I GM Y ENTRE GUERRAS

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La política naval del canciller Von Blow, 26 agosto 1908

Doy gracias muy respetuosamente a Vuestra Majestad Imperial y Real por las
cartas de Montagu y de Kerr que ha tenido la bondad de transmitirme, y que he
leído con mucho interés. Por las notas marginales de Vuestra Majestad a mi
respetuosísima carta de 13 del corriente, veo que no comparte en muchos puntos
mi manera de ver la situación. Ruego a Vuestra Majestad que crea que apoyo no
sólo con mi razón, sino con toda mi alma, sus esfuerzos en pro de la escuadra. Sé
que la historia impone a Vuestra Majestad la creación de la flota alemana, y me
permito recordarle que desde 1891 vengo propugnando enérgicamente, lo mismo
en público que entre bastidores, en el Parlamento que ante las Comisiones, en mis
discursos y en mis escritos, todos los proyectos navales. Aún hace pocos días leí en
una revista inglesa que la hostilidad de muchos ingleses hacia mí estaba
perfectamente justificada, puesto que yo había tomado parte activa en el
desarrollo de la escuadra alemana; que había persuadido al Reichstag en 1899 de
que debía aceptar el proyecto de aumento de la flota, y que era particularmente
mía la responsabilidad del último aumento naval; efectivamente, hubiera sido
difícil aprobarlo sin la disolución del Reichstag de 13 de diciembre de 1906 y la
reagrupación que le siguió. Tampoco necesito repetir que no debemos retroceder
en ningún caso ante presiones o amenazas inglesas. Hace ya algunas semanas que
di a nuestra Prensa órdenes de mantener un lenguaje enérgico en tal sentido. Los
artículos que merecieron la aprobación de Vuestra Majestad fueron escritos
precisamente con arreglo a los deseos manifestados por mí. Pero, por lo mismo
que concedo tanta importancia a la ejecución y a la terminación de nuestro
programa naval, quisiera proteger lo que hoy es un arbolito, contra las
tempestades que pueden desarraigarle.

Ahí estaba nuestra debilidad. Esta inferioridad no se podía compensar más que por
la concordancia de nuestras acciones en el tiempo. Esto es lo que conseguí hacer
comprender y adoptar en la conferencia interaliada de Chantilly, en diciembre de
1915.

Pero esto no es suficientemente decisivo. En la guerra, sólo cuenta la ejecución. El


acuerdo que yo conseguí establecer no representaba un progreso real más que a
condición de asegurar su realización. La posición preponderante que el ejército
francés ha tomado en este conflicto y la autoridad moral que los comandantes en
jefe aliados han querido reconocerme me conferirían el deber de realizar esta
coordinación indispensable. Es esta la acción que yo ejercí sobre todos los teatros
exteriores a aquellos que yo mandaba directamente, de la cual quisiera dar aquí un
resumen global.

Para hacerse una idea de las dificultades con que chocaba, es suficiente pensar
que en lugar de mandar (que es la única manera de conducir las operaciones
militares), estaba obligado a persuadir a los generales en jefe aliados, de los cuales
unos, como Haig y Cadorna, eran mis iguales, y los otros, como el Rey de los
Belgas, el Zar y el príncipe Alejandro de Serbia unían a sus funciones militares las
de Jefes de Estado. Añádase a esto que todos esos comandantes en jefe, sin
distinción, estaban limitados en su iniciativa y en su buena voluntad por trabas
políticas, y se tendrá idea cabal de las condiciones en que se planteaba cada
problema estratégico a resolver.

FUENTE: Mémoires du Maréchal Joffre.


Según el «Observer», el ministro Mellon ha declarado a varios ministros franceses
que los Estados Unidos no oponen, en principio, ninguna objeción a la respuesta
francesa, a condición de que Francia y Alemania se pongan de acuerdo sobre los
puntos que en ella se concretan.

Por su parte, y antes de embarcar para Nápoles, el ministro de Negocios


Extranjeros, Stimson, ha declarado a los periodistas que estaba muy satisfecho por
la confianza que la Cámara francesa había concedido a la respuesta de su
Gobierno, expresando así su deseo y facilitando la posibilidad de llegar a un
acuerdo satisfactorio acerca de la memoria de las deudas y reparaciones.

Hizo resaltar el Sr. Stimson la necesidad de que los Parlamentos de ambos países
ratifiquen las conclusiones a que se habrá de llegar.

Las negociaciones emprendidas en París entre el Sr. Mellon y los ministros


franceses, emprendidas el sábado, continúan su marcha satisfactoria. Al terminar
la reunión del sábado el Sr. Laval recibió al embajador de Alemania, conversando
con él acerca de la proposición Hoover y cuestiones anejas, y confirmándole los
sentimientos expresados por la Cámara respecto a la visita proyectada de los
señores Brüning y Curtius a París.

El embajador de Alemania en Washington, aunque sin mezclarse en las


negociaciones francoamericanas, ha expuesto la tesis de su Gobierno sobre las
contraproposiciones francesas.

Por otra parte, en la entrevista celebrada por von Schubert y el señor Grandi se ha
debido tratar también del proyecto Hoover y de la respuesta del Gobierno francés.

Desde luego se observa que las relaciones francoitalianas mejoran; el ex-ministro


de Hacienda italiano señor Stéfani incluso aprueba la actitud de Francia con
relación a la proposición norteamericana.

En buena fuente reiteran que el Federal Reserve Bank está dispuesto a prestar su
apoyo a Alemania para ayudarla si fuere necesario.

FUENTE: CRISOL, Diario de la República, del 25 de junio de 1931. Madrid

Es, pues, una concepción espiritualista, nacida, también ella, de la reacción


operada en este siglo, contra el menguado y materialista positivismo del siglo XIX;
concepción antipositivista, pero positiva; no escéptica, ni agnóstica, ni pesimista,
ni tampoco pasivamente optimista, como son, por regla general, las doctrinas
(todas ellas negativas) que colocan el centro de la vida fuera del hombre, el cual
con su libre voluntad puede y debe crearse su mundo. El fascismo quiere al
hombre activo y entregado con todas sus energías a la acción: le quiere
varonilmente consciente de las dificultades con que ha de tropezar, y dispuesto a
enfrentarse con ellas; concibe la vida como una lucha, persuadido de que al
hombre incumbe conquistar una vida que sea verdaderamente digna de él, creando
ante todo en su persona el instrumento (físico, moral, intelectual) necesario para
construirla. Y esto rige no sólo para cada individuo, sino también para la nación y
para la humanidad. De aquí el gran valor de la cultura en todas sus formas (arte,
religión, ciencia) y la importancia grandísima de la educación. De aquí también el
valor esencial del trabajo, con el cual el hombre vence a la naturaleza y plasma el
mundo humano (económico, político, moral e intelectual).

FUENTE: BENITO MUSSOLINI: Doctrina del fascismo (1932).

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