Practicas_judiciales_2017OSJ
Practicas_judiciales_2017OSJ
Practicas_judiciales_2017OSJ
infraccionales a adolescentes
Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005 – 2013
Prácticas judiciales en los procesos
infraccionales a adolescentes.
Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto.
2005–2013
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y
Salto. 2005–2013
Equipo de investigación: 2004-2005: Lydia López, María José Ramos, Cecilia Tomassini y
Luciana Vaccotti. 2006: Gabriel Gómez, Paula Manera, Cecilia Tomassini y Luciana Vaccotti.
2007: Luisina Fierro, Paula Manera, Anaclara Planel, Gianina Podestá y Cecilia Tomassini. 2008:
Ivo Araujo, Alejandra Cabrera, Pedro Da Costa, Carolina Fernández, Paula Manera, Gianina
Podestá y María Noel Volpe. 2009 y 2010: Nicolás Bico, Andrea Coronel, Paula Ermida, Sabrina
Freira, Dora González y Gianina Podestá. 2011: Sabrina Massaferro y Agustina López. 2012 y
2013: Florencia Acosta, Juan Acuña, Ivo Araújo, Lucía Barboni, Ana Beceiro, Cecilia Casella,
Pablo Easton, Fernando De los Santos, María Paula Garzón, Eloísa Lago, Agustina López, María
Macagno, Ana Siffredo y Estefanía Suarez.
Impresión: Mastergraf
Primera edición: junio de 2017
ISBN: 978-92-806-4889-8
unicef Uruguay
Bulevar Artigas 1659, piso 12
Montevideo, Uruguay
Tel (598) 2403 0308
e-mail: montevideo@unicef.org
Nota: La Convención sobre los Derechos del Niño se aplica a todas las personas menores de 18
años, es decir, niños, niñas y adolescentes mujeres y varones. Por cuestiones de simplificación
en la redacción y de comodidad en la lectura, se ha optado por usar en algunos casos los
términos generales los niños y los adolescentes, sin que ello implique discriminación de género.
Para reproducir cualquier parte de esta publicación es necesario solicitar una autorización. Se
garantizará el permiso de reproducción gratuito a las organizaciones educativas o sin fines de
lucro. Sírvase dirigirse a: urgunicef@unicef.org
Contenido
Agradecimientos7
Prólogo9
I. Introducción 11
V. La respuesta judicial 34
Las actuaciones policiales 34
Antecedentes judiciales 36
Conservación de los antecedentes como pena accesoria 38
El inicio de las actuaciones judiciales 38
La defensa de los adolescentes en el proceso 43
La pretensión punitiva 44
Actitudes de la defensa 46
El trámite abreviado 48
Duración de los procesos 48
VIII. Conclusiones 69
Bibliografía71
Agradecimientos
7
Prólogo
La preocupación global sobre el efectivo ejercicio del acceso a la justicia no solo se ve refle-
jada en los tratados de derechos humanos, sino que forma parte de las preocupaciones de
la comunidad internacional en su conjunto. Así se evidencia en los objetivos de desarrollo
sostenible (ods) recientemente aprobados. Los gobiernos del mundo se han propuesto
trabajar hacia el 2030 con el propósito de “promover sociedades pacíficas e inclusivas para
el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones
eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles”.
El efectivo ejercicio del derecho a la justicia es una preocupación para todos, pero es-
pecialmente para los niños, niñas y adolescentes. Ellos se enfrentan a más dificultadas
que los adultos por la falta de especialización de los sistemas de justicia para atenderlos.
Desde 2006, unicef viene sosteniendo su apoyo técnico y financiero al proyecto Ob-
servatorio del Sistema Judicial, con el fin de generar información relevante sobre el fun-
cionamiento del sistema de justicia penal juvenil y justicia de familia a través del releva-
miento y la sistematización de expedientes judiciales.
La información producida en este proyecto complementa los indicadores que genera
regularmente el Poder Judicial y permite monitorear en profundidad la aplicación de la
legislación nacional y la adecuación de las prácticas judiciales a los estándares estableci-
dos en la Convención sobre los Derechos del Niño.
Confiamos en que esta información contribuirá a cumplir dos objetivos: colocar en
su justa dimensión el fenómeno de la justicia penal de adolescentes varones y mujeres y
mejorar las prácticas judiciales para que sean justas con los niños, niñas y adolescentes
uruguayos.
Lucía Vernazza
Oficial de Protección
unicef Uruguay
9
I. Introducción
El fenómeno de la delincuencia juvenil es una de las cuestiones más controversiales y
debatidas en los últimos años en Uruguay. Pero ¿qué se sabe realmente de su evolución
desde la aprobación del Código de la Niñez y la Adolescencia (cna)? ¿Acaso el debate que se
ha suscitado se ha basado en información confiable? Este informe intenta aportar insu-
mos a la discusión como una forma de reenfocar el debate sobre la temática, dejando de
lado los prejuicios que han alimentado el intercambio, por lo menos en la última década.
No es la primera vez que el Observatorio del Sistema Judicial (osj) realiza este tipo
de contribuciones. Desde el comienzo de la implementación del cna, a fines del 2004,
se comenzó una labor de relevamiento de información que ha nutrido la elaboración de
varios documentos analíticos.1 Los informes elaborados por el osj se han referido tanto a
la temática penal juvenil como a los procesos de protección de derechos. En el área penal,
en diferentes informes se han analizado la implementación de la normativa vigente y las
prácticas institucionales, el funcionamiento de la justicia penal juvenil como sistema, y
diversos aspectos vinculados con el fenómeno de la delincuencia juvenil.2
En muchos casos la labor desarrollada se ha orientado a identificar los principales nú-
cleos problemáticos del funcionamiento de la justicia penal juvenil en el país, así como
algunas de las características del fenómeno de la delincuencia juvenil.
El presente trabajo es el resultado de un intenso seguimiento de las prácticas y resolu-
ciones judiciales posteriores a la aprobación del cna, realizado con el objetivo de fomen-
tar una profunda reflexión sobre la implementación del sistema de justicia penal juvenil,
especialmente a los efectos de favorecer el desarrollo de prácticas judiciales acordes con
la normativa internacional consagratoria de los derechos humanos de la infancia y la
adolescencia. Esperamos que la información que se expone sea útil para que el público
en general y las agencias que componen el sistema de justicia juvenil puedan reflexionar
sobre el funcionamiento de este.
El osj siempre ha tomado como referencia normativa la doctrina de la protección integral, de
las Naciones Unidas. Por ello, un aspecto central de los análisis realizados se ha referido
a la adecuación de la normativa interna y de las prácticas institucionales a los estándares
del derecho internacional de los derechos humanos.
El marco teórico y conceptual del trabajo llevado a cabo se ha nutrido en todos estos
años de una variedad de corrientes —realismo jurídico y teorías críticas del derecho, entre
otras— y se ha orientado a poner al descubierto el sentido político de la práctica cotidiana
del sistema penal juvenil y de las conductas que periódicamente son atrapadas por él, las
cuales configuran la porción de la delincuencia juvenil que ha sido abordada en los dife-
rentes informes.
La fuente de la información presentada en este informe, al igual que en los anteriores in-
formes del osj, está perfectamente identificada: la constituyen los expedientes judiciales.
La metodología ha consistido en aplicar un formulario de relevamiento a una muestra esta-
dísticamente representativa de esos expedientes para cada uno de los períodos analizados.
11
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
En el caso del presente informe, además, se pretende analizar y hacer público el grave
impacto que ha tenido en el funcionamiento de la justicia penal juvenil el elevado nú-
mero de fugas ocurridas principalmente en los años 2009 y 2010, así como también el
endurecimiento de la legislación operado a partir del 2011. En un contexto en el cual se
ha responsabilizado a los adolescentes por la situación de inseguridad de la población,
parece indispensable plantear las responsabilidades que corresponden al mundo adulto y
a sus instituciones en toda la cuestión, tomando como base la evidencia empírica.
Para la elaboración de este informe se ha utilizado buena parte de la información re-
levada por el osj desde el inicio de su trabajo. En los períodos que se mencionarán más
adelante se relevaron 1935 expedientes correspondientes a los juzgados letrados de ado-
lescentes de Montevideo y 722 correspondientes a los juzgados letrados con competencia
en materia de adolescentes de las ciudades de Maldonado, Paysandú y Salto.3 Así, para la
elaboración del presente documento se han relevado y analizado 2657 expedientes.
El primer período analizado corresponde a los expedientes iniciados en el primer año
de aplicación del cna en las sedes judiciales mencionadas. Los siguientes períodos co-
rresponden, en el caso de los expedientes iniciados en Montevideo, a los años calendario
2006, 2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2012 y 2013, y en el caso de los expedientes iniciados en
Maldonado, Paysandú y Salto, a los años calendario 2007, 2009, 2011 y 2013.
El informe fue redactado entre octubre y diciembre de 2014, por lo que no incluye nin-
guna referencia a la normativa ni a la información secundaria posterior a ese año.
3. No se incluyen sedes judiciales de los referidos departamentos que no se encuentren en las ciudades mencio-
nadas.
12
II. Implementación, endurecimiento
y regresividad
Consideraciones previas
El cna, ley 17.823, del 4 de setiembre de 2004, representó un gran avance en el proceso de
adecuación de la normativa interna a los estándares de la Convención sobre los Derechos
del Niño (cdn), que había sido ratificada por ley 16.137, del 28 de setiembre de 1990. No
obstante, desde la entrada en vigor del Código, se han verificado importantes dificultades
para su implementación.4
Es posible identificar dos etapas muy claras en relación con la evolución normativa
más reciente referida al sistema de justicia penal juvenil en Uruguay.
Una primera etapa comienza con la aprobación del cna y culmina con el inicio del
proceso de endurecimiento del sistema y de pérdida de garantías que representa la apro-
bación de la ley 18.777, del 15 de julio de 2011.
La segunda etapa, que se inicia con la norma antes referida, continúa con la aproba-
ción de la ley 18.778, del 15 de julio de 2011, y la ley 19.055, del 4 de enero de 2013. En esta
etapa, en forma paralela pero sin implicar una modificación del cna, fue aprobada la ley
18.771, del 1.o de julio de 2011, orientada a modificar la institucionalidad a cargo de la ges-
tión de las medidas y sanciones de la justicia penal juvenil.
En los siguientes apartados se presenta un esquema resumido de las principales modi-
ficaciones que han implicado las leyes mencionadas.
La ley 18.777 modificó los artículos 69, 76.5, y 76.6 del cna. Esto significó:
Por su parte, la ley 18.778 efectuó las siguientes modificaciones a los artículos 116 y 222
del cna:
4. Javier Palummo (coord.), Justicia penal juvenil…, o. cit.; Discurso y realidad: Segundo informe…, o. cit.; Discurso y
realidad: Informe…, o. cit.
13
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
Por su parte, la ley 19.055 modificó los artículos 72 y 94 del cna agregando los artículos
76.16 y 116 bis, y ordenó al Poder Ejecutivo, en el término de 30 días a partir de la entrada en
vigencia de la ley, instalar una comisión especial con el cometido de redactar un proyecto
de ley que legisle en forma exclusiva el régimen de responsabilidad infraccional juvenil.5
Como consecuencia de estas reformas:
5. La Comisión referida termina dando lugar a la elaboración de un proyecto de “Código de Responsabilidad In-
fraccional Adolescente”, remitido por el Poder Ejecutivo al Poder Legislativo el 19 de julio de 2013. Este proyecto
recepciona algunos principios básicos de la justicia penal juvenil, y establece un proceso acusatorio en el que
los fiscales pasan a tener un papel primordial en el establecimiento de la política criminal y en el que las vícti-
mas, así como la mediación víctima-ofensor, encuentran un espacio específico en los procesos. Pero parece
que es un proyecto que no tiene en cuenta algunas características principales de la aplicación de la normativa
penal juvenil según los estándares del derecho internacional de los derechos humanos. Los principios de mí-
nima intervención o lesividad, de desjudicialización, así como el de oportunidad reglada, que se encuentran
orientados a dejar fuera del sistema penal algunas conductas, no tendrían una aplicación adecuada, cuando el
proyecto no deja nada sin criminalizar: ni las faltas, ni las tentativas de delitos menores sin violencia, como el
delito de hurto. El proyecto, además, limita la discrecionalidad del sistema únicamente a favor de la utilización
del encierro. Lo peor es que eleva el máximo de privación de libertad de la justicia juvenil a 10 años.
6. Homicidio intencional con agravantes especiales (artículos 311 y 312 del Código Penal), lesiones gravísimas
(artículo 318 del Código Penal), violación (artículo 272 del Código Penal), rapiña (artículo 344 del Código Pe-
nal), privación de libertad agravada (artículo 282 del Código Penal), secuestro (artículo 346 del Código Penal),
y cualquier otra acción u omisión que el Código Penal o las leyes especiales castiguen con una pena cuyo límite
mínimo sea igual o superior a seis años de penitenciaría o cuyo límite máximo sea igual o superior a doce años
de penitenciaría.
14
II. Implementación, endurecimiento y regresividad
Consideraciones finales
La segunda etapa en la evolución normativa reciente del sistema de justicia penal juvenil
en Uruguay, además de endurecer el sistema, ha traído consigo una clara disminución de
las garantías y se encuentra orientada principalmente a los siguientes objetivos:
7. Rafael Paternain, “Políticas de seguridad en el Uruguay: desafíos para los gobiernos de izquierda”. Cuestiones de
Sociología, n.o 10, Montevideo, 2014.
15
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
Es evidente que a partir de mediados del 2011 se ha precipitado una serie de reformas
normativas que dan cuenta de una nueva etapa, en la que se han abandonado algunos pos-
tulados que en el 2004 dieron lugar a la aprobación del Código de la Niñez y la Adolescencia.
No es posible seguir sosteniendo la existencia de una orientación minimalista en la
legislación vigente. En aquel momento algunos autores habían expresado que el cna ins-
tauraba un derecho penal mínimo, de acto, que reducía la intervención punitiva en con-
sonancia con la cdn.8 Es claro que todo eso ha quedado en el pasado en pocos años.
8. Cf. Ricardo Pérez Manrique, “Uruguay: Reflexiones sobre el Código de la Niñez y la Adolescencia. Ley n.o 17.283”,
Justicia y Derechos del Niño, n.o 6, Santiago de Chile: unicef, 2004, pp. 269 y ss.; Jacinta Balbela, “Código de la
Niñez y la Adolescencia”, Texto y Contexto n.o 35, Montevideo: fcu, 2004, p. 25.; Jacinta Balbela y Ricardo Pérez
Manrique, Código de la Niñez y la Adolescencia. Anotado y comentado. Ley n.o 17.823, Montevideo: B de F, 2005.
16
III. Los delitos y sus circunstancias
En el régimen vigente son aplicables a los adolescentes las previsiones normativas del
Código Penal de adultos en lo que refiere a la descripción de las conductas castigadas. En
este sentido, las infracciones de la justicia penal juvenil no son otra cosa que los delitos
previstos en el Código Penal cuando son cometidos por adolescentes.
No obstante, hasta la aprobación de la ley 18.777, en 2011, el cna preveía algunos lí-
mites a la intervención punitiva sobre los adolescentes, descriminalizando algunas con-
ductas, como es el caso de la tentativa y la complicidad en las infracciones que eran con-
sideradas por el propio Código como graves.9 Pero, como se ha expresado en el capítulo
anterior, esto ha sufrido modificaciones con la ley mencionada, que incluyó la tentativa
y la complicidad en el delito de hurto —infracción considerada grave por el cna— entre las
conductas castigadas por la justicia penal juvenil.10
En adelante se analizarán las infracciones cometidas por los adolescentes a partir de
la aprobación del cna, tomando en cuenta la calificación de las conductas que efectúa
la autoridad judicial en la sentencia interlocutoria de inicio del procedimiento, una vez
finalizada la audiencia preliminar.11
Tal como surge del gráfico 1, es posible identificar en Montevideo tres grandes carac-
terísticas de la evolución de las modalidades delictivas. En primer lugar, ha existido una
clara concentración de los delitos contra la propiedad, para todos los años, en su gran
mayoría en hurtos y rapiñas, mientras que los delitos contra la persona son claramente
minoritarios.
En segundo lugar, hasta el año 2010 inclusive se observa una disminución del delito
de hurto a la vez que un aumento de la rapiña. La diferencia entre ambos delitos contra la
propiedad es que en el primero no media violencia contra las personas, mientras que en
el caso de la rapiña ello ocurre con mayor o menor gravedad.
En tercer lugar, es posible observar a partir del 2011 una modificación muy importante
de la distribución de los hurtos y las rapiñas, que implica prácticamente volver a la situa-
ción registrada en el 2005.
9. Es relevante mencionar que en el cna las infracciones son calificadas como graves y gravísimas. Por ello, al
contrario de lo que podría sugerir el sentido común, las infracciones graves son precisamente menos graves.
10. Sobre este aspecto pueden consultarse los informes anteriores del Observatorio, entre ellos: Agustina López y
Javier Palummo, Delincuencia juvenil en la ciudad de Montevideo, Montevideo: Observatorio del Sistema Judicial y
Fundación Justicia y Derecho, 2013, p. 31.
11. Véase al respecto el capítulo v del presente informe.
17
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
12. Sobre este aspecto puede consultarse Agustina López y Javier Palummo, Delincuencia juvenil…, o. cit.
13. A los efectos del presente informe, la rapiña es considerada principalmente un delito contra la propiedad. Aun-
que es evidente que se trata de un delito que contiene la afectación de otros bienes jurídicos distintos a la
propiedad, la lesión a los otros bienes tutelados no es la principal.
18
III. Los delitos y sus circunstancias
Maldonado
2005 2007 2009 2011 2013
Hurto 56,8 52,5 57,9 52,9 67,1
Rapiña 15,9 27,9 26,3 9,8 10
Lesiones 11,4 4,9 2,6 5,9 4,3
Violación 2,3 0, 0 2,6 0 0
Copamiento 0,0 0, 0 2,6 0 0
Receptación 0,0 8,2 2,6 15,7 10
Tentativa de hurto 0, 0 0, 0 0, 0 3,9 0
Ley de Estupefacientes 0, 0 1,6 2,6 2 2,9
Homicidio 2,3 0, 0 0, 0 0 0
Otras 11,4 4,9 2,6 9,8 5,7
Paysandú
2005 2007 2009 2011 2013
Hurto 73,3 62,5 57,6 44,6 68,6
Rapiña 6,7 8,3 18,2 19,2 5,7
Lesiones 6,7 12,5 0 7,7 0
Violación 3,3 0 0 0 0
Copamiento 3,3 0 0 0 0
Receptación 3,3 8,3 3 3,8 2,9
Tentativa de hurto 0 0 0 3,8 0
Ley de Estupefacientes 0 0 0 3,8 5,7
Homicidio 0 4,2 0 3,8 5,7
Otras 3,3 4,2 21,2 13,1 11,4
Salto
2005 2007 2009 2011 2013
Hurto 78,8 77,8 78,8 77,8 73,7
Rapiña 3 8,3 3 11,1 15,8
Lesiones 3 0 9,1 2,8 0
Violación 0 0 0 2,8 0
Copamiento 0 0 0 0 0
Receptación 0 8,3 0 2,8 5,2
Tentativa de hurto 0 0 3 2,8 0
Ley de Estupefacientes 0 0 3 0 0
Homicidio 0 2,8 0 0 0
Otras 15,2 2,8 3 0 5,2
19
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
Tentativa de hurto
Recuperación de lo sustraído
20
III. Los delitos y sus circunstancias
41 42
40 35,4 35,1
31,7 31,2
29,4
30 27,3 26,8
20
10
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013
21
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
En los departamentos del interior se observa que tanto en Maldonado como en Salto el
porcentaje más relevante corresponde a las infracciones cometidas por los adolescentes
acompañados por otra persona (44,8 % y 45,1 % de los casos respectivamente). Paysandú
muestra una particularidad que lo diferencia tanto de Montevideo como de los restantes
departamentos analizados: el porcentaje más relevante corresponde a infracciones come-
tidas en forma individual.
80
Mismo barrio Distinto barrio
70
72,2
60 66,2
59,9
50
40,1
40 33,8
27,8
30
20
10
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013
22
III. Los delitos y sus circunstancias
70 2005-2007
60,2
60
56,4 2008-2010
52,8
50 2011-2013
40
30 24,823,6
20 14,2 13,6
9,5 10,3 10,3
10 4,5 6,7 6,9
1,7 1,9 0,9 1,1
0,6
0
Vía pública Vivienda Locales Instituciones Medios Otros
comerciales públicas de transporte
públicos
En Montevideo, con el correr de los años, cada vez en mayor proporción los adolescentes
cometen las infracciones en barrios distintos a aquellos donde residen.
Además, la mayoría de las infracciones en Montevideo se llevan a cabo en la vía pública,
aunque la proporción disminuyó en el segundo período analizado. En los últimos períodos,
con variantes, se observan porcentajes importantes de infracciones en locales comerciales.
En los departamentos del interior analizados, al igual que en Montevideo, los mayores
porcentajes corresponden a infracciones en la vía pública. La principal diferencia reside
en los porcentajes relativamente bajos de las infracciones cometidas en locales comercia-
les y medios de transporte públicos.
23
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
En Montevideo las rapiñas siempre han sido la infracción más usual abordada por el sis-
tema penal juvenil. No obstante, los años relevados muestran importantes variaciones.
Por ejemplo, mientras que en 2012 y 2013 eran el 49 % y el 48 % de las infracciones respecti-
vamente, en 2009 y 2010 alcanzaban al 75 % y 76 %.
Las lecturas de esta notable variación ocurrida entre 2008 y 2011 han sido múltiples.
En primera instancia se ha planteado que hubo un aumento de la cantidad de adolescen-
tes que cometen este tipo de infracciones, pero también se ha argumentado que aumentó
la violencia en la delincuencia juvenil.
Este último argumento es el que ha generado mayor reflexión en los analistas de la
región. Así, se ha hablado de la consolidación en algunas ciudades de una “nueva de-
lincuencia”: ladrones muy jóvenes, producto de la crisis económica y social y de la des-
estructuración familiar, que son incapaces de dosificar la violencia porque no adscriben
a los códigos de comportamiento de los ladrones profesionales de antaño.17 Este tipo de
explicación también ha estado muy presente en el discurso de algunas autoridades y ope-
radores judiciales, pero, como sostuvimos en el informe anterior, existe otro factor expli-
cativo de lo ocurrido: las fugas.
Los datos relevados para la realización del presente informe permiten reafirmar esta
hipótesis. De acuerdo con las autoridades, en el 2009 se habían producido 1072 fugas y en
el 2010 hubo 772;18 es decir que en los dos años referidos se informó de más de 1800 fugas.
Estas cifras son parecidas a las publicadas por el inau en el 2014, según las cuales hubo
1187 fugas en el 2009, 767 en el 2010, 250 en el 2011, 35 en el 2012 y 25 en el 2013.19
El impacto a escala de esta anomalía del sistema de ejecución de las medidas y san-
ciones privativas de libertad es evidente. Más allá de implicar un incumplimiento de las
medidas, el impacto de las fugas en el sistema es múltiple, y uno de sus efectos ha sido el
aumento de la actividad de las agencias del sistema y el aumento de la modalidad delicti-
va más usual en Montevideo, al menos desde la aprobación del cna: la rapiña.
En nuestro informe anterior habíamos formulado una hipótesis para la interpretación
de la información: que los adolescentes responsables de buena parte de los delitos —y es-
pecialmente de las rapiñas— que se habían cometido en Montevideo no eran tantos, y
que algunos eran especialmente activos o prolíficos, ante la incapacidad de las institucio-
nes de evitar las fugas y asegurar el cumplimiento de las medidas y sanciones judiciales.
Esta afirmación ya no puede ser considerada tan provisional a la luz de la relación se-
ñalada entre las rapiñas y las fugas.20 Una vez controladas las fugas, los porcentajes que
corresponden a las rapiñas han vuelto a cifras similares a las registradas en los primeros
años de aplicación del cna. La alarma, lejos de haber sido creada por los adolescentes, ha
sido responsabilidad de los adultos y sus instituciones.
17. Gabriel Kessler, “Las transformaciones en el delito juvenil en Argentina y su interpelación a las políticas públi-
cas”, en Barbara Potthast, Juliana Ströbele-Gregor y Dörte Wollrad (eds.), Ciudadanía vivida, (in)seguridades e in-
terculturalidad, Buenos Aires: fes, Adlaf y Nueva Sociedad, 2008.
18. Cifras comunicadas a las autoridades y publicadas el 7 de agosto de 2011 en El País, Montevideo, p. A12; El Ob-
servador, Montevideo, p. 6; La República, Montevideo, p. 7; y el 11 de agosto de 2011 en El Observador, pp. 8 y 9, y La
República, pp. 4 y 5, entre otras oportunidades.De acuerdo con las autoridades, esas mismas cifras de los años
referidos han disminuido luego en forma inexplicable. Así, más recientemente han expresado que las fugas
fueron 695 en el 2009 y 440 en el 2010 (El País, 24 de julio de 2012, p. A7).
19. inau, Comunicado a la población, s/f, disponible en: ‹http://www.inau.gub.uy/index.php/sala-de-prensa/no-
ticias/item/download/894_50b744b0518ab3957f5abfc56a53cd5f›.
20. Cf. Agustina López y Javier Palummo, Delincuencia juvenil…, o. cit.
24
IV. Violencia, drogas y armas
Introducción
Para quienes defienden el endurecimiento del sistema de justicia penal juvenil y propo-
nen las reformas normativas más regresivas, el problema del delito tiene una relación
directa con las condiciones individuales de los adolescentes y no con las condiciones so-
ciales en las que se producen tanto el aumento de la sensación de inseguridad como de las
intervenciones sobre conductas delictivas. Desde ese punto de vista, estos jóvenes actúan
de una forma inmoral pero racional; si bien desarrollan su actividad delictiva midiendo
costos y beneficios, lo hacen con un completo desprecio por la vida humana y los valores
sociales, y son cada vez más, cada vez más jóvenes y cada vez más violentos. Aunque estos
razonamientos suelen presentarse para justificar la adecuación de la represión del delito
a estos nuevos tiempos, las soluciones que proponen no tienen nada de novedoso y se vin-
culan estrechamente a las teorías de la defensa social desarrolladas casi dos siglos antes.21
Este capítulo se ocupa del uso de drogas y armas entre los adolescentes capturados por
el sistema penal juvenil, aspectos que generalmente son vinculados a la existencia de un
aumento de la violencia. También hará referencia específica a las víctimas de los delitos.
Drogas
21. Se hace referencia al concepto de defensa social desarrollado por la escuela criminológica positivista, de gran
importancia a fines del siglo xix y en las primeras décadas del siglo xx. En Uruguay, tanto el Código Penal como
el Código del Niño de 1934 constituyen cuerpos normativos enmarcados en dichas teorías criminológicas.
22. Es muy recomendable por lo documentado y la calidad del análisis desarrollado la lectura de: Clara Musto,
Nicolás Trajtenberg y Ana Vigna, “Consideraciones teóricas y metodológicas sobre el vínculo entre el consumo
de drogas y delito”, en Alberto Riella (coord.), El Uruguay desde la sociología, Montevideo: UdelaR, Facultad de
Ciencias Sociales, 2012, pp. 71 y ss. Los autores expresan: “Si bien existe una correlación relativamente robusta
entre ambos fenómenos, ¿dicha asociación es indicador de la existencia de una relación causal? Y en caso de
serlo, ¿cuál es el papel lógico que ocupan las múltiples variables en juego?, ¿cuál es el sentido de la relación?,
¿qué mecanismos explicativos conectan a ambos fenómenos?, o inclusive ¿cuál es la manera adecuada de es-
tudiar este tipo de vínculos?”.
23. Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (onudd), La relación droga y delito en adolescentes
infractores de la ley. La experiencia de Bolivia, Chile, Colombia, Perú y Uruguay, Viena: onudd, 2010, disponible en
‹https://www.unodc.org/documents/peruandecuador/Publicaciones/La_Relacion_Droga.pdf›.
25
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
80 Sí No 74
71
70
59
60
50
41
40
29
30
26
20
10
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013
26
IV. Violencia, drogas y armas
30 25,3
18,9
20
13,6
9,3
10 6,6 5,3
0,8 1,6 2,5 1,7 3 3 1,5
0
0
2009-2010 2011-2012 2013
38,9
40
33,3
31,6 31,4 31,4
30
24,3 25,5
23,1 23,3
20 17,5
14,7
10 5,4
2,7
0
2005 2007 2009 2011 2013
27
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
Gráfico 11. Tipo de droga mencionada. Maldonado, Paysandú y Salto, 2005, 2007,
2009, 2011 y 2013, datos agregados, en porcentajes
50
38,3
40 33,3
26,7
30 23,2 21,2
20
11,5
8,9 7,1
10
1,7 1,8 0 0 0
0
Pasta base Marihuana Alcohol Cocaína Otras
Armas
El fácil acceso de la población civil a las armas de fuego es preocupante en todo el mundo.
En el 2008 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo declaró que las armas de
fuego son una amenaza para la vida de las personas y la convivencia pacífica de cualquier
sociedad.
Uno de cada tres uruguayos posee un arma de fuego, cifra que coloca al país en el nivel
28
IV. Violencia, drogas y armas
de las sociedades en guerra civil.24 En marzo de 2006 Uruguay tenía inscriptas 592.923
armas. Este número incluye las armas de las fuerzas armadas y la policía, a las que corres-
pondería un 8,35 % del total. Las personas inscriptas como tenedoras de armas sumaban
385.008, de las cuales 1187 eran coleccionistas. Se estima, además, que hay altos índices
de registro, lo que se vería corroborado por el hecho de que el 51 % de las armas involucra-
das en hechos delictivos estaban inscriptas.25 Asimismo, “según encuesta realizada en el
mes de marzo del 2013 por la consultora Cifra para el semanario Búsqueda, un 14 % de los
hogares uruguayos cuenta con al menos un arma de fuego, y un 6 % que no cuenta con ella
tiene pensado comprar una”.26
Al respecto ha habido iniciativas legislativas y se han mencionado algunas ideas ten-
dientes al desarme de la población. La temática fue regulada por la ley 19.247, del 15 de
agosto de 2014, que ha representado un avance pero no constituye una respuesta lo sufi-
cientemente integral al fenómeno. Con todo, la norma constituye un avance en el control
del tráfico y la tenencia de armas de fuego por la población civil. Aún parecería necesario
priorizar el desarme, restringir la oferta y reducir la demanda a través de campañas de
educación y concientización.
Los datos para Montevideo son alarmantes. Como se ha expresado y se profundizará
más adelante, algo extraño pasó entre los años 2008 y 2010 en el sistema penal juvenil.
Las fugas, la alta circulación de un grupo de adolescentes infractores provocada por
esas fugas y las dificultades para desarrollar actividades socioeducativas dirigidas a rein-
sertar en la sociedad a dichos jóvenes fueron documentadas en múltiples informes: no
gubernamentales, de organismos internacionales y de la Institución Nacional de Dere-
chos Humanos y Defensoría del Pueblo. Junto con otras circunstancias, ello provocó que
durante esos años la justicia juvenil haya tenido un funcionamiento muy diferente al de
los años anteriores y posteriores.27
24. Rafael Paternain y Rafael Sanseviero, Violencia, inseguridad y miedos en el Uruguay: ¿qué tienen para decir las cien-
cias sociales? Montevideo: fesur, 2009.
25. Cf. Diego Fleitas. El problema de las armas de fuego en el Cono Sur, Buenos Aires: flacso, Documento de Trabajo 1,
2006.
26. Respecto a esta temática se recomienda consultar la información y los documentos disponibles en el sitio
‹http://ielsurdesarme.org›. Fecha de consulta: diciembre 2014
27. La privación de la libertad ha estado desde siempre dentro de la órbita del Instituto del Niño y Adolescente del
Uruguay (inau), pero la dependencia específicamente a cargo de la gestión del sistema cambió de nombre tres
veces. Entre 2008 y 2009 había pasado de ser el Instituto Nacional Técnico de Rehabilitación Juvenil (interj) a
denominarse Sistema de Ejecución de Medidas a Jóvenes Infractores (semeji). Este cambio de nombre no duró
demasiado, dado que el órgano encargado de la gestión de la privación de libertad se transformó en el actual
Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente (sirpa), el cual, de acuerdo con lo dispuesto en la ley 18.771, de
1.o de julio de 2011, volvería a cambiar para transformarse en el Instituto de Responsabilidad Penal Adolescente
(irpa), un nuevo servicio descentralizado independiente del inau.
29
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
61,2
60 57,2 57,1
52,9 53,8 53,6
50
50
45 43,4
47,1 42,9
46,2 40
40 42,8 38,8
35,6
36,5
30 28,9
25,4 24,6
22,5 26,7
24,2 24,3
20
2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013
En Montevideo, para el total de los delitos, hasta el 2010 se observa una clara tenden-
cia al aumento del uso de armas, que ese año llegó a su punto máximo: 75,8 % de los casos.
Esto implica un aumento de casi 23 puntos porcentuales respecto al 2005. No obstante,
la diferencia entre el 2005 y el 2013 no llega a un punto porcentual. La categoría incluye,
además de las armas de fuego, las armas blancas y los simuladores de armas.
El gráfico 12 también muestra un aumento del uso de armas de fuego hasta el año
2009, cuando llegó al 45 % del total de los expedientes, para luego presentar una disminu-
ción. No obstante, el último registro indica el uso de armas de fuego en un 36,5 % de los
expedientes, un valor alto en comparación con los primeros años analizados.
Los departamentos del interior analizados también muestran una situación muy dife-
rente a la de Montevideo en cuanto al uso de armas en las infracciones, y en particular al
uso de armas de fuego, que tienen porcentajes muy bajos.
Junto con los bajos porcentajes de infracciones que implican alguna forma de violen-
cia, estos datos revelan diferencias sustanciales entre las situaciones abordadas en Mon-
tevideo y en el resto de los departamentos analizados.
30
IV. Violencia, drogas y armas
Las víctimas
La Declaración sobre los Principios Fundamentales de Justicia para las Víctimas de Delitos
y del Abuso de Poder, de las Naciones Unidas, define como víctimas de la violencia y el delito a
todas las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños —lesiones fí-
sicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de
los derechos fundamentales— como consecuencia de acciones u omisiones que violen la
legislación penal vigente, incluida la que proscribe el abuso de poder.28
En los expedientes analizados suele haber referencias muy claras a la existencia de
una víctima o de un damnificado.
60
59,3 Masculino
58,7 57,9
50 Femenino
30
20
10
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013
60 0 a 12 30 a 59
55,9
13 a 29 Más de 60
50 48,7
45,1
41,8
40 37,7
35,8
30
20
10
10 8,5
5,9 4,6
3,6 2,4
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013
28. Naciones Unidas, Asamblea General, resolución 40/34, de 29 de noviembre de 1985. El cna refiere en varias
oportunidades a la situación de las víctimas de las infracciones, como es el caso del artículo 76, numerales 2,
5.2, 5.5.B y 10, y los artículos 80 y 82, entre otros.
31
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
En Montevideo se constata con cierta regularidad que las víctimas son mayoritaria-
mente del sexo masculino. En cuanto a sus edades, en los primeros períodos analizados el
porcentaje más elevado correspondía al tramo de 13 a 29 años, mientras que en el último
período se ubicó en el tramo siguiente, que incluye a las personas de 30 a 59 años.
En los párrafos siguientes se analiza la información relativa a las consecuencias de la
violencia respecto de las víctimas concretas identificadas en los expedientes judiciales
relevados en Montevideo. En especial se toma en cuenta la relación entre la existencia de
víctimas con lesiones y el uso de drogas y armas por los adolescentes infractores.
Lesiones de la víctima
20 en casos en los que no
15,8 se menciona dependencia
15 13,8
11,3
10
0
2009-2010 2011-2012 2013
Gráfico 16. Víctimas que presentaban lesión producida con arma o sin arma.
Montevideo, 2011-2013, en porcentajes
32
IV. Violencia, drogas y armas
33
V. La respuesta judicial
En este capítulo se abordará la respuesta de sistema judicial ante los adolescentes en con-
flicto con la ley penal. En los trabajos previos del osj se identificaron y analizaron una
serie de problemas en el diseño y el funcionamiento de la justicia penal juvenil, y se for-
mularon recomendaciones concretas a los efectos de ir superando dichas dificultades.29
En adelante se actualizará buena parte de esa información, pero no se examinarán en
profundidad los problemas mencionados.
Antes de que el adolescente sea sometido al proceso previsto en el cna para determinar
su eventual responsabilidad en una infracción penal, suele darse la intervención de la
policía. Esta es la agencia encargada de comenzar el proceso de criminalización de los
adolescentes.
El artículo 76.1 del cna establece como criterio la excepcionalidad de la detención. No
obstante, la intervención policial suele implicar la detención previa al proceso, la que en
Montevideo y en todos los períodos analizados ha ocurrido en porcentajes muy importan-
tes: 95 % en 2005-2007, 91,5 % en 2008-2010 y 95 % en 2011-2013. En los departamentos del
interior analizados los porcentajes de detenciones suelen ser inferiores a los registrados
en Montevideo, pero también allí lo más usual es que las primeras actuaciones judiciales
se encuentren precedidas por detenciones de la policía. Los funcionarios policiales suelen
ser quienes toman el primer contacto con los adolescentes que luego serán sometidos a
los procesos penales.
Existen requisitos para que la restricción de la libertad ambulatoria de una persona sea
jurídicamente admisible. El primero es el principio de legalidad, conforme al cual nadie
puede ser detenido sino por las causas y circunstancias expresamente tipificadas en la
ley y con estricto cumplimiento de los procedimientos objetivamente definidos por ella.
Pero, además, el artículo 15 de la Constitución agrega dos requisitos fundamentales para
que una detención sea legítima: “Nadie puede ser preso sino infraganti delito o habiendo
semiplena prueba de él, por orden escrita de Juez competente”.
Esta disposición resulta similar a la del artículo 74.C del cna, que expresa que una
persona solo puede ser detenida en casos de infracciones flagrantes o cuando haya ele-
mentos de convicción suficientes sobre la comisión de una infracción; en este último
caso, mediante orden escrita del juez competente, comunicada por medios fehacientes.
Se establece además que la detención será una medida excepcional. Esta disposición re-
fuerza la garantía constitucional que exige que la comunicación de la orden escrita del
juez competente se efectúe por medios fehacientes.
En los casos en que no se respetan los requisitos que habilitan a efectuar una deten-
ción, sin importar el tiempo que esta dure, se debe considerar que se trata de una deten-
ción ilegal.30
34
V. La respuesta judicial
70 73,3
70,6
66,8
60
50
40
28,6
30
20 15,6
11,9 9,8
7,3 6,5
10 5
2,5 2,1
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013
35
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
25 23,2
20
16,4
15
15
10,6
10
0
2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013
Antecedentes judiciales
El artículo 116.2 del cna siempre contuvo una previsión específica sobre la existencia de
un régimen de antecedentes judiciales.31 En Montevideo era usual encontrar en los ex-
pedientes planillas preimpresas referidas a un Registro de las Sedes de Adolescentes de
1.o, 2.o, 3.o y 4.o turno, que relacionaban sede, ficha, infracción, medida, requisitoria,
31. En los siguientes párrafos se analiza la información relativa a los antecedentes judiciales en Montevideo, salvo
en lo que refiere a la utilización de la pena accesoria prevista en la ley 18.778.
36
V. La respuesta judicial
sentencia y archivo. En estas planillas se incluían como antecedentes no solo los casos en
que una sentencia declaró al adolescente responsable de un ilícito, sino todos aquellos en
los que se le inició un expediente.
En el 2011 el cna fue modificado en este aspecto por la ley 18.778, que dispuso que la Su-
prema Corte de Justicia debía crear y reglamentar un Registro Nacional de Antecedentes
Judiciales de Adolescentes en Conflicto con la Ley Penal con dos secciones: una primera
con los antecedentes de los delitos de violación, rapiña, copamiento, secuestro y homici-
dio doloso o ultraintencional, y una segunda sección con las demás infracciones. Como
excepción a la destrucción inmediata de los antecedentes judiciales y administrativos de
los niños o adolescentes que hayan estado en conflicto con la ley, se estableció la situación
de los adolescentes penados por los delitos de violación, rapiña, copamiento, secuestro o
por las diferentes variantes del homicidio intencional. En esos casos, al dictar sentencia,
el juez puede imponer como pena accesoria la conservación de los antecedentes, a los
efectos de que, una vez alcanzada la mayoría de edad, si la persona volviera a cometer otro
delito doloso o ultraintencional, no sea considerada primaria.
En todos los casos los antecedentes judiciales de adolescentes deben ser eliminados
dos años después de que estos hayan cumplido la mayoría de edad o dos años después de
haber cumplido la pena, si esta se hubiera extendido más allá de los 18 años de edad.32
En Montevideo, en el último período analizado, en el 60,7 % de los expedientes constan
informes de antecedentes judiciales. En los departamentos del interior analizados ello ocu-
rre en el 57,1 % en Maldonado, en el 20,4 % en Paysandú y en el 47,5 % en Salto en el año 2013.
Es importante recordar que la regla 21.2 de las Reglas de Beijing prescribe: “[…] los
registros de los menores delincuentes no se utilizarán en procesos de adultos relativos a
casos subsiguientes en los que esté implicado el mismo delincuente”.
70
60,7
60
52,6
50
40
30
20
10
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013
32. La Suprema Corte de Justicia ha reglamentado esta ley por resolución 678/11, del 21 de setiembre de 2011.
37
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
Pese a las modificaciones introducidas en la legislación para los períodos 2012 y 2013 del
relevamiento en el caso Montevideo y en el año 2013 en los departamentos del interior,
en solo 10 casos se ha identificado la conservación de antecedentes como pena accesoria.
En Montevideo solo son dos expedientes. En el primero, del 2012, la pena accesoria se
dispuso para un caso de rapiña cometida con arma blanca en el que los adolescentes im-
plicados tenían antecedentes judiciales por rapiña. La medida socioeducativa dispuesta
fue de privación de libertad por seis meses. En este caso no hubo agravantes y no surge
que las víctimas hayan sufrido lesiones. En el segundo, del 2013, la pena accesoria fue im-
puesta a dos adolescentes que en el marco de una rapiña a un local comercial cometieron
un homicidio con arma de fuego. Aquí la pena fue de cinco años de privación de libertad.
En Maldonado se registra la mayor cantidad de expedientes en los que se aplica la pena
accesoria analizada. En el período estudiado se relevaron seis casos, correspondientes a
cinco hurtos y una rapiña. Para el de rapiña la medida socioeducativa fue de privación
de libertad por un año. A los cinco casos de hurto se les impusieron sanciones de libertad
asistida (2) u orientación y apoyo (3). La mayoría de las penas no superaron los seis meses
(4) y solo un caso tuvo una pena de ocho meses. En este departamento los criterios para
aplicar la pena accesoria de conservación de los antecedentes parecen claramente despro-
porcionados y difícilmente justificables en parámetros con fundamento normativo.
En Paysandú son dos los casos en que se impuso esta pena accesoria. Uno de ellos es
un homicidio en el cual se dispuso una medida de privación de libertad por dos años y
medio. El adolescente involucrado carecía de antecedentes judiciales, tenía 17 años y el
arma empleada fue una piña americana. El otro es un hurto cuyo autor, de 17 años, tenía
antecedentes por el mismo delito, y se le aplicó una medida de privación de libertad de
dos meses. Tampoco en este caso quedan claros los criterios utilizados para imponer estas
penas accesorias.
En Salto no se ha identificado ningún caso de aplicación de este tipo de penas.
Buena parte de los adolescentes que son abordados por la justicia penal juvenil han
tenido contactos previos con el sistema. Muchos de ellos forman parte de sectores sociales
estigmatizados y las intervenciones se han ido reiterando a lo largo de su vida.
En el debate reciente, el tema de los antecedentes cobró una gran importancia y dio
lugar a varias propuestas legislativas, pero no en el sentido de considerarlos desde la pers-
pectiva de la promoción de derechos o de la prevención del delito. El tema estuvo en la
discusión desde una perspectiva eminentemente represiva, y con la idea central de ero-
sionar el principio de especialidad de la justicia penal juvenil, como se vio en capítulos
anteriores. La información relevada revela la escasa significación práctica de la reforma
regresiva aprobada.
33. En Montevideo se dieron varios cambios en los planos institucional y reglamentario. Por la acordada 7550, del
11 de mayo de 2005, se creó el Juzgado Letrado de Adolescentes de 4.o Turno, que quedó constituido a partir
del 20 de junio de 2005, con la misma jurisdicción y competencia de los restantes juzgados letrados de adoles-
centes. Posteriormente, la acordada 7565, del 13 de marzo de 2006 y vigente a partir del 1.o de abril de ese año,
dispuso que todas las resoluciones adoptadas en forma telefónica durante los turnos en las materias penal,
familia especializada, faltas, adolescentes y aduana en el departamento de Montevideo deben ser registradas
38
V. La respuesta judicial
70
61
60
51 53
50
40
30
20
10
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013
39
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
35. Javier Palummo (coord.), Discurso y realidad: Informe…, o. cit.; ídem (coord.), Discurso y realidad: Segundo informe…,
o. cit.; ídem (coord.), Justicia penal juvenil…, o. cit.
40
V. La respuesta judicial
60
51,7
43
40 34,3
20
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013
41
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
60
40
20
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013
42
V. La respuesta judicial
Según surge de la información relevada, son muy pocos los casos en que luego de la au-
diencia preliminar no se inicia el procedimiento. En el 97 % de los expedientes del período
2011-2013 se dispuso formalmente el inicio de proceso penal luego de la audiencia preli-
minar. En esa misma resolución también se adoptan las medidas cautelares y se realiza
una tipificación primara de la conducta de los adolescentes. Ambos aspectos se tratarán
más adelante.
En Maldonado y Salto también hay porcentajes elevados de inicio del procedimiento:
92,9 % de los expedientes del 2013. En Paysandú, en cambio, el porcentaje apenas alcanza
el 64,9 %.
Esto revela que en Paysandú muchos adolescentes son detenidos y judicializados pero
no se les inicia proceso, y menos aún son responsabilizados mediante una sentencia. Es-
tas prácticas constituyen un claro incumplimiento no solo de buena parte de las normas
procesales del cna, sino también de la propia estructura procesal instaurada por él. La
detención administrativa previa al inicio del proceso y medida cautelar es utilizada como
una pena autónoma, ya no anticipada, dado que el juicio nunca llega, ni tampoco la
sentencia.37
La defensa en juicio es una garantía frente al ejercicio del poder punitivo estatal, y su ob-
jeto es proteger al adolescente sometido a un proceso por infracción a la ley penal ante un
eventual uso arbitrario de ese poder.38 El ejercicio de la defensa presupone la posibilidad
de tener una participación real del adolescente sometido a proceso.
En la práctica de la justicia penal juvenil, el ejercicio del derecho a la defensa tiene una
estricta relación con el servicio de asistencia letrada de oficio que brinda el propio Poder
Judicial. Este servicio es esencial para garantizar la igualdad de quien no pueda acceder a
un defensor de confianza y constituye una pieza clave para el necesario equilibrio respecto
de la Fiscalía, en su calidad de titular de la acción punitiva.
40
20
37. Javier Palummo (coord.), Discurso y realidad: Segundo informe…, o. cit., p. 93.
38. Cf. Julio Maier, Derecho procesal penal, tomo I, Buenos Aires: Editores del Puerto, 1996, pp. 539-595.
43
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
La pretensión punitiva
Una vez culminada la audiencia preliminar se dicta una de las resoluciones más impor-
tantes, en la que se suele resolver el inicio o no del proceso. En caso afirmativo se esta-
blece, además, una tipificación primaria de la conducta del adolescente, se dispone una
medida cautelar y, si corresponde, medidas probatorias.
Una vez iniciado el proceso con la resolución final de la audiencia preliminar, debería
desarrollarse la etapa más importante —o sea, el contradictorio, el debate y su decisión
final—; sin embargo, como se señaló en informes anteriores, eso ocurre en pocos casos.
Esta circunstancia puede obedecer a diversas razones, muchas de ellas atendibles; pero
la transformación de actos esenciales como la demanda acusatoria y la contestación de
la Defensa en meros ritualismos es preocupante porque implica una disminución de las
garantías para el adolescente sometido al proceso.40
La problemática responde a una situación general de nuestro derecho penal, tanto de
adultos como de adolescentes, que lleva a discutir en el mismo espacio la determinación
de responsabilidad y la individualización de la pena. Esto generalmente trae como con-
secuencia que cobra preeminencia el segundo aspecto, dejando rezagado o eliminando el
debate sobre la responsabilidad, es decir, sobre los hechos y la participación del adoles-
cente en ellos.
Luego de vencido el plazo para el diligenciamiento de la prueba que haya sido ordena-
da en la audiencia preliminar, el Ministerio debe pronunciarse en seis días en referencia
a si acusa o no al adolescente.41 Si deduce acusación, esta debe ser fundada. En ella hay
que relacionar las pruebas ya diligenciadas, analizar los informes técnicos y formular los
presupuestos fácticos, jurídicos y técnicos de la imputación. Pero si el Ministerio Público
solicita el sobreseimiento, el juez tiene que dictarlo sin más trámite. El sobreseimiento es
la renuncia a ejercer la acción punitiva referida, con lo que se clausuran las actuaciones.
En esta fase del procedimiento se desarrolla el debate sobre la causa entre las partes
del proceso.
39. Los gráficos correspondientes a los departamentos del interior han sido agregados como anexos al final del
presente informe.
40. Javier Palummo (coord.), Justicia penal juvenil…, o. cit.
41. La acusación es la demanda que formula el Ministerio Público, en su calidad de parte actora y titular de la pre-
tensión punitiva contra el adolescente, por lo que debe contener una solicitud al juez de la causa para que en la
sentencia definitiva declare que esa persona sometida a proceso es responsable de la infracción que se le imputa.
44
V. La respuesta judicial
80 Sobreseimiento
60
40
20
2,4 1,3 0,7
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013
Gráfico 28. Actitud de la Fiscalía. Maldonado, Paysandú y Salto, 2005, 2007, 2009,
2011 y 2013, datos agregados, en porcentajes
100
60
40
20 12,4
6,5 5,6
0
Maldonado Paysandú Salto
Como surge de los gráficos 27 y 28, tanto en Montevideo como en los departamentos del
interior analizados, los porcentajes de acusación por el Ministerio Público son elevados.
En Montevideo incluso han ido en aumento, sin haber sido nunca inferiores al 97,6 %
de los casos. El porcentaje más bajo de acusaciones se encuentra en Maldonado, donde
ello ha ocurrido en el 87,6 % del total de expedientes iniciados en los años analizados.
Pero en el caso de Maldonado este porcentaje responde a una práctica judicial de los
primeros años de aplicación del cna, ya mencionada en este informe, por la cual los ado-
lescentes eran detenidos, sujetos a proceso penal, sometidos a una medida cautelar ge-
neralmente privativa de libertad, pero luego el Ministerio Público prescindía del proceso,
con lo que se daba la situación irregular de una pena autónoma.
45
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
Actitudes de la defensa
Luego de la acusación fiscal, según el artículo 76.8 del cna, se debe dar traslado de la
acusación formulada a la Defensa, que dispone de seis días hábiles para ofrecer prueba,
allanarse o contradecir.42
Los escritos de contestación de la Defensa se han caracterizado en todos los períodos
analizados por su brevedad y por importantes porcentajes de allanamiento, tanto parcial
como total.
Los altos porcentajes de allanamiento dan cuenta de una baja intensidad en la actividad
de la Defensa, así como de la ausencia de estándares claros de calidad para su ejercicio.
93
90
80 86
60
40
20
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013
42. Se entiende el allanamiento como el acto de conformarse con una demanda o decisión.
46
V. La respuesta judicial
40 36
33
30
20
10
0
2005-2007 2008-2010 2011-2013
40
20
0
Maldonado Paysandú Salto
47
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
El trámite abreviado
Entre las modificaciones aprobadas mediante la ley 19.055 de 4 de enero de 2013, ya men-
cionadas, se encuentra la posibilidad de que, de conformidad entre las partes, al finalizar
la audiencia preliminar, en sustitución de la sentencia interlocutoria que da inicio al pro-
cedimiento, se pueda dictar la sentencia definitiva, previo traslado en la propia audiencia
y por su orden al Ministerio Público y a la Defensa, a fin de que efectúen sus alegaciones.
Esta es una de las modificaciones recientes que menos impacto práctico han tenido en
el funcionamiento del sistema. En Montevideo en el 2013, sobre un total de 234 expedien-
tes relevados, se aplicó el trámite abreviado únicamente en 12 casos, el 5,1 %. Esos 12 casos
correspondieron a cinco hurtos, seis rapiñas y una tentativa de hurto.
Tampoco se verifica un impacto importante de esta reforma en Paysandú y Salto. En
cada uno de esos departamentos la posibilidad de dictar la sentencia definitiva en susti-
tución de la resolución que inicia el proceso se utilizó en dos casos. Diferente es la situa-
ción en Maldonado, donde ello ocurrió en seis casos, el 8,6 % del total.
El artículo 76.10 del cna refiere a la necesidad de que se celebre una audiencia final
en la cual, bajo pena de nulidad, deben participar el adolescente, la Defensa y el Minis-
terio Público. Asimismo, se prevé la presencia eventual de los padres o responsables del
adolescente, y de la víctima, si estos sujetos lo solicitan. En esta audiencia se dicta una
sentencia que resuelve responsabilizar o no al adolescente sometido a proceso, así como
en el primero de los casos la pena que le corresponde.
El derecho a ser juzgado en un plazo razonable es una garantía general del debido
proceso en la legislación internacional, extensible y reconocida por la normativa respecto
al sistema penal juvenil. El artículo 74.J del cna consagró el principio de duración razo-
43. De acuerdo con la dinámica de plazos breves instaurada por el cna, en el momento de relevar la información
de los expedientes estos deberían haber alcanzado audiencia final y sentencia en primera instancia, pero en la
práctica ello no ocurrió en todos los casos. La metodología que hemos descrito es la que consideramos apro-
piada para realizar un seguimiento de las prácticas judiciales en forma paralela a su desarrollo.
48
V. La respuesta judicial
49
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
50
V. La respuesta judicial
51
VI. La privación de libertad
En el régimen vigente la privación de libertad puede revestir diferentes modalidades. En
el capítulo V se han tratado las detenciones administrativas previas al inicio del proceso
penal juvenil. En el presente se abordarán las dos modalidades principales de la privación
de libertad en el marco de estos procesos: como medida cautelar al inicio de los procedi-
mientos y como sanción propiamente dicha en la sentencia.
En el cna se denominan medidas cautelares aquellas que se adoptan al inicio de los proce-
sos y medidas socioeducativas las penas del sistema penal juvenil. En ambos casos la autori-
dad judicial puede disponer la privación de libertad de un adolescente.
Con el objetivo de asegurar la presencia del adolescente acusado a lo largo del proceso, es
muy usual que se dicten medidas cautelares, que pueden ser privativas o no privativas
de la libertad. En ambos casos esas medidas deben respetar, entre otros, el principio de
inocencia, las garantías del debido proceso y el interés superior del niño.
Las medidas no privativas de libertad son, por ejemplo, la prohibición de salir del país, de
acercarse a la víctima o a otras personas, de ir a determinados lugares o de tomar contacto
con personas determinadas, o la obligación de presentarse periódicamente ante el tribunal.44
Las medidas cautelares privativas de libertad son, de acuerdo con el cna, el arresto
domiciliario y la prisión preventiva, esta última denominada internación provisoria. Hasta
que se aprobó la ley 18.777, en julio del 2011, en ningún caso estas medidas podían durar
más de 60 días, pero esta norma elevó el plazo a 90 días en los casos de infracciones graví-
simas a la ley penal establecidos en el artículo 72 del propio Código. Transcurridos dichos
plazos sin que se haya dictado sentencia de primera instancia, se debe dejar en libertad
al adolescente.
De conformidad con el principio de excepcionalidad de la privación de libertad, am-
pliamente reconocido tanto en la normativa internacional como en el cna, la privación
de libertad como medida cautelar al inicio de los procedimientos debe ser excepcional.
El principio de que los adolescentes solo deben ser privados de su libertad como último
recurso es especialmente importante durante esta etapa, porque todavía no han sido res-
ponsabilizados y, por ende, se debe presumir su inocencia. Así, para que sean legítimas,
las medidas de este tipo deben ajustarse al principio de excepcionalidad, deben ser ne-
cesarias para determinadas finalidades procesales legítimas, no debe haber otra alter-
nativa, deben extenderse por un lapso breve, preferentemente predeterminado, y estar
sujetas a revisión periódica.45
Se ha visto que la ley 19.055, del 2013, creó un régimen especial aplicable cuando el pre-
sunto autor sea mayor de 15 y menor de 15 años de edad y el proceso refiera a una serie de
infracciones gravísimas.46 En esos casos, conforme dicha norma, se prescribe la privación
44. Según lo dispone el artículo 76.5 del cna, el juez, a pedido del Ministerio Público y tras escuchar a la Defensa,
puede disponer las medidas cautelares necesarias que perjudiquen en menor medida al adolescente. Las pre-
vistas en esa disposición son: a) la prohibición de salir del país; b) la prohibición de acercarse a la víctima o a
otras personas, de ir a determinados lugares o de tomar contacto con personas determinadas; c) la obligación
de presentarse periódicamente ante el tribunal o ante la autoridad que el juez determine; d) el arresto domici-
liario, y e) la internación provisoria.
45. Javier Palummo (coord.), Justicia penal juvenil…, o. cit., pp. 34-35.
46. Homicidio intencional con agravantes especiales (artículos 311 y 312 del Código Penal), lesiones gravísimas
(artículo 318 del Código Penal), violación (artículo 272 del Código Penal), rapiña (artículo 344 del Código Pe-
nal), privación de libertad agravada (artículo 282 del Código Penal), secuestro (artículo 346 del Código Penal),
52
VI. La privación de libertad
y cualquier otra acción u omisión que el Código Penal o las leyes especiales castiguen con una pena cuyo límite
mínimo sea igual o superior a seis años de penitenciaría o cuyo límite máximo sea igual o superior a doce años
de penitenciaría.
53
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
Gráfico 38. Evolución de las medidas cautelares privativas de libertad para los
casos de rapiña. Montevideo, 2005-2013, en porcentajes
50 47,2
2011
40,8
40,3 39
40 2012
35,2
2013
30 26,9
23,8 25,2
20
11,2
10
5
0 0,8 0 0,8 1,7 1 0 1
0
Entre 0 Entre 11 Entre 21 Entre 31 Entre 41 Más de 50 días
y 10 días y 20 días y 30 días y 40 días y 50 días
54
VI. La privación de libertad
Gráfico 40. Tipo de medida socioeducativa para los casos en que la medida
cautelar fue la internación provisoria. Montevideo, 2005-2007, 2008-2010 y 2011-
2013, en porcentajes
100
88,3
82,7 2005-2007
77
80
2008-2010
2011-2013
60
40
20 12,5 10,8
6,7 4 4,7 3,2 4,1
2,4 1,2 1 0,6 0,8
0
Privación Libertad Libertad Semilibertad Otras
de libertad asistida vigilada
Como surge del gráfico 40, en los casos en que la medida cautelar fue la internación
provisoria del adolescente, la medida socioeducativa mayoritariamente impuesta por el
juez fue también la privación de libertad. Estos datos permiten afirmar que cuando se
adopta la internación provisoria como medida cautelar es cada vez más habitual que lue-
go en la sentencia el adolescente reciba una sanción del mismo tipo.
En los departamentos del interior los porcentajes de privación de libertad como medi-
da cautelar son menores que en Montevideo. También muestran cambios bastante abrup-
tos entre un año y otro, producto del impacto que tienen en las prácticas circunstancias
como el cambio de las personas a cargo de los juzgados. Otra característica de las prácticas
judiciales en dichos departamentos es el uso de los programas de medidas no privativas
de libertad, pese a tratarse de una hipótesis no contemplada en la normativa vigente.
55
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
En Maldonado, por ejemplo, se advierte una diferencia muy importante entre los pri-
meros y los últimos años analizados, con una notoria disminución del porcentaje de in-
ternaciones provisorias, variaciones en lo que refiere al uso del arresto domiciliario y un
aumento muy relevante en el uso de los programas de medidas no privativas de libertad
en el 2013.
56
VI. La privación de libertad
Cuadro 6. Medida cautelar. Salto, 2005, 2007, 2009, 2011 y 2013, en porcentajes
Tal como ocurre cuando se usa como medida cautelar, en la privación de la libertad como
sanción dispuesta en la sentencia que responsabiliza a un adolescente por haber come-
tido un delito el principio general es el de su excepcionalidad y brevedad. Además, las
sanciones deben ajustarse a la finalidad de la justicia penal juvenil, esto es, privilegiar
su carácter socioeducativo y los objetivos de reintegración social. En consecuencia, un
sistema de justicia penal juvenil cuya política criminal esté orientada meramente por cri-
terios retributivos y deje en segundo plano aspectos fundamentales como la prevención y
el fomento de oportunidades para una efectiva reinserción social sería incompatible con
los estándares internacionales en la materia.
Algunas de estas ideas son tenidas en cuenta en el artículo 79 del cna, donde también
se destaca que ese contenido educativo debe procurar la asunción de responsabilidad del
adolescente.
El artículo 89 del cna dispone que la privación de la libertad consiste en recluir al ado-
lescente en un establecimiento que asegure su permanencia en él, sin menoscabo de los
derechos consagrados en el propio código, las normas constitucionales, legales y los ins-
trumentos internacionales.
Es claro que la privación de libertad de los adolescentes en el marco del sistema de jus-
ticia penal juvenil no autoriza a restringir otros derechos humanos. Más aún, al encon-
trarse el Estado en una situación de garante para con los adolescentes privados de liber-
tad, deben adoptarse medidas dirigidas a asegurar que estos puedan gozar efectivamente
de todos sus derechos. Esto implica que la afectación del goce de otros derechos, aparte
del derecho a la libertad personal, debe limitarse de manera rigurosa.47
47. Reglas de Tokio, regla 3.10; Reglas de Beijing, regla 26.2; Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos,
aprobadas por el Consejo Económico y Social en sus resoluciones 663C (xxiv), de 31 de julio de 1957, y 2076 (lxii),
de 13 de mayo de 1977, § 57. Véase cidh, Principios y buenas prácticas sobre la protección de las personas privadas de
libertad en las Américas, 2008, principio I. Véase también cidh, Informe sobre justicia juvenil y derechos humanos en
las Américas, 2011, § 437 ss.
57
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
48. cidh, Informe sobre justicia juvenil…, cit. Véase también la regla 5.1 de las Reglas de Beijing.
58
VI. La privación de libertad
que había cumplido con su propósito socioeducativo, podía ser modificada o cesar. Es a
esta posibilidad que refiere la cdn cuando expresa que la privación de libertad debe ser
el último recurso y por el tiempo más breve que proceda. Esto había sido expresamente
dispuesto por el cna al regular las modificaciones y los ceses de las sanciones del sistema.
Pero la ley mencionada establece que en los casos en que sea aplicable el régimen especial
allí previsto no corresponde decretar el cese de la medida aunque resulte acreditado que
esta ha cumplido su finalidad socioeducativa. Todo esto implicó un profundo cambio,
que desvaloriza lo socioeducativo y el trabajo de los equipos técnicos.
59
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
Otro de los aspectos en los que puede observarse en Montevideo el claro impacto del
endurecimiento del sistema es el aumento de los tiempos de privación de libertad. Antes
del 2011, los mayores porcentajes de privación de libertad se concentraban en las senten-
cias que dictaminaban un plazo de seis meses: 19 % en 2005-2006, 22,5 % en 2007-2008 y
22,8 % en 2009-2010. Por otro lado, en todos los años relevados se advertía una tendencia
al aumento de las penas de entre siete y diez meses, así como a la disminución de aquellas
de entre uno y cinco meses y las de más de 12 meses.
60
VI. La privación de libertad
Pero a partir del 2011 la situación en Montevideo cambió sustancialmente. Las penas
de privación de libertad menores de seis meses, que en el 2011 representaban el 56,9 %
de los casos, se redujeron a tan solo el 13,7 %. Las sanciones de entre 13 y 24 meses de
privación de libertad pasaron del 3,3 %, al 5,7 %, para luego, en el 2013, al influjo de la ley
19.055, llegar al 35,9 % del total de casos. También se registra un aumento de las sancio-
nes de entre 37 y 48 meses, que en el 2011 eran el 0,8 % y en el 2013 alcanzaron al 6 % de los
casos. Es claro que las autoridades judiciales entendieron el mensaje del legislador.
La utilización de medidas privativas de libertad debería decidirse una vez que se haya
demostrado y fundamentado la inconveniencia de utilizar medidas no privativas de li-
bertad y luego de un cuidadoso estudio, tomando en consideración los principios de le-
galidad, excepcionalidad, brevedad y proporcionalidad de la pena, entre otros aspectos
relevantes.49
No obstante, en el régimen actual el legislador ha limitado la discrecionalidad de los
operadores judiciales a favor de la privación de libertad. Es una consecuencia ineludible
de la ley 19.055 y su régimen especial. En esos casos la autoridad judicial debe utilizar
necesariamente la privación de libertad y por un período no menor de 12 meses.
49. Véase Reglas de Beijing, regla 17.1.b: “Las restricciones a la libertad personal del menor se impondrán solo tras
cuidadoso estudio y se reducirán al mínimo posible”. En cuanto a la definición de la privación de libertad, véan-
se Reglas de La Habana, reglas 2 y 11.b, y Reglas de Beijing, regla 19.
61
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
Fuente: Elaboración del osj con base en las memorias anuales del inau.
62
VI. La privación de libertad
Este aumento y algunas de las dificultades constatadas en la gestión del sistema han
provocado la acumulación de informes negativos sobre las condiciones en que se encuen-
tran los adolescentes privados de libertad. Estos diagnósticos, que reiteran la existen-
cia de prácticas violatorias del derecho internacional de los derechos humanos, han sido
elaborados por organizaciones no gubernamentales, instituciones públicas nacionales y
organismos internacionales, incluso por órganos de tratado, como el Comité de las Nacio-
nes Unidas contra la Tortura.50
50. Cf. Ana Juanche y Javier Palummo (coords.), Hacia una política de Estado en privación de libertad. Diálogo, recomen-
daciones y propuestas, Montevideo: serpaj y osj, 2012; Visita de seguimiento a Uruguay del relator especial de
las Naciones Unidas sobre Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, profesor Juan
Méndez, conclusiones preliminares, diciembre de 2012; Report of the Special Rapporteur on torture and other cruel,
inhuman or degrading treatment of punishment, Juan E. Méndez. Addendum, a/hrc/22/53/Add.3, 28 de febrero de
2013; Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo, Mecanismo Nacional de Prevención.
Compendio de informes realizados a la fecha, Montevideo, 28 de marzo de 2014. Véase también Informe de la Institu-
ción Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo de Uruguay, para la 52.a Sesión del Comité contra la Tortura,
ocasión en la que examinará el tercer informe periódico de Uruguay, 11 de abril de 2014. Comité contra la Tortura,
Observaciones finales sobre el tercer informe periódico de Uruguay, cat/c/ury/co/3.
63
VII. Alternativas a la privación
de libertad
Las consecuencias adversas de someter a una persona a la justicia por infringir las leyes
penales, especialmente cuando ello implica la privación de su libertad, se acentúan cuan-
do se trata de personas en desarrollo. Por ello es necesario limitar el uso del sistema de
justicia penal juvenil respecto a niños, a fin de disminuir en la mayor medida posible la
intervención punitiva y en especial la privación de la libertad. Además de respetar deter-
minados parámetros de edad, ser especializados, ajustarse a los principios de legalidad,
igualdad y no discriminación, los sistemas de justicia penal juvenil deben limitar su ac-
tuación y ofrecer alternativas a la judicialización.51
Los Estados deben promover medidas que no supongan la judicialización, sino la reo
rientación hacia servicios sociales, siempre que ello sea apropiado y deseable. Además,
en el caso de infracciones tipificadas, cuando se trate de niños, niñas y adolescentes la
legislación está obligada a promover la aplicación de sanciones distintas a la reclusión o
privación de libertad.52
El artículo 40.3.b de la Convención sobre los Derechos del Niño dispone que, siempre
que sea apropiado y deseable, se adoptarán medidas para tratar a los niños a quienes se
acuse o declare culpables de haber infringido leyes penales, sin recurrir a procedimientos
judiciales, en el entendido de que se respetarán plenamente sus derechos humanos y ga-
rantías legales. Además, la regla 11.1 de las Reglas de Beijing señala que, cuando proceda,
se examinará la posibilidad de ocuparse de los niños, niñas y adolescentes delincuentes
sin recurrir a las autoridades competentes para que los juzguen oficialmente.
De conformidad con el principio de la excepcionalidad de la privación de libertad, la
adopción y ejecución de medidas no restrictivas de la libertad debería ser prioritaria en un
sistema de justicia penal juvenil respetuoso de los estándares del derecho internacional
de los derechos humanos.
Al respecto, la cdn, en su artículo 37, hace referencia a la privación de libertad sola-
mente como último recurso y a la detención durante el período más breve posible. Asi-
mismo, la regla 18 de Beijing menciona la importancia de un catálogo amplio de medidas
alternativas a la privación de libertad. Por su parte, las Reglas de Tokio establecen una
reglamentación que fomenta la adopción de medidas alternativas.
Dentro del artículo 80 del cna se contempla el siguiente catálogo de medidas socioe-
ducativas no privativas de libertad: advertencia, amonestación, orientación y apoyo
mediante la incorporación a un programa socioeducativo, observancia de reglas de con-
ducta, prestación de servicios a la comunidad, obligación de reparar el daño o dar satis-
facción a la víctima, prohibición de conducir vehículos motorizados, libertad asistida y
libertad vigilada.
Las sanciones no privativas de libertad son una manera de salvaguardar los derechos
de los adolescentes que han infringido las leyes penales y constituyen una consecuencia
lógica de la aplicación del principio de excepcionalidad, que impone restringir la libertad
de los adolescentes como medida de último recurso.
64
VII. Alternativas a la privación de libertad
65
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
Sin embargo, en los departamentos del interior analizados se verifica otra tendencia:
el uso de las medidas alternativas a la privación de libertad propiamente dicha tiende a
aumentar. Aun en el 2013, luego de aprobada la última de las reformas al cna, se registra
el porcentaje más bajo de aplicación de las medidas privativas de libertad.
Gráfico 48. Delitos en los que se adopta una medida no privativa de libertad.
Montevideo, 2005-2007, 2008-2010 y 2011-2013, en porcentajes
66
VII. Alternativas a la privación de libertad
Gráfico 49. Delitos para los que se impone una medida socioeducativa no
privativa de libertad. Montevideo, 2011, 2012 y 2013, en porcentaje
67
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
68
VIII. Conclusiones
El legislador ha dado una señal muy clara al aprobar las reformas más recientes a la justi-
cia penal juvenil, con el convencimiento de que los problemas de seguridad que enfrenta
la sociedad tienen relación con las conductas infraccionales de los adolescentes. En Uru-
guay, en el marco de un proceso de construcción social y política que ha tenido voceros
muy relevantes, a partir del año 2011 se instaló en la agenda pública la idea de que era
necesario reformar el sistema de justicia penal juvenil y endurecerlo, porque ello mejora-
ría la seguridad y la convivencia social. Esa idea es la que ha orientado todo el proceso de
reforma legal, tanto las normas que se han aprobado como las que no.
Los cambios realizados al cna se han explicado y analizado en el presente informe.
Todos han estado orientados a endurecer las respuestas punitivas, pero también a dismi-
nuir algunas garantías.
Sin embargo, las reformas aprobadas han tenido niveles muy diferentes de impacto en
el funcionamiento del sistema. Mientras algunas han generado escasas alteraciones en
las prácticas judiciales, otras han implicado cambios fuertes.
En el primer grupo es posible incluir la criminalización de la tentativa de hurto, la
utilización de los antecedentes judiciales como pena accesoria y el trámite abreviado para
que la sentencia se dicte al inicio de los procesos. Todas estas modificaciones, en especial
las dos primeras, tuvieron gran relevancia en el debate parlamentario, pero es evidente
que ello no ha tenido un correlato en la realidad.
En el segundo grupo se encuentran el aumento del uso de la privación de libertad
como medida cautelar al inicio de los procesos y como sanción, además de la extensión
del tiempo de privación de libertad en ambas modalidades y el aumento de la duración de
los procesos.
En definitiva, lo que han logrado los cambios normativos es privilegiar el carácter re-
tributivo de la justicia penal juvenil y en especial de la privación de libertad, en detrimen-
to de las garantías y del enfoque educativo.
Todo ello se produce en un contexto de profunda crisis de la gestión de la privación de
libertad —con múltiples cambios institucionales, de autoridades y de enfoque— y cuando
se ha acumulado una gran cantidad de diagnósticos negativos sobre su funcionamiento.
En el análisis estuvo presente el aumento de la actividad delictiva que registraban las
agencias del sistema, en especial la policial, pero no ocurrió lo mismo con el impacto que
en ese aumento de actividad tuvo la gran cantidad de fugas registradas en dichos años.
El aumento de la actividad delictiva, lejos de ser un aspecto atribuible a los adolescentes,
fue consecuencia de un sistema de gestión de la privación de libertad que por varios años
no logró mantener a los adolescentes en los centros.
La única variante registrada desde la aprobación del cna se encuentra en la distribu-
ción de los hurtos y las rapiñas. Tal como se ha afirmado en el capítulo anterior, hubo una
relación muy clara entre las importantes cifras de fugas y el aumento del porcentaje de
rapiñas. De acuerdo con los datos de los primeros y los últimos años analizados, es muy
discutible que haya existido un cambio en las modalidades delictivas.
Pero este razonamiento nunca fue evidenciado y las instituciones no asumieron su res-
ponsabilidad por un estado de cosas que habían contribuido a crear. Por el contrario, los
mensajes elaborados en el campo político, que fueron incansablemente reproducidos por
los medios de comunicación, apuntaron a responsabilizar a los adolescentes por los proble-
mas de inseguridad y convivencia. El mensaje central fue muy claro: los delitos cometidos
por adolescentes son cada vez más y más violentos, por lo que hay que actuar con firmeza.
Este es un aspecto preocupante, por cuanto este tipo de argumento ha desviado el cen-
tro de análisis. Como problema principal identifica a los adolescentes y no a un sistema
69
Prácticas judiciales en los procesos infraccionales a adolescentes. Maldonado, Montevideo, Paysandú y Salto. 2005–2013
55. Javier Palummo, “Privación de libertad de adolescentes cinco años después del informe Nowak: cambios, con-
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