Clausewitz de La Guerra
Clausewitz de La Guerra
Clausewitz de La Guerra
ESTRATEGA Y PATRIOTA'
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histórica, Clausewitz aparece ante todo como un represen- la mayoría de sus obras, que fueron publicadas luego de su
tante de los patriotas prusianos, de la pequeña cohorte de muerte por su mujer, Marie von Brühl.
oficiales que, después del desastre de Jena, se plantearon Como contraparte de lo modesto de su acción histórica, fue
como objetivo la reconstrucción del Estado prusiano y la lucha colaborador del hombre que reconstruyó el ejército prusiano
contra el imperialismo francés. Entre esos héroes de la después de 1806, Scharnhorst, amigo de Gneisenau, quien
Erhebung, los Scharnhorst, Gneisenau, Boyen, Clausewitz convenció al mariscal Blücher de retirarse luego de la batalla
ocupa un lugar singular, central en lo concerniente al pen- de Lagnyen dirección al ejército inglés. Estuvo, pues, íntima-
samiento, y más aún en la expresión del pensamiento, y mente vinculado con todos los arquitectos de la reconstruc-
secundario en el orden de la propia acción. ción prusiana y, más que todos, fue el portavoz, el inspirador
En la campaña de 1806, en calidad de oficial ordenanza del o el redactor del partido patriota que trabajaba en la sombra
príncipe Augusto, combatió valientemente en la retaguardia por la revancha y que se esforzaba en vano por hacer desistir
del ejército derrotado y finalmente cayó prisionero. Abando- al rey Federico Guillermo III de celebrar la alianza con N apo-
nó el servicio de su rey en 1811 para ponerse al servicio del león en vísperas de la campaña de Rusia.
zar. A pesar de las leyendas, no parece que el retiro del ejé- Para la mayoría de los comentaristas actuales, Clausewitz
rcito ruso, el rechazo de éste a librar batalla en la frontera, o es ante todo el autor de Vom Kriege, el estratega, contempo-
a la altura de Smolensk, deban inscribirse en el crédito de ráneo de las guerras de la Revolución y del Imperio, quien
Clausewitz. Él mismo escribió varias veces que, al desconocer elaboró a la luz de su experiencia una teoría que atravesó los
la lengua rusa, no estaba en condiciones de desempeñar un años y fue leída con la misma pasión por los oficiales de Estado
papel importante. Sin embargo, contribuyó con la convención Mayor y por Len in. Hoy me ocuparé del patriota prusiano, del
de Tauroggen, mediante la cual el cuerpo prusiano, comanda- hombre que era, ante todo, un pensador, que redactaba los
do por el general Von York, bajo las órdenes del mariscal Mac planes de guerra, que inspiró el edicto de Koenigsberg, en
Donald, recuperó su libertad y se declaró neutral. Tomó parte 1813, sobre el ejército territorial y la leva masiva, el que le dio
en las primeras batallas de la campaña de 1813, en Grosskorch al patriotismo de los prusianos, traumatizados por la catástro-
por ejemplo, pero en 1814se encontraba en la legión alemana, fe, la expresión más elocuente, al mismo tiempo romántica y
vinculada con el ejército ruso, al margen de los acontecimien- razonada.
tos decisivos que se desarrollaban en Leipzig y Francia. En
1815, como jefe del Estado Mayor del general Von Thielman,
jefe de cuerpo enfrentado al cuerpo francés de Grouchy, fue I
acusado de dar consejos de prudencia y permitir al general
Grouchy escapar y devolver sus tropas en buen orden a Por su familia, por su formación, Clausewitz fue ante todo un
Francia. Después de la caída de Napoleón, ya no tuvo ocasión patriota prusiano, un admirador de Federico el Grande, y lo
de ejercitarse en los campos de batalla. Dirigió la Escuela de siguió siendo durante toda su vida. Su padre, Friedrich
Guerra durante doce años; se trataba de una dirección más Gabriel, décimo hijo de un profesor de teología en Halle,
administrativa que intelectual, puesto que renunció a aplicar sirvió en el ejército prusiano durante la Guerra de los Siete
el plan de reforma de estudios que había redactado. Fueron Años como oficial. Habría abandonado el ejército luego de la
años de semirretiroy de desgracia, durante los cuales redactó guerra a causa de una herida en la mano. Según los historia-
dores, debió aceptar un modesto puesto de funcionario porque
indica el libro, la primera cifra en arábigos se refiere al capítulo, las dos no pertenecía a la nobleza. La familia de Clausewitz incluía
cifras de página designan, respectivamente la página de la traducción (por una gran cantidad de teólogos o de funcionarios judiciales,
Denise Naville, Ed. de Minuit, 1955) y la de la edición publicada en Berlín pero a ningún militar antes del padre de Carl. Se piensa que
tMinisterium fur nationale Verteidigung, 1957). Cuando figura una sola
cifra de página, remite al texto alemán. Cuando la traducción francesa
el suegro de Friedrich Gabr iel, el mayor Von der Hundt, que se
fue rehecha por Raymond Aron, se lo indica (trad. R. A.). La traducción había casado con la viuda del teólogo de Halle luego de la
de Julien Hervier se indica (trad. J. Hervier). muerte de éste, le habría procurado un ascendiente noble a
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Friedrich Gabriel y le habría inspirado la pasión por el Nada hay que tema tanto como la paz; cuanto más fuerte sea
ejército. Sea como fuere, el propio testimonio de Car! no deja el deseo de conseguirla, más peligrosa resultará. Es el sueño
dudas: de hecho, vivió en el culto al gran Rey y a su ejército. de un hombre que se encuentra en peligro de perder la vida, en
Tres de los cuatro hermanos de Clausewitz ingresaron al medio de un frío que lo paraliza; si cede a la voluntad de la
ejército y accedieron al grado de general. El cuarto eligió en naturaleza, será para ya nunca levantarse.'
principio la profesión de teólogo.
El mes siguiente, el 31 de julio de 1807, cuando se entera
Su padre (de Clausewitz) era un oficial de la Guerra de los de las cláusulas de la paz, desde Soissons da libre curso a su
Siete Años imbuido de los prejuicios de su condición; en el desesperación:
hogar paterno sólo frecuentó a oficiales, y éstos no eran los más
cultivados ni los más abiertos. A partir de los trece años, él ¡Qué niño he sido! ¿Podía esperar otra cosa? ¿He estado
mismo se convirtió en soldado, participó en las campañas de esperando otra cosa? ¡No!Y, sin embargo, soy como un deses-
1793 y 1794 contra Francia y toda esta primera parte de su perado que todo lo ha perdido en un instante y para siempre.
servicio, hasta 1800, le impidió impregnarse de ninguna otra ...) Pero con qué comparar este momento en que el destino de
opinión que no fueran las que anidaban en el ejército, que un gran Estado se decide en última instancia, cuando de
reafirmaban la excelencia y la superioridad del ejército pru- pronto aparece, despojado de todas las joyas con que lo había
siano y de su organización. Asimismo, el sentimiento nacio- engalanado un siglo entero, en su desnudez casi natal. Lo que
nal, e incluso el sentimiento de casta, fueron desde el origen demandó tanto gasto de talento, de esfuerzos y de cuidados,
tan fuertes y tan arraigados en el autor que nunca podrían lo que tanta sangre costó, toda la grandeza, toda la felicidad
haber resultado de una educación proporcionada por la vida.2 de nuestra dinastía, todo eso es sacrificado para pagar el
tributo de nuestra debilidad.'
En el origen, el patriotismo de Clausewitz se concentraba
en el ejército y en el Estado, ya que este último era insepara- Cinco años después, en el manifiesto de 1812,los Bekenntnis-
ble del propio Rey; era prusiano, pues, y no alemán. También se, Clausewitzjustificará mediante el análisis político y militar
experimentó, por cierto, un patriotismo o un nacionalismo a los adversarios del tratado con Francia y exaltará hasta el
alemán: cuando, después de Jena, cotejaba a los franceses límite, con una elocuencia apasionada, el honor de la resistencia
vencedores con los vencidos, los comparaba con los alemanes hasta el final. Allí denunciaba la inclinación a la sumisión de la
Y no con los prusianos. Acaso, para simplificar, se puede decir clase dirigentey de la opinión pública: "Así es como los verdade-
que su patria cultural era Alemania y que su patria política ros patriotas, los únicos cuyas intenciones con respecto al Rey
era la Prusia de los Hohenzollern. son buenas y leales, son puestos en la picota de la opinión
El derrumbedesu patriapolítica, en 1806, fueparaél un golpe pública, y como la inconsecuenciay la maldad de seres pusiláni-
al corazón. El ejército de Federico, el ejército en el que esperaba mes e interesados, y de viles egoístas, los acusan de ser
cosechar los laureles de la victoria, estaba roto en pedazos y el miembrosdeunaligadirigidacontraelEstadoyelRey".'Deesas
propio Estado se desmoronaba o parecía desmoronarse. célebres profesiones de fe, extraigo algunas líneas:
Ese traumatismo, muy lejos de abatirlo, impulsó sus
sentimientos y su voluntad al extremo: "bis zum aussersten" Creo y profeso que un pueblo no tiene nada más elevado para
para emplear la expresión favorita del propio Clausewitz. respetar que la dignidad y la libertad de su existencia (...), que
Desde ese día predicó en toda circunstancia la resistencia a la marca infamante de una cobarde sumisión nunca se podrá
borrar. >'
Napoleón hasta el extremo de ensombrecer a veces su
habitual clarividencia. El 28 de junio de 1807 -tres días Que esta gota de veneno mezclada con la sangre de un pueblo
pasa a su descendencia para paralizar y minar la energía de
después de la entrevista entre Napoleón y el zar en el Nie- las generaciones venideras.
men-, le escribía desde Soissons a Marie von Brühl:
' Iíd., pág. 216.
' Marie-Louise Steinhauser, Carl von Clausewitz, de la Révolution a 'Ibtd., pág. 219.
la Restauration: écrits et lettres, París, Gallimard, 1976, págs. 444-445. • Ibtd., pág. 276.
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Que el honor del Rey y del gobierno se confunde con el honor del prusiano de Clausewitz durante los años de la humillación,
pueblo y que es su única prenda de salvación ...) luego de la batalla y de la victoria, permaneció fiel a lo que
Que incluso el naufragio de esta libertad al cabo de una lucha había sido siempre, con un apego incondicional al Rey y al
sangrienta y honorable sigue garantizando el renacimiento de ejército. Expresó varias veces la idea de que eventualmente
un pueblo ...• era preciso abandonar al territorio para salvar al ejército. Por
ejemplo, en un memorando redactado probablemente entre
El segundo y el tercer manifiesto, por mejor argumentados noviembre de 1807 y marzo de 1808, Clausewitz escribía:
que estuvieran, leídos retrospectivamente dejan por lo me-
nos al espíritu del lector en la duda. Por ejemplo, Clausewitz Mi idea consiste en que es preciso sacrificar totalmente un
encara no solamente la Landwehr, la milicia o las tropas de Estado que ya no es posible defender a los efectos de salvar al
reserva, sino también la leva masiva, lo que él llamaba el ejército. Por eso, entre las tropas que ese Estado puede poner
Landsturm o, en Vom Kriege, la Volksbewaffnung. Se puede en pie, selecciono un ejército bien organizado de entre cincuen-
considerar a Clausewitz con toda razón como uno de los ta y sesenta mil hombres, cuya conservación durante todo el
teóricos de la guerrilla, de la insurrección popular. Pero el transcurso de la guerra será mi preocupación dominante, un
hecho es que ni en Alemania, a pesar del edicto de Kéinigsberg ejército que represente por mí el reino que habría perdido y,
de 1813, ni en Francia, en 1814 o en 1815, el pueblo se alzó si se mantiene con una cierta fuerza hasta el final de la guerra,
que sea siempre para mí una letra de cambio con sólida
contra el invasor o el ocupante. Fue en España y en Rusia, los garantía, para presentar como restitución de mi reino, tanto
países más pobres, donde las tropas, que vivían en el país, más completo en la medida en que ese ejército aún sea más o
impulsaron a los campesinos a la exasperación. La rebelión de menos temible. ( ... ) Si, por lo tanto, el ejército prusiano no se
la Vendée también había impresionado a Clausewitz, pero se puede abrazar con el Estado sin perecer con él, si el naufragio
trataba de una guerra civil, de un motín. Por lo demás, la del Estado es ineluctable, me parece que se puede oponer el
objeción mayor que el estratega Clausewitz hubiera podido ejército al Estado y afirmar que es más sensato confiar al
plantearle al patriota Clausewitz se encuentra, desde su primero los derechos del monarca que plegarlos a este último.•
Juventud, en el texto publicado con el título Estrategia, en
1805: "Si alguna vez Bonaparte viniera a Polonia, sería más El otro aspecto de lo que se llamará su patriotismo o su
fácil de vencer que en Italia y en Rusia, y daría por segura su nacionalismo es la reivindicación de los méritos o las virtudes
pérdida".' El rey de Prusia, al facilitarle a Napoleón la del pueblo alemán frente a los del francés. En sus cartas desde
campaña de Rusia, empujaba a su enemigo hacia el abismo. Francia a su prometida, cuando estaba prisionero junto al
Quizá los consejeros que lo apartaron de los patriotas no iban príncipe Augusto, multiplicaba las comparaciones entre los
tan lejos en su pensamiento. Clausewitz no se equivocaba al dos pueblos. En carta del 5 de abril de 1807 contaba su visita
c ondenar la desconsiderada esperanza de una liberación al Instituto de sordomudos de París:
debida a la obra del azar". En esa coyuntura habría podido
recordar las lecciones de Maquiavelo. Sea como fuere, los El Instituto de sordomudos de Berlín significa un hermoso
acontecimientos no le quitaron la razón al Rey. El cuerpo triunfo frente al de París. He escuchado a Metternich afirmar
prusiano, en el ala izquierda, no tomó parte en los combates. que de las tres instituciones de esta clase, la de París, de Viena
Luego de la destrucción del Gran Ejercito, recurrió a la y de Berlín, esta última era la mejor. Lo que no impide que nadie
ignore el nombre del abad Sicard, mientras que nadie sabe
retirada y, tras un acuerdo de neutralidad firmado por dos quién es el profesor Eschke. Debo a mi propia confusión el no
generales prusianos, uno a las órdenes del" zar el otro haber visitado la institución berlinesa. Lo que demuestra la
actuando por cuenta propia, reanudó la lucha contra Napo- habilidad de los franceses para valorizar su mercadería."
leon.
A veces extremado en su expresión literaria, el patriotismo
' lbld., pág. 278. Ibid., pág. 241 y pág. 244.
1bid., pág. 25. • Ibld., pág. 208.
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Después de esta introducción, poco digna de Clausewitz, se La catástrofe de 1806 debía traumatizar tanto más a un
deja llevar por el interés de la educación del sordomudo, "la oficial como Clausewitz en la medida en que Prusia se había
creación de un hombre moral debida a la mano del filósofo"1o elevado al rango delas grandes potencias debido a su ejército,
La comparación de la respectiva declamación de los actores a las hazañas de Federico II. Despojados, por así decirlo, de su
fra nceses y alemanes quizá sea válida; me falta competencia patria, Clausewitz y su prometida encontraban refugio en su
para juzgarla. Pero concluye en consideraciones sobre los cultura, en sus filósofos, en sus poetas que, ellos sí, pertene-
respectivos caracteres nacionales. Por ejemplo: "La lengua cían a Alemania más que a Prusia. De ahí la moda de las
francesa, que no tiene fama de armoniosa, tampoco es dema- comparaciones entre ambos pueblos. La de Clausewitz no me
siado sonora, y utiliza esta cualidad con coquetería, con toda parece ni superior ni inferior a la de muchos otros. Veamos
la vanidad propia del carácter nacional".11 algunas muestras típicas del género:
Así, el patriotismo prusiano de Clausewitz se vuelve alemán ¿Cuál seria, entonces, el resultado final de esas observacio-
desde que se afianza frente a los franceses. En el manifiesto nes? Hay que reconocer que el francés, de naturaleza limitada
de 1812, aboga por la Landsturm y la Volksbewaffnung, y y poco ambicioso, vanidoso por añadidura, es mucho más fácil
refuta la opinión según la cual el pueblo alemán sería incapaz de integrar en un conjunto uniforme, que se pliega mucho
de llevar a cabo la guerra popular, al ser inferior a otros mejor a los objetivos de su gobierno y que es, en consecuencia,
un instrumento político mucho mejor que el alemán, con su
pueblos, en particular al francés. Al respecto, se lo sigue de espíritu impaciente ante todo límite, con la diversidad y
buen grado cuando escribe: "Por lo general, resulta enojoso originalidad de los caracteres individuales, su gusto por el
comparar la inteligencia de una nación con la de otra", 12 y razonamiento y la incansable aspiración que lo hace tender
menos fácilmente cuando resume en algunas fórmulas las hacia un objetivo sublime que él mismo se ha propuesto."
respectivas cualidades y debilidades de la lengua francesa y la
alemana, pese a que se le reconozca alguna pertinencia. Hombre de la práctica contra hombre del pensamiento.
Uniformidad de los franceses contra la rica diversidad de los
Una persona que habla francés me causa la misma impresión alemanes. No consigo o) vidar el chiste de Georges Pompidou,
que una mujer con vestido de miriñaque. Los movimientos presidente de la República: c ómo gobernar un pueblo que
naturales del espíritu, como por otra parte los del cuerpo, produce más de trescientos quesos diferentes?
quedan disimulados bajo formas rígidas. La lengua alemana
es un vestido amplio donde se percibe cada movimiento del El opúsculo concluía con un cotejo entre dos paralelismos,
cuerpo, por lo tanto, también los movimientos torpes y algo romanos/griegos y franceses/alemanes: "Así como los roma-
zafios de los seres a los que el destino no ha favorecido.13 nos parecen haber tenido muy exactamente esta marcada
superioridad frente a los griegos, la misma que los franceses
No me interesa discutir aquí el opúsculo redactado por poseen con respecto a los alemanes en las relaciones prácticas
Clausewitz luego de su estadía en Francia. Su condición de de la vida política, de la misma manera resulta incuestionable
prisionero, por más benigna que fuera con respecto a las que los griegos tenían una individualidad mucho más rica y
practicas de nuestro siglo, no lo incitaba en absoluto a la hermosa que constituía una ventaja que tampoco se puede
simpatía o incluso a la objetividad con respecto al pueblo negar en los alemanes comparados con los franceses".15
cuyos soldados ocupaban su país. Quisiera confesar de una vez Algunas décadas después, los franceses derrotados en el
por todas mi alergia ante esa especie de literatura, por más campo de batalla también se complacían con imágenes histó-
que no haya desaparecido y que corre el riesgo de persistir en ricas. En mi época, los franceses nunca se habrían considera-
tanto los grupos humanos se enfrenten. do superiores a los alemanes en los asuntos prácticos, en
''Ibid.
' Karl Schwartz, Leben des Generals von Clausewitz und der Fra u
" lhíd., pág. 203.
Marie von Clausewitz, Berlín, Ferd. Dümmler, 1878, t. 1, pág. SG (Trad.
" /bid., pág. 301.
R. A.).
' 1id., pág. 302.
+· Ibid., pdg. 88. (Trad. J. Hervir).
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particular en la política. Por el contrario, habrían sido coloca- Recapitulemos las reformas renlizadas en Prusia y en los
dos de buen grado en lugar de los atenienses frente a Esparta Estados de la Alemania del Sur a partir de 1806. La gran
y a los griegos frente a los romanos. masa del pueblo, el campesinado, hal,ía accedido entonces a la
Dejémosle a los historiadores y a los sociólogos el estudio de libre propiedad; la nobleza había perdido los privilegios que
esos estereotipos nacionales tanto en la opinión pública como en la exceptuaban de impuestos y servicios personales; los mo-
los pensadores. Digamos unas palabras para concluir esta nopolios y restricciones que codificaban el ejercicio de las
primera parte. ¿Cuál fue la actitud de Clausewitz con respecto profesiones habían sido abolidos; u partir de entonces, los
plebeyos podían postularse para cualquier función; las contri-
a la unidad alemana? Todos conocen el estudio inconcluso, buciones en especies, pesadas para las espaldas de ciertas
titulado Umtriebe, el más interesante, el más rico de los escritos clases, habían sido abolidas y su carga se repartía entre el
políticos de Clausewitz, el único que no se limita a las relaciones conjunto. Todas esas medidas habían sido objetivos de la
entre las potencias y que, por el contrario, encara con mirada Revolución francesa; esos mismos objetivos se habían alcan-
englobadora el origen de la Revolución francesa, las repercusio- zado entonces en Alemania sin convulsiones violentas."
nes de ésta sobre la condición de Alemania y, finalmente, el
futuro de los Estados alemanes. Clausewitzjuzga tanto más severamente la agitación, las
No sin razón, Delbrück escribía que Clausewitz había captado turbulencias, los Umtriebe, dado que Alemania, luego de la
algunas de las causas de la Revolución francesa, causas que destrucción del imperio francés y del restablecimiento de las
Alex:is de Tocqueville desarrollará después: la declinación del antiguas fronteras, sólo aspiraba a la tranquilidad. Ahora
papel de la nobleza, la concentración del poder monárquico, la bien, las dos reivindicaciones, las dos ideas que estaban en el
ampliación del poder administrativo, la tensión resultante entre origen de esa agitación eran, por una parte, la unidad alema-
estados y clases sociales, la opresión del campesinado, en suma, na y, por la otra, la generalización de constituciones parla-
el desorden, el favoritismo y el despilfarro en la administración mentarias en los Estados alemanes. Clausewitz condenaba
de ese gobierno. En Alemania, pensaba Clausewitz, la evolución con el mismo altivo desprecio cada una de esas ideas. No se
de las clases había sido análoga, pero la alta nobleza había trataba de que fuera hostil, en tanto prusiano, a una Alemania
accedido a la soberanía territorial y, como consecuencia, no unida: el patriotismo alemán, y no solamente el prusiano, lo
suscitó envidia; en todos los pequeños Estados, los abusos animaba contra los franceses. Pero detestaba la utopía:
administrativos no podían alcanzar las mismas proporciones. La
mayoría de los Estados alemanes eran administrados con una Para Alemania hay un solo camino que lleva a su unidad
economía de buen padre de familia. Alemania no necesitaba política: es la espada, si alguna vez uno de sus Estados somete
una revolución comparable con la de Francia y pese a que los a los demás. Pero aún no ha llegado el tiempo de semejante
hombres de letras se sintieran tocados y a veces entusiasma- sometimiento, y si ocurriera, no es posible, en este momento,
dos por las ideas revolucionarias presentadas como las ideas prever cuál de los Estados alemanes dominará a todos los
demás.'i
de la Razón, la evolución de la política en Francia y las
conquistas de los ejércitos en el exterior desilusionaban a los
En ese punto, Clausewitz no se equivocó; la unidad política
espíritus más afectos a las ilusiones. La unidad del pueblo
alemana se realizó mediante la espada y el fuego. No denunciaba
alemán nació de un sentimiento nacional que se expresó en
esta aspiración por hostilidad a esa unidad en tanto tal: la
el deseo de ver a los franceses vencidos y a Alemania que
recuperaba su independencia. consideraba prematura y sobre todo formaba parte del programa
de los letrados o intelectuales y de la juventud. La unidad de
Al satisfacerse el deseo de liberarse del yugo francés, se
podía esperar un período de tranquilidad y equilibrio, más aún Alema nia iba de la mano con la Constitución parlamentaria. Y
dado que las profundas transformaciones habían dado fin a Clausewitz detestaba esta última, mientras que consideraba tan
una masa de desigualdad abusiva, con lo que se acercaba solo provisoriamente imposible a la primera.
discretamente al objetivo al que, según se consideraba, debía
llevar la Revolución. " M.-L. Steinhauser, op. cit., págs. 400-401.
• 1id., pág. 402.
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Por lo tanto, no era absolutista: se consideraba, se creía ignorancia de los letrados en cuestiones de asuntos publicos,
liberal, en el sentido que esta palabra tenía en Alemania y en no por ello se convertía en adversario del régimen represen-
Francia. Estimaba que los Estados alemanes estaban bien tativo. Por el contrario: veía en éste la expresión normal de
administrados, con monarcas benévolos, en los que cada cual, la era democrática y una barrera contra la tirana. Clausewitz
según su clase, se dedicaba a sus asuntos. Las invectivas de consideraba que Alemania había cumplido las reformas nece-
la juventud alemana contra esta vida estrecha, razonable, sarias sin conmociones y que las distinciones tradicionales de
tradicional, apacible lo irritaban o, para decirlo mejor, no las condición podían persistir. Los monarcas necesitan represen-
podía aguantar. El advenimiento de un parlamento no prome- tantes de los medios esclarecidos, los hombres más distingui-
tía una mejor administración ni una mejor política. Ejercía un dos, pero no una Asamblea elegida, entregada por eso a la
atractivo en los letrados y en la juventud. agitación y a la intriga.
No juzguemos a Clausewitz a partir de las ideas dominan-
Bast.a con observar detalladamente la historia de la Revolu- tes hoy en día. En su tiempo, Clausewitz, oficial prusiano,
ción francesa en la época de sus Asambleas nacionales para patriota alemán contra la dominación francesa, lector de
ver cuán real es ese efecto. Había entonces una proliferación Schiller y Ka nt, pertenecía al partido reformador después de Je-
de vida Y actividades, intrigas y enfrentamientos luchas y na, pero esas reformas seguían siendo esencialmente sociales
éxitos, temor y esperanza, terror y alegría, solidaridad entre y no afectaban en absoluto al régimen político como no fuera
amigos y un encarnizado acoso al enemigo, ese entusiasmo para racionalizarlo, para mejorar su funcionamiento y efica-
que suscita el individuo y que arrastra a los demás y, final- cia. No negaba la necesidad de una comunicación entre el
mente, alguna que otra intervención tan hábil como violenta,
toda una vida política rica y floreciente que evoca el Foro de la pueblo y el poder, comunicación indispensable para el propio
Roma antigua y las plazas públicas de Atenas. Ante un tal Estado en períodos de crisis. Pero esta comunicación no
espectáculo de la vida civil, el hecho de ocuparse tranquila- implicaba elección ni parlamento. Otras instituciones, y no el
mente de sus asuntos privados adoptaba forzosamente la parlamento, aseguraban esta comunicación sin "sacar partido
figura del estancamiento, y en ese sentido es preciso escuchar- de los grandes intereses del Estado".7 El ciudadano debía
los deplorar infinitamente la indolencia y la inercia de su estar integrado al Estado, en el nivel de sus grandes intere-
época.•• ses, pero no por intermedio de los pequeños intereses que
alimentan la vida parlamentaria. EntreJenay la reanudación
La polémica de Clausewitz contra los letrados los Gelehr- de la guerra, tal vez fue impulsado por la pasión antifrancesa,
ten, nosotros diríamos intelectuales recuerda la de Alexis de por el espectáculo de la aventura napoleónica, hacia concep-
Tocqueville contra los hombres de letras en El Antiguo ciones más osadas. En una de sus cartas habla de la revolución
Régimen y la revolución. Pero deduce de ello una conclusión que impulsa a los pueblos y que barrerá a los monarcas ciegos.
muy diferente a la de Tocqueville. La agitación de los letrados Sin embargo, no estoy seguro de que el conservadorismo del
Y de las ligas de jóvenes le parecía superficial, sin otros que se acusa al autor de Umtriebe se conjuga con el reformis-
argume ntos que no fueran palabras, "tendencias, principios, mo del patriota de 1808 o 1809. En la crisis de 1819, a propósito
opiniones, designios, aspiraciones, derechos, deberes, arbi- de la Landwehr, se expresaba en los mismos términos que
trario, opresión" o también nociones como "espíritu de la diez años antes. Había detestado a los Gelehrte seducidos por
Ppoca", "pueblo".19 Los acontecimientos le dieron la razón las ideologías francesas y enamorados de las repúblicas
durante un siglo; la tentación parlamentaria de 1848 fracasó antiguas; los detestaba cuando la guerra contra Francia fue
lamentablemente. El Rechtsstaat y la buena administración ganada porque, a su juicio, Alemania no necesitaba una
parecían satisfacer los deseos de la masa de la población. El revolución ni una constitución.
culto prusiano, clausewitziano, del ejército sobrevivió en el im-
perio wilhelmiano hasta 1917. Tocqueville, que advertía la
•• íbid., pág. 406.
•• lbid., pág. 410. a 1fd., p á g. 406.
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II una posición favorable, a veces en frentes inversos. Otros,
como Georges Gilbert, que tuvo su momento de gloria, le
Tanto en su condición de estratega como en la de patriota, reprochaban a Clausewitz que se contradijera al manifes-
Clausewitz no dejaba de ser un hijo de su época. Recorde- tar la fuerza superior de la defensa después de predicar la
mos los acontecimientos que suscitaron la mayor parte de audacia, la ofensiva, la brutalidad de la acción, el choque
sus ideas. Los hombres de la Vendée y los españoles le directo. Son críticas de sentido contrario: o bien habría
enseñaron los recursos de la Volksbewaffnung. Formado subestimado la capacidad de maniobra poniendo el acento
en el ejército de Federico, donde los grados de oficial en lo doctrinario de la batalla decisiva, de aniquilamiento
estaban reservados para los nobles, participó siendo aún un que, por sí sola, sella la suerte de una campaña, o bien
niño de doce años en la primera campaña contra las tropas habría proclamado, equivocadamente, la fuerza superior de
de la Revolución francesa; llegó a comprobar la transforma- la defensa.
ción de la guerra, la participación del pueblo, por lo tanto, Abandonemos esas controversias y busquemos una res-
la desaparición de la guerra galana o guerra de gabinete. puesta a la pregunta que debe ocuparnos exclusivamente.
Justamente, concluyó que todas las guerras del futuro ¿En qué difiere Clausewitz fundamentalmente de cualquiera
serían nacionales, pero que no necesariamente estarían de sus contemporáneos que, al igual que él, también comen-
acompañadas por la Volksbewaffnung. La oposición entre taron las metamorfosis de la guerra y el significado, para el
las guerras dinásticas y las guerras nacionales saltaba a la futuro, de los acontecimientos que conmovieron a Europa
vista: ocupa un lugar importante en Vom Kriege. No se entre 1792 y1815? En su obra justamente clásica, G. Ritter
manejan de la misma manera los dos tipos de guerra; una señala al pasar que la fórmula de las relaciones entre la
Y otra están condicionadas por las situaciones históricas. El política y la guerra expresaba en esa época una verdad
poder de la capacidad defensiva que ya reconocía antes de evidente y que la contribución mayor de Vom Kriege, en
la campaña de Rusia le fue confirmada por la destrucción verdad nueva y de naturaleza sorprendente, fue la noción de
del Gran Ejército, destrucción imputable más a la distancia la guerra absoluta (o abstracta, o ideal, o filosófica). Los
y al invierno que al ejército ruso. Napoleón y sus victorias hombres que asistieron a las campañas de los franceses a
relampagueantes le sugirieron las reglas de la ofensiva, el través de Europa, al derrumbe de las dinastías, al surgimien-
ataque directo, brutal, tan rápido como fuera posible, con to de repúblicas efímeras, no pudieron dejar de comprobar el
la batalla de aniquilamiento por objetivo. entrecruzamiento de la política y la guerra, la primera
En este punto, los vínculos entre la experiencia vivida y creando ocasiones para el choque de los ejércitos y éstos, a su
la teoría parecen tan íntimos que ciertos comentaristas vez, modificando el mapa de Europa y los regimenes interio-
presentaron a Clausewitz como un intérprete de la práctica res de los países. Ya se tratara de las relaciones entre la
napoleónica. De ahí las controversias entre escritores política y la guerra o de la noción de guerra absoluta,
militares franceses y alemanes acerca de la relación entre Clausewitz extrajo de sus experiencias los pilares de su
Napoleón y Clausewitz, para saber si Clausewitz había construcción teórica.
comprendido e interpretado exactamente la modalidad de En varios sentidos, la subordinación de la guerra a la
Napoleón, si había predicado la doctrina napoleónica. No política cae, por así decirlo, por su propio peso. Las guerras
soy un historiador de la guerra ni un especialista en la salen de los conflictos entre los Estados, y los jefes de Estado
estrategia de las guerras de la Revolución y del Imperio; asumen la responsabilidad de los mismos, los comienzan y los
resultaría presuntuoso para mí decidir entre las diferentes terminan. Resulta asimismo obvio que los cambios de régi-
versiones de lo que unos y otros consideran como esencial. men modifican la organización de los ejércitos y las alianzas
Algunos oficiales franceses que escribieron a comienzos de tradicionales (suponiendo que una alianza merezca ser ca-
siglo le reprochaban a Clausewitz que hubiera subestimado talogada como tradicional). Clausewitz va más allá de las
las maniobras de Napoleón, la amenaza a las líneas de proposiciones banales en dos direcciones: por una parte
comunicación del enemigo a los efectos de librar batalla en afirma , según una expresión famosa, que "en el seno de la
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política es donde se desarrolla el germen de la guerra: los Esta distinción -el táctico tiene como objetvo la veto-
lineamientos de ésta se esbozan secretamente ya en la ria, el estratega y, más aun, el jefe de Estado tiene n como
política, así como las propiedades de la criatura viva ya se objetivo resultados políticos por medio de batallas y victo-
encuentran en el embrión"." Por otra parte, hace perfecta- rias- permite instalar la noción de guerra absoluta. E'sta
mente explícita la doctrina según la cual el manejo de la noción, que difiere de la de guerra total, le fue sugerida por
guerra le corresponde al jefe de Estado. Cuando el jefe militar las guerras napoleónicas. Sin la experiencia, escribía, se
de la guerr a -el estratega- se confunde con el jefe de Estado, podría apartar esta noción como si fuera un fantasma o una
lo que fue el caso de Federico II y de Napoleón, ninguna fantasía de la imaginación. "... Se podría dudar de la
querella puede surgir. Por el contrario, cuando las dos realidad de nuestra noción, de su esencia absoluta si no
funciones son ejercidas por dos personalidades -el mariscal hubiéramos visto en nuestros días la guerra real en su
Daun y Maria Teresa, el mariscal Von Moltke y Bismarck, perfección absoluta."22 La guerra absoluta implica la utili-
consejero de Guillermo I-, las querellas de precedencia o, zación por parte de los beligerantes de todos sus recursos,
más bien, de reparto de responsabilidades y jerarquía surgen más aún, la decisión de los Estados enfrentados de ir hasta
con facilidad. Bismarck no deseaba entregarle al Consejero el final, así como los luchadores llegarán hasta el límite de
militar del monarca una autoridad incondicional sobre las sus fuerzas, cada uno de ellos decidido a derribar y a
operaciones militares entre la declaración de guerra y la inmovilizar a su adversario.
firma de la paz o el armisticio. Rechazaba la concepción de La noción de la guerra absoluta se deduce de la llegada
Moltke que era, en gran medida, la del gran Estado Mayor hasta los extremos, del carácter inevitable de la escalada, del
alemán: una vez que la guerr a había sido declarada, la modo en que corresponde a la imagen simplificada de los
dirección le correspondía aljefe del ejército hasta el día que luchadores en la liza, uno y otro animados por la pasión o la
el jefe de Estado decidiera la suspensión de las hostilidades. clara voluntad de imponer su voluntad al otro. La lucha, el
Clausewitz se oponía a esta concepción por razones tanto duelo, permiten captar la esencia de la propia guerra, pero de
teóricas como prácticas. Los intereses militares de un una guerra abstracta o filosófica, irr eal como si estuviera
Estado son efectivamente primordiales desde distintos concentrada en el espacio y el tiempo, instantánea y definiti-
puntos de vista, pero pese a todo siguen siendo parciales. va, fuera del conjunto continuo de las relaciones entre los
El jefe de Estado es quien está en condiciones de encarar el Estados. La guerr a absoluta sigue siendo política en la medida
conjunto de la coyuntura, la pluralidad de los intereses en que expresa la hostilidad absoluta entre los beligerantes,
para deducir de ello el interés último, en función del cual pero nunca coincide con una guerra real: el Estado nunca se
tomará la decisión. reducirá a la simplicidad del luchador. El Estado tiene un
pasado y un futuro, debe tener en cuenta a su pueblo y los
Otro análisis ilumina el pensamiento de Clausewitz: la noción albures deljuego militar. Debe canalizarlas pasiones popula-
de victoria, escribía, surge de la táctica, no de la estrategia. res y, en la medida de lo posible, someter a la inteligencia el
En otros términos, el estratega y a fortiori el jefe militar no juego o la audacia del jefe militar.
se orienta a la victoria en tanto tal; pretende, por los medios Así resultan reunidos en un solo sistema las dos ideas más
militares (entre otros) obtener ciertos resultados. El táctico populares: continuación de la política por la guerra, riesgo de
tiene un deber preciso: utilizar del mejor modo las fuerzas llegar hasta los extremos. Toda guerra está condicionada por
militares asu disposición a los efectos de conseguir la victoria. la naturaleza y la gravedad de los conflictos entre los Estados;
El estratega utiliza los combates y las victorias a los efectos le corresponde al jefe de Estado discernir, en función del
de un fin que el jefe de Estado determina y que no se confunde contexto político, la forma que adoptará la prueba de fuerza
con la victoria militar, y no siempre exige la destrucción de las y elaborar su plan de guerra en función de !ajusta apreciación
fuerzas armadas del enemigo. del contexto. No debe ignorar el permanente riesgo de llegar
De la guerre, II, 3, pág. 117 (Trad. J. Hervier). .,, lbíd., VIII, 2, pág. 672 y pág. 695.
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hasta los extremos, ni tampoco debe ignorar el carácter nuevo es que elevaba las fuerzas morales al nivel de los
irreal, ideal, de llegar a los extremos. La mayor parte de las parámetros teóricos. Éstas ya no figuraban como factores
guerras de la historia, pese a su diversidad, raramente se han extrínsecos, aleatorios, poco calculables, que los teóricos
acercado al modo absoluto. no tratan de la misma manera que las cantidades materia-
Clausewitz no dudaba de que, en el futuro, los beligeran- les o las maniobras.
tes corrían el riesgo de ser llevados a los extremos por las La ampliación del campo propio de la teoría iba acompaña-
mismas fuerzas que él había vivido en las guerras. Una vez da por una distinción entre la teoría y la doctrina; en oposición
que los diques que contenían a la violencia de los conflictos a H. von Bülow e incluso a Jomini, la teoría estratégica se
armados eran arr ancados por las tempestades, nada resul- presentaba ante todo como un estudio racional de las guerr as,
taba más difícil que volver a construir esos diques. "Se racional por el rigor de los conceptos, racional también por
coincidirá en que tenemos razón al decir que los diques que recurrir incesantemente a la experiencia. No se trataba de
obedecían solamente al hecho de que no se tomaba concien- una enseñanza dogm ática. Los profesores no creaban me-
cia de lo que era posible, difícilmente se dejen reconstruir diante órdenes a los Condé o a los Federico II, sino que
una vez que se han derr ibado y que, al menos cada vez que formaban el espíritu de sus alumnos.
un interés importante se exprese, la hostilidad recíproca se
regulará según las formas que conocemos en nuestra L a teoría está destinada a educar el espíri tu del futu ro jefe
época."" Clausewitz tampoco dejaba de distinguir las gue- militar, digamos, más bien, a guiar su autoeducación y no a
rr as nacionales, a partir de entonces inevitables, de las acompañarla en el campo de batalla, del mismo modo que un
guerras absolutas, a temer pero no necesariamente a pedagogo atento ori enta y facilita el desarrollo espiri tual del
desear o a considerar como fatales. joven, sin por ello mantenerlo bajo su férula durante toda la
vida.?'
Quizá comencemos a entender una observación de Bene-
detto Croce. Sólo la estrechez espiritual de los filósofos
profesionales ha disimulado el significado filosófico de la Racionalista, experimental, la enseñanza de Clausewitz
obra. Croce tomaba como ejemplo y como demostración e era también histórica. Se esforzó por construir una teoría
capítulo del libro I, consagrado a la Critica. Personalmen- suprahistórica que diera cuenta de la diversidad de las
te, para abogar por la causa del interés filosófico de la obra guerras y las estrategias. Llegamos así al tema que preocu-
mencionaré el carácter sintético y no sincrético de I a pó a Clausewitz al final de su vida, que ocupa un lugar
teoría. Clausewitz retomaba y utilizaba los conceptos for- importante en el libro VIII y en el primer capítulo del libro
males que los escritores militares habían definido y elabo- I. ¿En qué medida la diversidad histórica implica la diver-
rado, líneas exteriores e interiores, táctica y estrategia, sidad de la est.rategia? ¿Cuáles son los consejos, las reglas
combate, batalla, campaña, etc. Conocía a los teóricos que que se imponen en todas las circunstancias? No estoy
podemos denominar formalistas, tal como Jomini, que pro- seguro de que Clausewitz haya aclarado totalmente la
fesaba, con el nombre de teoría, una maniobra típica que incertidumbre inherente a las teorías de una práctica.
atribuía a Napoleón y que contenía el secreto de las Resulta obvio que, según los capítulos, Clausewitz sueña
victorias. A juicio de Clausewitz, ese formalismo no era con una especie de guerra y de ejército que conoce o, por el con-
más que un aspecto del drama; no negaba su importancia trario, sostiene proposiciones de una verdad universal. La
pero ridiculizaba a quienes privilegiaban una forma parti- triada que analiza al final del primer capitulo del prime r
cular de maniobra, los que se creían en la posesión de la libro introduce una posible teoría de la propia historicidad.
clave universal de la victoria. Tomaba en cuenta las cuali- Los tres componentes -odio del pueblo, juego de las pasio-
dades morales, lo que no es una innovación radical: ¿cómo nesy las posibilidades en el campo de batalla, entendimien-
no destacar la importancia de la moral de los soldados? Lo to de la política soberana- se encuentran en toda guerra
pero, según los casos, el poder de cada uno varia.
Jbid., VIII, 3B, págs. 712-713 Trad. J. Hervier». a1id., II, 2, pág. 135 y pg. 107.
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Acaso no resulte inoportuno, como conclusión de estas de muerte. El pueblo en armas, tan ajeno al espíritu de 111
observaciones sobre el estratega, formular la misma pregun- Prusia de Federico, a la propia población ulemuna, e
ta que hacía a propósito del tema del patriota: ¿prusiano o impuso a su espíritu. A diferencia de In mayor-fu de Iow
alemán? En un sentido, es preciso responder ante todo que el teóricos, los acontecimientos lo incitaron n "tcorizarH ,wl,re
estratega no se sentía prusiano ni alemán, sino pensador la defensiva.
sabio o filósofo. Por definición, su obra no estaba reservada a Tanto en 1806 como en 1807, aún oponía ni emperador
ningún país. Bien habría podido instruir a todos los que se francés, siempre victorioso, el Rey de Prusia, varia veces
entregaran a leerla que la leyeran varias veces, para así traicionado por la suerte de las armas. Más adelante opondrá
extraer las lecciones exactas. Pero dos héroes históricos, en a Bonaparte, el jugador, quien "comprometió sus última
el sentido hegeliano de la expresión, Federico el Grande Y fuerzas con el fin de cambiar la suerte de una batalla que ya
Napoleón, son los que figuran más a menudo en Vom Kriege no se podía cambiar,(...) agotó su último centavo y I u ego huyó
Ahora bien, si bien en sus primeros ensayos históricos del campo de batalla y de su imperio como un mendigo"," al
buscaba excusas para Federico quien, a diferencia de Napo- rey que limitó sus ambiciones y, en último análisis, conservó
león, había experimentado graves reveses y se había refugia- la provincia que había conquistado. La victoria militar no es
do a la defensiva, en Vom Kriege era al Rey de Prusia antes un fin, sino un medio. Creo que habría suscriptola fórmula de
que al jugador apasionado al que se dirigía su admiración sin Hegel a propósito de Napoleón, Die 0/mmacht des Sieges.
reticencia. No 'vayamos demasiado lejos en la reinterpretación de
Si bien se interesaba, por cierto, más en la defensa que en Clausewitz. No fue un doctrinario de la ofensiva -como
la ofensiva, él mismo se encargaba de explicarlo mediante tampoco de la defensiva-; siempre predicó la acción, la
una razón simple. El más débil es el que se halla a la defensiva, energía, el esfuerzo, sea cual fuere la forma elegida. Sabía que
por lo tanto es el que más necesita la inteligencia, la firmeza Prusia se había elevado en Europa al nivel de las grandes
anímica, la reflexión estratégica. El que va a la ofensiva, por potencias al consagrarle al ejército una parte de su presu-
definición es el más fuerte: por lo tanto, su tarea es menos puesto ampliamente superior a la que Francia o Austria
dura. Más aún, tiende a recomendar, para la ofensiva, los destinaban a los suyos. Para él, el presupuesto militar debía
procedimientos más simples, más directos, más brutales, contar con una absoluta prioridad; los demás gastos se
también. Los comentaristas de Clausewitz, a ambos lados del convertían, en su lenguaje, simplemente en "falsos gastos".
Rin, a menudo se asombran, incluso se escandalizan, ante lo Nunca fue belicista ni pacifista, expresiones del siglo XX que
que consideran como un giro del pensamiento clausewitziano no tenían sentido durante el período histórico que vivió
en el libro VI, la tesis de la fuerza superior de la defensiva. Clausewitz. No era que en esos tiempos no hubiera pensado-
Pues bien, estamos convencidos hoy de que esta tesis no res que soñaran con la paz universal: siempre los hubo.
representa una desviación o un desmentido con relación a las Clausewitz no se planteaba la cuestión. Les dejaba a los
ideas directrices del estratega. filósofos que decidieran si la ampliación de la guerra mediante
Frente a Francia, a Napoleón, Clausewitz piensa a el armamento del pueblo significaba un bien o un mal para la
Prusia a la defensiva. El traumatismo de 1806 conmovió humanidad. Trataba la guerra como un fenómeno social
hasta ese punto a aquel joven que en vez de los consejos comparable con el comercio y, más aún, con la política, que no
audaces, del ataque decisivo, multiplicados en la estrategia difería de la guerra sino por el empleo dominante de In
de 1805, meditaba sobre lo que denominaríamos la defensa violencia. No creía que los civilizados fueran menos crueles
nacional. Prusia ponía en riesgo su existencia frente a un que los bárbaros. Si bien renunciaban a ciertas prácticas por
conquistador genial, pero tiránico, despiadado. A partir de ejemplo la ejecución de los prisioneros), no cm tanto por
esa crisis, para él tanto personal como política, no dejó de progreso sino por la conciencia de un interés común de los
pensar en los medios, en las virtudes morales que ofrecían beligerantes. Hombre de la Aufklárung, Clausewitz no com-
un último recurso, una oportunidad de salvación a los
Estados que estaban a punto de perderse, al país en peligro "!bid., IV, 9, pág. 255 ('l'rad. H. A.J.
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partía ni sus ilusiones ni sus utopías. Tomaba de ella el gusto no. Esta Prusia de Clausewitz aún sobrevivía parcialmente en
por el análisis racional, el sentimiento del deber (acaso por 1918: los revolucionarios, los obreros inscribieron en sus
influencia de Kant); en cuanto a la guerra, iba a la búsqueda, reivindicaciones la elección de la Asamblea prusiana ya no por
en cierta manera como Montesquieu, de sus rasgos universa- Stande, sino por cabezas, por sufragio universal.
les al mismo tiempo que de sus variedades históricas. La meditación sobre los patriotas derEhrebung me parece
Su visión de las relaciones entre los Estados no difiere en una parte integrante, y no mediocre, de la meditación sobre
lo esencial de la visión de un Tucídides o de un Maquiavelo, el destino de Prusia y de su ejército.
sobre todo de la de este último, a quien mucho leyó y de quien
admiraba sus escritos militares. No se refería a los juristas
del siglo xvm, sino a los teóricos del equilibrio europeo. En el
capítulo 6 del libro VI, esboza una interpretación tradicional
del concierto europeo. Si se le quiere atribuir una filosofía de
las relaciones internacionales, habrá que definirla a la vez
como realista, por momentos en los límites del cinismo, Y
clásica, moderada; desde hacía mil años, los Estados europeos
coexistían sin que ninguno de los principales desapareciera,
con excepción de Polonia, víctima de su propia anarquía. No
manifestaba ninguna simpatía por los conquistadores, pese a
que a veces expresara admiración por Napoleón. Nunca
encaró una modificación de la relación de fuerzas que hiciera
potencialmente de la Alemani unificada un factor de pertur-
bación. ¿Qué estrategia le habría recomendado al imperio
wilhelmiano en 1914?Todos pueden imaginarla, nadie puede
reivindicarla.
Una última observación que concierne tanto al patriota
como al estratega; dejando de lado los accesos de cólera y de
desesperación a los que he hecho referencia, Clausewitz no
cuestionaba la estructura social ni política de Prusia. Prusia
reformada luego de Jena, con un monarca esclarecido por un
ministerio y sostenido por las personalidades más notables
del país, no necesitaba una Constitución, un parlamento ni
elecciones. Detestaba al partido reaccionario que recuperó
fuerzas después de 1815. Defendía el régimen militar de
Prusia contra la reforma de 1819 mediante un memorando en
favor de la Landwehr, que se había probado en las guerras de
liberación. Preocupado ante todo por la seguridad y la gran-
deza de Prusia, reconocía la necesidad de un orden político
sostenido por el pueblo, la comunicación entre el pueblo y los
gobernantes, la participación de los ciudadanos en los grandes
intereses del Estado, pero, según él, ese orden político no
requería en absoluto las instituciones representativas que los
intelectuales y los jóvenes reclamaban después de 1815.
Liberalitát, Rechtsstaat, sí, parlamentarismo, democracia,
34
CLAUSEWITZ
Y LA GUERRA POPULAR'
Este texto fue publicado en Défense nationale, 19" año, 1973, págs.
3-10.
37
capítulo y reprodujo amplios pasajes en un cuaderno, según guerras de la Revolución y del Impero, el derrumbe do
su método habitual, con anotaciones marginales. Ese cuader- Prusia, los triunfos, luego la catástrofe finul del Emperne
no testimonia una rara perspicacia: le asegura a Clausewitz, dor, como si se tratara de una historin ynu lejunu, de un
en la Unión Soviética, un lugar en el Panteón, entre los destino que los hombres hubieran experimentlo in com-
pensadores burgueses recogidos por el marxismo-leninismo prender, cuya lógica oculta le correspondía eselr eeer nl
para enriquecer su herencia. teórico a los efectos de la formación de quellos que on el
La carrera de Clausewitz, como la de Maquiavelo, se divide futuro asumieran la responsabilidad de los Es tndos.
en dos períodos, la acción y la meditación sobre los acontec1- Clausewitz, que no abandonó el uniforme entre los doce
mientos vividos. En 1792 tomó parte en la campaña del años y el momento de su muerte, en 1831, habin adquirido
ejército prusiano contra Francia en medio de los soldados por sí solo una cultura de la que da testimonio la diversidad
como abanderado, cuyo cuerpo de niño de doce añosdesapare- de sus estudios y trabajos. Mientras estaba prisionero en
cía entre los pliegues de la bandera. En 1815, en la última Soissons estudió matemáticas. Entre sus manuscritos figu-
batalla librada por el "dios de la guerra" -de esa manera el ra un ensayo de estética influido, al parecer, por la Crítica
admirador-enemigo llamaba a Napoleón-, le aconsejó la del juicio. Sin embargo, me parece que ni sus lecturas, ni
retirada al general Von Thielmann, comandante del cuerpo los cursos de un vulgarizador kantiano, Kiesewetter, de-
prusiano colocado por Blücher frente a Grouchy, antes de terminaron la orientación de su pensamiento. La propia
experimentar la derrota del ejército francés en Waterloo. Ese realidad de su tiempo poco a poco Jo obligó a pasar no
día se le escapó la última ocasión de la gloria, a la que aspiraba solamente de la táctica a la estrategia, sino también de la
con toda su alma. Durante diez años, entre 1820 y 1830 estrategia a la política y, por eso, a la filosofía de la historia.
comandó en Berlín la Academia militar, pero, suprema iro- Entre las maniobras del siglo xvm y las batallas masivas de
nía, sólo ejercía un mando administrativo, sin influencia en la época revolucionaria sobreviven, pese a todo, rasgos
la enseñanza, desconocido por los alumnos que equivocada- comunes. En uno y otro caso, se trataba de la guerra. ¿Qué
mente lo sospechaban borracho, porque su nariz enrojecida concepto ampara a la vez las guerras en las que, según la
conservaba las huellas de la campaña de Rusia. expresión del mariscal de Saxe, solamente un jefe torpe
De la experiencia histórica, del fracaso personal, surgió el libraba batallas y guerras tales como las que llevaba a cabo
pensador. Aunque no haya publicada nada en vida, por lo Napoleón, siempre a la búsqueda de un golpe de suerte en
menos con su nombre, no por ello Clausewitz invertía me- la campaña? ¿Qué sistema conceptual permite pensar
nos pasión en sus escritos que la que ponía en el combate simultáneamente la unidad y las variedades del fenómeno
o en la reforma del ejército prusiano después de Jena, a la de la guerra? ¿Cómo captar el concepto sin perder contacto
vuelta del cautiverio. Varias veces expresó su voluntad: con las singularidades de coyunturas que nunca se repiten?
quería una teoría de la guerra, instructiva tanto para las ¿Por qué a veces las guerras adoptan las formas sutiles de
generaciones venideras como para sus contemporáneos. la esgrima para desencadenarse de inmediato con la violen-
También soñó con el Ktema eis aei de Tucídides, el monu- cia de las tempestades y la crueldad de los instintos
mento edificado para siempre. De esa ambición deriva la primitivos?
actitud común al historiador griego y al estratega prusiano: Clausewitz procuraba dar respuesta a esos interrogantes
el despego, el rechazo a cualquier aparente emoción, el filosóficos (relación del concepto con Jo concreto) e históricos
esfuerzo hacia la total objetividad. El, que, durante los años (relación de las sociedades, de sus ejércitos y de sus guerras)
de acción, odiaba al conquistador y, más aún, a aquellos de en el Tratado y, por eso, fundó la primacía de la política frente
sus compatriotas que desesperaban de su patria, él, que, en a la estrategia, del jefe de Estado frente al comandante enjefe
la profesión de fe de 1809, desarrollaba con una elocuencia de los ejércitos, de los fines políticos frente al objetivo militar.
patética los argumentos de la razón y las razones del El período abierto por la Revolución francesa contenía en
corazón para reanudar la lucha hoy, mañana, aquí, en germen todas las modalidades de los conflictos políticos, todas
todas partes, él, el resistente por excelencia, miraba las las formas de hostilidad con las que Europa se dará un lujo
38 39
mortal en el transcurso del siglo siguiente. No era en absoluto del Emperador y esbozó en algunas páginas las reglas de
sorprendente que la teoría de Clausewitz permitiera pensar, empleo de los guerrilleros.
si no resolver, los problemas planteados a los jefes de Estado
"La guerra popular, al ser algo vaporoso y fluido, no se debe
y a los jefes militares, por lo menos hasta Hiroshima y
concentrar en ninguna parte en un cuerpo sólido; de lo
Nagasaki, acaso también después.
contrario, el enemigo enviará una fuerza adecuada contra ese
foco y lo quebrará."I magen del aire y no, como la de Mao Tse-
La mayoría de los lectores de la teoría de Clausewitz recuerda
sobre todo la interpretación de la estrategia napoleónica. A Tung, del agua: la idea sigue siendo la misma, la fluidez de los
comienzo de siglo, los escritores militares a ambos lados del guerrilleros, dispersos e inasibles. Cómo expresar con mayor
Rin disputaban ásperamente acerca de esta interpretación. El fuerza la ventaja con que cuentan los guerrilleros frente al
prusiano ¿había comprendido o no lo esencial? Por el contra- ejército regular que en las frases siguientes:
rio, ni a uno ni al otro lado del Rin se quería recordar el
capítulo 26 del libro VI, el Pueblo en armas' (Jaures era la Si se trata de destruir rutas y bloquear estrechos desfiladeros
los medios que las patrullas o las columnas volantes del
excepción al respecto). Ahora bien, ese capítulo, esbozo de ejército pueden emplear al respecto son, en comparación con
una guerra de guerrillas, integrado en una teoría general de la los que proporciona un cuerpo de campesinos insurgentes, lo
estrategia, representa un elemento importante, no marginal, que son los movimientos de un autómata en relación con un ser
del pensamiento de Clausewitz. humano ...) Al ser aún demasiado débiles los primeros
Recordemos ante todo que, según él, la participación del esfuerzos de las levas populares, los destacamentos enviados
pueblo en los asuntos del Estado era lo que constituía la causa por el enemigo serán poco numerosos en proporción, pues
decisiva del carácter despiadado, hiperbólico, de las guerras temerá dividir demasiado sus fuerzas; en contacto con esos
revolucionarias, a diferencia de la guerra en filigrana, condu- pequeños destacamentos, el incendio de la guerra se extende-
cidas por los Gabinetes europeos en medio de la indiferencia rá cada vez más.'
popular. La Revolución había hecho de todos los hombres
válidos soldados antes que hacer de ellos ciudadanos activos. Asimismo, Clausewitz formuló rigurosamente el doble
Incluso la leva en masa no llegaba aún a la movilización total. principio-defensa estratégica, ofensiva táctica-que MaoTse-
Era preciso que todos, hombres, mujeres y niños, tomaran las Tung adoptó para la primera fase de la guerra popular. Con
armas para que la guerra se convirtiera efectivamente en la ese gran medio de defensa estratégica, nunca-o casi nunca-
de toda la nación. es preciso recurrir a la defensa táctica. La tropa popular, el
Clausewitz, que meditaba tanto sobre la derrota final de Landsturm, "tiene que dispersarse y proseguir la defensa
Napoleón como sobre el fulgor de sus victorias impotentes, mediante ataques inesperados antes que concentrarse y
debía enfocar su mirada hacia la Vendée, hacia España, hacia exponerse a ser encerrada en un refugio estrecho, dentro de
Rusia. Entre sus manuscritos figura un ensayo sobre la guerra una posición defensiva regular".' Las reglas que formula
de España, redactado en francés, y un relato de la guerra de Clausewitz sobre las relaciones entre partisanos y soldados
la Vendée. En tanto actor, preparó con Scharnhorst el forta- profesionales aún conservan valor: durante la última guerra
lecimiento de la Landwehr, la organización del Landsturm. mundial, los rusos organizaron la acción de partisanos,
Esperaba que los alemanes se alzaran, unánimes y resuelt os, encuadrados por destacamentos del ejército regular enviados
contra los franceses, los campesinos con sus hoces, los tras las líneas alemanas.
obreros con sus picos, con herramientas de trabajo a fa! ta de
¿Por qué Clausewitz, organizador y teórico de la guerra
herramientas de combate. La pasividad de los alemanes lo
popular, fue olvidado durante tanto tiempo? El Estado Mayor
decepcionó profundamente. En tanto pensador, midió con
precisión la contribución de la guerrilla española a la derrota
2
lhid., pñg 554 y pág. 563.
"" Iid., pág 554 y pág. 563.
' De la Guerre, VI, 26, págs. 551-557 y págs. 560-566. ' lbid., póg 556 y pág. 565.
40 41
prusiano, y más aun el Rey, desconfiaban de esa práctica futuro al país que ha perdido la primera batalla, fija límites a
ajena a la tradición del Rey Sargento y de Federico II. la estrategia napoleónica de aniquilamiento, exige que exista
¿Contra quién emplearía el pueblo finalmente sus armas? entre los combatientes y la nación una confianza recíproca
Después de 1815, Clausewitz observaba con amargura el que anime una voluntad común: de ahí las reformas de Stein,
fortalecido regreso del partido conservador que, muy lejos Scharnhorst, Gneisenau, Boyen después de Jena, por ejem-
de pensar en la leva masiva, despreciaba la Landwehr, las plo, la supresión de los castigos corporales, con el fin de crear
tropas de reserva. Ahora bien, ese hijo espiritual de Schar- un ejército que, no como el del Gran Federico, estuviera
nhorst conservaba el orgullo por la parte que le correspon- compuesto si no de soldados-ciudadanos, al menos por solda-
día en la organización de esas reservas; éstas no habían dos conscientes de su fidelidad al rey y a la patria. Clausewitz
demostrado menos coraje y valor que el ejército activo en seguirá siendo demasiado conservador hasta el final de su
1813, 1814y 1815. ¿Qué hay que temer más, exclamaba con vida como para temer o suponer un potencial revolucionario
indignación, la invasión extranjera o la revolución? Un en el pueblo en armas.
gobierno fortalecido por el apoyo popular nada tiene que El propio Lenin no llegó a descubrir en absoluto el secreto
temer a sus ciudadanos en armas. En tanto lector atento de de la guerra revolucionaria en el Tratado que tanto citaba en
Maquiavelo, Clausewitz no concebía una defensa confiada el transcurso de los años cruciales 1917-1921.Interpretaba la
únicamente a los profesionales, como si la nación pudiera enseñanza de Clausewitz en función del fin al que había
asistir pasiva a los combates que deciden su destino. dedicado su existencia. Esa enseñanza implicaba una doble
"Ningún Estado debe permitir que su destino, es decir, su relación entre el ejército y la política: el ejército es un medio
propia existencia, dependa de una sola batalla, por más al servicio de la política y la política determina la organiza-
decisiva que pueda ser •.. ). Siempre es tiempo de morir, Y ción, el modo de combate de los ejércitos. Lenin extraerá la
del mismo modo en que por un impulso natural el hombre conclusión que del régimen interior de los Estados depende
que está por ahogarse se aferra a un madero, también está la naturaleza de las guerras,justas o injustas, imperialistas
dentro del orden natural del mundo moral que un pueblo o no imperialistas; unía en una sola doctrina la teoría de la
utilice hasta los últimos medios de salvación cuando se guerra y la de la revolución; civil o contra el extranjero, la
halla al borde del abismo."s guerra seguía siendo un medio que el estratega debía mane-
No hay que olvidarlo: Clausewitz sólo presenta al pueblo en jar a los efectos de la Revolución mundial o de la salvación
armas como un medio de defensa. Más aún, durante dos años nacional. Stalin, no Roosevelt, condujo la guerra entre 1939
tuvo a su cargo el curso sobre "la pequeña guerra" en la y 1945 conforme a las lecciones del oficial prusiano.
Academia militar de Berlín y, técnicamente, la guerra popu- Mao Tse-Tung fue quien, al reencontrar o recuperar las
lar sólo constituía, en su sistema, una modalidad de la lecciones de la guerra de España, elaboró la doctrina de la
pequeña guerra, la que libran destacamentos fuertes, a lo guerrilla y del conflicto prolongado. La guerra popular se
sumo de 200 o 300 hombres. Para que la guerra popular por convierte en guerra revolucionaria, tanto en medio de
sí sola pueda obligar a un invasor a evacuar el país, escribía, ataque como de defensa. Una vez más, la lógica de la
es preciso suponer espacios tan vastos corno los de Rusia y una escalada a los extremos arrastra las barreras de las cos-
extrema desproporción entre la fuerza del ejército conquista- tumbres y la moral.
dor y las dimensiones del terreno. Los profesionales que por la época se oponían al desenca-
Guerra popular, he dicho, y no guerra revolucionaria. denamiento de la violencia, que querían mantener la distin-
Clausewitz no sale explícitamente del marco de la política ción entre civiles y militares, ¿acaso no mostraban más
europea. La pequeña guerra, con el concurso del pueblo, sensatez? B. H. Liddell Hart defendió esa tesis. El propio
figura entre los medios de defensa, contribuye con la superio- Clauscwitz se interrogaba sin encontrar una respuesta: les
ridad defensiva sobre la ofensiva, le da su oportunidad y su corresponde a los filósofos juzgar si esta forma de guerra o la
propia guerra es o no saludable para la humanidad. El, en
• Ibíd., pág 556 y págs. 565-566 tanto hombre de acción, no vacilaba: para la salvación de la
42 43
patria movilizaba a todos los patriotas. Resistente, en el nuestra fuerza". En aquel siglo, los franceses seguramente le
sentido que esa palabra adquirió en el siglo x, no vaciló en quitaron a los alemanes el monopolio de la bruma metafísica,
incorporarse al campo contra el cual su rey se consideró y de victoria en derrota y de derrota en victoria, quizás ambos
obligado a enviar un cuerpo prusiano, integrado al Gran pueblos hayan descubiertojuntos otro secreto más valioso: el
Ejército. El más brillante de sus camaradas de promoción en de la paz.
la Academia militar de Berlín, que vestía el uniforme ruso,
cayó muerto por una bala prusiana.
Clauscwitzjustificaba que el pueblo se armara mediante el
argumento de la eficacia. Cuando evocamos un pasado que
tiene un cuarto de siglo, acaso el argumento moral nos
convenza tanto como el argumento pragm ático. Vestido o no
de soldado, el hombre defiende su alma cuando el invasor le
arr anca su país y su libertad.
Permítaseme más bien concluir con dos juicios que
muestran al hombre más allá del patriota ardiente de
pasión, más allá del teórico voluntariamente frío. Una
nota, encontrada entre sus papeles, juzga los métodos
recomendados por el terrible Barrére al Comité de salva-
ción pública para terminar con la contrarrevolución de la
Vendée: "Métodos poderosos, pero tan crueles, tan despo-
jados de sensibilidad, tan contrarios a la dignidad de los
hombres y a la humanidad que los vendeanos caigan en la
desesperación de las fuerzas noveles de odiar y combatir, y
obligue a los republicanos a volver a la moderación ( ... ). La
crueldad abandonada a sí misma hace renacer la guerra a
muerte". El segundo juicio lo tomo de cartas fechadas en
París, en 1815.
Clausewitz detestó a los franceses durante todos los años
de rebajamiento de Prusia. Cuando volvió a Francia, como
vencedor y no como prisionero, juzgó sin indulgencia la
conducta de sus compatriotas, se opuso a Blücher que quería
hacer saltar el puente de Jena, se peleó con Gneisenau que
deseaba la ejecución de Napoleón; no le producía ninguna
alegría el espectáculo de un pueblo pisoteado por el ocupante.
Tal vez haya comprendido en ese momento la verdad, a
menudo desconocida, que la autoridad suprema le pertenece
al jefe de Estado, no a los generales.
A comienzos de aquel siglo, un comentarista francés,
Camon, escribía que Clausewitz era el mayor alemán entre
los alemanes y que su obra sumía de inmediato al lector en
una bruma metafísica. A lo que otro comentarista, al otro lado
del Rin, le respondió aproximadamente: "¡Mucho mejor! Los
franceses nunca comprenderán a Clausewitz ni al secreto de
44 45
1
LA SOCIEDAD DE ESTADOS
Y LA GUERRA"
-. % .)
- _ , :r
i
l
----
(
I
probable determina ciertos aspectos de la organización socio-
estatal. Esta organización debe estar en condiciones de
responder a las necesidades de la guerra que se encara; 2) la
sociedad de Estados, estructurada por una cierta relación de
fuerzas, con una aristocracia de grandes Estados y una
pluralidad de otros pequeños, aliados, neutrales o satélites,
determina para cada miembro de la sociedad la clase de
guerra que se debe temer y para la que hay que prepararse. y
!
especificidades técnicas, ideológicas, políticas de los Estados · Volta1re. o Fr • von Gentz, ' recuerda la tendencia
Montesqu1~u, uropeos al equilibrio, la reunión más o menos
dominantes, se amplía aún más el significado de esa relación delos Estad0,menos rápida, de los Estados contra aquel
causal. espontánea, m
ue procura
bao adquiría los medios que le permitían
· 1 •
dee_11 osq rquía universal. Sin esa tendencia a. equl-
La teoría moderna de la estrategia, al menos en la medida ll'ar a 1 a mona
asp! · ·como,
. . •¡¡
dría entenderse la coexistencia pac1 1ca, .•U·
d
en la que Clausewitz pasa con toda razón como su creador, se l.b por1.
i no,¡, ·1 . s de los Estados europeos sin que, a excepc1on
r antePalm, anoninguno
' . d, : ?La
basa en esta acción recíproca entre la sociedad de Estados y de los principales esaparec1era.
de o oma, b b CI. t
· dadeuropea de Estados, tal como la pensa a ause' z,
la imagen de la guerra. Testigo de las guerras de la Revolu- soc1eda
.implica! .""
1· ba , pues que los miembros dete esa soc1e
b;
·dad
a se reco
.:
no-
cieran recíprocamente, que a veces se combatieran smn que
ció n y del Imperio, oficial en un ejército que vivía a crédito, 1
por ello quisieran aniquilarse mutuamente. A partir de esta
con el recuerdo de las victorias de Federico II y que experi- ¡ concepción, se vuelve inteligible2 la fórmula de Clausewitz
según la cual las guerras muy a menudo se parecen mas a una
mentó en Jena el impacto de un arte original de la guerra así especie de observación armada que a la escalada a los extre-
como de un ejército socialmente renovado, reflexionó toda su mos de estilo napoleónico. Asimismo, se vuelve inteligible la
fórmula según la cual cada época ha elaborado, o habna
vida sobre la diversidad de las guerras ("la guerra es un podido elaborar, una teoría estratégica.
verdadero camaleón") a la vez que sobre los principios cons- De golpe surge la pregunta típica que se le plan~ea a
Montesquieu y a los precursores del historicismo: ¿qué con-
tantes de la estrategia. Los acontecimientos ocurridos entre ceptos o principios o máximas escapan a la historia y preten-
den la verdad o la validez transhistórica? En el caso de
1789 y 1815 no modificaron de manera sustancial el arma- t
Clausewitz, la respuesta me parece que es dada en el texto,
mento de las tropas, la división de las armas (artillería, 1 con la condición de que se lo estudie con atención. Existen dos
j principios (Grundsdtze) a partir de los cuales el lector puede
infantería, caballería), la organización de las grandes unida- pensar la teoría clausewitziana, dos principios derivados de un
des. Por el contrario, el coeficiente de movilización o sea, los análisis abstracto o conceptual: o bien el principio de destruc-
ción o de aniquilamiento ( destrucción de las fuerzas arruadas
efectivos de los ejércitos, las relaciones entre gobernantes y del enemigo en tanto objetivo natural o abstracto de la guerra
pueblos, el estatuto moral de los soldados el arte táctico Y es- en tanto tal); o bien la definición de la guerra en tanto
continuación de la política por (o con una mezcla_ de) otros
tratégico resultaron profundamente modificados por la Revo- medios. El significado del pensamiento de Clausewitz cambia
radicalmente según se privilegie uno u otro principio.
lución. Tales son los cambios que Clausewitz considera en sus Son contradictorios, incompatibles? En sentido estricto,
análisis históricos y comparativos de las guerras de la Revo- no lo son. Pero si se parte del pnnc1p10 de aniquilamiento se
llega a las ingenuidades del viejo Moltke, quien reclamaba
lución y el Imperio. Líneas delgadas de profundas columnas, para eljefe de la guerra una total autonomía entre el primer
combate en apretado orden a los tiradores de la maniobra en y el último cañonazo, como s1 la manera en que_ los generales
conducen las operaciones no depen_d1era de circunstancias
vez de la batalla, la maniobra en lugar de la batalla guerras políticas y no influyera _en las modalidades de las negociacio-
de gabinete en vez de guerras populares , m · ercam' · de nes una vez restablecido el silencio de las armas. Por el
· · . 10
provmc1as en vez de destrucción de Estados a · d
ara1ga .osen 1os , De la gucrre, VI, 30, pñg. 579 y p:lg. 590.
s1g• ·le .
os, esos eran los cambios que observab..,.
. .
t
u como ac or en
89
pnnc1p10, y como filósofo luego. '
pesar de esas conmociones, la sociedad de Estados rue
Clausewitz suponía cuando escribía VomKr¿
· J d 1 .
q
'ege se ascmc;a-
0 a mas
En cl capitulo 6 del ro vi,
a a e srglo xvm que a la de la aventura na poi 6 ·
en un estilo inspirad ],
8
contrario, si se pa rte de la suprema cía de la polí tica de Est d
en ta nto inteli gencia personifica da , el principio de aniqu; 0
miento sólo conserva un luga r subordina do. Es cierto 4''
la g uerra ,e n tanto prueba de fue rza o conflicto regula d ' '
la sang r e,la destrucción de la sfuerza sa rma da sdel enemigo
constituye el objetivo priorita rio, el que se deduce inmediata-
mente de la definición de la guerra . P ero cua ndo ésta se
parece a un instrumento que la polí tica utili za , la fina li dad
prioritaria del instrumento no se le impone a aquel que utiliza
el instrumento. La fina lida d na tura l del cuchill o es cortar-
pero de ell o no se deriva que quien utili za el cuchillo siempre
deba proponerse como fin corta r. Existen mu cha s ma neras en
la s que el ca rnicero emplea su cuchill o sin que por ell o deje
de ser verda dera la proposición que expresa la fina li dad
natural del cuchill o.
Resultaría muy la rgo busca r la s ra zones por la s cua les los
intérpretes de Cla use,vitz ha n comprendido esca sa mente la
rela ción entre esos dos principios, uno de los cua les se aplica
a la guerra, separada por abstracción metódica de sus oríge-
nes y de sus fines, mientras que el otro se aplica a la guerra
real. Digamos que los primeros lectores de Cla usewitz, mili-
tares ell os, estaban ma l equipa dos intelectua lmente para
captar ese modo de razona miento. Agreguemos que si bien
Clausewitz, en los textos escritos tardía mente, a pa rtir de
1827,ya no deja lugar pa ra la duda , por su pa rte sólo llega
dificultosamente a reconciliar los dos principios en la síntesis
final. De la tensión entre los dos principios resulta históri-
camente la disociación entre dos escuela s de interpretación Y
de pensa miento, cada una de ell a s reivindica ndo alguno de
esos principios.
Una vez consoli dada la legislación superior de la política o,
si se prefiere, una vez procla ma do que la polí tica es el
supremo legislador, los dos movimientos de sentido opuesto
e scalada hasta los extremos, descenso hasta la observa ción
arma da- se vuelven plena mente inteligibles.S egúnla a pues-
ta delconflicto,segúnla intensidadde laspasiones popula res
según las tensiones interna s de los Estados, el conflicto
tenderá ha cia un polo - la energía extrema y la movilización
de todos los recursos- o hacia el otro- una conquista limitada
que se desea conservar o interca mbia r en el momento de la s
negocia ciones-.
El instrumento por sí mismo obliga eventualmente, por
cierto, a uno uotrode los beligerantes a limitar sus ambicio-
90
91
qa 1
ción de las guerras. Para que los Estados civilizados no
a
lleguen, la manera de los "bárbaros", hasta los extremos de ro siglo o incluso nuestro
nuest el significalo
la v1olcncia,_ es preciso que uno u otro de los beligerantes, una , ·
¡bir que ün1ca mente mente ' d d le l .a teor•'ai
de
vez que ha sido derribadoo reducido a la impotencia manten- es' ,,Ha revelado plena,
tiempo» de la fórmula cn1c
·1i ehé. En todas las guerras
:. ·l, ,]
ga la comunicación entre ellos, gracias a lo cual cada uno
,
Clausewitz Y or Estados dotados de armas nucleares en e
sabrá más o menos exactamente lo que debe temer y lo que )levadas a cabo p , 1t·mos veinticinco años, el entendimiento
transcurso de los u_d1 n control en todos los instantes sobre
puede esperar. La comunicación no basta para garantizar la político ha mante_nl!t o uFue en la Casa Blanca de Washington
moderación: sólo la hace posible. · trumento
el insr m1 ar.
residenteysusconsejcroscsta bl ec1an
- l a 1·IS ta d e los
donde el pautorizados o no autorizados, ya fuera en Corca del
i objetivos Vietnam del Sur. No digo, por cierto, que los
Entre los cambios de la sociedad de Estados desde la época en
la que Clausewitz escribía Vom Kriege, sólo consideraré dos:
N9re_g"??"
jefes crv,
{].,n manejado bien las guerras de Corea o de
a : C, ·ti
las innovaciones técnicas y, en particular, las armas nuclea-
res, la ampliación planetaria de la sociedad de Estados en vez
1 vietnam; digo solamente que las m23%923°,,,,"9meeron
errores, a veces al seguirlos consejos
de Mac Arthur hacia el Yalu), a veces
e!Je'm utar?"?°°
esconoc1e_n o a
de la localización europea. naturaleza política del conflicto y lasposibilidades del instru-
mento militar. El ejército norteamericano podía crear el
Muchos teóricos o periodistas han extraído de las armas contexto en el cual el gobierno sudvietnamita se volviera
nucleares la conclusión ahora banal o, mejor, trivial de que la capaz de sobrevivir solo; no podía crear ese gobierno ni darle
guerra ya no es la continuación de la política por otros medios. la capacidad de defenderse.
El control político de todas las acciones guerreras confirma
Es una fórmula trivial que todos esperamos reencontrar en y completa el pensamiento de Clausewitz. En efecto, por
un análisis de las relaciones entre el pensamiento de Clau- momentos uno se pregunta si, para retomar una fórmula del
sewitz y nuestro tiempo, y que me importaría no reproducir. capítulo 6 del libro VIII, incluso el envío de patrullas no
obedece, en parte por lo menos, a consideraciones políticas.
La guerra nuclear total ya no es la continuación de la política Además, y sobre todo, el empleo disuasivo de las armas
por otros medios, o por la mezcla de otros medios, si éstos nucleares cubre, por así decirlo, un nicho cuya existencia
coinciden con el conjunto de las armas nucleares disponibles; I mostraba la conceptualización clausewitziana, pero que a
semejante guerra destruiría el significado de la política en la
¡ falta de experiencia histórica quedaba vacío: el empleo diplo-
mático de armas a los efectos de evitar su empleo efectivo. La
medida en que ésta exige que los fines encarados se alcancen
s1n que esto implique pérdidas fuera de proporción con los
intereses en juego. Digamos también que no se percibe
l estrategia llamada de disuasión puede ser definida precisa-
mente como el empleo de la amenaza nuclear a los efectos de
evitar su ejecución.
Ese mismo control político de las guerras pone, por así
ningun interés a medida de las destrucciones que experimen- decirlo, un punto final a la controversia entre el viejo l\'Ioltke
tanan Estados Unidos Y la Unión Soviética en caso de una y Bismarck:toda acción de guerra es un acto político, dado que
! eljefe de Estado no enajena sus responsabilidades trasladán-
guerra nuclear total. Si llegar a los extremos significa en dolas aljefe militar durante el desarrollo de las hostilidades,
PUestra época llegar a la guerra nuclear, el sentido de uno de Y que en todo momento permanece menos volcado a una
{ dos movimientos clausewitzianos cambia radicalmente. decisión radical que a la limitación del conflicto. La voluntad
,""P?"Vento de llegar hasta el extremo llevaría a la batalla 1 de no usar efectivan"lente las armas nucleares dcternuna por
una parte el objetivo de la limitación reemplazando al tradi-
1"."
1
},,]3,"" depanera.m4serenerái. + is ácisi@: ei cional de la decisión o de la destrucción de las fuerzasarmadas
del enemigo; pero otras causas, por ejemplo las que resultan
a,¡' ,,_2'consentiría en llegara un tratoy experimen-
.$3.% 7 ge
,
93
i@e»i r a:ííi.e+pfcü
nucleares. Y ésta ¡¡,," 'a violencia se perfilan las armas
d . . . so igan a elegir definitivamente entre los
~spnnctpioscJausewitzianos
mient d d ::. eldcdest.rucc1on,
.·, de aniquila .-
't1·cºY e Jec1s
POJJ a, por a o ra. t10n, por una parte, el de la supremacía de la
Si como pienso, ese último principio domina el pcnsamic11_
to de Clausewitz en su estadio final, nos asiste el derecho a
92
de la extensión planetaria d la sociedad d E
al mismo tiempo. e stados, actúa
La sociedad de Estados, tal como nos larepre "
en d.1a,comprende Esta dosfundamentalmented esentam
. 0shoy
el potencial humano, por el grado de desarroll~sigua\_csPor
por la ideología. Si la sociedad planetaiia es unaecono_mico,
aspee tos,pescatodose d. ºd de en sociedades
. geográfen ciertoos !·dad de la
!lna,
. té
semi au onomas, aunque nunca sustraídas a la influeIcament . •ye la on g e esta ob•
las dos potencias mundiales. Clausewitz escribió Vom ~1ª de
1
, oto «o0m"%2?o es o+n"%}kceos
reflexionando sobre una sociedad de Estados en la r~ege o que pese en la era nucl or'la arncna1,a d or ningún
señalaba, casi todos los ejércitos disponían más o menos~\ e.$mji%;rr2#cerra%?ocie
obse ción estuv1~a arnenaza n¡ ctrina de represaría aplicada;
mismo armamento, se organizaban de la misma manera· s:s
desigualdades resultaban de losjefes, del entrenamien~
las victorias conseguidas, del espíritu del pueblo.
Ninguna de esas suposiciones vale, con toda evidencia,
para la sociedad planetaria de Estados. Esta no sugiere una
imagen de la guerra, sino, para simplificar, tres imágenes:
2±55.252225%
25i,M256es%z%'ti.e. iggz."..ii6e
el bo!llba.1 en el transe~ la acción. D~~ e \as amenazas
la guerra nuclear, la guerra improbable que se piensa, e mw?" ~pasa%°ia disuasión»",,acto, sin que
guerra imposible que se prepara, que no ha tenido lugar, que
no debe tener lugar, pero cuya sombra se extiende sobre todas
seg,%
currido
+ ávp;cae,pi»éiis%
osiguiera ,n ue C\auseWl el sistema
las relaciones interestatales, por lo menos sobre aquellasque e%¿<@i»verde?"?a, +si om,"eró»iee
afectan de una u otra manera a las potencias mundiales; 2) las Uega.ra ª. es el combate. monedas ya no so eleares ya no
guerras que se libran con armas clásicas dentro de una e!l espec~ i~ternacional \as de \as potencias nu han medido
sociedad local, con o sin participación de alguno de los dos rnonetan°•espec t·vas
1
fuerzas porque nunca se
Grandes; 3) la guerra de partisanos, convertida en método aoro, \aSI d"da rigurosa, · Las
ofensivo tanto corno defensivo; el pueblo en armas que tienen una n1e , rea de la paradoJªóau-
Clausewitz observaba y recomendaba como un supremo entre sí. n momento ace az enseñaba n
recurso contra la opresión fue asumido y transfigurado por los Reflexionemo\s ucondiciones de la\ p c~mbates que so!
. · es
negoc1ac1on , as t
so\amen e de os .
¡guen sien do pos
d
partidos revolucionarios. Sobre cada una de esas tres formas sewitz, resulta1;1 no os sino de los que s an en cuenta :
de guerras proyectaré, a modo de experiencia mental, los
conceptos de Clausewitz. iseg)""
bles de os cu
$iengiz"%%sine.jgz
roba es. 1762,inc1
1. Clausewitz nunca omitió, cuando planteaba el combate .@±ns»».,2}"#-is""ase;2;
io de un ejército, a . r La guerra "ble habnas1
como um~o medio_de la lucha, agregar que el combate simu-
?kc.fng;tao»spt«e» is;;
os»otar,swm,,""iereos. re"",i. o 5ego Pg,%,¿
lado, posible o bien ofrecido, representa, también él, el
equivalente del combate. Resulta tentador aplicar la fórmula
clausewitziana de observación armada a la relación de los necesario em8"pson con to ave"""%ai aáimen"".
ESLa_d?s.dotados de armas nucleares, pese a que esa fórmula porcionados en r Silesia, Prusia n e tos pasado~ co ·a
de todo, incluso con¡~ble El vínculo en:,r lomático se impon
se dirigiera a la práctica corriente en la época de colocar que la volvieran tem1_bl~s y el arreglo ,p .
tropasen las fronteras con las armas pre . 1 tes los combates pos1 tre \as potencias
de sus eren4mrpg2.-8" : d , ·iones en e han
eventual enemigo a cnh.o'. . · con clanda · . roo en tas re acEi 5 fuerzas n? sd La
sus propias fg ' No ocurre lo m1s' ,leares. s ,aas, aprecia. :1s- ·-
dotadas de arma~ nu eden ser estima . Qué lecc1on exl
• sólo pu Ab 1 esseri. 1, f erzas e
medido entre s1,mplaza a la n mparación de " ación
d 4%2%%.2%i±±±ssije. %%or e
raer e ociació1 ' estima t,
. · ,u: n neg d da por es a q stuvieron P d
... an a del pasado o e en el campo e
mnes .¡n de fuerzas
\ t ' frontac1
M. 95
I
Ent iéndasemebien. Es posible que los chinos nacion .
se hayan podido n1.ant ener en Quemoy y en Mas ,,"l istas
Est ados Unidos poseía un arsenal nuclear. NadiePotquc
afirmar ni negar con cert eza la eficacia de la disuasión ~~~1e ondrían a punto,
. dudaba que loR rusos pdo en sus cohetes
an1.cnaza de emplear armas nucleares en el transcurso de~
últ i1no cuarto de siglo. Sigue siendo un hecho que e ta
.1y,3"j2"¿5iiiv ge,"??"% a«cid+@ver
~ su vez, la ~ec1~s múltiples, se hanan frente a \os cohetes
amenaza jamás fue ~jecut ada, que la amenaza condicio~ l . antes ca ez ·ve\ por lo menos ·Quedaría amenaza-
suponía act os agre:>1vos que no fueron comet idos y qu!,
quizás, el Esta do objet o de la disuasión no ten1a la intención
3@ zpg.trepg?2%sccsris is»roe
estadoum . ibro? ¿Resultana e .
de cometer. do así el equ1l r? . o extraño.Na die mide
El intercambio típico de la disuasión nuclear-comenzada por guerra nuclea l fundamento de eseJuef "ón con un escenano
lo que se cree- no les result a menos costoso a las dos potencias Volvamos ad uno las estima en rea,rade una fuerza
mundiales, puesto que prosigue la carrera cualita tiva del arma- 1as fuerzas, ca4aLa discusión a favoro en c;e escenarios: ¿qué
mento nuclear. La noción de arms cont rol, de lo que en iris;2" .isé jra+%"ar si»será@s éis
francés llamamos dominio de los armament os, de lo que el francesa e cés daría la orden e a 'a implicar la des-
general Von Brandissin llama Kooperative Rüstungess- presidente fran an potencia nuclear pod':'d io de la fuerza
teuerung (no estoy seguro de que la expresión traduzca «ig ";22f. i s seg?p,2 3.,is.sis
fieln1.ente la realidad), se deduce lógicament e del extraño trucc1ón o derá imaginando o ro e: de los Grandes
francesa responto de la crisis: ¿por qfue undoe proporción con
.
duelo ent re armament os que no tienen ot ra finalidad que
neutr alizarse mut uament e.
En caso de guerra tot al, esos dos Est ados mundiales
"as ijz;pi.ir+2%
tro momen sta fuera
·:
i
p%".
método inspirado en el de la guerrilla; en el otro extremo, la
guerrilla urbana, llevada a cabo por algunos centenares de ?s re?u,isas,". .ir+si«gz;"
hombres, en Irlanda del Norte o en Uruguay, con partisanos gro%,,g#" gr-is,g;:.}z.%.wice
el Yennan, a nentemente sobre a o mito de la guern \on
ejercía perrna finalmente, se %aa Castro, llegado año
haciendo volar edificios, colocando bombas o tomando rehe-
nes. En el sentido material sólo se trataba, aquí o allá, de Señalemos, ito el de l tra y que, un
"pequeñas guerras" en el sentido en que los autores del siglo alimenta con otr; ~mbres a Sierra Maes De hecho, no fuitl
xvI, entre ellos el propio Clausewitz,le daban a la expresión, algunas decenas e daba ninguna guerra: anos, derribó
dicho de otra manera, operaciones llevadas a cabo por peque- después, ya no coman n su guerra de part1srumbó ante los
ños contingentes, ya fueran de partisanos o de soldados del Fidel Castro el q~e, coEse régimen se der ·udades y de las
régimen de Batista. bala rebelión de las ci or su aventura
ejército regular. embates que le a~est~astro transfigurado iuciónvictorio_sa
¿Cuál es la eficacia, propiamente militar, de la pequeña clases medias. !'1del . ó los'frutos de_la revotituir un ejército
guerra llevada a cabo por irregulares? Todo depende de una gracia±sala radio,"P<"?';Ge aresur6a ons ,
gran cantidad de circunstancias. A pesar de los mitos, nada y se vio llevado al p . arece necesaria
demuestra que los irregulares, en la hipótesis de una gran regular. ión olítico-rni~itarm~~ Clausewitz Y el
guerra llevada a cabo por vastos ejércitos, representen un Una sola obser:,'ac . p entre el tiemJ?º l ueblo en armas
ara marcar la d1stanc1\ras del Imperio, e P_ era un medio
factor de gran importancia. Los partisanos, tanto en Europa
oriental como occidental, mantuvieron divisiones alemanas k. orante"a"E". ame re"1?raer» como
era»a como "2?? ~lo oprimido?¿. y sin+re"?
lejos de los campos de batalla. La decisión fue lograda en todas desesperado de u. p de la guerra p . la dirección O
partes por los ejércitos regulares. na de las ventaJa~ lO concebía baJO lar al que le
u . Cl usew1tz l obierno regu ' nen·
E] mito de la omnipotencia de la guerrilla es alimentado defenstva-. i8' instigación ie . gles o ratificar su perrn~ n el
por tres acontecimientos históricos, imperfectamente anali- nenes 2l."nsrsng,, .ciorad<".
correspon . los adversario blo en armas.
10 0 cia. En Prusia'¡ . onario del pue
otenis "%"vocáwsr- 1o
instancia, no
I
Sin embargo, ese potencial sólo se manifestó
los guerrilleros, los can1pcsinos se arntai·on 'µ una Vez que
. • ara 1 ad r,
de su tierra y de su hogar, cuando se transfi , 'etensa
soldados, sometidos a una disciplina, dispersos,,""Q en 1
l
· unos "d a pesa· d le l·.a d"'stancia.
- Un partidocom d, atir
pero
. . l .
comunista, mejor que cualquier otro, cumplió esa transfdr.
: •
e tipo l
l
mación. Los campesinos vietnamitas por sí mismos pod;
scrguern_ºll eros < para emp.eare
l l ternnno
- . ian
espaüol) o francoti-
radores Vrancs-t1reurs](para en1plcar el término francés d
1870-71). Se convirtieron en partisanos o militantes en arma:
de un partido gracias a la organización y a la ideoloeia. El
partisano es ya un soldado a medias, reg ular en la medida en
que, pese a que permanezca lejos, se somete a un comando
tan imperativo como el de los oficiales o suboficiales.
.¡
;
Quisiera terminar este ensayo de análisis clausewitziano con
¡;
una última cuestión. Clausewitz toma la palabra estrategia
en el sentido militar v solamente en ese sentido. Define la I\
guerra por el medio empleado, a saber, la violencia, y supone, 4
a partir de ese hecho, una distinción radical entre la paz y la
guerra, entre la política desarrollada por medios no violentos
y sólo por ellos, y la política desarrollada también por medios 1:
violentos. Quizá la política tienda a los mismos fines tanto en
la paz como en la guerra; no puede ser la continuación de la lí l
10 4
r
de limitm· sus pérdidas en hombres (no hay más que dos
millones y medio de judíos en Israel) y consolidar sin la
sombra de una duda su superioridad, antes de que la interven-
ción de Nociones Unidas les impusiera un alto al fuego. Pero
nada pe,·mitin esperar que la victoria mililar de aniquila-
tniento lle,·aría a los dirigentes de los países árabes a nego-
ciar. Esa victoria no los obligaba y creaba obstáculos diplomá- . ,iliUJr
ticos v morales. l O 11
n,e(I 1
. ·•11•1..e l·
. ra I :--1, que, f>º' o
¿Los habria obligado en el caso en que Egipto, Jordania y Siria
hubieran sido abandonados a su suerte, sin ayuda exterior, si . sute%"%,4 a»»"",r ata u"
la Unión Soviética no hubiera repuesto las armas perdidas? Aa.cace"á ro !"";ero,icen s"
sf% i "mar car4@"%, os
Nadie puede responder con certeza esa pregunta. Es posible r e"f.aesar"",,uilami"", saltaba"¿ponían
que el desaliento hubiera acarreado la resignación, por lo «en%ias",a nsia !%,a s, en efe«"· , aucir
menos temporaria, a la paz, o sea, a la derrota. Pero, por una res",ten el s"",an ente $5" re
todo, "_.,¡os e
e cas"P" qdades P" _ israelíes ! ., entre egP
parte, el sistema internacional de hoy excluye el aislamiento asase" ¿ 1«s fiera,iaa cualita";; ate, gracias a
completo de un subsistema; siempre hay Estados que desem- i i %; Ge ia deo ara el""¡ posición u
rogres1va . sal entreno . n una guerra
peñan el papel de comerciantes de armas. Por otra parte, aun
semi desarmado, Egipto podía resistir a Israel, porque éste !lies..5iwaea$% a oro dg.. a 1967.el
chocaba, como Napoleón en Rusia, no con el infranqueable
is.as%,p2%".coi»em"; se 1o9ojy"A bero-
ejército ográ considerado en ,, israelí? N ad1e pule de la toma
obstáculo del Canal de Suez, sino con el espacio. Los israelíes
no poseían un poder suficiente como para reinar sobre los
·C ·n10 ser . d la v1cton
o to culmina~te e
¡
o constituye e equ1
%ce.simia.isis%}i. ca4s gr
·valen e
. Antes aun
d
e \.
egipcios o para controlar el espacio egipcio.
La conquista de inmensos imperios con tropas de caballería,
sises; %2%%as iem;#,as rasa r !g;
cegar a Mo%;orio ene migo que ",oco constituía e
en su origen no demasiado numerosas, pertenece al pasado. el avance en " aa de provincias. Ta E.ore de 1941,
·d tcmporan . sa en 1c1e , •to
De todos modos, las grandes potencias no habrían permitido pérdd a I contraofensiva ru dial El ejerc1
que Israel llevara más lejos sus ejércitos. Pero, a los efectos equivalen!¡; el~ ad la última Guerra Muo
en e] transcurso Ie , f· aso comparable a e
l
d la Wehr-
del rigor del análisis, importa destacar que, incluso ante un
eventual enfrentamiento directo, Nasser podía decir no. Aun et#E±%rz:
de la victoria, es porque de a del conflicto (el desgaste) les
militarmente vencido, conservaba el supremo recurso de no operacione s (espacio) y la for"", con el tiempo y evitar (si
reconocer la derrota.Junio de 1967 rnarcó para Israel el punto permiten a los países árabes""",,g ambiciones) las derrotas
culminante de la victoria: a partir de entonces le era imposible tienen la sensatez d~ t!1''t~\ árabes libraban el tipo de
ir más lejos en el espacio, consolidar con mayor relieve su espectaculares. En %p"%%....o
batallas-de blindados Y e mov1?1~e. .
de tropas- que exige,
· ·1e · a al
superioridad. Pero el objetivo político continuaba escabullén- 1 1
en todos los niveles, la mayor l!f"lf. ªt v~, que pnvi gi en
dose. Razonando simultáneamente según la lógica militar y ejército de los técnicos, al pueblo instruido y cohe_r ente,
suma, el tipo de batallas en la cual los factores árabes de
según la tradición diplomática, los israelíes decidieron con- inferioridad se manifiestan regularmente. Al elegir fronteras
servar lo que habían tomado y subordinar la restitución -par- seguras, los israelíes cambiaron ese campo de batalla que la
cial- a negociaciones o a la firma de la paz. Esta estrategia fortuna les había dado por un teatro de operaciones que les
política presentaba la ventaja suplementaria de favorecer un ofrecía a los egipcios la ocasión de sorpresas locales, el tiempo
acuerdo entre las diversas tendencias dentro de la clase para superar su sensación de inferioridad, sin perder todos los
compromisos.
política y de la opinión pública. De ahora en más, ¿los israelíes sufren con la ampliación de sus
La instalación del ejército, hasta la paz, en las fronteras del líneas de comunicación? La presencia de un millón y medio de
Jordán y del Canal de Suez implicaba un pasivo que los árabes dentro de sus fronteras, ¿de hecho debilitará al Estado,
acontecimientos muy pronto hicieron surgir: los israelíes corromperá insidiosamente la moral de la nación? Al conser-
var todas sus conguist~s, ¿los israelíes superaron el punto
debían, a su vez, experimentar la ley del defensor y, de esa ~ulm!nante de la victoria y provocaron ellos mismos la dismi-
manera, librar la guerra menos adecuada a sus preferencias: ución de su margen de superioridad? Na die puede responder
la guerra de desgaste. El campo de batalla, con posiciones con certeza esas preguntas. Sigue siendo cierto-Hitler hizo la
experiencia- que el .· · l · .
fijas, impide las batallas de aniquilamiento. La destrucción (Angrifn es µuncipa mconvemente de la ofensiva
que una vez alcanzado el punto culminante de la
106
107
victoria, la defensivn, en la cual se transforma inevitablemen-
te. se presenta en las condiciones más desventajosas. La de-
fensiva en las profundidades de Rusia le imponía a la Welir-
macht, en 1942 o1943, una tarea mucho más difícil que lo que
hubiera sido la defensiva en las fronteras del Reich. La
defensiva en el Canal de Suez seguramente se presenta menos
des-ventajo:-a. Pero la doctrina militar de Israel se basa en Je del
repetida demostración de la superioridad de sus fuerzas. 1s fines .
Requiere, pues, acciones de represalia cada vez que localmen- medio',trate!"?'
aaa de,!p, roa%;"
te las baterías o los comandos del enemigo•infligen algunas
pérdidas. Esta estrategia, ¿no corre el riesgo de agotarse
,serse"di»i"}? cisma.
¡~ relaci?
be e
progresivamente, a medida que se reduce la superioridad e.iris%'sien,
J11atc11 Entre e leto segu rva el e
i;j;
ún que a
cualitativa de las fuerzas israelíes? .aria comP' ¡t rese' más a ., por
En ese prolongado conflicto, mucho más que en las campañas "aria" Pº. c1auseWI recísa qu_e, 1 victoflll f -
ne° panel?> ¡cluso P medio al ·.¡mediata
napoleónicas y en las guerras europeas, los elementos mora- is" ¡, actia%! ene co" 4i en llevar in
les deberían dictar la estrategia y decidir el resultado: deci- %Mi+ép2.ici@es" 4 u « cetsri a
sión de los israelíes a vivir durante años, durante décadas, C <¡jetos
fina loso ae. . , ncia entre e ] m ediecto,
o
la guerra
como una nación en armas, decisión de los árabes a sacrificar
el desarrollo de la reconquista de Palestina, decisión de los
e·!%fa a coinsi"",,t a paz. AlrP,ri te que
Nada imP b·etosquelleva elevante: es p na semi
la
is3"% is es%.i 1ñjei;% ase
árabes dentro de las fronteras de Israel, eficacia de la guerrilla
de los palestinos en una región descubierta y semidesértica, I ael en e o d 1967 eva 67
poco propicia a esa clase de operaciones. :mi derrota de ; la victoria to_tal d e ue la victoria de 19 ]
. abe-1s1ae
A propósito, como anécdota, la esposa de Clausewitz, Marie Von Bruhl ad- está involucrada como obertura histórica y preparatoria de la era de la democracia
virtió que Clausewin murió de incomprensión. Aron dice que murió de cólera" de masas. Por eso se ha encont rado en las guerras napoleónicas la idea de la guerra
No impona el diagnóstico médico, sino más bien detenerse en la dificultad de total, una prefigmación dd tiempo revolucionario nacionalista y comunista del
comprensión que lo acompañó a lo largo de los años en las sucesivas interpreta- siglo XX, una nueva página de la historia en la que grandes fuerzas lucharon por
ciones de su obra. Es el destino de una Teoría cuya unidad sistemática relativiza escribir. Clausewitz posibilita el abandono del ilusionismo ideológico y del paci-
el significado de ciertos concepto s (como el de guerra absoluta) y trasciende las fsmo liberal prepara la reapertura de un camino de la historia de la teoría política
partes ensambladas. Atrapar un sistema por uno de sus lados lleva siempre a u que cont iene la posibilidad de la guerra y que se expresa con arreglo a esa noción.
acento, que será discutido por quien ingresa por otro lado. A saber, una teoría política que refleja y proyecta una política integral.
Clausewitz comprendió la naturaleza de la guerra y su intrínseco peligro en
la escalada a los extremos y el aniquilamiento reciproco. Por eso no es un escritor
militar más, ni la suya es una teoría de ocasión. Clausewitz es el arquitecto de la
El Duelo (Zveikampf) en la Teoría
ciencia política de la guerra, de un saber completo en la medida en que alcanzó el
Clausewitz no es propiamente un historicista porque enciende que las distin-
concepto de su objeto, sin más fisuras que las que puede presentar la realidad
tas manifestaciones de la guerra en la historia presentan siempre aspectos comu-
que están formalmente prefiguradas en el sistema, como tensiones que lo atravie-
nes, sin los cuales la guerra no sería tal.
san y le dan unidad.
La relación ent re el universal y lo concreto en la situación histórica está señala-
El sabio posee el conocimiento de la esencia y de la gama de las posibilidades
da en el planteamiento de los objetivos y los recursos:
de la existencia. La Teoría es el conocimiento de los principios y la concatenación
de las posibilidades. Por su finalidad práctica es prudencia. El saber integral de la ... el objetivo que el que emprende la guerra se fija, los recursos que moviliza, se
guerra sirve a la prudencia politica. rigen por los rasgos enteramente individuales de su situación, pero llevan en sí
Clausewicz es maestro en describir lo que se vive en la guerra, algo físico y precisamente el car:ícrer de la época y de sus condiciones generales, en fin, siguen
vital conservado como momento de aprehensión de realidad primera en la que sometidos a las conclusiones generales que tienen que extraerse de la narnralcza de
se apoya la Teoría. Porque la Teoría se fundamenta en la realidad de la guerra, en la guerra%.
los dram áticos y vastos pliegues de una experiencia atravesada por el esfuerzo y
el sufrimiento. La historia de la guerra tiene el sentido dado por la instalación de ¿Cuál es el lugar que Clausewiz le asigna a la costu mbre internacional en la
1
la naturaleza de la guerra como norma de la historia. La plenitud del tiempo de guerra? Clausewitz dice: "Limitaciones imperceptibles que no debilitan sustan-
Clausewitz patentiza la naturaleza de la guerra, revela las posibilidades de la gue- cialmente su fuerza". De modo intrínseco e implícito en la Teoría, la ética militar
rra y dispone las cosas pasa la elaboración de la Teoría. está sostenida en la comprensión del carácter de la guerra y, en relación a ese as-
Vista desde la perspectiva histórica, la Teoría puede constituirse sólo si se ha pecto, Clausewirz infiere que no es guerra aniquilar una masa iner te {prisioneros
visto todo lo que se tiene que ver para poder reflejar el estrato esencial y la gama o población civil). Porque la Teoría inrelige la esencia hace de fundamento del
de sus manifestaciones. Ello supone una realización muy amplia de las posibili- hábito . Si se respetase ese límite que se desprende de la Teoría no habría necesidad
dades de la historia, desde la amenaza de indiferenciación de la violencia hori- de form ular prescripciones que nadie cumple. Desde la Teoría, es decir, desde la
zonalisa de los tártaros pasando por el racionalismo de Federico el Grande hasta int elección de la esencia, la ética es el echos o carácter de la realidad, lo demás es
la plenitud de los tiempos: Napoleón, las masas, el levantamiento nacional y la ideología. Si la guerra está caracterizada por dos principios que pueden unificarse
retirada al interior del país. La respuesta identitaria ante Napoleón, mediada por y sintetizarse como principio de hostilidad reci
proca politicamente determinada, ex-
Napoleón. Porque será el desafío de la masa de los ejércitos napoleónicos la que terminar a una masa ("inerte") que no ejerce intención hostil, no es guerra, sino
obtendrá como respuesta la formación de las nacionalidades (en el sentido funda- acción criminal. Si la guerra es violencia física entre dos cont endient es con el pro-
mentado por Fiche), la guerra será vehículo y movilizador de esta condición. Es pósito de desarmar al enemigo e imponerle la voluntad, confundirse al respecto
decir, el anuncio de una era de la política integral, donde la masa de los pueblos
4 29, Cf, David Bell, La primen gura total: la Europa de Napoleón y el nacimiento le la quera moderna, Alianza,
2012.
28. Cf. Raym ond Aron, Penarla quera, Clauuwirz, Insituto de lubliaciona Navala, luenow Aires, 198), p. 55. 30. Carl Clausewita, ibidem, p, 654.
72] Pxo AzAL CLxuSwITZ. LA CIENCIA POLÍTICA LA GURA. Fo so+f, Jncrro v rumo [73
y sostener una modalidad de maniobra permanente y artificiosa para derrocar al sino en las circunstancias, dispositivos, etc., que las acompañan: no es por tanto
enemigo sin excesivo derramamiento de sangre es propio de las "almas filantró- una diferencia necesaria en cada caso concreto, sino que can solo predomina en
picas'y causa los errores más graves. Tratándose de un error de apreciación en el la mayoría de los casos; en una palabra: hasta los pueblos más civilizados pueden
nivel de la esencia de la guerra, constituye una falsedad que debe ser rechazada inflamarse apasionadamente los unos contra los ocros33 •
de modo terminante. El criterio de verdad operatorio consiste en no descargar la
El párrafo transmite el planreo de Clausewicz anee el alcance real de la ilus-
violencia contra una masa inerte ni escatimar recursos contra una fuera hostil.
tración. No puede afirmar que el progreso de la civilización acentúa el enten-
Clausewitz constata la diferencia que introduce el grado de civilización en re-
dimiento por sobre el sentimiento. Más allá de circunstancias y dispositivos, la
lación a la guerra:
identificación entre progreso y encendimiento como factor de moderación es con-
Si las guerras entre los pueblos civilizados son menos crueles y destructivas que tingente. Por ello afirma que los pueblos civilizados se inAaman también en sus
las no civilizadas dio se debe a las circunstancias sociales, canco en el imerior de pasiones. La elipse del contenido del-párrafo señala esa relación problemática con
los Estados como encre sí. La guerra surge de esa circunstancia y por ella se deli- la ilustración. Clausewitz trasciende a la ilustración, al menos a un cierco tipo de
nca, limita y modera; pero esas cosas no forman parce de ella, sólo le son dadas, y ilustración, sostenida en una filosofía de la historia del progreso, como la de Vol-
nunca puede inscrrarsc un principio de moderación en la filoso/la de la guerra sin raire y Kant. Para Clausewitz la civilización y la no civilización no son realmenre
cometer un absurdo", diferentes, en tanto la actitud hostil despierta los sentimientos hostiles (cuando
no aparecieron antes). La inflamación y las pasiones de los pueblos -unos contra
Para decirlo con otros términos: la guerra es fuerza y violencia destructiva po- los otros- son idénticas:
líticamente determinada, y en su existencia accidental y circunstancial de la que
procede puede limitarse y moderarse. Pero esa moderación no pertenece a su per- Se desprende de esto lo falso que sería atribuir la guerra de los civilizados a un
fección sino a sus posibilidades reales. Las oscilaciones de Clausewiz son parte mero acto de entendimiento de los Gobiernos y pretender verla cada va más des-
de la distinción entre teoría y práctica, entre universal y concreto: el uno que es en prendida de toda pasión, de forma que finalmente ya no utilizaría de verdad las
muchos. Ir del uno al otro contradiciendo aquí lo que se afirma allí es permanecer masas físicas de combatientes, sino únicamente sus proporciones, una especie de
fuera de la verdadera comprensión, esa contradicción sólo encontrará solución en álgebra de la acci6n%.
el nivel de la Teoría como reflejo formal de la realidad.
Clausewitz expresa con radicalidad que los sentimientos hostiles son elemen-
Como imagen paradigmática, el duelo (Zweikampf) es la forma de la guerra.
tos constitutivos de los Estados. Es una afirmación contraria a la ilustración, en
Es una lucha entre dos contendientes que despliegan voluntad y fuerza, derrama-
codo caso habría que remontarse hasta Tucídides, Platón y Aristóteles para encon-
miento de sangre. La posible moderación no proviene de la forma (el concepto)
trar el problema de las pasiones. Pero Clausewiz es enfático al afirmar que la apa-
sino de la materia (las circunstancias). La guerra como duelo (Zveikampf) en es-
rición arde o temprano del sentimiento de hostilidad como odio activo hace vana
cala amplia es la manifestación de la hostilidad nacida de la raíz política". En la
la distinción entre pueblos bárbaros y civilizados. La guerra levanta la máscara
puesta en situación concreta de estos aspectos Clausewitz muestra que no tiene fe
que oculta al smtimimto de hostilidad, la fuerza básica que subyace en el Estado.
en el progreso moral ni se ilusiona con los ideales pacifistas de la ilustración. La
A partir de esto, puede afirmarse que en la historia de la guerra no hay progre-
intención hostilcaracteriza la definición de guerra:
so intelectual si es en detrimento de la fuerza ni hay moralización que sustituya
porque es más general, no e.abe imaginar la más brutal pasión del odio, lindante a las pasiones. Clausewitz rechaza la reducción de la guerra a un "álgebra de la
con cl instinto, sin intención hostil, y cn cambio hay muchas intenciones hoscilcs acción". Afirma a las masas físicas y la acción como horizonte y noca de la gue-
que no están acompañadas por ninguna hostilidad del semimienco, o al menos rra en su expresión contemporánea y absoluta. Masas físicas en acción, pueblos
por ninguna predominante. En los pueblos incivili1.1dos predominan las intencio- con sentimientos inflamados volcados unos contra los otros: es la guerra en su
nes pertcnccicntcs al ánimo, cn los civilizados las pertcnccicntcs al entendimiento; manifestación plenaria, que se identifica con el concepto de guerra absoluta. El
pero ese.a diferencia no está en la esencia de la no civilización y la civilización cn si, peligro del pensamiento consiste en olvidarlo bajo la falsa impresión causada por
la civiliza ción de costumbres y la hegemonía de la filosofa pro gresista. Por eso es Clausewitz introduce el concepto de guerra absoluta como conce pto de la guerra
mediocre una teorí a que se olvida de la guerra entendida como duelo (Zweikampf) perfecta que sirve para el análisis del desenvolvimiento de las guerras rea les, que
a esca la amplia, choque violento de masas apasionadas. Clausewitz es especialmen- pueden alejarse o acerca rse a su naturaleza o entelequia. Ese instrumento lógico per-
te perceptivo a ese riesgo del pensamiento estratégico-militar que es, en el nivel de mite clasifica r la experiencia. En ese sentido, la imagen o phantasma del duelo opera
la especie, un riesgo del pensamiento político como género. Porque el olvido de la como objeto del intelecto. E l duelo permite inteligi r la guerra como una estructura
naturaleza de la guerra afecta a los Estados poniendo en riesgo su más ín tima esen- dinámica de eres acciones recíprocas que manifiestan la enajenación en un codo su-
cia, la soberanía, en la que se funda la libert ad política del Estado frente a otr os Es- peri or a, y dominante de las parces. La primera interacción implica que:
tados. Ese riesgo del Estado es en primer término un riesgo existencial. Las fuerzas
E n principio, no hay límites para la aplica ción de la fuerza
armadas engarzan la realidad estatal, que pone en ella su salvaguarda y cert idumbre
• Cada enemigo marca la ley al otro
en la mar sin leyes de las relaciones interestatales. La soberanía es la nota mediada
por la posibilidad de la guerra como condición de la interestatalidad. Si así no OCu- La relación mutua conduce al extr emo.
rriese, el mundo estaría política mente integrado en un gobierno mundial. Por ello La ausencia de límites para el despliegue de la fuerza se apoya en la liberación
Clausewitz es especialmente enfático al desechar el racionalismo y la propensión a de las pasiones hostiles: el odio como elemenco natu ral que en el choque de fuer-
la renuncia a la voluntad, a la fuerza, a la masa y al derramamiento de sangre. La 7..'lS tiende a generar un fenómeno de indiferenciación. Por ello la acción recíproca
debilidad progresiva del pensamiento estratégico militar acompaña la deca dencia ent re fuerzas enfrenc:idas refleja la estructura que subyace a la indiferenciación del
histórico-política del Estado absolutista. De este modo, observa que: encuentro de dos voluntades y fuerzas colectivas que se destruyen mutuamente.
L a forma lógica de la acción reciproca es dialéctica , en el sent ido no sólo de una
La teoría ya empeza ba a moverse en esa dirección cuando las manifestaciones de
interacción externa sino de la mediación de la acción por medio de la acción del
las últimas guerras la corrigieron. Si la guerra es un acco de violencia, pert enece
ncccsariamcntc al ánimo. Si no parce de él, conduce más o menos a él, y ese más o enemigo. Al haber mediación, no puede haber unilateralidad en la acción, sino
menos no depende del grado de formación, sino de la importancia y duración de reciprocidad. La estru ctura del duelo es dialéctica : el pensamiento lo refleja. Una
los intereses enfrentados', doctr ina militar general, basada en dogmas que se presumen infalibles compen-
dios de guerras pasadas, fraca sa porque no coma en cuenca que la ley de la acc ión
El sentimiento hostil y el ánimo son parte activa de la guerra. El racionalismo de una volunt ad en la guerra la influye la voluntad del otr o.
no puede obturar las pasiones de la guerra porque la violencia no depende del E n la visión de Clausewirz subyace una crítica a la ilustración respaldada en la
grado de formación ni de civiliza ción, sino de la import ancia de los intereses en- tradició n clásica y en su reactualización parcial -al menos en relación a Ti to Li -
frentados. La guerra se manifiesta como un problema de intensidad, de energía vio y Tácito- por parce de M aquiavelo. La influencia de Fichre sobre Clausewicz
involucrada en la fuerza de empuje de los sujetos, que aparecen como sujetados es una clave que conviene siempre tener en consideración. M aquiavelo, Fichte
por los intereses y las pasiones: encendiendo a los intereses como fines. E l nivel y Clausewitz son intelectuales señeros del regeneracionismo político. Fichte es-
civiliza torio de un pueblo influirá en el grado de efica cia militar a part ir del desa- cribió sobre M aquiavelo y como él, fue nacionalista en tiempos de ocupación
rrollo tecnológico y mostrará que matar a los prisioneros, destruir las ciudades y extranjera y claudicación política anee las rareas nacionales. Clausewitz escribió
los ca mpos del enemigo son brutales manifestaciones del instinto que no aumen- sobre Fichte en relación a M aquiavelo en un escri to dirigido a Fichte- y, en las
tan la efica cia en el cumplimiento de los objetivos. Pero ese cono cimiento adqui- últimas investigaciones sobre su esposa, M arie von Bruhl, se muestra con preci-
rido no depende del humanitarismo ilustrado sino de la ca pacidad de explotación sión su adhesió n al pensamiento de Fichte". Si de un mo do biográfico y externo
política de la efica cia militar. El aumento del alca nce de fuego y demás inventos la adhesión de Clausewiz a Fichte está acreditada, la dimensión intrín seca de Vom
dan cuenta que la civiliza ción no disminuye ni pert urba la intención de aniqui- Kriege muestra algunas analogías que denotan esa presencia.
lamiento del enemigo que corresponde al conce pto de guerra. La conducta de Concretamente, puede detectarse que la infl uencia de Fichte en la relación del
las voluntades enfrentadas está determinada recíproca mente y sobredeterminada Yo-No Yo como relación de la razón en tanto sujeto absoluto está presente en el
política mente por las ca us as eficiente y final del Estado.
36. Cf. Varia Bellin ger, Mari vn Cl asewit The uoma bebid th making of On War, Oxfond Uni versity
35. lbidmm, p. 19. Press, 2016.
76] PxLo Aza1 C LxUSrTZ. LA CINCA POLÍTICA LA GUR A . FLo so ÍA, J fnc rro Y vuunt o [77
duelo porque la ley que impone el contendiente es respuesta a la ley impuesta por En los últimos años se ha instalado en el lenguaje político, electoral, estético, etc.
el enemigo. La reciprocidad se desata simultáneamente y no es un jucgo. Por ello la palabra "alternativa". Hay "alternativa de izquierda", "alternativa teatral", "alter-
el desprecio de Clausewita a las almas bellas que no están a la altura de la realidad. nativa de vida". "espacios alternativos", "alternativa" de esto y de lo otro. El "alter-
La lucha es también ascensional. De modo tal que la segunda acción reciproca nativismo" parece una modalidad tardía y práctica de la ironía romántica. Supone
profundiza la relación de contrarios que expresa la primera y reafirma que la causa que las decisiones tienen vuelta atrás y los caminos del tiempo perdido se buscan
fnal de la acción bélica es: y se desandan. Sin embargo, en el mundo sublunar de la materia corrompible y el
tiempo, la idea de retornar al punto de partida y elegir otra "alternativa" es ilusoria.
• Dejar al enemigo indefenso, desarmado.
La irreversibilidad del tiempo es una realidad absoluta. "La política es el arte de con-
Ponerlo en un estado tal que se vea amenazado por la posibilidad de quedar ducir lo inevitable" decía De Gaulle. La responsabilidad de la decisión en política y
indefenso. den ero de ésta, en la guerra, instala al "alternacivismo" en la ilusión de la externali-
• Obligarlo mediante la acción bélica a hacer nuestra voluntad. dad temporal y de la sustracción al imperativo del enemigo. El alternativismo es un
subjetivismo ocasionalista que toma con ligereza la seriedad de la política.
La guerra no es la violencia contra una masa inerte, sino el choque entre dos
La objetividad de la unidad de contrarios patentiza que el ascenso a los extremos
fuerzas vivas. Ninguno es enteramente dueño de si mismo, ambos duelistas se
es una estructura trans-subjetiva. No se explica reduciéndolo a la naturaleza hu-
marcan mutuamente la ley de la acción y mientras el enemigo no sea derrotado
mana de sus protagonistas que permanecen -por usar la terminología de Hegel-
hay que temer ser derrocado por el enemigo. Aparece el temor a la derrota en
como el Espíritu Subjetivo en el Espíritu Objetivo, como recuerdo. Por lo canco,
medio de la interacción reciproca y como producto de ella. La tercera acción recí-
aparece negado en su forma y disuelto en sus contenidos en una forma y conteni-
proca entiende por fuerza el producto del tamaño de los recursos existentes y de
do cualitativamente superior y dominante. Ello se advierte de modo ostensible y
la fuerza de voluntad. Se abre el horiwnte a la incorporación de nuevas determi-
más intensamente en tanto el ascenso a los extremos somete para sí las decisiones de
naciones. Sobre esa base, introduce el cálculo de la cantidad de los recursos y la
los enemigos y de manera rigurosa se impone a ambos como inmediatez y toali-
fuerza de voluntad del enemigo que permite estimar la fuerza que hay que oponer
dad. La actividad de los sujetos cobra un carácter azaroso pues se hace imposible
para sobrepaarlo. Dialéciamente, cl enemigo también hará su cálculo. La racio-
planificar racionalmente la acción mediada. Y dialécticamente, cuanto mayor es la
nalidad está volcada al conocimiento del enemigo: el movimiento recíproco es un
fuerza con que el momento del azar se impone en la acción de los enemigos canco
movimiento determinado por la relación de contrarios.
mayor fuerza de realidad adquiere el ascenso a los extremos como proceso objetivo,
El ascenso a los extremos es una estructura en la que los contendientes están
para los sujetos enfrentados.
codeterminados por las fuerzas y las voluntades recíprocas: su fuerza de necesi-
El problema del azar subjetivo y la dialéctica objetiva se presenta bajo la
dad determina que el pensamiento está compelido a calcular la fuerza del otro y
disyunción entre una primera subordinación absoluta al mecanismo del ascenso
buscar la libertad de acción sobre la comprensión de la necesidad. Significa pues
a los extremos como acción recíproca, y la mediación de la política como acto de
que una acción que enfrenta a otra acción configura una relación codeterminante,
racionalidad. En efecto, luego de la descripción de las tres interacciones del ascen-
que estrecha el margen de libertad de acción de los sujetos. El conocimiento de la
so a los extremos Clausewitz denomina a esa situación como "ensoñación lógica" y
guerra en particular y de la política en general requiere exhaustividad en la com-
afirma que las cosas cambian de fisonomía cuando transitamos del universal a la
prensión de la comrariedad concreta.
realidad múltiple. En el concepto universal, todo queda subordinado al "optimis-
El cálculo cn este caso tiene mucho de aproximado, más aún cuando refiere a
mo", y se estira a la perfección37• Toda la demostración del dudo como ascenso
la fuerza de voluntad del enemigo. Por ello la acción reciproca encierra, dentro de
aparece ahora como forma no concreta. No podemos dejar pasar inadvertido que
su carácter de movimiento ascensional, la diferencia entre lo que tiene de objetivi-
califica como "optimismo" el mecanismo de ascenso. La perfección de la estra-
dad y subjetividad: la intersubjetividad es objetiva y determina a las subjetividades.
tegia es aniquilar al enemigo. Cuando introduce la dimensión de realidad Clau-
Las exhoraa un cálculo de fuerzas y les restringe el horizonte de posibilidades en sewitz contrapesa y maciza la tendencia lógica del razonamiento. Por dio señala
dirección a lo que urge pensar, con codo el riesgo y la carga del sentido conjetural que las condiciones para que ocurra un ascenso a los extremos en la realidad son:
que encierra el término. Cuanto más se manifiesta la ley del duelo como 11Jcemo 11
los extremos, más azarosa es la posibilidad de salida y más difícil es pensar una alter-
nativa al cálculo de la fuerza del enemigo para responder a su acción. 37. Clausewlru, ibilen, p. 21.
78] PAuLó Azur CLxuSWTrZ. LA CIENCIA POLÍTICA DI LA GUERRA . FnosorlA, Jcrro Y Puno [79
• que la guerra sea un acto aislado, repentino y sin nada que ver con la vida bleciendo un orden en la jerarquía de aspectos reunidos. Para el acto de voluntad
anterior del Estado. (y fuerza) la política aparece como principio y fin. Ello significa que los Estados
• que consista en una sola decisión o en una serie de decisiones simultáneas. actúan en función de fines políticos, sin ellos carece de sentido la guerra. Es decir,
que posea una decisión completa en sí misma. los fines están por encima, en posición dominante, en relación a las fuerzas que
suscitan. La posición de Clausewitz está en consonancia con la tradición clásica,
La forma de la violencia perfecta es mediatizada por la realidad material en la con el sent ido de la acción con arreglo a fines. En la naturaleza variable de las
que se concreta ya que "el ser humano, con su imperfecta org anización, siempre cosas humanas, la misma finalidad política puede producir efectos muy distinto s
se queda por detrás de lo absolucamence mejor, y estos defectos que entran en liza en distint os pueblos, o incluso en un mismo pueblo, pero en épocas distintas".
por ambas partes se convierten en un principio moderador"3A. A menos que se La diferencia es una variación que mediatiza el peso de los fines de acuerdo al
trace del Dios de la Guerra. tiempo y el espacio del pueblo. Y allí Clausewicz señala la relación entre los fines
En el plano especulativo, la moderación en el uso de la fuerza es una falencia in- y el pueblo:
trínseca de los hombres. La visión de la violencia ha arrasado esos moldes que ahora
vuelven a colocarse, comando en consideración las limitaciones de la realidad. La sólo podemos aceptar la finalidad política como medida en canto en cuamo pense-
moderación que puede imponer la realidad se caracceriza como defectuosa porque mos en sus efeccos sobre las masas que debe mover, de modo que cambién encra en
el universal se concreta individualmente en la materia y la perfección natural cede consideración la naturaleza de esas masas. Puede apreciarse que el resulcado podrá
ser enteramente distinto según se hallen en las masas principios de reforzamiento
al peso de la limitación. En la realidad concreta el ascenso a los extremos depende de
o debilitamiento para la acción. En dos pueblos y Estados podrían darse cales ten-
cuestiones mater iales como la imposibilidad de abarcar la guerra en un único golpe:
siones, una suma tal de elementos hostiles, que un motivo político para la guerra
pequeño en sí mismo podría producir un efecto que fuera mucho más allá de su
Al hacer los preparativos de la guerra el mundo real ocupa el lugar del mero con-
naturaleza, una verdadera explosión'·'.
ccpto, y la verdadera medida el lugar de un supucsro extremo; así que ya sólo por
eso ambos enemigos se quedarán en su inceracción por debajo de la línea de un
La intensidad de los fines determina el nivel de compromiso del pueblo, cuya
supremo csfuer,o, y no empicarán rodas sus fuerzas enseguida·".
explosión de pasiones condiciona las tensiones entre los Estados. Pero esa inten-
La realidad como amortiguadora del ascenso a los extremos posibilita la "rea- sidad del fin es respectiva al ser del Pueblo. La causa final pertenece a la causa
parición de la finalidad política". Es nocable que hable de reaparición y maneje un eficiente: no está en el aire. Clausewitz caracter iza a la guerra como una "verdadera
concepto absoluto de guerra en el que se pone entre paréntesis la política. En este explosión", que remite a significados diferentes. Mientras la guerra en el cramo
aspecto, la única explicación válida es que la reaparición de la política se produce final del Antig110 Régimen es una institución limitada y relativamente ordenada,
en el nivel lógico, ya que en el nivel real nunca se ha ido. Por eso destacamos el la guerra a partir de la Revolución Francesa y de Napoleón, es una explosión es-
carácter de instrumento meto dológico del duelo y de la guerra absoluta, imágenes truendosa, crítica y destructora de formas y convenciones sociales. Tanco la guerra
y paradigmas útiles para la vía inventionis o vía del conocimienco inductivo de lo como la Teoría que la abstrae en su signo formal incluyen la más alca int ensidad.
rea]". "Hasa ahora la ley del extremo, la intención de dejar indefenso al adversa- Tomando en consideración las palabras utilizadas: tensiones, motivo político, y ver-
rio, de someterlo, había devorado en cierto modo esca finalidad. En cuanto esta dadera explosión se elucida un sentido más profundo de la realidad que perfora y
ley reduce su fuerza, esca intención se apart a de su objetivo, la finalidad política deja atrás el discurso ilustrado, su estrategia de floreo par no cambiar las cosas, su
de la guerra tiene que reaparecer", E] problema de determinar con precisión la maniobra de aproximación para no matar a nadie y la guerrJ. sin derramamiento
relación entre la fuerza y la finalidad como unidad dialéctica de la guerra y la paz, de sangre como fase final ele un mundo históricamente terminado ...
incorporando con pleno contenido político a la guerra, puede encuadrarse esca- La finalidad política domina a la guerra. En función de los fines, la masa mi-
litar se tru eca en masa popular. Es decir, el concepto estratégico operacional de
38./Jrm.
39. Iidmm. p. 22. 42. l dem.
igariun, Insituo de Estudios Fil0fs Santo Tomás de Aquino, Buenos Aires, 200}8, pp. 25.41
41. /bidm , p. 24.
le
40. CÍ. Flix Lamas, 'La Dialia l'atónica' cn Felix Lamas (cmp.), la dialéctica ldsica. La llpica la inos-
44. f.
43. ldem.
arl Sclmi tt, El Nomos de la Tierra n el lus Hublicum europeum, Centro de Estudias Co nstit ucio nales,
Madrid, 1976, pp. 174-201.
80] Px » AzAL C A USwTrZ. LA CIENCIA POLÍTICA DI LA GURtu. Fno sof, ycrro Y unto [8l
masa militar como máxima agrupación de fuerza s an ticipa el concepto político de del tiempo y del espacio. La guerra no solo es concepto. La guerra es rea lidad con-
masa popular como máxima moviliza ción de fuerzas civiles. La moviliza ción de creta. Esto significa que la guerra es en el mundo, en tanto totalidad respeccional
masas populares tiene el sentido de mostrar un ejército político presto a armarse. articulada en la que una cosa remite a la otra47 •
El lenguaje estratégico complementa y anticipa el concepto político d el cual es Considerando la temporalidad y la espacialidad puede apreciarse que en la
part e- asumiendo en plenitud lo que es desde siempre. Los asuntos del Estado realidad de los Estados que habitan la histori a política concreta, la demora entre
pasan a ser de incumbencia nacional. Salen de la exclusividad de la esfera de las los distinto s actos de fuera posibilita el increment o de las fueras involucradas.
ca sas dinástica s más relacionadas entre sí que con los pueblos que habitan sus do- Desplegadas o concentradas, son part e del espacio, que no es un agregado secun-
minios. Los pueblos encuentran un nuevo sentido en el territorio. De los pueblos dari o sino un element o de primer orden. T iempo y espacio son elementos de la
surge el pueblo. Nace la patria en la perspectiva del nacionalismo, como sentido guerra que proceden de la finitud de la existencia humana y la limitación de su
de la tierra que habita un pueblo con su lengua originaria y sus tradiciones. Los composición física :
dominios de los monarcas se fracturan entre la lealtad a la tierra del nacionalismo
popular y las combinaciones política s entr e las ca sas dinástica s. De ahí que Clau- Está en la naturaleza de esas fuerzas y de su empleo que no codas puedan e111rar en
sewitz propone en el Memorándum alpríncipe hemúro la transformación de una acción al mismo tiempo. Esas fuerzas son: los combatientes propiamente dichos,
el país, con su superficie y población, y los aliados".
monarquía desligada de su pueblo en una monarquía nacional, es decir, popular,
en la que el vínculo con la tierra no sea sólo de mero derecho privado -dominio,
E l ascenso a los extremos se manifiesta mediado, se trueca en guerra real, espacial
posesión, propiedad- sino más bien un vínculo de identifica ción espiritual y alta
y temporalmente concretada, no disminuye la intensidad de las pasiones ni la
intensidad política '1.
violencia. La temporalización y la especializa ción despliegan dos nocas esenciales
La distinción entre fin político y objetivo militar racionaliza las decisiones de
de la experiencia humana en una serie de posibilidades extremas, combinaciones
los Estados. El Fin político puede coincidir con el Objetivo militar, como cuando
y macices entre una y otra. Nos interesa subrayar en principio que la temporal i-
se trata de la ocupación de una provincia del Estado enemigo. Un Fin político
za ción del ascenso a los extr emos significa la incorporación y el aprovechamiento
distinto del objetivo militar tiene que ser político en sentido fuerce, como Na-
progresivos de:
poleón cuando buscó que Rusia cumpliese los acuerdos de paz y alianza . De-
pendiendo de los fines (tanto del fin político como del objetivo militar) puede Los combatientes.
haber guerras de distintas ca lidades de import ancia y energía, desde la guerra de El país (población, superficie, fortifica ciones, ríos, montañas, etc.)
aniquilación hasta la mera obser v ación arm ada". Dependi endo de la ca pacidad Los aliados.
de conducc ión, el resultado militar se explota como plusvalía política en el diseño
de la paz y en la posición del sujeto político ante un nuevo estado de cosas. Todos estos elementos aparecen a menos que un país pueda conquistarse en
una primera acción de ataque. Por eso Clausewitz dice que:
Tiempo y Espacio en la Guerra (un país no puede) ser abarca do por completo en el primer acto de guerra ... las
fuerzas de resistencia que no pueden ponerse de inmediato en acción representan
La diferencia entre el ascenso a los extremos implica do en la guerra absoluta (ab- en algunos ca sos una parce mucho mayor del todo de lo que a primera visea se po-
soluter Krieg) y la guerra real (wirklichen Krieg) está posibilitada por la mediación dría ercer, y que, incluso allá donde la primera decisión se coma con gran violencia
y el equilibrio de fuerzas está ya muy pert urbado, puede volver a ser re.,;tablecido.
B.lsccnos indicar aquí que a la naturaleza de la guerra se le opone una total unifica -
45. CÍ. Cal CCauscwi, Principiosfundamentales para la conducción de la gema, Editorial Struhart & Cla., luce- ción de las fuerzas en d tiempo".
nos Aires, 1)84, p. l6:" Vd por qué es narinfamiliariza re de antemano con el pensamiento de perecer con
honor. Es precio nutrir ontanmmen de esta idea y encararla. Es una idea grandiosa y a la altura trágica
de la dcrrou cn una uera abluta. El ricso de ser deshonrado por cl cncmnigo vencedor cs mu cho mis
grave que cl de d gjr cl holausto pern a! cn cl minuto previo. U a cs la senda de los líderes humillados
nomo Ahimacl Gunnin, ad daun Husin, ct. El otro, ha senda del Mariscal lópez, Allende o Juan More
-n o vicnc ) an o la posición o idcnlogJa- a la send a quc cncara la gravedad y la resp onsabilidad del honor. 47. CE, Xavier Zubiri, L.a respectividad de lo real, REAL.ITAS Ill y IV, Madrid, 1979, pp, 13-43.
CÍ. Caul Schmitu. Clauwitz como penadorpolítico, Srular & Cla, /fecha. 4K. //,i,/,m, p. 22.
46. Ibidcm, p. 25. 49. //,i,/,,,,, p. 23.
82] PxLo ANzALI CLAUSwITZ. LA CIEN CIA POLÍTI CA D LA GURA. FiLosorfA, yncrro Y ruto [83
Con perspica cia, Clausewirz. plantea la virt ual imposibilidad (o enorm e difi- La actividad bélica se descompone en dos formas, ataque y defensa, que, como ex-
cultad, digamos) de que un país pueda ser aplastado de un solo golpe y muestra pondremos objetivamente a continuación, son muy diferentes y de distinta fuerza.
además que la primera acción puede inducir un error de apreciación basado en un La polaridad se halla en aquello a lo que ambas se refieren, en la decisión, pero no
en el ataque y la defensa mism os?".
primer desequilibrio. Precisamente, porque el tiempo suscita la posibilidad de po-
ner en acción a las fuerzas emplaza das en el espacio. Para la Teoría el tiempo no se
Con la mediación del tiempo, la polaridad se manifiesta en la diferencia tem-
manifiesta sólo como la sucesión de instantes sino como la posibilidad de la apa-
poral entr e el ataque y la defensa. La explica ción acerca de la diferencia temporal
rición de lo latente. Es decir, la posibilidad que las fuerzas tienen de ponerse en
entre el que busca el ataque y el que busca la defensa, reside en que uno quiere
marcha y revenir la situación que en un primer momento aparece desbalanceada.
actu ar en un momento en que el orro quiere eludirlo y viceversa. E n el trabajo
El tiempo es el horizonte de la actualiza ción de la potencia.
estratégico sobre el tiempo se manifiesta el sent ido de la polaridad. La guerra
M ediante la continuidad en el tiempo, la guerra despierta fuerzas desplegadas
cobra una dimensión impensada. Como dijimos ex ante, la guerra no puede sub-
en el rspacio. Ello patentiza que la guerra es proceso, no es un acto único: nace
sum irse en un sistema matemático-geométr ico porque los sistemas de ese tipo son
así el princi
pio de polaridad. Pero el principio de polaridad tiene dos fases, una de
atem porales, rigen siempre en todo lugar y en todo espacio. Esencialmente están
las cuales se patentiza , mientras la otr a hay que descubrirla en la profundiza ción
fuera del tiempo, sólo accidentalmente pueden estar en el mundo. E n ca mbio,
de la búsqueda (la Operación Li bertad Duradera de los Estados Unidos y Gran
la guerra real (wirklichen Krieg) adquiere su fuerza de los combatient es, del país
Bretaña contra lrak se basó en el supuesto falso de un único golpe, contra el que
y los aliados emplaza dos como ca nt era de insumos. Un tiempo que es relativo al
previene Clausewitz).
posicionamiento: para el atacante es apremiante y contrareloj, para el defensor es
En primer término, el principio de polaridad se manifiesta en la forma de una
dilatante y juega a su favor. Lejos de Clausewitz confundir la volunt ad de lucha
batalla frontal, involucra fuerzas que persiguen recíprocamente la victoria sobre la
con un principio de ofensiva en el sentido de ataque como dogma de la acción y
otra. Co inciden en un mismo espacio y tiempo. Es un duelo (Zweikampf) colec-
la victo ria. E n la guerra real el ataque o la defensa son dos modos estratégicos que
tivo en un acto:
dependen de la situación concreta. E l tiempo de la guerra despliega su propia his-
El principio de polaridad sólo es válido cuando se piensa para uno y el mism o ob- toricidad: el estratega atiende ese estrato ontológico y planifica y actúa tomándolo
jcto, cuando la magnitud positiva y su oposición, la negativa, se anulan de manera en consideración. Para la defensa, en el ámbito de los recursos, del país y de los
ca ca. En una batalla, cada una de las dos panes quiere ganar; esto cs verdadera aliados se encuent ran las fuerzas que serán volcadas a la guerra: ent re ellas el pue-
polaridad, porque la victoria de uno anula la del otro"%. blo. L a participación militar del pueblo es el dato de la época (hasta hoy en día la
superpot encia norteameri ca na requiere de ciert o respaldo en la opinión pública
La polaridad es la oposición entre dos fuerzas cuando su agudiza ción tiende a para sostener una guerra y los que resisten sus int ervenciones suelen apoyarse en
resolverse mediante el aniquilamiento de una de las part es, que puede llamarse as- la base popular).
<4 pecto principal dominante sobre un aspecto dominado, propiamente negado. Sin
embargo, la polaridad entendida como contradicción ostensible de dos fuerzas
que se enfrentan en un ca mpo de batalla encubre una polaridad más profunda y
decisiva. La polaridad es una relación 11 • Clausewitz menciona dos fuerzas que tie-
nen una relación común, fuera de sí mismas. La guerra especifica la ca tegoría de
Seguimos a Herberg-Rothe al afi rmar que la Teoría está inspirada por las cam-
pañas napoleónica s, por la resistencia popular español a, que dilatan el tiempo de
la g uerra -a veces suspenden aparentemente las operaciones, a veces general iza n el
fenóm eno guerri llero- para relanzar contragolpes, y por la retirada rusa al int erior
del país??. De ahí abstraerá los conceptos acerca del ascenso, la superioridad de la
acción y la ca tegoría de relación. No sólo como relación social, sino como relación defensa y la guerra popular. Será tamb ién una clave de la guerra que atravesar á
de contrarios entre fueras. Su misma complejidad invita a indagar qué significa y el siglo 20. Y que dad de sí las modalidades de conrraar..tques diferidos , porque
detenerse en la respuesta que da el mismo Clausewitz. tiempo y espacio son los insumos ontológicos de la defensa.
52. 1de.
50. Ibidmm. p. 27. 53. C f. Clasewite' s pele: Ihe Hwlitical Theory of War, Oxfond, 200?. Este impo rtant e libro amplifica el hori-
51. ldmm. zntc de experiencias en has que se basan los concprs de Clusewiz.
CLA USwTTZ. LA CIENCIA POLÍTICA D LA GU IA. Fio sorf, yécrro Yv runo [85
La primera causa de la detención del acto bélico es la defensa: no implica fina- la suerre"56 • Si el azar remite superficialmente al juego, la seriedad de la guerra
lización completa ni garantiza la paz. Por el contrario, prepara las condiciones pa- hace que no sea ningún juego, sino un medio serio para unfin serio. La guerra abre
ra el contraataque. Justamente, Clausewitz destaca la primacía de la defensa sobre la dimensión objetiva del peligro de muerte violenta e inminente y lo enfrenta
el ataque señalan do que el ataque puede contrarrestarse con una defensa activa. mediance la fuerza del espíritu. La presencia del valor y sus dimensiones: osadía,
El defensor cuenta con el tiempo como ho rizonte fundamental de la acción. Y confianza en la suerte, audacia, temeridad, constituye una inclinación del alma
manifiesta también la fuerza histórica enraizada en el re-sentimiento. Porque es que anhela la incertidumbre y el riesgo. El ivire pelicorosamente enaltecido por
precisamente el tiempo el elemento en el que el ataque se percibe como ofensa el fascismo es el modo de ser en la guerra. El peligro en el ambient e operacional
recibida y levanta los ánimos de modo tal que determina al sentimiento de hosti- de la guerra emplaza la vida en el nivel de lo probable y la menee político-militar
lidad como soporte de la resistencia. La superioridad de la defensa es el recurso de se adecua. Lo probable invalida la eficacia de la razón more geométrico. Para argu-
los débiles, porque estructuralmente es "muy grande, y mucho mayor de lo que mentar que no hay exactitud en el cálculo de la guerra, sino inteligencia concreta
primer a vista se imagina"", y estimativa, Clausewitz dice que:
En orden a la debilidad y la fuerza, la diferencia entre la imagen fenoménica
instantánea y la realidad efectiva del tiempo y el espacio es la propiedad de la Lo que se llama lo matemático, no tiene nunca un espacio seguro en los cálculos
de la guerra, de antemano tiene cabida en ellos un juego de posibilidades, probabi-
guma rral La superioridad de la defensa no es tecnológica ni circunstancial, sino
lidades, suerte y desgracia, que se prolonga en rodas los hilos grandes y pequeños
existencial: la fuerza del resentimiento en la espera es superior a la confianza en
de su tejido y hace que, de todas las ramas del actuar humano, la guerra se parezca
el objetivo alcanzado porque la persistencia del pasado en el presente es la fuente en codo al juego de naipes??.
de la hostilidad. En cambio, la victoria de un ataque implica cargas políticas cuya
realización posee un sentido de la responsabilidad inevitable cuanto menos en la La diferencia entre ciencia y prudencia se reproduce en la crítica al modo mate-
reproducción de un cierto bien objetivo dado por las estructuras del ord en públi- mático de razonamiento en la doble dimensión de la guerra: la objetiva, el peligro
co en el país vencido: y el azar; la subjetiva, el valor.
El encuent ro entre el valor y el azar posee una constitución ontológica común,
Cuanto más lentamente discurra el acto bélico, cuanto más frecuentes y largas
se co-im plican y requieren respectivamente. Es un estrato profundo que vincu-
scan sus decencioncs, tamo más posible será subsanar un error, tanto más osado
la el sujeto y el objeto. Pero su estructura no invita a una modalidad irracional
será el quc actúa cn sus presupuestos, tanto más quedará por decrás de la línea de
lo extremo y construirá sobre probabilidades y presunciones 1 5 • de pensamiento sino más bien a que la Teoría incluya el modo de pensamiento
desplegado en la guerra. La razón de la guerra debe anclar su raíz en el modo de
La lentitud implica mayor duración, más tiempo. A la inversa, menos tiempo pensam iento involucrado en el interior del duelo. Sin la virtud del valor se huiría
es más presión, más apremio. La detención del acto bélico y su estiramiento en el de la praxis, la Teoría carecería de base:
tiempo abre el horizonte de posibilidades, la explotación de la cancera de insumos
El valor y la confiam.~ en uno mismo son principios esenciales de la guerra; en
militares y la explotación de la plusvalía politica. '
consecuencia, la teoría sólo debe planrear aquellas leyes en hs que esas virtudes
Entonces, el tiempo y la primacía de la defensa que sobre él reposa, integran
necesarias, las más nobles de las virtudes castrenses, puedan mo verse libremente cn
la dimensión de la guerra en su objetividad. Pero el tiempo es también el hori-
todos sus grados y variantes. También en la audacia hay una inteligencia y, por que
onte en el que brota el azar. Si el control intelectual del futuro es la providencia no, una cautela, sólo que se calculan en otra moneda'8•
encendida como parte de la prudencia, el azar y la incertidumbre son la Íuente
de lo imprevisto. Precisamente, el azar se impone en el cálculo de probabilidades Surge como exigencia interna de la Teoría el vínculo existencial con la guerra
que demarca la especificidad del campo de la guerra: "No hay ninguna actividad misma, de mo do análogo a la ciencia política clásica que lejos de plantear qui-
humana que esté tan constante y generalmente en contacto con el azar corno la meras se fundamenta en la realidad concreta. Sólo sobre la base de las realidades
guerra. Pero con el azar, ocupa gran espacio en ella la incertidumbre, y con ella
56 . l lem.
54. lbidem, p. 28. 57. 1len.
55. Ibidem. p. 2). 58. 1bidp. 30.
86] PAoo Az CLAUSwrTZ. LA CIENCIA OL/TIC D LA GURIA. Ftosof, uycrro v runo [87
concretas puede generalizarse con fundamento. "Así es la guerra, así el general que La conducción es prudencia en acción. No puede decidir por fuera de la naturaleza
la dirige, así la teoría que la regula". Clausewitz nos prepara para comprender la de la guerra y sin relación a los fines perseguidos. Veamos:
naturaleza de la guerra tanto en lo que implica como acto de derramamiento recí-
proco de sangre como en la inteligencia específica de las finalidades políticas, que el objetivo que el que emprende la guerra se fija, los recursos que moviliza, se rigen
determinan su intensidad. No es apta para almas bellas, que buscan trivializar la por los rasgos enteramente individuales de su situ ación, pero llevan en si precisa-
memc el carácter de la época y de sus condiciones generales, en fin, siguen sometidos
realidad, ni tampoco soporta los signos típicos del romanticismo como la ironía,
a las conclusiones generales que ciencn que excracrsc de la natu raleza de la guerra•
la eterna conversación y el sueño. Al respecto, expresa que:
--- La guerra no es ningún pasatiempo, ningún mero gusto por la audacia y el logro,
ninguna obra de un emusiasmo libre; es un medio serio para un fin serio. Todo
juego de matices de la suerte que lleva consigo, codas las oscilaciones de la pasión,
del ánimo, de la imaginación, del entusiasmo que absorbe, son tan sólo peculiari-
El equívoco más grosero es el que capea la natu raleza de una guerra pero equi-
voca las "grandes líneas generales" de su desenvolvimient o, el que lanza una gue-
rra de aniquilamiento y al ir perdiendo pide tregua y humanitarismo. El desfase
y la incoherencia entre la comprensión de la naturaleza y la estrategia conduce
dades de ese medio". a la derroca de un bando (si el otro no cae en el mismo error), al estancamiento
(cuando ambos son incoherentes) o al triunfo del más fuerce y más hábil (cuando
{No nos equivocarnos en la dirección de la pregunta si puntualizamos la li- ambos son coherentes).
viandad con la que ciertos actores del pasado argentino reciente participaron en la Clausewitz subraya la individualidad de la circunstancia, el carácter de la épo-
guerra sin comprender su naturaleza ) ca y de la coyuntu ra. Luego, dice que rigen las conclusiones generales que hay que
extraer de la naturaleza de la guerra. Es decir, coda guerra tiene como perfección
el uso de la violencia para destruir la voluntad de lucha del oponente, para tum-
La maravillosa trinidad (wunderliche Dreifltigkeit) como imagen y paradigma barlo. Más allá de las circunstancias individuales (que pueden ser retardaantes)
que intervienen en la guerra hay que tener en cuenca la naturaleza de la guerra, su
El método dialéctico corno vía inductiva de la investigación trabaja con imáge-
entelequia o perfección representada por el concepto de guerra absoluta. El signo
nes paradigmáticas. La maravillosa trinidad ( underliche Dreifaltigkeit) que Clau-
form al o concepto se realiza concretamente en la materia. La línea de la lógica
sewiz visualiza en toda guerra es una imagen poderosa, que representa tres polos
ingresa en la línea de la realidad.
de atracción, es decir, otras imágenes jugadas en la guerra. Clausewitz identifica al
Al finalizar el capítulo primero del Libro Primero de Vom Kriege Clausewitz ti-
pueblo con la violencia natural de la esencia de la guerra y a la esencia de la gue-
tula el parágrafo 28 como "Resultado para la teoría" y al finalizar el parágrafo dice
rra con la voluntad de destruir al oponente. Una condición se apoya en la otra.
que lo expuesto será el primer rayo de luz que alumbre el edificio fundamental de
Abstraída de la línea de la realidad política, la guerra es una relación de violencia
la Teoría63 . ClausewirL ha mostrado qué es la guerra y cuáles son sus posibilidades
·en la que dos enemigos buscan tumbar uno al otro para imponer su voluntad. Es
extremas. Ahora da un paso más y presenta una imagen o phantasma del sujeto
el concepto de guerra absoluta (absoluter Krieg), la guerra considerada en su per- plural de la guerra, esto es, la fuente de la que brota la guerra. Sostiene que:
fección. Pero señala que "una teoría que sólo se detuviera en esta guerra absoluta
excluiría o condenaría corno error todos los casos en los que las influencias ajenas la guerra no sólo es un auténtico camaleón, porque cn cada caso concreto modifica
cambian su nacuralcza "ro. El concepto de guerra absoluta (absoluter Krieg) es mo- en algo su naturaleza, sino que adem:ís, en lo que respecta a sus manifestaciones
delo de perfección ontológica, pero la Teoría que lo contiene puede mediatizarse globales, en relación con las tendencias que en ella predominan, ces una maravillosa
con arreglo a "la variedad de circunstancias de las que puede partir la guerra, trinidad (wunderliche Dreifaltigkeit) comp uesta de la violencia originaria de su
indicará por tanto las grandes líneas de la misma de cal modo que la necesidad de elemento, el odio y la enemistad -que han de considerare ciego in stinto clemen-
la época y del momento tengan su lugar en clla"61 • La conducción politica intelige tal-, el juego de las probabilidades y del azar -que la convierten en una lib re acti-
vidad del espíritu- y de su naturaleza subordinada de herramienta politica, que la
la circunstancia, los intereses y fines en pugna e infiere la intensidad de la guerra.
hace caer dentro del mero cmcndimiemo.
5?. /ánt,,
60. Ibidem, p. 653. 62. 1den.
61. lbidmm. p. 654. 6). 1bilem, p. 33.
88] Px o A zALDI C uUSWI Tz. LA CIENCIA POLÍTICA LA GURtu. Fno sorfA, y ncrro Y Put o [89
La primera de esas tres caras cstá más vuelta hacia el pueblo, la segunda más hacia llosa trinidad la política maoísta retiene preferentemente el primer elemento, los
el ¡:eneral y la tercera más hacia el Gobierno. L1s pasiones que han de inflamarse occidentales el segundo, los soviéticos el tercero. "La verdad está en el pueblo,
en la ¡:uerra tienen que estar presentes ya en los pueblos; el alca nce que el juego proclamaban otrora los ideólogos de Pekín; la diplomacia es violenta, enseñan
del valor y cl talento tendrán en cl reino dc las probabilidades del aza r dcpende de
los estrategas nort eamerica nos; la intención política es la ley suprema, repiten los
las peculiaridades del general y del ejército, pero las finalidades políticas incumben
teóricos de M oscú"6s_ Aron observa los rasgos de los grandes actores de la política
únicamente al Gobierno"'.
mundial de aquéllos años y los sitúa en una de las parces de la maravillosa trinidad
La maravillosa trinidad (vunderliche Dreifaltigkeit) puede ser considerada una (wunderliche Dreifaltigkeit). Su análisis es una de las claves de su int erpretación,
imagen verdadera desde la irrupci6n histórica de los movimientos nacionales por- pues muestra que Clausewitz no plantó una flor extraña en Vom Kriege, sin o más
tadores de los Estados. Clausewitz patentiza un fuerte sentido de las fuerzas de la bien resolvió con esa imagen el problema de las fuentes de la guerra y de la res-
historia. Por un lado, el duelo, las dos clases de guerra y la finalidad política , por ponsabilidad del gobernante, del militar y del pueblo, considerando a los tres
otro lado, la maravillosa trinidad como sujeto que actúa en la guerra, con su dina- polos como parces de la totalidad política, esto es, políticos.
mismo y transformación constante, su sentido histórico. La figura de la maravillosa trinidad recuerda también al macroantropos, la
La maravillosa trinidad es la imagen de la dimensi6n interna de las comunida- imagen de un hombre en gran esca la. E l organicismo en canto conca tenación del
des que hacen las guerras. Se trata de una imagen que representa las tensiones todo y las parces se conecta con el antropocentrismo, que asemeja el hombre, la
relaciones en el Estado, la riqueza de lo real. Es percibida en la realidad, es imagi- comunidad y el cosmos. M oviéndonos en lo ya sabido, podemos recordar que
nada y desde ahí es elevada a concepto. Platón y Aristóteles inca rdinaron virt udes y vicios entre hombre y régimen político.
Distingue los caracteres de ca da u na de las partes: pueblo, jefa militar y Jefe E n esca línea interpretativa, puede observarse que Clausewitz tradujo dimensio-
político. Co rresponde al pueblo (Vol) la conffuencia del odio (Hass), la enemistad nes del alma a dimensiones de la comunidad y renovó la misteriosa analogía ent re
(Feindschaf) y la violencia primitiva de su esencia (ursprüngliche Gewaltsamkeit) el hombre y la comunidad política . La maravillosa trinidad vincula una facultad
como ciego impulso natural (blinder Naturtrieb). Al jefe militar pertenece el jue- del alma con un estrato específico del Estado considerado como un organismo
go del azar y las probabilidades, que remite al talento y el valor de la actividad colectivo: entendimiento, volunt ad y pasiones componen la visión platónica del
libre del alma. Al jefa político pertenece el entendimiento que determina a la gue- hombre y la ciudad. Los elementos del alma adquieren una fuerza nueva, concre-
rra como instrumento político subordinado. Vm Krige se tensiona en el acent o ta, en la era del movimiento nacional, de la masa nacional.
puesto en alguna de las part es de la maravillosa trinidad, en la consideración Como imagen, la maravillosa trinidad no es materialista ni idealista. Es la ima-
elevación a aspecto dominante de cada "polo de atracción": pueblo, ejército, con- gen de la estructura dinámica de los Estados que intervienen en la guerra, imagen
ducción del Estado. La maravillosa trinidad también es imagen o phantasma que de la que el int electo analítico puede extraer su pott:ncial heurístico. Pero en esa
refleja lo real . Cumple con la doble dimensión especulativa y práctica . La imagen imagen se despliega también un pensamiento esencial que configura un saber in-
es especulativa pero se invierte y vuelca hacia la doctrina nacional en acci6n con la tegral de una amplia gama posible de guerras. Porque revela las notas estructurales
responsabilidad de sostener con firmeza la subordinaci6n de cada uno de los "po- que se manifiestan en la histori a de la guerra, ca da una de las cuales se apoya
los de atracción" en la direcc ión jerárquica : jefe político, jefes militares, pueblo. y diferencia de la precedente. Se trata de notas que todas las guerras poseen de
Reca pitula la subordinación clásica de las facultades del alma: entendimiento, vo- acuerdo a una modalidad concreta de art iculación.
luntad, pasiones. Pero en todo caso ese orden puede manifestarse de ese modo o Atendiendo a la historia de la guerra en sus manifestaciones, ca be interpre-
con alteraciones e inversiones en la rea lidad histórica . La responsabilidad política tarse que lo que aparece como sujeto, el Estado como comu nid ad política está
reconoce racionalmente esa tensi6n de la realidad. dinámica mente tensionado entre esos tres polos de atracción.
A pesar de haber sido leído por una gama amplia de figuras y perspectivas, La dimensión propiamente política puede considerarse ética en el sentido de la
fue Raymond Aron, recién en 1976, quicn sacó de la sombra a la maravillosa primacía de los fines que determinan la acción. Empírica mente, la conexión de las
trinidad, para desplegar su potencialidad analítica. Aplicand ola al análisis de la partes de la maravillosa trinidad mediante la conducción política requiere todo el
política mundial en los años 60-70 del siglo XX , Aron afirma que de la maravi- esfu erzo y el cuidado, por ello Clausewitz dice que: "La tarea es pues que la ceo-
65, Cf.Raymon d Aron, Pensar la G ema. Claueite, Instituto de Iublicacions Navales, 'T.2. Buenas Aires,
64. ldem. 1988, p. 207.
90] Po ANAL1 C LAUSWrTz. LA CINCHA POLÍTICA DI LA CURIA. FLoSOÍA, JRcrrO Y PU LO ]9l
ría se mantenga en equilibrio entre estas tres tendencias como entre tres puntos de taurada una estabilidad digna de confianza por una ordenación de la acción que
atracción "ya que "esras tres tendencias, que aparecen como otras tantas legislaciones, se corresponda con la finalidad política . El problema de encuadrar las pasiones de
están pro fundamente fundadas en la naturaleza del objeto, y son al mismo tiempo de la masa y los soldados es práctico, pert enece al dominio de lo probable y ca rece
magnitud variable. Una teoría que no tuviera en consideración una de las mismas o de exactitu d. Pero la ca rencia de exactitud no debiera confundirse jamás con la
quisiera establecer una relación arbitraria entre ellas entraría inmediatamente en cal renuncia al rigor intelectual. La Teoría es científico práctica , prudencial y rigurosa
contradicción con la realidad que sólo por eso tendría que considerarse eliminada""é. porque posibilita conocer el objeto y prepara a la práctica .
La Teoría es externa, ocupa el lugar de la filosofía en la República de Platón. De éste modo, en cuanto a la fuente de las fuerzas, la guerra es la relación entr e
Pero debe ser interna y ocupar, como en Platón, el lugar de la conducción política . el emerger del odio (Hass), la enemistad (Feindschaf) y la violencia primitiva, el jue-
Para comprender la cuestión resulta pert inente recurrir a la diferencia de ma- go del aza r y las probabilidades, y la lucha por los fines que hace n efectiva a la ética .
tiz entre Platón y Aristóteles sobre el modo de ser de la comunidad política en La historia de la guerra revela la experiencia humana límite. Y podría contemplarse
relación al alma. Para Platón en La Reptíblica, la comunidad política es una pro· como historia del mundo: los entes derivados serían los componentes de la mara-
yección del alma humana, pero en la descripción de esa "ciudad con palabras" villosa trinidad, las facultades del alma (ciego impulso natural, actividad libre crea -
las almas de los trabajadores, de los soldados, de los políticos y de los fil ósofos tiva, juicios del entendimiento) manifiesta los vectores: jefe político, jefes militares y
son distintas: los trabajadores tienen vicios inclinados a la vida concupiscible y pueblo. E l imperativo ca tegórico del conductor político es la ordenación de los eres
requieren la virtud de la moderación, los guerreros tienen la virtud de la valentía; polos preservando la finalidad política : la Teoría está a su servicio.
los políticos tienen prudencia, los filósofos el conocimiento. En Aristóteles, en La teoría encuentr a en la imagen tri nitaria la fuent e de la guerra, el contenido
ca mbio, la comunidad política es la unidad de orden de las almas humanas, y el concreto de las fuerzas que se manifiestan. La imagen tiene su propio contenido
alma humana es una sola con tres part es: racional, desiderativa y concupiscible. pero a través de ella puede conocerse la realidad. Carece de sent ido un amonto-
M ientras en Platón la unidad de las almas y sus mejores tendencias exige una nam iento retórico de imágenes sin potencia heurística para la investigación con-
conducción que la efectivice, el auriga o piloto que con sus riendas man tiene el creta.
ca uce de los ca ballos que tienden al desorden, en Aristóteles la parce racional y la
parte desiderativa están naturalmente unidas por encima de la part e vegetativa, al El concepto de fricción
punto que en Aristóteles la voluntad es voluntad racional. En Platón, la imagen
La Teoría implica un rea lismo con derramamiento de sangre. Su ca rácter sis-
del auriga muestra las tendencias del alma como part es rebeldes y semovientes,
tem ático está abstraído en imágenes y conceptos fundamentales, adecuados para
en Aristóteles el alma está más ordenada, hay una más fuerce unidad sustancial.
ca tegorizar la escala de la guerra, por ello está abierto a la dimensión de la real idad
La comunidad en Platón parece depender más de la sujeción del conductor; en
concreta. Hay diferencia entre la teoría y la práctica . Se trata en pri ncipio de la
Aristóteles, en ca mbio, la comunidad está más naturalmente inclinada al orden.
diferencia obvia entre el manejo de conceptos de la teorí a y el manejo de hombres
El problema ce ntral que afecta a la maravillosa trinidad está por lo tanto anti-
en la práctica . Pero también se traca de subrayar que, en última instancia, el real is-
cipado en la diferencia entre Platón y Aristóteles, sino en la filosofía de fondo, sí
mo de Clausewitz. se fundamenta -c omo todo realismo- en las sustancias, en este
al menos en los perfiles descriptos. ¿Puede la maravillosa trinidad prescindir de la
caso, en las personas concretas organiza das y enfrent adas. El espíritu en la guerra
mano diestra del conductor, del auriga? Si en Clausewitz son tres polos de atrac-
es el espíritu que habita en los combatientes como seres de carne y hueso, es decir,
ción, es evidence que su unidad depende en grado sumo de la Teorí a que en la
la Teoría se mant iene en la línea de la sustancia.
línea de la lógica permanece externa a la "maravillosa trinidad" pero en la línea de
Clausewitz señala que es "extremadamente difi cil describir lo que produce
la realidad es la herramienta del conductor político. La Teoría sirve a la práctica
ese cambio, denominar ese f actor invisible y que actúa por doquier". La guerra
clarifica ndo al conductor político su propio entendimiento y preparando intelec-
produce dificultades y problemas impensados que, en general, sobrepasan coda
tualmente su efica cia operativa.
planificación. La fricción es el concepto que distingue la verd adera guerra de la
En todo caso el plantea miento ético consiste en que allí donde hombres en
que se hace sobre el papel, ya que en la guerra se hace difi cil lo que en apari encia
armas desemboca n en el desenfreno de la masa, sólo puede ser conducida e ins-
es fácil%. La Teoría es profu ndamente realista porque desconfía y sospecha de los amplia la caracterización del maestro Bueno, pero sin duda la metáfora -y la ana-
límites y los horizontes que a los planes de acción les impone la mole de la reali- logía, con más razón- tiene una función cognoscitiva de primer orden.
dad, su indiferencia ante los anhelos subjetivos, su caprichosa conducta azarosa, El concepto de fricción refleja e integra la experiencia de la guerra, es no cable
sus sí esplendorosos. Hay algo sabio, completo, contrario a toda pedantería, en la en qué medida ese concepto transmite que Clausewiz vivió la guerra en primera
idea clausewirziana de la guerra. persona. "Todo en la guerra es muy sencillo, pero lo más sencillo es difícil. .. La
La Teoría puede analizar las posibilidades de la guerra, pero no puede decir fricción es el único concepto que responde al bastante general que distingue la
concretamente qué es lo inédito e individual que afectará el desarrollo de las ope- verdadera guerra de la que se hace sobre papel"7'. Es la dimensión existencial,
raciones. Por ello la Teoría incluye el análisis de una facultad que habrá de inter- cuya participación en lo político se obscurece a los participantes cuanto más in-
venir en la práctica: mersos en la táctica están, difuminándose un tanto el motivo político y ganando
fuera de expresión los aspectos apremiantes. El concepto de fricción incluye:
nunca se conocerán del todo en teoría, y si se pudiera, seguiría falcando csc cjerci-
cio del juicio que se llama tacto, y que en un campo lleno de objetos infinitamente El peligro en la guerra
pequelios y variados es más necesario que en los casos grandes y decisivos, donde El esfu erzo físico en la guerra
se celebra consejo consigo mismo y con otros. La información en la guerra.
Sobre esa esfera de la práctica se concentra el pensamiento sobre lo vivido en Fricción: peligro , esfuerzo, información, son caracteres de la guerra que se pre-
la guerra, que implica una limitación de la facultad teórico-analítica y la puesta en sentan en la práctica militar. El peligro forma parte de la fricción porque afecta la
marcha de una facultad inceleccual que Clausewitz compara -como Aristóteles- capacidad de decidir al momento en función de la circunstancia de combate. El
on el tacto que palpa la especificidad de la circunstancia: esfuerzo fisico, tanto de un ejército que intenta recuperarse luego de derrumbarse,
como de aquél más meritorio que avanza imparable "arrastrado por orgullosas
Así como al hombre de mundo sólo el tacto de su juicio, convertido casi cn costum- sensaciones" y guiado por un jefe militar hacia la victoria, expresa su disposición a
bre, le hace hablar, actuar y moverse siempre de forma adecuada, así sólo el oficial consumir las energías del espíritu y los recursos materiales. Porque el esfuerzo está
c:xp<rimrncado decidirá y determinará siempre de forma adecuada en los aconteceres determinado por la circunstancia, la información aparece como elemento de la
grandes y pequeños, casi se podría decir que en cada latido de la guerra. Mediante esa fricción porque una parte de la que se recibe en la guerra es contradictoria o falsa
opcricncia y csa prácia, la idea acude a él por sí misma: lo uno sirve, lo otro no"%,
y está sometida a la incertidumbre. El oficial sólo puede tener un cierto discerni-
miento basado en el conocimiento de las cosas y de los hombres que fundamen-
La faculad del jefe militar permite decidir en el caso concreto. Es criterio o
tan su juicio que, por lo demás, está sometido a la ley de probabilid ades".
facultad discriminativa porq ue intelig e un cierto orden en la realidad. De este
La ficción se manifiesta en el punto de vis a inmediato de la guerra, la políti-
modo, la teoría es sistema abierto, no implica un sistema deductivo <le premisas
ca domina en orden al conjunto. La inmediatez de la experiencia de la guerra es
a una conclusión sino un conjunto articulado por principios y conceptos abstraí-
la base de la vía investigativa que conduce a la Teoría que, en un nivel superior de
dos de la realidad que sirven como fundamento de la práctica. Sólo conociendo
abstracción, intelige la conexión con las determinaciones políticas del Estado. Esa
fa narurale-ra de la guerra, su particular origen y significado político, su modo
conexión es objetiva y la determinación de la mediación está contenida en la in-
de conclusión, se puede actuar adecuadamente. Pero esa acción adecuada es una
mediatez. de la experiencia, por ello la Teoría está tensionada entre la experiencia
realidad abien.a a las circunstancias novedosas e individuales. El concepto de fric-
inmediata -con su autonomía operacional- y la totalidad política. L'l dirección
ción cs originario de la Física. La traslación <le conceptos de un campo a otro del
y el sentido de la unidad de Vom Kriege radican en la conexión y síntesis de los
conocimiento es una operación típica <le la inteligencia que implica una resignifi-
aspecto s inmediato y mediato , técnico y prudencial, táctico y estratégico, en sin-
cación del contenido. Sobre el pasaje de un mismo término formal de un campo a
tesis, en el conocimiento de lo político. Porque la Teoría refleja en el signo formal
otro, Gustavo Bueno decía que "se piensa por metáforas". Puede parecer un tanto
la conexión real entre fenómeno sensible y realidad profunda, la separ:.tción y des-
+
92] PA LO ANzI CLAUSW ITz. LA CIENCIA POLÍTICA DE LA GURA. Fo so , JR CrTO YU no [93
es fácil°. La Teoría es profundamente realista porque desconfía y sospecha de los amplia la caracterización del maestro Bueno, pero sin duda la metáfora -y la ana-
límites y los horizontes que a los planes de acción les impone la mole de la reali- logía, con más razón- tiene una función cognoscitiva de primer orden.
dad, su indiferencia ante los anhelos subjetivos, su caprichosa conducta azarosa, El concepto deficción refleja e integra la experiencia de la guerra, es notable
sus sí esplendorosos. Hay algo sabio, completo, contrario a coda pedantería, en la en qué medida ese concepto transmite que Clausewitz vivió la guerra en primera
idea clausewiziana de la guerra. persona. "Todo en la guerra es muy sencillo, pero lo más sencillo es dificil... La
La Teoría puede analizar las posibilidades de la guerra, pero no puede decir fricción es el único concepto que responde al bastante general que distingue la
concretamente qué es lo inédito e individual que afectará el desarrollo de las ope- verdadera guerra de la que se hace sobre papel"7'. Es la dimensión existencial,
raciones. Por ello la Teoría incluye el análisis de una facultad que habrá de inter- cuya participación en lo político se obscurece a los participantes cuanto más in-
venir en la práctica: mersos en la táctica están, difuminándose un tanto el motivo político y ganando
fuerza de expresión los aspectos apremiantes. El concepto de fricción incluye:
nunca se conocerán del codo cn tcoría, y si se pudiera, seguiría falcando csc cjerci-
El peligro en la guerra
cio del juicio que se llama caceo, y que en un campo lleno de objecos infinicame111e
pequeños y variados es más necesario que en los casos grandes y decisivos, donde El esfuerw físico en la guerra
se celebra conscjo consigo mismo y con otros., La información en la guerra.
Sobre esa esfera de la práctica se concentra el pensamiento sobre lo vivido en Fricción: peligro, esfuerzo, información, son caracteres de la guerra que se pre-
la guerra, que implica una limitación de la facultad teórico-analítica y la puesta en sentan en la práctica militar. El peligro forma parte de la fricción porque afecta la
marcha de una facultad intelectual que Clausewitz compara -como Aristóteles- capacidad de decidir al momento en función de la circunstancia de combare. El
con el cacto que palpa la especificidad de la circunstancia: esfuerzo físico, tanto de un ejército que intenta recuperarse luego de derrumbarse,
como de aquél más meritorio que avanza imparable "arrasrrado por orgullosas
Así como al hombre de mundo sólo el caceo de su juicio, convertido casi en coscum- sensaciones" y guiado por un jefe militar hacia la victoria, expresa su disposición a
bre, le hace hablar, accuar y moverse siempre de forma adecuada, así sólo el oficial consumir las energías del espíritu y los recursos materiales. Porque el esfuerzo está
aperimemado decidirá y decerminará siempre de forma adecuada en los acomeceres determinado por la circunstancia, la información aparece como elemento de la
grandes y pequeños, casi se podría decir que en cada latido de la guerra. Media111e esa fricción porque una parte de la que se recibe en la guerra es contradictoria o falsa
experiencia y csa práctica, la idea acude a él por sí misma: lo uno sirve, lo otro no7%., y está sometida a la incertidumbre. El oficial sólo puede tener un cien:o discerni-
miento basado en el conocimiento de las cosas y de los hombres que fundamen-
La facultad del jefe militar permite decidir en el caso concreto. Es criterio o
tan su juicio que, por lo demás, está sometido a la ley de probabilidades".
facultad discriminativa porque intclige un cierto orden en la realidad. De este
L-i fricción se manifiesta en el punto de vista inmediato de la guerra, la políti-
modo, la teoría es sistema abierto, no implica un sistema deductivo de premisas
ca domina en orden al conjunto. La inmediatez de la experiencia de la guerra es
a una conclusión sino un conjunto articulado por principios y conceptos abstraí-
la base de la vía investigativa que conduce a la Teoría que, en un nivel superior de
dos de la realidad que sirven como fundamento de la práctica. Sólo conociendo
abstracción, intelige la conexión con las determinaciones políticas del Estado. Esa
la naturaleza de la guerra, su particular origen y significado político, su modo
conexión es objetiva y la determinación de la mediación está contenida en la in-
de conclusión, se puede actuar adecuadamente. Pero esa acción adecuada es una
mediatez de la experiencia, por ello la Teoría está tensionada entre la experiencia
realidad abierta a las circunstancias novedosas e individuales. El concepto defic-
inmediata con su autonomía operacional- y la totalidad política. La dirección
ción es originario de la Física. La traslación de conceptos de un campo a otro del
y el sentido de la unidad de Vom Kriege radican en la conexión y síntesis de los
conocimiento es una operación típica de la inteligencia que implica una rcsignifi-
aspectos inmediato y mediato, técnico y prudencial, táctico y estratégico, en sín-
cación del contenido. Sobre el pasaje de un mismo término formal de un campo a
tesis, en el conocimiento de lo político. Porque la Teoría reAcja en el signo formal
otro, Gustavo Bueno decía que "se piensa por metáforas". Puede parecer un tanto
la conexión real entre fenómeno sensible y realidad profunda, la separación y des-
. . .6 ¡ rmal existiendo en la realidad realidad: allí donde no hay comprensión acerca del dinamismo tampoco hay ver-
es es una distinción 'o " dadera comprensión de la política. En este sentido, parece importante rescatar las
composición de las pa
totalidad concreta. apreciaciones de Girard que encuentran un mayor sentido de la realidad histórica
en Clausewitz que en Hegel:
La clasificación de las guerras Clausewicz es más realista que Hegel, y vuelve vana coda la dialéctica de éste. Mi
. b lítica internacional se refieren únicamente convicción es, pues, plenamente racional. Es el sentido del primer capículo del De la
'd d Cluseitz so re I a po! g uerra. En él Clausewicz se eleva, merced a la fuerza de una sola imuición, por cnci-
Lasi eas e d' . arces de Vom Kriege. Clausew1cz no escrib~
, d' persas en listintas p ma de codo hegelianismo. Tiene de la historia un sentido más acercado, más concre-
Europa y están 1 . . , burgo, l Teoría contiene en sí misma una
a filosofa de la historia, sin emb arg o» • to. No podernos tener una posición saliente, ver los aconcecimiemos desde lo alro7J.
un . , II , fil sofla no- puede ocupar su lugar junto a
de la historia que -llamémosla1 40 O 1,T,,
. , p rque puede plantearse que a 1eona conoce En tanto Hegel inscribe la guerra como parce del movimiento dialéctico de la
randes filosofias d le 1 a 1uscona. 0 ••
g . ,. d hi a crav6 del prisma de la guerra. Para esta visión, idea hacia la reconciliación en la historia, Clausewitz no se hace ilusiones sobre
esencia dramática lela 1ustona 1. •
historia oscila entrela guerra de acuerdo a su naturaleza y la guerra limitada, el progreso sostenido, y plantea el problema del ascenso a los extremos, e incuye la
e1 dzuw'- como ascenso "• los extr emos y la' solución que desemboca en observacié posibilidad lógica de la destrucción total de ambos contendientes. Girad se detie-
armada y salida negociada. Segun la intensidad de los fines de la causa final. ne con brillo en esa intuición apocalíptica de Clausewicz. En ése aspecto, lo que
historia puede analizarse mediante la Teoría, de la que se desprende una clasific hemos denominado realismo con derramamiento de sangre es también voluntad
ción de las guerras que se extiende en dos extremos: de encauzar mediante fines políticos el ascenso a los extremos y evitar el aniquila-
miento recíproco. Con esa clave conceptual la historia puede encenderse como
a- Intensidad historia de las tensiones entre paz y guerra: la guerra como puesta en marcha del
Intermedio Limitada mecanismo de ascenso a los extremos y su posible escalada, o acotamiento. Como
l imiada 1 1
hemos señalado ex ante, la historia aparece como la manifestación de los polos de
b- Sujeto (Causa eficiente)
atracción de la maravillosa trinidad (wunderliche Dreifaltigkeit): conducción poli-
Pueblo 1 Ejircico 1 Gabinete tica y entendimiento, jefe militar y libertad de cre11ció11, pueblo y odio natural. La
e- Causa Final unidad de los tres componentes es el Esrado. Las proporciones diversas de cada
Fines ilimitados 1 Fines negociables 1 Fines limitados parte a lo largo de la historia dan cuenca de la imposibilidad anacrónica de enten-
d- Dos especies de guerra der la historia como progreso de la razón. Y el riesgo de desmembramiento de los
Aniquilamiento polos de atracción muestra la fragilidad de la condición política. En virtud de esa
1 Diktak Observación armada
1 intelección, Clausewitz afirma que:
Recíproco Aniquilamiemo de un bando
1 1 Pa1. negociada _
la guerra es un instrumento de la política; debe llevar, necesariamente, el carácrer
La unidad de contrarios en la guerra esto ces, I a causa eficiente y la causa de la política; debe medir con la medida de la politica. La conducción de la guerra,
en la conducción polícica l idad d I . , en sus grandes lineamientos, es, en consecuencb, la política misma, que empuña
bl . Itcnsdad de os fines y el grado de participa
d eI pue o, decermman el modo <l fi • • , la espada en lugar de la pluma, pero no cesa, por csa razón, de pensar de acuerdo
'bl d 1
e naliación de la contienda Siendo
gama pos1 e e guerras, la Teoría ·¡ . 1 1 . . . . ·¡· con sus propias leyes".
ha+l,4. , umina la historia de la guerra y posibili%
perspectuva 1acial historia políia +di, m1 •
polfrica como cocalidad d . mun ial. El estudio <le la metamorfosis En la síntesis de la Teoría con la política mundial, los fines de los agentes his-
e 1ens1ones deccrmin <l I r. .
tóricos ordenan y desordenan alternativamente las relaciones interestatales, hasta
proporciona una herra - 1a as por as causas enc1ence
am1enca para clab I I r.¡
de la hiscoria. Precisam fil , orar os elementos de una cierta hlos
ente, I ha losofi dh44. . ]
cuyos conccpcos incclígen 1 'd de e a 11stor1a es la parte de la 11 ose
a vida. Ilos pueb] 73. Cf, René Girard, Clausewitz n los extremos. Iliria, urna y apocalipsis, Ka rz, Buenas Aires , 2010, p, 67.
ciona el fundamento de la . e os, que es histórica, Por ello 74. Cf. Cal Clausewita, De la Guermu, Mar Océano, Buenas i res, 1960, p, 571, Nuevamente. citamos aqui la
comprcns16n de 1 . ¡ , , y dinámica
. .
a naturaleza viviente versión de Rita de S' taro.
;.;;.,
, CLAUSrTz. LA CIENCIA POLÍTICA D LA GURA. FuosohA, uyéncrro v unto ]97
9] Po ANA
. cr,.
Mtiva , cuando surgen nuevas guerr¡¡ guerras de aniquilamiento por naturaleza, en guerras de la primera especie. De mo-
.. pr.icuca .
decisi6 n ~
que nace una nue1~ deinéditos arcan la altura de esa realidad. do opuesto, puede darse el caso de una segunda especie de guerra -la que concluye
que F mediante paz negociada y observación armada- combinada con una estrategia de
con enemigos renova os
aniquilamiento. En la guerra de las Malvinas, la definición argentina del Teatro
de Operaciones del Atlántico Sur y la definición británica de la Zona Marítima
A modo de conclusión del capítulo
de Exclusión limitaron el alcance de la guerra. Sin embargo, ambos bandos em-
con la estructura del duelo (Zueikampf) como ascemo plearon una estrategia de aniquilamiento y no rehuyeron a las batallas clásicas (de
Conramos entonces . h . I rfección de una imagen elaborada y
, +dencda lógica aila pe , Goose Green a Puerto Argentino).
ws extremos, cen . h t ma surge en el encuentro entre e alma
id lo real La imagen o P an l1S I , . Puede darse el caso que se enfrenten dos estrategias de desgaste, guerrilla y
jada con · d I abierto al sujeto. Luego, en a practuca, aparece
realidad un encuentro e o real I dod contraguerrilla, terrorismo y contraterrorismo. Y también una estrategia de ani-
' d' .6 d dinamismo. Finalmente, el valor como mo o e quilamieto contra erra de desgaste. La flexibilidad de la dialéctica clausewitziana
el azar como condición de u 4; -+2
ducción de las condiciones políticas y los fines pol111cos puede dar cuenta de
situación. Pero la consideración de la politica es también posible porque la guerra
tiene contenido político. Por cierto que la política también es problemática y
ne dincuhades y complicaciones. Pero Clausewita, al subrayar la política en la El concepto de guerra absoluta (absoluter Krieg) persigue la destrucción del ene-
se de la guerra, no sólo preserva la racionalidad en la guerra sino también influye migo. En canco involucra a dos actores, pone en marcha la acción recíproca del ascen-
sobre la hisroria del pensamiento político y del acontecer histórico, transforma so a los extremos. Se traca pues de una relación que somete a los sujetos, que aparecen
concepto de lo político y modifica la tradición, posibilitando una indagación como sujetos-sujetados, compelidos a buscar el aniquilamiento del oro y encontrar
la política desde la imagen del du1lo. Clausewitz patentiza los elementos para así su propio aniquilamiento recíproco (por ello, una estructura así encuentra su
elaboración de una teoría política que visualice la naturaleza de la política como plena posibilidad real en la era atómica, cuyo equilibrio se basa en el terror a la des-
duelo -como harán l.enín, Mao y Schmitt-, porque demuestra la posibilidad trucción mutua). En la línea de la lógica de la investigación, la guerra absoluta opera
la guerra como parte estructural de la politica. Sustrayendo también a la política como modelo de perfección de la guerra: hay una primera clase de guerra que se le
del sólo dominio de la moral y la ley, y a la guerra del mero estado de naturaleZA acerca e identifica, y otra segunda clase que se aparca y diferencia.
f
Clausewitu funda una nueva síntesis y una nueva ciencia política de la guerra, En el presente capítulo nos proponemos demostrar de qué modo Clausewiz
Teoría. Plantea que no hay violencia moral fuera del Estado y la ley, es decir, relaciona la comprensión de la guerra absoluta (absoluter Krieg) con el pensamien-
donde hay guerra, en las relaciones interestatales no hay derecho sino el to nacional. La política provoca o detiene el ascenso a los extremos. La guerra de-
fueray su resultado como configuración de alianzas concretas. Con lo cual viene en ascenso a los extremos y puede desembocar en la destrucción coral. Clau-
una línea de demarcación entre la moral y la ley, por un lado, y las relaciones sewitz patentiza esa posibilidad al tiempo que sostiene el desafío de conjurarla
a tals, por oro lado. Pero también al plantear que la guerra nace de una mediante la subsunción de la violencia guerrera a un cierto marco racional, la
ción política y tiene un motivo
. . po 3].mco traza una [,mea de demarcac1on ,,
ent1e subordinación del objetivo (Ziel) o los objetivos militares al Fin (Zu't'ck) político.
idealismo y la historia que esa t' atravesada !' y círculos
d porlíneas , . d}
de amistad
.. »
Y la relación de éste con una cierta racionalidad interestatal, que visualiza en el
misad. En este sentido, h famosa frase "la guerra es la continuación de la poli?
por otros medios define I equilibrio europeo. En esa imbricación entre objetivo militar y fin político se ma-
. ¡ I' d ª guerra Y su b raya el contenido polftico. Clausew11· • nifiesta la naturaleza política del conjunto, una diferenciación en el interior de
raza lasl
.
ineas e demaración cor ·] d
b .,
I I
n e cree 10 y a moral y el idealismo po 1uco,
I' ,
m ed 1ante a reabsorción de la
1 I J{ • , una unidad ele orden que domina al desorden. Precisamente, canco en el principio
guerra en o político y la prolongación de la po 11'
en a guerra, prepara las bases ara
1
de hostilidad recíproca que fu1idamenta que la guerr-,1 es d enfrentamiento entre
P un nuevo concepto de lo polltico.
voluntades y "no es guerra la violencia contra una mas inerte, así como en el
esfuerzo de encauzamiento, limitación y retroversión del ascenso a los extremos se
sin'1a la posibilidad de la ética dausewini.ina, una ética intrínseca a la guerra y
76. CÍ. Rn Girard, Cluir n ln aunen. MI
a pwmay npoali»di, Ka0, 2010, p. 2)8, subordinada al ethos, al canícter de la realidad.
CLAUSl!WITZ. LA crnNCIA l'OLÍTICA DI! LA GUl!RRA, 1' 11.0SOl'ÍA, l!Jfocrro y rumu.o 1101
1O0] PAo ANZw I
, mo la cimcia política de la guerra es ha expre. pio polltico, comparece la política como fuente no sólo del ascenso ti los extremos de
t0straremos co
En segun d o I ugar, n 'ento político portavoz del Cuarto Estado la tendencia lógica interior a la imagen del duelo sino de la posibilidad de acocar
..±. ¡relato es un pensanu .. ' ' y evitar su concreción en la guerra real, preservando el horizonte de fines y la pro-
sión teórica cuyo cor , al . 1 de conducción y responsabthdad po\11ica
. d I cblo en el mas !O mve d I E" . ' porción entre:
es d em, e pu ' 'd d I c. d generado en el interior e 1errno.
d d O d fuenescnll o e J:,,\ra o,
ora e un , d conceptos de distintos niveles (gubernamental, Fin político.
Vom Kriege está atravesado por ·¡dala d¡fer i« 3le
ahedad que Chausewita elucidala diferencia objetiva Medios militares.
estratégico y táctico) con asa ve '
), ¡h
2. ldm.
l02 1 PADLO ANZALUI CL.AUSL'WITZ. LA Cll!NCIA POÚ'J'ICA Ol! LA GUl!IUlA, Fn.osoPfA. l!JéRCITO y PUEDW I 103
El ca rácter de instrumento político sólo puede ser interpretado sobre la base Pero puede hacerse la variación entendiendo la situación política en sentido
de una teoría del Estado. El aspecto instrumental refiere a la estatalidad de la gue- am plio, extendiendo el concepto de Estado a las modalidades de organiza ción so-
rra, al contenido político de la estrategia. Si así no fuera, el finalism o político sería cial del poder más diversas, y refiriendo a la plenaria decisión y puesta en marcha
aleatorio y contingente. La Teoría remite a un contenido político más amplio de un Estado y la sorpresa de otro, ere.
cuando Clausewiz señala que: La int ervención de la comunidad posee además un sentido de moviliza ción de
energía social preciso. La conexión estructural entre los fines políticos y la movi-
La guerra de una comunidad -pucblos cnteros- y concretamente de pueblos ins- lización determin a la guerra de masas. Cabe distinguir formalmente el concepto
ruidos, cmana siempre de una situación política y sólo es provocada por un moti-
militar de masa, que refiere a la máxima acumulación de fuerzas en la guerra, del
vo político. Es pues un acto político'.
concepto político de masas, que refiere a una demostración y preparación de fuer-
za s que, en potencia, pueden transformarse en masas militares. La masa política
E n la caracteriza ción de la guerra como acto político confluyen tres dimen-
tiene ese ca rácter preparatorio y amenaza nte anee el enemigo porque muestra y es
siones: Estado, situación política y fin político (un cierto tipo de ord en pacífico).
portadora de la virt ualidad de la guerra. Bajo la restauración del Estado prus iano
Para la Teoría, la guerra no es un rayo en un cielo sin nubes. No hay guerra por
Clausewitz utiliza una retórica lo suficientemente manifiesta para ser comprendida
manifestación espontánea de una condición antropológica brutal expuesta como
y lo sufi cient emente velada como para pasar desapercibida. La potencialidad po-
tesis universal y verifica da en la contingencia histórica . No. La guerra depende
lítica nacionalista se encuentra no sólo en la analogía formal sino más bien en el
de esa ca dena de tres eslabones: la política del Estado, la situación concreta y
vínculo material entre el concepto de masa militar y el concepto de masa popular.
los Fines. Sólo sobre ésta base la ciencia política de la guerra -la Teoría- permi-
La s masas liberarán su energía si sus int ereses están comprendidos en los fines
te investigar integralmente las guerras del pasado, indagando y reconstruyendo
políticos de la guerra. E n la Revolución creadora del Estado nacional los fines de
intelectualmente los meca nismos de organiza ción y las decisiones política s que
la guerra causan la part icipación del pueblo mientras que en el Antiguo Régimen
operan en el fundamento de la historia de la guerra.
los fines modelan una guerra limitada, de gabinete, que interesa al monarca , a
La incorporación de las comunidades entendida como "pueblos enteros instrui-
su diplomacia, y al cuerpo de oficiales aristocráticos. Lo revolucionario en Clau-
dos" refere a las guerras contemporáneas, en sus inicios denominadas guerras de
sewiz se m anifiesta en el contenido de la Teorí a que integra a la masa popular
Revolución y guerras nacionales'. Los pueblos enteros instruidos participan en la
como materia de la guerra. Eso permitirá que el concepto militar de masa no sea
guerra porque participan en la vida política . No le son indiferentes ni la situación
solam ent e táctico --fu nción de la conducción de la fuerza militar en la bacalla-
ni los motivos respectivos al Estado. Su instrucción tiene sentido en tanto que los
sino tam bién estratégico -función de la combinación de batallas en la guerra- y
afecta no sólo objetivamente la situación y el motivo político -como ocurre con
propiament e político: disposición, moviliza ción y organiza ción para la guerra. Es
cualquier otro pueblo- sino también subjetivamente. La situación es la circuns-
decir, movimiento.
tancia concreta conflictiva cuya tensión deviene en guerra. El motivo es la ca usa
Scharnh orst, Gneiseneau y Clausewitz lideraron el movimiento in traestatal de
final de que los pueblos se enfrenten entre sí. Sin motivo la guerra serí a un fenó-
los reformadores militares de Prusia. Se asent aban con frmeza y se dedica ban COI'
meno extraño, externo e incomprensible. Los motivos como ca usas finales cons-
pasión a la realidad de la guerra, y desde allí impulsaron las transfo rmacione
tituyen la razó n de que la situación política se prolongue como guerra. Los fines
pueden nace r en el seno de un Estado, (directamente en su Conducción o no), y
sociales com o condición de las transfo rmaciones militares. En rigor, aplicaron i
trans formarse en polémicos concretamente a medida que se ponen en acto ?.
Aún el pacen Molntnv-Rihhcntrnp se hace en mcJio de una contradicción politica de funJo., t-1 .1.uque Je
las potencias occidentales a Libia prolonga una situación diplomática cn cuotian de dias obre la tuse de
3. lbidmm, p. 30. una enemistad histórica aparentemente superada pero no olvidada. Muamuur el Gadathi -amigo coyuntu ral.
4. a /\fü:had Hawar d, /.4 iwmz rn "1 hil1"ria turopt11, Breviarios, Fondo de Cultura Económi ca, México, pp. enemi go histórico- fue masacrado cn la enemi stad absoluta de la ideologa de las denchs humanas. ¿'e
138-203. verifica esa continuidad de lo diplomático a lo militar en la invasi ón a i lcia por ll erico cl Grand? Ir eso
5. Por cjcmplo, para los puchlos invadidos por AlcjauJru, por Na¡mlcón, o Hillcr o Stalin, no cn todas los casos la famosa lrasc se trata de un modelo teórico cuya vcriliación emp irica se la cenunutra con variui on tno-
la invasión fue prccdida de tensioncs intcrcstatals previas, cn algunos casos, la agrcsión aparccc como una menológicas, la guerra prolonga una tensión de largo aliento o un ultimátum repentino, t i cn potencia cn
orprca ctratégjca no prccdida de una situación de tensión diplomática a las que parece aludir Clausewita la ment e de un jefe de Estado y sale a la luz de un golpe, e agita en cl rain de un pueblo como la Guerra
cuando dic quc la ucrra cs prolongación de una situación plltica. Si sc twma estrictamente, toda pguerra de las Malvin as o está cn potencia cu un si stema de alianzas rígido y traludo como cl que prccdió a la Gran
nacería de una crisis diplomática previa. lis un punto quc vicnc tomar también nuo primer analoantc Guerra del 14.
que puede no vcrific.arK" en todos los c..a1os, .aunque Je .algún modo h.ay clcmcmns poderoso!! 11uc lo v11li<li111. 6. Cf. Peter l'are, Clausewitey l lado, Centro de Estudias Constitucionales, Madrid, 1)89, pp, 18)-1)).
104] PxLo ANzuLI CLUSWTTz. LA CIENCIA POLÍTICA DE LA GUERRA . FILosOPÍA, JRcrro Y UDLo [ 105
la organiza ción militar una política general reformista que, liderada por Karl von cito s permanentes en cada Estado recuerdan su núcleo de racionalidad verdadero.
Stein y August von Hardemberg -los reformadores prusianos del Estado- abolió E n este sentido, Fichte dice:
la servidumbre rural, permitiendo a los campesinos el acceso a la gran propiedad
de la tierra; descentralizó la administración burocrática , impulsó la competencia E l amor a la Patria tiene que ser quien gobierne al Escado en el sentido de propo-
suprimiendo el monopolio en la producción y el comercio, acotó el poder de la nerl e incluso una meca superior a la común del mancenimiento de la paz interna,
de la propiedad, de la libertad personal, de la vida y del bienestar de codos. So-
nobleza. La reforma educa tiva, liderada por Humboldt, fundó la gran Univ ersi-
lamcncc para esce objccivo superior, y no con ninguna ocra intención, el Esado
dad de Berlín. Gneisenau dijo que Prusia debía reformarse sobre la "triple poten-
reúne una fuerza arm ada".
cia de las armas, la ciencia y la Constitución"7 •
Como alma del cuerpo de oficiales, port adores de una tradición gloriosa re- Se manifi esta en la claridad de la carea de preparación del pueblo, preparación
cién vencida e histórica mente aca bada, los reformadores militares son el nexo en- de la nación, en lo cultural y militar como dos momentos de la política .
tre el pasado de la guerra que sólo interesaba a los gabinetes y la nueva época de la Clausewitz titula el ca pítulo 6 del Li bro Octavo "B. La guerra es un instru-
guerra que interesa al pueblo todo. En ese sentido, los reformadores son la síntesis mento de la política" '. Nuevamente aquí lo que Aron denomina "la fórmula"
de la experiencia histórica y la revolución nacional, entre la tradición histórica y y nosotros el principio político de la guerra no aparece única mente en su dimen-
la guerra del futuro. En su visión, la reforma social es la condición necesa ria de la sión especulativa especificado por la realidad sino en su dimensión práctica como
reforma militar. principio del que procede la acción sobre la realidad. Si la frase denota constata-
En este sentido, el principio político ,Ú la guerra condensado en la frase "la ción y refl ejo de la realidad, también es punto de partida del lanza miento hacia
guerra es la continuación de la política por otros medios" tiene un significa do po- fa realidad. L o especulativo se trueca en práctico y la práctica conserva lo que la
tencialmente revolucionario, en el ca so de Clausewitz, enmarca do en la perspec- realidad es. De este modo, tanto la part e especulativa como la part e práctica rea -
tiva de la filoso fía nacional fichteana. El análisis de esa part icipación en la visión firman el carácter funcional respecto de un codo mayor, la política. Ciertamente,
de la maravillosa trinidad, como en el Libro Sexto de La Defensa y en el ca pítulo fa inversión de la fórmula ensayada por Fouca ulc no es rea l y es confusa, porque
tercero del Libro Octavo titulado "A. Cohesión interna de la guerra" y "B. De la la guerra nace de una circunstancia política y forma part e de una unidad mayor.
magnitud de la finalidad y del esfuerzo bélicos", fundamenta la incorporación del La idea de que la guerra part icipa de la política permite extender el concepto de
pueblo en la guerra y la comprensión de su significa do. Cuando la guerra suscita fa realidad política en una esca la integral y arquitectónica , en la senda aristotélica :
el interés del pueblo, mayor es su intensidad. En consecuencia, la apertura de la
política al pueblo es la condición del concepto estr atégico de los reformadores esca unidad es el concepco de que la guerra sólo es una part e del cr.ífico polícico,
prusianos. Para comprender en profundidad este aspecto decisivo hay que po- y que por canco no es algo independi ente ... La subordinación del punto de visea
nerlo en paralelo con Fiche, el filósofo favorito de Clausewitz, particularmente, político al militar sería absurda, porque la polícica ha engendrado b guerra; ella
con los "Discursos a la Nación Alemana". Puede afirmarse que Fichte es el primer es la inceligencia, y la guerra sólo el instrumento, y no al revés. Por tanto, sól o es
posible la subordinación del punto de visea militar al político".
portavoz del Cuarto Estado en la filosofía alemana?.
La idea clausewitziana de que el interés del Pueblo es fundamental para estar
E l ca so de una semejanza y eventual identidad entre guerra absoluta y
en condiciones de hace r la guerra en el tiempo nuevo permiten señalar que la
real, esto es, la guerra réal de acuerdo a su perfección ontológica , es opera.......
preparación militar de la Nación y la preparación cultural son dos partes de una
incluye cont radicciones política s de máxima intensidad. No se trata a ,,
misma totalidad. Clausewitz aparece como el port avoz militar del nacionalismo y
supuesto externo que facilita una explosión de violencia independiente. Se trata
Fichte como su fil6 ofo. Fichte sobrepasa los límites del orden burgués centrado
por el cont rario de la intensidad de las contradicciones política s que se desarrollan
en la propiedad privada y la seguridad, como fo teorizó Locle. El ideal nacionalis-
como guerra. El término desarrollo (o desenvolvimiento) es funcional a la com-
ta trasc iende la mediocridad creciente de la vida burguesa y la existencia de ejér-
prensión de la unidad entre los momentos sucesivos y posib ilita la comprensión
de su naturaleza. En efecto, la guerra desarrolla la fuerza contenida (enrollada) en El carácter y las capacidades del Gobierno y del Pueblo.
la política, despliega lo que está plegado, actualiza lo que está en potencia. Las conexiones políticas con otros estados y los efectos que la guerra puede
El método dialéctico clásico como camino de investigación del devenir guerra ocasionar en ellas.
de una situación pacífica refleja su contenido histórico-político. La dialéctica con-
Clausewitz destaca que "Bonaparte dijo, de forma enteramente correcta, que
temporánea, como teoría de la contradicción, en cambio, expresa el movimiento
se erara <le una operación algebraica anee la que retrocedería el propio Newton"".
real de los Estados enfrentados, pero sobre todo refleja la contradicción de época
El Libro Octavo "Plan de la Guerra" tiene una especial porencia práctica, como
entre el Antiguo Rlgimm y la Revolución, entre la edad moderna y la edad con-
com plem ento y conclusión de la fundamentación teórica del Libro Primero y del
temporánea, como contradicción entre dos masas espiritu ales, histórico-concre-
resco de Vom Kriege en sus partes más generales y especulativas. El contenido es-
tas. Entre dos épocas, el cuerpo de oficiales no permanece inmune a la dialéctica
peculativo reflejado en el Libro Primero se trueca en el fundamento del contenid o
social concreta.
práctico del Libro Octavo. El principio de la Teoría mensurado por el objeto se
transform a en principio de la acción mensurado por la voluntad racional. En el
La Teoría y la dialéctica concreta Libro Prim ero el conocimiento especulativo es especificado por el objeto , en el
Libro Octavo ese conocimiento especulativo se proyecta como fundamento del
Frente a las "restricciones insignificantes" constituidas por la costumbre inter- conocim iento práctico en el que el principio de la voluntad especifica al objeto.
1111cio1111l Clausewitz expone las restricciones reales, es decir, establece tres deter- La especificación es en tanto práctica, ya que en cuanco conocimiento permanece
minaciones que sujetarán o liberarán la energía originaria de la guerra, a saber: especificado por el objeto, sino carecería de sentido el Libro Primero y la acción se
realizaría en medio de una confusión intelectual.
• El desconocimiento de la magnitud de los fines políticos de los enemigos. Si el pensamiento de la conducción no se orienta de modo incencional a la
• La diferente condición y circunstancia de los Estados enfrentados. captación del codo, la situación está amenazada por el peligro de una incorrecta
• La diferente fuerza de voluntad, carácter y capacidad de los gobiern os"?. apreciación de la realidad, que aumenta la vulnerabilidad propia. Pero, a la inver-
sa, tam bién es discordant e con el méco<lo de Clausewitz extremar el concepto del
Si los enemigos se afincasen en sus limitaciones, los esfuerzos insuficientes lle- todo hasta perder de visea no sólo las determinaciones fundamentales señaladas
varían a una extinción de la fuerza guerrera y pondrían en riesgo su existencia y la dinám ica del contenido sino la presencia de la hostilidad recíproca. La inte-
ante la posibilidad que el enemigo los sorprenda. Para evitar ese riesgo, los dos lección de la totalidad, tanto en sus aspeccos analíticos como en la operación de
bandos buscan aventajarse uno al otro y allí nace la acción recíproca, que mani- sínt esis acerca <le! sentido y la condición política, no debe perder de visea que el
fiesta la tendencia natural hacia el aniquilamiento recíproco. La política puede duelo tiende al ascenso a los extremos. 'Tiende" significa en este caso que la perfec-
ejercer de contención al calibrar la relación entre fines y medios. La conducción ción ontol ógica de la imagen de la guerra es el ascenso a los extremos, esta es la in-
política de la guerra busca la racionalidad y proporción del empico de la fuerza clinación natural de su concepto . La reciprocidad de la hostilidad es un momente
con relación al objetivo político, guerra es una totalidad concreta configurada por dentro de una totalid ad más amplia, que la atraviesa y es tensionada en con--""".
la acción recíproca y las condiciones determinantes que la contrapesan. La inteli- dialéctica e incerpenctración mutua. El conocimiento de las partes y Jd todo per
gencia específica de la multiplicidad de determinaciones de la realidad concreta mire inteligir elmovim iento del pro ceso total, la natu raleza de la guerra con-T"
es la virtud de encontrar lo realmente importante en orden al fin político en me- La 'operació n algebraica ante la que retrocedería Newton' considera la acción
dio de una situación compleja. Incluye tomar en consideración los recursos y las reciproca orientand o el pensamiento hacia la conexión total de los fen ó menos. Pero
fuerzas a movilizar en la guerra, tanto propios como del enemigo. La inteligencia Clausewitz no confunde la forma de expo sición con la forma del pensamiento, cu-
política romprende: yo resultado es esa inteligencia concreta que enfatiza la frase napo leónica. El conoci-
• La finalidad política. miento de la relación concreta a través del duelo entre dos contendientes es plenario
cuando incluye la sobredeterminación política. La relación entre parte y todo, entre
• Las fuerzas y circunstancias del Estado.
duelo y mo vimiento total de la realid ad política, da cuenta de la mediación de los
momentos que configuran la guerra. Cuanto más simple es un hecho, cuanto más La idea de la política
clara es la coincidencia entre gura real y guerra absoluta, engendra con más facili-
dad la ilusión de ser cognoscible en profundidad por si sóla. Por cierto que la guerra En sentido aristotélico, Politica es la ciencia arquitectónica y la acción domi-
en tanto acción militar tiene un campo operatorio con caracteres específicos: estra- nante de lo operable o, en otras palabras, la dimensión dominante de la práctica
tegia, tácticas, maniobras, etc. La mente del militar puede manejarse perfectamente direccionada hacia el Bien Común. No se traca de una mera verticalidad volun-
en ese campo operatorio. Pero la guerra en tanto guerra es, para Clausewitz, una abs- arista sino del sostenimiento de la comprensión de una situación de origen y de
tracción teórica semejante a la que para Marx es la economía en tanto economía. En una dirección natural de avance. En todo caso, la Teoría es primordialmente útil
la realidad, para Clausewitz y Marx respectivamente, la guerra es política y la eco- para el nivel superior del Estado, tanto el que compete al jefe político como a los
nomía es economía política. Clausewitz subraya la imposibilidad de entender una oficiales de Estado Mayor, o al jefe milicar, que puede ser o no jefe de Estado. Co-
guerra con remisión exclusiva a la acción recíproca y sin referencia a las conexiones mo en los espejos de Príncipe, la Teoría es más necesaria para el máximo nivel de
más amplias. Incluso el campo operatorio específico está determinado por el género conducción. La panicular fuerza que posee el estudio de la historia como historia
político del cual participa. La finalidad política sobredetermina la acción recíproca de las decisiones políticas, es decir, la historia política, en relación al conocimien-
codeterminante en su modalidad técnico militar, pero esta preserva una autonomía to político, se debe precisamente a su realidad. Una teoría es propiamente política
relativa en su formalidad técnica y su dinámica operatoria, buscando sustraerse a los si sirve a la conducción porque sólo desde esa perspectiva puede plantearse el co-
condicionamientos en pos de una mayor libertad de acción. nocimiento concreto. La carea de generalizar con fundamento en materia política
La Teoría aporta como novedad radical la remisión del duelo a una totalidad lleva al conocimiento de la relación mando-obediencia". Para analizar una con-
mayor en el proceso real, el duelo es la imagen que se abstrae de una totalidad po- duca política hay que ir al principio de la conducción que la determina. Desde el
lítica dinámica)' compleja, el fenómeno que se muestra de la realidad efectiva, la máximo nivel de rango y responsabilidad puede encenderse una visión realmente
parte dominante que a la vez es determinada por el todo político. Por ello afirma amplia y concreta, demarcada de la utopía y enfocada a la esencia de los proble-
que "la guerra tiene su propia gramática pero no su propia lógica"11 • mas. Por ello la sabiduría como conocimiento integral de las posibilidades de la
En la relación entre el duelo y la totalidad política, entre la parte y el todo, dentro guerra compete a la teoría de la conducción y al estudioso en canco retiene ese
de la parte está contenida la esencia del codo, dentro del duelo trabaja el contenido aspecto fundamental. La conducción puede ser o no de origen militar pero, en la
político. Ello no implica que la esencia de la política sea el duelo sino más bien que medida en que la política contiene a la guerra como posibilidad, necesita dominar
el duelo está determinado por la dialéctica de los contendientes y sobredeterminado sus aspectos fundamentales. El teórico debiera no olvidar este criterio de finali-
por la finalidad de la política. El enfrentamiento militar integra los sentidos y con- dad, a los efectos de guardarse contra la tendencia a la elaboración sin sentido:
figuraciones respectivos al orden integral de las cosas humanas. Esta determinación
No hay nada tan importante en la vida como averiguar exactamente la perspectiva
interna del duelo por la totalidad política implica que las partes no existen de modo
desde la que hay que entender y valorar las cosas, y atenerse a ella; porque sólo des-
puramente contingente sino más bien como funciones necesarias de un proceso
de una persp ectiva podemos entender con unidad la masa de las manifestaciones
que exhibe una cierta estructura, un orden determinado, e impone su naturaleza a y sólo la unidad de perspectiva puede asegurarno s contra las contradicciones".
las partes. Toda guerra se presenta entonces como una contradicción pletórica de
contenido. La Teoría servirá para analizar y caracterizar cuál es el contenido concre- Clausewitz analiza una situación en las dimensiones especulativa y príctic
to, cuál la naturaleza de la guerra. El duelo se abre paso a través de la historia en el No se trata de un perspectivismo en el que el sujeto proyecta sobre el objeto s
interior de las configuraciones concretas. La relación entre el duelo y las determina- propia interpretación, voluntad o carga ideológica. La sabiduría capta la multipli-
ciones especificas configuran la guerra real. Cada totalidad posee caracteres determi- cidad de determinaciones que configuran la realidad concreta vista desde la pers-
nados y una eficacia particular, a partir de la cual brotan las modalidades de guerra. pectiva del codo, evitando la unilateralidad y las decisiones erróneas subsiguien-
El duelo es inseparable de la estructura social y política en la que se manifiesta y es tes. La realidad presenta una riqueza de dimensiones que sólo pueden captarse
afectado en su exiscencia y despliegue concretos. mediante la perspectiva de las perspectivas, la política. La dimensión subjetiva es
16, Cf. Julien lreu nd , l.a esencia de lo politio, Madrid, Editora N acional, 1969.
17. Ibidem, p, 670.
I1O] P» ANzALI CLuuSW rTz. LA CIENCIA POLÍTICALA GURA. FrLosorL, uytRc rro Y Puto [Ill
la perspectiva estratégica que remite a la categoría de acción. La dimensión obje- grado, pero sólo una parte gobierna. La política es una interrelación de Estados
tiva es la pers pectiva política más alta y refiere a la categoría de relación, en tanto y una labor de conducción de los intereses del Estado. Pero es también algo más:
participa del todo político. La acción de los contendientes determina una relación la política represent a los intereses del codo que solamente el entendimiento filo-
objetiva que, a su vez, los determina. La sumatoria de perspectivas individuales sófico puede abarcar. Es una idea aristotélica, pues la política para Aristóteles es
no produce como resultado una inteligencia política, sino una confusión: la ciencia práctica arquitectónica que perfecciona la inclinación natural hacia la
felicidad objetiva com ún. Precisamente, en Clausewitz, la política es la inteligen-
... si en los discos bélicos no es admisible la perspectiva doble y múltiple desde la cia del Estado que com prende el conjunto, frente a y en contra de, otros Estados
que observar las cosas, ahora con el ojo del soldado, ahora con el del administra- inteligentemente conducidos. La política es la voluntad inteligente del todo, que
dor, ahora con el del polhico, etc., o be preguntarse si es ncccsariamcntc a la de la
es el Estado com o unidad de magistraturas y pueblo en un espacio. Por ello la
política a la que ha de subordinarse todo lo demás".
política es el más alto nivel jerárquico y su dinamismo domina al conjunto del
dinam ism o social. Del mismo modo, en tanto inteligencia es racionalidad, es de-
La jerarquía del conocimiento de la guerra se perfecciona en la ciencia política.
cir, facultad de conocer ordenadamente la realidad, superando el desorden y la
La inducción de lo particular a lo general se despliega como conocimiento político
indiferenciación que aparecen en la guerra. La política acota la indiferenciación,
en tanto la política es la totalidad. No se trata de combinar y sumar una serie de
el extravío y la disolución de la totalidad en un piélago universal. Sin el principio
perspectivas individuales o distintas, sino de abstraer la forma de las múltiples de-
político ordenador respectivo al Estado y sin la inteligencia política que discierne
terminaciones. El pasaje de lo parcial a lo parcial no es un conocimiento del todo,
la unidad estatal frent e y contra otras unidades estatales, el conocimiento de la
sino más bien una recaída en la inmediatez de cada dimensión 19• La comprensión
guerra se disolvería en una concepción confusa e infinita. La inteligencia política
del todo resulta de la dialéctica como inducción desde el fenómeno hacia la reali-
es el conocim iento que clarifica el sentido del Estado. La guerra sólo puede com-
dad efecti va. Esa es la ciencia política como verd adera razón de Estado:
prenderse racional menee en relación a los Estados, precisamente, el desorden de la
Se presupone que la política reúne en si y equilibra todos los intereses de la admi- guerra y su aparent e sinsentido remite al orden y al sentido del Estado
niscración interior, incluso de la Humanidad, y todo lo demás que el entendimien- La tesis del origen y el fin político de la guerra informa su contenido en tanto
to filosófico pueda expresar , porque la política no es nada en sí misma, sino un político. Clausewitz es particularmente taxativo al señalar que:
mero administrador de todos csos intereses contra otros Estados"",
La guerra sólo es provocada por el tráfico político de los Gobiernos y los pueblos;
La política no es una parcialidad de la vida colectiva como la economía, el pero normalmente esto se imagina de 1:11 modo que con ella cesa :iqud cr-.ífico y
arte, la religión, etc. La política es la función de conducir y administrar el con- se produce un estado completamente distin to, sometido a sus propias leyes. No-
jumo de las parcialidades y los intereses de un Estado contra otros Estados. Y socros afirmamos, por el contrario, que la guerra no es mis que la prosecución del
tráfico político con la intervención de ocros medios. Decimos con la incerve"'-(0
contra, en dos sentidos: en oposición y frente a otros Estados. Es decir, hacia los
de o ros medios para afirmar con ello al mismo tiemp o que ese cr-.ífico P°"""-.
otros Estados. Si la política es una parte, es la parte que dirige al todo. Las parces
no cesa con la guerra misma, no se transfo rma en algo completamente di
se influyen, pero la inAuencia no es idéntica en cada caso: ni todo tiene que ver sino que mantiene su esencia sean cuales sean los medios de que se sirva, y q
con todo ni nada no tiene que ver con nada. En el primer caso el conocimiento líneas principales que siguen los acontecimientos bélicas y a las que están vin
sería imposible porque la causa se la buscaría en cualquier lado, como tiende a dos no son mis que sus líneas, que se extiend en a lo largo de la guerra lusca
ocurrir en ciertas desviaciones posm odernas (que tratamos en el último capitulo a la paz... según esto, nunca se puede separar la guerrJ del cd fic-u polícico, y si esto
de la investigación). En el segundo caso ni siquiera se buscaría la causa, estaría- ocurre en algún momento se rompen en cierto modo los hilos de la relación, y
mos ante un esce pticismo. Es la idea de Simploké de Platón y Bueno 21 • La teoría surge una cosa sin scncido ni finalid ad"
reAeja aquéllas oposiciones y ésta perspectiva. Las partes se iníluyen en diverso
Las operaciones bélicas no son una fase independiente y desconectada entre la
18. ldnn. circunstancia política de origen y el fin político. Las operaciones militares son po-
19. Cf. Juan Samaj a, Epi stemología y metodol ogía, Ele mentos para una teorla de la inveslgación ienlfica, Eu dcha, líticas porque manifiestan una especial intensidad del trifico politico, de la acción
Buenos Aires, 1993, pp. 14-117.
20. ldemn.
21. Recuperado de: www.fghucno.es/mdls/034.hu 22. Carl Clausewiu, De la Guerma..., p, 668.
112] PALo ANzALDI C LAUSW rTZ. LA CIENCIA POLÍTICA D LA GU R A. FILosOÍ, EJÉRc rrO Y PU LO [113
con sentido y finalidad. Por cierto que puede abstraerse la forma de las maniobras dida en que Clausewitz es un intelectual orgánico instalado en el interior del Es-
y batallas y analizarse en canco maniobras y batallas. Pero eso sólo es una abstrac- tado, impulsa reformas como servicio supremo al fin del Estado, la autarquía. No
ción que pone entre paréntesis la realidad política. La maniobra y la batalla son propone una revolución en la que el individualismo exaltado se rija en principio y
políticas como la guerra porque su contenido está referido al destino de la comu- destruya el orden de convivencia: jamás estará de acuerdo con el terror jacobino.
nidad política, del Estado. Cualquier otra consideración implica una visión uni- Clausewitz promueve cambios en orden a la perfección del Estado y la mejoría de
lateral, separada de lo que está reunido. Nuevamente podemos citar a Aristóteles: la situación e las clases populares, no en pos de su destrucción. Es un nacionalista
reformista, no es un nihilista.
Principio es aquello que por necesidad no viene después de otra cosa, sino que la Fichte introduce el Cuarto Estado, es decir, al pueblo, en el discurso filosófico
ora cosa es o llega a ser después de él. Fin, por el contrario, es aquello que por na-
político. Clausewitz introduce al Cuarto Estado en el pensamiento político-mili-
mralcza ocurre después de una cosa, por necesidad o la mayoría de las veces, pero
él mismo no tiene nada después de él. Medio es aquello que viene después de una ar. El método clausewitziano intelige los fines políticos inscriptos en los sujetos:
cosa y es scguido por otra cosa. la realidad política está determinada decisivamente por la unidad de la causa efi-
ciente y la causa final. El pasaje de la paz a la guerra es el tránsito en una misma
Las maniobras, batallas y guerras están encadenadas a la política como medios continuidad política. El seguimiento del proceso histórico en relación a los fines,
que proceden de un principio político y desembocan en un fin político. la intensidad (cipos de guerra) y la participación de los sujetos constituyen aportes
La Teoría patentiza el contenido político en afinidad con las intenciones po- fundamentales de Clausewitz sobre la comprensión de la relación entre el duelo
líticas de Clausewitz, que subraya la canalización de las más grandes masas y vo- como ascenso a los extremos y la decisión política que orienta el curso político-mi-
lúmenes de energía en la guerra a partir de la Revolución francesa y las guerras litar y acelera o evita el ascenso y el aniquilamiento recíproco.
napoleónicas, cuando se genera el nacionalismo como respuesta identitaria de la Las ideas políticas de Clausewiz frente a su horizonte histórico lo ubican
lucha ante el nacionalismo francés, respuesta identitaria que inicia su marcha de en una posición que podemos denominar nacionalismo militar impulsado desde
generalización a escala planetaria. la Administración estatal (o "revolución desde arriba", por usar la conocida ter-
minología española posterior). En sentido lógico, una "revolución desde arriba"
es un oxímoron. En sentido concreto, es el impulso a las reformas con vistas a
Clausewitz como teórico de la revolución desde arriba preservar y perfeccionar el Estado. Precisamente por preservar el Escado e,
·n1rvli..
sar reformas sociales sin destruir radicalmente la heredad política, los refoi
En Prusia, desde el Ejército, Clausewicz y los reformadores militares buscaban
nacionales disputan con el jacobinismo nihilista el significado de la Revol
obtener mediante reformas sociales e institucionales los resultados militares movi-
lizadores que provocó la Revoluciónfrancesa, evitando el desorden y la negatividad
El pensamiento político sostiene una relación de fuerte vinculo con la le
La unidad está dada porque los conceptos de la teoría desarrollan y supo
generado por ésa. Clausewiz está de algún modo en sintonía con el rescate de
pensamiento político en torno a temas fundamentales, como la participac
la dialéctica como teoría de la unidad de contrarios que llevan adelante Goethe y
pueblo en la guerra y la fascinación por las guerras que se acercan a su cor
Hegel. Por cieno, es dialéctica en sentido distinto a la dialéctica clásica a la que
absoluta. Un pensamiento absolutamente conservador minimizaría esos a
damos prioridad en este trabajo. En la medida que refleja y abstrae la contradic-
que Clausewitz destaca y que, preservando la tensión teórica del quido
ción entre el Antiguo Rigimtn y la Revolución la dialéctica es revolucionaria: la
tado, mediatiza mediante marcos racionales. Por caso, la doctrina de la L - .+
canalización militar de la explosión de las masas en la guerra contradice las bases
basada en el levantamiento popular expuesta en el Libro Sexto supone o suscita
mismas del Antiguo Régimen. La mentalidad nacionalista militar de Clausewitz no
las reformas sociales en beneficio del pueblo, inspiradas en las necesidades de re-
significa un jacobinismo de su parte, sino promoción de reformas en Prusia y, en
construcción militar, orgánicamente conectada a un relanzamiento nacional. Las
perspectiva, en Alemania, para enfrentar eficazmente a Napoleón. Nace pues de la
supone, como Clausewitz sabía, porque sólo un pueblo con algo que perder es un
necesidad de la guerra y no de una influencia jacobina. Es una comprensión de su
pueblo con algo por que luchar. Las suscita, porque la movilización armada del
núcleo de racionalidad combinada con una oposición político-militar. En la me-
pueblo y la cuota de sangre serán necesariamente cobradas en la proyección de re-
formas que mejoren su situación y cuya condición de sujeto político promuevan.
23. Cf. Poética, (1450b) 25. 30, dii ón de Salvador Mas, Bibliotca Nucva, Madrid, 2004, p. 82. Es decir, su condición de Nación como c uerpo politico de ciudadanas. Por eso:
1 t.f I PABLO ANZALOI C LAUSl!Wl'l"'.l. L\ CIUNCIA rod·1·1CA l)l! 1A CUI!RllA. r-,wso11 fA, l!Jéncno y l'Ul!JILO J 115
intentaban acabar con el antiguo sistema absolutista, que había impedido que los teoría del Estado atraviesa Vom Kriege, pero no se traca del Estado absolutista con
asumos p(1blicos se realizasen racionalmente, y lograr que el Estado explotase al el pueblo aplastado y los soldados esclavizados, sino del Estado nacional, con el
máximo las energías sociales y psicológicas que la estructura de clases del Estado pueblo y el ejército autoafirmados en su identidad, en marcha y enardecidos.
Federico había reprimido ... las instituciones tenían que dar al Estado un acceso La superioridad de la Defensa desarrollada en el Libro Octavo y constatada
más directo al súbdito que, a su vez, tenía que llegar al convencimiento de que historiográficamente por van Creveld" significa que las fronteras geográficas deli-
existía una relación más estrecha encre sus propias condiciones y oportunidades y
mitan la unidad política del pueblo, el Estado en canto comunidad política, cuya
el bienestar del Estado'.
esencia es el tiempo histórico en el que realiza su identidad nacional. Salvo en el
La Comisión de Reorganización Militar propuso un reclutamiento militar
caso de la trasvaloración de los valores del pueblo invadido, su conversión masiva
universal, aboliendo los privilegios de la nobleza y permitiendo el libre acceso a la religión o a las instituciones del invasor, dentro del dominio de lo probable, la
a los cuadros de oficiales a todos los ciudadanos. Clausewitz buscaba un ejército defensa es superior al ataque y está direccionada al triunfo porque descansa en el
reformado fuero interno, histórico del pueblo.
Algo similar puede decirse del pueblo chino en su lucha contra el Japón impe-
de acuerdo con un nuevo espíritu, con servicio militar obligatorio, para que la car- rial, del pueblo argelino contra la ocupación francesa, del pueblo palestino contra
ga fuera soportada por codos los hombros como un deber cívico enorgullecedor. el Estado de Israel y del pueblo vietnamita ganador de codas las guerras: la identi-
Que convirtiera la causa del Estado en causa de rodos los hombres... al abolir los dad nacional broca y se consolida en la guerra de Defensa".
pri\'ilegios legales de la nobleza, crear nuevas oportunidades para las clases medias La importancia del pueblo es detectada en la violencia inédita desplegada por
y fortalecer la autoridad del servicio civil, las reformas crearon las bases para... las tropas napoleónicas. En este aspecto, Napoleón funciona como el enemigo a
políticas económicas más favorables para los pequeños propietarios y los antiguos combatir con sus propios medios, el enemigo que es al mismo tiempo el modelo
siervos, por la creación de un Consejo de Estado y por una constituci6n2s.
a imitar, porque una fuerza revolucionaria en la guerra puede ser enfrentada con
éxito con una fuerza -simétrica y opuesta- desocultada a parcir de las reformas.
El vínculo entre el bienestar dc:l Pueblo y la fortaleza del Ejército son evidentes
Los reformadores militares buscaron la preparación del levantamiento popular
para Clauscwitz: la fortaleza de la Nación depende de ellos. Un pueblo escuálido
mientras programaron y pusieron parcialmente en práctica las formaciones espe-
es la base social de un ejército perdedor. La resistencia obstinada de la medio-
ciales Landwehr y Lrmdsturm 29 • El programa práctico de los reformadores militares
cridad decadente de los defensores del Antiguo Régimen no pudo contener la
nutrirá el trabajo teórico que desembocará en Vom Kriege.
inexorabilidad de las reformas en el tramo final de la lucha contra Napoleón, que
Al mismo tiempo, puede apreciarse una raíz vivencia! en el origen del pensa-
llevó a la creación de aparatos administrativos como el Departamento de Guerra
miento político de Clausewitz que denota la maduración de un proceso intdec,
transformado en Ministerio encabezado por Scharnhorst.
cual originado en el sentimiento nacionalista. "No hay persona en el mundo que..
El conocimiento de la administración militar y la clara percepción de la interde- sienta en mayor proporción la necesidad del honor y de la dignidad nacionale.._ _
pendencia de las políticas militar y civil que Clausewin adquirió como jefe de la
oficina de Scharnhorsc, y en sus demás ocupaciones, inAuenciaron fuertemente sus
escritos posceriorcs'-6. 27.Cf. van Creveld, la transformación de la gura, Buenas Aires , 2007.
28. Rccu¡,craJo e.Je: c,,smcal.hl,,gspor.cnm/2016/10/con\'t'fSJ.cion-cntn:--n1.irriu-hciJ%,a.y.hm1I. M.urin Hci-...
La reforma militar es reforma política y ambas son reforma social: es la entra- degger en entrevista realizada en 1)63 por el monje tuilands Bhikku Mala Mai: "Ur] también hizo otro
comentario, relacionado con su prupin p.1ís, en d t¡uc Jijo que su pus y su gente prenrn a las ruio
da a un mundo nuevo, la liberación de fuerzas nacionales latentes, las transforma- subdesarrollados. Si uno habla accra del subdesarrollo, uno siempre det preguntar hxia ull ppi to se
ciones que permiten un renacimiento nacional. dirige el desarrollo, De acuerdo con el modero entendimi ento eur p y amer icano de p gro, se trata
princ ipalmente de una idea tecnológica. Desde cse punto de vista, debo di r que su [u4 gracias a sus antgu4s
Clausewitz entiende la dialéctica política entre guerra y revolución. El sujeto
y continuas tradiciones, es altamente desarr ollado, Es norteamericans, c cambi o, con toda su nalga y
de la Teoría es el Estado encendido como Estado nacional, es decir, popular. La sus bombs atómi cas son subdesarrolladas", La nccsidad de una tria del puchlo no ocupó a ks trdor>
del naci onalismo alemán, En cierto sentido también, podemos ohserar que tudas ks puchks en general son
tradicionalistas o están inclinadas a la conservación de las catumhves. l iuncnte, porque cn ntido Luto La
24. Pecr Pare. Clauitzy l Eado, Centro de Estudio» Constitucionales, Madrid, 197), pp. 190-191. tradición habita en el puebl o, el progresismo es m.is bien una idelogia actitudinal propia de Las vanguardias-
25. ldcn. 29. Cf. Peter l'are, Chausewin y l Estada; Centro de Estudias (Constitucionales, Madrid, 1)79, pp, 189-1)9.
26. Ibidem, p. 199. Cf, Peter l or, #l Etado Mayor al mud visto por Halder Espa Culpe, Agenutinu, 1955, pn, 47-51.
11 ] Poto ANzL C LAUSWrTZ. LA CIENCIA POLÍTICA DE LA GURru. Fosof A, JRcrro Y uno [117
que yo", dijo cuando Prusia fue derrotada y claudicó ante Napole6n. Es un sen- bor cultural concentraban las tensiones intelectuales del pensamiento y el arce
timiento en sintonía con Fichte cuando dice que en el hombre generoso "su fe y alemán de esos años". Sin embargo, no puede ubicarse a Clausewitz dentro del
su afán de sembrar lo imperecedero, el concepto con que comprende su propia romanticismo en el sentido específico de subjetivismo, sensiblería y decadencia.
vida como vida eterna, son el vínculo que le une íntimamente primero a su na- De modo análogo a Goethe, que no se consideraba romántico y detestaba a los
ci6n y, por medio de ella, a toda la humanidad, y que introduce en su corazón románticos, Clausewitz se diferencia tempranamente del romanticismo, asumien-
ensanchado codos los anhelos de la nación hasta el fin de los días"31• do una orientación política que lo inclina hacia un prudente realismo. Todo lo
El honor es el principio monárquico", pero ahora Clausewitz lo trasiega a la Na- que el romanticismo encierra de indefinición y confusión política se oponía a
ci6n, y la sola mención de la dignidad nacional lo instala en el nuevo siglo, a cuya su modo esencialmente político. Su concentración en los temas políticos, his-
espiritualización nacionalista está contribuyendo. Está intelectualmente afuera del tóricos y militares lo mantuvo en guardia frente al misticismo romántico. En la
Antiguo Régimen y del Estado Absolutista, está preparando el movedizo suelo de la correspondencia a Marie von Brül se desmarca del misticismo religioso y adhiere
revolución nacional alemana, cuyos parámetros tendrán un fuerte sesgo culturalista a la filosofía política de Fichte.
como multiplicador de la lucha política. Es decir, de la causa nacional, que primero Si bien la impronta política es total, la cultura alemana está presente en Clau-
empieza por el tercer Estado pero se transforma en la causa del Cuarto Estado idea- sewitz en aspectos fundamentales corno la formación del sentido histórico, la re-
lizada y transmutada en la cultura nacionalista a través de Fichte: actualización de la dialéctica de las oposiciones con su estil o relampagueante, y la
puesta en consideración de la vida concreta como objeto del pensamiento media-
Éste es un pucblo en el sentido supcrior de la palabra y desde el punto de visea de un do por la interrelación de los sujetos. Son aspectos comunes del idealismo y del
mundo espiritual: el conjumo total de hombres que conviven en sociedad y que se romanticismo, presentes en Clausewitz, que en codo caso revelan que la influen-
rcproducen natural y espiritualmente de manera continuada, que cscá sometido en
cia del romanticismo es de un alcance superlativo. Hay un aspecto esencial que
su totalidad a una determinada ley especial del desarrollo de lo divino a parcir de éP'.
aparca a Clausewitz del romanticismo. El pensamiento de Clausewitz se despliega
con el componente pasional, pero está ordenado por la finalidad política. La ene-
Con la derrota de Prusia, Clausewitz fue detenido junto a su superior, el prín-
mistad está inspirada por el honor, el amor a la patria y la aspiración a redimir la
cipe Augusto (quien no mostró gran sentido del honor durante su cautiverio).
afrenta sufrida. Las facetas de la crítica de Clausewitz a la subjetividad romántica
Clausewiz fue liberado en 1807, al salir se vinculó al círculo de Madame de Staél
y al modo geométrico se expandirán en diversas parces de la obra. Ni romántico,
en el que conoció a August Schlegel, quien era ya un intelectual nacionalista, a
ni racionalista (more geométrico), la salida del subjetivismo decadente es un úni-
quien calificó como:
co proceso de delimitación conceptual:
un alemán valiente, bondadoso y patriota, que tiene un odio bien condicionado a
los franceses y que en general es de cuño genuinamente alemán. A un hombre co- No he de ser en mi vida un mzonador frío, cosa que han de descubrir mis amigos
mo yo le es imposible no quererlo. Me ha mostrado muchas cosas bonitas suyas, y en la calidez de mi afecto, mi patria en mi fiel e inconmovible devoción, y mi
me proporcionó especial placer el hacerme conocer la poesía alemana de los siglos enemigos en la vehemente enemistad y venganza que juro y cumplo; pero en ci m
IX y posteriores de la Edad Media. Él es mi único consuelo, pues toda la compren- bio tampoco hay nada que me impida rebelarme contra el misticismo inhuman- ~- -
sión de la sociedad de aquí no puede ser ni siquiera la menor compensación por la que lleva al hombre por doquier a orillas cenebrosas, en las cuales sería igualmenc'-
prcocupación y las penas que pesan sobre todo alemán sensible-". bucno no acracar, y en las cuales se halla como un niilo impotence'".
Es un proceso de tristeza emocional entrelazado con un período de formación La tensión íntima de Clausewitz refleja la contradicción en el alma entre el es-
intelectual (Biláung) excepcional. Clauscwitz participa en los ambientes cuya la- tremecimiento por el amor a la patria y la comprensión de la naturaleza humana
30. Ci. Peta P.trct, p. 138. 35., Para una aproximación a la influencia de las Schlegel en la formacióncultural aluna f. Malame de tul,
31. Cf. Jolunn G. Fiche, Diura la Nai n Alemana, Di scurso Ocavo, Folio, Zaragoua, 19)), p. 161. segunda edición, Esp,asa Clpe gentin.a, Buc os Aires, 1)7, yy Alxander Gl e- n sh, El
A lema nia ,
32.Cf. Cal Shmitu, Sobre l parlamentarismo, traducción de This Ncln y osa Grueso, 'Tccnos, Madri d, 19)0. romanticismo a lemudn y las ciencias natuna le, traducción del inglés p or lle lera de lrugger , Esnua Culpe
33. C,l Jnlw,n G. l·ícluc, ibidr m, p. 160. Argentina, l uenos Aires, 1947,
34. Cf. Emnst Fn gclhr g, "Cal V on Clauswi tz cn u época, en VV. AA., Clau witz en el pensamiento marxista, 36. Cal Schu i tt, Romanticismo Hwlitico, Universidad N acional de Quilmes, lr gentina, 2000,
Cuadernos de lad o y Presente 75, Min, 1979, p. 13#. 37. Erst Engelber, ibilem, p, 11.
118] PALO ANzA I CLAUSW rTz. LA CIN CHA POLÍTICA D LA GUERRA. FLo sOrÍA, JRcrro Y PUMLo [119
común a compatriotas y enemigos, entre patria y humanidad, entre la capacidad fácilmente manejable para los fines del gobierno y en general es un instrumento
destructiva del militar y la inclinación pacífica del hombre. político mucho mejor que el alemán, con lo ilimitado de su espíritu, la variedad
En su estudio Los alemanes y los franceses, escrito entre los años 1806 y 1807, y originalidad de los individuos, su proclividad al ra,.onamienco, y su incesante
aspiración a un objetivo superior y fijado por él mismo••.
un joven Clausewitz despunta como pensador nacional detectando el problema de
una sociedad de gran riqueza intelectual y cultural diferenciada en personalidades y
En lenguaje estratégico, el problema de Clausewitz es combinar la masa mili-
tendencias frente a una sociedad conducida y concentrada como una fuerza única:
tar (concentración de fuerzas de un ejército) con la masa popular (concentración
Cuanto más se encrecruzan las opiniones en la tendencia al pensamiento abstracto, de fuerzas de un país). Es decir, poner en marcha en Prusia y Alemania la organi-
y cuanto más se pierdan entrecruzándose en el reino del pcnsamicnto, tanto ma- zación estatal de un pueblo, de su voluntad y dirección de avance, al modo en que
yor debe hacerse la diferenciación entre los individuos, y canco menos puede tener fuera alcanzada por los ejércitos napoleónicos. Clausewicz enciende que el pueblo
lugar la coincidencia a la cual denominamos sentido nacional, un sentido éste que francés está constituido como tal pueblo en tanto el alemán presenta caracteres
no resulta muy compatible con el grado de originalidad que canco distingue a los individuales cuya originalidad espiritual dificultan la unidad de concepción nece-
individuos de estirpe alemana de los francescs". saria para la unidad de acción. Por cierto que tiene un juicio crítico de los efectos
políticamente aletargantes de la cultura alemana. Es un análisis similar al que
Un análisis apoyado en los caracteres nacionales puede ser criticado desde apre- años después hará Marx, sólo que invirtiendo la relación de causalidad. Marx de-
ciaciones más científicas, pero la política posee su propia mirada en torno a la perso- cía que la revoluciona que hacen los franceses, los alemanes la trasponen al plano
nalidad colectiva e individual. Aron y Paree entienden que se trata de un Clausewiz del pensamiento por la inmadurez de las condiciones objetivas. Puede señalarse a
relativamente prejuicioso, intelectualmente inmaduro. Puede argumentarse que la título de conjetura que mientras en el joven Clausewicz la perspectiva marcha del
idea del hombre contiene en potencia codas sus virtualidades empíricas, el juicio carácter del pueblo al proceso histórico en el joven Marx va en sentido contrario,
sobre el ser nacional individual y colectivo como basamento de la política es carac- de las condiciones histórico-materiales a la cultura.
terístico de la perspectiva política del nacionalismo cultural, que busca precisamente Asimismo, un aspecto que hay que tomar en consideración es que Clausewiz
la nota exclusiva de los distintos pueblos, empezando por el propio. En el dominio habla de Alemania y de alemanes, más que de Prusia y los prusianos. En con-
de lo probable, el teórico nacionalista genuino quiere concentrar a su pueblo para sonancia con Fichte, es nacionalista alemán, está más allá de lo prusiano. La f6-
una tarea histórica y requiere una idea de la identidad del pueblo39 • nalidad cultural de Alemania que Fiche proporciona y, nos parece, Clausewitz
En su juventud, Clausewitz tiene una opinión crítica del individualismo fren- asume, es la primera síntesis encre el 11acionalismo nlemd11 y d ejérrito prusiano. L
te a las tareas históricas que despierta la cuestión alemana. Sin embargo, en cuan- síntesis es posible porque la formalidad intelectual encuentra una disposición ma _
to a la caracterización de franceses y alemanes, más allá de la externalidad a la terial. Hay una captación de la función histórica que cumplirá el ejército prusiano
Teoría su juicio refiere a la tensión entre la variedad de la opinión y la imperiosa en la unificación nacional. Pero también es un ensayo de maridaje entre filosofo
unidad de la decisión: ejército y pueblo que alcanzará su punto culminante en Vom Krige y que estar
llamado a la trascendencia histórica. Parafraseando a Marx, podemos señalar qu
¿Cuál sería, cnconces, el resultado definitivo de escas investigaciones? Que el fran-
cés, cn su limitación y en su conformismo, así como en su vanidad, se unifica
el ejército prusiano realizó las careas de la filosoña alemana.
con mucha mayor facilidad para formar un codo uniforme, resulrn mucho más En su meditación sobre Alemania patentiza la fina percepción de las realidade
del poder, que se corresponden con un país enclavado en el corazón de Europa, e.
decir, en el corazón de la política mundial de entonces. Las tendencias y presiones
38. Ibidem, p. 142.
39. La misma categoría de pueblo as solidaria a la atcgoría de onduccidn. Por ello lo que desde la pucde servir
de lo que ocurre fuera y dentro de sus fronteras, a pesar de no estar constituido
como imagen idealizada dc la masa de fuerzas orgánicas. El conductor nuc ccsita un haz de conducidos que como Estado nacional, sino como área de cultura, impacta en una u otra dirección.
prcscn tc a sus ojos una cric de araccrcs y notas distintivas que cl ductor considera, forma y direccio na .
La centralidad europea de Alemania estará en la base de la Teoría elaborada desde el
Así como pucde diferniau sc d Dios del Fil6ofo del Dios del rcycntc, pucde tambi én diferenciusc cl pueblo
del i cnific del pueblo del on d uor. El científico puede prescindir, pero cl conduct or no puede prescindir elemento tierra y sin consideración a las posibilidades marítimas. En una singular
de un juici o acr a dd puehl que nduc o quiere aducir coronándosc como ductor, y acerc a dc aquél visión de lo que luego se conocer.\ como an,llisis geopolítico, Clausewin sc:úala:
on tura cl quc busca a ncntrarlo. Icquicrc una apreciación acera de sus amigos y enemig os, Por cierto que
Clauscwi z csá todavía cn pro de mad uració n intclctual, pero su pen»amiento catá direccionado a la so ll-
difcación del pueblo para su mc jor aducción y dccmpefo cn la guerra y wu verdadera libertad. 40. Ihidem, p. 143.
120] PXLo AN zA LDI CL USwrTZ. LA CIENCIA POLÍ TICA D LA GURIA. Fi osorí, yéRcrro Y runo [12l
De iodos los países, Alemania es el que más está en comacto con sus vecinos, y La crítica a los burócratas prusianos como figuras decadentes viscos desde los
descmpcña un papel demasiado imponame cn todas las deliberaciones polí!icas deberes sagrados, los deberes de la guerra y de la nación alemana, sienta una posi-
de Europa; por eso hay que desear que 1enga la mayor uniformidad de acción po- ción frente a su circunstancia histórica y también una poderosa señal de la direc-
litica y de organización inslitucional. Los panidismos, que en otros países pueden
ción de su pensamiento político:
1ener efectos benéficos, deben llevar en Alemania -país por el cual disputa incc-
samemcme el extranjero- a escisiones cada vez mayores, que harían que el país se
aquéllos que de canea fidelidad al rey no pueden desprenderse de su sueldo ni de su
derrumbase sobre sí mismo,
cargo seguro, que de: puro patriotismo prefieren ir al desfile que a la batalla, los que
tienen el nombre de Prusia incesantemente cn sus labios para que el nombre de ale-
Clausewicz configura como ejes de una conciencia nacional alemana el recono- ma nes no les recuerde deberes más graves y sagrados, dificilmente sean los mejores".
cimiento de la importancia objetiva de la centralidad geográfica alemana en Europa
y la relación orgánica entre las instituciones internas y la política exterior. Enciende El destinatario de la lealtad prioritaria es Alemania. Secundariamente, Prusia
el vínculo entre política interna y política exterior, que será desarrollado por las y, luego, el rey. En todo caso, el rey sólo tiene sentido si se resignifica poniéndose
teoría de las Relaciones Internacionales en el siglo XX. Y también defiende la uni- al servicio de Alemania. Cambia de este modo el principio de legitimidad mo-
dad del sistema de conducción como condición de la magnitud y la proyección de 11árq11ico de Prusia por el principio nacional de Alemania. Direccionado hacia la
poder. Está incoada la visión teórica del movimiento nacional, que será el soporte unidad alemana, enfrenta dos problemas a la vez. El primero, el Antiguo Régimen,
orgánico de la formación de los Estados Nacionales. En este caso sobre la base de un decadente y sin energía ni resolución para enfrentar la invasión napoleónica. Un
pensamiento político-militar como fuerza determinante de la unidad del Estado. Antiguo Régimen que: no defiende: su honor es un régimen que abandonó su prin-
Por cierto que esas distinciones son expresadas con un lenguaje distinto, pero la cipio esenciaJ◄5 • Segundo, el problema nacional alemán como rarea histórico polí-
diferencia en los significantes no distorsiona el significado. En estos primeros escri- tica que subalterna su lealtad a Prusia. En ambos casos, la guerra contra Napoleón
tos de juventud, más que el teórico se manifiesta el compromiso político, más que acicateará la crítica al Antiguo Régimen y la búsqueda de la unidad alemana, en la
el crítico cl apasionado pensador. Clausewitz entiende que la fuerza de los ejércitos comprensión que las reformas planteadas por Napoleón deben imitarse para en-
franceses se debe a los caracteres nacionales (pero no menciona la importancia de la frenarlo con posibilidades de éxito. Por dio Napoleón aparece al mismo tiem~
revolución como liberadora de energía guerrera del pueblo). Es un aspecto del aná- como enemigo a combatir y modelo a imitar". La expansión napoleónica provo-
lisis de esca etapa que será profundizado desde el análisis social y político. Es decir, ca el movimiento nacional en los reinos y principados de Alemania.
el análisis de las condiciones objetivas de un pueblo. En esos años Clausewiz ha Uno de los significados oscurecidos por la aparición ulterior de las dicoto-
anticipado los motivos y orientaciones de su pensamiento nacional. mías izquierda-derecha es la identificación entre la cuestión nacional y la cues-
En Vom Kriege critica el moralismo y muestra la importancia de la energía tión social. Ambas se retroalimentan como una fase histórica de transformaciór
liberada por la revolución y conducida por Napoleón. Señala que en la guerra general. La carea histórica responde a la ley de la historia a que refiere Clau
aquéllos errores que surgen de la bondad son los peores".La fascinación por el sewitz. Es la negación de la servidumbr e, la formación de los Estados nacionales
Dios de la Guerra, como denomina a Napoleón, aparecerá con posterioridad a la La revolución nacional es la revolución estatal mediante reformas y constituye)-
experiencia vivida. Su pensamiento tomará un sentido radicalizado. Sólo porque unidad de sentido del nuevo Estado, que es un Estado de cluma". En cambio
la fuerza intelectual penetra en la estructura de la experiencia histórica y porque la la monarquía ya es accidental, sobrevive como símbolo y/o rémora del pasad
experiencia histórica comunica su esencia a la inteligencia, visualizará la vetustez sólo tiene sentido si conduce la transformación del Antiguo Régimen en Estad-
de la conducción prusiana y desde esa apreciación abrirá la senda de la Teoría, que Nacional. Como Napoleón, Clausewitcz también entiende que el problema social
apreciará políticamente la identidad entre pueblo y violencia natural como movi- y el nacional se distinguen del régimc:n político: la Monarquía puede sobrevivir
miento político de la guerra. el codo histórico a condición de conducir el proceso y evitar que éste sea condu-
cido en su contra:
Europa no puede sustraerse a una gran revolución general, triunfe en ella quien político en la crítica de la decadencia irremontable del Antiguo Régimen. Acaso no
quiera ... lndusive, una revolución general de los pueblos alemanes sólo sería pre- hay una filosofa de la historia acabada pero sí hay una comprensión de la necesi-
cursora de esa gran revolución general (que, dicho al margen, no tiene por qué ser dad de ese pasaje histórico: los fragmentos de la historia de la guerra son cristales
precisameme francesa). Sólo aquéllos reyes que sepan entrar en el verdadero espí- que traslucen la estructura de la historia en su conjunto. Los escamemos sociales
ritu de esa gran reforma, incluso que sepan adelantárscle, podrán mantenerse••. aparecen como rémoras del pasado, privilegios inmerecidos y obstáculos para el
desarrollo de la guerra contra Napoleón.
El párrafo es impresionante. Clausewitz coincide aquí con Napoleón, que barre
El problema social se imbrica con la cuestión nacional alemana y la guerra contra
al Antig,w Rigimm y desarrolla la revolución con la guerra y un programa de refor-
Napoleón. El tránsito de Prusia a Alemania requiere un nuevo Estado. Clausewiz
mas en la administración pública, en la codificación del derecho y en la reordenación
comprende la distinción entre Estado como unidad de gobierno y pueblo, y Estado
en todos los aspectos". Pero Napoleón es producto y a la vez pone término al des-
como gobierno y administración. Dentro del concepto de Estado como comunidad
orden. Clausewiz extracta el núcleo racional de la revolución en la reforma social y
organizada cabe distinguirse la sociedad política y la sociedad civil. Sólo el nuevo
la construcción nacional. Por ello Clausewiz es un teórico de la revolución nacional
Estado significará una nueva sociedad civil, es decir, una sociedad civil en sentido
desde arriba, no jacobina. Es la revolución realizada mediante reformas impulsadas y
contemporáneo" y solucionará el problema nacional. Porque el Estndo encendido
conducidas desde el Estado, en este caso, desde y en el Ejército, una institución fun-
como unidad política del pueblo es el principio rector. El Estado como gobierno y
damental dd Estado pn1Siano50 y no desde un partido que lucha por el poder.
administración encarna el principio de racionalidad performativo. En este sentido
La claridad en la formulación de la dirección histórica es can profunda que
Clausewitz afirma que "Alemania debe esperar de una organización más noble y
Clausewitz está decidido a dar su vida por la monarquía, es decir, muestra o quie-
adecuada de su asociación civil y estatal el reaseguro de su futura exiscencia"53 •
re mostrar con su actitud que la tarea histórica de la revolución es necesaria, hasta
La revolución depende de la guerra como movilizador social e institucional,
urgente hacerla desde arriba para evitar una conmoción histórica. Y como cree
fuerza negativa de la que habrá de surgir el nuevo Estado en sentido de comuni-
fielmente en lo que dice, no es un conspirador ni un traidor a la monarquía:
dad política:
Santo cielo, en este aspecto considero tan poco importante lo que hace el indi-
Quieren una revolución y no me opongo en absoluto; pero, ¿no se hará esta re-
viduo, que en caso de que entre nuestro pueblo estallase un vigoroso fermento
volución en la organización civil y estatal con mucha mayor facilidad en el movi
revolucionario que pudiese poner en peligro a la persona del rey, de buena gana
miento y oscilación de todas las parces, que provoca la guerra? Además, ¿dónd
me lanzaría dentro de la multitud encrespada y moriría por el rey; no abrigaría
está la perspectiva de una revolución salvadora, la perspectiva de la salvación?~.
temores ni esperanzas de hacer retrogradar con ello una revolución que requiere
anrídocos completamente diferentes que el sacrificio individual heroico; pero en
La guerra motoriza a la revolución. Clausewic-z. anticipa una idea que desarrolla
cambio también diría: 'lo que escoy haciendo lo hago por orgullo, para demostrar
rían Lenin y Mao: no es posible revol11ción sin lucha armada, porque la guerra es e
que soy capaz de un noble sacrificio por la persona de su Majestad; pero usted es
hombre perdido si cuenca y se fía de tales medios?', vector de las transformaciones en la relación social, que posibilita a la revolución. E--==
el caso histórico de una Alemania que existe como idea y no como Estado, la guerr
La frase refleja de modo perfecto el pensamiento político de Clausewirz, el contra la ocupación extranjera es idencicaria y favorece la carea nacional.
punro de equilibrio entre la lealtad a la monarquía y la comprensión de la ne- La interpretación del período iniciado por la Revolución Francesa (1789)
cesidad histórica de la revolución, contradicción subjetiva que se supera con el concluido con la Paz de Viena ( 1815) muestra su notable c;1pacidad de compren
camino de las reformas. En una frase condensa la lucha entre lo viejo y lo nuevo, der la situación histórica concreta, con una perspectiva propiamente politica. La
la tensión histórica entre el principio monárquico del honor y el principio revo- revolución tiene sentido político e histórico, a partir de las causas que la determi-
lucionario de la nación. Su elaboración teórica se enanca sobre su pensamiento nan y no desde la ilusión de sobrevida del Antiguo Régimen ni desde los imperati-
vos de una moralidad abstracta y carente de mediación polícic:.1.
48. Enut f.ngdbcrg. ibidnn, p. 146.
49. Cf. Eduardo García de Entcrría, la lengua de los derechos. La formación del derecho público europeo tras la 52. Cf. Eduardo G arcía de Ent erria, la lengua de los Derechas. lafreid del De nle Iiki» Europeo mns la
Revolución Franca, Alanza Ed itora], Madrid, 1994. Revol ución Fran cesa, Alianza, Ma drid, 1))4.
50, Cf. E. Early, Creadores de la estrategia moderna, Círculo Miliar, Iuenos Ares, 1)68. 3. Cf. Ernst Engelberg, ibiden, p, 147.
51. Emst Engelberg... idem. 54. llem.
124] PAto ANzAr C LA USuwITZ. LA CIE NCIA POLÍTICA D LA GUR A . FnLosoÍA, J crro Y rut o ]125
Es también notable en Clausewitz la perspectiva de análisis de lo que hoy de- encenderse como el arce de moldear y formar un proceso objetivo. En términos
nominamos sociología política, es decir, un análisis de las clases, las relaciones de Schiller, una obra de arce, es decir, un impulso formal frente a un impulso
entre clases y las consecuencias políticas de esas relaciones, combinado con un sensible58 •
análisis de la irracionalidad de la antigua administración estatal. Clausewitz dice
que la Revolución Francesa es la consecuencia de dos causas concatenadas:
Clausewitz y Tocqueville
La primera es la tensa relación entre las clases, los grandes privilegios de la nobleza,
la gran dependencia y por cieno que también puede decirse que, en parce, la gran La captación intelectual de Cfausewicz sobre el giro histórico no es un azar
opresión de la clase campesina; la segunda es la administración irregular, parcial y afortunado pero inconexo, sino un análisis exquisito en observaciones e inferen-
dilapidadora del gobierno11• cias. De modo sorprendente, el análisis sobre Francia presenta una semejanza no-
table con el análisis que hizo Tocqueville décadas después en El Antiguo Régimen
La revolución no es un azar político ni es el producto de una conspiración y la Revolución, un análisis basado en las clases sociales y su función polícica. El
ingeniosa sino una consecuencia posible del agotamiento de un tipo de ordena- concepto de clase, incluidos sus usos y costumbres, aparece como el correlato so-
miento social y político. Un agotamiento que no es ocasional ni parcial sino or- cial de una vertebración polícico-inscicucional, los órdenes del Antiguo Régimm. A
gánico: es la naturaleza del régimen la que concluyó su vitalidad histórica y carece pesar de que Tocqueville sugiere que las clases y no los individuos son los sujetos
de recomo y sobrevida. Por ello Clausewitz afirma taxativamente que "... el sis- que realmente cuentan, y que el mismo Clausewitz hace un análisis de clase, en-
tema feudal ha concluido su vida entre nosotros, al igual que en otras partes"S6. tendemos que las decisiones de los individuos no están del todo excluidas en los
Sin embargo, lo que aparenta ser un juicio de adhesión a la revolución es más resultados de la elaboración teórica de Tocqueville" y Clausewicz.
bien la comprensión de la fuerza de imposición de las condiciones que la hicieron Como lo mostrara Strauss, el inicio de la modernidad política encuentra una
posible, como base para adoptar decisiones de reforma que no la hagan destruc- fuente de fundamentación primaria en Maquiavelo. La idea de un único poder
tiva, violenta e inmanejable. Es la posición de quien acepta el curso de la historia político que absorbe codos los poderes dispersos encuentra en El Príncipe de Ma-
para influir en él. Supone una visión de su tiempo como proceso de pasaje inevi- quiavelo el punto de partida teórico para la práctica política de los príncipes. Una
table de lo decadente a lo vivo, o bien por vía de ruptura revolucionaria o bien lectura detenida de Maquiavelo puede remontarnos en rigor a codo fo que Ma-
mediante reformas. Se trata de una marcha hacia la consumación de la destruc- quiavelo debe a Tiro Livio, Jenofonte y a la crítica a las Sagradas Escrit11ra1"'. Nos
ción del Antiguo Régimen, la negación histórica con la que culmina y resuelve las remitimos a señalar que Clausewicz y Tocqueville entienden que el Antiguo Rigi-
contradicciones sociales: men era más odioso por su debilidad que por su fortaleza. Por el sorprendente"º"'---
lumen de las libertades y el débil manejo de las imposiciones, el rey no era amade
Ése derrumbe de condiciones antiguas que ya se encuentran en un gran estado de
ni temido. El contraste con Alemania refuerza esa percepción (nos preguntamos
tensión era mucho más fácil que la creación de una nueva forma de gobierno, y era
también, si la debilidad política de Luis XVI no puede interpretarse mejor a la lu-
dable prever que luego de una revolución violenta se andaría por mucho tiempo
a tientas y que se necesitaría más de una década para ejercitar los conceptos, antes de los conceptos de Maquiavelo como fuente de inspiración de Tocqueville). Un;
de que pudiera tenerse en pie alguna forma de gobierno que hubiese echado ralees enorme cantidad de derechos y costumbres progresivas ya vigentes en el Antigue
de alguna mancra17• Régimen tornaron intolerable las costumbres supervivientes del pasado, cuya du
reza había sido suavizada aunque no descerrada. Es la clase de circunsr.mcia que
El juicio sobre el período revolucionario es concluyente en la negación históri- Tocqueville considera como una de las causas principales de la revolución, causa
ca y las dificultades de construcción de una nueva positividad, de un nuevo orden
jurídico y político. El pasaje desde el terror jacobino hasta la era de Nap_olcón pa- 58. Cf. Fricdrich Schi ller, Caras sobre la educación etétiea del hombre, lrcera edición, Calción Austral. Espa6a
Ca lpe, traducción de M. García Morente, México, 1952, pp, 5. 72
rece validar la tesis de Clauscwitz. En este aspecto, la conducción política puede 5). Quizás en l Antiguo Régimeny l a Revolución la teoría de la pritica de lqueville no incide castamente
con la práctica de su teoría. Claramente, El Antiguo li men y la kewlwiin cs un texto mucho mis politico
y menos sociológico que l a be ocnwia en miri a. .
55. Ibidmm, p. 159. 60. Cf. Leo Strauss, lhaghts o Machialli; 'lhe University of Chicago tres, UA, 1958, Hay vrri ón en
56. /dnn. castellano: Meditación sobre Mlaquiarlo, Instituto de Estudias l»litis, Madrid, D)4, traduccion -rmcla
57. ldnn. Gutlérrez de Gambra.
s L .
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. , . 1 '
,,,,,...,,.,.. ,.._.
126 I
q
PADW AN1.AUll
.
. , 'fi ro uheriof'. Más allá de su potencia descripi
ue tuvo un des11no ,iucll e
concep10 e sostiene c una
conec1ada con 1 a f:amosa 1
I I' . a,
meditación sobre la natura eza po rt1ca del homb
d' " 1
·dea de Maquiavelo que ice que ... a os hombres
re,
que cernido.
C u usuw 1-rz. LA crnNCIA
generales, ya que en la fase final del Antiguo Régimen el gobierno era más odiado
. aplasiarlos porque ellos se vengan de las pequeñas ofensas de Clausewitz y de El Antiguo Régimen y la Revolución. Es (casi) seguro que Toc-
que tratar1 os b 1en 0 ' ' 1
I e ,
s no pueden vengarse. Por lo tanto, a orensa que se hace del queville no leyó a Clausewitz, pero los resultados coincidentes no son ocasionales,
pero d e I as gran d es 62 "
serian grande que no permi1a ninguna ve~ganza . . ni decorativos. Configuran un momento basal de la inspiración de fondo. Por
Rueden rastrearse ejemplos y comencanos de Tocqueville en ese sentido. ejemplo, cuando Tocqueville dice que "durante todo el transcurso de su reinado,
ejemplo, dice que "Luis~quebrantó la monarquía y apresuró la revolución tanio Luis XVI no hizo más que hablar de reformas que había que hacer. Pocas institu-
porsus innovaciones como porsus vicios, tanto porsu energía como porsu blandu. ciones hay cuya inminente ruina no dejara prever el rey anees de que la revolución
ra"6J. Una apreciación análoga realizó-décadas antes- Clausewitz cuando escribió: viniese a arruinarlas efectivamente a todas"66• Puede recordarse que Maquiavelo
afirma que "aquel Príncipe que se ha apoyado en sus promesas, encontrándose
sin valory decisión jamás puede hacerse nada en grandes cuesciones, pues peligros desnudo y desprovisto de otros preparativos, se hunde"67 . Podemos considerar
los hay "' 1odas panes, y la política no es siempre una cobarde argucia, a pesar que el gobierno de Luis XVI fue una gran promesa que desató una gigantesca
de que hay quien la considera sinónima. El rey ciertamente no era incapaz
revolución.
semejante decisión; pero lo rodeaba un bando que predicaba el some1imien1o
Francia, por remar a una catástrofe quc podría obligar a grandes sacrificios, Incluso una cuestión can relevante en Clausewitz y Tocqueville como lacen-
falta de noble orgullo del alma y por ausencia de instrucción histórica. Ese bando tralización parece ser un fenómeno histórico más bien acocado al período que va
se colgaba como una pesa de plomo de las mejores decisiones del rey, y aniquilaba del Antiguo Régimen a la Revolución. Tocqueville se remonta al Imperio Romano
o debilitaba de tal modo todas las medidas que el rey habia arrancado, en vi1rnd para encontrar ejemplos históricos. Por ejemplo, Tocqueville señala la naturaleza
de un valeroso propósito, asus propios tcmores", de la obra revolucionaria cuando dice:
E_n el nexo que fundamenta la analogía entre Clausewitz y Tocqueville puede podréis percibir un poder central inmenso que atrajo hacia sí y engulló en su uni-
considerarse a Maquiavelo, por ejemplo, en el famoso párrafo de El Príncipe don- dad codas las parcelas de autoridad y de inAuencia anteriormente dispers:is eiu..
de dice: una mulcicud de poderes secundarios, de órdenes, de dases, de profesiones .,
familias y de individuos, como diseminadas por todo el cuerpo social. N unc
•. una uestión ampliamentee deb au'da: S1. cs me¡or
. ser amado que temido o v1ct· . había visco en el mundo un poder semejante desde b caída del Imperio Roma
versa. Se responde que sería La Revolución creó este poder nuevo, o mejor did10, este poder surgió cspon
d''' .1 b' mencsicrser 1 o uno y lo Olfo; pero, pucs10 que rcsu 1 ta
se'""
h com
d mar ambas
. cosas'es mueh O mas, seguro ser temido que amado cuan d o neamcnte de las ruinas que la Revolución había ocasionado"'.
aya e renunciar a una de d ( )
J
mcn~c p. : IJ rcl.1.q1in ap¡scntc entre h 10C1r ts m ramhfo, PJ.iJús, Harcclnna, 1997, Ver prinCJP . , volucionaria. La centralización impulsa un giro de época, que: llamari "Anciguo
por orra, ª cspuri¡, l,1 que p,oduec J P'~ IC"t.i Y ª." ª'º· por una pane, y cmrc incmhiliJaJ Y viokudª Régimen" al pasado y nos situará en el horizonte de lo contempor,íneo••. Y po-
lo S p is jan.,"""",/"o s
cnrqueccrs. Una oidd stabls, no s p
l aven«d« dé nsumi usa, «no ti« sis
a demos ensayar la hipótesis que: la centralización resulta del encuentro entre una
lwii del»a " 'amos aliad4,,, ""Is apobres, si no de»ido + 4"
qa , ""pasoso«.a..3"pi«r sa«.. t«aso ,, tendencia estructural y la acumulación de: decisiones. locqueville muestra que la
68.4A "" " Dij, toa±,, M, ,," deod a«cinepredomi nio de l viola"
;' ""loqucoill, El hnuq,,, ""To»Aires, 2003,¡ («8
•1. tos hazla r"" o ,{1'
lu toa,
75 Csalmo dea, "hviun· ","a» Madrid,p. 241. «u 6 6 . Cf.
Aexis d e ' ibidem,
l o c q u e vi l l e , p . 2 4 1.
66. 0».a.•a. ""Pos.esto mm,,{"" once«iie er al ponle» o" 67 . C f. N icolás Maquiavelo, ibidrm, p. 8 .
68. CE. Alexis de 'locqueville, ibide, p, 34.
69., Cf. Eduardo Garela de Enterría, idem,
C LAUSwrz.. LA CIENCIA POLÍTICA D LA GURA. Fro sOPA, JéRcrTo Y PUDO [129
128] Po ANA"
. R volución. Clausewitz también señala las p intencionalidad política distinta, Clausewitz mantiene la tesis de la Revolución
l . ., es,_«q previa a 1 a e , , d I rolli~,
centralizado' ¡ realización hubiera evitado la Revolución. g; conducida y controlada desde arriba:
• J'1 d sdeLu1sM ,CU) • 1
mculllp a , • ,s que el poder tiene un centro: concejo, intend
si niñea la centralizacaon e
1 I La . I'· ., , en1e, Sin embargo, el ejemplo de Francia también incitó a los hombres de Alemania;
g . céniricos en corno a rey. cent1a 1zac1on policica
inspec1or, son an1 11 os con , , . . hasta los más calmos sentían que la relación entre las clases requería cada vez ma-
. . . d b ni a la base econom1ca nt a una comente cultural,
ministrativa no se dee hu¿h 3[{' yor equiparación, que la clase campesina necesicaba cada vcz mís propiedades y
1 do de las decisiones y uc 1as po meas.
proceso po 1 ,uco, re.lU 1ª
,.
d T ·¡¡ las industrias precisaban más libertad, a poco que aquéllos sólo fuesen capaces
c. . . , e vislumbra claramente cuan o 1ocquev1 e destaca que
tsta situaron · • . de elevarse por encima de las grandes ideas reinantes. Pero era evidence que esas
, • 1que una mirada ingenua identificaría con el A1111guo Régimen cransforrnacioncs no podían ocurrir sin una revolución, aunque la necesidad hacía
principes, a1os +± • '
1 ' Cuarcsyqu11arlcs · ·
el Príncipe d II d prcsi,g,o ª su antojo (... ) piensan más en ellos que<_
,y ce os cbcel p · ·
gos declarado
Una exhoriacióo de , . .
.
'd
rmcipc cu, arse y temerles como si fueran ene
s, porquesiempre, en las adversidades, contribuirán a su ruina"
pueblo no es toda reunión de hombres, congregada de cualquier modo, sino una Sobre esca comprensión, entonces, podemos señalar eres cuestiones entrelaza-
reunión asociada por consentimiento de derecho y participación de utilidad". Si a das en la Teoría.
esa definición le agregamos la espiritualización desarrollada por Fichte en el capí- Primera, las condiciones de formación de la teoría están decisivamente deter-
tulo anterior, obtenemos la idea de pueblo como sujeto político. minadas por la eclosión nacionalista del pueblo como portador del odio en tanto
Una nueva era de la historia caracterizada por la formación de los Estados elemento natural de la guerra en las campañas napoleónicas.
nacionales -sobre todo en lo que tiene de nacionales: ciudadanía y cultura -iden- Segunda, la interpretación de la historia de la guerra se realiza desde una pers-
tidad-- tiene en el pueblo el sujeto de la acción política, incluyendo la guerra. En peciva que conjuga la determinación de la guerra por su naturaleza y la determi-
cierto sentido, luego del letargo de la monarquía absoluta del Antiguo Régimen, el nación por las condiciones concretas, lo que hemos inducido como principio de
pueblo romano es nuevamente una referencia pletórica de significado. hostilidad reciproca y principio político.
Hemos expuesto ex ante que Clausewitz funda la ciencia política de la guerra Tercera, el elemento natural de la guerra y la manifestación militar nacionalis-
y, con ello, establece las bases para la interpretación de la historia de la guerra ta del pueblo es un único proceso. Clausewitz despliega el contenido político al
como historia de la concreción del principio polltico, del principio de actitud hostil destacar la participación popular en la guerra, deslizando una fuerte crítica a los
(acción), y del principio de hostilidad reciproca (relación). Hemos visto ya las dos Estados absolutos y patrimoniales.
especies de guerra: la guerra que se identifica con su imagen paradigmática o mo- La época de Clausewitz está determinada por el acontecimiento napoleónico.
delo de perfección implica la participación plenaria del pueblo. Esto es, por la conjugación entre la energía liberada por la Revolución Francesa
En tanto correlaciona la revolución militar como parte de la revolución nacio- y su perfecta expresión militar. Con las guerras napoleónicas el arte previo de
nal estatal, la realización del modo de guerra de acuerdo a su naturaleza depende la guerra queda inutilizado y las casas reinantes se quedan sorprendidas anee el
de la participación del pueblo. Ello explica en parte lo que dijera Aron, Clausewitz prodigio. El tiempo parece detenerse: es un momento histórico excepcional, una
es uno de los pocos pensadores no comunistas que han tenido un lugar en el pan- especie de momento de revelación de una esencia oculta durante siglos. Así lo
teón que el marxismo-leninismo reservó a los pensadores burgueses considerados entendieron Goethe, Hegel y Clausewicz. Después de la batalla de Valmy (Na-
rescatables. Pero también explica que haya sido venerado por el nacionalsocialis- poleón no participó en ella) Goethe dijo: "Aquí y en el día de hoy, comienza una
mo. En los últimos ciento cincuenta años, nadie o casi nadie ha realizado algo nueva época de la historia universal y podréis siempre decir que estuvisteis presen
históricamente grande -mediante la guerra, para bien o para mal- prescindiendo ces"76 • Hegel, después de la batalla de Jena, cuando vio pasar a Napoleón bajo s
de su influencia7'. Clauscwitz inaugura el pensamiento político-militar contem- ventana dijo que era "el espíritu del mundo montado a caballo".
poráneo: la primacía de la cuestión nacional por sobre el vínculo tradicional de En Vom Kriege observa que la guerra con Napoleón alcanzó su perfección
fidelidad monárquica es un presupuesto básico. configurando:
Los intérpretes como Aron, Paree y Roche tienen razón al negar que Clausewitz
fuese un revolucionario,71 siempre y cuando se considere como revolucionario al un poder militar apoyado en la fuerza popular que avanzó destrucmr por Europ
con cal seguridad y confianza que, donde sólo se le opuso el viejo poder militar,''-
agitador social y político, al ideólogo jacobino al servicio de la rebelión social. Sin
siquiera hubo un mo me n to de duda. Por eso la última época, cn la que la guerr.
embargo, puede caparse sin forzar las cosas- la naturaleza y el estilo revolucio-
alcanzó su violencia absoluta, es la que más cosas de validez y necesidad gen-
nario de Vom Kriege. Política y empíricamente, Clausewitz era monárquico en el
aporta"7.
sentido nuevo que legitima a la monarquía como representación de la nación, por
ello era reformista. Pero la estructura de la Teoría, el papel del combate, del espíritu Clausewitz despertad su vocación intelectual )' detlicar:.i una obra para inter-
y del pueblo son en sí mismos contenidos revolucionarios, tanto en relación al pen- pretarlo. Al hacerlo, podrá también comprender la esencia de la guerra y configu-
samicnto militar precedente como en las consecuencias para el futuro. rar la Teoría.
En ese sentido, la historia de la guerr.1 se consagra como material de ancilisis
74. Cf. Raymond Aron, Penar la Guerra, Clau witz, Tomo ll, la era planetaria; Instituto de Publicacioncs Na. sólo porque la manifestación del Dios de la Guerra ha desterrado la superstición
val es. Bueno, Aires, l 9HH. pp. 12-?4. Cf. 11.uil I jJdl H an. /:J liJpmrn dr Nnpo/rA11, EuJcha. ll ucnn.< N rcs.
1969, radución de Julio Ira7usa, pp. 119-144.
75. CÍ. Raymond Aron, ibidmm, pp. 37 y i g; Cf. Peter laret , Clauewirz y ellitado, Centro de Estudios Consti- 76., CE. Johamn W, Goeth e, Campana de lu cia y ceno le Mar cia , Esqusa Culpe, Buenas Air, 1952, tra-
ui onalces. Madrid, 1979, pp. 171-229. CÍ. Andras I lcrbcrg-Rothe, Clausewitzi Puzzle, The Jollical 'Iheo- ducción R. M. 'lenreiro, p, 56,
ry ofwar, O±ford Universiy P'ras, Oxford New York, USA, 2007, pp. 17-21. 77. Carl Clausewira, ibidem, p, 652,
132] PALo ANzL C LAUSwrTz . LA CIENCIA POLÍTICA D LA GURIu. FLosorÍA, uyéncrro Yv ruto [133
y el dogmatismo. En un sentido, lo que ha traído Napoleón y la resistencia por cir, configura a la historia. Para aclarar la cuestión: si la hostilidad es un compues-
él despertada, es lo definitivo, perfecto, natural, en la guerra. No será superado to ele intención hostil, actitud hostily sentimiento hostil, sólo la hostilidad recíproca
con el curso del tiempo. Es la visión de la guerra en su "violencia absoluta" que constituye a la guerra: hablamos de actitud hostil con armas (en rigor, de actitud
marca el fin de la historia de la guerra en el sentido que están consumadas sus hostil reciproca). La mera hostilidad intencional o sentimental -como puede estar
modalidades de manifestación. Entonces se erige como norma de la historia de inscripta en una ideología o en un modo de pensar- puede tender hacia, pero ese
la guerra. No se trata que no ocurran nuevas batallas y nuevas guerras. Un cierre render hacia no constituye guerra por sí mismo. En este aspecto clave se desliza el
de la guerra de esa característica implica la desaparición de la vida histórica. El equívoco que caracteriza como guerra las situaciones en las que hay intención hos-
fin de la historia de la guerra significa que en lo sucesivo no habrá otra cosa que tilylo sentimiento hostil, sin hostilidad reciproca, confundiendo los términos. ¿Cuál
variaciones de lo ya manifestado, cuya máxima dimensión es la guerra absoluta es la variable diferencial para amoldar la intención hostil y el sentimiento hostil a la
(absoluter Krieg). Los modos posibles de la guerra ya se han manifestado. Luego guerra? El tiempo. Nada hay exacto aquí, precisamente, porque es tiempo exis-
de Napoleón, queda el holocausto de las armas nucleares y las ciudades arrasadas tencial que trasciende el plano cronológico. Para establecer continuidad entre la
como variaciones de la guerra absoluta. intención hostil y la actitud hostil, por ejemplo, tenemos que precisar que hay con-
Clausewitz expresa esta situación y aprecia la magnitud de su descubrimiento: tinuidad cuando el extremo final de la intención se conecta con el extremo inicial
de la hostilidad. Como mera variante probable, podemos decir que en un inter-
Es tan improbable que codas las guerras conserven en lo sucesivo este carácter valo largo la sola hostilidad intencional no es la guerra, en un intervalo mediana-
grandioso como que las amplias barreras que se le abrieron puedan volver a cerras- mente breve sí . Por ejemplo, la reforma protestante se produjo casi un sigla 7lié
se por completo. Por ramo, una teoría que sólo se detuviera en esca guerra absoluta
de la Guerra de los Treinta Años. Desató intenciones y sentimientos hostil~
excluiría o condenaría como error codos los casos en los que iníluencias ajenas
no inmediatamente actitudes hostiles, por lo menos a escala de codo el sy
cambian su naturalcza".
europeo. Aquí es donde acaso se confunde -vistas las cosas desde esca perspc.'-\ ..
Clausewitz revela la aparición del elemento natural de la guerra y advierte que por supuesto- la visión de la guerra civil europea: la intención y los sentimien
en lo sucesivo no todas las guerras serán así, aunque pronostica la improbabilidad hostiles son factores intervinientes, pero no son suficienres79 • La suficiencia en e
que la barrera vuelva a cerrarse por completo. Una barrera -por la que pasa la gue- den a la guerra la determina la hostilidad recíproca. La respuesta a la pregun
rra absoluta- permanece entre-abierta. La importancia de la contradicción lógica el tiempo que media entre la intención hostilylo el sentimiento hostil y la
-ni abierta ni no abierta- es que la barrera se encuentra lo suficientemente abierta hostil es necesaria para encuadrar la guerra. Pero aquí cabe distinguir la dife
entre tiempo cronológico y tiempo existencial: el cronológico es la suces' ..,. _
como para que la guerra absoluta pueda volver a manifestarse. La consideración
de la historia de la guerra como prisma para ver la historia mundial muestra cual ahoras: el presente va siendo pasado y yendo hacia el futuro. Como dice
puede ser el sentido de la era planetaria. La posibilidad de que, en virtud del uso "el ahora no tiene magnitud, es puntual". En cambio, el presente politic
generalizado de las armas de destrucción masiva, se termine la especie humana, el tiempo que dura la coyuntura determinada por distintas tradiciones del f
encuentro entre el Ser y el lenguaje, el claro del Ser, volviendo todo al seno de la que a la vez son modificadas desde el presente: por ejemplo, la mera intenci
noche eterna de la naturaleza. til puede modificarse en sentido de extinguirse o de actualizarse y translO
Pero la racionalidad política tiene sus derechos en la Teoría y no cede en fuer- en actitud hostil, etc. Nada de lo que aquí se diga sobre esca cuestión puede
za. Los caracteres de esta condición los describe en el capítulo tercero del Libro derarse exacto. Todo entra en el dominio de lo probable, en el sentido e'Pus
Octavo: "De la magnitud de la finalidad y del esfuerzo bélico". El título mismo por Aristóteles acerca de las ciencias pdcticas, sentido que atraviesa Vom Kriege y
del capítulo pone en relación un aspecto racional de la acción política en tanto constituye su fundamento epistemológico.
ámbito de los fines y un aspecto voluntarista pero no menos relevante: el esfuerzo La historia de la guerra manifiesta la esencia actualizada cada vez. El punto
en la guerra, la voluntad y la fuerza. Se evidencia la importancia de la causa final de llegada, el momento de manifestación de la violencia absoluta posibilita la
inscripta en el sujeto en tanto causa eficiente de la actitud hostil. La relación entre intelección del camino descendente. L1 Teoria com¡m:nde la realicbd histórica
ambos aspectos, sus posibles combinaciones, está mediada por el tiempo. Es de-
79, Cf. Ernst Nolte; la Guerm Civil Europa; 191-1915, Nacionaabwialiso» y lwhu, FCE, 19)6. El con-
cepo de 'guerra clvil europea es una intuición bwillante, pero q uiere de i crtas matizaci ones casuísticas.
78. ldnn. 0., Cf. Xavier Zubi ri, Espacio, Tempo, Materia, Alianza, Madrid, n 216,
134] Px » ANzA CLAUSwrTZ. LA CIN CA POLÍ TICA LA GUIA. FitosoÍA, yncrro Y Punto [135
del despliegue de la guerra porque el teórico se encuentra ubicado en una posi- En el trazado de la historia de la guerra Clausewitz muestra que la guerra re-
ción privilegiada, en el presente de las campaÍlas napoleónicas, que culmina el quiere para su expresión plenaria una serie de condiciones. Es la presencia activa
horizonte de posibilidades de la guerra y que no deja otro espacio que el de las del pueblo la que tiende a posibilitar la manifestación de la guerra en su naturaleza,
variaciones a lo ya prefigurado. Significa que el odio como elemento natural, el lo que acerca la guerra real (wirklichen Krieg) a la guerra absoluta (t1bsol11ter Krieg).
pueblo que lo lleva y la energía acumulada son despejados y se manifiestan en Es decir, a la guerra en su entelequia, su perfección ontológica, encuadrada en el
la plenitud de sus posibilidades, lo que permanecía vedado en las guerras del tiempo histórico. Es la historia de la manifestación y el ocultamiento del pueblo
Antig110 Régimen. Las guerras napoleónicas son idénticas a la guerra absoluta (ab- como portador del odio (Hass) natural que complementa la condición absoluta de
so/11ter Krieg) como primera manifestación contemporánea de la guerra total8 1 : la guerra. La metáfora de la energía tiene en el pueblo su correlato real. La máxima
el progreso tecnológico crea las condiciones materiales para que no quede un ser liberación de energía es la guerra que moviliza al pueblo, la guerra total.
humano con vida. La distinta modalidad de manifestación histórica del ascenso a los extremos
El odio (Hass) como elemento natural aparece en la historia de la guerra de- dejaría de ser histórica si apareciese idéntica siempre y en codo lugar. Del mismo
terminado por causas eficientes y finales políticas concretas. Se fundamenta en el modo, puede preguntarse si la aparición de Napoleón podría haberse dado en una
principio de hostilidad reciproca, determinado por el principio político, que es su época distinta a la inaugurada por la Revolución Francesa, ¿por caso, en la época
contenido real, porque la manifestación del elemento natural está determinada renacentista? Es evidente que el duelo es una imagen para analizar la guerra de to-
por la política, en este caso, por la confluencia del pueblo en la historia de los Es- das las épocas, y la Teoría proporciona las herramientas para la historia de la gue-
tados y entre los Estados. "El objetivo de la guerra siempre debería ser conceptual- rra. Pero las condiciones políticas de manifestación desenvuelven o retrovierten su
mente el sometimiento del adversario; esta es la idea básica de la que partimos"81• nacuraleza ascensional. Clausewitz abstrae de la historia el fundamento objetiv'-
La intmción hostil del Estado es la causa cficimte de la guerra. Está absolutamente de la identificación del pueblo con el odio natural y del jefe de Estado con la po
ligada a una causa final, es decir, a un objetivo militar ordenado a un fin políti- sibilidad de una cierta tendencia a la circunspección en virtud del uso del enten
co. La causa final está orgánicamente vinculada a una causa eficiente. Y la causa dimiento político, que busca intencionalmente preservar la comunidad política,;---- ,.•-•
eficiente de la guerra es principio de acción del Estado o de las partes de la mara- el Estado. Los eres polos de la maravillosa trinidad se combinan concretamente
villosa trinidad (wrmtkrliche Dreifaltigkeit) respectivas al Estado: o son el Estado, producen lo histórico de las guerras.
o persiguen constituir un Estado, entendiendo por Estado la organización del Por ello señala, a los efectos de mostrar cómo se presenta la guerra en las candi
poder que impone un orden sobre un pueblo que habita un territorio. Sin la pola- dones generales de los Estados, en las configuraciones concretas, una fugaz mirad-
ridad casa eficiente-causa final, no hay guerra. a la Historia". De ese modo registra la aparición concreta del pueblo y las distinta
Pero en otro sentido la causaformal es el Estado sustancialmente unido a una mediaciones que atraviesa. Llamativamente, empieza la señe histórica mencionand-
materia que al recibir forma se constituye en pueblo. Es un único acto que cabe a las hordas tártaras, los grandes campamentos de masas que, en la edad media, lle
denominarse Estado-pueblo, unidad política del pueblo. La guerra no es un acto garon desde el fondo de Asia hasta el Mar Negro arrasando y dominando:
puro sino una realidad efectiva de acto-potencia de acción y relación. La conduc-
ción del Estado le impone forma, evita la disolución. El Estado es forma realizado- Las hordas t,lrcaras buscan nuevos ascmamiemos. Se trasladan con iodo su pucblc
con mujeres y niños, son por tanto pro porcionalmente tan numerass como ning ó
ra de forma. Sin capacidad de informar, no hay Estado.
otro ejército, y su objetivo es la sumisión o expulsión del enemigo. Con csas medio
El contenido político del duelo en concreto determina la naturaleza de la gue-
pronto lo aplastarían todo ante sí, si unieran a ello un superior estado cultural'!
rra. La historia de la guerra es la historia de la política que produce la guerra. La
naturaleza de la guerra es la determinación principal, sin la cual no habría guerra. El pueblo es portador del elemento natural de la guerra: el pueblo tártaro avan-
Un mundo de puras mediaciones pacíficas es un mundo que puede prescindir de zaba con una fuerza aplastante (Gengis Kan no perdió una batalla). Pero subrep-
la guerra y desembocar la diferencia de fines en arreglo negociado: es una utopía, ticiamente concluye que "pronto lo hubieran aplastado todo si hubieran portado
un no lugar. un superior estado cultural ", Chusewitz destaca la relación entrepueblo y cultuma,
81. Cf. David Bll, La primera guerra total la Eu ropa de Napoleón y l nacimiento de la guerra modera, Alianza,
Madrid, 2012. 3. lbidem p, 645.
82. Clauscwiu, ibidem, p. 655. 4 . l dem.
136{ Po ANz1 CLAUSWrTz. LA CIENCIA POLÍTICA D LA GUIA . FosoÍA, Jcrro Y uuto ]137
desprecia la moderación militar aristocrática, le parece con razón una serie de pun- acecha una revolución. Las masas sacudidas por su participación en las guerras
donores inútiles y sin significado en el campo operatorio militar. Esto no significa se transforman fácilmente en sujetos revolucionarios, la guerra internacional in-
que no tenga sentido una guerra con fines y objetivos limitados: significa que en crementa la posibilidad de transformarse en guerra civil. Ciertamente, porque la
la inmersión del combate los límites al uso de la fuerza -dentro del cálculo de lo participación en la guerra hace a las masas sujetos políticos.
necesario para cumplir el objetivo carecen de sentido. En cambio, la cultura iden- Clausewitz muestra que no es un problema tecnológico sino político. La in-
titaria del pueblo motiva la fuerza militar. El carácter de la superioridad de los fines vestigación histórica describe la participación del pueblo en los acontecimientos
de la cultura ubica a la guerra en el campo del espíritu. Los pueblos suelen vencer bélicos86 • De esce modo señala distintas variedades y acontecimientos. Tártaros
en la medida en que son portadores de fines superiores. Así, la acción militar se semibárbaros, repúblicas del mundo antiguo, señores feudales, ciudades comer-
conjuga con la misión cultural. De este modo, puede interpretarse a Clausewicz ciales de la edad media, reyes del siglo XVIII, príncipes y reyes del XIX. Cada
como un pensador encuadrado en el ámbito de la cultura, de típica impronta ale- una de las fuerzas orgánicas tiene un modo particular de hacer la guerra, distintos
mana85. Los tártaros tuvieron la fuerza para ganar, pero no trascendieron a sus medios y objetivos. Por ejemplo, las hordas tártaras buscan nuevos asentamientos.
victorias militares porque portaron una cultura inferior a la de los pueblos que Se trasladan como pueblo. La presencia popular desordenada posee un nivel cul-
vencían. Clausewicz detecta el fenómeno de la transculturación como un compo- tural --el conjunco de los fines que movían a los tártaros- no atractivo para el resto
nente decisivo de esa guerra en la que participa el pueblo. Para vencer en la guerra de las comunidades que enfrentaban. No había una cultura tártara que resultase
un pueblo necesita además ser portador de una cultura superior, atractiva para los interesante para imitar por los pueblos sometidos. En cambio, para Clausewicz,
enemigos que enfrenta, de modo tal que la transferencia de cultura haga posible las antiguas repúblicas -con excepción de Roma- de escaso tamaño, pequeño
la victoria toral. Por cierto que las guerras napoleónicas serán portadoras de una ejército, excluyen a la gran masa, a la plebe. Por lo tanto, "sus objetivos se limitan
cultura -que mejor cabe denominarse política- que los pueblos de algún modo asi- a devastaciones y comas de cierras llanas y algunas ciudades para asegurarse una
milarán, no en tanto francesa, sino como fuente de inspiración para su propia obra moderada influencia". La incorporación de las masas populares a la guerra es a la
de nacionalización: Fichte y Clausewicz expresarán ese fenómeno. vez síntoma y causa de cambio político. La ausencia de la plebe en la historia de
La combinación entre las tensiones del poder y de las masas marca la presencia la guerra está articulada a la moderación militar. Su presencia, posibilita a César
distintiva de la política contemporánea. Puede afirmarse que Clausewitz percibió y Napoleón: es impensable la era de los libertadores americanos sin esa presenci-.-..__
y apreció el fenómeno de las masas en su importancia y magnitud. Por ello la Ni San Martín, ni Bolivar, ni O'higgins hubieran sobresalido en las condicione
incorporación de las masas a la política puede visualizarse en la ruptura de los limitantes del Antiguo Régimen. Dice Aristóteles que "la virtud militar se da en l
moldes estratégicos provocada por las guerras napoleónicas que abrieron a la his- masa"8 7 • Históricamente, va produciéndose un proceso de engrandecimiento qu
toria mundial el arquetipo de un nuevo cesarismo, el jefe militar como conductor desarrolla vínculos con los pueblos vecinos que van fundiéndose en un todo, aun
político de masas populares. que por acuerdos y aproximación más que por un verdadero sometimiento. Ell
La presencia de las masas populares en la guerra multiplica la fuerza. Pero a la implica la canalización política de la superioridad cultural, que Roma absorbió d
vez propaga un proceso nacionalista. Precisamente en el sentido de irrupción de Grecia. La superioridad cultural motoriza y consolida políticamente la expansió
un elemento natural ecualizador, que tiende a la disolución de las jerarquías con- eda
militar. A diferencia de la antigüedad clásica y de la era napoleónica, en la
vencionales, porque patentiza la ineficacia militar de las sociedades estratificadas media no hubo masas popular es en la guerra, sino individuos. El caballero esh
y de las aristocracias en la nueva era histórica. Aunque la disolución de la aristo- figura arquetípica mientras que, a partir de Napoleón, las masas populares com
cracia no se completa en codos los casos, se abre la llave de su puesta en cuestión, materia de los Ejércitos nacionales recuerdan la masividad y el orgullo identitario
y desaparece la creencia social que la sostiene. Tanto es así que, bajo el impacto de de las guerras de atenienses contra persas y de romanos contra cartagineses.
la Restauración, el proceso nacionalista abierto con la guerra queda suspendido de Cuando Roma logra someter a través de políticas de alianzas el sur de la pe-
un modo cada vez más provisional, de modo que, si en el siglo XIX las derrotas nínsula itálica produce un salto de cantidad en calidad y está "de verd ad conquis-
militares generan cambios de gobierno, ya en el siglo XX detrás de cada guerra tando". Así caen Cartago, España, las Galias, Grecia, parte de Asia y Egipto. Las
85. Cf. Edwa d Spran ger , Cal ura y duación, l'arte histórica, Colci ón Austral, Espasa Calpe, llucnos Aires,
1948, pp. 105-142. Cf. Gusavo [ucno, El mito de la culuna. Ensayo de una filosofa materialista de la culu- 6. Cal Clausewi a, D la G uernu... pp, 643-654.
ra, Ed itorial Prensa lbér ia, Iarclona, 1))6, pp. 68-13. 7. /»litica, 1279.1, Alianza, l uenos r es, 1995, p. 120,
138] Px o Azu L C LAUSTTz . LA CIENCIA POLÍTICA D LA GUIA. FisoPÍ, JRcrro Y PunLo [139
fuerzas armadas son inmensas". Igualmente únicas en su especie son las guerras mercenario permanente fundado en las arcas del Estado. Clausewitz fue un críti-
de Alejandro: "con un pequeño ejércico, pero magnífico en su perfección interior, co del Estado Absolutista al menos a parcir del momento en el que Napoleón lo
derriba los carcomidos edificios de los Escados asiáticos"89• Sin descanso ni respe- tomó por sorpresa y lo barrió en los campos de batalla, porque el entrelazamiento
to recorre la ancha Asia y llega hasta la India conduciendo un ejército (causa efi- entre monarquía absoluta y ejército desespiritualizado resultó incapaz de resistir el
ciente) potenciado en su eficacia por los fines del imperio naciente (causa final). empuje de los ejércitos napoleónicos.
En el tiempo de las grandes ciudades comerciales y las pequeñas repúblicas La relación entre disolución del feudalismo, generalización del dinero, concen-
Clausewitz critica la figura del condottieri. Lo caracteriza como un poder militar tración del Estado, racionalización administrativa y profesionalización del ejército
caro y muy limitado en el volumen. De poca fuerza intensiva, poco esfuerzo y revela el proceso de centralización y homogenización. Se manifiesta un proceso de
energía, y con modos operativos basados en maniobras y fintas. El odio y la ene- centralización que desemboca en el pasaje de las formaciones medievales hasta las
mistad operaban como un objeto más de su comercio. La guerra perdió una gran contemporáneas como un proceso creciente de concentración del poder:
parte de su peligro, cambió su naturaleza y nada de lo que se podía determinar a
parcir de su naturaleza encajaba con ella"90• El grado de corrupción de los com- El final del siglo XVII, la era de Luis XIV ... Los Estados se habían conformado
batientes desdibujaba a la guerra. La voluntad de lucha aparecía en función de: como unidades plenas y los Gobiernos, al cransformar en cributos monetarios el
rendimiento de sus súbdicos, habían concentrado todo su poder en sus arcas. De-
la soldada del mercenario. En las ciudades y repúblicas comerciales la guerra era
bido al rápido avance de la civilización y a una administración que no hacía más
un instrumento más del comercio. Clausewitz, en la senda de: Maquiavelo, nos
que extenderse, escc poder se había hecho muy grande en comparación con los
permite poner a contraluz el prestigio cultural del renacimiento italiano con su anteriores'.
decadencia política. La crítica también implica una desmitificación del neocla-
sisismo que alcanzó el cenit en la Alemania de Goethe. Como la perspectiva de La historia aparece como proceso de politización y concentración de poder. El
Clausewiz es política y, por concepto, político-militar, visco desde ese ángulo, el entramado interno es la expansión de la administración estatal sostenida y retro-
renacimiento parece un fenómeno decadente. alimentada en la expansión de la capacidad recaudatoria. La dirección de avance
Al mismo tiempo nos permite entrever la incerpretación contemporánea de las del proceso histórico en el origen de la modernidad es el crecimiento del poder
guerras como modo de acumulación de capital originario91• A su vez, esta visión autopropulsado. Como la administración y la recaudación se co-implican el Es-
de la relación entre guerra y comercio pone en cuestión la tesis del comercio co- tado se autodespliega como sujeto absoluto. Si, como dice Clausewicz, hay una
mo un vector de paz, tal como lo veían Montesquieu y Kanc. En este caso histó- ley de la historia que no podemos conocer, al menos puede inferirse que la ley
rico Clausewiz percibe que el comercio y la paz no son correlativos. El comercio del poder que crece como tal es el estrato de la historia, el proceso objetivo e im-
puede estar ligado a la guerra. La idea está en la base de todas las teorías acerca del parable: nadie puede frenarlo, ni obviarlo. Clausewitz enseña que los estrategas
imperialismo que hace la guerra para explotar económicamente otros países. Pero militares formalistas pagarán caro su error de incomprensión de la nueva fuerza
también hay aquí una crítica subyacente a la idea liberal del comercio como com- de la guerra.
ponente de una sociedad despolitizada, pacificada y cosmopolita91• El alto voltaje:
político del pensamiento de Clausewitz se manifiesta en visiones contundentes de
éste tipo. Estado, Gobierno y Pueblo
Clausewitz describe el proceso de despersonalización y progresiva disolución
de los vínculos feudales, y pasaje a una modalidad de Estado que concentra poder La Revolución Francesa desató progresiva pero crecientemente hasta llegar al
y releva las personas por dinero. La figura del condotiero aparece como eslabón paroxismo una gigantesca negación histórica, que amenazó con hundir en el vacío
intermedio entre el señor feudal guerrero y el ejército permanente, que será un al país en ese entonces más rico del mundo. Pero encontr.1r.í su verdad no sólo en
la ruptura sino ante todo en el remate y la profundización radical de la tendencia
88. ldem. histórica, de la ola histórica profunda y concentracionista que Cbusewirz y Toc-
89. Iidm. p. 645. queville mostraron. En este sentido, la positividad que realizó Napoléon confgu-
90. Ibidem, p. 646.
91. Cf. Charl a Tilly, Coerción, capital y los Entadosuropeo 990.1)90,Alianza, lucnos Aires, 1993.
92. Cf. Vldimir Lenin., El imperialismo, fa superior del capitalismo, Ed iciones Lu xemb urgo, Buenos Mires,
2009. 93. Clausewira, ibldem, p, 647.
1Á0] PxLo ANZALI CLAUSWrrZ. LA CHINCHA POLÍTICA LA GURA. FLoSOÍA, JRcrTo Y PULO [1Á1
ró un ordenamiento estatal y jurídico que, más allá de los gobiernos, trascendió significativa subraya la unidad estructural entre pueblo y guerra absoluta. Y com-
históricamente en el seno de la sociedad civil. Como el profeta ante el desorden plementa la crítica a las escuelas estratégicas con el análisis de la historia política.
del pueblo, Napoleón pareció ser el enviado de la providencia destinado a poner Junco con la Monarquía absoluta y el Antiguo Régimen concluyen históricamen-
punto final a la negatividad histórica e instaurar un nuevo tipo de vida civil. te su ciclo los esquemas estratégicos de combate.
Como dijera Perón: "La Revolución francesa fue un estruendoso prólogo al Clausewitz, en relación a la fase final de la guerra del Antiguo Régimen, por
libro, entonces en blanco, de la evolución contemporánea"~. un lado, destaca el papel de la Monarquía absoluta en el avance del proceso con-
Clausewitz destaca la función histórica de los monarcas que avanzaron hacia centracionista. Por otro, señala su condición de obstáculo:
la centralización del Estado y construyeron ejércitos permanentes: desde Luis XI
a Luis XIV en Francia, desde Fernando el Católico a Carlos V en España, el pro- Los ejércitos se mantenían a cuenca del Tesoro, que el príncipe consideraba como su
ceso --"lento avance hacia esta meta"- se dirige hacia "su punto culminante" en el cija privada, o al menos como un objeto perteneciente al Gobierno y no al pueblo.
Las relaciones con los otros Estados afectaban en la mayoría de los casos, con la
final del siglo XVII con un poder militar apoyado en el reclutamiento y el dinero.
excepción de unos cuantos asuntos comerciales, a los intereses del Tesoro o del Go-
"Los Estados se habían conformado como unidades plenas y los Gobiernos, al bierno, y no del pueblo; al menos, esos eran los conccpws imperames por doquier.
transformar en tributos monetarios el rendimiento de sus súbditos, habían con- El gabinete se veía pues como el poseedor y administrador de grandes bienes que
centrado todo su poder en sus arcas""» siempre era raba de acrecentar, sin que los súbditos pudieran tener un interés especial
El proceso de centralización estatal, racionalización administrativa, recluta- en ese acrecencamienco. El pueblo, pues, que en las correrías de los tártaros lo es
miento militar y concentración impositiva se desarrolla como unidad orgánica codo en la guerra, y en las antiguas repúblicas y en la Edad media -aunque según su
en la que cada parte se ajusta con el todo caracterizado por el acrecentamiento concepto estaba limitado a los verdaderos ciudadanos- había sido mucho, no era en
del poder. El Antiguo Régimen aparece entonces como una larga preparación del este escado de cosas del XVIII directa.menee nada, sino que sólo cenia una influencia
proceso de concentración del poder y de las condiciones para que la guerra pueda indirecta en la guerra mediante virtudes o defectos generales.
desplegarse. Poco a poco, el Estado deja de obstaculizar el acceso de las masas po-
Clausewitz introduce al pueblo en un pensamiento político nacional, critico
pulares y, su correlato en la guerra puede acercarse a su máxima intensidad, la más
de las aristocracias y formalmente revolucionario por fundar la intensidad <le la
próxima a la guerra absoluta (absoluter Krieg), se abre paso en la escena histórica.
guerra en la presencia popular. Ese es el originario sentido del nacionalismo. For-
Se aproxima la coincidencia del ascemo a los extremos, con la experiencia concreta.
malmente revolucionario significa que el contenido político de la guerra de masas
Y esa coincidencia se produce en la Revolución Francesa en tanto signo que anun-
es objetivamente un factor de dignificación <le las clases populares por medio de
cia la venida del Dios de la Guerra.
la participación en la guerra, que es una forma particularmente intensa de parti-
Las relaciones interiores se habían simplificado casi en todas panes en una sencilla cipación política.
monarquía, los derechos estamentales y su i nlluencia habían desaparecido poco a En otro aspecto, el repaso de los caracteres históricos de la relación entreguerra
poco, y el gabinete era una unidad períccca que representaba al Estado hacia fuera. y pueblo tiene importancia en orden al conocimiento estratég ico, al que revolu-
Había llegado pues el momento de que un instrumento eficaz y una voluntad inde- ciona. La visión posee un fuerte carácter político inmediato, pues acude al pasado
pendiente pudieran dar a la guerra una forma que correspondiera a su concepto'JI\. histórico y sostiene una tesis políticamente disidente. La conexión entre guera,
tesoro y gobierno y su distancia con el pueblo explica la débil intensidad de la gue-
La correspondencia de la guerra a su concepto y la concentración de poder rra, pero también la contradicción entre el Estado Absolutista y el sujeto principal
plenaria en la guerra son dos aspectos de un único y mismo proceso. Puede aña- de la guerra real (wirklichen Krieg) más semejante a la guera absoluta (absoluter
dirse que se trata de un proceso de concentración estatal que inició la monarquía Krieg), que es precisamente el sujeto de la política, la nKión polític":.1 o pueblo.
absoluta y desembocó en los Estados Nacionales. La participación del pueblo es llay por tanto una fuerte crítica a la debilidad militar del Antiguo Régimen, asi co-
su condición sociopolítica. Como intérprete de la historia en su dimensión más mo un develamiento del poderío de la guerra y los fundamentos histórico-sociales
de la 'Teoría. Cuando dice que "los intereses del 'lesoro o del Gobierno, y no del
94. Juan Domin go l'rón , La Comunidad Organizada y otros discuros academicos), Macacha G0emes Editora, pueblo... eran los conceptos imperantes por doquier y que "el gabinete se veía
llucno, Aires, 1983, p. '17.
95. Cal Clau swi u, ibidem. p. 647.
96. ldnn. 97. lle.
CAUSW rTz. LA CINCA POLÍTICA D LA GURA. FiLo soÍ , y fc rro Y ruto [4 3
pues como el poseedor y administrador de grandes bienes que siempre trataba de Puesto que se conocían los límites de las fuerzas enemigas, uno se sabía ba.stancc
acrecentar, sin que los súbditos pudieran tener un interés especial en ese acrecen- a salvo de una rocal clc:rroca, y en canco se senclan los límires de las propias uno
tamiento' está haciendo una crítica y tirando de la alfombra misma en la que se se veía limitado a un objetivo moclcsro. Protegido del extremo, ya no sc ncccsita
apoyaba la monarquía absoluta: arriesgar al extremo. La necesidad ya no empuja a dio, así que sólo el valor y la
ambición pueden hacerlo. Pero estos encuentran un poderoso contrapeso en las
De este modo, en la misma medida en que el Gobierno se separaba del pueblo y circunstancias del Estado.
se \'CÍa a si mismo como el Estado, la guerra se convirció en cosa de los gobiernos,
quc la llevaban a cabo mcdiantc los táleros quc había cn sus arcas y los vagabundos Una guerra limitada a lineas y maniobras es imperfecta: la guerra del Antiguo
ociosos de sus provincias y las provincias vccinas. La consccucncia era que los re- Régimen está atravesada por un sistema de mediaciones que excluyen al pueblo.
cursos que podían movilizar tenían una medida bascance determinada, que el uno Diplomacia y ejército se conjugan por fuera del pueblo, que no está configurado
podía conocer los del otro, y sin duda canco en su alcance como en la medida de su como nación política100• Ello acciona una tendencia creciente a la caída de la in-
duración; esto arrebataba a la guerra el más peligroso de sus aspectos: la tendencia tensidad política. La diplomacia absorbe a la guerra, y el pueblo está reducido a
4.
al extremo y a la oscura serie de posibilidades vinculada a una condición espectral por ese tejido de poder paralizante.
En 1806 Fichte criticó la miseria política y la incapacidad guerrera del Estado
La absorción y anulación del Estado por parte del gobierno deja al pueblo en la
Absolutista, lo que muestra la influencia de Fichte sobre Clausewirz y la capaci-
exterioridad respecto de la totalidad política. Pero no existe algo fuera de la totali-
dad de éste para desarrollar e integrar en la Teoría ciertos concepros expresados
dad: el Estado es el todo, el gobierno (y la burocracia subordinada) y el pueblo son
por el padre del nacionalismo. En este sentido, Fichte dice que "habrá que reco-
el Estado. Un pueblo exteriorizado respecto del Estado queda reducido al ser en sí
nocer que por fin ha llegado el momento de mantener alejados de esta lucha sanca
de los vagabundos de las provincias. El proyecto teórico se resume en la identidad
los proyectos de una política de gabinete de estrechas miras"'º'.
común basada en la filosofía nacionalista entre el pueblo y el gobierno. Desde la
Fiche comparte con Clausewicz la embestida contra la política de gabinete
perspectiva de la guerra que refleja la Teoría- la inclusión del pueblo como cante-
y la guerra sin pasión nacional. Si la tendencia política se orientaba al dominio
ra de energía es una necesidad operacional y política. El origen y la generalización
de la diplomacia sobre la guerra, basada en la forma ejército construida sobre la
de los regimiencos en el siglo XVIII preparan esa acumulación de energía, son
materia limitada de la nobleza y los esclavos, la derroca militar evidencia la escasez
energía de guerra almacenada, reserva. Clausewitz mismo será hijo de un regi-
de recursos para su reconstrucción. El ejército como instrumento armado de un
miento. El gobierno como organización técnico-administrativa centralizada es una
gobierno sin vínculo orgánico con el pueblo más allá del sistema impositivo carece
entidad diferenciada y vinculada al pueblo, y esa unidad constituye el Estado en
de reservas y posibilidades de regeneración. Por lo canco, no podía planre-arse otra
sentido de comunidad política. Una visión de este tipo subvierte la estructura de
guerra que no fuese expresión de la tendencia a la sustitución de la bac.tlla por l
fundamentación del poder porque se enfrenta con la tesis de la monarquía abso-
lua que considera al rey como representante de Dios en la tierra, amo y señor del
maniobra, y de la lucha por la diplomacia. "Si el ejército resulcaba destruido, n
se podía reunir uno nuevo, y aparte del ejército no había nada"o
Estado. Clausewitz no podía desconocer la crítica al principio de legitimidad mo-
La reserva del ejército se extrae de la fuente popular, pero en el Antig
nárquico-hereditario que sus ideas implicaban y que tan mala experiencia le había
men no existía la nación en su concepto político y su encuadre estatal er
ocasionado. De este modo, prepara la posibilidad de liberar las nuevas energías
dadanía, es decir, como identidad político-cultural de un pueblo. Por lo e
populares de la guerra y quebrar los límites que separan a las guerras reales de su
tendencia a la extrañeza del Estado y el gobierno respecto del pueblo consti
concepto (hay antecedentes en los reyes caudillos a lo largo de la historia). La tesis
particular juego racionalista de pesos y contrapesos: el equilibrio europeo del siglo
de la determinación de la guerra por las condiciones políticas permite compren-
de la diplomacia se apoya en esa alienación del poder gubernamental respecto del
der la estru ctura del ascenso a los extremos y la posibilidad de su morigeración. A
finales del siglo XVIII, en los últimos años de la monarquía absoluta se manifiesca
un tipo de guerra limitada y poco sangriento. En esa situación, la sobredetermi- 99. ldem.
nación de las circunstancias políticas limita la intensidad del duelo: I00. Pura el concepto de nación política Cf, Gustavo l ucno, lit we Mw un Clno M n na defosa
mazo nada, ' lemas de ll oy, Madrid, 2005. Y de Eduanlo (Garia de En tera, la kn au le lo demv h la
formación del derech o pblic urpeo tns la Revolución Pea, Alianza Editwal, Madrid, 1994.
I01. Johann G, Fichte, Discursos a la Nación l lemana, Folio, Z-ayos, 1999, n 275,
98. [bidmm. pig, 649. 102. ldem.
144] PAto ANzAI CLAUSW rTZ. LA CH!NCIA POLÍ TICA D tA GU I A . JitsolA, ylu.r o wuwM s [ 14$
pueblo. Eso significa la frase de Clausewitz acerca de la "separación del gobierno La instrumentación racional que la Monarqula absoluta ejerce obre la tpan
respecto del pueblo" y su correlato en la historia militar: está posibilitada por la diferenciación estructural y la separación dd cjbúv, a,
relación a la comunidad y a la inexistencia del pueblo como sujeto híw',riu,, d
La guerra se convirtió cscncialmcntc cn un verdadero juego, en el que el tiempo y ejército es el sujeto directo de la guerra en el siglo XVIII. "No MÍlo por sus rdis
el a101r mezclaban las cartas; por su irnponancia, no era más que una diplomacia
sino por sus fines, la guerra estaba cada vez más limitada al ejército mimo. El
refor1.ada, una forma más recia de negociar, en la que las batallas y los asedios eran
ejército, con sus fortaleza y algunas posiciones, era un Estado dentro dl Eado,
las notas principales que se interc.1mbiaban .... Esta forma limitada y encogida de
guerra derivaba, como_ hemos dicho, de la estrecha base en la que se apoyaba". en el interior del cual se consumía el elemento bélico"•0 s. El Anciguo Rigímcn ha-
ce la guerra más acotada que puede conocerse porque su política wlo induyc aa
Una guerra <le: estas características es sólo un instrumento <le la política enten- sector minoritario e históricamente parasitario de la comunidad pol ítica. CCa-
dida como diplomacia con objetivos limitados. Es la guerra <le la época absolutis- sewitz comprende que la Revolución es una necesidad histórica, y no una simple
ta, racionalista e ilustrada, caracterizada por la acotación de los medios de lucha. contingencia. Por eso constata que:
Los críticos <le: la Revolución Francesa al menos deberían reconocerle que ese gi-
Toda Europa está satisfecha con esa oriemación y la consideraba una consaunia
gantesco vacío que produjo fue la materia disponible que encontraron Napoleón
necesaria dd espíritu (...) aunque se trataba de un error, porque d progc:so dd
y Fichte para moldear un nuevo mundo, el de las nacionalidades. Los adoradores
espíritu nunca puede hacer que dos y dos sean cinco (...) ese cambio CUYO en codo
del Antiguo Régimen no toman en consideración que la Monarquía absoluta era caso un efecto benéfico para los pueblos; sólo que no cabe ignorar que también
una manipulación ilustrada de la religión y tanto o más lejos de: la tradición que hizo que la guerra fuera más mero asumo del Gobierno y alejara aún más d iDCai:s
la era de las naciones. Al menos ésta se transforma en un campo de lucha entre la del pueblo"8.
Cristiandad que brota en el seno del pueblo y su negación oligárquica y gnóstica,
y no está dicha la última palabra. Una situación así representa un pseudo progreso del espíritu, una imposibi
Como en el Antiguo Régimen la guerra está motivada por combinaciones de lidad lógica, un recodo fugaz de la historia. No otra cosa puede significar com-
tipo diplomático y las casas reinantes no gobiernan sobre un sujeto identificado parar las guerras del Antiguo Régimen con el "dos más dos son cinco". La limi-
e interpelado como pueblo, lo que socialmente corresponde al pueblo no tiene tación de la guerra está determinada por la limitación del pueblo: el desinterés
razones para luchar. La vieja participación de las masas populares en los ejércitos por la guerra es la consecuencia de la distancia del pueblo respecto de las asun-
estaba motivada en la rapiña y los beneficios materiales y emocionales de la fuer- tos de Estado, por la inexistencia ele la unidad politica del pueblo. Como con-
za, pero en una época ilustrada ese argumento no podía invocarse: trapartida, la guerra es el precio por la comparecencia del puc:blo en el inter$
de los asuntos públicos, la cuota que paga el pueblo en su misma confgurió
Los saqueos y devastaciones del territorio enemigo, que reprcscmaban un papel como unidad política, mientras el desinterés por bs guerras manifiesta ed oul
tan grande en los tártaros, en los pucblos antiguos c incluso en la Edad Media, amiento de su presencia histórica. Por lo tanto, es un progreso aparente: no "" ----
ya no formaban parce del espíritu de los tiempos. Se consideraba, con razón, una
puede considerar progreso esa inexistencia histórica. En los asuntos militares
brutalidad inútil, que podía ser fácilmente vengada y hacía más daño a los súbdi-
alejamiento del pueblo respecto de la guerra es correlativo al .1lej.1mknto .k l
tos enemigos que al Gobierno enemigo, por lo que carecía de efectos y sólo servía
para hacer reuoccder eternamente a los pueblos en su estado de civili1.ación""· guerra respecto de su perfección. Desde el punto de vista de la participación
el poder político, así como desde la dimensión Je los asuntos milit.1= <'ún,,._ _
El elogio de Clauscwitz a la razón de la época sólo puede encenderse como el formas de condensación de contenidos políticos, el progreso de las guerras on
reconocimiento a una época que no causaba grandes padecimientos a los pueblos poco derramamiento de sangre es un error de apreciación que contradice el
en la guerra, porque los pueblos carecían de relevancia política. La limitación de avance de la participación del pueblo y la manifestación correlativa delNrin.
la violencia se enlaza a la limitación <lcl pueblo. No se trata de una lectura entrelíneas, sino del contraste de las partes on el
todo: el progreso del Espíritu no radica en la ausencia de interés popular y en
la limitación de la guerra, sino en la canalización participativa del pueblo y el La avalancha napoleónica y la resistencia española ponen en acción al pueblo
encuentro de la guerra con su naturaleza. en la historia viviente de la guerra. Como canalización de energía acumulada e
En el tramo final del capítulo tercero del Libro Octavo la historia y la teoría se incomparable, la patentización político-militar del pueblo arrolla a los gabinetes
anillan en una síncesis real que signa la nueva época: y los ejércitos, relegados como instituciones débiles y sin reserva de energía para
la acción. Precisamente, porque el pueblo es la fuerza dominante en la estructura
Mientras la guerra se libró en general así y las naturales limitaciones de su fuer-u dinámica de la guerra su manifestación sobrepasa los marcos inceleccuales y estra-
cstuvicron sicmprc tan próximas y visibles, nadie encontró nada contradictorio cn tégicos de la diplomacia de gabinete y de los ejércitos de aristócratas y esclavos.
ello, sino todo en el orden más hermoso, y la crítica, quc cmpczó cn el siglo XVIII Pero el pueblo no puede dar de sí coda su energía si carece de una conducción
a frccucnar cl campo del arte de la guerra, se dirigía hacia el caso concreto sin pre-
adecuada. Las guerras de la Revolución Francesa antes de Napoleón muestran una
ocuparse mucho del principio y fin del asumo. Así, hubo grande1.a y perfección de
todo tipo, e incluso el Mariscal de Campo Daun, que principalmeme co111ribuyó extraordinaria energía, pero también los límites de un pueblo en armas que carece
a que Federico el Grande alc.1nura sus fines por completo y María Teresa errar2 de una conducción a su altura:
completamente los suyos, pudo ser considerado un gran general. Sólo de vez cn
cuando se abría paso un juicio más radical, concretamente el sano cntendimiemo Si coda la guerra revolucionaria ha pasado ames de: hacer sensible su fuerza y al-
canzar la total claridad, si los generales revolucionarios no avanzaron imparables
humano, que opinaba que con su superioridad tenía que haber logrado algo posi-
hasta el objetivo último y no destruyeron las monarquías europeas, si los ejércitos
tivo o que, con todo su arte, dirigía mal la guerra'º'.
alemanes tuvieron ocasión de vez en cuando de resistir con fortuna y contener la
corriente de la victoria, realmente dio sólo se debió a la imperfección técnica con
De este modo, enfatiza la desvirtuación de la realidad que significa la limita-
la que los franceses tenían que luchar. Como en manos de Bonaparte todo csco
ción concreta de la guerra porque representa un ocultamiento de su concepto. Li- alcanzó su perfección, este poder bélico apoyado en coda esa fuerza popular avanzó
mitado el uso de la violencia, la falsa teoría no pudo sino limitar la teoría del arte destructor por Europa con cal seguridad y confianza que, donde sólo se le opusod
de la guerra al estudio de la particularidad abstracta de batallas y campañas. Sin viejo poder militar, ni siquiera hubo un momento de duda".
acender a la totalidad política ni al origen ni al fin, el arce de la guerra constituía
un bagaje carente de contenido concreto. Era una sumatoria de técnicas, elevadas Clausewitz sostendrá siempre la necesidad de conjugar pueblo y conduccións
artificiosamente a la condición de dogmas. En la teoría de la estrategia predomi- como componentes fundamentales de la guerra. Pero no alcanza la sola SI»
naba lo que Althusser denomina "filosofía espontánea del científico", es decir, la entre el conductor y el pueblo. El rango de la guerra está dado por la media
opinión mistificada técnica de un técnico. No había verdadera teoría. La critica del Ejército entre la energía del Pueblo y la eficacia de la Conducción. El eir
a la teoría coincide pues con la crítica a la realidad histórica. La ilustración que debe apoyarse en la fuerza popular, pero no puede reducirse a lo popular porqu
Ji s~ '
acompaña la limitación de la guerra y el humanitarismo celebrado como triunfo se requiere un desarrollo técnico, organizativo y de conducción que habra
de la civilización en Europa es un marasmo militar y un estancamiento histórico, nalizar la fuerza. Sin esa herramienta la fuerza popular no se ,1pru,·edu
sostenido sobre el retraimiento de la energía popular: un síntoma de insignifican- menee y la conducción carece de instrumento y de precisión. Por ello el
cia política y mediocridad general. popular no está solo. Ya se anuncia la conjunción entre las tres partc:s: ,1,.•
ejército, pueblo, la guerra trinit11rin' 'º.
Así estaban las cosas cuando estalló la Revolución Francesa. Repe111inamenre, la Las guerras del Antiguo Régimen contaban con ejércitos de movimie
guerra se había vuelto cosa del pueblo, y de un pueblo dc 30 millones, que se con- cínicos y soldados esclavos, ejércitos que operaban como instrumentos 'de gat-
sideraban todos ciudadanos... Con esa participación del pueblo en la guerra, en
netes racionalistas. En oposición, las guerras napoleónicas Je.sacaron un proceso
vez del gabinete y su ejército, fue todo el pueblo el que puso su pcso natural cn la
balam..i. Ahora los medios que se aplicaban, los esfuenos que podían ser ofrecidos, de renovación total. Clausewiz capa el mismo principio en el levantamiento po-
ya no tenían un límite preciso; la energía con la que se paella librar la guerra mis- pular español, como clave de una identificación opuesta e inversa: Napoleón tuvo
ma ya no tcnía contrapcso alguno, y en consecuencia el riesgo para el :1dvers;1rio como enemigo a la acción popular española. "La reacción se produjo justo a tiem-
cra cxtremo' po. En España, la guerra se convirtió por sí misma en causa popular". Napoleón
opera como enemigo y modelo al mismo tiempo. No resulta posible enfrentar a a la guerra, como instrumento, como parce estructural y como modo análogo de
Napoleón con éxito si al mismo tiempo no se aprende y aplica la lección enseñada acción y relación, corno lo encendieron Carl Schmitt y Juan Perón. Esta proposi-
por el enemigo, si no se liberan y canalizan las energías y las fuerzas como lo hizo ción trae nuevas potencias a la política y abre nuevos horizontes al pensamiento
Napoleón. Napoleón pone en circulación histórica nuevamente la modalidad de político. Por decirlo en palabras didácticas, luego del ilusionismo liberal, la teoría
la guerra absoluta, la guerra de acuerdo a su verdadera naturaleza: no es una no- política tendrá que abrirse a la esfera militar como al hijo pródigo y los jefes mili-
vedad histórica, es la guerra entre Roma y Cartago, es la guerra de los tártaros, la tares tendrán que comprender el principio del que proceden y sin el cual no son
guerra de destrucción más profunda, pero la Europa ilustrada del Antiguo Régi- nada, y los conductores políticos tendrán que comprender los principios estraté-
men la había olvidado. No puede terminar en una salida negociada sino en el ani- gicos que, analógicamente, servirán para la acción y las relaciones de la comuni-
quilamiento de una parte y la imposición absoluta de condiciones del vencedor al dad política. La victoria en el nivel técnico encuentra su explotación o fracaso en
vencido. Clausc:win intclige el cambio plenario, por eso afirma: el nivel prudencial: la guerra es técnica sólo como participación subordinada a la
prudencia. La decisión sobre el inicio de la guerra es prudencial. Los grandes éxi-
Desde Bonaparte, al volverse, primero por una parce y luego por otra, una cucs- tos estratégicos de la historia bordearon el abismo del terreno azaroso del elemen-
tión de todo el pueblo, b guerra ha asumido una naturaleza completameme dis- to, pero acercaron preservando la certeza del juicio prudencial aún como parce de
tinta, o mis bien se ha alimentado mucho de su verdadera naturaleza, de su ab-
una apuesta. E inversamente, los fracasos en las grandes apuestas estratégicas son
soluta perfección ( ... ) Así, pues, el elemento bélico, librado de todas las barreras
imprudencias, derrocas en el nivel más alto de la realidad operable.
convencionales se había desencadenado con coda su fuerza natural. La causa era la
participación de los pueblos en esta gran cuestión de Estado; y esa participación La reunión de calidades prudenciales y artísticas (técnicas) en la persona de Na-
surgía en parte de las circunstancias que la Revolución Francesa había suscitado en poléon cierra el círculo de su vida con la derroca, pero los grandes éxitos estratégicos
el interior de los países, y en parce del peligro con el que codos los pueblos estaban cabalgaron en la comprensión del tránsito entre dos épocas. Más allá de la derroca
amenaudos por los franceses"'. final, la perfección ontológica del más grande conductor de codos los tiempos está
consumada en la demolición de la escupida del Antiguo Régimen y la formació""-
La guerra absoluta es la guerra de acuerdo a su naturaleza, en el sentido aristo- de un nuevo cipo de sociedad civil y estatal que latía en el vientre de la historia.
télico de perfección. Mientras para Aron es un concepto ideal que no encuentra La teoría del genio militar en Clausewitz puede enfocarse también desde ese
encarnación empírica, para Clausewitz la analogía se: trueca en identidad con la aspecto.
revolución. Es el ariete que libera al pueblo de las convenciones sociales y lo pone
en marcha para liberarlo de las convenciones militares. De este modo, la realidad Napoleón fue, por sobre todo, un político. El luchó con una idea política, no lu
política patentiza su potencia militar, y permite preparar -después de la división chó jamás con una idea milia r. La acción militar de Napolon fue un medio P""u
fallida entre: política y estrategia, división promovida por los cultores de la estrate- ejecucarla. Su objetivo -su gran objetivo- fue político.
Si él enfrentó a siete coaliciones, no lo hizo nunc.1 sin una razón política, Las en
gia y los devotos del liberalismo- una concepción integral de la política.
frentó militarmente, pero por una razón política. Es que siempre la acción milica
está subordinada a la política'.
Conducción política
En la participación de lo militar en la esfera de lo político encontramos que
la modalidad de conducción del fenómeno visible: militar puede enriquecer d,__
Sobre: la base de la teoría del Estado como comunidad permanente, más allá
técnicas y métodos a la conducción política, a la esfera de la Prudencia. El Gral.
de: las mutaciones de la forma y la extensión, en el análisis de Clausewitz sobresale
Perón fue un maestro en esa traslación, y dejó asentado en libros, discursos y
un afluente de la corriente que visualizará la política a través de la recurrente ma-
acciones concretas el enriquecimiento de la conducción política por medio de la
nifestación de la enemistad y la decisión, que es decisión sobre la línea del amigo
traslación analógica y modificada de esquemas militares.
y del enemigo. La Teoría rcabsorbe -por así decirlo- lo militar en lo político, la
El análisis del genio militar en Clausewitz alcanza un punto de particular inte-
técnica militar como una parte de la prudencia política. Dilata el marco de lo po-
rés cuando se introduce en el problema de la decisión. Cabe puntualizar la impor-
lícico y prepara los conceptos necesarios para una idea de la política que incluya
III. Car Clauwi u, ibidmm, p. 652. 112. Juan Domi ngo Perón, Conducid Ilitica, Ediciones de la reconstrucción, lu nas Aire, 1973, p, I73.
150] Po ANzuDI CLAUSwrTZ.. LA CINCIA POLÍTICA DI LA GUIA. FIL0sOÍA, J CrTo Y PULO ]151
tancia que Fichte le otorgó dentro de su filosofla de la libertad expresada como El conductor transforma a la masa militar, al conjunto de las fuerzas. De
fase de la razón práctica y no como estado de miserable irresolución. "La libertad, modo análogo que el conductor de masas las organiza y configura como pueblo.
considerada como vacilación indecisa entre varias posibilidades iguales, no es vi- Evita su caída en la naturaleza. La guerra exige vergüenza ante el peligro, por ello
da, sino solamente antesala y paso a la verdadera vida. Alguna vez habrá que salir es eminentemente humana, un fenómeno zoológico ni correspondiente al estado
de esa vacilación y llegar a la decisión, y es únicamente a partir de este momento de naturaleza en tanto estado de inocencia. En codo caso, la voluncad de persis-
cuando empieza la vida""·'. ir, inspirada por la vergüenza, niega la condición animal y muestra y ratifica la
No hay vida sin decisión: la duda es metódica, no es un estado del espíritu sino condición humana. Y está impulsada por la finalidad de la grande-La o vanagloria,
en la miseria del sujeto que disuelve así su naturaleza política. Todo el pensamiento que es una de las motivaciones ancestrales de la política. "La sed espirirual de
de Clausewitz se concentra en núcleos fuertes, desplegados en Vom Kriege, está di- fama y honores" es un arma de doble filo: su exceso puede ser causa de injusticias
reccionado a transformar la decisión en un modo de ser sin el cual el ser se desinte- irreparables contra inocentes. Pero su presencia es el verdadero aliento vital que
gra en su propia miseria. En consecuencia, enfoca la decisión como nota espiritual, dota de alma a un cuerpo, de espíritu a un ejército. El sentimiento que ambiciona
pero direccionada hacia la dimensión política. "La decisión es un acto de valor en el grandeza es superior a cualquier otro sentimiento: patriotismo, fanatismo de las
caso concreto y, cuando se convierte en rasgo del carácter, un hábito del espíritu". ideas, venganza, entusiasmo de codo tipo y es una fuerza concreta que impulsa
la caracterización del valor como ligazón entre la decisión y el caso concreto está la eficacia en la acción. Con razón mediante una pregunta retórica Clausewiz
emplazada en la línea de la realidad concreta. A pesar de la apariencia inmediata, sostiene que nunca hubo un gran general sin ambición y que es inimaginable un
tamo la centralidad de la situación concreta como la aclaración que "no hablamos personaje así.
del valor ante el peligro fisico, sino ante la responsabilidad, es decir, en cierto modo Pero la ambición y la gloria son sentimientos propiamente políticos. El jefe
ante el peligro espiritual". La decisión trasciende la esfera psicológica de la con- militar debe manipular las armas de la guerra mientras conoce las realidades del
duca individual, se manifiesta y se proyecta como acción en la realidad política. La Estado. La guerra es una parte de la política y el conjunto de la política debe ser
decisión emerge como producto del valor y el conocimiento, en el nivel superior de apreciado por el jefe militar, que no alcanza la estatura de Jefe si no tiene sentido
la conducción que aquí refiere Clausewitz- la decisión "se produce debido a un del Estado. Veamos:
acco del entendimiento"116• Se impone la capacidad política, la fuerza del espíritu
del Conductor, otra cosa no tendría influencia efectiva en un ejército: Para conducir una guerra encera o sus actos más grandes, que llamamos campañas,
a un fin brillan ce, hace falca una gran comprensión de las circunstancias superiores
En cuanto se agotan las fuerzas del individuo, en cuanto ya no son excitadas y del Estado. Coinciden aquí la dirección de la guerm y la polícic:i, )' d gener.tl ~,---■
SOStenidas por la propia voluntad, coda la inercia de la masa pasa a cargarse poco a convierte al tiempo en cscadisca"'.
poco sobre la voluntad del general; en el ascua de su pecho, en la luz de su espíritu
debe prender de nuevo el ascua del propósito, la luz de la esperanza de codos los La articulación en una misma apreciación intelectual de las re-alidades de~
demás; sólo puede hacerlo imperar sobre la masa y sigue siendo dueiio de la mis- lucha armada y el conjunto de realidades políticas no es subsanable f.icilmente n
ma; en cuanto esto deja de ocurrir, en cuanco su propio valor ya no es lo bastante
fume como para rcanimar cl valor de codos demás, la masa tira de él hacia la baja
puede ser respondida desde un dogma. Por el contrario, exige máxima tensión "u
las facultades intelectuales y apreciación de una muchedumbre de aspectos distin
región de la naturaleza animal, que retrocede ante el peligro y no conoce la ver- tos, contradictorios y sujetos a tensiones y vuelcos. Por ello serala Clausewita que.
gücnza. Estos son los pesos que el valor y la presencia de espíritu del general tienen
que superar en el combate si quiere llevar a cabo acciones destacadas. Crecen con Bonaparte dijo con roda razón que muchas decisiones de las que se pres.,nun .mee
las masas, así que también las fuer,,;is tienen que crecer con la altura de los puestos, el general serían propias de un cálculo matemático que no sería indigno de Las
si han de ser adecuadas a las cargas"". fuerzas de un Newton o un Euler... actividad superior del cspiritu, ea mirada del
genio no se convertiría en manifestación histórica si no le apo yara las cualidades
del carácter y el ánimo de las que hemos tratado',
113. Johann G. Fiche, Diura la Mación Alemana, Sépt imo, Folio, Zaragoua, 1999, p, 148.
I14. Cal Cluwit u, ibdem, p. 50.
115. !tkm p. 50.
116. lbüínn. p. 51. II. lbidem, p. 62.
117. /b;á,-,,,. p. 53. 19. lbilm, p, 63.
152] Pxoo Azur
La reunión formal de determinaciones y aspectos azarosos en la mente del Jefe CAPÍTULO CUARTO
militar tiene dificuhades superiores a las que impone el razonamiento matemático
porque el cálculo del Jefe militar no es un razonamiento sino una captación inte- Clausewitz y la filosofía
lectual y una decisión de la voluntad sobre la acción a partir de un veloz examen
de realidades y opciones. No se traca de un problema que pueda ser resuelto con
el desarrollo de la técnica moderna, ni con el perfeccionamiento de los métodos
de inteligencia estratégica. Por el contrario, todo lo que la técnica moderna y la
inteligencia estratégica pueden hacer para reunir información acerca del enemigo
y de las opciones de unos y otros será limitado. La limitación no es solamente
empírica }' subsanable, sino estructural y esencial, porque es esencial la libertad
de decisión del enemigo, es irreductible en su fuero interno, y resulta así indeter-
minado el campo de maniobras y decisiones. A través de la decisión el conductor
transforma los conocimientos en capacidades operativas en acto. La decisión es la
esencia de la conducción.
INTRODUCCIÓN
n
DEFINICIC •
""'---.
raro 't
La guerra es, pues, un acto de fuero para obligar ~a.
cumplimiento de nuestra voluntad.
El poder se arma con los inventos de las ciencias y las
sangre, a qu . .
Por este medio impone
mo extremo, s1n . que haya o
si
artes para encontrar al poder. Imperceptibles limitaciones ae. atenuantes. pues sería una tenta-
nas dignas de mención, que él mismo establece con el nombre reciar el prob 1 ema, d
Así debemos ap dir de la naturaleza e
•
de usos de la guerra, le acompañan sin debilitar esencialmente . • , ti! y contraprod ucente prescm
su fuerza. La energía, es decir, la energía física (pues energía tiva u n al cruel elemento.
moral no existe fuera de los conceptos de Estado y de ley) es
la guerra por avers10 viliados son menos crueles
1 Si las guerras de los pueblos civil" 4ido al estado so
el medio; someter al enemigo a nuestra voluntad, el fin polí-
tico. Para conseguir este fin tenemos que dejar indefenso al
°
y devastadoras que en l s incivilizados, es e 1. · al En tal
. l de los pueblos tanto nacional como mtemac1on .
enemigo, y éste es, conforme con nuestro concepto, el fin pro- ca, '
estado y en sus relaciones .
tiene ongen 1 a guerra, y él la mo-
pio de la acción guerrera. Éste representa al fin político y lo
sustituye en cierto modo como a algo no perteneciente a la gue-
dera, restringe y condiciona; pero tales cosas no pertenecen a
rra misma. la guerra misma, son únicamente un dato; jamás puede intro-
ducirse en la filosofía de la guerra un principio de moderación
sin cometer un absurdo.
llI
La Jucha~tre hombres consta en el fondo de dos distin-
EXTREMO EMPLEO DE LA FUERZA tos elementos:"el sentimiento y la intención hostiles. Hemos
éscogido el /úÍtimo de estos elementos como característica de
Almas humanitarias podrán concebir fácilmente que exi5ta
una inutilización, un desarme artístico del adversario sin ca~- •
nuestradefinición, por ser el más general. No puede conce-
sarle demasiada heridas y que tal sea la verdadera tendencia birse el odio cruel y acendrado, rayano ya en instinto sin in-
del arte de la gllerra. P~r muy bello que esto nos parezca, nos » tención hostil; por el contrario, hay muchos propósitos hostiles
1 que no van acompañados de enemistad del sentimiento alguna
f
era
dimana de
La energía fisiea tiene que ser el medio en ese •acto
que hemos llamado guerra,, La energía moral (1
p,
"aq::
+tiendas in
O Por lo menos, sin que haya existido previamente. E, »
Pueblos salvajes predominan las intenciones propias del senti-
'd un º"""º• soluciona, por ejemplo, las con 1 leyes
V!
( tlalea. No existiendo un Estado superior capaz de dar, Jas
Tergas moma _. ats es, sól o
en • es para so.ucionar contiendas entre pa ' 1i<> ¡
],z "ia den er meato ara "otear si contra 8
Phmient a nuestra voluntad'', (•N. T,)
1
3
1
a 31
DE LA GUERRA
de ésta; cada uno
,¡te en el empleo ·gún
~n y no existen límites . , recíproca que, se
de ffuer» bl una accIon Estos
da al otro la ley, se esta ece basta el último extremo. s
t debe llevarnos 2 con que
nuestro concep o, , el primer extremo
rimera acción reciproca y
son la P • .
chocamos.
30 CARLOS VON CLAUSEWITZ
(Primera acción recíproca.)
miento; en los civilizados, las pertenecientes a la razón; mas IV
tal diferencia no reside en el estado mismo del salvajismo 0
civiliza ción, sino en las circunstancias, organización, etc., que
EL FIN ES DEJAR INDEFENSO AL ENEMIGO
le acompañan; por tanto, no puede establecerse para cada caso ·
aislado, sino para la mayoría de los casos; en una palabra, aun
los pueblos más civilizados pueden inflamarse en un odio re- Hemos dicho que el fin de la acción guerrera era dejar
cíproco. indefenso al enemigo, y queremos probar ahora que esto es
De aquí se desprende cuán desacertados estaríamos en necesario, por lo menos en la representación teórica.
considerar la guerra de los civilizados como la ejecución de Si el contrario ha de cumplir nuestra voluntad, es preciso
un acto meramente racional de los gobiernos, y cada vez más ponerlo en una situación que sea más perjudicial que el sacri-
desprovisto de todo apasionamiento; tal, que finalmente no se- ficio que de él pretendemos obtener; las desventajas de tal si-
rían necesarias las fuerzas físicas, sino sólo sus relaciones: una tuación no deben, por lo menos, según las apariencias, ser
espec ie de álgebra de la acción. transitorias; de otro modo, esperaría el contrario mejor ocasión
La teoría empezaba a moverse en ese sentido, cuando los y no cedería. Todo cambio producido en aquélla por la prose-
acontecimientos de las últimas guerras le enseñaron otro me- cución de la acción guerrera debe conducir a otra peor cuand
jor. Si la guerra es un acto de poder, pertenece necesariamente , h ' o
menos as1 a de parecernos. La peor situación a que puede
al ánim o. Si no sale de él, viene, no obstante, al mismo, en
más o menos parte, y este más o menos no depende del grado
llegar un beligerante es la de completa indefensión. Si ha de
someterse al adversario al cumplimient 0 d
de civiliza ción, sino de la importancia de los intereses encon- e nuestra voluntad
trados y de la persistencia de su incompatibilidad. 2
Empleamos la• palab
Si no vemos en los pueblos civilizados dar muerte a los pleads por el autor, "8 eatremo, traducción literal de la em-
li ·te , ra expresar s.-a idea de
prisioneros y destruir los campos y ciudades, es porque, mez- mit que la imposibilidad. no reconocer otro
clándose más la inteligencia en la dirección de la guerra, ha . En este epígrafe y los dos si u·
mostrado medios más eficaces para el uso de la fuerza que ción de este concepto extren.
intensidad, 1 i,,
"entes
en el primero,
: ,-5
llega el autor a la fija-
las crueles exterioriza ciones del instinto. u, » en la aplicación de los medi. refr iéndose a la
in o de destrucción, Y en el et1os; en el segundo al •
La invención de la pólvora, el perfeccionami ento siempre
creciente de las armas de fuego prueban cumplidamente que la
los medios empleados. a.
·
~""ro, atendiendo a 1 n,, ,"""gé-
·, 'gud de
tendencia al aniquilamiento del enemigo, expuesta en el con-
cepto de la guerra, no está de hecho ni molestada ni desechada
por la progresiva civilización.
Repetimos, ,pues, nuestro aforismo: La guerra es, un acto
1
a
30 CARLOS VON CLAUSEWITZ
" DE LA GUERRA 31
miento; en los civilizados, las pertenecientes a la razón; mas de fuerza, y no existen límites en el empleo de ésta; cada uno
tal diferencia no reside en el estado mismo del salvajismo o da al otro la ley, se establece una acción recíproca que, según
civilización, sino en las circunstancias, organización, etc., que nuestro concepto, debe llevarnos hasta el último extremo, Estos
son la primera acción recíproca y el primer extremo 2 con que
k acompañan; por tanto, no puede establecerse para cada caso · chocamos.
aislado, sino para la mayoría de los casos; en una palabra, aun (Primera acción recíproca.)
los pueblos más civilizados pueden inflamarse en un odio re-
cíp roco. IV
De aquí se desprende cuán desacertados estaríamos en
EL FIN ES DEJAR INDEFENSO AL ENEMIGO
considerar la guerra de los civilizados como la ejecución de
Hemos dicho que el fin. de la acción guerrera era dejar
un acto meramente racional de los gobiernos, y cada vez más
indefenso al enemigo, y queremos probar ahora que esto es
desprovisto de todo apasionamiento; tal, que finalmente no se- necesario, por lo menos en la representación teórica,
rían necesarias las fuerzas físicas, sino sólo sus relaciones: una Si el contrario ha de cumplir nuestra voluntad, es preciso
ponerlo en una situación que sea más perjudicial que el sacri-
especie de álgebra de la acción.
ficio que de él pretendemos obtener; las desventajas de tal si-
La teoría empezaba a moverse en ese sentido, cuando los tuación no deben, por lo menos, según las apariencias, ser
acontecimientos de las últimas guerras le enseñaron otro me- transitorias; de otro modo, esperaría el contrario mejor ocasión
y no cedería. Todo cambio producido en aquélla por la prose-
jor. Si la guerra es un acto de poder, pertenece necesariamente cución de la acción guerrera debe conducir a otra peor; cuando
al ánimo. Si no sale de él, viene, no obstante, al mismo, en menos así ha de parecernos. La peor situación a que puede
más o menos parte, y este más o menos no depende del grado llegar un beligerante es la de completa indefensión. Si ha de
someterse al· adversario al cumplimiento de nuestra voluntad
de civilización, sino de la importancia de los intereses encon-
2 Empleamos la· palabra extremo, traducción literal de la em-
trados y de la persistencia de su incompatibilidad. pleads por el autor, para expresar a idea de no reconocer otro
límite que la. imposibilidad.
Si no vemos en los pueblos civilizados dar muerte a los
En este epígrafe y los dos siguientes llega el autor a l fija-
prisioneros y destruir los campos y ciudades, es porque, mez- ción de este concepto extremo: en el primero, refiriéndose s la
intensidad, en la aplicación de los medios; en el segundo, al propó-
clándose más la inteligencia en la dirección de la guerra, ha sito de destrucción, y en el tercero, atendiendo a la magnitud de
mostrado medios más eficaces para el uso de la fuerza que los medios empleados. (N. T.)
a la perfección. sino alcanzándola. ¿Sucederá esto en la reali- El segundo punto nos da margen para las siguientes ca
dad? Así sucedería, cuando: sideraciones: :r-:at_ -
1° L. guerra fuera un acto aislado que naciera de repente
, :: ,,,:,,i0n alguna con la vida anterior del Estado.
Si la resolución en la guerra fuera una, o una serie s
multánea, rev misma. ,"
estirían todos los preparativos para la
-
~-' Cuando consistiera en una resolución o serie simultá- tendencia al limite; ya que una omisión no sería reparable s ~
1..de resoluciones. rían en la vida real los preparativos del adversario, a Jo s~rn~ -
39 Cuando llevara en sí la resolución definitiva y no in- y en cuanlo nos fueran conocidos, la medida de que podríam~ ~ -
fluyera en ésta, mediante el cálculo, la consecuente acción po- disponer, y el resto cae otra vez en el campo de la abstracciór
lítica. Si la resolución consta de varios actos sucesivos, los preceden
tes pueden, con todos sus accidentes, servir de norma a l
VII Postenores y ·e t , <> ~
. . , n es a Iorma se nos presenta aquí la realid a «l
sustituyendo a la abstracción y moderando la tendencia al limire
LA GUERRA NUNCA ES UN ACTO AISLADO
Toda guerra estará comprendida necesariamente en un a
En lo que respecta al primer punto, ninguno de los ad- resolución o serie simultánea, cuando los medios de comba t
versarios es una persona abstracta para el otro, ni aun refi- se obtengan o puedan ser obtenidos de una vez puesto
riém!ose al factor del producto de resistencia mencionado, que una resolución desfavorable disminuye los medios, de comb;~ <=
no descansa en cosas exteriores, esto es, a la voluntad. Esta y SI en la primera se han empleado todos ellos, no debe peii. -
voluntad no es un incognoscible absoluto; anuncia lo que será sarse en la segunda. Las acciones guerreras que pueden se!!I..I i.. ~
mañana con su manera de ser actual. La guerra no surge re- a la primera, le pertenecen en esencia y sólo constituyen sm
duración.
pentinamente; su expansión no es obra de un momento; los ad-
versaiios pueden juzgar cada uno del otro a grandes rasgos, por Pero ya hemos visto en los preparativos para la mierr =:3..
lo que es y por lo que hace, no por lo que, rigurosamente pen- que la realidad sustituye a la mera concepción y una prudente<
sando, debiera ser y hacer. Además, el hombre, con su imper- medida a una preparación teórica extrema; por tanto, no l Ic:=- __
fecta constitución, queda siempre tras la línea de lo perfecto garán ambos adversarios a un esfuerzo supremo, ni se pondrá
en absoluto, y, por tanto, estas imperfecciones, puestas en ac- en juego todos los medios a la vez.
tividad por ambas partes, engendran un principio limitado. Pero tales medios no pueden ser empleados a un tiemp
1 1
DE LA GUERRA 37
'as,
Por tanto, el fin político come motivo originario de la
a rios puros conceptos, sin o Estados y gobiernos con individua-
guerra nos dará la norma así para el objeto que pretende alcan-
s _ ,elad definida, ya no será la guerra un desarrollo de acciones
zarse por medio del acto guerrero, como para los esfuerzos
sino propiamente constituido; por tanto, será 1o-real-
que deben realizarse. Mas esto no sucede por su propia esen-
:.,..ente conocido un dato para la esperada determinación de lo
cia, sino porque manejamos cosas reales y no meras concep-
fesconocido. ciones; tal es el caso respecto a los Estados contrarios. Un
Ateniéndose a las leyes de probabilidad, cada bando de- mismo fin político en distintos pueblos, y aun en uno solo,
aucirí del carácter, disposiciones, estado y relaciones del con- puede, en distintas épocas, originar diferentes acciones. Pero
ario la manera de obrar de éste y, en consecuencia, determi- si el fin político vale como norma, es en cuanto lo concebimos
rará su línea de conducta. ejerciendo su acción sobre las masa; que debe mover; su natu-
raleza, pues, ejerce marcada influencia. Es fácil ver que por
esta circunstancia pueden variar en absoluto los resultados, se-
XI
gún su influencia en los principios de refuerzo o debilitación
de las masas. En dos pueblos y Estados pueden concurrir tales
VUE LVE A PRE SE NT ARSE E L FIN POLfT ICO
excitaciones y tal suma de elementos hostiles que una insigni-
Aquí se impone nuevamente y por sí, a nuestra conside- ficante causa política de una guerra puede ocasionar una acción
iación, un asunto que habíamos alejado de ella (véase número muy superior a su naturaleza, una verdadera explosión.
:Z); e; éste el fin político de la guerra. Esto es aplicable a los esfuerzos determinados en ~ m,,-
La ley de lo extremo, el propósito de dejar indefenso al Estados por el fin político y al objetivo que el mismo ., fía
contrario, de derribarle, nos lo habían hasta aquí ocultado en a la acción guerrera. Algunas veces el mismo fin político · ., '
cierto modo. A medida que esta ley pierde fuerza y tal pro- ser también ese objetivo; por ejemplo, la conquista de una
pósito retrocede ante su objeto, debe, pues, reaparecer el fin provincia. Otras no es apropiado para indicar el objetivo de
político. Siendo el completo proceso un cálculo de probabili- la acción guerrera, y en este caso debemos elegir un objetivo
dades basado en personas y relaciones determinadas, constitui- que le sea equivalente y que pueda representarlo al hacerse la
ría el fin político, como motivo originario, un factor esencial. paz. Pero también aquí se presupone siempre la consideración
Cuanto menor sea el sacrificio que reclamemos de nuestro ad- del carácter de los Estados contendientes. En ciertas circuns-
versaio, es lógico esperar que tanto menores serán sus esfuer- tancias, el equivalente ha de ser de mayor peso que el fin po-
z05 para rehusámoslo. Cuanto más escasos sean éstos, tanto
lítico para poder alcanzar este último. Tanto más predominará
menores serán también los nuestros. Además, a menor cuantía
y resolverá el fin político cuanto mayor sea la indiferencia en
del fin político, tanto menor será el valor que· le demos; pronto
las masas y más escasa la excitación en ambas naciones y en
DOS acomodaremos a renunciar a él, y por esta razón también
sus relaciones; casos hay en que só!o él resuelve.
serán menores nuestros esfuerzos.
DE LA GUERRA 41
CARLOS VON CLAUSEWITZ
XIII
Siendo el objetivo de la acción guerrera un· equivalente
_gel fin político, disminuirá de intensidad con él, y es mayor su SóLO EXISTE UNA RAZóN QUE PUEDE DETENER
roporción cuanto más predomine; así se explica que sin in- EN LA EJECUCIÓN, RAZÓN QUE PARECE
~,0mpatibilidades manifiestas varíen las guerras tanto en impor- NO CONVENIR MÁS QUE A UN BANDO
« ancia y energía, desde la guerra sin cuartel a la simple obser- Al prepararse ambos bandos para la lucha, lo harán im-
a ción armada. Esto nos lleva a un problema de otro género
pulsados por ,algún principio hostil; mientras permanezcan dis-
«que hemos de desarrollar y discutir.
puestos, esto es, mientras no concluyan la paz debe existir ese
principio que únicamente puede descansar en una condición,
XII la misma para ambos bandos, a saber: esperar una época más
favorable del curso de la acción. Parece, en un principio, que
NO SE JUSTIFICA ACN UNA SUSPENSIÓN tal condición sólo puede aprovechar a uno de los beligerantes,
EN LA ACCIÓN GUERRERA
puesto que eo ipso recaerá en perjuicio del otro. Si uno tiene
interés en obrar, el otro debe tenerlo en esperar.
Por insignificantes que sean las exigencias políticas de am-
bos contendientes, débiles los medios empleados y reducido el Un completo equilibrio en las fuerzas no puede producir
<>bjeto confiado al acto guerrero, ¿puede este acto cesar un suspensión alguna, pues de otro modo aquélla cuyo fin fuere
i nstante? Este problema reside en la esencia del asunto. Toda positivo ( ofensora) resultaría beneficiada.
:acción necesita, para llevarse a cabo, un cierto tiempo que Si queremos concebir este equilibrio haciendo que aquélla
denominaremos su duración. Será mayor o menor, según la cuyo fin sea positivo y, por tanto, el motivo de mayor fuerza
actividad desplegada por los beligerantes. cuente con medios más escasos, de tal modo que se establezca
De estos mayor y menor no nos ocuparemos aquí. Cada la igualdad en el producto motivo por fuerza, aun deberemos
auno procede a su manera: el lento las hace despacio, no por- razonar siempre así: si no se prevé ningún cambio probable
q ue quiera emplear más tiempo, sino porque lo necesita su en ese estado de equilibrio, debe hacerse la paz; pero si tal
natural, y hacerlo más de prisa sería hacerlo peor. Este tiempo cambio se prevé, la paz sólo sería favorable a uno de los beli-
depende de íntimas razones y pertenece a la duración propia gerantes y el otro se vería precisado a obrar. Vemos, pues, que
de la acción. el concepto del equilibrio no puede explicar la suspensión de la
Concediendo en la guerra a caca acción su duración pro- acción, sino que ésta se reduce a la espera del momento favo-
pia, tenemos que aceptar, por lo menos a primera vista, que rable. Establecido, pues, que uno de los dos Estados tiene un
todo gasto de tiempo fuera de esa duración, esto es, toda sus- fin positivo en la guerra, éste querrá conqusitar una provincia
pensión aparece contraproducente. No olvidemos que no ha- del contrario para hacerla pesar en las condiciones de la paz.
b!amos de los adelantos hechos por uno u otro de los contra-
Con esa conquista llena su fin político, cesa la necesidad de
rios, sino del curso de la acción guerrera en conjunto.
CARLOS VON CLAUSEWITZ DE LA GUERRA
a7-
rar, y para él empieza la inacción. Si el contrario se aco- XV
a'3 a ese éxito, debe concluir la paz, en caso contrario, pro- PARA ESTO TOMAMOS EN CUENTA UN PRINCIPIO
,'air la acción; mas se comprende fácilmente que en cuatro DE POLARIDAD
~¿:; 1anas más se organizará a este objeto, y por lo tanto, tendrá
5 Como hemos supuesto siempre que el interés de uno de
~ón suficiente para demorar su acción.
los generales es opuesto al del general enemigo, hemos acep-
.-- Al pan:cer, desde este mismo instante recae en el con-
tado una verdadera polaridad: " Nos reservamos dedicar un ca-
1 3s ventajas de uno serían desventajas de igual magnitud en el que el uno encuentra en la posterior resolución será tan grande
contrario: existiría polaridad. como la que supone la defensiva en el otro; donde tal no se
Pero la actividad guerrera se desdobla en dos formas: verifique, tampoco podrá aquél equilibrar al contrario por me-
ataque y defensa, muy distintas y de desigual valor, como posi- dio de su acción, y por lo tanto, no podrá cooperar a la prose-
ti,-amente lo probaremos más tarde. La polaridad reside en cución del acto guerrero. Vemos, pues, que la fuerza impul-
aquel'o a que ambas se refieren, en la resolución, pero no en el siva que posee la polaridad de los intereses puede perderse en
ataque ni en la defensa en sí mismos. Si un general desea la re- la diferencia de fuerzas de las formas defensiva y ofensiva, de
solución más tarde, el otro la quiere antes; pero siempre por donde resulta su inacción.
la misma forma de la lucha. Si A tiene interés en atacar al Si aquel para el que lo presente sea favorable es dema-
enemigo, no ahora, sino cuatro semanas después, el interés de siado débil, para pasarse sin la ventaja de la defensiva debe
B es ser atacado, no cuatro semanas después, sino en el acto. acomodarse a afrontar un futuro más desfavorable; porque
Esta es la recíproca inmediata; sin que pueda deducirse que B siempre puede ser mejor batirse a la defensiva en ese futuro
tenga interés en atacar a A en el acto, cosa que es completa- que en el presente atacando o que hacer la paz. Según nuestro
mente distinta. convencimiento, la superioridad de la defensa (bien entendida)
es muy grande, mucho mayor de lo que imaginamos a primera
XVII vista; así se explican un gran número de períodos de suspen-
sión que se presentan en las guerras, sin que nos veamos obli-
POR LA SUPE RIORIDAD DE L A DE FE NSA ~ gado a juzgar sobre una íntima contradicción. Cuanto más
SOBRE EL AT AQUE SE ANUL A M UCHAS VE CE S
débiles sean los motivos que impulsan a obrar, con mayor fa-
LA ,ACCióN DE LA POL ARIDAD, Y ASf SE E XPLICA
LA SUSPE NSióN DE L ACT O GUE RRE RO
e corresponde obrar al contrario cuando le toca a él cxclusi- suposiciones, y, por consiguiente, más se separará del límite
a_ ene. Este defecto de apreciación podrá dar lugar lo mis- tantas veces aludido, y todo se basará en probabilidades y su-
1', a um acción que a una suspensión inoportunas, y por sí, lo posiciones. Como la naturaleza de un acto concreto exige un
~ i ~roo puede influir en la aceleración que en el retardo del cálculo de probabilidades con las relaciones dadas, el desarrollo
'1e ~ () guerrero; mas aunque así sea, siempre puede considerarse más o menos lento del acto guerrero nos deja más o menos
~ ~ ][110 una de las causas naturales, que sin íntima contradicción tiempo.
,j e den originar el estacionamiento del acto guerrero. Pero si
_!:1::> s.:rvarnos que siempre no; sentimos inclinados a considerar XX
I~ fuerza del contrario excesiva, más bien que escasa, pues tal
YA SOLO FALTA EL AZAR PARA CONVERTIR EL ACTO
es el modo de ser humano, tendremos que convenir en que la
GUERRERO EN HECHO FORTUITO,
iiaa perfecta apreciación del caso conducirá generalmente a de- QUE RARA VEZ PUEDE PASARSE SIN AQUÉL
t e r la acción guerrera y moderar su principio fundamental.
La posibilidad de una suspensión introduce una nueva mo- Vemos aquí cómo la naturaleza objetiva de la guerra con-
le ración en el acto guerrero, pues lo atenúa en cierto modo vierte a ésta en un cálculo de probabilidades; aun se necesita
«n el tiempo; detiene al peligro en su marcha y aumenta los un nuevo elemento para convertir la acción en hecho fortuito,
m edios de poder restablecer el equilibrio perdido. Cuanto ma- elemento al que difícilmente se sustrae: éste es el azar. No
«co res sean las excitaciones de las cuales ha surgido la guerra, hay actividad humana alguna que esté en tan constante y ge-
m :ayor será su energía y más cortos los períodos de suspensión; neral contacto con el azar como la guerra. Con el azar tiene
«tos aumentarán con la debilidad del principio guerrero men- un importante puesto en la guerra lo contingente y con ello la
«ionado, porque la magnitud de los motivos aumenta la volun- fortuna.
tad, y ésta es, en todo caso, como sabemos, un factor, un
p roducto de fuerzas. XXI
mento guerrero se presentará pocas veces en la senda marcada pueden ser comprendidas aquellas en que la naturaleza de sus
por la política; la guerra se separará más y más de su aspecto relaciones conviene a una guerra de la primera clase. única-
genuino, crecerán las diferencias entre el fin político y el ob- mente no tomando la política en su acepción general, y sí en
jetivo de una guerra ideal, y la guerra se hará política. el concepto convencional que la supone una habilidad divor-
Debemos observar aqui, para que el lector no forme con- ciada de la fuerza, reservada, astuta y falta de probidad, podría
ceptos erróneos, que en esa tendencia natural sólo nos referi- serle más allegada la última clase de guerra que la primera.
mos a la filosófica, propiamente lógica, y en manera alguna
a la tendencia de las fuerzas empeñadas en un conflicto real,
XXVII
en las que, por ejemplo, habría que suponer todas las fuerzas
morales y pasiones de los combatientes. Cierto que en muchos CONSECUENCIAS DE ESTE CRITERIO
casos podrían ser éstas excitadas en forma tal, que sólo con PARA LA COMPRENSióN DE LA HISTORIA
trabajo pudiera apartárselas del camino político; en la mayor MILITAR Y PARA LA FUNDAMENTACIÓN
l
parte de los casos no existiría tal oposición, puesto que por DE LA TEORIA
la naturaleza de tan grandes esfuerzos se hará precisa la con-
Desde luego vemos que no podemos concebir a la guerra
fección de un plan grandioso y adecuado. Cuando el plan sólo
como cosa independiente, sino como instrumento político, y sólo
se encamine a algo pequeño, el efecto de las fuerzas morales con tal suerte de concepción es posible no ponerse en oposi-
en las masas será tan escaso, que tales masas necesitarán más ción con toda la historia militar. Sólo aquélla abre el gran
bien ser empujadas que contenidas. libro al estudioso inteligente. También nos enseña este criterio
cuán distintas pueden ser las guerras, según la naturaleza de
sus motivos y de las circunstancias políticas de que brotan.
XXVI
El primer acto del juicio, el más importante y decisivo
PUEDEN TODAS ELLAS SER CONSIDERADAS que practica un estadista y general en. jefe, es el conocer la
COMO ACCIONES POLITICAS guerra que emprende en el aspecto que hemos dicho, el que
no la confunda o la quiera hacer algo que no sea posible por
Volviendo al punto principal, aun cuando es cierto que la naturaleza de las circunstancias. Este es el primero y más
en una clase de guerra parece disiparse la política, al paso general de todos los problemas estratégicos; lo estudiaremos
que en la otra se presenta bien definida, podemos, sin embargo, con más detenimiento al tratar del plan de guerra.
sostener que ambas son igualmente políticas; pues considerando Nos contentamos aquí con haber llevado el asunto a este
la política como la inteligencia de la nación personificada entre punto y haber establecido, por tanto, el punto de vista prin-
las variadas combinaciones que abarcan sus cálculos, también cipal desde el cual deben mirarse la guerra y su teoría.
DE LA GUERRA 55
CARLOS VON CLAUSEWITZ -
54 De qué manera puede satisfacerse, siquiera en un princi-
pio, este difícil problema, lo razonaremos en el libro de la
XXVIII teoría de la guerra. De todos modos, el concepto de guerra
que hemos fijado es el primer rayo de luz que cae sobre la
RESULTADO PARA LA TEORfA
base fundamental de la teoría que diversifica las masas y nos
permi te distinguirlas.
No porque modifique algo su natura leza en cada caso con-·
creto pod emos ver en la guerra simplemente un ca_m aleón, sin o
que, según el conjunto de sus manifestaciones, y en relación
con las tendencias domina ntes, constituye una m ara villosa tri-
nidad, compuesta del poder primordial de sus elem entos, del
odio y la enemistad que pueden mirarse com o un ciego im -
pulso de la naturaleza, de la caprichosa influencia de la pro-
babilidzd y el azar, que la convierten en una libre actividad
del alma, y de la secundaria natura leza de un instrum ento po-
lítico, por la que recae puramente en el cam po del ra ciocinio.
El prim ero de estos aspectos es más bien propio de los
pueblos, el segundo, de los genera les y sus ejércitos, y el ter-
cero, de los gobiernos. Las pasiones que se han de inflam ar
en la guerra es preciso que ya existan en los pueblos; el des-
arrollo que tome la acción del valor y del talento en el rein o
de las probabilidades del azar depende de las propiedades del
general Y del ejército; los fines políticos en cambio, pertene-
cen exclusivamente a los gobiernos.' "
• Stas tres tendencias que aparecen com o otras tantas cons-
ucione s distintas se b; asan en 1, a íntim a naturaleza de los asun-
tos
<..:
tos en tal estado que no puedan continuar la lucha. Haremos la pérdida de las provincias reacciona debilitando los medios
notar aquí que en lo sucesivo, con la expresión "aniquilamiento de combate. Tal orden no es, sin embargo, siempre necesario,
de los medios de combate enemigos", nos referimos a la idea Y por lo tanto, no tiene siempre lugar. Las fuerzas de combate
enemigas, aun antes de estar notablemente debilitadas, pueden
expuesta.
retroceder a la frontera opuesta del país y hasta pasar a terri-
El país debe ser conquistado, pues con él se podrían for-
torio extranjero. En este caso puede ser conquistada la mayor
mar nuevos medios de combate. parte o todo el país.
Conseguidos estos dos extremos, la guerra, esto es, la ten-
Pero este fin de la guerra abstracta, este último medio
sión hostil y la acción de medios hostiles, no puede creerse haya
'
en una clase de ellos el pretender derribar al contrario sería
con la conclusión de la paz se extinguen muchas brasas que
a
= brillaban silenciosas; cede la excitación, porque los ánimos in-
una mera especulación; por ejemplo, si el contrario es mucho
~ más poderoso.
.:..
clinados a la paz, que son siempre en gran número en todos
los pueblos y cualesquiera que sean las circunstancias, se sepa- La causa de que el fin deducido del concepto de guerra
rarán por completo del partido de la resistencia. Sea, pues, lo no convenga en general a la guerra real, estriba en la diferen-
que quiera de esos restos, siempre debe considerarse que la paz cia de ambos, de la que nos hemos ocupado en el capítulo·
ha conseguido el fin y terminado el asunto guerrero. anterior. Si la guerra fuera como su concepción abstracta nos
la muestra, sería un absurdo que tuviera lugar entre naciones
Como de aquellos tres objetos los medios de combate es-
de medios muy desiguales, y por tanto, imposible; la desigual-
tán destinados a la protección del país, el orden natural será:
dad de fuerzas físicas podría sólo alcanzar una magnitud sus-
primero, anular los medios de combate; después, conquistar al
ceptible de ser compensada por las fuerzas morales, y esto no
país; y por ambos éxitos, así como el estado en que entonces
tendría gran alcance en Europa, dada la actual división polí-
nos encontremos, determinar al contrario a hacer la paz. Por
tica. Pero es el caso que hemos visto guerras entre naciones
regla general, el aniquilamiento di! las fuerzas contrarias es
progresivo, y en la misma forma se verifica la conquista del te- de desigual potencia, y es que en la realidad la guerra se aleja
rritorio. Entre ambas se establece una acción recíproca, pues mucho con frecuencia de su concepto abstracto.
62 CARLO S VON CLA US EWITZ D E LA GUERRA 63
Dos cosas en realidad pueden ser motivo de paz y susti- los motivos de paz; con las probabilidades de posteriores éxitos
tuir, por tanto, a la incapacidad de posterior defensa. Es la y con el despliegue de fuerzas ncxsario. Cuando estos mo-
primera la improbabilidad, y la segunda, un precio excesivo tivos fuesen de igual fuerza en ambos bandos, se encontrarían
del éxito.
en la mitad del camino de sus diferencias políticas; los que
Como hemos visto en el capítulo anterior, la guerra se en el uno ganaran en fuerza, se debilitarían en el otro; si la
hace independientemente de las rígidas leyes de íntima necesi- suma de ambos llegase a satisfacer, se haría la paz, que sería,
dad, para entregarse al cálculo de probabilidades, y éste es el naturalmente, más ventajosa para el que tuviera menos motivos.
caso más general, cuanto más se adapte a él la guerra, por
Pasamos por alto aquí las diferencias que la naturaleza
la naturaleza de las circunstancias, y cuanto más escasos sean
positiva o negativa del fin político introduce en la ejecución,
los motivos y excitación; por tanto, es comprensible que el
pues aunque, como luego probaremos, es de la mayor impor-
cálculo de la probabilidad pueda presentarse como motivo de
tancia, nos detendremos ahora en un punto de vista más ge-
paz. No ne.:esita, pues, prose guirse siempre la guerra hasta
neral, ya que los primeros propósitos políticos varían mucho
la derrota de uno de los bandos, y se concibe que cuando se
en el curso de la guerra y al final pueden ser completamente
trate de fútiles motivos y débil tensión, una probabilidad ape-
distintos, y también porque los precisarán los éxitos y los pro-
nas significada pueda mover al be!igerante contra el cual se
bables acontecimientos.
manifiesta, a ceder en su empeño. Si el oro estuviera de ante-
mano convencido el-e tal cosa. es natural que se esforzaría en Se presenta ahora el problema de cómo obrar sobre la
conseguir tan solo esta probabilichd ,antes de lanza rse a la probabilidad del éxito. Desde Juego, natuialmente, valiéndose
solución de buscar una completa derrota del enemigo. de los mismos medios que llevan a derrotar al contrario: el
aniquilamiento de sus medios de combate y la conquista de sus
Todavía cbra de m:mera más general en !a conclusión de
provincias; pero no son idénticos a los que para aquel objeto
la paz 'a consideración del desiege de fuerzas que hava sido
se emplearían. Al atacar el poder enemigo varía por completo
preciso hacer o que puedan necesitarse. Puesto que la guerra
la cuestión, según que intentemos hacer seguir al primer g0:pe
no ,·, un acto de cie;:t p.1;.ié-n. sioo regi.kl ¡:,or el fin po!ítico,
una serie de ellos hasta destrozarlo todo, o que nos contente-
la importancia de éste determinar: l muniud de! sacrificio
mos con una victoria para romper en el contrario el sentimiento
con que se 'e quiere comprar:. ater.' eno no sólo a su desarro- de la seguridad, hacerse sentir nuestra superioridad y para ins-
'l», ino tam bi en a su cuacin. Tan prat0 como e! despliegue pirarle inquietud en lo sucesivo. Si sólo esto se pretende, no
dc fuer que cija sea tan grande que no se encuentre equi- emplearemos, para la reducción de sus fuerzas, más que los
hit «do po la im;tania de! fn pitio, debe abandonarse
medios indispensables a este objeto. Del mismo modo también
t v guir la par, la conquista de provincias constituye otro medio apropiado
• e tamben qr en 'as ue r as en 2ue uno de kos be!i- cuando no se trata de la completa derrota del contrario. En
a ntes w puk k a r in m a' ore c z an o disminuirán aquel caso el aniquilamiento de las fuerzas enemigas es su ac-
,
1
64
.
CARLO S VO N CLA U S EWITZ
¡
El d espliegue de fuerzas del adversario depende del con-
sumo de sus medios adaptación a las condiciones dadas. El tercer procedimiento,
os dete combate
b y, por tanto, de su destrucción
st el más importante, si se atiende al número de casos que com-
po~ nue ra parte, de la pérdida de provincias y, por consi-
urente, de su c : prende, consiste en fatigar al contrario. Elegimos esta expre-
conquista por nuestras fuerzas.
sión no sólo para definir el objeto con una palabra, sino porque
Un examen más d id
q ue en este caso tie etem I
o nos haría ver que la acepción
d . traduce perfectamente la idea y no tiene de imagen lo que a
con la nen as os circunstancias no coinciden primera vista parece. Integra el concepto de fatiga en un coro-
que puede dárseles tratándose de otro fin. El que la
í 2 1
DE LA GU ERRA 67
CARLO S VO N CLA U S EWITZ
66 ahora en este asunto, contentándonos en decir que con tal pro-
iento progresivo de las fuerzas físicas y de la pósito negativo pueden conseguirse todas las ventajas y em-
bate el agotallll 'd por la constancia · d l "
e a accon. plearse las formas de la lucha más enérgicas que a aquéllas
d to
voluntad, produc · .:z
; superar al contrario en la duración de la Ju- acompañan, y en las cuales se verifica la ley filosófico-dinámica
Si queremos s . . . . . que se establece entre la magnitud y seguridad de los éxitos.
contentar con un fm tan insignificante como
b
cha nos d erremos
' 'bl es reside en la naturaleza de las cosas que la De todo esto trataremos en capítulos sucesivos.
sea posil le, pu .: d »li
• de un resultado mayor exige más despliegue de El propósito negativo, esto _es, la reunión de todos los
consecucon :
o más pequeño; el menor, sin emb argo, que medios para la simple resistencia da, por consiguiente, cierta
fuerzas qu e Otr . . .
podemos proponernos, es la pura resistencia, es decir, la lucha superioridad que, si es lo suficiente para compensar cualquier
sin intención positiva. En ésta alcanzarán los medios de que género de preponderancia del enemigo, bastará la mera dura-
dispongamos su mayor relativo y aseguraremos el resultado ción de la lucha para mermar progresivamente las fuerzas del
cuanto sea posible. contrario y llevar a éste a un punto en que no estando com-
¿Hasta dónde puede Jlegar esta actitud negativa? Desde pensado tal desgaste por las ventajas que le proporcione el fin
luego, no llevará a una pasividad absoluta, pues al convertirse político, se vea en el caso de abandonar su empresa.
uno en mero paciente, la lucha se haría imposible; pero la re- Vemos, por otra parte, que este procedimiento de fatigar
sistencia supone una actividad por cuyo medio han de restarse al contrario comprende la mayor parte de los casos en que los
tantas fuerzas al contrario, que se vea precisado a desistir de débiles quieren resistir a los fuertes.
su intento, y en ser éste nuestro objetivo en cada acto aislado, En la guerra de los siete años, Federico el Grande jamás
consiste la naturaleza negativa de nuestro propósito. hubiera podido derribar la monarquía austríaca, y si lo hubiera
intentado por los procedimientos de Carlos XII, se habría per-
Evidentemente este propósito negativo no obra de manera
dido irremisiblemente. Cuando por el inteligente uso de una
tan eficaz en cada caso aislado, como uno positivo aplicado
sabia economía de fuerzas hubo en5cñado a los aliados que el
con igual fin, siempre en el supues,o de que tenga éxito; mas
gasto de fuerzas tenía que ser mucho mayor de lo que habían
precisamente en esto estriba la diferencia, en la mayor facilidad
imaginado en un principio, se concluyó la paz.
de obtenerlo con aquél, que por tanto da más seguridad. Lo
Vemos, pues, que hay muchos caminos que conducen al
que pierde de eficacia en cada caso aislado Jo recupera en
objetivo de la guerra sin que cada caso suponga la derrota del
tiempo, por la duración de la lucha, convirtiéndose entonces
~ contrarío; el aniquilamiento de las fuerzas enemigas, la con-
el propósito negativo que constituye el principio de la mera
resistencia en un medi ] quista de sus provincias, la simple ocupación o mera invasión
elio natural l para superar al enemigo
.. en ] la
1 de las mismas, las empresas de marcado carácter político, y,
constancia de la lucha, es decir, fatigarlo.
por fin, el esperar pasivamente el empuje del contrario, todos
d :. Aquí tiene Ogen
• 1 la diferencia entre atáque y defensa, que
son medios que cada uno de por sí pueden ser empleados para
omina en la esfer ra d le ] la guerra. No nos extendere mos po
68 CARLOS VON CLAUSEWITZ DE LA GUERRA 69
vencer la voluntad del enemigo, según que la naturaleza del Que así sucede siempre en la variedad y complejidad de
caso aconseje el uso de uno u otro. Aun podríamos añadir toda la vida real, se prueba fácilmente. Todo lo que sucede en la
una serie de procedimientos como atajos que llevan al objei"O> guerra es debido a las fuerzas de combate, y el empleo de fuer-
a,Jós que podríamos denominar argumentos ad hominem. Si e zas de combate, esto es, hombres armados, descansa necesaria-
de las relaciones humanas resaltan sobre todo mente en el concepto de lucha.
to os los ramos l; ha
- • . 11 d la personalidad, en mayor esca a Cuanto a las fuerzas de combate se refiere pertenece a la
< ·otró factor los destellos e ¡lid d del com-
• 'de verificarse esto en la guerra, donde la pero"",,oran- actividad guerrera, y, por consiguiente, todo lo concerniente a
• en el gabinete juegan papel 1 su creación, entretenimiento y empleo. La creación y el entre-
batiente en el campo Y . d' esto pues sería pedan-
-<-. N tentaremos con m icar ' tenimiento son solamente medios, el empleo es, en cambio, el
. · tísimo. os con d' Con ellos se hace infinito
- tería querer clasificar tales med1os. . fin de esa actividad.
··el número de caminos que llevan al objetivo. La lucha en la guerra no lo es de elementos aislados, sino
--~ - . . . estos atajos y no dejarlos que forma un todo complejamente organizado. En este gran
Para no restar importancia a :. 1 di
. iderar como accesonas as 1- todo podemos distinguir unidades de dos clases diversas: unas,
corso raras son-mi°""4as de sera, ssa
f · que introducen en determinadas por el sujeto; otras, por el objeto. En un ejér-
""";;_ u vara moti4ad de tnes oli os ve ws- cito se organizan sucesivamente 'os grupos de combatientes en
tener medir de una ojeada la distancia unidades, miembros de otra de orden superior. La lucha de
den ocasionar una guerra O h r la existencia
que existe entre una guerra destructora, hecha por . cada uno de esos miembros constituye una unidad más o menos
lítica, y la que tiene lugar por el desagradable compromiso manifiesta, y también el fin de la lucha toda, es decir, su ob-
tao en una alianza obligada o caduca. Entre ambas la jeto forma un elemento, y en este concepto una unidad de ella.
realidad nos presenta un sinnúmero de gradaciones. Si inten- A cada una de estas unidades, que distinguimos en la lu-
táramos rechazar en la teoría una de estas, con igual razón po- cha, las denominamos combates.
.
dríamos h I a s todas, y esto equivaldría a apartar los ojos.
rechazar Informándose el destino que debe darse a las fuerzas de
de la vida real. combate en la idea de lucha, su empleo no es en absoluto otra
Hasta aquí cuanto se refiere al objetivo que persigue la cosa que la fijación y el ordenamiento de un cierto número de
guerra. Ocupémenos ahora de los medios. Medio sólo hay uno: combates.
el combate. Cualesquiera que sean sus diversos aspectos, por Toda actividad guerrera se refiere, pues, mediata o inme-
alejado que parezca de la cruel explosión del odio y la animo- diamente, al combate. Se recluta al soldado, se le viste, arma,
sidad de una lucha a brazo partido, aunque mil c1rcunstanc1as ejercita y come, bebe, duerme y marcha sólo para combatir en
que no son propiamente lucha lo penetren, siempre es de notar el sitio apropiado y a debido tiempo.
en el concepto de la guerra que, cuantas acciones en ella apa- Terminando en el combate todos los caminos que sigue la
recen, tienen su origen en la lucha. actividad guerrera, los comprenderemos todos, determinando el
70 CARLOS VON CLAUSEWITZ DE LA GUERRA 71
ordenamiento de los combates. De tal ordenamiento y de su generalmente será la posesión de tales puntos, y el aniquila-
ejecución sale exclusivamente la acción, y jamás inmediatamente miento de las fuerzas enemigas sólo será en sí un medio o cosa
de circunstancias anteriores. Ahora. en el combate, toda la accesoria. Si se logra desalojar al enemigo con una simple de-
actividad, pues tal supone su concepto, se encamina al aniqui- mostración, el fin se ha conseguido; ahora que, por regla gene-
lamiento del contrario, o, mejor dicho, de su capacidad de ral, la colina o el puente se tomarán para cooperar a un aniqui-
combatir; la destrucción de las fuerzas de combate enemigas lamiento más completo de aquellas fuerzas de combate. Y si
es, pues, siempre el medio para conseguir el fin del combate. así sucede en el campo de batalla, con mayor razón se verifi-
Este fin puede ser la simple destrucción de los medios de cará en todo el teatro de la guerra donde se hallan enfrente no
combate del enemigo; mas esto no es en modo alguno necesa- sólo dos ejércitos, sino también dos estados, dos pueblos, dos
rio, sino que aquél puede ser completamente otro. En efecto: países. Se aumentará considerablemente el número de relacio-
habiendo indicado ya que la derrota del contrario no consti- nes, y por tanto, el de combinaciones; crecerá la heterogeneidad
tuía el único medio para alcanzar el fin político, existiendo otras en los ordenamientos, y por la consecuente gradación de los
cosas que pueden perseguirse como objeto de la guerra, se de- fines se alejarán mucho el primer medio y el último fin.
duce evidentemente que esas cosas pueden constituir el fin de los Es posible, pues, por muchas razones que en un combate
actos guerreros aislados, y, por consiguiente, también ser fin el aniquilamiento de las fuerzas contrarias, es decir, de las que
en los combates. se nos presenten enfrente, no sea el fin y sí únicamente un me-
Aun aquellos combates que como miembros (o acciones) dio. En todos estos casos no se trata de completar la destruc-
secundarios están especialmente dirigidos a la derrota de las ción, porque aquí el combate que se reduce a medir las fuerzas
fuerzas enemigas, no necesitan tener como fin inmediato la des- no tiene en sí valor alguno, lo adquiere por su resultado, esto
es, por la resolución.
trucción de éstas.
Como la medida de las fuerzas en los dos casos que éstas
Considerando la heterogénea composición de una fuerza
sean muy desiguales puede obtenerse a la estima, en ellos no
de combate y la serie de circunstancias que se presentan para
tendrá lugar el combate y cederá el más débil. No siendo el fin
ponerla en acción, se comprende que también la lucha de tal
del combate la destrucción de las fuerzas combatientes y pu-
fuerza ofrecerá una composición, enlace y dependencia suma- diéndose alcanzar frecuentemente sin que el combate tenga lu-
mente complejos. De aquí que puedan ocurrir multitud de fines gar por su mera fijación y las relaciones resultantes, se explica
(objetivos) para cada miembro aislado, que no consistirán pre- que campañas enteras hayan podido ser conducidas con gran
cisamznte en la destrucción de las fuerzas contrarias, a la que, actividad sin que el combate de hecho jugara en ellas gran pa-
si bien es verdad contribuirán en gran escala, no lo harán sino pel. Y que esto es así lo prueba la historia con cien ejemplos.
de una manera mediata. Cuando un batallón recibe la orden de Como sólo nos proponemos hacer notar la posibilidad de tal
desalojar al enemigo de una colina, de un puente, etc., su fin desarrollo guerrero, dejamos a la consideración de los lectores
DE LA GUERRA 73
72 CARLOS VON CLAUSEWITZ
pueden faltar en absoluto. Siendo la resolución por las armas
el apreciar en cuántos de estos casos la resolución sin sangre la base de toda combinación guerrera, se sigue que el contra-
ha sido atinada, esto es, sin íntima contradicción, y si la gloria rio puede anular cada una de éstas por una feliz resolución
del éxito resistiría la crítica. armada, y esto se verifica aunque tal resolución no afecte in-
Cierto que no hay más que un medio en la guerra: el com- mediatamente a la combinación que consideramos, sino también
bate; mas la varia multiplicidad de sus aplicaciones nos conduce por cualquiera otra que sea lo bastante importante, puesto que
a tantos procedimientos distintos cuantos origina la variedad cada resolución armada de importancia (esto es, cada destruc-
de los fines, de modo que parece no vamos ganando nada; pero ción de fuerzas enemigas), obra sobre las otras que se presen-
no es así, pues de tal unidad de medios sale un hilo que puede ten colocándolas siempre a un mismo nivel, como si se tratara
seguirse por una atenta observación, no obstante entrecruzarse de un elemento líquido.
y sujetar toda la trama de actividad guerrera. Ya hemos seña-
La destrucción de las fuerzas enemigas aparece siempre
lado la destrucción de las fuerzas de combate como uno de los
fines que pueden seguirse en la guerra, y no decidimos aquí como el medio más elevado y eficaz al que todos los demás
qué importancia pueda asignársele entre los demás fines. En deben ceder.
ciertos casos dependerá de las circunstancias, y no hemos pre- Claro es que al asignar mayor eficacia a la destrucción de
cisado su valor en la generalidad de ellos; volvamos, pues; sobre las fuerzas enemigas, presuponemos la igualdad de las demás
este punto y probemos qué valor debe necesariamente conce- condiciones. Incurriríamos en gran equivocación si pretendié-
dérsele. ramos sacar la consecuencia de que la embestida ciega llevará
El combate constituye la eficacia única en la guerra, en siempre la victoria sobre la comedida habilidad. La torpe aco-
él la destrucción de las fuerzas contrarias que se nos opon- metida contribuiría a la destrucción de las fuerzas propias y no
gan es el medio para su objeto, y Jo es aun allí donde el com- de las contrarias; no podemos, en modo alguno, referirnos a
bate no tiene realización práctica, porque la decisión reposa ella. La mayor eficacia corresponde. pues, al resultado, no al
en el supuesto de considerar como indudable tal destrucción. medio, y nosotros sólo comparamos la acción de los resultados
Por consiguiente, la destrucción de las fuerzas enemigas es la obtenidos.
base de toda acción guerrera y el último punto de apoyo de Al hablar de destrucción de fuerzas enemigas hemos de
sus combinaciones todas, en el cual descansan como el arco observar que nada nos obliga a limitar este concepto simple-
en la cuerda. Toda acción se desarrolla bajo el supuesto de mente a las fuerzas físicas, sino que, por el contrario, deben
que en el caso de ser necesaria la resolución por las armas- comprenderse en ellas, necesariamente, las morales, puesto que
ésta sería favorable. La resolución por las armas es a todas ambas se penetran hasta en sus más pequeñas partes, y por
las operaciones de la guerra, grandes y pequeñas, lo que el tanto, son en absoluto inseparables. Aquí precisamente invoca-
pago al contado a las operaciones de crédito, por remotas que mos la inevitable influencia que un gran acto de destrucción
parezcan aquéllas, por raras que sean las realizaciones jamás
74 CARLOS VON CLAUSEWITZ 75
DE LA GUERRA
( una gran victoria) ejerce sobre las restantes resoluciones ar- pronto como tenga la certeza de que el otro no hará lo mismo,
madas, repartiendo por todos los miembros el elemento moral 1
i sino que perseguirá otro objetivo; sólo podrá hacerlo razona-
que es el más fluido (si así podemos expresarnos). Al valor ] blemente mientras suponga que el contrario tampoco busca las
preponderante que tiene la destrucción de las fuerzas enemigas grandes resoluciones por las armas.
sobre los demás medios, contrabalancea el elevado costo y pe-
Mas cuanto aquí hemos dicho de otra orientación para los
ligro que supone su empleo, y sólo para evitarlos se adoptan
propósitos y para las fuerzas, se refiere únicamente a los fines
otros. positivos que podemos proponemos, además del de la destruc-
Que tal medio resulta costoso, es comprensible, pues en ción de las fuerzas enemigas, y por tanto, nunca a la resistencia
igualdad de circunstancias el despliegue de fuerzas propias ten- pasiva que se elige en el propósito de agotar las fuerzas del
drá que ser tanto mayor cuanto más acentuado sea nuestro contrario. La simple resistencia carece de propósito positivo;
propósito de destrucción de las enemigas. luego, en tal caso, nuestras fuerzas no pueden destinarse a otra
El peligro del mismo consiste en que la mayor eficacia que cosa que a reducir a la nulidad los intentos del enemigo.
buscamos en caso de fracasar recae sobre nosotros, originán- Vamos a considerar ahora la fase negativa en la destruc-
donos mayores perjuicios. ción de las fuerzas contrarias, esto es, la conservación de las
Los otros medios son menos costosos en el éxito y menos propias. Ambos intentos marchan siempre unidos, ya que entre
peligrosos en el fracaso; pero necesariamente llevan implícita ellos se establece una acción recíproca. Son partes integrantes
la condición de oponerlos sólo a sus análogos, esto es, que el de un mismo propósito, y sólo nos resta investigar qué acción se
enemigo elija el mismo medio; porque si escogiera el de una origina al predominar uno u otro. El esfuerzo que tiende a
importante resolución por las armas, los nuestros tendrían que aniquilar las fuerzas enemigas tiene fin positivo y conduce a po-
degenerar en lo mismo aun contra nuestra voluntad. Vuelve a sitivos éxitos, cuyo último fin consistirá en la derrota del con-
presentarse entonces la producción del acto de aniquilamiento, trario. La preservación de las fuerzas propias tiene fin nega-
y está claro que suponiendo otra vez iguales las demás circuns- tivo y lleva a la destrucción del propósito enemigo, es decir, a
tancias, nos encontramos en este acto con que todas las rela- la mera resistencia, cuyo último fin no puede ser otro que
ciones nos serán desfavorables, puesto que nuestros propósitos prolongar la duración de la acción para lograr agotar al ad-
y nuestros medios están en parte dirigidos a otros objetos, cosa versario.
que no ha hecho el adversario. Dos objetivos distintos, sin que r El esfuerzo con fin positivo pone en práctica el acto de
el uno forme parte del otro, se excluyen recíprocamente, y así la j destrucción; con fin negativo, se limita a esperarlo.
fuerza que se emplee en uno de ellos no puede servir al mismo Hasta dónde esta espera pueda y deba llegar, lo diremos
tiempo para el otro. Cuando uno de los generales en jefe se con detalles al tratar de la doctrina del ataque y de la defensa,
decide a tomar el camino de las grandes resoluciones por las en cuyos orígenes, por otra parte, nos encontramos. Bástenos
annas, tiene, desde luego, grandes probabilidades de éxito tan \ aquí decir que esta espera no implica una pasividad absoluta,
'
77
CARLOS VON CLAUSEWITZ DE LA GUERRA
y que en las acciones que a ella se ligan, la destrucción de las lución por las armas; que donde sea adoptada de hecho por
fuerzas enemigas que tomen parte puede ser un objetivo como el contrario no podrá ser esquivada por nosotros, y, por tanto,
, otro cualquiera. Constituiría un grave error, en los principios
fundamentales, creer que el esfuerzo negativo no permite elegir
que el beligeranté que quiera seguir otro procedimiento, debe
estar. seguro antes que el contrario no adoptará aquel recur-
i so; de otro modo perdería el pleito ante ese alto tribunal, ya
como objetivo la destrucción de las fuerzas contrarias, prefi-
riendo siempre una resolución pacífica. Verdad que la prepon- que, en una palabra, la destrucción de las fuerzas contrarias
derancia del intento negativo puede ser causa de tal proced er, es el más importante de cuantos fines pueden perseguirse en
mas esto tiene lugar ante el peligro de que el medio que em- la guerra.
pleemos no sea el adecuado, lo que en todo caso depende de Más tarde, y progresivamente, expondremos las combina-
circunstancias que no residen en nosotros, sino en el contrario. ciones de otra clase que pueden utilizarse en la guerra. Nos
Este otro medio pacífico (no sangriento) no puede estimarse limitáremos aquí a reconocer en general su posibilidad como
en manera alguna como el natural para satisfacer al cuidado algo que manifi esta la separación dé la realidad, del concepto
preferente de conservar nuestras fuerzas, mucho menos si no abstracto como cosa dirigida de las circunstancias individuales.
corresponde a las circunstancias, tanto que en tales casos podría Mas no nos dispensamos de hacer constar una vez más que la
determinar su ruina completa. Mucho generales que han caído sangrienta solución de la crisis, la obstinación en el aniquila-
en este error se perdieron totalmente. La única acción nece- miento de las fuerzas contrarias es el primogénito de la guerra.
saria inherente al intento negativo es la de detener la resolu- Jugando sólo insignificantes fines políticos, débiles motivos Y
ción de modo que el beligerante pueda, en cierta manera, re- escasa tensión, un general cauteloso y hábil puede ensayar todos
fugiarse en la espera del momento decisivo. Se desprende ser los procedimientos en el campo y en el gabinete para acom o-
consecuencia de esto la demora de la acción en el tiempo y darse a la paz sin grandes crisis ni sangrientas soluciones utili-
en el espacio ( en cuanto éste se relaciona con ello) según per- zando Ja debilidad del contrario; no tenemos el derecho de cen-
mitan las circunstancias. Llegado el momento de no poder surarle, siempre que sus suposiciones sean fundadas y el éxito
prolongar la acción sin notorio perjuicio, deben considerarse ter- las justifique, pero siempre debemos exigirle la precaución de
minadas las ventajas de la negativa, y reaparece sin alteración no marchar por otros senderos que por aquellos en que pueda
Ja tendencia a destruir las fuerzas enemigas, tendencia que sólo ayudarle el Dios de la guerra y el no perder de vista al adver-
estaba equilibrada por un contrapeso, pero en manera alguna sario para que si éste echa mano a la espada de combate no se
desechada. vea obligado a salirle al encuentro con una de ceremonia.
Hemos visto en lo hasta aquí expuesto que existen en la Las conclusiones acerca de lo que es la guerra, de cómo
guerra varios caminos que conducen al objetivo, esto es, a obran en ella medios y fines, de cómo se aleja de su concepto
la consecución del fin político, pero que el combate constituye el abstracto originario en las ramificaciones de la realidad, ora
único medio, estando todo bajo una ley superior, bajo la reso- más, ora menos jugueteando, pero manteniéndose siempre bajo
78 CARLOS VON CLAUSEWITZ
aquel rígido concepto como bajo una ley superior: todo ello
debemos fijar en nuestras ideas y tenerlo muy presente al tratar
de los asuntos que siguen, si queremos comprender acertada-
mente sus verdaderas relaciones y su especial significación, y
no caer en la más abierta contradicción con la realidad, y por
fin con nosotros mismos. CAPÍTULO III
(
EL GENIO GUERRERO
La guerra es la comarca del peligro y, por tanto, el valor La guerra es la comarca de la incertidumbre; las tres cuar-
la primera y más importante propiedad del guerrero. tas partes de aquellas cosas en que se basa la acción en la
De dos clases es el valor: valor para el peligro personal guerra yacen envueltas en la niebla de una mayor O menor
y valor de la responsabilidad, sea ante el tribunal de algún incertidumbre. Es indispensable, pues, aquí, un entendimiento
poder externo o ante el interno, esto es, la conciencia. Sólo exquisito y penetrante para llegar a sentir la verdad con el tacto
de su juicio.
de\ primero vamos a hablar aquí.
El valor que se opone al peligro personal es a su vez de Un entendimiento común podrá encontrarla una vez por
dos clases: primeramente puede ser indiferencia ante el peli- casualidad, un valor extraordinario podrá contrapesar ]a falta
gro, ya proceda del temperamento del individuo, de menos- en algún caso; pero en la mayor parte de ellos el desenlace
precio de la vida o de la costumbre, y en todos casos puede final siempre pondrá de manifiesto al entendimiento defectuoso.
apreciarse como un estado permanente. La guerra es la. comarca del azar. En ramo alguno de la
En segundo lugar, puede provenir el valor de motivos po- actividad humana ha de dejarse a ese advenedizo mayor espa-
sitivos como la honrada ambición, el amor a la patria Y el cio, porque ninguno está en diversos aspectos en más constante
entusiasmo de cualquier clase. En este caso, el valor es, más contacto con él. Aumenta la incertidumbre de todas las cir-
bien que un estado, un movimiento de ánimo, un sentimiento. cunstancias y modifica la marcha de los acontecimientos.
Se comprende que ambas clases obran de manera distinta.
Aquella inseguridad en todas !as noticias e hipótesis y la
La primera es más segura porque, convertida en segunda natu-
constante intromisión del azar, hacen que en la guerra se apa-
raleza, no abandona al hombre nunca; la segunda lleva muchas
rezcan sin cesar las cosas de manera distinta a como se las
veces más allá; a la primera pertenece la tenacidad; a la se-
esperaba, cosa que no puede menos de ejercer influencia en el
gunda la temeridad; la primera no afecta al raciocinio; la segun-
da algunas veces lo estimula, las más Jo embota. Las dos unidas
plan o en las concepciones correspondientes a estos planes. Si
constituyen el perfecto valor. esta influencia es lo bastante grande para hacer desechar los
proyectos concebidos, generalmente deberán ser sustituidos por
La guerra es el campo de los esfuerzos y sufrimientos fí-
sicos; necesita para su existencia ciertas fuerzas físicas y mora-
les que utiliza indiferentemente, ya sean innatas o adquiridas
otros para los que faltarán datos en el momento, ya que en el
curso de la acción las circunstancias casi siempre exigen una {
por la práctica. Con tales propiedades, y bajo la dirección de pronta resolución y no dejan tiempo para examinarlas de nuevo
un sano juicio, el hombre es un útil apropiado para la guerra, y muchas veces ni aun el necesario para reflexionar con ma-
Y esas propiedades son las que se encuentran tan generalizadas durez. Pero es mucho más frecuente que ni la rectificación de
en los pueblos salvajes o semicivilizados. Si proseguimos con las concepciones, ni el conocimiento de esos casos imprevistos
las exigencias de la guerra, nos encontramos con el predominio acaecidos sean suficientes para derribar por completo nuestros
del raciocinio. proyectos, sino para dejarlos oscilantes.
DE LA GUERRA 87.
86 CARLOS VON CLAUSEWITZ
. · se habrá aumenta- que hallar una verdad que se oculta a la mirada habitual de la
El conocimiento de las circunstanc1as
:, dj ·+ ·id sino aumentado inteligencia o que sólo se hace visible tras larga y reflexiva
do, pero la incertidumbre no habría Jisminu1@o,
' . periencias no se consideración.
también. La causa consiste en que estas e'
. . te en que nuestras La resolución es un acto del valor en los casos aislados; si
adquieren de una vez, sino progresvame n, ._ ,
'llas y la inteligen- llega a ser rasgo característico, un hábito del alma. Pero aquí
1 decisiones no cesan de ser asaltadas por aque s· 1 1
l cia debe estar siempre, por decirlo así, sobre las armas. ª no se trata del valor ante el peligro corporal, sino del valor de
i inteligencia ha de mantener felizmente esta constante lucha con la responsabilidad, que es, pues, en cierto modo, ante un peli-
gro del alma. Se le ha denominado frecuentemente courage
lo inesperado le son indispensables dos propiedades: una, el
raciocinio, para que aun en esa oscuridad no carezca de algunos d'esprit porque nace en la razón, mas no es por esto acto alguno
detalles de luz que la conduzcan a la verdad, Y otra, el valor de raciocinio, sino del ánimo. El mero raciocinio no supone
necesario para seguir a esa luz tan tenue. La primera se de- valor, pues con frecuencia se ve que gente de claro juicio no
signa gráficamente con la expresión franc esa coup d'aeil, la tiene decisión. La razón, pues, debe despertar el sentimiento
otra es la resolución. del valor para ser mantenida y conducida por el mismo, porque
Por ser los combates Jo que llama más la atención en la en la urgencia del momento dominan a los hombres los senti-
guerra, en ellos el tiempo y el espacio, elementos importantes mientos más que las ideas.
y más aún en aquel período en que la caballería con sus rapt- Hemos asignado aquí a la resolución el papel de disipar
das resoluciones era el factor principal, se fundó el concepto (a no haber fundados motivos) la tortura de la duda y los
de una solución rápida y convenien!e en la apreciación de am- peligros de la indecisión. El lenguaje vulgar, por cierto no muy
bos elementos, y se adoptó una expresión que traduce tan sólo concienzudo, significa también con la misma denominación la
Ja acertada apreciación a la vista. Muchos profesores de arte simple inclinación a la osadía, la audacia y la temeridad. Pero
de la guerra lo han definido también con esa limitada acepción. cuando los hombres tengan motivos fundados, subjetivos u ob-
Mas no debe desconocerse que comprende también todas las jetivos, positivos o falsos para decidirse a una empresa. no será
disposiciones acertadas, concebidas en el momento de la ejecu- lógico hablar de resolución, ya que si tal hiciéramos tomaría-
ción; por ejemplo; el conocimiento del verdadero punto de ata- mos en cuenta una duda que no existió, según acabamos de
que, etc. Tampoco se refiere la denominación coup d'oeil ex- decir. En este caso sólo puede hablarse de fuerza o debilidad.
clusivamente al sentido corporal, sino también, y frecuentemen- No somos tan pedantes que discutamos sobre esta mala inteli-
te, a los ojos de la inteligencia. Tanto la expresión como el gencia del lenguaje usual que además es insignificante; nuestra
asunto pertenecen más al campo de la Táctica; pero no pueden observación pretende únicamente alejar falsos cargos.
faltar en el de la Estrategia, desde el momento que también en Esta resolución que vence a un estado de duda puede
éste se precisan rápidas decisiones. Si despojamos el concepto promoverla únicamente el raciocinio y precisamente una dispo-
de Jo que tiene de gráfico y limitado, resulta no ser otra cosa sición especial del mismo. Nosotros sostenemos que la mera
CARLOS VON CLAUSEWITZ DE LA GUERRA 89
reunión de altas miras y de los sentimientos necesarios no cons- 3 estando familiarizados con las cosas que ante ellos se presen-
tituye siempre la resolución. Hay personas que poseen la más tan, su entendimiento pierde la primitiva energía y son tanto
preciosa ojeada para los asuntos difíciles, a las que no falta el más indecisos cuanto mayor es el conocimiento del peligro de
valor de tomar mucho a su cargo y que, sin embargo, son la irresolución en que están desterrados, y cuanto más acos-
faltas de resolución en casos difíciles. Su valor y su penetra- tumbrados estuvieran a proceder rápidamente.
ción permanecen aislados sin ofrecerse la mano para produClF Al lado del coup d'oeil y de la decisión y ligada a ellas
la resolución como un tercero. La resolución se origina pri- está la presencia de espíritu, de la que nos ocuparemos, ya que
meramente en un acto de raciocinio que lleva el convencimiento debe jugar un importante papel en el campo de lo inesperado,
de la necesidad de atreverse y, por tanto, obliga a la voluntad. propio de la guerra, y que no es otra cosa que una alta vic-
Esta especial disposición del entendimiento que combate toda toria sobre lo inesperado. Admiramos la presencia de espíritu
especie de temor en los hombres con el de la tardanza Y la in- en la oportuna contestación a una pregunta inesperada, así como
decisión, es la que determina la resolución en los ánimos fuer- también en el recurso hallado ante un peligro repentino. Ni
tes; por tal razón, hombres de escaso raciocinio no pueden ser contestación ni recurso necesitan ser extraordinarios, con tal
decididos en el sentido expuesto. En casos difíciles pueden que sean oportunos; pues lo que tras madura y tranquila refle-
obrar sin indecisión, pero lo hacen irreflexivamente, Y claro xión no tenga nada de extraordinario y nos cause una impresión
está que procediendo sin reflexión no se duda. Tal modo de de indiferencia, puede satisfacernos como un rápido acto del
obrar puede coincidir alguna vez con el acertado; pero decimos entendimiento. La expresión presencia de espíritu traduce de
aquí lo arriba indicado: el éxito final (promedio de éxitos) es manera muy aceptable la proximidad y velocidad de los recur-
el que pone de manifiesto la existencia del genio guerrero. A los sos propios del entendimiento.
que sorprenda nuestra aserción por conocer muchos oficiales Que esta magnífica propiedad de una persona deba ads-
de húsares decididos sin que sean profundos pensadores, reco r- cribirse más bien a una particularidad de su entendimiento que
daremos que aquí se trata de una especial disposición del en- al equilibrio de su ánimo, depende de la naturaleza del caso,
tendimiento y no de una intensa meditación. bien entendido que ninguna de ambas cosas puede faltar por
Creemos, pues, que la resolución debe su existencia a una completo. Una respuesta oportuna es más bien obra del inge-
disposición especial del entendimiento, la que precisamente más nio; el medio conveniente en el peligro repentino supone, ante
bien es propia de cerebros enérgicos que brillantes, y podría- todo, el equilibrio del ánimo.
mos justificar esta genealogía de la decisión en gran número
Dirigiendo ahora una ojeada de conjunto sobre las cuatro
de ejemplos en que hombres que habían mostrado gran reso-
partes componentes de la atmósfera en que se mueve la guerra,
lución en puestos inferiores la han perdido al llegar a los ele-
el peligro, los esfuerzos físicos, la incertidumbre y el azar, se
vados. A pesar de sentir la necesidad de decidirse, como ven
comprende fácilmente que es preciso una considerable energía
los peligros que lleva consigo una resolución desacertada, y no
del ánimo y del entendimiento para marchar con seguridad y
DE LA GUERRA 91
CARLOS VON CLAUSEWITZ
Mientras una tropa lucha animosamente con gusto y lige-
x io en tan difícil elemento; energía que por las diversas mo-
reza, no se presenta ocasión de desarrollar gran fuerza de vo-
ificaciones que toma, según las circunstancias, se encuentra en
luntad en la consecución del objetivo; cuando, empero, las cir-
y0ca de narradores y crític os de hechos guerreros, como ener-
cunstancias son difíciles, lo que no puede menos de suceder
gia, firmeza, constancia, fortaleza de ánimo y de carácter. Po-
cuando se exijan esfuerzos extraordinarios, la cosa ya no mar-
dríamos considerar todas estas manifestaciones de la naturaleza
cha de por sí como una máquina bien engrasada, sino que em-
de los héroes como una y única fuerza de la voluntad, que se
pieza a ofrecer resistencias que toca vencer a la fuerza de vo-
modifica según las circunstancias; pero por íntima que sea la
luntad del general. No debe suponerse en la resistencia de que
relación de estas cosas, no llegan a formar una sola, y nos
interesa distinguir con alguna precisión por lo menos las fuerzas
hablamos desobediencia y réplica, aunque así se verifique mu-
chas veces en los individuos aislados, sino la impresión de con-
del alma (morales).
junto que retrata el agotamiento de las fuerzas físicas y morales,
Desde luego debemos decir, para aclarar las ideas, que la el desolador espectáculo del sangriento sacrificio, impresiones
resistencia y acción inmediatas del enemigo exigen en el que que debe combatir el general, tanto en sí mismo como en todos
manda sólo una pequeña parte de aquella fuerza del alma que aquellos que puedan comunicarle sus impresiones, sus juicios,
ha de soportar ese peso, carga, resistencia, o como quiera lla- temores y tendencias. Al compás que se extinguen las energías
marse, que aparece en la guerra. La actividad enemiga obra individuales, a las que ya no incita ni arrastra la propia volun-
inmediatamente sobre el ejecutante, en primer lugar sobre su tad, la inercia de la masa toda va haciéndose sentir poco a poco
personalidad, sin iníluir en su actividad como jefe. Si el ene-
sobre la voluntad del general; en el entusiasmo de su pecho y
migo resiste cuatro horas en vez de dos, el jefe se encuentra
en la luz de su inteligencia deben encenderse de nuevo la inten-
en peligro cuatro horas y no dos; pero esto es una magnitud
ción decidida y con ella el faro de la esperanza de todos los
cuya importancia disminuye con la jerarquía del jefe: ¿qué sig-
demás; mientras posea tal capacidad ·puede contar con las roa-
nificará tratándose de un general en jefe? Nada en absoluto.
,,a s Y mantener su dominio sobre ellas; mas tan pronto corno
Por otra parte, también obra la resistencia del enemigo de
• · esto cese y el propio valor no tenga la fuerza suficiente para
manera inmediata sobre el director, por la pérdida de medios
, reanimar el valor colectivo, se sentirá atraído por las masas a
que le ocasiona una prolongada resistencia y la responsabilidad
la baja región de la naturaleza animal, que retrocede ante el
consiguiente. Ya en estas delicadas consideraciones se probará
su fuerza de voluntad; sin embargo, nosotros sostenemos que peligro Y desconoce la vergüenza. Tales son las resistencias que
esto no constituye, ni con mucho, la carga más pesada, pues debe vencer en el combate el valor y el temple de alma del
al fin sólo tiene que luchar consigo mismo. Las demás accio- general si quiere que su acción dé brillante resultado. Las
nes de la resistencia enemiga se ejercen sobre los combatientes resistencias dichas crecen con la masa; por eso las facultades
por él dirigidos, recibiendo también estas acciones por medio deben aumentar con la importancia de los mandos si han de
de ellos. conservarse proporcionales a aquéllas. La energía de la acción
DE LA GU ERRA 93
CARLO S VO N CLAU S EWITZ
bido jamás algún gran caudillo sin ambición? ¿Se concibe si-
- xpresa la fuerza del momento, ya en un convencimiento racio-
quiera la existencia de uno tal?
al, ya en una excitación del ánimo. Esta, no obstante, rara
La firmeza significa resistencia de la voluntad a la fuerza
ez falta donde deba manifestarse intensa fuerza. de un golpe aislado; la constancia se refiere a la duración. Por
Entre los elevados sentimientos que llenan el pecho hu- inmediatas que se hallen, y aunque con frecuencia se emplee
mano en el ansia de la lucha, ninguno tan poderoso y consta nte una expresión para significar la otra, no puede desconocerse,
como la sed de gloria y honor, tan injustamente tratada por el sin embargo, que existe una notabie diferencia en su esencia.
idioma alemán, que intenta traducirla impropiamente por las desde el momento que la firmeza ante una impresión vigorosa
ideas menos elevadas que expresan las palabras "Ehrgeiz" (ava- y aislada tiene su fundamento en la fortaleza de un sentimiento;
ricia de honores) y "Ruhm sucht" (busca de fama). Verdad la constancia se apoya más bien en el entendimiento, pues con la
que el mal uso hecho de este altivo deseo ha ocasionado pre- duración de una actividad aumenta su sujeción a un plan en el
cisamente en la guerra las mayores injusticias con el género cual funda la constancia, en parte, su fuerza.
humano; pero también lo es que por su origen figuran estos
Al ocuparnos de la fortaleza del ánimo o del alma, es pre-
sentimientos entre los más nobles de la naturaleza humana, Y
ciso que nos expliquemos, ante todo, qué debernos entender
que constituyen en la guerra el soplo de vida que da un alma
por ello.
al colosal cuerpo.
Desde luego, no será la violencia en la exteriorización de
Los demás sentimientos, cualquiera que sea su generalidad
los sentimientos, el apasionamiento, ya que esto se opondría
o 1a altura a que algunos de ellos parecen rayar: como amor a
a toda acepción usual, sino a la facultad de obedecer a la ra-
a patria, fanatismo, entusiasmo de cualquier clase, no permiten
zón, aun en la mayor excitación, bajo la más terrible tempestad
prescindir de la honrada ambición y del ansia de gloria. Aque-
llos sentimientos pueden mover a los cuerpos de tropas y ha- de las pasiones. ¿Tocará tan solo esta facultad a la fuerza de la
cerlos capaces de las mayores empresas; pero no satisfacen las razón? Lo dudamos. El hecho de haber personas de claro
aspiraciones del caudillo, de querer más que sus compañeros entendimiento que carecen de energía no prueba nada en con-
de armas, aspiración que es una necesidad esencial de su car- trario, pues podría argüirse que se trataba de una disposición
go, si ha de desempeñarlo cumplidamente; no hacen, com o la particular del entendimiento, más enérgica que universal. Pero
a mbición, que el acto guerrero aislado sea propiedad del ge- creemos acercanos más a la verdad aceptando que el poder de
.ca eral que se obstina entonces en proceder de la mejor manera someterse a la razón, aun en los momentos de gran agitación
posible, arando con trabajo y sembrando con tiento, para cose- de los sentimientos, que llamamos dominio de sí mismo, tiene
char en abundancia. Y este empeño del general, esta especie asiento en el ánimo. Es otro sentimiento que en los ánimos
d e industria, de rivalidad, de aguijón, es Jo que principalmente fuertes mantiene el equilibrio con las pasiones excitadas. sin
de termina Ja eficacia en la acción de un ejército y Je hace anularlas, equilibrio que asegura el dominio de la razón. Este
victorioso. Respecto al mando supremo, preguntamos: ¿Ha ha- contrapeso no es otra cosa que el sentimiento de la dignidad.
CARLO S V O N CLAU S EWITZ DE LA GUERRA 95
9
e sa noble altivez, íntima necesidad del alma, de proceder en sin embargo, que tales hombres, por· su constante equilibrio,
«odas partes como un ser dotado de penetración y entendimien- poseen cierta particular idoneidad para la guerra. Les falta
to. Dir íamos, pues, un ánimo fuerte es aquel que conserva el muchas veces el motivo positivo para obrar, el impulso y, por
equilibrio hasta en las más violentas agitaciones. tanto, actividad, pero no malogran fácilmente nada.
Si echamos una ojeada a la diversa modalidad de las per- La particularidad de los de la segunda clase es que, im-
sonas respecto de su ánimo, nos encontramos, en primer término, pulsados a obrar por asuntos nimios, les abruman pronto los
a aquellas que poseen poca impresionabilidad, a las que deno- grandes. Personas de esta clase muestran una viva actividad
minamos flemáticas o indolentes. para reparar un fracaso aislado; mas cuando la desgracia se
En segundo lugar, a las muy impresionables, pero cuyos ceba en un pueblo entero, impresionados tristemente, no se sien-
sentimientos no sobrepasan una cierta energía, a las que co- ten dispuestos a obrar. En la guerra no faltará a tales hom-
nocemos como personas tranquilas. bres ni actividad ni equilibrio, pero no llevarán a cabo ninguna
Tercero, las muy excitables, cuyos sentimientos se encien- gran empresa, a no ser que, dotados de un poderoso entendi-
den rápida y violentamente, como la pólvora, pero que carecen miento, tuvieran de antemano motivos de hacerlo. Pero es raro
de duración; y, finalmente, en cuarto lugar, las que no se po- que a tal carácter se ligue un sentimiento poderoso e indepen-
nen en acción por pequeños motivos, cosa que tampoco hacen diente.
en seguida sino progresivamente, pero cuyos sentimientos tienen Los sentimientos efervescentes e inflamables no son muy
gran potencia y larga duración. Estas son las personas de pro- apropiados para la vida práctica ni, por tanto, para la guerra.
fundas, enérgicas y recónditas pasiones. Tienen el mérito de vigorosos impulsos, pero no son duraderos.
Esta diferencia en la constitución de los caracteres reside Mientras la impulsión se manifieste en tales personas, en la
probablemente en los límites de las fuerzas corporales que ani- dirección del valor y de la honrada ambición, puede ser muy
man el organismo humano, perteneciendo a la naturaleza anfi- útil en la guerra, en los empleos inferiores. por la sencilla ra-
bia que denominamos sistema nervioso, la que, por un lado, zón de ser el acto guerrero propio de un jefe de cargo inferior.
parece enlazada a la materia, y por otro, al espíritu. No pre- de mucha duración, tanto, que muchas veces basta una intré-
tendemos, con nuestra débil filosofía, ir más allá en este oscuro pida decisión, una oleada de las fucrzas espirituales. Un asalto
campo. Es importante, sin embargo, que nos detengamos un temerario, un entusiasta ¡adelante!, es obra de pocos minutos;
momento para ver qué influencia puede ejercer esta distinta una reñida batalla, obra de un día entero; una campaña, obra
naturaleza en la actividad guerrera y hasta qué punto puede de un año.
esperarse determine gran fortaleza de espíritu. Por el vertiginoso arrebato de sus sentimientos, es a tales
No es fácil hacer perder el equilibrio a las personas indo- hombres doblemente difícil conservar el equilibrio del ánimo;
lentes, mas no podemos llamar fortaleza de espíritu la suya, ya por eso pierden con frecuencia la cabeza, lo cual es la peor
que falta toda manifestación de fuerza. No debe desconocerse, cosa para la dirección de la guerra. Mas sería contradecir a la
DE LA GUERRA 97
CARLOS VON CLAUSEWITZ
nes, como los ladrone s de caza en la Edad Media eran arras-
experiencia sostener que un 'Carácter excitable jamás pueda trados por los ciervos a través de los bosques.
ser fuerte, esto es, que aun en intensas agitaciones pueda con- Lo repetimos, pues: un ánimo fuerte no es aquel que
servar el equilibrio. ¿Por qué no ha de preexistir en ellos el simplemente es capaz de fuertes emociones, sino el que, con
sentimiento de la propia dignidad, si por regla general perte- ocasión de ellas, conserva el equilibrio de tal modo que a pe-
necen a las más nobles naturalezas? Rara vez les falta ese sar de los repetidos asaltos al seno de la previsión y del con-
sentimiento, pero no tienen tiempo de ponerse en acción. A vencimiento, al igual que la aguja de la brújula en'el barco
posteriori, los más están avergonzarlos de sí mismos. Cuando movido por la tempestad, cumple tranquilamente las leyes del
la educación, observación propia y experiencia de la vida les hermoso fenómeno.
enseñan más pronto o más tarde a ser cautos consigo mismos
Con el nombre de firmeza de carácter, o, generalmente de
y a darse cuenta, aun en los momentos de mayor excitación, del carácter, se distingue la tenaz adhesión a su convicción, 'sea
contrapeso que descansa en su pe cho, también pueden éstos ser
el resultado de apreciación propia o ajena y pertenezca o no
capaces de gran fortaleza de espíritu. a principio, ideas, datos del momento o actos del raciocinio.
En fin: las personas poco dispuestas, pero de profunda Pero esta firmeza no puede manifestarse cuando I, as aprec1a- :
excitación, que son a las anteriormente citadas. lo que el fuego ciones están sometidas a cambios frecuentes, cambios que no
a la llama, son en extremo apropiadas para arrasar con su es preciso sean consecuencia de influencia extraña. si
titánico esfuerzo las colosales masns con que nos representa- te 1biér 2de , s1no que
ambién pueden ser provocados por la persistente actividad del
mos gráficamente las dificultades de la ejecución. La acción entendimiento; si bien esto significa claramente la inseguridad
de sus sentimientos semeja el movimiento de grandes masas, propia 'di' e mismo. Ed
vi entemente no podremos decir que na tiene
lento, pero irresistible. carácter el hombre que modifica a cada instante sus propósi-
Aunque tales hombres no se dejan arrastrar por sus sen- tos, aun cuando tales modificaciones tengan en él su on,,en ·o
Atibuír .
timientos, ni son dados a los peligros de su amor propio en trummos, pues, tal propiedad a aquellos hombres cuya con-
la escala que los anteriores, sería, r.o obstante, negar la reali- vicción es muy constante, ya porque siendo clara y estando
dad creer que no pueden perder el equilibrio y someterse a un profundamente basada no sea en sí propicia a cambios, ya por-
ciego apasionamiento, cosa que sucederá siempre que falte la que, como sucede con hombres indolentes, les falta la actividad
noble altivez del dominio de sí mismo, o cuando éste no tenga intelectual y con ella la causa del cambio o , finalmente , porque
la fuerza suficiente. Tiene comprobación este hecho, las más un acto expreso de la voluntad originado en un principio legis-
de las veces, en hombres notables de pueblos salvajes, en los lativo del entendimiento rechace, hasta cierto punto, el cambio
que la escasa instrucción intelectual siempre favorece el predo- de opinión.
minio de las pasiones. Pero también en pueblos civilizados y
En la guerra, más que en ramo alguno de la actividad
en las clases más educadas de ellos, está llena la vida de he-
humana, hay más invitaciones para abandonar el cam ino em-
chos en que los hombres son arrastrados por vigorosas pasio-
CARLOS VON CLAUSEWITZ DE LA GUERRA 99
prendido y más probabilidades de equivocarse y equivocar a vehemencia de los acontecimientos del momento, que su verdad
otros, dadas las numerosas e intensas impresiones que recibe es de más débil cuño.
el ánimo y la inseguridad de toda noticia o suposición. Al privilegio que en los .casos dudosos otorgamos a nues-
El desgarrador espectáculo de peligros y sufrimientos hace ·tras convicciones primitivas y a la perseverancia en las mismas,
adquirir al sentimiento predominio sobre la persuasión racio- debe la ejecución esa firmeza y continuidad que llamamos ca-
nal, y en el crepúsculo que envuelve a todos los hechos, es tan rácter.
difícil adquirir ideas claras y definidas, que el cambio de éstas Fácilmente se concibe cuánto favorece a la firmeza de
se hace comprensible y perdonable. No existe nunca más que carácter el equilibrio del ánimo, por eso la mayor parte de las
una suposición, un presentimiento de la verdad, y conforme a personas de gran temple de alma tienen mucho carácter.
él debe procederse. Por eso, en ningún sitio como en la guerra, La firmeza de carácter puede degenerar en obstinación.
hay mayor diferencia de opiniones, y jamás cesa el torrente En casos concretos resulta difícil precisar dónde cesa aqué-
de impresiones dirigidas contra el convencimiento propio. La lla y empieza la última, cosa que, por el contrario, parece fácil
mayor flema del entendimiento apenas logra protegerlo, pues cuando se trata de fijar los conceptos.
tales impresiones son demasiado fuertes y vivas, y van dirigidas La obstinación no es un defecto del entendimiento; pues
al mismo tiempo contra el ánimo. designamos con aquel nombre la resistencia a la adopción de
El fruto de una apreciación clara y profunda no puede un criterio mejor, y esto no puede lógicamente adscribirse al
ser otro que los principios generales y el criterio que presiden entendimiento como propiedad del criterio.
. la guerra desde un punto de vista más elevado y en los que La obstinación es un defecto del ánimo. Esta inflexibili-
está ai ancla, por decirlo así, el juicio del caso concreto que se dad de la voluntad y esta susceptibilidad ante los argumentos
nos presenta enfrente. La dificultad consiste en mantener los ajenos tiene su origen en un egoísmo particular que prefiere
resultados de una reflexión anterior contra la corriente de opi- sobre todas las cosas el placer de bastarse a sí mismo y atender
niones y acontecimientos que trae el presente. Entre el caso a los demás con su propia actividad intelectual. La llamaría-
individual y el precepto existe un ancho espacio que no se deja mos una especie de vanidad si no fuera algo mejor; la vanidad
atravesar por una visible cadena de deducciones, haciéndose se contenta con las apariencias; la obstinación, en cambio, des-
necesaria cierta fe, y beneficioso cierto escepticismo. Aquí no cansa en el placer de la realización.
puede recurrirse a otra cosa que a un precepto legislativo, que, Decimos, pues, que la firmeza de carácter degenera en
siendo exterior al raciocinio, se apodere de él; tal precepto es obstinación tan pronto como la resistencia al criterio ajeno no
el de perseverar en la primera opinión, sin desecharla, hasta se origina por un nuevo convencimiento, ni por la confianza
que a ello obligue una evidente persuasión. Es preciso tener en un principio superior, sino por un sentimiento de resistencia.
arraigada la creencia en la mayor generalidad de la verdad de Aunque, como ya hemos anticipado. esta definición tiene es-
los preceptos que el éxito ha sancionado, y no olvidar, en la casa utilidad práctica, sin embargo, evitará que confundamos la
r
obstinación con una simple gradación de la firmeza de carácter, tante cambiar. Cierto que el contrario se encontrará, por regla
siendo así que son cosas esencialmente distintas, si bien es ver- general, en el mismo caso, pero ni la dificultad común deja
dad que yacen inmediatas y se limitan; mas en modo alguno de ser por eso dificultad, y el que por su talento se haga due-
puede ser una gradación superior de la firmeza de caracter ño de ella tendrá una gran ventaja, ni esa igualdad en· la difi-
cuando hay hombres obstinados que, sin embargo, por falta cultad tiene lugar más que tomada en general, y en modo al-
de entendimiento, tienen poca firmeza de carácter. guno en los casos aislados donde de ordinario uno de los com-
Después de haberse conocido en las cualidades de un per- batientes (el defensor) tiene un conocimiento de la· localidad
fecto gene ral en la guerra las propiedades arriba mencionadas, mucho mayor que el otro.
en las que colaboran el ánimo y el entendimiento, llegamos a Esta dificultad particularísima debe vencerse por una dis-
una particularidad de la actividad guerrera que puede conside- posición intelectual que imperfectamente podernos denominar
rarse como la más eficaz, cuando no como la más importante, con la expresión sentido del lugar. Consiste en la facultad de
y que, sin afectar a las fuerzas del ánimo, se refiere tan solo a forjarse con rapidez una acertada representación geométrica del
la capacidad intelectual. La consideración de la. guerra en re- terreno y, por consiguiente, poderse en todo caso orientar con
lación con las comarcas y el relieve. Tal relación debe pre- facilidad. Claro está que esto es un acto de la fantasía. En
existir, pues no se concibe acto guerrero alguno de nuestro realidad, ·la impresión se logra en parte con los ojos corporales
ejército civilizado, sino teniendo lugar en un sitio ya preciado, y en parte por la razón, que con sus ideas adquiridas en las
en segundo lugar, es de decisiva importancia porque modifica ciencias y en la experiencia llena las lagunas existentes for-
la acción de todas las fuerzas y a veces la cambia totalmente; mando con los fragmentos de la observación corporal un todo;
por último, muchas veces conduce a los más nimios detalles de mas que este todo llegue al alma dotado de vida como una
localidad, mientras que, por otra parte, abarca enormes ex- imagen, un plano dibujado interiormente, que la imagen sea
tensiones. duradera sin que los rasgos aislados caigan en confusión los
Por tales razones la guerra en relación con el lugar Y el unos sobre los otros, esto sólo puede conseguirlo la facultad
suelo da a su actividad una notab!e particularidad. Si obser- intelectual que llamamos fantasía. Por si algún genial poeta o
vamos las otras actividades humana~ que se relacionan con el pintor se siente molestado porque concedamos tal papel a su
mismo asunto, como agricultura, jardinería, arquitectura, cana- diosa o se encoge de hombros cuando le hablamos de la nota-
lización, minería, caza y explotación forestal, se contraen a li- ble fantasía de un cazador resuelto, aclararemos gustosos que
mitadas extensiones que pronto pueden conocerse con suficiente sólo se trata de un empleo de ella muy restringido, de un ver-
exactitud. El general en la guerra, en cambio, tiene que con- dadero servicio de esclavo. Pero por poco que esto sea, es
fiar Ja obra de su actividad al espacio colaborador que no puede preciso, sin embargo, echar mano de esta facultad, pues si des-
abarcar su vista, que ni el más activo celo puede siempre ex- apareciere sería sumamente difícil el enlace de las diversas
plorar y el que será difícil conozca propiamente por su cons- formas hasta obtener una clara representación. Admitim os des-
DE LA GUERRA 103
102 CARLO S VON CLAUSEWITZ
. Con esto creemos haber considerado aquellas manifesta-
de luego que una buena memoria puede prestar valioso con- ciones de las facultades intelectuales y espirituales que la acti-
curso; si esta memoria debe considerarse como una facultad del vidad guerrera exige a la naturaleza humana. En todas partes
alma, o está comprendida en la capacidad para representar el. aparece la razon como una esencial fuerza colaboradora• así se
terreno, arriba definida, es cosa que no decidimos, tanto menos explica que acciones guerreras sencillas y simples no puedan
cuanto que resulta difícil en muchos sentidos concebir separadas llevarse a efecto de manera notable por gente que no tenga
estas dos facultades del alma. un claro entendimiento.
No puede negarse que la práctica y el criterio cooperan Con este criterio ya no consideramos como obra de un gran
eficazmente. Puisegur, el ilustre jefe de Estado Mayor del cé- esfuerzo intelectual el rodear la posición enemiga, operación
lebre Luxemburgo, decía que al principio tenía poca confianza "@"al, mil veces ejecutada, y otras cien análogas.
en sí mismo sobre este punto, pues había observado que siem-
Ordinariamente acostumbramos a imaginar al soldado sim-
pre que tenía que tomar la orden lejos equivocaba el camino.
plemente hábil como la antítesis de los cerebros reflexivos, ricos
También es natural que las aplicaciones de este talento en ideas, expeditivos y de los espíritus en que brilla una' com-
ganen en amplitud. El húsar o el cazador que conduce una pleta erudición; bien es verdad que esta antítesis no está des-
patrulla necesita para orientarse y conocer el terreno nada más provista de realidad, pero no prueba que la idoneidad del sol-
que las pocas características de una capacidad de percepción y dado consista únicamente en su valor, y que no necesite también
representación limitada; en cambio, el general en jefe tiene que cierta especial actividad y particular disposición del cerebro par
Ta
elevarse a la comprensión de las generalidades geográficas de lo ,
ser o que comunmente se llama una buena espada. Insistire-
una provincia y de un país, tener constantemente ante los ojos mos en lo mismo, pues nada más frecuente que ejemplos de
los rasgos de los caminos, ríos y montes, sin que por ello pueda hombres que perdieron su actividad tan pronto como llegaron
prescindir del sentido del terreno en su acepción restringida. ª. los empleos superiores, pues su criterio no llegó a dominar Ja
Cierto que hallaría un auxiliar poderoso para los asuntos ge- situación; no debemos olvidar que hablamos de excelentes re-
nerales en las noticias de todas clases, mapas, libros, memo- sultados, de aquellos que dan renombre en el ramo de la acti-
rias, y para los particulares en la asistencia de su acompaña- vidad a que pertenecen. Cada escalón jerárquico del mando
miento, pero no lo es menos que un gran talento en la rápida en la guerra forma una esfera propia, con las facultades del
y clara apreciación del lugar da a la completa ejecución un espíritu exigibles, con su gloria y su honor.
desarrollo más fácil y seguro, Je protege contra cierto senti-
Existe una gran distancia entre un general en jefe, esto
miento íntimo de impotencia y hace menor su dependencia de
es, el general al que esté encomendada Ja dirección de toda
los demás.
una guerra o la de las operaciones en uno de sus teatros y la
Si tal capacidad pertenece a la fantasía, también resulta
jerarquía inmediata inferior bajo su mando, por la sencilla ra-
ser éste casi el único servicio que se recaba de esta diosa que,
zún de que quien desempeñe este cargo está sometido a una
en todo lo demás, es más perjudicial que útil.
CARLO S VO N CLA U S EWITZ DE LA GU ERRA 105
104
dirección y vigilancia mucho más próxima, quedando para su los servicios distinguidos un genio peculiar. La historia y el
actividad espiritual un círculo mucho menor. Esto ha originado juicio de la posteridad aplican exclusivamente la denominación
la opinión vulgar de que sólo en aquel alto puesto se hace ne- de genio a aquellos espíritus que han brillado en prim er tér-
cesaria una privilegiada actividad intelectual, y que hasta él se mino, esto es, en los puestos de general en jefe. La causa reside
puede llegar con una inteligencia ordinaria; es más: no repug- en que en ellos las exigencias de inteligencia y espíritu son
namos señalar cualquier desacierto cometido por algún general mucho mayores.
subalterno encanecido en la carrera de las armas y al que lo Para llevar a feliz término toda una guerra o sus actos
especial de su ocupación ha conducido a inn egable pobreza de más importantes, que llamamos campañas, precisa un profundo
espíritu, sonriendo a su simplicidad por toda recompensar a criterio en las altas razones del Estado. Dirección de la guerra
su valor probado. No es nuestro propósito recabar mejor suerte y política obran de consuno, y el general en jefe se hace tam-
para esos bravos; esto no aportaría nada a su eficacia y poco bién estadista.
a su felicidad; pretendemos tan solo señalar los hechos tales y No se designa como gran genio a Carlos XII por no saber
como son, y precaver la errónea creencia de que un bravucón subordinar el poder de sus armas a un criterio y sabiduría su-
sin inteligencia pueda hacer algo brillante en la guerra. periores para alcanzar más altos fines; tampoco a Enrique IV
Desde el momento que aun en los empleos inferiores exi- por no haber vivido lo bastante para remover con su acción
gimos relevantes facultades del espíritu al que deba pasar por guerrera las relaciones de varios Estados, y para manifestarse
distinguido, facultades que incrementamos en cada escalón su- en esa alta región en que los nobles sentimientos y un carácter
perior, se deduce claramente que tenemos una opinión comple- caballeresco no pueden tanto sobre el adversario como cuando
tamente distinta de los hombres que desempeñan con éxito se trata de vencer resistencias interiores.
segundos cargos en un ejército, y su aparente simplicidad, al Para hacer sentir lo que aquí se quiere acertar y abarcar
compararlos con el enciclopédico, con el activo hombre de ne- con una mirada, nos remitimos a nuestro prim er capítulo. De-
gocios o con estadista, no debe equivocarno s sobre la naturaleza cimos: el general se hace hombre de Estado, pero no debe
relevante de su activa inteligencia. Sucede algunas veces que cesar de ser lo primero; abarca de una mirada, por una parte,
acompaña a ciertos hombres a los empleos superiores la fama todos los asuntos de Estado; por otra, debe tener conciencia
conquistada en los inferiores, sin que la merezcan realmente; exacta de cuánto puede ejecutar con los medios de acción que
pero si en ellos se les utiliza pocas veces, no corren peligro de tiene en su mano.
comprometerse, y, por tanto, no llega el juicio a precisar qué Como aquí la complejidad y vaguedad de limites en todos
clase de fama les corresponde; así es que tales hombres ori- aspectos ponen en juego una gran cantidad de factores, la ma-
ginan con frecuencia que se tenga un pobre concepto de su yor parte de los cuales sólo pueden estimarse con arreglo a
personalidad, que en determinados puestos podría brillar todavía. cálculos de probabilidad, si el ejecutante no adivinara todo
En la guerra, por tanto, de abajo arriba, corresponde a esto con la luminosa mirada de su espíritu que por doquier
DE LA GUERRA 107
106 CARLOS VON CLAUSEWITZ
a las órdenes, 1 eve a las filas esa persussión moral de que es fuerza
1
vencer, como lo lograban las alocuciones en las órdenes y boletines
de los ejércitos napoleónicos. CAPÍTULO IV
Momentos habrá, pues, en que hará fa.ta libertad al espíritu
de las trabas del frío cálculo, para que vibre intensamente en el
tono más elevado del entusiasmo, que es Is divina hijuela de la Elo-
cuencia militar. Esta es, pues, otra fase, otra virtuosidad, otro
don indispensable a los artistas de nuestro arte subwima.
Dispóngase, sí, el general a cosechar esas primicias del campo
donde crece ls gloria de los poetas, pero prepárese a ello tem-
plando hasta el último grado la espada de la voluntad, que a modo
de regulador, como ley suprema de la inteligencia, unas veces le
permitirá gritar con Palafox: "Guerra a cuch:llo", y otras le hará
exclamar con Ney, por todo consue.o a los desgarradores lamentos
de un herido a quien la nieve abriga del frío de la muerte: "¿Qué
voy a hacer por ti? Tú eres una víctima de Is guerra ..." (N. T.)
DEL PELIGRO EN LA GUERRA
tado. Avancemos ahora hasta la altura del próximo genera 1 actividad. Bravura entusiasta, estoica, nativa, gran ambición o
de división; la batalla se enciende ante nosotros y la vemos antiguo conocimiento con el peligro; mucho de esto es preciso
como un fantástico espectáculo; los proyectiles se suceden, el si no se quiere que la acción, en medio tan difícil, no llegue a
estampido de los cañones propios aumenta la confusión. Del la meta que, en el gabinete, puede aparecer como ordinaria.
general de división al de brigada. Éste, de reconocido valor, se El peligro en la guerra corresponde a la fricción de la
mantiene previsoramente detrás de una altura, de una casa, tras misma; una fiel idea de ella es precisa para concebir la guerra
un grupo de árboles, indudable exponente del creciente peligro. con toda exactitud; ésta es la razón de la ligera descripción que
La metralla se delata en el crujido de las techumbres y del ra- precede.
maje. Las balas de cañón arrastran su zumbido sobre nuestras
cabezas en todas direcciones, y ya comienza un continuo silbar
de balas de fusil ... otro avance hacia las tropas ... hacia la
infantería que persevera en un combate por el fuego que man-
tiene hace horas con indescriptible tenacidad; aquí las balas
llenan el espacio anunciándose con sus gritos breves y agudos,
diríase el hervor del aire, y cruzan en raudo vuelo a una pul-
gada del oído, de la cabeza, del alma .. . Para colmar la me-
dida, la compasión a la vista de los mutilados y de los yacientes
golpea con us lamentos al corazón que late agitado.
Al entrar un principiante en cualquiera de las diversas zo-
nas citadas e que el peligro tiene diversa intensidad, no podrá
menos que sentir que la luz de las ideas se propaga por otros
medios y se desparrama en otros rayos que en la actividad es-
peculativa; sería un hombre extraordinario quien no perdiera la
capacidad de una resolución momentánea al recibir esas impre-
siones primeras. Verdad es que la costumbre las atenúa pron-
to; a la media hora empieza a hacérsenos indiferente cuanto nos
rodea, más a los unos, menos a los otros; pero no siempre con-
sigue un hombre común llegar a la completa despreocupación
y a una natural elasticidad de alma; debemos, pues, reconocer
que con hombres comunes no puede lograrse nada, lo que es
tanto más cierto cuanto mayor sea el campo de acción de su
CAPÍTU LO V
DE LAS FATIGAS CORPORALES
EN LA GUERRA
a
118 CARLOS VON CLAUSEWITZ
DE LA GUERRA
cito. Es cosa distinta que un ejército rodeado de peligros, a 119
Un movimiento en una o en otra dirección sigue a dicha El provecho esencial que sacamos de esta consideración es
decisión, cuyas razones están siempre en los efectos de las com- la conclusión de que una disposición tomada en estado de ten-
binaciones de combate de ambas partes. sión es más importante y fructífera que la misma disposición
Terminado este movimiento, bien por las dificultades a su- dictada en estado de equilibrio, y que su importancia sube de
perar, como algún rozamiento, bien porque aparezcan nuevos punto en los grados culminantes de la tensión.
contrapesos, entraremos de nuevo ya en la tranquilidad, ya en El cañoneo de Valmy decidió más que la batalla de Hoch-
una nueva tensión con su decisión correspondiente, y otra vez kirch.
llegará su tumo al movimiento, el cual se verificará en la mayor
Debemos establecernos de manera muy distinta en una co-
parte de los casos en dirección opuesta a la precedente.
marca que nos abandone el enemigo, porque no puede atender
Esta investigación teórica del equilibrio, tensión y movi- a su defensa, que en otra abandonada, porque el enemigo se
miento es, para la vida práctica, más esencial de lo que pudiera retira con el propósito de ir a la solución cuando las circuns-
parecer a prim era vista. tancias le sean más favorables. Para un ataque estratégico en
En las situaciones de descanso y equilibrio puede reinar ejecución, una posición defectuosa, una marcha equivocada,
una actividad variadísima, cual es la que resulta de causas. na- pueden tener decisivas consecuencias, mientras que esto mismo,
cionales, no aquella que tenga por objeto un cambio de situa- en estado de equilibrio, pudiera ser excelente para suscitar la
ción considerable. Tal actividad puede comprender combates actividad del enemigo.
importantes, hasta grandes batallas, pero es, sin embargo, de En su mayoría las guerras anteriores a nuestra época se
naturaleza especialísima y sus efectos son, la mayor parte de las mantenían, la mayor parte del tiempo, en este estado de equi-
veces, otros que los de la ordinaria. librio, o, cuando más, presentan tensiones tan poco alejadas, de
Cuando tiene Jugar una tensión, será más eficaz la deci- él, de tan débil efecto, tan escasas. que los acontecimientos
sión, pues se comunicará mayor impulso y más fuerza de vo- realizados en aquéllas rara vez eran de grandes resultados. Los
luntad a los detalles, y además, todo estará convenientemente hechos eran a menudo conmemoración del cumpleaños de una
preparado y dispuesto para un gran movimiento. La solución reina (Rochkirch); reparación del honor de las armas (Ku-
se semeja en sus efectos a los de una mina bien cargada y re- nersdorf); o vanidad del general en jefe (Freiberg).
cubierta, mientras que ios de un acontecimiento tan grande en Tenemos como necesidad imprescindible que el jefe co-
sí, pero ocurrido en estado de tranquilidad, son semejantes a la nozca convenientemente esta situación y tenga el tacto de ins-
explosión de una masa de pólvora colocada al aire libre. pirarse cn el espíritu de la misma ; en la campaña de 1$06 hemos
Se comprende, desde luego, que la tensión tendrá muy di- experimentado que esto no se tiene siempre en cuenta. En la
versas graduaciones y que puede atenuarse en multitud de mati- enorme tensión en que todo empuja a una decisión importante,
ces diferentes, confundiéndose en los últimos con el estado de cosa que es, con todas sus consecuencias, exclusiva del ge neral
tranquilidad. en jefe, aparecen, y en parte se llevan a la práctica, medidas
/
1
1. Rohcrr Roswcll Palmcr, .. Federico el gr.mJc, Guibcrc, Rü.low: Je L. guerra Je Jinasá;u a l.t guar.a rucioru.r,
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2. Ancninc 1-lcnri Jomini, Prkúdr /Arttkla G11rm, Pa.ris, E. lvrr:.1, 19n.
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M urcmc, fapas.;1-C.:alpc, M:1JriJ, 193◄. Cf. IA d«admda dr O«idmu, Pb.i1cr.1-1\goscini, Ohr.is Jd pcnsa-
micnco conrcmporáncn, l\ucnos Air~. 1993. !>JrJ Spcnglcr, la rC:cnici C"S una ,Jctiet de la vida.
4. Nicnl..i l\crJiacf, T:/ hmnhrt y la 1,ub¡ui,111, F.rcill.1, Sami;:igo Je Chile, 1933. lguil "luc Spcnglcr, concraponc
lo orgánico --la vida- y lo mcc:inicn -d movimiento sin viJ.1-. No poJCJUtb Je1em1irur quién influenció a
quién, nos limic,U1111.\ a suhrayar la coincidencia.
5. Carl Schmicr, .. l.a époc.a Je !Js ncucrali,.;icioncs" en/:/ ('On«pto ti, lo poliriro, Folio.s, México, l'JS'l, pp. 77-90.
Para Schmicr, al menos cu csce nocJhlc ens.t)'º• la hhrori,1 se t.'unfigurJ a partir de linas Je enctnisrJJ que
acravic:san Jislinra.~ l.-SÍCra.'i "IUC se v.rn m:ucr.ili1..111do p.tra JcjJr JlJ..•~o a nuc:"\".lS csfcr.is. En el siglo XVII, L. linea
de enemistad enfrentó a muerte a católicos y protestantes, La religión católica se neutralizó y dejó de ser una
esfera de conflicto a parcir Je fa PJz Je \'V«::Hfalia Je 164H. El .1.c ucnlo c,;omUn Je <:.Uus ~o. ejus rrliKio, b.
con fesió n religiosa del príncipees la del reino y pura ambas cont endientes pacifica d as, Jsús s cl Cristo. Lu-
a
go, siguiendo a Schmi tt, la esfera de enemistad pasaría por in terestatalid .ad , yaen el siglo XLpor la cues-
tió n nacion al,"mi tad económ ica, mitad cultural, luego si mplemente cconómi cu y en cl siglo 20 la técnica se
prcscnca como 1.•sfcr.t ncucr.1I. l'.tr.1 :-iduuiu J., cé,ui.;.i es 01r.1 t.·os.1, Jidm hrc"'-=mcntc, un qu.antum inédito Je
poderío que espera la política que lo ponga a su disposición.
22] PxLo AN zA I CAUSrTz. LA CIENCIA POLÍTICA D L GURRA. Fo sorA, uJRcrro Y ruto [23
hermanos E rnst6 y Friedrich Jünger7 , Heidegger8, Orte ga y Gasse?, Girard"%, sis) Y arte (teché). En el análisis de la experiencia militar la dimensión prudencial
entre otros. Con el telón de fondo de esa gran indagación, podemos destaca r Y la dimensión técnica se distinguen formalmente con fundamento in re. Están
que la part icularidad de Clausewitz reside en que la teoría política de la guerra en la realidad unificados en una misma experi encia que el intelecto distingue: ese
se fundamenta lógicamente en la crítica a la teoría técnica de la guerra. E n con- es el correlato epistemológico de la diferencia entre fin político (Zweck) y objetivo
sonancia con Ari stóteles, Clausewitz mu estra la primacía del saber político sobre militar (Ziel) constituyente de un mismo acto de guerra. La crítica de la técnica es
el saber técnico. Ese es el sentido de la diferencia entre fin político (Zweck) y un componente estructural de la Teoría, uno de los aspectos centrales de su natu-
objetivo militar (Zie). Por ciert o que canco por el lado del acto como por el lado raleza política, que posibilita apreciar que, en la guerra, la política es superior a la
del conocimiento, la relación entre técnica y política , por un lado, y, entre arte o técnica. Si la guerra es parte de la totalidad política, es la política la que domina la
técnim y prudencia, es una distinción formal con fundamento en la realidad. E n técnica y no hay técnica que pueda dominar a la política , precisamente, porque la
la medida en que la parce técnico militar part icipa de la totalidad política, no se política es la dimensión finalista intrí nseca de los hombres y los Esados.
trata de dos campos realmente separados. Se traca sí de saber distinguir en una Luego, en tercer lugar, destaca mos la relación entr e espír itu en la guerra y ca u-
mism a totalidad política lo que formalmente tiene una diferencia específica téc- sa política , fundamental en Clausewitz por su visión de la manifestación concreta
nica . Clausewitz escribe en la época del idealismo alemán, pero posee una actitud de la naturaleza de la guerra durante las guerras napoleónicas.
fil osófica realista, de resonancia aristotélica . Por ejemplo, Aristóteles afirma que
"la vida política está dividida en actividad de gue"a y de pe". L a intert excualidad
Ubica ción de la Teorí a en el orden del saber
que ha llevado de Aristóteles a Clausewitz sólo podemos mencionarla en los resul-
at ados, no en el proceso específico de asimilación, probablemente mediado por la El lenguaje de Clausewitz es en cierta medida idea lista, pero su pensamiento
influencia genérica de Hegel. Para comprender el pensamienco de Clausewitz po-
es realista. Sus alusiones al espírit11 pert enecen y remiten al contexto del ideal ismo
demos recurrir a la epistemología clásica que diferencia con precisión los modos
alemán, pero la Teoría carecería de efica cia si no se fundase en un estudio amplio
de conocer como modos de estar en el mundo. de la experiencia de la guerra y en la actitud de estar firmement e instalada en la
Por ello, en primer lugar, ubica mos el objeto formal de la ciencia política de
realidad. Sin embargo, conectando la categoría de espíritu con el conjunto de su
la guerra en el cuadro clásico de los saberes. Si se trata de un saber especulativo
visión, que está fundamentada en la experiencia política , sus conclusiones no sólo
o práctico, en qué sentido se relacionan ambas ca racterí sticas. E n segundo lugar,
no se contradicen sino que más bien se corresponden con una visión rea lista.
considerarn os la crítica clausewitziana al pensamiento estratégico de su tiempo
Para iniciar el tratamiento adecuado del problema debemos parcir de las diferen-
como una crítica a las limitaciones de la técnica como criterio de conocimiento de
tes virtudes intelectuales como están expuestas en el Libro sexto de la Eica a Nicó-
la guerra, crítica que se inscribe y prolonga la diferencia entre prudencia phrone-
maco de Aristóteles: técnica (techne), ciencia (episteme), prudencia (phronesis), sabidu-
ría (ophía), y entendimiento (nous). Para Aristóteles, "ciencia es una concepción que
6. Emst Jünger, El Trabajador. Dominio y Fig ura, luquest, Barcclona, 1990. Jünger dcstaa la irrupción del ar-
versa sobre las cosas universales y las que son por necesidad;"11 es deci r, lo probable
quctupo o ürp hanomen, en enudo de Gocthe, del liabajador. No sc tra ta cxacamente del proletariado como
dasce soial, sino dd modo Je ser que sostiene b movili1..1cicín cécnica Jcl mundo. y lo contingente no es objeto de cimcia: la ciencia es un modo de razo namiento
7. Friedrich Jünger. Perfección y fracaso de la técnica, Sur, Iucnos Aires, 1968. Es cl rcvcrso de El Trabajador, deductivo y exacto, que parce de premisas universales para extraer conclusiones par-
aunque aparcnte ser la ncgación. Es dci r, cs una analítica de los impactos ccológicos y ambientales de la
técnica. es la técnica vista desde el mundo como si.\ ccma de vida.
ticulares. En la clasifica ción aristotélica , la ciencia está constituida por el mo do de
8. Marun Hidcggcr. "la prcgu na por la técnica cn Conferencias y articulos, Grafos, larcclon a , 1994, pp. raz onamiento deductivo, que se expresa plenari amente en la geometría.
9 -3 7 . Heidegg er sostiene que la escnci.i Je la 1é01ica no C'I: técnica. Pone en crisis la noció n antropoló gica
E n ca mbio, lo que puede ser de otra manera, es tanto lo que puede Fabrica rse
de la técnica como instrumento en manos del hombre y la describe como modo Je dc.«><:ult.arnicmo Je la
verdad del er, es decir. como csuuccura de emplv.arnienm que somere y subordina a los homhrc., y los enres como lo que puede realiza rse. Al considerar la técnica, distingue fubrica ción de
cuy.a energía extrae y almacena. realización. La técnica se basa en principios externos a su propio ca mpo y está
9. Jo sé Orcga y Gasst, Meditación de la técnica, Revisa de Occidente, Madrid, 1957. Es más bien la idea
opuesta, la técnica acompaña la vida del hombre como la sombra al cuerpo, En distintas etapas, desde el
ori entada a la construcción de productos externos:
hombr e antig uo , cl artesan o, cl técnico actual, la técnica facilita y hacc conforable la vida, en una rcnsión
pcnnaneme aure fWlir.ación y dificulud.
10. Rné Girard. la sewita en lo aremos. Politica, pery apocalipsis, Kau, Buenos Aires, 2010, Para Girard, como VI,
12. Aristó teles, Eica I41, Nas has.amas en Alianza, Madrid, 20lI. Pura esta importante cara cterizaci ó n, nos
comcnumos lucgo, la énia inaibc la posibilidad
c en d el a u n p fa
l i de San Juan.
m ic nt n J e pro f cc fa basamos además en el libro de Félix Lamas El hombre y su conducta, Colección Carca Humana Philasophia,
11. Polltü,z /, V, 1254. buenas Aires, 2013.
24\ PxLo ANZALI C A u r Tz. LA CIN CA POLÍTICA DI LA GURA. FLosolA, uyéRcrro v ru to 25
Técnica sería lo mismo que •disposición acompañada de razón verdadera relativa bien-estar puede ser encendido de diversas maneras: no hay univocidad históri-
a la fabricación'. Toda Técnica se ornpa de la generación y trabajar técnicamente co-concreta en lo que significa, salvo, quizás, la autarquía que Aristóteles iden-
ces considerar la mancera de que se originc algunas de las cosas quc pueden ser y no tificara con el Bien Común y que, mutatis mutandis, podemos identificar con la
scr -cuyo principio reside en el fabricante y no cn lo fabricado. Pucs la Técnica soberanía política de los Estados modernos y contemporáneos. La importancia de
110 es de las cosas que son y se originan por necesidad, ni tampoco de aquéllas que la noción de soberanía y/o independencia ha sido determinante para la fuera que
lo hacen por naturaleza'. la guerra defensiva ha mostrado a lo largo de nuestro tiempo y que Clausewitz
analiza en el Libro VI de Vom Kriege dedicado a la Defensa. Pero también puede
La técnica fabrica un producto y no se origina por naturaleza, es decir, tiene
señalarse que la primacía de la conducción política o prudencia por sobre la técnica,
un carácter externo en relación a las cosas con las que trabaja. La naturaleza, en
con lo que ello implica en orden a los criterios en juego, se fundamenta en que las
cambio, es aquello que crece en virtud de sí mismo, es "crecimiento",
armas están en la guerra, pero no están en guerra. Las ametralladoras y los bom-
Respecto de la prudencia, Aristóteles dice: barderos, los blindados y los misiles escán en la guerra, pero no están en guerra.
podríamos alcanzar una idea de esca manera: considerando a quienes solemos lla- En guerra están las personas en canco integran los Estados y sus ejércitos: sólo ahí
mas prudentes ...) una disposición verdadera, acompatiada de razón, rdauva a están los sencimiencos hostiles y las intenciones hostiles (coda la confusión entre
la práctica en cosas que son buenas y malas para el hombre. Por ello creemos que estos planos ha operado en los sinsabores militares de la superpotencia norteame-
Pericles y los hombres así son prudentes, porque son capaces de considerar lo que ricana desde Vietnam a Irak, Libia y Siria).
es bueno para sí mismos y para la gence: creemos que son de esca clase los adminis- La Prudencia se delimita de la Ciencia (a menos que aclaremos que es ciencia
tradores y los politicos'?. práctica, utilizando el concepco ciencia con mayor extensión y menor compren-
sión) en la contingencia de lo que conoce y en la finalidad tendiente a la perfec-
Mientras el fin de la técnica es distinto de ella (un producto) y no hace mejor ción en la línea de la vida humana, en la visea puesta en el fin bueno:
ni peor moralmente hablando al que la ejecuta, el fin de la prudencia como reali-
zación no es distinto de ella, "pues la propia buena-realización (bien-estar) es fn". . .. si a la Ciencia le acompaña la demostración, mientras que de las cosas cuyos
Los principios de la prudencia son los fines de la conducta y pertenece su cono- principios pueden ser de otra manera no hay demostración (pues todas ellas puc-
cimiento a la disciplina de la sindéresis, que se distingue de la prudencia en tanto den ser también de otra manera), y si no es posible deliberar acerca de las cosas
su objeto son los principios mienuas que la prudencia se ocupa de los medios para que son por necesidad, la Prudencia no sería ciencia ni tampoco Técnica: Ciencia,
realizar esos principios. Va de suyo que la sindéresis sirve a la prudencia y que ésta porque aquello que se puede realizar es susceptible de ser de otra manera; técnica,
pone en marcha los medios mirando a aquélla. En el acto político -pacífico o mili- porque realización y fabricación son de género diferente: el fin de la fabricación cs
distinto de ella, miencras que no lo sería el de la realización, pues la propia "buena
tar--- laprudencia y la técnica operan combinadas y hasta fusionadas pero se distin-
realización" (bien-estar) es fin. Luego queda que sea una disposición verdadera,
guen formalmente. La prudencia domina ontológicamente a la técnica porque está acompañada de razón, relativa a la práctica en cos.u que son buenas y malas para
orientada al bien-estar del que la realiza, la técnica en cambio está orientada a la el hombre".
fabricación de un producto externo que sirve a ese bien-estar en la medida en que
lo disponga laprudencia, no la técnica. Las ciencias se basan en principios: los principios son aucoevidentes, no nece-
La prudencia se conoce mejor a través del conocimiento de los prudentes, del sitan demostración. En este sentido, son una salvaguarda contra el escepcicismo:
mismo modo que la excelencia no se da si no en la acción de los excelentes. De si codo necesitase demostración, nada sería demostrable. Precisamente, porque el
este modo, el estudio de la conducción de la guerra implica el estudio de los gran- discurso racional sería una cadena sin principio no sería ni discurso ni racional y
des conductores, de sus grandes decisiones y creaciones. nunca empezaría a ponerse en marcha. Aquí es donde empalma la visión de los
La prudencia es la virtud que -<0n la mira puesta en los principios y fines- de- principios como entendimiento (ous), y la sabiduría (nous) como el más perfecto
libera y selecciona los medios para el bien-estar del hombre. Por supuesto que el de los conocimientos, pues sabe lo que sigue a partir de los principios. La demos-
ración, en las ciencias exactas; la acción, en el silogismo práctico; el conocimien-
13. /bidm, 1140a
14. Leo Srauss y Josp h Cropey, Iiwria de la Filosofa Polii a, FCE, Mico, 2001, p. 15.
VI,
15. Aris tóteles , Éia 1140. 16, Aristóteles, Rica VI, 11A0b,
CAUSrT. LA CINCHA POLÍTICA DI LA GURA. Frosor, ycrro Y uno [27
to analítico y razonado de los principios como causas. Porque alcanza la verdad también con un discernimiento especial acerca de la oportunidad de la guerra y
todo lo concerniente a su dirección suprema".
sobre los principios, la sabiduría es entendimiento y ciencia, cúspide verdadera del
conocimient o. La práctica política (pacífica o militar) incluye la prudencia y la técnica, si así
La Teoría tiene una dimensión especulativa en la que conoce los principios,
no fuera, la prudencia sería meramente discursiva, carecería de poder hacer, es
los tipos de guerra, la imagen del Estado junco con una amplia serie de concep-
decir, de eficacia. Pero hay una diferencia: la técnica remite al producto externo, la
tos fundamentales y una dimensión práctica en la que adquiere su sentido en el
prudencia al Bien-estar, la et/ taxis de una comunidad. La técnica refiere a lo exter-
mundo. La ciencia política de la guerra carecería de ubicación en la estructu ra de
no y la prudencia a lo interno o, en lenguaje quizás más actual, la técnica remite a
lo real si no estuviera orient ada a la práctica: a la política y su manifestación como
las condiciones materiales, la prudencia a las condiciones plenarias del bien-estar.
guerra. Como conocimient o de la esfera de lo probable tiende a la exhaustivi dad
La técnica podrá tener una enorme incidencia en la vida de los pueblos: vivimos
en el conocimiento de la guerra. Lo exhaustivo es lo concreto real y está posibi li-
tado por la individualidad dentro de la especie real en su manifestación concreta,
en un mundo transfo rmado por la técnica y es inconcebib le -no ya simplemente
irrealizable- un mundo meramente natural, no transformado por los hombres
es decir, por lo óntico ("el análisis concreto de la situación concreta", decía Lenin}.
mediante la técnica. Pero el influjo del desarrollo de las fuerzas productivas no
Una teoría de la guerra que se pretenda infalible en su eficacia a partir del conoci-
modifica la naturaleza humana en el nivel de la esencia como especie animal ra-
miento técnico o que no entienda su función como preparatoria del conocimien-
cional que se actualiza en los individuos. La raíz de la diferencia y la primacía
to y la práctica en el nivel de la realidad concreta, singular y cambiante, es una
de la prudencia politica sobre la técnica se halla precisamente ahí: la prudencia
fuente de confusión. La guerra es singular, depende del saber hacer y habita en el
conduce los medios con viseas al fin de la naturaleza humana, la prudencia politica
dominio de lo probable. En este sentido, pertenece a la esfera de la virtud de la
conduce los medios con viseas al fin de la comunidad política, como unidad de
aPrudencia, que es el nombre clásico de la teoría de la conducción.
orden; la técnica construye arrefaccos, pero no conduce la finalidad intrínseca de
~ En relación a las distintas clases de prudencia, entendida como saber que delibe-
la especie humana. Es necesaria codo lo que se quiera en orden a la prolonga-
ra y decide acerca del hacer dirigido al bien-estar, Leopoldo E. Palacios afirma que:
ción de la vida, o para ganar una guerra, etc- pero no conduce la int erioridad
Existe una prudencia que dirige nuestra conducta en orden al bien humano de humana, el espiritu. Precisamente en esa línea de la realidad se inscribe la crítica
uno mismo ... Existen también, en un plano distinto, otras prudencias, que no se de Clausewirz al dogmatismo basado en los modos de pensamiento meramente
limitan a dirigir la acción humana en orden al bien de uno mismo, sino que miran técnicos"%.
el bicn de los demás ... para salvaguardarle de todo mal... La prudencia cndere- En el capítulo primero del Libro Segundo titulado Sobre la Teoría de la guerra
zada a asegurar d bien común de la familia se llama por eso prudencia doméstica Clausewirz visualiza el principio de hostilidad recíproca:
(o, a veces, económica, esto es, relativa al orden de la casa). La otra prudencia,
todavía más importante, que se extiende al bien común de la sociedad civil, para La guerra, en su verdadero sentido, es lucha; porque la lucha es el único principio
salvagua rdarle y preservarle de codo mal, es la prudencia política". activo de la múltiple actividad que se llama guerra en el sentid o más amplio. Pero
la lucha es una medición de las fuerzas intelectuales y fisicas por medio de escas
Palacios afirma que, además de las prudencias mencionadas, existe una en la últimas. Que no puede excluirse a las intelectuales es evidente, porque el estado de
que "la obra común... no es un artefacto de naturaleza técnica y de procedimiento la menee tiene la influencia más decisiva sobre las fuerzas fisicas".
invariable". La prudencia política que se prolonga como prudencia militar es un
modo de saber hacer, como cal, delibera sobre los medios con vistas al fin, que se Sin lucha no hay guerra. La lucha es el fenómeno originario, el espíritu manda
jerarquiza como concatenación entre fin (Zweck) prudencial y objetivo militar a las fuerzas físicas. Es importante establecer que la esencia de la guerra no es la
(Ziel) prudencial militar y técnico (político por participación). Su contenido es maniobra ni la estratagema ni la idea milenaria de ganar una guerra sin combatir:
esencialmente prudencial. En este sentido, Palacios dice: Sun Tzu tiene ideas interesantes, pero no del todo eficaces ni siempre verdaderas.
El jefe militar no sólo debe concar con mucha escuela, por ejemplo, con mucha
18. Ibideo, pp. 31-32.
técnica sobre cl mancjo de las armas y de los procedimientos de combate, sino
1). Este punto sie nta las bascs para comprender por qué los norteamericanas, como superpotencia técnica, per-
dieron la guerra de Vietnam (y tienen tan malas resultadas en Afganistán, lak, etc.).
17. Lopoldo Eulogjo Palacios, /a prudencia política, ediciones li alp, Madrid, 1957, pp. 27-28. 20. Car! Clauscwir, De la Gera, p. 7).
28\ PXLo ANZALI CLAUSwITZ. LA CINCHA POLÍTICA D LA GUERRA. FLosolA, uyRcrro Yv ruuLo [29
Salteando un poco el riquísimo despliegue y asociación de conceptos y visio- liana, se denomina Conducción. En la línea de nuestra investigación y en función
nes de ese ca pítu lo, ya en el capítulo tercero del Li bro Segundo titulado Arte o de la epistemología clásica , recurrimos al cuadro de los saberes y encuadramos la
ciencia de la guerra Clausewitz enfoca la cuestión de la clasifica ción del conoci- conducción como sinónimo de prudencia política. Si Clausewitz no conoció el cua-
mient o de la guerra de un modo análogo al cuadro de los saberes de Aristóteles. dro clásico de los saberes, sin embargo, estuvo muy ce rca de exponerlo y, en todo
E n primer término, deslinda la confusión entre el saber teórico y el saber-ha- caso, el discurrir de su pensamiento va en esa línea.
cer concreto. E l saber teórico es una abstracción del saber hacer concreto (por A Clausewitz no le resulta inadvert ido que todo lo interesante que puede
ejemplo, la prudencia es una abstracción de la conducta del prudente). La teoría agregarse y decirse del soldado como profesional, de la guerra como oficio y del
del arte no es el artista. Clausewitz cri tica a la teoría militar pretenciosa, dogm áti- ejército como agencia de profesionales aboca dos al oficio de la guerra, no refleja
ca , que considera que su propia exposición es por sí misma una garant ía de éxito. sino parcialmente la profundidad de la guerra, su naturaleza polícica , su condi-
Frent e a las recetas técnica s, ca da vez más absurdas, Clausewitz retoma la relación ción de drama apasionado y sangriento en cuya perfección de su naturaleza puede
clásica encre el saber y el sabio, entre la virtud y el virtuoso, destaca ndo la priori - apreciarse su proto tipo. La profesionaliza ción aparece como un accidente sujeto
dad de la conducta humana como fuente de la que se extrae la teoría: a relaciones sociales que determinan su esfera limitada de acción bordeada de un
ancho ca mpo en el que puede disolverse por las tensiones despertadas por los
El saber puede ser distinto a la capacidad. Ambas cosas son tan distintas que no fines en juego. Frente a las grandes guerras de ayer y de siempre, desde la guerra
deberían confundirse fácilmente. La ca pacidad no puede hallarse en libro alguno, del Peloponeso y las guerras púnica s hasta las guerras contra los tártaros, llegando
y así la palabra art e tampoco deberí a formar part e nunca del título de un libro". a las guerras napoleónicas, de independencia america na y las guerras mundiales
y las caneas guerras posteriores ca racteriza das en ciert a medida por la expansión
E n consonancia con la distinción clásica entre técnica (techn é) y ciencia (epis- partisana, la teoría profesional sociológica aparece como insuficiente, como una
teme), disting ue entre conocimiento cuya finalidad es práctica y conocim iento cuesción de intereses menores resueltos a través de condotieri:
cuya finalidad es especulativa:
Esto se ha sentido tempranamente, y por eso se afirma que la guerra es un oficio;
Pero como se ha adquirido la costumbre de reunir los conocimientos necesarios pero con csro se pierde más de lo que se gana, porque un oficio no es más que un
para la práctica de un art e (que por separado podrían ser cicncias cntcras) bajo el arte menor, y como tal también está sometid o a leyes más concretas y estrictas, De
nombre de Teoría del Arte o simplemente Art e, es consecuente empicar csta cla- hecho, durame un tiempo el arre de la guerra se movió dentro del espíritu de un
sifca ción y llamar art e de la construcción o Arquitectura; ciencia a codo aquello oficio, concrecamente en la época de los condottieri. Pero no tenía esa orientación
cuya finalidad es el mero saber: M atemática , Astronomía22 • por motivos interno s sino externos, y la Historia bélica demuestra lo poco natural
y satisfacto rio que fue durante esa época ".
La coincidencia con la clasifica ción clásica de los saberes es absoluta. E l arce
es práctico, la ciencia especulativa. El conocimiento de la guerra no puede encua- E l conjunto ele intereses y fines políticos en juego, las ca usas eficientes y finales
drarse con propiedad en ninguno de ellos porque tanto las reglas del arce como las determinan el contenido de la guerra. E l soldado como figura profesional rec orta
leyes de la ciencia resbalan sobre su naturaleza política: la realidad en un objeto formal sociológico, codo lo adecuado que se quiera, pero
es un elemento, no es la causa. Son los ca racteres y las tensiones posibles o ac-
Pero afirmamos que la guerra no es ni un art e ni una ciencia propiamente dicha, y
tuales de la totalidad política -las relaciones interestatales y la situación histórico
que precisam ente este punto inicial en sus concepciones del que se ha part ido ha
espiritual- las que determinan las necesidades orgánica s de las fuerzas armadas.
llevado en una direcc ión errónea, ha causado una involuntaria equiparación de la
guerra con otras artes o cicncias y un montón de analogías incorrectas ", Con la diferencia de la contingencia de las cosas humanas, la política sigue la pau-
ta que impone la naturaleza acerca de que la necesidad hace al órgano.
La visión de que la guerra no es art e ni ciencia propiamente significa que la La guerra no es mera fabricación ni producción externa, aunque incluye un
guerra es política : corresponde al saber prudencial que, desde el renacimiento ita- momento ele exterioridad sin el cual no existirí a. No es tampoco una acción que
pueda desarrollarse como aplicación de leyes universales. La dimensión política
21. Cal Clauscwiu, D la Gema... p. 105.
22. lden.
23. ldmm 24. Cal Clausewi ra, ibidem, p. 106.
30] PALO ANZALI C usr T. LA CIN CIA POLÍTICA D LA GUERRA. FiLosoríA, yéRcrro runo [31
que domina el conjunto se despliega como tensión de intereses concent rados en Salea a la vista lo poco que se adapta a una actividad así el esquema mental de las
la acción humana. No hay art e ni ciencia que pueda agotar formalmente -com o arces y las ciencias ... Si semejante conflicto de lo vivo como el que se produce y
resuelve en la guerra ha de ser sometido a leyes generales, y si <le éstas se puede
conocimiento y concepto- la riqueza de las tensiones política s que esca lan hacia
desprender un hilo conductor úcil para la acción, es lo que ha de analiza rse en
"el drama sangriento y apasionado" de la guerra. La primera comparación que
parre en este libro; pero está claro que éste, como cualquier objeto que no supera
Clausewitz señala es con el comercio -modo de vida al que Aristóteles no reco- nuestra ca pacidad de comprensión, puede ser iluminado y dejado más o menos
mienda por violento- que es también un conflicto de intereses. Con esta compa- claro en sus relaciones internas por un espíriru investigador y ya sólo esto basca
ración Clausewitz se instala en el nivel de las actividades humanas por fuera de la para hacer realid ad el concepto de teoría".
unidad sistemática liberal y su creencia en un orden natural basado en la adminis-
tración de cosas y en la suposición de que el comercio es ca usa eficiente de la paz. La guerra no puede reducirse a la condición de arce. E n arquicecrura, pintura,
Si tomamos en cuenta el contexto histórico espiritual, la tesis de Clausewitz que mecá nica y óptica no hay disputa ni mayor inconveniente cuando el arrisca se rela-
cuestiona al comercio como reaseguro de la paz, es impresionante. Girard lo de- ciona con la materia, pero las art es entran en crisis cuando se introduce la dimen-
tecta con agudeza , cuando dice que "Estamos en las antípodas de M ontesquieu, sión espiritual y coda la normativa se difumina en ideas indeterminadas . M ayor
para quien el comercio es lo primero que permite evitar los conflictos armados"?'. complejidad encuentra el médico cuando tiene que tratar pacientes individuales de
Esa sola distinción pone en cuestión la unidad sistemática liberal que supone al natural= ca mbiante y mayor aún el psiquiatra, cuando lidia con la menee humana.
comercio como paz y a la guerra como aberración histórica . Se patentiza la irreali- Así codo, más difícil es el arte de la guerra cuyo ca mpo de real idad específico
dad del proyecto liberal kantiano: vuelve vana la pretensión de los sostenedores de está constituido por una acción que ensambla y enfrenta violentamente fuerzas
la globaliza ción, tan violentos y militaristas en la realidad como negacionistas en espiri tuales y materiales. La presencia dominante del espíritu hace de la guerra un
-1 discurso. Portadores de una falsa conciencia, una frase de Clausewitz permite fenómeno de aira complejidad, pues la magnitud espiritual está incorporada en el
escorrer el velo ideológico que oculta a la rea lidad: interior de las fuerzas. "L a actividad bélica nunca se dirige contra la mera materi a,
,,_a __, sino siempre y al mismo tiempo contra la fuerza espiri tual que anima esa materia,
La guerra es un acm de comercio humano. . . y es completamente imposible separarlas a ambas"'ª. La teoría de la guerra refleja
Decimos pues que la guerra no cntra en el ámbito de las artes y las ciencias, sino un objeto constituido por los contrarios: fuerzas espirituales y físicas. La acción
también en el ámbico de la vida social. Es un conAicto de grandes incereses que se
de una fuerza está concretamente atada a la acción de su oponente. El lo signif-
resuelve de manera sangricnta, y sólo en eso sc distingue de otros. M cjor quc con
ca que el elemento de la teoría es la mediación, esto es, la determinación de las
cualquier ane se podría comparar con el comercio, que también es un conflicto
fuerzas por las fuerzas del otro. Ello configura una dimensión diferenciada de la
de incereses y acúvidades humanas, y le cstá mucho más próxima la política, que
a su vez puede ser cons iderada una especie de comercio a gran escala, Además, dimensión art ística que enciende la relación de un sujeto crea dor con una materi a
en cl seno en el que se desarrolla la guerra; en ella se cncucncran ya ocultamente inerte. La conducción de la guerra para Clausewirz es completamente distin ta a
apuntadas sus líneas, lo mismo que las cualidades de las criaturas humanas están todas las art es porque requiere una teoría que refleje la relación de cont rarios, para
en sus semillas". desde allí introducir las variaciones y sostener la finalidad política de la guerra,
que es un cierto tipo de paz. E ntonces el problema que aparece puede plantears e
La última frase ratifica y concentra el argumento esencial. E n la situación po- en los siguientes términos: ¿Cómo puede el sujeto abrir un curso distinto del que
lítica se encuentra la guerra en potencia con los ca racteres incoados de lo que determina la relación dialéctica entre opuestos?
puede ser la guerra en acto. ¿Cómo puede compararse una tensión política de in- La guerra ensambla lo material y lo espiritual, en una relación en la que lo es-
tereses con una actividad artística ? A Clausewitz le resulta una estrechez de miras, piri tual domina y vivifica. Pero esa dominancia se desprende de la naturaleza del
un reducci o nismo. Ni el art e ni la ciencia pueden reflejar la línea de la realidad de demento general "en el que se mueve codo en la guerra", esto es, el peligro , on-
la que surge la guerra: tológica mente fund ado en la acción reciproca. La guerra trasto ca las dimensiones
y los ca racteres de la normalidad de la existencia y transforma el horizonte en pe-
25. René Girard, Clauwin en los extreme. Política, pu«era y apocalipsis, Katu, lucnos Aires, 2010, p, 97. 27. 1idem, p. 107.
26. Cla uswi u, idem. 28. lle.
32] PALo AzA1 CLA USwITZ. LA CIN CA POLÍTICA D LA GURA. Foso,Jcrro Y Puno ]33
ligro so. El elemento de la guerra es el peligro. La intelección y la acción se harán Guerra y Espíritu
en medio de él y se requerirá del valor como "sentim iento de la propia fuerza',
cuanto menos en dos sentidos: en canco denota la presencia de lo espiritual como La variable diferencial que domina en el desarrollo progresivo de la guerra
fuerza moral en la puesta en movimiento de los ejércitos en la guerra y como me- como práctica y de la teoría como formalización es el espíritu, encendido como
diación en tanto elemento en el que se apoya la facultad de conocer y la capacidad la impronta de la energía política formadora, la inteligencia y la volunt ad del
conducror y del Ejército impresas en el acto militar. Es decir, las fuerzas morales,
de apreciar la situación de la guerra.
El valor como actitud afirmativa ante el peligro se desdobla en estas dos di- descacadas por Napoleón en una relación de 3 a 1 en relación a las fuerzas físicas.
mensiones: un jefe puede ser muy valeroso en la conducción de sus fuerzas pero Para ello Clausewin despeja el camino de las deformaciones de las teorías prcexis-
puede ser timorato en la intelección de la situación. Ése aspecto se manifiesta tentes. Ello implica un racconto crítico de la historia de la teoría, dececcando las
cuando el valor del jefe y su ejército se despliegan en la acción pero, al no darle muestras de unilateralismo y dogmatismo, en tant o manifiestan insuficiencia y
forma adecuada en la intelección, concluye por limitar las posibilidades de la ac- deformación en el conocimiento de la realidad. Y significa a un tiempo elucidar la
ción misma. Es el típico caso de desperdicio de la fuerza por una estimación ti- progresiva relevancia del espíritu en la acción, que es correlativo a las transforma-
morara (o, en sentido contrario, el fracaso de una acción por una visión porfiada). ciones políticas y sociales, superlativas en la época de las guerras napoleónicas. Es
La consideración del valor en la teoría de la guerra es la clave para considerar la presencia creciente del espíritll lo que da nueva forma, fuerza y peso a la guerra.
el alma de un ejército, analógicamente entendida como la forma viva de su cuer- Por ello el esplritu políticamente develado y determinado en sí mismo es un po-
der. Es decir, un dinamismo dominante que se impone en la guerra. Las fuerzas
po. Clausewitz restablece en la teoría la importancia del valor como respuesta a
morales son la interfase operacional entre la determinación política y los elemen-
una situación de peligro para desde allí avanzar hacia el conocimiento del espíritu
tos técnicos. "Incluso en la propia guerra la causa política de la misma tiene una
en su complejidad y riqueza. Lo restablece porque la valentía como calidad opera-
tiva del alma -como es en Platón y Aristóteles-- habíase perdido en los pliegues de poderosa influencia sobre su forma".
las teorías cécnica y cientifi cista. En el nivel de la experiencia también se focaliza
La construcción de la Teoría está lógicamente conectada a la crítica del cono-
cimiento preexistente. Se trata de una primacía en el orden lógico que no necesa-
la crítica al obscáculo cpiscemológico que ciene la intelección de la dimensión es-
riamente tiene que reflejarse en el orden de exposición de la Teoría. En este caso,
piritual -políticamente determinada- de la guerra.
por cierto, la historia crítica se encuentra bastante diseminada a lo largo de Vom
En las tcorías sc está muy acostumbrado a considerar la lucha como una medición Kriege, pero se concencra y fundamenta en el Libro Segundo 31•
abstraca de las fuerzas sin participación alguna del ánimo, y ese es uno de los mil La descripción crítica de los caracteres de la historia del conocimiento mi-
crrorcs que las tcorías cometen dc mancera completamente intencionada porque no litar revela una cierta semejanza con el tratamiento crítico que hace Aristóteles
ven sus consccucnciase". en Mecafísica I a la absolutización presocrát ica de los elementos, incluso puede
com pararse con la odisea de la conciencia en la Fenomenología del Espirite. En
La revolución teórica de Clausewitz está dada porque al inteligir la esencia un sentido preciso: la descripción de los elementos descubiertos en el pasado pue-
política de la guerra, las relaciones entre guerra absoluta y guerra real, los dos tipos den integrarse en la Teoría (superior), a condición que no se los absolutice, y se
extremos de guerras reales, articulada con sus otros grandes concepto s (defen- les dé el tratamiento de elementos, no de causas ni principios. Por cierto, no es
sa-ataque, estrategia-táctica, etc) y su marcha hacia la realidad cada vez más pro-
una aplicación de la Fenomenologia del Espiritu, ni siquiera puede acreditarse con
funda, la Teoría puede entender las guerras del pasado de un modo más perfecto
precisión una influencia. Sin embarg o, la Fenomenologia del Espirinu se presenta
de lo que sus protagonistas e intérpretes anteriores la encendieron. Así com o la
com o "la ciencia de la experiencia de la conciencia tanto en su saber cuánto en su
economía política fundada por Adam Smith y David Ricardo permitió conocer
objeto y en tant o broca ante ella el nuevo objeto verdadero". Esa doble relación
los procesos económicos mejor de lo que sus protagonistas los entendiero n, aná-
de la conciencia con su objeto y del saber de la conciencia de la primera relación
logamente, la Teoría de Clausewitz permite conocer a las guerras del pasado me-
conciencia -objeto , se expresa con un estilo más llano y una distribución dispersa
jor de lo que "se encendieron a sí mismas", precisamente, porque puede captar la
naturaleza política de la guerra.
30. Ibidem, p. 666.
31. 1hilen, pp. 79-129.
29. Ibidem, p. 92. 32.Cf. G. Hegel, La Fenomenologia del Espirita, FCE, Mico, 2000.
34] Po ANzLI CLAUSwTTZ. LA CIENCIA POLÍ TICA D LA GURA. FLosorÍ, yRcrro Y uuo [35
en Vom Kriege como conciencia de la relación entre la historia del conocimiento en el contexto del pensamiento alemán de la primera mitad siglo XIX -en la que
de la guerra y la historia de la guerra. También puede argumentarse que la rela- se escribe Vom Kriege posee una evidente resonancia idealista. Hegel la lleva a su
ción entre la historia del objeto material -en este caso, la guerra- y la historia del máxima expresión filosófica al sostener que el Espíritu es el despliegue de lo real
objeto formal -la teoría de la guerra, el pensamiento estratégico- es una estruc- como racionalidad absoluta. En este sentido, la palabra Espíritu está asociada a un
tura recurrente en la historia de la cultura. La Teoría se instituye en relación a su racionalismo absoluto. En Hegel está claro el principio y el final, la dialéctica as-
propia historia y a la manifestación del objeto formal que la especifica. La historia cendente de la odisea de la conciencia supone la dialéctica descendente de la Idea.
de la guerra se despliega como un proceso de progresiva presencia del espírit1' En Clausewitz no hay un planteamiento en ese nivel de objeto formal, no hay
entusiasmo y máxima tensión de las calidades del alma políticamente motiva- una metafísica, aunque sí hay una visión de la historia en la que no cabe la nece-
das- en las arces de la guerra, direccionado de lo elemental a lo plenario, que pone sidad del resultado final del proceso histórico. La utilización de la palabra espíritu
en juego recurrentemente el saber de esa relación. Pero la analogía con Hegel no en su visión de la historia de la guerra tiene cuanto menos la constatación de un
puede tampoco acreditar una influencia sino más bien constatar la expresión del crecimient o en la tensión y la energía de la voluntad, una creciente presencia del
problema entre historia y conciencia, historia de la guerra y teoría de la guerra, espírifll que casi no se deja ver en la guerra de los condottieri pero que avanza
objeto material y objeto formal. progresivamente hasta que alcanza su cenit en la manifestación de las guerras na-
Vom Kriege representa la instauración de una disciplina nueva, la ciencia poli- poleónicas (incluyendo la resistencia que provocó). El concepto de guerra absoluta
tica de la guerra, una revolución teórica que confina al lugar de lo no científico (absoluter Krieg) opera como perfección o entelequia, del mismo modo que el
a las teorías de la guerra que le anteceden y a las que integra en lo que tienen de Acto más perfecto opera como determ inante de la mezc la de acto y potencia.
verdadero para la Teoría. Así ocurre con conceptos como líneas interiores y líneas ¿En qué sentido Clausewitz emplea la palabra espíritu? Es similar al sent ido
exteriores, economía de fuerzas, base, etc. Precisamente, la antigua modalidad de que le da Ka nt, de modo particular puede ponerse en paralelo al tratamiento
pensar la guerra está cerrada a la comprensión de la naturaleza de la guerra porque clausewitziano del espíritu con la Crítica deljuicio, en el aspecto específico de la
permanece encandilada por los dispositivos y procedimientos que aparecen como ausencia y presencia de espíritu. A propósito, Ka nt dice:
determinaciones fundamentales en el horizonte previo a la eclosión napoleónica.
De ciertos productos de los cuales se espera que por lo menos en parte se mues-
Es una combinación de técnica y episteme en la que predominan las maniobras
tren como arce bello, se dice que carecen de espíritu ... Una poesía puede ser muy
mecá nicas y los cálculos geométricos: no es prudencia o conducción.
linda y elegance, y carecer de espíritu. Una historia es exacta y ordenada, pero sin
La relación entre el orden de manifestación histórica de la guerra y la teoría de espíritu. Un discurso solemne es profundo y al propio tiempo florido, pero sin
la guerra es vinculante en la medida en que se vinculan la experiencia práctica Y espíritu ... ¿A qué llamamos, pues, espíritu en esos casos? En sene ido estético, se
la elaboración teórica. Sólo alcanzando una cierra altura histórica de los aconte- llama espíritu el principio vivificante del ánimo. Pero aquello mediante lo cual ese
cimientos puede el pensamiento alcanzar una cierta perspectiva para inteligi r con principio aviva el alma, la materia empl eada al efecto, es lo que pone idóneamente
propiedad la naturaleza de la realidad que lo ocupa. ¿Po r qué razón hasta Vom las energías espirituales en vibración, es decir, en un juego que se sostiene por sí
Kriege el conocimiento de la guerra no puede inteligi r correctamente la naturaleza mismo y que a su vez robustece las energías que requiere'}.
de la guerra? Porque las guerras de la Revolución Francesa y la aparición del Dios de
la guerra, como Clausew itz denomina a Napoleón, hicieron posible -mostrando El recurso al espíritu en el acto militar es un motivo recurrente en Clausewitz
también la importa ncia de la resistencia y poniendo en perspectiva el pasado- el y recuerd a que el duelo (Zweikampf) es la imagen o phantasma de la guerra. Mien-
conocimiento plenario de esa parce de la realidad. Históricamente, en el Anti- tras en la mentalidad mili car anticuada se dogmatizaban aspectos técnicos como la
guo Régimen la guerra permanecía limitada en sus posibilidades de despliegue. Gran Orden de Marcha <le Federico el Grande, la base y las líneas interiores, etc.,
Epistemológicamente, porque la teoría estaba orientada a responder las antiguas Clausewitz va a recurrir al término compuesto del principio vivificante -empleado
preguntas que buscaban el inexistente dispositivo de procedimientos técnicos que por Kant para denotar la impronta, el espíritu de la obra de arre- del combate:
garantizasen el triunfo. Es decir, una tradición teórica asida por un horizonte es-
Como la marcha es el inscrumemo mediance el cual la estrategia distribuye sus prin-
trecho en el que no es visible la real natu raleza de la guerra, un horiwnte en el
cipios activos -es decir, los combares- pero a menudo esms se prese ntan sólo con su
que la guerra carece de Espíritu. La palabra Es¡,lritu puede llamar a confusión no
tanto porque denota en la filosofía clásica la parte racional del alma sino porque
33. Cf. Inmanuel Kant, Cri tica del Juicio, La da, lucnas Aires, 2005, traducci ón Manud Gara Marente, p. 164.
36] PALO ANzuL! CUSTTz. LA CIN CHA POLÍTICA D LA GU RA. FosorfA, yRcrro Y run o [37
resultado y no con su desarrollo fáctico, no ha podido dejar de ocurrir que en la con- una analogía con la crítica kantiana a las obras de arte carentes de espíritu, de
sideración se haya puesto a menudo el instrumento en lugar del principio activo ... fuerza, de esulo en el sentido más fuerte del término. Para Kant, hay que despejar
Se combinan marchas y maniobras, se ak.1nza la finalidad, y no se habla de combare las obras de arres elegantes y refinadas pero carentes de principio vivificante, ya
alguno, de donde se deduce que hay medios de superar al enemigo también sin com- que no generan el efecto propiamente estético, de autonomía. El rococó le parece
batir. En lo sucesivo podremos mostrar toda la inmensa magnitud de este error . una afectación decadente en el arre y en la guerra. Una repetición de esa clase será
un artificio carente de idea; no será, para los nuevos tiempos, una obra de arre.
La importancia del combare como principio activo es correlariva a la importan- El análisis de la historia del arte de la guerra de Clausewitz muestra la presen-
cia del espíritu en la captación del efecto de la obra de arre. La Teoría no considera cia creciente del espíritu. Pasa desde la ausencia total hasta la presencia creciente,
exclusiva y excluyentemente el combate. Conrra la opinión de muchos interpretes pero no del rodo desplegada, sino más bien en el grado del movimiento auto-
como Liddell Har t, la batalla principal no es el objetivo a perseguir de la estrategia, mático_ del ejército. Precisamente, alcanzado ese punto, aparece el problema de
si no el prototipo, tipo ideal o fenómeno originario a parcir del cual cabe asentar la téc111ca como límite de la teoría cuya crítica y superación es parce de la nueva
la Teoría. En términos aristotélicos, es la entelequia o perfección que sirve de mo- Teoría. Clausewirz afirma que:
delo para la Teoría. Si Clausewitz hubiera elegido las estratagemas tipo Sun Tzu o
las maniobras de las guerras previas a la Revol11ció11 Francesa, no hubiera podido Antes siempre se entendía bajo el nombre de Arce de la Guerra o Ciencias Cas-
forjar la Teoría. La batalla principal permite inteligir la guerra en el caso prototí- renses el conjumo de conocimiencos y habilidades que se ocupaban de cosas ma-
pico que devela su naturaleza y permite a su vez conecrarla con Alejandro, Aníbal, teriales. La organi7.1ción y preparación y el uso de las armas, la construcción de
los tártaros y, en la posteridad a Clausewitz, con las guerras franco-prusianas, las fortific.1cioncs y trincheras, la organización del ejército y el mecanismo de sus mo-
vimientos eran el objeto de estos conocimientos y habilidades, y codas ellas condu-
mundiales, etc. ¿Significa esto que roda guerra desemboca en una baralla principal?
cían a la presentación de una fuerza armada utilizable en la guerra31 •
No. ¿Significa que I¡ baralla principal sirve de primer analoganre o prototipo para
esrablecer la Teoría? Sí. Incluso cuando decimos con Rorhe que Clausewitz teoriza Lo que se conocía como arte de la guerra, en consecuencia, es un arce de cons-
a parcir de rres aconrecimiencos históricos: Napoleón como perseguidor de la bata- trucción de materiales inertes y de planificación de operaciones humanas, pero
lla principal, los rusos como protagonistas de la retirada estratégica al interior del mecánicas, despojadas <le espíritu (en el sentido expresado ex ante de natura natu-
país, los españoles como guerra de guerrillas, es evidente que el prototipo, primer rans). Lo poco que había de espíritu estaba puesto en la tarea de construcción de
analogante o perfección de la guerra de acuerdo a su naturaleza y, en ese senti- materiales, pero sabemos que se traca del espíritu del artesano que, con su cuota
do, modelo teórico en relación al cual hay que investigar la realidad, es la batalla <le creatividad y dedicación, no configura ni guarda más que una relación extrín-
principal. Si fuera la guerrilla, la guerra tendería al tumulto. Si fuera la retirada, la seca con el espíritu milirar, cuyo principio, el valor, está políticamente determina-
guerra tendería a ser una huida perpetua. Ese es el sentido epistemológico que se do. Se encendía como arte de la guerra una actividad externa a la esencia política
funda por cierto en la realidad. Esa es la perfección, el acto puramente considerado de la guerra, a la conducción de las fuerzas en la lucha y a la combinación de
en relación al cual surgen las series de acros y potencias. No encender esto es no batallas. La crítica al extrañamiento del pensamiento militar respecto de las careas
entender la seriedad de la guerra, o, como Liddell Hart, y los seguidores actuales,
históricas del pueblo alemán es una posición política en Clausewiz, un modo
repetir la cantinela de que Clauscwirz es el profeta de la Primera Guerra Mundial <le vínculo entre la disposición anímica y el pensamiento nacional militar que
y sólo eso: ¡Como si no hubiera sido sólo posible desde una genialidad superlativa
deviene y origina a la Teoría. Podemos citar a Heidegger quien, a propósito del
ser un gran profeta que vio la realidad histórico militar que vendría!
significado de espíritu, establece una distinción y preparación para su cabal com-
Clausewicz relaciona los materiales de la realidad, la vivificación del espíritu
prensión, cuando dice: que:
y el elemento que la despierta en ramo idea que informa la Teoría. La crítica al
modo de hacer la guerra basado en la estrategia de Aoreo, en las marchas y contra- espíritu no es la sagacidad vacía, ni el juego de ingenio que a nada compromete, ni
marchas de aproximación geométrica, que rehuye el choque y el derramamiento el ejercicio sin fin del análisis intelectual, ni una razón univenal, sino que espíritu
de sangre, en suma, la estrategia reducida a estratagema, predominante en la últi- es el decidirse, originariamente templado y consciente, por la esencia del ser .
ma fase del absolutismo monárquico del siglo XVIII, está influenciada y presenta
35. Ibidem, p. 87.
34. Car Clausewi u, ibidem, p. 83 36, M ar«in Hei degger, La autoafirmacidn de la Uivenidad alemana, trad. de R. Rodr igue, lanas, M adrid, 1)9)6.
38] PALO ANZALDI CLA USrrZ. LA CIENCIA POLÍTICA DI LA GURIA. FLosorÍA, JRcrro Y ruuuto [39
La esencia política de la guerra es un pensamiento fundamental que atraviesa La insuficiencia teórica no es producto solamente de una deficiencia en la vi-
corno hilo rojo Vom Kriege, constituyend o el sentido de la superioridad sobre la sión de los problemas sino ante todo de la insuficiente presencia histórica que
técnica ya que, lejos de quedarse reactivamente en ella, la considera un tránsito y dificulta el planteamiento de los problemas. E l obstáculo epistemológico es la or-
a la vez una fase de la Teoría. ganiza ción social y política que impide inteligir la esencia combativa de la guerra
Esa misma relación de exterioridad no intelige la naturaleza de la guerra, sino oculta por la primacía absoluta y excluyente de la maniobra y la estratagema, una
la preparación de los materiales concurrentes en la batalla. Al no foca liza rse la formaliza ción estratégica cuyo principio político encubierto debilita la voluntad de
intelección en el núcleo de la guerra, permanece el desajuste entre la teorí a y el lucha. A su vez, ese modo pudo ser hegemónico en los ámbitos militares por el
objeto en el nivel de los principios, que no son técnicos sino políticos, es decir, fin político en juego: las últimas guerras del Antiguo Rigimm perseguían rea jusces
prudenciales o de conducción. Por ello la vieja teorí a no posee estatuto teórico territoriales parciales y no ponían en cuestión la base social ni religiosa del Esta-
suficiente, ni tiene ca pacidad para desplegar en acto las potencias de las com uni- do. La pregunta subyacente a las arces ca strenses acerca de ¿cuál es el dispositivo
de materiales para ganar una batalla?, excluye las cuestiones más fundamentales
dades que entran en guerra.
La histori a del pensamiento militar es una lenta marcha de aproximación desde canto por la conducción de la fuerza en la batalla como por los fines políticos de
parces secundarias hacia el conocimiento del objeto. La dialéctica asce nsional de la guerra en su conjunto. Por lo canco, se trata de una intelección deficiente y uni-
Clausewitz destaca la historia del pensamiento militar como la marcha desde lo lateral, que reposa sobre un aspecto no esencial. La referencia empír ica es la ins-
pri mero para los militares hacia lo primero en orden a lo real. Es un método típ i- talación y el uso de un dispositivo para la batalla. El conocimiento para la batalla,
ca mente dialéctico, que incluye tanteos y deformaciones, aunque ya en Clausewitz no está fundado en un concepto de la guerra sino en el nivel del procedimiento
se presenta la intelección del principio político como clave del pentagrama E n este técnico. No se trata de un problema menor ni de una mera diferencia verbal. Para
caso, el elemento de analogía con la odisea de la conciencia que descri be Hegel está la batalla está elaborado desde fuera de la totalidad política de la guerra, ca rece de
dado por la aparición progresiva del espíritu y las contradicciones que este aparecer determinaciones y riqueza concreta. El sólo enfoque técnico denota la ausencia de
tiene con una conciencia científica . Esto puede verse aún con más precisión en una espíritu de la acción. Ni interno ni orgánico, es externo y mecá nico.
segu nda figura cuando recién en el arce del asedio aparece una primera aproxima- Luego, un segundo momento del arce de la guerra se concentra en el fun -
ción a la conducción de las fuerzas en el combate. Pero se trata de una técnica que cionamiento automático del ejército. Se tr aca de un avance hacia un nivel más
no abordad problema ce ntral de la conducción de las fuerzas en la lucha sino más concreto, en la medida en que se implanta un dispositivo de funcionamiento ins-
bien los procedimientos de manejo de materiales concurrentes a la lucha: trumental en el ejército, que aparece así como la figura de un autómata:
En el arce del asedio es donde primero fue visible algo de la dirección del combate M ás adelante, la táctica intentó dar al mecanismo de sus ensamblajes el ca rácter
mism o, del movimicno dcl espíritu al que se confían estos materiales, pero en la de una disposición general, a la medida de las peculiaridades dd ins tcumenco,
mayoría de los casos sólo en la medida en que se enca rnaba con rapidez en nuevos que nacuralmence conducía ya al campo de baralla, pero no a la libre actividad del
objetos materiales... como cn cstc tipo de guerra cl espíri tu se expresa ca si tan sólo espíritu, sino a un ejército, convertido en autómata por la formación y el orden de
en esas cosas, con ellas se dab a suficiente respuesta al asunto". batalla que, impulsado por la mera orden del mando, debía desarrollar su acivi-
dad igual que un reloj".
El arte del asedio evidencia y concentra el análisis en elemento s concurrentes
pero no fundamentales de la guerra: está fijado en la línea de la técnica. Sin em- E n este ca so, mecanicismo significa repetición de movimientos y ordenamien-
bargo, la marca del espíritu no puede pasarse de lado aún en medio de elem ento s tos establecidos sin atención a la libert ad del espíritu. Precisamente Clausewicz
secundarios que no abordan el problema de la esencia y los principios. E n ése án- destaca la libertad como elemento de la conducción de la guerra, atravesado por
gulo se enfoca la crítica de Clausewitz, que detecta el movimiento del espíritu en la mediación del oponente, cuya unidad constituye una relación de contrarios,
un nivel subordinado, técnico en el estricto sentido de manejo de los útiles, pero que aparece como un meca nismo ele acción recíproca. El conocimiento del meca -
espíritu al fin. Esa presencia aumentará con el desarrollo del proceso histórico has- nismo de autó mata no constituye una teoría de la guerra. Permanece extra ño a la
ta su aparición en las guerras napoleónicas. naturaleza política y está cerrado a la inteligencia de la guerra, tanto en su forma
perfecta o acto de ser, como en su concreción o ser en acto. La guerra requiere Con la aclaración conceptual que en el conocimiento práctico el principio de la
una teoría a la altura de su realidad, capaz de dar cuenta de la totalidad concreta, acción es el fin de la conducta. Ciertamente, suele aplicarse un método inductivo
lo cual exige una línea filosófica que distinga formalmente la dimensión pruden- -en rigor, no un razonamiento- partiendo de lo real y avanzando por repetición
cial y la dimensión técnica en un mismo objeto. La conciencia de la necesidad de -de acuerdo a la ley de los grandes números- desde los hechos de experiencia a un
una teoría es el motor de la libertad del spiritu. En oposición, una yuxtaposición enunciado general. El enunciado, expresado como principio de acción, se apoya
de procedimientos artesanales de elaboración de materiales, de preparación de en una serie de experiencias repetidas. Clausewitz pone en cuestión la "infinita
dispositivos de ataque o de mera organización externa de un ejército no es Teoría. dificultad de la guerra" porque presenta "límites indefinidos hacia todos lados".
Clausewitz critica esta masa de conocimientos no articulados ni ordenados en un La falla de elevar a vircud de la guerra a la técnica hunde su raíz en la elusión
todo coherente, diciendo que "ese torbellino de opiniones, que no giraba en tor- de la naturaleza política de la guerra. No alcanza con formular reglas y principios
no a ningún punto fijo y conforme a ninguna ley sensible, tenía que resultar una de acción, se requiere una inteligencia del principio político, de las especies y del
manifestación repugnante al espíritu humano". sentido, una preparación para la exigencia inapelable de la guerra concreta, en
Un estado de la historia de la guerra basado en esos fragmentos o bien exter- suma, se necesita una Teoría. La prudencia explota la plusvalía política que va del
nos O bien inscriptos mecánicamente en la organización de los ejércitos no podía objetivo militar (Ziel) al fin politico (Zweck), y convierte la realidad física de la
dar cuenta ni instalar plenamente a las fuerzas estatales en la realidad de la gue- victoria en sentido político.
rra. Falca de unidad, pobreza de espíritu, parcialidad, precariedad. La situación Clausewitz rechaza al mismo tiempo la construcción de sistemas estratégicos
fragmentaria y unilateral que caracteriza el arte de la guerra es una dificultad que basada en la razón geométrica, la mera utilización de materiales y la unilatera-
dispara el inicio de la investigación. La conciencia de la falencia teórica cumple la lidad intelectual y práctica. Critica la fetichización de la técnica, la recaída en
función de acicate del pensamiento. Esa exigencia no podía cubrirla la exposición la inmediatez". La crítica teórica supone la relevancia dominante del espiritu y
de reglas y métodos de acción desconectada de una teoría de conjunto. El modo la necesidad de comprender en un todo coherente -abierto, pero coherente- la
técnico se agota en el producto y tiende a la repetición mecánica, requiere una multiplicidad de determinaciones de la guerra. Se trata entonces de una crítica
apertura comunicante al nivel político o prudencial, la virtud de la conducción. inspirada en, y atenida a un método que considera al conocimiento político como
un conocimiento de lo probable, combinación dinámica y concreta de fuerzas in-
Veamos:
telectuales y volitivas. Por eso Clausewitz dice que "los teóricos percibieron muy
Surgió pues la aspiración de indicar principios, reglas o incluso sistemas para la pronto la dificultad del objeto y se creyeron justificados para rehuirla volviendo a
dirección de la guerra. Con esto se cstablccía una finalidad positiva, sin haber te- orientar sus principios y sistemas únicamente hacia cosas materiales y hacia una
nido suficientemente en cuenca las infinitas dificultades que la guerra ofrece a es- actividad unilateral". La dificultad del conocimiento del objeto material d e su
te rcspccto. La guerra discurre, como hemos demostrado, dentro de unos límites formalización- está dada por los "límites indefinidos casi hacia todos lados" que
indefinidos casi hacia codos lados; pero todo sistema, todo edilicio doctrinal tiene
hace imposible el "sometimiento a cálculo". Pero la dificultad es rehu ida por "lo s
la na1uralcza limitativa de una síntesis, y con ello se da una insuperable contradic-
teóricos" mediante la recaída en la inmediatez de la sola consideración de cosas
ción entre al tcoría y la praxis".
materiales, el sometimiento a cálculo de un campo con límites indefinidos y la
Clausewi z muestra la diferencia entre la limitación de la técnica y la ciencia elevación de la actividad técnica al nivel de dogma.
(matemático-geométrica) para inteligi r el contenido político de la guerra. En esa Entonces puede ubicarse la crítica de Clausewitz al unilaceralismo tomando en
relación se sostiene la imposibilidad de establecer a la técnica como virtud inte- consideración distintos aspectos operativos de la guerra cuyo núcleo de verdad re-
lectual de la conducción de la guerra precisamente porque la esencia de la guerra cupera desde un pensamiento rigurosamente político (-estratégico), trazando una
es política, no técnica. En codo caso la técnica es subalterna de la prudencia, es línea de demarcación con el sentido distorsionado por un pensamiento técnico
instrumento de la conducción. Lo que determina e informa la acción guerrera -lo estratégico viciado, que sobrestima unilateralmente principios operativos. Se trata
sepan o no los hombres, y más allá del grado en que lo sepan- es el fin político. en este caso de un grupo de cuatro aspectos: superioridad numérica, manutención
1,Cf. Juan Sauaja, Epistemologia y Metodologia. Elementos pana una tora de la investigación cientifica, Eu dcha ,
39.ldem. luenos Aires, 199, pp. 109-116,
40. Idem. 42. Cal Clauscwira, ibidem, pp, 88-8),
42] PAo ANuDl CLAUSL'Wl'l"L U CIUNCIA t•o LfTICA Dll LA GUllRllA, F1LOSOl'fA, llJ~RCITO V l'UllDLO [ 43
dt las tropas, base y linens interiom. Por cierto que se trata de principios de la té- En relación a la base, rescata el concepto como una necesidad operacional y
nica de la guerra. Como todo principio técnico, es externo a ésta: la superioridad señala el acierto de descubrirlo. Los ejércitos requieren de bases y de retaguardia
numérica es físico-matemático, la manutención de tropas es logístico, líneas inte- estratégica. Para la insurgencia es la zona de insumos: una cuestión fundamental
para los reemplazos y la continuidad de la acción. Pero ese rescate está subordi-
riores y exteriores es geométrico.
La crítica es la analítica de las limitaciones de una tradición de pensamiento y nado a las necesidades concretas de la guerra. No puede aceptarse como correcta
práctica y no simple rechazo o falta de consideración. Chusewiz impugna la sobre una consideración que eleva la base a la condición de ley que decide sobre el éxito
estimación de un elemento, no para desecharlo, sino para rescatar su real dimensión de la guerra. Clausewitz se refiere con ironía a una "mente ingeniosa" que sin-
operativa, su utilidad y sus limites. Por ello también la crítica opera como tematiza- tetiza en el concepto de base aspectos como la alimentación del ejército, su cqui-
ción y búsqueda de la justeza de inserción de los conceptos en laTeorla. pamiento, la seguridad de las comunicaciones y la vía de retirada, sustituyendo
En el caso de la 111p1rioridnd m1míricn, Clausewitz no cuestiona la importancia el concepto de base de operaciones y la relación del despliegue de tropas respecto
que puede tener en el combate, sino la elevación a principio de un aspecto parcial, a la base por un elemento geométrico. Una tecnificación artificiosa de ése cipo se
abstraído de las demás determinaciones concurrentes. Es decir, la creencia en la presenta como un reduccionismo en relación a la fuerza viviente de la guerra y
posibilidad de abstracción de las circunstancias y caracteres concretos y su relevo como una particular manifestación de unilateralismo teórico, que obstaculiza el
mediante la fórmula una superioridad en un determinado momento en determina- conocimiento de la relación con el enemigo. Bülow sobrestima la importancia
dos puntos como clave infalible del éxito en la guerra. El sentido de la crítica no es de la base geométrica, un elemento de la guerra cuya formalización en su teoría
el rechazo sino más bien la tematización como preparación para su rehabilitación aparecía como la clave de la viccoria. Es una teoría unilateral y dogmática, que
en el interior de la Teoría. Precisamente, Clausewitz destaca las fuerzas morales: cierra la inteligencia a la comprensión de la realidad concreta. Para Clausewiz,
talento del general, virtud militar del ejército, audacia y perseverancia. Sobre esa con fuerza de evidencia, una guerra sin naturaleza política, sin enemigo real y sin
base, tiene más eficacia el principio de masa o superioridad numérica -economía campo de probabilidades es una distorsión unilateral.
de fuerzas es una ampliación. "La superioridad del numero es, tanto en táctica co- En relación a las lineas interiores, Clausewirz descaca que el concepto toma
mo en estrategia, el principio más general de la victoria, y debe ser contemplado en cuenta a la batalla. Como protagonisca de las guerras napoleónicas le resulta
con a generalidad", s decir, está sujeto a las múltiples determinaciones de su insostenible pensar la guerra como mero juego de fincas y maniobras de estilo
concreción. geométrico. Sin embargo, el elemento de las líneas interiores sigue siendo una
Ese sólo principio, considerado de modo infalible y dogmático, sin atención posibilidad operacional que refiere al uso de la geografía en la guerra. En cambio,
a las fuerzas morales políticamente determinadas, implica un enfoque unilateral, si se lo eleva a ley universal es otro elemento unilateral sobrestimado. En efecto,
algo insostenible frente a las determinaciones concretas de la guma real. Se trata el dominio de un ejército en las líneas interiores significa un dominio geográfico,
de una critica a Jomini, quien si bien era a su va muy crítico de los sistemas de tiene toda la importancia táctica que se quiera y es cierto que no puede descono-
guerra dogmáticos como el de Bülow, no obstante cayó en cierto sentido en una cerse, pero no agora el conocimiento de las condiciones de la victoria.
generalización de ese tipo cuando en su Pécis de liar de la guere sobrestimó el Clausewirz vivió en primera persona la derrota de la estrategia prusiana ante
principio de economía defueras y la superioridad numírica en elpunto decisivo por Napoleón, que trajo consigo una crisis espiritual en relación al sentido del Estado
fuera de la naturalaa de la guerra y sus aspectos políticos y espirituales concu-
rrentes y concretos"
45. Sc rc6crc a von l\ülow. C( l'ctcr Parcr, Cl4u.s,wit%J ,/ F.Jtado, Ccncm Je F.sruJios Constirucion.:ilc:s, Madrid.
En cuanto a la manutención de tropas, aplica la misma crítica que en el caso 1979. Cf, R. Palmer, Federico el Grande, Guilert, Bülow: "De la guerra de dinastas a la guerra nacional en
antenor porque la operación intelectual que está en la base es la misma: tomar un Edward Mead Early (comp.), Creadores de la F.straugia ft1odrrna, t. 1, pp. 121•174. "fJ 'sis tcnu mo J cmo '
aspecto material y transponerlo a la dimensión matema't'ica presentan1 d l Je l\iilnw, al igual que d Je Guihcrt, fue simplemente el sistema que ve11ÍJ Jcs.mull.inJosc JoJc d siglo
1 o o como XVII. Sin embargo, tuvo la pretensión de creer que había descubicrtw» la verdadera llave de tal sis tema , con
ey. I_ncluso ~n la pr~entación de cifras, cuya exactitud se postula, lo que implica el concept o de bas e de operacio nes. Consi deró también, co mo si fueran ucvas , las vicias nociones de La
una intelección extraviada en una racionalidad matematiante y tecnológica. gcome ría de la guerra. la lase dc operaciones' de su sistema dcbía scr una linea fortificada con depósits
preparadas; las dos li neas de operaciones que se pro t aban dsde las ext remas de dicha hase , debían con-
vcrger sobre el punto sometido al ataque, desde un ángulo de por lo mcns noventa gradas... la falta de
43. Cal Clusviu, iidon, p. 159.
realidad de estos conceptos había quedado demastrad.a allí por cl aio 17)4, cuando la cuhullería francesa
44.AV, "Jomini', a Eaul., Flwad, Gula de l Ea, a. ••
llegó a mnsterdam, marchando sobre el hil o. las batallas de llohenlindn y Marengo que tuviero n lugar
195$.- 1%6. limpia Melena,' Tomo I, Chulo Militar, 1)68, pp.
unos contados meses después de la publicación del libro de lülow lleg aro n c omo respuesta a su sis tema .
1
44] PA Lo ANzALI CAUSWTTz. LA CIENCIA POLÍTICA DL LA GURA. Foso, Jncrro Y ruuLo [45
absolutista y su fracaso ante la expansión del movimiento napoleónico. Se opone política ya está en codas partes, no sólo como realidad objetiva derivada de la na-
al modo teórico dogmático orgánicamente vinculado al Estado decadente y so- turaleza humana -lo que no representa novedad- sino también en su dimensión
cialmente congelado del Antiguo Régimen. de sentido, como politización de masas. Lo objetivo se patentiza en lo subjetivo.
Los elementos estratégicos mencionados sólo pueden considerarse como progre- Clausewitz tiene una comprensión profunda de la era ele la Revolución".
sos parciales de la verdad. Considerados como leyes de acción carecen de realidad El desconocimiento de la dimensión espiritual políticamente determinada no
porque no puede calcularse una magnitud exacta de un fenómeno como la guerra puede sino reproducirse en una teoría que oscila entre la ciencia geométrica y el
en el que hay tanta indeterminación. Tampoco puede agotarse el conocimiento de arte o técnica, que está extraviada ante el principio político que informa a la guerra.
la guerra en las cuestiones materiales dejando fuera del análisis a las fuer= e inte- Se patentiza como cierre al análisis de la guerra, a la dialéctica de contrarios
racciones espirituales. Además, es unilateral considerar sólo un bando como si la y a su contenido político. La técnica es destruida por la crítica que delimita a la
guerra consistiese en el despliegue exclusivo de una única parte y no una constante ciencia política de la guerra, a la Teoría.
interacción de opuestos con un contenido político que la informa y motoriza. Dado un grado de desarrollo de la práctica de la guerra la teoría usual se vuel-
Para Clausewitz los elementos considerados como leyes de acción representan ve vacía, por cuanto no representa ninguna realidad significativa que no abre la
una visión mediocre de la guerra, porque carecen de la perspectiva de la totalidad posibilidad de una experiencia eficaz.
política. La técnica aislada representa una visión unilateral y una sobrestimación Frente a la contradicción entre la experiencia de la guerra y el enfoque dog-
de su utilidad. La unilateralidad es el resultado de una simplificación metodoló- mático cientificista y técnico, la crítica de Clausewitz es una operación de despeje
gica. La riqueza del contenido de la guerra sólo puede ser captada desde una vía y delimitación de la naturaleza política de la guerra de la que procede la fuerza
dialéctica que inicie su recorrido en lo primero para el observador y avance hacia moral. La delimitación del objeto, la vía del análisis y la captación de su esencia
lo primero para lo real, una visión que capte la riqueza y la relación entre el fenó- política posibilitan la fundación de la ciencia política de la guerra direccionada a
meno que aparece y la realidad efectiva profunda. conocer las causas de todas las guerras. En ese sentido, la Teoría es una ciencia de
Clausewitz observa que, en el arce de la guerra usual, el genio militar queda la historia de la guerra: sus conceptos son abiertos y la guerra interestatal opera
confinado a una dimensión externa respecto de las reglas, cuando precisamente como primer analogante de codas las modalidades de guerra.
es el genio el creador por antonomasia de las reglas que luego debiera considerar, Clausewitz pone en crisis la teoría militar preexistente porque ataca la fetichi-
elucidar y sistematizar la teoría. La exclusión del genio militar de la teoría es una zación de aspectos parciales. La teoría previa se extiende hasta donde lo permite
confesión de mediocridad, porque en ese caso la teoría sólo se ocupa de lo que la imaginación sin dar razón suficiente del objeto. Como se trata de una teoría
acontece en una dimensión de poca creatividad, reconociendo que la creatividad limitada puede desorbitarse en un grado de imaginación superlativo y absurdo.
eficaz de lo genial permanece fuera de sus reglas. La teoría permanece desinteresa- Los dogmas técnicos y matematizantes impiden el conocimiento del objeto gue-
da en reconocer en el genio militar la fuente del conocimiento de la guerra, de la rra. Esca situación histórico-espiritual militar encuentra Clausewitz cuando inicia
que la teoría debe mostrar cómo y por qué actuó así'6• En contraposición, Clau- su elaboración teórica.
sewiz afirma que "lo que hace el genio tiene que ser precisamente la más hermosa
de las reglas, y la teoría no puede hacer nada mejor que mostrar cómo y por qué
es así", porque la virtud se conoce a través del hombre virtuoso y la estrategia y Ser en la guerra
la táctica a través del estratega.
Podemos caracterizar de obstáculo para la Teoría la interposición, reproduc- Clausewitz muestra la materialidad que posibilita la concreción de la guerra,
ción y realirmación de un modo de conocimiento que oculta la dimensión espiri- pero sin perder jamás de vista la causa política (eficiente y final). La conducción
tual, que genera las fuerzas principales que intervienen en la guerra. Visto desde el política se ejerce sobre el codo político, sobre la comunidad. Es prudencial y téc-
principio político, el velo teórico sobre la fuera espiritual es en el nivel técnico es- nica: puede desdoblarse, o bien especificarse por las distintas áreas que competen
tratégico el producto de un Estado que oculta ideológicamente a la política en los al todo, hasta quedar en manos de técnicos sujetos a los trazos prudenciales del
pliegues de un gabinete -lo que hoy suele denominarse criptopolítica-- cuando la nivel superior. En tanto prudencia encarnada, la conducción selecciona los me-
46. Caul Clauscwitu, ibidem , p. 91. 8. Cf. Cal Clausewita, De la Rrolution a la Restauration. Ecris tlen. Choix de tates traduis de l'allcmand
47. 1dem. et présentés par Marie-L uise Steinhauser, Gallimard, France, 19 76 .
46] PA LO AN zALD I CLxUSrTZ. LA CIN C A POLÍTICA D L GUR RA. Fiosoía, yRcrro Y uuno ] 47
dios con vistas a los fines políticos y a los objetivos militares, que son políticos por qué es lo que hay que hacer para obtener un resultado exitoso inequívoco. En el
participación. La prudencia recurre y subordina a la técnica. momento en que Clausewitz escribe Vom Kriege, como consta en la advertencia
La guerra es un momento de la política. La virtud de la política es la pruden- de 1827, el pensamiento estratégico o parce de él había caído en dogmas técni-
cia, la conducción es el agente eficiente que determina el elemento espiritual, la cos cada vez más absurdos.
reacción viva y la interacción que surge de ella. Por su propia naturaleza, la inte- Una doctrina positiva de prescripciones limita la acción. Por cierro que en el
racción mediatiza a la planificación. Precisamente, es una relación de contrarios, horizonte de Clausewitcz están los grandes conductores de la historia: Federico,
una estructura dinámica y dialéctica. El dinamismo determina a los sujetos, es la Napoleón y la defensa rusa y española", que carece de genio militar individual,
dialéctica del enfrentamiento. Si la acción está mediatizada por la acción del ene- aunque en ésta última principalmente el pueblo pasa a ser el sujeto, el genio co-
migo, y el efecto que produce está volcado a la condición de apertura estructural lectivo. Por lo tanto puede variarse el motivo del genio más allá del significado
del sujeto, resulta imposible conocer por anticipado una acción aún no efectuada de inteligencia y creatividad superlativas de un individuo y trasponerse a la ca-
por una fuerza espiritual determinada, es decir, singular, abierta a tantas posibili- pacidad creativa y operativa del sujeto colectivo popular. Clausewitz detecta esca
dades. Lo indefinido de la guerra se manifiesta en la imposibilidad de predetermi- situación cuando señala que la actividad bélica no puede entenderse del mismo
nar el curso de acción emplazado en la estructura del duelo (Z weikampf). modo en codas las instancias: en el nivel más bajo se reclama más el valor que el
Precisamente por su condición dialéctica, la guerra está abierta a una gama encendimiento y el juicio. En el nivel del comandante en jefe casi codo tiene que
de posibilidades que no pueden subsumirse en un dogma. Por ello fracasa la quedar librado al genio, entendido ahora como reunión viviente y actuante de las
racionalidad del modo geométrico de razonamiento de la guerra. La guerra es capacidades intelectuales y volitivas.
un ámbito atravesado por la incertidumbre. La guerra es como la niebla o la La Teoría pertenece a la esfera de la virtud intelectual de la prudencia política
luz de la luna, dice Clausewitz, no es apta para un razonamiento matemático o porque enciende que no es posible prever intelectualmente la circunstancia con-
geométrico. La guerra exige una racionalidad distinta a la geométrica: no puede creta de la acción en cada caso. No hay racionalidad matemática ni técnica que
,/laber conocimiento exacto de cómo se construye un triunfo. Tampoco se trata se adecue a la guerra, porque la guerra es ante todo un fenómeno político. La
e una hermenéutica, porque la guerra no es un problema de interpretación y prudencia implica un análisis de la historia militar y política, conduce a la familia-
Perspectiva. Aunque se la aborda desde una perspectiva, la guerra trasciende las ridad con el objeto y capea la naruraleza de la guerra. La imprudencia desconoce
perspectivas porque es plenamente real, es una relación de acciones objetivadas. esos vectores. Antes de cualquier consideración en orden a la justicia o injusticia
Si sólo fuera una perspectiva hermenéutica se desplazaría en la línea del senti- de la guerra, cabe decir que hay guerras prudentes e imprudentes.
do subjetivo. Y ello es un momento ulterior. Porque el sentido subjetivo de la El estudio crítico de la historia de la guerra retrovierte la distancia entre la
guerra se apoya en la realidad de la guerra. Por ello hay una amplia gama de teoría y la práctica. La familiaridad es la cercanía en el trato con los entes que for-
interpretaciones acerca de una misma guerra. En todo caso, la guerra se intelige man parre de la guerra como objeto real, es el trato con los entes en el nivel de la
como perspectiva en tanto la perspectiva es una dimensión de lo real: la guerra experiencia. La cercanía posibilita la inducción en el proceso de investigación de
para el soldado, para el general, para el político, para el teórico, ere. Pero no es tal guerra en particular hacia la guerra como objeto. El movimiento de lo singular
sólo productora de sentido, de identidad. En todo caso es identitaria porque es a lo general y su retroversión a lo singular es el movimiento ascendente y descen-
real, es decir, es en sí misma, y posee un momento de impresión física sobre el dente del pensamiento direccionado a la práctica. No es un círculo hermenéutico
que se intelige e interpreta. Si fuera solo cuestión de sentido serla palabrería 0 porque están en juego dialéctico momentos físicos bien concretos: la fuerza como
literatura, pero es realidad física y posee cuanto menos una serie de momentos fuerza de destrucción está lejos de ser un signo. Hay signo porque hay cosas e
físicos. La confusión cognitiva que genera refleja la confusión de las fuerzas ideas, aún en el campo de la conmoción histórica que toma particularmente di-
que se mezclan y entrecruzan. La Teoría es también una analítica de la factici- ficil hallar la significación. La guerra es una realidad fisica que se conserva como
dad imbricada en la estructura de la acción recíproca, en la relación desde su impresión de realidad en tanto momento estructural del conocimiento de la gue-
manifestación fenoménica hasta las causas de su realidad efectiva. No cabe ser rra. Por ello la familiaridad en el trato investigativo fundamenta la comprensión.
adecuadamente abordada desde una formalización geométrica que postula la Y ése es el beneficio de la teoría de la guerra. Cuanto mis cercanía en el trato
exactitud del conocimiento. Es la naturaleza del objeto lo que hace imposible la
construcción de "un andamiaje teórico positivo" que prescriba a ciencia cierra 49. Cf., Andreas Ilerbrg-Rarhe, Clasewit Hule. lhe Ilitial Ileory of Wr, Ofond Uni vrity tress, Lon-
dres, 2007.
48] PAL o ANzALI CLuxusI TZ. LA CIENCIA POLÍTICA D LA GURA . FIosorÍA, Jncrro Y Pu Lo 49
investigativo, "tanto más pasa de la figura objetiva de un conocimiento a la sub- despliega. Clausewitz plantea la cuestión en la dimensión fundamental: la de la
jetiva de una capacidad y canto más eficaz se mostrará allá donde la naturaleza de política en tanto experiencia humana",
la cosa no admita otra decisión que la del talento". La Teoría cumple una función En cambio, el estatuto epistemológico de la teoría de la guerra desde el modo
esencial en la formación de la personalidad del jefe, es un factor constituyente matemático-geométrico -la virtud intelectual Episteme o Ciencia en Ética a Ni-
del sujeto. Es decir, "será una guía para aquél que quiera familiarizarse con la cómaco VI- sólo puede inscribirse en la idea de la verdad absoluta. El problema de
guerra a partir de los libros; le alumbrará el camino, aliviará sus pasos, educará su puesta en la dimensión operable del tiempo histórico, en el mundo categorial,
su juicio y le guardará de los extravíos". La Teoría no dice lo que hay que hacer radica en que esa modalidad estratégica no distingue entre los entes eternos y los
-eso sería una vana pretensión dogmática- más bien es una guía para inteligir en entes móviles. En consecuencia, busca integrar la divinidad matematizada en el
cada caso la circunstancia y las decisiones plausiblemente correctas en medio del mundo humano de lo probable y lo contingente. La esfera de la Prudencia politica
peligro. Clausewiz reconoce la importancia de la introducción de un lenguaje y extendida a la guerra se sustenta en la distinción entre mundo trascendente divi-
de nuevos conceptos, pero su crítica al dogmatismo es un momento de la Teoría no y mundo categorial humano, distinción que implica una relación, sí, pero no
en canto análisis de las limitaciones de la racionalidad técnica. El desarrollo de simple identificación ni confusión de ambos niveles.
una crítica en ese ámbito posibilita comprender las limitaciones, la imposibilidad La estrategia de signo geométrico aparece como una estructura dentro de una
de una receta positiva para hacer la guerra. Pero también da un paso mucho más visión espinozista de la naturaleza. La relación del conocimiento con la eternidad
amplio ya que no permanece en el análisis de las batallas como único ámbito de no cambia la imposibilidad de trasladar el conocimiento geométrico al ámbito de
expresión de la guerra. la historia de la guerra. En codo caso, pueden analizarse o planificarse determinadas
Sobre la base de que se trata de la totalidad política real, se desplaza de la maniobras o batallas, pero no se puede dar cuenta de la naturaleza y los fines de la
batalla a la guerra y de ésta a la política como línea de la realidad, reencontrán- guerra. La maniobra geométrica solamente tiene utilidad como arte servil en fun-
dose formalmente con una totalidad concreta, plenaria de contenido. Abre as/ la ción de la estrategia que, con arreglo a la naturaleza finalista de la guerra, es política.
intelección racional a un objeto formal apenas atisbado en las teorías estratégicas Las excentricidades e infamaciones de la personalidad de Büllow simbolizan la
precedentes. suficiencia dogmática de una construcción científica en la que se absolutizan as-
Clausewiz marca que una serie de principios técnicos no constituyen una pecos matemáticos de una realidad constituida por condiciones históricas, fines
Teoría especificada por su objeto. El momento especulativo fundamental está es- políticos y lucha entre enemigos. Una distorsión en el orden lógico que se trasiega
pecificado por la naturaleza política de la guerra. El momento práctico por la al orden real.
adecuación de la conducta al fin de la voluntad racional. Es el pasaje del Libro Pero hay otra desviación respecto a la línea de la realidad: la teoría que entien-
Primero que intelige la esencia de la guerra al Libro Octavo que culmina Vom de a la ciencia como universalización de preceptos técnico-prácticos no depen-
Kriege señalando el plan de guerra. dientes de axiomas geométricos, teoría que no refleja la complejidad de la realidad
Clausewitz comienza la investigación preguntándose al inicio de Vom Kr iege: política y tiende a absolutizar una parcialidad de fenómenos desligados de su con-
"¿Qué es la guerra?" Al hacerlo, redirecciona la intelección desde la inmediatez dición de origen y desarrollo, desconociendo la naturaleza política de: la guerra y
del campo de la experiencia hacia el problema de la esencia, es decir, del géne- comprendiendo unilateralmente la forma operacional.
ro próximo, la política y la diferencia específica del instrumento armado. "La A diferencia del empirismo, la Teoría detecta y abstrae: los principios y prevé las
guerra es la continuación de la política por otros medios" significa que la guerra mediaciones para su puesta en acto. Frente a la tendencia a la dispersión del empi-
es una modalidad específica de la política caracterizada por la violencia armada rismo, la Teoría no es la nuda existencia de un mar sin orillas, ni un completo desor-
recíproca. den sin relación ni medida. El empirismo militar representado por reglas de: acción
Las teorías previas no se preguntaban por la esencia de la guerra. La pregunta de Jomini se asemeja al dogmatismo en la abstracción de técnicas y procedimientos,
por la esencia de la guerra abre el fundamento a la pregunta por los modos de es decir, en la sustracción de elementos y la falta de perspectiva política para conocer
guerrear. En el problema de la esencia de la guerra ha resbalado la tradición teóri- la totalidad concreta en la que se encuadra y expresa la guerra. Por ello Clausewiz
ca en todas sus líneas. Es decir, no la guerra como fenómeno histórico, ni la gue-
rra como problema jurídico ni la guerra como problema meramente técnico. Sino 50, CE. Eeli Lamas, Ensayo obr la experienciajurdica, Inst ituto de Estudias Fil as6fcs unto lm is de Aquino,
el conocimiento de la guerra como realidad política. Cuál es su esencia y como se lucnos Mires, 1)). La primera parte constituye cl tratado fil osófico mis amplio y profundo que cnomos
sobre la cuestión de la experiencia.
50] PA L0 NzuL CLAUswITZ. LA CIENCIA POLÍTICA D LA GURIA. FLo sOA , J crTO Y PULO [51
no considera como verdades excluyentes y definitivas los reflejos estáticos y parcia- el sentimiento hostil. No es unilateral, pues para que haya guerra tiene que existir
les, ni las experiencias inmediatas registradas por la historia. El elemento espiritual una resistencia, es decir, cuanto menos un ejército que se oponga al atacante, lo
en la guerra es una mediación que posee una amplia variedad de dimensiones. No que denominamos principio de hostilidad reciproca. Sin embargo, el primer mo-
se agota en el valor, más bien abre su riqueza a partir del mismo. Se patentiza en la mento del atacante puede prescindir del sentimiento hostil. En cambio, cabe un
relación entre la manifestación de sentimientos hostiles y "las grandes luchas, a las segundo momento, de ascenso a los extremos, que configura a la guerra en tanto
que damos el nombre de guerra" como hostilidad recíproca políticamente determi- cal, pues "inflamará el deseo de revancha y venganza". Es una marcha ascensional
nada. Los soldados que se enfrentan entre sí no pueden odiarse individualmente hacia el choque de fuerzas más álgido. Ahí se desplegará una condición "humana,
porque se ven -si es que lo hacen- en el momento en que tratan de destruirse los o animal si se quiere". La respuesta del sentimiento hostil da lugar a una relación
unos a los otros, sobre todo en el caso del choque de infantería y/o caballería. En la de contrarios violentándose que escapa al control de los sujetos que entonces,
artillería y sus manifestaciones posteriores (bombardeos estratégicos, cañoneo na- aparecen como sujetos-sujetados. Una agresión es recibida, produce una modifi-
val, etc.) la relación es aún más abstracta. Por ello, a medida que se sube de escala cación en el sentimiento y es respondida con otra agresión. La estructura "huma-
hasta desembocar en el jefe político las pasiones se ordenan sustancialmente con las na, animal si se quiere" pone en acto la facultad del alma denominada cogitativa
intenciones. Se trata por cierto de una visión aparentemente más intelectualizada, animal o estimativa, la intuición del peligro de muerte violenta, siempre presente
en la medida en que los enemigos son intercambiables con arreglo a las circunstan- en la guerra. La virtud intelectual se tensiona en el campo de los sentimientos. La
cias políticas. Sin embargo, Clausewitz afirma que "el individuo al menos no suele dominancia de la finalidad política sobre el movimiento del duelo (Zweikampf)
albergar sentimiento hostil contra el individuo... sin perjuicio de lo cual, nunca se patentiza la presencia de la racionalidad allí donde los hombres se macan. Pero
produce (la lucha) sin una actividad semejante del ánimo... La lucha en la guerra ésa es la dimensión real del duelo (Zweikampf), que describe en otras parces de
no es una ludia del individuo contra el individuo, sino un codo articulado de mu- Vom Kriege y que constituye su estrato profundo y extendido: conviene tomar
chas maneras"11• El odio está presente pero como odio despersonalizado, ya que la en consideración el duelo como imagen y paradigma de toda la Teoría. Una vez
guerra enfrenta personas no en su dimensión privada, sino en tanto despersonaliza- que se activa la relación de contrarios se abren las compuertas de los sentimientos
das, o, valga la palabra, repersonalizadas, como soldados. La condición de persona hostiles. Clausewitz dice que "la lucha produce el elemento del peligro, en el que
privada es sobrepasada y arrastrada por la condición militar, que es política armada. codas las actividades guerreras tienen que mantenerse y moverse como el pájaro
Es una condición del funcionariado del Estado porque la guerra no es la sumatoria en el aire y el pez en el agua">. Es decir, el peligro es el elemento de la guerra
de casos individuales sino un fenómeno que se produce en la dimensión pública. como objeto real. El peligro produce miedo, que sólo puede ser equilibrado con
Clausewiz circunscribe la política como acción y relación con arreglo a fines, como el valor, que es una virtud clásica, una calidad operativa del alma, una fuerza del
racionalidad prudencial y actos de conducción. Por ello puede detectarse una cierta ánimo. Y se complementa con otras fuerzas del ánimo y con las pasiones, sobre
ruptura entre la inmediatez de la experiencia individual y el fenómeno de la guerra, codo en el nivel de la conducción: envidia y nobleza, arrogancia y modestia, ira y
que arrastra individuos pero no toma en consideración su individualidad. Lo que compasión, "todas pueden comparecer como fuerzas activas en el gran drama"".
recuerda por analogía a la afirmación de Hegel acerca de que en el Esplrih, Objetivo En medio del ambiente operacional inundado de miedo e incertidumbre se pro-
el individuo se encuentra presente como recuerdo. En la guerra, esta característica ducen variaciones existenciales, concretas; los soldados, "arrastrados de un peligro
cobra la fuerza de "drama sangriento y terrible" y deja su huella en los protagonistas y esfuerzo a otro, pierden de vista las demás cosas de la vida, pierden la costumbre
individuales. de la falsedad, porque la muerte la elimina y alcanzan así la sencillez de carácter del
Si el odio como sentimiento hostil puede faltar al principio de una guerra, lue- soldado que siempre ha sido el mejor representante del estamento guerrero"". Una
go "se inflama en la lucha misma" porque la violencia que alguien empica contra observación de este tipo presenta una gama de contenidos novedosos:
nosotros "siguiendo instrucciones superiores nos inflamará en deseo de revancha
La presencia de la muerte como tendencia a la disolución de las convencio-
y venganza contra él. .. esto es humano, o animal si se quiere, pero es asi"'12 •
nes sociales en el soldado.
Clausewitz presenta la diferencia entre el inicio y el devenir de la guerra. En
el inicio hay un proceso de intención hostil que puede no estar condicionado por
53. Ibidem, p. 93.
51. Carl Clauscwiu, De la Guera... p. 40. 54.Ibidem, p. 94.
52. ldmm. 55. ldem.
52] PAL» ANAL»t
• La distancia de la muerte para el estrato de los jefes, que viven más cerca CAPÍT ULO SE GUNDO
del convencionalismo.
La posibilid ad del soldado de acce der a una vida despojada de lo superfl uo, La estructura de la Teoría
una vida propiamente real.
E l elogio del soldado cuyo origen es eminentemente popular frente al con-
vencionalismo aristocrático de los jefes que, para Clausewitz, no son los
mejores representantes del estamento guerrero.
TORIAL NOVA
858 BUENOS AIRES
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
KENNETH N. WALTZ
EL HOMBRE,
EL ESTADO
Y LA GUERRA
8 9
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
Introducción
pasado hubo guerra, las respuestas resultarían a menudo pesimista, centraremos en un tipo de pensamiento, como en los capítulos
Quizá sea ésta una pregunta equivocada. Verdaderamente, las coa dedicados a los behavioristas, los liberales y los socialistas. Pero
testaciones serían un poco menos desalentadoras si se íormulaseP ¿qué relación tienen los pensamientos de los que vivieron hace
en cambio, las siguientes preguntas: ¿Hay maneras de disminua mucho tiempo con los apremiantes y abrumadores problemas de
la incidencia de la guerra, o de aumentar las posibilidades de paz hoy? El resto del libro constituye una respuesta a este interrogan-
¿Podremos tener paz en el futuro más a menudo que en el pasado te, pero no está de más indicar al principio los lineamientos que
La paz es uno de los fines entre los muchos que simultáne. seguiremos.
mente se busca lograr. Los medios para procurarla son mucho ¿Por qué permite Dios, si es omnisciente y todopoderoso, la
El fin y los medios se buscan y aplican en condiciones diversas existencia del mal? Así pregunta el simple de Hurón en un relato
Aunque resulta difícil creer que existen caminos conducentes de Voltaire, para confundir a los doctos hombres de la Iglesia. El
la paz no transitados aún por los estadistas ni propugnados por problema de la teodicea en su versión secular - la explicación
especialistas en relaciones exteriores, la complejidad misma dada por el hombre a la existencia del mal- es tan misterioso
problema sugiere la posibilidad de combinar las actividades como sorprendente. Enfermedades y pestes, fanatismos y estupros,
maneras diferentes, con la esperanza de que alguna de estas con. robos y asesinatos, pillajes y guerras, aparecen constantemente en
binaciones nos conduzca más cerca del objetivo. ¿Se debe Pº" la historia del mundo. ¿Por qué ocurre esto? ¿ Pueden explicarse
ello concluir que la sabiduría del hombre de estado reside en la guerra y la maldad de la misma manera? ¿La guerra es, simple-
tentar primero una política y luego otra, en hacer lo que el mo- mente, la ma'dad de las masas?, y por lo tanto ¿la explicación de
mento parezca exigir? Una respuesta afirmativa sugeriría que la maldad es también la de los males de los que son presa los hom-
deseo de progreso radica en una política divorciada del análisis, bres en sociedad? Muchos lo han creído así.
en la acción alejada de la reflexión. Sin embargo, cada intento
aliviar una situación implica algún conocimiento de sus causas Porque, aunque estuviésemos dispensados por la indulgencia
exp!icar cómo se puede lograr la paz más rápidamente requiere divina de todo aquello que pudiese causarnos daño desde el exte-
una comprensión de la causas de la guerra. Trataremos de lograr rior escribe John Milton, la perversidad de nuestra insensatez
esta comprensión en las páginas siguientes. Haciendo nuestro es tal, que nunca cesaríamos de arrancar de nuestros propios co-
título de un libro de Mortimer Adler, nuestro tema es "Cómo pen razones, como si fuesen pedernales, las semillas y chispas de una
sar acerca de la guerra y la paz". Los capítulos subsiguientes cons- aflicción nueva, hasta que todo se transformase nuevamente en
tituyen, hasta cierto punto, ensayos de teoría política. Esta deno- hoguera.'
minación está en parte justificada, en primer lugar, por las caracte.
rísticas de la investigación examinamos las premisas e inquirimos Nuestros infortunios son, inevitablemente, el producto de nues-
repetidamente cómo inciden en el problema planteado- y, en segun- tra naturaleza. La raíz de todo mal se encuentra en el hombre, y,
do lugar, por el hecho de que consideramos directamente a un grupo por consiguiente, él constituye en sí mismo, la raíz del mal específi-
de filósofos políticos, a veces en forma circunscripta, como en el co: la guerra. Esta explicación del origen de la guerra, ampliamente
caso de San Agustín, Maquiavelo, Spinoza y Kant, y otras exten-
samente, como en el caso de Rousseau. En otras partes nos con- Milton; "The Doctrine and Discipline of Divorye", eno rks, IIL, 180.
l
EL H O M BRE, EL ESTADO Y LA CU ERRA Ltroducción
difundida y sostenida por muchos como artículo de fe, ha tenido dirigir su mirada al hombre para comprender los sucesos políticos
enorme influencia. Tal es la convicción de San Agustín y Lutero, y sociales, pero difieren de él en lo que respecta a la naturaleza
de Malthus y Jonathan Swift, del Deán Inge y de Reinho!d Niebuhr. del hombre o en lo que ésta puede llegar a convertirse. Muchos
En términos seculares, considerando n los hombres como seres de otros, en realidad, no admiten la premisa principal. El hombre,
razón combinada con pasión, en los que la pasión triunfa repeti- ¿forja la scciedad a su imagen y semejanza, o es la sociedad quien
damente, esta creencia alimenta In filosofía, inclusive la filosofía la forja a él? Era de esperar, en una época en que la filosofía era
política, de Spinoza. Se puede sostener también que influyó tanto apenas una rama de la teología, que los teólogos-filósofos atribu-
en las actividades de Bismarck, con su pobre opinión acerca de yesen a la acción humana lo que muchos filósofos antes y después
sus semejantes, como en los austeros y rigurosos estudios de Spi- han descrito como los efectos de una forma de gobierno. Rousseau,
noza. Si las creencias del hombre condicionan sus expectativas, y entre tantos otros que podrían ser mencionados aquí, acaba con
sus expectativas condicionan sus actos, la aceptación o el rechazo In opinión que afirma que, como el hombre es un animal social,
de esta idea de Milton adquiere importancia en los problemas su comportamiento en sociedad puede explicarse por su pasión
humanos. Y, por supuesto, Milton podría tener razón, aun cuando animal y/o su razón humana. El hombre nace y, en su condición
nadie le creyese. Si así fuese, los intentos de explicar la reapari- natural, no es ni bueno ni malo. La sociedad es el elemento que
ción de la guerra en función de factores económicos por ejemplo, degrada la vida de los hombres, pero es, asimismo, el instrumento
podrían resultar entretenimientos interesantes, pero prácticamen- moralizador. Rousseau era renuente a renunciar a este último efec-
te intrascendentes. Si es cierto que, como dijo una vez Jonathan to, aun cuando había pensado que al hombre le era posible retro-
Swift, "el mismo principio que lleva a un matón a romper las ceder a su estado natural. Esta es su posición, reflejada coheren-
ventanas de una ramera que lo ha desairado, incita generalmente temente en todos sus libros, si bien persiste el mito de que él
a un gran príncipe a reclutar poderosos ejércitos y a soñar única- consideraba nob'e al salvaje y de que lamentaba el advenimiento
mente con sitios, batallas y victorias" 2 , entonces, las razones es- de la sociedad." El comportamiento del hombre, su naturaleza
grimidas por los príncipes para emprender guerras constituyen misma, que algunos han estimado como causa, son en gran parte,
meras intelectualizaciones que ocultan una motivación quizá no de acuerdo con Rolsseau, el producto de la sociedad en que vive.
percibida por ellos, y que de haberla percibido, no habrían podido Y la sociedad, afirma, es inseparable de la organización política.
expresar abiertamente. De ello se desprendería también que los En ausencia de un poder organizado, que, como mínimo debe ser-
proyectos del estadista Sully, si realmente tenían por objeto lo- vir para juzgar, les es imposible a los hombres vivir juntos con la
grar una paz mayor en el mundo, fueron tan inútiles como los paz indispensable. lo puede separarse el estudio de la sociedad
sueños del monje francés Crucé, es decir, inútiles a menos que se de un análisis del gobierno, como tampoco puede aislarse de ellos
hubieran podido atacar las raíces: el orgullo y la petulancia que el estudio del hombre. Rousseau, como Platón, cree que un mal
han producido las guerras y los otros males que flagelan a la gobierno vuelve malos a los hombres, mientras que uno bueno los
humanidad. ·· mejora. Esto no quiere decir que el estado sea un alfarero Y el
Muchos han coincidido con Milton en que los hombres debeii hombre una masa de arcilla que no ofrece resistencia a la forma
? Sift: A Tale ef a Tub. a Para una explicación más amplia acerca de Rousseau, réase el Cap. VL
12 13
Introducción
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
sostienen que las relaciones con los otros estados determinan el ca- miserable y degradado país, Austria- que ocupa el segundo lugar
rácter de cada uno de ellos. Leopold Ranke dedujo esta última tesis del despotismo y la barbarie; pero en la medida en que la pobla-
de la historia de los estados europeos en In actualidad, o la aplicó ción se gobierne a sí misma, como en Inglaterra, en Francia o en
a ella. También ha sido utilizada para explicar el orden interno América, se verá que la guerra no se encuentra en el ánimo de los
de otros estados.5 pueblos, y que si el gobierno la desease, el pueblo le pondría obs-
Los estadistas, así como los filósofos y los historiadores, han táculos.'
intentado explicar el comportamiento de los estados durante la
guerra y durante la paz. WVoodrow Wilson, en el borrador de una El interés constante de los pueblos se encuentra en la paz; nin-
nota escrita en noviembre de 1916, indicó que las causas de la gún gobierno controlado por el pueblo luchará, a menos que se lo
guerra que se libraba en ese momento eran oscuras, que las nacio- obligue. Sin embargo; pocos años después, Inglaterra, si bien no
nes neutrales desconocían el motivo de su origen, y que si se vie- fue instigada, luchó contra Rusia, y Cobden perdió su banca en
sen arrastradas a ella, no sabrían por qué objetivos habían empe- 1857 como resultado de su oposición a la guerra. Esta experiencia
zado a luchar.8 Pero a menudo, para actuar, debemos convencernos es frustrante, pero no resultó fatal para la idea que estamos ana-
a nosotros mismos de que conocemos las respuestas a tales inte- lizando, porque ésta resucitó en las palabras de Wilson, por ejem-
rrogantes. WVilson tuvo la satisfacción de encontrarlas pronto. plo, y, más tarde, en las del senador Robert Taft. A la manera de
Aparece ante la historia como una figura que trazó una clara línea Cobden, pero en el año 1951, Taft manifestó: "La historia de-
divisoria entre los estados pacíficos y los agresivos, y atribuyó muestra que, cuando se le da al pueblo la oportunidad de hablar,
las democracias todos los atributos de los primeros y a los estados éste, generalmente, elige la paz en la medida de lo posible. Esto
autoritarios las propiedades de los segundos. Con un alcance que evidencia que los gobernantes arbitrarios son más propensos a
varia según el autor considerado, se piensa que la existencia de la favorecer la guerra que los pueblos".8 ¿Es verdad, se pregunta
guerra depende de los diferentes tipos de gobiernos nacionales. De uno, que existe una sola forma de estado pacífico? Si así fuese
esta manera, Cobden, en un discurso pronunciado en Leeds en qué importancia tendría eso? ¿Les permitiría a algunos estados
diciembre de 1849, dijo: saber en qué naciones podrían confiar? Los estados que ya son
buenos ¿ deberían tratar de mejorar a los otros y hacer posible,
¿Dónde debemos buscar los negros nubarrones de la guerra así, que todos los hombres gozasen del bienestar de la paz? Wilson
¿De d6de se están elevando? Del despotismo del norte, donde un pensaba que era un imperativo moral contribuir a la regeneración
solo hombre maneja los destinos de cuarenta millones de siervos. política de los otros; Cobden creía que hacer eso ni siquiera era
Si deseamos saber dónde se halla el segundo peligro de guerra ustificable. Si bien concuerdan, en las causas de la guerra, estos
disturbios, deberá contestarse que en esa provincia de Rusia ese dos estadistas difieren en cuanto a sus conclusiones políticas.
Pero ¿qué decir de aquellos que se inclinan por una evalua-
Rale: "The Great Powers", trad. al inglés por H. H. von Laue, en ción distinta de las causas principales?
Theodore H. von Laue: Leopold Ranke. Véase, por ejemplo, Leor. Homo
Roman Poliical institutions [Las instituciones políticas romanas de la ciudad 7 Cobden: Speeches, ed. de Bright y Rogers, I, 432-33.
al estado], trad. al inglés de Dobie, especialmente págs. 146, 364-369. 8 Robert A. Taft: A Foreign Policy for Americans, piág. 23.
• Link: Woodrow ilson and he Progressive Era, pág. 257, nota.
17
16
EL HOM BRE, EL ESTADO Y LA GUERRA Introducción
Dijo el presidente Dwight Eisenhomer: "Ahora bien, el pueb ble a ningún estado por separado. Sólo comprendiendo el sistema
el pueblo en general no quiere la guerra. Son, creo yo, internacional, o su inexistencia, que obligó muchas veces a los
gobernantes equivocados quienes se vuelven demasiado belicos gobernantes a actuar sin preocuparse mucho por la moral conven-
y creen que el pueblo desea realmente luchar".9 Aunque al parece cional, se podría entender y evaluar con justicia el proceso que
no todo el mundo desea la paz de manera suficiente, pues, en dio lugar a la guerra.'' Dickinson fue denostado en la misma me-
ocasión, dijo: "Si las madres de todo el mundo pudiesen enseñarle dida por liberales y socialistas a causa de que invirtió la explica-
ª sus hijos a comprender el modo de vida y las esperanzas de ción usual de adentro hacia afuera. La aceptación o el rechazo de
niños de otras tierras - de América, Europa, el Cercano Orien las tesis explicativas en asuntos como este, depende frecuentemente
Asia- se serviría noblemente a la causa de la paz en el mundo de la destreza de los defensores y del estado de ánimo del auditorio.
Aquí Eisenhower concuerda con Milton en cuanto a las causas Estos no son criterios apropiados; sin embargo, sería tonto soste-
la guerra, pero sin el pesimismo de Milton, o sin su realismo, ner que una indagación un poco más profunda de los datos ayu-
gún los preconceptos de cada uno. Las tendencias agresivas podrÍ&• daría a formular una defensa más sólida de una u otra de estas
ser innatas, pero ¿es inevitable que sean mal canalizadas? teorías. Tomando en cuenta el mismo grupo de datos, los conten-
guerra se origina en las mentes y los sentimientcs de los hombreo- dientes en el debate llegaron a conclusiones marcadamente dife-
como todos los actos, pero ¿pueden cambiarse las mentes Y rentes, porque las ideas preconcebidas que poseían los condujeron
sentimientos? Si se acepta esa posibilidad, ¿en qué medida y seleccionar e interpretar dichos datos de manera diferente. Para
qué rapidez pueden cambiar esas mentes y sentimientos? Si encontrar algún sentido a las hipótesis de los liberales, necesitamos
otros factores pertinentes se diesen de la misma manera, ¿ qué poseer una idea acera de la interrelación de muchos factores posi-
ferencia establecería ese cambio? Las respuestas a estos interr blemente pertinentes, y estas interrelaciones no existen en los datos
gantes y a los del párrafo precedente no son sencillas, pero tiene que estudiamos; las establecemos o, más bien, las creamos nosotros
enorme importancia. ¿Cómo encontrarlas? mismos. Sería peligroso decir "establecer", porque aunque no las
Algunos sugerirían adoptar como hipótesis ciertas respuest clasifiquemos como tal, no podemos escapar de las premisas filosó-
posibles, para investigarlas y probarlas empíricamente. Pero ficas. Las ideas que poseemos se transforman en un filtro a través
es difícil. En la época de la primera guerra mundial, la mayor pa. del cual pasan los datos que recibimos. Si los datos han sido selec-
te de los liberales ingleses creían, como Wilson, que el caráct cionados cuidadosamente, pasarán como la leche a través de un
militarista y totalitario del estado germano había impulsado tamiz. Los datos recalcitrantes podrían obligarnos a cambiar un
Alemania a buscar una guerra que pronto se extendería a ca,fi)tro por otro, a modificar o a descartar nuestra teoría; también
todo el mundo. Al mismo tiempo, algunos liberales, especialrnen· ,..odrían lograr una selección e interpretación más ingeniosa de
G. Lowes Dickinson, sostenían que no se podía considerar culpe datos, como ha sucedido con muchos marxistas que trataron
salvar la tesis de que las masas se empobrecían cada vez más
9 Ciudo por Roben J. Donovan: "Eisenhower WiII Coble Secret Gene
or el desarrollo del capitalismo.
Reports", en el H erald Tribune, de Nueva York (13 de julio de 1955), pág.
1o Eisenhower, discurso pronunciado en una reunión del Consejo Naciona Si las investigaciones empíricas varían en su incidencia y en
de Mujeres Católicas. Texto en el Times, de Nueva York (9 de noviembre
1954), pis. 14. 11 Dickinson: The European Anarchy, Passim.
18 19
Introducción
cia erróneamente definido, de una posición Realpolitik . Como logrará las consecuencias deseadas. La premisa de que mejorar al
todos los aspectos, salvo en uno, puede haber una gran varieda hombre de algún modo predeterminado servirá para promover la
de opiniones dentro de cada imagen, y como las normas se refiere paz, se apoya sobre otra premisa: que la primera imagen de las
tanto al objetivo como al análisis, no hay una sola norma par relaciones internacionales es válida. Esta última premisa deberá
cada imagen. Si existen, en cambio, normas lógicas e ilógica ser examinada antes de formular la primera. 2) Una norma resul-
respecto de coda relación imagen-objetivo. taría inaceptable si no estuviese relacionada lógicamente con el
Se puede decir que una norma es errónea cuando, luego análisis que le dio origen. Quien sufre de amigdalitis no se bene-
haber sido adoptada, no logra el resultado previsto. ¿ Pero puei\. ficia con una npendicectomía. Si la violencia entre los estados es
demostrarse realmente que una norma fue adoptada? Con fr causada por In maldad del hombre, buscar la reforma interna de
cuencia se escuchan manifestaciones como ésta: "La Liga de los estados no servirá de nada. Y si la violencia entre los estados
Naciones no fracasó; nunca intentó hacer algo". Y tales manifes es el producto de la anarquía internacional, buscar la conversión
taciones resultan irrefutables. Pero aun si fuese posible una ref de los individuos puede lograr muy poco. El vaticinio de un hom-
tación empírica, continuaría sin resolver el problema de proba, bre confunde las reglas de otro. Si se puede probar la validez de
la validez de una norma. Un paciente que durante su enfermeda las imágenes en sí mismas, la relación crítica de la norma con
prueba diez remedios diferentes, puede preguntarse a qué píldor respecto a la imagen se convierte en un control de la validez de las
le debe su cura. Genera!mente, reconocer méritos es más difícil qu normas. Existe, sin embargo, una complicación proveniente de
atribuir culpas. Si un estudio histórico demostrase que en el pd• un factor adicional. Será necesaria una combinación de nuestras
"A", cada vez que se aumentan las tarifas aduaneras, se produc tres imágenes, más que una sola de ellas, para comprender exacta-
un incremento de la prosperidad nacional, esto haría evidente mente las relaciones internacionales. Quizá no nos encontremos
para algunos observadores, que las tarifas elevadas son la caus en la situación de poder considerar únicamente las amígdalas o
de la prosperidad; para otros, que ambos factores dependen el apéndice de nuestro paciente. Ambos podrían estar infectados,
un tercero; y para otros no probaría nada. El enfoque empíric pero extirpar los dos podría causar la muerte del enfermo. En
si bien necesario, no es suficiente. La correlación de los suceso» otras palabras, comprender las consecuencias posibles de una cau-
no significa nada, o, por lo menos, no debe ser interpretada come sa podría depender de la comprensión de su relación con otras
significativa ais'adamente del análisis que la acompaña. causas. La interrelación posible de las causas hace más difícil aún
Si no existe una solución empírica para el problema de verifi el problema de estimar el mérito de las diversas normas.
car una norma, ¿qué solución hay? Prescribir una norma es ¿ Qué criterio deberá adoptarse para evaluar dicho mérito?
posible, desde el punto de vista lógico, sin un análisis previo. Cad Supongamos que consideramos nuevamente la opinión que sostie-
pauta para lograr una mayor paz en el mundo está relacionad. Pe que los estados "malos" producen la guerra, que los estados
entonces, con una de nuestras tres imágenes de las relaciones buenos' vivirían en paz con los demás, y que, por lo tanto, debe-
teracionales, o con alguna combinación de ellas. La compren ríamos lograr que los estados se ajustasen a una pauta prescripta.
sión de los términos analíticos de cada una de las imágenes nao, Para evaluar el mérito de esta serie de proposiciones debemos for-
otorgará dos posibilidades adicionales para aceptar o rechazar mularnos los siguientes interrogantes: 1) ¿ Es posible llevar a
normas. l) Una norma basada sobre un análisis equivocado cabo la última proposición, y, si así fuese, cómo se efectuaría?
22
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
25
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA La primera imagen
algunos ejemplos. Henry adsworth Longfello, inducido por su rían de matarse unos a otros en las guerras. Aristófanes intuyó la
visita al arsenal de Springfield a expresarse poéticamente, enunció misma solución- Si las mujeres de Atenas hubieran negado sus
las siguientes reflexiones: favores a sus esposos y amantes, los hombres habrían debido ele-
gir entre los placeres del lecho y las emocionantes experiencias del
Si la mitad del poder que colma de terror al mundo, campo de batalla. Aristófanes creía conocer a los hombres y mu-
Si la mitad de la riqueza concedida a cortes y cuarteles, jeres de Atenas lo suficiente como para afirmar lo antedicho a
Fueran dedicados a salvar del error a la mente humana, manera de conclusión definitiva, William James pertenece a la
No habría necesidades de arsenales ni de fuertes. misma tradición. Según su punto de vista, la guerra está arraigada
en la naturaleza belicosa del hombre, que es el producto de anti-
En estas líneas está implícita la idea de que el pueblo insistirá quísimas tradiciones. Ni su naturaleza ni sus energías pueden ser
en la adopción de la política adecuada con sólo conocerua. Sus cambiadas o suprimidas, pero sí pueden ser desviadas o canaliza-
instintos son buenos, aunque su credulidad actual pueda inducirlo das. James sugería, como alternativa para el servicio militar, que
a obedecer a falsos líderes. Al atribuir las dificultades presentes a se enrolase a todos los jóvenes del mundo en el trabajo de las
una carencia en el conocimiento, la educación se transforma en el minas o de los barcos, en la construcción de edificios y caminos,
remedio de la guerra. Esta opinión se encuentra muy difundida. en el lavado de ropa y de platos. Mientras que su estimación de
Beverly Nichols, pacifista que escribió en la década del treinta, las actividades supletorias de la guerra es, al mismo tiempo, menos
pensó que si se pudiera convertir a lNorman Angell "en el dictador realista y de intención más seria que la de Aristófanes, su reme-
de la educación mundial, la guerra desaparecería como la bruma dio es claramente del mismo tipo.°
del amanecer, en una sola generación".2 En 1920, un congreso de Las normas varían, pero tienen en común la idea de que, para
Amigos, renuentes a confiar únicamente en el desarrollo intelectual, lograr un mundo más pacífico, se debe transformar a los hombres,
exhortaron a los pueblos del mundo a reemplazar el egoísmo por ya sea en el aspecto moral-intelectual o en su comportamiento psi-
el espíritu de sacrificio, la cooperación y la confianza.3 Bertrand cosocial. Sin embargo, se puede admitir el análisis de las causas
Russell, más o menos en la misma época y con espíritu similar de la primera imagen sin creer en la existencia de medios prácti-
expresó que el requisito previo para la paz era la disminución de cos para eliminarlas. Entre los que aceptan la explicación de la
los instintos de posesión.' Otros han manifestado que el aumento primera imagen con respecto a la guerra, hay tanto optimistas
de las posibilidades de paz requiere, no tanto un cambio en los como pesimistas; los primeros piensan que las guerras finalizarán
"instintos", sino una canalización de las energías que actualmente antes de que muera la próxima generación; los segundos suponen
se gastan en el desatino destructor de la guerra. Si existiera algu- que las guerras continuarán aun cuando todos debamos morir
na cosa que los hombres prefiriesen hacer antes que luchar, cesa- como consecuencia de ellas. Las palabras "optimista" y "pesimista"
resultan engañosas; no obstante, es difícil encontrar otras mejores.
? Nichols, Beverly: Cry Havoc! [Asesinato a pedido], pág. 164. Si 'se definen simplemente de acuerdo con las expectativas, defi-
° Hirst: The Quakers in Peace and ar, págs. 521-25.
Russell, Bertrand: Political ldeals [Ideales políticos], pág. 42. De una
man era u otra, esta idea reap arece en mu ch os escritos de Lord Russell refe- 6 James: "The Moral Equivalen of ar", en Memories and Studies,
rentes a las relaciones internacionales, p ágs. 262-72, 290.
26 27
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA La primera imagen
nición que concuerda con el uso popular, resultn difícil, si no imposi- dan en la definición de las causas, pero difieren en cuanto a lo
ble, ubicar a una persona determinada en una u otra categoría. que podría hacerse respecto de ellas. La consideración crítica de
Hay grados de optimismo y pesimismo, y una misma persona una imagen dada podría, por otra parte, resultar un fundamento
puede ser optimista con respecto a algunas cosas y pesimista en insuficiente para organizar un conjunto general de expectativas,
relación a otras. Los significados filosóficos de ambos términos porque la imagen misma podría ser errónea. Esto resultará evi-
son más claros y útiles. El pesimismo, en filosofía, es la creencia dente cuando intentemos comprender las sucesivas imágenes. En
de que la realidad es imperfecta, pensamiento expresado por Mil- este capítulo consideramos, en primer lugar, a aquellos que están
ton y por Malthus en los fragmentos citados en el capítulo ante- de acuerdo con la proposición de que, para comprender la repeti-
rior. Momentáneamente, pueden llevarse a cabo los medios para ción de las guerras, se deben analizar primero la naturaleza y el
restringir las fuerzas del mal, pero la expectativa de un resultado comportamiento del hombre, y que al hacerlo así, encuentran de-
general y permanentemente bueno no existe, ya que se conocen fec:os imposibles de desarraigar, por los cuales se pueden explicar
los efectos corruptores de un defecto esencial." El optimista, en los males del mundo, incluso las guerras. En el siguiente capítulo
cambio, cree que la realidad es buena y la sociedad básicamente consideraremos a algunos de los muchos que, creyendo en las
armoniosa. Las dificultades que han perseguido al hombre son mismas causas, confían en que éstas podrán ser canalizadas o con-
superficiales y pasajeras. Estas continúan, porque la historia es troladas para producir, si no una condición pacífica definitiva, por
una sucesión de momentos, pero la naturaleza de la historia se lo menos, una notable disminución de la incidencia de la guerra.
puede cambiar; los más optimistas, además, creen que esto puede Cuando Jonathan Dymond, pacifista de principios del siglo XIX,
realizarse de una vez y para siempre, y con bastante facilidad. Se escribió que "cualquier cosa que digamos en favor del equilibrio
retoma así a la esperanza, pero la esperanza está arraigada en de poderes, sólo podemos decirla porque somos perversos", hizo
diferentes concepciones del mundo. Es necesario aclarar que el una declaración a la que se adhirieron tanto los optimistas como
pesimismo, con respecto a las probabilidades de un éxito total y los pesimistas.7 Los optimistas creen en la posibilidad de que los
definitivo - la eliminación de la guerra, por ejemplo- , no es malos se transformen en buenos y finalicen así las guerras, que
idéntico a la creencia de que nada puede hacerse para solucionar se deben a la actual política de equilibrio de poderes. Los pesimis-
nuestros problemas actuales. El pesimista puede tener más espe- tas, aunque aceptan que el equilibrio de poderes y la guerra deri-
ranzas que el optimista con respecto a la postergación de la guerra van de la naturaleza humana, ven pocas posibilidades de que el
que nos amenazará mañana; el optimista puede pensar que no vale hombre mejore. En cambio, defienden el equilibrio de poderes
la pena molestarse por algo que no sea la aplicación de aquel re- porque, para utilizar la metáfora de Dymond, éste puede evitar
medio que traerá el éxito final y completo. El pesimista merece verdaderamente, que los "tigres" se destrocen entre sí . Y, si oca-
tal calificativo porque cree que el éxito final es imposible, pero sionalmente no lo evita, siempre es mejor aplicar una profilaxis
este epíteto no debe ser considerado oprobioso. imperfecta que no aplicar ninguna.
En cada imagen existen optimistas y pesimistas que concuer- Optimistas y pesimistas concuerdan en el análisis de las causas,
6 CE. Morgentha u: Polinices Among Nations [La lucha por el poder y ta T Dymond: The Accordancy o] ar with the Principles of Christanity,
paz), págs. 7-8. p ág. 20.
28 29
EL H O M BRE, EL ESTADO Y LA GU ERRA
La primera imagen
pero, al diferir en cuanto a la posibilidad de alterar esas causas, se Este punto de vista es, por supuesto, muy anterior a Niebuhr.
convierten en los más enconados críticos, unos de otros. Reinhold Dentro de la tradición cristiana, San Agustín lo definió en térmi-
Niebuhr, teólogo que en los últimos veinticinco años ha escrito nos clásicos. Fuera de esa tradición, se encuentra implícito en la
tantas palabras sensatas sobre los problemas de la política inter- filosofía de Spinoza. Entre las obras sobre las ciencias políticas
nacional como cualquiera de los especialistas académicos en ese del siglo XX, se refleja clara y constantemente en Hans Morgenthau.
tema, criticó, frecuentemente y con notables resultados, a los Estos cuatro escritores, a pesar de sus numerosas diferencias, tienen
partidarios de la utopía, tanto liberales como marxistas. Sostiene en común el hecho de que basan sus conclusiones políticas en una pre-
que el realismo político es imposible sin un conocimiento verdade- sunta naturaleza del hombre. San Agustín y Spinoza pueden ser utili-
ro y profundo de la naturaleza del hombre.8 Cada uno, por supuesto, zados para ilustrar el proceso lógico por el cual se llega a ese punto
piensa que su teoría está de acuerdo con la realidad. Los optimis- de vista.
tas así lo creen, y afirman que sus ideas se fundamentan en una Son Agustín había observado la importancia del instinto de
correcta definición del hombre. El disentimiento de Niebuhr se autoconservación en la jerarquía de las motivaciones humanas.
basa en la idea de que ellos han pasado por alto la capacidad para Cuando advertimos que hasta el ser más despreciable "teme morir
el mal que se encuentra presente en todos los actos humanos. Han y prefiere pasar una vida desdichada en lugar de darle fin con la
supuesto que el progreso sigue una línea recta, siempre ascenden- muerte, ¿no es suficientemente obvio - pregunta él- de qué ma-
te, cuando en realidad cada avance en el conocimiento, cada inno- nera la naturaleza huye de la aniquilación?" 10 El deseo de ato-
vación técnica, contiene dentro de sí tanto la posibilidad del bien conservación es, para San Agustín, un hecho verdadero, pero ne
como la del mal. El hombre amp!ía su control sobre la naturaleza, un principio que explique el comportamiento del hombre en su
pero los mismos instrumentos que prometen una protección contra totalidad. Para Spinoza, no obstante, el fin de cada acto es la
el frío y el hambre, la disminución del trabajo y el incremento del autoconservación del actor. Las leyes de la naturaleza son meras
ocio, les permiten a algunos hombres esclavizar o destruir a los afirmaciones de los requerimientos de este fin único; el derecho
otros. El hombre, ser consciente de sí mismo, conoce sus límites, natural es una afirmación de lo que este fin permite de manera
que son innatos. Igualmente innato es su deseo de superarlos. El lógica.11 El hombre que vive de acuerdo con la razón manifestará
hombre es un ser finito con aspiraciones infinitas, un pigmeo que
se imagina gigantesco. En su propio interés, desarrolla teorías po-
humanos." (He usado aquí y en todo lugar sólo la parte del libro escrita por
líticas y económicas e intenta hacerlas pasar como sistemas uní
Niebubr.) Cf. Niebuhr: The Nature and Destiny of Man, I, 137, 150, 177, 181;
versales; nace y crece en la inseguridad y trata de crear un mundo y "Is social Conflict Inevitable?", Scribner's Magazine, XCVIII (1935), 167.
absolutamente seguro; es un hombre pero se cree un dios. El mal 1 0 San Agustín: City of God [La ciudad de Dios), trad. al inglés de Dods,
está afincado en el propio yo, y la característica del mal puede ser Libro XI, Cap. XXVII.
definida en términos de orgullo.° 11 Spinoza: Ethics [Ética], Parte IV, prop. xxxvn nota n: "Por un dere-
cho natural y soberano, cada hombre juzga lo que es bueno y lo que es malo,
protege sus intereses según su modo de ser, se venga de los males que le
8Nebuhr: Christian Realism and Political Problems, pág. 10l.
fueron infligidos, y trata de preservar lo que ama y de destruir lo que odia."
0Nebuhr y Eddy: Doom and Dawn, pág. 16: "El esfuerzo por hacer abso-
Las citas corresponden a The Chie] Works o] Benedict de Spinoza, trad. l
lutos nuestros valores parciales constituye siempre el pecado decisivo en
inglés de Elwes, el cual contiene A Theologico • Political Treanise [Tratado
rida del hombre; y generalmente causa el más sangriento de los conflicto4
30 31
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA La primera imagen
coraje y benevolencia. Es decir, que tratará de protegerse de acuer- sino únicamente su comienzo. Cada hombre persigue su propio
do con los dictados de la razón, intentará ayudar n otros hom- interés, pero, lamentablemente, no lo hace siguiendo los dictados
bres y se unirá a ellos por medio de la amistad. Esta no es una des- de la razón. San Agustín había explicado esta circunstancia por
cripción del comportamiento real, sino la de una conducta ideal- medio del pecado original, el acto responsable del hecho de que
mente racional. El que los hombres actúen con coraje y benevolen- la razón y la voluntad humanas sean imperfectas.15 En la filosofía
cia, no se debe al hecho de que los dictados de la razón constituyan de Spinoza esta explicación religiosa se convierte en una propo-
deberes. Estas características de su conducta son el resultado sición de lógica y de psicología. El construye un modelo de com-
necesario de obedecer a la lógica. Su intento de ayudar a otros no portamiento racional: los actos racionales son aquellos que con-
es un comportamiento generoso. Por el contrario, es lo opuesto: la ducen espontáneamente a la armonía en los esfuerzos colectivos
preocupación por los demás y el deseo de cooperar con ellos son para perpetuar la vida. No es ésta la condición en que se encuentra
la consecuencia natural de haber comprendido que la ayuda mutua el mundo. La imperfección de los hombres se convierte, entonces,
y la división del trabajo son necesarios para su propio manteni- en un dato empírico que no requiere exp:icación externa; y por
miento y conservación." Lógicamente, como sucede con los opti- cierto, no puede existir una explicación externa, porque Dios se
mistas de la primera imagen, esta idea conduce a la anarquía: "Que ha convertido en naturaleza.16 A los hombres no los guían los
todos lleguen a concordar en todos los aspectos, que las mentes y preceptos de la razón pura, sino sus pasiones; y por esto son arras-
los cuerpos de todos formen una sola mente y un solo cuerpo, que trados hacia los conflictos. En lugar de ser mutuamente serviciales,
todos, conjuntamente se esfuercen por preservar su ser, y que to- se destruyen entre sí. Cada uno trata de ser el primero entre los
dos, de común acuerdo, busquen aquello que les sea útil." 13 La hombres y se enorgullece más del daño que ha infligido a los de-
razón, al interpretar el verdadero interés de cada uno, guiaría a más que del bien que se ha prodigado a sí mismo. La razón puede
todo el pueblo hacia una vida social armoniosa, sin necesidad de moderar las pasiones, pero esto es tan difícil que quienes piensan
una autoridad política para controlarlo y dirigirlo." que los hombres "pueden ser inducidos a vivir de acuerdo con los
Esto no constituye el fin del pensamiento político de Spinoza, simples dictados de la razón, seguramente sueñan con una poética
teológico - político], A Political Treatise [Tratado político], y The Ethics. edad de oro o con una obra de teatro".17
I..as referencias de volumen y páginas serán indicadas entre paréntesis sólo La explicación de Spinoza acerca de los males políticos y socia-
cuando un sistema común de referencias no facilite la ubicación de un pasaje les se basa en el conflicto que existe, según él, entre la razón y la
determinado.
pasión. San Agustín, Niebuhr y Morgenthau rechazan el dualismo
12 Aunque, según Spinoza, cada uno actúa para preservar su vida, la
autoconservación y la autorrealización tienden a coincidir en la medida en explícito en el pensamiento de Spinoza: para ellos el hombre es
que la vida humana se encuentre imbuida por la razón. Cf. Ethics, Parte IV imperfecto en su totalidad, es decir, tanto su mente como su cuer-
prop. vn, Caps. IV.V, Parte V, props. XX XVIII-XLII. po. A pesar de esta diferencia, el sustrato del acuerdo subsiste,
13 Ethics, Pare IV, prop. xvm, nota. Para el análisis precedente, consúl-
tese especialmente: Parte III, prop. Lux, nota; Parte IV, props. XXX IX·XL, y 16Ibid., Libro XI, Cap. u; Libro XII, Cap. 1.
Theelogico - Political Treatise, Caps. v-xv1 (I, 73, 202-203).
1 • Cf. San Agustín: City o/ God, trad. Dods, Libro XV, Cap. v: "Pero 16Ethics, Parte I, props. xx, xxIX: los individuos, sus cuerpos y sus
mentes no son otra coso. que modos de Dios; y Dios no es otra cosa que la
con los hombres buenos, buenos, o, al menos, con lo perfectamente buenos, totalidad de la naturaleza.
no puede haber guerra." 1 7 Political Treatise, Cap. 1, Secc. 5.
32
33
EL IIOl lBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
La primera imagen
porque cada uno de ellos piensa que los males políticos deriva·
de los defectos humanos. Niebuhr, por ejemplo, rechaza la afirma podría ser eliminada si se pudiese cambiar a los hombres. Este
ción de Marx de que la división de la sociedad en clases es la caus pensamiento fue expresado indirectamente por San Agustín cuan-
de la explotación del hombre por el hombre; según él, tanto do escribió, con su sabiduría acerca del mundo: "Porque aunque
división en clases como la explotación son consecuencia de una nunca han faltado naciones hostiles más allá del imperio, contra
"tendencia del corazón humano"1s Y Morgenthau piensa que las que se han librado y aún se libran guerras, no obstante, supo-
ubicuidad del mal en la conducta humana" surge de la inextir. niendo que no existiesen esas naciones, la sola extensión del impe.
pable ambición de poder que posee el hombre, y transforma "igle- rio ha dado origen a guerras de naturaleza más detestable".%% L4
sias en organizaciones políticas ... revoluciones en dictaduras. idea de que la forma política es un factor causal secundario ha
el amor a la patria en imperialismo".1º ~ido expresada en forma más directa por Niebuhr. "La posibilidad
Según sugiere Morgenthau en su declaración, lo que sirve para ideal de cualquier comunidad histórica escribió es una rela.
explicar los males internos, es útil también para interpretar ción fraterna entre vida y vida, individualmente, dentro de la
fricciones y las guerras entre los estados. San Agustín atribuye comunidad, y, colectivamente, entre ésta y otras." Pero hasta "la
una larga lista de tribulaciones humanas, desde peleas y robos paz interna de una comunidad es siempre parcialmente coercitiva
hasta crimenes y guerras, al "amor hacia tantas cosas vanas y no- Y• • • la paz externa entre las comunidades se encuentra obstaculi-
civas"." Según Spinoza, los estados son enemigos naturales zada por la lucha competitiva". Internamente es necesaria una
0
deben estar, por lo tanto, en constante alerta: no porque los esta- oligarquía para vencer los peligros de la anarquía; externamente,
dos no sean honorables y pacíficos, sino porque pueden transfor. se requiere poder para mantener apartado al enemigo. Ambas ne-
marse en cualquier momento en deshonrosos y belicosos; no por- cesidades surgen del pecado, y continúan siendo necesidades "por-
que la cooperación sea contraria a sus mejores intereses, sino que los hombres no son suficientemente buenos como para hacer
porque la pasión oscurece con frecuencia tanto los verdaderos de manera puramente voluntaria lo que es necesario para el bien
intereses del hombre como los de los estados. Y Niebuhr expresa común".23 Alli donde Spinoza opone la razón a las pasiones hu-
sencillamente que la guerra se origina en "oscuras razones incons- manas que la enceguecen, Niebuhr opone el amor a los pecados
cientes de la psiquis humana"." que lo aniquilan. El pecado es la causa, y el amor, si pudiese ven-
Para recalcar aún más los puntos de contacto entre los pesi- cerio, sería el remedio. "Sólo un amor que perdona, afirmado en
mistas y los optimistas, aquellos opinan, a menudo, que la guerra el arrepentimiento, es adecuado para cicatrizar las animosidades
entre las naciones." 2,
18 Niebuhr: Christianity and Power Politics, p:Ígs. 145-46. CI. Gregg·, Th,
Poicer o/ l\"on-l'iolence, págs. 131-32: "El 1emor y la ambición conducen tan to
22 San Agustín: City o/ God, rad. Dods, Libro XIX, Cap. vn.
a la gu erra como al cap italismo." La comp aración de esta declaración con
28 Niebuhr: Faith and History, pág. 219-220; Cf. Moral Man and Inmoral
de Niebuhr y Morgenthau pone en evidencia una similitud en el análisis
los opt imistas y sus críticos.
Society, pág. 93: "El hombre de la calle, cuyo anhelo de poder y de prestigio
se ve frustrado por sus propias limitaciones y las necesidades de la vida en
10 Morgenthau: Scienific Man, págs. 19-1-95.
sociedad, proyecta su 'ego' en el país y complace sus anhelos anárquicos susti-
20 San Agustín: City of God, trad. Dods, Libro XXII, Cap. XXI; Libro tutivamente."
XIV. Cap. u. 2 4 Niebuhr: An lnterpretation o/ Christian Ethics, pág. 128; Cf. Christian
21 Nebuhr: Beyond Tragedy, pág. 158. Realism and Poliical Problems, págs. 116-17.
34
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La primera imagen
EL HOM BRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
Agustín, Spinoza, Niebuhr y Morgenthau es el de atribuir los ma-
les políticos a la naturaleza rígida del hombre, definida en términos
Evaluación critica. de una potencialidad innata, tanto para el mal como para el bien.
En cierto sentido, esta opinión está justificada. Afirmar que el
Los pesimistas de la primera imagen aceptan lo que caracteriza hombre actúa contrariamente a su naturaleza es, prima facie, ab-
al ideal optimista, pero rechazan la posibilidad de alcanzarlo. De surdo. Los sucesos de la historia universal no pueden ser apartados
esta manera, bpinoza observa que el bienestar logrado por un estado de los hombres que les dieron origen. Pero la importancia de la
de anarquía pacífica sería posible si los hombres fuesen verdadera- naturaleza humana como factor en el análisis causal de los acon-
mente racionales, y Niebuhr acepta el mito cristiano del jardin del tecimientos sociales, se reduce por el hecho de que esa misma na-
Edén o el mito estoico de la edad de oro, que, a su parecer, descri- turaleza debe explicar una variedad infinita de sucesos sociales.
ben pautas de acción que son, al mismo tiempo, una imposibilidad Cualquiera puede "probar" que el hombre es malo señalando sim-
histórica y una fuente de inspiración para los mortales.2 6 ¿Pero plemente la evidencia de su brutalidad y estupidez. Relacionar
cuál es la viabilidad de un ideal imposible? Resulta evidente que, estas características con el crimen y la guerra resulta, luego, una
si los hombres pudieran ponerse de acuerdo con respecto a sus obje- tarea simple. Aunque esto es insuficiente para establecer la validez
tivos y actuasen de manera perfectamente lógica para conseguirlos, de la primera imagen, no obstante, resulta difícil, si no imposible,
siempre lograrían descubrir y llevar a la práctica la mejor solución refutar una interpretación tan particular de una imagen, coteján-
para cualquier problema. Si fuesen realmente buenos, estarían siem- dola con los hechos. Tratar de hacerlo sería atascarse en un ce-
pre dispuestos a "ofrecer la otra mejilla", pero, en realidad, no nagal de hechos y juícios de valor. Las violaciones, asesinatos y
encontrarian ocasiones para hacerlo. Ninguna de estas posibilida- robos, ¿prueban acaso que el hombre es malo? ¿Qué decir enton-
des describe el comportamiento real de los hombres: ellos no son ces de la evidencia contraria que ofrecen los actos de caridad,
ni perfectamente racionales ni verdaderamente buenos, ni, agregan amor y sacrificio personal? La cantidad de crímenes en una so-
los pesimistas, llegarán a serlo jamás- Es asi que Morgenthau re- ciedad determinada, ¿prueba que los hombres que la componen
chaza la tesis de "la bondad esencial y la maleabilidad infinita son malos? ¿ O no resulta acaso sorprendente que, consideradas
de la naturaleza humana", y explica el comportamiento político so- las circunstancias, no haya más crímenes? Quizás el índice de
bre la base de la conducta humana a veces meramente ciega, otras delitos y el número de guerras sean reducidos porque los hombres,
veces demasiado sutilmente egoísta, conducta que resulta el pro- al ser buenos, se adaptan muy bien a circunstancias de por sí di-
ducto innegable e inevitable de una naturaleza humana que "no fíciles. Decir, pues, que ciertas cosas suceden porque los hombres
ha cambiado desde que las filosofías clásicas de la China, la India son tontos o malos, constituye una hipótesis aceptable o rechaza-
y Grecia trataban de descubrir las leyes de la política".30 ble, según el punto de vista del escritor. Es una afirmación que no
Un tema que aparece constantemente en el pensamiento de San puede ser demostrada ni refutada, porque lo que obtengamos de
dicha evidencia dependerá de nuestra ideología. Emile Durkheim
25 Por ejemplo, Niebuhr: An Interpretation of Christian Ethics, págs. 143- ha señalado que "el factor psicológico es demasiado general como
144. para predeterminar el curso de los fenómenos sociales. Como no
26 Morgenthau: Politics Among Nations, p ágs. 3-4. Cf. Niebuhr: Beyond exige ni requiere ninguna pauta social determinada, no puede ex-
Tragedx, pág. 30.
37
36
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA La primera imagen
plicar ninguna de e'las"? Intentar explicar las pautas sociales so. de In guerra, pero, según los autores tratados aquí, constituye una
bre la base de los datos psicológicos, sería caer en el error del psi- causa que el ingenio humano no puede cambiar.
cologismo: utilizar, sin criterio, el análisis del comportamiento Spinoza creyó explicar el comportamiento humano haciendo
individual para explicar fenómenos de grupo. referencia a los factores psicológicos."? Pero la búsqueda de cau-
Se dice con frecuencia que no puede existir una teoría política sas es un intento de explicar las diferencias. Si los hombres estu-
sin una comprensión de la naturaleza humana. Niebuhr tiene viesen permanentemente en guerra o permanentemente en paz, el
cuenta esta opinión cuando escribe que "las estrategias políticas" problema del porqué de la guerra o de la paz no se presentaría
que comprenden invariablemente "el equilibrio de poderes", resul- jamás. ¿ Cómo se explica entonces que los períodos de guerra y
tan necesarias "debido al carácter pecador del hombre".28 Dejando paz se alternen entre si? Sin duda, la naturaleza humana juega
de lado el problema acerca de si estamos de acuerdo o no con esta un papel en el surgimiento de las guerras, pero no puede explicar
afirmación, podemos preguntamos qué diferencia se establecería por sí misma tanto la guerra como la paz, salvo que nos valiése-
en caso de acuerdo o de desacuerdo. La naturaleza humana quizá mos de la simple afirmación de que nuestra naturaleza es tal que
haya sido la causa de la guerra en 1914, pero, por In misma razón, algunas veces lucha y otras no. Y tal afirmación conduce necesa-
fue motivo de In paz en 1918. Eh el ínterin cambiaron muchas riamente al intento de explicar esa característica. Si la naturaleza
cosas, pero la naturaleza humana no cambió. La naturaleza huma- humana es la única causa de la guerra, y si, como en los sistemas
na constituye, entonces, una causa sólo en el sentido de que. si los de los pesimistas de la primera imagen, es una naturaleza rígida,
hombres fuesen enteramente diferentes no necesitarían control po. nunca podrá haber esperanza de paz. En cambio, si la naturaleza
lítico alguno. Esto nos rcuerda al atleta que, cuando le pregunta- humana es sólo una de las causas de la guerra, entonces, aun
ron porqué había perdido la carrera, replicó: "Corrí demasiado aceptando la suposición ele que sea rígida, será' posible efectuar
despacio". Su contestación, aunque correcta, no aclara nada; quizá una búsqueda de las condiciones de paz.
no sea posible dar alguna otra. Se le podría haber preguntado ¿Hasta qué punto estas críticas son perjudiciales para los sis-
atleta cómo se entrenó, qué zapatos usaba, cómo había dormido temas elegidos por los pesimistas de la primera imagen? Pueden
t la noche anterior, y si se reguló adecuadamente. Las respuestas ser muy perjudiciales, por cierto, en los casos en que los pesimis-
estas preguntas, sin afectar la capacidad innata del atleta, podrían tas han intentado derivar, en forma directa, conclusiones políticas
proveer indicios que le permitiesen una actuación más brillante en específicas de una supuesta naturaleza del hombre. Esto no puede
el futuro. Sería tonto prescribir un régimen al atleta sin tener en hacerse, pero con su método es posible realizar otras cosas impor-
cuenta sus características físicas, pero insistir obsesivamente en tantes. Cuando Durkheim señala que el factor psicológico, dado
los factores invariables que afectan su actuación, puede desviar que no requiere pautas sociales específicas, no puede explicar nin-
atención de los factores mutables. De igual manera, se puede con,
siderar a la naturaleza humana como la causa básica o primaria 29 "Deseo que se sepa -dice- que mi demostración procede de la nece-
sidad de la naturaleza humana •.• quiero decir, del esfuerzo universal de todos
los hombres en pos de la autoconsen·ación." En la política, su acción ha con-
27 Durlheim: The Rules o] Sociological Method [Las reglas del método
s is tido en "de ducir de la condición mis ma de la naturaleza humana •.. todo
sociológico], trad. al inglés de Solovay y Mueller, pág. 108.
28 Niebubr: Christianity and Power Politics, pág. 4.
aq u ello q u e mejor se aviniera con la práctica". Politi cal Treati se, Ca p. I,
Secc. 18; Cap. r, Se,cc. 4.
38 39
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA La primera imagen
guna de e'las, podemos imaginar muy bien a San Agustín y a Nie. tinguir los grados relativos de mérito en las instituciones sociales
buhr replicando que, por el contrario, el factor psicológico expli- y políticas. Su aguda percepción de las consecuencias de la anar-
ca todas las pautas sociales. "Los césares y los santos dice Nie.- quía lo predispone a soportar la tiranía. En esto, la crítica de Nie.
buhr son posibles merced a una misma estructura del carácter buhr es franca y convincente. Los adeptos de San Agustín, escribe,
humano." O "la naturaleza humana es tan compleja que justifica "advirtieron los peligros de la anarquía en el egoísmo de los ciu-
prácticamente cualquier suposición o prejuicio con que se inicie dadanos, pero no lograron percibir los peligros de la tiranía en
una inn•stigación cientifica o un contacto humano corriente".ªº el egoísmo del gobernante. Por lo tanto, soslayaron la consiguien-
Esto admite una parle y niega otra de la crítica de Durkheim. La te necesidad de controlar la voluntad del gobernante".32 Pero el
naturaleza humana quizá no pueda explicar por qué se esclaviza mismo Niebuhr, a veces, deja entrever un hábito similar. Por
al hombre en un estado mientras que en otro es relativamente li- ejemplo, sus comentarios acerca de la libertad y el control en ma-
bre, por qué hay guerra un año y paz relativa en otro. Sin embar- teria económica y sobre la relación existente entre la economía y
go, puede explicar las imperfecciones inevitables de todas las es- la política, derivan más de su posición teológica que de un aná-
tructuras sociales y políticas. Niebuhr, pues, admira a Marx por- lisis exhaustivo de los problemas y las estructuras económicas y
que éste pone de manifiesto las contradicciones de la democracia políticas. Mientras que sus comentarios generales son a menudo
burguesa y, al mismo tiempo, critica la ilusión marxista de que sólidos, sus declaraciones especificas son, con la misma frecuen-
un cambio en las estructuras dará origen a una utopía terrenal.81 cia, arbitrarias es difícil ver sus fundamentos, ya sea que uno
Y San Agustín, lejos de afirmar que la organización política está esté de acuerdo o no con ellas. La preocupación de Niebuhr por
fuera de lugar debido a que las guerras ocurren en el ámbito la temporalidad de la existencia humana lo ha conducido a algu-
de un estado mundial, intenta manifestar, en cambio, que las nas concepciones brillantes, como lo logra a menudo una atención
soluciones políticas, si bien imperfectas, son necesarias. Los su- profunda y constantemente centrada en un solo factor, pero tam-
puestos básicos de San Agustín, Niebuhr, Spinoza y Morgenthau bién lo ha llevado a juicios que podrían ser fácilmente reverti-
son útiles para divisar los límites de las eventuales realizaciones dos.33 Y esto podría hacerse sobre la base de una definición simi-
políticas.
32 Niebuhr: Christian Realism and Political Problems, pág. 127. Cf. Chrs-
Sin embargo, lo que resulta válido en la crítica de Durkheim, tianity and Power Politics, pág. 50 y sigs.
está dado por un conjunto de tendencias exhibidas por los pesi- 33 CÉ. Niebuhr: The Irony of American History [La ironía de la historia
mistas: por un lado, el desarrollo de una política y una economía americana], Cap. v; The Children of Light and the Children o] Darkness,
sin contenido; por el otro, la introducción de campos de causali- Cap. I; Reflections on the End of an Era, passim. Thompson destaca lo mismo
en términos diferentes. Véase "Beyond National Interest: A Critical Evalua-
dad que van más allá de la psicología del hombre, para lograr un tion of Reinhold Niebuhr's Theory of International Politics", Review of Politics,
contenido. La primera está ilustrada por la crítica de Niebuhr XVII ( 1955), págs. 185-186, y "The Political Philosophy of Reinhold Niebuhr",
a San Agustín. Si bien este último arguye que las consecuencias en Kegley y Bretall, Eds.: Reinhold Nebuhr, His Religious, Social, and Poli-
del pecado original hacen necesario el gobierno, no alcanza a dis- tical Thought págs. 169-173. Arthur Schlesinger, hijo, ha dado varios ejemplos
que destacan las características accidentales de los juicios de Niebuhr con
30 Niebuhr: Christianity and Power Politics, pág. 157; Does Civilization respecto a los políticos contemporáneos y sus programas de acción. Véase
Need Religion?, pág. 41. "Reinhold Niebuhr's Role in American Political Thought and Life", en ibid.,
a1 Niebuhr: Christianity and Power Politics, Cap. ll. págs. 137-143.
4e 4l
La primera imagen
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
ta, pero las imperfecciones de la democracia son infinitamente
lar de la naturaleza humana, de la misma mnnern que Niebuhr preferibles a las del totalitarismo. Como la justicia perfecta es
aunque acepta el punto de vista de Snn Agustín respecto del hom. imposible, los hombres reflexionan sobre los posibles paliativos, se
bre no está de acuerdo, políticamente, con él. esfuerzan por lograr aquellos que prometen un poco más de jus-
Para comprender la significación del análisis de la primera ticia o libertad, de seguridad o bienestar, y por evitar aquellos que
imagen en las relaciones internacionales, es más importante pueden conducir a una situación peor. Para Niebuhr, la imposi-
segunda tendencia de los pesimistas. Aunque Spinoza piensa que bilidad de In perfección terrena no justifica la despreocupación
ha logrado explicar los fenómenos políticos refiriéndose a las cua- agustiniana por comparar las cualidades de políticas y estructuras
lidades innatas del hombre, también destaca claramente que, en con- diferentes, despreocupación que se encuentra también en Lutero,
diciones diferentes, los hombres se comportan de distinta manera. Hobbes y Karl Barh.3
Cuando no se encuentran unidos, los hombres deben estar constan- Esta intensa preocupación por el problema de las soluciones
temente en guardia los unos contra los otros; cuando viven dentro más o menos acertadas, tiene un efecto interesante: desplazar las
-
de una comunidad. a menudo disfrutan, por lo menos, d e un m1- causas "secundarias" hacia el centro de la escena. Se puede de-
,e
nimo de paz y seguridad. Sin las restricciones que impone el go- cir que de esta causa básica, Niebuhr deriva una máxima: no es-
bierno, señala San Agustín, los hombres se matannn entre sí hasta perar demasiado. De esta identificación de las causas secundarias,
extinguir la raza humana. Un gobierno organizado puede consti- extrae él las siguientes conclusiones: qué se debe esperar bajo con-
tuir la medida de la diferencia que existe entre la muerte y la po• diciones diferentes, qué condiciones hay que cambiar para que
sibilidad de vivir largos años con relativa seguridad y alegría. disminuyan los efectos indeseables y se logren otros, y cuáles de-
San Agustín y Spinoza reconocen este punto implícitamente, sin ben ser, en general, las reglas de conduela para el ciudadano o el
admitirlo explícitamente. Niebuhr y Morgenthau enfrentan más político consciente.
directamente el problema de relacionar las causas entre sí. Nie- Una preocupación exagerada por la causa "primaria" del con-
buhr distingue claramente las causas primarias de las secundarias. flicto nos aleja de un análisis realista de la política mundial. La
"Todas las soluciones puramente políticas o económicas del pro- causa principal es la menos flexible de todas. Las causas que ex-
blema de la justicia y la paz están relacionadas con las causas es- plican realmente las diferencias en el comportamiento no deben
pecíficas y secundarias del conflicto y la injusticia" declaró Nie- ser buscadas en la na:uraleza humana. Niebuhr lo reconoce cuan-
buhr. "Las soluciones exclusivamente religiosas versan sobre las do escribe que "la situación particular del horuhre en la civiliza-
causas primarias y últimas." Aunque hay quienes proponen una ción moderna no surge de la condición pecaminosa de la natura-
clase de solución y a menudo excluyen la otra, ambas son nece- leza humana ni de su codicia. Hay que presuponer en un orden
sarias." En su crítica a San Agustín, por ejemplo, Niebuhr aclara político la ambición insaciable del hombre que vive en comuni-
que una comprensión realista de los dogmas cristianos requiere dad".30 Pero el poder puede ser organizado por el gobierno, Y las
que los hombres se preocupen por los grados de mérito existentes
en las instituciones políticas y sociales. Ninguna puede ser perfec- s 6 Niebuhr: The Nature and Destiny o] Man, I, págs. 220.22; The Sel/ cnd
the Dramas o] History, pig. 119.
34 Niebuhr y Edy: Doom and Dawn, pág. 6. Cf. Leaves form the Notebook so Niebuhr y Eddy: Doom and Dawn, pág. 8.
of a Tamed Cric, págs. 88-91.
43
42
EL H OM BRE, EL ESTADO Y LA GU ERRA
La primera imagen
pretensiones de un grupo o estado pueden ser controladas por las
afirmaciones de otro." La verdadera oportunidad de paz surge El poder aparece como un fin en sí mismo, mientras que un acen-
de una comprensión correcta de las causas secundarias. La misma to mayor en la primera raíz del desacuerdo político consideraría
preponderancia de las causas primarias sobre las secundarias al poder como un instrumento necesario para triunfar en las lu-
evidente en Morgenthau, quien dice: "La guerra se origina en chas competitivas. Morgenthau, sin embargo, considera frecuente-
ambición de poder del hombre; la paz, en un gobierno universal". mente a la búsqueda del poder, innata en el hombre, como un dato
Como el gobierno universal es imposible en la actualidad, Mor- más básico que las condiciones fortuitas en que ocurren las luchas
genthau, como Niebuhr, afirma, de manera convincente, que por el poder. Esto está probado por la siguiente afirmación: "En
debe intentar una política de equilibrio de poderes.39 un mundo donde el poder tiene tanta importancia, ninguna nación
Quizá algunos comentarios circunscriptos acerca del debate que persiga una política racional puede optar entre renunciar al
entre los "realistas" y sus críticos puedan esclarecer la significa- poder o buscarlo; y, si pudiese hacerlo, el anhelo de poder de cada
ción práctica de las opiniones sobre los pesimistas de la primera individuo nos pondría delante de sus defectos morales, menos es-
imagen. Como en el análisis precedente Morgenthau fue, en cierta pectaculares, pero no por eso menos apremiantes"+1
medida, descuidado, y como el debate se encarniza a su alrededor Tenemos aquí dos ideas: primero, que las luchas por la pre-
en las páginas siguientes nos dedicaremos a él y a sus críticos. eminencia surgen en situaciones competitivas, y que la fuerza se
Morgenthau reconoce que, establecida una competencia para introduce en ausencia de una autoridad que pueda limitar los
apoderarse de los bienes, escasos, y sin que haya árbitros, sobre- medios utilizados por los competidores; segundo, que las luchas
viene una lucha por el poder entre los competidores, y que esa por el poder surgen debido a que los hombres buscan, esencial-
lucha, en consecuencia, puede explicarse sin referencia alguna mente, el poder. ¿ Qué implicancias tiene esta explicación dual
la maldad innata del hombre. La pugna por el poder surge simple- en la política internacional? Quien acepte la segunda idea definirá
mente porque los hombres necesitan cosas, y no porque haya mal- el interés nacional en términos de poder, ya que los hombres bus-
dad en sus deseos. El considera que esto constituye una de las dos can el poder de manera natural. Quien acepte la primera idea
raíces del conflicto, pero, aun mientras la analiza, se siente atraído, también definirá el interés nacional sobre la base del poder, pero,
inconscientemente, hacia "la otra raíz del conflicto y del mal con esta vez, debido a que en ciertas circunstancias el poder es el me-
comitante" "el animus dominandi, el deseo de poder". Esto dio necesario para asegurar los fines que persiguen los estados. Ea
encuentra ilustrado en declaraciones como las siguientes: "La prue- uno de estos casos, el poder es un fin; en el otro, un instrumento.
ba del éxito político es el grado en el que es posible mantener La línea del análisis no es clara, porque, si resulta que el poder es
aumentar o demostrar el poder personal con respecto a otros". un medio necesario, éste toma entonces, inevitablemente, algunas
de las características de los fines. Ya sea que adoptemos la pri-
37 Niebuhr: Discerning The Signs of the Times, págs. 71, 104; Moral mera o la segunda explicación, o una combinación de ambas, la
Man and Inmoral Society [El hombre moral en la sociedad inmoral], pág. 272. diferencia en las conclusiones alcanzadas será muy escasa. Sin
38 Morgenthau: Sientific Man, págs. 187.203; Politics Among Nations,
embargo, esto podría confundir al analista y oscurecer sus críticas.
págs. 407, 481.
39 Morgenthau: Politics Among Nations, Parte IV.
Los realistas tienden a aceptar la idea de una nítida dicotomía
40 Morgeptau: Sientific Man, págs. 192-196.
41 1bid ., pág. 200. El subrayado es mio.
44
La, .mera imagen
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
por el problema de otorgar significado a la guía propuesta por A cabo internamente y las que pueden realizarse externamente·
Morgenthau para la política exterior: "el interés nacional'. Gra pero, en realidad, sus críticos no son totalmente culpables por ha.
son Kirk sugiere que "una fuente de esta dificultad [con contenido ber tenido dificultad en concebir la relación existente entre su
consiste en la renuencia a admitir que muchos de nuestros artífices opm1on acerca del hombre y sus teorías políticas.
de la política, durante el período denominado utópico [ en la his.
toria de la política exterior norteamericana], se comprometieron
a expresar los intereses nacionales de Estados Unidos en términos Conclusión
de principios morales, no porque fuesen teóricos desorientados,
sino porque creían honestamente que nuestros mejores intereses La maldad de los hombres, o su comportamiento inadecuado,
nacionales residían en la aceptación más amplia posible de ciertos conducen a la guerra; la bondad individual, si pudiera volverse
principios morales y legales como pautas de conducta internacio- universal, significaría la paz: este es un planteo sucinto de la pri-
nal"." Si es cierto o no que algunos estadistas "creían honesta- mera imagen. Para los pesimistas, la paz es al mismo tiempo un
mente" que expresaban nuestros intereses nacionales cuando bus- objetivo y un sueno utópico; pero otros han considerado con se-
caron "la aceptación más amplia posible de ciertos principios mo. riedad la. premisa de que se puede transformar a los individuos y
rales y legales como pautas de conducta internacional", es sola- que, mediante esta transformación, se podrá conseguir en el mun-
mente un asunto de interés personal. Es más importante preguntar do una paz duradera. Los hombres son buenos; ¿es cierto que,
si es cierto o no que las condiciones de la política internacional por lo tanto, no existen problemas sociales o políticos? Si se rea-
permiten a los estadistas pensar y actuar de acuerdo con princi- lizara la reforma de los individuos, ¿se curarían los males sociales
pios morales y legales que sean tanto útiles como aceptables y políticos? Evidentemente, la dificultad reside en la palabra
cuestiones de política interna. Todos simpatizan con el "interés "bueno". ¿Cómo se la puede definir? "Son buenas aquellas per-
nacional". No se llevará a cabo ninguna medida política que pue. sonas que actúan, espontáneamente, en perfecta armonía con los
da perjudicar ni país con el pretexto de que ayudará a otros. Hay demás." Esta es una definición tautológica, pero, no obstante,
dos problemas: l) el de valoración: decidir cuáles son los inte- reveladora. Lo que han hecho los analistas de la primera imagen,
reses legítimos; 2) el pragmático: elegir la política que mejor tanto los optimistas como los pesimistas, es lo siguiente: 1) des-
adapte a aquellos. Para resolver estos problemas se necesita tanto cubrir el conflicto; 2) preguntarse por qué ocurre; 3) culpar a
una comprensión de la política como una comprensión del hom- uno o a algunos rasgos del comportamiento.
bre - y una no puede surgir de la otra. Los optimistas de la primera imagen denotan una candidez
En numerosas ocasiones Morgenthau exhibió una sofisticación política que invalida sus esfuerzos por construir un mundo nuevo y
y discernimiento admirables en sus comentarios políticos. Ana- mejor. Su falta de éxito está relacionada directamente con una
lizó hábilmente las consecuencias de la anarquía internacional visión del hombre sencilla y grata, pero equivocada. Los pesi-
efectuó una diferenciación entre las acciones que pueden llevarse mistas de la primera imagen han desmantelado con pericia los
castillos de arena de los optimistas, pero han tenido menos éxito
« Kirl: "I Search of the National Iteres", World Politics, V (1952) en sus esfuerzos por construir viviendas duraderas pero, necesaria-
113. mente, poco alentadoras, que los reemplazaran. Elaboraron una
48 49
EL H O M BRE, EL ESTADO Y LA G U ERRA La primera imag en
teoría política contraria a la sustentada por una definición opti- conducta humana traerá paz al mundo, se halla oculta la influen-
mista de las capacidades humanas, y señalaron que los hombres cia de las instituciones político-sociales, porque están convencidos
no son lo que muchos pacifistas y liberales piensan acerca de ellos. de que el comportamiento individual está más determinado por
Niebuhr y Morgenthau dicen a los optimistas: Ustedes han com- una inspiración religioso-espiritual que por las circunstancias ma-
prendido erróneamente la política porque no entendieron a la teriales. Entre aquellos que vinculan la guerra con los defectos
naturaleza humana. Esto es, según ellos, el verdadero error de los innatos del hombre, es más claro un impulso hacia la dirección
liberales." En cambio, debería ser considerado sólo un error de opuesta. Controlar a los hombres rapaces requiere más fuerza que
muchos liberales. Una equivocación más importante, que algunos exhortación. Las instituciones político-sociales, especialmente si el
liberales, pero de ninguna manera todos, cometieron, es exagerar la escritor en cuestión posee inclinaciones hacia este mundo, tienden
importancia causal de la naturaleza humana; porque como el mis- a desplazarse hacia el centro de la escena. La suposición de que
mo Niebuhr afirma en una declaración citada anteriormente, la la naturaleza humana es inmutable, y que todo lo demás debe en-
naturaleza humana es tan compleja que puede justificar todas las tenderse en función de ella, ayuda por sí misma a alejar la aten-
hipótesis que podamos formular. Como mínimo, sin embargo, los ción de la naturaleza humana, porque ésta, según la suposición,
pesimistas de la primera imagen ofrecen una valiosa advertencia, no puede experimentar cambios, mientras que sí pueden experi-
soslayada con mucha frecuencia en la historia moderna: no hay mentarlos las instituciones político-sociales.
que esperar demasiado de la aplicación de la razón a los problemas
políticos y sociales. Y esto constituye un ejemplo de un resultado
probablemente útil del análisis de la primera imagen.
Mientras demuestran la utilidad de la primera imagen, San
Agustín y Spinoza, Niebuhr y Morgenthau también ayudan
esclarecer los limites de su aplicación. Adoptar la posición de que
se puede hacer buenos a los hombres y que, por consiguiente, las
guerras cesarán, o la idea de que, debido a que los hombres son
malos, las guerras y otros males similares nunca tendrán fin, pue-
de conducir a una consideración de la estructura social y política.
Si modificar la naturaleza humana resuelve el problema, hay que
descubrir, entonces, cómo provocar el cambio. Si las malas cuali-
dades del hombre conducen a las guerras, será imprescindible,
entonces, preocuparse de cómo reprimir o compensar su maldad.
A menudo, entre aquellos que esperan que el mejoramiento de la
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}servan 3az, y ellos la mayoría ¡ra evaluar cO"
menudo no se aprecia hasta qué punto los conductistas (behavio. • cera Y_?".oto. Pe""° ~a, 1cena "; a1 prime"
ristas) modernos se aproximan a esta manera de pensar. Esto es ·d..s en e! desta y ., del ana .. 'n -sos
vertida> menos mo 3]icación la opim1o» ,1
comprensible. En el pasado, aquellos a quienes hemos denominado sale a luz e1·a d la posible ap ·dera seria:rnente la ciencia ap 1•
optimistas depositaron su fe en exhortaciones religioso-morales y or profun l a te a pitulo co""nos de quebl J11a5 sociales,
Y lpresen . , 1 gos tnO l pro e
en sistemas de educación perfc,ccionados pero, no obstante, tradi- ¡magen, °' ,1unos sociólO{ ¡uede resolver
cionales. El behaviorista moderno centra su fe en algunos medios tenida par • en sociedad P' mundial. Los
más complicados. Sus premisas acerca de la naturaleza del hom- cada al hotn r erra. ra lograr la paz uno, están
bre son Inenos rígidas, y sus soluciones, menos individualistas. entre eUos, la guo muchos planes pa coJDO para crear erras conti
Mi entras los optim istas del pasado tendían a confiar en estímulos Siempre hub d tan motivados r la que las gu behavio·
emocionales, el estudioso de las ciencias sociales contemporáneo que se han sentl u: la única razón poa escucharlos. ¡ ~¿ rentes en
investiga; mientras los pesimistas se dieron por vencidos ante el convencidos ~e qestadistas se rehusa;resunción- Son ~ I11étodo;
hombre, el sociólogo intenta convertir sus hallazgos en fórmulas núan es que ~\erentes en cuanto a es un plan, sin~ s problel1las
para la acción social. ristas no son l e ellos tienen no respuestas a o kheiID en
La literatura que consideraremos en el presente capítul o no es, oro aspecto. ??a aue éste ooi Ene P"! 1acal
intencionalmente, representativa de los behavioristas como un grupo, y están convencid"" al estadista "f, sociedad hac"?_ ,1a del
pero sí de lo que ellos manifestaron con respecto a la guerra y 1&
paz. Un grupo relativamente pequeño del total de psicólogos, por
ejemplo, ha centrado su interés en el problema de la guerra. Estos
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de las contribuciones realizadas por su propia disciplina. Y mu- 0
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escritas por hombres que apartan, momentáneamente, su vista de ."?
uti.hzara c •f· os" u d, que nos d" :r
la rata blanca que busca su camino laboriosamente a través de que. . . se iales espec1 i.c los tnéto os humanida
un laberinto artificial, sólo para precipitarse en una confusión de los males soc 1quier manera, e afectan a la d la -i:nisD'.lª
descubrir "de cua as de los males ql';"ticas han adopta o
que, aunque no intencionalmente, es tan desconcertante para el 1
psicólogo como el laberinto para la rata. Si se pregunta en qué a encontrar las causd las cienc1·as Pº l
. lés de So.lava Y
tu diosos e d al in
puede contribuir la psicología a la solución de uno de los pro. Muchos es u . . al l,{ethod, tr11 • l filoso-
., ,. TI Rules o} Sociolos construcción de e
blemas mas apremiantes del hombre, es comprensible que alguien
que ha dedicado su vida al estudio de esa disciplina no se encoja
de hombros, ni declare que la psicología sólo puede ofrecer una
\ 1 pr khei"4g.
Muelles, Pn sruction ir
.. p itosophy (La
55
!
1
54
contribución limitada. Algunos, en cambio, así lo aseguran. Ed-
2 DeweY ·
7 14
fa), págs. 1o·
2.
i
y
qa
,
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
Algunas inferencias de la primera imagen
actitud. En 1930, por ejemplo, Harold Lasswell escribió: "Los • no Clyde Kluckhohn, en medio
métodos políticos de coacción, exhortación y debate suponen que 1. 'o norteamenca d t 1 de la
t
reo e,
el antropo og ºd
·milar l enh ico
·r· , "el problema funlamen a
1 "" lsos agre-
la función de la política es solucionar los conflictos una vez que de una guerra s a reducir y controlar os 'impu
dº l" como e e
han ocurrido. El ideal de una política preventiva [y la política paz muna1a
preventiva constituye, en sí, el ideal] es evitar los conflictos redu-
ciendo definitivamente, mediante métodos eficaces, el nivel de ten-
sivos".ª
.
s emb argo, al
refieren a
a""""
1 problema e a veces
¡- las -obras de los behavioristas que se
gue
ra, encontr amos no s6lo una va-
'
incomprensi e,
"bl d
e caus
as y su-
sión en la sociedad". El objetivo, según Lasswell, ya no es realizar redad desorientadora, y a . , dad desalentadora o falta
. :. también una vague
cambios en la organización gubernamental, sino reorientar las puestos remeddios, s1no_, a15e5 de las causas como en la suge-
l. ya sea en e ana 1s1s . 'l ·al
de realismo, L B d sociólogo y ps1co ogo soc1
mentes, especialmente las de aquellos que más influencia tienen . d . . l . ones L.
renc a .e so uc1 . . .
ernar ,
l blemas de la guerra
1. ti mmpo con os pro
en la sociedad. La política preventiva del futuro estará· aliada a vinculado desde h ace argo ~e qué condiciones socia-
, l "necesitamos conocer ,,
la medicina, la psicopatología, la psicología fisiológica y a otras
disciplinas relacionadas con éstas.3 La ciencia política cede su
y la paz, leciara que
ies peligrosas deben ser corregidas
Pero cuáles son esas condiciones Y q
.
€",',,,a 1 f" de evitar las guerr as .
P l
1acerse con respect o
bl constituye
puesto a las ciencias del comportamiento, tanto en la esfera inter- a ellas a pesar de su extenso libro sobre ta _pro _erna: 7 Allí
• d .-. futuras investigaciones.
nacional como en la interna. "El psiquiatra político escribe un tema que deberan
.
eterminar
. t por ser espec1 1cos,
'fi revelan
donde Bernard es impreciso, otros, • J, Miller, ex
Lasswell, siempre que exista el deseo de que las actividades hu- más claramente su carencia
• d,
e re
·alismo. Así,
·u . ' .amesd d de Chicago
l ,
manas se desarrollen con un costo mínimo de vidas humanas, profesor de psicología y psiquiatría de la nivlersi ª. . , de la
·t t para Ja nvestigac1on
enfoca el problema de la guerra y la revolución como una parte y actualmente miemb ro d e l I ns t1 u o drí ·ogresar
de la paz po 1a pr e
Salud Mental piensa que l a causa . d s a la
de toda la tarea de dominar, en nuestro mundo inestable, las fuen- ,
mucho si pudiéramos enviar mi socio
. ·¡ "'logos bien prepara o
ºli , l últi•
.
tes d e l a mnsegur1·d .a d h umana y mitigar
· · ·
sus consecuencias. 4 los que uti zarian .as
Unión Soviética, disfr aza d os d e rusos, 1li. descubrir
· · 'n pú. lica para
Lasswell resume admirablemente las aspiraciones de los filó· mas técnicas de muestreo d e l ª ll
opinio
t propone mo 1 1ca
d"f" r la entra-
qué piensan los rusos. Gor on d A por U "d s el Consejo de
sofos behavioristas. La sociedad es el paciente de acuerdo con la da, d e l a Asamblea G enera l d. e las Naciones ]. ni. delegados tengan ª,
f rase de Lawrence Frank. Se la puede curar, ' según algunos, 011- Seguridad y la Unesco de manera tal 1%,,"4 mie s a1 áís-
rand0 ª los mnlrvluos
·+d5id . d : eros de un J ar 1n
que la componen; según otros, mejora"' ,do, que pasar por e 1 patio e JU e c
girse a sus conferencias. Y J. Cohen, otro psc o
• 'logo supone que
'
las estructuras sociales que actualmente motivan tensiones, 1!-1 l , a:] pág 277. El mismo pens-
que,
.• a menudo, ' hallan su d"iso1 uc1on
. , 1mper
. fecta en la guerriJ· Pe' Kluckhohn: Mirror of Man LAntropotos '' .5 en su "Antropological
6
. di idénticas palabras aparee, 149
1 miento, expresa o en ,, A roacl:es to World Peace. pág- '- •
"""","sls J. T. Maccaray advini6 en el fragor d a },
mundial que "la si : .e 'o
Research and World Peace • en PP',,
7 Bernnrd: War and its Causes, pag-
222.Y véase especialmente su cap1·
,
tos" y d 1 , P quiatna preventiva comienza a dar sus :J eº tulo final; 'WVhat can be done About Var?
eclaró que "no es i]< .:. ,4 6 57
de que esfuerzos s· . ogico, por lo tanto, abrigar el Je,,,
1
De la misma , mulares puedan evitar finalmente la guerr"
anera, pero desd, 15?
e una perspectiva académica
3 Laan, ,,
198 202 ell: PsychopatholollY arrd p . . ,,
• . olitics [Psicopatolo , l' • 1
Las swell: , a y p olit ical,
• M.," . orld Politics d P
-Caray: Te Pi ,"" ,,2na' Isecurio, p«e. 26,
x o) Ha, pég. l1, "S
,-, a
,
EL HOMBRE, EL ESTADO y LA GUERRA
podría promoverse la causa de la paz si las mujeres reemplazaran Algunas infer encias de Ja primer a imagen
a los hombres en el gobierno de las naciones.
ºd • de la guerra. Un grupo considerable, que confía especial-
Se citan estos ejemplos para ilustrar un tipo de recomendación cidenc1a d5.3. 1.:. d ·l
mente en la influencia decisiva de los irigentes politicos, lec ara
que se repite una y otra vez en las obras que estamos consideran- que nuestros gobernantes deben ser entre nados más adecuadamen-
do. No revisten importancia hasta que no se examinen los análi- te y seleccionados de manera mas cuidadosa. Otros argumentan
que las guerras ocurren porque los hombres esperan la guerra,
sis sistemáticos de los que provienen. Por supueto, Miller, Allport para abolir la guerra se deberán cambiar las expectativas de los
y Cohen proponen el uso de sistemas específicos, los que, según hombres. Y finalmente, algunos afirman que la única contribución
ellos, ayudarán a alcanzar algunos de los objetivos más generales. que pueden aportar las ciencias behavioristas a los gobernantes
¿Cuáles son estos objetivos más generales? La naturaleza de las actuales, consiste en ayudarlos a definir sus objetivos y a selec-
cionar sus métodos con mayor rigor científico. Un breve análisis
obras behavioristas que se refieren al problema de la guerra Y la de la idea de que la promoción de la comprensión internacional
paz dificulta la contestación a esta pregunta. En muchas obras se provocará la paz sirve convenientemente como introducción al
declara que las ciencias behavioristas realizan una contribución enfoque científico behaviorista acerca de las relaciones interna-
enorme al logro de la paz mundial. En algunos trabajos más ex- cionales.
tensos se hace la misma afirmación, y luego se agregan muchos "No podemos saberlo todo, pero cuanto más sepamos, mejor.
Esta afirmación es tan cierta cuando se la aplica al problema de
detalles acerca del efecto logrado por los cuidados que se le pro- controlar la guerra como al de regular la delincuencia o la enfer-
digan al infante, la psiquis de cada uno, la diversidad de costum- medad. Si se la aplica al problema de eliminar la guerra, adquiere
bres en tribus diferentes, y la relación entre la cultura o la socie- frecuentemente un significado especial, claramente manifestado en
dad y el comportamiento individual. Pero hay carencia de esfuer- la siguiente declaración de James Miller: "El desconocimiento de
los deseos, los propósitos y las características de otros pueblos
zos sistemáticos por relacionar las ciencias behavioristas con los conduce al temor y constituye, en consecuencia, una de las cau-
prob,.emas pasados, presentes o futuros d e I a poitica
I' • · ternacional.
1n sas primordiales de la agresión".1 º¿ Cómo se puede relacionar
diferentes una proposición tan general con las condiciones reales de la paz
No obstante, se pueden distinguir algunos enfoques que Y la guerra? ¿Es verdad, por ejemplo, que los norteamericanos,
dentro de las ciencias behavioristas. Se sostiene ampliaJJlenternen- por desconocer las costumbres japonesas, consideran que el hábito
UJl aU
acrecentar 1 a comprensión entre los pueblos redunda eJl jncre- de los japoneses de sonreír mientras se los reconviene es una clara
1 impertinencia? Pero ¿de qué manera contribuyen esas incom-
to de la paz. Casi con la misma amplitud se declara qtle e j.r Jos prensiones a provocar guerras entre los estados? Y si esos pro-
mento de la ad5t.:<. ,, , edu°' ¡a cesos se pueden describir ¿ es posible sostener que ellos explican
sentimi t
aptación social de los individuos , B • tJl...
d f
•r- JB
rentos 1e frustración e inseguridad, puede dism""" r" OKlineberg: Tensions A/fecting Internacional Un~r.staruling, pág. 92.
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• 1'
a
u
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
s"'l" f%si6s
pág. 289.
e" piver-
Va .. 94"! ,al 6l
s• p,7 la col«ció de sus artículos desde 1916 ha ,aloco
s,:. $7; A9vi s he retrecha "ona 0raer
.{"re. so»os. 80des
1"
l
69
/
Algunas inferencias de la primera imagen
tL HOMBRE, ti. ESTÁDO Y í.A GUERRA en 1928. "son el resulta do del transcurso del tiempo, proceso en
9&,, ?%¿d individuo desempeña un papel inconsciente e ies&-
lograremos la paz mundial a partir de esa madre china c¡ue futir'• ma b~ d O
se la puede acusar de inconsecuencia porque haya
mura en lengua infantil? ¿De qué manera utilizaremos lo que calm ia O de parecer luego de un período de catorce años Sim
plemente se trata de • d . . . · ·
hemos aprendido aceren de los húngaros, los brasileños o los na-
turales de Samoa para disminuir los conflictos violentos? Mar-
lista
han a,3"$"
es ad • que su actitu primitiva parece la más rea-
la que gros estudiosos de lis ciencias sociales
mas a menu o al me d .b
cualquier otro proble ' 2nos cuan o escr en acerca de
garet Mead desea que nos valgamos de toda la información que ficos behavioristas ;ma qtue n_ol sea la guerra. De todos los cientí-
podamos obtener para edificar una nueva sociedad en la que las ' os an ropo ogos son los • li
en cuenta "el panorama total" S mas proc ves a tener
oportunidades brindadas a cada individuo sean muy numerosas, do desalientan la esperanz d. on tambien los que más a menu-
y las tendencias agresivas, eficazmente desalentadas.21 Si por el social rápida y ord d a e que se pueda producir un cambio
ena amente.
momento aceptamos su utópica suposición de que la antropología La analogía del duelo u d .
a conclusiones erróne p e e conducir al antropólogo moderno
cultural, si la asimilamos suficientemente, nos indicará cómo cons- di ·as, como le ocu ., l T
sa .O. Si el trabajo del t ·¡ rrio a pac1 ista del siglo pa-
truir una sociedad para la paz, ¿ qué debe decirse acerca de su la paz mundial • t an ropologo contiene alguna promesa
segunda suposición: que ese conocimiento se puede utilizar con z,re$12"2·a...4;
enedict y Margaret Mead d men.e, e. vez en cuando. Lewin
eficacia? ¿ Cómo pueden lograrse los cambios que Margaret Mead d ora ad · • urente su Juventud • '
- ' vrtieron contra la es1 s mas conserva.
reclama? Uno de los caminos que ella menciona es la educación. hf~camente pudieran utilizars;eranza dedqu,'.' datos reunidos cien-
Pero, como destaca Kurt Lein, "que la sociedad cambie el sis- pru~era magnitud. Los ténn· para pro _ucrr cambios sociales de
vertida por M mas especificas d l d
tema educativo parece más fácil que un sistema educativo cambie as.,,,""""
uve ae Mead son sre svo.. E,""r e cta
a la sociedad". Moisés guió a Israel durante cuarenta años en el es, necesari s cu turas la convenció de tue 1o compara.
desierto para que la generación esclavizada muriera y una nueva ·tasa a.%,";
1
ti· i»
a no es así La ca d l
±2"..,2%%i »
temas. En la
generación aprendiese a vivir en libertad. Quizá no exista, dice ~~centes son las pautas c~lturalesusa e a frustración de los ad
Lewin, un método más rápido para la reeducación cultural per- <-. o~ qué los padres norteameric~ y no la naturaleza hu o-
,,E""",2s ro «»a,""#;"; ,2gs, » .u."¡;
manente de todo un país.% Ruth Benedict expresa la misma opi-
nión aún más categóricamente: "Los hombres, aunque gocen,
como consecuencia de sus instituciones, de la más amplia libertad,
·- lJos. s palabras de Margaret a aptación de
testan esta pregunta. ."a Mead son las que
mente considerados q. ue creenpa res
»
que sus hijos vean cuerpos hum
_as SUs
. propios
l norteamericanos ~eJor con.
en a pr • t"
ac ica samoana
, tndi "d
lua].
nunca son tan ingeniosos como para llevar a cabo algo más que anos adultos y obt y Pertn.i.ten
2 4 Me engan
cambios momentáneos. Desde el punto de vista de un observador ead: Coming of Age in Samoa, Pág. lS4. ' acerca
neutral, las innovaciones más radicales en cualquier cultura no
van más allá de meras revisiones de poca i.mportancia".23 Aunque
parezca extraño, esta conclusión fue anticipada por la misma Mar-
garet Mead. Los cambios importantes y de largo alcance en ma-
teria de cultura, escribió en un libro publicado por primera vez
\
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA CUERRA Algunas inferencias de la prim era imagen
de su funcionamiento, una experiencia mayor de lo que se per- ficultad de lograr acciones simultáneas entre unidades indepen-
mite comúnmente en nuestra civilización, construyen sobre arena. dientes, como las familias o los estados como engorroso factor
Porque el niño, en cuanto abandona el circulo protector de su adicional? Si un estado colocase a algunos científicos behavio-
bogar sufre el impacto de una actitud que considera que tales ristas en una posición tal que pudiesen dictaminar sobre política,
experiencias, en los jóvenes, son horribles y antinaturales"." Los ¿en cuánto aumentarían las oportunidades para lograr la paz
padres que pongan en práctica este experimento posiblemente cau- mundial? En una circunstancia así, puede ser más importante
sen lllás daño que bien. Si todas, o casi t?das las familias norte- indicar cómo "mantener seca la pólvora" que preocuparse acerca
americanas adoptaran esta notable costumbre, nuestros adolescen- de la panacea que traería la paz a los estados si fuese adoptada
tes serían, presumiblemente, más felices. Pero Margaret Mead es por todos ellos."
una antropóloga demasiado buena como para esperar que ocurra El problema de la factibilidad ha conducido a la identifica-
algo parecido."" Debido a que la mayoría de las familias no adop- ción de dos dificultades constantes y agudas: el tiempo requerido.
tarían, consciente y voluntariamente, una costumbre que viola para el cambio y el momento en que éste se realizará. Existe una
hábitos de antigua data, que unas pocas la pongan en práctica, no dificultad intermedia igualmente crucial: ¿cómo comienza un es-
les hace ningún bien a los niños, en realidad, los daña.21 pecialista en política a cambiar una sociedad? Cuando Lasswell
La solución, que es racional si casi todos la adoptan, puede dice que el objeto no es ya organizar gobiernos, sino dar una
resultar peor que inútil si es adoptada por una minoría. Si esto nueva orientación a las mentes, ¿se debe a que la organización
es cierto aplicado a una sociedad en cuanto a la manera en que del gobierno es una tarea de menor importancia o a que, por ló
los padres crían a sus hijos, ¿acaso no puede ser verdad con res· menos en algunos estados, ya ha sido bien cuidado? Si Lasswell
pecto a los intentos de "reestructurar" sociedades para la paz? pudiese llevar a cabo sus aspiraciones, ¿cambiaría el sistema so-
La guerra, como los problemas de la adolescencia no es inheren- viético de educación o el sistema soviético de gobierno? La pre-
te a la naturaleza humana. La antropología comparada lo ha gunta carece de sentido, pero la razón por la cual no tiene funda-
probado. Pero, ¿es más fácil desarraigar la guerra del mundo mento lógico es interesante: no se puede concebir un cambio en
que extirpar la frustración de nuestros adolescentes? ¿ Es suficiente la educación soviética sin un cambio anterior en el gobierno
decir, con Benedict y Lewin, que el proceso será insensiblemente soviético."% Si pudiésemos dar a los niños soviéticos el tipo de
lento? ¿No debemos introducir el problema del tiempo-la di-
28 Los behavioristas podrían aconsejar, por supuesto, acerca de esto, como
2Ibid, pág. 145. se infiere del título del libro de M. M ead. Véase And Keep Your Poder Dry,
!bid, pág. 154: "Pero, lamentablemente, Ju condiciones que acosan •
20 pág. 214, y su "The Study of National Cbaracter", en Le mer y Lasswell
n uestros adolescen tes constituyen la médula de nuestra sociedad, no están (eds.) : The Policy Sciences.
menos sujetas al man ejo directo por nuestra parte que el lenguaje en el que 20 Cf. Le win: pág. 47. Estos dificultades explican la opini ón de Lasswell
nos expresamos." de que el orden mundial debe ser precedido por un gobierno mundial. Al
2T ¿Qué pueden hacer loa padres? M ead afirma que deben enseñarles a menos, éste parece ser el sentido de la siguiente afirmación: ºEl requisito
sus hijos cómo pensar en lugar de qué pensar. Deben enseñarles a aceptar la previo para un orden estable en el mundo, es un cúmulo de símbolos y pric-
responsabilidad de la elección y la tolerancia (!bid, pág. 161). ¡Esto parece ticas que sustentan a una élite, la que se propaga por medio de métodos pací-
requerir tantas innovaciones como la enseñanza de nuevos hábitos serualesl ficos y esgrim e un monopolio de coerción que raramente es necesario aplicar
66 67
Algunas inferencias de la primera imagen
EL HOM BRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
la causa persiste, resignadas a compensar la falla en lugar de eli-
educación que prescriben los behavioristas, podríamos alentar en- minarla. Frank Lloyd Wright, al enfrentar el problema de diseñar
tonces, algunas esperanzas de que el gobierno soviético cambiara un hotel para una zona de frecuentes sismos, no dijo: "Vuestros
dentro, digamos, de unos veinte años. Pero las disciplinas que edificios se han derrumbado debido a los sismos. Erradiquen la
comprenden las ciencias behavioristas no nos indican cómo llevar causa -los terremotos-- y yo proyectaré un lindo hotel para us-
a la práctica la proposición antedicha. tedes". De la misma manera, en la esfera política se utiliza con
Hemos planteado tres problemas. Primero, el problema de la frecuencia este tipo de adaptación a la circunstancias. Los gobier-
paz: · Cuánto tiempo llevará la remodelación de los hombres Y las nos inglés y norteamericano pueden ser tomados como ejemplos
sociedades para la paz, aun en el caso de que ya hubiésemos deter- de sistemas mecánicos que dieron un resultado bastante bueno.32
minado científicamente qué cambios son necesarios? Y luego, lo que Una fuerza policial es otro medio mecánico que posee virtudes
podríamos denominar el problema político, en dos niveles diferen- positivas, si bien la lógica de Leighton, si fuera aplicada estricta-
tes: ¿Cómo puede instituirse el cambio en una sociedad?, y ¿como mente, nos obligaría a condenar a la policía porque utiliza los
se enfrentan las complicaciones adicionales que se presentan cuando fondos de la comunidad para "la caza de ratas", mientras que la
se trata de dos O más sociedades? Estas dificultades se encuentran sociedad debería educarlas para que se comportasen como mansos
ampliamente representadas en la literatura de las ciencias behavio- ratoncitos blancos.
ristas, como se ilustra en el siguiente análisis. El debate será desglo- Por cierto, sería mejor curar los ojos que usar los medios
sado en tres partes, que reflejan de un modo general las tres con- mecánicos. Evidentemente, el problema de Wright se hubiese sim-
sideraciones críticas precedentes. ·o plificado enormemente, y él hubiese podido construir un hotel
l. Isaiah Berlín ha descripto la nueva posición de la filosofía más hermoso por menos dinero, si algún físico hubiera solucio-
politice como "la idea de que las respuestas a los problemas "°_ nado primero el problema de los sismos. Y también, sería prefe-
encuentran en soluciones racionales, sino en la eliminación de e rible que los behavioristas mejorasen a los hombres y las circuns-
problemas"." Este punto de vista está muy bien ejemplificado en tancias de modo que no fuesen necesarios ni la policía ni los go-
la literatura de las ciencias behavioristas. ¿No podemos de¡ar de biernos. Pero si esto fuese posible, aún restaría preguntar cuánto
dedicarnos a la "caza de ratas", pregunta el psiquiatra antropólogo tiempo llevaría lograrlo. James Miller habla como si quince años,
Alexander Leighton, y ocuparnos de las condiciones que facilitan a partir de 1948 constituyesen el tiempo necesario para que se
su proliferación? Lo que necesitamos, dice, es "la obsesión carac- produjese el gran cambio.33 T. H. Pear evidencia la misma can-
terística de los médicos por -descubrir las causas y no contentarse
solamente con los síntomas"31 Pero a veces los médicos también se s2 La cooperación productiva de un gran número de hombres durante
períodos prolongados ha dependido tradicionalmente de dos cosas: la exis-
ocupan más de los síntomas que de las causas. Por ejemplo, recetan
ten cia de u na comunid ad de intereses y sentimientos, y el uso de medios mec iá-
anteojos, y durante mucho tiempo algunas personas viven mientras nicos para preservar el orden dentro de ella. Las ciencias behavioristas, con
su inclinación hacia las causas básicas, a menudo pasan por alto la fu nción
,,, , lumas consecuencias." World Politics and Personal Insecuri, indispensable y las contribuciones positivas de los medios mecánico', los que,
pág . 237. Cf. pág,. ~ de este libro. • según su punto de vista, se refieren mñs a los síntomas que a las causas.
30 Berlin: "Political Ideas in tbe Twent1eth Century", Foreign. A/fairs, 33 Miller: "Psychologycal Approaches to the Prevention o( W1tr", en
XXVIII (1950), 356-57. Dennis y otros: Current Trends in Social Psycholog.
1 Leighton: Human Relations, pág . 16l.
69
68
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA Alguna, inferencias de la primera imagen
didez: sostiene que la actitud favorable a la guerra puede ser ansiedades "T, o las neurosis y las inadaptaciones", o las frus-
identificada y que, como toda actitud surge a través del aprendi- traciones sufridas durante el proceso de socialización 89 , o alguna
zaje social, puede ser modificada. Paro lograrlo, se requeriría combinación de tales causas, y si los behavioristas pudiesen de-
poco tiempo, porque "las pautas culturales pueden cambiarse rá- cirnos qué actitud adoptar para eliminarlas, aún quedaría más
pidamente, como lo prueban los maoríes, japoneses y rusos." Esta de la mitad del camino por recorrer.
declaración es aparentemente convincente, siempre que no se con- Para conseguir la paz mundial debemos comenzar a nivel de
sulten las fuentes históricas al detalle. No obstante, en todos los la comunidad par crear "pueblos con mayor comprensión y capa-
cambios sociales existe una relación entre el tiempo y la fuerza. cidad para actuar en asuntos internacionales". Así lo sugiere Ale-
En general, cuanto mayor es la fuerza, más rápidamente ocurrirá xander Leighton.•0 "La eliminación de las tensiones que conducen
el cambio social. Los maoríes y los japoneses fueron sometidos a la guerra es algo que nunca se ha realizado aún, pero los hom-
repentinamente a la influencia de una civilización poderosa, casi bres son lentos en intentar nuevos medios para evitarla." Quien
totalmente nueva para ellos. Como consecuencia, muchas de sus así escribe es John Rickman, psiquiatra británico de nota.41 "No
costumbres pasadas sufrieron un cambio, mientras conservaron hay paz sin salud mental", señala Otto Klineberg.42 Si pudiésemos
otras. En el caso de los maoríes y los japoneses, la fuerza física rehacer los pueblos y las sociedades alcanzaríamos la paz: esta es
complementó el poder de la influencia cultural. En el caso de los la promesa que contienen los ejemplos recién citados. La índole
rusos, el cambio se debió casi exclusivamente a la fuerza física. de esta promesa es tal que quien sustenta en ella su deseo de paz
De cualquier manera, sería difícil predecir qué transformaciones se transforma en un utopista. Existe, sin embargo, otra posibili-
ocurrirían, y por qué medios." dad. Se pueden aceptar las premisas y rechazar el tono optimista.
El error que cometieron Miller, Pear, y Margare! Mead en su
peor momento fue haber caído en la vieja falacia racionalista de (véase Klineberg: Tensions A//ecting Intemational Understanding , págs. 2l5-
identificar el control con el conocimiento. Ellos suponen que, en 217, para una enumeración sumaria de las afectividades en desarrollo) y una
cuanto aprendamos a poner fin a la guerra, habremos soluciona- acción eficaz tendiente a evitar la guerra. Lo mismo puede decirse de la lista
do el problema; piensan que es un problema de conocimiento Y de Allport acerca de los tema s de investigación propuestos. "Guido Linos of
Researcb in Intemnational Cooperation", en Pear (ed.): Psychological Factors
no de acción.38 Si las causas de la guerra son la inmadurez y las of Peace ad lar, págs. 155-66.
37 CE. Harry Stack Sullivan: "Tensions Interperso nal and Interational:
M Pear: "Peace, a r and Culture-Patterns", en Pear ed.) : Psychological A Psychiatrist's View", en Cantril (ed.): Tensions that Cause Var s, Cap. III.
Factors o] Peace and ar, pig. 2l. 38 John Rickman: "Psy chodynami c Notes", en ibid., Cap. V.
85 Los comentarios más profundos y só lidos acerca de los problemas de 30 CK. Doll ard y otros, Frustration and Aggression, especialmente págs.
planeamiento y predicción fueron vertidos po r Chester I. Bamnard: "On 89-90; y Jobn Dollnrd: "Hostility and Fear in Social Lile", en Nec omb y
Planning for World Covemment", en Approaches to Jorld Peace, págs. 825-58. Hartley (eds.) : Readings in Social Psycho/ogy.
aa Cf. H. V. Dicks : "Some Psychological Studies of the Gorman Character" , 40 Leighton: "Dy namic Forces in Interati onal Relations", Mental Hygiens,
e Pear (ed.) : Psychological Factors o] Peace and Var, pág. 217: "Estamos XXXIII (1949), pág. 23.
literalmente amenazados por la extinción, a menos que aprendamos a com- O Rickman: "Psychodinamic Notes", en Cantri] (ed.): Tensions that
p rend er y, en consec u en cia, a controlar, a las perso nas que tienen la posib ili - Cause ars, pig. 203.
dad de poner en movimiento las enormes fuerzas destructivas." Y obsérvese 42 Otto Klinebcrg: "The United Nations ", en Kisker (ed.): ll'orld T , n-
qué difícil es concebir un a relación posible entre los proyectos de la Unesco sion, pág. 281.
70 71
.+
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA Algunas inferencias do la primera imagen
Gorge Kisker, por ejemplo, comienza casi de la misma manera importantes? "Las tensiones que provoca n los confli ctos interna-
que M iller y Pear. Para lograr In paz, escribe, debemos tratar de cionales, ¿surgen en la mente de la masa popular, o sólo tienen
comprender las mentes" de los hombres; sólo cuando analiza mos importancia cuando influyen en los dirigentes responsables de la
sus "motivaciones" nos acercamos a "los niveles fundamentales política internacional de cada país?"4 º Klineberg contesta adec ua-
del pro blema". Para alcanzar la paz mundial debemos poner en damente que ambas, de manera diferente son importantes. Si
orden primeramente nuestros hogares y nuestras mentes.• 3 Pero, rec ordamos que las élites se rec lutan entre el público en general
como psicólogo, Kisker tiene que admitir que la solución de su y que comparten la opiniones y prejuicios de éste, podemos hablar
primer requisito no constituye en absoluto una solución. Y con- con Gabriel Almond, de "las élites de la política y de la opinión,
cluye: estrato articulado orientador de la política, que estructura al pÚ·
blico y que proporciona medios eficaces de acceso a vari os gru -
Se ha señ alado que, como la inteligencia y el buen sentido pos. Casi podría dec irse que 'el que moviliza élites, moviliza al
sólo rigieron durante breves períodos los asuntos relacionados con público' ". 47 La función de las élites parec ería ofrecer a los beha-
el hombre, existen pocas razones para creer que ambos predomi - vioristas una oportunidad para aplicar sus técnicas; así lo han
narán íguam ente en un futuro cercano. Teniendo en cuenta la pensado algunos de ellos.
inmadurez psicológica y social de la humanidad, es ingenuo espe- E ste pensamiento está claramente justificado si se arguye, sim-
rar que los hombres de nuestra época aprendan a vivir en paz plemente, que una familiaridad mayor con algunos de los hallaz -
consigo mismos o con otros. 44 gos y conclusiones de las ciencias behaviori stas ayudarí a a muchos
dirigentes a desempeñar sus tareas cotidianas. A menudo significa
La identifi cación fácil de conocimiento y control da como re- algo más que esto. William Borberg, ex representante permanente
sultado o un optimismo rosado pero estéril, o un tenebroso pesi- de Dinamarca ante las Naciones Unidas, expone en forma clara
mismo. E n cualquier caso, lo que ori ginariamente pareci ó ser una y sucinta la opinión, ampliamente difundida, de que el camino
promesa para las ciencias políticas, pronto se marchita. . para lograr la paz mundial es utilizar los conocimientos de los
2. M argaret M ea d, en sus recomendaciones para construir un científi cos behavioristas (especialmente, psicólogos y psiquiatr as)
mundo pacífi co, utiliza continuamente el pronombre personal para el entrenamiento y la selección de quienes dirigen los gobier-
"nosotros": "S; deseamos construir un mundo ...";"Si nos abo- nos. <8 L os hombres desean la paz, dice él, y sin embargo hay gue-
carn os a la tarea ...";"Debemos encontrar modelos y pautas ..4s rras. E sto debe signif ica r que existen, en alguna parte, fallas en
¿ Quiénes son "nosotros" y cómo provocar los cambios requeri dos la organización. Descartando la hipótesis de que puede existir
para lograr un mundo pacífico? Klin eberg ha señalado que el algún defecto en la organización a nivel internacional, Borberg
i
énfasis que pone la Unesco en la mente de los hombres, deja sin concluye que el error reside en los diri gentes de las grandes po-
contestación la siguiente pregunta: ¿La s mentes de quienes son tencias. Dos vec es en nuestr a vida, hombres mentalmente inadap-
72 73
Algunas inferencias de la primera imagen
EL HOM BRE, EL ESTADO Y LA CUERIA
75
74
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA Algunas inferencias de la primera imagen
110
Hay legiones de adherentes a esta opinión. Citaremos a dos. Me temo que si yo fuese un estadista, testarudo o no, experi.
Hadley Cantril, al presentar los resultados de una conferencia de mentaría grandes dificultades en saber qué directivas seguir. Esto
la Unesco, escribe: no se debe tan sólo al hecho de que muchos de los consejos dados
por un behaviorista son refutados por otros colegas, sino también
Si los responsables de la política en el más alto nivel, pudiesen porque casi todas sus directivas son tremendamente imprecisas o
y quisiesen actuar de acuerdo con los consejos contenidos en una
absolutamente imposib1 es de adoptar. Tomemos como ejemplo "la
declaración común, de estos ocho especialistas en las ciencias soc1 declaración común" de los ocho científicos mencionados por Can.
les no tengo casi ninguna duda de que las tensiones que exper1- tril. Ellos abogan por sistemas educativos que se opongan al orgu
mentan en la actualidad los seres de casi todo el mundo, dismi- llo nacional; creen que las naciones deberían verse a sí misma,
nuirían con mayor rapidez y seguridad de lo que sucede actual- tal como las ven las demás naciones, y son partidarios de que se
mente.1 realicen más investigaciones internacionales en el campo de las
ciencias sociales. Estas sugerencias, bastante específicas, se en-
Gordon Allport, en la conclusión de uno de sus aportes a la cuentran precedidas por otras dos, de proyección más amplia. De-
paz mundial, advierte: bemos tratar de realizar al máximo la justicia social, y, como la
paz requiere que las tensiones y las agresiones existentes en una
Si a)aún estadista "testarudo" desdeña las directivas que se nación se mantengan dentro de límites controlables, y que sean
ofrecen aquí, considerándolas como expresión de un idealismo dirigidas hacia objetivos positivos, "son esenciales algunos cam-
fútil, se revelaría como un hombre poco práctico. Porque resulta peli- bios fundamentales en la organización social y en nuestro modo
groso desdeñar los hechos científicos, sea en el campo de las cien de pensar".G8 Resulta difícil ver de qué manera algunas de las
cias sociales o en cualquier otro. La ecuación de Einstein, E =:= M~~ sugerencias presentadas podrían provocar la paz en un futuro cer-
fue una vez desechada por pedante, pero esa fórmula condujo a cano o distante, si fuesen aplicadas por algún gobierno. Y aque-
liberación de la energía atómica. La "pedantería" de las ciencias llas que sí podrían causar la paz, no brindan guía práctica alguna.
sociales quizá pudiese contribuir ahora enormemente a la instau- En resumen, podemos decir que de este enfoque surgen dos
ración de la paz y de la cooperación internacional, si sus normas
problemas: ¿Qué consejos se pueden dar a los dirigentes y cómo
fuesen comprendidas y puestas en práctica por los dirigentes polí-
podemos asegurarnos de que los seguirán? En los ejemplos consi-
ticos.°
derados hasta ahora, los científicos behavioristas han considerado
que el primer problema es el de mayor importancia- En realidad, el
o Es justo señalar que se pueden hallar fácilmente ejemplos aun entro más importante es el segundo, como se demostrará inmediatamente.
quienes enf ocan tod o desd e el pu n to de vista p olí tico. Los mas notorios d e
estos último, M>D }os partidarios de un gobierno mu n d ial. 3. Entre los behavioristas, se observa una marcada tendencia
•• Ca.atril (ed.): Tensions that Cau.se 11'ars, pág. 14. a requerir de las naciones cierto deseo de cooperar, antes de que
2 Allpo nt: "Gaidelin es for R esearch in In ternation al Cooperation", en sus soluciones puedan lograr efecto. Esto se refleja en las palabras
Pear (ed.): Psyckological Factrs o] Peace and a r, pág. 154; cf. pág. 14:
..Los políticos.. . pueden y deben abrir sus mentes continuamente a la opinión de Cantril: "Si los responsables de la política en el más alto nivel
dOC11mentada de los sociólogos. Cuando el consejo es bueno, deberían adop-
urlo." GS Cantril (ed.): Tensions 1hat Cau.se Wars, págs. 17-21.
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Algunas inferencias de la primera imagen
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
de la existencia previa de un gobierno mundial." Esto sucede
pudiesen y quisiesen actuar de acuerdo con los consejos ••• " Esta siempre por inferencia. El sociólogo francés Georges Gurvitch,
idea se encuentra más explicita en John Swanton: "Si las nacio- que considera artificiales las tensiones internacionales, desearía
nes del mundo, sin nuevas organizaciones internacionales, con- obligar a las naciones a subsanar su ignorancia con respecto a
sintieran en zanjar sus dificultades de un modo pacífico y en las demás, y a eliminar "de los programas de radio, las películas,
cooperar para que sus acuerdos se instauraran en aquellas nacio- la prensa y los libros de todas las naciones, las distorsiones de la
nes que persisten en recurrir a la violencia, y si probaran de modo verdad, los falsos rwnores, la errónea representación de los ca-
suficiente su sincera determinación de hacerlo, quedaría cortado racteres nacionales, etc.". Esto se realizaría por medio de "una
el nervio principal de la guerra." Cantril pasa por alto el hecho acción internacional, concertada quizá por la Unesco"."7 ¿Se supo-
de que es más difícil lograr que los conductores de los diversos ne que podría realizarlo algún organismo internacional carente
estados acepten los consejos de un grupo cualquiera, que determi- de los principales atributos de gobierno? No es así; sin embargo
nar el contenido de dicho consejo. Swanton coloca todas las difi- Gurvitch considera que esta parte de su programa es tan socioló-
cultades en las cláusulas condicionales. Si, como ellos parecen gica como el resto.58 La lógica de Gordon Allport es similar: "La
suponer, la primera necesidad es un acuerdo unánime y constante condición indispensable de la guerra es que la gente, guiada por
entre los estados o sus gobiernos, ¿pueden decirnos cómo alcanzar líderes predispuestos a la violencia, espere la guerra y se prepa-
tal acuerdo o cómo proceder después de lograrlo? Con mucha re para ella antes de librarla". La única manera, por lo tanto,
frecuencia los behavioristas han dicho: si los hombres o las so- de poner fin a la guerra, es terminar con la expectativa de guerra.
ciedades, estuviesen bien adaptados y fuesen racionales, tendría- "Sólo eliminaremos la guerra si cambiamos esa expectativa en los
dirigentes y en los dirigidos, en los padres y en los hijos". Esto
mos paz.••
Han afirmado además -y aquí debemos volvernos
cautelosos que las ciencias behavioristas son útiles porque pue- 6 0 Constituye una varian te el brindar consejo con la promesa de que lo
den ayudamos cuando logremos ese estado casi perfecto, si no hallaremos útil sólo luego de que los gobiernos nacionales hayan mejorado en
de perfección total. En otras palabras, su eficacia comienza in- alguna medida. Cf. Abram Kardiner: "El triunfo de la• directivas para la
mediatamente después de solucionado el problema. acci ón social, emp íricamen te ob tenidas sólo pu ed e surgir d esp ués que triu n fe
totalmen te la democraci a y que su rja u n d eseo mayor por perc ibir la estruc-
Existe una ilusión complementaria y quizá más difundida: la tura psicológica de las fuerzas que pueden mantener unida a la sociedad o
de que los behavioristas hacen progresar la causa de la paz mun- dividirla y destruirla." "The Concept of Basic Personality Stuucture as an
dial cuando proponen soluciones que dependen, para su eficacia, Operational Tool in the Social Sciences", en Linton (ed.): The Science of
Man in the World Crisis, pig. 122.
67 Georges Gurvitch: "A Sociological Analysis of International Tensions",
Sraton: Are ars Inevitable?, píg. 33. en Cantril (ed.) : Tensions that Cause ars, pág. 252.
SCI. K. T. Behapan: "Cultural Diversity and World Peace", en Dennis 58 Nos preguntamos, por ejemplo, si el optimismo de Gurvitch hubiese
Y otros: Current Trends in Social Psychology, pág. 69: "La paz del mundo continuado, de haber recordado la larga historia de controversias políticas que
deb e cimentarse, si no ae desea fracasa r en esta emp resa, en la solid arid ad h ub o en Fran cia sob re temas de política ed ucacion al -con troversi as qu e, en
intelectual y moral de la humanidad y en la apreciación común de los valores; los añ os qu e transcu rr ieron en tre las dos gu err as radicab an, frecu ent emen te,
ap rec iación q u e só lo puede surgir si se desarr olla un iversa hnen te en las men - en las dudas oficiales acerca de la orientación nacional y militar de los
tes de todos los pueblos una visi6n racional y científica acerca de la vida Y maestros
sus problema"
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78
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA CUERRA Algunas inferencias de la primera imageil
resulta desconcertante hasta que nos enteramos de qué manera gicas contradictorias: temor a la guerra, miedo a la derrota y a
piensa que se efectuará este cambio. Según él, la ONU está "de- las consecuencias de la guerra, amistad basada en el temor hacia
dicada.. . a alterar las expectativas. Proporciona un medio para un enemigo común, pacifismo fomentado por fuerzas religiosas o
hacer posibles las soluciones pacíficas ... El éxito de la ONU educacionales, y amistad basada en lazos comunes de cultura. La
estará garantizado tan pronto como los pueblos y sus conductores paz, por lo tanto, está constituida por un conjunto de sentimientos
tengan fe en ella". Y concluye que "cuando los hombres tengan y motivaciones contradictorios.o
plena confianza en que los organismos internacionales pueden erra- May sostiene que "las condiciones que determinan las actitu-
dicar las guerras, conseguirán, entonces ponerles fin".ºº Nada de des sociales y las opiniones -especialmente las relacionadas con
lo que Allport escribió revela cómo convertir estas esperanzas la guerra o la paz- son en gran medida producto del condicio-
en realidad, a menos que las naciones establezcan, mágicamente, namiento social". ¿Pero qué tipo de condicionamiento social pue-
un acuerdo completo y duradero de no luchar jamás, cualesquiera de producir en todas las naciones, aquella combinación peculiar
que sean sus desacuerdos; o a menos que la ONU adquiera los de fuerzas y sentimientos que ha originado periodos de paz? Para
poderes tradicionalmente asociados con la idea de gobierno. May hay una única solución: si hemos de tener paz, deberemos
Mientras algunos de los behavioristas confían implícitamente adquirir lealtad hacia un grupo mayor. Y, antes de adquirir esa
en un futuro gobierno mundial para hacer reales las soluciones lealtad, debe crearse aquello a lo cual guardar lealtad. La psico-
psicológicas o sociológicas propuestas por ellos, otros demuestran logía social ofrece pocas esperanzas de paz entre los estados sobe-
explícitamente esta dependencia. Los behavioristas quizá hayan ranos; el cimiento "psicológico" de la paz es una fuerte auto-
llegado a la conclusión de que es necesario un gobierno mundial, ridad centralizada, es decir, un gobierno mundial.61 Exceptuando
por el conocimiento de las inmensas complicaciones y contradic- el uso peculiar que da a la palabra "psicológico" en esta última
ciones que hay en los factores causales de un acto de guerra. Mark oración, May dice claramente que la psicología y la psicología
May indica que "sólo puede decirse en un sentido muy general social dependen del marco político en el que actúan. Lazarsfeld
que el temor favorece la guerra y que la sensación de seguridad y Knupfer sostienen lo mismo por idénticas razones: "En cuanto
promueve la paz; que la guerra está motivada por el odio, Y la al odio a la guerra, los últimos años han demostrado que la falta
paz por el amor; o que la guerra es promovida por la rivalidad Y de interés de algunas naciones por ir a la guerra, puede favorecer
la agresión, mientras que la paz es fomentada por los hábitos. de la agresión de otras. Las fuerzas sociales y psicológicas que pro-
cooperación. El patriotismo constituye, evidentemente, un motivo
importante en la guerra, y tanto el temor como el odio pueden 0o May: A Social Psychology o] ar und Peace, págs . 220, 225. Cf. Fread:
Cwilization, Jar and Death [Obras completas], ed. Rickman, pág. 90.
ser utilizados para motivar la paz". Esta tesis está apoyada por 01 May: Social Psychology of ar and Pece, págs . 21, 30, 228-34. Esto
la observación de May de que entre estados que poseen una pac1- es como considerar al gobierno mundial como fundamento económico de la
fica historia entre sí, se pueden encontrar todos los factores si- paz. May utiliza la palabra "psicológico" en un sentido muy amplio. Así, pues,
guientes, muchos de los cuales se sustentan en actitudes psicoló- el fundamento psicológico de la paz es, para él, cualquier fundamento nece-
sario, político o de otro carácter. Esto posee el mérito de atraer, dentro de su
esfera como psicólogo, una mayor cantidad de factores pertinentes de los que
9 Gordon W. Allpon: "The Role of Expectancy", en Cantril (ed.) : Ten- hubiese considerado cualquier psicólogo, si bien ese uso le resta a la palabra
ions thau Cause ars, págs. 48, 75, 77. un significado preciso.
81
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA Algunas inferenc ias de la pri mera imagen
mueven la rivalidad entre las naciones son demasiado fuertes como pero serían necesarias varias generaciones antes de que nuestros
para ser controladas por una lealtad difusa hacia 'todos los hom- esfuerzos pudiesen influir en el curso de las relaciones internacio-
bres del mundo' o hacia el ideal de la 'cooperación internacional'. Es nales. "Mientras tanto, si ésta fuese nuestra única esperanza, ha-
evidente que se necesita una autoridad internacional concreta, alre- bremos perecido en media docenas de guerras." 615 Pero no es
dedor de la cual los pueblos puedan crear nuevas identificaciones ésta la única esperanza, porque la teoría aquí desarrollada "sig-
y lealtades supranacionales". Una vez logrado dicho desarrollo, nifica, entre muchas cosas importantes para el estudio de la so-
agregan, podrán utilizarse exitosamente otras técnicas, como las ciedad, una teoría del valor del gobierno".66 La agresión funda-
comunicaciones de masas."? mental de los seres humanos es, de acuerdo con Durbin, la causa
Otra razón intimamente relacionada con estas conclusiones, de la guerra. Si pudiésemos eliminar la causa mediante la trans-
es el hecho, destacado anteriormente, de que los métodos de las formación de los seres humanos, podríamos ponerle fin a la guerra,
ciencias políticas son muy lentos. E. F. M. Durbin sostiene este pero no es posible cambiar a los hombres rápidamente y, de todas
punto de vista de manera muy clara y coherente."" Según él, "la maneras, no podemos esperar eliminar todos los elementos de agre-
guerra se debe a la expresión de la agresividad transformada de sividad. Por lo tanto, debemos confiar primeramente en un enfo-
los individuos dentro de la vida grupal y a través de ella". Como que que no se refiera a las "causas", sino a los "siotomas", la
el temperamento deriva tanto del medio ambiente como de la natu- restricción por la fuerza de la minoría agresiva. Merecen las cir-
raleza heredada, es posible "cambiar el tipo de comportamiento cunstancias que se dé un resumen con las propias palabras de
adulto mediante la transformación del ambiente en el que des: Durbin:
arrolla nuestro factor hereditario inmutable". Podríamos quizá
Por lo tanto, tal como vemos, existen dos maneras -y sólo
educar a "una generación de hombres y mujeres que defenderá
dos- de reducir la frecuencia y la violencia de las guerras; una,
sus derechos y los concederá voluntariamente a los demás; que
lenta, curativa y pacífica, que procura eliminar del carácter humano
aceptará los juicios de terceros en la solución de sus disputas, y
las causas últimas de la guerra por medio de un nuevo tipo de edu-
que no será jactanciosa ni se humillará; que luchará sólo en de-
cación emocional; la otra, inmediata, coactiva y dirigida a los
fensa de la ley, y que será miembro amable y voluntarioso de
síntomas: la restricción del agresor por la fuerza."
una sociedad justa y positiva"." Quizá fuese posible realizarlo,
6 C¿. Freud: Ciilia tion, ar cnd Death, ed. Rielman, pág. 95: "Quienes
62p, F, Lazurs feld y Genevieve Knupfer: "Communications Research and esperan que la paz produzca cambios en el hombre, evocan la imagen de los
International Cooperation", en Linton (ed.): T he Science of Man in the molinos que muelen tan lentamente que, antes que la harina esté lista, los
orla Crisis, pág. 466. hombres se mueren de hambre."
43 Durbin y Bowly: Personal Aggressiveness and ar. El análisis siguiente 0e CÉ, T olm an: Drves toward ar, pág. 92: La políti ca y la psicología
se basa en el contenido de las págs. 4048, deberían combinarse para enseñamos la necesidad de federarnos en nuestro
4 CL. la conclusión de un especialista en ciencias polí ticas que ha inten- propio beneficio.
tudo aplicar los descubrimientos de los antropólogos y los psicólogos a los 07 CK. Freud: Civilization, ar and Dath , ed. Rickman, pig. 88: "E±iste
problemas de las relacione.s intemaciona lea: "En lugar de intentar privar a los un solo medio de poner fin a la guerra: el establecimiento, por consenso, de
hombres de la voluntad de resistirse a aquellos cuyo objetivo es esclavizarlos, un control central que tenga la última palabra en cada conflicto de intereses.
la meta de la teoría de Ju 'mentes humanas' es fortalecer su resistencia frente Para esto, se necesitan dos cosas: primero, la creación de una suprema corte
a ls amenazas de violencia." Dunn: ar and the Minds of Men, pág. 1l. de justicia; segundo, que se la invista con el adecuado poder ejecutivo."
82 83
Et HOMBRE, EL ESTADO Y LA CUERR Algunas inferencias de la primera imagen
Pero, a esta altura ¿puede distinguirse la "cause" de los "sí- que pueden actuar de la misma manera.69 Pero hasta ahora no
tomas"? Si, por ejemplo, una estructura política da origen a la lo han hecho. Muchos admiten esto, pero lo atribuyen a la tierna
paz, y otra a la guerra, la segunda puede ser denominada, adecua- edad de su disciplina, comparada, por ejemplo, con la física o la
damente, la "causa" de la guerra. Este razonamiento es exacta- biología. Esta declaración, además de demostrar una humildad
mente el que han utilizado los psicólogos, que distinguen entre los apropiada, contiene en sí la promesa de que - dado más tiempo
hombres que "se pierden por una pelea" y aquellos que están tan para realizar investigaciones fundamentales y para afilar los ins-
bien adaptados que sólo luchan por una buena razón; y sostienen trumentos utilizados, las ciencias behavioristas lograrán efec-
que la existencia del primero de estos dos tipos es la "causa" ( o tuar, aplicando un gran cúmulo {le informaciones organizadas a
en otros planteos, la "causa básica") de la guerra. Si algunos los problemas sociales, una transformación de la sociedad que
hombres no deseasen luchar, no habría guerras. Desde este pun- podrá compararse favorablemente con los logros de las ciencias
to de vista, manejar a los hombres para convertirlos en no beli- naturales. ·
cosos, ataca "la causa básica" de la guerra. De la misma manera Los científicos sociales buscan la acumulación, pero eviden-
podríamos decir: en Francia los hombres no luchan, pero entre cian una tendencia notable a repetir las normas del pasado. De
Francia y Alemania sí; una organización política diferente a este modo, algunos de los ejemplos citados en este capítulo nos
uh-el nacional e internacional, explica este hecho. Consecuente-
recuerdan los métodos de los filósofos iluministas; otros, el opti-
mente, actuar sobre la estructura política significa atacar la "cau-
mismo de los liberales del siglo pasado; algunos, la suposición
sa básica" de la guerra.
marxista, en otro tiempo considerada accesible, de que las insti-
tuciones que deforman a los hombres pueden ser dejadas de lado
y reemplazadas rápidamente por otras más útiles; otros, la con-
Conclusión.
movedora fe de los pacifistas contemporáneos. Citaremos unos
Se considera que una de las más importantes contribuciones pocos ejemplos de estas actitudes ideológicas en el orden indicado;
de Galileo fue establecer la posibilidad de que la ciencia se con- contribuirán a esclarecer las limitaciones de las ciencias sociales
virtiese en un estudio acumulativo. Después de referirse en una que otros, en tratados más metodológicos y críticos, se ocuparon
de sus obras a los "hechos. . . que he logrado probar", agrega: de presentar.
"y lo que considero más importante: se han abierto caminos para Helvétius creía que la moralidad, "la ciencia de los medios
esla ciencia amplia y exce'.ente ... , gracias a los cuales otras men- inventados por el hombre para vivir conjuntamente de la manera
tes... explotarán sus rincones más remotos".08 Los especialistas más feliz posible", progresaría "en la medida en que la gente ad-
en ciencias naturales han logrado llegar a mayores alturas alzán- quiriera más conocimiento". Y Diderot, que compartía su con-
dose sobre los hombros de ,,us antecesores. Los hehavioristas ex- vicción, planeó inmediatamente su enciclopedia para aumentar Y
presan frecuentemente la esperanza, y a veces la convicción, de
00 Como ejemplo do esperanza y convicción, véase Leiserson: "Problems
Galileo: Dial ogues Concerning T wo New Sciences, trad. al inglés de
48 of Methodological in Political Researeh", Political Sience Quarterly, LXVIII
Cre« y De Salio, pigs . 153-54. (0953), 567,
84 85
Algunas inferencias de la primera imagen
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
difundir esos conocimientos.70 La identificación de la acción con rrafo recalca tanto su punto de vista como el mío. "Entre los tres
el conocimiento, mencionada más arriba, encuentra aquí su más requisitos para la paz - concluye--- el único cuya existencia actual
ajustado paralelo; y ambas lineas, aunque distantes en el tiempo, parece dudosa es la clara comprensión, de parte de las élites, de
concuerdan en su contenido cuando Gordon Allport sugiere que que la guerra es inferior a la paz en la búsqueda y logro de sus
para la paz debemos poseer "una enciclopedia de las uniformida- valores." 73 Los behavioristas parecen a menudo liberales del si•
des y similitudes en lo que respecta a las aspiraciones, creencias y glo xIx con un método menos vigoroso. Si seguimos con las pala-
costumbres de todos los pueblos".11 El éxito de la ciencia del si- bras de Cottrell, se aclarará también su relación con Marx, y la
glo XYII produjo la po!ítica científica del siglo xv. Esa ideología deuda de ambos hacia las ideas políticas del Iluminismo- "Pero
encontró su crítico en Hume; recientemente, esa tarea debió ser escribe, aun si esta estimación resultara falsa, y fuese eviden-
cumplida de nuevo por críticos como Niebuhr y Casserley.7!.l te que en las circunstancias actuales, se intentará la guerra, el
El paralelo con el liberalismo del siglo XIX es con frecuencia enfoque puede mostrar de qué manera deben alterarse la estruc-
sorprendente. Norman Angell ha sido el portavoz de una con- tura o las otras condiciones, para privar a las poderosas élites
vicción de los economistas clásicos: la guerra mundial resulta una actuales de su capacidad para elegir la guerra; o cómo deben
empresa antieconómica. Angell cree, como muchos de ellos, que alterarse algunas condiciones existentes en estos momentos de
si los hombres comprendiesen esa particularidad de la guerra no modo que esas élites decidan no emprender la guerra. Presumi-
lucharían más. Los términos más generales utilizados por W. Fred b'emente, las élites toman decisiones en la actualidad según sus
Coltrell no ocultan el hecho de que este sociólogo fue presa de especulaciones acerca de los resultados de la guerra." El cono-
la misma ilusión. Después de distinguir cinco situaciones típicas cimiento conduce al control, y éste es posible porque las institu-
en las que es posible alcanzar la paz, asegura que la más prome- ciones, y en consecuencia los hombres (¿o es al revés?), son
tedora es aquella que pone de manifiesto para la élite que la guerra infinitamente regulables. Marx, más realista al menos en un as-
es un comportamiento que no ofrece recompensas. Su último pá- pecto, advirtió la relación existente entre la fuerza y el cambio.
Los grandes cambios se realizan con dificultad: se necesita una
TO Helvétius: A Treatise on Man, tra d. al inglés de Rooper, pág. 12. Cf. el revolución para librar a los hombres del "estiércol de los tiem-
articulo "E cyelopédie", de Diderot, en Euvres completes de Diderot, ed. pos''.74 Pero no estuvo acertado, porque pasó por alto el hecho de
Asézat, XIV, 415, donde describe el propós it o de la enciclopedia como "que que, una vez que se pone en marcha una fuerza considerable, es
nos nereur, devenant plus instruits, deviennent en méme temps plus vertueux
et plus heureux". imposible prever su dirección o controlarla. Por último, tanto Cot-
" Comentario de Allport acerca de "The Function of Ideological Con- trell como Marx son racionalistas en materia política; este último
nictions' , en Cant ri l (ed.) : Tensions that Causes Wars, pág. 289. En La mon- porque sobreestima la eficacia de la razón después de la revolu-
taña ma¡:w:a, de Mann, Settem brini, aguda caracterización de un liberal del ción socialista, y Cottrell debido a que sobreestima también la efi-
siglo XIX, una especie de Mazzini, ha pasado la mayor parle de su vida dedi-
cado a un proyecto similar, y sus tareas estab an alimentadas por la ilusión
que les era común a los recientemente mencionados. T3 Cottrell: "Research to Establish the Conditions for Peace", Journal of
"? Entre los muchos que podrían ser citados, menciono a Casserley, porque Social lssues, XI (1955), 14, 20.
T4 Mar, Karl y Engels, Friedrieh: The German Ideology [La ideologia
sus criticas son fundamentales y su obra no es muy conocida en tre los soci6•
logos norteameri canos . Véase su Morals and Man in the Social Sciences. alemana], trad. al inglés de P ascal, pág. 69,
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Algunas inferencias de la primera imagen
EL HO:IIBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
difundir esos conocimientos.10 La identificación de la acción con rrafo recalca tanto su punto de vista como el mío. "Entre los tres
el conocimiento, mencionada más arriba, encuentra aquí su más requisitos para la paz- concluye el único cuya existencia actual
ajustado paralelo; y ambas lineas, aunque distantes en el tiempo, parece dudosa es la clara comprensión, de parte de las élilcs, de
concuerdan en su contenido cuando Gordon Allport sugiere que que la guerra es inferior a la paz en la búsqueda y logro de sus
para la paz debemos poseer "una enciclopedia de las uniformida- valores." 73 Los behavioristas parecen a menudo liberales del si-
des y similitudes en lo que respecta a las aspiraciones, creencias y glo xx con un método menos vigoroso. Si seguimos con las pala-
costumbres de todos los pueblos".7 EI éxito de la ciencia del si- bras de Cottrell, se aclarará también su relación con Marx, y la
glo XVII produjo la po!itica científica del siglo xvm. Esa ideología deuda de ambos hacia las ideas políticas del Iluminismo- "Pero
encontró su crítico en Hume; recientemente, esa tarea debió ser escribe-, aun si esta estimación resultara falsa, y fuese eviden-
cumplida de nuevo por críticos como Niebuhr y Casserley.7? te que en las circunstancias actuales, se intentará la guerra, el
El paralelo con el liberalismo del siglo XIX es con frecuencia enfoque puede mostrar de qué manera deben alterarse la estruc-
sorprendente. Norman Angell ha sido el portavoz de una con- tura o las otras condiciones, para privar a las poderosas élites
vicción de los economistas clásicos: la guerra mundial resulta una actuales de su capacidad para elegir la guerra; o cómo deben
empresa antieconómica. Angell cree, como muchos de ellos, que alterarse algunas condiciones existentes en estos momentos de
si los hombres comprendiesen esa particularidad de la guerra no modo que esas élites decidan no emprender la guerra. Presumi-
lucharían más. Los términos más generales utilizados por W. Fred bemente, las élites toman decisiones en la actualidad según sus
Cottrell no ocultan el hecho de que este sociólogo fue presa de especulaciones acerca de los resultados de la guerra." El cono-
la misma ilusión. Después de distinguir cinco situaciones típicas cimiento conduce al control, y éste es posible porque las institu-
en las que es posible alcanzar la paz, asegura que la más prome- ciones, y en consecuencia los hombres (¿o es al revés?), son
tedora es aquella que pone de manifiesto para la élite que la guerra infinitamente regulables. Marx, más realista al menos en un as-
es un comportamiento que no ofrece recompensas. Su último pá- pecto, advirtió la relación existente entre la fuerza y el cambio.
Los grandes cambios se realizan con dificultad: se necesita una
70 Heléuus: A Treatse on Man, trad. al inglés de Rooper, pág. 12. Cf. el revolución para librar a los hombres del "estiércol de los tiem-
artí cu]o "Encyclopédie", de Diderot, en <Euvres comp/Ctes de D iderot, ed. pos".74 Pero no estuvo acertado, porque pasó por alto el hecho de
Asséz.at, XIV, 415, donde describe el propósito de la enciclopedia como "que que, una vez que se pone en marcha una fuerza considerable, es
instruits,
imposible prever su dirección o controlarla. Por último, tanto Cot-
n os n erv
e ur, d e v e n a n t p l u s d e vi e n n e n t e n m i m e t e m p s p l u s v e r t u e u x
et plus heureur".
" Comentario de Allport acerca de "The Function of Ideological Con- trell como Marx son racionalistas en materia política; este último
nictions', en Cantril (ed.) : Tensions that Causes Vars, pág. 289. En La mon- porque sobreestima la eficacia de la razón después de la revolu-
tia mágic a, de Mann, Settembrini, aguda caracterización de un liberal del ción socialista, y Cottrell debido a que sobreestima también la ef-
siglo xn , una especie de Mazzini, ha pasado la mayor parte de su vida dedi-
cado a un proyecto similar, y sus tareas estaban alimentadas por la ilusión
1 3 Cottrell: "Researcb to Establish the Conditions lor Peace", Journal o/
que les en común a los recientemente menciona.dos.
7 Entre los muchos que podrían ser citados, menciono a Casserley, porque
Social lssues, XI (1955), 14, 20.
sus criticas so n fundamentales y su obra no es muy conocida entre los soció- 74 Mar, Karl y Engels, Friedrich: The German ldeolog [La ideologia
logos norteamericanos. Véase su Morals and Man in the Social Sciences. alemana], trad. al inglés de Pascal, pig. 69.
86 87
EL HO M BRE, EL ESTADO Y LA GUERRA Algunas inferencias de la primera imagen
cacia de la razón para producir la revolución que él se propone para construir un mundo más pacífico sólo pueden revestir im-
en las costumbres de los hombres. portancia de manera accidental.
Por último, la consideración de una cualidad compartida por Si todos los hombres fuesen inteligentes y poseyeran el con-
los pacifistas y muchos behavioristas sugiere el esquema general trol de sí mismos, no tendríamos más guerras. Si se pudiesen
de que, en ausencia de una teoría elaborada referente a política organizar en todo el mundo comunidades que satisficieran todos
internacional, las causas que se encuentran y los remedios que se los deseos y proveyesen salidas para todos los impulsos humanos
proponen, por lo general se refieren más estrechamente al tempe- potencialmente destructivos, no tendríamos más guerras. Pero el
ramento Y a In educación que a los objetos y sucesos del mundo análisis implícito de la causa resulta inadecuado, y las soluciones
que nos rodea. El clamor pacifista, como el de Alexander Leighton, que se basan en él son características de soñadores ociosos. Cuando
se manifiesta en favor del tratamiento de las causas profundas de los soñadores ociosos despiertan, se vuelven pesimistas, como Geor.
la guerra. Uno enfoca esto desde el reino del espíritu, el otro, ge Kisker, o amplían sus análisis para incluir más factores causales
mediante las técnicas de la psiquiatría. El pacifista espera y con- importantes. La importancia de la estructura política es apreciada
fia, con calma, en que los hombres se comportarán tal como Dios por aquellos que, como May y Durbin, agregan, a sus sugerencias
lo decidió, o se lanza a convertir a otros a la fe que, supuestamente, psicológico-sociales para la paz, la condición de que primeramente
movió montañas antes, y, presumiblemente, puede moverlas de debe establecerse un gobierno mundial. Pero algunos de ellos no se
nuevo. Se necesitan fe, coraje y carácter. E] behaviorista se ha percatan de que sus soluciones se han vuelto más políticas que psico-
preguntado todo esto alguna vez, y ha demostrado con pobreza lógico-sociales; tampoco comprenden que, a menos que creen un sis-
hasta qué punto podrían ser suficientes. De esta manera, Helmut tema que permita a los hombres de estado establecer la clase de
Callis al tratar de identificar los medios para alcanzar la paz, gobierno mundial que se necesita, no habrán propuesto solución
escribe: "Tan pronto como tengamos el coraje y el carácter su- alguna. El realismo psicológico-social ha producido aquí una utopía
ficientes como para aplicar el conocimiento científico a nuestras política- En el otro extremo se encuentran aquellos que, simplemente,
relaciones sociales, el hombre, creador de cultura, también será pasan por alto la función de la política y proponen soluciones
capaz de hallar los medíos culturales que permitan ofrecer a la apolíticas, como si éstas debiesen funcionar en el vacío. En efecto,
humanidad las recompensas máximas de la vida" _7G dicen: "Estas propuestas constituyen soluciones para el problema
Lo antedicho no significa que toda contribución que el beha- de la guerra; sólo resta que alguien las acepte". Ninguno de estos
procedimientos nos conduce a alguna parte.
viorista pueda aportar haya sido realizada antes, ni que se la con-
sidere incompleta, sino más bien que las contribuciones de mu- La incapacidad de distinguir entre causas fijas y causas mane-
chos de ellos han resultado ineficaces, porque no han compren- jables, es, en sí misma, la consecuencia de dejar de lado el con-
dido el significado de la estructura política en la acción interna- texto político de la acción social En el presente capítulo se ha
cional. En tal circunstancia, las soluciones propuestas por ellos señalado que la "política preventiva" de Lasswell supone la eris-
tencia de un sistema político determinado. Quizá porque la supo-
sición no ha sido a menudo explícita, su importancia se pierde
7° Callis: "The Soc iology of Intertional Relations", American Sociological
Reciee, XII (1947), 328. a los ojos de muchos behavioristas cuando transfieren su capaci-
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EL H O M BRE, EL ESTADO Y LA GUERRA Algunas inferencias de la primera imagen
75
dad de la escena interna a la intemacional. No podemos dejar para manejar las múltiples informaciones disponibles. Las con-
de sentimos sorprendidos por este hecho al realizar un examen tribuciones son posibles cuando los economistas se vuelven mate-
general de la literatura behaviorista que se refiere a la guerra y máticos, o cuando los matemáticos desean adquirir un conocimien-
la paz. Por ejemplo, Klineberg, cuando analiza actividades de los to suficiente acerca de la teoría y los problemas económicos. Alfred
behavioristas que podrían contribuir a comprender y a evitar la Marshall, precursor de la economía matemática y estudiante dis-
guerra no encuentra oportunidad alguna de mencionar la política. tinguido de matemáticas antes de convertirse en economista, se
ÁIlport considera que la psicología y la psiquiatría son suficientes compenetró de la teoría económica antes de arriesgar fórmulas
para comprender las relaciones internacionales en el presente in- matemáticas; pero aun entonces continuó desvalorizando, quizá
mediato. Agrega que "para una causalidad a 'largo plazo', las injustamente, la función del análisis matemático.70 Las matemá-
influencias sociales, históricas y económicas son a menudo deci- ticas han realizado contribuciones a la economía, pero no la han
sivas" pero no las influencias politicas.77 "Existen muchas ra- reemplazado. Lo primero es valioso; lo segundo, imposible. Sin
zones para creer --escribe Donald Young en su prólogo al aná- embargo, es posible encontrar un extremo, behavioristas que afir-
lisis de Klineberg que todo lo aprendido hasta ahora acerca de man que la guerra y la paz no son problemas políticos, sino de
las relaciones interpersonales y entre grupos comprendidos dentro adaptación social e individual. Y también encontramos a aquellos
de las fronteras de un país, puede aplicarse con la reorientación menos radicales, que demuestran falta de disposición para estu-
adecuada, a la comprensión del comportamiento de la gente, aun diar las teorías y los problemas políticos referentes a las relacio-
cuando estén involucrados los complicados efectos de las fronteras nes internacionales, antes de ofrecer sus ideas como contribución.
nacionales." 78 Pero pocas veces se dedica alguna consideración La falla, por supuesto, no es toda de ellos. Las ramas principales
al tema de la reorientación "apropiada" Sin ella las ideas de los de la teoría económica se pueden identificar y estudiar fácilmente.
behavioristas son como una cantidad de perlas, o de cuentas de La teoría política, especialmente en el campo de las relaciones
vidrios, esparcidas por el piso. Su valor puede ser muy grande, internacionales, es más difícil de conocer. Esto no quiere decir que
pero su utilidad es reducida, a menos que se las engarce o enhebre. la teoría sea aquí menos importante, sino más difícil, o mejor, no
La relación existente entre las matemáticas y la economía pro- que sea más difícil, sino que para aquellos que buscan una teoría
pone un paralelo sugestivo. Muchos economistas admiten que las que los conduzca fácilmente a lograr soluciones bien definidas,
matemáticas han realizado importantes contribuciones a la teoría es menos eficaz.
económica y que han aumentado la capacidad de los economistas Hay que admitir que algunos behavioristas han aclarado que
lo que ellos pueden hacer para dar una solución final al problema
76 CÉ. l observación de Almond al considerar Mirror For Man, de
Kluckhohn, y Human Relations, de Leighton: "A l aplicar sus hipótesis a las
de la guerra depende del establecimiento de condiciones políticas
relaciones internacionales de las naciones modernas .. . los antropólogos care- adecuadas, y, que entre tanto, su contribución será ayudar a sus
cen de conocim iento profesiona l acerca de la poli tica moderna." "Anthropolog, propios gobiernos a mantener la paz, o a ganar guerras, en un
P oli ti ca l Beharior and Intemati onal Relations ", World Politics, II (1950), mundo inestable. El límite de los logros posibles se estrecha en la
281. medida en que se comprende más cabalmente la importancia de la
77 Críti ca de All port acerca de S ullivan: "Tensions Interpersonal and
Inter ational", en Cant ril (ed.) : Tensions that Cause VWars, pág. 136.
78 Klieberg: Tensions A/fecting Internatin al Undersanding, pág. v, 70 Hutehinson; 4 Review o/ Economice Doctrines, págs. 63-74.
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EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
LA SEGUNDA IMAGEN
93
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA La segunda ima gen
Si la naturaleza humana no fuese como es, no existirían las gue- jor manera de preservar un estado y garantizarlo· contra la sedición,
rras, pero tampoco habría escuelas dominicales y burdeles, orga- la rebelión y la guerra civil, es mantener a los ciudadanos en acti-
nizaciones filantrópicas y bandas de delincuentes. Como todo se tud amistosa entre sí, y, con este fin, se deberá encontrar un enemigo
encuentra relacionado con la naturaleza humana, es necesario con- contra quien hacer causa común". Bodin encontró pruebas histó-
siderar muchos otros elementos además de la naturaleza humana ricas de la aplicación de este principio, especialmente entre los
para explicar cualquier cosa. Los sucesos que deben ser aclarados romanos, quienes "no pudieron encontrar un mejor antídoto contra
son tantos y tan variados que la naturaleza humana no puede ser la guerra civil, ni de efecto más seguro, que oponer un enemigo a
el único determinante. los ciudadanos".1 El secretario de Estado William Henry Seward
utilizó esta lógica cuando exigió, con el objeto de promover la uni-
El intento de dilucidar todo sobre la base de la psicología signi- dad dentro del país, que Lincoln efectuase una vigorosa política
ficó, finalmente, que la psicología no logró explicar nada. Y si al internacional, que incluía la posibilidad de declarar la guerra a
análisis se agrega la sociología, sólo se logra sustituir el error del España y a Francia.2 Mikhail Skobelev, oficial influyente de Rusia
psicologismo por el del sociologismo. Mientras Spinoza, por ejemplo, durante el tercer cuarto del siglo XIX , varió levemente el enfoque
se equivocó al no considerar, en su análisis de las causas, toda refe- cuando sostuvo que la monarquía rusa estaba condenada a menos
rencia a la función causal de las estructuras sociales, los sociólogos que pudiese lograr un éxito militar importante en el extranjero.3
erraron con frecuencia al enfocar el problema de la guerra y la paz, Las fallas internas se pueden utilizar de mtltiples y variadas
porque omitieron toda referencia al marco político dentro del cual maneras para explicar los actos externos de estado que originan
tienen lugar las acciones individuales y sociales. La conclusión es guerras. Esa explicación se puede referir a un tipo de gobierno que
obvia: para comprender la guerra y la paz, debe hacerse uso del aná- se considera genéricamente malo. Por ejemplo, se piensa con fre-
lisis político con el objeto de complementar y ordenar los descubri- cuencia que las privaciones impuestas por los déspotas a sus súbdi-
mientos de la psicología y la sociología. ¿ Qué tipo de análisis polí- tos producen tensiones que pueden encontrar expresión en aventuras
tico es necesario? Se puede buscar la explicación de la guerra en la más allá de las fronteras de la patria. O bien, se pueden explicar
política internacional ( ya que las guerras ocurren entre los dichos actos como defectos de un gobierno que no es malo en sí mis-
estados) o en los estados mismos (ya que las luchas se entablan en mo. De este modo, se ha afirmado que las restricciones impuestas a
nombre de los estados). El primer enfoque queda pospuesto para el un gobierno con el objeto de proteger los derechos de sus ciudada-
capítulo VI; de acuerdo con la segunda imagen, la organización nos, constituyen impedimentos para formular y ejecutar la política
interna de los estados constituye la clave para la comprensión de lá exterior. Estas restricciones, si bien laudables en su propósito origi-
paz y la guerra. nal, podrían provocar un resultado lamentable: dificultar o hacer
Se puede ilustrar una explicación de la segunda imagen de la
siguiente manera. La guerra fomenta, frecuentemente, la unidad in- 1 Bodin: Six Books of the Commonwealth, trad. al inglés de Tooley, pá g.
terna de cada uno de los estados comprometidos. El estado que se 168, Libro V, Cap. v.
2 "Some Thoughts for the President's Considerations", 1° de abril de
encuentre asolado por luchas intestinas, en lugar de esperar un ata-
186l, en Commanger (ed.): Documents of American History, pág. 392.
que accidental, puede buscar una guerra que provoque la paz in- 3 Herzfeld: "Bismarck und die Skobelewepisode", Historsche Zeitschrift,
terna. Bodin percibió esto claramente, porque concluye que "la me- CXLII (1930), págs. 296 y sigs.
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Et HOMBRE, EL isripó Y i CURRA La segunda ima gen
imposible la acción eficaz de ese gobierno en pos del mantenimientd estructura de los estados? ¿ Qué definición de estado "bueno" ser-
de la paz del mundo.' Y, como ejemplo final, se puede intentar una viría como norma? Entre quienes han adoptado este enfoque de las
explicación sobre la base de privaciones geográficas o económicas, relaciones internacionales hay una gran variedad de definiciones.
o de otras privaciones demasiado difusas como para que se las Karl Marx considera "bueno" al estado que posee los medios de pro-
pueda clasificar. Por ejemplo, una nación podría afirmar que no ha ducción: lmmanuel Kant lo define de acuerdo con principios abs-
logrado sus fronteras naturales, que tales fronteras son necesarias tractos del bien: Woodrow Wilson, según el grado de autodetermi-
para su seguridad y que la guerra para ampliar el estado hasta los lí- nación nacional y organización democrática moderna. A pesar de
mites merecidos es justificada y hasta necesaria.G Las variaciones que cada definición identifica como decisivo un solo factor, todas
posibles sobre este tema son muy conocidas en el presente siglo. coinciden en afirmar que si los estados se reformasen se lograría la
Dichos argumentos se han utilizado para explicar por qué los países paz mundial. Es decir, se considera que la reforma aconsejada cons-
"despojados" originan guerras, y para obligar a los que no lo son a tituye un fundamento suficiente para la paz mundial. Esto, por su-
efectuar los ajustes compensatorios que se consideran necesarios para puesto, no agota el tema. Marx, por ejemplo, creía que los estados
perpetuar la paz. 6 desaparecerían poco después de su socialización. El problema de la
Los ejemplos dados ilustran abundantemente un aspecto de la guerra, si se la define como conflicto violento entre los estados, no
segunda imagen: la idea de que las fallas de los estados dan origen existiría ya.' Kant creía que los estados republicanos aceptarían vo-
a guerras entre ellos. Sin embargo, es posible pensar que las guerras luntariamente ser gobernados, en sus acuerdos, por un código de
pueden explicarse por los defectos de algunos o todos los estados, leyes instituido por ellos mismos.8 Wilson sugería diversos requi-
sin creer que la simple eliminación de esos defectos establecería los sitos para la paz: una mayor comprensión internacional, seguridad
fundamentos para lograr una paz perpetua. En este capítulo, la ima- colectiva, desarme, y una confederación mundial de estados. Pero
gen de las relaciones internacionales será analizada primeramente la historia le demostró a WVilson que no se puede esperar la coope-
en su forma positiva. La proposición a considerar es la de que las ración constante de los estados no democráticos en programas de
guerras se pueden reducir o eliminar para siempre mediante la re- paz semejantes.9 ·
forma de los estados. ¿Pero de qué manera debería cambiarse la Para cada uno de estos hombres, la reforma de los estados
según sus propios lineamientos debe ser considerada el sine qua
4 Cf. Sh erw ood: Roosev elt and H opki ns, págs. 67-68, 102, 126, 133-36, 272, non de la paz mundial. Los ejemplos podrían multiplicarse inde-
Y, especialm ente, 93l; y la declaración del secretario de estado H ay, en finidamente. Tanto los economistas clásicos como los socialistas,
A dam s: T he Education o] H enry Adam s [L a educación], pág. 374. N6tese los aristócratas y monárquicos y los demócratas, los empiristas Y
que en este ca so se cree que la falla disminuye la capacidad de UD país para
realistas y los idealistas trascendentales, nos proporcionan ejem-
ll evar a ca bo una política de paz. En otros ejemplos se piensa que el defecto
aumenta la predisposición de un país hacia la guerra. plos de hombres que han creído que puede lograrse la paz con
• CÍ. Bertrand Russell, quien en 1917 escribió: "N o puede habe r un sis- sólo difundir algún tipo determinado de organización interna. Las
tema internacional bueno hasta tanto los límites de los estados coincidan con
los limi tes de las naci ones." Political ldeals, pág. 146.
7 Véa se más adelante, Cap. V, págs. 14143.
• CÍ. Simonds y Em eny: T he Greal Powers in World Politics, passim;
Véase más adelante, Cap. VI, págs. 180- 83.
TH ompso n: Danger Spos in World Population, esp ecialm ente el P refacio,
8
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96
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA La segunda imagen
recomendaciones sobre las formas de organización que establecerán su sociedad y el estado. Las dos primeras determinan la extensión
la paz reflejan los análisis originales sobre los roles que desempe- y el tipo de funciones que el estado debe desempeñar. En las teorías
faron algunos estados en la declaración de la guerra. Los diferentes individualistas, el estado es la variante subalterna. Los más desta-
análisis podrían ser comparados detalladamente. Nuestro propósito, cados pensadores ingleses de fines del siglo XVIII y del siglo XIX,
sin embargo, no reside tanto en comparar sus contenidos como en eran tan individualistas como Hobbes, pero rechazaban, general-
identificar y criticar las suposiciones que se presentan comúnmente, mente, la opinión de éste acerca de la naturaleza humana y, siem-
a menudo de manera inconsciente, al convertir el análisis de la causa pre, su opinión acerca de los resultados sociales del comportamiento
en una receta para la cura. Con este propósito, examinaremos el movido por el egoísmo. La mayoría de ellos creía, por una parte,
pensamiento político de los liberales del siglo XIX. Debido a que la que el hombre es bastante bueno y, por otra, que aunque el compor-
tesis de ellos es que las condiciones internas determinan el compor- tamiento individual puede ser orientado de manera egoísta, aún
tamiento extemno, es necesario considerar en primer lugar sus opi- existe una armonía natural que conduce, no a la guerra de todos
niones acerca de la política interna. El realizar esto también nos contra todos, sino a una sociedad estable, ordenada y progresista,
permitirá trazar algunos paralelos entre las estrategias de sus accio- que casi no necesita la intervención del gobierno.
nes políticas internas y externas. Las dos preguntas más importantes que pueden formularse acer-
ca de cualquier sistema económico-social son: ¿ Qué lo hace fun-
cionar? ¿ Qué lo hace funcionar bien? A estas preguntas los escri-
Política interna: opinión liberal. tores liberales ingleses del siglo pasado respondían, casi unánime-
mente, que la iniciativa individual es el motor del sistema, y que
Según Hobbes, la autoconservación constituye el interés pri-
la competencia en un mercado libre constituye su elemento regu-
mordial del hombre; pero como de la competencia surgen la ene-
lador. No necesitamos entrar en más detalles con respecto al hecho
mistad y la desconfianza, ya que los hombres son egoístas, orgullo-
sos y ansiosos de venganza, en estado natural, cada uno de ellos de que el acento estaba colocado en la iniciativa individual. Esto
teme por su seguridad y trata de herir al otro antes de ser herido resulta tan evidente en el pensamiento de Adam Smith, que echó
él mismo. Como piensa que la vida es imposible en estado natural, los cimientos del liberalismo inglés, como en el de John Stuart Mili,
el hombre se vuelve hacia el estado para hallar la seguridad colec- que lo llevó a su punto más culminante. La conclusión de Stuart
tiva que es incapaz de encontrar individualmente. El estado civil Mili de "que la única fuente de mejoramiento permanente y positiva
constituye el remedio para la condición aterradora del estado natu- es la libertad, ya que, debido a ella, existen tantos núcleos inde-
ral, y, como para Hobbes no hay sociedad, sino individuos recalci- pendientes de mejoramiento como individuos", no es más que un
trantes en un extremo y el gobierno en el otro, el estado debe ser eco de la opinión expresada primeramente por Smith: "El esfuerzo
poderoso. Hobbes definió la libertad como la ausencia de restric- uniforme, constante e ininterrumpido de todo hombre por mejorar
ciones, pero los hombres deben sacrificar algunas libertades si de- su condición, principio del que deriva la opulencia pública, la na-
sean disfrutar de cualquiera de ellas, y al mismo tiempo deben satis- cional y la privada, es lo suficientemente poderoso como para man-
facer el impulso más importante: mantenerse con vida. tener el curso natural de las cosas hacia el mejoramiento, a pesar
Existen tres variantes importantes en este análisis: el individuo, del rlespilfarro de los gobiernos y de los más gruesos errores de la
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EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA CUERRA
La segunda imagen
administración" . 10 Los individuos no sólo constituyen la fuente de
progreso de la sociedad, sino que ellos mismos también progresan gobierno sólo mediante la prueba de su eficacia: ¿De qué manera
constantemente. Jeremy Bentham escribió que "cuanto más viven puede el gobierno contri buir más a la felicidad del mayor número
los hombres en sociedad, más sensibles son a las sanciones morales". de individuos? ¿Puede una tarea determinada ser realizada mejor
Son "cada din más virtuosos que el anterior ... hasta que, si llega por el individuo o para él? El hecho de que la respuesta dada por
ese momento, su naturaleza alcance la perfecc ión". Puede ocurrir Bentham y sus seguidores fuese más a menudo "por" que "para",
que no se llegue jamás a la perfección, pero el progreso hacia ella puede ser atri buido en parte a la infl uencia de Adam Smith. Lo
es tan constante como el curso de los ríos hacia su desembocadura.11 que import a aquí no es el viejo principio de la división del tra-
Por lo tanto, las restricciones a los individuos son algo más que bajo, sino el nuevo argumento de que los resultados del trabajo
molestas negaciones personales de libertad, porque envenenan las dividido en la producción y distribución de mercaderías pueden
fuentes mismas del mejoramiento social. ser reunidos nuevamente y distribuidos equitativamente sin la su-
"Déjennos tranquilos", lema que apareció en In primera hoja pervisión del gobierno. E n el pasado, el hecho de que cada fabri -
de un folleto de Bentham, es lo que los liberales del siglo dieci- cante, cada comerciante, o cada granjero no buscaba el beneficio
nueve hubieran deseado que gritasen los ciudadanos a sus even• público sino el suyo propio, llevó a la conclusión de que es nec e-
tuales gobernnntes. 12 Pero los hombres, aunque se hallen en el ca- sario que el gobierno ejerza cierto control para evitar el caos. Si
mino a la perfección, no han alcanza do aun su meta; y el gobierno, el gobierno no efec túa la supervisión en aras del interés general,
aunque sus leyes restrinjan, no constituye la única coerción ejer- ¿quién habrá de hacerlo? La respuesta de Smith es que, dadas
cida por algunos hombres sobre otros. ¿No requieren tales consi- ciert as condiciones, lo harán las fuerzas impersonales del mercado.
deraciones, aún en las mentes de los liberales y utilitaristas del siglo La producción se manejará de manera eficaz y los bienes se
pasado, un rol más importante para el gobierno del que a primera distribuirán equitativamente por el mec anismo del mercado.
vista parecen aspirar? Debido a una confianza exagerada en el elemento regulador
Los liberales eran part idari os de limitar el gobierno por prin- del mercado libre, la definición liberal que afirma que un estado
cipio; esta convicción derivaba, como en el ca so de Godmin, de una "bueno" es un estado limitado, podía ser sostenida aun por aque-
valoración optimista de las cualidades morales y de la capacidad llos que rechazaban la suposición. frec uentemente asociada con el
intelec tual de la humanidad. Los utilitaristas deseaban limitar el
liberalismo, de que el hombre es infinitamente perfec tible. La Fábu-
la de las abejas de Bernard M andeville dice que el vicio es consi-
10 J. S. Mill: On Liberty, piág. 8 7, Cap . n; Smith: The e alth o/ Nai ons,
págs. 389.90, Li bro II, Cap. 111. Cf. Th, Theory o/ Moral Sentiments [Teoría derado beneficioso cuando se encuentra controlado por la justicia;
de los sentimien tos morales], pág. 218, Parte IV, Cap. u. Las referencias de la fábula lleva un subtitulo sirnif icativo: "Vicios privados. ben e-
página son de Schneider (ed.) : Adam Smith's Moral and Political Philosophy, ficio público". La ambición de cada hombre, dice Mandeville, lo
que contiene resúmenes de The Theory of moral sentiments, Lectures on Jus- hace trabajar duramente para acrec entar su fort una. v esto es bene-
tice, Police, Revenue and Arms, y An Inquiry into the Nature and Caus es of
ficioso para toda la sociedad. Los vicios mismos del hombre con-
the e alth o] Nations.
11 Bentham: Deontolog, ed. Bowring, I, 100-101. tribuyen, y son en realidad esenciales, al progreso de la sociedad.13
12 Bentham: "Observations on the Restrictive and Prohibitory Commer-
cial System", en 1Forks, ed. Bowring, III, 85. 18 Mandeville: Tke Fable o] the Bees [El Panel Rumoroso], pig. l. Cf.
su prefacio: "Demuestro que si la humanidad pudiera curarse de aquellos
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EL HOM BRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
La segunda imagen
Esto constituye el epítome del principio de armonía, la fe ciega Smith, por ejemplo, se sentía perturbado por la tendencia de la
que Voltaire satirizó en la persona del doctor Pangloss, quien, en clase empresaria a aprovecharse de su situación eonómica con el
medio de innumerables desgracias, continuaba proclamando que objeto de acrecentar su beneficios mediante medidas monopolistas,
todo es para bien en este mundo, el mejor de todos los mundos a expensas de la clase terrateniente y de la obrera. Rara vez, observa
posibles. u Pero si la ambición de los hombres los impulsa a tra- Smith, se reúnen personas de idéntica ocupación, "aunque lo hagan
bajar duramente para su propio bien e, incidentalmente, para bien para entretenerse y divertirse, sin que la conversación finalice en
de la sociedad, también podría conducirlos a engañar, a mentir y una conspiración contra el público o en alguna medida tendiente a
a robar en beneficio propio, exclusivamente. Así surge la función elevar los precios". ¿ Y el papel del gobierno? Éste no debería
del gobierno. El abate Morellet, contemporáneo de Adam Smith, fomentar la unión de personas de una misma ocupación. 18 Smith
escribió en una carta a lord Shelburn e, un liberal: "Como la liber- estaba tan convencido de que las desigualdades artificiales eran pro-
tad es un estado natural y las restricciones son, por el contrario, ducto de la interferencia del gobierno -como posiblemente lo fue-
un estado artificial, al devolver In libertad todo queda en paz y en sen, en gran medida, en su época-, que atacó todas las funciones
su lugar, siempre que se continúe ahorcando a los ladrones y cri• de gobierno, excepto las de carácter estrictamente policial, y llegó
minales." 1 Se debe castigar a los criminales. El gobierno existe, a aprobar calurosamente la derogación de leyes contra el acapa-
en un grado mínimo, para proporcionar seguridad a las personas ramiento y el monopolio, a pesar de que éstas servían para mante-
y a sus bienes. No sólo los liberales y los utilitaristas, sino también ner el mercado libre, fundamento de su sistema ideal.17 Ricardo
casi todos los que han meditado seriamente acerca de los problemas manifiesta una preocupación similar, aunque define el problema
del hombre en sociedad, estarían de acuerdo con esta proposición, si de manera diferente. Según Ricardo, son los terratenientes y no
bien habría grandes diferencias en sus definiciones acerca de los los empresarios los que poseen intereses antagónicos con los de las
bienes. otras dos clases. Los beneficios de los terratenientes aumentan, no
La justicia es la primera preocupación del gobierno, pero ¿es debido a sus propios esfuerzos, sino merced al aumento de la pre-
también, si se la define según estrictos términos legales, la última? sión que ejerce la población en la tierra. Parecen parásitos que se
Pueden citarse muchas declaraciones de liberales y utilitaristas que alim entan con el producto creciente del capital y el trabajo. ¿Cuál
md,can que sí lo es. No obstante, se puede demostrar más convin- es el remedio? Derogar las leyes de granos, reducir la deuda del
centemente su fe en el estado estrictamente limitado señalando sus gobierno y revelar al pueblo los principios de Malthus. Pero fue
reacciones ante los hechos sociales que consideran af!igentes. Adam Harriet Martineau quien advirtió con mayor vigor el peligro que
significaba cualquier actividad de gobierno que fuese más allá de
la mera persecución de los delincuentes. En uno de sus cuentos,
defectos de los que es ta n naturalm ente culpable, ya no podría elevarse a
soc iedades ta n poderosas y educadas," escrito para revelar, de manera sencilla y al alcance de cualquiera,
1 La sigu iente declaración de Mil], en una carta escrita en 1868: "C los principios de la nueva economía, el médico, al comprender la
1u feli ci dad de A es snbien, hu de B es un bien, y ha de cs .,"{
suma de todos estos bienes tendrá que ser un bien", es una manifestación 10 S i th: The ealh of Nations, págs. 375-77, Cap. z, conclusión, pis.
resumida del principio de armonía que se encuentra, expresado con palabras 368, Cap. x, parte I.
algo diferentes, en todos los escritores utilitari stas. Letters, ed. Elliot, II, 116. 17 H utt: "P ressure Groups and Lassez.Faire", South African Journ al of
13 Letres de l'abbé Morellet a Lord Shelburne, pág. 102, Economics, VI (1938), 17.
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EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA La segunda imagen
norma de la ec onomía política, no sólo interrumpe su obra carita- pobres dejaban de lado las enseñanzas de M althus. El programa
tiva en el dispensari o y en el hospital para huérfanos, sino también radical era, en su mayor part e, negativo: eliminación de impuestos
persuade a un amigo, equivocado también, para que no aport e las a objetos de primera necesidad, prohibición de azotes en el ejército,
veinte libras que destinaba todos los años a la beneficencia pública. derogación de las leyes de Granos; su única política positiva de
Según ella. esta actuación es más noble, porque se funda en la importancia consistía en el apoyo al establec imiento de un sistema
rozón y revela mayor coraje que las actitudes consideradas común- de educación nacional. 10 Tanto los aspectos negativos como los posi-
mente como fil antrópicas. Si el gobierno no temiese la censura tivos reflejan fielmente los dos principios que identifica mos como
pública. adoptaría también esa actitud. Su razonamiento no es difi- la base del liberalismo utilitario. El objeto era proscribir la acción
cil de comprender. La caridad no cura la pobreza, sino que la del estado con el objeto de permitir que prevalec iese la armonía
aumenta, porque recompensa y acrecienta la imprevisión. Para re- natural.
calcar la lec ción que impart e su cuento, por si alguien no la había Pero, ¿las funciones que se asignan al estado, resultan sufi-
comprendido, Harri et M art ineau expresa al final de éste: cientes para mantener las condiciones que requieren la ec onomía
del laissez-faire y la sociedad liberal? Las condiciones necesari as
El número de consumidores debe ser proporcional a los bienes son descritas de la siguiente manera: unidades aproximadamente
de consumo existentes. Con este fin, no hay que estimular el aumen- iguales que compiten libremente e individuos moralmente respon-
to de la población, sino que debe aprobarse el control preventivo; sables y mentalmente avisados. M ientras estas unidades en compe-
es decir, que la caridad debe ser dirigida a la educación de la mente, tencia sean aproximadamente iguales, el éxito de cada una de ellas
no al ali vio de las necesidades físicas. 18 se decidirá según su eficacia para satisfacer las demandas de con-
sumo. Pronto se hizo evidente que Smith , al sostener que la inter-
Esto se hallaba en consonancia con M althus, pero no con la vención del gobierno era la fuente principal de las desigualdades
buena política. No obstante, los radicales de alrededor de 1830 artifi ciales, se hizo culpable de una generalización histórica exage-
intentaron traducir dichos principios en un programa politico. rada. Si, en ausencia de intervención gubernamental, algunas uni-
M ientras los Charists exigían reformas que provocasen resulta- dades logran imponerse y eliminar a otras, la competencia ec onó-
dos inmediatos y tangibles s ufragio universal, legislación laboral. mica, justa, ¿no será reemplazada por otra, basada en el poder?
una ley más liberal de la pobreza-, John Stuart Mili, vocero de Quienes reconocían como lo hicieron algunos liberales- que la
los radicales, justificaba la existencia del sufragio limitado a la propiedad signifi ca poder en potencia, comprendían que la desigual·
clase superior y media, ridiculizaba el proyec to de ley acerca de • dad ec onómica debía otorgar a unos alguna ventaja de poder sobre
la jornada laboral de ocho horas, y sostenía que, si los salarios eran otros."" Eh un campo determinado, el ind ustri al que sobrevive puede
bajos y no había sufi ciente trabajo, no se debía al hecho de que la llegar a ser, no el más eficaz, sino simplemente aquel que dispone
competencia no se hallaba controlada, sino a que las clases más de mayores recursos que le permiten precipitar a la quiebra a sus
competidores. J ohn Stuart M ill se ocupó prec isamente de este pro-
18 M artinea u: Cousin Marshall, Cap. vI y "S umm ary of P rinci ples", en
sus lllustrations of Political Economy, vol. III.
• Parti darios de un movimiento reformista que existió en lnglatena entro
1 10 Stephen: The English Utilitarians, vol. III, Cap. 1, secc. m.
20 Por ejemplo, Godwin: Political Justice [Investigación acerca de la jus-
1837 y 1848. (N. del T.) ticia politiza), I, 19; II, 465; J. S. MiI!: Leters, ed. EIlio, II, 21.
104
EL HOM BRE, EL ESTADO Y LA GUERRA La segunda imagen
blema. En realidad, participó con diez libras en una cooperativa reemplazaría? Mili intentó fundamentar sus recomendaciones polí-
que, según sus propias palabras, se encontraba luchando contra ticas en una diferenciación entre dos clases de actos: los que sólo
"una competencia injusta, ejercida por los industriales más 1mpor- afectan al sujeto, y los que afectan a otros? ¿Pero qué acto de un
tantes del ramo". Es evidente que dichos industriales se encontraban individuo no afecta a los demás? El criterio propuesto no es sufi-
en tales condiciones financieras que podían continuar sus operac1o- ciente para juzgar la legitimidad de las actividades gubernamentales.
nes con pérdida durante un período lo suficientemente prolongado Esto se encuentra bien ilustrado por el hecho de que, según ése
como para arruinar a su nuevo competidor. Según Mili, ese hecho criterio, Mili sostenía que, antes de permitir un casamiento, había
21
podía ser denominado con justicia "la tiranía del capital". Si bien que requerir del contrayente una prueba de capacidad para sostener
Mill prefirió siempre las soluciones privadas, llegó a reconocer que a su familia, lo cual constituye una invasión de la esfera privada
éstas no eran siempre suficientes; lo cual resulta especialmente evi- que hace estremecer a muchos hombres menos liberales que él,2:ó La
dente por la forma en que encaró el problema de la tierra. En opo- dificultad reside en que él se propuso poner a prueba la política
sición a los remedios negativos recomendados por Ricard o, Mill sobre la base de un patrón que deriva de un interés por la libertad
e ·¡d
sostuvo que el aumento del valor de la tierra que no hubiese silo individual; y éste es sólo uno de los dos pilares de la sociedad
logrado por el trabajo, debía ser gravado con fuertes impuestos, liberal. En realidad, la preocupación de Mili se orientó luego hacia
y hasta contempló la posibilidad de que el estado se transformase el segundo pilar. Año a año se fue sintiendo más inquieto por la
en terrateniente universaJ.02 falta de justicia que manifiesta la autorregulación del mercado libre
En la persona de John Stuart Mili, el liberalismo utilitario pasó al distribuir las ganancias entre quienes participan del proceso de
de proscribir la acción del estado a prescribir las acciones del estado producción. EI laissez-faire puede incrementar la producción. Pero
que resultan recomendables. La consideración de que es necesario ¿distribuye sus frutos equitativamente? Mi!! no lo cree así. James
que el estado actúe, se robusteció cuando se comprendió que una Mili creyó que la protección de la ley a la propiedad privada ase-
sociedad libre no produce ni mantiene automáticamente las condi- guraría para cada individuo la mayor cantidad posible del pro-
ciones descritas como requisito previo para que funcione eficaz- ducto de su propio trabajo. Su hijo hizo hincapié en el hecho de
mente el elemento regulador del mercado libre. Mili lo comprendió que la recompensa del individuo se encuentra generalmente "en
así, como lo revelan los comentarios suyos que acabamos de citar. razón inversa a su trabajo y sobriedad".3
Y también comprendió que esos problemas esp ecíficos sugieren Los liberales y los utilitaristas describieron las condiciones nece-
un problema teórico oculto; en efecto, escribió a Carlyle que el ' sarias para el funcionamiento justo y eficaz de la sociedad del
principio negativo del laissez-faire "d ebe expirar pronto", una vez
que haya cumplido su necesaria misión destructiva. 23 ¿ Y qué lo
i
1
laissez- faire. En la lógica misma del liberalismo se encontraba la-
tente la posibilidad de aplicar la acción gubernamental para impo-
21 J. S . MiII: Leters, ed. EILi ot, IL, 21. 3J. S . Mill : On Libert;y, pig. 115, Cap. v.
~ ]. S . J\1iU: "Th e Right of P roperty in Land", en Dissertations and 2 J, S. MI!: Leters, ed. EIli ot, II, 48; Political Economy, ed. Ashley,
Discussions, V, 279.94; Political Economy [Principios de economía política Libro II, Cap.XI, pág. 4.
con algunas de sus aplicaciones a la filosofía social], ed. Ashley, Libro II, 20 James Mill: "Govemment", en Essays, 1, págs. 45; J. S. Mll: "Socialist
Cap. II, Scc. S y 6. Objecti ons to the P resent Order of Society", For tnighl y Review, febrero de
23 J. S. Mill: Leuers, ed. Elliot, II, 21. 1879, reproducido en J. S. Mill: Socialism, ed. Bliss, piíg. 73.
106 107
La segun da imagen
EL HOM BRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
E l tenor de su libro hace evidente que, en lugar de es, habría que
ner y mantener esas condiciones. Si los liberales y los utilitaristas decir debe ser. El gobierno limitado constituye el ideal de lo que
han descri to correc tamente las condiciones necesarias, quizá deban Wilhelm Riipke denomina "revisionism o liberal", pero, según lo
hacer algo más que difundir la doctrina del laissez-faire para crea r demuestra él, el gobierno, aunque limitado, debe ser fuert e en su
y mantener esas condiciones. El estado quizá deba intervenir de radio de acción. Debe permanecer fuera del merca do, pero debe ser
alguna manera no contemplada originalmente; por ejemplo, para capaz de evitar las desigualdades de riqueza que pueden distorsio-
evitar desigualdades ec onómicas extremas. Las leyes sancionadas narlo o dominarlo."?
por los gobiernos no constituyen las únicas restricciones impuestas La insistencia de los liberales en la economía, la descentraliza -
a la libertad individual. La propiedad, al transformarse en poder, ción y la exención del control gubernamental, sólo tendría sen tido
puede llegar a requerir una regulación para proteger los intereses
de la competencia libre y eficaz. Adam Smith percibió borrosamente
esta idea: en efec to, escribió que "en la carrera por la riqueza , lo!
•
1
si fuese válida su hipótesis de que la sociedad se regula a sí misma .
Como una sociedad que se controla a sí misma es un medio nec e-
sario, se convierte en un fin ideal de los liberales. Si una política
honores y las preferencias, cada uno puede correr tan rápido como de laissez-/aire es posible sólo sobre la base de las condiciones des-
le plazca, y puede esforzar cada nervio y cada músculo con el obje-
to de sobrepasar a sus competidores. Pero si codease o empujase a
cualquiera de ellos, perdería la simpatía de los espectadores, pues
\ critas como necesarias, el ideal del laissez-faire mismo puede llegar
a requerir la intervención del estado.
violaría las leyes del juego limpio, cosa que no puede ser admi-
tida".'7 Esto estaba sugerido en el autoproclamado socialism o de Relaciones internacionales: .criterio liberal.
John Stuart Mili; su socialismo consistía, fundamentalmente, en la
búsqueda de aquellas condiciones en las que podía tener lugar una 1 T reitschke defi nió el deber primordial del estado así: "man te-
ner el poder en el exterior y la ley en el interi or". Creía que la pri-
fructíf era y justa competencia condiciones que, según él, no se mera obligación del estado "debe ser su ejército y sus leyes, con el
daban en Inglaterra en ese rnomento-.2 8 Thomas Nixon Carver lo objeto de proteger y de reprimir a la comunidad de sus ciudada-
rec onoció explícitamente en la época de la primera guerra mundial nos".32 Lo mismo había dicho Adam Smith. El estado se ocupa,
cuando sugiri ó que "si los estados hiciesen unas cuantas cosas externamente, de la defens a e, internamente, de la justicia. Pero
justa s, sería innec esari o realizar las mil y una cosas equivocadas
que se aconsejan ahora". 29 E sta opinión encuentra su expresión más
rec iente y direc ta en la obra de dos economistas norteamericanos
\ i
mientras el lib eral Sm ith y el antiliberal Treitschke concuerdan en
la definición de los deberes del estado, difieren enormemente con
$ respec to a qué acciones son nec esari as para poder cumplir con
que refl exionan sobre sus frustrantes perí odos de tr abajo al servi - dichos deberes. En contraste con Hobbes, el problema del orden
cio del gobierno. La competencia, dicen, "es una institución social, interno fue fácil para los liberales a causa de sus optimistas supo-
establec ida y mantenida por la comunidad para el bien de todos",30
siciones acerca del hombre y la sociedad. En oposición a T reitschk e,
Sith: Tke Theory o] Moral Sentiments, píg. 12l, parte II, sece II,
\
27
1 S1 Riipke: The social Crisis of Our Time, trad. al inglés de A. y P . Jacob-
Cap. n.
t
sobn, págs. 192.93. P ara uno de los mejores resúmenes de su polí ti ca posi ti va,
28 Se eintió, pues, atraído por Owen, Fourier y Blanc, pero no poz Man:. véase Cvitas Humana, trad. al inglés de F ox, pigs. 27-32.
2° Carver: Essays in Social Justice, pág. 349, 82 Treitschke: Politics, trad. al inglés de Dugdal e y de BiLl e, I, 63.
30 Adams y G ray: Monopoly in America, pág. 349. \
1 109
108
\
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA La segunda imagen
el problema de la seguridad externa también les fue fácil, debido a crihen. Aceptan el papel que desempeña la guerra, y luego dismi-
sus optimistas suposiciones sobre las características de los estados y nuyen su importancia sobre la base de un análisis similar. Para
de la comunidad internacional. En cuestiones internas, el estado sola- comprender el criterio liberal acerca del estado, fue necesario ana-
mente necesita realizar un mínimo de funciones. En asuntos inter- lizar sus concepciones sobre el hombre y la sociedad; para com-
nacionales, la falta de una autoridad política máxima plantea tan prender el punto de vista liberal con respecto a las relaciones inter-
sólo un mínimo de prob!emas. Los problemas p!anteados son, sin nacionales, es imprescindible analizar sus conceptos sobre el estado
embargo, importantes. Como en el caso de Hobbes, los liberales y la comunidad de naciones.
aceptan que el estado desempeñe funciones necesarias; también con- Los primeros liberales y utilitaristas suponían que en la socie-
sideran, con Treitschke, que la guerra es el medio decisivo para re- dad existía una armonía objetiva de intereses. La misma suposición
solver las disputas que se suscitan entre las naciones. La guerra se aplicaba a las relaciones internacionales. "Yo creo escribió
desempeña, en las relaciones internacionales, la misma función del
estado en cuestiones de política interna. Smith, por ejemplo, reco-
noce, con una so!a excepción, insignificante, "que todo lo que es
• John Stuart Mili- que el bienestar de un país no puede obtenerse
por ningún otro medio que no sea aquel que tienda al bien de
todos los países; y tampoco debería ser perseguido de otra ma-
motivo de litigio legal puede ser causa de guerra".8 3 Bentham
reconoce la necesidad de que los estados recurran a veces a la
\ nera, aun si fuese posible lograrlo." 37 En esto reside el peso de
los argumentos liberales, los que han sido planteados y resumidos
guerra para vengar una afrenta, por la misma razón que los indi- tan a menudo que solamente dos cosas son necesarias aquí: indicar
viduos deben recurrir a veces a los tribunales. Spencer presenta la repartición de las ideas ahora identificadas con el liberalismo,
la siguiente analogía de manera sencilla: "Los policías son sol, y hacer hincapié en aquellos aspectos que más tarde revestirán
dados que actúan solos; los soldados son policías que actúan importancia en el análisis.
conjuntamente".36 Y Sir Edward Grey, al reflexionar acerca de En el siglo XVII, La Bruyere preguntó: "¿De qué sirve al pue-
sus experiencias como ministro de relaciones exteriores liberal blo y cómo contribuye a su felicidad el hecho de que su gober-
en tiempo de guerra, dice en sus memorias que, tanto entre los nante extienda su imperio, anexando las provincias de sus ene-
estados como dentro de ellos, se puede utilizar la fuerza para migos? ... ¿Cómo me ayuda a mí y a mis conciudadanos el hecho
defender la ley,3 6 de que mi soberano sea un triunfador y esté cubierto de gloria,
Los liberales aceptan la necesidad del estado, y luego lo circuns- que mi país sea poderoso y terrible si yo, triste y preocupado, vivo
en medio de la opresión y la pobreza?" Los intereses transitorios
33 Smith: L ectures on Jus tice, Pliee, Revenue and Ars, pig. 330, Parte V, de las casas reales pueden ser satisfechos mediante la guerra; los
secc. L D eb erí a mencionane que los diverso s comentarios de Smith so n más intereses verdaderos de todos los pueblos se alcanzan por medio
perspicaces en su totalidad que los de la mayoría de los liberales. Para una
selección de sus obras, véase Wollfers y Marin (eds.): T he Anglo-Am erican de la paz. Muchos son los hombres que deben sufrir debido a qu e
Tradition in Foreign Affairs, selección excelente de lecturas que incluye a
muchos de lo, escritores tratados en este capitulo. 37 J. S. Mill: Letters, ed. Elliot, I, 47. Cf. "A Fe Vords o No-Lter-
34 Bentham: "Principles of Interational Law", en Works, ed. Bowring, vention", en Dissertations and Discussions, III, 249: "¿Se encuentra una na-
II, 538-39, 544. ción en libertad de adoptar como máxima real que lo bueno para la rara
3 Spencer: Soci al Satstics, pág. 118. humana es malo para ella, y soportar esa circunstancia? ¿Qué significa esto
:c Grey: Tenty-Fiwe Years, II, 286. sino afirmar que su interés y el de la humanidad son incompatibles?"
110 lll
l
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA CUERRI
La segunda imag et
otros hombres se encuentran en una situación tal que que pueden
satisfacer sus ambiciones de realeza. Tres siglos más tarde James Hubo una época en que los especialistas en relaciones interna-
Shotwell escribió: "La doctrina política de la paz internacional es cionales poco instruidos, creían, no sólo en esta versión simplifi-
un paralelo de la doctrina económica de Adam Smith, porque se cada del argumento clásico sobre el libre comercio, sino también
sustenta igualmente en el reconocimiento de intereses materiales en algunas de sus sutiles ramificaciones. De dicho argumento se
recíprocos y comunes, que se extienden más allá de las fronteras deduce: 19 que el libre comercio constituye la política correcta; 29
nacionales." 38 Si los intereses verdaderos jugaran en realidad su que los intentos para ampliar el territorio del estado, ya sea me-
papel, las fronteras nacionales dejarían de ser barreras. La coope- diante la anexión de tierras vecinas o la obtención de colonias,
ración, o la competencia constructiva, constituye el camino para son desatinados. Los gastos que implica conquistar y mantener lo
alcanzar simultáneamente los intereses de todos los ciudadanos. En conquistado no pueden equilibrarse con las ventajas comerciales,
porque éstas pueden obtenerse gratuitamente mediante una política
una fábrica o en una ciudad, la división del trabajo aumenta el
de libre comercio." En su forma más general, el argumento liberal
bienestar material de todos. Y lo mismo debería ser cierto en un
contiene en sí a1go de sentido común. Ellos, dicen en otras pala-
nivel nacional o mundial.30 No existen cambios cualitativos que bras, que el bienestar de la población mundial puede aumentar
dañen la validez del principio a medida que la escala aumenta. El sólo en la medida en que aumente la producción. Esta florece en
argumento de los liberales acerca del libre comercio, puesto en medio de la paz, y la distribución será equitativa si cada uno posee
términos corrientes y localmente pertinentes, eran simples: ¿Ganan la libertad de buscar sus intereses en cualquier parte del mundo.
Michigan y Florida intercambiando libremente los automóviles de La guerra significa destrucción, y el enriquecimiento que deriva
uno por las naranjas del otro? ¿O sería Michigan más rico si cnl- de la guerra es, por lo tanto, una ilusión.41 El vencedor no gana
tivase sus propias naranjas bajo vidrio, en lugar de importar el nada mediante la guerra; sólo puede ufanarse de haber perdido
producto del trabajo "extranjero"? La respuesta es obvia. Y como menos que el vencido. Este razonamiento es la raíz del argumen-
el principio es claro, debe de ser cierto que, allí donde las condi- to tradicional "la guerra no produce recompensas"; este argu-
ciones naturales de producción no sean tan diferentes, la ganancia mento data, por lo menos, de la época de Emeric Crucé, a comien-
que se obtenga del comercio será, aunque menor, verdadera. Cada zos del siglo xv, fue perfeccionado en detalle por Bentham y am-
una de las partes obtiene beneficios del comercio, ya sea entre bos Mili, utilizado por WV¡lliam Graham Sumner para condenar
individuos, corporaciones, localidades o naciones. De modo contra- la guerra de Estados Unidos contra España, y elevado a su apo-
rio, no se registraría ningún tipo de comercio.
40 Bentham: "Emancipate Your Colon ies", en Vorks, ed. Bowring, IV,
407-18. E este mensaje dirigido a la Convención Nacional Francesa en 1793,
se exp resa n los principales argum en tos utiliza d os por erud itos y los especia-
a8 La Bruyere: "Du souverain ou de la république", en Euvres completes, listas en relaciones internacionales de ideología liberal.
ed. Benda, págs. 302-303; Shotwell: ar as an Instrument of Natonal Pote,, 41 Véase, e.g., Bright: Speeches, ed. Rodgers, pág. 469: ¿No saben todos
pág. 30.
los estadistas, como vosotros [elec tores], qu e la ind ustri a provechosa de un
38 CÉ. Cobden: Speeches, ed. Bright y Rodgers, II, 161: "El intercambio país se sustenta sobre la paz, y sólo sobre ella, y que la riqueza que••• tiende
entre las
comunidades no es nada má s que el intercambio entre los individuos
en conyunto,
a promover el confort, la felicidad y la satisfacción de un país sólo puede
crearse sobre la base de una industria provechosa?
112 113
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA CUERRA La segunda imiigeén
geo por Norman Angell, quien resumió el trabajo de los econo-
quizá sólo "las grandes familias terratenientes" hayan ganado
mistas liberales que los precedieron, en su mayoría ingleses Y
con ellas."°
franceses. Aunque los pueblos están interesados en la paz, sus gobernan-
Los liberales habían demostrado, de manera satisfactoria para tes hacen la guerra. Esto se debe, en parte, a que los hombres no
ellos, por lo menos, que entre los estados existía una armonía obje- perciben claramente sus verdaderos intereses, pero, más especial-
tiva de intereses. Sus proposiciones racionales - la guerra no brin- mente, a que sus verdaderos intereses, allí donde se los reconoce,
da ninguna recompensa, la paz constituye el verdadero interés de no han encontrado expresión en la política gubernamental. En
todos- se enfrentan con las acciones irracionales de los estados. 1791 Thomas Paine, uno de los políticos más destacados del mun-
El problema es el siguiente: ¿Qué se puede hacer para que lo do, describió los logros de la Revolución Francesa de la siguiente
racional prime sobre lo irracional? Pero primero será necesario manera: "La soberanía monárquica, enemiga de la humanidad y
explicar por qué la guerra, conduela irracional para todos los es- fuente de desdicha, ha sido abolida; y la soberanía ha sido resti-
tados, caracteriza las relaciones entre ellos. ¿Por qué entablan tuida a su lugar natural y originario: la nación". En la siguiente
guerras los gobiernos? Porque la guerra les da una excusa para oración, Paine indica las consecuencias de esa transformación en
elevar los impuestos, aumentar la burocracia e incrementar el las relaciones internacionales: "Si así sucediese en el resto de
control que ejercen sobre los ciudadanos: éstas son las reiteradas Europa, desaparecerían las causas de la guerra". La democracia
es, por sobre todas las formas que puede adoptar el estado, la
acusaciones de los liberales. Las causas ostensibles de la guerra
forma pacífica por excelencia. Si el pueblo pudiese controlar la
son siempre muy triviales; pero son meros pretextos, medios para
política, habría paz."°
comprometer a las naciones en guerras que los gobernantes de-
La fe en la democracia como forma pacífica de gobierno posee
sean por motivos personales. Bright, dirigiéndose a sus electores
dos fundamentos principales. El primero fue expuesto por Kant,
de Birmingham en 1858, empleó esta tesis: "Antes, la politice quíen, como el congresista Louis L. Ludlow en 1930, deseaba que
inglesa consistía en mantenernos alejados de las complicaciones fuera el futuro soldado quien decidiese si se debe comprometer o
europeas". Pero con la Gloriosa Revolución, revolución que en- no al país en una guerra. La premisa de Ludlow y Kant reside en
tronizó a las grandes familias terratenientes, mientras se imponían el supuesto de que, si se les diese la oportunidad de hablar a aque-
restricciones al rey, se adoptó una nueva política: "Dimos comien- llos que más sufren en la guerra, la incidencia de ésta se redu-
zo entonces a un sistema de constante intervención en los asuntos ciría drásticamente. El segundo fue desarrollado por Bentham
de países extranjeros". Había guerras " 'para mantener las liber- quien, como Woodro Wilson y Lord Cecil, estaba convencido de
tades europeas'; otras, 'para apoyar los intereses protestantes'; y que la opinión pública constituye la sanción más eficaz, y quizás
muchas más para defender a nuestro viejo amigo, 'el equilibrio
de poderes' ". Desde esa época Inglaterra estuvo en guerra "con 42 1bid., págs. 468.69.
casi todas las naciones importantes de Europa." ¿Y con qué fin? 43 Paine: T he Rights o] Man [L os derec hos del hom bre], en Com plete
Pritings, ed. Foner, I, 342. En T he Age of Reason, Paine, después de des-
¿Acaso alguien puede decir, pregunta Bright, que Europa ha me· cubrir que no todos los frutos de la revolución norteamericana y francesa eran
j orado gracias a todas estas guerras? La inferencia es clara: la dulces, pone el acento en el cambio de mentalidad, ya no en el cambio de
nación británica perdió con esas contiendas; Europa también; gobierno.
114
La segunda imagen
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERR
suficiente, para la paz.H Por eso propuso "un tribunal común conducta individual. Para que haya paz, el despotismo debe dar
de justicia, que debería resolver las diferencias entre las diversas lugar a la democracia, de manera tal que se busque la utilidad
naciones, si bien dicho tribunal no podría poseer poderes coerci- de todo el pueblo y no la de los grupos minoritarios. Afortunada-
tivos". ¿Pero qué elemento daría significado a las decisiones de mente, el despotismo está en decadencia. La fe que perduro hasta
la corle? i La opinión pública! Las deliberaciones del tribunal es- el siglo xx y no ha muerto aún, fue resumida alrededor de 1790
tarían abiertas a todos, y sus opiniones deberían ser publicadas y por Thomas Paine:
remitidas a los estados. Los estados refractarios serían margina- No es difícil percibir que a causa del estado ilustrado de la
dos del concierto de las naciones europeas, lo cual constituiría humanidad, los gobiernos hereditarios están al borde de la de-
una sanción suficiente como para disuadir a los estados de igo- cadencia y que las revoluciones fundadas en la soberama nacio-
rar las decisiones del tribunaJ.•G El interés y la opinión se com- nal y el gobierno representativo se están abriendo paso en
binan para asegurar una política de paz, porque, si los gobernan-
Europa...
tes responden a los deseos del pueblo, la opinión pública funcio- Y O no creo que la monarquía y la aristocracia puedan sobre-
na eficazmente como sanción.48 vivir más de siete años en cualquiera de los países ilustrados de
Se ha demostrado que la fe en la opinión pública o en las pro-
Europa."
clividades pacíficas de la democracia es utópica. Pero la utopía
de los liberales era bastante compleja. E'los no creían que la gue-
rra podría abolirse en cualquier momento mediante actos origi- Dificultades prácticas.
nados en la voluntad popular bien informada, sino más bien que
el progreso ha llevado al mundo a un grado de desarrollo tal que El criterio de los liberales del siglo pasado con respecto al es-
sería posible eliminar la guerra de las relaciones entre los estados. tado se sustentaba en la premisa de la armonía, unida, general-
La historia se acerca a una etapa en la que la razón prevalecerá mente, a la suposición de la perfectibilidad infinita de los hom-
en los asuntos humanos, tanto en la esfera internacional como en bres; esto conducía a una situación en la que las funciones de go-
1a interna. La utilidad es el objetivo del estado, y también de la bierno decaerían y desaparecerían. Su opinión acerca de las rela-
ciones internacionales se basaba en la suposición de la armonía
0 H " 'El arma. con la. que contam os' dijo Lord Robert Cecil en la Cámara y de la infinita perfectibilidad de los estados; esto conducía a una
de los Comunes el 21 de julio de 1919, 'es la opinión pública .. . y si nos situación en la que la guerra se transformaría en algo cada vez
equnocamos coa respecto a eHa, lodo el esquema está equivocado'." Citado
en M orgenthau: Poli tics Am ong Nations, pág. 235. más imposible. Para llevar a la práctica el ideal liberal de las re-
45 Bentham: "Principles of International Law", en W orks, ed. Bowring, laciones internacionales, los estados deben cambiar. ¿Y cuáles de-
II, 552-54. CI. Cobden: Speeches, ed. de Bright y Rodgers, II, 174: Si usted ben ser los mecanismos de cambio? Con respecto a esta pregunta
elabora un tratado que obliga a un país a recurrir al arbitraje, y éste rehúsa los liberales oscilan entre dos polos: el no intervencionismo opti-
hacerlo cuand o surge la ocasión, lo "coloca en una situaci ón tan in faman te
que dudo de que algún país se atreva a participar de la guerra en circu n s-
mista de Kant, Cobden y Bright, y el intervencionismo mesiánico
tancias tan vergonzosas como esas", de Paine, Mazzini y Woodrow Wilson. Quienes se agrupan en
4 6 Como dice James M ill: "Si un hombre posee poder absoluto sobre el
resto de la comunidad, queda libre de toda dependencia con respecto a los +7 Paine; The Righus of Man, en Complete P ritings, ed. Foner, I, 352.
sentimi entos de la comunidad". "Law of Nations", en Essays, VI, págs. 8-9.
117
116
EL HOMBRE, EL ESTADO y U CUERRA
La segunda imagen
ambos polos, poseen al mism o tiempo elementos de idealismo y
de realismo. el grado de excelencia que aspiramos, hasta tanto las relaciones
, Cobden, como Kant, demostró una gran desconfianza hacia internacionales no se apoyen sobre otras bases. El sistema actual
as revolucio nes y, por el contrario, una gran fe en la evolución. corrompe la sociedad, agota su riqueza, erige falsos dioses para
<,""","i,y
!¡-8s reform~~. internas se presentarían gradualmente, por medio crearles un culto, y estab 1 ece ante los ojos de la nueva generación
1 una pauta de gloria espuria, si bien brillante. Como yo creo que
o re eitiamente, meatente t violencia, por- el principio del libre comercio mejorará las relaciones del mundo
q .o o e primer caso se puede esperar el progreso. Y .
re h • 1 1 . o · as1 como desde un punto de vista moral, bendigo a Dios por haberme per-
Ta7o las revolucio nes en la politica in terna, también renunció
a la intervención internacional. "Soy contrario a cual , ; mitido desempeñar un papel importante en su promoción. Sin em-
del }; 1quier mter-
"2"?" ,,"e "
v, •
n 10 en
o t
aun si esa interven · ·
s o. a-
¡- •
«ns
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sao»
bargo, no debemos sentimos muy desesperanzados. Si podemos
evitar que el mundo caiga en una guerra verdadera, y yo creo que
suasión moral." ,s Cob d .. 1con se 1m1la a a per- el l'ibre comercio podrá lograrlo, se imprimirá gran impulso a las
asuntos de t; _" O len consideraba que entremezclarse en los
ar l Ira",""; 2 inútil, va que helera no pea
res o e mundo· iló!d I ¡
ne- reformas sociales. La mente pública es actualmente práctica, y se
precipitará ahora, con mayor celo que nunca en la educación, la
P odía saber q ue• era b ueno para el • r t o co,
del
porque ng aterra no
d templanza, la reforma de los delincuentes y el cuidado de la
deb id I es O e mun o; presuntuoso salud física.o
e 1 0 a que Inglaterra tenía mu h d f •
et so».". 7.%3.
n~esa~10, porque "los intereses justos y honrados de est .' En cierto sentido, Kant fue más optimista aún. Él creía que
son os intereses justos y honrados de todo a »a1." hasta las guerras, que agotan los recursos de las naciones en pug-
groso, porque las guerras e 5Y pe l· na, y las amenazas de guerra, que obligan a los estados a otorgar
situaci • · · . qu se entablan para remediar una a sus ciudadanos la libertad necesaria para fortalecerse, acelera-
on myusta en un rincón del mu d d
cilmente su propósit . . n uo, pueden sobrepasar fá- rían el advenimiento del sistema republicano y de la paz. 51
o orgmna 1 y 1 a con flagra ..
dida. se extiende m . 'd • cion, una vez encen- El sistema de guerras ha sido más fuerte que los arbitrios de
• uy rapilamente.
A pesar del papel abnegad +¡}¡ paz descritos por Cobden, y las contiendas con frecuencia, han
peo más lib eral i "" Prescribió para el estado euro-
mpor ante el siglo
0
xnx, Cobd .
confianza en que llena . • en poseia enorme GO Citado en Morley: The Li/c o/ Richard Cobdcn, pág. 276.
o na un momento en que ¡
entre los estados E . ª paz preva 1 1 Kant, Immanuel: "The Principie of Progress Considered in Connection
. n una carta e•cnta en 1846 • ecería
. with the relation of Theory to Practice in International Law", en Eternal
eran las dificultades y 1 d' • expreso cuales
os meh1os para vencerlas: Peace and Other International Essays [La paz perp etua], trad. al inglés de
Hastíe, pág. 63; y "The Natural Principie of the Universal Cosmopolitan
No creo que las naciones del d History", Eighth Proposition, ibid. Para un ejemplo de cómo puede fun-
oportunidad de progresar mo mun °
tengan alguna vez la cionar esto, véase el comentario de J. S. :M ili acerca de la guerra franco-
ra 1 mente en sus asuntos internos hasta prusiana. Según él, la pérdida de Alsacia y Lorena era una manera relativa-
mente indolora de enseñarles a los franceses que en el futuro no deberían
48 Citado en Robson: Richard Cobde .
ed. Bright y Rodgcrs, n, 225. B . h . S n, pag. 400. CI. Cobden: Speeches, seguir ciegamente a los conductores que los precipitasen a guerras de agre-
"· o »ie: sces. a.'];{"" ?j"g d. Rodrers,
• ' anc t. todgers, II, 27.
»e.
zs». sión, sino que debería n asumir un interés actirvo en la política. Letters, ed.
EIIiot, II, 277-78.
118
19
EL H OM BRE, EL ESTADO Y LA GUERRA La segunda imagen
tenido efectos absolutamente opuestos a los pronosticados por pero deberíamos solucionar todos los otros asuntos por medio
Kant. Gladstone, que estaba de acuerdo con Cobden con respecto del arbitraje".
a la contribución que brindaría el libre comercio a la paz del Si se tienen en cuenta las diversas premisas de los liberales no
mundo, también creía necesario ocuparse del equilibrio de pode- intervencionistas, será posible comprender su posición. El buen
res en Europa. En octubre de 1853, durante el pre!udio del la gue- ejemplo ofrecido por los países más adelantados al dar libertad
rra de Crimen, observó que el hecho de que Rusia pudiera aumen- de comercio, reducir el armamento y emancipar las colonias, ten-
tar su poder como consecuencia de la derrota de Turquía, pondría dría un saludable efecto sobre los demás países; y la opinión pú-
en peligro la paz europea. Según él, el deber de Inglaterra residía blica llevaría a la emulación de esas medidas.M Nunca se plan-
en impedirlo a cualquier precio.52 Cobden y Bright, en marcado tearía, entonces, la amenaza de la fuerza armada. Más aún, el
contraste con Gladstone, creían que la única causa que podría poderío de un país no está relacionado con su tamaño. La con-
justificar la inclusión de Inglaterra en esa guerra era una situa- quista en la guerra conduce con frecuencia a la debilidad.Go Re-
ción de peligro para dicho país; afirmaban también que el único sulta entonces falso el argumento de que las consideraciones sobre
peligro verdadero consistía en un intento de invasión. Bright, al la seguridad del estado requieren que un país se oponga a las
sostener su punto de vista contrario a una guerra con Rusia, apro- conquistas de otro. Finalmente, el poderío de un país está más
vechó la oportunidad para censurar a los ingleses de otra gene- relacionado con el espíritu de su pueblo que es superior en los
ración por la guerra que libraron contra Francia, "para impedir países libres- y con la excelencia de su economía, que con las
que esta nación eligiera su propio gobierno". Basta leer los dis- dimensiones de su organización militar en épocas de paz." Estas
cursos que pronunció Pitt durante las guerras de la Revolución suposiciones son, a su vez, comprensibles si se recuerda que la
Francesa para comprender que, por lo menos para el jefe del go- geografía se combinaba con la tecnología para hacerlas plausibles
bierno, el objeto de la guerra era la seguridad de Inglaterra y no en Estados Unidos y, en menor grado, también en Inglaterra, du-
restaurar la antigua constitución del estado francés.63 Sin embar-
gO, una definición estrecha acerca de la seguridad del estado ca- 4 Times, de Nueva York, 3 de febrero de 1917, pi&g. 11.
55 Con respecto a la supervivencia de la idea del desarme, entre los socia -
racteriza a aquellos que se encuentran en el extremo no interven-
listas, como ejemplo véase el Cap. V, págs. 170-71.
cionista del liberalismo. Bryan, por ejemplo, adoptó la misma GB Cf. Cobden: Speeches, ed. Brigbt y Rodgers, I, 483: "Los desafio a
posición que antes había tomado Bright con respecto a la parti- que me señalen un caso en que el acrecentamiento de territorio no se baya
cipación norteamericana en la primera guerra mundial. El 2 de transformado en uno fuente de debilidad más que de fortaleza." CI. Bricbt:
Speeches, ed. Rodgers, pág. 463.
febrero de 1917 se dirigió a una multitud de cinco mil personas 7 CK. Godwin: Political Justice, II, 170-71, 193. Con frecuencia se utili-
en el Madison Square Garden y les dijo: "Este país debería pelear zan argu mentos relacionados con la segunda imagen para defender la estru c-
hasta que muriese el último hombre, en el caso de ser invadido, tura interna que se prefiere. Por ejemplo, el Commercial an d Finan cial Chro-
nicle llama la atención de los lectores, en un editorial sobre la amenazante
situación mu ndial; afirma allí la dependencia del ejérc ito con respecto al po-
2 Morley: Gladstone, I, 476, 483-84. derío econ óm ico, y llega a la concl usión de que debemos "comenzar inm edia-
93 Véase Morgentha u y Thompson : Principles and Problems of Interna. t am e nt e a poner en
1) or de n nue s tra s i t uaci ón f i sca l ; 2) abolir s im ul tán ea -
tional Problems, donde se reproducen los principales discursos 4cerca de la mente el New Del y todas sus obras." "Ho to Be Strong", Comercial and
gu erra con Fran cia, Financial Chronicle, S de junio de 1946, secc. 1, pég. l
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
La segunda imagen
rante el siglo xnx. L ógicamente, si Bryan admite que la defensa bien, por acción de las fuerzas sociales y económicas de la histo-
es una preocupación legitima del estado, también debe admit ir, y ri a, y se conviertan en democracias amantes de la paz? ¿Se des.
hasta rec omendar, que el estado debe estar prevenido para evitar plazan con rapidez suficiente las fuerzas de la evolución? Y si es
que otros se preparen para atacarl o. Dichas preocupaciones eran así ¿L o hacen en la dirección debida? ¿Acaso el "bien", al perma-
prácticamente remotas en Estados Unidos en el siglo pasado. E n necer inactivo, no hace posible el triunfo del "m al"? Quizá exista
cuanto a Inglaterra, el poder que poseía no les permitía a muchos la nec esidad de acción. Y si la relación medíos-fin está correcta-
comprender hasta qué punto la seguridad dependía de él. mente descrita por Kant y Cobden, los hombres, ¿No pueden apre-
Es peligroso elaborar una teoría acerca de las relaciones inter- surar el proceso de la evolución mediante sus propios esfuerzos?
nacionales sobre la base de accidentes geográficos e históricos. Quizá exista, si no la necesidad, al menos el deseo de acción.
Los liberales no intervencionistas nunca pudieron solucionar la E n materia de asuntos internos, los liberales comienza n con
difi cultad que Cobden planteó en una cart a previamente citada: la doctrina del estado estéril. Todas las cosas buenas de la vida
¿ Cómo pueden las naciones mejorar internamente, mientras las se logran mediante el esfuerzo de los individuos; el estado exis te
relaciones internacionales sigan sustentándose sobre su antigua simplemente como árbitro imparcial entre los competidores indi-
base? M azz ini intuyó el problema. Como patriota italiano del viduales. L os liberales terminan por sostener que el estado debe
siglo XIX, no pudo sustraerse a él. Los poderes despóticos, de- no sólo mantener, sino además, en ciertas instancias, crear las
claró en un discurso ante el Consejo de la Liga Internacional de condiciones necesarias para el funcionamiento de una sociedad y
los Pueblos (1847), "nos lanzan su desafí o: Gobernaremos, por- una economía liberales. ¿E xiste una necesidad de acc ión compa-
que poseemos In valentía del mal; nosotros actuamos, ustedes no rable en los asuntos internacionales? Algunos liberales proponen
poseen coraje para defender el bien' ". Mazzini pregunta: "¿Es el no intervencionismo como medio para que prevalezca la natu-
sufi ciente proclamar la paz y la no intervención, y dejar que la ral armonía de intereses entre los estados. Pero, ¿prevalec erá la
fuerza gobierne sin oposición en las tres cuartas partes de E uro- armonía de intereses si, para usar la frase de Carver, existen "unas
pa, para intervenir, con fines dañinos, cuándo, cómo y dónde le pocas cosas correctas" como requisito previo para el funciona-
plazca?" 58 En resumen, ¿qué sentido tiene predicar el laissez miento del sistema, y no existe ningún organismo para lograrl os?
faire en materi a de relaciones internacionales cuando no todos los La import ancia de los medios es comparable con la del fin. Si la
estados lo practican? Quienes lo hace n quedan a merce_d de aque- meta es la paz, y la base para la paz se encuentr a en la existencia
llos que no lo hacen. de estados libres, luego hay que reemplaza r las fuerzas evolutivas,
Este es un problema que se les plantea a los liberales no inter- que funcionan espontáneamente por algún organismo activo, cada
vencionistas. Surge entonces la siguiente pregunta, más general: vez que esas fuerzas parezc an detenerse. Con esto y con su lógica,
¿Se puede esperar con tranquila confi anza la llegada del día en muchos liberales, pasan de proscribir la acción del estado tanto
que los estados despóticos que hicieron guerras en el pasado cam- en asuntos internacionales como internos a prescribir la clase de
colón necesaria. En asuntos in tern acionales, los únicos agentes a
68 M azzini: Selected n tings, ed. Gangulee, píg. 143. Encontramos la los que los liberales pueden reourri r, son los estados democráticos
opinión, expresada de manera más so bria, en J. S. Mill: "Vindication of the
que ya existen.
French Revolution of Fehruary, 1848; in Reply to Lord Brougham and Others",
en Disserations and Discussions, 1II, 5152. Mientras Cobden y Bright utilizarían la fuerza en las relacio-
122 123
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA La segunda imaget
nes internacionales só!o cuando fuera necesario asegurar la de- tas¡ es interesante destacar que no rechaza n la política del equi-
mocracia de su pais, Paine, Mazzini y Wilson irían a la lucha librio de poderes, sino que piensan que puede ser superada."? De.
para lograr que el mundo fuera democrático. Paine, al dedicarle searían dar un salto hacia el futuro y conducirnos a todos con
al marqués de La Fayette la segunda parle de los Derechos del ellos. "¿L a guerra actual -preguntó Wilson una vez- es una
Hombre, promete unírsele si fuera necesaria una campaña de pri- lucha para lograr una paz segura y justa, o para alcanza r, simple-
mavera para que Francia pudiera exterminar el "despotismo mente, un nuevo equilibrio de poderes?" 63 Cada vez con mayor
germánico", rodearse a sí misma de revoluciones y, de esta ma- frecuencia a medida que se desarrollaba la primera guerra mun-
nera, vivir en paz y seguri dad. E 1853 M azzini, por razones dial, Wilson convocaba a una guerra "del presente contra el pa-
similares, trata de convencer a Inglaterra de que su "tarea pre- sado", del "bien contra el mal", una guerra que pudiera poner
sente es la guerra". La guerra que él reclama no sería como las fin al funesto poder de las autocracias y establec er la libert ad y
que sostienen los estados abso'.utistas, sino una guerra que haga la justicia para los pueblos del mundo. En abril de 1918 explicó
a los co:·re5ponsales extranjeros, a quienes reunió en la Casa
posible resolver de una vez y para siempre el antiguo problema Blanca: 'Nadie tiene derecho a obtener nada de esta gu erra, por-
de si el hombre continuará siendo un esclavo pasivo, pisoteado por que luchamos por la paz. . . por la paz permanente. La injus ticia
la fuerza bruta organizada, o si se transformará en un agente jamás pro ve, una base para la paz imperecedera. Si se deja tr as
lib re, responsable de sus acc iones ante Dios y sus semejantes ..• de sí un enconado sentimiento de injusticia, éste no sólo va a
Una guerra que tiene la noble intención de restaurar la verdad y producir una herida que causará un problema y hasta una guerra,
la justicia, detener a la tiranía en su carrera inhumana, lograr sino que va a provocar la guerra indefec tiblemente en alguna
la felicidad y la libertad de las naciones, ganar para ellas la son- partes
risa amable de Dios, coronar la libertad política y religiosa, y Según manif estó un fil ósofo e historiador inglés moderno ante
otorgar orgullo y poder a Inglaterra, que se ha ganado la simpa- la amenaza que Hitler signifi caba para la civiliza ción occidental,
tía y la gratitu d de las naciones a las que ha beneficiado. 60
0 2 Cf. J. S. Mili, que insiste en que Gladstone debió haber util izado la
o odrow ilson, el tercero de los intervencionistas que conside- amenaza de la intervención británica para disuadir a Francia o a Aleman ia
ramos, podía a veces hablar, como si su motivación fuera, en pri- de que se atacasen mutuamente en 1870. Leuers, ed. EIliot, II, 274.
mer lugar la preocupación por la seguridad del estado que él 03 Discurs o de Wil son ante el Senado de los Estados Unidos, el 22 de
enero de 1917, en JJl'oodrow Wil,on: Se/ections far T oáay, ed. Tourtell ot,
conducía." Esto es representativo de los liberales intervencionis-
pág. 131. El mismo enfoque se refleja en la poli tica de postguerra de ilso.
Ct. el argumento del secretario Daniel, quien tenía por objeto lograr la apro-
Pie: The Rights o] Man, en Com plet e ritings, ed. Foner, I, 348. bación del S enado para la Liga de las Naciones: "S ólo tenemos dos caminos".
Agrega, a la manera de muchos liberales, que "por consiguiente, los impuestos O debemos tener "una liga de naci ones, por medio de la cual cada país con-
d e Francia, como los de Alemania, disminuirán". tribuirá a preservar la paz mundial sin construir nuevas flotas, o deberemos
o Mazzini: Sel ected Vrtings, ed. Gangulee, pág. 91. adquirir la Ilota más grande del mundo. No hay un términ o me dio". H. y M.
01 Tumult y: oodro Vilo as I Kno Him, pág. 248; y el discurs o S prout: T oard a Ne Order o] Sea Power, pág. 7l.
que Wilson preparó para F our Mi nute Speakers, 4 de juli o de 1918, en 04 Reeditado en Tumulty: IVoodrow Vilson as I Know Him, pig. 274.
oodro lon, selections [or Today, ed. Tourtellot, págs. 107-108, Cf. el discurso de Vilson ci ta do en la nota anterior.
125
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA CUERRA La segun da imagen
la paz es una buena causa de guerra. La existencia de un estado ración de Mazzini, pero la simetría total de los anhelos aumenta
agresivo constituye un peligro para los estados pacíficos. 60 Quizá la probabilidad de conflicto. Lo mismo sucede en la actualidad.
incumba, entonces, a los estados pacíficos purificar el mundo, y "La guerra, ese monstruo de fratricidio humano, será barrida
transformar la guerra, para que no sea ya un medio de preservar inevitablemente de la superficie de la Tierra por el progreso so-
la seguridad del estado, sino una cruzada para establecer aquellas cial del hombre; y eso sucederá en un futuro cercano. Pero hay un
condiciones en las que todos los estados puedan coexistir en paz. solo medio para lograrlo: hacer la guerra contra la guerra". Estas
El liberalismo, que es, por sobre todo, una filosofía de tolerancia, podrían ser fácilmente las palabras de un liberal occidental; pero
de humildad, de duda, produce una hubrs propia. Dice Michael son las de un comunista oriental: Mao Tsetung." Esta tesis fue
Straig ht, especialista en relaciones internacionales de tendencia elaborada más tarde por Liu Shao-chi, de quien se dice que ocu-
liberal, citando a R. H. Tawney: "La guerra es o una cruzada o pa el segundo lugar en la jerarquía del partido comunista chino.
un crimen. No hay términos medios".66 Wilson dijo pues, de dis- Liu sostiene que los pueblos del mundo no tienen otra alternativa
tintas maneras: "Hablo en nombre de la humanidad". que luchar unidos para liberarse de la opresión capitalista. La
Pero hay más de un Mesías, y por tanto existe más de una liberación es una ley irresistible de la historia. Los malos estados
misión. En 1880 Dostoievski proclamó el amor de los rusos hacia deben ser destruidos para que los buenos puedan vivir en paz.60
sus hermanos de Occidente: "Los pueblos de Europa no tienen Esta es precisamente la política de los partidarios norteamerica-
idea de cuánto los amamos". Tanto los aman que llegan a creer nos de la liberación. Nuestra misión, para expresarnos con una
que es su deber sagrado redimirlos del craso materialismo y de fórmula académica de la doctrina, "es, por una parte, persuadir
una ética egoisla. Dostoievski tenía fe en la sabiduría y el coraje a aquellos que todavía son libres de que con la ayuda de Estados
de sus compatriotas: "Los rusos del futuro hasta el último hom- Unidos, pueden proseguir su camino provechosamente y con éxito;
bre, comprenderán que llegar a ser un ruso genuino significa en por otra, rescatar a aquellos que son víctimas de la tiranía y colo-
última instancia,.'. reconc1·ili; ar to d as l as controversias europeas,
" carlos en la ruta debida .•. Nuestra misión consistirá no sólo en
mostrar la solución de la angustia europea en nuestra alma rusa rescatar a los humildes, sino también en liberar a los oprimidos.
profundamente humanitaria y unificadora, admitir en ella, coi; Con ese fin haremos una guerra d outrance, sin compromisos, con-
fraternal amor,
a todos nuestros semejantes, y, finalmente, pro- tra los orgullosos dictadores que pervierten todos los principios
nunciar quizá la palabra definitiva sobre la gran armonía univer- y degradan a los hombres a quienes han oprimido".7º
sal Y sobre el acuerdo fraternal de todas las naciones que se rigen El hecho de que las dos partes posean melas contradictorias
por la ley del Evangelio". El objetivo de la guerra rusa en Occi- no hasta para probar que una de ellas carece de valor. Quizá in-
dente sería, no la conquista, sino la liberación, y ésta proporcio- dique, en cambio, que no son metas prácticas. Las cruzadas pro-
nana, a su vez, los cimientos para la paz" Esta es la misma aspi- yectadas por los liberales, así como la de Dostoievski y la de los
4· Collingwood: Te Neu Leviathan, Cap. u. 08 Mao-Tse-Tung: Strategic Problems of China's Revolutionary War, pág. 4.
Strieht: M«ke Ths he Las Par, ig. 1. (Obra escrita en 1935.)
" Dostoievski, Fedor: Tke Diary o] a riter [Dianio de un escritor], 00 Liu-Shao-chi: lnternationalism and Nationalism, págs. 24, 31, 41-42,
trad. al inglés por Brasol, II, 666-68, 979-80. CI. I, 476; II, 628-36. EI período 50-51. (Obra escrita en noviembre de 1948.)
comprendido en estas panes del Diario abarca de 1876 a 1880. 70 Cook y Moos: Power Through Purpose, págs. 1, 210.
126 \
127
ÉL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA La segunda imageri
comunistas, conducen a una guerra ilimitada y con fines ilimltá- reses egoístas de cada estado son, generalmente, menos dañinos
dos. Pueden conducir a una guerra perpetua en búsqueda de la que las inspiradas por un idealismo supuestamente abnegado. La
paz eterna. Estadistas como George Kennan, erudito s como Hans historia ha probado con frecuencia la validez de esta aseveración.
M orgenthau, y también liberales como Cobden y Bright, señala- Nadie dio un resumen más sucinto de esta evidencia que A. J.
ron esta perspec tiva. P. T aylor: "Bismarck libró guerras 'necesarias' y mató a miles;
Los liberales no intervencionistas no dan ninguna indicación los idealistas del siglo XX libraron guerras 'justas' y mataron a
acerca de qué medios hay que utilizar para llegar a la meta: la millones", 72
paz perpetua; en cambio, nuestra esperanza debe surgir de su
afirmación de que la historia está de parte de los ángeles. É sta es
a la vez la posición de Pangloss, como resulta evidente, y la de un F acasos teóricos
rea lista, lo que ya no es tan evidente. El aspecto realista de esta
actitud reside en lo siguiente: esa confi anza en que las fuerzas de La guerra y la paz son los productos, respectivamente, de los
la historia producirán In meta deseada, quizá surja de admitir estados malos y buenos. Si esto fuese verdad, ¿ qué puede hacerse
que el hombre poco puede hacer para acelerar su llegada. No para cambiar a los estados de manera que lleguen a ser "buenos"?
obstante, los liberales intervencionistas no se encuentran satisfe- E sta pregunta condujo a la primera crítica de las teorías liberales
chos con un realismo que puede prolongar para siempre la era de acerca de las relaciones internacionales. Una segunda crítica ,
la guerra. Su realism o reside en rechaza r la suposición del pro- igualmente fundamental, surge del planteamiento de un interro-
greso automático de la historia y en afi rmar, como consec uencia, gante acerca de la proposición original: los malos estados pueden
que los hombres deben eliminar las causas de la guerra si desean hacer la guerra. Es posible establecer la verdad de esta afi rmación
disfrutar de la paz. Este realismo los envuelve en premisas utó- sencil!amente, clasifi cando como malos a todos los estados que
picas de consec uencias aterradoras. El estado, según la teoría entablan una guerra. Pero la existencia de muchos estados defi-
intervencionista, debe erigirse tanto en juez como en ejecutor de nidos como buenos, ¿ signifi ca acaso la paz? M ientras la primera
los asuntos de las naciones. Una buena causa puede jus tifi car cual- crítica se refería a la posibilidad de aplicación del remedio, la
quier _guerra, pero ¿quién puede decir qué causa es la justa en segunda se ocupa de si es suficiente el análisis que conduce a ese
una disputa entre estados? Si un estado se cubre con el manto remedio.
de la justicia, su contrario también lo hará. Según las palabras de L os liberales no deseaban un nirvana en el cual cesasen todos
Emm eri ch de Vattel, diplomático y escritor del siglo XVIII cada los choques y se eliminaran todos los confli ctos. Continuarian sur•
uno "se arrogará todos los derechos de la guerra y sostendrá que giendo disputas entre los estados, pero desaparec erían la propen•
su enemigo no posee ninguno... De ahí que la decisión acerca sión a solucionarlas mediante la guerra. Con el mejoramiento de
de:, los derec hos que está mn en d"fiscusion
., no progresará,• y la con- los estados, aceptando por el momento la suposición de que estos
tienda
• • •
se tornará más cru ¡ ·
el, mas
d esastrosa en sus efectos y más sr. encuentran en camino a ese mejoramiento, disminuirían las
difícil de terinar".7 La±
s guerras que se org nan en los inte-
±. .
• ocasiones de guerra y al mismo tiempo aumentaría la habilidad
T' Vanuel: The L a o] N aion s, trad. al inglés de Fenwiel, III, 30405. 72 Taylor: Rumours o/ War, pág. 44.
128
129
EL H O M BRE, EL ESTADO Y LA GUERRA La segunda imagen
de los estados para solucionar sus diferencias de manera amisto- una resolución que sugería que el Ministerio de Relaciones Exte•
sa y racional. T. H. Green, idealista liberal de mediados del SI· riores inglés negociase sus acuerdos por medio del arbitraje. En
glo xn, cree que cuando los estados sean más representativos de ese discurso, describió su plan así: "Para zanjar diferencias entre
sus pueblos, "tratarán a los demás con una imparcialidad no apa- las comunidades, deberíamos recurrir al mismo procedimiento que
sionada." 73 Pero ¿qué reemplazará al sistema de la guerra: un utilizan los individuos en su vida privada".7 ¡lliam Howard
sistema de arbitraje, uno de conciliación, o un sistema de derecho Taft en el cuarto capítulo de su libro The United States and Pcace,
en el cual los estados sometan sus diferencias voluntariamente a el senador William Borah en su proyecto para declarar ilegal la
un tribunal internacional y adopten, también voluntariamente, sus guerra, Sahnon Levinson y Charles Clayton Morrison en algunas
decisiones? Desde Bentham hasta el presente los liberales no se de su obras, reflejan la misma falta de comprensión. Como creen
han puesto de acuerdo en eso. No obstante, la mayor parte de ellos que las decisiones de la Suprema Corle de los Estados Unidos son
ha logrado coincidir en unos cuantos puntos fundamentales. De- sancionadas no por el poder organizado del gobierno, sino por
berá haber un mínimo de organización, y no se utilizará la fuer- la fuerza espontánea de la opinión pública, sostienen que los mis-
za militar, excepto para rechazar a un ejército invasor. La opi• mos métodos pueden lograr resultados semejantes en las relacio-
nión pública será la mayor sanción, y el equilibrio de intereses nes internacionales.70 Este punto de vista no sólo pasa por alto las
constituirá su garantía fundamental.74 Las disputas se resolverán dificultades que ha tenido a veces la Suprema Corte (por ejemplo,
racional y pacíficamente, y sin que medien pasiones politices. con el presidente Andrew Jackson, o actualmente, con las deci-
Este es nuevamente el ideal anarquista aplicado a las relacio- siones sobre la integración), sir.o que también comete el error
nes internacionales, pero los liberales, en su mayor parle, no lo fundamental de interpretar aquellas circunstancias en que la fuer-
comprendieron así; algunos, porque interpretaban erróneamente
za no es evidente como prueba de falta de poder. Quienes sostie-
el significado de la política; otros, porque aplicaban a las relacio-
nen este criterio pretenden que las disputas internacionales se
nes internacionales una lógica diferente de la que utilizaban para
solucionen como las diferencias internas, pero no comprenden el
los asuntos internos. Cobden, por ejemplo, demuestra poseer a
veces, un concepto erróneo de la política. El 12 de junio de 1849 mecanismo de esle último procedimiento. Pretenden que la razón
habló elocuentemente en la Cámara de los Comunes en favor de prevalezca sobre la fuerza en los problemas internacionales, mien-
tras que en los asuntos internos las diferencias se zanjan por me-
73 Green: Lectures on the Principles of Political Obligation, par. 175.
T4 Acerca de la idea de equilibrio, véase e.g., Bentham: "Principles of 76 Cobden: Speeches, ed, Bright y Rodgers, II, 161.
Intemational law ", en Works, cd. Bowring, 11, 538: "A través de experien- 10 En la resolución Borah, introducida en el Senado en febrero de 1923,
cias reiteradas, los estados debie ron haberse propuesto buscar, o al menos se resume el argumento de la siguiente manera: ..Los dictámenes [de una
debieron haber encontrado, su línea de menor resistencia, como encontraron corte internacional] no podrán ser puestos en vigor, en ninguna circuns-
las suyas los individuos de esa misma sociedad; y esta será la conducta tancia, por medio de la guerra, pero para su aplicación poseen el mismo
que representará la mayor utilidad común a todas las naciones, tomadas en poder que los de nuestra Corle Suprema F ederal, es deci r, el respeto de
conjunto. todas las naciones ilustradas hacia sentencias que se fundamentan en inves-
"E] punto de reposo será aquél en que todas las fueras hall en su equi- tigaciones abiertas y justas y en decisiones imparciales, y el poder de impo-
librio, aquél en el que se encontrará la mayor difi cult ad en hacerlas desapa· sición de la opinión públi ca." Citado en Madariaga: Disarm ement, págs.
recer." 365.67.
130 131
La segunda ima gen
EL H O M BRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
normas morales, tanto para los estados como para los hombres.
dio de instituciones que combinan la razón con la fuerza.77 Las La condición esencial, por supuesto, consistirá en que los estados
disputas entre los individuos se solucionan, no porque exista un sean democráticos, pensamiento que está muy bien expresado en
complicado sistema de tribunales, sino porque la gente, cuando el mensaje que dirigió al Congreso pidiendo que se declarase la
es necesario, puede ser obligado a hacer uso de él. ¿ Cuántas veces guerra a Alemania. "Un tratado de paz -dijo en aquella oca-
serian dejadas de lado las decisiones adversas de los tribunales sión- no puede ser duradero excepto que participen en él única-
si se esperase que los acusados las cumpliesen espontáneamente, mente las naciones democráticas. No se puede confiar en que un
se dirigiesen por sus propios medios a la cárcel y colocasen sus gobierno autocrático conserve la fe depositada en él u observe los
cabezas mansamente en el lazo, o pagaran voluntariamente por convenios. .. S6lo los pueblos libres pueden mantener firmes sus
los daños que trataron de no pagar antes de ser llevados ante la propósitos y su honor en aras de un fin común, preferir los inte-
Corte? Una corte internacional que carece de una fuerza organi- reses de la humanidad al interés propio." 7%
zada para hacer cumplir sus decisiones, es una institución radi- La paz mundial dependería todavía de la fuerza según la
calmente diferente de los tribunales que existen en cada país. Los frase de Wilson, "la fuerza organizada más importante de la hu-
liberales desean los beneficios de un sistema legal eficaz, pero son manidad", pero esta sería diferente de la fuerza exhibida en el
renuentes a pagar su precio. pasado mediante la política de equilibrio de poderes. El ideal de
En cierto sentido Wilson determina un nuevo punto de partida. Wilson no es el equilibrio de poderes, sino "una comunidad de
La mayor parte de los liberales había considerado, hasta ese mo- poderes".79 Y cuando se hubiese realizado la comunidad interna-
mento, que las organizaciones internacionales eran innecesaria, cional democrática, la nueva fuerza de la opinión pública reempla-
y peligrosas. Si bien subsisten las diferencias entre ellos, los pla- zaría a la vieja, compuesta de ejércitos y armadas nacionales.
tillos de la balanza se han inclinado hacia el otro lado. De la mis- "Lo que nosotros buscamos dijo Wilson en cierta ocasión-es el
ma manera en que muchos liberales han cambiado, en cuestiones imperio de la ley, que se basa en el consentimiento de los gober-
de política interno, desde una formulación negativo a otra posi- nados y se sustenta en la opinión organizada de la humanidad." 80
tiva de los requerimientos políticos de un sistema de laissez-faire, La autodeterminación producirá la democracia, y las democracias
muchos liberales han dejado de confiar, con respecto a las rela- son pacíficas por definición. La declaración de Vlson acerca de
ciones internacionales en la educación y en la solución racional que las unidades, si han de formar una comunidad, deben com-
de las disputas, para apoyar lo existencia de una organización partir valores similares, es pertinente. Ya nos hemos referido a la
internacional que realice las funciones ineludibles de gobierno.
Si la guerra es la analogía del gobierno, para erradicarla deberán 78 D iscurs o de WVil so n al Congreso (2 de abril de 1917), en oodrow
adoptarse medidas que cumplan las funciones de gobierno. Sin Jilson, Selections for Today, ed. Tourtellot, págs. 14344. Para el desarrollo
embargo, subsiste el viejo criterio, y también los viejos errores. gradual de la posición de Vilson y la influencia que ejerció en él el secre-
tario Lansing, véase Buehring: Ioodro Ilson and the Balance of Power,
Wilson prevé una nueva era en la que prevalecerán las mismos
especi almen te págs. 13844.
70 D iscurs o de Wil son al Congreso (22 de enero de 1917), en Voodro
77 El punto de vista de Le vinso n, por ejemplo, es diametralmente opues- Jilson, Selections for Today, ed. Tourtellot, pág. 131.
to: "S6lo existen dos maneras de solucionar las disputas, sean éstas de carác- 8o D iscurs o de V ilson en M ount Vernon (4 de juli o de 1918), ibid.,
ter nacional o internacional: por la fuera o por medio de la ley." Outlawry pág. 166.
o/ W ar, pág. 14.
133
132
EL H OM BRE, EL ESTADO Y LA CUERRA La segunda ima gen
dificultad de lograr la similitud, dificultad que el mismo Wilson necesaria para mantener un mínimo de orden y justicia entre ciu-
pronto experimentó. Además, se debe enfrentar el siguiente inte- dadanos mucho menos perfectos, Y si el conflicto surge no sólo
rrogante: ¿Hasta qué punto es necesaria la comunidad antes de de los defectos de los ciudadanos, sino también de cómo son las
que la fuerzn, definida convencionalmente, deje de ser necesaria relaciones entre ellos, puede ocurrir que ninguna mejora de los
en las relaciones entre sus componentes? Si los estados exhibieran individuos sea suficiente para producir armonía en una anarquía.
la moral de los ingleses y norteamericanos en sus acuerdos recí- Esto significa que la solución liberal es impracticab'e; tal cuali-
procos, ¿sería esto suficiente? Cuando Wilson solicitó a los esta- dad está directamente relacionada con la insuficiencia del análi-
dos que participasen en convenios tendientes a asegurar los dere- sis liberal. La paz con justicia requiere una organización con mu-
chos de las pequeñas naciones, retornaba en realidad al optimismo chas de las cualidades de un gobierno, así como se descubrió que
de los primeros liberales del laissez-Jaire, quienes pensaban que la justicia interna requería un gobierno cada vez más fuerte y
las relaciones entre los productores se regirían satisfactoriamente activo.
por contratos mutuos,"
Las soluciones para el problema de la guerra que se basan en
las normas de la primera o de la segunda imagen, deben suponer Conclusión.
la posibilidad de perfección de las unidades en conflicto. Como la
perfección es imposible, tanto para el estado como para los El presente capítulo ha expuesto una serie de normas que se
hombres, el sistema liberal puede lograr como máximo una apro- refieren al pensamiento liberal, las que se desplazan internamente
imación a la paz mundial. De esta manera, ¿podemos esperar desde el liberalismo del laissez-faire hasta el revisionismo liberal,
lógicamente que un estado confíe en el deseo de cooperación de y externamente, desde la confianza en que se producirán mejoras
otros? Un equilibrio imperfecto de intereses, combinado con las en los estados, considerados separadamente, hasta In aceptación
fuerzas de la opinión pública, ¿podría terminar con la necesidad de que es necesaria una organización entre ellos. Pero el tipo de
que experimenta cada estado de preparar sus fuerzas para defen- organización deseada estaba mal equipada para lograr sus obje-
der sus intereses? Y si la respuesta es negativa, ¿qué cosa podrá tivos. En este punto, es evidente, tanto en los asuntos internacio-
impedir que el triste espectáculo de la política de equilibrio de po- nales como, a menudo, en los internos, la antigua inclinación Ji.
deres se repita nuevamente? La aspiración libra! no es realista beral de sustituir la fuerza por la razón. La aplicación rigurosa
precisamente debido a las mismas razones por las que el anar. de su propia lógica conduciría a los liberales a preguntar aun con
quismo es un ideal imposible. Mantener el orden y la justicia sin mayor insistencia hasta qué punto se debe utilizar la fuerza orga-
haber tomado las medidas necesarias para alcanzar y reformar nizada para asegurar el mundo pacifico que desean. Puede ocu-
las decisiones, requiere un alto grado de excelencia en las unida- rrir que muchos que se consideran liberales no acepten esto como
des del sistema, sean éstas hombres o estados. Asegurar las me- norma de su manera de pensar. Por cierto, el liberal más perspi-
Joras necesarias puede requerir más fuerza de la que hubiese sido caz, al notar lo que nosotros hemos descrito como dificultades
prácticas y fracasos teóricos, puede llegar a defender un genuino
" Discurso de Wilson al Congreso (dl de febrero de 1918). Ibid., pig. gobierno mundial, o la alternativa lamentable: aceptar que es ne-
166.
cesaria la política de equilibrio de poderes, o bien puede caer,
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135
EL HOM BRE, EL ESTADO Y LA CUERRA La segunda imagen
simplemente, en In desesperanza. En resumen. podrá descubrir que El optimismo de los racionalistas franceses del siglo XVIII se
es insuficiente un análisis de las relaciones internacionales de sintió confundido por las guerras revolucionarias francesas. El
acuerdo ccn la segunda imagen. de los liberales del siglo XIX fue sorprendido por la primera y se-
Un mundo lleno de democracias estaría constantemente en paz, gunda guerra mundial. Para muchos franceses del siglo XVIII, el
pero los gobiernos autocráticos son agresivos... Las monarquías despotismo ilustrado proporcionaría la garantía de paz permanen-
son pacíficas; las democracias son irresponsab'.es e impulsivas y, te; para la mayor parte de los liberales del siglo XIX, el gobierno
en consecuencia, fomentan la guerra. . . La clave se encuentra en republicano cumpliría la misma función. ¿Los optimistas se sin-
la organización económica, no en la política: las democracias tieron confundidos porque las soluciones propuestas por ellos eran
capitalistas promueven la guerra en forma activa, las democracias malas? ¿ Es cierto que las democracias brindan la paz, pero que
socialistas son pacíficas. Cada una de estas declaraciones ha teni- hemos tenido guerras porque nunca hubo democracias verdadera-
do numerosos adherentes, y cada uno de ellos, a su vez, ha sido mente buenas? ¿O que la forma de gobierno socialista contiene
llamado a In tarea por los críticos y la historia. Walter Hines Page, en sí la garantía de paz, pero que hasta ahora nunca existió un
embajador en Inglaterra durante la primera guerra mundial co- verdadero gobierno socialista? 88 S; contestásemos afirmativamen-
mentó: "No hay seguridad en ninguna parte donde la gente no te a cualquiera de estos interrogantes, deberíamos evaluar los mé-
pueda pensar en un gobierno sin monarca, y nunca la habrá. Es ritos de los distintos remedios que se proponen, y tratar de decidir
imposible concebir una democracia que se lance a una carrera de qué remedio o qué combinación de ellos contiene la esquiva f6r.
conquista sin provocación externa". A ello replicó el Deán Inge mula secreta de la paz. Nuestra crítica a las teorías liberales, no
sencillamente: "Pregúntele a un mejicano, a un español, a un fili- obstante, se dirige al hecho de que ningún remedio con respecto
pino o un japonés".S" Engels escribió en 189l: "Entre una Fran- a las relaciones internacionales- que se base enteramente en la
cia y una Alemania socialista, no hubiese existido el problema de segunda imagen, puede ser válido, porque el enfoque mismo está
Alsacia y Lnrena". 83 Los intereses de dos gobiernos burgueses equivocado. Nuestras críticas a los liberales se aplican a todas
podían oponerse; los intereses de los trabajadores, no. Pero Tito las teorías que suponen que la generalización de un tipo de orga-
rompió con Stalin. Se hubiese podido prever, escribe Roy Ma. nización estatal y de un tipo de sociedad traerá la paz al mundo.
cridis, "que dos países comunistas estaban destinados a mostrar Los malos estados conducen a la guerra. Como dijimos ante-
las mismas incompatibilidades que habían manifestado en el pa- riormente, esto, en gran parte, es verdad. El reverso de esta afir-
sado los países burgueses".84 Y esto es exactamente lo que Max mación: los buenos estados son pacificas, es una proposición ex-
Weber predijo, treinta años antes del hecho." tremadamente dudosa. La dificultad, endémica en la segunda
imagen de las relaciones internacionales, es similar a la encon-
82 1ge: Lay Thoughts of a Dean, págs. 116.17. trada en la primera imagen. En este último caso se critica la
8 Cart a de Engels a Bebel (24 de oct ubre de 1891), en Marx and Engels,
Selected Correspondence, trad. al inglés de Torr, pág. 491.
afirmación de que los hombres forman las sociedades en las que
8+ Ma cridis: "S tali nism and the Meaning of Tit oism" , World Politics,
viven, inclusive la sociedad internacional. Esta afirmación no es
IV (1952), 226 .
83 Fro Max W eber: Essays in Sociology, trad. al inglés y ed. de Gerth 8o CE, D edier: "A lbania, soviet Pan" , Foreign A/fairs (1951), 104: El
y M illa, píg. 169. so ciali smo, pero no el capit alismo de la Unión Soviética signifi ca la pu.
136 137
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
139
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
Algunas inferencias de la segunda ima gen
factores no políticos, como, por ejemplo, la ubicación geográfica.'
por la razón opuesta: para escapar de los intrincados problemas po-
La opinión opuesta -la estructura política interna determina la
liticos derivados de las reformas económicas que eran aún necesa-
organización y el uso de la fuerza militar-es tan antigua como la
rias en el país.3
anterior, y ha sido considerada igualmente importante. Para ilus-
trarla es necesario mencionar a Platón y el ejemplo de los ejércitos Marx y los marxistas representan el desarrollo más completo
de la Re\'Olución Francesa? La segunda imagen constituye una de In segunda imagen. A primera vista parecería que el criterio
declaración más general de la segunda opinión, es decir, que la socialista acerca de la guerra y la paz es el siguiente: los estados
estructura interna de los estados determina, no sólo la forma y el capitalistas causan la guerra; revolucionar los estados, destruir el
uso que se va a dar a las fuerzas militares, sino también su com- capitalismo e instituir el socialismo traerá aparejada la paz, Ade-
portamiento en las relaciones internacionales. Muchos lo han creído mas, nos puede parecer que el comportamiento de varios partidos
así, como se indicó en el capítulo anterior; y quedan muchos que socialistas durante la primera guerra mundial -no su fracaso en
aún lo creen. Mientras Woodrow Wilson y Sir Edward Grey seguían evitar la guerra, sino en oponerse a ella-constituye, de un modo
esta imagen al explicar por qué causas las potencias centrales ha- u otro, una denuncia contra los partidos socialistas y las teorías
bian dado comienzo a la primera guerra mundial, los historiadores sobre las que se basaban ostensiblemente. Este simple resumen deja
revisionistas de posguerra la utilizaron para demostrar la culpa- de Indo In mayor parte de los aspectos interesantes. Un análisis más
bilidad de Francia, Rusia, Gran Bretaña y Estados Unidos. Y en detallado del comportamiento pasado de los partidos socialistas, y
1940 y 1950 los historiadores revisionistas de la segunda guerra de la teoría socialista en relación con la guerra y la paz, ilustrará
mundial prolongaron las opiniones de Bentham y Bright. Se acusó de manera especialmente adecuada el significado, las dificultades
a Estados Unidos de abandonar la política de mantenerse "libres prácticas y la aplicación general de la segunda imagen. Las parles
de toda complicación europea", según las palabras de Bright, y de que integran el análisis socialista son tan conocidas que sólo es
lanzarse a una guerra cuando no había peligro para el país ni posi- necesario enunciarlas sumariamente. l) El sistema capitalista de
bilidad de ganancia para el pueblo, excepto la riqueza y el poder producción hace surgir dos clases antagónicas: la burguesia y el
que adquirirían o conservarían los intereses que dominaban el proletariado. 2) El estado capitalista representa el control del siste-
gobierno. De este modo, Franklin D. Roosevelt, según la opinión ma de gobierno en favor de una de esas clases: la burguesía. 3) El
de John Flynn, trató de utilizar la participación de Estados Unidos estado capitalista coloca la lucha de clases bajo un cierto grado
en la segunda guerra mundial como cortina de humo para promo- de control, sin ponerle fin. 4) La guerra es la manifestación externa
ver la legislación del Ne Deal; según Charles Beard, Roosevelt de In lucha de clases interna, con lo cual el problema de la guerra
comprometió cada vez más al país en los asuntos internacionales coexiste con la organización capitalista de los estados.' 5) El socia-
1
Ari.ióteles: Politics [La poütica], tnd. al inglés de Jowet, 132la. 3 Véase Flynn: The Roosevelt Myth, passim [El mito de Roosevelt);
C. 1274a, 1304 a. Beard: Giddy Minds and Foreign Quarrels, passim; y 4 Foreign Policy for
~ Cf. Platón: Laws [La., leyes], trad. al inglés de Jowett, 628: "Nadie America.
puede ser un verdadero estadista. . . si tiene en cuenta únicamente, o antes 4 "La historia Je toda sociedad hasta el momento actual es la historia
que nada, la guerra exterior; tampoco será un buen legislador quien ordeno de la lucha de clases." (Marx y Engels: Communist Maní/esto [Manifi,st o
la paz en aras de la guerra, y no la guerra en aras de la paz." del partido comunista], trad. al inglés de Moore, piág. 12.) La guerra y la
paz entre los estados reflejan diferentes fases de esta lucha de clases. Marx
140
14l
EL HOM BRE, EL ESTADO Y LA CUERRA Algunas inferencias de la segunda imagen
lismo, por otra parte, abolirá la guerra para siempre. Este últimó de estado o de la guerra. Para los marxistas fieles, la ambigüedad
punto deriva, con una lógica irrebatible, de los que lo preceden. de Marx con respecto al problema de la guerra y la paz no reviste
Si el estado representa la dominación de una clase por otra, el socia- importancia. La importancia de Marx y Engels no reside en la idea
lismo, al destruir todas las clases, suprime el estado. Y si la guerra de que el fin de In guerra se encuentra en el fin de los estados, sino
es un conflicto armado entre estados, la abolición de los estados precisamente en el hecho de que la teoría marxista subordina el
debe significar el fin de la guerra. El problema de la guerra y la problema de la guerra y la paz al triunfo del proletariado revolu-
paz ya no existe.• cionario, cuando los hombres no vivan ya en estados sino que estén
Aunque sólidas desde un punto de vista lógico, estas ideas re- unidos en una asociación libre y apolítica.6 Con anterioridad al éxi-
sultan ambiguas, en un aspecto de primordial importancia para to universal de la revolución proletaria, el marxista, en lo que se
muchos socialistas posteriores. La ambigüedad surge del fracaso refiere a las relaciones internacionales, no se ocupa del problema
de la teoría socialista, en la medida en que sigue a Marx, para de la abolición de la guerra, sino de los siguientes: la prolongación
pronunciarse con respecto a la siguiente pregunta: para obtener la de la paz en cuanto ésta sirva a los intereses del socialismo interna-
paz, ¿deben ser destruidos el capitalismo o los estados, 0 debe abo- cional, y, donde sea necesario, el uso táctico de la guerra para
lirse a ambos? Admitamos que no existe ambigüedad en este aspec- acelerar el advenimiento de la revolución.
to para aquellos que siguen a Marx en todo hasta la gran transfor- Los estados capitalistas causan la guerra y el socialismo trae la
mación socialista. Como en la transformación socialista no existen paz. Marx es claro con respecto a estos puntos. Pero un mundo
ni estados ni capitalismo, reviste poca importancia el hecho de si en que todos los estados fuesen socialistas, ¿sería pacífico? Estos
uno o el otro, o ambos, han sido anteriormente los culpables. Y con interrogantes no pueden ser contestados en las obras de Marx y
respecto al período que precede a la gran transformación los mar- Engels; según su teoría, el problema simplemente desaparece por
xistas podrían sostener que, si bien es posible investigar lo; diversos sí solo.
factores separadamente con el objeto de analizarlos, en realidad
el capitalismo jamás se aparta de la lucha de clases, de la noción
Los partidos socialistas en el período de la primera guerra
y Engels lo sostienen así en diversos comentarios acerca de la historia. Véase, mundial.
e. g• Man: Capital [El capital), 1rad. al inglés de M oore y Aveli ng. Vol. I,
Cap. zxI; Engel s: The Orgin of he Fam ily, Prvate Property and the State
tra d. al inglés de Moore, pág. 39. La misma opinión persiste entre quienes
¿Qué relación tiene la teoría marxista con el comportamiento
siguen a Man. Cf. Lenin: T he Coll apse of the Second Internati onal [O bras de los socialistas durante la primera guerra mundial? La siguien-
completas], trad. al inglés de Sirnis, pág. 22; Laski: "The Economic Foun. te: la Segunda Internacional intentó convertir la premisa de Marx
dati ons of P ea ce", en Woolf (ed.): T ke Intel igent Man's lay to Preven acerca del interés común del proletariado, en un programa de
ar, págs. 50005; S rachey: A Faith to Fighu For, pág. 44.
acción para preservar la paz de Europa. El proceso de transforma-
6 En la teoría marxista propiamente dicha, el problema de la paz entre
los esta dos socialistas só lo puede surgir en el período que se exti ende entre ción fue por cierto difícil, según resultó evidente a medida que se
la revoluci ón Y la desaparición del estado, y la paz enlre los estados no
constituyó, durante ese período, un problema que preocupara a Marx y a a Marx y Engels: Communist Manifesto, trad. al inglés de Moore, págs-
Engels. 43-44.
142 143
• dela segunda ím age!
Algunas inferencias
aplicación inmediata. Ambos sostenían que los socialistas podían explicado con frecuencia cómo dicha síntesis logró sobrevivir a
obligar a los estados capitalistas a vivir en paz; esto podría In. tantas controversias durante el período anterior a la guerra. Al-
grarse de diversas maneras, inclusive con amenazas de huelga gunos han destacado la habilidad con que Jaures logró avenir los
general e in!urrección contra cualquier gobierno que emprendiera
diversos puntos de vista manifestados en cada cónclave interna-
una guerra. Esta opinión es la que se refleja en las resoluciones
de la Segunda lnternacional.7 Pero en las mismas resoluciones se cional, para dar una apariencia de unidad en casos en que las
establecía un punto de vista diferente, con idéntica convicción. diferencias resultaban muy notorias; otros, la exhortación huma-
Algunos franceses y la mayor parte de los socialistas alemanes nitaria de un programa de paz, que poseía en sí la capacidad para
sostenían que los estados capitalistas se comprometen en la gue- superar muchas diferencias importantes. Se podría señalar, de
rra por la naturaleza misma de su organización económica; la es- manera más general, que quienes se encuentran en la oposición
peranza de paz para el mundo residiría, entonces, en tratar de Pueden exhibir una apariencia de unidad, aun cuando haya entre
lograr su inmediata desaparición.8
"{" "chas opiniones en conflicto. Asi como el partido socia-
s a a eman perma ·•
7 Stullgart, 1907, repetido en Copenhague, 1910: "En caso de que la en I bl' . • necio aparentemente unido mientras no se vio
guerra ua inminente, las clases trabajadoras de los países involucrados y a otligaci ón de actuar l Se d I, •
unión mi ntr , 1a egun a nternac1onal mantu\'o su
sus representantes parlamentarios estarán obligados a hacer todo lo que en as no se v1 O bJ' d
puedan, asistidos por la organiución internacional, para prevenir el estallido antibélica Lo dº h o. agaia a poner en acción su posición
de la guerra, Y con ese propósito utilizarán los medios que les parezcan más · an Ie 1c o d 'l
matrimonio d. Puede ilustrarse de manera sencilla• un
eficaces, pero éstos deberán variar según la agudeza de la guerra de clases pue e estar de d •
Y de la situación política general." Qt,do en Walling: The Socialists and e 1 dormitorio está . acuer o con respecto al hecho de que
the ll'ar, págs. 99-100. estar alertas si b _pmtado de un color desagradable· pero deben
8 Stuttgart: "Las guerras, por lo tanto, constituyen un elemento inte• el t • a¡o esa armoní
ono es demasiad
r· · l '
a superticiai, el esposo piensa que
grant e de la naturaleza del capitalismo; sólo cesarán cuando el sistema capi o oscuro y el! d •
ulistu se encuealre en decadencia, o cuando los sacrificios de hombres y de » ' 1a que es lemasiado claro.
dinero hayan llegado a ser tan grandes c omo resultado de la magnitud El Sozialdemokra .
creciente de los armamentos-, que los hombres se rebelen contra ellos y tische Partei Deutschland.
hagan desaparecer el capitalismo." /bid., pág. 38. Copenhague: "Los guerras
se evitarán por completo sólo cuando desaparezca el sistema de producción
capitulistu." Iid , píg. 40.
145
144
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA CUERRA Algunas inferencias de la segunda imagen
Con el estallido de la guerra, la armonía superficial qué se en la que se explica la posición del partido con respecto a la guerra:
había logrado en las declaraciones de paz de la Segunda Interna- ••• nos encontramos amenazados por el horror de una invasión
cional, desapareció para dar lugar a los conflictos de intereses e extranjera. El problema que debemos enfrentar no es el de si la
intenciones que residían bajo su superficie. El conflicto entre los guerra o la paz resultan aconsejables, sino el de qué medidas hay
diversos partidos socialistas puede explicarse por la división exis- que tomar para proteger a nuestro país.
tente en las filas socialistas con respecto a cuestiones teóricas, ••• en lo que respecta a nuestro pueblo y su independencia,
división que se refleja en los debates de las conferencias de la Inter- mucho, si no todo, se vería en peligro luego de un triunfo del
nacional. Como existía acuerdo con respecto al hecho de que los despotismo ruso, que agita ya la sangre de sus hijos más nobles.
socialistas podían apoyar a sus propios países con la conciencia Recae sobre nosotros, por tanto, la tarea de evitar ese peligro
tranquila cuando estos emprendían una guerra defensiva, el para proteger la civilización e independencia de nuestra tierra na-
problema acuciante pasó a ser: ¿Para qué países era defensiva tal. Por lo tanto, debemos justificar hoy lo que dijimos siempre:
esa guerra? En Inglaterra, Francia y Alemania, la mayoría de en su hora de peligro, Alemania siempre podrá confiar en nos-
cada partido afirmó clara y rápidamente que, para sus países, la otros.
guerra era defensiva. En Francia, la convicción de que la guerra Nuestra posición se basa en la doctrina fundamental del mo-
era defensiva, y de que, a pesar de su gobierno capitalista, ese vimiento obrero internacional, que en todo momento ha recono-
país jamás se comprometería en una guerra de otro tipo, se refleja cido el derecho de los pueblos a la independencia y defensa na-
en la declaración de Jaurés, efectuada inmediatamente antes del cionales; y, al mismo tiempo, condenamos todas las guerras de
estallido del conflicto; conquista.
Nuestro deber como socialistas franceses es simple; no tene-
Y esta declaración se efectuó a pesar de que Vorwiirts, órgano
mos necesidad de imponer a nuestro gobierno una política de paz,
semioficial del partido, había condenado por lo menos hasta el
puesto que esa es ya su política. Yo, que nunca he vacilado en
31 de julio, todas las guerras, y específicamente la que estaba a
ganarme el odio de nuestros chauvinistas... tengo el derecho de
punto de estallar, por considerarlas de inspiración capitalista Y
decir que hoy el gobierno francés desea la paz y trata de preser-
varla.o merecedoras de la oposición de los buenos socialistas de todo el
mundo. De acuerdo con las osadas declaraciones publicadas dia-
riamente por la prensa socialista alemana, los trabajadores de ese
Resulta claro, en esta opinión parcial acerca de la política
país no lucharían por los capitalistas alemanes, ni siquiera en el
francesa, que la guerra só1 o podría estal!ar en Francia si se la
caso de que los rusos participasen en una futura guerra.
impusieran. Pero dicha guerra ¿no era tan defensiva para Ale-
Los socialistas de todos los países beligerantes, de la misma
mania como para Francia? Los socialistas alemanes lo creían así,
manera que los hombres de todos los demás partidos, se encontra-
según se indica en una declaración del partido socialista alemán ron apresados en la red de la política internacional. Los socialis-
10 Réplica a Haase en una reunión del Comité Social ista Internaci onal,
tas franceses temían que, en una situación concreta de guerra, los
28 de juli o de 1914, en Brus el as. Citado en La Chesnais: Le groupe Socialiste
du Reichstag e la Déclaration de Guerre, pág. 30. 11 Reproducido en Wallington, The Socialiss and the ar, págs. 4344.
146 147
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA éUtkltA
d I segunda imagen
Algunas inferencias e a
socialistas alemanes constituyesen una restricción ineficaz para et
militarismo alemán.1~ Si los socialistas alemanes no pudiesen evi- 1 ontroversia bajo la perspec-
. do u Al considerar a e tiembre de 1914, Kauts-
zz
tar que su gobierno emprendiera la guerra, los socialistas fran- rol"9""", meses de agosto Y"F! ~uno de los dos cri-
ceses deberían contribuir a la defensa de Francia. Los socialistas
alemanes, por el contrario, temían que si se restringiera eficaz-
mente el militarismo alemán, Rusia conquistara a Alemania.13 Para
evitarlo, los socialistas alemanes deberían cooperar en la defensa
0.P<~ratona una
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de su país. Para la mayoría de los ingleses, socialistas o no, la eres del role%"""",, 1a unidad iteracional de los
caracteristica defen~i\'a de la guerra fue determinada por la in-
vasión a Bélgica por parle de Alemania; para gran parte de los
¡
tas. Esto parecena 1ndf1_cat_ . al menos en época de guerra. Esta
!etarios es ic ICI ' "te
intereses pro.·, Kautsky acepta al proponer un tercer cn:-
alemanes, socialistas o no, la invasión de Bélgica era una táctica es la conclusión que t a quién es el agresor o SI el
ofensiva dictada por una estrategia defensiva. a Puede disentirse con "%P;5,,cado por una victoria ale-
Las resoluciones anteriores a la guerra habían pennitido la ¡ • d se encuentra mas b
pro etanba o F . ue por una rusa sobre Alemania, pero so re
participación socialista en conflictos bélicos de carácter defensi- mana so re rancia q d l . el
. ·ente punto no hay desacuerdo: "To as as naciones y
vo; pero en ese momento ocurría que la guerra era defensiva para el 1 sigue , :. d vitar que
proletariado de cada uno de ellas estan interesa o_s en e
todos. Esa dificultad no había pasado inadvertida. Como August el enemigo trasponga sus fronteras y traiga consigo el horror Y
Bebe! insistía en que un pronunciamiento en favor de la guerra la devastación de la guerra". Como nadie puede aseverar con auto-
defensiva evitaría posibles ambigüedades, Karl Kautsky, en 1907, ridad quién es et agresor y quién el agredido, ni en dónde reside el
le replicó que aun los más exigentes desde el punto de vista polí- interés internacional del proletariado, cada nación deberá "salvar
tico, podían disentir, especialmente después del estallido de la su pellejo como pueda". El tercer criterio, por lo tanto, requiere
guerra, con respecto a qué país la había comenzado. Kautsky que la guerra sea conducida como una guerra defensiva. La
propuso otra prueba, presumiblemente menos subjetiva. Según él, norma de que el pro:etariado sólo puede apoyar un esfuerzo defen-
el hecho de si el proletariado debía o no participar en una guerra sivo requiere que éste participe del conflicto sólo cuando esté en
determinada, debía ser decidido de acuerdo con los intereses de juego la defensa del país.16 El hecho de si este enfoque brinda o
n_o un criterio más útil, es un problema que requiere escasa con-
sideraci6n.. · La lab. onosa LGusque ·d a de un cnteno
, ., constituye
, un
12 Véase principalmente el discurso de Jauri:s en Amsterdam en 1904, comentario suficiente.
citado en Lair: Jauri:s ti rA/1,magne, págs. 91-93.
13
Cf. la declaración emitida por Guesde, miembro de la minoría fran- L4C! proposición de K auts ki constituye
.
cesa, en el congreso socialista francés celebrado pocas semanas antes del xismo
1
.
· pags. 142-43.
una expresión superior del mar-
estallido de la guerra: "La huelga general sería un verdadero peligro para el C!. Kautski · "D' ¡
socialismo de los países más adelantados. ¿ Y cómo lograría la Oficina Inter- año 33 ¡ (2¡ d · . ie nternationalitiit und der Krieg" Die Nt!~ Z ri•
.' te noviembre d 1914) 2 » '
nacional que la huelga fuese simultánea? Y aun si lo lograra, ¿ no persistiría • tcltva en la guet : e ,'48 : La Internacional "no es un arma
16 K autski; "p;rra • g:.
es esenc1alme ente
t un instrumento
• para épocas de paz
la diferencia de poder en las diversas organizaciones laborales? El país mejor
organizado sería aplastado. Y eso significa alta traición contra el socialismo." '? de «i á]]?""mola@e
+,7-8,
i Knteee", De Ne zeta, sao as,'
Citado en alling: The Socialists and the ar, pág. 60. Bebe! efectuó una
declaración similar en 1891. Véase Joll: The Second International, pág. 73.
149
148
1
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
Com o hem os señalado, las resolucio nes de Ia Segunda Inter- Algunas inferencias de la segunda imagen
nacional no prohibieron la participación del proier_ariado en gue-
rras defensivas; pero en estas resoluciones se reflejaba la convic- lugar de ser incom patibles, son elem entos necesario s del fe liz
., de que una guerra europea constituiría Ia señal para que ~odos ::turo socialista. Si el socialism o debe perfe ccio narse dentro de
c1on. e • ovim iento 1nternac1ona 1 los ám bitos de la nación, ésta, en consecuencia, debe ser defen-
los partidos socialistas se uni esen en un md artido se lanzase a
rra y no para que ca a p dida. Para los socialistas alem anes, la pregunta era aún m ás
d
en contra e a gue I , . . teres
' después de todo, po- dificil, porque su teoría había perm anecido, al m enos verbalm en-
trio ·Que in , d
la defe nsa de su sue i o pa . G d Ia defe nsa de sus esta os te, m ás leal a la doctrina m arxista. Por otro lado, el partido ale-
• tas en ayu ar 8
rgían cont1nuam en te
1
•
, •
tener lo s socHl 1s . más había crecido a tal punto que, en las eleccio nes previas a la
d 1an d las dife renc1as que su e la res-
buraueses? A pesar te lista s les pareció clara qu ¡f- guerra, había conquistado m ás de cuatro m illones de votos y ele-
o b " a m uchos socia 1 1 Luego no es su gido casi la tercera parte de los m iem bros del Reichstag . Si Ale-
en los de ates, 1 debía ser: ninguno. . '11·stas se vie· m ania obtenía una rápida victoria m ilitar, posibilidad que en el
ta pregun a a. los soc1a I
puesta a es ¡anto estalló la guerr" ,,, de distinguir a verano de 1914 significaba algo m ás que una m era ilusión, ¿no
tente di aw ,%o. ave- +4n };""""~, a 1u a-etc"e sufr iría el partido socialista alem án un daño irreparable en lo
ron envuelto~ ende I defensiva. Para exp ica nto im portante, de· que respecta a política interna, ya que la victoria constituiría un
ro ·e; !ce
a se ;1,,,, ,
r.no a #".... w- ,o
mi "",Za· » ·e«arde3"3.
m otivo de crédito para los partidos burgueses? Y si lo s alem anes
perdiesen, el partido socialista alem án, ¿no sería acusado de haber
hecho inevitable la derrota, al destruir la solidaridad del estado
e. e""""or er"".e.ere",,]",$ e s> en sus horas de crisis? En cualquiera de am bos casos, la oposi-
socialistas, y ta al peligro, q! 1z Para hacer esta v1_c listas {ran· ción a la guerra podría haber significado el suicidi o político, ¿ y
-vería expues ana en el Este- Com o Jos soc1a J uier otro qué hubiese sucedido entonces con las posibilidades de fa vorecer
y%los sito
se ;p ro-germ :,e rvenir. ¡mo cualq
el advenim iento del socialism o en Alem ania, gi gante industri al
casorio "" ,
francJ
acere. tas",~ceses,
(ra •
;3,
tenta 0 enclavado en el corazón de Europa, cuyo futu ro había sido consi-
nactilbl ¡Mién pal""" ¿clusió"- ;is 5"? +a ±,
derado m uy im portante por todos los socialistas, fuesen o no ale-
e"a.» smar, ~.±e tos y"" ¡,ae m anes? Por una parte, los socialistas alem anes, al enfr entarse con
la realidad de la guerra, revieron su actitud previa y decidieron
hurgues, 1 medida en que a p es y dado que fil 1' 'ª que el hecho de que R usia derrotara a Alem ania no constituiría·
ceses,
or ir. e,,
en a
adelantado la tesis
atriotas frances '
e el socialismo Y
G
la soberan
¡,~"fes.
te&
Je11d· tan sólo la derrota de la m aquinaria capitalista del estado alem án,
sino, en realidad, la derrota de las aspiraciones socialistas en toda
Europa central; por otra, los socialistas ingleses decidi eron que
sin la intervención de Inglaterra a favor de sus aliados, seria po-
tuvimos aunados en " 44,o'je sible una victoria alem ana, "y esta últim a significaría la m uerte
ca. x.coa, "pedo ·"%; {na.a » era in,,'f1'4 f. º
de la dem ocracia en Europa".1 Aun entre los socialistas m ás de-
cera r a que ssbiomosf;}ua, era 1icil sponer q",y1 ,í Declaración firmada por veinticinco miembros del Parlamento; citado
mario en las tendencias impen 1 ta unidad acerca de todos >"ji l~J
19
en Humphrey: lntcrnational Socialisrn and the IF'ar, p:igs. ll2·l3,
cional habíamos logrado una comp e K . " Die Neue j
de la guerra." "Die Internationalitiit und der r1eg , ft/' 151
I (27 de noviembre de 1914), 240. . /f
18 Acerca de estos puntos, véanse especialmente Cole: Á Hzs r
/ist Thoucht [Historia del pensamiento socialista], III, 60, 84, 9
Schorske: German Social Democracy, Cap. X.
1 1
150
-
1
EL HOMBRE, EL ESTADO
Y LA GUERRA
q
,
votos era posible hallar
si La política d respuestas contrnd; .-
iones. d . a ictorrns a tal Algunas inferencias de la segunda imagen
e po er, nterna y
fu erzos de los socialistas :t es pre.
que habían luchado t
a l
ar
r ex erna, confundió los
a poner en marcha 1a unia aa
an a anosamente dura t l por a
proletariado por la revolución socialista destruye todos los otros
. a guerra. El comportamiento de ' e os años anteriore intereses y los relega al montón de escombros donde se acumulan
Pje ra guerra mundia l ademo,",," trabajadores durante i, todas las ideas pasadas de moda? Kautsky había admitido franca-
.%'2ge rra
:. umc amente por sus .
o. .: ; " mota.
cuya acción era
mente que, en la práctica, la doctrina del interés armónico iba a
derrumbarse. Esto constituye un sacrificio mayor de lo que la
sus intereses particulares La
3"<Plicar
,,
lg die se» r»era»
como una armonía d
urgueses :?o Par d
..1"?"
pro~1as definiciones acerca d
.
grant+ns ae
nacionales sería tan difícil
e intereses entre v .
»e.
teoría socialista ortodoxa puede soportar, si su objetivo es una
solución aparentemente práctica. Si la teoría socialista debe salvar-
se, hay que adaptarla rápida e inte'.igentemente a las nuevas condi-
ciones. Lenin las tuvo en cuenta e introdujo en la teoría los ajustes
lograr un ae " 'arse cuenta de las dificulu,3, 'os gobiernos
nai cuer o espontáneo entre 1 . a es existentes para que consideró apropiados. Nos referiremos a él en las páginas
ha ~s, como lo habían supuesto los o~ ¡.ªrhdos socialistas nacio- siguientes.
.Et.E;2:±E.z:
so':1.ahstas, si existía verdad
d e unión. Y
. La aspiración común de todo La adaptación de la teoría a los hechos: Lenin.
eramente no · )S
política a no era posible una sin,, Constituía ya un lazo
de los estados capitalist I p e oposición verba] a l En el período de la primera guerra mundial, cada partido so-
oponerse activamente o de· as; os partidos socialista " cialista se sintió unido a su estado nacional por lazos de carácter
precisamente d d "Jar por completo d h as debrnn emocional y material; los intereses de los trabajadores organiza-
tánea, con .""" se quebré la suposieia, ¿, "cerlo. Y es «qui dos nacionalmente en partidos socialistas, no coincidían en la
s·
1
l . mev1tah-le que sucedi.
Os motivos rue .... uese,
la armonía espon- práctica de manera tan perfecta como se suponía teóricamente. El
para contribuir al aq o esgrim1an los diversos a . descubrimiento de este hecho sorprendió a la mayor parte de los
preocupación por l p dy; de sus gobiernos conv Partidos socialistas socialistas. Lenin, por ejemplo, no podía creer, al comienzo, que
la fuerza del a "censa de la nación
ar'1 1o en las el
_ionales,
(eseo d
como 1 los socialistas demócratas hubieran decidido apoyar la guerra del
ocurre entonces _c ompetencias pol·c . e preservar gobierno alemán, indicando así una aprobación, al menos parcial,
con 1 la convicción mar.:, 'ucas internas, ;qué de la guerra. Cuando se le informó acerca de esta circunstancia,
20 .. xrsta de que el int '. G e
Esta ultima posibil"d eres del trató de explicarla como si se tratase de un complot de la prensa ca-
listas, incluido el propio ~I ad fue contemplada por u pitalista. Según él, la prensa, con intenciones obvias, informaba
!;gg g: oros». «.
"; pi. eser en.",f 6-ero a- .na.
Pitalistas del mundo, un;a>.'',acia el futuro no pu, ,_ aón alguna por
erróneamente acerca de la posición de los socia'istas alemanes.
Cuando Lenin comprendió que su explicación era incorrecta,
!I <:I_de septiembre de 1914) 9Der Imperialismus", Die Nadoptar el lema:
lecimiento de un ord .' ~O. Hobson también . eue Z.,it, año 3 se dedicó de inmediato a idear una nueva, tal como debía hacerlo
Prob/ems o/ th N ,.;" cap11alista mundial considera Que I 2, si deseaba salvar la teoría socialista. Según la teoría de Marx, el
e 'ew World, págs., 182.85. es una posibilidy S esta- proletariado posee un solo interés. El hecho de que los partidos
- • vv, 1
ª temible.
nacionales no hubieran actuado de acuerdo con esa teoría signifi-
caba, si no se deseaba descartarla, que dichos partidos socialistas
153
,
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA CUERRA Algunas inferencias de la segunda imagen
no representaban al proletariado, o que sus dirigentes habían fra- • tancia que convertiría al proletariado en una
casado en la interpretación de los verdaderos intereses proletarios d os clases ' l'tº
circuns d dº h d
tan indeterminada como es 1c a a.
A 1 b.
a o. Je-
ID
asa mono i ica, podrían aparecer dºlivisiones,
. . con tes t. aro n
Y en su capacidad de actuar de acuerdo con ellos. Existían tam- ei6n de que en esam%°, 1os proletarios en una clase, y conse-
bién otras dificultades. Allí donde hay diferencias de opinión en 851z.· 'Esta organizac1on ·bd; 1
cuentemente, en un
0
partido político resulta pertur a a por
' b . d P la
ª
lugar de la unanimidad que se espera, se puede restaurar la uni- · que existe entre los mismos tra aJa ores- ero
compe tenc1a
· , /
·' vuelve a elevarse siempre, mas uer e, rm t Ji e y po -
dad apartando a los que disienten y permitiéndoles formar sus organizacon <dad d fi
1 a" 22 Como estaban convencidos de la veraci a e esa anr-
propias sectas. Esto, sin embargo, conduce a interminables dispu- aeros . l • "un movi
· 'n consideraban al movimiento pro etano como • -
tas para aclarar cuál de ambas corrientes de opinión representa ""2,' a oconesciente idc ena5e nte de la inmensa mayoría, en
fielmente la doctrina original. Lenin dijo que algunos de los lla- favor de la gran mayoría". Como a este movimiento se o co~s1-
dera autoconsciente y políticamente responsable,. no existen re-
mados proletarios no lo eran en absoluto, puesto que habían sido
comprados con las ganancias mal habidas del imperialismo. Este
ces entr e 1o» conductores y 1a r asas 1os c9pi",$""?";"$?3"]
simplemente "e l sector más avanzado y decidido le los P
grupo había constituido un mal ejemplo para la masa de prole- de las clases trabajadoras en todo los países". Expresan cP _mayor
tarios de buena fe, y la obligó a aferrarse a las miserables recom- claridad los intereses que la masa ya posee Y conoce, si ien 1m-
pensas presentes del capitalismo con preferencia a las futuras -y, perfectamente.28 , • •
El mejoramiento de las condiciones econormcas ~ace sur~r
por lo tanto, problemáticas- promesas del socialismo.21 El in- una armonía fundamental de intereses entre los trabajadores; la
tento de volver a establecer un consenso unánime mediante la de- función de los dirigentes socialistas es expresar dichos ~ter:es
1
finición de los fundamentos del socialismo en términos más precisos en términos concretos. En teoría, se eS tablecía unad:fe~a_c iodn ~
• • • • la teoría era i ic 1
, e ap •
definida entre dirigentes y masa, per 0 . , d
poseía la considerable ventaja de retener un fuerte elemento de , d h t qué punto existia una ver a-
d
car. La práctica d epen 1a e as a . E; 1915, tres
determinación materialista. Pero al mismo tiempo, al plantear un dera armonía de intereses entre los trabajadores. n b '
. bk ht Rosa Luxem ·urg Y
problema embarazoso, presentaba una gran desventaja. Si el pro- socialistas de izquierda, K ar l Lie! nec ' . . d l
Franz Mehring, recordaban con nostalgia el optillllSID ali? e dos
letariado podía ser seducido tan fácilmente, ¿cómo podría trabajar ' "b" llos- hemos menta o
socialistas. "Hasta ahora - escn ieron e . d. s
con la solidaridad necesaria como para llevar a cabo 1a revolución la creencia. . . de que los intereses de clase del proletaria do cons-
d ti y que jamas pue-
socialista? En otras palabras ¿qué podría evitar la multiplicación tituyen una unidad armoniosa, que son 1 entc os. stra
den luchar entre sí. Esta era la base de nuestra teor a y nues
infinita de sectas, cada una de las cuales se consideraría fiel a la
doctrina original? :, , d. l inglés de Moore, págs
22 Marx y Engcls: Commrmist Mani/esto, tra • a .,
El problema había existido para Marx y Engels, pero no tan 24-26. Las bastardillas son mías,
2s Iid., págs. 28-32,
seriamente. Ellos vaticinaron la clara división de la sociedad en 155
154
,-
&
,
EL HOMBRE, EL ESTADO y LA GUERRA
es]
ka is o Be Done? (O,
CI. Lenin:
1tan eidad d ] ' ras
¿mP""""",,,
.patas -
era respon
Pon! las masas exige a los sociald"
eda le
abilidad. Esto se escribió en 1902,
___ _j..
156
a 1
EL HOMBRE, EL ESTADO Y u CUEI\Rj
159
El "si" es importante. Es posible rechazar la tesis de la armoní&
21
espontánea sin llegar al otro extremo de una conformidad rígida, que nunc L
se logra sin el ejercicio de una gran fuerza de uno u otro tipo. . _ •
", pges., ur,Ego p4»iin. d o e,_ 3in- 4 +P"
ni-Dührne), tuad. al in glés de Bum, á~. 306307. e
--
158
/
=
~2
,
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA CUERR
Algunas inferencias de ia segunda imageri
:º
",""" "" e arraiga específicamente en la doctrina nacionalista
o xvm y, de manera general, en el liberalismo del . J
2.2.2":,""ggiga «seos. ..a.#
tos intereses egoístas, y por esos intereses egoístas los estados se
lanzaron a la guerra, en oposición a lo que hubiesen sido las inten-
ciones del pueblo, si se les hubiese permitido conocer la realidad
de los hechos internacionales. El socialismo eliminará la influen-
amb : f1 · e peno o anterior a la on-uerra · La p ri1mera d e cia de "los intereses" y permitirá por primera vez que la voz del
1 as m uenc1as, expresadas originalmente en los ideales : pueblo sea escuchada en toda su· prístina pureza. Esto significará
na es y culturales de Herder y de otros de su época hab' s naco- la paz.
trado en Ma · · , 1a encon-
titu zzm_1.su expresión política. Si cada nacionalidad cons- Así como los revisionistas estaban relacionados con la co-
,"""?"" nación separada, reza el argumen to, cada naci6n esta-
a sa Is.eci a con su destino y 1 .,. • •
rriente más importante del pensamiento liberal en cuestiones de
política internacional, por la misma causa lo estaban con el pen-
pre La id d , as guerras terminarían para siem- samiento marxista convencional de la época. Su convicción de
•• 1 ea e que la autodeterminación nacional es l . . que los estados socialistas tendrían siempre la misma opinión
camino conducente a la p d • e unzco acerca de la guerra y la paz, es, de manera diferente, una de las
mientos la re! t E nz per uro, a pesar de que los aconteci- suposiciones sobre las cuales se basaban las resoluciones sobre la
frente a u aron. n verdad, fue formulada originalmente paz de la Segunda Internacional. Aquellos que pueden suponer
en cuant u~a ~erdadera contradicción, porque el estado francés que la acción, de cualquier partido socialista nacional estará en
o ogro una verdadera conciencia nacional, se sumergi • perfecta armonía con la ación de todos los demás partidos socia-
en uno d e los período t h I o listas, también pueden suponer, mediante el mismo proceso men-
t . s ur u entos más impresionantes de la hi
ora: en nombre d 1 . . • IS- tal, que las naciones socialistas vivirán en paz perpetua una con la
eo . e os principios nacionales se emprendieron otra. Antes de bosquejar una amplia conclusión debemos examinar
nqu1stas y matanzas en una escala desconocida hasta entonces más detalladamente la posición revisionista.
Parece que para u f CbL,
la tod ' Isar una rase muy adecuada de Alfred o. an J ohn Hobson sentó las bases de las principales ideas de esta
,,"@determinación nacional da origen inevitablemente al au' escuela en lo que respecta a política internacional. Su estudio
e ermm1smo nacio 1 • o • d • acerca de la guerra de los bóers lo llevó a la conclusión de que
todas las n . na principio que surge de la historia. e cas¡ "esa guerra fue ocasionada por una pequeña confederación de
La f ac1ones del mundo, sin exc!uir a los Estados Unidos. financistas internacionales que trabajaban por intermedio de una
ci6 ~,"Principio de nacionalidad como base de sycn prensa subvencionada por ellos" ocasionó la guerra. ¿ Cuáles eran
sus objetivos? Crear, en primer lugar, una fuente de trabajo ba-
na, 'a Paz, no muere fácilmente. Si la autodeterminaciá, rata para el futuro, y tener la oportunidad de obtener rápidos
1ona, no trae aparejada l " debería logra beneficios en el presente.3 3 Hobson pronto generalizó la interpre-
la nacionalidad sumada n 1 ª/ªz, por lo men~s. había supue~t o tación de esta guerra y la aplicó a todas las guerras modernas, y
que un estado t d a democracia. Mazzin woodr,," además, agregó a dicha interpretación un remedio para poner fin
Wils On convierte au o eterminad
evo].:, 1o seria
. d ocrát1co,
lem na condici<
. . \y
: PHcitament t, .,:. en u }; ' 33 Hobson: The a r in South A/rica, pág. 229.
previa para la pa e esta suposicion lentes is
: az mundial p . ntece 'O
neos de la doctn· . ero aun así Jos 11 echazar, p~ ' 161
.
consiguiente, est d, na son equi d
ivocados."? ;Habria • que rprovechos,'
h,
Lo , a loctrina o t ·trla en d b '
s revisionistas eü . ratar de conver I . Consi era. !l.¾
me @eeoenan, ;1" /3 ea+ eme"ae wsra ",
ica abia constituido un
a2 Vase Cap. IV.
160
q 1
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
+s,,z.
mercados deriva, irecta ~ H bson establece en primer lugar un
ea 3,_e.a.e
Al fundamentar su tesis, ~ el imperialismo; y esto lo munidad, debe adoptar una política que esté de acuerdo con la
presión ejercida por aquellos intereses.36
»re»ses de e w·
ileva s la conclusión "° %" ~mas elevados que l °"ka Toda la obra de Hobson y la mayor parte del revisionismo gi-
país los cos os , adoptan una
Para cua J quier , entonces los pa1ses el interés egoís- ran alrededor de este pasaje en lo que respecta al problema de la
• 84 • Por que puesta en in guerra y la paz.
ganancias. ~ . ? Hobson ha11a 1a re} siderada como u
de tipo iropenahsla.. . Para la nación, con t· ularinente one• Cuando él califica a la política exterior de los estados capita-
u os minoritar1os. un desatino par ic ·ndustría'les, listas como desatinada, está en lo cierto, porque siempre hay una
ta de gr p . r ino representa financieros e "'. a esta gran parte de insensatez en los actos de los hombres y los estados.
1 jinpena 1s intereses A traves e Pero cuando considera al imperialismo como el único desatino
todo, e a minoría con beneficios. H bson toma importante y lo vincula con las aspiraciones de una minoría egoís-
roso; para un fuente de ínJDens~n Ja frase que ~e salida sl
•wye una :·lismo, se' sistema de ta y rígida, cambia el materialismo de la dialéctica marxista por
consta , I iJDpena , ' e "un vasto _ Iarse, que,
¡terpretació"» f l nada más
_Mi!I no
i",
periores •
peería °°%,
. aciona Pª
el estado
L dife·
un materialismo más ingenuo y menos útil. Esto constituye, en
pocas palabras, la explicación de una sola causa en una de sus
de JaJDes '1as clases su . lista es tan irrd socialista- a e el formas más modestas. Y, cuando se explica una sola causa se pue-
de llegar a una solución simple y definida, como en este caso. El
o;g"
este ,iw
JilO o, .
{pi.
c<>IIlº o s los dos "-
·entras "
que J
2.i»
7 capita· capitalismo es sinónimo de guerra porque permite que el interés
de una minoría determine el deseo de la mayoría; el socialismo
al tu«sel4" ¿aste e" ~ocal "~, ±ter;5,e«de significa la .paz porque representa, en general, el interés del pueblo.
:. crucial que ,lítica TA., de , esté "",asta Bajo el socialismo los arquetipos de la villanía capitalista serán
reni; ~aoor4 me" ¡ aoinasi", ri"~,do ;; ere expulsados; los intereses especiales, si es que existen, ya no po-
socialj"_~• sometido % terete % ,¿unge e drán corromper los procesos racionales del estado.
a aisse-la" , La cuestión """.., te 4",~ci En el marxismo puro, como se recordará, el estado desaparecía
1tas, no lo ha",_¿. 1a suposició" ..
' h o más 1en ¡] La jJrls-
,or"" g
¡r;;'
,,e, .. -
dejando tras de sí una libre y espontánea asociación de hombres.
Las guerras entre los estados cesaban porque ya no había estados
por el hecho, lo raciona · io .r 1'. ¡ssez que lucharan contra otros. Para los revisionistas, el estado retiene
_11~ edispueslo a , fo. tfJ- ,,_ , /P su característica política, pero la función política se vuelve menos
se halla pI . igw'enle parra • ¡e"IJ ¡1'º" Je
merece que se cite el1 sl l' c'',»i controvertida; asume la preeminencia el interés del pueblo, y se
Un estado
·Isa
completamente soc1~ is de
q",e
je'1'"
,r so Jbid., págs. 47-48.
162
,
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA CUERRA.
--- -------"
,
EL HOMBRE, EL ESTADO y LA GUERRA
t .- -~ -
,
EL HOMBRE, EL ESTADO y LA GUERRA
4
u
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
pro"rama. La aparente incoherencia desaparece ante su análisis hiera podido lograr el desarme después de la primera guerra mun-
, . D' Hobson que Cobden no valoró suficientemente dial si una de las grandes potencias hubiese renunciado a su po-
econonuco. ice . . e or otra parte, dedo militar. Y él pensó que Francia daría ese ejemplo."" De la
las virtudes pacíficas del libre comercio, Y qu , P , '
f' 'I I blecerlo 6~ Cobden ataco el1 impe misma manera, Hobson confiaba en que las diversas confesiones
ac1 es a ·¡·¡ .'mo •1·n comprender total-
Pensó que) seria muy · 'smo y el mili ans • • •
religiosas lograrían el cambio uniendo sus preces en pro del "sen-
rialismo, el proteccioI" ¡; Hobson que al socialismo prime tido común." 57 La esperanza y la exhortación de los revisionistas
mente su raíz econom1cd\ ~~ por el liberalismo del siglo X~ era que las naciones comprendiesen la insensatez de su compor-
, 1 "º las virtudes e en • as . se originan en e tamiento. La esperanza se funda en un análisis económico que los
ro, ) ueo dial Las fricciones que d . el comer- había convencido de las amplias posibilidades de paz que podían
)ogr ara án )a paz mun · . de los esta os,
··flamarán ya las relaciones d d de intereses. La ofrecer los estados socialistas. La exhortación se funda sobre su
comercio no rn b'o en una rec1proc1 a . ras de ven· enorme fe en la fuerza de la razón, y esa fe es tan grande que por
. á en cam • ' ños ni mane
cio los umr 1 ' " ra, maqui'nar nuevos enga , en cam. ¡bio,' el me1o di momentos olvidan las condiciones previas económico-políticas que
ellos mismos han especificado. Continúan por cierto la tradición
razón ya no ~"ra ediante artimañas; ser~, estados para lograr
establecida por la Segunda Internacional: combinar la creencia
cer a otros pa1:es m, las re'aciones entre os en las técnicas del movimiento burgués en favor de la paz, arbitraje,
el cual se a¡ustaran .. 1 Las guerras han desarme, diplomacia abierta con la convicción de que los socia-
y, mutuo.
pe'
el pro;ec ás {actores que ur 1gica superfiI"" ~áer ante ""
uentes como paratados tal co~º
listas, aun fuera del poder, pueden ejercer suficiente presión so-
bre los gobiernos nacionales para asegurar la paz.G8
i ,",Iere1,' .a a " % cm#; La primera dificultad es incidental, un tropiezo lógico surgi-
'd demas1a la con u adoptar e ser abo • do de un deseo acuciante de paz para el presente más bien que
SI~. superficia en_ se los obligara a y si éstllS deben lt11 incon· de una promesa de paz para el problemático futuro. La segunda,
i"~a» se t, a"a s es vital para el desarrollo de nuestro argumento. Aunque los revi-
¡
el que ha pro ¡mente, l les e ellos sionistas no actuaban ni hablaban siempre según su propio aná-
El viejo sisteJ!la biar raáica d dificil ts bsef'IB entr: des· lisis, no obstante establecieron claramente el hecho de que se debía
'l debe ca!ll b t10 os e o 1"' qu tes 1 cambiar el viejo sis'ema si se deseaba la paz. ¿Pero qué debía
das ague . n emba ' p ·mero, s iisbºc Jd, s1I cambiar en el viejo sistema? El análisis socialista, tanto de Marx
4#e. Eism
t los revisil las.",a~Mi
"""
ento de M",a
.pon i. "°
e!,w",y,,
roer 6lo como de los revisionistas, señala al capitalismo como el mal; pero
a7smi% ~#ar en w ""
",i,,
el socialismo que reemplazaría al capitalismo constituía, para Man:
a
i"?2 u sn"á1• fe3; no sólo el fin del capitalismo, sino también el de los estados. Para
Marx, los problemas políticos internacionales sólo desaparecerían
seo su l ""~.aa, a ". % ·
a u iere " u y el na" pi1 Ge Blum: Les Probümes de la Paix, pág, . 152-53,
• id}"pZZ'ase}±es
G7 H obson: The Recording Angel, piág. 58.
GS Cf. las reso luciones de Stuttgart y Copenhague. Este asunto está bien
tratado por Cole: A Hiswry of SociaU.1 Thousht, III, págs . 68-69, ~ -
pueden ser destnudos ~ Inglaterra di~ elfl
sus cadenas". y él penso que . «% 171
Blum, utilizando el mismo razona1men pi,
Garnier-Pages unos sesenta años antes que
170 1
-i-
";
e;-;;;;;;;;:;;;:;:;-;: :;:-:;: ;:-:::::,---=~--
-c::±iza.-
---- -·---'-·f. ·1¡
j
'
Algun as inferencias de la segunda imagen
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA mentos que constituyen el alimento espiritual de las alianzas y los
grupos especiales, se marchitarían y entrarían en decadencia".
con el fin de los estados. Para los revisionistas, el problema
Kautsky estaba dispuesto a admitir que en tiempo de guerra no
esapareceria junto con los estados, sino cuando se ¡0 ª no existía una armonía automática de intereses entre los proletarios
mayor perfección interna dentro de cada estado T r~se una
de diversas naciones. Lenin también lo admitió, pero recomendó
o» revéis.isss. is ot visdo s Mor y recura &,"},""" la utilización del poder para introducir cambios en ese hecho tan
sam iento liberal del siglo xIx en general. Esto Y pen- ¿,_
ble d ], 's' " s os crean que el ro desagradable. Los revisionistas intentaron explicar el hecho cul-
. ma e a guerra quedaría eliminado mediante el mej p . pando a uno solo de los partidos socialistas nacionales, lo cual
nterdé l nisis eo»ge, siséis a j.."","$"?
hacía depender la paz futura del mundo de ganar la guerra presen-
%,2,7ye" sé isos.
.2 osos,
s e» séis
.,unas veces que los acuerdos internacionales que no '
iiC, te, y preservaba al mismo tiempo la ficción de una armonía es-
pontánea de intereses entre los verdaderos socialistas. La tenden-
sos em os por la fuerza carecen de valor 50 P son
conclusión al caso hipotético d . . . ero nunca aplico esta cía a redefin ir la categoría de "socialista" en cuanto algunos so-
socialistas en una situa .• 1e que existieran muchos estados cialistas se comportan de manera que disgusta a otros socialistas,
172
Algunas inferencias de la segunda imagen
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
tica de diversos tipos de pensamiento con respecto a la política inter-
paz".81 Esta convicción es un eco de la actitud francesa, británica nacional, pueden ser útiles para evaluar análisis y prescripciones
y norteamericana contra el militarismo alemán a principios de ampliamente separados en el tiempo y divergent es en cuanto a su
contenido. En este punto resulta innecesario repetir, con respecto
este siglo, de la actitud de Cobden contra Rusia y el imperio austro- a los revisionistas, todas las críticas planteadas contra.los liberales.
húngaro a mediados del siglo pasado, y sin duda, de la actitud Si resulta evidente que las mismas críticas pueden apli carse a unos
de las tribus primitivas contra sus semejantes durante largas épo- y a otros, se habrá cumplido el propósito de este capitulo.
cas. Si ese otro estado o grupo de estados fuese mejor, no tendría-
mos estos problemas. Los revisionistas suponían que la elimina-
ción de una víctima propiciatoria era equivalente a introducir una
paz perpetua. Eliminese primero el militarismo de Alemania, lue-
go el adjetivo "capitalista" de la frase "estados capitalistas", y
no habrá más guerras. El malhechor inmediato era Alemania; en
un sentido más amplio lo era el capitalismo; pero de todas maneras
eliminar lo malo resolvería el problema. Aseveraban que los esta•
dos socialistas serían pacíficos, lo cual, aunque puede ser cierto,
no quiere decir que siempre haya automáticamente paz entre los
estados socialistas. Esto es lo que no comprendieron los revisioni s-
tas. Quizá sea verdad, en cierto sentido, afirmar que los estados
capitalistas causan la guerra; pero el análisis causal no puede ser
simplemente invertido, como en la afirmación de que los estados
socialistas signifiquen la paz, sin asegurarse primero de que el
análisis causal es completo. ¿ Qué debe ser abolido, el capitalismo,
los estados, o ambos? La ambigüedad del análisis marxista, que
en el contexto original desaparece con el comienzo de la gran
transformación socialista, reviste vital importancia en la compro-
bación de la teoría revisionista.o:? Los revisionistas mismos evi-
dentemente, nunca lo comprendieron así.
El examen de la teoría y la acción socialistas proporciona un
ejemplo de la continuidad y constante reaparición de pautas de 175
criterio en la política internacional, y sirve como estudio deta-
la
llado de posibilidad de aplicación del tipo de análisis efectuado
en este libro. Demuestra que la elaboración y la comparación crí-
174
CAPITULO VI
LA TERCERA IMAGEN
177
O
r
4
La tercera in14géll
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA CUER\lA
tas veces repetido, de que las armas no originan guerras sino que
nación nunca debería experimentar por otra, como lo comprueba otorgan seguridad y, posiblemente, hasta afiancen la paz, señalan-
nuestra experiencia en más de un caso".2 Existe una relación evi- do que dicho razonamiento constituye una combinación de mitos
deshonestos que disfrazan los intereses de los políticos, los fabri-
dente entre la preocupación por la posición relativa de poder
cantes de armamentos y otros, y de una ilusión honesta que abri-
expresada por Tucídides y la admonición de John Adams al res- gan los patriotas sinceramente interesados en la seguridad de sus
pecto de que el amor entre los estados es inapropiado y peligroso. respectivos estados. Para disipar la ilusión, Cobden, uno de los
Esta relación está explícita en la siguiente declaración de Frede- tantos que han sustentado este punto de vista, señaló en cierta
rick Dunn: "Mientras persista la política de ayudarse a sí mismo, oportunidad que duplicar los armamentos disponibles no afianza
la seguridad del estado, que, de la misma manera, ninguno se en-
el objetivo de mantener el poderío del país será superior a cual-
contraría en peligro si se redujese simultáneamente en un cin-
quier otra consideraciónª.3 cuenta por ciento el poderío militar de todos los estados.• Dejando
En la anarquía:.:..:.
no existe una armonia automa itc ática:3 las.,.. tres
2 de lado los porcentajes de Cobden, que no reflejan con precisión
declaraciones precedentes reflejan este hecho. Un estado utilizará las circunstancias reales, este argumento ilustra una aplicación
la guerra para lograr sus objetivos si, después de evaluar las poi51• supuestamente práctica de la primera y la segunda imagen. Me-
diante la educación de los ciudadanos y los líderes de los distintos
b 'lidades
1
de éxito considera más importantes esas metas que as
, ¡ · 'lt' de su estados, o bien a través de un mejoramiento en la organización
b ondades de la paz. Como cada estado es e Juez ud iml o f de cada uno de ellos, se busca una situación en la que la lección
d ¡ se e a uerza
propi a causa, en cualquier momento Pe"d",
. . litica. Como ca a es a
"",,i uede hacer aquí bosquejada se transforme en el fundamento de las políticas
para poner en prachca su po . d deben permanecer estatales. ¿Cuál es el resultado?: el desarme, y por lo tanto la eco-
nomía, junto con la paz, y la seguridad de todos los estados. Si
uso de la fuerza en cualquier momento, """", a,a con la fuer- algunos muestran el deseo de disminuir sus fuerzas armadas, otros
rados para contrarrestar a ue
constantemente prepa! debilidad. Desde este punto de se sentirán inclinados a seguir una política similar. Al destacar
za o para pagar el precio de su d l t do le es impuesta la interdependencia de las políticas de todos los estados, el argu-
' de :. part e e es a
vista, la necesidad e accion por . los estados. mento centra su atención en la tercera imagen. El optimismo, no
por las circunstancias en las que existen todos rte de la natu- obstante, resulta de soslayar ciertas dificultades ineludibles. En
En cierta manera, las tres imágenes forman Pª tan fundamen- este capítulo y en el siguiente intentaremos explicar dichas dificul-
tades por medio del desarrollo y el análisis detallado de la ter-
raleza . El hombre , el estado y el sistema estatal. sonJes, que un ana- cera imagen.
tales para comprender las relaciones int ernacion es, Por maUY En los capítulos precedentes estudiamos la ideología de cierto
lista muy pocas veces pasa por alto l las otras tr d10° ¡dé' ,ar& poner ., qe número de hombres cuyas ideas acerca de las relaciones interna-
.
11 S un ' ,erP Jll retac1on e
apegado que se encuentre a una d le ellas.
o •
acento sobre una imagen puede distorsionar la
o
• 1 i'
'
.a,, se encuen·
+ta de
le VIS
4 Cobden, especialmente sus Speeches on Ptace, Financi al Re/orm, Colo-
nial Reform, and Other Subjects Delivered During 1849, pág. 135.
las otras dos. No es extraño, por ejemplo, que q 11to ento tan-
()ti ¡1fil '
tran inclinados a considerar el mundo desde e1 r ,<~ 179
la primera o de la segunda imagen, se opongan ,I .,bada el 6 de
É, de ha visita
? Cara de John Adams a los habitantes de Petersb''si
junio de 1798 y reproducida en el programa publicado e"¡o
{e'
de William Howard Tal!, Petersburg, Va., 19 de mayo
3 Dunn: Ptace/ul Changt, pág. 13.
178
La tercera imagen
EL HOMBRE, EL E':iTAllO Y LA CUERRI
"derrotados diariamente por el sueño, la enfermedad o la debi-
cionales concuerdan con la primera o con la segunda imagen. En
este capitulo, con el objeto de variar el enfoque Y debido que a
,
1 lidad mental, y finalmente por la vejez", no pueden hacerlo. Para
sobrevivir, los individuos deben agruparse; los estados no están
la filosofía politica ofrece indicios insuficientemente analizados '¡ sujetos a una necesidad similar debido a su propia naturaleza. 6
• l 1· . . . al ' nos concentra-. \ lasguerras entre los estados son, por lo tanto, tan inevitables co-
Para la comprensión de a po ihca . mternac1on 1 mo los defectos de la naturaleza humana.
remos principalmente en el pensamiento pontuco de un hombre.
l't'
\ Et alis# á f.)naque filar al de Sincoa en ciertos
.
ls
Jn tensé Ros». Por mismas rones, al
l
s@%9""""",
d · aaen nos re ente 1 aspectos, es más complejo y sugestivo. Define a los hombres como
miembros del mundo de los sentidos y del mundo de la razón. Si
paración con la pnmera y a segun a im º , S . a para la perteneciesen totalmente a este ú;timo, actuarían siempre según má-
i»» se. se s »i ros •la 4"y";"¿"Z ro» ximas universalmente válidas e impuestas por la propia voluntad:
Primera ima"en
e •
seaun a 1 1en
Y K ant para
mencionados prenamente, un_ r'7
O
umen de• los ¡-azonam1e • ntos que
180
La tercera imagen
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA CUERRA
perfección in tern a. 8 Esta constituye una solución en consonancia
ley. En consecuencia, son inevitables el conficto y la violencia en-
con la segunda imagen, es decir, posibilitáda por el perfecciona-
miento de cada estado separadamente, aunque el análisis reali-
tre ellos. Pero este análisis no conduce a Kant o concluir que la zado por el mismo Kant nos induce a dudar de su conclusión. En
solución se encuentro en el establecimiento de un estado mundial el nivel del estado, un sistema político adecuado permite a los
Tuvo que buscar otra solución, porque temía que un estado mun- individuos comportarse éticamente; pero un sistema igualmente
dial se transformara en un terrible despotismo, asfixiara la libertad, adecuado no se logra en el orden internacional. No obstante, de-
bemos creer en la paz entre estados. La incongruencia es eviden-
aniquilara la iniciativa y desembocara finalmente en la anarquía.
te, si bien el resplandor resulta algo oscurecido por la confesión
La otra posibilidad que se le ofrecía era que todos los estados se de Kant de que él no estableció que la paz perpetua fuera "in evi-
perfeccionaran hasta tal punto que les fuera posible actuar obe- tab'e", sino simp~emente el hecho de que tal situación no era impo-
deciendo a máximas que pudiesen universalizarse sm opos1cion. sible.
Aunque Kant teme la primera solución, es un crítico demasiado Según la filosofía de Rousseau, considerada en este capítulo
. como una teoría de las relaciones internacionales, el acento sobre
cauteloso y perspicaz como para creer en l a u'ltima, · Él ,mienta
. el marco de In acción estatal hace innecesarias a1 gunas de las pre-
combinar las dos soluciones. El objeto de su filosofía política es misas de Spinoza y Kant; a otras las convierte en imposibles.
consolidar l esperanza de que los estados puedan mi""%.'
aprender lo suficiente de los sufrimient os y la devastaciQ"
hagan posible el reinado le
F", Jea Jacques Rousseau. -= (0oí
cados por la guerra. como para que e • b da
" d la fuerza, sino o serva
la ley entre ellos, una ley no apoya a por . : t interno_de Montesquieu y, como él, Rousseau, cuando examinaron los
. , El . factor es el meJ orarruen o .,. intentos de otros filósofos por comprender el estado natural, se sin-
voluntariamente. pnm~·-· --- ·-·· .... · -· ¡ xterior. Pero
como e se¡;u
~I . d d la ley en e e
los estados; el segundo, el reinado 1°
- j cundo es totalmente volunt ario, de
. . El"poder'
----
1ende por completo
,4.
dela perfección con que se realiza el prime""?lera, sino _de_la
a.
para__ .'.!.-
tieron impulsados a vertir el mismo comentario crítico. Dice Mon-
tesquieu que Hobbes atribuye "a los hombres en estado primitivo
182
La tercera imagen
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
cia que el medio ha ejercido sobre él.1 8 Al menos teóricamente, se
pueden eliminar las características ambientales adquiri das y lo-
lo que no pudo suceder hasta que vivieron en sociedad."1 Tanto
grar una idea de la naturaleza humana propiamente dicha. E l
Montesquieu como Rou~seau sostienen que el estado natural que mismo Rousseau ha expresado "ciertas opiniones y aventurado
menciona Hobbes -y lo mismo puede decirse de Spinoza es algunas conjeturas" con respecto a ese problema. 14 La dif icultad
una ficción construida sobre la hipótesis de que los hombres en de la tarea y la falta de certeza acerca del resultado destacan el
error que signifi ca considerar al hombre en estado social como
estado natural poseen todas las características y hábitos que ad-
un individuo en estado natural, tal como lo hicieron Hobbes y
quieren en la sociedad, pero no las restricciones que ésta les im• Spinoza. M ontesquieu, en lugar de hacer derivar direc tamente con-
pone. Antes de la organización social los hombres carecían de los clusiones sociales de características humanas hipotéticas, sostiene
defectos del orgullo y la envidia. Por cierto, no podían tenerlos que el confli cto surge de la situación social: "E n cuanto el hom-
bre ingresa a un estado social, pierde el sentimiento de su debili-
porque vivían aislados unos de otros. Cuando el azar los reunía, dad pero entonces concluye entr e ellos la igualdad y comienza
el conocimiento de su debilidad e impotencia los disuadía de ata- el estado de guerra".1
carse mutuamente. Como nadie conocía el orgullo o la envidia, Rousseau adopta esta opinión acerca de las causas del confli cto
y la desarrolla.18 Dicha posición plantea tres interrogantes: 1)
la avaricia o la avidez, sólo se agredían entre sí impu 1sados por
Si el estado natural original era la relativa paz y tranquilidad,
el hambre.u ¿por qué la abandonó el hombre? 2) ¿ Por qué surge el confli cto
Desde el punto de vista, esta crítica a Hobbes es ambigua. Mon- en situaciones sociales? 3) ¿De qué manera se relaciona el con,
tesquieu y Rousseau arriban a conclusiones diferentes tan sólo tr ol del confli cto con su causa?
Para Spinoza y Hobbes la formación del estado y de la so-
porque comienzan su razonamiento en una etapa anterior a la de ciedad constituyó un acto voluntario que sirvió para esca par a
Spinoza o Hobbes en la prehistoria imagi0naria. No obstante, al una situación intolerable. De igual manera Rousseau, al explicar
h seer 1 o as1' d estacaron un aspecto importante.
• La s d e finiciones, de el establecimiento del estado, parece suponer, a veces, el empleo
la naturaleza humana como las de Spi noza Y Hobbes son arbitra- puramente voluntario de un plan ingenioso. 17 En otr os momentos,
. y no pueden d conducir
d . a conclusiones
. . l 0 políticas ,y va-
rias sociales 13 Les confessions [Las confesione s], Li bro L, en las Euvres Completes
lidas por la dificultad de conocer verdaderamente a la naturaleza de J. J. Rousseau, VIII, 289: "Aucun peuple ne seroit jamais que ce que le
h umana en su estado puro" y porque la naturaleza I humanafl que. nature de so n gouvemement le feroit Ctre."
14 Inequality, pág. 190.
• la 10 uen
conocemos refleja tanto la naturaleza del hombre com 0 16 Montesquieu: The Spini t of the Law s, trad. al inglés de Nugent,
Libro I, Cap. 111. Las bastardillas son mías.
10 Véase especialmente Inequality, págs. 234 y sigs.
. , teyes), trad·
" Motes4ieu: The Sirit of he Laes (E «irit " "5,, (pswre 1T Véase, e. g, a Rousseau: Social Contract [El contrato social], págs. 4, 7
sobre el origen de la desigualdad entre los hombres), " ~.¿res, rad 185
re ferencw· de pag1ou
' · pertenecen a The Social Contracl aml . isc
ourse º" The
al ils de Cole, qe contiene The Social caraca, 4 ",' ¡curse
rs and Siences, A Discourse on the Orgin o} lequali' '
Political Economy. 01 Libro f,
ad
n ' Montesquieu: The Sirit of thc Laws, trad. al ing es Nu""
Cap. II; Rousseau: Iequality, piígs. 227.33,
12
Rousseaa: lntqualitr, pág1. 181·191,
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA La tercera imagen
. el estab\(ecimiento
· · .... d(el es tado como la culmi- La historia es sencilla, pero sus inferencias son terribles. En
Rousseau describe . las actividades_de_carácter_cooperativo, .aun. cuando_ todos ;;;:;.
.. h' , .
nación de una laraa evoluc1on istonca que
contiene elementos
. d L t cuerden con respecto .al 9bfo!!:'!'.ºJ. tengan un interés. si~¡¡;;;:-;;;-
o h'b' t d' . ones y necesidades. a el proyecto, nadie puede confiar en los de11J.ás._ Spinoza vincuro-
de experiencia, intereses, a itos, ra ic1 l C trato Social· la
· nto conduce a onr el conflicto de manera causal con la razón imperfecta del hom-
primera corriente de pensamer , D' sobre el origen re. Montesquieu y Rousseau coññdicen el análisisSi6za e
.\ . , rtlda en el 'iscurso
segunda, a la exp 1cac1on ve La te contradicción se con la tesis de que los origenesJef éónllicto no se encuentranen
0 • I h b
de la desigualdad entre os om res.
Rousseau
aparen
'd ra a la primera como
cons1
e ro d holre so sil± iatwrat+et
ua@it@@@@s.Eta1
disipa por el hecho de que a·,e a través de un p ro· La dificultad es, hasta cierto punto, verbal. Rousseau reconoce
que si fuésemos capaces de recibir la justicia verdadera que pro-
una explicación ii\osófica de]º que :::n~~rucción hipotética de viene de Dios, "no necesitaríamos gobiernos ni leyes".20 Esta afir-
ceso histórico; y a la segun a, una mación corresponde a la tesis de Spinoza de que "los hombres,
18 ban dispersos, en cuanto obedecen a la razón, viven, necesariamente, en armonía
ese proceso. hombres se encontra . ración. entre si".21 Esta idea constituye evidentemente una verdad: si los
En el estado natur&l los_ \ . r norma de coope , ¿·.
innecesana cua qme , creciente de 1n 1 hombres fuesen perfectos, su perfección se reflejaría en todos sus
de modo que era b' ción de un nümero . das situa· cálculos y acciones. Cada uno confiaría en el comportamiento de los
t la combnac la mas vana
Pero finalmen e. ., s naturales planteó, en:. Rousseau 'lustra esta demás, y las decisiones se adoptarían sobre la base de rincipios
que preservaran una verdadera igualdad de interes . Spinoza o
viduos y l os ne 0 o erar o morir. ·no que me· destaca las dificultades inherentes a la mediación entre mtereses
a»es » a»w; ,"". «ro» "?'cu ?
corriente ae enam" constituye el punto d~ pde su interpreta·
ir ~ºcOñflicto, sino la imperfección de la razón humana que les im-
186
1.a ~rcera lmagell
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
conduce a una definición idéntica sobre el interés; cada cual ex-
traerá la misma conclusión en lo que respecta a los métodos apro-
que su actitud haya sido motivada por la sensación de hambre, su
piados para hacer frente a la situación original; todos se pondrán
acto podrá ser calificado de pasión. La razón le hubiese indicado de acuerdo inmediatamente en cómo actuar cuando algún inci-
que su interés a largo plazo dependía de aceptar que la actividad dente causal plnntee una alteración del proyecto original; cada
cooperativa beneficiaría a todos los participantes. Pero la razón uno puede confiar plenamente en la tenacidad de los propósitos
también le indica que si deja escapar la liebre, el hombre qu~ se de los demás. La acción perfectamente racional no sólo requiere
, anantb donar su pues to para perse"uir o a,
1 la percepción de que nuestro
bienestar está vinculado elbRe° con
encuentra a su lado po d na
y esto le dejaría al primero de ellos, como umco a 1,
.:. limento,
,
la con- estar de los demás; también precisa una perfectaevaluaciG a
los detalles, de modo que podamos contestar el siguiente itero.
vicción de que la lealtad, en realidad, es una tonte~ia.. . , . gane: ¿De qué manera nuestro bienestar se encuentra vinculad
ás significativa. 52! a1 de los otros en cada circunstancia? Rousseau concuerda con
Se plantea ahora el problema d e manera m f t....-
.
la armonía debe existir en la anarquia._ no so o . mb :7 1 son.
'l debo ser pertect a- a.
Spinoza negarse a juzgar el a aquien se apoderó de ha lie-
. d b I s demas ta ien o , bre; a diferencia de Spinoza, también se niega a considerarlo ra -
mente racional, sino que e O creer .9ue O -·--· • • ·-· ··1 1· ones cional o irracional. Rousseau se ha percatado de que la dificultad
---.- ,i,,g, +tc para las especulac
de otra manera, no habna un amen o d l d más en· no sólo reside. en lo;- mdiv1duos smo tamb,en en las circunstan-
racionales.. PerlD.lhr
.• l to irracionales le os e
Jll!L.Q~ L-- --·· .-·· · · ·. ·d · ·· ·-iaáas
' cí asque ellos enfrenan.SiBien no ignora la parte que le corres-
.... - - -· ,
tren en DllS calculos, podria_ccm.. \lCL----
d ira soluciones indetermna r
1 · • racionaL
ponde a· 1a avaricia y la ambición en el origen y desarrollo de
- . ib I b; de una. especulacon los conflictos ", el análisis de Roussau explica en qué medida
pero intentar actuar so re ª ·
di;ht
ª~ . d •. llevarme a la
1 podr1a - el conflicto resulta inevitable en las relñclonessocia!es . de los
t t irracionales
sin tener en cuent a dichos actos ",, en los comentarios que
. «-
16Enres.resumen, la proposición
ruina. Este último argumento se refleJ,~ blo de verdaderos de que la irracionalidad es la
. - .,.. .__..,.. b 1 t . de que un pue 1" causa de todos los problemas del mundo, en el sentido de que un
liizn··Roussea'll' so re a esis • dad imauinab e •
·,_ .. f ás perfecta soc1e o· mundo de hombres perfectamente racionales desconocería los des-
cristianos puede ormar 1 a m . d d no sería meramente una acuerdos y los conflictos, es, como queda implicito en Rousseau,
En primer lugar, destaca que tal soc1e ~'P a que el estado viviera tan verdadera como inaplicable. Como el mundo no se puede defi-
d · 8arega· ar •
ciedad de ho mbres. A ema5 ' 0 : todos los ciudadanos, sm nir en términos de perfección,e! problema real de cómo logr
ar""
• · armon1a, . aproximación a la armonía en la actividad cooperativa y compe-
acificamente y pers1shera \\ ualmente) buenos cristianos; s1 ~or
Ü
diva es constaré, y corro no existe la posibilidad de perfiGa,
xcepción, tendrían que ser lob ' . o un hipócrita.. • ese perJ u- dos+-
188
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA La tercera imagen
es un problema_ que_no_ uede_resolverse simplemente mediante necen marginados de la sociedad organizada y son incapaces de
a transformación de hombres. Rousseau se ha permitido prescin. cooperar eficazmente, no pueden enfrentar la eficacia de un
ar a ad6 Mis a Spiioza y Kant. Si el conflicto es un den. grupo unido que goza de los beneficios de la división social del
vado de la comp etencia y de los intentos_d e cooperación en soR. trabajo.7"
dad, entonces es innecesario suponer que la única motivación a.] Es evidente que el hombre, al desplazarse del estado natural
k bre es la autoconservació n, ya que el conflicto surge de la al estado civil, se ve materialmente beneficiado, y también obtiene
persecución de metas -aun si en esa búsqueda el hombre intenta otras ventajas. Esta idea aparece claramente en un breve capítulo
actuar de acuerdo con el imperativo categórico de Kant-. del Contrato Social, que Kant siguió de cerca. "El camb io del es-
lado natural al estado civil -dice Rousseau- produce en el
hombre una alteración muy notable al sustituir en su conducta el
instinto por la justicia, y al imprimir a sus acciones el rasgo
De la naturaleza al estado. moral del que carecían." Antes del establecimi ento del estado civil
el hombre posee la libertad natural: tiene derecho a todo lo que
En el estado natural, tanto para Rousseau como para Spinoza pueda obtener; pero cuando ingresa en el estado civil abandona
y Kant, los hombres se gobiernan por medio del "instinto", "los dicha libertad. Recibe en cambio "la libertad civil y la propiedad
impulsos físicos", y "el hambre"; y "la libertad ..• sólo se en, de todos los bienes que posee". La libertad natural se transforma
cuentra limitada por las fuerzas individuales". Los acuerdos no en libertad civil; y la posesión se convierte en propiedad. Ade-
obligan, porque "cuando faltan las sanciones naturales, las leyes más, "en el estado civil el hombre adquiere libertad moral, la
de la justicia son vanas entre los hombres". 24 Sin la protección de única que lo convierte en verdadero dueño de sí mis mo, porque el
la ley civil, hasta la agricultura es imposible, porque, pregunta mero impulso del instinto constituye una esclavitud, mientras que
Rousseau, "¿Quién puede ser tan tonto como para tomarse el tra- la obediencia a una ley que nos imponemos a nosotros mis mos
bajo de cultivar un campo, si éste estuviese expuesto al primer significa libertad".2 º
aventurero que quisiera alzarse con la cosecha?" Es imposible ser
previsor, porque sin reglas sociales no puede haber obligación de
respetar los intereses, derechos y bienes de los demás. No obstan·
El estado entre los estados.
te, es deseable ser previsor porque hace la vida más llevadera, Y Para Rousseau y para Kant el estado civil contribuye a hacer
hasta es necesario, porque la población comienza a abalanzarse so- posible la vida moral, si bien Rousseau concibe dicha colabora-
bre los alimentos disponibles dentro de un determinado sistema ción de manera más positiva, en cierto modo a la manera de Pla-
de producción. Algunos hombres se unen, establecen normas con tón y Ari stóteles. Pero, ¿qué puede decirse acerca de la situación
respecto a situaciones de carácter cooperativo y competitivo, y or-
ganizan los medios para llevarlas a la práctica. Los otros se ven 26 Inequality , págs. 212, 249-52. El desarrollo dialéctico, en el cual cada
obligados a obedecer estas nuevas normas, porque quienes perma- paso hacia el estado social produce dificultades y hasta desastres, es espe-
cialmente interesante.
2+ Social Contrct , págs. 18-19 Libro I, Cap. I); píg. 34 (Libro I, 20 Social Contraer, págs. 18-19 (Libro I, Cap. vm).
Cap. v).
191
190
La tercera imageil
tt. HOMBRE, Ei ESTADO Y t.A CUERRA
obstante, advierte que la analogía no es utilizada estrictamente.
entre los estados civiles? Aquí Spinoza se vuelve hacia el análisi~ La identidad de las motivaciones del individuo y del' estado es
que había aplicado a los individuos en estado natural, cuando, una coincidencia posible y no, como en el caso de Spinoza, una
premisa necesaria. Rousseau define ciudadosamente el significado
según él, el conflicto surgía de la razón imperfecta del hombre. de su descripción del estado como una unidad completa, con vo-
Kant también utiliza su análisis acerca de los conflictos pnmitJvo s, luntad y metas.
· ' · ncluye tanto 1 a
entre los hombres, pero en su caso 1 a expl.1cac1on 1 • En este aspecto, puede considerarse que Rousseau distingue
. d [lj u medio ambiente. dos casos; los estados tal como los encontramos, y los constituidos
naturaleza de las unidades en con cto como s ,, d
:.¡] pero la Ie como deben serlo. Con respecto a los primeros, aclara que no pue-
Las explicaciones de Rousseau y Kant scn simiares, den existir suposiciones con respecto a que coincidan el interés
Rousseau es más coherente y completa. . Hbbes Loe- del estado y la acción del soberano. Por cierto, en la mayor parle
], sea Sprnoza O e:,
Los teóricos del contrato socia ' ya . 'd 1 estados de los estados resultaría extraña la coincidencia, porque el sobe-
¡ comportamiento e os rano, lejos de preocuparse de los intereses de su estado, es sólo
le,' Rousseau o Kant, comparanb e d t 1. Si se de-
l sta o natura. impulsado por la vanidad personal y la ambición. Aun en tales
L
en el mundo con el de los hom res en ~- e I que las unidades estados las analogías orgánicas y colectivas poseen una aplica-
fine al estado natural como wma i"%""" "" sn una auto- ción limitada, porque el estado es, de alguna manera, una unidad.
El monarca, mientras retenga suficiente poder, realiza su volun-
en acción, sean ellas
.
hombres o estad os, cl~eaxr1sse a los estados en
fº º' ue e aplucfer del estado civil. • •} tad como si fuese la Voluntad del estado. Esto constituye un para-
ridad superior, dicha afirmacon P., lelo con Spinoza, quien supone sencillamente que en las relaciones
hombres que viven ue .
d
el mundo moderno, a I os a autoridad superior internacionales debe considerarse que el estado actúa en beneficio
d O reconocen un b
Es evidente que los esta os n . d des en acción? De emos de todos sus miembros. Rousseau añade un análisis que, comp!e-
ro . puede describírselos como um a ºd rar la descripción de tado y confirmado por la historia subsiguiente del nacionalismo,
pe ' <. t tes de conste d revela que el estado puede llegar a constituir una unidad en un
examinar este interrogan e an . del estado entre los esta _os.
sentido mucho más profundo que el expresado por la filosofía
Rousseau acerca del comport~1ento locrías de confianza colechv~ de Spinoza. Rousseau sostiene que, en ciertas condiciones, el estado
Rousseau, como Spinoza, utilima """",, ,¡mación de que " actualizará la voluntad popular en sus decisiones, si se define dicha
3. La primera está imp'ícita en "" .tra la existencia voluntad como la decisión del estado de realizar lo que se consi-
y orgamca. d hacer nada atentatono e servación y pros- dera "mejor" para sus miembros, considerados colectivamente. La
soberano no puede del estado es "la ".., e refleja unidad del estado se logra cuando se dan las condiciones necesa-
continua del estado. El fin ,a, «, are%!',1ente consi
rias para la actualización de la voluntad popular.
. mbros" 21 La ana og1a J',¡i ua, De esta formulación abstracta apenas puede derivarse una
peridad d le su me· +, a, ¡d''.¡ente similar respuesta al interrogante que le interesa a Rousseau; ¿en qué
s declaración de que "el cuerpo poli% ",, ""',, a ss preo condiciones logrará el estado la unidad que busca? Afortunada-
un orcrams)Y u1fl e
derado, puede set tomad o como º. . pºr ,, ~ Rousseau, mente, es muy fácil concretar el planteamiento de Rousseau. Dice
del hombre". Como ser viviente, "la mas ittJ ¡bfl .
193
cupaciones es cuidar de su propia conservllº (J..ibro III, Cap.
# 0 (Libro II, Cap. '
ºb I, e VII). pá~· •f 'J, ¡le Nugent, Li_~~
2 bid., págs. 16.17 (L ibro ap. i pj? ,res. Estos úlum-
28 PoliticlEconomy, pág. 289; Social Contract ;'e"", e derecho
Cf. Montesquien: The Spirit o/ th.t Laws, trad. al JO:l"°
l
Cap. n: "La vida de los gobiernos es como la do
tienen derecho a matar en delensa propia¡ los
librar guerras para su conservación."
192
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
La tercera imagen
él que la conciencia pública o el patriotismo constituyen el lun,
damento necesario del buen estado. En la tribu primitiva, la in. En tal estado desaparece el conflicto y se logra la unidad
terdependencia económica y las presiones externas daban lugar porque, desde un punto de vista negativo, la igualdad evita el
a la solidaridad grupal. Rousseau teme que entre las grandes com. desarrollo de esos intereses parciales tan fatales a la unidad del
plejidades del siglo XVIII, se haya perdido el espíritu de solidari. estado, Y desde un punto de vista positivo, el inculcar la conciencia
dad de los grupos sociales o políticos de otras eras más sencillas, pública brinda al ciudadano un espíritu de dedicación al bienestar
"En la actualidad - dice-- no hay ya franceses, alemanes, espa- de todos." La voluntad del estado constituye siempre la voluntad
general; los problemas de desunión y de conflicto desaparecen.
oles, ingleses... sólo hay europeos." Todos poseen los mismos
gustos, pasiones y moral, porque nadie recibe de las instituciones
nacionales una formación distintiva del carácter.2 0 Rousseau cree Al estudiar la política internacional, es conveniente pensar en
que el patriotismo corre peligro de perderse en un maremágnum los estados como en unidades activas. Al mismo tiempo, hab!ar
de pasiones encontradas que surgen de intereses subnaciona!es del estado, que es después de todo una abstracción y en consecuen-
o transnaciona!es. ¿ Cómo puede desarrollarse el patriotismo entre cia inanimado, como dotado de capacidad para actuar, violenta
tantos intereses? Este es el interrogante que planten Rousseau; lo nuestro sentido común. Esta es una consideración importante para
contesta así: cualquier teoría de las relaciones internacionales, y especialmen-
te para la tercera imagen. ¿De qué manera se pueden aplicar a
Si se cría a los niños en común y en el seno de la igualdad; si este problema los pensamientos de Rousseau?
se los familiariza con las leyes del estado y los preceptos de la . El _filósofo Eric Partridge ha comentado una tendencia muy
voluntad general; si se les enseña a respetarlos por sobre todas difundida entre los pueblos primitivos: referirse a sí mismos como
las cosas; si se los rodea con ejemplos y objetos que les recuerden "los hombres" o "el pueb!o", apelaciones que ilevan implícita la
constantemente a la madre cariñosa que los alimentó, el amor que idea de que son mejores que otros grupos similares y, al mismo
les tiene, los inestimables beneficios que reciben de ella, y las tiempo, que son diferentes de ellos.32 Heródoto descubrió que los
obligaciones que los niños les deben a sus madres, no podemos persas se consideraban un pueblo muy superior, y que evaluaban
dudar de que aprenderán a amarse mutuamente como hermanos, el mérito de otros pueblos de acuerdo con la cercanía geográfica
a no desear nada que sea contrario al deseo de la sociedad, a sus-
tituir el parloteo fútil y vano de los sofistas por acciones de hom- 1 Acerca de la importancia de la igualdad, véase Considérations sur le
bres y ciudadanos, y a convertirse a su debido tiempo en defen- Gouvernement de Pologne, especialmente 11, 436, 456; Projet de Consti tuti on
sores y padres del país del que han sido hijos durante tan largo pour la Corse, II, 237-38; y Political Economy, pág. 306. Acerca de la impor-
tiempo.° tancia de incrementar el patriotismo, véase Considérati ons sur le Gou vere-
ment de Pologne, especialmente II, 437.
32 Partridge: "Ve Are the People", en Here, There, and Everyehere
2o Considérations sur le Gouvernement de Pologne, en Vaughan (ed.):
The Political r ings o] Jean Jacques Rousseau, II, 432. Lo siguiente está págs. 16-20. CK. "WVar", en Sumner: a r and Oher Esays, ed. Keller, pig. 12:
tomado de su obra Projet de Constilution pour la Corse y de extractos del "Quizá nueve décimos de los nombres que se daban a sí mismas las tribus
Émile [Emilio). salvajes signi fiquen 'hombres', 'los únicos hombres' u 'hombres de hombres'.
30 Political Economy, pág. 309. es decir: nosotros somos hombres y el resto es alguna otra cosa." '
194 195
La tercera imagen
EL HOMBRE, EL ESTADO Y L\ CUERRA
las que él se atrevió a imaginar. La escala de actividad ha cam-
a su territorio." El hecho de que los griegos tenían la misma idea, biado, pero no la idea.
constituye un lugar común de la literatura helénica, y los judíos La idea del nacionalismo no implica que la única lealtad posi-
de que eran el pueblo eleg¡do d e D'ios: El
o' ble sea la lealtad a la nación. Sin embargo, adquiere cada vez
estaban convencidos más veracidad el hecho de que en las últimas centurias fa mayor
sentimiento que se expresa aquí demuestra un espíritu localista, parte de los individuos ha experimentado una lealtad hacia el
o de !ITupo. Antes del siglo xvm ese sentimiento estaba restrn estado que sobrepasa su lealtad a casi cualquier otro grupo. En
do a buna pequeña parte de una poblac1on ., d'isemin . ada sobre una épocas anteriores, los hombres experimentaban hacia la Iglesia
extensa zona, o a un porcentaje mayor de habitantes de z0%° una fidelidad tan grande que se sentían deseosos de sacrificar sus
.. U, n e¡emp3l o del '· era condición vidas por ella. Actualmente los hombres experimentan una lealtad
relativamente pequenas. e a pnme • d 1ol
<.
196
/~
-..
La tercera imagen
EL HOMBRE, EL ESTADO Y U GUERRA
nos, sino también de los frecuentes antagonismos que surgen en
menos bueno sea el estado, según las pautas ds Rousseau, más las relaciones internacionales. Tales antagonismos son importantes,
e ,, . 'a
importante será la primera consideración; y en ü.timo caso . no cuando provocan sentimientos de odio entre los ciudadanos de
unidad del estado consistirá simplemente, en el poder ~rn :eSlnc· diferentes naciones, sino cuando el estado moviliza sus recursos,
intereses y sentimientos en apoyo de una política de guerra. Los
ciones del soberano de facto. Por el contrario, cuando mejor se
d más nacionalista, sentimientos de enemistad inculcados previamente pueden aumen-
el estado o- podemos agregar a h ora- cuan o . tar las posibilidades de una política de guerra y su éxito eventual.
. d id • . en ultimo caso e1
más suficiente será la segunda considerac1on; 3]15a Pero la guerra prosigue aunque la infantería prefiera en ese mo-
l · de la Pº 1.1C mento hacer otra cosa en lugar de disparar contra el enemigo. Los
acuerdo de los ciudadanos con las f ormulacones, tado
. . , 1 1 E ambos , casos e es individuos participan de la guerra porque son miembros de los
exterior del gobierno será completo. n «, ¡qo? que estados. Esta es la posición de Rousseau, quien dice que "si la
o ·idad. Cualquier 'estado
aparece ante los otros como una uma.. d la d ·ripcio guerra sólo es posible entre tales 'seres morales' [estados], se
, ·oseas ese
no estuviese encuadrado dentro di e os termmn unidad deduce que los beligerantes no abrigan sentimientos antagónicos
nes precedentes, ya no pour1a d . ser cons'derado I como una
l mismo hacia los hombres, considerados individualmente." Un estado hace
. . . t ional: pero como a la guerra contra otro estado. El objeto de la guerra es destruir o
l
Para los análisis de la po il!ca m ernaci ' .
do no rnteresana
• ya par
modificar al estado contrario; y si éste pudiese "ser destruido me-
tiempo también dej aria d e ser un esI a problema ruante un solo golpe, la guerra finalizaría en ese mismo instante".38
. , se transforman en .,
nue•tro problema. C iertas cues 1 iones . una soluc10 No es necesario buscar mucho para encontrar la confirmación
- 1 d los cuales requieren 1
inia;
de política exterior, a gunos e
algas de estas soluciones deben
:, h d rparicion
tado como un todo, para evitar .a esa
s"", adas por e
le. si exist
t a ella el esta "
d
de esta hipótesis. Durante la segunda guerra mundial luchamos con-
tra Alemania debido a que ésta obedecia a Hitler, y no porque mu-
chos ciudadanos norteamericanos experimentasen una aversión per-
el estado, existe la política extenor, y en cuan o ' sonal contra los ciudadanos alemanes. El hecho de que no nos
de una sola manera. t ·, oponíamos a individuos sino a estados hizo posible, inmediata-
debe pronunciarse a veces h que la nación act mente después del fin de la guerra, una nueva reorganización de
'd "n que ace
Se presenta otra considera"""",,q lo sugerido en el a los estados, lo cual está demostrado por la cooperación de Estados
una um a que o
más coherentemente como d . . especialmente de guer Unidos hacia dirigentes y pueblos de estados que poco tiempo atrás
E omentos e crs1s, ] r eran sus mortales enemigos.
lisis precedente. n ro • ·1 todos los intentes de ogra
es muy probable que tengan _e_,u o t ·ior. Este frente unido se Ahora es posible volver a la teoría de Rousseau acerca de las
• ±. .. la politica exten. con relaciones internacionales y prestar especial atención a aquellos
1
apoyo casi unánime a
+tordo por los si mi ent e
es6n de que su propia seguridad dWf
"",4g.
, ,u.
·4dadanos y por su
aei si«do. Adema
del estado, que ca
puntos que más le conciernen, es decir, el medio político y las cuali-
ae A L asting Peace, trad. al inglés de Vaughan, pág. 123. Cf. Social Con,
cuentra reafirmado por ciertas act1 u demuestran un pa tract, págs. 9-10 (Libro I, Cap. 1v), y Montesquieu: The Spirit of the Law s,
trad. al inglés de lugent, Libro X, Cap. 111.
,".. «se y sos • m<,sene %,";";
smo
uy eta, y un.bi
' :. de] o
r re". Lo» 4"$," ,
hizo )icae·
199
ámbito de la sociedad: la ira e co~e¡ensa que riencias)
Aristófanes, surgida como reacción a l\e·ll en \as expe
lis de los enemigos de Atenas, se reí l d factores '
. d d ....enta e
guerra de todas las sociedades. ,""
e ..
La unidad de una nac1on ·¡ e
no so o s
198
La tercera imagen
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
como precio para conservar sus posiciones". º Si en un mundo tal
4
200
• r
autoridad superior a la de los estados que pueda evitar y solu apoderó de la liebre era racional desde su propio punto de vista;
los conflictos que surgen inevitablemente de los intereses pero desde el de los componentes del resto del grupo, era arbitraria
duales, hace inevitable la guerra. La conclusión de Rousseau, y caprichosa. De esta manera, en cualquier estado individual, una
constituye también el núcleo de su teoría acerca de las relaci voluntad perfectamente buena en sí misma puede provocar la resis-
internacionales, se encuentra resumida en la siguiente declarac tencia de los otros estados.47 La aplicación de la teoría de Rousseau
el hecho de que ocurran incidentes entre seres individuales, a la política internacional está establecida con elocuencia y clari-
accidental sino necesario.'' Y esta es, simplemente, otra ma dad en sus comentarios sobre Saint-Pierre y en un libro corto titu-
de decir que no existe en la anarquía una armonía automática. lado The State of War. Su aplicación apoya el análisis precedente.
Si el problema es la anarquía, existen, entonces, dos soluci• Los estados europeos, escribe, "tienen tantos puntos en común que
posib'.es: 1) imponer un control efectivo en los estados separa ninguno de e'los puede efectuar un movimiento sin afectar al resto;
e imperfectos; 2) no considerar a los estados dentro de la sus variaciones se hacen más peligrosas cuando sus lazos de unión
de lo accidental; es decir, hacer coincidir el buen estado con son más estrechos". "Inevitablemente caen en luchas y disensiones
ideal tal de perfección que no sea ya un estado singular. en cuanto se producen los primeros cambios." Y si preguntamos
intentó solucionar este problema haciendo que sus buenos esta» por qué deben enfrentarse "inevitablemente", Rousseau contesta:
obedeciesen a leyes a las que se habían sometido voluntariamens porque su unión está "formada y mantenida solamente por el azar".
Rousseau recalca la naturaleza individual de todos los estados Las naciones europeas son unidades estrechamente yuxtapuestas que
los buenos, y al hacerlo pone de manifiesto la inutilidad de la' carecen de reglas claras y obligatorias para ser guiadas. La ley pú-
ción sugerida por Kant." También hace posible una teoría de blica de Europa es apenas "una masa de normas contradictorias
relaciones internacionales que explica en términos generales que sólo puede poner en orden el derecho del más fuerte: así, pues,
comportamiento de todos los estados, buenos o malos.'º en ausencia de un indicio seguro, la razón se ve obligada, en cual-
En el ejemplo de la caza del ciervo, la voluntad del que quier caso dudoso, a obedecer los dictados del interés egoísta, lo
cual, por sí mismo, hace inevitable la guerra, aun si todos los par-
J.I. Rousseau, IV, 160: "Cheque coterie a ses regles, ses jugements, ses pnir tidos deseasen actuar con justicia". En esta situación, es tonto espe-
cipes, qui ne sont point admis ailleurs. L'honnSte homme d'une maison est rar una armonía automática de intereses y un acuerdo automático
fripon dans la maison voisine. Le bon, le mauvais, le beau, Je laid, la véritá en cuanto a derechos y deberes. Existe verdaderamente una "unión
la vertu, n'ont qu'une existence Jocale et circonscrite." de las naciones europeas, pero las imperfecciones de esta asociación
+ Esto constituye un paralelo de la declaración de Hegel: "Los acei.
dentes les ocurren a las cosas que son, por naturaleza, accidentales y el des.
hacen la situación de quienes pertenecen a ella peor de lo que sería
tino por el cual suceden es, por lo tanto, una necesidad." Philosophy si no formasen una comunidad".48
Right [Filosofía del derecho], trad. al inglés de Knox, secc. 324. El argumento de Rousseau es claro. Para los individuos, la etapa
46 Kant se encuentra más dispuesto a admitir la fuerza de esta crítica más sangrienta de la historia fue la que precedió al establecimiento
que Jo q ue se sup on e generalmente. Acerca de esto, véase pág. 182. de la sociedad. En ese momento habían perdido las virtudes del
4 8 Es to no quiere decir, por sup uesto, que no existan diferencias en
comportamento de los estados como consecuencia de sus diferentes constitu. 47 Political Econom y, págs. 290-91.
cion es y de sus circunstancias particulares. Es to plan tea el problema de 48 A L as ting Peace, trad. al inglés de Vaughan, págs. 46-48, 58-59. CI.
relación de la tercera imagen con la segunda, que •• estudiará en el Cap, VIII. Inequality, págs, 252-5 3 y el Emit e, II, 157-58.
202 203
.r
salvaje sin haber adquirido las del ciudadano. La última etap todas las causas inmediatas de guerra sin alterar la estructura de
estado natural es necesariamente un estado de guerra. Las naci In unión europea es utópico.
de Europa se encuentran precisamente en esa etapa."° ¿ Qué alteración se necesita en dicha estructura? Rousseau re.
¿ Cuál es entonces la causa: los actos caprichosos de los est. chaza enfáticamente la idea de que una federación voluntaria, como
por separado, o el sistema dentro del cual existen dichos estad! la propuesta por Kant, pueda producir la paz entre los estados.
Rousseau destaca el segundo aspecto: En cambio, dice, el remedio para las guerras entre los estados "sólo
se encuentra en una forma de gobierno federal que una a las nacio-
Todos pueden comprobar que el elemento que mantiene nes mediante lazos similares a aquellos que unen ya a sus miem-
a cualquier forma de la sociedad es la comunidad de interese! bros individuales, y en colocar tanto a uno como a los otros bajo
lo que la desintegra es el conflicto entre ellos; que cualquiera In autoridad de In ley". 82 Kant efectuó declaraciones similares, que
ambas tendencias puede modificarse a causa de muchos acciden modificó más tarde cuando consideró la posibilidad de una fede-
Y que, por lo tanto, tan pronto como se organiza una sociedad, ración voluntaria. Rousseau no modifica sus principios, como se
proveerse un poder de coacción que coordine las acciones de desprende claramente del siguiente fragmento, cada punto del cual
miembros e imprima a sus intereses comunes y obligaciones mutu es una contradicción del programa de Kant para la federación
esa firmeza y coherencia que nunca podrían adquirir por sí mismos. pacífica:
205
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA CUERRA
206 207
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA Alguna s inferencias de la tercera ima gen
buenos y los buenos estados recurren ocasionalmente a la fuerza flicto dentro de la economía nacional. Ese caso ilustrará tanto el
en sus relaciones. ¿Se produce entonces la guerra por los desacuer- origen del conflicto como su control social.
dos que existen entre los estados, sean ellos buenos o malos? Cuan-
El interés de los trabajadores de cualquier rama del trabajo es
do se le preguntó a Francisco I por qué razón él y su cuñado, Carlos
proteger sus empleos y hacer que sus salarios se eleven al mayor
V, luchaban constantemente entre si, se supone que aquél contestó:
nivel posible. Esta actitud ha desembocado frecuentemente en una
"No existe entre nosotros ninguna diferencia. Concordamos per-
resistencia pertinaz a los adelantos de la tecnología que ahorran
fectamente. Ambos deseamos el control de Italia." 1 La bondad y
mano de obra, por una parle, y al desarrollo de sistemas conser-
la maldad, el acuerdo y la discordia, pueden conducir o no a la
vadores de aprendizaje, por otra. Si sus prácticas restrictivas tienen
guerra, ¿Cuál es entonces la explicación de la guerra entre estados?
éxito, un grupo de trabajadores podrá disfrutar de salarios relativa.
Rousseau contesta que las guerras tienen lugar porque nada puede
evitarlas. Entre los estados, como entre los hombres, no puede mente mayores que los de otros grupos de trabajadores, algunos de
haber una adaptación automática de intereses. En ausencia de una los cuales estarán desempeñándose en tareas menos remunerativas.
autoridad suprema, existe entonces la posibilidad constante de que Los ejemplos son numerosos. Uno de los más fascinantes es la serie
los conflictos se solucionen por medio de la fuerza. de guerras en pequeña escala libradas por los transportistas contra
¿Qué electo tiene la situación de anarquía entre los estados los primeros intentos de transportar petróleo mediante oleoductos
-situación en la que cada estado debe confiar en sus propios desde los pozos petrolíferos de Pensilvania. El interés de la socie•
recursos y medios para asegurar su bienestar- sobre la politica y dad en general de aumentar al máximo la producción por cada
el comportamiento de los estados? Esta pregunta puede contestarse dólar invertido, era contrario a los intereses de los trabajadores de
sobre la hase de lo manifestado en el capítulo VI; pero ofreceremos proteger su puesto y su salario. Si el interés de un grupo de la
una réplica más completa y más pertinente. El presente capítulo sociedad es suficientemente fuerte y las circunstancias lo permiten,
proporcionará algunos detalles adicionales y planteará ciertos argu- ese grupo luchará, como lo hizo en Pensilvania, para preservar el
mentos complementarios. En la primera y segunda parles se anali- statu quo. Si el interés de la sociedad es suficientemente claro y
zarán, sobre la hase de la tercera imagen, dos aspectos comunes, pero ésta posee bastante fuerza, podrá lograr que el grupo disidente
controvertidos, de las relaciones internacionales: los recargos adua- acepte sus imposiciones. En el ejemplo elegido resulta evidente
neros y el equilibrio de poderes. En la última sección, se relacio- que los intereses de la sociedad, presentes y futuros, requerían que
nará la tercera imagen con algunos comentarios prácticos pertene- los transportistas se adaptaran a las dolorosas circunstancias. Co-
cientes al presente y al pasado, sobre las relaciones internacionales. mo sus intereses creados no les permitían ver esto con claridad.
se lanzaron a la batalla. Una sociedad bien organizada utilizará
Recargos aduaneros nacionales y comercio internacional. diversos medios para eliminar el uso de la fuerza. La ley existente
podrá proveer penalidades, se podrán sancionar nuevas leyes, o
Antes de aplicar el análisis de Rousseau a los problemas eco- se podrá prestar una ayuda temporaria para lograr una adaptación
nómicos internacionales, vale la pena examinar un caso de con• voluntaria. En la mayor parle de los casos la acción de quienes
buscan una solución mediante la fuerza se encuentra limitada físi-
1 Ciudo en Schuman: International Polities, píg. 26l. camente por la falta de una base territorial y la carencia de armas.
208 209
.,,..._
Psicológicamente, puede encontrarse limitada por la lealtad hacia en duda. Pero la duda que conduce a la lucha es exactamente lo
la sociedad en general. que se presenta en ausencia de una autoridad ejecutiva eficaz. La
El incidente de los campos petrolíferos está, por supuesto, sim- autoridad, no el imperativo categórico, es el factor importante en
pificado. Un conflicto asi no ocurre generalmente entre un grupo lo que concierne a la paz. No en todos, pero sí en muchos casos,
y la sociedad, sino entre dos grupos. En ese caso, las leyes de la es infinitamente preferible una solución imperfecta impuesta por
sociedad apoyaron a los empleadores contra los empleados. Un la autoridad, que la carencia de soluciones.
caso similar de conflicto entre estos dos grupos puede ser con- A nivel internacional, generalmente no hay soluciones. El si-
trario a los intereses de la sociedad en general. Sin embargo, lo guiente ejemplo ilustrará le dificultad que existe pera lograr los
importante no reside en que existe en el estado una manera de fines propios cuando falta un sistema de decisiones que obligue a
adoptar y aplicar decisiones correctas, sino en el hecho de que todas las partes involucradas." Imaginemos dos países que traten
hay que tomar y aplicar alguna decisión. Por eso Hans Kelsen de aumentar el bienestar económico de sus miembros, fin bueno
ha sostenido que "la justicia es una idea irracional. Por muy en sí mi smo. Los bienes materiales que ceda país podrá dividir
indispensable que sea para la volición y acción de los hom- entre sus miembros aumentarán mediante una división interna•
bres, no se la puede conocer. Desde el punto de vista del cono• cional del trabajo basada en un intercambio libre de recursos y
cimiento racional, sólo existen intereses, y por lo tanto, conflictos productos entre los dos países. Podemos decir que los dos países
de intereses". U grupo de intereses puede ser satisfecho a expen· constituyen una "sociedad", en el sentido de que sus ciudadanos
sas de otro, o se puede llegar a un arreglo entre ellos. Pero no se comparten un objetivo común. Pero si en el país A existe común-
puede decir que una de estas formas de manejar los conflictos sea mente una demanda elástica con respecto a los productos del
justa y la otra no? En politica interna, los importantes argumen- país B, este último sólo podrá incrementar su bienestar nacional
tos acerca de qué medidas serían mejores o peores, oscurecen la mediante la imposición de un recargo aduanero. Luego el país A,
importancia aún mayor del hecho de que constituyen una decisión. si es inteligente, responderá a Je medida de B con un recargo
Por ejemplo, más importante que los méritos bajo jurisdicción propio. En cede etapa el bienestar de los dos países tomados en
estadual o federal, era la existencia de un proceso gubernamental conjunto disminuirá, pero después del aumento del recargo de B,
tendiente a zanjar la disputa. El acuerdo era erróneo desde algu- A recupera parte de su pérdida reciente incrementando aún más
nos puntos de vista, y correcto desde otros; pero la reflexión nos su propio recargo. Esto puede continuar hasta un punto determi-
demostrará que es infinitamente preferible, en la mayor parte
nado, al que se llegará antes de le elim inación del comercio, Y
de los casos, llegar a una decisión "arbitraria", que a solucionar
después del cual no se logrará ninguna ventaja de los siguientes
los problemas por la fuerza. El imperativo categórico de Kant no
incrementos tarifarios. El aspecto importante que debemos desta-
constituye ninguna ayuda en este caso. Sólo nos dice que cual-
quiera de ambas decisiones está de acuerdo con el espíritu de
justicia, y por lo tanto, es aceptable: que no deberíamos ponerlo " Basado en Scitovsky: "A Reconsiderati on of the Theory of Tari ffs",
en Readings in the Theory o/ International Trade; Robbins: The Economic
Basis of Class Conflict and Other Essays in Politcal Economy, especialmente
? Kelen: General Theory of La and Sate [Tora general del Estado], págs. 311-16.
turad. al inglés de Wedberz, píga. 13-14. 4 B mejora sus términos de intercambio,
210 211
Algunas inferencias de la terce ra imagen
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
hacer. El hecho de que la palabra "racional" se utiliza aquí en dos
car es que originalmente cada uno de los dos países sólo trató de
sentidos diferentes, explica que Scit-ovszki y Robbins concuerden
aumentar su bienestar. Las acciones unilaterales que buscan un
en sus análisis y evaluaciones, pero difieran en la descripción del
objetivo legitimo conducen a una disminución neta del bienestar
tipo de acción que conduce al proteccionismo. 1) Un acto es racio·
de ambos países.
na! si produce buenos resultados a largo plazo. La restricción del
¿No deberían ambos países haber previsto el resultado desde
comercio internacional podría ser una política racional, por ejem-
el comienzo y haber evitado esa fútil competencia? Después de
plo, si su objetivo fuese aumentar el bienestar económico del país,
haber continuado el juego hasta su insatisfactoria conclusión, ¿no
y si lograse hacerlo. 2) Un acto que se basa en un cálculo de fac-
se pond rán de acuerdo para volver a la situación original y per-
tores y que inoluye la actuación de los demás, es racional. En este
manecer en ella? Ambas preguntas son legítimas si los países in-
sentido, la palabra racional se refiere a un proceso mental. Un acto
volucrados sólo son dos. Sin embargo, cuando los países son mu-
chos, uno de ellos puede creer que le será posible eludir el peligro puede de hecho estar equivocado ( no ha sido calculado correcta-
de la reciprocidad. El problema reside en que, una vez desatada mente para el logro del objetivo propuesto) sin ser, por eso, irra-
la competencia proteccionista, el interés inmediato de cada país cional. En una estructura legal determinada, la acción de los indi-
hace que todos participen de ella. En la alegoría de Rousseau sobre viduos que tiende a llevar al máximo los beneficios es racional en
la caza del ciervo, un hombre se apodera de la liebre aun sabiendo el primer sentido: los resultados de tal acción, por lo general, se
que su actuación acarreará como consecuencia la pérdida del cier- consideran buenos. En una estructura legal de otro tipo los esfu er-
vo para los demás. En el ejemplo presente, cada país trata de apo- zos de cada estado para incrementar al máximo los beneficios son
derarse de la liebre (una ventaja con respecto al vecino) sin perder racionales en el primer sentido: los resultados de tal acción, por lo
el ciervo (las ventajas de la división internacional del trabajo). genera', se consideran buenos. En una estructura legal de otro tipo
¿Es correcto entonces afirmar que el resultado surge de la bús- los esfuerzos de cada estado para incrementar al máximo los bene•
queda racional, por otra parte, de cada país, de sus intereses eco- ficios conducen a resultados que no parecen causados por un com-
nómicos? Scitovszki responde: "El considerar irracional la eleva- portamiento racional. La razón debió haberles indicado a todos los
ción de los recargos aduaneros en el caso supuesto, sería lo mismo estados que se mantuviesen apartados de la competencia tarifaría.
que considerar irracional el comportamiento competitivo," Pero cuando un país comienza, los otros inmediatamente se sienten
Sobre la base de un análisis similar, Lionel Robbins considera tentados a seguir su ejemplo. La búsqueda de beneficios, que puede
irracional el proteccionismo." Es evidente que, por lógica conse- ser controlada en la economía interna, de modo que conduzca a los
cuencia, él deberá calificar de irracionales los esfuerzos de cual- resultados deseados, produce resultados indeseables en las relacio-
quier individuo o grupo por lograr una posición monopolista o nes internacionales, donde las actividades no se controlan de la
monopsonista, y también deberá considerar irracionales los esfuer- misma manera. Podemos entonces calificar a esas actividades racio-
zos para llevar al máximo los beneficios, algo que él no pretende nales en el orden interno, y de irracionales en el externo, pero
hacerlo así oscurece el hecho de que en este caso se trata de pro•
Seitovszky: "A Reconsideration of the Theory f Tanilfs", en Readings blemas similares en planteamientos diferentes, y que en ambas
in the Tkeory of International Trade, págs. 375.76. situaciones los políticos quizás estén tratando de calcular correcta•
" Robbins: The Economic Basis o/ Clas Confliet, piáz. 122.
213
212
Algunas inlerencias de la tercera imagen
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
mente.' El posar por alto las diferentes circunstancias de una acción tado de cálculos "racionales" esta situación sería semejante a la
conduce a explicar estos problemas sobre la base de la actuación que se había presentado en el comercio intern acional. El resultado
humana, cuando sería más preciso y correcto tratar de explicarlos final es malo pero aunque se lo reconozca as1, qu1zas no se adop-
sobre la base de la estructura político-social. ten medid as para evitar las prácticas mono polistas. ¿Por qué? Si
Se debe agregar que, en cierto sentido, los intereses nacionales bien la mayor parle de las industrias se beneficiarán si todas deJ an
e internacionales se encuentran unidos. Supongamos que la indus- de lado las prácticas monopolistas, en cuanto una de ellas abandone
tria del acero logre un monopolio interno. En ausencia de motivos esa posición, resultará perdedora mientras las otras no lo hagan.
altruistas, se disminuirá la producción de acero 8 hasta el punto Se requiere entonces la acción gubernamental en ausencia de un
en que el precio, ahora mayor, multiplicado por la cantidad menor acuerdo espontáneo y casi unánime. •
de la producción, incremente al máximo los beneficios de la indus- En términos absolutos, el monopolio privado en el comercio
tria. Los intereses de los propietarios resultan beneficiados por el interno es tan indeseable para todos como el proteccionismo en el
incremento neto de los beneficios. Supongamos ahora que suceda comercio internacional. Sin embargo, el hecho de que un pequeno
lo mismo en más y más industrias. No es difícil imaginar el resul- número de empresarios se contenga en sus esfuerzos por llevar al
tado: una constricción progresiva de la economía, que conducirá máximo los beneficios esfu erzos que comprenden las actividades
a un nivel de vida más bajo, y colocará a todos en una posición en pos de la posición monopolista- actuaría en contra de ellos.
mucho peor que la del estado premonopolista. Esta situación hipo- Sobre este punto, el testimonio de Harlow Cultice entonces pre-
tética extrema puede ser el resultado del deseo, perfectamente nor- sidente de General Motors ofrecido ante una comisión del Senado,
mal y, en ciertas condiciones admirable, de llevar ad máximo los es tan instructivo como incontrovertible:
beneficios. No existe nada irracional en la búsqueda de ganancias,
pero de ella puede surgir una situación tal que no parezca el resul- La única manera de que una compañia como General Motors
se mantenga, por lo menos, en el nivel en que se encuentra compe-
7 Robbim lo comprende u f. Por ejemplo, dice: "Si exi ste una 'ma no
titivamente, es trabajar tan agresivamente como le sea posible para
invisib le' en un orden no colectivista, éste opera solamente en un marco deli- . . . . s·
mejorar su posición. i se d le]ase
: esttar por un momento ' perder1a
.
berado de ley Y orden." Mis adelante puntualiza que el confli cto puede ser • • , actual. D Jurante un per1o
• duo de cuatro años ' a com en-
el producto de desa rmonías objetivas: "Cuando las condiciones de la oferta su posición 1
y la demanda son tales que enfrentan a los compradores y vendedores con zos de la década del veinte, una sola compañía vendía entre el 55
organizaciones monopolistas, o bien permiten a los compradores y vendedore s y el 60 por ciento de todos los automóviles del mercado norteame-
actuar como gru pos, se dan entonces las condiciones objetivas de conflicto."
( Th, Economic BtJJis o/ CltJJs Con/lict, págs. 6, 14.) Es evidente, entonces,
ricano. Ofrecía los automóviles de menor precio, Y sin embarg o no
que en el contexto del análisis de Robbins, el uso de la palabra "irraci onal" pudo hacer frente a la lucha competitiva con las otras compam
no rens te mayor UDporta ncia. Al estudiar los significa dos de las palabras • d p
Esto podría volver a suceuer. or o an
ed entre l la competencia
°, , .
I t t no puede existir un
d la
"racional" e "irracional" no intentábamos emitir un juicio crítico acerca de z.<,
término medio te
agagresiva y la pérdida de ]
Robbins, sino aclara r algun o, de lo, problemas que destaca n las sit uaciones . ., . . d tid ·ia a descansar sobre os
de confli cto. posición competitiva merced a una tendenc1
8 Co n respec to a la cantidad que se produciría en 1itu1ción de compe• propios laureles. .
tencit. General Motors no tiene mercados asegurados. No tenemos nmn-
215
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA Algunas inferencias de la tercera imagen
guna protección contra la competencia. Tampoco tenemos una tasa En los asuntos internacionales parece menos notorio para los
garantizada de interés sobre nuestro capital. especialistas que es utópico esperar que cada país formule una polí-
tica económica que pueda favorecer el adelanto de todos los países. 12
Una empresa puede limitar sus objetivos sólo si también lo La incapacidad de cada estado para hacerlo así da como resultado
hacen las otras. Confiar en que tedas lo hagan a un tiempo es utó- una desventaja para todos los demás, incluso para ese mismo esta-
pico; así se lo reconoce en la economía interna. Si las fuerzas de do; pero aun si se comprendiese esto, no se adoptaría la política
la competencia no logran regular fas actividades individuales, se "adecuada" de manera espontánea y universal. De los cálculos in-
hace uso de ha ley. Y si ésta fracasara. no se podrá culpar al empre- dividuales, a los que se ha llegado mediante un proceso lógico
sario indiridual por haber obedecido a su "instinto económico". desde el punto de vista de cada uno de los calculistas, no surge
Adam Smith manifestó cierta vez que quienes simulaban comerciar automáticamente, en una situación anárquica, la armonía social.
por el bien público jamás habían hecho mucho bien.'º No obstante, El hecho de que se produzca o no una aproximación a la armo-
alguncs creen que la política económica puede ser gobernada por nía depende tanto del campo de acción como de la acción misma.
medio de exhortaciones. En consecuencia, se les solicita a los Los ejemplos sobre los recargos aduaneros y el transporte de
hombres de negocios, de tiempo en tiempo, que restrinjan los petróleo eran simplificados. No obstante, si agregamos los impul-
aumentos de precios, presumiblemente en bien de la economía sos comunes hacia las restricciones, nuestro argumento resulta far.
nacional, y por lo tanto, en beneficio de cada empresario. 11 Pero, tificado. El razonamiento que aplicamos algo artificiosamente a los
dada una cantidad grande de empresarios, la lógica de la exhor- estados, puede aplicarse con igual lógica y menos artificio a los
tación resulta destruida, porque la cooperación de la mayoria ser-
grupos que se hallan dentro de los estados, a favor de los cuales
viría para enriquecer a la minoría que no coopera. La sabiduría
se establecen los recargos aduaneros y los cupos. Los laneros de
individual podría representar la insania colectiva, pero en las con-
Wyoming y Oregón han ganado merced a las tarifas protectoras
diciones descritas es dificil entrever qué podría hacer el individuo
impuestas a la lana; Estados Unidos perdió. Pero los grupos que
para solucionarlo.
esperan beneficiarse directamente con las medidas proteccionistas,
8 Sck Market Study. Audiencias ante la Comisión Bancaria y Monetaria,
no dejarán de reclamarlas, así como tampoco se puede esperar que
Senado de los Estados Unidos, Congreso 84°, primera sesión (l8 de marzo de la industria automotriz pierda interés en ganar dinero. Otras ra.
1955), pigs. 821-22. Compárese a Curtice con Catalina la Grande, quien, en zones, aparte de las incluidas en el modelo de Scitovszky, como la
una situación similar: dijo: "Quien nada gana, pierde." Citado en Martín : presión ejercida por las industrias nacionales que no pueden com
Tke Rise o] French Liberal Thought, pig. 262.
10 Sith: The e alth of Nations, pig. 399 (Libro IY, Cap. n).
petir con productores extranjeros más eficaces, son las que desa-
11 CI. la declaración del presidente Eisenhower a la prensa el 6 de tan con mayor frecuencia la espiral de medidas proteccionistas.
febrero de 1957: "Ahora bien, cuando dije que los hombres de negocios y los Este hecho, no debe oscurecer el valor de su análisis. Él supone
obreros deben cumplir con sus responsabilidades y ejercitar su autoridad do que la mela de la política estatal es el progreso de cada país, Y no
acuerdo con las necesidades del país, de ninguna manera les pedía que fue-
los intereses de los grupos nacionales; luego se pregunta qué pue-
sen altruistas . Lo que se encuentra en juego es su propio bien a largo plazo,
y simp lemente les pido que actúen como norteamericanos esclarecidos." Times,
de Jliueva York. 7 de lebrero de 1957, ig. 12. EI presidente Truman efectuó 12 Strausz-upé, por ejemplo, trata el libre comercio simplemente como
una declaración similar en un artículo de ibid., 28 de mayo de 1957, píg. l. algo que debería existir. Thc Balance o/ Tomorrow, pág. 226.
216 217
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA Algunas inferencias de la tercera imagen
de suceder. Al proceder así plantea el problema en su forma más que a otros, pero a la larga, y en términos absolutos, beneficiaría
sencilla y aclara el mínimo de imperfección que es suficiente para a todos los países. En una situación anárquica, no obstante, la ga.
producir resultados indeseables. Si un país comienza una política nancia relativa es más importante que la ganancia absoluta. Esta
proteccionista, los otros se sienten incitados a imitarlo. El hecho proposición se hará más evidente en la próxima sección cuando se
de que se adopte tal politica se basa en el deseo de incrementar el añadan consideraciones acerca del poder político a los asuntos
bienestar económico al máximo. Pero se pasa por alto el hecho de puramente económicos.
que esta política es una insensatez a largo plazo, a causa de las
limitaciones de la razón humana y, más significativamente aún,
por la necesidad de una acción racional impuesta por una situa- El equilibrio de poderes en la política internacional.
ción anárquica.
Existen, por supuesto, argumentos más plausib'es para el pro• La idea del equilibrio de poderes, dij o John Bright un siglo
teccionismo, algu nos de los cuales gozan actualmente de mayor atrás, es "una ilusión dañina que hemos heredado de épocas ante-
popularidad entre los economistas de la que jamás tuvieron desde riores". EI equilibrio de poderes es algo tan imposible como el
la época de Adam Smith. Casi ninguna persona que posea compe- movimiento perpetuo, un fuego fatuo en cuya persecución Ingla-
tencia técnica, sin embargo, se atrevería a afirmar que las restric- terra ha gastado miles de millones de libras esterlinas.14 No es un
cienes actuales actúan en interés de algún país. Como deben existir fuego fatuo ni una ilusión, sino un hecho de la vida politica, una
controles con el objeto de favorecer el planteamiento nacional,"° ley científica y descriptiva, dijo Hume casi cien años antes, y
se aprueba generalmente que dichos controles deben permanecer en Morgenthau cien años después.u
un nivel que permita la expansión del comercio en todo el mundo. Si el equilibrio de poderes es una ilusión, como dice Bright,
El problema reside en cómo extender el comercio en general mien- ha durado bastante. En el siglo v a. C. Tucídides explicó la política
tras cada país lucha por el provecho nacional. El país A, que trata de Tisafernes, rey de los persas, como una política que mantenía
de disminuir sus barreras aduaneras, ¿cómo logrará asegurarse de "el equilibrio entre dos poderes opositores": Atenas y Lacedemo-
que B no obtendrá todas las ventajas que resultan de esa actitud? 18
nia. En el segundo siglo de la era cristiana Polibio, al explicar
Ambos países podrán ganar, pero quizá B obtenga un poco más. la política de Hiern,'' aclara perfectamente los problemas que
Esta preocupación, aun si no incidieran muchos otros factores, qui- origina en el pensamiento de un estadista, la politica de equilibrio
zá podría poner en funcionamiento las consideraciones del ejemplo de poderes. Cuando 'as legiones romanas arribaron a Sicilia para
de Scitovszky, no simplemente porque cada país es egoísta, sino ayudar a Mamertines, Hierón, como había percibido el poder rela-
porque la competencia en el comercio internacional es muy agresiva.
Tenemos aquí un caso en el que convendría más una solución 14Bright: Speeches, ed. Rodgers, págs. 223, 460-61, 468-69.
imperfecta que ninguna solución. La decisión de reducir las barre- 16Hume: "Of the Balance of Power", en Essays Moral, Political and
ras de comercio entre los estados beneficiaria a algunos países más Literary [Ensayos políticos], I, 34856; y Morgenthau: In Defense of the Nato-
nal Interest, págs. 32-33.
1 Vase, e.g, Webb: "The Future of International Trade" World Politics, 10 Tueidides: History of the Peloponnesian ar, tLrad. al inglés de Jowett,
V (1953), especialmento págs. 430, 435-37; Keynes: "National Se!l-Sulli• Libro VIII, pár. 57. Cl. par. 87.
ciency", Yale Reie, XXII (1933), especialmente pig, 761-63. 17 Rey de Siracusa, 270.216 • C,
218 219
-r
ciertos requisitos a una política internacional que pretende ser supuesto, la formación de esta coalición no es automática ; podría
racional. Los requisitos son impuestos por una sanción automá- no llegarse a formar nunca, por las siguientes caus as: porque los
tica: cualquier desviación del modelo racional pone en peligro la dos hombres que debían participar de la alianza son inveterados
supervivencia del estado." La clave para limitar la política im- enemigos de la cooperación, porque se aborrecen demasiado como
puesta por la anarquía entre los estados, está contenida en la si- para cooperar aun en beneficio mutuo, porque no son lo suficien-
guiente máxima: "La estrategia de todos depende de los otros", temente inteligentes como para hacerlo, o porque el juego es de
una afirmación que aparec e en la popularización realizada por un orden tal que hace difí cil para los jugadores percibir el mo-
John McDonald de la teoría del juego de John von Neumann y mento adecuado para la cooperación. ¿Pero qué decir de alguien
Oskar Morgenstern.2 • Quien desee ganar un simple juego de car- que en esas condiciones denunciase la mera idea de coalición?
tas, y en realidad, cualquier juego donde haya más de un jugador, Sencillamente, que no ha comprendido el juego, o que ha dec i-
debe seguir una estrategia que tome en cuenta la de sus contrin- dido que otras cosas, como los sentimientos divergentes o los prin-
cantes. Y si hay más de tres jugadores, deberá formar alguna cipios morales, son más valiosos que ganar un juego.
coalición a su debido tiempo, aunque eso signifique cooperar con La s acciones de los estados en la política internacional, ¿pue-
un adversari o rec iente, y que es aún un enemigo en potencia. T al den ser consideradas sobre la base de este mode!o, escuetamente
nec esidad surge sobre todo cuando un hombre debe ganar rápida- presentado? Es necesari a una elaboración mayor, que llegue más
mente para evitar que sus adversarios se ayuden entre sí. Por allá de la descripción de McDonald, a la teoría de Neumann y
M orgenstern. E n una partida de naipes, como el póker, mi ga-
23 Por vari as razo nes se puede resistir a las presi ones que inducen a
nancia más la suya es exactamente igual a la pérdida de nuestr o
adoptar la estrategia "correcta", Tiei to dijo con respecto a las guerras entre
los germanos: "que los pueblos mantengan y perpetúen, si no un afecto rival o rivales. E n un juego de este tipo el problema es enteramen-
hacia nosotros, al menos la animosidad entre sí, ya que cuando el destino te de distribución y no de producción. Pero las actividades en las
del imperio es apremiante, la fortuna no puede otorgar un beneficio mayor que toman part e los hombres de estado difícilmente corresponden
que la discordia de nuestros enemigos"., (A Treatise on the Situations, Man. al modelo del ju ego de póker; el problema puede ser tanto de
ners and Inhabitans of Germany par. 33, orks, trad. al inglés de Orford,
Vol. II.) En los términos usados aquí, las tribus germanas no se encentraban distribución como de producción, y así, según la terminología de
lo suficientemente interesadas en ganar el juego de la competencia de poder Neumann y M orgenstern, se trans forma en un juego general En
con Roma como para abandonar los juegos que realizaban entre sí. este tipo de juego "la ventaja de un grupo de jugadores no es
2 McDonald: Strategy in Poker, Business, and War, piág. 52. La referen- necesariamente equivalente a la desventaja de los otr os . En tal
cia a la teoría del juego no signifi ca que exista una técnica por la cual se ju ego los movimientos, o más bien los camb ios de estr ategia, pue-
pueda estudiar la política internacional matemáticamente. No obstaute, la po:
líúca del equilibrio de poderes puede ser descrita utilizando los conceptos de den ser ventajosos para ambos grupos. En otras palabras, exis te
ron N eumann y Morgenstem; lo que puede ser explicado sin referirse a sus la posibilidad de un incremento en la producción que sea sim ultá-
especulaciones quizá pueda acl ararse mediante comparaciones entre el com• neo en todos los sec tores de la sociedad".u En esta circunstancia
portamiento de los participantes en los juegos y los participantes en la polí- el juego puede tender a cualquiera de dos extr emos: 1) puede ser
tica in ternacional. Para referencias a algunos de las dificultades sin solución
de la teoría del juego, réase la nota 28, más adelante. Para un intento de
aplicar la teoría del juego a la estrategia de la política intern acional, véase 2s von leumann y Morgenster: Theory of Games and Economice Behaior,
Kaplan: System and Process in International Politics, Pante IV. pág. 540.
222 223
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA CUEIIIU. Alguna s inferencias de la tercera imagen
un simple problema de acrecentamiento, en el que todos los juga- ticipar de un juego en el que todos los demás cooperaran en el
dores cooperan para obtener la mayor ventaja posible."" Eh la miento de resolver el problema de incrementar los beneficios. Otros
política internacional esto correspondería al caso hipotético en quizá prefiriesen no formar parle de ningún juego. La diferencia
el que lodos los estados se unieran, teniendo a la naturaleza como de la teoría del juego, que es también la de la tercera imagen es
adversaria. 2) Todos los jugadores pueden estar tan dedicados no obstante, que la libertad de elección de cualquier estado en
a la tarea dr resolver de qué manera podría dividirse el beneficio particular está limitada por las acciones de todos los otros. Y esta
ya existente, que se olvidan de la posibilidad de aumentar la ven- limitación es valedera tanto para el proceso de decidir en qué juego
taja de cada uno mediante un trabajo conjunto que logra incre- se ha de participar como para planteo real del juego.
mentar el beneficio. El problema se transforma entonces, de un .. Con un número suficiente de jugadores en un juego compe-
problema de acrecentamiento, en uno parecido a la partida, o jue. titivo, se puede demostrar con convincente rigor matemático, si-
go de suma-constante." En la política internacional esto corres- guiendo siempre a Neumann y a Morgenstern, las ventajas que
ponde más o menos a la situación imperante en la actualidad, en pueden surgir de las combinaciones entre ellos." El jugador in-
la que se han formado dos facciones, y la ganancia de una de ellas teligente estará alerta por si se le presenta la oportunidad de
corresponde generalmente a una pérdida de la otra. Pero existen aumentar sus ganancias o de disminuir sus pérdidas mediante la
aún otras posibilidades que nadie desee los beneficios que están cooperación con otro jugador. Igualmente, en la política inter-
a disposición de los jugadores, o que deseen otros, en cuyo caso nacional, mientras los participantes no se consideren parte de un
la partida no se jugaría. Juego en el que todos se dedican a la producción y ninguno se
¿ Qué posibilidades de elección tienen los estados entre todas preocupa por la distribución, los estados siempre se sentirán indu-
estas alternativas? El juego debe tener un objetivo, que en póker cidos a formar coaliciones por la simple razón de que, quienes se
es ganar la mayor cantidad posible de dinero. Los estados tienen reunen, logran ventajas sobre los que no lo hacen. Si algunos
muchos objetivos: algunos podrían desear la conquista del mun- estados tratan de obtener ventajas de los demás, se combinan
do; otros, la hegemonía local; otros quizá no deseasen ninguna entre sí; si los otros estados desean contrarrestar esta ventaJa,
hegemonía sino, simplemente, que se los dejase en paz. Lo que es también se combinan entre sí. Si la ventaja que se busca es poder
común al deseo de todos lo estados es el instinto de conservación. para destruir o dañar a otro estado, el estado amenazado sólo
Hasta el estado que desea conquistar el mundo pretende, como a riesgo de su supervivencia puede abstenerse de realizar el es-
mínimo, conservar su existencia actual. Si ese fuera el único inte. fuerzo de aumentar su poderío. Perseguir una política de equili-
rés de los estados, ninguno necesitaría mantener fuerzas militares brio de poderes es simplemente una cuestión de elección, pero las
para la acción defensiva u ofensiva; pero en cuanto algunos es- alternativas que se presentan son las de un suicidio probable, por
tados hacen ver al resto del mundo que la mera supervivencia
25
no agota su ambiciones políticas, los otros se ven forzados, lógi- El número mínimo que se requiere so n dos o más para un juego gene-
ral, tres o más p ara u n ju ego q u e su me cero. La teorí a del juego, no ob stan te,
camente, a preparar su defensas. Muchos estados preferirían par-
no puede especificar la distribución de las pérdidas o de las ganancias entre
los miembros de la coalición, Para comentarios acerca de ésta y otras limi-
26 1id., pig. 517. taciunes del juego, véase McKinsey: Introduction to he Theory of Games
21 Estratégicamente son equivalentes. Ibid., píg. 348. [Introducción a la teoría matemática de los juegos], págs. 20-24, 30-34, 213-14.
224 225
EL H OM BRE, EL ESTADO Y LA GUERRA Algunas inferencias de la tercera imagen
un lado, o la de tomar parle activa en el juego de la política de importante. Si la supervivencia fuese el único objetivo de Estados
poderes, por el otro. Los factores que distinguen a la política inter- Unidos, sería irracional que descuidásemos nuestra preparación
nacional de los otros juegos son: l) que las apuestas se consi- para enfrentar posibles atacantes. Si la adopción de un régimen
deran de gran importancia y 2) que en la política internacional espartano nos hiciese más fuertes, entonces habría que adoptarlo
no se excluye el uso de la fuerza como medio para influir sobre inevitablemente. No obstante, al mismo tiempo que participamos
el resultado. Se considera que la norma más importante del juego del juego de la política de poder, juego en el que estamos obliga-
es la siguiente: haz todo lo que debas para ganarlo. Si algunos dos a participar mientras la supervivencia sea uno de nuestros
estados actúan sobre la base de esta norma, o se espera que así objetivos, perseguimos otros objetivos en cierto sentido, jugamos
lo hagan, los otros deben acomodar sus estrategias de acuerdo con a otros juegos- , como el incremento del bienestar económico o,
eso. La oportunidad, y a veces la necesidad de usar la fuerza, ca- en términos más generales, la preservación de un modo de vida.
racteriza el equilibrio de poderes en la política internacional y lo La estrategia ideal en la política internacional podría costar dema-
diferencia del equilibrio de poderes en la política interna. En siado con respecto a los otros juegos a los que se dedica el estado.
ambos casos se puede definir el poder, según Hobbes, como la ca- Afirmar entonces que la política internacional es un juego cuyas
pacidad para provocar el efecto deseado. En la politica interna reglas generales sólo pueden ser descuidadas con riesgo para la
uno de estos medios posibles, el uso de la fuerza física, está gene- existencia misma del jugador, no significa necesariamente que
ralmente monopolizado por el estado. En la política internacional cada estado deba dedicar todos sus esfuerzos al objetivo de la
no existe una autoridad capaz de prohibir el uso de la fuerza. El supervivencia. Clausewitz señaló, por ejemplo, que quien utiliza
equilibrio de poderes entre los estados se transforma en un equi- la fuerza brutalmente obtendrá una ventaja si su opositor no actúa
librio de todos los medios, inc.uyendo la fuerza física, que los de igual manera, pero también destacó que las instituciones so-
estados prefieren utilizar para el logro de sus objetivos. ciales pueden moderar la crueldad de la competencia por el poder.3o
Si en las coaliciones existe una ventaja, todos los jugadores Los estados pueden cooperar al mismo tiempo que competir, y
entonces, tratarán de sacar el mayor provecho posible de ella, y aún cuando la competencia sea más importante que la coopera-
terminarán por alinearse en dos bloques. Sin embargo, el juego ción, sus objetivos internos pueden mitigar la rivalidad externa
de la política de poderes no siempre da como resultado la forma- entre ellos. No obstante, si uno de los fines del estado es la super-
ción de dos bloques opuestos entre sí, que utilizan todos los medios vivencia, el estado que descuidase las consideraciones del equi-
posibles con el objeto de obtener ventajas sobre el otro. Esto se librio de poderes mientras otros no lo hacen así, estaría actuando
explica por ei hecho de que todos los estados participan en más de como el jugador que se abstiene de unirse a una coalición, porque
un Juego a la vez. El objeto de una teoría del juego es "un grupo ¿qué es el equilibrio de poderes sino una serie de coaliciones en
de normas para cada participante, que le indiquen cómo compor- las que se unen los que se encuentran en desventaja momentánea
tarse en cada situación que surja." Pero ningún grupo de normas para evitar la supremacía (evitar que se gane el juego) del país
puede especificar hasta qué punto el juego debe considerarse o coalición contrarios?
El análisis precedente indica que el equilibrio de poderes en-
20 on Neumann y Morgenstem : T heory of Gam es and Econom ic Behavior,
Pig. 3l. a0 Clausewitz: On ar [De la guerral, trd. al inglés de Jolles, píg. 4.
226 227
)
Algunas inferencias de la tercera imagen
228 229
Algunas inferencias de la tercera imagen
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
fuerza.8 8 Cuando no hay nada para evitar el uso de la fuerza co-
d d d establecer una asociación de estados coordinados para mo medio de alterar las formas y los resultados de la competen-
a e d , " d' 1
resisrir los esfuerzos rusos de ommnc1on mun ia . cia, la capacidad para usarla tiende a convertirse en el índice por
El tono elevndo de In descripción de Tanne~baum de nues• medio del cual se mide el equilibrio de poderes, Ningún sistema
,, hecho de que la comunidad de defensa
Ira pobl1ca no oscurece e1 , •ran arte al menos. de equilibrio funciona automáticamente, El anhelo de he¡¡emonía
de un estado puede ser llevado a la práctica a pesar de la resi~-
occidental se encontraba mo1Ivadn: en ~ p •
+smgr. s.
.aiw""gr »riso»
n 01
objeto
tencia de otros estados o, quizá por otras razones, los otros esta-
dos no se resistan; pero en ciertas condiciones, han existido con
, Elle ec o, prov ' ·¡· ·¡ frecuencia en la política internacional, pueden desarrollarse los
guerras age8s 1,h de h historia, mis difici sistemas de equilibrio. Si el sistema de equilibrio llega a ser el
una futura guerra, no es, ~ d 11'mavera de los jugadore objetivo consciente de los estados, debe esperarse entonces un
1 en!renam1enlo e P b
compren d er que e d 1 a eslo otro nom re que proceso de mayor precisión que conduzca hacia ese equilibrio.
bfübol. Si Tannembaum desead ar e es cuestión suya. Es eviden· En medio de un gran número de estados más o menos iguales, la
Tb • de po eres, •
•
a pliea de 9""l_,, u ver a era O
a#sin se refiere a h ter
' da
competencia es intensa y el proceso de equilibrio de poderes más
le no obstante, aue s l pohtc 1·1· a exterior que recom1en . intrincado. Así, entre las ciudades-estado griegas e italianas, y
• ± » +e, ±
lo!rÍa realista mas que a • de Estado, su poht,ca extenor entre las naciones-estado europeas, cualquier estado que amena-
e baum fuese Secre!ano h de la de Kennan, los zase sobrepasar a los otros en poder, debía estar dispuesto a en-
Tame d M r•enl au o
'ría muy poco de la e O O osilores intelectua1 es, frentar un intento de los demás para evitarlo. Y ello sucedía así,
..k.+o,","ar no porque gozasen del proceso en sí, sino porque para cada esta-
s. • rm "n"as+
tanto una imposición
•g
~¡gas. No puede ser elimi
do su poder en relación con otros estados es, en última instancia,
la clave de su supervivencia.
no es ,l hechos a los estad1u> . _3, ±u
230
EL H OM BRE, EL ESTADO Y U GUERRA Algunas inferencias de la tercera imagen
sostiene muchas de las consideraciones políticas que conducen a frecuencia sumamente peligroso".3 8 "Porque la humanidad no es-
la tercera imagen, y que se desprenden de ellas. Es su opinión que pera el ataque de un poder superior, sino que lo anticipa." 38 La
"entre los vecinos, el antagonismo es siempre una condición de política de un estado, en pocas palabras, está determinada por sus
independencia." Su parecer es sustanciado por las declaraciones objetivos y por su relación con otros estados.
que coloca en boca de varios participantes de la política y las Maquiavelo toma el tema de Tucídides y describe una serie
guerras de la época. Una muestra, en la que se omiten los nombres de intrincadas, si no hermosas, variaciones. Que El Príncipe deba
de los oradores, indica que en sus obras históricas está implícita ser leído en el contexto de Los Discursos, y ambos en el contexto
una visión de la política internacional íntimamente relacionada de las condiciones reinantes en la Italia de la época, es algo que
con ln de Rousseau y con la tercera imagen. A continuación, si- se repite con frecuencia pero no se lleva a cabo. El hecho de que
guen resúmenes y fragmentos de algunos de sus discursos que Maquiavelo fue el teórico de la Realpolitk nos hace a menudo
desarrollan esta idea: vamos a la guerra por nuestros propios in- suponer que una comprensión general de la Realpoltik nos con-
tereses, y cuando éstos parecen requerirlo, luchamos por la paz. ducirá a la comprensión del mismo Maquiavelo. Los grandes filó-
Todos sabemos que "en los asuntos humanos sólo se considera el sofos políticos exigen ser leídos y vueltos a leer, y a cada lectura
problema de la justicia cuando existe un poder para aplicarla",3 se amplía y profundiza nuestra comprensión de ellos. Con Ma-
Como los estados no se rigen entre sí por leyes, DO pueden consi- quiavelo, el menos filosófico de los filósofos de la política, se sien-
derar lo que es justo, y por lo tanto su objeto no será nunca re• te inclinado a renunciar a las consideraciones acerca de la tota-
compensar a los buenos y castigar a los culpables. Cuando un país lidad de su pensamiento, y a sumergirse en cambio en sus escritos
nos ha infligido un daño, "los problemas que debemos considerar políticos para extraer máximas que puedan alumbrar, u horro-
no son cuáles son sus crímenes, sino dónde reside nuestro inte- rizar, o hasta divertir, puesto que Rousseau refirió una vez al
rés".36 Es una tontería concertar a'.ianzas, a menos que éstas se Príncipe como si se tratara de una sátira.
bailen arraigadas en el interés de todos los aliados. Por cierto, La declaración de que "el fin justifica lo! medios" es acep-
"el temor mutuo es la única base sólida de la alianza".37 Como tada generalmente como un resumen epigramático del pensamien-
cada estado actúa según su propia interpretación acerca de cuá- to político de Maquiavelo. La injusticia surge de la incapacidad
les son sus necesidades con respecto a la seguridad y el bienestar, para referirse a la doble salvedad establecida por Maquiavelo,
un estado debe prever las intenciones de los otros. Así pues, "man- tanto en El Príncipe como en Los Discursos.
tener la paz cuando se debería declarar la guerra puede ser con Dice Maquiavelo que son esos los fines que justifican los me-
dios, y que los medios apropiados dependen de las condiciones en
34 Tueídides: History of the Peloponnesian War, trad. al inglés de Jowett,
las cuales se persigan ciertos fines. Si un hombre desea preservar:
Libro IV par. 92. Cf. Rousseau: A Lasting Peace, rad. al inglés de Vaughan, su poder en el estado, y su estado entre todos los demás, entonces
pigs. 78-79; Montesquieu: The Sirt f the Las, trad. Nugent, Libro X, se justificará que actúe a veces en formas consideradas inescru-
Cap. IL
38 Taefdids: History of he Peloponnesian War, trad. al inglés de Jowett, aa /bid., Libro I, par. 124.
Libro V, par. 89. 3o 1 id., Libro VI, par. 18, CE. Rousseau: A Lasting Peace, Vaughan,
trad .
as !bid, Libro 111, par. 44. pág.7 8- 7 Montesquieu: The Spirit of the Laws,
9 ; trad . inglés
a \ Nugent, d e
a 1id., Libro III, par. 1I. CÍ, Lihr I par, 32-35; Libro Y, par. 106, Libro X, Cap. 1u
233
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA
pulosas." No todos los fines, sino unos pocos, justifican los me- , a
:,,ferencias le
l tercera imagen
Ia
dios, "porque deberá reprender a quien corneta un acto violento Algunas in!°
:. nue tales
con el objeto de destruir. y no a quien emplee la fuerza con pro• ertinencia, porq
pósitos benéficos."41 El hecho de que alguien utilice medios des- . 1. ampoco estables "_,¡amativas de compor
Maquiavel 1 existencia de ¡ 1dad de éxito.
agradab'es para alcanzar fines constructivos. sólo se verá justifi- furar demuestran ir con post 1 1 •
r.1puestas no ·ncipe pueda segu . Jo creín nt>C!'!':t nns
cado según '~a necesidad del caso". Los hombres tienen éxito r que un pri . ue ]\faamnve · ,
siempre que sus actitudes "concuerden con las circunstancias"• El
aien""
:. ·s Izar los medios S
en u 1 1 1
¡gd d e éxito.· pero ;cuán
sib1h a • •
El inter otor"ado una eve po 1 característica casi tra-
príncipe, segin Maquiavelo, "deberá poseer una mente dispuesta quizá baya " "n? Si recordamos a • •¡· de sus re-
a adaptarse según el rumbo del viento y de acuerdo con los dicta- lis era la opc1o» · t cualidad maqmave ica -
dos de las rvariaciones de la fortuna, y. . . a no desviarse de lo
que es bueno, si es posible, pero a causar daño si se ve obligado
a ell"a
"..2.
cer en todo una profesión 1
..
j""a.acre- a.. f
a~P de su visión, la supues_ a .
py;
mal entre qmenes
, "El hombre que desea ha-
aue los medios que adopta determinan el fin? Et hecho de esta• ac1. le emostrar; y sin embargo así tamb ién
blecer la validez de las proposiciones a que se hace referencia en " Tk Prine, Ca. rv. "H, _
M1tt1ogly- no era .. asta el mismo Maquiavelo .-.,
estos interrogantes -lo cual puede hacerse, según creo- no Pág. 4-0. y J S M'll lllaqu1avélico en la práctica." R -señalá Garett
establece su pertinencia. Contestarlos de manera que parezca re• h época a,, " al asentar en su dian ,q, '' enaissance Diplomacy
aquiave] o aigunos pe · · ·
234
-a ,
EL HOMBRE, EL ESTADO Y U GUERRA
terminaban los malvados. Para comprender claramente la_Pro Algunas inferencias de ia tercera unageil
fundidad de la visión de Maquiavelo con respecto a las neces1dadcl
h· ·J una tercera sa ·
de la política debemos agregar, como I o izo e, ·¡Bili- los príncipes o del estado en lugar de, digamos, de acuerdo con
h h aumentar su posi 1 la vida honesta? Este interrogante plantea un concepto funda-
vedad. Lo que el príncipe de ~ .ª,cer paraersi a. las condicion~s
a.a a» 6si». asede deo%i;; 1 So »coy. -»
en las cuales lo hagan y las cfua i a ¡esleer a Maquiavelo. Cuan·
mental pero no difícil. Para Maquiavelo, como para Rousseau y
para Kant posteriormente, el orden interno y la seguridad exterior
er actor a . 1 ]os son necesarios antes de que exista tan siquiera la posibilidad de
••ar por al to ese t e1rc
•• 1 P-
fW ~ nmo am4 Maquiaveto,
is;z.%2%%-
: deben estar a
conse¡os e_ 1
•
on os
de actuar c,:,ns·
que los hombres vivan sus vidas con a:guna libertad y justicia.
El estudio de la política se convierte I así en el más importante de
todos los estudios, y el arte político en el más meritorio. Dice
P ero Maqmave o ac • ·10. el que es capa , un hom pues Maquiavelo al describir a Italia que es "un país sin diques
d tener ex · d dernmP.n e .
hombres que pueden be•tia o el que es ;,~r ad Macedonia, dic ni terraplenes de ningún tipo" que la protejan de las invasiones
t como una · ' . a Fi'ip o "e ., de vida extranjeras, y agrega que si Italia hubiese estado "protegida por
tantelm; ~ab'emente las actunc1one:s toda manifestac1on deberían medidas adecuadas, como Alemania, España y Francia, esta inun-
bre. n u destructoras pa . humanas, Y Ano
'I "•on crueles y . • as ni tan siqu1erad solo ciudn ad dación no hubiese causado los grandes cambios que produjo, o
e' .· . o son ensilan . la vida e un J ruina e no hubiese tenido lugar en absoluto".+7 Si los diques y terraplenes
civibzsds, n d s Por cierto, provocase a dis-
or to o • rey que euentre se construyen y mantienen en buen estado por medios crueles,
ser e\'itad as• P refen'ble s la de un te qu1e sn no se en d bera
, seguir
luego la crueldad es el acto más misericordioso. Si se los destruye
omún sena p No obstan ' ' hulllano, 4e El conte- por la práctica de la virtud, luego la virtud es el mayor mal.
e es humanos. . rumbo, mas oder"• G • ólo
tantos ser doptsr el prunedr a mantener "E,, ae ser no s Jo· La Realpoltik es un método definido con muy poca claridad,
is",ca ; »"z,""s»ia
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Se la considera necesaria cuando se persigue un propósito deter-
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236
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• • Algunas inferencias de ia tercera imaget
Et HOMBRE, EL ESTADO y LA GUERRA los príncipes o del estado en lugar de, digamos, de acuerdo con
terminaban los malvado, P la vida honesta? Este interrogante plantea un concepto funda-
tundid+a de h a,¡,,""" smrender elunan, ¡ p mental pero no difícil. Para Maquiavelo, como para Rousseau y
de] 1e. 1aquuarvelo con respe! para Kant posteriormente, el orden interno y la seguridad exterior
e l polidebemos «zrezr, cono 1, ]$;"sud&
vedad. Lo que el príncipe debe h , una tercera son necesarios antes de que exista tan siquiera la posibilidad de
d d d . ncer para aumentar que los hombres vivan sus vidas con a.guna libertad y justicia.
ates e éxito, depende del objetivo . su P,sibi\.
1 1 o hagan y las cualidadquepersigalascoa··
en 1 as cuales d1 •• n "'°"'' El estudio de la política se convierte I así en el más importante de
fil a es e propio prínc'
ac1 pru;ar por alto ese tercer factor al leer a Ma . 1 ipe. todos los estudios, y el arte político en el más meritorio. Dice
d 0 l 1a ±r »de ha de
grandeza a desaparecido,' como creía M, a,, +quavelo. pues Maquiavelo al describir a Italia que es "un país sin diques
' deh " Maquiavelo
conse¡os e en estar a la altura de hombres de ment ' . ni terraplenes de ningún tipo" que la protejan de las invasiones
p M . l epequen,
ero aqmave o aclara suficientemente que son dos los tipos · extranjeras, y agrega que si Italia hubiese estado "protegida por
hombres que pueden tener éxito: el que es capaz de actuar medidas adecuadas, como Alemania, España y Francia, esta inun-
tantemente como una bestia, o el que es verdaderamente un
dación no hubiese causado los grandes cambios que produjo, o
bre. Indudab'emente las actuaciones de F'io de Macedonia,
él, "son crueles y destructoras para toda manifestación de no hubiese tenido lugar en absoluto". Si los diques y terraplenes
civilizada; no son cristianas ni tan siquiera humanas, y deberían se construyen y mantienen en buen estado por medios crueles,
ser evitadas por todos. Por cierto, la vida de un solo ciudodano luego la crueldad es el acto más misericordioso. Si se los destruye
común sería preferible a la de un rey que provocase la ruina por la práctica de la virtud, luego la virtud es el mayor mal.
tantos seres humanos. No obstante, quien no se encuentre La Realpolitik es un método definido con muy poca claridad,
puesto a adoptar el primer rumbo, más humano, deberá seguir Se la considera necesaria cuando se persigue un propósito deter-
el rumbo cruel si es que desea mantener su pode" El conle- minado en una situación específica. El propósito es la seguridad de
nido de estos consejos al príncipe tiene su razón ; los estados separados, y la situación, anarquía entre ellos. Con fre-
d . . . los hombres uenos
en el hecho de que en este rnun o m s1qu;era I dos sino también cuencia la palabra recuerda también el modelo del equilibrio de
gran el éxito con frecuencia, y tampoco os ma va ; ·A
h t pocos santos entre noso ros. ¿ poderes. Maquiavelo se presenta tan claramente co1110 el exponente
por el hecho d e que ay an . . ? No obstante, él de la Realpolitik que es muy fácil caer en el error de suponer que
odía Maquiavelo dirigir su exhorta~wn. ros están reservados
P · · ·os mas seve tamb ién a él se debe la idea del equilibrio de poderes- Sin embargo,
opone un tipo al otro: sus J"" curso equidistante"
ese concepto está adelantado con mayor claridad en la Historia
para aquellos que intentan Se" ~are el rito del prii
Y si sigo,
» cae» i» iiis m,
zrr o",""!~,
12 a w» cese ice + i
de Tucídides que en El Príncipe y Los Discursos. Mi entras que la
Realpolitik es un método, la política del equilibrio conforma su
• t o y lograr a e ens los intereses contenido y condiciona su funcionamiento. En la actualidad se
un orden in em . . 1'ito de acuerdo can
nos? ¿Por qué definir el eu pone frecuentemente en tela de juicio la importancia de la Real-
. sao.e;" politik y del equilibrio de poderes en las relaciones internaciona-
s r, pacen , E1}., ue • r
« Vae especialmente Te 4T The Prince, Cap. xxv; con referencia al orden interno, véase el Cap.
xv.
237
a
a
,
EL H O M BRE, EL ESTADO Y U GU ERRA
les. Frank Tannembaum puede ser considerado como un expa Algunas inferencias de la tercera imagen
nente de los muchos que piensan que la política de equilibrio
poderes es passé, y acusa a los realistas contemporáneos de arribe b 6n del poder y por las transforma-
, J disln UC10
a conclusiones erróneas por partir de la suposición de que la alteraciones en la
40
por I t nología. b · do el
periencia excepcional de la Europa moderna representa el
portamiento normal de los estados. En la era de la bomba
sos " ",¡g i, 1os militares franceses y rusos,
En mayo
abn"",,
: militar, se reumeron en ar1s
hidrógeno, cuando el mundo se encuentra fragmentado por l. y convenc1on , d
mino a una alianza . El . fe delegado del coman o
colosos que se miran entre sí con odio y temor, y siempre can ,:. de una conferencia. Je1 la 1f
para participar 1e , t las conclusiones de la con1e-
sospecha, la pertinencia de las lecciones que pueden derivarse en jefe del ejército frances preseln ~ se contaba las siguientes:
la observación de un número de estados envueltos en conflic, a· h conc us10nes
rencia al Zar. E ntre ic as . , na declaración de guerra; que
periódicos, bien puede parecer cuestionable. Para arrancar de "que la movilización conslltma u . ' hacer lo propio. . . que
las dudas y concretar las lecciones deducidas en forma abstrae,
del análisis precedente acerca de la teoría del juego, el exam acorar senticats far %};In?'Z.e + to ares de mee
permitir que se movilice un millón 1e1 mismo tiempo significaba
prometido de la experiencia europea pasada será relacionado
consideraciones acerca de la configuración actual de las relaci is tosieras s her " P,"$?$,a.
negarse a sí mismo toda posibih",'4 individuo que, con
asacarse ías arde,Y
nes internacionales. En el siglo xvu y en la mayor parte del
glo XIX, existían sistemas de equilibrio de poderes en los cual colocarse por lo tan t en °.
la s1tuac1on e
¡ perrwta .
a1 vecm 0
• apuntarle contra
los estados poseían la habilidad y el interés de ofrecer su lealta una pistola en su bo 1si110 , e • " Con estas con·
d · extraer la propia ·
de un grupo a otro. En la actualidad, como antes de la primeo la sien su pistola carga a, sm O El . tema de alianzas, inaugu-
. d Ill ptó G SIS e .
guerra mundial, estas importantes variaciones no son tan clusiones, Ale¡an ro ace · d ll' a'pi'damente despues
1 3-9
1 e esarro o r
mente posibles. Pero no puede decirse que no exista un equilibr rado por Bismarck en , s f ., n de su contra-
b' es La :ormac1o
de poderes porque no sea ya posible según los modelos clásic• de 1890 en un sistema de d os oqu . d la movilización se
Allí donde no es posible la adaptación por medio de cambios . . •t bl que una vez comenza a, . ,
parte h IZO mevI a e • I Es . den te que segun 1 os
ternacionales de alianzas, el desarrollo interno de la industria . guerra," ev '
hiciese general y terrwnase en . . d cada uno dependía
de los armamentos se torna más importante. Y cuando más f " la estratega "
participantes de la con erencia, . . , de la tercera imagen.
tensa sea la competencia, mayor será la influencia de los pequeñ , . a confirmac1on q
de la de todos los d temas. un < sola no puede acla-
cambios, De todas maneras, el siguiente análisis no tiene por l imagen por s1
Podrá objetarse que a tercera la razón por la cual
jeto sugerir cómo puede variar el análisis del equi1ibrio de poder ue no exp ica
rar el origen de la guerra, ya q b' . , válida. Para com-
con respecto al que se aplicó a los siglos XIX o XVIII, sino más • , Esta O jecion es
un país realiza la movi ili izac1on.
sugerir los puntos fundamentales en los cuales existe una
nuidad, a pesar de los muchos e importantes cambios provoca• ·. mue se ha utilizado el término "equ
40 P ara las diferentes maneras en I,_ 3 P ow er: P rescription, Con
., , H ·ºTheBaanceo ·
48 "The Balance of Po.ver veraua th o Cc,.ordinate State", Poli ti cal S ci er uno de poderes; y
cept or P ropaganda ' Wor
%.as, v aos3», 442-77.
D. lomacr pág. 398.
Quarerty, LX V II (1952), 175.
o Cita do en Vags: Defense and ",, M olke cerca de las posibili-
238
G1 Cf, por ejemplo, las conjeturas "°
r ad von H6zend orf de enero
dades fataras, e su corresondo""[¿ ea sus war Mmoius: "E 1914
de 189l; y las declaraciones de Ll o¡ " En Va ts: De/en,e aml D,plomacy,
l
la movilización significaba la guerra.
págs. 97, 399,
239
L
1
EL HOMBRE, Ei. ESTADO Y LA GUERRA
eco»na ""%Z
stos ac
'lis' histórico. No obstante, no es
«va",{$.in
1
«we
Este sistema era un sistema de seguridad, pero sólo hasta que al-
guien alteraba su funcionamiento. El juego de la política europea
de poder se había transformado en un juego del tipo del póker,
pero con dos jugadores. Un beneficio para cualquiera de los estados
significaba un beneficio igual para su bando, y simultáneamente
¡
1
cns1s q
« +n9"; •
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e", a
un Jar, 8 el g,1ett>s.1'. tra
eJJg,
dí
o u"e
eºtiJ o o
A,
asunto de Servia; Alemania reaccionó porque no podía permitirle
ª Austria que retrocediese, y así sucesivamente alrededor del trá-
gic o y vicioso círculo, al que algunos considerarían también un
circulo sin sentido. También, no obstante, podemos recordar a
Hegel en el capítulo VI cuando dice que "el hecho de que ocurran
'lih .
~y,
taruco opeo o /J p5
amenazaba destruir el equ1 no eur .¡ ..:JJJJ JtJ 1? ,. -.ª> accidentes entre entes individuales, no es accidental sino necesa-
·onalmente la segurida d b · '
r1tamca.
• (
¡J l7 f!,
, e .,.e~ ' .uvie rio . Cuando existen estados imperfectos en una condición anár-
di ca • ,e' si ° i
1 quica, surgn crisis, hecho supuesto, más que explicado, en la ter-
de alianzas era considerado f
El sistema l ff" e '
tema de seguridad."- Y por cierto que JO , ¡~1e a" alguna au toridad en el asunto, "nuestros dos· ejérc itos formarán uno so lo en
240
3 EL HOM BRE, EL E ST ADO Y LA GUE RRA
Algunas inferencias de la tercera imagen
1
. • d l gobierno de Su Majestad, hostiles a la pers-
cera imagen. Partiendo. de esta premisa es posible d escn•b·u e , serán, a cnteno eE ,. Ga Chamberlain trataba de evitar que
ah stractnm.ente los tipos de cálculos que cada estado deb . asi .
pect1va e
d paz en •uropa •
.
.
1914, un motivo para sentirse
. . 1• . b . 1 .. e realizar
·¡q,, di Alemania como en , .
como minimo lógico, ajo la presión de sus intereses de
• 1 • . seguriiad
El eJemp o que sigue esclarecerá, de manera diferente cua· d·r· :
2
ele ";3$,i¿a
a aiícar 1o que haba aprendido de la primera
- • • 's In lici] cercada. )ec1di +3i6 1e el apaciguamiento podía aumen-
puede llegar a ser el mantenimiento de la pohtica internacio 1 uerra mundial, no compren1o qu . o se limi-
; ; g. 1d; na! en
una situación que no tien a hacia el juego en el que la pérdida de
¡,ar
a oder relativo del estado favorecido, y que s "
h. . t poder podna ser ut1 za o
,a,a
uno constituye la ganancia del otro. taban estrictamente sus objetivos, es e
Bismarck dijo cierta vez que los tontos aprenden con la expe- en el futuro contra el apaciguador. . . y tratar de
La política de equilibrio de poderes. es nesgos~: una adver•
nenc1a y los hombres inteligentes aprenden de las experiencias de
ignorarlo es aún más riesgoso. Clausewitz pronunc1o
los demás. En los últimos años de la década de 1930, Neville Cram-
tencia que resulta pertinente citar aqu1:
berlain se comportó como si hubiera adoptado seriamente el afo-
rismo de Bismarck. En el sistema de alianzas anterior a la primera ectáculo horrible, debería
Si la matanza cruenta es un esP blema de la gue-
guerra mundial, los estados europeos habían intercambiado un para tratar e1 pro e
constituir al menos una razon JI , y más por senti-
sentimiento momentáneo de seguridad por la casi certeza de una • ·t pero no para me ar mas '»
rra con mas respe 0 , bl d. os hasta que apare-
futura guerra. Chamberlain creyó que Inglaterra podría benefi- ·1 • la espada que lant1m·,
mientas h umam aros, l brazos de nuestro
ciarse con los errores de la generación anterior. Francia y Rusia, ca alguien con una espada filosa Y separe os r
sin contar con el apoyo seguro de Inglaterra, no se hubiesen sen· cuerpo.
tido muy afectadas por el desafío de las potencias centrales; éstas 1 I se demasiado amante de la paz,
a su vez, al no sentirse amenazadas, se hubieran comportado de No es que el estado, a vo ver mnolencia de un estado
• 0 que la aparenI e so» did
distinta manera. Inglaterra no se hubiera comprometido en una perezca por eso, sm d . , 1 0 que se hubiera po" o
guerra mundial por una estrecha porción de territorio en el lejano puede invitar a una guerra e a~resion, . de parte del estado
: ·titud más agres1va
sudeste europeo. La política de apaciguamiento de Chamberlain, la evitar mediante una acu_ {ga or Estados Unidos en
I Esta lecc1on apren 1 a P . 'al
disposición a otorgar concesiones con el objeto de arreglar paci amante d e a paz. " parte de )a doctrina ofici
diales constituye una Dull
ficamente las controversias, harían desaparecer a un tiempo la ne: dos guerras muo • E d El secretario J ohn Foster tes
cesidad de las alianzas y las aparentes causas de guerra. A SI del Departamento de stado- ,R qué es lo que tienta al
..
d1Jo: "L az reqUJere que se ani · t
pues, en marzo de 1938. cuando sobrevino la crisis checoslovaca, a p h b por adelantado que, s1 no se au O·
Chamberlain rechazó la' sugerencia soviética de que se realizase agresor, y que ".e lef agt sa :: dura lucha en la que quizá pier-
controla, deberá en ren ar u
una conferencia a la que asistiría un limitado número de esta-
da".
dos, porque, según comentó él, consistiría "no en una consulta
con miras a una solución, sino en un acuer_do para emprende_r !,ª 63 Lmberlain: In S,arch o/ P••c•,. págs. 85-86. •
•• Cha sewitz: On War, trad. al ingles de Joll es, pág. 210.
acción contra un hecho eventual que no se había presentado aun · Clau D. o ante la Convención de la Am erican Legi on, S t. Louis.
Y agregó: "La consecuencia indirecta, pero no por ello inevitable, •• P%?z7;1,""""{
Texto pu licalo
roo," ae Ns«ca Yo , el s ae ería»bre de 1958.
18
de la acción propuesta por el gobierno soviético será agravar pág. 4.
tendencia a la formación de grupos exclusivos de naciones que
242
...
e"
--
\
t
Algunas inferencias de la tercera imagen
EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA brío entre una posición de gran poder y una muy débil, entre de-
masiados fracasos, que fortalecerían al enemigo potencial, y de-
Pero, como aprendió Chamberlain para desgracia de I l masiados éxitos, que lo atemorizarían indebidamente. En parle
. b.. ng a-
terra, en la tercera imagen tam 1en se encuentra implícita la a. debido a que Estados Unidos ha tomado estrecho contacto con las
vertencia de que cualquier lección puede ser aplicada incorre~a- trampas que ofrece la política de apaciguamiento , aumenta el
pe-
mente. Los estadistas trataron de evitar la guerra actuando como ligro de que la prehistoria de la tercera guerra mundial, si ésta
generales que preparan planes que podían haber servido para l!er,ase a producirse, sea la primera, más que la cuarta década de
ganar una guerra anterior. El 5 de marzo de 1946 Churchill sos. este sig'o. Existe el considerable peligro de que una de las parles
tuvo que los estados que buscaban la seguridad no podían actuar baje la guardia y tiente así la agresividad del enemigo. Pero mien-
en el estrecho margen del equilibrio de poderes.c;o La prepon_de- tras las" lecciones de la segunda guerra mundial se mantengan
rancia y no el equilibrio debe ser su objetivo. No obstante, como frescas en nuestras mentes, este peligro será menor que _el de que
hechos dicho más arriba. el equilibrio de poderes puede produ- una de las partes utilice su poder indebidamente. y motive así la
cirse, ya sea porque la mayor parte de los estados lo desean, o reacción de la otra. La tragedia de la pohhca de liberación pro-
porque algunos de ellos reaccionan ante el anhelo de preponde- clamada por Du!les no reside en que es imposible, sino en el hecho
rancia de otros. Cuando. existe un equilibrio de. poderes, a cada de que su exitosa puesta en marcha conduciría al mundo al borde
estado amante de la paz y de la seguridad, le corresponde no acre- de la guerra, una posibilidad muy bien ilustrada por la reacción
d Dulles ante la revuelta húngara de 1956. Tal como sucedió
centar demasiado sus fuerzas, ni debilitarse. A la sentencia del
ea+do la Triple Alianza enfrentó a la Triple Entente, nin guno
párrafo anterior debe agregarse la siguiente consideración: la
de los protagonistas puede tolerar que su enemigo potencial ob-
aparente agresividad de un estado puede evitar una guerra pre-
tenga un éxito importante.
ventiva que una postura más pacífica hubiese podido evitar. En
la política internacional no existe una regla sencilla para deter-
S; esto parece complicado y hasta frustrante para algunos,
d la política internacional un juego fascinante.
minar hasta qué punto un estado debe aparecer ante los demás para otros h ace te • • lid d ¡ ¡
El hecho de que es un ju ego, pero sin frivol la ' se acara a
como beligerante o como pacífico, con el objeto de aumentar al reciaciones recientemente efectuadas con aquellas
comparar 1 as ap f •
máximo sus posibilidades de paz con los estados vecinos. No puede basadas en las especulaciones, igualmente frustrantes y tascmnan-
decirse teóricamente cuándo un país debe armarse, o desarmarse, Neumann y de Morgenstern. La tercera imagen en
tes, d e von · 1
o l!egar a un acuerdo, o mantener su firmeza para afianzar la paz; ¡ nálisis del equilibrio de poderes en particular, son
sólo se pueden mencionar los posibles resultados de esas políticas genera1 , Y e 8 1 h" t • d I s
. tes en el presente así como lo fueron en a 1sona e o
t
pertinem "
diferentes. Así lo aclara la tercera imagen. La estrategia de paz sistemas multiestatales del pasado.
de cualquier país dependerá de las estrategias de paz o de guerra
de todos los otros países. A medida que la competencia se torna
más intensa en materia de política internacional, proceso que nin-
guno de los competidores puede evitar actuando solo, los estados
amantes de la paz enfrentan la necesidad de encontrar un equili-
244
t
CAPITULO VIII
CONCLUSIÓN
e
F
►
EL HOMBRE, EL ESTA ,
GUERRA
• Conclusión
248 249
e
1
• Concl uaión
EL HOMBRE, EL EsA
ADO \ LA CUERI\A es simplemente una de las tantas instituciones sociales, constituye
al mismo tiempo una condición previa de la sociedad. El primero
250 251
e
c,elusió"
rnJ,ios des·
•• d que los ca . de-
. ¡nac1on e 1 obJeuvo
.
f
, la afi""
Asustan""" ,entes par%
lograr °
s""os"Y~esarios , ""en suficf 4zas puede"
ed
EL HOMBRE, EL ESTADO y U. GUERRA
critos colllº ue todas las cau tra de la
,eado, . , contraria, o sea q UJllento en con 1
i, afirmas" , aye un ar"puede ser a ¿lada Po °
mundial sino también a sostener que puede lograrse con facilid d 1
f.s ciert~ que con un gobierno mundial no habría ya guerras in~e;, ., rlocio""
sí,
. dos entre cons"
. . , de que e....
ss"""[a o controlada Po "
,a
~auna sola causa'na po I l preparada co"
ala aceptacioP
·t
les si el gobierno fuese ineficaz. Tamb1en es verdad, volviendo a inteligencia, También es. un_ ar~:ner en cuenta cómo se relacionan
las dos primeras imágenes, que sin las imperfecciones de los esta. de una o varias hipótesis sill d c1'ones que derivan de una
• Las recomen a 'lis'
dos individuales no existirían las guerras; además, es cierto qu todas las causas entre si. 1 se sustentan sobre anal 5l°
una sociedad de seres perfectamente racionales, o de cristianos per'. imagen única son incomp etas porque d or sí misma
fectos, nunca conocería los conflictos violentos. Estas afirmaciones
pidas tu calidad parcial de cada imagen c%""" ",,, ~ a, del
a la inclusión de las demás. En la primera imagen, a lirecc1on
son, lamentablemente, tan triviales como verdaderas. Poseen la movimiento q ue presenta la perspectiva de Locke como contrana
característica de las tautologías herméticas: los estados u hombres a la de Platón- se dirige de los hombres hacia las sociedades Y
perfectamente buenos no cometen malas acciones; dentro de una estados. La segunda imagen incluye ambos elementos. Los hombres
organización eficaz no se permiten acciones que la pueden des, hacen los estados y los estados a los hombres; pero este concepto
riar de su rumbo y resultar muy dañosas. La cussi perfección sigue siendo limitado. El investigador se orienta hacia la búsqueda
que exige la preocupación por una causa única, da cuenta de un de nexos más amplios entre las causas, porque los estados están
gran número 'de hechos que de otra manera serían confusos: el conformados por el medio internacional en el que actúan d 1 .
pesimismo de San Agustín, el fracaso de los behavioristas como mo modo que los hombres están conformado , . e: mus-
nal y por el internacional La . d l s por el medio nacio-
consejeros de paz, la confianza de muchos liberales en que las considerado en los capít~los mayona e os pensadores que hemos
fueras de la historia producirán un resultado que jamás podrán mente en las consideraciones ~:ecedent';5 ~o se han basado única-
.,,"2",
lograr los esfuerzos conscientes de los hombres, la tendencia de nos hayamos ocupado de la una so.a imagen. El hecho d
se ponga el acento . s consecuencias que s o- e que
los socialistas a identificar un elemento corruptor cada vez que se
presenta una falta de armonía en la actividad socialista. También el. l costea.4 ~2T es
den relacionarse las 1ace más fácil la tarea de os cap1tulos pre.
•
d6 de
contribuye a explicar el rápido cambio de la esperanza a la deses· ellas. 1magenes entre si. sin . distorsj.
e sugerir cóm o pue-
peranza entre quienes adoptan totalmente el enfoque de la cama 1onar alg una de
única, tanto en éste como en cualquier otro problema. La creencia
que para lograr un mundo mejor es necesario mejorar lrs factores
que actúan dentro de un sector exactamente definido, conduce a la
desesperanza cuando se hace evidente que los cambios, si es aue
son posibles, se producen lentamente y con fuerza insuficiente. Los
que creen en esto se sienten constantemente derrotados por el do·
ble problema de demostrar cómo pueden producirse "los cambios
3 Cf. Popper: The Open Societr ond its Enemies [La sociedad abierta Y
rus entmiiosl, págs. 158-59, 574,79; Esslinger: Po/itics ancl Science, pasSÍ""
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siglos, y la Unión Soviética sólo existe desde hace unas pocas déca-
das. Pero algunos estados, y quizá algunas formas del estado, se
sienten más inclinadas hacia la paz que otras. ¿Acaso la multipli-
cación de estados pacíficos no garantizaría la esperanza de que se
pudiese extender el periodo de paz entre las guerras más impor-
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Esto no a
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g conducir o no a "" panco, pero si fuese más fácI
al deseo pu me conduce a robar un a
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1 ley Pero aún debemos
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las circunstancias con el objeto
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ley conduc1ra a uln au t ocia] es decir las restricciones y
en ellos. Una acción que puede ser aprobada de acuerdo con los 1 ue cuenta es a estructura s ' ' .
valores morales e individuales, podría constituir una invitación a 'l.a». y
s acio»alados para alterar adat ar lo
Pero cuenta de un modo diferente del que se asocia general
la guerra que tratamos de evitar. La tercera imagen, si no se la
considera como una teoría de gobierno mundial, sino como una con la palabra "causa". Lo que lleva al hombre a cometer ese delito
teoría de los efectos condicionantes del estado mismo, nos pone es su deseo de dinero su falta de respeto hacia las leyes de la
sobre aviso de que, en lo que respecta al aumento de las posibili- sociedad, y un cierto arrojo. Pero si se preparan obstáculos sufi-
cientemente difíciles para la realización de esta actividad, nueve
dades de paz, no podemos afirmar que existan actos buenos en sí
de cada diez posibles ladrones de bancos vivirían sus vidas pací-
mismos. La pacificación de los Hukbalahaps fue una contribución
ficamente, ocupados en tareas que no están marginadas de la ley.
clara y directa a la paz y al orden del estado filipino. En materia Si el marco de acción puede ser considerado como una causa de la
de política internacional, una solución "parcial", tal como el hecho guerra, debemos especificar que se trata de una causa permisiva
de que algún país importante se volviese pacifista, constituiría una o subyacente.
contribución concreta a la paz mundial; pero también podría ace- _ Esta idea .. , aplicad a a l a po !'ti ' • • l
I ca internaciona, se transforma
lerar con la misma facilidad el advenimiento de otra guerra en para utilizar la 5 · ¡ b
eau-- ] mismas pa a ras con que resumimos a Rous-
gran escala. en el argumento d ]
puede evitarlas El T . e que as guerras ocurren porque nada
La tercera imagen, tal como se refleja en 1as obras de Rousseau, 'ante de l «lisis de Rousseau explica la reaparición cons-
se basa en un análisis de las consecuencias que surgen del marco d.q ue las guerras
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,
ninguna gu erra determinada. Nos
de la actividad estatal. La explicación de Rousseau acerca del ori- que sucede eso P pl en ocurrir en cualquier momento y por
el . ero a est t d . ,
gen de las guerras entre los estados es, en un sentido amplio, la estad A ataque l ruc ura el sistema estatal no hace que
a estado B Q d' h
definitiva, mientras funcionemos en un sistema de naciones-estados. · 'ue licla agresión tenga o no
Es una explicación definitiva porque no se apoya en causas acci-
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254
Conclusión
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EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA Conclusión
en gran escala. Es preferible un arreglo, por malo que sea, a la gonismos se expresan por medio de futilezas".7 No obstante, puede
autodestrucción. El uso de la razón parece requerir In adopción estar justificada la esperanza de Churchill de que el temor inducido
de una doctrina de "no recurrir a la fuerza". Aquel que siguiese por "el equilibrio del terror" produzca una tregua temporaria. El
este camino guiado por su razón, estaría transitando por el sendero desarrollo de la tecnología incrementa el horror de las guerras y
indicado por Cobden, quien señaló en 1849 que "es casi imposible quizá también el deseo de paz; la rapidez con que se producen
decir exactamente a qué motivo se debió cualquiera de las guerras dichos progresos conduce a la inseguridad en los planes militares
de los últimos cien años", expresando así implícitamente que los Y destruye la posibilidad de estimar con cierta precisión las fuerzas
ingleses nunca debieron haberse comprometido en esas guerras. del opositor. El temor y In paz permanente son más difíciles de
Cobde cae en la misma trampa que atrapó a A. A. Milne, cuando igualar. Cada progreso en la tecnología de la guerra ha encon-
explicó que en la primera guerra mundial habían perecido diez trado su profeta dispuesto a proclamar que la guerra ya no es
millones de hombres porque el imperio austrohúngaro trató, sin posib'e. Por ejemplo, Alfred Nobel y la dinamita, o Benjamín
éxito, de vengar la muerte de su archiduque."° Sucumbe así a la Franklin y el globo aerostático. Quizá también haya existido un
ilusión de Sir Edward Grey quien, en sus memorias, escritas apro- profeta que proclamase el fin de las guerras tribales cuando se
ximadamente treinta años atrás, expresó su esperanza de que los inventó la lanza, y otro que hiciese una predicción similar cuando
horrores de la primera guerra mundial hiciesen posible que las se le agregó veneno en el extremo. Lamentablemente todos éstos
naciones "encontrasen por lo menos una base común sobre la cual han sido falsos profetas. El perfeccionamiento de las armas ató-
tuviesen la oportunidad de comprenderse y confiar mutuamente, micas de hidrógeno puede alimentar el deseo de paz de algunos Y
para llegar al siguiente acuerdo: en las disputas ya no se utiliza- los sentimientos belicosos de otros. En Estados Unidos y en otros
ría la guerra como un medio de solución, porque acarrea la ruina".6 países, después de la segunda guerra mundial, uno de los temas
Es cierto que las causas inmediatas de muchas guerras son tri- más debatidos de política exterior fue la necesidad de llevar a
viales. Si las analizamos profundamente, veremos que la incapa- cabo guerras preventivas, es decir, dejar caer una bomba antes
cidad de lograr un acuerdo que no implique el uso de la fuerza de que el eventual opositor en una guerra futura tuviese tiempo
constituye la mayor insensatez. Pero por lo general no es cierto de fabricar su propia bomba. Aun cuando existan dos o más esta-
que las causas inmediatas proporcionan una explicación suficiente
dos equipados con armamentos similares, una leve alteración en el
para las guerras que han tenido lugar. Y si no son simplemente
equilibrio del terror, que diese una ventaja militar decisiva a un
diferencias específicas las que producen la guerra, el arreglo racio-
estado, puede inducirlo a aprovechar el momento con el objeto de
nal de dichas diferencias no puede eliminarla. Porque, como ha
escapar del temor. y )a tentación será proporcional al temor mis-
dicho inston Churchill, "los pequeños problemas son sólo los
síntomas de una peligrosa enfermedad, y sólo revisten importancia mo. Finalmente el temor mutuo, o las armas peligrosas pueden
como tales. Detrás de ellos se encuentran los intereses, las pasiones producir, en lugar de la paz, una serie de guerras pequeñas.
y el destino de vigorosas razas de hombres; y los antiguos anta- El temor a las armas modernas y a la destrucción de la civili-
zación humana, no es suficiente para establecer las condiciones de
' Cobden: Speeches, ed. Bright y Rodgers, II, 165.
6 Milne: Peace ith Honour, pág. ll.
6 Grey: Tenty-Fie Y ear s, II, 285.
7 Charchill: TM aa Crisis, 1911-1914, 1, 52.
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EL HOMBRE, EL ESTADO Y LA GUERRA Conclusión
paz identificadas en nuestro análisis acerca de las tres imágenes envueltas en disputas y guerras, o vivirían temiéndolas, como la
de las relaciones internacionales. Puede decirse que el temor es mayor parte de las naciones limítrofes.°
sinónimo de la paz mundial sólo si el deseo de paz existe en todos
los estados y se encuentra expresado uniformemente en sus poli- La anarquía internacional, dice Jay aquí, es la explicación de
ticas. Pero la paz constituye la meta primaria de pocos hombres la guerra internacional. Pero no la explica únicamente la anarquía.
y de pocos estados. Si fuese el objetivo más importante de un solo Hamilton agrega que suponer que no existen motivaciones hostiles
estado, dicha nación podría contar con la paz en cualquier mo- entre los estados, es olvidar que los hombres son "ambiciosos, ven-
mento, simplemente mediante la rendición. Pero, como ha adver- gativos y rapaces". Un estado monárquico puede ir a la guerra
tido con frecuencia J ohn Foster Dulles, "la paz puede ser un dis- Porque la vanidad conduce a su rey a buscar la gloria mediante
fraz mediante el cual los hombres malvados cometen acciones dia- conquistas militares; una república puede ir a la guerra debido
bélicas".S El problema, en una disputa determ inada, quizá no sea a la insensatez de su gobierno, o por motivos comerciales. El hecho
quién ganará con ella, sino quién dominará el mundo. En tales de que el rey sea vanidoso, el gobierno insensato, y los intereses
circunstancias, es difícil definir el mejor camino hasta para los comerciales irreconciliables, no es inevitable; no obstante, las cau-
hombres más razonables; es imposible imaginar su capacidad para sas de la guerra son tantas y tan variadas que "tratar de hallar
encontrar soluciones sin el empleo de la fuerza. Si resultase posible una armonía constante entre un grupo de estados independientes
encontrar soluciones sobre alguna base diferente de las tres imá- o de soberanos no relacionados entre sí en una vecindad, sería no
genes aquí expuestas, la razón sólo podría funcionar dentro del tomar en cuenta el curso uniforme de los sucesos humanos, y
marco sugerido por el estudio de las dos primeras imágenes según desafiar la experiencia acumulada durante siglos".1º
la perspectiva propuesta por la tercera, perspectiva bien definida Jay y Hamilton encontraron en la historia de los estados occi-
en los Federalist Papers, especialmente en los escritos por Hami l- dentales la confirmación de su opinión de que entre estados sobe-
ton y Jay. ranos existe constantemente una posibilidad de guerra. La tercera
imagen, tal como fue analizada en el capítulo VI, nos brinda una
¿ Qué sucedería, pregunta Jay, si los trece estados, en lugar
de aunarse como un solo estado, se organizasen en diversas con- base teórica para la misma conclusión. Revela por qué, sin que se
federaciones? Jay contesta: produzcan cambios importantes en los factores incluidos en las
dos primeras imágenes, la guerra estará siempre asociada a la exis -
En lugar de estar "unidos en el afecto" y libres de todo temor tencia de estados soberanos. La conclusión obvia de un análisis
de cada confederación causado por la existencia de "intereses" di- efectuado sobre la base de la tercera imagen, es que el gobierno
ferentes, la envidia y los celos pronto extinguirían la confianza y mundial constituye el remedio para la guerra mundial; dicho re-
el afecto, y los únicos objetivo de su política serían, en lugar de medio, aunque factible teóricamente, es imposible en la práctica, Y
los intereses generales de América, los intereses parciales de cada la tercera imagen, entonces, proporcionará un enfoque utópico de
confederación. Por lo tanto, esas confederaciones se verían siempre la política mundial; pero tamb ién facilitará un enfoque realista,
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