UNIDAD.TRES.DE.LA.INDEPENDENCIA.A.LA.REPUBLICA (1)
UNIDAD.TRES.DE.LA.INDEPENDENCIA.A.LA.REPUBLICA (1)
UNIDAD.TRES.DE.LA.INDEPENDENCIA.A.LA.REPUBLICA (1)
El 15 de septiembre de 1821 es un día memorable para nuestra Nación, cuando representantes de las
provincias centroamericanas declararon a Guatemala independiente de España y conformaron una Junta
Gubernativa Provisional que firmó el acta de soberanía, que fue el camino para convertir a Guatemala en
un país libre y soberano.
Cuando se cumplen 199 años de la firma del acta, historiadores y políticos consideran conveniente y
necesario pensar en lo trascendental que ha sido para la vida política y democrática para el país.
Según los historiadores, las acciones que precipitaron los acontecimientos del 15 de septiembre de 1821
en la Capitanía General de Guatemala, en donde se redacta el Acta de la Independencia de Guatemala y
la de Centroamérica, destacan la invasión de Napoleón Bonaparte a España, que generó la caída de la
monarquía española en 1808.
Así mismo, en 1810, representantes de América y España se reúnen en las Cortes de Cádiz y para 1812
surge una Constitución democrática, que el Rey Fernando VII veta al asumir de nuevo el trono.
Otro motivo fue el descontento de los criollos, es decir, los hijos de españoles nacidos en América, ya que
éstos no tenían acceso al poder político que estaba destinado a los nacidos en España y las ideas de la
Ilustración, que consignaban las ideas de igualdad, fraternidad y libertad comercial, y de pensamiento, por
lo tanto, iban en contra de las monarquías absolutas.
LA CAPITANÍA GENERAL
La república de Centroamérica, antes Reino de Guatemala, era una Capitanía General Independiente bajo
el sistema colonial. En 1820 ejercía el gobierno de sus provincias en calidad de presidente y capitán general
el teniente general Carlos de Urrutia, cuando se restableció la Constitución española de 1812.
Este restablecimiento dio dos fuertes partidos que tomaron pretexto en las elecciones populares de aquel
año para diputados y municipales. El partido liberal tendía a la independencia, y sus candidatos eran
independientes; el de oposición era el de los españoles europeos.
Los peligros a que estaba expuesta la tranquilidad pública persuadieron a la diputación provincial de
Guatemala que el general Urrutia por su avanzada edad y por sus achaques era incapaz de gobernar, y le
obligó a delegar los mandos en el inspector general don Gabino Gaínza, que acababa de llegar de España.
Gaínza entró a ejercer el gobierno en marzo de 1821.
En 1821 todo el Reino de Guatemala estaba pacíficamente sometido al gobierno español; no se ocupaban
las autoridades y los pueblos sino de las innovaciones que producía el sistema constitucional, la libertad
de la imprenta y la exaltación de los partidos, que nacían en las elecciones populares, extendían la opinión
a favor de la independencia.
Los independientes celebraban juntas en Guatemala, pero no tenían recursos ni el valor necesario para
insurreccionarse contra el gobierno; todo lo esperaban de los progresos que hiciera en México el Plan de
Iguala o Plan de Independencia. Así mismo, no todos los independientes estaban conformes en el sistema
de gobierno proclamado por Iturbide, y mucho menos por la dinastía llamada al trono mexicano, pero
entonces sólo se trataba de independencia, reservando cada uno su opinión en cuanto a las formas de
gobierno.
El 13 de septiembre se recibieron en Guatemala las actas de Ciudad Real de Chiapas y otros pueblos de
aquel Estado adhiriéndose al Plan de Iguala; los progresos que hacía el ejército daban toda su fuerza a los
pronunciamientos de Chiapas, que por sí misma nunca tuvo importancia política en aquel reino.
El síndico del ayuntamiento de Guatemala don Mariano Aycinena, pidió una sesión extraordinaria para
presentar en ella una petición con el objeto de que se proclamase la independencia.
HISTÓRICO CONGRESO
El 29 de marzo de 1823, el general Vicente Filísola, consultando solamente con los jefes y oficiales de la
guarnición de Guatemala, expidió un decreto razonado convocando el Congreso de Guatemala con arreglo
al acta de 15 de septiembre de 1821 anulada por la incorporación a México, para que este Congreso
decidiese con vista de las circunstancias sobre la suerte de aquellas provincias.
La firma del Acta de Independencia de Guatemala es parte de la memoria histórica del país. Fue un
acontecimiento que marcó el rumbo de una nueva nación y por lo tanto, es importante conocerlo.
Inicialmente la Capitanía General de Guatemala, asignada al Virreinato de la Nueva España, abarcó lo que hoy
es Chiapas y Soconusco en México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.
En el siglo XVIII ocurrió una serie de cambios administrativos en las colonias con el objetivo de devolver a España
antiguos privilegios económicos. Estas se llamaron Reformas Borbónicas y terminaron brindando beneficios
económicos a grupos dominantes en la América española.
Con las ideas de la Ilustración, los españoles americanos vieron posibilidades en el territorio americano. La
educación era un arma para combatir la pobreza y la reorganización del Estado, una oportunidad para participar en
el comercio exterior.
A pesar de todo, los diferentes intereses de los criollos (españoles nacidos en España que residían en el Nuevo
Mundo) y peninsulares fueron base para el conflicto que surgiría en el siglo XIX en el tema de emancipación.
A finales de 1811 ocurrieron levantamientos a lo largo del Reino de Guatemala. El gradual y decadente poder de
la Corona incentivó a la crisis.
En 1820 se formaron dos partidos políticos por la Constitución española de 1812 que limitó el poder de la
monarquía y abolió el feudalismo.
El primer grupo se conformaba por los partidarios de la Independencia, principalmente criollos. El segundo grupo
mayormente por ricos comerciantes peninsulares que estaban en contra de la independencia.
Después de varios conflictos en América del Sur y el establecimiento del Imperio Mexicano, el 15 de septiembre
de 1821 se declaró la independencia en el Reino de Guatemala. El acta de Independencia se firmó en el Real
Palacio en la Nueva Guatemala de la Asunción.
Datos Curiosos
Algunos historiadores afirman que el término de “El Reino de Guatemala” es una expresión errónea, ya que nunca
tuvo un rey y tampoco tuvo características de un reino. Es por esto que se utiliza más como término literario.
El acta de Independencia se firmó en el Real Palacio que fue destruido por los terremotos de 1917. Actualmente se
encuentra en ese lugar el parque Centenario de la zona 1 de la ciudad capital.
La puesta en marcha de estas reformas estuvo influenciada por algunas de las ideas de
la Ilustración. Su objetivo consistía en reforzar el poder real, centralizar la
administración, incrementar la recaudación impositiva y asegurar la dominación sobre las
colonias americanas, amenazadas por la expansión de Portugal y los ataques de piratas ingleses y
franceses.
Político-administrativas
Las principales reformas político-administrativas tuvieron relación con las colonias americanas. Entre
ellas se pueden mencionar las siguientes:
Se crearon los virreinatos de Nueva Granada (1717) y del Río de la Plata (1776), que se
separaron del Virreinato del Perú.
Se crearon las Capitanías Generales de Cuba (1777), Venezuela (1777) y Chile (1778).
Estas divisiones administrativas estaban ubicadas en regiones expuestas a los ataques de
potencias extranjeras.
Se dividió cada virreinato en intendencias gobernadas por un gobernador intendente.
Estos funcionarios, que reemplazaron a los antiguos gobernadores, tenían atribuciones
financieras, militares y administrativas, y eran nombrados directamente por el rey.
La Corona prefirió a los peninsulares por sobre los criollos en los nombramientos para los
cargos más importantes de la administración colonial.
Religiosas
Las principales reformas religiosas fueron las siguientes:
Económicas
Las principales reformas económicas fueron las siguientes:
Causas
Las principales causas de la implementación de las Reformas borbónicas fueron las siguientes:
Consecuencias
Las consecuencias más importantes de las Reformas borbónicas fueron las siguientes:
La reorientación de los circuitos comerciales de la región del Alto Perú (la actual Bolivia)
del océano Pacífico al océano Atlántico, a través del puerto de Buenos Aires, que se abrió
al comercio directo con España.
El ascenso de ciudades que habían quedado relegadas por el sistema anterior, por
ejemplo, Buenos Aires, que de ser una ciudad marginal del Imperio colonial español pasó a
ser una capital virreinal en la que residían el virrey, su corte, una audiencia, un consulado y
una guarnición militar.
Mientras en otro ámbito histórico internacional muy cercano, ocurría que desde 1630 en lo que hoy
son los Estados Unidos, la colonización avanzó y un pastor llamado John Cotton había plantado la
visión de corte religioso que daría configuración a la llamada doctrina del “Destino Manifiesto”
mediante la cual ellos estarían llamados por la providencia divina a poblar de este a oeste y de norte
a sur no solo esos territorios, sino más allá… así en 1845 el influyente columnista de la época John
L. Sullivan retoma y esgrime ese planteamiento que viene a constituirse en uno de los pilares de la
política exterior de los Estados Unidos. Al amparo de esta concepción político-ideológica los
territorios de Oregón y Texas dejaron de ser como eran: ¡mexicanos!
Y vaya que, en 1823, cuando Centro América como decíamos era una zona de inestabilidad política,
económica y social, aparece la “Doctrina Monroe”, como pilar principal de la política exterior de los ya
poderosos Estados Unidos, cuyo fundamento es no permitir la intervención de las potencias
europeas en los asuntos internos de los países del hemisferio americano. Este planteamiento es
derivado de un mensaje dirigido al Congreso de Estados Unidos por el presidente James Monroe el
2 de diciembre de 1823. De ahí ese designio de patio trasero que ha tenido para la región nefastos
resultados.
Y vea que interesante dato histórico, el 12 de septiembre de 1502 Cristóbal Colón descubre
Nicaragua, cuando después de venir navegando, bordeando, la costa anterior, una tormenta lo obliga
a refugiarse en un accidente de la misma y exclamó “Gracias a Dios… que salimos de esas
Honduras” así aquello pasó a llamarse Honduras y Nicaragua comienza en Cabo Gracias a Dios.
Pues en Honduras, un doce de septiembre de 1860, en Puerto Trujillo es fusilado el filibustero
William Walker (36), que había nacido en Nashville, Estados Unidos, un 8 de Mayo de 1824, un año
después de que se promulgara la Doctrina Monroe.
William Walker había incursionado en Centro América, contratado por los liberales de Nicaragua
para que con su falange, Walker les ayudase a vencer a los conservadores, el filibustero que venía
de querer hacerse con el territorio de Sonora, en México, observó la inestabilidad política interna y
terminó autonombrándose Presidente de Nicaragua.
Sus huestes fueron derrotadas estratégicamente hace 164 años en la gloriosa Batalla de San
Jacinto el 14 de Septiembre quedando consignado como una épica de la Guerra Nacional de
1856 librada contra las pretensiones de Walker, quien fue derrotado totalmente por una
Centro América unida a la que el filibustero pretendía anexar al sur esclavista de los Estados
Unidos.
A mediados de los años 80’s en el contexto de la conflictividad generada por la “situación
revolucionaria que vivió la región”, la paz en Centro América, se logró cuando a instancias
del ex presidente Vinicio Cerezo Arévalo, venciendo ingentes presiones de un poder extra
regional, logró reunir en Esquipulas, Guatemala a los presidentes: Napoleón Duarte de El
Salvador, José Simeón Azcona Hoyos de Honduras, José Daniel Ortega Saavedra de
Nicaragua y Oscar Arias Sánchez de Costa Rica, y se firmaron los Acuerdos de Paz de
Esquipulas después de sesionar un 24 y 25 de mayo de 1986. A uno solo de los presidentes
participantes se le otorgó el Premio Nobel de la Paz.
Haciendo un salto histórico para no excedernos en el propósito de esta reflexión con motivo
del arribo a los 199 años de independencia este 15 de septiembre del 2020, creo que en un
escenario post pandemia:
Las clases políticas de la región Centro Americana aprendiendo de nuestra común historia,
deberían convocarse a una profunda reflexión, hacer un gran esfuerzo para que sus
iniciativas graviten en función de los intereses nacionales y desterrar el factor que caracteriza
a un sector de esta clase, que se manifiesta siempre dispuesta a someterse políticamente al
dictado de un poder extra regional que socava toda posibilidad de consolidar una región
unida como se intentó entre 1823-1838.
La posibilidad de que cada país de la región pueda consolidar su modelo nacional de
desarrollo económico-social que respondan a los propios intereses nacionales de cada
pueblo y no estén necesariamente determinados por un pensamiento de corte único como el
neoliberalismo.
El Estatuto de Bayona de 1808 fue el primer texto constitucional español, a pesar de que este lugar
suele asignarse a la Constitución de Cádiz de 1812. El Estatuto fue una Carta Otorgada, a través de
la cual Napoleón trató de institucionalizar un régimen autoritario, pero con un reconocimiento básico
de libertades. Aunque el modelo de halla en el constitucionalismo napoleónico (Constitución francesa
del año VIII, y textos napoleónicos de Westfalia, Nápoles y Holanda), la participación de una Asamblea
de notables españoles sirvió para introducir unas leves particularidades al texto original, no presentes
en otros documentos de Bonaparte, y entre los que destacan el papel más relevante que se otorgó a
las Cortes.
Durante la Guerra de la Independencia, Napoleón se mostró a España como el regenerador de la
política nacional y el salvador que habría de acabar con los vestigios del Antiguo Régimen. Tras
las "renuncias de Bayona" Napoleón decidió convocar en Bayona una Junta de notables con la
finalidad de que ratificaran su decisión de elevar al trono de España a su hermano José Bonaparte.
Sin embargo, Murat convenció a Napoleón de que la Junta participase en la elaboración de un
texto constitucional de debía regir España para sujetarla mejor al Corso. La convocatoria de la que
habría de denominarse Junta de Bayona se publicó en la Gaceta de Madrid de 24 de mayo de
1808; en ella se fijaba su composición estamental y se establecía que los diputados quedarían
vinculados por el mandato imperativo que les impusiesen las provincias. Sin embargo, los intentos
de Napoleón de rodearse de las élites intelectuales españolas sólo surtió un efecto parcial: si bien
algunos relevantes pensadores y estadistas como Cabarrús se adscribieron a la causa francesa,
las mentes más preclaras de los albores del XIX (desde Jovellanos hasta los jóvenes liberales,
como Toreno, Arguelles o Blanco White) no siguieron la causa francesa ni apoyaron al gobierno
afrancesado, con lo que la Junta de Bayona quedó reducida a una pobre reunión de menos de un
centenar de individuos (75 en la primera sesión y 91 en la última), en su mayoría procedentes de
la nobleza y de la burocracia borbónica, que no podían constituirse en auténtica representación
nacional.
Antes de que se verificase la primera sesión de la Junta de Bayona, Napoleón ya había comenzado
a diseñar el proyecto constitucional que sometería a su examen, aunque en realidad este proyecto
parece haber nacido de la pluma de Maret. El primer proyecto seguía muy de cerca el modelo
constitucional napoleónico, estando más próximo a textos como la Constitución de Westfalia o la
de Nápoles que a la realidad política española. Algo perfectamente lógico, ya que en esos
momentos Napoleón carecía de datos sobre las instituciones españolas, que apenas conocía a
través de un escrito anónimo que se refería a la organización política de Navarra, definiéndola
como una "constitución mixta".
En realidad, la Constitución de Bayona es una auténtica Carta Otorgada, expresión de la sola voluntad
del Emperador, aunque los partícipes en la elaboración definitiva del texto no opinaron siempre de
igual modo, y todo ello merced a una diversa interpretación de las "renuncias de Bayona". En efecto,
Napoleón no podía legitimar constitucionalmente su dominio sobre España (como sucedía en Francia),
y tampoco tenía interés táctico en hacer valer sus derechos de conquista. Por consiguiente, optaba
por defender su soberanía a partir de las "renuncias de Bayona", que para él significaban una cesión
absoluta e incondicional del poder soberano. Sin embargo, entre los partidarios de Napoleón también
existió una interpretación distinta: las "renuncias de Bayona" habían supuesto el final de la dinastía
borbónica, de modo que el pueblo habría recobrado la soberanía "radical" o "potencial" (conforme las
teorías neoescolásti-cas). Ello significaba reconocer dos soberanos, el Emperador (soberano "actual")
y el pueblo (soberano "potencial"), que tenían que suscribir entre sí un nuevo pacto político. Éste se
plasmaría en una Constitución "formal" y escrita que en todo caso debía respetar la Constitución
"histórica", es decir, el entramado de relaciones sociopolíticas que se había formado a lo largo de los
siglos de historia española.
EN CONCLUSIÓN:
El Estatuto de Bayona se sustenta sobre los pilares del constitucionalismo napoleónico, si bien
dando cabida a determinadas notas "nacionales" que Napoleón incorporó al texto a solicitud de
los miembros de la Junta de Bayona. Tal circunstancia demuestra el pragmatismo del Corso,
quien compatibilizaba su ideario constitucional con la admisión de elementos característicos del
territorio dominado. De hecho, en algún caso incluso se anticipó a las propuestas de los
españoles, como en el caso del reconocimiento de la confesionalidad del Estado, que ya aparecía
establecida en su primer proyecto constitucional.
La Constitución se aprobó en el marco de la Guerra de la Independencia (1808 a 1814), y fue la respuesta del
pueblo español a las intenciones invasoras de Napoleón Bonaparte que, aprovechando los problemas dinásticos
entre Carlos IV y Fernando VII, aspiraba a constituir en España una monarquía satélite del Imperio, como ya había
hecho con Holanda, Alemania e Italia, destronando a los Borbones y coronando a su hermano José Bonaparte.
Pero la respuesta de los ciudadanos, jalonada por sucesos como el Motín de Aranjuez, las Renuncias de Bayona
y el levantamiento de los madrileños el 2 de mayo, encerró un segundo significado para una pequeña parte del
pueblo español. La España patriota, disgregada en un movimiento acéfalo de Juntas, entre levantamientos, sitios
y guerrillas se unió finalmente en una Junta central Suprema, y después en una Regencia de cinco miembros,
cuyos cometidos principales fueron la dirección de la guerra y la reconstrucción del Estado. En este punto los
pareceres se encontraban divididos: había quienes deseaban seguir anclados en el Antiguo Régimen, quienes
deseaban una reforma templada a la inglesa y aquellos que, influidos por las doctrinas y ejemplo de Francia,
consideraban que la reconstrucción había de ser más radical. Éste fue el criterio que finalmente se impuso, y la
Regencia convocó reunión a Cortes en la isla de León el día 24 de septiembre de 1810. La designación de los
Diputados a las mismas se realizó de manera anómala, explicable por la situación del país, y su aportación
fundamental fue la Constitución de 1812.
En lo que a los órganos constitucionales se refiere, la Constitución de Cádiz dedicaba atención especial
a las Cortes, al Rey y a sus Secretarios de despacho o Ministros.
Las Cortes se organizaban en una Cámara única, pues se temía que el clero y la nobleza consiguieran
apoderarse de una Asamblea de Próceres, obstaculizando la renovación política, social y económica
que se pretendía operar.
Los diputados a Cortes eran elegidos mediante sufragio indirecto, siendo necesario para ser candidato
poseer una renta anual procedente de bienes propios, con lo cual, el Parlamento quedaba en manos
de las clases acomodadas.
En lo que a los poderes del Rey se refiere, se introdujeron modificaciones sustanciales. Si en el Antiguo
Régimen el Rey había ostentado su condición en virtud de un título divino, ahora lo hacía por la gracia
de Dios y la Constitución. Su poder se vio limitado, conservando una participación en el Poder
legislativo, con una tímida iniciativa y un veto suspensivo, así como la titularidad del Poder ejecutivo,
aunque sus actos debían ser refrendados por los Secretarios de despacho. Podemos destacar dentro
de la Comisión Constitucional las figuras de D. Diego Muñoz Torrero, Presidente de la misma, y a D.
Agustín Argüelles, que fue el encargado de redactar el Proyecto de la Constitución y su discurso
preliminar.
La Constitución de 1812 tuvo una vigencia efímera. Fernando VII la derogó a su vuelta a España en
1814, implantando el más férreo absolutismo durante seis años. Tras el pronunciamiento de Riego en
1820, precisamente con las tropas que debían viajar a América para detener la emancipación, el Rey se
vio obligado a jurar la Constitución de 1812, iniciándose así el Trienio liberal.
Con ello terminó la vigencia de la Constitución de Cádiz, pero no su influjo, que gravitó sobre la política
nacional, directamente hasta 1868, e indirectamente, durante el resto del ciclo liberal. Tuvo además una
gran influencia fuera de España, tanto en América, en las constituciones de las viejas colonias españolas
al independizarse, como en Europa, en la que durante años operó como un auténtico mito, influyendo
en las ideas constitucionales portuguesas, en el surgimiento del Estado italiano e incluso en la Rusia
zarista.
15 de septiembre de 1821
Siendo públicos e indudables los deseos de independencia del gobierno español, que por escrito y de palabra
ha manifestado el pueblo de esta capital; recibidos por el último correo diversos oficios de los ayuntamientos
constitucionales de Ciudad Real, Comitán y Tuxtla, en que comunican haber proclamado y jurado dicha
independencia y excitan a que se haga lo mismo en esta ciudad; siendo positivo que han circulado iguales oficios a
otros ayuntamientos;
determinado, de acuerdo con la Excelentísima Diputación Provincial, que para tratar de asunto tan grave se
reunieron en uno de los salones de este palacio la misma Diputación Provincial, el Ilustrísimo señor Arzobispo, los
señores individuos que diputación, la Excelentísima Audiencia Territorial, el Venerable señor Deán y Cabildo
Eclesiástico, el Excelentísimo Ayuntamiento, el Muy Ilustre Claustro, el Consulado, el Colegio de abogados,
prelados regulares, jefes y funcionarios públicos.
Congregados todos en el mismo salón; leídos los oficios expresados: discutido y meditado detenidamente el asunto
y oído el clamor de “¡Viva la Independencia!” que repetía de continuo el pueblo que se veía reunido en las calles,
plaza, patio, corredores y antesala, de este palacio, se acordó por esta Diputación e individuos del Excelentísimo
Ayuntamiento:
1. Que siendo la independencia del gobierno español la voluntad general del pueblo de Guatemala, y sin
perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el señor jefe político la mande
publicar, para prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo
pueblo.
(Elección al Congreso de las Provincias que decidirá sobre la Independencia y la Constitución de nuevo gobierno)
2. Que desde luego se circulen oficios a las provincias, por correos extraordinarios, para que sin demora alguna
se sirvan proceder a elegir diputados o representantes suyos, y estos concurran a esta capital a formar el
Congreso que debe decidir el punto de Independencia general, absoluta y final, en caso de acordarla, la
forma de gobierno y ley fundamental que deba regir.
3. Que, para facilitar el nombramiento de diputados, se sirvan hacerlo las mismas Juntas Electorales de Provincia,
que hicieron o debieron hacer las elecciones de los últimos diputados a Cortes.
4. Que el número de estos diputados sea en proporción de uno por cada 15,000 individuos, sin excluir de la
ciudadanía a los originarios de África.
5. Que las mismas Juntas Electorales de Provincia, teniendo presentes los últimos censos, se sirvan determinar,
según esta base, el número de diputados o representantes que deban elegir.
6. Que, en atención a la gravedad y urgencia del asunto, se sirva hacer las elecciones de modo que el día 1 de
marzo del año próximo de 1822 estén reunidos en esta capital todos los diputados.
7. Que, entre tanto, no haciéndose novedad en las autoridades establecidas, sigan éstas ejerciendo sus
atribuciones respectivas, con arreglo a la Constitución, decretos y leyes, hasta que el Congreso indicado determine
lo que sea más justo y benéfico.
8. Que, el señor jefe político, brigadier Don Gabino Gainza, continúe con el Gobierno Superior político y militar,
y para que este tenga el carácter que parece propio de las circunstancias, se forme una Junta Provisional
Consultiva, compuesta de los señores individuos actuales de esta Diputación Provincial y de los señores
don Miguel Larreynaga, Ministro de esta audiencia, don José del Valle, Auditor de guerra, Marques de
Aycinena, doctor don José Valdes, tesorero de esta Santa Iglesia, doctor don Angel María Candina; y Licenciado
don Antonio Robles, alcalde 3ero Constitucional, el primero por la Provincia de León, el segundo por la de
Comayagua, el tercero por Quezaltenango, el cuarto por Sololá y Chimaltenango, el quinto por Sonsonate, y el
sexto por Ciudad Real de Chiapas.
9. Que esta Junta Provisional consulte al señor Jefe Político en todos los asuntos económicos y gubernativos
dignos de su atención.
10. Que la Religión Católica que hemos profesado en siglos anteriores y profesamos en los siglos sucesivos, se
conserve pura e inalterables, manteniendo vivo el espíritu de religiosidad que ha distinguido siempre a Guatemala,
respetando a los ministros eclesiásticos, seculares y regulares y protegiéndoles en sus personas y propiedades.
11. Que se pase oficio a los dignos prelados de las comunidades religiosas para que cooperando a la paz y
sosiego, que es la primera necesidad de los pueblos cuando pasan de un gobierno a otro, dispongan que sus
individuos exhorten a la fraternidad y concordia a los que estando unidos en el sentimiento general de la
Independencia, deben estarlo también en todo lo demás, sofocando pasiones individuales, que dividen los ánimos y
producen funestas consecuencias.
12. Que el Excelentísimo Ayuntamiento a quien corresponde la conservación del orden y tranquilidad, tome las
medidas más activas para mantenerla en toda esta capital y pueblos inmediatos.
13. Que el señor Jefe Político publique en un manifiesto haciendo notorios, a la faz de todos, los sentimientos
generales del pueblo, la opinión de las autoridades y corporaciones; las medidas de este Gobierno, las causas y
circunstancias que lo decidieren a prestar en manos del señor alcalde 1ero, a pedimento del pueblo, el juramento
de Independencia y fidelidad al Gobierno americano que se establezca.
14. Que igual juramento preste la Junta Provisional, el Excelentísimo Ayuntamiento, el Ilustre señor Arzobispo, los
Tribunales, jefes políticos y militares, los prelados regulares, sus comunidades religiosas, jefes y empleados en las
rentas, autoridades, corporaciones y tropas de las respectivas guarniciones.
15. Que el señor Jefe Político de acuerdo con el Excelentísimo Ayuntamiento, disponga la solemnidad y señale el
día en que el pueblo deba hacer la proclamación y juramento expresados de Independencia.
16. Que el Excelentísimo Ayuntamiento acuerde la acuñación de una medalla que perpetúe en los siglos la
memoria del día “15 de septiembre de 1821”, en que Guatemala proclamó su feliz independencia.
17. Que imprimiéndose esta acta y el manifiesto expresado, se circule a las excelentísimas diputaciones
provinciales, ayuntamientos constitucionales y demás autoridades eclesiásticas, regulares, seculares y militares,
para que siendo acordes en los mismos sentimientos que ha manifestado este pueblo, se sirvan obrar con arreglo a
todo lo expuesto.
18. Que se cante, el día que designe el señor Jefe Político, una misa solemne de gracias, con asistencia de la
Junta Provisional, de todas las autoridades, corporaciones y jefes, haciéndose salvas de artillería y tres días de
iluminación.
Mariano de Beltranena
Antonio de Rivera
Filísola apostó por la reconciliación estatal, pero los mandatos del emperador dificultarían la tarea. A
principios de noviembre Iturbide anunció su decisión de dividir a Centroamérica en tres provincias:
Chiapas, con Ciudad Real como cabecera y con jurisdicción sobre Quetzaltenango; Costa Rica, que
unía Costa Rica, Nicaragua y Honduras con León por cabecera; y Sacatepéquez, con Guatemala por
capital, y que abarcaba el resto de la región, incluyendo San Salvador. Esto no hizo más que
recrudecer el ambiente hostil del territorio. En Guatemala, Honduras y San Salvador se mostraban
insatisfechos por la nueva medida. En el sur, precipitó las guerras civiles en Costa Rica, donde
terminaría ganando el bando liberal, y en Nicaragua, que se prolongaría por diecisiete años.5 Las
circunstancias desfavorables en el propio gobierno mexicano, recrudecidas por la análoga condición
fiscal y la división política, desembocaron en la disolución del congreso y en el malestar general. En
marzo de 1823 llegaría la noticia a Filísola de la caída del imperio. Maniatado, el capitán reunió a la
antigua diputación provincial de Guatemala para convocar un congreso con representantes de toda la
región que decidiera el destino del pacto entre Centroamérica y México.
3.3. LA FEDERACIÓN CENTROAMERICANA
La República Federal de Centroamérica fue una nación que surgió de la Asamblea Constituyente de
las Provincias Unidas del Centro de América, el 22 de noviembre de 1824, a través de la Constitución
de la República Federal de Centroamérica de 1824. Su capital fue Ciudad de Guatemala hasta 1834;
después fue Sonsonate por un breve período, por último San Salvador de 1834 a 1841, sin embargo,
solo el poder ejecutivo fue el que se trasladó, mientras que los poderes legislativo y judicial
mantuvieron su asiento en la Ciudad de Guatemala.
De acuerdo al artículo 6 de la Constitución de 1824, la Federación estaba formada por cinco estados:2
Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Panamá fue parte de Colombia hasta
1903. Y Belice, por su parte, era un territorio controlado por el Reino Unido, aunque solo sería hasta
1862 cuando se declararía oficialmente como una colonia con el nombre de Honduras británica.3
En 1838 se formó un sexto estado, Los Altos, con capital en la ciudad de Quetzaltenango, con los
territorios del occidente de Guatemala y el territorio del actual Soconusco de Chiapas (México).
Limitaba al suroeste con el océano Pacífico, al noreste con el mar Caribe, al sureste con la Gran
Colombia (luego República de la Nueva Granada) y al noroeste con México.
HISTORIA
Tras la secesión con respecto a España en 1821 y la desaparición del Primer Imperio Mexicano en
1823, los representantes de los cabildos de lo que alguna vez fue la Capitanía General de
Guatemala se reunieron en marzo de 1824 en la Ciudad de Guatemala.
Como en la mayoría de los países iberoamericanos, la secesión de Centroamérica fue un movimiento
esencialmente criollo y no supuso una mejora inmediata de las condiciones de vida de
los campesinos centroamericanos. Fue promovida por la élite comercial de Guatemala y El
Salvador para enriquecerse con los nuevos lazos comerciales que esperaban adquirir
con Inglaterra, Francia, Holanda, y Estados Unidos, y no tanto por una revolución social o política
Cada Estado era libre y tenía autonomía para gobernarse y establecer sus leyes y códigos jurídicos,
además de elegir democráticamente su propio jefe de Estado. Los Estados miembros
eran: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. En 1836 se creó el Estado de Los
Altos, que se reincorporó a Guatemala antes de disolverse la federación centroamericana. En
1824 Chiapas se incorporó a México, quedando solo el Soconusco como un territorio neutral sin
anexión a ningún bando, y la Provincia de Bocas del Toro que fue tomada por la República de la Nueva
Granada en 1836.
Antecedentes
El Congreso General de las provincias centroamericanas se instaló el 24 de junio de 1823 en la Ciudad
de Guatemala, en el 2 de julio el Congreso General tomó la denominación de Asamblea Nacional
Constituyente. En el 1 de julio, el Congreso dio el nombre de Provincias Unidas del Centro de
América a las provincias que componían el Reino de Guatemala y declaró que eran libres e
independientes de España y México y que no son patrimonio de familia alguna.
Constitución
El 22 de noviembre de 1824, la Asamblea Nacional Constituyente decretó la Constitución Política de
la República Federal de Centroamérica, compuesta por Costa Rica, El
Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y el actual estado mexicano de Chiapas (que duró poco
dentro de la misma).
Entre las principales innovaciones de dicha Constitución, cabe destacar su tratamiento de los derechos
humanos, en el cual destacaban, entre otros aspectos, la abolición de la esclavitud, la consagración
del derecho de asilo, las limitaciones de la pena capital, el establecimiento del jurado y la supresión de
los fueros. Se restringían considerablemente las facultades gubernamentales para limitar los derechos
civiles y políticos, incluso en caso de graves amenazas o ataques al orden público, lo cual habría de
ser un grave obstáculo para las autoridades. Por otro lado, mantuvo la división entre
un Congreso unicameral todopoderoso, un Ejecutivo con poderes limitados, un Senado que actuaba
como cuerpo intermedio y una Corte Suprema de Justicia, todos elegidos popularmente conforme a
un sistema de sufragio universal indirecto en cuatro grados.
El 23 de enero de 1825, la Asamblea Nacional Constituyente cerró sus sesiones.7 El 25 de enero, el
Estado de Costa Rica decretó su primera Constitución Política. El 6 de febrero, se instaló el primer
Congreso Federal de la República; dio principio a sus sesiones ordinarias el 25 de febrero
Durante 1820, los k’iche’s de Totonicapán se levantaron y propusieron que la escala del gobierno
regional fuera a nivel de distrito y bajo el control indígena — plan que no tuvo éxito—. La
participación de principalmente los criollos y ladinos de la región buscó cementar su poder
gobernando sobre las clases más bajas, así como separarse de la Ciudad de Guatemala con quien
tenían diferencias políticas.
Fue el 26 de febrero de 1840 cuando el Gobierno de Guatemala decretó que los departamentos de
Los Altos se reincorporaran al Estado, siendo aprobado el 18 de agosto de 1840. Esto se debe a
la invasión de parte del ejército de Rafael Carrera a la Ciudad de Quetzaltenango en abril de 1840,
donde finalmente la alianza del Sexto Estado se desvaneció.
La razón por la cual se le llamó el Sexto Estado fue por que en aquel entonces Guatemala era uno
de los 5 Estados de la Federación Centroamericana, la cual incluía a los demás países actuales de
Centroamérica: Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica.
Hubo planes de parte del Estado de Los Altos de integrarse a México, con la esperanza de debilitar
el control que la ciudad de Guatemala poseía a su alrededor.
Las luchas de poder no permitieron crear la región política, ya que ni los indígenas ni la alianza de
los criollos y ladinos contaron con suficiente fuerza para imponer el modelo que seguiría el Estado de
Los Altos.