Educación del Hombre Antiguo
Educación del Hombre Antiguo
Educación del Hombre Antiguo
En cuanto al ámbito religioso y cultural, los sacerdotes eran considerados los más
sabios y únicos capaces de interpretar las señales divinas. De tal suerte, la labor
de éstos era estrictamente intelectual, por lo que despreciaban el trabajo físico,
considerado indigno y exclusivo de hombres libres y esclavos. La religión se
caracterizaba por ser politeísta, es decir, se creía en muchos dioses, quienes por
lo regular tenían características humanas o correspondían con fenómenos
naturales. Por ejemplo, los dioses griegos se caracterizaban por tener las mismas
pasiones que los humanos: se enamoraban, se vengaban de algún enemigo
traicionero, robaban, mataban o se entregaban a placeres mundanos como el vino
y la gula. Por su parte, los dioses mesoamericanos correspondían con los
fenómenos naturales, como el dios del sol, de la luna, de la lluvia, etcétera.
Egipto era una cultura que cultivaba diversos saberes como la agricultura, la
astronomía y las matemáticas. Esto lo sabemos por la orientación de las
construcciones, en las que las pirámides coinciden con la posición de las estrellas,
o bien, por los restos de los canales y sistemas de irrigación en las orillas del río
Nilo. Sin embargo, no existen fuentes que nos revelen cómo era la educación de
este tipo de conocimientos. Lo más probable es que existieran dos tipos de
escuelas, una dedicada a los sacerdotes, quienes enseñarían conocimientos
astronómicos y matemáticos, y otra escuela para el aprendizaje artesanal, en la
que se enseñarían oficios menores como la agricultura o las artes militares. En
contraste, existen muchas fuentes sobre la educación de las clases dominantes,
que se enfocaba a la formación política. Estas fuentes nos permiten apreciar cómo
era el carácter de la enseñanza en el Antiguo Egipto.
Las fuentes más antiguas sobre la enseñanza egipcia se remontan al siglo XXVII
a. c., es decir, alrededor del año 2600 a. c. En estos papiros, se aprecian una serie
de preceptos morales, convenciones sociales y modos de vida que todo político
egipcio debería tener. Estas enseñanzas se expresan de padre a hijo, aunque no
necesariamente era una enseñanza limitada al seno familiar, sino que el maestro
solía llamar a su discípulo “hijo”. Este carácter familiar de la enseñanza refleja el
carácter de la enseñanza antigua, en la que los conocimientos se transmiten de
generación en generación, es decir, por transmisión oral.
1
Mario Alighiero Manacorda, Historia de la educación
La educación física también jugaba un papel importante en la educación de las
élites egipcias. Se enseñaban actividades de diversa índole, como defensa
personal, natación y ejercicios gimnásticos. Esto lo sabemos, gracias a los escritos
del griego Diodoro Sículo, quien describe que a los egipcios que entrenaban
físicamente “no se les permitía tomar ningún alimento por la mañana antes de
haber cubierto una carrera de 180 estadios;… iban creciendo, en cuanto al cuerpo,
como gallardos atletas y, en cuanto al espíritu, como hombres capaces de
mandar, porque habían sido educados de la mejor manera y a través de las
actividades más adecuadas”.
Al igual que los egipcios, la sociedad griega estaba estrictamente jerarquizada, por
lo que la educación era exclusiva para las élites. Para los grupos gobernantes,
además del arte de la guerra y la gimnasia, tenían una educación sobre las artes
políticas. Para los hombres libres griegos que no ejercían un cargo de gobierno,
aprendían una variedad de oficios mediante la imitación. Por último, las clases
más bajas, los esclavos, no recibían ningún tipo de educación.
Otro aspecto desconcertante del educador militar, es que solía ser un personaje
con un pasado sombrío, regularmente eran homicidas. Como el oficio de escudero
y militar era muy arriesgado, quienes solían ejercerlo era porque habían sido
expulsados de sus comunidades o habían huido a causa de un crimen, como el
asesinato. Sin embargo, estos personajes homicidas eran los más calificados para
el arte de la guerra, que es un arte para matar.
La ponderación del trabajo, como un valor moral, casi exclusivo del campesino,
contrasta con los valores que se reflejan en Homero, en donde resalta el arrojo, el
honor y la valentía. En ese sentido, Aristófanes contrasta ambos modelos
educativos en lo que llamó el “torneo poético” entre Homero y Hesíodo. En tal
competencia, el pueblo griego simpatizaría más con el modelo homérico, mientras
que el rey con Hesíodo, dado que el segundo representa el trabajo y la
productividad. Por su parte, Jenófanes de Colofón, en Silos, se lamenta que la
educación de los niños esté cargada a la visión homérica, que será un lamento
común a Platón quien recuerda que Homero ha sido el educador de toda Grecia.
En las regiones de Creta y Esparta, el Estado vigilaba la educación griega, que era
administrada por un magistrado, que organizaba los recursos necesarios para la
manutención de escuadrones y coros, que eran los nombres dados a las escuelas.
En la periferia griega, como Asia Menor existían una serie de círculos de iniciación
llamados thíasoi que funcionaban con reglas y principios independientes. De los
thíasoi surgieron muchas escuelas de los grandes filósofos. Por ejemplo,
Pitágoras (VI a. C.), además de seleccionar a sus discípulos basado en sus rasgos
fisionómicos, organizaba la educación en cuatro grados: acústico (incluía la
música, danza, poesía y gimnasia), matemáticos, físicos (que se refería a estudios
filosóficos) y sebásticos (ciencias esotéricas).
Hacia el siglo VI a. C. surgió en Grecia la escuela del alfabeto, que fue la primera
escuela pública (abierta a todos los ciudadanos, no sólo a las élites) de escritura y
gramática. De tal suerte, junto con la gimnasia y la música, el maestro del alfabeto
se convirtió en una figura pública que ejerció una importante función social. De
acuerdo con Platón y otros escritores griegos, la enseñanza del alfabeto se hacía
mediante la recitación de Homero, por lo que todos los ciudadanos griegos
conocían la Ilíada y la Odisea desde pequeños. Gracias a Solón, conocemos el
método de enseñanza del alfabeto, pues de acuerdo con él, los alumnos recitaban
el poema “alternativamente, de modo que el primero se parara allá donde el
segundo comenzaba”; práctica común de las escuelas de educación básica
de la actualidad.
Gracias a las pinturas de vasijas como los vasos de Onésimo, que datan del 490
a. C., sabemos cómo eran las escuelas de gimnasia, música y letras. Los alumnos
solían sentarse en frente del maestro, quien guardaba sus rollos de papiro en
cestos, además de emplear una fusta, similar al apuntador que utiliza un maestro
en la actualidad.
La aculturación griega de los romanos inició alrededor del siglo III a. C., una vez
derrotadas las islas griegas. Desde antes de la conquista romana de Grecia, para
los primeros, la cultura griega simbolizaba el refinamiento y la cumbre de la
civilización. Por lo tanto, después de dominarlos militarmente, Roma alentó la
llegada de muchos embajadores griegos, quienes se encargaron de trasplantar las
diversiones y costumbres culturales griegas en un territorio, ya de por sí, abierto a
la aculturación griega.
Las áreas del conocimiento que se enseñaban en las escuelas romanas, eran
prácticamente las mismas que en Grecia: alfabeto (leer y escribir), gramática
(expresión oral y lectura de clásicos y cultura general), música, matemáticas y
astronomía, retórica, poesía, filosofía y educación física.
Por otro lado, en la educación romana se tiene documentada una de las primeras
críticas a la educación. Existen testimonios en los que se acusa a la escuela de
ser aburrida, cruel en los castigos corporales y con contenidos alejados de la vida
cotidiana. Cabe señalar, que la crítica a la educación no sólo provenía de gente
ruda y de clase baja, como un militar o un zapatero, sino que también provenía de
filósofos como Séneca, quien señalaba que en la escuela “no se aprenden las
cosas necesarias a fuerza de aprender las útiles y que con los estudios no se llega
a ser bueno, sino sólo docto”.
Finalmente, hacia el siglo III d. C., el imperio romano entra en crisis. La extensión
del imperio y su burocracia llevó a la bancarrota a los emperadores romanos. La
crisis económica empobreció a la población romana, quienes fueron blanco fácil
de la nueva religión cristiana, que predicaba valores como la humildad y la
pobreza, aspectos que correspondían con la realidad del pueblo romano. Después
de la conversión de los emperadores romanos al cristianismo, la educación
romana de fuerte influencia griega entró en decadencia. Roma caería en el siglo
IV, pero ya para el siglo III, se vislumbra la transición de la educación grecolatina a
la medieval: “la Didascalica apostólica advertía que no sirve recurrir a los retóricos,
a los filósofos, a los poetas, a los historiadores paganos, cuando existen las
epístolas de San Pablo, el Salterio, el Génesis y el libro de los Reyes: la Biblia
puede sustituir las artes liberales”.