Modulo 3 Curso Virtual Depresion
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un medico en atención primaria antes que a un psiquiatra o cualquier otro profesional del
área de la salud mental. Además, también hay evidencia que muestra que de aquellos
pacientes que acuden al primer nivel de atención, el cuadro depresivo sólo es detectado en
un 50% (Gaynes, B. N., 2007).
A continuación, se enlistan los signos y síntomas que componen un cuadro depresivo, los
cuales se han agrupado en las categorías de síntomas afectivos, cognitivos, somáticos y
conductuales (Vallejo Ruiloba J y Cercós C. 2008):
Síntomas Afectivos
Tristeza patológica: La tristeza persistente con duración de al menos dos semanas es, junto con la
anhedonia, uno de los dos síntomas principales del trastorno depresivo mayor; también llamada
humor depresivo, se caracteriza por su cualidad negativa y desagradable. La verbalización de este
síntoma es variable según la intensidad y el nivel cultural del individuo. Al respecto, se puede
mencionar la infelicidad y la sensación de vacío, la congoja, el abatimiento y la desesperanza. En
casos extremos el paciente puede quejarse de “falta de sentimientos”, relacionada con la incapacidad
para expresar e identificar sus emociones. El término adecuado para referirse a esta situación es
“alexitimia”. Anhedonia: Se le llama así a la disminución o desaparición de la capacidad para obtener
placer en circunstancias que antes lo procuraban. Refleja un bloqueo de la capacidad de recompensa
frente estímulos habitualmente placenteros y reforzantes. Apatía: Es la falta de interés e indiferencia
por cualquier situación y/o actividad. Irritabilidad: Se manifiesta en reacciones desproporcionadas e
injustificadas ante los estímulos. Ansiedad: La ansiedad secundaria a la depresión refleja un estado
de alerta que el paciente experimenta como un miedo sin causa conocida, como si estuviera por
ocurrir algún acontecimiento terrible y/o doloroso
Síntomas Cognitivos
Cuando evaluamos los síntomas cognitivos nos estamos refiriendo a dos cualidades del
pensamiento, la forma y el contenido. En el caso de la depresión, se pueden observar
afectaciones en la forma y el contenido. Alteraciones de la forma del pensamiento:
Bradipsiquia. Disminución de la velocidad del pensamiento.
Bradilalia. Disminución de la velocidad y latencia del pensamiento.
Disminución del volumen del habla.
Disminución de la prosodia y entonación del discurso.
La disminución en la capacidad para concentrarse, mantener la atención y memorizar, puede
llegar a ser grave y presentarse como “pseudodemencia depresiva”. (Harvey, P. D. 2007).
Síntomas Somáticos
También denominados síntomas físicos, son muy frecuentes en el síndrome depresivo, sin embargo,
tienen baja utilidad diagnóstica por sí solos; la somatización es un fenómeno complejo que incluye un
componente de incremento en la producción de síntomas (a través de mayor actividad autonómica),
mayor percepción de la intensidad de los síntomas, interpretación errónea de los síntomas,
respuesta excesiva a los síntomas que conlleva discapacidad.
Algunos de los síntomas somáticos más frecuentes en los síndrome depresivos son:
Alteraciones en el apetito (hiporexia y/o hiperfagia. Puede haber disminución o incremento del
mismo.
Pérdida de peso. Junto con la hiporexia podrían conllevar desnutrición y riesgo vital.
Alteraciones del sueño. El paciente puede tener insomnio inicial, intermedio y tardío. También puede
padecer hipersomnia diurna con sueño no reparador.
Fatiga. Caracterizada por la disminución en el nivel de energía con cansancio.
Alteraciones gastrointestinales. Constipación y/o diarrea, meteorismo.
Disminución de la libido. Llega a presentar ausencia de deseo sexual.
Alteraciones menstruales. Además de los síntomas descritos, en la entrevista se determina la
duración de los mismos, la presencia de síntomas similares en el pasado y, muy importante, el
impacto en el funcionamiento interpersonal y ocupacional. Es necesario indagar los factores
agraviantes y la presencia de estrés, así como la comorbilidad, especialmente con uso de
sustancias y otras condiciones médicas (Kapfhammer, H.-P. 2006).
Signos Conductuales
La mayoría de los casos de depresión grave pueden llegar a diagnosticarse a través de la observación
de los signos depresivos, el lenguaje corporal y la facies son característicos.
Diagnóstico:
La lista de síntomas descritos son todos los síntomas que constituyen el cuadro depresivo. Pueden
estar presentes en diferentes gravedades y de diversa manera, en los distintos grupos de edad y
sexo, como se verá en los siguientes módulos.
El diagnóstico de depresión mayor (trastorno depresivo mayor) se caracteriza por la presencia de uno
o más episodios depresivos sin historia de manía. De manera práctica, el diagnóstico de un episodio
se realiza con base en la presencia de criterios, los cuales han mostrado ser útiles en la realización
del diagnóstico (Stern TA. 2010)
Un episodio de depresión se manifiesta por cinco de los siguientes síntomas, durante al menos dos
semanas consecutivas (al menos uno de los síntomas debe ser humor depresivo o disminución en
el interés o anhedonia).
En la psiquiatría, al igual que en otras áreas de la medicina, los diagnósticos tienen una utilidad
indiscutible. Un diagnóstico puede hacerse con diversos fines, por ejemplo, establecer el
tratamiento, verificar la gravedad de un paciente o realizar una investigación al respecto. Sin
embargo, una de las grandes utilidades de todo diagnóstico es tener la posibilidad de entablar un
lenguaje común.
Los diagnósticos psiquiátricos describen los síntomas, más que aquellos que están relacionados con
una etiología o con mediciones fisiológicas normativas, como la diabetes. Esto se debe principalmente
a que, en gran medida, la etiología de los trastornos psiquiátricos no se ha conocido con el mismo
grado de precisión que otros diagnósticos médicos. Lo anterior puede ser un reflejo de su alta
complejidad
La información para realizar un diagnóstico en psiquiatría es en su gran mayoría clínica, esta
información la proveen el paciente y los familiares, además de la observación directa de algunos
signos, por ejemplo, la sudoración excesiva o el llanto de alguien que padece depresión. Es
importante mencionar que en la actualidad los especialistas suelen llamar “trastornos” a las
enfermedades mentales, debido a que evitan pronunciarse acerca de su naturaleza. Prefieren
emplear una denominación que en principio parece más neutra (American Psychiatric Association
2013).
En la psiquiatría, al igual que en otras áreas de la medicina los diagnósticos tienen una utilidad
indiscutible.
Un diagnóstico puede hacerse con diversos fines por ejemplo:
Establecer el tratamiento
Ver la gravedad de un paciente
Realizar investigación
Tener un lenguaje común
Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) hecho por la Asociación
Psiquiátrica Americana (APA)
Ambas categorías de la lista de trastornos son tipos distintos, y aunque siguen existiendo
diferencias significativas convergen en algunos puntos importantes. (Surís, A, 2016).
El apartado F3 incluye los trastornos del afecto (el afecto o emoción es la función mental que se altera
en la depresión), y desglosa los subtipos de depresión, considerados en esta clasificación. (World
Health Organization 2010).
La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) es una clasificación diagnóstica estándar, de
carácter internacional, que se emplea en una amplia variedad de condiciones de salud. El capítulo V
se centra en los "trastornos mentales y del comportamiento" y consiste en 10 grupos principales.
Ambas clasificaciones intentan abarcar, en cada apartado, la complejidad del diagnóstico, lo que resulta
en listas largas de especificaciones en ocasiones difíciles de utilizar en la vida diaria dentro de nuestro
desenvolvimiento clínico, sobre todo institucional, donde el factor tiempo es una limitante. Sabemos que
no es posible hacer una descripción muy detallada durante nuestra consulta, sin embargo, es importante
tener en cuenta estas clasificaciones.
Los criterios diagnósticos en ambas clasificaciones son prácticamente los mismos, difieren
significativamente en el diagnóstico de distimia, por ejemplo. Otra diferencia es que el CIE -10 no
propone criterios para el síndrome premenstrual y sólo lo nombra.
En el caso de la depresión, la comorbilidad con enfermedades médicas, sobre todo de tipo crónico
degenerativo, se ha reportado en diversos estudios. (Khuwaja, A. K., 2010).
La relación entre estas entidades diagnósticas aún no ha sido esclarecida del todo, pero se sugiere
que podría radicar en los cambios fisiológicos relacionados con el sistema de estrés y el sistema
inmunológico, que se observan en pacientes deprimidos.
En el caso de cáncer también se ha estudiado ampliamente el efecto de la depresión sobre el
pronóstico y la evolución. Se reconoce que la depresión es más frecuente en los pacientes con cáncer
que en la población general. Es importante mencionar que esta relación vas más allá del posible efecto
psicológico que implica un diagnóstico de este tipo, y tiene que ver además con los cambios
fisiológicos que se muestran en las neoplasias. Una propuesta es que la depresión se ha asociado con
la inmunosupresión, lo que podría aumentar el riesgo de cáncer en individuos susceptibles.
En ocasiones es difícil realizar un diagnóstico pues los síntomas asociados con el cáncer y su
tratamiento semejan los síntomas depresivos.
La alteración del sueño.
La anorexia.
La pérdida de peso.
El retraso psicomotor.
El deterioro cognitivo.
(Kang, H.-J.2015).
Considerar estas comorbilidades es importante en el momento de tomar una decisión relacionada
con el tratamiento, la evaluación de los pacientes y el seguimiento.
Síntomas depresivos de origen médico
Otro aspecto importante se refiere a los síntomas depresivos que se pueden observar en algunas
enfermedades médicas y que pueden dificultar el diagnóstico y tratamiento adecuado. Pues en
algunos casos los síntomas no son distinguibles y se requiere el uso de estudios de gabinete. De
hecho, en el DSM-IV-RT, los trastornos depresivos por enfermedad médica se clasifican bajo el
epígrafe Trastornos del Estado de Ánimo Debidos a Enfermedad Médica (F 06.3), definidos como
una “Prolongada y acusada alteración del estado de ánimo que se considera un efecto fisiológico
directo de una enfermedad médica” y de igual forma en la CIE-10, se encuentra en el apartado de
los Trastornos del Humor Orgánicos, o de causa médica. Es importante tener en mente los
siguientes puntos
El diagnóstico psiquiátrico sólo debe efectuarse luego de descartar una afección médica que cause
los síntomas.
Recabar en detalle la historia de la enfermedad actual, los antecedentes personales y
familiares(médicos y psiquiátricos), así como los medicamentos utilizados (prescritos o no), ya que
existen medicamentos cuyo efecto adverso pueden ser los síntomas depresivos.
Examen físico detallado, pruebas de laboratorio y gabinete según el caso.
En etapas posteriores de la atención, es necesario tener en cuenta la posibilidad de que el paciente
haya pasado por alto algún problema médico.
Hay algunos elementos que podrían sugerir la presencia de una causa médica cuando nos
encontramos ante un paciente con síntomas depresivos. Éstos incluyen (Lyness, 2017):
La lista de enfermedades médicas que se presentan con síntomas depresivos es larga. En este
módulo nos enfocaremos en las patologías que podrían observarse con mayor frecuencia en el primer
nivel de atención. Algunas de ellas son las endocrinopatías, en particular la patología tiroidea. Se
sospechan en casos de cuadros depresivos o ansiosos resistentes a los antidepresivos, con quejas
vegetativas muy prominentes y déficits cognitivos.
Su causa más frecuente es la Enfermedad de Graves, se asocia con estados de ansiedad y
sintomatología vegetativa, como taquicardias, disnea, hipersudoración, y la pérdida de peso con
hiperfagia.
Se ha relacionado con síntomas depresivos, que pueden llegar a ser graves. En estos pacientes el
riesgo de suicidio es alto y los síntomas psiquiátricos que presentan responden en más de un 60%
al tratamiento sustitutivo con levotiroxina (Bastidas-Bilbao 2014).
Esta presencia de más de un diagnóstico psiquiátrico se asocia con un peor pronóstico, una
mayor probabilidad de resistencia al tratamiento, un riesgo de suicidio más elevado y un uso más
intensivo de la atención médica (Thaipisuttikul, P., 2014).
Durante muchos años se consideró que los niños y adolescentes no se deprimían, por lo que se
consideraba enfermedad de los adultos, sin embargo, había reportes de trastornos con las
características depresivas de adultos, fue en 1975 cuando en una reunión, el Instituto Nacional de
Salud Mental, aceptó la presencia de este trastorno en población joven. Se ha establecido que la edad
de inicio de la depresión, con mucha frecuencia es en adolescentes y adultos jóvenes. Con menos
frecuencia se presenta en pre-púberes.
Depresión en niños y adolescentes
El modelo de los trastornos del humor, involucra aspectos multifactoriales ( Akiskal & Mckinney,
1975; Kendler, Gardner, & Prescott, 2002). El modelo sobre las causas, suele incluir diátesis
individuales de tipo biológico y psicológico que interactúan con varios estresores del medio
ambiente. Existe evidencia de que el inicio temprano, está altamente relacionado a la recurrencia
en la adultez.( kovacs, Akiskal, Gatsonics & Parrone 1994), estudios a largo plazo en poblaciones
de estudiantes de preparatoria o estudiantes de pacientes deprimidos, por arriba del 50% de
estudiantes deprimidos, presentaron recurrencia dentro de los 5 años posteriores ( Birmaher et. Al.
1996; Lewinshon, Rohde, Seeley, Klein & Gotlib, 2000). Estudios de depresión prepuberal, también
muestran continuidad en la adolescencia ( Kovacs & Gatsonics, 1994). La evolución mas grave es
el suicidio, que es la tercera causa de muerte entre adolescentes en los Estados Unidos. Otras
alteraciones en la evolución son ausencia de desarrollo social y habilidades, no relaciones con
compañeros, bajo rendimiento académico y abuso de sustancias ( Kotz, Reinhertz, Pakiz-Camra,
Fiaconia& Lekowitz, 1999).
Criterios y diagnósticos
Marcada disminución de interés o placer en todas las actividades, en especial durante el dia.
Significante pérdida o ganancia de peso, o cambios en el apetito o fallas para ganar el peso
esperado.
Alteraciones en el sueño.
Síntomas Catatónicos
Las tazas de prevalencia, con escalas de autoreportes son considerablemente mayores que aquellas
encontradas utilizando criterios diagnósticos. La prevalencia a través de la vida se ubica alrededor del
5%. La prevalencia a través de la vida entre los años 15 a 18 ha sido de 14%
En resumen, hay buena evidencia de que el inicio del trastorno depresivo mayor es en la
adolescencia y no es raro en la infancia y que las tazas, especialmente en la población joven han
ido en aumento.
Comorbilidad
La comorbilidad con otros trastornos psiquiátricos en jóvenes, es mas la regla, que la excepción. Los
trastornos de ansiedad es la comorbilidad mas común y se presenta por arriba del 60% de pacientes
deprimidos.
Un patrón frecuente del inicio, incluye trastorno de ansiedad, particularmente fobias antes de la
pubertad, con una emergencia de depresión mayor en la adolescencia ( Pine, Cohen, Gurley, Brook &
Ma, 1998). Los trastornos de conducta disruptiva son frecuentes y emergen antes de la pubertad.
Los dos factores de riesgo mas consistentes son género femenino ( eleva el riesgo 2-3 veces) y una
historia familiar de depresión mayor ( padres depresivos incrementan el riesgo 2-4 veces, inicio
temprano y episodios recurrentes) ( Hammen, Burge, Burney & Adrian 1990; Weissman, Warner,
Wickramaratne, Moreau& Olfson1997 y 2004
Otros factores de riesgo que contribuyen al inicio y recurrencia de trastorno depresivo mayor en
adolescentes son, medio ambiente familiar adverso, caracterizado por ausencia de interacciones de
soporte, pobre apego primario y ausencia de disciplina ( Fendrich, Warner y Weissman 1990). El
factor mas frecuentemente encontrado fue la depresión parental.
Los rasgos mas frecuentemente considerados con diversas etiquetas como: neuroticismo (Eysenck
1947), evitación del daño (Cloninger 1987) inhibición conductual (Kagan, Resnick & Snidman 1987) y
afectividad negativa (Watson y Tllegen 1985).
Estudios longitudinales han mostrado que el neuroticismo predice afecto negativo mas tarde y
síntomas de estrés emocional. Clark, Watson y Mineka (1994) revisaron varios estudios longitudinales,
mostrando que el neuroticismo predice diagnósticos subsecuentes y cronicidad de depresión mayor
sin embargo, otros autores consideran que es difícil distinguir entre causa común, precursor y modelos
de predisposición de la relación entre neuroticismo y depresión ( Klein, Durbin, Shankman & Santiago,
2002).
Vulnerabilidad cognitiva
De acuerdo a la teorías cognitivas de la depresión, los individuos depresivos, tiene mas pensamientos
negativos acerca de ellos mismos, el mundo y su futuro y tienden a hacer atribuciones globales,
estables e internas a los eventos negativos. Estas cogniciones negativas esperan asociarse con
depresión y contribuir al inicio y exacerbación de síntomas depresivos.
Las teorías cognitivas de la depresión, concuerdan con las teorías diátesis-estrés. Los individuos que
tiene estas cogniciones negativas, cuando son confrontados con eventos de vida estresante, tienden a
evaluar los estresores y sus consecuencias negativamente y a deprimirse en consecuencia.
Varios tipos de cogniciones se han relacionado a la depresión, como baja autoestima, pensamientos
automáticos negativos, actitudes disfuncionales y distorsiones cognitivas, autocontrol, autoeficacia,
estilos de atribuciones depresivas, desesperanza y estilo de respuesta rumiativa.
Todo ello sugiriendo una fuerte asociación entre estilo de atribuciones negativas y altos niveles de
síntomas depresivos en niños y adolescentes. Los teóricos del desarrollo, han sugerido que las
cogniciones negativas emergen a través del tiempo y que su relación con la depresión se asocia al
proceso del desarrollo.
En resumen los estudios , correlacionales, predictivos y de herencia, han provisto evidencia de que
hay un estilo cognitivo que representa una vulnerabilidad a la depresión en niños. Este estilo cognitivo
involucra pensamientos acerca de sí mismo y explicaciones acerca de las causas de eventos
negativos. Estudios futuros necesitan examinar el desarrollo de esta vulnerabilidad cognitiva a través
del tiempo ( Ingram, Miranda & Segal 1998).
Estrés
El estrés juega un importante papel en muchas teorías de la depresión y existe una conexión
importante entre los eventos estresantes y la depresión en niños y adolescentes (Compas, Grant & Ey
1994).
En infantes los síntomas depresivos se han asociado a estrés infantil y frecuentemente en respuesta a
cambios en el medio ambiente ( Moreau 1996). Un estresor particularmente ligado con depresión
infantil es la separación de la madre, con respuestas caracterizadas por cambios en el patrón del
sueño, actividad, frecuencia cardiaca, temperatura, función inmune y función endócrina (Kalin &
Carnes 1984).
Estudios en ratas han demostrado que el estrés prenatal puede afectar el desarrollo neurobiológico de
sistemas asociados a la depresión. Estos datos en modelos animales, indican que el estrés que
ocurre, posterior a la concepción, contribuye a incrementar la vulnerabilidad a la depresión. El abuso y
maltrato infantil es un predictor importante de depresión ( Andrews n1995, Bifulco, Brown % Adler,
1991; Trad 1994) en mujeres, el abuso sexual en la infancia ha demostrado aumentar el riesgo de
depresión 2.4 veces mas ( Burnam, Stein, Golding, Siegel, Sorenson, Forsythe, el al., 1988). Eventos
como pérdidas, separaciones y conflictos interpersonales o rechazo han sido asociados a depresión.
Con respecto a las relaciones interpersonales, existen dos datos que orientan al establecimiento entre
vulnerabilidad interpersonal y depresión. En primer lugar, las familias con un miembro depresivo,
tienden a caracterizarse por menos soporte y mayor conflicto y tal disfunción familiar incrementa en el
niño el riesgo de desarrollar depresión. En segundo lugar, los individuos deprimidos, tienden por sí
mismos a tener mas dificultades interpersonales, que resultan en mayores conflictos en su red social.
En conclusión, las adversidades sociales como persistencia de pocas amistades, bajo involucramiento
de los padres, actitudes negativas por parte de miembros de la familia y un medio ambiente familiar
estresante, puede contribuir al mantenimiento o recaída del trastorno depresivo en jóvenes ( Asarnow,
Goldstein, Tompson & Guthrie, 1993).
Tratamiento
Los tratamientos psicoterapéuticos con mayor evidencia de beneficio en el manejo del trastorno
depresivo mayor son: terapia conductual, terapia cognitiva y terapia interpersonal. Y con menos
evidencia, la terapia dinámica breve y terapia de solución de problemas. En el análisis de seguimiento
de diversos estudios, se ha visto que hay mejoría en el no reintentar suicidarse en un porcentaje de 6%
vs 31%, sin embargo, el resultado no fue estadísticamente significativo.
En los estudios controlados solo fluoxetina ha sido consistente en mejorar el estado depresivo,
comparado con placebo. La combinación de tratamiento psicoterapéutico ( cognitivo-conductual) y
antidepresivos se vió responder a un 71%, comparado con 61% para los que recibieron solo
fluoxetina y 43% de los que solo recibieron terapia cognitivo-conductual y 35% para los que solo
recibieron placebo.
El proceso de envejecimiento
El proceso de envejecimiento está caracterizado por una declinación gradual en el funcionamiento de
todos los sistemas del cuerpo- cardiovascular, respiratorio, genitourinario, endocrino e inmune. Sin
embargo, mucho se ha dicho que esto es un mito, ya que muchos ancianos, mantienen un
funcionamiento físico y mental hasta muy entrada la vejez.
No todos los individuos traemos la misma información de funcionamiento, cada individuo está
dotado con uno o mas sistemas vulnerables a causa de estresores del medio ambiente o mal uso
intencional, tales como exposición excesiva a rayos ultravioleta, tabaco o alcohol. El número de
personas con edad por arriba de 65 años está creciendo rápidamente, al grado de considerarse que
de 1900 al 2000, este grupo de población se ha cuadruplicado y se proyecta que continuará en
crecimiento. Este hecho ha creado una serie de circunstancias relacionadas con la expectativa de
vida, ancianos que viven solos, instalaciones para sus cuidados y otros aspectos de la red social.
La longevidad siempre ha sido motivo de estudio, se ha demostrado que una historia familiar de
longevidad, es el mejor indicador de una larga vida.
Sin embargo, muchas condiciones de vida, pueden acortar o alargarla, como son: control médico
regular, mínimo consumo de cafeina o alcohol, trabajo gratificante y la percepción de un sentido de
estar siendo socialmente útil como esposo, maestro, mentor, padre o abuelo.el comer sano y un
ejercicio adecuado, se han asociado con salud y longevidad. Se han modificado las causas de muerte
en las personas mayores, en ,los pasados 30 años las principales causas de fallecimiento eran
enfermedad cerebrovascular y enfermedad arterial coronaria. En contraste, la mortalidad por cáncer
se eleva abruptamente con la edad, especialmente cáncer de pulmón, colon, estómago, piel y
próstata.
Esta demostrado que las mujeres viven mas que los hombres, y son mas propensas a vivir solas.
El número de hombres por cada 100 mujeres, disminuyen bruscamente entre los 65 y 85 años.
La dieta y el ejercicio juegan un importante papel en prevenir o disminuir enfermedades crónicas de
personas ancianas, tales como ateroesclerosis, hipertensión, hiperlipidemia, diabetes mellitus;
situaciones que pueden tratarse al disminuir el peso, comida, grasas saturadas y limitando el ingreso
de colesterol y aumentando la fibra en los alimentos. Ingerir alrededor de 30ml de alcohol se ha
correlacionado con longevidad y elevación de lipoproteínas de alta densidad (HDL). El uso de
estatinas ha demostrado disminuir en forma importante las enfermedades cardiovasculares. El
control de la sal (menos de 3gr al dia) se ha asociado con bajo riesgo de hipertensión. Un régimen
de ejercicio diario, se ha asociado con reducción de enfermedad cardiovascular, disminución de la
incidencia de osteoporosis, mejora en la función respiratoria, mantenimiento de un peso ideal y un
sentido general de bienestar.