presentación matrimonial el único modo de
investigación que da al párroco la certeza de la capacidad en los contrayentes, realícela el
párroco o un sacerdote de la parroquia, pero no un laico. §2. En peligro de muerte, como
investigación previa, basta la declaración juramentada de los contrayentes
Art. 123.- En la investigación previa, si no se encuentra el acta de alguno o algunos de los
Sacramentos de la Iniciación, hágase un acta juramentada con testigos cualificados y, si persiste
la duda, adminístrese bajo condición el Sacramento en duda.
Art. 124.- Para pedir la dispensa de un impedimento dirimente debe existir la razón objetiva que
justifique la dispensa.
Art. 125.- Quien sea responsable de la celebración del Sacramento del Matrimonio pida al
Obispo o al Vicario General, oportunamente y con razones justificadas, la licencia para celebrar
el Matrimonio canónico: 1° de quien aún no tiene el Matrimonio civil60, 2° de quien está sujeto
a obligaciones naturales nacidas de una unión precedente, 3° de quien haya abandonado
notoriamente la fe católica cuando así lo ameriten las circunstancias.

De quienes celebrarán el Sacramento del Matrimonio, “los


contrayentes”
Art. 128.- §1. El impedimento de edad hace referencia a la madurez física, ya que la madurez
psicológica está comprendida en las incapacidades.
§2. Se pueden casar válidamente cuando la mujer tenga 14 años y el hombre 16, y con dispensa
en cualquier otra edad. §3. Lícitamente se casarán cuando tengan 16 la mujer y 18 el varón, pero
con licencia a cualquier otra edad que no sea menor a 14 años de la mujer y 16 años en el varón.
Art. 129.- El estado de preñez no ha de considerarse como causal de dispensa o licencia. Art.
130.- Ordinariamente pídase el comprobante de la celebración del Matrimonio al civil, a no ser
en casos excepcionales, en los cuales debe pedirse licencia al Ordinario del Lugar.

De los lugares y la forma de la celebración del Matrimonio


Art. 131.- Tramítese y celébrese el Sacramento del Matrimonio preferentemente en la parroquia
donde tiene el domicilio o cuasi domicilio alguno de los contrayentes
Art. 132.- §1. El Matrimonio entre católicos, o entre una parte católica y otra parte bautizada no
católica, celébrese preferentemente en la iglesia parroquial, aunque con licencia del párroco
puede celebrarse en otra iglesia u oratorio dentro de la jurisdicción parroquial
§2. Conforme a lo establecido por la Provincia Eclesiástica de Guadalajara: está prohibido
celebrar el Sacramento del Matrimonio en salones de hotel, capillas privadas o de religiosos,
capillas de haciendas. El lugar propio son los templos parroquiales y capillas de culto público
§3. El Matrimonio entre una parte católica y otra no bautizada, es decir, con la dispensa del
impedimento de “disparidad de culto” (Cfr.c.1086), puede celebrarse en una iglesia o en otro
lugar conveniente con el permiso del Obispo
§4. Pueden los contrayentes elegir con libertad, tanto el lugar (parroquia) como el asistente
eclesiástico para la celebración de su Matrimonio, atendiendo a las posibilidades de la parroquia
y sus pastores. §5. Una vez aceptado el trámite y/o celebración del Matrimonio, el párroco o
encargado de la comunidad donde se va a celebrar el Matrimonio provea el asistente
eclesiástico. §6. En cuanto al tiempo de la celebración del Matrimonio consúltese el Artículo 5,
párrafo 2 de esta Normativa

De la anotación del Matrimonio


Art. 133.- Después de celebrarse el Matrimonio, el párroco del lugar donde se celebró o quien
hace sus veces, aunque ninguno de ellos hubiera asistido al Matrimonio, debe anotar cuanto
antes en el registro matrimonial los nombres de los cónyuges, del asistente y de los testigos, y el
lugar y día de la celebración
Art. 134.- El Matrimonio ha de anotarse, en nota marginal, también en los registros de
Bautismos de cada uno de los cónyuges
Art. 135.- Si un cónyuge no ha contraído Matrimonio en la parroquia en la que fue bautizado, el
párroco del lugar en el que se celebró el Matrimonio debe enviar cuanto antes notificación del
Matrimonio contraído al párroco del lugar donde se celebró el Bautismo
Art. 136.- En la nota marginal del libro de los Matrimonios se debe poner la convalidación, o en
su caso, la declaración de nulidad

Matrimonios mixtos y disparidad de culto


Art. 137.- Cuando se celebren Matrimonios mixtos o de disparidad de culto, hágase una
diligente investigación sobre la rectitud de intención del contrayente no católico o sin bautizar
(también aquel que pertenece a una secta con un Bautismo no válido)
Art. 138.- Cúmplanse las consideraciones hechas en el Código de Derecho Canónico en el c.
1125, antes de celebrar un Matrimonio mixto o de disparidad de culto.

SACRAMENTO DEL ORDEN


Art. 139.- §1. Mediante el Sacramento del Orden, por institución divina, algunos de entre los
fieles quedan constituidos ministros sagrados, al ser marcados con un carácter indeleble66, y así
son consagrados y destinados a servir, según el grado de cada uno con nuevo y peculiar título al
pueblo de Dios. §2. El Sacramento del Orden se confiere por la imposición de las manos y la
plegaria de ordenación que los libros litúrgicos prescriben para cada grado.

La celebración del Sacramento del Orden


Art. 140.- La Ordenación debe celebrarse dentro de una Misa solemne en domingo o en una
fiesta de precepto aunque por razones pastorales puede celebrarse también otros días, sin excluir
los feriales
Art. 141.- Las Ordenaciones sacerdotales en la Diócesis serán en Pascua o cuando el Obispo en
coordinación con el Rector del seminario determine otro tiempo. Para la Ordenación diaconal y
presbiteral el Obispo determinará el lugar donde se celebre.
Art. 142.- El diaconado ordinariamente se recibirá durante el curso de cuarto de Teología

Del ministro de la Ordenación


Art. 143.- Es ministro de la sagrada Ordenación el Obispo consagrado.
Art. 144.- Sólo podrá ordenar el Obispo propio o aquel que tenga las legítimas dimisorias.

De los ordenandos
Art. 145.- Sólo el varón bautizado recibe válidamente la Sagrada Ordenación.
Art. 146.- Sólo podrán ser ordenados aquellos que reúnan los requisitos de capacidad e
idoneidad exigidos por el Código (Cfr.cc.1026-1039); y por las recomendaciones del Obispo de
acuerdo a las particularidades de nuestra Diócesis.

Investigación previa a la Ordenación


Art. 147.- A quienes se les pida informe, especialmente los párrocos, deben colaborar, a
conciencia, en la investigación previa de los candidatos que solicitan el diaconado y el
presbiterado, a fin de obtener la certeza moral de su idoneidad
Art. 148.- Por lo que se refiere a la investigación de las cualidades que se requieren en el
ordenando, deben observarse las prescripciones que siguen: 1° el Rector del seminario,
escuchando y acogiendo la opinión de sus colaboradores, ha de tener la certeza de la capacidad
y cualidades necesarias del candidato para recibir y ejercer el grado de Orden que recibe, es
decir: recta doctrina, piedad sincera, buenas costumbres y aptitud para ejercer el ministerio; e
igualmente, después de la investigación oportuna, hará constar su estado de salud física y
psíquica
2° para que la investigación sea realizada convenientemente, el Obispo puede emplear otros
medios útiles68, atendiendo a las circunstancias del tiempo y del lugar, como son las cartas
testimoniales, las proclamas u otras informaciones que lleven a la certeza de la capacidad e
idoneidad de los candidatos
3° atendidos los núm. 1° y 2°, el Obispo ha de juzgar y decidir sobre quiénes han de recibir o no
la sagrada ordenación, ayudado por el Colegio de Consultores.
Art. 149.- §1. Sobre todo, durante su permanencia en el Seminario Mayor, aplíquense
oportunamente a los candidatos algunas valoraciones psicológicas de personalidad, a fin de
constatar tanto su salud psíquica como los rasgos de idoneidad.

LUGARES SAGRADOS
Art. 151.- Son Lugares Sagrados aquellos que se destinan al culto divino mediante la dedicación
o bendición prescrita por los libros litúrgicos.
Art. 152.- §1. La dedicación le corresponde al Obispo o a un delegado por éste; la bendición de
los Lugares Sagrados corresponde al Ordinario del Lugar, al Obispo o algún sacerdote delegado,
sin embargo, ofrézcase la bendición de las iglesias al Obispo. §2. Cuando se celebre la
dedicación o bendición de una iglesia, el párroco del lugar ha de levantar acta, que será
debidamente fechada y firmada por el Obispo, el párroco y algunos testigos; se guardará un
ejemplar en la curia diocesana y otro en el archivo parroquial.
Art. 153.- En el Lugar Sagrado sólo puede admitirse aquello que favorece el ejercicio y el
fomento del culto, de la piedad y de la religión y se prohíbe lo que no esté en consonancia con la
santidad del lugar. Sin embargo, el Obispo puede permitir, en casos concretos, otros usos,
siempre que no sean contrarios a la santidad del lugar.
Art. 154.- Los Lugares Sagrados pierden su dedicación o bendición: 1° si resultan destruidos en
gran parte, 2° si son destinados permanentemente a usos profanos, 3° si por decreto del
Ordinario se destina a un uso distinto al de culto.
Art. 155.- Cuando exista la profanación de Lugares Sagrados con escándalo de los fieles y actos
injuriosos, deben celebrarse los ritos litúrgicos correspondientes.

De las iglesias
Art. 156.- Se necesita consentimiento expreso y por escrito del Obispo para la edificación de
una iglesia, previendo los medios necesarios.
Art. 157.- En la construcción, restauración y conservación de iglesias, teniendo en cuenta la
legislación civil, el consejo de los peritos, deben observarse los principios y normas del arte
litúrgico, siguiendo el proceso establecido en la Diócesis, en la Vocalía de Arte Litúrgico.
Art. 158.- Quítese toda apariencia de negocio o comercio en las iglesias, especialmente durante
las celebraciones.

De los oratorios y capillas privadas


Art. 159.- Con el nombre de oratorio se designa un lugar destinado al culto divino con licencia
del Obispo, en beneficio de una comunidad o grupo de fieles que acuden allí, al cual también
pueden tener acceso otros fieles, con el consentimiento del Superior del oratorio: superior de
religiosos, el párroco o aquel designado por el Obispo.
Art. 160.- Una vez concedida la licencia por el Obispo no puede destinarse a usos profanos sin
autorización del mismo Ordinario.
Art. 161.- Con el nombre de capilla privada se designa un lugar destinado al culto divino, con
licencia del Ordinario del lugar, en beneficio de una o varias personas físicas.
Art. 162.- En el oratorio, una vez concedida la licencia del Obispo, se pueden realizar
celebraciones sagradas; para todo acto litúrgico en capillas privadas se requiere licencia del
Obispo o del Vicario General, previa consulta al párroco.
Art. 163.- Conviene que los oratorios y las capillas privadas se bendigan, según el rito prescrito
en los libros litúrgicos, una vez que el Obispo haya tenido conocimiento y lo haya aprobado,
previo estudio y presentación del decano; y deben reservarse exclusivamente para el culto
divino y quedar libres de cualquier uso doméstico.
Art.164.- No se celebren Misas en funerarias.

De los santuarios
Art. 165.- §1. Con el nombre de santuario se designa una iglesia u otro Lugar Sagrado al que,
por un motivo peculiar de piedad, acuden en peregrinación numerosos fieles, con aprobación del
Ordinario del lugar.
§2. En todos los santuarios deben existir unos estatutos, si es internacional aprobados por la
Santa Sede, si es nacional por la conferencia episcopal, si es diocesano por el Obispo. §3. En los
estatutos se ha de determinar: 1° el fin por el que ha sido aprobado como santuario, 2° la
autoridad del rector, 3° la autonomía (de gobierno, pastoral), 4° el dominio y administración de
los bienes patrimoniales.

Del altar, del ambón y de la sede


Art. 167.- §1. El altar, o mesa sobre la que se celebra el Sacrificio eucarístico se llama fijo si se
construye formando una sola pieza con el suelo, de manera que no pueda moverse; y móvil, si
puede trasladarse de lugar. §2. En todas las iglesias parroquiales el altar debe ser fijo; y en las
demás iglesias o lugares destinados a las celebraciones sagradas, el altar puede ser fijo o móvil.
Art. 168.- §1. Según la práctica tradicional de la Iglesia, la mesa del altar fijo ha de ser de piedra
y además de un solo bloque de piedra natural; sin embargo, a juicio del Obispo, procúrese que la
base sea de la misma materia y en consonancia con el ambón. §2. El altar móvil puede ser de
cualquier materia sólida, que esté en consonancia con el uso litúrgico.
Art. 169.- §1. Se deben dedicar los altares fijos y bendecir los altares móviles, y sólo en los
altares fijos se pueden colocar reliquias de los mártires u otros santos, según las normas
litúrgicas. §2. Ningún cadáver puede estar enterrado bajo el altar

De las criptas
Art. 172.- §1. Para que se puedan construir criptas o columbarios, solicítese el permiso del
Obispo, con la requerida asesoría de la vocalía de arte litúrgico, para que sean de acuerdo a la
arquitectura de la iglesia. §2. Las criptas en las iglesias son únicamente para “cenizas” y/o restos
humanos áridos. Las criptas deben ser decorosas, que estén en un lugar digno, que inspiren a la
oración, accesibles económicamente para todos los fieles y que no interfieran con el culto en la
iglesia

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