BOLILLA 2 La Política Social

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BOLILLA 2: LA POLÍTICA SOCIAL

1. Diferencias sociales; principales problemas socio económicos. El sub desarrollo

La simple observación de la realidad socioeconómica permite apreciar notables diferencias en el


acceso de los distintos miembros de una comunidad, y de éstas en el orden internacional, a los
bienes y servicios (de índole cultural, social, económica, etc.), que permiten a cada hombre el
desarrollo de su persona según su naturaleza. Esa desigualdad impide a muchos alcanzar los
medios indispensables para lograr un mejor nivel de vida humano.

Son diversas las causas que, directa o indirectamente, contribuyen a los estados de pobreza. En
algunos casos, influyen las diferencias de valor natural (sexo, edad, capacidad, simpatía, grado de
adaptación a determinadas situaciones, etc.), que hacen que unos sean más aptos que otros para
obtener lo indispensable para alcanzar un determinado nivel y género de vida. Esa situación lleva,
con el tiempo, a que las relaciones entre los hombres se establezcan de acuerdo con ese criterio,
según el cual algunos se consideran merecedores de mejores niveles de vida.

Las distintas causas provocan situaciones de miseria que se proyectan sucesivamente de una
generación a otra. Es dable apreciar que según la región o familia en que nace un niño en el siglo
xx, no tiene la posibilidad de acceder a ciertos niveles de educación, salud, alimentación,
expectativa de vida, empleo, etc., lo que, en muchos casos, no le permitirá su pleno desarrollo
como ser humano. Como consecuencia del precario estado de salud de una población, de su
incapacidad para dominar la naturaleza se reducen sus posibilidades de trabajo, lo cual se traduce
en una menor producción que lleva a una mala alimentación, imposibilidad para combatir las
enfermedades, acceder a la educación.

La situación de marginamiento social que hoy se aprecia, no es ningún hecho nuevo. En la historia,
siempre se ha dado, como que los factores del subdesarrollo no constituyen tampoco ninguna
novedad. Lo que sí es típico de esta época, es el mayor grado de conciencia de las diferencias y de
la injusticia sufrida. Además, en muchos de los grupos humanos prevalecía una concepción de
vida, expresa o implícita, respecto de una cierta participación en un mismo bien común. Se
consideraba que había una comunidad que repartía, si bien con cierta desigualdad los bienes
existentes.

Aquella filosofía fue modificada por influjo de la revolución cultural que acompañó a la industrial
que puso el contrato como fundamento de la vida social. Según esta nueva concepción, los
hombres no están ligados por su carácter de hermanos con igual naturaleza y vocación, que los
hace solidarios, sino por un "trato" que puede darse incluso con olvido de esa circunstancia. Por
consiguiente, el desconocimiento de derechos fundamentales no constituye una injusticia, en la
medida en que responde a lo convenido.

Otra razón que influyó decisivamente, en especial a partir de la década de 1940, es el distinto
grado de desarrollo técnico- científico de los diversos regímenes y países, agigantando la brecha ya
existente entre "pobres y ricos". Como si ello fuera poco, los medios de comunicación de masa
hacen "públicos" los hechos que ocurren, los estilos de vida en una "sociedad de consumo", que
como consecuencia del efecto de demostración, incita a un más elevado "nivel de gastos". Esto
hace que las mayores expectativas que se crean y que no pueden satisfacerse, exacerben más las
situaciones de "pobreza". Muchas veces se consideran inmersas en ésta, quienes acceden a
niveles superiores a los que exige una vida humana (y que se caracterizan por un despilfarro,
gaspillage de los bienes, si no de todos, de algunos).

Esta situación muestra una desigual posibilidad de acceso a los bienes y servicios indispensables
para facilitar el desarrollo de "cada hombre y de todos los hombres". Como lo indica la propia
palabra, el desarrollo consiste en que cada uno "des-pliegue" (des-arrolle) sus posibilidades (sus
potencias) en los diversos órdenes de la vida (física, cultural, social, etc.), para alcanzar su plenitud
(si no en todos, en aquel o aquellos en que se sienta más dotado). Al no lograr la creación de un
clima social, mantenido por una infraestructura, se produce una situación de subdesarrollo que
impide que los miembros que integran la comunidad puedan alcanzar su plenitud.

Existen numerosos indicadores que "miden" el estado de desarrollo o subdesarrollo social en los
diversos órdenes de la vida. Pueden citarse entre otros:

a) salubridad: tasa de mortalidad, en especial infantil; expectativas de vida; nivel y hábitos de


alimentación; condiciones de higiene y medios sanitarios; atención médica;

b) educacionales: proporción de analfabetos; deserción escolar; grado de desarrollo del sistema


educativo;

c) sociales: sistemas (rígidos o flexibles) de estratificación social; movilidad; predominio


proporcional de las clases medias dentro del total;

d) políticos: nivel de concientización de la pertenencia a una comunidad nacional; consenso;

e) infraestructura y equipamiento: condiciones de la vivienda; servicios sanitarios; sistemas de


electrificación; redes viales; medios de comunicación;

f) económicos: estructura ocupacional; índice de desempleo; producto bruto interno y su


distribución; capacidad de ahorro; facilidades crediticias y de comercialización, y

g) tecnológicos: grado de productividad de los distintos sectores económicos, capacitación


técnica, etcétera.

2. Noción, objeto y finalidad de la política social

Puede definirse ésta como el arte de "solucionar las deficiencias sociales". Debe fundarse en una
ciencia que permita apreciar, a través de los distintos indicadores, el grado de desarrollo o
subdesarrollo de una comunidad.

Como toda política, opera o actúa teniendo en cuenta: a) un objetivo (en el caso, la desaparición o
reducción de las diferencias que marginan a algunos -personas y grupos-, impidiéndoles el acceso
a los bienes sociales, culturales, económicos); b) una realidad de la cual "se parte", y c) medios
disponibles que deben ser utilizados en forma coherente, estableciendo los cursos de acción y su
ritmo, a fin de alcanzar aquel logro en un plazo y costo determinados. A diferencia de la política
económica, que persigue un aumento de los bienes y servicios que se ponen a disposición de la
comunidad, la política social no sólo tiene en cuenta este hecho, que es fundamental para lograr la
erradicación de la pobreza o la mejora de los niveles de vida, sino también el de facilitar su
distribución.

Por lo tanto, su objetivo no se satisface con sólo conseguir "más"; exige al mismo tiempo que la
mayor cantidad posible de miembros de la comunidad acceda a ellos, a fin de satisfacer más y
mejor sus indigencias. Se trata, por lo tanto, no sólo de cantidad, sino también de "calidad de
vida", indispensable para que el hombre alcance su desarrollo en el ejercicio de su
responsabilidad. El ambiente que lo rodea debe facilitarle la tarea.

Su finalidad se logra mediante la promoción del desarrollo social, que comprende el de las
diversas estructuras que integran una comunidad. No sólo atiende a lo económico; comprende
también un proceso de cambio de mentalidad, de condiciones de vida, hacia otras que se
consideran preferibles por quienes integran la sociedad y deben ser a la vez protagonistas y
beneficiarios de él.

También comprende la acción que tiende a sustituir el sistema capitalista por otras estructuras
socioeconómicas más aptas y eficaces para promover el bienestar común.

Su contenido, por tanto, es vasto y variable. Trata de asegurar por una parte: a) una renta
suficiente para los asalariados para hacer frente a sus necesidades reales o eventuales, personales
y familiares b) prevenir los riesgos profesionales; c) promoción -a largo plazo- de un alto nivel de
relaciones industriales, mediante la creación de organismos paritarios e colaboración y hasta de
cogestión a nivel de la empresa y de la comunidad; d) asegurar a la familia el cumplimiento de su
función de célula de la sociedad; y e) creación de nuevas estructuras sociales que faciliten el
desarrollo del hombre a través de la creación de un clima apropiado.

5. Áreas e instrumentos de la política social. El presupuesto social

Existen algunos campos sobre los cuales debe desplegarse una política social, con el propósito de
crear las condiciones necesarias -que no son fáciles de obtener- para facilitar la vida y la
convivencia humana en un clima de paz y libertad.
Al respecto deben adoptarse los medios -entre ellos los de carácter económico- para asignar a las
distintas instituciones los recursos materiales necesarios para que todas y cada una de ellas
alcancen su fin social. A este propósito se puede hablar de un presupuesto social, como el
contenido dentro del general, para lograr el fomento y apoyo de las instituciones de cuyo normal
funcionamiento "depende" la erradicación de diversas fallas o deficiencias en el orden de la vida
social, cultural, educativa, del trabajo, sanidad, etc., que conspiran contra el pleno desarrollo del
hombre. En el orden práctico, podría indicarse como tal el asignado para el cumplimiento de la
función de los ministerios de Salud y Acción Social, Cultura y Educación, Trabajo y Seguridad Social,
y de otros dedicados a la prestación de servicios que persiguen esa finalidad.

Dicho presupuesto social, distinto del económico, puede definirse como la suma de asignaciones
que tienen como objeto fomentar y proteger la prestación de bienes y servicios de ese carácter,
que constituyen parte de la infraestructura necesaria para la vida comunitaria. Sin duda, como ya
se indicó, no puede existir "desarmonía" entre ellos: se requiere una "coherencia", como que
ambos son medios puestos al servicio del bien común.

6. Aspectos modernos de la problemática laboral

Como característica propia del dinamismo de la vida y, en algunos casos, como "signos" evidentes
de los tiempos, se destacan ciertos hechos que en otras épocas no se conocieron o, por lo menos,
no se apreciaron con tanta intensidad.

Trabajo de la mujer

Si bien ésta en épocas anteriores, y en especial en las tareas rurales, colaboró con el hombre en la
provisión de los bienes y servicios que constituyen el acervo de la comunidad, la forma en que lo
hace hoy presenta características especiales. Hace cincuenta años, gran parte de las mujeres
realizaban las tareas propias del hogar; en la actualidad, en cambio, la mayoría de ellas, con
prescindencia de su estado civil, lo hacen como trabajadores en "relación de dependencia" en las
distintas actividades de la vida económica.

El hecho de lo que se podría denominar la "feminización de la fuerza de trabajo", ha dado lugar a


una serie de consecuencias dentro y fuera de la vida laboral. Esa intervención de la mujer se
traduce en un aporte de su psicología a los distintos ambientes laborales y hasta al sindicato
mismo. Los edificios, que son parte de la infraestructura productiva y de servicios, han tenido que
adaptarse a esa nueva realidad.

El hecho también tiene repercusión en el ámbito hogareño, ya que la salida de la mujer ha


provocado, además de un desarrollo de la industria electrodoméstica, cambios en la preparación
de alimentos; la aparición de la guardería, el jardín de infantes, etcétera. Las mismas relaciones
intrahogareñas -esposa-esposo, madre-hijo-, se van alterando, según las concepciones
tradicionales, por el mismo fenómeno.

La legislación laboral y los convenios colectivos recogen el hecho y adaptan los institutos
respectivos, a fin de facilitar que la mujer pueda atender simultáneamente sus obligaciones como
madre y esposa (licencia por maternidad, período de excedencia, vacaciones conjuntas de los
esposos cuando ambos trabajan para el mismo empleador, etc.).

Urbanización

Se caracteriza por el hecho de que la mayor parte de la población se desplaza del campo hacia las
grandes ciudades. Aunque el proceso comenzó como consecuencia de la "absorción por las
fábricas" de los trabajadores rurales (a los que se les ofrecían mejores perspectivas de vida:
ingresos, servicios propios de la ciudad), el hecho actual se debe, especialmente en los países en
vías de desarrollo, a un proceso de "expulsión" del hombre de campo.

El desplazamiento provoca las inevitables consecuencias; gran cantidad de trabajadores de ambos


sexos tienen que emigrar a las ciudades, en las que predominan pautas culturales distintas, lo que
les exige un esfuerzo de adaptación no sólo laboral, sino familiar y de convivencia. Muchas veces,
sólo quedan en los lugares natales los niños y los "abuelos"; los miembros de la familia en edad
activa emigran a las ciudades, en las que no siempre encuentran una ocupación adecuada. Gran
parte de esa población carece de formación profesional y hasta escolar, por lo cual tienen que
dedicarse a tareas en unos casos no bien remuneradas, y en otros de gran rotación.

El problema se complica aún más, ya que el desarrollo edilicio de las grandes urbes no sigue el
ritmo de su crecimiento y ello obliga a que grandes sectores tengan que alojarse en barrios que
carecen, no ya del confort de que gozan otros, sino hasta de los servicios más indispensables.

Desarrollo técnico y automatización. Cambios en la estructura ocupacional

Como consecuencia de la Revolución Industrial, los establecimientos fabriles o comerciales


absorbían el personal que llegaba del campo sin exigirles un gran nivel de preparación profesional.

El desarrollo científico-técnico ha provocado importantes modificaciones. Muchas tareas que


antes sólo requerían esfuerzo físico, han sido reemplazadas hoy por la máquina. La tendencia es
que el hombre quede desplazado de ellas. En otros ámbitos, los cambios han provocado tales
modificaciones, que algunas personas "pierden" sus empleos. Baste pensar en las consecuencias
de la introducción de centrales automáticas de teléfonos, servicios sanitarios, eléctricos, desarrollo
de la industria automotriz, nuevas técnicas de producción, informática, etcétera.

Como consecuencia de todo ello, se produce un nuevo fenómeno: la actividad industrial, como la
de servicios, y la primaria, requieren un personal dotado de mayor preparación técnica, lo cual
necesita una mayor exigencia de escolaridad. Se tiende a que cada vez haya menos peones y más
personal técnico (ingenieros, etcétera). Quienes no gozan de ese grado de especialización, sufren
más el impacto que provoca el desplazamiento.

Este hecho plantea, como exigencia perentoria, una más íntima relación entre la escuela y la
actividad laboral. La preparación que se imparta, tanto a los jóvenes como a los adultos, habrá de
ser de carácter polivalente, a fin de prepararlos para los posibles futuros cambios. Además, hay
que insistir en la formación de adultos, a fin de "rehabilitar" para el ejercicio de nuevas
profesiones u oficios, a aquellos a quienes el desarrollo científico técnico les ha hecho perder el
cargo que antes desempeñaban.

El problema del desarrollo científico-técnico plantea especiales dificultades en un mundo en


explosión demográfica. La Argentina, aunque posee una de las tasas de crecimiento vegetativo
más bajas de América latina, tiene que crear por año unos 300.000 nuevos puestos para los
jóvenes que ingresan al mercado de trabajo, además de los que se necesitan para absorber a los
desplazados por la introducción de otras técnicas de producción.

La acción sindical

Como consecuencia del fenómeno de la "consolidación sindical", las asociaciones profesionales de


trabajadores han logrado el reconocimiento de su función como realidades sociales. Dentro de la
historia del movimiento de esos grupos, tras una primera etapa en la que se los consideró
organizaciones delictivas y por lo tanto prohibidas, después toleradas y por último reglamentadas,
hoy se los estima factores de progreso social.

No sólo se admite que cumplan su función; en cierta manera la ley facilita su tarea a través del
reconocimiento de sus derechos. De acuerdo con ello, los sindicatos constituyen la vía a través de
la cual grandes sectores de la vida comunitaria asumen la participación que les corresponde en la
vida social. Su acción no se restringe al campo de la empresa o de la profesión, sino que llega al
propio de la comunidad global, en el que intervienen, junto con otros sectores, para la
determinación de las políticas, no sólo de orden económico, sino también social, cultural, etcétera.

El fenómeno sindical muestra una distinta visión en cuanto al cumplimiento de su función social
(de organismos de lucha se han convertido en factor de presión o de poder). En el orden interno,
presenta una característica no conocida anteriormente. En sus comienzos, las asociaciones
profesionales nuclearon a los trabajadores de la industria; hoy también agrupan a los de los demás
sectores de la actividad en sus diversos niveles (jerárquicos, docentes, universitarios, etcétera).

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