Las reglas procesales del amparo

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CAPÍTULO

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Las reglas procesales de la demanda
de amparo

I. LEGITIMIDAD PARA OBRAR

1. Legitimidad para obrar activa


El CPConst., estableció, en su artículo 39, que quien está legitimado para
interponer la demanda de amparo es el afectado directamente por el acto le-
sivo. Es decir, está legitimado el titular del derecho fundamental. Asimismo,
se ha dispuesto que el afectado pueda comparecer en el proceso por medio
de representación procesal. Cuando se trate, por otro lado, de personas que
no residen en el Perú, se podrá interponer la demanda por un representante
acreditado. A estos efectos, se registrará el poder ante el Cónsul del Perú de
la ciudad del país en que se encuentre. Solo se requiere, además, que el cón-
sul legalice su firma ante el Ministerio de Relaciones Exteriores, y no es ne-
cesaria su inscripción en Registros Públicos.
La demanda podrá ser interpuesta por un representante acreditado, en el
caso de personas que no residen en el Perú. Para ello, bastará que el poder
esté registrado ante el cónsul del Perú en la ciudad del extranjero que corres-
ponda y que se legalice la firma del cónsul ante el Ministerio de Relaciones
Exteriores; no es necesaria su inscripción en Registros Públicos.
Igualmente está legitimada para interponer la demanda de amparo la
Defensoría del Pueblo (DP) (artículo 40 del CPConst.). Así, de conformidad
con los artículos 161 y 162 de la Constitución, la DP es el órgano autónomo

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encargado de defender los derechos fundamentales de la persona y de la co-


munidad. También, se le ha encargado la supervisión de los deberes de la
administración estatal y la prestación de los servicios públicos a la población.
De ahí que, la DP cuando reciba denuncias o solicitudes de protección de de-
rechos fundamentales, no debe conformarse con su tramitación sino que
debe adoptar todas aquellas medidas que tiendan a la mayor y mejor protec-
ción de los derechos fundamentales cuya vulneración se alega(160).
Asimismo, conforme con estas funciones, que se desprenden tanto de la
Constitución (inciso 3 del artículo 203) como de la Ley Orgánica de la DP (nu-
meral 2 del artículo 9) le han otorgado a la DP la facultad de intervenir de di-
versas maneras en los procesos constitucionales. Es así que el numeral 2 del
artículo 9 de la Ley Orgánica de la Defensoría del Pueblo dispone que puede
interponer las demandas de acción popular, amparo, hábeas corpus, hábeas
data y cumplimiento, reconociéndole una legitimación activa extraordinaria
(pues no actúa respecto de un derecho subjetivo propio, sino en defensa de
los derechos fundamentales del agraviado).
También, interviene en los procesos constitucionales como litisconsorte
coadyuvante. Al respecto, la LODP establece que interviene en el proceso de
hábeas corpus con la finalidad de coadyuvar a la defensa de la parte agraviada;
sin embargo, ello no quiere decir que no pueda intervenir en las mismas con-
diciones en los demás procesos como el amparo, hábeas data, cumplimiento
y acción popular. Lógicamente, siempre que ello sea necesario para el cum-
plimiento de las funciones que le han sido asignadas constitucionalmente.
Del mismo modo, puede participar en un proceso constitucional en cali-
dad de amicus curiae, según la cual, a pesar de no ser parte en el proceso, se
aproxima a él para ofrecer información jurídica o fáctica con el objeto de es-
clarecer la controversia o desarrollando los argumentos jurídicos de las par-
tes. Su actuación trasciende los intereses de las partes. Otra forma de inter-
vención está constituida por la presentación de informes a solicitud de las
partes o del tribunal que conoce del caso.
Como hemos observado, la participación en los procesos constituciona-
les de la DP no se agota con la interposición de una demanda, sino con otras
formas de intervención. Pues bien, otras dos maneras en las que la DP parti-
cipa en aras de la protección de derechos fundamentales es, primero, a tra-
vés de la orientación a los justiciables para que estos interpongan deman-
das de procesos constitucionales y, segundo, en la promoción de cambios

(160) ABAD YUPANQUI, Samuel. “La intervención de la Defensoría del Pueblo en los procesos cons-
titucionales: un balance necesario”. En: El Derecho procesal constitucional peruano: estudios
en homenaje a Domingo García Belaúnde / José F. Palomino Manchego, coord. Grijley, Lima,
2005, pp. 211-254.

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LAS REGLAS PROCESALES DE LA DEMANDA DE AMPARO

institucionales y normativos que tengan por objeto la mayor protección de


derechos fundamentales.
Si se pretende que la DP participe de manera directa en un proceso cons-
titucional constituyéndose como demandante; no obstante como hemos
apreciado, la participación de la DP no se agota con la legitimación procesal
extraordinaria, pues ella es subsidiaria y excepcional. Ello es así porque la na-
turaleza de la DP no es la de ser un ente de protección en el ámbito jurisdic-
cional, sino sobre todo, a través de la conciliación. Así, ha desarrollado cier-
tos criterios para determinar su intervención. Estos criterios están fijados de
la siguiente manera:
a. No debe existir otra vía posible para garantizar los derechos fundamen-
tales o la supremacía de la Constitución.
b. Debe existir una clara y manifiesta violación de los derechos y princi-
pios constitucionales.
c. Las personas protegidas deben encontrarse en situación de indefen-
sión, pues la Defensoría del Pueblo no actúa como abogado de oficio o
para sustituir a algunas de las partes.
d. La controversia constitucional que se plantea puede contribuir un pre-
cedente de trascendencia colectiva.
Considerando estos criterios, se advierte que en el caso se hace referen-
cia a la vulneración de derechos fundamentales que han sido objeto de pro-
nunciamiento por el Tribunal Constitucional, en el caso Calleghari (STC Exp.
N° 090-2004-AA/TC), por lo que la participación de la DP se debería agotar en
aconsejar para la interposición de una demanda de amparo, después de ha-
ber intentado que la institución demandada acoja los criterios jurisprudencia-
les establecidos sobre el particular.
No obstante, cualquier persona puede interponer la demanda y compare-
cer en nombre del afectado si es que este se encuentre imposibilitado para
ello, sea porque sufre constantes atentados contra la libertad individual, o por
razones de fundado temor o amenaza, o por una situación de inminente pe-
ligro o por cualquier otra causa análoga. Una vez que el impedimento sea re-
movido y el afectado se halle en posibilidad de comparecer ante el proceso,
deberá ratificar la demanda y la actividad procesal realizada por el procurador
oficioso (artículo 41 del CPConst.).
Por último, sobre la legitimidad activa en el caso del amparo contra ampa-
ro, se plantean los dos siguientes supuestos:

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a. Cuando se trate de sentencia estimatoria, podrán demandar quienes


hayan resultado directamente afectados, siempre y cuando hayan
cuestionado la vulneración al derecho fundamental al interior de primer
proceso, y, pese a ello, no hayan obtenido respuesta del órgano juris-
diccional pertinente, o que la respuesta haya sido obtenida de mane-
ra insuficiente. También tienen legitimidad para demandar los terceros
ajenos al proceso que hayan sido perjudicados por la resolución final
del primer amparo y que, además, a pesar de solicitar su intervención,
esta se les denegó, o no hayan tomado conocimiento de este.
b. En cuanto a la sentencia desestimatoria, podrá interponer la deman-
da el perjudicado directamente (demandante) siempre que haya proba-
do que no tuvo oportunidad de interponer el recurso de agravio cons-
titucional dentro del plazo establecido en el CPConst. Los terceros,
también podrán demandar siempre que sean afectados por la resolu-
ción final y que no se les haya permitido intervenir en el proceso por-
que se les denegó su participación o porque no se les emplazó con la
demanda.
Del mismo modo, el CPConst., también ha previsto que cuando se trate
de la protección del derecho al ambiente adecuado o de derechos constitu-
cionales difusos o colectivos, la demanda podrá interponerla cualquier per-
sona o entidades sin fines de lucro cuyo objeto social sea la defensa de di-
chos derechos.
En conclusión, cuando se trata de solicitar la tutela de los derechos fun-
damentales del medio ambiente, no se puede exigir ni representación ni la
determinación de la titularidad, pues en este caso, esta es difusa, por lo que
cualquiera podría interponer la demanda de amparo. Del mismo modo, se
puntualiza que se puede eximir del agotamiento de la vía previa si es que el
demandante puede acreditar que se ha incurrido en alguno de los supuestos
previstos en el artículo 46 del CPConst., o si se acredita que el recorrido de la
misma no resulta útil para la protección de los derechos alegados.

2. Legitimidad para obrar pasiva


La demanda de amparo se interpone contra cualquier autoridad, funciona-
rio o persona. Por otra parte, si bien las personas naturales y jurídicas empla-
zadas ejercen su defensa directamente, la defensa del Estado o de cualquier
funcionario o servidor público la asume el procurador público que correspon-
da, o el representante legal que el funcionario o servidor designe, sin perjui-
cio de la intervención del procurador público. Aunque el demandado no se
apersone al proceso, se le debe notificar con la resolución que pone fin a la
instancia; la no participación del procurador o del defensor nombrado no in-
valida ni paraliza el procedimiento.

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De otro lado, si el demandante toma conocimiento, antes o durante el pro-


ceso, que a quien pretende demandar ya no ocupa el cargo que desempeña-
ba, puede solicitar al juez que este no sea emplazado con la demanda (artí-
culo 7 del CPConst.).

3. Intervención de terceros
La intervención de un tercero se determina por la afectación que una sen-
tencia puede ocasionarle, y tal intervención puede regularse y ponderarse de
acuerdo con el tipo y naturaleza de derecho que pretenda(161). Ello determina-
rá el mecanismo procesal por el que tercero se integra al proceso.
Así, cabe destacar que el CPConst. ha previsto no solo la intervención de
terceros como litisconsortes facultativos, sino, también conforme al artículo
43, ha señalado que cuando el juez constitucional advierta que es necesario
integrar la relación procesal con otras personas que no han sido emplazadas,
deberá emplazarlas siempre que de la demanda o de la contestación se pue-
da inferir que la sentencia podrá afectarlas.
El CPConst. ha precisado que quien tuviere interés jurídicamente relevan-
te, puede solicitar su incorporación al proceso como litisconsorte facultativo.
Si se admite su intervención, se le deberá notificar con la demanda. La reso-
lución que admite o deniega al litisconsorte es inimpugnable. El litisconsor-
te ingresa al proceso en el estado en el que se encuentre y, si el proceso se
encuentra en segunda instancia la solicitud deberá presentarse ante el juez
superior.
El caso particular de la intervención en los procesos constitucionales de
la Defensoría del Pueblo se circunscribe al litisconsorte coadyuvante. Como
ya se ha dicho, si bien la LODP dispone la intervención de la DP en el proce-
so de hábeas corpus con la finalidad de coadyuvar en los derechos del agra-
viado; ello no implica que no pueda intervenir en los demás procesos como
el amparo, hábeas data y cumplimiento.
Su participación en los procesos constitucionales responde a su naturale-
za; por ello, es excepcional como un ente que cumple la función de concilia-
ción. Del mismo modo, la DP puede participar en un proceso constitucional
como amicus curiae, y así, a pesar de no ser parte del proceso, participa en él
con la finalidad de ofrecer información jurídica o fáctica para esclarecer la con-
troversia constitucional o para desarrollar los argumentos jurídicos de las par-
tes procesales. En este supuesto, la actuación del amicus curiae trasciende

(161) INDACOCHEA PREVOST, Úrsula. “Litisconsorcio e intervención de terceros en el proceso de


amparo”, En: Gaceta Constitucional. N° 1, Lima, enero 2008, p. 524.

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a los intereses de las partes. También puede intervenir presentando infor-


mes jurídicos a pedido de una de las partes o del Tribunal Constitucional(162).
El Tribunal Constitucional ha previsto la salvaguarda de los derechos de
los terceros que no hayan podido participar en el proceso constitucional, sea
porque no hayan tomado conocimiento del proceso o porque no se les per-
mitió participar. Como lo hemos señalado anteriormente, esta forma de sal-
vaguardar los derechos de los terceros está constituida por la prevista en la
sentencia del Expediente N° 4853-2004-AA/TC, esto es, el amparo contra
amparo. Así ha previsto que un tercero, que no ha podido ser parte del pri-
mer proceso, puede interponer una demanda de amparo si se ha visto afec-
tado en sus derechos o si se ha desconocido la doctrina jurisprudencial del
TC.
Por último, si un tercero no ha podido participar del proceso porque no ha
tomado conocimiento previo de este o, a pesar de haber solicitado su incor-
poración al proceso, esta la fue denegada, puede interponer un recurso de
agravio constitucional por haber sido afectado con una resolución de amparo
de segundo grado que siendo estimatoria (con lo cual culmina el proceso, y
se alcanza el carácter de cosa juzgada), haya desconocido lo dispuesto por un
precedente vinculante establecido por el Tribunal Constitucional(163).
La intervención de un tercero se determina por la afectación que una sen-
tencia puede ocasionarle, y tal intervención puede regularse y ponderarse de
acuerdo con el tipo y naturaleza de derecho que pretenda(164). Ello evidente-
mente, determinará el mecanismo procesal por el que tercero se integra al
proceso.
El Código Procesal Constitucional ha previsto no solo la intervención de
terceros como litisconsortes facultativos, sino también conforme al artículo
43, ha señalado que cuando el juez constitucional advierta que es necesario
integrar la relación procesal con otras personas que no han sido emplazadas,
deberá emplazarlas siempre que de la demanda o de la contestación se pue-
da inferir que la sentencia podrá afectarlas.

II. CONTENIDO DE LA DEMANDA


La demanda escrita contendrá, cuando menos, los siguientes datos y
anexos:

(162) ABAD YUPANQUI, Samuel. El proceso constitucional de amparo. Ob. cit., pp. 177-178.
(163) STC Exp. N° 4853-2004-AA/TC, f. j. 40.
(164) INDACOCHEA PREVOST, Úrsula. “Litisconsorcio e intervención de terceros en el proceso de
amparo”. En: Gaceta Constitucional. N° 1. Lima, enero 2008. p. 524.

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1. La designación del juez ante quien se interpone.


2. El nombre, identidad y domicilio procesal del demandante.
3. El nombre y domicilio del demandado, sin perjuicio de lo previsto en el
artículo 7 del CPConst.
4. La relación numerada de los hechos que hayan producido, o estén en
vías de producir la agresión del derecho constitucional.
5. Los derechos que se consideran violados o amenazados.
6. El petitorio, que comprende la determinación clara y concreta de lo que
se pide.
7. La firma del demandante o de su representante o de su apoderado, y
la del abogado.
En ningún caso la demanda podrá ser rechazada por el personal adminis-
trativo del juzgado o de la sala competente.

III. RECHAZO LIMINAR


Como se ha apreciado, el artículo 47 del CPConst. le da facultad al juez
constitucional para rechazar liminarmente la demanda cuando la pretensión
resulte manifiestamente improcedente, por haberse producido una de las
causales del artículo 5 del CPConst., o porque la demanda se interpuso por
violación del derecho de rectificación y no se adjuntó el documento notarial,
mediante el cual se solicitó que se rectifiquen las afirmaciones consideradas
falsas o agraviantes al demandante.
Al respecto, podemos precisar que de apelarse una resolución de primera
instancia que declara improcedente in limine una demanda, al ser elevada al
superior es trasladada al demandado junto con la demanda, conforme al artí-
culo 47 del CPConst. En tal sentido, a partir de que el proceso se encuentre
en segunda instancia, este cuenta con la participación del demandado, por
lo que se respetarían los derechos procesales que le asisten. Adviértase que
tanto esta disposición como toda aquella que restrinja un derecho fundamen-
tal, en general, o el acceso a la justicia constitucional, en particular, debe ser
interpretada de manera restringida y de conformidad con los principios pro-
cesales, los que tienen por objeto optimizar las formas para el alcance de los
fines de los procesos constitucionales.
Un tema importante de la regulación del rechazo liminar es determinar los
alcances de un pronunciamiento del Tribunal Constitucional sobre una reso-
lución que confirme este tipo de rechazo. De esta manera, el TC debe deter-
minar si el rechazo liminar es indebido. Para tales fines, debe apreciar si es

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que constata que en las instancias previas se ha incurrido en un vicio proce-


sal y cuál es la intensidad de este.
El artículo 20 del CPConst., (último párrafo), por su parte, establece el pro-
cedimiento que se debe seguir cuando las instancias previas han incurrido
en un vicio procesal. De acuerdo con el segundo párrafo del artículo 20 del
CPConst., si se constata que se ha producido un vicio procesal que ha alcan-
zado a la resolución de primera instancia, el TC debe declarar la nulidad de
todo lo actuado. Empero, si el vicio solo alcanzó a la resolución de segunda
instancia, el TC está facultado para analizar el fondo del caso. Sobre este úl-
timo supuesto, no cabe duda de los alcances del pronunciamiento del TC.
Ello no puede ocurrir así en el primer supuesto, pues declarar la nulidad de lo
actuado sería someter a un nuevo proceso al recurrente, y afectaría sus de-
rechos constitucionales si es que el vicio es subsanable. En ese sentido, se
debe determinar el tipo de vicio procesal ante el que el juez constitucional
puede encontrarse, conforme a esta disposición del CPConst.
En consecuencia, el rechazo liminar es el acto procesal que se produce en
primera instancia, corresponde especificar los supuestos en que debe apli-
carse el artículo 20 del CPConst. No todo rechazo que, siendo indebido por
haber incurrido en un vicio procesal, exige que se declare la nulidad de lo ac-
tuado hasta el momento de la comisión de dicho vicio. En ese sentido, la ju-
risprudencia constitucional ha establecido las diferencias entre los vicios pro-
cesales. Así, tenemos a(165):
- Actos defectuosos: Son los que se ejecutan sin que se presenten los
presupuestos, requisitos y condiciones exigidos para que se admitan.
No obstante ello, al no afectar principios o derechos constitucionales
son inocuos, por lo que no se requiere que se declare su nulidad.
- Actos inválidos: Se ejecutan incumpliendo los requisitos y condicio-
nes establecidos en la ley. Estos actos sí afectan derechos o principios
constitucionales, pero se pueden subsanar o reparar por sí mismos, o
eventualmente por la actuación judicial.
- Actos nulos: Su ejecución ha comprometido seriamente derechos o prin-
cipios constitucionales, y al no ser subsanados serán declarados nulos.
Por lo tanto, si es un rechazo in limine indebido, que tenga como base un
acto defectuoso o inválido, generará que el Tribunal Constitucional se pro-
nuncie sobre el fondo, sea porque, según corresponda, no se constate la
violación de un derecho o principio constitucional o porque si se afecta tales

(165) Caso Nemesio Echevarría Gómez, STC N° 0569-2003-AC/TC, f. j. 4.

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LAS REGLAS PROCESALES DE LA DEMANDA DE AMPARO

bienes constitucionales, esta puede ser subsanada. Mientras que, si el re-


chazo in limine es indebido en los términos del artículo 20 (para declarar la
nulidad de todo lo actuado), si se constata que el vicio procesal ha afectado
algún derecho fundamental de tal forma que no pueda ser reparado, es de-
cir, un acto nulo, el TC deberá declarar la nulidad de lo actuado hasta el mo-
mento en que se produjo la nulidad, como lo dispone el segundo párrafo del
artículo 20 del CPConst.
La nulidad de los actos procesales se declarará si se advierte que los dere-
chos de las partes en el proceso no se han respetado, como por ejemplo, el
derecho de defensa o de contradicción o igualdad de las partes(166). Por ende,
si de lo actuado se desprende que se han respetado los derechos de las par-
tes y, además, existen todos los elementos de juicio y materiales necesarios
y suficientes para estar en capacidad de emitir un pronunciamiento sobre el
fondo, el TC no podrá declarar la nulidad de lo actuado, sino que, deberá de-
clarar la continuidad del proceso y emitir su fallo.
Por otra parte, la disposición que regula el rechazo liminar de la demanda
debe aplicarse e interpretarse de conformidad con el principio pro actione (ar-
tículo III del Título Preliminar del CPConst.).

IV. AUSENCIA DE ETAPA PROBATORIA

1. Generalidades
En el proceso de amparo no hay etapa probatoria, solo se admitirán me-
dios de prueba que no requerían actuación. Sin embargo, si el juez lo estima
necesario ordenará la ejecución de diligencias sobre actuaciones probatorias,
sin que ello afecte la duración del proceso. Y a pesar de que todas las reso-
luciones deben ser notificadas en su oportunidad a las partes (artículo 14 del
CPConst.), no se requerirá la notificación de las diligencias sobre actuación
de pruebas (artículo 9 del CPConst.).
Por otro lado, el juez podrá admitir medios probatorios que acrediten he-
chos trascendentes para el proceso y que hayan ocurrido con posterioridad
a la interposición de la demanda, siempre que no requieran actuación y los
incorporará al proceso principal o al procedimiento cautelar. La admisión de
nuevos medios de pruebas por parte del juez, sí debe ser notificado a la con-
traparte antes de que se emita la resolución que pone fin al grado (artículo
21 del CPConst.).

(166) Caso Santiago Martín Rivas, STC Exp. N° 4587-2004-AA/TC, f. j. 15.

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2. Actuación de medios de prueba


Como se sabe el Código Procesal Constitucional, en su artículo 9, ha dis-
puesto la ausencia de la etapa probatoria en los procesos constitucionales.
Ello no quiere decir otra cosa que los hechos alegados por las partes deben
estar fehaciente e idóneamente acreditados, con lo cual se permita al juzga-
dor que se construya un criterio sobre la controversia(167).
Esto significa que la ausencia de etapa probatoria no exonera de la obli-
gación del demandante de acreditar la titularidad del derecho y la existencia
del acto lesivo, y la obligación del demandado de acreditar la legitimidad con
la que ejecuta tal acto. Es decir, la actuación aprobatoria aunque sea mínima,
debe realizarse en estos procesos(168). Sin embargo, es de advertirse que la
actuación probatoria en los procesos constitucionales no es la misma que en
los procesos judiciales ordinarios.
La actuación probatoria en los procesos constitucionales no se efectúa
igual que en los procesos judiciales ordinarios, lo cual no supone que en los
primeros dicha actuación sea inexistente. En primer lugar, la ausencia de la
etapa probatoria responde a la finalidad que persiguen los procesos constitu-
cionales de la libertad, esto es, garantizar tanto la supremacía de la Constitu-
ción como la vigencia de los derechos fundamentales(169); así como a la forma
en que logran esa finalidad: reponiendo las cosas al estado anterior a la agre-
sión por vulneración o amenaza.
En efecto, a través de un proceso constitucional no se discute si al deman-
dante le corresponde o no la titularidad a determinado derecho o la solución de
alguna situación jurídica; sino más bien la determinación de si un acto acusado
como lesivo afecta o no, de manera manifiesta, un derecho constitucional. So-
bre el particular, el Tribunal Constitucional ha precisado que: “En los procesos
constitucionales no existe estación probatoria porque en ellos no se declaran
ni se constituyen a favor de ninguna de las partes derechos constitucionales,
lo que sí puede suceder en los procesos ordinarios, en cuyo caso se ha previs-
to la estación probatoria”(170).
La ausencia de la etapa probatoria responde a la naturaleza restitutoria de
estos procesos constitucionales, y a su naturaleza excepcional, urgente y su-
marísima(171). Empero, esta disposición no limita las facultades que tiene el

(167) STC Exp. N° 9878-2005-PHC/TC, f. j. 1.


(168) CASTILLO CÓRDOVA, Luis. Comentarios al Código Procesal Constitucional. Ara. Piura, 2005,
pp. 246-247.
(169) Artículo II del Título Preliminar y artículo 1 del CPConst.
(170) STC Exp. N° 1902-2005-PA/TC, f. j. 4.
(171) STC Exp. N° 9878-2005-PHC/TC, f. j. 2.

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juez para requerir la documentación necesaria para formar su propio criterio


sobre la controversia que se somete a su conocimiento o para evaluar aque-
llos medios presentados para los partes, aun cuando se presuma que estos
necesiten una etapa probatoria(172). La única limitación a esta facultad la im-
pone el tiempo de duración del proceso constitucional, esto es, la actuación
de pruebas solicitadas por el juez no deberían desnaturalizar la finalidad del
proceso constitucional, ni afectar su duración razonable –en atención a dicha
finalidad–.
La ausencia de la etapa probatoria no solo implica que para la proceden-
cia de la demanda constitucional, los medios de prueba sean suficientes en
sí mismos para la acreditación de los hechos alegados, sino que no se trate
de hechos o derechos controvertidos. En efecto, tanto la titularidad del dere-
cho, su existencia, la existencia de los hechos y actos lesivos deben ser no
solo no controvertidos o no litigiosos, sino que deben estar fehacientemen-
te comprobados. La agresión, además, debe ser tan evidente que no requie-
ra una estación probatoria para su dilucidación.
Así, puede sostenerse que los medios de prueba que se pueden presen-
tar deberán ser de actuación inmediata, que sean instrumentales, indubita-
bles y suficientes en sí mismas para crear convicción en el juez sobre lo que
se alega.
Cabe precisar que la demanda también sería improcedente si es que se
pretende someter a control constitucional una controversia que ya ha sido
resuelta por un órgano judicial ordinario, con la intención de que se evalúe el
criterio del juez ordinario aplicado en los casos de su competencia. Si bien el
juez constitucional puede analizar una resolución judicial, solo puede hacer-
lo cuando esta ha afectado un derecho constitucional. En ese sentido, en el
marco de lo que se ha desarrollado, la afectación a un derecho constitucional
debe quedar establecida claramente.
Si bien es cierto el demandante tiene la obligación, al momento de pre-
sentar la demanda de acreditar fehacientemente la titularidad del derecho
constitucional cuya vulneración alega, y la existencia del acto lesivo; también
es cierto que como en los otros procesos judiciales, si en un caso concreto,
el demandante no tiene la posibilidad de acreditar la existencia del acto lesi-
vo, por estar este medio de prueba bajo el dominio del demandado, este es
el que tiene la obligación de acreditar o la inexistencia del acto lesivo o de lo
contrario que este no ha incidido negativamente en el contenido del derecho
constitucional alegado.

(172) Así resolvió, el Tribunal, en la STC Exp. N° 00091-2004-AA/TC, ff. jj. 6 y 7.

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De ahí que en el amparo, como en los demás procesos constitucionales


de la libertad, solo se discute si el acto lesivo alegado (cuya existencia debe
estar fehacientemente acreditada) ha incidido en el derecho constitucional
vulnerado. En ese sentido, el artículo 9 del CPConst. ha dispuesto la ausen-
cia de la etapa probatoria en los procesos constitucionales en los siguien-
tes términos: “En los procesos constitucionales no existe etapa probatoria”.
Solo son procedentes los medios probatorios que no requieren actuación,
lo que no impide la realización de las actuaciones probatorias que el juez con-
sidere indispensables, sin afectar la duración del proceso. En este último
caso no se requerirá notificación previa”.
En ese sentido se ha pronunciado el Tribunal Constitucional al indicar que:
“En los procesos constitucionales no existe estación probatoria porque en
ellos no se declaran ni se constituyen a favor de ninguna de las partes dere-
chos constitucionales, lo que sí puede suceder en los procesos ordinarios, en
cuyo caso se ha previsto la estación probatoria”(173).
Esto no exonera de la obligación del demandante de acreditar la titulari-
dad del derecho vulnerado ni del acto lesivo alegado, pero tampoco exonera
al demandado de acreditar, si fuera el caso, la legitimidad del acto que ha eje-
cutado y que se reputa como agresor. Con lo mencionado, se entiende que
la actuación probatoria debe darse en estos procesos aunque sea mínima.
Ahora bien, estas características del proceso de amparo relacionadas con
los medios probatorios, implica que estos sean suficientes en sí mismos, es
decir, (como ya lo hemos mencionado) los hechos alegados sobre la titulari-
dad del derecho y el acto lesivo deben ser no solo no controvertidos o no liti-
giosos, sino que deben estar fehacientemente comprobados. Igualmente, la
agresión debe ser tan evidente que no requiera una estación probatoria para
su constatación. Así, puede sostenerse que los medios de prueba deberán
ser de actuación inmediata, instrumentales, indubitables y suficientes en sí
mismas de manera que creen convicción en el juez sobre lo que invoca.

V. ACUMULACIÓN DE PROCESOS Y LITISCONSORCIO


Si un mismo hecho o acto afecta a una pluralidad de personas que ha-
yan interpuesto su demanda de forma separada, el juez constitucional que lo
advirtiera, de oficio o a pedido de parte, acumulará los procesos. La resolu-
ción que concede o deniega la acumulación es inimpugnable (artículo 50 del
CPConst.). Se reitera que si un tercero tuviere interés jurídicamente relevan-
te, puede solicitar se le incorpore al mismo como litisconsorte facultativo.

(173) STC Exp. N° 1902-2005-PA/TC, f. j. 4.

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LAS REGLAS PROCESALES DE LA DEMANDA DE AMPARO

Si se admite su solicitud, se le notificará la demanda, presentándose dicha


solicitud ante el juez superior si es que el proceso se encuentra en segunda
instancia. El litisconsorte ingresa al proceso en el estado en que se encuen-
tra. Obsérvese que, así como la resolución que admite o deniega la acumula-
ción de los procesos es inimpugnable, la resolución que admite o deniega al
litisconsorte también es inimpugnable.

VI. SOBRE EL DESISTIMIENTO


El CPConst. dispone la procedencia del desistimiento en el proceso de
amparo y, por aplicación supletoria, también procede en el proceso de há-
beas data y de hábeas corpus(174). De ahí que mediante la jurisprudencia cons-
titucional el Tribunal Constitucional ha venido declarando procedentes las
solicitudes de desistimiento limitándose solo a comprobar que se haya cum-
plido el requisito expuesto en el artículo 37 del Reglamento Normativo del
Tribunal Constitucional (RNTC) y las reglas establecidas en el artículo 343 del
Código Procesal Civil (CPC). El requisito del RNTC es:
“Artículo 37.- Desistimiento
Para admitir a trámite el desistimiento debe ser presentado por escrito
con firma legalizada ante el secretario relator, notario o, de ser el caso, el
director del penal en el que se encuentre recluido el solicitante”.
En cuanto a las reglas previstas en el artículo 343 CPC, estas son: “El de-
sistimiento del proceso lo da por concluido sin afectar la pretensión. Cuan-
do se formula después de notificada la demanda, requiere la conformidad
del demandado, expresada dentro del tercer día de notificado, o en su re-
beldía. Si hubiera oposición, el desistimiento carecerá de eficacia, debien-
do continuar el proceso”.
La finalidad del proceso constitucional es la que debe guiar su curso pro-
cedimental. Teniendo en cuenta esto, consideramos que, en los procesos
constitucionales, el desistimiento debe ser declarado procedente solo cuan-
do se hayan acreditado dos situaciones. Primero, el cumplimiento de lo dis-
puesto por el artículo 37 del RNTC y por el artículo 343 del CPC y, segundo,
que el juez constitucional haya constatado que el derecho, cuya vulneración
se alega, haya sido restituido por otra vía jurídica o de facto, en su pleno
ejercicio.

(174) Ver también, MARTÍNEZ MORÓN, Alan César. “Tres interrogantes sobre el desistimiento. Aná-
lisis de la Resolución del Tribunal Constitucional N° 03347-2009-AA/TC”. En: Actualidad Jurídi-
ca. Tomo 195, Gaceta Jurídica, Lima, febrero 2010, pp. 186-189.

103
SOFÍA SALINAS CRUZ

Como recordamos, el desistimiento es una forma anticipada de concluir


con el proceso. Las formas anticipadas de terminar con el proceso son aque-
llas instituciones jurídico-procesales que tienen por finalidad culminar con el
proceso antes del pronunciamiento final del juez a través de la sentencia. Es-
tas instituciones se promueven a instancia de parte y dependen, en princi-
pio, de la voluntad de las partes en su deseo de terminar el proceso. Esta vo-
luntad de las partes de poner fin al proceso tiene como objeto sustraer del
ámbito contencioso o litigioso aquella controversia que fuese sometida por
una de ellas.
Así, el desistimiento es un acto meramente procesal, por el que una de las
partes renuncia a actos procesales, al mismo proceso o a la pretensión, con
esto elimina todos sus efectos jurídicos. El único facultado de llevar a cabo
el desistimiento es el titular del derecho, interés, facultad o acto procesal.
Esta institución jurídico-procesal tiene dos clases, una es el desistimien-
to del proceso y otra es el desistimiento de la pretensión. La primera puede
ser desistimiento de todo el proceso, o de actos o situaciones procesales(175).
Estos supuestos no afectan a la pretensión, por lo que el demandante puede
volver a presentar la misma pretensión en una demanda.
Por su parte, el desistimiento de la pretensión o del derecho, tiene como
supuesto necesario, el carácter renunciable del ejercicio del derecho, cuya de-
terminación y tutela se persigue mediante la demanda interpuesta. Empero,
cuando se trate de derechos irrenunciables, el desistimiento de la pretensión
no procede, no tiene eficacia(176). Y esto es así, por cuanto el desistimiento de
la pretensión implica la renuncia al derecho de volver a presentar la demanda
en los mismos términos y con la misma pretensión.
Para que el juez acepte el desistimiento del proceso(177) es necesario que la
otra parte emita su consentimiento. En efecto, puede que durante el proceso
se hayan producido o generado situaciones que otorguen derechos a la parte
contraria, que no pueden perderse o quedar sin efectos. La oportunidad para
presentarse debe ser antes de haberse dictado sentencia de primera instan-
cia, después de ello el pedido será declarado improcedente.
Esto es así porque conforme al principio de adquisición, después de emi-
tida una decisión, el órgano jurisdiccional hace suyo el conflicto jurídico, o la
determinación de la situación jurídica presentada, por ello, las partes ya no

(175) MONROY GÁLVEZ, Juan. La formación del proceso civil peruano. Palestra, Lima 2004, pp.
73-74.
(176) OVALLE FAVELA, José. Teoría General del Proceso. 3a ed. UNAM, México D.F, 1991. p. 18.
(177) Ibídem, 17.

104
LAS REGLAS PROCESALES DE LA DEMANDA DE AMPARO

podrían sustraer la controversia del conocimiento del órgano jurisdiccional


competente.
Las consecuencias del desistimiento del proceso, son:
a. Si el desistimiento es total, se extingue el proceso.
b. Si el desistimiento es de actos procesales, las actuaciones realizadas y
contenidas en el proceso mantienen su validez.
c. Si el desistimiento es sobre actos procesales, que hayan sido produci-
dos por una resolución judicial, su validez se confirma.
En el desistimiento de la pretensión procesal se presenta la manifestación
de voluntad de la parte demandante de dejar de exigir ante el órgano de justi-
cia la pretensión que se originó en la pretensión material. Su procedencia, tam-
bién, exige el consentimiento de la parte contraria, y tampoco es procedente
después de haberse emitido la sentencia de primera instancia. Una diferen-
cia con el desistimiento del proceso es que el juez debe observar que el de-
recho, objeto de la pretensión principal, es un derecho de libre disposición, es
decir, que no tenga carácter de irrenunciable. Desistirse de la pretensión trae
como consecuencia que esta ya no pueda requerirse nuevamente ante el ór-
gano jurisdiccional.
Sus efectos son básicamente tres:
a. El titular del derecho no pierde su titularidad, pero no podrá someterla
otra vez al conocimiento por el órgano jurisdiccional.
b. El desistimiento de la pretensión equivale a haber perdido el proceso
(cosa que no ocurre necesariamente en el desistimiento del proceso).
c. Esto es tanto así, que el desistimiento va acompañado del pago de cos-
tas del proceso.
Ni el desistimiento del proceso ni el de la pretensión debe implicar la re-
nuncia al ejercicio del derecho material; sus efectos solo repercuten en el
ámbito jurisdiccional, es decir, subsiste la pretensión material.
Al no contar con regla expresa respecto del tipo de desistimiento que debe
operar en un proceso constitucional, el TC ha aplicado el artículo 343 del Có-
digo Procesal Civil, que regula el desistimiento del proceso(178). Y ello es así,

(178) Sin embargo, en la reciente STC del Exp. N° 06730-2006-PA/TC, se precisó expresamente, que
al tratarse (en los procesos constitucionales) de un desistimiento del proceso, la demandante
puede volver a presentar la demanda.

105
SOFÍA SALINAS CRUZ

porque el desistimiento de la pretensión solo es procedente cuando se tra-


ta de derechos disponibles, que no tengan el carácter de irrenunciable, que
no es el caso de los derechos protegidos por el proceso de amparo, hábeas
corpus y hábeas data.
No obstante ello, consideramos que la sola comprobación del requisito
del artículo 37 del RNTC (la existencia de firma legalizada del demandante en
el escrito de desistimiento) y el cumplimiento del trámite establecido en el
artículo 343 del CPC, no son suficientes cuando lo discutido versa sobre de-
rechos fundamentales, sobre todo tomando en consideración que la contro-
versia se desenvuelve en un proceso constitucional.
En efecto, el desistimiento no debe desnaturalizar el proceso constitucio-
nal, es decir que no distorsione su finalidad. Es decir, el desistimiento en un
proceso constitucional no debe implicar que no se garantice la supremacía
de la Constitución y la vigencia efectiva de los derechos fundamentales. Por
ello, adicionalmente a la comprobación del cumplimiento del requisito y del
trámite, el juez constitucional debe observar que el desistimiento no involu-
cre, en la práctica, la renuncia al ejercicio del derecho fundamental cuya pro-
tección se pide. Por ende, si se encubre una renuncia al ejercicio del derecho
fundamental, el juez deberá declarar improcedente el desistimiento y conti-
nuar con la revisión del fondo del asunto.
Es evidente que la resolución que admite el desistimiento de un proceso,
no constituye en absoluto un pronunciamiento sobre el fondo, pues no se al-
canza a resolver si existe o no legitimidad en el acto que se acusa de inconsti-
tucional. Además, el desistimiento en un proceso constitucional, solo puede
implicar el desistimiento del proceso, y no de la pretensión. Así lo ha precisa-
do el Tribunal Constitucional en diversas resoluciones(179), cuando ha aplica-
do el artículo 343 del Código Procesal Civil referido al desistimiento del pro-
ceso. Ello implica, como es obvio, que el recurrente puede volver a presentar
su demanda con la misma pretensión si el acto lesivo se mantiene en el tiem-
po agrediendo sus derechos constitucionales. En ese sentido, si no hay un
pronunciamiento previo sobre el fondo no debería declararse improcedente
la demanda por esta causal.
Con el objeto de preservar la finalidad de los procesos constitucionales, el
juez constitucional, para corroborar que no se trata de la renuncia de un dere-
cho fundamental, deberá evaluar, antes de aceptar el desistimiento, si es que
se ha satisfecho el derecho mediante otra vía, sea judicial o fáctica. En estos
mismos términos la Corte Constitucional colombiana(180) se ha pronunciado

(179) Por ejemplo en la RTC del Exp. N° 2186-2007-PA/TC.


(180) Sentencia de la Corte Constitucional colombiana T-1281-/01.

106
LAS REGLAS PROCESALES DE LA DEMANDA DE AMPARO

sobre las formas anticipadas de finalizar el proceso (tutela); así señala que:
“Nótese, que la sola suscripción del acuerdo no implicaba que cesara de ma-
nera definitiva la amenaza que se cernía sobre los derechos fundamentales a
la salud y por conexidad a la integridad física y a la vida de los actores, lo que
de hecho descartaba la posibilidad de otorgarle a este efectos de cosa juz-
gada, (...) cuando surge una solución, ello no implica la finalización de la ac-
ción, sino que, necesariamente, el juez constitucional debe fallar teniendo en
cuenta si persiste o no la amenaza”.
La Corte colombiana sostiene que el juez constitucional debe analizar si
la amenaza o la vulneración han cesado, reponiéndose el ejercicio del dere-
cho en su plenitud, sea por otra vía procesal o fáctica, para admitir alguna for-
ma anticipada del proceso, como es el caso del desistimiento. Es decir, am-
bos criterios tienden a garantizar el equilibrio de la autonomía de la voluntad
y la finalidad de los procesos constitucionales. Esto no quiere decir que la vo-
luntad de las personas se yuxtaponga a la finalidad del proceso constitucio-
nal. Así, el juzgador está en la obligación de observar la plena vigencia de los
derechos fundamentales atendiendo a la dimensión objetiva de los procesos
constitucionales.
Entonces el análisis para aceptar el desistimiento en un proceso constitu-
cional se divide, por un lado, en un análisis formal y, por otro, en uno mate-
rial. El análisis formal, que es previo al material, implica que el juez constitu-
cional constate que se hayan cumplido las reglas del artículo 37 del RNTC y
del artículo 343 del CPC. El análisis formal obliga al juzgador a constatar si el
derecho alegado ha sido restituido por otra vía.
Respecto de la oportunidad en que se debe presentar el desistimiento, el
CPC ha dispuesto que debe ser antes de que se emita la sentencia de pri-
mera instancia; sin embargo, y como hemos venido señalando, la proceden-
cia del desistimiento no depende tanto de las reglas formales establecidas,
sino, esencialmente, de la comprobación de que la protección del derecho
fundamental, por el que se solicita tutela, se ha alcanzado por vía judicial o
fáctica. Por ende, no es relevante para declarar procedente el pedido de de-
sistimiento, si el mismo se presenta antes o después de dictada la senten-
cia de primera instancia.

VII. SOBRE LA COMPETENCIA PARA CONOCER DEL PROCESO DE AM-


PARO
La competencia para conocer del amparo corresponde a los jueces espe-
cializados en lo civil o mixtos del lugar donde se afectó el derecho o donde
se cierne la amenaza, o donde tiene su domicilio el afectado o amenazado a
elección del demandante (artículo 51 del CPConst.).

107
SOFÍA SALINAS CRUZ

En cambio, si la afectación se produce por una resolución judicial, la de-


manda deberá interponerse ante la Sala Civil de turno de la Corte Superior de
Justicia del distrito judicial que corresponda. La sala designará a uno de sus
miembros para que verifique los hechos que sustentan el presunto agravio
(artículo 51 del CPConst.). Cabe resaltar que este procedimiento solo es apli-
cable para el caso de amparo contra resoluciones judiciales.
No se admitirá la prórroga de competencia territorial, bajo sanción de nu-
lidad de todo lo actuado.
Si se plantea excepción de competencia, el juez correrá traslado y resolve-
rá en el auto de saneamiento procesal (artículo 10 del CPConst.). Si se com-
prueba que hubo malicia o temeridad al momento de escoger el juez ante
quien se presentó la demanda, el juez constitucional impondrá una multa que
oscilará entre 3 y 10 URP, y se remitirán los actuados al Ministerio Público
para que actúe conforme a sus atribuciones.
Para considerar los problemas que pueden presentarse con relación a la
competencia, se debe considerar que el artículo II del Título Preliminar y 1 del
CPConst, en los cuales se establece que los procesos constitucionales (en-
tre ellos el amparo) tienen por finalidad garantizar la supremacía de la Cons-
titución y la vigencia de los derechos fundamentales, todas los presupues-
tos, requisitos y condiciones procesales establecidos en el CPConst. deben
coadyuvar al logro de tales fines. De lo contrario no podría exigirse ninguna
formalidad procesal, pues ello contribuiría a colocar al justiciable en una situa-
ción en la cual no podría defender sus derechos.
En ese sentido, el CPConst. ha previsto que los procesos constitucionales
se rijan en aplicación de los principios procesales constitucionales previstos
en el artículo III de su TP. En esta disposición se recoge el principio de elasti-
cidad de las formas procesales, esto quiere decir que las formalidades cede-
rán al logro de los fines de los procesos (supremacía constitucional y vigen-
cia de los derechos fundamentales). De esta manera, el juez constitucional
puede decidir el no cumplimiento de un requisito formal, si es que constata
objetivamente que su cumplimiento frustre la concretización de la protección
de un derecho constitucional. Es necesario precisar, que ello no significa que
el juez constitucional decida discrecionalmente desvincularse del Derecho.
En ese sentido, por ejemplo, si el personal judicial y administrativo de un
distrito judicial entró en huelga, impidiendo la presentación de demandas, el
demandante no puede quedar sometido a un estado de indefensión. Por ello,
en aplicación del principio de elasticidad, el demandante podrá demandar en
el distrito judicial más cercano. Así, se podrá presentar su demanda de am-
paro en el distrito judicial más próximo en el que se encuentre. En efecto,
como ya se ha señalado las exigencias del artículo 51 del CPConst. deben

108
LAS REGLAS PROCESALES DE LA DEMANDA DE AMPARO

ser seguidas y exigidas en la medida de que con ello se logren las finalida-
des de los procesos constitucionales conforme con los artículo II del TP y 2
del CPConst.
Ahora bien, el juez constitucional que califica la demanda no podrá recha-
zarla in limine, pues deberá analizar si es que en ese caso se ha presentado
algún impedimento del juez competente que el demandante haya advertido,
y si, a su vez, tal situación podría generar la irreparabilidad del daño ocasio-
nado al derecho fundamental (cuya tutela se solicita). Esto permitirá brindar
una adecuada protección a los justiciables. Valga recordar que la declaración
de improcedencia de una demanda constitucional debe contar con una moti-
vación especialmente rigurosa, de modo que se garantice que la denegación
de protección del derecho fundamental no sea arbitraria.
Y, finalmente, resulta pertinente mencionar que estas reglas se aplican
supletoriamente a los procesos de hábeas data y de cumplimiento de acuer-
do con los artículos 65 y 74 respectivamente. En cambio, para el caso del pro-
ceso de hábeas corpus el Código Procesal Constitucional no ha establecido
reglas para la determinación de la competencia territorial; por lo que, una de-
manda de hábeas corpus puede ser interpuesta ante cualquier órgano judicial
de primera instancia a nivel nacional.

VIII. MEDIDAS CAUTELARES


La procedencia, trámite y ejecución de las medidas cautelares dependen
del contenido de la pretensión constitucional y del adecuado aseguramiento
del fallo final. Por ello, el juez al conceder en todo o en parte la medida cau-
telar deberá considerar su irreversibilidad y el perjuicio que se pueda ocasio-
nar en armonía con el orden público, la finalidad de los procesos constitucio-
nales y los postulados constitucionales.
La resolución que pone fin al proceso extingue de pleno derecho la me-
dida cautelar adoptada (artículo 16 del CPConst.). Si la resolución final esti-
ma la demanda, los efectos de la medida cautelar se mantienen, con lo cual
se convierte en una medida ejecutiva. Los efectos de la medida cautelar se
mantienen hasta alcanzar la reparación del derecho alegado o hasta que el
juez lo determine, con lo que se modifica o extingue la medida cautelar en la
fase de ejecución. En cambio, si la resolución final desestima la demanda, se
liquidarán las costas y costos del procedimiento cautelar. El sujeto afectado
por la medida cautelar puede promover la declaración de responsabilidad, la
que, de comprobarse, implicará que se inicie la liquidación y ejecución de los
daños y si el juzgador lo considera necesario, se impondrá una multa no ma-
yor de diez URP.

109
SOFÍA SALINAS CRUZ

Por su parte, la resolución que fija las costas y costos es apelable sin efec-
to suspensivo; la que establece la reparación indemnizatoria y la multa lo son
con efecto suspensivo. Para dichos fines, se seguirán las reglas del artículo
56 del CPConst.
Ahora bien, sobre las medidas cautelares, el Tribunal Constitucional ha
indicado que para proteger los derechos fundamentales “se pueden seña-
lar dos manifestaciones: la tutela de urgencia cautelar, dentro de un pro-
ceso principal, y que está destinada a impedir que el transcurso del tiempo
convierta en imposible la realización del mandato de la sentencia; y la tute-
la de urgencia satisfactiva, que comporta el uso de remedios procedimenta-
les breves, bajo el supuesto de la amenaza de un derecho, cuya superviven-
cia depende de la rapidez con que se brinde la protección jurisdiccional”(181).
Con la finalidad de resaltar la necesidad de tutelar de manera especial y ur-
gente los derechos constitucionales, el Tribunal también ha señalado que en
el otorgamiento de las medidas cautelares en los procesos constituciona-
les, los jueces constitucionales deben atender estos pedidos de manera es-
pecial con el objeto de procurar que los fines de los procesos constituciona-
les se logren(182).

1. Medidas cautelares ordinarias


Las características que deben exigirse para expedir medidas cautelares
son: la apariencia de derecho, el peligro en la demora y que la medida sea
adecuada o razonable para garantizar la eficacia de la pretensión, si se ampa-
ra la demanda. La resolución que adopta una medida cautelar no se notifica a
la contraparte. Contra esta resolución se presenta recurso de apelación, que
será concedido sin efecto suspensivo, salvo que se trate de medidas caute-
lares que declaren la inaplicación de normas legales autoaplicativas, en cuyo
caso la apelación sí se otorga con efecto suspensivo.

2. Medidas cautelares extraordinarias


Por otro lado, un tratamiento distinto reciben las medidas cautelares so-
licitadas al interior de un proceso de amparo que tienen por objeto dejar sin
efectos actos administrativos dictados en el ámbito de aplicación de la legis-
lación municipal o regional. En este caso sí se requerirá que se corra traslado
de la solicitud en el término de tres días, acompañando copia certificada de
la demanda y sus recaudos, así como la resolución que admite la demanda,

(181) STC Exp. N° 2877-2005-PHC/TC, f. j. 4.


(182) STC Exp. N° 0023-2005-PI/TC, f. j. 39.

110
LAS REGLAS PROCESALES DE LA DEMANDA DE AMPARO

tramitando el incidente por cuerda separada, con intervención del Ministe-


rio Público.
Así, el juez resolverá en el plazo de tres días con la contestación expresa
o ficta de la contraparte, bajo responsabilidad. Finalmente, será de aplicación
supletoria lo dispuesto en el Título IV de la Sección Quinta del Código Proce-
sal Civil, con excepción de los artículos 618, 621, 630, 636 y 642 al 672.
El artículo 15 del código señala que para declarar procedente una solicitud
de medida cautelar, dicha solicitud debe acreditar los siguientes supuestos:
la apariencia de derecho, el peligro en la demora y que la medida sea ade-
cuada o razonable para garantizar la eficacia de la pretensión principal, de es-
timarse la demanda.
Así, con relación a la apariencia del derecho, se debe precisar que lo que
se requiere es que el juez haga un juicio de verosimilitud. Este juicio no re-
cae sobre la titularidad del derecho, pues este es un presupuesto procesal de
la misma demanda de amparo, sino sobre la verosimilitud de la pretensión.
Es decir, que haya indicios de que efectivamente se produjo la afectación in-
constitucional del derecho fundamental alegado.
Asimismo, corresponde al demandante acreditar que en el transcurso del
tiempo puede tornar el daño al derecho constitucional en irreparable. En este
caso, es necesario precisar que conforme a las finalidades de protección de
los procesos constitucionales, la responsabilidad de acreditar el peligro en la
demora es compartida entre el demandante y el juez constitucional.
Y en cuanto a la adecuación de la medida, se exige al juez constitucional
que adecúe la medida cautelar de forma proporcional al fin que pretende per-
seguir en el proceso principal. También, se debe considerar que la medida
cautelar adoptada debe ser aquella que afecte lo menos posible los derechos
de las partes, así como sus bienes.
Por último, para otorgar una medida cautelar, el juez debe considerar el
contenido de la pretensión constitucional y de que se asegure el fallo final de
manera idónea. Es así que, que el juzgador constitucional debe considerar la
irreversibilidad de dicha medida y el perjuicio que pueda ocasionarse al orden
público, de acuerdo a la finalidad de los procesos constitucionales y los pos-
tulados constitucionales.

3. Del procedimiento
Presentada la solicitud de medida cautelar, esta será concedida conforme
al siguiente procedimiento:

111
SOFÍA SALINAS CRUZ

a. Se exige, como ya se señaló, apariencia de derecho, peligro en la de-


mora y que el pedido cautelar sea adecuado o razonable para garanti-
zar la eficacia de la pretensión.
b. El juez dictará la resolución que ampare la solicitud cautelar sin conoci-
miento de la contraparte.
c. Luego de admitida la solicitud, puede apelarse la resolución que la con-
cede. La apelación es concedida sin efecto suspensivo.
d. En el caso de medidas cautelares que tengan por objeto la inaplicación
de normas legales autoaplicativas, la apelación se concede con efecto
suspensivo.
Asimismo, el artículo 15 del CPConst. prevé una regulación especial para
el caso en el que se cuestione en el proceso principal un acto administrativo
de los gobiernos locales o regionales. Este trato diferenciado está basado en
la naturaleza del supuesto agresor. La regulación de la medida cautelar para
estos casos obedece a las siguientes reglas:
a. A la presentación de la solicitud y de ser admitida, el juez constitucio-
nal deberá correr traslado al demandado por el término de tres días.
b. A la notificación de la solicitud de tutela cautelar, se debe acompañar
copias certificadas de la demanda y sus recaudos, así como de la reso-
lución que admite la solicitud de medida cautelar.
c. El procedimiento se tramitará por cuerda separada y contará con la in-
tervención del Ministerio Público.
d. El juez, bajo responsabilidad, debe resolver dentro de los tres días si-
guientes a la contestación expresa o ficta.
Por otro lado, será de aplicación supletoria lo dispuesto en el Título IV de la
Sección Quinta del Código Procesal Civil. No son aplicables los artículos 618,
621, 630, 636 y 642 al 672.
La extinción de pleno derecho de la medida cautelar se produce con la re-
solución que pone fin al proceso constitucional. Sobre el particular, se debe
indicar lo siguiente:
a. Si la resolución final estima la demanda, los efectos de la medida cau-
telar se mantienen. En este caso, la medida cautelar se convierte en
una medida ejecutiva.
b. Los efectos de la medida cautelar se mantienen hasta alcanzar la repa-
ración del derecho alegado.

112
LAS REGLAS PROCESALES DE LA DEMANDA DE AMPARO

c. En todo caso, la medida cautelar se mantiene hasta que el juez deter-


mine si se modifica o extingue la misma en la fase de ejecución.
d. Si, en cambio, la resolución final se desestima la demanda, se liquida-
rán las costas y costos del procedimiento cautelar.
La parte afectado por la medida cautelar puede promover la declaración
de responsabilidad. Si se comprueba la afectación, se iniciará la liquidación y
ejecución de los daños. Y, si el juzgador lo considera necesario, se impondrá
una multa no mayor de diez Unidades de Referencia Procesal.
En primer lugar, el amparo no procede cuando se cuestionen normas le-
gales. Esta restricción al acceso al proceso de amparo tiene como finalidad
evitar que en este proceso se discuta en abstracto una norma (legal o infra-
legal), pues ello es competencia material del proceso de inconstitucionalidad
o del de acción popular. En esa medida, no se debe entender que en ningún
caso procede el amparo contra normas legales, sino solo cuando se advierta
que la demanda tiene como pretensión dejar sin efectos generales la norma
que se cuestiona. De ahí que este supuesto de improcedencia se interprete
de forma tal que permita el acceso a la justicia para tutelar los derechos fun-
damentales de quien se considere afectado por una norma legal.
El artículo 3 del CPConst. ha establecido la procedencia del amparo contra
normas cuando estas sean autoaplicativas. La jurisprudencia constitucional
ha precisado sus alcances diferenciando, para ello, entre la norma autoaplica-
tiva y la norma heteroaplicativa (contra la que no procede la demanda de am-
paro). Así, una norma heteroaplicativa es aquella que, por sí misma, no pue-
de subsumir un supuesto fáctico en su supuesto normativo, pues para ello
se requiere que se ejecute previamente un acto posterior para que cobre efi-
cacia(183). En cambio, una norma autoaplicativa no requiere de la ejecución de
ningún acto posterior a su publicación para que sea plenamente eficaz. Ade-
más, el Tribunal Constitucional, ha precisado que una norma autoaplicativa,
susceptible de ser cuestionada, es aquella cuya vigencia incida directa e in-
mediatamente en el contenido de los derechos fundamentales; y también
es aquella cuya sola vigencia representa una amenaza (cierta e inminente) al
contenido de derechos fundamentales, por ser obligatorio, incondicional e in-
eludible cumplimiento(184).
De manera que de entrar en vigencia una ley que restrinja el acceso a los
recursos impugnatorios en un proceso judicial, se podrá interponer una de-
manda de amparo contra una norma –que es de obligatorio, incondicional

(183) STC Exp. N° 04677-2004-AA/TC, f .j. 3.


(184) Ver STC Exp. N° 07339-2006-PA/TC.

113
SOFÍA SALINAS CRUZ

e ineludible cumplimiento– en la medida de que representen una amenaza


–cierta e inminente– de vulneración del derecho de acceso a los recursos,
como parte del derecho al debido proceso.
Si, ante la afectación del derecho constitucional de acceso a los recursos
impugnatorios, el recurrente ha iniciado un proceso de amparo, este podrá
solicitar una medida cautelar con el objeto de suspender la ejecución del acto
lesivo y que se admita la interposición del recurso impugnatorio que requie-
ra. De esta manera, a través de la medida cautelar se podrá asegurar provisio-
nalmente el fallo final, que puede contener la pretensión principal, y se podrá
evitar los posibles perjuicios irreparables en el derecho constitucional alega-
do que pueden ocasionarse por la duración del proceso(185). A ello, se debe
añadir que tiene por finalidad contribuir al logro de los objetivos de los proce-
sos constitucionales: garantizar la supremacía de la Constitución y la vigencia
efectiva de los derechos fundamentales.
También, para evaluar su procedencia, trámite y ejecución se atenderá al
contenido de la pretensión principal y del adecuado aseguramiento del fallo
final. Asimismo, el juez constitucional debe considerar, también, la irreversi-
bilidad de la medida cautelar que concede, así como el perjuicio que se pueda
ocasionar en armonía con el orden público, la finalidad de los procesos consti-
tucionales y los postulados constitucionales. Este mismo artículo ha dispues-
to que en el caso de que se cuestione una norma con rango de ley, la ape-
lación presentada por la contraparte (demandado) se concederá con efecto
suspensivo.
Empero, si en un caso concreto se observa que la suspensión de los efec-
tos de una medida cautelar, después de haber sido apelada, pone en ries-
go grave el logro de los fines de los procesos constitucionales, su aplicación
debe ceder en función al principio de informalidad, reconocido en el artículo
III del Título Preliminar del CPConst.(186).
En conclusión, si se publica y entra en vigencia una ley que restringe un
derecho fundamental, se podrá plantear una demanda de amparo contra ella,
sea porque afecte directamente un derecho constitucional o porque repre-
sente una amenaza a su ejercicio. Asimismo, para proteger de manera ade-
cuada los derechos involucrados, procede la solicitud de una medida cautelar
en un proceso de amparo contra normas legales, en los términos señalados
en el artículo 15 del CPConst.

(185) STC Exp. N° 0023-3005-PI/TC, f. j. 49.


(186) Ver CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “Un caso de apelación de la medida cautelar sin efecto sus-
pensivo en un procesos de amparo dirigido contra normas autoaplicativas”. En: Revista Jurídi-
ca del Perú. Lima, abril 2008.

114
LAS REGLAS PROCESALES DE LA DEMANDA DE AMPARO

Así, los presupuestos para dictar una medida cautelar son tres. A saber: el
peligro en la demora, la verosimilitud o apariencia del derecho y/o la adecua-
ción de la medida. Respecto del primero, se trata de evitar de que, si se alega
una afectación concreta, el daño al derecho constitucional se vuelva irrepa-
rable. Si se trata de una amenaza de vulneración, la medida cautelar tende-
rá a evitar que el daño se concrete. En segundo lugar, es necesario evaluar
si hay elementos necesarios que permitan crear en el juzgador la presunción
de que efectivamente el derecho alegado ha sido vulnerado. Como se trata
de una medida cautelar, que por sí misma, es provisional, esta evaluación no
tiene que tratarse de la determinación de la legitimidad o no del acto lesivo,
ello será de evaluación en la sentencia definitiva. Ello podría llevar a concluir
que basta que se hayan corroborado todos los criterios de procedencia de
una demanda constitucional (contenido constitucional, titularidad de los dere-
chos, existencia del acto lesivo), para satisfacer la verosimilitud del derecho.
Y, en tercer lugar, la adecuación de la medida exige una proporcionalidad en-
tre la medida adoptada y la finalidad que con ella se persigue, en atención a
finalidad del proceso principal.
En consecuencia, si alguno de estos presupuestos decae durante la tra-
mitación del proceso principal, la medida cautelar deberá ser revocada. En
efecto, si decaen los elementos que originaron la apariencia del derecho, o
si no hay peligro de que con el transcurso del tiempo el daño se vuelva irre-
parable, o por último, si la medida deviene en inadecuada o desproporciona-
da por nuevos elementos que se presentan en el proceso principal, no se
debe mantener la medida cautelar. Asimismo, si en el proceso se presen-
tan elementos que permiten concluir que la medida cautelar adoptada pue-
de ocasionar un daño irreparable al orden constitucional, tampoco se debe
mantener en el tiempo. En todo caso, para lograr los fines del proceso cons-
titucional se deberá intentar, dentro de lo posible, la adecuación de la medi-
da cautelar ante los nuevos elementos existentes.
Con relación a la adopción de la medida, se debe señalar que la resolu-
ción que la adopta no se notifica a la otra parte. Contra esta resolución se pre-
senta recurso de apelación, el que será concedido sin efecto suspensivo(187).
Finalmente, corresponde indicar que de acuerdo con el artículo 16 del
CPConst., se han establecido aquellas situaciones que pueden extinguir. Así,
se puede extinguir de pleno derecho la medida con la resolución que pone fin
al proceso. Si la resolución final estima la demanda, los efectos de la medida
cautelar se mantienen, y se convierte en una medida ejecutiva. Es evidente
que los efectos de la medida cautelar se deben mantener hasta alcanzar la

(187) En este caso no tocaremos los temas relativos a las medidas cautelares presentados contra
normas legales o contra actos administrativos de órganos del Gobierno Regional o Municipal.

115
SOFÍA SALINAS CRUZ

reparación del derecho alegado o hasta que el juez lo determine; sea modifi-
cando o extinguiendo la medida cautelar en la fase de ejecución. Empero, si
la resolución final rechaza la demanda, se liquidarán las costas y costos del
procedimiento cautelar. El sujeto afectado por la medida cautelar puede soli-
citar la declaración de responsabilidad, la que de comprobarse, implicará que
se inicie la liquidación y ejecución de los daños y si el juzgador lo considera
necesario, se impondrá una multa no mayor de diez URP.

IX. SOBRE EL TRÁMITE DE PRIMERA INSTANCIA

1. Generalidades
La demanda de amparo se presentará por escrito y, como ya se ha dicho,
contendrá (artículo 42 del CPConst.):
- La designación del juez ante quien se interpone.
- El nombre, identidad y domicilio procesal del demandante.
- El nombre y domicilio del demandado, sin perjuicio de lo previsto en el
artículo 7 del CPConst.
- La relación numerada de los hechos que hayan producido, o estén en
vías de producir la agresión del derecho constitucional.
- Los derechos que se consideran violados o amenazados.
- El petitorio, que comprende la determinación clara y concreta de lo que
se pide.
- La firma del demandante o de su representante o apoderado, y la del
abogado.
El proceso de amparo, como todo proceso constitucional, debe ser trami-
tado con preferencia en relación con los demás procesos judiciales que ten-
ga a su cargo el juez constitucional. Por ello, la tramitación debe ser diligente
y expeditiva, bajo responsabilidad (artículo 13 del CPConst.).
El CPConst. ha dispuesto que:
- Si presentada la demanda se declara su inadmisibilidad, el juez concede-
rá tres días hábiles para que el demandante subsane la omisión o defec-
to; de no subsanar se archivará el expediente. La resolución que archiva el
expediente es apelable (artículo 48 del CPConst.).
- En la resolución que admite la demanda, el juez correrá traslado y con-
cederá cinco días hábiles para que el demandado conteste la demanda.
Transcurrido dicho plazo, con o sin la contestación, el juez debe resolver

116
LAS REGLAS PROCESALES DE LA DEMANDA DE AMPARO

dentro de los cinco días posteriores; salvo que se haya solicitado informe
oral, en cuyo caso el plazo se computará a partir de la fecha de su realiza-
ción (artículo 53 del CPConst.).
- Si el demandado presenta excepciones, defensas previas o pedidos de
nulidad del auto admisorio, el juez dará traslado al demandante por el pla-
zo de dos días. Transcurrido dicho plazo, con o sin absolución del trasla-
do se dictará un auto de saneamiento procesal en el que, de estimarse las
excepciones de incompetencia, litispendencia, cosa juzgada y caducidad,
se anule lo actuado y se dé por concluido el proceso. Esta resolución se
apelará con efecto suspensivo. En cambio, de apelarse la resolución que
desestima la excepción propuesta, esta es concedida sin efecto suspen-
sivo (artículo 53 del CPConst.).
- De estimarlo conveniente y necesario, el juez podrá realizar las actuacio-
nes procesales que considere indispensables, sin notificar previamente
a las partes. Asimismo, podrá citar a audiencia única a las partes y a sus
abogados para realizar los esclarecimientos que estime necesarios. En
esta misma audiencia o –excepcionalmente– en un plazo de cinco días
hábiles desde su conclusión el juez expedirá sentencia (artículo 53 del
CPConst.).
- Los actos efectuados con manifiesto propósito dilatorio, o que se asimi-
len a cualquiera de los casos previstos en el artículo 112 del Código Pro-
cesal Civil, serán sancionados con una multa no menor de diez ni mayor
de cincuenta URP. Dicha sanción no excluye la responsabilidad civil, pe-
nal o administrativa que pudiera derivarse del mismo acto (artículo 53 del
CPConst.).

2. Casos particulares
2.1. Amparo contra resoluciones judiciales. Amparo contra amparo

A través del amparo contra resoluciones judiciales no, solamente, se pro-


tegen derechos fundamentales de orden procesal, sino también derechos
fundamentales de orden material(188). Esto se hace a través de una evaluación
de la resolución bajo el principio de proporcionalidad.
Cuando se trate del proceso de amparo en el que se cuestione una reso-
lución recaída en otro proceso de amparo, se tomarán en cuenta reglas de
procedimientos específicas.

(188) STC Exp. N° 3179-2004-AA/TC, f. j. 20.

117
SOFÍA SALINAS CRUZ

En este caso, la demanda solo procedería por única vez (artículos 4, se-
gundo párrafo; 5 numeral 6; y 37 numeral 6 del CPConst.). De ahí que se po-
drá cuestionar una resolución que(189):
- Haya sido emitida por el Poder Judicial y no por el Tribunal Constitucional,
pues esta constituye la última y definitiva instancia (numeral 2 del artículo
202).
- Haya estimado la demanda de manera ilegítima vulnerando algún derecho
fundamental o desconociendo el criterio de mayor protección de los dere-
chos fundamentales establecida en la doctrina jurisprudencial del Tribunal
Constitucional. En este caso, podrán interponer la demanda quienes hayan
sido directamente afectados, siempre que hayan cuestionado al interior de
primer proceso la vulneración alegada, y no hayan obtenido respuesta del ór-
gano judicial o que la hayan obtenido de manera insuficiente. También po-
drán interponer la demanda los terceros ajenos al proceso que hayan resul-
tado afectados por la resolución final del primer proceso y que no se les
haya permitido intervenir en el proceso o no hayan tomando conocimiento de
este.
- Haya desestimado la demanda de manera ilegítima vulnerando algún de-
recho fundamental. En este caso, podrá interponer la demanda el directa-
mente agraviado siempre que se haya probado que no pudo interponer el
recurso de agravio constitucional en su oportunidad. Los terceros también
podrán interponer la demanda siempre que siendo afectados por la reso-
lución final no se les haya permitido intervenir en el proceso sea porque
se les haya denegado su participación o porque no se les emplazó con la
demanda.
Si bien la Ley N° 29364 (publicada en el diario oficial El Peruano el 28 de
mayo último) ha derogado los dos últimos párrafos del artículo 51 del Código
Procesal Constitucional que establecía la competencia de las salas civiles de
las cortes superiores para conocer en primera instancia los amparos contra
resoluciones judiciales, ello no significa que ya no podrá cuestionarse resolu-
ciones judiciales a través del amparo. Estos procesos deberán ser conocidos
por los órganos judiciales de primera instancia, mientras que los procesos
que se encontraban en curso y que se iniciaron con la vigencia de las dispo-
siciones derogadas deberán seguir el trámite de acuerdo a las normas proce-
sales vigentes sobre competencia.
Como apreciamos en el penúltimo párrafo del artículo 51 prescribía lo si-
guiente: “Si la afectación de derechos se origina en una resolución judicial,

(189) STC Exp. N° 4853-2004-AA/TC, f. j. 3.

118
LAS REGLAS PROCESALES DE LA DEMANDA DE AMPARO

la demanda se interpondrá ante la sala civil de turno de la corte superior de


justicia de la República respectiva, la que designará a uno de sus miembros,
el cual verificará los hechos referidos al presunto agravio”. Mientras que el
último párrafo establecía el plazo con que contaba la sala para resolver de la
siguiente manera: “La sala civil resolverá en un plazo que no excederá de
cinco días desde la interposición de la demanda”. En ese sentido, el mencio-
nado artículo establece de modo general, sobre la competencia, lo siguien-
te: “Es competente para conocer del proceso de amparo, del proceso de há-
beas data y del proceso de cumplimiento el Juez civil o mixto del lugar donde
se afectó el derecho, o donde tiene su domicilio principal el afectado, a elec-
ción del demandante”(190).
Así las cosas, en primer lugar podemos sostener que de la redacción ac-
tual del mencionado artículo no es posible concluir que ya el derecho a la tu-
tela procesal efectiva u otro derecho fundamental, cuya afectación se repute
a una resolución judicial, queden sin protección. Por el contrario, lo que ha he-
cho el legislador es mantener una regla general sobre la competencia de los
jueces civiles o mixtos (según sea el caso) para conocer procesos de ampa-
ro (hábeas data y cumplimiento también). Esto quiere decir, que no hay razón
legal alguna para considerar que esta regla no deba aplicarse a todos los pro-
cesos de amparo, incluidos aquellos a través de los que se cuestionan reso-
luciones judiciales.
Pero también, aunque la redacción final de la referida disposición del
CPConst., no permita concluir de que se trata de una regla general (supues-
to hipotético) que es aplicable a todo proceso de amparo, sino de una regla
procesal que se aplica solo a aquellos casos distintos al amparo contra reso-
luciones judiciales, no se debe asumir que ante tal omisión, ya no existe vía
procedimental para tutelar los derechos a la tutela procesal efectiva (artícu-
lo 4 del CPConst.), y otros que hayan podido verse afectados por una reso-
lución judicial.
El artículo II del Título Preliminar del CPConst., que señala que la finali-
dad de los procesos constitucionales es asegurar la vigencia de la suprema-
cía de la Constitución y de los derechos fundamentes, y que en atención a di-
chas finalidades, el mismo CPConst., en su artículo III, ha previsto principios

(190) El referido artículo 51 también establece que:


“En el proceso de amparo, hábeas data y en el de cumplimiento no se admitirá la prórroga de la
competencia territorial, bajo sanción de nulidad de todo lo actuado.
Promovida la excepción de incompetencia, el Juez le dará el trámite a que se refieren los artícu-
los 10 y 53 de este Código.
De comprobarse malicia o temeridad en la elección del Juez por el demandante, este será pa-
sible de una multa no menor de 3 URP ni mayor a 10 URP, sin perjuicio de remitir copias al Mi-
nisterio Público, para que proceda con arreglo a sus atribuciones”.

119
SOFÍA SALINAS CRUZ

procesales constitucionales para la consecución de tales fines. En ese sen-


tido, debemos entender que todo problema o duda sobre la procedencia de
la demanda se resuelva en atención a dichas finalidades y al principio pro ac-
tione. Este principio garantiza al justiciable que su controversia constitucional
será atendida, aun cuando medie duda sobre la procedencia de su demanda.
En efecto, solo podría rechazarse la demanda si es plenamente verificable la
causal de improcedencia que se alegue.
En consecuencia, que no se haya establecido una vía procedimental ade-
cuada para el amparo, o que esta haya sido derogada, implica que las resolu-
ciones judiciales emitidas por cualquier órgano del Poder Judicial que hayan
adquirido calidad de firmeza, podrán ser revisadas por un órgano judicial de
primera instancia, el cual, si advierte su inconstitucionalidad podrá declarar su
nulidad. Precisamente, lo que se quería evitar con la previsión legal derogada
era que un órgano de primera instancia revise y revoque una resolución emi-
tida por un órgano judicial superior. Sin embargo, como ya lo mencionamos,
tal derogación no trae consigo la indefensión de los justiciables respecto de
resoluciones judiciales firmes que hayan afectado sus derechos procesales.

2.2. Amparo arbitral


En este supuesto, el Tribunal Constitucional ha establecido que, a pesar de
que se ha señalado que en el arbitraje se ejercen funciones materialmente juris-
diccionales (artículo 139 numeral 1 de la Constitución), un laudo arbitral emana-
do de un tribunal arbitral no puede ser cuestionado siguiendo el mismo procedi-
miento que se sigue para el caso del amparo contra resoluciones judiciales(191),
sino como en el caso del amparo arbitral, se debe seguir el procedimiento exi-
gido para los demás casos.

2.3. Amparo contra normas legales


Con respecto a este procedimiento:
- La sentencia que declara fundada la demanda dispondrá también la
inaplicación de la norma autoaplicativa, pues el juez consideró que re-
sulta inconstitucional.
- Si no son impugnadas las resoluciones que apliquen el control difuso
de la constitucionalidad de las normas, se elevarán en consulta a la Sala
Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la República.
También se elevarán en consulta las resoluciones de segundo grado que

(191) STC Exp. N° 06149-2006-PA/TC, f. j. 210.

120
LAS REGLAS PROCESALES DE LA DEMANDA DE AMPARO

hayan aplicado el control difuso de las normas, aun cuando contra estas
no proceda medio impugnatorio alguno. Se exige la consulta como me-
canismo para proteger el interés general de la ley.
- Los jueces se limitan a declarar la inaplicación de la norma por inconsti-
tucional, para el caso concreto, sin que ello afecte la vigencia de la nor-
ma. Es decir, a través del proceso de amparo no se puede derogar una
norma, pues la derogación solo puede pretenderse en un proceso de
inconstitucionalidad o de acción popular.
- No se exige la elevación en consulta cuando se trata de normas de me-
nor jerarquía. En estos casos también rige el mismo principio. Ello no
impide que se plantee una demanda de acción popular.

2.4. Amparo electoral


El Tribunal Constitucional ha señalado que la tutela de los derechos fun-
damentales a través de un proceso de amparo en el que se cuestiona una
resolución del Jurado Nacional de Elecciones tiene determinadas reglas. Es-
tas reglas están dirigidas a no entorpecer el proceso electoral que se estuvie-
re llevando a cabo, ni las funciones que debe cumplir el JNE. Es el siguiente:
- Toda afectación en la que incurriere el JNE se tornará en irreparable,
pero, aplicando el artículo 1 del CPConst., el juez constitucional podrá
declarar fundada la demanda y dispondrá que el agresor no incurra nue-
vamente en el acto lesivo y, de ser el caso, se actuará conforme al ar-
tículo 8 del CPConst.(192).
- Se precisa que, a pesar de que el JNE ejerce funciones materialmente
jurisdiccionales en temas electorales, sus resoluciones no pueden ser
impugnadas siguiendo las reglas de competencia establecidas para el
caso del amparo contra resoluciones judiciales. Efectivamente, el pro-
cedimiento es el establecido para los demás casos.
De lo mencionado, se puede concluir que las reglas procesales estableci-
das para el cuestionamiento de estas resoluciones tienen por objeto no inter-
ferir ni dilatar el iter del proceso electoral que se estuviere llevando a cabo,
del mismo modo, tampoco se pretende intervenir las funciones del Jurado
Nacional de Elecciones.

(192) STC Exp. N° 0007-2007-PA/TC, punto resolutivo 2.b.

121
SOFÍA SALINAS CRUZ

X. SOBRE EL TRÁMITE DE APELACIÓN


Cuando el trámite de primera instancia del proceso de amparo se ha se-
guido y resuelto por un juez especializado en lo civil o mixto, cabe interponer
recurso de apelación dentro del tercer día de notificada la sentencia. En ese
caso, el expediente deberá ser elevado a la Corte Superior dentro del tercer
día de la concesión del recurso (artículo 57 del CPConst.).

Luego de recibido el expediente por la Corte Superior, esta concederá


tres días para informar sobre la expresión de agravios. Presentada o no la ex-
presión de agravios, concederá traslado por tres días y fijará fecha para la vis-
ta de la causa. El plazo para expedir sentencia de segunda instancia no de-
berá ser mayor de 5 días, contados desde la vista de la causa (artículo 58 del
CPConst.).

En cambio, si la resolución de primera instancia proviene de la sala supe-


rior civil, por tratarse de un amparo contra resolución judicial, el recurso de
apelación es resuelto por la Corte Suprema, la que se pronuncia en segunda
instancia. Elevados los autos a la Corte Suprema, se asume que el trámite y
plazos son los fijados para el trámite de la apelación ante la Corte Superior en
el proceso de amparo (artículo 58 del CPConst.).

XI. SOBRE EL TRÁMITE DEL RECURSO DE AGRAVIO CONSTITUCIONAL

1. Generalidades
La importancia del recurso de agravio constitucional radica en que: “a per-
turbación de un derecho fundamental o de una norma constitucional, a través
de su amenaza directa lesividad, altera el ordenamiento jurídico constitucio-
nal; para que vuelva a funcionar de modo armónico, es necesario reponer la
situación a su estado anterior al de la vulneración o amenaza del orden cons-
titucional. La reposición al correcto estado anterior puede lograrse a través
del RAC”(193).
El artículo 18 del CPConst. regula este recurso, que dispone que puede
ser interpuesto contra aquellas resoluciones de segundo grado que declaran
infundada o improcedente la demanda constitucional. Entre las reglas proce-
sales que deben respetarse, tenemos las siguientes:
a. Debe ser presentado ante la sala que expidió la sentencia de vista.

(193) STC Exp. N° 2877-2005-PHC/TC, f. j. 5.

122
LAS REGLAS PROCESALES DE LA DEMANDA DE AMPARO

b. El plazo para su interposición es de 10 días, contados desde el día siguien-


te de notificada la resolución denegatoria.
c. Si se concede el recurso, el expediente debe ser remitido por el presiden-
te de la Sala al Tribunal Constitucional dentro del plazo máximo de 3 días,
más el término de la distancia, bajo responsabilidad.
d. El colegiado constitucional debe emitir un pronunciamiento en un plazo de
30 días, cuando se trate de los demás procesos constitucionales.
Como hemos advertido, el recurso de agravio constitucional (RAC) procede
contra la resolución que deniega una demanda de amparo (artículo 18 del CP-
Const.), es decir, contra aquella que declara infundada o improcedente una de-
manda de amparo. En ese sentido, una resolución de segunda instancia que
declara nula la resolución de primera instancia, no puede ser cuestionada me-
diante el RAC, pues en ella el juez constitucional solo se ha pronunciado so-
bre la validez de los actos procesales previos y no ha denegado la demanda.
En este supuesto, se debe retrotraer el proceso hasta un momento antes de
haberse producido el vicio procesal (artículo 20 del CPConst.).

2. Supuestos de procedencia
El TC extendió los supuestos del recurso de agravio a algunas otras situa-
ciones con la finalidad de ampliar su papel protector o, en todo caso, de do-
tarlo de mayor efectividad(194). De este modo, se ha establecido la proceden-
cia del RAC en los siguientes casos:
a. Cuando el demandante cuestione aspectos o hechos relaciona-
dos directamente con el contenido constitucional de los derechos
fundamentales.
b. Cuando a pesar de haberse producido la sustracción de la materia, el
tribunal considera necesario emitir un pronunciamiento a efectos de
dotar de eficacia normativa a los derechos fundamentales.
c. Cuando se interponga contra una resolución denegatoria, la que se en-
tenderá, además de aquella que declara improcedente o infundada la
demanda, también a la que, a pesar de ser fundada, no otorga una ade-
cuada protección a los derechos fundamentales.

(194) STC Exp. N° 2877-2005-PHC/TC, publicada el 11 de setiembre de 2006 y STC Exp. N° 4853-2004-
PA/TC.

123
SOFÍA SALINAS CRUZ

d. Cuando se ha declarado fundada una excepción interpuesta por la parte


emplazada en segunda instancia; empero, con ella se han vulnerado los
derechos fundamentales invocados.
e. Cuando en las instancias previas se ha incurrido en vicios procesales,
pudiendo darse cualquiera de las siguientes situaciones: su anulación
con orden de que se reponga el trámite al estado, inmediatamente, an-
terior al vicio (artículo 20 del CPConst.), si es que el vicio ha afectado el
sentido de la decisión objeto de impugnación; y si el vicio solo alcanza
a la resolución impugnada, la revocará y procederá a pronunciarse so-
bre el fondo del asunto.
f. Cuando a pesar de haberse obtenido una decisión estimatoria, ha
sido adoptada sin tener en consideración lo dispuesto en un prece-
dente vinculante (artículo VII del TP del CPConst.). En este caso, el
RAC podrá ser interpuesto por el afectado directamente o por un ter-
cero que cuente con interés legítimo, el que debe haberse visto afec-
tado directamente por el acto alegado como vulnerador, pero que no
haya participado en el proceso, sea porque no se le permitió o porque
no tuvo conocimiento sobre él(195).
g. Cuando se haya obtenido un fallo favorable del Tribunal Constitucional y
el juez de ejecución no cumpla con hacerlo efectivo o lo ha sido defectuo-
samente (adoptado en aplicación del artículo VI del TP del CPConst.)(196).
h. Cuando, en segunda instancia se haya desconocido la doctrina jurispru-
dencial del Tribunal Constitucional(197). En este caso también correspon-
dería que pueda solicitarlo un tercero si no participó en el proceso por
imposibilidad de ingresar en él o porque no conoció de su existencia.
En el caso del literal g), el Tribunal Constitucional precisó que él mismo
debe controlar la inejecución de sus sentencias (o ejecución defectuosa) en
atención a las siguientes razones:
a. La imposibilidad de mantenerse indiferente ante el incumplimiento de
las sentencias o su ejecución defectuosa, por devenir ello en la desna-
turalización de la decisión.
b. El valor y la fuerza otorgados a las sentencias constitucionales y a las
interpretaciones que en ellas se realizan.

(195) STC Exp. N° 4853-2004-AA/TC, f. j. 40.


(196) RTC Exp. N° 168-2007-Q/TC.
(197) RTC Exp. N° 0245-2008-Q/TC.

124
LAS REGLAS PROCESALES DE LA DEMANDA DE AMPARO

c. La función interpretativa que cumplen estas sentencias, la que está


provista de la máxima fuerza jurídica, en virtud de las disposiciones
constitucionales, ocupando así un lugar de primer orden.
d. La especial naturaleza de las pretensiones sobre las que se pronuncian.
e. El efecto erga omnes que poseen.
Así, el Tribunal quiere convertirse, en última instancia, en el garante de la
ejecución de sus propias sentencias. El colegiado señala que: “La invocación
de las vulneraciones requieren de una verificación del Tribunal, donde pue-
dan acreditarse los alegatos escuchando al órgano judicial emplazado y per-
mitiendo una afirmación por parte del Tribunal Constitucional”. Agrega que
los criterios interpretativos se fundamentan en los principios de economía
procesal e informalismo (artículo III del TP del CPConst.).

3. Reglas que rigen la obtención de pronunciamiento del Tribunal


Constitucional
La emisión del pronunciamiento del Tribunal Constitucional se rige, ade-
más, por las siguientes reglas procesales establecidas:
- El Tribunal Constitucional se organiza en dos salas, cada una está inte-
grada por tres magistrados. Para declarar fundada una demanda de am-
paro se requiere de tres votos conformes (artículo 11 del Reglamento
Normativo del TC).
- Una de las salas calificará la procedencia de las demandas, para deter-
minar si es que después de presentado el RAC, el TC debe pronunciar-
se sobre el fondo (artículo 11 del Reglamento Normativo del TC).
- La declaración de improcedencia se debe dar cuando: los hechos ale-
gados no están referidos directamente al contenido constitucional de
los derechos alegados, la pretensión es manifiestamente infundada o
se ha decidido de manera desestimatoria casos sustancialmente idén-
ticos (artículo 11 del Reglamento Normativo del TC).
- De no reunirse los votos necesarios para obtener un pronunciamien-
to, se convoca a los magistrados de la otra sala, en orden de antigüe-
dad, es decir, del menos antiguo al más antiguo en el cargo y, en último
caso, al Presidente del Tribunal Constitucional (artículo 11 del Regla-
mento Normativo del TC).
- El proceso se impulsa mediante decretos, los que son firmados por el
Presidente o, por delegación de este, por un magistrado o por el Secre-
tario General (artículo 47 del Reglamento Normativo del TC).

125
SOFÍA SALINAS CRUZ

- El TC resuelve la indebida concesión del recurso de agravio constitu-


cional y la acumulación de procesos a través de las sentencias interlo-
cutorias (artículo 47 del Reglamento Normativo del TC).
Por último, cabe precisar que mediante Resolución Administrativa N° 096-
2008-P/TC, se modificó el artículo 8 del Reglamento Normativo del TC, por el
cual se dispone que los magistrados deben conocer los proyectos de resolu-
ción con una semana de anticipación para su estudio.
En el caso en que se advierta que la sentencia cuestionada por el recurso
de agravio constitucional contiene un vicio que podría conllevar su nulidad, lo
cual implicaría que el Tribunal Constitucional devuelva lo actuado y retrotrai-
ga las cosas al estado anterior en que se produjo el vicio, a efectos de que
el órgano judicial competente subsane su error. Empero no todo vicio proce-
sal implica que se aplique esta consecuencia, pues se debe tomar en cuen-
ta qué tipo de vicio se ha producido y si la subsanación ocasionaría un mayor
perjuicio al justiciable.
Así, en primer lugar, cabe recordar que el segundo párrafo del artículo 20
del Código Procesal Constitucional (CPConst.) ha establecido que cuando el
Tribunal Constitucional advierta que se ha producido un vicio procesal y este
alcance a la resolución de primera instancia, deberá declarar la nulidad de
todo lo actuado; pero cuando constate que el vicio solo alcanzó a la resolu-
ción de segunda instancia, el Tribunal podrá ingresar a analizar el fondo de la
controversia constitucional.
MARTÍNEZ MORÓN, Alan César
“Tres interrogantes sobre el desistimiento. Análisis de la Resolución del
Tribunal Constitucional N° 03347-2009-AA/TC”. En: Actualidad Jurídica.
Tomo Nº 195, Gaceta Jurídica, Lima, febrero 2010, pp. 186-189.
Pero es necesario precisar que esta disposición no puede ser aplicada sin
advertir sus consecuencias. En efecto, como se sabe, la finalidad de los
procesos constitucionales es garantizar el principio de supremacía cons-
titucional y la vigencia de los derechos fundamentales (artículo II del TP
del CPConst.); en ese sentido, las reglas procesales deben atender a la
consecución de esos fines; es por ello que en cada caso concreto debe
analizarse si la producción de un vicio procesal requiere o no que se re-
trotraigan las cosas al estado anterior en que ocurrió el órgano judicial
de primera o de segunda instancia. Es por ello que para aplicar el artícu-

126
LAS REGLAS PROCESALES DE LA DEMANDA DE AMPARO

lo 20 del CPConst., se debe apreciar en qué tipo de vicio procesal se ha in-


currido para concluir si es o no subsanable.
En ese sentido, la jurisprudencia constitucional(198) ha precisado que los vi-
cios procesales pueden basarse en actos defectuosos, actos inválidos y ac-
tos nulos. Así, sobre los actos defectuosos que se trata de aquellos que se
ejecutan sin que concurran todos los presupuestos, requisitos y condiciones
exigidos para su admisibilidad. Sin embargo, no afectan principios o derechos
procesales de relevancia constitucional y, por eso son inocuos, y no se re-
quiere que se declare su nulidad.
Los actos inválidos son, ha sostenido, los que se llevan acabo incumplien-
do los requisitos y condiciones establecidos en la ley. Estos actos sí llegan
a afectar derechos o principios constitucionales, pero se pueden subsanar o
reparar por sí mismos, o eventualmente por la actuación del juez. Por actos
nulos ha entendido que se trata de aquellos actos cuya ejecución ha compro-
metido seriamente derechos o principios constitucionales, y al no poder ser
subsanados deben ser declarados nulos. Estos actos comprenden, por ejem-
plo, la vulneración del derecho a la defensa de las partes.
De este modo, cuando el vicio procesal haya sido emitido como un acto
defectuoso o inválido, en primera o segunda instancia, el Tribunal Constitu-
cional podrá emitir un pronunciamiento sobre el fondo, sea porque no cons-
tate una afectación a un derecho o principio constitucional o porque si se pro-
duce tal afectación, esta puede ser subsanada. En cambio, si se constata que
el referido vicio ha afectado algún derecho fundamental de tal forma que no
pueda ser subsanado o reparado, es decir, si se trata de un acto nulo, el Co-
legiado Constitucional deberá declarar la nulidad de lo actuado hasta el mo-
mento en que se produjo la nulidad, como lo dispone el segundo párrafo del
artículo 20 del CPConst.

4. Reglas procesales para las audiencias públicas


Durante la tramitación del proceso ante el Tribunal Constitucional, las au-
diencias públicas seguirán las siguientes reglas:
- La audiencia pública es el acto procesal mediante el cual se escucha a
las partes y a los abogados que soliciten informar oralmente sobre los
fundamentos de hecho y de derecho (artículo 29 del Reglamento Nor-
mativo del TC).

(198) STC Exp. N° 0569-2003-AC/TC, f. j. 4.

127
SOFÍA SALINAS CRUZ

- Se realizarán los días lunes, martes, miércoles y jueves, no incluye los


días no laborables. Su realización en otros días es excepcional. Además,
el Pleno determina el momento en que se inicia la audiencia (artículo 30
del Reglamento Normativo del TC).
- Se debe solicitar por escrito la presentación del informe oral, dentro de
los tres días hábiles siguientes a la publicación del día de la audiencia
en el portal electrónico del TC (artículo 31 del Reglamento Normativo
del TC).
- Las partes hacen uso de la palabra durante cinco minutos, asimismo,
los representantes legales de las partes hacen uso de la palabra por el
mismo tiempo. El Presidente del TC establece el tiempo en el que las
partes harán uso de los derechos de réplica y dúplica (artículo 34 del Re-
glamento Normativo del TC).
- Durante la audiencia se permitirá la participación de los amicus curiae
(artículo 34 del Reglamento Normativo del TC).
Si la demanda ha sido declarada improcedente liminarmente, el Tribunal
Constitucional deberá analizar sobre la legitimidad del rechazo liminar. De
considerar que el rechazo liminar se ha producido correctamente, confirmará
la sentencia recurrida, mientras que si considera que se ha producido un in-
debido rechazo liminar, tiene dos opciones: primero, si es que por el rechazo
no se ha permitido a las partes el ejercicio adecuado de sus derechos funda-
mentales, entonces declarará nulo lo actuado hasta el momento inmediata-
mente anterior al rechazo liminar. Segundo, si es que de todo lo actuado se
desprende que se han respetado los derechos fundamentales de las partes
y se cuenta con todos los elementos procesales y de juicio suficientes sobre
el caso, el Tribunal Constitucional deberá emitir un pronunciamiento sobre el
fondo de la controversia constitucional(199).
Por otro lado, a los dos días de publicación de la sentencia, el TC puede
dictar resolución aclarando algún concepto o subsanando algún error mate-
rial u omisión. Se expide sin trámite y a los dos días del pedido de aclaración.
También puede hacerlo de oficio (artículo 121 del CPConst.).

XII.SOBRE EL TRÁMITE DEL RECURSO DE QUEJA


Se interpone contra la resolución que deniega el recurso de agravio cons-
titucional ante el Tribunal Constitucional, dentro de los cinco días siguien-
tes a la notificación de la resolución denegatoria. Al escrito que contiene el

(199) STC Exp. N° 4587-2004-AA/TC, f. j. 14 al 20.

128
LAS REGLAS PROCESALES DE LA DEMANDA DE AMPARO

recurso, se anexa copia de la resolución recurrida y de la denegatoria, ambas


certificadas por abogado, salvo que se trate del proceso de hábeas corpus.
No hay trámite y debe ser resuelto dentro de los diez días de recibido. Si el
Tribunal Constitucional, a través de cualquiera de sus dos salas, declara fun-
dada la queja, deberá conocer también el recurso de agravio constitucional,
ordenando al juez superior el envío de los actuados dentro del tercer día de
oficiado, bajo responsabilidad (CPConst., artículo 19 y artículos 54, 55 y 56
del Reglamento Normativo del TC).

XIII. ACLARACIÓN
El Tribunal Constitucional es el órgano encargado del control de la Consti-
tución y tiene la competencia de conocer en última y definitiva instancia las
resoluciones de segundo grado que deniegan los procesos constitucionales
de la libertad (artículo 202.2 de la Constitución), es decir, que deniegan el há-
beas corpus, el amparo, el hábeas data y el cumplimiento. Como consecuen-
cia de ello, sus fallos son inimpugnables, como lo señala el artículo 121 del
CPConst.
De esto se concluye claramente que es absolutamente inviable interpo-
ner un recurso impugnatorio contra las resoluciones del TC. En ese sentido
se ha pronunciado el TC cuando ante él se ha solicitado la nulidad de sus fa-
llos, señalando que un recurso de nulidad contra una resolución tiene por ob-
jeto dejarla sin efecto, lo que contravendría el artículo 121 del CPConst. y el
numeral 2 del artículo 139 de la Constitución, que reconoce el derecho a la
cosa juzgada(200).
Lo anterior no obsta para que conforme al mismo artículo 121 del CP-
Const., el Tribunal Constitucional puede aclarar sus sentencias de oficio o a
pedido de parte, dentro de los dos días desde la notificación de estas. Las re-
soluciones de aclaración se expiden sin trámite alguno y al segundo día de
formulado el pedido.
Una aclaración es procedente, primero, cuando el Tribunal observa que de
sus resoluciones en las que resuelve las controversias se “desprenden du-
das o confusiones (objetivas y razonables) que inciden sobre su ejecución o
cumplimiento cabal”. En el mismo sentido que se deniega el recurso de nuli-
dad por pretender el cambio del fallo del TC, el pedido de aclaración será de-
negado cuando pretenda modificar o revocar una decisión asumida por el TC
en una sentencia o resolución. En segundo término, el pedido de aclaración
también procede para subsanar errores materiales o de omisión, en los que
se hubiera incurrido en las resoluciones que resuelven controversias.

(200) SSTC Exps. N°s 4089-2006-PA/TC, 5632-2006-PA/TC, 3529-2006-PA/TC y 3487-2006-PA/TC.

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