HIST. FILOSOFÍA TEMA 5

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TEMA 5: TOMÁS DE AQUINO

CONTEXTO HISTÓRICO Y FILOSÓFICO


Agustín nació en Tagaste, en la provincia romana de Numidia (en África), en el año 354 d.C.
Estudiará Agustín en Tagaste, en Madaura y en Cartago (370). Aquí leerá el “Hortensius” de
Cicerón, por el cual adquiere interés por la filosofía. Tras trabajar como profesor de retórica
en Tagaste y en Cartago, viaja a Roma a enseñar esta misma materia. Pronto marcha a
Milán, donde ejercerá también como profesor de retórica. Es en esta ciudad donde, a través
de los sermones y la palabra de San Ambrosio (obispo de Milán) entra el mensaje bíblico
con un significado nuevo en la mente de San Agustín. Del obispo Ambrosio aprendió a
interpretar la Biblia como alegoría, y no literalmente. Es ordenado sacerdote, posteriormente
obispo, y después obispo titular de la ciudad de Hipona (395-6).
Es evidente que el marco histórico en que vive san Agustín está marcado notoriamente por
la presencia del cristianismo. Éste nace en Judea, provincia romana. Va pasando de ser una
religión perseguida (por ejemplo, con la Gran persecución de Diocleciano en 303), a
perseguidora y finalmente a convertida en religión oficial (Teodosio).

El cristianismo se presenta como una doctrina revelada por Dios que tiene como objetivo
salvar al hombre. Los primeros cristianos necesitaban recurrir a argumentos filosóficos para
defender a su religión frente a los ataques de sus perseguidores. La actitud de los primeros
pensadores cristianos ante la filosofía es, en general, bastante negativa. Siempre la filosofía
aparece subordinada a la fe: la filosofía es la sierva de la teología. Esto va a cambiar con
Agustín de Hipona

El cristianismo aportó importantes ideas novedosas respecto a la filosofía griega y romana,


que pasarán a formar parte del pensamiento occidental a partir de entonces, como por
ejemplo el monoteísmo, la creación del universo a partir de la nada, la idea del pecado,
entre otras cosas.

Por otra parte, el problema de las relaciones entre fe y razón será uno de los más
importantes que tratará toda la filosofía cristiana durante toda la Edad Media.

El encuentro del cristianismo con la filosofía permitió a éste formular un cuerpo doctrinal con
conceptos básicamente platónicos, pues era el que ofrecía más puntos de contacto con la
doctrina cristiana: La existencia de otro mundo aparte del sensible, el mundo de las ideas,
que el cristianismo sitúa en la mente divina. El mundo sensible ha sido hecho a imagen y
semejanza de las ideas, el mundo hecho semejanza de Dios, entre otras ideas.

LA FILOSOFÍA DE TOMÁS

5.1. RELACIÓN RAZÓN Y FE


Tomás de Aquino se sitúa frente al Agustinismo “creo para entender” donde la razón
quedaba subordinada a la fe. Quiso mantener la autonomía de la fe y la razón y
armonizarlas. Adoptó el aristotelismo, y pretendió que las ideas aristotélicas constituyeran la
forma más razonable de explicar las verdades de la religión cristiana.

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Distinguió que para el ser humano hay dos tipos de conocimiento, la razón y la fe, y dos
tipos de verdades: las teológicas, que provienen de la revelación y la autoridad de Dios, y
las filosóficas, que se obtienen con la razón humana, a través de procedimientos racionales.
Tenemos así dos tipos de verdades, las reveladas y las racionales; pero hay un conjunto de
verdades que son al mismo tiempo verdades reveladas y conclusiones de la actividad
racional (el hombre sabe que Dios existe por la fe, Dios lo ha revelado, y también por la
razón, es la conclusión necesaria de razonamientos bien hechos.). A estas verdades Tomás
las denomina preámbulos de la fe. Son verdades acerca de Dios que también pueden ser
demostradas por medios racionales.

Razón y fe tienen un origen común: Dios, que ha creado al ser humano racional y le ha
dado la fe, por lo que no pueden contradecirse, sino que deben llegar a las mismas
conclusiones. En caso de conflicto la veracidad de Dios garantiza que la verdad se decante
del lado de la fe, hay que suponer, pues, que la razón se ha equivocado en su
razonamiento.

En Tomás de Aquino hallamos una independencia de la razón y fe en algunos ámbitos de


conocimiento, pero también hay una relación de colaboración (es mejor entender que tan
sólo creer) y de subordinación.

5.2. LA REALIDAD
Tomás asimiló las teorías aristotélicas. La sustancia primera está constituida por materia y
forma. La materia es vista como potencia (posibilidad de ser algo) y la forma, como aquello
que hace que algo sea lo que es. A esto le añadía la causa eficiente y la final, y la
explicación de las entidades reales quedaba completa.

Desde la perspectiva aristotélica el mundo era eterno y necesario, aunque precisaba de un


motor eterno para moverse. Tomás creyó que de esta manera, que los seres del mundo
aparecían como necesarios y no como contingentes, es decir, no como productos de la
creación libre de Dios. Los principios aristotélicos no bastaban para explicar la existencia
efectiva de los seres, porque no hay ninguna de las esencias que se dan en nuestra
experiencia que exija su existencia. Distingue el “ser” (que hace referencia a lo que un ente
es, es decir, la esencia) y la “existencia” (que es el acto de ser, es decir, “existir”).

Para Aristóteles la esencia es únicamente la “forma” y es eterna. Para Tomás, la esencia de


los seres corpóreos incluye también la “materia primera”, y, al distinguirse de la existencia,
no es eterna, pues las cosas sólo existen por creación divina.

Los seres contingentes, existen pero pueden no existir, a su esencia no pertenece


necesariamente su existencia. La existencia es acto de la esencia, pero a cada esencia le
corresponde un tipo de existencia determinada. Sería más correcto hablar entre esencia y
ser que de esencia y existencia. El acto de ser se despliega en distintos niveles de
perfección según las esencias actualizadas. La perfección que en cada caso se realizan
depende de la esencia, de la potencia o capacidad de ser de esta.

Los entes creados participan del ser en grados distintos, según la capacidad de ser de sus
propias esencias, un hombre participa más de la perfección que un animal, un animal más
que una planta, una planta más que un mineral…

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5.3. EL CONOCIMIENTO
Para Tomás de Aquino el conocimiento está vinculado al problema general: articula y aúna
el conocimiento revelado (fe) y el conocimiento natural (razón)
La vinculación del entendimiento humano a lo sensible, impone que el conocimiento
intelectual comience con el sensible. El entendimiento elabora los conceptos a partir de los
datos suministrados por los sentidos.

Por un lado, los conceptos se caracterizan por ser universales. Por otro, aunque los
conceptos son universales, nuestras percepciones sensibles son particulares; nuestros
sentidos nos ponen en contacto con objetos individuales.

El entendimiento posee los conceptos a partir de los datos suministrados por el


conocimiento sensible por su capacidad abstractiva. Aquino dice que por una parte poseen
la capacidad abstractiva (universalizar), es decir, convertir en universales las
representaciones particulares (entendimiento agente). Por otra parte posee la capacidad de
conocer universalmente, pero el entendimiento sólo podrá conocer universalmente si es
capaz de universalizar los datos de la experiencia sensible (entendimiento paciente).

El proceso es el siguiente: las percepciones sensibles dejan en la imaginación o memoria


una representación particular. La capacidad abstractiva (entendimiento agente), despoja los
elementos individuales de estas imágenes; lo que hace posible que el entendimiento
paciente elabore los conceptos universales.

Lo que el entendimiento conoce directamente es el universal. Cuando el entendimiento


vuelve su mirada a la imagen, reconoce en ella al individuo a partir del cual se ha abstraído
el concepto universal.

5.4. DIOS
Sto. Tomás afirma a Dios como ser necesario y acto puro, inmutable y perfecto, cuya
actividad es pensarse a sí mismo, como Aristóteles. Sin embargo, Aquino defiende el
creacionismo y, por lo tanto, el mundo es obra de Dios, quien cuida a sus criaturas.
En la demostración de la existencia de Dios es donde confluyen razón y fe (“preámbulo de
la fe”) en la búsqueda de la verdad.

Es posible obtener cierta comprensión de la naturaleza de Dios a través de la negación


(excluyendo de Dios todo lo que hallamos en las criaturas que sea compatible con un ser
perfecto), y de la atribución (atribuyendo a Dios todas las perfecciones que conocemos,
pero en grado superlativo).
Tomás dice que existen dos argumentos para justificar su existencia: A priori, en el que se
prescinde de la experiencia, como el argumento ontológico de San Anselmo, que dice que
Dios no puede existir sólo en el pensamiento, sino también en la realidad. Y a posteriori, en
el que Tomás parte de la existencia real de las cosas cuya existencia debe explicarse como
efecto de una causa última.

Utiliza el argumento general de las Cinco vías:

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1ª Cambio o movimiento (tomada de Aristóteles). Lo que mueve a algo es a su vez movido
por otro. Sin embargo, esta cadena no puede extenderse indefinidamente, por lo que debe
existir un "primer motor inmóvil", que es Dios.
2ª Causalidad: Nada puede ser causa de sí mismo. Por tanto, debe haber una primera
causa que origine a las demás. Esa causa primera es Dios.
3ª Contingencia: todo ser que puede no existir, en algún momento, no ha existido. Si no
hubiese ningún ser necesario, no existiría nada. Ese ser necesario es Dios
4ª Grados de perfección: en los seres se dan diversos grados de perfección, porque existe
la perfección absoluta (de bondad, verdad, etc.). Y a eso llamamos Dios.
5ª el orden del mundo: el orden del mundo no es azaroso, si no ordenado teleológicamente,
se necesita una inteligencia superior al mundo que lo hayan ordenado, es decir, Dios.

5.5. EL MUNDO Y EL HOMBRE


Dios ha creado el mundo de la nada y conserva el mundo en su existencia por medio de
una creación continua, pero no forma parte del mundo, ni entra en contacto con él. Aquino
sostiene que el mundo existe como consecuencia de un acto creador de Dios. Hace que el
mundo comience a existir, y también lo mantiene, pues por sí solo el mundo no podría
conservarse.

Tomás, en general, adopta la concepción aristotélica del hombre: el hombre es una sola
sustancia compuesta de cuerpo y alma. El alma es la forma del cuerpo, por eso es el
principio radical de toda vida. Tomás no concibe el alma humana como un agrupamiento de
las distintas almas de las que habla Aristóteles (vegetativa, sensitiva y racional) sino como
la unidad e integración del alma, aunque en ella confluyan las capacidades mencionadas,
que se integran a través de su subordinación a la función intelectiva racional.

Sin embargo, el alma puede existir independientemente del cuerpo ya que es espiritual e
inmortal. El alma separada posee una inclinación natural a la unión con el cuerpo (siendo su
forma) y sólo en él alcanza su perfección natural y despliega sus capacidades. Por eso, sólo
el compuesto de cuerpo y alma es la sustancia “completa”. Aquino tuvo que distanciarse de
Aristóteles en lo que se refiere a la inmortalidad del alma, (para Aristóteles era mortal, junto
con el cuerpo)

La esencia del hombre son aquellas propiedades que la entidad ha de poseer para ser esa
clase de entidad, Tomás considera que la esencia de una entidad compuesta de cuerpo y
alma como es el hombre, es la racionalidad.

5.6. LA ÉTICA
La filosofía moral o ética tiene como objeto de estudio las “acciones humanas”, que son
aquellas operaciones voluntarias orientadas a un fin. Sólo los humanos tienen dominio
sobre sus acciones, por eso sólo aquellas acciones sobre las que el ser humano tiene
dominio se denominan “humanas”.

Aquino acepta el principio aristotélico de que el fin último del hombre es la felicidad. Ese fin
último tiene que ser la contemplación de Dios. La afirmación de que la felicidad se halla en
el conocimiento, supone la primacía de la razón sobre la voluntad, frente al Agustinismo que
sostenía lo contrario.

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Recoge la idea de que las normas morales se basan en la naturaleza humana y que el
conocimiento de ésta, es el punto de partida para la ley moral natural.

El hombre se distingue del resto de los seres naturales por su racionalidad. De este modo
se demuestra la existencia de la ley natural: como ser racional que es, el hombre puede dar
ciertas normas de conducta de acuerdo con las exigencias de su propia naturaleza.
El contenido de la ley natural se deduce de las tendencias naturales del hombre; tiende a
conservar su propia existencia, a procrear y educar a los hijos, y a conocer la verdad, el
conocimiento, y vivir en sociedad.
El contenido de la ley natural ha de ser evidente, universal e inmutable, y coincide con lo
que Santo Tomás denomina “ley divina” es decir, aquellos preceptos que Dios ha transmitido
a los hombres a través de la revelación.

La ley positiva es el conjunto de leyes que cada sociedad da para hacer posible la
convivencia. Constituye una prolongación de la ley natural. La existencia de la ley positiva
es algo exigido por la naturaleza misma del hombre en cuanto ser social. Si las leyes de un
país me obligaran a cometer un acto que mi conciencia dice que es inmoral, mi obligación
sería seguir la ley natural e incumplir la positiva.

5.7. LA POLÍTICA
Tomás se inspira en la política de Aristóteles, considera que el hombre es naturalmente
sociable, que la sociedad civil es necesaria para la perfección de la vida humana. Reafirma
el valor de lo político, argumentando que la actividad política es consustancial a los seres
humanos y moralmente positiva. El hombre hace uso de la razón y el lenguaje para
cooperar en la construcción de comunidades políticas que satisfagan las necesidades de
sus componentes.

La comunidad política es la unión de hombres libres bajo la dirección de un gobernante que


tiene como meta promover el bien común. Defiende el derecho de la iglesia a deponer a
aquellos gobiernos que no sigan los principios cristianos.

También sigue a Aristóteles en el análisis de las formas de gobierno, y en su preferencia por


una monarquía atemperada por elementos tomados de la aristocracia y la democracia.
Para Tomás hay un solo fin último de la existencia humana: la visión de Dios en la otra vida.
Eso conduce a subordinar el estado a la iglesia, y a asignar al poder civil una misión
religiosa.

Reconoce la independencia del Estado en lo que se refiere al “bien común”. Pero esta
independencia no es absoluta, pues el Estado tiene su esfera propia, pero no por ello deja
de ser un sirviente de la iglesia. Defiende la supremacía del papa sobre el poder terrenal
argumentando que éste sólo persigue fines intermedios como “el bien común” mientras que
el Papa, como cabeza de la iglesia, persigue “el fin último” que es la salvación y la perfecta
beatitudo.

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