Cuentos Venezolanos

Descargar como pptx, pdf o txt
Descargar como pptx, pdf o txt
Está en la página 1de 6

Cuenta la leyenda, que la Sayona, es el fantasma de una

joven mujer que fue condenada a vagar eternamente y


para siempre. Su maldición fue lanzada por su
propia Madre cuando ésta la mataba ahorcándola, pero
sin antes, haber asesinado a sus hijos y Marido que los
quemaron vivos.

Este espíritu, persigue siempre a los hombres infieles o a


los mujeriegos. Ella se presenta como una bella
prostituta que les pide que la acompañen. Cuando
el incauto acepta y se va con la "Sayona", ella al poco
rato se convierte en una un ser horrendo que luego los
persigue hasta matarlos del susto o con un infarto.

Si su victima está dentro de un auto, ella hace que tenga


un accidente o que caigan a un barranco provocando su
muerte.

Se dice que antes que estas personas mueran como se


menciona arriba, se les ven acompañados de una bella
mujer, pero después, la mujer desaparece
misteriosamente.
Cuenta la leyenda, que hace mucho existía un Joven muy
consentido por sus padres y que era muy malcriado. Cada vez
que pedía de comer, de inmediato se lo daban.

Un día, este Chico quería comer Venado, y su Padre fue a


cazarlo pero tardó mucho en regresar. El Muchacho lo
esperaba ansioso, pero cuando vio a su Padre no traer nada,
se enfureció tanto que lo asesinó, luego le abrió sus entrañas
y se las comió. Cuando su Madre supo del crimen de su Hijo,
lo maldijo, luego soltaron a los perros para atacarlo. Cuando
estuvo muy herido, en las heridas de este, le untaron Chile (ají
picante) como castigo mortífero y para que se vaya para
siempre. Tras todo esto, nunca lo volvieron a ver.

Se dice que este Joven, se convirtió en el Silbón, un espíritu


que anda silbando y cargando un saco que, dentro de este,
están los huesos de su Padre que asesinó. Este ser, le teme
al Chile y a los Perros, los mismos que ocasionaron su deceso.
Cuenta la leyenda, que en Honduras habita
el Gritón, y que al igual que en Brasil, es una
criatura que jamás ha sido vista, pero cuyos
espeluznantes aullidos, rompen el silencio
nocturno en las selvas y montañas del país.

En la región de Trujillo y en el valle de Sula,


varios Campesinos afirmaron haber oído los
gritos desgarradores del "Gritón". Uno de ellos
cuenta:

"Conozco todos los animales de estos montes, y


nunca he escuchado nada igual a este grito tan
espeluznante."
Cuenta la historia de la Llorona que, hace mucho vivía
una Mujer junto a sus tres hijos, ellos vivían bien y
eran felices, hasta que en una noche de invierno,
ocurrió algo terrible. El padre de los niños, regresó
después de muchos años de haberlos abandonado.

Ellos habían vivido muy feliz sin él sin este


mal hombre, siempre paraba gritando y en
borracheras, sin olvidar que siempre los castigaba sin
sentido, así como también se metía con la Madre.
La Mujer siempre rezaba para que este hombre no
regrese, pero lastimosamente regresó.
Cuando llegó este hombre, de una patada tiró la
puerta y gritó por qué no lo habían recibido. Los niños
muy espantados se escondieron. La Madre se
enfrentó a su Esposo con tal de defender a
sus hijos pero lamentablemente, ella fue golpeada y
se desmayó por varias horas. Cuando ella despertó, lo
primero que hizo fue buscar a sus hijos, pero al
buscarlos por toda la casa, no los encontró ni a
su Esposo. Muy desesperada, salió fuera de la casa y
corrió bajo la tormenta llorando y gritando el nombre
de sus hijos por varios días, meses, años, pero nunca
los encontró.
Pescadores ribereños sustentan la creencia de que en
el Orinoco hay Sirenas. En la desembocadura del río
Caris en el Orinoco, cerca de Soledad, existe una de
esas sirenas conocida como la Carona y en el Alto
Orinoco son las toninas que se transforman en
Sirenas para seducir a los navegantes
.
A los pescadores que les caen en gracia, La Carona los
obsequia con una buena pesca y los que no, los
espanta con borbollones y batiéndoles la curiara. Un
pescador de apellido Tortoledo murió del susto que le
dio La Carona cuando lanzó su canoa desde el Orinoco
hasta la garganta del Caris.
Vicente Reyes, quien vive en La Encaramada, contó
haber mejorado su suerte con la Carona al descubrir
que a esta nereida del Orinoco le gustaba el Anís, licor
muy dulce. De manera que cada vez que iba de pesca
le rociaba su traguito. Entonces la pesca de lau-lau y
morocoto se le daba de maravilla.
En el Alto Orinoco creen que en las profundidades de
ríos y lagunas de la región del Amazonas existen
ciudades encantadas que los autóctonos distinguen
con el nombre de Temendagui, perteneciente al reino
de Máwari y que cuando un pescador llega a los
lugares de pesca y no puede apartar de su mente a la
mujer amada, lo más probable es que una tonina se
transfigure en ella, lo seduzca y lo lleve hasta la ciudad
encantada.
Entre las antiguas tradiciones, al menos en los andes
tachirenses, figura la llamada quiebra del chorote al
cumplir las mujeres (la cuarentena) los 40 días de haber
dado a luz. Esa tradición se realizaba muy a menudo en La
Grita y sus campos, especialmente en La Quebrada de San
José, Sabana Grande, Pueblo Hondo, Caricuena, Agua
Caliente, Mogotes, Santo Domingo y Llano de Los
Zambranos, entre otros.
La mayoría de las mujeres se cuidaban mucho durante su
embarazo. Pocas veces iban al médico, a menos que,
vivieran en alguna ciudad con servicios de hospital público.
Los días previos al nacimiento del nuevo heredero o
heredera, era de “carreras”. Buscando la ropa del niño y las
mejores gallinas para alimentarse en esos 40 días con
suculentos almuerzos.
Buscaban la comadrona de mayor fama y lógicamente
preparar los “míaos” que consistía en aguardiente
mezclado con esencias, ramas y panela quemada color
caramelo. De allí surge el dicho popular: «Cuándo nos
tomamos los miaos» o «Cuando nos invitas a los míaos».
Los preparativos comenzaban por lo menos cuatro meses
antes poniendo a engordar un cochino y a criar las gallinas.
A lo largo de la cuarentena la parturienta se iba comiendo
una pica tierra hervida, en caldo cuajado con leche,
eneldo, papas enteras. Al final de esos 40 días las mujeres
estaban vitales, rellenitas o con la libido alto. En todo ese
tiempo, las damas no salían ni a la puerta de la casa,
porque “podían coger un mal aire”. Igual, el niño.

También podría gustarte