Jaqueline Alcazar Alcances de la Phrónesis Aristotélica

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 15

Alcances de la Phrónesis Aristotélica: un Estilo

de Vida Basado en el Respeto a la Naturaleza

Jaqueline Alcázar Morales*


Ricardo Noguera Solano**

Resumen
Debido a la crisis ecológica generada en las últimas décadas, permea la necesidad, cada vez
más urgente, de construir un modelo bioético para el cuidado y respeto de la naturaleza. Por este
motivo, es relevante reflexionar en torno a las diversas formas de relacionarnos con la naturaleza,
de las cuales, sólo algunas han propiciado el uso excesivo de los recursos naturales. Sin embargo,
necesitamos partir de una ética ambiental incluyente que pueda ser entendida, no sólo únicamente
sobre una base filosófica, sino también científica. En su conjunto es un problema que le compete al
área de la filosofía, la biología, la sociología, el derecho, a la antropología y a la bioética. Por estas
razones, proponemos una reflexión basada en la phrónesis de Aristóteles, a partir de la cual se
pueda incluir, en términos de respeto, a todo ser vivo. Nuestra propuesta versa sobre una relación
de prudencia en torno a las decisiones y acciones en relación con los vínculos que generamos con
la naturaleza, es decir, proponemos que a partir de la moderación construyamos una relación de
respeto hacia cualquier forma de vida.

Palabras clave
phrónesis, naturaleza, respeto, educación

Hemos de huir de la maldad con todas nuestras fuerzas


y afanarnos por ser justos, pues de este modo podrá
uno estar amistosamente consigo y ser amigo para otro.
(EN IX. 4: 1166b, 25-30).

Es común que, en la radio, en la televisión y en diferentes redes sociales,


se encuentren noticias sobre el cambio climático; la escasez de agua dulce;
la deforestación y desertificación; contaminación del agua potable; creci-

*
Estudiante de Doctorado del campo disciplinario de Bioética del Programa de Maestría
y Doctorado en Ciencias Médicas, Odontológicas y de la Salud, UNAM. CVU 230591.
**
Profesor Titular “A” de TC. Historia y Filosofía de la biología, Edif. A 2do piso, Depar-
tamento de Biología Evolutiva, Facultad de Ciencias, UNAM. Correo de corresponden-
cia: rns@ciencias.unam.mx
186 Jaqueline Alcázar Morales y Ricardo Noguera Solano

miento y movimiento de la población; valores sociales cambiantes; elimina-


ción de desechos; deterioro del suelo; mal funcionamiento de ecosistemas;
contaminación química; agotamiento de la capa de ozono (Marcos, 2001:
43); aunado a la pérdida de biodiversidad; así como la contaminación del
aire en diversas ciudades del mundo, como la nuestra. Debido a estos pro-
blemas que nos hemos generado por la manera en la que nos relacionamos
con el ambiente, podemos preguntarnos si ¿tenemos otras alternativas de
vivir como especie? ¿cómo debemos relacionarnos con “la naturaleza” y
con “las otras formas de vida”1?
Así, el objetivo de esta reflexión es explicar cómo a partir de la phróne-
sis, podríamos elucidar, por medio de los hábitos y la praxis cotidiana un
modo distinto de relacionarnos con nuestro entorno, y al mismo tiempo
nos permita asumirnos como animales, específicamente, como primates in-
teligentes y políticos que alteran su hábitat2. Al ser conscientes del impacto
que ocasionamos en este nuestro hogar, llamado Planeta Tierra, podemos
rescatar nuestra animalidad, pero también nuestra inteligencia que nos ha
permitido colocarnos como especie biológica dominante.
Asimismo, este escrito está dividido en tres partes: en la primera parte
intentaremos abordar algunas perspectivas que ensayan el respeto hacia la
naturaleza; en la segunda, explicaremos en qué consiste la phrónesis y cómo
podríamos aplicarla en nuestras decisiones y acciones en torno al cuidado y
respeto de la naturaleza. En la última, daremos nuestra conclusión general
sobre el tema.
La pregunta relevante entonces es ¿cómo a partir de la phrónesis po-
demos construir una relación de cuidado y de respeto a la naturaleza? En
primer lugar, aludiríamos a la capacidad que tenemos para decidir y el ám-
bito que le es propio. Por ejemplo, no podemos decidir sobre cuándo debe
o no ocurrir un terremoto o sobre cuándo y cuánta lluvia debe caer; pero sí
podemos decidir o no, correr, gritar o empujar en un terremoto; podemos
decidir bailar bajo la lluvia o simplemente gozar o no del remojón.

1
El caso de la vaquita marina en las costas de Baja California en México y el decreci-
miento de poblaciones de abejas, por mencionar algunos.
2
Bajo esta idea podemos encontrar diversas discusiones sobre la conservación vs la inter-
vención del ser humano en la naturaleza. Así, podemos preguntarnos “¿Qué está mal,
objetivamente mal, en el crecimiento de las manchas urbanas, en los derrames de petró-
leo, en el calentamiento global o, para el caso, en la extinción antropogénica abrupta y
masiva de especies (aparte de que estas cosas ofenden los gustos estrambóticos de unos
cuentos anticuarios de la naturaleza silvestre)? (Callicott, 2004, p. 54)
Alcances de la Phrónesis Aristotélica: un Estilo de Vida Basado en el Respeto… 187

De tal suerte que, de lo único que somos responsables es de nuestras ac-


ciones y éstas pueden ser guiadas a partir de la prudencia. ¿De qué manera
una vida phrónima o basada en la prudencia y en la moderación puede
afectar la relación de nuestra especie con la naturaleza? Una de las causas
más recurrentemente citadas en las discusiones sobre contaminación, ago-
tamiento de los recursos, deforestación, entre otros temas ha sido el alto
nivel de consumo del que se enorgullecen las sociedades3 que se encuentran
inmersas en la lógica del mercado, la producción el crecimiento y las ga-
nancias económicas, modeladas por otras nociones que parecen mucho más
profundas como el bienestar, la comodidad, la felicidad.
Como se discutirá más adelante, tales nociones están inmersas en un
paradigma, la lógica del progreso que nos ha traído al punto en el que esta-
mos inmersos en diversos problemas ambientales, de agotamiento y pérdida
(cf. Giam, 2017) de los recursos naturales. Así, el buen vivir o la felicidad
en términos aristotélicos contrastan con las ideas de bienestar y felicidad
delineados en la modernidad. El análisis de las problemáticas ambientales
a través de la phrónesis han sido planteadas en algunos trabajos recientes,
en los cuales se apunta a un neoaristotelismo que busca la moderación en
nuestras prácticas vinculadas al respeto y cuidado de la naturaleza4.

ENSAYOS ÉTICOS HACIA EL AMBIENTE


El inicio de estas reflexiones tiene su origen en la década de los setenta,
a partir de los movimientos ambientalistas generados con la publicación
del libro Silent Spring (1962) de Rachel Carson, en el cual denuncia los
efectos nocivos del uso masivo de pesticidas, en especial del dicloro difenil
tricloroetano (DDT). Así, Carson sugirió el término biocidas para señalar

3
Particularmente las sociedades más desarrolladas, las que en particular deberían asumir
mayor responsabilidad moral. Srinivasan. U. T., et al., (2008). The debt of nations and
the distribution of ecological impacts from human activities.
4
Entre éstos destacan: Principio de precaución y cambio climático (2008); Narrative
Environmental Virtue Ethics: Phronesis without a Phronimo (2008); Prudencia, ver-
dad práctica y razón postmoderna (2011); Precaución, ética y medio ambiente (2013);
Teaching business ethics in the global South: control, resistance, and phronesis (2015);
The Practical Wisdom of Permaculture: An Anthropoharmonic Phronesis for Moving
towards an Ecological Epoch (2015); Ecophronesis: The ecological practical wisdom
for and from ecological practice (2016), Sustainability, virtue ethics, and the virtue of
harmony with nature (2017); The Virtue Of Ecophronesis: An Ecological Adaptation
Of Practical Wisdom (2018); por mencionar algunos.
188 Jaqueline Alcázar Morales y Ricardo Noguera Solano

que los “plaguicidas no sólo afectan a las especies plaga sino, directa o in-
directamente, a todos los seres vivos de una región (Carson, 2010, p. XVI).
Con esta denuncia no se buscaba la abolición de los plaguicidas químicos,
sino que se racionalizara su uso y se moderaran las dosis disparatadas que
se empleaban (Ib., p. XVII).
A la par de estos movimientos ambientalistas, surgieron una serie de
reflexiones filosóficas provenientes, no sólo de filósofos, sino también de
científicos5. Asimismo, los movimientos sociales6 que se gestaron a partir de
1970 agregan el movimiento animalista, que busca liberar a los animales
del dominio de las prácticas humanas. Estos movimientos generaron una
discusión filosófica que predomina hasta nuestros días. La discusión versa
sobre extender los límites de la ética, centrada sólo en lo humano, hasta
otras entidades biológicas y hacia los elementos abióticos que posibilitan
la vida. Estas discusiones dieron origen a lo que podemos considerar como
ética ambiental que incluye a la zooética, al biocentrismo y a la ecoética.
Estas tres posiciones filosóficas toman como fundamento alguna carac-
terística biológica que pueda otorgar valía inherente a las entidades bioló-
gicas y a los elementos abióticos. Los representantes de la zooética como
Peter Singer (2018) y Tom Regan (1989), señalan que los animales deben
considerarse moralmente debido a su capacidad sintiente y/o a sus capaci-
dades cognitivas. Los biocentristas como Paul Taylor (2011) consideran que
la valía inherente debe centrarse en la vida misma porque cada ser vivo es
un sistema teleológico. El biocentrismo es una corriente ética que sostiene
que para ser sujeto de consideración ética es necesario tener un bien propio
como la vida y la capacidad de ser dañado o beneficiado por otro, se esté
o no consciente. Taylor señala en su obra Respect for Nature: A Theory of
Environmental Ethics (1986) que es “el bien de los organismos individuales,
considerados entidades con valor inherente, lo que determina nuestras rela-
ciones morales con las comunidades de vida silvestre de la Tierra” (Taylor,
2005, p. 10).

5
El caso de Van Rensselaer Potter es paradigmático, ya que, por algún tiempo se le con-
sideró el fundador de la bioética, quien en 1971 publica su libro Bioethics: Bridge to
the future, en el cual propone que se integre la biología, la ecología y la medicina con
los valores humanos.
6
Feminismo, ecologismo, pacifismo, liberación Gay (LGTB).
Alcances de la Phrónesis Aristotélica: un Estilo de Vida Basado en el Respeto… 189

Asimismo, la Ética de la Tierra, representada por Aldo Leopold replan-


tea la ética a luz de la nueva ciencia (ecología). Leopold en su obra A Sand
County Almanac (1949) busca una ética de la tierra que no se preocupe
sólo de la obtención de recursos económicos a través de ella, sino que haya
cuidado y respeto hacia la comunidad que habitamos. Leopold configura
una ética que no sólo considere los intereses humanos; busca también que,
modifiquemos el vínculo que tenemos con la naturaleza. Los valores econó-
micos deben ser reemplazados por valores éticos y estéticos que modifiquen
la relación de consumo insostenible que tenemos para con la naturaleza.
Para Leopold, no hay una ética que trate la relación del ser humano con
la tierra, con los animales y con las plantas que crecen en ella. Por esta ra-
zón es muy importante tener “conocimientos ecológicos que nos permitan
construir una relación diferente con la naturaleza y así, poder enfrentar
desafíos ecológicos nuevos e intrincados” (Leopold, 2019, p. 333). La ética
debe ampliar sus límites de la comunidad para incluir al suelo, el agua, las
plantas y los animales. Es lo que conforma la tierra. Así, “una ética de la
tierra cambia el papel del Homo sapiens: de conquistador de la tierra co-
munitaria pasa a simple miembro y ciudadano de la misma” (Ib., p. 335).
Es de esta manera como se puede construir una relación de respeto hacia la
comunidad biótica.
Asimismo, hubo otro tipo de movimientos y posturas filosóficas que par-
ten de una propuesta ecoética, es decir, que se tomen en consideración no
sólo a los individuos, sino a todo el sistema de relaciones que se tejen entre
los organismos y su hábitat. Así, la ecología profunda es un movimiento
filosófico y también una forma de activismo social de tipo ecológico. En
este sentido, se cuestionan los problemas ambientales desde lo individual a
lo social. Este movimiento no sólo busca estructurar una postura filosófica
que, de cuenta del estatus moral de la naturaleza, sino del cambio del siste-
ma de valores éticos, científicos y sociales que debemos adoptar. Se hace una
crítica profunda al sistema de valores individuales para extender la crítica a
la investigación y aplicación de la tecnociencia.
El principal representante de este movimiento es Arne Naess (1989),
quien elaboró un sistema filosófico que nombra “Ecosofía T” y se puede
sintetizar en ocho puntos:
a) “El florecimiento de la vida humana y no humana en la Tierra tiene
valor intrínseco.
b) La riqueza y diversidad de las formas de vida son valores en sí mismos
y contribuyen al florecimiento de la vida humana y no humana.
190 Jaqueline Alcázar Morales y Ricardo Noguera Solano

c) Los humanos no tienen ningún derecho a reducir esa riqueza y diver-


sidad, excepto para satisfacer necesidades vitales.
d) La interferencia humana con el mundo no humano es excesiva, y la
situación está empeorando rápidamente.
e) El florecimiento de la vida y de las culturas humanas es compatible
con una disminución sustancial de la población humana. El floreci-
miento de vida no humana requiere de dicha disminución.
f) Para que haya un mejoramiento importante en las condiciones de
vida se necesita un cambio en las políticas, ya que éstas afectan estruc-
turas económicas, tecnológicas e ideológicas básicas.
g) El cambio ideológico consiste principalmente en la apreciación de la
calidad de vida (que reside en situaciones que tienen un valor intrín-
seco) más que el apego a un alto nivel de vida entonces habrá una
conciencia profunda de la diferencia entre lo grande y lo grandioso.
h) Quienes estén de acuerdo con los puntos anteriores tienen la obliga-
ción de participar directa o indirectamente en la tarea de llevar a la
práctica los cambios necesarios” (Næss, 2004, p. 220-221).
Otra postura importante dentro de la ética ambiental es la de Holmes
Rolston III, quien en 1975 publicó un ensayo titulado: Is there an Ecologi-
cal Ethic? En este ensayo Rolston se pregunta cómo derivar del conocimien-
to científico, específicamente de nuestro conocimiento ecológico, deberes
morales para con la naturaleza. Uno de los valores que propone Rolston III
es el reciclaje, pero no sólo para el bien de los seres humanos, sino también,
para el bien de los ecosistemas. Asimismo, este filósofo propone que, el va-
lor de las entidades biológicas no sea por su uso instrumental, sino por el
valor que poseen en sí mismos. Tanto Arne Næss como Holmes Rolston III
delinean un tipo de ética no centrada en lo humano, extiende su ámbito de
reflexión hacia formas de vida no humanas.
Debido a estas nuevas formas de comprender a la naturaleza, podemos
preguntarnos si es conveniente delinear o no una ética como la señalada, en
la cual discutamos qué característica biológica hace mejor a los seres vivos
para considerarlos moralmente o qué tipo de acciones debemos tomar para
respetar a la naturaleza. Esta inquietud surge porque algunas especies, p.
ej. los mosquitos, no los consideramos moralmente por las enfermedades
que pueden ocasionarnos; pero tenemos cierta tendencia a defender mo-
ralmente a insectos como las mariposas por su esplendorosa belleza. Así,
hemos puesto atención a aquellas especies que están a punto de extinguirse,
Alcances de la Phrónesis Aristotélica: un Estilo de Vida Basado en el Respeto… 191

aunque la extinción sea parte de los procesos naturales7; a la par creamos


pesticidas, cada vez más dañinos, para eliminar insectos nocivos, que dañan
nuestros cultivos o porque son transmisores de enfermedades o, simplemen-
te, buscamos a través de la biotecnología crear alimentos transgénicos que
sirvan para alimentar a poblaciones con escasez de alimentos. Sin embargo,
pese a las buenas intenciones de la aplicación de la tecnociencia, se agran-
dan las desigualdades entre las poblaciones humanas, por lo anterior surgen
más preguntas que respuestas.

Phrónesis
¿Por qué, después de siglos de explotación a la naturaleza, surge la nece-
sidad de respetarla y cuidarla?; ¿Cómo podemos construir una relación de
cuidado y de respeto hacia la naturaleza?; como seres humanos, ¿asumimos
el primate que llevamos dentro?; como especie biológica, ¿nos sentimos
parte del ecosistema? Por este motivo, sugerimos un cambio de relación
con la naturaleza, pero a partir de la phrónesis o la prudencia8 a partir del
pensamiento aristotélico. Consideramos que un acercamiento al problema
no sólo debe centrarse en discutir qué característica biológica hace valiosas
moralmente a otras entidades biológicas y a los elementos abióticos. Si se
nos concede, consideramos que el cambio de percepción en torno al cuida-
do y respeto a la naturaleza se ubica dentro del ser humano, apelando a la
phrónesis o prudencia.
Cabe señalar que nuestras acciones no son indiferentes porque afectan a
los otros. Esas decisiones pueden ser mejores o peores y no podemos dejar-
las al azar. Cada vez que vamos a la playa y dejamos la basura tirada, afecta
a otros seres humanos; pero también a otros seres vivos, y no sólo eso; si las
olas se llevan nuestra basura, también contaminamos el agua del mar, que
es el hábitat de una gran diversidad de flora y fauna. Ahora bien, podemos
decidir sobre nuestras acciones futuras, pero no sobre lo que ya sucedió.
Debido a esto, los seres humanos tenemos una gran responsabilidad sobre
las decisiones que tomaremos para el cuidado y respeto de la naturaleza.
Si nuestras decisiones cobran relevancia para los problemas de índole
ambiental, que hoy enfrentamos, éstas deben ser decisiones tomadas desde

7
Desde luego no obviamos que parte de la extinción de las especies en los últimos siglos
se debe a la influencia del ser humano. Young, H. S., McCauley, D. J., Galetti, M., &
Dirzo, R. (2016). Patterns, causes, and consequences of anthropocene defaunation.
8
De aquí en adelante, utilizaremos de manera indistinta phrónesis y prudencia.
192 Jaqueline Alcázar Morales y Ricardo Noguera Solano

la reflexión. Es aquí donde cobra importancia la ética de Aristóteles, debe-


mos preguntarnos cuál es el fin de nuestras acciones. Para el Estagirita, el
fin último es la felicidad. ¿Pero cómo debemos entender la felicidad? Claro
está, que no debemos asumir la felicidad sólo como placeres efímeros que
cubren nuestras necesidades momentáneas.
Nuestras decisiones deben estar orientadas a esa finalidad última, que se-
rá entonces no sólo el bien, sino el bien soberano, el cual busca el bienestar,
pero no un bienestar efímero como se ha señalado anteriormente; sino un
bienestar último para todos y cada uno de los seres humanos que poblamos
este planeta. Nos atrevemos a extender este principio hacia todas las formas
de vida y hacia todos aquellos elementos que propician la vida. Si intentá-
semos vivir en orden a esa finalidad última podríamos extender los criterios
de cuidado y protección a la naturaleza, que al final cobran relevancia en las
discusiones ambientales de nuestro tiempo.
Para Aristóteles el fin último, que es la felicidad, cobra sentido sólo en
la medida en que podemos distinguir entre los tipos de fines, porque como
señala nuestro autor, el vulgo y los doctos no explican del mismo modo qué
es ser feliz. Hay quienes señalan que la felicidad es algo manifiesto y visible
como el placer, la riqueza o el honor; pero también, hay quienes definen la
felicidad de acuerdo con su estado emocional, p. ej. una persona pobre de-
sea la riqueza para ser feliz; mientras que una persona enferma, puede pen-
sar que su felicidad radica en recuperar su salud. Sin embargo, la felicidad
debe ser un fin final, escogida siempre por sí misma y jamás por otra cosa.
En orden al aquí y al ahora, la causa de muchos de los problemas ambienta-
les que hoy nos preocupan tienen su origen en las malas decisiones o en las
decisiones irracionales que hemos tomado. Muchas de estas decisiones han
sido orientadas a un tipo de bienestar mediato, es decir, deforestamos diver-
sas hectáreas de bosques para construir viviendas, que sólo unos cuántos
podrán adquirir. ¿Cuál es el fin de estas acciones? Los vendedores podrán
decir que es la riqueza; mientras que los compradores, la comodidad.
Es relevante mostrar que, la felicidad no es un estado al cual todo ser
humano quiera llegar a través de ciertos medios; p. ej. para un jovenzuelo
que desea un Ferrari, la felicidad consistiría en poder adquirir ese automó-
vil; pero la felicidad no es algo que se obtenga en un momento determinado
y sanseacabó. Para Aristóteles, la felicidad no es un estado emocional, sino
una actividad del alma de acuerdo con la razón y movido por el deseo.
¿Cómo, entonces, debemos ser felices? Realizando acciones virtuosas bajo
la guía de la prudencia. Esto quiere decir que la felicidad se vive, se practica.
Por tanto, la vida debe ser conforme a la prudencia.
Alcances de la Phrónesis Aristotélica: un Estilo de Vida Basado en el Respeto… 193

Volviendo al problema que nos atañe, si pensamos la felicidad como el


bienestar común, sin distinciones sociales, económicas, políticas y agrego,
especistas9 y no sólo desde el vivientismo10; podríamos pensar en un bien
común a toda la biodiversidad y a los elementos abióticos que facilitan la
existencia de la vida. No se trata de establecer sólo normas de comporta-
miento o políticas públicas que nos prohíban la explotación de la natura-
leza, sino asumir desde nuestra animalidad, desde nuestra reflexión, desde
nuestra racionalidad, y desde nuestra práctica cotidiana, acciones responsa-
bles que se conviertan en hábitos; y es justo aquí donde cobra sentido nues-
tras decisiones o elecciones. Dice Aristóteles, que la elección es o inteligen-
cia deseosa o deseo inteligente y tal principio es el hombre. Tenemos que ser
movidos por el deseo al bienestar como fin último, no sólo del ser humano,
sino también de la naturaleza en general. Ese deseo debe ser inteligente,
justo para que las decisiones o elecciones que hagamos sean virtuosas; pero
también, debe ser una inteligencia deseosa que busque el bienestar común
a todos y al todo. El deseo debe movernos a la acción, para así poder hacer
un cambio de relación con la naturaleza.
Ese deseo inteligente debe ser dirigido por la phrónesis. El Estagirita
define a la phrónesis como el poder deliberar acertadamente sobre las cosas
buenas y provechosas para él, no parcialmente, … sino cuáles lo son para
el vivir bien en general, de tal suerte que el prudente es el que sabe tomar
decisiones inteligentes, después de una ardua reflexión en torno a los ex-
cesos. Esta virtud es una disposición (hexis), que se distingue de la ciencia
(episteme) y de la techne.
La ciencia o el conocimiento científico en tanto que es necesario es uni-
versal, eterno y puede ser demostrado por principios verdaderos y no puede
ser de otra manera. “Esta definición de ciencia como ciencia pura y el ideal
del conocimiento científico ha dominado la epistemología y la ciencia por
más de dos mil años” (Flyvbjerg, 2008, p. 67). En consecuencia, esta idea
ha legitimado el modelo de ciencia real que hemos heredado. Justo, este
punto ha sido cuestionado porque en diversos casos, la aplicación del cono-
cimiento científico, considerado verdadero, ha afectado, en muchos casos,
al medio ambiente.

9
Peter Singer, en su famoso libro Liberación Animal (2018), señala que el especismo es la
discriminación de un ser vivo por el sólo hecho de pertenecer a una determinada especie
10
Entiendo como “vivientismo”, sólo cuando consideramos valiosos a los seres vivos, sin
considerar que también, son valiosos los elementos abióticos.
194 Jaqueline Alcázar Morales y Ricardo Noguera Solano

El fin de la techne, la cual es definida como el “hábito productivo acom-


pañado de razón verdadera”, será traer algo a la existencia por medios teó-
ricos y prácticos que pueden ser o no ser, además el principio recae en quien
lo produce y no en lo producido. La techne concierne, entonces, a lo que es
variable, a lo que se ubica en el campo de lo práctico y no de los universales.
Por tanto, la episteme concierne a lo universal y la techne a la producción
de objetos; la phrónesis se ubica en el orden de las cosas que son buenas
o malas para el ser humano. Cabe destacar que la forma como hacemos
ciencia la hemos heredado de la visión aristotélica, asimismo la aplicación
de la técnica y de la tecnología. Sin embargo, a estas dos virtudes (episteme
y techne) los acompaña la phrónesis. Esta virtud que se mueve en el plano
de lo contingente y de la praxis, su resultado será una acción, lo que la dis-
tingue de la techne. Además, la prudencia se distingue por su racionalidad
y su verdad, lo que la hace una virtud intelectual; y distinta de las virtudes
morales11, aunque las virtudes morales permiten que exista la phrónesis y se
originan desde la prudencia misma.
La phrónesis se deslinda de la sabiduría (sophia) porque versa sobre el
bien y el mal del ser humano, lo que la hace plenamente contingente. No
obstante, la prudencia no puede ser entendida sólo en abstracto, sólo po-
dremos comprenderla considerando cuáles son las personas que llamamos
prudentes. Y el prudente, afirma Aristóteles, es el que sabe deliberar, es decir,
tomar decisiones inteligentes en aras al bienestar humano; agregaríamos
no sólo humano, sino también de los otros organismos y de los elementos
abióticos que propician la vida en general. De modo que, la naturaleza en
general debe ser cuidada y respetada por el ser humano en la medida que
ésta contribuye con su bienestar y su educación basada en la phrónesis.
¿Quiénes pueden alcanzar la prudencia? Los hombres virtuosos. La vir-
tud es, por tanto, un hábito selectivo, que busca una posición intermedia
para nosotros, determinada por la razón y tal como lo determinaría el hom-
bre prudente. El hombre prudente, necesariamente, es bueno. Y sólo ha-
bremos de alcanzar la virtud a partir de la experiencia como los ancianos,
porque tienen ojos de experiencia, ven correctamente. Sin embargo, no sólo
la experiencia y la edad, por sí mismas, pueden concedernos la prudencia.
Sólo mediante la educación, mediante la guía de un prudente y a partir de
la repetición de acciones prudentes, sólo así, podremos alcanzar la virtud.
Ser virtuosos, es decir, vivir prudencialmente, es ser felices.

11
En este escrito no abordaremos el problema de las virtudes morales, que son la materia
con la cual trabaja la phronesis.
Alcances de la Phrónesis Aristotélica: un Estilo de Vida Basado en el Respeto… 195

Así, si adquirimos el hábito práctico de la phrónesis nuestras decisiones


y acciones serán prudentes, sabremos en qué momento actuar, de qué forma
y con aras al bienestar no sólo humano sino de cualquier entidad biológi-
ca. La phrónesis es modo de ser que adquirimos a través del hábito y si, a
través de la educación, emprendemos un camino de cuidado y respeto a la
naturaleza podremos evitar diversas catástrofes ambientales. Es importante
no perder de vista que primero debemos establecer el fin o el objetivo de
nuestras acciones (en torno a la problemática ambiental), este fin debe, co-
mo se señaló anteriormente, ser un fin en sí mismo. Debo decidir en orden
a lo que es conveniente no sólo para mí sino para todos los seres vivos. Lo
conveniente debe estar dirigido al bienestar de todo ser vivo. Pensamos que
ese bienestar es el respeto al modo de ser de los organismos de acuerdo con
el hábitat al cual pertenecen.
No obstante, como la phrónesis es una virtud basada en el justo medio
o en la moderación, no significa que no intervengamos en la naturaleza o
en muchos de sus procesos. El ser humano es un animal que también se
relaciona con otras especies. La forma en la cual nos vinculamos con otras
formas de vida es muy variada, pero principalmente, hemos concebido a la
naturaleza como fuente de recursos. Aceptamos que, en sentido utilitarista,
necesitamos de la naturaleza para la supervivencia de nuestra especie, pero
también de los demás organismos. Proponemos que nuestras prácticas de
consumo en general sean moderadas y respetuosas, que sean prudentes.
Finalmente, si apelamos al bienestar en general de la naturaleza, como
fin último, nuestras acciones deben estar dirigidas a éste. Estas acciones
deberán ser virtuosas y dirigidas por la phrónesis, debemos estar actuan-
do prudentemente todo el tiempo, aunque, de cierto sea que el campo de
nuestras acciones sea contingente y podamos equivocarnos. Hoy, más que
nunca, es urgente una educación basada en un modelo pedagógico como
el de Aristóteles que promueve la habituación en la virtud a través de ac-
ciones repetidas. Así, la phrónesis o la prudencia dirigida hacia el respeto
y cuidado de la naturaleza sólo se podrá adquirir a través de la repetición
de hábitos de cuidado en torno al medio ambiente y esto delineará nuestro
carácter. Pero la práctica de la phrónesis debe continuar de por vida.
Ahora bien, ¿cómo adquirir una educación basada en la phrónesis del
cuidado y respeto de la naturaleza? Aristóteles señala la importancia de
una habituación pedagógica o de una educación temprana, pero esta edu-
cación debe extenderse a lo largo de la vida. “En una palabra, de los actos
semejantes nacen los hábitos. Es preciso, por tanto, realizar determinados
actos, ya que los hábitos se conformarán a su diferente condición. No es de
196 Jaqueline Alcázar Morales y Ricardo Noguera Solano

poca cosa importancia contraer prontamente desde la adolescencia estos o


aquellos hábitos, sino que la tiene muchísima, o por mejor decir, es el todo”.
De este modo, una educación moderada o donde se ejerza la phrónesis
en el cuidado y respeto a la naturaleza debe comenzar desde la niñez, pero
para que este tipo de educación sea efectiva es necesario que se practiquen
acciones que sean placenteras para los niños. Aristóteles en la Ética a Ni-
cómaco cuando se refiere a la práctica de las virtudes busca que se apele al
justo medio, así muchas de las acciones virtuosas que realicemos no deben
ser sufribles o no nos deben conducir al dolor. P. ej. al ejercer nuestra se-
xualidad no quiere decir que al ser phrónimo no debamos tener relaciones
sexuales, sino en ser moderados.
En este sentido, Aristóteles no niega el placer, el reto será buscar la forma
en la cual a los niños les genere placer el cuidado y respeto de la naturaleza.
La clave para una educación basada en la phrónesis del cuidado y respeto
de la naturaleza será el hábito. Los niños pequeños aún no han desarrolla-
do completamente su capacidad deliberativa por lo que la guía debe ser un
adulto que le inculque ciertos hábitos o acciones en relación con el cuidado
y respeto de la naturaleza. Así, a través de la práctica y constancia de cier-
tas acciones, los niños habrán adquirido el hábito y por tanto el placer al
realizar estas acciones. Una vez que los niños hayan adquirido el hábito al
realizar acciones prudentes en relación con el cuidado y respeto de la natu-
raleza, podemos decir que los hemos “iniciado en el placer de actuar bien”
(Ramos-Umaña, 2015, p. 23).
Cuando el infante llega a la adolescencia la habituación al cuidado y
respeto de la naturaleza no es suficiente, el adolescente debe comprender los
principios éticos o los fundamentos del porqué es importante ser phrónimo
en relación con la naturaleza. De esta manera, podremos saber cómo vincu-
larnos con la naturaleza y cuándo debemos detenernos en la explotación de
los recursos naturales. La educación basada en la phrónesis que inicie desde
la infancia podría asegurarnos una inclinación placentera en el cuidado y
respeto de la naturaleza, además de la plena conciencia del porqué debemos
ser prudentes en el momento de vincularnos con la naturaleza.
Asimismo, una vez adquirido los hábitos necesarios en el cuidado y res-
peto a la naturaleza durante la infancia y el haber comprendido por qué
es importante partir de principios que nos vinculen éticamente con la na-
turaleza será importante llevar estas ideas al campo de la política, donde
nuestros gobernantes, también practiquen la phrónesis y se encarguen de
salvaguardar esta práctica. Es por esta razón que la práctica de la phrónesis
debe continuar de por vida.
Alcances de la Phrónesis Aristotélica: un Estilo de Vida Basado en el Respeto… 197

De este modo, queremos retomar la importancia que tiene el cuidado y


respeto a la naturaleza donde construyamos vínculos éticos derivados de la
práctica de la phrónesis. Nuestras acciones han rebasado la posibilidad de
la recuperación natural y, por esta razón, actualmente, la responsabilidad
cae sobre nuestros hombros, los avances tecnocientíficos dejan de ser infa-
libles para ser falibles. El futuro de nuestro planeta y la naturaleza depende
de nuestras elecciones. Es por este motivo que apelamos a una ética de
respeto y cuidado de la naturaleza que parta de la phrónesis o prudencia
dentro del campo de nuestras acciones en general.
Aristóteles señala que “hemos de huir de la maldad con todas nuestras
fuerzas y afanarnos por ser justos, pues de este modo podrá uno estar amis-
tosamente consigo y ser amigo para otro”. Así, si apelamos a la extensión
de la justicia y la amistad hacia cualquier forma de vida, en otras palabras,
a una biofilia, en la no violencia y paz o disposición pacífica; a una filiación
responsable, una filiación ética con todo lo que vive y con la vida misma (cf.
Sagols, 2014) podremos construir vínculos éticos para con la naturaleza.
Concebimos, una relación prudencial de cuidado y respeto a la naturaleza
en su conjunto sin ninguna distinción. Apelamos a la posibilidad de cambio,
a que nuestra especie mire al cielo y se reconozca como una pieza más de
este hermoso rompecabezas llamado: Planeta Tierra.
Finalmente, si retomamos la definición antropológica de Aristóteles, el
cual define al ser humano como inteligencia deseosa o deseo inteligente,
podemos apelar al deseo inteligente o la inteligencia deseosa. Por tanto,
deseamos que podamos desear el bien de la naturaleza y que por medio
de la razón podamos construir un vínculo generoso hacia cualquier forma
de vida. Deseamos una generosidad racional que comprenda lo valiosos e
importantes que son todos los seres vivos del planeta.

BIBLIOGRAFÍA
Aristóteles. (1999). Acerca Del Alma (Trad. T. Calvo Martínez). Gredos.
Aristóteles. (2012). Ética a Nicómaco (Trad. A. Gómez Robledo). Universidad Na-
cional Autónoma de México.
Austin, N. (2018). The Virtue Of Ecophronesis: An Ecological Adaptation Of Prac-
tical Wisdom. Heythrop Journal: A Bimonthly Review of Philosophy and Theo-
logy, 59(6),1009-1021.
Callicott, B. J. (2004). La ética de la tierra en nuestros días. En M. Valdés (Coord.),
Naturaleza y valor: una aproximación a la ética ambiental (pp. 233-261). Uni-
198 Jaqueline Alcázar Morales y Ricardo Noguera Solano

versidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filosófi-


cas; Fondo de Cultura Económica.
Carson, R. (2016). Primavera silenciosa. Crítica.
Flyvbjerg, B. (1992). Aristotle, Foucault, and Progressive Phronesis: Outline of an
Applied Ethics for Sustainable Development. Planning Theory, (7-8), 65-83.
Giam, X. (2017). Global biodiversity loss from tropical deforestation. Procee-
dings of the National Academy of Sciences, 114(23), 5775-5777. https://doi.
org/10.1073/pnas.1706264114
Hathaway, M. (2015). The Practical Wisdom of Permaculture: An Anthropoharmo-
nic Phronesis for Moving towards an Ecological Epoch. Environmental ethics,
37(4), 445-463. https://doi.org/10.5840/enviroethics201537442
Jonas, H. (2015). El principio de responsabilidad: ensayo de una ética para la civi-
lización tecnológica. Herder.
Jordan, K. y Kristjánsson, K. (2017). Sustainability, virtue ethics, and the virtue of
harmony with nature. Environmental Education Research, 23(9), 1205-1229.
https://doi.org/10.1080/13504622.2016.1157681
Karam, C. M., Sidani, Y. M. y Showail, S. (2015). Teaching business ethics in the
global South: control, resistance, and phronesis. Teaching in Higher Education,
20(3), 255-271. https://doi.org/10.1080/13562517.2014.1001833
Lecaros, J. A. (2013). Precaución, ética y medio ambiente. Acta Bioethica, 19(2),
177-188. http://dx.doi.org/10.4067/S1726-569X2013000200002
Leopold, A. (2019). Un año en Sand County. Errata Naturae.
Marcos, A. (2001). Ética ambiental. Secretariado de Publicaciones e Intercambio
Editorial.
Marcos, A. (2008). Principio de precaución y cambio climático. En S. Menna (Ed.),
Estudios contemporáneos sobre ética (pp. 11-30), Universitas.
Marcos, A. (2011). Prudencia, verdad práctica y razón postmoderna. En A. R. Pérez
Ransanz y A. Velasco (Eds.), Racionalidad en ciencia y tecnología (pp. 119-
134), Universidad Nacional Autónoma de México; Secretaría de Desarrollo Ins-
titucional.
Næss, A. (1989). Ecology, community and lifestyle: Outline of an ecosophy. Cam-
bridge University Press.
Næss, A. (2004). La crisis del medio ambiente y el movimiento ecológico profundo.
En M. Valdés (Comp.), Naturaleza y valor: una aproximación a la ética am-
biental (pp. 213-224). Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de
Investigaciones Filosóficas; Fondo de Cultura Económica.
Ramos-Umaña, L. (2015). El poder de la habituación: el modelo pedagógico de
Aristóteles. Forum: Supplement to Acta Philosophica, 1. 10.17421/2498-9746-
01-02
Regan, T. Y Singer P. (1989). Animal rights and human obligations. Prentice Hall.
Alcances de la Phrónesis Aristotélica: un Estilo de Vida Basado en el Respeto… 199

Rolston, H. (1988). Environmental ethics: duties to and values in the natural world.
Temple University.
Sagols, L. (2014). La ética ante la crisis ecológica. Universidad Nacional Autónoma
de México; Fontamara.
Singer, p. (2018). Liberación animal. Taurus.
Srinivasan, U. T., Carey, S. P., Hallstein, E., Higgins, p. A. T., Kerr, A. C., Koteen,
L. E., Smith, A. B., Watson, R., Harte, J., y Norgaard, R. B. (2008). The debt of
nations and the distribution of ecological impacts from human activities. Pro-
ceedings of the National Academy of Sciences, 105(5), 1768-1773. https://doi.
org/10.1073/pnas.0709562104
Taylor, p. W. (2005). La ética del respeto a la naturaleza. (Trad. M. A. Fernández
Vargas). Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigacio-
nes Filosóficas.
Taylor, p. W. (2011). Respect for nature: a theory of environmental ethics. Prince-
ton University Press.
Treanor, B. (2008). Narrative Environmental Virtue Ethics: Phronesis without a
Phronimos. Environmental ethics, 30(4), pp. 361-379.
Xiang, W. (2016). Ecophronesis: The ecological practical wisdom for and from
ecological practice. Landscape and Urban Planning, 155, 53-60. https://doi.
org/10.1016/j.landurbplan.2016.07.005
Young, H. S., Mccauley, D. J., Galetti, M., & Dirzo, R. (2016). Patterns, causes,
and consequences of anthropocene defaunation. Annual Review of Ecology,
Evolution, and Systematics, 47, 333-358. https://doi.org/10.1146/annurev-ecol-
sys-112414-054142

También podría gustarte