Problemas y Desafios en El Peru Actual PC2

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PROBLEMAS Y DESAFIOS EN EL PERU

ACTUAL
DOCENTE:
. Garcia Palomino, Roque

INTEGRANTE:
. Arone Quispe, Gilmer U24267213

TEMA:
Los cambios y las permanencias políticas, económicas y
sociales ocurridas entre 1930 a 1990 y su influencia en la
conformación del Perú de hoy, todo lo cual le permite el
desarrollo de su interpretación histórica

ICA – PERU
2024
Los Cambios y las Permanencias en el Perú: 1930-1990
El Perú del siglo XX se caracterizó por una serie de transformaciones profundas que
marcaron su devenir histórico. El período comprendido entre 1930 y 1990, en
particular, fue testigo de cambios radicales en los ámbitos político, económico y social,
que dieron forma al Perú actual. Este período, marcado por la inestabilidad política, las
crisis económicas, las desigualdades sociales y la violencia, nos ofrece una ventana
crucial para comprender las raíces de los desafíos que enfrenta el Perú en la
actualidad. Analizar este período nos permite entender cómo las fuerzas históricas han
moldeado la identidad nacional, la estructura social, la economía y la política del Perú.
El estudio de los cambios y las permanencias en este contexto nos permite
comprender las causas y consecuencias de las transformaciones que han marcado la
trayectoria histórica del país, y cómo estas influyen en la realidad del Perú
contemporáneo. Este ensayo se propone analizar los cambios y las permanencias en
el Perú entre 1930 y 1990, examinando cómo estos procesos históricos han
contribuido a la configuración del país que conocemos hoy. Se explorarán los
principales eventos políticos, las transformaciones económicas y las dinámicas
sociales que caracterizaron este período, así como las causas y consecuencias de los
cambios y las permanencias, con el objetivo de comprender las raíces de los desafíos
que enfrenta el Perú en la actualidad.
El Perú de 1930 se encontraba bajo el gobierno autoritario de Augusto B. Leguía,
quien había consolidado un sistema político basado en el control y la represión. Su
caída en 1930, producto de una serie de factores como la crisis económica y el
descontento popular, marcó el inicio de un período de inestabilidad política que se
prolongó a lo largo de las siguientes décadas. El gobierno de Luis Sánchez Cerro
(1930-1933) fue un intento de restaurar el orden, pero su gobierno fue marcado por la
violencia y la represión, incluyendo la masacre de estudiantes en 1931. En este
contexto, la falta de un sistema político inclusivo llevó a diversos sectores de la
sociedad a buscar alternativas, lo que eventualmente facilitaría el surgimiento de
movimientos políticos más radicales. La década de 1940 vio al Perú experimentar la
Segunda Guerra Mundial, que tuvo un impacto significativo en la economía y la política
interna. El país se alineó con las potencias aliadas, pero la guerra también exacerbó
las tensiones sociales y políticas internas. A medida que el conflicto se intensificaba,
crecieron las demandas de mayor participación política y social, lo que finalmente llevó
a la aparición de nuevos movimientos políticos y sociales en el país.
La década de 1950 fue testigo del auge del populismo con el gobierno de Manuel A.
Odría, quien, a pesar de su autoritarismo, impulsó el desarrollo económico y la
modernización del país. Odría implementó políticas de inversión pública en
infraestructura y desarrollo industrial, lo que contribuyó a un crecimiento económico
considerable. Sin embargo, su gobierno también se caracterizó por la censura y la
represión de la oposición, lo que generó un ambiente de descontento que continuaría
resonando en las décadas siguientes. Las décadas de 1960 y 1970 fueron un período
de inestabilidad política y social. La Guerra Fría y la influencia de las ideas
revolucionarias en América Latina contribuyeron a la polarización política. El gobierno
de Juan Velasco Alvarado (1968-1975) implementó una serie de reformas radicales,
incluyendo la nacionalización de empresas extranjeras, la reforma agraria y la creación
de un nuevo sistema educativo. Estas reformas, aunque impulsadas por un ideal de
justicia social, tuvieron un impacto complejo en la economía y la sociedad peruana,
generando tanto avances como retrocesos. La década de 1980 fue un período de
crisis económica y social, marcado por la hiperinflación, la violencia terrorista y el auge
del movimiento guerrillero Sendero Luminoso. El gobierno de Fernando Belaúnde
Terry (1980-1985) enfrentó una creciente polarización política y social, lo que complicó
su capacidad para manejar la crisis. El gobierno de Alan García (1985-1990) intentó
implementar políticas heterodoxas para controlar la crisis, pero no logró controlar la
hiperinflación ni la violencia. Este contexto de crisis generó desconfianza en las
instituciones y un agotamiento de las estructuras políticas tradicionales. La economía
peruana durante este período se caracterizó por una fuerte dependencia de las
exportaciones de materias primas, principalmente minerales y productos agrícolas. La
economía peruana experimentó un crecimiento significativo durante la década de
1950, impulsada por la inversión extranjera y la expansión de la industria. Sin
embargo, la década de 1960 vio el inicio de un declive económico, marcado por la
inflación y la crisis del modelo de desarrollo basado en la exportación de materias
primas. A partir de la reforma agraria de Velasco, la producción agrícola sufrió, y los
efectos de esta política se hicieron visibles en la disminución de la productividad en el
campo.
La década de 1980 fue un período de crisis económica profunda, marcada por la
hiperinflación, la pobreza y la violencia. El gobierno de Alan García intentó
implementar políticas heterodoxas, pero no logró controlar la crisis. La hiperinflación
alcanzó niveles alarmantes, afectando a la clase media y a los sectores más
vulnerables de la sociedad. Esta crisis económica tuvo consecuencias sociales
devastadoras, con un aumento significativo de la pobreza y la desigualdad en el país.
El Perú de 1930 era un país con una sociedad profundamente desigual. La oligarquía
controlaba la mayor parte de la riqueza y el poder, mientras que la población indígena
y campesina vivía en la pobreza y la marginación. La llegada de la industrialización y
el crecimiento económico no se tradujeron en beneficios equitativos para todas las
clases sociales. De hecho, la brecha entre ricos y pobres se amplió, lo que generó
descontento y movilizaciones sociales en las décadas siguientes.
El período de 1930 a 1990 vio una serie de cambios sociales importantes. La
migración del campo a la ciudad, impulsada por la crisis económica y la violencia,
transformó la estructura social del país. Las ciudades crecieron rápidamente, y con
ellas surgieron nuevos problemas urbanos, como la falta de servicios básicos y el
crecimiento de asentamientos informales. El auge de la educación y la cultura popular
también contribuyeron a la transformación social, pero la desigualdad en el acceso a la
educación y los servicios de salud persistió.
Sin embargo, la desigualdad social persistió. La pobreza y la marginación continuaron
siendo problemas importantes, especialmente en las zonas rurales. La violencia
terrorista también tuvo un impacto devastador en la sociedad peruana, dejando
cicatrices profundas. Muchos peruanos, especialmente en las zonas rurales, se vieron
atrapados en el conflicto armado entre el Estado y los grupos terroristas, lo que
exacerbó la violencia y la desconfianza hacia las instituciones. A pesar de los cambios
profundos que experimentó el Perú durante este período, algunas permanencias
fueron notables. La desigualdad social persistió como un problema central, con una
brecha significativa entre los ricos y los pobres. A pesar de los esfuerzos por promover
la inclusión social y económica, los resultados fueron limitados y, en muchos casos, la
pobreza se convirtió en un ciclo difícil de romper.
La fragilidad institucional también fue una característica constante. La inestabilidad
política, la corrupción y la falta de capacidad del Estado para brindar servicios básicos
a la población contribuyeron a la persistencia de la desigualdad y la pobreza. Las
instituciones estatales, a menudo débiles y corruptas, no lograron satisfacer las
necesidades de la población, lo que generó desconfianza en el sistema democrático y
una creciente frustración social. Los cambios y las permanencias del período 1930-
1990 han tenido un impacto significativo en el Perú actual. La desigualdad social, la
fragilidad institucional y la violencia son problemas que persisten en la actualidad. Sin
embargo, el Perú también ha experimentado un crecimiento económico significativo en
las últimas décadas. La estabilidad política y la implementación de reformas
económicas han contribuido a este crecimiento. A pesar de los avances, los problemas
estructurales de desigualdad y exclusión social continúan siendo desafíos críticos que
requieren atención.
El Perú actual es un país con una identidad compleja, marcada por las cicatrices del
pasado y las oportunidades del presente. La diversidad cultural y étnica, que a
menudo fue marginada durante gran parte del siglo XX, ha comenzado a ocupar un
lugar más central en la construcción de la identidad nacional. Sin embargo, es crucial
reconocer que la historia de exclusión y violencia ha dejado huellas profundas que aún
afectan a muchos peruanos. En el ámbito económico, el país ha avanzado hacia una
mayor diversificación y desarrollo, pero esto no ha sido suficiente para cerrar la brecha
de desigualdad. Las políticas económicas deben ir acompañadas de un enfoque en la
inclusión social y la justicia económica para asegurar que los beneficios del
crecimiento lleguen a todos los sectores de la población. En el contexto político, el
Perú ha visto una mayor participación ciudadana en las últimas décadas, aunque la
desconfianza en las instituciones persiste. Las crisis políticas y la corrupción continúan
siendo problemas que afectan la gobernanza y la capacidad del Estado para
responder a las necesidades de la población. Es fundamental que se fortalezcan las
instituciones democráticas y se promueva la rendición de cuentas para recuperar la
confianza de los ciudadanos.
En conclusión, el período 1930-1990 fue un período crucial en la historia del Perú. Los
cambios y las permanencias de este período han dado forma al Perú actual, un país
con una identidad compleja y marcada por la historia. El estudio de este período es
fundamental para comprender las raíces de los desafíos que enfrenta el Perú en la
actualidad. A medida que el país avanza hacia el futuro, es esencial aprender de las
lecciones del pasado y trabajar hacia un Perú más inclusivo y equitativo, donde todos
sus ciudadanos tengan la oportunidad de prosperar. La historia del Perú es una
historia de resiliencia y lucha, y solo a través de la comprensión de su pasado se
podrá construir un futuro más justo y prometedor. El Perú del siglo XXI enfrenta una
serie de desafíos complejos, pero también oportunidades para construir un futuro más
justo y próspero. La historia del país, marcada por la lucha por la justicia social y la
búsqueda de una identidad nacional, nos ofrece una guía para enfrentar los desafíos
del presente y construir un futuro más equitativo y próspero para todos los peruanos.

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