La Psicología en La Era Cristiana y en La Edad Moderna

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La psicología en la era

cristiana y en la edad moderna


San Agustín de Hipona
San Agustín y Las confesiones.
354-430 es uno de los filósofos más importantes de la Edad Media. Contribuyó
notablemente al encuentro del cristianismo con el pensamiento griego.

En este escrito usa el método introspectivo para plasmar su experiencia personal


en la forma de un diálogo con Dios, en el cual va desgajando los temas más
importantes para un profundo estudio de Psicología.
San Agustín utiliza metáforas e imágenes del mundo físico para explicar los contenidos de la
vida psíquica.

Es importante destacar el interés que muestra el Obispo de Hipona por un camino de


interiorización, que es incomparable frente a la contemplación y admiración que muchas veces
tenemos por los paisajes de la naturaleza exterior.

Llega a decir este Padre de la Iglesia que la inmensidad de nuestro mundo psíquico –llamado
aquí memoria: que es la totalidad de la vida psíquica ante la que estamos presentes– es
inabarcable, porque incluye no sólo lo presente a la conciencia sino también aquello que
permanece fuera de ella, en el olvido (que algunos llaman subconsciente o inconsciente).

Allí se halla escondido cuanto pensamos, ya aumentando, ya disminuyendo, ya variando de


cualquier modo las cosas adquiridas por los sentidos, y todo cuanto se le ha encomendado y se
halla allí depositado y no ha sido aún absorbido y sepultado por el olvido
El conocimiento de sí mismo es un camino ascensional hacia el mundo interior que puede ir
desde esa trinidad estructural (ser, conocer, amar) hasta –traspasando lo puramente natural– la
misma imagen de Dios

En la psiquis se encuentran las imágenes de todas las cosas que han entrado por los sentidos,
que son las “puertas del alma”.

Hay un proceso de elaboración de las imágenes sensibles que pueden ser transformadas en la
imaginación y reproducidas por la memoria según nuestra voluntad, siempre que estas no
pasen al olvido, sin embargo la voluntad nos hace buscarlas en los lugares más recónditos y
traerlas a la conciencia.

San Agustín decía que los fenómenos psíquicos se presentan en la conciencia con múltiples
contenidos que fueron en su origen las percepciones de las cosas, que se constituyen por
elementos más simples que son las sensaciones, que tienen su “propia puerta”, que entran por
los sentidos (vista, oído, olfato, gusto, tacto).
Las cosas que fueron percibidas permanecen almacenadas en la memoria para poder
retornar a la conciencia cuando lo deseamos.

Sin duda no puede estar todo lo percibido durante la vida actualmente en la


conciencia (función positiva del olvido) porque ella debe estar libre para la
captación de la realidad; por lo cual muchas de esas percepciones permanecen
latentes.

Las sensaciones no entran por su cuenta, sino que hay una disposición para percibir
las cosas, prestando atención a unas y desatendiendo otras.
Santo Tomás de
Aquino (1225-
1274)
“El genio del orden”
En la visión del mundo y de la ciencia que tiene Santo Tomás, la metafísica es la
disciplina principal, es -de manera analógica y jerárquica- la sabiduría. La sabiduría
reúne y supera .al intelecto y a la ciencia. El intelecto es el hábito de conocer los
principios, y la ciencia es el hábito de obtener conclusiones.

En cuanto al concepto del ente, se trata del concepto principal y primordial de todo
el edificio del conocimiento, porque fundamenta a todos los demás conceptos y
conocimientos.
Divisiones del ente
Cosa: Destaca el aspecto del
ente por el cual éste es una
esencia que recibe una
determinada existencia o acto
de ser.

Bueno: Indica la relación Algo: Indica que el ente es


del ente con la voluntad. una cosa distinta y que no
Significa que todo ente es se confunde con ninguna
deseable. otra cosa.

Uno: Significa que el ente


Verdadero: Su propiedad
es indiviso en sí mismo;
trascendental es la
no sólo es distinto de otras
relación que tiene el ente
cosas, sino idéntico
con el conocimiento.
consigo mismo.
LAS CAUSAS Y EL ORDEN METAFÍSICO
El mismo establece que el orden pertenece al sabio; y la sabiduría humana es la
metafísica; en consecuencia, la metafísica no sólo tiene la capacidad de ordenar a
las otras ciencias, sino que también se ordena a sí misma. Y se ordena a partir de
principios y causas.

La causa es aquello que incluye en el ser de otra cosa, y esto puede hacerse de
muchas maneras. Puede realizarse al interior de la cosa misma, y entonces se
trata de causas intrínsecas, que causan desde dentro de la cosa, porque la
constituyen.
LA METAFÍSICA Y LAS CAUSAS
Las causas dan propiamente la estructura metafísica.

En primer lugar, porque la causalidad es un aspecto del ente; en segundo lugar,


porque la causalidad es susceptible de un tratamiento universal, especialmente al
trasluz del ente, que es el universal metafísico; en tercer lugar, porque la
metafísica demuestra por las causas más excelentes.

Con ello la metafísica es la más alta de las ciencias especulativas, pues, mediante
el conocimiento de las causas, tiene como meta aquietar la admiración con el
conocimiento y abrir al hombre a la contemplación del orden de los seres.
•La reforma avanza en el sentido de esta
liberación que caracteriza al nacimiento del
LA REFORMA Y mundo moderno, por cuanto quiere restituir al
LA individuo, investido de un valor insustituible,
DEMONOLOGÍA
el libre examen de su verdad religiosa.
Nicolás de Cusa.

Nicolás de Cusa nació el


año de 1401 en la
ciudad de Küe situada
en lo que hoy
conocemos como
Alemania.
UNO como un todo y no como un número
Cusa identifica al Máximo Absoluto como UNO, no en el sentido del número sino en
el sentido de que reúne en él a todas las cosas inclusive antes de que existan dentro de
su unidad.

El universo para Cusa es simplemente la concreción del Máximo Absoluto al cual


reproduce, lo que significa que el universo es un máximo concreto.
El hombre como
objeto de
investigaciones
concretas.
En el mundo médico, raros eran los que se atrevían a rebajar o a discutir
la parte del diablo en las manifestaciones delirantes, e invocar en cambio
causas naturales; es indudable que tal prejuicio, en la inmensa
renovación cultural de la época, paralizó los procesos de la
psicopatología

Se encuentran hombres que opusieron concepciones racionales a las


supersticiones generales, sobre todo en presencia de trastornos que no
parecían deberse directamente a la influencia del diablo.
Giovanni Battista Demonte, de Padua (1498-1552), trata de combatir la
melancolía con baños y sangrías, y Gerolamo Mercuriali (1530-1606), de
Forli —que atribuye a los excesos de la época la frecuencia de esta afección
—, trata la "manía sanguínea" con sangrías, la "manía biliosa" con
colagogos, la "manía estrabiliosa" con purgantes y cauterios.
En su ensayo de clasificación de las psicosis, Félix Plattner (1536-1614),
aunque admite todavía su origen sobrenatural, las clasifica en cuatro
categorías: mentís imbecilitas (debilidad mental); mentís consternatio
(pérdida de la conciencia en la epilepsia, la catalepsia, el coma apoplético);
mentís alienatio (diversas alienaciones); y mentís defatigatio (la
excitación).
Jerónimo Cardano (1501-1576), médico, naturalista, astrólogo y
matemático, su obra1 y particularmente su De utilitate ex adversis
copianda (1561) tiene verdadero interés para la historia de la psiquiatría.

Matteo Ferrari Gradi cuenta que un caballero, mientras soñaba que


comía, experimentó dolores de cálculo.
De igual manera, su creencia en las influencias benéficas o maléficas de
los astros no le impide considerar objetivamente fenómenos atribuidos las
más de las veces al demonio.

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