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Practicas_judiciales_2017OSJ

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Prácticas judiciales en los procesos

infraccionales a adolescentes
Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005 – 2013
Prácticas judiciales en los procesos
infraccionales a adolescentes.
Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto.
2005–2013
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y
Salto. 2005–2013

Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, unicef Uruguay


Fundación Justicia y Derecho

Proyecto: Observatorio del Sistema Judicial


‹www.observatoriojudicial.org.uy›

Autores: Agustina López, María Macagno y Javier Palummo

Colaboradores: Lucía Barboni y Pablo Easton

Equipo de investigación: 2004-2005: Lydia López, María José Ramos, Cecilia Tomassini y
Luciana Vaccotti. 2006: Gabriel Gómez, Paula Manera, Cecilia Tomassini y Luciana Vaccotti.
2007: Luisina Fierro, Paula Manera, Anaclara Planel, Gianina Podestá y Cecilia Tomassini. 2008:
Ivo Araujo, Alejandra Cabrera, Pedro Da Costa, Carolina Fernández, Paula Manera, Gianina
Podestá y María Noel Volpe. 2009 y 2010: Nicolás Bico, Andrea Coronel, Paula Ermida, Sabrina
Freira, Dora González y Gianina Podestá. 2011: Sabrina Massaferro y Agustina López. 2012 y
2013: Florencia Acosta, Juan Acuña, Ivo Araújo, Lucía Barboni, Ana Beceiro, Cecilia Casella,
Pablo Easton, Fernando De los Santos, María Paula Garzón, Eloísa Lago, Agustina López, María
Macagno, Ana Siffredo y Estefanía Suarez.

Foto de tapa: © UNICEF/UNI59041/Holmes

Corrección de estilo: María Cristina Dutto

Diseño gráfico editorial: Taller de Comunicación

Impresión: Mastergraf
Primera edición: junio de 2017
ISBN: 978-92-806-4889-8

unicef Uruguay
Bulevar Artigas 1659, piso 12
Montevideo, Uruguay
Tel (598) 2403 0308
e-mail: montevideo@unicef.org

Nota: La Convención sobre los Derechos del Niño se aplica a todas las personas menores de 18
años, es decir, niños, niñas y adolescentes mujeres y varones. Por cuestiones de simplificación
en la redacción y de comodidad en la lectura, se ha optado por usar en algunos casos los
términos generales los niños y los adolescentes, sin que ello implique discriminación de género.

Para reproducir cualquier parte de esta publicación es necesario solicitar una autorización. Se
garantizará el permiso de reproducción gratuito a las organizaciones educativas o sin fines de
lucro. Sírvase dirigirse a: urgunicef@unicef.org
Contenido
Agradecimientos7

Prólogo9

I. Introducción 11

II. Implementación, endurecimiento y regresividad 13


Consideraciones previas 13
Características del proceso de endurecimiento 13
Consideraciones finales 15

III. Los delitos y sus circunstancias 17


Tentativa de hurto 20
Recuperación de lo sustraído 20
Autoría de las infracciones 21
Los lugares donde se cometen las infracciones 22
Rapiñas en Montevideo: variaciones y alarmas 24

IV. Violencia, drogas y armas 25


Introducción25
Drogas25
Armas28
Las víctimas 31

V. La respuesta judicial 34
Las actuaciones policiales 34
Antecedentes judiciales 36
Conservación de los antecedentes como pena accesoria 38
El inicio de las actuaciones judiciales 38
La defensa de los adolescentes en el proceso 43
La pretensión punitiva 44
Actitudes de la defensa 46
El trámite abreviado 48
Duración de los procesos 48

VI. La privación de libertad 52


Las medidas cautelares privativas de libertad 52
La privación de libertad como sanción 57
El aumento de la cantidad de privados de libertad 62

VII. Alternativas a la privación de libertad 64

VIII. Conclusiones 69

Bibliografía71
Agradecimientos

A la Oficina de unicef en Uruguay, especialmente a Lucía Vernazza, por sus valiosos


aportes en todos estos años de trabajo.
Al Poder Judicial, en especial a la Suprema Corte de Justicia, por autorizar y apoyar la
realización del trabajo del Observatorio del Sistema Judicial, y a los jueces, defensores y
todos los funcionarios judiciales con los que hemos trabajado.
También a los representantes del Ministerio Público.
A todos los compañeros de la Fundación Justicia y Derecho.

7
Prólogo
La preocupación global sobre el efectivo ejercicio del acceso a la justicia no solo se ve refle-
jada en los tratados de derechos humanos, sino que forma parte de las preocupaciones de
la comunidad internacional en su conjunto. Así se evidencia en los objetivos de desarrollo
sostenible (ods) recientemente aprobados. Los gobiernos del mundo se han propuesto
trabajar hacia el 2030 con el propósito de “promover sociedades pacíficas e inclusivas para
el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones
eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles”.
El efectivo ejercicio del derecho a la justicia es una preocupación para todos, pero es-
pecialmente para los niños, niñas y adolescentes. Ellos se enfrentan a más dificultadas
que los adultos por la falta de especialización de los sistemas de justicia para atenderlos.
Desde 2006, unicef viene sosteniendo su apoyo técnico y financiero al proyecto Ob-
servatorio del Sistema Judicial, con el fin de generar información relevante sobre el fun-
cionamiento del sistema de justicia penal juvenil y justicia de familia a través del releva-
miento y la sistematización de expedientes judiciales.
La información producida en este proyecto complementa los indicadores que genera
regularmente el Poder Judicial y permite monitorear en profundidad la aplicación de la
legislación nacional y la adecuación de las prácticas judiciales a los estándares estableci-
dos en la Convención sobre los Derechos del Niño.
Confiamos en que esta información contribuirá a cumplir dos objetivos: colocar en
su justa dimensión el fenómeno de la justicia penal de adolescentes varones y mujeres y
mejorar las prácticas judiciales para que sean justas con los niños, niñas y adolescentes
uruguayos.

Lucía Vernazza
Oficial de Protección
unicef Uruguay

9
I. Introducción
El fenómeno de la delincuencia juvenil es una de las cuestiones más controversiales y
debatidas en los últimos años en Uruguay. Pero ¿qué se sabe realmente de su evolución
desde la aprobación del Código de la Niñez y la Adolescencia (cna)? ¿Acaso el debate que se
ha suscitado se ha basado en información confiable? Este informe intenta aportar insu-
mos a la discusión como una forma de reenfocar el debate sobre la temática, dejando de
lado los prejuicios que han alimentado el intercambio, por lo menos en la última década.
No es la primera vez que el Observatorio del Sistema Judicial (osj) realiza este tipo
de contribuciones. Desde el comienzo de la implementación del cna, a fines del 2004,
se comenzó una labor de relevamiento de información que ha nutrido la elaboración de
varios documentos analíticos.1 Los informes elaborados por el osj se han referido tanto a
la temática penal juvenil como a los procesos de protección de derechos. En el área penal,
en diferentes informes se han analizado la implementación de la normativa vigente y las
prácticas institucionales, el funcionamiento de la justicia penal juvenil como sistema, y
diversos aspectos vinculados con el fenómeno de la delincuencia juvenil.2
En muchos casos la labor desarrollada se ha orientado a identificar los principales nú-
cleos problemáticos del funcionamiento de la justicia penal juvenil en el país, así como
algunas de las características del fenómeno de la delincuencia juvenil.
El presente trabajo es el resultado de un intenso seguimiento de las prácticas y resolu-
ciones judiciales posteriores a la aprobación del cna, realizado con el objetivo de fomen-
tar una profunda reflexión sobre la implementación del sistema de justicia penal juvenil,
especialmente a los efectos de favorecer el desarrollo de prácticas judiciales acordes con
la normativa internacional consagratoria de los derechos humanos de la infancia y la
adolescencia. Esperamos que la información que se expone sea útil para que el público
en general y las agencias que componen el sistema de justicia juvenil puedan reflexionar
sobre el funcionamiento de este.
El osj siempre ha tomado como referencia normativa la doctrina de la protección integral, de
las Naciones Unidas. Por ello, un aspecto central de los análisis realizados se ha referido
a la adecuación de la normativa interna y de las prácticas institucionales a los estándares
del derecho internacional de los derechos humanos.
El marco teórico y conceptual del trabajo llevado a cabo se ha nutrido en todos estos
años de una variedad de corrientes —realismo jurídico y teorías críticas del derecho, entre
otras— y se ha orientado a poner al descubierto el sentido político de la práctica cotidiana
del sistema penal juvenil y de las conductas que periódicamente son atrapadas por él, las
cuales configuran la porción de la delincuencia juvenil que ha sido abordada en los dife-
rentes informes.
La fuente de la información presentada en este informe, al igual que en los anteriores in-
formes del osj, está perfectamente identificada: la constituyen los expedientes judiciales.
La metodología ha consistido en aplicar un formulario de relevamiento a una muestra esta-
dísticamente representativa de esos expedientes para cada uno de los períodos analizados.

1. El Código de la Niñez y la Adolescencia, promulgado el 7 de setiembre de 2004, se enmarca en el proceso de


adecuación de la normativa interna a los estándares de la Convención sobre los Derechos del Niño, y en este
sentido deroga expresamente la ley 9.342, del 6 de abril de 1934 (Código del Niño).
2. Javier Palummo (coord.), Discurso y realidad: Informe de aplicación del Código de la Niñez y la Adolescencia en Maldo-
nado, Montevideo y Salto, Montevideo: unicef y mngv, 2006, pp. 288; ídem (coord.), Discurso y realidad: Segundo
informe de aplicación del Código de la Niñez y la Adolescencia en Maldonado, Montevideo y Salto, Montevideo: unicef
y mngv, 2009, pp. 248; Javier Palummo, Justicia penal juvenil. Realidad, perspectivas y cambios en el marco de la apli-
cación del Código de la Niñez y la Adolescencia en Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto, Montevideo: Fundación
Justicia y Derecho y unicef, 2010, p. 93; Agustina López y Javier Palummo, Delincuencia juvenil en la ciudad de
Montevideo, Montevideo: Observatorio del Sistema Judicial, Fundación Justicia y Derecho, 2013, pp. 93.

11
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

En el caso del presente informe, además, se pretende analizar y hacer público el grave
impacto que ha tenido en el funcionamiento de la justicia penal juvenil el elevado nú-
mero de fugas ocurridas principalmente en los años 2009 y 2010, así como también el
endurecimiento de la legislación operado a partir del 2011. En un contexto en el cual se
ha responsabilizado a los adolescentes por la situación de inseguridad de la población,
parece indispensable plantear las responsabilidades que corresponden al mundo adulto y
a sus instituciones en toda la cuestión, tomando como base la evidencia empírica.
Para la elaboración de este informe se ha utilizado buena parte de la información re-
levada por el osj desde el inicio de su trabajo. En los períodos que se mencionarán más
adelante se relevaron 1935 expedientes correspondientes a los juzgados letrados de ado-
lescentes de Montevideo y 722 correspondientes a los juzgados letrados con competencia
en materia de adolescentes de las ciudades de Maldonado, Paysandú y Salto.3 Así, para la
elaboración del presente documento se han relevado y analizado 2657 expedientes.
El primer período analizado corresponde a los expedientes iniciados en el primer año
de aplicación del cna en las sedes judiciales mencionadas. Los siguientes períodos co-
rresponden, en el caso de los expedientes iniciados en Montevideo, a los años calendario
2006, 2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2012 y 2013, y en el caso de los expedientes iniciados en
Maldonado, Paysandú y Salto, a los años calendario 2007, 2009, 2011 y 2013.
El informe fue redactado entre octubre y diciembre de 2014, por lo que no incluye nin-
guna referencia a la normativa ni a la información secundaria posterior a ese año.

3. No se incluyen sedes judiciales de los referidos departamentos que no se encuentren en las ciudades mencio-
nadas.

12
II. Implementación, endurecimiento
y regresividad
Consideraciones previas

El cna, ley 17.823, del 4 de setiembre de 2004, representó un gran avance en el proceso de
adecuación de la normativa interna a los estándares de la Convención sobre los Derechos
del Niño (cdn), que había sido ratificada por ley 16.137, del 28 de setiembre de 1990. No
obstante, desde la entrada en vigor del Código, se han verificado importantes dificultades
para su implementación.4
Es posible identificar dos etapas muy claras en relación con la evolución normativa
más reciente referida al sistema de justicia penal juvenil en Uruguay.
Una primera etapa comienza con la aprobación del cna y culmina con el inicio del
proceso de endurecimiento del sistema y de pérdida de garantías que representa la apro-
bación de la ley 18.777, del 15 de julio de 2011.
La segunda etapa, que se inicia con la norma antes referida, continúa con la aproba-
ción de la ley 18.778, del 15 de julio de 2011, y la ley 19.055, del 4 de enero de 2013. En esta
etapa, en forma paralela pero sin implicar una modificación del cna, fue aprobada la ley
18.771, del 1.o de julio de 2011, orientada a modificar la institucionalidad a cargo de la ges-
tión de las medidas y sanciones de la justicia penal juvenil.
En los siguientes apartados se presenta un esquema resumido de las principales modi-
ficaciones que han implicado las leyes mencionadas.

Características del proceso de endurecimiento

La ley 18.777 modificó los artículos 69, 76.5, y 76.6 del cna. Esto significó:

• La criminalización de la tentativa y la complicidad en el delito de hurto, para las


que se estableció la aplicación de medidas socioeducativas no privativas de libertad
(artículo 69).
• La ampliación a 90 días del plazo máximo de 60 días de duración de las medidas
cautelares privativas de libertad para los casos de infracciones gravísimas mencio-
nadas en el artículo 72 de dicho Código (artículo 76.5).
• La aclaración de que la ausencia del informe técnico que se debe elaborar dentro de
un plazo de 20 días en los casos de internación provisoria no impide el dictado de la
sentencia definitiva (artículo 76.6).

Por su parte, la ley 18.778 efectuó las siguientes modificaciones a los artículos 116 y 222
del cna:

• Se dispone que la Suprema Corte de Justicia creará y reglamentará un Registro Na-


cional de Antecedentes Judiciales de Adolescentes en Conflicto con la Ley Penal,
que debe constar de dos secciones: una primera con los antecedentes de los delitos
de violación, rapiña, copamiento, secuestro y homicidio doloso o ultraintencional,
y una segunda sección con las demás infracciones a la ley (artículo 116).

4. Javier Palummo (coord.), Justicia penal juvenil…, o. cit.; Discurso y realidad: Segundo informe…, o. cit.; Discurso y
realidad: Informe…, o. cit.

13
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

• Se establece, como excepción a la destrucción inmediata de los antecedentes judi-


ciales y administrativos de los niños o adolescentes que hayan estado en conflicto
con la ley, la situación de los adolescentes penados por los delitos de violación,
rapiña, copamiento, secuestro o por las diferentes variantes del homicidio inten-
cional. En esos casos, al dictar sentencia, el juez puede imponer como pena acce-
soria la conservación de los antecedentes, a los efectos de que, una vez alcanzada
la mayoría de edad, si esa persona volviera a cometer otro delito doloso o ultrain-
tencional, no pueda ser considerada primaria. En todos los casos los antecedentes
judiciales de adolescentes deben ser eliminados pasados dos años desde que hayan
cumplido la mayoría de edad o pasados dos años posteriores al cumplimiento de la
pena, cuando esta se extienda más allá de los 18 años de edad (artículo 222).

Por su parte, la ley 19.055 modificó los artículos 72 y 94 del cna agregando los artículos
76.16 y 116 bis, y ordenó al Poder Ejecutivo, en el término de 30 días a partir de la entrada en
vigencia de la ley, instalar una comisión especial con el cometido de redactar un proyecto
de ley que legisle en forma exclusiva el régimen de responsabilidad infraccional juvenil.5
Como consecuencia de estas reformas:

• Se modificó el listado de infracciones gravísimas a la ley penal incluyendo el homici-


dio intencional con agravantes especiales (artículos 311 y 312 del Código Penal) en lu-
gar del homicidio (artículo 310 del Código Penal), así como a la complicidad o tentati-
va de las infracciones de homicidio intencional con agravantes especiales, violación,
rapiña y secuestro. En la redacción anterior se incluía únicamente la complicidad y
la tentativa de homicidio, privación de libertad agravada y secuestro (artículo 72).
• Se estableció la posibilidad de que, de conformidad entre las partes, al finalizar la
audiencia preliminar se pueda efectuar, en sustitución de la sentencia interlocuto-
ria que da inicio al procedimiento, el dictado de sentencia definitiva, previo trasla-
do, en la propia audiencia y por su orden, al Ministerio Público y a la Defensa, a fin
de que efectúen sus alegaciones. Se dispuso que en tal caso los informes técnicos se
realizarán paralelamente al proceso de la audiencia por el equipo técnico que deter-
mine la sede. La eventual ausencia de estos informes no obstará a que el juez dicte
sentencia definitiva (artículo 76.16).
• Se creó un régimen especial aplicable en los casos en que el presunto autor sea mayor
de 15 y menor de 18 años de edad, y el proceso refiera a las infracciones gravísimas
previstas en los numerales 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 9 del artículo 72 del cna.6 En esos casos se

5. La Comisión referida termina dando lugar a la elaboración de un proyecto de “Código de Responsabilidad In-
fraccional Adolescente”, remitido por el Poder Ejecutivo al Poder Legislativo el 19 de julio de 2013. Este proyecto
recepciona algunos principios básicos de la justicia penal juvenil, y establece un proceso acusatorio en el que
los fiscales pasan a tener un papel primordial en el establecimiento de la política criminal y en el que las vícti-
mas, así como la mediación víctima-ofensor, encuentran un espacio específico en los procesos. Pero parece
que es un proyecto que no tiene en cuenta algunas características principales de la aplicación de la normativa
penal juvenil según los estándares del derecho internacional de los derechos humanos. Los principios de mí-
nima intervención o lesividad, de desjudicialización, así como el de oportunidad reglada, que se encuentran
orientados a dejar fuera del sistema penal algunas conductas, no tendrían una aplicación adecuada, cuando el
proyecto no deja nada sin criminalizar: ni las faltas, ni las tentativas de delitos menores sin violencia, como el
delito de hurto. El proyecto, además, limita la discrecionalidad del sistema únicamente a favor de la utilización
del encierro. Lo peor es que eleva el máximo de privación de libertad de la justicia juvenil a 10 años.
6. Homicidio intencional con agravantes especiales (artículos 311 y 312 del Código Penal), lesiones gravísimas
(artículo 318 del Código Penal), violación (artículo 272 del Código Penal), rapiña (artículo 344 del Código Pe-
nal), privación de libertad agravada (artículo 282 del Código Penal), secuestro (artículo 346 del Código Penal),
y cualquier otra acción u omisión que el Código Penal o las leyes especiales castiguen con una pena cuyo límite
mínimo sea igual o superior a seis años de penitenciaría o cuyo límite máximo sea igual o superior a doce años
de penitenciaría.

14
II. Implementación, endurecimiento y regresividad

deberá disponer, a solicitud expresa del Ministerio Público, la privación cautelar de


libertad preceptiva hasta el dictado de la sentencia definitiva; las medidas privativas
de libertad tendrán una duración no inferior a los 12 meses, y el infractor, una vez
ejecutoriada la sentencia, podrá solicitar la libertad anticipada, siempre y cuando
haya cumplido efectivamente el mínimo de privación de libertad referido y, a su vez,
haya superado la mitad de la pena impuesta. Las infracciones sujetas a este régimen
especial, además, provocarán la elevación preceptiva de las actuaciones al juzgado
penal de turno a efectos de que este convoque a los representantes legales del adoles-
cente para determinar su eventual responsabilidad en los hechos (artículo 116 bis).
• Se dispuso que, en los casos en que sea aplicable el mencionado régimen especial,
no corresponde decretar el cese de la medida cuando resulte acreditado en autos
que esta ha cumplido su finalidad socioeducativa.

Si bien no constituye una modificación de la normativa vigente, es importante men-


cionar como parte de este proceso el documento “Estrategias por la vida y la convivencia”,
elaborado por el gobierno a mediados del 2012, con el que se procuró “recuperar la noción
de convivencia, articular una mirada territorial y habilitar líneas de acción conjunta con
programas sociales focalizados”. Este documento, que reivindica la necesidad de hacer una
síntesis “entre las políticas sociales y las políticas de seguridad, operó como una estrategia
ambigua en la cual ni las prácticas policiales ni las iniciativas punitivas fueron revisadas.
Por el contrario, la convivencia ofició de cobertura para el despliegue de una ley de faltas, el
aumento de penas para los adolescentes infractores, el hostigamiento policial y la expansión
de cámaras de videovigilancia como resultado de las políticas de prevención situacional”.7

Consideraciones finales

La segunda etapa en la evolución normativa reciente del sistema de justicia penal juvenil
en Uruguay, además de endurecer el sistema, ha traído consigo una clara disminución de
las garantías y se encuentra orientada principalmente a los siguientes objetivos:

• La criminalización de nuevas conductas. Es el caso de la inclusión en la ley 18.777,


entre las conductas castigadas por la justicia penal juvenil, de la tentativa y la com-
plicidad en el delito de hurto.
• El aumento de los plazos máximos de utilización de la privación cautelar de liber-
tad. La ley 18.777 amplió el plazo máximo de duración de las medidas cautelares
privativas de libertad para los casos de infracciones gravísimas y la ley 19.055 creó
un régimen especial con preceptividad de la privación cautelar de libertad y lapsos
mínimos de 12 meses.
• El desconocimiento del principio de especialidad de la justicia penal juvenil. Ello es
un efecto directo de la ley 18.778, que refiere a un Registro Nacional de Anteceden-
tes Judiciales de Adolescentes en Conflicto con la Ley Penal y a la posibilidad de que
en ciertas situaciones dichos antecedentes sean conservados luego de la mayoría
de edad, para que en caso de un nuevo delito doloso la persona no sea considerada
primaria.
• La limitación de la discrecionalidad judicial a favor del aumento de las penas. Es
una consecuencia ineludible de la ley 19.055, que estableció un régimen especial

7. Rafael Paternain, “Políticas de seguridad en el Uruguay: desafíos para los gobiernos de izquierda”. Cuestiones de
Sociología, n.o 10, Montevideo, 2014.

15
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

aplicable cuando el presunto autor sea mayor de 15 y menor de 18 años de edad


y el proceso refiera a las infracciones gravísimas de homicidio intencional con
agravantes especiales, lesiones gravísimas, violación, rapiña, privación de liber-
tad agravada, secuestro, y cualquier otra acción u omisión que se castigue con una
pena cuyo límite mínimo sea igual o superior a seis años de penitenciaría o cuyo
límite máximo sea igual o superior a doce años de penitenciaría. En todos esos ca-
sos la autoridad judicial interviniente debe utilizar necesariamente la privación de
libertad y por un período que no puede ser menor a los 12 meses.
• La desvalorización de las garantías procesales y del proceso. Es el caso de la po-
sibilidad de proceso abreviado que establece la ley 19.055, conforme a la cual al
finalizar la audiencia preliminar se pueda efectuar, en sustitución de la sentencia
interlocutoria que da inicio al procedimiento, el dictado de sentencia definitiva.
Esto implica en la práctica juzgar a un adolescente en 48 horas desde la detención,
con base principalmente en prueba obtenida por las autoridades policiales y sin un
plazo razonable para articular en forma adecuada la defensa.
• La desvalorización de lo socioeducativo y del trabajo de los equipos técnicos. Esto
se ha logrado con la disposición de la ley 18.777 referida a que la inexistencia de in-
formes técnicos no impide el dictado de sentencias, así como con lo que establece
la ley 19.055 respecto a que en los casos previstos en el régimen especial no corres-
ponde decretar el cese de la medida, aun cuando resulte acreditado que la pena ha
cumplido su finalidad socioeducativa. La desvalorización de los equipos técnicos
también queda clara cuando, en el marco del proceso abreviado, se plantea que los
informes técnicos se realizarán paralelamente al proceso de la audiencia —es decir,
en el lapso de unas pocas horas— y que la eventual ausencia de estos informes no
obstará a que el juez dicte sentencia definitiva.
• Limitación de la posibilidad de que los adolescentes puedan recobrar su libertad
o acceder un régimen sancionatorio no privativo de libertad. La ley 19.055, en el
marco del régimen especial que consagra, establece que una vez ejecutoriada la
sentencia el adolescente podrá solicitar la libertad anticipada, siempre y cuando
haya cumplido efectivamente el mínimo de privación de libertad de doce meses y,
a su vez, la mitad de la pena impuesta.
• Violación del principio de intrascendencia o de personalidad de la pena. Conforme
a este principio, la pena no debe recaer en nadie más que la persona responsable,
y los demás, especialmente su familia, no tienen que sufrir ni toda la sanción ni
parte de ella. El principio resulta claramente atacado por la ley 19.055, que estable-
ce la elevación preceptiva de las actuaciones al juzgado penal de turno a efectos de
que este convoque a los representantes legales del adolescente para determinar su
eventual responsabilidad en los hechos.

Es evidente que a partir de mediados del 2011 se ha precipitado una serie de reformas
normativas que dan cuenta de una nueva etapa, en la que se han abandonado algunos pos-
tulados que en el 2004 dieron lugar a la aprobación del Código de la Niñez y la Adolescencia.
No es posible seguir sosteniendo la existencia de una orientación minimalista en la
legislación vigente. En aquel momento algunos autores habían expresado que el cna ins-
tauraba un derecho penal mínimo, de acto, que reducía la intervención punitiva en con-
sonancia con la cdn.8 Es claro que todo eso ha quedado en el pasado en pocos años.

8. Cf. Ricardo Pérez Manrique, “Uruguay: Reflexiones sobre el Código de la Niñez y la Adolescencia. Ley n.o 17.283”,
Justicia y Derechos del Niño, n.o 6, Santiago de Chile: unicef, 2004, pp. 269 y ss.; Jacinta Balbela, “Código de la
Niñez y la Adolescencia”, Texto y Contexto n.o 35, Montevideo: fcu, 2004, p. 25.; Jacinta Balbela y Ricardo Pérez
Manrique, Código de la Niñez y la Adolescencia. Anotado y comentado. Ley n.o 17.823, Montevideo: B de F, 2005.

16
III. Los delitos y sus circunstancias
En el régimen vigente son aplicables a los adolescentes las previsiones normativas del
Código Penal de adultos en lo que refiere a la descripción de las conductas castigadas. En
este sentido, las infracciones de la justicia penal juvenil no son otra cosa que los delitos
previstos en el Código Penal cuando son cometidos por adolescentes.
No obstante, hasta la aprobación de la ley 18.777, en 2011, el cna preveía algunos lí-
mites a la intervención punitiva sobre los adolescentes, descriminalizando algunas con-
ductas, como es el caso de la tentativa y la complicidad en las infracciones que eran con-
sideradas por el propio Código como graves.9 Pero, como se ha expresado en el capítulo
anterior, esto ha sufrido modificaciones con la ley mencionada, que incluyó la tentativa
y la complicidad en el delito de hurto —infracción considerada grave por el cna— entre las
conductas castigadas por la justicia penal juvenil.10
En adelante se analizarán las infracciones cometidas por los adolescentes a partir de
la aprobación del cna, tomando en cuenta la calificación de las conductas que efectúa
la autoridad judicial en la sentencia interlocutoria de inicio del procedimiento, una vez
finalizada la audiencia preliminar.11
Tal como surge del gráfico 1, es posible identificar en Montevideo tres grandes carac-
terísticas de la evolución de las modalidades delictivas. En primer lugar, ha existido una
clara concentración de los delitos contra la propiedad, para todos los años, en su gran
mayoría en hurtos y rapiñas, mientras que los delitos contra la persona son claramente
minoritarios.
En segundo lugar, hasta el año 2010 inclusive se observa una disminución del delito
de hurto a la vez que un aumento de la rapiña. La diferencia entre ambos delitos contra la
propiedad es que en el primero no media violencia contra las personas, mientras que en
el caso de la rapiña ello ocurre con mayor o menor gravedad.
En tercer lugar, es posible observar a partir del 2011 una modificación muy importante
de la distribución de los hurtos y las rapiñas, que implica prácticamente volver a la situa-
ción registrada en el 2005.

Gráfico 1. Distribución de los delitos por año. Montevideo, 2005-2013, en


porcentajes

9. Es relevante mencionar que en el cna las infracciones son calificadas como graves y gravísimas. Por ello, al
contrario de lo que podría sugerir el sentido común, las infracciones graves son precisamente menos graves.
10. Sobre este aspecto pueden consultarse los informes anteriores del Observatorio, entre ellos: Agustina López y
Javier Palummo, Delincuencia juvenil en la ciudad de Montevideo, Montevideo: Observatorio del Sistema Judicial y
Fundación Justicia y Derecho, 2013, p. 31.
11. Véase al respecto el capítulo v del presente informe.

17
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

Cuadro 1. Distribución de los delitos por año. Montevideo, 2005-2013, en


porcentajes

2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013


Hurto 32 16 20 20 13 10 22 31 27
Rapiña 49 69 59 63 75 76 60 49 48
Lesiones 3 5 8 4 6 3 5 2 5
Violación 1 2 0 1 0 0 1 1 1
Receptación 0 0 1 1 0 2 4 3 5
Ley de Estupe-
1 0 5 3 2 1 2 5 3
facientes
Homicidio 4 3 2 4 1 4 4 4 1
Otras 10 5 5 4 2 1 2 5 10

El sistema penal juvenil siempre ha sancionado las infracciones contra la propiedad


en forma más que preponderante, pero las variaciones en la distribución entre los hurtos
y las rapiñas ha llevado a afirmar que se han modificado las modalidades delictivas, espe-
cialmente en Montevideo y en la región metropolitana.12
En efecto, hasta el año 2010 el aumento de las rapiñas parecía ser una característica
estable del sistema, algo predecible. No obstante, según la información relevada en los
últimos años, corresponde revisar el análisis efectuado en los informes anteriores.13
En los departamentos del interior del país analizados también puede observarse la
importancia que tienen las infracciones contra la propiedad, pero es posible identificar
importantes diferencias respecto a Montevideo.
La diferencia más importante radica en que en los tres departamentos analizados se
invierte la relación entre los hurtos y las rapiñas observada en Montevideo. En todos los
casos el hurto aparece como la infracción más relevante. No obstante, existen algunas
diferencias entre los departamentos. En su orden, los departamentos en los que las ra-
piñas han alcanzado porcentajes más altos del total de las infracciones del período son
Maldonado (donde llegaron al 27,9 % en 2007), Paysandú (19,2 % en 2011) y Salto (15,8 % en
2013). La diferencia señalada es muy relevante, sobre todo porque deja claro que la justicia
penal juvenil en el interior del país aborda situaciones menos violentas, lo que, como se
verá, tiene un correlato en la privación de libertad.

12. Sobre este aspecto puede consultarse Agustina López y Javier Palummo, Delincuencia juvenil…, o. cit.
13. A los efectos del presente informe, la rapiña es considerada principalmente un delito contra la propiedad. Aun-
que es evidente que se trata de un delito que contiene la afectación de otros bienes jurídicos distintos a la
propiedad, la lesión a los otros bienes tutelados no es la principal.

18
III. Los delitos y sus circunstancias

Cuadro 2. Distribución de los delitos por año. Maldonado, Paysandú y Salto,


2005, 2007, 2009, 2011 y 2013, en porcentajes

Maldonado
2005 2007 2009 2011 2013
Hurto 56,8 52,5 57,9 52,9 67,1
Rapiña 15,9 27,9 26,3 9,8 10
Lesiones 11,4 4,9 2,6 5,9 4,3
Violación 2,3 0, 0 2,6 0 0
Copamiento 0,0 0, 0 2,6 0 0
Receptación 0,0 8,2 2,6 15,7 10
Tentativa de hurto 0, 0 0, 0 0, 0 3,9 0
Ley de Estupefacientes 0, 0 1,6 2,6 2 2,9
Homicidio 2,3 0, 0 0, 0 0 0
Otras 11,4 4,9 2,6 9,8 5,7

Paysandú
2005 2007 2009 2011 2013
Hurto 73,3 62,5 57,6 44,6 68,6
Rapiña 6,7 8,3 18,2 19,2 5,7
Lesiones 6,7 12,5 0 7,7 0
Violación 3,3 0 0 0 0
Copamiento 3,3 0 0 0 0
Receptación 3,3 8,3 3 3,8 2,9
Tentativa de hurto 0 0 0 3,8 0
Ley de Estupefacientes 0 0 0 3,8 5,7
Homicidio 0 4,2 0 3,8 5,7
Otras 3,3 4,2 21,2 13,1 11,4

Salto
2005 2007 2009 2011 2013
Hurto 78,8 77,8 78,8 77,8 73,7
Rapiña 3 8,3 3 11,1 15,8
Lesiones 3 0 9,1 2,8 0
Violación 0 0 0 2,8 0
Copamiento 0 0 0 0 0
Receptación 0 8,3 0 2,8 5,2
Tentativa de hurto 0 0 3 2,8 0
Ley de Estupefacientes 0 0 3 0 0
Homicidio 0 2,8 0 0 0
Otras 15,2 2,8 3 0 5,2

19
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

Tentativa de hurto

Con la aprobación de la ley 18.777 pasaron a criminalizarse las tentativas y la complicidad


en el delito de hurto, para los que se estableció la aplicación de medidas socioeducativas
no privativas de libertad. En los siguientes párrafos se analizan los casos de tentativa de
hurto que han sido relevados.
La primera observación es que el número de casos es bajo. En los cuatro departamentos
analizados encontramos únicamente 24 expedientes iniciados por este tipo de infracción,
de los cuales 20 corresponden a Montevideo, dos a Maldonado, uno a Paysandú y uno a
Salto.
En Montevideo, en dos de los casos referidos se adoptaron medidas cautelares priva-
tivas de libertad —un arresto domiciliario y una internación provisoria—; en cambio,
no se adoptaron medidas socioeducativas privativas de libertad en las respectivas sen-
tencias.
En Maldonado, en los dos casos referidos se dispusieron medidas cautelares de inter-
nación provisoria, que duraron entre 41 y 50 días. En uno de los casos finalmente se clau-
suró el proceso y en el otro se computó la medida cautelar como pena. En Salto, la medida
cautelar derivó al adolescente a un programa de medidas privativas de libertad de más de
50 días de duración, que posteriormente fue computada como medida socioeducativa. En
Paysandú hubo prescindencia de la acción penal.
Es evidente que la importancia de las tentativas de hurto ha sido muy relativa, pese
a las consideraciones que han efectuado tanto operadores del sistema de administración
de justicia como legisladores. También es claro que las respuestas a los casos de tentativa
de hurto abordados fueron disímiles, lo que da cuenta de la inexistencia de criterios ob-
jetivos de aplicación de la normativa. Además, en algunos casos se trata de criterios que
podrían contradecir lo preceptuado por la ley vigente respecto al uso de la privación de
libertad.14

Recuperación de lo sustraído

Una característica específica de las infracciones contra la propiedad relevadas en Monte-


video es la existencia de importantes porcentajes de recuperación de lo sustraído.
En los tres años posteriores a la aprobación del cna, los casos en que lo sustraído se
recuperaba apenas alcanzaban la mitad, pero en los siguientes períodos la proporción se
incrementó. Cuando se compara el primer período con el último, la diferencia es de más
de veinte puntos porcentuales.
En definitiva, aunque las infracciones contra la propiedad han sido siempre mayorita-
rias, la efectividad de los adolescentes al vulnerar el bien jurídico propiedad ha sido cada
vez menor. Este aspecto del funcionamiento del sistema, así como la criminalización de
la tentativa de hurto, aparece como especialmente criticable desde la perspectiva de la
cdn y el principio de lesividad.15

14. Véase al respecto capítulo vi del presente informe.


15. El principio de lesividad es expuesto por Ferrajoli con el aforismo nulla poena, nullum crimen, nulla lex poenali sine
iniuria. Implica que la protección de derechos de terceros constituye el límite racionalizador del ejercicio de la
potestad penal (Luigi Ferrajoli, Derecho y razón, Madrid: Trotta, 1995, p. 464).

20
III. Los delitos y sus circunstancias

Gráfico 2. Hay recuperación de lo sustraído. Montevideo, 2005-2013, en


porcentajes
80
72,1
70
60 56,9
51,7
50
40
30
20
10
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013

Autoría de las infracciones

Es preciso hacer referencia al régimen de la participación criminal en el cna para intro-


ducir nuestros datos acerca de la autoría de la infracción. El artículo 70 del cna define
al adolescente infractor como aquel que es declarado responsable por sentencia ejecuto-
riada, dictada por juez competente, como autor, coautor o cómplice de acciones u omisiones
descritas como infracciones en la ley penal.
En cuanto a la autoría, se presentan situaciones diversas. En el informe anterior16 los
datos recolectados apuntaban a un aumento de las infracciones en grupo en Montevideo,
pero para el último período se observa que esa modalidad ha disminuido.
Existen similitudes claras entre el primer período analizado y el último; nuevamente
el período 2008-2010 aparece como irregular.

Gráfico 3. Autoría de las infracciones. Montevideo, 2005-2013, en porcentajes

50 Individual Con otra persona En grupo

41 42

40 35,4 35,1
31,7 31,2
29,4
30 27,3 26,8

20

10

0
2005-2007 2008-2010 2011-2013

16. Cf. Agustina López y Javier Palummo, Delincuencia juvenil…, o. cit.

21
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

Gráfico 4. Autoría de las infracciones. Maldonado, Paysandú y Salto, 2005, 2007,


2009, 2011 y 2013, datos agregados, en porcentajes

En los departamentos del interior se observa que tanto en Maldonado como en Salto el
porcentaje más relevante corresponde a las infracciones cometidas por los adolescentes
acompañados por otra persona (44,8 % y 45,1 % de los casos respectivamente). Paysandú
muestra una particularidad que lo diferencia tanto de Montevideo como de los restantes
departamentos analizados: el porcentaje más relevante corresponde a infracciones come-
tidas en forma individual.

Los lugares donde se cometen las infracciones

Gráfico 5. Lugar de la infracción. Montevideo, 2005-2013, en porcentajes

80
Mismo barrio Distinto barrio
70
72,2
60 66,2
59,9
50
40,1
40 33,8
27,8
30

20

10
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013

22
III. Los delitos y sus circunstancias

Gráfico 6. Lugar donde fue cometida la infracción. Montevideo, 2005-2013, en


porcentajes
80

70 2005-2007
60,2
60
56,4 2008-2010
52,8
50 2011-2013

40

30 24,823,6

20 14,2 13,6
9,5 10,3 10,3
10 4,5 6,7 6,9
1,7 1,9 0,9 1,1
0,6
0
Vía pública Vivienda Locales Instituciones Medios Otros
comerciales públicas de transporte
públicos

Gráfico 7. Lugar donde fue cometida la infracción. Maldonado, Paysandú y Salto,


2005, 2007, 2009, 2011 y 2013, datos agregados, en porcentajes

En Montevideo, con el correr de los años, cada vez en mayor proporción los adolescentes
cometen las infracciones en barrios distintos a aquellos donde residen.
Además, la mayoría de las infracciones en Montevideo se llevan a cabo en la vía pública,
aunque la proporción disminuyó en el segundo período analizado. En los últimos períodos,
con variantes, se observan porcentajes importantes de infracciones en locales comerciales.
En los departamentos del interior analizados, al igual que en Montevideo, los mayores
porcentajes corresponden a infracciones en la vía pública. La principal diferencia reside
en los porcentajes relativamente bajos de las infracciones cometidas en locales comercia-
les y medios de transporte públicos.

23
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

Rapiñas en Montevideo: variaciones y alarmas

En Montevideo las rapiñas siempre han sido la infracción más usual abordada por el sis-
tema penal juvenil. No obstante, los años relevados muestran importantes variaciones.
Por ejemplo, mientras que en 2012 y 2013 eran el 49 % y el 48 % de las infracciones respecti-
vamente, en 2009 y 2010 alcanzaban al 75 % y 76 %.
Las lecturas de esta notable variación ocurrida entre 2008 y 2011 han sido múltiples.
En primera instancia se ha planteado que hubo un aumento de la cantidad de adolescen-
tes que cometen este tipo de infracciones, pero también se ha argumentado que aumentó
la violencia en la delincuencia juvenil.
Este último argumento es el que ha generado mayor reflexión en los analistas de la
región. Así, se ha hablado de la consolidación en algunas ciudades de una “nueva de-
lincuencia”: ladrones muy jóvenes, producto de la crisis económica y social y de la des-
estructuración familiar, que son incapaces de dosificar la violencia porque no adscriben
a los códigos de comportamiento de los ladrones profesionales de antaño.17 Este tipo de
explicación también ha estado muy presente en el discurso de algunas autoridades y ope-
radores judiciales, pero, como sostuvimos en el informe anterior, existe otro factor expli-
cativo de lo ocurrido: las fugas.
Los datos relevados para la realización del presente informe permiten reafirmar esta
hipótesis. De acuerdo con las autoridades, en el 2009 se habían producido 1072 fugas y en
el 2010 hubo 772;18 es decir que en los dos años referidos se informó de más de 1800 fugas.
Estas cifras son parecidas a las publicadas por el inau en el 2014, según las cuales hubo
1187 fugas en el 2009, 767 en el 2010, 250 en el 2011, 35 en el 2012 y 25 en el 2013.19
El impacto a escala de esta anomalía del sistema de ejecución de las medidas y san-
ciones privativas de libertad es evidente. Más allá de implicar un incumplimiento de las
medidas, el impacto de las fugas en el sistema es múltiple, y uno de sus efectos ha sido el
aumento de la actividad de las agencias del sistema y el aumento de la modalidad delicti-
va más usual en Montevideo, al menos desde la aprobación del cna: la rapiña.
En nuestro informe anterior habíamos formulado una hipótesis para la interpretación
de la información: que los adolescentes responsables de buena parte de los delitos —y es-
pecialmente de las rapiñas— que se habían cometido en Montevideo no eran tantos, y
que algunos eran especialmente activos o prolíficos, ante la incapacidad de las institucio-
nes de evitar las fugas y asegurar el cumplimiento de las medidas y sanciones judiciales.
Esta afirmación ya no puede ser considerada tan provisional a la luz de la relación se-
ñalada entre las rapiñas y las fugas.20 Una vez controladas las fugas, los porcentajes que
corresponden a las rapiñas han vuelto a cifras similares a las registradas en los primeros
años de aplicación del cna. La alarma, lejos de haber sido creada por los adolescentes, ha
sido responsabilidad de los adultos y sus instituciones.

17. Gabriel Kessler, “Las transformaciones en el delito juvenil en Argentina y su interpelación a las políticas públi-
cas”, en Barbara Potthast, Juliana Ströbele-Gregor y Dörte Wollrad (eds.), Ciudadanía vivida, (in)seguridades e in-
terculturalidad, Buenos Aires: fes, Adlaf y Nueva Sociedad, 2008.
18. Cifras comunicadas a las autoridades y publicadas el 7 de agosto de 2011 en El País, Montevideo, p. A12; El Ob-
servador, Montevideo, p. 6; La República, Montevideo, p. 7; y el 11 de agosto de 2011 en El Observador, pp. 8 y 9, y La
República, pp. 4 y 5, entre otras oportunidades.De acuerdo con las autoridades, esas mismas cifras de los años
referidos han disminuido luego en forma inexplicable. Así, más recientemente han expresado que las fugas
fueron 695 en el 2009 y 440 en el 2010 (El País, 24 de julio de 2012, p. A7).
19. inau, Comunicado a la población, s/f, disponible en: ‹http://www.inau.gub.uy/index.php/sala-de-prensa/no-
ticias/item/download/894_50b744b0518ab3957f5abfc56a53cd5f›.
20. Cf. Agustina López y Javier Palummo, Delincuencia juvenil…, o. cit.

24
IV. Violencia, drogas y armas
Introducción

Para quienes defienden el endurecimiento del sistema de justicia penal juvenil y propo-
nen las reformas normativas más regresivas, el problema del delito tiene una relación
directa con las condiciones individuales de los adolescentes y no con las condiciones so-
ciales en las que se producen tanto el aumento de la sensación de inseguridad como de las
intervenciones sobre conductas delictivas. Desde ese punto de vista, estos jóvenes actúan
de una forma inmoral pero racional; si bien desarrollan su actividad delictiva midiendo
costos y beneficios, lo hacen con un completo desprecio por la vida humana y los valores
sociales, y son cada vez más, cada vez más jóvenes y cada vez más violentos. Aunque estos
razonamientos suelen presentarse para justificar la adecuación de la represión del delito
a estos nuevos tiempos, las soluciones que proponen no tienen nada de novedoso y se vin-
culan estrechamente a las teorías de la defensa social desarrolladas casi dos siglos antes.21
Este capítulo se ocupa del uso de drogas y armas entre los adolescentes capturados por
el sistema penal juvenil, aspectos que generalmente son vinculados a la existencia de un
aumento de la violencia. También hará referencia específica a las víctimas de los delitos.

Drogas

Los discursos en torno a la delincuencia juvenil y los problemas de seguridad ciudadana


se encuentran poblados de referencias al consumo problemático de sustancias psicoac-
tivas. El vínculo entre el delito y el uso de drogas ha suscitado tradicionalmente el inte-
rés de las ciencias sociales, especialmente entre quienes se posicionan en el paradigma
causal explicativo.22 También es usual encontrar documentos de diversas agencias de las
Naciones Unidas que refieren a la existencia de un vínculo entre el uso de drogas, el delito
y el desarrollo de conductas violentas.23
El presente capítulo analizará la información sobre la temática que surge de los expe-
dientes judiciales que han sido relevados desde que se ha comenzado a aplicar el cna. No
podría pretenderse llegar a ninguna afirmación que explique la relación entre un fenóme-
no y otro. Es claro que solo una porción de las conductas infraccionales es capturada por el
sistema penal juvenil, el que además no es neutro en su accionar, sino altamente selectivo.
Los adolescentes intervenidos tienen múltiples problemáticas vinculadas a la vul-
neración de sus derechos. El consumo problemático de drogas es solo una forma de

21. Se hace referencia al concepto de defensa social desarrollado por la escuela criminológica positivista, de gran
importancia a fines del siglo xix y en las primeras décadas del siglo xx. En Uruguay, tanto el Código Penal como
el Código del Niño de 1934 constituyen cuerpos normativos enmarcados en dichas teorías criminológicas.
22. Es muy recomendable por lo documentado y la calidad del análisis desarrollado la lectura de: Clara Musto,
Nicolás Trajtenberg y Ana Vigna, “Consideraciones teóricas y metodológicas sobre el vínculo entre el consumo
de drogas y delito”, en Alberto Riella (coord.), El Uruguay desde la sociología, Montevideo: UdelaR, Facultad de
Ciencias Sociales, 2012, pp. 71 y ss. Los autores expresan: “Si bien existe una correlación relativamente robusta
entre ambos fenómenos, ¿dicha asociación es indicador de la existencia de una relación causal? Y en caso de
serlo, ¿cuál es el papel lógico que ocupan las múltiples variables en juego?, ¿cuál es el sentido de la relación?,
¿qué mecanismos explicativos conectan a ambos fenómenos?, o inclusive ¿cuál es la manera adecuada de es-
tudiar este tipo de vínculos?”.
23. Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (onudd), La relación droga y delito en adolescentes
infractores de la ley. La experiencia de Bolivia, Chile, Colombia, Perú y Uruguay, Viena: onudd, 2010, disponible en
‹https://www.unodc.org/documents/peruandecuador/Publicaciones/La_Relacion_Droga.pdf›.

25
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

vulneración, que es analizada específicamente por su presencia en los discursos sobre la


temática de la delincuencia juvenil, así como por su impacto en el funcionamiento del
sistema.
Desde una perspectiva adecuada a un enfoque de derechos, las principales acciones
en esos casos deberían dirigirse a identificar servicios de salud para afrontar el proble-
ma. Es importante reafirmar que, en términos generales, los adolescentes que enfrentan
problemas educativos, sociales, económicos o de salud deben ser atendidos mediante la
prestación de servicios sociales, médicos o de protección de la niñez, pero no a través del
sistema de justicia penal juvenil y menos aún mediante la privación de libertad.

Gráfico 8. En los expedientes se menciona dependencia de drogas. Montevideo,


2005-2013, en porcentajes

80 Sí No 74
71
70
59
60

50
41
40
29
30
26

20

10

0
2005-2007 2008-2010 2011-2013

La evidencia da cuenta de que en Montevideo, en el último período analizado, en prác-


ticamente uno de cada cuatro casos los expedientes aluden a la dependencia de drogas. A
su vez, como se muestra en el gráfico 8, esta proporción ha ido disminuyendo con el correr
de los años.
Ello no permite afirmar que disminuya la relación entre el uso de drogas y el delito. El
relevamiento indica que la dependencia del adolescente de drogas legales e ilegales cada
vez se menciona en un menor porcentaje de expedientes. Son los operadores que intervie-
nen en los expedientes —policiales, judiciales y técnicos— quienes consideran pertinente
o no incluir este tipo de información. Es posible que su criterio haya ido variando con el
tiempo.

26
IV. Violencia, drogas y armas

Gráfico 9. Tipo de droga mencionada en los expedientes. Montevideo, 2005-


2013, en porcentajes
80
69,7 Marihuana Bazoco
70
Pasta base Alcohol
60
58,5
Pastillas Otras
50
39,4 39,4
40

30 25,3
18,9
20
13,6
9,3
10 6,6 5,3
0,8 1,6 2,5 1,7 3 3 1,5
0
0
2009-2010 2011-2012 2013

En cuanto al tipo de droga mencionada en los expedientes de Montevideo, hasta el


2012 predominan las referencias a la pasta base de cocaína; en segundo lugar se encuen-
tra la marihuana y luego las restantes drogas. Sin embargo, las referencias a la pasta base
han ido disminuyendo desde que se aprobó el cna. Parecería que los discursos vinculados
a las drogas y el delito en los últimos años se han ido modificando y eso se manifiesta en
los criterios de los operadores del sistema para dejar constancia o no de este tipo de infor-
mación en los expedientes.
En cambio, en los departamentos del interior analizados se observa el fenómeno in-
verso: cada vez es mayor el porcentaje de expedientes en que consta la dependencia del
adolescente a drogas legales o ilegales.

Gráfico 10. Casos en que se menciona dependencia de drogas. Maldonado,


Paysandú y Salto, 2005, 2007, 2009, 2011 y 2013, en porcentajes
60
Maldonado Paysandú Salto 55,3
52,5
50

38,9
40
33,3
31,6 31,4 31,4
30
24,3 25,5
23,1 23,3

20 17,5
14,7

10 5,4
2,7
0
2005 2007 2009 2011 2013

27
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

En Paysandú se verifica un aumento constante de las menciones a la dependencia de


drogas: 2,7 % de los expedientes en el 2005, 17,5 % en el 2007, 23,3 % en el 2009, 33,3 % en el
2011 y 38,9 % en el 2013. En Salto es claro el aumento de estas menciones en los dos últi-
mos años analizados, en los que el porcentaje supera el 50 % de los casos. En Maldonado
se registra una tendencia al aumento, pero con variaciones entre los diferentes períodos.
Parecería que, mientras que en las sedes judiciales de la capital cada vez se considera
menos relevante consignar el consumo problemático de drogas, en los departamentos del
interior analizados ello cada vez se considera más importante. No disponemos de infor-
mación secundaria que permita afirmar la existencia de una relación de los datos releva-
dos con un aumento efectivo del consumo problemático en el interior.
Hay diferencias entre los departamentos analizados en cuanto al tipo de drogas que
consta en los expedientes que refieren dependencia. La mención a la pasta base es impor-
tante, especialmente en Maldonado y Salto, y en ambos casos aumenta en los dos últimos
años analizados, 2011 y 2013.
Un aspecto llamativo es el elevado porcentaje de referencias a la cocaína en los expe-
dientes de Paysandú, que podría sugerir una confusión de los operadores entre esa droga
y la pasta base, también llamada pasta base de cocaína.

Gráfico 11. Tipo de droga mencionada. Maldonado, Paysandú y Salto, 2005, 2007,
2009, 2011 y 2013, datos agregados, en porcentajes

80 Maldonado Paysandú Salto


67,3
70
60,7
60

50
38,3
40 33,3
26,7
30 23,2 21,2
20
11,5
8,9 7,1
10
1,7 1,8 0 0 0
0
Pasta base Marihuana Alcohol Cocaína Otras

Armas

El fácil acceso de la población civil a las armas de fuego es preocupante en todo el mundo.
En el 2008 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo declaró que las armas de
fuego son una amenaza para la vida de las personas y la convivencia pacífica de cualquier
sociedad.
Uno de cada tres uruguayos posee un arma de fuego, cifra que coloca al país en el nivel

28
IV. Violencia, drogas y armas

de las sociedades en guerra civil.24 En marzo de 2006 Uruguay tenía inscriptas 592.923
armas. Este número incluye las armas de las fuerzas armadas y la policía, a las que corres-
pondería un 8,35 % del total. Las personas inscriptas como tenedoras de armas sumaban
385.008, de las cuales 1187 eran coleccionistas. Se estima, además, que hay altos índices
de registro, lo que se vería corroborado por el hecho de que el 51 % de las armas involucra-
das en hechos delictivos estaban inscriptas.25 Asimismo, “según encuesta realizada en el
mes de marzo del 2013 por la consultora Cifra para el semanario Búsqueda, un 14 % de los
hogares uruguayos cuenta con al menos un arma de fuego, y un 6 % que no cuenta con ella
tiene pensado comprar una”.26
Al respecto ha habido iniciativas legislativas y se han mencionado algunas ideas ten-
dientes al desarme de la población. La temática fue regulada por la ley 19.247, del 15 de
agosto de 2014, que ha representado un avance pero no constituye una respuesta lo sufi-
cientemente integral al fenómeno. Con todo, la norma constituye un avance en el control
del tráfico y la tenencia de armas de fuego por la población civil. Aún parecería necesario
priorizar el desarme, restringir la oferta y reducir la demanda a través de campañas de
educación y concientización.
Los datos para Montevideo son alarmantes. Como se ha expresado y se profundizará
más adelante, algo extraño pasó entre los años 2008 y 2010 en el sistema penal juvenil.
Las fugas, la alta circulación de un grupo de adolescentes infractores provocada por
esas fugas y las dificultades para desarrollar actividades socioeducativas dirigidas a rein-
sertar en la sociedad a dichos jóvenes fueron documentadas en múltiples informes: no
gubernamentales, de organismos internacionales y de la Institución Nacional de Dere-
chos Humanos y Defensoría del Pueblo. Junto con otras circunstancias, ello provocó que
durante esos años la justicia juvenil haya tenido un funcionamiento muy diferente al de
los años anteriores y posteriores.27

24. Rafael Paternain y Rafael Sanseviero, Violencia, inseguridad y miedos en el Uruguay: ¿qué tienen para decir las cien-
cias sociales? Montevideo: fesur, 2009.
25. Cf. Diego Fleitas. El problema de las armas de fuego en el Cono Sur, Buenos Aires: flacso, Documento de Trabajo 1,
2006.
26. Respecto a esta temática se recomienda consultar la información y los documentos disponibles en el sitio
‹http://ielsurdesarme.org›. Fecha de consulta: diciembre 2014
27. La privación de la libertad ha estado desde siempre dentro de la órbita del Instituto del Niño y Adolescente del
Uruguay (inau), pero la dependencia específicamente a cargo de la gestión del sistema cambió de nombre tres
veces. Entre 2008 y 2009 había pasado de ser el Instituto Nacional Técnico de Rehabilitación Juvenil (interj) a
denominarse Sistema de Ejecución de Medidas a Jóvenes Infractores (semeji). Este cambio de nombre no duró
demasiado, dado que el órgano encargado de la gestión de la privación de libertad se transformó en el actual
Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente (sirpa), el cual, de acuerdo con lo dispuesto en la ley 18.771, de
1.o de julio de 2011, volvería a cambiar para transformarse en el Instituto de Responsabilidad Penal Adolescente
(irpa), un nuevo servicio descentralizado independiente del inau.

29
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

Gráfico 12. Uso de armas en las infracciones. Montevideo, 2005-2013, en


porcentajes
80 Con armas
75,8
Sin armas 71,1
70 Armas de fuego

61,2
60 57,2 57,1
52,9 53,8 53,6
50
50
45 43,4
47,1 42,9
46,2 40
40 42,8 38,8
35,6
36,5
30 28,9
25,4 24,6
22,5 26,7
24,2 24,3
20
2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013

En Montevideo, para el total de los delitos, hasta el 2010 se observa una clara tenden-
cia al aumento del uso de armas, que ese año llegó a su punto máximo: 75,8 % de los casos.
Esto implica un aumento de casi 23 puntos porcentuales respecto al 2005. No obstante,
la diferencia entre el 2005 y el 2013 no llega a un punto porcentual. La categoría incluye,
además de las armas de fuego, las armas blancas y los simuladores de armas.
El gráfico 12 también muestra un aumento del uso de armas de fuego hasta el año
2009, cuando llegó al 45 % del total de los expedientes, para luego presentar una disminu-
ción. No obstante, el último registro indica el uso de armas de fuego en un 36,5 % de los
expedientes, un valor alto en comparación con los primeros años analizados.

Cuadro 3. Uso de armas en las infracciones. Maldonado, Paysandú y Salto, 2005,


2007, 2009, 2011 y 2013, datos agregados, en porcentajes

Maldonado Paysandú Salto


Con arma 14,2 17,1 10,3
Arma de fuego 4,7 2,4 0,6

Los departamentos del interior analizados también muestran una situación muy dife-
rente a la de Montevideo en cuanto al uso de armas en las infracciones, y en particular al
uso de armas de fuego, que tienen porcentajes muy bajos.
Junto con los bajos porcentajes de infracciones que implican alguna forma de violen-
cia, estos datos revelan diferencias sustanciales entre las situaciones abordadas en Mon-
tevideo y en el resto de los departamentos analizados.

30
IV. Violencia, drogas y armas

Las víctimas

La Declaración sobre los Principios Fundamentales de Justicia para las Víctimas de Delitos
y del Abuso de Poder, de las Naciones Unidas, define como víctimas de la violencia y el delito a
todas las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños —lesiones fí-
sicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de
los derechos fundamentales— como consecuencia de acciones u omisiones que violen la
legislación penal vigente, incluida la que proscribe el abuso de poder.28
En los expedientes analizados suele haber referencias muy claras a la existencia de
una víctima o de un damnificado.

Gráfico 13. Sexo de la víctima. Montevideo, 2005-2013, en porcentajes

60
59,3 Masculino
58,7 57,9
50 Femenino

40,7 41,6 42,1


40

30

20

10

0
2005-2007 2008-2010 2011-2013

Gráfico 14. Edad de las víctimas, por tramos. Montevideo, 2005-2013, en


porcentajes

60 0 a 12 30 a 59
55,9
13 a 29 Más de 60
50 48,7
45,1
41,8
40 37,7
35,8

30

20

10
10 8,5
5,9 4,6
3,6 2,4
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013
28. Naciones Unidas, Asamblea General, resolución 40/34, de 29 de noviembre de 1985. El cna refiere en varias
oportunidades a la situación de las víctimas de las infracciones, como es el caso del artículo 76, numerales 2,
5.2, 5.5.B y 10, y los artículos 80 y 82, entre otros.

31
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

En Montevideo se constata con cierta regularidad que las víctimas son mayoritaria-
mente del sexo masculino. En cuanto a sus edades, en los primeros períodos analizados el
porcentaje más elevado correspondía al tramo de 13 a 29 años, mientras que en el último
período se ubicó en el tramo siguiente, que incluye a las personas de 30 a 59 años.
En los párrafos siguientes se analiza la información relativa a las consecuencias de la
violencia respecto de las víctimas concretas identificadas en los expedientes judiciales
relevados en Montevideo. En especial se toma en cuenta la relación entre la existencia de
víctimas con lesiones y el uso de drogas y armas por los adolescentes infractores.

Gráfico 15. Lesiones y uso de drogas. Montevideo, 2009-2013, en porcentajes


29,3
30 Lesiones de la víctima
26,8
25,6 en casos en los que
25 se menciona dependencia

Lesiones de la víctima
20 en casos en los que no
15,8 se menciona dependencia
15 13,8
11,3
10

0
2009-2010 2011-2012 2013

Gráfico 16. Víctimas que presentaban lesión producida con arma o sin arma.
Montevideo, 2011-2013, en porcentajes

Los expedientes no permiten constatar una relación entre la mención a la dependen-


cia de drogas y el desarrollo de conductas especialmente violentas. Cuando se menciona
que el adolescente tiene consumo problemático, el porcentaje de casos en que la víctima
sufre alguna lesión causada por el infractor es mucho menor que cuando no se menciona
ese tipo de consumo. Los datos recolectados contradicen los discursos habituales en nues-

32
IV. Violencia, drogas y armas

tra sociedad en cuanto a que el consumo de drogas es un problema asociado al aumento


de los delitos violentos cometidos por adolescentes.
En cuanto a la vinculación entre el uso de armas y las lesiones de las víctimas, la infor-
mación relevada muestra una situación muy diferente a la que podría suponerse. Aunque
existe una relación positiva entre ambas variables, esa relación ha ido disminuyendo a
partir del 2011.
En el interior, debido en parte a la prevalencia de delitos como el hurto, que no im-
plican violencia contra las personas, la información sobre las víctimas y las lesiones que
hayan podido causarse en el marco de las infracciones son muy poco relevantes desde el
punto de vista estadístico. Por ejemplo, si tomamos el año 2013 es posible identificar 19
casos en los que las víctimas presentan lesiones, 10 en Maldonado, seis en Paysandú y
tres en Salto, lo que representa respectivamente el 9 %, el 10 % y el 7 % del total para cada
departamento.

33
V. La respuesta judicial
En este capítulo se abordará la respuesta de sistema judicial ante los adolescentes en con-
flicto con la ley penal. En los trabajos previos del osj se identificaron y analizaron una
serie de problemas en el diseño y el funcionamiento de la justicia penal juvenil, y se for-
mularon recomendaciones concretas a los efectos de ir superando dichas dificultades.29
En adelante se actualizará buena parte de esa información, pero no se examinarán en
profundidad los problemas mencionados.

Las actuaciones policiales

Antes de que el adolescente sea sometido al proceso previsto en el cna para determinar
su eventual responsabilidad en una infracción penal, suele darse la intervención de la
policía. Esta es la agencia encargada de comenzar el proceso de criminalización de los
adolescentes.
El artículo 76.1 del cna establece como criterio la excepcionalidad de la detención. No
obstante, la intervención policial suele implicar la detención previa al proceso, la que en
Montevideo y en todos los períodos analizados ha ocurrido en porcentajes muy importan-
tes: 95 % en 2005-2007, 91,5 % en 2008-2010 y 95 % en 2011-2013. En los departamentos del
interior analizados los porcentajes de detenciones suelen ser inferiores a los registrados
en Montevideo, pero también allí lo más usual es que las primeras actuaciones judiciales
se encuentren precedidas por detenciones de la policía. Los funcionarios policiales suelen
ser quienes toman el primer contacto con los adolescentes que luego serán sometidos a
los procesos penales.
Existen requisitos para que la restricción de la libertad ambulatoria de una persona sea
jurídicamente admisible. El primero es el principio de legalidad, conforme al cual nadie
puede ser detenido sino por las causas y circunstancias expresamente tipificadas en la
ley y con estricto cumplimiento de los procedimientos objetivamente definidos por ella.
Pero, además, el artículo 15 de la Constitución agrega dos requisitos fundamentales para
que una detención sea legítima: “Nadie puede ser preso sino infraganti delito o habiendo
semiplena prueba de él, por orden escrita de Juez competente”.
Esta disposición resulta similar a la del artículo 74.C del cna, que expresa que una
persona solo puede ser detenida en casos de infracciones flagrantes o cuando haya ele-
mentos de convicción suficientes sobre la comisión de una infracción; en este último
caso, mediante orden escrita del juez competente, comunicada por medios fehacientes.
Se establece además que la detención será una medida excepcional. Esta disposición re-
fuerza la garantía constitucional que exige que la comunicación de la orden escrita del
juez competente se efectúe por medios fehacientes.
En los casos en que no se respetan los requisitos que habilitan a efectuar una deten-
ción, sin importar el tiempo que esta dure, se debe considerar que se trata de una deten-
ción ilegal.30

29. Javier Palummo, Justicia penal juvenil…, o. cit., p. 93.


30. La tarea de calificar las detenciones en una u otra categoría a partir de los relatos contenidos en los expedien-
tes ha resultado siempre particularmente compleja, en especial debido a la ausencia de un relato único y a la
inexistencia de una calificación judicial de la detención. Para realizar esta calificación tomamos en considera-
ción únicamente los casos de flagrancia en sentido estricto, esto es, que el adolescente hubiera sido detenido
durante la comisión de la conducta que motivó el procedimiento.

34
V. La respuesta judicial

Gráfico 17. Motivo de la detención. Montevideo, 2005-2013, en porcentajes

80 Infraganti Por orden judicial Infundada S/d

70 73,3
70,6
66,8
60

50

40
28,6
30

20 15,6
11,9 9,8
7,3 6,5
10 5
2,5 2,1
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013

De acuerdo con la información relevada, los porcentajes de detenciones infundadas


siembre han sido altos.
En Montevideo, tomando en cuenta el último período analizado, se observa que en
el 66,8 % de los expedientes no surge que la detención haya sido infraganti o por orden
judicial. Pese a lo elevado de dicho porcentaje, es el más bajo registrado desde que co-
menzamos a hacer el seguimiento de la aplicación del cna. Al mismo tiempo, ese período
registra el porcentaje más alto de detenciones en situación de flagrancia.
También en los departamentos del interior analizados los porcentajes más relevantes
corresponden a las detenciones infundadas, más marcadamente en Maldonado y Salto.

Gráfico 18. Motivo de la detención. Maldonado, Paysandú y Salto, 2005, 2007,


2009, 2011 y 2013, datos agregados, en porcentajes

35
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

Las detenciones son generalmente efectuadas por funcionarios de dependencias poli-


ciales comunes, no especializadas, y suelen comunicarse a las autoridades judiciales por
intermedio del denominado memorándum o parte policial.
En cuanto a este tipo de comunicaciones, el artículo 76.1 del cna dispone que la au-
toridad policial debe poner los hechos en conocimiento del juez competente en forma
inmediata o, si eso no es posible, en un plazo máximo de dos horas después de practicada
la detención. En virtud de esta disposición, entendemos que en el parte policial debería
constar la hora exacta de la detención y de la comunicación al juez, lo que en la genera-
lidad de los casos no ocurre. Ello impide efectuar un control del cumplimiento de varios
de los plazos que establece el cna, como el de dos horas para comunicar la detención a la
autoridad judicial o el de 12 horas de permanencia en sede policial.
El parte policial debe contener lo indispensable para describir los hechos. Esto exclui-
ría la información sobre los antecedentes policiales, anotaciones o entradas de los adoles-
centes. Sin embargo, si bien desde el 2008 se registra en Montevideo una disminución de
este tipo de información en el parte policial, aún es algo que suele incluirse.
En los departamentos del interior analizados se observan diferentes prácticas insti-
tucionales. Por ejemplo, en el 2013 en Maldonado se registraron anotaciones policiales
previas en el 19 % de los expedientes relevados, lo que ocurrió en el 20 % de los casos en
Paysandú y en el 32 % en Salto.

Gráfico 19. Anotaciones policiales. Montevideo, 2007-2013, en porcentajes


35 33,2 33
30,7
30

25 23,2

20
16,4
15
15
10,6
10

0
2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013

Antecedentes judiciales

El artículo 116.2 del cna siempre contuvo una previsión específica sobre la existencia de
un régimen de antecedentes judiciales.31 En Montevideo era usual encontrar en los ex-
pedientes planillas preimpresas referidas a un Registro de las Sedes de Adolescentes de
1.o, 2.o, 3.o y 4.o turno, que relacionaban sede, ficha, infracción, medida, requisitoria,

31. En los siguientes párrafos se analiza la información relativa a los antecedentes judiciales en Montevideo, salvo
en lo que refiere a la utilización de la pena accesoria prevista en la ley 18.778.

36
V. La respuesta judicial

sentencia y archivo. En estas planillas se incluían como antecedentes no solo los casos en
que una sentencia declaró al adolescente responsable de un ilícito, sino todos aquellos en
los que se le inició un expediente.
En el 2011 el cna fue modificado en este aspecto por la ley 18.778, que dispuso que la Su-
prema Corte de Justicia debía crear y reglamentar un Registro Nacional de Antecedentes
Judiciales de Adolescentes en Conflicto con la Ley Penal con dos secciones: una primera
con los antecedentes de los delitos de violación, rapiña, copamiento, secuestro y homici-
dio doloso o ultraintencional, y una segunda sección con las demás infracciones. Como
excepción a la destrucción inmediata de los antecedentes judiciales y administrativos de
los niños o adolescentes que hayan estado en conflicto con la ley, se estableció la situación
de los adolescentes penados por los delitos de violación, rapiña, copamiento, secuestro o
por las diferentes variantes del homicidio intencional. En esos casos, al dictar sentencia,
el juez puede imponer como pena accesoria la conservación de los antecedentes, a los
efectos de que, una vez alcanzada la mayoría de edad, si la persona volviera a cometer otro
delito doloso o ultraintencional, no sea considerada primaria.
En todos los casos los antecedentes judiciales de adolescentes deben ser eliminados
dos años después de que estos hayan cumplido la mayoría de edad o dos años después de
haber cumplido la pena, si esta se hubiera extendido más allá de los 18 años de edad.32
En Montevideo, en el último período analizado, en el 60,7 % de los expedientes constan
informes de antecedentes judiciales. En los departamentos del interior analizados ello ocu-
rre en el 57,1 % en Maldonado, en el 20,4 % en Paysandú y en el 47,5 % en Salto en el año 2013.
Es importante recordar que la regla 21.2 de las Reglas de Beijing prescribe: “[…] los
registros de los menores delincuentes no se utilizarán en procesos de adultos relativos a
casos subsiguientes en los que esté implicado el mismo delincuente”.

Gráfico 20. Consta informe de antecedentes judiciales. Montevideo, 2005-2013,


en porcentajes
80 75

70
60,7
60
52,6
50

40

30

20

10

0
2005-2007 2008-2010 2011-2013

32. La Suprema Corte de Justicia ha reglamentado esta ley por resolución 678/11, del 21 de setiembre de 2011.

37
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

Conservación de los antecedentes como pena accesoria

Pese a las modificaciones introducidas en la legislación para los períodos 2012 y 2013 del
relevamiento en el caso Montevideo y en el año 2013 en los departamentos del interior,
en solo 10 casos se ha identificado la conservación de antecedentes como pena accesoria.
En Montevideo solo son dos expedientes. En el primero, del 2012, la pena accesoria se
dispuso para un caso de rapiña cometida con arma blanca en el que los adolescentes im-
plicados tenían antecedentes judiciales por rapiña. La medida socioeducativa dispuesta
fue de privación de libertad por seis meses. En este caso no hubo agravantes y no surge
que las víctimas hayan sufrido lesiones. En el segundo, del 2013, la pena accesoria fue im-
puesta a dos adolescentes que en el marco de una rapiña a un local comercial cometieron
un homicidio con arma de fuego. Aquí la pena fue de cinco años de privación de libertad.
En Maldonado se registra la mayor cantidad de expedientes en los que se aplica la pena
accesoria analizada. En el período estudiado se relevaron seis casos, correspondientes a
cinco hurtos y una rapiña. Para el de rapiña la medida socioeducativa fue de privación
de libertad por un año. A los cinco casos de hurto se les impusieron sanciones de libertad
asistida (2) u orientación y apoyo (3). La mayoría de las penas no superaron los seis meses
(4) y solo un caso tuvo una pena de ocho meses. En este departamento los criterios para
aplicar la pena accesoria de conservación de los antecedentes parecen claramente despro-
porcionados y difícilmente justificables en parámetros con fundamento normativo.
En Paysandú son dos los casos en que se impuso esta pena accesoria. Uno de ellos es
un homicidio en el cual se dispuso una medida de privación de libertad por dos años y
medio. El adolescente involucrado carecía de antecedentes judiciales, tenía 17 años y el
arma empleada fue una piña americana. El otro es un hurto cuyo autor, de 17 años, tenía
antecedentes por el mismo delito, y se le aplicó una medida de privación de libertad de
dos meses. Tampoco en este caso quedan claros los criterios utilizados para imponer estas
penas accesorias.
En Salto no se ha identificado ningún caso de aplicación de este tipo de penas.
Buena parte de los adolescentes que son abordados por la justicia penal juvenil han
tenido contactos previos con el sistema. Muchos de ellos forman parte de sectores sociales
estigmatizados y las intervenciones se han ido reiterando a lo largo de su vida.
En el debate reciente, el tema de los antecedentes cobró una gran importancia y dio
lugar a varias propuestas legislativas, pero no en el sentido de considerarlos desde la pers-
pectiva de la promoción de derechos o de la prevención del delito. El tema estuvo en la
discusión desde una perspectiva eminentemente represiva, y con la idea central de ero-
sionar el principio de especialidad de la justicia penal juvenil, como se vio en capítulos
anteriores. La información relevada revela la escasa significación práctica de la reforma
regresiva aprobada.

El inicio de las actuaciones judiciales

El primer momento en que intervienen las autoridades judiciales es cuando la autoridad


policial se comunica telefónicamente con el juez de turno y este determina si el caso va
a ingresar o no al segmento judicial.33 En definitiva, el juez competente, luego de recibir

33. En Montevideo se dieron varios cambios en los planos institucional y reglamentario. Por la acordada 7550, del
11 de mayo de 2005, se creó el Juzgado Letrado de Adolescentes de 4.o Turno, que quedó constituido a partir
del 20 de junio de 2005, con la misma jurisdicción y competencia de los restantes juzgados letrados de adoles-
centes. Posteriormente, la acordada 7565, del 13 de marzo de 2006 y vigente a partir del 1.o de abril de ese año,
dispuso que todas las resoluciones adoptadas en forma telefónica durante los turnos en las materias penal,
familia especializada, faltas, adolescentes y aduana en el departamento de Montevideo deben ser registradas

38
V. La respuesta judicial

dicha comunicación, toma la decisión de generar o no una instancia judicial específica


con relación a los hechos, aplicando de esta forma el principio de oportunidad en forma
muy discrecional.
La audiencia preliminar prevista en el cna es la que inicia la actuación del segmento
o agencia judicial. El artículo 76.2 del cna, al regular la audiencia preliminar, dispone
que en ella deben estar presentes, bajo pena de nulidad, el adolescente, su defensor y
el Ministerio Público.34 En cuanto al plazo para la realización de la audiencia prelimi-
nar, entendemos que en ningún caso puede exceder las 24 horas constitucionales cuando
hubo una detención. Si no la hubo, de acuerdo con la redacción de este artículo, puede
interpretarse que en el mismo plazo debe disponerse la realización de esta audiencia.
En prácticamente todos los expedientes relevados es posible verificar la realización de
audiencias preliminares. Como se ha expresado en informes anteriores, en la genera-
lidad de esos casos se observa la presencia de los adolescentes, los jueces, defensores y
representantes del Ministerio Público.
El adolescente no suele permanecer en la audiencia sino que participa con su decla-
ración, generalmente sobre el final, cuando ya se ha reunido la semiplena prueba en su
contra. Esto se observa en la forma de documentar audiencia, que generalmente consta
de varias actas, enmarcadas en un perfil indagatorio muy similar al desarrollado en la
época anterior al cna, y configura una clara desnaturalización de la audiencia prelimi-
nar. Es preciso mencionar que, especialmente en los departamentos del interior, los es-
pacios utilizados para esta audiencia, por su metraje y diseño, difícilmente permiten la
presencia simultánea de todas las personas llamadas a estar presentes en las audiencias.
El cna expresa que se procurará la presencia de los padres o responsables de los adoles-
centes en la audiencia preliminar. Por su parte, la regla 15.2 de Beijing establece: “Los pa-
dres o tutores tendrán derecho a participar en las actuaciones y la autoridad competente
podrá requerir su presencia en defensa del menor. No obstante, la autoridad competente
podrá denegar la participación si existen motivos para presumir que la exclusión es nece-
saria en defensa del menor”.

Gráfico 21. Responsables presentes en la audiencia preliminar. Montevideo,


2005-2013, en porcentajes
80

70
61
60
51 53
50

40

30

20

10

0
2005-2007 2008-2010 2011-2013

y conservadas en cada juzgado.


34. La Constitución Nacional, en su artículo 16, establece que el juez debe tomar la declaración del imputado de-
tenido dentro de las 24 horas a partir de la detención, y dentro de las 48 horas debe decidir sobre el inicio del
procedimiento a su respecto.

39
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

La presencia preceptiva de los responsables de los adolescentes en esta primera etapa


del trámite judicial representa una importante garantía para el adolescente, además de
constituir un momento en el que los actores del sistema deben asesorar e informar tam-
bién a la familia del adolescente sobre los alances de las resoluciones que allí se adoptan.
Según la información recabada en los sucesivos períodos, en Montevideo se registra una
presencia cada vez mayor de padres o responsables en las audiencias preliminares. Este
es un aspecto muy positivo, dado el impacto que suele tener esta circunstancia en las
decisiones judiciales.35
En los departamentos del interior analizados, la presencia de padres o responsables se
verifica en un porcentaje de expedientes mucho mayor que en Montevideo. En el 2013 ello
ocurrió en el 79 % de los casos en Maldonado, en el 70 % en Paysandú y en el 85 % en Salto.

Gráfico 22. Qué responsables estuvieron presentes en la audiencia preliminar.


Montevideo, 2011-2013, en porcentajes

35. Javier Palummo (coord.), Discurso y realidad: Informe…, o. cit.; ídem (coord.), Discurso y realidad: Segundo informe…,
o. cit.; ídem (coord.), Justicia penal juvenil…, o. cit.

40
V. La respuesta judicial

La menor presencia de padres o responsables en las audiencias preliminares en Mon-


tevideo puede obedecer a múltiples factores, entre los cuales se encuentra el alto porcen-
taje de casos en los cuales estos no son notificados de las detenciones y el inicio de los
procesos, tal como se ha visto en informes anteriores.36
En cuanto a quiénes participan como responsables en la audiencia preliminar, los por-
centajes más altos corresponden a las madres, tanto en Montevideo como en los departa-
mentos del interior analizados.
El cna dispone que víctimas y testigos pueden comparecer en la audiencia preliminar
si lo aceptan y siempre que no exista peligro para su seguridad.

Gráfico 23. Presencia de testigos y víctimas en la audiencia preliminar.


Montevideo, 2005-2013, en porcentajes

100 Presencia de testigos Presencia de víctimas

90,7 88,7 89,7


80

60
51,7
43
40 34,3

20

0
2005-2007 2008-2010 2011-2013

En los gráficos 23 y 24 se observa que la situación en los departamentos analizados pre-


senta diferencias. La presencia de testigos aumenta en Montevideo, donde en el último
período analizado se verificó en el 51,7 % de los expedientes. En Maldonado, Paysandú y
Salto ello ocurrió en el 41,4 %, el 31,5 % y el 22,5 % de los casos respectivamente en el 2013.
En cuanto a la presencia de las víctimas de las infracciones en las audiencias prelimi-
nares, en Montevideo se registran porcentajes elevados en todos los períodos, mayores
que en los departamentos del interior analizados, sobre todo Salto, donde esto solo se
consigna en el 45,5 % de los casos.

36. Agustina López y Javier Palummo, Delincuencia juvenil…, o. cit.

41
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

Gráfico 24. Testigos y víctimas presentes en audiencia preliminar. Maldonado,


Paysandú y Salto, 2013, en porcentajes

La presencia de las víctimas en esta etapa del procedimiento puede considerarse un


elemento positivo, en la medida en que permitiría un primer acercamiento víctima-ofen-
sor con vistas a una estrategia de mediación como solución alternativa al conflicto. Sin
embargo, por la propia dinámica de las audiencias, los adolescentes y las víctimas no
suelen encontrarse, sino que comparecen en distintos momentos, lo que implica la docu-
mentación de la audiencia preliminar en varias actas.
Luego de diligenciada la prueba y de recibidas las declaraciones, es el Ministerio Pú-
blico el que puede solicitar el inicio de los procedimientos, así como la adopción de una
medida cautelar respecto del adolescente sometido a proceso. De ese pedido se confie-
re traslado a la Defensa del adolescente y luego la autoridad jurisdiccional interviniente
toma una decisión respecto al pedido.

Gráfico 25. Se inicia proceso. Montevideo, 2005-2013, en porcentajes


100
97
92,9 92,5
80

60

40

20

0
2005-2007 2008-2010 2011-2013

42
V. La respuesta judicial

Según surge de la información relevada, son muy pocos los casos en que luego de la au-
diencia preliminar no se inicia el procedimiento. En el 97 % de los expedientes del período
2011-2013 se dispuso formalmente el inicio de proceso penal luego de la audiencia preli-
minar. En esa misma resolución también se adoptan las medidas cautelares y se realiza
una tipificación primara de la conducta de los adolescentes. Ambos aspectos se tratarán
más adelante.
En Maldonado y Salto también hay porcentajes elevados de inicio del procedimiento:
92,9 % de los expedientes del 2013. En Paysandú, en cambio, el porcentaje apenas alcanza
el 64,9 %.
Esto revela que en Paysandú muchos adolescentes son detenidos y judicializados pero
no se les inicia proceso, y menos aún son responsabilizados mediante una sentencia. Es-
tas prácticas constituyen un claro incumplimiento no solo de buena parte de las normas
procesales del cna, sino también de la propia estructura procesal instaurada por él. La
detención administrativa previa al inicio del proceso y medida cautelar es utilizada como
una pena autónoma, ya no anticipada, dado que el juicio nunca llega, ni tampoco la
sentencia.37

La defensa de los adolescentes en el proceso

La defensa en juicio es una garantía frente al ejercicio del poder punitivo estatal, y su ob-
jeto es proteger al adolescente sometido a un proceso por infracción a la ley penal ante un
eventual uso arbitrario de ese poder.38 El ejercicio de la defensa presupone la posibilidad
de tener una participación real del adolescente sometido a proceso.
En la práctica de la justicia penal juvenil, el ejercicio del derecho a la defensa tiene una
estricta relación con el servicio de asistencia letrada de oficio que brinda el propio Poder
Judicial. Este servicio es esencial para garantizar la igualdad de quien no pueda acceder a
un defensor de confianza y constituye una pieza clave para el necesario equilibrio respecto
de la Fiscalía, en su calidad de titular de la acción punitiva.

Gráfico 26. Defensa del adolescente. Montevideo, 2005-2013, en porcentajes


100
91 89,4
88,4
Pública
80
Privada
Ambas
60
S/d

40

20

4,2 6,5 4,6 5,6


3,7 3,8 1,3
1,1 0,4
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013

37. Javier Palummo (coord.), Discurso y realidad: Segundo informe…, o. cit., p. 93.
38. Cf. Julio Maier, Derecho procesal penal, tomo I, Buenos Aires: Editores del Puerto, 1996, pp. 539-595.

43
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

Como se evidencia en el gráfico 26, en Montevideo el porcentaje que corresponde a la


defensa pública es muy elevado en todos los períodos analizados.
Una situación similar puede observarse en Maldonado, Paysandú y Salto. No obstan-
te, en 2009 en Maldonado y en 2011 en Salto se registran porcentajes relevantes de actua-
ción de profesionales privados como defensores en los procesos.39
En informes anteriores se ha profundizado en las características que tiene la actua-
ción de la defensa de los adolescentes en los procesos. En los apartados siguientes se reto-
marán algunos de esos aspectos.

La pretensión punitiva

Una vez culminada la audiencia preliminar se dicta una de las resoluciones más impor-
tantes, en la que se suele resolver el inicio o no del proceso. En caso afirmativo se esta-
blece, además, una tipificación primaria de la conducta del adolescente, se dispone una
medida cautelar y, si corresponde, medidas probatorias.
Una vez iniciado el proceso con la resolución final de la audiencia preliminar, debería
desarrollarse la etapa más importante —o sea, el contradictorio, el debate y su decisión
final—; sin embargo, como se señaló en informes anteriores, eso ocurre en pocos casos.
Esta circunstancia puede obedecer a diversas razones, muchas de ellas atendibles; pero
la transformación de actos esenciales como la demanda acusatoria y la contestación de
la Defensa en meros ritualismos es preocupante porque implica una disminución de las
garantías para el adolescente sometido al proceso.40
La problemática responde a una situación general de nuestro derecho penal, tanto de
adultos como de adolescentes, que lleva a discutir en el mismo espacio la determinación
de responsabilidad y la individualización de la pena. Esto generalmente trae como con-
secuencia que cobra preeminencia el segundo aspecto, dejando rezagado o eliminando el
debate sobre la responsabilidad, es decir, sobre los hechos y la participación del adoles-
cente en ellos.
Luego de vencido el plazo para el diligenciamiento de la prueba que haya sido ordena-
da en la audiencia preliminar, el Ministerio debe pronunciarse en seis días en referencia
a si acusa o no al adolescente.41 Si deduce acusación, esta debe ser fundada. En ella hay
que relacionar las pruebas ya diligenciadas, analizar los informes técnicos y formular los
presupuestos fácticos, jurídicos y técnicos de la imputación. Pero si el Ministerio Público
solicita el sobreseimiento, el juez tiene que dictarlo sin más trámite. El sobreseimiento es
la renuncia a ejercer la acción punitiva referida, con lo que se clausuran las actuaciones.
En esta fase del procedimiento se desarrolla el debate sobre la causa entre las partes
del proceso.

39. Los gráficos correspondientes a los departamentos del interior han sido agregados como anexos al final del
presente informe.
40. Javier Palummo (coord.), Justicia penal juvenil…, o. cit.
41. La acusación es la demanda que formula el Ministerio Público, en su calidad de parte actora y titular de la pre-
tensión punitiva contra el adolescente, por lo que debe contener una solicitud al juez de la causa para que en la
sentencia definitiva declare que esa persona sometida a proceso es responsable de la infracción que se le imputa.

44
V. La respuesta judicial

Gráfico 27. Actitud de la Fiscalía. Montevideo, 2005-2013, en porcentajes


100
97,6 98,7 99,3 Acusación

80 Sobreseimiento

60

40

20
2,4 1,3 0,7
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013

Gráfico 28. Actitud de la Fiscalía. Maldonado, Paysandú y Salto, 2005, 2007, 2009,
2011 y 2013, datos agregados, en porcentajes
100

93,5 94,4 Acusación


80 87,6
Sobreseimiento

60

40

20 12,4
6,5 5,6
0
Maldonado Paysandú Salto

Como surge de los gráficos 27 y 28, tanto en Montevideo como en los departamentos del
interior analizados, los porcentajes de acusación por el Ministerio Público son elevados.
En Montevideo incluso han ido en aumento, sin haber sido nunca inferiores al 97,6 %
de los casos. El porcentaje más bajo de acusaciones se encuentra en Maldonado, donde
ello ha ocurrido en el 87,6 % del total de expedientes iniciados en los años analizados.
Pero en el caso de Maldonado este porcentaje responde a una práctica judicial de los
primeros años de aplicación del cna, ya mencionada en este informe, por la cual los ado-
lescentes eran detenidos, sujetos a proceso penal, sometidos a una medida cautelar ge-
neralmente privativa de libertad, pero luego el Ministerio Público prescindía del proceso,
con lo que se daba la situación irregular de una pena autónoma.

45
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

Actitudes de la defensa

Luego de la acusación fiscal, según el artículo 76.8 del cna, se debe dar traslado de la
acusación formulada a la Defensa, que dispone de seis días hábiles para ofrecer prueba,
allanarse o contradecir.42
Los escritos de contestación de la Defensa se han caracterizado en todos los períodos
analizados por su brevedad y por importantes porcentajes de allanamiento, tanto parcial
como total.
Los altos porcentajes de allanamiento dan cuenta de una baja intensidad en la actividad
de la Defensa, así como de la ausencia de estándares claros de calidad para su ejercicio.

Gráfico 29. Allanamiento de la Defensa. Montevideo, 2005-2013, en porcentajes


100

93
90
80 86

60

40

20

0
2005-2007 2008-2010 2011-2013

Gráfico 30. Allanamiento de la Defensa. Maldonado, Paysandú y Salto, 2009, 2011


y 2013, en porcentajes

42. Se entiende el allanamiento como el acto de conformarse con una demanda o decisión.

46
V. La respuesta judicial

En Montevideo los porcentajes de allanamiento se han mantenido relativamente es-


tables en los diferentes períodos analizados. El más bajo se registró en el primer período.
En el interior, tomando como referencia los tres últimos años analizados, es posible
observar importantes diferencias entre los departamentos, así como entre los distintos
períodos. Paysandú es el departamento con menores porcentajes de allanamiento en tér-
minos generales.
A los efectos de un mejor análisis de las prácticas judiciales se han considerado dentro
de los allanamientos dos tipos de actitudes. Por un lado, los allanamientos totales, en
los que no es posible identificar ningún tipo de discrepancia de la defensa respecto de la
acusación. Por otro, los allanamientos parciales, en los cuales, si bien no se contradice
ningún aspecto fáctico, jurídico o técnico de la acusación, ni tampoco el tipo de sanción
solicitada por la Fiscalía, se solicita que la pena sea más breve.

Gráfico 31. Allanamientos totales. Montevideo, 2005-2013, en porcentajes


60
53
50

40 36
33
30

20

10

0
2005-2007 2008-2010 2011-2013

Gráfico 32. Allanamientos totales. Maldonado, Paysandú y Salto, 2009, 2011 y


2013, en porcentajes
100
88 100 2009
95
78,6
80 75,9 74,1 2011
70,6
65
60 52,9 2013

40

20

0
Maldonado Paysandú Salto

47
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

Entre los allanamientos en Montevideo, la proporción de casos en que la Defensa del


adolescente no plantea ningún tipo de discrepancia con la acusación fiscal siempre ha
sido elevada. El porcentaje más alto se observa en el primer período analizado.
En los departamentos del interior analizados la situación es aún más alarmante: los
allanamientos de la Defensa son por lo general allanamientos totales. Al presentar su
escrito de contestación de la acusación fiscal, la Defensa ofrece muy poca resistencia a la
pretensión punitiva movilizada.
Al referirse a los principios que rigen el proceso penal juvenil, el artículo 74 del cna
expresa que en él debe asegurarse el cumplimiento estricto de las garantías del debido
proceso, y en su literal F establece específicamente el principio de inviolabilidad de la
Defensa. De acuerdo con este principio, el adolescente tiene derecho a contar en forma
permanente con asistencia jurídica gratuita, especializada, pública o privada, a partir de
la detención, durante el proceso y hasta la ejecución completa de las medidas. Este es un
aspecto muy importante para que en los procesos de la justicia penal juvenil se aseguren
la calidad del servicio y la igualdad de las partes en el proceso.43

El trámite abreviado

Entre las modificaciones aprobadas mediante la ley 19.055 de 4 de enero de 2013, ya men-
cionadas, se encuentra la posibilidad de que, de conformidad entre las partes, al finalizar
la audiencia preliminar, en sustitución de la sentencia interlocutoria que da inicio al pro-
cedimiento, se pueda dictar la sentencia definitiva, previo traslado en la propia audiencia
y por su orden al Ministerio Público y a la Defensa, a fin de que efectúen sus alegaciones.
Esta es una de las modificaciones recientes que menos impacto práctico han tenido en
el funcionamiento del sistema. En Montevideo en el 2013, sobre un total de 234 expedien-
tes relevados, se aplicó el trámite abreviado únicamente en 12 casos, el 5,1 %. Esos 12 casos
correspondieron a cinco hurtos, seis rapiñas y una tentativa de hurto.
Tampoco se verifica un impacto importante de esta reforma en Paysandú y Salto. En
cada uno de esos departamentos la posibilidad de dictar la sentencia definitiva en susti-
tución de la resolución que inicia el proceso se utilizó en dos casos. Diferente es la situa-
ción en Maldonado, donde ello ocurrió en seis casos, el 8,6 % del total.

Duración de los procesos

El artículo 76.10 del cna refiere a la necesidad de que se celebre una audiencia final
en la cual, bajo pena de nulidad, deben participar el adolescente, la Defensa y el Minis-
terio Público. Asimismo, se prevé la presencia eventual de los padres o responsables del
adolescente, y de la víctima, si estos sujetos lo solicitan. En esta audiencia se dicta una
sentencia que resuelve responsabilizar o no al adolescente sometido a proceso, así como
en el primero de los casos la pena que le corresponde.
El derecho a ser juzgado en un plazo razonable es una garantía general del debido
proceso en la legislación internacional, extensible y reconocida por la normativa respecto
al sistema penal juvenil. El artículo 74.J del cna consagró el principio de duración razo-

43. De acuerdo con la dinámica de plazos breves instaurada por el cna, en el momento de relevar la información
de los expedientes estos deberían haber alcanzado audiencia final y sentencia en primera instancia, pero en la
práctica ello no ocurrió en todos los casos. La metodología que hemos descrito es la que consideramos apro-
piada para realizar un seguimiento de las prácticas judiciales en forma paralela a su desarrollo.

48
V. La respuesta judicial

nable, que tiene importancia estratégica porque, en la normativa anterior, la duración


excesiva de los procesos ponía en crisis buena parte de las garantías penales, de fondo y
adjetivas.
Para analizar la duración de los procesos se ha optado por tomar en cuenta las fechas
de inicio y de dictado de la sentencia definitiva de primera instancia en tramos. Asimis-
mo, para comprender el impacto que las reformas normativas han tenido en este aspecto
se presentan los datos relativos a los tres últimos años analizados en Montevideo y a los
dos últimos años en los departamentos del interior.

Gráfico 33. Duración del proceso. Montevideo, 2011-2013, en porcentajes

En Montevideo puede notarse claramente la disminución de los procesos que duran


entre 30 y 60 días y el aumento de los que duran entre 61 y 90 días. Parece evidente que en
la capital existe una tendencia a la extensión de los procesos, propiciada por las reformas
legales aprobadas.

49
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

Gráfico 34. Duración del proceso. Maldonado, 2011 y 2013, en porcentajes

Gráfico 35. Duración del proceso. Paysandú, 2011 y 2013, en porcentajes

50
V. La respuesta judicial

Gráfico 36. Duración del proceso. Salto, 2011 y 2013, en porcentajes

En Maldonado no se observa esta tendencia. No obstante, es llamativo el aumento de


los casos en que la sentencia es dictada en menos de 30 días, del 5,1 % al 9,8 %, lo que en el
2013 es consecuencia del uso del trámite abreviado.
En Paysandú también se redujo el porcentaje de los procesos que duran entre 30 y 60
días y aumentó el tramo siguiente. No obstante, el tramo que aumentó en mayor medida
es el de los procesos de menos de 30 días, marcando una tendencia al acortamiento de los
procesos.
En Salto también se observan diferencias muy importantes entre los dos períodos ana-
lizados. En el 2011 el 95,2 % de los procesos duraron más de 121 días. Sin embargo, en el
2013 la situación fue muy diferente: si bien ese siguió siendo el tramo más relevante, con
el 48,5 %, hubo una mayor distribución entre los tramos.
En términos generales las reformas aprobadas han sido efectivas en extender la dura-
ción de los procesos.

51
VI. La privación de libertad
En el régimen vigente la privación de libertad puede revestir diferentes modalidades. En
el capítulo V se han tratado las detenciones administrativas previas al inicio del proceso
penal juvenil. En el presente se abordarán las dos modalidades principales de la privación
de libertad en el marco de estos procesos: como medida cautelar al inicio de los procedi-
mientos y como sanción propiamente dicha en la sentencia.
En el cna se denominan medidas cautelares aquellas que se adoptan al inicio de los proce-
sos y medidas socioeducativas las penas del sistema penal juvenil. En ambos casos la autori-
dad judicial puede disponer la privación de libertad de un adolescente.

Las medidas cautelares privativas de libertad

Con el objetivo de asegurar la presencia del adolescente acusado a lo largo del proceso, es
muy usual que se dicten medidas cautelares, que pueden ser privativas o no privativas
de la libertad. En ambos casos esas medidas deben respetar, entre otros, el principio de
inocencia, las garantías del debido proceso y el interés superior del niño.
Las medidas no privativas de libertad son, por ejemplo, la prohibición de salir del país, de
acercarse a la víctima o a otras personas, de ir a determinados lugares o de tomar contacto
con personas determinadas, o la obligación de presentarse periódicamente ante el tribunal.44
Las medidas cautelares privativas de libertad son, de acuerdo con el cna, el arresto
domiciliario y la prisión preventiva, esta última denominada internación provisoria. Hasta
que se aprobó la ley 18.777, en julio del 2011, en ningún caso estas medidas podían durar
más de 60 días, pero esta norma elevó el plazo a 90 días en los casos de infracciones graví-
simas a la ley penal establecidos en el artículo 72 del propio Código. Transcurridos dichos
plazos sin que se haya dictado sentencia de primera instancia, se debe dejar en libertad
al adolescente.
De conformidad con el principio de excepcionalidad de la privación de libertad, am-
pliamente reconocido tanto en la normativa internacional como en el cna, la privación
de libertad como medida cautelar al inicio de los procedimientos debe ser excepcional.
El principio de que los adolescentes solo deben ser privados de su libertad como último
recurso es especialmente importante durante esta etapa, porque todavía no han sido res-
ponsabilizados y, por ende, se debe presumir su inocencia. Así, para que sean legítimas,
las medidas de este tipo deben ajustarse al principio de excepcionalidad, deben ser ne-
cesarias para determinadas finalidades procesales legítimas, no debe haber otra alter-
nativa, deben extenderse por un lapso breve, preferentemente predeterminado, y estar
sujetas a revisión periódica.45
Se ha visto que la ley 19.055, del 2013, creó un régimen especial aplicable cuando el pre-
sunto autor sea mayor de 15 y menor de 15 años de edad y el proceso refiera a una serie de
infracciones gravísimas.46 En esos casos, conforme dicha norma, se prescribe la privación

44. Según lo dispone el artículo 76.5 del cna, el juez, a pedido del Ministerio Público y tras escuchar a la Defensa,
puede disponer las medidas cautelares necesarias que perjudiquen en menor medida al adolescente. Las pre-
vistas en esa disposición son: a) la prohibición de salir del país; b) la prohibición de acercarse a la víctima o a
otras personas, de ir a determinados lugares o de tomar contacto con personas determinadas; c) la obligación
de presentarse periódicamente ante el tribunal o ante la autoridad que el juez determine; d) el arresto domici-
liario, y e) la internación provisoria.
45. Javier Palummo (coord.), Justicia penal juvenil…, o. cit., pp. 34-35.
46. Homicidio intencional con agravantes especiales (artículos 311 y 312 del Código Penal), lesiones gravísimas
(artículo 318 del Código Penal), violación (artículo 272 del Código Penal), rapiña (artículo 344 del Código Pe-
nal), privación de libertad agravada (artículo 282 del Código Penal), secuestro (artículo 346 del Código Penal),

52
VI. La privación de libertad

cautelar de libertad hasta el dictado de la sentencia definitiva; las medidas privativas de


libertad tendrán una duración no inferior a los 12 meses, y el infractor, una vez ejecuto-
riada la sentencia, podrá solicitar la libertad anticipada solo si ha cumplido efectivamen-
te el mínimo de privación de libertad referido y la mitad de la pena impuesta.
La diferencia jurídica entre la privación de libertad como medida cautelar y como san-
ción es muy importante, por cuanto se trata de dos institutos distintos, con un régimen
jurídico diverso. La privación de libertad como medida cautelar, para ser justificada,
debe estar destinada a asegurar determinadas finalidades procesales. La normativa prevé
como únicos fundamentos legítimos de la prisión preventiva los peligros de que el impu-
tado eluda el accionar de la justicia o de que obstaculice la investigación judicial.
La ley 19.055 parece contradecir gravemente estos principios jurídicos y contribuye a
desnaturalizar la prisión preventiva en los procedimientos de la justicia penal juvenil.
Es claro que el acento ya no está puesto en las finalidades procesales sino en el carácter
sancionatorio de la privación de libertad, aun cautelar.
El gráfico 37 deja en evidencia el uso desmedido de la privación de libertad cautelar
en Montevideo, en especial la internación provisoria. Nuevamente se observa que en el
período 2008-2010 las prácticas judiciales tuvieron un comportamiento atípico: los arres-
tos domiciliarios fueron el 24,2 % de los casos y las internaciones provisorias el 64,8 %.
Es decir, en el 89 % de los casos se adoptaron medidas cautelares privativas de libertad.
Prácticas similares se encuentran al observar el primer período analizado y el último, en
especial respecto al uso de la internación provisoria.

Gráfico 37. Medidas cautelares. Montevideo, 2005-2013, en porcentajes

y cualquier otra acción u omisión que el Código Penal o las leyes especiales castiguen con una pena cuyo límite
mínimo sea igual o superior a seis años de penitenciaría o cuyo límite máximo sea igual o superior a doce años
de penitenciaría.

53
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

Gráfico 38. Evolución de las medidas cautelares privativas de libertad para los
casos de rapiña. Montevideo, 2005-2013, en porcentajes

Al analizar la utilización de medidas cautelares privativas de libertad en los casos de


rapiña también es claro el impacto que ha tenido en las prácticas judiciales el endure-
cimiento de la normativa vigente. Luego de la aprobación de la ley 19.055, en enero del
2013, ese año se adoptaron medidas de privación de libertad en el 100 % de los casos; el
95,6 % fueron internaciones provisorias y solo en el 4,4 % arrestos domiciliarios. Esos po-
cos arrestos domiciliarios se justifican por la existencia de algunas tentativas de rapiña
que lograron escapar del régimen especial.

Gráfico 39. Duración de las internaciones provisorias. Montevideo, 2011-2013, en


porcentajes

50 47,2
2011
40,8
40,3 39
40 2012
35,2
2013
30 26,9
23,8 25,2

20
11,2
10
5
0 0,8 0 0,8 1,7 1 0 1
0
Entre 0 Entre 11 Entre 21 Entre 31 Entre 41 Más de 50 días
y 10 días y 20 días y 30 días y 40 días y 50 días

54
VI. La privación de libertad

Otro aspecto en el que se verifica el impacto del endurecimiento de la normativa apli-


cable es el relativo a la duración de la privación de libertad. Mientras que en el 2011 las
internaciones provisorias por más de 50 días solo representaban el 11,2 %, en los años si-
guientes el porcentaje se elevó al 26,9 % y luego al 39 %. Esto da cuenta de un aumento de
la duración de los procesos, en tanto cada vez se retrasa más el dictado de las sentencias.
Para una medida de prisión preventiva debe tenerse en cuenta también el principio de
proporcionalidad de la pena, de forma tal que, de conformidad con la normativa vigente,
esta medida cautelar no podría aplicarse si la pena prevista para el delito imputado no es
privativa de la libertad.

Gráfico 40. Tipo de medida socioeducativa para los casos en que la medida
cautelar fue la internación provisoria. Montevideo, 2005-2007, 2008-2010 y 2011-
2013, en porcentajes
100
88,3
82,7 2005-2007
77
80
2008-2010
2011-2013
60

40

20 12,5 10,8
6,7 4 4,7 3,2 4,1
2,4 1,2 1 0,6 0,8
0
Privación Libertad Libertad Semilibertad Otras
de libertad asistida vigilada

Como surge del gráfico 40, en los casos en que la medida cautelar fue la internación
provisoria del adolescente, la medida socioeducativa mayoritariamente impuesta por el
juez fue también la privación de libertad. Estos datos permiten afirmar que cuando se
adopta la internación provisoria como medida cautelar es cada vez más habitual que lue-
go en la sentencia el adolescente reciba una sanción del mismo tipo.
En los departamentos del interior los porcentajes de privación de libertad como medi-
da cautelar son menores que en Montevideo. También muestran cambios bastante abrup-
tos entre un año y otro, producto del impacto que tienen en las prácticas circunstancias
como el cambio de las personas a cargo de los juzgados. Otra característica de las prácticas
judiciales en dichos departamentos es el uso de los programas de medidas no privativas
de libertad, pese a tratarse de una hipótesis no contemplada en la normativa vigente.

55
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

Cuadro 4. Medida cautelar. Maldonado, 2005, 2007, 2009, 2011 y 2013, en


porcentajes

2005 2007 2009 2011 2013


Internación provisoria 51,9 55,7 52,6 35,3 24,3
Obligación de presentarse en sede 3,8 0,0 5,3 3,9 10,0
Arresto domiciliario 13,5 24,3 34,2 45,1 27,1
Prohibición de acercarse a la víctima 1,9 1,4 0,0 2,0 0,0
Prohibición de ir a ciertos lugares 1,9 0,0 0,0 0,0 1,4
Programas de medidas no privativas 0,0 5,7 7,9 9,8 28,6
Otras 5,8 0,0 0,0 0,0 1,4
N/C 21,2 12,9 0,0 3,9 7,1

En Maldonado, por ejemplo, se advierte una diferencia muy importante entre los pri-
meros y los últimos años analizados, con una notoria disminución del porcentaje de in-
ternaciones provisorias, variaciones en lo que refiere al uso del arresto domiciliario y un
aumento muy relevante en el uso de los programas de medidas no privativas de libertad
en el 2013.

Cuadro 5. Medida cautelar. Paysandú, 2005, 2007, 2009, 2011 y 2013, en


porcentajes

2005 2007 2009 2011 2013


Internación provisoria 54,1 37,5 21,7 22,2 18,5
Obligación de presentarse en sede 8,1 0,0 21,7 6,3 3,7
Arresto domiciliario 2,7 7,5 3,3 1,6 3,7
Prohibición de acercarse a la víctima 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0
Prohibición de ir a ciertos lugares 2,7 0,0 0,0 0,0 0,0
Programas de medidas no privativas 0,0 2,5 5,0 6,3 20,4
Otras 5,4 12,5 3,3 3,2 5,6
N/C 27,0 40,0 45,0 60,3 48,1

También en Paysandú se registra una disminución de la internación provisoria y un


aumento del uso de los programas de medidas no privativas de libertad en el último año
analizado. En este departamento hay porcentajes elevados de casos en que no se adoptan
medidas cautelares debido a la práctica ya señalada de iniciar expedientes pero no prose-
guir con el proceso tras la audiencia preliminar.

56
VI. La privación de libertad

Cuadro 6. Medida cautelar. Salto, 2005, 2007, 2009, 2011 y 2013, en porcentajes

2005 2007 2009 2011 2013


Internación provisoria 17,6 24,3 17,1 43,6 47,5
Obligación de presentarse en sede 52,9 43,2 20,0 5,1 5,0
Arresto Domiciliario 8,8 0,0 2,9 2,6 2,5
Prohibición de acercarse a la víctima 0,0 0,0 2,9 2,6 0,0
Prohibición de ir a ciertos lugares 2,9 0,0 0,0 0,0 0,0
Programas de medidas no privativas 0,0 10,8 45,7 35,9 30,0
Otras 14,7 0,0 2,9 0,0 0,0
N/C 2,9 21,6 8,6 10,3 15,0

En Salto, a diferencia de los dos departamentos anteriores, se verifica un aumento de


las internaciones provisorias en los últimos años analizados y una caída en la medida de
obligación de presentarse en la sede judicial o en otro lugar que la autoridad determine.
Sin embargo, también hay un porcentaje importante de casos en los que se recurre a pro-
gramas de medidas no privativas de libertad.

La privación de libertad como sanción

Tal como ocurre cuando se usa como medida cautelar, en la privación de la libertad como
sanción dispuesta en la sentencia que responsabiliza a un adolescente por haber come-
tido un delito el principio general es el de su excepcionalidad y brevedad. Además, las
sanciones deben ajustarse a la finalidad de la justicia penal juvenil, esto es, privilegiar
su carácter socioeducativo y los objetivos de reintegración social. En consecuencia, un
sistema de justicia penal juvenil cuya política criminal esté orientada meramente por cri-
terios retributivos y deje en segundo plano aspectos fundamentales como la prevención y
el fomento de oportunidades para una efectiva reinserción social sería incompatible con
los estándares internacionales en la materia.
Algunas de estas ideas son tenidas en cuenta en el artículo 79 del cna, donde también
se destaca que ese contenido educativo debe procurar la asunción de responsabilidad del
adolescente.
El artículo 89 del cna dispone que la privación de la libertad consiste en recluir al ado-
lescente en un establecimiento que asegure su permanencia en él, sin menoscabo de los
derechos consagrados en el propio código, las normas constitucionales, legales y los ins-
trumentos internacionales.
Es claro que la privación de libertad de los adolescentes en el marco del sistema de jus-
ticia penal juvenil no autoriza a restringir otros derechos humanos. Más aún, al encon-
trarse el Estado en una situación de garante para con los adolescentes privados de liber-
tad, deben adoptarse medidas dirigidas a asegurar que estos puedan gozar efectivamente
de todos sus derechos. Esto implica que la afectación del goce de otros derechos, aparte
del derecho a la libertad personal, debe limitarse de manera rigurosa.47

47. Reglas de Tokio, regla 3.10; Reglas de Beijing, regla 26.2; Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos,
aprobadas por el Consejo Económico y Social en sus resoluciones 663C (xxiv), de 31 de julio de 1957, y 2076 (lxii),
de 13 de mayo de 1977, § 57. Véase cidh, Principios y buenas prácticas sobre la protección de las personas privadas de
libertad en las Américas, 2008, principio I. Véase también cidh, Informe sobre justicia juvenil y derechos humanos en
las Américas, 2011, § 437 ss.

57
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

También la cdn, en su artículo 40.1, plantea la importancia de que las sanciones de la


justicia penal juvenil se encuentren orientadas a promover la integración del adolescen-
te, y refiere a la posibilidad de que este asuma una función constructiva en la sociedad
y que se fortalezca su respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales.
La normativa internacional aplicable exige que la respuesta penal sea determinada
en aplicación del principio de proporcionalidad.48 En virtud de este principio, debe haber
proporcionalidad entre la gravedad del hecho y la reacción penal que suscita; es decir que
a menor entidad del injusto corresponde menor pena y a menor participación del incul-
pado en el delito también corresponde menor pena.
En la aplicación del principio de proporcionalidad debe tenerse en cuenta que la priva-
ción de libertad es establecida como el último recurso y por el menor tiempo posible, por
lo cual termina funcionando no como el único criterio, sino como aquel que establece el
máximo justificable.

Gráfico 41. Tipo de sanciones dispuestas. Montevideo, 2005-2007, 2008-2010 y


2011-2013, en porcentajes

El gráfico 41 muestra que en Montevideo se verifica una tendencia al endurecimiento


de las medidas del sistema. En cada período analizado aumenta el uso de la privación
de libertad en las sentencias, que en 2011-2013 alcanza el 57 % de los casos. Este fenóme-
no, que implica la consolidación de prácticas contrarias a los postulados mencionados
en párrafos anteriores, responde no solo a una lógica de funcionamiento de la justicia
penal juvenil, que siempre ha privilegiado la privación de libertad, sino también a los
lineamientos de las últimas reformas normativas. Estas reformas han puesto en crisis
el principio educativo y han consagrado un sistema de justicia penal juvenil orientado
claramente a lo retributivo.
En el cna, hasta la aprobación de la ley 19.055, la pena individualizada podía flexibili-
zarse en modo y tiempo. Así, la pena no era retribución pura; cuando podría acreditarse

48. cidh, Informe sobre justicia juvenil…, cit. Véase también la regla 5.1 de las Reglas de Beijing.

58
VI. La privación de libertad

que había cumplido con su propósito socioeducativo, podía ser modificada o cesar. Es a
esta posibilidad que refiere la cdn cuando expresa que la privación de libertad debe ser
el último recurso y por el tiempo más breve que proceda. Esto había sido expresamente
dispuesto por el cna al regular las modificaciones y los ceses de las sanciones del sistema.
Pero la ley mencionada establece que en los casos en que sea aplicable el régimen especial
allí previsto no corresponde decretar el cese de la medida aunque resulte acreditado que
esta ha cumplido su finalidad socioeducativa. Todo esto implicó un profundo cambio,
que desvaloriza lo socioeducativo y el trabajo de los equipos técnicos.

Cuadro 7. Tipo de sanciones dispuestas. Maldonado, 2005, 2007, 2009, 2011 y


2013, en porcentajes

2005 2007 2009 2011 2013


Privación de libertad 33,3 45,9 32,4 21,7 12,1
Libertad asistida 38,1 43,2 52,9 54,3 36,4
Libertad vigilada 4,8 0,0 0,0 0,0 1,5
Semilibertad 4,8 5,4 2,9 0,0 0,0
Amonestación 4,8 0,0 0,0 0,0 0,0
Orientación y apoyo 4,8 0,0 5,9 13,0 39,4
Arresto domiciliario 4,8 2,7 5,9 2,2 1,5
Otras medidas 4,8 2,7 0,0 8,7 9,1

En los departamentos del interior analizados también encontramos un uso menor de


la privación de libertad como sanción dispuesta en la sentencia. En Maldonado incluso
se observa que los porcentajes más altos coinciden con los años 2005, 2007 y 2009, pero
luego caen, y en el 2013 se registra el más bajo. En este último año también se observa una
importante caída del uso de los programas de libertad asistida en comparación con 2009
y 2011, así como un aumento del uso de la derivación a programas de orientación y apoyo.
En Paysandú y Salto la cantidad de casos no permite presentar los datos en porcen-
tajes. No obstante, es posible observar importantes diferencias entre los períodos y, en
general, un uso de la privación de libertad menor que en Montevideo.

59
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

Gráfico 42. Tiempo de sanción en los casos en que se dispone la medida


de privación de libertad. Montevideo, 2005-2006, 2007-2008 y 2009-2010, en
porcentajes

Otro de los aspectos en los que puede observarse en Montevideo el claro impacto del
endurecimiento del sistema es el aumento de los tiempos de privación de libertad. Antes
del 2011, los mayores porcentajes de privación de libertad se concentraban en las senten-
cias que dictaminaban un plazo de seis meses: 19 % en 2005-2006, 22,5 % en 2007-2008 y
22,8 % en 2009-2010. Por otro lado, en todos los años relevados se advertía una tendencia
al aumento de las penas de entre siete y diez meses, así como a la disminución de aquellas
de entre uno y cinco meses y las de más de 12 meses.

60
VI. La privación de libertad

Gráfico 43. Tiempo de sanción en los casos en que se dispone la privación de


libertad. Montevideo, 2011-2013, en porcentajes

Pero a partir del 2011 la situación en Montevideo cambió sustancialmente. Las penas
de privación de libertad menores de seis meses, que en el 2011 representaban el 56,9 %
de los casos, se redujeron a tan solo el 13,7 %. Las sanciones de entre 13 y 24 meses de
privación de libertad pasaron del 3,3 %, al 5,7 %, para luego, en el 2013, al influjo de la ley
19.055, llegar al 35,9 % del total de casos. También se registra un aumento de las sancio-
nes de entre 37 y 48 meses, que en el 2011 eran el 0,8 % y en el 2013 alcanzaron al 6 % de los
casos. Es claro que las autoridades judiciales entendieron el mensaje del legislador.
La utilización de medidas privativas de libertad debería decidirse una vez que se haya
demostrado y fundamentado la inconveniencia de utilizar medidas no privativas de li-
bertad y luego de un cuidadoso estudio, tomando en consideración los principios de le-
galidad, excepcionalidad, brevedad y proporcionalidad de la pena, entre otros aspectos
relevantes.49
No obstante, en el régimen actual el legislador ha limitado la discrecionalidad de los
operadores judiciales a favor de la privación de libertad. Es una consecuencia ineludible
de la ley 19.055 y su régimen especial. En esos casos la autoridad judicial debe utilizar
necesariamente la privación de libertad y por un período no menor de 12 meses.

49. Véase Reglas de Beijing, regla 17.1.b: “Las restricciones a la libertad personal del menor se impondrán solo tras
cuidadoso estudio y se reducirán al mínimo posible”. En cuanto a la definición de la privación de libertad, véan-
se Reglas de La Habana, reglas 2 y 11.b, y Reglas de Beijing, regla 19.

61
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

Gráfico 44. Tiempo de sanción en los casos en lo que se dispone la medida de


privación de libertad. Maldonado, Paysandú y Salto, 2009, 2011 y 2013, en porcentaje

En los departamentos del interior también puede observarse el endurecimiento del


sistema. En los tres últimos períodos analizados se observa una disminución del porcen-
taje de sanciones del primer tramo y un aumento de las más severas, especialmente en
último período.

El aumento de la cantidad de privados de libertad

El resultado de las reformas normativas y de las prácticas judiciales reseñadas ha sido el


aumento de la cantidad de adolescentes privados de libertad. De acuerdo con las cifras
oficiales, el número de estos adolescentes pasó de 165 en el 2008 a 697 en el 2013 (un au-
mento del 322 %).
Este aumento es producto en parte de la reducción de la cantidad de fugas, pero prin-
cipalmente de las reformas normativas que endurecieron el sistema; específicamente las
leyes 18.777 y 18.778, de julio del 2011, y 19.055, de enero del 2013.

Gráfico 45. Cantidad de adolescentes privados de libertad

Fuente: Elaboración del osj con base en las memorias anuales del inau.

62
VI. La privación de libertad

Este aumento y algunas de las dificultades constatadas en la gestión del sistema han
provocado la acumulación de informes negativos sobre las condiciones en que se encuen-
tran los adolescentes privados de libertad. Estos diagnósticos, que reiteran la existen-
cia de prácticas violatorias del derecho internacional de los derechos humanos, han sido
elaborados por organizaciones no gubernamentales, instituciones públicas nacionales y
organismos internacionales, incluso por órganos de tratado, como el Comité de las Nacio-
nes Unidas contra la Tortura.50

50. Cf. Ana Juanche y Javier Palummo (coords.), Hacia una política de Estado en privación de libertad. Diálogo, recomen-
daciones y propuestas, Montevideo: serpaj y osj, 2012; Visita de seguimiento a Uruguay del relator especial de
las Naciones Unidas sobre Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, profesor Juan
Méndez, conclusiones preliminares, diciembre de 2012; Report of the Special Rapporteur on torture and other cruel,
inhuman or degrading treatment of punishment, Juan E. Méndez. Addendum, a/hrc/22/53/Add.3, 28 de febrero de
2013; Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo, Mecanismo Nacional de Prevención.
Compendio de informes realizados a la fecha, Montevideo, 28 de marzo de 2014. Véase también Informe de la Institu-
ción Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo de Uruguay, para la 52.a Sesión del Comité contra la Tortura,
ocasión en la que examinará el tercer informe periódico de Uruguay, 11 de abril de 2014. Comité contra la Tortura,
Observaciones finales sobre el tercer informe periódico de Uruguay, cat/c/ury/co/3.

63
VII. Alternativas a la privación
de libertad
Las consecuencias adversas de someter a una persona a la justicia por infringir las leyes
penales, especialmente cuando ello implica la privación de su libertad, se acentúan cuan-
do se trata de personas en desarrollo. Por ello es necesario limitar el uso del sistema de
justicia penal juvenil respecto a niños, a fin de disminuir en la mayor medida posible la
intervención punitiva y en especial la privación de la libertad. Además de respetar deter-
minados parámetros de edad, ser especializados, ajustarse a los principios de legalidad,
igualdad y no discriminación, los sistemas de justicia penal juvenil deben limitar su ac-
tuación y ofrecer alternativas a la judicialización.51
Los Estados deben promover medidas que no supongan la judicialización, sino la reo­
rientación hacia servicios sociales, siempre que ello sea apropiado y deseable. Además,
en el caso de infracciones tipificadas, cuando se trate de niños, niñas y adolescentes la
legislación está obligada a promover la aplicación de sanciones distintas a la reclusión o
privación de libertad.52
El artículo 40.3.b de la Convención sobre los Derechos del Niño dispone que, siempre
que sea apropiado y deseable, se adoptarán medidas para tratar a los niños a quienes se
acuse o declare culpables de haber infringido leyes penales, sin recurrir a procedimientos
judiciales, en el entendido de que se respetarán plenamente sus derechos humanos y ga-
rantías legales. Además, la regla 11.1 de las Reglas de Beijing señala que, cuando proceda,
se examinará la posibilidad de ocuparse de los niños, niñas y adolescentes delincuentes
sin recurrir a las autoridades competentes para que los juzguen oficialmente.
De conformidad con el principio de la excepcionalidad de la privación de libertad, la
adopción y ejecución de medidas no restrictivas de la libertad debería ser prioritaria en un
sistema de justicia penal juvenil respetuoso de los estándares del derecho internacional
de los derechos humanos.
Al respecto, la cdn, en su artículo 37, hace referencia a la privación de libertad sola-
mente como último recurso y a la detención durante el período más breve posible. Asi-
mismo, la regla 18 de Beijing menciona la importancia de un catálogo amplio de medidas
alternativas a la privación de libertad. Por su parte, las Reglas de Tokio establecen una
reglamentación que fomenta la adopción de medidas alternativas.
Dentro del artículo 80 del cna se contempla el siguiente catálogo de medidas socioe-
ducativas no privativas de libertad: advertencia, amonestación, orientación y apoyo
mediante la incorporación a un programa socioeducativo, observancia de reglas de con-
ducta, prestación de servicios a la comunidad, obligación de reparar el daño o dar satis-
facción a la víctima, prohibición de conducir vehículos motorizados, libertad asistida y
libertad vigilada.
Las sanciones no privativas de libertad son una manera de salvaguardar los derechos
de los adolescentes que han infringido las leyes penales y constituyen una consecuencia
lógica de la aplicación del principio de excepcionalidad, que impone restringir la libertad
de los adolescentes como medida de último recurso.

51. Javier Palummo, Justicia penal juvenil…, o. cit.


52. cidh, Informe sobre justicia juvenil y derechos humanos en las Américas, cit., § 32.

64
VII. Alternativas a la privación de libertad

Gráfico 46. Evolución de las medidas socioeducativas privativas de libertad.


Montevideo, 2005-2013, en porcentajes

En Montevideo, a lo largo del período analizado se observan fluctuaciones de menor o


mayor grado en el tipo de medidas socioeducativas aplicadas a la población adolescente
en las sentencias. Si bien en los primeros años el porcentaje mayor solía corresponder a
las medidas no privativas de libertad, luego del 2008 la situación se revirtió y desde enton-
ces los porcentajes más altos corresponden a la privación de libertad.
La situación en el 2005 parece la inversa de la observada en el 2013. Mientras en el
primer año referido el mayor porcentaje correspondía a las medidas no privativas de la
libertad, en el último corresponde a la privación de libertad. Es un dato significativo si se
consideran las variaciones entre los delitos dentro del período investigado. Si se repasa la
evolución de los delitos, en especial los hurtos y las rapiñas, no se advierte una relación
entre esta y las sanciones dispuestas. En este sentido, el tipo de respuesta penal parece
más estable que los delitos que se sancionan.

Gráfico 47. Evolución de las medidas socioeducativas privativas y no


privativas de libertad. Maldonado, Paysandú y Salto, 2005, 2007, 2009, 2011 y 2013,
en porcentajes

65
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

Sin embargo, en los departamentos del interior analizados se verifica otra tendencia:
el uso de las medidas alternativas a la privación de libertad propiamente dicha tiende a
aumentar. Aun en el 2013, luego de aprobada la última de las reformas al cna, se registra
el porcentaje más bajo de aplicación de las medidas privativas de libertad.

Gráfico 48. Delitos en los que se adopta una medida no privativa de libertad.
Montevideo, 2005-2007, 2008-2010 y 2011-2013, en porcentajes

No obstante, en Montevideo es posible encontrar importantes variaciones cuando


se observa cuáles son los delitos que han sido castigados con medidas no privativas de
libertad.
Si los datos se agrupan en trienios, las variaciones son muy claras. Por ejemplo, en
el período 2005-2007 el 48,4 % de las medidas no privativas de libertad dispuestas corres-
pondió a las rapiñas; el porcentaje se elevó al 58,5 % en el período siguiente para luego
alcanzar apenas el 26,2 % del total. Es claro que la caída en la utilización de medidas no
privativas de libertad para las rapiñas tiene relación con las modificaciones normativas
que endurecieron el sistema penal juvenil.

66
VII. Alternativas a la privación de libertad

Gráfico 49. Delitos para los que se impone una medida socioeducativa no
privativa de libertad. Montevideo, 2011, 2012 y 2013, en porcentaje

En especial puede observarse en Montevideo el claro impacto que ha tenido en las


prácticas judiciales la aprobación de la ley 19.055, con el régimen especial que consagra. A
partir de su vigencia, solo el 9,3 % de los expedientes en que se adoptan medidas no priva-
tivas de libertad se ha tipificado una rapiña, y esos pocos casos corresponden a tentativas.
La ausencia de información confiable sobre el funcionamiento de los programas de
medidas no privativas de libertad también constituye un serio obstáculo para que las au-
toridades decidan aplicar medidas de este tipo.
El análisis de datos a efectos de formular y comprobar las hipótesis sobre las interven-
ciones, la generación de conocimiento sobre el sistema de justicia penal juvenil con base
empírica para buscar las mejores soluciones o reducir el error, entre otras acciones indis-
pensables, son imposibles sin un sistema de información que desarrolle y privilegie una
serie de indicadores adecuados a las finalidades de las intervenciones de la justicia penal
juvenil. Si no es posible medir claramente y en forma sostenida qué funciona, qué pre-
viene, qué reinserta en la sociedad a quienes son sometidos a la justicia penal juvenil, se
hace difícil sostener una discusión basada en evidencia con quienes plantean soluciones

67
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

represivas y privativas de la libertad. Para esto se requiere profesionalizar los sistemas de


justicia penal juvenil, poder evaluarlos y poder decidir qué es lo que funciona, cuándo
funciona, por qué funciona y cómo replicarlo o modificarlo para mejorar su eficiencia en
términos mensurables.53
La aplicación preferente de las sanciones no privativas de libertad, además de ser
adecuada desde la perspectiva de los derechos humanos de la infancia y la adolescencia,
constituye una forma más eficaz de lograr el objetivo último de un sistema de justicia
penal juvenil, esto es, la integración de los niños a la sociedad como miembros cons-
tructivos, además de contribuir a aumentar la seguridad pública al reducir los índices de
reincidencia.54

53. Javier Palummo, Justicia penal juvenil…, o. cit., p. 42.


54. cidh, Informe sobre justicia juvenil y derechos humanos en las Américas, cit., § 331.

68
VIII. Conclusiones
El legislador ha dado una señal muy clara al aprobar las reformas más recientes a la justi-
cia penal juvenil, con el convencimiento de que los problemas de seguridad que enfrenta
la sociedad tienen relación con las conductas infraccionales de los adolescentes. En Uru-
guay, en el marco de un proceso de construcción social y política que ha tenido voceros
muy relevantes, a partir del año 2011 se instaló en la agenda pública la idea de que era
necesario reformar el sistema de justicia penal juvenil y endurecerlo, porque ello mejora-
ría la seguridad y la convivencia social. Esa idea es la que ha orientado todo el proceso de
reforma legal, tanto las normas que se han aprobado como las que no.
Los cambios realizados al cna se han explicado y analizado en el presente informe.
Todos han estado orientados a endurecer las respuestas punitivas, pero también a dismi-
nuir algunas garantías.
Sin embargo, las reformas aprobadas han tenido niveles muy diferentes de impacto en
el funcionamiento del sistema. Mientras algunas han generado escasas alteraciones en
las prácticas judiciales, otras han implicado cambios fuertes.
En el primer grupo es posible incluir la criminalización de la tentativa de hurto, la
utilización de los antecedentes judiciales como pena accesoria y el trámite abreviado para
que la sentencia se dicte al inicio de los procesos. Todas estas modificaciones, en especial
las dos primeras, tuvieron gran relevancia en el debate parlamentario, pero es evidente
que ello no ha tenido un correlato en la realidad.
En el segundo grupo se encuentran el aumento del uso de la privación de libertad
como medida cautelar al inicio de los procesos y como sanción, además de la extensión
del tiempo de privación de libertad en ambas modalidades y el aumento de la duración de
los procesos.
En definitiva, lo que han logrado los cambios normativos es privilegiar el carácter re-
tributivo de la justicia penal juvenil y en especial de la privación de libertad, en detrimen-
to de las garantías y del enfoque educativo.
Todo ello se produce en un contexto de profunda crisis de la gestión de la privación de
libertad —con múltiples cambios institucionales, de autoridades y de enfoque— y cuando
se ha acumulado una gran cantidad de diagnósticos negativos sobre su funcionamiento.
En el análisis estuvo presente el aumento de la actividad delictiva que registraban las
agencias del sistema, en especial la policial, pero no ocurrió lo mismo con el impacto que
en ese aumento de actividad tuvo la gran cantidad de fugas registradas en dichos años.
El aumento de la actividad delictiva, lejos de ser un aspecto atribuible a los adolescentes,
fue consecuencia de un sistema de gestión de la privación de libertad que por varios años
no logró mantener a los adolescentes en los centros.
La única variante registrada desde la aprobación del cna se encuentra en la distribu-
ción de los hurtos y las rapiñas. Tal como se ha afirmado en el capítulo anterior, hubo una
relación muy clara entre las importantes cifras de fugas y el aumento del porcentaje de
rapiñas. De acuerdo con los datos de los primeros y los últimos años analizados, es muy
discutible que haya existido un cambio en las modalidades delictivas.
Pero este razonamiento nunca fue evidenciado y las instituciones no asumieron su res-
ponsabilidad por un estado de cosas que habían contribuido a crear. Por el contrario, los
mensajes elaborados en el campo político, que fueron incansablemente reproducidos por
los medios de comunicación, apuntaron a responsabilizar a los adolescentes por los proble-
mas de inseguridad y convivencia. El mensaje central fue muy claro: los delitos cometidos
por adolescentes son cada vez más y más violentos, por lo que hay que actuar con firmeza.
Este es un aspecto preocupante, por cuanto este tipo de argumento ha desviado el cen-
tro de análisis. Como problema principal identifica a los adolescentes y no a un sistema

69
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013

de justicia penal juvenil que nunca ha conseguido implementar adecuadamente la nor-


mativa vigente, que no logra mantener privados de libertad a los adolescentes según las
resoluciones judiciales adoptadas, y menos aún puede mostrar resultados en términos de
reinserción social de los adolescentes a su cargo.
Mientras se produjo todo este debate y se aprobaron las modificaciones legislativas
relacionadas, los principales problemas del funcionamiento de la justicia penal juvenil
se agudizaron.
La justicia penal juvenil como sistema y todas sus agencias deben repensarse en cuan-
to política pública orientada no solo a castigar conductas, sino a hacerlo eficientemente,
respetando los estándares mínimos del derecho internacional de los derechos humanos
y de conformidad con la finalidad del sistema, que es la reinserción de los adolescentes.
Modificar el sistema implica superar la etapa de los gestos simbólicos y pensar la justi-
cia penal juvenil como una política pública desde lo legislativo, lo judicial y la ejecución
de las medidas y sanciones. Para ello es indispensable una mayor profesionalización del
sistema.
Es posible observar la desprofesionalización en la ausencia de formación específica de
las personas que se desempeñan en el sistema, incluso de las autoridades; en el descono-
cimiento de los estándares internacionales de derechos humanos aplicados a la gestión
de la libertad; en la escasa producción de información orientada a pensar el sistema y
orientar los cambios necesarios. Existe un déficit muy importante en la formación de los
recursos humanos, que incide en los rendimientos de las políticas públicas.
Todo ello ha sido caldo de cultivo de iniciativas represivas, orientadas al endureci-
miento del sistema. El malestar en relación con el rendimiento de las instituciones ha
sido utilizado con fines políticos y electorales. Las responsabilidades institucionales
desa­­parecen y la mirada se centra en los adolescentes. Se deja de hablar de su reinserción
y solo aparece como relevante mantenerlos privados de libertad.
En el escenario actual, además de lograr una mayor profesionalización del sistema,
es indispensable racionalizar el uso de la privación de libertad. El crecimiento constante
del número de adolescentes privados de libertad será causa, a corto y mediano plazo, de
un aumento del hacinamiento y la sobrepoblación, lo que condicionará fuertemente la
posibilidad de desarrollar actividades de reinserción y fortalecerá la lógica penitenciaria
y custodial en detrimento del enfoque socioeducativo.55
Mientras estos aspectos no sean tenidos en cuenta, será muy difícil que las reformas
institucionales y el aumento del gasto público verificado en estos últimos años tengan
impacto en términos de seguridad y convivencia, ni en lo que refiere a la reinserción so-
cial de los adolescentes.

55. Javier Palummo, “Privación de libertad de adolescentes cinco años después del informe Nowak: cambios, con-
tinuidades y próximos pasos”, en aa. vv., Próximos pasos hacia una política penitenciaria de derechos humanos en
Uruguay. Ensayos de seguimiento a las recomendaciones de 2009 y 2013 de la Relatoría de Naciones Unidas contra la tor-
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