Cantata

Descargar como pptx, pdf o txt
Descargar como pptx, pdf o txt
Está en la página 1de 31

CANTATA RIOJANA

Msica: Ramn Navarro


Poemas: David Gatica

NDICE
1.Canto fundacional de La Rioja
2.La Maloca
3.Un Santo de madera de naranjo
4.Invocacin a las divinidades diaguitas
5.Las madres aborgenes
6.El reparto del agua
7.El canto popular
8.Oda a los Caudillos
9.Vidala del xodo
10.Vidalita de los creadores
11.Serenata a la Ciudad de los Azahares
12.Chaya Final

La Rioja es tierra de leyendas y sugestin. Tierra


desolada, silenciosa y dura; pero de misteriosas
adherencias.
La Rioja se adhiere a las ropas del caminante con el
amarillo polvo de sus largos caminos, y se adhiere
tambin al corazn con el embeleso de sus lunas
esplendentes y el turbin de sangre y oro de sus
maanitas claras.
La Rioja es tierra de coraje y de bravura donde los
hombres endurecen sus carnes con la lucha diaria de su
vida angustiosa, y purifican el alma con el constante
desvanecimiento de sus caras ilusiones.
Dardo de la Vega Daz LA RIOJA HEROICA

CANTATA Y CANTAR DE GESTA


Ariel Ferraro
Esta cantata resume y sintetiza la elementalidad ms
entraable de nuestra circunstancia provinciana.
Como en las antiqusimas cantatas de la Grecia
Heroica, msica y poema se amalgaman aqu con
equilibrada dignidad para extraer los mas caros y
genitivos aspectos de nuestra identidad, que va
desde los das primigenios del riojanismo ya posea
forma racial, aborigen o mestiza- hasta forjar o
determinar, al cabo de tiempos, los elementos
singulares de la territorialidad del riojano de hoy.
Ramn Navarro y Hctor David Gatica, han plasmado
una obra de quilates, en donde nada sobra, pero
tampoco nada falta. Cada fragmento de esta Cantata
Riojana, ha sido plasmada siguiendo el molde sencillo

CANTO FUNDACIONAL DE LA RIOJA


A la inversa de los que sucedi con otras provincias, la tierra riojana ya
era conocida y recorrida en gran parte de su territorio por otros
expedicionarios de la corona espaola. Ms aun: Haba empresas de la
conquista que tenan tempranamente pactado el proyecto fundacional de esa
tierra de diaguitas. Sin embargo, el nico que pudo conquistar ese deseo,
fue Don Juan Ramrez de Velasco, quien cont con el respaldo econmico de
otro espaol dispuesto y aguerrido: Don Blas Ponce.
Tal vez, siguiendo la primera narracin jurdica de la tarea fundacional, que
trata de diez das antes del acontecimiento, ya que la capital de nuestra
provincia, nace el 20 de Mayo de 1591 y que pertenece a Luis de Hoyos,
escribano de la expedicin, el texto de la presente cantata, va enhebrando
ciertas circunstancias que se van dando sorpresiva y amablemente, en el
emplazamiento del Valle del Yacampis, epicentro de la fundacin.
La cantata explora la leyenda y la historia, hasta que, al final de este canto
inicial, el poeta Gatica entra a caracterizar la tierra nativa con su sello
originalsimo y distinto cuando dice:
Y te fundo
ciudad de todos los azahares
cuyo Alcalde Mayor
ser el aroma.

LA MALOCA
Los reyes de Espaa Isabel y Fernando, que tutelaron con humana
preocupacin la gesta del descubrimiento y la conquista, impartieron a
sus sbditos una serie de normas llamadas a ajustar su conducta dentro
de las tierras anexadas.
Ambos soberanos, que estaban plenamente orgullosos de las
expediciones peninsulares a tierras del Nuevo Continente, les preocupaba
por sobre todas las cosas, que los indgenas se fueran integrando
paulatinamente a la corona, ms all de las obligaciones que las armas
haban logrado imponerle por la fuerza. Dicho de otra manera, se quera
y se pretenda que los indios de Amrica tuviesen estmulos materiales y
espirituales para identificarse con la hispanidad. La Reina Isabel era la
ms insistente en este alto propsito.
Sin embargo, ac en Amrica, los propios colonizadores se encargaron de
alterar el rumbo de estas posibilidades, y tal gravit en ellos el demonio
de la codicia y la insobornable insinuacin de la riqueza, la cual vena,
tentadoramente, a quebrantar los anhelos ms loables.

Y un caso tpico de esta desviacin fue el de la maloca.


Maloquear, significaba elegir indios aptos para ser utilizados en las faenas ms rudas y
productivas e beneficio del seor conquistador.
Esa leva de brazos seleccionados, a los que un nativo no poda negarse. El conquistador,
impona su voluntad de cualquier forma y sirvi, casi todas las veces para enriquecer al espaol
y para degradar de todas formas al nativo.
El maloquear, era una eleccin para trabajos pesados o insalubres que en mucho se pareca a la
esclavitud. Centenares de hombres sacados de sus dominios, pagados con poqusima retribucin
y el peor alimento para engrandecer el patrimonio del explorador que vino del otro lado del
ocano.
Enfrentados de algn modo a esa prctica servil y sometedora del malaqueo, fue que se
produjo lo que se llama El gran alzamiento, guerra que levant en armas a los indios, desde La
Rioja hasta La Quiaca, por el norte, y desde la capital de nuestra provincia hasta Mendoza.
Cabeza de esta rebelin, fue el cacique Coronillas, un indio diaguita famoso por su inteligencia,
quien, al ser capturado, fue condenado a morir descuartizado en Antinaco, cincuenta aos antes
de Tupac Amaru.

UN SANTO DE MADERA DE NARANJO


San Francisco Solano, oriundo de Andaluca, lleg a tierras norteas all
por los primeros aos de la conquista. Dotado de un extraordinario poder
carismtico, se convirti, con el andar del tiempo, en el mas grande
propagador del evangelio entre los naturales. Dueo de una comprensin
excepcional, supo ganar las simpatas, hasta de parte de las tribus ms
dscolas. Y alguna vez hubo que apelar a ciertos tipos de artilugios no
religiosos para disuadir a los nativos, como sucedi aquella vez que visti a
un nio blanco con las ropas de alcalde para que creyeran que era el Hijo de
Dios y que todos los pobladores riojanos haban aceptado de comn acuerdo.
Claro est que San Francisco, apel a esta parodia, para salvar a la ciudad
de una destruccin que ya estaba sentenciada y cantada, por los miles de
aborgenes levantados en armas, a quienes adems persuadi con las notas
de su violn inseparable.

INVOCACIN A LAS DIVINIDADES DIAGUITAS


Como todos aquellos pueblos que no transfieren su esencialidad
primaria, La Rioja cristiana por excelencia, nunca dej de lado
sus tradiciones indgenas.
Esto es, justamente, lo que ocurre con respecto a las creencias
referidas a las divinidades diaguitas. Son veneraciones o duendes
hechos como a la medida de la oferta y la demanda espiritual del
hombre, siempre soador y siempre dispuesto a creer
fervorosamente en el sutil influjo de la magia terrgena.
A esos genios telricos, a esas divinidades que el diaguita
transfiri para siempre a la creencia popular, se habla
decididamente en ese tramo de la presente obra, empezando por
la Pachamama, o sea, la madre tierra del incario y transmitida
por cierto al mundo diaguita. Se menciona tambin a la
Huayrapuca, o sea la madre de los vientos. Seguidamente se
subrayan ciertos pormenores referentes a la utilsima Saramama,
sutil patrona del maz y de sus productos derivados.

Luego, el comentario se proyecta a la Zapam Zucum, que


orienta con el humo de los incendios forestales y cuida
celosamente a los hijos de las algarroberas, sobre todo en
tierras vichigasteas. Pero la resea, nombra tambin al
Yastay, padre, tutor y encargado de todas las especies
zoolgicas de la regin. Y luego se menciona al Cachir,
duende del dao para las criaturas inocentes, a quienes,
alguna vez, hasta pudo arrebatarles los ojos. Se hace
alguna referencia al Mikilo, que se roba los nios, duerme a
la intemperie bajo las higueras y deja por la tierra su rastro
de gallo a la carrera. Se pondera a la vez las apariciones de
Chiqui, quien, a veces aterra anticipando los cambios
atmosfricos.
Y se completa este conjunto, con la descripcin del Pujllay,
culpable de pecados y alborotos del carnaval, en donde
preside la chaya y muere, finalmente enterrado por sus
propios celebrantes.

PACHAMAMA

LAS MADRES ABORGENES


Dulces y fecundas como la tierra de su origen, estas mujeres
ntegras y cordiales atraparon al mundo de los conquistadores.
Ellas trabajaron de sol a sol, cuidando el ganado del sustento, tejiendo
cautelosa y minuciosamente en el telar de pala, u ordenando el terrn
de sus plantos a fin de que las cosechas poseyeran los beneficios ms
aprovechables.
Cuando los espaoles se posesionaron de esta tierra prometida se
sintieron decididamente atrados por sus mujeres, las sedujeron o las
violaron con la prepotencia que era en algunos casos comn a sus
actitudes habituales. Luego se marcharon como si nada. Mientras aqu
quedaba en gestacin una semilla verdaderamente irremediable.
Sin embargo, las madres aborgenes que alumbraron posteriormente
esas criaturas de paternidad inubicable y desamorada, aceptaron sin
vacilaciones las consecuencias de los aconteceres.
Y los hijos concebidos, carentes de amor, y de lecho natural de
caricias, nacieron y fueron paradjicamente educados con un fuerte
amor al predio de sus orgenes.

EL REPARTO DEL AGUA


Desde la poca ms remota de la riojanidad, el Derecho del agua, era en
nuestra tierra, algo verdaderamente correlativo al podero econmico o
poltico del hombre. Si el seor era un terrateniente poderoso dispona, por
esa preponderante condicin, de mayor cantidad de marcos de agua, que le
correspondan dentro del reparto de la comunidad provinciana, puesto que
millares de desposedos deban conformarse con la mnima expresin.
Cuantas veces estos, vieron pasar por casa del vecino rico el torrente
anegador de las acequias inundando innecesariamente planto y baado o, de
qu forma se desbordaban aquellos predios ociosos que el patrn se haba
adjudicado para su buen futuro. Y todo ello, mientras los conciudadanos ms
carecidos, clamaban por la mejor equidad con respecto al lquido elemento.
Y eso fue as durante siglos. La mayor cantidad de marcos de agua equivala
a dominio y poder. Y seguramente, en algunas latitudes de la provincia esto
se sigue tomando muy en cuenta. Y todo porque el seoro del agua es un
sinnimo de autoridad.
Debe ser por eso que alguna vez le omos sentenciar a un labriego de
Sanagasta, en una noche de francachela:
Delen marcos de agua al rico,
que riega, vende o empea.
Y el pobre con su jarrito
puede hacer brotar las peas.

EL CANTO POPULAR
Los pueblos que poseen canto propio, son los nicos capaces de sobreponerse al
destino ms adverso.
Desde un principio, La Rioja, por sus mltiples conjuntos de atractivos naturales,
notabiliza el acento de juglares y poetas. Prueba de ello es que, en esta tierra, se
gest uno de los primeros poemas que singularizaron al nuevo continente o
mejor, que aparecieron en tierra nueva como se dice. Nos referimos al Canto de
Famatina, para algunos la primera oda de gracia y de alabanza surgida en este
pas. Su autor fue Mateo Rojas de Oquendo, un ilustre colaborador jurdico y
acompaante insustituible de Ramrez de Velasco.
Las ingentes riquezas de oro y de plata famatinense, que Rojas de Oquendo cree
de tanta o de mayor importancia que los yacimientos de Potos, sirven al poeta
para plasmar la inspiracin de un canto mayor, en donde campea la mejor
inspiracin de esos vates que dieron universalidad y jerarqua a los maestros del
denominado Siglo de Oro. La obra habra sido leda en reuniones y veladas a las
que concurran algunos notables compaeros de la conquista y adquiri cierta
notoriedad por transmisin oral. Como era usual en ese entonces, su autor
remiti una carta a su Majestad el Rey pidindole autorizacin para publicar el
mencionado trabajo, junto a la cual se remita el texto original. Pero parece ser
que ambos envos se extraviaron irremediablemente a raz del naufragio del
barco que los transportaba.

Y el autor, segn Alfonso Reyes, que posteriormente


viaj a Mxico y a Sevilla, fue solamente recordado
por unos pocos cronistas e investigadores quienes
retuvieron celosamente algunos fragmentos del
extraviado poemario.
Al cabo de los siglos un gran investigador argentino,
Juan Alfonso Carrizo, vendra a corroborar la
afirmacin de que el cancionero popular de La Rioja es
uno de los ms notables y fecundos de cuentos se
dieron en el transcurso de la inspiracin del pas.

ODA A LOS CAUDILLOS


La Rioja es una tierra sencilla y por eso mismo, sumamente difcil de ser
gobernada.
Tempranamente, Buenos Aires, duea de una hegemnica superioridad que le
confera junto a su desahogo conductivo, trataba a todas luces, de imponer su
centralismo que a veces rayaba en lo desptico.
Las provincias, que muchas veces fueron protagonistas de hechos
fundamentales en la consolidacin de la nacionalidad, se sintieron en
ocasiones impedidas o reprimidas. No podan, de ninguna manera, tolerar
esta afrenta nacional, puesto que tambin eran protagonistas y destinatarias
de la organizacin. Y as, se entablo en el pas, ese serio enfrentamiento
ideolgico que determin el advenimiento de los caudillos.
Estos hombres de lucha y carisma, no posean otra meta que la reivindicacin
de la justicia y la marginacin de la proverbial soberana portuaria.
De este modo nacieron los jefes de tierra adentro. Hombres como El Chacho,
Facundo, Varela y muchos otros, se constituyeron en lderes y supieron
jugarse hasta las ltimas consecuencias por la razn suprema que los
alentaba y animaba. A veces ganaron y a veces perdieron. Pero a la postre,
simbolizaban eso: El alma de la territorialidad: el sstole el distole de ese
pueblo autntico, por el cual pelearon a veces hasta la muerte.

VIDALA DEL EXODO


Poco individuos aman tanto a su tierra como los riojanos. Sin
embargo, en el andar y desandar de su existencia, el sufrido
poblador de nuestra tierra se ha visto muchas veces compelidos
a dejar los lares de su origen y de su aquerenciamiento.
Esto viene sucediendo desde siempre. Y se repite, ms que
todo, en el hombre rural. Ese hombre que cuando dejo su
machete y su banderola de las guerras intestinas, tuvo que
resignar el sitio de sus amores, para buscar otro lugar donde
pudiesen ubicarse los vencidos y por que no los marginados.
Sitial ms adecuado para emplazar su nueva residencia, era sin
duda la ciudad, la cual lo acogi pobre y desposedo y que, en
cierto modo no le perdonaba su condicin de perdedor. Y
aunque saba perfectamente que a hermosa ciudad nunca sera
suya, por mas que viviera o mal viviera en ella, seguira
mascullando esa vidala que siempre marca compases en la caja
del corazn, aunque se tratara de exiliados dentro de su propia
tierra.

VIDALITA DE LOS CREADORES


Como quien desastilla el viejo rbol del pueblo y levanta la corteza
de los aconteceres, encuentra uno de los elementos ms nobles que
hacen a la historia de nuestra provinciana. Nos referimos al conjunto
de sus creadores.
De esta forma, Navarro y Gatica inician este inventario cantable
nominando la presencia literaria de Joaqun V. Gonzlez, maestro de
leyes e insigne conductor de altas casas de estudio, pero por sobre
todo y antes que nada, un riojano hasta los tutanos cuando ahonda
en el descubrimiento de la tierra madre. Detalle que se plasma,
imperecederamente, a travs de sus libros y escritos peridicos.
Algo similar sucede con el que fue su discpulo mas allegado: Arturo
Marasso, quien vivi alternando la sabia convocatoria de la leccin
del claustro con la descripcin de un paisaje nativo de Antinaco o del
Famatina, con esa cualidad que le confirieron a sus escritos un
esplendor realmente incomparable.

La cantata, toma en su enumeracin a estas cumbres de las letras


de la provincia, pero a veces transita por senderos ms accesibles
cuando consigna la dilatada labor de ese notorio poeta del pueblo que
fuera Gabino Coria Pealoza, autor de mltiples canciones dispersas
por el mundo y ampliamente conocido a raz de su tango: Caminito.
A ello se suma la presencia de otro vate chileciteo que alcanz justa
notoriedad por sus libros evocando el gnesis y el alma de nuestra
raza: Alberto Ocampo. Se invoca a la vez la figura amistosa y tutelar
de Julin Amate, docente de predicamento extraordinario e
insobornable defensor de los valores que hacen al universo lugareo.
Los autores subrayan la obra incomparable de Rosario Vera Pealoza,
esa profesora que transform los sistemas de la pedagoga nacional y
que margin los mtodos represivos dentro del mbito de nuestras
escuelas.
Se menciona a la vez, destacadamente al escritor ngel Mara Vargas,
autor de El hombre que olvid las estrellas, una obra seera para la
historia de la actual narrativa del pas.

De la misma manera se canta a Vctor Mara Cceres,


comediante y cuentista que supo escrutar con justa
mirada en el terreno de nuestras costumbres ms
convivenciales, con las que elabor verdaderas joyas
traducidas en sus obras, las cuales, en su hora,
alcanzaron un valor incuestionable.
Los autores de la cantata nos hablan tambin del grupo
Calibar: Comunidad artstica para las letras, la plstica, la
msica, etc. nominada con el nombre de ese rastreador
de proezas incomparables, que acompaaba a Facundo y
al cual, el mismo Sarmiento se encargaba de mencionar
calificndolo como a un gaucho capaz de rastrear por
entre las piedras.

Podra admitirse que esta resea quedara incompleta, si no


se nombrar a Estanislao Guzmn Loza, el gran pintor de
Ambil, hoy representado en importantes pinacotecas y
colecciones de todo el mundo.
Tampoco, por ser el primer proyectista del atlas caminero del
pas, se puede dejar de mencionar a Timoteo Gordillo; ni a Fray
Bernardino Gmez, arquelogo por intuicin y maestro por
vocacin. Nombres estos de extraordinaria relevancia como el
del Vicente Almandos Almonacid, aviador de nuestra provincia
que se consagr por sus hazaas nada menos que en dos
continentes. A ellos se suma la presencia evocada del ms
grande de nuestros historiadores: Dardo de la Vega Daz, autor
de ms de una docena de volmenes de suma trascendencia,
entre los que sobresale un libro primordial: La Rioja heroica.

SERENATA A LA CIUDAD DE LOS AZARES


En este tramo de la cantata se habla de esos tiempos de paz y
de tranquilidad que fueron antes del sello proverbial de nuestra
provinciana.
Se describe La Rioja con sus templos y sus lugares ms
venerados y se rememora el doble encuentro anual entre San
Nicols y el Nio Alcalde.
El recuerdo, anda a veces en coche de caballo por aquellas
arterias memoriosas, habla de carnavales perfumados de
albahaca o inundados de agua y de jolgorio y muchas veces
matizado con una chuma solidaria o sea una fiesta etlica, que
viene de las viejas celebraciones donde se solidifica el
fundamento fraternal de todos los concurrentes.
Este canto que invoca nostalgioso a los que ya no estn, es
propiciatorio para los que siguen y los que vendrn.
En nombre de esa Rioja que crece empeosamente, la cantata
arroja una perfumada flor de azahares sobre los viejos nombres,
como para que su evocacin siga vigente.

CHAYA FINAL
La primera parte es una breve informacin de la variante
paisajstica de la provincia.
Ella se consolida en la fiel identidad geogrfica. Es como decir, a
travs de la cancin, lo que nuestra provincia posee de
preponderante.
Todo ello ha servido para labrar un canto sencillo pero tambin
logrado a punta de corazn.
Y el final va concretndose en una culminacin equilibrada de
alabanza y elega.
Dirase que esto es as porque desde siempre quedaron muchos
golpes del pasado sacudiendo y conmoviendo el presente.
La narracin cantada se detiene necesariamente en detalles
porque sus connotaciones han dejado heridas que aun siguen
abiertas.
Queda dicho que la riojanidad es para nuestros coterrneos una
larga tragedia.
Pero los riojanos siguen de pie. Porque como dice lo medular del
canto, todava hay espacio para la esperanza.

También podría gustarte