Bloch Ernst - Avicena Y La Izquierda Aristotelica
Bloch Ernst - Avicena Y La Izquierda Aristotelica
Bloch Ernst - Avicena Y La Izquierda Aristotelica
Avicena y la
izquierda
a risto té lic a
para, com o dice Goethe, prescindir del espíritu, que se lim ita
a impulsar a la materia pasiva desde fuera. Esta es, pues, la
prim era transform ación, emprendida sobre el m ism o A ristó
teles, ya por su izquierda: la activación de la materia.
Pero ni aun así está plenamente madurado todavía el fruto
de la relación entre m ateria y form a a la que entonces se
llegara. Pues — y con ello queda señalada la transformación
de la misma izquierda aristotélica— también la m ateria flo re
ciente de Bruno está ya terminada en líneas generales. Con
su doctrina de la posibilidad de la materia realizada hasta el
fin en el universo, Bruno da acogida tanto a Avicena com o a
Averroes, los cuales se imaginaban una materia-forma total
mente construida. Pero esta estática en última instancia es en
Bruno harto más chocante que en la izquierda aristotélica pro
piamente dicha, y aun en el mismo Aristóteles. Pues si la mate
ria preñada de form as, sujeta a transformación eterna, está,
sin em bargo, term inada en líneas generales, inmovilizada, ello
tiene que presentar en el copernicano Bruno, y por ende en el
cosm ólogo de la infinita gravidez de formas, un aspecto dis
tinto al que presente en el filósofo medieval. Avicena y Averroes
vivían en el sistema ptolom eico y su relación entre materia
y form a estaba, pese a la «natura naturans», estructurada jerár
quicamente todavía en una esfera. Mas también el copernicano
Bruno, el pensador de un infinito en ebullición, se imagina
que la m ateria de su universo, en cuanto terminada, es ya
todo cuanto puede dar de sí, empleando para ello el argumento
de que en esa totalidad que es el universo tienen que estar
realizadas ya todas las posibilidades, pues de otro modo la
perfección de esa totalidad quedaría falta de un remate, con
lo que ya no sería completa. N o hay duda de que, con tal está
tica de la totalidad, Bruno conservó para la filosofía una buena
porción de Ptolom eo, ampliada incluso mediante el «posset»
teológico, ese «p od er ser» absolutamente com pleto con el cual
había definido cien años antes Nicolás de Cusa la perfección
de su concepto de Dios. Con todo ello, Bruno bloqueó asimismo
la auténtica dimensión de producción a la que Marx llamó*
ARISTOTÉLICA
IZQUIERDA 63
zada ulteriorm ente por el artista, a saber — y ello nos rem ite
justam ente a la izquierda aristotélica— , com o m ateria no pasi
va, sino activa, es decir, com o «natura naturans», la cual sigue
actualizando en el artista su propia potencia-potencialidad. La
existencia dada no es reproducida, pues, de m odo servil, ni
tam poco adulterada con ayuda de una form a ya acuñada, sino
que lo acercado a su m ateria y acaso no madurado plenamente
es llevado a térm ino p or procedim ientos artísticos. En la ter
m in ología averroísta de Lessing, todo arte es trabajo realizado
plásticam ente en continuo desarrollo, tanto en lo que respecta
al m aterial elaborado com o a la elaborada materia-sujeto de
la cosa. Es más, pensadores tan diferentes, de tan diferente
rango, com o H egel y Schopenhauer, coinciden en la idea de
este alum bram iento artístico de la form a a partir de la mate
ria-naturaleza grávida de form a. Ambos, por supuesto, incu
rren en una in fr a v a lo ra r o n de la naturaleza, transformando
a la vez al artista en lo que ha quedado del «dator form arum ».
A firm a así Schopenhauer del genio artístico que «p o r así decir,
entiende la m edia lengua de la naturaleza, pronunciando él
claram ente lo que aquélla balbucea, que im prim e la belleza
de la fo rm a ... sobre el duro mármol, presentándosela a la
naturaleza, al tiem po que le grita: " ¡ Esto era lo que tú querías
decir! ” , y " ¡ Sí, eso era! ” , repite el conocedor com o un eco»
(E l m u n d o c o m o volu n ta d y representación, I, párr. 45). Y
H egel, pese a sus reservas ante la belleza natural todavía
inform e, reconoce con igual influencia de Lessing: «Ig u a l que
se ha dicho de la apariencia externa del cuerpo humano que en
la superficie de éste, a diferencia de lo que ocurre en el cuerpo
del animal, se percibe p o r doquier el corazón latiendo, se
puede afirm ar tam bién del arte que debe convertir en ojo
la apariencia en todos los puntos de su superficie... Así pode
mos decir del arte que con vierte cada una de sus form as en
un Argos de m il ojos, con el fin de que el alm a interior y la
espiritualidad sean percibidos en todos los puntos del fenóme
n o » (L eccion es sobre estética, Obras, X 1, pág. 197). También
en esta definición se pergeña con toda claridad una especie
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J
IZQUIERDA a r i s t o t é l i c a 77
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114 INDICE DE CONCEPTOS
P&gs.
Nunca lo m is m o .................................................................................... 9
Hito y con m em oración ..................................................................... 10
Emporios comerciales y tierra h e le n ís tic a .................................. 13
Diversos comportamientos del saber con respecto a la fe ........ 17
El Viviente, hijo del Despierto, Dios como cuerpo celeste ........ 23
Aristóteles-Avicena y las esencias de este m u n d o ........................ 27
Influencia de Avicena sobre Santo Tomás y v ic e v e r s a ................ 40
Influencia de la izquierda aristotélica sobre las corrientes an ti
eclesiásticas .................................................................................... 47
La religión convertida en moral ..................................................... 53
Aristóteles y la m ateria no-mecánica ........................................... 58
Transform ación de Aristóteles por su izquierda y transform a
ción de esta m is m a ......................................................................... 60
El arte, emancipador de la m a te ria -fo rm a ...................................... 65
Textos escogidos y aclaraciones ..................................................... 71
A ris tó te le s ............................................................................................. 73
A v ic e n a ................................................................................................. 74
Averroes ........................................................................................... 81
A v ic e b ró n .............................................................................................. 86
Giordano Bruno .................................................................................. 90
Indice de nombres c ita d o s ................................................................ 103
Indice de co n cep to s............................................................................ 107
ESTE LIBRO SE TERMINÓ DE IM
PRIMIR EL DÍA 26 DE MARZO
DE 1966, EN MARIBEL, ARTES
GRÁFICAS, TOMÁS BRETÓN, NÚ
MERO 51. MADRID