Clausewitz y La Guerra Popular

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Clausewitz y la guerra popular

Author(s): Raymond Aron


Source: Diálogos: Artes, Letras, Ciencias humanas , marzo-abril 1973, Vol. 9, No. 2 (50)
(marzo-abril 1973), pp. 18-21
Published by: El Colegio de Mexico

Stable URL: https://www.jstor.org/stable/27933105

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Raymond Clausewitz
Aron y la
guerra popular

Carl von Clausewitz es considerado, con toda justicia, gi? la Academia militar de Berl?n pero, suprema iron?a,
como el m?s c?lebre escritor militar, el ?nico de quien solamente ejerci? un mando administrativo, sin influen
el hombre cultivado no puede ignorar el nombre ni dos cia sobre la ense?anza, desconocido por los alumnos que
o tres f?rmulas. Gloria postuma que parece reparar las lo sospechan sin raz?n de emborracharse porque su ma
injusticias que sufri? el oficial prusiano culpable, seg?n riz enrojecida conservaba las se?ales de la campa?a de
el rey, de haberse puesto al servicio del zar para luchar Rusia.
contra Napole?n en 1812. En realidad, gloria plet?rica De la experiencia hist?rica, del fracaso personal sur
de todos los malentendidos que ?l mismo hab?a previsto, gi? el pensador; aun cuando nada haya publicado en
en la advertencia escrita cuando cerraba para siempre vida ?por lo menos bajo su nombre?, Clausewitz no
el manuscrito inacabado cuya publicaci?n encargaba a pon?a menos pasi?n en sus escritos que la demostrada
su mujer, Maria von Br?hl. en la lucha, o en la reforma de Prusia despu?s de Jena
?Cu?ntos han le?do De la guerra entre quienes lo ci y de su regreso del cautiverio. Lo escribi? varias veces:
tan? Aun en lengua alemana he encontrado que la lite lo que deseaba era una teor?a de la guerra que fuera
ratura sobre el tema es relativamente pobre. ?Qu? co instructiva para las generaciones futuras tanto como para
mentaristas se dan el trabajo de seguir el argumento las contempor?neas. El xtema eis aei de Tuc?dides ?mo
del m?s sistem?tico, el m?s filos?fico de los tratados con numento edificado para siempre? fue tambi?n su sue?o.
De esta ambici?n derivaba la actitud com?n al histo
sagrados a la estrategia? B. D. Liddle Hart ha escrito
que Clausewitz empleaba un lenguaje filos?fico sin te riador griego y al estratega prusiano: el desapego, el
ner un verdadero esp?ritu filos?fico. Muy otros fueron rechazo de toda emoci?n aparente, el esfuerzo hacia la
los juicios de Marx y de Lenin. El 7 de enero de 1855, objetividad total. ?l qt?e, durante los a?os de acci?n
Engels, que acababa de leer a Clausewitz, escrib?a a su odiaba al conquistador y a?n m?s a los compatriotas
amigo: "extra?a manera de filosofar, pero sustancial suyos que hab?an perdido la esperanza en su patria; ?l
mente muy buena". Y Marx respond?a algunos d?as m?s que, en la profesi?n de fe de 1809, desarroll? con una
tarde: "El hombre tiene un 'common sense', un buen elocuencia pat?tica los argumentos de la raz?n y las ra
sentido, que confina con el ingenio." Por lo que se re zones del coraz?n para reemprender la lucha hoy, ma?a
fiere a Lenin, ?ste estudi? la obra maestra cap?tulo por na, aqu?, dondequiera; ?l, "resistente" por excelencia
cap?tulo y reprodujo amplios extractos en un cuaderno ve?a las guerras de la Revoluci?n y del Imperio, el hun
y seg?n su m?todo acostumbrado, con anotaciones al dimiento de Prusia, los triunfos, y despu?s la cat?strofe
margen. final del emperador como si se tratara de historias le
La carrera de Clausewitz, como la de Maquiavelo, se janas, de un destino que los hombres habr?an sufrido
divide, por s? misma, en dos periodos: la acci?n y la me
sin entenderlo y que cuya l?gica escondida, el te?rico
ditaci?n sobre los acontecimientos vividos. En 1792 to ten?a que revelar para edificaci?n de quienes asumieran
m? parte en la campa?a del ej?rcito prusiano contra en el futuro la responsabilidad de los Estados.
Francia, en medio de los soldados, abanderado de doce Clausewitz, que no abandon? el uniforme entre los
a?os cuyo cuerpo infantil desaparec?a bajo los pliegues doce a?os de edad y su muerte en 1831, hab?a adquiri
de la bandera. En 1815, en la ?ltima batalla dada por do, por s? mismo, una cultura de la cual son testigos sus
el "dios de la guerra" (as? llamaba el admirador-ene estudios y sus trabajos. Prisionero en Soissons, estudia
migo a Napole?n) aconsej? la retirada al general von las matem?ticas. Entre sus manuscritos figuran un ensa
Thielmann comandante del cuerpo prusiano dejado por yo de est?tica influido, al parecer, por la Cr?tica del jui
Bl?cher frente a Grouchy, antes de conocer la desbanda cio. Con todo, no me parece que sus lectores ni los cursos
da del ej?rcito franc?s en Waterloo. Este d?a dej? esca de un vulgarizador kantiano ?Kiesewetter? hayan de
par la ?ltima ocasi?n de la gloria a que aspiraba con terminado la orientaci?n de su pensamiento. La realidad
toda el alma. Durante 10 a?os ?de 1820 a 1830? diri misma de su tiempo lo oblig? poco a poco no s?lo de la

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t?ctica a la estrategia sino de la estrategia a la politica de Napole?n que sobre el brillo de sus victorias impo
y, al mismo tiempo, a la filosof?a de la historia. A pe tentes, volvi? la mirada hacia la Vend?e, hacia Espa?a,
sar de todo, entre las maniobras del siglo xviii y las hacia Rusia. Entre sus escritos figura un resumen de la
batallas de masas de la ?poca revolucionaria subsisten guerra de Espa?a redactado en franc?s, un resumen de
rasgos comunes. En ambos casos se trata de la guerra. la guerra de la Vend?e. Actor, preparo con Scharn
?Qu? concepto cubre al mismo tiempo las guerras don horst el reforzamiento de la Lanwehr, la organizaci?n
de, seg?n las palabras del mariscal de "Saxe" solamente del Landsturm. Esperaba que los alemanes se levantaran
un jefe torpe da la batalla en busca del encuentro que, un?nimemente y resueltamente contra los franceses; los
de un golpe, decidir? el resultado de la campa?a? ?Qu? campesinos con sus hoces, los obreros con sus picos,
sistema conceptual permite pensar simult?neamente la todos con sus utensilios de trabajo a falta de instrumen
unidad y las variedades del fen?meno de la guerra? tos de lucha. La pasividad de los alemanes a pesar del
?C?mo percibir el concepto sin perder contacto con la llamado de su rey lo decepcion? profundamente. Como
singularidad de las coyunturas que nunca se repiten? pensador, midi? certeramente la contribuci?n de las gue
?Por qu? las guerras adquieren a veces las sutiles for rrillas espa?olas en la derrota del emperador y, en algu
mas de la esgrima para desencadenarse despu?s con la nas p?ginas esboz? las reglas de uso de los guerrilleros.
violencia de las tempestades y la crueldad de los instin "La guerra popular, cosa vaporosa y fluida, no debe
tos primitivos? concentrarse nunca en un cuerpo s?lido: si no, el enemi
A estas interrogaciones filos?ficas (relaci?n del con go manda una fuerza adecuada contra este n?cleo y lo
cepto y de lo concreto) e hist?ricas (relaci?n de las rompe." Imagen del aire y no del agua, como en Mao
sociedades, de sus ej?rcitos, de sus guerras) el Tratado Tse-tung; pero la idea sigue siendo la misma: la fluidez
quiere dar respuesta y, al mismo tiempo, fundar la pri de los guerrilleros dispersados e inalcanzables. La ven
mac?a de la pol?tica sobre la estrategia, del jefe de Esta taja de los guerrilleros sobre el ej?rcito regular no pue
do sobre el comandante en jefe de los ej?rcitos, del fin de expresarse con m?s fuerza que en las frases siguien
pol?tico sobre el objetivo militar. El periodo cubierto tes: "Si se trata de destruir las carreteras y de bloquear
por la Revoluci?n francesa conten?a en germen todas desfiladeros estrechos los medios que para ello pueden
las modalidades de los conflictos pol?ticos, todas las for emplear las patrullas o las columnas volantes del ej?r
mas de hostilidad de las cuales se dio el gusto mortal cito son, en relaci?n a las que proporciona un cuerpo
Europa en el curso del siglo siguiente. Nada de sor de campesinos insurgentes, lo que son los movimientos de
un aut?mata en relaci?n a un cuerpo humano... Cuan
prendente si la teor?a de Clausewitz permite pensar ?si
do los primeros esfuerzos de las levas populares sean
no resolver? los problemas planteados a los jefes de todav?a d?biles, los destacamentos que mande el enemi
Estado y a los jefes militares, por lo menos hasta Hiro
go ser?n proporcionalmente poco numerosos porque te
shima y Nagasaki y, acaso, m?s all?.
mer? dividir sus fuerzas; al contacto de estos peque?os
La mayor?a de los lectores recuerdan, de las teor?as
clausewitzsianas, la interpretaci?n de l? estrategia napo
le?nica. A principios de siglo, los escritores militares
de ambos lados del Rin discut?an ?speramente esta in
terpretaci?n. El prusiano, ?hab?a comprendido o no lo
esencial? En cambio, en ambos lados del Rin nadie que
r?a recordar el cap?tulo XXVI del libro VI, El arma
mento del pueblo (a excepci?n de Jaur?s en este caso).
Ahora bien, este cap?tulo, esbozo de la teor?a de la gue
rra de guerrillas, integrada en una teor?a general de la
estrategia, representa un elemento importante y nada
marginal del pensamiento de Clausewitz.
Recordemos, en primer lugar, que seg?n ?l, la parti
cipaci?n del pueblo en los negocios del Estado constitu
ye la causa decisiva del car?cter despiadado, hiperb?lico
de las guerras revolucionarias a diferencia de las guerras
de sal?n conducidas por los gabinetes europeos enme
dio de la indiferencia popular. La Revoluci?n convirti?
a todos los hombres capaces en soldados antes de con
vertirlos en ciudadanos activos ?aun la leva en masa no
desembocaba todav?a en la movilizaci?n total. Es nece
sario que todos, hombres, mujeres y ni?os tomen las
armas para que la guerra se convierta en guerra de la
naci?n entera.
Clausewitz, que no medit? menos sobre la derrota final

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destacamentos, el incendio de la guerra se extender? pol?tica europea. La peque?a guerra, con el concurso del
cada vez m?s." Igualmente Clausewitz formul? rigurosa pueblo, figura entre los medios defensivos, contribuye a
mente el principio ?defensa estrat?gica, ofensiva t?cti la superioridad de la defensiva sobre la ofensiva, otorga
ca? que Mao Tse-tung conservar?a para la primera fase sus posibilidades y su futuro al pa?s que ha perdido la
de la guerra popular. ".. . Con este gran medio de defen primera batalla, fija los l?mites de la estrategia napole?
sa estrat?gica nunca o raras veces debe buscarse la de nica de aniquilaci?n, exige que entre los combatientes y
fensa t?ctica. Las tropas populares (la Landstrum), la naci?n exista una confianza rec?proca animada por
deben dispersarse y proseguir la defensa mediante ata una voluntad com?n: de ah? las reformas de Stein,
ques inesperados m?s que concentrarse y arriesgarse a Scharnhorst, Gneisenau, Boyen, despu?s de Jena, por
quedar encerradas en un refugio estrecho y en una posi ejemplo la supresi?n de los castigos corporales para crear
ci?n regular.'*' Las reglas que formula Clausewitz sobre un ejrecito que, a diferencia del ej?rcito del Gran Du
la relaci?n entre guerrilleros y soldados de oficio con que Federico, estuviera compuesto si no por soldados
servan tambi?n un valor actual: los rusos, durante la ciudadanos por lo menos por soldados conscientes de su
?ltima guerra, organizaron la acci?n de las guerrillas lealtad al rey y a la patria. Clausewitz fue demasiado
encuadradas por destacamentos del ej?rcito regular en conservador hasta el final de su vida para temer o espe
viados detr?s de las l?neas alemanas. rar el potencial revolucionario del ej?rcito del pueblo.
?Por qu? Clausewitz, organizador y te?rico de la gue El mismo Lenin no descubri? tampoco el secreto de la
rra popular, ha sido olvidado tanto tiempo? El estado guerra revolucionaria en el tratado que tan frecuente
mayor prusiano y a?n m?s el rey, desconfiaban de esta mente cit? durante los a?os cruciales de 1917-1921. In
pr?ctica extra?a a la tradici?n del rey-sargento y de terpret? las ense?anzas de Clausewitz con vistas al fin al
Federico II. ?Contra qui?n utilizar?a el pueblo sus cual hab?a consagrado su existencia. Estas ense?anzas
armas? Despu?s de 1815 Clausewitz sigui? con amar entra?aban una doble relaci?n entre el ej?rcito y la po
gura el regreso al poder del partido conservador que, l?tica: el ej?rcito es el medio al servicio de la pol?tica
lejos de so?ar en la leva en masa, despreciaba a y la pol?tica determina la organizaci?n, el modo de com
la Landwehr, a las tropas de reserva. Pero este hijo bate de los ej?rcitos. Lenin saca la conclusi?n de que la
espiritual de Scharnhorst conservaba el orgullo de aque naturaleza de las guerras, justas o injustas, imperialistas
lla parte que ?l mismo hab?a representado en la or o no-imperialistas depende del orden interior de los Es
ganizaci?n de estas reservas; ?stas no hab?an des tados; une en una sola doctrina la teor?a de la guerra
plegado menos valor que el ej?rcito activo en 1813, y la de la revoluci?n. La guerra, civil o extranjera, si
1814 y 1815. ?Qu? debe temerse m?s, exclamaba con gue siendo un medio que el estratega debe controlar con
indignaci?n, la invasi?n extranjera o la revoluci?n? la mirada puesta en la Revoluci?n mundial o de la sal
Un gobierno seguro del sost?n popular nada debe temer vaci?n nacional. Stalin y no Roosevelt fue quien condu
de sus sujetos. Clausewitz, lector atento de Maquiavelo, jo la guerra de 1939-1945 conforme a las lecciones del
no conceb?a una defensa confiada solamente a los pro oficial prusiano.
fesionales, como si la naci?n pudiera asistir pasivamente Mao Tse-tung, al volver a encontrar o modificar las
a los combates que deciden de su destino. "Ning?n Es lecciones de la guerra de Espa?a elabor? la doctrina de
tado debe admitir que su misma existencia dependa de la guerrilla y del conflicto prolongado. La guerra popu
una sola batalla por decisiva que ?sta pueda ser. . . lar se convierte en guerra revolucionaria, medio de ata
Siempre hay tiempo para morir y de la misma manera que tanto como de defensa. Una vez m?s, la l?gica del
que un hombre que se ahoga se coge de una brizna de ascenso a los extremos levanta las barreras de la costum
paja, est? en el orden natural del mundo moral que bre y de la moral.
un pueblo utilice hasta el ?ltimo recurso para su salva
Los profesionales que en la ?poca de Clausewitz se
ci?n cuando se ve empujado al borde del abismo." opon?an a la violencia, que quer?an mantener una distin
No lo olvidemos: Clausewitz presenta el ej?rcito del ci?n entre civiles y militares, ?no demostraban acaso
pueblo solamente como un medio de defensa. Lo que es mayor sabidur?a? B. H. Liddle Hart ha sostenido esta
m?s, profes? durante dos a?os el curso sobre la peque?a tesis. Clausewitz mismo se hizo la pregunta sin darle res
guerra en la Academia militar de Berl?n y, t?cnicamente puesta: que los fil?sofos juzguen si esta forma de gue
hablando, la guerra popular solamente constituye en su rra misma es o no es saludable para la humanidad. El
sistema una modalidad de la peque?a guerra, la guerra hombre de acci?n, por su parte, no titubea: para la sal
que hacen destacamentos de una fuerza no mayor a los vaci?n de la patria, moviliza a todos los patriotas. Re
200 o 300 hombres. Para que la guerra popular por s? sistente en el sentido que esta palabra ha adquirido en
sola pueda obligar al invasor a que evac?e el pa?s ?es el siglo XX, no titube? en aliarse al campo contra el
cribe? hay que suponer espacios tan vastos como los cual su rey juzgaba obligatorio enviar un cuerpo pru
de Rusia y una extrema desproporci?n entre la fuerza siano integrado por el Gran Ej?rcito. (El m?s brillante
del ej?rcito conquistador y las dimensiones del terreno. de sus camaradas de promoci?n de la Academia mili
Guerra popular, he escrito, y no guerra revolucionaria. tar de Berl?n cay? bajo el uniforme ruso muerto por una
Clausewitz no se sale expl?citamente del cuadro de la bala prusiana.)

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Clausewitz justifica el armamento del pueblo por la rante todos los a?os de humillaci?n de Prusia. Cuando
eficacia. Cuando evocamos un pasado de un cuarto de si volvi? a Francia, vencedor y ya no prisionero, se opuso
glo es posible que el argumenta moral nos convenza tan a Bl?cher que quer?a destruir el puente de Jena, se pe
to como el pragm?tico. Vestido de soldado o no el hom le? con Gneisenau que deseaba la ejecuci?n de Napo
bre defiende su alma cuando el invasor le roba su pa?s le?n; no encontraba ninguna alegr?a en el espect?culo
y su libertad. de un pueblo aplastado por sus ocupantes. Tal vez en
Perm?taseme mejor concluir con dos juicios que reve este momento comprendi? la verdad, muchas veces des
lan al hombre m?s all? del patriota de pasi?n ardorosa, conocida : la autoridad suprema pertenece al jefe del Es
m?s all? del te?rico voluntariamente glacial. Una nota tado, no a los generales.
encontrada entre los papeles de Clausewitz juzga los A principios de este siglo Cam?n, comentador fran
m?todos recomendados en el Comit? de Salud P?blica c?s, escrib?a que Clausewitz era el m?s alem?n de los
por el terrible Barrer?, m?todos para exterminar la con alemanes y que la obra sumerg?a inmediatamente al lec
trarrevoluci?n de la Vend?e, "m?todos poderosos pero tor en una bruma metaf?sica. A esto contestaba un co
crueles, tan exentos de sensibilidad, tan contrarios a mentador de m?s all? del Rin aproximadamente lo que
la dignidad de los hombres y a la humanidad que los sigue: "?Tanto mejor! Los franceses nunca entender?n
partidarios de la Vend?e sacaron de su desesperaci?n a Clausewitz ni el secreto de nuestra fuerza." Los fran
fuerzas nuevas de odiar y obligaron a los republicanos ceses, en este siglo, han sustra?do a los alemanes el mo
a volver a la moderaci?n"... "La crueldad abandona nopolio de las brumas metaf?sicas y, de victoria en
da a s? misma hace renacer la guerra a muerte". En derrota y de derrota en victoria, acaso los dos pueblos
tresaco el segundo juicio de cartas fechadas en el Par?s hayan descubierto juntos otro secreto mucho m?s pre
de 1815. Clausewitz hab?a odiado a los franceses du cioso: el de la paz.

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