Comentario de Texto San Agustin
Comentario de Texto San Agustin
Comentario de Texto San Agustin
es)
Agustín de Hipona, La ciudad de Dios, libro XIX, cap. 23
«Donde no se dé la justicia que consiste en que el único y sumo Dios impere [...] sobre una
sociedad obediente y que así en todos los hombres de esta sociedad obediente a Dios el alma
impere sobre el cuerpo y la razón sobre los vicios según el orden legítimo, de manera que todo el
pueblo, igual que el creyente, viva de la fe que obra por amor, con el cual el hombre ama a Dios
como debe ser amado y al prójimo como a sí mismo; donde no hay esta justicia, no hay sociedad
fundada en derechos e intereses comunes. Y si no hay ese tipo de sociedad, no hay pueblo, de
acuerdo con la auténtica definición de pueblo, por lo que tampoco habrá política, porque donde no
hay pueblo, no puede haber política.
CONTEXTO HISTORICO:
El texto a comentar es de San Agustín de Hipona, escogido de su obra “La Ciudad de Dios. San
Agustín es un filósofo perteneciente a la época Medieval y a menudo se le considera el más
importante de los Padres de la Iglesia. Los padres de la iglesia son unos pensadores que por
primeros intentaron conciliar los artículos de fe con los preceptos filosóficos, y temporalmente se
encuentran al principio de la época media.
TEMA:
El tema central del texto nombrada por San Agustín “Ciudad de Dios”.
IDEAS PRINCIPALES:
1- Dios tiene que estar presente en cada uno de nosotros para que podamos alcanzar la salvación.
2- Solo lograremos alcanzaran la salvación si el alma consiga dominar al cuerpo y la razón se
imponga sobre los vicios.
3- Solo mediante el camino de la salvación se puede conseguir un pueblo que viva en función de la fe
4- Si una sociedad no vive conforme a la fe no puede considerarse pueblo y tampoco habrá política.
DESARROLLO:
San Agustín es el primer pensador que se ocupó sistemáticamente de analizar el sentido de la
historia universal. Por esto puede ser considerado uno de los primeros filósofos de la historia en
cuanto intenta ir más allá de los puros hechos interpretándolos para encontrarles un sentido con
trasfondo religioso. San Agustín se enfrenta a la historia y a su sentido como cristiano y, por tanto,
su filosofía de la historia puede ser considerada como una teología de la historia. Dos son
seguramente las circunstancias que motivaron las reflexiones de San Agustín acerca de este
tema. En primer lugar, el hecho de que el cristianismo concibe la historia como el escenario donde
Dios se manifiesta al hombre y donde tiene lugar el drama de la salvación. En segundo lugar, las
reflexiones de San Agustín estuvieron inmediatamente motivadas por la caída del Imperio
Romano que, desde muchos años atrás, había sido considerado como definitivo y eterno. Este
hecho histórico de primera magnitud constituyo un estímulo para su reflexión sobre la historia y el
Estado.
La perspectiva adoptada por San Agustín ante la historia es moral. Puesto que la auténtica
felicidad del hombre consiste en el amor de Dios y la maldad consiste en alejarse de él para situar
el objeto de la felicidad en bienes mutables. Según el estilo de vida que cada uno adopta, San
Agustín diferencia dos tipos de seres humanos: uno espiritual, altruista, que cree en Dios y otro
carnal, egoísta, y que no cree en Dios. El primer grupo de seres humanos está compuesto por
“aquellos que aman a Dios hasta el desprecio de sí mismos", son los que habitan la Ciudad de
Dios, y el segundo es el de aquellos que "se aman a sí mismos hasta el desprecio de Dios"
habitantes de la ciudad Terrena.
Es fácil caer en la tentación de identificar la ciudad terrena con el Estado y la ciudad de Dios con
la Iglesia. Pero no es éste el sentido de la teoría agustiniana. Como los criterios utilizados son de
carácter moral, ambas ciudades se hallan mezcladas en cualquier sociedad a lo largo de histona,
y la separación de los ciudadanos de una y de otra no tiene lugar sino en el momento final de
aquella. Sin embargo, San Agustín insiste en la imposibilidad de que el Estado, cualquier Estado,
realice auténticamente la justicia, a menos que su actuación esté guiada por los principios morales
del cristianismo. Desde este punto de vista, la teoría agustiniana del Estado puede dar lugar a dos
interpretaciones distintas.
2) Una minimización del papel del Estado. La adopción del cristianismo como religión oficial del
Imperio Romano, junto con la creencia en la indestructibilidad de éste, había llevado a muchos
cristianos a la convicción de que el Estado era un instrumento de Dios. Es esta convicción lo que San
Agustín pretende destruir, reduciendo el Estado a su papel de mero organizador de la convivencia, de
la paz y del bienestar temporal. La justicia, para San Agustín una vez convertido, no es nada menos
que Dios, y es sinónimo de "derecho "; "la justicia es aquello que Dios quiere; el orden de Dios sobre
su creación, pues Dios ha querido que todas las cosas fueran perfectamente ordenadas”. Toda
justicia y todo derecho residen en la ley eterna de Dios. Solo un pueblo que obra en función del
mandato de Dios puedes ser considerado como un pueblo y puede fundar una sociedad fundada en
derechos e intereses comunes. Por estos motivos según San Agustín la única cosa que se debe
conocer por encima de todo es Dios y a lo sumo, el alma humana.