la practica cristiana frente al mal

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La Practica Cristiana frente al mal.

La pecaminosidad de que se habla no consiste tan solo en la comisión de actos


morales ilícitos; es más bien una suerte de predisposiciones psicológica; hondamente
arraigadas en la medula misma, en el corazón de lo humano que obstaculiza el normal
desenvolvimiento religioso.
La conciencia de la propia pecaminosidad hace que la reacción instintiva del
hombre ante la presencia de Dios sea, no la de aproximación confiada, sino la de huida.
Hay una suma, una especie de incompatibilidad entre Dios y el hombre, tanto más
desconcertante e inesperada cuanto que este había sido creado como imagen de Dios. La
fractura abierta entre la representación y lo representado, plasmada incluso físicamente
en un distanciamiento local entre ambos, solo puede ser debida a un proceso de
alienación del ser del hombre, que le ha errado su objetivo, ha roto la comunión y se ha
pervertido.
Desde la concepción de las relaciones individuo grupo, el pecado no puede ser
entendido como un hecho aislado que afecta únicamente a quien lo comete.
El mito de la planta de la inmortalidad era bien conocido en las tradiciones
populares de la región y se conserva aún en el ultimo libro de la Biblia, Ap. 2:7, 22:2,
vivir es más que simplemente existir, es disfrutar de una existencia plenificada por la
comunión con Yahvé.
Un mandato, es decir, de algo que solo tiene sentido si se dirige a un ser libre, en
una esfera de relaciones interpersonales.
Por el mandato se le abre al hombre un espacio de responsabilidad, lejos de ser
expresión discrecional de un autoritarismo arbitrario, simplemente es un recordatorio
del limite connatural al hombre.
El paraíso es la expresión plástica del designio de Dios para el hombre.
La serpiente representa la gran tentación que asechaba al pueblo de Israel...
La desnudez según la mentalidad Bíblica, es signo de degradación, indignidad y
envilecimiento, con la consiguiente perdida de autoridad y autoestima Gn. 9:21, 2
Sm.6:20,22.
Concluido el interrogatorio, Dios pronuncia la sentencia.
La experiencia del pecado contamina cualquier otra experiencia humana; ninguna
zona queda exenta. La perversión de las relaciones modifica la percepción de la
realidad.
El versículo 21 nos sorprende con un rasgo conmovedor, Yahvé mismo viste a los
culpables, mitiga su desnudez con un gesto de premura, tras el que se esconde toda una
promesa de providencia para con el mundo caído.
Génesis 3 tiene un significado pedagógico, en cuanto a objetivación modélica de la
caída; nosotros pecamos como Adán, más no porque Adán peco; Adán sería la
expresión de la unidad originaria de todos los hombres.
El Adán de génesis 3 no es una causa, sino el ejemplar inicial de lo que todos
somos. Génesis 2, 3 no describe solamente lo que es inevitable en la existencia humana,
sino que narra además la entrada de un elemento nuevo en la existencia, que la ha
cambiado en cierto modo. El autor inspirado quiere explicar con esta narración el origen
de los males que hoy oprimen al hombre.
Según los griegos, en el origen del mal el hombre es inocente y los dioses
culpables; según el pueblo de Israel Dios es inocente y el hombre culpable.
Severino Croatto en su artículo ¿Quién pecó primero?, hace referencia al árbol
identificándolo dentro de un plano simbólico, pues el texto (Gn. 2:16,17) no está
diciendo que su fruto o su hoja puede proveer de atributos nutritivos mejorando el
rendimiento intelectual o físico de la persona. Hace referencia a la adquisición de
conocimiento, pero no un mero conocimiento que pueda ser adquirido desde el estudio;
sino del aprehender mediante la experiencia.
La historia de la tentación de Eva y Adán concentra cada uno de los elementos
sobre el estudio de las causas de la caída, a los cuales se asigna el origen del pecado.
El relato de Génesis 3 tiene un sentido aparente, que encubre un verdadero sentido,
en la realidad de un pueblo, en un contexto y en un tiempo determinado.

Si se lee el mito, en cuanto al referente histórico que lo originó en la interpretación


del relato, cabe la posibilidad de estar frente a la situación critica de Israel en tiempos de
Salomón 970-931 a.c. Su devoción por Yahvé (Josué 24:14–24) estaba en crisis,
desviándose hacia otros dioses; por ejemplo, el capítulo 11 de 1 Reyes narra la historia
de Salomón y sus mujeres.

Salomón es considerado por algunos autores el fracaso más colosal en todas las
páginas de las Escrituras. “Porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se
le demandará”. Tuvo la oportunidad más grande que cualquier hombre que viviera tuvo
jamás y le faltó sabiduría. Empezó por no eliminar la falsa religión (1R. 3:3). Tuvo un
harén de mil mujeres (1 Reyes 11:1). David también tuvo un harén, pero el harén de
David fue mayormente político, el de Salomón también tenía fines políticos, además de
culturales
y económicos; pero los medios que utilizó para entablar esas relaciones, hicieron
que su harén tuviera un carácter amoral y licencioso.1

Las realizaciones del reinado de Salomón pertenecieron al ámbito religioso,


económico, y cultural. Orientó su reinado en activas relaciones diplomáticas que entabló
de diversas formas y maneras, y su relación con las mujeres de los pueblos vecinos fue
una de ellas. 1 Reyes 11:1 declara que el rey amó a las mujeres moabitas, amonitas,
edomitas, sidonias e hititas, pues se trataba de mujeres de países en los que Salomón
tenía algún interés económico o político en particular.
Al hacer al hombre a su imagen y semejanza, Dios puso en cada hombre de su
“aliento”, de su esencia, de su carácter, de sus atributos. De esta manera somos
parecidos a Él en la capacidad de pensar, crear, razonar, sentir y decidir, en suma,
somos semejantes a Él en la capacidad de obrar. También somos semejantes a Él en la
capacidad de relacionarnos armoniosamente como varón y mujer. De modo que su
imagen es expresada en la masculinidad y en la feminidad.
Mujer y hombre creados por la misma mano, vivificados por el mismo aliento
divino, dos seres esencialmente iguales y al mismo tiempo diferentes, precisamente por
su carácter sexuado. Barth decía: “Esta analogía de relación no implica una semejanza
completa, sino más bien la correspondencia de lo que no se parece”. 2 La imagen
consiste en la confrontación de los seres humanos como mujer y hombre.

Dios es el original de donde se sacó la copia del hombre, o sea el hombre no sólo
lleva la imagen de Dios sino que es su verdadera imagen. El hecho de que la mujer y el
hombre sean la imagen de Dios los distingue de los animales y de cualquier otra
criatura.

1
Mcgee, Vernon. 1&2 Reyes. A través de la Biblia. Pasadena, CA. 199?. p. 9.
2
Garret, James Leo. Teología Sistemática. T 1. Casa Bautista de Publicaciones. Bielorrusia. 2003. p.
422.
“A imagen y semejanza”, el texto hebreo utiliza dos términos en estos pasajes:
sélem (imagen) y dmut (semejanza). Desde el punto de vista lexical sélem se refiere
más a la forma física, al cuerpo, y hace referencia frecuentemente a una estatua; dmut
orienta a algo más interior o espiritual. Sélem es más visual como lo indica su
etimología de sombra, tal vez los semitas no tenían una representación más concreta y
plástica que la de la sombra, que dibuja espontánea y perfectamente al objeto y es
inseparable de él.
Los dos términos se complementan en cuanto establecen una relación de unidad y
aproximación entre dos seres u objetos. La imagen viene del primer semejante. No
existe sin él, toda su realidad consiste en ser una copia; por lo tanto sin Dios no existen
la mujer y el hombre. La imagen es un existir, la semejanza es como un ir, pero ésta no
es su razón de ser. Ambos se dicen que el “ser así” del segundo manifiesta al primero,
se encuentran.

El pasaje de Génesis intenta definir al hombre con algo muy profundo, el ser
completado por Dios, su origen y su modo de ser. Por su esencia, el hombre “sintoniza”,
se encuentra con su Creador.
Tanto la figura de Eva como Adán tienen la capacidad de producir, de engendrar;
Eva, significa dar vida, Adán proviene del termino adamah que traduce tierra. Por lo
tanto, el ser humano está llamado no únicamente a conocer el mundo en el cual vive,
sino a interpretarlo y a transformarlo. Dios crea todas las cosas y pone ala mujer y el
hombre con todas sus capacidades como administrador.
El Creador en su unidad, creó a la mujer y al hombre como una unidad. La
expresión imagen de Dios, incluye tanto los dones naturales como aquellas cualidades
espirituales designadas como justicia original, es decir, el verdadero conocimiento, la
justicia y la santidad.
Si se analiza el castigo a la luz del concepto que el pueblo de Israel tenía acerca del
mismo, en el hebreo no hay ninguna palabra para decir castigo. Los términos culpa y
pecado pueden indicar la mala acción y también sus funestas consecuencias, es decir, el
castigo, porque, en el fondo, son una misma cosa. La experiencia cotidiana confirmaba
a Israel en su idea del nexo entre el acto y sus consecuencias.

Las consecuencias de la transgresión en el relato mítico del Huerto del Edén y su


paralelo con la época de los reyes, revelan que ese castigo en relación a la muerte tiene
mucho que ver con el concepto de muerte en el ambito de Israel, pues poseían una idea
muy amplia y compleja de la muerte.

Para Israel el dominio de la muerte se extendía dentro de la región de los vivos. La


debilidad, la enfermedad, el cautiverio y la opresión del enemigo son ya una especie de
muerte. Yahvé era más bien quien imponía la muerte al hombre 3. La muerte comenzaba
a hacerse realidad cuando Yahvé abandonaba al hombre, es decir siempre que las
relaciones del hombre con Yahvé se debilitaban.

De esta manera se puede comprender, cuando el texto expresa claramente: “puedes


comer de todos los árboles que hay en el jardín. Pero no del árbol del conocimiento del
bien y del mal. Si comes de ese árbol, te juro que morirás…” (Gn. 2:16, 17 BLA); texto
que se lee en el relato de Gn. 3 en palabras de la mujer, “lo que Dios nos dijo fue: en

3
Rad, Gerhard von. Teología del Antiguo Testamento. Vol. I. 4ª Ed. Ediciones Sígueme.
Salamanca, 1978. p. 476.
medio del jardín hay un árbol, que no deben ni tocarlo. Tampoco vayan a comer de su
fruto, pues si lo hacen morirán” (BLA).

Con claridad se observa el paralelismo entre la situación del pueblo de Israel frente
a Yahvé y el escrito mítico detrás del que se encubre la situación. Hablando de la
separación (muerte) de Dios a razón de inclinarse a dioses (fruto prohibido, la sabiduría)
de tierras extranjeras.

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