Covarrubias_2022_Percepción directa

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PERCEPCIÓN DIRECTA: DETECTANDO LAS PROPIEDADES

RELACIONALES PERMANENTES EN LOS PATRONES DE


ESTIMULACIÓN CAMBIANTES1

Direct Perception: Detecting Permanent Relational Properties


in Changing Patterns of Stimulation
PABLO COVARRUBIAS2

https://doi.org/10.17533/udea.rp.e350102

Resumen
La teoría ecológica de Gibson se caracteriza intrínsecos y dependientes de la actividad del
por reconocer que la percepción es directa. organismo; y que las invariantes en las trans-
En el presente trabajo se abordan algunos de formaciones de los patrones de estimulación
los postulados principales de dicha teoría, que pueden ser de alto orden y corresponderse
permiten comprender que la percepción es un con propiedades del ambiente igualmente de
proceso no mediado. Para Gibson, el estudio alto orden. Se aborda la noción de invariabi-
de la percepción implica: que el individuo y el lidad en la combinación de estímulos y cómo
ambiente mantienen una relación de recipro- su detección podría extenderse al estudio de
cidad; que los patrones de estimulación llevan fenómenos en el condicionamiento operante.
información dado que, en virtud de leyes
físicas, especifican su fuente en el ambiente; Palabras clave: percepción directa, patrones
que la percepción es indisociable de la acción, de estimulación, invariantes, información,
ya que los estímulos para la percepción son movimientos exploratorios.

Abstract
In Gibson’s ecological theory it is recognized of perception implies: that individual and en-
that perception is direct. This article reviews vironment maintain a relation of reciprocity,
some of the main postulates of the theory that that patterns of stimulation carry information
permit to comprehend that perception is an given that in virtue of physical laws specify
unmediated process. For Gibson, the study their source in the environment, that percep-
1
Artículo target de este número monográfico,
comentado por José E. Burgos (p. 131) y Josep
Recibido: 15-02-2022 / Aceptado: 07-06-2022 Roca i Balasch (p. 154).
Para citar este artículo en APA: Covarrubias, 2
Doctor en Ciencia del Comportamiento; pro-
P. (2022). Percepción directa: detectando las fesor investigador del Centro de Investigación
propiedades relacionales permanentes en los en Conducta y Cognición Comparada. Univer-
patrones de estimulación cambiantes. Revista de sidad de Guadalajara, México. Correo: pablo.
Psicología Universidad de Antioquia, 14(2), 105- covarrubias@academicos.udg.mx; https://orcid.
129. https://doi.org/10.17533/udea.rp.e350102 org/0000-0003-4693-5963.

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tion is not separated from action since stimuli riance in stimuli combinations might be ex-
for perception are intrinsic and dependent tended to the study of phenomena in operant
on organism’s activity, and that there may be conditioning.
higher-order invariants in transformations of
patterns of stimulation which are related to Keywords: Direct Perception, Patterns of
higher-order properties of environment. It is Stimulation, Invariants, Information, Explo-
proposed that the notion of detection of inva- ratory Movements.

Gibson produjo una amplia obra sobre el estudio de la percepción. Entre las
características de esta, se encuentra un rechazo a las teorías tradicionales, que
consideraban que la percepción estaba basada en sensaciones; igualmente, un
rechazo a la idea del observador como agente que recibía pasivamente estimu-
lación del ambiente, la cual posteriormente era procesada por el cerebro. Así,
el autor también cuestionó la idea de que los estímulos del ambiente debían
ser considerados solo como pistas, claves o señales que eran interpretadas a
través de un proceso mediador encaminado a otorgarles orden o significado.
En esta misma línea, cuestionó la idea de que la constancia en la percepción de
las características de un objeto, como su forma, tamaño o color, era impuesta
a través de un proceso interno. El razonamiento que apoya esta idea es que, si
la percepción de estas características está basada en sensaciones que cambian
momento a momento, entonces, la constancia perceptual sólo sería posible
como resultado de un proceso interno mediador.
Como una alternativa al estudio de la percepción y sin aludir a procesos
mediadores, entre los postulados de Gibson, se encuentra el énfasis en la des-
cripción sobre cómo la estimulación, en virtud de leyes, se corresponde con
las propiedades físicas de los objetos y eventos. Sin embargo, para Gibson,
la descripción sobre cómo la estimulación especifica su fuente debe hacerse
tomando en cuenta al observador, es decir, identificando cuáles son las ca-
racterísticas de los estímulos del ambiente relevantes para la percepción de
un individuo. Es en este sentido que identifica patrones de estimulación o
arreglos de estímulo que son función del ambiente y que llevan información
que potencialmente podrá ser captada por un observador mediante, principal-
mente, la exploración.
En la teoría de Gibson, el concepto de invariantes permite generar expli-
caciones alternativas a los supuestos de que las sensaciones son la base de la

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percepción, de que los estímulos del ambiente son carentes de orden o signifi-
cado o de que la constancia perceptual es el resultado de un proceso mediador
interno. Aún más, el concepto de invariantes podría proveer un marco expli-
cativo para aproximarse al campo del análisis de la conducta, por lo que se
abordará esta posibilidad haciendo referencia a la información que llevan los
arreglos de estímulo extendidos temporalmente. Por último, se evaluarán las
implicaciones que podría tener para el análisis experimental de la conducta el
reconocimiento de que los organismos son sensibles a la invariabilidad en las
combinaciones de estímulos. Así, también, se abordará evidencia que muestra
cómo los individuos detectan información invariante del ambiente mediante
la exploración.

La unidad individuo-ambiente en el estudio de la


percepción
En el enfoque ecológico de Gibson, el estudio de la percepción implica tomar
en cuenta la relación de reciprocidad entre el individuo y el ambiente (Lom-
bardo, 1987), lo que resulta en una comprensión diferente a la de las teorías
tradicionales de la percepción respecto de las características de los estímulos
para la percepción (Gibson, 1960), así como de los órganos encargados de la
percepción (Gibson, 1966). Bajo el enfoque ecológico, el estudio de la per-
cepción implica la descripción de las propiedades del ambiente en función
de un organismo. El interés por lo tanto no está en las dimensiones físicas de
los estímulos, sino en cómo estas propiedades físicas están relacionadas con
las características de los organismos. Es en este sentido que para Gibson el
análisis de los estímulos será considerando al observador. Por ejemplo, para
el caso de los estímulos visuales, su descripción no será a nivel de las dimen-
siones físicas de la energía luminosa —i.e., las longitudes de onda— sino a
nivel de las características de la luz que son relevantes para un organismo. El
interés, entonces, será en la luz que, por reverberación sobre las superficies só-
lidas o rígidas del ambiente, ‘inunda’ un espacio generando una estructura o
arreglo óptico que es estable, diferenciado y heterogéneo —i.e., luz ambiental
(Gibson, 1966)—. Mediante leyes físicas, la luz ambiental especifica bordes,
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esquinas, contornos y texturas, que en conjunto proveen de un acomodo


espacial en una escala relevante para un organismo en función de sus propias
dimensiones corporales.
De la misma manera, en el caso de los estímulos auditivos, para Gibson
(1966) el interés no será en tonos puros, constantes y carentes de dimensión
temporal sino en ondas sonoras propagadas en el aire con un curso temporal,
la mayoría con propiedades de transición en el tiempo, con un inicio y un
fin. Esto conforma el llamado sonido ambiental, es decir, patrones o arreglos
acústicos que, en virtud de leyes físicas, especifican los eventos mecánicos del
ambiente que son su fuente. Por ejemplo, el sonido constante de una cascada,
el sonido intermitente del aire o el sonido abrupto de objetos sólidos que
chocan o se quiebran (Gibson, 1966). De esta forma, la información acerca
de la estructura temporal del evento que los causó estará presente físicamente
en el aire como estímulos potenciales y es el individuo quien, mediante la
exploración, principalmente, los vuelve efectivos (Gibson 1966). En términos
generales, esto es lo que Gibson llama acústica ecológica, es decir, el estudio de
las leyes de la acústica en función de las capacidades de un organismo.
Por otro lado, para Gibson (1966) si bien los receptores especializados
son estimulados por las diferentes fuentes de energía (luminosa, mecánica,
química), la percepción del mundo no reside en ese nivel de estimulación.
Gibson propuso que hay órganos o estructuras más complejas que son sen-
sibles no sólo a las fuentes de energía sino a patrones o arreglos de energía.
Por ejemplo, órganos como el ojo que al estar localizado en la cabeza como
parte de un cuerpo implica que la estimulación de los receptores en el ojo
corresponde solo a un nivel en la percepción, dado que ‘ver’ involucra no
solo a los receptores de la retina, sino también a las estructuras cerebrales y a
los movimientos de la cabeza y del cuerpo en general, es decir, involucra un
sistema retino-neuro-muscular (Gibson, 1972/2002). Incluso para Gibson, la
idea de que la percepción estaba basada en sensaciones condujo a asumir que
los estímulos eran puntuales o aislados, momentáneos o instantáneos, consi-
derados como energías carentes de un orden o significado, idea que prevalece
en algunos campos de la psicología (Gibson, 1960, 1966). Contrario a esto,
Gibson (1966) planteó que los órganos especializados para la percepción o sis-

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temas perceptuales han evolucionado para detectar patrones de estimulación


o arreglos de estímulo, es decir, estímulos cuyos elementos están relacionados
entre sí espacial y temporalmente. Bajo esta noción se rechaza la idea de que
las sensaciones son los elementos más básicos o ‘crudos’ en los que está basada
la percepción, o que las sensaciones son transmitidas como señales de los re-
ceptores para ser integradas por el cerebro (Gibson, 1972/2002). Para Gibson
(1966), los sistemas perceptuales son sensibles a estímulos relacionales con un
orden adyacente o espacial y un orden sucesivo o temporal, de modo que estos
sistemas, al ser considerados como modos de actividad (p. 49), son suscepti-
bles de modificarse con la práctica, a diferencia de los receptores especializados
que no se modifican por la experiencia. De esta manera, mediante la práctica,
un individuo puede orientarse más exactamente, escuchar más claramente,
tocar con más precisión, oler y saborear más precisamente y mirar más percep-
tivamente que lo que podía antes de la práctica (p. 51).
Por lo tanto, al considerar que la percepción no reside en el nivel de esti-
mulación de los receptores especializados para las diferentes fuentes de ener-
gía, sino en la información captada por los órganos de percepción o sistemas
perceptuales entendidos como modos de actividad, la estimulación que ad-
mite un organismo estará relacionada con la actividad exploratoria de este,
cuyos sistemas perceptuales (también llamados sistemas de detección [Gibson,
1966, p. 38]) se ajustan y orientan de manera apropiada para detectar infor-
mación en los patrones de estimulación del ambiente. Esta noción implica
que los organismos son sensibles a estímulos de diferentes niveles, es decir,
estímulos pequeños o grandes, breves o prologados, en otras palabras, a estí-
mulos de niveles de bajo o de alto orden espacial, así como de niveles de bajo
o alto orden temporal (Gibson, 1966). Por ejemplo, una persona que explora
visualmente una habitación para captar más detalles de esta puede hacerlo
solo mediante el movimiento de sus ojos sin mover la cabeza; o moviendo la
cabeza, pero sin mover el cuerpo; o puede, en cambio, mover cuerpo, cabeza
y ojos, aunque manteniéndose en el mismo lugar. Es así que, conforme la
exploración asciende en esta jerarquía de movimientos, diferentes niveles de
estímulos anidados son admitidos por el ojo hasta abarcar el arreglo óptico
completo de la luz ambiental. Esto le permitirá al observador percibir toda

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la habitación, a pesar de que su campo visual en un momento determinado


solo abarque una parte de esta. Para Gibson (1966), entonces, el tamaño de
la unidad de estimulación que tomemos a consideración depende del nivel de
sensibilidad en el que estemos interesados (p. 40).
En suma, el estudio de la percepción bajo el enfoque ecológico implica
considerar al individuo y al ambiente como una unidad en la cual ambos
mantienen una relación de reciprocidad. De esta manera, el interés será en
las características de las fuentes de energía del ambiente (luminosa, mecáni-
ca, química) que son relevantes para un individuo, es decir, en patrones de
estimulación o arreglos de estímulo que en virtud de leyes físicas especifican
objetos o eventos del ambiente que los causan. De la misma forma, el ni-
vel de estimulación que admite un organismo —i.e., estímulos de bajo o de
alto orden— está relacionado con su actividad, cuyos sistemas perceptuales
detectan información del ambiente involucrando funcionalmente diferentes
componentes del cuerpo.

Información como especificación del ambiente


En la teoría de Gibson, un aspecto crucial para considerar que la percepción
es un proceso no mediado consiste en describir cómo los patrones de esti-
mulación o arreglos de estímulo llevan información para la percepción. Que
diferentes fuentes de energías puedan analizarse como arreglos de estímulo es
debido a que estos últimos se corresponden con las propiedades físicas del am-
biente. De hecho, las propiedades de los arreglos de estímulo que especifican
las propiedades físicas del ambiente consisten en lo que Gibson llamó ‘infor-
mación del estímulo’ (Gibson, 1966). Para Gibson (1960), un problema rela-
cionado con la comprensión sobre cómo los estímulos especifican su fuente es
que estos se han clasificado con base en los órganos sensoriales y los tipos de
energía correspondientes a los estímulos y, para él, se ha fracasado en el inten-
to de separarlos. Comprender la percepción como directa evitaría separarlos
y, en cambio, conduciría a reconocer que el observador explora para extraer
las características de los patrones de estimulación o arreglos de estímulo que
especifican las propiedades físicas que son su fuente (Gibson, 1960).
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La relación entre especificación e información es descrita por Gibson


(1960) de la siguiente manera:

Si la estructura y la secuencia de la energía del estímulo se puede analizar, los


estímulos potenciales se pueden describir y arreglar en una jerarquía. Habrá
estímulos subordinados y superordinados, de bajo y de alto orden. Concebidos de
esta manera, es razonable asumir que los estímulos llevan información acerca del
ambiente terrestre. Esto es, especifican cosas acerca de los objetos, lugares, eventos,
animales, personas y acciones de personas (p. 702).

Para Gibson (1966), el concepto de especificación consiste en que la infor-


mación no es una copia del mundo, sino que solamente lo especifica:

[…] información sobre algo significa solo especificidad de algo. Por consiguiente,
cuando decimos que la información es llevada por la luz o por el sonido, el olor o
por la energía mecánica, no queremos decir que la fuente es literalmente llevada
como una copia o réplica. El sonido de la campana no es la campana y el olor del
queso no es el queso (p. 187).

Lo que Gibson (1966) resalta es que en estos casos una propiedad del
estímulo está relacionada unívocamente a una propiedad del objeto en virtud
de leyes físicas (p. 187). De esta forma, los arreglos de estímulo especifican
su fuente, es decir, llevan información que puede ser detectada por los orga-
nismos y, por consiguiente, el papel del individuo consiste en atender a las
propiedades de la estimulación que especifican las propiedades del mundo
físico. Esta afirmación tiene dos implicaciones. La primera, que detectar infor-
mación no es el producto de un proceso interno mediador que otorgue orden,
significado o enriquezca la estimulación, sino un proceso en el que el sujeto
diferencia con mayor precisión las propiedades permanentes de los arreglos
de estímulo. En ese sentido, por ejemplo, cuando J. J. Gibson y E. Gibson
(1955) se refieren al aprendizaje perceptual, para los autores este no consiste
en una elaboración interna cada vez más imaginativa, especulativa o inferen-
cial, cuya correspondencia con la estimulación del ambiente se vuelve cada vez
menor. Por el contrario, para ellos, consiste en responder diferencialmente a
un número cada vez mayor de variables en la estimulación del ambiente, es de-
cir, una correspondencia con la estimulación del ambiente cada vez mayor, no
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menor (J. J. Gibson y E. Gibson, 1955). Consistente con lo anterior, Gibson


cuestionó el concepto propuesto por Piaget (1963) de permanencia del objeto
en niños, definido como una representación interna del objeto independiente
de procesos sensoriales y motores. De acuerdo con Gibson (1966), el desa-
rrollo de la permanencia del objeto no era una construcción intelectual de la
realidad cuyos elementos no contenían a la realidad. En cambio, para él con-
sistía en que durante el desarrollo los niños aprendían a detectar información
en la luz estructurada (ambiental) que especificaba la existencia de un objeto,
aun cuando estuviese obstruido por otro objeto. En este sentido, ciertas trans-
formaciones del arreglo óptico especifican cosas que salen del campo visual,
mientras que otras especifican cosas que dejan de existir y los niños deben
aprender a distinguir entre ambos tipos de transformaciones. Por consiguien-
te, la permanencia del objeto no es un proceso de construcción de la realidad
sino un proceso de aprender a extraer la información de la luz que comunica
la realidad (Gibson, 1966, p. 206).
La otra implicación es que Gibson considera que los patrones de estimu-
lación llevan potencialmente información del estímulo, por lo que para que
un estímulo sea efectivo depende de la presencia del individuo, de su equi-
po receptivo y de su actividad exploratoria (Gibson, 1966). Esta noción está
relacionada con la pregunta clásica de si a la propagación de ondas sonoras
producidas por un evento mecánico se le puede llamar ‘sonido’ o no (Gibson,
1966). La respuesta es sí, siempre que se considere que la información que
especifica la fuente del evento está presente en los campos vibratorios en el aire
como arreglos acústicos en potencia. En este caso, Gibson (1966) considera
que la vibración es sólo potencialmente estimulante para un organismo (p. 16)
y el que sea efectiva o no depende de la presencia del individuo, su equipo
receptivo y su actividad exploratoria.
Una pregunta fundamental para Gibson (1960) es: ¿hasta qué punto el
estímulo especifica su fuente y cómo lo hace? (p. 699) y es precisamente por-
que, para él, el problema de la conexión entre los estímulos y su fuente no fue
tomado en serio por los psicólogos. En este sentido, Mace (1977) plantea que
Gibson en su teoría quiere encontrar en aquellas situaciones de sustanciali-
dad y rigidez del ambiente, aquellas propiedades también persistentes de los

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arreglos de estímulo. De esta forma, solo si la estimulación se corresponde o


especifica su fuente en el ambiente se puede decir que su detección es directa.
Entonces, de acuerdo con Mace (1977), el contacto directo con el ambiente
depende de manera crucial de la existencia de información en el sentido de
Gibson. Incluso para él una comprensión amplia de la percepción debe incluir
una teoría del ambiente y de los arreglos de energía generados por este, tal
como son las teorías sobre lo que los organismos hacen (Mace, 1977).

El papel activo del observador en la percepción


Gibson cuestionó la idea que el observador era un agente pasivo y en cambio
reconoció que el observador es activo, de esta manera, la mayoría de los estímu-
los para la percepción son estímulos producidos por el observador mediante su
acción (Gibson, 1966; Michaels y Carello, 1981). Para Gibson, la causalidad
en la percepción iría tanto de la estimulación del ambiente que recibe el orga-
nismo como de sus movimientos que generan cambios en la estimulación. Es
decir, la causalidad en la percepción iría tanto del estímulo a la respuesta como
de la respuesta al estímulo (Gibson, 1966). Es por esto que Gibson (1966) no
consideraba adecuado el esquema estímulo-respuesta, ya que para él hay una
relación recurrente que va de la respuesta al estímulo y nuevamente de este a
la respuesta, lo que da como resultado un flujo continuo de actividad. De esta
forma, la estimulación producida por la acción es obtenida no impuesta, esto
es, obtenida por el individuo no impuesta sobre él (p. 31). Bajo esta noción, es
indisociable la percepción de la acción, ya que los estímulos para la percepción
son intrínsecos a la actividad del organismo, es decir, son dependientes de esta,
y no extrínsecos, ni independientes de su actividad (Gibson, 1966). Para Gib-
son la estimulación impuesta ocurre con un observador pasivo mientras que
la estimulación obtenida ocurre con un observador activo (p. 32). Si bien la
estimulación puede ser impuesta, el individuo mediante sus movimientos rápi-
damente la convierte en estimulación obtenida (Gibson, 1966).
Aún más, para Gibson (1966) la estimulación puede ser modificada por
los movimientos de dos maneras. En un caso, los movimientos modifican la
estimulación que, a su vez, permite la conducción y control del desempeño del
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individuo, por ejemplo, en el caso de la locomoción. Estos son los movimientos


que acompañan a la conducta en el sentido usual del término, conocidos como
movimientos de desempeño. En otro caso, están los movimientos orientados a
captar la información del estímulo y estos son movimientos exploratorios. De
aquí se desprenden dos aspectos fundamentales en la teoría de Gibson. En pri-
mer lugar, que de la estimulación disponible en el ambiente, el sujeto, mediante
movimientos principalmente exploratorios, selecciona, aumenta e incluso ex-
cluye estímulos del ambiente. Dicho en otras palabras, del reservorio de estímu-
los disponibles para la percepción (Gibson, 1960), el sujeto selecciona lo que es
relevante y extrae la información. Esta noción implica una comprensión de los
sentidos como órganos de percepción o sistemas perceptuales que se orientan y
ajustan modificando la estimulación disponible (Gibson, 1966).
Lo anterior puede ser ilustrado tomando como ejemplo el ‘fenómeno de la
fiesta de coctel’, es decir, la habilidad de un individuo para atender a una con-
versación de entre un torrente de conversaciones que ocurren en un salón lle-
no de personas (Gibson, 1966). Para explicar este fenómeno, Gibson planteó
que la función del sistema auditivo consiste en captar la dirección del evento
para orientarse con respecto a este, así como captar su naturaleza, lo que le
permite su identificación. Para el caso de captar la dirección de un evento —
como ocurre en el ‘fenómeno de la fiesta de coctel’— es crucial la diferencia
que existe entre el plano frontal de la cabeza del individuo y el frente de onda
(la cual es específica a la dirección del evento vibratorio), es decir, la desviación
del individuo respecto de la fuente de sonido. De acuerdo con Gibson (1966),
esto determina dos tipos de información del estímulo que covarían: el frente
de onda ingresa al oído que está más orientado hacia la fuente ligeramente
antes que al otro y, en el más alejado —o menos orientado hacia la fuente—,
esta ingresa ligeramente más débil que en el otro. Para orientarse hacia la fuen-
te de sonido, el individuo debe balancear la estimulación biauricular, es decir,
volver simétrica la estimulación que ingresa en ambos oídos; para el caso de
acercarse a la fuente de sonido, basta con avanzar manteniendo balanceada la
estimulación biauricular. Por lo tanto, en el caso del ‘fenómeno de la fiesta de
coctel’ el individuo se orienta auditivamente hacia una fuente, entre muchas,
a través de la acción de girar su cabeza o incluso inclinarla para sincronizar

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las entradas biauriculares de una fuente mientras deja de sincronizar aquellas


de otras fuentes. De esta forma, el sistema se ajusta para anular la ausencia de
balance en la estimulación biauricular. Si esto no se logra, entonces el sistema
‘busca’ hasta que las entradas de ambos oídos son simétricas (Gibson, 1966, p.
83). Por lo tanto, la información para la percepción auditiva estará físicamente
existente en el campo de vibración en el aire como estímulos potenciales para
el sistema auditivo (Gibson, 1966).
El segundo aspecto relevante de la teoría es que cuando Gibson habla de
percepción activa, esta no solo implica estimulación del ambiente sino tam-
bién la estimulación de las acciones del individuo. Sin embargo, en la teoría
de Gibson estas dos fuentes de estimulación, externa e interna, no se recono-
cen como independientes, sino que son interdependientes, las cuales covarían
conforme el observador se mueve en el entorno (Gibson, 1966). Por ejemplo,
al caminar, la estimulación visual covaría con la estimulación de las articula-
ciones, tendones o ligamentos (Gibson, 1966), de tal forma que se ha recono-
cido la naturaleza activa constitutiva de la percepción (Mossio y Taraborelli,
2008). Este supuesto encuentra apoyo en los estudios de percepción visual de
la profundidad en infantes utilizando el paradigma clásico llamado ‘precipicio
visual’ (E. Gibson y Walk, 1960). En este, una cuidadora anima a infantes a
avanzar gateando sobre una plataforma rígida opaca con un borde que se con-
tinúa con otra plataforma igualmente rígida pero transparente. Esta última
evita que el niño caiga al desnivel, pero hace posible verlo.
La evidencia muestra que, dependiendo de la experiencia de gateo de los
infantes, será la posibilidad de que los niños se detengan o avancen frente
al precipicio visual (Kretch y Adolph, 2013). Es decir, a mayor experiencia
de desplazamiento activo mayor posibilidad de percibir profundidad y, por
lo tanto, de detenerse frente al precipicio visual, lo que sugiere que percibir
visualmente la profundidad implica percibir el borde que une la superficie
de la plataforma opaca y la que proyecta el fondo del precipicio —i.e., el
borde que une la superficie revelada y aquella a revelar—. Es precisamente
mediante el movimiento que un borde que une dos superficies, la revelada y
la oculta, puede ser percibido (Gibson et al., 1969; Kaplan, 1969). En otras
palabras, al avanzar, los niños revelan progresivamente superficies ocultas y,

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al retroceder, ocultan superficies previamente reveladas. Como resultado de


la exploración activa, ambas superficies son reversibles, lo que genera que el
borde especifique simultáneamente tanto la superficie revelada como la oculta.
Se puede decir entonces que percibir la profundidad implica necesariamente
el movimiento; en ausencia del movimiento el borde no está presente (Gibson
et al., 1969; Kaplan, 1969). Por lo tanto, mediante el movimiento los niños
detectan ambas superficies (la revelada y obstruida) especificadas por el borde,
lo que a su vez guía sus movimientos para detenerse frente al desnivel.
Para Gibson, incluso, la estimulación externa informa no solo sobre el
ambiente sino también sobre la acción o posición del sujeto en el mundo
(Gibson, 1966). La evidencia experimental apoya el supuesto de que cambios
en los patrones de estimulación visual generan en las personas experiencias
de movimiento propio; incluso los cambios en la estimulación visual pueden
generar movimientos compensatorios de balanceo. Por ejemplo, en los estu-
dios de Lee sobre percepción de movimiento propio aparente, Lee y Aronson
(1974) diseñaron en conjunto un cuarto móvil en el cual un individuo per-
manecía de pie mientras las paredes y el techo podían moverse con indepen-
dencia del piso. Lee (1980) mostró que los participantes tenían la experiencia
de moverse con respecto a un entorno fijo —incluso mostraban movimientos
compensatorios de balanceo— y no respecto a uno que se movía estando ellos
inmóviles, que era lo que en realidad ocurría.
Aún más, se ha aportado evidencia respecto a cómo los procesos de percep-
ción-acción se relacionan con procesos de memoria. Para ello, se ha utilizado
una tarea de memoria espacial diseñada por Piaget, llamada ‘tarea A no B’. La
tarea consiste en esconder un juguete en una ubicación (A) y animar a un niño
a encontrarlo en esa misma ubicación, usualmente en tres o cuatro ocasiones.
Luego, a la vista del niño el juguete es escondido en otra ubicación (B) y, des-
pués de una demora de usualmente tres segundos, se anima al niño a buscar el
juguete. La evidencia muestra que niños menores de un año de edad buscan el
juguete en A aun cuando vieron que el juguete fue escondido en B (respuesta
persistente conocida como ‘error A no B’). Sin embargo, luego del primer año
de edad, aproximadamente, los niños dejan de buscar el juguete en A y en
cambio lo buscan correctamente en B. Piaget interpretó que los niños mayores

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Percepción directa: detectando las propiedades relacionales permanentes... [117]

buscaban el juguete en B, en lugar de en A, ya que para ellos los objetos po-


dían existir independientemente de sus acciones, es decir, los niños tenían una
representación interna del objeto. Al respecto, existe una extensa literatura
usando la ‘tarea A no B’ en niños de distintas edades y manipulando variables
perceptuales y motoras. Los hallazgos muestran que la ocurrencia del ‘error A
no B’ es influida por el cambio de la postura de los niños después de la demora
(Smith et al., 1999; Lew et al., 2007), el número de veces que los niños buscan
en A (Diedrich et al., 2000), qué tan atractiva es la ubicación A (Clearfield
et al., 2009), si los niños buscan el juguete en ausencia de información visual
(Covarrubias y Tonneau, 2016), entre otras variables. Por consiguiente, se ha
planteado que, contrario a la idea de la representación interna del objeto, el
desempeño de los niños en la ‘tarea A no B’ es inseparable de procesos de per-
cepción y de acción (Smith y Sheya, 2010).

Las invariantes en las transformaciones de los arreglos de


estímulo
Al reconocer que la percepción es un proceso no mediado, un aspecto central
para la teoría de Gibson es explicar cómo a pesar de que los organismos están
inmersos en un flujo continuo de estimulación producida por las diferentes
fuentes de energía del ambiente, lo que en realidad los individuos perciben
es un mundo estable y fijo. Relacionado con lo anterior, Gibson cuestionó
que los estímulos fueran momentáneos o instantáneos y, por consiguiente, el
orden temporal de los estímulos percibidos tendría que ser impuesto (Gibson,
1960), lo que está relacionado con el supuesto de que percibir un cambio en
el ambiente era una deducción del sujeto con base en el cambio en la posición
de la estimulación (Gibson, 1966). Al cuestionarse lo anterior, Gibson planteó
la siguiente pregunta: ¿la transición de una nota a otra en una melodía podría
considerarse como un estímulo? (Gibson, 1960). En efecto, para Gibson las
transformaciones de los patrones de estimulación eran tan estimulantes como
los patrones mismos (Gibson, 1966), por lo que él anticipó que, si una tran-
sición breve podía ser considerada como un estímulo, por qué no podía serlo
una transición (o patrón temporal) larga (Gibson, 1960).
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[118] Pablo Covarrubias

Se ha considerado que el patrón temporal de la estimulación es más com-


plejo que el patrón espacial debido a que se asume que en el primero están
involucrados procesos de memoria, mientras que, en el segundo, solo de per-
cepción (Gibson, 1966). Sin embargo, si se reconoce que la transición o la
transformación es en sí misma un estímulo, entonces uno no sería más com-
plejo que el otro (Gibson, 1966). Lo anterior es compatible con una respues-
ta afirmativa a la pregunta ¿puede existir un estímulo duradero individual a
través de los cambios en la secuencia? (Gibson, 1960, p. 698), lo que a su vez
conduce a reconocer que los elementos presentes en la transición que especi-
fican un objeto no deben ser integrados, ya que el objeto está especificado en
la transformación misma (Gibson, 1966). Mace (1977) consideró que, si esto
es así, entonces no es necesario un procesamiento de poner todo junto ya que
la estructura de la estimulación en sí misma consiste en relaciones espaciales
y temporales. Para Mace, el reconocimiento de este carácter dinámico del es-
tímulo, es decir, la observación de Gibson de que los organismos perciben
eventos estructurados en el tiempo es un argumento suficiente para reconocer
que la percepción es directa (Mace, 1977).
Entonces, ¿qué es lo que persiste en las transformaciones de los patrones de
estimulación? En la teoría de Gibson, detectar la persistencia en los patrones
de estimulación depende del cambio mismo de los patrones. Gibson (1962)
asentó esta afirmación con base en un trabajo clásico en el que comparó el
efecto de explorar objetos sólidos mediante el tacto, activamente (i.e., tocar
objetos) o pasivamente (i.e., ser tocado por objetos), en ambos casos en au-
sencia de información visual, sobre el reconocimiento de las formas de objetos
(seis moldes para cortar galletas con diferentes formas; ninguno con el mismo
número de esquinas). Mientras que la exploración activa consistía en dejar que
los participantes movieran sus dedos alrededor de los objetos, la exploración
pasiva consistió en colocarlos sobre su palma de la mano colocada hacia arriba,
presentando los objetos en diferentes puntos de la palma de la mano o desli-
zándolos a lo largo de esta. Los resultados mostraron que el reconocimiento
de las formas de los objetos era mayor cuando los participantes tocaban acti-
vamente con sus dedos los objetos que cuando estos eran deslizados sobre la
palma de su mano. A su vez, bajo esta última condición el reconocimiento fue

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Percepción directa: detectando las propiedades relacionales permanentes... [119]

mayor que al poner los objetos en distintos puntos de la palma de la mano.


Gibson observó, además, que los sujetos, al explorar activamente, colocaban
sus cinco dedos sobre los bordes de las figuras, tocaban con la yema de uno de
sus dedos los bordes o hacían movimientos intermedios entre estos dos tipos.
Con base en sus hallazgos, Gibson (1962) señaló que mediante la explo-
ración activa los individuos no eran conscientes de las sensaciones continua-
mente cambiantes generadas por la presión de los objetos sobre las yemas de
sus dedos y, en cambio, lo que en realidad los sujetos percibían, al explorar
activamente, eran las características físicas de los objetos, como sus bordes o
contornos. Por consiguiente, para Gibson la percepción no dependía de las
señales locales sobre la piel ya que no existían formas sobre la piel sino solo un
patrón cambiante de presiones (p. 487). Esto lo condujo a concluir que en la
percepción de un objeto mediante el tacto el cambio continuo en la estimu-
lación proximal es acompañado por la permanencia, esto es, el conjunto de
relaciones invariantes (p. 488). Para Gibson, entonces, los movimientos de los
dedos sobre los bordes de los moldes de galletas estarían orientados a detectar
las invariantes, es decir, a captar los componentes que especifican al objeto en
el cambio continuo de estimulación. Un aspecto central que Gibson señaló
en este trabajo es que los sujetos tenían mayor claridad perceptual conforme
las sensaciones cambiaban más: una clara percepción constante ocurre cuando
cambia más el flujo de impresiones sensoriales (pp. 487-488). Con base en lo
anterior, es posible identificar que Gibson estableció una relación de interde-
pendencia entre el cambio y la permanencia de la estimulación en la percep-
ción. En palabras de Mace (1977): las regularidades o invariantes se definen
sólo a través del cambio (p. 56).
Entonces, las propiedades en la estimulación que se mantienen constantes
en la transformación es lo que Gibson llamó invariantes. Distintos autores
han definido las invariantes. Por ejemplo, Michaels y Carello (1981) definie-
ron las invariantes como patrones de estimulación en el tiempo y/o espacio
que no cambian a través de ciertas transformaciones (p. 20) o como aquellos
patrones de estimulación de alto orden que subyacen a las constancias per-
ceptuales o más generalmente, las propiedades persistentes del ambiente que
un animal aparentemente conoce (p. 40). Por su parte, Costall et al. (2003)

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[120] Pablo Covarrubias

definieron las invariantes como las propiedades relacionales que se mantienen


constantes a pesar del cambio en la estimulación (p. 47). Gibson mismo con-
sideró que percibir consistía en separar, detectar o captar las invariantes en las
transformaciones de la estimulación luminosa, acústica, mecánica o quími-
ca (Gibson, 1966). Por consiguiente, la detección de invariantes implica que
existen relaciones que se mantienen constantes durante la transformación de
los patrones de estimulación en virtud de las propiedades rígidas, permanentes
o estables del ambiente.
Para Gibson el concepto de invariantes subyace a la percepción de la cons-
tancia de las características de los objetos como son su forma, tamaño o color
(Gibson, 1965). Gibson señaló que el problema de la constancia perceptual es
uno de los más antiguos en la psicología, el cual consiste en explicar cómo es
que las diferentes características de un objeto se pueden percibir como cons-
tantes cuando todo lo que estimula a los receptores son sensaciones que cam-
bian continuamente (Gibson, 1965). En este argumento se han basado las
explicaciones que aducen que la estimulación recibida por los receptores (esti-
mulación proximal) no es posible que se corresponda directamente con aque-
lla del mundo físico (estimulación distal) a menos que sea como señales, pistas
o claves cuya relación con el mundo no es unívoca. Sin embargo, de acuerdo
con Gibson, el mundo lo percibimos como estable y es por esto que, si las
sensaciones son cambiantes mientras que la percepción es estable, entonces la
percepción no estaría basada en las sensaciones sino en las propiedades perma-
nentes del mundo (Gibson, 1965). Para Gibson, el observador está inmerso
en un mar continuo de energías (la luz, el sonido o el tacto físico) que están
estructuradas tanto simultáneamente (espacialmente) como sucesivamente
(temporalmente), con componentes que cambian (variantes) y con otros que
no cambian (invariantes). Lo que los individuos detectan son las propiedades
permanentes del mundo físico —i.e., su textura, bordes, acomodo, solidez, es-
tabilidad y los hechos de la gravedad— especificados inequívocamente por las
propiedades invariantes del flujo de estimulación visual, auditivo o táctil (Gib-
son, 1965), es decir, las invariantes en la transformación de la estimulación.
Gibson (1965, 1966) extendió el concepto de invariantes a la percepción
auditiva del habla. Percibir los sonidos del habla, como son los fonemas, es en

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Percepción directa: detectando las propiedades relacionales permanentes... [121]

gran medida independiente del tono, volumen y duración del sonido. Es por
esto que, respecto al tono, podemos escuchar lo mismo si quien habla es una
mujer o un hombre, o respecto al volumen si está cerca o lejos de nosotros, si
lo hace susurrando o gritando y, sobre la duración, si se habla muy despacio o
demasiado rápido, siempre que se mantenga constante el patrón de la secuen-
cia (Gibson, 1966). Entonces percibir los fonemas —los cuales son los soni-
dos críticos para el habla— no se reduce a las distintas sensaciones generadas
por cambios en el tono, volumen o duración. Más bien, su detección depende
de las propiedades invariantes del sonido, es decir, de las propiedades que
no cambian cuando cambia el nivel del tono, volumen y duración (Gibson,
1965, 1966). Es decir, la información del estímulo para detectarlos [a los fone-
mas] es invariante en las transformaciones de frecuencia, intensidad y tiempo
(Gibson, 1966, p. 93). Esto implica que en las ondas de sonido hay relaciones
de alto orden que son detectadas por el sistema auditivo. Para Gibson, enton-
ces, los fonemas están en las ondas de sonido en el aire potencialmente como
patrones relacionales y, por lo tanto, los estímulos efectivos para el sistema
auditivo no son absolutos, sino relacionales; no son cantidades, sino razones
(Gibson, 1966).
Aún más, Heft (2017) señaló que en la teoría de Gibson el concepto de
invariantes contribuye a la comprensión de la relación entre percepción y len-
guaje. Heft, al abordar el interés que tuvo Gibson (1966) en fenómenos emi-
nentemente sociales, como el lenguaje, señaló que él cuestionó la explicación
que se ha convertido en estándar en muchos enfoques de la psicología, a la luz
de la cual la percepción del mundo está mediada por las categorías del lengua-
je. En cambio, para Gibson, si se reconoce que la percepción es directa enton-
ces el lenguaje le ayudaría al observador a dirigir su atención para seleccionar
o diferenciar cierta información invariante del ambiente en lugar de otra. Por
ejemplo, en el caso del efecto de la percepción sobre el surgimiento del len-
guaje, para Gibson las palabras llevan información sobre regularidades del
ambiente, las cuales ayudan a los niños a consolidar su habilidad para detectar
invariantes. Por consiguiente, para Gibson la percepción ayuda a hablar y el
hablar consolida las ganancias de la percepción (Heft, 2017). Interesantemen-
te, Heft (2017) señaló que, en la misma línea del argumento anterior, Gibson

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[122] Pablo Covarrubias

abordó el tema de los prejuicios, en los cuales el lenguaje dirige la atención del
observador lejos de las regularidades del ambiente a ser percibidas.
Finalmente, hay evidencia que incluso sugiere que la silueta de una per-
sona en movimiento es especificada por la transformación de los arreglos de
estímulo. Johansson (1973) en su experimento clásico sobre movimiento bio-
lógico evaluó los juicios perceptuales de sujetos que veían escenas de personas
en movimiento. Las escenas eran generadas mediante la colocación de luces
(entre 10 y 12 luces) en diferentes partes del cuerpo (hombros, codos, cadera,
rodillas, tobillos) de una persona quien se desplazaba caminando. En las es-
cenas se establecía un contraste de luz de tal manera que solo era posible ver
las luces, pero no el fondo, luego el patrón de luces resultante era proyectado
a los participantes. En diferentes experimentos, en los que se manipulaban el
número y complejidad de las luces, Johansson encontró que cualquiera que
fuese el patrón de luces, este era suficiente para que los participantes per-
cibieran visualmente la silueta de una persona caminando. De acuerdo con
él, las relaciones espacio-temporales en los patrones de estímulos proximales
determinaban las respuestas perceptuales de los participantes. Sin embargo,
de acuerdo con Michaels y Carello (1981), desde una interpretación de in-
variantes, la silueta humana en movimiento era detectada debido a que en la
transformación se mantenían constantes las relaciones entre las luces que espe-
cificaban a la persona caminando. Para las autoras, los hallazgos de Johansson
indican que los cambios en la transformación especifican el movimiento de la
persona (llamadas invariantes transformacionales), mientras que las relaciones
invariantes especifican a la persona misma. Otra implicación de estos hallaz-
gos es que la manera en que las luces cambian en relación unas con las otras en
espacio y tiempo especifican los eventos y, por consiguiente, se puede aducir
que los eventos se extienden en espacio y tiempo. En este sentido, las auto-
ras se preguntan si existe algún límite sobre qué tanto se puede extender un
evento en espacio y tiempo y plantean que algunas transformaciones pueden
extenderse en periodos amplios de tiempo, incluso en periodos que pueden
abarcar la vida de una persona

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Percepción directa: detectando las propiedades relacionales permanentes... [123]

Detectando las asociaciones del ambiente


En su teoría, Gibson enfatizó la naturaleza extendida de la percepción al con-
siderar que los individuos eran sensibles a estímulos de alto orden, lo cual está
relacionado con la extensión de las transformaciones de patrones de estimu-
lación que especifican eventos igualmente duraderos. Para él, los estímulos
relacionales de alto orden —en términos de proporciones o razones— podrían
especificar hechos del mundo físico igualmente de alto orden (Gibson, 1966).
Esta afirmación implicaría que un organismo puede atender a invariantes en
transformaciones de estímulos de alto orden para guiar su conducta. Por ejem-
plo, en la conducta de locomoción, al avanzar hacia delante (o hacia atrás),
en el flujo del arreglo óptico, hay ciertas razones que se mantienen constantes
con el cambio y que guían la conducta del individuo. Este es el caso del lla-
mado ‘paralaje de movimiento’, que se refiere a que la tasa de cambio del flujo
del arreglo óptico en un punto del entorno con relación a un observador en
movimiento, es inversamente proporcional a la distancia entre el punto en el
entorno y el observador (Mace, 1977). Para guiar la dirección o velocidad de
su desplazamiento basta con que el individuo atienda a esta relación invariante
de alto orden. Aún más, Mace (1977) argumentó que el desplazamiento de un
individuo en un entorno genera un flujo en el arreglo óptico cuyas invarian-
tes están definidas relacionalmente entre muchas muestras obtenidas desde
distintos puntos de observación. De acuerdo con Mace, esto supondría que,
para Gibson, la ruta de locomoción posiblemente estuviese especificada en
cualquier parte del flujo.
Los estímulos de alto orden llevan información abundante que especifi-
can no solo el ambiente sino también las conductas de un organismo en el
ambiente. Para Gibson (1966), si se consideran no solo las formas del arreglo
óptico que puede percibir un individuo desde un punto de observación parti-
cular, sino todas las posibles transformaciones relativas a los distintos puntos
de observación que pueden ser ocupados por un observador. Y si a estas trans-
formaciones del arreglo óptico se le suma la secuencia en el tiempo, aunado
a los movimientos del individuo, para Gibson es obvio que la capacidad de
especificación de este súper-estímulo es ilimitada, es un reservorio inagotable

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[124] Pablo Covarrubias

de información potencial acerca del mundo y acerca de las conductas de los


individuos en este (p. 162).
El reconocimiento de que los organismos pueden detectar invariantes en
transformaciones de arreglos de estímulo de alto orden está relacionado con
lo que también Gibson planteó respecto a cómo se detectaban las asociacio-
nes entre eventos. Para Gibson (1966) era importante reconocer que existen
asociaciones ecológicas (a diferencia de formación de asociaciones [p. 272]),
lo que llevaría a asumir que hay invariabilidad en las combinaciones de estí-
mulos. Por ejemplo, al percibir el fuego siempre va junto una flama óptica,
con un sonido acústico, una calidez cutánea y un olor volátil, la combinación
es invariante y constituye un estímulo de alto orden; más exactamente, cada
componente contiene la misma información del estímulo. Por lo tanto, per-
cibir el fuego podría considerarse como la detección de las variables asociadas
de información (p. 272). Si se reconoce que los sistemas perceptuales se orien-
tan y ajustan para captar información sobre las propiedades permanentes del
ambiente, entonces al escuchar el crujir de una flama, oler el humo, sentir el
calor o ver el contorno de la flama moviéndose, la información del estímulo
captada por los distintos sistemas perceptuales sería redundante, ya que todos
especifican el mismo hecho del ambiente (Gibson, 1966). Si es así, entonces
no sería necesario que el individuo asocie, mediante experiencias pasadas, las
distintas sensaciones (causadas por la luz, sonido, calor u olor), sino solo de-
berá atender a la invariabilidad en la combinación de los estímulos (Gibson,
1966), siendo esta una variable de alto orden. Por lo tanto, para Gibson la
formación de asociaciones no es necesaria (p. 272).
Gibson (1966) extendió la noción de invariabilidad en la combinación
de estímulos para describir lo que ocurría en los procedimientos de condi-
cionamiento clásico y condicionamiento operante. Para él, en el primer caso,
la respuesta condicionada (RC) de salivación de un animal en presencia de un
sonido (EC) no indicaba que se había establecido una asociación estímulo-res-
puesta, es decir, una nueva respuesta para la existente sensación del sonido,
ni un nuevo estímulo para la existente respuesta de salivación del animal. En
cambio, Gibson propuso que el animal había aprendido a detectar la invarian-
te sonido-alimento (i.e., EC-EI). En el caso de la respuesta operante en la caja

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Percepción directa: detectando las propiedades relacionales permanentes... [125]

de Skinner, el animal detectaría la invariante entre oprimir la palanca y la en-


trega de alimento. Por consiguiente, los organismos detectarían las invariantes
en las relaciones causales entre eventos determinadas por el investigador en
una situación experimental (Gibson, 1966).
Con respecto a lo anterior, se ha planteado que la sensibilidad de los indi-
viduos a las contingencias de reforzamiento —un concepto central dentro del
campo del análisis experimental de la conducta— pudiese ser entendido como
un caso de detección de invariantes (Gibson, 1966; Covarrubias et al., 2017).
Lo que implicaría que las relaciones entre estímulos establecidas por medio
de la contingencia, correlación, contigüidad o proximidad podrían facilitar a
los individuos la detección de invariantes (Covarrubias et al., 2017). Dicho
de otra manera, el experimentador establecería asociaciones entre estímulos
que un individuo puede detectar mediante la exploración. En una situación
operante, por ejemplo, en la que un animal debe aprender que oprimir una
palanca en presencia de un tono conduce a la entrega de alimento, con base
en la teoría ecológica, la conducta sería exitosa cuando el animal detecte la
invariabilidad en las combinaciones de estímulos.
A la luz de la teoría ecológica, recientemente Covarrubias et al. (2021)
plantearon que una disminución en la invariabilidad entre estímulos condu-
ciría a un incremento en los movimientos exploratorios dirigidos a captar la
información invariante del ambiente. La diminución de la invariabilidad entre
estímulos fue establecida al relacionar probabilísticamente la trayectoria ini-
cial y final de flechas. Los participantes, al observar la trayectoria inicial de una
flecha, debían elegir el lugar de destino (entre dos posibles) de su trayectoria
final. La relación establecida entre las trayectorias inicial y final era invariable
(p= 1.0) o de menor invariabilidad (p= 0.9, 0.8). Los hallazgos confirmaron
que al disminuir la invariabilidad en las trayectorias de las flechas aumentaban
las variaciones de respuestas. Lo opuesto ocurrió al aumentar la invariabilidad,
ya que en ese caso se presentaron un mayor número de repeticiones. Estos
hallazgos sugieren que las conductas exploratorias estuvieron dirigidas a captar
la información invariante del ambiente (Covarrubias et al., 2021).

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[126] Pablo Covarrubias

Conclusiones
El concepto de invariantes es central en la teoría ecológica de la percepción
de Gibson (Costall et al., 2003) e incluso para él, si las invariantes existían y
si estas se correspondían con las propiedades permanentes del ambiente, en-
tonces esto daría pie a una epistemología realista en donde percibir consiste en
atender a las invariantes del ambiente (Gibson, 1967). Por consiguiente, no es
necesario invocar procesos mediadores de tratamiento a las sensaciones con-
sideradas como elementos ‘crudos’ de la percepción, ni una operación mental
sobre las unidades de conciencia, ni una interpretación de las señales de los
receptores enviadas al cerebro; en cambio, la percepción consistiría en un pro-
ceso de detección de información del ambiente (Gibson, 1967).
Algunas consideraciones que han sido problemáticas en la psicología,
como establecer una demarcación clara entre los procesos de percepción y
memoria —el primero considerado como dependiente de la estimulación en
el presente y el segundo como recuperación de huellas del pasado— no serían
así, si se reconoce que la dimensión del tiempo forma parte de la definición
misma de la información del estímulo (Gibson, 1967).
Las implicaciones metodológicas que el enfoque ecológico tiene en es-
tudios de percepción están relacionadas con el reconocimiento de que el
individuo y el ambiente mantienen una relación de reciprocidad. Es decir,
por un lado, implica que los estímulos para un organismo no son puntuales
o aislados, ni momentáneos o instantáneos, sino estímulos cuyos elementos
están relacionados espacialmente o temporalmente —i.e., arreglos de estí-
mulo—. En este sentido, en el diseño de una tarea experimental se debería
considerar que los estímulos para la percepción son relacionales, no absolu-
tos; son razones o proporciones, no cantidades. Por otro lado, implica que
los estímulos para la percepción son intrínsecos a la actividad del individuo.
En ese sentido, caracterizar el contacto del organismo con los arreglos de
estímulo se puede entender más en términos de exploración que de una res-
puesta (Mace, 1977). Así, entonces, la posibilidad de explorar activamente
en una tarea experimental determinará el contacto del individuo con las
variables de la tarea.

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Percepción directa: detectando las propiedades relacionales permanentes... [127]

Tanto el enfoque ecológico de la percepción de Gibson como el análisis de


la conducta de Skinner comparten una aproximación no mediada para expli-
car las causas de la percepción y la conducta, respectivamente (Covarrubias et
al., 2017). Se ha sugerido que considerar la sensibilidad a las contingencias de
reforzamiento —un concepto central para el análisis de la conducta— como
una instancia de detección de invariantes podría ser fructífero para el estudio
de una amplia variedad de fenómenos dentro del condicionamiento operante,
aunque no sin los retos que este esfuerzo representa (Covarrubias et al., 2017).
El reconocimiento de que los organismos aprenden de asociaciones del
ambiente (i.e., asociaciones ecológicas) en lugar de por asociaciones (Gibson,
1966) supondría para el análisis de la conducta aproximarse desde un enfoque
realista a las causas de la conducta. Otros autores han señalado la necesidad
de incorporar un enfoque realista dentro del análisis de la conducta (véase
Tonneau, 2011). Lo anterior permitiría generar una descripción sobre cómo
se establece invariabilidad en las combinaciones de estímulos y sobre cómo
mediante movimientos, principalmente exploratorios, los individuos detectan
o extraen las propiedades permanentes en las variables de estimulación de alto
que son función de las propiedades rígidas o estables del ambiente, igualmente
de alto orden.

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